Palabras vacías Amor, amistad y verosimilitud en Castillos de cartón de Almudena Grandes Autora: Carina Olsson Tutora: Carolina León Vegas Högskolan Dalarna Uppsats, 15 hp VT 2012 1 Högskolan Dalarna 791 88 Falun Tel 023-77 80 00 2 Resumen: Con esta tesina se pretende poner en relieve la importancia de escribir textos narrativos de modo que el lector pueda concebir lo que está leyendo como real. Por este motivo, el objetivo es ilustrar de qué modo un texto puede faltar a las pautas de credibilidad, haciendo que el lector ponga en cuestión la verosimilitud de lo relatado. Como objeto de estudio se ha elegido la novela Castillos de cartón de Almudena Grandes. Se ha realizado una interpretación hermenéutica del texto centrada en la relación que mantienen los tres protagonistas. Con el apoyo de la teoría aristotélica de la amistad y de la teoría triangular del amor de Stenberg principalmente, se muestra por qué el lector no puede aceptar como creíble que dicha relación sea de amor y amistad como afirma la narradora. Asimismo, se estudia la credibilidad de la narradora a través del análisis del discurso narrativo partiendo de los conceptos de narratología de Gérard Genette. La conclusión a la que se llega es que no se consigue crear una realidad fictiva creíble debido, por una parte, a que los sentimientos que la narradora afirma existen (amor y amistad) no están respaldados por lo que se relata y, por otra, a que el uso lingüístico de la narradora y sus razonamientos contrastan drásticamente con las expectativas del lector. Palabras clave: Almudena Grandes, Castillos de cartón, realidad, credibilidad, verosimilitud, amistad, amor. 3 ÍNDICE: 1. Introducción ............................................................................................................................... 6 1.1 Objetivo y método .................................................................................................................. 7 1.2 El objeto de estudio …............................................................................................................ 7 1.3 Resumen de la novela ............................................................................................................. 9 2. Marco teórico ........................................................................................................................... 11 2.1 El concepto de la amistad …................................................................................................. 11 2.2 Los tipos de amor ….............................................................................................................. 13 2.3 El narrador y el discurso narrativo ….....................................................................................15 3. Análisis ...................................................................................................................................... 16 3.1 La amistad y el amor entre los protagonistas ........................................................................ 16 3.3 La credibilidad del narrador …...............................................................................................20 4. Conclusiones ............................................................................................................................. 24 Bibliografía .................................................................................................................................... 26 4 El novelista podría utilizar las palabras «amor» o «miedo», pero estos nombres no resumen ni transmiten mucho al lector. […] Es que la sensación de amor, la sensación concreta entre los mil tipos diferentes de amor, el dolor concreto, debe ser mostrado al lector, y no nombrado, pero mostrado a través de las acciones de los personajes. (Hawking et al, 2007:174) 5 1. Introducción Hoy en día cada uno de nosotros practica el ejercicio de la lectura en innumerables situaciones, la mayoría de ellas sin siquiera reparar en ello. Leemos textos variados por motivos pragmáticos, sociales, educativos o personales. En lo que concierne a la lectura de textos narrativos, varios estudiosos coinciden en que el principal motivo por el que los elegimos es el placer (Clemente Linuesa, 2004:33). A través de estos textos nos podemos trasladar a cualquier lugar en el tiempo y en el espacio, ya sea real o imaginario. Conocemos a los protagonistas de tal modo que nos podemos identificar con ellos, sentir con ellos, llorar y reír con ellos. Leemos para vivir situaciones, emociones, aventuras y desventuras que, por diferentes razones, no podemos experimentar en la vida real. Clemente Linuesa escribe que “La lectura es el paraíso donde se mezcla lo real y lo imaginario” (2004:35). Nosotros, como lectores, tenemos acceso a ese paraíso; podemos entrar en él cada vez que abrimos un libro, siempre y cuando la historia que se nos presenta siga las pautas necesarias para que a lo largo de la lectura podamos aceptar lo que sucede como real, aunque se trate de un mundo de ficción. La ficción “Es una construcción con elementos tomados de la realidad, y siguiendo principios también tomados de la realidad” (García Landa, 1998:255). Kurt Spang expone la misma idea cuando dice que “Hasta la invención más desorbitada sólo es distinta en función de lo existente, se crea y se recibe con el instrumental que suministra nuestra realidad” (1984:153). De aquí la importancia de que lo que se relata sea verosímil para el lector, independientemente de si se trata de relatos de ficción como los de El señor de los anillos de Tolkien, de novelas costumbristas que describen situaciones de la vida cotidiana o de novelas pertenecientes al género del surrealismo o del realismo mágico. Lo que hace que algo sea verosímil o no “Es ante todo la experiencia común, lo que sucede habitualmente, lo que parece creíble” (Spang, 1984:158). De esta credibilidad depende la capacidad del lector de proyectar en su imaginación lo que sucede de tal modo que lo que se lee se acepta como real, aunque sólo sea posible en un mundo imaginario. Este planteamiento lo desarrolla Torrente Ballester en su obra Ensayos críticos: “creeré provisionalmente en lo que me cuentas si lo haces de tal manera que me parezca real” (1982:121). Gutiérrez Girardot expone una idea similar cuando constata que “La verosimilitud es a la novela lo que la causación lineal es a la ciencia clásica: el camino del orden, el pensamiento simple que dictamina que para que aparezca C deben antes aparecer A y B” (1998:60). 6 La credibilidad del relato está pues íntimamente relacionada con la concordancia existente entre, por una parte, los hechos y los personajes de la novela y, por otra, la realidad. Según Torrente Ballester, “siempre la obra de arte tiene una última referencia a la realidad, gracias a la que la obra de arte es inteligible” (Becerra, 1990:134). Pero cuando el camino del orden se altera, cuando se dan situaciones que se oponen a principios reales lógicos, la veracidad de lo que se lee es cuestionada y la placentera experiencia que se esperaba de la lectura nunca se llega a producir. Esta es, por consiguiente, una cuestión importante a tener en cuenta a la hora de producir textos literarios. 1.1 Objetivo y método Para ilustrar de qué modo un texto literario puede faltar a las pautas de credibilidad, en esta tesina se va a estudiar cómo la “causación lineal” de la que habla Gutiérrez se rompe en la novela Castillos de cartón de Almudena Grandes y cómo a raíz de ello resulta difícil para el lector aceptar la relación de los protagonistas tal y como la relata la narradora como verosímil, aunque sólo sea momentáneamente. Con este fin se realizará una interpretación hermenéutica del texto, concentrada en la trama central de la historia: la relación que mantienen los tres protagonistas y que la narradora define como de amistad y de “demasiado amor” (Grandes, 2004:117, 122, 160, 161, 191). Se analizarán las acciones y las palabras de estos tres personajes para determinar si su relación es efectivamente de amistad y amor. Se comenzará con la definición del concepto de amistad y amor con la ayuda de teóricos como Aristóteles y Descartes, los cuales han influido en gran manera en la mentalidad ética occidental. Asimismo se estudiará el tipo de modalización narrativa para determinar cuál es la voz narrativa, su punto de vista y su uso del lenguaje y ver así su influencia en la credibilidad de lo relatado. 1.2 Objeto de estudio La novela que se ha elegido para este estudio, Castillos de cartón es la sexta publicada por la escritora Almudena Grandes. Cuando sale a la luz en el año 2004 esta autora madrileña ya es un nombre consolidado en los círculos literarios tanto nacionales como internacionales. El éxito lo consigue con su obra debut como novelista, Las edades de Lulú, publicada en 1989 y traducida a 21 idiomas. A ella le siguen otras novelas de éxito como Te llamaré viernes, Malena es un nombre de tango y Los aires difíciles. Grandes ha sido galardonada con varios premios literarios 7 entre los cuales destaca el Premio Rossone d'Oro que recibe en el año 1997 y que se otorga a personas que destacan en las Letras, las Artes y las Ciencias. Aunque las críticas favorables y los éxitos parecen sucederse unos a otros, la novela que nos ocupa no es acogida con el mismo entusiasmo del que gozaron sus predecesoras. Las reseñas que encontramos son dispares: Pozuelo Yvancos, por ejemplo, escribe en Blanco y Negro –la revista cultural del periódico ABC– que “Almudena Grandes confirma en esta novela que su trayectoria literaria es ascendente”, destacando la capacidad de la autora de “ir pautando una evolución psicológica en tres personajes completamente creíbles” (7-2-2004:11). En el otro extremo se encuentra Masoliver Ródenas, quien en la sección cultural de La Vanguardia escribe que “El conflicto amoroso está simplificado, tal vez porque los personajes no son inteligentes y son, en cambio, bastante frívolos. Tampoco la muerte alcanza la dimensión trágica, porque los personajes nunca llegan a adquirir verdadera humanidad” (3-3-2004:8). Otras críticas coinciden con este último punto de vista y hacen referencia a la puerilidad de los diálogos, la falta de profundidad en la trama y al sentimiento de decepción que produce leer una historia “que no tiene ni pies ni cabeza” (3-3-2004:8) y que no vive a la altura de la “historia subyugante y arrebatadora” que Tusquets Editores promete al lector. Entre estas críticas se pueden destacar las reseñas de Soledad Galán en la revista de literatura Renacimiento: “no hay profundidad, ni plenitud, ni siquiera lectura orgásmica” (2004:99) y de José Bartolomé Serrano quien escribe en La hora crítica que con esta novela, Grandes continúa pecando de un estúpido maniqueísmo que resta credibilidad y verosimilitud a sus páginas. Pero lo peor de todo es la puerilidad de muchos de estos diálogos, muchas de estas reflexiones que se incluyen en la novela. […] Algunas de las frases aquí incluidas, más que crear como pretende su autora un determinado ritmo en la prosa, nos suenan a música de corrido mejicano o canción de Hombres G. (2008:99-100) En la sección de Cuadernos de Crítica del Boletín del Centro de Documentación de la Novela Española encontramos el artículo “Caballos de Cartón” en el cual M. Asensio Moreno prácticamente disecciona la novela que nos ocupa. Con referencia al tema del amor comenta que “A la autora le importa poco la lógica del relato, la psicología de los personajes, la composición, el sustrato conceptual” y así encontramos afirmaciones como “Si ha habido alguna vez una mujer enamorada, esa era yo” o “Era demasiado amor” las cuales, al no ser respaldadas o justificadas por las acciones de los protagonistas, “resulta[n] tan increíble[s] como vací[as] de sentido” (lafieraliteraria.com). También destaca alguna que otra contradicción que se produce en el texto en 8 cuanto a la relación de los personajes: según la autora forman un trío perfecto, pero no confían los unos en los otros. Esto lo ejemplifica haciendo referencia a la ocasión en que se ven obligados a separarse durante las vacaciones y se despiden diciendo: ― No nos pongas los cuernos. ― No me los pongáis vosotros a mí. (Grandes, 2004:115) Continuando con su crítica, Asensio Moreno echa de menos una evolución psicológica y sentimental de los protagonistas, que según él se comportan del mismo modo a lo largo de la historia. Por ello se pregunta: “¿Dónde está el mencionado amor?. No basta con nombrarlo” (id.) El problema que plantea es que la autora no relata una historia, sino que enumera una serie de factores que la componen sin profundizar en ellos, sin elaborarlos, y que de este modo “no crean la realidad ficticia que es una obra novelística” (id.). Sin duda estamos todos de acuerdo en que siempre habrá variedad de opiniones a la hora de hacer una crítica literaria, pero resulta difícil evitar plantearse el porqué de estos puntos de vista tan dispares. Se ha leído el mismo libro, pero mientras para unos los personajes son totalmente creíbles para otros no lo son; mientras unos consideran la trama bien desarrollada otros la consideran inexistente. Teniendo en cuenta lo expuesto al principio de esta introducción se puede decir que estas diferencias se deben, en parte, a la capacidad del lector de captar la existencia o la falta de verosimilitud narrativa. 1.3 Resumen de la novela Castillos de cartón está construida con un contexto histórico y geográfico tomados de la realidad. Se desarrolla en Madrid en la década de los ochenta, en plena Movida Madrileña, época de resurgimiento cultural en la que los jóvenes descubren y disfrutan de su recién estrenada libertad. Grandes divide la novela en cuatro apartados: el arte, el sexo, el amor y la muerte. María José Sánchez, tasadora de arte en una casa de subastas, recibe la noticia de la muerte por suicidio de Marcos Molina Schulz, un antiguo compañero de estudios. Esta noticia hace que recuerde la historia vivida con él y otro compañero, Jaime González, a mediados de los años ochenta cuando apenas tenían veinte años y estudiaban Bellas Artes en Madrid. María José1 describe a Jaime como un joven no muy agraciado físicamente, sociable y con gran sentido del humor. Le gusta la gente y disfruta siendo el centro de atención. No parece ser un 1 Para evitar confusiones a partir de este momento se utilizará el nombre de María José al hacer referencia a la narradora y el de Jose al hacer referencia al personaje. 9 hombre de principios; odia a su padre, aunque no por ello deja de vivir a su costa. Su capacidad artística se limita a su agilidad en copiar cuadros ya conocidos. Marcos, por el contrario, es un chico alto, guapo, sensible y de carácter reservado que quiere y admira a su padre. Posee grandes dotes artísticas y se le augura un gran futuro como pintor. La ambición de Jose (nombre artístico adoptado por María José Sánchez) es ser una gran pintora, pero con el tiempo deja de creer en sus habilidades artísticas y abandona esta ilusión de llegar a la fama. Los tres jóvenes viven una relación amorosa despreocupada y feliz en un principio, pero que se complica con el paso del tiempo, a medida que la realidad les alcanza. Los celos, los engaños y las mentiras van creciendo hasta que llega el punto en que la situación se vuelve insostenible. Jaime es consciente de que Marcos es mejor pintor que él y no soporta su éxito artístico; Marcos está enamorado de Jose pero sabe que ella no está enamorada de él, sino de Jaime; Jose continúa fingiendo para evitar el desastre, pero todo es inútil. La relación termina, se separan y pierden el contacto casi por completo. La próxima vez que se reúnen es en el velatorio de Marcos. 10 2. Marco teórico Como se ha mencionado anteriormente, el estudio se centra en la relación que los tres personajes mantienen durante su época de estudios en la escuela de Bellas Artes de Madrid. Se ha explicado que para que el lector pueda creer la historia, identificarse con los personajes y sus aventuras o desventuras, es necesario que lo relatado sea consecuente con la realidad (recuérdese la referencia a Torrente Ballester). Igualmente, para que el lector pueda aceptar los hechos relatados como verdaderos éstos han de seguir ciertas pautas, un cierto orden natural. Recordando lo que se ha expuesto más arriba sobre el camino del orden de Gutiérrez Girardot se puede decir que para que la historia de Jose, Marcos y Jaime resulte creíble se necesita que su presunta amistad (A) evolucione y proporcione la confianza (B) que hace posible la aparición del sentimiento amoroso (C). Los personajes deben, pues, mostrar una evolución en su relación sentimental. El lector necesita captar una amistad que madura y se consolida para poder aceptar las referencias al mutuo sentimiento de amor que aparecen en el relato como reales. Puesto que se va a trabajar con la relación amistosa de los protagonistas y para evitar confusiones, se considera oportuno desarrollar el concepto de amistad y lo que una buena amistad implica y requiere de los involucrados. Para determinar el tipo de amistad que se transmite a través del texto se compararán sus características con las que según los teóricos arriba mencionados caracterizan la amistad verdadera. Igualmente se desarrollará el concepto de amor y de los diferentes tipos de relaciones amorosas, lo cual ayudará a precisar el tipo de relación amorosa que el lector detecta entre los protagonistas. Asimismo se estudiará la voz narrativa en la novela, el uso del vocabulario y la posición de la voz para determinar el modo en que influye en la credibilidad del relato. A estos efectos se expondrán los tipos de narrador según la teoría de Genette. 2.1 El concepto de amistad En los tiempos en que vivimos el concepto de amistad se ha diversificado de tal modo que se califica de amigo a cualquier persona conocida, independientemente de lo que se sienta por ella. Sin embargo, si se recapacita en lo que la palabra amistad significa realmente, la definición de la mayoría de nosotros coincidirá casi con toda seguridad y en gran medida con la que se encuentra en el diccionario de la Real Academia Española: 11 amistad. (Del lat. *amicĭtas, -ātis, por amicitĭa, amistad). 1. f. Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato. La teoría aristotélica sobre la amistad se expone en la obra Ética a Nicómaco, escrita por el filósofo griego en el siglo IV a.C. y considerada como una de las principales obras en las que se basa la ética de occidente. Para Aristóteles la amistad es una virtud necesaria tanto para el individuo como para la sociedad en conjunto. La amistad proporciona satisfacción a las personas, puesto que somos seres fundamentalmente sociales que necesitamos compartir nuestras vidas con otros, al mismo tiempo que el afecto que recibimos es para nosotros una fuente de felicidad. Aristóteles distingue tres tipos de amistad: la amistad honesta, la amistad útil y la amistad deleitosa. Según el filósofo la amistad honesta es la única auténtica y duradera, porque los que la profesan lo hacen con sinceridad y desinteresadamente: “Y aquellos son verdaderamente amigos, que a sus amigos les desean el bien por amor de ellos mismos” (Aristóteles, s.a:173). De la amistad útil y la deleitosa dice sin embargo que son amistades accidentales y fundamentalmente egoístas. No se procura el bien del amigo, sino que la amistad se produce para satisfacer las propias necesidades: “porque el que es amado no es amado en cuanto es tal que merezca ser amado, sino en cuanto sacan de él algún provecho los unos y algún deleite los otros” (Aristóteles, s.a:172). Por ello estas amistades son efímeras, ya que una vez se ha “Perdido[...] aquello por lo cual eran amigos, también se deshace la amistad” (Aristóteles, s.a:172). Descartes plantea la amistad como la naturaleza del afecto que sentimos hacia otra persona en relación con el que sentimos hacia nuestra propia persona, pensamiento equiparable a la idea de la amistad honesta de Aristóteles. En su Tratado de las pasiones del alma encontramos la definición que Descartes da al concepto de amistad: Pues cuando se estima al objeto de amor menos que a uno mismo, sólo se tiene por él un simple afecto; cuando se le estima igual que a uno mismo, eso se llama amistad; y cuando se le estima más, la pasión que se tiene puede llamarse devoción. (González Romero, 2004:231) De esta descripción se deduce que el grado de amistad se alcanza cuando se ve a la otra persona como a nuestro otro “yo”. Esta es la amistad sincera que hace que los éxitos o fracasos de los amigos nos alegren o entristezcan como si fueran nuestros propios éxitos o fracasos; es la amistad que hace que busquemos el mismo bien para nuestros amigos que el que buscamos para nosotros mismos. 12 2.2. Los tipos de amor Al igual que no se puede hablar de un solo tipo de amistad, no se puede hablar tampoco de un solo tipo de amor. El amor que se siente hacia otra persona depende por una parte de la relación que tengamos con ella, ya sea familiar, amistosa, profesional o sentimental y por otra de nuestro modo de ser. Según la teoría triangular de Sternberg (2010:77), el amor consta de tres componentes cada uno de los cuales cubre un aspecto determinado del amor: • La intimidad: relacionada con los sentimientos de cercanía y conexión entre los amantes. Está compuesta por diferentes elementos y el nivel de intimidad depende de la cantidad y el grado en que estos elementos se presentan. Estos elementos son: a) deseo de promover el bienestar de la persona amada, b) experiencia de felicidad con la persona amada, c) elevada consideración de la persona amada, d) ser capaz de contar con la persona amada en momentos de necesidad, e) entendimiento mutuo con la persona amada, f) darse uno mismo y las propias posesiones a la persona amada, g) obtención de apoyo emocional en la persona amada, h) aportación de apoyo emocional a la persona amada, i) comunicación íntima con la persona amada y j) valoración de la persona amada en la propia vida. (Sternberg, 2010:77) • La pasión: en la relación en pareja hace referencia a la atracción física y al deseo sexual. • La decisión / el compromiso: hace referencia a la decisión que tomamos de iniciar una relación amorosa y el compromiso de mantenerla incluso cuando se presentan dificultades. Las diferentes combinaciones de estos componentes dan lugar a ocho tipos de amor, tal y como se ilustra a continuación: Tipos de amor Intimidad Pasión Decisión / Compromiso Ausencia de amor Amor afectivo X Amor caprichoso X Amor vacuo X Amor romántico X Amor de compañía X Amor fatuo Amor consumado X X X X X X X 13 La ausencia de amor se produce en encuentros esporádicos con desconocidos. Aunque nos relacionemos con ellos en un momento dado no se llega a desarrollar ningún tipo de sentimiento hacia la otra persona. En caso de tener un contacto más regular, por ejemplo una relación profesional o laboral, se puede producir un sentimiento de afecto al compartir experiencias comunes. En el de amor caprichoso no es necesario conocer personalmente al objeto de amor, debido a que en él se encuentra solamente el componente de la pasión. Según Sternberg, “El amor caprichoso a menudo se basa en una fantasía sobre la existencia de una relación, más que en la realidad de una relación” (2010:79). El amor vacuo se produce cuando desaparecen la intimidad y la pasión y lo único que mantiene la relación viva es el compromiso. Ocurre, por ejemplo, cuando una pareja se pone de acuerdo en continuar su relación para proteger a los hijos de una separación, o debido a factores prácticos o económicos. El amor romántico y el de compañía tienen en común el componente de la intimidad pero mientras el primero está marcado también por la pasión el segundo se caracteriza por la existencia del compromiso. Sternberg señala que muchas relaciones de amor romántico se transforman en amor de compañía a medida que van madurando (2010:80). Por último, el amor fatuo es aquél que carece de intimidad y el amor consumado está constituido por los tres componentes. Stenberg compara el primero con el amor que muchas veces se representa en las películas de Hollywood en las que los protagonistas se enamoran y se comprometen a una vida juntos antes de llegar a conocerse, lo que hace que en muchas ocasiones sea poco duradero; el segundo, por su parte, lo compara con la pérdida de peso: “es difícil perder peso y conseguir el amor consumado y es mucho más difícil mantener el peso perdido o mantener el amor consumado” (2010:80). Es importante mencionar el comentario que Stenberg hace sobre el hecho de que estos tipos de amor son extremos y las relaciones reales se acercarán más a unos u otros, siendo difícil encontrar casos que concuerden en su totalidad con un tipo determinado (2010:78). 14 2.3. El narrador y el discurso narrativo En la novela pueden tener lugar varios relatos al mismo tiempo que se caracterizan por una dependencia mutua (Platas Tasende, 2011:457). Cada uno de estos relatos constituye un nivel narrativo y en este sentido Genette habla de tres, concretamente: • El nivel extradiegético, constituido por el relato principal. • El nivel intradiegético, el cual se da cuando surge una historia nueva dentro de la principal. • El nivel metadiegético o hipodiegético, que aparece como otra historia secundaria y dependiente del relato intradiegético. Genette distingue asimismo varios tipos de narradores dependiendo de su posición con respecto a la diegética, es decir, de si están o no involucrados en lo que se relata: • El narrador heterodiegético es aquél que no forma parte de la historia que narra. • El narrador homodiegético forma parte del relato. Cuando además es el protagonista se denomina autodiegético. Es oportuno mencionar aquí también la distinción que Genette junto con Doležel y Garrido Gallardo hacen de dos tipos de discurso, siendo el primero el Discurso de Narrador (DN) al cual pertenece el relato de los acontecimientos “o lo que experimenta cualquier personaje, incluido el narrador homodiegético” (Valles Calatrava, 2008:231-232). El segundo discurso es el Discurso de Personaje (DP) que “engloba las formas discursivas de reproducción, más o menos indirecta, extensa y fidedigna, de las palabras o pensamientos del personaje” (Valles Calatrava, 2008:232). 15 3. Análisis Con el siguiente análisis se profundizará en la relación que une a los personajes protagonistas de la novela para poder determinar si efectivamente se trata de la relación de amistad y amor verdadero que la narradora afirma existe. Seguidamente se profundizará también en la voz narrativa. Partiendo de los conceptos de Genette se situará la posición del narrador en la novela y la modalidad de la voz narrativa para determinar el nivel de credibilidad que transmite al lector. 3.1 La amistad y el amor entre los protagonistas En el resumen de la novela expuesto anteriormente se ha hecho una breve referencia a la personalidad de los protagonistas. A pesar de tener dos caracteres muy dispares, Jaime y Marcos resultan ser grandes amigos. Marcos le dice a Jaime: “Eres mi mejor amigo, el único mejor amigo que he tenido en la vida” (154) 2, y queda claro que Marcos distingue entre amigos verdaderos y otros amigos, porque le dice a Jose que antes de conocerlos él “Nunca había tenido amigos de verdad. Bueno, tenía amigos, ellos creían que éramos amigos, en el colegio y eso, pero...” (157). Jaime también dice de Marcos: “él era mi amigo, yo le quería” (197). A Jose le extrañó verlos juntos en un principio, debido a que son tan diferentes: “me sorprendió mucho verlos juntos, pero me acostumbré enseguida, todos nos acostumbramos muy pronto, cuando empezó a ser imposible verlos por separado” (36). Pero, ¿puede el lector reconocer en lo relatado una relación de verdadera amistad? ¿es ésta una amistad honesta? Cuando lo es, según Aristóteles, “El hombre bueno tiene para con el amigo la misma disposición que para consigo mismo porque el amigo es otro yo” (Cuesta, 2007:196), pero al ver el modo de actuar de Jaime en particular se descubre que mantiene esta amistad porque le resulta beneficiosa, y que en realidad no piensa tanto en Marcos como “otro yo”. Jaime sabe que Marcos padece de disfunción eréctil –conocimiento que, según María José, había sido “un hallazgo para Jaime” (130)– y también sabe que le gusta Jose pero su problema de salud y su timidez hacen improbable que tome la iniciativa. Como buen amigo, Jaime se decide a echarle una mano y, sin que Marcos lo sepa, actúa de mediador. Hasta aquí sus intenciones parecen buenas, pero más tarde le dirá a Jose (con Marcos presente y sin darle importancia): “Me gustas mucho, más que a éste [Marcos], pero sin él de por medio nunca te habrías acostado conmigo” y añade: 2 Las referencias a las citas pertenecientes a Castillos de cartón se harán indicando solamente el número de página en la edición de Tusquets del año 2004. 16 “Por eso me gusta tener amigos guapos, para aprovechar sus sobras” (70). Más tarde se defiende ante Marcos: “me he hecho un favor a mí mismo y otro a ti, de paso...” (69). Ciertamente se puede decir que Jaime se ha hecho un favor a sí mismo pero, ¿qué favor le ha hecho a Marcos? Le ha engañado, le ha humillado y le ha privado de la oportunidad de una amistad honesta con Jose. Cuando los hechos se presentan de este modo el lector no puede sacar otra conclusión que la de que Jaime está con Marcos porque le resulta de utilidad, no porque le parezca una persona amable. Se acaba de ver que el primer encuentro trascendental que ocurre entre los tres se produce gracias a una mentira planeada por Jaime, cuando utiliza a su amigo (Marcos) para conseguir lo que él desea (acostarse con Jose). Cuando se reúnen la próxima vez Jose siente que “aquello también fue un principio, el primer episodio de una intimidad completa” (72). A pesar de ello, al poco rato Jose tiene sus dudas acerca de Jaime “no [s]e acababa de fiar de él, de sus verdaderas intenciones” (73) pero él la convence enseguida alegando que Marcos “te necesita, me necesita a mí y sobre todo a ti, y ahora estoy hablando en serio” (73). El motivo por el que les necesita tanto es porque “Nunca se le ha puesto dura” (73) y Jose es la única que puede solucionar este problema porque “no hay ninguna otra que nos guste a los dos” (73) y añade: “Y además, tú lo estás deseando. Y yo también” (74). Así comienza esta relación que María José, veinte años más tarde, describe como “la primera y la única historia seria, intensa, verdadera, que yo había tenido en mi vida” (87). Ahora que Jaime está seguro de que esta inusual relación está consolidada deja a su novia –otra amiga traicionada hasta ahora desconocida para el lector–. Todo parece ir bien hasta que la disfunción eréctil de Marcos mejora. Los roles que hasta ahora cada uno había desempeñado cambian. Ahora Marcos también puede satisfacer a Jose y ella se alegra por una parte, pero por otra “deseaba al mismo tiempo que nada cambiara” (111), porque sabía que suponía el principio del fin para ellos. ¿Cómo lo sabía? ¿Por qué suponía el fin? ¿Si lo sabía, por qué no podía hacer algo para evitarlo? Expuesto de este modo, sin dar más explicación, al lector le da la impresión de que los personajes no tienen voluntad propia, no pueden cambiar el rumbo de las cosas; ver las posibilidades, adaptarse a los cambios o por lo menos intentarlo como normalmente sucede en la realidad. En lugar de ello se dejan llevar y a partir de aquí comienzan los encuentros clandestinos, los celos, los sentimientos de culpabilidad, todo ello descrito por Jose como “La intrincada red de traiciones y lealtades, de verdades enteras y mentiras a medias, en la que moriríamos asfixiados, atrapados como tres moscas en una telaraña” (127). Como lector, uno se pregunta aquí si el acuerdo entre Jose y Jaime después de su encuentro sexual a espaldas de Marcos es una de esas 17 “mentiras a medias”: ─Lo de anoche no se lo vamos a contar, ¿verdad? ─No ─confirmé─. Nunca ─Te quiero, Jose. ─Y yo te quiero a ti. (126) Jose sabe que Marcos “era un amante más limitado que Jaime, menos voraz, menos entregado, y muchísimo menos habilidoso” (118). Sus encuentros con él no son tan satisfactorios como los que tiene con Jaime y este hecho parece ser decisivo a la hora de elegir a cuál de ellos “quiere más”. Cuando Jaime la confronta con la pregunta ella le contesta: “Te quiero más a ti, pero no se lo digas nunca” (121). Tras esta confesión hacen el amor y entonces, dice María José, “comprendí de repente muchas cosas, tantas como si el planeta hubiera decidido en ese instante adelantarse a sí mismo, girar un cuarto de vuelta, una vuelta completa en un segundo. […] Era demasiado amor” (121). Paradójicamente, ahora que sus problemas fisiológicos mejoran, Marcos se sumerge en una depresión. Deja de pintar, se vuelve más callado, melancólico y sufre cambios de humor. Jose dice que Jaime y ella se dan cuenta de lo que sucede, pero lejos de intentar ayudar a su mejor amigo se conforman con las respuestas que Marcos les da, que no le pasa nada: “no nos quedaba más remedio que creer que lo que nos decía era verdad porque también creíamos conocerle a él” (128). Para el lector esta resulta una forma cómoda y ligera de desentenderse de los problemas de su denominado mejor amigo. ¿No se dan cuenta de que Marcos sabe perfectamente lo que está sucediendo? ¿Que ahora sobra? Jaime ya había conseguido lo que quería y Jose prefería a Jaime porque era mejor amante. Si de verdad Jose y Jaime son sus mejores amigos Marcos no debería tener motivos para preocuparse y, de hacerlo, Jose y Jaime se darían cuenta de lo que le sucede y no tardarían en hacerle ver que sus preocupaciones son infundadas. Lo que sucede es que Jose y Jaime también son conscientes de lo que ocurre, pero no quieren mencionar nada de esto por temor a perderle: “Les quería a los dos pero estaba enamorada de Jaime y lo sabía, y sabía también que no podía ser, que sin Marcos nunca sería” (127). Los amigos siguen pensando en ellos mismos, traicionándose mutuamente. Marcos no duda en acostarse con Jose en cuanto descubre su nueva capacidad: “A Jaime que le den por culo...” (110) y Jaime prohíbe a Marcos acostarse con Jose si él no está, pero no tiene problema en hacerlo él mismo en caso de que Marcos no esté: “Que se joda”, dice (133). Estos son los mismos personajes que, después de haber sucedido esto, dicen ser mejores amigos como se muestra al principio de este análisis. Es por esto que le resulta difícil al lector creer que exista una relación 18 amistosa entre ellos: los hechos no confirman las palabras. La telaraña continúa tejiéndose con más mentiras y traiciones: Jaime se va de viaje y Jose y Marcos terminan en la cama, aunque no sin que Jose antes le haga una advertencia: ─Si le cuentas una sola palabra de esto a Jaime ─le dije antes de empezar, cuando estábamos vestidos todavía─, si Jaime se entera de esto alguna vez, te mato. (136) Jose sabe que todo va a terminar, pero quiere mantenerlos con ella el mayor tiempo posible, “seguir amándolos al mismo tiempo, a uno porque era el hombre de mi vida y lo iba a perder, al otro porque podría haberlo sido y lo estaba perdiendo también” (164). Después de que su tiempo juntos había terminado, María José piensa en Jaime: “No sabía por qué, pero sabía que era amor lo que sentía […]. No lo entendía pero le amaba, con el amor intenso de los buenos tiempos y el más intenso aún de los tiempos peores” (183). Habla de amor, pero resulta difícil para el lector creer que ésta sea una historia de amor o que los tres protagonistas se quieran, tal y como se tratan entre ellos. No se percibe ni respeto ni consideración ni ternura entre ellos, sólo una amistad de conveniencia, superficial, despreocupada, sin ningún tipo de responsabilidades. Por mucho que se diga que hay amor, es difícil de creer. De nuevo surge una oportunidad para mostrar la amistad que une a los jóvenes protagonistas: Marcos sale de su depresión y experimenta un resurgimiento artístico. Pero lejos de alegrarse por Marcos, Jaime se siente frustrado por los progresos de su amigo que, según él cree, no se sabe por qué, ya no le necesita, consciente de que nunca llegará a ser tan buen pintor como él: “Jaime perdía la paciencia, se exasperaba, llegaba a chillar mientras paseaba por la habitación, moviendo las manos como si estuviera a punto de volverse loco” (140). La última reflexión que la narradora comparte con el lector sobre esta época de su vida es que “Había sido demasiado amor, tanto como el que yo podía dar, más del que me convenía” (191). Pues bien, si lo hubo, se relata de tal manera que al lector no sólo se le pasa desapercibido sino que incluso le resulta increíble su existencia. 19 3.2 La credibilidad del narrador En Castillos de cartón se pueden distinguir dos niveles narrativos principales. El extradiegético, presente al principio y al final del relato, lo forma la historia primera en la que el lector conoce las circunstancias en las cuales la narradora autodiegética (María José) se entera de la muerte por suicidio de un antiguo compañero de estudios. Este acontecimiento en un pasado cercano con el que se inicia y se acaba la novela es el relato que enmarca y da paso a la historia intradiegética. En ella la misma narradora vuelve a sus tiempos de estudiante de Bellas Artes y rememora la historia de amor que vivió con el ahora fallecido (Marcos) y el hombre que le comunica la triste noticia (Jaime). El relato intradiegético tiene lugar a mediados de los ochenta y su protagonista ronda los veinte años mientras que el relato extradiegético se produce veinte años más tarde. Es decir, la narradora es una mujer de aproximadamente cuarenta años que trabaja como tasadora de arte en una casa de subastas de Madrid y la historia que relata es una experiencia vivida por ella cuando apenas tenía veinte años, era estudiante de Bellas Artes y vivía en plena Movida Madrileña en los años ochenta. Teniendo en cuenta el espacio temporal en el que se desarrollan los dos relatos el lector espera que el uso de lenguaje y los razonamientos en el Discurso del Narrador sean diferentes del lenguaje y los razonamientos que aparecen en el Discurso de Personaje. Es decir, el lenguaje y el modo de pensar de los personajes del relato intradiegético, jóvenes veinteañeros del Madrid de los ochenta, por motivos obvios ha de diferenciarse del lenguaje y las conclusiones de la narradora, una mujer adulta, con mayor experiencia de la vida y de cierto nivel cultural, que vive en Madrid a principios del siglo XXI. Cuando la narradora presenta la relación de los protagonistas como “la primera y la única historia seria, intensa, verdadera, que yo había tenido en mi vida” (87), el lector espera encontrarse con una relación de estas características basándose en su propia idea de lo que es una historia seria, intensa y verdadera. En su lugar se encuentra con que la vida envuelta en esta historia seria, intensa y verdadera “era solamente esto, fumar, y beber, y reírme con Jaime y con Marcos, desde siempre, para siempre” (61); la vida era “una cama grande, un balcón soleado, el olor a aguarrás y tres cuerpos sudorosos, el humo del hachís, el ruido de los besos, de la risa” (99). Al mismo tiempo la narradora dice que lo que les unía era amor: “Era demasiado amor. Demasiado grande, demasiado complicado, demasiado confuso, y arriesgado, y fecundo, y doloroso” (117). Pero este amor, este riesgo, esta fecundidad, este dolor no se muestran, sólo se nombran. 20 Cuando surgen problemas se resuelven con bromas y después “la vida volvía a ser buena, volvía a ser fácil, una cama grande, un balcón soleado, el olor del aguarrás y de tres cuerpos sudorosos, el humo del hachís, el ruido de los besos, de la risa” (135) 3. El lector puede aceptar que Jose conciba esta relación como seria, pero que María José lo haga hasta el punto de decir que “seguía echándoles de menos, y con el paso del tiempo esa nostalgia se fue convirtiendo en una obsesión” (185), o: “trabajé tanto que dejé de advertir que mi vida ya no era otra cosa que puro trabajo, un feo simulacro de mi vida” (189) es menos creíble porque el lector no ha visto una relación de este calibre en el relato. La autora no logra mostrar con los hechos este sentimiento de amor que María José menciona en varias ocasiones “sabía que era amor lo que sentía” (183) en gran parte debido al lenguaje que utiliza. Asensio Moreno lo expone en su crítica de la siguiente forma: El descuido se nota hasta en el lenguaje, tan pobre e inexpresivo, que alcanza niveles de vulgaridad por causa del recurso continuo de la autora a frases hechas, coloquialismos manidos y expresiones convencionales, por principio antinovelísticas y mediante la mayoría de las cuales, para colmo, pretende suplir no sólo la literariedad, sino también lo que tendría que haber sido creación de la realidad ficticia. (www.lafieraliteraria.com) Ciertamente, a lo largo de la novela se pueden encontrar innumerables expresiones de este tipo, que están ahí pero que no contribuyen en nada a mostrar ni la relación ni los sentimientos de un modo convincente. A continuación se presenta una breve selección: “Nos quedamos fritos” (103), “En la playa, todo acabó empezando, todo empezó a acabarse, pero yo todavía no me di cuenta” (117); “Eso era verdad y no lo era” (118); “Yo había perdido la memoria del tiempo que había pasado desde que había dejado de reírme, había perdido la memoria del tiempo, había perdido la memoria” (189); “el asombro de un vaso que siempre ha estado boca abajo cuando se encuentra de repente boca arriba en una mesa” (130); “era fragilísima y era sólida como una roca”; “la culpa inocente de su inocencia estéril y forzosa”; “el desequilibrio comenzaba a acecharnos desde el mismo corazón del equilibrio” (111) También se encuentra el lector con alguna que otra contradicción, por ejemplo cuando María José cuenta que “Nos pasábamos la vida hablando de nosotros mismos, pero nunca comentábamos la extravagancia de nuestra relación” (100) para sólo unos renglones más tarde comentar que unas chicas de la facultad le habían preguntado si sus dos amigos eran maricones: “El caso es que el otro día estaban hablando, y por lo que decían, me pareció que los dos se habían acostado con el mismo chi...” (101), lo cual deja al descubierto que, de hecho, sí comentaban su relación. 3 Esta cita, casi idéntica a la que acabamos de utilizar unos renglones más arriba, es una de las expresiones que la autora emplea en varias ocasiones a lo largo del relato. 21 Otra escena un tanto contradictoria se produce hacia el final de la novela, cuando se vuelve al nivel extradiegético del relato. La narradora cuenta que durante una cena en casa de unos amigos “todos muy ricos, muy inteligentes, muy incultos, no tenían nada que ver conmigo” (189) se disponen a ver una película pornográfica en la televisión. Se trata de una escena en la que intervienen dos hombres y una mujer que la narradora inmediatamente identifica con su propia historia de amor: la chica se me parecía, era castaña, casi rubia, tenía el pelo liso y muy largo, un probable aire ambiguo de madonna desorientada, quizás se parecían ellos, uno muy guapo, otro menos, el guapo muy alto, el otro no, [...] nunca había visto nada tan parecido y tan distinto a la mejor época de mi vida. (190) El resto de los allí presentes comienza a hacer comentarios que María José considera desagradables e insultantes, pero dice que “no me sorprendían sus palabras, sus carcajadas, sabía que eran muy incultos, horteras de puro incultos” (190). ¿Por qué se escandaliza de esta manera? Esta reacción resulta chocante para el lector puesto que a lo largo del relato esta misma narradora se ha expresado con vulgaridad en innumerables ocasiones. Véase el uso que hace de la lengua cuando dice por ejemplo: “follábamos mucho” (93), “follábamos más que nunca” (117), “su polla acojonante” (70), “Marcos había conseguido que su polla le obedeciera” (118), por nombrar algunas de las muchas ocasiones. El lenguaje que utiliza en su narración no es el que el lector espera de una mujer adulta y culta, y si la narradora elige utilizar este lenguaje, el hecho de que reproche este mismo uso a otras personas tachándolas de incultas y horteras resulta contradictorio. En lugar de narrar o describir los hechos, la narradora enumera: “íbamos al cine, de compras, a dar una vuelta a media tarde sin más propósito que caminar por la ciudad, y a tomar copas por la noche en bares de aspecto poco recomendable” (94). El tiempo pasa pero la relación no parece avanzar: “Estábamos de vacaciones y nos acostábamos a las tantas, nos levantábamos a mediodía, íbamos a la playa por la tarde, tomábamos el sol, nos bañábamos, fumábamos canutos, comíamos poco, bebíamos mucho, follábamos más que nunca” (117). Los protagonistas siguen haciendo las mismas cosas, el lector sigue sin encontrar motivos por los que María José expresa unos sentimientos tan profundos que persisten veinte años más tarde; una pérdida tan grande que hizo que el resto de su vida no fuera más que “un feo simulacro de mi vida” (189). Al fin llega el día del entierro de Marcos que dará lugar a que Jaime y María José se reúnan por primera vez desde que su historia terminó. Se abrazan y “mis brazos reconocieron sus 22 brazos, un calor que nunca podría apagarse, y me aferré a él como si todavía tuviéramos veinte años” (192). Los sentimientos permanecen a pesar del paso del tiempo. Sienten la muerte de Marcos: “Jaime lloraba, y yo […] ya había derramado a solas todas mis lágrimas” (192). La sienten tanto (o tan poco) que deciden no asistir a su entierro... ─Vámonos, Jose ─insistió─. A él ya le da igual. […] ─¿Adónde vamos? ─pregunté después, y él hizo un gesto vago con los labios─. ¿Al Burger King? (199) 23 4. Conclusiones Gracias a la lectura de textos narrativos tenemos la posibilidad de experimentar vivencias que en la vida real serían imposibles para muchos de nosotros. Al abrir la portada de una novela abrimos la puerta a un nuevo mundo. Somos conscientes de que este mundo es ficticio pero estamos dispuestos a concebirlo como real justamente para poder identificarnos con lo que ahí sucede y vivirlo como si nos estuviera ocurriendo a nosotros mismos. Para que esto sea posible es necesario que la historia narrada cuente con referencias al mundo real en el que vivimos y conocemos, ya que de no hacerlo nos resultará difícil comprender el modo en que actúan o reaccionan los personajes o la evolución de los acontecimientos. En la introducción de esta tesina se hace hincapié en que al igual que las referencias al mundo real, el seguimiento de las pautas de la lógica también es crucial para la credibilidad de lo que se relata. Para mostrar lo que sucede cuando el escritor no emplea estas referencias cuando corresponde se ha elegido estudiar la novela Castillos de cartón, ya que se ha visto que más de un crítico menciona la superficialidad de sus personajes y la poca credibilidad que transmiten. Ya que la novela se presenta como una historia de amor y amistad han sido precisamente estos temas los que se han tratado en el estudio. Se ha constatado que no es posible crear una realidad fictiva simplemente con nombrar estas palabras una y otra vez. Cuando se declara que ciertas personas son amigas y se aman esta afirmación debe respaldarse con acciones que lo verifiquen para que el lector pueda identificarse con la situación y aceptar el relato como creíble. En esta novela, sin embargo, el relato se concentra en el aspecto físico de la relación, mientras que el aspecto sentimental y las circunstancias no se muestran en la misma medida. Esto hace que los personajes nunca lleguen a hacerse de carne y hueso, lo que a su vez provoca que al lector le resulte difícil identificarse con ellos y con su situación. Se nombra en varias ocasiones que hay “demasiado amor” y que “se quiere”, “se ama”, pero no se muestra el significado de estas palabras. Se habla de “amor” y la nostalgia y la obsesión que sufre la narradora tras la ruptura sugieren que esta relación fue algo más que pasión o deseo físico. ¿A qué se refiere entonces la narradora? El amor caprichoso, pasional es pasajero; el amor romántico requiere la intimidad, elemento parejo con la amistad como se verá más adelante, y aquí no se detecta. Algo parecido ocurre con el concepto de amistad. Marcos y Jaime dicen ser “mejores amigos”, pero es difícil creer la existencia de una amistad verdadera en medio de la desconfianza, los engaños y las mentiras entre estos tres personajes, que más bien sólo parecen pensar en sí mismos y en su propio beneficio. Si no hay sentimientos sinceros de amistad, si no hay confianza, 24 intimidad, difícilmente puede haber amor. Recordemos los tipos de amor de Sternberg y los elementos que componen la intimidad: el primero de ellos, el deseo de promover el bien, coincide con el elemento intrínseco de la amistad verdadera de la que habla Aristóteles. Este deseo de promover el bien incluye en sí mismo muchos de los otros elementos de la intimidad: apoyo emocional (que Marcos no recibe cuando está deprimido); valoración de la persona (celos del éxito profesional de Marcos, desconsideración hacia los sentimientos de los demás); ser capaz de contar con la otra persona en momentos de necesidad (esto ocurre siempre y cuando se trate de una necesidad sexual); etc. La credibilidad de un relato no depende tan solo de la historia que se cuenta, sino también de cómo se cuenta. En este caso la voz narrativa resulta poco creíble debido a que nombra y enumera en lugar de mostrar, por el uso lingüístico de la narradora y por las conclusiones que saca de una relación que ha vivido en su juventud. La narración se centra principalmente en la relación sexual de los protagonistas, en el aspecto físico de la misma más que en el emocional. La elección del vocabulario y de muchas de las expresiones tampoco ayudan a la credibilidad, el primero por estar lleno de vulgarismos que al lector le resultan difíciles de asociar con una mujer de las características de María José; las segundas porque no proporcionan una información concreta para el lector. Por ejemplo cuando dice que esta había sido “la mejor época de mi vida” (190) ─¿comparada con qué?─ y que “les había querido como no había vuelto a querer a nadie en toda mi vida” (197) ─otra expresión que en realidad no proporciona ningún tipo de información por lo que el lector continúa desconociendo cómo los ha querido; dice, no muestra─. Lejos de ser un relato complejo y de tanta profundidad, esta novela habría sido mucho más creíble para el lector si se hubiera limitado a relatar la relación de estos tres personajes como una aventura pasajera, la pérdida de la inocencia, la exploración y los descubrimientos, la diversión y la despreocupación, el amor al arte, el disfrute de una recién ganada libertad individual que muchos jóvenes vivían en la época de La Movida Madrileña en la que se desarrolla la acción. De este modo sería más fácil comprender el modo de actuar de los protagonistas, la voz narrativa podría entonces ser la de Jose y no la de María José, y así conseguir un Discurso de Narrador más acorde con el relato y más creíble para el lector. 25 BIBLIOGRAFÍA Fuente primaria: • Grandes, Almudena. (2004) Castillos de cartón. Tusquets Editores, Barcelona. Fuentes secundarias: • Aristóteles. (s.a.) 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