Nº 512 Martes 15 de julio de 2014 • Año 8 DIGNIDAD Y JUSTICIA El poder de la humanidad Págs. 2-3 Estado, democracia y derechos humanos. El sistema interamericano y la justicia penal. José Ávila Herrera Págs. 4-5 La responsabilidad internacional de los Estados ante la vulneración de los derechos fundamentales. Nerea Aparicio Pág. 6 Memoria, verdad y justicia. Desaparición forzada de personas y las obligaciones del Estado. Iván Bazán Chacón Pág. 7 Los pueblos indígenas como sujetos de derecho en el corpus juris internacional. Jorge Calderón Gamboa Pág. 8 Impunidad y privación de la vida. Ejecuciones extrajudiciales. Carlos Miguel Reaño Balarezo 2 suplemento de análisis legal Martes 15 de julio de 2014 DERECHOS HUMANOS JOSÉ ÁVILA HERRERA Viceministro de Derechos Humanos y Acceso a la Justicia del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. E l continente americano, al igual que el resto del mundo, reaccionó con mucha fuerza a los efectos devastadores de la Segunda Guerra Mundial. A comienzos de 1945 se realizó la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y de la Paz en Ciudad de México, con el propósito de revitalizar y renovar el sistema interamericano, que hasta ese entonces había funcionado sin siquiera tener una Carta Constitucional. Los países latinoamericanos pretendían afianzar en esta reunión una mayor solidaridad entre las naciones americanas y una mejor organización constitucional. Para algunos de los gobiernos latinoamericanos constituía también un objetivo fortalecer el respeto por los derechos humanos, por la justicia y por la democracia, tanto en el ámbito regional como nacional. Con este último fin se le encomendó al Consejo Directivo de la Unión Panamericana la redacción de un proyecto para mejorar y reforzar el sistema panamericano en el cual las Repúblicas Americanas reconocerían al derecho internacional como una norma efectiva de regulación de sus conductas y se comprometerían a observar las normas que se establecieran en la Declaración de Derechos y Deberes de los Estados y en la Declaración Internacional de Derechos y Deberes del Hombre. El 30 de marzo de 1948, durante la Novena Conferencia Internacional Americana (Colombia), los 21 Estados miembros del sistema adoptaron su Carta Constitucional que establecía “la organización internacional que han desarrollado para lograr un orden de paz y de justicia, fomentar su solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial y su independencia”. La Carta de la Organización de Estados Americanos (OEA), primera fuente jurídica del sistema, no consagró un sistema de protección de los derechos humanos, sino que dejó sentadas las bases para ello al establecer en su preámbulo la idea de la centralidad del ser humano en la organización de la sociedad. Su párrafo primero señala que “la misión histórica de América es ofrecer al hombre una tierra de libertad”, y el párrafo tercero considera que: “el sentido genuino de la solidaridad americana y de la buena vecindad no puede ser otro que el de consolidar en este continente, dentro del marco de las instituciones democráticas, un régimen de libertad individual y de justicia jurídica EL SISTEMA INTERAMERICANO Y LA JUSTICIA PENAL Estado, democracia y Derechos Humanos Director (e): Félix Alberto Paz Quiroz | Editora: María Ávalos Cisneros | Jefe de Edición Gráfica: Daniel Chang Llerena | Coordinador: Paul Herrera Guerra | Jefe de diagramación: Julio Rivadeneyra Usurín | Diagramación: Vanessa Quiroz Rodríguez | Ilustración: Tito Piqué Las opiniones vertidas son de exclusiva responsabilidad de los autores. Sugerencias y comentarios: [email protected] Jurídica es una publicación de El Peruano 2008 © Todos los derechos reservados DERECHOS HUMANOS Martes 15 de julio de 2014 Ideas rectoras y nueva organización En cuanto a sus disposiciones substantivas, la referencia más importante en la materia estaba contenida en la Carta de 1948 en el artículo 5. Literal j, cuyos términos están reproducidos en la Carta actualmente vigente, en el artículo 3. Literal l). En este precepto, los Estados Miembros “proclaman” como uno de los principios de la nueva organización, esto es, como una de las ideas rectoras y orientadoras de su actuar, los derechos de la persona humana, haciendo a la vez hincapié en la idea de la generalidad de estos derechos al señalar que estos no pueden ser objeto de distinción alguna en razón de la raza, la nacionalidad, el credo o el sexo. A su vez, el artículo 13 estableció que “[c]ada Estado tiene el derecho a desenvolver libre y espontáneamente su vida cultural, política y económica. En este libre desenvolvimiento el Estado respetará los derechos de la persona humana y los principios de la moral universal”. Estas dos disposiciones sirvieron como base fundamental de lo que hoy es el sistema interamericano de Derechos Humanos. Es innegable la relación existente entre: Estado Constitucional de Derecho, Democracia y Derechos Humanos. Ningún Estado puede afirmar ser democrático si en el mismo los derechos humanos no son respetados ni están debidamente garantizados. Tal como lo establece el artículo 7 de la Carta Democrática Interamericana, la democracia es indispensable para el ejercicio efectivo de las libertades fundamentales y los derechos humanos, en su carácter universal, indivisible e interdependiente, consagrados en las respectivas constituciones de los Estados y en los instrumentos interamericanos e internacionales de derechos humanos, los cuales forman parte de nuestro ordenamiento jurídico interno por el artículo 55 de la Constitución, así como por la cuarta disposición final y transitoria de nuestra Carta Magna. Ese es el objetivo común al cual debemos aspirar como Estado, es decir, fortalecer la democracia y, con ello, garantizar la plena vigencia de los derechos humanos, de acuerdo a lo establecido en el artículo 1.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y al artículo 44 de la Constitución Política del Perú, la cual lo contempla como deber primordial del Estado. El sistema interamericano de protección de derechos humanos se constituye como una de las instancias supranacionales ante la cual, los ciudadanos –sujetos a la jurisdicción de un país perteneciente a la región y que se sientan afectados en sus derechos– pueden acudir voluntaria y libremente a través de los mecanismos previstos ante los diferentes órganos del sistema: peticiones individuales, medidas cautelares, entre otros, debiendo señalar que el Estado peruano tiene en la actualidad más de 1,060 peticiones individuales en estudio ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y más de 330 en trámite ante el referido órgano regional de protección de derechos humanos, según el último Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos publicado el pasado abril. Aproximación a la Corte Interamericana Corte Interamericana de Derechos Humanos, a efectos de que los incorporen en sus diversas resoluciones y actuaciones en general, teniendo siempre presente que, no solo la Convención Americana sobre Derechos Humanos y demás instrumentos internacionales interamericanos forman parte del ordenamiento jurídico interno, de conformidad con la Cuarta Disposición Final y Transitoria de 3 ES INNEGABLE LA RELACIÓN ENTRE: ESTADO CONSTITUCIONAL DE DERECHO, DEMOCRACIA Y DDHH. NINGÚN ESTADO PUEDE AFIRMAR SER DEMOCRÁTICO SI EN EL MISMO LOS DDHH NO SON RESPETADOS. social, fundado en el respeto de los derechos esenciales del hombre”. El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (Minjus), plenamente consciente de sus obligaciones internacionales, organizó en junio el “Primer Curso de Alta Especialización en el Sistema Interamericano de Protección de Derechos Humanos vinculado a la justicia penal” con el objetivo de aproximar a nuestros jueces, fiscales y abogados de la defensa pública a los criterios y estándares desarrollados por la suplemento de análisis legal la Constitución, sino también las propias sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, tal como ha sido reconocido por el Tribunal Constitucional peruano, en diversas sentencias. El citado curso se desarrolló en diez grandes ejes temáticos: Responsabilidad Internacional del Estado, Convergencias entre el Derecho Internacional Humanitario y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Derecho a la Vida, Derecho al Debido Proceso y a la Protección Judicial, Lucha contra la impunidad, Derecho a la Integridad Personal, Derecho a la Libertad Personal, Igualdad y No Discriminación, Uso de la Fuerza, y Derecho de los Pueblos Indígenas, para lo cual se contó con especialistas internacionales y nacionales, quienes abordaron los diversos temas no solo desde un marco teórico, sino también práctico. El Minjus, asimismo, suscribió un Convenio Marco de Cooperación con la Corte Interamericana de Derechos Humanos para la capacitación a operadores de justicia, lo que, sin lugar a dudas, contribuirá en el objetivo común que nuestras instituciones (Minjus, Poder Judicial, Ministerio Público) buscan: fortalecer nuestro sistema de administración de justicia y la democracia en nuestro país. Sistema de administración de justicia En atención al citado artículo 44 de la Constitución, del cual se desprende el principio de sometimiento de todos los poderes públicos a la Carta Magna, destaca la importancia del sistema de administración de justicia como garante de protección de derechos humanos y la necesidad que desarrolle sus funciones atendiendo no solo la Constitución y las leyes internas, sino también los tratados internacionales sobre derechos humanos suscritos y ratificados por el Perú, así como la jurisprudencia vinculante de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Cabe destacar que, de acuerdo con el Preámbulo de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el Sistema Interamericano brinda una protección internacional de naturaleza convencional coadyuvante o complementaria de la que ofrece el derecho interno, teniendo los Estados, a través de sus sistemas de administración de justicia, la obligación no solo de respetar derechos, sino sobre todo, cuando se produzcan violaciones a los derechos humanos, la obligación de garantizar los mismos, mediante una investigación seria, efectiva e imparcial, determinar responsabilidades a través de procesos penales en los cuales se respeten las garantías judiciales y, asimismo, asegurar una reparación justa del daño causado. ◗ 4-5 suplemento de análisis legal Martes 15 de julio de 2014 FRENTE A LA VULNERACIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES La responsabilidad internacional de los Estad NEREA APARICIO Abogada. Miembro del Colegio de Abogados de Madrid. Máster en Estudios Legales Internacionales del Washington College of Law, American University. Ha sido especialista principal de la Comisión Interamericana de DD. HH. y funcionaria de la ONU. E l concepto de responsabilidad internacional de los Estados por violaciones a los derechos humanos es un concepto relativamente reciente, que tiene su origen, principalmente, en el siglo XX y que ha cobrado gran relevancia jurídica y política en estas últimas décadas. Si bien el concepto de responsabilidad internacional ya se encontraba firmemente aceptado por los Estados con anterioridad a su codificación en la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969, así como interpretado y aplicado por la Corte Internacional de Justicia y por la Corte Permanente de Justicia Internacional(1), el concepto de responsabilidad internacional por violaciones a los derechos humanos se ha desarrollado y concretado en el continente americano, gracias a la interpretación que han realizado tanto la Comisión(2) como la Corte Interamericana de Derechos Humanos(3) de la Declaración de los Derechos y Deberes del Hombre(4) y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos(5), en su vasta jurisprudencia. Partiendo de la premisa que tanto el sistema universal (o Sistema de las Naciones Unidas) como el Interamericano de Protección de los Derechos Humanos son sistemas subsidiarios a los nacionales, y que, por lo tanto, para que sus órganos tengan competencia para conocer sobre casos concretos, las presuntas víctimas deben agotar como regla general los recursos internos que fuesen efectivos o idóneos para la reparación del presunto derecho vulnerado, la responsabilidad internacional del Estado surge en la gran mayoría de los casos, cuando las autoridades judiciales no dan una respuesta adecuada o conforme a las obligaciones asumidas voluntariamente por el Estado, a través de la ratificación de la Convención Americana, y de otros instrumentos interamericanos para la protección de los derechos humanos. Ya que cuando se alega la presunta vulneración de algún derecho consagrado en la Convención Americana, el primer test por realizar consiste en determinar si el Estado cumplió o no con el deber de garantizar ese derecho (artículo 1.1), el cual consiste en la obligación de los Estados de no solo prevenir, sino también investigar las violaciones a los derechos humanos, y procurar, además, el restablecimiento, si es posible, del derecho conculcado y, en su caso, reparar el daño o los daños producidos(6). Recursos efectivos a víctimas En consecuencia, los Estados están obligados a suministrar recursos efectivos a las víctimas, que deben ser sustanciados de conformidad con las reglas del debido proceso legal (artículos 8 y 25 de la Convención)(7). De este primer test se deriva, igualmente, la importancia del control de convencionalidad que deben realizar las y los operadores de justicia entre las normas jurídicas que aplican en los casos concretos y la Convención Americana de Derechos Humanos, para lo cual deben tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana(8). En consecuencia, son las y los operadores de justicia quienes, a nivel interno, salvaguardan la efectiva aplicación de las obligaciones internacionales asumidas por los Estados en el ámbito de los derechos humanos, y quienes pueden comprometer su responsabilidad internacional cuando por ejemplo no conducen la investigación como un deber jurídico propio y de manera diligente, y, por tanto, no constituye un recurso efectivo para asegurar el derecho de acceso a la justicia de las presuntas víctimas; o cuando la sustanciación de un recurso no se realiza conforme a las reglas del debido proceso legal. Igualmente, la actuación de las y los operadores de justicia puede comprometer la responsabilidad internacional del Estado, cuando en la resolución de los recursos judiciales no adecúen las disposiciones de derecho interno a las disposiciones de la Convención y a la jurisprudencia de la Corte (artículo 2 de la Convención Americana). A modo de ejemplo, en la reciente sentencia de la Corte Interamericana en el caso Karen Atala Riffo y niñas de 2012(9), la Corte analizó, entre otros, si la sentencia de la Corte Suprema LA RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL DEL ESTADO SURGE EN LA GRAN MAYORÍA DE LOS CASOS, CUANDO LAS AUTORIDADES JUDICIALES NO DAN UNA RESPUES ADECUADA O CONFORME A LAS OBLIGACIONES ASUMI VOLUNTARIAMENTE POR EL ESTADO, A TRAVÉS DE LA RATIFICACIÓN DE LA CONVENCIÓN AMERICANA, Y DE OTROS INSTRUMENTOS INTERAMERICANOS PARA LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS. DERECHOS HUMANOS Decisiones del TC dos TA IDAS E No obstante lo anterior, existen también numerosas experiencias en el continente americano sobre Altas Cortes que han incorporado estándares del Sistema Interamericano en sus sentencias, aun cuando sus Estados no habían sido parte en procesos contenciosos sobre esa materia. A modo de ejemplo, el Tribunal Constitucional del Perú en su sentencia del caso Vera Navarrete de 2004(10) desarrolló las implicancias del artículo 25 de la Convención Americana (derecho a un recurso efectivo) a nivel interno, al establecer la doble dimensión de la protección judicial, como: 1) el derecho de las víctimas a la verdad, justicia y reparación; y 2) la obligación de las autoridades de desarrollar procesos judiciales determinando las figuras delictivas aplicables conforme a las disposiciones de derecho internacional. En el caso concreto, el Tribunal Constitucional del Perú resolvió que sí se podía llevar a cabo el proceso penal por el delito de desaparición forzada de personas y sancionar a los presuntos responsables bajo ese tipo penal, con base en la jurisprudencia de la Corte Interamericana que considera la desaparición forzada de personas como un delito permanente hasta en tanto no aparezcan los restos de las víctimas, a pesar de que ese delito no se encontraba tipificado en el Perú en el momento en que ocurrieron los hechos casos. SE PUEDE AFIRMAR QUE A PARTIR DEL SIGLO XX LAS Y LOS OPERADORES DE JUSTICIA SON QUIENES, A TRAVÉS DE SU ACTUACIÓN, DEBEN PROTEGER LA RESPONSABILIDAD DE LOS ESTADOS EN MATERIA DE DD. HH. de Justicia de Chile y del Juzgado de Menores de Villarrica violaba el derecho a la igualdad y a la no discriminación de la señora Atala Riffo, al haber retirado el cuidado y custodia de sus tres hijas como resultado del juicio de tuición provisoria o custodia que interpuso el padre de las niñas en contra de la señora Atala Riffo, por considerar que su orientación sexual y su convivencia con una pareja del mismo sexo producirían un daño a las mismas. En este caso, la Corte Interamericana concluyó que si bien la sentencia de la Corte Suprema y la decisión de tuición provisoria pretendían proteger el interés superior de las niñas M., V. y R., no se probó que la motivación esgrimida en las decisiones judiciales fuera adecuada para alcanzar dicho fin, dado que la Corte Suprema de Justicia y el Juzgado de Menores de Villarrica no comprobaron en el caso concreto que la convivencia de la señora Atala con su pareja hubiera afectado de manera negativa el interés superior de las niñas y, por el contrario, utilizaron argumentos abstractos, estereotipados y/o discriminatorios para fundamentar su decisión. Así, la Corte Interamericana resolvió que dichas decisiones constituían un trato discriminatorio en contra de la señora Atala, en violación del artículo 24 de la Convención Americana en conexión con el artículo 1.1 del mencionado instrumento. En consecuencia, se puede afirmar que a partir del siglo XX las y los operadores de justicia son quienes, a través de su actuación, deben proteger la responsabilidad de los Estados en materia de DD. HH. De ello se deriva la importancia de los Estados de fortalecer y proteger a las y los operadores de justicia, a fin de que se garantice su independencia y autonomía institucional y funcional, así como su conocimiento en esta vital materia.(11) ◗ [1] Ver Corte Internacional de Justicia, caso del Canal de Corfú (Reino Unido vs. Albania) Fondo, I.C.J. Reports 1949; Caso Relativo a las Actividades Militares y Paramilitares en Nicaragua y Contra Nicaragua (Nicaragua vs. Estados Unidos de América), I.C.J. Reports 1986; Caso Relativo al Proyecto Gabĉíkovo-Nagymaros (Hungría vs. Eslovaquia) I.C.J. Reports 1997; Corte Permanente de Derecho Internacional, caso de la fábrica de Chorzow (Fondo), sentencia Nº. 13, 1928, Serie A, núm. 17, entre otras. [2] La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) es un órgano principal y autónomo de la OEA encargado de la promoción y protección de los derechos humanos en el continente americano, y fue creada en 1959. [3] La Corte Interamericana de Derechos Humanos fue creada en 1979, tras la entrada en vigencia de la Convención Americana de Derechos Humanos. [4] La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre fue aprobada por la IX Conferencia Internacional Americana realizada en Bogotá en 1948, la misma que dispuso la creación de la Organización de los Estados Americanos (O.E.A). [5] La Convención Americana sobre Derechos Humanos fue suscrita el 22 de noviembre de 1969 y entró en vigencia el 18 de julio de 1978. [6] Corte IDH. Caso García Prieto y otros vs. El Salvador. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 20 de noviembre de 2007. Serie C No. 168. Párr. 99. (7) Corte IDH. Caso Cantoral Huamaní y García Santa Cruz vs. Perú. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 10 de julio de 2007. Serie C No. 167. Párr. 124; caso de la Masacre de la Rochela. Sentencia de 11 de mayo de 2007. Serie C. No. 163. Párr. 145; caso del Penal Miguel Castro Castro. Sentencia de 25 de noviembre de 2006. Serie C No. 160. Párr. 381; y caso Trabajadores cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros). Sentencia de 24 de noviembre de 2006. Serie C No. 158, Párr. 106. (8) Ver Corte I.D.H., Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006. Serie C No. 154, párr. 124; caso Trabajadores cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de noviembre de 2006. Serie C No. 158; caso La Cantuta vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de noviembre de 2006. Serie C No. 162. (9) Corte I.D.H., Caso Atala Riffo y niñas vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 24 de febrero de 2012. Serie C No. 239. (10) Exp N 2798-04-HC/TC Lima, Gabriel Orlando Vera Navarrete en http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2005/02798-2004-HC.html (11) Ver Comisión Interamericana de Derechos Humanos, “Garantías para la independencia de las y los operadores de justicia. Hacia el fortalecimiento del acceso a la justicia y el estado de derecho en las Américas”, OEA/Ser.L/V/II. Doc. 44 de 5 de diciembre de 2013. 6 suplemento de análisis legal DERECHOS HUMANOS Martes 15 de julio de 2014 DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS Y LAS OBLIGACIONES DE LOS ESTADOS Memoria, verdad y justicia IVÁN BAZÁN CHACÓN Abogado. Magíster en Derecho Penal, abogado de la Procuraduría Pública Especializada Supranacional. E s conocido que el delito de desaparición forzada de personas genera una situación de incertidumbre sobre el paradero de la víctima, que afecta especialmente a sus familiares; pero ante su ocurrencia, ¿cuáles son las obligaciones del Estado en el que se cometió dicho acto ilícito internacional? Al respecto, el actual marco jurídico mundial, conformado por instrumentos internacionales y el cuerpo de decisiones de órganos de supervisión de los derechos humanos (DDHH), que a través de sucesivos y documentados informes o de sentencias, como las emitidas por la Corte Interamericana, completa el panorama de cuáles son las obligaciones establecidas de fuente convencional para los Estados. Así, en lo normativo, además de los tratados generales de DDHH, como la Convención Americana sobre DDHH y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, existen instrumentos específicos progresivamente elaborados por la comunidad mundial. En particular, está la Declaración de protección contra las desapariciones forzadas de las NNUU (1992), la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas (1994) y la Convención Internacional para proteger de las Desapariciones Forzadas de las NNUU (2006), ratificados por el Perú. Prohibiciones absolutas Dichos textos contienen en detalle las principales obligaciones del Estado, que conjugadas con las que se derivan de los instrumentos generales conforman un núcleo de deberes ineludibles para afrontar la situación y responder a las justas demandas de los familiares de la víctima. Así, la primera obligación, de respetar derechos, implica el abstenerse de incurrir en desapariciones forzadas, ya sea por las autoridades, funcionarios o agentes del Estado como por otras personas que sin ser funcionarios actúan con su tolerancia, apoyo o aquiescencia. Es una prohibición absoluta. Cometer una desaparición forzada es una grave violación de los derechos humanos, infringe una norma imperativa de derecho internacional o jus cogens(2). La segunda obligación, es la de garantizar el Experiencia del Estado peruano La Corte IDH determinó la responsabilidad internacional del Estado por desaparición forzada de personas en los casos Castillo Páez, Gómez Palomino, La Cantuta, Anzualdo Castro y Osorio Rivera y familiares. En algunos de ellos, en acatamiento de los mandatos del tribunal, el Estado peruano adoptó diversas medidas de reparación, como los actos de reconocimiento de la responsabilidad internacional y desagravios públicos(3), pago de la indemnización económica(4), búsqueda de los restos humanos y su entrega a los familiares(5) y, determinación de los hechos, identificación de presuntos responsables, procesamiento e imposición de las sanciones penales correspondientes(6), entre otras. De este conjunto, destaca por su especial complejidad, la búsqueda, identificación de restos y su entrega a los familiares, por el profundo significado para el núcleo familiar. En el caso Gómez Palomino, los propios perpetradores brindaron la información que condujo al hallazgo del cuerpo de dicha persona, su inmediata identificación y ulterior entrega, en condiciones dignas, a sus familiares. Un logro que lamentablemente en pocas oportunidades se ha podido materializar. derecho a no ser víctima de desaparición forzada. Aquí, el Estado debe organizar toda su estructura de manera que asegure el libre y pleno ejercicio de los DDHH(1), comprometido cuando se perpetra una desaparición forzada: el reconocimiento de la personalidad jurídica, la integridad personal, las garantías judiciales, la protección judicial; eventualmente, el propio derecho a la vida. Estas obligaciones, de carácter general, radican en la interpretación que la Corte Interamericana ha realizado del artículo 1, párrafo 1 de la Convención Americana. De esa interpretación se deriva también la de prevenir razonablemente la desaparición forzada de personas y, cuando esta se produce, entonces surge el deber de investigarla de oficio seriamente, con el objeto de conocer los hechos, identificar a los presuntos responsables, procesarlos y, de acreditarse su intervención en los hechos, sancionarlos según un debido proceso. La obligación de investigar la desaparición forzada adquiere igualmente carácter de norma imperativa de derecho internacional o jus cogens(2). Así, las obligaciones no se agotan con la activación del proceso penal si dicha medida no resuelve la cuestión del conocimiento del paradero de la persona desaparecida forzadamente; es decir, existe el deber del Estado de dar cuenta de la suerte del desaparecido y si ha fallecido, de entregar sus restos a sus familiares. Como toda violación de una obligación internacional comporta el deber de repararla adecuadamente, el Estado deberá compensar a los familiares de la víctima con una indemnización y otras medidas de reparación, como determinar la suerte de la víctima y en el caso de haber muerto, el deber de buscar los restos, identificarlos y entregarlos a sus seres queridos. Finalmente, en un Estado Constitucional resulta necesario redoblar esfuerzos, medidas y adoptar políticas públicas que contribuyan a responder humana y dignamente a las legítimas expectativas de los familiares de los desaparecidos, aspectos considerados por la Convención de las NNUU en la materia y también por la jurisprudencia internacional respecto a las víctimas de tan grave delito. Z [1] Corte IDH. Caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras. Sentencia del 29/071988, Serie C N° 4, párrafo 166. [2] Corte IDH. Caso La Cantuta Vs. Perú. Sentencia de 29/11/ 2006, Serie C N° 162, párrafo 157. [3] En los casos Gómez Palomino, La Cantuta, Anzualdo Castro y Osorio Rivera y familiares. [4] En el caso Castillo Páez en la integridad de lo dispuesto por la Corte IDH. [5] En el caso Gómez Palomino y en el de seis víctimas del caso La Cantuta. [6] En el caso Castillo Páez, en forma completa. En el caso La Cantuta, en forma muy avanzada, pues quedan algunas personas no habidas. DERECHOS HUMANOS Martes 15 de julio de 2014 suplemento de análisis legal 7 COMO SUJETOS DE DERECHOS EN EL CORPUS JURIS INTERNACIONAL Los pueblos indígenas JORGE CALDERÓN GAMBOA Abogado. Coordinador Senior de la Corte Interamericana. Profesor en Derechos Humanos de la Universidad de Costa Rica. Las opiniones aquí expresadas son exclusividad del autor y no representan la opinión de la Corte Interamericana de DDHH. E l derecho internacional ha logrado avances importantes sobre derechos de los pueblos indígenas. En la esfera internacional es con el Convenio 169 de la OIT de 1989 que se da el primer reconocimiento efectivo de sus derechos. Luego, la Declaración de Pueblos Indígenas de la ONU, aprobada por la Asamblea General en el 2007, reconoce derechos colectivos, incluyendo sobre el territorio y los recursos naturales. En el sistema interamericano desde 1997 se ha trabajado en el proyecto de Declaración Americana de los Pueblos Indígenas, que hasta la fecha no ha sido aprobada por los Estados miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA). Por su parte, la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (la Comisión o la CIDH y la Corte IDH) han venido trabajando, principalmente desde este milenio, en el análisis de casos contenciosos donde se han sentado importantes estándares respecto de los derechos de los pueblos indígenas en las Américas. En los últimos años, tenemos que la jurisprudencia de la Corte IDH ha impactado de manera sustantiva en el desarrollo de estos derechos en la región y a nivel internacional. Así, para brindar una protección de tales derechos, la Corte IDH ha debido interpretar la Convención Americana sobre DDHH (CADH, tratado de 1969), pues dicho instrumento no contempló ninguna cláusula especial referente a los derechos de estos pueblos. Es por ello que la Corte IDH ha utilizado el corpus juris internacional en la materia a fin de dar una interpretación conforme a la Convención. Ejemplo de ello es lo referente a la interpretación del derecho a la propiedad colectiva y protección de los recursos naturales de los pueblos indígenas. En el caso de la comunidad Saramaka vs. Suriname, referente a la concesión a una empresa privada para realizar trabajos de explotación maderera y minería en el territorio de la comunidad afrodescendiente, la Corte analizó a mayor profundidad lo que se refiere a recursos naturales y señaló que tales recursos son los necesarios para la propia supervivencia, desarrollo La casuística La Corte IDH ha conocido al menos 22 casos relacionados con temas indígenas, referentes a 9 países del continente. Estos analizaron temas como: derechos a la propiedad colectiva, a la vida digna de las comunidades, derechos políticos, reconocimiento de su personalidad jurídica, derecho a la lengua propia, derechos de los niños indígenas, desplazamiento forzado y derecho de circulación, derecho a la identidad cultural, recursos naturales y proyectos de desarrollo en sus territorios ancestrales, etc. y continuidad del estilo de vida de dicho pueblo. Estableció además que el artículo 21 de la CADH no impide al Estado emitir concesiones para la exploración o extracción de recursos naturales, no obstante, para que éstas no impliquen una denega- ción de la subsistencia del pueblo como tal y a fin de preservar, proteger y garantizar dicha relación especial de los miembros, el Estado debe cumplir con las siguientes salvaguardias: 1) consultar para obtener consentimiento; 2) compartir beneficios generados a partir de las concesiones emitidas; 3) realizar estudios de impacto ambiental y social, y 4) no afectar la sobrevivencia del pueblo. La Corte desarrolló el alcance de cada uno de estos aspectos en su jurisprudencia. En el caso del pueblo indígena Kichwa de Sarayaku vs. Ecuador (Sarayaku o Pueblo Sarayaku) en 2012, referente al otorgamiento por parte del Estado de un permiso a una empresa petrolera para realizar actividades de exploración y explotación petrolera en territorio indígena, incluyendo la introducción de explosivos de alto poder en varios puntos del mismo, y la posibilidad de crear una situación de riesgo para la población, la Corte IDH desarrolló mayores estándares sobre la obligación de garantizar el derecho a la consulta e identidad cultural del pueblo indígena. Al respecto, señaló que éste es un derecho fundamental y de naturaleza colectiva de las comunidades indígenas, que debe ser respetado en una sociedad multicultural, pluralista y democrática. Medidas de reparación integral Las medidas de reparación integral que la Corte IDH ha otorgado en estos casos han incluido la demarcación, titulación, restitución y protección del territorio ancestral. Adopción de mecanismos para el reconocimiento de su personalidad jurídica, debida implementación de la consulta y demás salvaguardas para los pueblos indígenas. Creación de fondos de desarrollo y diversas medidas de infraestructura en favor de las comunidades, entre otras medidas legislativas y administrativas para evitar la repetición de los hechos y en favor de la población indígena. A manera de conclusión, podemos advertir que la jurisprudencia de la Corte IDH, la misma que han recogido el corpus juris internacional aplicable, ha desarrollado estándares de suma relevancia para el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas, posicionándose así como uno de los principales órganos líder en esta materia a nivel internacional. Igualmente, cada vez son más los tribunales internos que han adoptado también los criterios emitidos por la Corte IDH vía control de convencionalidad, alcanzando así una mayor protección para las poblaciones indígenas y afrodescendientes de la región. ◗ 8 suplemento de análisis legal DERECHOS HUMANOS Martes 15 de julio de 2014 EJECUCIONES EXTRAJUDICIALES Impunidad y privación de la vida CARLOS MIGUEL REAÑO BALAREZO Abogado sénior de la procuraduría pública especializada supranacional. Estudios de Especialización en el Instituto Interamericano de Derechos Humanos ( IIDH). L a Corte Interamericana ha reiterado en una multiplicidad de sentencias que el derecho a la vida es un derecho humano fundamental, cuyo goce es un prerrequisito para el disfrute de todos los demás derechos humanos. De no ser respetado, todos los demás derechos carecen de sentido, por lo cual no son admisibles enfoques restrictivos del mismo. De conformidad con la obligación del Estado de respetar y garantizar los derechos humanos, la protección al derecho a la vida implica no solo obligaciones de carácter negativo, sino también positivo. En este sentido, además de existir una prohibición absoluta de ejecuciones extrajudiciales y otros actos similares, los Estados se encuentran obligados a desarrollar acciones positivas que se traduzcan en la erradicación de ambientes incompatibles o peligrosos para la protección de los derechos humanos. Sin embargo, ninguno de los principales tratados internacionales –universales o regionales– define expresamente qué se entiende por ejecuciones extrajudiciales, por lo que el concepto se ha venido formando progresivamente. En la actualidad, se entiende que las ejecuciones extrajudiciales son una privación arbitraria de la vida por parte de agentes del Estado, o por particulares con la complicidad, tolerancia o aquiescencia de estos, sin un proceso judicial o legal que así lo disponga. A nivel interno, la ejecución extrajudicial puede ser catalogada como delito de homicidio simple (artículo 106 del Código Penal) u Homicidio calificado – asesinato (artículo 108 del Código Penal). Por otro lado, por la gravedad que implica una ejecución extrajudicial, han sido catalogadas como una violación directa contra el derecho a la vida y una grave violación de los derechos humanos, pues, su investigación, sanción y reparación no interesa únicamente a las víctimas, sino también le interesa a toda la comunidad internacional; en ese sentido, su prohibición es norma de ius cogens, es decir, una norma imperativa y de obligatorio cumplimiento. Obligaciones de los Estados Por ello la jurisprudencia de la Corte Interamericana ha señalado que en casos de ejecuciones extrajudiciales, el Estado tiene el deber de iniciar, ex officio y sin dilación, una investigación seria, imparcial y efectiva, a fin de esclarecer la verdad de los hechos, castigar a todos sus responsables, especialmente cuando se encuentren involucrados agentes estatales, ya que de no ser así se estarían creando, en un ambiente de impunidad, las condiciones para que este tipo de hechos vuelva a repetirse, lo que es contrario al deber de respetar y garantizar el derecho a la vida(1). Asimismo, ha señalado que resultan inadmisibles las amnistías, las disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir la investigación y, en su caso, la sanción de los responsables(2). En este sentido, el Protocolo de Naciones Unidas para la Investigación Legal de las Ejecuciones Extrajudiciales, Arbitrarias y Sumarias o Protocolo de Minnesota(3) ha sentado algunos lineamientos básicos para llevar a cabo las investigaciones correspondientes y determinar si las ejecuciones han sido extrajudiciales, sumarias y arbitrarias. El Protocolo ha señalado como requisitos mínimos de la investigación: la identificación de la víctima, la recolección y preservación de pruebas relacionadas con la muerte, con el fin de ayudar en el potencial procesamiento de los responsables, la identificación de posibles testigos y la obtención de sus declaraciones enla o las personas involucradas en la muerte y la presentación de los presuntos perpetradores ante un tribunal competente establecido por ley. Un tema bastante delicado corresponde al uso de la fuerza por parte de funcionarios del ACTUALMENTE SE ENTIENDE QUE LAS EJECUCIONES EXTRAJUDICIALES SON UNA PRIVACIÓN ARBITRARIA A LA VIDA POR AGENTES DEL ESTADO. Jurisprudencia La jurisprudencia de casos resueltos por la Corte IDH permite analizar temas de interés, como la responsabilidad internacional del Estado por hechos cometidos por grupos paramilitares, el derecho a la vida respecto de funcionarios sobrevivientes (caso de la Masacre de La Rochela vs. Colombia, 2007); obligaciones negativas y positivas de los Estados, uso de la fuerza por cuerpos de seguridad estatales, hechos cometidos por agentes estatales directamente, hechos de un grave y violento atentado seguido de muerte, y obligación de las garantías frente a personas en situación de riesgo (caso Familia Barrios vs. Venezuela, 2011); Estado encargados de hacer cumplir la ley, que puede llegar incluso, bajo determinadas circunstancias especiales, al empleo de la fuerza letal. Al respecto, tal uso es posible en los casos estrictamente inevitables para protegerse o proteger a otras personas contra una amenaza inminente de muerte o lesiones graves, o mantener por otros medios la ley y el orden cuando sea estrictamente necesario y proporcional(4). Bajo tales consideraciones, el uso de la fuerza letal debe ser siempre el último recurso y debe regirse estrictamente por los principios que aseguren la licitud y no arbitrariedad de la actuación de sus funcionarios. En ese sentido, resulta fundamental que los Estados regulen legalidad y excepcionalidad del uso de la fuerza en relación con el deber de garantía, necesidad y proporcionalidad en relación con el deber de respeto, y la debida diligencia y humanidad en relación con el deber de garantía del derecho a la vida (caso Nadege Dorzema vs. República Dominicana, 2012). en su ordenamiento jurídico interno los procedimientos que se refieren al uso de la fuerza letal por parte de sus funcionarios; asimismo, constituye una obligación de los Estados brindar la formación y el entrenamiento permanente a sus funcionarios para que en sus operaciones utilicen la fuerza letal estrictamente dentro de los parámetros internacionalmente aceptados. ◗ [1] Corte IDH. Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25/11/2003. Serie C No. 101, párr. 156. (2) Corte IDH. Caso Barrios Altos. Sentencia de 14/03/2001. Serie C No. 75, párr. 41. (3) Doc E/ST/CSDHA/.12 (1991). (4) CIDH. Informe sobre Terrorismo y DDHH-2002. Párr. 87.