Definiciones y estimaciones de la población rural en

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Una de las principales fuentes de información para estudiar
a la población, en este caso la rural, son los censos de población. Sin embargo, estos presentan múltiples definiciones
censales nacionales de urbano y rural, que en algunos casos
cambian de un censo a otro, incluso en el mismo país. Esto
a veces crea controversia entre los investigadores que tienen
dudas sobre la comparabilidad internacional de las cifras
censales usadas para cotejos entre países y estimaciones y
proyecciones de población.
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Entre los criterios para clasificar a la población como urbana y rural en los censos se incluyen criterios de tipo numérico, donde la definición de asentamiento urbano se establece
a partir de un determinado número de habitantes (por ejemplo, 1.000, 1.500, 2.000, 2.500), el número de viviendas
contiguas o la densidad demográfica de un área, y lo rural
es el remanente; o criterios administrativos, donde se define
como urbana la cabecera de alguna división administrativa
menor (por ejemplo, parroquia, municipio, comuna), y lo
rural se define como el saldo restante.
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DEFINICIONES Y ESTIMACIONES DE LA
POBLACIÓN RURAL EN AMÉRICA LATINA
A PARTIR DE GRADIENTES *
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En algunos casos también se aprecia una combinación de
criterios. Por ejemplo, algunos países combinan criterios
administrativos y paisajísticos, de forma que lo urbano se
define a partir de una combinación de la condición políticoadministrativa (cabecera municipal) y la disponibilidad de
alguna infraestructura básica, cuadrantes y algunos servicios públicos, mientras que la definición de lo rural continúa
siendo residual. También se combinan criterios numéricos
y funcionales; de esta manera lo urbano se define a partir de un tamaño mínimo de población y la disponibilidad
de algún tipo de infraestructura básica para la provisión de
servicios públicos, y lo rural se obtiene por residuo, y otros
* El texto forma parte del documento: Población, territorio y desarrollo sostenible.
Organización de las Naciones Unidas-CEPAL, Santiago de Chile, 2012.
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Además, en ningún país se consideran explícitamente criterios de densidad de población ni de distancia a centros
poblados, que a menudo están asociados con la distinción
económica y geográfica entre lo urbano y lo rural (Rodríguez y Meneses, 2011). Por tanto, esta clasificación de definiciones de lo urbano y rural no resuelve la controversia,
pues si se opta por una de ellas o se combina más de un
criterio, resta por adoptar decisiones de gran importancia
operacional, que se refieren a la especificación de los indicadores y puntos de corte adecuados para clasificar cada lo-
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Otros países han definido el ámbito urbano a partir de una
combinación de criterios. Tales son los casos de Costa Rica,
que combina el criterio político-administrativo y de equipamiento, y Chile, que en los dos últimos censos ha utilizado
el criterio numérico y funcional (actividad productiva).
Es posible constatar que entre los países de la región no
existe uniformidad en los criterios a partir de los que se
estima la población rural. De esta forma, lo rural es una
categoría demográfica y residual, pues primero se define lo
que es urbano, se estima la población urbana en función de
esto y el residuo es la población rural. Asimismo, los bajos
niveles de la población de corte y el no contemplar criterios
de densidad y de aislamiento implican que muchas poblaciones que viven en territorios esencialmente rurales (con
población dispersa) sean clasificadas como urbanas.
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criterios, en los que se establece un mínimo de población y
una composición sectorial de la población económicamente
activa. Como se aprecia en el siguiente cuadro, durante estos últimos 50 años los países han cambiado sus criterios de
definición; solo algunos han mantenido durante todo el período el mismo criterio. Por ejemplo, la Argentina, Bolivia
(Estado Plurinacional de), México y Venezuela (República
Bolivariana de), han considerado solo el criterio numérico para determinar la población urbana y rural, aunque el
número de población que utilizan para la definición difiere
entre ellos y en algunos ha cambiado el número de efectivos
para determinar lo urbano y rural entre un censo y otro. En
tanto, el Brasil, el Ecuador, Haití, la República Dominicana
y el Uruguay han definido la población urbana mediante el
criterio político-administrativo.
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AMÉRICA LATINA: CLASIFICACIÓN DE LAS DEFINICIONES CENSALES DE URBANO Y RURAL
SEGÚN CRITERIO PRINCIPAL Y SECUNDARIO, CENSOS DE 1950 A 2000
Tamaño de
población
Equipamientos y
servicios
Actividad
productiva
Jerarquia
politico-administrativa
Tamaño de población
Argentina
Bolivia (Estado Plurinacional de)
México
Puerto Rico
Venezuela (República Boliviana de)
Chile (1970)
Cuba (1970-1981-2002)
Guatemala (1950)
Honduras (1961-1974-1988-2001)
Nicaragua (1963-1971-1995-2005)
Panamá
Chile (1992-2002)
Nicaragua (1963-1971)
Colombia (1964-1973)
Nicaragua (1995 y 2005)
Perú (1972-1981-1993-2007)
Guatemala (2002)
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Criterios secundarios
o principal
Equipamiento y
servicios
Cuba (1953)
Paisaje
Chile (1982)
Chile (1960)
Perú (1940)
Costa Rica
Paraguay (1962)
Perú (1961)
Chile (1952)
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Jerarquia
politico-administrativa
El Salvador (2007)
Fuente: Centro latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - Divición de Población de la CEPAL, sobre la base de Jorge Rodríguez, “Distribución espacial
de la población de América Latina y el Caribe: Tendencias, interpretaciones y desafiós para las politícas públicas”, serie Población y desarrollo, No. 32 (LC/L.1831P), Santiago de Chile, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2002. Publicación de las Naciones Unidas, No. de ventas: S.02.II.G.137.
Brasil
Colombia (1951-1985-1993)
República Dominicana
Ecuador
El Salvador (1950-1961-1971-1992)
Guatemala (1964-1973-1981-1994)
Haití
Honduras (1950)
Jamaica
Nicaragua (1950)
Paraguay (1950-1972-1982-1992-2002)
Uruguay
calidad concreta (Rodríguez, 2002). Si bien los indicadores
son obvios cuando se utilizan los criterios numéricos o los
político-administrativos, en otros casos la selección puede
ser objeto de arduo debate, por ejemplo, las que consideran
criterios paisajísticos y funcionales. Por tanto, toda definición enfrenta dilemas respecto de la determinación de los
puntos de corte (Rodríguez, 2002).
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Los cuestionamientos sobre la medición de lo rural han motivado algunas mediciones alternativas. Las visiones más
recientes plantean la pertinencia de superar esta visión demográfica, hacia una perspectiva de lo rural como territorio, como una categoría espacial, definida principalmente a
partir de criterios de densidad de población, de aislamiento
y de actividad económica (Dirven, 2011). Los territorios
rurales se caracterizarían entonces por la baja densidad de
población, el aislamiento y un predominio de las actividades económicas primarias. La visión territorial también
plantea que es importante capturar la heterogeneidad de los
territorios rurales, de las interacciones entre “ruralidades” y
de estas con lo urbano, así como la evolución entre dichas
relaciones. A este fin es importante pasar de mediciones dicotómicas a favor de mediciones a partir de gradientes, o de
índices de ruralidad, entre los que destacan los siguientes:
• Gradiente que combina densidad y actividad económica: una aproximación diferente para estimar “lo rural” es
a partir de la combinación de la densidad de población
y la importancia del empleo en la agricultura. La densidad se obtiene a partir de la población que habita en
las áreas de la división administrativa inmediatamente
inferior a la municipal (divisiones administrativas menores (DAME)), usando como fuente de información los
microdatos censales y la cartografía digital de los censos de población, que se denominan “áreas de análisis”.
La incorporación de la actividad económica se realiza
en el nivel inferior, que generalmente son las unidades
que se definen para el levantamiento de la información
censal. En ese nivel se identifican todas aquellas unidades menores en que por lo menos el 35 por ciento de la
población económicamente activa (PEA) ocupada está
empleada en actividades agrícolas. Las unidades identificadas según ese criterio se agregan a nivel de las áreas
de análisis. Ello permite determinar, respecto de cada
área de análisis, el porcentaje de unidades menores en
que al menos el 35 por ciento de la PEA es agrícola, respecto del total de unidades menores. Una aproximación
un tanto diferente realiza Candia (2011), que combina
la información de densidad de población y de empleo
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Fuente: Candia, D., “Propuesta metodológica para una definición
funcional de ruralidad”, Hacia una nueva definición de “rural” con
fines estadísticos en América Latina, Documentos de proyectos, Nº
397 (LC/W.397). Santiago de Chile, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2011; Centro Latinoamericano
y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de Población de la
CEPAL, sobre la base de Jorge Rodríguez, “Distribución espacial de
la población de América Latina y el Caribe: Tendencias, interpretaciones y desafíos para las políticas públicas”, serie Población y desarrollo, Nº 32 (LC/L.1831-P), Santiago de Chile, Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2002. Publicación de las
Naciones Unidas, Nº de venta: S.02.II.G.137; Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL), “Urbanización en perspectiva”, Observatorio demográfico, Nº 8 (LC/G.2422-P), Santiago de
Chile, 2009. Publicación de las Naciones Unidas, Nº de venta: E/S.10.
II.G.57; A. Rodríguez y J. Meneses, “Transformaciones rurales en
América Latina y sus relaciones con la población rural”, documento presentado en la Reunión de expertos sobre población, territorio y
desarrollo sostenible, Santiago de Chile, 16 y 17 de agosto de 2011;
M. Dirven, “El empleo rural no agrícola: Tendencias, interpretaciones
y políticas”, documento presentado en la Reunión de expertos sobre
población, territorio y desarrollo sostenible, Santiago de Chile, 16 y
17 de agosto de 2011.
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• Gradiente rural-urbano que combina más de dos variables: Saborío y Rodríguez (2008) utilizan herramientas
de sistemas de información geográfica (SIG) y de restitución de imágenes de satélite desarrolladas por Arce y
Samudio (2008) para elaborar un gradiente de ruralidad
que combina información ambiental, uso de la tierra,
geográfica (distancia a caminos y distancia a poblados)
y económica (importancia del empleo en la agricultura).
Primero desarrollan un índice de ruralidad que combina
la información de uso de la tierra y de aislamiento. Esta
información se resume en un gradiente rural-urbano, que
luego se complementa con información sobre la ocupación de la PEA. Este gradiente rompe con el concepto de
que la ruralidad es una condición desde la que se avanza
linealmente hacia lo urbano. Además, dado que la pobreza no es una variable incluida en ninguno de los índices
originales, se ha eliminado por construcción la idea de
que rural es igual a pobre o atrasado.
Con todo, y como se constatará en los temas que siguen en
este capítulo, la persistencia de las desigualdades sociales
que sigue arrojando el uso de la dicotomía urbano-rural en
los censos y encuestas constituye un argumento poderoso
respecto de su vigencia, razón por la que se le utiliza también en este documento.
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en agricultura con el nivel de necesidades básicas insatisfechas (NBI) en las diferentes categorías de áreas de
análisis. El análisis destaca dos resultados importantes:
la insatisfacción de las necesidades básicas aumenta a
medida que la densidad de población se reduce, y la insatisfacción de las necesidades básicas aumenta a medida
que la proporción de PEA agrícola se incrementa, y
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