TFG_-_ABOGACIA_-_SANCHEZ_MALO_JOAQUIN

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Trabajo Final de Graduación
Los daños causados en el Transporte benévolo y la Responsabilidad Civil:
Responsabilidad contractual vs. Responsabilidad extracontractual.
La necesidad de una reforma a través de un Proyecto de Ley
Sánchez Malo, Joaquín
Abogacía
2013
Resumen
El presente Trabajo Final de Graduación está dirigido a mostrar que, ante los daños causados en el
Transporte benévolo, aparecen diferentes posiciones; esto es: si el que transporta es responsable o
no y, en el caso que lo fuera, si la responsabilidad por daños causados en este tipo de transporte es
de carácter contractual o extracontractual. En este sentido, se advierte la ausencia de una
legislación expresa, que lleva a la necesidad de una reforma a través de un Proyecto de Ley. A
pesar de las diferentes posiciones, se demuestra en este TFG que en el supuesto de que con motivo
del transporte benévolo se ocasionen daños al transportado, el transportista benevolente deberá
responder y reparar los daños y perjuicios ocasionados. Asimismo, queda claro que la
responsabilidad derivada de este tipo de transporte, es de carácter extracontractual, debiendo ser
regida por la normativa del sistema aquiliano, reflejado por la mayoría de la Doctrina y la
Jurisprudencia. En el carácter extracontractual, aparece otra controversia; esto es, si la
responsabilidad civil por los daños ocasionados en el transporte benévolo es subjetiva u objetiva,
y por consiguiente si debe aplicarse el Artículo 1109 C.C. o 1113 C.C. Se concluye, que dicha
responsabilidad es de carácter subjetiva, consistente en la imputación por culpa, debiendo la
víctima probar la culpa del conductor en la ocasión de los daños para que opere la responsabilidad
de este último, tal cual como lo sostiene la Jurisprudencia a lo largo del país, y siendo aplicable el
Artículo 1109 C.C. Más allá de los aportes de los Proyectos de Reforma del Código Civil -1998 y
2012- y que han innovado en materia de transporte, al no haberse regulado en forma clara y
suficiente el transporte benevolente, resulta necesario llevar a cabo un Proyecto de Ley. Reformar
algunas cuestiones e incorporar una sección relativa al transporte benevolente, lo cual es
solicitado por la Doctrina desde ya hace largo tiempo, es necesario por la difusión que tiene este
tipo de transporte en estos días y contar así no sólo de Doctrina y Jurisprudencia sino de
Legislación expresa al respecto.
Palabras clave: el derecho de daños, la responsabilidad civil, encuadramiento contractual,
encuadramiento extracontractual, el Proyecto de Reforma del Código Civil de 1998 y de 2012,
Proyecto de Ley.
Abstract
This final project is aimed at showing that, given the damages caused in benevolent transport ,
different positions emerge that is to say, if the carrier is responsible or not and , in case they were,
if responsibility for the damages caused by this type of transport is either in the contract or not. .
In this regard, the absence of explicit legislation is noted, which leads to the need of updating
through a bill. Despite the different positions, this study also shows that assuming that as a result
of benevolent transport some damages are inflicted to the people being transported the carrier
must respond and repair the damages caused. It is also clear that the liability resulting from this
type of transport is contractual in nature and must be governed by the rules of the aquiliano
system, reflected by most of the Doctrine and Jurisprudence. In the extracontractural carácter,
there is another controversy , that is, if the civil liability for damages caused in benevolent
transport is subjective or objective , and therefore whether to resort to Article 1109 CC or 1113
CC. It is concluded that such liability is subjective in nature , involving the imputation of guilt,
the victim having to prove the the driver’s guilt in the chance of damages to operate the
responsibility of the latter, as it is argued by the Jurisprudence throughout the country , and to
apply Article 1109 CC Beyond those contributions from projects to reform the Civil Code -1998
and 2012 - and innovations in matters of transport , since there is no regulation to benevolent
transport, it is necessary to carry out a Project to change the laws and incorporate a section for
benevolent transport , something that has been required by the Doctrine for a long time and it is
essential because of the spreading of this type of transportation these days.
In this way, there will be not only Doctrine and Jurisprudence but also laws to regulate it. .
Keywords: contractural law, civil liability, contractual framework, contractual framework ,
amendment of the Civil Code of 1998 and 2012, Law.
|Indice
|
|Introducción
|Objetivo General
|Objetivos Específicos
|
|Capítulo 1: El derecho de daños y la responsabilidad civil
|1.1. El derecho de daños
|1.2. Responsabilidad Civil
|1.2.1. El daño
|1.2.2. La antijuridicidad
|1.2.3. Relación de causalidad
|1.2.4. Factor de atribución
|1.3. Responsabilidad contractual vs. Responsabilidad
|extracontractual
|
|Capítulo 2: La doctrina en el transporte benévolo
|2.1. Conceptualizaciones
|2.2. Diferencias entre el transporte benévolo y el oneroso
|2.3. Los daños causados en el transporte benévolo
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2.3.1. Encuadramiento contractual
|
2.3.2. Encuadramiento extracontractual
|2.4. El Código Civil en vigencia
|
|Capítulo 3: La jurisprudencia nacional y provincial relativa al
|transporte benévolo
|3.1. Nociones generales
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3.1.1. Corte Suprema de Justicia de la Nación
|
3.1.2. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil
|
3.1.3. Jurisprudencia de los distintos tribunales de la
|Provincia de Buenos Aires
|
3.1.4. Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de
|Córdoba
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|Capítulo 4: Los Proyectos de Reforma del Código Civil de 1998 y
|2012. El tratamiento del transporte. Una nueva regulación para el
|transporte benévolo a través de un Proyecto de Ley
|4.1. El Proyecto de Reforma del Código Civil de 1998
|4.2. El Proyecto de Reforma del Código Civil de 2012
|4.3. Análisis crítico del contenido de ambos proyectos
|4.4. El Proyecto de Ley
|
|Conclusiones
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|Bibliografía
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Introducción
Las personas, en la vida diaria, se encuentran en la necesidad de trasladarse de un lugar a
otro por diferentes motivos, ya sea por trabajo u otras obligaciones, o por mero entretenimiento.
Ese traslado que llevan a cabo los seres humanos puede hacerse simplemente caminando o a
través medios de transporte, los cuales, en la actualidad debido a los grandes avances
tecnológicos, son más utilizados permitiendo recorrer grandes distancias en un menor tiempo y
con mayores comodidades.
Así para trasladarse, por lo general, se usa el propio automóvil o en su defecto se abona el
traslado. Sin embargo, existe otra forma de viaje, muy utilizada actualmente, que se produce
cuando el conductor, dueño o guardián de un vehículo consiente en llevar o conducir a otra
persona por un acto de mera cortesía y en forma gratuita, es decir, sin que medie una
contraprestación por parte del transportado. Esto es lo que se denomina transporte benévolo, y
contemporáneamente se lo hace con mayor frecuencia por la difusión del uso del automóvil y de
otros medios de transporte similares.
A pesar de la frecuencia con se utiliza el transporte denominado benévolo, no existe
legislación expresa referida a este tipo de transporte. Entonces, cuando ocurre algún accidente con
motivo del transporte surge, como interrogante, si el conductor benévolo es responsable o no por
los daños causados al transportado. Existiendo únicamente en el Derecho de Daños el principio de
que, todo daño injustamente causado debe ser reparado, en principio el transportista benévolo
debería ser responsable por los daños ocasionados.
Sin embargo, tanto en la Doctrina como en la Jurisprudencia hay diversas posiciones. Por
su parte, hay quienes sostienen que el conductor benévolo no es responsable con el fundamento de
que el transporte efectuado de esta manera es un hecho social que no engendra efectos jurídicos.
Otra posición, por el contrario, considera que sí es responsable, existiendo vínculo contractual
entre las partes, y que el que ha sufrido los daños tiene una acción derivada del incumplimiento
contractual. A su vez, hay quienes consideran que esta figura no puede ubicarse en el terreno de
los contratos, y por consiguiente, dicha situación debe resolverse con las normas atinentes a la
responsabilidad extracontractual actualmente vigente en el Código Civil, según se sostenga que
debe probarse la culpa del demandado o rige la presunción de culpabilidad del dueño o guardián
del vehículo por el riesgo o vicio de la cosa, respectivamente. De esta forma, a partir de observar
las diferentes posiciones, puede verse la complejidad que acompaña a esta temática, lo cual
justifica su elección como objeto de estudio en este Trabajo Final de Graduación.
Por esto, el problema de investigación se plantea como sigue: Si ante los daños causados
en el Transporte benévolo –en el marco de la Responsabilidad Civil- aparecen diferentes
posiciones; esto es: si el que transporta es responsable o no y, en el caso que lo fuera, si la
responsabilidad por daños causados en este tipo de transporte es de carácter contractual o
extracontractual, la ausencia de una legislación expresa lleva a la necesidad de una reforma a
través de un Proyecto de Ley.
A partir del problema planteado, los objetivos se delinean como sigue:
Objetivo General
- Determinar si el transportista benévolo es responsable por los daños causados en ocasión
del transporte benevolente y si esto corresponde al campo contractual o extracontractual para
promover una reforma a través de un Proyecto de Ley.
Objetivos Específicos:
- Indagar sobre los aportes del Derecho de Daños y la
Responsabilidad Civil.
- Realizar el estudio de lo que establece la Doctrina sobre el
transporte benévolo.
- Analizar la Jurisprudencia nacional y provincial.
- Comparar los Proyectos de Reforma del Código Civil de 1998 y 2012 en relación al tema
del transporte.
- Introducir una nueva regulación para el transporte benévolo a través de un Proyecto de
Ley.
La metodología que se utilizará a los fines de desarrollar el presente Trabajo Final de
Graduación es mixta de tipo cualitativo, dado que, no pretende exhaustividad estadística sino más
bien, profundización de los aspectos teóricos que refieren a la problemática planteada. Para ello,
se hace necesaria una recopilación y análisis de datos bibliográficos a los fines de ampliar el
conocimiento sobre la temática abordada.
En el Capítulo 1, se abordan conceptos clave tales como: Derecho de Daños,
Responsabilidad Civil, responsabilidad contractual, responsabilidad extracontractual. En el
Capítulo 2, se profundiza sobre los aportes de la Doctrina referidos al transporte benévolo,
presentando conceptos y diferenciando el transporte benévolo de otros tipos, para llegar a la
diferenciación de las posturas contractual y extracontractual en esta temática, en el marco del
Código Civil vigente. En el Capítulo 3, se analiza dicha temática en el marco de la Jurisprudencia
nacional y provincial, particularmente en las Provincias de Buenos Aires y Córdoba. En el
Capítulo 4, se describen los Proyectos de Reforma del Código Civil de 1998 y 2012, para luego
compararlos, en relación al tema del transporte; para concluir con la introducción de un Proyecto
de Ley. Por último, se arriba a unas conclusiones que surgen de este abordaje sobre la temática
planteada.
En la actualidad, variados son los factores que remarcan la importancia de este tipo de
transporte y esto es debido a –entre otros- la expansión de las ciudades y por consiguiente los
largos trayectos por recorrer, el cambio en la sociedad con respecto al trabajo de la mujer, los
grandes costos de los medios de transporte. Esta realidad ha dado lugar a situaciones en las cuales,
por ejemplo, las madres que llevan a sus hijos a la escuela acepten por un acto de cortesía llevar a
los hijos de sus vecinos o amigos; o donde los padres decidan que sus hijos sean llevados de viaje
por los padres de sus amigos; o una de las formas más usuales de transporte benévolo que se lleva
a cabo mediante el llamado ‘hacer dedo’. Esta frecuencia en el uso, ha provocado que se
acrecienten los riesgos que este tipo de transporte implica. Por lo expresado queda manifiesta la
relevancia del tema elegido para este Trabajo Final de Graduación.
Capítulo 1: El Derecho de Daños y la Responsabilidad Civil
Dentro de este primer capítulo, se van a volcar los aspectos teóricos que proceden de la
doctrina, a tener en cuenta para un buen encuadre del presente trabajo de investigación,
circunscrito al campo del Derecho Civil, rama a la cual pertenece el Derecho de Daños. Su objeto
de estudio es la responsabilidad, que en sentido amplio, puede ser definida como la obligación que
recae sobre determinada persona de reparar los daños ocasionados a otra, teniendo como
fundamento el principio de que todo daño injustamente causado a otro debe ser reparado. Es muy
importante comprender con claridad la misma, ya que lo que se va a intentar explicar a lo largo de
este Trabajo Final de Graduación es cómo opera la responsabilidad en el transporte benévolo
cuando, como consecuencia de éste, se produzca algún siniestro.
1.1. El derecho de daños
La doctrina, tal como lo considera López Herrera, no es unánime con respecto al alcance
de la expresión ‘Derecho de Daños’. Por un lado, se utiliza como sinónimo de Responsabilidad
Civil, entendiendo por tal a la obligación de reparar todo daño injustamente causado a otro. Por
otro lado, se entiende dicha expresión con un sentido más amplio, comprendiendo no sólo las
cuestiones atinentes a la reparación del daño, sino también a lo vinculado a la prevención y
punición del mismo, caracterización correcta del Derecho de Daños. Es un Derecho tanto a la
preservación como a la reparación.
Por lo cual, puede verse que el Derecho de Daños tiene tres funciones fundamentales a
saber: preventiva, resarcitoria y punitiva.
La primera de ellas es la más importante, y consiste en impedir que se cause un daño a otro
o que se agrave el ya causado. En este tipo de función, el Derecho de Daños se caracteriza por su
actuación ex ante de que el daño se produzca, de evitación de que el perjuicio suceda. Existen dos
formas de prevención, por un lado, la general o indirecta, consistente en la amenaza de una
consecuencia legal en el supuesto de ocasionar un daño a otro, en sentido amplio; y por el otro, la
específica o directa, que refiere a un contexto de determinadas actividades que suelen ser
riesgosas o peligrosas, implementándose mecanismos adecuados a impedir el daño o que se
agrave el mismo. (López Herrera, 2006)
La función resarcitoria o compensatoria, es la más importante de las funciones de la
responsabilidad civil, y se refiere a aquella que nace cuando el daño no se ha podido evitar y por
lo tanto ha sido causado, generando así la obligación de reparar -como ya se mencionara-, con el
objeto de lograr el restablecimiento del equilibrio preexistente alterado por el hecho dañoso. Con
esta función, el Derecho de Daños interviene ex post, es decir, después del hecho causante del
daño. (López Herrera, 2006)
Y por último, la función punitiva o sancionatoria es aquella que surge cuando con el hecho
lesivo su autor obtiene lucros que superan el costo de la indemnización por la cual se busca la
reparación, por lo tanto ese beneficio no puede ser retenido por el dañador, y corresponde que se
lo condene a su pago. (López Herrera, 2006)
Además, cabe destacar, que el denominado Derecho de Daños posee una función
secundaria, que se suma a las principales o fundamentales ya mencionadas, que es la
demarcatoria. Ella implica que este Derecho que tiene como objeto de estudio a la responsabilidad
civil, tiene una función demarcatoria entre lo que está permitido de lo que se encuentra prohibido
por lo norma, aunque aquello no se encuentre tipificado. (López Herrera, 2006)
A su vez, es de destacar, que en materia de Derecho de Daños emanan, del aporte de la
Doctrina, de la normativa vigente y de la Jurisprudencia, determinados principios fundamentales
cuya consideración resulta de suma utilidad. Tales son:
- Naeminem laedere o alterum non laedere: Significa no dañar a
nadie o no dañara otro. Es un principio de origen romano y de
raigambre constitucional, que se encuentra receptado en el
Artículo 19[1] de la Carta Magna, y establece que una persona al
actuar de ningún modo debe perjudicar a terceros y ocasionarles
daños, caso contrario surge a favor de los mismos el derecho a
ser reparado por los perjuicios sufridos. (López Herrera,2006)
- Necesidad de un factor de atribución: Para que opere la
Responsabilidad Civil, es necesario un factor de atribución,
entendido éste como el factor axiológico que justifica que la
obligación de reparar por ocasionar algún tipo de daño sea
atribuida al responsable, ya sea subjetivo u objetivo.
- Principio de reserva: Expresa que no hay deber ni trasgresión
sin norma que lo imponga -Artículo 19 C.N.-. Opera la regla de
que todo daño se reputa antijurídico salvo que medie causa de
justificación. Principio que posee una correlación con la función
demarcatoria del Derecho de Daños. (López Herrera, 2006)
- Principio de prevención: Según éste, toda persona debe adoptar
las medidas necesarias para evitar un daño o también aquellas
ineludibles para disminuir su magnitud o gravedad; derivado de
la función preventiva mencionada ut supra.
- Principio de reparación plena o integral: Refiere a la necesaria
proporción o equivalencia desde el punto de vista jurídico que
debe mediar entre el daño y la reparación, es decir, que la
reparación debe ser acorde al daño sufrido.[2]
1.2. Responsabilidad Civil
En el Derecho de Daños, el objeto de estudio es la responsabilidad, y puede verse como la
reacción jurídica contra un perjuicio injusto. Puede ser definida como la obligación que recae
sobre determinada persona de reparar los daños ocasionados a otra, es decir, asumir las
consecuencias nocivas injustas que sufren determinadas personas con motivo de un accionar
lesivo a sus intereses, teniendo como fundamento el principio de que todo daño injustamente
causado a otro debe ser reparado. (Bustamante Alsina, 1997)
También, la Responsabilidad Civil puede conceptuarse como el deber que tienen los
hombres de dar cuenta de sus actos cuando ellos se traducen en un daño material, o sea
susceptible de valor económico. (Bustamante Alsina, 1997, p. 159)
Para mayor profundización, puede verse, según Corral Talciani, que la responsabilidad
puede verse como la necesidad efectiva, o eventual, en que se encuentra una persona de hacerse
cargo de las consecuencias gravosas de un acto que se le atribuye como propio. (Citado por López
Herrera, 2006)
Es de destacar que la Responsabilidad Civil por daños tiene determinados presupuestos o
elementos que integran el supuesto fáctico condicionante de consecuencias jurídicas con motivo
de la producción de perjuicios. Según Bustamante Alsina, ellos son: el daño, es decir, el
menoscabo o pérdida de un bien o interés jurídicamente protegido comprendiendo no sólo el daño
efectivo sino también el peligro de que suceda; la antijuridicidad, que es la contradicción externa
entre la conducta y el ordenamiento jurídico en su totalidad; la relación de causalidad, que hace
referencia al elemento que vincula directamente el daño con el hecho e indirectamente con el
elemento de atribución subjetiva u objetiva; y por último, el factor de atribución, que es el
elemento valorativo en virtud del cual se imputan las consecuencias dañosas del incumplimiento
contractual o de un hecho ilícito a una determinada persona. (Bustamante Alsina, 1997)
A continuación, se exponen ampliados estos conceptos.
1.2.1. El daño
El daño constituye uno de los elementos esenciales y básicos de la responsabilidad, y
puede ser definido como el menoscabo o pérdida de un bien o interés jurídicamente protegido
comprendiendo no sólo el daño efectivo sino también el peligro de que suceda. Para el derecho el
daño que interesa es aquel que atenta contra los intereses ajenos. (Bustamante Alsina, 1997)
Para que el daño sea resarcible debe contar con determinados requisitos, los cuales son
indispensables para que el mismo se considere existente, ya que en el supuesto de faltar alguno de
ellos, no habrá daño y por lo tanto no podrá configurarse la responsabilidad. Estos requisitos son:
cierto, personal, lesivo de un simple interés no ilegítimo y subsistente.
Que el daño sea cierto, refiere a que resulte comprobable y constatable su existencia, ya
que un daño hipotético no es capaz de generar ningún tipo de consecuencia resarcitoria. Al decir
personal, este requisito implica que el daño debe afectar personalmente al accionante; ya sea de
modo directo, cuando el titular del interés jurídicamente protegido afectado es la propia víctima, o
indirecto cuando el perjuicio propio del accionante deriva de la lesión de intereses de un tercero.
Además, con respecto al tercer requisito mencionado con anterioridad, cualquier interés no es
idóneo para configurar el daño resarcible, sino que debe tratarse de un interés tutelado por la ley,
es decir, un interés jurídico que no contraríe la ley. Por último, el daño no debe haber
desaparecido al momento en que debe resarcirse, siendo así subsistente. (Bustamante Alsina,
1997)
1.2.2. La antijuridicidad
La antijuridicidad puede conceptuarse como la contradicción externa entre la conducta y el
ordenamiento jurídico, entendido éste en su totalidad, con independencia de la culpabilidad del
agente. Es uno de los presupuestos de la responsabilidad, que junto al daño, relación de causalidad
y el factor de atribución, generan la obligación de resarcir. (Bustamante Alsina, 1997)
Se caracteriza por ser objetiva, ya que no depende de cuestiones vinculadas con los sujetos
sino de conformidad del acto con el derecho objetivo. Es genérica, propia del campo civil, debido
a que comprende un sin número de acciones. Al afectar al orden jurídico en su totalidad es única,
y otra de sus características, es ser expresa, lo que refiere a que el acto antijurídico debe ser
expresamente prohibido por la ley tal como surge del Artículo 1066 C.C.[3] y 1074 C.C.[4],
haciendo referencia a la acción y omisión respectivamente.
En la responsabilidad por daños, la antijuridicidad no tiene en vista al agente sino a la
víctima. Como ya se expresara, es primordial tener en cuenta el principio imperante en el derecho
de daños naeminem laedere -no dañar a nadie- o alterum non laedere- no dañar a otro- ya que
todo daño injusto es ocasionado por una acción u omisión antijurídica que lesiona un interés
merecedor de tutela y a la vez, viola el deber genérico de no causar un daño a nadie u a otro.
Al mencionar con anterioridad el carácter expreso de la antijuridicidad, es conveniente
resaltar que en materia civil, a diferencia de la penal, no se requiere un catálogo cerrado de
prohibiciones tipificadas ya que como el campo civil conjuga un sin número de situaciones es
prácticamente imposible tipificar tal amplitud. Por lo cual, a partir del mencionado principio que
prohíbe causar daños a otro en su persona o en sus bienes, puede suplirse tal circunstancia.
1.2.3. Relación de causalidad
La relación de causalidad es un elemento que configura uno de los presupuestos para que
la Responsabilidad Civil se origine, y por el cual se vincula el daño con el hecho en forma directa,
e indirectamente con el factor de atribución subjetivo u objetivo. Es la conexión necesaria que
debe mediar entre el accionar humano y el resultado dañoso producido. (Bustamante Alsina,
1997)
Este elemento posee una doble función en la responsabilidad por daños. En primer lugar,
permite determinar cuándo una consecuencia dañosa es atribuible materialmente a la acción de un
determinado sujeto, logrando así individualizar el sujeto que debe responder. Y en segundo lugar,
brinda aquellos parámetros objetivos indispensables que deben tenerse en cuenta a la hora de
analizar la extensión del resarcimiento, ya que en nuestro sistema dicha extensión se rige por la
relación de causalidad y no por la culpabilidad, salvo en caso de dolo donde el factor subjetivo de
atribución puede establecer una mayor extensión de la reparación.
Con el objeto de dejar bien en claro este presupuesto de la Responsabilidad Civil, puede
verse que con la relación de causalidad lo que se busca es establecer en qué circunstancias y
cuándo un daño debe ser atribuido desde el punto de vista objetivo al accionar de determinada
persona. Este análisis que se lleva a cabo, es previo a la determinación de la culpabilidad, se
valora en abstracto y es ex post facto, lo que quiere decir que se tiene en cuenta lo que acostumbra
a suceder regularmente, conforme al curso normal y ordinario de las cosas. (Bustamante Alsina,
1997)
A lo largo del tiempo, se han ido desarrollando diferentes teorías sobre la causalidad, las
cuales han ido evolucionando en sus contenidos hasta hacer prevalecer en la actualidad la teoría
de la causalidad adecuada, adoptada por el Código Civil Argentino. Dicha teoría considera a todas
las condiciones que contribuyen a la producción de un determinado resultado en abstracto, y
selecciona como causa aquella que es condición necesaria e idónea para producir el resultado
conforme al curso normal y ordinario de las cosas, es decir, de acuerdo a las reglas de la
experiencia.
1.2.4. Factor de atribución
Este elemento, junto con los restantes presupuestos mencionados con anterioridad, es el
último necesario para que exista la llamada responsabilidad por daños a la que ya se ha referido.
El factor de atribución es un elemento de valoración por medio del cual el ordenamiento
jurídico dispone imputar las consecuencias perjudiciales de un determinado actuar a una
determinada persona, constituyendo así la razón que justifica la responsabilidad. (Bustamante
Alsina, 1997)
En los primeros tiempos del Derecho, no se distinguía entre factores de atribución
subjetivos u objetivos, sino que para que un sujeto sea responsable era imprescindible haber
actuado con imprudencia, negligencia, impericia o dolo, es decir, no había responsabilidad sin
culpa en sentido amplio. Pero se ha ido produciendo una evolución de los factores de atribución
hasta llegar a la actualidad, donde se ha objetivado la Responsabilidad Civil.
Por lo cual, se puede distinguir dos tipos de factores de atribución:
• Subjetivos: Son aquellos que se vinculan con la culpabilidad en sentido amplio, es
decir, cuando el sujeto ha obrado con culpa- imprudencia, negligencia o impericiao dolo- con la intención de ocasionar un daño-. Son aquellos que se caracterizan
por reprochar la conducta del responsable.
• Objetivos: Los factores de atribución objetivos justifican la responsabilidad sin
tener en cuenta la subjetividad del responsable, es decir, que apoyan o sustentan la
misma en un motivo diferente a la culpa o al dolo. Por ejemplo: el riesgo creado.
1.3. Responsabilidad contractual vs. Responsabilidad extracontractual
El C.C. establece dos grandes órbitas de responsabilidad: una de carácter específico,
denominada contractual, y la otra de carácter residual, que es la responsabilidad extracontractual.
La primera de ellas se da cuando existe un vínculo anterior entre el responsable del daño -deudory la víctima -acreedor-, y el daño resulta del incumplimiento o mal cumplimiento de la obligación.
Por su parte, la responsabilidad extracontractual es independiente de una obligación preexistente y
deriva de la violación al deber genérico de no dañar a nadie. (Bustamante Alsina, 1997)
Esto es muy importante de tener en cuenta debido a que al haber grandes diferencias
entre ambos regímenes, si la responsabilidad es considerada contractual, en materia de prueba la
culpa se presume y el acreedor no debe probar la culpa del deudor; en la extensión del
resarcimiento el deudor sólo responde por los daños que sean consecuencia inmediata y necesaria
de la falta de cumplimiento tal como lo establece el Artículo 520 C.C[5]; con respecto a la mora la
interpelación es necesaria cuando no hubiera plazo expresamente convenido por lo cual si hay
plazo determinado la mora es automática; el plazo de prescripción de la acción por daños es de
diez años; en relación al discernimiento los menores comprometen su responsabilidad contractual
desde los catorce años en aquellos casos que la ley les reconozca capacidad para contratar; el
factor de atribución es subjetivo consistente en la imputación por culpa; y por último, en el caso
de que se produzcan daños por el incumplimiento contractual, el juez podrá condenar al
responsable a la reparación del daño moral que se hubiese causado- es una facultad que posee el
juez. (Bustamante Alsina, 1997)
Por el contrario, si la responsabilidad es considerada extracontractual, en materia de
prueba la víctima debe probar la culpa del autor del daño, se debe responder no sólo por los
daños que sean consecuencia inmediata sino también por aquellos que sean consecuencia
mediata siempre y cuando el autor los previó o pudo preverlos empleando la debida atención y
conocimiento de las cosas, la mora es automática y se produce de pleno derecho, la acción por
daños prescribe a los dos años, con respecto al discernimiento la responsabilidad aquiliana exige
que el menor tenga diez años, el factor de atribución puede ser subjetivo u objetivo, y el
responsable además de indemnizar el daño material ocasionado, a su vez, debe reparar el agravio
moral sufrido por la víctima. (Bustamante Alsina, 1997)
A su vez, es necesario mencionar, que el C.C. permite al damnificado optar por uno u
otro régimen, ya sea eligiendo la vía contractual o extracontractual, de acuerdo a lo que sea más
conveniente a sus intereses, teniendo en cuenta las diferencias existentes entre ambas órbitas
comentadas ut supra. Por lo general, esa opción va a ser una u otra teniendo en miras la extensión
del resarcimiento o la prescripción de la acción.
Sin embargo, en la doctrina, entre ellos Trigo Represas y Alterini[6], existe una tendencia
a la unificación legislativa de ambas órbitas de responsabilidad, la cual se ve manifestada en
diferentes proyectos de unificación de la legislación civil y comercial, como el de 1987 y el de
1998. A su vez, en el actual Proyecto de Reforma del Código Civil del año 2012, se realiza -de
hecho- la unificación de los regímenes de responsabilidad civil contractual y extracontractual,
solución que, como ya se expresara, ha reclamado la doctrina desde ya hace un largo tiempo. Por
lo expresado, se sostiene desde aquélla, que se superarían los múltiples problemas que generaba la
existencia de un sistema de Responsabilidad Civil con dos grandes órbitas con diferentes
regulaciones para cada una, sobre todo en materia de prescripción de acciones y con respecto a las
consecuencias indemnizables.
En el próximo Capítulo se presentan los aportes de la doctrina para completar el marco
teórico que refiere al transporte benévolo.
Capítulo 2: La doctrina en el transporte benévolo
2.1. Conceptualizaciones
En la actualidad, como ha sido mencionado en un primer momento, las personas se ven en
la necesidad de trasladarse de un lugar a otro por diferentes motivos. Sostiene con razón,
Leonardo A. Colombo: “El hecho abunda no sólo en las ciudades, sino sobre todo en las regiones
apartadas y en las carreteras rurales, donde es común que quienes poseen vehículos conduzcan
en ellos a sus vecinos y amigos.” (Citado por Sagarna, 1997, p.2)
Este traslado se lleva a cabo mediante la utilización de diferentes tipos de medios de
transporte, por lo general utilizando el propio automóvil o abonando el traslado. Pero debido a
muchos factores tales como la expansión de las ciudades y por consiguiente los largos trayectos
por recorrer, el cambio en la sociedad con respecto al trabajo de la mujer, los grandes costos de
los medios de transporte, entre otros; se han materializado situaciones que muestran la existencia
de un nuevo tipo de transporte, el llamado transporte benévolo.
Siguiendo a Sagarna, puede definirse dicho tipo de transporte como:
Todo aquél que se produce cuando el conductor o responsable de un vehículo
invita (propiamente dicho) o acepta (complaciente) conducir a una persona o a un objeto
de un lugar a otro, por simple acto de cortesía y sin que se otorgue, se realice o se
abstenga de hacer algo como forma de contraprestación por el traslado. (1997, p.2)
De la conceptualización referida pueden caracterizarse los requisitos necesarios para que
se constituya este transporte benevolente, que siguiendo a Sagarna (1997) se resumen en cuatro.
En primer lugar, debe haber una manifestación de voluntad del transportista por la cual
acepte o invite a una tercera persona a conducirlo hacia otro lugar. Esta manifestación admite dos
modalidades: la que se hace aceptando la propuesta del tercero para que se lo lleve o invitando al
tercero a conducirlo, en cuyo caso la propuesta es formulada por el propio conductor o
transportista benévolo.
En segundo lugar, esa aceptación o invitación del conductor del vehículo debe ser hecha
por mera cortesía, es decir, como acto de generosidad. La propuesta debe ser hecha con el único
ánimo de hacer un favor y sin haber ningún tipo de interés por parte de quien conduce el vehículo
gratuitamente, es decir, debe haber un animus beneficendi en el conductor.
En tercer lugar, otra de las condiciones necesarias para se configure este tipo de transporte
es que no haya entre el transportista y el transportado vínculo o relación jurídica alguna, ya que en
caso de ser así, dicho transporte va a ser considerado como un accesorio de la relación principal.
Aquí, lo que tiene que tenerse en cuenta a la hora de dilucidar si existe transporte benévolo
cuando media una relación jurídica entre las partes, es el carácter habitual o no del mismo; si es
habitual no corresponde hablar de transporte benevolente, por el contrario si se lleva a cabo en
forma eventual, no hay razón para negarle ese carácter.
Por último, el cuarto de los requisitos es la ausencia de contraprestación por parte del
transportado. No debe haber contraprestación de ningún tipo, ni de dar, ni de hacer, ni de no
hacer. Caso contrario, en el supuesto de existir algún tipo de contraprestación por parte del
conducido, desaparecería el animus beneficendi, requisito necesario ya mencionado, y por
consiguiente, no podría hablarse de transporte benévolo.
Así lo considera de igual manera Kemelmajer de Carlucci, quién establece que los
elementos distintivos del transporte benévolo deben sistematizarse en cuatro puntos a saber:
voluntad del conductor de llevar a otro sea por pedido o invitación; traslado independiente de toda
relación jurídica; animus beneficendi por parte del conductor; y ausencia de contraprestación por
parte del transportado. (Citada por López herrera, 2006)
Por otra parte, con el objeto de echar luz y que no se confunda la figura del transporte
benévolo, es necesario distinguirlo con el denominado transporte gratuito y con el clandestino. En
primer lugar, al caracterizar al transporte benévolo como gratuito, se ha creado una confusión
entre éste último y el transporte gratuito propiamente dicho. Si bien, ya ha quedado bien en claro
que uno de los requisitos para que se configure el transporte benevolente es la ausencia de
contraprestación y por consiguiente la gratuidad en el traslado, el animus beneficendi presente en
aquél, debe estar ausente en el denominado transporte gratuito. El transporte gratuito es el que se
lleva a cabo sin mediar ningún tipo de contraprestación pero en base a una relación jurídica o de
algún tipo de interés por parte del conductor. Por ejemplo, el caso de los policías que viajan
gratuitamente en los medios de transporte públicos. Por lo cual, puede decirse que la gratuidad es
una característica del transporte benévolo, pero no todo transporte gratuito es benévolo. (Sagarna,
1997)
Y, en segundo lugar, el transporte benévolo no debe confundirse con el clandestino, puesto
que, a pesar de que en ambos el traslado se caracteriza por ser gratuito, el clandestino es aquél en
el cual el transportado no abona el traslado por el hecho de que se ha subido al vehículo sin
conocimiento del conductor o dueño del mismo, a diferencia del benévolo, en el que se requiere
que haya una invitación por parte del transportador o en su defecto un pedido por parte del
transportado para que se lleve a cabo el traslado.
2.2. Diferencias entre el transporte benévolo y el oneroso
En relación a las diferencias en la regulación de un tipo de transporte y otro, refiriéndose al
transporte benevolente y al oneroso, puede verse que las mismas se basan principalmente en la
aplicación de distintos sistemas de responsabilidad; ya que por un lado, el transporte terrestre
oneroso se caracteriza por ser de carácter contractual; mientras que por el contrario, en el
denominado transporte benévolo, la responsabilidad civil por daños es de base extracontractual, lo
cual ya ha sido explicado en este Trabajo Final de Graduación, en los momentos oportunos.
Con el objeto de dejar bien en claro al lector sobre cuáles son las diferencias principales en
relación a la regulación de uno y otro supuesto, y a pesar de haber sido tratados ambos tipos de
transporte por separado y de forma completa, resulta necesario llevar a cabo una comparación
entre estos diferentes tipos de transporte terrestre de personas, lo cual se detalla a continuación.
En primer lugar, en el transporte oneroso, en el caso de que con motivo del mismo se
produzcan daños al transportado, la responsabilidad del transportista además de ser de carácter
contractual, es objetiva, igual a la consagrada por el Artículo 1113[7] C.C, independiente de toda
idea de culpa, y tiene fundamento en el riesgo creado por el transporte. Por su parte, en el
transporte benévolo la responsabilidad por los daños ocasionados resulta ser totalmente contraria,
de carácter extracontractual y subjetiva, consistente en la imputación por culpa, teniendo en
cuenta la posición a la que se adhiere al respecto, tal como ya se explicó en el Capítulo 1, siendo
aplicable el Artículo 1109[8] C.C.
En segundo lugar, en materia de prueba, puede verse que en el transporte oneroso de
personas, se presume la culpa del transportador o empresa transportista, no debiendo probar el
pasajero que ha sufrido los daños la culpa del mismo, debiendo demostrar únicamente la
existencia del daño y que el mismo se produjo durante el transporte para poder conseguir la
indemnización. Por el contrario, desde la tesis a la que se adhiere, en el transporte benevolente, la
culpa del conductor no se presume, sino que la víctima debe probar la misma para que opere la
responsabilidad por los daños causados, esto se debe al carácter gratuito y de cortesía de dicho
tipo de transporte, como ya ha sido mencionado en varias ocasiones.
Además, en este apartado, es de gran importancia mencionar las diferencias entre el
transporte oneroso y el benévolo en relación a las causas de eximición de responsabilidad. En el
primero de ellos, al presumirse la responsabilidad del transportador, éste sólo puede eximirse de
responsabilidad demostrando la incidencia de una causa ajena, siendo tres las causas que lo
llevarían a eximirse: el caso fortuito o de fuerza mayor, la culpa de la víctima o la culpa de un
tercero por quién no se debe responder, no siendo suficiente probar la no culpa propia. En cambio
y a diferencia del anterior, en el segundo de ellos como la víctima es la que debe probar la culpa
del transportista, en principio éste no debe eximirse esperando a que la misma logre probar su
culpa, pero en el caso que quiera eximirse de responsabilidad, le basta con demostrar su no culpa
en la causación de los daños.
Por otro lado, y para profundizar aún más, con respecto al plazo de prescripción en el
transporte oneroso se ha establecido como doctrina legal obligatoria que no corresponde aplicar
la prescripción anual del Artículo 855[9] C. Com., a la acción indemnizatoria que se deduce
contra el conductor del transporte, por lo cual, cabe aplicar el plazo de prescripción de 10 años,
propio de la responsabilidad contractual. Mientras, que en el transporte oneroso, al regirse la
responsabilidad por el ámbito extracontractual, el plazo de prescripción es de 2 años.[10]
A partir de lo dicho, puede verse que, en general, a la hora de analizar qué debe hacerse
ante un supuesto u otro, estos tipos de transporte son totalmente contrarios. Sin embargo, éstos
poseen una coincidencia o semejanza, que es la falta de regulación expresa por parte del Código
Civil de la República Argentina, por la antigüedad y falta de correspondencia del Código vigente
con la realidad actual.
2.3. Los daños causados en el transporte benévolo
Cuando ocurre algún accidente con motivo del transporte benévolo y se ocasionan daños al
transportado surge, como primer interrogante, si el conductor benévolo es responsable o no por
los daños causados al mismo.
En relación a esto, hay dos posturas. Por un lado, hay una primera posición que
considera al transporte benévolo como un hecho social que no genera efectos del tipo jurídicos,
escapando así del ámbito del Derecho. Por lo cual, según este criterio, en el supuesto de que se
produzca un accidente en ocasión de un transporte de este tipo, y se causen daños al
transportado, éste se va a ver imposibilitado de accionar reclamando por los perjuicios sufridos,
teniendo como fundamento quienes sostienen dicha posición, que se trata de un hecho que
nace de la amabilidad y cortesía, que de ninguna manera incumbe al juez. Por el otro lado, en
contraposición a quienes consideran al transporte benévolo carente de efectos jurídicos, la
mayoría de la doctrina lo considera como un hecho jurídico capaz de producir efectos de este
tipo, ya que, a pesar de que se trate un transporte complaciente, no puede escapar del ámbito
regulatorio del Derecho. (Sagarna, 1997)
Con respecto a la segunda de las posturas mencionadas ut supra, tanto en doctrina como
en jurisprudencia –como se verá en el Capítulo 3- hay dos posiciones bien diferenciadas: la
primera de ellas, establece que la responsabilidad por daños causados en el transporte benévolo es
de carácter contractual; y la otra, por el contrario, considera que la responsabilidad debe
encuadrarse en la órbita extracontractual.
2.3.1. Encuadramiento contractual
En Argentina, hay diversos autores que adhieren al encuadramiento contractual, entre ellos
López de Zavalía, Mosset Iturraspe, Bianchi De Vértiz, Kemelmajer de Carlucci, entre otros.
Estos exponentes consideran que para que se lleve a cabo el transporte benévolo es necesario un
acuerdo de voluntades entre el transportista y el transportado que sea idóneo para generar
derechos y obligaciones. (Sagarna, 1997)
Aquellos que sostienen que la Responsabilidad Civil derivada de los daños ocasionados
con motivo del transporte benévolo tiene su fuente en un contrato, consideran que la
manifestación de voluntad del transportista invitando o aceptando conducir a una persona de un
lugar hacia a otro constituye un acuerdo de voluntades entre ambas partes, por lo cual en el
supuesto de que se produzca algún siniestro y se causen daños el transportado benevolente, va a
surgir a favor del damnificado una acción para demandar el incumplimiento o mal cumplimiento
del mismo.
A pesar del carácter benévolo de este tipo de transporte, estos autores que sostienen que
nace un contrato innominado entre las partes, consideran que con motivo del mismo surgen tanto
para al transportista como para el transportado derechos y obligaciones. De este modo se lo
asemeja al transporte oneroso donde el conductor asume las obligaciones propias de este tipo de
transporte debiendo conducirse con la prudencia y diligencia que tal circunstancia le impone,
respetando las leyes de tránsito y con el deber de que el transportado llegue sano y salvo a su
destino, teniendo el damnificado a su favor el artículo 184[11] del Código de Comercio que
establece una responsabilidad objetiva sobre el transportista (Sagarna, 1997).
A su vez, los exponentes de esta posición, sustentan que el conductor no puede
interrumpir el viaje antes de llegar al destino acordado a pesar de la gratuidad del traslado,
totalmente en contraposición a lo que sostiene la posición aquiliana, que será desarrollada con
posterioridad. Por su parte, el transportado también asume obligaciones propias del transporte
oneroso, a excepción del abono del traslado. Entre ellas se puede mencionar la obligación de no
molestar al conductor velando así por la seguridad de ambos, y con el objeto de prevenir daños.
Es de resaltar, que los autores mencionados partidarios de la tesis contractualista,
sostienen que la gratuidad, complacencia o benevolencia, características ineludibles en este tipo
de transporte, no constituyen obstáculos para que surja un contrato entre el transportista y
transportador; además lo comparan a otros figuras en las cuales se dan situaciones similares,
tales como el mandato, depósito y la donación. (Sagarna, 1997)
Luego de exponer las ideas propias de quienes sustentan la tesis contractualista, es
dable mencionar que, si la responsabilidad derivada del transporte benévolo es considerada
contractual, son aplicables las normas propias de este sistema, tal como ya ha sido explicitado con
anterioridad, por lo cual en el supuesto de que con motivo de este tipo de transporte se ocasione
un siniestro en materia de prueba la culpa se presume y el acreedor no debe probar la culpa del
deudor; en la extensión del resarcimiento el deudor solo responde por los daños que sean
consecuencia inmediata y necesaria de la falta de cumplimiento, etc., para no redundar en
cuestiones ya explicadas.
2.3.2. Encuadramiento extracontractual
La mayoría de la Doctrina coincide en encuadrar al transporte benévolo en la órbita
extracontractual. Dentro de los partidarios de esta posición aquiliana, en el país, pueden
mencionarse a Alterini, Aguiar, Borda, Bustamante Alsina, entre otros. (Sagarna, 1997)
Estos autores consideran que no existe de ninguna manera un contrato entre el
transportista y transportado benévolo, entendido este como acuerdo de voluntades entre las
partes, tal como lo establece el Artículo 1137[12] C.C. Por lo cual, ante la ausencia de contrato,
de ocasionarse un accidente provocando daños al transportado, las normas aplicables serán las del
sistema aquiliano. Esto es así, toda vez que la invitación o conformidad del conductor del
vehículo de trasladar a otra persona en forma desinteresada no constituye una declaración de
voluntad con significado jurídico ya que no hay intención de obligarse, y mal puede pretenderse
que exista un contrato que de nacimiento a obligaciones para las partes.
El sistema de la responsabilidad extracontractual difiere totalmente del contractual, tal
como ya ha sido comentado en el apartado 1.1.2. de este Capítulo, donde se describe la
responsabilidad contractual vs. extracontractual.
En materia de accidentes de automotores, y dentro del sistema aquiliano rige la
presunción de culpabilidad sobre el conductor, dueño o guardián del vehículo, debiendo éste
eximirse de responsabilidad demostrando su no culpa, tal como lo establece el Artículo 1113[13]
del C.C. Pero, como el automotor es considerado una cosa riesgosa, entendida ésta como aquella
que ante su uso existe mayor probabilidad de producirse algún tipo de daño, es de aplicación la
tercera parte de dicho artículo, en la que se refiere a los daños producidos por el riesgo o vicio de
la cosa. A su vez, cabe agregar, que no sólo debe analizarse lo previsto por el Código sino también
las leyes de tránsito que han sido violadas.
Sin embargo, a pesar de lo dicho en el párrafo anterior, existe un acuerdo entre gran
parte de la doctrina, posición a la que se adhiere, de que por razones de equidad y de justicia, y
con el objeto de tratar más generosamente el transporte benévolo, no se aplique el Artículo 1113
del Código en lo referente a la responsabilidad civil por el riesgo o vicio de la cosa. (Sagarna,
1997) Esto quiere decir, que en el transporte benevolente no rige la presunción de culpabilidad
sobre el conductor, y por el contrario, el damnificado es quien debe probar la culpa del mismo
para hacerlo responsable de los daños producidos ante determinado accidente. La mayoría de los
autores consideran que es lo más justo, de acuerdo al carácter complaciente y por cortesía de este
tipo de transporte.
Como existe acuerdo en que el factor de atribución sea subjetivo consistente en la
imputación por culpa, es de aplicación el Artículo 1109 del C.C. que establece:
Todo aquel que ejecute un hecho y que por su culpa o negligencia ocasiona un
daño a otro, está obligado a la reparación del perjuicio. Esta obligación es regida por las
mismas disposiciones relativas a los delitos del Derecho Civil. Cuando por defecto de la
solidaridad derivada del hecho, uno de los coautores hubiere indemnizado una parte
mayor que la que le corresponde, podrá ejercer la acción de reintegro.
Razón por la cual, en el supuesto que el damnificado logre probar la culpa del conductor
en la causación de los daños con motivo de un conducir negligente e imprudente, el transportista
benévolo estará obligado a la reparación del perjuicio, tal como expresa el artículo.
Al respecto, los partidarios de la tesis extracontractualista que están a favor de morigerar
la responsabilidad en el famoso transporte benévolo, cuentan con distintos criterios.
En primer lugar, hay autores que sostienen que hay que tratar con mayor benevolencia al
conductor en este tipo de transporte, teniendo como fundamento la teoría de aceptación de riegos.
Consideran que el transportado benévolo al trasladarse con alguien sin ánimo de lucro y en forma
gratuita, estaría aceptando los riesgos que ese viaje implica, y de esta forma, neutralizando en
alguna medida la responsabilidad del transportista. (Sagarna, 1997)
Al respecto, Kemelmajer de Carlucci, ha establecido que dicha teoría de aceptación de
los riesgos no puede ser aceptada por el ordenamiento legal vigente, debido a que el único modo
de entender que el transportado ha participado en la creación de los riesgos, es aceptando la tesis
de la causalidad sine qua non, la cual no tiene sustento legal en el país. (Kemelmajer de Carlucci,
2006)
También hay autores que, con el intento de tratar más generosamente a quien por un acto
de cortesía traslada a otro gratuitamente, establecen que el mismo sólo responderá cuando los
daños ocasionados al transportado derivaren en forma exclusiva de su culpa grave. Entre ellos, se
puede ver a Borda (citado por Sagarna, 1997, p.25) que opina: Sólo la culpa grave debe
desencadenar la responsabilidad del transportador benévolo.
Además, otros autores intentan moderar la responsabilidad del transportador benévolo
estableciendo que el transportado que ha sufrido un daño también posee parte de la culpa cuando
ha aceptado viajar con alguien desconocido o en circunstancias que hacían probable el
acaecimiento de un siniestro, aplicando el sistema de la culpa concurrente. (Sagarna, 1997)
Por último, autores como Daray (Sagarna, 1997) tienen el pensamiento de que en el
denominado transporte benévolo por la ausencia de fin de lucro no se configurarían todos los
extremos necesarios que componen el signo lingüístico riesgo, y así se neutraliza la
responsabilidad teniendo en cuenta el beneficio que recibe el transportado y por razones de
equidad. Esta es la posición a la que más específicamente se adhiere desde este Trabajo Final de
Graduación.
2.4. El Código Civil en vigencia
El actual código redactado por Vélez Sársfield en 1869 -que entró en vigencia en 1871-,
denota por su antigüedad la falta de proporcionalidad con la realidad y problemas actuales. En
materia de transporte terrestre de personas ha establecido, en la segunda parte del Artículo
1624[14], que la responsabilidad se rige por las leyes del Código de Comercio –en adelante C. de
Com.-, y por las de aquel. Esto quiere decir, que el C.C. no legisla en su articulado al transporte en
sí, sino que lo delega al C. de Com., que rige el transporte de mercaderías, tratándose a las
personas como mercancías, lo cual escapa a derecho ya que no puede considerarse a una persona
como una cosa.
Con respecto al transporte terrestre oneroso de personas, puede verse, que para que se
dé el traslado, media entre las partes un contrato, el denominado contrato de transporte,
mediante el cual, una de las partes, que sería el transportador, se obliga a trasladar a la otra sana y
salva al lugar de destino en un tiempo preestablecido, debiendo pagar el transportado por ese
traslado un precio cierto en dinero.
Al respecto, Lorenzetti dice que:
“existe contrato de transporte cuando una parte, denominada el transportista, se
obliga a trasladar personas o cosas de un lugar a otro, por el medio acordado, en
condiciones de indemnidad, por un precio determinado en dinero.” (Lorenzetti, 2000, p.
716)
Para mayor profundidad, cabe agregar que al contrato de transporte, con mayor amplitud,
Sagarna lo define como:
“aquel por el cual una parte llamada transportador se compromete frente a otra
denominada pasajero a conducirlo sano y salvo a un lugar y en tiempo predeterminado, a
cambio de una contraprestación, consistente, generalmente, en un precio en
dinero.” (Sagarna, 1997, p. 222)
A pesar de haber varios autores que definen el contrato de transporte, se han seleccionado
las definiciones mencionadas anteriormente por ser las más amplias, completas y que permiten
una mejor comprensión de dicho tipo de contrato.
Este contrato de transporte, puede verse que es de carácter comercial cuando se lleva a
cabo por una empresa de transporte, ya que constituye un acto de comercio comprendido en el
Artículo 8 inciso 5[15] del C. de Com., mientras que si realiza en forma espontánea por una
persona no comerciante, en este caso, es de carácter civil. (Bustamante Alsina, 1997)
Al mediar entre transportista y transportado un contrato, en el supuesto de que con
motivo de dicho transporte se provoquen daños al segundo de ellos, ya sea en su persona o
equipaje, la responsabilidad del transportador es de carácter contractual, derivando los daños del
incumplimiento o mal cumplimiento de la obligación, tal como ya se expresó en el Capítulo 1.
Además, y siguiendo a Pizarro (2006) por el mismo motivo mencionado en el párrafo
anterior, surgen para las partes determinadas obligaciones para cumplir con dicho convenio. Por
un lado, el transportista posee las siguientes obligaciones:
- Obligación de Traslado: Comprende el traslado del transportado
desde el lugar de partida hasta el destino acordado en un
determinado tiempo. Por lo cual, puede verse que el transportista
tiene una obligación de resultado, cumpliendo con la misma si el
pasajero llega al destino acordado en el horario preestablecido.
- Obligación de seguridad del pasajero: Debe conducir al pasajero
sano y salvo. Por lo cual en el supuesto de que con motivo del
viaje, el mismo sufra daños en su persona, el transportista deberá
resarcirlo con fundamento en el incumplimiento del contrato.
- Obligación de seguridad para con el equipaje: El transportista, a su
vez, posee la obligación de que durante el traslado, y hasta que
este finalice, el equipaje no sufra ningún tipo de menoscabo.
- Seguro Obligatorio: El transportista debe, con carácter obligatorio,
asegurar a los transportados.
Por otra parte, del contrato de transporte, surgen para el transportado o pasajero
las siguientes obligaciones:
- Pago del traslado como contraprestación.
- Presentarse en el lugar y tiempo convenido.
- Observar los reglamentos establecidos por el transportista para un
mejor orden durante el viaje.
- Acondicionar su equipaje.
Por lo dicho hasta aquí, a partir del concepto de contrato de transporte y de las
obligaciones de las partes, puede verse que para que se configure el transporte terrestre
oneroso de personas se deben dar los siguientes requisitos: en primer lugar, debe mediar un
contrato entre las partes, mediante el cual el transportista se obligue a trasladar a otro; en
segundo lugar el transportista debe tener un interés en ese traslado desde el punto de vista
económico; y al tener un interés económico debe haber una contraprestación por el traslado por
parte del transportado, que se materializa con la compra del pasaje.
Con respecto a la legislación aplicable, en el supuesto de que con motivo del transporte
algún pasajero sufra daños, el Artículo 184 del C. de Com., establece:
“En caso de muerte o lesión de un viajero, acaecida durante el transporte en
ferrocarril, la empresa estará obligada al pleno resarcimiento de los daños y perjuicios, no
obstante cualquier pacto en contrario, a menos que pruebe que el accidente provino de
fuerza mayor o sucedió por culpa de la víctima o de un tercero por quien la empresa no sea
civilmente responsable.”
A partir del análisis de dicho Artículo, que regula la responsabilidad del transportador
oneroso, puede verse que dicha responsabilidad que contrae el mismo tiene su fundamento o razón
de ser en el deber de seguridad que el contrato le impone a aquél, según el cual debe conducir al
pasajero sano y salvo al lugar o destino convenido, tal como se mencionó anteriormente. Por lo
cual, en el supuesto de que durante el transporte se ocasionen daños al pasajero, el transportista
deberá responder por los perjuicios ocasionados, produciéndose un incumplimiento contractual, al
no haberse cumplimentado dicha obligación de seguridad. (Bustamante Alsina, 1997)
Además, es de destacar, que la responsabilidad que contrae el transportista por el daño
que sufran los pasajeros es de carácter objetiva, igual a la consagrada por el Artículo 1113[16]
C.C, independiente de toda idea de culpa, y tiene fundamento en el riesgo creado por el transporte,
es decir, el factor de atribución de dicha responsabilidad es el riesgo. Y al ser objetiva y ajena a la
imputación por culpa del transportador, el mismo sólo puede eximirse de responsabilidad
demostrando la incidencia de una causa ajena, ya sea el caso fortuito, la culpa de la víctima o la de
un tercero por quién no se debe responder. (Bustamante Alsina, 1997)
Por el carácter de la responsabilidad del transportador oneroso, al pasajero le basta
solamente con acreditar la existencia del daño y que el mismo se produjo con motivo y durante
el transporte, no debiendo probar la culpa del conductor. Una vez acreditada dicha circunstancia,
se presume la responsabilidad del transportista, sobre el cual recae la carga de probar la incidencia
de una causa ajena, como ya se menciono anteriormente, para desligarse de responsabilidad.
Además, lógicamente, el pasajero debe probar la existencia del contrato de transporte, y que ha
abonado el pasaje, para poder exigir la indemnización por los daños sufridos.
Con el objeto de ejemplificar, el transportador para eximirse de responder, puede probar
la culpa de la víctima, considerándose que existe culpa de la misma, cuando ésta hubiese
intentado subir al transporte en movimiento o viajare en lugar no destinado a llevarse a cabo el
traslado sin conocimiento del conductor, o sacando el brazo por la ventanilla, entre otras varias
situaciones. (Bustamante Alsina, 1997)
Siguiendo el Artículo 184[17] C. de Com., y a partir de su interpretación, puede verse que
el mismo establece que se debe responder por los daños que se provoquen durante el traslado, por
lo cual es importante saber, en forma precisa, desde cuándo y hasta cuándo será responsable el
transportista en los términos de dicho Artículo, es decir, establecer cuándo comienza el traslado y
cuándo termina.
En relación al comienzo del transporte existen diversas posiciones relativas a cuando
tiene lugar el mismo. Existe una primera posición, que considera que el comienzo o inicio del
transporte se da cuando el pasajero asciende al vehículo poniendo un pie sobre el estribo, así lo
considera López Cabana entre otros autores, el cual opina que: “El contrato se formaliza desde el
momento en que el pasajero pisa el estribo, ese pisotón nos dará la pauta del régimen legal de
prescripción.” (López Cabana, 1989, p. 41)
Por otra parte, hay quienes consideran, como Trigo Represas y Compagnucci (1986),
que comienza el transporte cuando la persona ingresa a las instalaciones e infraestructura que
utiliza la empresa que brinda el servicio. Por lo cual, en el caso de que una persona sufra daños en
dichas instalaciones, la empresa será responsable, a pesar de que la persona no haya ascendido al
transporte.
Por último, y para no extender más lo relativo al comienzo del transporte, autores como
Sagarna, establecen que para que se pueda tener como iniciado el transporte, el pasajero debe
haber abonado el pasaje. Y se considera que comienza el traslado a partir del momento en que el
pasajero, una vez pagado el traslado, asciende al transporte. Esta última, es la posición a la que se
adhiere en este Trabajo Final de Graduación.
Por otro lado, con respecto al ‘durante el viaje’, no hay complicaciones, ya que se refiere
al momento en que se parte al destino acordado hasta que éste finalice. Por último, en conexión
a la finalización del transporte, también existen diversas opiniones al respecto. Dado que excede
el marco de esta investigación, sólo se menciona aquella posición a la que se adhiere, por
considerarla más justa. Entonces, se entiende por finalizado el transporte cuando se llega al
destino acordado, y una vez que el pasajero ha descendido en dicho lugar.
Una vez establecido con claridad estos tres momentos en lo que respecta a la duración
del transporte, puede verse que en el caso de algún pasajero sufra daños durante el mismo, el
transportista deberá responder por incumplimiento contractual al no haber cumplido con la
obligación de seguridad que surge del contrato de transporte.
En contraposición, en el supuesto que los daños que sufriere una persona no se dieren
temporalmente en duración del transporte, en principio el transportista no será responsable ya
que la persona que los sufre no podría considerarse pasajero y el contrato de transporte hubiere
extinguido o nunca hubiere sido llevado a cabo por las partes; sin embargo, en el supuesto que
éste fuera el culpable, la víctima deberá basarse en la responsabilidad aquiliana. Por ejemplo, que
el potencial pasajero sufriere daños por cualquier motivo en la Terminal de ómnibus en la cual
fuere a comprar el pasaje. En dicho caso al no haber comenzado el transporte, según la posición
asumida desde este Trabajo Final de Graduación, la víctima para accionar contra la empresa de
transporte deberá basarse en la responsabilidad extracontractual, y así probar la culpa de dicha
empresa por los daños ocasionados.
En conexión a la responsabilidad civil por daños causados en el transporte terrestre
oneroso de personas, es de resaltar, que la acción que surge a favor del damnificado o víctima para
conseguir la indemnización por los daños sufridos, en principio, prescribe al año, así lo establece
el Artículo 855, inciso 1[18] C. Com. No obstante, la Cámara Nacional en lo civil ha establecido
como doctrina legal obligatoria, que no corresponde aplicar esta prescripción anual a la acción
indemnizatoria que se deduce contra el conductor del transporte. (Bustamante Alsina, 1997)
En suma, la responsabilidad del transportista en el transporte terrestre de carácter
oneroso es contractual, resulta necesario mencionar la prohibición de dispensa. Ésta se refiere a
que la responsabilidad que establece el Artículo 184[19] C. Com., no puede dispensarse en forma
convencional por pacto en contrario, es decir, que no puede agregarse ninguna cláusula en el
contrato de transporte por la cual se intente suprimir la responsabilidad del transportador, y la que
se haya agregado es totalmente nula.
En el próximo Capítulo se analizan diferentes fallos donde puede verse la postura asumida por los
distintos tribunales en cuanto a la aplicación de diferentes artículos del C.C. en lo que refiere al
transporte en estudio.
Capítulo 3: La jurisprudencia nacional y provincial relativa al transporte benévolo
3.1. Nociones generales
En la jurisprudencia nacional, no existen muchos fallos sobre transporte benévolo; pero
tampoco son escasos, razón por la cual, en el presente Capítulo se desarrollan y analizan los
precedentes jurisprudenciales en el país sobre dicha temática.
Al analizar la jurisprudencia relativa al tema, puede verse que la mayoría de los tribunales
es coincidente en considerar al transporte benévolo como aquél que realiza quien ofrece o acepta
trasladar a otra persona por mera cortesía, sin tener ningún tipo de intención en ese traslado y sin
recibir contraprestación alguna del transportado. Por lo cual, puede verse que la gratuidad,
cortesía y benevolencia caracterizan dicho tipo de transporte. (Sagarna, 1997)
Por otra parte, se ejemplifican como casos de transporte benévolo, situaciones en las
cuales las madres que llevan a sus hijos a la escuela acepten por un acto de cortesía llevar a los
hijos de sus vecinos o amigos, o supuestos donde los padres deciden que sus hijos sean llevados
de viaje por los padres de sus amigos. Otra forma usual del trasporte benévolo se lleva a cabo
mediante el famoso ‘haciendo dedo’; como así también el hecho de que la víctima viajare como
amigo del conductor.
A su vez, los diferentes tribunales argentinos en sus fallos, utilizan ejemplos claros, con el
objeto de que el transporte benévolo no sea confundido con el gratuito. Entendiendo así por este
último, aquellos casos en que los cónyuges viajan juntos, cuando los hijos son transportados por
sus respectivos padres, cuando en el automóvil se desplacen en forma conjunta los concubinos,
aquellos supuestos en que los miembros de la Policía por su carácter de funcionario del Estado
viajan en forma gratuita en todo tipo de transporte público, entre otros. (Sagarna, 1997)
Se ha sentado como precedente, por parte de la mayoría de la Jurisprudencia, que cuando
se está ante un transporte benévolo no cabe aplicar las reglas de la responsabilidad contractual
sino por el contrario las reglas del sistema aquiliano o extracontractual, teniendo como
fundamento, en general, que dicho transporte tiene como base la cortesía, la complacencia, y las
partes no tienen la intención de obligarse ni crear una relación jurídica. (Sagarna, 1997)
Por lo dicho en el párrafo anterior, puede agregarse también, que el conductor no puede
eximirse de responsabilidad con apoyo a la benevolencia del transporte, y que a pesar de que el
automóvil es considerado una cosa riesgosa -tal como ya se mencionara-es aplicable el Artículo
1109[20] C.C. que establece que el damnificado deberá probar la culpa del transportista benévolo
para sindicarlo como responsable. Sin embargo, hay parte de la Doctrina judicial, que en algunos
fallos han expresado que también cabe aplicar el Artículo 1113[21] C.C. cuando el daño es
provocado por el riesgo o vicio de la cosa.
Asimismo, es de destacar, que desde la Jurisprudencia nacional también se ha buscado
morigerar la responsabilidad civil del transportista benévolo estableciéndose que la culpa debe ser
apreciada con menor rigor comparándola con el conductor del transporte oneroso, teniendo en
cuenta la gratuidad y cortesía que caracteriza al mismo, y basándose -como la Doctrina- en
determinados criterios. (Sagarna, 1997)
Con respecto a la teoría de aceptación de riesgos, según la Jurisprudencia, refiere a los
riesgos normales y que no alcanzan al de perder la vida o la integridad física sino a aquellos
riesgos previsibles como por ejemplo no llegar a tiempo al lugar de destino. A su vez, la Doctrina
judicial establece como criterio para morigerar la responsabilidad del conductor, la culpa de la
víctima en aquellos casos en que no obró con prudencia o diligencia y pleno conocimiento de
circunstancias anormales relativas al automóvil o al mismo conductor, configurándose así la culpa
concurrente. (Sagarna, 1997)
La síntesis presentada hasta aquí, en referencia a las nociones generales sobre transporte
benévolo en la Jurisprudencia de los distintos tribunales del país, da pié para que a continuación,
se presenten diferentes fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, de la Cámara Nacional
de apelaciones en lo Civil, de los distintos tribunales de la Provincia de Buenos Aires y del
Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba. Esta selección es arbitraria y responde a
la necesidad de mostrar casos variados y significativos que aporten claridad en este Trabajo Final
de Graduación.
3.1.1. Corte Suprema de Justicia de la Nación
En este apartado se presentan las opiniones de la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
en adelante C.S.J.N., con respecto al transporte benévolo, en determinados fallos.
Tiene dicho la Corte Suprema de Justicia de la Nación y amerita ser citada en extenso,
que:
En materia de transporte benévolo la asunción de los riesgos normales del viaje no
es causal de supresión ni de disminución de la responsabilidad por los principios que
emanan de los arts. 1109[22] y 1111[23] del Cód. Civil. El riesgo que asume quien es
transportado benévolamente no alcanza al de perder la integridad física o la vida, a
menos que debido a las circunstancias particulares del hecho esa consecuencia hubiera
podido habitual y razonablemente sobrevenir, lo cual permitiría una asimilación a la
culpa. La supuesta participación en la creación del riesgo del transportado
benévolamente no implica -salvo circunstancias excepcionales- la culpa de la víctima, ni
constituye una causa o concausa adecuada en la producción del daño que permita excluir
la atribución objetiva de responsabilidad que el ordenamiento impone al dueño o
guardián del rodado.[24]
Por lo dicho en el párrafo anterior, cabe agregar que el Máximo Tribunal del país ha
rechazado la teoría de asunción de los riesgos por parte del transportado estableciendo que:
“(…) el razonamiento que excluye el factor de atribución basado en el riesgo de la
cosa con respecto al transportado, resulta censurable en el estricto plano de la
responsabilidad objetiva porque constituye una clasificación del riesgo no contemplada
por el artículo 1113 C.C., que desvirtúa y torna inoperante dicho texto legal”[25]
A su vez, también es dable mencionar que en los autos “Borsotti, Diego Juan
Francisco c/ Richiuto, Gustavo Alfredo y otros” -1992- en disidencia, miembros de la C.S.J.N
establecieron que: Las normas aplicables al transporte benévolo exigen la consideración de las
previsiones del artículo 1113[26] del Código Civil que establece la obligación del dueño o
guardián de la cosa de reparar el daño causado. (Sagarna, 1997)
A pesar de que los fallos de la C.S.J.N, relativos al transporte benévolo, sean escasos, la
misma ha sido bien clara respecto a este tipo de transporte, posicionándose en que la
responsabilidad derivada del mismo es de carácter extracontractual, ya que no media ningún tipo
de contrato entre las partes; y que debido al carácter benevolente del transporte, es de aplicación el
Artículo 1109 del Código Civil debiendo el damnificado probar la culpa del conductor en la
producción de los daños para sindicarlo como responsable, a pesar de que como se mencionó ut
supra, en disidencia algunos miembros de la corte establecieran que resulta aplicable el artículo
1113 C.C. que determina una presunción de culpabilidad del conductor cuando el daño es
ocasionado por el riesgo o vicio de la cosa.
3.1.2. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil
En este punto se mencionan los precedentes jurisprudenciales actuales sobre el tema en
cuestión de algunas de las salas que conforman esta Cámara.
En primer lugar, la Sala A, en autos Tolosa, Sandra Ester C/ Días, Ramón Alberto/
Daños y perjuicios, 1994, ha considerado que:
Las hipótesis de transporte benévolo deben regirse por los principios de la
responsabilidad extracontractual y la víctima transportada sólo podrá acceder a la
indemnización por parte de quien la transportaba, si se determinara la actuación culposa
de éste en la producción del accidente, pero tal resarcimiento no encontraría sustento
legítimo en el sistema de la responsabilidad objetiva que instaura la teoría del riesgo
creado. (Sagarna, 1997, p. 49)
Por otra parte, en los autos “Fernandez, Laura M. C/ Barcelo Petit, Hernán J. A. y otro” la
Sala C, 1991, de la Cámara Nacional de apelaciones en lo civil ha establecido que la
responsabilidad del transportador debe ubicarse en el ámbito extracontractual con un factor de
atribución subjetivo por imputación de culpa, y que esa culpabilidad debe ser juzgada con menor
rigor siendo aplicable el Artículo 1109[27] C.C. (Sagarna, 1997)
A su vez, por parte de esta Cámara, en los autos “Álvarez, Eduardo C/ Fuster, Carlos A. y
otros” Sala D, 1992, se ha expresado que
(…) El mero aprovechamiento de un transporte benévolo no puede en modo alguno
asimilarse a una culpa a los efectos de constituir causa o concausa adecuada en la producción de
daño y que la aceptación de los riesgos normales del viaje no es causal de supresión de la
responsabilidad. (Sagarna, 1997, p. 50)
Además, la Sala E considera que:
Cuando se trata del transporte benévolo, la aceptación de riesgos constituye uno de los
elementos de la culpa concurrente del viajero en la producción del daño sufrido, que se
encontraría configurada por no haber previsto tales riesgos o, habiéndolo hecho, por no haber
adoptado las diligencias o cuidados que las circunstancias exigían, tales como, por ejemplo,
abstenerse de realizar o proseguir el viaje en condiciones peligrosas o anormales.[28]
Por último, con el objeto de dejar bien en claro los precedentes jurisprudenciales de esta
Cámara sobre transporte benévolo, cabe enfatizar que la Sala K, en el fallo, “Carini, Alejandro C/
Sibari, Abdel” 1992, ha establecido que, en los casos de transporte benévolo hay que morigerar la
responsabilidad del conductor, con el fundamento de que corresponde por un profundo
sentimiento de justicia, ya que quien conduce en forma gratuita no puede ser tratado de igual
manera que quien lo hace onerosamente, por lo cual considera que resulta aplicable el Artículo
1109[29] C.C. y la víctima deberá probar y acreditar todos los extremos que configuren la culpa
del conductor. (Sagarna, 1997)
La misma Sala ha expresado –en autos “Vázquez Salazar, Cristina Estela C/ Kerner,
Eduardo”- que, a la responsabilidad que resulta del transporte benévolo le son aplicables los
principios propios de la responsabilidad aquiliana y no los del sistema contractual, debido a que el
ofrecimiento o aceptación por parte del conductor de trasladar a otro en forma desinteresada no
constituye una declaración de voluntad con fines jurídicos, y al no haber intención de obligarse,
no puede existir un contrato entre las partes. (Sagarna, 1997)
Sin embargo, a pesar de lo establecido ut supra, también resulta necesario dejar en claro
que la Sala L de esta Cámara Nacional de apelaciones, teniendo en cuenta sus precedentes
jurisprudenciales, posee una idea totalmente distinta al respecto en comparación al resto de las
salas. Esta Sala considera, tal como lo ha resuelto en la causa “Gaulhiac, Andrea Alicia y otros c/
Domingo, Carlos Ezequiel y otro – Daños y Perjuicios, que: buscar una morigeración en una
condena con motivo en la gratuidad del transporte y en la aceptación de los riesgos es inaceptable
y que no puede crear un escudo para el agente dañador ni justificar el daño, que sólo sirve como
una excepción a la objetividad en la responsabilidad por el hecho de las cosas, únicamente
desechando en el caso la presunción de culpa.
A partir del análisis de los fallos de las diferentes salas de esta Cámara Nacional de
Apelaciones en lo civil, y a pesar de lo resuelto por la Sala L en el año 2008, puede verse como
precedente jurisprudencial, que la misma ha establecido, al igual que la Corte y que el resto de los
tribunales que se mencionarán a continuación, que el ámbito extracontractual es el aplicable para
el supuesto de transporte benévolo. Y para que el damnificado pueda conseguir una
indemnización a su favor por los daños sufridos debe probar la culpa del conductor,
estableciéndose así que resulta aplicable el artículo 1109 C.C. Por otra parte, también desde esta
cámara, en general, se busca atenuar la responsabilidad civil del conductor en este tipo de
transporte, debido a que se trata de un acto de cortesía, de amabilidad, por lo cual lo justo sería no
tratarlo como al conductor del transporte oneroso.
3.1.3. Jurisprudencia de los distintos tribunales de la Provincia de Buenos Aires
A continuación, para brindar mayor profundidad sobre la temática que se trata, se van a
mencionar los precedentes jurisprudenciales sentados por los diferentes tribunales de la Provincia
de Buenos Aires.
En primer lugar, con respecto al concepto de transporte benévolo y dentro de la
jurisprudencia de la Provincia de Buenos Aires relativa al tema, los distintos tribunales han dado
diferentes definiciones, siendo las más significativas las siguientes:
Existe transporte benévolo o de complacencia cuando el conductor de un vehículo
por un acto de cortesía y con intención de beneficiar a otro, lo traslada de un punto a
otro, sin que la persona favorecida con el transporte se obligue a prestación alguna. Es
aquella modalidad del transporte que una persona realiza para otra gratuitamente, por
buena voluntad, trasladándola de un lugar a otro. O bien, se concibe como un acto de
mera cortesía con intención de hacer un favor. [30]
Como ya se expresara en el Capítulo 1, es a partir de una concepción basada en la
solidaridad humana, que existe transporte benévolo o de complacencia; esto es, cuando un
conductor de un vehículo por cortesía, solidaridad o sentimiento fraternal hacia un semejante, con
intención de beneficiarlo lo traslada de un punto a otro sin pretensiones de contraprestación
alguna.
Avanzando en el análisis del concepto y siguiendo la línea argumentativa de diferentes
fallos, puede agregarse que:
El vínculo de transporte benévolo tiene lugar cuando el conductor, dueño o
guardián de un locomóvil invita o acepta llevar a otra persona por mera cortesía o favor,
sin recibir ninguna retribución por el transporte. Esta relación no emerge de un acto
jurídico (art.944[31] Cód. Civ.), puesto que las partes no tuvieron la voluntad de
vincularse jurídicamente entre sí. En cuanto a la responsabilidad derivada de los daños
sufridos por el transportado durante el decurso del trayecto, en caso de que el accidente
se hubiese producido por el riesgo de la cosa, resulta aplicable el art. 1113[32] del
Código Civil.[33]
Cabe recordar que el Artículo 1113 del C.C., ya citado en varias oportunidades a lo largo
de este Trabajo Final de Graduación, sostiene, en pocas palabras que: se presume la culpa del
conductor, dueño o guardián del vehículo cuando los daños fueran ocasionados por el riesgo o
vicio de la cosa, necesitando demostrar para eximirse, ya sea total o parcialmente, el caso fortuito,
la culpa de la víctima o la de un tercero por quien no debe responder.
En segundo lugar, haciéndose referencia a los requisitos esenciales para que se configure
el transporte benevolente, tal como ya se ha mencionado en el Capítulo 1, desde la jurisprudencia
se ha dicho:
Hay ciertas características que definirían a este tipo de conductas: la figura
implica, 1) acuerdo de voluntades en cuanto al hecho del transporte , 2) animus
beneficiendi del transportador, 3) ausencia de contraprestación y 4) autonomía en cuanto
se considera que el traslado se efectúa sin la existencia de una relación jurídica
subyacente. Existe la voluntad del conductor de llevar en el vehículo a otro, sea por
pedido de éste o por invitación de aquél.[34]
Por otra parte, en relación a la naturaleza de este tipo de transporte, los tribunales de dicha
provincia han establecido en diferentes fallos:
Respecto de la naturaleza del transporte benévolo, de cortesía o de favor, no hay
convención entre el transportista y el transportado, ni siquiera tácita, en el sentido de que
aquel quede libre de responsabilidad frente a éste en caso de accidente, siendo ello así,
precisamente, en virtud de que la obligación de responder en tal hipótesis no es
contractual, sino que deriva del deber genérico de garantía de inocuidad por la cosa
riesgosa que constriñe al que tiene su guarda o dominio frente al tercero al que admite
como conducido; quien no acepta ser dañado, en tal caso, sino sólo transportado; no
suscitando ello un caso de responsabilidad subjetiva (art. 1109[35] Código Civil), sino
objetiva por el riesgo de la cosa (art. 1113[36] de igual plexo legal), que únicamente cede
cuando el daño reconozca su causa adecuada en la conducta culposa o no de la víctima o
en la de un tercero por el que no debe responder.[37]
De la misma manera, se ha expresado, pero en un fallo distinto:
La ausencia de un verdadero consentimiento contractual entre conductor y
transportado, ha sido probablemente la dificultad que llevó a la mayoría de la doctrina y
jurisprudencia a concluir en que el transporte benévolo debe ser examinado a la luz de la
responsabilidad extracontractual cuando se produce una lesión en la integridad física del
transportado. Por otro lado, el concepto se encuentra fuertemente unido a una idea de rol
social que supone que el transportista está concediendo algo en términos de favor del
transportado. La tesis extracontractual sostiene, en lo esencial, que la falta de un
verdadero y acabado consentimiento en estos casos impone recurrir a los procedimientos
propios de la responsabilidad aquiliana. Específicamente, basta al transportado
demostrar que la conducta se encuadra en la descripta en el artículo 1113[38] del Código
Civil, en especial el segundo párrafo, segunda parte; por lo tanto la demandada debe
probar la existencia de otras causas ajenas para liberarse de responsabilidad tales como
el hecho de la víctima, el hecho de un tercero por quien el dueño o el guardián no deben
responder, o el caso fortuito, si pretende exonerarse de su obligación de reparar el
daño.[39]
Admitido por parte de la mayoría de la jurisprudencia que la responsabilidad por daños
derivados del transporte benévolo es de carácter extracontractual surge la controversia sobre si es
aplicable el Artículo 1109 C.C., debiendo el damnificado probar la culpa de conductor, o el
Artículo 1113 C.C., que establece la presunción de culpabilidad sobre el dueño o guardián del
vehículo.
Al respecto, algunos tribunales de la Provincia de Buenos Aires coinciden en la aplicación
del Artículo 1113 C.C. –contrarios a la postura sostenida en este Trabajo Final de Graduación-,
como puede verse en el siguiente cuadro:
|Fallos
|Naturaleza del transporte benévolo según la
|
|
|jurisprudencia
|
|C. Civil y Com. |En el campo aquiliano la responsabilidad del dueño o |
|de San Martín,
|guardián de la cosa riesgosa es objetiva, y el art.
|
|Sala 3, 2009,
|1113[40], 2° párrafo del Código Civil no contiene
|
|Vitale Alfonso
|distinción alguna para el supuesto de transporte
|
|Nicolás c/ Correa|benévolo, ni está condicionado su funcionamiento a que|
|Walter Mario/
|la víctima no haya participado gratuitamente de la
|
|Daños y
|cosa.[41]
|
|Perjuicios.
|
|
|C. Civil y Com. |La responsabilidad civil derivada del transporte
|
|1ª de Mar del
|benévolo, no puede encuadrarse en la normativa del
|
|Plata, Sala 1,
|art. 1109[42] del C.C. -analizando por ende, la culpa |
|2006 Cruz, Amanda|en que puede haberse incurrido- sino que el supuesto |
|y Otros c/
|queda aprehendido en lo normado por el art. 1113 2da. |
|Eguilior, Carlos |parte 2do. párr. del C.C., ya que lo único que puede |
|Miguel/ Daños y |enervar esta responsabilidad es la culpa de la víctima|
|Perjuicios.
|o la de un tercero por el cual no debe responder.[43] |
|C. Civil y Com. |Resulta de aplicación a la controversia el principio |
|de San Isidro,
|legal que impone al dueño o guardián de la cosa por
|
|Sala 2, 2004
|cuyo riesgo o vicio sobreviene un daño, la prueba de |
|Ramírez, Oscar y |una excepción prevista por el art. 1113, 2° párr. In |
|otro c/ Cortez, |fine del C. Civil sin que ello varíe por la
|
|Rolando y otros/ |circunstancia de tratarse de un transporte gratuito o |
|Daños y
|de cortesía. Y, es que aún teniendo en vista las
|
|perjuicios.
|particulares circunstancias en que se suele originar |
|
|este tipo de transporte, el demandado es el que debe |
|
|aportar los antecedentes necesarios para eximirse en |
|
|todo o en parte de responsabilidad. Ello así, porque |
|
|una maniobra susceptible de causar tal daño a quien
|
|
|ocupa el rodado escapa al curso normal y ordinario de |
|
|las cosas, y el riesgo que asume el transportado
|
|
|benévolamente no alcanza al de perder la integridad
|
|
|física o la vida a menos que, debido a las
|
|
|particulares circunstancias del caso concreto, esa
|
|
|consecuencia hubiera podido habitual o razonablemente |
|
|sobrevenir, lo cual permitiría entonces una
|
|
|asimilación a la culpa.[44]
|
|C. Civil y Com. |El transporte benévolo no puede encuadrarse en la
|
|de San Isidro,
|normativa del Artículo 1109[45] del Código Civil, ni |
|Sala 1, 2003,
|analizarse la culpa en que pudiere haber incurrido el |
|Calderón, Cintia |conductor del vehículo, sino que el caso debe quedar |
|y Gómez, Natalia |comprendido en la regulación del Artículo 1113[46] del|
|c/ Escobar,
|mismo cuerpo legal.[47]
|
|Bonifacio/ Daños |
|
|y perjuicios.
|
|
|C. Civil y Com. |La víctima benévolamente transportada en un automotor |
|de Morón, sala 1,|es beneficiaria de la obligación de garantía que el
|
|2006, Iucciolino,|dueño o guardián de la cosa riesgosa asume por el
|
|Lidia C. c/
|hecho de entrar en movimiento aquélla, por lo que las |
|Ramis, Omar
|contingencias del viaje deben recaer sobre aquellos, |
|J./daños y
|con prescindencia de la culpa o negligencia que pueden|
|perjuicios.
|corresponder o no al conductor del vehículo. Lo único |
|
|que puede enervar esa responsabilidad es la culpa de |
|
|la víctima o la de un tercero por el que no se debe
|
|
|responder -conf. art.1113[48] parte 2da. ‘in fine’ del|
|
|Código Civil-.[49]
|
|C. Civil y Com. |La responsabilidad civil derivada del transporte
|
|de Lomas de
|benévolo, no puede encuadrarse en la normativa del
|
|Zamora, Sala 1, |art. 1109 del Código Civil, ni analizarse la culpa en |
|2004 Pintos,
|que pudiere haber incurrido el conductor del vehículo,|
|Gabriela V. c/
|sino que el caso debe quedar comprendido en la
|
|Tabares, Saciano |regulación del art. 1113 del mismo cuerpo legal. En el|
|A. y otros/ Daños|campo aquiliano la responsabilidad del dueño o
|
|y perjuicios.
|guardián de la cosa riesgosa es objetiva, y el art.
|
|
|1113 2ø párrafo del Cód. Civil no contiene distinción |
|
|alguna para el supuesto de transporte benévolo, no
|
|
|está condicionado su funcionamiento a que la víctima |
|
|no haya participado gratuitamente de la cosa, por lo |
|
|que, donde la ley no distingue no debemos distinguir. |
|
|En esta inteligencia de principios, la aplicación de |
|
|la norma y su doctrina tampoco está condicionada por |
|
|la relación de parentesco que une a la víctima con el |
|
|transportador, quien por otra parte estaba utilizando |
|
|el rodado en razón de un préstamo que le había
|
|
|efectuado su dueño o guardián, o sea cedió su uso en |
|
|forma voluntaria.[50]
|
|C. Civil y Com. |Subsumido el caso en las previsiones de la norma del |
|2ª de La Plata, |Artículo 1113, 2do. Párrafo, 2da. parte del Código
|
|sala 1, 2006,
|Civil nada más necesita el accionante que acreditar el|
|Sinchicay,
|daño sufrido, la intervención de la cosa riesgosa y la|
|Domingo Alfredo |relación causal entre aquél y la actuación de ésta,
|
|c/ Padro, Mónica |pues ello es en principio suficiente para que el
|
|Cristina/ Daños y|juicio de reproche abrace al dueño o guardián de la
|
|perjuicios.
|misma, en tanto que sobre el último recaerá la carga |
|
|de acreditar, si pretende eximirse total o
|
|
|parcialmente de tal responsabilidad, un obrar de la
|
|
|víctima o de un tercero por quién no deba responder
|
|
|que interrumpan el nexo causal adecuado que presidiera|
|
|aquel juicio de reproche objetivo, esto es, ajeno a la|
|
|idea de culpa.[51]
|
Fuente: Elaboración propia.
Como puede observarse en el cuadro presentado, los diferentes tribunales de la Provincia
de Buenos Aires, coinciden en el supuesto del transporte benévolo que no debe aplicarse el
Artículo 1109 del C. C., sino que rige la presunción de culpabilidad del dueño o guardián del
vehículo tal como lo establece el Artículo 1113 del C. C.
Por último, con el objeto de cumplir con un análisis profundo e intensivo de la
jurisprudencia de dicha provincia, cabe mencionar algunos fallos sobre cuestiones atinentes al
transporte benévolo, que son de gran importancia.
Como ya se expresara en el Capítulo 1, entre los partidarios de la tesis extracontractualista
que están a favor de morigerar la responsabilidad en el caso del transporte benévolo, algunos
autores consideran el transportado que ha sufrido un daño también posee parte de la culpa cuando
ha aceptado viajar con alguien desconocido o en circunstancias que hacían probable el
acaecimiento de un siniestro. Esto se ha dado en llamar, sistema de culpa concurrente.
En este sentido, puede citarse el siguiente fallo:
El riesgo que asume el transportado benévolamente, o los progenitores que
permiten el viaje, no alcanza al de perder la integridad física o la vida a menos que,
debido a las particulares circunstancias de hecho del caso concreto, esa consecuencia
hubiera podido habitual y razonablemente sobrevenir, lo que permitiría entonces una
asimilación a la culpa.[52]
Otro es el caso de los autores que, dentro de la misma postura extracontractualista,
sostienen que cabe neutralizarse la responsabilidad del conductor benévolo por razones de
equidad, y no por aplicarse la teoría de aceptación de los riesgos, la cual como ya se mencionara
en aquel momento, establece que el transportado benevolente al aceptar viajar en forma gratuita
estaría aceptando los riesgos de su traslado, tal como lo refleja el siguiente fallo:
El viajero no acepta el riesgo de sufrir daños en su persona o bienes por el solo
hecho de ascender al automotor desde que no se convierte en dueño ni en guardián del
vehículo por tal circunstancia. El viajero no crea ni comparte ningún riesgo, como no lo
crearía ni lo aceptaría en el transporte oneroso, ni compartiría la guarda jurídica del
vehículo por el solo hecho de ocupar un lugar en el rodado, ya que resulta obvio que tal
circunstancia no le acuerda poder de dirección y control sobre el mismo.[53]
En suma, de lo expuesto a lo largo de este apartado puede concluirse que la mayoría de los
tribunales de la Provincia de Buenos Aires, coinciden, en primer lugar, en que el ámbito
extracontractual es el que rige la responsabilidad derivada de este tipo de transporte, y, en segundo
lugar, una vez subsumido en dicho ámbito consideran que resulta de aplicación el Artículo 1113
del C. C., presumiéndose así la culpa del conductor por los daños ocasionados y no debiendo la
víctima probar la suya.
3.1.4. Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba
Con el objeto de cumplir con el objetivo de este Capítulo, que es analizar la Jurisprudencia
relativa al transporte benévolo a lo largo de toda la República, aparece como conveniente detallar
la opinión del Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba –en adelante T.S.J- sobre
la naturaleza de este tipo de transporte, legislación aplicable, entre otras cuestiones.
En primer lugar, con respecto al concepto de este tipo de transporte, el T.S.J. ha expresado:
El denominado ‘transporte benévolo o de complacencia’ es aquél en el que el
conductor de un vehículo por un acto de cortesía y con intención de beneficiar a otro lo
traslada de un punto a otro, sin que la persona favorecida se obligue a prestación
alguna.[54]
Es necesario aclarar, que a dicho concepto de transporte benévolo se arribó, por parte de
García Allocco, cuando el mismo era integrante de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y
Comercial de Marcos Juárez, y ahora ya integrante del Tribunal Superior de Justicia de la
Provincia de Córdoba, al encontrarse ante otro supuesto de este tipo de transporte, ratifico dicho
concepto.
El máximo tribunal de esta provincia, en un primer momento había establecido que:
En el estado actual de evolución del derecho constituye un principio jurídico
prácticamente indiscutido -aceptado incluso por este Tribunal- que el automóvil es en sí
mismo una cosa riesgosa, por lo que los daños que con él se causan comprometen la
responsabilidad de su dueño o guardián con independencia de toda idea de culpa, en los
términos del art. 1113[55], 2° Párr., 2° supuesto, del Código Civil, por cual se considera
que los daños sufridos por una persona en el curso de un transporte benévolo
encuadrarían en esa hipótesis legal de responsabilidad.[56]
Para fundamentar tal conclusión mencionada ut supra, a la que en un primer momento
había llegado este Tribunal, ha dicho que:
No puede sostenerse para desestimar la aplicación del Artículo 1113 C.C. que al
participar en el uso de la cosa la víctima comparta de alguna manera la guarda jurídica
del vehículo en que es transportada, y deducir de aquí que en consecuencia no podría
dirigirse más que contra sí misma. El transportado no posee poder de mando alguno sobre
la cosa, no tiene órdenes que dar, y por consiguiente no puede reputárselo guardián de
ella.[57]
A su vez, estableció que:
Si el perjuicio sufrido por el viajero durante el transporte ha sido causado -o
concausado- por un caso fortuito, el hecho de un tercero por quien no se debe responder o
por culpa de la propia víctima, el dueño o guardián quedará eximido -total o parcialmente
según el caso- de responsabilidad civil, pero ello por interrupción del nexo de causalidad
entre el riesgo inherente al automotor y el daño padecido por la víctima, el cual habría
sido producido por una causa ajena al vehículo, y sin que tenga ninguna relevancia las
peculiaridades propias del transporte benévolo. Juega aquí un principio general del
derecho de daños que gravita en todos los ámbitos de la responsabilidad civil, tanto
contractual como extracontractual, arts. 1111[58] y 1113 C.C., y que no hay razón para
excluir en el caso del transporte benévolo.[59]
También ha expresado y siguiendo la misma línea argumentativa expuesta, que la
situación del damnificado en un transporte benévolo está regido por los principios generales
propios de la responsabilidad por el riesgo de las cosas; esto es, el Artículo 1113 C.C.[60]
Además, a favor de la postura de que corresponde aplicar el
Artículo 1113 C.C. ante un supuesto de
transporte benévolo, puede verse también un fallo de la Cámara Civil y Comercial de 1ra Nom. de
Córdoba del año 2007 en los autos “Pugno, Luci Beatriz C/ Torres, Horacio Oscar y otros – Daños
y perjuicios – Recurso de Apelación”. En esta causa se resolvió que no puede desestimarse la
aplicación del Artículo 1113 C.C. con el fundamento de que la víctima ha participado en el uso de
la cosa y así comparta de alguna manera la guarda jurídica del vehículo en el cual ha sido
transportada, ya que la misma no posee poder de mando alguna sobre la cosa y por consiguiente
no puede reputárselo guardián de ella.
Sin embargo, a pesar de estos fallos a favor de la aplicación de la responsabilidad por el
riesgo o vicio de la cosa para el supuesto de transporte benévolo, puede verse que en la actualidad
el Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba ha cambiado radicalmente su opinión
al respecto.
En los autos caratulados “Rodríguez Nora Etel C/ Sucesión Y/O Sucesores De Oliva Juan
Carlos - Ordinario - Daños Y Perjuicios - Recurso De Casación”, se ha interpuesto recurso de
casación por el motivo de que la Sala Civil y Comercial de este tribunal ha establecido que en el
supuesto de transporte benévolo resulta aplicable el Artículo 1109[61] C.C., por lo que el
damnificado se veía en la necesidad de demostrar la culpa del conductor para poder conseguir la
indemnización, siendo esta sentencia contradictoria a los fallos mencionados ut supra que
establecían que el artículo aplicable era el Artículo 1113[62] C.C.
Y ante la interposición de este recurso de casación la mayoría del Tribunal falló por el
rechazo del mismo, estableciendo que:
El derecho, en su conjunto, debe inspirase en concepciones éticas, y si a ellas
responde el que quien hace un servicio gratuito debe estar menos obligado de sus
consecuencias que el que lo proporciona a título oneroso, su significado debe ser amplio y
comprender tanto a los contratantes como a los obligados extracontractualmente, y verse
en ello un regla legal de alcance general, antes que a una voluntad presumida de las
partes. [63]
En el mismo fallo, además, se pondera el altruismo, por una parte, a la vez que la opción
de juzgar con menos rigor la conducta del transportador benevolente:
(…) Aplicando este concepto al transporte benévolo, es de justicia que la
responsabilidad del transportador, en caso de accidente, se juzgue con menos severidad
que la puesta ordinariamente para apreciar la conducta en general del autor de un acto
ilícito, por cuanto, si así no se hiciera, el altruismo elementario llegará a ser un acto raro
y meritorio de parte de aquellos que se arriesgan a cumplirlo. De más está decir que la
gratuidad del servicio no supone liberación absoluta del transportador; su efecto es sólo
moderar su responsabilidad, apreciando adecuadamente los hechos constitutivos de culpa
o imprudencia de acuerdo a las circunstancias ocurrentes en cada caso, resultando
aplicable el artículo 1109 del Código Civil.[64]
De esta manera, puede verse que el Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de
Córdoba, máxima autoridad en la misma, actualmente -ya que el fallo mencionado ut supra es del
año 2012- considera que en el caso de que se provoquen daños a una persona derivados del
transporte de cortesía, el conductor o transportador no se va a encontrar liberado de
responsabilidad en apoyo a la gratuidad y benevolencia del traslado sino que deberá responder
pero será tratado con menos rigor. Por lo cual, según este Tribunal, la víctima deberá probar la
culpa del transportador en la producción de los daños no presumiéndose la misma, y resultando
aplicable el Artículo 1109 C.C.
A modo de cierre del presente Capítulo, aparece como necesario realizar una síntesis con
respecto a lo que considera la mayoría de la Jurisprudencia nacional en relación al denominado
transporte benévolo. Puede verse, en primer lugar, que la responsabilidad derivada de los daños
causados en el denominado transporte benévolo es de carácter extracontractual, sobre lo cual no
habría ningún tipo de dudas.
Por otro lado, como se ha ilustrado a lo largo de este Capítulo se ha observado que, a pesar de
que la mayoría de los tribunales de la provincia de Buenos aires, y en disidencia algunos jueces de
la C.S.J.N. y del resto de los tribunales mencionados, consideren que al supuesto de transporte
benévolo resulta aplicable el Artículo 1113 C.C., según el cual se presume la culpa del conductor,
dueño o guardián del vehículo pudiendo sólo eximirse éste demostrando la incidencia de una
causa ajena, esto actualmente ya ha quedado, en cierta forma, desactualizado.
Es entendible dicho razonamiento debido a que en el Derecho de Daños, ya explicado en el
Capítulo 1, más específicamente, en el caso de accidentes de automotores la regla es la
presunción de culpabilidad que recae sobre el conductor. Sin embargo, por razones de equidad y
en virtud del beneficio que recibe el transportado, al ser trasladado sin ningún tipo de interés,
corresponde invertirse la carga probatoria y así la víctima es la que debe probar la culpa del
transportador sin que pueda invocarse por la misma el riesgo o vicio de la cosa, tal cual como se
ha sostenido por la mayoría de la Jurisprudencia a lo largo del país, siendo aplicable el Artículo
1109 C.C., posición a la que se adhiere desde el presente Trabajo Final de Graduación, a pesar de
la existencia de jurisprudencia contraria que ya ha sido mencionada a lo largo del Capítulo.
En el próximo Capítulo se analizan dos reformas -1998 y 2012- respecto del derecho del
transportado a ser reparado que, completa el análisis realizado hasta aquí, para promover, por
último una reforma a través de un Proyecto de Ley.
Capítulo 4: Los Proyectos de Reforma del Código Civil de 1998 y 2012. El tratamiento del
transporte. Una nueva regulación para el transporte benévolo a través de un Proyecto de
Ley
En el país, como ya ha sido mencionado, no existe legislación que en forma expresa regule
el transporte terrestre de personas, y dentro de éste al transporte oneroso y al benévolo.
Sin embargo, en este país, si existe legislación al respecto en materia de transporte
aeronáutico, ya que el Código Aeronáutico (Ley 17.285) en el Título VII referido a la
responsabilidad derivada de este tipo de transporte, y más específicamente en el capítulo III
relativo a los “Daños causados en el Transporte Gratuito”, hace responsable al transportador en
caso de transporte aéreo gratuito, salvo si éste prueba que tomó las medidas necesarias para evitar
el daño por sí o sus dependientes, o le fue imposible tomarlas; y a su vez, dicha responsabilidad
puede eximirse o atenuarse por convenio expreso entre las partes.[65]
También existe en la República Argentina la Ley 20.094 de Navegación, que contiene
previsiones normativas relativas al transporte benévolo a nivel marítimo. En su Artículo 352[66]
establece que el transporte marítimo de personas y cosas realizado en forma gratuita se rige por
las mismas normas de la sección relativa al transporte comercial marítimo, al igual que la
responsabilidad del transportador gratuito tal como lo establece el Artículo 353[67] de este
articulado normativo. En dicha sección, se establece que el transportador debe responder por todo
daño originado por la muerte o lesión corporal de algún pasajero siempre que el daño ocurra
durante el transporte por la culpa o negligencia del mismo, como así también por los daños que
sufra el equipaje del pasajero. La culpa o negligencia del transportador se presume salvo prueba
en contrario, tal como resulta del Artículo 330[68] de esta ley de navegación.
No obstante, y a pesar de no existir legislación relativa al transporte terrestre de
personas, existe actualmente un nuevo Proyecto de Reforma del Código Civil[69] que al igual,
que el Proyecto de Reforma del año 1998[70], entre sus enmiendas propone legislar el transporte
terrestre de personas.
A continuación se presenta el Proyecto de 1998, así como el Proyecto de Reforma de
2012, para comparar y analizar cuáles son las cuestiones que se intentan agregar en forma expresa
en materia de transporte. Y dado que, a partir de este análisis surge la ausencia de una regulación
específica y suficiente para el transporte benevolente o de cortesía, se presenta un Proyecto de
Ley. La incorporación del transporte benévolo dentro del articulado del Código Civil, contribuiría
a superar muchos de los problemas que surgen ante este supuesto, pudiendo valerse –no solo- de
la interpretación de la doctrina y la jurisprudencia sino contar con determinados artículos -que en
forma expresa- legislen sobre dicho tipo de transporte.
4.1. El Proyecto de Reforma del Código Civil de 1998
En este Proyecto de Reforma del Código Civil, la primera novedad es que el transporte de
personas y de cosas encuentra contemplación expresa en el mismo, y resulta digno de aplaudir
dicha incorporación que tanto ha sido solicitada por la doctrina. Regula al contrato de transporte
como un contrato en particular en el Libro IV, Título III, Capítulo VII que se divide de la
siguiente manera:
• Una parte general denominada “Disposiciones Generales” (Sección 1º) que comprende
los Artículos 1203-1209;
• Luego regula los “subtipos”:
a) En la Sección 2º, el “Transporte de personas” (Artículos 1210-1217);
b) En la Sección 3º, el “Transporte de cosas” (Artículos 1218-1240).
Sobre dicho contrato, formula la siguiente definición: “Hay contrato de transporte si una
parte llamada transportista o porteador se obliga a trasladar personas o cosas de un lugar a
otro; y la otra, pasajero o cargador, a pagar un precio”, la cual se encuentra expresada en el
Artículo 1203.
Por otra parte, es de destacar un gran acierto de este Proyecto, que fue detallar en el
Artículo 1204 que las reglas del Capítulo se aplican cualquiera sea el medio empleado para el
transporte, salvo lo dispuesto por leyes especiales.
En la Sección Segunda, relativa al transporte de personas, que es lo que interesa en este
Trabajo Final de Graduación, el Proyecto se caracteriza por detallar en forma bien completa todas
las cuestiones relativas e importantes sobre el transporte oneroso de personas.
Dentro de estas cuestiones, regula lo relativo al comienzo y fin del transporte,
estableciéndose que comprende, además del traslado, las operaciones de embarco y desembarco,
en el Artículo 1210. De este modo, resuelve un gran problema doctrinario y jurisprudencial en
relación al inicio y fin del transporte, que como ya se mencionó en el Capítulo 3, era una cuestión
que daba lugar a varias posiciones y que no estaba clara de ninguna manera.
Además, contiene en su articulado las obligaciones de las partes del contrato de transporte,
detallando las obligaciones del transportista, por un lado; y las del pasajero, por el otro, en los
artículos 1211 y 1212, respectivamente.
El Artículo 1211 del proyecto establece las siguientes obligaciones del transportista:
“(…) a) Proveerle el lugar para viajar que se hubiera convenido o el
disponible reglamentariamente habilitado.
b) Trasladarlo al sitio convenido.
c) Garantizarle su seguridad.
d) Llevarle su equipaje.”
Por el otro lado, el Artículo 1212 establece las siguientes obligaciones para con el
pasajero:
“(…) a) Pagar el precio pactado.
b) Presentarse en el lugar y momentos convenidos para iniciar el viaje.
c) Cumplir las disposiciones administrativas, observar los reglamentos
establecidos por el transportista para el mejor orden durante el viaje y obedecer
las órdenes del porteador o de sus representantes impartidas con la misma
finalidad;
d) Acondicionar su equipaje el que debe ajustarse a las medidas y peso
reglamentarios.”
Asimismo, en dicha Sección, con respecto a la responsabilidad del transportista, este
Proyecto de Reforma determina que el mismo debe responder no sólo por los daños que afecten a
la persona del pasajero, sino también por aquellos que afecten a sus cosas, es decir, al equipaje
concretamente. Aquí se considera muy positivo que se establezca en forma expresa en el
articulado del Proyecto la responsabilidad del transportista por la pérdida o deterioro de las cosas
que éste lleva consigo, con la salvedad de que no deberá responder por aquellos objetos de gran
valor que el pasajero no haya declarado antes del viaje.
También ha señalado que las cláusulas que se agreguen al contrato buscando limitar la
responsabilidad del transportista, por los daños que afecten tanto a la persona como a sus cosas,
son inválidas consagrando así la denominada prohibición de dispensa, mencionada y explicada
anteriormente en el Capítulo 3.
Por su parte, con respecto al transporte benévolo, el Proyecto en la Sección de las
Disposiciones Generales, en el Artículo 1205 se ocupa expresamente de dicha figura y
directamente la excluye de la normativa del Capítulo, estableciendo una excepción que a
continuación es explicada.
Con respecto a lo establecido por dicho Artículo, en primer lugar, se considera que la
regulación de este tipo de transporte ha sido ubicada en forma adecuada, ya que se lo hizo en las
Disposiciones Generales, en forma inmediatamente anterior a las secciones de transporte de
personas y de cosas. Se considera una buena ubicación debido a que puede transportarse por
cortesía o benevolencia no sólo personas sino también cosas.
El título de la norma es “Transporte Gratuito”, y la misma expresa: “El transporte a título
gratuito no está regido por las reglas del presente Capítulo, salvo que sea efectuado por un
transportista que ofrece sus servicios al público en el curso de su actividad.”
Como puede verse, se advierte un error terminológico que importa una confusión de
conceptos sobre situaciones fácticas bien distintas como son el transporte gratuito y el transporte
benévolo, tal como ya fue explicado en el Capítulo 1.
En un primer momento, ambos fueron identificados en cuanto tales expresiones tenían por
objeto distinguir el transporte no remunerado del oneroso. Si bien la gratuidad caracteriza al
transporte benévolo, ello no significa que todo transporte gratuito sea benévolo. La denominación
transporte gratuito puede prestarse a confusión toda vez que, a pesar de ser así llamado, debe
regirse por las reglas del transporte oneroso.
En efecto, y a pesar de ya haber sido expuesto en el Capítulo 1, resulta necesaria su
diferenciación. En el primero el transportado -pasajero-, no paga un precio por el traslado con que
se beneficia, pero cuenta con un verdadero derecho al mismo; es decir, lejos de obedecer a la
voluntad del transportista, éste se encuentra obligado a practicarlo. Existe una relación jurídica
anterior -ajena al sujeto beneficiado- por la cual el transportador concede autorización para viajar
sin abonar pasaje, ya sea en virtud de establecerlo cláusulas de la concesión o permiso en razón
del cual opera, o bien por disposiciones de carácter interno.
Una situación bien distinta se verifica con el transporte benévolo, donde aquí el
beneficiado también se encuentra eximido de la obligación de pagar por el servicio que recibe,
pero el traslado se basa en la cortesía, complacencia, gracia, etc. del transportista -dueño o
guardián- del vehículo, y ello es precisamente lo que lo distingue del supuesto anterior.
Entonces, en rigor, se interpreta que en dicho Artículo lo que se pretende excluir es el
transporte benévolo y no el llamado gratuito. Ya que de lo contrario, en el caso que se interpretara
literalmente el Artículo 1205 –expuesto más arriba-, implicaría excluir de todo el régimen
normado para el contrato de transporte de personas, los siguientes casos de transporte gratuito
–algunos ya mencionados-, el transporte de los agentes de policía que viajan gratuitamente en los
medios de transporte público; de los poseedores de ‘pases’ de libre circulación; de los menores de
hasta cierta edad. Todos los cuales deben ser regidos por la normativa aplicable al transporte
oneroso de personas, a pesar de que subsiste la confusión con el nombre.
Por su parte, en relación a lo prescripto por la segunda parte de la misma norma en análisis
-Artículo 1205-, el régimen contractual será aplicable, como excepción, cuando el transporte sea
efectuado por un transportista que ofrezca sus servicios al público en el curso de su actividad. Es
decir, no obstante de tratarse siempre del mismo supuesto de hecho, el régimen contractual es de
aplicación si lo practica un transportador en forma habitual, sino no. Sin embargo, se considera
que dicha salvedad escapa a derecho y es totalmente incorrecta, ya que la figura no cambia según
quién sea el sujeto que beneficia a otro, sea que lo realice una persona física o una persona
jurídica, se dedique a la actividad o no lo haga.
Por otra parte, puede verse que la intención unificadora de las órbitas de responsabilidad
contractual y extracontractual que ha sido perseguida por la doctrina por tanto tiempo, ha sido
materializada en este proyecto de Reforma del Código Civil de 1998, tal como ya se mencionara
en el Capítulo 1 al tratar la responsabilidad civil.
Sin embargo, a partir del análisis de dicho Proyecto puede observarse que este intento de
unificación de ambos sistemas de responsabilidad no se ha logrado plenamente, ya que se han
conservado determinadas diferencias, como por ejemplo, en relación de la edad en que se adquiere
el discernimiento, no siendo necesaria su mención ya que tal diferencia ya fue mencionada en el
Capítulo 1, y así también se presentan diferencias en materia de prescripción estableciéndose
diferentes plazos: de 4 años para la acción de responsabilidad contractual, y de 2 años para la
acción de daños y perjuicios derivados de accidentes de tránsito.
Ciertas diferencias entre estas órbitas no pueden ser eliminadas por cuanto conciernen a
cuestiones diversas, por ello es posible hablar de unificación pero no de identidad. Sin duda la
tendencia unificadora que proclama la doctrina será el camino a recorrer en Argentina, ya que
importa un avance en la teoría de la reparación del daño, pero ello no significa que las órbitas
puedan ser asimiladas completamente por cuanto tienen diferentes raíces y ello seguirá revistiendo
cierta relevancia, incluso en el moderno Derecho de Daños.
4.2. El Proyecto de Reforma del Código Civil de 2012
Como se ha dejado pasar una gran oportunidad de resolver cuestiones varias en forma
expresa en el C.C. en materia de transporte al no sancionarse el Proyecto de Reforma de dicho
Código del año 1998, actualmente, el año pasado -2012- ha surgido un nuevo intento con el
mismo objetivo y que a continuación será comentado y comparado con el anterior.
Luego de haber analizado el Proyecto de 1998, al compararlo con el actual Proyecto de
Reforma, puede verse que en materia de transporte no existen diferencias, sino que por el
contrario son totalmente idénticos. A partir de esto, puede decirse que el gran avance que se había
intentado con el anterior proyecto en el transporte en sí y más específicamente en el transporte de
personas, y que no se había logrado al no haberse alcanzado su sanción, en la actualidad ha
resurgido y ha sido imitado en su totalidad por la comisión de reformas designada al efecto.
Resulta necesario dejar bien en claro que esta identidad entre ambos proyectos es en materia de
transporte, para que no se preste a confusión.
Más allá de las similitudes, resulta necesario establecer cómo se encuentran estructuradas
dichas cuestiones en el actual Proyecto.
Este proyecto, al igual que el anterior pero diferenciándose en los Artículos, regula al
contrato de transporte como un contrato en particular en el Libro IV, Título III, Capítulo VII que
se divide de la siguiente manera:
• Una parte general denominada “Disposiciones Generales” (Sección 1º) que comprende
los Artículos 1280-1287;
• Luego regula los “subtipos”:
a) En la Sección 2º, el “Transporte de personas” (Artículos 1288-1295);
b) En la Sección 3º, el “Transporte de cosas” (Artículos 1296-1318).
Una vez comentados ambos proyectos de reforma del C.C., y a pesar de ya haber
adelantado opinión crítica al respecto, en el siguiente apartado, se retoma para una mejor
comprensión, el análisis crítico respecto al contenido de ambos proyectos.
4.3. Análisis crítico del contenido de ambos proyectos
Antes de comenzar, es pertinente aclarar que el análisis que se lleva a cabo en este
apartado es de ambos proyectos como si se tratara de uno sólo de ellos, debido a la identidad
mencionada en materia de transporte.
A partir del análisis sobre el contenido de ambos proyectos de reforma del C.C., puede
verse, en primer lugar, que en materia de transporte, es digno de aplaudir la regulación en forma
expresa del contrato de transporte, por un lado y el transporte de personas y cosas, por el otro; ya
que dicha regulación era buscada por la Doctrina desde hace bastante tiempo, debido a la
necesidad de reglamentar dicha cuestión por la gran importancia adquirida por el transporte en la
actualidad.
Con respecto a los aciertos o cuestiones dignas de resaltar, se considera que la forma en
que se organizó la articulación referida al transporte ha sido de buena manera, dedicando una
Primera Sección a las Disposiciones Generales, dando una definición del contrato de transporte,
regulando como derivación lógica del nombre de dicha Sección aquellas cuestiones de carácter
general sobre el transporte en sí, y ubicando aquí al transporte gratuito lo cual resulta muy
positivo, ya que puede transportarse benévolamente tanto personas como cosas, como ya ha sido
mencionado.
También se considera un gran acierto, el haber incorporado, en la Sección Segunda, más
específicamente en el transporte de personas, lo relativo al comienzo y fin del transporte, cuestión
que daba lugar a varias posiciones, y que ahora al haberlo detallado queda totalmente claro,
comprendiendo las etapas previas y posteriores al transporte en sí, a pesar de que no se adhiera o
comparta dicha solución.
Asimismo, resulta totalmente positiva la incorporación detallada y expresa de las
obligaciones de las partes del contrato de transporte, cuestión que debía deducirse a partir de la
interpretación con respecto a la definición de este tipo de contrato dada por la doctrina.
Además, como digno de destacar, en cuanto a la extensión de la responsabilidad del
transportista, se considera muy positivo que se establezca en forma expresa en el articulado del
Proyecto la responsabilidad del transportista no sólo por los daños que afecten al pasajero sino
también por la pérdida o deterioro de las cosas que éste lleva consigo, con la salvedad de que no
deberá responder por aquellos objetos de gran valor que el pasajero no haya declarado antes del
viaje.
Por último, y siguiendo la línea de los aciertos, es de resaltar la mención en el contenido de
ambos proyectos de la denominada prohibición de dispensa, estableciéndose que aquellas
cláusulas que se agreguen al contrato de transporte por las cuales se intente limitar la
responsabilidad del transportista son nulas y se tienen por no escritas.
A pesar de ser tan positiva la regulación en análisis, ambos proyectos poseen también
determinadas debilidades que son necesarias mencionar.
Dentro de éstas, y dejando para el final de este apartado la crítica principal que es la
relativa al transporte benévolo, puede mencionarse, que a pesar de ser tan positiva la
incorporación expresa y detallada de las obligaciones del transportista y transportado, hubiese sido
conveniente que en relación al primero se incorporará la limitación de la voluntad que sobreviene
de su deber a prestar el servicio a toda persona que de modo reglamentario así lo requiera. Esto es
así dado que, el carácter mercantil que tiene la empresa no obsta la función social que cumple en
virtud de su cometido y el principio de igualdad de raigambre constitucional, que siempre debe
presidir entre los habitantes de la Nación.
Otra de las debilidades que pueden observarse, y que ya ha sido mencionada al tratar
ambos proyectos, es que el intento de unificación de ambos sistemas de responsabilidad no se ha
logrado plenamente. En este sentido, se han conservado determinadas diferencias, como por
ejemplo, en relación de la edad en que se adquiere el discernimiento, y así también en materia de
prescripción estableciéndose diferentes plazos: de 4 años para la acción de responsabilidad
contractual, y de 2 años para la acción de daños y perjuicios derivados de accidentes de tránsito.
Y, además de esta colisión en materia de prescripción que se da dentro del mismo proyecto,
también puede observarse la colisión con la Ley de Defensa del Consumidor -24.240- que fija el
plazo en 3 años.
Por otra parte, para finalizar este Capítulo y considerándose necesario tratarlo en forma
separada por ser el objeto de estudio a lo largo de este Trabajo Final de Graduación, se analiza la
incorporación del transporte benévolo en el articulado de ambos proyectos.
Puede verse, que el transporte benévolo ha sido regulado por ambos proyectos en la
Sección de Disposiciones Generales, y a pesar de considerarse acertada su ubicación, en primer
lugar, se advierte un error terminológico al tratarlo como transporte gratuito, y que, como ya se ha
explicado en su oportunidad, son dos tipos de transporte muy distintos.
Además, se considera que al excluir dicho tipo de transporte del régimen aplicable al
transporte oneroso de personas, lo que se pretende es la exclusión del transporte benévolo
concretamente y no el gratuito, que a pesar de llevar a confusión por su nombre, debe ser regulado
por la normativa relativa al transporte oneroso. A su vez, se considera que la excepción que se
establece, relativa a que el régimen contractual será aplicable cuando el transporte sea efectuado
por un transportista que ofrezca sus servicios al público en el curso de su actividad, escapa a
derecho y es totalmente incorrecta, ya que la figura no cambia según quien sea el sujeto que
beneficia a otro, sea que lo realice una persona física o una persona jurídica, se dedique a la
actividad o no lo haga.
Como puede verse, a partir del análisis crítico de ambos proyectos, la regulación relativa al
transporte benévolo es totalmente escasa e insuficiente, por no decir que en realidad es como si no
hubiera tenido incorporación, ya que únicamente existe un artículo relativo al mismo, que presta a
confusión, y lo único que hace es excluirlo del régimen tan digno de aplauso relativo al transporte
oneroso de personas. Por lo cual se considera, como otra crítica, y la principal, que se está dejando
pasar otra oportunidad al no regularse dicho tipo de transporte, y seguirá sucediendo que en la
práctica cuando se está ante un supuesto tal, las posiciones sean varias, y deba buscarse la
solución desde la doctrina y jurisprudencia, no teniendo legislación que en forma expresa la
establezca.
4.4. El Proyecto de Ley
A partir del problema planteado por esta investigación y por todo lo expresado en torno a
esta temática, aparece la pertinencia de incorporar en el cuerpo del nuevo Proyecto de Reforma al
Código Civil 2012, el Transporte benévolo, para así suplir la falta de regulación expresa sobre tal
supuesto. Dicha modificación supone una mejora al Proyecto discutido y analizado, siendo un
elemento indispensable para que las decisiones de los jueces –como operadores jurídicos- puedan
resolver con un criterio unánime los supuestos de Transporte benévolo. Suprimir el Artículo 1282,
modificar el Artículo 1289 del Proyecto de Reforma del Código Civil 2012, así como agregar una
Sección relativa al Transporte benévolo podría ser incluido en un Proyecto de Ley[71] como el
que se presenta a continuación.
Honorable Cámara de Diputados de la Nación
PROYECTO DE LEY
Texto facilitado por los firmantes del proyecto. Debe tenerse en cuenta que solamente podrá ser
tenido por auténtico el texto publicado en el respectivo Trámite Parlamentario, editado por la
Imprenta del Congreso de la Nación.
|Nº de Expediente ||Trámite
||Parlamentario
|
|Sumario
|TRANSPORTE. RESPONSABILIDAD CIVIL. TRANSPORTE
|
|BENEVOLO.
|Firmantes
|SANCHEZ MALO, JOAQUIN
|Giro a Comisiones|RESPONSABILIDAD CIVIL EN EL TRANSPORTE
|
|
|
|
|
|
|
El Senado y Cámara de Diputados,...
Modificaciones al Proyecto de Reforma del Código Civil 2012.
Artículo 1º.- Suprímase el Artículo 1282 del Proyecto de Reforma del Código Civil 2012.
Artículo 2º.- Modifíquese el Artículo 1289 Proyecto de Reforma del Código Civil 2012 el cual
quedará redactado de la siguiente forma:
Artículo 1289.- Obligaciones del transportista. Son obligaciones del transportista respecto del
pasajero:
a) proveerle el lugar para viajar que se ha convenido o el disponible reglamentariamente
habilitado;
b) trasladarlo al lugar convenido;
c) garantizar su seguridad;
d) llevar su equipaje;
e) prestar el servicio a toda persona que de modo reglamentario así lo requiera.
Artículo 3º.- Agrégase una Sección relativa al Transporte benévolo:
Artículo 1287. Transporte benévolo. Se considera que hay Transporte benevolente cuando el
conductor o responsable de un vehículo invita o acepta conducir a una persona o a una cosa de
un lugar a otro, por simple acto de cortesía y sin que se otorgue, se realice o se abstenga de
hacer algo como forma de contraprestación por el traslado.
Artículo 1288. Responsabilidad del transportista benévolo. En el supuesto de que con motivo del
transporte benévolo se produzca un siniestro, y se causen daños al transportado, la
responsabilidad del transportista se regirá por las reglas propias del sistema de responsabilidad
extracontractual.
Esta responsabilidad se caracteriza por ser subjetiva, consistente en la imputación por culpa,
dado al carácter de cortesía del transporte.
Artículo 1289. Carga de la Prueba. Para que opere la responsabilidad del transportista
benevolente por los daños ocasionados, la víctima debe probar la culpa del mismo, no
presumiéndose su responsabilidad.
Artículo 1290. Morigeración de la responsabilidad. El juez a la hora de juzgar la
responsabilidad del transportista benévolo, con fundamento en el carácter de cortesía, gracia y
benevolencia del transporte, debe dispensar un trato menos severo al mismo en cuanto la
extensión de su responsabilidad, sin que esto signifique que pueda eximírselo de responsabilidad.
Artículo 4º.- De forma.
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
Mediante esta iniciativa se procura reflejar de manera explícita en el texto del Código Civil lo
referido al Transporte benévolo, que puede definirse como: Todo aquél que se produce cuando el
conductor o responsable de un vehículo invita (propiamente dicho) o acepta (complaciente)
conducir a una persona o a un objeto de un lugar a otro, por simple acto de cortesía y sin que se
otorgue, se realice o se abstenga de hacer algo como forma de contraprestación por el traslado.
(1)
En el Derecho de Daños, el objeto de estudio es la Responsabilidad Civil, ésta puede
conceptuarse como el deber que tienen los hombres de dar cuenta de sus actos cuando ellos se
traducen en un daño material, o sea susceptible de valor económico. (2)
Al mismo tiempo, se establecen dos grandes órbitas de responsabilidad: una de carácter
específico, denominada contractual, y la otra de carácter residual, que es la responsabilidad
extracontractual. La primera de ellas se da cuando existe un vínculo anterior entre el responsable
del daño -deudor- y la víctima -acreedor-, y el daño resulta del incumplimiento o mal
cumplimiento de la obligación. Por su parte, la responsabilidad extracontractual es independiente
de una obligación preexistente y deriva de la violación al deber genérico de no dañar a nadie. (3)
Esto es muy importante de tener en cuenta debido a que al haber grandes diferencias entre
ambos regímenes, si la responsabilidad es considerada contractual, en materia de prueba la culpa
se presume y el acreedor no debe probar la culpa del deudor; en la extensión del resarcimiento el
deudor sólo responde por los daños que sean consecuencia inmediata y necesaria de la falta de
cumplimiento tal como lo establece el Artículo 520 C.C[72]; con respecto a la mora la
interpelación es necesaria cuando no hubiera plazo expresamente convenido por lo cual si hay
plazo determinado la mora es automática; el plazo de prescripción de la acción por daños es de
diez años; en relación al discernimiento los menores comprometen su responsabilidad contractual
desde los catorce años en aquellos casos que la ley les reconozca capacidad para contratar; el
factor de atribución es subjetivo consistente en la imputación por culpa; y por último, en el caso
de que se produzcan daños por el incumplimiento contractual, el juez podrá condenar al
responsable a la reparación del daño moral que se hubiese causado- es una facultad que posee el
juez. (4)
Por el contrario, si la responsabilidad es considerada extracontractual, en materia de prueba la
víctima debe probar la culpa del autor del daño, se debe responder no sólo por los daños que sean
consecuencia inmediata sino también por aquellos que sean consecuencia mediata siempre y
cuando el autor los previó o pudo preverlos empleando la debida atención y conocimiento de las
cosas, la mora es automática y se produce de pleno derecho, la acción por daños prescribe a los
dos años, con respecto al discernimiento la responsabilidad aquiliana exige que el menor tenga
diez años, el factor de atribución puede ser subjetivo u objetivo, y el responsable además de
indemnizar el daño material ocasionado, a su vez, debe reparar el agravio moral sufrido por la
víctima. (5)
A su vez, es necesario mencionar, que se permite al damnificado optar por uno u otro régimen,
ya sea eligiendo la vía contractual o extracontractual, de acuerdo a lo que sea más conveniente a
sus intereses, teniendo en cuenta las diferencias existentes entre ambas órbitas comentadas ut
supra. Por lo general, esa opción va a ser una u otra teniendo en miras la extensión del
resarcimiento o la prescripción de la acción.
En la Doctrina existe una tendencia a la unificación legislativa de ambas órbitas de
responsabilidad, con la intención de superar los múltiples problemas que se generan con la
existencia de un sistema de Responsabilidad Civil con dos grandes órbitas con diferentes
regulaciones para cada una; esto es, la primera de ellas, establece que la responsabilidad por daños
causados en el transporte benévolo es de carácter contractual; y la otra, por el contrario, considera
que la responsabilidad debe encuadrarse en la órbita extracontractual. Y, sobre todo en materia de
prescripción de acciones y con respecto a las consecuencias indemnizables.
Ahora bien, muchos son los autores que sostienen la responsabilidad derivada del Transporte
benévolo es de carácter extracontractual, fundamentándose en que las partes no tienen la intención
de obligarse, sino que se trata de un acto de cortesía, por el cual, el transportista, tiene la voluntad
de beneficiar al transportado sin recibir nada a cambio. Asimismo, autores como Daray (6) tienen
el pensamiento de que en el denominado transporte benévolo por la ausencia de fin de lucro no se
configurarían todos los extremos necesarios que componen el signo lingüístico riesgo, y así se
neutraliza la responsabilidad teniendo en cuenta el beneficio que recibe el transportado y por
razones de equidad. Y ésta es la postura con la que adhiere esta presentación.
La jurisprudencia también aporta desde diferentes tribunales. Los fallos de la C.S.J.N. relativos
al transporte benévolo, a pesar de que sean escasos, la misma ha sido bien clara respecto a este
tipo de transporte, posicionándose en que la responsabilidad derivada del mismo es de carácter
extracontractual, ya que no media ningún tipo de contrato entre las partes; y que debido al carácter
benevolente del transporte, es de aplicación el Artículo 1109 del Código Civil debiendo el
damnificado probar la culpa del conductor en la producción de los daños para sindicarlo como
responsable, a pesar de que como se mencionó ut supra, en disidencia algunos miembros de la
corte establecieran que resulta aplicable el artículo 1113 C.C. que determina una presunción de
culpabilidad del conductor cuando el daño es ocasionado por el riesgo o vicio de la cosa. (7)
Al analizar los fallos de las diferentes salas de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil,
puede verse que la misma ha establecido, al igual que la Corte y que el resto de los tribunales que
se mencionarán a continuación, que el ámbito extracontractual es el aplicable para el supuesto de
transporte benévolo. Y para que el damnificado pueda conseguir una indemnización a su favor por
los daños sufridos debe probar la culpa del conductor, estableciéndose así que resulta aplicable el
artículo 1109 C.C. Por otra parte, también desde esta Cámara se busca atenuar la Responsabilidad
Civil del conductor en este tipo de transporte, debido a que se trata de un acto de cortesía, de
amabilidad, por lo cual lo justo sería no tratarlo como al conductor del transporte oneroso. (8)
Por su parte, la mayoría de los tribunales de la Provincia de Buenos Aires, coinciden, en primer
lugar, en que el ámbito extracontractual es el que rige la responsabilidad derivada de este tipo de
transporte, y, en segundo lugar, una vez subsumido en dicho ámbito consideran que resulta de
aplicación el Artículo 1113 del C.C., presumiéndose así la culpa del conductor por los daños
ocasionados y no debiendo la víctima probar la suya. (9)
En el caso analizado del Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba, máxima autoridad en la misma, actualmente -ya
que el fallo mencionado ut
supra es del año 2012- considera que en el caso de que se provoquen daños a
una persona derivados del transporte de cortesía, el conductor o transportador no se va a encontrar
liberado de responsabilidad en apoyo a la gratuidad y benevolencia del traslado sino que deberá
responder pero será tratado con menos rigor. Por lo cual, según este Tribunal, la víctima deberá
probar la culpa del transportador en la producción de los daños no presumiéndose la misma, y
resultando aplicable el Artículo 1109 C.C. (10)
Finalmente, resulta necesaria la regulación expresa de este tipo de transporte, y la modificación
del actual Proyecto de Reforma del Código civil, ya que puede verse que en el Artículo 1282 que
se propone suprimir, se advierte un error terminológico que importa una confusión de conceptos
sobre situaciones fácticas bien distintas como son el transporte gratuito y el transporte benévolo.
En un primer momento, ambos fueron identificados en cuanto tales expresiones tenían por objeto
distinguir el transporte no remunerado del oneroso. Si bien la gratuidad caracteriza al transporte
benévolo, ello no significa que todo transporte gratuito sea benévolo. La denominación transporte
gratuito puede prestarse a confusión toda vez que, a pesar de ser así llamado, debe regirse por las
reglas del transporte oneroso.
En efecto, en el transporte gratuito el transportado -pasajero-, no paga un precio por el traslado
con que se beneficia, pero cuenta con un verdadero derecho al mismo; es decir, lejos de obedecer
a la voluntad del transportista, éste se encuentra obligado a practicarlo. Existe una relación
jurídica anterior -ajena al sujeto beneficiado- por la cual el transportador concede autorización
para viajar sin abonar pasaje, ya sea en virtud de establecerlo cláusulas de la concesión o permiso
en razón del cual opera, o bien por disposiciones de carácter interno.
Una situación bien distinta se verifica con el transporte benévolo, donde aquí el beneficiado
también se encuentra eximido de la obligación de pagar por el servicio que recibe, pero el traslado
se basa en la cortesía, complacencia, gracia, etc. del transportista -dueño o guardián- del vehículo,
y ello es precisamente lo que lo distingue del supuesto anterior.
Entonces, en rigor, se interpreta que en dicho Artículo lo que se pretende excluir es el transporte
benévolo y no el llamado gratuito. Ya que de lo contrario, en el caso que se interpretara
literalmente el Artículo, implicaría excluir de todo el régimen normado para el contrato de
transporte de personas, los siguientes casos de transporte gratuito, el transporte de los agentes de
policía que viajan gratuitamente en los medios de transporte público; el de los poseedores de
‘pases’ de libre circulación; el de los menores de hasta cierta edad. Todos los cuales deben ser
regidos por la normativa aplicable al transporte oneroso de personas, a pesar de que subsiste la
confusión con el nombre.
Además, a pesar del error terminológico de este Artículo, su exclusión se fundamenta,
principalmente, en que se agrega una sección relativa al transporte benévolo, por lo cual no resulta
necesaria su existencia, que prestaba a confusión, y regulaba de modo insuficiente este tipo de
transporte.
Puede mencionarse, en último lugar, que a pesar de ser tan positiva la incorporación expresa y
detallada de las obligaciones del transportista y transportado en el Proyecto de Reforma de 2012,
hubiese sido conveniente que en relación al primero se incorporará la limitación de la voluntad
que sobreviene de su deber a prestar el servicio a toda persona que de modo reglamentario así lo
requiera. Esto es así dado que, el carácter mercantil que tiene la empresa no obsta la función social
que cumple en virtud de su cometido y el principio de igualdad de raigambre constitucional, que
siempre debe presidir entre los habitantes de la Nación. Razón por la cual, se modifica el Artículo
en cuestión.
Por todo lo precedente, solicito a mis pares que acompañen el presente proyecto con su voto
afirmativo.
(1) Sagarna,
F. C. (1997). “Responsabilidad civil por el transporte terrestre de personas”. Buenos
aires: Editorial Depalma, p. 2.
(2) Bustamante Alsina, J. (1997) “Teoría general de la responsabilidad civil.” Buenos Aires:
Abeledo – Perrot, p. 159.
(3) Bustamante Alsina, J. (1997) “Teoría general de la responsabilidad civil.” Buenos Aires:
Abeledo – Perrot.
(4) Bustamante Alsina, J. (1997) “Teoría general de la responsabilidad civil.” Buenos Aires:
Abeledo – Perrot.
(5) Bustamante Alsina, J. (1997) “Teoría general de la responsabilidad civil.” Buenos Aires:
Abeledo – Perrot.
(6) Sagarna, F. C. (1997). “Responsabilidad civil por el transporte terrestre de personas”. Buenos
aires: Editorial Depalma.
(7) C.S.J.N., 1992, “Borsotti, Diego Juan Francisco c/ Richiuto, Gustavo Alfredo y otros”
C.S.J.N., 1992, “Tomassetti de Bonicelli María y otra c/Ferrocarriles Argentinos”, 315:1570.
C.S.J.N., 1996, “Tettamanti, Raúl O. y otros c. Baccino, Orlando A. y otros”;
C.S.J.N., 2001, Melnik de Quintana Mirna Elena y otro c/ Carafi Juan Manuel y otros, 324:3618.
C.S.J.N, 2001, “Melnik de Quintana Mirna Elena y otro c/ Carafi Juan Manuel y otros”, 324:3618.
(8) C.N. Civ., Sala A, 1994, “Tolosa, Sandra Ester C/ Días, Ramón Alberto/ Daños
y perjuicios”.
C.N. Civ., Sala C, 1991, “Fernandez, Laura M. C/ Barcelo Petit, Hernán J. A. y otro”.
C.N. Civ., Sala D, 1992, “Álvarez, Eduardo C/ Fuster, Carlos A. y otros”.
C.N. Civ., Sala K, 1992, “Carini, Alejandro C/ Sibari, Abdel”.
C.N. Civ., Sala K, “Vázquez Salazar, Cristina Estela C/ Kerner, Eduardo”.
C.N. Civ., Sala E, 1994, “Parafita, Manuel c/Señaris, Juan José s/daños y perjuicios.
(9) C.
Civil y Com. de Lomas de Zamora, Sala 1, 2004, Pintos, Gabriela V. c/ Tabares, Saciano A.
y otros/ Daños y perjuicios.
C. Civil y Com. de Junín, 2006, García López, Aldo Raúl c/ Suárez, Emilio/ Daños y perjuicios.
Civil y Com. de San Martín, Sala 1, 2003 Di Risio, A. c/ Vázquez, D. / Daños y perjuicios.
C. Civil y Com. de San Martín, Sala 3, 2009, Vitale Alfonso Nicolás c/ Correa Walter Mario/
Daños y perjuicios.
C. Civil y Com. de San Martín, Sala 3, 2009, Vitale Alfonso Nicolás c/ Correa Walter Mario/
Daños y Perjuicios.
C. Civil y Com. 1ª de Mar del Plata, Sala 1, 2006 Cruz, Amanda y Otros c/ Eguilior, Carlos
Miguel/ Daños y Perjuicios.
C. Civil y Com. de San Isidro, Sala 2, 2004 Ramírez, Oscar y otro c/ Cortez, Rolando y otros/
Daños y perjuicios.
C. Civil y Com. de San Isidro, Sala 1, 2003, Calderón, Cintia y Gómez, Natalia c/ Escobar,
Bonifacio/ Daños y perjuicios.
C. Civil y Com. de Morón, sala 1, 2006, Iucciolino, Lidia C. c/ Ramis, Omar J./daños y perjuicios.
C. Civil y Com. 2ª de La Plata, sala 1, 2006, Sinchicay, Domingo Alfredo c/ Padro, Mónica
Cristina/ Daños y perjuicios.
C. Civil y Com. de San Isidro, Sala 1, 2003 Calderón, Cintia y Gómez, Natalia c/ Escobar,
Bonifacio / Daños y perjuicios.
C. Civil y Com. de Lomas de Zamora, Sala 3, 2010, Pesci, Leonel Rubén c/ Martin Acuña,
Celestino Claudio/ Daños y perjuicios.
T.S.J., Sala Civ. Y Com, 1993, “Espíndola Elvio y otro c/ Loriz Rosaenda -Ordinario Recurso de Revisión.”
(10)
T.S.J, 2012, “Rodríguez Nora Etel C/ Sucesión Y/O Sucesores De Oliva Juan Carlos - Ordinario
- Daños Y Perjuicios - Recurso De Casación.”
T.S.J., 2000, “Aguilera Silvia Del Valle C/ Jorgelina Zulma Belén Y/O Titular Dominial Del
Vehículo – Demanda Ordinaria - Daños Y Perjuicios-Recurso De Casación”
Conclusiones
A lo largo de este Trabajo Final de Graduación, se ha desarrollado una investigación en
torno a la problemática presentada; esto es: Si ante los daños causados en el Transporte benévolo
–en el marco de la Responsabilidad Civil- aparecen diferentes posiciones; esto es: si el que
transporta es responsable o no y, en el caso que lo fuera, si la responsabilidad por daños causados
en este tipo de transporte es de carácter contractual o extracontractual, la ausencia de una
legislación expresa lleva a la necesidad de una reforma a través de un Proyecto de Ley.
A partir de esta problemática planteada, se definieron unos objetivos que se desarrollaron
en los Capítulos presentados, donde se ha tenido como objeto de estudio el transporte benévolo.
Por lo hasta aquí expresado, puede concluirse que, en primer lugar, no quedan dudas, de
que en el supuesto de que con motivo del transporte benévolo se ocasionen daños al transportado,
el transportista benevolente deberá responder y reparar los daños y perjuicios ocasionados;
haciéndose referencia a aquel que se produce cuando el conductor, dueño o guardián de un
vehículo invita o acepta conducir a otra persona por un acto de mera cortesía y en forma gratuita,
es decir, sin que medie una contraprestación por parte del transportado.
En segundo lugar, y a pesar de existir diversas posiciones, la cuales han sido
comentadas oportunamente, ha quedado bien en claro que la responsabilidad derivada de este tipo
de transporte, es de carácter extracontractual, debiendo ser regida por la normativa del sistema
aquiliano, lo cual ha sido reflejado tanto por la mayoría de la Doctrina como de la Jurisprudencia.
Se considera que entre el transportista y transportado no existe vínculo contractual, con el
fundamento en que ambos no tienen la intención de contratar sino que se trata de un acto de
cortesía por parte del primero de ellos para con el segundo con la voluntad de beneficiarlo y sin
tener ningún tipo de interés al respecto.
Por otra parte, también existía controversia con respecto a si la responsabilidad civil por
los daños ocasionados en el transporte benévolo es subjetiva u objetiva, y por consiguiente si
debía aplicarse el Artículo 1109 C.C. o 1113 C.C. Sin embargo, una vez realizado este Trabajo
Final de Graduación, se concluye, que dicha responsabilidad es de carácter subjetiva, consistente
en la imputación por culpa, debiendo la víctima probar la culpa del conductor en la ocasión de los
daños para que opere la responsabilidad de este último.
Esto se debe, principalmente, a que existe un acuerdo tanto en doctrina como en
jurisprudencia de tratar más generosamente al transporte benévolo, con menos rigor, con apoyo al
carácter de gracia y cortesía de este tipo de transporte, no pudiendo tratarse al transportista
benevolente de la misma manera que el oneroso.
Al respecto, puede verse que,
a pesar de que la mayoría de los tribunales de la provincia de
Buenos aires y, en disidencia, algunos jueces de la C.S.J.N. y del resto de los tribunales
mencionados, consideren que al supuesto de transporte benévolo resulta aplicable el Artículo 1113
C.C., según el cual se presume la culpa del conductor, dueño o guardián del vehículo pudiendo
sólo eximirse éste demostrando la incidencia de una causa ajena. Esto último, actualmente ya ha
quedado, en cierta forma, desactualizado.
Es entendible dicho razonamiento debido a que en el Derecho de Daños,
más específicamente, en el caso
de accidentes de automotores la regla es la presunción de culpabilidad que recae sobre el
conductor. Sin embargo, por razones de equidad y en virtud del beneficio que recibe el
transportado, al ser trasladado sin ningún tipo de interés, corresponde invertirse la carga
probatoria y así la víctima es la que debe probar la culpa del transportador sin que pueda invocarse
por la misma el riesgo o vicio de la cosa, tal cual como se ha sostenido por la mayoría de la
Jurisprudencia a lo largo del país, y siendo aplicable el Artículo 1109 C.C.
A su vez, con respecto a la legislación aplicable, puede verse que al haber comparado el
transporte benévolo con el oneroso, los cuales son totalmente contrarios, ambos no se encuentran
regulados por el Código Civil, lo cual denota la antigüedad y falta de correspondencia de dicho
Código con la realidad actual. Razón por la cual, en el año 2012, se confeccionó un Proyecto de
Reforma del Código Civil, que al igual que el Proyecto de Reforma de 1998, ha innovado en
materia de transporte, incorporando legislación relativa al mismo y supliendo la falta de
regulación del transporte en sí, de gran importancia en la actualidad.
Sin embargo, al no haberse regulado en forma clara y suficiente al transporte benévolo, resultó necesario
llevar a cabo un Proyecto de Ley para reformar algunas cuestiones de este Proyecto de Reforma e
incorporar una sección relativa al transporte benevolente, lo cual es solicitado por la Doctrina
desde ya hacer largo tiempo, y muy necesario por la difusión que tiene este tipo de transporte en
estos días, para poder contar así no sólo de Doctrina y Jurisprudencia sino de Legislación expresa
al respecto.
En suma, promover estas modificaciones al Proyecto de Reforma, que no ha sido
sancionado hasta ahora, y la incorporación de una sección al mismo, que refiere al transporte
benévolo, pretende más que nada la inclusión de este transporte como figura de Derecho con
consecuencias jurídicas, estableciéndose que corresponde hacer ante un supuesto tal, dejando atrás
las posiciones varias y diferentes criterios al respecto y logrando una claridad sobre dicha
temática.
Bibliografía
Doctrina
Bustamante Alsina, J. (1997) “Teoría general de la responsabilidad civil.” Buenos Aires: Abeledo
- Perrot.
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Transporte benévolo”. Santa Fe: Editorial Rubinzal-Culzoni.
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Jurisprudencia
C.S.J.N., 1992, “Borsotti, Diego Juan Francisco c/ Richiuto, Gustavo Alfredo y otros”
C.S.J.N., 1992, “Tomassetti de Bonicelli María y otra c/Ferrocarriles Argentinos”, 315:1570.
C.S.J.N., 1996, “Tettamanti, Raúl O. y otros c. Baccino, Orlando A. y otros”;
C.S.J.N., 2001, Melnik de Quintana Mirna Elena y otro c/ Carafi Juan Manuel y otros, 324:3618.
C.S.J.N, 2001, “Melnik de Quintana Mirna Elena y otro c/ Carafi Juan Manuel y otros”, 324:3618.
C.N. Civ., Sala A, 1994, “Tolosa, Sandra Ester C/ Días, Ramón Alberto/ Daños y perjuicios”.
C.N. Civ., Sala C, 1991, “Fernandez, Laura M. C/ Barcelo Petit, Hernán J. A. y otro”.
C.N. Civ., Sala D, 1992, “Álvarez, Eduardo C/ Fuster, Carlos A. y otros”.
C.N. Civ., Sala K, 1992, “Carini, Alejandro C/ Sibari, Abdel”.
C.N. Civ., Sala K, “Vázquez Salazar, Cristina Estela C/ Kerner, Eduardo”.
C.N. Civ., Sala E, 1994, “Parafita, Manuel c/Señaris, Juan José s/daños y perjuicios.
C.N. Civ., Sala L, 2008, “Gaulhiac, Andrea Alicia y otros c/ Domingo, Carlos Ezequiel y otro –
Daños y Perjuicios
C. Civil y Com. de Lomas de Zamora, Sala 1, 2004, Pintos, Gabriela V. c/ Tabares, Saciano A. y
otros/ Daños y perjuicios.
C. Civil y Com. de Junín, 2006, García López, Aldo Raúl c/ Suárez, Emilio/ Daños y perjuicios.
Civil y Com. de San Martín, Sala 1, 2003 Di Risio, A. c/ Vázquez, D. / Daños y perjuicios.
C. Civil y Com. de San Martín, Sala 3, 2009, Vitale Alfonso Nicolás c/ Correa Walter Mario/
Daños y perjuicios.
C. Civil y Com. de San Martín, Sala 3, 2009, Vitale Alfonso Nicolás c/ Correa Walter Mario/
Daños y Perjuicios.
C. Civil y Com. 1ª de Mar del Plata, Sala 1, 2006 Cruz, Amanda y Otros c/ Eguilior, Carlos
Miguel/ Daños y Perjuicios.
C. Civil y Com. de San Isidro, Sala 2, 2004 Ramírez, Oscar y otro c/ Cortez, Rolando y otros/
Daños y perjuicios.
C. Civil y Com. de San Isidro, Sala 1, 2003, Calderón, Cintia y Gómez, Natalia c/ Escobar,
Bonifacio/ Daños y perjuicios.
C. Civil y Com. de Morón, sala 1, 2006, Iucciolino, Lidia C. c/ Ramis, Omar J./daños y perjuicios.
C. Civil y Com. 2ª de La Plata, sala 1, 2006, Sinchicay, Domingo Alfredo c/ Padro, Mónica
Cristina/ Daños y perjuicios.
C. Civil y Com. de San Isidro, Sala 1, 2003 Calderón, Cintia y Gómez, Natalia c/ Escobar,
Bonifacio / Daños y perjuicios.
C. Civil y Com. de Lomas de Zamora, Sala 3, 2010, Pesci, Leonel Rubén c/ Martin Acuña,
Celestino Claudio/ Daños y perjuicios.
C. De Apel. en lo Civ. y Com. de Marcos Juárez, 2006, “Belloli, José Esteban Ramón y otro c/
Luis Pedro Moresi y otro- Dem. Ordinaria- Apelación
T.S.J., Sala Civ. Y Com, 1993, “Espíndola Elvio y otro c/ Loriz Rosaenda -Ordinario - Recurso de
Revisión.”
T.S.J, 2012, “Rodríguez Nora Etel C/ Sucesión Y/O Sucesores De Oliva Juan Carlos - Ordinario
- Daños Y Perjuicios - Recurso De Casación.”
T.S.J., 2000, “Aguilera Silvia Del Valle C/ Jorgelina Zulma Belén Y/O Titular Dominial Del
Vehículo – Demanda Ordinaria - Daños Y Perjuicios-Recurso De Casación”
“Pugno, Luci Beatriz C/ Torres, Horacio Oscar y otros – Daños y perjuicios – Recurso de
Apelación”
Legislación
Constitución Nacional.
Código de Comercio de la República Argentina.
Código Civil de la República Argentina.
Proyecto de Reforma del Código Civil 1998.
Proyecto de Reforma del Código Civil 2012.
Ley de Navegación 20.094
Código Aeronáutico
-----------------------------------[1] Constitución Nacional, Artículo 19: “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni
perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a
hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ello no prohíbe.”
[2] Derecho Civil IV: Conceptos fundamentales del Derecho de Daños (Tema 1). Recuperado el 2/4/2013 de www.upf.edu
[3] Código Civil, Artículo 1066: “Ningún acto voluntario tendrá el carácter de ilícito, si no fuere expresamente prohibido por las leyes ordinarias,
municipales o reglamentos de policía; y a ningún acto ilícito se le podrá aplicar pena o sanción de este código, si no hubiere una disposición de la
ley que la hubiese impuesto.”
[4] Código Civil, Artículo 1074: “Toda persona que por cualquier omisión hubiese ocasionado un perjuicio a otro, será responsable solamente
cuando una disposición de la ley le impusiere la obligación de cumplir el hecho omitido.”
[5]Código Civil, Artículo 520: “En el resarcimiento de los daños e intereses sólo se comprenderán los que fueren consecuencia inmediata y
necesaria de la falta de cumplimiento de la obligación.”
[6] Apuntes acerca de la responsabilidad civil: la tesis de la unificación. Recuperado el 22/07/2013 de www.derechoycambiosocial.com
[7] Código civil, Artículo 1113.
[8] Código Civil, Artículo 1109: “Todo aquel que ejecute un hecho y que por su culpa o negligencia ocasiona un daño a otro, está obligado a la
reparación del perjuicio. Esta obligación es regida por las mismas disposiciones relativas a los delitos del Derecho Civil. Cuando por defecto de la
solidaridad derivada del hecho, uno de los coautores hubiere indemnizado una parte mayor que la que le corresponde, podrá ejercer la acción de
reintegro.”
[9] Código de Comercio, Artículo 855.
[10] A pesar de haber algunas diferencias más entre ambos tipos de transporte derivadas de que uno de estos supuestos es contractual y el otro
extracontractual, se remite al Capítulo 1 en relación a las diferencias entre ambos sistemas de responsabilidad.
[11] Código Civil, Artículo 184: “En caso de muerte o lesión de un viajero, acaecida durante el transporte en ferrocarril, la empresa estará obligada
al pleno resarcimiento de los daños y perjuicios, no obstante cualquier pacto en contrario, a menos que pruebe que el accidente provino de fuerza
mayor o sucedió por culpa de la víctima o de un tercero por quien la empresa no sea civilmente responsable.”
[12]Código Civil, Artículo 1137: “Hay contrato cuando varias personas se ponen de acuerdo sobre una declaración de voluntad común, destinada a
reglar sus derechos.”
[13] Código civil, Artículo 1113: “La obligación del que ha causado un daño se extiende a los daños que causaren los que están bajo su
dependencia, o por las cosas de que se sirve, o que tiene a su cuidado.
En los supuestos de daños causados con las cosas, el dueño o guardián, para eximirse de
responsabilidad, deberá demostrar que de su parte no hubo culpa; pero si el daño hubiere sido causado
por el riesgo o vicio de la cosa, sólo se eximirá total o parcialmente de responsabilidad acreditando la
culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe responder.
Si la cosa hubiese sido usada contra la voluntad expresa o presunta del dueño o guardián, no será
responsable.
[14] Código Civil, Artículo 1624: “(...) El servicio de los empresarios o agentes de transportes, tanto por tierra como por agua, tanto de personas
como de cosas, será juzgado por las leyes del Código de Comercio y por las de este Código, respecto a la responsabilidad de las cosas que se les
entrega.”
[15] Código de Comercio, Artículo 8 inciso 5: “La ley declara actos de comercio en general:
(…)
5.- Las empresas de fábricas, comisiones, mandatos comerciales, depósitos o transportes de mercaderías
o personas por agua o por tierra.”
[16] Código civil, Artículo 1113: “La obligación del que ha causado un daño se extiende a los daños que causaren los que están bajo su
dependencia, o por las cosas de que se sirve, o que tiene a su cuidado.
En los supuestos de daños causados con las cosas, el dueño o guardián, para eximirse de
responsabilidad, deberá demostrar que de su parte no hubo culpa; pero si el daño hubiere sido causado
por el riesgo o vicio de la cosa, sólo se eximirá total o parcialmente de responsabilidad acreditando la
culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe responder.
Si la cosa hubiese sido usada contra la voluntad expresa o presunta del dueño o guardián, no será
responsable.
[17] Código de Comercio, Artículo 184: “En caso de muerte o lesión de un viajero, acaecida durante el transporte en ferrocarril, la empresa estará
obligada al pleno resarcimiento de los daños y perjuicios, no obstante cualquier pacto en contrario, a menos que pruebe que el accidente provino de
fuerza mayor o sucedió por culpa de la víctima o de un tercero por quien la empresa no sea civilmente responsable.”
[18] Código de Comercio, Artículo 855: “Las acciones que derivan del contrato de transporte de personas o cosas y que no tengan fijado en este
Código un plazo menor de prescripción, se prescriben:
1. Por un año, en los transportes realizados en el interior de la República.”
[19] Código de Comercio, Artículo 184.
[20] Código Civil, Artículo 1109: “Todo aquel que ejecute un hecho y que por su culpa o negligencia ocasiona un daño a otro, está obligado a la
reparación del perjuicio. Esta obligación es regida por las mismas disposiciones relativas a los delitos del Derecho Civil. Cuando por defecto de la
solidaridad derivada del hecho, uno de los coautores hubiere indemnizado una parte mayor que la que le corresponde, podrá ejercer la acción de
reintegro.”
[21] Código Civil, Artículo 1113.
[22] Código Civil, Artículo 1109.
[23] Código Civil, Artículo 1111: “El hecho que no cause daño a la persona que lo sufre, sino por una falta imputable a ella, no impone
responsabilidad alguna.”
[24] C.S.J.N., 1992, “Tomassetti de Bonicelli María y otra c/Ferrocarriles Argentinos”, 315:1570; 1996, “Tettamanti, Raúl O. y otros c. Baccino,
Orlando A. y otros”; 2001, Melnik de Quintana Mirna Elena y otro c/ Carafi Juan Manuel y otros, 324:3618.
[25]C.S.J.N, 2001, “Melnik de Quintana Mirna Elena y otro c/ Carafi Juan Manuel y otros”, 324:3618.
[26] Código Civil, Artículo 1113.
[27] Código Civil, Artículo 1109.
[28] C.N. Civ., Sala E, 1994, “Parafita, Manuel c/Señaris, Juan José s/daños y perjuicios.
[29] Código Civil, Artículo 1109.
[30] C. Civil y Com. de Lomas de Zamora, Sala 1, 2004, Pintos, Gabriela V. c/ Tabares, Saciano A. y otros/ Daños y perjuicios.
[31] Código Civil, Artículo 944: “Son actos jurídicos los actos voluntarios lícitos, que tengan por fin inmediato, establecer entre las personas
relaciones jurídicas, crear, modificar, transferir, conservar o aniquilar derechos.”
[32] Código Civil, Artículo 1113.
[33] C. Civil y Com. de Junín, 2006, García López, Aldo Raúl c/ Suárez, Emilio/ Daños y perjuicios.
[34] C. Civil y Com. de Lomas de Zamora, Sala 1, 2004, Pintos, Gabriela V. c/ Tabares, Saciano A. y otros/ Daños y perjuicios.
[35] Código Civil, Artículo 1109.
[36] Código Civil, Artículo 1113.
[37] C. Civil y Com. de San Martín, Sala 1, 2003 Di Risio, A. c/ Vázquez, D. / Daños y perjuicios; C. Civil y Com. de San Martín, Sala
3, 2009, Vitale Alfonso Nicolás c/ Correa Walter Mario/ Daños y perjuicios.
[38] Código Civil, Artículo 1113.
[39] C. Civil y Com. de Lomas de Zamora, Sala 1, 2004 Pintos, Gabriela V. c/ Tabares, Saciano A. y otros/ Daños y perjuicios.
[40] Código Civil, Artículo 1113.
[41] C. Civil y Com. de San Martín, Sala 3, 2009, Vitale Alfonso Nicolás c/ Correa Walter Mario/ Daños y Perjuicios.
[42] Código Civil, Artículo 1109.
[43] C. Civil y Com. 1ª de Mar del Plata, Sala 1, 2006 Cruz, Amanda y Otros c/ Eguilior, Carlos Miguel/ Daños y Perjuicios.
[44] C. Civil y Com. de San Isidro, Sala 2, 2004 Ramírez, Oscar y otro c/ Cortez, Rolando y otros/ Daños y perjuicios.
[45] Código Civil, Artículo 1109.
[46] Código Civil, Artículo 1113.
[47] C. Civil y Com. de San Isidro, Sala 1, 2003, Calderón, Cintia y Gómez, Natalia c/ Escobar, Bonifacio/ Daños y perjuicios.
[48] Código civil, Artículo 1113.
[49] C. Civil y Com. de Morón, sala 1, 2006, Iucciolino, Lidia C. c/ Ramis, Omar J. /daños y perjuicios.
[50] C. Civil y Com. de Lomas de Zamora, Sala 1, 2004 Pintos, Gabriela V. c/ Tabares, Saciano A. y otros/ Daños y perjuicios.
[51] C. Civil y Com. 2ª de La Plata, Sala 1, 2006, Sinchicay, Domingo Alfredo c/ Padro, Mónica Cristina/ Daños y perjuicios.
[52] C. Civil y Com. de San Isidro, Sala 1, 2003 Calderón, Cintia y Gómez, Natalia c/ Escobar, Bonifacio / Daños y perjuicios.
[53] C. Civil y Com. de Lomas de Zamora, Sala 3, 2010, Pesci, Leonel Rubén c/ Martin Acuña, Celestino Claudio/ Daños y perjuicios.
[54] C. De Apel. en lo Civ. y Com. de Marcos Juárez, 2006, “Belloli, José Esteban Ramón y otro c/ Luis Pedro Moresi y otro- Dem. OrdinariaApelación”, concepto ratificado por García Allocco en autos: T.S.J, 2012, “Rodríguez Nora Etel c/ Sucesión y/o Sucesores De Oliva Juan Carlos Ordinario - Daños Y Perjuicios - Recurso De Casación.”
[55] Código Civil, Artículo 1113.
[56] T.S.J., Sala Civ. Y Com, 1993, “Espíndola Elvio y otro c/ Loriz Rosaenda -Ordinario - Recurso de Revisión.”
[57] T.S.J, 2012, “Rodríguez Nora Etel C/ Sucesión Y/O Sucesores De Oliva Juan Carlos - Ordinario - Daños Y Perjuicios - Recurso De
Casación.”
[58] Código Civil, Artículo 1111.
[59] T.S.J, 2012, “Rodríguez Nora Etel C/ Sucesión Y/O Sucesores De Oliva Juan Carlos - Ordinario - Daños Y Perjuicios - Recurso
De Casación”
[60] T.S.J., 2000, “Aguilera Silvia Del Valle C/ Jorgelina Zulma Belén Y/O Titular Dominial Del Vehículo – Demanda Ordinaria - Daños
Y Perjuicios-Recurso De Casación”
[61] Código Civil, Artículo 1109.
[62] Código Civil, Artículo 1113.
[63] Acuña Anzorena, citado por T.S.J, 2012, en autos: “Rodríguez Nora Etel C/ Sucesión Y/O Sucesores De Oliva Juan Carlos Ordinario - Daños Y Perjuicios - Recurso De Casación.”
[64] Acuña Anzorena, citado por T.S.J, 2012, en autos: “Rodríguez Nora Etel C/ Sucesión Y/O Sucesores De Oliva Juan Carlos Ordinario - Daños Y Perjuicios - Recurso De Casación.”
[65]Código Aeronáutico, Artículo 163.
[66] Ley de Navegación 20.094, Artículo 352: “Las disposiciones de esta Sección que rigen la responsabilidad del transportador, son aplicables en
todos los casos en que ocasionalmente se transporten personas y equipajes en forma gratuita, por quien, con carácter habitual desarrolle aquella
actividad.”
[67] Ley de Navegación 20.094, Artículo 353: “Cuando el transporte de personas y equipajes se realice gratuita y ocasionalmente por quien no es
transportador habitual de pasajeros, su responsabilidad se rige por las disposiciones de esta Sección, siempre que el pasajero pruebe su culpa o
negligencia. En tal caso, los límites de responsabilidad no excederán de la mitad de la suma fijada en esta Sección.
[68] Ley de Navegación 20.094, Artículo 330: “El transportador es responsable de todo daño originado por la muerte del pasajero o por lesiones
corporales, siempre que el daño ocurra durante el transporte por culpa o negligencia del transportador, o por las de sus dependientes que obren en
ejercicio de sus funciones. La culpa o negligencia del transportador o de sus dependientes se presume, salvo prueba en contrario, si la muerte o
lesiones corporales han sido causadas por un naufragio, abordaje, varadura, explosión o incendio, o por hecho relacionado con alguno de estos
eventos.
[69] Proyecto de Reforma del Código Civil 2012.
[70] Proyecto de Reforma del Código Civil 1998.
[71] El formato que se sigue para la presentación del Proyecto de Ley, ha sido tomado de la página oficial de la Honorable Cámara de Diputados de
la Nación. (Ref. 28 de marzo de 2012) Disponible en: http:// www.diputados.gov.ar
[72]Código Civil, Artículo 520: “En el resarcimiento de los daños e intereses sólo se comprenderán los que fueren consecuencia inmediata y
necesaria de la falta de cumplimiento de la obligación.”
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