dignidad y justicia - Corte Interamericana de Derechos Humanos

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Nº
512
Martes 15 de julio de 2014 • Año 8
DIGNIDAD Y JUSTICIA
El poder de la humanidad
Págs. 2-3
Estado, democracia y
derechos humanos. El
sistema interamericano
y la justicia penal.
José Ávila Herrera
Págs. 4-5
La responsabilidad
internacional de los Estados
ante la vulneración de los
derechos fundamentales.
Nerea Aparicio
Pág. 6
Memoria, verdad y justicia.
Desaparición forzada de
personas y las obligaciones
del Estado.
Iván Bazán Chacón
Pág. 7
Los pueblos indígenas
como sujetos de derecho
en el corpus juris
internacional.
Jorge Calderón Gamboa
Pág. 8
Impunidad y privación
de la vida. Ejecuciones
extrajudiciales.
Carlos Miguel Reaño Balarezo
2
suplemento de
análisis legal
Martes 15 de julio de 2014
DERECHOS HUMANOS
JOSÉ ÁVILA
HERRERA
Viceministro de Derechos
Humanos y Acceso a la Justicia
del Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos.
E
l continente americano, al igual que el
resto del mundo, reaccionó con mucha fuerza a los efectos devastadores
de la Segunda Guerra Mundial. A
comienzos de 1945 se realizó la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la
Guerra y de la Paz en Ciudad de México, con
el propósito de revitalizar y renovar el sistema
interamericano, que hasta ese entonces había
funcionado sin siquiera tener una Carta Constitucional.
Los países latinoamericanos pretendían afianzar en esta reunión una mayor solidaridad entre
las naciones americanas y una mejor organización
constitucional. Para algunos de los gobiernos
latinoamericanos constituía también un objetivo
fortalecer el respeto por los derechos humanos,
por la justicia y por la democracia, tanto en el
ámbito regional como nacional.
Con este último fin se le encomendó al Consejo
Directivo de la Unión Panamericana la redacción
de un proyecto para mejorar y reforzar el sistema
panamericano en el cual las Repúblicas Americanas reconocerían al derecho internacional como
una norma efectiva de regulación de sus conductas
y se comprometerían a observar las normas que
se establecieran en la Declaración de Derechos
y Deberes de los Estados y en la Declaración Internacional de Derechos y Deberes del Hombre.
El 30 de marzo de 1948, durante la Novena
Conferencia Internacional Americana (Colombia),
los 21 Estados miembros del sistema adoptaron
su Carta Constitucional que establecía “la organización internacional que han desarrollado para
lograr un orden de paz y de justicia, fomentar su
solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial y su
independencia”.
La Carta de la Organización de Estados
Americanos (OEA), primera fuente jurídica
del sistema, no consagró un sistema de protección de los derechos humanos, sino que dejó
sentadas las bases para ello al establecer en
su preámbulo la idea de la centralidad del ser
humano en la organización de la sociedad. Su
párrafo primero señala que “la misión histórica
de América es ofrecer al hombre una tierra de
libertad”, y el párrafo tercero considera que: “el
sentido genuino de la solidaridad americana
y de la buena vecindad no puede ser otro que
el de consolidar en este continente, dentro del
marco de las instituciones democráticas, un
régimen de libertad individual y de justicia
jurídica
EL SISTEMA INTERAMERICANO
Y LA JUSTICIA PENAL
Estado,
democracia
y Derechos
Humanos
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Herrera Guerra | Jefe de diagramación: Julio Rivadeneyra Usurín | Diagramación: Vanessa Quiroz Rodríguez | Ilustración: Tito Piqué
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DERECHOS HUMANOS
Martes 15 de julio de 2014
Ideas rectoras y nueva organización
En cuanto a sus disposiciones substantivas, la
referencia más importante en la materia estaba
contenida en la Carta de 1948 en el artículo 5.
Literal j, cuyos términos están reproducidos en
la Carta actualmente vigente, en el artículo 3.
Literal l). En este precepto, los Estados Miembros “proclaman” como uno de los principios
de la nueva organización, esto es, como una de
las ideas rectoras y orientadoras de su actuar,
los derechos de la persona humana, haciendo
a la vez hincapié en la idea de la generalidad de
estos derechos al señalar que estos no pueden ser
objeto de distinción alguna en razón de la raza,
la nacionalidad, el credo o el sexo. A su vez, el
artículo 13 estableció que “[c]ada Estado tiene el
derecho a desenvolver libre y espontáneamente
su vida cultural, política y económica. En este
libre desenvolvimiento el Estado respetará los
derechos de la persona humana y los principios
de la moral universal”. Estas dos disposiciones
sirvieron como base fundamental de lo que hoy es
el sistema interamericano de Derechos Humanos.
Es innegable la relación existente entre: Estado
Constitucional de Derecho, Democracia y Derechos
Humanos. Ningún Estado puede afirmar ser democrático si en el mismo los derechos humanos
no son respetados ni están debidamente garantizados. Tal como lo establece el artículo 7 de la Carta
Democrática Interamericana, la democracia es
indispensable para el ejercicio efectivo de las libertades fundamentales y los derechos humanos, en su
carácter universal, indivisible e interdependiente,
consagrados en las respectivas constituciones de
los Estados y en los instrumentos interamericanos
e internacionales de derechos humanos, los cuales
forman parte de nuestro ordenamiento jurídico
interno por el artículo 55 de la Constitución, así
como por la cuarta disposición final y transitoria
de nuestra Carta Magna.
Ese es el objetivo común al cual debemos aspirar como Estado, es decir, fortalecer la democracia
y, con ello, garantizar la plena vigencia de los
derechos humanos, de acuerdo a lo establecido
en el artículo 1.1 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y al artículo 44 de la
Constitución Política del Perú, la cual lo contempla
como deber primordial del Estado.
El sistema interamericano de protección de
derechos humanos se constituye como una de
las instancias supranacionales ante la cual, los
ciudadanos –sujetos a la jurisdicción de un país
perteneciente a la región y que se sientan afectados
en sus derechos– pueden acudir voluntaria y
libremente a través de los mecanismos previstos
ante los diferentes órganos del sistema: peticiones
individuales, medidas cautelares, entre otros,
debiendo señalar que el Estado peruano tiene en
la actualidad más de 1,060 peticiones individuales
en estudio ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, y más de 330 en trámite
ante el referido órgano regional de protección
de derechos humanos, según el último Informe
Anual de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos publicado el pasado abril.
Aproximación a la Corte Interamericana
Corte Interamericana
de Derechos Humanos,
a efectos de que los
incorporen en sus
diversas resoluciones
y actuaciones en
general, teniendo
siempre presente que,
no solo la Convención
Americana sobre
Derechos Humanos y
demás instrumentos
internacionales
interamericanos forman
parte del ordenamiento
jurídico interno, de
conformidad con la
Cuarta Disposición
Final y Transitoria de
3
ES INNEGABLE
LA RELACIÓN
ENTRE: ESTADO
CONSTITUCIONAL
DE DERECHO,
DEMOCRACIA Y
DDHH. NINGÚN
ESTADO PUEDE
AFIRMAR SER
DEMOCRÁTICO SI EN
EL MISMO LOS DDHH
NO SON RESPETADOS.
social, fundado en el respeto de los derechos
esenciales del hombre”.
El Ministerio de
Justicia y Derechos
Humanos (Minjus),
plenamente consciente
de sus obligaciones
internacionales, organizó
en junio el “Primer Curso
de Alta Especialización
en el Sistema
Interamericano de
Protección de Derechos
Humanos vinculado a
la justicia penal” con el
objetivo de aproximar
a nuestros jueces,
fiscales y abogados de
la defensa pública a los
criterios y estándares
desarrollados por la
suplemento de
análisis legal
la Constitución, sino
también las propias
sentencias de la Corte
Interamericana de
Derechos Humanos, tal
como ha sido reconocido
por el Tribunal
Constitucional peruano,
en diversas sentencias.
El citado curso se
desarrolló en diez
grandes ejes temáticos:
Responsabilidad
Internacional del Estado,
Convergencias entre el
Derecho Internacional
Humanitario y el
Derecho Internacional de
los Derechos Humanos,
Derecho a la Vida,
Derecho al Debido
Proceso y a la Protección
Judicial, Lucha contra la
impunidad, Derecho a
la Integridad Personal,
Derecho a la Libertad
Personal, Igualdad y
No Discriminación,
Uso de la Fuerza, y
Derecho de los Pueblos
Indígenas, para lo cual se
contó con especialistas
internacionales y
nacionales, quienes
abordaron los diversos
temas no solo desde
un marco teórico, sino
también práctico.
El Minjus, asimismo,
suscribió un
Convenio Marco de
Cooperación con la
Corte Interamericana
de Derechos Humanos
para la capacitación a
operadores de justicia,
lo que, sin lugar a
dudas, contribuirá en
el objetivo común que
nuestras instituciones
(Minjus, Poder Judicial,
Ministerio Público)
buscan: fortalecer
nuestro sistema de
administración de
justicia y la democracia
en nuestro país.
Sistema de administración de justicia
En atención al citado artículo 44 de la Constitución, del cual se desprende el principio de
sometimiento de todos los poderes públicos a la
Carta Magna, destaca la importancia del sistema
de administración de justicia como garante de
protección de derechos humanos y la necesidad
que desarrolle sus funciones atendiendo no solo
la Constitución y las leyes internas, sino también los tratados internacionales sobre derechos
humanos suscritos y ratificados por el Perú, así
como la jurisprudencia vinculante de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.
Cabe destacar que, de acuerdo con el Preámbulo de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, el Sistema Interamericano brinda una
protección internacional de naturaleza convencional coadyuvante o complementaria de la que
ofrece el derecho interno, teniendo los Estados, a
través de sus sistemas de administración de justicia, la obligación no solo de respetar derechos, sino
sobre todo, cuando se produzcan violaciones a los
derechos humanos, la obligación de garantizar
los mismos, mediante una investigación seria,
efectiva e imparcial, determinar responsabilidades a través de procesos penales en los cuales
se respeten las garantías judiciales y, asimismo,
asegurar una reparación justa del daño causado. ◗
4-5
suplemento de
análisis legal
Martes 15 de julio de 2014
FRENTE A LA VULNERACIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
La responsabilidad
internacional de los Estad
NEREA APARICIO
Abogada. Miembro del
Colegio de Abogados de Madrid.
Máster en Estudios Legales
Internacionales del Washington
College of Law, American
University. Ha sido especialista
principal de la Comisión
Interamericana de DD. HH. y
funcionaria de la ONU.
E
l concepto de responsabilidad internacional de los Estados por violaciones a
los derechos humanos es un concepto
relativamente reciente, que tiene su
origen, principalmente, en el siglo
XX y que ha cobrado gran relevancia jurídica y
política en estas últimas décadas.
Si bien el concepto de responsabilidad internacional ya se encontraba firmemente aceptado
por los Estados con anterioridad a su codificación
en la Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados de 1969, así como interpretado y aplicado por la Corte Internacional de Justicia y por la
Corte Permanente de Justicia Internacional(1), el
concepto de responsabilidad internacional por
violaciones a los derechos humanos se ha desarrollado y concretado en el continente americano,
gracias a la interpretación que han realizado tanto
la Comisión(2) como la Corte Interamericana de
Derechos Humanos(3) de la Declaración de los
Derechos y Deberes del Hombre(4) y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos(5),
en su vasta jurisprudencia.
Partiendo de la premisa que tanto el sistema
universal (o Sistema de las Naciones Unidas)
como el Interamericano de Protección de los
Derechos Humanos son sistemas subsidiarios
a los nacionales, y que, por lo tanto, para que
sus órganos tengan competencia para conocer
sobre casos concretos, las presuntas víctimas
deben agotar como regla general los recursos
internos que fuesen efectivos o idóneos para
la reparación del presunto derecho vulnerado,
la responsabilidad internacional del Estado
surge en la gran mayoría de los casos, cuando
las autoridades judiciales no dan una respuesta
adecuada o conforme a las obligaciones asumidas voluntariamente por el Estado, a través de
la ratificación de la Convención Americana, y
de otros instrumentos interamericanos para
la protección de los derechos humanos.
Ya que cuando se alega la presunta vulneración de algún derecho consagrado en la Convención Americana, el primer test por realizar
consiste en determinar si el Estado cumplió o no
con el deber de garantizar ese derecho (artículo
1.1), el cual consiste en la obligación de los Estados
de no solo prevenir, sino también investigar las
violaciones a los derechos humanos, y procurar,
además, el restablecimiento, si es posible, del
derecho conculcado y, en su caso, reparar el daño
o los daños producidos(6).
Recursos efectivos a víctimas
En consecuencia, los Estados están obligados a
suministrar recursos efectivos a las víctimas, que
deben ser sustanciados de conformidad con las
reglas del debido proceso legal (artículos 8 y 25
de la Convención)(7).
De este primer test se deriva, igualmente, la
importancia del control de convencionalidad
que deben realizar las y los operadores de justicia
entre las normas jurídicas que aplican en los
casos concretos y la Convención Americana de
Derechos Humanos, para lo cual deben tener en
cuenta no solamente el tratado, sino también la
interpretación que del mismo ha hecho la Corte
Interamericana(8).
En consecuencia, son las y los operadores de
justicia quienes, a nivel interno, salvaguardan la
efectiva aplicación de las obligaciones internacionales asumidas por los Estados en el ámbito de los
derechos humanos, y quienes pueden comprometer su responsabilidad internacional cuando
por ejemplo no conducen la investigación como
un deber jurídico propio y de manera diligente, y,
por tanto, no constituye un recurso efectivo para
asegurar el derecho de acceso a la justicia de las
presuntas víctimas; o cuando la sustanciación de
un recurso no se realiza conforme a las reglas del
debido proceso legal. Igualmente, la actuación
de las y los operadores de justicia puede comprometer la responsabilidad internacional del
Estado, cuando en la resolución de los recursos
judiciales no adecúen las disposiciones de derecho
interno a las disposiciones de la Convención y
a la jurisprudencia de la Corte (artículo 2 de la
Convención Americana).
A modo de ejemplo, en la reciente sentencia
de la Corte Interamericana en el caso Karen
Atala Riffo y niñas de 2012(9), la Corte analizó,
entre otros, si la sentencia de la Corte Suprema
LA RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL DEL ESTADO
SURGE EN LA GRAN MAYORÍA DE LOS CASOS, CUANDO
LAS AUTORIDADES JUDICIALES NO DAN UNA RESPUES
ADECUADA O CONFORME A LAS OBLIGACIONES ASUMI
VOLUNTARIAMENTE POR EL ESTADO, A TRAVÉS DE LA
RATIFICACIÓN DE LA CONVENCIÓN AMERICANA, Y DE
OTROS INSTRUMENTOS INTERAMERICANOS PARA LA
PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS.
DERECHOS HUMANOS
Decisiones
del TC
dos
TA
IDAS
E
No obstante
lo anterior,
existen también
numerosas
experiencias en
el continente
americano sobre
Altas Cortes que
han incorporado
estándares
del Sistema
Interamericano
en sus
sentencias,
aun cuando
sus Estados
no habían
sido parte
en procesos
contenciosos
sobre esa
materia.
A modo de
ejemplo, el
Tribunal
Constitucional
del Perú en
su sentencia
del caso Vera
Navarrete
de 2004(10)
desarrolló las
implicancias del
artículo 25 de
la Convención
Americana
(derecho a un
recurso efectivo)
a nivel interno,
al establecer la
doble dimensión
de la protección
judicial, como:
1) el derecho de
las víctimas a la
verdad, justicia y
reparación; y 2)
la obligación de
las autoridades
de desarrollar
procesos
judiciales
determinando
las figuras
delictivas
aplicables
conforme a las
disposiciones
de derecho
internacional.
En el caso
concreto,
el Tribunal
Constitucional
del Perú resolvió
que sí se podía
llevar a cabo
el proceso
penal por
el delito de
desaparición
forzada de
personas y
sancionar a
los presuntos
responsables
bajo ese tipo
penal, con
base en la
jurisprudencia
de la Corte
Interamericana
que considera
la desaparición
forzada de
personas
como un delito
permanente
hasta en tanto
no aparezcan
los restos
de las víctimas,
a pesar de que
ese delito no
se encontraba
tipificado en
el Perú en el
momento en que
ocurrieron los
hechos casos.
SE PUEDE AFIRMAR
QUE A PARTIR DEL
SIGLO XX LAS Y LOS
OPERADORES
DE JUSTICIA SON
QUIENES, A TRAVÉS
DE SU ACTUACIÓN,
DEBEN PROTEGER LA
RESPONSABILIDAD
DE LOS ESTADOS EN
MATERIA DE DD. HH.
de Justicia de Chile y del Juzgado de Menores
de Villarrica violaba el derecho a la igualdad y
a la no discriminación de la señora Atala Riffo,
al haber retirado el cuidado y custodia de sus
tres hijas como resultado del juicio de tuición
provisoria o custodia que interpuso el padre
de las niñas en contra de la señora Atala Riffo,
por considerar que su orientación sexual y su
convivencia con una pareja del mismo sexo producirían un daño a las mismas. En este caso, la
Corte Interamericana concluyó que si bien la
sentencia de la Corte Suprema y la decisión de
tuición provisoria pretendían proteger el interés
superior de las niñas M., V. y R., no se probó
que la motivación esgrimida en las decisiones
judiciales fuera adecuada para alcanzar dicho
fin, dado que la Corte Suprema de Justicia y el
Juzgado de Menores de Villarrica no comprobaron en el caso concreto que la convivencia de
la señora Atala con su pareja hubiera afectado
de manera negativa el interés superior de las
niñas y, por el contrario, utilizaron argumentos
abstractos, estereotipados y/o discriminatorios
para fundamentar su decisión. Así, la Corte Interamericana resolvió que dichas decisiones
constituían un trato discriminatorio en contra
de la señora Atala, en violación del artículo 24
de la Convención Americana en conexión con el
artículo 1.1 del mencionado instrumento.
En consecuencia, se puede afirmar que a partir del siglo XX las y los operadores de justicia son
quienes, a través de su actuación, deben proteger
la responsabilidad de los Estados en materia de
DD. HH. De ello se deriva la importancia de
los Estados de fortalecer y proteger a las y los
operadores de justicia, a fin de que se garantice
su independencia y autonomía institucional y
funcional, así como su conocimiento en esta
vital materia.(11) ◗
[1] Ver Corte Internacional de Justicia, caso del Canal de Corfú (Reino Unido vs. Albania) Fondo, I.C.J. Reports 1949; Caso Relativo a las Actividades Militares y Paramilitares en Nicaragua y Contra Nicaragua (Nicaragua vs. Estados Unidos de
América), I.C.J. Reports 1986; Caso Relativo al Proyecto Gabĉíkovo-Nagymaros (Hungría vs. Eslovaquia) I.C.J. Reports 1997; Corte Permanente de Derecho Internacional, caso de la fábrica de Chorzow (Fondo), sentencia Nº. 13, 1928, Serie A,
núm. 17, entre otras. [2] La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) es un órgano principal y autónomo de la OEA encargado de la promoción y protección de los derechos humanos en el continente americano, y fue creada en
1959. [3] La Corte Interamericana de Derechos Humanos fue creada en 1979, tras la entrada en vigencia de la Convención Americana de Derechos Humanos. [4] La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
fue aprobada por la IX Conferencia Internacional Americana realizada en Bogotá en 1948, la misma que dispuso la creación de la Organización de los Estados Americanos (O.E.A). [5] La Convención Americana sobre Derechos
Humanos fue suscrita el 22 de noviembre de 1969 y entró en vigencia el 18 de julio de 1978. [6] Corte IDH. Caso García Prieto y otros vs. El Salvador. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 20 de noviembre de 2007. Serie C No. 168. Párr. 99. (7) Corte IDH. Caso Cantoral Huamaní y García Santa Cruz vs. Perú. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 10 de julio de 2007. Serie C No. 167. Párr. 124; caso de
la Masacre de la Rochela. Sentencia de 11 de mayo de 2007. Serie C. No. 163. Párr. 145; caso del Penal Miguel Castro Castro. Sentencia de 25 de noviembre de 2006. Serie C No. 160. Párr. 381; y caso Trabajadores cesados del Congreso
(Aguado Alfaro y otros). Sentencia de 24 de noviembre de 2006. Serie C No. 158, Párr. 106. (8) Ver Corte I.D.H., Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26
de septiembre de 2006. Serie C No. 154, párr. 124; caso Trabajadores cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de noviembre de 2006. Serie C
No. 158; caso La Cantuta vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de noviembre de 2006. Serie C No. 162. (9) Corte I.D.H., Caso Atala Riffo y niñas vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 24 de febrero
de 2012. Serie C No. 239. (10) Exp N 2798-04-HC/TC Lima, Gabriel Orlando Vera Navarrete en http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2005/02798-2004-HC.html (11) Ver Comisión Interamericana de Derechos Humanos, “Garantías
para la independencia de las y los operadores de justicia. Hacia el fortalecimiento del acceso a la justicia y el estado de derecho en las Américas”, OEA/Ser.L/V/II. Doc. 44 de 5 de diciembre de 2013.
6
suplemento de
análisis legal
DERECHOS HUMANOS
Martes 15 de julio de 2014
DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS Y LAS OBLIGACIONES DE LOS ESTADOS
Memoria, verdad y justicia
IVÁN BAZÁN
CHACÓN
Abogado. Magíster
en Derecho Penal,
abogado de la
Procuraduría Pública
Especializada
Supranacional.
E
s conocido que el delito de desaparición forzada de personas genera una
situación de incertidumbre sobre el
paradero de la víctima, que afecta
especialmente a sus familiares;
pero ante su ocurrencia, ¿cuáles son
las obligaciones del Estado en el que se
cometió dicho acto ilícito internacional?
Al respecto, el actual marco jurídico mundial,
conformado por instrumentos internacionales
y el cuerpo de decisiones de órganos de supervisión de los derechos humanos (DDHH), que
a través de sucesivos y documentados informes
o de sentencias, como las emitidas por la Corte
Interamericana, completa el panorama de cuáles
son las obligaciones establecidas de fuente convencional para los Estados.
Así, en lo normativo, además de los tratados
generales de DDHH, como la Convención Americana sobre DDHH y el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, existen instrumentos
específicos progresivamente elaborados por la
comunidad mundial. En particular, está la Declaración de protección contra las desapariciones
forzadas de las NNUU (1992), la Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de
Personas (1994) y la Convención Internacional
para proteger de las Desapariciones Forzadas de
las NNUU (2006), ratificados por el Perú.
Prohibiciones absolutas
Dichos textos contienen en detalle las principales
obligaciones del Estado, que conjugadas con las
que se derivan de los instrumentos generales
conforman un núcleo de deberes ineludibles para
afrontar la situación y responder a las justas demandas de los familiares de la víctima.
Así, la primera obligación, de respetar derechos, implica el abstenerse de incurrir en desapariciones forzadas, ya sea por las autoridades,
funcionarios o agentes del Estado como por otras
personas que sin ser funcionarios actúan con su
tolerancia, apoyo o aquiescencia. Es una prohibición absoluta. Cometer una desaparición
forzada es una grave violación de los derechos
humanos, infringe una norma imperativa de
derecho internacional o jus cogens(2).
La segunda obligación, es la de garantizar el
Experiencia del Estado peruano
La Corte IDH determinó la
responsabilidad internacional del Estado por desaparición forzada de personas en
los casos Castillo Páez, Gómez Palomino, La Cantuta,
Anzualdo Castro y Osorio
Rivera y familiares. En
algunos de ellos, en acatamiento de los mandatos del
tribunal, el Estado peruano
adoptó diversas medidas de
reparación, como los actos
de reconocimiento de la responsabilidad internacional
y desagravios públicos(3),
pago de la indemnización
económica(4), búsqueda
de los restos humanos y su
entrega a los familiares(5)
y, determinación de los
hechos, identificación de
presuntos responsables,
procesamiento e imposición
de las sanciones penales
correspondientes(6), entre
otras. De este conjunto,
destaca por su especial
complejidad, la búsqueda,
identificación de restos y
su entrega a los familiares,
por el profundo significado
para el núcleo familiar. En
el caso Gómez Palomino,
los propios perpetradores
brindaron la información
que condujo al hallazgo del
cuerpo de dicha persona,
su inmediata identificación y ulterior entrega, en
condiciones dignas, a sus
familiares. Un logro que
lamentablemente en pocas
oportunidades se ha podido
materializar.
derecho a no ser víctima de desaparición forzada.
Aquí, el Estado debe organizar toda su estructura
de manera que asegure el libre y pleno ejercicio de
los DDHH(1), comprometido cuando se perpetra
una desaparición forzada: el reconocimiento de
la personalidad jurídica, la integridad personal,
las garantías judiciales, la protección judicial;
eventualmente, el propio derecho a la vida.
Estas obligaciones, de carácter general, radican en la interpretación que la Corte Interamericana ha realizado del artículo 1, párrafo 1 de la
Convención Americana. De esa interpretación se
deriva también la de prevenir razonablemente
la desaparición forzada de personas y, cuando
esta se produce, entonces surge el deber de
investigarla de oficio seriamente, con el objeto de conocer los hechos, identificar a
los presuntos responsables, procesarlos
y, de acreditarse su intervención en los
hechos, sancionarlos según un debido proceso.
La obligación de investigar la desaparición forzada
adquiere igualmente carácter de norma imperativa de derecho internacional o jus cogens(2). Así,
las obligaciones no se agotan con la activación
del proceso penal si dicha medida no resuelve
la cuestión del conocimiento del paradero de la
persona desaparecida forzadamente; es decir,
existe el deber del Estado de dar cuenta de la suerte
del desaparecido y si ha fallecido, de entregar sus
restos a sus familiares.
Como toda violación de una obligación
internacional comporta el deber de repararla
adecuadamente, el Estado deberá compensar
a los familiares de la víctima con una indemnización y otras medidas de reparación, como
determinar la suerte de la víctima y en el caso
de haber muerto, el deber de buscar los restos,
identificarlos y entregarlos a sus seres queridos.
Finalmente, en un Estado Constitucional
resulta necesario redoblar esfuerzos, medidas
y adoptar políticas públicas que contribuyan a
responder humana y dignamente a las legítimas
expectativas de los familiares de los desaparecidos, aspectos considerados por la Convención de
las NNUU en la materia y también por la jurisprudencia internacional respecto a las víctimas
de tan grave delito. Z
[1] Corte IDH. Caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras.
Sentencia del 29/071988, Serie C N° 4, párrafo 166. [2]
Corte IDH. Caso La Cantuta Vs. Perú. Sentencia de 29/11/
2006, Serie C N° 162, párrafo 157. [3] En los casos Gómez
Palomino, La Cantuta, Anzualdo Castro y Osorio Rivera
y familiares. [4] En el caso Castillo Páez en la integridad
de lo dispuesto por la Corte IDH. [5] En el caso Gómez
Palomino y en el de seis víctimas del caso La Cantuta. [6]
En el caso Castillo Páez, en forma completa. En el caso La
Cantuta, en forma muy avanzada, pues quedan algunas
personas no habidas.
DERECHOS HUMANOS
Martes 15 de julio de 2014
suplemento de
análisis legal
7
COMO SUJETOS DE DERECHOS EN EL CORPUS JURIS INTERNACIONAL
Los pueblos indígenas
JORGE
CALDERÓN GAMBOA
Abogado. Coordinador Senior
de la Corte Interamericana.
Profesor en Derechos Humanos
de la Universidad de Costa Rica.
Las opiniones aquí expresadas
son exclusividad del autor y no
representan la opinión de la Corte
Interamericana de DDHH.
E
l derecho internacional ha logrado
avances importantes sobre derechos
de los pueblos indígenas. En la esfera
internacional es con el Convenio 169
de la OIT de 1989 que se da el primer
reconocimiento efectivo de sus derechos. Luego,
la Declaración de Pueblos Indígenas de la ONU,
aprobada por la Asamblea General en el 2007,
reconoce derechos colectivos, incluyendo sobre
el territorio y los recursos naturales. En el sistema
interamericano desde 1997 se ha trabajado en el
proyecto de Declaración Americana de los Pueblos
Indígenas, que hasta la fecha no ha sido aprobada
por los Estados miembros de la Organización de
Estados Americanos (OEA).
Por su parte, la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (la Comisión o
la CIDH y la Corte IDH) han venido trabajando,
principalmente desde este milenio, en el análisis
de casos contenciosos donde se han sentado importantes estándares respecto de los derechos de
los pueblos indígenas en las Américas.
En los últimos años, tenemos que la jurisprudencia de la Corte IDH ha impactado de manera
sustantiva en el desarrollo de estos derechos en la
región y a nivel internacional.
Así, para brindar una protección de tales
derechos, la Corte IDH ha debido interpretar la
Convención Americana sobre DDHH (CADH,
tratado de 1969), pues dicho instrumento no contempló ninguna cláusula especial referente a los
derechos de estos pueblos. Es por ello que la Corte
IDH ha utilizado el corpus juris internacional en la
materia a fin de dar una interpretación conforme
a la Convención. Ejemplo de ello es lo referente a
la interpretación del derecho a la propiedad colectiva y protección de los recursos naturales de los
pueblos indígenas.
En el caso de la comunidad Saramaka vs.
Suriname, referente a la concesión a una empresa
privada para realizar trabajos de explotación
maderera y minería en el territorio de la comunidad afrodescendiente, la Corte analizó a
mayor profundidad lo que se refiere a recursos
naturales y señaló que tales recursos son los necesarios para la propia supervivencia, desarrollo
La casuística
La Corte IDH ha
conocido al menos
22 casos relacionados con temas
indígenas, referentes a 9 países del
continente. Estos
analizaron temas
como: derechos
a la propiedad
colectiva, a la
vida digna de las
comunidades,
derechos políticos,
reconocimiento de
su personalidad
jurídica, derecho
a la lengua propia,
derechos de los
niños indígenas,
desplazamiento
forzado y derecho
de circulación,
derecho a la
identidad cultural,
recursos naturales
y proyectos de
desarrollo en sus
territorios ancestrales, etc.
y continuidad del estilo de vida de dicho pueblo.
Estableció además que el artículo 21 de la CADH
no impide al Estado emitir concesiones para la
exploración o extracción de recursos naturales, no
obstante, para que éstas no impliquen una denega-
ción de la subsistencia del pueblo como tal y a fin
de preservar, proteger y garantizar dicha relación
especial de los miembros, el Estado debe cumplir
con las siguientes salvaguardias: 1) consultar para
obtener consentimiento; 2) compartir beneficios
generados a partir de las concesiones emitidas; 3)
realizar estudios de impacto ambiental y social, y
4) no afectar la sobrevivencia del pueblo. La Corte
desarrolló el alcance de cada uno de estos aspectos
en su jurisprudencia.
En el caso del pueblo indígena Kichwa de Sarayaku vs. Ecuador (Sarayaku o Pueblo Sarayaku)
en 2012, referente al otorgamiento por parte del
Estado de un permiso a una empresa petrolera
para realizar actividades de exploración y explotación petrolera en territorio indígena, incluyendo la
introducción de explosivos de alto poder en varios
puntos del mismo, y la posibilidad de crear una
situación de riesgo para la población, la Corte IDH
desarrolló mayores estándares sobre la obligación
de garantizar el derecho a la consulta e identidad
cultural del pueblo indígena. Al respecto, señaló
que éste es un derecho fundamental y de naturaleza colectiva de las comunidades indígenas, que
debe ser respetado en una sociedad multicultural,
pluralista y democrática.
Medidas de reparación integral
Las medidas de reparación integral que la Corte
IDH ha otorgado en estos casos han incluido la
demarcación, titulación, restitución y protección
del territorio ancestral. Adopción de mecanismos
para el reconocimiento de su personalidad jurídica,
debida implementación de la consulta y demás
salvaguardas para los pueblos indígenas. Creación
de fondos de desarrollo y diversas medidas de
infraestructura en favor de las comunidades, entre
otras medidas legislativas y administrativas para
evitar la repetición de los hechos y en favor de la
población indígena.
A manera de conclusión, podemos advertir que
la jurisprudencia de la Corte IDH, la misma que han
recogido el corpus juris internacional aplicable, ha
desarrollado estándares de suma relevancia para
el reconocimiento de los derechos de los pueblos
indígenas, posicionándose así como uno de los
principales órganos líder en esta materia a nivel
internacional. Igualmente, cada vez son más los
tribunales internos que han adoptado también
los criterios emitidos por la Corte IDH vía control
de convencionalidad, alcanzando así una mayor
protección para las poblaciones indígenas y afrodescendientes de la región. ◗
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suplemento de
análisis legal
DERECHOS HUMANOS
Martes 15 de julio de 2014
EJECUCIONES EXTRAJUDICIALES
Impunidad
y privación
de la vida
CARLOS MIGUEL
REAÑO BALAREZO
Abogado sénior de la
procuraduría pública
especializada supranacional.
Estudios de Especialización en
el Instituto Interamericano de
Derechos Humanos ( IIDH).
L
a Corte Interamericana ha reiterado
en una multiplicidad de sentencias
que el derecho a la vida es un derecho
humano fundamental, cuyo goce es
un prerrequisito para el disfrute de
todos los demás derechos humanos. De no ser
respetado, todos los demás derechos carecen de
sentido, por lo cual no son admisibles enfoques
restrictivos del mismo.
De conformidad con la obligación del Estado
de respetar y garantizar los derechos humanos,
la protección al derecho a la vida implica no solo
obligaciones de carácter negativo, sino también
positivo. En este sentido, además de existir una
prohibición absoluta de ejecuciones extrajudiciales y otros actos similares, los Estados se
encuentran obligados a desarrollar acciones
positivas que se traduzcan en la erradicación
de ambientes incompatibles o peligrosos para
la protección de los derechos humanos.
Sin embargo, ninguno de los principales
tratados internacionales –universales o regionales– define expresamente qué se entiende por
ejecuciones extrajudiciales, por lo que el concepto se ha venido formando progresivamente. En
la actualidad, se entiende que las ejecuciones
extrajudiciales son una privación arbitraria de
la vida por parte de agentes del Estado, o por
particulares con la complicidad, tolerancia o
aquiescencia de estos, sin un proceso judicial
o legal que así lo disponga. A nivel interno, la
ejecución extrajudicial puede ser catalogada
como delito de homicidio simple (artículo 106 del
Código Penal) u Homicidio calificado – asesinato
(artículo 108 del Código Penal).
Por otro lado, por la gravedad que implica
una ejecución extrajudicial, han sido catalogadas
como una violación directa contra el derecho
a la vida y una grave violación de los derechos
humanos, pues, su investigación, sanción y reparación no interesa únicamente a las víctimas,
sino también le interesa a toda la comunidad
internacional; en ese sentido, su prohibición
es norma de ius cogens, es decir, una norma
imperativa y de obligatorio cumplimiento.
Obligaciones de los Estados
Por ello la jurisprudencia de la Corte Interamericana ha señalado que en casos de ejecuciones
extrajudiciales, el Estado tiene el deber de iniciar, ex officio y sin dilación, una investigación
seria, imparcial y efectiva, a fin de esclarecer la
verdad de los hechos, castigar a todos sus responsables, especialmente cuando se encuentren
involucrados agentes estatales, ya que de no
ser así se estarían creando, en un ambiente de
impunidad, las condiciones para que este tipo
de hechos vuelva a repetirse, lo que es contrario
al deber de respetar y garantizar el derecho a
la vida(1). Asimismo, ha señalado que resultan
inadmisibles las amnistías, las disposiciones de
prescripción y el establecimiento de excluyentes
de responsabilidad que pretendan impedir la
investigación y, en su caso, la sanción de los
responsables(2).
En este sentido, el Protocolo de Naciones
Unidas para la Investigación Legal de las Ejecuciones Extrajudiciales, Arbitrarias y Sumarias o
Protocolo de Minnesota(3) ha sentado algunos
lineamientos básicos para llevar a cabo las investigaciones correspondientes y determinar
si las ejecuciones han sido extrajudiciales, sumarias y arbitrarias. El Protocolo ha señalado
como requisitos mínimos de la investigación:
la identificación de la víctima, la recolección
y preservación de pruebas relacionadas con
la muerte, con el fin de ayudar en el potencial
procesamiento de los responsables, la identificación de posibles testigos y la obtención de sus
declaraciones enla o las personas involucradas
en la muerte y la presentación de los presuntos
perpetradores ante un tribunal competente
establecido por ley.
Un tema bastante delicado corresponde al
uso de la fuerza por parte de funcionarios del
ACTUALMENTE
SE ENTIENDE
QUE LAS
EJECUCIONES
EXTRAJUDICIALES
SON UNA PRIVACIÓN
ARBITRARIA A LA
VIDA POR AGENTES
DEL ESTADO.
Jurisprudencia
La jurisprudencia de
casos resueltos por la
Corte IDH permite
analizar temas de interés,
como la responsabilidad
internacional del Estado
por hechos cometidos
por grupos paramilitares,
el derecho a la vida
respecto de funcionarios
sobrevivientes (caso de
la Masacre de La Rochela
vs. Colombia, 2007);
obligaciones negativas y
positivas de los Estados, uso
de la fuerza por cuerpos de
seguridad estatales, hechos
cometidos por agentes
estatales directamente,
hechos de un grave y
violento atentado seguido
de muerte, y obligación
de las garantías frente a
personas en situación de
riesgo (caso Familia Barrios
vs. Venezuela, 2011);
Estado encargados de hacer cumplir la ley, que
puede llegar incluso, bajo determinadas circunstancias especiales, al empleo de la fuerza
letal. Al respecto, tal uso es posible en los casos
estrictamente inevitables para protegerse o
proteger a otras personas contra una amenaza
inminente de muerte o lesiones graves, o mantener por otros medios la ley y el orden cuando
sea estrictamente necesario y proporcional(4).
Bajo tales consideraciones, el uso de la fuerza letal debe ser siempre el último recurso y
debe regirse estrictamente por los principios
que aseguren la licitud y no arbitrariedad de la
actuación de sus funcionarios. En ese sentido,
resulta fundamental que los Estados regulen
legalidad y excepcionalidad
del uso de la fuerza en
relación con el deber
de garantía, necesidad
y proporcionalidad en
relación con el deber
de respeto, y la debida
diligencia y humanidad en
relación con el deber
de garantía del derecho
a la vida (caso Nadege
Dorzema vs. República
Dominicana, 2012).
en su ordenamiento jurídico interno los procedimientos que se refieren al uso de la fuerza
letal por parte de sus funcionarios; asimismo,
constituye una obligación de los Estados brindar
la formación y el entrenamiento permanente a
sus funcionarios para que en sus operaciones
utilicen la fuerza letal estrictamente dentro de
los parámetros internacionalmente aceptados. ◗
[1] Corte IDH. Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de
25/11/2003. Serie C No. 101, párr. 156. (2) Corte IDH.
Caso Barrios Altos. Sentencia de 14/03/2001. Serie C No.
75, párr. 41. (3) Doc E/ST/CSDHA/.12 (1991). (4) CIDH.
Informe sobre Terrorismo y DDHH-2002. Párr. 87.
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