Descargar - Instituto de la Judicatura Federal

Anuncio
Principio acusatorio y de oralidad en los juicios
relativos a los delitos de delincuencia organizada
Emma Meza Fonseca*
Sumario: I. Introducción. II. Planteamiento del problema. III.
El nuevo sistema penal acusatorio. IV. Exégesis de los juicios
orales. V. Esquema comparativo. VI. Panorama internacional.
VII. Propuestas. VIII. Conclusión. Bibliografía.
I. Introducción
Es evidente que la delincuencia en el mundo tiende a ampliarse, cobrando
más fuerza y volviéndose más compleja. Debido a esto, cada vez más es una
amenaza contra los pueblos y un obstáculo para el desarrollo socioeconómico de los países y consecuentemente ha evolucionado hasta volverse transnacional. Por lo que respecta al panorama general en México, acarrea la
necesidad de implementar de manera urgente regulaciones y aplicaciones
contundentes con el objetivo principal de implementar un nuevo sistema
de justicia y seguridad pública, dotando a la autoridad a nivel federal de
armas jurídicas eficaces para combatir la delincuencia organizada en sus diferentes modalidades delictivas que consecuentemente, atañen a nuestra sociedad.
En este orden de ideas, las comisiones unidas de Justicia y de Puntos
Constitucionales de la Cámara de Diputados aprobaron la reforma constitucional en materia de justicia penal, y mediante decreto publicado en el Diario
* Magistrada del Noveno Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito, Maestra en Derecho Procesal Penal y titular docente en el Instituto de la Judicatura Federal con la cátedra Derecho Procesal Penal Federal.
195
REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL
196
REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL
Oficial de la Federación el dieciocho de junio de dos mil ocho, se instauraron
mecanismos más severos contra la delincuencia organizada, al permitir las solicitudes orales de órdenes de aprehensión y de cateo, legalizar el arraigo, el
acceso a información reservada o confidencial por parte del Ministerio Público Federal y la figura de extinción de dominio para afectar las ganancias
que se obtienen de delitos como el narcotráfico y el secuestro.
II. Planteamiento del problema
El punto toral de este trabajo se centra en el combate a la delincuencia organizada, partiendo de las bases de un sistema penal acusatorio y oral, regido
por los principios de contradicción, concentración, inmediación, publicidad
y un equilibrio procesal adecuado entre la defensa, el acusado y las víctimas.
Antes de tocar el tema a estudio es necesario concatenar la relevancia
que tienen las reformas publicadas en el Diario Oficial de la Federación el
dieciocho de junio del presente año en torno a la delincuencia organizada.
Pues bien, en la Constitución, en el artículo 16, párrafo octavo, se incorpora la definición de delincuencia organizada, en razón de la complejidad
de dicho tema al causar un daño grave a la sociedad; se definió a nivel constitucional como “una organización de hecho de tres o más personas, para
cometer delitos en forma permanente o reiterada, en los términos de la ley
de la materia”, considerando que la ley de la materia (Ley Federal contra
la Delincuencia Organizada) ya preveía su concepción; con esta definición
se logra restringir el concepto que actualmente tiene la ley especial, que contempla el “acuerdo de organizarse”; por lo tanto se estima que la norma suprema recogió lo ya existente en la ley secundaria.
En esta tesitura, la delincuencia organizada es un fenómeno complejo
compuesto en un eje central de dirección y mando, con una estructura celular y flexible, con rangos permanentes de autoridad que tienen un grupo
de sicarios a su servicio capaces de corromper a las autoridades, inclusive
llegan a atemorizar o matar a jueces, fiscales, testigos y víctimas. Utiliza
como métodos la intimidación, corrupción, terrorismo, sobornos, gratificaciones, donaciones, chantaje, amenazas, ataques a otros miembros del crimen organizado, con el objetivo primordial de obtener capital y tecnología
EMMA MEZA FONSECA
197
para lograr un poder financiero nacional e internacional para seguir manteniendo su imperio.
Profundizando un poco, al estudiar la reforma al artículo 20 constitucional, se desprenden fracciones dirigidas a la delincuencia organizada, tal
es el caso del apartado B, respecto a los derechos que tiene toda persona imputada como sería en lo tocante a beneficios, información, reserva de identidad tanto para testigos como ofendido y la forma en que será juzgado, como
se plasma en las siguientes fracciones.
Apartado B, fracción III.
A que se le informe, tanto en el momento de su detención como en su comparecencia ante el Ministerio Público o el juez, los hechos que se le imputan y los derechos que
le asisten. Tratándose de delincuencia organizada, la autoridad judicial podrá autorizar que se mantenga en reserva el nombre y datos del acusador.
La ley establecerá beneficios a favor del inculpado, procesado o sentenciado que preste
ayuda eficaz para la investigación y persecución de delitos en materia de delincuencia
organizada.
Y por último apartado B, fracción V.
Será juzgado en audiencia pública por un juez o tribunal. La publicidad sólo podrá restringirse en los casos de excepción que determine la ley, por razones de seguridad nacional, seguridad pública, protección de las víctimas, testigos y menores, cuando se
ponga en riesgo la revelación de datos legalmente protegidos, o cuando el tribunal estime que existen razones fundadas para justificarlo.
En delincuencia organizada, las actuaciones realizadas en la fase de investigación podrán tener valor probatorio, cuando no puedan ser reproducidas en juicio o exista
riesgo para testigos o víctimas. Lo anterior sin perjuicio del derecho del inculpado de
objetarlas o impugnarlas y aportar pruebas en contra.
III. El nuevo sistema penal acusatorio
Ya entrando al tópico de estudio, es oportuno señalar que el sistema acusatorio es un modelo procesal opuesto al inquisitorio. El sistema inquisitivo de
enjuiciamiento penal inició su expansión en la Europa continental desde el
siglo XII. Al poco tiempo pasó a considerarse como el derecho común de
Europa. Este sistema dio origen a una fuerte concentración de los poderes
persecutorios y decisorios en la cabeza de los jueces, expresión clara de un
sistema político en el cual el poder emanaba de una única fuente: el Rey.
REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL
198
Así, la tarea de la justicia era funcionalmente delegada a los inquisidores, quienes, se entendía, retenían el poder real. Esta acumulación de funciones implicó despojar de imparcialidad a los jueces, cuyo criterio de justicia
estaba orientado al conocimiento de la verdad a toda costa, en su máxima expresión, y por ello se justificaba la pesquisa judicial de oficio y la tortura
como garantías a favor del imputado, de la verdad.
Ahora bien, que en la reforma que sufrió el artículo 20 constitucional en
su parte inicial claramente estableció bajo qué principios se regirá el proceso
penal de acuerdo con el sistema acusatorio. Por lo anterior se tiene que tener
presente que el juicio oral, tal como se conceptualiza en el nuevo sistema
acusatorio, se debe desarrollar por medio de audiencias públicas en las cuales se velarán los principios de publicidad, contradicción, concentración,
continuidad e inmediación, se limita a las declaraciones, pugnas, contradicciones y oposiciones de los órganos o medios de prueba (testigos, peritos,
investigador); sin embargo es necesario explicar y precisar una singularidad.1
La prueba anticipada cuya introducción se admite por lectura, pero para que
su producción sea válida se requiere y deben cumplirse todos los requisitos
formales de prueba, producida, obvio en la etapa del juicio. Lo cual se traduce en la aplicación rigurosa de la inmediación y la controversia de las partes aun cuando no existe controversia sobre una diligencia de investigación
y los resultados de la misma.
Esto es, la actual fracción III apartado A del artículo 20 Constitucional señala la prueba anticipada, determinando que la ley establecerá las excepciones y los requisitos para admitirla en juicio, la cual por su naturaleza
requiere de desahogo previo. Para su desahogo deberán tenerse motivos suficientes para pensar que el testigo no podrá presentarse a juicio, puede ser
solicitada por la defensa, Ministerio Público o imputado, durante la etapa
de investigación o antes de la formulación de acusación. Consecuentemente, en la audiencia deberán acudir las partes en el juicio para el efecto
de respetar el principio de contradicción y si no se pudiese desahogar, es necesaria la presentación del testigo asentándose mediante algún medio electrónico la formalidad de la audiencia en el desahogo de la prueba
anticipada, prueba que tendrá conocimiento el juez de control.
1
León Parada, Víctor Orielson, El ABC del nuevo sistema acusatorio penal, Ecoe, Bogotá
2005, p 53.
EMMA MEZA FONSECA
199
En México, los rasgos del proceso inquisitivo se caracterizan, entre otras
cosas, por la importancia plena de los elementos probatorios que se allega el
agente del Ministerio Público en la etapa de la averiguación previa, en ocasiones con valor probatorio pleno, sobre cuya base se sustentan las sentencias condenatorias, sin que se garantice plenamente el derecho a la adecuada
defensa.
En contraste, en el sistema penal acusatorio, al juez, que debe ser independiente e imparcial, le toca decidir con base en pruebas buscadas tanto por
la parte acusadora como por la defensa en un plano de paridad. La elección
realizada por el juez entre las diversas reconstrucciones del hecho histórico
es estimulada por la contradicción dialéctica que se desarrolla entre las partes que representan intereses contrapuestos.
También conviene precisar que al hablar del sistema de impartición de
justicia penal, se quiere enfatizar de cómo éste se conforma por un conjunto
de instituciones estrechamente vinculadas por relaciones complejas de varios
niveles. Como sistema, los cambios en algunas de sus partes afectan al resto,
pero también es cierto que los cambios en algunas de ellas difícilmente generarán una modificación del conjunto. Así, el sistema de impartición de
justicia penal lo integran los jueces, pero también las procuradurías, los agentes del Ministerio Público, los defensores de oficio, las policías, las instituciones penitenciarias y aun los abogados. Por lo que una reforma integral
que se quiera exitosa requerirá cambios en todos sus elementos.
IV. Exégesis de los juicios orales
Así, en primer término, como principio rector de los juicios orales, el acusatorio marca la separación entre juez y acusación, teniendo como condición
esencial la imparcialidad del juez respecto a las partes de la causa y también el
presupuesto de la carga de la imputación y de la prueba de la imputación sobre
la acusación. Además, el modelo acusatorio supone necesariamente la obligatoriedad y la irrevocabilidad de la acción penal por parte de los acusadores públicos, independientemente de las fórmulas que condicionen el inicio de las
investigaciones.
Y respecto a la oralidad consiste en el predominio de la palabra y se traduce en aportar alegatos y elementos probatorios en el juicio de forma directa
200
REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL
y verbal, pero es importante destacar la existencia de los escritos dentro de
los procesos, en virtud de que aquéllos tienen como función dar soporte material a las evidencias y, en algunos casos, el anuncio de lo ofrecido en el juicio oral, al tiempo de documentar el proceso.
Una de las ventajas de los juicios orales radica en la inmediación; esto
es, que el juzgador y los sujetos procesales se encuentren presentes para contraponer sus pretensiones sobre la litis que anima el proceso, lo que implica
que el juez está en posibilidad de analizar no solamente los dichos de las
partes en un juicio, sino además su desenvolvimiento en el mismo, lo que
ayuda a conocer de manera más cercana la verdad histórica y no la formal,
fin último de un proceso penal. Esto dará lugar a la necesidad invariable de
que el juez esté presente en el desahogo de las pruebas, y él mismo emitirá
la sentencia, independientemente de substanciarse el proceso, por regla general, en una sola audiencia, en salvaguarda de los principios de inmediación, publicidad, contradicción y concentración.
Empero, la existencia del trato directo entre el procesado y el juzgador
acarrea también una gran responsabilidad máxime cuando el juicio verse
sobre delitos en los que se vea inmersa la delincuencia organizada, pues es
de gran riesgo para el juzgador su interacción, ya que existe el riesgo latente de
que haya contra él algún tipo de venganza o represalia.
En esta tesitura, la oralidad ésta muy ligada con el proceso de publicidad, el cual precisa que las diligencias de las audiencias se realizarán de manera pública ante la presencia de la sociedad, y las partes tienen
conocimiento recíproco de los actos procesales de la contraparte para controvertirlas plenamente, sin tener que cargar con un valor probatorio preconstituido, lo que garantiza la salvaguarda del principio de contradicción;
es decir, el equilibrado enfrentamiento de pretensiones entre las partes en el
desahogo de las pruebas.
El sistema acusatorio y el de oralidad suelen confundirse, pues puede hablarse de sistemas acusatorios orales caracterizados por procedimientos de argumentación y recepción probatoria verbal directamente ante el tribunal y,
por el contrario, es posible, también, concebir un proceso penal acusatorio
perfectamente diseñado y funcional cuyo procedimiento de argumentación
y recepción probatoria sea, sin embargo, escrito.
EMMA MEZA FONSECA
201
V. Esquema comparativo
De manera ilustrativa a lo anterior, se aterriza la forma en que se matizó el
sistema inquisitivo y consecuentemente lo que se busca sustituyéndolo con
el acusatorio en el siguiente cuadro:
Sistema Inquisitivo
La función de investigar, acusar y juzgar se ve comprometida, ya que en
nuestro país, el Ministerio Público
además de desempeñar su función,
influye como autoridad para determinar la inocencia o culpabilidad del
acusado.
Sistema Acusatorio
Se pugna por la separación de funciones de la autoridades, pues mientras
una investiga, otra acepta o rechaza
tal investigación y otra juzga (Ministerio Público, Juez de Garantías y Juez
de Juicio).
La detención opera para todos los de- La libertad es la regla genera y la delitos, es común la prisión preventiva tención es la excepción.
como medida cautelar.
En la praxis el juez puede delegar a los Interviene el principio de inmediasecretarios del juzgado la celebración ción, pues el juez esta obligado a estar
de diversas etapas procesales.
presente en la celebración de todas las
audiencias.
La escritura es el principal medio para Aparece el sistema de audiencias púla integración del expediente: si no blicas.
existe en el mismo, no existe en el proceso.
Las actuaciones deben quedar por es- Las formalidades legales protegen y
crito en el expediente para cumplir garantizar el debido proceso.
con las formalidades del proceso.
Por lo tanto, como dijo Luigi Ferrajoli,2 se puede llamar acusatorio a
todo sistema procesal que concibe al juez como un sujeto pasivo rígidamente
separado de las partes y al juicio como una contienda entre iguales iniciada
por la acusación, a la que compete la carga de la prueba, enfrentada a la defensa en un juicio contradictorio, oral y público, y resuelta por el juez según
2 Ferrajoli, Luigi. Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, quinta ed., Trotta, Madrid,
2001, p. 564.
202
REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL
su libre convicción. A la inversa, es inquisitivo todo sistema procesal donde
el juez procede de oficio a la búsqueda, recolección y valoración de las pruebas, llegándose al juicio después de una instrucción escrita y secreta de la que
están excluidos o, en cualquier caso, limitados la contradicción y los derechos
de la defensa.
VI. Panorama internacional
Los sistemas de justicia penal en el mundo entero están sufriendo cambios
que cuestionan las bases de los modelos que los soportan. En particular en
América Latina, desde hace por lo menos dos décadas, se ha puesto en duda
el modelo inquisitorio en que se basaban la mayor parte de los sistemas penales de los países de la región, y comenzó un proceso de transición hacia un
modelo de corte acusatorio. Aunque con diferencias importantes y con resultados diversos, una buena parte de los países del área han adoptado o
están en proceso de modificar sus modelos de justicia penal. Este es el caso
de Chile, Colombia, Perú, Costa Rica, Argentina, Nicaragua, Paraguay y
Guatemala, entre otros países.
Por citar un ejemplo, en el artículo 25 del Código Procesal Penal de
Costa Rica, se señala el principio de legalidad y de oportunidad del Ministerio Público para ejercer la acción penal, especialmente en el inciso b) que
refiere claramente a la delincuencia organizada. Y en el libro segundo denominado de los actos procesales, contempla la oralidad como parte toral en el
procedimiento, enfatizando que su trámite también puede ser mixto, en relación con las excepciones que se deducirán en forma oral en las audiencias
y las demás en forma escrita (artículo 43).
Es importante señalar que en el artículo 22 de la ley en estudio, el Ministerio Público ejerce la acción penal pública en los casos procedentes, empero podrá solicitar que se prescinda, total o parcialmente, de la persecución
penal; o que se limite a alguna o varias infracciones o a alguna de las personas
que participaron en el hecho, cuando se trate de asuntos de delincuencia
organizada y el imputado colabore eficazmente con la investigación, brinde
información esencial para evitar que continúe el delito o se perpetren otros,
ayude a esclarecer el hecho investigado u otros conexos o proporcione información útil para probar la participación de otros imputados, siempre que
EMMA MEZA FONSECA
203
la conducta del colaborador sea menos reprochable que los hechos punibles
cuya persecución facilita o cuya continuación evita.
La legislación adjetiva penal nicaragüense es más específica, pues en su
título preliminar de principios y garantías procesales, en los artículos 10 y 13
establece claramente lo siguiente:3
Artículo 10. Principio acusatorio. El ejercicio de la acción penal es distinto del de la
función jurisdiccional. En consecuencia, los jueces no podrán proceder a la investigación, persecución ni acusación de ilícitos penales.
Artículo 13. Principio de oralidad. Bajo sanción de nulidad, las diferentes comparecencias, audiencias y los juicios penales previstos por este Código serán orales y públicos. La publicidad podrá ser limitada por las causas previstas en la Constitución
Política y las leyes.
La práctica de la prueba y los alegatos de la acusación y la defensa se producirán ante
el juez o jurado competente que ha de dictar la sentencia o veredicto, sin perjuicio de
lo dispuesto respecto a la prueba anticipada.
El Juicio tendrá lugar de manera concentrada y continua, en presencia del juez, el jurado, en su caso, y las partes.
En el caso de la legislación chilena, adminicula la relación entre la
prueba anticipada en la audiencia del juicio, tomando en consideración los
casos en que se podrá desahogar la misma como el de ausencia permanente
o larga distancia, por temor a que sobreviniese la muerte, incapacidad física o
mental; en estos casos se podrá solicitar ante el juez de garantía la declaración anticipada.
En este orden de ideas, el numeral 291 del Código Procesal Penal de
Santiago de Chile precisa que la audiencia del juicio se desarrollará en forma
oral, tanto en los alegatos y argumentaciones de las partes como en la declaración del acusado, recepción de pruebas y en general la intervención de
los que en ella participen. Consecuentemente sus resoluciones serán dictadas y fundadas verbalmente por el tribunal y su notificación se entenderá
desde el momento de su pronunciamiento. Señalando claramente que no se
aceptarán peticiones por escrito durante la audiencia del juicio oral, con la
excepción de tratarse de una persona sordo muda, la cual lo podrá hacer por
intérprete o mediante escrito.
3 Código Procesal Penal de la República de Nicaragua LEY No. 406, Aprobada el 13 de no-
viembre del 2001 Publicada en La Gaceta No. 243 y 244 del 21 y 24 de Diciembre del 2001.
204
REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL
En contra punto, podemos caracterizar al modelo inquisitorio como uno
en el que la función de investigar se encuentra mezclada con la función de
juzgar. Es decir, en el que el juez es responsable tanto de realizar la investigación como de juzgar al inculpado. El sistema acusatorio, por su parte, se
caracteriza por separar la función de acusar de la de juzgar.
Desde esta perspectiva, las partes —defensa y fiscal— actúan en igualdad de circunstancias frente a un juez imparcial. Detrás de estas ideas aparentemente simples se encuentran complejos modelos organizacionales,
reglas de procedimiento y aun concepciones políticas sobre el uso de la
fuerza, los derechos fundamentales y la función del Estado. En México tenemos un sistema mixto.
México engloba razones y argumentos a favor de la implementación de
los juicios orales, señalando en primer término la urgente necesidad de transformar el sistema de justicia penal como consecuencia de la percepción negativa que prevalece sobre el mismo; en torno a la oralidad, ésta se matiza
como una condición necesaria del sistema acusatorio, pues el proceso penal
mexicano no prevé dicho principio y consecuentemente la implementación
de los juicios orales agilizará el proceso penal —según se dice—.
Ahora bien, al debatir sobre la modernización del sistema procesal penal
mexicano, se considera que no puede haber sistema acusatorio sin oralidad,
cuando lo cierto es que el sistema puede ser tanto oral, como escrito. Concebir lo contrario sería tanto como considerar al sistema acusatorio como
parte de la oralidad, y no como lo que en realidad constituye, la oralidad
como parte del sistema acusatorio. Al respecto, debe decirse que todos los sistemas jurídicos en el mundo registran procedimientos orales y escritos. En
el derecho comparado no subsisten modelos procesales completamente orales, ni completamente escritos. Lo que sí existen son sistemas procesales predominantemente orales, escritos o mixtos, atendiendo a la cultura jurídica
que prevalece en cada uno de ellos.
Por citar un ejemplo, los procedimientos penales norteamericano e inglés, que tradicionalmente se consideran modelos procesales orales por excelencia, presentan rasgos de escritura, ya que ambos exigen en su fase de
investigación diversas actuaciones por escrito, como la redacción de reportes para sustentar sus indagatorias y los informes de jurados denominados
affidávit. Situación similar ocurre en México, que no obstante de considerarse un sistema jurídico predominantemente escrito, registra dos procesos
EMMA MEZA FONSECA
205
que en sus diferentes etapas emplean la oralidad: el proceso laboral y el agrario. En el caso de la materia laboral, el artículo 685 de la Ley Federal del
Trabajo establece: “…el proceso del derecho del trabajo será público, gratuito, inmediato, predominantemente oral y se iniciará a instancia de parte”.
Por su parte, el diverso numeral 185 de la Ley Agraria señala que en la audiencia que se realice se:
I. …expondrán oralmente sus pretensiones por su orden, el actor su demanda y el demandado su contestación y ofrecerán las pruebas que estimen conducentes a su defensa y presentarán a los testigos y peritos que pretendan sean oídos...
Mientras que en los sistemas jurídicos de tradición oral, como Inglaterra
y Gales, se habla de la posibilidad de introducir promociones escritas en sustitución de las audiencias orales, con la finalidad de abreviar los procesos.
En los recientes procesos de reforma judicial instrumentados en los sistemas jurídicos latinoamericanos de tradición escrita, como es el caso de Argentina, Colombia, Chile, Guatemala y Costa Rica, se observa una tendencia
a implantar la oralidad en los procedimientos tanto civiles como penales,
como una estrategia para solucionar los principales problemas de sobrecarga
de trabajo que de manera genérica afectan a los sistemas judiciales en el
mundo.
Sin embargo, a pesar de que teóricamente se ha señalado como una de
las principales fortalezas de los juicios orales la breve duración de su tramitación, los escasos estudios muestran que en la práctica no sucede así, por
lo menos en la mayoría de los países latinoamericanos en que se han instrumentado.
Por ejemplo, se advierte que la duración promedio entre la acusación y
la realización del juicio oral en Costa Rica es de aproximadamente dos años,
tres meses (ochocientos veinte días); Guatemala, aproximadamente un año,
cuatro meses y medio (cuatrocientos noventa días); Venezuela, casi un año
(trescientos cincuenta días); y Argentina (provincia de Córdoba), doscientos cuarenta días. Mientras que sólo en Chile y Ecuador se resuelven los juicios orales antes de la mitad del año, al tramitarse éstos en cuarenta y seis y
ciento treinta y cinco días, respectivamente.
Con base en la información anterior, generalmente se ha citado en México el modelo de la reforma procesal penal chilena como un caso de éxito
en Latinoamérica, y por tanto, aplicable por analogía en nuestro país. Em-
206
REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL
pero, previo a su comparación con el sistema procesal penal mexicano, es
necesario realizar dos consideraciones previas.4
Primera, en el sistema mexicano se contemplan una serie de derechos
fundamentales a favor de los inculpados, a partir de la promulgación de la
Constitución Federal de mil novecientos diecisiete, lo cual no existía en
Chile hasta antes de la reforma de mil novecientos noventa y nueve.
Segunda, mientras que en México el amparo procede contra sentencias
definitivas, al instrumentarse la oralidad en Chile se suprimió el amparo
contra resoluciones judiciales, para desahogar de manera más rápida los procedimientos penales.
Atendiendo a esa característica del amparo contra sentencias definitivas,
el sistema procesal penal que es dable comparar con el mexicano es el modelo guatemalteco. Guatemala es el único país de América Latina que cuenta
con un sistema procesal penal acusatorio oral puro. Su instrumentación fue
aprobada en mil novecientos noventa y dos, entrando en vigor a partir del
uno de junio de mil novecientos noventa y cuatro. Sin embargo, al igual que
México, también cuenta con el juicio de amparo contra sentencias, como
un medio de control de legalidad de las resoluciones judiciales. Esa circunstancia ha propiciado que la instrumentación de los juicios orales en Guatemala no haya podido solucionar los problemas de sobrecarga de asuntos y
dilación en su tramitación. Simplemente, en el año dos mil dos se registraron en ese país tres mil quinientos homicidios y el sistema de justicia penal
apenas fue capaz de instrumentar setenta y nueve juicios orales y emitir
treinta y nueve sentencias.
De tal forma que así como se habla en México del éxito de los juicios orales en Chile, sería conveniente que también se analizara el fracaso de ese
tipo de juicios en Guatemala, sobre todo por los puntos de contacto que
existen entre el sistema mexicano y el guatemalteco, a través del amparo contra sentencias definitivas.
Asimismo, es importante comentar que, contra lo que pudiera pensarse,
el principal problema del sistema de justicia penal mexicano, por lo menos
a nivel federal, no es lo lento y tortuoso del procedimiento, sino el elevado
número de asuntos que ingresan. De acuerdo con las estadísticas oficiales,
4 Vázquez Marín, Óscar y Rivas Acuña, Israel “Los juicios orales en México: ¿condición
o alternativa del sistema penal acusatorio?”, Revista del Instituto de la Judicatura Federal, núm. 24,
pp 179 a 201.
EMMA MEZA FONSECA
207
el promedio de duración de las causas penales que se tramitaron en los juzgados de distrito durante el año de dos mil uno fue de ciento sesenta y un
días; en dos mil dos, de doscientos treinta y ocho; en dos mil tres aumentó
a doscientos sesenta y nueve; y en dos mil cuatro tuvo un crecimiento a trescientos doce días. Mientras que el promedio de tramitación de las apelaciones que se registraron en los tribunales unitarios de Circuito fue de cuarenta
y dos días en dos mil uno; cincuenta y ocho en dos mil dos; sesenta y uno en
dos mil tres y cincuenta y seis en dos mil cuatro.5
Por ende, el sistema acusatorio plantea al juicio oral como eje central
del proceso, sin que sea ya una reproducción de lo vertido durante la fase de
investigación, de ahí el énfasis de la reforma, pues el representante de la sociedad sólo acreditará que el hecho sea señalado como delito y que exista la
probabilidad de que el indiciado lo cometió o participó en él.
Por eso, bajo la etiqueta de “juicios orales”, es el modelo acusatorio la alternativa propuesta para reformar nuestro sistema de justicia penal. Esta
denominación no se limita a la introducción de la oralidad en los juicios penales, sino que implica modificaciones muy importantes en el diseño institucional del proceso penal, permitiendo un tránsito ordenado, gradual y
viable al sistema acusatorio.
Además, de manera simultánea, se requería dotar al Estado de mecanismos eficaces para combatir a la delincuencia organizada y salvaguardar la
integridad tanto de autoridades como de testigos, como en el caso lo establece el artículo 34 de la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada que
dispone:
La Procuraduría General de la República prestará apoyo y protección suficientes a jueces, peritos, testigos, víctimas y demás personas, cuando por su intervención en un procedimiento penal sobre delitos a que se refiere esta Ley, así se requiera.
Sin embargo, esta disposición resulta insuficiente, porque se requiere
regularla claramente y fortalecerla, con el objeto de que de manera eficaz se
otorgue protección a las personas, ya que no establece acciones específicas
para otorgar el apoyo y protección mencionados, por lo que ante esa laguna,
se propone que la protección se otorgue mediante la incorporación a un Programa Federal de Protección de Personas.
5
Datos de la Dirección General de Estadística y Planeación Judicial del Consejo de la Judicatura Federal.
208
REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL
En conjunto, se trataba de sentar bases para conseguir un sistema penal
que garantizara los derechos de las víctimas, protegiera a los ciudadanos de
abusos de la autoridad y asegurara el debido proceso, ya que con la inmovilidad sólo ganaba la delincuencia organizada y se obtenía un sistema penal
ineficiente y perverso.
Es evidente que el sistema acusatorio trae la ineludible carga de probar
las afirmaciones tendentes a la acreditación del delito y la responsabilidad
penal. Es por eso que se busca la apreciación de los hechos por un juez y
consecuentemente la valoración del material probatorio que sustenta la posición de los sujetos procesales en igualdad.
En contraparte, la adopción del modelo acusatorio, vista en general con
desconfianza y recelo por tratarse de una “idea extranjerizante”, ha sido
mejor aceptada en algunos estados del país. Animados por diferentes racionalidades y mediante modelos que varían en el grado de profundidad y alcance de la reforma, en el curso de los últimos tres años Nuevo León,
Chihuahua, Estado de México, Chiapas, Oaxaca, Veracruz y más recientemente Baja California y Morelos modificaron sus sistemas de impartición de
justicia penal. El balance de estas reformas resulta aún difícil de realizar. Sus
promotores han enfatizado sus éxitos, pero también existe evidencia que
hace suponer que su implementación enfrenta problemas, en particular
cuando este modelo entra en contacto, vía amparo, con los tribunales federales, que actúan bajo lógicas y reglas que no resultan necesariamente compatibles.
Para ser justos, es necesario reconocer que estos estados han realizado un
esfuerzo muy importante, pero que aún carecemos de los modelos de evaluación que permitan hacer un juicio informado sobre su desempeño.
En este orden de ideas, de las entidades federativas antes mencionadas
que, al legislar sobre los juicios orales, han considerado el aspecto de los medios alternativos, destaca el caso del estado de Chihuahua, que al expedir su
nuevo Código de Procedimientos Penales, aprobó la Ley de Justicia Penal
Alternativa.
En ese ordenamiento legal, se crea el Centro de Justicia Alternativa, dependiente de la institución del Ministerio Público, el cual funciona mediante
la instrumentación de técnicas de mediación, negociación, conciliación y
juntas de facilitación, para la solución de la controversias, adoptando el principio de justicia restaurativa, cuando esos conflictos hayan lesionado bienes
EMMA MEZA FONSECA
209
jurídicos sobre los cuales puedan las personas disponer libremente, sin afectar el orden público, con lo cual claramente precisa los delitos cuya connotación no se materialice en un grado de afectación social y consecuentemente
no ponga en juego otros bienes jurídicos como la salvaguarda de los jueces
o magistrados en el caso de los delitos relacionados con la delincuencia organizada.
Estos mecanismos de justicia alternativa funcionan como válvulas de
escape que permiten resolver una gran cantidad de asuntos, para así disminuir la carga de trabajo que registran los juzgados y tribunales. Países como
Estados Unidos y Francia resuelven el 90% y 50%, respectivamente, de sus
conflictos penales, a través de procedimientos sumarios, en los que se revisan los acuerdos logrados entre la fiscalía y la defensa.
De lo que se sigue que los juicios orales son utilizados en esos países
para un número menor de asuntos, que generalmente son aquellos que no
son susceptibles de resolverse por algún medio alternativo de solución, ni
mucho menos cuando se trata de delincuencia organizada.
También es importante señalar que, por sus características, un proceso
acusatorio permite adoptar más ágilmente todas las medidas recomendadas
por la Convención Internacional para el combate a la Delincuencia Organizada Transnacional, también conocida como Convención de Palermo, entre
otras medidas se citan: las entregas vigiladas, la ampliación de los plazos de
prescripción, la inmunidad de informantes que conduzcan a la captura, procesamiento y condena de quienes ocupen puestos de administración o dirección de este tipo de organizaciones criminales, y medidas para la efectiva
protección de las víctimas.
VII. Propuestas
Es necesario que el sistema de impartición de justicia penal tenga una transformación orientada hacia el fortalecimiento del modelo acusatorio, para
mejorar la tutela del debido proceso y la adecuada defensa de los procesados
y sentenciados. Para ello, se requiere una reforma adjetiva integral del sistema
de justicia penal que aborde de manera sistémica los rubros de seguridad
pública, averiguación previa o procuración de justicia, proceso penal o impartición de justicia, y ejecución de sanciones o readaptación social.
210
REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL
Debe enfatizarse que la adopción los juicios orales en el proceso penal federal mexicano debe sustentarse en diagnósticos empíricos sobre el estado actual del proceso penal mexicano, así como del funcionamiento de los sistemas
judiciales latinoamericanos y locales de nuestro país, en los que se han puesto
en marcha este tipo de juicios, y no en la percepción que prevalezca en la opinión pública sobre las instituciones de procuración e impartición de justicia.
En cuanto a la delincuencia organizada, deberá establecerse que atento
al nuevo sistema que se adopta (acusatorio-oral) y el que si bien cuenta con
excepciones desde el plano constitucional, el Estado se verá en la necesidad
de proporcionar a través de un programa federal la protección a personas, el
que deberá ser confidencial.
Ahora bien, respecto a la competencia para el conocimiento de los asuntos relacionados con la delincuencia organizada por parte de los jueces federales, debe señalarse que el Consejo de la Judicatura Federal emitió el
acuerdo general 21/2008, en el que dotó de competencia a los juzgados de
distrito para que conozcan de delitos cometidos en un lugar distinto al de su
jurisdicción, por razones de seguridad en las prisiones, con el objetivo de
concentrar a las personas sometidas a procesos penales por delincuencia organizada y narcotráfico, en los reclusorios de alta seguridad, reduciendo el
número de diligencias por exhorto y el riesgo que implica para la sociedad los
traslados de reos peligrosos y así evitar la evasión de los mismos.
Para evitar retardos en la impartición de justicia, rezago de asuntos, salvaguardar el debido proceso y principalmente proporcionar mejores condiciones de seguridad a la población, la competencia expresa radica en los
juzgados de distrito ubicados dentro del primer, segundo y tercer circuito
(Distrito Federal, Estado de México y Colima-Jalisco), así como los juzgados
mixtos con residencia en los lugares en los que se encuentre un centro federal
de readaptación social de máxima seguridad.
Dicho acuerdo tomó como antecedente lo establecido en el párrafo tercero del artículo 10 del Código Federal de Procedimientos Penales, numeral
que prevé una excepción a la regla general de competencia territorial de los
jueces federales, ya que señala que también será competente para conocer un
asunto un juez de distrito diferente al del lugar de comisión del delito, si
por razones de seguridad en las prisiones, atendiendo a las características
del hecho imputado, circunstancias personales del inculpado u otras que
impidan el adecuado desarrollo del proceso, la institución del Ministerio Pú-
EMMA MEZA FONSECA
211
blico de la Federación tome en cuenta la posibilidad de ejercer la acción penal
ante otro juez, o bien cuando por las mismas razones la autoridad judicial estime necesario trasladar a un procesado a una cárcel de máxima seguridad,
en los que será competente el juzgado del lugar en que se ubica dicho centro.
De lo anterior se advierte que los jueces de procesos penales de los circuitos antes mencionados o en los estados que tengan o se encuentren circunscritos a cárceles de máxima seguridad serán competentes además de los
asuntos que resuelven cotidianamente, también en los que se vea inmersa la
delincuencia organizada, en razón a que este hecho social acarrea consigo gran
responsabilidad en el rubro de seguridad.
Por lo que será necesario que en el nuevo código adjetivo, así como en
la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación se establezca lo anterior.
Ahora bien, la circunstancia de tener en las prisiones de máxima seguridad asuntos relacionados con la delincuencia organizada, narcotráfico o
todos aquellos que representen un grave problema de seguridad a la sociedad y para cumplir con los principios del sistema acusatorio, específicamente
en cuanto a la oralidad y publicidad, traerá consigo la necesidad de contemplar la asignación de un presupuesto para la creación y funcionamiento
de salas de juicios orales adjuntas o en una distancia corta de las cárceles de
máxima seguridad, para evitar las posibles fugas de los procesados.
Debe ponerse cuidado extremo en la instrumentación legal adecuada
para garantizar la seguridad del juzgador, su personal y familiares de ambos
con el fin de evitar extorsiones o muertes (no como sucede en la actualidad
que sólo ante la alarma se instala dicha protección), pues considerando que
la delincuencia organizada no tiene límites es necesario que en dichos asuntos la protección sea efectiva y regulada; al existir un trato directo no se descarta la posibilidad de posibles venganzas.
Por último, para solucionar el problema de la sobrecarga de causas penales que registra el sistema judicial mexicano, debe trabajarse ya en los medios alternativos de solución de conflictos, como lo contempla la reforma
que sufrió el artículo 17 constitucional, por lo que será necesario que a nivel
federal el código adjetivo en la materia penal prevea los mecanismos para la
solución de asuntos que no revistan gran trascendencia social, se expida y
consecuentemente se apruebe una ley enfocada al mismo objetivo, como ya
existe en la mayoría de los estados de la República; en el entendido de que
212
REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL
si bien la misma reforma en su parte transitoria claramente precisó su entrada en vigor cuando se establezca la legislación secundaria correspondiente, sin exceder de ocho años como plazo máximo, contando a partir del
día siguiente de su publicación, la realidad es que urge dicha implementación en las legislaciones que aún no contemplen dichos mecanismos, como
una medida complementaria de la justicia penal ordinaria que permita desahogar el trámite y resolución de aquellos procesos penales federales que traten de delitos no graves, que cuenten con los instrumentos necesarios para
la conciliación y negociación de las partes, bajo la supervisión de la autoridad jurisdiccional.
VIII. Conclusión
El objeto de la reforma es buscar y lograr un cambio de fondo que permita
concretizar las aspiraciones sociales de justicia y dote de cabal confiabilidad
a las instituciones integrantes del sistema de justicia penal federal, con la
visión de revertir la percepción actual de la sociedad mexicana, sobre todo
tratándose en los delitos en que se ve inmersa la delincuencia organizada,
pues los procesos penales según se dice son largos, arriesgados y tortuosos.
La inclusión del sistema acusatorio por un lado —según se dice— permite la adopción de mecanismos tendientes a resolver una determinada cantidad de asuntos, de manera ágil, con mayor efectividad y menos riesgos,
que el sistema inquisitivo mixto vigente. Empero, la oralidad no garantiza
necesariamente la rapidez en los juicios, ya que ni la oralidad busca celeridad, ni la celeridad se logra solamente con la oralidad. Más que brevedad,
la oralidad pretende transparencia procesal. En ese sentido, la propuesta de
solución que subyace al problema de la saturación o sobre carga de los procesos penales, no sólo son los juicios orales, sino en todo caso los procedimientos sumarios que integran medios alternativos de solución en aquellos
delitos que no representen un peligro a la sociedad. Además debe darse la importancia en cuanto a tiempo, infraestructura y demás aspectos a los delitos
considerados graves y desde luego a los relacionados con la delincuencia organizada, pues éstos ponen en peligro grave a la sociedad y en el proceso
ponen en juego no sólo la integridad de jueces y magistrados, sino también
de secretarios, testigos, fiscales, ya que al estar en trato directo con el pro-
EMMA MEZA FONSECA
213
cesado pueden surgir amenazas, por lo que sería necesario extender un
programa de protección a las partes y dotar de un infraestructura especial,
para evitar ser víctimas de un atentado.
Para concluir, es necesario resaltar que los principios de oralidad, inmediatez, contradicción y publicidad del sistema acusatorio no son una novedad en el sistema procesal penal mexicano, ya que éstos se encuentran en el
Código Federal de Procedimientos Penales, desde mil novecientos treinta y
cuatro, al establecerse que la declaración preparatoria del inculpado puede
ser rendida en forma oral o escrita (art. 155); que en las diligencias que se
practiquen, el juez estará acompañado por su secretario, presidirán los actos
de prueba y recibirán, por sí mismos, las declaraciones (art. 16); que en la
audiencia podrán interrogar al acusado sobre los hechos y se podrán repetir
las diligencias de prueba que se hubieren practicado; y, que en todo proceso
penal el inculpado será juzgado en audiencia pública por un juez (art. 86).
Bibliografía
Ferrajoli, Luigi. Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, quinta ed.,
Trotta, Madrid, 2001.
León Parada, Víctor Orielson, El ABC del nuevo sistema acusatorio penal,
Editorial Ecoe, Bogotá 2005.
Vázquez Marín, Óscar y Rivas Acuña, Israel “Los juicios orales en México:
¿condición o alternativa del sistema penal acusatorio?”, Revista del Instituto de la Judicatura Federal, núm. 24, 2007.
Ley Federal del Trabajo.
Ley Agraria
Código Federal de Procedimientos Penales.
www.scjn.gob.mx
www.lexjuridica.com
214
REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL
Descargar