EL BAUTISMO DEL SEÑOR CICLO B 2015

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EL BAUTISMO DEL SEÑOR CICLO B 2015
EL BAUTISMO DEL SEÑOR CICLO B 2015
Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar
sobre Él como una paloma. Se oyó una voz del cielo:”Tú eres mi
Hijo amado, mi preferido” .Así, para que quede bien claro quién
es Él, y a qué viene. El bautismo de Jesús es su presentación
solemne como Mesías, como Ungido.
Ante Juan, que bautiza en el Jordán, va desfilando el pueblo convertido: soldados que han
aceptado la consigna de no abusar de su poder, publícanos que están dispuestos a no robar;
gente sencilla que ha llegado a descubrir una manera diferente de vivir: compartiendo el pan y la
túnica. Pero hay también algunos -los fariseos- que se salen de la fila: la dura palabra de Juan,
que invita a dar frutos de conversión, rebota en sus corazones obstinados. Saquemos pues
algunas conclusiones muy sabrosas para nuestro ser cristianos:
1- Llega Jesús, y entra en la fila, como uno más Como queriendo subrayar la importancia de
esa ceremonia tan sencilla que está haciendo Juan con la gente: moverlos, con el agua, a que se
arrepientan de sus pecados. Jesús, que no tiene pecado, entra en la fila de los que buscan el
perdón de sus pecados y recibe ese bautismo. Como uno más. Como si fuera un pecador mas,
pero sin pecado.
Y ahí precisamente le espera el Padre, para presentarlo con toda solemnidad ante la historia.
«Tú eres mi Hijo amado, mi preferido». "Sobre él he puesto mi Espíritu, para que traiga el
derecho a las naciones". Y Juan se declara indigno de desatar la correa de sus sandalias; al
tiempo que proclama que el bautismo que trae ese hombre será muy diferente del suyo: porque
el de Cristo llevará dentro una fuerza capaz de salvar.
2- Pero toda esta presentación de Jesús nos llega enmarcada en unas coordenadas un
tanto sorprendentes. Isaías, al anunciarla, decía: «No gritará, no clamará, no voceará por las
calles. La caña cascada no la quebrará...» Estas palabras, unidas al gesto sencillo de Jesús
entrando en la fila del pueblo, esperando su turno, nos están hablando de que esa salvación que
Él trae nos va a llegar por una puerta inesperada, va a realizarse de una manera un tanto original.
¿Cómo?
Cristo viene a salvar, desde luego. Pero no viene a imponer esa salvación, aunque podría. No
quiere reinar sobre un pueblo que no le haya aceptado primero, libremente en su corazón. No
quiere escoger el fácil y tentador camino de obligar, prefiere el de ofrecer. Sabe que es un camino
más lento, menos triunfalista, pero sabe también que, a la larga, es el único camino auténtico.
Por eso Cristo se abaja. Se sitúa codo con codo, junto a los que menos pueden. Entra en la fila
de los necesitados, del pueblo llano, de los que tienen que esperar su turno en todas las
ventanillas del mundo, de los que nada pueden exigir. Entra en la fila de los pobres. Viene a
salvar, sí. Pero no con una salvación importada, postiza y de apariencia; sino desde dentro.
Tomando en serio al hombre, con toda su miseria y su oculta grandeza.
3- Cristo comienza su vida pública. No se puede parar el tiempo para quedarse en niño.
Pasó, para Jesús, la edad de la tranquila inexperiencia, de ver el mundo por los ojos de otro, la
edad en que los sueños ganan tantas veces el pulso a la realidad. Ha pasado también su primera
juventud, cuando todavía no se miden demasiado las palabras, y uno no se explica cómo
pueden ser tan cortos los días, ni por qué la gente da tantas vueltas antes de arriesgarse a algo
definitivo.
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Para Él ha llegado la hora de la madurez: de las decisiones que implican la vida entera, la hora
de la constancia, del equilibrio. Es ahora cuando Jesús deja su casa para vivir la vida a campo
abierto; la hora madura de comenzar a expresarse, de decir al mundo todo lo que el Padre ha
decidido comunicar.
4- Ahora pues suelta amarras y deja el timón de su vida en manos del Espíritu .Trae
dentro la fuerza de Dios. ¿Por dónde empezar? Por el desierto, desde luego: ha sido siempre el
camino del pueblo. Allí se fraguan las grandes decisiones y nace el hambre de otra tierra mejor.
Al desierto se va Jesús, cuando Juan ya está allí abriendo caminos y preparando corazones. Se
mete en la fila de la gente y se hace bautizar. Cuando sale del agua, el Espíritu Santo y el Padre
dan testimonio de Él: éste, que veis ahí, que llega a vosotros como uno más de la fila, es “mi
Hijo, mi preferido”. Pero casi nadie se da cuenta: apenas Juan.
¿Qué manera es ésta de llegar con la fuerza del Espíritu? ¿A esto se reduce la promesa de Dios:
'te he tomado de la mano..., te he hecho luz de las naciones? Pues si. Este ha de ser el distintivo
que deberemos tener aquellos a los que Jesús «bautizará con Espíritu Santo".¿De verdad es
así?¿De verdad somos luz?
Fijaros que Dios encarnado, no sólo entra en la sociedad humana por los apellidos y la
situación social de José, como cualquier niño judío, sino que en la madurez de su vida
manifiesta con sus hechos y palabras que elige pertenecer a la parte del pueblo que nunca es
escuchada y siempre manipulada.
Descubrir a Dios en la base, en los hermanos marginados, en los que soportan el peso de la sociedad, en los de
abajo, no es simplemente imitar a Jesús, sino encontrarlo. Los abandonados de nuestra consumista
sociedad, los heridos en su dignidad, los agredidos en su libertad, los despojados de sus bienes,
los indefensos ante el poder, son el ambiente en el que vive Jesús.
El está en la fila con quienes manifiestan deseos sinceros de conversión, con quienes no se
sienten satisfechos, con quienes buscan de forma comprometida. Dios está entre ellos. Por eso
lo descubre el Bautista con sus ojos penetrantes que iban más allá de las apariencias.
Y fijaros también que la clientela que tenia el Bautista y después Jesús, no era precisamente
"gente de iglesia", pero sí "buscadores de Dios",¿curioso verdad?. Eso significa que es necesario
tener los ojos de Juan. Es necesario saber estar -de forma anónima y por encima de la
separación que puedan hacer las creencias- entre los hombres de buena voluntad.
*Hacer presente nuestra fe en la vida pública no es conquistar el poder en las instituciones, ni
buscar reconocimientos, ni comadreos .Es colaborar de forma responsable con los hombres de
buena voluntad y sin buscar protagonismos. ¿Esto se entenderá
alguna vez en la Iglesia?
*Por tanto debemos empezar desde dentro. Porque es verdad
que hay mal fuera, pero también lo hay dentro de nosotros.
Quien se juzga no será juzgado. La cuota de responsabilidad
que nos corresponde en el mal existente debe preocuparnos.
5- Por el Bautismo estamos llamados como Cristo a “pasar
por la vida haciendo el bien”
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Es bueno que lo entendamos desde el principio. Lo que va a quedar en la tierra al paso de Jesús
no va a ser el recuerdo de grandes prodigios, de una luz como de relámpago, de cambios
espectaculares en la sociedad de su tiempo.
Quedará, más bien, el perfume discreto de alguien que puso esperanza en el sufrimiento de la
gente; que hizo nacer una ilusión en quienes todo lo daban por perdido; que ayudó al pueblo a
sonreír, a soñar, a compartir; que ponía amor en todo lo que pensaba, decía y hacia.
Así, discretamente, sin rayos ni truenos (ese estilo ya pasó); sin amenazas ni castigos (Jesús será
juez, pero también abogado); sin milagros que convenzan, sin señales que apabullen. Como
quien ofrece. Como quien sirve.
Y ése, precisamente ése deberá ser el estilo de los que sigan a Jesús, de los que reciban su
bautismo 'con Espíritu Santo'. Ese debe ser el modo de hacerse presente la Iglesia en el mundo.
Sin grandes señales de poder, sin esplendorosas manifestaciones, sin promesas de trato
preferencial de Dios en favor de los suyos. Todo mucho más sencillo, al estilo de Cristo, por
favor.
Los cristianos, como Jesús, deben pasar por la vida 'haciendo el bien': amando a quien nos
odian o nos marginan, construyendo paz, haciendo felices a los niños, poniendo esperanza en
los corazones acorralados por el miedo, o por la soledad, o por la intransigencia. Por donde
pase un cristiano, no ha de quedar una estatua, ni una placa conmemorativa. Se ha de
notar su paso en algo mucho más simple: en que la gente de aquel lugar empieza a
sonreír feliz, a ser abierta, a tener esperanza, a ser unida, a ser libre. ¡Ay cuantos se
apuntarían a seguir a Cristo, si muchos de sus seguidores tuvieran esas coordenadas!
Amigos muchos necesitan dar vida a su Bautismo, tienen que sacarlo del baúl de los recuerdos,
y les enseñará a pasar de lo puramente exterior a lo que hay de más íntimo en el hombre, en el
mundo y en la vida. Para que les enseñe a acoger a ese Dios que habita en el interior de nuestras
vidas y en el centro de nuestra existencia.
El Bautismo de Jesús es la fiesta del silencio de Dios. Es la fiesta del misterio, la humildad y la
esperanza. Una esperanza que viene de Arriba y aquí debe ser acogida y testimoniada con dulce
tenacidad y muy humana comprensión. Tan humana, que llega a ser divina. Como la de Él.
Sin el bautismo vivido con todas las consecuencias, el cristianismo no tiene razón de ser,
porque de cosas viejas ya está lleno el mundo y muchas veces la Iglesia...Somos verdaderos
cristianos siempre que dejamos «nacer» a Dios en nuestra vida y «bautizamos» nuestro vivir
diario con el Espíritu que animó a Jesús.
Otra fiesta, la del bautismo del Señor, que hay que darle el significado que tiene,¿Entendíamos
así lo que significa nuestro Bautismo?Pues siempre es tiempo de rectificar, porque muchos son
los bautizados, pero no tantos los que son concientes de lo que recibieron. Y es hora de
saber ya a lo que compromete el estar bautizado.
¿Se atreverán muchos además de estar inscritos en el libro sacramental, a poner el bautismo a
caminar de verdad?
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