Tres colores: Azul; Krzysztof Kieslowski

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La película pone al descubierto la enorme sensibilidad del director para indagar en lo más profundo del alma
humana.
El dolor de una pérdida irreparable, una mujer pierde a su esposo y a su hija en un accidente y se enfrenta a sí
misma en una lucha por alcanzar su libertad y despojarse de los recuerdos que la oprimen hacia el pasado.
En Azul, Julie ha perdido a sus seres más queridos, lo que la sitúa en un estado de hipotética libertad. Se
produce el proceso dramático de: amor−pérdida−dolor−transformación−amor, sujeto siempre a los dictámenes
del azar, que provoca separaciones, encuentros y cruces. El azar aparece en suma como un elemento
misterioso que rige los destinos humanos.
Con esta película el director emprende el retrato de la Europa de nuestro tiempo, tomando como hilo
conductor los ideales de la Revolución Francesa desprovistos de su significado estrictamente político.
Azul ilustra la vida de Julie, esposa del célebre compositor Patrice de Corsy, a quien se encarga una obra que
celebre la Unidad Europea, pero que muere junto a su hija en un accidente de coche: sólo Julie sobrevive al
accidente. No le quedan ataduras con el pasado, su libertad ahora es total, pero siempre que hay tanta libertad
el problema es cómo hacer uso de ella, y su primer impulso es no conseguir acostumbrarse a su nueva
situación, y suicidarse ingiriendo pastillas, lo que no tiene el valor de consumar.
Antes de salir del hospital, desde donde ha contemplado por televisión los funerales de su marido y su hija,
una periodista le pregunta por la música encargada a su marido, y si es cierto que el verdadero compositor era
ella y no Patrice, lo que pone sobre la pista al espectador. Julie decide tirar a la basura la partitura incompleta
del "Canto por la Unificación Europea", vende todos los muebles de su casa de campo, acuerda el pago de una
pensión a su madre y a su criada Marie, que vivían en ella, y como único mobiliario deja un colchón, sobre el
que invita a hacer el amor a Olivier, músico ayudante de su marido, y que fue siempre un secreto admirador
de Julie. A la mañana siguiente ella se despide, diciéndole que no la echará de menos.
A partir de aquí, comienza una nueva vida en la que no quiere saber nada de la anterior. Lo que ocurre es que
la nueva está totalmente vacía, no tiene absolutamente nada que hacer. Su única ocupación parece ser nadar en
una inmensa piscina, y cuando un joven que fue testigo del accidente solicita verla para contarle las últimas
palabras de su marido, a ella le parecerá como si hubiera pasado un siglo desde aquello, y no querrá recordar
el pasado. Un pasado que vuelve esporádicamente en sus recuerdos, y que en la película se simboliza con la
reaparición de la música tocada en el funeral.
En otro piso de la casa donde se hospeda Julie vive Lucille, una mujer a quien los vecinos desean echar por
dedicarse la prostitución, pues todas las noches recibe a hombres en su apartamento. Julie se niega a firmar la
petición con lo que Lucille se queda. Esto hace que surja una amistad entre las dos mujeres, a pesar de su
carácter diametralmente opuesto; sin embargo, es la primera relación de Julie en su nueva vida. Ambas se
prestarán ayuda: Julie encuentra su piso invadido por las ratas y decide meter un gato para que las extermine,
pero no tiene el valor de contemplar la muerte de ningún ser vivo, y Lucille se ofrece para ir a "limpiar" el
piso en su lugar. Por otra parte, Lucille llama una noche a Julie, cuando esta ya se ha acostado, para que vaya
a verla al espectáculo de "strip−tease" donde trabaja, pues necesita algún apoyo, alguien con quien hablar,
ante el descubrimiento de su padre sentado en primera fila.
Sin embargo, la antigua vida aún le persigue: tras meses de búsqueda, Olivier ha logrado dar con ella, y se
reúnen en una cafetería. Curiosamente, un flautista callejero está tocando en ese momento un tema del "Canto
por la Unificación Europea"; a la pregunta de Julie de cómo ha conocido esa música, él contesta que se la ha
inventado (una más de las coincidencias que ocurren en las películas de Kieslowski). También va a ver a su
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madre, pero ésta ni la conoce, confundiéndola con su propia hermana. Su madre ya no pertenece al mismo
mundo, sólo piensa en ver programas estúpidos de la televisión.
Precisamente en un noticiero de TV, durante la visita al local porno de Lucille, es donde Julie verá que Olivier
se ha ofrecido a terminar el "Canto" (del cual la secretaria de Patrice hizo una copia antes de que Julie lo
destruyera), lo que indigna a Julie; en el reportaje se ven fotos de Patrice con músicos famosos. También ve
las fotos de Patrice con otra mujer, que resulta ser Sandrine, su amante desde hacía años y que está esperando
un hijo suyo. Va a conocerla a los juzgados (ella es abogada) y nota que lleva un crucifijo del mismo modelo
que le regaló su marido. Ello le convence de que él la quería, y lega su casa de campo a ella y a su futuro hijo,
que también lo es de Patrice.
Por fin ha decidido que el "Canto" debe terminarse, y en una sesión de trabajo conjunto con Olivier, le corrige
la parte que ha escrito él. Olivier decide que la obra finalmente acabada ha de presentarse al mundo como
hecha por Julie. La película termina cuando ellos hacen el amor de nuevo, sobre la composición se ven las
imágenes de las siguientes vivencias: el joven testigo del accidente, el local de Lucille, el parto del hijo de
Patrice, la visita a la madre de Julie... Y, por primera vez desde que abandonó el hospital, Julie llora; antes, la
criada Marie lloraba porque su señora no lo hacía.
Azul es una historia en la que los seres queridos mueren, desaparecen y la vida sigue, Julie lo acepta, aunque
no lo entiende.
Julie emprende un camino de superación hasta saber que está en condiciones de volver a amar. Para ello
tendrá que reivindicarse como persona, descubriendo que ni su marido era tan perfecto ni su añorada
existencia tan idílica. Saber que todavía puede querer a alguien, desarrollar emociones, sufrir por esos ratones
a los que ha dejado huérfanos, por esa prostituta que no busca algo tan diferente a lo que ella misma quiere
para sí... todo esto le servirá para incorporarse nuevamente al ritmo de la vida.
Julie vuelve a hacer el amor y por primera vez exterioriza ese dolor con el que ya ha aprendido a convivir del
único modo que la naturaleza nos ha enseñado: llorando en silencio, derrumbándose y dándose por completo a
otro ser.
Azul es el color de la calma, paz, anochecer y olvido. Impregna objetos, recrea sentimientos: un coche que
cruza la calle puede ser un alma que huye carretera abajo. Una piscina que sólo nos atrevemos a atravesar a lo
ancho, un reto que todavía no estamos en condiciones de afrontar o algo que nos duele rememorar. O esa
lámpara que nos recuerda algo que sólo tú y yo sabemos. Un nacimiento, una sinfonía inacabada, un músico
callejero.
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