Referéndum sobre Europa en Reino Unido

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Nacionalistas preocupados, nacionalistas pragmáticos e
internacionales progresistas. ¿Quién ganaría un referéndum sobre
Europa en Reino Unido?
Por Peter Kellner – Octubre 2012 Como parte del proyecto “Reinventing Europe”, ECFR ha publicado un nuevo informe sobre el cada vez más probable referéndum británico sobre Europa. YouGov ha conducido este refrescante análisis sobre las actitudes británicas hacia Europa, y ha descubierto que estas actitudes están íntimamente relacionadas con la propia visión que tienen de los británicos de su país, del desarrollo de su sociedad, y del papel que Gran Bretaña debe tener en el mundo. Peter Kellner, presidente de YouGov, considera que las actitudes de tres grupos diferenciados determinaran el desarrollo de un referéndum británico sobre Europa. En una democracia la opinión pública es clave, pero las opiniones británicas hacia Europa son especialmente importantes. En concreto porque un referéndum en Reino Unido sobre su papel en Europa es cada vez más posible; porque Europa es un tema recurrente en la derecha británica, con el partido por UKIP (Partido de la Independencia de Reino Unido) tratando de superponerse a los Conservadores en las elecciones Europeas de 2014; y porque cualquier cambio en la forma de actuar de la UE tendría que contar con un consenso entre todos los Estados Miembros, de forma que Gran Bretaña sigue teniendo la posibilidad de veto, cuestión que los partidos mayoritarios piensan ejercer a no ser que exista un consenso público. Pero previamente deberían de tenerse en cuenta varias cuestiones. Hay que recordar que los británicos son más euroescépticos que cualquier otro país europeo. En el último Eurobarómetro sólo el 27% sentían cercanía hacia a la UE –la media europea es del 46%‐, mientras que el 72% sentía rechazo explícito hacia la Unión –la media es 52% aunque los otros cinco grandes están entre 34% y el 53%. Aunque el euroescepticismo haya aumentado entre países como España o Grecia, ninguno llega al nivel de los británicos. Por otro lado, hay que tener en cuenta la gran importancia que tiene la cuestión europea en Gran Bretaña. En una encuesta reciente de YouGov, los británicos nombraron a Europa como el cuarto tema que más afecta al país, aunque sólo lo marcaron como el décimo más importante en lo relacionado con el futuro de sus familias. Esto nos lleva a importantes cuestiones sobre cómo la opinión publica responderá a un referéndum de Europa, ya sea sobre su permanencia, sobre la revisión de tratados o en una elección general que tenga a Europa como tema principal. La historia permite una comparación directa: El referéndum del Mercado Común de 1975 en el que las encuentras mostraban, aunque con un desacuerdo previo generalizado, que si el Primer Ministros podía renegociar los términos del acuerdo y así recomendar la aceptación, la opinión publica estaría de acuerdo en su permanencia. Por aquel entonces, el Primer Ministro Wilson trató con los socios europeos y reclamó una gran victoria en la renegociación de los términos del acuerdo hacia Gran Bretaña. Y aunque los observadores sólo encontraron pequeños cambios, los votantes lo recompensaron debidamente votando “a favor de Europa”. Supongamos que esta vez David Cameron contara con la capacidad de negociar su relación con Europa protegiendo los intereses británicos una vez la crisis haya acabado ¿Qué votarían los británicos esta vez? En la encuesta de YouGov en la que se preguntaron esto resultó que, en este caso, el 42% de los británicos aceptaría permanecer en la Unión, mientras que el 32% aún votaría por abandonarla. Esto demuestra que esta vez, como en 1975, la opinión publica no esinmutable, aunque no deja de ser una hipótesis en un contexto difícil de predecir. En realidad los resultados muestran que existe una fuerte volatilidad. Lo que sí podemos investigar son las fuentes del público británico sobre Europa. ¿Por qué la gente piensa como lo hace sobre Gran Bretaña y Europa? Ésta es la cuestión que la investigación de YouGov para ECFR ha tratado de averiguar. Se preguntaron a los británicos considerar ocho pares de afirmaciones y decir, en cada caso, con que concuerdan más. Dos pares exploraron las actitudes hacia Gran Bretaña, y otros dos, tendencias recientes y futuras sobre la vida en Gran Bretaña. Otros dos miraron las actitudes británicas hacia el mundo, y finalmente, dos últimos, sobre Gran Bretaña y Europa. Los principales resultados fueron:  En el dilema entre tradición y valores, un 45% de los encuestados afirmaba que lo mejor de Gran Bretaña eran su historia, su geografía y sus tradiciones ‐la monarquía, la cerveza, el cricket, o su victoria contra Hitler. Mientras que por otro lado, el 21% consideraba que lo más importante eran los valores británicos de tolerancia, democracia, libertad de prensa o el derecho de manifestación. El otro 25% estaba de acuerdo con las dos afirmaciones.  Otras cuestiones sobre si en general Gran Bretaña es un sitio mejor que hace 30 o 40 años, o si son optimistas y pesimistas, también divide a la población. Aunque casi un 60% piensa que sus hijos vivirán peor que sus padres, un 40% opina que en realidad la mejora de la esperanza de vida y las altas capacidades de elección sobre culturas y oportunidades hacen que en Inglaterra se viva mejor que antes. Además, en otra serie de afirmaciones, el 52% opinaba que era lógico estar orgulloso de Gran Bretaña, pero que debían reconocer que unos países no son mejores que otros, y que todo el mundo tiene razones para estar orgulloso de su país; mientras que el 25% consideraba que Gran Bretaña es especial y diferente al resto, y que los británicos tiene más razones que la mayoría de los países para sentirse orgullosos. 
En esta línea, otra serie de afirmaciones se pregunta la posibilidad de que Gran Bretaña actúe sola en un mundo globalizado. El 40% opina que es necesario participar en organismos internacionales para maximizar su influencia y prosperidad, mientras que el 35% considera que su país es perfectamente capaz de decidir por si mismo sin contar con el resto. Además, resulta sorprendente como un 48% considera que el dinero en cooperación internacional está inútilmente gastado y que sería mejor para el país dejar a los países pobres a que se las arreglen solos. 
Por último, en su relación con el exterior, mientras un 38% considera que Gran Bretaña, como país europeo, debe trabajar conjuntamente y de una forma u otra con el resto del continente, el 35% opina que en realidad Europa no merece una relación diferente a la de EEUU o el resto de la Commonwealth, ya que para ellos Europa no es más importante que cualquier otra región. Además, un 52% considera que la UE ha fracasado, es cara, ineficiente y aplastaste. Sólo el 24% considera a la UE como ejemplo de cooperación exitosa entre naciones históricamente conflictivas. Por supuesto, diferentes personas habrían dado diferentes respuestas. Sin embargo, la razón principal para hacer estas preguntas es explorar las conexiones entre estas actitudes. ¿Hasta qué punto se originan las opiniones hacia la UE en base a preocupaciones especificas del funcionamiento de Bruselas, o desde el origen de la imagen que tienen de la propia Gran Bretaña? Gracias a dos técnicas metodológicas se pueden responder estas preguntas. Una es la correlación bivariada, y el otro el análisis de grupo. La correlación permite descubrir con qué frecuencia las diferentes respuestas coinciden. Por ejemplo, las correlaciones más fuertes hacia la UE están relacionadas con el papel de Gran Bretaña en el mundo; los que apoyan la ayuda humanitaria suelen ser más pro‐europeos. De la misma forma y con el coeficiente alto, los que creen que se debe participar más activamente en organismos internacionales como las Naciones Unidas, también los son. Igualmente existe una correlación de tres contra uno entre los que consideran que Gran Bretaña está mejor que hace 30 años, y los que tienen una visión más positiva hacia la Unión. Igualmente, los anti‐europeos son claramente pesimistas enguanto al futuro de las próximas generaciones. Este análisis de correlaciones nos ayuda a entender las diferentes fuerzas en la opinión pública hacia Europa, pero se necesita ir más allá, ya que estas fuerzas no son totalmente independientes unas de otras. Por ejemplo, los que se encuentran más a favor de aportar ayuda internacional tienden a ser más optimistas que los que están en contra. Una forma de analizar dichos factores juntos es el análisis de grupo, examinando el patrón de respuestas y creando conjuntos de encuestados según una próxima relación de ideas. Una vez se ha hecho, encontramos que la mayoría de los británicos pertenecen a uno de estos tres grupos:  Nacionalistas preocupados (42%). Tienden a ver al país desde una perspectiva tradicional, están preocupados por su futuro y, creen en Gran Bretaña como si fuera un castillo rodeado por un foso, para mantener a todo el mundo a raya. Suelen ser reacios a la ayuda internacional y creen que no se debería dedicar mucho esfuerzo a los organismos internacionales. La gran mayoría piensa que la UE ha sido un fracaso. En este grupo hay tanto Laboristas como Conservadores, mas un 15% que apoyaría al UKIP –el doble que la media nacional‐, y sólo el 5% a los Liberales –
la mitad de la media nacional‐. El prototipo de británico dentro de este grupo es de una mujer, lectora de tabloides como The Sun que no suele contar con el graduado universitario.  Nacionalistas pragmáticos (23%). Como los preocupados, estos nacionalistas también tienen una visión tradicional de Gran Bretaña, pero son menos pesimistas sobre el liderazgo inglés. Están divididos en la cuestión de la ayuda internacional aunque piensan que deberían cooperar con las instituciones internacionales. Siguiendo la metáfora del castillo, los pragmáticos bajarían el puente levadizo más a menudo para tener algún contacto con el exterior. Están divididos en la pregunta de si la UE ha sido un éxito, pero no tienen un sentimiento muy férreo hacia la Unión. Estos se dividen igualmente entre los Laboristas y los Conservadores. Están en la media del voto a los Liberales y bajan hasta el 3% en votos al UKIP. En general, su perfil es similar al de cualquier británico medio.  Internacionales Progresistas (25%). Tienen una idea progresista de la historia, que no tiene por qué ser ideológica, sino que más bien se trata de la creencia de una perspectiva histórica de mayor prosperidad y conocimiento. Basan su idea de Gran Bretaña en los valores más que en la tradición ya que opinan que en su país se vive mejor que hace 10 años, pero también son más escépticos sobre el futuro cercano. Creen de forma clara que Gran Bretaña debería de jugar un papel importante en las instituciones internacionales, la mayoría apoya el programa de ayuda internacional, y en un tres contra uno, consideran que la UE ha tenido éxito como proyecto. Están a gusto tendiendo el puente levadizo que les conecta con el resto del mundo. Dos tercios serían votantes Laboristas (52%) o Liberales (14%), mientras que sólo el 23% votaría a los Conservadores. Tienden más que la media a ser hombres, con graduado universitario y lectores de periódicos más informativos que los tabloides. Hay que entender que estos grupos no son completamente homogéneos, ya que a parte existe un 10% que no se podría encuadrar tan fácilmente en ninguno de ellos; como los internacionalistas más optimistas que rechazan la imagen tradicional de Reino Unido, pero siguen siendo reacios a la UE. Aunque, en realidad, muchos en este porcentaje no suelen tener ideas claras sobre estos temas y son poco propensos a participar en referéndums o elecciones. En definitiva, las conclusiones más amplias para aquellos que pretenden convencer a los británicos si deberían amar u odiar a Bruselas, haciendo hincapié en la redacción precisa de los Tratados, en los detalles de la Política Agraria Común o en los méritos de la Directiva sobre el tiempo de trabajo, es que están perdiendo el tiempo. Poca gente piensa en la UE en estos términos, y aquellos que lo hacen es porque de una forma u otra están muy vinculados al proyecto, y sus votos no cambiarán. Para la mayoría, las actitudes hacia la UE se conforman tras dos grandes ideas: la imagen propia que tienen de Gran Bretaña, y la conformidad con el desarrollo que su sociedad está tomando. Como con tantas otras cosas en política, el miedo es un gran impulsor de la opinión pública. Y en la actualidad, este factor está trabajando para los opositores de la UE. Este análisis concluye con dos grandes implicaciones:  Los Nacionalistas Preocupados son con diferencia el grupo más grande, y darán a los lobbys anti‐UE una gran ventaja, si bien podrían perder la votación si prácticamente todos los Nacionalistas Pragmáticos se alinean con los Internacionales Progresistas. No obstante, parece difícil ver a los británicos votar a favor de su permanencia en la UE a no ser de que un buen grupo de nacionalistas “preocupados” pasen al grupo de los “pragmáticos”. Aunque no tenemos estos datos de 1975, no hay duda de que está ocurriendo lo mismo que hace 37 años. Muchos votantes que comenzaron despreciando la idea del Mercado Común y temiendo el futuro de Gran Bretaña, acabaron temiendo que fuera peor quedarse fuera de juego. Es decir, decidieron por razones pragmáticas tragarse su disgusto hacia Europa y votar la permanencia en la Unión. De esta forma, si un referéndum aconteciera en los próximos años, el lobby pro‐europeo necesitará lograr un cambio en el uso del factor miedo.  Por otro lado, si el grupo de los Nacionalistas Preocupados se reduce un, digamos, 35% o menos en la campaña de referéndum, los pragmáticos pasarían a ser el grupo bisagra. Sus votos decidirán si Gran Bretaña se queda o abandona la UE. Pero por su parte, el pragmatismo necesita de una visión más práctica y a corto plazo en vez de grandes enfoques y sueños a largo plazo. Para ellos lo importante es el contexto ¿Qué puede impulsar mejor el empleo, la prosperidad y el futuro de nuestros hijos: la cooperación con los vecinos europeos o el divorcio? En resumen, hacer campaña por cualquiera de los dos lados será costoso y negativo. Puede ser la forma menos mala para decidir el futuro de las relaciones de Gran Bretaña con el resto de Europa, pero sólo un ingenuo optimista creería que será la forma más adecuada. Peter Kellner es periodista, comentarista político y presidente de YouGov. 
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