El Mundo del Toro Bravo

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El Mundo del Toro Bravo
Sin el toro, el edificio de la fiesta no se hubiera generado jamás. Así pues, el toro bravo desde
los ancestros ha sido la parte primigenia y fundamental; después vendría el acople, es decir, el
torero heroico, que sujetara y dominara a aquella mole de desproporcionadas reacciones. Este
dato es totalmente desconocido por buena parte de la humanidad, salvo en Francia, América y
en la Península Ibérica. Los españoles exportan la fiesta de toros y, por tanto, dan a conocer el
toro bravo en aquellas zonas descritas.
Origen
Pero las raíces del toro se fundamentan en la ecología circunscrita a su hábitat, es decir, el toro
se ha sostenido desde el Paleolítico hasta ahora por dos cuestiones; la primera, por el clima; y
la segunda, por el cómo los primeros pobladores del mundo ven que el toro no es un animal
domesticable y, por ende, lo convierten en culto de rito, de fiesta.
El toro bravo pertenece a una arcaica variedad zoológica (anacrónica) y que en el resto del
mundo ha sido sustituida por otras variedades privadas de bravura, que han sido moldeadas
para uso utilitario.
Todas las especies y variedades de toro bravo o manso proceden del Bos Primigenium, que
los alemanes llamaron
Averochs
, y que los primitivos germanos y cultos designaban con un nombre que a los oídos latinos de
Julio César
debió sonarle como
Urus
, según los
Comentario de la Guerra de las Galias
.
Paleolítico
Durante el Paleolítico la fauna predominante en la Península Ibérica tenía como elementos
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fundamentales caballos, ciervos, jabalíes, toros y otras especies, las cuales, estaban
adaptadas al medio, pues, ya por entonces, el clima comenzaba a ser más propicio que en
otros lares. El hombre del paleolítico vivía en hordas de nómadas, tratando de subsistir
mediante la caza de grandes piezas, que significaban el sustento de la población existente. Así
pues, la caza del toro proveía de recursos como pieles de abrigo y como alimento necesario
para sobrevivir.
Neolítico
A partir del año 4000 a. C., es cuando el clima se estabiliza y el hombre ya no tiene que vivir de
forma errante buscando zonas dónde encontrar alimento y condiciones propicias para el
asentamiento de la comunidad: es cuando el hombre adopta la vida sedentaria. Comienza
domesticando animales y originando formas de cultivo. Sin embargo, el toro bravo no acepta el
manejo del hombre y sigue siendo un animal salvaje e indómito. Así pues, el hombre adopta la
caza del toro como un culto donde apela a su inteligencia y sapiencia para vencer las
reacciones atemperadas del toro. Aquí quizás queden establecidas las primeras referencias del
toreo. Pero volviendo al rito, comprobamos a través de las pinturas rupestres, cómo utilizaban
pigmentaciones para atenuar las pasiones enconadas en busca de completar el rito mágico del
toro.
Las conclusiones de la Prehistoria afirman la existencia del Uro ¾aquel al que Julio César
definió con el nombre de
Urus
¾
en la fauna del
Neolítico
, y más en concreto en cuevas de
España
y
Francia
. En nuestro país cohabitan en la región levantina, siendo el norte el lugar destinado para la
reproducción del bisonte, otra raza selecta, que posteriormente desaparecería. Ahora bien, las
razas de toros existentes solamente derivan del uro y no del bisonte, como en principio se
creía.
Tras la fase atávica donde el toro queda conocido y clarificado se sucede la era de Tauro, una
época donde la mitología cobra enorme impulso. Surgen toros legendarios (como el de
Creta
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) e híbridos de leyenda (como
Minotauro
, mitad hombre, mitad toro). Resulta sugerente observar cómo en todas las culturas
mediterráneas se tiene una creencia mágica acerca de las virtudes genéticas del toro. Los
testículos son objeto que sacralizan la fecundidad de la mujer cretense, por tanto, se
organizaban numerosos cultos religiosos y celebraciones festivas. Por tanto, podemos observar
cómo en la mitología griega
Minotauro
, monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre, que se forma fruto de la unión de un toro
con
Pasifae
, esposa de
Minos
. Asimismo, el más famoso de los héroes de la antigüedad (
Hércules
) confluye tanto en la mitología griega como en la grecorromana participando en doce hazañas,
de las cuales, la sexta consistía en dar muerte al toro de Creta, paradigma del tótem. Por otra
parte, la cultura romana adopta el culto de origen persa del dios
Mitras
, un joven dios que sacrifica al toro primordial para hacer brotar al mundo.
Pero volviendo al Uro o toro primigenio, cabe aclarar que el toro actual es descendiente de
éste. Según don
José Ortega y Gasset, parece que el Uro desaparece
durante la
B
aja Edad Media
, si bien a principios del siglo XV aún perduraban en los bosques de
Lituania
, confinados en
Polonia
. El último eslabón conocido se pierde alrededor de 1627.
La evolución desde el toro mitológico hasta la el toro de la España musulmana trasciende en
un tono menor.
El hilo mágico del toro comienza a evolucionar. Según textos anteriores al Hilo del Toreo, se
dice que los musulmanes fueron los introductores del toreo, nada más lejos de la realidad,
porque según nos revela perfectamente José Alameda, el toro se mantiene gracias al período
sangriento de guerras.
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Las ideas expansionistas del imperio musulmán fueron cortadas de golpe en un interregno,
donde el Mare Nostrum (Mar Mediterráneo) queda colapsado en su esplendor comercial que
durante el imperio romano tuvo, donde se producen tres fenómenos fundamentales. 1) El
Feudalismo; 2) Las Cruzadas; 3) El toreo a caballo y, con él, la conservación y multiplicación
del toro. En este punto estriba el avance del toreo. Durante el período de entreguerras los
guerreros de uno y otro bando se entrenan en grandes torneos a caballo. La caballería, es el
arma fundamental, a la que hay que mantener a punto, pero la intención e intensidad bélica es
latente puesto que no se emplea "instrumental taurino" para abatir toros bravos, sino que se
alancean.
José Alameda dice: "El toreo es español porque nace en España, pero nace de la guerra.
Pero cabe apostillar, que el toreo nace en España porque existe el toro; y existe por la
adaptación al medio, ya por entonces podemos ver manadas de toros en zonas donde hoy en
día ganaderos de estirpe cuidan y seleccionan a otro tipo de toro"
.
La evolución durante la Edad Media se sucede sin ningún orden preestablecido, es decir, no
podemos distinguir diferentes castas hasta que es en el siglo XVIII donde quedan conformadas
las castas fundacionales, que aun así conservan vestigios de diferentes sangres. Por tanto,
hasta el siglo XVIII no se establece un control de selección, no se purifica la sangre; eso sí,
gracias a la destreza para las prácticas deportivas de nobles y caballeros de la
Edad Media
, y gracias a personajes muy concretos que mantienen y seleccionan al toro, se siguió con el
hilo conductor hasta que se estableció un tronco fundamental de castas que hoy perdura. Así
pues, hemos de darnos la enhorabuena por tener un animal autóctono y de una morfología y
tipología única.
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