Sentencia en la que juez dice no a indemnizaciones a

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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
República de Colombia
Rama Judicial del Poder Público
Juzgado Primero Administrativo de Descongestión de Pasto
Pasto, veintitrés (23) de junio de dos mil quince (2015).
Acción:
Reparación Directa
Expediente:
520013331701-2010-00021-00
Actor:
Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros.
Accionado:
Nación – Presidencia de la República – Superintendencia Financiera
y otros.
SENTENCIA
El Juzgado Primero Administrativo de Descongestión del Circuito de Pasto, dentro
del término legal, procede a proferir sentencia en la acción de reparación directa
impetrada por los señores (as) Pablo Lizardo Acosta Solarte, María Mercedes
Solarte Acosta, Cecilia Margarita Acosta, Zoila Canticus Canticus, Fredy Pardo
Bonilla, Lily Rodríguez Gómez, Rodrigo Rodríguez, Rosa María Gutiérrez
Colunge, Ana Julia Velazco, María Eugenia Erazo, Álvaro Rodríguez Gómez,
Cecilia Elida Salazar, Andrés Mauricio Insuasty, Bernardo Vicente Salazar, Yor
Mirr Barreto, María Viviana Legarda Noguera, Teresa del Socorro Acosta Solarte,
María de Jesús Chalapud Chalapud, Sonia Rocío Castro González, María Doris
Castro González, Gilberto Antonio Ortiz Erazo, Matilde Isabel Bastidas Moreno,
Jaime Colón Ortega Martínez, Julio Hernando Solarte Casanova, Álvaro Raúl
Calvachi Ortiz, Javier Adalberto Cólunge Benavides, Carmen del Socorro Cabrera
López, Mauro Gilberto Riascos Betancourt, Edilma del Ramírez Sotelo, Santiago
Sebastián Caicedo, Armando Martín Paz Burgos, María Edila Ordoñez Bolaños,
Alba Lucía Ortega Portilla, Carmela del Socorro Bolaños Ordoñez, Claudia Magaly
Delgado Vallejo, Esteban Alberto Ascuntar Ortega, Manuel Jesús Ceballos Cultid y
Vicente Efrén Salazar Bastidas, en contra de la Nación – Presidencia de la
República - Departamento Administrativo de la Presidencia de la República,
Ministerio de Hacienda y Crédito Público, Ministerio de Industria y Comercio,
Superintendencia Financiera, Superintendencia de Sociedades, Superintendencia
de Industria y Comercio, Fiscalía General de la Nación, Dirección de Impuestos y
Aduanas Nacionales “DIAN”, Defensoría del Pueblo, Procuraduría General de la
Nación, Congreso de la República, Departamento de Nariño, Asamblea
Departamental de Nariño, Municipio de Pasto, Municipio de Ricaurte y Cámara de
Comercio de Pasto, para deprecar de esta Judicatura se “repare a sus poderdantes de
la pérdida económica suscitada a raíz las inversiones que ellos depositaron en la empresa
comercial Proyecciones D.R.F.E., en DMG y en otras denominadas captadoras”.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
SÍNTESIS DEL PROCESO.
1.1.
SÍNTESIS DE LA DEMANDA.
1.1.1. Los hechos de la demanda.
El apoderado judicial de la Parte Demandante expuso el fundamento fáctico de la
demanda, básicamente en los siguientes términos:
1. Informa que sus poderdantes “depositaron en la empresa comercial, Proyecciones
D.R.F.E., en DMG y en otras denominadas captadoras; dinero en efectivo”, en las
cantidades que se registran en el siguiente cuadro:
No.
Nombre
1
3
Pablo
Lizardo
Acosta
Solarte
María Mercedes Solarte
Acosta
Cecilia Margarita Acosta
4
Zoila Canticus Canticus
5
Fredy Pardo Bonilla
6
7
8
Lily Ramírez Gómez
Rosa María Gutiérrez
Conlunge
Ana Julia Velazco
9
María Eugenia Erazo
10
11
Álvaro Rodríguez Gómez
Cecilia Elida Salazar
12
Andrés Mauricio Insuasty
13
Bernardo Vicente Salazar
Basante
Yor Mirr Barreto
María Viviana Legarda
Noguera
Teresa del Socorro Acosta
Solarte
María de Jesús Chalapud
Chalapud
Sonia
Socorro
Castro
González
María
Doris
Castro
González
Gilberto Antonio Ortiz
Erazo
2
14
15
16
17
18
19
20
Entidad comercial Cantidad
(Captadora)
invertida en
pesos
Proyecciones
16.795.000
D.R.F.E.
Proyecciones
13.697.000
D.R.F.E.
Proyecciones
26.994.000
D.R.F.E.
Proyecciones
11.444.000
D.R.F.E.
Proyecciones
7.000.000
D.R.F.E.
DMG
70.000.000
Proyecciones
10.000.000
D.R.F.E.
Proyecciones
17.000.000
D.R.F.E.
Proyecciones
14.988.000
D.R.F.E.
DMG
11.000.000
Proyecciones
13.000.000
D.R.F.E.
Proyecciones
3.900.000
D.R.F.E.
Proyecciones
7.000.000
D.R.F.E.
DMG
2.000.000
Proyecciones
10.000.000
D.R.F.E.
Proyecciones
4.000.000
D.R.F.E.
Proyecciones
11.9000.000
D.R.F.E.
Proyecciones
10.000.000
D.R.F.E.
Proyecciones
13.270.000
D.R.F.E.
Proyecciones
18.000.000
D.R.F.E.
Fecha de cobro o de
depósito de la inversión
11/11/2008 y 5/11/2008
(cobro)
17/10/2008
y
06/11/2008 (cobro)
08/10/2008, 14/10/2008
y 11/10/2008 (cobro)
05/11/2008 (cobro)
09/10/2008, 17/10/2008
y 21/10/2008 (cobro)
02/12/2008 (cobro)
23/10/2008 (depósito)
23/10/2008 (depósito)
23/10/2008 (depósito)
0/12/2008 (sic) (cobro)
11/10/2008, 10/10/2008
(cobro)
24/10/2008 (depósito)
18/11/2008 (cobro)
Sin fecha
11/10/2008 (cobro)
17/10/2008
29/10/2008, 21/10/2008
(cobro)
28/10/2008 (cobro)
7/10/2008, 17/10/2008
(cobro)
5, 21 y 17 de octubre de
2008 (cobro)
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31
32
33
34
35
36
37
38
Matilde Isabel Bastidas Proyecciones
Moreno
D.R.F.E.
Jaime
Colón
Ortega Proyecciones
Martínez
D.R.F.E.
Julio Hernando Solarte Proyecciones
Casanova
D.R.F.E.
Álvaro Raúl Calvachi Proyecciones
Ortiz
D.R.F.E.
Inversiones Dinerya
Mar del Plata Ltda.
Javier Adalberto Cónluge Proyecciones
Benavides
D.R.F.E.
Multinversiones Los
Andes E.U.
Carmen
del
Socorro Proyecciones
Cabrera López
D.R.F.E.
Mar del Plata Ltda.
Inversiones
Los
Andes E.U.
Mauro Gilberto Riascos Proyecciones
Betancourt
D.R.F.E.
Edilma Ramírez Sotelo,
Proyecciones
D.R.F.E.
Santiago
Sebastián Proyecciones
Caicedo,
D.R.F.E.
Mundo Divisas FX
EU
13.5000.000 7 y 22 de octubre de
2008
24.400.000 18, 7, 3 y 22 de octubre
de 2008
28.000.000 3, 11, 21 y 29 de octubre
de 2008 (cobro)
11.776.000 Sin fecha
Armando Martín Paz
Burgos
María
Elvia
Ordoñez
Bolaños
Alba Lucía Ortega Portilla
17.500.000
22/10/2008 (cobro)
20.000.000
18/10/2008 (cobro)
20.000.000
18/10/2008 (cobro)
10.000.000
10/10/2008 (cobro)
19.000.000
24/10/2008 (cobro)
5.000.000
Sin fecha
5.000.000
23 y 8 de octubre de
2008 (cobro)
10, 8, 28 y 4 de octubre
de 2008 (cobro)
Sin fecha
Carmela
del
Socorro
Bolaños Ordoñez
Claudia Magaly Delgado
Vallejo
Esteban Alberto Ascuntar
Ortega
Manuel Jesús Ceballos
Cultid
Vicente Efren Salazar
Bastidas
Rodrigo Rodríguez
Proyecciones
D.R.F.E.
Proyecciones
D.R.F.E.
Proyecciones
D.R.F.E.
Proyecciones
D.R.F.E.
Proyecciones
D.R.F.E.
Proyecciones
D.R.F.E.
Proyecciones
D.R.F.E.
Proyecciones
D.R.F.E.
D.M.G. S.A.
500.000
2.725.000
23.390.000
Sin fecha
5.000.000
33.877.000
Sin fecha
6.264.370
5.000.000
16.300.000
12.300.000
24.000.000
15 y 29 de octubre de
2008 (cobro)
14, 23, 18 y 24 de
octubre de 2008 (cobro)
Sin fechas
2.000.000
26.000.000
13.000.000
Explica seguidamente que los demandantes efectuaron los depósitos de los dineros
con la “creencia personal, pública y probada” de que las inversiones efectuadas les
darían un rendimiento elevado por intereses, tal como les sucedió a otros
inversionistas, cuestión reconocida en el mercado formal, financiero, fiduciario y
bancario.
Además, sostiene que a los demandantes nada les advertía que estaban
incurriendo en un negocio ilícito y por el contrario, la posibilidad de ganancia se
determinaba lícita. Añade que “si el Estado por mucho tiempo lo toleró, no publicó la
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ilicitud del negocio, lo que se hizo y consiguió es que se cumpliera aquello de: lo que no está
prohibido es permitido. Y si era un negocio ilícito: ¿Porque desde el principio lo permitió,
además lo autorizó?”.
2. Estima que las sociedades comerciales a las que se les hizo la entrega del dinero,
operaban de manera pública, con manifestaciones públicas, y no solo del
conocimiento de los interesados, sino de todas las autoridades de Colombia, tenían
oficinas abiertas al público y como en varios casos, estas oficinas quedaban
circundantes a las sedes de las entidades demandadas. De esa forma, los usuarios
de estos establecimientos, también obraban de forma pública, sometiéndose a
largas filas, haciendo turnos desde por la noche, e incluso, cuando se solicitó por
estos establecimientos que los usuarios concurrieran con el certificado de
antecedentes penales o “pasado judicial”, las filas se trasladaban a las instalaciones
del DAS, para sacar este documento y poder ser usuario de los mencionados
establecimientos.
3. El señor Carlos Ernesto Suarez, aparece como responsable de la entidad
Proyecciones D.R.F.E., debidamente registrado en la Cámara de Comercio de
Pasto, al igual que varios establecimientos que funcionaban en varios municipios
del Departamento. Se trataba de un comerciante reconocido por el Estado,
conforme daban fe las Cámaras de Comercio donde se registró debidamente.
4. Al inscribirse en la Cámara de Comercio de San Juan de Pasto, el establecimiento
obtuvo las Matrículas Mercantiles Nros.: 93024-1. – 93025-2, - 52052 del libro XV,
52053 del libro XV – 52054 del XV, - 120808 – 2, - 121617-2, 12030-2, 121029.2,
121028-2, - 121027-2, 121795-2, 121527-2, 121526-2, 121525-2, 120814-2. De igual
forma, obtuvo de la DIAN el NIT (número de identificación tributaria) No.
13.069.704-1. Esto lo facultaba legalmente para ejercer las funciones que anotó para
su actividad comercial. Aduce también que para efectos de obtener el registro
mercantil, la Cámara de Comercio debe efectuar un análisis jurídico minucioso de
la documentación aportada a través de su Oficina Jurídica y el hecho de que no se
le hubiera “puesto objeción y que sus funciones fueran de la entidad que reza en su
inscripción” es parte fundamental de la problemática que se presentó después.
Entre las actividades registradas en la matrícula comercial están: “Rentista de
capital, Inversiones, Préstamos, Divisas, Asesorías Administrativas, Asesorías Contables,
entre otras”.
Explica seguidamente:
“(…).
5. Desde el año 2004, septiembre 17 y aún desde antes, fecha cuando la
Cámara de comercio de San Juan de Pasto le dio viabilidad legal a Proyecciones
D.R.F.E., hasta la fecha de su intervención por el Gobierno Nacional, con la
expedición de los Decretos Nros. 433 de noviembre 17 de 2008, 434 de la
misma fecha que el anterior, 4335/08, 4449 de noviembre 25 de 2008, 4450 de
noviembre 25 de 2008; todas las actividades públicas fueron permitidas por
todas las autoridades de todo orden, tanto nacionales, departamentales y
municipales, inclusive en algunos casos los mismos Señores Alcaldes
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presionaban a las autoridades de policía para que ayudaran a organizar las filas
o las colas de estas sociedades.
Así mismo fueron muchos los empleados públicos de todas las categorías que
acudieron a “invertir” en esta misma sociedad.
(…).
6. En diferentes intervenciones públicas, tanto en los denominados Consejos
Comunitarios, como en otra clase de intervenciones, al fin y al cabo casi todas
las apariciones del Señor Presidente son públicas, en razón de su cargo,
manifestó conocer la existencia de esta actividad monetaria del pueblo y al final
en igualmente varias intervenciones y por todos los noticieros de todas las
cadenas radiales y de televisión nacionales y extranjeras reconoció que el
Estado bajo su responsabilidad se demoró mucho en tomar medidas para
controlar esta situación, lo que igualmente equivale a decir, que por un tiempo
largo omitió cumplir con sus deberes constitucionales y legales.
Así lo registraron los noticieros de las cadenas de Radio y Televisión de
Colombia.
(…).
(…) Pues bien, sin ahondar, ni ir muy lejos, por diversos motivos se enfermó la
sociedad, en especial la sociedad nariñense, sociedad que hace parte del Estado y
se descuidaron en exceso los otros elementos de la sociedad como son las
autoridades, a quienes les asistía el imperativo de tomar medidas, precauciones,
correctivos para evitar la propagación del mal. Medicinas que debieron
aplicarse oportunamente, no cuando el enfermo ya hubiera muerto. La
OMISIÓN DEL ESTADO ES DE TAL GRAVEDAD Y PROPORCIÓN
QUE SIN DUDA DEBE RESPONDER POR ELLO EN LA MEDIDA DEL
DAÑO PARTICULAR Y SOCIAL.
Al omitir sus funciones lo que equivale a decir omitir sus deberes y obligaciones
para lo cual prestaron juramento los representantes de los órganos del estado,
incluido el señor Presidente, como representante de la rama ejecutiva (sic) del
poder público y por Constitución representante de la Nación y del Estado, (…).
Hizo incurrir a la Nación, al Estado en responsabilidad objetiva, artículos 89 y
90 de la C.N., por omisión, omisión que se precisa en la tardanza, la demora en
aplicar la ley, en hacerla aplicar, en buscar los correctivos a un magno
problema social.
(…).
8°. El daño particular, el ocasionado a mis poderdantes se precisa en reconocer
el valor del recibo el que como ya lo dije, se apoya en la libre voluntad de los
sujetos contratantes y desde luego en la buena fe de los mismos, con su
indexación e intereses hasta cuando el pago se verifique.
(…).
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9° El presidente de la República de Colombia omitió, retardó, no hizo uso de
las facultades constitucionales de los artículos 188 y 189, numeral 11, los
cuales establecen que”… el Presidente se obliga a garantizar los derechos… de
todos los colombianos” y “que le corresponde ejercer la potestad reglamentaria
mediante la expedición de decretos, resoluciones y órdenes necesarias para la
cumplida ejecución de las leyes.
(…).
Más grave es la omisión de sus deberes, gravedad en grado sumo, hasta llevar a
toda una población al desespero y tragedia económica, cuando no cumplió con
el deber constitucional del artículo 189 numeral 24 el cual ordena:
“Corresponde al Presidente de la República…
“Ejercer, de acuerdo a la ley, la inspección, vigilancia control sobre las personas
que realicen actividades financieras, bursátil, aseguradora y cualquier otra
actividad relacionada con el manejo, aprovechamiento o inversión de recursos
captados del público. Así mismo, sobre las entidades cooperativas y las
sociedades mercantiles.”
Tomo y adoptó algunas medidas pero 11 años después de la aparición de estas
actividades o más de cuatro años después en el caso de el D.R.F.E., cuando su
gobierno ya está para esta fecha tenía seis años de ejercicio. Este es otro hecho
notorio.
A pesar de existir la delegación de funciones y competencias establecida en el
artículo 211 de la Carta, el Ministerio de Hacienda y Crédito Público tiene una
gran responsabilidad en este problema particular y social ya que entre sus
funciones importantes está la del manejo del presupuesto, y este se integra en
términos sencillos, en ingresos, egresos, gasto público, inversiones, sobre la
base de la tributación.
Lo paradójico del asunto es que si para el Estado entendido una parte del
Estado, como es la rama ejecutiva del poder público (sic), las denominadas
“pirámides” son ilegítimas o ilegales y los impuestos, - ingresos – pagados por
estas son legítimos y legales, por lo tanto el gobierno puede distribuir estos
ingresos en el presupuesto nacional.
Se creó entonces un gran problema, paralélelo al gran problema concausado por
las “pirámides”. ¿cuál? Si bien existe ley para incautar bienes de toda clase al
narco tráfico o a los grupos al margen de la ley, sobre estos bienes, decretar
extinción de dominio y hasta donde se conoce, destinarlos a la población más
necesitada, a la salud o par el sector educación o para cualquier otro fin sensible
socialmente, ¿Qué destino ha tenido el impuesto pagado por los responsables de
estas organizaciones? ¿Para ello hay ley? Es decir, si los bienes incautados de
origen ilícito tienen por ley destinación, se vuelven lícitos. Qué facultad legal
tenía o tiene el Estado, al considerar que esos impuestos provienen de
actividades ilícitas, para ingresar al presupuesto estos bienes y distribuirlos a
su manera? ¿Es posible que estemos frente aún fenómeno de violación de la ley
por la misma ley, razón más que suficiente para que por vía judicial se llegue al
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convencimiento de la responsabilidad del Estado por el cual está obligado a
responder a mi poderdante.
(…).”
Seguidamente hace referencia a las funciones legales del Ministerio de Hacienda y
Crédito Público y señala que el Estado recibió cerca de 94.000 millones de pesos
por tributación de parte de la empresa Proyecciones D.R.F.E., sin que sea
desconocido su origen.
Por otra parte, hace una reseña de las funciones legales que le competen al
Ministerio de Comercio Exterior, Industria y Comercio, para concluir que se hace
necesario vincular a esta Cartera del Ejecutivo, en tanto es imperioso que “explique
a la justicia colombiana qué labores, en cuales fecha, en qué cantidad las captadoras
pusieron en conocimiento de ese Ministerio operaciones de todo tipo de importación y
exportación de capitales y bienes, para ello debe aportar como prueba copia de los registros
que se tramitaron a través del Ministerio de Comercio y que conocimiento tiene de
capitales, bienes de todo tipo raíces, accionarios, etc., existentes en otros países, en qué
cantidades, en cuáles empresas, cuáles empresas o sociedades existen o existieron en otros
países, con qué capitales pagados, en qué bancos existente o existieron valores de todo tipo,
consignaciones, títulos, bonos de estado, en Bolsas de Valores y en general todo lo
relacionado con las actividades relacionadas con proyecciones D.R.F.E. y en general por las
otras captadoras.”
En similar orientación hace Referencia a la Superintendencia de Industria y
Comercio y se cuestiona el porqué de la legalidad del uso de las marcas y registros
que se utilizaron para que los ciudadanos conocieran en forma colectiva estas
entidades, haciendo que el ciudadano reconozca legalidad y acreditación por parte
del Estado al momento de efectuar los depósitos de dinero en estos
establecimientos. Estima que la gente creyó que todo estaba en regla, “máxime
cuando altos funcionarios del Estado, entre ellos el señor Fiscal, decían que no habían
encontrado nada que les diera duda de las actividades de este y de otras denominadas
pirámides.”.
Explica que proyecciones D.R.F.E. tenía su respectivo registro en Cámara de
Comercio conforme a la normatividad municipal operante hace treinta años,
siendo también responsabilidad de la Superintendencia de Industria y Comercio el
control que sobre estos negocios debían llevarse a cabo y sobre su objetivo y
funciones comerciales, máxime cuando “se movieron tan abultados valores, tan alto
valor circulante, en diferentes sociedades y con muchas sedes y sucursales”.
Añade que también la Superintendencia Financiera, en su calidad de veedores de
estas actividades, no llevaron a cabo el control que legalmente les competía, en
tanto en Colombia, la cultura financiera ha sido que los Bancos cobran altas tasas
de intereses por colocación y no por depósito, cuestión que volcó a los ciudadanos
al depósito de sus dineros en estas otras entidades. Seguidamente se pregunta
“¿Por qué entonces no intervino en estas actividades, y controló lo que considera ahora un
abuso, pero no solo de las pirámides, que en mucho no abusaron de la gente, sino de las
entidades bancarias que en grado sumo abusan del usuario, ya que éstas si pueden
considerase personas o empresas con posición dominante en el mercado?”.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Por otra parte, señala cuáles son las características y funciones constitucionales de
la Fiscalía General de la Nación y se cuestiona porqué el propio fiscal de la época
“fue quien afirmó en varias oportunidades y ante muchas personas que en tratándose de
una famosa pirámide no había encontrado nada, en otras palabras durante la larga
existencia del D.M.G. no hubo investigación y por ende no hubo envío de las mismas a los
jueces para las sanciones o condenas como resultado de estas”.
Explica la naturaleza jurídica y administrativa de la Dirección de Impuestos y
Aduanas Nacionales, señalando que en sus objetivos se encuentra “la tributación y
las aduanas”. Aduce al respecto que esta entidad falló en ambos objetivos, pues
“recibió el pago de impuestos, sin posiblemente constatar su origen o si lo conocía, ya que
las sociedades se encontraban debidamente matriculadas en las respectivas Cámaras de
Comercio, requisito para obtener el RUT como sociedades, no dudó nunca del monto de lo
pagado, al contrario calló, con un silencio perjudicial para la gobernabilidad y para la
transparencia del sector oficial. Si la actividad de las “pirámides” para el Gobierno después
de un tiempo considerable, era ilícita, ya vimos, como para la Fiscalía no lo era, ¿porqué
libre y voluntariamente le recibió el pago de impuestos?, Porqué una cosa diferente son los
ingresos por extinción de dominio al narcotráfico o por devolución de bienes y valores por
los narcotraficantes o los paramilitares y otra la operación administrativa del pago de
impuestos, en ésta opera en Estado como un sujeto con libre voluntad, con manifestación de
voluntad y desde luego el ciudadano con el mismo espíritu, es volver al planteamiento
inicial de la libre voluntad consagrado en la ley desde el inicio del Código Civil (…). Es
decir, el Estado tiene la voluntad de recibir libremente impuesto, el ciudadano de cumplir
esta obligación, pero esa voluntad y libertad está de acuerdo con la Constitución y no está
de acuerdo con la misma.”
Se cuestiona: “Si los impuestos son producto de una estafa, de un hurto, de un delito,
¿estos que finalidad deben tener?”. Añade que el delito produce indemnización a la
víctima y es a ellas a quienes se les debe reparar incluyendo los valores y bienes
que el Estado recauda por la vía administrativa. “Al no contemplar éste aspecto, los
Decretos de emergencia social omiten un punto de trascendental importancia, sería tanto
como decir: Devuelvo lo que X hurtó, no lo que yo recibí producto del hurto.”
Arguye que debe conocerse “qué investigaciones existen por exportaciones ficticias, si se
ha vinculado a alguien que tiene que ver con las pirámides, si se ha oficiado o no a los
organismos de control y de investigación por parte de la DIAN. Es importante anotar que
lo conocido es que al menos hubo o existió fuga de capitales y de servicios y que estos tienen
un gravamen a cargo de la DIAN.”
En lo relativo a otra arista de la responsabilidad estatal que se demanda, se hace
referencia a las funciones y naturaleza jurídica de la Procuraduría General de la
Nación, en tanto es el órgano constitucionalmente encargado de la defensa de la
sociedad, la protección de los derechos humanos y la vigilancia del cumplimiento
del orden jurídico, para lo cual, incluso tiene funciones de policía judicial (Art. 275
C.N.), y añade: “Hasta donde se conoce la Procuraduría General de la Nación y sus
diferentes seccionales han, en este problema, brillado por su ausencia, ausencia u omisión
que los hace responsables y responsables a pagar con sus bienes y presupuestos para la
reparación a los asociados (…).”. Similar cuota de responsabilidad por omisión le
achaca a la Defensoría del Pueblo, en tanto, estima es “parte del Ministerio Público”.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Por otro lado señala al Congreso de la República de una “alta dosis de
responsabilidad”, en tanto:
“… son los responsables políticamente, ello quiere decir que aún sin previo
juicio, su responsabilidad es de génesis, es consustancial a pueblo porque es su
representante y porque además aún desde el punto de vista semántico, político
quiere decir, que tiene obligación de responder por la vida de su pueblo. Se
tiene conocimiento que hace muy poco tiempo apenas al final del año 2008, fue
presentado por el ejecutivo un proyecto de ley que tiene relación con esta
problemática, sin embargo es imprescindible preguntarse ¿cuáles otras leyes, de
iniciativa cameral tramitó el Congreso durante el tiempo de existencia de las
pirámides? Que respondan los sendos presidentes del Senado y la Cámara de
representantes.”
Por otro lado señala a la Gobernación de Nariño de incumplir con la Constitución
y la Ley de la República de una “alta dosis de responsabilidad”, en tanto:
“El señor Gobernador de Nariño recorrió todo el Departamento de Nariño
mostrándole a sus conciudadanos con unos cuadros preelaborados que era un
gobernador administrador de pobreza, cuando su pueblo tenía, no se sabe dónde
toda la riqueza pecuniaria posible. Es decir aún no existen políticas concertadas
aún el ciudadano no participa de la riqueza propia y cuando lo hace, lo
reconozco, lo hace de manera equivocada, equivocaciones en donde es autor y es
conducido a ello por los organismos administrativos rectores del país.
Igualmente y teniendo armas jurídicas para el control de lo que públicamente le
estaba sucediendo a su pueblo, tampoco actuó. Ha manifestado a los medios que
informó al gobierno nacional de ello, pero se quedó corto, no hizo, no agotó, no
accionó debidamente en la cura o para implementar las medias para corregir el
asunto en cuestión.
El Gobernador de un departamento además de la obligación de cumplir y hacer
cumplir la Constitución, las leyes, los decretos y las ordenanzas, tiene como
todo funcionario de elección popular no solo las funciones en razón de esta
misma elección, sino al igual que los alcaldes la obligación de cuidar sus Entes
Territoriales de la acción u omisión de sus funcionarios. Máxime cuando la
omisión es de ellos mismos, omisión entre las cuales está la de no haber
presentado oportuna denuncia de algún ilícito teniendo conocimiento por las
manifestaciones públicas del mismo, su responsabilidad además de política, de
social de cumplimiento de las leyes va más allá, va hasta la omisión de no haber
presentado las respectivas denuncias de orden penal o disciplinarias
correspondientes, mayormente cuando manifiesta que las conocía, porque dice
que las informó al gobierno nacional. Lo mismo se aplica para los Alcaldes
quienes en sus respectivos municipios no cumplieron con el deber de denunciar
o al menos de tomar las medidas policivas del caso, siendo como son Jefes de
Policía.
(…).”
Seguidamente, aborda las facultades legales y constitucionales de las Asambleas
Departamentales, cita el artículo 300 superior, para señalar:
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
“A pesar de existir los Códigos Nacionales y Departamentales de Policía, ahora
llamados: Manuales de Convivencia ciudadana, ello no impide que no se
puedan dictar por las Asambleas Departamentales normas de carácter
coercitivo o persuasivo de competencia policiva para ilustrar, disuadir, corregir,
sancionar, informar, restringir o cualquier otra actividad que hubiera impedido
o ilustrado a los congéneres sobre los riesgos de toda clase, como es soltar
sumas de dinero sin ninguna protección o seguridad, inclusive física.
Y qué decir, cuando por lo conocido, algunos miembros de la Policía
aprovecharon el desorden creado para sustraer dineros en lo que puede llamarse
no solo falla en el servicio público de las autoridades de policía, sino
consecuencia de una mala previsión en la implantación de medidas de
seguridad.
21°. En concreto, el Estado y las Cámaras de Comercio incurrieron en falla del
servicio por omisión.
22°. El Gobierno Nacional expidió en los Decretos enunciados en el hecho 5°
de esta demanda, intervino la sociedad D.R.F.E. y por Auto de 19 de noviembre
de 2008 de la Superintendencia de Sociedades se ordenó la toma de posesión de
los bienes, haberes y negocios del comerciante y se nombró como agente
interventor a Germán Gómez Jurado.
Con anterioridad a esta decisión oficial, por documento privado de octubre 6 de
2008 la firma Suarez Carlos Alfredo canceló la matrícula mercantil No.
118571 del Establecimiento de Comercio: Proyecciones DRFE, ubicado en
Túquerres.
Por la Resolución No. 1778 del 11 de noviembre de 2008 de la
Superintendencia Financiera se ordenó cancelar la matrícula mercantil No.
93025 del Establecimiento de Comercio Proyecciones DRFE de Pasto.
Sucesivamente y por similares actos administrativos se ordenó por las dos
Superintendencias la toma de posesión de los haberes del representante y se
ordenó la cancelación de las matrículas de los negocios, varios establecidos en
los Municipios de Pasto, (Obonuco Catambuco) Taminango, remolino (este no
es Municipio), Consacá, Guaitarilla, Samaniego Túquerres, Sibundoy
(Putumayo), La Unión, Leyva, Policarpa, Cumbitara, Buesaco, Sandoná,
Tangua Chachagüí, El Tambo, La Cruz, La Florida, Nariño, Yacuanquer, en la
misma forma como lo demuestra el certificado de Cámara de Comercio.
23°. Al momento de presentación de esta demanda, hace un año, la Corte
Constitucional declaró la constitucionalidad del Decreto de Emergencia o
Conmoción Social y el Consejo de Estado, Sección Cuarta, no se ha
pronunciado sobre las demanda s que se presentaron contra los Decretos
llamados de Intervención.
(…).”
1.1.2. Las pretensiones.
10
Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
A través de la demanda se pretende que se hagan las siguientes declaraciones y
condenas:
“PRIMERA: Que previa notificación, citación y audiencia a las partes
vinculadas desde la Audiencia de Conciliación Extrajudicial, audiencia que ya
se realizó, se insista en la búsqueda de la solución o soluciones con el objeto de
reparar a mi poderdante de su pérdida económica, descrita en el hecho1° de esta
demanda. Con la sanción de sus intereses e indexación hasta cuando el pago se
verifique.
SEGUNDA: De no llegarse a un acuerdo o conciliación, se declare en sentencia
de primera instancia que las entidades demandadas obraron por medio de sus
representantes con OMISIÓN A SUS DEBERES INSTITUCIONALES POR
LO QUE DEBEN REPARAR (sic), pagando a cada uno de los demandantes el
valor entregado a las captadoras, más los intereses financieros de mora con su
respectiva indexación en la forma como están descritos los valores entregados
por cada uno, las fechas de pago con el aporte de cada uno de los recibos hasta
cuando el pago se verifique.
TERCERA: Que se condene en costas.
CUARTA: Que en la Sentencia que le ponga fin a este procesos se ordene
gravar para garantizar el pago al Presupuesto Nacional, los Presupuestos
Departamentales y Municipales en el porcentaje que el Señor Juez estime y
además de ello se grave LA RENTA DE INGRESOS A LA NACIÓN, en
especial las provenientes de ECOPETROL CARBOCOL Y DE LOS
ORGANISMOS DE ECONOMÍA MIXTA, INDUSTRIALES Y
COMERCIALES DEL ESTADO (sic).
QUINTA: que se decrete la solidaridad entre el gravamen del presupuesto de
cada una de las entidades demandadas con el patrimonio particular de cada uno
de los representantes legales de estas entidades, PARA LA FECHA CUANDO
LOS
REPRESENTANTES
LEGALES
SE
ENCONTRABAN
DESEMPEÑANDO SUS RESPECTIVOS CARGOS.
SEXTA: Que la sentencia que le ponga fin a este proceso ordene repetir contra
los funcionarios o ex-funcionarios que tuvieron a su cargo y responsabilidad en
cada una de las entidades del Estado demandadas.
(…).”
1.2.
EL TRÁMITE PROCESAL SURTIDO.
La demanda se presenta por ante el Juzgado Administrativo de Descongestión el
día 09 de julio de 2010 (Fl. 237 C1) y se admite por esta Judicatura con auto de
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
fecha 22 de julio de ese mismo año (Fl. 238 C1). La notificación de la demanda se
surte así:
1- notificación personal de fecha 22 de septiembre de 2010 al Defensor de Pueblo
(Fl. 246 C1),
2- notificación personal de fecha 22 de septiembre de 2010, a la Fiscalía General de
la Nación (Fl. 247 C1),
3- notificación personal de 27 de septiembre de 2010 al Alcalde Municipal de
Ricaurte (N) (Fl. 248 C1),
4- notificación personal de fecha 27 de septiembre de 2010 a la Asamblea
Departamental de Nariño (Fl. 250 C1),
5- notificación personal de fecha 27 de septiembre de 2010 al Presidente de la
Cámara de Representantes (Fl. 252 C1),
6- notificación personal de fecha 27 de septiembre de 2010 al Presidente del
Congreso de la República (Fl. 254 C1),
7- notificación personal de fecha 27 de septiembre de 2010 al Procurador General
de la Nación (Fl. 256 C1),
8- notificación personal de fecha 27 de septiembre de 2010 al Director de la DIAN
(Fl. 258 C1),
9- notificación personal de fecha 27 de septiembre de 2010 al Superintendente de
Industria y Comercio (Fl. 260 C1),
10- notificación personal de fecha 27 de septiembre de 2010 al Superintendente de
Sociedades (Fl. 262 C1),
11- notificación personal de fecha 27 de septiembre de 2010 al Superintendente de
Financiero (Fl. 264 C1),
12- notificación personal de fecha 27 de septiembre de 2010 al Ministro de
Industria y Comercio (Fl. 266 C1),
13- notificación personal de fecha 27 de septiembre de 2010 al Ministro de
Hacienda y Crédito Público (Fl. 268 C1),
14- notificación personal de fecha 27 de septiembre de 2010 al Señor Presidente de
la República (Fl. 270 C1),
15- notificación personal de fecha 27 de septiembre de 2010 al Gobernador del
Departamento de Nariño (Fl. 272 C1),
16- notificación personal de fecha 27 de septiembre de 2010 al Alcalde Municipal
de Pasto (Fl. 274 C1).
12
Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
17- notificación persona de fecha 4 de octubre de 2010 al Representante Legal de la
Cámara de Comercio de Pasto (Fl. 303 C1)
La decisión de admisión de la demanda fue recurrida en apelación por las
entidades Gobernación de Nariño, Departamento Administrativo de la Presidencia
de la República, Superintendencia de industria y Comercio, Ministerio de
Comercio, Industria y Turismo, Superintendencia Financiera de Colombia y
Ministerio de Hacienda y Crédito Público. Sin embargo, el Despacho, mediante
auto de fecha 03 de noviembre de 2010 (Fl. 464-472), resolvió “no reponer” el auto
admisorio de la demanda.
Consecuentemente, la contestación de la demanda se surte conforme se describe en
el cuadro siguiente:
No.
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
Entidad
Fecha
de Folio
contestación
Asamblea Departamental de Nariño
12-10-2010
424 y
C2
Congreso de la República – Cámara de 25-10-2010
451 y
Representantes
C2
Ministerio de Hacienda y Crédito Público
19-11-2010
474 y
C2
Congreso de la República – Senado de la 26-11-2010
488 y
República
C2
Superintendencia de Sociedades
29-11-2010
507 y
C2
Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales 29-11-2010
619 y
“DIAN”
C2
Municipio de Ricaurte
29-11-2010
638 y
C2
Superintendencia Financiera
29-11-2010
647 y
C3
Ministerio de Comercio, Industria y Turismo
29-11-2010
1049 y
C3
Cámara de Comercio de Pasto
30-11-2010
1100 y
C3
Municipio de Pasto
30-11-2010
1108 y
C3
Procuraduría General de la Nación
30-11-2010
1126 y
C3
Ministerio de Defensa – Policía Nacional
30-11-2010
1146 y
C3
ss.
ss.
ss.
ss.
ss.
ss.
ss.
ss.
ss.
ss.
ss.
ss.
ss.
La Superintendencia de Industria y Comercio, la Gobernación de Nariño y la
Defensoría del Pueblo, se abstuvieron de presentar contestación al libelo
introductor. El Departamento Administrativo de la Presidencia, presentó
contestación de la demanda pero por fuera del término, es decir el día 1° de
diciembre de 2010 (Fl. 1157 C3). Similar situación sucede con la Fiscalía General de
13
Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
la Nación, que presenta la contestación de la demanda el día 6 de diciembre de
2010 (Fl. 1223 C3) y la Superintendencia de Industria y Comercio, quien descorre
traslado de la demanda con memorial allegado al expediente el día 16 de octubre
de 2012 (Fl. 2102 C5).
Mediante auto de 1° de diciembre de 2010, esta Judicatura corre traslado de
excepciones (Fl. 1142 C3).
El proceso se abre a pruebas mediante auto de fecha 9 de junio de 2011 (Fl. 1270
C3).
Con auto del día 10 de abril de 2014, el se cierra el periodo probatorio y se corre
traslado para alegatos de conclusión (Fl. 2278 C5), ante lo cual, los sujetos
procesales se pronuncian de la siguiente manera: 1) Superintendencia de Industria
y Comercio, con memorial allegado el día fecha 19 de marzo de 2014 (Fl. 2256 C5),
2) Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales “DIAN”, con memorial allegado
el día 28 de abril de 2014 (Fl. 2280 C5), 3) la Defensoría del Pueblo, con memorial
allegado el día 2 de mayo de 2014 (Fl. 2286 C5), 4) El Congreso - Senado de la
República, con memorial presentado el 5 de mayo de 2014 (Fl. 2290 C5), 5) La
Fiscalía General de la Nación, el con memorial presentado el 5 de mayo de 2014 (Fl.
2294 C5), 6) la Alcaldía Municipal de Pasto, con memorial allegado el día 8 de
mayo de 2014 (Fl. 2316 C5), 7) La Superintendencia Financiera, con memorial
allegado el 7 de mayo de 2014 (Fl. 2323 y ss. y 2397 y ss. C5), 8) El Ministerio de
Comercio Industria y Turismo, con memorial allegado el día 6 de mayo de 2014 (Fl.
2363 C5), 9) El Ministerio de Hacienda y Crédito Público, con memorial de fecha 6
de mayo de 2014 (Fl. 2383 C5), 10) El Congreso – Cámara de Representantes, con
memorial allegado el 7 de mayo de 2014 (Fl. 2418 C5), 11) El Departamento
Administrativo de la Presidencia de la República, con memorial allegado el día 7
de mayo de 2014 (Fl. 2432 C5), 12) La parte demandante, con memorial allegado el
13 de mayo de 2014 (Fl. 2459 C5), 13) La Procuraduría Regional de Nariño, con
memorial allegado el día 14 de mayo de 2014 (Fl. 2473 C5).
La señora Agente del Ministerio Público presenta su concepto de fondo con
memorial allegado el 5 de junio de 2014 (Fl. 2531 C5).
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
1.3.
LA CONTESTACIÓN DE DEMANDA.
1.3.1. La contestación de la Asamblea Departamental de Nariño.
Dentro del término legal para el efecto y por intermedio de apoderado judicial, la
Asamblea Departamental de Nariño presentó memorial de contestación de la
demanda en el que se opone en forma categórica a “todas y cada una de las
pretensiones presentadas en la demanda”, para lo cual se refiere a los hechos en el
sentido de manifestar que los desconoce o que es ajena a los mismos, a la vez que
depreca que se aporte prueba de los mismos en el trámite del proceso.
Como argumentos de la defensa expresa:
“La Constitución Política de Colombia en su artículo 300 otorga las
atribuciones de las asambleas departamentales, sin embargo en ninguna de
ellas se puede apreciar que deban intervenir en las actividades de los
particulares máxime si estas actividades no se hallan reguladas por la ley y
conforman una especie de mercado ilícito en donde se entreguen sumas de
dinero a cambio de intereses abiertamente ilegales, por fuera de toda regulación
bancaria, bursátil, comercial e incluso por fuera de todo razonamiento lógico.
Es más, la Asamblea Departamental invitó a un profesional de la ciudad de
Cali, especialista en temas de captación masiva e ilegal de dinero, casi un año
antes del quiebra de las captadoras, quien dio una explicación amplia,
previniendo a los ciudadanos sobre las consecuencias de esas inversiones
anómalas. Nadie hizo caso.
Por otra parte, no debió admitirse la demanda y la parte demandante no tiene
legitimidad para actuar, por cuanto los actos que quiere reclamar se hallan por
fuera de toda legalidad.”
1.3.1. La contestación del Congreso – Cámara de Representantes.
Dentro del término legal para el efecto y por intermedio de apoderada judicial, el
Congreso de la República – Cámara de Representantes descorre traslado de la
demanda, oponiéndose en forma tajante a la prosperidad de las pretensiones
elevadas en la demanda al estimar que “no se dio ni está demostrada la omisión que se
endilga al Congreso de la República – Cámara de Representantes, con fundamento en la
cual se depreca tal declaración de responsabilidad”.
Para asumir tal postura, se refiere a los hechos del libelo introductor señalando que
existe una “falla de técnica jurídica” en este acápite, en tanto “se confunden hechos,
apreciaciones y pretensiones”. Pese a lo anterior, aduce que varios de ellos no le
constan, por lo que no le corresponde pronunciarse sobre los mismos, solicitando
que se prueben durante el trámite procesal a surtirse. También hace mención a que
en los hechos se registra la conducta u omisión de otros sujetos procesales ajenos a
la Corporación legislativa. Frente al hecho 18 señala:
“(…).
15
Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
En el caso subjúdice (sic), no está probado el daño supuestamente sufrido por
los demandantes. De otro lado, no existe conducta dañina imputable a la
Cámara de Representantes, ni por acción, ni por omisión. Luego entonces, es
imposible predicar un nexo de causalidad entre la conducta de la Cámara de
Representantes y el perjuicio que alegan los demandantes haber sufrido.
Por otro lado debe señalarse que en el acápite de hechos, el apoderado de los
convocantes hace una simple mención al Congreso de la República,
manifestando en los términos generales (sic) que le Corresponde al Congreso,
representar al pueblo y cita textualmente el artículo 113 de la Constitución
Política de Colombia. Al respecto es importante señalar que a partir de dicha
afirmación no es posible deducir imputación al Congreso de la República, que lo
haga responsable de reparar el daño que los convocantes manifiestan haber
sufrido. No existe ninguna relación entre las funciones generales desarrolladas
por el Congreso de la República con el presunto daño que sufrieron los
convocantes al depositar dineros en una sociedad que fue intervenida por el
Estado.
(…).”
Como “argumentos jurídicos” expuso, básicamente:
“1. La tridivisión (sic) de los poderes en las democracias modernas significa un
sistema de pesos y contrapesos que equilibra el ejercicio del poder. La rama
legislativa representada por el Congreso de la República crea las leyes que
considera pertinentes dentro de una sociedad. En el caso sub júdice se
encontraba vigente el artículo 316 del Código Penal, el cual como sabemos solo
puede ser emitido por el Congreso – Cámara de Representantes. Luego no
existía un vació jurídico u omisión de funciones por parte del Congreso de la
República para legislar este tipo de actividades.
2. el demandante en el numeral 18 de la demanda cita el artículo113 de la
Constitución Política (C.P.) fuera de contexto y confunde la tridivisión (sic) de
poderes con el control político que es preceptuado en el artículo 114 de la C.P.,
lo cual evidencia una falta de argumentación jurídica y de coherencia en su
cargo contra la Cámara de Representantes.
3. El control político nunca se ejerce sobre las actividades de los particulares
que realizan un negocio jurídico como equivocadamente afirma el demandante.
CONCLUSIÓN NO HUBO OMISIÓN DE FUNCIONES DEL
CONGRESO DE LA REPÚBLICA, YA QUE NO ES PARTE DE SUS
FUNCIONES
CONTROLAR
LAS
ACTIVIDADES
DE
LOS
PARTICULARES (sic).
4. El demandante argumenta que existe una responsabilidad política por parte
del Congreso de la República. “aún, si (sic) previo juicio”, afirmación que no
es otra cosa que una violación al debido proceso ya que se pide que se condene al
demandado sin haberlo oído y vencido en juicio.
5. Así mismo, se puede concluir que la responsabilidad política, es un
mecanismo que le permite al “Congreso ejercer un control sobre la actividad del
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
ejecutivo, para orientar la actividad estatal de acuerdo a los parámetros que
exige la Nación y la sociedad”.
6. Inexistencia de los elementos que permiten precisar la responsabilidad
extracontractual del Estado, en consecuencia no hay daño, no hay acción ni
omisión causante del supuesto daño, no hay nexo causal.”
Finalmente, señala como “conclusión jurídica del cargo”, que no existió omisión de
funciones por parte del Congreso al haberse demostrado que la actividad de
captación ilegal de dineros está preceptuada en el Código Penal. Estima además
que “no existe responsabilidad política en sede judicial” y que “si existe omisión de
funciones en sede administrativa corresponde al Ejecutivo salir a responder”.
1.3.2. La contestación del Ministerio de Hacienda y Crédito Público.
Dentro del término legal para el efecto, el Ministerio de Hacienda y Crédito
Público descorrió el traslado de la demanda, deprecando a esta Judicatura que se
denieguen las pretensiones de la demanda y que a su vez se declare la prosperidad
de las excepciones propuestas y se condene en costas a la parte demandante.
Para ello se pronuncia sobre los hechos de la demanda señalando que los mismos
no le constan y deben probarse, al mismo tiempo que considera que varios de ellos
no son argumentos fácticos sino que se tratan de alegatos, solicitudes y
afirmaciones de la parte demandante.
Como medios exceptivos propone los siguientes:
a) Inexistencia de nexo causal entre el hecho y el daño aducido.
Responsabilidad de un tercero y del riesgo asumido por el perjudicado. Para
fundamentar esta excepción, básicamente adujo:
“Los demandantes arguyen que una supuesta omisión por parte de las
entidades públicas aquí demandadas respecto del cumplimiento de sus
funciones constitucionales y legales, habría generado el prejuicio concerniente a
la pérdida de los dineros que entregaron voluntariamente a las captadoras
ilegales de dineros. No existe relación entre tal hecho y tales perjuicios. Pues
cualquier detrimento en el patrimonio de los solicitantes fue producto de su
propia actividad riesgosa y la conducta de las captadoras ilegales.
(…).
En ese sentido vale la pena resaltar que en la demanda no se encuentra
manifestación alguna respecto de cuáles de las funciones que desarrolla el
Ministerio de Hacienda y Crédito Público fueron supuestamente omitidas, con
lo cual se pueda concluir que esta entidad pueda ser llamada a atender sus
pretensiones.
Como Usted conoce señora Juez, el desconocimiento de la ley no es excusa,
motivo por el que en tratándose de la captación de recursos del público, es claro
que la propia Constitución señala que esta es una actividad que debe ser
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
ejercida con previa autorización estatal, razón por la cual, fue bajo su propio
riesgo y culpa que los demandantes entregaron sus recursos a una persona
natural o jurídica que los captó de forma masiva muy a pesar de lo sospechoso
que pudiere parecer la exorbitante ganancia ofrecida.
(…)
Ahora bien, si, efectivamente, la parte actora ha sufrido un daño, cualquiera
que sea su entidad, el mismo no tendría la calidad de antijurídico, por cuanto,
quienes lo sufrieron se expusieron voluntariamente a él y consecuencialmente,
están en el deber jurídico de soportarlo, por ello, no existe fundamento jurídico
alguno para reclamar su indemnización por parte de mi poderdante.
(…).
Así, las cosas, resulta claro que en el presente caso nos encontramos frente a lo
que la doctrina arriba citada denomina como “excepción de riesgo tomado”
puesto que la parte actora actuando libremente decidió conscientemente aceptar
el riesgo que implicaba confiar sus recursos a entes como el identificado en la
demanda, con miras a percibir beneficios extraordinarios inexplicables.
No puede presentar los daños que se hayan generado como producto de ese
proceder, como si tuvieran la entidad de daños antijurídicos a cuya
compensación deba ser llamado el patrimonio de todos los colombianos.
La culpa de la víctima que resulta evidente en el presente caso, es aceptada por
la doctrina y por la jurisprudencia como una causa extraña que tiene como
efecto la ruptura del nexo causa. (…).
b) Ausencia de responsabilidad del Gobierno Nacional – Ministerio de
Hacienda y Crédito Público. Constitucionalidad y legalidad de sus actuaciones.
Inexistencia de la omisión alegada. Para fundamentar esta excepción, explica este
sujeto procesal que el Estado inició en forma oportuna las investigaciones del caso
con motivo de la captación de dinero por personas naturales que no tenía
autorización para ello. Estas actuaciones fueron especiales, en algunos casos
lograron verificar la configuración de causales de captación, lo que permitió la
intervención estatal a través de medidas cautelares preventivas cuando a ello hubo
lugar.
De estos argumentos colige que “No es cierto que haya existido una intervención tardía
del Estado, ni mucho menos que se haya esperado el colapso económico para tomar las
medidas tendientes a frenar los efectos negativos producto de dicha actividad ilegal.”.
Finalmente hace hincapié en que la H. Corte Constitucional avaló la
constitucionalidad de la declaratoria de emergencia ordenada por el Gobierno
Nacional “por lo que apoyados en una posición que proviene del órgano dispuesto por la
Constitución Política para determinar la constitucionalidad de tal estado de excepción,
convalidó plenamente las actuaciones adelantadas en ese sentido.”
1.3.3. La contestación del Congreso - Senado de la República.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
En el término legal para el efecto, la entidad Congreso – Senado de la República,
descorrió traslado de la demanda expresando que se opone a todas y cada una de
las pretensiones elevadas en la demanda. Para lo anterior hace referencia a los
hechos de la misma en el sentido de estimar que no le constan y que por tanto
deben ser probados en el transcurso del proceso. Además también señala que
dentro del acápite de los argumentos fácticos, también
se incluyeron
consideraciones jurídicas del accionante.
También respecto al hecho 7, estima que “no existe omisión por parte del Estado y
menos por parte de la Nación – Congreso de la República, por cuanto el daño no fue
ocasionado por esta corporación, ni tampoco intervino dentro del proceso de captación de
dineros.”.
Manifiesta que en efecto las funciones y competencias de las entidades
demandadas están circunscritas en la ley, pero que en la demanda no se describe,
en qué ha consistido la trasgresión a las mismas, bien sea por acción u omisión,
siempre en referencia a la regulación y/o desarrollo de las actividades atinentes a
las entidades receptoras de los recursos que entregaron los demandantes.
Como “fundamentos de la defensa”, remembra la división y funciones
constitucionalmente asignadas a la Rama Ejecutiva y a la Rama Legislativa del
Poder Público para aducir que le corresponde al Congreso la regulación de la
actividad financiera y bursátil, por lo que se han expedido las leyes 35 de 1993
(derogada por el Decreto Ley 663 de ese mismo año) y la ley 965 de 2005, dando
cumplimiento al artículo 150 Superior, por lo que “hay ausencia de daño del Congreso
de la República”. Añade que no existe relación funcional de los hechos de la
demanda con la actividad legal asignada a esa Corporación, por lo que “las
funciones asignadas al Congreso de la República nada tienen que ver con los aparentes
daños antijurídicos acaecidos en cabeza de los accionantes, los cuales no se encuentran
demostrados ni probados por el apoderado de la parte actora”.
Por otra parte resalta los eventos en que la jurisprudencia ha determinado la
configuración de la “omisión legislativa”, a saber:
“1. Cuando el Congreso de la República se hubiese abstenido de expedir una
norma encaminada a ejecutar un deber concreto establecido por el
constituyente.
2. Cuando expide una ley que si bien desarrolla un deber impuesto por la
Constitución, favorece a ciertos sectores y perjudica a otros.
3. Cuando se haya adoptado un precepto que corresponde a una obligación
constitucional, pero excluye expresa y tácitamente a un grupo de ciudadanos de
los beneficios que otorga.”
Partiendo de ese entendido, señala que en este caso no se presenta esta figura
jurídica respecto de la captación de dinero al público, pues se han expedido las
normas de regulación de las actividades financieras y bursátiles y no se ha
pretendido favorecer a ciertos sectores.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Por otra parte, explica que el daño alegado por los demandantes, es un daño
incierto en tanto el daño descrito en la demanda ostenta las características de
particularidad y de correspondencia para con una situación jurídica legalmente
protegida, por lo que no es posible acceder a la declaratoria de responsabilidad.
Por otra parte asevera que:
“En la demanda no se concreta cuál es el daño antijurídico en la (sic) que
incurrió el Congreso de la República, mucho menos se prueba, carga que es
exclusiva del demandante, por lo que insistimos, la demanda por la ausencia de
este requisito no está llamada a prosperar.
Destacamos desde ya, la ausencia de nexo causal como requisito de la
responsabilidad del Estatal, entendiendo que la actividad legislativa no es la
causa del supuesto daño sufrido por los demandantes.
(…).
En ese orden de ideas, las personas que invirtieron dineros en las pirámides no
soportaron un daño antijurídico en la medida que a pesar de las múltiples
advertencias de los entes competentes para que no invirtieran sus recursos en
las pirámides, conscientemente lo invirtieron, por lo que bien se puede afirmar
que existe culpa de los particulares víctimas de las pirámides; situación que
excluye la responsabilidad del Estado en la causación del daño.
(…).
Visto entonces, concluimos que no se dan los presupuestos para la
responsabilidad del Estado, tales como, existencia y prueba del daño
antijurídico en cabeza del Senado de la República, NEXO CAUSAL entre la
actividad del Senado de la República y los hechos señalados por el demandante.
(…).”
Como medios exceptivos propone:
a) Falta de legitimación en la causa por pasiva. Fundamento de esta excepción
aduce que la entidad que representa es ajena a los hechos expuestos en la
demanda, dado que ha cumplido con el mandato constitucional de la actividad
legislativa y los fácticos no guardan relación con el accionar de esa Corporación.
b) Inexistencia del daño. Estima que el daño supuestamente causado por el
Congreso, “no se encuentra determinado por el actor ni probado dentro del proceso”.
c) Falta de competencia. Estima que conforme lo determina el artículo 134 B
numeral 6° del C.C.A., la cuantía de la demanda supera el monto de $643.920.000,
por lo que esta Judicatura “carece de competencia por la cuantía de la demanda”.
1.3.4. La contestación de la Superintendencia de Sociedades.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
En el término legal para el efecto, la Superintendencia de Sociedades descorrió
traslado de la demanda oponiéndose a todas y cada una de las pretensiones de la
demanda.
Respecto de los hechos de la demanda, señala:
- Sobre el primero, estima que es “parcialmente cierto”, en tanto es verídico que los
demandantes depositaron dineros en las señaladas captadoras ilegales., sin
embargo “no es cierto que DRFE y DINERYA fueran empresas y/o sociedades, eran
establecimientos de comercio y sobre ellos no tenía, conforme las normas entonces vigentes,
injerencia alguna la Superintendencia de sociedades…”. Respecto a las captadoras que
se “camuflaron como sociedades”, arguye que conforme lo estima el artículo 333
Superior, la actividad económica y la iniciativa privada son libres, por lo que por
regla general, sobre ellas “no se pueden exigir autorizaciones y requisitos para su
ejercicio…”, regla que tiene su excepción en la actividad financiera, toda vez que
“de la misma se deriva el carácter de interés pública que ostenta dicha actividad de acuerdo
con el artículo 335 de la Constitución Política”.
Explica que estas captadoras concibieron un objeto social bajo el “ropaje” de
sociedades, primer peldaño “en la escalera ilegal que concibió para disfrazar la captación
de dinero del público”. Añade:
“En efecto, el objeto social estaba conformado por las actividades que en
resumen se describen a continuación: 1) La compra y venta de toda clase de
electrodomésticos, vehículos, muebles y equipos para hogar y oficina, medicinas
y productos naturistas; 2) La importación y exportación e intermediación de los
productos antes citados; 3) La representación y agenciamiento de empresas
nacionales y extranjeras mediante participación directa o asociada, dedicadas a
las actividades conexas con las anteriores; 4) La comercialización de productos
veterinarios, plantas y productos agrícolas como alimentos y plantas
medicinales; y 5) La importación y exportación, reparación, ensamblaje de
equipos de oficina.
En tal virtud la capacidad de la nombrada compañía se circunscribía al
desarrollo de la empresa o actividad prevista en su objeto, incluidos los actos
directamente relacionados con el mismo y los tengan (sic) como finalidad
ejercer los derechos y cumplir las obligaciones, legal o convencionalmente
derivadas de la existencia y actividad de la sociedad.
Común a los literales A y B, en el sentido de que las captadoras ilegales ofrecían
jugosos intereses, es un aspecto que nos permite llamar la atención en el sentido
de que ante lo exorbitantes que resultaban los rendimientos ofrecidos (estaban
por fuera del mercado bancario), los actores no tomaron medidas mínimas de
prevención y sospecha, máxime cuando el Estado, a pesar de su fuerza, no
puede entrometerse en la órbita de los privado, y decirle a cada uno de los
demandantes que hacer con sus bienes, o lo que es igual “evitar que los
ciudadanos actúen en contra de sus propios intereses y se hagan daño”, pues no
le está permitido, además de imposible, indicarles si determinada actividad suya
está bien o mal.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Pero en gracia de la claridad, fácil, ese Estado siempre les ha dicho qué
instituciones están autorizadas para captar dineros del público y que la
captación ilegal es un delito.
(…).”
Aduce que del acuerdo de voluntades celebrado entre demandantes y las
captadoras, el cual está reconocido en la demanda, es lógico extraer que tanto unos
y otros obraron en pleno ejercicio de su “conciencia” y su voluntad libre, en aras de
crear, modificar, extinguir, transferir derechos u obligaciones, o producir otras
consecuencias jurídicamente relevantes. Por tanto, el daño ocasionado a los
demandantes “tiene origen en su propia culpa”. Añade que la voluntad de las partes
tuvo como elemento subjetivo la intención de engañar “(pagar y obtener intereses por
fuera del mercado bancario)”, por lo que “cabría preguntarse si ¿existe causa y objeto
lícitos?”.
Respecto al descalabro financiero que sobrevino, estima que el mismo no fue
causado por la falta de control de las actividades de captación, sino como
consecuencia “de las argucias de las captadoras ilegales, sin que efectivamente estuvieran
autorizados válida y legalmente para realizar este tipo de operaciones y de la camaradería
para con ella por parte de los accionantes.”, por lo que ahora no pueden los
demandantes venir a alegar su propia culpa en su favor, rompiéndose así el nexo
de causalidad entre el daño y la supuesta falla.
Resalta la falta de previsión de los demandantes, ante las reiteradas y públicas
advertencias que efectuó el Estado al respecto, entregando hasta el mes de
noviembre el dinero a estos establecimientos comerciales. Habla de una exposición
de sus recursos a pesar de que la comunidad nacional había sido alertada el
particular. “Es decir, no valieron todas las actividades de prevención desplegadas por el
Estado, cuyo público conocimiento y amplia difusión debieron disuadirlos de entregar sus
recursos a quienes no están facultados para captarlos.”
- Sobre el segundo, señala que no le consta y que lo que pretende la parte
demandante es “escudriñar” en el comportamiento negocial de “más de 40 millones
de habitantes del país, lo cual resulta a todas luces inconcebibles e imposible”.
- Sobre el tercero y el cuarto, estima que “no es cierto”, más explica que la
inscripción en la Cámara de Comercio es un requisito legal pero no implica
autorización alguna “por expreso mandato del artículo 333 superior”.
- Sobre el quinto hecho manifiesta que “no le consta” que los inversores hubiesen
sido funcionarios públicos y añade que respecto a los decretos de emergencia
social, estos fueron expedidos “como reacción a que a pesar de la prohibición
manifestada en la ley, y la adopción por parte de las autoridades administrativas de diversas
acciones y medidas en todo el país, se incrementó el fenómeno de la captación masiva bajo
distintas modalidades y mediante sofisticados sistemas que dificultaron, con las normas
existentes, la intervención de las autoridades competentes sobre tales actividades ilícitas,
con lo que se logró alcanzar dimensiones increíbles que no tenían antecedentes en el
pasado.”
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Transcribe gran parte del texto de lo que llama sentencia “C-122 de 1997 (sic)”.
- Sobre el hecho 6° señala que “no me consta”.
- Sobre el hecho 7° estima que no es cierto “que el Estado haya sido omisivo”, pues por
el contrario, desarrolló sus funciones con observancia de la normatividad vigente,
solo que este fenómeno “logró alcanzar dimensiones increíbles que no tenían
antecedentes en el pasado”. Añade que:
“… las visitas realizadas inicialmente por la Superfinanciera y luego por mi
defendida, conllevaron a que el Gobierno Nacional publicara en distintos
diarios del país avisos y advertencias al Público, previniendo e informando a la
ciudadanía en general, que debían abstenerse de colocar sus recursos en
entidades no autorizadas para captar recursos del público, tal como se indica a
continuación:
Fecha
23 de diciembre de 2006
24 de diciembre de2006
30 de diciembre de 2006
31 de diciembre de 2006
17 de septiembre de 2007
20 de septiembre de 2007
29 de septiembre de 2007
9 de octubre de 2007
11 de octubre de 2007
15 de octubre de 2007
27 de enero de 2008
28 de enero de 2008
29 de abril de 2008
17 de noviembre de 2008
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(…).
Al 7.1.: Resulta paradójico el alcance que pretenden darle los demandantes
veladamente al artículo 2° Superior, al querer negar la capacidad que les es
propia a cada uno de ellos; igualmente que en forma voluntaria entregaron sus
dineros y la camaradería existente para con las captadoras, razón por la que se
vio en la imperiosa necesidad el Estado, dentro de la potestad que le otorga la
Carta Fundamental, de declarar el Estado de emergencia social (Decreto 4333
de 2008).
Así las cosas, se convierte en hecho notorio que no querían que ese Estado los
protegiera en sus bienes (artículo 2° constitucional), no les importaba
incumplir la ley a pesar de estar obligados a ellos (artículo 6 ibídem) y menos
les interesaba el riesgo que corrían, a pesar de lo que sostenido por ellos mismos
en los hechos 1, por lo que no existe responsabilidad alguna por parte de las
demandadas.
(…)”
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
- Sobre el 8°, señala que se trata de apreciaciones subjetivas del demandante.
Además, explica que si existían normas que regulaban la actividad de captación de
dinero del público, tal como el Decreto 1981 de 1988, que permitía el control de la
Superfinanciera de Colombia pero solo a partir de la verificación de un número de
obligación no superior a 20 y “a partir de obligaciones registradas en los estados
financieros en función de la proporción de obligaciones para con el público patrimonio de la
empresa captadora.”. Añade:
“En el caso de la Superintendencia de Sociedades, dicha circunstancia no fue la
excepción, máxime cuando sus atribuciones no estaban dirigidas de manera
precisa a intervenir en el fenómeno de la captación masiva no autorizada de
recursos del público en cabeza de sus supervisados.
En consecuencia, la actividad de los captadores no autorizados, se convirtió en
una amenaza nacional, proliferando y causando daño primero en apartadas
regiones y luego en las mismas ciudades capitales, a la vista de todos, de
manera notoria y ostensible sin que las autoridades tuviesen las herramientas
legales que les permitiesen controlar y eliminar el fenómeno
En tal virtud, la actividad se constituyó en un hecho imprevisto y sobreviniente
que perturbó en forma grave e inminente el orden social del país, que no pudo
ser controlada con los mecanismos jurídicos y administrativos existentes,
situación que determinó la declaratoria de emergencia social mediante Decreto
4333 de 2008, a cuyo amparo fueron decretadas urgentes medidas dirigidas a
conjurar la crisis.”
- Sobre el hecho 9 estima que “no es cierto tal como se demuestra en o hasta aquí
descrito”.
- Sobre el hecho 10, 11 y 12 estima que no son hechos sino apreciaciones del actor.
- Respecto al hecho 13 aduce que es una apreciación subjetiva del accionante, sobre
la que explica que DRFE y DINERYA eran establecimientos de comercio sobre los
que la Superintendencia de Sociedades no tenía ninguna función legal. En lo que
atañe a “Multinversiones de los Andes EU, Mar del Plata LTDA y Mundo Divisas FX
EU y DMG”, manifiesta que, conforme a lo registrado como su objeto social, la
Superintendencia de Sociedades “no autorizó ni aprobó el funcionamiento de estas
captadoras ilegales”. Añade que pese a lo anterior, esta entidad realizó numerosas
actuaciones encaminadas no solo a verificar la existencia de la captación ilegal o no
autorizada de recursos del público y a tomar las medidas pertinentes para el caso,
sino también a alertar al público en general sobre los riesgos de invertir en estas
entidades, siendo entonces los mismos demandantes quienes asumieron el riesgo
que posteriormente implicó la pérdida de sus capitales.
Hace énfasis en que esta entidad se enteró de la actividad de DMG con ocasión de
la diligencia de “toma de información practicada a ésta el 2 de abril de 2008, ordenada por
Oficio No. 300-000111 de la misma fecha, en ejercicio de las facultades entonces conferidas
por la Ley a la Superintendencia”, quien ejerció sus funciones de vigilancia y control,
siendo carente de atribuciones “para calificar la legalidad o ilegalidad de la actividad
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
comercial de las empresas intervenidas antes de la expedición de los decretos de emergencia
social”.
Estima también que no puede pensarse que la entidad “coadministre las sociedades”
pues tal atribución nunca ha estado entre las de su resorte incurriendo en
extralimitación de haberlo hecho. Aduce:
“Así las cosas, tal y como se puede observar y muy contrario a lo afirmado por
los actores, al paso de que el Estado fue y ha sido extremadamente acucioso en
el ejercicio de sus funciones constitucionales y legales también es cierto que a
los directos interesados aquello no les importó, razón por la que no pueden
ahora venir a alegar a su favor su propia culpa, aspecto que permite romper el
nexo causal entre el hecho del mal denominado ahorro y el daño que dicen los
demandantes haber sufrido.”
- Sobre el hecho 14 estima que es una apreciación subjetiva del demandante.
- Sobre los hechos 15 a 21, aduce que no son hechos sino apreciaciones e
interpretaciones del demandante.
- Sobre los hechos 22, 23 y 24 estima que son ciertos. Sin embargo aclara que se
atiene al tenor literal de los actos y que no le consta que “lo que se dispone en relación
con el Consejo de Estado.”.
Como razones de la defensa señaló básicamente:
1) La captación de dineros del público es una actividad que lleva a cabo la banca
bajo expresa autorización de la Superintendencia financiera, previo cumplimiento
de los requisitos de ley, conforme a lo dispuesto en el artículo 335 Superior. Así se
ha ratificado en la jurisprudencia de la H. Corte Constitucional, en la que se ha
dado prevalencia al interés público económico y la confianza en el sector
financiero.
2) Esta entidad ostenta las funciones de inspección, vigilancia y control de las
sociedades mercantiles, conforme a lo dispuesto en el artículo 121 Superior, 82 de
la Ley 222 de 1995, Decreto Ley 1080 de 1996 y Decreto 4350 de 2006. Esta
normatividad delimitaba el rango de acción a las sociedades comerciales y no a los
establecimientos de comercio, hasta la expedición de los decretos de emergencia
generados a raíz del fenómeno de captación masiva e ilegal de dinero. Explica que
solo hasta la expedición de la normativa de emergencia social, la Supersociedades
adquirió el poder para intervenir “en los negocios, operaciones y patrimonio de las
personas naturales o jurídicas que desarrollan o participan en la actividad financiera sin la
debida autorización estatal, con atribuciones suficientes para ordena la toma de posesión de
los bienes, haberes y negocios de dichas personas con el objeto de restablecer y supervisar el
interés público amenazado”. Explica que la misma normatividad impuso un
“régimen de transición” para aquellas actuaciones que fueron remitidas ante el
Juez Civil del Circuito por parte de la Superfinanciera “para aquellos casos en los
cuales el Juez no hubiere asumido conocimiento”.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
3) Nuevas funciones de la Superintendencia de Sociedades a raíz de la declaratoria
de emergencia social.
4) “El modus operandi”: Señala que las operaciones no estaban “concentradas en un
solo punto geográfico, sino que se distribuyeron en muchas localidades a las que llegaron,
captaron y se fueron, siendo en varios de los casos muy volátil su presencia, y desde luego
siempre con el objeto de no dejar rastro de sus actividades ilegales eludiendo de este modo la
acción de las autoridades de supervisión.”. Añade que hubo una falta de información
en tanto los clientes de los captadores ilegales no interpusieron queja alguna sobre
estos establecimientos y fue con la adopción de las medidas cautelares del caso,
que las mismas se presentaron. También estima que se presentaba falta de pruebas,
pues cuando se efectuaban las visitas por parte de la autoridad de control y
vigilancia, no existían libros contables o demostración de las conductas realizadas,
los estados financieros no eran preparados conforme a la ley y por ende no
quedaba evidencia haciendo los resultados de las inspecciones muy limitados. A
ello le suma la “falta de colaboración ciudadana” para con los supervisores.
Igualmente se presentaba también una “apariencia de legalidad”, pues algunos de los
captadores efectuaban pago de impuestos y cumplían con la exigencia de
inscripción en el RUT u obtención de NIT, lo que daba visos de legalidad a su
actividad de captación de dineros del público. Aduce:
“(…).
De manera que fue la crisis social la que generó el derrumbamiento masivo de
las pirámides, así como la insuficiencia de normas para conjurar las causas de
la crisis expuesta, aspectos que dieron lugar a que el Gobierno Nacional se viera
en la necesidad de declarar el Estado de Emergencia Social, con fundamento en
el cual se expidió una nueva reglamentación para detener la captación ilícita,
origen de la crisis social, así como sancionar de manera efectiva a los
responsables causantes de los prejuicios con el ejercicio de la actividad ilegal.
Por otra parte, repito, ante la insuficiencia de mecanismos efectivos para atacar
las causas, el fenómeno y los efectos de la captación masiva e ilegal una vez el
Estado hubiera dispuesto de medidas de intervención para la devolución de los
recursos, estaba centrada en la Ley 35 de 1993 y Decreto 1228 de 1996, normas
que le asignaban al juez civil del circuito (sic) del domicilio de la persona objeto
de las medidas, su conocimiento, lo que hacía supremamente demorado y
complejo el proceso de devolución de los dineros captados del público en forma
ilegal, toda vez que dichas autoridades debían aplicar el dilatado procedimiento
concursal para la tramitación e impulso de todas las gestiones de pago y
devolución de recursos. Igual circunstancia se predicaba de la función que
tenía que ver con el adelantamiento de los procesos de liquidación de las
operaciones ilegales, o la liquidación del patrimonio social de la persona natural
o jurídica.
(…)
En cuanto concierne con la proscripción penal de la conducta, se echaba de
menos en el Código Penal colombiano una sanción efectiva que se erigiera en
un mecanismo disuasorio de la comisión de la conducta por lo cual se requería
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
de una sanción que excluyera la posibilidad de aplicación de penas sustitutivas
como la prisión domiciliaria o beneficios como la suspensión condicional de la
ejecución de la pena y de la sustitución de la ejecución de la pena; en fin, hacía
falta una acción estatal excepcional e inmediata que incursionara en el ámbito
penal frente al fenómeno de la captación no autorizada de dineros. La conducta
se encuentra de tiempo atrás tipificada en el Código Penal, lo que indica que la
norma represiva en las condiciones previstas antes de la Emergencia no estaba
cumpliendo con uno de sus propósitos fundamentales cual es el de desalentar la
comisión de la conducta.”
6) Fraude a la ley y abuso del derecho.
7) Inexistencia de un nexo causal entre las funciones que de acuerdo con la
Constitución Política y la Ley le han sido asignadas a la Superintendencia de
Sociedades y demás entes demandados y los hechos de que dan cuenta los
actores.
Sobre el tema explica:
“Es evidente con lo hasta aquí escrito que no existe relación de causalidad entre
las funciones constitucionales y legales a cargo de la Superintendencia de
Sociedades, de cara a la proliferación de personas dedicadas a la captación ilegal
de dineros del público y el riesgo aceptado por los demandantes al entregar sus
dineros a las captadoras ilegales, sin observar o siquiera intuir, la posibilidad de
resultar perjudicados cuando entregaron sus dineros por el desarrollo de una
actividad sin contar con autorización.
En consecuencia, no son las
demandadas, entre las que se encuentra la Superintendencia de Sociedades,
responsables por los daños que DRFE hubiese podido ocasionar a los distintos
demandantes.
La responsabilidad que se pretende declarar supone de una parte la
demostración de la supuesta “indiferencia, despreocupación, pasividad” u
omisión por parte de la entidad estatal en el ejercicio de sus funciones y de otra,
que dicha omisión contemple los elementos que estructuran la responsabilidad
de que trata para las acciones de grupo de la ley 472 y si se quiere, el artículo
86 del Código Contencioso Administrativo.
(…).
En resumen, no se dan los presupuestos de la responsabilidad como quiera que:
- No existió falla en el servicio, es decir, hecho alguno objeto de reproche
atribuible a la demandada. Es más, dentro de las facultades que tenía antes de
decretarse el estado de excepción, la misma actuó conforme a derecho.
- Inexistencia de daño o perjuicio que dicen haber sufrido los actores por ese
hecho, dado que la pérdida se debió a su decisión voluntaria de invertir dineros
en captadoras ilegales bajo el sofisma de acrecentar sus recursos con base en
utilidades exorbitantes.
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- Inexistencia de una relación de causalidad entre los dos anteriores, o sea que
el prejuicio que dicen haber sufrido no tiene como consecuencia cierta e
inevitable del hecho perjudicial imputado a la administración.
Por tanto los presupuestos de responsabilidad del Estado son a todas luces
inexistentes, como quiera que no se advierte la ocurrencia de una falla derivada
de un funcionamiento defectuoso de la administración y mucho menos puede
predicarse la verificación de un daño y de existir alguno, éste no podría
atribuirse a mi representada.
Ahora, no puede pretenderse que a través de un proceso como este, el Estado
devuelva a los demandantes las sumas de dinero que entregaron a las
captadoras ilegales en tanto que mediante Decreto 4333 de 2008, el Gobierno
Nacional estableció el procedimiento específico para tal efecto. Es claro que a
través del mencionado decreto el Gobierno declaró la Emergencia Social al
amparo del artículo 215 de la Carta Política, y diseñó un procedimiento
especial de devolución de dineros, con fuerza de ley, gobernado por criterios de
devolución de orden público, que no pueden ser administrados facultativa ni
discrecionalmente por la Superintendencia de Sociedades ni por el Agente
Interventor designado para el efecto.
(…).
9) En conclusión:
9.1. De las pruebas que arrimaron los demandantes, se encuentra que los
formularios, recibos y demás, tienen una fecha de expedición posterior a las
alertas emitidas por el Gobierno Nacional desde el año 2007.
9.2. Los accionantes se dejaron llevar por jugosos ofrecimientos y entregaron
voluntariamente sus recursos económicos para la obtención de aquellos, aspecto
por el que no puede predicarse responsabilidad alguna del Estado a través de la
Superintendencia de Sociedades, pues aquel, aún con su poder que ostenta
(Sic), no puede entrometerse en la esfera de lo particular.
9.3. Las supuestas utilidades que recibirían los accionistas conlleva a decir que:
1) Tenían conocimiento sobre los porcentajes de utilidades que les decían iban a
recibir: 2) no les importaba el riesgo que dicha operación comportaba.
9.4. Los mecanismos jurídicos ordinarios con que contaban las demandadas,
resultaron insuficientes para controlar la crisis, pues pudieron ser burlados por
los captadores no autorizados mediante las prácticas antes indicadas.
9.5. Frente a la prédica de un eventual descalabro financiero del que pudieron
haber sido objeto el grupo de personas demandantes, el mismo no fue resultado
de la falta de control a las actividades de captación, sino consecuencia de las
argucias de las captadoras, sin que efectivamente estuvieran autorizados válida
y legalmente para realizar este tipo de operaciones.
9.6. Se trató de un fenómeno sobreviviente e imprevisto que desde su apariencia
de legalidad desafió toda la institucionalidad impidiendo y dificultando la
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actuación de las autoridades, lo que generó abuso del derecho y fraude a la ley
al ejercer actividades financieras en forma irregular.
9.7. No puede la Superintendencia de Sociedades responder por situaciones
excepcionales que justamente dieron lugar a medidas de igual talante, las que
dicho sea de paso fueron adoptadas oportuna y eficazmente.
(…).”
Como medios exceptivos propuso:
1. Falta de legitimación en la causa por pasiva.
2. Falta de requisitos formales de la demanda e indebida acumulación de
pretensiones.
3. Inexistencia de todos los elementos constitutivos de la responsabilidad.
4. Inexistencia de un daño cierto.
5. Inexistencia de daño antijurídico por cuanto la demandante se expuso
voluntariamente a los perjuicios.
6. Inexistencia de nexo causal entre el supuesto daño y la supuesta acción u
omisión de la Superintendencia de Sociedades.
7. Hecho de un tercero.
8. No existen condiciones que permitan configurar la violación del principio de
confianza legítima.
9. Inexistencia de omisión o falta por parte de las entidades públicas por cuanto los
hechos a los que se refiere la acción constituyen una situación extraordinaria y
sobreviniente frente a la cual fue necesario decretar la emergencia social.
10. Petición antes de tiempo.
11. El Estado actuó partiendo de los instrumentos legislativos con los que contaba
para el momento en el que se detectó la existencia de las primeras pirámides.
12. “Improcedencia de la acción de grupo (sic), por subsistir un camino judicial privativo,
expedito y excepcional para la devolución de los dineros”.
1.3.5. La contestación de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales
“DIAN”.
En el término legal para el efecto, la Dirección Nacional de Impuestos y Aduanas
Nacionales descorrió traslado de la demanda, oponiéndose a todas y cada una de
las peticiones impetradas en la demanda.
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Para ello se refiere a los hechos del libelo genitor, arguyendo que se atiene a lo que
se pruebe dentro del proceso, salvo en lo que atañe al hecho 21, al cual califica de
“falso”. Sin embargo, hace precisiones como:
- Que no es cierto que DRFE sea una sociedad comercial.
- Es “irresponsable” calificar de improvisada y atropellada la actuación de las
entidades estatales para propender por el interés económico del mismo.
- Dejar dinero en depósito “en manos de personas no autorizadas para ello, es
responsabilidad propia de cada persona”.
- La declaración del señor Suarez al manifestar que canceló $94.000.000.000 en
impuestos, “debe ser probada y por la información que reposa en nuestras bases de datos,
la información es falsa…”.
Finalmente, en el acápite de pronunciamiento sobre los fácticos señaló:
“Pero haciendo claridad que la DIAN, conforme lo dispone el artículo 4 del
decreto 1071 de 1999, tiene el siguiente objetivo: “La UAE-DIAN tiene como
objeto coadyuvar a garantizar la seguridad fiscal del estado colombiano y la
protección del orden público económico nacional, mediante la administración y
control al debido cumplimento de las obligaciones tributarias, aduaneras y
cambiarias y la facilitación de las operaciones de comercio exterior en
condiciones de equidad, transparencia y legalidad”. Es necesario dentro de esta
acción, tener en cuenta que el estado no puede responder por el actuar
insensato de las personas, cuando en forma voluntaria depositaron sus dineros
en unas entidades que no ofrecían el mínimo de garantías para su devolución y
mucho menos para que generen rendimientos por fuera del proceso económico
normal.”
Como excepciones propuso las siguientes:
1. Inexistencia de responsabilidad por parte de la UAE-DIAN en los presuntos
hechos. Estima que “la DIAN como un ente eminentemente técnico (…) no puede tener
responsabilidad alguna por el actuar irresponsable de muchas personas que empeñadas en
obtener una supuesta rentabilidad irracional, fueron de forma voluntaria a depositar sus
dineros en entidades, que ofrecían beneficios salidos del común económico y financiero.
2. Improcedencia de la acción de reparación directa.
3. Inepta demanda. Estima que en el acápite de los hechos no se fundamenta el
presunto perjuicio y se hace referencia a situaciones no reales y apartes de prensa,
mas en “ningún momento” se sustenta la violación de los fundamentos jurídicos
expuestos. “En todo caso, por la carencia de sustento jurídico y argumentación de la
violación de las normas presuntamente violadas, consideramos que la demanda es inepta y
por lo tanto debe desconocer las pretensiones.”.
4. Prejudicialidad. Reseña que los afectados han tenido la oportunidad de hacer
reclamar la devolución de sus dineros debido al proceso de liquidación de las
captadoras, iniciado por el Estado con los decretos de emergencia social y demás,
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
por lo que resulta improcedente la presente acción. Concluye que el Estado está
interviniendo de forma activa en defensa de los intereses económicos de la
comunidad a través de la liquidación de las captadoras, “siendo esta una actuación
legítima que consulta y acata claras disposiciones constitucionales, tales como las
consagradas en el artículo 335 Superior”. Ello adicionado a que el demandante
reconoce en el texto introductorio, la existencia de sendas acciones penales que se
adelantan por la Fiscalía General de la Nación, “de tal manera que es entonces de
reconocer que la responsabilidad por los prejuicios, debe recaer única y exclusivamente en
cabeza de quienes captaron en forma irregular los dineros y por consiguiente es contra ellos
que deben los accionantes perseguir los presuntos perjuicios que el ansia de dinero los
motivó por ingresar sus recursos económicos en empresas que desbordaban los beneficios
que cualquier actividad económica lícita podía ofrecer”.
1.3.6. La contestación del Municipio de Ricaurte.
En el término legal dispuesto para el efecto, el Municipio de Ricaurte descorre
traslado de la demanda. Oponiéndose a la prosperidad de las pretensiones y
manifestando que los hechos descritos en la demanda no le constan y deben ser
objeto de prueba. Además estima que la mayoría de ellos son apreciaciones del
demandante, no hacen referencia al Municipio de Ricaurte el hecho 5° “es falso” en
lo que al municipio de Ricaurte atañe. Explica también que los municipios no
tienen atribuidas obligaciones de control y vigilancia sobre actividades financieras.
Como excepciones propuso:
1. “Ausencia de legitimación en la causa por activa” (sic). Explica que en la
legislación aplicable a los municipios no se establece obligación o responsabilidad
a los alcaldes en la implementación de políticas de vigilancia y control respecto a
las actividades del orden comercial y financiero en su jurisdicción. Añade que:
“En el caso concreto, el Municipio nunca profirió acto administrativo
orientado a permitir o aprobar el funcionamiento de ninguna captadora ilegal
de dinero (…). Tenemos entonces que como al Municipio d Ricaurte no le
asistía la obligación de ejercer ninguna actividad orientada a vigilar, controlar,
neutralizar o proceder a pronunciarse sobre las actividades desempeñadas por
las captadoras, este no tuvo porqué ser vinculado a este proceso y no tiene
porque permanecer, pues se pone en advertencia la ausencia de responsabilidad
y título que permita realizar imputaciones en su contra.”
1.3.7. La contestación de la Superintendencia Financiera.
En el término legal para el efecto, la Superintendencia Financiera presentó
contestación a la demanda en la que se opone a la prosperidad de las pretensiones
elevadas en ella y solicita que las mismas se denieguen. Para llegar a esa posición,
hace mención a los hechos que se exponen en el libelo introductorio, básicamente
aduciendo los siguientes argumentos:
- Sobre el primero, estima que no le consta, por no haber tenido injerencia alguna
en el negocio privado de los demandantes y las captadoras. Debe probarse. Añade
que debe tenerse en cuenta las fechas en que se registra la entrega de los dineros,
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
toda vez que de ahí se puede colegir que las mismas fueron efectuadas con
posterioridad a las diversas advertencias que las entidades estatales habían hecho
sobre los riesgos de esos negocios, e incluso, con posterioridad a la fecha de las
intervenciones estatales contra algunos de estos entes captadores de dineros.
Aduce también que lo que en la demanda se presenta como “depósitos”, no son tal,
dado que en los recibos presentados como prueba, se especifica que los dineros
fueron entregados en calidad de “aportes”, cuestión no equiparable a un depósito
verificado ante un establecimiento de crédito válidamente autorizado para llevar a
cabo este tipo de actividades, tales como la colocación y captación de recursos del
público. Partiendo de esa base, estima que se verifica un acuerdo de voluntades
relacionado con la actividad mercantil de las personas naturales o jurídicas
propietarias de las captadoras, dando una apariencia de “moralidad negocial” en
la los demandantes consciente y voluntariamente participaron arriesgando sus
dineros “bajo el albur de exorbitantes rendimientos sin precedente alguno en el sistema
financiero”. Esta situación explica que no exista un “error de derecho” o “error común
bajo el supuesto de una presunta desprotección del Estado”, en tanto la captación de
recursos se “mimetizó” para evadir el control legal y con la ausencia de medio de
prueba alguno que demuestre que uno de los actores acudió al ente de control y
supervisión competente para indagar si estos establecimientos estaban autorizados
para realizar operaciones de captación.
- Sobre el segundo hecho, estima entre otras argumentaciones, que “no por el hecho
de encontrarse cientos de personas haciendo filas a la puerta de un establecimiento para
comprar bienes y servicios se extra de entrada el conocimiento certero de que no se estaba en
presencia de una operación legal sino ante un fenómeno atroz como lo fue el de la captación
ilegal de dineros del público”. Partiendo de ese entendido, añade que la proliferación
del “fenómeno de las pirámides” no se propició por la supuesta negligencia u omisión
del Estado, sino por novedosos y sofisticados métodos a los que se acudieron.
- Sobre los hechos 3 y 4, en tanto señalan que a partir de la inscripción de Cámara
de Comercio y registro en el RUT como reconocimiento estatal de una actividad
ilegal, explica que ello, “es contrario a la verdad”. Ello, en tanto en las matrículas
señaladas no se incluyó la actividad de captación masiva de dineros del público,
“… luego si es el grupo demandante el que reconoce haber “depositado” unos dineros en un
establecimiento de comercio a sabiendas de que éste no contaba con autorización para
realizar este tipo de operaciones financieras de facto está confesando que lo hizo con pleno
conocimiento, libertad y voluntad del riesgo que asumía al prestar su concurso en un
negocio simulado y que por demás se mantuvo oculto a cualquier control del Estado habida
cuenta que tampoco han acreditado haber siquiera indagado ante los entes de control la
legalidad de la operación que se les ofrecía.”. Por tanto, al no registrarse la actividad de
captación masiva y habitual de dineros del público en la matrícula mercantil, la
Superintendencia Financiera no tenía competencia para vigilar estas captadoras
- Sobre el hecho quinto, estima que el análisis de constitucionalidad de los decretos
de emergencia social, se hizo por la H. Corte Constitucional en sentencia C-135 de
2009 y C-145 de 2009.
- Sobre los hechos 7 y 9 anuncia estima que son postulados contenidos en la
Constitución, por lo que se atiene a su tenor literal.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
- Sobre el hecho 8, estima que “es premisa que se refuta con los argumentos expuestos en
el hecho 1”.
- Sobre los hechos 10 a 20, manifiesta que “aquella dispersa e imprecisa relación en
modo alguno denota la presunta omisión endilgada a las entidades públicas demandadas es
supuesto que debe desestimarse.”. Y añade:
“Para el efecto son suficientemente ilustrativas las razones que a lo largo de
este escrito se han expuesto y que en síntesis aluden a que los efectos por las
pérdidas del negocio simulado en que los actores arriesgaron sus capitales sólo
corresponde a las partes que presentaron su voluntad y consentimiento para
mantenerlo oculto a cualquier control legal.”
- Respecto al hecho 21, señala:
“Similar prédica aplica para la lacónica premisa contenida en el hecho 21 de la
demanda que simplemente hace alusión a que el Estado y las Cámaras de
Comercio incurrieron en falla del servicio por omisión. No obstante lo anterior
y al margen de lo señalado sí debe ponerse de presente que no hay lugar a que
se responsabilice a mi representada de haber actuado extemporáneamente
cuando los actores quienes tenían un conocimiento peno de sus actuaciones y
contaban con herramientas propias de control como denunciar la ilegalidad de
las operaciones que ese tipo de organizaciones estaban adelantando fueron
quienes prestaron su concurso para asegurar que aquellas modalidades
subrepticias de captación se mantuvieran al margen de cualquier control legal
y que a sabiendas del riesgo que asumían optaron tozudamente por llevar sus
rendimientos sin precedente alguno en el sector financiero formal.
En consecuencia y si de censura se trata, la misma tendrán que formulársela
los mismos actores por prestar su concurso en la entrega de sus dineros bajo la
expectativa de “llamativos rendimientos” cuando es de conocimiento público
que este tipo de actividades financieras están reservadas por mandato legal a las
entidades relacionadas en el artículo 2° del Estatuto Orgánico del Sistema
Financiero y sujetas a la vigilancia y control de la Superintendencia Financiera
de Colombia.
En este punto cabe aclarar que no corresponde al Estado inmiscuirse en el
manejo de los negocios propios de todos y cada uno de los asociados y menos
cuando aquellos son simulados bajo la apariencia de actividades de diversa
índole, ajenas todas ellas a la naturaleza propia de la actividad financiera de
captación de recursos con autorización legal previa, reservada y exclusiva de
las entidades sujetas a la supervisión y vigilancia de mi representada.
(…).
Es por ello que en ejercicio de las atribuciones necesarias para impedir la
actividad ilegal de las personas naturales o jurídicas que captan, manejan,
administran o invierten el ahorro del público sin autorización, la
Superintendencia Financiera de Colombia, en ejercicio de sus facultades de alta
policía administrativa para la materia en cuestión , y en aras de proteger a
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
terceras personas de buena fe, está facultada para adoptar medidas cautelarse
que impidan la continuación de dicha actividad.
Por tal razón, el modelo de negocio que al amparo de figuras como los aportes,
las tarjetas prepago, la compra y venta de bienes y servicios, los mutuos, etc.,
llegó a promocionarse voz a voz por parte de captadoras ilegales como
Proyecciones D.R.F.E. o DMG GRUPO HOLDING S.A. a más de que en
apariencia jamás podría corresponder a operación financiera alguna propia de
las entidades sujetas a la vigilancia y control de la Superintendencia Financiera
nunca tuvieron por objeto la redención de su importe por bienes y servicios; tal
la razón para que los entes estatales de supervisión, en el ámbito de sus
competencias, hubieren dispuesto las medidas administrativas respectivas.”
Adicionalmente, hace énfasis en que respecto al establecimiento de comercio
“Proyecciones D.R.F.E.”, la Superintendencia Financiera llevó a cabo la
intervención del mismo mediante Resolución No. 1778 de 11 de noviembre de
2008, mediante la cual decretó una medida cautelar contra el propietario del citado
establecimiento en tanto éste “no estuvo jamás autorizado para captar dineros del
público”, determinaciones entre las cuales se impusieron multas sucesivas, se
suspendió en forma inmediata y definitiva la actividad de captación masiva y
habitual de dineros del público, a través de su establecimiento de comercio, se
ordenó la liquidación rápida y progresiva de las operaciones ilegalmente
realizadas, la devolución de la totalidad de los dineros captado del público sin
autorización, la publicación de los establecimientos que no estaban autorizados
para captar dineros del público, el registro de la medida en Cámara de Comercio y
el traslado del expediente a otras autoridades para lo de su competencia.
Así, añade que las actuaciones de los demandantes fueron las que en efecto
llevaron a los mismos a recibir el daño que se reclama como resultado de la
omisión de las autoridades estatales.
Por otra parte, señala que los demandantes informan que la matrícula mercantil de
D.R.F.E. se canceló el día 6 de octubre de 2008, siendo por lo tanto de conocimiento
de los afectados esta situación, misma que pasaron por alto al efectuar sendos
depósitos en fechas posteriores a la cancelación de la matrícula, deviniendo de ahí
otro motivo para determinar la responsabilidad propia de los afectados en el daño
irrogado.
- Sobre el hecho 23 señala que se trata del aval de constitucionalidad de los
decretos de emergencia que el Gobierno Nacional expidió a raíz de la situación que
se presentó, señalando la H. Corporación que “la proliferación de distintas
modalidades de captación o recaudo masivo de dineros del público no autorizados, como la
circunstancia fáctica que un número importante de ciudadanos haya entregado cuantiosas
sumas de dinero a captadores o recaudadores haya entregado cuantiosas sumas de dinero a
captadores o recaudadores en operaciones no autorizadas, y de eta manera haya
comprometido su patrimonio”; tuvieron el “carácter de sobreviniente y extraordinario”,
dificultaron sobremanera la labor de control de las entidades estatales con las herramientas
legales existentes, dadas las proporciones alarmantes que tal fenómeno adquirió,
consecuencia de lo cual las medidas adoptadas con ocasión de la declaratoria de emergencia
social, además de urgentes resultaron adecuadas y necesarias”.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
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- Sobre el hecho 24 reseña que “apenas se advierte que de darse el pago parcial fijado por
el Gobierno Nacional, sería abonado a la pretensión original, mas no se indica ni aclara a
qué pago se hace referencia ni el concepto del mismo, ni (sic) representada se hace referencia
ni el concepto del mismo, ni representada se abstiene de manifestarse”.
- Sobre el hecho 25 señala:
“Respecto del hecho 25 en el que se anuncia que todos y cada uno de los
demandantes en esta acción de reparación directa agotaron en requisito de
procedibilidad previsto en el Decreto 2511 de 1998, la Ley 640 de 2001, la Ley
1285 de 2009 y el Decreto 1716 de 2009, es un hecho parcialmente cierto pues
si bien algunos de quienes aquí demandan efectivamente llevaron su pretensión
indemnizatoria a conciliación extrajudicial ante la Procuraduría 36 Judicial II
Administrativa de Pasto, un grupo de ellos no agotó dicha instancia conforme
se puso en evidencia ante la misma Procuraduría en la oportunidad procesal
debida y se sustentó en el recurso de reposición que se interpuso ante el
Juzgado contra el auto que admitió la demanda y que su Despacho
desafortunadamente desestimó.”
Como medios exceptivos propuso:
1) Petición antes de tiempo. Señala que en este caso aún no se puede hablar de un
daño consolidado, en tanto la entidad D.R.F.E. entró en proceso liquidatorio que
está en curso al momento de la interposición de la demanda. Similar situación se
presenta con el grupo DMG HOLDING S.A. que ha sido intervenido por la
Superintendencia de Sociedades y se encuentra en proceso de liquidación. Estos
procesos liquidatarios se han presentado con de fin de cubrir las obligaciones a su
cargo, entre las cuales a los afectados se les puede restituir el dinero que reclaman
se restituya en sede judicial, “de todo lo cual resulta claro que el proceso previsto
legalmente y a cuya legalidad deben sujetarse todos en nuestro Estado de Derecho garantiza
el pago total o parcial de las acreencias, según las disponibilidades de recursos y la gestión
del liquidador, lo que reafirma que sólo una vez culmine el mismo se podrá establecer si
existe o no saldo a favor de algún acreedor y su cuantía. Así, entonces, mientras dichos
proceso no hayan culminado no se puede establecer un perjuicio consolidado y por tanto un
daño por reparar.”
2) Inexistencia de un daño cierto. Aduce que los demandantes han omitido su
obligación de determinar el daño eventualmente sufrido y tampoco demostraron la
cuantía del mismo. Señala que solamente se identificó un estimativo del valor de
los perjuicios.
3) Culpa de la víctima. Al respecto señala:
“La responsabilidad por la entrega de dineros a organizaciones no autorizadas
para tal fin se debe predicar en primer orden de aquella persona que ante la
posibilidad de una ganancia exorbitante asumieron libremente la decisión e
invertir sus dineros en organizaciones ilegales, más cuando ya habían sido
advertidas de la existencia de tales entidades y de los riesgos de las operaciones
que ellas ejecutaban…
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Resulta del caso advertir adicionalmente, que las funciones de inspección,
vigilancia y control a cargo del Estado desarrolladas directamente por la
Superintendencia Financiera procuran evitar que se concreten, entre otros, los
riesgos propias de la actividad de intermediación financiera, lo cual no implica
en forma alguna que mi representada esté llamada a ser garante final de los
riesgos que supone el desarrollo de la actividad financiera autorizada para los
sujetos que en ella intervienen, muchísimo menos cuando provienen o se
originan en el ejercicio irregular de dicha actividad.
(…).
Conforme a la evidencia, es claro entonces que son los propios ciudadanos
quienes “motu propio” entregaron sus dineros a las personas dedicadas a
ejercer la actividad de captación en forma irregular y no autorizada, sin tomar
las medidas mínimas de precaución o cuidado que se requieren en toda
negociación; la primera de ellas, constatar previamente si se trataba de una
entidad autorizada por la Superintendencia Financiera para captar recursos del
público en forma masiva y habitual y la segunda constatar que se trate de una
entidad solvente, seria, responsable y diligente, para así evitar el riesgo de
perder su dinero.
En ese contexto, resulta evidente que en el presenta asunto la responsabilidad
de evaluar el riesgo, la seguridad y viabilidad al momento de realizar una
inversión corresponde únicamente a cada persona natural o jurídica interesada
en la operación, razón por la cual debe verificar la legalidad, idoneidad y
solvencia moral de las personas o entidades receptoras de dicha inversión y en
especial si cuenta con la correspondiente autorización de las autoridades
competentes, con mayor razón si se trata de personas jurídicas que no forma
parte del sector financiero.
(…).
Bajo dichos presupuestos legales es preciso aclarar que si bien es cierto que la
Superintendencia Financiera de Colombia tiene dentro de sus objetivos
asegurar la confianza pública en el sistema financiero, bursátil y asegurador,
protegiendo el interés general y, particularmente el de terceros de buena fe,
también lo es que a los inversionistas les corresponde evaluar los diversos
riesgos que conllevan sus operaciones frente a un determinado negocio, más
cuando se encuentran advertidos, a través de los diferentes medios de
comunicación – como aparecerá demostrado durante el curso del presente
proceso-, sobre la existencia de personas que sin hallarse autorizadas por el
Estado realizan operaciones de captación de recursos del público con el
correspondiente nivel de riesgo que ello implica. De ahí que no resulta acertado
pretender derivar responsabilidad alguna por parte del ente de control y
vigilancia, en la eventual frustración del negocio o defraudación alegada.
(…).”
Reseña que conforme al Decreto 2920 de 1982, fundamento del Decreto 1981 de
1988, se fijaron los supuestos normativos de captación masiva y habitual de
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
dineros del público, la cual tuvo como propósito penalizar la captación de dineros
del público por parte de personas naturales o jurídicas no autorizadas por el
Estado, con el propósito de proteger el ahorro del público.
Finalmente acota:
“No resulta admisible que hoy, los aquí demandantes, aduciendo
desconocimiento de las consecuencias de una operación que libre, consiente y
voluntariamente ellos mismos buscaron y ejecutaron bajo simuladas
modalidades de negocios jurídicos, pretendan trasladar en terceros, como el
Estado, una responsabilidad que sólo a ellos incumbe, bajo el trillado
argumento de una supuesta omisión, permisividad, pasividad o demora en la
toma de decisión y acciones para evitar la defraudación de que fueron objeto,
cuando fue precisamente con ocasión de la modalidad en que se mimetizaron
aquellas operaciones y que cada uno expresamente aceptó (según se desprende
de los documentos que como prueba de la entrega de dineros se allegaron), que
se ocultó a los entes de vigilancia y control aquellas formas de negociación
(como es el caso de la actora que entregó dineros a un establecimiento de
comercio no autorizado para captar recursos bajo la modalidad de “aportes”),
impidiendo de paso el oportuno seguimiento a ese modo operativo y que
condujo a la postre, dadas las “exorbitantes ganancias” que a cada uno
generaba, a su insostenibilidad y puesta en evidencia, cuando al ver perdidos
los recursos entregados, quedaron sujetos a la defraudación de la que hoy se
duele y reclaman sea indemnizada por el Estado.
(…).
Así, dentro del escenario que ha sido expuesto, resulta claro que la
Superintendencia Financiera de Colombia no ha sido la causante de las
pérdidas sufridas por las personas que decidieron entregar sus dineros a este
tipo de organizaciones que en forma irregular y no autorizada captaron tales
recursos, pues la causa de la crisis patrimonial alegada por la actora proviene
precisamente de su actitud descuidada y negligente, además de excesivamente
confiada en relación con el negocio simulado en que decidieron participar…”
4) Imputación errónea del daño. Aduce que los prejuicios, si llegaren a existir, no
fueron ocasionados por la Superintendencia Financiera de Colombia, sino por el
propietario del establecimiento de comercio que recibió los dineros de los
demandantes, “… que bajo matizadas operaciones, se dedicó al ejercicio de captación
irregular y no autorizada y como tal, es el agente activo del eventual daño y el pasivo de su
resarcimiento. (…). Francamente, constituye un verdadero dislate (que evidencia como tal
ausencia total de competencia y rigor técnico por parte de la actora), plantear que el Estado
debe ser condenado a indemnizar los perjuicios, derivados de actos contractuales de los
particulares, de imposible conocimiento oficial directo. No cabe en ninguna lógica que el
Estado se erija en el “seguro” de los particulares para cuando sus negocios 8entre ellos los
ilegales) no salgan como sus expectativas de desbordadas ganancias se lo hacían suponer
máxime cuando aquellos corresponde a las consecuencias de un negocio simulado que
precisamente se ocultó a cualquier control estatal.”
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5) La pretensión indemnizatoria objeto de esta acción, también se está
demandando en muchas acciones constitucionales ante diferentes estrados
judiciales del país.
6) Cosa juzgada constitucional respecto de los Decretos Legislativos expedidos
por el Gobierno Nacional y que entre otras disposiciones sirvieron de referente a
la Superintendencia Financiera de Colombia para expedir la Resolución No.
1778 de noviembre 11 de 2008.
7) Falta de legitimación en la causa por activa. Señala que el apoderado judicial
que promueve la presente acción carece de facultad expresa para actuar ante la
jurisdicción y en consecuencia no está legitimado para reclamar indemnización a
nombre de terceros. Explica que el apoderado de los demandantes, no cuenta con
derecho de postulación, dado que ninguno de los accionantes otorgó poder para
incoar la demanda que ahora se estudia. Lo anterior dado que “… fácilmente se
observa que tal requisito (el poder) normativo no se cumple en los documentos allegados
para el efecto, pues a más de no ser suficientemente específicos no están dirigidos al juez
natural de la causa”. Explica que los poderes están dirigidos al Procurador Judicial
para Asuntos Administrativos – Reparto - de la ciudad de San Juan de Pasto, y en
ninguna parte están dirigidos a la autoridad judicial. Aduce además que:
“… la adhesión que en ellos se presenta en su encabezado para poder arrimarlos
como prueba para la admisión de esta acción de reparación directa fue posterior
al otorgamiento y presentación de dichos poderes; una simple y descuidada
revisión de tales poderes denota la forma burda en que se intentó encajar la
designación del Juez Administrativo Reparto de Pasto a renglón seguido de la
autoridad a la cual real y verdaderamente estaban dirigidos.
Finalmente, como razones de la defensa, reitera la posición que se ha descrito tanto
en la contestación de los hechos de la demanda, como en la proposición de las
excepciones.
1.3.8. La contestación del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
Dentro del término legal para el efecto, el Ministerio de Comercio, Industria y
Turismo descorrió el traslado de la demanda, oponiéndose en forma categórica a la
prosperidad de las pretensiones en ella elevadas. Para tal efecto, sobre los hechos
de la demanda señaló:
- Sobre el hecho 1, aduce que debe probarse en tanto no le consta los depósitos que
se hicieron por parte de los demandantes.
- Sobre el hecho 2, estima que se atiene a lo que se pruebe.
- Sobre el hecho 3 y 4 sostiene que debe probase.
- Sobre el hecho 5, considera que debe probarse. Sobre el hecho 5.1, explica que se
atiene al contenido de las sentencias de constitucionalidad.
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- Sobre el hecho 6, 7, 8 y 9 aduce que deben ser materia de prueba durante el
trámite del proceso. Y sobre el hecho 7 también estima que “debe probarse que el
Estado tiene que responder por los daños particulares y sociales”.
- Sobre el hecho 10 señala que no tiene funciones sobre el manejo de recursos que
hacen parte del presupuesto.
- Sobre el hecho 12 señala que los registros de propiedad marcaria son de
competencia de la Superintendencia de Industria y Comercio.
- Sobre el hecho 13 señala que el control de las sociedades comerciales,
corresponde a la Superintendencia de Sociedades.
- Sobre los hechos 14 a 22, estima que deberán pronunciarse las entidades a quienes
les atañe las descripciones jurídicas realizadas en cada uno de los fácticos.
- Sobre el hecho 23, explica que se atiene a lo dispuesto en a sentencias C-135 de
2009 y C-149 de 2009.
Como razones de la defensa sostiene que conforme se describe en la demanda, es
función del ministerio supervisar y vigilar “a través de la denominada ventanilla única,
todo lo relacionado con la importación y exportación de bienes y servicios, entre ellos, la
exportación de capitales y de divisas, ya que en apreciación de la parte accionante, los
responsables de las sociedades captadoras sacaron capital del país y adquirieron bienes en
otros países. (…).”. Sin embargo seguidamente refuta:
“Sobre el particular, es infundado el cuestionamiento que la parte demandante
hace con relación al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo,
especialmente la forma cómo concibe el funcionamiento de la ventanilla única
de comercio exterior VICE.
En efecto, mediante decreto 4149 de 2004, se creó la Ventanilla Única de
Comercio Exterior – VUCE, a través de la cual, las entidades administrativas
competentes comparte información y los usuarios tramitan las autorizaciones,
permisos y certificaciones o vistos buenos previos que exigen las diferentes
entidades para la realización de las operaciones específicas de exportación e
importación y se consulta información relativa a los procedimientos previos a la
importación y exportación, el mecanismo comprende el Módulo de Formulario
Único de Comercio Exterior – VUCE, diseñado para los registros de la
Declaración Escrita sobre Contratos de Exportación de Servicios, como
requisito para la obtención de la exención de3l IVA y el registro de los
contratos de importación relacionados con licencia de tecnología, asistencia
técnica, contratos de importación relacionados con licencia de tecnología,
asistencia técnica, servicios técnicos, ingeniería básica, marcas, patentes y
demás contratos tecnológicos que se realizan de manera física. Al Ministerio
de comercio, Industria y Turismo se le atribuye la administración de la
Ventanilla Única de Comercio exterior – VUCE, para lo cual coordina la
gestión interinstitucional, lo cual permite la obtención de respuestas oportunas
y el soporte técnico para el mantenimiento de las plataformas informáticas, en
el proceso intervienen 18 entidades, las cuales según sus propias competencias,
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
otorgan los correspondientes vistos buenos para operaciones de importación y
exportación, por tanto, una vez la entidad competente otorgue la autorización
previa, el Mincomercio aprueba el registro o la licencia de importación, según
el caso.
En cuanto a la exportación de bienes, las solicitudes de los usuarios no
requieren actuación del Mincomercio, puesto que las autorizaciones, registros y
control lo efectúa la DIAN y la VUCE actúa como un medio informático para
facilitar la operación. Por lo cual, es inexacto y equivocado que al Ministerio
de Comercio, Industria y Turismo se le endilgue responsabilidad frente al
manejo de la exportación de capitales a través de la VUCE, puesto que la
Ventanilla Única de Comercio Exterior no fue creada para efectuar tales
controles.
Es importante anotar que la aprobación de registros y licencias de importación
constituyen intenciones de importar, por lo tanto, el hecho de aprobar las
respectiva solicitudes no conllevan a la materialización de un derecho, ya que el
importador puede decidir si importa o no y si llega a importar, le corresponde a
la DIAN efectuar el control posterior y al Banco de la República el movimiento
de divisas.
De acuerdo con una revisión efectuada por la Oficina de Sistemas de
Información del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, a solicitud de la
Dirección de Comercio exterior, se estableció que la Empresa Proyecciones
D.R.F.E., no está registrada en la VICE, por lo que no es posible que haya
presentado registros para importar.
De la información recibida por la Dirección de Inversión Extranjera y Servicios
se tiene que existe el comercio exterior en Colombia es libre desde el punto de
vista cambiario y no existe en el país control cambiario que restrinja el
movimiento de capitales por operaciones de comercio exterior. Por su parte el
Banco de la República, lleva el registro de los movimientos de capitales
asociados a la inversión extranjera en Colombia y a la inversión colombiana en
el exterior, la que goza de reserva legal y a la Superintendencia de Sociedades le
corresponde vigilar que los registros pertinentes se hagan en debida forma. En
cuanto al registro de las operaciones de movimiento de capitales asociados a
inversiones, le corresponde efectuarlo al Banco de la República.”
Como medios exceptivos propuso:
1) Falta de competencia.
2) Falta de legitimación en la causa por activa. Señala que los poderes otorgados se
dirigen al señor Procurador para Asuntos Administrativos, mas no a la autoridad
judicial competente.
3) Inexistencia de los elementos constitutivos de la responsabilidad.
4) Inexistencia de un daño cierto.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
5) Inexistencia de daño antijurídico por cuanto la parte demandante se expuso
voluntariamente a los perjuicios.
6) “Inexistencia de nexo causal entre el supuesto daño y la acción u omisión de la autoridad
pública que represento”.
7) Hecho de un tercero.
8) Inexistencia de omisión o falta por parte de las entidades públicas por cuanto los
hechos a los que se refiere la acción constituyen una situación extraordinaria y
sobreviviente.
9) La parte demandante no actuó con buena fe exenta de culpa y creadora de
derechos.
10) Petición antes de tiempo.
11) Correlación del riesgo frente a la tasa de retorno prometida y carácter aleatorio
de los contratos suscritos.
1.3.9. La contestación de la Cámara de Comercio de Pasto.
En el término legal para el efecto y por conducto de apoderado judicial, la Cámara
de Comercio de Pasto descorrió traslado de la demanda oponiéndose
categóricamente a la prosperidad de todas y cada una de las pretensiones de la
demanda.
Respecto a los hechos señala que el 1, 2, 5, 6, 11, 15, 20 y 24, son hechos que no le
constan a la Cámara de Comercio de Pasto. En cuanto a los hechos 3, 22, 23 y 25
estima que son ciertos. En lo que atañe al hechos 4, considera que no es cierto; y en
lo referente a los hechos 7, 8, 9, 10, 12, 13, 14, numerado 14 nuevamente, 16, 17, 18,
19 y 21, estima que no son hechos sino consideraciones subjetivas del demandante.
Como razones de la demanda explica que no existe argumentación para la
interposición de la demanda y que en su lugar se realizan constantes
consideraciones subjetivas sin analizar la supuesta violación de disposiciones
legales. Añade seguidamente:
“No obstante la Superintendencia de Industria y Comercio y la Cámara de
Comercio de Pasto, se han mantenido en cumplimiento de lo establecido en la
ley en materia registral veamos: El registro público delegado a las cámaras de
comercio es de orden constitucional, con asiento en los artículos 21y 365 de la
Constitución Nacional. A este registro delegado se le aplican principios
registrales como el de “ROGACIÓN” este principio de rogación o de instancia
es de carácter formal. En virtud de este principio los asuntos en el registro se
practican a solicitud de parte interesada o por mandato de la autoridad judicial
o administrativa competente. La actuación del registrador es rogada, de tal
manera que si se tiene conocimiento de que en la realidad jurídica se ha
producido un acto registrable, no podrá actuar de oficio. El carácter rogado es
requisito para iniciar el procedimiento de registro, ya que, una vez hecha la
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
presentación LOS TRÁMITES ULTERIORES SE EFECTÚAN DE OFICIO
(sic).
Así las (sic) Cámara de Comercio deben proceder al registro una vez solicitado
por el interesado y la función de éstas es realizar un control eminentemente
formal pudiendo abstenerse de efectuar un registro de las actas contentivas de
las decisiones de los órganos sociales que estén revestidas de ineficacia y que así
mismo y no les es posible asumir competencias que por ley se encuentran
asignadas a los jueces. Este control eminentemente formal y no discrecional se
efectúa de una revisión meramente formal, acudiendo siempre al principio de la
buena fe que envuelve las decisiones y procedimientos al seno de los entes.
(…).
De acuerdo a las facultades legales de las Cámaras de Comercio, solo debe
realizarse un control formal, en caso de cumplirse con los requisitos de forma,
el documento deberá inscribirse, no pudiendo la Cámara de Comercio solicitar
requisitos adicionales, a excepción de la solicitud de matrícula (artículo 36
Código de Comercio)
(…).
Inician los demandantes indicando que con la acción judicial se han violado los
preceptos contenidos en los artículos 1, 2, 6, 188m 189 Numerales 1, 24, 25,
114, 150, 150 numerales 19 literal d), 150 numeral 21, 334, 335, 113, 371, 250
numerales 1, 3, 4, 115, 277 numerales 1, 2, 3, 4, 5, 6 de la Constitución
Política aduciendo consideraciones eminentemente subjetivas, sin demostrar
cómo se violaron las normas constitucionales, consideraciones como que “qué
fácil hubiera sido todo”, “un Fiscal que no fuera un fanfarrón venido a más y
que no tuviera su despacho a la disposición de tres o cuatro abogados,
precisamente las que actuarían para justificar el engendro de Satanás que
vomitaría fuego sobre este país… (folio 39) en nada aduce a la violación de los
preceptos constitucionales arriba enunciados.
Al respecto del control de legalidad de las Cámaras de Comercio, ha
manifestado la Superintendencia de Industria y Comercio “el legislador ha
investido a las Cámaras de Comercio de un control de legalidad totalmente
taxativo, restringido, reglado y subordinado a lo prescrito en la ley, pudiendo
solo verificar un acto sujeto a registro o abstenerse de efectuar una inscripción,
por vía de excepción, únicamente cuando la ley las faculte para ello, cuando
dichos actos adolecen de ineficacia o inexistencia. Debe resaltarse que este
control de legalidad es eminentemente formal, no discrecional, por lo cual si en
un momento dado un documento reúne todos los requisitos de forma pero
presenta otras inconsistencias, las Cámaras de Comercio deben proceder al
registro, pues no tienen la potestad para decidir sobre determinadas materias
que son competencia exclusiva de los jueces y por la misma razón no están
autorizados para examinar y controlar la ilegalidad de jueces, por la misma
razón no están autorizados para examinar y controlar la ilegalidad de los actos
que son objeto del mencionado registro.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Como consecuencia de lo anterior, se insiste, que no es dable a la Cámara de
Comercio pedir que se acrediten requisitos adicionales, ya que con ello se estaría
sobrepasando las facultades expresamente otorgadas por la ley a la entidad, por
cuanto con ello, se estaría asumiendo competencias que la ley no le ha atribuido
a la Cámara de Comercio, sino que es del tenor de los jueces de la República.”
Como excepciones propuso la falta de legitimación en la causa por activa, al
estimar que existe falta de causa jurídica para que prospere la acción, ya que “la
función registral se reduce a la verificación de los requisitos formales de los documentos
aportados para el registro, sumado a la carencia alguna de facultades de inspección,
vigilancia o control sobre las actuaciones posteriores al registro y expedición de los
certificados de existencia y representación legal.”
1.3.10. La contestación del Municipio de Pasto.
En el término legalmente dispuesto, el Municipio de Pasto descorre traslado de la
demanda, oponiéndose a las pretensiones elevadas. Para ello estima que los
hechos 1, 4, 5, 6, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20 y 21, deben probarse.
Igualmente, estima que los hechos 3, 14 (sic), 22 y 23 son ciertos; y que los hechos 5,
7, 7.1, 8, 10 y 24, no son hechos, sino apreciaciones subjetivas del demandante.
También en el acápite de la contestación a los hechos de la demanda estima que
previo a la expedición de del decreto 4333 del 17 de noviembre de 2008, no existía
ninguna previsión expresa que otorgara competencia a los Alcaldes para reprimir
la captación masiva y no autorizada de dinero y que por el contrario, el artículo 1°
de la Ley 232 de 1995 determina que la autoridad no puede exigir licencia o
permiso de funcionamiento para la apertura de establecimientos comerciales.
También acota en este acápite que mediante Resolución No. 1778 de 2008 adiada el
11 de noviembre de 2008 y proferida por la Superintendencia Financiera, “por
medio de la cual se adoptan medidas cautelares respecto del comerciante CARLOS
ALFREDO SUAREZ, propietario del establecimiento de comercio “PROYECCIONES
D.R.F.E.”, se determinó que la actividad que venía desarrollando el prementado
comerciante “consiste en la recepción masiva de dineros del público, sin que como
consecuencia se prevea como contraprestación el suministro de bienes o servicios, sin por el
contrario con la finalidad de devolver el dinero recibido por las personas, más un beneficio o
contraprestación en dinero efectivo” lo que redunda en el ejercicio ilegal de una
actividad financiera “más concretamente en la captación masiva y habitual de recursos
del público, sin contar con la debida autorización, como quiera que se configuraron los
supuestos contemplados en el artículo 1° del Decreto 1981 de 1988”.
Por otra parte explica que el objeto social registrado en Cámara de Comercio por
parte del mentado comerciante, era la siguiente: “rentista de capital, inversiones,
prestamos, venta, compra, permita, asesorías administrativas, contables, divisas”, en el
cual no se incluyó la captación de dineros del público así como la administración e
inversión de los mismos, actividad de alto impacto social que conforme al artículo
335 Superior, “solo pueden ser ejercidas previa autorización del Estado, conforme a la
ley…”. Añade que las funciones de inspección, control y vigilancia de esta
actividad compete a la Superintendencia Financiera, entidad que para autorizar el
desarrollo de este tipo de actividades, existe el cumplimiento de sendos requisitos
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
previos y además el cumplimiento permanente de exigencias de revelación
contable y financiera, requerimientos de orden patrimonial, de solvencia, de
liquidez, encajes, entre muchos otros, en aras de asegurar la estabilidad, seguridad
y confianza de las entidades vigiladas. Además, señala que la captación masiva de
dineros del público sin contar con una autorización, constituye un delito tipificado
en el Decreto 2920 de 1982.
Señala que el Municipio no contaba con facultades para el cierre preventivo de los
establecimientos de comercio en los cuales se desarrollaban actividades de
captación ilegal de fondos del público y fue solamente hasta la expedición del
Decreto 4335 de 2008 que esta situación cambió.
Seguidamente explica:
“… corresponde a la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales DIAN
dentro del marco de sus competencias, las actividades de inspección y
vigilancia establecidas por los artículo 684, 714, 717 y 368 del Estatuto
Tributario (…) adelantar investigaciones para verificar la exactitud de las
declaraciones y otros informes, así como para establecer la ocurrencia de
funciones que puede exigir del contribuyente o de terceros la presentación de
documentos que registren sus operaciones cuando estén obligados a llevar
libros registrados, ordenar la exhibición y el examen parcial de libros,
comprobantes y documentos de los contribuyentes legalmente obligados a llevar
contabilidad y en general efectuar todas las diligencias necesarias para la
correcta y oportuna determinación de los impuestos. Así mismo, el artículo
368 del Estatuto Tributario faculta a la entidad para imponer sanciones por el
incumplimiento de obligaciones tributarias formales.”
Como medios exceptivos propuso los siguientes:
1) Falta de legitimación en la causa por pasiva. Explica que el Municipio no
contaba con facultades para intervenir a los establecimientos como los que fueron
depositarios de los recursos de los demandantes, previamente a la expedición del
decreto 4333 de 2008.
2) Inexistencia de la obligación indemnizatoria a cargo del municipio de Pasto.
Explica que la obligación de vigilancia y control de la actividad financiera en las
épocas en que sucedieron los hechos de la demanda, estaba a cargo de la
Superintendencia Financiera.
3) Culpa atribuible a “la parte actora”. Señala que en tanto la captación de dineros
del público, se hizo con la aquiescencia de los hoy demandantes a cambio de
ganancias exorbitantes, “corresponde a ellas asumir los riesgos que esa actividad
acarreaba, con las graves consecuencias conocidas y todo como consecuencia del ejercicio
irresponsable de una actividad de captación masiva y habitual de recursos del público, sin la
debida autorización para el efecto.”
4) Inexistencia del daño antijurídico atribuible al Municipio de Pasto. Explica
que los responsables del daño irrogado, en caso de que este se compruebe, se
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
desprende de la actuación de quienes recibieron los dineros y no los devolvieron,
más no del actuar de la administración del ente territorial.
1.3.11. La contestación de la Procuraduría General de la nación.
Dentro del término legal para el efecto, la Procuraduría General de la Nación,
descorre el traslado de la demanda, oponiéndose a todas las pretensiones de la
demanda.
Para ello, señala respecto a los hechos de la demanda, lo siguiente:
- Respecto a los hechos 1, 2, 3, 4, 6, 9, 13, 14, 15, 19 y 22, estima que no le constan y
que por tanto deben probarse.
- Respecto a los hechos 5, 7, 8, 11, 16 y 24, estima que no son hechos.
- Respecto a los hechos 10, 12, 20 y 21, considera que son descripciones jurídicas de
las facultades de varios de los entes demandados, en tanto que los hechos 17 y 18
se cuestiona si son hechos o afirmaciones.
- Finalmente, respecto del hecho 23, considera que es de conocimiento público la
constitucionalidad de los decretos de emergencia social que el Gobierno Nacional
expidió a raíz de la crisis desatada por las captadoras.
Como excepciones propuso:
1) Ineptitud de la demanda. Explica que el acápite del concepto de la violación no
es coherente con lo exigido con la ley, en tanto se cita varias normas
constitucionales pero no se explica en qué consistió la trasgresión del accionar de
las autoridades demandadas.
2) Falta de Competencia. Señala que la cuantía de la demanda excede el monto
máximo legalmente impuesto como límite de la competencia por este factor para
los Jueces Administrativos del Circuito.
3) Inexistencia de nexo causal entre el hecho y el daño. Explica que a la
Procuraduría no tenía facultades legales y constitucionales para actuar contra el
fenómeno de captadoras, mal podría asignársele a esa entidad responsabilidad en
el daño irrogado, por lo que no existe nexo de causalidad entre éste y una presunta
falla del servicio.
1.3.12. La contestación del Departamento Administrativo de la Presidencia de la
República.
Esta entidad, presentó en forma extemporánea su contestación.
1.3.13. La contestación del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
Esta entidad, presentó en forma extemporánea su contestación.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
1.3.14. La contestación de la Fiscalía General de la Nación.
Esta entidad, presentó en forma extemporánea su contestación.
1.4.
ALEGATOS DE CONCLUSIÓN Y CONCEPTO DEL MINISTERIO
PÚBLICO.
1.4.1. Los alegatos de conclusión de la parte demandante.
En el término legal para el efecto, la parte demandante presentó sus alegaciones de
cierre en las que básicamente adujo:
Estima que en efecto se presentó el hecho de la captación masiva y habitual de
dinero en el Departamento de Nariño y que desde el momento en que estas
captadoras empezaron con su actividad, hasta la expedición del Decreto 4333 de 17
de noviembre d e2008, ya habían pasado diez años para el caso de DMG y siete
años para el caso de DRFE.
Añade que como efecto de la liquidación de estas entidades, a los afectados se les
devolvió “unas sumas irrisorias” de dinero.
Explica:
“El Estado, representado, actuó o mejor intervino par a suspender y pretender
acabar con la situación descrita, pero actuó con demasiado tardanza, cuando el
daño estaba hecho, y lo peor del asunto es que también cuando intervino,
intervino de3ficnete y equivocadamente…”
Respecto al accionar de la Defensoría del Pueblo y a la Fiscalía General de la
Nación, señala que existió una tardanza injustificada en intervenir , pues en 10
años que funcionó DMG y en 7 que funcionó DRFE, estas entidades no aplicaron la
normatividad para proteger a la ciudadanía ni para imputar los delitos
correspondientes a los responsables de la captación.
Respecto de la actuación de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales,
estima que en el plenario se probó que las captadoras pagaron impuestos al Estado
y que además “es conocido que hubo fuga de capitales y ocultamiento o desvío de divisas”.
Similar situación señala en cuanto al proceder de la Superintendencia de
Sociedades, quien aduce haber publicado advertencias del riesgo de inversión al
público pero ya cuando DMG llevaba 10 años y DRFE llevaba 7 años de actividad.
Igualmente estima que sucedió lo mismo con la Superintendencia Financiera,
quien solo hasta el 8 días antes de la expedición de los decretos de emergencia
social, conminó a Carlos Alfredo Suarez a que “se abstuviera” de captar dinero del
público y devolviera los que ya había recibido.
Respecto al Alcalde Municipal de Pasto y la Policía, estima que la intervención de
los policiales “finalmente se convirtió en un robo”, y afirma que es un hecho notorio
que no requiere en el proceso prueba.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Añade que “el Estado fue muy corto, débil y equivocado en la parte coercitiva y que estas
medidas, como puede verse son adoptadas en el año 2008”.
Finalmente acota:
“Se trató por todos los demandados a toda costa de remendar lo que ya estaba
tan roto que no era posible hacerlo, de allí que el juzgador debe considerar que
si bien se dieron argumentos a favor del establecimiento oficial, los que desde
luego respeto en todas sus expresiones, éstos de ninguna manera logran
desvirtuar el sentido de la demanda, la que en síntesis es que el Gobierno como
representante del Estado no controló la desbordada situación no obstante ver en
sus calles a la multitud entregando sus bienes y recursos.
No es nuevo en Colombia que las autoridades o abusen o desconozcan que el
país nacional tiene una fe, unas creencias y todo lo que define al país nacional,
el que cada vez es más se retira o divorcia del país político. Este suceso, en
donde muchas personas pasaron de tener una vida digna para pasar a la
miseria no tiene ninguna justificación jurídica, excepción que se le apliquen
incisos o artículos que también violen la Constitución, como la no aplicación y
desconocimiento de la Constitución y la ley de todos los representantes de las
entidades demandadas.
La Carta establece que para la aplicación de la justicia se debe tener en cuenta
lo sustancial del asunto pro sobre todas las formalidades de ley, aquí hay que
tener en cuenta esto: lo sustancial.
Desde luego se presentaron excepciones por una parte y por otra varias
entidades demandadas solicitaron interrogatorios de parte a cada uno de los
demandantes los que desde luego se cumplieron por la actividad de la parte
demandante que ante el tema a analizar para mi criterio no conducen a la
esencia del proceso aunque si aportan datos de importancia; en cuanto a la
calidad de las personas interrogadas, a su situación económica, a lo que creían
y a la referencia que hacen de haber conocido a las autoridades invirtiendo,
dando registro, como el caso de la Cámara de Comercio, pagando impuestos y
otras especies que no es necesario citar.
La contradicción más grande que existe es que si bien el Departamento de
Nariño, sus gentes, quienes tradicionalmente han sido desconocidas por las
políticas nacionales, cuando se les muestra, como así sucedió que el estado
estaba presente en esas inversiones, lo creyeron, para luego darse cuenta que la
confianza legítima que tenían sobre el Estado fue invertida en su totalidad por
los agentes del mismo.
(…).”
1.4.2. Los alegatos de conclusión de la Dirección de Impuestos y Aduanas
Nacionales.
Esta entidad se reitera en los argumentos expuestos en la contestación de la
demanda. Añade que los responsables de su pérdida son los demandantes, ya que
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
“su pérdida obedece a su desmedida ambición de obtener ganancias exageradas en periodos
de tiempo muy cortos, pero sin medir las consecuencias de sus acciones.”
Explica que los demandantes deben demostrar la omisión de la entidad y la
relación de causalidad entre el daño y la falla, “hecho que brilla por su ausencia dentro
del escrito de la demanda. Los actores no aportan ninguna prueba idónea, concreta y eficaz,
que demuestre el daño ocasionado por las accionadas y sus pretensiones solo buscan obtener
del Estado una indemnización por una relación comercial particular que efectuaron con la
empresa PROYECCIONES DRFE de la cual ellos son los únicos responsables.”.
También estima que no existe daño causado por la DIAN, pues la demanda se
limita a exigir el pago de perjuicios sin explicar las irregularidades o ilegalidades
en las que incurrió esta entidad. Así, al no existir daño y omisión, tampoco puede
estimarse que existió relación de causalidad, para que se configure una
responsabilidad de la DIAN en estos hechos. Aduce que el daño irrogado no fue a
causa de la omisión de las autoridades Estatales y menos de la parte de la DIAN.
Finaliza estimando:
“La entidad que represento cumplió con su deber legal establecido en el Decreto
1071 de 1999, modificado por el Decreto 4048 de 2008, de administrar y
controlar los impuestos del orden nacional.
La Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, debía recaudar y cobrar los
impuestos pagados por la empresa PROYECCIONES DRFE, así como los
cancelados por las personas que realizaron actividades comerciales con dicha
sociedad, por tratarse de actividades de compra de bienes y servicios por lo que
los beneficiarios de las mismas estaban obligados al pago de los impuestos.
Para el caso en estudio, la DIAN CUMPLIÓ CON EL DEBER QUE LE
IMPONE LA Ley de administrar los impuestos del orden Nacional, por lo que
no pueden los accionantes ampararse en que invirtieron su dinero en la
empresa PROYECCIONES DRFE, debido a que la entidad cobró el valor de los
impuestos derivados de la actividad de la sociedad señalada que busca ocultar la
responsabilidad de los demandantes que quiere derivar del Estado un lucro
desproporcionado por una inversión que realizó bajo su propia responsabilidad.
El pago del tributo realizado por los demandantes es legal ya que la empresa
PROYECCIONES DRFE, actuaba como responsable de la retención en la
fuente y el IVA y tenían que retener al beneficiario de las tarjetas, los valores
correspondientes de sus impuestos a cargo.
Con las transacciones realizadas por los hoy demandantes en la empres
Proyecciones DRFE, se generaron impuestos a las ventas los cuales están
gravados atendiendo a los lineamientos legales tributarios y por ende la
Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales no tiene injerencia en posibles
perjuicios ocasionados porque de su parte no se ha hecho más que cumplir con
preceptos legales.
(…).”
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1.4.3. Los alegatos de conclusión de la Defensoría del Pueblo.
En el término para el efecto, el apoderado de la Defensoría del Pueblo descorre
traslado para alegar de conclusión, expresando que su representada no incurrió en
falta o falla del servicio, en tanto hasta la expedición de los decretos de emergencia
social, en esta entidad no se registró ninguna petición, queja o reclamación
solicitando la intervención de esta institución, para lo de su competencia. Añade
que a la Defensoría no le corresponde la inspección, vigilancia y control de las
entidades dedicadas al recaudo de dineros del público. Explica que la conducta
que irrigó los perjuicios, es “consecuencia de la actuación de un tercero”.
Considera:
“De una revisión del expediente se observa que los supuestos perjuicios de
orden material y moral que se reclaman en la demanda de la referencia, no
fueron causados por la Defensoría del Pueblo, porque la relación contractual
generada entre los afectados y las personas naturales o jurídicas recaudadoras
de dinero al público no son objeto de control defensorial. En otros términos los
perjuicios reclamados fueron causados por un tercero y no por la Defensoría del
Pueblo, configurándose así una falta de legitimación en la causa por pasiva
respecto a la Defensoría del Pueblo, por lo que no se debió vincular como parte
demandada a la Defensoría del Pueblo, pues se reitera que a la institución que
represento le corresponde la defensa de los derechos humanos y no la vigilancia,
inspección y control de los establecimientos bancarios y captadoras de dinero
del público como se le enrostra en el presente caso, pues tal competencia le
corresponde expresamente a otras entidades del Estado.”
Explica las funciones legalmente encomendadas a esta entidad en la Ley 24 de 1992
y en el artículo 282 Superior para finalmente acotar: “De lo expuesto anteriormente se
deduce que el Defensor del Pueblo a nivel nacional y los Defensores del Pueblo Regionales
no ejercen funciones judiciales o disciplinarias en lo que se refiere a la promoción y el
ejercicio de los derechos humanos. (…).”
1.4.4. Los alegatos de conclusión de la Nación – Congreso de la República Senado de la República.
Estando en término para el efecto, esta entidad descorre traslado para alegar de
conclusión, reiterándose básicamente en las disquisiciones expuestas en la
contestación de la demanda. Considera que en la demanda no se describe ningún
daño atribuible al Congreso. Añade que conforme lo disponen los artículos 113 y
114 Superiores, a esta entidad le compete hacer las leyes y ejercer control político
sobre el gobierno y la administración, no siendo competencia de esta entidad el
control y la vigilancia de las actividades financieras, consagradas en el artículo 150
ejusdem.
Partiendo de ese entendido aduce que el objeto de la demanda es “exterior” a la
actividad funcional de demandado, por lo que se deben negar las pretensiones de
la demanda.
1.4.5. Alegatos de conclusión de la Fiscalía General de la Nación.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
La Fiscalía General de la Nación, en el término legal para el efecto, descorre
traslado de alegatos de conclusión, manifestando que la entidad en comento no
tiene responsabilidad en los hechos del libelo genitor, en tanto no concurren
probatoriamente los elementos constitutivos de la responsabilidad civil
extracontractual del Estado. Igualmente estima que en este caso, la víctima está
alegando su propia culpa, por lo que se contravienen elementales principios del
derecho, como el de la buena fe debida, cuando los “ahorradores” han puesto en
situación de riesgo facilitando la defraudación de la que aducen ser afectados.
Por otra parte, señala que existe la responsabilidad de un tercero, específicamente,
los promotores de “las pirámides”, que no solo aceptaron el dinero, ofrecieron unas
ganancias increíbles, sino que además se evadieron con el dinero de los
“ahorradores”.
Seguidamente aduce:
“Además cabe preguntarse, si es legítimo el reclamo de los actores, quien
decidieron (sic) y conscientemente, a pesar de que las reglas de la experiencia lo
enseñaba, entregaron su dinero sin exigir ninguna garantía a cambio, a unos
absolutos desconocidos, y como consecuencia lógica, lo perdieron ante la
actuación maliciosa de aquellos, sin que por eso se pueda inferir nexo que
conecte dichos hechos con una responsabilidad directa de la Fiscalía General de
la Nación.”
Hace mención a las atribuciones constitucionales de la Fiscalía General de la
Nación contenidas en el artículo 250 Superior y estima que esta entidad no es la
encargada de controlar empresas captadoras de dinero, legales o ilegales, sino de
investigar la ocurrencia de conductas punibles que le sean puestas en
conocimiento, por parte, entre otros, de los ciudadanos. Situación contraria llevaría
al absurdo de entender que cualquier comisión de un delito es responsabilidad de
la Fiscalía.
Añade que el demandante debió poner en conocimiento de esta entidad las
situaciones irregulares y que pudieran constituir hechos punibles, para que ésta
hubiera podido investigarlas y si es del caso señalarlas ante un juez de la república.
En esa perspectiva, aduce que está frente al fenómeno de la falta de legitimación en
la causa por pasiva, pues el directo responsable del daño es quien captó los dineros
“y aún la misma actora que con su actuación se puso en situación de riesgo, debiendo
asumir las consecuencias de aquella”.
1.4.6. Alegatos de conclusión del Municipio de Pasto.
El Municipio de Pasto, presentó sus alegaciones de cierre, en las que se reitera en
las razones y argumentos presentados en la contestación de la demanda. Explica
que el Código de Régimen Municipal vigente a la fecha de los hechos que motivan
la presente demanda “imponía competencia a los Alcaldes para inspeccionar los
establecimientos públicos para que marchen con regularidad”, mas esta competencia no
es extensiva para intervenir controlar y sancionar la captación no autorizada.
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1.4.7. Alegatos de la Superintendencia Financiera.
En el término legal para el efecto, la Superintendencia Financiera descorre traslado
y alega de conclusión reiterándose en la postura asumida en la contestación de la
demanda.
Respecto de las pruebas del daño supuestamente irrogado, señala:
“Los accionantes allegaron copias auténticas de los “recibos” que aducen que
les fueron entregados en el enunciado establecimiento de comercio. Frente a
estas documentales en términos generales debe resaltarse lo siguiente:
- En ninguno de los casos aparece impuesta la firma de las personas que ahora
obran como demandantes.
- Existe disparidad en torno a la definición de la naturaleza del negocio respecto
del cual dicen haber entregado dinero, pues en unos casos se aduce que se trata
de un “aporte” y en otros se indica que es una “inversión”, sin embargo, no se
señalan las condiciones del negocio soporte de ese intercambio de dinero.
- Respecto de la definición del responsable de la devolución de los recursos, en
algunos casos aparece el nombre de diferentes personas naturales, sin apellido,
en otros casos se registró una firma, sin que sea posible establecer por quién fue
impuesta y en otros casos se impuso un sello.
- Del material probatorio señalado no puede inferirse con certeza si fueron los
accionantes quienes directamente entregaron dineros a Proyecciones DRFE,
como tampoco es posible establecer cuál fue la causa y fines del supuesto
negocio que aducen celebraron con Carlos Alfredo Suarez, es más, si se verifica
la literalidad de los documentos que se allegan como prueba del daño se reitera
que los mismos no aparecen suscritos por los demandantes, a partir de lo cual
es viable concluir que en todos los casos un tercero realizó aportes a favor de los
demandantes, en Proyecciones DRFE o que DRFE entregó aportes en distintos
porcentajes a favor de los actores.
- Al analizar los documentos contentivos de los portes enunciados se observa
que las dos fechas relacionadas en los documentos son posteriores a la gestión
de avisos efectuada por la Superintendencia Financiera…
- Con los documentos allegados se hace aún más evidente la falta de certeza
respecto a la naturaleza y propósito del negocio jurídico origen de las
obligaciones reclamadas por los demandantes, máxime si se tiene en cuenta que
respecto de ese vínculo contractual la Superintendencia Financiera de
Colombia no tuvo ninguna injerencia.
(…)”
En lo atinente a la base de datos obtenida por éste Despacho explica que algunos
de los documentos de identidad de los demandantes “no guardan coincidencia” con
la información de la base de datos, de igual forma que los señores Rosa María
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Gutiérrez Colunge y Andrés Mauricio Insuasty no aparecen reconocidos en ningún
monto, así como tampoco aparece documento alguno que sustente los negocios
que la demanda describe se hicieron con DRFE. Finalmente, aduce que “en todos los
casos aparecen significativas diferencias respecto de los montos reclamados por los
accionantes, los reconocidos y los pagados”.
Respecto a los documentos relacionados con la entidad “DINERYA” aduce que
aparecen relacionados unas “facturas de venta”, que no reúnen los requisitos
legales para ser considerados como tales (Art. 774 CC.), resultando “imposible
establecer quién es la parte acreedora, quien es la deudora, o cuáles son las obligaciones que
se reclaman, entre otros situación que se hace más gravosa si se tiene en cuenta que la Ley
faculta al beneficiario del servicio a exigir del vendedor o prestador la formación y entrega
de una factura que corresponda al negocio causal y en este caso brilla por su ausencia…”.
En cuanto a los documentos allegados para demostrar las entregas de dinero a la
entidad Multinversiones Los Andes EU, explica que se trata de “contratos de
mandato” que se pactaron en forma libre y voluntaria y dentro de cuyas cláusulas
se pactó acudir a la jurisdicción civil previo a un trámite conciliatorio. En ese
orden, estima que no existe fundamento para que se pida desprender
responsabilidad del Estado, del resultado de una transacción meramente civil.
Sobre los documentos allegados para este mismo fin, pero en la entidad “MUNDO
DIVISAS FX EU”, señala que se trate de “COMPROBANTES DE AFILIACIÓN” con
una vigencia de 20 días “según estatutos y el cumplimiento de los requisitos exigidos”,
afiliación de la cual la Superintendencia Financiera no tuvo conocimiento, siendo
también desconocido si las partes cumplieron o no con los requisitos exigidos y
cuáles eran esos requisitos.
Acota:
“En conclusión, de cara a los documentos allegados se destaca que al analizar la
literalidad de los mismos, no puede obtenerse claridad sobre lo pretendido por
los demandantes, porque allí no se encuentran elementos suficientes respecto
del negocio jurídico que se habría celebrado, sus condiciones, términos,
obligaciones, etc., cuyo incumplimiento sería generador de lo que acá
indebidamente se reclama.”
Por otra expresa que la entrega de dineros de las que se desprenden los presuntos
perjuicios, fueron realizadas con posterioridad a las fechas en las que la
Superintendencia Financiera publicó sendos avisos advirtiéndole al público sobre
los riesgos de entregar sus dineros a estas entidades.
Por otra parte, trae a colación las actuaciones administrativas adelantadas contra
varios funcionarios públicos por parte de la Procuraduría General de la Nación,
explicitando que como resultado de las mismas, no se encontró que ellos hubieran
cometido faltas disciplinarias en el desarrollo de sus funciones de control y
vigilancia de las entidades.
También remembra la sentencia penal proferida por las autoridades judiciales en
contra del Señor Carlos Alfredo Suarez a título de coautor del delito de captación
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
masiva y habitual de dineros, en concurso heterogéneo con el delito de lavado de
activos, lo que le implicó una sentencia de 85 meses de prisión y una multa de
7.043 salarios mínimos legales mensuales vigentes. Seguidamente explica:
“En conclusión, con la providencia analizada se demuestra que fue el actuar
delictivo del señor Carlos Alfredo Suarez el hecho que generó los prejuicios en
cabeza de las personas que celebraron negocios en el establecimiento que
comercio denominado Proyecciones DRFE, sin que dicha situación sea
imputable por vía administrativa a las entidades del Estado.”
Igualmente, señala que respecto a la entrega de dineros a DMG Holding S.A.,
también obra sentencia penal declarándo responsable de los delitos de lavado de
activos agravado y captación masiva y habitual de dineros, al señor David Murcia
lo que le significó una condena de 30 años de prisión.
Por otra parte explica que en el plenario se demostró la concurrencia de la
excepción de culpa exclusiva de la víctima, en tanto se constató que los afectados
no tuvieron la prudencia elemental de al menos requerir información a las
autoridades competentes, sobre los riesgos que implicaba entregar sus dineros a
estas entidades. Adicional a ello, se tiene que esta entidad gestionó publicaciones
en las que advertía sobre el riesgo que asumían quienes entreguen el dinero a las
captadoras, mismas que van desde el 23 de diciembre de 2006, hasta el 29 de abril
de 2008, es decir previo a los depósitos efectuados por los hoy demandantes.
Analiza cada uno de los interrogatorios de parte practicados durante el trámite del
proceso; estima que quienes no concurrieron a esta diligencia incurrieron en la
figura de la “confesión tácita” y finalmente señala:
“Verificado cual es el problema jurídico a esclarecer dentro de la presente litis,
y una vez analizados los elementos de prueba arrimados por las partes, es dable
concluir que tal como se indicó en el escrito de contestación, sin lugar a duda la
Superintendencia Financiera de Colombia demostró su actuar diligente y
oportuno siempre dentro del marco legal vigente para la época de los hechos,
con miras a encarar el fenómeno de la captación masiva y habitual de dineros
del público; de allí que resulte inadmisible endilgarle omisión alguna en el
ejercicio de sus funciones, pues tal y como aparece plenamente demostrado, mi
representada desplegó una intensa actividad no solo para verificar la conducta
de tales personas captadoras, sino para advertir sobre los riesgos que pudieran
devenir de entregar dineros a quienes no estuviesen autorizados para captarlos.
Al tenor de lo esbozado, ha de reiterarse que no existe responsabilidad
imputable a la Superintendencia Financiera de Colombia de cara a los
perjuicios alegados por los demandantes, a partir de la supuesta omisión en el
ejercicio de sus funcione frente a las actividades desarrolladas por captadoras
no autorizadas de dinero; pues tal como se verificó en el plenario, a partir del
estudio de las pruebas obrantes en el expediente provenientes de las partes y
allegadas al Despacho por diferentes medios de comunicación y demás
autoridades, se demostró, de un lado, la diligencia con la que la
Superintendencia Financiera de Colombia, actuó respecto a la novedosa y
sofisticada modalidad de captación no autorizada que se desplegó, todo ello en el
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
marco de las funciones constitucional y legalmente otorgadas antes de la
declaratoria del estado de emergencia social y de otro, la absoluta negligencia
del demandante en el desarrollo de sus negocios.
En resumen, (i) la Superintendencia Financiera, no conoció solicitud de
autorización por parte de los propietarios o representantes legales de ninguna
captadora no autorizada de dineros, y por ende no aprobó su funcionamiento,
razón por la cual, las captadoras involucradas en esta acción no se encontraban
sujetas constitucional y legalmente a la vigilancia e inspección de mi
representada; (ii) aún cuando el marco legal, como quedó explicado
anteriormente resultaba insuficiente, en cumplimiento a las funciones propias,
la Superintendencia Financiera no solo intervino a captadoras como
Proyecciones D.R.F.E. y DMG y adoptó las medidas administrativas
mencionadas, sino que también propendió por alertar al público en general
sobre los riesgos de invertir en las organizaciones dedicadas a ejercer tales
actividades como DINERYA, Multinversiones E.U, etc.; (iii) fueron los
demandantes quienes omitieron las medidas mínimas de precaución y cuidado
previas a la entrega de sus dineros, haciendo inclusive caso omiso a las
advertencias elevadas por las autoridades del Estado y finalmente, (iv) el
eventual y presunto daño que se aduce, fue causado por las diferentes
captadoras no autorizadas de dineros del público y su resarcimiento debe
intentarse por las vías legales adecuadas (dentro del trámite de la liquidación
judicial de la citada captadora o en la acción penal pertinente en calidad de
víctima.).
De acuerdo con lo anterior, no es posible importar la existencia de un hecho
dañino, que sea censurable a mi representada, de tal suerte que si los
accionantes se consideran afectados por presuntamente haber entregado dinero
en distintas captadoras, ese eventual daño no tiene como origen ni fundamento
una acción u omisión de la Superintendencia Financiera de Colombia.
Contrario a lo afirmado por la parte actora, en el proceso se ha comprobado, que
fue su propio actuar al perseguir un incremento extraordinario de sus
patrimonios sin desplegar la carga de cuidado y de diligencia que la entrega de
dineros a un tercero demanda, quienes de manera aventurada asumieron un
riesgo latente incurriendo por ello en una de las causales que tienen el poder de
romper el nexo causal entre el hecho y el daño base de la responsabilidad, que es
la CULPA EXCLUSIVA DE LA VÍCTIMA, pues fue la unilateral y
voluntaria intención de los demandantes de entregar ese dinero la que provocó
el deterioro patrimonial que ahora sin fundamento jurídico válido pretenden
imputar a las Entidades demandadas.
(…).”
1.4.8. Alegatos de conclusión del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
En el término legal permitido, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo
descorre traslado para alegar de conclusión, ratificando que se opone a la
prosperidad de las pretensiones. Para ello expone que los demandantes
entregaron recursos a captadoras no autorizadas de manera voluntaria y personal,
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
asumiendo el riesgo correspondiente y con el fin de obtener “exagerados
rendimientos”, para lo cual se acordó una transacción con la citada captadora ilegal.
Añade que esta entidad no tiene injerencia en la vigilancia, control y sanción de
entidades que ilegalmente se dedicaron a la captación masiva y no autorizada de
dineros del público, pues sus funciones legales se limitan a lo impuesto en el
Decreto 210 de 2010. Señala que mediante decisión administrativa de 6 de
diciembre de 2011, la Procuraduría General de la Nación absolvió a los
funcionarios de esta entidad de responsabilidad disciplinaria en los hechos de
captación masiva y habitual de dineros del público por parte de personas naturales
y jurídicas no habilitadas para ello, al hallarse desvirtuados los cargos formulados
y determinarse que no incurrieron en faltas graves y gravísimas por omisión en el
cumplimiento de sus funciones.
Estima que:
“En el proceso de la referencia se configuran las excepciones de: FALTA DE
LEGITIMACIÓN EN LA CAUSA POR PASIVA; AUSENCIA DEL
DOCUMENTO QUE ACREDITE EL CARÁCTER CON QUE SE
PRESENTA AL PROCESO; FALTA DE COMPETENCIA POR
AGOTAMIENTO DE JURISDICCIÓN; INEXISTENCIA DE LOS
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE LA RESPONSABILIDAD;
INEXISTENCIA DE UN DAÑO CIERTO; INEXISTENCIA DE DAÑO
ANTIJURÍDICO POR CUANTO LA PARTE DEMANDANTE SE
EXPUSO VOLUNTARIAMENTE A LOS PERJUICIOS; INEXISTENCIA
DE NEXO CAUSAL ENTRE EL SUPUESTO DAÑO Y LA ACCIÓN U
OMISIÓN DE LA AUTORIDAD PÚBLICA DEMANDADA; HECHO DE
UN TERCERO; INIMPUTABILIDAD DEL DAÑO JURÍDICO AL
DEMANDADO; INEXISTENCIA DE OMISIÓN O FALTA ATRIBUIDA
AL DEMANDADO; AUSENCIA DE BUENA FE EXENTA DE CULPA Y
CREADORA DE DERECHOS; ACTUACIÓN JUSTIFICADA DEL
ESTADO, CONFORME A LA LEY; PETICIÓN ANTES DE TIEMPO;
IMPOSIBILIDAD JURÍDICA DE ATRIBUIR RESPONSABILIDAD AL
ESTADO POR EL HECHO GENERADOR DEL PERJUICIO
DEMANDADO; RIESGO
INHERENTE A LOS
NEGOCIOS
FINANCIEROS; CORRELACIÓN DEL RIESGO FRENTE A LA TASA DE
TORNO PROMETIDA Y CARÁCTER ALEATORIO DE LO
CONTRATOS SUSCRITOS; ACTUACIÓN DILIGENTE DEL ESTADO
PARA LA DEVOLUCIÓN DE LOS DINEROS POR PARTE DE
QUIENES TENÍAN DICHA OBLIGACIÓN; INEXISTENCIA DE LA
OBLIGACIÓN DEL ESTADO DE DEVOLVER LOS DINEROS.” (sic)
Añade que analizando la prueba documental, se observa que en varias
oportunidades y medios de comunicación como RCN radio y TV, Caracol TV,
diario El Tiempo, entre otros, y antes de que se registrara la entrega de los recursos
de los demandantes a unos terceros, la Superintendencia Financiera advirtió en
forma oportuna al público el riesgo que implicaba entregar recursos económicos a
terceros no autorizados para el efecto. Por ello, concluye que los demandantes
asumieron el riesgo que esta transacción implicaba, máxime cuando la
contraprestación ofrecía rendimientos fuera de toda lógica financiera.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Aduce también que se equivoca el demandante en cuanto al funcionamiento de la
Ventanilla Única de Comercio Exterior, en tanto éste solamente coordina la gestión
interinstitucional para el funcionamiento de la VUCE, en el cual intervienen 18
entidades, “las cuales según sus propias competencias, otorgan los correspondientes vistos
buenos para operaciones de importación y exportación, por tanto, una vez la entidad
competente otorgue la autorización previa, el Mincomercio aprueba el registro o la licencia
de importación según el caso”, conforme lo ordena el decreto 4149 de 2004. Sobre la
exportación de bienes, señala que las autorizaciones, registro y control es efectuado
por la DIAN y la VUCE actúa como medio informático para facilitar la operación,
por lo que es “inexacto y equivocado que al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo
se le endilgue responsabilidad frente al manejo de la “exportación de capitales a través de la
VUCE, puesto que la Ventanilla Única de Comercio Exterior no fue creada para efectuar
tales controles.”
Analiza los interrogatorios de parte recaudados en el trámite probatorio estima que
“los actores omitieron las medidas mínimas de precaución y cuidado previas a la previas a
las entrega (sic) de sus dineros, (…) pues hicieron caso omiso de las advertencias elevadas
por las autoridades del Estado. El daño que aduce, fue causado por terceros, esto es, por las
citadas captadoras no autorizadas para recibir del público a quienes los actores entregaron
sus dineros prevalidos en un deseo ambicioso de recibir ganancias exorbitantes, con lo cual
se configura la culpa exclusiva de la víctima al obrar de manera negligente en la realización
de negocios personales con empresas no autorizadas para captar recursos del público.”
1.4.9. Los alegatos de conclusión de la Cámara de Representantes.
En el término para el efecto, la apoderada de la Cámara de Representantes
descorre traslado de alegatos de conclusión, reiterándose en las disquisiciones
expuestas en la contestación de la demanda, así como en su oposición categórica a
la prosperidad de las pretensiones elevadas.
Para ello analiza los elementos de la responsabilidad extracontractual del Estado
para estimar que no se configura falla alguna por parte de esa Corporación
legislativa. Explica que conforme a lo prescrito en el artículo 154 y sub siguientes
de la Constitución, las leyes deben hacerse a raíz de iniciativa presentada por los
miembros del Congreso, por el Gobierno Nacional, por las entidades descritas en el
artículo 156 Superior o por iniciativa popular. De ahí concluye que al no poderse
hacerse leyes sin el cumplimiento de los requisitos establecidos en el mentado
artículo y en el artículo 157, “no existe daño ni causado por el Congreso de la República
ni por omisión legislativa”. Señala que la omisión legislativa se presenta:
“1 Cuando el Congreso de la República se hubiese abstenido de expide una
norma encaminada a ejecutar un deber concreto establecido por el
constituyente.
2. Cuando expide una ley que si bien desarrolla un deber impuesto por la
Constitución, favorece a ciertos sectores y perjudica a otros.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
3. Cuando se haya adoptado un precepto que corresponde a una obligación
constitucional pero excluye expresa y tácitamente a un grupo de ciudadanos de
los beneficios que otorga.”
Finalmente señala:
“Visto lo anterior, concluyo entonces que no se dan los presupuestos para la
responsabilidad del Estado tales como existencia y prueba del daño antijurídico
en cabeza del Congreso de la República (Cámara de Representantes) y los
hechos señalados por el demandante. De otra parte la relación funcional del
Congreso (Cámara de Representantes) no tiene relación con las actividades de
las Pirámides existiendo falta de legitimación en la causa por pasiva, porque el
Congreso de la República no fue el causante directo ni indirecto del daño, este
no ha sido identificado por el actor tampoco existió culpa, dolo actividad
peligrosa, falla del servicio, ruptura del equilibrio de las cargas públicas.”
1.4.10. Los alegatos del Departamento Administrativo de la Presidencia de la
República.
En término para alegar, el Departamento Administrativo de la Presidencia de la
República presenta memorial en el que se reitera en los argumentos expuestos en
etapas procesales anteriores.
Además señala la irregularidad presentada en los poderes, los que considera que
solamente se dirigían por ante el Ministerio Público y no ante la autoridad judicial
competente.
Explica que esta entidad no tiene responsabilidad en el daño alegado, toda vez que
“no existe nexo causal entre éste y la supuesta falla del servicio, no solo porque la parte
actora no logró demostrar de qué manera todas y cada una de las entidades demandadas
incumplieron algún deber legal con ocasión de la captación de dineros del público sin
autorización legal…”
Arguye que existe “falta de legitimación en la causa por pasiva” en tanto el
Departamento Administrativo de la Presidencia de la República, o era el encargado
de desplegar el control, vigilancia e inspección de las entidades dedicadas a la
captación masiva de dineros del público. Para llegar a esta conclusión, esgrime,
entre otros argumentos, el principio de legalidad consagrado en el artículo 121
Superior. Añade que quienes entregaron sus recursos a terceros legalmente no
habilitados para la actividad financiera y bursátil, son quienes se expusieron al
daño irrogado, y por tanto responsables de su actuar.
Reitera que las entidades estatales a cargo, advirtieron con antelación y en
reiteradas ocasiones sobre los riesgos que implicaba confiar los recursos propios a
este tipo de entidades conocidas como “captadoras” o “pirámides” y quienes
conscientemente y obviando las advertencias hechas, asumieron el riesgo ante el
ofrecimiento de exorbitantes réditos, a través de novedosos esquemas de captación
que se mimetizaron en diversas modalidades de negocios.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Así, acota que “en el ejercicio de la actividad financiera, el Estado no es garante del éxito
de las operaciones que ejecuten los usuarios del sistema sino que las personas que operen en
él observen los principios y normas que lo rigen”. Enfatiza en los elementos
estructurantes de la responsabilidad civil extracontractual del Estado y concluye
que no se presentó prueba idónea del presunto perjuicio alegado, pues el negocio
que devino en la pérdida del dinero de los accionantes, fue producto de un
acuerdo libre y con aceptación de la voluntad de los hoy demandantes, ante la
expectativa de prontos y extraordinarios rendimientos, que al final resultaron
avalando “afiliaciones”, “aportes”, compra de “tarjetas”, “inversiones”, o
“mutuos”. Por tanto, la pérdida sufrida, es consecuencia del “riesgo que libre,
voluntaria y conscientemente asumieron por relegar todo el deber de cuidado y diligencia en
el manejo de su dinero, pues a pesar del conocimiento cierto que tenían del simulado
negocio bajo el cual se mimetizó la captación de recursos sin autorización legal, acudió, no
dudaron en prestar su consentimiento con tal de procurarse los rendimientos prometidos;
negocio en el que obraron con tal incuria, al punto que ni siquiera pudieron explicar los
términos contractuales del mismo. Luego y como el albur de pérdida derivó en esa tratativa
contractual que se mimetizó bajo sofisticados y novedosos esquemas, no es el Estado a
través de las entidades demandadas quien deba servir de garante de un negocio, que como
ellos lo reconocen en el hecho 1 de la demanda, se hizo en el marco de un acuerdo de
voluntades.”
Explica que no se demostró el obrar permisivo u omisivo de esta entidad, ni el
incumplimiento de sus funciones. Además, señala que las funciones de control,
vigilancia e inspección a las entidades que ejercen actividad financiera, no es de
competencia del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República.
Cita precedente jurisprudencial contenido en la sentencia C-993 de 2006, que
aborda el concepto de autonomía de la voluntad privada y el principio de libertad
de empresa para concluir que no está demostrada la supuesta inexistencia de
referente normativo frente a la actividad financiera relacionada con la captación de
recursos del público, al estar reglamentado desde la propia Constitución nacional
la libertad negocial y económica.
Como material de prueba de sus aseveraciones, explica que debe tenerse en cuenta
las condenas penales por delitos de captación masiva e ilegal de dineros del
público impuestas a los propietarios de las “captadoras”. También explica que las
autoridades actuaron oportunamente interviniendo a las entidades que
irregularmente captaban dineros del público, por lo que no puede alegarse que
éstas hayan omitido la concreción de sus deberes jurídica y legalmente exigibles.
Señala por otra parte, las decisiones administrativas proferidas por la Procuraduría
General de la Nación, en tanto disciplinariamente se absolvió a varios funcionarios
del orden estatal contra quienes se elevaron cargos por presuntas faltas
disciplinarias al haber permitido “la proliferación de las captadoras ilegales”.
Recalca que la existencia de los registros en Cámara de Comercio de las entidades
que recibieron los recursos del público en forma irregular, no es óbice para
desprender responsabilidad de las entidades estatales, pues en los objetos sociales
registrados, no se incluyó la actividad financiera, cuestión que se mimetizó en
otras actividades como las comerciales, de importación y exportación.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
1.4.11. Los alegatos de conclusión de la Procuraduría General de la Nación.
En el término legal para el efecto y por conducto de su apoderada judicial, la
Procuraduría General de la Nación, descorre traslado de alegatos de conclusión
reiterando su oposición a la prosperidad de las pretensiones de la demanda, así
como los fundamentos expuestos en la contestación de la demanda.
Explica que conforme lo determina el decreto 262 del año 2000, la Procuraduría
carece de competencia para vigilar a sociedades en este giro de negocios, de donde
se desprendería una falta de legitimación en la causa por pasiva. Añade que no
obstante lo anterior, manifiesta que la entidad que representa estuvo atenta al
transcurrir de los acontecimientos, al punto que adelanta investigación
disciplinaria a funcionarios de la Superintendencia Financiera de Colombia y crea
una comisión especial con el fin de verificar las acusaciones hechas a los diferentes
funcionarios del Estado, realiza varias visitas o inspecciones a partir de noviembre
de 2008.
Adicionalmente, señala los perjuicios que se pretenden como base de
indemnización tienen origen en el propio accionar de los afectados, “quienes no
adoptaron las medidas necesarias para el adecuado manejo y control de sus ahorros, pues
debido a su negligencia y descuido y lo ilegal del actuar (…), fue que pudieron
eventualmente sufrir un daño, que en nada como se ha explicado podría endilgársele al
Estado.”
1.4.12. Los alegatos de la Superintendencia de Sociedades.
En el término para el efecto, la Superintendencia de Sociedades descorre traslado
para alegar de conclusión, reiterándose en los argumentos expuestos en etapas
procesales anteriores.
Señala entonces que las facultades legales que para el control y vigilancia de la
captación de recursos del público ostentaba esta entidad al momento en que se
presentaron los hechos de la demanda, era limitada por el Decreto 1981 de 1998 y
el artículo 108 del Estatuto Orgánico del Sistema Financiero, pues os mismos
“estaban estructurados a partir de la verificación de un número de obligaciones para con el
público no superior a 20 y a partir de obligaciones registradas en los estados financieros en
función de la proporción de obligaciones para con el público – patrimonio de la empresa
captadora.”
Explica que la captación “fue hábilmente disfrazada” en operaciones de venta de bienes y
servicios, constitutivos de fraude a la ley y abuso del derecho, en perjuicio de terceros,
eliminando la posibilidad jurídica de establecer la captación no autorizada prevista en los
supuestos de hecho de las normas vigentes hasta el momento.” Añade que estos
establecimientos no tenían contabilidad que permitiera regular dichos negocios,
actuando en la informalidad y el desorden, cuestión que dificultó sustancialmente
la verificación de los presupuestos de la conducta prohibida en la legislación
vigente para la época.
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Cita a apartes de las consideraciones del decreto de emergencia social que habilitó
la intervención de las entidades captadoras no autorizadas de los dineros del
público, y estima que la Superintendencia de Sociedades es un organismo técnico
adscrito al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, mediante el cual el
Presidente de la República ejerce las funciones administrativas de inspección,
vigilancia y control de las sociedades mercantiles, de conformidad con lo dispuesto
por los artículos 82 y siguientes de la ley 222 de 1995, el Decreto 1080 de 1996 y el
Decreto 4350 de 2006. Así mismo, aduce que previo a la declaratoria de
emergencia social declarada con el Decreto 4333 de 2008, esta Superintendencia
solo tenía atribuciones para verificar que en desarrro0llo de su objeto social no
desbordara su capacidad jurídica, es decir que no ejercieran actividades ajenas a su
objeto social.
Sin embargo, con la expedición de los Decretos Legislativos 4334 y 4333 de
noviembre de 2008, esta entidad recibió facultades “extraordinarias y novedosas”,
que permitieron un accionar eficaz que erradicó las prácticas no autorizadas en
todo el territorio nacional.
Por otra parte señala que el daño no es cuantificable, cierto y aún no se puede
estimar que es consolidado, razón por la que el perjuicio termina siendo hipotético
y no indemnizable, en tanto no se ha allegado prueba de que ellos han tomado
parte en los procesos liquidatorios de las entidades intervenidas por captación
irregular de dineros del público.
Reitera su postura respecto a la configuración de la causal de exoneración de la
responsabilidad consistente en “hecho o culpa exclusiva de las víctimas”. Sobre el
punto aduce: “La responsabilidad por la entrega de dineros a organizaciones no
autorizadas para tal fin se debe predicar en primer orden de aquellas personas que ante la
posibilidad de una ganancia exorbitante asumieron libremente la decisión de intervenir sus
dineros en organizaciones ilegales, más cuando ya habían sido advertidas de la existencia de
tales entidades y de los riesgos de las operaciones que ellas ejecutan.”
También recalca en la existencia de la causal de exoneración de responsabilidad de
“hecho de un tercero, pues considera que “los perjuicios, si llegaren a existir, no fueron
ocasionados por las entidades públicas demandadas, sino por los entes captadoras no
autorizados, dedicados bajo atizadas operaciones al ejercicio de captación ilegal o no
autorizada y como tal, es el agente activo del eventual daño y el pasivo de su
resarcimiento.”
Itera que sus funciones administrativas no incluían el control y vigilancia de
establecimientos de comercio, sino sobre sociedades comerciales, naturaleza
jurídica que no es compatible con la que fundamentaron entidades como DRFE y
Dinerya que eran establecimientos de comercio.
Seguidamente analiza los elementos de la voluntad y aduce:
“En este orden de ideas, la voluntad tuvo de las partes como elemento subjetivo
la intención de engañar (pagar y obtener intereses fuera del mercado bancario)
y como elemento objetivo o material, las maniobras, maquinaciones, artilugios
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
que llevan al engaño, o lo que es igual, la forma de realizar el engaño. Aquí
cabría preguntarse si ¿existe causa y objeto lícitos? (sic)
Frente a la prédica de un eventual descalabro financiero del que pudieron haber
sido objeto el grupo de personas demandantes, el mismo no fue resultado de la
falta de control a las actividades de captación, sino consecuencia de las argucias
de las captadoras ilegales, sin que efectivamente estuvieran autorizados válida
y legalmente para realizar este tipo de operaciones y de la camaradería para con
ellas por parte de los accionantes.
Y como no puede ahora venir a alegar a su favor su propia culpa, se rompe el
nexo causal entre el hecho de la mal denominada inversión y el daño que dicen
los demandantes haber sufrido, por lo que no es el Estado quine debe probar
nada.
(…).
Y tampoco se puede hablar de error común, pues para que el mismo tenga
eficacia normativa se requiere: 1) que se trate de un error colectivo y 2) que sea
invencible, es decir, que hasta las personas más prudentes lo habrían cometido.
(…).
En resumen, no se dan los presupuestos de la responsabilidad como quiera que:
- No existió falla en el servicio, es decir, hecho algunos objetos de reproche
atribuible a la demandada. Es más, dentro d las facultades que tenía antes de a
decretarse el estado de excepción, la misma actuó conforme a derecho.
- Inexistencia de daño o perjuicio que dicen haber sufrido los actores por ese
hecho dado que la pérdida se debió a su decisión voluntaria de invertir dineros
en captadores ilegales bajo el sofisma de acrecentar sus recursos con base en
utilidades exorbitantes.
- Inexistencia de una relación de causalidad entre los dos anteriores, o sea que
el perjuicios que dicen haber sufrido no tiene como consecuencia cierta e
inevitable del hecho perjudicial imputado a la administración.
Por tanto, no puede pretender que a través de un proceso como este, el estado
devuelva a los demandantes las sumas de dinero que entregaron a las
captadoras ilegales en tanto que mediante Decreto 4333 de 2008, el Gobierno
nacional estableció el procedimiento específico para tal efecto. Es claro que a
través del mencionado decreto el Gobierno declaró la Emergencia social al
amparo del artículo 215 de la Carta Política, y diseñó un procedimiento
especial de devolución de dineros, con fuerza de ley, gobernando por criterios de
devolución de orden público que no pueden ser administrados facultativa ni
discrecionalmente por la Superintendencia de Sociedades ni por el Agente
Interventor designado para el efecto.
Así las cosas, en el presente caso no se encuentra configurado el contradictorio
respecto a mi defendida, por lo que la pretensión de los demandantes de
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
endilgarle alguna responsabilidad a la misma carece de sentido y objetividad al
ser desvirtuada, pues no existe ninguna relación entre la omisión del
cumplimiento de las funciones de la Superintendencia de Sociedades con los
hechos dañosos y perjuicios que reclaman los accionantes.
(…).”
1.4.4. El concepto del Ministerio Público.
En el término para el efecto, el Señor Agente del Ministerio Público Delegado para
esta Jurisdicción, presentó su concepto de fondo sobre el asunto, en el que efectúa
el siguiente “concepto en estricto sentido”:
“Conforme a los argumentos expuestos y otorgando respuesta al problema
jurídico a tras planteado, esta Agencia Ministerial considera que dentro del
asunto bajo examen no se demostró la estructuración de falla del servicio por
omisión del deber de vigilancia, inspección y control de las entidades
demandadas, y que obligue a (…) indemnizar los prejuicios reclamados por el
grupo demandante.”
Para llegar a esa conclusión, hace un análisis de los argumentos de hecho y de
derecho expuestos en la demanda. Similar análisis hace de las contestaciones de
las entidades demandadas, de lo cual concluye que la Asamblea Departamental de
Nariño, el Congreso de la República, la DIAN, el Municipio de Ricaurte, el
Municipio de Pasto, el Ministerio de Industria y Comercio, la Cámara de Comercio
de Pasto, la Procuraduría General de la Nación, el Departamento Administrativo
de la Presidencia de la República, la Fiscalía General de la Nación, el
Departamento de Nariño, la Defensoría de Pueblo, la Superintendencia de
Industria y Comercio y la Superintendencia de Sociedades, no contaban con
facultades legales en lo que al control, vigilancia y regulación de la actividad
financiera se trata, razón por la no están habilitados para concurrir al proceso como
sujetos pasivos, y por lo que no es procedente declarar su responsabilidad en los
perjuicios irrogados a los demandantes.
Por otro lado, respecto a la Superintendencia Financiera considera:
“De acuerdo a la Ley 964 de 2005, que regula el mercado de valores, el Decreto
422 de 2006, el Decreto 4327 de 2005, el Decreto 663 de 1993, el Decreto 2739
de 1991, la Circular Básica Administrativa de 19 de 2000 (sic), artículo 66 de
la Ley 489 de 1998, la Superintendencia Financiera es un organismo que tiene
como funciones la inspección, vigilancia y control sobre las personas que
realizan actividades financiera, bursátil, aseguradora y cualquier otra
relacionada con el manejo , aprovechamiento o inversión de recursos captados
del público, de tal manera su competencia está dirigida a supervisar el sistema
financiero colombiano con el fin de preservar su estabilidad, seguridad y
confianza, así como promover, organizar y desarrollar el mercado de valores
colombiano y la protección de los inversionistas, ahorradores y asegurados.
Conforme lo que precede a la Superintendencia Financiera de Colombia le
asiste competencia para actuar como parte pasiva en el presente proceso, debido
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
a que dentro de sus funciones se encuentra asignada la de supervisar el sistema
financiero, así como vigilar el sistema de captación de recursos del público.”
Aborda el estudio del material probatorio recaudado para concluir que en efecto se
logra edificar convicción sobre la materialización del daño, consistente en la
pérdida de los montos de dinero de los demandantes, conforme a las cantidades
registradas en los “recibos” aportados al plenario.
Partiendo de ese punto aborda el estudio de la posible configuración de una falla
del servicio de parte de la Superintendencia Financiera, en tanto las funciones que
legalmente a ella le competen.
Sostiene que esta entidad, en ejercicio de sus funciones enfrentó las actividades de
captación ilegal de dineros del público haciendo uso de las herramientas y medios
que legalmente le competían, producto de lo cual expidió la Resolución No. 1778
de 11 de noviembre de 2008, por la cual se impuso medida cautelar contra Carlos
Suárez y sus establecimientos de comercio, Resolución No. 1634 del 12 de
septiembre de 2007 con la sociedad Grupo DMG SA, “ por medio de la cual se
ordenaba la suspensión de las operaciones financieras, la devolución de los dineros
y la presentación de un plan de desmonte del Grupo DMG S.A.
Adicionalmente, resaltó intervenciones como la declaratoria de emergencia social y
la información que por diversos medios de comunicación de difusión nacional y
regional con los cuales se dio aviso de “la ilegalidad de las operaciones realizadas por
las captadoras”, e incluso señala que actuó “por encima de su dificultad para
enfrentarlas, menoscabar y terminar con su objetivo enfocada en la recaudación de dineros
del público en forma ilegal, puesto que las mismas continuaron funcionando a través de
fórmulas aparentes, engañosas, que hicieron más compleja la tarea de represión del
Gobierno, sin embargo su desempeño fue tal , que finalmente se logró contrarrestar dicho
fenómeno”.
Analiza apartes de la sentencia C-1145-09 por medio de la cual se declaró exequible
el Decreto 4333 de 2008 que declaró la emergencia social a raíz del fenómeno de las
captadoras ilegales de dinero y apartes de la sentencia No. 051 de 29 de abril de
2003 expedida por el Juzgado Primero Administrativo Oral de Armenia (Quindío),
para colegir que:
“Pertinente es resaltar que las famosas captadoras ilegales, una vez liquidadas
continuaron desarrollando su objeto bajo diversas formas de operación,
logrando así disimular y/o aparentar la captación masiva de dineros, entre
otras, tenemos:
1) Se crearon sociedades regulares, aparentemente legales y con presunto
soporte legal de personas jurídicas, registradas en cámara de comercio,
dedicadas al ejercicio de actividades ilícitas, a través de la suscripción de
contratos de distinta naturaleza, mediante los cuales se ocultaba o buscaba
justificar la captación de recursos operando a través de supuestos negocios
jurídicos como ventas de bienes y servicios, contratos de cuentas en
participación de proyectos, entre otros los cuales constituían una ficción
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
jurídica y económica del negocio que pretendían demostrar frente al público y
las autoridades.
2) En algunos casos las diferentes captadoras de dinero desarrollaban sus
actividades en diversas localidades del país, por periodos cortos de tiempo, con
el objeto de no dejar rastro de sus actividades ilegales y eludir de este modo la
acción de las autoridades de supervisión, puesto que desaparecían físicamente
junto a las bases de datos consolidadas de los clientes, de tal manera que se
dificultó recaudación de la prueba de la captación ilegal.
3) Importante es recodar que no existió antes de la intervención estatal, por
parte de los clientes de las denominadas captadoras hoy demandantes queja
alguna que permitiera dilucidar con mayor facilidad y certeza la captación
ilegal. Tan solo hasta que se declaró el Estado de Emergencia Social y que la
Superintendencia actuara conforme a las atribuciones a ella conferida se inició
la formulación de quejas y/o denuncias por parte de los afectados, quienes sin
lugar a dilación o duda alguna dan cuenta de las empresas captadoras.
4) Que los depositantes y/o inversionistas asumieron una actitud voluntaria
que favoreció la captación ilegal, puesto que los mismos, mientras el captador
cumpla con los términos convenidos y el pago de los rendimientos acordados se
insiste omitieron brindar cualquier tipo de información a la entidad encargada
de dicha supervisión.
5) Las captadoras ilegales, actuaron entre otras cosas con una inscripción en el
RUT, y el pago de impuestos, situación esta que aparentó darles una
connotación de legalidad.
(…).
Ahora bien, resulta pertinente mencionar que no se le puede atribuir a la
Superintendencia Financiera, la omisión de deberes o funciones que no se
encuentran a ella asignados ni legal, ni constitucionalmente, pues de haber
contado tal entidad con las facultades suficientes para intervenir en cualquier
momento a estas entidades, no se hubiera tornado necesario la declaratoria del
Estado de Emergencia; de otro lado es preciso tener en cuenta los
inconvenientes derivados de la captación ilegal, obedecieron a una problemática
jurídica, económica y social que no contaba con herramientas suficientes y
necesarias para ser combatida de forma inmediata, puesto que las mismas no
funcionaron bajo un régimen financiero, sino que se crearon para el desarrollo
de supuestos objetos legales, de allí que si las mismas hubiesen captado recursos
del público bajo el régimen de un sistema bancario formal, le asistiera
responsabilidad a la superintendencia (sic) para con los depositantes.
Así entonces, las actuaciones adelantadas respecto al ejercicio0 ilegal de la
actividad financiera por parte de la Superintendencia Financiera, denotan un
alto grado de diligencia y eficiencia y de ello se deriva que en el sub júdice no se
configuró que le daño haya provenido de una acción u omisión de esta entidad
estatal.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Analizados los elementos anteriores, en criterio de esta Agencia del Ministerio
Público que permiten establecer claramente la no configuración de una falta o
falla del servicio por parte de la Superintendencia Financiera, contrario a ello,
la actitud voluntaria y pasiva asumida por los hoy demandantes al ir y
depositar sus dineros en las captadoras con la plena convicción de que serán
reintegrados en la fecha acordada junto a los rendimientos extraordinarios y
exorbitantes, ello obedeciendo simplemente a la concurrencia multitudinaria de
otros ciudadanos, dado la evidente congestión, largas filas varias sedes; así
como también las manifestaciones de sus vecinos y/o amigos de que dichas
entidades cumplían en pagar lo mencionado. Esto hace sin duda alguna que se
configure una causal excluyente de la responsabilidad radicada en la culpa
exclusiva de la víctima.
(…).”
Analiza los interrogatorios de los integrantes de la parte actora y finalmente acota:
“Acorde a lo expuesto, se concluye que las pretensiones de la demanda no están
llamadas a prosperar, en criterio de esta Agencia del Ministerio Público que de
las 16 entidades demandas tan solo una de ellas, tiene legitimación en la causa
por pasiva, siendo la Superintendencia Financiera, como organismo encargado
del control y vigilancia sobre la actividad financiera, sin embargo, esta no es
responsable de los perjuicios económicos causados y hoy reclamados por la
parte actora, en tanto actuó diligentemente, aunado a lo anterior, siendo los
demandantes responsables de su propio actuar, pues libre y espontáneamente
acudieron a depositar su dinero ante tantas veces mencionadas empresas
captadoras, inducidos por un vecino o amigo que con anterioridad había
obtenido rendimientos económicos exorbitantes. Configurándose claramente
una causal excluyente de la responsabilidad atinente a la culpa exclusiva de la
víctima”
II. CONSIDERACIONES DEL DESPACHO.
2.1. PRESUPUESTOS PROCESALES.
Agotado el trámite legal propio de la instancia en este proceso, procede el Despacho a
dictar sentencia conforme impone el artículo 170 del Código Contencioso
Administrativo.
Se advierte que es posible un pronunciamiento de fondo por la concurrencia de los
requisitos exigidos por la ley para la presentación de la demanda. Además, la
entidad las entidades que conforma la parte demandada tienen plena capacidad
jurídica para comparecer en juicio. La demanda, conforme se advierte en el auto
admisorio y en la confirmación del mismo, se ajusta a los requerimientos legales
legalmente exigidos para el efecto. Las notificaciones se cumplieron conforme a la ley,
se observaron a cabalidad los ritos procesales y no existe ninguna causa de nulidad
que pudiera invalidar lo actuado.
Adicionalmente no se advierte la existencia de cosa juzgada, desistimiento o
perención.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Cabe precisar que en el presente asunto aborda un caso de cierto grado de
complejidad, teniendo en cuenta la pluralidad de los sujetos procesales, quienes están
conformados por diferentes personas naturales y jurídicas, por lo que es conveniente,
previo a cualquier análisis, determinar con precisión quienes conforman tanto
demandante y demandada.
Así conforme se determina en el auto admisorio de la demanda y el auto que lo
adiciona, la parte demandante se conforma por los señores (as)
1) Pablo Lizardo Acosta Solarte,
2) María Mercedes Solarte de Acosta,
3) Cecilia Margarita Acosta,
4) Zolia Canticus,
5) Fredy Pardo Bonilla,
6) Lili Rodríguez Gómez (registrada erróneamente en el auto de admisión de la
demanda como Lili Ramirez Gómez),
7) Rodrigo Rodríguez Gómez (registrado erróneamente en el auto de admisión de la
demanda como Rodrígo Ramirez Gómez),
8) Rosa María Gutiérrez Colunge,
9) Ana Julia Velasco Salas,
10) Andrés Mauricio Insuasty Erazo,
11) María Eugenia Erazo de Insuasty,
12) Cecilia Elida Salazar Bastidas,
13) Bernardo Vicente Salazar bastidas,
14) Yord Mirr Barreto Savedra,
15) Álvaro Rodríguez Gómez,
16) María Viviana Legarda Noguera,
17) Teresa de Socorro Acosta Solarte,
18) María de Jesús Chalapud,
19) Sonia Socorro Castro González,
20) María Doris Castro Gonzales,
21) Gilberto Antonio Ortiz,
22) Matilde Isabel Bastidas Moreno,
23) Jaime Colón Ortega Martínez,
24) Estaban Alberto Ascuntar Ortega,
25) Manuel Jesús Ceballos Cultid,
26) Vicente Efrén Salazar Bastidas,
27) Julio Hernando Solarte Casanova,
28) Álvaro Raúl Calvachi Ortiz,
29) Javier Adalberto Colunge Benavides,
30) Carmen del Socorro Cabrera López,
31) Mauro Gilberto Riascos Betancourt,
32) Edilma del Carmen Ramírez Sotelo,
33) Santiago Sebastián Caicedo Zambrano,
34) Armando Martín Paz Burgos,
35) María Elvia Ordóñez Bolaños,
36) Alba Lucía Ortega Portilla,
37) Carmela del Socorro Bolaños Ordoñez, y
38) Claudia Magali Delgado Vallejo
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
A su turno, la parte demandada, se integra por las siguientes personas:
1) Nación – Presidencia de la República - Departamento Administrativo de la
Presidencia de la República,
2) Ministerio de Hacienda y Crédito Público,
3) Ministerio de Industria y Comercio,
4) Superintendencia Financiera,
5) Superintendencia de Sociedades,
6) Superintendencia de Industria y Comercio,
7) Fiscalía General de la Nación,
8) Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales,
9) Procuraduría General de la Nación,
10) Congreso de la República,
11) Asamblea Departamental de Nariño,
12) Municipio de Ricaurte,
13) Municipio de Pasto
14) Gobernación de Nariño.
15) Defensoría del Pueblo. y
16) Cámara de Comercio de Pasto.
Ahora bien, se observa que respecto al cumplimiento del requisito de procedibilidad
consistente en la conciliación extrajudicial previa a la presentación de la demanda,
conforme se deduce de un análisis comparativo entre las constancias proferidas por
el Señor Procurador Judicial 36 II para Asuntos Administrativos ante el Tribunal
Administrativo de Nariño y los integrantes incluidos como parte demandante
concurrió la totalidad de las personas que posteriormente se presentan como
demandantes.
2.2. EL PROBLEMA JURÍDICO.
Teniendo claro las partes que integran la litis, el Despacho observa que la
controversia jurídica planteada se absuelve contestando el siguiente interrogante:
¿Concurren probatoriamente los tres elementos configurativos del título de
imputación falla en la prestación del servicio endilgado a las demandadas, en tanto se
presentó omisión o irregularidad en la ejecución de las funciones de vigilancia,
control e inspección de la actividad de captación masiva y habitual de dineros del
público llevada a cabo por terceros?
2.2. ANÁLISIS DE EXCEPCIONES PROCESALES.
2.2.1. La falta de competencia del Juzgado Administrativo del Circuito para conocer
de la acción.
Varias entidades demandadas, entre ellas el Congreso de la República,
propusieron la excepción de falta de competencia por factor cuantía, de parte de
esta Judicatura, en tanto, aseveraron que la cuantía estimada en la demanda,
excede el límite impuesto por el legislador para que el Despacho pudiera asumir el
conocimiento del presente asunto.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Estima que la cuantía de la demanda supera el monto de $643.920.000, por lo que
esta Judicatura “carece de competencia por la cuantía de la demanda”.
En efecto, la cuantía para el conocimiento de los Juzgados Administrativos en el
sistema escritural está limitada por el numeral 6° del artículo 134B del prementado
código en 500 salarios mínimos mensuales legales vigentes, es decir que para la fecha
de la presentación de la demanda (año 2010), en la que el salario mínimo era de
quinientos quince mil pesos m/cte ($515.000.oo), el límite de cuantía para conocer
reparaciones directas en un Juzgado Administrativo estaba fijado en la suma de
doscientos cincuenta y siete millones quinientos mil pesos m/cte ($257.500.000).
Adicionalmente, para la fecha de la presentación de la demanda, específicamente el
día 9 de julio de 2010 regía el artículo 30 del C. de P.C.1, aplicable por remisión
expresa del artículo 267 del C.C.A., cuyo numeral 2° explica que la cuantía de la
demanda se determina por “la pretensión mayor cuando en la demanda se acumulen varias
pretensiones”.
Descendiendo esta normatividad al caso bajo examen, se encuentra que la pretensión
mayor elevada en el libelo introductorio, corresponde a la hecha por la señora Lily
Ramírez Gómez, quien depreca la indemnización equivalente a setenta millones de
pesos m/cte ($70.000.000) correspondientes al valor que entregó a la entidad DMG
S.A. Esta suma equivale a 135.9 salarios mínimos legales mensuales vigentes de la
fecha en que se instauró la demanda, por lo que se avizora que no excede el límite de
competencia por factor cuantía (500 S.M.L.M.V.) impuesto en la legislación aplicable,
razón por la cual se declarará no probada esta excepción.
2.2.2. La falta de legitimación en la causa por pasiva.
La legitimación en la causa por pasiva obedece a “…la identidad del demandado con
quien tiene el deber correlativo de satisfacer el derecho.”2. Partiendo de ese concepto, el
H. Consejo de Estado ha señalado que:
“(…). En efecto, la legitimación en la causa constituye un presupuesto procesal para
obtener decisión de fondo. En otros términos, la ausencia de este requisito enerva la
posibilidad de que el juez se pronuncie frente a las súplicas del libelo petitorio. Por
consiguiente, la legitimación material en la causa alude a la participación real de las
personas en el hecho que origina la presentación de la demanda, independientemente
de que éstas no hayan demandado o que hubieren sido demandadas. De allí que la
falta de legitimación material en la causa, por activa o por pasiva, no enerve la
pretensión procesal en su contenido, como sí lo hace una excepción de fondo (…) la
legitimación en la causa por pasiva supone la verificación de que quien es demandado
tenga la titularidad para defender el interés jurídico que se debate en el proceso y, por
lo tanto, sin importar si son o no procedentes las pretensiones elevadas –lo que
supondrá efectuar un análisis de fondo de la controversia a la luz del derecho
sustancial - sí sea el llamado a discutir su procedencia dentro del trámite judicial. En
consecuencia, la legitimación en la causa no se identifica con la titularidad del
1
2
Este artículo fue modificado por la ley 1395 de 12 de julio de 2010.
Consejo de Estado, sentencia del 7 de junio de 2012.
68
Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
derecho sustancial sino con ser la persona que por activa o por pasiva es la llamada a
discutir la misma en el proceso. (…).”3 (Subrayado fuera de texto).
Así, se observa que este presupuesto procesal es cuestionado por varios de los
demandados, quienes aducen no tener relación con los hechos descritos en la
demanda, por los cuales se depreca la indemnización.
Por tanto, no es procedente adentrarse en el estudio de fondo del asunto, si no se
tiene precisión sobre la injerencia que cada una de las entidades demandadas, desde
el marco legal de competencias que específicamente les asisten, pudieron tener en los
hechos descritos en la demanda, de los cuales la parte demandante desprende el
perjuicio irrogado y la consecuente indemnización.
Consecuencialmente, se estudiará la relación procesal de cada una de las
demandadas, desde su marco legal de competencias aplicable para la época de los
hechos, con las presuntas omisiones e irregularidades en el ejercicio de la función de
vigilancia, control y regulación de la actividad financiera de captación masiva y
habitual de dineros del público, de la que se deriva el perjuicio que alegan los
demandantes.
2.2.2.1. La falta de legitimación en la causa por pasiva del Departamento de Nariño,
la Asamblea Departamental de Nariño, el Municipio de Ricaurte y el Municipio de
Pasto (N).
En lo atinente a la función constitucional y legal de los Departamentos, en su
condición de entes autónomos “para la administración de los asuntos seccionales y la
planificación y promoción del desarrollo económico y social dentro de su territorio…”4, les
competen funciones de carácter administrativo, para la coordinación y
complementariedad de “la acción municipal”5, así como también de intermediación
entre el Gobierno Central y los entes municipales. Para tales objetivos, el
Constituyente primario estipuló que cada Departamento contaría con una
“corporación político administrativa”6, a saber la Asamblea Departamental, que goza
de autonomía presupuestal y administrativa para ejercer el control sobre éste, a
quienes les corresponde además el ejercicio de las siguientes funciones:
“1. Reglamentar el ejercicio de las funciones y la prestación de los servicios a cargo del
Departamento.
2. Expedir las disposiciones relacionadas con la planeación, el desarrollo económico y
social, el apoyo financiero y crediticio a los municipios, el turismo, el transporte, el
ambiente, las obras públicas, las vías de comunicación y el desarrollo de sus zonas de
frontera.
3. Adoptar de acuerdo con la Ley los planes y programas de desarrollo económico y
social y los de obras públicas, con las determinaciones de las inversiones y medidas que
se consideren necesarias para impulsar su ejecución y asegurar su cumplimiento.
Consejo de Estado. Sala de lo Contencioso Administrativo. Sección Tercera. Subsección C.
Consejero ponente: Dr. Enrique Gil Botero. Sentencia de 14 de marzo de 2012. Radicación número:
05001-23-25-000-1994-02074-01(21859)
4 Artículo 298 Constitucional.
5 Artículo 299 Constitucional.
6 Ibídem 4.
3
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
4. Decretar, de conformidad con la Ley, los tributos y contribuciones necesarios para el
cumplimiento de las funciones departamentales.
5. Expedir las normas orgánicas del presupuesto departamental y el presupuesto anual
de rentas y gastos.
6. Con sujeción a los requisitos que señale la Ley, crear y suprimir municipios, segregar
y agregar territorios municipales, y organizar provincias.
7. Determinar la estructura de la Administración Departamental, las funciones de sus
dependencias, las escalas de remuneración correspondientes a sus distintas categorías de
empleo; crear los establecimientos públicos y las empresas industriales o comerciales del
departamento y autorizar la formación de sociedades de economía mixta.
8. Dictar normas de policía en todo aquello que no sea materia de disposición legal.
9. Autorizar al Gobernador del Departamento para celebrar contratos, negociar
empréstitos, enajenar bienes y ejercer, pro tempore, precisas funciones de las que
corresponden a las Asambleas Departamentales.
10. Regular, en concurrencia con el municipio, el deporte, la educación y la salud en los
términos que determina la Ley.
11. Solicitar informes sobre el ejercicio de sus funciones al Contralor General del
Departamento, Secretario de Gabinete, Jefes de Departamentos Administrativos y
Directores de Institutos Descentralizados del orden Departamental.
12. Cumplir las demás funciones que le asignen la Constitución y la Ley. (…)
13. Citar y requerir a los Secretarios del Despacho del Gobernador para que concurran a
las sesiones de la asamblea. (…).
14. Proponer moción de censura respecto de los Secretarios de Despacho del Gobernador
por asuntos relacionados con funciones propias del cargo, o por desatención a los
requerimientos y citaciones de la asamblea. (…).”
Ahora bien, en lo relativo a los municipios, es imperioso resaltar que conforme a lo
dispuesto en el artículo 311 Superior, la función legal de estos entes territoriales, se
circunscribe a “prestar los servicios públicos que determine la ley, construir las obras que
demande el progreso local, ordenar el desarrollo de su territorio, promover la participación
comunitaria, el mejoramiento social y cultural de sus habitantes y cumplir las demás
funciones que le asignen la Constitución y las leyes.”
A su turno, la Ley del Régimen Político Municipal, Ley 136 de 1994, en su artículo 3°,
determina como funciones de estos entes territoriales, las siguientes:
“1. Administrar los asuntos municipales y prestar los servicios públicos que determine
la Ley.
2. Ordenar el desarrollo de su territorio y construir las obras que demande el progreso
municipal.
3. Promover la participación comunitaria y el mejoramiento social y cultural de sus
habitantes.
4. Planificar el desarrollo económico, social y ambiental de su territorio, de conformidad
con la Ley y en coordinación con otras entidades.
5. Solucionar las necesidades insatisfechas de salud, educación, saneamiento ambiental,
agua potable, servicios públicos domiciliarios, vivienda recreación y deporte, con especial
énfasis en la niñez, la mujer, la tercera edad y los sectores discapacitados, directamente y
en concurrencia, complementariedad y coordinación con las demás entidades
territoriales y la Nación, en los términos que defina la Ley.
6. Velar por el adecuado manejo de los recursos naturales y del medio ambiente, de
conformidad con la Ley.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
7. Promover el mejoramiento económico y social de los habitantes del respectivo
municipio.
8. Hacer cuanto pueda adelantar por sí mismo, en subsidio de otras entidades
territoriales, mientras éstas proveen lo necesario.
9. Las demás que señale la Constitución y la Ley.”
Partiendo del análisis de las anteriores funciones constitucional y legalmente
asignadas a los Departamentos, Asambleas Departamentales y Municipios, es
procedente colegir que en tanto los hechos de la demanda refieren a la omisión en el
control y regulación de la actividad financiera de captación masiva y habitual de
dineros del público, no existe una relación entre los fácticos expuestos y la función
legalmente asignada a estos entes en el marco de las competencias jurídicas de que
son titulares.
Por tanto, es lógico concluir que en el caso de estos entes territoriales, la excepción
procesal de falta de legitimación en la causa por pasiva, se encuentra probada.
2.2.2.2. La falta de legitimación en la causa por pasiva de la Procuraduría General
de la Nación – Defensoría del Pueblo.
Dentro de las funciones constitucionalmente asignadas al Procurador General de la
Nación, en su condición de Director del Ministerio Público, el Artículo 277 Superior
precisó las siguientes:
“ARTICULO 277. El Procurador General de la Nación, por sí o por medio de
sus delegados y agentes, tendrá las siguientes funciones:
1. Vigilar el cumplimiento de la Constitución, las leyes, las decisiones judiciales y
los actos administrativos.
2. Proteger los derechos humanos y asegurar su efectividad, con el auxilio del
Defensor del Pueblo.
3. Defender los intereses de la sociedad.
4. Defender los intereses colectivos, en especial el ambiente.
5. Velar por el ejercicio diligente y eficiente de las funciones administrativas.
6. Ejercer vigilancia superior de la conducta oficial de quienes desempeñen
funciones públicas, inclusive las de elección popular; ejercer preferentemente el
poder disciplinario; adelantar las investigaciones correspondientes, e imponer las
respectivas sanciones conforme a la Ley.
7. Intervenir en los procesos y ante las autoridades judiciales o administrativas,
cuando sea necesario en defensa del orden jurídico, del patrimonio público, o de
los derechos y garantías fundamentales.
8. Rendir anualmente informe de su gestión al Congreso.
9. Exigir a los funcionarios públicos y a los particulares la información que
considere necesaria.
10. Las demás que determine la ley.
Para el cumplimiento de sus funciones la Procuraduría tendrá atribuciones de
policía judicial, y podrá interponer las acciones que considere necesarias.”
A su turno, la Constitución Nacional, en su artículo 281 designó a la Defensoría del
Pueblo, como ente que forma parte del Ministerio Público, las siguientes funciones:
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
“1. Orientar e instruir a los habitantes del territorio nacional y a los colombianos
en el exterior en el ejercicio y defensa de sus derechos ante las autoridades
competentes o entidades de carácter privado.
2. Divulgar los derechos humanos y recomendar las políticas para su enseñanza.
3. Invocar el derecho de Habeas Corpus e interponer las acciones de tutela, sin
perjuicio del derecho que asiste a los interesados.
4. Organizar y dirigir la defensoría pública en los términos que señale la ley.
5. Interponer acciones populares en asuntos relacionados con su competencia.
6. Presentar proyectos de ley sobre materias relativas a su competencia.
7. Rendir informes al Congreso sobre el cumplimiento de sus funciones.
8. Las demás que determine la ley.”
Partiendo de esta normativa, es identificable que a la Procuraduría General de la
Nación y la Defensoría del Pueblo, desde sus funciones frente a la guarda y
protección de los derechos colectivos y sociales, así como, en el caso de la
Procuraduría, respecto a la protección de los derechos fundamentales y el ejercicio de
la potestad disciplinaria, no les atañía ejercer un control previo y directo sobre la
actividad financiera y el recaudo o captación masiva y habitual de dineros del
público. Consecuentemente, el Despacho no avizora que exista una injerencia o
relación directa de las funciones constitucional y legalmente asignadas a estos
organismos, que les habilite para comparecer como sujeto procesal pasivo frente a las
pretensiones elevadas en la demanda, por lo que se declarará la falta de legitimación
en la causa por pasiva respecto de estas entidades.
2.2.2.3. La falta de legitimación en la causa por pasiva de la Dirección de Impuestos
y Aduanas Nacionales “DIAN”.
La Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN), es una entidad adscrita al
Ministerio de Hacienda y Crédito Público, que mediante el Decreto 2171 de 1992 fue
constituida como Unidad Administrativa Especial. Seguidamente Mediante el
Decreto 1071 de 1999 se da una nueva reestructuración y se organiza la Unidad
Administrativa Especial Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN).
Esta entidad está creada como una Unidad Administrativa Especial del orden
nacional con un carácter técnico y especializado. Ostenta patrimonio propio,
personería jurídica y autonomía administrativa y presupuestal.
Conforme se determina en el artículo 4° del Decreto 1071 de 1999, el objetivo de la
Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales “DIAN”, es el de “coadyuvar a
garantizar la seguridad fiscal del Estado colombiano y la protección del orden público
económico nacional, mediante la administración y control al debido cumplimiento de las
obligaciones tributarias, aduaneras y cambiarias, y la facilitación de las operaciones de
comercio exterior en condiciones de equidad, transparencia y legalidad” (Subrayado fuera de
texto). Seguidamente, conforme se impone en el artículo 1° del Decreto 4048 de 22 de
octubre de 2008, las funciones asignadas a esta entidad son:
“ARTÍCULO 1°._ COMPETENCIA. A la Unidad Administrativa Especial
Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales le competen las siguientes
funciones: la administración de los impuestos de renta y complementarios, de
timbre nacional y sobre las ventas; los derechos de aduana y los demás impuestos
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
internos del orden nacional cuya competencia no esté asignada a otras entidades
del Estado, bien se trate de impuestos internos o al comercio exterior; así como la
dirección y administración de la gestión aduanera, incluyendo la aprehensión,
decomiso o declaración en abandono a favor de la Nación de mercancías y su
administración y disposición. Igualmente, le corresponde el control y vigilancia
sobre el cumplimiento del régimen cambiario en materia de importación y
exportación de bienes y servicios, gastos asociados a las mismas, financiación en
moneda extranjera de importaciones y exportaciones, y subfacturación y
sobrefacturación de estas operaciones.
La administración de los impuestos comprende su recaudación, fiscalización,
liquidación, discusión, cobro, devolución, sanción y todos los demás aspectos
relacionados con el cumplimiento de las obligaciones tributarias.
La administración de los derechos de aduana y demás impuestos al comercio
exterior, comprende su recaudación, fiscalización, liquidación, discusión, cobro,
sanción y todos los demás aspectos relacionados con el cumplimiento de las
obligaciones aduaneras.
La dirección y administración aduanera comprende el servicio y apoyo a las
operaciones de comercio exterior, la aprehensión, decomiso o declaración en
abandono de mercancías a favor de la Nación, su administración, control y
disposición, así como la administración y control de los Sistemas Especiales de
Importación – Exportación, Zonas Francas, Zonas Económicas Especiales de
Exportación y las Sociedades de Comercialización Internacional, de conformidad
con la política que formule el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo en la
materia, para estos últimos, con excepción de los contratos relacionados con las
Zonas Francas.
Le compete actuar como autoridad doctrinaria y estadística en materia tributaria,
aduanera, de control de cambios en relación con asuntos de su competencia, así
como los atinentes a los Sistemas Especiales de Importación Exportación, Zonas
Francas, zonas Económicas Especiales de Exportación y las Sociedades de
Comercialización Internacional.
La Unidad Administrativa Especial Dirección de Impuestos y Aduanas
Nacionales desarrollará todas las actuaciones administrativas necesarias para
cumplir con las funciones de su competencia.”
Nuevamente, partiendo del análisis de la normatividad competente en materia de
deber funcional de la DIAN, el Despacho observa que en los hechos de la demanda,
de donde se deriva el perjuicio génesis de la petición indemnizatoria, esta Unidad
Administrativa no tiene ni ha tenido injerencia. En otras palabras, la DIAN no es el
ente encargado de llevar a cabo el control y vigilancia de las personas, naturales o
jurídicas, que desarrollan la actividad financiera de recaudo masivo y habitual de
recursos del público.
En consecuencia, resulta ilógico sostener que esta entidad estatal tuvo participación
real y directa en los hechos que originaron el daño sobre el que se edifican las
pretensiones indemnizatorias de los demandantes y por tanto esta excepción se
declarará probada respecto a esta entidad.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
2.2.2.4. La falta de legitimación en la causa por pasiva la Fiscalía General de la
Nación.
Las funciones constitucional y legalmente asignadas a la Fiscalía General de la
Nación, se contienen en los artículos 249 y siguientes de la Constitución Nacional. En
dicho articulado, se asigna a esta entidad perteneciente a la Rama Judicial, una
función general consistente en el ejercicio de la acción penal, para lo cual debe llera a
cabo la investigación de los hechos que revistan características de delito de los que
tenga conocimiento, bien sea a través de una denuncia, una petición, una querella e
incluso de oficio, siendo indispensable que para ello medien motivos suficientes y
circunstancias fácticas que develen la existencia de un eventual punible.
Partiendo de ese entendido, observa este Despacho que no se evidencia que esta
entidad, administrativamente hubiera tenido injerencia en la causación del daño que
se describe en los hechos de la demanda, en tanto no es esta entidad la llamada a
responder por o a intervenir en asuntos para los cuales se han preestablecido los
controles administrativos oficiales del caso por parte del legislador. Así, dado que la
entrega de los dineros de parte de los demandantes se llevó a cabo sin que estos
presentaran denuncia o querella alguna para impulsar la actuación de la actividad
judicial investigativa y una vez se presentaron estas denuncias, la Fiscalía determinó
la apertura y seguimiento de las conductas presuntamente irregulares que pudieron
haberse constituido en un delito, en contra de quienes ejercieron en forma ilegal y
subrepticia la captación y aprovechamiento de dineros del público, es imperioso
concluir que no hay relación procesal entre esta entidad y los hechos que se presentan
como génesis del perjuicio indemnizable.
Consecuente con la anterior disquisición, el Despacho declarará en la parte resolutiva
de esta sentencia, que la excepción de falta de legitimación en la causa por pasiva,
efectivamente se presenta para la Fiscalía General de la Nación.
2.2.2.5. La falta de legitimación en la causa por pasiva del Congreso de la
República.
En la Constitución Nacional, se encomienda la función legislativa al Congreso de la
República, es decir la producción, reforma y derogatoria de la normatividad que
compone el sistema jurídico.
Partiendo de esa realidad legal, evidencia esta Judicatura que no existe nexo
relacional entre los hechos de los que el apoderado de la parte demandante deprende
el presunto daño antijurídico irrogado y la actividad legalmente asignada a esta
entidad, máxime cuando a lo largo del propio libelo introductor, se hace referencia a
determinada normatividad que inobservaron u omitieron aplicar la gran
multiplicidad de entidades demandadas.
Así, de la referencia a la reglamentación legal que impone y fija las competencias de
cada uno de los demandantes, resulta procedente determinar que en efecto la
actividad legislativa se desplegó en aras de la producción de la reglamentación
necesaria de las entidades encargadas de la vigilancia y control de la actividad
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
financiera de control y vigilancia de quienes captan y aprovechan dineros del
público. Por tanto no existe relación procesal que legitime a esta entidad estatal por
pasiva con los hechos en que, según la parte demandante, resultaron trasgrediendo el
derecho subjetivo a la propiedad, bien sea por acción o inacción del Estado.
Consecuencialmente, el Despacho declarará probada esta excepción en el caso del
Congreso de la República.
2.2.2.6. La falta de legitimación en la causa por pasiva de la Cámara de Comercio de
Pasto.
Conforme se determina en el artículo 860 del Código de Comercio, la función
legalmente asignada a las Cámaras de Comercio de todo el país, en su condición de
personas jurídicas de derecho privado delegadas de ciertas funciones de naturaleza
pública, tal como la de llevar los registros públicos: mercantil, proponentes y
entidades sin ánimo de lucro, carácter privado, se circunscriben estrictamente a las
siguientes:
“1. Servir de órgano de los intereses generales del comercio ante el gobierno y los
comerciantes mismos;
2. Adelantar investigaciones económicas sobre aspectos o ramos específicos del
comercio interior y exterior y formular recomendaciones a los organismos
estatales y semioficiales encargados de la ejecución de los planes respectivos;
3. Llevar el registro mercantil y certificar sobre los actos y documentos en él
inscritos, como se prevé en este código;
4. Dar noticia en sus boletines u órganos de publicidad de las inscripciones hechas
en el registro mercantil y de toda modificación, cancelación o alteración que se
haga de dichas inscripciones;
5. Recopilar las costumbres mercantiles de los lugares correspondientes a su
jurisdicción y certificar sobre la existencia de las recopiladas;
6. Designar el árbitro o los árbitros o los amigables componedores cuando los
particulares se lo soliciten;
7. Servir de tribunales de arbitramento para resolver las diferencias que les
defieran los contratantes, en cuyo caso el tribunal se integrará por todos los
miembros de la junta;
8. Prestar sus buenos oficios a los comerciantes para hacer arreglos entre
acreedores y deudores, como amigables componedores;
9. Organizar exposiciones y conferencias, editar o imprimir estudios o informes
relacionados con sus objetivos;
10. Dictar su reglamento interno que deberá ser aprobado por el Superintendente
de Industria y Comercio
11. Rendir en el mes de enero de cada año un informe o memoria al
Superintendente de Industria y Comercio acerca de las labores realizadas en el
año anterior y su concepto sobre la situación económica de sus respectivas zonas,
así como el detalle de sus ingresos y egresos, y
12. Las demás que les atribuyan las leyes y el Gobierno Nacional.”
Así, entre dichas funciones no está la de la regulación, vigilancia y control de la
actividad financiera de captación y aprovechamiento de recursos del público, por lo
que se rompe el nexo procesal entre el origen del daño antijurídico con el que se
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
justifican las pretensiones indemnizatorias, y el despliegue legalmente ordenado y
encomendado a la Cámara de Comercio de Pasto. Por tanto, esta excepción se
declarará probada para esta entidad en la parte resolutiva de la presente sentencia.
2.2.2.7. La falta de legitimación en la causa por pasiva de Presidencia de la
República – Departamento Administrativo de la Presidencia de la República Ministerio de Hacienda y Crédito Público – Ministerio de Industria y Comercio –
Superintendencia
Financiera
–
Superintendencia
de
Sociedades
–
Superintendencia de Industria y Comercio.
Dentro de las funciones constitucionalmente asignadas al Presidente de la República,
el numeral 24 del artículo 189 Superior, determina que a él le compete “Ejercer, de
acuerdo con la ley, la inspección, vigilancia y control sobre las personas que realicen
actividades financiera, bursátil, aseguradora y cualquier otra relacionada con el manejo,
aprovechamiento o inversión de recursos captados del público. Así mismo, sobre las entidades
cooperativas y las sociedades mercantiles.”. (Subrayado fuera de texto).
Ahora bien, concordante con estas facultades y conforme se determina en el artículo
58 de la Ley 489 de 1998, es objetivo principal de los Ministerios y de los
Departamentos Administrativos, la formulación y adopción de las políticas, planes
generales, programas y proyectos del Sector Administrativo que dirigen”.
Partiendo de esa base normativa, la función legal del Departamento Administrativo
de la Presidencia de la República, está enmarcada en la Ley 55 de 28 de diciembre de
1990, publicada en el Diario Oficial No. 39.615, del 31 de diciembre de ese mismo año,
“Por la cual se establece el objeto, funciones y principios de organización del Departamento
Administrativo de la Presidencia de la República, se modifica el régimen de delegación de
competencias Presidenciales y se confieren unas facultades extraordinarias al Presidente de la
República.”. En esa normativa, se impone en su artículo 1, como objetivo general
“asistir al Presidente de la República, en el ejercicio de sus facultades constitucionales y
legales, y prestarle el apoyo administrativo y los demás servicios necesarios para dicho fin”.
Seguidamente, como funciones específicas para el cumplimiento de su objeto legal,
impone:
“a) Organizar, dirigir, coordinar y realizar directamente, si fuere el caso, las
actividades necesarias que demande el Presidente de la República, para el ejercicio
de las facultades constitucionales que le corresponde ejercer, en relación con el
Congreso y con la administración de justicia, de conformidad con los
artículos 118 y 119 de la Constitución Política, sin perjuicio del apoyo que al
efecto corresponde brindar a los Ministerios respectivos;
b) Organizar, asistir y coordinar, las actividades necesarias que demande el
Presidente de la República, para el ejercicio de las facultades constitucionales que
le corresponde ejercer, como Jefe del Estado y suprema autoridad administrativa,
de conformidad con el artículo 120 de la Constitución Política y disponer lo
necesario según sus instrucciones, para la eficiente y armónica acción del
Gobierno, representándolo, cuando así se demande, en la orientación y
coordinación de la administración pública, y de sus inmediatos colaboradores en
la acción de gobierno, sin perjuicio del apoyo que al efecto corresponda brindar a
otros organismos de la administración pública;
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
c) Hacer las veces de Secretaría Ejecutiva con los Consejos, Comités o demás
organismos de consulta, asesoría, coordinación o apoyo que dependan
directamente del despacho presidencial, salvo cuando dicha responsabilidad esté
asignada a otra autoridad administrativa;
d) Divulgar los actos del Gobierno Nacional y coordinar lo referente a una
adecuada difusión de la gestión gubernamental;
e) Apoyar al Presidente de la República en los diagnósticos, estudios, análisis y
demás actividades que contribuyan a la formación de criterios, conceptos o
formulaciones que éste desee definir, sin perjuicio de las atribuciones que en cada
sector de la administración pública correspondan a otros organismos;
f) Apoyar al Presidente de la República en el estudio de la legalidad y
conveniencia de los distintos actos legales, administrativos y reglamentarios de
los cuales conozca el primer mandatario;
g) Prestar el apoyo logístico y administrativo que se demande, para el ejercicio de
las facultades y funciones presidenciales.” (Subrayado fuera de texto).
Por su parte, al Ministerio de Hacienda y Crédito Público, para la fecha en que
sucedieron los hechos de la demanda, le correspondía la ejecución de las funciones
asignadas mediante el Decreto 1642 de 1991 “Por el cual se establece la estructura
orgánica del Ministerio de Hacienda y Crédito Público y se determinan sus funciones”, el
cual fue modificado por el Decreto 4712 de 15 de diciembre de 2008, es decir con
posterioridad a los hechos de la demanda. En la norma aplicable para la época que se
narra en la demanda, se impuso como funciones de esta cartera gubernamental,
específicamente las siguientes:
“(…).
Artículo 1o. Corresponde al Ministerio de Hacienda y Crédito Público
formular y desarrollar a nombre del Gobierno Nacional las políticas del
Estado en materia tributaria, aduanera, de crédito público, presupuestal de
ingresos y gastos; de tesorería cambiaria, monetaria, y las que correspondan a
la intervención del Estado en el sector financiero público y privado de
conformidad con la Constitución Política y la ley.
(…).
Artículo 2o. En cumplimiento del objetivo general fijado en el artículo
anterior, corresponde al Ministerio de Hacienda y Crédito Público el ejercicio
de las siguientes funciones:
a) Dirigir y desarrollar la política económica y fiscal del Estado;
b) Administrar y recaudar los impuestos, rentas, tasas, servicios, multas
nacionales y registrar su contabilización;
c) Controlar el proceso de aforo, tasación y recaudo de los gravámenes
arancelarios;
d) Administrar los servicios aduaneros;
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
e) Prevenir, aprehender y reprimir el contrabando;
f) Participar en la definición de las políticas y de los planes y programas
relacionados con el comercio exterior del país que formule el Gobierno
Nacional;
g) Planear, administrar y controlar el sistema público presupuestal del
Presupuesto General de la Nación, de las Empresas Industriales y
Comerciales del Estado y de las entidades privadas que administren fondos
públicos del orden nacional. Elaborar el proyecto de ley anual de presupuesto
en coordinación con el Departamento Nacional de Planeación y los demás
organismos a los cuales la ley les haya dado injerencia en la materia;
h) Atender el pago de las obligaciones a cargo de la Nación;
i) Emitir y administrar títulos valores, bonos, pagarés y demás documentos de
la deuda pública;
j) Custodiar y conservar los títulos representativos de valores de propiedad de
la Nación y los títulos constituidos a su favor;
k) Vender a comprar en el país o en el exterior títulos valores del Gobierno
Nacional;
l) Fijar las políticas de financiamiento externo e interno de la Nación, de las
entidades territoriales, de los Distritos Especiales y de las entidades
descentralizadas; registrar y controlar su ejecución y servicio, y administrar
la deuda pública de la Nación;
m) Asesorar y asistir a las entidades territoriales departamentales, distritales
y municipales en el manejo de su política fiscal;
n) Estimular, organizar y regular el mercado público de valores, por
intermedio de la Comisión Nacional de Valores;
ñ) Fijar las políticas que correspondan al Estado en la regulación del sector
financiero público y privado. Ejercer la vigilancia e inspección administrativa
sobre el Banco Emisor y sobre las personas que realicen actividades
financieras, aseguradoras y cualquiera otra relacionada con el manejo,
aprovechamiento e inversión de los recursos provenientes del ahorro de
terceros, por intermedio de la Superintendencia Bancaria, en la forma que
señalen la Constitución Política y las leyes;
o) Fijar pautas sobre las políticas gubernamentales en materia monetaria y de
cambio internacional, en coordinación con los demás organismos a los cuales
la ley les haya dado injerencia en la materia;
p) Ejercer la orientación, coordinación y control de los organismos que le
estén adscritos y vinculados;
q) Ejercer las demás atribuciones que le confieran la Constitución Política y la
ley.
(…).” (Subrayado fuera de texto).
Finalmente, al Ministerio de Industria, Turismo y Comercio Exterior, el Decreto 2010
de 2003, señala como su objetivo primordial la formulación, adopción, dirección y
coordinación de “las políticas generales en materia de desarrollo económico y social del país,
relacionadas con la competitividad, integración y desarrollo de los sectores productivos de la
industria, la micro, pequeña y mediana empresa, el comercio exterior de bienes, servicios y
tecnología, la promoción de la inversión extranjera, el comercio interno y el turismo; y ejecutar
las políticas, planes generales, programas y proyectos de comercio exterior.” Como
funciones generales, la misma normativa impuso a esta cartera, entre otras, las
siguientes:
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
“(…).
1. Participar en la formulación de la política, los planes y programas de desarrollo
económico y social.
2. Formular la política en materia de desarrollo económico y social del país
relacionada con la competitividad, integración y desarrollo de los sectores
productivos de bienes, servicios entre ellos el turismo y tecnología para la micro,
pequeña y mediana empresa, el comercio interno y el comercio exterior.
3. Formular la política y liderar el movimiento por el aumento de la productividad
y mejora de la competitividad de las empresas colombianas.
4. Formular las políticas para la regulación del mercado, la normalización,
evaluación de la conformidad, calidad, promoción de la competencia, protección
del consumidor y propiedad industrial.
5. <Numeral modificado por el artículo 1 del Decreto 2785 de 2006. El nuevo
texto es el siguiente:> Formular y ejecutar la política turística, así como los planes
y programas que la conformen, con el fin de fortalecer la competitividad y
sostenibilidad de los productos y destinos turísticos colombianos.
6. (…).” (Subrayado fuera de texto).
Partiendo de esa base, es preciso extraer que la Presidencia de la República –
Departamento Administrativo de la Presidencia de la República, el Ministerio de
Hacienda y Crédito Público y el Ministerio de Industria y Turismo, están habilitados
para obrar como sujeto pasivo de las pretensiones elevadas en la demanda, pues éstas
se desprenden de una presunta omisión o irregularidad en el ejercicio de la vigilancia
y el control respecto de las personas, naturales o jurídicas, que ejercen la actividad de
captación, aprovechamiento e inversión de recursos provenientes del público, así
como también en la protección al consumidor de este tipo de servicios.
Pero más allá, observa esta Judicatura que por conducto del Decreto 4327 de 25 de
noviembre de 20057, el Gobierno Nacional fusiona la Superintendencia Bancaria y la
Superintendencia de Valores, para dar paso a la creación de la Superintendencia
Financiera, entidad que bajo tales directrices, ostentaba la naturaleza de organismo
técnico adscrito al Ministerio de Hacienda y Crédito Público, con personería jurídica,
autonomía administrativa y financiera, sobre la cual, por mandato expreso del Jefe de
Estado, recaen las funciones de “…la inspección, vigilancia y control sobre las personas
que realicen actividades financiera, bursátil, aseguradora y cualquier otra relacionada con el
manejo, aprovechamiento o inversión de recursos captados del público” (Subrayado fuera de
texto), siendo de su competencia el objetivo de “…supervisar el sistema financiero
colombiano con el fin de preservar su estabilidad, seguridad y confianza, así como promover,
organizar y desarrollar el mercado de valores colombiano y la protección de los inversionistas,
ahorradores y asegurados.”.
En similar orientación, a la Superintendencia de Industria y Comercio, para la fecha
de los hechos descritos en la demanda, según lo determinaba el Decreto No. 2153 de
1992, le competía “1. Velar por la observancia de las disposiciones sobre promoción de la
competencia y prácticas comerciales restrictivas, en los mercados nacionales (…) ; atender las
reclamaciones o quejas por hechos que afecten la competencia en los mercados y dar trámite a
7
Esta norma fue posteriormente derogada en algunos de sus acápites por el Decreto 2555 de 2010.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
aquellas que sean significativas, para alcanzar, en particular, los siguientes finalidades:
mejorar la eficiencia del aparato productivo nacional: que los consumidores tengan libre
escogencia y acceso a los mercados de bienes y servicios que los empresas puedan participar
libremente en los mercados; y, que en el mercado exima variedad de precios y calidades de
bienes y servicios.(8)” (Subrayado fuera de texto). De igual forma, le compete “(…). 2.
Imponer las sanciones pertinentes por violación de las normas sobre prácticas comerciales
restrictivas y promoción de la competencia, así como por la inobservancia de las instrucciones
que, en desarrollo de sus funciones imparta la Superintendencia. (…). 4. Velar por la
observancia de las disposiciones sobre protección al consumidor a que se refiere este Decreto y
dar trámite a las reclamaciones o quejas que se presenten, cuya competencia no haya sido
asignada a otra autoridad, con el fin de establecer las responsabilidades administrativas del
caso u ordenar las medidas que resulten pertinentes. 5. Imponer, previas explicaciones, de
acuerdo con el procedimiento aplicable, las sanciones que sean pertinentes por violación de las
normas sobre protección al consumidor, así como por la inobservancia de los Instrucciones
Impartidas por la Superintendencia. 7. Ejercer el control y vigilancia de las cámaras de
comercio, sus federaciones confederaciones, de acuerdo con las disposiciones vigentes sobre la
materia, y coordinar lo relacionado con el registro único mercantil. (…). 10. Solicitar a las
personas naturales y jurídicas el suministro de datos, informes, libros y papeles de comercio
que, se requieran para el correcto ejercicio de sus funciones. 11. Practicar visitas de inspección
con el fin de verificar el cumplimiento de las disposiciones legales cuyo control le compete y
adapta las medidas que correspondan, conforme a la Ley. 12. Interrogar bajo juramento y con
observancia de las formalidades previstas para esta de prueba en el código de Procedimiento
Civil, a cualquier persona cuyo testimonio pueda resultar útil para el esclarecimiento de los
hechos durante el desarrollo de sus funciones. (…).” (Subrayado fuera de texto).
Finalmente, a la superintendencia de Sociedades, en su condición de “organismo
técnico, (…) con personaría jurídica, autonomía administrativa y patrimonio propio, mediante
el cual el Presidente de la República ejerce la inspección, vigilancia y control de las sociedades
mercantiles…”, conforme lo determina el Decreto 1080 de 1996, le competía en la
época que se desarrollaron los hechos de la demanda, llevar a cabo, entre otras,
funciones atinentes a: “(…). 5. Velar porque las sociedades no sometidas a la vigilancia de
otras Superintendencias, en su formación y funcionamiento y en el desarrollo de su objeto
social, se ajusten a la Ley y a los estatutos; 6. Disponer, mediante acto administrativo de
carácter particular, el control de cualquier sociedad comercial no vigilada por otra
Superintendencia, y ordenar los correctivos necesarios para subsanar las situaciones críticas
de orden jurídico, contable, económico o administrativo de esa compañía; 7. Ejercer las
funciones que para los casos de inspección, vigilancia o control le asignan los artículos 82, 83,
84 y 85 de la Ley 222 de 1995; (…). 9. Ejercer la inspección y vigilancia de las sociedades de
servicios técnicos o administrativos no sometidas al control de la Superintendencia de Valores;
(…).” (Subrayado fuera de texto).
En ese orden de ideas, se observa que las funciones de control, vigilancia y sanción a
entidades relacionadas con la actividad financiera, comercial y mercantil que
involucraba la captación masiva de dineros del público para su aprovechamiento,
bajo actividades de corte financiero, de inversión, mercantiles y societarias, para la
época de los hechos en que trascurrieron las circunstancias en que se materializaron
los presuntos perjuicios, eran de las entidades de control y vigilancia de estas
personas jurídicas o naturales que accedieron a captar dineros del público bajo las
8
El texto de este numeral, fue posteriormente modificado por el Artículo 3 de la Ley 1340 de 2009.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
modalidades precitadas, a saber, las Superintendencias Financiera, de Sociedades y
de Industria y Comercio.
Por tanto, conforme lo estima esta Judicatura, están habilitadas procesalmente por
pasiva para concurrir al proceso la Presidencia de la República – Departamento
Administrativo de la Presidencia de la República, del Ministerio de Hacienda y
Crédito Público, del Ministerio de Industria y Comercio, así como también los
organismos de control y vigilancia de estas actividades financieras, comerciales y
societarias relacionadas con la captación y aprovechamiento de los recursos de los
demandantes, de igual forma que con la protección de los consumidores y la
aplicación de sanciones legales a quienes inobserven los parámetros jurídicos
establecidos para ese efecto. Consecuentemente, a la Superintendencia Financiera, la
Superintendencia de Sociedades, y a la Superintendencia de Industria y Comercio,
también están procesalmente relacionadas en su función legal con la presunta
responsabilidad en la producción de la falla del servicio, que bien sea por omisión,
acción o desarrollo irregular, pudo desencadenar en la materialización de un
eventual perjuicio correlativo en el derecho del que son titulares las personas
demandantes.
En consecuencia, se declarará probada esta excepción para el Ministerio de Hacienda,
para el Ministerio de Industria y Comercio, para la Presidencia de la República –
Departamento Administrativo de la Presidencia de la República, mientras que no se
declarará probada para los entes de control Superintendencias Financiera,
Superintendencia de Sociedades y Superintendencia de Industria y Comercio.
2.2.3. La falta de legitimación en la causa por activa.
Esta excepción fue propuesta por la Asamblea Departamental de Nariño, la
Superintendencia Financiera, En lo que atañe al presupuesto procesal de la
legitimación en la causa por activa, el H. Consejo de Estado ha señalado:
“La legitimación en la causa es un elemento sustancial que corresponde a la
calidad o al derecho que tiene una persona para formular o para contradecir las
pretensiones de la demanda, como sujeto de la relación jurídica sustancial; de esta
manera, la parte demandante tiene la posibilidad de reclamar el derecho invocado
en la demanda -legitimación por activa- frente a quien fue demandado legitimación por pasiva-. En ese sentido, se entiende que la primera (la
legitimación por activa) es la identidad que tiene el demandante con el titular del
derecho subjetivo quien, por lo mismo, posee la vocación jurídica para reclamarlo,
al paso que la segunda (la legitimación por pasiva) es la identidad que tiene la
parte accionada con quien tiene el deber de satisfacer el derecho reclamado. Así las
cosas, es deber del juez determinar si la parte accionante está legitimada para
reclamar la indemnización del daño y si la entidad demandada es la llamada a
responder por aquélla. Ante la falta de prueba sobre alguno de tales presupuestos,
habrá lugar, indefectiblemente, a negar las pretensiones de la demanda.”9
(Subrayado fuera de texto).
Consejo de Estado. Sala de lo Contencioso Administrativo Sección Tercera, Subsección A.
Consejero Ponente: Dr. Carlos Alberto Zambrano Barrera. Sentencia de 1 de octubre de 2014.
Expediente: 25000232600020020034301 (33767).
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Partiendo de esa base, se tiene que en la demanda se describen a los demandantes
como titulares de un derecho subjetivo a la propiedad de los recursos entregados a
las diferentes entidades de captación masiva y habitual de dineros del público. Por
ello, los demandantes deben presentar al menos prueba sumaria de la legitimidad
que les asiste, en el sentido de demostrar al menos sumariamente que en efecto tienen
vocación jurídica para efectuar el reclamo indemnizatorio proveniente de la pérdida
de los dineros entregados a cada una de las entidades descritas como “captadoras”.
Así, al estudiar esta excepción se observa que en efecto los demandantes presentaron
prueba al menos sumaria de la presunta afectación sufrida, por lo que no puede
tenerse como probada esta excepción.
Adicionalmente, observa este Despacho que la justificación expuesta para la
interposición de esta excepción, también radica en que los poderes allegados junto
con la demanda no han sido conferidos para que el togado pueda presentar la acción
ante la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo, sino únicamente para que sea
presentada la conciliación extrajudicial que agote el requisito de procedibilidad
impuesto en la Ley 640 de 2001.
Sobre este punto, el Despacho no se referirá nuevamente, toda vez que en el
momento procesal oportuno, se despejó esta inquietud resolviendo el respectivo
recurso de reposición interpuesto contra el auto de admisión de la demanda, en el
sentido de determinar que la interpretación no puede ser restrictiva y que los poderes
otorgados también fueron conferidos con miras a la presentación de la consecuente
demanda de reparación directa.
2.3. ANÁLISIS DE LOS CASOS CONCRETOS.
En la presente demanda se depreca como indemnización de un presunto daño
antijurídico por omisión o irregularidad de parte de las entidades demandadas, la
devolución del dinero que cada uno de los demandantes debidamente admitidos
entregó a las diferentes personas naturales o jurídicas que captaron dineros del
público y posteriormente no efectuaron la devolución del mismo ni tampoco de los
rendimientos prometidos a los ahora demandantes.
En ese orden de ideas, y siendo coherente con el problema jurídico planteado en
líneas anteriores, el título de imputación a aplicar es el de la falla del servicio, el cual
ha sido ampliamente documentado tanto por la doctrina como por la jurisprudencia
del H. Consejo de Estado. Así, de la cláusula constitucional de responsabilidad civil
extracontractual del Estado decantada en el artículo 90 Superior, se ha extraído que
para el reconocimiento de responsabilidad por la aplicación de la falla del servicio, se
requiere la concurrencia probada de tres elementos, a saber: 1) el daño antijurídico, 2)
la falla o falta del servicio y 3) el nexo o relación de causalidad entre el daño y la falla.
Conforme a la jurisprudencia del Consejo de Estado10 la falla en el servicio es la
principal fuente de imputación de responsabilidad del Estado y se estructura
cuando la Parte Actora prueba los siguientes elementos:
Véase, entre otras, la sentencia de fecha 16 de julio de 1996, proferida por la Sala Plena del H.
Consejo de Estado. Consejero ponente: Carlos Arturo Orjuela Góngora. Radicación número: S-456.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
a) “una falta o falla del servicio o de la administración, por omisión, retardo,
irregularidad, ineficiencia o ausencia del servicio. La falta o falla de que se
trata, no es la personal del agente administrativo, sino la del servicio o
anónima de la administración.”
b) “Que se causó daño” que implica la lesión o perturbación de un bien
protegido por el derecho, bien sea civil, o administrativo, con las
características predicadas en el derecho privado para el daño indemnizable,
como de que sea cierto, determinado o determinable.
c) “Una relación de causalidad entre la falta o falla de la administración y el
daño, sin la cual aún demostrada la falta o falla del servicio, no habrá lugar a
indemnización.”
Ya más recientemente, el H. Consejo de Estado se ha pronunciado así:
“La jurisprudencia de ésta Corporación ha señalado que, en casos como el que
es objeto de estudio en el presente asunto, el título de imputación aplicable es el
de la falla del servicio. La responsabilidad patrimonial de la Administración es
una institución jurídica que goza en nuestros días de rango constitucional. Es
evidente que la responsabilidad del Estado a partir de la Carta Política de 1991
se fundamenta en el artículo 90 del estatuto superior, el cual como lo ha venido
sosteniendo en forma reiterada esta Sala, estableció sólo dos elementos de la
responsabilidad, los cuales son: i) El daño antijurídico y, ii) la imputación del
mismo a una autoridad en sentido lato o genérico.”11
Adicionalmente debe reseñar esta Judicatura, que respecto al daño antijurídico, la
jurisprudencia Constitucional ha manifestado que la “(…) antijuridicidad del perjuicio
no depende de la licitud o ilicitud de la conducta desplegada por la Administración sino de la
no soportabilidad del daño por parte de la víctima”12 ha expresado que este debe reunir
dos características básicas, específicamente:
“(…). La primera: no todos los daños que causa el Estado resultan indemnizables,
sobre todo si los mismos son el resultado de la actividad estatal lícita, pues
solamente originan el deber de reparación patrimonial aquellos daños que exceden
los límites jurídicos que garantizan los derechos e imponen obligaciones exigibles
a todas las personas que viven en determinada sociedad. Se ve, entonces, como la
concepción del daño antijurídico, desde esa perspectiva, no solamente resulta
acorde con los principios de eficiencia de la función pública y efectividad de los
derechos (artículos 228 y 2º de la Constitución), sino también confluye con los
principios de igualdad frente a las cargas públicas y solidaridad, que constituyen
las piezas angulares del Estado Social de Derecho (artículos 1º y 13 de la Carta).
(…). La segunda característica del daño indemnizable se encuentra en el hecho de
establecer que solamente resultan antijurídicas las lesiones causadas por el
Estado a los derechos de las personas que no surgen de su anuencia,
CONSEJO DE ESTADO. SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO. SECCIÓN
TERCERA. SUBSECCIÓN C. Consejera ponente: OLGA MELIDA VALLE DE LA HOZ. Sentencia
de 7 de julio de 2011. Radicación número: 25000-23-26-000-1997-03369-01(19707)
12 Corte Constitucional, sentencia C-254 de 2003.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
aceptación o que son propiciadas por ellos mismos. No se trata de
identificar el concepto de daño antijurídico con la causal de exoneración
de responsabilidad que rompe la imputación por el hecho o culpa
exclusiva de la víctima; se trata de entender que el Estado no puede
indemnizar los daños cuya fuente de indemnización no es objeto de
protección jurídica, en tanto que su origen es inconstitucional, ilegal o
contraria al principio de buena fe que debe regular todas las actuaciones
de los particulares y del Estado (artículo 83 de la Constitución). En otras
palabras, así el daño cuya reparación se pretende pudiese ser causado de manera
directa y eficiente por el Estado, no puede ser indemnizado si fue propiciado,
auspiciado, avalado u originado con la actuación u omisión de quien lo
reclama, en tanto que el ordenamiento jurídico solamente protege las
actuaciones leales y legítimas de los particulares.”(Resaltado fuera de
texto)13
Por tanto, el Despacho debe hacer hincapié en que el concepto de daño, no es en
ninguna manera similar al de daño antijurídico, cuestión que usual y erráticamente
suele aceptarse, pues probatoriamente puede aportarse prueba de la concurrencia de
un perjuicio en un derecho subjetivo, pero además debe también probarse que ese
perjuicio ostenta la condición de antijurídico, es decir que no debe ser soportado por
el usuario de la administración de justicia. Esa diferencia es de gran importancia en
cuanto a la indemnización por responsabilidad civil extracontractual atañe, en tanto
la Constitución al abordar este aspecto, en el artículo 90, reseñó como indemnizables
solo aquellos daños que se prueben como antijurídicos, en otras palabras, pueden
existir daños que a pesar de haber sido comprobados, no deben ser resarcidos en
razón a que adolecen de antijuridicidad.
En esa orientación, la antijuridicidad de un daño debe estudiarse, como ya se reseñó
en líneas anteriores, respecto de la soportabilidad del daño en el contexto del título de
imputación de falla del servicio, en la que el daño corresponde a aquella lesión a un
bien o interés lícito, del cual es titular la víctima, que ha sido producida por una falla
del servicio que el ciudadano no está en la obligación de soportar. Sin embargo, la
víctima deberá soportar las consecuencias del perjuicio si el operador jurídico no
encuentra probada la falla del servicio, es decir el daño no es antijurídico, si el mismo
se produce por su inacción, o por su anuencia o por que fue propiciado por el propio
perjudicado.
Ahora, dadas las diferentes situaciones fácticas que probatoriamente se develan en el
expediente, el Despacho procederá a efectuar un análisis separado de los casos de
cada demandante en aras a determinar la concurrencia del daño antijurídico, la falla
del servicio y el nexo de causalidad requeridos para la materialización del título de
imputación y la prosperidad de las pretensiones elevadas, para lo cual se tendrán en
cuenta las pruebas allegadas al proceso.
2.3.1. El caso de Pablo Lizardo Acosta Solarte.
Consejo de Estado. Sala de lo Contencioso Administrativo Sección tercera. Consejero ponente:
Alier Eduardo Hernández Enríquez. Sentencia de 5 de diciembre 2.005 Radicación número: 4100123-31-000-1990-05732-01(12158).
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, este demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada tres documentos
denominados “formulario de inversión” con logo de DRFE, que aduce haber recibido a
cambio de haber entregado a esta entidad una suma total de dieciséis millones
setecientos noventa y cinco mil pesos ($16.795.000), en el año 2008. De igual forma,
constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor de DRFE al
presente proceso, el mencionado demandante no aparece registrado como reclamante
por afectación alguna en su patrimonio. Finalmente se constata que en el
interrogatorio de parte rendido por este demandante, reseña que tiene estudios de
bachiller y es residente en el municipio de Ricaurte. Explica también que entregó su
dinero en DRFE, así como que en la misma oficina que entregó el dinero le dijeron
que la “empresa” era legal. Aduce que el Alcalde les dijo que era legal y que podían
invertir y que las condiciones del negocio era que se depositaba el dinero y se
obtenían rendimientos del 70 al 200% en uno o dos meses. Añade que no conocía a la
entidad a la que confió su dinero antes de que llegaran al municipio, que nunca había
hecho negocios en los que ganara más del 50% de la inversión en un mes y que no era
consciente del riesgo porque la entidad tenía “todo legal, los impuestos, los papeles”,
pero que no conoció ningún documento que avalara la legalidad de la entidad a la
que confió sus recursos. Aduce que no preguntó ni se cercioró sobre la procedencia
de los dineros que se prometían como utilidad del depósito y que miró a la gente
entregar su dinero y como pensó que era legal, él también entregó su capital, pues
creyó en la entidad porque a otras personas si les habían pagado.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
este demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
P.C.14, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que no aportó elemento de convicción idóneo, suficiente y
necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente irrogado,
teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada del (los) documento (s) denominado
(s) “formulario de inversión” con el logotipo de D.R.F.E., son documentos de privados
naturaleza dispositiva que no tienen eficacia “per se” respecto de terceros, sino
solamente entre las partes suscribientes15, siendo deber del funcionario judicial su
análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así, para este Despacho, el
contenido de estos documentos no puede presumirse cierto, en tanto no ha sido
reconocido judicialmente en audiencia por su autor16 ya que están suscritos por el
La norma en cita determina: “Incumbe a las partes probar el supuesto de hecho de las normas que
consagran el efecto jurídico que ellas persiguen.”
15 El artículo 264 del C. de P.C. precisa el alcance de los documentos suscritos entre particulares, de
la siguiente manera: “Las declaraciones que hagan los interesados en escritura pública, tendrán entre éstos y
sus causahabientes el alcance probatorio señalado en el artículo 258; respecto de terceros; se apreciarán
conforme a las reglas de la sana crítica.” (subrayado fuera de texto). Adicionalmente, sobre el punto
puede consultarse la sentencia proferida por el H. Consejo de Estado, Sección Cuarta de 10 de abril
de 1997.Ref: Radicación 8154.
16 Los artículos 272 y 273 del C. de P.C. señalan textualmente: “Artículo 272. El que presente un
documento privado en original o reproducción mecánica, podrá pedir su reconocimiento por el autor, sus
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello de recibido.
Pero más allá, esta situación, impide que pueda tenérsele como auténtico, conforme
lo determina del artículo 252 del C. de P.C.17, en tanto no se tiene certeza del autor del
mismo18.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte de la
demandante, se deduce que el demandante nunca se cercioró de la proveniencia de
los recursos que se prometían como contraprestación de la entrega del capital, así
como tampoco auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad ante las
autoridades financieras nacionales y locales, sino que se confió por que las demás
personas también entregaban sus dineros a esta entidad. Esta situación denota que
existió un total desinterés por precisar la legalidad de las utilidades que recibía, en
tanto éstas eran absurdamente cuantiosas y en unos plazos fuera de toda lógica
económica y financiera, que raya incluso con la propia experiencia del demandante
quien asevera en su declaración que no había hecho negocios en los que se obtenga
un rendimiento de tal magnitud en solo un mes y que al ofrecerse en el segundo mes
un rendimiento del 150%, no recibió el dinero sino que “lo dejó” para continuar
obteniendo las astronómicas utilidades. Ello lleva a colegir a través de las reglas de la
sana crítica y la experiencia, que esta demandante inobservó los más elementales
cánones de la prudencia, la buena fe y la previsión al momento de invertir su capital
en la entidad plurimentada, revelándose así probatoriamente que obró con anuencia
y aceptación del peligro que implicaba este tipo de transacción ante los voluminosos
y prontos rendimientos que se le prometieron.
herederos, un mandatario con facultades para obligar al mandante en actos de la misma índole, o el
representante de la persona jurídica a quien se atribuye. (…). Artículo 273: La declaración del citado será
recibida previo juramento. Si el documento está firmado a ruego de una persona que no sabía o no podía
firmar, ésta deberá declarar si se extendió por su orden (…). En los demás casos, bastará que el compareciente
declare si es o no suya la firma o el manuscrito que se le atribuye. El reconocimiento de la firma hará presumir
cierto el contenido.” (Subrayado fuera de texto).
17 El texto del artículo 252 del C. de P.C. reseña literalmente: “Artículo 252. Documento Auténtico. Es
auténtico un documento cuando existe certeza sobre la persona que lo ha elaborado, manuscrito o firmado. El
documento público se presume auténtico, mientras no se compruebe lo contrario mediante tacha de falsedad.
El documento privado es auténtico en los siguientes casos: 1. Si ha sido reconocido ante el juez o notario, o si
judicialmente se ordenó tenerlo por reconocido. 2. Si fue inscrito en un registro público a petición de quien lo
firmó. 3. Si habiéndose aportado a un proceso y afirmado estar suscrito, o haber sido manuscrito por la parte
contra quien se opone, ésta no lo tachó de falso oportunamente, o los sucesores del causante a quien se
atribuye dejaren de hacer la manifestación contemplada en el inciso segundo del artículo 289. Esta norma se
aplicará también a las reproducciones mecánicas de la voz o de la imagen de la parte contra quien se aducen,
afirmándose que corresponde a ella. 4. Si fue reconocido implícitamente de conformidad con el artículo 276. 5.
Si se declaró auténtico en providencia judicial dictada en proceso anterior, con audiencia de la parte contra
quien se opone en el nuevo proceso, o en la diligencia de reconocimiento de que trata el artículo 274. (…).”
18 El H. Consejo de Estado, Sección cuarta, en sentencia de abril 10 de mil novecientos noventa y
siete (1997).Ref: Radicación 8154, sostuvo: “(…).Sin embargo, las normas por las que se regula la fuerza
probatoria de los documentos públicos y privados, distinguen, claramente, respecto de las manifestaciones que
se hagan en los mismos, el efecto “inter partes”, del que se produzca frente terceros; (…). Sobre lo primero,
dice, en efecto, el inciso 2o. del artículo 264 del Código de Procedimiento Civil, que las declaraciones que
consignen los interesados en escritura pública, tienen eficacia plena entre éstos y sus causahabientes, tanto en
lo dispositivo del acto o contrato, como en lo meramente enunciativo del mismo directamente relacionado con
lo dispositivo; pero que, en relación con terceros, se deben apreciar tales declaraciones, “conforme a las reglas
de la sana crítica”. Esto significa que, referente a los terceros, las manifestaciones o declaraciones de las partes,
en el acto o contrato, no hacen plena prueba contra aquéllos, “per se”, sino que se deben estudiar por el juez en
el contexto de los demás elementos circunstanciales y pruebas de que tenga conocimiento y formen su
convencimiento, y adicionalmente, ratificarse y apreciarse como la prueba de testigos, pues el artículo 277 ib.
solo atribuye a las mismas el carácter de testimonios sujetos a ratificación.” (Subrayado fuera de texto.)
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es el propio demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a este
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.2. El caso de María Mercedes Solarte de Acosta.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada tres documentos
denominados “formulario de inversión” con logo de DRFE, que aduce haber recibido a
cambio de haber entregado a esta entidad una suma total de trece millones
setecientos noventa y siete mil pesos ($13.697.000), en el año 2008. De igual forma,
constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor de DRFE al
presente proceso, la mencionada demandante no aparece registrada como reclamante
por afectación alguna en su patrimonio. Finalmente se constata que en el
interrogatorio de parte rendido por esta demandante, reseña que entregó su dinero
en DRFE, en tanto otras personas le “dijeron que entregara a esa empresa (…) por hacerme
a un realito (sic) más” y que confió en la entidad “de ver que todo el mundo se apegaba yo
también fui y me apegué a dejar por pocos”. Añade que no preguntó a ninguna autoridad
de ningún orden sobre la legalidad de la entidad a la que confió sus recursos. Añade
que no conocía a la entidad a la que confió su dinero y que le ofrecieron pagarle 50 y
70% por la entrega de su dinero. Explica que fue a dejar sus recursos porque la gente
le dijo que era legal y que estaban pagando mejor que en las entidades bancarias.
Añade que nunca averiguó por la proveniencia de los dineros con los que se le
pagaría la utilidad prometida. Manifiesta “… cometí el error de ir a dejar porque la iban a
devolver y porque los réditos me iban a llegar alguna cosita más…” Finalmente sobre el
responsable de la pérdida considera: “(…) yo creo que no ha de volver algo, el responsable
he sido yo porque yo fue la que trabaje, sufrí y padecí para hacer esa plata, pero sí de buena
voluntad tiene la amabilidad, el presidente de volverme, si reconoce en todo esto que he perdido
y he trabajado, si cree está bien (…). Si yo hubiera sabido mas adelantico que así iba a pasar, yo
no lo entregaba, si me duele”.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
esta demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
P.C.19, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que no aportó elemento de convicción idóneo, suficiente y
necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente irrogado,
teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada de los documentos llamados
“formulario de inversión” con el logo de D.R.F.E., son documentos privados de
naturaleza dispositiva que no tienen eficacia “per se” respecto de terceros, sino
solamente entre las partes suscribientes20, siendo deber del funcionario judicial su
análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así, para este Despacho, el
contenido de estos documentos no puede presumirse cierto, en tanto no ha sido
reconocido judicialmente en audiencia por su autor21 ya que están suscritos por el
demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello de recibido.
Pero más allá, esta situación, impide que los mencionados documentos puedan
tenérsele como auténticos, conforme lo determina del artículo 252 del C. de P.C.22, en
tanto no se tiene certeza del autor del mismo23.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte de la
demandante, se deduce que ella nunca se cercioró de la proveniencia de los recursos
que se prometían como contraprestación de la entrega del capital, así como tampoco
auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad ante las autoridades financieras
nacionales y locales, sino que se confió por que las demás personas también
entregaban sus dineros a esta entidad y recibían los rendimientos prometidos. Esta
situación denota que existió un total desinterés por precisar la legalidad de las
utilidades que recibía, en tanto éstas eran absurdamente cuantiosas y en unos plazos
fuera de toda lógica económica y financiera, que riñe con las reglas de la lógica y la
práctica. Ello lleva a colegir a través de las reglas de la sana crítica y la experiencia,
que esta demandante inobservó los más elementales cánones de la prudencia, la
buena fe y la previsión al momento de invertir su capital en la entidad plurimentada,
revelándose así probatoriamente que obró con anuencia y aceptación del peligro que
implicaba este tipo de transacción ante los voluminosos y prontos rendimientos que
se le prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
Ibídem 14.
Ibídem 15
21 Ibídem 16.
22 Ibídem 17.
23 Ibídem 18
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20
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a este
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.3. El caso de Cecilia Margarita Acosta.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada tres documentos
denominados “formulario de inversión” con logo de DRFE, que aduce haber recibido a
cambio de haber entregado a esta entidad una suma total de veintiséis millones
novecientos noventa y cuatro mil pesos ($26.994.000), en el año 2008. De igual forma,
constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor de DRFE al
presente proceso, la mencionada demandante aparece registrada como reclamante
por afectación en su patrimonio por una suma de sesenta y dos millones seiscientos
cuarenta mil pesos ($62.640.000). Finalmente se constata que en el interrogatorio de
parte rendido por esta demandante, reseña que es comerciante y residente del
municipio de Ricaurte. Explica que entregó su dinero en DRFE, en tanto “cada día más
y más hacían bastantes filas que la gente anochecía entonces yo también fue a hacer mi
inversión”. Informa que le ofrecieron unos rendimientos del 70% en un mes y que le
dio confianza que esta entidad laboraba en la calle central cerca a la Policía y la
Alcaldía. Señala que no preguntó a ninguna autoridad de ningún orden sobre la
legalidad de la entidad a la que confió sus recursos. Manifiesta que no hizo
averiguación alguna sobre la legalidad de la entidad ante las autoridades financieras
y que se confió “de las personas que estaban trabajando allí”. Expresa que nunca supo de
donde provenían los dineros para pagar las utilidades prometidas. Acepta que
incurrió en error al entregado sus dineros a DRFE “porque los lamentos fueron de que
todo mundo decía que no nos devolvieron ya se descubrió pero fue después”.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
esta demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
P.C.24, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que no aportó elemento de convicción idóneo, suficiente y
necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente irrogado,
teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada de los documentos llamados
“formulario de inversión” con el logo de D.R.F.E., son documentos privados de
naturaleza dispositiva que no tienen eficacia “per se” respecto de terceros, sino
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
solamente entre las partes suscribientes25, siendo deber del funcionario judicial su
análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así, para este Despacho, el
contenido de estos documentos no puede presumirse cierto, en tanto no ha sido
reconocido judicialmente en audiencia por su autor26 ya que están suscritos por el
demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello de recibido.
Pero más allá, esta situación, impide que los mencionados documentos puedan
tenérsele como auténticos, conforme lo determina del artículo 252 del C. de P.C.27, en
tanto no se tiene certeza del autor del mismo28.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte de la
demandante, se deduce que ella nunca se cercioró de la proveniencia de los recursos
que se prometían como contraprestación de la entrega del capital, así como tampoco
auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad ante las autoridades financieras
nacionales y locales, sino que se confió por que las demás personas también
entregaban sus dineros a esta entidad y recibían los rendimientos prometidos. Esta
situación denota que existió un total desinterés por precisar la legalidad de las
utilidades que recibía, en tanto éstas eran absurdamente cuantiosas y en unos plazos
fuera de toda lógica económica y financiera, que riñe con las reglas de la lógica y la
práctica. Ello lleva a colegir a través de las reglas de la sana crítica y la experiencia,
que esta demandante inobservó los más elementales cánones de la prudencia, la
buena fe y la previsión al momento de invertir su capital en la entidad plurimentada,
revelándose así probatoriamente que obró con anuencia y aceptación del peligro que
implicaba este tipo de transacción ante los voluminosos y prontos rendimientos que
se le prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a este
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
Ibídem 15
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2.3.4. El caso de Zoila Canticuz Canticuz.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada dos documentos
denominados “formulario de inversión” con logo de DRFE, que aduce haber recibido a
cambio de haber entregado a esta entidad una suma total de once millones
cuatrocientos cuarenta y cuatro mil pesos ($11.444.000), en el año 2008. De igual
forma, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor de DRFE
al presente proceso, la mencionada demandante no aparece registrada como
reclamante por afectación en su patrimonio. Finalmente se constata que en el
interrogatorio de parte rendido por esta demandante, reseña que reside en el
municipio de Ricaurte. Explica que entregó su dinero en DRFE, porque unas
compañeras le dijeron que era bueno meter dinero ahí y la animaron a meter su
dinero. Informa que no preguntó a ninguna autoridad sobre la legalidad del negocio
que le estaban proponiendo ni de la entidad a la que fue a dejar sus dineros. Señala
que le prometieron que iba a ganar más dinero del que depositara. Manifiesta que no
ha hecho negocios en los cuales se obtenga un rendimiento del 50% del capital
invertido en el plazo de un mes. Añade que no tuvo conocimiento de la proveniencia
de los dineros con los que se le cancelarían las utilidades prometidas. Explica que
entregó $4.600.000 y esperaba obtener $6.000.000. Señala que no conocía a la persona
a quien confió sus dineros. Considera que la empresa a la que confió sus dineros es la
responsable de su devolución.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
esta demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
P.C.29, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que no aportó elemento de convicción idóneo, suficiente y
necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente irrogado,
teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada de los documentos llamados
“formulario de inversión” con el logo de D.R.F.E., son documentos privados de
naturaleza dispositiva que no tienen eficacia “per se” respecto de terceros, sino
solamente entre las partes suscribientes30, siendo deber del funcionario judicial su
análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así, para este Despacho, el
contenido de estos documentos no puede presumirse cierto, en tanto no ha sido
reconocido judicialmente en audiencia por su autor31 ya que están suscritos por la
demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello de recibido.
Pero más allá, esta situación, impide que los mencionados documentos puedan
tenérsele como auténticos, conforme lo determina del artículo 252 del C. de P.C.32, en
tanto no se tiene certeza del autor del mismo33.
Ibídem 14.
Ibídem 15.
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Ibídem 17.
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Ibídem 18.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte de la
demandante, se deduce que ella nunca se cercioró de la proveniencia de los recursos
que se prometían como contraprestación de la entrega del capital, así como tampoco
auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad ante las autoridades financieras
nacionales y locales, sino que se confió por que las demás personas también
entregaban sus dineros a esta entidad. Esta situación denota que existió un total
desinterés por precisar la legalidad de las utilidades que recibía, en tanto éstas
podrían superar el capital invertido en un plazo fuera de toda lógica económica y
financiera, que riñe con las reglas de la lógica y la práctica. Ello lleva a colegir a través
de las reglas de la sana crítica y la experiencia, que esta demandante inobservó los
más elementales cánones de la prudencia, la buena fe y la previsión al momento de
invertir su capital en la entidad plurimentada, revelándose así probatoriamente que
obró con anuencia y aceptación del peligro que implicaba este tipo de transacción
ante los voluminosos y prontos rendimientos que se le prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.5. El caso de Fredy Pardo Bonilla
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, este demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada tres documentos
denominados “formulario de inversión” con logo de DRFE, que aduce haber recibido a
cambio de la entrega a esta entidad una suma total de siete millones de pesos
($7.000.000), en el año 2008. De igual forma, constatada la lista de reclamantes
remitida por el Agente Interventor de DRFE al presente proceso, el mencionado
demandante no aparece registrado como reclamante por afectación alguna en su
patrimonio. Finalmente se constata el mentado demandante no rindió interrogatorio
de parte.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
este demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
P.C.34, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que no aportó elemento de convicción idóneo, suficiente y
necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente irrogado,
teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada del (los) documento (s) denominado
(s) “formulario de inversión” con el logotipo de D.R.F.E., son documentos de privados
naturaleza dispositiva que no tienen eficacia “per se” respecto de terceros, sino
solamente entre las partes suscribientes35, siendo deber del funcionario judicial su
análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así, para este Despacho, el
contenido de estos documentos no puede presumirse cierto, en tanto no ha sido
reconocido judicialmente en audiencia por su autor36 ya que están suscritos por el
demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello de recibido.
Pero más allá, esta situación, impide que pueda tenérsele como auténtico, conforme
lo determina del artículo 252 del C. de P.C.37, en tanto no se tiene certeza del autor del
mismo38.
Corroborando la carencia de prueba del daño antijurídico, se tiene que el prementado
demandante no figura como reclamante afectado dentro del proceso de intervención
y liquidación de la entidad DRFE.
2.3.6. El caso de Lily Rodríguez Gómez.
La señora Lily Rodríguez Gómez, para soportar probatoriamente la existencia del
daño antijurídico, es decir del detrimento patrimonial causado por la entrega de
dineros a la captadora DMG, esta demandante presenta a folio 105 C. 1., una copia al
carbón de un recibo de envío efectuado el día 15 de diciembre de 2008, remitido a
“proceso micromercadeo”, cuyo contenido se registra como “DMG carta” y cuya
ampliación de casilla (Fl. 107 C.1.) especifica que contiene Carta de solicitud de
reclamación, fotocopia de cédula, recibo de caja de aportes y 4 tarjetas físicas por
setenta millones de pesos ($70.000.000). Igualmente aporta una copia autenticada del
recibo de pago de giro del Banco Agrario de Colombia pagado el día 23 de junio de
2009 a favor de “DMG – LILI ISABEL RODRÍGUEZ GOMEZ” por un valor de
$275.000. Adicionalmente se observa que a folio 1777 del C.4. del expediente principal
obra la declaración de parte de esta demandante, quien manifiesta que no efectuó
ningún tipo de averiguación sobre la empresa DMG y que depositó la suma de
cincuenta y cinco millones de pesos m/cte ($55.000.000.oo), que confió en la empresa
por que estaba ubicada en forma pública y monitoreada por la Policía, además de que
muchas personas hacían inversiones en esa entidad. Explica que no elevó
averiguación ante la Superintendencia Financiera respecto de la licitud de la
Ibídem 14.
Ibídem 15.
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actividad de esa entidad y que no conoció de las advertencias que efectuó la
autoridad pública sobre el riesgo de entregar dinero a esta empresa. Añade que
inicialmente entregó seis millones de pesos ($6.000.000), después treinta y cinco
millones de pesos ($35.000.000) y finalmente veinte millones de pesos ($20.000.000)
más. Señala que después de haber perdido “$55.000.000, acepté esos $350.000” que el
gobierno nacional entregó como producto de la liquidación de esta entidad. Añade
que la rentabilidad recibida era de un 14% mensual frente a un 1% o 2% que reconoce
el sistema bancario.
No obstante lo anterior, al consultarse en la base de datos remitida por el Agente
Liquidador de la captadora DMG al proceso, se observa que la señora Rodríguez
Gómez no está registrada en la respectiva base de datos.
En ese orden de ideas, el Despacho observa que no existe la suficiente convicción
probatoria para determinar la existencia de un daño antijurídico, toda vez que
inicialmente se tiene la existencia de una copia simple de un documento remitido a la
liquidadora de esta entidad en la que se hace un registro por setenta millones de
pesos ($70.000.000) y posteriormente se hace un relato de una serie de entrega de
dineros que no coinciden con esa cifra, e incluso se habla de la pérdida de cincuenta y
cinco millones de pesos ($55.000.000). Además, respecto a esta prueba documental,
se observa que se trata de la copia simple de un recibo de envío de “tarjetas físicas –
cantidad 4” y “recibo de caja de aportes – original – cantidad 2”. Esta documentación no
ostenta valor probatorio a voces del artículo 254 del C. de P.C. Pero más allá y en
gracia de discusión, esta copia simple ostenta el carácter de documento privado al
estar suscrito por la demandante y una empleada del correo, situación que a voces
del artículo 252 del C. de P.C.39, aplicable en la Jurisdicción de lo Contencioso
Administrativo por el artículo 168 del C.C.A. no puede tenerse como un documento
auténtico al no cumplir con ninguno de los requisitos que para el efecto impone la
norma en mención.
Consecuencialmente, el Despacho observa que la parte demandante no concurrió al
plenario con material probatorio suficiente e idóneo para edificar la convicción
necesaria que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico
irrogado en contra de la prementada demandante, obviando su deber procesal
decantado en el artículo 177 del C. de P.C.40, razón que llevará a que este Despacho
deniegue la pretensión indemnizatoria que a esta demandante atañe, en observancia
del principio de necesidad de la prueba consagrado en el artículo 174 ejusdem.
2.3.7. El caso de Rosa María Gutiérrez Colunge.
Para determinar la existencia de un daño antijurídico en el derecho sustancial a la
propiedad de la mencionada demandante, allegó fotocopia autenticada de fotocopia
simple de un documento denominado “formulario de inversión” que aduce haber
recibido después de entregar la suma de diez millones de pesos ($10.000.000) a
D.R.F.E. el día 23 octubre de 2008. Por otra parte, verificada la base de datos remitida
por el señor Agente Liquidador de la entidad DMG Holding S.A., se tiene que la
demandante en cita no figura como reclamante dentro del proceso administrativo.
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Adicionalmente, rinde interrogatorio de parte en el que manifiesta haber entregado el
día 15 de octubre de 2008 diez millones de pesos ($10.000.000) a la entidad
denominada “SISCO” y el día 31 de octubre de ese mismo año, la suma de quinientos
mil pesos ($500.000) también a la entidad “DINERYA”. Explica que entregó su dinero
porque en “DINERYA” se le prometieron rendimientos de ciento cincuenta por
ciento (150%) en un mes, que no era consciente que ese negocio era una “pirámide” y
que lo vio como un banco. Añade que no verificó la legalidad de las mentadas
entidades y que se confió, así como que no se percató de la advertencia de ninguna
de las entidades estatales. Explica que no conocía el riesgo de entregar su dinero a
esas entidades, que la mayoría de gente había recibido su inversión, que no constató
de donde provenían las utilidades, que invirtió “mis cesantías, mis ahorros y préstamos”,
que hizo la “inversión” confiada de que esas empresas funcionaban “bajo la ley”. Por
otro lado, se observa que la demandante formó parte de la lista de reclamantes que
integraron como acreedores en el proceso de intervención y liquidación de la entidad
DRFE con un monto de diez millones cuatrocientos mil pesos ($10.400.000).
Consecuencialmente se tiene que efectivamente se demostró la concurrencia de un
daño, pero éste no es un daño cuantificable, en tanto existe una gran disparidad entre
las cifras señaladas en la demanda, las señaladas en la declaración de parte, las que
aparecen en la fotocopia autenticada de la copia simple del recibo y por las que figura
como reclamante en el proceso de intervención y liquidación. Pero más allá, para el
Despacho, este daño no reviste las características de un daño antijurídico
indemnizable, es decir de los que la demandante no está en el deber de soportar, en
tanto dentro de la propia declaración de parte de la demandante, se deduce que ella
nunca se cercioró de la proveniencia de los recursos que se prometían como
contraprestación de la entrega del capital, así como tampoco auscultó sobre la
naturaleza y legalidad de la entidad ante las autoridades financieras nacionales y
locales, sino que se confió por que las demás personas también entregaban sus
dineros a esta entidad. Esta situación denota que existió un total desinterés por
precisar la legalidad de las utilidades que recibiría, en tanto éstas podrían superar el
capital invertido en un plazo fuera de toda lógica económica y financiera, que riñe
con las reglas de la lógica y la práctica. Ello lleva a colegir a través de las reglas de la
sana crítica y la experiencia, que esta demandante inobservó los más elementales
cánones de la prudencia, la buena fe y la previsión al momento de invertir su capital
en la entidad plurimentada, revelándose probatoriamente que obró con anuencia y
aceptación del peligro que implicaba este tipo de transacción ante los voluminosos y
prontos rendimientos que se le prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
En tal orden de ideas, el Despacho observa que esta demandante no concurrió al
plenario con material probatorio suficiente e idóneo para edificar la convicción
necesaria que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico
cierto, indemnizable y determinable irrogado en su contra, obviando su deber
procesal decantado en el artículo 177 del C. de P.C.41, razón que llevará a que este
Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria que a esta demandante atañe, en
observancia del principio de necesidad de la prueba consagrado en el artículo 174
ejusdem.
2.3.8. El caso de Rodrigo Rodríguez Riascos.
Para probar la existencia de un daño antijurídico irrogado al mencionado
demandante, se allegó copia simple al carbón de comprobante de envío remitido a
través de la empresa “Servientrega” el 2 de diciembre de 2008 a la entidad “proceso
micromercadeo” en la ciudad de Bogotá, en cuya casilla de “contenido” se reseñó haber
envidado “2 tarjetas copia”, sin especificación adicional. Igualmente se anexó una
fotocopia simple de una fotocopia autenticada de un documento presuntamente
suscrito por el citado demandante y remitido a la Agente Interventora de DMG, Dra.
María Mercede Perry, en el que el Señor Rodríguez solicitó que se le incluyera en el
proceso especial de intervención y liquidación para la devolución del dinero
depositado a DMG por valor de trece millones de pesos m/cte ($13.000.000)
“aproximadamente”. Finalmente, se observa que este demandante aparece reseñado
en el listado de personas que formaron parte del proceso de intervención y
liquidación de la entidad DMG Holding S.A. y que no se hizo presente el día en que
debía rendirse el respectivo interrogatorio de parte, ni justificó su inasistencia.
Partiendo de las pruebas antes reseñadas, el Despacho, a través de las reglas de la
sana crítica y la experiencia, estima en efecto el mencionado demandante formó parte
de los reclamantes del proceso de intervención y liquidación de esta entidad, es decir
fue afectado en su derecho subjetivo a la propiedad, sin que haya sido posible probar
el monto en que resultó afectado, pues en la solicitud de reclamación, que no obstante
ser una fotocopia simple de una fotocopia autenticada se tendrá en cuenta por ser
coherente con la información registrada en la base de datos obrante en el proceso, no
se logró edificar convicción probatoria sobre el monto del perjuicio irrogado.
Pero más allá, estima esta Judicatura que no logró probarse que el daño irrogado
hubiera ostentado la calidad de antijurídico, “esto es, que la persona no tenga el deber
jurídico de soportarlo”42, en tanto conforme se colige de las propias intervenciones de la
parte demandante y de las entidades demandadas debidamente legitimadas por
pasiva para considerarse como sujetos dentro del proceso, la entidad DMG Holding
S.A. ofrecía al público rendimientos exorbitantes en el corto plazo (un mes), situación
que al menos implicaba la verificación de la proveniencia de los recursos con los que
se daba cumplimiento al convenio erigido entre particulares, así como también
averiguaciones elementales ante las autoridades estatales sobre el desarrollo del tipo
Ibídem 14.
Consejo de Estado. Sala de lo Contencioso Administrativo. Sección Tercera. Subsección C.
Consejero Ponente: Enrique Gil Botero. Sentencia de 10 de septiembre de dos 2014. Radicación No.
05001-23-31-000-1991-06952-01(29590)
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
de actividad que llevaba a cabo esta entidad, cuestión de elemental prudencia por
parte del dueño del capital entregado, lo cual en este caso no se probó por parte del
señor Rodríguez, siendo ese un deber procesal del peticionario. Así, termina siendo
colegible que el daño irrogado tiene su génesis en la falta de elemental previsión y
precaución del demandante al confiar un capital a una entidad sobre la cual no
contaba con la más mínima información sobre la naturaleza comercial o financiera,
así como también sobre la proveniencia de los cuantiosos recursos que se cancelaban
como contraprestación a la entrega del dinero, lo que denota una aceptación tácita del
riesgo que una transacción de esta naturaleza entre personas particulares implica,
máxime cuando en la misma se ofrecen rendimientos que históricamente no se han
registrado en el mercado financiero y están por fuera de la lógica y la práctica
comercial y económica. Así, se observa que el afectado propició con su imprudencia
el daño infringido, al punto que no fue de su interés efectuar averiguación alguna
respecto a la entidad particular que recibió su capital y que posteriormente incumplió
el negocio jurídico de exorbitantes ganancias en el término de un mes, al que se había
comprometido, determinando un perjuicio que no resulta indemnizable.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
En tal orden de ideas, el Despacho observa que esta demandante no concurrió al
plenario con material probatorio suficiente e idóneo para edificar la convicción
necesaria que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico
cierto, indemnizable y determinable irrogado en su contra, obviando su deber
procesal decantado en el artículo 177 del C. de P.C.43, razón que llevará a que este
Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria que a esta demandante atañe, en
observancia del principio de necesidad de la prueba consagrado en el artículo 174
ejusdem.
2.3.9. El caso de Ana Julia Velasco Salas.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó la prueba documental consistente en fotocopia auténtica de fotocopia
auténtica de documentos denominados “formulario de recepción de aportes” que aduce
haber recibido a cambio de entregar la suma total de dieciséis millones novecientos
ochenta y ocho mil pesos ($16.988.000) a DRFE en el año 2008. De igual forma,
constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor de esta entidad
al presente proceso, no aparece registrada la señora Velasco Salas como reclamante
por afectación alguna. Finalmente se constata que llegada la fecha y hora para que
esta demandante rindiera su declaración de parte, no se hizo presente.
En tal orden de ideas, el Despacho observa que esta demandante no concurrió al
plenario con material probatorio suficiente e idóneo para edificar la convicción
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Ibídem 14
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
necesaria que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico
cierto, indemnizable y determinable irrogado en su contra, obviando su deber
procesal decantado en el artículo 177 del C. de P.C.44, razón que llevará a que este
Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria que a esta demandante atañe, en
observancia del principio de necesidad de la prueba consagrado en el artículo 174
ejusdem.
Lo anterior toda vez que la demandante no aparece registrada en el listado de
reclamantes afectados en el proceso de intervención y liquidación de la entidad a la
que confió sus recursos y por otro lado, que las fotocopias autenticadas de los
documentos denominados “formulario de recepción de aportes” con el logo de la
entidad D.R.F.E., son documentos privados de naturaleza dispositiva que no tienen
eficacia “per se” respecto de terceros, sino solamente entre las partes suscribientes45,
siendo deber del funcionario judicial su análisis bajo las reglas de la sana crítica y la
experiencia. Así, para este Despacho, el contenido de estos documentos no puede
presumirse cierto, en tanto no ha sido reconocido judicialmente en audiencia por su
autor46 ya que están suscritos por la demandante y a contraparte aparece una rúbrica
ilegible con un sello de recibido. Pero más allá, esta situación, impide que los
mencionados documentos puedan tenérsele como auténticos, conforme lo determina
del artículo 252 del C. de P.C.47, en tanto no se tiene certeza del autor del mismo48.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.10. El caso de Andrés Mauricio Insuasty.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, este demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de la fotocopia
simple de un documento denominado “formulario de recepción de aportes” que
aduce haber recibido después de entregar la suma de tres millones novecientos mil
pesos ($3.900.000) a la entidad D.R.F.E. el día 24 de octubre de 2008. Adicionalmente,
constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor de esta entidad
al presente proceso, aparece registrado el señor Insuasty Eraso con reclamación
equivalente a la suma prementada. Finalmente se constata que llegada la fecha y
hora para que este demandante rindiera su declaración de parte, no se hizo presente.
Partiendo de las pruebas antes reseñadas, el Despacho, a través de las reglas de la
sana crítica y la experiencia, estima que en efecto el mencionado demandante formó
parte de los reclamantes del proceso de intervención y liquidación de esta entidad, es
decir fue afectado en su derecho subjetivo a la propiedad en un monto de tres
44
Ibídem 14
Ibídem 15.
46
Ibídem 16.
47
Ibídem 17.
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Ibídem 18.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
millones novecientos mil pesos ($3.900.000), conforme se determinó en la información
contenida en la base de datos remitida por el Agente liquidador.
Sin embargo, estima esta Judicatura que no logró probarse que el daño en mención
hubiera ostentado la calidad de antijurídico, “esto es, que la persona no tenga el deber
jurídico de soportarlo”49, en tanto conforme se colige de la información recaudada a lo
largo del plenario, tanto por la acción procesal de la demandante como de la
demandada, este daño se derivó del grado de imprudencia en que incurrió el propio
afectado al momento de entregar sus dineros a la entidad DRFE a cambio de una
promesa de rendimientos que oscilaban entre el cincuenta y el ciento cincuenta por
ciento (50% - 150%) del capital en tan solo un mes, sin siquiera haber probado que
verificó al menos la naturaleza de la entidad a la cual le estaba confiando su capital,
así como cuál era el origen de los rendimientos exorbitantes que se ofrecían en el
plazo asombrosa y suspicazmente corto, a cambio del depósito. Así, se evidencia que
el daño irrogado tiene sus cimientos en la falta de previsión del demandante y en la
aceptación tácita del riesgo que una transacción de tal naturaleza implica, situación
que las reglas básicas de la prudencia y la experiencia hacen cuando menos dudosa y
permiten colegir la existencia de un no despreciable riesgo financiero ante la
proporción exorbitante de rendimientos, que aceptó sin mayor previsión. Así, se
observa que el afectado propició con su imprudencia el daño infringido al punto que
el perjuicio no resulta antijurídico y mucho menos indemnizable.
Por otra parte debe señalarse que la prueba documental no ostenta valor probatorio
en tanto se trata de una fotocopia autenticada de una fotocopia simple, por lo que
trasgrede las disposiciones contenidas en el artículo 254 del C. de P.C.
Finalmente y en gracia de discusión debe señalarse también, que las fotocopias
autenticadas de la fotocopia simple del documento llamado “comprobante de recepción
de aportes” con el logo de D.R.F.E., son documentos privados de naturaleza
dispositiva que no tienen eficacia “per se” respecto de terceros, sino solamente entre
las partes suscribientes50, siendo deber del funcionario judicial su análisis bajo las
reglas de la sana crítica y la experiencia. Así, para este Despacho, el contenido de
estos documentos no puede presumirse cierto, en tanto no ha sido reconocido
judicialmente en audiencia por su autor51 ya que están suscritos por la demandante y
a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello de recibido. Pero más allá,
esta situación, impide que los mencionados documentos puedan tenérsele como
auténticos, conforme lo determina del artículo 252 del C. de P.C.52, en tanto no se
tiene certeza del autor del mismo53.
En tal orden de ideas, el Despacho observa que este demandante no concurrió al
plenario con material probatorio suficiente e idóneo para edificar la convicción
necesaria que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico
indemnizable irrogado en su contra, obviando su deber procesal decantado en el
49
Ibídem 42.
Ibídem15
51
Ibídem 16.
52 Ibídem 17.
53 Ibídem 18.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
artículo 177 del C. de P.C.54, razón que llevará a que este Despacho deniegue la
pretensión indemnizatoria que a esta demandante atañe, en observancia del principio
de necesidad de la prueba consagrado en el artículo 174 ejusdem.
2.3.11. El caso de María Eugenia Eraso de Insuasty.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó la prueba documental consistente en fotocopia autenticada de la fotocopia
simple de un documento denominado “formulario de recepción de aportes” que aduce
haber recibido después de entregar la suma de catorce millones novecientos ochenta
y ocho mil pesos ($14.988.000) a la entidad D.R.F.E. el día 23 de octubre de 2008. De
igual forma, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor de
esta entidad al presente proceso, no aparece registrada la señora Velasco Salas.
Finalmente se constata que llegada la fecha y hora para que esta demandante rindiera
su declaración de parte, no se hizo presente.
En esa orientación, debe señalarse también, que la fotocopia autenticada de la
fotocopia simple del documento denominado “formulario de recepción de aportes”
no tiene valor probatorio en tanto no cumple con las disposiciones contenidas en el
artículo 254 del C. de P.C. Pero más allá y en gracia de discusión, este documento
“formulario de inversión” con el logo de D.R.F.E., es un documento privados de
naturaleza dispositiva que no tienen eficacia “per se” respecto de terceros, sino
solamente entre las partes suscribientes55, siendo deber del funcionario judicial su
análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así, para este Despacho, el
contenido de estos documentos no puede presumirse cierto, en tanto no ha sido
reconocido judicialmente en audiencia por su autor56 ya que están suscritos por la
demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello de recibido.
Pero más allá, esta situación, impide que los mencionados documentos puedan
tenérsele como auténticos, conforme lo determina del artículo 252 del C. de P.C.57, en
tanto no se tiene certeza del autor del mismo58.
En tal orden de ideas, el Despacho observa que esta demandante no concurrió al
plenario con material probatorio suficiente e idóneo para edificar la convicción
necesaria que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico
cierto, indemnizable y determinable irrogado en su contra, obviando su deber
procesal decantado en el artículo 177 del C. de P.C.59, razón que llevará a que este
Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria que a esta demandante atañe, en
observancia del principio de necesidad de la prueba consagrado en el artículo 174
ejusdem.
2.3.12. El caso de Cecilia Edilia Salazar Bastidas.
Ibídem 14
Ibídem 15.
56 Ibídem 16
57 Ibídem 17.
58 Ibídem 18
59 Ibídem 14.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documento
llamado “formulario” que aduce haber recibido después de entregar la suma de
catorce millones de pesos ($14.000.000) a la entidad D.R.F.E. el año 2008. De igual
forma, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor de esta
entidad al presente proceso, no aparece registrada la señora Salazar Bastidas.
Finalmente se constata que llegada la fecha y hora para que esta demandante rindiera
su declaración de parte, no se hizo presente.
Sobre el particular, el Despacho observa que esta demandante no concurrió al
plenario con material probatorio suficiente e idóneo para edificar la convicción
necesaria que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico
cierto, indemnizable y determinable irrogado en su contra, obviando su deber
procesal decantado en el artículo 177 del C. de P.C.60, razón que llevará a que este
Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria que a esta demandante atañe, en
observancia del principio de necesidad de la prueba consagrado en el artículo 174
ejusdem. En este punto, debe señalarse que las fotocopias autenticadas de los
documentos denominados “formulario” con logo de la entidad D.R.F.E., son
documentos privados de naturaleza dispositiva que no tienen eficacia “per se”
respecto de terceros, sino solamente entre las partes suscribientes61, siendo deber del
funcionario judicial su análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así,
para este Despacho, el contenido de estos documentos no puede presumirse cierto,
en tanto no ha sido reconocido judicialmente en audiencia por su autor62 ya que están
suscritos por la demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello
de recibido. Pero más allá, esta situación, impide que los mencionados documentos
puedan tenérsele como auténticos, conforme lo determina del artículo 252 del C. de
P.C.63, en tanto no se tiene certeza del autor del mismo64.
2.3.13. El caso de Bernardo Vicente Salazar.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, este demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documento
denominado “formulario” que aduce haber recibido después de entregar la suma de
siete millones de pesos ($7.000.000) a la entidad D.R.F.E. en el mes octubre de 2008.
De igual forma, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor
de esta entidad al presente proceso, no aparece registrado el señor Vicente Salazar.
Finalmente se constata que en el interrogatorio de parte rendido por este
demandante, reseña que no constató por su conducto la naturaleza y legalidad de la
entidad a la cual le confió sus dineros, sino que acudió a ellas por la aglomeración de
personas, por la presencia de personas del gobierno como la Policía y pensando que
era lo mismo que un banco. Añade que los rendimientos prometidos eran
equivalentes al cien por ciento (100%) de la inversión de capital en un mes. Explica
que no vio riesgo en el negocio porque la entidad llevaba cerca de un año en sus
actividades y que no escuchó advertencia alguna de parte de entidades estatales
Ibídem 14.
Ibídem 15.
62 Ibídem 16
63 Ibídem 17.
64 Ibídem 18.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
sobre el riesgo de la inversión. Aduce que no ha realizado negocios con rendimiento
superior al cincuenta por ciento (50%). Señala que no constató con ninguna persona
cuál era el origen del dinero que se ofrecía como rendimiento. Señala que confió en la
entidad a la que entregó su capital porque “ya llevaba arto tiempo y bastante gente decía
que si estaba cumpliendo”.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
este demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
para edificar la convicción necesaria que permita concluir que efectivamente se
presentó un daño antijurídico cierto, indemnizable y determinable irrogado en su
contra, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de P.C.65,
razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria que a
esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez el demandante no aparece registrado en el listado de
reclamantes afectados en el proceso de intervención y liquidación de la entidad a la
que confió sus recursos y por otro lado, que la fotocopia autenticada del documento
denominado “formulario”, da fe de un documento privado de naturaleza dispositiva
que no tienen eficacia “per se” respecto de terceros, sino solamente entre las partes
suscribientes66, siendo deber del funcionario judicial su análisis bajo las reglas de la
sana crítica y la experiencia. Así, para este Despacho, el contenido de estos
documentos no puede presumirse cierto, en tanto no ha sido reconocido
judicialmente en audiencia por su autor67 ya que está suscritos por el demandante y a
contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello de recibido. Pero más allá, esta
situación, impide que el mencionado documento pueda tenérsele como auténtico,
conforme lo determina del artículo 252 del C. de P.C.68, en tanto no se tiene certeza
del autor del mismo69.
2.3.14. El caso de Yord Mirr Barreto Saavedra.
Para probar la existencia de un daño antijurídico irrogado a la mencionada
demandante, se allegó copia simple al carbón de comprobante de envío remitido a
través de la empresa “Servientrega” el 4 de diciembre de 2008 a la entidad “proceso
micromercadeo” en la ciudad de Bogotá, en cuya casilla de “contenido” se reseñó haber
envidado “2 tarjetas físicas”, sin especificación adicional. Igualmente se anexó un
documento privado suscrito por la citada demandante y remitido a la Agente
Interventora de DMG, Dra. María Mercede Perry, en el que la Señora Barreto
Saavedra solicitó que se le incluyera en el proceso especial de intervención y
liquidación para la devolución del dinero depositado a DMG por valor de dos
millones de pesos m/cte ($2.000.000). Finalmente, se observa que este demandante
aparece reseñado en el listado de personas que formaron parte del proceso de
intervención y liquidación de la entidad DMG Holding S.A.; y que rindió el
respectivo interrogatorio de parte en el que básicamente sostuvo que tiene formación
65
Ibídem 14.
Ibídem 15.
67
Ibídem 16.
68
Ibídem 17.
69
Ibídem 18.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
de administradora agropecuaria y que entregó el mentado capital a la entidad DMG
en la ciudad de Pasto. Explica que se le prometieron rendimientos de alrededor del
cincuenta por ciento (50%) del capital y que entregó la suma de catorce millones de
pesos (14.000.000) provenientes de sus familiares. Aduce que no verificó el
Certificado de Cámara de Comercio de la entidad ni tampoco se cercioró de la
legalidad de la entidad ante la Superintendencia Financiera o alguna otra entidad del
orden estatal, ni que conoció de las advertencias hechas por las autoridades sobre el
riesgo de entregar dineros a esta entidad. Aduce que jamás ha hecho negocios en los
que se obtengan utilidades superiores al cincuenta por ciento (50%) en menos de seis
meses. Explica que no preguntó sobre la procedencia de los dineros que se le
prometieron como utilidad de la entrega del capital. Señala que creyó en que DMG
cumpliría porque ya llevaba varios años en Pasto. Aduce que no efectuó ninguna
diligencia para constatar la naturaleza de las actividades de DMG y que confió sus
dineros por lo que escuchó en televisión y que era consciente de que las utilidades
estaban en porcentajes “fuera de lo normal”.
Partiendo de las pruebas antes reseñadas, el Despacho, a través de las reglas de la
sana crítica y la experiencia, estima que en efecto la mencionada demandante formó
parte de los reclamantes del proceso de intervención y liquidación de esta entidad,
sin que haya sido posible probar el monto en que resultó afectado, pues en la
solicitud de reclamación, que no obstante ser un documento privado se tendrá en
cuenta por ser coherente con la información atinente al listado de reclamantes en el
proceso de liquidación e intervención de DMG, no se logró edificar convicción
probatoria sobre el monto del perjuicio irrogado, en tanto que en la demanda y en el
documento en mención aduce haber entregado dos millones de pesos ($2.000.000),
mientras que en su interrogatorio de parte explica que fueron catorce millones de
pesos (14.000.000), infirmando las anteriores referencias. Además se observa que en
su declaración expresa que el dinero entregado no era de su pertenencia sino de sus
familiares, lo que hace concluir que no se presentó afectación alguna en el patrimonio
propio.
Pero más allá, estima esta Judicatura que no logró probarse que el daño irrogado
hubiera ostentado la calidad de antijurídico, “esto es, que la persona no tenga el deber
jurídico de soportarlo”70, en tanto conforme se colige del propio interrogatorio de parte
de la demandante y de las demás intervenciones de las entidades demandadas
debidamente legitimadas por pasiva para considerarse como sujetos dentro del
proceso, la entidad DMG Holding S.A. ofrecía al público rendimientos exorbitantes
en el corto plazo (un mes), situación que al menos implicaba la verificación de la
proveniencia de los recursos con los que se daba cumplimiento al convenio erigido
entre particulares, así como también averiguaciones elementales ante las autoridades
estatales sobre el desarrollo del tipo de actividad que llevaba a cabo esta entidad,
cuestión de elemental prudencia por parte de la dueña del capital entregado, lo cual
en este caso se probó que no se efectuó por parte de la señora Barreto Saavedra,
denotando ello un grado de imprudencia al momento de efectuar ese negocio en el
que se involucraba un capital considerable. Así, termina siendo colegible que daño
irrogado tiene su génesis en la falta de elemental previsión y precaución de la
demandante al confiar su capital y el de su familia a una entidad sobre la cual no
70
Ibídem 42.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
contaba con la más mínima información sobre su naturaleza comercial o financiera,
así como también sobre la proveniencia de los cuantiosos recursos que se le
prometieron cancelar como contraprestación a la entrega del dinero, lo que denota
una aceptación tácita del riesgo que una transacción de esta naturaleza entre
personas particulares implica, máxime cuando en la misma se ofrecen rendimientos
que históricamente no se han registrado en el mercado financiero y que la
demandante señala jamás haber recibido en otro negocio, no obstante su condición
de comerciante. Así, se observa que la afectada propició con su imprudencia el daño
infringido, al punto que no fue de su interés efectuar averiguación alguna respecto a
la entidad particular que recibió su capital y que posteriormente incumplió el negocio
jurídico de exorbitantes ganancias en el término de un mes, al que se había
comprometido, determinando un perjuicio que no resulta antijurídico y mucho
menos indemnizable.
En tal orden de ideas, el Despacho observa que esta demandante no concurrió al
plenario con material probatorio suficiente e idóneo para edificar la convicción
necesaria que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico
cierto, indemnizable y determinable irrogado en su contra, obviando su deber
procesal decantado en el artículo 177 del C. de P.C.71, razón que llevará a que este
Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria que a esta demandante atañe, en
observancia del principio de necesidad de la prueba consagrado en el artículo 174
ejusdem.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.15. El caso del Señor Álvaro Rodríguez Gómez.
Para probar la existencia de un daño antijurídico irrogado al mencionado
demandante, se allegó copia al carbón de comprobante de envío remitido a través de
la empresa “Servientrega” el 2 de diciembre de 2008 a la entidad “proceso
micromercadeo” en la ciudad de Bogotá, en cuya casilla de “contenido” se reseñó haber
envidado “DMG CARTA”, con especificación adicional anexa en la que se determina
que se remitió “tarjetas físicas 2” y “recibo de caja de soportes original 1”. Finalmente, se
observa que este demandante aparece reseñado en el listado de personas que
formaron parte del proceso de intervención y liquidación de la entidad DMG
Holding S.A. sin que se determine el monto por el cual se inscribió como reclamante.
Adicionalmente se tiene que el mencionado demandante rinde interrogatorio de
parte en el que señala que es administrador de empresas, que entregó su dinero a la
entidad DMG en el mes de diciembre de 2008, al haberse enterado por televisión, por
prensa y radio y por amigos que le informaron que ofrecía unos intereses muy altos
por inversión de dinero y que era muy seguro. Añade que no revisó el certificado de
Cámara de Comercio de esta captadora, ni tampoco verificó la autorización legal con
71
Ibídem 14.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
que contaba esa entidad para captar dineros del público, dada la seguridad que
ofrecía la empresa al haber estado funcionando por mucho tiempo y porque se había
expandido a varias partes, además de que personal de la policía intervenía en ese
negocio y de funcionarios públicos que invertían también. Explica que tampoco
verificó ninguna característica de esa entidad ante las autoridades territoriales.
Señala que no recuerda las condiciones del “negocio” en cuanto a utilidades y plazo y
que no conocía los riesgos de esa transacción. Añade que supo de la existencia de
varias pirámides que “se robaron la plata de las personas que confiaron en ellos” y que
conoció sobre las advertencias formuladas por el gobierno nacional a cerca del
fenómeno de “pirámides” durante los meses de octubre y noviembre de 2008.
Manifiesta que es conocedor que en negocios de depósito de dinero en bancos en
CDT´s, se obtiene una utilidad del diez por ciento (10%) anual. Aduce que conocía
del riesgo de depositar sus dineros en esa entidad, más lo estimó “poco” ante el
funcionamiento en el tiempo de esta entidad sin que hubiera tenido reparo por las
entidades de control. Reseña que la utilidad que se le prometió provenía de “unas
inversiones” que en el momento le explicaron pero que no se acuerda. Explica que lo
motivó a entregar su dinero a DMG la “alta rentabilidad” ofrecida y que no tenía
conocimiento que esta entidad realizara actividades ilegales. Explica que
probablemente tiene una confusión respecto del valor invertido pues en la demanda
aduce haber sido de trece millones de pesos ($13.000.000) mientras que en el
requerimiento ante el interventor de la entidad, es de quince millones de pesos
($15.000.000) y que ese capital no era exclusivamente de su propiedad.
Partiendo de las pruebas antes reseñadas, el Despacho, a través de las reglas de la
sana crítica y la experiencia, estima que en efecto el mencionado demandante formó
parte de los reclamantes del proceso de intervención y liquidación de DMG S.A., es
decir fue afectado en su derecho subjetivo a la propiedad, sin que haya sido posible
probar el monto en que resultó afectado, pues en la solicitud de reclamación, que no
obstante ser un documento privado se tendrá en cuenta por ser coherente con la
información atinente al listado de reclamantes en el proceso de liquidación e
intervención de DMG, no se logró edificar convicción probatoria sobre el monto del
perjuicio irrogado, en tanto que en la demanda aduce haber entregado trece millones
de pesos ($13.000.000), mientras que en su interrogatorio de parte explica que fueron
quince millones de pesos (15.000.000), infirmando su versión de los hechos.
Pero más allá, estima esta Judicatura que no logró probarse que el daño irrogado
hubiera ostentado la calidad de antijurídico, “esto es, que la persona no tenga el deber
jurídico de soportarlo”72, en tanto conforme se colige del propio interrogatorio de parte
del demandante y de las demás intervenciones probatorias de las entidades
demandadas debidamente legitimadas por pasiva para considerarse como sujetos
dentro del proceso, la entidad DMG Holding S.A. ofrecía al público rendimientos
exorbitantes en el corto plazo (un mes), situación que al menos implicaba la
verificación efectiva y a conciencia de la proveniencia de los recursos con los que se
daba cumplimiento al convenio erigido entre particulares, así como también
averiguaciones elementales ante las autoridades estatales sobre el desarrollo del tipo
de actividad que llevaba a cabo esta entidad, cuestión de elemental prudencia por
parte de quien entregó el capital, máxime si en ese dinero también concurrieron sus
72
Ibídem 42.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
familiares. Ello no se probó por parte del Rodríguez Gómez, denotando un grado de
imprudencia al momento de efectuar ese negocio en el que se involucraba un capital
considerable y que incluso no era de su total propiedad. Así, termina siendo
colegible que daño irrogado tiene su génesis en la falta de elemental previsión y
precaución de la demandante al confiar su capital y el de su familia a una entidad
sobre la cual no contaba con la más mínima información sobre su naturaleza
comercial o financiera, así como también sobre la proveniencia precisa de los
cuantiosos recursos que se le prometieron cancelar como contraprestación a la
entrega del dinero, lo que revela una aceptación tácita del riesgo que una transacción
de esta naturaleza entre personas particulares implica, ello sin tener en cuenta que la
contraprestación implicaba rendimientos que históricamente no se han registrado en
el mercado financiero, no obstante su condición de profesional de la administración
de empresas. Así, se observa que el afectada propició con su imprudencia y falta de
cautela el daño infringido, al punto que no fue de su interés efectuar averiguación
alguna respecto a la entidad particular que recibió su capital y que posteriormente
incumplió el negocio jurídico de exorbitantes ganancias en un término llamativa y
suspicazmente corto (un mes), al que se había comprometido, determinando un
perjuicio que no resulta antijurídico y mucho menos indemnizable.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
En tal orden de ideas, el Despacho observa que este demandante tampoco concurrió
al plenario con material probatorio suficiente e idóneo para edificar la convicción
necesaria que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico
cierto, indemnizable y determinable irrogado en su contra, obviando su deber
procesal decantado en el artículo 177 del C. de P.C.73, razón que llevará a que este
Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria que a este demandante atañe, en
observancia del principio de necesidad de la prueba consagrado en el artículo 174
ejusdem.
2.3.16. El caso de María Viviana Legarda Noguera.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documento
denominado “formulario” que aduce haber recibido después de entregar la suma de
diez millones de pesos ($10.000.000) a la entidad D.R.F.E. el día 11 de octubre de 2008.
De igual forma, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor
de esta entidad al presente proceso, no aparece registrada la señora Legarda
Noguera. Además, se constata que en el interrogatorio de parte rendido por esta
demandante, reseña que es contadora pública de profesión, que depositó dinero en
DRFE en el mes de octubre de 2008, “aproximadamente 12 millones de pesos” en varias
consignaciones. Añade que conoció de esa entidad por que abrió una cede en
73
Ibídem 14.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Ricaurte la cual era manejada y administrada por el señor Julio Cesar Ruano Rosero,
quien es nativo de ese municipio y había ocupado varios cargos públicos, entre ellos
el de personero, así como que las personas que hacían las veces de cajeros también
eran gente reconocida en el pueblo. Explica que creyó que era una oficina que
trabajaba legalmente porque lo hacía “a la luz pública” y era visitada por todas las
autoridades locales. Añade que creyó que era una “cadena” en la que las personas
invertían el cual se invertía en “negocios internacionales”. Explica que si miró la cámara
de comercio y el RUT en la cartelera, pero que no se cercioró del objeto de la entidad,
así como que no verificó si esa entidad tenía autorización para captar dineros del
público por parte de la Superintendencia Financiera por cuanto supuso que la misma
era legal y estaba autorizada por la Alcaldía Municipal. Manifiesta que no pensó que
podía perder su dinero porque era una “empresa creciente y sólida”. Señala que no
supo de rumores ni informaciones sobre el riesgo y que solo hasta el mes de
septiembre se informó sobre el punto pero ya era demasiado tarde para recuperar el
dinero. También dice que no había efectuado negocios con un rendimiento mayor al
50% de la inversión en un plazo menor de 6 meses y que era obvio que la tasa
ofrecida por DRFE era superior a la de las entidades bancarias. Adiciona que si
obtuvo rendimientos en una oportunidad, los que ascendieron a un millón
trescientos mil ($1.300.000) pesos por haber invertido dos millones de pesos
($2.000.000) durante cuatro meses. Finalmente estima que si fue un error haber
confiado en esa empresa que con el tiempo se demostró que no era legal, pero que lo
hizo porque no sabía que no era ilegal y en aras de obtener un rendimiento.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
esta demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
para edificar la convicción necesaria que permita concluir que efectivamente se
presentó un daño antijurídico cierto, indemnizable y determinable irrogado en su
contra, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de P.C.74,
razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria que a
esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que la demandante no aparece registrada en el listado de
reclamantes afectados en el proceso de intervención y liquidación de la entidad a la
que confió sus recursos y por otro lado, teniendo en cuenta que las fotocopias
autenticadas de los documentos denominados “formularios” con el logo de la
entidad D.R.F.E., son documentos privados de naturaleza dispositiva que no tienen
eficacia “per se” respecto de terceros, sino solamente entre las partes suscribientes75,
siendo deber del funcionario judicial su análisis bajo las reglas de la sana crítica y la
experiencia. Así, para este Despacho, el contenido de estos documentos no puede
presumirse cierto, en tanto no ha sido reconocido judicialmente en audiencia por su
autor76 ya que están suscritos por la demandante y a contraparte aparece una rúbrica
ilegible con un sello de recibido. Pero más allá, esta situación, impide que los
mencionados documentos puedan tenérsele como auténticos, conforme lo determina
del artículo 252 del C. de P.C.77, en tanto no se tiene certeza del autor del mismo78.
Ibídem 14
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte de la
demandante, ella explica que si considera que fue un error haber ingresado sus
recursos a DRFE, y que nunca se cercioró con la debida seriedad de la proveniencia
de los recursos que se prometían como contraprestación de la entrega del capital, así
como tampoco auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad ante las
autoridades financieras y locales. Esta situación denota que existió un total
desinterés por precisar la legalidad de las utilidades que recibía, en tanto éstas
podrían superar el capital invertido en un plazo fuera de toda lógica económica y
financiera, que riñe con las reglas del raciocinio y la práctica. Ello lleva a colegir a
través de las reglas de la sana crítica y la experiencia, que esta demandante inobservó
los más elementales cánones de la prudencia, la buena fe y la previsión al momento
de invertir su capital en la entidad plurimentada, revelándose así probatoriamente
que obró con anuencia y aceptación del peligro que implicaba este tipo de transacción
ante los voluminosos y prontos rendimientos que se le prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
2.3.17. El caso de Teresa del Socorro Acosta Solarte.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documento
denominado “formulario” que aduce haber recibido después de entregar la suma de
cuatro millones de pesos ($4.000.000) a la entidad D.R.F.E. el día 17 de octubre de
2008. De igual forma, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente
Interventor de esta entidad al presente proceso, aparece registrada la señora Acosta
Solarte con una reclamación de la cifra en mención. Finalmente se constata que en el
interrogatorio de parte rendido por esta demandante, reseña que tiene un puesto de
venta de comidas, que entregó sus dineros en un monto de cuatro millones de pesos
($4.000.000) en el mes de octubre de 2008 a DRFE y que se enteró de su
funcionamiento porque estaba hace meses en el municipio de Ricaurte, donde ella es
residente. Añade que no conocía el término pirámide y que no constató ante ninguna
entidad del orden estatal, bien sea local o nacional sobre el funcionamiento y
autorización para captar dineros que acreditara legalmente a DRFE para su actividad.
Añade que confió en la entidad porque conocidos le dijeron que ya habían cumplido
en ocasiones anteriores y que no escuchó de advertencias hechas por la autoridad
pública. Aduce que no supo ni preguntó de dónde se obtenían los recursos que se
entregaban como utilidad del depósito. También manifiesta que la utilidad recibida
era superior al noventa por ciento (90%) al mes de haber invertido y que confió
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
demasiado en la entidad a la que le entregó los dineros y la que finalmente la terminó
“estafando”.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
esta demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
para edificar la convicción necesaria que permita concluir que efectivamente se
presentó un daño antijurídico y por tanto indemnizable, obviando su deber procesal
decantado en el artículo 177 del C. de P.C.79, razón que llevará a que este Despacho
deniegue la pretensión indemnizatoria que a esta demandante atañe, en observancia
del principio de necesidad de la prueba consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que la demandante no aportó elemento de convicción idóneo,
suficiente y necesario, teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada del
documento denominado “formulario” con logo de la entidad D.R.F.E., es un
documento privado de naturaleza dispositiva que no tiene eficacia “per se” respecto
de terceros, sino solamente entre las partes suscribientes80, siendo deber del
funcionario judicial su análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así,
para este Despacho, el contenido de este documento no puede presumirse cierto, en
tanto no ha sido reconocido judicialmente en audiencia por su autor81 ya que está
suscrito por la demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello
de recibido. Pero más allá, esta situación, impide que los mencionados documentos
puedan tenérsele como auténticos, conforme lo determina del artículo 252 del C. de
P.C.82, en tanto no se tiene certeza del autor del mismo83.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte de la
demandante, ella explica que si considera que fue un error haber ingresado sus
recursos a DRFE, y que nunca se cercioró con la debida seriedad de la proveniencia
de los recursos que se prometían como contraprestación de la entrega del capital, así
como tampoco auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad ante las
autoridades financieras y locales. Esta situación denota que existió un total
desinterés por precisar la legalidad de las utilidades que recibía, en tanto éstas
podrían superar el capital invertido en un plazo fuera de toda lógica económica y
financiera, que riñe con las reglas de la lógica y la práctica. Ello lleva a colegir a través
de las reglas de la sana crítica y la experiencia, que esta demandante inobservó los
más elementales cánones de la prudencia, la buena fe y la previsión al momento de
invertir su capital en la entidad plurimentada, revelándose así probatoriamente que
obró con anuencia y aceptación del peligro que implicaba este tipo de transacción
ante los voluminosos y prontos rendimientos que se le prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
Ibídem 14.
Ibídem 15.
81 Ibídem 16.
82 Ibídem 17.
83 Ibídem 18.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.18. El caso de María de Jesús Chalapud.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documento
denominado “formulario”, que aduce haber recibido después de entregar una suma
total once millones novecientos mil pesos ($11.900.000) a la entidad D.R.F.E. los días
19 y 21 de octubre de 2008. De igual forma, constatada la lista de reclamantes
remitida por el Agente Interventor de esta entidad al presente proceso, no aparece
registrada la señora Chalapud. Finalmente se constata que en el interrogatorio de
parte rendido por esta demandante, reseña que entregó dinero a DRFE en el año de
2008 dos ocasiones, la primera en un monto de seis millones cuatrocientos mil pesos
($6.400.000) y la segunda oportunidad, cinco millones quinientos mil pesos
($5.500.000). Aduce que no conocía el término pirámide, que verificó la legalidad de
la empresa viendo en la cartelera el registro de cámara de comercio y el NIT de la
empresa y que también se confió porque veía policía dentro del negocio. Explica que
pensó que todo era legal y que no escuchó advertencia alguna que las autoridades
públicas hubieran hecho sobre el riesgo de entregar dineros a esta entidad. Añade
que en ningún caso ha efectuado negocios en los que se haya obtenido rendimientos
del más del cincuenta por ciento (50%) del capital invertido y que se confió porque
otras personas dijeron haber recibido este rendimiento de parte de DRFE. Aduce que
no constató ni averiguó de dónde provenían los recursos con los que se cancelaban
las utilidades prometidas y que era la primera vez que acudía ante esa entidad a
depositar sus dineros.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
esta demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
para edificar la convicción necesaria que permita concluir que efectivamente se
presentó un daño antijurídico y por tanto indemnizable, obviando su deber procesal
decantado en el artículo 177 del C. de P.C.84, razón que llevará a que este Despacho
deniegue la pretensión indemnizatoria que a esta demandante atañe, en observancia
del principio de necesidad de la prueba consagrado en el artículo 174 ejusdem.
84
Ibídem 14.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Lo anterior toda vez que la demandante no aportó elemento de convicción idóneo,
suficiente y necesario, teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada del
documento denominado “formulario” con el logo de la entidad D.R.F.E., es un
documento privado de naturaleza dispositiva que no tiene eficacia “per se” respecto
de terceros, sino solamente entre las partes suscribientes85, siendo deber del
funcionario judicial su análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así,
para este Despacho, el contenido de este documento no puede presumirse cierto, en
tanto no ha sido reconocido judicialmente en audiencia por su autor86 ya que están
suscritos por la demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello
de recibido. Pero más allá, esta situación, impide que los mencionados documentos
puedan tenérsele como auténticos, conforme lo determina del artículo 252 del C. de
P.C.87, en tanto no se tiene certeza del autor del mismo88.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte de la
demandante, ella explica que nunca se cercioró con la debida seriedad de la
proveniencia de los recursos que se prometían como contraprestación de la entrega
del capital, así como tampoco auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad
ante las autoridades financieras y locales, sino que se confió de que las demás
personas también entregaban sus dineros a esta entidad. Esta situación denota que
existió un total desinterés por precisar la legalidad de las utilidades que recibía, en
tanto éstas podrían superar el capital invertido en un plazo fuera de toda lógica
económica y financiera, que riñe con las reglas de la lógica y la práctica. Ello lleva a
colegir a través de las reglas de la sana crítica y la experiencia, que esta demandante
inobservó los más elementales cánones de la prudencia, la buena fe y la previsión al
momento de invertir su capital en la entidad plurimentada, revelándose así
probatoriamente que obró con anuencia y aceptación del peligro que implicaba este
tipo de transacción ante los voluminosos y prontos rendimientos que se le
prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
Ibídem 15.
Ibídem 16.
87 Ibídem 17.
88 Ibídem 18.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.19. El caso de Sonia del Rocío Castro González.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documento
denominado “formulario“ que aduce haber recibido después de entregar la suma de
diez millones de pesos ($10.000.000) a la entidad D.R.F.E. el día 11 de octubre de 2008.
De igual forma, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor
de esta entidad al presente proceso, no aparece registrada la señora Castro González.
Finalmente se constata que llegada la fecha y hora para que esta demandante rindiera
su declaración de parte, no se hizo presente, ni justificó su inasistencia.
En tal orden de ideas, el Despacho observa que esta demandante no concurrió al
plenario con material probatorio suficiente e idóneo para edificar la convicción
necesaria que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico
cierto, indemnizable y determinable irrogado en su contra, obviando su deber
procesal decantado en el artículo 177 del C. de P.C.89, razón que llevará a que este
Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria que a esta demandante atañe, en
observancia del principio de necesidad de la prueba consagrado en el artículo 174
ejusdem. Sobre el particular, debe señalarse que el documento denominado
“formulario” con logo de la entidad D.R.F.E., es un documento privado de naturaleza
dispositiva que no tiene eficacia “per se” respecto de terceros, sino solamente entre las
partes suscribientes90, siendo deber del funcionario judicial su análisis bajo las reglas
de la sana crítica y la experiencia. Así, para este Despacho, el contenido de este
documento no puede presumirse cierto, en tanto no ha sido reconocido judicialmente
en audiencia por su autor91 ya que están suscritos por la demandante y a contraparte
no aparece rúbrica alguna y solo tiene un sello de recibido. Pero más allá, esta
situación, impide que el mencionado documento pueda tenérsele como auténtico,
conforme lo determina del artículo 252 del C. de P.C.92, en tanto no se tiene certeza
del autor del mismo93.
Ibídem 14.
Ibídem 15.
91 Ibídem 16.
92 Ibídem 17.
93 Ibídem 18.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
2.3.20. El caso de María Doris Castro Gonzales.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de dos documentos
denominados “formulario” que aduce haber recibido después de entregar una suma
total de trece millones doscientos setenta mil pesos ($13.270.000) a la entidad D.R.F.E.
los días 7 y 17 de octubre de 2008. De igual forma, constatada la lista de reclamantes
remitida por el Agente Interventor de esta entidad al presente proceso, aparece
registrada con una afectación equivalente a diecisiete millones doscientos treinta y
seis mil pesos ($17.236.000). Finalmente se constata que en el interrogatorio de parte
rendido por esta demandante, reseña que entregó su dinero a DRFE en Ricaurte, ante
los comentarios que hacía la gente del pueblo, en los que se decía que les daban una
ganancia por la entrega del capital. También señala que no verificó ante ninguna
autoridad local o nacional la legalidad de la actividad que desarrollaba la empresa,
toda vez que “todas las personas que estaban invirtiendo estaban diciendo que la alcaldía les
había dado un permiso para ejercer”, así como que le ofrecieron intereses del cincuenta al
cien por ciento (50% - 100%) en un mes, pero que no conocía de los riesgos de la
inversión ni de las advertencias públicas efectuadas por las entidades estatales.
Añade que no había hecho negocios anteriormente. Explica que en los recibos había
un NIT y uno podía verificar la retención en la fuente y afuera en la entrada había
una fotocopia que decía cámara de comercio. Explica que se confió al pensar que por
la retención en la fuente, el negocio era legal. Manifiesta que no se le explicó el origen
de los dineros que se le entregarían como utilidad del depósito y que hizo parte de
los reclamantes dentro del proceso de intervención y liquidación de esta entidad.
Aduce que es consciente que cobrar a alguien un interés mensual superior al 10% no
es legal, pero que a ella se lo ofrecieron y lo recibió.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
esta demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
para edificar la convicción necesaria que permita concluir que efectivamente se
presentó un daño antijurídico y por tanto indemnizable, obviando su deber procesal
decantado en el artículo 177 del C. de P.C.94, razón que llevará a que este Despacho
deniegue la pretensión indemnizatoria que a esta demandante atañe, en observancia
del principio de necesidad de la prueba consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que la demandante no aportó elemento de convicción idóneo,
suficiente y necesario, teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada de los
documentos denominados “formularios” con logo de la entidad D.R.F.E., son
documentos privados de naturaleza dispositiva que no tienen eficacia “per se”
respecto de terceros, sino solamente entre las partes suscribientes95, siendo deber del
funcionario judicial su análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así,
para este Despacho, el contenido de estos documentos no puede presumirse cierto,
en tanto no ha sido reconocido judicialmente en audiencia por su autor96 ya que están
suscritos por la demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello
de recibido. Pero más allá, esta situación, impide que los mencionados documentos
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
puedan tenérsele como auténticos, conforme lo determina del artículo 252 del C. de
P.C.97, en tanto no se tiene certeza del autor del mismo98.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte de la
demandante, ella explica que nunca se cercioró con la suficiente seriedad de la
proveniencia de los recursos que se prometían como contraprestación de la entrega
del capital, así como tampoco auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad
ante las autoridades financieras nacionales y locales, sino que se confió de que las
demás personas también entregaban sus dineros a esta entidad. Esta situación
denota que existió un total desinterés por precisar la legalidad de las utilidades que
recibía, en tanto éstas podrían superar el capital invertido en un plazo fuera de toda
lógica económica y financiera, que riñe con las reglas de la lógica y la práctica. Ello
lleva a colegir a través de las reglas de la sana crítica y la experiencia, que esta
demandante inobservó los más elementales cánones de la prudencia, la buena fe y la
previsión al momento de invertir su capital en la entidad plurimentada, revelándose
así probatoriamente que obró con anuencia y aceptación del peligro que implicaba
este tipo de transacción ante los voluminosos y prontos rendimientos que se le
prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.21. El caso de Gilberto Antonio Ortiz Erazo.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, este demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de la fotocopia
autenticada de documentos denominados “formulario” que aduce haber recibido
después de entregar una suma total de dieciocho millones de pesos ($18.000.000) a la
entidad D.R.F.E. los días 5, 21 y 17 de octubre de 2008. De igual forma, constatada la
lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor de esta entidad al presente
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Ibídem 17.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
proceso, aparece registrado con una afectación equivalente a cuarenta y un millones
ochocientos ochenta mil pesos ($18.880.000). Finalmente se constata que en el
interrogatorio de parte rendido por este demandante, reseña que es residente en el
municipio de Ricaurte y se desempeña como taxista. Añade que entregó su dinero a
DRFE en Ricaurte en un monto de doce millones de pesos ($12.000.000), después de
haberse enterado por las personas que transportaba en su taxi. Explica que depositó
su dinero y que le ofrecieron un rendimiento mensual de entre el ochenta y el
noventa por ciento (80% - 90%). Añade que nunca constató ante las autoridades
locales o nacionales la legalidad del negocio que se efectuó porque confió en que era
legal al estar ubicado diagonal al puesto de policía de Ricaurte y que las utilidades
que se ofrecían llegaron a alcanzar hasta el ciento cincuenta por ciento (150%) de
rendimiento en un mes. Aduce que no conoció las advertencias hechas por las
entidades estatales, sino hasta cuando esta entidad se fue con los dineros de los
depositantes. Explica que personas conocidas metían cinco millones de pesos y al
mes ya tenían nueve o diez millones, lo que lo impulsó a entregar su dinero también,
además de que se proponía una “alta tasa de rentabilidad”. Añade que no verificó el
certificado de cámara de comercio de esa entidad, ni que elevó solicitud ante las
Superintendencias del caso. Añade que nunca supo de dónde venían los
rendimientos que se pagaban por los depósitos hechos y que supuso que la operación
era legal porque el gobierno sabía que ellos existían. Expresa que no conocía al
fundador de la empresa ni a la empresa a la que le entregó el dinero y que es
consciente que la ley no permite cobrar a una persona más del 10% mensual de
interés. Explica que reinvirtió su capital en varias ocasiones.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
este demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
para edificar la convicción necesaria que permita concluir que efectivamente se
presentó un daño antijurídico y por tanto indemnizable, obviando su deber procesal
decantado en el artículo 177 del C. de P.C.99, razón que llevará a que este Despacho
deniegue la pretensión indemnizatoria que a esta demandante atañe, en observancia
del principio de necesidad de la prueba consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que el demandante no aportó elemento de convicción idóneo,
suficiente y necesario, teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada de los
documentos denominados “formulario” con logo de la entidad D.R.F.E., son
documentos privados de naturaleza dispositiva que no tienen eficacia “per se”
respecto de terceros, sino solamente entre las partes suscribientes100, siendo deber del
funcionario judicial su análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así,
para este Despacho, el contenido de estos documentos no puede presumirse cierto,
en tanto no ha sido reconocido judicialmente en audiencia por su autor101 ya que
están suscritos por la demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un
sello de recibido. Pero más allá, esta situación, impide que los mencionados
documentos puedan tenérsele como auténticos, conforme lo determina del artículo
252 del C. de P.C.102, en tanto no se tiene certeza del autor del mismo103.
Ibídem 14.
Ibídem 15.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte del
demandante, él explica que nunca se cercioró con la suficiente seriedad de la
proveniencia de los recursos que se prometían como contraprestación de la entrega
del capital, así como tampoco auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad
ante las autoridades financieras nacionales y locales, sino que se confió de que las
demás personas también entregaban sus dineros a esta entidad. Esta situación
denota que existió un total desinterés por precisar la legalidad de las utilidades que
recibía, en tanto éstas podrían superar el capital invertido en un plazo fuera de toda
lógica económica y financiera, que riñe con las reglas de la lógica y la práctica. Ello
lleva a colegir a través de las reglas de la sana crítica y la experiencia, que esta
demandante inobservó los más elementales cánones de la prudencia, la buena fe y la
previsión al momento de invertir su capital en la entidad plurimentada, revelándose
así probatoriamente que obró con anuencia y aceptación del peligro que implicaba
este tipo de transacción ante los voluminosos y prontos rendimientos que se le
prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.22. El caso de Isabel Bastidas Moreno.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documento
denominado “formulario” que aduce haber recibido después de entregar la suma de
trece millones quinientos mil pesos ($13.500.000) a la entidad D.R.F.E. para ser
pagados los días 7 y 22 de octubre de 2008. De igual forma, constatada la lista de
reclamantes remitida por el Agente Interventor de esta entidad al presente proceso, la
mencionada demandante no aparece registrada como reclamante por afectación
alguna. Finalmente se constata que en el interrogatorio de parte rendido por esta
demandante, reseña que vive en el municipio de Ricaurte y se enteró de la existencia
de la captadora dado que quedaba ubicada en la vía principal y se veían “tumultos”
de personas. Explica que le entregó cuatro millones de pesos ($4.000.000) a un señor
de nombre Eliecer de quién no recuerda el apellido y que el día que fue a recibir el
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capital y los intereses “nos dijeron que teníamos que dejar reinvirtiendo”, y llegado el
plazo, las secretarias que atendían le dijeron que “tocaba dejar reinvirtiendo otra vez, al
segundo mes, después ya se fueron”. Explica que no constató ante ninguna autoridad
local o nacional la legalidad de las actividades de esa entidad, porque en el recibo
tenía el “numerito NIT” y ahí como nos estaban cobrando IVA, “entonces uno se confió
de eso”. Aduce que estaban pagando 50% de intereses en un mes, que no conoció el
riesgo porque estaba la policía que iba a invertir también. Añade que nunca ha
efectuado negocios en los que gane más del 50% del capital y que confió en DRFE
porque casi todo el pueblo invertía y escuchó que les pagaban buenos intereses.
Manifiesta que no averiguó ni le dijeron de donde provenían los dineros que se
entregaban como rendimiento. Al ser indagada por si conoce que cobrar a una
persona o entidad intereses superiores al 10%, expresa “no, eso no es legal, pues
habiendo esa oportunidad que nos recibían la poca plata que uno tenía y le daban eso buenos
réditos, uno tenía que aprovechar esa oportunidad.”. Añade que parte de ese dinero no era
de su propiedad y que en efecto recibió rendimientos pues “durante los primeros meses
si estaban pagando” sin recordar cuanto recibió. Informa que en el recibo de nueve
millones dos cientos mil pesos ($9.200.000), ya estaban incluidos los intereses y que el
capital correspondiente a ese dinero era de cuatro millones de pesos ($4.000.000).
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
esta demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
para edificar la convicción necesaria que permita concluir que efectivamente se
presentó un daño antijurídico y por tanto indemnizable, obviando su deber procesal
decantado en el artículo 177 del C. de P.C.104, razón que llevará a que este Despacho
deniegue la pretensión indemnizatoria que a esta demandante atañe, en observancia
del principio de necesidad de la prueba consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que la demandante no aportó elemento de convicción idóneo,
suficiente y necesario del daño antijurídico supuestamente irrogado, teniendo en
cuenta que la fotocopia autenticada de los documentos denominados “formularios”
con el logo la entidad D.R.F.E., son documentos privados de naturaleza dispositiva
que no tienen eficacia “per se” respecto de terceros, sino solamente entre las partes
suscribientes105, siendo deber del funcionario judicial su análisis bajo las reglas de la
sana crítica y la experiencia. Así, para este Despacho, el contenido de estos
documentos no puede presumirse cierto, en tanto no ha sido reconocido
judicialmente en audiencia por su autor106 ya que están suscritos por la demandante
y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello de recibido. Pero más allá,
esta situación, impide que los mencionados documentos puedan tenérsele como
auténticos, conforme lo determina del artículo 252 del C. de P.C.107, en tanto no se
tiene certeza del autor del mismo108.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte de la
demandante, ella explica que nunca se cercioró con la suficiente seriedad de la
proveniencia de los recursos que se prometían como contraprestación de la entrega
Ibídem 14.
Ibídem 15.
106 Ibídem 16.
107 Ibídem 17.
108 Ibídem 18.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
del capital, así como tampoco auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad
ante las autoridades financieras nacionales y locales, sino que se confió de que las
demás personas también entregaban sus dineros a esta entidad. Esta situación
denota que existió un total desinterés por precisar la legalidad de las utilidades que
recibía, en tanto éstas podrían superar el capital invertido en un plazo fuera de toda
lógica económica y financiera, que riñe con las reglas de la razón y la práctica. Ello
lleva a colegir a través de las reglas de la sana crítica y la experiencia, que esta
demandante inobservó los más elementales cánones de la prudencia, la buena fe y la
previsión al momento de invertir su capital en la entidad plurimentada, revelándose
así probatoriamente que obró con anuencia y aceptación del peligro que implicaba
este tipo de transacción ante los voluminosos y prontos rendimientos que se le
prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.23. El caso de Jaime Colón Ortega.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, este demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada documento
denominado “formulario” que aduce haber recibido después de entregar una suma
total de veinticuatro millones cuatrocientos mil pesos ($24.400.000) a la entidad
D.R.F.E. en varias ocasiones durante el mes de octubre de 2008. De igual forma,
constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor de esta entidad
al presente proceso, el mencionado demandante no aparece registrado como
reclamante por afectación alguna. Finalmente se constata que en el interrogatorio de
parte rendido por este demandante, reseña que se dedica al comercio, reside en
Ricaurte (N) y es bachiller. Explica que entregó a DRFE en una primera ocasión cinco
millones de pesos, y en una segunda ocasión cuatro millones. Explica que no verificó
la legalidad de la empresa en la Superintendencia Financiera ni tampoco ante
autoridad municipal, suponiendo que se trataba de una entidad legal ante el
certificado de cámara de comercio visible en el negocio, pero que “por descuido” no
se detuvo a constatar qué decía ese certificado. Informa que la confianza para
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depositar sus dineros devino de ver a otras personas hacer lo mismo y recibir
rendimientos. Añade que no preguntó ni se cercioró la procedencia de los recursos
con que se pagaban los rendimientos. Manifiesta que es consciente de que no es legal
cobrar a una persona natural o jurídica, más del 10% de intereses mensuales. Aduce
que los recibos presentados incluyen también el rendimiento que anteriormente
había dado el capital.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
este demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
para edificar la convicción necesaria que permita concluir que efectivamente se
presentó un daño antijurídico y por tanto indemnizable, obviando su deber procesal
decantado en el artículo 177 del C. de P.C.109, razón que llevará a que este Despacho
deniegue la pretensión indemnizatoria que a esta demandante atañe, en observancia
del principio de necesidad de la prueba consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que el demandante no aportó elemento de convicción idóneo,
suficiente y necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente
irrogado, teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada del documento
denominado “formulario” con logo de la entidad D.R.F.E., es un documento privado
de naturaleza dispositiva que no tiene eficacia “per se” respecto de terceros, sino
solamente entre las partes suscribientes110, siendo deber del funcionario judicial su
análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así, para este Despacho, el
contenido de este documento no puede presumirse cierto, en tanto no ha sido
reconocido judicialmente en audiencia por su autor111 ya que están suscritos por la
demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello de recibido.
Pero más allá, esta situación, impide que los mencionados documentos puedan
tenérsele como auténticos, conforme lo determina del artículo 252 del C. de P.C.112, en
tanto no se tiene certeza del autor del mismo113.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte del
demandante, él explica que nunca se cercioró con la suficiente seriedad de la
proveniencia de los recursos que se prometían como contraprestación de la entrega
del capital, así como tampoco auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad
ante las autoridades financieras nacionales y locales, sino que se confió de que las
demás personas también entregaban sus dineros a esta entidad. Pero adicionalmente,
señala el demandante que tenía pleno conocimiento de que cobrar un interés
mensual superior al 10% era una actuación ilegal, que no se cercioró de la
proveniencia de los dineros con los que se pagarían las utilidades y que se “descuidó”
al no constatar el verdadero objeto social de la entidad a la que confió su capital. Esta
situación denota que existió un total desinterés por precisar la legalidad de las
utilidades que recibía, en tanto éstas podrían superar el capital invertido en un plazo
fuera de toda lógica económica y financiera, que riñe con las reglas de la razón y la
práctica. Ello lleva a colegir a través de las reglas de la sana crítica y la experiencia,
que esta demandante inobservó los más elementales cánones de la prudencia, la
Ibídem 14.
Ibídem 15.
111 Ibídem 16.
112 Ibídem 17.
113 Ibídem 18.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
buena fe y la previsión al momento de invertir su capital en la entidad plurimentada,
revelándose así probatoriamente que obró con anuencia y aceptación del peligro que
implicaba este tipo de transacción ante los voluminosos y prontos rendimientos que
se le prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.24. El caso de Esteban Alberto Ascuntar Ortega.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, este demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia simple de documento
denominado “formulario” que aduce haber recibido después de entregar una suma
de cinco millones de pesos ($5.000.000) a la entidad D.R.F.E. en el mes de octubre de
2008. De igual forma, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente
Interventor de esta entidad al presente proceso, el mencionado demandante no
aparece registrado como reclamante por afectación alguna. Finalmente se constata
que no rindió interrogatorio de parte
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
este demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
para edificar la convicción necesaria que permita concluir que efectivamente se
presentó un daño antijurídico y por tanto indemnizable, obviando su deber procesal
decantado en el artículo 177 del C. de P.C.114, razón que llevará a que este Despacho
deniegue la pretensión indemnizatoria que a esta demandante atañe, en observancia
del principio de necesidad de la prueba consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior teniendo en cuenta que la fotocopia simple del recibo de entrega del
dinero a la entidad D.R.F.E., a voces del artículo 254 del C. de P.C., no ostentan
similar valor probatorio al original si: 1) éstas no han “sido autorizadas por notario,
director de oficina administrativa o de policía, o secretario de oficina judicial, previa orden del
juez, donde se encuentre el original o una copia autenticada”, 2) no han “sido autenticadas
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Ibídem 14.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
por notario, previo cotejo con el original o la copia autenticada que se le presente” y
finalmente, no han sido “compulsadas del original o de copia autenticada en el curso de
inspección judicial, salvo que la ley disponga otra cosa.”
2.3.25. El caso de Manuel Jesús Ceballos Cultid.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, este demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documentos
denominados “formulario” que aduce haber recibido después de entregar una suma
total de cinco millones de pesos ($5.000.000) a la entidad D.R.F.E. en varias ocasiones
durante el mes de octubre de 2008. De igual forma, constatada la lista de reclamantes
remitida por el Agente Interventor de esta entidad al presente proceso, el
mencionado demandante no aparece registrado como reclamante por afectación
alguna. Finalmente se constata que en el interrogatorio de parte rendido por este
demandante, reseña que se dedica a la agricultura, reside en Ricaurte (N). Explica
que entregó dinero a DRFE en dos ocasiones. Explica que en la “captadora” le dijeron
que la entidad tenía Cámara de Comercio estaba legalizada en la DIAN por lo que
hizo una inversión de tres millones de pesos ($3.000.000) y después reinvirtió cinco
millones de pesos ($5.000.000). Explica que puso su capital con aspiración de obtener
rendimientos de entre el ciento treinta y ciento cincuenta por ciento (130 % - 150%) en
un mes. Añade que ya fue a cobrar el dinero y ya se había cerrado la “captadora de
dinero”. Aduce que no verificó la legalidad de la empresa en la Superintendencia
Financiera ni tampoco ante autoridad municipal, suponiendo que se trataba de una
entidad legal porque los policías y hasta el Alcalde también iban a depositar dinero.
Explica que no ha hecho en otras ocasiones, negocios que rindan con un 50% de
utilidades en un mes. Añade que no preguntó ni se cercioró la procedencia de los
recursos con que se pagaban los rendimientos. Manifiesta que el negocio propuesto
por la “captadora” ofrecía rendimientos superiores en un 90% de los que ofrece un
banco. Describe que no conocía a las personas a quienes entregó su dinero. Reseña
que el interés mínimo que se le ofreció fue del ciento treinta por ciento (130%).
Finalmente, aduce que los recibos presentados incluyen también el rendimiento que
anteriormente había dado el capital.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
este demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo,
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
P.C.115, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que el demandante no probó la existencia del daño antijurídico
supuestamente irrogado, teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada de los
documentos denominados “formulario” con logo de la entidad D.R.F.E., son
documentos privados de naturaleza dispositiva que no tienen eficacia “per se”
respecto de terceros, sino solamente entre las partes suscribientes116, siendo deber del
funcionario judicial su análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así,
115
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Ibídem 14.
Ibídem 15
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
para este Despacho, el contenido de estos documentos no puede presumirse cierto,
en tanto no ha sido reconocido judicialmente en audiencia por su autor117 ya que
están suscritos por la demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un
sello de recibido. Pero más allá, esta situación, impide que los mencionados
documentos puedan tenérsele como auténticos, conforme lo determina del artículo
252 del C. de P.C.118, en tanto no se tiene certeza del autor del mismo119.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte del
demandante, él explica que nunca se cercioró con la suficiente seriedad de la
proveniencia de los recursos que se prometían como contraprestación de la entrega
del capital, así como tampoco auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad
ante las autoridades financieras nacionales y locales, sino que se confió de que las
demás personas también entregaban sus dineros. Esta situación denota que existió
un total desinterés por precisar la legalidad de las utilidades que recibía, en tanto
éstas podrían superar el capital invertido en un plazo fuera de toda lógica económica
y financiera, que riñe con las reglas de la razón y la práctica. Ello lleva a colegir a
través de las reglas de la sana crítica y la experiencia, que esta demandante inobservó
los más elementales cánones de la prudencia, la buena fe y la previsión al momento
de invertir su capital en la entidad plurimentada, revelándose así probatoriamente
que obró con anuencia y aceptación del peligro que implicaba este tipo de transacción
ante los voluminosos y prontos rendimientos que se le prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.26. El caso de Vicente Efrén Salazar Bastidas.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, este demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documentos
denominados “formulario” que aduce haber recibido después de entregar una suma
Ibídem 16
Ibídem 17.
119 Ibídem 18.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
total de veintiséis millones de pesos ($26.000.000) a la entidad D.R.F.E. en varias
ocasiones durante el mes de octubre de 2008. De igual forma, constatada la lista de
reclamantes remitida por el Agente Interventor de esta entidad al presente proceso, el
mencionado demandante no aparece registrado como reclamante por afectación
alguna. Finalmente se constata que en el interrogatorio de parte rendido por este
demandante, reseña que se dedica al comercio de verduras, reside en Ricaurte (N).
Explica que entregó veintisiete millones de pesos a DRFE, entidad en la que se le
prometió un rendimiento del cien por ciento (100%) en un mes. Añade que supuso
que se trataba de una entidad legal por funcionar cerca a la Policía y porque la misma
Policía hacía orden para que la gente entre y salga del lugar. Señala que no supo de
las advertencias de las autoridades efectuadas por los medios de comunicación.
Añade que ha hecho negocios en los que obtiene rendimientos del 50% del capital
pero a seis meses. Informa que la confianza para depositar sus dineros devino de ver
a otras personas hacer lo mismo y recibir rendimientos. Añade que no preguntó ni
se cercioró la procedencia de los recursos con que se pagaban los rendimientos.
Señala que no conocía a las personas ni a la empresa a quienes entregó el dinero y
que efectuó dicha entrega con la expectativa de obtener un cien por ciento (100%) de
rendimiento a un mes.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
este demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
P.C.120, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que no aportó elemento de convicción idóneo, suficiente y
necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente irrogado,
teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada de los documentos denominados
“formulario” con logo de la entidad D.R.F.E., son documentos privados de
naturaleza dispositiva que no tienen eficacia “per se” respecto de terceros, sino
solamente entre las partes suscribientes121, siendo deber del funcionario judicial su
análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así, para este Despacho, el
contenido de estos documentos no puede presumirse cierto, en tanto no ha sido
reconocido judicialmente en audiencia por su autor122 ya que están suscritos por la
demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello de recibido.
Pero más allá, esta situación, impide que los mencionados documentos puedan
tenérsele como auténticos, conforme lo determina del artículo 252 del C. de P.C.123, en
tanto no se tiene certeza del autor del mismo124.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte del
demandante, él explica que nunca se cercioró con de la proveniencia de los recursos
que se prometían como contraprestación de la entrega del capital, así como tampoco
Ibídem 14.
Ibídem 15.
122 Ibídem 16.
123 Ibídem 17.
124 Ibídem 18.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad ante las autoridades financieras
nacionales y locales, sino que se confió de que las demás personas también
entregaban sus dineros a esta entidad. Esta situación denota que existió un total
desinterés por precisar la legalidad de las utilidades que recibía, en tanto éstas
podrían superar el capital invertido en un plazo fuera de toda lógica económica y
financiera, que riñe con las reglas de la razón y la práctica. Ello lleva a colegir a través
de las reglas de la sana crítica y la experiencia, que esta demandante inobservó los
más elementales cánones de la prudencia, la buena fe y la previsión al momento de
invertir su capital en la entidad plurimentada, revelándose así probatoriamente que
obró con anuencia y aceptación del peligro que implicaba este tipo de transacción
ante los voluminosos y prontos rendimientos que se le prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.27. El caso de Julio Hernando Solarte Casanova.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, este demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documentos
denominados “formulario” que aduce haber recibido después de entregar una suma
total de veintiocho millones de pesos ($28.000.000) a la entidad D.R.F.E. en varias
ocasiones durante el mes de octubre de 2008. De igual forma, constatada la lista de
reclamantes remitida por el Agente Interventor de esta entidad al presente proceso, el
mencionado demandante aparece registrado como reclamante por afectación en su
patrimonio por setenta y siete millones de pesos ($77.000.000). Finalmente se
constata que en el interrogatorio de parte rendido por este demandante, reseña que
se dedica a la agricultura y reside en Ricaurte (N). Explica que entregó dinero “como
en 3 ocasiones” en DRFE de Ricaurte y una vez en DMG en Pasto una suma de diez
millones de pesos ($10.000.000). Añade no le preguntó a nadie por la legalidad de la
actividad que desarrollaban estas empresas y que le ofrecieron pagarle entre el
setenta y cien por ciento (70% - 100%) de su capital en un mes. Que supuso que se
trataba de una entidad legal por funcionar cerca a la Policía y porque la misma
Policía hacía orden para que la gente entre y salga del lugar. Señala que no supo de
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las advertencias de las autoridades efectuadas por los medios de comunicación.
Añade que ha hecho negocios en los que obtiene rendimientos del 50% del capital
pero a seis meses. Informa que la confianza para depositar sus dineros devino de ver
a otras personas hacer lo mismo y recibir rendimientos. Añade que no preguntó ni
se cercioró la procedencia de los recursos con que se pagaban los rendimientos.
Señala que no conocía a las personas ni a la empresa a quienes entregó el dinero y
que efectuó dicha entrega con la expectativa de obtener un cien por ciento (100%) de
rendimiento a un mes.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
este demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
P.C.125, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que no aportó elemento de convicción idóneo, suficiente y
necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente irrogado,
teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada de los documentos denominados
“formulario” con logo de la entidad D.R.F.E., son documentos privados de
naturaleza dispositiva que no tienen eficacia “per se” respecto de terceros, sino
solamente entre las partes suscribientes126, siendo deber del funcionario judicial su
análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así, para este Despacho, el
contenido de estos documentos no puede presumirse cierto, en tanto no ha sido
reconocido judicialmente en audiencia por su autor127 ya que están suscritos por la
demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello de recibido.
Pero más allá, esta situación, impide que los mencionados documentos puedan
tenérsele como auténticos, conforme lo determina del artículo 252 del C. de P.C.128, en
tanto no se tiene certeza del autor del mismo129.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte del
demandante, él explica que nunca se cercioró de la proveniencia de los recursos que
se prometían como contraprestación de la entrega del capital, así como tampoco
auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad ante las autoridades financieras
nacionales y locales, sino que se confió de que las demás personas también
entregaban sus dineros a esta entidad. Por otra parte tampoco aporta prueba
documental alguna respecto de la entrega de dinero a DMG.
Esta situación denota que existió un total desinterés por precisar la legalidad de las
utilidades que recibía, en tanto éstas podrían superar el capital invertido en un plazo
fuera de toda lógica económica y financiera, que riñe con las reglas de la razón y la
práctica. Ello lleva a colegir a través de las reglas de la sana crítica y la experiencia,
que esta demandante inobservó los más elementales cánones de la prudencia, la
Ibídem 14.
Ibídem 15.
127 Ibídem 16.
128 Ibídem 17.
129 Ibídem 18.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
buena fe y la previsión al momento de invertir su capital en la entidad plurimentada,
revelándose así probatoriamente que obró con anuencia y aceptación del peligro que
implicaba este tipo de transacción ante los voluminosos y prontos rendimientos que
se le prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.28. El caso de Álvaro Raúl Calvachi Ortiz.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, este demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documentos
denominados “formulario de recepción de aportes” que aduce haber recibido
después de entregar una suma total de once millones setecientos setenta y seis mil
peso pesos ($11.776.000) a la entidad D.R.F.E. en varias ocasiones durante el mes de
octubre de 2008. Adicionalmente aporta una fotocopia simple de un documento
denominado Recurso de Reposición dirigido al Interventor de DRFE y finalmente,
aporta una fotocopia autenticada de la factura de venta No. 5241 con registro de
“fecha de inversión” 1 de octubre de 2008 con logotipo de Inversiones “Dinerya” por
valor de quinientos mil pesos ($500.000) y dos fotocopias autenticadas de recibos de
caja de la misma entidad por valor de total de dos millones setecientos veinticinco
mil pesos ($2.725.000).
Por otra parte, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor
de DRFE al presente proceso, el mencionado demandante no aparece registrado
como reclamante por afectación en su patrimonio. Finalmente se constata que en el
interrogatorio de parte rendido por este demandante, reseña que tiene estudios de
bachillerato y técnicos en el SENA. Explica que se enteró de la existencia de DRFE
por un amigo del que “no le conozco el nombre exactamente” quien le dijo que había
metido ahí su dinero y le habían pagado bien. Aduce que en la captadora AAP
invirtió seiscientos mil pesos ($600.000) y al mes regresó y le pagaron un millón
doscientos mil pesos ($1.200.000), mientras que en DRFE, invirtió un dinero que no
era de su propiedad sino de sus familiares, quienes después del primer retiro le
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entregaron cuatrocientos mil pesos ($400.000) como “propina por el trabajo que les había
hecho”. Añade que con ese capital y sus cesantías volvió a consignar porque “ya a mi
me entró ambición”, alcanzando a ser una suma cercana a los cuatro millones de pesos
($4.000.000), recibiendo un capital de seis millones de pesos ($6.000.000) a los que
sumó cinco millones ($5.000.000) más de propiedad de “un amigo” y consignó once
millones y “de ahí ya se presentó el problema de que ese man (sic) se había ido”. Explica que
no le preguntó a nadie por la legalidad de la actividad que desarrollaban estas
empresas. Señala que no supo de las advertencias de las autoridades efectuadas por
los medios de comunicación salvo hasta cuando ya se presentó “el problema”.
Informa que la confianza para depositar sus dineros devino de ver a otras personas
hacer lo mismo y recibir rendimientos, tal como él mismo también lo hizo. Aduce
que no preguntó ni se cercioró la procedencia de los recursos con que se pagaban los
rendimientos. Señala que nunca ha realizado negocios en los que reciba el 50% de
utilidad en un mes. Explica que si era consciente del riesgo que asumía pues “de
pronto si me causó desconfianza, al momento que uno consigna la plata no se siente muy
seguro, porque de pronto la gente se encargaba de crearle esa desconfianza, (…) hay gente que
decía que eso no puede ser posible, había de todos comentarios, (…) pero si existía la duda, yo
invertí porque uno se lleva la idea de que toca a veces arriesgar…”. Aduce que jamás supo
de dónde provenían los recursos con los que se cancelaban las utilidades y que
precisamente invirtió por los intereses que estaban pagando.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
este demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
P.C.130, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que no aportó elemento de convicción idóneo, suficiente y
necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente irrogado,
teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada de los documentos denominados
“formulario de recepción de aportes” con logo la entidad D.R.F.E., y las fotocopias
autenticadas de las facturas y recibos de caja con logo de “Dinrerya” son documentos
privados de naturaleza dispositiva que no tienen eficacia “per se” respecto de
terceros, sino solamente entre las partes suscribientes131, siendo deber del funcionario
judicial su análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así, para este
Despacho, el contenido de estos documentos no puede presumirse cierto, en tanto no
ha sido reconocido judicialmente en audiencia por su autor132 ya que están suscritos
por la demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello de
recibido. Pero más allá, esta situación, impide que los mencionados documentos
puedan tenérsele como auténticos, conforme lo determina del artículo 252 del C. de
P.C.133, en tanto no se tiene certeza del autor del mismo134.
Ibídem 14.
Ibídem 15.
132 Ibídem 16
133 Ibídem 17.
134 Ibídem 18.
130
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte del
demandante, él explica que nunca se cercioró de la proveniencia de los recursos que
se prometían como contraprestación de la entrega del capital en ninguna de las
entidades a las que acudió a entregar el dinero de su propiedad y también de
propiedad de sus familiares, así como tampoco auscultó sobre la naturaleza y
legalidad de las entidades ante las autoridades financieras nacionales y locales, sino
que se confió de que las demás personas también entregaban sus dineros a esta
entidad y que ya habían recibido los cuantiosos intereses en el plazo mínimo de un
mes. Esta situación denota que existió un total desinterés por precisar la legalidad de
las utilidades que recibía, en tanto éstas podrían superar el capital invertido en un
plazo fuera de toda lógica económica y financiera, que riñe con las reglas de la razón
y la práctica. Ello lleva a colegir a través de las reglas de la sana crítica y la
experiencia, que esta demandante inobservó los más elementales cánones de la
prudencia, la buena fe y la previsión al momento de invertir su capital en la entidad
plurimentada, revelándose así probatoriamente que obró con anuencia y aceptación
del peligro que implicaba este tipo de transacción ante los voluminosos y prontos
rendimientos que se le prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.29. El caso de Javier Adalberto Colunge Benavides.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, este demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documentos
denominados “formulario de recepción de aportes” y “formulario” que aduce haber
recibido después de entregar una suma total de veintitrés millones trescientos
noventa mil pesos ($23.390.000) a la entidad D.R.F.E. Adicionalmente, aporta una
fotocopia autenticada de una fotocopia simple de un documento llamado “formulado
de mandato” suscrito con una persona que firma en forma ilegible, según el cual se
efectuó un contrato de mutuo por la suma de cinco millones de pesos ($5.000.000)
para obtener un rendimiento del ciento treinta por ciento (130%) en el plazo de un
mes.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Por otra parte, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor
de DRFE al presente proceso, el mencionado demandante no aparece registrado
como reclamante por afectación en su patrimonio. Finalmente se constata que en el
interrogatorio de parte rendido por este demandante, reseña que tiene estudios
universitarios y se dedica a ser piloto agrícola. Explica entregó su dinero en DRFE y a
Inversiones Estados Unidos en el mes de octubre y agosto de 2008 respectivamente.
Aduce que se enteró de la existencia de DRFE por la gente que estaba invirtiendo y le
decían a uno “que invirtiera que era buen negocio”. Añade que se le ofrecieron
rendimientos del 70% en un mes y seguidamente ya el ofrecimiento fue de 140% en
un mes también. Señala que conoce que en un banco los rendimientos son del 1%.
Añade que nunca había realizado negocios con un rendimiento de más del 50% en un
lapso de un mes. Explica que ya para presentar la demanda leyó los documentos de
cada entidad a la que le entregó sus dineros. Explica que no le preguntó a nadie por
la legalidad de la actividad que desarrollaban estas empresas. Señala que no supo de
las advertencias de las autoridades efectuadas por los medios de comunicación salvo
hasta cuando ya había perdido su capital. Informa que la confianza para depositar
sus dineros devino de ver a otras personas hacer lo mismo y recibir rendimientos, tal
como él mismo también lo hizo. Aduce que no preguntó ni se cercioró la procedencia
de los recursos con que se pagaban los rendimientos.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
este demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
P.C.135, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que no aportó elemento de convicción idóneo, suficiente y
necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente irrogado,
teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada de los documentos denominados
“formulario” y “formulario de recepción de aportes” con logo de la entidad D.R.F.E.,
son documentos privados de naturaleza dispositiva que no tienen eficacia “per se”
respecto de terceros, sino solamente entre las partes suscribientes136, siendo deber del
funcionario judicial su análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así,
para este Despacho, el contenido de estos documentos no puede presumirse cierto,
en tanto no ha sido reconocido judicialmente en audiencia por su autor137 ya que
están suscritos por la demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un
sello de recibido. Pero más allá, esta situación, impide que los mencionados
documentos puedan tenérsele como auténticos, conforme lo determina del artículo
252 del C. de P.C.138, en tanto no se tiene certeza del autor del mismo139.
Por otra parte, la fotocopia autenticada de la fotocopia simple del documento
denominado “formulario de mandato” no ostenta valor probatorio, toda vez que no
Ibídem 14.
Ibídem 15.
137 Ibídem 16.
138 Ibídem 17.
139 Ibídem 18.
135
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
cumple con los requisitos legalmente exigidos para el efecto en el artículo 254 del C.
de P.C.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte del
demandante, él explica que nunca se cercioró de la proveniencia de los recursos que
se prometían como contraprestación de la entrega del capital en ninguna de las
entidades a las que acudió a entregar el dinero de su propiedad y también de
propiedad de sus familiares, así como tampoco auscultó sobre la naturaleza y
legalidad de las entidades ante las autoridades financieras nacionales y locales, sino
que se confió de que las demás personas también entregaban sus dineros a esta
entidad y que ya habían recibido los cuantiosos intereses en el plazo mínimo de un
mes. Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte de la
demandante, se deduce que ella nunca se cercioró de la proveniencia de los recursos
que se prometían como contraprestación de la entrega del capital, así como tampoco
auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad ante las autoridades financieras
nacionales y locales, sino que se confió por que las demás personas también
entregaban sus dineros a esta entidad. Esta situación denota que existió un total
desinterés por precisar la legalidad de las utilidades que recibía, en tanto éstas
podrían superar el capital invertido en un plazo fuera de toda lógica económica y
financiera, que riñe con las reglas de la razón y la práctica. Ello lleva a colegir a través
de las reglas de la sana crítica y la experiencia, que esta demandante inobservó los
más elementales cánones de la prudencia, la buena fe y la previsión al momento de
invertir su capital en la entidad plurimentada, revelándose así probatoriamente que
obró con anuencia y aceptación del peligro que implicaba este tipo de transacción
ante los voluminosos y prontos rendimientos que se le prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
130
Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
2.3.30. El caso de Carmen del Socorro Cabrera López
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de fotocopia simple
de documentos denominados “formulario de recepción de aportes” que aduce haber
recibido después de entregar una suma total de treinta millones ochocientos setenta y
siete mil cien pesos ($30.877.100) a la entidad D.R.F.E. Adicionalmente aporta una
fotocopia autentica de una fotocopia simple de un documento llamado “comprobante
de egreso” de la entidad “mar del Plata S.A.”, por concepto de cancelación de otras
facturas “otras retenciones y patrimonios, útiles, papelería y fotocopias”, por valor de seis
millones doscientos sesenta y cuatro mil trescientos setenta pesos ($6.234.370).
Finalmente aporta fotocopia autenticada de una fotocopia simple de un documento
denominado “formulario de mandato” con suscribiente ilegible, en el que se consigna la
suma de cinco millones de pesos ($5.000.000) como “monto de inversión”, respecto del
cual se aduce obtendrá un rendimiento del 130% en el plazo de un mes. De igual
forma, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor de DRFE
al presente proceso, la mencionada demandante no aparece registrada como
reclamante por afectación en su patrimonio. Finalmente se constata que en el
interrogatorio de parte rendido por este demandante, reseña que es contadora de
profesión. Explica que entregó su dinero a DRFE y a Inversiones Los Andes E.U.
Añade que se enteró de la existencia de estas captadoras medio de un familiar. Añade
que nunca verificó la legalidad de las entidades antes de entregarles su capital,
porque al pedirle RUT y Pasado judicial creyó que eran legales. Señala que no supo
de las advertencias de las autoridades efectuadas por los medios de comunicación
sobre el riesgo de entregar su dinero a estas entidades. Señala que nunca había
realizado negocios en los que reciba el 50% de utilidad en un mes. Explica que conoce
que cobrar más del 10% por intereses, es ilegal. Añade que en algunos recibos se
incluye el capital y la utilidad recibida y que los retiró para multiplicar su capital.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
esta demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
P.C.140, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que no aportó elemento de convicción idóneo, suficiente y
necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente irrogado,
teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada de la fotocopia simple del los
documentos denominados “formulario de recepción de aportes” con logo de la
entidad D.R.F.E., así como la fotocopia autenticada de la fotocopia simple de los
comprobantes de egreso de la entidad “Mar del Plata” y la fotocopia autenticada de
la fotocopia simple del documento denominado “formulario de mandato” de
“Multinversiones de los Andes E.U.”, son documentos que carecen de valor probatorio,
toda vez que no cumplen con los requisitos que para el efecto exige el artículo 254 del
C. de P.C.
140
Ibídem 14.
131
Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Adicionalmente, y ya en gracia de discusión, se tiene que dentro de la propia
declaración de parte de la demandante, ella explica que nunca se cercioró de la
proveniencia de los recursos que se prometían como contraprestación de la entrega
del capital en ninguna de las entidades a las que acudió a entregar el dinero de su
propiedad, así como tampoco auscultó sobre la naturaleza y legalidad de las
entidades ante las autoridades financieras nacionales y locales, sino que se confió de
que las demás personas también entregaban sus dineros a esta entidad. Ello lleva a
colegir a través de las reglas de la sana crítica y la experiencia, que esta demandante
inobservó los más elementales cánones de la prudencia y la previsión al momento de
invertir su capital en la entidad plurimentada, situación que devela la anuencia y
aceptación del peligro que implicaba este tipo de transacción ante los voluminosos y
prontos rendimientos que se le prometieron, los que no obtuvo por reinvertir en
varias ocasiones.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que no se probó documentalmente su existencia y en la prueba testimonial se
devela que es la propia demandante, con su falta de elemental previsión y prudencia,
quien propició la materialización del daño que mediante la demanda se endilga a las
entidades demandadas, ante la promesa de recibir unos dividendos exorbitantes y a
muy corto plazo, de parte del particular que recibió sus dineros.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.31. El caso de Mauro Gilberto Riascos Betancourt.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, este demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documentos
denominados “formulario” que aduce haber recibido después de entregar una suma
total de dieciséis millones trescientos mil pesos ($16.300.000) a la entidad D.R.F.E. en
el año 2008. De igual forma, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente
Interventor de DRFE al presente proceso, el mencionado demandante aparece
registrado como reclamante por afectación en su patrimonio por un valor igual al
antes registrado. Finalmente se constata que este demandante no rindió declaración
de parte.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
este demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
P.C.141, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
141
Ibídem 14.
132
Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Lo anterior toda vez que no aportó elemento de convicción idóneo, suficiente y
necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente irrogado,
teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada de los recibos de entrega del dinero a
la entidad D.R.F.E., son documentos privados de naturaleza dispositiva que no tienen
eficacia “per se” respecto de terceros, sino solamente entre las partes suscribientes142,
siendo deber del funcionario judicial su análisis bajo las reglas de la sana crítica y la
experiencia. Así, para este Despacho, el contenido de estos documentos no puede
presumirse cierto, en tanto no ha sido reconocido judicialmente en audiencia por su
autor143 ya que están suscritos por la demandante y a contraparte aparece una rúbrica
ilegible con un sello de recibido.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.32. El caso de Edilma Ramírez Sotelo.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documento
denominado “formulario” que aduce haber recibido después de entregar una suma
total de doce millones trescientos mil pesos ($12.300.000) a la entidad D.R.F.E. en el
año 2008. De igual forma, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente
Interventor de DRFE al presente proceso, la mencionada demandante no aparece
registrada como reclamante por afectación en su patrimonio. Finalmente se constata
que en el interrogatorio de parte rendido por esta demandante, reseña que tiene
estudios universitarios y se dedica a ser piloto agrícola. Explica entregó su dinero en
DRFE de Ricaurte. Explica que en los recibos aportados se incluye el capital y la
utilidad, pues los mismos ella “reinvirtió” ese dinero. Aduce que se enteró de la
existencia de DRFE por la gente que estaba invirtiendo y le decían a uno “que
invirtiera que era buen negocio”. Añade que se podía obtener un rendimiento del 150%
o del 100% del capital. Explica que no le preguntó a nadie por la legalidad de la
actividad que desarrollaban estas empresas, porque fue a la DIAN a que le den un
recibo que le exigían y ahí se lo entregaron. Señala que no supo de las advertencias
de las autoridades efectuadas por los medios de comunicación. Aduce que los
rendimientos que se ofrecían en el Banco Agrario “eran muy bajitos”. Informa que la
confianza para depositar sus dineros devino de ver a otras personas hacer lo mismo,
e incluso de obtener rendimientos como efectivamente lo hizo. Informa que no había
hecho negocios en los que se obtenga el 50% de utilidad en un mes. Aduce que no
preguntó ni se cercioró la procedencia de los recursos con que se pagaban los
rendimientos. Señala que la empresa a la que entregó sus dineros es la responsable de
la devolución de los mismos porque “confió en ella”. Informa que es consciente de que
no es legal cobrar más de 10% de intereses mensuales. Añade que en la captadora
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
había un familiar muy cercano y le “hizo la vuelta” de hacer que las utilidades de un
recibo se obtuvieran incluso antes de un mes, por lo que reinvirtió. Finalmente,
explica que el recibo que pidió en la DIAN era el de RUT.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
este demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
P.C.144, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que no aportó elemento de convicción idóneo, suficiente y
necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente irrogado,
teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada de los recibos de entrega del dinero a
la entidad D.R.F.E., son documentos privados de naturaleza dispositiva que no tienen
eficacia “per se” respecto de terceros, sino solamente entre las partes suscribientes145,
siendo deber del funcionario judicial su análisis bajo las reglas de la sana crítica y la
experiencia. Así, para este Despacho, el contenido de estos documentos no puede
presumirse cierto, en tanto no ha sido reconocido judicialmente en audiencia por su
autor146 ya que están suscritos por la demandante y a contraparte aparece una rúbrica
ilegible con un sello de recibido. Pero más allá, esta situación, impide que los
mencionados documentos puedan tenérsele como auténticos, conforme lo determina
del artículo 252 del C. de P.C.147, en tanto no se tiene certeza del autor del mismo148.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte de la
demandante, se deduce que nunca se cercioró de la proveniencia de los recursos que
se prometían como contraprestación de la entrega del capital, así como tampoco
auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad ante las autoridades financieras
nacionales y locales, sino que se confió de que las demás personas también
entregaban sus dineros a esta entidad. Esta situación denota que existió un total
desinterés por precisar la legalidad de las utilidades que recibía, en tanto éstas
podrían superar el capital invertido en un plazo fuera de toda lógica económica y
financiera, que riñe con las reglas de la razón y la práctica. Ello lleva a colegir a través
de las reglas de la sana crítica y la experiencia, que esta demandante inobservó los
más elementales cánones de la prudencia, la buena fe y la previsión al momento de
invertir su capital en la entidad plurimentada, revelándose así probatoriamente que
obró con anuencia y aceptación del peligro que implicaba este tipo de transacción
ante los voluminosos y prontos rendimientos que se le prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
Ibídem 14.
Ibídem 15.
146 Ibídem 16.
147 Ibídem 17.
148 Ibídem 18.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.33. El caso de Santiago Sebastián Caicedo Zambrano.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, este demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documentos
denominados “formulario” que aduce haber recibido después de entregar una suma
total de veinticuatro millones de pesos ($24.000.000) a la entidad D.R.F.E. en el año
2008. Adicionalmente aporta una fotocopia autenticad de un documento llamado
“comprobante de afiliación” datado el 8 de noviembre de 2008 por valor de dos millones
de pesos ($2.000.000). De igual forma, constatada la lista de reclamantes remitida por
el Agente Interventor de DRFE al presente proceso, el mencionado demandante no
aparece registrado como reclamante por afectación en su patrimonio. Finalmente se
constata que el demandante no rindió interrogatorio de parte.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
este demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
P.C.149, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que no aportó elemento de convicción idóneo, suficiente y
necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente irrogado,
teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada de los documentos denominados
“formulario” con logo de la entidad D.R.F.E., así como la fotocopia autenticada del
documento nominado “comprobante de afiliación” de “Mundo Divisas FX EU”, son
documentos privados de naturaleza dispositiva que no tienen eficacia “per se”
respecto de terceros, sino solamente entre las partes suscribientes150, siendo deber del
funcionario judicial su análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así,
para este Despacho, el contenido de estos documentos no puede presumirse cierto,
en tanto no ha sido reconocido judicialmente en audiencia por su autor151 ya que
Ibídem 14.
Ibídem 15.
151 Ibídem 16.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
están suscritos por la demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un
sello de recibido. Pero más allá, esta situación, impide que los mencionados
documentos puedan tenérsele como auténticos, conforme lo determina del artículo
252 del C. de P.C.152, en tanto no se tiene certeza del autor del mismo153.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.34. El caso de Armando Martín Paz Burgos.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, este demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documentos
denominados “formulario” que aduce haber recibido después de entregar una suma
total de diecisiete millones quinientos mil pesos ($17.500.000) a la entidad D.R.F.E. en
el año 2008. De igual forma, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente
Interventor de DRFE al presente proceso, el mencionado demandante no aparece
registrado como reclamante por afectación en su patrimonio. Finalmente se constata
que en interrogatorio de parte, el mentado demandante explica que inicialmente el
dinero invertido no le pertenecía sino que prestó su cédula que unas amigas de
confianza. Reseña que no tuvo perjuicio en su patrimonio.
Consecuencialmente, en este caso, verifica el Despacho que se evidencia que el
demandante no percibió pérdida en su peculio, por lo que se comprueba que no
existió daño antijurídico alguno.
2.3.35. El caso de María Elvia Ordóñez Bolaños.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documento
denominado “formulario” que aduce haber recibido después de entregar una suma
total de veinte millones de pesos ($20.000.000) a la entidad D.R.F.E. en el año 2008.
De igual forma, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor
de DRFE al presente proceso, la mencionada demandante no aparece registrada
como reclamante por afectación en su patrimonio. Finalmente se constata que en el
interrogatorio de parte rendido por esta demandante, reseña que tiene estudios de
normalista y se dedica a laborar en la empresa de su señor padre. Explica entregó su
dinero en DRFE. Añade que invirtió porque se podía obtener un rendimiento del
150% o del 100% del capital. Explica que no le preguntó a nadie por la legalidad de la
actividad que desarrollaban estas empresas, porque vio la publicidad de la entidad.
Informa que no había hecho negocios en los que se obtenga el 50% de utilidad en un
mes. Informa que la confianza para depositar sus dineros devino de un conocido iba
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
a su casa a recibir el dinero y le entregaba “una boletica” de las que entregaban allá y
que a mucha gente que invirtió ya le habían pagado. Señala que no tuvo
rendimientos porque “ya se fueron”. Aduce que no le explicaron ni se cercioró la
procedencia de los recursos con que se pagaban los rendimientos. Señala que es
consciente de que no es legal cobrar más del 10% de interés mensual.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
esta demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
P.C.154, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que no aportó elemento de convicción idóneo, suficiente y
necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente irrogado,
teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada del documento denominado
“formulario” con logo de la entidad D.R.F.E., es un documento privado de naturaleza
dispositiva que no tiene eficacia “per se” respecto de terceros, sino solamente entre las
partes suscribientes155, siendo deber del funcionario judicial su análisis bajo las reglas
de la sana crítica y la experiencia. Así, para este Despacho, el contenido de este
documento no puede presumirse cierto, en tanto no ha sido reconocido judicialmente
en audiencia por su autor156 ya que están suscritos por la demandante y a contraparte
aparece una rúbrica ilegible con un sello de recibido. Pero más allá, esta situación,
impide que los mencionados documentos puedan tenérsele como auténticos,
conforme lo determina del artículo 252 del C. de P.C.157, en tanto no se tiene certeza
del autor del mismo158.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte de la
demandante, se deduce que nunca se cercioró de la proveniencia de los recursos que
se prometían como contraprestación de la entrega del capital, así como tampoco
auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad ante las autoridades financieras
nacionales y locales, sino que se confió por que las demás personas también
entregaban sus dineros a esta entidad. También es enfática en observar que no había
hecho negocios en los que se obtenga un rendimiento de tal magnitud en solo un
mes. Esta situación denota que existió un total desinterés por precisar la legalidad de
las utilidades que recibía, en tanto éstas podrían superar el capital invertido en un
plazo fuera de toda lógica económica y financiera, que riñe con las reglas de la razón
y la práctica. Ello lleva a colegir a través de las reglas de la sana crítica y la
experiencia, que esta demandante inobservó los más elementales cánones de la
prudencia, la buena fe y la previsión al momento de invertir su capital en la entidad
plurimentada, revelándose así probatoriamente que obró con anuencia y aceptación
del peligro que implicaba este tipo de transacción ante los voluminosos y prontos
rendimientos que se le prometieron.
Ibídem 14.
Ibídem 15.
156 Ibídem 16.
157 Ibídem 17.
158 Ibídem 18.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.36. El caso de Alba Lucía Ortega Portilla.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documento
denominado “formulario” que aduce haber recibido después de entregar una suma
total de diecinueve millones de pesos ($19.000.000) a la entidad D.R.F.E. en el año
2008. De igual forma, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente
Interventor de DRFE al presente proceso, la mencionada demandante aparece
registrada como reclamante por afectación en su patrimonio por un monto de
dieciocho millones de pesos ($18.000.000). Finalmente se constata que en el
interrogatorio de parte rendido por esta demandante, reseña que tiene estudios de
bachiller. Explica entregó su dinero en DRFE por primera vez entre junio y agosto y
que después con el rendimiento volvió a llevar el dinero a esa entidad. Añade que se
enteró de la actividad de esta entidad porque sus amigos y sus vecinos le contaron.
Aduce que el capital pertenecía a ella y también a un nieto y una hija. Explica que no
verificó la legalidad de la entidad a la cual confió el dinero y que solo de voz se
enteró de que “estaba ajustada a la ley”. Añade que invirtió porque se podía obtener un
rendimiento del 50% al 150% del capital. Explica que no le preguntó a nadie por la
legalidad de la actividad que desarrollaban estas empresas, porque vio la publicidad
de la entidad y supo que a otras personas si les pagaban. Aduce que no se cercioró la
procedencia de los recursos con que se pagaban los rendimientos. Señala que es
consciente de que no es legal cobrar más del 10% de interés mensual.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
esta demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
P.C.159, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
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Ibídem 14.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que no aportó elemento de convicción idóneo, suficiente y
necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente irrogado,
teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada del documento denominado
“formulario” con logo la entidad D.R.F.E., es un documento privado de naturaleza
dispositiva que no tiene eficacia “per se” respecto de terceros, sino solamente entre las
partes suscribientes160, siendo deber del funcionario judicial su análisis bajo las reglas
de la sana crítica y la experiencia. Así, para este Despacho, el contenido de este
documento no puede presumirse cierto, en tanto no ha sido reconocido judicialmente
en audiencia por su autor161 ya que está suscrito por la demandante y a contraparte
aparece una rúbrica ilegible con un sello de recibido. Pero más allá, esta situación,
impide que los mencionados documentos puedan tenérsele como auténticos,
conforme lo determina del artículo 252 del C. de P.C.162, en tanto no se tiene certeza
del autor del mismo163.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte de la
demandante, se deduce que nunca se cercioró de la proveniencia de los recursos que
se prometían como contraprestación de la entrega del capital, así como tampoco
auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad ante las autoridades financieras
nacionales y locales, sino que se confió por que las demás personas también
entregaban sus dineros a esta entidad. También es enfática en observar que no había
hecho negocios en los que se obtenga un rendimiento de tal magnitud en solo un
mes. Esta situación denota que existió un total desinterés por precisar la legalidad de
las utilidades que recibía, en tanto éstas podrían superar el capital invertido en un
plazo fuera de toda lógica económica y financiera, que riñe con las reglas de la razón
y la práctica. Ello lleva a colegir a través de las reglas de la sana crítica y la
experiencia, que esta demandante inobservó los más elementales cánones de la
prudencia, la buena fe y la previsión al momento de invertir su capital en la entidad
plurimentada, revelándose así probatoriamente que obró con anuencia y aceptación
del peligro que implicaba este tipo de transacción ante los voluminosos y prontos
rendimientos que se le prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
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Ibídem 15.
Ibídem 16.
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Ibídem 17.
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Ibídem 18.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.37. El caso de Carmela del Socorro Bolaños Ordoñez.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documento
denominado “formulario” que aduce haber recibido después de entregar una suma
total de diez millones de pesos ($10.000.000) a la entidad D.R.F.E. en el año 2008. De
igual forma, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente Interventor de
DRFE al presente proceso, la mencionada demandante aparece registrada como
reclamante por afectación en su patrimonio por un monto de dieciocho millones de
pesos ($18.000.000). Finalmente se constata que esta demandante no rindió
interrogatorio de parte.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
esta demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
P.C.164, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que no aportó elemento de convicción idóneo, suficiente y
necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente irrogado,
teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada de los documentos denominados
“formulario” con logo de D.R.F.E., es un documento privado de naturaleza
dispositiva que no tiene eficacia “per se” respecto de terceros, sino solamente entre las
partes suscribientes165, siendo deber del funcionario judicial su análisis bajo las reglas
de la sana crítica y la experiencia. Así, para este Despacho, el contenido de este
documento no puede presumirse cierto, en tanto no ha sido reconocido judicialmente
en audiencia por su autor166 ya que está suscritos por la demandante y a contraparte
aparece una rúbrica ilegible con un sello de recibido. Pero más allá, esta situación,
impide que los mencionados documentos puedan tenérsele como auténticos,
conforme lo determina del artículo 252 del C. de P.C.167, en tanto no se tiene certeza
del autor del mismo168.
Ibídem 14.
Ibídem 15.
166 Ibídem 16.
167 Ibídem 17.
168 Ibídem 18.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.3.38. El caso de Claudia Magali Delgado Vallejo.
Para comprobar la concurrencia del elemento daño antijurídico, esta demandante
aportó prueba documental consistente en fotocopia autenticada de documento
denominado “formulario” que aduce haber recibido después de entregar una suma
total de nueve millones novecientos mil pesos ($9.900.000) a la entidad D.R.F.E. en el
año 2008. De igual forma, constatada la lista de reclamantes remitida por el Agente
Interventor de DRFE al presente proceso, la mencionada demandante aparece
registrada como reclamante por afectación en su patrimonio por un monto de catorce
millones novecientos mil pesos ($14.900.000). Finalmente se constata que en el
interrogatorio de parte rendido por esta demandante, reseña que tiene estudios de
bachiller y complementarios en salud. Explica entregó su dinero en DRFE en el mes
de septiembre de 2008 siendo el capital parte de su dinero y otra parte de su esposo y
de su madre, así como explica también que sacó un crédito de cinco millones de
pesos ($5.000.000) en “Mundo Mujer” entre junio y agosto y que después con el
rendimiento volvió a llevar el dinero a esa entidad. Aduce que un “asesor” fue a su
casa y recibió el dinero y le dijo que le iba a entregar rendimientos por el cien por
ciento del capital (100%) y al mes siguiente le prometió rendimientos de ciento
cincuenta por ciento (150%) del capital, pero ya no alcanzó a recibir. Explica que no
verificó la legalidad de la entidad a la cual confió el dinero y que al principio no creía
en ello y después al ver que habían varios documentos como Cámara de Comercio en
las sedes de la entidad, “después la gente” ya la convenció. Añade que las
condiciones del negocio era que le “iban a dar el doble en un mes”. Aduce que no
escuchó de las advertencias hechas por las autoridades estatales. Señala que no había
hecho negocios en ese nivel de rendimientos a tan corto plazo y que se confió porque
vio a otras personas que también entregaban su dinero. Arguye que se cercioró la
procedencia de los recursos porque el señor Carlos Suarez salió en TV diciendo que
compraba motos baratas y las vendía más caras.
Consecuentemente, del análisis de las pruebas antes citadas, el Despacho estima que
esta demandante no concurrió al plenario con material probatorio suficiente e idóneo
que permita concluir que efectivamente se presentó un daño antijurídico y por tanto
indemnizable, obviando su deber procesal decantado en el artículo 177 del C. de
P.C.169, razón que llevará a que este Despacho deniegue la pretensión indemnizatoria
que a esta demandante atañe, en observancia del principio de necesidad de la prueba
consagrado en el artículo 174 ejusdem.
Lo anterior toda vez que no aportó elemento de convicción idóneo, suficiente y
necesario para probar la existencia del daño antijurídico supuestamente irrogado,
169
Ibídem 14.
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
teniendo en cuenta que la fotocopia autenticada de los documentos denominados
“formularios” con logo de la entidad D.R.F.E., son documentos privados de
naturaleza dispositiva que no tienen eficacia “per se” respecto de terceros, sino
solamente entre las partes suscribientes170, siendo deber del funcionario judicial su
análisis bajo las reglas de la sana crítica y la experiencia. Así, para este Despacho, el
contenido de estos documentos no puede presumirse cierto, en tanto no ha sido
reconocido judicialmente en audiencia por su autor171 ya que están suscritos por la
demandante y a contraparte aparece una rúbrica ilegible con un sello de recibido.
Pero más allá, esta situación, impide que los mencionados documentos puedan
tenérsele como auténticos, conforme lo determina del artículo 252 del C. de P.C.172, en
tanto no se tiene certeza del autor del mismo173.
Adicionalmente, se tiene que dentro de la propia declaración de parte de la
demandante, se deduce que nunca se cercioró de la proveniencia de los recursos que
se prometían como contraprestación de la entrega del capital, así como tampoco
auscultó sobre la naturaleza y legalidad de la entidad ante las autoridades financieras
nacionales y locales, sino que se confió por que las demás personas también
entregaban sus dineros a esta entidad. También es enfática en observar que no había
hecho negocios en los que se obtenga un rendimiento de tal magnitud en solo un mes
y que al ofrecerse en el segundo mes un rendimiento del 150%, no recibió el dinero
sino que lo dejó. Esta situación denota que existió un total desinterés por precisar la
legalidad de las utilidades que recibía, en tanto éstas podrían superar el capital
invertido en un plazo fuera de toda lógica económica y financiera, que riñe con las
reglas de la razón y la práctica. Ello lleva a colegir a través de las reglas de la sana
crítica y la experiencia, que esta demandante inobservó los más elementales cánones
de la prudencia, la buena fe y la previsión al momento de invertir su capital en la
entidad plurimentada, revelándose así probatoriamente que obró con anuencia y
aceptación del peligro que implicaba este tipo de transacción ante los voluminosos y
prontos rendimientos que se le prometieron.
Así, no puede estimarse que hubiera concurrido un daño antijurídico indemnizable,
ya que es la propia demandante, quien con su falta de elemental previsión y
prudencia, propició la materialización del daño que ahora, esgrimiendo su propia
anuencia al riesgo que convenientemente desatendió ante la promesa de recibir unos
dividendos exorbitantes y a muy corto plazo, pretende endilgar a las entidades
demandadas. Consecuencialmente, el presunto daño irrogado al demandante, no
denota la calidad de antijurídico, al haber sido propiciado por el propio afectado, y
por tanto no es jurídicamente procedente que éste sea indemnizado por el Estado,
siendo imperioso desestimar las pretensiones de la demanda en tanto a esta
demandante respecta.
Finalmente, vale la pena resaltar que conforme a lo impuesto en el artículo 84
Superior, el Estado únicamente cuenta con la capacidad regulatoria y sancionatoria
respecto de las actividades económicas y comerciales que los particulares practiquen,
Ibídem 15.
Ibídem 16.
172 Ibídem 17.
173 Ibídem 18.
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Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
pero ello no es extrapolable al punto de que pueda intervenir impidiendo o
delimitando la voluntad particular en las actuaciones y negocios jurídicos de orden
privado que celebren los ciudadanos, tal como deviene de la libre voluntad negocial
de los particulares, consagrada en el Código Civil y en el Código de Comercio.
2.4. CONSIDERACIONES FINALES.
El Despacho considera importante destacar que en cada una de las diligencias de
recepción de las declaraciones de parte aquí reseñadas, se llevó a cabo la respectiva
calificación de las preguntas efectuadas por los sujetos procesales que intervinieron
en ellas.
Por último, también es preciso destacar que ante la carencia de material probatorio
que sustente la existencia del daño antijurídico, como se ha mencionado
extensamente al analizar cada uno de los casos concretos de los demandantes, resulta
inane adentrarse en un análisis de fondo de los demás elementos estructurantes del
título de imputación aplicable en este caso, específicamente, la falla del servicio por
omisión y la relación de causalidad entre ésta y el daño antijurídico.
2.5. LA CONDENA EN COSTAS.
Por no haberse identificado mala fe durante el trámite del proceso, el Despacho no
impondrá condena en costas.
III. DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, el Juzgado Primero Administrativo de Descongestión de
Pasto, oído el concepto del Ministerio Público, y administrando justicia en nombre
de la República de Colombia y por autoridad de la ley,
RESUELVE:
PRIMERO: Declarar no probada la excepción de falta de competencia por factor
cuantía, conforme las disquisiciones expuestas en la parte considerativa de esta
sentencia
SEGUNDO: Declarar probada la excepción de falta de legitimación en la causa por
pasiva respecto de El Departamento de Nariño, la Asamblea Departamental de
Nariño, el Municipio de Ricaurte y el Municipio de Pasto (N), la Procuraduría
General de la Nación – Defensoría del Pueblo, la Dirección de Impuestos y Aduanas
Nacionales “DIAN”, la Fiscalía General de la Nación, el Congreso de la República y
la Cámara de Comercio de Pasto, conforme las disquisiciones expuestas en la parte
considerativa de esta sentencia.
TERCERO: Declarar no probada la excepción de falta de legitimación en la causa por
pasiva de Presidencia de la República – Departamento Administrativo de la
Presidencia de la República - Ministerio de Hacienda y Crédito Público – Ministerio
de Industria y Comercio – Superintendencia Financiera – Superintendencia de
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Reparación Directa. Exp. 520013331701201000021-00
Asunto: Sentencia. Actor: Pablo Lizardo Acosta Solarte y otros. Demandado: Presidencia de la República y otros.
Sociedades – Superintendencia de Industria y Comercio, conforme las disquisiciones
expuestas en la parte considerativa de esta sentencia
CUARTO: Declarar no probada la excepción de falta de legitimación en la causa por
activa, propuesta por la Asamblea Departamental de Nariño y la Superintendencia
Financiera conforme las disquisiciones expuestas en la parte considerativa de esta
sentencia.
QUINTO: Denegar las pretensiones elevadas en la demanda de reparación directa
de la referencia, conforme a cada una de las disquisiciones expuestas en la parte
considerativa de la presente sentencia
SEXTO: No imponer condenas por costas.
SÉPTIMO: Informar sobre la renuncia de poder presentada por la Dra. Laura
Viviana Vega Higuera, obrante a folio 2598 del C. 5., al representante legal de la
Superintendencia Financiera de Colombia, para efectos de dar cumplimiento a lo
prescrito en el artículo 69 del C. de P.C.
OCTAVO: Reconocer personería a la Dra. Nerieth Gaviria Gómez para obrar como
apoderada de la Defensoría del Pueblo dentro del proceso, en los términos y
facultades conferidas en el correspondiente memorial poder obrante a folio 2600
del C.5.
NOVENO: Reconocer personería a la Dra. Juliana Torres Berrocal para obrar como
apoderada del Senado de la República dentro del proceso, en los términos y
facultades conferidas en el correspondiente memorial poder obrante a folio 2605
del C.5.
DÉCIMO: Reconocer personería a la Dra. Luz Marina Penagos Pardo para obrar
como apoderada del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo dentro del
proceso, en los términos y facultades conferidas en el correspondiente memorial
poder obrante a folio 2607 del C.5.
ONCEAVO: La Secretaría notificará la sentencia en la forma prevista en el Código
de Procedimiento Civil y entregará, a la ejecutoria, si lo hubiere, el remanente por
concepto de gastos del proceso al apoderado judicial de la parte demandante.
DOCEAVO: A la ejecutoria de esta providencia se archivará el expediente previa
anotación en el libro radicador.
NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE
NELSON JAVIER ROJAS GOYES
JUEZ
JAGN.
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