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INFORME ETHOS
CENTRO
DE ÉTICA
UNIVERSIDAD
ALBERTO HURTADO
CULTURA Y ETHOS
El Centro de Ética de la Universidad Alberto Hurtado publica periódicamente un breve Informe Ethos, ofreciendo
una lectura ética de un tema de interés nacional para ayudar en el discernimiento de un juicio moral responsable
con vistas a una acción coherente. Se adopta el método ignaciano del triple paso: experiencia (hecho) - reflexión (su
comprensión e implicaciones éticas) - acción (elementos para el discernimiento): una reflexión sobre la experiencia
con miras a una acción consecuente.
2014
ISSN 0717-6430
Nº 97
1. El Hecho
1.- En las últimas tres décadas los cambios han transformado el rostro y el alma de Chile. Así como el paisaje, también la propia vida y las
maneras de vivir juntos se transformaron. Chile está viviendo un profundo cambio cultural. En este proceso desempeñan un papel central
las dinámicas de globalización de la sociedad y la individuación de las
personas, la centralidad del mercado y de las nuevas tecnologías, la
mercantilización y masificación de los bienes culturales, la transformación del sentido del trabajo, el auge del consumo, la preeminencia
de las imágenes por sobre las palabras, la diversificación de los lenguajes y significados, y la pérdida de legitimidad de la política.
2.- Junto con ello se ha debilitado el sentido de pertenencia a Chile. La
sociedad chilena no parece disponer hoy de una imagen de sí misma
que le permita ser sujeto. A ello contribuye un perfil conflictivo de
su pasado y un diseño débil de su futuro. Además, la vida personal
en Chile está caracterizada por el despliegue de la individualización,
es decir, cada vez más las personas definen por sí mismas sus objetivos, valores y proyectos. La individualización es el proceso mediante
el cual las personas toman distancia de las tradiciones heredadas y
afirman el derecho a definir por su cuenta y riesgo lo que quieren ser.
3.- Pero esa tarea no puede realizarla cada uno por su cuenta, porque
uno no se entiende ni se construye sin los demás. Es el conjunto de la
sociedad el que proporciona las legitimaciones, relaciones y recursos
que la hacen posible. En Chile se han diversificado los modos de vida,
pero en muchos casos se trata de una diversidad disociada, debido a
la falta de vínculos entre las personas que, a su vez, genera incomunicación y dificulta así la construcción de una diversidad creativa. En
otras palabras, el gran y urgente desafío consiste en crear y afianzar
un proyecto país: por una parte, generar una visión de patria en la cual
todos puedan reconocerse como miembros plenos de una comunidad
de ciudadanos y como actores eficaces en su desarrollo, y, por otra,
hacer posible que las personas, junto con incrementar su libertad individual, puedan ejercer de manera concreta el sentido de “vivir juntos”.
2. Comprensión del hecho
4.- Al hacer referencia al cambio cultural que está aconteciendo en
el país, conviene, en primer lugar, aclarar el significado del término
cultura para poder darse cuenta de su importancia antropológica,
ya que condiciona fuertemente, y a la vez, la identidad personal y la
pertenencia social.
5.- Si en los siglos XVII y XVIII se entendía por “cultura” el patrimonio
del “hombre civilizado” en contraste con la naturaleza de “los salvajes”, a partir del siglo XIX se emplea el término para distinguir el ser
humano del animal en tanto ser social y hereditario del patrimonio
del pasado. La evolución que ha experimentado este concepto no es
caprichosa sino corresponde a un cambio en la auto-comprensión
antropológica del ser humano acontecida a partir del siglo XIX.
6.- La estructura del pensamiento moderno subrayó el rol protagónico
del ser humano en la historia y, paralelamente, los cambios producidos en la organización de la sociedad (industrialización, democracia,
nacionalismo) fueron el reflejo de esta transformación. La evolución
en el pensarse se encarna en el pensar la sociedad de una manera
correspondiente. Sin embargo, el optimismo en el predominio de la
razón Ilustrada naufragó frente a la experiencia amarga contemporánea del dominio de los fenómenos sociales sobre el ser humano y la
limitación de la razón humana (las guerras, la explotación social, las
dictaduras sangrientas, la presencia del absurdo como forma de vida).
7.- Esta experiencia contemporánea es decisiva en la comprensión
moderna de cultura, porque aparece como fuente de lo racional y de
lo irracional; también emerge la noción del tiempo y de lo singular. El
sentido y el significado ya no son tan importantes en el estudio de la
cultura, sino la forma como éstos se constituye desde los significantes.
8.- En otras palabras, la antropología subraya que el fenómeno de la
cultura no es tanto un estudio de contenido sino más bien de la estructura generadora de contenidos. La realidad, como mundo de significados, es algo colectivamente construido y en constante construcción.
La cultura llega a entenderse como aquellos sistemas de significaciones por los cuales se ordena y da sentido a la vida en una determinada
sociedad o en un determinado grupo social. Estos sistemas de significación son convencionales y comunes a una colectividad.
9.- De esta manera, la cultura dice relación a los significados compartidos por una colectividad para poder comprender la realidad
como también al sistema generador de significación que explica la
forma de percibir, pensar y actuar sobre la realidad. Por tanto, la
cultura no sólo distingue lo humano de lo animal, sino más importante y decisivo aún es que todo lo humano es cultural en la medida
que el grupo humano necesita dar significado a la realidad social
para poder vivirla y compartirla. Entonces, la cultura es el proceso
mediante el cual la humanidad se representa el mundo, lo interpreta y lo construye, haciendo así comunicable e inteligible su experiencia para los demás.
10.- La cultura es la consecuencia de la dimensión social del ser humano que subraya la necesidad comunicativa para hacer del orden
social un universo de sentido. Es decir, la cultura es un proceso de
significación de la realidad, producto y necesidad de la condición
social y relacional de lo humano. Esta afirmación recalca las siguientes condiciones humanas: (a) La necesidad de vivir en común
en el espacio y en el tiempo; (b) compartiendo una cosmovisión que
conteste preguntas fundamentales sobre el universo y el lugar que
el ser humano ocupa en él; (c) elaborando una pauta de normas y
juicios sobre la conducta para destacar lo deseable y condenar lo
nocivo a la colectividad; (d) esta necesidad hace del lenguaje (proverbios, mitos, cuentos populares, etc.) una expresión de una mentalidad (disposición mental frente a la realidad) común a todos sus
miembros.
11.- Por consiguiente, la cultura otorga un sentido de pertenencia
porque proporciona referentes comunes con otros, dando una sensación de seguridad, de identidad, de dignidad, de formar parte de
un todo más grande en la continuidad con las generaciones pasadas
y en la esperanza de perpetuación en el futuro. De todo esto resulta
claro que la cultura es un proceso constante donde la sociedad es
significada por el grupo humano, pero - a la vez - el individuo es configurado por la sociedad significante.
12.- Resumiendo, la comprensión actual de la cultura puede definirse
como la construcción significativa de la realidad en la relación del
ser humano con la naturaleza (la dimensión técnico-económica), en
la inter-relación del grupo humano organizado como sociedad (la dimensión socio-política), y en la búsqueda de sentido en relación con
la totalidad (la dimensión religiosa).
3. Implicaciones éticas
13.- Esta comprensión de la cultura implica que existe una relación
de necesaria complementariedad entre cultura y ética. Los conceptos de cultura y ética se implican mutuamente ya que al significar la
realidad (cultura) se necesita de un horizonte utópico (ética), y, por
otra parte, el desafío ético precisa de un lenguaje o expresión cultural determinada para poder traducir el “proyecto humano” en una
realidad social. Así, una cultura que descarta la ética está destinada
a desaparecer y una ética que no considera a la cultura está condenada a la irrelevancia.
20.- En la ética cristiana, la solidaridad constituye un concepto teologal: la experiencia de un Dios que se revela solidario conduce a una
vida solidaria. La Sagrada Escritura es la historia solidaria de Dios
con la humanidad y la condición humana de creatura significa la
superación de la mera dependencia por la de responsabilidad en un
contexto dialogal entre Dios y la humanidad.
14.- La ética tiene un papel crítico en toda cultura, porque asume la
tarea de estar alerta para denunciar cualquier intento discriminatorio que margina a un sector de la colectividad por razones que se
justifican en nombre de una comprensión errónea de cultura. Así, por
ejemplo, (a) la comprensión aristocrática que discrimina entre el “culto” y el “ignorante” a partir de un código del conocimiento construido por un grupo social reducido e impuesto a la colectividad; (b) el
prejuicio occidentalista que distingue entre el “mundo culto” como
el privilegio exclusivo de Occidente y el “mundo primitivo” configurado por el resto del mundo; y (c) la dominación de la técnica que
pregona el mundo industrializado como el más culto a partir de la
sola capacidad técnica en contraste con los países pobres.
21.- El don de Dios es su presencia solidaria; la tarea humana es la
construcción solidaria en la presencia de la ausencia. La experiencia
del don se transforma en una tarea debido a la autenticidad de la
misma experiencia. La revelación del Nosotros Trinitario deviene el
presupuesto fundante (el Principio y el Fundamento) del nosotros interhumano. Por ello, la relación de Dios con la humanidad no es tan
sólo una de alteridad, sino primeramente una de inclusión, porque la
filiación común en el Hijo (cf. Ef 1, 5; Rom 8, 14 - 17) comporta la fraternidad con el otro.
15.- Estas comprensiones discriminatorias de la cultura llegan a justificar estructuras sociales opresoras, haciendo aparecer como “normal”, “correcto” y “justo” lo que en definitiva es “anti-humano”, “equivocado” e “injusto”. Este empleo del término cultura como signo y
recurso de discriminación social no pertenece al pasado y aún sigue
vigente en variadas expresiones culturales para justificar la marginación social por razones de color, pensamiento y grupo social.
16.- En la actual cultura de mercado se ha introducido una nueva
discriminación: el poder adquisitivo como reconocimiento social;
es decir, el ser considerado alguien por tener bienes materiales, el
soy porque tengo y, entonces, puedo participar en el mercado. Esta
cultura engendra marginación, justificándola en términos de competencia y mérito, reduciendo al otro a un adversario en el camino
de la vida.
17.- Si la cultura no asume una significación del otro como un sujeto
que tiene derechos inalienables en la sociedad y si no comprende
que cualquiera medida de progreso pasa por la dignificación de todos sus miembros, entonces la cultura engendra dos mundos totalmente desiguales y fruto de la desigualdad. Por ello, la solidaridad
aparece como un imperativo antropológico, no ya como un lujo ético. La solidaridad es hoy más que nunca una condición de existencia
para todos, incluyendo la existencia de uno mismo, debido al grado
de interdependencia a que ha llegado el mundo moderno.
22.- La solidaridad divina se revela como un estar con (el compartir) y
el ser para (el don de sí mismo): “Nadie tiene mayor amor que el que
da su vida por sus amigos” (Jn 15, 13). Esta revelación histórica de Dios
en la vida y la muerte de la Persona de Jesús el Cristo es también la
revelación de la misma vida trinitaria: la solidaridad entre el Padre,
el Hijo y el Espíritu. Dios es Trinidad en cuanto Amor, y es Amor en
cuanto Trinidad. La comunión divina se revela como comunión con
lo humano e invita a lo humano a la comunión.
23.- Por tanto, en la visión cristiana, la solidaridad hunde sus raíces
en el mismo misterio Trinitario porque nos habla de Dios. Simultáneamente, la solidaridad se hace compromiso humano: “como Yo los
he amado, así ustedes ámense también los unos a los otros”, porque
justamente “en esto conocerán todos que son discípulos míos: si se
tienen amor los unos a los otros” (Jn 13, 34 - 35). La experiencia en la fe
de la solidaridad divina se convierte en la instancia ética de la solidaridad en las relaciones con los otros y su estructuración.
24.- La solidaridad no se reduce al concepto de igualdad, porque no
afirma tan sólo el reconocimiento del otro en su alteridad, sino también sostiene la opción de asumir los intereses del otro (individuo
o grupo) como propios y la consecuente responsabilidad colectiva
frente a las necesidades del otro. La solidaridad, por ende, dice relación a una lógica de acción colectiva.
4. Elementos para el discernimiento
18.- La solidaridad constituye una exigencia antropológica en cuanto
la realización del yo sólo es concebible dentro de una red de relaciones con otros; por tanto, sólo la configuración del nosotros permite
la auténtica realización del yo. Es en el encuentro con el otro (humano y Trascendente) que se descubre el yo, para formar un nosotros
situado en el espacio y en el tiempo, conformado por los yo y los tú
en torno a núcleos interpersonales (como en la familia) e institucionales (como miembro de una sociedad).
25.- Si la cultura implica significar grupalmente la realidad, y si la solidaridad constituye una condición de convivencia y una exigencia
de auto realización personal, entonces la solidaridad llega a ser uno
de los ejes principales del ethos cultural en cuanto asume una correcta relación entre el yo y el tú, facilitando la realización personal
de todos y cada uno en el contexto de una convivencia comunitaria.
Pero esto requiere una nueva comprensión de la solidaridad, capaz
de hacer cambiar el pensar y el sentir colectivo (tarea cultural) y una
sensibilidad compasiva (padecer con) capaz de conmoverse frente al
otro necesitado.
19.- Esta comprensión de la solidaridad tiene profundas raíces bíblicas. “Yahvéh dijo a Caín: ¿Dónde está tu hermano Abel? Contestó: No
sé. ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?” (Gn 4, 9). La respuesta de
Caín contrasta radicalmente con la afirmación de Jesús: “En verdad
os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos míos más
pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40). Mientras Caín desconoce a
su propio hermano, Jesús se identifica con los más débiles de la sociedad haciéndose su hermano.
26.- Una ética que se inspira en el horizonte cristiano encuentra en
la categoría de la solidaridad un eje articulador de sentido que ilumina la acción cultural, permitiendo un profundo sentido de pertenencia y, a la vez, de proyecto común. La solidaridad para con el
otro necesitado marca el sentido más profundo de la vida del cristiano, porque es imagen humana de la Solidaridad Divina y tiene
como Maestro a Aquel que entendió su vida como servicio en nombre del Padre.
27.- Pero también, en un contexto de pluralismo, es preciso un decidido empeño a favor de una ética universal. “Imposible sobrevivir sin
una ética mundial”. La modernidad relegó la ética al mundo privado,
pero la ambigüedad de las conquistas humanas (el peligro de una
ciencia sin conciencia; la presencia de una tecnología sin espiritualidad; una industria que descuida el medio ambiente; una democracia
que no se deja guiar por los valores) y la masiva pobreza han mostrado su importancia decisiva, sea a nivel personal (opción) como también a nivel social (mediaciones institucionales y estructurales). Por
ello, es imposible la convivencia humana sin una ética universal. De
todas maneras, si la solidaridad no se asume como un imperativo ético desde la libertad del sujeto (auto obligante) y como ethos cultural
(un anhelo de la sociedad), los intentos serán parciales y frágiles. El
presente y el futuro de millones de seres humanos penden de esta
respuesta individual y grupal.
28.- En el actual contexto de pluralismo cultural y religioso, Johann
Baptist Metz sugiere la categoría de la compasión como fundamento
de universalismo ético.1 La sensibilidad para el sufrimiento de otros
caracteriza la vida de Jesús el Cristo. Justamente, el pecado asume
la forma de ausencia de compasión frente al sufrimiento del otro (la
parábola del Buen Samaritano en Lc 10, 25 - 37).
29.- Esta sensibilidad elemental frente al sufrimiento ajeno permite fundamentar un universalismo ético compatible con el pluralismo. “Frente
a la universalidad procedimental puramente formal, la teología cristiana da prioridad más bien a una universalidad concreta: la universalidad
de la experiencia del sufrimiento”. Es que el universalismo ético no puede ser un simple producto de un consenso, sino está enraizado en el reconocimiento de la autoridad de los que sufren. Y “no se puede separar
la autoridad de Dios de la autoridad de los que sufren” (cf. Mt 25, 31 - 46).
30.- Jesús no enseñó una mística de los ojos cerrados sino una de los
ojos abiertos para poder percibir y preocuparse del sufrimiento de
otros, es decir, una compasión solidaria. Es desde una solidaridad
compasiva2, veraz e incluyente de lo universal humano, que se construye el válido consenso, respetuoso de las diferentes expresiones
culturales, hacia una ethos cultural mundial.
Cf. J.B. METZ, Compasión política: sobre un programa universal del cristianismo en la era del pluralismo cultural y religioso, en: J. ZAMORA (coord.),
Radicalizar la democracia: sociedad civil, movimientos sociales e identidad religiosa, Verbo Divino, Estella 2001, 263-276.
1
Jon Sobrino habla del intellectus amoris o intellectus misericordiae, un amor que asume la parcialidad como principio fundamental y como consecuencia el principio de descentramiento. Cf. J. SOBRINO, El principio misericordia. Bajar de la cruz a los pueblos crucificados, Sal Terrae, Santander
1992, 47-80.
2
INFORME ETHOS
Centro de Ética
Almirante Barroso 10, Santiago.
Teléfono: 2889 7452, Fax: 2692 0302.
Sitio web http://etica.uahurtado.cl (sin
www).
El libro Decisiones Responsables,
una ética del discernimiento (compendio de los 80 primeros Informes Ethos),
está a la venta en Librería Metales
Pesados (www.metalespesados.cl)
Los Informes Ethos no pretenden agotar un tema como
tampoco pronunciar una palabra conclusiva. Su propósito es
poner de relieve la dimensión ética en la discusión sobre temas que inciden en la vida ciudadana. Por ello, no se pretende
pensar éticamente por otros sino estimular a otros para pensar
éticamente.
Los Informes son elaborados por Tony Mifsud s.j., apoyado por
el equipo del Centro de Ética (Verónica Anguita, Directora; Andrés Suárez, Elizabeth Lira).
Esta publicación se financia con aportes de los suscriptores y de la Universidad Alberto Hurtado. Gracias a esta
contribución es posible distribuir un cierto número de
ejemplares en forma gratuita.
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