4. Santa Sofía de Constantinopla - Departamento de Composición

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U NI V E R SI DAD P O L I TÉCNI CA DE M ADR I D
E SCU E L A TÉCNI CA SU PE R I O R DE ARQ U I TECTU R A
DE PARTAM E NTO DE CO M P O SI CI Ó N ARQ U I TECTÓ NI CA
Introducción a la arquitectura
Curso 2011-2012 · Grupo A
www.aq.upm.es · Departamentos · Composición · Asignaturas Plan 2010 · Introducción · Grupo A
Profesor Jorge Sainz
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TEXTOS
De Banister Fletcher, Historia de la arquitectura por el método comparado,
capítulo ‘Arquitectura bizantina’.
Santa Sofía de Constantinopla
Santa Sofía (Αγια Σοφια, Divina Sabiduría) en Constantinopla (532-537; véase la lámina adjunta) fue construida para Justiniano por los arquitectos Antemio de Tralles
e Isidoro de Mileto en el solar de dos basílicas anteriores de advocación igual, erigidas respectivamente por Constantino (360) y Teodosio II (415). Hoy es la mezquita
más importante de Constantinopla. El noble atrio que forma la entrada de la iglesia,
ahora desprovisto de sus columnas marmóreas, conduce al nártex exterior a través
del gran portal triple, más allá se encuentra el imponente nártex principal de 60,95
por 9,14 metros, dispuesto en dos pisos: el bajo destinado a catecúmenos y penitentes, y el superior formando parte de la galería de la iglesia. La iglesia propiamente
dicha tiene un espacio central de 32,61 metros de lado, con cuatro macizos pilares de
piedra de 7,62 × 18,29 metros, enlazados por las arquerías que corresponden a las alas
y a la galería superior, y soportando cuatro grandes arcos semicirculares en los que
descansa la cúpula, de 32,61 metros de diámetro y a 54,86 metros sobre el nivel del
suelo. A levante y poniente de este gran cuadrado central se despliegan vastos hemiciclos coronados con semicúpulas a los que, más allá, se añaden otros nichos o exedras, formando así el conjunto una gran nave ovalada de 68,57 × 35,61 metros, siendo unos 8,53 metros más ancha que el enorme tepidarium abovedado de las termas
de Caracalla. Al norte y sur de la nave están las alas de dos pisos de más de 15 metros
de anchura, siendo la galería superior el ‘gineceo’ o sección de las mujeres, a la que
se llega desde fuera por una rampa en cada esquina y escalones de piedra en el interior. Las alas convierten la planta casi en un cuadrado, que, excluyendo el ábside
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oriental y el nártex, mide 76,19 × 67,05 metros. Al norte y sur, a continuación de los
cuatro grandes machones mencionados, hay macizos contrafuertes de 7,62 metros
de anchura por 18,29 de longitud, que amortiguan el empuje de los grandes arcos y
de la cúpula en los dos lados donde no hay semicúpulas. Los dos grandes nichos de
oeste y levante se adosan a los grandes arcos de apoyo, sirviendo así de contrarresto
a la cúpula central.
El interior monumental da la impresión de un vasto espacio bajo la cúpula, pero el
efecto de detalle se complica con los grandes hemiciclos y las exedras menores, pese
a la sencillez de la disposición. Las proporciones se logran por la graduación de sus
varias partes, desde las arquerías en dos pisos de las alas hasta la elevada cúpula que
reposa con escaso apoyo aparente en el centro como un gran dosel o –como la describía Procopio– «como si estuviera suspendida por una cadena de oro desde lo alto
del cielo». Las gigantescas pechinas de la cúpula central se destacan 7,62 metros y
tienen una altura de 18,29 metros; sobre ellas la cúpula solo asciende unos 15 metros.
Se construye ésta de ladrillos de unos 68,5 centímetros de lado en la parte baja y de
61 en lo alto, con 5 centímetros de grueso y con tendeles de mortero de análogo espesor. Las juntas no son radiales, sino que su inclinación es más plana con objeto de
disminuir el empuje. También para aminorar el peso hicieron la cúpula de tejas de
tierra blanca y muy porosa, de Rodas, de modo que cinco de ellas pesaban lo que una
teja ordinaria. Paredes y machones se revisten de mármoles blancos de Frigia, verde
de Laconia, azul de Libia, negro céltico, además de los mármoles tesalios y del Bósforo, fijados por grapas metálicas. Los pavimentos eran de mosaicos de color con variados dibujos; y bóvedas y cúpulas se enriquecían con mosaicos de apóstoles, ángeles y santos sobre un fon do de oro resplandeciente. Aunque ahora muchos de ellos
se ocultan por esteras y yeso o se suplantaron por textos del Corán, en las pechinas
aún se muestran los cuatro serafines de seis alas sembradas de ojos que los mahometanos llaman los arcángeles Gabriel, Miguel, Rafael y Azrael; y cuando la luz es favorable puede distinguirse la figura de Cristo en el ábside donde ahora está el ‘mihrab’
orientado hacia La Meca. Utilizaron columnas de mármol de color hasta el número
de 107 (40 abajo y 67 arriba) para soportar las bóvedas de las galerías; cinchos o anillos de bronce refuerzan los fustes en sus junturas con capiteles y bases, mientras el
empuje de los arcos se anula por tirantes de metal. Los pisos bajos de las alas norte y
sur se sostienen por cuatro columnas de mármol verde oscuro del templo de ArtemiTextos · 15
sa en Éfeso; las tribunas superiores tienen seis del mismo mármol. Cada una de las
cuatro exedras tiene dos grandes columnas de pórfido rojo oscuro del gran Templo
de Baalbek, y seis menores en la galería alta. Los capiteles en su mayoría son de tipo
cubiforme con pequeñas volutas jónicas en los ángulos y de escultura delicada, en
donde se entreteje el monograma de Justiniano; sobre ellos se dispone de ordinario
un cojinete o imposta parecida al ábaco clásico. La luz penetra por cuarenta ventanas
practicadas en la parte baja de la cúpula y por otras doce dispuestas en los muros de
relleno de los grandes arcos que soportan la cúpula a norte y sur, además de otras
que existen en lo bajo de las cúpulas de las exedras y del ábside. Muchas de las ventanas son pequeñas y se cierran por arcos de medio punto; otras más complicadas,
como las del ‘gineceo’, parten su vano peraltado en seis secciones por dos ringleras
de columnas, filtrándose la luz a través de celosías de mármol con vidrios de 17,5
centímetros de lado.
El exterior produce un efecto mediocre, menos grandioso que el interior, pues las
paredes de ladrillo están revocadas con fajas blancas y rojas que alternan imitando
piedra y ladrillo. El caparazón de cúpulas y bóvedas es visible; sólo una tiene una
cubierta de plomo de 6 milímetros de espesor, con listones de madera sobre el trasdós de la cúpula. Los enormes contrafuertes y los hondos resaltos del muro que hay
entre ellos crean un exterior imponente, cuyo efecto se logra sólo por la solidez y la
simetría de sus proporciones, pero carece de majestad a causa de que la cúpula central, falta de un tambor interpuesto, aun aparece más chata sobre el bosque de contrafuertes. Los altos minaretes no formaban parte del plan primitivo, sino que fueron
una adición mahometana después de la toma de Constantinopla, adaptándose a las
dependencias añadidas en el período turco. Santa Sofía, edificio único en su genero y
con soluciones constructivas muy audaces, no pudo ser imitado en el estilo bizantino, ni en planta, ni en disposición general, y así como el Partenón es la obra maestra
de la arquitectura griega, y el Panteón de la romana, Santa Sofía perdura en todos los
tiempos como la obra culminante de la arquitectura bizantina.
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