se rca A gosto 2013 Una de las principales fuentes de información para estudiar a la población, en este caso la rural, son los censos de población. Sin embargo, estos presentan múltiples definiciones censales nacionales de urbano y rural, que en algunos casos cambian de un censo a otro, incluso en el mismo país. Esto a veces crea controversia entre los investigadores que tienen dudas sobre la comparabilidad internacional de las cifras censales usadas para cotejos entre países y estimaciones y proyecciones de población. nI oe 38 Entre los criterios para clasificar a la población como urbana y rural en los censos se incluyen criterios de tipo numérico, donde la definición de asentamiento urbano se establece a partir de un determinado número de habitantes (por ejemplo, 1.000, 1.500, 2.000, 2.500), el número de viviendas contiguas o la densidad demográfica de un área, y lo rural es el remanente; o criterios administrativos, donde se define como urbana la cabecera de alguna división administrativa menor (por ejemplo, parroquia, municipio, comuna), y lo rural se define como el saldo restante. nfo A DEFINICIONES Y ESTIMACIONES DE LA POBLACIÓN RURAL EN AMÉRICA LATINA A PARTIR DE GRADIENTES * Pu bli ca d En algunos casos también se aprecia una combinación de criterios. Por ejemplo, algunos países combinan criterios administrativos y paisajísticos, de forma que lo urbano se define a partir de una combinación de la condición políticoadministrativa (cabecera municipal) y la disponibilidad de alguna infraestructura básica, cuadrantes y algunos servicios públicos, mientras que la definición de lo rural continúa siendo residual. También se combinan criterios numéricos y funcionales; de esta manera lo urbano se define a partir de un tamaño mínimo de población y la disponibilidad de algún tipo de infraestructura básica para la provisión de servicios públicos, y lo rural se obtiene por residuo, y otros * El texto forma parte del documento: Población, territorio y desarrollo sostenible. Organización de las Naciones Unidas-CEPAL, Santiago de Chile, 2012. se rca Además, en ningún país se consideran explícitamente criterios de densidad de población ni de distancia a centros poblados, que a menudo están asociados con la distinción económica y geográfica entre lo urbano y lo rural (Rodríguez y Meneses, 2011). Por tanto, esta clasificación de definiciones de lo urbano y rural no resuelve la controversia, pues si se opta por una de ellas o se combina más de un criterio, resta por adoptar decisiones de gran importancia operacional, que se refieren a la especificación de los indicadores y puntos de corte adecuados para clasificar cada lo- nI Otros países han definido el ámbito urbano a partir de una combinación de criterios. Tales son los casos de Costa Rica, que combina el criterio político-administrativo y de equipamiento, y Chile, que en los dos últimos censos ha utilizado el criterio numérico y funcional (actividad productiva). Es posible constatar que entre los países de la región no existe uniformidad en los criterios a partir de los que se estima la población rural. De esta forma, lo rural es una categoría demográfica y residual, pues primero se define lo que es urbano, se estima la población urbana en función de esto y el residuo es la población rural. Asimismo, los bajos niveles de la población de corte y el no contemplar criterios de densidad y de aislamiento implican que muchas poblaciones que viven en territorios esencialmente rurales (con población dispersa) sean clasificadas como urbanas. nfo A criterios, en los que se establece un mínimo de población y una composición sectorial de la población económicamente activa. Como se aprecia en el siguiente cuadro, durante estos últimos 50 años los países han cambiado sus criterios de definición; solo algunos han mantenido durante todo el período el mismo criterio. Por ejemplo, la Argentina, Bolivia (Estado Plurinacional de), México y Venezuela (República Bolivariana de), han considerado solo el criterio numérico para determinar la población urbana y rural, aunque el número de población que utilizan para la definición difiere entre ellos y en algunos ha cambiado el número de efectivos para determinar lo urbano y rural entre un censo y otro. En tanto, el Brasil, el Ecuador, Haití, la República Dominicana y el Uruguay han definido la población urbana mediante el criterio político-administrativo. 39 oe AMÉRICA LATINA: CLASIFICACIÓN DE LAS DEFINICIONES CENSALES DE URBANO Y RURAL SEGÚN CRITERIO PRINCIPAL Y SECUNDARIO, CENSOS DE 1950 A 2000 Tamaño de población Equipamientos y servicios Actividad productiva Jerarquia politico-administrativa Tamaño de población Argentina Bolivia (Estado Plurinacional de) México Puerto Rico Venezuela (República Boliviana de) Chile (1970) Cuba (1970-1981-2002) Guatemala (1950) Honduras (1961-1974-1988-2001) Nicaragua (1963-1971-1995-2005) Panamá Chile (1992-2002) Nicaragua (1963-1971) Colombia (1964-1973) Nicaragua (1995 y 2005) Perú (1972-1981-1993-2007) Guatemala (2002) ca d Criterios secundarios o principal Equipamiento y servicios Cuba (1953) Paisaje Chile (1982) Chile (1960) Perú (1940) Costa Rica Paraguay (1962) Perú (1961) Chile (1952) Pu bli Jerarquia politico-administrativa El Salvador (2007) Fuente: Centro latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - Divición de Población de la CEPAL, sobre la base de Jorge Rodríguez, “Distribución espacial de la población de América Latina y el Caribe: Tendencias, interpretaciones y desafiós para las politícas públicas”, serie Población y desarrollo, No. 32 (LC/L.1831P), Santiago de Chile, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2002. Publicación de las Naciones Unidas, No. de ventas: S.02.II.G.137. Brasil Colombia (1951-1985-1993) República Dominicana Ecuador El Salvador (1950-1961-1971-1992) Guatemala (1964-1973-1981-1994) Haití Honduras (1950) Jamaica Nicaragua (1950) Paraguay (1950-1972-1982-1992-2002) Uruguay calidad concreta (Rodríguez, 2002). Si bien los indicadores son obvios cuando se utilizan los criterios numéricos o los político-administrativos, en otros casos la selección puede ser objeto de arduo debate, por ejemplo, las que consideran criterios paisajísticos y funcionales. Por tanto, toda definición enfrenta dilemas respecto de la determinación de los puntos de corte (Rodríguez, 2002). oe 40 nI nfo A se rca A gosto 2013 Pu bli ca d Los cuestionamientos sobre la medición de lo rural han motivado algunas mediciones alternativas. Las visiones más recientes plantean la pertinencia de superar esta visión demográfica, hacia una perspectiva de lo rural como territorio, como una categoría espacial, definida principalmente a partir de criterios de densidad de población, de aislamiento y de actividad económica (Dirven, 2011). Los territorios rurales se caracterizarían entonces por la baja densidad de población, el aislamiento y un predominio de las actividades económicas primarias. La visión territorial también plantea que es importante capturar la heterogeneidad de los territorios rurales, de las interacciones entre “ruralidades” y de estas con lo urbano, así como la evolución entre dichas relaciones. A este fin es importante pasar de mediciones dicotómicas a favor de mediciones a partir de gradientes, o de índices de ruralidad, entre los que destacan los siguientes: • Gradiente que combina densidad y actividad económica: una aproximación diferente para estimar “lo rural” es a partir de la combinación de la densidad de población y la importancia del empleo en la agricultura. La densidad se obtiene a partir de la población que habita en las áreas de la división administrativa inmediatamente inferior a la municipal (divisiones administrativas menores (DAME)), usando como fuente de información los microdatos censales y la cartografía digital de los censos de población, que se denominan “áreas de análisis”. La incorporación de la actividad económica se realiza en el nivel inferior, que generalmente son las unidades que se definen para el levantamiento de la información censal. En ese nivel se identifican todas aquellas unidades menores en que por lo menos el 35 por ciento de la población económicamente activa (PEA) ocupada está empleada en actividades agrícolas. Las unidades identificadas según ese criterio se agregan a nivel de las áreas de análisis. Ello permite determinar, respecto de cada área de análisis, el porcentaje de unidades menores en que al menos el 35 por ciento de la PEA es agrícola, respecto del total de unidades menores. Una aproximación un tanto diferente realiza Candia (2011), que combina la información de densidad de población y de empleo se rca Fuente: Candia, D., “Propuesta metodológica para una definición funcional de ruralidad”, Hacia una nueva definición de “rural” con fines estadísticos en América Latina, Documentos de proyectos, Nº 397 (LC/W.397). Santiago de Chile, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2011; Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de Población de la CEPAL, sobre la base de Jorge Rodríguez, “Distribución espacial de la población de América Latina y el Caribe: Tendencias, interpretaciones y desafíos para las políticas públicas”, serie Población y desarrollo, Nº 32 (LC/L.1831-P), Santiago de Chile, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2002. Publicación de las Naciones Unidas, Nº de venta: S.02.II.G.137; Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), “Urbanización en perspectiva”, Observatorio demográfico, Nº 8 (LC/G.2422-P), Santiago de Chile, 2009. Publicación de las Naciones Unidas, Nº de venta: E/S.10. II.G.57; A. Rodríguez y J. Meneses, “Transformaciones rurales en América Latina y sus relaciones con la población rural”, documento presentado en la Reunión de expertos sobre población, territorio y desarrollo sostenible, Santiago de Chile, 16 y 17 de agosto de 2011; M. Dirven, “El empleo rural no agrícola: Tendencias, interpretaciones y políticas”, documento presentado en la Reunión de expertos sobre población, territorio y desarrollo sostenible, Santiago de Chile, 16 y 17 de agosto de 2011. Pu bli ca d oe nI • Gradiente rural-urbano que combina más de dos variables: Saborío y Rodríguez (2008) utilizan herramientas de sistemas de información geográfica (SIG) y de restitución de imágenes de satélite desarrolladas por Arce y Samudio (2008) para elaborar un gradiente de ruralidad que combina información ambiental, uso de la tierra, geográfica (distancia a caminos y distancia a poblados) y económica (importancia del empleo en la agricultura). Primero desarrollan un índice de ruralidad que combina la información de uso de la tierra y de aislamiento. Esta información se resume en un gradiente rural-urbano, que luego se complementa con información sobre la ocupación de la PEA. Este gradiente rompe con el concepto de que la ruralidad es una condición desde la que se avanza linealmente hacia lo urbano. Además, dado que la pobreza no es una variable incluida en ninguno de los índices originales, se ha eliminado por construcción la idea de que rural es igual a pobre o atrasado. Con todo, y como se constatará en los temas que siguen en este capítulo, la persistencia de las desigualdades sociales que sigue arrojando el uso de la dicotomía urbano-rural en los censos y encuestas constituye un argumento poderoso respecto de su vigencia, razón por la que se le utiliza también en este documento. nfo A en agricultura con el nivel de necesidades básicas insatisfechas (NBI) en las diferentes categorías de áreas de análisis. El análisis destaca dos resultados importantes: la insatisfacción de las necesidades básicas aumenta a medida que la densidad de población se reduce, y la insatisfacción de las necesidades básicas aumenta a medida que la proporción de PEA agrícola se incrementa, y CA 41