revolucion_industrial-resumen

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ENCYCLOPEDIA BRITANNICA
LA REVOLUCION INDUSTRIAL
En la historia moderna, la Revolución Industrial representa el proceso de cambio desde una
economía agraria y artesanal a una dominada por la industria y sus manufacturas. Este
proceso empezó en Inglaterra en el siglo XVIII, y de ahí se expandió a otras partes del
mundo. Aunque había sido usado anteriormente por escritores franceses, el término
Revolución Industrial fue inicialmente popularizado por el historiador económico inglés Arnold
Toynbee (1852-1883), para describir el desarrollo de la economía inglesa desde 1760 a
1840. Desde entonces se ha extendido el uso de este término.
A continuación se presenta un breve tratamiento sobre la Revolución Industrial. Un
desarrollo completo es presentado en el artículo “revolucion_industrial-europa_historia.doc”
Las características principales relacionadas con la Revolución Industrial fueron de carácter
tecnológico, socio-económico y cultural. Los cambios tecnológicos incluían los siguientes:
(1) el uso extensivo de nuevos materiales básicos, principalmente hierro y acero,
(2) el uso de nuevas fuentes de energía, tanto en combustibles como en fuerza motriz, tales
como carbón, la máquina de vapor, electricidad, petróleo y el motor de combustión interna,
(3) la invención de nuevas máquinas en la industria textil, tales como la hiladora de husos
múltiples y la hiladora continua, que permitieron una mayor producción y un menor
requerimiento de energía humana, (4) una nueva organización del trabajo, conocida como el
sistema fabril, que involucraba una mayor división del trabajo a través de funciones
especializadas, (5) importantes progresos en el transporte y la comunicaciones, incluyendo
la locomotora de vapor, vapores, automóviles, aviones, telégrafo y radio, y (6) la creciente
aplicación de la Ciencia en la industria. Estos cambios tecnológicos permitió el uso
enormemente creciente de recursos naturales y la producción masiva de bienes
manufacturados.
Hubo numerosos nuevos desarrollos en el ámbito no industrial, que incluyeron: (1) progresos
en la agricultura que permitió el abastecimiento de alimentos a una creciente población no
agraria, (2) cambios en la economía que resultaron en una distribución más amplia de la
riqueza, la declinación de la propiedad territorial como fuente de riqueza frente a la creciente
producción industrial y comercio internacional, (3) cambios políticos que reflejaban el
desplazamiento del poder económico, a la vez que nuevas políticas estatales para satisfacer
las necesidades de una sociedad industrializada, (4) profundos cambios sociales, incluyendo
el crecimiento de las ciudades, el desarrollo de movimientos de la clase trabajadora y la
aparición de nuevas formas de autoridad, y (5) transformaciones culturales más amplias. El
trabajador adquirió nuevas y precisas habilidades, y la relación con su función de trabajo
cambió; en vez de ser un artesano que usaba herramientas manuales, se transformó en un
operador de maquinarias, sujeto a la disciplina de la industria. Finalmente, hubo un cambio
psicológico: se realzó la confianza del hombre en su manejo de los recursos que disponía y
en su dominio sobre la naturaleza.
La Primera Revolución Industrial
En el período comprendido entre 1760 y 1830, la Revolución Industrial estuvo restringida
principalmente a Gran Bretaña. Conscientes de su ventaja inicial, los británicos prohibieron la
exportación de maquinarias, trabajadores especializados y técnicas de manufactura. Este
monopolio no podía durar indefinidamente, especialmente al darse cuenta los británicos de
las atractivas oportunidades que se abrían en el exterior, mientras que los empresarios
europeos del continente buscaron atraer los conocimientos y técnicas británicas hacia sus
países. Dos ingleses, William y John Cockerill introdujeron la Revolución Industrial en Bélgica
al comenzar a levantar industrias en Lieja (alrededor de 1807), y Bélgica se convirtió en
primer país europeo continental transformado económicamente. Tal como sus progenitores
ingleses, la Revolución Industrial belga estuvo centrada en el hierro, acero y productos
textiles.
Francia se industrializó más lentamente y con menos profundidad que Gran Bretaña y
Bélgica. Mientras los británicos consolidaban su liderazgo industrial, Francia estaba
sumergida en su Revolución, y la situación política incierta no hacía atractivas las inversiones
en la innovación industrial. Para 1848, sin embargo, Francia constituía una potencia
industrial, pero, a pesar de su gran crecimiento durante el Segundo Imperio, permaneció
detrás de Inglaterra.
Otros países europeos estaban mucho más retrasados aún. Sus burguesías no tenían ni la
riqueza, ni el poder ni las oportunidades de sus contrapartes británicos, franceses y belgas.
Las condiciones políticas en esos países también impedían la expansión industrial. Alemania,
por ejemplo, a pesar de sus enormes recursos de carbón y hierro, no comenzó su expansión
industrial sino hasta que se alcanzó la unificación nacional en 1870. Una vez comenzada, la
producción industrial alemana creció tan rapidamente, que hacia fines del siglo XIX esa
nación producía más acero que Gran Bretaña, y se había convertido en el líder mundial de la
industria química. El crecimiento del poderío industrial de los Estados Unidos en los siglos 19
y 20 también sobrepasó ampliamente los esfuerzos europeos. Japón también se incorporó
con gran éxito a la Revolución Industrial.
Los países de la Europa Oriental estuvieron muy retrasados hasta el comienzo del siglo 20.
No fue sino hasta el comienzo de sus planes quinquenales que la Unión Soviética se convirtió
en una potencia industrial de importancia, alcanzando en una pocas décadas la
industrialización que había tomado un siglo y medio a Gran Bretaña. A mediados del siglo 20
se pudo presenciar la expansión de la Revolución Industrial en áreas hasta entonces no
industrializadas, tales como China e India.
La Segunda Revolución Industrial
A pesar de un considerable traslape con la “antigua” , existe una creciente evidencia para
una “nueva” Revolución Industrial hacia fines del siglo 19 y en el siglo 20. En término de
materias básicas, la industria moderna ha empezado a explotar muchos recursos naturales y
sintéticos hasta ahora no utilizados: metales más livianos, nuevas aleaciones, productos
sintéticos como plásticos, y nuevas fuentes energéticas. Combinado con lo anterior existe
desarrollos en máquinas, herramientas y computadores que ha originado las fábricas
altamente automatizadas. Aunque parte de algunas industrias estaban completamente
mecanizadas ya a comienzos y mitad del siglo 19, la operación automática, diferente a la
línea de ensamblaje, adquirió una importancia primordial en la segunda mitad del siglo 20.
La propiedad de los medios de producción también sufrió cambios. Los propietarios
oligárquicos de esos medios, que caracterizaron la Revolución Industrial de comienzos y
mitad del siglo 19 dio paso a una distribución más amplia de la propiedad a través de la
compra de acciones por parte de particulares e instituciones tales como compañías de
seguros. En el siglo 20 muchos países europeos socializaron sectores básicos de sus
economías. Hubo también cambios en las teorías políticas: en lugar de las ideas de
permisividad que dominaron el pensamiento económico y social de la Revolución Industrial
clásica, los gobiernos se preocuparon de satisfacer las nuevas necesidades de estas
sociedades industriales complejas.
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