Lección 9: Salvación por medio de la fe

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Semana 9
Lección 9: Salvación por medio de la fe
REFLEXIÓN
Soñar con riquezas es una cosa. Tener una enorme cuenta bancaria, grandes propiedades y tesoros
impresionantes es otra. Podemos imaginarnos tener tales beneficios; es un poquito más difícil
imaginarse lo que haríamos realmente con ellos. Si usted recibiera una cantidad extraordinaria de
riquezas, ¿Cómo las gastaría? ¿Cómo cree que afectaría su concepto de la vida, la gente y la eternidad?
SITUACIÓN
Tres de los Evangelios, Mateo, Marcos y Lucas, incluyen el encuentro de Jesús con el joven rico. Parece
que se presentara de la nada, ansioso de plantear su pregunta a Jesús. Él hace una pregunta universal:
¿Cómo puedo entrar al cielo? Pero rápidamente se hace evidente de que no va a aceptar la respuesta
que le dio Jesús. Sus riquezas no le han dado confianza eterna, pero alejarse de la alternativa lo deja más
miserable.
OBSERVACIÓN
Lea Marcos 10:17-31
17Al
salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó:
Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? 18Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno?
Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. 19Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No
hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. 20El entonces,
respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. 21Entonces Jesús,
mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y
tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. 22Pero él, afligido por esta palabra, se fue
triste, porque tenía muchas posesiones. 23Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus
discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 24Los discípulos se
asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es
entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! 25Más fácil es pasar un camello por el ojo
de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. 26Ellos se asombraban aún más, diciendo entre sí:
¿Quién, pues, podrá ser salvo? 27Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, más
para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.
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28Entonces
Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos
seguido.
Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o
hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del
evangelio, 30que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres,
hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna. 31Pero muchos primeros serán
postreros, y los postreros, primeros.
29Respondió
EXPLORACIÓN
1.- ¿Por qué pensó el joven que iba a heredar la vida eterna?
2.- ¿Por qué no pudo aceptar los requisitos de Jesús para tener vida eterna?
3.- ¿Por qué es difícil que los ricos entren al reino de Dios?
4.- ¿Qué es lo que Jesús estaba tratando de enseñar a sus discípulos acerca de la vida eterna?
5.- ¿Qué revela la respuesta que le dio Pedro a Jesús sobre su actitud hacia la vida eterna?
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INSPIRACIÓN
Jesús va al grano. “Si quieres ser perfecto, anda vende todo lo que tienes y dalo a los pobres; y tendrás
tesoro en el cielo”. La declaración deja al joven consternado y a los discípulos perplejos. La pregunta de
ellos puede ser la nuestra: ¿Quién podrá ser salvo? La respuesta de Jesús traumatizaba a los oyentes:
“Para los hombres es imposible…”.
Imposible. Él no dice improbable. No dice poco posible. Ni siquiera dice que será difícil. Él dice que es
“imposible”…
¿Lo deja paralizado de la sorpresa? Toda su vida a usted se le ha recompensado según su rendimiento.
Obtiene calificaciones según ha estudiado. Obtiene elogios según su éxito. Obtiene dinero como
respuesta de su trabajo. Por eso el joven rico creía que el cielo estaba al alcance de su dinero. Tenía
sentido. Usted trabaja duro, da todo de sí, y “zaz”, su cuenta es considerada como pagada en su
totalidad. Jesús dice: “De ninguna manera”. Lo que usted quiere cuesta mucho más de lo que puede
pagar. Usted no necesita un sistema, necesita un Salvador. No necesita un currículo, necesita un
Redentor. Porque “para los hombres es imposible; pero no para Dios”. Como puede ver, no era el dinero
lo que impedía al joven rico; era la autosuficiencia. No eran las posesiones; era la suntuosidad. No eran
los grandes billetes; era su cabeza inflada…
Asombroso. Estas personas están delante del trono de Dios y jactándose de sí mismas. Ha sonado la gran
trompeta, y ellas aún siguen tocando la suya. En vez de adorar a Dios, leen sus currículos. Cuando
deberían estar boquiabiertas, hablan. Ante la mera presencia del Rey fanfarronean de sí mismas. ¿Qué
es peor, su arrogancia o su ceguera?
Dios no os salva debido a lo que hemos hecho… y solo un Dios grande hace por sus hijos lo que ellos no
pueden hacer por sí mismos. Ese es el mensaje de Pablo: “Porque Dios hizo lo que era imposible para
la ley, por cuanto ella era débil”. Y ese es el mensaje de la primera bienaventuranza. “Bienaventurados
los pobres en espíritu…”.
La joya del gozo se le da a los espíritus empobrecidos, no los acaudalados. El deleite de Dios se recibe
después de una entrega total, no se premia después de una conquista.
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LECCIONES DE LA VIDA
Como el bisturí de un hábil cirujano, las palabras de Jesús pudieron haber separado al corazón de ese
hombre de sus riquezas. La operación hubiera sido dolorosa, pero eternamente efectiva. Jesús ya lo dijo:
“Porque donde este tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mateo 6:21). Sus palabras expusieron
la lucha interna y el desafío que había en el hombre, el mejor lugar para empezar es nuestras finanzas y
“las cosas”. Si reconocemos que les pertenecen a Dios y que tan solo somos administradores, entonces
probablemente nuestro corazón estará también en las manos de Dios.
DEVOCIÓN
Padre, protégenos de estar tan ciegos por las posesiones que no podemos retener que no veamos el
tesoro eterno que no podemos perder.
Para terminar el libro de Marcos lea Marcos 10:1-52
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