PonenciaInaugural_1er_Congreso_Investigaciones_UBV_2014

Anuncio
I Congreso de Investigaciones UBV-2014
Ponencia Inaugural.
18 de Julio, 2014
Significantes del buen vivir y modos constructivos de hacerlo
posible: la experiencia del Ecuador
María Angela Petrizzo Páez
CUHELAV – CENINTUR
Buenas tardes,
Quiero robar unas líneas a esta presentación, para agradecer a las autoridades presentes y al equipo
organizador del 1er Congreso de Investigaciones UBV Mérida, la invitación a presentarme en este
espacio para mostrarles una recopilación de ideas en torno a la noción del buen vivir.
Confieso que mi agradecimiento debería ser doble: de una parte, pese a nuestra reciente inaugurada
tradición dialéctica popular en el quehacer político, ciertamente no es frecuente que se abran espacios
para que quienes asumimos la pregunta y su construcción como una militancia, podamos pararnos y
exponer de modo abierto nuestras preguntas. Y por otro lado, porque es también un privilegio
presentarse a un público como éste y asumir con humildad que, en buena medida, tengo muchas más
preguntas que respuestas y que, además, estoy convencida de que la investigación es un proceso con
punto temporalmente impreciso de arranque, dado que surge de la incertidumbre más que de la certeza;
y porque las preguntas, debieran ocurrirnos a lo largo de la vida como habitantes de un constante fluir:
Las preguntas y su construcción deberían, entonces, ser un hecho cotidiano más que extraordinario,
hijo de la observación y sensibilización naturales que como mujeres y hombres hacemos -o deberíamos
hacer- sobre lo que nos rodea.
Si el compromiso ya no fuera suficientemente importante, veo aquí a personas que me acompañaron en
mi estadía en Misión Sucre y es una alegría y responsabilidad también con ellos, verlos avanzar en su
ejercicio profesional y vinculados a un constante aprender.
Pero no es de la investigación como proceso de lo que me gustaría hablarles, sino de lo que creo nos
llama a sentarnos a conversar: quiero hablarles sobre lo que me inquieta en torno a la idea de Buen
vivir, y lo que creo nos demanda su construcción como hecho posible.
Antes de avanzar, pero antes creo oportuno hacer una segunda confesión. Como dije antes, lo que a
continuación comenzaré a mostrar es una recopilación de ideas sobre buen vivir. Debe resultar claro
que mis preguntas son las que plantearé y no otras, porque tengo una visión de mundo que considero
humanista, de izquierdas y, aprovechando el eco de este espacio, Chavista.
Podría decir más, puedo agregar que las preguntas que me hago también surgen de mi formación
universitaria, y mi ejercicio profesional como activista de conocimiento libre y de mi rol de madre, y de
mi gusto por la cocina, y si me permiten parafrasear a Pablo Neruda, de tantas otras que soy. Y aunque
a alguien pueda parecer que no tiene relación, mi confesión aquí es que entre las pocas respuestas que
tengo, hay una que me gusta mucho y por eso la cuido con esmero: estoy convencida de que el
conocimiento no es algo que tenemos o algo que tiene alguien, sino que es algo que nos habita, estoy
convencida de que es libre, pero también creo que las estructuras institucionales y los condicionantes
sociales lo secuestran en varias formas y creo que la acción colectiva por la construcción del buen vivir
o del vivir bien, demanda que sepamos en cuáles espacios está siendo secuestrado.
Porque de identificar donde se nos oculta el conocimiento, creo, podremos conocer con claridad cómo
vencer ese secuestro naturalizado.
A confesión de partes ....
Y en este contexto de las preguntas, desde hace algún tiempo, me intriga la idea del Buen Vivir, o Vivir
Bien, en especial porque, como idea y aspiración, veo que nos ha acompañado durante los últimos años
de un modo más intenso, y porque creo que se ha constituído en una herramienta vital en la
construcción de espacios comunes de acción colectiva.
Si hay una idea de Buen Vivir, deberíamos entonces acercarnos a la posibilidad de que exista su
contrario: el Mal Vivir. Y, aunque suene a broma, creo que resulta muy interesante aproximarse a las
cosas con la ingenuidad de la niña que mira a un diente de león y piensa que es la propia planta que
lanza sus partes al aire, como quien se lanza de un trampolín.
¿Qué es el Mal Vivir? En términos individuales, personales, una primera respuesta podría venir por la
vía de dificultades en insersión social, educativa, preocupación por seres queridos, insatisfacciones
personales, desempleo ....
Pero en términos colectivos, creo que la idea del Mal Vivir, nos lleva necesariamente a hablar de
desarrollo. ¿por qué el Desarrollo? Creo que porque en los años 70 y 80 del siglo pasado, se nos
convenció, como sociedad, que el desarrollo es algo que se tenía o no se tenía (como los ojos verdes, el
ser blanco, o el estar casados) y, por tanto, debíamos empeñar esfuerzos institucionales, sociales,
humanos y políticos para tener eso que era (o debía ser) tan ansiado y que no teníamos como sociedad.
El logro de esta meta, en nuestro caso, tenía una vía: el extractivismo.
El argumento era muy simple: como países bendecidos en recursos naturales, minerales y energéticos,
debíamos ponerlos al servicio de otras naciones para lograr nuestro desarrollo. Y nos convencieron.
Como pueblos desarticulados, no politizados, no sensibilizados hacia la sustentabilidad, no opusimos
resistencia a la idea de extraer todo cuanto teníamos para entregarlo a otros, que harían productos con
ello y nos lo venderían nuevamente. Era un callejón sin salida, pero como sociedad, como pueblos, no
lo vimos.
“Subdesarrollados” nos llamaron entonces, y nos insistieron en la receta necesaria para llegar a cambiar
de esa condición menor, inferior y negativa, a otra mejor (el desarrollo). Lo que no nos dijeron es que
debíamos dejar de ser nosotros, empeñar nuestros recursos en el camino, y mucho menos nos dijeron
que ese modelo de desarrollo que querían que alcanzáramos siempre nos dejaría por fuera, pues era el
único modo de lograr que se mantuviera para los países que ya eran “desarrollados”. Es decir, aunque
tomáramos un marcador y pintáramos en nuestros párpados cerrados un ojo de color verde, siempre al
abrirlos, seguirían siendo café.
Revisar lo que ha ocurrido con la idea de desarrollo como progreso, como propósito, y lo que ha
implicado para los países de la periferia, es decir para nosotros mismos, nos lleva necesariamente a
examinarnos en ese devenir histórico que nos hizo colaborantes activos para el buen vivir .... de otros.
Hasta aquí podríamos decir que la idea del mal vivir, en términos colectivos, tiene varias
manifestaciones entre las cuales son muy evidentes la pobreza extrema, la inseguridad, y las
dificultades de acceso a servicios mínimos, a la educación o a la salud. Pero quizás también algunas
características del comportamiento ciudadano que señalamos como negativas, aunque no resulten tan
evidentes como las anteriores, también podríamos asociarlas a un proceso de mal vivir permanente,
consecuencia de esa idea de desarrollo antes descrita.
No he dicho hasta aquí nada nuevo porque si recordamos bien, la idea del Vivir Bien para superar las
dificultades y limitaciones de este modelo de desarrollo, se encuentra transversar en el ideario de
Chávez y fue en innumerables oportunidades descrito e incorporado en políticas públicas nacionales.
Pero es quizás por eso mismo por lo que insistir en ello no viene de más.
La idea de Vivir bien, entonces, nos llama a plantearnos un modo de vivir que permita, por un lado,
encontrar y construir la forma de subsanar las llamadas deudas sociales: educación, vivienda, salud,
empleo ... pero por otro lado, hacerlo de forma tal que sea sustentable. Y debo aclarar que me gustaría
conocer si el significado de sustentabilidad nos puede resultar lo suficientemente flexible como para
mostrar en ella también un cambio de patrones de conducta de los ciudadanos, incluyendo los de
consumo y aquellos sobre los cuales se exige al Estado que satisfaga las necesidades antes descritas.
¿La idea de sustentabilidad nos ayudaría, entoces, a hacernos, por ejemplo, prosumidores?
Porque, si el Buen Vivir lo logramos en el camino de lo sustentable ¿Cuáles son las necesidades que,
una vez satisfechas, nos encaminarían hacia la construcción del Buen Vivir?
El mensaje en el discurso de Chávez, nos adelanta algunos cursos de respuestas: hay que atender la
educación, haciéndola pertinente con su municipalización, pero también con su adecuación en la
generación de capacidades locales para garantizarnos autonomía social, económica, comunitaria ...
debemos atender la salud y las condiciones socioproductivas para acondicionar el sustrato en el cual
esa autonomía sería posible y permitiría avanzar hacia la soberanía real, la cual sólo pareciera poder
construirse desde la base de un acceso a toda la gran imagen de lo que somos y venimos a ser y, por
tanto, sobre la noción de un acceso deshinibido, genuino y libre al conocimiento.
La liberación del conocimiento y su acceso deshinibido emergen, al menos para mí, como componentes
del significado del Buen vivir.
Si lo que dije antes pudiera describirse en una idea-fuerza, creo que una de las que le hace más justicia
es la del “punto y círculo” no sólo porque nos describe la necesaria referencia a lo local como epicentro
de una diversidad -casi- infinita de interrelaciones e interacciones sociales, a las cuales un teórico del
Desarrollo Endógeno como Sergio Boisier podría llamar conversaciones profesionales, sino porque
rescata la necesaria tarea de deconstruir un paradigma desarticulador venido de la noción extractivista
del desarrollo y que tanto daño nos ha hecho, para venir a recapturar la idea de que todo lo local
debiera tributar a la consumación de las vocaciones y capacidades locales para la construcción del
pleno des-arrollo de sus potencialidades.
El punto y círculo, además, nos describe una aproximación progresiva y al mismo tiempo recursiva, a
las realidades locales.
El mensaje de Chávez, lo sabemos, ha trascendido el momento histórico de sus años vividos y ha
servido de motor impulsor de iniciativas a lo largo y ancho de nuestro continente. Y la referencia a
nuestro “Vivir Bien” adquiere, en mi opinión, una segunda oportunidad histórica en el Plan Nacional
para el Buen vivir 2013-2017 de la República del Ecuador. Hablo de una segunda oportunidad histórica
porque, en mi opinión, la presencia de elementos comunes entre nuestro Plan de la Patria y este de
Ecuador hacen no sólo evidente la presencia de un legado de significantes comunes con significados
muy próximos entre si, sino la extraordinaria oportunidad de fortalecer aún más los lazos que nos unen
históricamente como naciones hermanas.
Lo que me resulta muy interesante, retomando algunas palabras dichas atrás, es el énfasis que el Plan
Nacional para el Buen Vivir pone en el conocimiento y las tecnologías libres como una política de
Estado y, por tanto, como una decisión que debería imbricar de modo constante su accionar. La
creación de un Código Orgánico para la Economía Social del Conocimiento donde se plasman nuevos
modos relacionales y patrones conductuales para producción de tecnologías y conocimiento en ámbitos
públicos es un buen ejemplo. Pero no es el único. La política nacional de apoyo a la investigación
aplicada no sólo en entornos tradicionales de la ciencia, sino también en aquellos de las ciencias
organizacionales, y la generación de doctrinas y reflexión entorno a territorialidades y saberes
ancestrales resulta evidente.
Estamos claros que las dimensiones geográficas, demográficas e, incluso de la Administración Pública,
son sensiblemente diferentes en ambos contextos, pero conviene rescatar aquí la necesidad de la
pregunta originaria: Si hemos mal vivido hasta hace poco por una condición de secuestro del
conocimiento, por una apolitización -casi- inducida por partidos políticos parasitarios de la democracia,
por patrones de comportamiento contrarios a la búsqueda de nuestra soberanía ... ¿podremos vivir bien
(o bien-vivir) si estas condiciones y necesidades no logran ser superadas?
Las contradicciones, tal parece, nos acompañarán algún tiempo más. Resulta complejo vencer los
entramados naturalizados de secuestros institucionales, en especial cuando estamos llamados a pensar
un proceso en el camino en el que el proceso se va haciendo.
Allí radica, quizás, un modo de comprender que la millitancia política y social más que un accidente
debiera constituirse en un modo ineludible de habitar en este planeta que, desde muchos puntos pide a
gritos un cambio de relaciones entre nosotros (que apenas vivimos aquí como inquilinos) y la
naturaleza (que es su propietario).
Descargar