Mesa redonda de los descendientes Antes de comenzar el debate, me gustaría dejar claro lo que es evidente: aquí estamos 5 personas bien diferentes entre sí, que sin buscarse se han encontrado, y han sintonizado continuando, de alguna manera, la vieja amistad que latía entre nuestros antepasados. Creo, como decía Paracelso, que “el azar no existe” y que la línea roja de nuestras vidas viene trazada, no por el dedo inflexible de ningún Ser superior, sino por nosotros mismos. Y hoy estamos aquí para compartir con ustedes ese lazo individual pero que nos une a todos en espíritu que compartimos. Y me pregunto ¿tienen algo que ver nuestros ancestros en todo esto? ¿Qué quieren de nosotros, qué esperan, Clarín o Sorolla, Giner o don Gumersindo, Madariaga o Altamira? Quizá algo muy simple: exteriorizar en cada uno nosotros el testimonio de su herencia espiritual e intelectual, comprobar que hay una continuidad, encarnada en sus descendientes. La constatación de que su modelo de vida, aquellos valores que ellos practicaron, nos han servido de ejemplo y su influencia ha llegado íntegra hasta nosotros y aunque los tiempos, las circunstancias y los puntos de vista actuales hayan cambiado, su pensamiento permanece vivo en nosotros, y comprobar cómo unos y otros hemos ido tomando el testigo en el mismo punto que ellos lo dejaron. En las grandes biografías, sería demasiado cruel pensar en una carrera truncada, en un corte brusco que inutilizara el trabajo realizado anteriormente. La imagen es como cuando las olas del mar se agitan y mueren en la orilla, pero detrás vienen otras y otras que se solapan y dan continuidad a las anteriores, en el inagotable ritmo de las aguas. La pregunta es: ¿Por qué estamos, aquí y ahora, esos descendientes? Yo más bien diría ¿para qué? La respuesta es clara: Mantener un compromiso moral al que nunca hemos renunciado. Continuarlos, mejor o peor, en una sociedad en la que los valores que ellos practicaron y que nos transmitieron, ya no están de moda. Circunstancia que no deja de favorecernos por cuanto demuestra que no todo está perdido, que aunque pasen 100 años, lo que se siembre si vale la pena, continuará dando frutos. Somos pequeñas luces, acá y allá, que impiden que las sombras prevalezcan. En mi caso, permítanme singularizar, hay un detalle: Quizá sea la única de la Mesa que estudió en un Colegio de monjas, mi padre tuvo que padecer en silencio el exilio interior y mi madrastra era una ferviente católica y así crecí en un ambiente absolutamente franquista. Inocentemente, yo confiaba en la palabra de los mayores que me rodeaban y pensaba que esas confabulaciones judeomasónicas contra mi patria de las que me hablaban, eran absolutamente ciertas… hasta que tuve la suerte de encontrar un novio de izquierdas que me sacó bruscamente de mis “mundos de Yupy” A partir de ahí, pensé, leí, investigue y el pensamiento libre, liberal y enriquecedor de mi abuelo y de toda esta generación excepcional, inundó mi vida hasta el día de hoy. Una prueba más de la fuerza generadora de nuestra “herencia”. TEMAS IMPORTANTES. 1 – EL LIBERALISMO ¿cómo era el que ellos vivieron en aquellos momentos? ¿Qué quiere decir “librepensadores? No hay que olvidar que todos ellos nacieron a finales del siglo XIX y no hay que juzgarlos fuera de aquél contexto cultural. 2 - ¿Cuáles eran sus valores prioritarios? LIBERTAD y FR ATERNID AD especialmente, quizá menos la IGUALDAD, (por formar parte de una èlite.) 3 – IDEOLOGÍA. En su totalidad, no eran ateos, ni masones, aunque alguno había, sino AGNÓSTICOS Y LIBREPENSADORES, INDEPENDIENTES siempre (tanto en lo político como en lo pedagógico), y ANTIBELICISTAS. 4 – EDUCACIÓN LIBRE que los enseñó a PENSAR, a RESPETAR al otro y a los Derechos humanos.