111 LATERCERA Sábado 31 de octubre de 2015 Sociedad Espectáculos CRITICA DE DISCOS ANTES DE LA SIESTA Marcelo Contreras Crítico de música U N Rod Stewart escarmenado, maquillado, de pantalones imposibles y botines pregunta si es sexy, en un descuelgue hacia la música disco facturado en 1978, que canjeó por éxito y repudio. Rod Stewart juega a la pelota (y nadie lo marca) en el Estadio Nacional previo al concierto que nos incluyó por primera vez en el circuito internacional en 1989. Rod Stewart es un anciano despistado en un episodio de South park, un vejestorio, rol que ya le colgaban en la biopic Sid and Nancy (1986) sobre el lamentable bajista de The Sex pistols y su novia pastel. La súper estrella sigue su curso sin despegarse del personaje, adherido a nuestros recuerdos como sea, una especie de Ricardo Canitrot del rock. Con 70 años y una discografía que se ha paseado exitosamente por casi medio siglo en diferentes géneros de la música popular, el inglés regresa con este álbum a sólo dos años de Time, el álbum con el que nuevamente se asoció a Kevin Savigar, uno de sus colaboradores tradicionales desde 1980. Juntos repiten la jugada produciendo este título donde domina la nostalgia y las reflexiones propias de la tercera edad y de alguien que, además, ha tenido una vida extraordinaria. Si Stewart revisitara su soft rock de mediados de los 70, los coqueteos new wave en el arranque de los 80, el power pop de fines de aquella década, o su eterna pasión por el soul de los 60, no habría problema. El punto es que el ángulo sobre el pasado prescinde del anclaje musical y se recuesta sobre aburridos medios tiempos anémicos de giros y letras sin gran poesía, con momentos francamente flojos y obvios. Orgullo patriotero empuja Way back home, que incluye un sample del famosísimo discurso de Winston Churchill We shall fight on the beaches, pronunciado en 1940. Batman, Superman, Spiderman llega a ser embarazosa, una especie de canción de cuna a los nietos -“mi papi me contaba historias sobre castillos, reinos y caballeros”-, mientras The drinking song aborda uno de los asuntos favoritos del británico: el alcohol. No podía falta el homenaje a los amigos en la balada acústica A friend for life, el amor en Love is, lo bonito que es la playa, el sol y el cielo azul en Love and beloved, y la sentida declaración a la mujer con la que finalmente se quedó, después de tantas bellezas, en Can we stay home tonight? No se puede reclamar por las temáticas, genuinamente son asuntos presentes desde siempre en el cancionero de Rod Stewart. Pero su manera de repasar las experiencias, personas y sentimientos que le han motivado en la vida, irradia la energía de un abuelo hojeando un viejo álbum de fotos con su descendencia, antes de tomar una siesta. Another Country Rod Stewart Thank your lucky stars Beach House EN CAMARA LENTA S E puede fantasear, por ejemplo, con Lana Del Rey escuchando estas canciones triste de envidia preguntándose cómo lo hacen (buscan lo mismo solo que ellos lo consiguen), o que David Lynch escoge a este dúo de Baltimore para componer la banda sonora de algún proyecto donde el ambiente sugiera oscura ensoñación. Beach house, integrado por Victoria Legrand (voz y teclados) y Alex Scally (guitarra y teclados), suma media docena de álbumes con este título desde su debut hace nueve años. La particularidad inmediata de Thank your lucky stars es que aparece a sólo siete semanas del anterior larga duración, Depression cherry. Producido nuevamente por Chris Coady (cuyas mezclas han estado al servicio de Tv on the radio y Tobias Jesso Jr.), exuda el dream pop que les identifica, canciones que se introducen en cámara lenta con onírica sensualidad, mediante una economía de recursos que levanta un armazón musical semejante a velos que van envolviendo de manera irremediable. Asoman detalles bellísimos: la guitarra final de One thing, la gótica introducción de teclados en Common girl, la triste solemnidad de Elegy to the void, la guitarra que zigzaguea triste en She’s so lovely. Lo de Beach house es un arrullo con algo de bruma y misterio, un refugio tentador.