PLATÓN Platón nace en Atenas en el año 428 a. C., de familia muy noble. Recibe una esmerada educación, y cuando apenas tiene 20 años entra en contacto con Sócrates, que marca decisivamente su vocación filosófica. A la muerte del maestro y ante el peligro de persecución, realiza largos viajes que le ponen en comunicación con importantes centros filosóficos: Megara, Cirene y la Magna Grecia. Posteriormente regresa a Atenas hacia el año 396 a. C. Concibe un modelo ideal de Estado que trata de llevarlo a efecto en Siracusa, donde gobierna el tirano Dionisio el Viejo, pero cae en desgracia y éste lo hace vender como esclavo. Rescatado por un amigo, regresa a Atenas en el 387 a. C. Allí funda la Academia y se dedica a la enseñanza y a componer obras de filosofía. Efectúa dos cortos viajes a Siracusa, cuando gobierna Dionisio el Joven, con el intento de llevar a cabo su modelo político, pero de nuevo peligra su vida. A excepción de estas dos breves salidas, permanece siempre en Atenas, hasta su muerte en el año 347 a. C. La producción filosófica de Platón es muy abundante y está escrita toda en forma de diálogo. Es un brillante escritor que domina a la perfección el arte poético, simbolizando, a veces, con mitos sugestivos su profundo pensamiento. Es el primer filósofo que, al afrontar los problemas trata de organizar las soluciones en un sistema filosófico completo y coherente, en el que cada respuesta encuentra su puesto oportuno dentro del conjunto. 1. PROBLEMA GENERAL. Platón es el principal discípulo de Sócrates, y como tal se siente profundamente impresionado por su muerte. La considera tremendamente injusta, y por ello decide que ha de consagrar su filosofía a intentar alcanzar un auténtico concepto de justicia. Esta idea es la base de su política, que a su vez, se fundamente en una ética, que coincidirá con la de su maestro. Pero necesita además elaborar una explicación coherente de la realidad, una teoría del conocimiento y una antropología para alcanzar su objetivo. Para ello se apoyará en algunas de las ideas de sus predecesores griegos: de Pitágoras acepta el dualismo antropológico y su teoría sobre la inmortalidad del alma, así como la idea de fundamentar en el conocimiento matemático la realidad; de Heráclito toma la idea de que la realidad sensible está en incesante cambio; de Parménides, las cualidades del ser; los filósofos pluralistas y los mismos sofistas están también presentes en su doctrina. Por fin, de Sócrates asume, además del interés especial por los problemas éticos y políticos, el método inductivo o, más concretamente, los resultados a que conduce dicho método. En efecto, Sócrates, gracias a la inducción, había mostrado que hay verdades (valores universales, válidos para todos), pero no había aclarado el problema de su origen. Platón da respuesta a esta cuestión: los conceptos universales tienen una existencia real y separada del mundo sensible. Hay un mundo ideal, perfecto, que existe realmente, distinto, separado y anterior al mundo sensible: el mundo de las Ideas, que es el mundo de la realidad auténticamente tal; el mundo sensible no es más que copia o imitación del mundo de las ideas. Abre, así, un dualismo conflictivo entre el mundo inteligible y el mundo sensible, que va a impregnar todo su pensamiento filosófico. 1.1. Antecedentes de la filosofía platónica. Conviene señalar antes de adentrarnos en la filosofía platónica, quiénes son los autores que, de alguna manera, han influido en ella. - Parménides: el primer filósofo en intuir un dualismo ontológico, en su caso, entre el ser y el noser. A su vez, Platón recogerá las características que Parménides otorga al Ser, para dárselas al mundo inteligible. El problema de la conciliación entre ser y no-ser, que Parménides no resolvió, será uno de los objetivos de Platón, así como la explicación de cómo puede el hombre alcanzar el conocimiento del ser. - Heráclito: su idea de que el mundo sensible se caracteriza por el devenir es recogida por Platón, aunque éste reacciona contra el resto de su filosofía, ya que considera que la realidad no puede identificarse con ese devenir, y necesita, por tanto, “crear” el auténtico mundo, el mundo inteligible. - Pitágoras: Platón recoge de este filósofo la importancia del número como principio racional de la physis, y su concepción de la inmortalidad y reencarnación del alma. - Anaxágoras: el Nous que este filósofo concibe como inteligencia ordenadora de la materia que conforma la naturaleza, servirá a Platón para construir la figura del Demiurgo. - Sócrates: posiblemente el filósofo que con mayor claridad influyó en el pensamiento platónico, ya que fue su maestro. De él heredó, por una parte, el interés por la dimensión moral del ser humano, y su importancia en la filosofía. La ética platónica seguirá siendo el intelectualismo moral de su maestro. Por otra parte, la creación del concepto en la filosofía socrática servirá de base para las ideas platónicas; el concepto socrática entendido como construcción mental, las ideas platónicas como realidad sustancial. - Sofistas: la importancia que le dan a la educación será algo que Platón herede en algún sentido de ellos, pero su enfoque será completamente diferente. Mientras los sofistas la utilizaban para proporcionar instrumentos de dominio y manipulación a quien pudiera pagar sus servicios, Platón la considera el instrumento fundamental para organizar un estado justo. De hecho, Platón siguió el modelo sofista y creó una academia donde se enseñaba filosofía. Por otro lado, creía que a través de la educación se podía alcanzar la verdad gracias a la dialéctica, cosa que no aceptaban los sofistas, que eran relativistas y escépticos. También el papel relevante del lenguaje es algo que tienen en común, aunque lo entienden desde perspectivas opuestas: para Platón, al igual que para Sócrates, es el instrumento que, usado en el diálogo, nos encamina al conocimiento verdadero, mientras para los sofistas era un instrumento de dominio, ya que consideraban que la comunicación no es posible. 2. ONTOLOGÍA PLATÓNICA. LOS DOS MUNDOS. 2.1. El mundo inteligible o mundo de las ideas. Es el mundo real y auténtico, que está constituido por las ideas. Sus características son las de éstas, es decir, las que Parménides daba al ser: incausado, permanente, eterno, racional, inmutable y auténtico. Así pues, la teoría de las Ideas nos permite adentrarnos en el conocimiento de las características de este mundo, a partir del estudio de los elementos que lo componen. La teoría de las Ideas es el núcleo central de la filosofía de Platón y el punto de referencia básico de todos los temas en ella reflejados. Es difícil hacer una separación de campos, pues en las ideas se entrelazan el punto de vista ontológico, el epistemológico, el ético, el político e incluso el antropológico: ontológicamente las Ideas constituyen los únicos objetos verdaderamente reales; epistemológicamente, son los objetos del conocimiento auténticamente tal; desde el punto de vista ético, las ideas son valores. Además, quien conoce las ideas, el filósofo, es el único capaz de dirigir el estado (política), que, a su vez, puede alcanzar el mundo inteligible gracias a que posee un alma racional (antropología). Empezaremos hablando de las ideas desde su perspectiva ontológica. 2.1.1. Noción de Idea en Platón: las ideas no son simples conceptos mentales, existen realmente. ¿Qué entiende Platón por Idea? Para Platón, la Idea no es un simple concepto mental, (como lo era para su maestro Sócrates), algo que sólo exista en la mente, sino una entidad extramental, que tiene existencia objetiva en el mundo inteligible. Por ejemplo: hay muchas cosas sensibles bellas; pues bien, la Idea de la Belleza no es, para Platón, la mera construcción mental, formada a base de las características comunes de las cosas sensibles bellas, no es lo que habitualmente se conoce como el concepto o la idea de lo bello; y según esta teoría, una cosa bella lo es porque participa de la idea de belleza, que existe separadamente como tal en el mundo inteligible. Lo mismo ocurre con la idea de Bien, de Justicia, etc. 2.1.2. Caracteres fundamentales de las Ideas: § Las Ideas son las causas, modelos y esencias de las cosas. Las Ideas son la causa de lo que las cosas son verdaderamente, de su esencia. Así, los entes sensibles se generan porque participan de cierta idea, y se corrompen al dejar de participar en ella. Por ejemplo: Las cosas bellas son tales porque imitan o participan de la Idea de Belleza. § Las Ideas son inmutables y sólo se captan por el entendimiento. Las Ideas son entidades inmutables: no nacen ni mueren, son eternas; no crecen ni disminuyen, no cambian; son simples, siempre idénticas a sí mismas, únicas, incondicionadas y absolutas. Aquí se puede apreciar la influencia de Parménides y su forma de caracterizar al ser. Sólo por el entendimiento, “con los ojos del alma” (La República), inteligencia o razón pueden ser percibidas. Sólo ellas y no los objetos sensibles existen, verdaderamente. § El mundo de las Ideas está jerárquicamente organizado. Según Platón, hay infinidad de Ideas, tantas cuantos conceptos universales existen; conceptos que ya Sócrates intentó aislar y definir. Ahora bien, este mundo ideal no es caótico, sino que tiene una estructura jerárquica rigurosa. La organización, el orden, la regularidad, el grado de perfección de las ideas, su participación en la idea de ser, está establecido y fijado por la idea suprema de Bien, que se identifica con la Verdad y la Belleza, pues el Bien es lo verdadero y lo bello, “el sol que ilumina” (Mito de la Caverna), y confiere existencia al mundo inteligible. Por tanto, este mundo ideal no sólo tiene un carácter ontológico, sino también epistemológico y ético. 2.2. El mundo sensible. 2.2.1. Noción y origen del mundo sensible. El mundo sensible es la segunda clase de realidad: es la realidad que perciben los sentidos, es engendrada, está en continuo devenir y es semejante a la las ideas, que son su modelo y su causa. Platón considera que el mundo sensible es fruto, por un lado, de la necesidad, propia de lo que Platón llama la materia originaria, caótica e informe y, por otro, de las ideas, que actúan como modelos. La concurrencia del primer elemento explica lo que en el mundo sensible hay de imperfección; la concurrencia de las ideas explica cuanto en el mundo hay de orden, razón y belleza. Ahora bien, ¿quién o qué principio lleva a cabo el proceso de configuración del mundo sensible según el arquetipo de las ideas? 2.2.2. El principio ordenador: el Demiurgo. Platón soluciona el problema recurriendo a la intervención de un ser divino, el Demiurgo, inspirado en el Nous de Anaxágoras, inferior en perfección a las ideas, pero eterno, inmutable, inteligente y bueno. No es un principio creador, sino un principio ordenador que, tomando a las ideas como modelos ejemplares, a partir del elemento primigenio y amorfo, pero eterno, configura todas las realidades sensibles. Y las organiza según el mismo orden racional, belleza y armonía del mundo inteligible. En definitiva, las causas que participan en el origen del mundo sensible son: - el elemento primigenio y caótico, como causa material, - las ideas, como causa ejemplar y, - el Demiurgo, como causa ordenadora. 3. EPISTEMOLOGÍA O TEORÍA DEL CONOCIMIENTO. En Platón, el problema de la realidad y el problema del conocimiento están tan íntimamente relacionados que no es posible hacer una separación entre ambos, sin que ésta resulte, hasta cierto punto, artificiosa. Por otro lado, tampoco elaboró Platón una teoría sistemática sobre el conocimiento. Se puede plantear el tema de esta forma: Platón exige para el conocimiento los caracteres de objetividad y validez universal, caracteres hacia los que Sócrates había apuntado en su intento de hallar los conceptos o definiciones de las virtudes, como base para la práctica moral. Así entendido el conocimiento, una buena parte de la doctrina de Platón está destinada a determinar su objeto. Delimitar el objeto del conocimiento, por un lado, y explicar las vías fundamentales de acceso al mismo, por otro, constituyen los dos momentos principales de esta exposición. 3.1. Delimitación del objeto: sólo de lo estable puede haber ciencia Si nada hay que permanezca en el mismo estado, entonces no es posible el conocimiento. Si, por el contrario, existe algo capaz de sustraerse al cambio, entonces es posible el conocimiento. Platón parte del supuesto de que los objetos de la percepción sensible están en continua movilidad (lo que ahora es blanco, puede ser más tarde negro; lo que para mí es frío puede ser para otro calor): de estos objetos no es, pues, posible dar una definición válida para siempre y para todos. Por eso, la ciencia no puede reducirse a la sensación; los objetos de la percepción sensible no pueden fundamentar la ciencia, entendiendo por tal, conocimiento objetivo, infalible y de valor universal. Pero Platón no acepta que todo, absolutamente, esté sujeto al devenir: del devenir se excluye la esencia de las cosas; sólo de esto último puede haber ciencia, porque sólo ello es estable y susceptible, por tanto, de definición válida universalmente. Ahora bien, la esencia, lo universal corresponde en Platón a las Formas o Ideas. De este modo, miradas desde el punto de vista epistemológico, las ideas, como objeto de conocimiento verdadero, fundamentan su objetividad y universalidad. 3.2. Los dos grados fundamentales del conocer: opinión y ciencia. Opinión y ciencia no son los únicos niveles del conocer establecidos por Platón, pero sí los fundamentales. Estos dos grados o estados de la mente se diferencian por su objeto: el primero, la opinión (doxa), se ocupa de los objetos sensibles particulares; el segundo, la ciencia (episteme), se ocupa de las ideas, de las que aquéllos son copias: por ejemplo, si alguien tratando de definir la noción de belleza se refiriera sin más a las cosas particulares bellas, estaría situado en el campo de la opinión; si, en cambio, se refiriera a la esencia de la belleza, Idea de la Belleza o Belleza en sí, entonces habría llegado al nivel de la ciencia. Platón separa, además, en dos grados diferenciados cada uno de estos dos niveles: - para la opinión: 1. Imaginación: es el grado más bajo del conocer, y se refiere al conocimiento de “las sombras de las cosas”, es decir, de las creencias irracionales, de los mitos, del arte, del mundo de la fantasía o el sueño… Todo aquello que copia los objetos del mundo sensible. 2. Creencia: se refiere a los objetos físicos que causan las sombras, es decir, los objetos del mundo sensible, y el conocimiento que se basa en dichos objetos: lo que hoy llamaríamos las ciencias empíricas, (física, biología, etc.) - para la ciencia: 1. Entendimiento: el conocimiento que nos va a permitir alcanzar la verdad, ya que es el primero que nos aproxima a las ideas a través de su representación matemática. Conocimiento matemático. 2. Razón: la auténtica episteme o conocimiento verdadero, es decir, aquel que nos permite entrar en contacto directo con las ideas, conocer sus características, su relación, su naturaleza… Se sirve para este objetivo de la Dialéctica. En este contexto se sitúa la misión asignada por Platón al filósofo: no corresponde al filósofo el conocimiento de las cosas particulares, sino el conocimiento de la esencia de las cosas, de las ideas; el verdadero filósofo es capaz de discernir que aquéllas son sólo copias de los modelos de las ideas. Así, el filósofo se convierte en guía o educador de los demás hombres, pues está en condiciones de conducir a estos del estado de opinión al estado de ciencia, de la consideración del mundo sensible a la consideración del mundo del verdadero ser. Ahora bien, ¿cómo o por qué medios es posible acceder al conocimiento de la naturaleza esencial de las cosas, a sus Formas o Ideas? 3.3. Posibles caminos para llegar a la aprehensión de las ideas. 3.3.1. El recuerdo o la reminiscencia. La teoría de la reminiscencia expresa, por un lado, lo que Platón entiende por conocer: conocer o saber es recordar (reminiscencia) y, por otro, alude a la posibilidad de aprehender las ideas: antes de venir a este mundo, el alma contempla las ideas; al unirse al cuerpo, olvida lo conocido en su anterior existencia; pero este conocimiento no desaparece, sino que es conservado por el alma en forma de ideas innatas. Mediante el recuerdo -dice Platón- el hombre puede recuperar lo que ya sabía, el ser verdadero de las cosas, las ideas. Y a evocar el recuerdo de las Ideas contribuyen tanto el contacto con los objetos sensibles, pues son copias de aquéllas, como la dialéctica. 3.3.2. La Dialéctica La dialéctica es una noción compleja en el pensamiento de Platón, pues comporta más de un sentido. Unas veces aparece como el método racional por excelencia: en este sentido, consiste en el juego de preguntas y respuestas (diálogo), y sigue un doble proceso complementario de análisis y síntesis, con el fin de alcanzar el conocimiento verdadero, inteligible, partiendo de lo sensible; otras veces, es presentada como la ciencia suprema, que tiene por objeto discernir las diferentes Ideas y organizarlas jerárquicamente. De cualquier forma, baste aquí con decir que la Dialéctica - noción crucial en la filosofía de Platónsirve al propósito de ascender de la multiplicidad de lo sensible a la cumbre del mundo de las Ideas, el Bien en sí, mostrando a éste como fundamento de todo lo demás. 4. DUALISMO ANTROPOLÓGICO. El dualismo establecido por Platón entre mundo sensible y mundo de las ideas se traduce en el caso de su antropología en un absoluto dualismo entre cuerpo y alma. En el pensamiento platónico el hombre es un compuesto de dos realidades completas: cuerpo y alma. La teoría pitagórica sobre la inmortalidad y transmigración de las almas (metempsicosis) está muy presente en su reflexión filosófica, concretamente en los diálogos Fedón y Fedro. 4.1. El cuerpo, cárcel del alma Platón afirma que el cuerpo es una cárcel para el alma (psyché), porque entiende que cuerpo y alma son dos realidades heterogéneas, tanto por su naturaleza, como por su origen: en efecto, si el cuerpo es de naturaleza material y, en cuanto tal, pertenece al mundo de lo sensible, el alma, por su parte, es de naturaleza espiritual y procede del mundo inteligible. Lo propio del alma no es, pues, estar junto al cuerpo; su lugar natural es el mundo inteligible. Por eso, mientras permanece unida al cuerpo, anhela librarse de los lazos que la atan a lo sensible y retornar a su origen primitivo. De manera que la unión entre alma y cuerpo es una unión accidental, semejante a la que se establece entre el cochero y su coche o el timonel y el barco. Es importante señalar que Platón distingue netamente la naturaleza del alma de la naturaleza de las realidades materiales; esto es, a diferencia de los primeros filósofos, no reduce Platón la naturaleza del alma a elementos materiales, aunque muy sutiles, sino que asigna al alma una naturaleza espiritual. 4.2. El alma es el principio que anima al cuerpo. Platón define el alma como principio que se mueve a sí mismo y fuente de movimiento. En este sentido, el alma es el principio que mueve y anima al cuerpo, por sí solo inanimado. Y según Platón, lo que se mueve a sí mismo es inmortal. De este modo, queda establecida la superioridad del alma sobre el cuerpo: el alma da vida y gobierna al cuerpo. 4.3. Las tres partes del alma. Para Platón, el alma consta de tres partes distintas, entendidas como funciones, no como partes materiales: -la parte racional; que es la que entiende y conoce, (situada en la cabeza), -la irascible; que es la que quiere, es decir, la que representa la voluntad, (situada en el pecho), -y la concupiscible; que busca satisfacer los apetitos más primarios, las pasiones, deseos, instintos, (situada en el vientre). La parte racional viene representada, en el mito del carro alado (Fedro), por el cochero. Es la más noble y elevada, pues su actividad consiste en conocer intelectivamente y dirigir y guiar a las otras dos. La parte irascible está representada por el caballo bueno y hermoso, que simboliza el valor y la voluntad, y se deja conducir muy fácilmente. La parte concupiscible está representada por el caballo malo y feo, difícil de guiar, que simboliza el deseo y la pasión sensible inmoderados. Por eso, es fácil que el cochero (parte racional), aun estando apoyado por el caballo dócil (parte irascible), pierda el equilibrio, debido al caballo contrahecho y pesado (parte concupiscible), y se precipite en el mundo corpóreo. En realidad, Platón, con este mito, está tratando de resolver el problema de lo racional (alma intelectiva) y lo irracional (alma irascible y concupiscible) en el hombre y está aludiendo a la necesidad de que lo racional gobierne sobre lo irracional. En cualquier caso, Platón deja claro que, a pesar de la diferencia de sus partes, el alma es una. Añadir también que la Justicia se hace presente en aquel que consigue que el alma racional desarrolle su función propia, esto es, dominar y guiar instintos y pasiones, de forma que no le impidan alcanzar la verdad. 4.4. Inmortalidad del alma. Mientras está unida al cuerpo, el alma tiende constantemente hacia el mundo de las ideas, porque es el mundo al cual ella pertenece propiamente. El alma es semejante a las ideas y, por lo mismo, es inmaterial, simple e indivisible; por tanto, el alma no se puede descomponer ni corromper. El alma es, pues, inmortal. Además, las almas que se dejan guiar por lo que es justo y recto, las que filosofan y conocen el mundo ideal, vuelven a su lugar de origen (la morada divina), en donde preexistían; mientras que las almas inmundas, que se han dejado llevar de sus pasiones incontroladas, sufren un juicio y son condenadas a errar y a vagar indefinidamente, expiando las culpas de su vida pasada, hasta que finalice el ciclo de diez mil años. 5. ÉTICA. La teoría de las Ideas de Platón significa, a este nivel, la superación -al igual que lo fuera la filosofía de Sócrates- del relativismo moral de los sofistas: en efecto, las Ideas de Justicia en sí, Bondad en sí... se convierten en los criterios exactos para discernir lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto. Las Ideas son ellas mismas valores. La ética de Platón tiende a averiguar lo que sea el Sumo Bien para el hombre, Bien, en cuya consecución consiste la felicidad y al que se llega mediante la práctica de la virtud. 5.1. El Bien como mezcla proporcionada de placer y sabiduría. Según Platón, la vida buena no puede ser ni el placer sólo ni la sabiduría sólo, sino una mezcla de ambos, pues el hombre no es ni pura animalidad ni pura inteligencia. El Sumo Bien sólo puede ser una vida mixta de placer y sabiduría. En Platón, el Bien absoluto para el hombre no es, en definitiva, otra cosa que las Ideas, en cuya contemplación consiste la felicidad suprema. En este sentido, la virtud, como medio para acceder al Sumo Bien, desempeña una función análoga a la Dialéctica y demás métodos encaminados hacia la aprehensión de las Ideas, tomadas como objetos genuinos de ciencia. En realidad, todo esto es consecuencia de la íntima relación existente entre todos los elementos de la filosofía de Platón, por un lado, y de la misma evolución interna de su pensamiento, por otro. 5.2. La virtud como ordenación entre las partes del alma. Mediante la práctica de la virtud se accede al Sumo Bien y, por tanto, a la suprema felicidad; por eso, la virtud es, según Platón, el tesoro más valioso para el hombre. ¿Cómo se entiende la virtud en el pensamiento platónico? En realidad, el concepto de virtud es objeto de diversas determinaciones a lo largo de los Diálogos. La virtud como salud del alma, entendiendo por tal el hecho de que cada una de las partes de ésta cumpla con la disposición que le es propia: a la parte racional corresponde la sabiduría o prudencia (Sofía, frónesis); a la parte irascible, la fortaleza y el valor (andreia) y a la parte concupiscible la templanza (sophrosine). La virtud es la armonía u ordenación entre esas tres partes. En este sentido, identifica Platón la noción de virtud con la noción de justicia. Definida la virtud desde el ángulo de la naturaleza tripartita del alma, sabiduría, fortaleza, templanza y justicia aparecen como las cuatro virtudes principales, ocupando la justicia el primer puesto. Pero en su obra hay además otras determinaciones de la virtud: así, Platón comparte la tesis socrática de la identificación entre virtud y conocimiento, tesis que completa naturalmente con su teoría de las Ideas. Desde este punto de vista, todas las virtudes se unifican en la virtud de la sabiduría, como conocimiento de lo que es bueno para el hombre. 6. POLÍTICA : EL ESTADO IDEAL. Platón desarrolla en los diez libros de la República, en las Leyes y en el Político, su concepción de un Estado ideal perfecto. Para Platón, como para los griegos en general, el hombre es un ser social por naturaleza. Es importante establecer lo que sea un Estado ideal perfecto, porque entre el individuo y el Estado o comunidad social existe una relación de reciprocidad: el individuo sólo puede hacerse perfecto en el seno de un Estado perfecto y, a la inversa, un Estado perfecto sólo es concebible si sus ciudadanos son virtuosos. Vemos, pues, una supeditación de la ética a la política. 6.1. El Estado como organismo. Hay que tener en cuenta que, al hablar del Estado, Platón no está pensando en el tipo de Estado moderno, sino en la clase de ciudad-estado griega. Platón concibe el Estado como un gran organismo humano. Éste tiene las mismas exigencias y necesidades materiales, y los mismos fines éticos que el hombre. Por eso, existe una perfecta correlación entre los propósitos ideales del hombre y los del Estado, entre las partes constitutivas y fundamentales de uno y otro. Cada una de las partes del alma tiene su correspondencia en las clases sociales que componen el Estado. Así, al alma racional le corresponde la clase de los gobernantes, que son los filósofos; al alma irascible, la clase social de los guerreros, de los soldados; a la concupiscible, la de los artesanos. Los filósofos, cuya virtud es la sabiduría, son los únicos aptos para el gobierno; los soldados, virtud de la fortaleza o valor, deben defender y guardar la polis; los artesanos, virtud de la templanza, (que se corresponde con el dominio de pasiones y deseos), suministran los medios materiales que la comunidad necesita. Platón establece de esta forma un paralelismo total entre el alma, la ética y la política. Todas las clases sociales son necesarias, pero cada una goza de distinto rango y dignidad. ANTROPOLOGÍA FISIOLOGÍA Alma racional cabeza Alma irascible Alma concupiscible corazón vientre ÉTICA Sabiduría/ prudencia valor templanza POLÍTICA Gobernante/ filósofo guerrero artesano EPISTEMOLOGÍA ciencia creencia imaginación 6.2. La justicia como ordenación de las tres clases integrantes del Estado La justicia es la condición indispensable y el objetivo máximo del Estado perfecto, es la virtud de la ciudad. Platón establece un perfecto paralelismo entre la justicia en el individuo y la justicia en la ciudad: si en el primer caso, la justicia consiste en que cada parte del alma se ordene según la disposición o virtud que le es propia, la justicia en la ciudad consiste en que cada una de las tres clases de ciudadanos se atenga al cometido que le es propio. El fin de la justicia no es otro que la salvaguarda del bien común, objetivo hacia el que van encaminadas las múltiples leyes que rigen la ciudad. Un rasgo interesante de la doctrina política de Platón es la figura del rey-filósofo: Platón encomienda a los filósofos la tarea de gobernar. Ello es perfectamente coherente con el tono general de la filosofía de Platón. En efecto, los filósofos están en contacto con el mundo de las Ideas, mundo del verdadero ser, del auténtico conocer y de los valores supremos; así, el filósofo está mejor preparado que ningún otro para gobernar, pues conoce mejor que nadie el Bien y la Justicia, y además es el más adecuado para el poder, precisamente porque no lo desea. 6.3. “Comunismo” platónico. El comunismo platónico es uno de los capítulos más interesantes de su pensamiento político; “comunismo” que no debe entenderse en el sentido de los regímenes comunistas modernos, sino “como un reglamento de sacrificio que impone a las clases defensora y rectora de la ciudad.” En el Estado ideal delineado por Platón, el bien común está por encima de cualquier bien particular. Puesto que los filósofos deben buscar el bien general de la colectividad, con el fin de evitar tentaciones interesadas y distracciones inútiles, no poseen propiedad privada alguna, ni mujer e hijos propios. Su interés máximo debe ser lograr la mayor sabiduría posible, con el fin de estar bien preparados para desempeñar su misión de gobierno. También los soldados renuncian a la familia y a la propiedad privada, y se dedican a dominar su violencia ejercitando la virtud de la fortaleza, bajo la dirección de la razón. Los únicos que disfrutan de propiedad privada, aunque común, limitada y bajo control directo del Estado, y los únicos que mantienen vínculos familiares estables son los artesanos, que deben proveer a las necesidades vitales de la sociedad. Los artesanos no necesitan ningún tipo de educación, sólo la profesional propia de cada uno, y tienen que obedecer a los poderes políticos. En este Estado ideal sólo los mejores, una minoría muy selecta, ostentan el poder. Las clases sociales, aunque abiertas, están controladas por un preciso criterio selectivo. Es un Estado de clara inspiración aristócrata. Es también interesante apuntar -aunque sólo sea como mera indicación- que en el Estado ideal de Platón se considera que las mujeres tienen las mismas capacidades naturales que los hombres; de manera que -tal como se expone en el libro V de la República- las mujeres pueden desempeñar las mismas funciones sociales que los hombres, incluida la guerra. 6.4. Formas de gobierno. Para Platón existen cinco formas de gobierno, aunque posteriormente introduzca algunas variaciones en su clasificación primitiva. A partir de la monarquía o aristocracia, por degeneración sucesiva, surgen las demás: la timocracia, la oligarquía, la democracia y, la peor de todas, la tiranía. La monarquía o aristocracia es la forma más perfecta e ideal de gobierno: el gobierno de los mejores. La decadencia de este régimen da lugar a la timocracia, en la que predomina la clase militar. Este régimen no es todavía malo, pero da paso a la oligarquía, en la que una pequeña minoría ambiciosa ostenta el poder y oprime férreamente al resto de los ciudadanos que, cansados de tal abuso, acaban con los oligarcas y se apoderan del gobierno (democracia). Pero la masa no está preparada para gobernar, por lo que se produce tal desorden que el más demagogo y violento se erige en tirano y suprime la libertad. Este es el gobierno más injusto y el grado más bajo y degenerado de las formas de gobierno; por eso semejante institución no puede permanecer eternamente, aunque resulte difícil de derrocar. 7. VALORACIÓN DE LA FILOSOFÍA DE PLATÓN. Platón fue el primer gran filósofo de la historia. Fue capaz de crear un sistema completo organizando y dando sentido a todas las ideas propuestas por los filósofos presocráticos y por Sócrates. Amplía el ámbito de la filosofía y estudia tanto aspectos ontológicos, (siguiendo la senda de Parménides), como epistemológicos, antropológicos, éticos (partiendo de Sócrates), o su gran aportación: la política. Desde su ontología, se puede valorar su capacidad de resolver el conflicto entre la realidad auténtica y la aparente tal y como había sido planteado por Parménides, proponiendo su dualismo m. inteligible/ m. sensible. Por otro lado, este mismo dualismo de mundos supone la dificultad de explicar cómo algo alejado puede ser causa y esencia de otra cosa completamente separada. También deja sin explicar el cambio en el mundo sensible, ya que entiende que lo auténtico no cambia… pero, ¿por qué cambia nuestro entorno? En su epistemología, es importante valorar su aportación como instrumento de desarrollo de la capacidad crítica del ser humano, ya que su creencia en la no fiabilidad de los sentidos, nos obliga a ir siempre más allá de las apariencias. Por otro lado, esa desconfianza hacia lo sensible, impide el desarrollo de las ciencias empíricas, que tan importantes se han mostrado para el conocimiento humano. También cabe destacar la importancia que da al conocimiento matemático como iniciación para el conocimiento verdadero, algo que se revelará fundamental en el conocimiento científico hasta nuestros días. Acerca del concepto de innatismo de las ideas que Platón defiende, es posible defender su validez identificando las mismas con los instintos o con nuestra programación genética, o bien considerarlo absurdo por la absoluta necesidad de la experiencia para el conocimiento en cada una de sus vertientes. En su antropología, se manifiesta su aceptación de presupuestos poco racionales y muy deudores de los postulados pseudo-religiosos de los pitagóricos, aunque se podría interpretar su idea de la inmortalidad del alma como hoy entendemos la energía que nos constituye, como algo que ni se crea ni se destruye. Su ética, deudora del intelectualismo moral socrático, se manifiesta como absolutamente ingenua a partir del momento en que no contempla la importancia de la voluntad para la acción. Cualquiera puede demostrar la falsedad de la idea de que quien conoce el bien actúa bien. Por otro lado, esta introducción del conocimiento racional para dirigir la acción humana aleja al hombre de otras formas de comportamiento posibles sin ser consideradas negativamente, lo que propiciará las críticas furibundas de Nietzsche veintitrés siglos más tarde. Las ideas políticas de Platón son de una grandiosidad y de una coherencia absolutas, aunque pecan de utópicas, por la consideración que tiene del ser humano. Olvida la importancia de nuestra dimensión afectiva, al menos tan importante como la racional, y que lleva al extremo cuando considera necesaria para el correcto funcionamiento del estado la destrucción de la familia. Es importante valorar, sin embargo, la importancia que da Platón a la educación para el buen funcionamiento del estado, basada en la igualdad de todos los ciudadanos, sean hombres o mujeres, algo por lo que se sigue luchando hoy en día, aunque, tal vez, no se lleva a la práctica como se debería. Una idea interesante en el ámbito político es la de considerar que sólo deben gobernar aquellos que no desean el poder. Si hoy siguiéramos ese principio, otro gallo cantaría… Por último señalar que vivimos en la sociedad de la comunicación, en la que toda la realidad nos llega a través de distintos medios y se nos atiborra de información. Dicha información está siempre condicionada por distintos elementos, por lo que esa supuesta realidad que nos trasmite no es tal. Sin embargo, solemos aceptarla como válida, con lo que sin querer, acabamos sumidos en el interior de la caverna. Por ello la filosofía de Platón es tan interesante hoy en día a pesar de sus errores. Nos muestra cómo la mayoría seguimos dentro de la caverna, dando por bueno y verdadero aquello que nos cuentan sin ir más allá. Nos muestra cómo sigue siendo necesario, 2500 años después, que nos ayuden a descubrir la auténtica realidad y a pensar por nosotros mismos. TÉRMINOS FILOSÓFICOS (se completa su explicación en los apuntes). DIALÉCTICA: Método de conocimiento científico que tiene dos acepciones en la filosofía platónica: 1. Método de ascenso de lo sensible a lo inteligible. 2. Método de deducción racional de las ideas, que permite diferenciarlas entre sí, no confundirlas, ver la relación que hay entre ellas y su jerarquía. IDEA DE BIEN: primera idea, gracias a la cual podemos conocer todas las demás del mundo inteligible, (gracias a la dialéctica). Ser supremo que da unidad al mundo inteligible, fuente de ser, unidad y verdad de las demás ideas. Fundamento de todos los valores morales. Está representada por el sol en el Mito de la Caverna. OPINIÓN (doxa): Es el grado inferior del conocer. Versa sobre los objetos de la percepción sensible. Se contrapone a la ciencia, que es el grado más alto del conocer. Tiene por objeto lo esencial, las ideas, pues sólo éstas son capaces de satisfacer las condiciones de objetividad, infalibilidad y validez universal. MUNDO INTELIGIBLE: mundo auténtico, eterno e inmutable, constituido por las ideas que son causa y modelo del mundo sensible. Éste es un mundo aparente, causado, sujeto al devenir, creado por el Demiurgo siguiendo el modelo del mundo inteligible. REY-FILÓSOFO: gobernante del Estado, único apto para alcanzar el poder ya que es el único que no lo desea y está en posesión de la verdadera sabiduría. Gobierna sobre los guardianes y sobre los artesanos, y cada uno de ellos se identifica en el estado con cada una de las distintas partes del alma. REMINISCENCIA: teoría según la cual saber es recordar, lo cual es debido a la inmortalidad del alma. De esta teoría se deduce el innatismo de las ideas, y sirve como método que permite alcanzar el conocimiento verdadero.