Problemas del movimiento obrero rural en la zona del “oro verde

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http://dx.doi.org/10.5007/1984-9222.2014v6n12p251
Problemas del movimiento obrero
rural en la zona del “oro verde”
argentino: la expansión sojera,
el régimen del contratismo y la
ƒ—•‡…‹ƒ†‡…‘ƪ‹…–‘•’”‘Ž‡–ƒ”‹‘•
entre 1970 y 2010
Juan Manuel Villulla*
251
Resumen: En el marco de la expansión agrícola argentina iniciada en la década de
1970, los obreros rurales de la zona pampeana consolidaron su papel como los principales productores directos de las riquezas de este sector de la economía nacional.
A pesar de su posición estratégica y de las difíciles condiciones laborales que atravesaron a lo largo del período, no se registró acción colectiva protagonizada y dirigida
por este sector de asalariados en función de sus propios intereses como colectivo
‡•’‡…ÀƤ…‘†‡–”ƒ„ƒŒƒ†‘”‡•Ǥ•–‡ƒ”–À…—Ž‘ƒ„‘”†ƒ†‘•ƒ•’‡…–‘•“—‡…‘–”‹„—›‡ƒ‡šplicar la ausencia de manifestaciones sindicales o políticas encabezadas por ellos. En
primer lugar, la organización social del trabajo predominante desde los años ‘70, que
contribuyó a desarticular objetiva y subjetivamente al proletariado agrícola como
fracción de clase; y en segundo lugar, la ausencia de una voluntad política capaz de
–”ƒ•…‡†‡”Žƒ•†‹Ƥ…—Ž–ƒ†‡•‡•–”—…–—”ƒŽ‡•’ƒ”ƒ—…Ž‡ƒ”ƒŽ‘•–”ƒ„ƒŒƒ†‘”‡•Ǥ
Palabras clave: obreros agrícolas; organización del trabajo; dispersión sindical
Resumo: No contexto da expansão agrícola argentina iniciada na década de 1970
os trabalhadores rurais da zona dos pampas consolidaram seu papel como os principais produtores diretos das riquezas deste setor da economia nacional. Apesar
de sua posição estratégica e das difíceis condições de trabalho que eles atravessaram no período, não se registrou uma ação coletiva protagonizada e dirigida por
este setor de assalariados em função de seus próprios interesses como coletivo es’‡…‹Ƥ…‘†‡–”ƒ„ƒŽŠƒ†‘”‡•Ǥ•–‡ƒ”–‹‰‘ƒ„‘”†ƒ†‘‹•ƒ•’‡…–‘•“—‡…‘–”‹„—‡’ƒ”ƒ
explicar a ausência de manifestações sindicais ou politicas encabeçadas por eles.
Em primeiro lugar, a organização social do trabalho predominante desde a década
de 1970, que contribuiu para desarticular objetiva e subjetivamente o proletariado
agrícola como fração de classe; em segundo lugar, a ausência de uma vontade poli–‹…ƒ…ƒ’ƒœ†‡–”ƒ•…‡†‡”ƒ•†‹Ƥ…—Ž†ƒ†‡•‡•–”—–—”ƒ‹•’ƒ”ƒ”‡—‹”‘•–”ƒ„ƒŽŠƒ†‘”‡•Ǥ
*
Centro Interdisciplinario de Estudios Agrarios, Universidad de Buenos Aires.
Revista Mundos do Trabalho | vol. 6 | n. 12 | julho-dezembro de 2014| p. 251-272
JUAN MANUEL VILLULLA
Palavras-chave: trabalhadores agrícolas; organização do trabalho; dispersão
sindical
Introducción
Durante los últimos años, la historia y los estudios sociales agrarios han jerƒ”“—‹œƒ†‘ ‡Ž ƒžŽ‹•‹• …‹‡–ÀƤ…‘ •‘„”‡ Ž‘• ƒ•ƒŽƒ”‹ƒ†‘• †‡Ž …ƒ’‘ ƒ”‰‡–‹‘ › Žƒ–‹noamericano. Diversas ponencias, artículos y compilaciones han ofrecido una
imagen más completa sobre la historia o la situación de diversos sectores del
proletariado rural, revirtiendo cierta postergación en la que se los mantenía e integrándolos mejor al conocimiento acumulado sobre otros personajes sociales,
como los campesinos, variantes de terratenientes y hacendados, o distintas per•‘‹Ƥ…ƒ…‹‘‡•†‡Ž…ƒ’‹–ƒŽƒ‰”ƒ”‹‘Ǥ’‡•ƒ”†‡‡•–‘•ƒ˜ƒ…‡•ǡŽƒŠ‹•–‘”‹ƒ”‡…‹‡–‡†‡Ž
proletariado agrícola de la zona sojera argentina aún no fue analizada en profundidad. Nuestro conocimiento sobre este sujeto social luego de la década de 1970 fue
hasta ahora un terreno virtualmente virgen.
Además de su escasez, el estado del conocimiento sobre el tema presenta
ciertos problemas de enfoque. Hasta los años ’60, en los estudios sobre los obreros agrícolas, el mercado de trabajo parecía estar integrado a la dinámica y a la
historia de la lucha de clases en el agro.1 Había oferta y demanda de fuerza laboral, transformaciones en los procesos productivos y aún expulsión de mano de
obra.2 Pero también había sindicatos, corporaciones patronales, intervenciones
‡•–ƒ–ƒŽ‡•ǡ‹…”‘Ǧ…‘ƪ‹…–‘•‡•’‘–ž‡‘•ǡ›‘Ž‡ƒ†ƒ•†‡Š—‡Ž‰ƒ•ž•‰‡‡”ƒŽ‡•Ǥ3
A partir de los años ‘70, sólo pareció haber quedado el mercado como ordeƒ†‘”†‡Žƒ˜‹†ƒ•‘…‹‘Ǧ‡…‘×‹…ƒ†‡Žƒ‰”‘ǡ•‹•—Œ‡–‘•ǡ…‘ƪ‹…–‘•ǡ‹”‡•‹•–‡…‹ƒ•Ǥ
•–‡Šƒ„”Àƒ’ƒ•ƒ†‘ƒ…‘Ƥ‰—”ƒ”Ž‘•‹˜‡Ž‡•‘…—’ƒ…‹‘ƒŽ‡•ǡŽƒ•”‡—‡”ƒ…‹‘‡•ǡŽ‘•
…‹…Ž‘•Žƒ„‘”ƒŽ‡•ǡŽƒ•…ƒŽ‹Ƥ…ƒ…‹‘‡•›‘–”‘•ƒ•’‡…–‘•†‡Žƒ•…‘†‹…‹‘‡•†‡–”ƒ„ƒŒ‘
al ritmo de las transformaciones tecnológicas. Emparentado con esto, las pocas
aproximaciones a los asalariados agrícolas de la región fueron generales, en el
marco de los estudios sobre conjuntos más amplios de trabajadores – tamberos,
MASCALI, Humberto. ĞƐŽĐƵƉĂĐŝſŶ LJ ĐŽŶŇŝĐƚŽƐ ůĂďŽƌĂůĞƐ ĞŶ Ğů ĐĂŵƉŽ ĂƌŐĞŶƟŶŽ͕ ϭϵϰϬͲϭϵϲϱ.
ƵĞŶŽƐŝƌĞƐ͗ĞŶƚƌŽĚŝƚŽƌĚĞŵĠƌŝĐĂ>ĂƟŶĂ͕ϭϵϴϲ͘
2 SARTELLI, Eduardo. “Procesos de trabajo y desarrollo capitalista en la agricultura. La región
pampeana, 1870-1940.” I Jornadas Interdisciplinarias de Estudios Agrarios y Agroindustriales.
Buenos Aires: 1999; SARTELLI, Eduardo. “Ríos de oro y gigantes de acero. Tecnología y clases
sociales en la región pampeana (1870-1940)”, Razón y Revolución N° 3, 1997; VOLKIND, Pablo. “Los
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pp. 201-237; FRANK, Rodolfo. “La trilladora”. Todo es Historia, Nº 423, 2002.
3 ANSALDI, Waldo (Director). ‘ƪ‹…–‘• ‘„”‡”‘Ǧ”—”ƒŽ‡• ’ƒ’‡ƒ‘• ȋ͙͘͘͡Ǧ͙͛͟͡Ȍ. Buenos Aires:
Centro Editor de América Latina, 1993; ANSALDI, Waldo. “El fantasma de Hamlet en la
pampa. Chacareros y trabajadores rurales, las clases que no se ven”. En http://www.catedras.
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de Quilmes Editorial, 2009; CUADRADO HERNÁNDEZ, Guillermo. “La rebelión de los braceros”.
Todo es Historia, Nº 185, 1982; VOLKIND, Pablo. “El acuerdo de 1920 entre la Federación Agraria
Argentina y la Federación Obrera Regional Argentina (IX Congreso): alcances y límites en el
ƒ”…‘ †‡ Žƒ …‘ƪ‹…–‹˜‹†ƒ† †‡ Žƒ ±’‘…ƒdzǤ Revista Interdisciplinaria de Estudios Agrarios, Nº 31,
2009, pp. 75-106.
1
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ganaderos, hortícolas, etc. – y desde el punto de vista de la estructura ocupacional
agraria, lo que acotó estos aportes a fuentes técnicas y estadísticas en desmedro
†‡Ž’—–‘†‡˜‹•–ƒ†‡Ž‘•ƒ…–‘”‡••‘…‹ƒŽ‡•ǡ•—•ƒ……‹‘‡•›•—•…‘ƪ‹…–‘•ǡ4 aun cuan†‘—…Š‘•†‡‡•–‘•–”ƒ„ƒŒ‘••‡ƒ„‘…ƒ”ƒƒ’‘‡”†‡ƒ‹Ƥ‡•–‘Žƒ•…‘†‹…‹‘‡•†‡
trabajo y de vida que atravesaban los asalariados del agro argentino.5 El centro de
los debates fue así acaparado por enfoques económicos y sociológicos alrededor
de la capacidad estructural del modelo agropecuario para generar o retener ciertos niveles de empleo,6‹‡–”ƒ•“—‡‡Ž‡ˆ‘“—‡Š‹•–‘”‹‘‰”žƤ…‘“—‡†×†‡•…ƒ”–ƒ†‘
como herramienta explicativa, desechando junto a él un punto de vista diacrónico,
global, e integrado a las luchas políticas y gremiales de los sujetos sociales propios
del capitalismo agrario pampeano.
Un problema muy interesante a analizar es si esta relativa despolitización de
muchos estudios no hizo sino responder a una despolitización de los obreros agrícoǦ
las y a su desintegración subjetiva como fracción de clase a partir los años ‘60. En
cualquier caso, también ha quedado sin investigar ni explicar históricamente ese
proceso. En contraste, otros sectores de trabajadores de otros cultivos o regiones,
ƒŽƒ˜‡œ“—‡Šƒ•‹†‘’”‘–ƒ‰‘‹•–ƒ•†‡‡’‹•‘†‹‘•†‡…‘ƪ‹…–‹˜‹†ƒ†ƒ—–א‘ƒǡ–ƒbién han sido objeto de investigaciones en mayor profundidad, que rescataron ya
no sólo el punto de vista de los actores, sino las dimensiones políticas, sindicales e
identitarias de los obreros rurales.7
253
4
NEIMAN, Guillermo, BERGER, Matías; ÁLVAREZ SÁNCHEZ, Andrea. “Trabajo rural en el MERCOSUR.
Estructuras agrarias y ocupaciones comparadas”, ambos trabajos en NEIMAN, Guillermo (compilador).
Trabajo de campo. Producción, tecnología y empleo en el medio rural. Buenos Aires: Ediciones CICCUS, 2001;
EKBOIR, Javier, FIORENTINO, Raúl; LUNARDELLI, Liliana. “La ocupación de la mano de obra en Argentina”.
Desarrollo Económico vol. 30 Nº 119, 1990, pp. 367-393; NEIMAN, Guillermo, BARDOMÁS, Silvia; QUARANTA,
Germán. “El trabajo en el agro pampeano. Análisis de la demanda de trabajadores asalariados”. Revista
Interdisciplinaria de Estudios Agrarios, Nº 19, 2003, pp. 41-71; BENENCIA, Roberto; QUARANTA, Germán
“Los mercados de trabajo agrarios: demanda y oferta en distintos contextos históricos”. Estudios del
Trabajo Nº 32, 2006, pp. 81-119; NEIMAN, Guillermo (compilador). Estudio sobre la demanda de trabajo en
el agro argentino. Buenos Aires: Ediciones CICCUS, 2010; QUARANTA, Germán. “Estructura ocupacional,
…ƒ”ƒ…–‡”À•–‹…ƒ•†‡Žƒ†‡ƒ†ƒ›’‡”ƤŽ†‡Žƒ‘ˆ‡”–ƒŽƒ„‘”ƒŽ‡‡Žƒ‰”‘ƒ”‰‡–‹‘ƒ’”‹…‹’‹‘•†‡Žƒ†±…ƒ†ƒ
actual”. En: NEIMAN. Estudio sobre la demanda de trabajo en el agro argentino. pp. 13-49.
5 RAU, Víctor. “La situación de los asalariados agropecuarios transitorios en Argentina”. Desarrollo
Económico vol. 50 Nº 198, 2010, pp. 249-269; BAUDRÓN, Silvia; GERARDI, Alejandro. Los asalariados
agropecuarios en Argentina: aportes para el conocimiento de su problemática. Buenos Aires: Secretaría de
Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, PROINDER, 2003; NEIMAN, Guillermo, BARDOMÁS, Silvia;
BLANCO, Matías; BLANCO, Mariela; JIMÉNEZ, Dora; QUARANTA, Germán. Los asalariados del campo en la
Argentina. Diagnóstico y políticas. Buenos Aires: Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación,
PROINDER, 2006.
͚ ǡ ‘”ƒ…‹‘Ǥ Dz‘†‡”‹œƒ…‹× ‡ ‹–‡•‹Ƥ…ƒ…‹× †‡Ž •‡…–‘” ƒ‰”‘’‡…—ƒ”‹‘ ’ƒ’‡ƒ‘dzǤ Realidad
Económica, Nº 200, 2003; LLACH, Juan José; HARRIAGUE, Marcela; O´CONNOR, Ernesto. La generación
de empleo en cadenas agroindustriales. Buenos Aires: Fundación Producir Conservando, 2004; CENDA. “El
trabajo en Argentina. Condiciones y perspectivas”. Informe trimestral, Nº 3, 2004; RODRÍGUEZ, Javier. “Los
complejos agroalimentarios y el empleo: una controversia teórica y empírica”. Documento de Trabajo, Nº
3, Buenos Aires, CENDA, 2005; APARICIO, Susana. “Trabajo y trabajadores en el sector agropecuario de
Argentina.” En: GIARRACA, Norma; TEUBAL, Miguel (compiladores). El campo argentino en la encrucijada.
Estrategias y resistencias sociales, ecos en la ciudad. Buenos Aires: Alianza Editorial, 2005; TRIGO, Eduardo.
“Consecuencias económicas de la transformación agrícola”. Revista Ciencia Hoy, Vol. 15 Nº 87, 2005, pp. 4651; CENDA. “El trabajo en Argentina. Condiciones y perspectivas”. Informe trimestral, Nº 15, 2008; ACOSTA
REVELES, Irma Lorena. “Capitalismo agrario y sojización en la Argentina. Las razones del desalojo laboral”.
Labvoratorio, Nº 22, 2008; HERNÁNDEZ, Esteban. “¿Cuánto empleo genera el campo?”. Rosario: Fundación
Apertura, 2009.
7 CRAVIOTTI, Clara. œï…ƒ”›…‘ƪ‹…–‘•‡‡Ž‘”–‡ƒ”‰‡–‹‘. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina,
1992; RAU, Víctor. Cosechando yerba mate. Estructuras sociales de un mercado de laboral agrario en el
Nordeste argentino. Buenos Aires: Editorial CICCUS, 2012; RAU, Víctor. “Transformaciones en el mercado
de fuerza de trabajo y nuevas condiciones para la protesta de los asalariados agrícolas”. En: GIARRACA,
Norma; LEVY, Bettina (compiladoras). Ruralidades latinoamericanas. Buenos Aires: CLACSO, 2004; ALFARO,
María Inés. “Los espacios para la negociación laboral en la citricultura tucumana: actores y estrategias”.
Estudios del Trabajo, Nº 18, Buenos Aires, 1999; TRPIN, Verónica; PIZARRO, Cynthia. “Trabajadores frutícolas
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JUAN MANUEL VILLULLA
La participación marginal del proletariado agrícola pampeano en las luchas
sociales del agro pampeano – cuando existió – no los encontró organizados colecti˜ƒ‡–‡ǡ…‘‘—ƒ…–‘”†‡Ƥ‹†‘ǡ…‘‡…‡•‹†ƒ†‡•›†‡ƒ†ƒ•’”‘’‹ƒ•ǡ‹†‡’‡dientes de los programas reivindicativos de las distintas capas de productores y
empresarios agropecuarios. Aún más lejos estuvo este sector de trabajadores de
traccionar por sí mismo la lucha social en el campo, enfrentando a diversas fracciones y capas patronales – y eventualmente a ciertas medidas gubernamentales
Ȃ ‡ ‹•–ƒŽƒ†‘ •—• ”‡‹˜‹†‹…ƒ…‹‘‡• …‘‘ ‡Œ‡ †‡ ƒŽ‰ï …‘ƪ‹…–‘Ǥ •–‘ …‘–”ƒ•–ƒ
fuertemente no sólo con su estratégica importancia económica para la realización
de las cosechas que empujan gran parte de la economía argentina, sino con el aspecto que supo tener la clase obrera-rural vinculada a la agricultura pampeana a
principios del siglo XX, cuando representaba una fracción de trabajadores entre las
más numerosas e importantes del país, concentrada en masa para las temporadas
de cosecha de trigo y maíz, soportando condiciones laborales muy duras,8 y desarrollando ciclos huelguísticos de gran combatividad e intransigencia.9
Lejos de ser un punto de partida autoevidente, este panorama constituye un
problema que reclama un abordaje en particular. Como parte de una investigación
más amplia al respecto, este escrito se propone aportar algunos elementos de la
–”ƒƒŠ‹•–×”‹…ƒ“—‡†‡”‹˜×‡‡Žˆ—‡”–‡’”‘…‡•‘†‡†‡•’‘Ž‹–‹œƒ…‹×›†‡•ƒƤŽ‹ƒ…‹×
sindical experimentado por el proletariado agrícola pampeano, así como en la aus‡…‹ƒ †‡ ‡’‹•‘†‹‘• •‹‰‹Ƥ…ƒ–‹˜‘• †‡ …‘ƪ‹…–‹˜‹†ƒ† ‘„”‡”‘Ǧ”—”ƒŽ ‡ Žƒ ‡•–”ƒ–±‰‹…ƒ
zona sojera argentina. Aquí abordamos dos aspectos del problema: el que hace a
las condiciones económicas estructurales en el marco de las cuales pudo desple‰ƒ”•‡‡•–‡’”‘…‡•‘Ǣ›‡Ž“—‡”‡Ƥ‡”‡ƒŽƒ•‡š’”‡•‹‘‡•›…‘†‹…‹‘ƒ–‡••—„Œ‡–‹˜‘•Ȃ
en el plano de la política y la cultura – de los que aquellos elementos estructurales
fueron a la vez condición y efecto.
La hipótesis que nos proponemos demostrar asumió que a partir de la década de 1970, completada y desarrollada la mecanización completa del trabajo, y
Œ—–‘ƒŽ”‡Ƥƒ‹‡–‘†‡…‹‡”–‘•†‹•’‘•‹–‹˜‘•†‡†‹•…‹’Ž‹ƒ‹‡–‘‡’Ž‡ƒ†‘•’‘”Žƒ•
†‹•–‹–ƒ•’‡”•‘‹Ƥ…ƒ…‹‘‡•†‡Ž…ƒ’‹–ƒŽƒ‰”ƒ”‹‘ǡƒ†—”×—ƒ—‡˜ƒ…‘Ƥ‰—”ƒ…‹×†‡
las condiciones de trabajo y de vida del proletariado agrícola que le otorgaron a
éste características objetivas y subjetivas muy distintas a las de la clase de obreros
que ocuparon su lugar en las etapas previas del capitalismo agrario pampeano. La
introducción y progresiva generalización de nuevas técnicas de siembra y labores,
la automatización y eliminación de tareas, y el aumento de la capacidad de tractores y cosechadoras, redujeron en proporciones inéditas el tiempo de trabajo
necesario para la producción de granos. Con cada nuevo adelanto tecnológico – y
particularmente en la década de 1990 – se redujo notablemente la cantidad de trabajadores requeridos por cada unidad productiva. Esta tendencia logró achicar en
formas extremas el tamaño de los grupos en los que se nucleó y organizó productivamente el proletariado agrícola, lo que aseguró su desconcentración y aislami-
8
9
y hortícolas en la Argentina. Una aproximación socioantropológica a las prácticas de reproducción y
resistencia de las condiciones laborales”. VIII Congreso Latinoamericano de Sociología Rural, Porto Galinhas,
2010; RAU, Víctor; TRPIN, Verónica; CRESPO PAZOS, Matías. “La acción colectiva de asalariados agrícolas
en territorios con fruticulturas de exportación”. Realidad Económica, Nº 258, 2011, pp. 93-119.
BIALET-MASSÉ, Juan. Informe sobre el estado de las clases obreras argentinas a comienzos del siglo. Buenos
Aires, Centro Editor de América Latina, 1985 [1904]; VOLKIND, Pablo. “‘Lucha’ dura, vida sencilla: los
juntadores de maíz durante la etapa agroexportadora.” En: VILLULLA, Juan Manuel; FERNÁNDEZ, Diego
(compiladores). Sobre la tierra. Buenos Aires: Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de
Buenos Aires, 2010.
ANSALDI. ‘ƪ‹…–‘• ‘„”‡”‘Ǧ”—”ƒŽ‡• ’ƒ’‡ƒ‘• ȋ͙͘͘͡Ǧ͙͛͟͡Ȍ; SARTELLI.1993. ASCOLANI, Adrián. El
sindicalismo rural en la Argentina.
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‡–‘‡‡ŽŽ—‰ƒ”†‡–”ƒ„ƒŒ‘ǡƒ’‡•ƒ”†‡Šƒ„‡”•‡…‘…‡–”ƒ†‘•‹‰‹Ƥ…ƒ–‹˜ƒ‡–‡‡Ž
capital y de haber crecido el tamaño medio de las empresas agrícolas.
Paralelamente, el mismo proceso llevó a una fragmentación entre los trabajadores fruto de la combinación de ciclos de ocupación diferentes, basados en
una mayor especialización por tarea, y en la generalización del sistema de trabajo
tercerizado a través de empresas contratistas. La propagación del sistema del con–”ƒ–‹•‘–ƒ„‹±…‘–”‹„—›×ƒ†‡•†‘„Žƒ”›†‹Ž—‹”ŽƒƤ‰—”ƒ’ƒ–”‘ƒŽǡ†‹Ƥ…—Ž–ƒ†‘Žƒ
˜‹•—ƒŽ‹œƒ…‹×†‡Ž‘•‘’‘‡–‡•†‡Ž‘•…‘ƪ‹…–‘•Žƒ„‘”ƒŽ‡•›…‘–”‹„—›‡†‘’‘”‡ŽŽ‘
a evitarlos.
Por último, pero no por eso menos importante, luego de la intervención militar de 1976, las reservas sindicalizadas del movimiento obrero-rural desatendieron la
organización de esta fracción de trabajadores, centrándose – particularmente desde
Ž‘•ƒÓ‘•ǯ͔͝Ȃ‡‡Žƒ•‹•–‡…‹ƒŽ‹•‘…Ž‹‡–‡Žƒ”†‡ƒ“—‡ŽŽ‘•‘„”‡”‘•†‡‡‘”…ƒŽ‹Ƥ…ƒ…‹×›‘Ƥ…‹‘ǡ†‡•’Žƒœƒ†‘•’‘”Žƒ•–”ƒ•ˆ‘”ƒ…‹‘‡•†‡Ž‘•’”‘…‡•‘•’”‘†—…–‹˜‘•Ǥ
En el mismo sentido, la reducción del peso numérico de los trabajadores y su fuerte
dispersión, resultaron un inconveniente que no atrajo a ninguna fuerza política para
desarrollar entre ellos alguna tarea de nucleamiento partidario que equilibrara la
fragmentación a la que los sometía la nueva organización del trabajo agrícola.
Todo esto pone severamente en cuestión cierta idea vulgarmente difundida
en el pensamiento de izquierdas, que otorga al mero desarrollo de las fuerzas productivas en el marco del capitalismo la potestad de crear los sujetos políticos capaces o encargados de superar dicho modo de producción. Por el contrario, desde
el enfoque que guió nuestras hipótesis y el desarrollo de esta investigación, visualizamos que el desenvolvimiento del capital en el agro no sólo no derivó en la
constitución de un proletariado rural de características similares a las de la industria, sino que bajo sus mecanismos de dominación político-ideológicos también
‹–‡”’—•‘ –‘†ƒ …Žƒ•‡ †‡ ‡†‹ƒ…‹‘‡• •—„Œ‡–‹˜ƒ• “—‡ †‹Ƥ…—Ž–ƒ”‘ Žƒ ‘”‰ƒ‹œƒ…‹×
colectiva autónoma de los obreros de la agricultura.
La metodología empleada para el desarrollo de esta investigación se
basó en la compilación y procesamiento de fuentes estadísticas y documentales – gremiales, patronales y hemerográficas –, y fundamentalmente en
la recopilación y análisis de 54 entrevistas a obreros y ex obreros agrícolas
bajo la forma de historias de vida; 5 más a obreros en calidad de líderes
sindicales y políticos; 24 a contratistas y/o productores en su carácter de
patrones; 4 a asalariados familiares de los mismos; 3 a maestros, directores
de escuela y médicos rurales; y finalmente, 5 a ingenieros, extensionistas y
técnicos – generalmente del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria
(INTA) o de la Federación Argentina de Contratistas de Maquinaria Agrícola
(FACMA) – vinculados a las comunidades y la producción agrícola del interior
pampeano. Todo lo cual sumó casi 100 entrevistas que dieron cuerpo al acervo testimonial del estudio. El recorte territorial de nuestra investigación
se diseñó en tres niveles: un ámbito de estudio asimilable a una muestra
crítica compuesta por dos partidos arquetípicos en el corazón maicero y
sojero de la pampa húmeda (Pergamino, en la provincia de Buenos Aires;
y Caseros, en Santa Fe); cinco partidos de control dentro del mismo área
(Salto y Mercedes, en Buenos Aires; San Jerónimo, en Santa Fe; y Marcos
Juárez e Inriville en Córdoba); y cinco partidos más fuera de la subzona predominantemente agrícola: tres al noroeste (Carlos Tejedor, Carlos Casares
y Rivadavia) y dos al sur bonaerense (Coronel Dorrego y Coronel Pringles).
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Expulsión de mano de obra y proletarización del
trabajo
Entre las décadas de 1970 y 1980, el descenso de los márgenes de ganancia
por cada bolsa de granos cosechada presionó al capital para: 1) reducir los costos
laborales; y 2) lograr una mayor productividad del trabajo por hectárea. Lo primero tendió a ser resuelto sobre todo empujando a la baja los salarios; y lo segundo,
aumentando las inversiones en más y mejores maquinarias, agroquímicos o semillas híbridas.
Los años ‘90 representaron un salto cualitativo tanto en relación a estas
transformaciones del proceso de trabajo como en lo referido a la concentración
del capital agrario. De hecho, para hacer rentables las inversiones en maquinarias
e insumos, no dejaron de ser necesarias ciertas escalas mínimas, aun cuando a partir de la primera década del siglo XXI los precios de los granos alcanzaron récords
históricos. Ante la imposibilidad de expandirse horizontalmente por parte de los
pequeños productores basados en el trabajo familiar, el esquema alimentó ante
todo la acumulación de capital de las empresas de mayores escalas y con mayor
capacidad de expansión.
El proceso de concentración acelerado en los años ‘90 (Cuadro 1) generó
transformaciones en la organización social del trabajo agrícola, tendientes a un
mayor protagonismo económico de los obreros asalariados, y un repliegue relativo del trabajo familiar clásico asentado en su explotación (fuera esta propia o arrendada). En consonancia con ello, la mano de obra familiar vinculada a las pequeñas explotaciones que desaparecían, abandonó el trabajo agrario en una medida
aún mucho mayor de la que lo hicieron los obreros rurales. Si entre 1991 y 2001
el saldo total del período dejaba alrededor de 83.000 asalariados menos, los trabajadores por cuenta propia y los familiares restaron 112.892 hombres al trabajo
sobre la tierra (Cuadro 2). De modo que aún en el marco de una expulsión generalizada de mano de obra, el resultado de estas tendencias – hasta donde pueden
ponderarlo las estadísticas disponibles – condujo a una mayor proletarización de
los trabajadores rurales. No tanto a causa de un proceso de desposesión de productores directos independientes que se transformaran en obreros – no hay datos
•—Ƥ…‹‡–‡•’ƒ”ƒƒƤ”ƒ”Ž‘›–‘†‘‹†‹…ƒ”Àƒ“—‡‡•–‘•‹–‹‡”ƒ”‹‘••‘…‹ƒŽ‡•ˆ—‡”‘ž•
bien minoritarios –, sino en el sentido de que entre los trabajadores agrícolas creció relativamente el peso de los asalariados por sobre los familiares.
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PROBLEMAS DEL MOVIMIENTO OBRERO RURAL EN LA ZONA DEL “ORO VERDE”...
Cuadro 1
Concentración de las explotaciones agropecuarias por escala de extensión. Región pampeana, 1988-2002
Extensión (has.)
1988
2002
Variación
Variación (%)
Total
Hasta 5
5,1 a 10
10,1 a 25
25,1 a 50
50,1 a 100
100,1 a 200
200,1 a 500
500,1 a 1.000
1.000,1 a 2.500
2.500,1 a 5.000
5.000,1 a 10.000
10.000,1 a 20.000
Más de 20.000
152.424
7.258
5.597
11.919
16.479
25.399
30.303
32.086
12.973
7.623
2.005
622
123
37
104.761
3.572
2.796
5.993
9.228
15.308
19.816
24.609
12.325
8.025
2.185
697
170
37
-47.663
-3.686
-2.801
-5.926
-7.251
-10.091
-5,00%
-7.477
-648
402
180
75
47
0
-31,30%
-50,80%
-50,00%
-49,70%
-44,00%
-39,70%
-34,60%
-23,30%
-5,00%
5,30%
9,00%
12,10%
38,20%
0,00%
Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). Censos Nacionales Agropecuarios de 1988 y
2002.
257
Cuadro 2
Evolución del volumen y la composición social de la mano de obra agropecuaria.
Región pampeana, 1970-2001*
1970
Tipo de trabajadores Cantidad
1980
1991
2001
1970-2001
%
Cantidad
%
Cantidad
%
Cantidad
%
Diferencia
Asalariados
308.400
57
281.030
55
292.928
55
225.117
63
-83.283
Por cuenta propia
167.275
31
167.335
33
153.015
29
94.515
26
-72.760
Familiares con
remuneración
s/d
9.911
3
Familiares sin
remuneración
69.325
13
63.443
12
87.827
16
29.193
8
-40.132
Totales
545000
100
511808
100
533770
100
358736
100
-186.264
s/d
s/d
Fuente: INDEC. Censo Nacional de Población y Vivienda 1970, 1980, 1991; INDEC. Censo Nacional de Población, Vivienda y Hogares 2001.
* Los datos no incluyen la categoría de “Patron” por no considerarlo parte de la fuerza de trabajo manual
de las explotaciones. Los datos del Censo Nacional de Población y Vivienda 2010 referidos a estas variables
no han sido publicados a la fecha, aunque estuvo prevista la utilización de sus resultados como parte de la
Œ—•–‹Ƥ…ƒ…‹×†‡Žƒ‡š–‡•‹×†‡Ž’‡”À‘†‘ƒ„ƒ”…ƒ†‘’‘”‡•–ƒ–‡•‹•Šƒ•–ƒ†‹…Š‘ƒÓ‘Ǥ
Además de la proletarización de los trabajadores, los censos agropecuarios
registraron un proceso de proletarización del trabajo. Comparando las actividades
a las que se dedicaban los trabajadores familiares y los asalariados en los campos,
los resultados del censo agropecuario 2002 mostraron que el 80% de la masa de
trabajo manual (operación de maquinaria, equipos e instalaciones; operación de
ordeñadoras y otras instalaciones de tambo; tareas generales de peón; y mediería
hortícola o tambera) había sido realizada por obreros. A su vez, del conjunto de los
peones asalariados, el 84% de ellos se dedicaba a este tipo de tareas, siendo una
minoría la que realizaba trabajos de gestión o dirección. No obstante, ese reducido
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grupo de asalariados “de cuello blanco” también fue responsable del 65% del trabajo de gestión, sin contar el realizado por los productores propiamente dichos, de
los cuales nada dijo el censo sobre su rol en las explotaciones.10 Además de estos
procesos ocurridos al interior de las chacras familiares, la concentración aumentó
la participación en la producción total de las empresas más grandes. Es decir, las
que se basaron directa o indirectamente en la explotación de asalariados.11
Constituida más como un costo del capital bajo su forma asalariada, y menos
como protagonista independiente bajo su forma chacarera, la mano de obra rural
sufrió las estrategias patronales para compensar su mayor importancia relativa
en la producción. Esto se expresó en los esfuerzos de productores y contratistas,
así como de fabricantes e importadores de insumos y maquinarias agrícolas, por
hacer descender el tiempo de trabajo necesario para el cultivo de granos y achicar
los grupos de hombres que realizaban las tareas. En la primer década del siglo XXI
la producción de un quintal de maíz demandaba 27 veces menos tiempo que en la
década de 1970, mientras que una hectárea del mismo cultivo podía ser sembrada, cuidada y cosechada en una cantidad de tiempo 9 veces menor. En el mismo
lapso, un quintal de trigo requirió 10 veces menos dedicación horaria, y producir
una hectárea del tradicional cereal no llevaba más que un cuarto del tiempo que
demandaba en los años ’70.12
La expansión del área sembrada entre 1970 y 2010 operó compensando el
desplome de los tiempos de trabajo e incluso la eliminación lisa y llana de algunas
funciones en el proceso productivo fruto de estos cambio tecnológicos. De todas
ˆ‘”ƒ•ǡ †—”ƒ–‡ ‡Ž ’‡”À‘†‘ǡ ‡Ž Ƥ‡Ž †‡ Žƒ „ƒŽƒœƒ •‡ ‹…Ž‹× Šƒ…‹ƒ Žƒ expulsión de
mano de obra, lo cual creó condiciones estructurales desfavorables a la emergencia de la acción colectiva proletaria en la agricultura. Ello no fue óbice para que se
desarrollara paralelamente un proceso de proletarización del trabajo, que hiciera
crecer la importancia relativa de los trabajadores asalariados en la producción. Sin
embargo, la misma se operó subsumida en otro fenómeno característico de la reorganización social del trabajo en el período que impidió la concentración de los
obreros en el tiempo y el espacio: la tercerización laboral a través del contratismo
de servicios de maquinaria.
El régimen del contratismo y la atomización de los
obreros rurales
Proceso de generalización del contratismo
La proletarización del trabajo no derivó en nada parecido a una mayor concentración de obreros rurales en las llanuras sojeras argentinas, y no sólo por la
reducción global de su número en términos absolutos. Sucedió que además de
aumentar el peso relativo del trabajo asalariado sobre el familiar, la crisis de la
pequeña producción también derivó en la difusión del contratismo de servicios de
10 Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). Censo Nacional Agropecuario, 2002
11 Por caso, para 2008, el 10% de los productores –cuyas escalas eran superiores a las 1000 hectáreas- generó
más del 60% de la soja ese año. BARSKY, Osvaldo; DÁVILA, Mabel. La rebelión del campo. Historia del
…‘ƪ‹…–‘ƒ‰”ƒ”‹‘ƒ”‰‡–‹‘. Buenos Aires: Sudamericana, 2008.
12 VILLULLA, Juan Manuel; HADIDA, Florencia. “Salto tecnológico, puestos laborales y productividad del
trabajo en la agricultura pampeana, 1970-2010”. Documentos de Trabajo del Centro Interdisciplinario de
Estudios Agrarios, Buenos Aires: Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, n.° 8,
2012, pp. 115-128.
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258
PROBLEMAS DEL MOVIMIENTO OBRERO RURAL EN LA ZONA DEL “ORO VERDE”...
259
maquinaria. Este sistema consistió en la contratación por parte de explotaciones
agropecuarias – fueran grandes o pequeñas –, de empresas externas para que realizaran las distintas labores agrícolas a cambio de una tarifa. Las empresas contratistas pudieron especializarse en alguna tarea o prestar servicios por todas –
siembra, cuidados y cosecha –, presentando diversas escalas y modalidades de
organización del trabajo, la maquinaria y el personal. Muchas de ellas no eran sino
empresas agrícolas en crisis que complementaban sus ingresos con la prestación
de estos servicios. Otras, también en problemas, en vez de prestar servicios para
sobrevivir los contrataban, ahorrándose los costos de amortización de la maquiƒ”‹ƒ›Ž‘•‹–‡”‡•‡•†‡•—Ƥƒ…‹ƒ…‹×Ǥ‡”‘–ƒ„‹±Ȃ›ˆ—†ƒ‡–ƒŽ‡–‡Ȃˆ—‡”on los mayores capitales del agro argentino los que basaron sus estrategias de
‡‰‘…‹‘•Dzƪ‡š‹„Ž‡•dz‡Žƒ…‘–”ƒ–ƒ…‹×†‡‡•–ƒ•‡’”‡•ƒ•†‡•‡”˜‹…‹‘•ǡ‡˜‹–ƒ†‘‡Ž
empleo directo del personal – y su concentración –, así como los costos y riesgos
de la inversión en maquinaria.
‘‡š‹•–‡‡•–ƒ†À•–‹…ƒ•—‹Ƥ…ƒ†ƒ•“—‡’‡”‹–ƒ”‡…‘•–”—‹”…ƒ„ƒŽ‡–‡Žƒ’”‘gresión histórica del fenómeno, pero los estudios realizados al respecto permiten
aproximarnos al ritmo que fue tomando la difusión del contratismo. Entre 1975 y 1977,
‘”–‹†‡–‹Ƥ…ƒ„ƒ‡Žƒœ‘ƒ†‡”‡•””‘›‘•ȋ—‡‘•‹”‡•Ȍ‘ž•†‡—͗͗Ψ†‡‡•–ƒblecimientos que contrataran servicios de maquinaria.13 Cálculos de Balsa indican que
ya para 1988, el 57% de la cosecha era realizada por los contratistas en la zona norte
bonaerense, un 53% en la zona oeste, y un 37% en la zona sur, mientras que para las
labores de roturación y siembra estos porcentajes representaban respectivamente el
21%, el 42% y el 17% por cada subzona de la provincia.14 Un estudio de caso para el partido de Azul (Buenos Aires) en 1996 indicaba que el 50% de las explotaciones contrataba cosecha, y el 28%, contrataba todos los servicios.15 La difusión generalizada del
contratismo de servicios de maquinaria parece haber dado un salto en la década de
1990, debido a la profundización de los procesos iniciados al menos veinte años antes, vinculados a la crisis de las pequeñas escalas de producción agrícola familiar: de
hecho, el 40% de los contratistas en actividad a mediados de los 2000 habían iniciado
sus actividades de prestación de servicios en los años ‘90, un 30% lo había hecho en la
década de 1980, y sólo un 11% en los ’70.16 Para 2002, cálculos de Azcuy Ameghino referidos al partido de Pergamino, en el norte agrícola bonaerense, indicaban que el 61% de
Žƒ•‡š’Ž‘–ƒ…‹‘‡•…‘–”ƒ–ƒ„ƒ•‡”˜‹…‹‘•†‡…‘•‡…Šƒǡƒ„ƒ”…ƒ†‘‡Ž͙͝Ψ†‡Žƒ•—’‡”Ƥ…‹‡ǡ
mientras que los valores para las labores de siembra alcanzaban el 44% de las explota…‹‘‡•›‡Ž͗͘Ψ†‡Žƒ•—’‡”Ƥ…‹‡Ǥ17 Ya en 2008, la Federación Argentina de Contratistas de
Maquinaria Agrícola destacaba que el 75% de las cosechas de granos en el conjunto del
país había pasado a ser realizado por contratistas, al igual que el 65% las tareas de siembra – fundamentalmente directa – y el 65% de las labores de fumigación y fertilización.18
13 El análisis se basaba en datos de la Encuesta Agropecuaria de la provincia de Buenos Aires. TORT, María
Isabel. “Los contratistas de maquinaria agrícola: una modalidad de organización económica del trabajo en
la Pampa Húmeda.” Documento de Trabajo, Buenos Aires: Centro de Estudios e Investigaciones Laborales,
n.° 11, 1980, p. 78.
14 Estas conclusiones se basan en los datos originales del censo agropecuario de 1988. BALSA, Javier El
desvanecimiento del mundo chacarero. Transformaciones sociales en la agricultura bonaerense, 1937-1988.
Bernal: Universidad de Quilmes Editorial, 2006, p. 153.
15 Sólo un 20% realizaba todas sus tareas con equipamiento propio. GONZÁLEZ, María del Carmen; ROMÁN,
Marcela; BLANCHARD, Gastón. “Los contratistas de maquinaria agrícola en el partido de Azul, provincia de
Buenos Aires.” II Jornadas Interdisciplinarias de Estudios Agrarios y Agroindustriales. Buenos Aires, 2001.
16 LÓDOLA, Agustín; ANGELETTI, Karina; FOSSATI, Román; KEBAT, Claudia. “Maquinaria agrícola, estructura
agraria y demandantes.” La Plata: Universidad Nacional de La Plata – Banco Río, 2005, p.75.
17 Sus cálculos se asientan en datos originales del censo agropecuario de 2002. AZCUY AMEGHINO. Op.cit.,
2009.
18 &ƵĞŶƚĞ͗&ĞĚĞƌĂĐŝſŶƌŐĞŶƟŶĂĚĞŽŶƚƌĂƟƐƚĂƐĚĞDĂƋƵŝŶĂƌŝĂ͘ŶƵĂƌŝŽ͘ĂƐŝůĚĂ͗&D͕ϮϬϬϴ͘
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JUAN MANUEL VILLULLA
La dispersión de los trabajadores en pequeños grupos
Las estadísticas recientes respecto a la estructura social de la mano de obra
de las empresas contratistas de servicios de maquinaria en la provincia de Buenos
Aires dejan ver tanto el proceso de proletarización de la fuerza de trabajo, como la
dispersión de la misma a través de esta forma de intermediación.
Cuadro 3
Composición de la mano de obra de las empresas de servicios agropecuarios
Provincia de Buenos Aires. 2002-2006
2001-02
Socios
Empleados
Total
ϲ͘ϰϮϵ
ϵ͘Ϭϴϴ
ϭϱ͘ϱϭϳ
ϰϭй
ϱϵй
ϭϬϬй
2002-03
ϳ͘ϴϱϯ
ϭϰ͘Ϭϵϰ
Ϯϭ͘ϵϰϳ
ϯϲй
ϲϰй
ϭϬϬй
2003-04
ϳ͘ϴϵϰ
ϭϰ͘ϴϳϮ
ϮϮ͘ϳϲϲ
ϯϱй
ϲϱй
ϭϬϬй
2004-05
ϴ͘ϰϭϲ
ϭϱ͘ϰϭϯ
Ϯϯ͘ϴϮϵ
ϯϱй
ϲϱй
ϭϬϬй
2005-06
ϳ͘ϴϱϱ
ϭϳ͘ϲϯϱ
Ϯϱ͘ϰϵϬ
ϯϭй
ϲϵй
ϭϬϬ
Fuente: Elaboración propia sobre datos de la Encuesta Provincial de Servicios Agropecuarios, Dirección de
Estadística de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, 2006.
Para 2006, era difícil encontrar equipos exclusivamente familiares y el 70% de
la mano de obra de estas empresas era asalariada, pero se encontraba sumida en
una gran dispersión, agrupada en pequeños núcleos de 2, 3 o 4 hombres dependiendo el tipo y la escala de los miles de contratistas que operaban en la región
(Cuadro 3). Si desde la década de 1970 la proletarización del trabajo no derivó en
una mayor concentración de los trabajadores, fue en gran medida porque con el
…ƒ„‹‘†‡’‡”•‘‹Ƥ…ƒ…‹×†‡Ž…ƒ’‹–ƒŽ“—‡Ž‘•‡’Ž‡ƒ„ƒȂ†‡Ž’”‘’‹‡–ƒ”‹‘‘ƒ””‡datario de tierras al propietario de máquinas –, también fue cambiando su escala.
Como lo atestiguaron las investigaciones sociológicas en su momento, los inicios
del contratismo de servicios contemporáneo se vincularon a las pequeñas explotaciones sobremecanizadas, por lo que en ellas tenía un gran peso la mano de
obra familiar.19 En adelante, siempre fueron excepcionales los casos de grandes
empresas de este tipo que concentraran considerables cantidades de hombres y
equipos.
En el transcurso de todos esos años la mayoría de los obreros agrícolas pasó
a trabajar para alguna variante de esos contratistas, fueran exclusivamente prestadores de servicios o también productores independientes. De esta forma, su
desplazamiento desde las estancias y chacras a las empresas intermediarias luego
de los ’70 implicó su desconcentración bajo el mando de pequeños patrones. Incluso las grandes empresas contratistas dispersaban a sus planteles de personal
en subgrupos más reducidos, de dos o tres hombres, trabajando simultáneamente
en predios que podían llegar a estar en diferentes provincias del país. La productividad que le daban a su trabajo las nuevas maquinarias permitía que no más de
tres o cuatro personas pudieran sembrar, fumigar y levantar a tiempo la cosecha
19 “Un efecto importante de la evolución del contratista es que esta modalidad de organizar el proceso
’”‘†—…–‹˜‘ ”‡ˆ—‡”œƒ ‡Ž ’‡•‘ •‘…‹ƒŽ †‡ Žƒ• Ƥ‰—”ƒ• ž• ƒŽ‡Œƒ†ƒ• †‡ Žƒ• ’‘•‹…‹‘‡• –À’‹…ƒ• †‡Ž …ƒ’‹–ƒŽ‹•‘
(empleador o asalariado). En efecto, la mayor parte de los contratistas son trabajadores por cuenta
propia o pequeños empleadores. […] el contratista difícilmente emplee más de cinco obreros al mismo
tiempo, lo cual hace que el asalariado se relacione siempre con un pequeño empleador”. BAUMEISTER,
†—ƒ”†‘ǤDz•–”—…–—”ƒƒ‰”ƒ”‹ƒǡ‘…—’ƒ…‹‘ƒŽ›…ƒ„‹‘–‡…‘Ž×‰‹…‘‡Žƒ”‡‰‹×…‡”‡ƒŽ‡”ƒƒ‹…‡”ƒǤƒƤ‰—”ƒ
del contratista de máquina”. Documento de Trabajo, Buenos Aires, Centro de Estudios e Investigaciones
Laborales, n.° 10, 1980, pp. 45 y 50.
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260
PROBLEMAS DEL MOVIMIENTO OBRERO RURAL EN LA ZONA DEL “ORO VERDE”...
de miles de hectáreas. A la vez, esta modalidad no sólo impedía que muchos asalariados se congregaran regularmente alrededor del proceso de trabajo, sino que
su ocupación casi exclusivamente en este tipo de pequeñas empresas – con un
’‡•‘•‹‰‹Ƥ…ƒ–‹˜‘†‡Ž–”ƒ„ƒŒ‘ˆƒ‹Ž‹ƒ”ǡ‘†‡‘†—Žƒ…‹‘‡•–”ƒ•‹…‹‘ƒŽ‡•‡–”‡±•–‡
y las formas mejor acabadas del capital – contribuyó a atenuar la distancia social
que medió subjetivamente entre patrones y empleados, y por lo tanto, también a
Ž‹‹–ƒ”Žƒ‡‡”‰‡…‹ƒ†‡…‘ƪ‹…–‘•‘„”‡”‘Ǧ”—”ƒŽ‡•ƒ‹Ƥ‡•–‘•›†‡…‹‡”–ƒ‡˜‡”‰ƒdura. Sobre todo en los casos en que los dueños de la maquinaria compartían el
mismo origen de clase que su empleados, siendo nietos o hijos de peones o hijos
de chacareros empobrecidos, e incluso ex-peones o trabajadores de los pueblos,
que se insertaron en la actividad del contratismo cuando encontraron la oportu‹†ƒ†Š‹•–×”‹…ƒ‡–”‡Ƥ‡•†‡Ž‘•Ǯ͚͔›’”‹…‹’‹‘•†‡Ž‘•Ǯ͔͜Ǥƒ†‘‡•–‡‘”‹‰‡‡
común, muchos trabajadores compartían con los patrones el haber participado – o
seguir haciéndolo – en las tareas manuales del trabajo agrícola, lo cual daba cuerpo
a esta reducción de la distancia social que pudiera mediar entre ellos.
Fragmentación de los trabajadores bajo diferentes
itinierarios de movilidad territorial
261
Ante el descenso de los tiempos operativos de trabajo y la eliminación de
viejas funciones en el proceso de producción, el régimen del contratismo se transformó en la única alternativa para que muchos peones mantuvieran una ocupación
regular. Al no estar atados a los límites de ninguna explotación en particular, ello
les permitía compensar con una mayor cantidad de hectáreas la menor cantidad
†‡–‹‡’‘†‡–”ƒ„ƒŒ‘”‡“—‡”‹†‘’‘”•—’‡”Ƥ…‹‡Ǥ‹’‘†‡”ƒ•‡‰—”ƒ”•‹ƒŽƒÓ‘•‹‰—iente dispondrían del mismo monto de ingresos reales o si tendrían ocupación, los
trabajadores tendieron a interiorizar el ritmo de la competencia que existía entre
sus patrones, lo cual consistió en trabajar la mayor cantidad de hectáreas, horas,
días y meses que pudieran durante la temporada. Por ese camino, y sobre la base
de recibir un precio relativamente bajo por una hora de trabajo cada vez más productiva, intentaron asegurarse una masa salarial que les permitiera afrontar un futuro siempre incierto, y al mismo tiempo, colaborar para que su patrón mantuviera
y acrecentara sus clientes.20
De modo que entre 1970 y 2010 el proletariado agrícola pampeano tendió a
profundizar su fragmentación a través de nuevos y dispares calendarios de tareas,
así como por los diversos lugares que recorrían trabajando, y diferenciados por
una mayor especialización de sus funciones. El desarrollo de los contratistas de
servicios de maquinaria se expandió como fruto y en función de estos cambios
técnicos, permitiendo que el trabajo intermitente pudiera ser desarrollado por
trabajadores permanentes empleados por ellos. Mientras algunas explotaciones
convocaban a cierto contratista y sus obreros puntualmente para determinadas
–ƒ”‡ƒ•‡•’‡…ÀƤ…ƒ•“—‡”‡“—‡”Àƒ’‘…‘–‹‡’‘›‡•–ƒ„ƒ•‡’ƒ”ƒ†ƒ•’‘”Žƒ’•‘•”‡Žƒtivamente prolongados entre sí, el equipo de trabajadores en cuestión pasaba un
20 La cuestión central de las formas y niveles que adoptó la remuneración de los trabajadores bajo el régimen
del contratismo merece un análisis aparte e in extenso, para lo cual nos remitimos a trabajos anteriores al
respecto. “Las formas del salario en la agricultura pampeana: su rol en el disciplinamiento, la productividad
y el abaratamiento de la fuerza de trabajo” Mundo Agrario vol. 13 Nº 25, 2012; VILLULLA, Juan Manuel.
“’Mas no sabe ese señor que por el peón tiene estancia’. El rol de los bajos salarios en la rentabilidad del
boom sojero.” VIII Jornadas Interdisciplinarias de Estudios Agrarios y Agroindustriales. Buenos Aires, 2013.
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período más largo – de meses, y aún casi todo el año – realizando la misma tarea
para una sucesión de explotaciones, compensando la estacionalidad extrema con
una suma similar de tareas discontinuas.
Esta modalidad para prolongar los ciclos de trabajo, mediada como estaba
por el contratismo, aumentó la movilidad de los pequeños grupos de trabajadores
en el territorio, los cuales se encontraron separados por mayores distancias
espaciales y temporales. Salvo por los casos de las empresas contratistas o de
los campos en los que el mismo plantel de obreros realizaba el conjunto de las
labores, en una misma explotación era posible que los sembradores no conocieran
ni tomaran contacto con los fumigadores que pasarían por el mismo terreno luego
de unas semanas, ni éstos con los grupos que realizarían la cosecha del cultivo
mucho tiempo después.
Mapa 1
Evolución de la movilidad territorial vinculada a la cosecha de trigo*
1970/1975
2000/2005
1970/1975
2000/2005
262
Fuente: Elaboración en base a acervo testimonial y georeferencias de cultivos de
www.laargentinaenmapas.com.ar
*Referencias:
Trayectos de viaje sin cosechar
Trayectos de viaje combinados con cosecha
1000 hectáreas sembradas con trigo
Zona de residencia u origen de los trabajadores
Zona de recolección del cultivo
Fuente: Elaboración en base a acervo testimonial y georeferencias de cultivos de www.laargentinaenmapas.
com.ar
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PROBLEMAS DEL MOVIMIENTO OBRERO RURAL EN LA ZONA DEL “ORO VERDE”...
Mapa 2
Evolución de la movilidad territorial vinculada a la cosecha de maíz
1970/1975
2000/2005
1970/1975
2000/2005
Mapa 3
Mapa 3
Evolución de la movilidad territorial vinculada a la cosecha de soja
1970/1975
2000/2005
1970/1975
2000/2005
263
La residencia urbana en pequeños centros poblados o ciudades intermedias que implicó esta nueva organización social del trabajo para los obreros podría haber tendido a compensar la fragmentación reaglutinándolos en una serie de
ámbitos sociales en común, aunque lo hiciera fuera del trabajo. Pero la existencia de estos ciclos de ocupación y campañas prolongadas lejos de sus lugares de
”‡•‹†‡…‹ƒ‘†‡Œƒ”‘†‡†‹Ƥ…—Ž–ƒ”‡•–ƒ…‘ƪ—‡…‹ƒ‡—‹•‘‡•’ƒ…‹‘›–‹‡’‘Ǥ
La convivencia durante meses en los campos en las temporadas de cosecha o de
siembra se desarrollaba en muy pequeños grupos de trabajadores, usualmente
condicionada por la cercana presencia patronal, ya que no se trató de movimientos migratorios autónomos ni en masa de los trabajadores, sino de itinerarios de
sus empresas, bajo control de los empleadores. Es decir que si bien pasó a predominar la residencia urbana de los obreros rurales, ella no era simultánea para todos
ellos, ni tampoco fue autónoma su movilidad territorial.
El contratismo absorbió la disminución de los tiempos operativos de cada
tarea traduciéndolos en la posibilidad de componer ciclos laborales regulares sumando a todas ellas; o especializándose en alguna y desarrollándola en distintas
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latitudes. Sólo así pudo vehiculizarse la permanencia del empleo agrícola para los
obreros en el marco del derrumbe de las horas que demandaba la puesta en producción de una hectárea.
•’‘”‡•–‘“—‡Žƒ…‘ƪ—‡…‹ƒ†‡‡•–ƒ•–‡†‡…‹ƒ•…—’Ž‹×’‘”•À‹•ƒ—
efecto disciplinador sobre el proletariado agrícola. La expulsión de miles de peones
debido a la transformación de los procesos de producción, el régimen de trabajo
dependiente de la demanda de los clientes, y particularmente la tercerización, no
ayudaron a revertir la tendencia de largo plazo hacia la dispersión gremial y política en la que habían ido cayendo paulatinamente los obreros rurales desde los años
Ǯ͔͘ǡ…‘‡Ž†‡•ƒ””‘ŽŽ‘†‡Žƒ‡…ƒ‹œƒ…‹×Ǥ†‡ž•ǡ‡Ž†‡•†‘„Žƒ‹‡–‘†‡ŽƒƤ‰—”ƒ
patronal entre el titular de la explotación y el contratista contribuyó a borronear
los posibles blancos del descontento proletario.21
La atomización político-sindical y la crisis ideológica
del proletariado agrícola pampeano
‡•–ƒ•…‘†‹…‹‘‡•‘„Œ‡–‹˜ƒ••—ƒ‡–‡†‹Ƥ…—Ž–‘•ƒ•’ƒ”ƒŽƒ…‘•–”—……‹×
de una identidad colectiva propia de los obreros agrícolas pampeanos, y aún para
el desarrollo práctico o cotidiano de vínculos de solidaridad clasista, los episodios
†‡ …‘ƪ‹…–‹˜‹†ƒ† ƒ‰”ƒ”‹ƒ “—‡ †‹•–‹‰—‹‡”‘ ‡Ž ’‡”À‘†‘ ‡ Žƒ• ŽŽƒ—”ƒ• •‘Œ‡”ƒ• ƒ”gentinas no los tuvieron como actores centrales. Por el contrario, ellos estuvieron
protagonizados por diversos tipos de titulares de explotaciones agrarias, fueran
patrones propiamente dichos, o productores familiares amenazados por la concentración. En distintas oleadas marcadas por crisis económicas, vaivenes de precios
o medidas gubernamentales, las luchas agrarias pampeanas tuvieron programas
reivindicativos en consonancia con la naturaleza de los actores que motorizaban
las protestas: precios mínimos cuando ellos eran bajos, y disminución de los impuestos a las exportaciones cuando eran altos; pedidos de prórrogas impositivas
‘„ƒ…ƒ”‹ƒ•Ǣ”‡Ƥƒ…‹ƒ‹‡–‘•‘”‡…Žƒ‘•’‘”…”±†‹–‘•ƒ–ƒ•ƒ•ž•„ƒŒƒ•Ǣ‹–‡–‘•
por frenar remates de campos en quiebra (como fue el caso del Movimiento de
—Œ‡”‡•‡—…Šƒ‡Žƒ†±…ƒ†ƒ†‡͕͔͝͝ȌǢ”‡„ƒŒƒ•‡Ž‘•’‡ƒŒ‡•ǡƪ‡–‡•›…‘„—•tibles; etc.22 En este sentido cabe señalar que si bien la realización de asambleas,
21 “Se podría plantear que la tercerización de la contratación de mano de obra es también parte de una
‡•–”ƒ–‡‰‹ƒ ‡’”‡•ƒ”‹ƒŽ “—‡ –‹‡†‡ ƒ „Ž‘“—‡ƒ” …‘ƪ‹…–‘• ’‘–‡…‹ƒŽ‡• ›ǡ ’‘” Ž‘ –ƒ–‘ǡ ƒ †‹•‹—‹” Žƒ•
posibilidades de emergencia de la protesta social. En este sentido, esta modalidad (la tercerización) si
bien puede responder a problemas operativos derivados del manejo de importantes contingentes de
trabajadores, tiene fuertes implicancias sociales y políticas, en términos de disminuir y/o de evitar la
…‘ƪ‹…–‹˜‹†ƒ†Ǥ ‘ •— †‹ˆ—•‹× •‡ †‹Ž—›‡ Žƒ ”‡Žƒ…‹× •‘…‹ƒŽ ’ƒ–”אǦ‘„”‡”‘ǡ ‡Ž ˜À…—Ž‘ Žƒ„‘”ƒŽ ‡ˆ‡…–‹˜‘ •‡
†‡•˜ƒ‡…‡›’‘”‡ŽŽ‘•‡†‡•†‹„—ŒƒŽƒƤ‰—”ƒ†‡Ž…‘–”‹…ƒ–‡Ǣ†‡•ƒ’ƒ”‡…‡—‘†‡Ž‘•’‘Ž‘•†‡Žƒ‡‰‘…‹ƒ…‹×ȋ‘
†‡Ž…‘ƪ‹…–‘Ȍˆ”‡–‡ƒŽ…—ƒŽ’‘†‡””‡…Žƒƒ”†‡”‡…Š‘•Ǥ‘‡ŽŽ‘•‡†‹Ƥ…—Ž–ƒŽƒ…‘•–”—……‹×†‡ƒ–ƒ‰‘‹•‘•
sociales en tanto que condiciones para la emergencia de la protesta social.” APARICIO, Susana; BENENCIA,
Roberto. Antiguos y nuevos asalariados en el agro argentino. Buenos Aires: Editorial La Colmena, 2001, p.13.
La intermediación en la explotación del trabajo asalariado no era del todo una novedad en la agricultura
pampeana. También había existido en los primeros años del siglo XX con los contratistas de trilla, o con los
dueños de carros para trasladar los granos a caballo. En aquellos tiempos, ello no impidió ni la emergencia
†‡ ‰”ƒ†‡• ‘Ž‡ƒ†ƒ• Š—‡Ž‰—À•–‹…ƒ•ǡ ‹ †‡ …‘ƪ‹…–‘• Ž‘…ƒŽ‹œƒ†‘• ‡ — ’‘„Žƒ†‘ ‘ …‘–”ƒ ƒŽ‰ï ’ƒ–”א ‡
particular. Pero a diferencia de aquella forma de contratismo, el que emergió a partir de la década de
1970 aseguró una dispersión mucho mayor de los trabajadores, lo cual conspiró mucho más directamente
contra las posibilidades de emprender acciones colectivas de envergadura.
22 ǡ†—ƒ”†‘ǤDz‡ˆ‘”ƒ•‡…‘×‹…ƒ•›…‘ƪ‹…–‘•‘…‹ƒŽƒ‰”ƒ”‹‘ǣŽƒ”‰‡–‹ƒ‡‡‹•–ƒǡ
1991-1999.” En: Trincheras en la Historia. Buenos Aires, Imago Mundi, 2004, pp. 215-228; GIARRACA, Norma.
“Cómo abordar y comprender los nuevos actores sociales de la protesta agraria de los años 1990. Un debate que recién comienza.” Realidad Económica Nº 167, Buenos Aires, 1999.
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PROBLEMAS DEL MOVIMIENTO OBRERO RURAL EN LA ZONA DEL “ORO VERDE”...
cortes de ruta y movilizaciones creaban una ruptura del orden habitual que abría
espacio al desarrollo de alguna experiencia de organización y nucleamiento inde’‡†‹‡–‡ †‡ ’ƒ”–‡ †‡ Ž‘• ƒ•ƒŽƒ”‹ƒ†‘•ǡ ‡Ž …‘–‡‹†‘ †‡ Ž‘• …‘ƪ‹…–‘• Ȃ ‡•‡…‹ƒŽmente patronal, aunque con fuerte presencia de la producción familiar – no dejaba
lugar más que a una participación auxiliar y distante de su parte, como sucedió en
‡Ž…‘ƪ‹…–‘’‘”Žƒ•”‡–‡…‹‘‡•ƒŽƒ•‡š’‘”–ƒ…‹‘‡•†‡•‘Œƒ‡͖͔͔͜ǣ
El laburo que tenía, no me afectó para nada, en esa época [mayo de
2008] me acuerdo que ya habíamos terminado la cosecha, y… bueno.
Pero anduve con ellos [los patrones]. Porque también, viste… era el
laburo de uno, tenía que apoyarlos a ellos. Sí, anduve, sí. Hacíamos…
viste, así, cuando hacían las reuniones, tipo asamblea, estaba ahí con
ellos, los ayudaba. Hablar no hablé, ellos hablaban no más, viste… pero
nosotros íbamos como un apoyo. Claro, viste, como empleado, vos que
sos empleado de él… mucha gente iba… algunos no iban, pero, yo fui.
Escuchaba las conversaciones de ellos, ellos por ahí te decían y les dabas opiniones, si te convenía o no… viste… bah… obvio que te convenía, porque él tenía que tirar para ellos, no iba a tirar para la presidenta,
pero bueno, todas cosas así.
Testimonio de AT. Obrero tractorista de siembra y cosecha. Salto, Provincia de Buenos Aires, julio de 2011.
265
Sí, y de acá fuimos. […] por lo menos para ver. Pero no… fui, porque
estaban haciendo un cordero, y comí y me vine. Pero por lo menos para
que me vean que yo fui, viste, para no ponerte en contra vos de… viste
para no…
Testimonio de CA. Obrero tractorista de siembra. Colonia Seré, Provincia de Buenos Aires agosto de 2011.
También los he apoyado a los contratistas ahí de Indart. Los conozco.
Iba a las casillas donde estaban ellos. Todas cosas así que a veces te
sirven, viste, para algo.
Testimonio de OB. Salto, Provincia de Buenos Aires, agosto de 2011.
La autonomía – si cabe el término – de este tipo de participación obrera inǦ
dividual, sin dudas reside en la racionalidad instrumental que le otorgan a su involucramiento auxiliar. Es innegable que acuden en solidaridad con la lucha de sus
patrones por su propia “conveniencia”, o en defensa de sus intereses, y no bajo al‰ï–‹’‘†‡…‘ƒ……‹×‘‹†‡–‹Ƥ…ƒ…‹×†‹”‡…–ƒ†‡•—’”‘˜‡…Š‘…‘‡Ž†‡•—•‡’Ž‡ƒdores. Pero se trata de una conveniencia y unos intereses meramente individuales,
estrechos, en los términos de atomización apolítica que estratégicamente “convienen” a los patrones, muy lejos de una participación colectiva en función de los
intereses comunes de quienes comparten la condición proletaria en la agricultura.
Esta atomización también puede ligarse a las transformaciones estructurales
reseñadas anteriormente, así como a los cambios en términos político-ideológicos
operados a partir de ellas en el campo patronal. A partir de la década de 1970,
en el desplazamiento de los obreros rurales de estancias y chacras al régimen del
…‘–”ƒ–‹•‘ǡ–ƒ„‹±…ƒ„‹×‡Ž–‹’‘†‡‹ƪ—‡…‹ƒ“—‡Ž‘•’ƒ–”‘‡•’‘†Àƒ‡Œ‡”…‡”
sobre sus empleados. El ascendente patronal en la época del trabajo permanente
en chacras y estancias era poderoso: tenía la capacidad de entremezclarse en la
…‘–‹†‹ƒ‹†ƒ††‡Žƒ’‡‘ƒ†ƒǡ›Šƒ•–ƒ†‡‹ƪ—‹”•‘„”‡Žƒ•‘…‹ƒŽ‹œƒ…‹×†‡Ž‘•‰”—’‘•
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familiares que residían en las explotaciones. En el aislamiento de esa vida rural,
gran parte del contacto con el mundo exterior se daba a través de la mediación
de propietarios, mayordomos y capataces. En general, ellos expresaban y/o representaban a un segmento socioeconómico con una orientación política y gremial
—› †‡Ƥ‹†ƒ ƒ –”ƒ˜±• †‡ Žƒ …—ƒŽ ƒ–‡Àƒ — ‹’‘”–ƒ–‡ ‡•’À”‹–— †‡ …—‡”’‘ ›
una identidad desde la cual se proyectaban al conjunto de la sociedad, fuera ésta
corporizada por la Sociedad Rural Argentina (SRA) nucleando a los más grandes
terratenientes, Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) agrupando a empresarios medianos liberales, o la Federación Agraria Argentina (FAA) absorbiendo la
representación de la producción familiar. La coherencia interna de sus respectivos
sistemas de ideas, contrastaba fuertemente con la atomización y el aislamiento
mutuo de los peones. Y en esta correlación de fuerzas económicas y culturales tan
ƒ•‹±–”‹…ƒǡŽ‘•‡’Ž‡ƒ†‘”‡•Ž‘‰”ƒ„ƒ‹’‘”–ƒ–‡•‰”ƒ†‘•†‡‹ƪ—‡…‹ƒ•‘„”‡‡Žlos. El humor de los pequeños y medianos productores fue de mucha importancia
para la opinión que los propios obreros rurales se formaban de cada situación, ya
que si bien muchos de ellos no contrataban asalariados, los que sí lo hacían tenían
una cercanía personal muy estrecha con los peones pudiendo compartir no sólo
el trabajo manual, sino actividades de ocio fuera del horario laboral que ganaban
espacio frente a las salidas autónomas que pudieran tener los trabajadores.
Ya cuando vos estás en el galpón siempre se come un asado, siempre.
Hemos compartido todo con ellos [los patrones]. No, no bien. Pero
después así con los amigos de la calle yo tengo pocas salidas.
Testimonio de LO. Obrero maquinista de cosecha. Casilda, Provincia de
Santa Fe, diciembre de 2010.
‡‰‘—…Šƒ…‘Ƥƒœƒ…‘‡ŽŽ‘•ȏŽ‘•’ƒ–”‘‡•ȐǤ‘›‡Žï‹…‘‡’Ž‡ƒ†‘ǡ
y siempre me dicen, ‘necesitás más plata, avísame’. Pero somos como
—ƒˆƒ‹Ž‹ƒ’”ž…–‹…ƒ‡–‡ǡŠƒ›…‘ƤƒœƒǤ‘†‘†‡’‡†‡…‘“—‹‡–”ƒtés, y cómo es el rol tuyo. Yo por ejemplo estoy conforme. Yo con estos
chicos no tengo drama, hacé de cuenta que somos hermanos. Somos
tres y trabajamos tres. Trabajan a la par mía. Vos fíjate que, si yo ando
una máquina, uno anda en el tractor, el otro pide los camiones estamos
los tres. Y si se tienen que tirar al suelo, se tiran al suelo, y están engrasados todo el día conmigo.
Testimonio de RB. Obrero maquinista de cosecha y sembrador. Salto,
Provincia de Buenos Aires, julio de 2011.
[El patrón] Es una persona muy razonable. Yo siempre digo que para mí
es un empleado más por cómo trabaja.
Testimonio de CD. Obrero maquinista de cosecha. Pergamino, Provincia
de Buenos Aires, agosto de 2009.
La crisis de las explotaciones chacareras y la generalización del sistema del
…‘–”ƒ–‹•‘DzŽ‹„‡”×dz‡„—‡ƒ‡†‹†ƒƒŽ‘•‘„”‡”‘•ƒ‰”À…‘Žƒ•†‡Ž–‹’‘†‡‹ƪ—‡cia patronal que ejercían los productores sobre ellos. Así, la residencia urbana de
la gran mayoría de los asalariados contribuyó a que experimentaran el mundo de
primera mano, separando la vida laboral de la personal aunque fuera unos meses
al año23. Por otro lado, la fracción patronal que expresaban los contratistas ya no
23 ‘‘•‡ÓƒŽƒ”ƒƒ—–•›ǡDzȏǥȐ‡Ž–‡‡”—ƒ…ƒ•ƒ’”‘’‹ƒ•‹‰‹Ƥ…ƒ‘•‘Žƒ‡–‡Žƒ’‘•‹„‹Ž‹†ƒ††‡…ƒ•ƒ”•‡›
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tenía la cohesión ideológica que ostentaban las variantes de productores grandes
o chicos, sino que se trató de un sector atomizado y disperso en el propio campo
†‡Ž…ƒ’‹–ƒŽǤŽ–‹’‘†‡‹ƪ—‡…‹ƒ“—‡’‘†Àƒ‡Œ‡”…‡”‡Ž’ƒ–”אǡ‡”ƒŽƒ†‡Žpatrón parǦ
ticular. Y en todo caso, el ascendente que lograran los contratistas sobre los asalariados, no era más que la mera suma de casos aislados. La relación de competencia
que los vinculaba a escala social – sin perjuicio de amistades y solidaridades acotadas a casos personales –, les impedía construir y mantener organizaciones gremiales de envergadura, las cuales nacían, se desarrollaban y perecían en distintas
coyunturas.24 Esto los diferenciaba de los productores clásicos, cuya competencia
en el marco de la concentración económica era sólo indirecta.
•–‡ ‡Ž‡‡–‘ ‡•–”—…–—”ƒŽ †‹Ƥ…—Ž–× ‡ ‡š–”‡‘ “—‡ Ž‘• …‘–”ƒ–‹•–ƒ• ƒ”–‹…—laran una identidad colectiva que superase la condición objetiva de “empresas
dedicadas a lo mismo”. Si bien su organización nacional, la Federación Nacional
de Contratistas de Maquinaria Agrícola (FACMA), enviaba proclamas solidarias con
ciertas medidas de acción colectiva motorizadas por las corporaciones ruralistas
tradicionales en momentos críticos – como la crisis agraria de 1999/2001,25 o el conƪ‹…–‘’‘”Ž‘•‹’—‡•–‘•ƒŽƒ•‡š’‘”–ƒ…‹‘‡•‡͖͔͔͜26 –, los contratistas apenas
pudieron garantizar su participación como tales en las movilizaciones y cortes de
ruta, por lo que menos aún podrían haberlos organizado.
Gran parte de los prestadores de servicios que participaban de las protestas
‘ˆ—‡”‘•‹‘…Šƒ…ƒ”‡”‘••‘…‹ƒŽ‡–‡–”ƒ•Ƥ‰—”ƒ†‘•“—‡Šƒ„Àƒ•‹†‘†‡•’Žƒœƒdos por la concentración, llevando a cuestas ideas y experiencias heredadas de
su antigua condición. Pero aún ellos lo hacían a título individual, sin alinearse con
ningún tipo de organización corporativa. Todo lo cual determinó que a pesar de
ser la fracción del capital económicamente decisiva para organizar el proceso de
trabajo agrícola que llevó a las cosechas récord, nunca gozaran de la visibilidad
pública que sí mantuvieron las corporaciones tradicionales.
Si el moderno proletariado agrícola pampeano representaba a los trabajadores “invisibles”, los contratistas no eran sino su contracara del lado de la burguesía y la pequeña burguesía agraria. De hecho, los prestadores de servicios de
maquinaria hicieron a los obreros portadores de su propia marginación de la lucha
’‘ŽÀ–‹…ƒ›•‹†‹…ƒŽǤ‹Ȃ•‹‰—‹‡†‘ƒƒ”šȂ‡†‡Ƥ‹–‹˜ƒŠƒ„Àƒ•‹†‘‡Ž…ƒ’‹–ƒŽ‡Ž“—‡
había formado en sí a la clase trabajadora moderna desposeyéndola de sus propios
constituir una familia regular, sino también de ser activo como ciudadano fuera de las horas de trabajo,
de poder reunirse con aquellos que comparten sus ideas – y tales reuniones son favorecidas en la gran
industria de la ciudad por la concentración de la masa obrera en un pequeño espacio – y de conquistar
mejores condiciones de trabajo y de vida, con la potencia de la organización y la participación en la vida
de la comunidad y del Estado.” KAUTSKY, Karl. La cuestión agraria. México: Siglo XXI, 2002 [1899], p. 260.
24 Dz‹’‘”†‡Ƥ‹…‹×–‘†‘•ȏŽ‘•…‘–”ƒ–‹•–ƒ•Ȑ•‘’”‘’‹‡–ƒ”‹‘•†‡Ž‘•‡†‹‘•†‡’”‘†—……‹×…‘“—‡–”ƒ„ƒŒƒǡ
±•–‘•’—‡†‡•‡”†‡†‹ˆ‡”‡–‡ƒ‰‹–—†ȋ‡…ƒŽ‹†ƒ†ǡ…ƒ–‹†ƒ†ǡ›…ƒ’ƒ…‹†ƒ††‡†‹˜‡”•‹Ƥ…ƒ…‹×†‡•‡”˜‹…‹‘•ȌǢ
muchos de ellos – pero no todos – son además propietarios de tierra, también de diferente importancia.
A estos factores diferenciales básicos se suma el hecho de que, si bien todos trabajan personalmente,
algunos emplean asalariados y otros sólo ayuda familiar, con lo cual se diferenciarían los empleadores de
Ž‘• …—‡–ƒǦ’”‘’‹ƒ Ǯ‡•–”‹…–— •‡•—ǯǤ •–ƒ• †‹ˆ‡”‡…‹ƒ• ‹–‡”ƒ• •‘ Ž‘ •—Ƥ…‹‡–‡‡–‡ ‹’‘”–ƒ–‡• …‘‘
para afectar las condiciones económicas de existencia, y por lo tanto la capacidad para compartir intereses
…‘—‡• ‘ ‰‡‡”ƒ” ‹†‡–‹†ƒ† †‡ ‘„Œ‡–‹˜‘•Ǥ ȏ•–‘ •‡ ƒ‹Ƥ‡•–ƒȐ ‡ Žƒ ”‡Žƒ–‹˜ƒ †‹Ƥ…—Ž–ƒ† †‡ ‘”‰ƒ‹œƒ”
gremialmente a los participantes de esta actividad, dado el choque de intereses que se presentan entre
diferentes roles adicionales que desempeñan (sobre todo entre los contratistas puros y los productores
contratistas eventuales).” TORT. “Los contratistas de maquinaria agrícola…”, pp. 24-25.
25 “Adherir a reclamos de las Entidades agrarias sumándonos a los mismos, siempre y cuando representen
‡…‡•‹†ƒ†‡• ƒƤ‡• ’‡”‘ ƒ–‡‹‡†‘ —‡•–”ƒ ‹†‡–‹†ƒ† …‘‘ ’”‡•–ƒ–ƒ”‹‘• †‡ •‡”˜‹…‹‘• › ˆƒ…–‘”
fundamental de los logros de la producción primaria.” APMRC. “Circular informativa para asociados.”
Casilda, 19 de octubre de 2000. FACMA, Archivo interno.
26 Anuario, Federación Argentina de Contratistas de Maquinaria Agrícola, 2008.
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medios de producción, y la había concentrado en establecimientos y urbes que giraban alrededor de sus procesos de valorización,27 esta versión del capital agrario
expresada por los contratistas representaba todo lo contrario: la atomización de
sí, y de los obreros que convocaba a trabajar.
La vieja hegemonía patronal entró en crisis con el contratismo. Pero éste
no la reemplazó con un nuevo cuerpo de ideas articuladas como las que podían
•‹–‡–‹œƒ” Žƒ• ‡–‹†ƒ†‡• –”ƒ†‹…‹‘ƒŽ‡•Ǥ •‹ „‹‡ Žƒ ‹ƪ—‡…‹ƒ ’ƒ–”‘ƒŽ ‘ †‡Œ× †‡
existir, fue más bilateral y liviana que la que habían logrado construir los viejos patrones de estancia y grandes chacras con obreros permanentes y de residencia en
las explotaciones. Si el proletariado agrícola no pudo imponerse ante una fracción
patronal tan débil económica e ideológicamente como la que le tocaba enfren–ƒ”…‘–‹†‹ƒƒ‡–‡‡Žƒ’‡”•‘‹Ƥ…ƒ…‹×†‡Ž‘•…‘–”ƒ–‹•–ƒ•ǡˆ—‡’‘”—ƒ‡œ…Žƒ
de los lastres de la vieja hegemonía de los antiguos patronos en la que muchos
obreros se habían formado – no sólo técnicamente sino también culturalmente
–; como por la dispersión de sí mismos a la que los arrastraba el propio régimen
del contratismo. Sobre esa base objetiva, las ideas de estos nuevos empresarios
podían manifestarse en los tractoristas y maquinistas a través de la misma cultura de la “no-participación política y gremial”, y de la “no-asociación colectiva” Y
en la medida en que estas concepciones se cocinaban en la misma olla que la de
Ž‘•‘„”‡”‘•ȂŽƒ†‡Žƒ†‹•’‡”•‹×‹†‹˜‹†—ƒŽȂ‘•×Ž‘–‡†Àƒƒ‹ƪ—‹”•‘„”‡±•–‘•ǡ
•‹‘ “—‡ …‘ƪ—Àƒ …‘ Žƒ• ‡š’‡”‹‡…‹ƒ• “—‡ Ž‘• ’”‘’‹‘• –”ƒ„ƒŒƒ†‘”‡• Šƒ„Àƒ …‘•‡…Šƒ†‘†‡•—”‡Žƒ…‹×…‘Žƒ’‘ŽÀ–‹…ƒ›‡Ž‰”‡‹ƒŽ‹•‘†‡•†‡Ƥ‡•†‡Ž‘•ƒÓ‘•Ǯ͔͛Ǥ
Elocuentemente, de todos los asalariados agrícolas con distintas especialidades
y categorías entrevistados en nuestro trabajo de campo en diferentes zonas de
la región pampeana, ninguno se asumió integrado a ningún tipo de organización
’‘ŽÀ–‹…ƒ‘‰”‡‹ƒŽȂƒ—“—‡’”‘ˆ‡•ƒ”ƒ‹†‡–‹Ƥ…ƒ…‹‘‡•‰‡‡”ƒŽ‡•‡‡•‘•’Žƒ‘•
–, ni conocía compañeros que lo estuvieran.
En política no… No, porque qué sé yo. Política si no entendés un poco,
por ahí es medio meter la pata. Pero no, muy poco se habla de política.
Tema de futbol es lo que más se habla.
Testimonio de NI, obrero tractorista de siembra. Ortiz Basualdo, Pergamino, Provincia de Buenos Aires, agosto de 2009.
¿Yo sabés lo qué hago cuando están discutiendo y estamos cosechando? Yo estoy arriba de la máquina y listo. Y a la mierda, que discutan
otros. Los que sepan de política. Yo no sé de política así que…
Obrero maquinista de cosecha. Pergamino, Provincia de Buenos Aires,
agosto de 2009.
Es al pedo hablar de eso. Para mí es al pedo, directamente. Cuando tenés que votar, bueno, voy y voto, pero para votar nada más, pero después… Yo ponerme a hablar de política… una que no me interiorizo
porque no me interesa. No sé nada qué sé yo.
Testimonio de JS, obrero tractorista de siembra y maquinista de cosecha. Rancagua, Pergamino, Provincia de Buenos Aires, agosto de 2009.
Mucho no se conversa. No interesa mucho la política, digamos. Acá el
27 MARX, Karl. Miseria de la Filosofía. México: Siglo XXI, 1987 [1847].
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PROBLEMAS DEL MOVIMIENTO OBRERO RURAL EN LA ZONA DEL “ORO VERDE”...
grupo es más lo que quiere laburar que para salir adelante. Pelearla hasta donde se puede.
Testimonio de BL, obrero fumigador. Bolívar, provincia de Buenos Aires,
julio de 2011.
269
También por eso, a pesar de que en el marco del régimen del contratismo la
mayoría de los obreros agrícolas se trasladaron a las ciudades y pueblos de campaña,
eso no derivó en ningún proceso de repolitización luego de décadas de relativo aislamiento en estancias y chacras. Manteniendo las identidades políticas generales
que forjaran o heredaran en esos ámbitos – reducidas generalmente al peronismo
o al radicalismo – su vida cotidiana se alejó ya plenamente de los avatares políticos
y sindicales de los que era protagonista a principios y aún a mediados del siglo XX.
Esto expresa un problema de los obreros agrícolas con la política, pero seguramente también represente un problema de la política con los obreros rurales,
ya que ningún partido o movimiento les ofreció prácticamente nada desde mediados de los años ’70.28 Si la “uestión agraria” había sido excluida de los programas
electorales de los agrupamientos mayoritarios desde el retorno a la democracia
en 1983,29 más notoria fue la ausencia de propuestas políticas frente a la situación
‡•’‡…ÀƤ…ƒ†‡Ž‘•‘„”‡”‘•ƒ‰”À…‘Žƒ•Ǥ‘”…ƒ•‘ǡŽ‘••—…‡•‹˜‘•‰‘„‹‡”‘•…‘•–‹–—…‹‘ales posteriores a la última dictadura militar jamás pusieron en discusión la necesidad de desconocer el Régimen Nacional de Trabajo Agrario impuesto a la fuerza
por ella. Muy por el contrario, ese fue el cuerpo legal que estructuró los derechos y
obligaciones formales del capital y el trabajo rural durante los sucesivos mandatos.
Las concesiones que había tenido el menemismo en la década de 1990 con el
movimiento obrero-rural no dejaron de estar mediadas por la Unión Argentina de
Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE), el único sindicato nacional reconocido para los trabajadores del campo en Argentina. Dichas concesiones, en rigor,
fueron más dirigidas al gremio y a su conducción que directamente a los trabaŒƒ†‘”‡•ǡž•ƒŽŽž„‡‡Ƥ…‹‘•’ƒŽ’ƒ„Ž‡•’ƒ”ƒ±•–‘•ǡ…‘‘ˆ—‡‡Ž…ƒ•‘†‡—ƒ”‡‘vada cobertura médica. Pero ella, así como el asistencialismo clientelar que el sindicato profesaba en general, apenas si compensaron que en la Comisión Nacional
de Trabajo Agrario los gremialistas avalaran todos los años los salarios más bajos
de todas las ramas económicas del país.30
28 Cabe señalar que los pocos trabajadores que tuvieron alguna experiencia política reciente lo hicieron en
agrupamientos vecinales o a través de vinculaciones personales con algunos de sus impulsores, luego
de lo cual se desencantaron y decidieron abandonar ese plano de la vida social. “¿Cuándo fue que ganó
Alfonsín? ¿En el ‘83? Ahí me hice radical por tres amigos míos que tenía. […] Y yo era tan amigo de esos tres
tipos... Iba al comité que se comía el asado, y me hice radical. Pero ahí está. Punto. Acá cuando se postuló
un chico para delegado, que lo veía que nació, se crió en el pueblo, trabajó mucho conmigo, que era vecino
allá del campo que yo estaba, era peronista y yo lo voté a él. Porque, o sea, yo no soy hincha, nada de nada.
La política para mí… entonces yo voto a la persona, a la que va a hacer algo. Bueno, y acá se postulaban
radicales, que eran del pueblo, pero no hacían nada, ¿qué van a hacer éstos? Nada. Y el otro a lo mejor, el
peronista era un chico bueno que tenía ideas, que se sabía que iba a llegar, entonces yo lo votaba. Yo voto
a las personas.” Testimonio de CA, obrero tractorista de siembra y cosecha. Colonia Seré, Carlos Tejedor,
Provincia de Buenos Aires, julio de 2011; “[…] yo anduve un año en política. Y aprendés, cómo se cocina
todo ahí. Era por un candidato de acá [Coronel Pringles]. Porque me gustaba la gente que había adentro.
Pero después cuando empecé a andar en la calle y dije ‘no’. Uno aprende cómo ‘tiene’ que ser la política
y no es así. Yo tampoco iba con la ilusión, pero cada uno que había adentro, estaba buscando a ver qué
puesto iba a agarrar. Y yo dije ‘no, yo lo hago de apoyo’. No me meti más porque… Pero, por lo menos vos
aprendés, vos cuando te ponés en la política aprendés cómo tenés que defenderte.” Testimonio de SP,
obrero tractorista de siembra. Coronel Pringles, Provincia de Buenos Aires, diciembre de 2011.
29 LATTUADA, MarioǤƒ’‘ŽÀ–‹…ƒƒ‰”ƒ”‹ƒ’‡”‘‹•–ƒȋ͙͛͜͡Ǧ͙͘͡͠Ȍ. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina,
1986.
30 VILLULLA. “’Mas no sabe ese señor...”
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Si esto pudo haber creado condiciones favorables a la agitación izquierdista
en el seno del proletariado agrícola, ellas jamás fueron aprovechadas. A principios
del siglo XX, para socialistas, anarquistas, comunistas o sindicalistas revolucionarios, la organización de los braceros y estibadores agrícolas en las temporadas de
trilla era parte del trabajo por la organización del movimiento obrero en general. La
ocupación estacional y la movilidad en el territorio, era una característica del proletariado argentino en el marco de la naturaleza unilateralmente agraria y de baja
densidad del desarrollo capitalista del país por lo menos hasta la Primera Guerra
Mundial. En este marco, los organizadores sindicales se movían junto a la masa de
obreros que pretendían organizar, como parte de ella y adecuándose a su lógica,
en el ida y vuelta permanente que distinguió su calendario laboral entre el campo
y la ciudad.
ƒ’”‘‰”‡•‹˜ƒƤŒƒ…‹×†‡Ž‘•‘„”‡”‘•›Ž‘•†‹”‹‰‡–‡•†‡•—‘˜‹‹‡–‘‡‡Ž
‡†‹‘—”„ƒ‘ǡƒ…”‡…‡–ƒ”‘Žƒ†‹•‘…‹ƒ…‹×†‡—‘›‘–”‘ž„‹–‘ǡ›†‹Ƥ…—Ž–ƒ”‘Žƒ
organización gremial del proletariado agrícola, que alternaba su ocupación en las
cosechas con changas en los pueblos – más que en las grandes urbes –, y que así
‹„ƒ†‡•’”‡†‹±†‘•‡…‘‘—ƒ”ƒƒž•‡•’‡…ÀƤ…ƒǡ‡Œ‘”•‡’ƒ”ƒ†ƒ†‡Žƒƒ•ƒ
indiferenciada de proletarios que se movilizaban para levantar el maíz y el trigo en
la primer expansión agrícola.
Luego de estos cambios, el trabajo sindical en el seno del proletariado agrícola ya no se presentó como un objetivo relevante para la tarea de dirigir al conjunto
de la clase obrera. Aunque numéricamente, todavía representaba hacia la década
de 1930 uno de sus contingentes más numerosos, sino el más, fenómeno que se
fue revirtiendo luego de las décadas de 1940 y 1950. Además de que el corazón del
ƒ…‘–‡…‡”•‹†‹…ƒŽ•‡ƒ•‡–׆‡Ƥ‹–‹˜ƒ‡–‡‡Žƒ•…‹—†ƒ†‡•›Žƒ‹†—•–”‹ƒǡ‡Ž’‡•‘
numérico, económico y político de las peonadas agrícolas se fue tornando irrelevante para la dirigencia gremial que predominaba en el movimiento obrero. A la
vez, los operadores de los tractores y máquinas cosechadoras habían sido cooptados como asalariados permanentes al interior de las estancias, manteniéndolos en
un silencioso aislamiento entre sí y respecto de la vida política y sindical, lo cual diƤ…—Ž–ƒ„ƒ‡‡š–”‡‘Žƒ–ƒ”‡ƒ†‡“—‹‡ƒ—ƒ•À•‡Š—„‹‡”ƒ’”‘’—‡•–‘ƒ‰”‡‹ƒ”Ž‘•Ǥ31
El proletariado agrícola ingresó al período que se inauguró a partir de la década de 1970 disperso y en soledad. Las transformaciones sociales y técnicas lo
fueron expulsando de las estancias y grandes chacras para dejarlo en brazos de las
empresas contratistas, movimiento en el cual también dejó la residencia rural y se
mudó a pueblos y ciudades intermedias del interior. De este modo, si bien el proceso que decantó en las cosechas récord reservó la mayor importancia económica
al proletariado agrícola, la profundización de su intrascendencia numérica y su
dispersión en pequeños grupos, prometieron resultados tan circunspectos como
poco probables a quienes encararan la difícil tarea de intentar organizar una masa
obrera así dispuesta en el territorio, en el proceso de trabajo, y en la historia política del movimiento obrero-rural. Se trataba de una tarea que los gremialistas de la
vieja Federación Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (FATRE) no se
propusieron o no pudieron lograr en los años ‘70 y ‘80 – cuando estos cambios
aún estaban en una primera fase de desarrollo –, y que escapó por completo a las
prioridades políticas de la UATRE en los años ‘90 y 2000, la cual se concentró en la
base organizada alrededor de las “bolsas de trabajo” del acopio de granos.32
31 LUPARIA, Carlos. “El grito de la tierra. Reforma agraria y sindicalismo”. Buenos Aires: Ediciones La Bastilla,
1973.
32 Para los obreros nucleados en la “bolsa de trabajo”, la cohesión entre sí era condición para su ocupación
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PROBLEMAS DEL MOVIMIENTO OBRERO RURAL EN LA ZONA DEL “ORO VERDE”...
En términos electorales, el peso numérico de los obreros agrícolas tampoco
alteraba los resultados de ningún sufragio, de modo que allí no residió un atractivo
que pudiera suscitar el interés de los partidos políticos, incluidos los de izquierda.33
Ni si quiera después del ascenso de luchas populares que derivó en la rebelión social de 2001, y aún en el clima de época mejor predispuesto a variantes de discursos
progresistas que caracterizaría los años posteriores, existió un sola experiencia
organizada por agrupamientos de izquierda en el seno del proletariado agrícola
pampeano. Distinto fue el caso de otras producciones del agro nacional, como la
yerbatera, frutícola, limonera, tabacalera u hortícola.34 Sólo que allí, los obreros
rurales se acomodaron mejor a la imagen de un trabajador manual concentrado,
aunque fuera estacionalmente, que era parte del cada vez más anacrónico herramental conceptual con que la izquierda tendió a abordar a este sector de la clase
obrera, sin perjuicio de haber llegado a dirigir allí procesos de lucha importantes.
Al no ser esa la situación que distinguía al proletariado agrícola pampeano, éste
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para protagonizar alguna experiencia política que matizara sus prejuicios respecto
a ese ámbito de la vida social del que no se sentían parte, y al que encontraban
viciado de una corrupción moral de la que no deseaban participar.
A modo de síntesis
271
La organización del trabajo que el capital fue imponiendo en la agricultura
pampeana desde la década de 1970 – incluyendo tanto el salto tecnológico como
el entramado social en el que aquel se insertó – profundizó la desarticulación objetiva y subjetiva del proletariado agrícola como fracción de clase. La crisis de la
agricultura familiar condujo tanto a la proletarización del trabajo como a su integración al régimen del contratismo de servicios de maquinaria, lo que a la vez que
multiplicó la importancia económica relativa de los asalariados, los invisibilizó socialmente, ya que los mantuvo siempre movilizados por el territorio, en grupos
reducidos, con diversos ciclos de ocupación y desocupación, objetivamente aislados entre sí y del conjunto de sus comunidades. Al mismo tiempo, el desarrollo
regular y la percepción de ingresos que garantizaran su supervivencia. Formaban parte de una institución
colectiva, fuera ésta formal o informal. En las décadas de crisis estructural de FATRE, en los años ‘70 y ‘80,
una mera esquina podía servir como espacio físico de referencia mutua y para con el resto de la sociedad.
Allí se aglutinaban regularmente, desde temprano, esperando el llamado de algún establecimiento para
realizar alguna tarea puntual, o recibir la convocatoria más regular – aunque cíclica – de los centros
de acopio. A su vez, se sustentaban en la solidaridad entre sus miembros para organizar y racionar
colectivamente la provisión de mano de obra, de manera de garantizar un sustento a todos ellos. La
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común – contrapuesto muchas veces a los de otros sujetos sociales –, constituyó la base a partir de la cual
fueron construyéndose lazos de solidaridad clasista entre los estibadores, así como a delinear los rasgos
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las que formaban parte. VILLULLA, Juan Manuel. “El gremio de los obreros rurales, el peronismo de los ‘90
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33 Ƥ‡•†‡Ž‘•ƒÓ‘•͖͔͔͔ǡ’‘”‡Œ‡’Ž‘ǡ‡—ƒ’‡“—‡ÓƒŽ‘…ƒŽ‹†ƒ†‡‹‡–‡‡–‡ƒ‰”À…‘Žƒ…‘‘Ž…‘”–ƒǡ
al sur de Santa Fe y en el epicentro de la zona sojera, no más del 6% de la población de eran obreros
rurales. GRAS, Carla; MANILDO, Luciana. “Los pueblos de hoy: estructuras sociales, empleo y condiciones
de vida.” En: El mundo chacarero en tiempos de cambio. Herencia, territorio e identidad en los pueblos
sojeros. Buenos Aires: Ediciones CICCUS, 2010, p. 98.
34 ALFARO. “Los espacios para la negociación laboral…”; TRPIN; PIZARRO. “Trabajadores frutícolas y
hortícolas en la Argentina…”; RAU. Cosechando yerba mate; CRESPO PAZOS, Matías. “La situación de los
asalariados limoneros en Tucumán.” VIII Jornadas Interdisciplinarias de Estudios Agrarios y Agroindustriales,
Buenos Aires, 2013.
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JUAN MANUEL VILLULLA
tecnológico orientado al reemplazo de hombres por máquinas y al ahorro de tiempos de trabajo, signó un contexto caracterizado por la tendencia a la expulsión de
mano de obra, apenas compensado por la expansión del territorio sembrado. De
modo que la dispersión y la movilidad permanente que el régimen del contratismo
imprimió al moderno proletariado agrícola, también fueron acompañados por una
disminución de su peso numérico global, a pesar de representar el 70% de la mano
de obra agrícola.
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la emergencia de liderazgos u organizaciones autónomas de los trabajadores
asalariados. De modo que sin ser reunidos regularmente por la cooperación
en gran escala que caracteriza el trabajo industrial, sólo una voluntad política
podría haber superado la fragmentación de la que fueron objeto, dada esta
organización social del trabajo. Es decir, sólo hubiesen podido reunirse ƒŽ‘•Ƥ‡•
de reunirse. Pero como la voluntad gremial o política de hacerlo suele surgir a
partir de la percepción de atravesar una situación común y de reconocer intereses
contrapuestos que explican esa situación y contra los que es necesario luchar,
y en tanto esa experiencia colectiva no se produjo, dicha voluntad tampoco
emergió espontáneamente. A su vez, ninguna voluntad externa a esta fracción
de trabajadores agrícolas – partido político, movimiento social, corriente gremial,
etc.–, se propuso organizarlos para la defensa de sus intereses o aún para la
adscripción a determinado movimiento político. Ni siquiera el sindicato nacional
de obreros rurales (UATRE) basó su organización en los asalariados rurales de
la agricultura pampeana ni se mostró interesado en reclamar por su situación
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mayoritarios (peronismo o radicalismo), probablemente por las extremas
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políticos o gremiales de escasa importancia global.
Como corolario, en el seno del proletariado agrícola se desarrolló una crisis de
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característico de las pequeñas escalas de trabajo. Crisis conveniente a los intereses
patronales, que en medio de ella lograron imponer condiciones de explotación
sumamente gravosas a los obreros rurales, entre las que se cuenta tener los salarios
de convenio más bajos de todas las ramas de la economía, siendo por el contrario
el sector agrícola una de las principales fuentes de la riqueza nacional. En este
marco, las formas de resistencia silenciosa que encontró el proletariado agrícola
no han logrado trascender su acotado ámbito laboral, impidiendo visibilizar su
situación frente al conjunto social.
Recebido em 25/04/2013
Aprovado em 02/12/2013
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