Un pícaro en La Habana elementos de la picaresca en El color del verano, de Reinaldo Arenas Ingrid Robyn Ph.D. Student-University of Texas at Austin El color de verano o Nuevo Jardín de las Delicias (1991) es tal vez de las novelas más significativas y más neobarrocas en el conjunto de la obra de Reinaldo Arenas. No obstante, pocos son los análisis sobre los vínculos entre esta obra y lo que, a falta de otro término, podríamos llamar el barroco matricial 1 . En realidad, en un intento de caracterizar el neobarroco de Reinaldo Arenas diferenciándolo del de escritores como Alejo Carpentier y José Lezama Lima, por ejemplo -, críticos como Félix Lugo Nazario incluso diluyen las posibles relaciones entre la obra del autor y ese “barroco matricial”, enfatizando en contrapartida el carácter eminentemente posmoderno de su proyecto Utilizo el término “barroco matricial”, en lugar del consagrado “barroco histórico” para referirme al barroco del siglo XVII por el simple hecho de que cualquier manifestación artística es, necesariamente, histórica. Además, el término “barroco histórico” casi siempre estuvo vinculado a una diferenciación entre el barroco del siglo XVII y lo que sería una suerte de “tendencia barroca” permanente destinada a reaparecer de manera recurrente en la historia de las manifestaciones artísticas, lo cual implica desde ya una visión cíclica de la historia que no comparto. En contrapartida, el término “barroco matricial” ofrece la ventaja de enfatizar el carácter de reapropiación consciente de este “barroco histórico” que conlleva el neobarroco, evitando así disolver las relaciones entre barroco y neobarroco en una suerte de coincidencia entre los “espíritus de las épocas” que, a pesar de efectiva en muchos sentidos, peca por la visión de la historia que conlleva, como hemos dicho, y muchas veces, por la falta de rigor en la identificación de las manifestaciones mismas de lo que sería ese neobarroco. 1 ROBYN 2 literario 2 . En este sentido, y sin negar la pertinencia de muchas de sus afirmaciones, o queda injustificada la clasificación de su obra como neobarroca, o problematizado el concepto mismo, que pasa a competir como suerte de “rótulo alternativo” con el concepto más amplio de posmodernismo 3 . Considerando lo que fue dicho, pretendemos aquí proponer un breve ejercicio de “retorno a las fuentes” e investigar las posibles relaciones entre ECV 4 y uno de los géneros más consagrados del barroco español: la novela picaresca. Para eso, nos concentraremos específicamente en la trayectoria de uno de sus principales protagonistas, Gabriel-Reinaldo-Tétrica Mofeta, buscando demonstrar en qué medida ese personaje puede ser leído como un verdadero “pícaro en la Habana”. A través de este análisis, esperamos no sólo reforzar la misma relación entre ese “barroco matricial” y la obra de Reinaldo De hecho, si el crítico por un lado reconoce las deudas de Reinaldo Arenas en relación a escritores como Alejo Carpentier y José Lezama Lima, precursores de lo que se llegó a conocer como neobarroco, por otro lado enfatiza la diferencias que habría entre la actitud hasta cierto punto reverente en relación al barroco que observa en estos autores, y la que se observaría en la obra de Reinaldo Arenas; para él, mucho más cercano al posmodernismo. Dice el crítico: “Arenas eclipsa y renueva los métodos convencionales y tradicionales de la literatura nacional anterior, actualizando con sus producciones la creación artística nacional respecto al resto de la literatura hispanoamericana. La novela histórica, la romántica y realista, inclusive el barroco fundacional de Carpentier y Lima, son renovados como formas literarias por la producción narrativa de Reinaldo arenas” (191). El crítico tiene mucha razón, por cierto. Pero no sólo hay deudas de parte de Reinaldo Arenas en relación a lo que venimos llamando “barroco matricial”, sino que el mismo barroco de escritores como Alejo Carpentier y José Lezama Lima, y que el crítico llama “fundacional”, tampoco prescinde de actualización. 3 Es lo que sucede en buena parte de la crítica reciente sobre el fenómeno del neobarroco, en la que un par de rasgos temáticos, estructurales o lingüísticos, por lo general compartidos por toda la literatura posmoderna, parece ser suficiente para clasificar cualquier obra como neobarroca. Es el caso, por ejemplo, de Louis Parkinson Zamorra, quien incluye bajo la clasificación de neobarrocos escritores tan dispares como Gabriel García Marques, Elena Garros y Jorge Luis Borges. 4 Por razones de economía textual, pasaremos de este punto en delante a referirnos a El color del verano bajo la sigla ECV. 2 ROBYN 3 Arenas, sino también resaltar de qué manera el recurso a la picaresca es fundamental al tipo de crítica que se observa en ECV, en gran medida centrado, como la picaresca - de acuerdo con Anthony N. Zahareas, José Antonio Maravall y Giancarlo Maiorino -, en la relación entre la figura del marginado y su entorno. Antes de pasar al análisis del elemento picaresco en ECV sin embargo, quizá valiera la pena resumir su argumento. Y el argumento de la novela es bastante simple. Básicamente, se trata de una obra que noveliza la celebración imaginaria de los 50 años de Fidel Castro en el poder (40 en realidad, pero es que según el narrador de la novela al tirano le gustaban los números redondos). Para esto, Fidel Castro organiza un inmenso carnaval en el que participan no sólo los ciudadanos comunes, sino las grandes celebridades de la historia y la literatura cubana, ya sean ellas vivas, o muertas hace mucho y especialmente resucitadas para la ocasión. Proyectada hacia el año de 1999, se trata sin embargo de una obra que retrata la Cuba de los años sesenta y setenta, periodo de mayor endurecimiento de la censura y las políticas culturales del régimen. Sin embargo, lejos de fijarse exclusivamente en la figura del mismo Fidel Castro, la novela toma como protagonistas precisamente algunos de los que, en esa época, se vieron excluidos del sistema impuesto por él, ofreciéndonos por lo tanto una visión crítica de la sociedad cubana ROBYN 4 producida “desde abajo” que, en muchos sentidos, se ofrece como suerte de alternativa a la historiografía y la historia de la literatura oficiales. Dentro de este cuadro, el rasgo que de manera más evidente nos permite relacionar ECV a la tradición de la picaresca española del siglo de oro es la misma marca autobiográfica que conlleva la obra, considerando la condición marginal que, como homosexual y escritor disidente, le tocó a Reinaldo Arenas en la Cuba de los sesenta y setenta. De hecho, aunque la novela picaresca sea por definición un objeto ficcional - como hasta cierto punto, la misma autobiografía (Friedman 119) -, la gran mayoría de las obras que se suelen caracterizar como picarescas se presenta como un relato autobiográfico. En este sentido, la novela picaresca sería algo como la ficción de una autobiografía, ficción a través de la cual las aventuras, entre cómicas y trágicas, que padece el narrador-personaje - siempre y necesariamente un marginado -, suelen servirle al autor para poner de manifiesto las malezas de la sociedad que lo rodea (Friedman 119-2, Zahareas 129-31 y 138-41) En el caso de ECV, las cosas son un poco más complejas. Antes que nada, la novela no se nos presenta bajo la forma de una autobiografía aunque fuera como “autobiografía ficcional”, como es el caso de la picaresca. De hecho, lejos de constituir una narrativa unívoca, en primera persona, relativamente lineal y mínimamente coherente en lo que toca a la materia narrativa - como la autobiografía -, ECV se revela como una suerte de bricolage de textos de naturaleza variada, muchas veces sin conexión ROBYN 5 aparente, a través de los cuales prácticamente se pierde cualquier noción de tiempo e incluso de enredo, y en la que para colmo desfilan varias voces narrativas. De todos modos, si hay una voz que sobresale en la novela - para enfocarnos en el problema de la voz narrativa -, esta voz es sin duda la de Gabriel-Reinaldo-Tétrica Mofeta, triple alter ego de Reinaldo Arenas cuya experiencia personal en la Cuba pos-revolucionaria, y luego en el exilio, constituye uno de los centros organizativos de la obra 5 . Experiencia, la de Reinaldo Arenas, que el autor incluso relaciona directamente a la picaresca, como podemos observar en el prólogo que introduce a la mitad de la obra: “De alguna forma esta obra pretende reflejar sin zalamerías ni altisonantes principios, la vida entre picaresca y desgarrada de gran parte de la juventud cubana, sus deseos de ser jóvenes, de existir como tales.” (262) ¿Pero qué habría de específicamente picaresco en la trayectoria de Gabriel-ReinaldoTétrica Mofeta? ¿De qué manera nuestro protagonista se aproxima a la figura del pícaro? Desde ya, Gabriel es un joven que abandona su familia, casa y tierra natal, la provinciana Holguín, para poder asumir su identidad homosexual y dedicarse a la labor de escritor. En otras palabras, se trata de un joven cuyo desplazamiento de la provincia a la ciudad de La Habana está motivado por En cuanto a eso, vale notar que si la obra no está narrada primordialmente en primera persona, el mismo uso que hace el autor de la tercera persona puede en realidad ser leído como primera persona, ya que se trata, todo el tiempo, de uno de sus alter-egos narrando su vida misma - es decir, Reinaldo narrando la vida de la Tétrica Mofeta, esta narrando la de Gabriel, etc. 5 ROBYN 6 su deseo de libertad y realización personal dentro de las contriciones que le ofrece la sociedad en la que se inserta, a la luz de lo que suele ocurrir en la picaresca. En este sentido, si Gabriel no deja su tierra-natal por absoluta miseria, dificultades financieras o malos tratos, ni sea propiamente de un origen impuro que está intentando huir 6 - como suele ocurrir en la picaresca -, sí es un personaje que, como la gran mayoría de los pícaros, de acuerdo con José Antonio Maravall, está en cierto sentido condenado por su condición, y es esta condición - la de homosexual y pretenso escritor, en su caso - la que va a determinar su trágica trayectoria. Ahora bien, al salir de Holguín, era esencialmente la libertad lo que buscaba el joven Gabriel, una libertad que la sociedad aparentemente le negaba. Pero lejos de sus expectativas, Gabriel no encuentra en La Habana esa ansiada libertad - o por lo menos, una libertad relativa -, si no haciéndose un marginal, en otras palabras, auto-identificándose como marginado. De hecho, como homosexual y escritor disidente, lo único que le queda a Gabriel es crearse un personaje, un doble personaje - Reinaldo, el escritor, Tétrica Mofeta, la loca -, para poder sobrevivir en una sociedad marcada por la intolerancia político-ideológica, la censura a cualquier tipo de expresión artística que huyera a los parámetros dictados por el régimen y la homofobia, En realidad, Gabriel tampoco deja de tener un origen “dudoso”. De hecho, en un pasaje muy breve, pero de todos modos significativo, se afirma: “La madre [la suya] tuvo una vez un marido que la abandonó dejándole un hijo [Gabriel] que siendo casi un adolescente también se largó del pueblo.” (114) Este detalle, como también la pobreza en la que vivían Reinaldo Arenas y su familia ya en Holguín, son enfatizados en Antes que anochezca apareciendo también en otras novelas de su pentagonía. 6 ROBYN 7 análogamente a lo que ocurre en la sociedad española durante el siglo de oro 7 . Notemos de paso el cambio de nombres que acompaña su trayectoria, otra constante de la novela picaresca. En este sentido, la trayectoria que marca la historia de Gabriel-Reinaldo-Tétrica Mofeta se acercará notablemente de la que Gustavo A. Alfaro atribuye a los pícaros: “La carrera del pícaro se perfila así como caída de un estado de inocencia, vida apicarada y castigo ejemplar. El pícaro, además, es pícaro por su genealogía, por su educación en la escuela de la vida, y porque la sociedad le impide evadir su destino.” (24) Una trayectoria de progresiva “degeneración” y desilusión cuyo punto culminante, en el caso de ECV, serían las cartas del desengañado Reinaldo, exiliado en Nueva York y prestes a morir de SIDA - su “castigo ejemplar”, podríamos decir -, a la joven y todavía algo ilusionada - por lo menos en lo que toca a la posibilidad del exilio - Tétrica Mofeta, aún en Cuba. Otro factor característico de la vida de Gabriel-Reinaldo-Tétrica Mofeta es la sucesión de malos tratos, burlas, trampas, traiciones y robos que la acompaña, y que una vez más nos recuerda muy de cerca la trayectoria que Gustavo A. Alfaro y José Antonio Maravall atribuyen a los pícaros. De hecho, De hecho, hablando del lugar del escritor en la sociedad cubana, afirma el narrador: “Mi generación […] no ha podido producir un autor notable. Y no es que no los hubiera, es que de una u otra forma han sido aniquilados. […] La gran literatura cubana se ha concebido bajo el signo del desprecio, de la delación, del suicidio y del asesinato.” (260-1) Análogamente, hablando de los homosexuales en Cuba, dice él: “Un homosexual es un ser aéreo, desasido, sin sitio fijo o propio […]. Estamos siempre buscando un sitio que al parecer no existe. […] Nosotros somos los expulsados del paraíso. Y el paraíso ha sido además abolido. Los verdaderos chivos expiatorios en nombre de los cuales se suprimió el paraíso hemos sido nosotros.” (403-4) 7 ROBYN 8 además de las dificultades que padece el personaje para satisfacer sus necesidades materiales más básicas, toda la novela está permeada por episodios en que no sólo la Tétrica Mofeta, sino todo su círculo de amigos realizan/son víctima de algún tipo de trampa, a empezar por la necesaria traición y robo de materiales de los cuales depende la escritura misma de la novela. Así, hablando de lo que va a “pintar” en su novela, escribe Reinaldo: “Tendré que hacerle la visita a Saúl Martínez, a Peña, a la Medive o a alguna otra loca oficial (esas que tienen de todo porque se pasan la vida pintando retratos verdes del Che o de Fifo) y mientras les doy alguna información útil, como delatar a mi bisabuelo bugarrón, les robo los pinceles, los óleos y un gran lienzo.” (91) Y nos parece hartamente significativo que, tal como ocurre en la picaresca, no sean necesariamente sus enemigos declarados los que agravian a/son agraviados por la Tétrica Mofeta y las demás locas: muchas veces, como podemos observar en este pasaje, son las mismas locas que, compitiendo por bienes materiales, status o el favor de los poderosos, se valen de toda suerte de artificios para atingir sus objetivos: “Los amigos son más peligrosos que los enemigos pues los tenemos más cerca” (195), afirma la Tétrica Mofeta. Tal como enseña la picaresca española, en una sociedad asolada por la miseria, y marcadamente excluyente, una sociedad estratificada, degenerada y sobre todo corrupta, el hombre se convierte en lobo del hombre; hay que robar, engañar y traicionar para sobrevivir: “Esta es la historia de un pueblo que vivió siempre para las grandes ilusiones y padeció siempre los más siniestros ROBYN 9 desengaños. Un pueblo que tuvo que aprender a mentir para sobrevivir, un pueblo que tuvo que aprender a humillarse y a traicionarse y a traicionar para sobrevivir” (176). Pero la sucesión de infortunios que marca la trayectoria de nuestro protagonista empieza por la recepción misma que le da la tía con quien va a vivir cuando llega a La Habana. De hecho, aproximándose a la figura del amo en la picaresca, su tía no sólo le roba, sino que lo delata a las autoridades más de una vez, hasta que finalmente lo expulsa de su casa tras su retorno de uno de sus muchos pasajes por la cárcel, otra constante de la novela picaresca. De ahí en adelante, Gabriel-Reinaldo-Tétrica Mofeta inicia un verdadero peregrinaje en el que se ve constantemente sometido a algún tipo de humillación para obtener comida y abrigo, en una trayectoria que recuerda de cerca el servicio de varios amos y el constante cambio de casa que para José Antonio Maravall caracteriza al pícaro: “¡Ay, cuántas veces la pobre loca, para poder sobrevivir, tuvo que refugiarse bajo la capa del Caballero de París (que, entre paréntesis, se trataba de Alejo Carpentier) y succionarle el sexo para llevarse al estómago aunque fueran unas gotas de semen!” (281) Sin embargo, la tía que constantemente lo perjudica a través de la narrativa tampoco queda incólume: es a través de una trampa elaborada por la Tétrica Mofeta y sus amigos que, tras haber sido expulsado de su casa, el protagonista logra conseguir de ella el dinero que necesitaba para comprarse un cuarto en el hotel Monserrate, un hotel convertido en suerte de colmena por la acción de ROBYN 10 otro personaje picaresco donde pasará a vivir en la compañía de otros marginados hasta el final de la narrativa. El inocente Gabriel, ahora ReinaldoTétrica Mofeta, parece haber aprendido su lección. Entre los muchos otros episodios de este tipo - es decir, en los cuales la Tétrica Mofeta es objeto/sujeto de algún tipo de trampa -, la mayoría de los cuales involucrando la policía o la práctica generalizada de la delación, vale destacar también el constante extravío de la novela misma que estamos leyendo, ciertamente de los más paradigmáticos de su condición de pícaro. Repetidas veces entregada a la policía, robada, perdida y hasta destruida por el mismo personaje como forma de ocultar la prueba de sus “crímenes”, la novela que constantemente está escribiendo/re-escribiendo Reinaldo es, por un lado, lo que le confiere su identidad como marginal, y por otro lo que les permite sobrevivir, gozar un mínimo de sensación de libertad, ante la constante humillación y persecución a la que estaba sometido. En otras palabras, su novela inconclusa no sólo lo identifica como escritor, o más bien como escritor disidente - en otras palabras, como marginado -, sino que le proporciona algún aliento ante la realidad; funcionando por lo tanto, así como el sexo, como suerte de válvula de escape ante esta misma realidad: “Tocar aquellas páginas era tocar una autenticidad que el mundo le negaba.” (124), dice Reinaldo. En este sentido, tal como la pérdida de la capa para el pícaro, el extravío de su novela le quita lo último de su humanidad, lo poco de dignidad que le ROBYN 11 quedaba, revelándonos así el aspecto fundamentalmente trágico que apenas se esconde bajo la comicidad de los episodios narrados en esa obra. Y aquí llegamos al último punto que quisiera comentar, central en lo que toca a la importancia de la picaresca en la ECV: la diferencia entre el tipo de sátira que se observa en esta obra y la sátira menipea de tipo carnavalesco, a la cual suele ser asociada. De hecho, a pesar de representar una verdadera inversión de las jerarquías y valores de la sociedad cubana, y a pesar de coincidir con la sátira menipea en su carácter grotesco, ECV es una obra esencialmente desengañada. No olvidemos que el mismo carnaval que se describe en la obra se aleja un poco del carnaval descrito por Mihail Bakhtin, ya que además de reiterar el status quo, en la medida que se trata de la celebración de los 40/50 años de poder de Fidel Castro, no asume un carácter regenerador como el que le atribuye el crítico ruso. En realidad, diríamos incluso que se trata de un carnaval agónico: al final, el protagonista muere en una fuga desesperada intentando salvar su obra mientras la isla se hunde en el mar. Eso no significa negar la influencia de la sátira menipea en la obra, ni mucho menos su aspecto carnavalesco. Sin embargo, creemos que el tipo de sátira que encontramos en ECV, una sátira realista y tragicómica, queda incomprensible si no pensamos igualmente en la influencia que ejerce ahí la picaresca. Muchos otros rasgos y episodios podrían acá ser mencionados en el sentido de acercar ECV a la tradición picaresca, y por lo tanto a ese “barroco ROBYN 12 matricial” del cual se nutre, si bien de distintas formas, toda literatura neobarroca. En realidad, diríamos que casi todos los personajes de la novela podrían ser leídos como pícaros, y hasta el mismo Fidel Castro, con su perversidad infinita, entre tétrica y grotesca, guarda semejanzas con personajes que encontramos en la picaresca. Pero bastaría recordar que, a pesar de las obvias diferencias estructurales entre esta obra y la novela picaresca, y la distancia que separa la Cuba de Fidel Castro de la España del siglo de oro, ECV no sólo comparte con la tradición picaresca mucho de su materia narrativa, sino sobre todo el impulso crítico que como dicho hace del margen centro para satirizar la sociedad que produce ese mismo margen; lo cual no sólo nos ayuda a entender porqué el autor se vale precisamente de la picaresca al construir su obra, como hemos dicho, sino también el interés mismo que, como recuerdan Francisco J. Sánchez y Nicholas Spadaccini, la picaresca puede ofrece en el contexto de la posmodernidad. ROBYN 13 Obras citadas Alfaro, Gustavo A. La estructura de la novela picaresca. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1977. Arenas, Reinaldo. El color del verano o Nuevo “Jardín de las Delicias”. Barcelona: Tusquets, 1991. Friedman, Edward H. “The Picaresque as Autobiography: Story and History”. 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