LITERATURA MEDIEVAL 1. Contexto histórico Se llama Edad

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LITERATURA MEDIEVAL 1. Contexto histórico Se llama Edad Media al largo período comprendido entre la caída del Imperio Romano de Occidente (s.V) hasta finales del siglo XV, fecha marcada por grandes acontecimientos históricos tales como: el descubrimiento de América, la invención de la imprenta, la expulsión de los musulmanes de la Península, y el reinado de los RRCC (comienzo del Imperio español). La Europa occidental de esta época se organiza socialmente según el modelo económico y político denominado feudalismo. Las relaciones de producción se basan en una economía natural y agrícola que tiende al autoabastecimiento (de uso inmediato de almacenamiento de víveres). El comercio está muy poco desarrollado: las ciudades son muy pequeñas y las vías de comunicación son muy precarias. La sociedad estaba dividida en tres estamentos muy rígidos: los eclesiásticos, los nobles y los campesinos. Los dos primeros son los propietarios de las tierras, mientras que los últimos trabajan y reparten el fruto a los señores o religiosos a cambio de su protección. Los nobles son los encargados de defender militarmente a sus vasallos, en tanto que la Iglesia atiende la vida espiritual y predican una ideas que defienden esta estructura socioeconómica: el rey lo es por derecho divino; cada hombre nace en una determinada situación social y su papel consiste en vivir de acuerdo con ella; de este modo salvará su alma y llegará al Reino de los Cielos. De esta idea se deriva que la vida en este mundo es un tránsito hacia una vida mejor (el mundo es un valle de lágrimas). Ahora bien, dentro de cada estamento existían jerarquías, que, con frecuencia, producían conflictos sociales. Si a esto se le añade el desarrollo del comercio, la artesanía y una actividad industrial según nos acercamos al final de la Edad Media se comprende que el sistema feudal entre en crisis a final del siglo XII. En este siglo, las ciudades comienzan a crecer al mismo tiempo que la actividad comercial, es en este momento, cuando comienza a nacer un nuevo estamento: los burgueses (hombres con independencia económica que quieren abandonar esa condición servil). En este momento cobra gran importancia el dinero, elemento básico de la nueva economía monetaria. La descomposición del feudalismo es clara ya en el siglo XIV, época de crisis general: sublevaciones campesinas, luchas entre los aristócratas, inestabilidad política, división entre la Iglesia (Cisma de Occidente, con la existencia de varios papas simultáneos, órdenes mendicantes, herejías diversas, etc.). A todo este se le suman las sucesivas oleadas de peste que azotan Europa y que provocan la huida de los campesinos a las ciudades. Dentro del ámbito de la cultura debemos destacar que esta se refugia en los monasterios, donde los monjes son los encargados de conservar y transmitir los saberes de la Antigüedad. Allí se copian a mano los libros (manuscritos), sobre pergaminos (actividad muy costosa). Esto provoca que los libros no sean muy abundantes y que no existan bibliotecas fuera de los monasterios. Se defiende una concepción cerrada del saber: se supone que todo ya está dicho, y de ahí la labor de copia del sabio, que es el que conoce con certeza los hechos. Ello explica el concepto de autoridad (Platón, Aristóteles, los Padres de la Iglesia, etc.). la visión estática de la cultura se corresponde con esa visión estática del mundo: todo es inmutable. Nos encontramos ante una visión teocéntrica del mundo (inamovible e inalterable). Dios es el centro del Universo. Y al igual que se jerarquiza la esfera supraterrenal así debe ser la terrenal. Por otro lado, existía una cultura popular, no escrita, de transmisión oral, propia del estamento popular: una cultura de hondas raíces paganas, que todavía no había sido extirpada por el cristianismo. Las referencias quedan impresas en el pensamiento colectivo (canciones, costumbres, fiestas y diversos motivos folclóricos). Una cultura muy ligada al campo, a los ciclos de la naturaleza y muy vitalista, pues en ella los valores corporales y sensuales tendrían un lugar preferente. Lógicamente, mal vistos por las esferas de poder. A finales de la Edad Media, la cultura escrita saldrá de los monasterios: la aristocracia refinará sus modos de vida y considerará que un signo de distinción será la posesión de libros y el interés por el saber. Ciertos nobles formarán entonces sus propias bibliotecas y la cultura, por tanto, iniciará un proceso de secularización. A este proceso contribuirá también la aparición de las primeras Universidades. En España serán: la Universidad de Palencia y la Universidad de Salamanca. Estas universidades poseían sus bibliotecas, en donde eran muy leídos autores antiguos como Virgilio, Ovidio, Horacio, Séneca, Esopo, Terencio, Plauto, etc. Culturalmente, la mujer comienza a tener en los últimos siglos medievales una mayor presencia. Subordinada tradicionalmente al hombre, recogida en el hogar, defensora de su honra y su virginidad. Desde finales del siglo XI, la mujer alcanza en el Sur de Francia una insólita relevancia que la convertirá en la protagonista indiscutible de la corriente literaria denominada amor cortés. Esta corriente se opondrá a la tradición misógina que se encontraba anclada en el medioevo. La mujer será cantada por los trovadores de toda Europa: nace en el Sur de Francia pero se propagará por la Península Ibérica y el Norte de Italia. Paralelamente, la mujer logra una importancia sin precedentes en el ámbito de la Iglesia a través de la revalorización de la figura de la Virgen y, en consecuencia, dentro de la literatura religiosa, cuya vertiente mariana será muy cultivada en la época. Artísticamente, los movimientos arquitectónicos triunfantes serán el románico y el gótico. La Península Ibérica durante la Edad Media es un territorio muy fragmentado políticamente. Tras la invasión árabe del año 711, transcurrirán 8 siglos en los que coexisten en este territorio la zona del dominio musulmán al Sur y los diversos reinos cristianos que se van formando al Norte: reino astur‐leonés, condado de Castilla, reino de Navarra, reino de Aragón y condado de Barcelona. Los reinos cristianos hispánicos van progresivamente extendiéndose hacia el Sur, es lo que se denomina período de Reconquista (el imperio musulmán se va disgregando en diferentes reinos taifas). El periodo de la Reconquista finaliza en 1492 con la toma de Granada por los RRCC. Castilla es inicialmente un conjunto de condados dependientes de León (Burgos/Cantabria). Las relaciones con el reino leonés fueron conflictivas y en el siglo X esos condados quedaron reunidos en una única persona: Fernán González, primer héroe legendario castellano, el siguiente será otro castellano Rodrigo Díaz de Vivar. Castilla queda erigida como reino en el siglo XI. Fue siempre una zona fronteriza y eso tuvo notables consecuencias en su estructura social. El feudalismo no se dio en ella en estado puro, pues los nuevos territorios conquistados se iban poblando con hombres libres a los que se les otorgaba nuevas propiedades (carácter bélico de sus habitantes – búsqueda de tierras y fortuna). Es posible que este sea el origen del desprecio de los nobles castellanos por la artesanía y el trabajo manual. Con el tiempo, la expansión castellana hizo que quedaran dentro de sus territorios importantes ciudades y poblaciones que habían sido árabes anteriormente. Ello propio que en las tierras de Castilla convivieran 3 religiones: cristiana, musulmana y judía. Mudéjar: denominación que recibía el musulmán que habitaba territorios cristianos Mozárabe: cristiano que vivía en tierras árabes. Esta convivencia fue respetuosa y pacífica durante un largo tiempo. De ahí que muchas de las ciudades castellanas conservemos barrios judíos, musulmanes y cristianos. El mejor ejemplo de ello: Toledo. Esta convivencia repercutió lógicamente en la cultura pues las tres se influían mutuamente. De hecho, la España peninsular sirvió de puente entre los conocimientos islámicos y la cultura latina de la Europa Occidental del medioevo. Pero también ésta influyó en la cultura peninsular. Así, el influjo francés fue muy acusado a través del Camino de Santiago y de la presencia de los monjes cluniacenses y cistercienses. Lingüísticamente, en la Península, con la invasión de los romanos, el latín había sustituido a todas las lenguas prerromanas con la excepción del vasco. Este latín fue adquiriendo con el tiempo peculiaridades que lo fueron haciendo diferente según las zonas. Con la invasión musulmana, el árabe se habló en las tierras conquistadas, aunque sus habitantes seguían hablando el latín. Los dialectos del latín, es decir, las lenguas romances dentro de la Península fueron: el gallego –portugués, el astur‐leonés, el catalán, el castellano y el navarro‐aragonés. En el Sur los dialectos mozárabes. Los primeros testimonios escritos en romance son las glosas o anotaciones que algún monje escribió en lengua vulgar para explicar ciertos términos latinos en unos documentos escritos en latín en los monasterios de San Millán de la Cogolla y Silos. Estas anotaciones son conocidas como las glosas emilianenses y silenses (siglo X). Sin embargo, el latín siguió usándose como lengua escrita en numerosos documentos oficiales hasta el reinado de Alfonso X y como lengua de cultura hasta mucho más tarde. GÉNERO LÍRICO EN LA EDAD MEDIA 1. La poesía medieval Dos tipos de poesía se cultivan a lo largo de la Edad Media: una poesía de corte popular‐tradicional de carácter anónimo y oral (autor legión) y una poesía culta, es decir, obra de un autor conocido. Por tanto, se trata de una poesía escrita. La poesía popular – tradicional presenta dos modalidades: la lírica (jarchas, cantigas de amigo y villancicos) y la narrativa que es lo que denominamos poesía épica (cantar de gesta). Esta última suele estudiarse bajo el membrete de mester de juglaría Dentro de la poesía culta contamos con las cantigas de amor, cantigas de escarnio y las obras propias del denominado mester de clerecía. 2. La poesía popular‐tradicional (oral) La aparición del verso suele preceder a la de la prosa en las diversas literaturas. Es algo natural en una sociedad mayormente iletrada y en la que las composiciones deben transmitirse de memoria, memorización que es favorecida por el verso y la música. Por otra parte, son fenómenos universales los deseos de expresar los sentimientos y de narrar sucesos diversos, deseos que están en el origen y el desarrollo de la lírica y la épica. La poesía, íntimamente ligada al canto, se expresaría a través de las canciones, bailes, recitaciones, etc. La épica también iría acompañada de música. Ambas, lírica y épica, serían transmitidas por los juglares, cantores y actores que divertían a la gente en pueblos y castillos. Algunos de los oyentes aprenderían los textos escuchados y los cantarían y recitarían, a su vez, introduciendo los cambios que consideraran pertinentes. Por tanto, aunque los textos tendrían originariamente un creador individual, se van modificando en la transmisión, lo que explica los rasgos básicos de la poesía oral: su anonimia y la multitud de variantes de un mismo texto. 2.1. La lírica peninsular primitiva (jarchas, cantigas de amigo, villancicos) Conservamos diversos testimonios escritos de la lírica oral medieval en la Península: jarchas mozárabes, cantigas de amigo gallegas y la lírica tradicional castellana (villancicos). La lírica tradicional catalana en los albores medievales formaría todavía parte de la lírica provenzal. Las jarchas. Desde el punto de vista de la estructura externa, estas forman los últimos versos de una composición hispano‐árabe, inventada por Muccadan de Cabra a comienzos del siglo X, conocida con el nombre de moaxaja. Esta composición estrófica fue adaptada más tarde por los hispanohebréos. La estructura estrófica predominante de la jarcha es la cuarteta, aunque también pueden encontrarse pareados y trísticos monorrimos. El número de sílabas oscila entre 10 y 12; las isometrías son poco frecuentes. En cuanto a la rima predomina la asonancia. Desde el punto de vista temático, el amor es el núcleo predominante. La jarcha se pone en labios de una mujer que se lamenta con frecuencia de la ausencia de su amado, a quien se le nombra con el apelativo árabe “habib”, amigo‐amado. Por tanto, las jarchas son canciones de “habib” o amigo. En cuanto a la naturaleza de ese amor, este puede entenderse en las dos vertientes: un amor puro y virginal, o, por el contrario, un amor físico y erótico. Incluso, hay críticos que descubren en estas cancioncillas un simil, dentro de un contexto de amor homosexual, en el que el poeta, sin la protección de su dueño, es como una doncella privada de su amante. Conviene notar que en estas composiciones existen notas comunes que se encuentras tanto en la lírica galaico‐portuguesa como en el villancico castellano: la madre o las hermanas como confidentes de ese amor, el mal de amores, el amor como fuente de todo bien, el alba como momento del encuentro amoroso, con alusiones al tiempo primaveral, elemento constitutivo del “locus amoenus”, tópico generalizado en la poesía amorosa medieval. Cantigas de amigo (poesía galaico‐portuguesa): poseen, al igual que las jarchas, un carácter femenino. La canción se pone en labios de una mujer que se dirige a su madre, a sus hermanas o a determinados elementos de la naturaleza. Pero estas se caracterizan por el paralelismo, que es el recurso formal más característico. Esta técnica tiene como finalidad intensificar el tema. Para ello, la segunda estrofa repite exactamente el texto de la primera, casi sin variantes, a veces solo una palabra. El proceso se va repitiendo con variaciones mínimas en las estrofas siguientes, muy adecuada para la repetición y el aprendizaje. Esta técnica suele definirse como leixa‐pren, es decir, encadenamiento estrófico, por la repetición, al comenzar una estrofa con el verso final de la anterior. Las cantigas de amigo suelen clasificarse temáticamente en: cantigas de romería en las que la ermita se convertía en un lugar de encuentro, en donde se realizaban el cortejo y las entrevistas amorosas (mezcla de elementos religiosos cristianos y paganos). Esto ofrece un carácter festivo a la liturgia lo que provocó la pronta denuncia de los sínodos eclesiásticos. Por otro lado, las cantigas de mayo, asociadas al rito de la fecundidad y al tópico del “locus amoenus”, entorno idealizado para el encuentro amoroso. Y, las cantigas marineras, en las que una muchacha se queja de la ausencia del amado a orillas del mar. Villancicos (poesía castellana): forma estrófica peculiar de Castilla. El villancico es la castellanización de la moaxaja y la estrofa zejelesca. Suelen estudiarse a través de su temática: de amor destacando las albas, que cantan el encuentro o la despedida de los enamorados al amanecer y las mayas, que celebran la llegada de la primavera. Los villancicos de trabajo en la que los campesinos entonan canciones para hacer más soportable el trabajo (la siega, la recogida de la aceituna), y, las más importantes las serranas en las que se cantan las peripecias de un viajero al atravesar la sierra: normalmente, el viajero se encuentra con una mujer tosca y horrenda que les indicaba el camino a cambio de un regalo o algún favor de carácter sexual. 3. Poesía culta (Poesía galaico‐portuguesa): cantigas de amor, cantigas de escarnio, obras del mester de clerecía. Cantigas de amor: se caracterizan por poseer un carácter masculino, son canciones puesta en labios de un hombre, quien se dirige a su amada o habla de ella en un contexto amoroso. Posee un marcado influjo provenzal (poesía del Sur de Francia), vinculada directamente a la corriente denominada amor cortés. Es altamente significativa la semejanza del mismo vocabulario empleado como el término “señor” para dirigirse a la amada. En absoluto, aparece el paralelismo (técnica oral – recurso memotécnico). Además, tampoco aparecen elementos naturales ya que más bien el entorno es urbano o palatino, dentro de las estructuras de la “poesía feudal”. La lírica provenzal es la más antigua manifestación lírica junto con las jarchas en lengua romance (durante los siglos XII y XIII). La lírica provenzal se produjo en el sur de Francia por poetas conocidos (trovadores). A esta corriente poética se la denominó amor cortés, un movimiento repleto de tópicos y lugares comunes que más influyó en la literatura occidental, debido a los constantes viajes de los trovadores, estos pertenecían a la clase dominante, conocedores de estudios musicales y literarios (universitarios). La fuerza expansiva de la cultura del amor cortés siguió varias direcciones. Hacia el norte se deja sentir en el norte de Francia, donde se integrará a la corriente amorosa de tradición ovidiana del Ars amandi ovidiana, asimismo influyó en la literatura inglesa, visible en Chaucer y sus cuentos. Pero, merece especial interés su viaje hacia el Sur, hacia Italia, donde se inicia una nueva concepción de la poesía que marcará el devenir literario del occidente europeo con el llamado “Dolce stil nuovo”, cuya dama conocida como “donna angelicata” difiere en muchos aspectos de la “dueña cruel y sanguinaria de los provenzales”, seguirá su evolución hacia la amada ideal y virtuosa de Petrarca. Respecto a la penetración de esta corriente en la Península, esta fue temprana, muestra de ello es el influjo que supuso en la lírica galaico‐portuguesa, sobre todo, en las cantigas de amor, o en la poesía catalana (Ausias March). En Castilla tendrá su momento de esplendor en el siglo XV (poesía de cancionero). A la hora de estudiar esta corriente debemos tener en cuenta el Tratado de Andreas Capellanus De amore, donde explica las características de dicho movimiento en torno a cuatro pilares básicos que son: 1. La humildad: el amante debe rendirse ante su señora convirtiéndose en su siervo o vasallo (relación feudovasallatica). 2. La cortesía: se relaciona con la postura aristocrática, solo el noble puede amar a una señora de su mismo rango social, aunque este se sienta siervo de ella. Esto entra en oposición al concepto de villanía, que suponía otro tipo de esquema poético (serranas, pastorelas, villancicos…) Vinculado a la cortesía está el término de mesura (el amante debe ser comedido) 3. La religió amoris: Característica singular del movimiento. La mujer se convierte en un ser divino. Para el amante su amada es un Dios, un dechado de virtudes. 4. El adulterio: entendido el amor como estado puro, pues el matrimonio era considerado como un vínculo legal, no sentimental. Por tanto, los trovadores siempre dirigían sus poemas a mujeres casadas. El amante debe esperar, cortejar, subir escalas y ponerse en peligro. Un amor ilícito y secreto. El enemigo serán los falsos amigos y el marido. El amante siempre se dirige a su amada como “mi señor” a la que sirve en busca del “galardón” (prenda, un gesto o la consumación). Pero la amada siempre desdeñosa y cruel no permite acercarse al amante. Cantigas de escarnio: son cantares satíricos dirigidos a un personaje concreto de la época. Solían verse reflejados a través de símbolos y palabras encubiertas, criticando el modo de vida, sus costumbres, etc. Las cantigas de amigo, de amor y de escarnio se estudian dentro de la lírica galaico‐portuguesa y están recogidas en tres cancioneros: Cancionero de Vaticana, Cancionero de Ajuda y Cancionero de Colocci‐Brancutti. 4. Mester de Juglaría (Epica) Tradicional ‐ oral Se le llama Mester de juglaría al conjunto de la poesía —épica o lírica— de carácter popular difundida durante la Edad Media por los juglares, que eran quienes las cantaban o recitaban para recreo de nobles, reyes y público en general. La palabra juglar viene del latín jocularis, joculator, que significa 'bromista u hombre de chanzas'. Por su parte, la palabra mester viene de la palabra menester que procede del latín ministerium que significa ministerio que a su vez significa 'oficio'. Había dos tipos: los juglares épicos: que recitaban poesía narrativa, y los juglares líricos, que se dedicaban a cultivar la poesía sentimental y a difundir composiciones poéticas como serranillas, coplas, poemas compuestos por trovadores etc. En la primera Edad Media (X,XI,XII y XIII) eran más numerosos los primeros; a partir de la segunda mitad del siglo XIII y en el XIV dominan más los líricos. Según Menéndez Pidal existían distintas especializaciones en el oficio, cada una de ellas con su nombre: el remedador, que se dedicaba a imitar; el cazurro, el que ejercía artes plebeyas; el juglar de gesta, el goliardo, mezcla de estudiante y vagabundo, conocedor de instrumentos y compositor. La palabra incluye también el concepto de músico y sus tipos son muy diversos, desde el cantor de tabernas o el que adornado con paños costosos subía a los palacios y acompañaba los viajes de los nobles hasta el que salmodiaba o histrionaba en las iglesias con toda suerte de instrumentos (la flauta, el salterio, el tambor, el albogón, la vihuela o el rabel). Aunque algunos componían sus propias letras, por lo general repetían textos ajenos. Los juglares eran unos personajes de humilde origen, cómicos ambulantes que se dedicaban, además, a ejercicios circenses, haciendo juegos malabares, actuando como volatines y saltimbanquis o como bufones que cuentan chistes o tañen instrumentos sencillos, o bailan y cantan representando piezas sencillas de mimo o títeres y, es lo que importa para la historia de la literatura, recitando versos que componían otros autores, llamados trovadores, bien en los lugares públicos (las plazas de los pueblos, sobre todo), bien en castillos de señores feudales por los cuales eran alojados; muchas veces se ayudaban con dibujos. El verso juglaresco se caracterizaba por su anisosilabismo, es decir, era un verso irregular que oscilaba entre las diez y las dieciséis sílabas, con predominio de los versos de catorce o alejandrinos, y usaban como rima la asonante, que proporcionaba más libertad para improvisar y recordar fórmulas fraseológicas que, repetidas habitualmente, servían para rellenar versos mientras los juglares recordaban, como han mostrado los estudios sobre los juglares yugoeslavos. Este descuido diferenció a este mester de juglaría del llamado Mester de clerecía, caracterizado por lo opuesto; tal y como dice su texto fundador, el llamado Libro de Alexandre, "Mester traigo fermoso / non es de juglaría / mester es sin pecado, ca es de clerecía / fablar curso rimado / por la cuaderna‐vía / a sílabas contadas, ca es grant maestría": palabras desdeñosas que indican a las claras el desprecio de los hombres cultos o clérigos por el estilo de esta literatura más popular, la del mester de juglaría. El Mester de Juglaría se halla vinculado a la épica, que consiste en la narración de las hazañas de un héroe, antepasado del pueblo que las canta. Casi siempre estas acciones son guerreras. Sobre todo, en la antigüedad clásica presentan elementos fantásticos, como la aparición de dioses prueba de ella son las obras más importantes de la literatura (La Iliada y La Odisea de Homero y La Eneida de Virgilio). Estos elementos fantásticos van desapareciendo paulatinamente a la entrada de la Edad Media con los denominados cantares de gesta (gesta=hazaña), nombre designado a la epopeya de la Edad Media, poesía dedicada a un héroe vinculado a una colectividad o a un pueblo. Dentro de los cantares de gesta destacamos: en Francia La Canción de Roland; en Alemania el Cantar de los Nibelungos; en Rusia el Cantar de las Huestes de Igor y en Inglaterra Beowulf. En España, la primera manifestación conservada en lengua romance es un poema épico El Cantar del Mio Cid. CANTAR DE MIO CID. Es la manifestación literaria más importante que se conserva de la épica castellana en un solo manuscrito, ubicado en la Biblioteca Nacional, una obra anónima firmada por Per Abat.. A la hora de tratar la génesis, la crítica apunta varias hipótesis: 1. Los neotradicionalistas: vinculan al autor del Cantar al Mester de Juglaría. Este cantar sería el resultado de la actividad refundidora de 2 juglares: uno de San Esteban de Gormaz y otro de Medinaceli. El primero está cercano a los hechos que narra y posee un carácter más historicista, y, el segundo, sería el introductor de episodios novelescos, como el episodio del león. 2. Los individualistas: abogan por la unidad artística y estructural, así piensan que es una obra propia de la clerecía. Estos se basan en el explicit final “Per Abat lo escribió”, entendiendo “escribir” por “componer” en la acepción medieval. Collin Smith expone que este Per Abat es un perito en leyes, por tanto, un laico, en ningún caso vinculado a la clerecía, ya que no existe propaganda eclesiástica. Respecto a la fecha de composición del Cantar, se suele datar a finales del siglo XII, principios del XIII. La estructura externa del Poema se ha venido dividiendo en tres partes o cantares: Cantar del destierro, Cantar de las bodas, Cantar de la afrenta de Corpes. En cuanto a la estructura interna esta está marcada por el doble proceso de pérdida (destierro) y recuperación del honor del Cid (boda de sus hijas con los Infantes de Carrión), nueva pérdida (afrenta de Corpes) y nueva recuperación del honor (anuncio de nuevas bodas con los hijos de los reyes de Navarra y Aragón – Cortes de Toledo). Respecto al análisis del contenido, deben tenerse en cuenta tres niveles: a) Nivel político: Castilla frente a León. El Cid, caballero castellano, se enfrenta al rey, de origen leonés. Los enemigos del Cid son, en general, grandes nobles de procedencia también leonesa y catalana. El poema, por tanto, se encuadraría en la exaltación de Castilla frente a León. b) Nivel socio‐económico: el Cantar expresa los ideales de igualdad jurídica y movilidad social típicos del espíritu de frontera. El poema refleja en el Cid el modo de vida belicoso, de supervivencia a través de incursiones bélicas, de aspiración de medro, y de desprecio hacia la nobleza. c) Nivel individual: el héroe, Rodrigo Díaz de Vivar, desterrado por el rey, se enfrente con el gran problema de recuperar su honra perdida y ganarse el pan. En este sentido, el Cid actúa como un héroe épico arquetípico, cuyas características han de ser reconocidamente superiores y cuyas acciones han de elegirse asimismo muy por encima de lo habitual. La mitificación del Cid es el correlato de la mitificación de Castilla. El honor del Cid es el honor de los castellanos (valores antinobiliarios de las gentes de frontera, con la consiguiente ridiculización de los nobles, cobardes y mezquinos) 5. Mester de Clerecía (culto) Se llama Mester de Clerecía a la literatura medieval compuesta por "clérigos", es decir, hombres instruidos y no necesariamente sacerdotes (podían ser nobles, como Pedro López de Ayala, judíos, como Sem Tob, o musulmanes, como el anónimo autor del Poema de Yusuf) que poseían unos conocimientos superiores a los del trivium o triviales, la enseñanza elemental de la época. Estos clérigos habían cursado en cambio los altos estudios de entonces, la educación superior derivada del quadrivium, de donde viene la expresión cuaderna vía, que sirvió para denominar su estrofa característica, el tetrástrofo monorrimo (cuatro versos de 14 sílabas, separa en dos hemistiquios de 7 sílabas con rima consonante). El Mester de Clerecía es propio de los siglos XIII y XIV, aunque en el siglo XV todavía aparecen obras epigonales inspiradas en esta escuela. Las primeras producciones de este movimiento fueron el Libro de Apolonio y el Libro de Alexandre, en cuya segunda estrofa se explicita el manifiesto de esta nueva escuela poética: Mester traigo fermoso, non es de juglaría Mester es sin pecado, ca es de clerecía Fablar curso rimado, por la cuadernavia A silabas contadas, ca es gran maestría. Los temas son normalmente religiosos, aunque también hay temas de contenido histórico o novelesco. Todos tienen en común su intención didáctica, generalmente unida a los intereses de los monasterios u órdenes religiosas. De ahí la abundancia de hagiografías (vidas de santos) o milagros. Estos intereses explican el estilo sencillo pues lo que verdaderamente pretendían era captar a fieles y limosnas. Por este motivo, aunque la liturgia seguía impartiéndose en latín estas historias eran contadas en romance, pues el latín solo era entendido por una minoría culta (clérigos y algunos nobles). Así lo dice Gonzalo de Berceo, el primer autor conocido en las letras castellanas: Quiero fer una prosa en roman paladino, en el cual suele fablar el pueblo con su vecino. Pero, también existen poemas que no son de carácter religioso y así lo atestiguan tres grandes obras pertenecientes al mester de clerecía del siglo XIII: el Libro de Apolonio; Libro de Aleixandre, Poema de Fernán González Por otro lado, existen obras del mester de clerecía no escritas en cuaderna vía, ejemplo de ello es La Razón de amor. El autor más destacado de este siglo será Gonzalo de Berceo (siglo XIII). Clérigo relacionado con el monasterio de San Millán de la Cogolla, quien pretendió con sus escritos convertir en su monasterio en un lugar de peregrinación de la ruta del Camino de Santiago, además de pedir tributos a los pueblos circundantes. Si estos votos fuesen lentamente cumplidos Estos santos preciosos están contentos de nosotros Tendríamos pan y vino, tiempo templados No estaríamos como estamos llenos de tristeza. En su producción destacan hagiografías (Vida de San Millán, Vida de Santo Domingo) y, obras marianas (miraculas). Su obra más representativa es Los Milagros de Nuestra Señora. Es una colección de relatos, muchos de ellos inspirados en otros que gozaban de prestigio en la época. Debemos recordar que la originalidad de los textos no existía en la Edad media, todo está ya dicho, solamente se amplificaban los textos escritos. La Virgen aparece como mediadora de los humanos, la intercesora entre el hombre y Dios. Ella puede ofrecer la salvación eterna de los pecadores. El propósito no es otro que el de preservar el orden establecido, invocando la posibilidad del milagro cotidiano y una vida eterna o un castigo ejemplar. Una campaña pedagógica de la Iglesia. El mester de clerecía continúa su trayectoria por todo el siglo XIV, con la obra de grandes autores tales como Sem Tob Proverbios morales; Lopez de Ayala Rimado de Palacio y Arcipreste de Hita Libro de Buen Amor. LIBRO DE BUEN AMOR (s. XIV) El libro se ha conservado en tres copias manuscritas. En él su autor confiesa llamarse Juan Ruíz y ser arcipreste de Hita. En los manuscritos aparecen dos fechas de composición: 1330 y 1343. Esto ha hecho suponer que hubo en esos años dos redacciones sucesivas del libro, y de ahí las diferencias entre los textos. Ninguno de los textos aparece titulado. Modernamente, se propuso el título el Libro de buen amor, pues dentro de esta compilación de poemas así se le nombra. El Libro de Buen Amor es un extenso poema escrito la mayor parte en cuaderna vía, pues también abundan los metros juglarescos. Lo que revela que el autor es un maestro de toda clase de rimas. El Libro está compuesto de abundantes materiales muy heterogéneros, hilvanados por el hilo narrativo de la primera persona: a) Un prólogo en prosa donde se declara la intención de la obra; b) Una serie de aventuras amorosas con mujeres de muy distinta condición (uina monja, una mora, serras…); c) Una colección de fábulas o exemplum (tradición didáctica); d) Episodios como el de don Melón y doña Endrima, adaptados de textos latinos medievales Pamphilo de amore de Ovidio. e) Digresiones morales o satíricas, como el del poder del dinero o la censura del clero libertino. f) Sátiras y parodias, como la de las horas canónicas g) Pasajes alegóricos como el de don Carnal y doña Cuaresma o el recibimiento hecho a don Amor. h) Grupo de composiciones líricas, juglarescas, cantares de estudiante, goliárdicas, etc. Tal diversidad adquiere unidad por el uso de la primera persona y por el tema común del amor y sus engaños. El Libro de Buen amor se ha relacionado con la literatura oriental, en la que son normales las estructuras sueltas y heterogéneas, así como la voz de un yo semijocoso, que manifiesta la ambivalencia sacroprofana de la obra. Se ha señalado además, la influencia árabe en el ambiente, en la presencia del destino, o en la misma figura de Trotaconventos, concebida de forma positica, según lo era la tercería en el mundo musulmán. El influjo de la cultura cristiana medieval está también presente (La Biblia, los textos canónicos y jurídicos, los catecismos, etc.) como lo es asimismo la literatura latina (Ovidio y la comedia latina). Dos son los temas recurrentes en la obra: amor y muerte. Todo lo creado aparece sujeto al amor: presentado como imperiosa fuerza natural: Como dice Aristóteles, cosa es verdadera El mundo por dos cosas trabaja: la primera Por haber mantenencia; la otra cosa era Por haber juntamiento con hembra placentera. Por momentos, el libro expresa una arrolladora fuerza vitalista, donde la sexualidad, el erotismo y la conceptción placentera y sensual de seres y cosas se encarnan en los personajes. En este sentido, en la obra pueden rastrearse elementos folclóricos, míticos, carnavalescos y paganos. La muerte es la fuerza opuesta al amor y la vida. En el amargo lamento por la desaparición de Trotaconventos, la alcahueta amiga del protagonista, queda claro que la muerte es destructora y no liberadora. La muerte destruye la hermosura, el placer y todas las relaciones humanas y afectivas. Es posible advertir también en la obra la presencia de un destino marcado por las estrellas, del que los hombres no pueden escapar. En el entrecruzamiento de la todopoderosa trinidad –amor, destino, muerte‐, el ser humano queda en conflictiva angustia y soledad en un mundo en el que las relaciones sociales están cambiando y en el que todo lo puede el dinero. LA PROSA MEDIEVAL El latín fue durante gran parte de la Edad Media la lengua de los textos escritos. Sin embargo, sustituido por el castellano como vehículo de la comunicación, su conocimiento quedó restringido a los medios cultos. Según esto, es lógico que en el terreno literario la lírica vinculada a la oralidad precediera a la narrativa. Paulatinamente, el castellano se va introduciendo en los textos en prosa. En la segunda mitad del siglo XIII aparece y se desarrolla la prosa castellana. Esto es debido al ambicioso empeño del rey Alfonso X el Sabio por utilizar el castellano como lengua de cultura en lugar del latín. Intentaba crear una conciencia nacional. Alfonso X, defensor de la cultura, quería que el reino se nutriera de todo el saber cristiano, judío y musulmán y para ello era necesario verter el saber en la lengua vernáculo. De ahí que instaurara La Escuela de Traductores de Toledo. Incluso, el propio rey escribió obras de varias disciplinas como: La General Estoria (crónicas), Libro de ajedrez, Las Siete Partidas, etc. A lo largo del siglo XIII, el castellano servirá también de vehículo para la prosa de ficción. Son numerosas las colecciones de cuentos o exemplos, también de origen oriental, como el Calila e Dimna o El Sendebar. Estas obras eran consideradas como guías de conducta para toda clase de personas, especialmente para políticos y nobles (Espejo de príncipes). Dentro de la tradición del cuento medieval se inserta la obra de don Juan Manuel, sobrino de Alfonso X, sobre todo su obra más conocida El conde Lucanor. Su obra pretende adoctrinar a los nobles de su tiempo, a quienes intenta ofrecer una explicación de los problemas que los aquejan y unos modelos de comportamiento adeciados a su estamento y útiles para mantener su posición social y económica. Lo que pretendía don Juan Manuel era defender la organización tradicional de la sociedad feudal y justificar su propia actuación política. EL CONDE LUCANOR La obra está dividida en 5 partes. La primera cuenta con 50 exemplos que el autor recopila de diversas fuentes y que inserta dentro de un <<marco>> que repite en cada cuento: el conde Lucanor expone un problema a su ayo Patronio, este cuenta un cuento a modo de exemplo de lo que se debe o no hacer, finalizando el capítulo con una moraleja. La intención moralizadora y diáctica es clara. La parte segunda, tercera y cuarta son un conjunto de proverbios. La quinta es un tratado doctrinal religioso. El sentido de la obra se hace comprensible teniendo en cuenta la situación histórica de Castilla en el siglo XIV: ante la crisis del sistema feudal, el escritor se dirige a los miembros de su estamento para que estén alerta frente a los engaños de la nueva realidad, se unan frente a los que amenazan su posición social (la burguesía, el poder real…) cumplan con las obligaciones que impone ser noble y acrecienten sus riquezas, su honra y su fama; de esa manera podrán conservar su posición preminente u mantendrán la cohesión de la sociedad feudal, lo cual redundará en la salvación de sus almas. 
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