modernización y valores culturales en la región - unesdoc

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STY-89
ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS
PARA LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CULTURA
PARA COMPRENDER EL DESARROLLO;
MODERNIZACIÓN Y VALORES CULTURALES
EN LA REGION DE ASIA Y EL PACIFICO
por el
Profesor Stephen H.K. Yeh
Departamento de Sociología
de la Universidad de Hawai
Las opiniones sostenidas en el presente documento, la selección de los hechos
y su interpretación incumben al autor y no reflejan necesariamente la opinión
de la Unesco.
Hay muchos caminos para ascender a cada montaña,
y muchas montañas que apuntan al cielo
Herman Kahn
I. INTRODUCCIÓN
. El presente.trabajo tiene por objeto "realizar un estudio comparado sobre
las condiciones de.interacción entre los procesos de modernización y los valores culturales de distintas sociedades". Sobre esta base, se nos pide además
analizar "la interacción entre los modos de vida, las formas de organización
social y los distintos estilos de desarrollo" y examinar "la interrelación
entre los distintos aspectos: económico, social, político y espiritual, de un
enfoque multidimensional e integrado del desarrollo". Por otra parte,- el. examen de las lecciones que deben extraerse del estudio, habrán de basarse en la
solidez de la teoría y en las exigencias de la realidad.
Con este amplio marco; de referencia, dividiremos el trabajo en las
siguientes secciones: 1) examen del valor de la perspectiva del sistema, capitalista mundial para entender el cambio social a.nivel nacional; 2) utilización de esa perspectiva mundial para analizar las vías de desarrollo de Japón
y China; 3) evaluación de la experiencia del desarrollo en el Asia oriental
tomando como base la relación entre las instituciones económicas, políticas y
culturales (confucianistas); 4) estudio de la evolución reciente de la economía política en Tailandia sobre la base de la interacción entre democracia y
capitalismo; y 5) examen sucinto del enfoque integrado o unificado del.análisis del desarrollo tomando como base los modelos de desarrollo reales y preferidos en Filipinas.
II. EVOLUCIÓN DE LAS PERSPECTIVAS TEÓRICAS
Durante las últimas tres décadas han .cambiado las perspectivas teóricas
del desarrollo en función de la cambiante realidad histórica de los procesos
de desarrollo, de la relación entre países desarrollados y en desarrollo y del
debate entre, los especialistas en ciencias sociales. En esta sección haremos
una síntesis, breve e incompleta, de la evolución de los modelos, teóricos, que
servirá de base a un análisis ulterior de la naturaleza del desarrollo.
Nuestra panorámica comienza con la aparición de la teoría de la modernización a finales de los años cincuenta y comienzos de los sesenta, teoría que
es fruto de la nueva posición de hegemonía internacional de Estados Unidos y
de la preocupación por resolver los problemas de los países pobres. Sin
embargo, en parte.como resultado.de la intervención de Estados Unidos en Viet
Nam y del fracaso de los programas de modernización, a finales de los años
sesenta apareció la escuela de la dependencia, de inspiración marxista, que
vino a poner en tela de juicio la escuela de la modernización, calificada por
algunos intelectuales radicales de apología del imperialismo. No obstante, la
batalla entre la escuela de la modernización y la de la dependencia había
empezado a calmarse. El debate sobre el desarrollo del Tercer Mundo se volvió
menos ideológico y apasionado. Los teóricos del cambio social centraron su
atención en proponer una nueva perspectiva que. pudiera trascender, el horizonte
a
de ambas escuelas. Precisamente en este contexto histórico hizo su aparición
la .perspective del sistema mundial de Wallerstein que debe su contenido
teórico a la literatura marxista sobre el desarrollo y a la escuela de ciencias histórico-sociales llamada de los Annales, que critica la excesiva especiallzación de las disciplinas académicas contemporáneas. En su formulación
inicial la perspectiva del sistema mundial tenía ciertos rasgos de la teoría
de la dependencia y por esto se citaba con frecuencia junto con dicha escuela.
Sin embargo, conforme se desarrollaba la perspectiva del sistema mundial, los
estudiantes interesados por el cambio social empezaron a observar las importantes diferencias entre las dos perspectivas y entre ellas y la literatura
sobre la modernización en lo que atañe a la estructura teórica, al enfoque de
la investigación y a las consecuencias en el plano de la acción.
La escuela de la modernización centra su atención en el Tercer Mundo,
especialmente en cómo promover el desarrollo en él, poniendo implícitamente al
Primer Mundo como modelo. Según esta escuela, hay en los países del Tercer
Mundo algo que no marcha bien y que los hace económicamente atrasados. Por
ejemplo, los sociólogos han destacado la persistencia en ellos de los valores
y las instituciones tradicionales; los psicólogos han puesto de realce el bajo
nivel de motivación; los demógrafos se muestran sorprendidos por la explosión
demográfica; los especialistas en ciencias políticas hacen hincapié en burocracia ineficiente y corrupta; y los economistas señalan la falta de inversiones productivas. A este respecto puede decirse que la escuela de la modernización ha hecho posible una "explicación interna" de los problemas relativos al
desarrollo del Tercer Mundo.
La teoría de la modernización consta de dos partes principales: la
estructural y la psicológica, que no condicen necesariamente entre sí. La
dimensión estructural de la teoría consiste en una visión uniforme y revolucionaria del desarrollo económico, social y político según ..el modelo del
Primer Mundo industrializado, basado en el capitalismo y la democracia. Tal
vez sea Rostow quien ha dado a la teoría de la modernización su forma más
concreta y conocida con sus cinco fases de transición, a saber: economía
tradicional, adopción de la tecnología moderna, rápida acumulación de capital
e industrialización temprana, alto grado de industrialización con bajos niveles de vida y fase de alto consumo. La dimensión sociopsicológica de la teoría
de JLa modernización explica el ascenso de Occidente afirmando que los occidentales, sobre todo los protestantes, posean un alto grado de racionalidad y de
rendimiento. Quiere ello decir que la posibilidad de desarrollo de una sociedad depende, al menos en parte, de la estructura psicológica de sus miembros.
Lo malo de este argumento es que en el análisis no se tienen en cuenta las
importantes variables estructurales que determinan el sentido de la motivación
de la persona. Desde otro punto de vista sociopsicológico, se estima que el
contacto con las instituciones modernas produce el hombre "moderno", pero esta
hipótesis no explica por qué hay más instituciones modernas, por ejemplo, en
Japón que en Indonesia.
Por lo que a la escuela de la dependencia se refiere, comparte en lo
esencial los mismos centros de interés con la de la modernización. Los teóricos de la primera se interesan también en fomentar el desarrollo del Tercer
Mundo, pero impugnan el modelo teórico de la escuela de la modernización. En
vez de una "explicación interna", la escuela de la dependencia propone una
"explicación externa" del desarrollo del Tercer Mundo. La esencia de su argumentación es que los países del Tercer Mundo siguen estando económicamente
atrasados no porque posean valores e instituciones tradicionales, sino porque
son explotados por los países capitalistas avanzados. La posición periférica
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de las naciones del Tercer Mundo no . es el fruto de un proceso de evolución
natural, sino el resultado histórico de varios siglos -de dominación colonial.
Así pues, los países del Tercer Mundo actual no son subdesarrollados, sino que
en realidad los han subdesarrollado los países centrales. El mecanismo
mediante el cual el centro mantiene subdesarrollado al Tercer Mundo consiste
en reestructurar la economía periférica, por ejemplo, mediante el monocultivo,
la extracción de materias primas y minerales y la destrucción de las industrias nacionales, de modo que el excedente económico pueda transferirse continuamente de la periferia al centro.
Su contraste con la escuela de la modernización y con la de la dependencia, la perspectiva del sistema mundial presta poca atención a la distinción
interno/externo a la hora de analizar las causas del subdesarrollo. Insiste
más bien en que tomando todo el mundo como una unidad de análisis social se
tendría un enfoque mucho más amplio. Este escuela estudia no solamente las
periferias atrasadas del Tercer Mundo, sino también los centros capitalistas
avanzados y los nuevos Estados socialistas, así como el ascenso, la evolución
y el futuro de la economía capitalista mundial.
Este interés por estudiar el sistema mundial en su conjunto es consecuencia del legado teórico recibido por Wallerstein y de su método histórico-'-/.
El percibe la realidad social como en estado dinámico de flujo, señalando que
"en nuestra terminología tratamos de captar una realidad en movimiento y, por
consiguiente, solemos olvidar que la realidad cambia mientras la encapsulamos
en nuestras fórmulas, y en virtud de ese mismo hecho". A fin de captar esa
realidad siempre cambiante, Wallerstein propone un estudio de "conjuntos provisionales de larga duración y en gran escala dentro de los cuales los conceptos tienen sentido. Tales conjuntos deben poder aspirar a una relativa autonomía e integridad espaciotemporales ... A. esas totalidades las denominaría
"sistema histórico" ... Se trata de un sistema que tiene una historia, es
decir una génesis, una evolución histórica y un fin (destrucción, desintegración, transformación)".
Esta óptica del sistema mundial podría ilustrarse con un ejemplo de
Hawai. Este Estado está formado por un conjunto de pequeñas islas situadas en
medio del océano Pacífico, de sus habitantes se dice que tienen una mentalidad
localista y que prestan escasa atención a lo que sucede en otros lugares. Sin
embargo, desde la perspectiva del sistema mundial ese localismo hawaiano es un
mito. Por ser parte del sistema capitalista mundial, el Estado de Hawai se
halla necesariamente sometido a la influencia de los acontecimientos mundiales. Por ejemplo, la situación conflictiva de los años ochenta en el Oriente
Medio ha afectado a la economía local por lo menos de dos maneras. Por una
parte, ese conflicto asustó a los turistas que se proponían visitar Europa,
por lo que muchos de ellos prefirieron Hawai. Por otra parte, al ser una base
militar importante de Estados Unidos, Hawai se beneficia de los mayores gastos
que hacen los miembros de la infantería de marina que van rumbo al Oriente
Medio. En resumen, el conflicto en cuestión ha contribuido al crecimiento del
turismo y del sector de los servicios.
La perspectiva del sistema mundial no sólo es útil para entender el desarrollo nacional sino que arroja además nueva luz sobre muchos fenómenos sociológicos de larga duración como las relaciones de clase. Según esta teoría, las
clases no sólo luchan dentro de un Estado, sino que pueden generar conflictos
en el plano mundial. En este sentido, cabe explicar por qué algunos sectores
de la clase trabajadora estadounidense luchan en vano contra las compañías
trasnacionales que establecen sus industrias manufactureras en el Tercer Mundo
y emplean mano de obra inmigrada ilegalmente de América Central. Si se acepta
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la hipótesis de que la unidad de análisis es el sistema mundial y no el Estado
o el pueblo, son muchas las cosas que cambian como resultado del análisis. Más
concretamente,, ya no nos preocuparemos por las características internas de un
Estado sino por su relación con los demás países. Dejamos de ver las clases y
demás grupos sociales en el marco de un Estado para analizarlos como grupos en
el marco de la economía mundial.
—
Estructura teórica comparada. Tras las observaciones anteriores, vamos a
hacer seguidamente un análisis comparado de las teorías de la modernización,
de la dependencia y del sistema mundial partiendo de sus grandes orientaciones
teóricas. Se hace hincapié en la perspectiva del sistema mundial que puede ser
importante para comprender, la teoría del cambio social. No propugnamos dejar
completamente, de: lado la teoría de la modernización, sino más bien revisar
algunas de las .creencias y prácticas, actuales tomando como base las nuevas
dimensiones del cambio social en los planos mundial, nacional y subnacional.
La versión clásica de la escuela de la modernización tiene una estructura
teórica esencialmente polar: la sociedad moderna contra la sociedad tradicional. Las naciones occidentales son modernas mientras que las del Tercer Mundo
son tradicionales. Todas las versiones de la teoría de la modernización creen
en el mejoramiento social, admitiendo la posibilidad de un cambio positivo
acelerado mediante mecanismos de propagación tales como la ayuda externa, la
transferencia de tecnología, la reforma de las instituciones jurídicas y económicas, la acción psicológica encaminada a promover orientaciones universalistas y productivistas, o bien una combinación de estos factores.
El auge de esta teoría se debe en parte a la minuciosa reconstrucción de
la tradición clásica del siglo XIX hecha por Parsons basándose en las obras de
Weber y Durkheim. Una mayor "racionalidad" se define como un movimiento hacia
la modernidad o el progreso. A esto cabe agregar el análisis cultural de Weber
sobre el fundamento motivacional del capitalismo, tal como lo desarrolló en su
famosa teoría sobre la ética protestante y el espíritu del capitalismo. Según
Parsons, son necesarios ciertos esquemas de valores y de normas para lograr un
progreso social y político .hacia el modelo occidental. Por ejemplo, hay que
sustituir el "particularismo" por el "universalismo" y el rendimiento por la
adscripción; para generar un cambio paulatino. Por otra parte, para la versión
parsoniana de la modernización es esencial la tesis; de Durkheim sobre la
creciente diferenciación funcional como proceso clave del desarrollo de la
sociedad industrial.
La escuela de la modernización tiene además en cuenta la preocupación de
Durkheim por las consecuencias erosivas o desequilibradoras de la industrialización. La preservación de la "unidad orgánica" de la sociedad frente a los
cambios estructurales fundamentales fue uno de los grandes problemas con que
se enfrentaron las sociedades europeas en los comienzos de la industrialización. Los teóricos de la modernización ven los mismos problemas en el Tercer
Mundo. Conforme se difunden en la vida social las normas y valores "modernos",
se ven amenazadas en algunos de sus aspectos las orientaciones tradicionales
y, lo que es más importante, se socava el consenso normativo de la sociedad.
Así, gracias a su componente idealista la escuela de la modernización traza el
repertorio de las condiciones socioculturales del desarrollo. Y Durkheim hizo
ya un diagnóstico de los problemas que pueden encontrar las sociedades tradicionales en el proceso de modernización. En consecuencia, para los países del
Tercer Mundo y los que les prestan asistencia la estrategia de desarrollo
consistiría en dar con la forma de inculcar los valores y normas de los países
capitalistas occidentales, sin que tan drásticos cambios ocasionen demasiados
conflictos.
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Las repercusiones de la perspectiva de la modernización han sido muy
importantes en la planificación del desarrollo nacional de muchos países del
Tercer Mundo y en la asistencia al desarrollo prestada por organismos internacionales, entre ellos varias organizaciones de las Naciones Unidas. No obstante, la evolución histórica que se ha producido en los últimos tres decenios y
el creciente interés por el análisis comparado han.suscitado diversas críticas
a este enfoque. Una de las cuestiones que surgen es la relativa a la:posibilidad de que los modelos,de desarrollo del siglo XX puedan adoptar formas diferentes de las del pasado,' lo que plantearía, importantes interrogantes acerca
del sentido , del desarrollo y de la posibilidad de un cauce multilineal para
éste. Esta observación crítica viene a poner reparos a la tendencia a utilizar
una versión idealizada de la sociedad.occidental contemporánea como meta del
desarrollo, particularmente cuando las sociedades occidentales están en pleno
cambio. Por otro lado, la promoción del modelo de democracia capitalista forjado según lá experiencia occidental o norteamericana crea la impresión de un
etnocentrismo excesivo, al considerarse que toda variación del modelo occidental es una desviación que debe corregirse.: Esto plantea la cuestión-de saber
qué debe hacerse con las culturas particulares del Tercer Mundo que parecen
estar en vías de modernización.
La escuela de la modernización admite la existencia de conflictos y tensiones durante el desigual proceso de desarrollo, pero desde el punto de vista
teórico no se ha analizado suficientemente los distintos actores (grupos y
clases) implicados en la lucha. Más concretamente, los teóricos de la modernización propenden a ver los conflictos como ajustes más bien que como consecuencias a largo plazo tanto para la sociedad como para sus diferentes grupos.
Por último, en este enfoque no son muchas las posibilidades que existen de
abordar la economía política mundial. No podemos ignorar la importancia de las
influencias externas en el cambio social que se produce en una sociedad o
nación. La difusión de ideas y valores modernos desde el exterior de la sociedad es un medio para derruir una estructura social tradicional internamente
coherente. La perspectiva de la modernización no toma en consideración la
existencia posible de un auténtico conflicto de intereses entre los países
desarrollados y los países en desarrollo. No menos importante es la idea de
que los problemas y las posibilidades del desarrollo dependen parcialmente de
la posición que ocupe un país dentro de un sistema más amplio de interrelaciones con otros. Para un país con un pasado colonial reciente es difícil aceptar
este olvido como algo abstracto, ya que constituye el rasgo más importante de
su historia y explica en parte algunos de sus problemas.
También la .escuela de la dependencia presenta una estructura teórica
•esencialmente polar: el centro• contra la periferia^). Los países desarrollados, en su mayoría occidentales, son el centro, mientras que los del Tercer
Mundo . son la periferia. Según esta escuela, el centro explota a la periferia
en provecho propio. La fase histórica del colonialismo y la utilización en
provecho propio por los países colonizadores del excedente económico de la
periferia han tenido como consecuencia su subdesarrollo, proceso éste que se
ha calificado de "desarrollo del subdesarrollo". Dado el predominio del centro
la periferia tiene muy pocas posibilidades de lograr un desarrollo autónomo.
De ahí que, en general, los teóricos de la dependencia se muestren pesimistas
respecto del futuro del Tercer Mundo. Este irá siempre a la zaga del centro y
las desigualdades serán cada vez mayores.
En el modelo teórico de la escuela de la dependencia desempeña un papel
central la economía política internacional. La lucha entre las clases y demás
grupos de intereses nacionales, se halla condicionada por la relación del país
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del Tercer Mundo con las naciones industrializadas del "centro". Así pues, los
actores extranjeros están íntimamente imbricados en la lucha y en las alianzas
de clases de cada país de la "periferia". En vez de suponer que el contacto
entre el centro y la periferia podría dar lugar a un desarrollo más rápido,
esta escuela considera que la vinculación con el exterior origina un retroceso
del Tercer Mundo. Dicho de otro modo, la vinculación con los países desarrollados es el problema y no la solución. Por ésta y otras razones los países en
desarrollo no pueden tomar el mismo camino seguido por los países desarrollados. Tras haberse industrializado y haber creado una poderosa organización
estatal, el Primer Mundo se encuentra en condiciones de explotar al Tercer
Mundo e impedirle que ascienda de la misma manera. Se sostiene, pues, que el
principal obstáculo con que tropieza el cambio en los países subdesarrollados
no es un apego irracional a los valores tradicionales sino los esfuerzos, perfectamente racionales, de las elites locales y sus aliados extranjeros para
defender sus propios intereses.
En términos teóricos, los seguidores de esta escuela construyen sus tesis
en torno a casos históricos concretos en cuyo estudio va incluido el examen
integrado de los actores locales e internacionales. Tanto en el plano local
como en el internacional, lo importante para esos actores son los intereses
(riqueza, poder, prestigio) y no los valores y las normas, las instituciones
económicas y políticas y no los modelos culturales. De ahí que la escuela de
la dependencia haya hecho hincapié en el valor de los estudios históricos
comparados que, al reorientar la investigación, han contribuido a sentar las
bases para la teoría de la perspectiva del sistema mundial.
La perspectiva del sistema mundial tiene un componente teórico diferente
del de la escuela de la modernización y del de la escuela de la dependencia.
En vez de la estructura tradición/modernidad, centro/periferia, el sistema
mundial capitalista según Wallerstein consta de tres componentes: el centro
(países occidentales industrializados), la periferia (naciones no industrializadas del Tercer Mundo) y la semiperiferia (países situados entre el centro y
la periferia que presentan características de ambos).
La semiperiferia sólo puede definirse como relación. Respecto del centro
puede ser simplemente una periferia, pero respecto de la periferia actúa como
centro y ejerce su dominio sobre ella. La formulación del concepto de semiperiferia es un adelanto teórico ya que permite a los investigadores analizar la
complejidad y la naturaleza cambiante del sistema mundial capitalista. Este
modelo tripartito permite mantener la posibilidad de una movilidad tanto hacia
arriba como hacia abajo. Gracias a este modelo la perspectiva del sistema
mundial está en condiciones de estudiar las distintas posiciones del Estado en
relación con las contradicciones y crisis que surgen en el sistema mundial
capitalista. De ese modo, el modelo tripartido de Wallerstein evita la afirmación determinista de la escuela de la dependencia de que la periferia está
sujeta necesariamente al subdesarrollo y los países del centro no pueden
perder su situación preeminente sin lucha armada. La perspectiva del sistema
mundial no tiene ya por qué definir las vías de un "desarrollo genuino" en la
periferia del Tercer Mundo. En cambio, puede contribuir a formular interrogantes interesantes como éste: ¿Por qué en los últimos decenios del siglo XX
varios países de Asia oriental han logrado superar su condición de periferia e
industrializarse con éxito?
Por otra parte, la perspectiva de Wallerstein ofrece una visión concreta
de la dinámica histórica de la economía mundial capitalista que considera como
un fenómeno autoevolutivo gracias a un proceso secular de asimilación, de
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comercialización de la agricultura, de industrialización y de proletarización.
La asimilación consiste en el proceso de expansión externa del sistema mundial
capitalista que le permite ir ganando nuevas zonas geográficas. Tan pronto
como se incorpora una zona determinada, el proceso de intensificación de las
relaciones capitalistas comienza por convertir sus campos en tierras agrícolas
de alto rendimiento, por transformar las materias primas en productos semiacabados destinados a los países del centro y por incitar a los productores
directos a vender su capacidad de trabajo para ganarse el sustento.
Junto .con estas tendencias seculares, la economía mundial capitalista
genera ritmos cíclicos de expansión y estancamiento como resultado del desequilibrio entre la demanda efectiva y la oferta de bienes. Cuando la oferta es
mayor que la demanda, hay que cerrar fábricas y despedir trabajadores. La economía mundial pasa entonces a la fase B del estancamiento económico. Durante
esa fase descendente se atenúa el control del centro sobre la periferia, lo
que brinda a ésta una posibildiad de volverse autónoma y ponerse a, la altura
del centro. Así pues, la fase B hace de periodo de redistribución del excedente mundial desde el centro hacia la periferia. Sin embargo, tras un periodo
de recesión se reanima la producción en el centro gracias a una mayor demanda
de la periferia y a los avances tecnológicos. Cuando la demanda mundial supera
la oferta, se inicia una nueva fase ascendente A de expansión económica.
Durante el auge económico el centro trata de recuperar su poder e intensificar
su control sobre la periferia a fin de dominar el mercado mundial. Sin
embargo, la expansión económica no puede durar eternamente y a la larga origina un exceso de producción. Lo que Wallerstein llama fase A de expansión y
'fase B de estancamiento parece haberse producido en ciclos de 40-55 años. A
cada aparición de la fase ascendente y de la descendente en la economía mundial, la periferia tiene la posibilidad de equipararse con el centro o incluso
de dejarle a la zaga, lo que lleva a la economía mundial a una nueva fase de
desarrollo. Se trata de un modelo dinámico ya que los Estados están siempre
tendiendo hacia el centro, o bien hacia la periferia en la fase siguiente del
desarrollo cíclico.
Cabe señalar de paso que en los años cincuenta la modernización tendió a
centrarse estrictamente en la fase A de expansión, prediciendo en forma optimista que la economía mundial iba a seguir mejorando indefinidamente. Por. otra
parte, en los años sesenta la escuela de la dependencia pareció dar prioridad
al estudio de la fase B de estancamiento, prediciendo que la.economía mundial
empeoraría cada vez más. La realidad, empero, es la existencia tanto de la
expansión como del estancamiento, que surgen cíclicamente a medida que se
desarrolla la economía capitalista. Lo importante es examinar los diferentes
momentos decisivos en que los Estados tienen más posibilidades de cambiar de
posición.
Según la escuela de la modernización, la solución a los problemas del
Tercer Mundo está en incrementar los vínculos entre los países modernos de
Occidente y las naciones de estructura tradicional del Tercer Mundo. La
escuela de la dependencia sostiene que una estrecha vinculación con el centro
produce el subdesarrollo de la periferia. Debería, pues, atenuarse o
suprimirse completamente la vinculación con el centro si se quiere que los
países del Tercer Mundo alcancen un desarrollo autónomo. Para liberarse de la
vinculación con el centro se precisa de una revolución socialista que promueva
un modelo basado en la confianza en sí mismo.
Sin embargo, para ; la perspectiva del sistema mundial no hay solución
general al problema del desarrollo del Tercer Mundo. No existen dosis ni
niveles prescritos ya que la participación en la economía mundial capitalista
tiene al mismo tiempo consecuencias benéficas y perjudiciales para los países
del Tercer Mundo. Todo país tiene la posibilidad de ascender hasta el centro,
o bien de descender a la periferia. Como no hay modelo fijo, la perspectiva
del' sistema mundial propugna el estudio concreto de la historia en cada caso
particular y su análisis comparado antes de aventurarse a hacer cualquier
generalización. Quiere ello decir que la perspectiva del sistema mundial es
sólo una perspectiva, una forma de plantear nuevos interrogantes a la investigación y de proponer a ésta nuevos campos, y no una teoría que nos brinda
hipótesis bien formuladas y generalizaciones comprobadas. Habida cuenta de
ello, hay que preguntarse cuáles son algunos de los pasos que debe dar o la
investigación al emprender el análisis del sistema mundial.
En primer lugar, es preciso analizar el carácter de la dinámica del sistema mundial en el periodo histórico estudiado. ¿Es éste una fase ascendente o
una fase descendente de la economía capitalista mundial? ¿Hay una superpotencia hegemónica en la que un solo Estado del centro domina a los demás Estados
centrales, como ocurrió con los Estados Unidos en los años cincuenta y sesenta? ¿0 bien hay varios Estados centrales que compiten entre sí por el dominio
hegemónico, por ejemplo Estados Unidos, la Unión Soviética y el Japón en los
años ochenta? ¿Hay una o varias naciones periféricas que rivalizan entre sí
para atraer las inversiones y la ayuda extranjeras? Si la competición entre
países centrales puede facilitar el desarrollo de la periferia, con la competición entre países periféricos se refuerza el control de los Estados centrales. La dinámica del sistema mundial es un factor muy importante para estudiar
los problemas del desarrollo del Tercer Mundo y la evolución constante de los
países "desarrollados", pero ni la escuela de la modernización ni la de la
dependencia suelen tenerlo en cuenta.
Como esa dinámica sólo sirve para definir las limitaciones estructurales
externas que pesan sobre el desarrollo, la vía concreta que cada país habrá de
seguir dependerá en gran medida de las reacciones de las clases sociales y de
las relaciones entre Estados. Son los individuos, las clases sociales y demás
grupos (étnicos, religiosos) y el Estado los que tratan de modificar o superar
las limitaciones impuestas por el sistema mundial. Es por este proceso como se
hace historia y se abre camino al desarrollo nacional.
Otro paso en la investigación del análisis del sistema mundial será, por
tanto, examinar la interacción constante entre las principales instituciones
de un país: clases, grupos, familias y Estados (provincias), por un lado, y la
dinámica del sistema mundial, por otro. Yendo más allá que los marxistas de
corte tradicional para los que la lucha de clases (y su análisis) es la fuerza
primaria de la historia, la perspectiva del sistema mundial considera que esas
instituciones esenciales de la sociedad son factores dependientes y paralelos
que, lejos de aparecer apartados y separados, las más de las veces se hallan
entrelazados en formas complejas y tal vez contradictorias. Si tomamos, por
ejemplo, la institución del Estado, Wallerstein señala que "las clases, los
grupos étnicos o nacionales y las familias son definidos por el Estado, por
conducto del Estado y en relación con el Estado, y a su vez crean al Estado y
lo transforman. Es una vorágine estructurada en constante movimiento ícuyos
parámetros son medibles mediante regularidades repetitivas, mientras que las
constelaciones detalladas siempre son únicas".
El enfoque histórico-dinámico permite conceptualizar la clase social en
el proceso de recreación perpetua y, por consiguiente, de cambio constante de
forma y composición de la economía mundial, capitalista. Dicho de otro modo,
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las clases no tienen una realidad permanente, sino que se forman, se consolidan, se desintegran o desagregan y se vuelven a formar una vez más: es un proceso en constante movimiento. Un ejemplo tomado de Taiwan ilustrará este
concepto de clase como proceso, que puede también aplicarse a otros grupos
nacionales. En 1988 los agricultores de Taiwan se volvieron de repente muy
nacionalistas. Ello se debió a que empezaron a tener problemas para vender sus
productos después de que el Gobierno permitiera la entrada en el mercado de
cereales baratos provenientes de Estados Unidos. Los agricultores no sólo
acusaban al Estado por abrir el mercado nacional, sino también a los norteamericanos .por vender sus productos en Taiwan. Este antiamericanismo sirvió
para unir a los.agricultores taiwaneses y para compulsarlos a protestar públicamente. Y cuando el Gobierno trató de impedir sus manifestaciones contra
Estados Unidos, se produjeron actos violentos. Por este ejemplo podemos ver
cómo el conflicto de clases (en este caso entre agricultores de Taiwan y de
Estados Unidos) puede transformarse fácilmente en conflicto nacional (antiamericanismo) y conflicto estatal (agricultores contra el Estado).
Dos de las críticas que se hacen a la perspectiva del sistema mundial se
refieren a la cuestión del análisis clasista y a la de la periferia pasiva.
Hay críticos que afirman que para esa teoría las relaciones de clase no se
sitúan en el: marco de la explotación en el lugar de producción, sino más bien
en el movimiento total de los excedentes del mercado mundial. La lucha de
clases no tiene por finalidad eliminar la explotación, sino que se la entiende
como el esfuerzo de cada clase para apropiarse una parte mayor del excedente
mundial. Y esta manera de ser rompe con la concepción esencial que de las
clases sociales tiene el marxismo. Aun admitiendo la necesidad de reforzar el
análisis clasista en la teoría del sistema mundial, debemos señalar nuevamente
una importante fuente de desacuerdo que radica en las distintas concepciones
de las clases sociales. Según Wallerstein, la clase social no es un atributo,
sino un conjunto de relaciones cambiantes con otras clases en un determinado
contexto histórico y, por tanto, no puede definirse de manera restringida
desde el punto de vista de la producción. Dicho de otro modo, los críticos
teóricos suelen adoptar un enfoque estricto de economía política respecto de
las clases sociales que son relaciones económicas definidas en el plano de la
producción en relación con la apropiación de los excedentes. Aunque esta concepción sea hasta cierto punto correcta, puede también argüirse que en ella no
se incluyen los múltiples aspectos de las relaciones de clase én el sistema
mundial capitalista, que ve asimismo en las clases una formación social y
cultural, resultante de procesos que sólo pueden estudiarse una vez que se han
constituido durante todo un periodo histórico.
La otra observación crítica a que nos referíamos es que el enfoque del
sistema mundial exagera el poder del sistema mundial capitalista hasta el
punto de que su dinámica puede determinar el modelo de desarrollo local independientemente de las relaciones de clase existentes en cada país. Cabe así
elaborar una imagen del mundo tan determinado por el capitalismo, sobre todo
por quienes controlan los Estados centrales capitalistas, que su resultado sea
el fatalismo, ya que es difícil ver cómo podría quebrantarse un sistema tan
compacto y tratado.
Es desde luego cierto que los teóricos del sistema mundial exageran a
veces las repercusiones del sistema capitalista mundial en el desarrollo
local. En consecuencia, si queremos reforzar la perspectiva del sistema
mundial, habrá que reconocer que, aun partiendo de una misma dinámica del sistema mundial, existen muchas formas distintas de penetración capitalista en
muy distintas estructuras de clase preexistentes y que esa dinámica puede
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manifestarse en la escena nacional o local con distintas formas e intensidades. Así pues, puede haber diversas formas y vías de desarrollo de carácter
nacional o local. No se trata de saber si la dinámica del sistema mundial es
más importante que las fuerzas locales o viceversa, ya que ambos factores son
determinantes. Es mucho más provechoso averiguar el modo cómo esas dos fuerzas
actúan una sobre otra, dando lugar a un modelo particular de desarrollo nacional o local. Podremos así comprender mejor y de modo más general el proceso de
cambio y desarrollo social. En la sección siguiente vamos a ilustrar brevemente la manera cómo la dinámica del sistema mundial interactúa con las instituciones nacionales y con el Estado para producir una vía o modo particular de
desarrollo en el caso de Japón y China.
III. JAPON Y CHINA DESDE LA PERSPECTIVA DEL SISTEMA MUNDIAL
Con frecuencia se ha aludido a la existencia de un "milagro japonés".
Desde los años sesenta hasta comienzos de los setenta, el índice de crecimiento anual del PNB en el Japón fue todos los años del 10% o más. A finales
de los años setenta numerosas industrias japonesas tales como las del acero,
el automóvil y la electrónica estaban más avanzadas que sus homologas de
Estados Unidos. A mediados de los años ochenta Japón ocupaba el segundo lugar
en TNB per capita y dentro de uno o dos decenios puede llegar a superar a los
Estados Unidos.
Japón. En su conocido estudio Japan as the Number 1 (Japón, el número 1),
Vogel subraya tres factores importantes que explican el milagro económico de
este país, todos los cuales se analizan desde la perspectiva de la modernización3).
En primer lugar, señala el autor el papel del Estado japonés. En
contraste con la administración pública norteamericana que no puede elaborar
políticas económicas a largo plazo a causa de las presiones electorales, Japón
creó el Ministerio de Comercio Internacional e Industria (MITI), que funciona
de manera estable y eficaz. Dotado de planificadores económicos altamente
calificados y protegido de la política electoral, el MITI formuló las estrategias de desarrollo a largo plazo que convirtieron a Japón en un país desarrollado del "centro".
El segundo factor son los Zaibatsu -gigantescas sociedades anónimas
japonesas estrechamente vinculadas unas con otras. Las asociaciones Zaibatsu,
que representan a las grandes empresas y se mueven por objetivos más amplios
que el simple interés de aquéllas, trabajan en estrecha colaboración con el
MITI para planificar la economía japonesa a largo plazo. Esta armoniosa relación entre el Estado y las empresas es distinta de la existente en Estados
Unidos, donde hay una serie de leyes antimonopolistas en contra de las grandes
compañías.
El tercer factor es el conocido principio de la lealtad a la compañía que
practican los trabajadores japoneses. Al contrario del norteamericano que
gusta de la movilidad laboral, el obrero japonés siente una profunda lealtad
por su empresa, se entrega al trabajo con todas sus fuerzas y, en términos
generales, procura trabajar para su Zaibatsu durante toda la vida. A su vez,
el Zaibatsu practica una administración paternalista que toma a su cargo al
trabajador proporcionándole seguridad en el trabajo, un salario adecuado y
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excelentes beneficios marginales, y posibildades de ascenso a los administradores: en resumen, un sistema de armonía laboral. Esta administración paternalista extiende su acción desde el lugar de trabajo hasta la comunidad. La
empresa construye casas, financia las escuelas de los barrios y fomenta la
vida social de las familias de los trabajadores. Como éstos gozan de la seguridad del empleo, los sindicatos rara vez se oponen a que se introduzca en la
empresa una nueva tecnología. Sin problemas laborales, el Zaíbatxu puede
concentrarse plenamente .en la innovación tecnológica, en conquistar nuevos
mercados y en mejorar la eficacia organizativa. Bien conocida es la productividad de la'mano de obra japonesa.
En pocas palabras, Vogel sostiene que la autonomía del Estado japonés, la
armoniosa relación entre el Zaibátsu y el MITI y la ética de la"lealtad para
con la empresa explican por qué Japón se ha convertido en número uno mundial.
Estas explicaciones son propias de la escuela de la modernización ya que los
factores causales del proceso son básicamente "internos". Desde la perspectiva
del sistema mundial, tales explicaciones son válidas pero insuficientes. El
primer interrogante que surge es por qué esos factores han aparecido justamente en Japón. ¿Por qué es el Estado japonés una institución autónoma que
promueve activamente la economía? ¿Por qué existe una relación armoniosa entre
el Estado y el Zaibátsu? ¿Y por qué ha adoptado el Zaibátsu una actitud paternalista para con los trabajadores? Dicho de otro modo, si queremos explicar
las causas del rápido desarrollo japonés, tendremos que examinar la historia
del país en el marco de la economía mundial capitalista y estudiar la interacción entre el Estado y las clases japonesas, por un lado, y la economía
mundial, por otro. Cabe así sostener que Japón ha pasado por dos fases diferentes de desarrollo: antes y después de la Segunda Guerra Mundial."
A comienzos del siglo XIX Japón adoptó una política de aislamiento absoluto. Separada del resto del mundo, era una "zona externa" de. la economía
mundial capitalista. En ese momento el país era una sociedad feudal presidida
por el emperador, detrás del cual verían los daimyos, los samurai, los campesinos, los artesanos y, en el peldaño más bajo de la escala social, los comerciantes. Para garantizar la estabilidad regía un estricto sistema de castas y
la sociedad estaba estratificada con un mínimo de movilidad social.
Pero, a mediados del siglo XIX surgió la amenaza del colonialismo. Tras
la revolución industrial de Europa Occidental, los países del centro fijaron'
su atención en el Asia Oriental pensando en obtener de ella materias primas,
mercados y mano de obra. Cuando los europeos llegaron por primera vez al Asia
Oriental en los años 1830, se interesaron mucho más por China que por Japón ya.
que éste era un país pequeño con escasos recursos. Así pues, dedicaron sus.
esfuerzos a abrir China al exterior. A finales de los años treinta Gran
Bretaña tomó la iniciativa emprendiendo la Guerra del Opio, seguida por otras
naciones que impusieron a China una serie de tratados designados.
Lo que sucedió con China tuvo profundas repercusiones negativas en Japón. .
Muy pronto se generalizó en la sociedad japonesa un sentimiento de urgencia:
el país debía modernizarse lo más pronto posible si no quería verse condenado
a la misma situación que China. Para gran número de japoneses los últimos
decenios del siglo XIX eran la última oportunidad de modernizar el país y
escapar al colonialismo. Este sentimiento de urgencia contribuye a explicar la
rápida transición del feudalismo al capitalismo monopolista en la medida en
que se extendió por el Japón un nacionalismo más profundo y riguroso. Durante
la restauración Meiji el Estado japonés asumió la tarea de modernizar la
economía.
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En vez de esperar durante largo tiempo a que madurara la burguesía industrial, los administradores públicos japoneses actuaban como si ellos fueran la
burguesía. El Estado gravó con fuertes impuestos a los. campesinos a fin de
obtener recursos para constituir el capital nacional; inició una planificación
económica a largo plazo y emprendió una serie de proyectos de gran envergadura
a fin de crear la infraestructura necesaria; importó tecnología avanzada del
extranjero y estableció leyes comerciales para proteger las nuevas industrias;
promovió activamente ramas esenciales como la industria textil, la de la seda
y la de la defensa. Los administradores públicos se aventuraban con frecuencia
a crear nuevas industrias. Cuando éstas resultaban rentables, el Estado las
vendía a bajo costo a los hombres de negocios. De este modo, el Estado subvencionaba a la industria procediendo a una arriesgada acumulación de capital. El
activo papel del Estado ayuda a explicar no sólo por qué Japón pudo convertirse en pocos decenios en un país industrial, sino además por qué pudo
saltarse la fase del capitalismo competitivo y pasar directamente al capitalismo monopolista. En Japón la producción industrial en gran escala tuvo su
origen no en pequeñas industrias sino en empresas subvencionadas por el
Estado. Simplemente, el sector privado se hizo cargo de las empresas estatales
y creó los Zaibatsu. Como se ve, desde el comienzo mantuvieron las grandes
industrias excelentes y estrechas relaciones con el Estado.
Esta "rápida transición" explica también la persistencia en el capitalismo industrial de los viejos valores feudales como la jerarquía, la lealtad y
la sumisión. Como señala la teoría del atraso cultural, habrán de pasar unas
cuantas generaciones antes de que desaparezcan esos viejos valores culturales.
Como Japón se industrializó tan rápidamente, sus valores feudales no habían
sido desplazados todavía por los valores occidentales como el individualismo,
el objetivismo impersonal y la autonomía individual. El Zaibatsu japonés se
valió de la mejor manera posible de los antiguos valores y los fundió en las
nuevas entidades industriales. A menudo se trataba simplemente de trasladar a
grupos de campesinos acostumbrados a cooperar en el cultivo del arroz a las
fábricas donde aprendían a cooperar en un nuevo entorno. En vez de exigir
lealtad con la comunidad, el Zaibatsu pedía a los obreros que fueran leales
con la empresa y los recompensaba por ello^).
Al desarrollarse las industrias nacionales, Japón comprobó las limitaciones que le imponían su pequeño territorio, su escaso mercado internacional y
los pocos recursos de que disponía. El proceso ulterior de industrialización
llevó al país a centrar su atención en sus vecinos débiles, con la mira puesta
en la expansión territorial. Taiván, Corea y Manchuria se convirtieron así en
colonias japonesas que contribuían a acelerar el índice de industrialización
del Japón, gracias a los minerales de Manchuria, a los productos agrícolas de
Taiwan y a la mano de obra barata de Corea. A comienzos del siglo XX empezó a
trasladar sus industrias a las nuevas colonias, a fin de utilizar plenamente
la mano de obra y los recursos de éstas.
La posesión de nuevas colonias facilitó también al Japón la creación de
un modelo paternalista de empresa. El proceso fue el siguiente. En primer
lugar, los grandes beneficios obtenidos en las colonias enriquecieron grandemente al Zaibatsu, que era tan rico que podía pagar altos salarios para mantener tranquilos a los obreros. En segundo lugar, la producción y el mercado
coloniales estimularon la industrialización y produjeron escasez de mano de
obra. Ello impulsó al Zaibatsu a pagar altos salarios y beneficios marginales,
a establecer el sistema de empleo vitalicio y a utilizar el valor feudal de la
lealtad para cultivar la dedicación del obrero a la empresa.
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Además, dado que el proceso de modernización fue "tardío", el Zaibatsu
pudo apreciar las nocivas consecuencias de la lucha entre el capital y las
clases trabajadoras en la Europa Occidental. Como las protestas de los
trabajadores podían perjudicar a la producción y la alienación obrera hacer
bajar la productividad, el Zaibatsu procuró evitar la agravación de la lucha
de clases en el país. Por una parte, suprimió la agitación laboral gracias a
su derecho preferente sobre el trabajo del obrero y a la represión policial.
Por otra, estableció, un modelo paternalista de administración que insistía en
el bienestar del trabajador. Además, sólo los obreros japoneses recibían un
trato paternalista por parte del Zaibatsu. De hecho, éste estableció una
división étnica' de la mano de obra: los trabajos más calificados quedaban
reservados para el trabajador japonés.
•»
La urgencia de la expansión territorial dio como resultado el militarismo
y la Segunda Guerra Mundial, tras la cual el país quedó muy debilitado: su
economía estaba paralizada y gran parte de sus ciudades destruidas. La
siguiente pregunta que nos interesa contestar es ésta: ¿por qué pudo el Japón
en tres décadas recuperarse convirtiéndose en un gigante industrial que desafía a los Estados Unidos?
La historia del Japón de la posguerra ha estado muy influida por la
política norteamericana. Como nación victoriosa, los Estados Unidos empezaron
por tomar una serie de medidas políticas para controlar el país. En primer
lugar, decidieron disolver el ejercicio japonés y someterlo a la supervisión
estadounidense. En segundo lugar, procuraron establecer un gobierno pluralista
y democrático, en parte para evitar el renacimiento del militarismo. En tercer
• lugar, se proponían alterar la estructura de poder en el Japón rural porque
temían a los grandes terratenientes que habían apoyado decididamente la política de expansión militar. De ahí que los Estados Unidos impusieran una
reforma agraria y redistribuyeran la tierra entre los pequeños campesinos. La
reforma tuvo gran éxito, incrementó considerablemente la productividad agrícola y originó un excedente de mano de obra rural que se trasladó a las ciudades. En cuarto lugar, los Estados Unidos, deseosos de deshacerse del poder de
los Zaibatsu, disolvieron las gigantescas empresas erando a partir de ellas
otras más pequeñas. Por último, estaban decididos a aprovecharse del mercado
japonés en desarrollo^).
Tal era la política que los Estados Unidos trataron de aplicar a finales
de los años cuarenta. Pero los acontecimientos políticos del Asia Oriental
obligaron a los vencedores a cambiar rápidamente de estrategia. La revolución
comunista china, victoriosa en 1949, se extendió pronto a Corea y dio origen a
comienzos de los años cincuenta a la guerra de Corea. La mano de obra japonesa
pasaba por un periodo agitado y organizaba huelgas y manifestaciones. Si se
mantenía esa tendencia, el movimiento comunista podría extenderse a otros
países. Tal fue el motivo de que los Estados Unidos consideraran que era necesario un Estado fuerte en el Asia Oriental para detener el avance del
comunismo.
En vista de ello, los Estados Unidos cambiaron completamente su política
para con el Japón. En vez de mantener un país débil, querían ahora construir
una nación fuerte y una economía poderosa a fin de sujetar al Japón a su
estrategia en el Asia Oriental. Esta relación con Estados Unidos sirvió de
base para definir la vía japonesa de desarrollo en el marco de la economía
mundial capitalista desde los años cincuenta.
Basándose en estas consideraciones, los Estados Unidos adoptaron una
nueva política a finales de los años cincuenta. En primer lugar, se preocuparon
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más por crear un Estado fuerte, autónomo y burocrático que por promover la
democracia y la participación popular. Querían un Estado fuerte que pudiera
restaurar la economía, reprimir la agitación obrera y detener la expansión del
comunismo en la región.
En segundo lugar, decidieron no fraccionar los Zaibatsu. Por el contrario, procuraron fortalecerlos, al mismo tiempo que a las fuerzas conservadoras
de derechas, para que pudieran luchar eficazmente contra la agitación de los
trabajadores. Además, favorecieron el renacimiento de una estructura de empresas capaz de asimilar y legitimar a la fuerza de trabajo mediante la lealtad
para con la empresa.
En tercer lugar, en vez de desindustrializar el país, los Estados Unidos
fomentaron activamente- la industrialización del Japón permitiéndole incluso
acceder en las mejores condiciones a las últimas novedades tecnológicas de
Occidente. Entre 1950 y 1978 Estados Unidos y Japón firmaron cerca de 32.000
contratos de exportación de tecnología, lo que fortaleció considerablemente la
- base material y económica del país asiático. Además, la política de adquisición de material militar durante la guerra de Corea contribuyó a estimular la
economía japonesa. De la noche a la mañana Japón se convirtió en el arsenal de
los Estados Unidos. Far Eastern Machine y su empresa Toyota vendieron al ejército norteamericano gran cantidad de jeeps y camiones. Gracias a esta imbricación del Departamento de Defensa de Estados Unidos con los Zaibatsu japoneses,
se expandió rápidamente la industria pesada y química, formando una inmensa
red de combinados industriales en los alrededores de Tokio, Osaka y Nagoya.
En cuarto lugar, como Japón no era autosuficiente en productos alimenticios, Estados Unidos se interesó por convertirlo en un mercado para sus productos agropecuarios. La estrategia adoptada fue exportar dichos productos a
Japón e importar mercancías japonesas. Se trataba de una relación de intercambio desigual, ya que los productos industriales japoneses, más caros, se
cambiaban por productos agropecuarios, norteamericanos relativamente más baratos. De ahí que en los últimos dos decenios Japón haya tenido un superávit
comercial con los Estados Unidos.
Iniciado el auge de la industrialización y de la exportación, los eficientes Zaibatsu se propusieron conquistar no sólo una buena parte del mercado
estadounidense, sino también del europeo, del asiático y del de otras regiones. Desde los años setenta los Zaibatsu han pasado de las industrias pesadas
como las del acero y del automóvil a las industrias con alto empleo de tecnología, destacándose en. la producción de chips de computadora, semiconductores
y circuitos integrados. Sus aparatos de televisión, cadenas estereofónicas, y
cámaras fotográficas son superiores a los de Estados Unidos. Se • explica así
que Japón se haya convirtido rápidamente en el número uno de los exportadores
mundiales.
Conforme se ampliaban los mercados exteriores y aumentaba la productividad, se elevaba también el salario real de los obreros. Los consumidores japoneses, más de 110 millones, constituían un enorme mercado. Sin embargo, el
mercado japonés impuso restricciones a la importación. Los severos controles
impedían hasta hace poco a las compañías extranjeras penetrar en el sector de
la distribución y de la venta al por menor, lo que permitió crear un gran
número de pequeñas y medianas empresas nacionales.
El siguiente paso de la expansión económica del Japón fue la exportación
de capital. ¿De qué servía conseguir inmensos excedentes comerciales gracias a
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las exportaciones industriales si no se utilizaban para inversiones de
capital? Así pues, los Zaibatsu comenzaron desde finales de los años sesenta a
hacer inversiones en. Asia Sudoriental a fin de procurarse materias primas,
minerales y gaz. En los años setenta los Zaibatsu se dedicaron activamente a
promover en Asia Oriental proyectos financieros de gran envergadura, por ejemplo, la construcción del metro de Hong Kong. En la década del ochenta las
inversiones japonesas en el extranjero se extendieron más allá del Asia Oriental. Los Zaibatsu están comprando en Estados Unidos, Canadá y Australia cadenas de hoteles, mansiones lujosas, complejos de locales comerciales y obligaciones. Por ejemplp, en 1987 Japón tuvo un excedente comercial de 96.000
millones de dólares y compró valores en el extranjero por un total de 88.000
millones de dólares, mientras que en 1980 sólo había comprado 4.000 millones.
La mayor parte de esas sumas se invirtieron en valores del tesoro de Estados
Unidos, pero los japoneses están comprando cada vez más valores y obligaciones
de otros países extranjeros.
Lo que observamos en los años ochenta es la competición fundamental entre
Japón y Estados Unidos. La competencia en la economía mundial es como una
carrera de fondo en la que los Estados Unidos llevó la delantera durante tres
decenios, pero ahora hay otros países que están a punto de alcanzarlos. Esta
competencia central puede observarse tanto en el ámbito político como en el
económico.
Militarmente Japón está asociado con los Estados Unidos, que tienen allí
una base, y el país está "protegido" por el ejército norteamericano en virtud
'de un Tratado de Seguridad. La política exterior japonesa sigue estando muy
influida por la de Estados Unidos. Sin embargo, cuando a finales de los años
ochenta Japón comienza a participar más activamente en los asuntos mundiales,
el mundo comprueba que se ha convertido en una superpotencia. Por ejemplo, en
1988 destinó 50.000 millones de dólares a ayudar a los países del Tercer
Mundo, convirtiéndose en el primer país donante. Además, se muestra cada vez
más activo en el plano político: ha suprimido el límite que se había impuesto
de no gastar en defensa más del 1% del PNB; se ha ofrecido como intermediario
para lograr la retirada de las tropas vietnamitas de Kampuchea; ha participado
en la operación de paz de las Naciones Unidas en Afganistán; y dirige la
Organización Mundial de la Salud.
En términos económicos la competencia entre Japón y Estados Unidos ha
originado enormes tensiones y conflictos, como puede verse en las fricciones
comerciales entre los dos países. A finales de 1986 el déficit comercial de
Estados Unidos con Japón se elevaba a 58.000 millones de dólares, más de seis
veces superior al de 1980, con un crecimiento medio del 35% anual. Como muchas
industrias norteamericanas ya no pueden competir con el Japón, los Estados
Unidos han establecido barreras comerciales a base del aumento de las tarifas
aduaneras y el sistema de cuotas y presionan a Japón para que abra su mercado
nacional más ampliamente a los productos estadounidenses. En respuesta a la
presión norteamericana y para atender a sus propios intereses a largo plazo,
en los últimos años ochenta Japón cambió resueltamente de política económica,
abogando por una mayor apertura del mercado, por un incremento de las importaciones y por una continua liberalización financiera y amplió el consumo
interno, lo que tiene de por sí importantes repercusiones en el modo de vida
japonés.
Como los Estados Unidos quieren, por una parte, proteger su mercado y,
por otra, abrir el mercado japonés, es difícil que ambas políticas tengan
éxito al mismo tiempo. Se ha llegado por ello a un compromiso: se alienta al
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Zaibatsu a establecer sus industrias manufactureras en Estados Unidos, lo que
generará. puestos de trabajo, mientras que los productos "japoneses elaborados
en Estados Unidos no quedan sujetos a restricciones de la importación. Muchos
Zaibatsu importantes como Honda, Sanyo, Mazda e Hitachi han considerado
interesante este acuerdo e invertido en Estados Unidos. El MITI japonés
calcula que en 1988 las compañías japonesas empleaban en Estados Unidos a
250.000 obreros y que durante el próximo decenio la inversión japonesa allí
creará otros 840.000 puestos de trabajo.
A riesgo de simplificar demasiado, con el análisis que acabamos de hacer
hemos procurado mostrar que la perspectiva del sistema mundial coadyuva a
explicar el modelo de desarrollo del Japón durante los últimos dos siglos.
Queríamos hacer patente que fue la amenaza externa del colonialismo lo que
generó una rápida transición del feudalismo al monopolio de los Zaibatsu y que
fue la revolución comunista china lo que indujo a Estados Unidos a promover
tras la Segunda Guerra Mundial un Estado japonés fuerte con una sólida economía. Con tal fin, hemos expuesto brevemente la interacción entre las instituciones económicas y políticas y una parte del sistema de valores tradicionales
del Japón en su peculiarísima vía de modernización o estilo de desarrollo.
Como en el presente trabajo se da importancia máxima a la aplicación de la
perspectiva del sistema mundial, no hemos ampliado el debate a los modos de
vida cambiantes de los japoneses, que ya conocemos en sus grandes rasgos. Es
en este punto donde más útiles resultan los estudios del cambio social a
pequeña escala para analizar la dinámica interna.
China. Anthony Jones señala que existen tres modelos generales de desarrollo socialista?). El primero es el "modelo de economía política" conforme
al cual, si bien un Estado socialista es dueño de los medios de producción,
sus burocracias se han vuelto parasitarias y han creado intereses contrarios a
los de la clase trabajadora. Al destacar el papel de la burocracia, este
modelo suele caracterizar a los Estados socialistas como capitalismo burocrático de Estado, socialismo burocrático de Estado o Estado obrero degenerado.
El segundo es el llamado "modelo político" que destaca únicamente el sistema
político y no la relación entre las instituciones políticas y las económicas.
Este modelo caracteriza a los Estados socialistas como Estados totalitarios
provistos de unos cuantos rasgos generales comunes, por ejemplo, la ideología oficial exclusiva, el uso del terror y la dictadura del partido. El
tercer tipo descrito por Jones es el "modelo de sociedad industrial" para el
cual lo más importante es la base industrial de un Estado socialista. Gracias
a los adelantos científicos y tecnológicos, los Estados socialistas avanzados
han experimentado cambios industriales y sociales muy similares a los de los
Estados capitalistas avanzados.
Los tres modelos expuestos se basan en la hipótesis de que un Estado
socialista goza de amplia independencia para adoptar una política ideal que le
sea propia. Dicho de otro modo, estos modelos suponen que los Estados socialistas son en alto grado autónomos y que su economía política puede examinarse
con independencia de otros Estados. Según la perspectiva del sistema mundial
resulta problemático tal supuesto ya que un Estado socialista no es más que
una unidad del sistema mundial; sus actividades se hallan limitadas por el
sistema interestatal de la economía mundial capitalista. Así pues, la interacción entre los Estados socialistas y la economía mundial capitalista es un
factor importante que contribuye a configurar en mayor o menor grado y de una
u otra manera la vía de desarrollo de los Estados socialistas.
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Tomando de una vez más la perspectiva del sistema mundial como marco de
referencia, vamos a mostrar cómo se interrelacionan los cambios de la estructura de las clases sociales en China con los diferentes modelos de vinculación
de este país a la economía mundial capitalista. Para ello, examinaremos el
nuevo modo de desarrollo chino en dos fases: la retirada de la economía
mundial entré los años cincuenta y mediados de los setenta; y la reintegración
en la economía mundial a partir de finales del decenio de los setenta. En
ambas fases prestaremos atención a las repercusiones sobre la estructura de
clases**).
........
A comienzos' de los años cuarenta el Partido Comunista Chino (PCCH) adoptó
un conjunto de políticas moderadas que se inspiraban tanto en el movimiento
populista anticolonial como en la revolución clasista. Durante la Segunda
Guerra Mundial el PCCH formó un frente unido con el Kuomintang (KMT) en el
poder y" procuró crearse una base popular lo más ampliamente posible para hacer
frente a la invasión japonesa. Respecto de política exterior, el PCCH manifestó su deseo de establecer relaciones amistosas con Estados Unidos. Al final
de la guerra, los Estados Unidos habían conseguido que se entablara una negociación de paz entre el PCCH y el KMT que en último término no tuvo éxito.
El resultado de la guerra civil china fue la expulsión del KMT del continente a finales de los años cuarenta. Como los países capitalistas centrales,
con Estados Unidos a la cabeza, se oponían al ascenso de la Estrella Roja en
el Asia Oriental, trataron de acabar con el nuevo régimen socialista de China
mediante una serie de medidas como mantener al país fuera de las Naciones
Unidas, imponer un embargo a los productos chinos, etc. La flota norteameri-cana fue enviada para que patrullara por el Estrecho de Taiwan y las tropas
estadounidenses combatieron en Corea contra los soldados chinos. Fue el
periodo de la guerra fría durante el cual en Occidente se consideraba que los
Estados socialistas estaban regidos por el terror masivo; y los países capitalistas centrales se hallaban dispuestos a emplear las armas para detener el
avance del comunismo.
Enfrentada a la creciente hostilidad de los Estados capitalistas centrales, China no tenía otra alternativa que retirarse de la economía mundial
capitalista. Así, cortó las relaciones diplomáticas con Occidente, suspendió
sus actividades comerciales con las naciones occidentales (salvo con Hong
Kong), y no podía contar con los inversores capitalistas extranjeros ya que en
su mayor parte habían abandonado el país durante la guerra de Corea.
Para fortalecer el poder del Estado, el PCCH tenía que consolidar sus
bases sociales. En el ámbito de la política exterior, el PCCH buscó la. ayuda
de la Unión Soviética. Y en el de la interior, basó su acción en el apoyo de
campesinos y obreros. Pero, ¿cómo despertar el entusiasmo popular tras la
revolución comunista? La respuesta a este interrogante puede contribuir a
explicar por qué el PCCH pasó repentinamente de la política moderada de frente
unido propia de los años cuarenta a una política socialista radical de movili-zación popular ininterrumpida en los cincuenta.
A fin de granjearse el apoyo del campesinado China aceleró considerablemente la reforma agraria en el momento crucial de la guerra de Corea. Durante
la aplicación de la reforma se alentó a los campesinos a que expusieran las
injusticias de que habían sido víctimas en el pasado y a que arrebataran la
propiedad de las tierras directamente a los terratenientes. A. través de
confrontaciones y choques a veces violentos los campesinos fueron adquiriendo
paulatinamente conciencia política y de clase. La reforma agraria se consideró
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un éxito rotundo: no sólo satisfizo el deseo de los campesinos de poseer la
tierra, sino que además suscitó la activa movilización política de las masas.
Así fue como el PCCH consolidó su poder en las zonas rurales.
Sin embargo, distribuir la tierra entre los campesinos no era suficiente
para lograr la igualdad social. Cada familia campesina poseía una parcela de
tierra que cultivar, perb a las familias numerosas se les asignaron más recursos y muchas se hicieron más ricas que las pequeñas familias campesinas. A
mediados de los años cincuenta el PCCH pudo comprobar que se había producido
una rápida diferenciación social entre los campesinos. Estaban surgiendo gran
número de campesinos ricos, mientras otros se quedaban económicamente rezagados.. Para resolver el problema el PCCH aplicó una política de colectivización "y de comunicación. Se suprimió la propiedad privada de la tierra; se
colectivizaron la propiedad de la tierra y los instrumentos agrícolas; y los
campesinos empezaron a trabajar colectivamente en equipos de producción para
la comuna. Las recompensas se distribuían no sobre la base de la propiedad de
la tierra sino de acuerdo con la contribución de cada cual al equipo de
producción. Esta política de colectivización tenía por objeto eliminar a los
campesinos ricos a fin de consolidar al campesinado homogéneo y movilizarlo
como clase.
Paralelamente, en las ciudades el PCCH empezó a nacionalizar la industria. El primer objetivo era eliminar a los capitalistas como clase, aunque se
les pagaron indemnizaciones y muchos fueron contratados como gerentes de las
fábricas. Tras la nacionalización, empezó la planificación central a fin de
evitar la inflación y garantizar el pleno empleo, todo lo cual contribuyó a
consolidar el respaldo de los obreros al régimen.
Una vez desaparecidos los capitalistas, se pasó a los intelectuales. A
comienzos de los años cincuenta el PCCH daba a los intelectuales un trato
bastante aceptable. Sin embargo, una vez extinguidos su fervor revolucionario
y en vista de que no mejoraba su nivel de vida, los intelectuales que habían
estado en contacto con la idea de la democracia y el individualismo occidentales se volvieron más críticos respecto de la política socialista del PCCH. De
ahí que, cuando en 1957 los intelectuales expresaron su opinión durante la
Campaña de las Cien Flores, el PCCH acalló su voz rápidamente aplicándoles una
serie de limitaciones. Dada la hostilidad de los países centrales, el PCCH no
podía tolerar ningún grupo disidente que pusiera en entredicho su autoridad.
Tras la retirada de los soviéticos a finales de los años cincuenta por
desacuerdos entre ambos países, China sólo podía contar consigo misma. En
vista de ello, el PCCH elaboró un modelo endógeno de desarrollo y procuró
mantener una autonomía casi completa tanto en el terreno de la economía como
en otros.
A mediados de los años sesenta, en el ápice de la hostilidad de los
países centrales contra China durante la guerra de Viet Nam, el PCCH radicalizó aún más su política para movilizar el apoyo popular. Por entonces ya
habían desaparecido o estaban muy debilitadas todas las viejas clases (capitalistas extranjeros, terratenientes, campesinos ricos, burguesía, intelectuales). Los maoístas de la Revolución Cultural consideraban que los burócratas se habían convertido en una nueva clase explotadora. A fin de incrementar
el respaldo de las masas, sacaron a la luz pública los abusos de esos burócratas que, una vez separados de sus cargos, fueron enviados al campo para que
les reeducaran los campesinos y los obreros. Por otra parte, éstos entraron en
masa en el Partido y en la burocracia estatal, y sus hijos fueron enviados en
gran número a escuelas superiores y universidades.
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Dicho brevemente, lo que queremos poner de relieve es que la hostilidad
de los países centrales y la retirada de China de la economía mundial capitalista contribuyeron a que el país aplicara una política radical de movilización. A fin de suscitar el entusiasmo permanente de las masas, el PCCH, puso
en marcha una política igualitaria de desestratificación que suprimía los
intereses de todas las clases excepto los de los campesinos y obreros. Por
ejemplo, en el momento álgido de la Revolución Cultural la admisión en el
partido se basaba en" el origen de clase y en la dedicación política. Los burócratas eran .elegidos,de entre las masas para servir a las masas. Difícil sería
dar con otro Estado más empeñado en implantar el igualitarismo y en movilizar
a las masas que China durante la Revolución Cultural.
¿Cómo explicar, pues, el deseo de China de incorporarse nuevamente a la
economía mundial capitalista a finales de los años setenta? Para responder a
esta cuestión es preciso examinar la situación política y económica de los
Estados capitalistas centrales, así como las condiciones de la China
socialista.
A finales del decenio de los setenta, la hostilidad de esos Estados
centrales hacia la China socialista fue disminuyendo paulatinamente. Tras
haberlo intentado durante muchos años, empezaron a darse cuenta de que era
inútil tratar de derrocar el régimen socialista. Además, resultaría provechoso
para ellos atraer nuevamente a China a la economía mundial capitalista que se
encontraba en fase descendente. China podría desempeñar un importante papel de
'estímulo de la economía de los países centrales facilitándoles mano de obra
barata, grandes posibilidades de inversión y un inmenso mercado potencial para
sus productos.
También convenía a China reintegrarse en la economía mundial capitalista.
Su economía sufría las consecuencias de casi tres décadas de separación respecto de ésta y de la insuficiente atención prestada a la eficacia y al rendimiento económicos. Su estancamiento parecía aún más grave cuando se lo comparaba con la prosperidad de Taiwan, Corea del Sur y Hong Kong, por no.mencionar
al Japón. A fin de incrementar la productividad y salir de ese estancamiento,
China necesitaba las inversiones y los adelantos científicos y tecnológicos de
los Estados centrales. Al reincorporarse a la economía mundial la ideología
política del país hubo de someterse a ciertos ajustes.
Así pues, desde finales de los años setenta los reformadores de la economía adoptaron una nueva política de puertas abiertas. El primer ministro Zhao
declaró: "En el futuro debemos entrar en la economía mundial más decididamente, adoptar una estrategia adecuada de exportación e importación y de utilización de fondos extranjeros y ampliar el comercio y la cooperación económica y tecnológica con otros países .. . Debemos hacer todo lo posible por
crear industrias y fabricar productos propios para la exportación que sean
competitivos y puedan procurarnos rápidamente unos beneficios elevados . . .
Habrá de darse prioridad a la importación de tecnología avanzada y de equipos
esenciales ... Es preciso consolidar y elaborar el modelo de apertura al mundo
exterior que ha comenzado a tomar forma, ampliando paulatinamente la política
de apertura desde las zonas económicas especiales a las ciudades costeras,
luego a las regiones económicas costeras y por último a las zonas del interior." Gracias a esta política de puertas abiertas, han reaparecido paulatinamente en China los intereses de capitalistas extranjeros. Ello significa que
están llegando al país productos occidentales que compiten con los chinos, lo
que a su vez quiere decir que las empresas nacionales se ven obligadas a
fabricar productos de mejor calidad y a precios competitivos si quieren mantener su mercado.
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En el decenio de los ochenta se ha venido efectuando una importante reestructuración económica. En el campo se abandonó la política de colectivización
y comunicación. En sustitución se implantó un nuevo sistema de responsabilidad
personal en el que la familia campesina recibe una parcela de tierra para
cultivar, corriendo por su cuenta las ganancias o las pérdidas. El objetivo de
esta política es impulsar a los campesinos a producir más y a ajustarse a la
demanda y a los precios del mercado. Con ello reaparecerá en las zonas rurales
la diferenciación social, con una nueva clase de campesinos ricos de "diez mil
dólares" cuyos ingresos anuales son aproximadamente veinte veces superiores a
los de sus vecinos pobres.
Uno de los objetivos de la reforma económica en las ciudades es fortalecer las empresas industriales vetustas. Los reformadores alegan que antes el
Estado regulaba excesivamente la economía, con empresas que producían ciegamente la cuota que aquél les asignaba pero sin prestar mayor atención a la
productividad. Este tipo de ineficacia, fruto de una planificación burocrática central, llevaba con frecuencia a la quiebra a las empresas industriales.
De ahí la conveniencia de reducir el control de la planificación central. Se
calcula que a fines de los años ochenta sólo el 30,5% de la economía china
seguirá estando sujeta a la planificación central, mientras que el resto se
regirá probablemente por las leyes del mercado. Además, existe una separación
entre la propiedad estatal y la gestión económica a fin de dotar a las empresas de un verdadero poder de gestión. A la par de una familia campesina, una
empresa industrial es en la actualidad una unidad independiente de producción
y contabilidad. No sólo se acepta sino que se alienta decididamente el
esfuerzo y la iniciativa individuales para crear empresas económicas. Con ello
vuelve a surgir una clase "burguesa" de estilo chino cuyo único objetivo de
producción sea lograr el mayor provecho posible para la empresa.
A fin de impulsar el desarrollo económico mediante los avances científicos y tecnológicos, los reformadores chinos dan prioridad a la expansión de
empresas de carácter científico, tecnológico y educativo. La enseñanza universitaria se está difundiendo con rapidez; existe una clasificación jerárquica
de las universidades de elite, en las que cursan estudios los alumnos más
brillantes seleccionados mediante pruebas eliminatorias de alcance nacional.
Hoy en día los intelectuales gozan de prestigio y de ingresos elevados y
buenas condiciones de trabjao y algunos incluso ocupan puestos importantes en
el Partido y en la Administración. Es posible que en el futuro la clase intelectual haga sentir su influencia en la política.
Todas estas reformas económicas y otras que no hemos mencionado exigen
que se modifique la estructura política del país. La reforma política más
reciente ha sido la separación entre el Partido y el Gobierno. Se aconseja
abandonar la práctica seguida hasta ahora de que los funcionarios del Partido
ocupen también multitud de cargos en el aparato del Estado; se les advierte
incluso de que no deben inmiscuirse en las actividades de los funcionarios
civiles. Los reformadores desean que éstos posean conocimientos profesionales
que les permitan desempeñar eficazmente sus tareas. También se da una tendencia a la funcionarización. Para ocupar un puesto en la administración
pública es necesario aprobar un examen eliminatorio, y los ascensos, recompensas y sanciones de los funcionarios deben basarse fundamentalmente en los
resultados profesionales. Estas reformas contribuyen a estabilizar la autoridad de los funcionarios profesionales, cuya legitimidad se funda actualmente
más en sus conocimientos técnicos y en normas administrativas internas que en
la lealtad ideológica al socialismo.
- 20 -
De .1° anterior se desprende que la reintegración en la economía mundial
capitalista está dando lugar a una serie de nuevas relaciones de clase en la
China socialista. La política de puertas abiertas, con sus zonas económicas
especiales y sus empresas mixtas, atrae de nuevo a los capitalistas extranjeros. La descolectivización y el régimen de autorresponsabilidad está dando
origen a un campesinado rico. Las reformas aplicadas en las ciudades, que
vuelven a instaurar el mercado, la separación entre el Estado y la economía y
el régimen de autorresponsabilidad de las empresas concurren a la expansión de
la clase burguesa. La enseñanza de elite, que considera que los intelectuales
también son trabajadores, permite la formación de una prestigiosa capa intelectual. Por último¿ la separación entre el Partido y el Estado y la profesionalización y funcionarización están produciendo una clase de tecnoburócratás.
Por otro lado, las dos clases sociales que menor atención han recibido en los
últimos tiempos han sido los campesinos pobres y los trabajadores menos especializados. Durante la fase de repliegue, ambas clases constituyeron el principal grupo que respaldaba al PCCH y fueron movilizadas para hacer frente a
las otras clases. Al haberse pasado del choque frontal a la cooperación, las
masas se han despolitizado en cierta medida y ahora se las incita a preocuparse por mejorar su bienestar personal y familiar y a afanarse por ascender
en la escala social en lugar de dedicar sus esfuerzos a la política de clase.
En los años ochenta, las masas chinas ya no constituyen una clase unificada ni
se expresan en la acción de clase.
Recapitulando lo dicho, recalquemos una vez más que la dinámica del
sistema mundial -con sus aspectos como el colonialismo, el choque frontal y la
lucha por los mercados mundiales-, aunque tiene su importancia, no es el único
factor que conforma el desarrollo nacional, socialista o no. Esa dinámica
actúa por lo general a través de un contexto social o nacional particular,
.juntamente con otros factores. La comprensión de cómo funciona el sistema
mundial nos ayuda a entender mejor la complejidad y la diversidad del proceso
de cambio social, aunque aspirando siempre a hallar explicaciones generalizables.
IV. ¿EXISTE UN MODELO DE DESARROLLO DE ASIA ORIENTAL?
Desde los años setenta, las experiencias de desarrollo en Asia Oriental
han sido objeto de creciente atención, tanto entre los especialistas en
ciencias sociales como entre quienes se interesan por el planeamiento del
desarrollo. Es cada día mayor el interés que despierta el estudio de los
logros alcanzados no sólo por el Japón sino también por los otros cuatro
países recientemente industrializados -Corea, Taiwan, Hong Kong y Singapur-, a
los que se suele denominar "los cuatros pequeños dragones". Responsables políticos y económicos de otros países sienten gran curiosidad por averiguar las
causas que explican la dinámica del éxito de esos países y si es posible aplicarlas en otras partes. Desde el punto de vista de las ciencias sociales, esos
casos son tan particulares -habida cuenta sobre todo del contexto culturalqúe se puede empezar a considerarlos una "segunda modalidad" de la modernización capitalista, relativamente diferenciada del modelo occidental clásico.
No es menester detallar ahora con estadísticas las relevantes consecuencias de los diversos casos de desarrollo económico habidos en Asia Oriental,
que han sido rápidos, sostenidos y relativamente equitativos, a partir de un
nivel bajísimo de renta per capita al final de la Segunda Guerra Mundial.
Ahora bien, esos rasgos definen el éxito alcanzado pero no lo explican. Lo que
- 21 -
necesitaríamos sería un modelo que no fuese descriptivo sino explicativo,
gracias al cual apareciesen con claridad las principales variables económicas,
políticas y socioculturales, así como sus múltiples concatenaciones. A este
respecto, estamos muy lejos de poder responder satisfactoriamente a la pregunta de si existe un modelo de desarrollo propio de Asia Oriental; aún habrá
que efectuar muchos más estudios sobre la cuestión. En esta sección de nuestro
trabajo, analizaremos brevemente algunos de los hechos y de las teorías, lo
cual nos dará pie para circunscribir el ámbito de las investigaciones ulteriores.
La dimensión económica. Hay quienes afirman que el interés de la experiencia en materia de desarrollo de Asia Oriental radica primordialmente en si
es posible extraer de ella un modelo económico que explique en buena medida su
éxito en este plano. Esta escuela de pensamiento se distingue totalmente de
quienes opinan que la explicación se halla fundamentalmente en el terreno
cultural, que abarca los valores, las estructuras institucionales y las relaciones sociales. El modelo de índole esencialmente económica es conocido
también con el nombre de "modelo coreano", porque el Japón ya es un país desarrollado y, por otra parte, Taiwan, Hong Kong y Singapur, se afirma, presentan
rasgos propios intransferibles.
Una explicación muy difundida pero insuficiente es que esos países o
territorios de Asia Oriental poseen pocos recursos naturales, por lo que
tienen que trabajar, ahorrar mucho, mostrarse innovadores y tener espíritu de
empresa para desarrollarse. Lo malo de esta explicación es que existen muchos
países con escasos recursos naturales que no se han desarrollado económicamente. Otra explicación muy difundida es que esos países aplican una estrategia capitalista. Esta explicación presenta el mismo inconveniente que la
primera: hay otros muchos países, sobre todo latinoamericanos, que podemos
calificar de regímenes de libre empresa y que, pese a ello, apenas han crecido
económicamente, mientras aumentaba la desigualdad. Además, salvo en el caso de
Hong Kong, se abusa algo de la denominación de capitalismo cuando se afirma
que en los otros cuatro países considerados apenas interviene la administración pública en la vida económica, pues, al menos en el Japón y en Corea, la
administración y las empresas están estrechamente imbricadas.
En sus periodos de crecimiento acelerado, esos cinco países de Asia
Oriental tuvieron índices de inversión que eran superiores a la media y que en
algunos casos figuraban entre las más elevadas del mundo. Ahora bien, en la
base de esos índices más elevados había tres variables cuyo influjo no tuvo la
misma importancia en los cinco países: el índice de ahorro interno, la ayuda
externa y las inversiones privadas extranjeras. Japón ha tenido desde la
Segunda Guerra Mundial un volumen anormalmente elevado de ahorro que ha bastado no sólo para financiar las inversiones internas sino también, más recientemente, las inversiones en el extranjero. Pero en ocasiones se ha pasado por
alto que también Japón recurrió en considerable medida a recursos externos
para financiar la primera fase de su crecimiento económico durante la posguerra. De igual modo, Corea y Taiwan financiaron en los años cincuenta
bastante más del 50% de sus inversiones gracias a la ayuda exterior. A lo
largo de su historia reciente, Singapur ha descansado también de manera importante en la aportación de capitales extranjeros, así en forma de inversiones
como de préstamos. Sea como fuere, lo que importa es que los cinco países
supieron inducir a los inversores privados a que financiaran un ritmo elevado
de inversiones desde mediados de los años sesenta por lo menos, pese a los
riesgos y las incertidumbres que en cada uno de ellos se manifestaron en
distintos momentos.
- 22 -
Tres son los factores que ayudan a explicar la capacidad de esos países
para generar un índice elevado de inversiones. En primer lugar, todos ellos se
beneficiaron de uno de esos ciclos fructíferos en que un crecimiento elevado
facilita la acumulación de ahorros e inversiones considerables, lo que a su
vez produce un crecimiento elevado. En segundo lugar, los cinco países aceptaron e incluso propiciaron la obtención de un rendimiento eíevado por las
inversiones privadas. Las políticas económicas aplicadas permitieron a algunas
personas enriquecerse rápidamente sin temor a nacionalizaciones u otros riesgos que pudiesen privar arbitrariamente a los inversores.de sus ganancias. En
tercer y último lugar, en todos los casos se trataba, al menos durante algún
tiempo, de suciedades austeras . en las que los empresarios y hombres de negocios se ganaban el reconocimiento social por ampliar sus empresas, no por su
consumo de lujo.
,
Se ha formulado la hipótesis de que la existencia de gestores económicos
competentes ha jugado un papel importante en el logro de un ritmo elevado de
crecimiento, el cual refuerza los altos índices de inversión y a la inversa.
En lo fundamental el subdesarrollo consiste en una carencia de equipo y
personal adiestrado en las técnicas de la industria moderna, junto a una abundancia de mano de obra no especializada, que debe ser absorbida en parte por
el sector industrial. Así pues, una estrategia de desarrollo eficaz exige unas
políticas favorables al incremento de las exportaciones de productos manufacturados que requieren el empleo de abundante mano de obra, así como a la
obtención de productos sustitutivos de las importaciones. De ese modo, el
comercio y la industria utilizarán lo más posible la mano de obra barata a su
disposición, al tiempo que se esfuerzan por conservar los factores de producción más onerosos. Como es probable que se produzcan distorsiones de precios,
los cuatro gobiernos asiáticos -todos menos el de Hong Kong- han adoptado
políticas que compensan las insuficiencias del régimen de propiedad privada de
las empresas.
Muchos gobiernos de países del Tercer Mundo han aplicado al cambio de
monedas una política de tipos bajos, con el resultado de fomentar las.importaciones y desalentar las exportaciones. Al mismo tiempo, incrementaban los
costos de las industrias de exportación. Ninguno de los cinco países asiáticos
a que venimos refiriéndonos ha impuesto trabas de esa índole. En lugar de
dificultar las exportaciones, la mayoría han utilizado deliberadamente los
tipos de cambio y un sistema de subvenciones -en su mayoría ocultas- para
fomentar las exportaciones y desalentar las importaciones. Las subvenciones
implícitas a -las exportaciones de productos manufacturados y otros productos
no vendidos al extranjero compensan tradicionalmente eí costo añadido de penetrar en el mercado mundial, y al subvencionar bienes que requieren una alta
proporción de mano de obra los gobiernos subvencionan indirectamente la integración de los trabajadores no especializados en ese mercado.
Dejando aparte Hong Kong y Singapur, que probablemente no tenían otra
opción, los otros tres gobiernos adoptaron medidas de protección de sus respectivas industrias, cuando éstas se hallaban en sus inicios. Ahora bien, una
vez que las industrias se hubieron asentado sobre bases sólidas dejaron de
aumentar esa protección. Lo cual quiere decir que, una vez llegadas a la
madurez, las industrias tenían que competir en precios y calidad con los mejores productos del mundo, y la distinción entre las empresas públicas y las
grandes empresas privadas era menor en esos casos que en cualquier otro país.
Gracias a esa política, la presión de la competencia hizo que aumentara la
eficacia, a diferencia de lo sucedido en algunos países del Tercer Mundo cuyos
gobiernos pusieron casi totalmente al resguardo de la concurrencia a sus
empresas de propiedad estatal.
- 23 -
Además, los cuatro gobiernos -todos menos el de Hong Kong- hicieron grandes inversiones en la enseñanza, la formación profesional y la investigación
orientada a la adaptación a fin de suprimir las dificultades que para los primeros inversores supuso tener que aprender a fabricar sin ayuda exterior. Por
último, todos ellos elaboraron una estrategia a medio plazo de desarrollo
industrial: los gobiernos decidían qué inversiones industriales era conveniente efectuar en un futuro próximo y proporcionaban incentivos o subvenciones ocultas para compensar la debilidad del sector privado.
Gracias a esas medidas, el sector dominante fue en los cinco países el de
la producción de bienes manufacturados para la exportación. El crecimiento
industrial no sólo predominó en los ingresos nacionales, sino que además desempeñó un papel esencial para facilitar las divisas que el desarrollo precisaba. Otro aspecto esencial es el de la composición de las exportaciones:
conforme se iba absorbiendo el excedente de mano de obra y aumentaban los
salarios, y conforme la enseñanza, la formación y los elevados índices de
ahorro incrementaban las posibilidades de disponer de personal formado y de
capital, estos países se fueron orientando hacia la producción de bienes con
intensa aplicación de capital y de técnica. De ese modo, la composición de las
exportaciones se volvió cada vez más diferenciada y especializada. El tipo de
especialización depende en parte de dónde se inicia una industria y en parte
de la orientación del desarrollo económico. Así, por ejemplo, Japón y Corea se
encuentran en una situación ideal para desarrollar la industria de la automoción, gracias a las mayores dimensiones de su mercado interno, mientras que
Hong Kong y Singapur aprovechan su localización para desarrollar las industrias del sector de los servicios. Naturalmente, también se han cometido
errores: Corea se orientó probablemente demasiado pronto hacia las industrias
con fuerte utilización de capital y de energía en los años setenta y Singapur
pasó con excesiva rapidez a las industrias con fuerte empleo de capital en los
años ochenta, lo que dio lugar a una recesión que duró tres años.
El economista Papaneck ha detectado tres factores generales que pueden
influir en los resultados económicos y y que están más o menos sujetos a una
manipulación política manifiesta^). La importancia relativa de cada uno de
ellos determinará en gran medida hasta qué punto puede transponerse la experiencia lograda en Asia Oriental a otros países. Sus factores son:
1)
las políticas económicas oficiales, que pueden modificarse fácilmente;
2)
diversos aspectos de la economía y de la sociedad que pueden modificarse mediante la política a largo plazo del Estado, como la enseñanza y la participación de la mujer en la fuerza laboral; y
3)
distintos aspectos de la cultura, entendida en sentido amplio, en
los que resulta difícil influir positivamente con una política
pública deliberada, al menos a plazo medio.
Papaneck sostiene que el principal factor del éxito económico de los países de Asia Oriental ha sido la estrategia adoptada, que puede reproducirse en
cualquier otro lugar y cuyos aspectos fundamentales son: 1) un conjunto de
incentivos que hicieron rentable invertir en actividades con fuerte empleo de
mano de obra, al tiempo que se utilizaba lo mejor posible el capital y la mano
de obra especializada, escasos; 2) una decidida intervención del Estado en la
economía, que compensa las distorsiones que pueden darse en la economía de
mercado; 3) el haber dejado ancho campo a las presiones de la concurrencia, en
- 24 -
gran medida mediante la aplicación de incentivos para que la industria compitiese en el mercado mundial y, de ese modo, fomentando su eficiencia; y
4) unos altos márgenes de beneficio de las inversiones y un sistema políticoadministrativo que pone cortapisas a las decisiones arbitrarias e individualistas-^). Al mismo tiempo, los Gobiernos deberían intervenir más enérgicamente en el fomento de la enseñanza y de la participación de la mujer en la
fuerza de trabajo, aunque las consecuencias de una política orientada en tal
sentido no sean visibles a breve plazo. Los gobiernos de Asia Oriental invirtieron masivamente en educación desde los años cincuenta. Pero es que, además,
los sistemas educativos de esas sociedades parecen más idóneos para satisfacer
las necesidades de la economía en su conjunto, en parte a causa de las presiones del mercado,y en parte debido al talante más autoritario de los gobiernos.
Habida cuenta de ello, no debe subestimarse el papel desempeñado por los
gobiernos en la planificación de la fuerza de trabajo. La actitud diferente
respecto de la instrucción de las mujeres, no sólo en la sociedad en su conjunto sino también en política estatal, ha dado lugar a una mayor participación de la mujer en la mano de obra industrial, que en los años ochenta era en
Asia Oriental aproximadamente el triple que en la India y siete veces mayor
que en Pakistán, lo cual significa que los países de Asia Oriental disponen de
una mano de obra mucho más abundante a la que recurrir, y a la que se abonan
salarios menores. Por otro lado, ello no entraña un aumento de los costos en
concepto de infraestructuras urbanas, dado que la mayoría de las mujeres
forman ya parte de una familia residente en la ciudad.
Ahora bien, Papaneck no afirma que, si otros países adoptasen una estrategia similar, lograrían los mismos ritmos de crecimiento o el mismo grado de
equidad, pues hay otros factores y las circunstancias de cada país son distintas. Además, no deja de tener en cuenta el papel que desempeñan los factores
no económicos, como son las fuerzas históricas que presionan a los gobiernos
para que apliquen las pautas culturales propias de China o basadas en la tradición china. Al tiempo que insta a que se estudien los rasgos culturales desfavorables o favorables al crecimiento económico acelerado, Papaneck expone
tres motivos por los que, a su juicio, los factores no económicos sólo en
pequeña medida explican los éxitos alcanzados: en primer lugar, la existencia
de una motivación económica sólida y coherente. En segundo lugar, que el éxito
no se alcanzó hasta que los países modificaron su estrategia económica. La
cultura era un factor constante y el rendimiento económico cambió una vez que
se cambió de estrategia. En tercer lugar, el hecho dé que haya otros países de
culturas muy diferentes que han conseguido la equidad y el crecimiento económico adoptando una estrategia similar. Por último, no parece que exista forma
satisfactoria de distinguir claramente las repercusiones en el ritmo del crecimiento económico de las variables culturales, comparadas con las de la política económica.
La dimensión política. Es más fácil clasificar a los países de Asia
Oriental a que nos venimos refiriendo en una categoría económica clasificarlos políticamente. Los regímenes políticos del Japón, Corea y Taiván han
evolucionado de forma muy distinta, por no hablar de lo de Singapur y la
colonia de Hong Kong. También existen considerables variaciones en el modo en
que cada Gobierno administra su economía. No cabe duda de que el Ministerio de
Comercio Internacional e Industria japonés influye en la economía del país
conforme a un estilo distinto de como el Gobierno de Seúl dirige las grandes
firmas industriales coreanas y de como trata el Ministerio de Hacienda de
Taiwan a las empresas, más pequeñas pero más numerosas, de la isla. El
Gobierno de Hong Kong interviene en muy escasa medida, mientras que las autoridades de Singapur imponen orientaciones muy rigurosas a las actividades
comerciales e industriales del Estado insular.
- 25 -
Ello no obstante, cada día es mayor el interés que en otros países despierta el estudio de la importancia del papel del Estado en el crecimiento
inducido por la exportación en estos países de Asia Oriental, sobre todo en
Japón y Corea, y siempre con la excepción de Hong Kong. Pese a la heterogeneidad de sus respectivas políticas económicas, se trata de averiguar si, además
del crecimiento económico, comparten algunos rasgos políticos. A este propósito, Pye ha señalado dos factores políticos comunes a los cuatro Estados
estudiados: 1) todos ellos poseen una tradición cultural confuciana, y
2) están estrechamente vinculados a los Estados Unidos, ya que éstos intervienen en aquéllos merced - a su asistencia económica y militar y/o la economía de
los cuatro países depende de su acceso al mercado estadounidense. De ambos
factores, el del carácter confuciano de los cuatro regímenes políticos debe
examinarse más a fondo, y Pye ha . elaborado el siguiente modelo descriptivo 11 ):
I.
Se trata de un paternalismo benévolo de cuyos adalides se espera que
combinen el elitismo con la atención prestada a los inferiores. La jerarquía
es objeto de gran respeto, pero de los gobernamentes se espera que se ocupen
de todos los sectores de la sociedad, los cuales deben aceptar a su vez al
gobierno como fuerza rectora de la sociedad.
II. El ideal confuciano de gobierno por una. elite instruida ha dado paso
al gobierno de los tecnócratas, los cuales son instruidos e inteligentes y se
interesan por todos los sectores de la sociedad. Además, deben mostrar deferencia para con los dirigentes políticos.
III. Una manifestación clave del paternalismo benévolo es proteger las
industrias nacionales frente a la concurrencia extranjera, fomentar las exportaciones con un espíritu resueltamente nacionalista y respaldar la idea de
consenso nacional, incluso entre trabajadores y empresarios.
IV. Los gobiernos consideran que están facultados para reprimir las
disensiones que puedan surgir a fin de alimentar un espíritu de solidaridad
corporativista en la sociedad. Se pone sordina a los enfrentamientos y a
quienes emiten críticas se les muestran las ventajas que reporta el conformismo. Las autoridades pueden obrar con nepotismo, pero ya no se considera aceptable la corrupción flagrante.
V.
Dirigir políticamente al país consiste en fijar objetivos y prioridades nacionales y en movilizar los recursos y el interés general en pro de
tareas colectivas. El gobierno considera que encarna el destino nacional y,
por tanto, se siente obligado a decir a cada cual lo que hay que hacer y a
censurar las ideas e iniciativas que puedan entrañar divisiones.
VI. Salvo en el Japón, la conducción política del país supone la existencia de una personalidad dominante, una autoridad que decide en última instancia sobre todos los problemas, por lo que su sucesión puede poner en peligro la estabilidad de todo el sistema.
VII. A diferencia de lo que sucedía con el confucianismo tradicional, que
menospreciaba el mundo mercantil, hoy en día la legitimidad política depende
cada vez más en Asia Oriental de que no se interrumpa el progreso económico.
Cuanto más inseguro se siente un gobierno, más presiones ejerce sobre la
industria para que mantenga su expansión y un periodo prolongado de estancamiento puede dar lugar a una crisis de gobierno.
- 26 -
VIII. El paternalismo de las autoridades de Asia Oriental se combina con
una actitud psicológica de dependencia por parte de los ciudadanos, actitud
que parece llevarles a considerar aceptables algunas prácticas aparentemente
autoritarias mientras persista cierto nivel de bienestar social. Pero si la
autoridad se tambalease, podría producirse una reación explosiva de ira.
IX. La capacidad de previsión que exige el mantenimiento de la prosperidad económica no reside tanto en la existencia de un conjunto de leyes como en
que los dirigentes políticos se atengan a las políticas y los principios que
proclaman. El espíritu de contradicción de las prácticas jurídicas occidentales se considera en"esas sociedades una extravagancia, comparado con la coherencia de juicio de unos funcionarios con amplia y prolongada experiencia.
X.
En Corea y Taiwan, el ejército es una institución cuyo amplio poder
se reconoce,'- aunque la ambivalencia es profunda respecto del papel que habrá
de desempeñar en el futuro, pues no está claro si los gastos militares constituyen un obstáculo o un incentivo para el crecimiento económico del país. El
paso por el ejército ha servido tradicionalmente de trampolín para desempeñar
cargos políticos, pero ya no se considera aceptable la existencia de gobiernos
militares.
De lo anterior se deduce que sobre los regímenes políticos de Asia Oriental parece ejercerse una notable influencia confuciana. Ahora bien, esa
influencia es capaz de distintas adaptaciones y da lugar, no a un confucianismo clásico, sino a lo que se ha denominado neoconfucianismot así en el
-terreno de la política como en otros. Son varios los factores de adaptación
importantes que intervienen decisivamente en la evolución de los organización
política en Asia Oriental. El primero es que la concepción del mundo confuciana tradicional, que considera primordial al grupo, no al individuo, se ha
ampliado más allá de la parentela y abarca hoy día la nación entera. El sentimiento de poderío del nacionalismo procede de la gran importancia atribuida
tradicionalmente al grupo, que se convirtió en la nación a raíz de la irrupción de un Occidente avanzado tecnológicamente y centrado en la idea de la
nación-estado como unidad política fundamental. Los chinos, los japoneses y,
posteriormente, los coreanos tuvieron una reacción idéntica: trataron de diferenciar sus valores culturales esenciales de la "mera" tecnología, a la que
consideraban un aspecto menor de la cultura. La estrategia que de esa diferenciación se desprendía consistía en afirmar que estaba muy bien aprovechar la
tecnología occidental para propiciar el crecimiento económico, pero protegiendo al mismo tiempo los valores tradicionales. La consigna japonesa del
"wakon yosai" (espíritu japonés, tecnología occidental) se convirtió en un
llamamiento a la movilización del país durante la época Meiji. La primera
versión de este nacionalismo asiático oriental enraizado en el confucianismo
adoptó la forma de una búsqueda de la riqueza y del poder. El lema adoptado en
el Japón fue "fukoku Kyohei" (país rico, ejército fuerte) y en China "fu-min
ch' iang Kuo" (habitantes prósperos, país fuerte).
Pero tropezamos aquí con una paradoja que requiere una explicación, pues
el nacionalismo de Asia Oriental hace hincapié en el crecimiento económico,
mientras que el confucianismo clásico menospreciaba a los comerciantes y los
bienes materiales. Hay que tener presente que en la tradición confuciana el
fundamento ético-moral del gobierno entraña la utilización pragmática del
poder para mejorar la situación de los ciudadanos. La gran importancia que
otrora se atribuía a la pura erudición iba en detrimento del desarrollo económico, pero la situación ya no es la misma, ahora que los funcionarios han
comprendido la importancia política de mejorar los niveles de vida y de dotarse
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de conocimientos técnicos, por mínimos que sean, para fomentar la prosperidad
económica. Además, el confucianismo clásico tuvo una actitud ambigua respecto
del criterio que debía primar para ocupar puestos elevados en la jerarquía: la
virtud o el mérito (y esto es, los conocimientos técnicos). Aquélla tenía más
importancia en los primeros tiempos, pero la meritocracia fue ganando terreno
conforme se fue advirtiendo la necesidad de la tecnocracia en el proceso de
crecimiento económico. El razonamiento al respecto es nítido: la instrucción
engendra tecnócratas meritorios que contribuyen al crecimiento económico y que
son virtuosos o, al menos, que no son corruptos. Hay otro elemento confuciano
de importancia: la primacía de la búsqueda de la armonía, principio éste cuya
aplicación exige procurar el consenso y la sumisión. El valor de la armonía
entraña asimismo menosprecio por quienes perturben el orden social dimitiendo;
al mismo tiempo, la importancia dada a la cohesión del grupo lleva aparejada
la creencia de que el individualismo es una manifestación de egoísmo burdo.
Así pues, el valor de la armonía en la cultura política se convierte en un
obstáculo para cualquier deseo de modificar el statu quo.
Otra adaptación de la ética confuciana tradicional consiste en transformar el paternalismo en patrocinio directo. El paternalismo japonés fue el primero en hallar la solución consistente en emplear al poder público como instrumento de patrocinio en el terreno del. desarrollo económico. El ejemplo
habitualmente citado al respecto -al que ya nos referimos anteriormente en
este trabajo- es el de la aparición de Zaibatsu. Lo que ahora nos interesa
recalcar es que el papel de sustentador desempeñado por el Estado al ayudar a
empresas privadas valiosas pero no independientes condice plenamente con el
ideal confuciano.
Una característica muy importante de esas relaciones de patrocinio
directo ha sido la disposición de los gobiernos a asumir buena parte de los
riesgos a que habitualmente hace frente el sector privado en el sistema capitalista. El espíritu paternalista que actúa en el fomento del nacionalismo
entraña igualmente el temor al fracaso. De ahí el que en Corea, Taiwan y
Singapur los gobiernos hayan espoleado a las empresas para que alcancen niveles tecnológicos más avanzados. El fuerte sentimiento nacionalista ha servido
también para distinguir con claridad entre extranjeros y compatriotas. A decir
verdad, el sentimiento de la existencia de una profunda, línea divisoria entre
"nosotros" y los "extranjeros" en las culturas de Asia Oriental ha hecho que
el mercantilismo sea una verdadera segunda naturaleza en sus habitantes. Ese
sentimiento del "nosotros", de la cohesión nacional, se robustece cuando
existe una armonía entre los trabajadores, los industriales y las autoridades,
lo cual da lugar a un tipo único de corporativismo nacional.
Al examinar, tanto en su pasado como en sus perspectivas, el proceso de
desarrollo de Asia Oriental, debe señalarse también que el modelo general no
está exento de problemas y de dificultades, en algunos casos singulares. En
primer lugar, a un poder estatal fuerte han correspondido unos círculos dirigentes débiles, como ocurría hasta hace poco en Corea y Taiwan. La centralización del poder en un 'hombre fuerte' o en la Presidencia genera su propia vulnerabilidad al centralizar también las quejas contra el ejercicio del poder,
chocando frontalmente con el estilo occidental de gobierno democrático. Ahora
bien, hechos recientes han mostrado que el culto de la personalidad y la
concentración del poder han disminuido en los países estudiados. Resulta difícil determinar en qué medida la institucionalización cada vez mayor de la
sucesión entre dirigentes políticos suscita inestabilidad política. El Japón
ha estado exento de crisis de transición gracias, por lo menos, a dos
factores: uno de ellos es la Constitución de inspiración estadounidense que le
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fue impuesta tras la Segunda Guerra Mundial; el otro es que los políticos que
ejercen el poder han establecido relaciones sólidas con sus electores respectivos. Aunque el Japón ha perdido la legitimidad que supone la existencia de
un dios-emperador, los gobernantes han hallado una fuente igualmente poderosa
de justificación de su poder combinando un régimen traído del extranjero con
innovaciones autóctonas.
Otra interrogante que plantea el futuro del paternalismo político en Asia
Oriental es si esos gobiernos se sentirán obligados algún día a proteger el
nivel de vid'a de sué gobernados y, para ello, prestarles servicios sociales
similares a los del Estado de bienestar de Occidente, donde una ética individualista más arraigada impone ciertas restricciones a la intervención del
Estado. En el Japón, Corea y Taiwan ya se ha producido una expansión considerable del sistema de pensiones, de la asistencia médica y de otros servicios
sociales, paralela al crecimiento económico acelerado. El Gobierno de Singapur
se ha adelantado al problema y cuenta ya con una política tendente a traspasar
al menos parte de los costos del bienestar social al sector privado. Sea como
fuere, puede surgir un problema si antes de que se amplíe el pluralismo político surge una demanda social creciente para que el gobierno proporcione a los
ciudadanos un nivel más elevado de servicios sociales, en cuyo caso es probable que el Estado se esfuerce aún más por alcanzar el consenso, pues el paternalismo propio de Asia Oriental suele dar por supuesto que la dependencia debe
engendrar la conformidad entre unos ciudadanos adecuadamente socializados.
Dicho de otro modo, este espíritu de dependencia tradicional respecto del
Estado puede transformarse en una fuerza explosiva si los gobernantes no son
capaces de satisfacer las expectativas de mejoramiento. Es concebible una
'solución como la ideada por los japoneses: respeto mutuo y vínculos de confianza indestructibles entre unos dirigentes paternalistas y sus electores,
dependientes pero que saben lo que quieren y lo^expresan con claridad. Pero
¿es aplicable esa solución en un contexto no japonés, aun dando por supuesto
que sea conveniente? Y, por otra parte, ¿no se advierten en las instituciones
políticas japonesas indicios de que están cambiando?
La dimensión sociocultural. Una de las cuestiones más interesantes y
difíciles, pero menos estudiadas, del éxito de los países de Asia Oriental es
la de saber con exactitud qué factores culturales intervienen en el proceso de
desarrollo capitalista. Hasta ahora, sólo se han llevado a cabo algunos análisis interesantes y esclarecedores del tema cuya importancia es fundamental
desde el punto de vista general y teórico-'-2). Aunque hay libros y artículos
consagrados a la cultura empresarial japonesa y sus consecuencias en el
comportamiento de los gestores, son rarísimos los estudios que relacionan la
cuestión de la cultura con el dinamismo macroeconómico en un plano empírico; a
decir verdad, no hemos hallado ninguno entre las obras que hemos consultado.
Ahora bien, no tendría sentido descatar sin más el papel que desempeñan
los factores culturales en el desarrollo económico de Asia Oriental, pues
determinados rasgos culturales de fundamento confuciano -como la ética del
trabajo, el ahorro, la diligencia, el respeto por la instrucción, el evitar
los conflictos declarados en las relaciones sociales, la lealtad para con los
superiores, la importancia dada al orden y a la armonía- pueden influir considerablemente en la dinámica de las actividades económicas. Pero también sería
poco sensato sostener que sólo los factores culturales explican los éxitos
alcanzados. Como ya hemos dicho, no resulta fácil determinar las repercusiones
de factores culturales concretos y distinguir al mismo tiempo las de los
factores no culturales. Dicho de otro modo, no se plantea ya un enfrentamiento
entre la "tesis política" y la "tesis cultural", sino que se trata de saber
- 29 -
cómo se han combinado ambos aspectos. A este propósito, nuestro análisis de la
dimensión política requiere explicar las relaciones que existen entre, por un
lado, las instituciones políticas y económicas y, por otro, la tradición
confuciana.
Naturalmente, el fundamento de la tradición cultural no es homogéneo en
cada uno de los casos considerados y el confucianismo clásico es sólo un elemento de una base cultural mucho más amplia que puede comprender el budismo,
el sintoísmo, las creencias religiosas populares e incluso el cristianismo.
Además, no tiene en realidad sentido decir que la cultura en sentido lato
tiene algo que ver con el desarrollo económico; lo que importa es detectar los
elementos culturales específicos de Asia Oriental que podrían representar una
"ventaja comparativa" en el proceso de desarrollo económico. Por desgracia, es
probablemente cierto que aún están por descubrir las raíces culturales concretas del capitalismo asiático moderno.
Si se reflexiona acerca de la moderada "tesis cultural como parte de las
complejas relaciones mutuas existentes entre la cultura, la organización política y la economía, no debemos interpretar los factores culturales como mero
comportamiento social de las personas en la vida cotidiana per se. sino como
un conjunto de disposiciones disciplinadas e institucionalizadas en el plano
de la sociedad". En ese nivel podemos relacionar las prácticas culturales con
las actividades macroeconómicas. Y, aun así, el papel de los factores culturales probablemente sea hacer de "disparador", dado que no pueden actuar por sí
solos a falta de una serie de condiciones políticas y económicas particulares.
Otra cuestión de importancia es la de la vinculación entre el comportamiento
microcultural y la formulación de macropolíticas (nacionales). Así, por ejemplo, en los últimos decenios se han expuesto ante la opinión pública -y sobre
todo ante la clase empresarial- diversas políticas estatales de crecimiento
económico asegurando que constituían otras tantas oportunidades probables y
razonables, y por tales fueron tenidas. Se podría afirmar que a los políticos
no les quedaba otra alternativa, habida cuenta de la situación interna y
externa, pero también que sin la aceptación general de los ciudadanos la política seguida no hubiese sido posiblemente la "correcta". Que la gente se haya
mostrado dispuesta a adoptar las políticas del Estado puede haberse debido a
los factores culturales antes citados, pero ¿cómo saberlo con certeza?
Dos de los múltiples modos de observar cómo se han manifestado la ética y
los valores confucianos en el desarrollo de Asia Oriental consisten en analizar la organización del trabajo y la de la familia, que son dos instituciones
clave del tejido social, para poder mostrar cómo influyen los factores institucionales o estructurales y los factores culturales en el espíritu empresarial de Asia Oriental y sudoriental en casos estudiados empíricamente. Posteriormente estudiaremos el "familismo" empresarial.
Ante todo, será menester aclarar la función que desmepeñan los empresarios -función que representa una combinación nueva de los medios de producción
y que consta de cinco elementos: la introducción de un bien o mercancía
nuevos, la introducción de un nuevo método de producción, la apertura de un
nuevo mercado, el descubrimiento de una nueva fuente de suministros y la
puesta en práctica de una nueva organización de una industria cualquiera.
Dicho de otro modo, la capacidad empresarial consiste en percibir la posibilidad de una nueva actividad económica (producto, proceso de producción o mercado), evaluar su rentabilidad, lograr disponer de los recursos financieros
necesarios, supervisar, contratar y formar al personal y tratar con las autoridades, los proveedores y los clientes. Un empresario no. tiene forzosamente
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que ocuparse personalmente de algunas o de todas estas tareas; su función
consiste en lograr que se realicen. El empresario es quien inicia una nueva
actividad, mientras que un gestor o administrador se ocupa de que se lleven a
cabo las actividades en marcha. Naturalmente, el empresario desempeña habitualmente algunas tareas esenciales de la gestión, por lo que es útil dividir
la función empresarial en dos aspectos principales: la inciación y la coordinación.
La importancia de los empresarios en el crecimeinto económico no radica
tanto en su aspecto de iniciación como en el de coordinación. Lo que en último
término habría que explicar no es cómo hay que hacer para encontrar empresarios sino cómo prosperan las empresas existentes. Es decir, lo más importante
no, es la fundación de empresas ni su número, sino su expansión y su calidad;
no la capacidad de invención, sino la de organización.
En un estudio acerca de los factores que propician el espíritu empresarial en Asia Oriental y Sudoriental -efectuado a partir de una muestra reducida-, se comprobó que tanto los factores institucionales como los culturales
facilitan, en los casos de Corea y Japón, la aparición de los rasgos principales de aquél, esto es, la actividad de iniciación y la de coordinación.
En Corea la capacidad de organización se ha atribuido a dos factores
principales, patentes desde los años sesenta.. En primer lugar, la dedicación
del Gobierno al crecimiento económico permitió la posibilidad de aprender
practicando. En segundo lugar, las funciones empresariales se fueron diferen.ciando conforme a distintos aspectos, confiados cada vez en mayor medida a los
empleados, los profesionales especializados, las autoridades y el mercado
mismo. Gracias a ello, el mejoramiento de la gestión empresarial ha sido
sistemático, y los propios empresarios se han sentido en su lugar, al contribuir parcialmente a un resultado general. En este punto, las aptitudes más
importantes parecen consistir en la coordinación de las tareas de gestión.
Sobran pruebas de que el caso del Japón es similar al de Corea. Durante
el periodo de crecimiento económico de la posguerra, hubo grandes empresas que
prosperaron merced a la adopción de innovaciones tecnológicas en gran escala
gracias a las cuales pudieron aprovechar las ventajas que entrañan la producción en masa y la comercialización. Ese periodo de crecimiento acelerado fue
acompañado de cambios del tejido industrial y de una diversificación de las
necesidades de los consumidores, que contribuyeron a suscitar enormes posibilidades de producción de distintos tipos de bienes -en cantidades reducidas y
en empresas pequeñas. Esas posibilidades crearon condiciones favorables para
la prosperidad y el desarrollo de empresas de dimensiones varias, entre ellas
las pequeñas. Los chinos de ultramar -que comprenden Singapur, Taiwan, Hong
Kong y las comunidades chinas de Indonesia, Malasia y Filipinas- forman un .
grupo económico importantísimo en los distintos países y podemos considerarlos
como una sola categoría por la notable coherencia de su actividad mercantil en
toda la región. El estudio mencionado llega a la conclusión de que los chinos
poseen unos valores familiares tradicionales que facilitan la iniciación de
actividades empresariales, pero constituyen una traba para alcanzar los niveles superiores de coordinación que se requieren para que una empresa adquiera
grandes dimensiones. Hablaremos de ello más detalladamente en la siguiente
sección de este trabajo. Ahora bien, ese punto flaco se compensa, al menos en
parte, mediante una forma híbrida de coordinación en la que las dimensiones de
cada empresa siguen siendo pequeñas pero se establecen redes de relaciones
estrechas con otras empresas. En el caso de los chinos de ultramar resulta
difícil generalizar los factores institucionales debido a la variedad de las
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circunstancias políticas y económicas en las que viven, aunque cabe conjeturar
que, al menos en. los momentos actuales, esas circunstancias son por lo general
propicias a la iniciación y a la coordinación de empresas en Singapur, Taiwan
y Hong Kong, mientras que en Indonesia, Malasia y Filipinas la situación es
menos clara.
De diversos estudios sobre la capacidad empresarial de la población
autóctona de Indonesia, Malasia y Filipinas se deduce que, por lo general, los
valores socioculturales vigentes en esos países constituyen otros tantos obstáculos para la primera y crucial fase, la de iniciación, mientras que los
efectos de los factores institucionales en la función de coordinación son más
ambiguos-^) .
Recapitulando lo dicho, podemos formular con carácter provisional la
hipótesis de que la causalidad se ejerce en lo fundamental en una sola dirección a partir de un conjunto de valores culturales (riesgo asumido, logros,
riqueza, propiedad de los negocios) hacia el proceso de iniciación, el cual
mantiene una relación recíproca con los factores institucionales. Los factores
culturales (confianza, cooperación, "familismo", profesionalidad) también
parecen influir unidireccionalmente en la función de coordinación, la cual
mantiene igualmente relaciones de reciprocidad con muchas otras fuerzas institucionales. Así pues, esta estructura de relaciones mutuas determina el rendimiento económico del espíritu empresarial, que se puede exponer sencillamente
con el diagrama siguiente:
Espíritu empresarial
1. Iniciación
Factores
culturales
4r
Factores
institucionales
2. Coordinación
Rendimiento
económico
El "familismo" empresarial. Merece la pena dedicar algunas observaciones
más a la abundancia de empresas comerciales propiedad de chinos de ultramar,
por su importancia para la teoría del desarrollo en las ciencias sociales y
por su importancia económica en el desarrollo nacional. Como es sabido, Max
Weber postuló hace ya tiempo que el familismo chino tradicional, conforme al
cual las relaciones de parentesco están por encima de prácticamente todo lo
demás, es incompatible con el desarrollo económico. El motivo fundamental de
que así sea es que la familia y el clan tradicionales instauran un régimen de
relaciones benévolas y paternalistas que vela por el bienestar de todos sus
miembros, cualesquiera que sean las aportaciones de cada uno. Los miembros de
la familia que trabajan deben ceder sus ingresos para dedicarlos al bienestar
de todos y no se fomenta el ahorro. La lealtad y las obligaciones para con la
familia están por encima de cualquier otra lealtad y obligación. Por consiguiente, el sistema de la familia extensa tiende a atenuar los incentivos
individuales para trabajar, ahorrar e invertir. El familismo confucianista es,
pues, una estructura sumamente "particularista" que dificulta la industrialización al menos en dos sentidos: en primer lugar, en el terreno del empleo,
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en el que los puestos se ocupan por nepotismo -esto es, por adscripción
familiar- en lugar de por capacidad personal. En segundo lugar, en lo que
atañe al mantenimiento de relaciones fructuosas con los grupos no emparentados, que es un requisito primordial.de la organización social de una sociedad
industrializada.
Desde la perspectiva del planeamiento del desarrollo, factores como este
análisis negativo, que ha gozado de amplia aceptación, influyeron sin duda
alguna en las elites chinas modernizadorás, con independencia de su ideología
política. Ya en 1931, uno de los propósitos fundamentales del Código Civil
chino era tenuar la-excesiva presión de los lazos de la familia sobre cada uno
de sus miembros: Dos decenios más tarde, el Gobierno de la República Popular
de China promulgó una nueva Ley del Matrimonio encaminada a abolir la gerontocracia y la desigualdad entre los sexos. Era además evidente que las autoridades chinas estaban resueltas a edificar una sociedad industrializada basada en
los principios socialistas y que eran conscientes de la incompatibilidad entre
semejante sociedad y un tejido social fundado primordialmente en el parentesco.
Las observaciones que acabamos de hacer apuntan a la necesidad de desechar o de neutralizar los valores tradicionales de la familia china para promover el desarrollo económico, y nuestro análisis intenta mostrar cómo no
parece haberse seguido ese camino en las comunidades chinas existentes en
varios países capitalistas. ¿Se han exagerado las consecuencias económicas
negativas de los valores familiares tradicionales? ¿Acaso hemos subestimado la
capacidad de adaptación de los valores tradicionales en los distintos sistemas
de economía política? Si nos paramos a considerar el notabilísimo crecimiento
e'conómico de Taiwan, Singapur y Hong Kong (que son de hecho sociedades chinas)
.y la posición económica, comparativamente superior, de la comunidad china del
Asia Sudoriental capitalista, puede resultar instructivo analizar más de cerca
el familismo empresarial.
En un estudio empírico sobre empresas comerciales chinas de propiedad
familiar sitas en. Hong Kong se llegó a las conclusiones siguientes-^) : el
parentesco no desempeña un papel de importancia en la regulación de las transacciones comerciales externas. No se ha demostrado que la honradez y la confianza reinen únicamente en el seno del grupo emparentado ni de que fuera de
éste se den únicamente actitudes predatorias. Esa solidaridad no basada en el
parentesco en el orden económico interempresarial tiene una explicación sensi11a, ya que no es fácil concluir alianzas comerciales mediante matrimonios y
una sólida reciprocidad entre parientes reduce las opciones económicas.
Además, los lazos de parentesco son intrínsecamente restrictivos y no es fácil
ampliarlos. En sus tratos comerciales, los chinos no se comportan atendiendo
al parentesco o ausencia de éste, sino a si conocen o no a la persona de que
se trate. Los chinos -y probablemente no son los únicos asiáticos que así se
comportan- tienden a personalizar sus relaciones, y el tener algo en común
-parentesco, patria chica, establecimiento escolar ...- basta a menudo para
iniciar una colaboración.
En segundo lugar, la influencia de la familia es mucho mayor en la organización interna de la empresa que en sus tratos con el exterior. Dicha
influencia se manifiesta a través de diferentes combinaciones de ideología y
prácticas patronales paternalistas, contratación por nepotismo y propiedad
familiar de la empresa. El autoritarismo es una característica muy acusada
virtualmente de todos los empleadores de Hong Kong. Esa manera de enfocar la
dirección de las empresas se halla condicionada por fuerzas culturales y económicas. La metáfora de la familia facilita una motivación cultural a punto
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para legitimar la autoridad de la dirección empresarial. Además, se cultivan
las relaciones entre patronos y clientes para resolver el problema de la
lealtad y poner freno a la tendencia de los subordinados a establecerse por su
cuenta y convertirse en rivales. Económicamente, el paternalismo benévolo es
una de las maneras posibles de mantener una mano de obra estable, como podemos
ver también por la experiencia japonesa.
En tercer lugar, se ha calculado que en la mitad de las empresas chinas
de Hong Kong se practica el nepotismo -esto es, la preferencia por los parientes- a la hora de la contratación. Ahora bien, esta generalización requiere
algunas matizaciones. En efecto, los, parientes empleados en una empresa representan sólo un porcentajo reducido del personal de las compañías en que existe
nepotismo, salvo que se trate de empresas muy pequeñas. Esos parientes son
predominante miembros inmediatos de la familia del empleador, no del grupo
extenso de parientes. Este fenómeno se conoce con el nombre de "nepotismo
pasivo" porque la mayoría de los chinos sólo deciden pedir trabajo a sus
parientes si no les queda más remedio. Por lo menos en Hong Kong, un chico
difícilmente pueda creer que sus parientes tienen para con él, alguna obligación económica por el mero hecho de serlo. Los propietarios de grandes empresas colocan a sus hijos en puestos de responsabilidad fundamentalmente para
evitar la disgregación de los bienes familiares y la pérdida de beneficios
comerciales frente a otros. Hay algunos indicios, todavía no contrastados, de
que la presencia de miembros de la familia en la dirección de las empresas
apenas influye negativamente en los resultados de éstas. La razón principal
parece ser que los industriales chinos suelen proporcionar educación formal, y
formación en la empresa a sus familiares destinados a ocupar puestos de responsabilidad. Es decir, hay hechos que demuestran que el ritmo de crecimiento
de una empresa y el nepotismo no son factores correlativos.
También interesa saber cómo se forman y se desenvuelven las empresas
chinas. Una de sus características es el principio de la transmisión patrilineal, gracias al cual se pueden constituir unidades de parentesco relativamente más perdurables encargadas de administrar los recursos económicos. Otra
característica es la norma de la igualdad de derechos entre los herederos
varones y la tercera es el proceso de la división familiar, que se efectúa en
varias fases. Para repartir el usufructo y poder transmitir los bienes familiares, los hijos deben aguardar normalmente a la jubilación o fallecimiento
del jefe de familia, que lo es asimismo de la ;empresa.
En resumen, se puede sostener teóricamente la afirmación de que los valores familiares vigentes en el Hong Kong posterior a la Segunda Guerra Mundial
no son incompatibles con el desarrollo económico. Antes bien, en Hong Kong y
en las comunidades chinas de otras regiones parece que hay una ética del
"familismo empresarial" que resulta económicamente dinámica. Conforme a esa
ética, la familia es .la unidad básica de la concurrencia económica, impulsa
las innovaciones y respalda a quienes se arriesgan. El familismo empresarial
no se limita a una sola clase social e impregna toda la sociedad o comunidad.
Si el capital de que se dispone es reducido, los cabezas de familia se encargan de administrar los escasos recursos y de cultivar el capital humano para
propiciar el avance de la familia. Según un estudio sobre familias de clase
media y trabajadora de Hong Kong, todos los hijos que trabajaban aportaban la
mayor parte de sus ingresos al presupuesto familiar y, una vez que las familias han cubierto las necesidades materiales esenciales, la norma es que se
designen más recursos a la instrucción de los hijos menores.
El familismo empresarial chino ofrece tanto ventajas como desventajas en
el terreno de la concurrencia y tiene tres características que lo distinguen:
un alto grado de centralización de la autoridad, combinado con un bajo nivel
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de formalizadón de la estructura organizativa; la existencia de una fuerza
centrífuga interna, pues tanto los propietarios como los trabajadores valoran
la autonomía y prefieren el autoempleo (el ideal de todos ellos es llegar a no
depender de nadie); por último, la fluidez de la jerarquía económica: a
menudo, las empresas familiares no duran, ya que es improbable que las empresas se coaliguen, defendiendo como defienden celosamente sus dueños su independencia, y, por consiguiente, las fortunas familiares pueden prosperar y
hundirse con gran rapidez. Por lo dicho,' cabe incluso afirmar que el problema
del familismo empresarial chino no es la inercia económica .y que, en cambio,
puede muy bien serlo el peligro de una concurrencia desmesurada. Al extraer
conclusiones más generales, algunos estudiosos quizá se hayan apresurado demasiado a establecer una diferenciación excesivamente tajante entre el "universalismo" de la sociedad industrial y el "particularismo" de la sociedad
"familista"..No cabe duda de que algunos valores esenciales del familismo tradicional -como la solidaridad familiar, la veneración de los antepasados y el
respeto filial- han persistido en las comunidades chinas de ultramar, . las
cuales han disfrutado de una notable prosperidad económica. Nosotros sostenemos la tesis de que la familia china, en su condición de institución sociocultural, puede ser y es una fuerza económicamente activa. Cómo se plasme esa
fuerza cultural es algo que dependerá del margen de maniobra que le deje el
entorno -en el que incluimos la evolución de la situación en la propia China.
Si en ésta se aplica una política de liberalización económica y de reformas,
asistiremos con seguridad a la aparición de un familismo empresarial en el
país, lo mismo en las ciudades que entre los campesinos.
Una perspectiva equilibrada. Nuestro estudio pretende ser un llamamiento
a la cautela, frente a las explicaciones reduccionistas y mono causales de la
influencia de los valores confucianistas en el desarrollo de varios Estados
asiáticos. Aunque no podemos entrar ahora "en detalles, consideramos evidente
que para explicar satisfactoriamente los cambios sociales y el desarrollo de
cualquier país -incluidos los que son objeto del presente estudio- deben
tenerse en cuenta tres factores primordiales de interacción: 1) el contexto
político y económico mundial, 2) el papel del Estado en las relaciones entre
las autoridades y los ciudadanos, y 3) los factores socioculturales -todo ello
considerado en el contexto de la dinámica histórica de cada país o región.
Recurriremos una vez más al sistema capitalista mundial, por su pertinencia en lo que atañe a la cuestión del modelo teórico explicativo de la experiencia de desarrollo de Asia Oriental. Los analistas coinciden en afirmar que
la economía mundial posee desde los años sesenta una dinámica propia. De ahí
que debamos considerar de importancia crucial el momento en que los países
asiáticos de reciente industrialización ingresaron en el mercado mundial, ya
que ello coincidió con un alto grado de prosperidad de la economía mundial (y,
más concretamente, de la de los Estados Unidos). El hecho de que éstos se
convirtieran tras la Segunda Guerra Mundial en el núcleo central del sistema
capitalista mundial puede considerarse como un acontecimiento histórico singular que influyó notablemente en la evolución de aquellos países, habida cuenta
del lugar que ocupaban en la geopolítica de la época.
En la fase inicial de desarrollo, a las elites gobernantes de Asia Oriental apenas les quedaba otra opción que considerar a la economía mundial como
una suerte de desafío, toda vez que la seguridad de la región resultaba vulnerable, sus recursos eran escasos y la población estaba aumentando. Una vez
establecidos los lazos con el exterior, se puso en marcha un proceso de intercambio que benefició económicamente a los Estados de la periferia.
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Esto nos lleva al segundo factor primordial, el papel del Estado. La
mayoría de los estudiosos darán por bueno que la dependencia respecto del
exterior no ha disminuido la autonomía del Estado y que más bien parece haber
sucedido lo contrario. A este respecto, la definición moral confuciana del
Estado ha contribuido a recalcar la importancia del comportamiento benévolo de
las autoridades. Los gobiernos se plegaron a los límites impuestos por las
realidades externas y aun aprovecharon algunos para movilizar recursos en pro
del desarrollo, como la apertura del mercado estadounidense. Sin un mercado
mundial favorable y sin el apoyo de los Estados Unidos, es dudoso que los
gobiernos hubiesen logrado un elevado nivel de respaldo por parte de sus ciudadanos, cuya principal preocupación era aumentar sus ingresos. Además, hay
que reconocer que los gobiernos instituyeron un conjunto de políticas económicas eficaces.
No cabe la menor duda de que la cultura ha desempeñado un importante
papel en el desarrollo económico de Asia Oriental; lo que importa es averiguar
"cómo" se ha producido tal influencia en los múltiples contextos existentes.
Frente a la abundancia de debates teóricos sobre la cuestión, apenas poseemos
estudios empíricos de valor sobre este complejo fenómeno, que en buena parte
escapa a las mediciones cuantitativas y a los análisis estadísticos. Aparte de
reconocer que la aplicación de la ética confuciana a la vida cotidiana contemporánea no puede ser la misma que en la tradición clásica, apenas se han
investigado sistemáticamente los efectos de esos y otros factores culturales
como la religión.
Entender la experiencia del desarrollo de Asia Oriental es una tarea cuya
complejidad no se limita al enfrentamiento entre la escuela "estructuralista"
(institucionalista) y la escuela "culturalista" de pensamiento. Este cuerpo de
experiencias puede ser único si consideramos los tres factores concomitantes
que intervinieron: el momento por el que pasaba el sistema capitalista
mundial, las consideraciones de geopolítica y los elementos culturales. La
"ventaja comparativa" de que gozaron durante cierto tiempo los países de
reciente industrialización está desapareciendo a la par que cambia la economía
mundial. El ascenso del Japón al núcleo central del sistema, paralelamente al
declive económico de los Estados Unidos y a las modificaciones de la orientación del desarrollo en China y en la Unión Soviética, puede dar lugar a una
nueva configuración del sistema mundial. Al mismo tiempo, las instituciones
políticas de algunos países recientemente industrializados están cambiando
hacia posiciones más liberales. Por último, no hay que olvidar que los elementos culturales no son constantes estáticas, sino que poseen una dinámica
propia que puede ajustarse espontáneamente a entornos más generales o ser
objeto de una intervención deliberada de las políticas del Estado.
V. DEMOCRACIA Y CAPITALISMO: EL CASO DE TAILANDIA
El capitalismo es un sistema económico en el que la producción se define
por el beneficio y el intercambio y se rige por los principios del mercado
libre. Un mercado libre es un mecanismo social de distribución de bienes sin
planificación central como en el socialismo. Teóricamente, en un sistema de
mercado libre todos poseen sus propios medios de producción y pueden ingresar
en el mercado como compradores-vendedores en un plano de igualdad. Además de
una economía de mercado libre, el capitalismo entraña el trabajo asalariado y
el beneficio. Esto significa que hay personas que no poseen medios de producción propios, por lo que sólo pueden vender su fuerza de trabajo. Por tanto,
estas personas deben realizar un trabajo asalariado en beneficio de quienes
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poseen los medios de producción. En una economía capitalista también el trabajo es una mercancía que se compra y se vende en el mercado. Los trabajadores
compiten entre sí para obtener trabajo y con los poseedores del capital para
lograr salarios más elevados. A su vez, los poseedores del capital compiten
entre sí para obtener beneficios. En una palabra, en el sistema capitalista
todos los grupos (compradores, vendedores, productores y trabajadores) compiten entre sí. La competencia puede tener lugar en forma más o menos pacífica.
A veces hay un conflicto abierto; según los casos, la competencia se desarrolla en forma más pacífica o más violenta. La forma como se resuelve la
competencia depende de las circunstancias históricas concretas.
Como forma social independiente del capitalismo, la democracia es un
sistema político en el que se garantizan las libertades cívicas y el pueblo
interviene en el gobierno. Más concretamente, la democracia significa que cada
miembro de là sociedad tiene voz igual en la adopción de las decisiones políticas. En las grandes sociedades, donde la participación política directa no
es posible, es necesaria un tipo de democracia representativa. En la medida en
que cada sector de la población con intereses similares tiene un representante
y en que existe proporcionalidad entre el número de representantes y el de
personas representadas, se respeta el principio de la democracia.
La relación entre capitalismo y democracia puede ser ambivalente. Por una
parte, la democracia en las naciones desarrolladas occidentales tiene como
correlato histórico el capitalismo. En realidad, la democracia fue el instrumento ideológico utilizado por la clase capitalista en ascenso para promover
sus intereses frente a los privilegios de la aristocracia feudal. Por otra
parte, la democracia aparece disociada del capitalismo en algunos casos
concretos y, además, por toda una serie de argumentos teóricos. Hay países
esencialmente capitalistas en los que la represión política es muy importante.
En el plano teórico, se ha sostenido que, puesto que el capitalismo concentra
la riqueza en manos de una minoría a expensas de la mayoría, la persistencia
de la democracia dará como resultado que la mayoría decida abolir el capitalismo. Pero también se sostiene que las probabilidades de que esto ocurra se
reducirán gracias a una distribución más homogénea de la riqueza. Cabe señalar
que en algunos países en desarrollo ha ocurrido lo contrario: la minoría que
ostenta el poder interviene para restringir la democracia.
De todos modos, la relación entre capitalismo y democracia se ve complicada en muchos países en desarrollo por el hecho de que ni el capitalismo ni
la democracia tuvieron su origen en esos países, sino que una y otro fueron
importados o impuestos desde el exterior por países más desarrollados. Conviene pues señalar que la relación histórica entre capitalismo y democracia no
es la misma en el contexto de las naciones desarrolladas de Occidente que en
el de los países no occidentales en desarrollo. De manera más concreta, cabe
decir que la clase capitalista de estos últimos países no se ha servido de la
ideología democrática para promover sus propios intereses políticos. En muchas
naciones en desarrollo son las clases medias (incluidos los intelectuales), la
clase campesina y la clase trabajadora las que han recurrido a la ideología
democrática para promover sus intereses políticos. Y como estas clases tienden
a respaldar programas socialistas, puede resultar más patente la tensión entre
capitalismo y democracia.
La ubicación periférica de las naciones en desarrollo dentro del sistema
capitalista mundial puede acentuar aún más la tensión entre capitalismo y
democracia. Las naciones en desarrollo son más pobres que las naciones desarrolladas, por lo que una idéntica concentración de la riqueza en una de las
primeras coloca a las clases inferiores en una posición más desventajosa. Se
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ha sostenido también que las industrias
causa de su nivel tecnológico inferior,
propia del sistema capitalista mundial,
sación pagando un salario inferior a sus
de las naciones en desarrollo, que, a
están en desventaja en la competencia
se ven impelidas a buscar una compentrabajadores.
Son muchos los autores que estiman que el proceso ideal de modernización
o desarrollo consiste en una forma democrática de gobierno asociada con una
economía capitalista. Es evidente que ese modelo de desarrollo es fruto de la
experiencia histórica de Occidente y tiene un sesgo prooccidental. Pero si se
examinan los procesos existentes de desarrollo y cambio social en las naciones
en desarrollo, surgen importantes interrogantes respecto de la viabilidad y la
conveniencia de adoptar la experiencia occidental como modelo mundial de desarrollo para otros Estados-naciones. Todos los países de Africa, Asia y América
Latina han pasado por diversas experiencias democráticas, logrando resultados
también diversos que definen el estilo de cambio o desarrollo propio de cada
uno. Todo esto demuestra que la democracia no puede surgir en el vacío, sino
que necesita una infraestructura política que la promueva. Por supuesto, en
cada país la infraestructura política real en que arraiga la democracia está
determinada por su estructura económica y social y por sus vínculos con el
sistema capitalista mundial. Es evidente que el transplante de la democracia
puede entrar en grave conflicto con la minoría dirigente tradicional, con los
terratenientes, con algunas capas de burócratas y con las masas apolíticas y
carentes de educación.
Por otra parte, el fracaso de la democracia consecutivo a la inestabilidad política puede tener una repercusión negativa sobre la economía. Surgen
así sistemas políticos de otro tipo que procuran promover el desarrollo económico: regímenes socialistas, dictaduras militares y sistemas híbridos en los
que se combinan el autoritarismo fuerte o,suave y la economía capitalista o de
mercado. En efecto, varias naciones del Tercer Mundo, renunciando a un sistema
político de participación, se han dotado de una estructura política
centralizada con objeto de promover la estabilidad política, considerada como
condición para el desarrollo económico sostenido. Tal es la pauta de desarrollo que hasta ahora ha dominado en Tailandia. En la sección siguiente trazaremos un breve bosquejo del proceso de desarrollo político en este país y de sus
repercusiones socioeconómicas cuyo resultado ha sido lo que puede calificarse
de semidemocracia asociada con una economía capitalista semiperiferica. Señalar la diversidad de modos de desarrollo que existen en el Tercer Mundo nos
permite plantear la cuestión de si existen otros modelos satisfactorios de
desarrollo que no sean el modelo occidental, habida cuenta de los distintos
contextos históricos y culturales de los países no occidentales.
Un paternalismo benévolo. La mejor manera de concretizar el sistema político vigente én Tailandia durante cuatro decenios (1932-1973) es afirmar que
fue un gobierno dominado por los militares más que una democracia-^). La
fase importante se inició en 1957 cuando el mariscal Sarit Thanarat subió al
poder gracias a un golpe de Estado. El mariscal y sus sucesores implantaron un
modo de desarrollo nacional que sentó las bases de las transiciones ulteriores. Muy probablemente, Sarit estimaba que la democracia no era adecuada para
la sociedad tailandesa del momento. Lo que concibió para su país era una
estructura política ternaria integrada por el gobierno, la administración y el
pueblo. Consideraba también que en lo inmediato Tailandia necesitaba orden,
disciplina, estabilidad política y un gobierno fuerte con un ejecutivo fuerte.
Tales debían ser las bases del desarrollo económico y del progreso social.
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En vista de ello, Sarit lanzó un programa de desarrollo nacional que
hacía hincapié en los aspectos económicos y sociales. En el plano económico,
se crearon el Consejo Nacional de Desarrollo Económico y el Ministerio de
Desarrollo Nacional cuya misión era elaborar las infraestructuras necesarias.
Se fortaleció la base administrativa de la planificación contratando tecnócratas y universitarios competentes que elaboraron planes a plazo medio (5-6
años). En el plano social, el sistema de educación y capacitación profesional
fue objeto de importantes mejoras, y se prestó atención a la represión del
crimen y del vicio. Por otra parte, se procuró extender los frutos del desarrollo más allá de ,1a capital, Bangkok. Es indudable que algunos planes no
fueron puestos en práctica o lo fueron de manera apresurada y que varios de
ellos estaban mal concebidos. Tampoco falló el despilfarro de fondos o la
duplicación de las actividades de desarrollo.
Debe recordarse que los programas nacionales de desarrollo en Tailandia
recibieron asistencia financiera del exterior, en especial de los Estados
Unidos y del Japón. Durante la guerra de Viet Nam los Estados Unidos modernizaron las fuerzas armadas tailandesas y algunos elementos importantes de la
infraestructura material; gracias a estos y otros aportes se desarrollaron la
construcción y los servicios. Se tomaron medidas para atraer las inversiones
extranjeras, que tuvieron lugar, por ejemplo, hacia la industria textil y el
montaje de los automóviles. En general, el sistema político instaurado por
Sarit generó importantes cambios sociales y económicos que caracterizaron la
primera fase de la modernización de Tailandia.
Como era de esperar, el rápido crecimiento demográfico, la urbanización y
la industrialización acarrearon una serie de cambios estructurales en la
sociedad tailandesa. La producción de arroz disminuyó respecto de otros cultivos destinados a la exportación. Aumentó también la exportación de productos
industriales. Y el número de trabajadores del sector no agrícola creció mucho
más que el de trabajadores agrícolas. Entre 1960 y 1970 se incrementó en casi
10 veces el tamaño de los sectores administrativo, ejecutivo y gerencial.
También aumentó en forma sostenida la renta per capita, aunque la forma cómo
se distribuían los ingresos se prestaba cada vez más a censura.
La modificación y el mejoramiento de la economía originaron una mayor
diferenciación de la estructura de clases en Tailandia. Entre las nuevas formaciones sociales cabe mencionar tres grupos que tienen suma importancia para
la dinámica del desarrollo. El primero es la clase media de los empresarios y
negociantes. El desarrollo de la economía y la entrada de fondos norteamericanos durante el periodo más intenso de la guerra de Viet Nam creó una nueva
clase media, los nuevos ricos, y fortaleció además la posición económica de
los empresarios ya establecidos. Al mismo tiempo, se consolidó la alianza
entre la minoría política dirigente y la cúspide de los negocios. Esta alianza
en la que se fundían riqueza y poder dio origen a una nueva jerarquización
social.
La segunda de las clases sociales a que nos referimos es la de los trabajadores de las fábricas y los servicios. El activo fomento de la industria en
el marco del plan nacional de desarrollo, sumado a la rápida urbanización,
determinó el surgimiento y crecimiento de una clase trabajadora urbana. Por
otro lado, los muchos estudiantes e inmigrantes de zonas rurales que no pudieron ser absorbidos por la economía urbana pasaron a formar una gran masa de
desocupados. La burocracia había sido él destino tradicional para la minoría
instruida, pero ello ya no era posible dada la rápida expansión del sistema
educativo. La aparición de estos tres grupos o clases sociales acentuó la
diferenciación clasista en las ciudades.
- 39 -
El sistema político de Sarit logró éxitos notables en los. planos económico y social, pero los aspectos inherentes al régimen militar acarrearon a la
larga un resulta.do de peso: el desequilibrio entre los cambios económicosociales y el desarrollo político. La causa de ello era que el régimen de Sarit
favorecía una estabilidad política forzada, congelando el proceso de cambio
político mientras se producía una rápida reestructuración social y económica.
El proceso de reestructuración dio lugar a una movilización social suscitada
por la educación, la urbanización, el mejoramiento de las comunicaciones y los
transportes, la difusión de los medios de comunicación de masas y el crecimiento de una clase media profesional. Se produjo así una elevación de la conciencia política y, por consiguiente, una presión sobre el sistema político
orientada a promover la justicia social y a lograr una mayor participación en
el proceso político. Pero el régimen autoritario dominado por los militares no
estaba preparado para satisfacer las demandas de las nuevas fuerzas sociales.
Las luchas políticas intestinas debilitaron aún más el mecanismo de autodefensa del régimen y éste fue derrocado en octubre de 1973 . como consecuencia de
las manifestaciones masivas dirigidas por los estudiantes^?).
Recapitulando, el proceso que acabamos de exponer nos permite comprobar
que el crecimiento económico y un cierto desarrollo social pueden producirse
bajo un régimen autoritario fuerte (tal es el caso de Tailandia, y también el
de Corea). De todos modos, hemos tratado de mostrar asimismo que las fuerzas
sociales desencadenadas por el progreso económico y social pueden a su vez
socavar el régimen autoritario, convirtiéndose en enterradores quien las ha
creado. El régimen de Sarit hubiera debido adaptarse aflojando las riendas del
poder para satisfacer las demandas de las fuerzas sociales que él mismo había
suscitado con su política de desarrollo.
Semidemocracia. Al ser derrocado el régimen militar de Sarit en octubre
de 1973, se inició un periodo de gobierno plenamente democrático que tuvo una
vida relativamente corta, pues terminó en octubre de 1976. En esos tres años
hubo cuatro gobiernos democráticamente elegidos y un gobierno semidemocrático.
Fue un periodo tumultuoso de la vida política tailandesa caracterizado por la
violencia y por los asesinatos políticos. Ni los observadores más optimistas
auguraban larga vida a esta forma de política abierta. La polarización entre
las ideologías políticas de izquierda y de derecha se acrecentó. A esta fase
del desarrollo de Tailandia podría aplicarse la observación de Huntington
sobre el "desarrollo y el declive políticos". Hubo una modernización en el
sentido de que aumentaron la conciencia cívica y la participación políticas;
pero el desarrollo político resultó insuficiente en lo atañente a las instituciones y los procesos necesarios para regular la participación. De ahí que el
desequilibrio entre la modernización y el desarrollo condujera al declive.
En octubre de 1976 se produjo otro sangriento golpe de Estado que venía a
ser una réplica a la violencia política anterior. Resultado del golpe fue que
los militares volvieran a intervenir en la política de Tailandia. El nuevo
gobierno era presidido por un civil, pero con el apoyo decidido de los militares. Este "gobierno ostra" (los militares en calidad de las valvas y dentro de
ellas el gobierno) duró menos de un año y fue derrocado por otro golpe militar. Esta evolución demuestra que los militares han sido y siguen siendo un
elemento esencial de la política tailandesa con el que hay que contar-^).
Como resultado de ello, ha surgido un nuevo sistema político en el que se
combinan la intervención de los militares en los asuntos políticos y las
exigencias formuladas por las nuevas fuerzas sociales. Este sistema de compromiso, al que se suele calificar de "una democracia intermedia", seguirá probablemente rigiendo los destinos de la sociedad tailandesa durante cierto tiempo.
- 40 -
Esta semidemocracia de estilo tailandés presenta varios rasgos peculiares. En el momento de promulgarse la nueva Constitución, el gobierno se proponía continuar en el - poder todo el tiempo que fuera posible. En primer lugar,
la Constitución dispone que el primer ministro no está obligado a presentarse
a las elecciones mientras tenga el apoyo del Parlamento, integrado por una
Cámara de Diputados elegidos y un Senado designado. En segundo lugar, la Constitución permite que los funcionarios de plantilla del Estado ocupen simultáneamente puestos de carrera y puestos políticos. Esta disposición debía durar
cuatro años, después'de los cuales se adoptarían usos más democráticos de modo
que los funcionarios,civiles de plantilla y los oficiales militares no podrían
ocupar puestos políticos y adminitrativos al mismo tiempo. También se reduciría el poder del Senado. Habiéndose aplazado varias veces la reforma de la
Constitución, la prohibición de ocupar simultáneamente esos dos tipos de puestos sigue constituyendo un problema político.
En esta semidemocracia se refleja el enfoque realista en la elaboración
de las instituciones tailandesas como fusión de elementos nuevos y viejos. A
pesar de las modificaciones acaecidas, la estructura del poder y las instituciones sociales se mantienen prácticamente intactas, sobre todo en lo que toca
a las administraciones militar y civil. Una de las razones de esa estabilidad
es que Tailandia no fue colonizada nunca, es decir, que no se quebró la continuidad de la minoría en el ejercicio del poder. Otra razón de la estabilidad
tailandesa es que el país no sufrió ninguna revolución social que pudiera
alterar la estructura tradicional o menoscabar los privilegios de la minoría.
Durante la Segunda Guerra Mundial Tailandia fue poco afectada por el conflicto; en particular, no sufrió daños materiales ni institucionales que
. pudieran inquietar al país. Por todas estas razones, la estructura del poder y
la minoría que lo ejerce se han mantenido durante largo tiempo, y hoy son los
elementos antiguos del sistema político con los que hay que contar. Por otro
lado, está la capa en expansión formada por los sectores intelectuales, profesionales y empresariales, y han surgido sindicatos de trabajadores industriales que formulan demandas cada vez más explícitas. En el dispositivo actual,
una cámara de diputados elegida democráticamente coexiste con un senado cuyos
miembros, muchos de ellos militares, lo son por designación. Hasta ahora el
cargo de primer ministro ha sido ocupado por militares, lo que se ajusta a la
cultura política tradicional de Tailandia, consistente en ceder el poder a
hombres fuertes que lo asumen por invitación.
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Desde la formación del gobierno de Prem Tinasulanonda se observan otras
tendencias que pueden incidir en el futuro político de Tailandia-'-"). En
primer lugar, se ha modificado la composición de la clase empresarial: ya no
dominan las empresas que son propiedad de familias, sino las grandes empresas
de capital anónimo, muchas de ellas asociadas con capitalistas extranjeros.
Como es natural, estas compañías han establecido vínculos con el gobierno
actual' y no verían con buenos ojos la introducción de cambios que afectaran a
la estabilidad política. Las empresas intervienen así en la política para
garantizar su propia supervivencia. Además de la tradicional relación entre
patrocinador y patrocinado, los hombres de negocios participan de manera más
directa en la política mediante la adhesión a partidos políticos, presentándose a las elecciones e incluso ocupando cargos ministeriales, con lo que terminan por formar una nueva casta política.
En segundo lugar, parece haber llegado a su fin la época de los golpes de
Estado. Tras los varios ocurridos, en especial los de 1973 y 1976, los tailandeses parecen haber comprendido que la estructura social ya no soportaría ese
tipo de convulsión política. La existencia de varios grupos militares y la
- 41 -
intervención de las jerarquías tradicionales en los momentos de crisis han
demostrado la extrema dificultad (o la imposibilidad) política de llevar a
cabo con éxito un golpe de Estado. El temor a que un golpe fracase parece
haber contribuido a la estabilidad política, por engañosa que sea.
En tercer lugar, la cultura y el entramado políticos de Tailandia han
ganado en general en madurez. Todos los sectores interesados establecen compromisos. Los métodos de protesta son más sutiles y pacíficos. En general los
políticos evitan atacar frontalmente a los militares. Por otra parte, los
militares parecen haber cambiado de actitud y muchos de ellos estiman que hay
que promover la democracia en Tailandia. Por último, el debilitamiento de la
guerrilla comunista y la rendición de muchos de sus dirigentes han contribuido
al sentimiento de paz y de unidad nacional.
El desarrollo político y la modernización pueden definirse de diversas
maneras. Algunos autores hablan de un proceso de institucionalización; otros
hacen hincapié en las modificaciones políticas dirigidas hacia un objetivo que
se ajusta al modelo occidental. Por último, otros sostienen que el sistema
occidental como conjunto no puede aplicarse a una nación caracterizada por
circunstancias históricas y culturales muy peculiares y que, por consiguiente,
hay que elaborar versiones modificadas de la democracia. Ideas tales como las
de igualdad, diferenciación estructural, especificidad funcional y capacidad
del sistema político en el marco del denominado "síndrome de desarrollo" constituyen uno de los pilares esenciales del desarrollo político^O).
Podemos decir que el desarrollo político comienza con la agrupación de
comunidades integradas por personas de clases, etnias, religiones y culturas
diferentes para formar una gran unidad que recibe el nombre de Estado-nación.
Este primer paso de construcción de una nación requiere un esfuerzo de unificación de territorios y personas en un todo coherente, bajo la autoridad de un
poder central unificado y aceptable o viable. Un ejemplo de este proceso es la
decisión política adoptada por el Rey Chulalongkorn de Tailandia de transformar su reino tradicional en un Estado-nación más moderno ajustado al modelo
occidental.
Pero, tras la unificación nacional, el proceso permanente de desarrollo
político pasa por dos fases más problemáticas: la adaptación y la participación. La primera consiste en la capacidad del sistema político para satisfacer
las demandas de la sociedad. Las demandas más importantes y visibles son las
necesidades básicas tales como la alimentación y la vivienda. Pero las necesidades materiales son relativas. Son muchas las naciones del Tercer Mundo que
deben hacer frente en primer término a la tarea inmediata de reducir el nivel
de pobreza absoluta; pero es manifiesto que el crecimiento económico entraña
la aspiración permanente de lograr niveles de vida más elevados y una existencia de mejor calidad. Además, la. idea de una privación relativa entre las
diversas clases de una nación genera nuevas demandas de adaptación. En este
sentido, puede definirse el desarrollo político como el grado en que un
gobierno puede dar acogida a las demandas de los diversos grupos.
Por otra parte, las demandas trascienden los aspectos materiales de la
vida: existe además una dimensión más abstracta que abarca el sentimiento de
la ciudadanía, la garantía de las libertades cívicas y el derecho a participar
en la adopción de decisiones. Esos elementos políticos (derechos cívicos y
libertad) son también parte de las demandas a que un gobierno debe responder
positivamente. Resulta irónico que en algunas naciones (por ejemplo, Corea) el
progreso económico y el incremento de las exigencias políticas vayan a la par:
- 42 -
cuanto más éxito tiene un sistema político en la satisfacción de las necesidades materiales del pueblo, más vulnerable se vuelve a las críticas y a las
exigencias de todo género.
Las demandas de tipo general y abstracto tienen directamente que ver con
la participación, que es el otro factor del desarrollo político. Independientemente de la forma o el mecanismo, la esencia de la participación consiste en
permitir que el pueblo desempeñe un papel.en la elección de unos representantes mediante los cuales pueda, o crea que puede, intervenir en el proceso de
distribución de la riqueza. Es evidente que ningún sistema permite una participación perfecta. Pero en términos relativos, cuanto más abierto sea un sistema político, mejor podrá responder a las demandas de participación..
El caso de Tailandia ilustra ese tipo de acomodo consistente en mezclar
el sistema político antiguo y el nuevo y en combinar la necesidad de crecimiento económico con la de participación política. Este tipo de desarrollo
representa hasta ahora una economía política caracterizada por la semidemocracia y el capitalismo periférico. Esta semidemocracia en que participan los
militares, los funcionarios y la nueva clase media viene funcionando en
Tailandia desde hace ocho años. Algunos sostienen que la vía media del budismo, religión tradicional de los tailandeses, ha tenido una influencia positiva
en este sistema de acomodo.
Sin embargo, las cuestiones cruciales de la adaptación y la participación
en su interacción dinámica seguirán ejerciendo una presión en favor de la
modificación de la solución de avenencia que hoy se aplica. En el plano económico, la distribución desigual de los ingresos entre las zonas urbanas y las
rurales y entre la capital Bangkok y el resto del país puede agravar las diferencias de clase. Y la situación puede empeorar como resultado del reciente
viraje de la economía tailandesa a medida que se integra en el sistema capitalista mundial. En el plano político, parece que se está produciendo una
creciente fragmentación del Parlamento, lo que podría socavar la estabilidad
política. Por otra parte, persiste el debate sobre la elección directa del
primer ministro y sobre la necesidad de una separación más clara entre las
ramas legislativa y ejecutiva del poder público. Es decir, se pide al mismo
tiempo que se mejoren la capacidad de adaptación y la participación. Sólo el
futuro dirá si Tailandia puede seguir nadando y guardando la ropa al mismo
tiempo. En todo caso, el éxito del país en su intento de combinar los elementos nuevos y los tradicionales en el desarrollo político ha sido sólo moderado. La próxima etapa de transición estará determinada por la posición dinámica que Tailandia ocupa en la economía mundial y en el equilibrio político de
la región, pues estos factores se hallan en relación interactiva con la evolución interna.
VI. UNA VISION INTERNA DEL DESARROLLO: FILIPINAS
En 1985, un número elevado de profesionales filipinos de los sectores
público y privado se reunieron para examinar a fondo la crisis del país y
definir un marco global del desarrollo nacional que sirviera de guía para
nuevos análisis, para la planificación y para las tareas de ejecución. Otra
finalidad conexa del proyecto era facilitar un amplio debate sobre la ideología nacional entre todos los sectores sociales. Para ello se puso en práctica
un método similar al que condujo a la formulación de las ideologías del
Panchasila en Indonesia y del Rukum Negara en Malasia y a la articulación de
- 43 -
la ideología nacional en Singapur; pero a diferencia de estos tres países,
donde el debate contó con los auspicios del gobierno, en Filipinas la iniciativa fue exclusivamente privada. En esta sección voy a procurar exponer
recientemente algunos rasgos esenciales que se desprenden del informe inicial
sobre el proyecto en marcha y ponerlos en relación con algunas cuestiones fundamentales de los estudios sobre el desarrollo y de la planificación.
En cierto modo, este proyecto de "una visión para una nación" tuvo su
origen en un estudio precursor llevado a cabo en 1980 sobre los indicadores
sociales del que se infería la necesidad de ir más allá de las mediciones
económicas tradicionales para evaluar el desarrollo^!). Pero el proyecto de
que hablamos no pretende establecer indicadores sino proponer un enfoque
conceptual del desarrollo general. Lo que de él se espera es poder establecer
una relación entre las metas perseguidas y una ideología adecuada y entre las
macroinstituciones y las microvariables tales como las formas de vida familiar
y de comportamiento individual. El marco de análisis propuesto permite proponer un enfoque evolutivo basado en valores en el que se armonicen las necesidades, las metas, las orientaciones y los valores con miras a instaurar un
orden social equilibrado. Por otra parte, el marco conceptual debe basarse en
el pluralismo y la subsidariedad, de modo que el gobierno actúe como catalizador ofreciendo oportunidades a la iniciativa privada^).
La crisis de desarrollo. El proyecto se inicia con el análisis de la
crisis multidimensional en el contexto de la historia social de Filipinas.
Desde el punto de vista sociocultural, se plantea la necesidad de integrar la
subcultura minoritaria moderna con la subcultura popular tradicional. Aunque
no se define con claridad la manera de alcanzar tal objetivo, se reconoce que
los mecanismos para relacionar ambos fenómenos deben trascender las instituciones básicas de la familia, la escuela y la Iglesia. El creciente desequilibrio entre las dos subculturas se hace visible en el surgimiento simultáneo de
expectativas crecientes y frustraciones cada vez más agudas. Esta estructura
social dualista obliga a interrogarse sobre los aspectos negativos de la
modernización: las influencias económicas de Occidente, los medios de comunicación occidentales y los estilos de vida de la minoría educada pueden resultar contradictorios con un "desarrollo auténtico". Hay además otros problemas
sociales como la corrupción y el soborno generalizados en los sectores público
y privado, el crecimiento de la criminalidad y la violencia, el abuso generalizado de las drogas, el desprestigio de los vínculos matrimoniales, la
pornografía y la expansión de la industria del sexo.
Los problemas económicos de Filipinas son notorios. El país tiene una
impresionante deuda exterior que representa casi la cifra del producto nacional bruto; aumenta constantemente el déficit de la balanza de pagos; la moneda
se desvaloriza; disminuye el poder adquisitivo mientras; y los niveles de
desempleo y de subempleo son muy altos. Todos estos problemas vienen a agravar
la desigualdad en la distribución de la riqueza y la renta. También son fuente
de preocupación la existencia de factores socioculturales que limitan la productividad y la necesidad de sostener las economías tradicionales de subsistencia, lo que implica sustraer inversiones al desarrollo industrial.
El proyecto aborda la cuestión de la inestabilidad política en general y
la que caracterizaba al régimen de Marcos, en particular. El descontento popular creciente se traducía en la existencia de un "parlamento de la calle" y en
la aparición de organizaciones de masas orientadas a la consecución de objetivos concretos. Cabe señalar también la creciente militarización y la amenaza
constante de la guerrilla. Se acusaba de incompetencia y de corrupción a las
- 44 -
burocracias estatales y las violaciones de los derechos humanos
corriente. Con la instauración del Gobierno de Corazón Aquino han
estabilidad política y la legitimidad del poder, pero se observan
vos de preocupación. Las relaciones con el mundo exterior y la
respecto del mismo afectan al sentimiento de soberanía nacional.
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El desarrollo de Filipinas puede caracterizarse por la oposición entre
las aspiraciones y necesidades crecientes del pueblo y la escasa respuesta del
Estado y la sociedad a ellas. La estrategia de la modernización económica
considera que el atraso podría superarse gracias a la ayuda económica, a las
inversiones y a la transferencia de tecnología occidental. Pero la modernización sigue beneficiando sobre todo a las minorías urbanas que en muchos casos
poseen también vastas propiedades rurales. Por su parte, las clases pobres,
que viven en una economía de subsistencia, experimentan un rápido crecimiento
demográfico. -.La agricultura no se ha modernizado a falta de una verdadera
reforma agraria y porque las innovaciones técnicas occidentales no llegan al
campo y se mantiene una estructura social dualista. Agravan aún más los
problemas la ausencia de homogeneidad cultural, la falta de experiencia
histórica de una organización social por encima de la familia y del clan, el
escaso control nacional sobre la política económica y educativa y sobre los
medios de comunicación modernos, una ética del trabajo laxa, inicialmente
facilitada por el rico medio natural, y la actitud sumisa de las clases más
pobres. Así, el proyecto considera que la creencia de que los factores de producción por sí solos (los hombres, los recursos y el capital) podrían lograr
que Filipinas se desarrolle es una falacia; si existe el subdesarrollo es porque los sistemas social, económico, político y cultural no funcionan en armonía. Cabe señalar que países con menores recursos (por ejemplo, Japón y Corea)
han tenido mucho más éxito en su esfuerzo por desarrollarse en un lapso relativamente breve de tiempo.
En el diagrama de la página siguiente se exponen en forma esquemática las
perspectivas de las crisis de la sociedad desde el punto de vista inicial del
proyecto, por simplista que sea^3). La idea esencial es que la "modernización" rápida de la minoría ha tenido como resultado el desarraigo de una
población no preparada, produciendo la emigración en gran escala a las ciudades, sin que la economía urbana haya sido capaz de absorber una mano de obra
cada vez más numerosa. A gran número de trabajadores se les ha mantenido en
los niveles más bajos de educación y de capacitación para justificar la política oficial de salarios bajos; todo ello ha ido en detrimento de la industrialización que requiere una fuerza de trabajo urbana bien estructurada y
calificada en todos los niveles. Así, la baja productividad es el resultado de
las actitudes laborales negativas, de la falta de capacitación y de los salarios bajos, todo lo cual fomenta la agitación social.
La política y las prácticas que acabamos de exponer conducen de manera
inevitable a una polarización de las clases. Los pobres se vuelven todavía más
pobres al interrumpirse las relaciones que tenían con el medio rural, donde
les era posible sobrevivir. Por otra parte, ,1a minoría que ejerce el poder se
alia con elementos del poder económico, lo que da lugar a la creación de monopolios y a una mayor concentración de la riqueza en círculos cada vez más
reducidos. El consumo ostentoso se convierte en símbolo de jerarquía social y
los medios de comunicación de masas presentan al resto de la población esa
imagen del lujo, lo que a su vez origina mayores expectativas y, consiguientemente, agrava el sentimiento de frustración.
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Las iniciativas de desarrollo que toma el Estado se caracterizan por una
planificación insuficiente, la mala ejecución, el "enchufismo" y la falta de
claridad en la contabilidad. Como consecuencia de la contradicción flagrante
entre las imágenes que. propagan los medios de comunicación y las promesas de
los políticos, por una parte y, por otra, lo reducido de los cambios que
comprueban en su vida, las clases pobres del campo y de la ciudad se sienten
profundamente frustradas. El carácter pacífico y tolerante de los filipinos y
su tradicional capacidad para soportar el sufrimiento se ven sometidas a ruda
prueba viendo cómo los medios de comunicación presentan la brutalidad y la
violencia como solución de los problemas. En vista de todo ello, el proyecto
expresa profunda preocupación por las consecuencias que podrían tener todos
estos desequilibrios, que pueden conducir a modos radicalmente diversos de
"desarrollo", tal como se muestra en el diagrama, modos que a veces se han
aplicado en otras latitudes.
Bases v objetivos del desarrollo. Partiendo de la ida de que la estrategia tradicional de modernización económica no ha logrado satisfacer las necesidades básicas dé las masas menesterosas ni contribuido a que cada sector de
la sociedad desarrolle una estrategia peculiar basada en la cultura para hacer
frente al cambio, el proyecto especifica una serie de bases y de objetivos que
considera esenciales para el "auténtico" desarrollo de la sociedad. Las bases
que se señalan son las siguientes: 1) Las metas que se propone una sociedad
deben guardar relación con las condiciones culturales. 2) Las estructuras y
los procesos de la sociedad deben manifestarse en el comportamiento de las
instituciones y de los individuos. 3) Existe una moralidad general (conciencia
moral colectiva) orientada a la consecución del bienestar de la sociedad y del
individuo. Esta moralidad se basa en el concepto del "bien común", que puede
definirse en términos de "solidaridad" (cooperación) y "subsidiariedad" (el
fuerte ayuda al débil). 4) Se necesitan un conjunto de valores culturales
integradores que puedan constituir una ideología nacional. Los principales
valores de esta ideología nacional son la justicia social y la integridad
cultural, considerados como instrumentos para él mejoramiento de la cooperación en la sociedad. La justicia social y la integridad nacional o cultural se
expresan en objetivos intermedios o de desarrollo como el equilibrio; la participación, la cooperación, la autonomía, la apertura, el pluralismo, la tecnología apropiada y la productividad.
Se ha propuesto que en el marco analítico para evaluar lâs bases y los
objetivos señalados se incluya la "óptica de las necesidades básicas", la cual
entraña ciertas opciones preferenciales en favor de los pobres, la existencia
de dualidades socioeconómicas y método evolutivo de transformación de las
instituciones sociales que se oponen al crecimiento. Procede también prestar
atención a las consecuencias socioculturales del cambio, así como a las repercusiones económicas, y a la sensibilidad a las invasiones culturales, en especial a las originadas por la transferencia de tecnología, por los sistemas de
aprendizaje y por la difusión de la información.
En el proyecto se señalan cinco objetivos generales de desarrollo. El
primero es la autonomía que implica la movilización del pueblo sin que dependa
excesivamente del Estado o de la asistencia extranjera. La autonomía debe
complementarse con la cooperación social y con un orden social justo. El
segundo es la integración, por la que debe entenderse la interconexión general
armoniosa de funciones con vistas a alcanzar metas sociales comunes. La integración entraña además la unidad de objetivos, como la que se da entre diversos grupos culturales y clases ligados por sentimientos nacionalistas. El
tercero se refiere a la justicia social, elemento primordial del desarrollo
- 47 -
social, que implica un reparto equitativo de los frutos de la producción entre
quienes integran la sociedad, así como de los medios de producción. En el
plano político, la justicia social significa compartir el poder y, en términos
de orden moral, reconocer la dignidad y los derechos humanos. Además, la justicia social es igualitaria en el sentido de que requiere un cierto grado de
discriminación a la inversa, basada más en la necesidad que en el mérito, es
decir en un prejuicio favorable a los menesterosos. El cuarto objetivo es la
participación, considerada como una meta que entraña la distribución equitativa del ingreso nacional y la igualdad de oportunidades y al mismo tiempo,
como medio de desarrollo en forma de una amplia intervención popular en la
adopción de decisiones. El último objetivo es la equidad en materia de calidad
de vida, tanto en sus aspectos cuantitativos como cualitativos.
Una visión del futuro. Partiendo de estos principios y pronunciándose por
un enfoque evolutivo en vez de revolucionario en la próxima fase del desarrollo de Filipinas, el proyecto elabora un modelo hipotético de desarrollo y de
orden social. En el orden social general se incluyen el gobierno, las instituciones y la población (es decir tanto los sectores que se están modernizando
como los tradicionales). Cada uno de estos sectores está interesado en alcanzar las metas políticas, económicas, sociales y ecológicas.
En el plano político, la visión global que nos ofrece el proyecto es la
de una democracia representativa con un equilibrio de poderes entre la presidencia y el parlamento. También debería establecerse una administración orientada hacia la consecución de los objetivos sociales, con instituciones políticas centrales que coordinen su acción con las autoridades locales para
instaurar un servicio público de doble dirección. Las minorías deben contribuir aportando medidas equitativas de participación, mientras a los sectores
tradicionales les toca cobrar mayor conciencia del nivel institucional o
nacional del desarrollo.
En el plano económico, la visión general propugna la construcción de una
economía de mercado con participación social. Al gobierno debe incumbir la
tarea de crear los mecanismos institucionales y jurídicos favorables a la
participación social en la producción, la distribución y el consumo. Las minorías pueden contribuir a establecer un equilibrio económico entre la orientación exportadora y la expansión del mercado interno. Por su parte, los sectores tradicionales deben acrecentar su productividad para mejorar su vinculación con el sector moderno.
En el plano social, la prioridad general se cifra en una identidad nacional más fuerte e integradora. En este sentido, el gobierno debe facilitar un
cambio social equilibrado que sea aceptable para los diversos sectores de la
población y, al mismo tiempo, instruir a los jóvenes y al público en general
acerca de las metas del desarrollo basadas en las realidades socioculturales.
Las minorías podrían contribuir a acelerar el crecimiento de la clase media en
la medida en que diversificasen sus actividades económicas. En el sector tradicional, el mejoramiento de la calidad de vida y la conciencia de sí tienen
importancia para contrarrestar la tendencia a emigrar a las ciudades.
En lo que atañe a la ecología, el objetivo es conseguir la mejor utilización de los recursos naturales y la protección del equilibrio ecológico. El
gobienro debe establecer el marco para la utilización equitativa de la tierra
mediante una auténtica planificación regional. Las minorías y los sectores
tradicionales pueden mejorar la utilización de los recursos naturales para
fortalecer la autonomía.
- 48 -
Los especilistas conocen bien estos objetivos generales del desarrollo en
su forma abstracta. Los planificadores y decisores, aún reconociendo la importancia de estos aspectos, estiman que no se prestan fácilmente a la aplicación. Para los críticos interesados, por la cuestión, el problema esencial
sigue siendo quién tiene la responsabilidad de evaluar globalmente el desarrollo de la sociedad antes de empezar a poner en práctica una política, cualquiera que sea ésta. Después de todo, a los políticos se los considera esencialmente preocupados por el poder y animados por intereses a corto plazo. Los
administradores públicos no se sienten suficientemente recompensados como para
asumir un compromiso perdurable de rendimiento profesional. El sector empresarial se interesa por los beneficios y, en general, carece de conciencia
social. Los universitarios, expertos en sus respectivas disciplinas, no se
sienten cómodos cuando sus ideas tienen que enfrentarse con las complejas
realidades y con el desafío concreto de la adopción dé decisiones. Por último,
la masa de la población está demasiado ocupada en sobrevivir y carece de la
educación necesaria para poder expresar sus quejas y sus aspiraciones. Suele
decirse que el Estado debe paliar todas estas deficiencias. Pero en la mayoría
de los casos, e incluso cuando se dan las mejores circunstancias, el Estado
sólo puede tener una función de facilitación. La tarea es demasiado compleja y
requiere la participación de muchos sectores. Además, debido a la falta de
homogeneidad cultural, a las consecuencias desiguales de. la colonización y a
las deformaciones consecutivas al desarrollo, en Filipinas las instituciones
públicas no parecen estar a la altura de la tarea.
j
Pero no todo está perdido. El proyecto "Una visión para la Nación" sigue
en marcha e incluso se ha fortalecido desde la instauración del Gobierno de
Corazón Aquino. Es evidente que el ejercicio del "poder popular" que contribuyó al cambio de gobierno puso de relieve la existencia de un sentimiento de
unidad en numerosos sectores sociales favorable al renacimiento de la nación.
Entre marzo de 1986 y febrero de 1987, con los auspicios del periódico
Solidarity, se celebraron con gran éxito de público once seminarios sobre el
futuro de las Filipinas de los que resultó la elaboración del informe "Programa filipino para el siglo XXI"24). La base de este Programa la constituyen una serie de ideas esenciales tomadas del informe sobre el proyecto
"Visión" y relativas a la cultura, la lengua, la comunicación, la reforma
agraria, el ejército y la seguridad nacional, la administración pública, el
sistema judicial, los problemas ambientales y el futuro de la región del Pacífico. Figuran en el Programa directrices (que no existían en el informe
"Visión") acerca de las actividades públicas y privadas. Es demasiado pronto
para saber qué resultados concretos tendrá para el desarrollo de la sociedad
esta colaboración entre el gobierno y el pueblo, pero la búsqueda de la identidad nacional y la lucha por un desarrollo equilibrado parecen haber alcanzado una etapa crucial. En materia de planificación del desarrollo, algunas
dolorosas experiencias han venido a mostrar las limitaciones de una visión
exclusivamente económica de la modernización y, por cdnsiguiente, la necesidad
ineludible del "desarrollo sociocultural". Los ejeiriplos de ellos podemos
encontrarlos en todo el mundo. Lo que ahora toca plantearnos no es el problema
del "qué" sino el del "cómo".
{
¿Hacia un desarrollo integrado? Debemos establecer una distinción entre
la realidad del desarrollo, es decir, lo que realmente ocurre en una sociedad,
y el desarrollo desable, es decir, lo que algunos actores importantes de la
vida social desean o esperan que ocurra. En Filipinas y otros países ha caído
en descrédito la idea de que el crecimiento económico puro representa el desarrollo deseable, aunque todavía aparezca en numerosos discursos políticos.
También se critica la identificación del desarrollo con la industrialización o
la modernización. Si se concede prioridad absoluta e indiscriminada a la
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industrialización, no es posible lograr un desarrollo digno de tal nombre. Las
concepciones tradicionales de la "modernización" tienen implicaciones etnocéntricas cada vez más inaceptables. De ahí que en estos últimos tiempos se
preste creciente atención al enfoque integrado o unificado en el análisis y la
planificación del desarrollo. Partiendo del ejemplo de Filipinas, voy a procurar mostrar qué se entiende generalmente por "enfoque unificado" a fin de
contribuir a la comprensión y al análisis del desarrollo.
El enfoque integrado o unificado supone el intento de descubrir y
comprender las relaciones mutuas entre todos los componentes esenciales de un
sistema nacional de desarrollo. Se considera que este esfuerzo de comprensión
es indispensable para formular una política y una estrategia gracias a las
cuales pueda afianzarse la realización de los valores nacional e internacionalmente aceptados.
Un enfoque unificado necesita utilizar dos formas complementarias de considerar el desarrollo: 1) el desarrollo como progreso ostensible hacia la consecución de fines concretos basados en los valores de la sociedad; y 2) el
desarrollo como sistema de los cambios sociales interrelacionados que fundamenta y facilita la posibilidad de ese progreso. De acuerdo con la primera
perspectiva se estima que una sociedad tiene derecho y capacidad para adoptar
decisiones e imponer sacrificios sobre la base de un consenso general. La
segunda perspectiva ' supone que el desarrollo es un fenómeno que puede ser
objeto de diagnóstico y de propuestas objetivas respecto de las interrelaciones de los factores y de los efectos generales del cambio sobre los principales componentes del sistema^).
Desde este punto de vista, el "desarrollo" no es un proceso único y
uniforme de cambio; su resultado no puede consistir en que los países catalogados como "en desarrollo" se transformen en réplicas de los países catalogados como "desarrollados". Todas las sociedades nacionales se desarrollan de un
modo u otro, y todas tratan al mismo tiempo de hacer frente a las contradicciones y a las desventajas resultantes de su propio proceso de cambio social.
No hay razón alguna para que sus actividades alcancen en el futuro resultados
idénticos; tampoco hay razones para pensar que el "futuro", cualquiera sea la
manera cómo se defina, es un factor estable.
Se piensa que uno de los problemas fundamentales del desarrollo radica en
lograr un equilibrio satisfactorio entre la asignación o inversión de fondos
para objetivos económicos y la asignación, para objetivos sociales. En su
simplificación excesiva, esta perspectiva puede inducir a error pues distrae
la atención de los factores determinantes y de las características de esas
asignaciones de fondos. La alternativa entre aportar.fondos para fines sociales y hacerlo para fines económicos puede resultar menos evidente que la
competencia entre esos dos tipos de fines tomados conjuntamente y las asignaciones no. destinadas al crecimiento ni al bienestar: el exceso de armamentos,
los edificios públicos fastuosos o las medidas en favor de grupos poderosos de
intereses. Por otra parte, las asignaciones de fonods no son fines en sí sino
medios; y siempre cabe interrogarse sobre la medida en que han contribuido a
la consecución de sus supuestos fines.
Podemos encontrar ejemplos convincentes de ello en un país que tropieza
con dificultades porque ha hecho excesivo hincapié en las inversiones con
fines económicas, lo que acrecienta la inquietud social y las desigualdades.
Otro caso ejemplar es el de un país que hace excesivo hincapié en los sectores
sociales y, de ese modo, mina su crecimiento económico. En uno y otro casos,
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el diagnóstico correcto no parece consistir en que se haya otorgado preferencia a uno u otro aspecto, sino que se le ha concedido una forma equivocada de
preferencia. En el primer caso la producción es tratada como un fin en sí, sin
tener suficientemente en cuenta los mecanismos del mercado. En el otro la
atención se centra en lo que la gente recibe mediante servicios y subsidios, y
no en lo, que hace. En el informe "Visión" se alude a un' caso de este tipo:
como resultado de un sistema de educación alienante, hay un número excesivo de
personas con diplomas universitarios que a menudo responden a modelos foráneos; la consecuencia es ' la fuga de cerebros por falta de vinculación suficiente con el desarrollo endógeno y por no tenerse debidamente en cuenta la
capacidad de absorción del mercado de trabajo.
Cuando hablamos de enfoque integrado, no queremos decir que deba haber un
conjunto detallado de requisitos del desarrollo válidos para todo el mundo.
Pero sí pueden aceptarse una serie de criterios mínimos para evaluar los modos
de desarrollo. La cuestión principal es en qué medida un modo de desarrollo
permite que una sociedad funcione a largo plazo en favor del bienestar de sus
miembros. En el ejemplo de Filipinas que venimos considerando aparecen esos
criterios de evaluación del modo de desarrollo, a saber: 1) la autonomía
nacional, . 2) la participación, 3) la producción, 4) la distribución, 5) el
consumo, 6) el medio ambiente y 7) unas relaciones humanas que contribuyan a
la solidaridad, la seguridad, la realización personal y la libertad. Naturalmente, los criterios pueden aplicarse en sentidos y grados diversos y se relacionan entre sí en formas complejas propias de cada caso. Son esas complejas
interrelaciones las que plantean un arduo problema al análisis del desarrollo,
al que corresponde tomar decisiones sobre la planificación. De los modos de
desarrollo evaluados con arreglo a estos criterios, algunos serán-viables pero
no aceptables para la sociedad y otros serán aceptables pero no viables. Dicho
de otro modo, si las contradicciones entre los criterios señalados alcanzan
una cierta intensidad, el modo de desarrollo no será viable. Por otro lado, si
en la etapa.de planificación las decisiones se toman con independencia unas de
otras, puede ocurrir que la contradicción entre ellas alcance un. nivel
peligroso.
La capacidad de elegir un modo autónomo de desarrollo influye en la posibilidad de tomar decisiones en todas las demás esferas. Si un país acepta un
lugar en el orden internacional, vigente, en condiciones desfavorables tendrá
un tipo de desarrollo dependiente durante un lapso de tiempo prolongado en el
que las decisiones sobre producción y consumo escaparán en gran medida a su
control. Además, ese país puede ser incapaz de tolerar formas de participación
que amenacen los actuales modos de producción y de consumo. Uno de los problemas que. tiene planteados Filipinas es ese modo pasivo y dependiente de desarrollo que pone en peligro el futuro de la nación a largo plazo. Por otra
parte, ningún país, si quiere ser realista, puede elegir una autonomía total.
Lo que tiene que hacer es maniobrar en el marco del orden internacional sobre
la base de su situación real. De los modelos de desarrollo deseable, el ideal
sería aquel que combinara un alto grado de autonomía, un alto grado de asistencia económica extranjera y un alto grado de apertura a los modos culturales
y de consumo vigentes en otros países: un modelo que probablemente resulta
inviable.
La participación es una esfera esencial en la que las decisiones resultan
sumamente difíciles. Y, en efecto, plantea grandes dificultades a los planificadores y a los decisores políticos acerca de quién toma realmente las decisiones, cómo se aplican éstas y si la participación debe considerarse sobre
todo como un medio o como un fin. La participación decidida desde arriba se
- 51 -
convierte en movilización. La participación que nace desde abajo se centra por
lo general en la distribución. La participación auténtica es un proceso que
acrecienta en los participantes la conciencia de los valores, y los problemas
y la posibilidad de elegir, de influjo en el contenido del desarrollo; de
generar nuevos modos de hacer las cosas y de salvaguardar el derecho de los
participantes a obtener una parte equitativa de los frutos del desarrollo. En
Filipinas y otros países, ese proceso sigue siendo una aspiración que hasta
ahora no se ha materializado. Pero que esa aspiración se convierta en realidad
puede ser en fin de cuentas el requisito esencial de un modo aceptable de
desarrollo.
Los niveles de producción en Filipinas y otros muchos países del Tercer
Mundo son demasiado bajos para ser aceptables en un modo de desarrollo deseable. Esto significa que la producción debe dirigirse de manera más sistemática
a la satisfacción de las necesidades humanas básicas y, al mismo tiempo, reducir al mínimo la degradación ambiental y el despilfarro de recursos naturales.
Pero la elevación de los niveles de producción puede requerir cambios estructurales en la sociedad que no pueden conseguirse fácilmente. Las decisiones en
materia de producción requieren la adopción de otras decisiones coherentes en
materia de distribución y consumo; en estos aspectos, las experiencias pasadas
no han sido ni mucho menos coherentes y justas. La redistribución con miras a
satisfacer las necesidades básicas de las masas no ha sido compatible con la
naturaleza de los bienes y servicios producidos ni con la distribución del
poder. Las contradicciones más graves se han manifestado en materia de bienes
de consumo producidos por la industria, de vivienda y de educación.
Puede pensarse que las decisiones encaminadas a preservar un modo de vida
"tradicional", supuestamente en armonía con la naturaleza y con la integración
social, no son en realidad posibles ni están justificados a la luz de los
rápidos cambios de la sociedad. En este sentido, es necesario llevar a cabo
gran número de análisis empíricos para determinar qué debe preservarse y por
qué, antes de decidir cómo preservarlo. Recordemos que, según el proyecto
"Visión", algunos aspectos de la cultura tradicional no resultan compatibles
con el modo deseable de desarrollo y de transformación social.
VII. ALGUNAS CONCLUSIONES
Para alcanzar un ritmo de desarrollo más aceptable se necesitan dos
cosas. En primer término, una concepción más amplia del propio proceso de
desarrollo en cuanto sistema interrelacionado de cambio de la sociedad en el
que un conjunto de fuerzas (sociales y políticas tanto como económicas) actúan
en mutua influencia. En el presente trabajo hemos subrayado la utilidad de la
perspectiva del sistema capitalista mundial, la cual tiene en cuenta la interacción entre la dinámica interna de una nación-Estado y la dinámica externa
del orden internacional como explicación adicional, aunque sea parcial, del
modo real de desarrollo. Con esta perspectiva del sistema mundial hemos examinado los procesos de desarrollo de Japón y China. Al estudiar el modelo de
desarrollo de Asia Oriental hemos tratado de elaborar una visión más equilibrada del papel de la cultura en el desarrollo poniendo de relieve la existencia de complejas interrelaciones entre el contexto politicoeconómico mundial,
los factores institucionales de las relaciones entre el Estado y la sociedad y
las tradiciones culturales del neoconfucianismo. El examen de la evolución
histórica reciente de la economía política en Tailandia nos permite ver cómo
convergen el Este y el Oeste en una forma de transición híbrida de democracia
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*
"
y capitalismo. En Filipinas, el estudio de los modos real y deseable de desarrollo nos ha permitido poner de relieve algunos problemas básicos que plantea
la búsqueda de un enfoque integrado o unificado en el análisis del desarrollo.
En segundo lugar, un mejor conocimiento de la naturaleza del desarrollo
puede contribuir a formular políticas y estrategias más racionales encaminadas
a establecer un modo de desarrollo capaz de satisfacer una serie de objetivos.
En estos objetivos se refleja la necesidad apremiante de que los frutos del
crecimiento y del desarrollo se traduzcan en el mejoramiento de la vida de las
masas populares. La 'dificultad principal con que tropieza un enfoque integrado
consiste en cómo interconectar la multiplicidad de metas en un modo de desarrollo en el que esas metas (y los medios para alcanzarlas) se apoyen y fortalezcan recíprocamente en vez de contradecirse.
Nuestra última observación girará en torno a las dos visiones dominantes
y complementarias del desarrollo. La primera considera que el desarrollo es un
proceso de cambio y crecimiento interrelacionado de las sociedades que tiene
por límites las fronteras de la nación-Estado y se desarrolla en estrecha
interdependencia con el orden internacional. Ese proceso puede haber producido
resultados similares y consecuencias predecibles en los distintos países, pero
en cada uno presenta características privativas que son consecuencia del desarrollo histórico, de los rasgos y valores culturales, de la abundancia o escacez de recursos naturales, de la estructura interna de clases y las relaciones
de poder y del lugar que la nación ocupa en el orden internacional. La capacidad política de tomar decisiones en un determinado momento puede ser o no
compatible con las opciones de desarrollo que existen realmente; y tanto esa
capacidad de decidir como la gama de las alternativas posibles se transforman
constantemente. En este sentido, el desarrollo es inevitablemente desarrollo
de la sociedad en su conjunto; a los fines del análisis, los aspectos económicos, políticos y socioculturales aparecen cada vez más como un todo interrelacionado.
La segunda visión del desarrollo expresa la aspiración a lograr una
sociedad mejor. En este sentido entraña la adopción de decisiones basadas en
juicios de valor sobre la forma y el contenido de esa sociedad mejor. También
entraña juicios de valor acerca del derecho de la sociedad existente, sobre la
base de un consenso general, a tomar decisiones y aplicarlas mediante una
política y una estrategia. Esto supone que las decisiones que se piensa adoptar son más o menos viables y no utópicas, por lo que deben ajustarse a las
limitaciones impuestas por las posibilidades y los procesos de desarrollo
antes mencionados.
De la combinación de estos dos puntos de vista o visiones del desarrollo,
y en una perspectiva internacional, podemos llegar a la conclusión de que los
diferentes modos nacionales de desarrollo son todos legítimos, posibles y, a
decir verdad, inevitables. Todas las naciones tienen ante sí una determinada
gama de decisiones respecto del modo de desarrollo, pero la gama de alternativas posibles varía de una nación a otra. Desde el punto de vista de los valores internacionalmente aceptados, el modo que se elija, cualquiera que sea.,,
debe resultar compatible con los criterios mínimos de evaluación indicados
anteriormente. Así pues, cada nación debe hacer frente a la difícil tarea qué
implica elaborar un modo de desarrollo ajustado a esos criterios estudiando de
manera realista y consciente las opciones existentes. Hacer hincapié en la
necesidad creciente de racionalidad en el análisis y en la toma de decisiones
sobre el desarrollo no significa adoptar un modo de desarrollo tecnocrático
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perfectamente armonioso. La decisión será siempre un proceso político; el
debate y el conflicto en materia de decisiones tienen siempre legítima cabida
en un modo aceptable de desarrollo. El resultado puede ser un modo coherente
impuesto por un 'solo grupo dominante, o un modo semicoherente producto del
compromiso entre grupos que tienen objetivos esencialmente compatibles, o
incluso un callejón sin salida en el que ninguno de los grupos sea capaz de
dominar y las posiciones se alejen demasiado de un compromiso de desarrollo
viable.
- 54 -
NOTAS
Véanse, entre otros, los estudios de Immauel Wallerstein y otros, por
ejemplo, los del primero titulados The Capitalist World-Economy,
Cambridge University Press, 1979 y The . Politics of the Capitalist
World-Economy. Cambridge University Press, 1984.
La teoría de la dependencia ha sido también objeto de numerosos estudios.
Ver, por ejemplo-, James Petras, Critical Perspective on Imperialism and
Social Class in the Third Word. Nueva York, Monthly Review, 1978.
Ezra Vogel, Japan as Number Ome: Lessons for America. Cambridge University Press, 1979.
Ronald Döre, British Factory - Japanese Factory. University of California
Press, 1973.
Jon Livingston, y otros, Postwar Japan 1945 to the Presente, Pantheon,
1973.
Paul Sweezy, "Japan in Perspective", Monthly Review. Vol. 31, N° 9
(1980); Baosen Chen, "U.S. - Japan Trade Friction", Beijing Review,
Vol. 11 (1987).
. \
Anthony Jones, "Work, Workers and Modernization in the USSR", Research in
the Sociology of Work. Vol. 1 (1981).
Los antecedentes de este debate pueden encontrarse en: Richard Kraus,
"Withdrawal from the World-System: Self Reliance and Class Structure in
China", en Walter Goldfrank, The World-System of Capitalism: Past and
Present. Sage, 1979; Mark Blecher, China: Politics. Economics, and
Society. Lynne Rienner Publishers, 1986; John Burns y Stanley Rosen,
Policy Conflicts in Post-Mao China, M.E. Sharpe Press, 1986; y Christoper
Chase-Dunn, Socialist States in the World-System. Sage, 1982.
Gustav Papaneck, "The Effect on Icome Distribution of Development, the
Growth Rate and Economic Strategy", Journal of Development Economics,
Vol 21 (1986).
Gustav Papaneck, "The New Asian Capitalism: An Economic Portrait", en
Peter Berger y Michael Hsiao (ed.), In Search of an Asian Development
Model, Transaction Books, 1988.
Lucian Pye, "The New East Asian Capitalism: A Political Portrait", en
Peter Berger, op. cit.
El libro de Herman Kahn, Economic Development. 1979 and Beyond. Groom
.Helm 1979, es representativo de esta tendencia, en especial los Capítulos
3 y 6.
S.G. Redding, "The Role of the Entrepreneur in the New Asian Capitalism",
en Peter Berger, op. cit.; y L.P. Jones e I.L. Sakong, Government.
Business and Entrepreneurship in Economic Development: The Korean Case,
Harvard University Press, 1980.
K. Yoshihara, "Indigenous Entrepreneurs in the ASEAN Countries", en
Singapore Economic Review. Vol. 29, N° 2 (1984).
- 55 -
15)
Siu-In Wang. "The Application of Asian Family Values to other Sociolocultural Settings", en Peter Berger, op. cit.; S.N. Chan, "Family Management in Hong" Kong", Hong Kong Manager. N° 6 (1970); y S.K. Lau, "Employment Relations in Hong Kong: Traditional or Modern?" en T. Liu y otros
(ed.), Hong Kong: Economie Social and Political Studies in Development.
M.E. Sharpe, 1979.
16) Toru Yano, "Sarit and Thailand's Pro-American Policy", The Developing
Economics. Vol. 6, N° 3 (1968).
17)
Saneh Chamarik, "The October
Journal. Vol. 3, N° 3 (1974).
14
Revolution",
Thammasat
University
18) Ben Anderson, "Withdrawal Symptoms: Social and Cultural Aspects of the
October 6 Coup", Bulletin of Concerned Asian Scholars. Vol. 9, N° 3
(1977).
19) Likhit Dhiravegin, Thai Politics: Selected Aspects of Development and
Change. Bangkok, Tri-Sciences Publishing House, 1985.
20) Samuel Huntington, Political Order in Changing Societies, Yale University
Press, 1975.
21) Acerca del movimiento de los indicadores sociales en Filipinas, puede
consultarse el siguiente resumen: Stephen Yeh, "The Use of Indicators in
Planning Context", en Socio-Economic Analysis and Planning: Critical
Choice of Methodologies, Unesco, 1986.
22) En los. párrafos que siguen se resumen algunos aspectos del informe inicial del proyecto, que tiene mil páginas. Véase Bernardo Villegas y
otros. (Eds.), The Philippines at the Crossroads: Some Visions for the
Nation, Manila: Center for Research and Communication, 1986.
23) Bernardo Villegas y otros, op. cit., p. 17.
24) F. Sionil josé (ed.), A Filipino Agenda for the 21st Century. Manila,
Solidaridad Publishing House, 1987.
25) Acerca de la elaboración de un enfoque unificado, véase UNRISD, The Quest
for a Unified Approach to Development. 1980. Véase también el estudio de
Marshall Wolfe, Elusive Development. UNRISD y ECLA, 1981.
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