Semblanza de Pierre de Coubertin

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Semblanza de Pierre de Coubertin
Norbert Müller
Para conmemorar el 150 aniversario del nacimiento de Pierre de Coubertin, os
presentamos un texto sobre la figura de Coubertin escrito per el Dr. Norbert Müller,
profesor invitado de la Cátedra Internacional de Olimpismo 2012.
Fundador del Movimiento Olímpico y de los Juegos Olímpicos de la era moderna,
reformador de la enseñanza, nacido el 1-1-1863 en París, fallecido el 2-9-1937 en
Ginebra.
El castillo “Coubertin”, en el valle Chevreuse cerca de París, dio nombre a una familia
que se remonta hasta el siglo XV. El amor por el arte lo heredó Coubertin de su padre
Charles-Louis, un acreditado pintor eclesiástico. Coubertin se sentía estrechamente
unido a la Normandía, la tierra natal de su madre. En su hacienda Mirville pasó muchas
semanas al año, se reunió con amigos y desarrolló sus ideas. Su formación escolar
humanística la recibió en el colegio jesuita parisino de Saint Ignace. Al concluir el
bachillerato (1880) y en contra de lo que hubiera sido una carrera típicamente
burguesa, estudió en la Ecole des Sciences Politiques, en la cual se graduó con las
mejores notas y de la que salió como “espíritu libre”, con una amplia formación
política, histórica, sociológica y pedagógica. Gracias a las experiencias acumuladas
durante diversos viajes formativos a Inglaterra a partir de 1883, y por primera vez
también a Norteamérica en 1889, siendo independiente económicamente y dotado de
un talento periodístico extraordinario, se dedicó desde muy temprano a trabajar en las
reformas educativas necesarias en la Francia republicana. La educación deportiva
anglosajona le había fascinado tanto en los libros como en sus viajes. A Coubertin le
sirvió sobre todo como ejemplo Thomas Arnold, el director de la Public School de
Rugby, fallecido en 1842, y eso a pesar de que solo lo había podido estudiar, con gran
entusiasmo, en la literatura. Para él, el deporte, en tanto que elemento integral de la
educación, formaba a los jóvenes ingleses de forma decisiva, y debía darle también a la
juventud francesa nuevos impulsos, tan urgentemente necesarios tras la derrota en la
guerra de 1870-71.
El entusiasta deportista Coubertin (hípica, esgrima, boxeo, remo, tenis) se involucró
inicialmente en la creación de asociaciones deportivas escolares, y más tarde fue
secretario general de la Federación Nacional de Deporte Escolar (USFSA), creada por él
mismo. A través de ella organizó el deporte escolar de muy diversas formas, siguiendo
Texto cedido por el autor para ser editado i publicado por el Centro de Estudios Olímpicos de la UAB a través de su
página web.
el ejemplo inglés. Su meta era la renovación de la juventud francesa mediante la
reducción de la sobrecarga intelectual (“surmenage”) y favoreciendo la actividad física.
La responsabilidad propia adquirida en el deporte debía hacer de los escolares
verdaderos ciudadanos demócratas.
El entusiasmo por la herencia helénica, las excavaciones alemanas en Olimpia de 187581 y las fiestas deportivas con el apéndice “olímpicas” celebradas en muchos países, en
especial los Munch Wenlock Olympian Games en Inglaterra, fundamentaron en
Coubertin la idea de unos Juegos Olímpicos internacionales. Las líneas ferroviarias y
marítimas, la invención del telégrafo, la información deportiva, pero también el
intercambio comercial internacional, hicieron el resto. Por un lado, quería desarrollar
el deporte en Francia con mayor rapidez, pero por otro lado quería poner en práctica
el entendimiento entre los pueblos y contribuir a la paz mundial mediante reuniones
deportivas internacionales regulares de la “Juventud del Mundo”. Para ello contó con
la colaboración de su amigo paterno, el presidente de la USFA Jules Simon,
protagonista en 1889 de la Oficina de la Paz en Berna.
En calidad de secretario general de la USFSA, Coubertin convocó en junio de 1894 en
París un congreso internacional para la unificación de la normativa del amateurismo,
con el objetivo de desmontar las barreras nacionales al intercambio deportivo
internacional. La reinstauración de los Juegos Olímpicos adecuados a las circunstancias
de la era moderna, que en un principio era el último punto del orden del día, se
convirtió al final en el tema central. El 23 de junio de 1894 y siguiendo exactamente el
guion previsto por Coubertin, se fundó el COI en la Sorbona de París y se concedieron a
Atenas los primeros Juegos Olímpicos de 1896. El griego D. Vikelas se convirtió en el
presidente fundacional del COI en representación del país anfitrión, y Coubertin se
ocupó de su puesta en funcionamiento en calidad de secretario general. Coubertin
asumió la presidencia en 1896 como representante del país organizador de los
segundos Juegos Olímpicos de París 1900, y fue reelegido en repetidas ocasiones,
hasta que renunció en 1925. Su manera de dirigirlo fue exitosa, al menos hasta la
Primera Guerra Mundial, si bien es cierto que lo hizo de una forma dominante.
Después tuvo que ceder a las nuevas estructuras del deporte mundial. De todos
modos, pocos miembros del COI le habían podido secundar a la hora de poner en
práctica sus objetivos de pedagogía deportiva y olímpicos-filosóficos (véase,
Olimpismo).
Coubertin hizo públicas ya en 1901 en sus “Notas sobre la educación pública” (Notes
sur l’éducation publique) unas ideas muy complejas sobre la reforma educativa. En la
trilogía dedicada a la educación juvenil en el siglo XX siguieron unas reflexiones
especiales sobre los adolescentes. Junto a las nociones sobre la educación física
(1906), situó en un plano de igualdad la enseñanza intelectual (1911) y la de la
conciencia (1915). En 1920 reunió en la “Pédagogie sportive” su concepción global de
la educación deportiva.
Coubertin trató de poner en práctica sus ideas pedagógicas, pero se tuvo que limitar a
meros modelos. En 1906 fundó para la amplia masa de trabajadores franceses la
Sociedad de Deportes Populares, que popularizó al “ciudadano en forma” (el llamado
Débrouillard) mediante la popularización de una prueba de versatilidad deportiva. A
ello se relacionaron las actuaciones que buscaban que las instalaciones deportivas
comunales fueran el elemento básico en la vida de las personas. En 1917 fundó en
Lausana, a donde trasladó en 1915 la sede del COI y llevó en 1919 a su familia, un
Instituto Olímpico, modelo de centro deportivo y educativo comunal para todo el
mundo, basándose para ello en el ejemplo del gimnasio griego. Era sobre todo la clase
trabajadora la que debía ejercitarse ahí de forma gratuita para favorecer su salud y su
formación. La reivindicación por parte de Coubertin de universidades laborales se
frenó en este nivel de la educación superior popular integral. Otra iniciativa, la Unión
Pedagógica Universal, fundada por Coubertin en 1926, difundió una nueva forma de
formación integral que iba más allá de la cultura. El trabajo con la historia era para
Coubertin la condición de partida necesaria para todo tipo de conocimiento, lo que
puso de manifiesto en 1925/26 con la publicación de una Historia Universal en cuatro
tomos. Una Oficina Internacional de Pedagogía Deportiva, también puesta en marcha
por Coubertin en 1926, divulgó la vertiente de la educación deportiva a través de la
“Carta de la reforma deportiva” de 1930.
Coubertin ha legado a la posteridad sus ideas, planes y visiones en 1.200 artículos de
revista y de periódico, en 56 folletos y en 34 libros, unas 16.000 páginas impresas en
total. Del año 1935 es su relevante discurso sobre los “fundamentos filosóficos del
Olimpismo moderno”. El anciano Coubertin logró evitar a duras personas la
apropiación de su persona para los fines propagandísticos de la Alemania
nacionalsocialista con ocasión de los Juegos de Berlín 1936. Cuando Coubertin murió
en Ginebra en 1937, había sacrificado toda su vida, pero también su considerable
herencia, a sus ideas filantrópicas. Hubiera preferido pasar a la historia como
reformador de la educación que como “olímpico”. Su mujer Marie (de soltera Rothan)
falleció en 1963 a los 101 años de edad, su hijo Jacques en 1952 y su hija Renée en
1968, ambos sin descendencia. Sus sobrinos (la familia de Navacelle) se encargan de
mantener viva su memoria y están estrechamente relacionados con el trabajo que
lleva a cabo el Comité Internacional Pierre de Coubertin (CIPC).
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