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Boletín de jurisprudencia en
materia civil y procesal civil
Ministerio Público de la Defensa
Nº 1, agosto de 2012
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
DEFENSORÍA GENERAL DE LA NACIÓN
DEFENSORA GENERAL DE LA NACIÓN
Dra. Stella Maris Martínez
SECRETARIA GENERAL DE CAPACITACIÓN Y JURISPRUDENCIA
Dra. Sandra Ethel Yapur
APORTE JURISPRUDENCIAL
Dra. María Laura Folch y Dr. Sebastián Van Den Dooren
COORDINACIÓN EDITORIAL
Comunicación Institucional - Secretaría General de Política Institucional
Defensoría General de la Nación
2012 Ministerio Público de la Defensa
Defensoría General de la Nación
www.mpd.gov.ar
Callao 970 - CP 1023
Ciudad de Buenos Aires
Tirada: 300 ejemplares
Índice
Prólogo
9
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
I. Derecho a la vida, a su preservación y a la salud 15
“Asociación Benghalensis y otros c. Estado nacional”, Corte Suprema de Justicia de la
Nación, Fallos: 323:1339, 01/06/2000 15
“Campodónico de Beviacqua”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
323:3229, 24/10/2000 37
“M., M. c M. S. y A. S.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 324:3569,
16/10/2001 45
“Sánchez, Norma Rosa c/Estado Nacional y otro s/acción de amparo”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 324: 3578, 20/12/2005 55
“Floreancig, Andrea C.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 329:2552,
11/07/2006 63
“Mosqueda, Sergio c. INSSJP”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
329:4918, 07/11/2006 69
“R., A. D. c/Estado Nacional”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, R. 350.XLI,
04/09/2007 73
“V., D. N. c/OSDE s/amparo”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, Sala II, 12/07/2011 89
“Alegre Vergara, Nancy Elsa”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta,
17/03/2011 93
“Fabersani, Ana Irma”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta, 07/04/2011 101
“Gazanea, Walter c/EMEDIC S.A. s/Amparo”, Cámara Federal de Apelaciones de
Rosario, 10/05/2011 105
“Navamuel, Elena”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta, 26/09/2011 111
II. Responsabilidad del estado 119
“Asociación Benghalensis y otros c. Estado nacional”, Corte Suprema de Justicia de la
Nación, Fallos: 323:1339, 01/06/2000 119
“Campodónico de Beviacqua”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
323:3229, 24/10/2000 121
“M., M. c M. S. y A. S.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 324:3569,
16/10/2001 123
“Sánchez, Norma Rosa c/Estado Nacional y otro s/acción de amparo”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 324: 3578, 20/12/2005 125
“Rodríguez, J.E. c/INSSJP (Pami)”, Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, Sala
2, 18/05/2006 127
“Floreancig, Andrea C.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 329:2552,
11/07/2006 135
“Cambiaso Péres de Nealón”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
330:3725, 28/08/2007 137
“Passero de Barriera”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 330:4160,
18/09/2007 157
“Lo Presti, Lorena Natalia”, Cámara Federal de Apelaciones de La Plata,
24/08/2010 163
“M., E. A. v. Estado Nacional”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso
Administrativo Federal, Sala 5ª, 17/02/2011 169
III. Obligaciones positivas y negativas del estado 175
“Asociación Benghalensis y otros c. Estado nacional”, Corte Suprema de Justicia de la
Nación, Fallos: 323:1339, 01/06/2000 175
“Campodónico de Beviacqua”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
323:3229, 24/10/2000 177
“Sánchez, Norma Rosa c/ Estado Nacional y otro s/acción de amparo”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 324: 3578, 20/12/2005 179
“Rodríguez, J. E. c/INSSJP (Pami)”, Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, Sala
2, 18/05/2006 181
“Floreancig, Andrea. C.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 329:2552,
11/07/2006 183
“R., A. D. c/Estado Nacional”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, R. 350.XLI,
04/09/2007 185
“Cambiaso Péres de Nealón”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
330:3725, 28/08/2007 187
“Passero de Barriera”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 330:4160,
18/09/2007 189
“M., E. A. v. Estado Nacional”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso
Administrativo Federal, Sala 5ª, 17/02/2011 191
“Navamuel, Elena”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta, 26/09/2011 193
IV. Medida cautelar: Verosimilitud del derecho, peligro en la demora 195
“Asociación Benghalensis y otros c. Estado nacional”, Corte Suprema de Justicia de la
Nación, Fallos: 323:1339, 01/06/2000 195
“Campodónico de Beviacqua”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
323:3229, 24/10/2000 197
“B., V. L. y otro”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 326:1400,
24/04/2003 199
“Orlando, Susana Beatriz”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 328:1708,
24/05/2005 203
“Sánchez, Norma Rosa c/Estado Nacional y otro s/acción de amparo”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 324:3578, 20/12/2005 207
“Floreancig, Andrea. C.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 329:2552,
11/07/2006 209
“Mosqueda, Sergio c/INSSJP”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
329:4918, 07/11/2006 211
“María, Flavia Judith”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 330:4647,
30/10/2007 213
“Rivero, Gladys Elizabeth”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 332:1394,
09/06/2009 225
“M., E. A. v. Estado Nacional”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso
Administrativo Federal, Sala 5ª, 17/02/2011 233
“Alegre Vergara, Nancy Elsa”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta,
17/03/2011 235
“Fabersani, Ana Irma”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta, 07/04/2011 237
“Gazanea, Walter c/EMEDIC S.A. s/Amparo”, Cámara Federal de Apelaciones de
Rosario, 10/05/2011 239
“Guiglietti, María Ángela Antonia”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, Sala I, 07/06/2011 241
“V., D. N. c/OSDE s/amparo”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, Sala II, 12/07/2011 247
“Navamuel, Elena”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta, 26/09/2011 249
“L., M. B. c/E.N.-”, Juzgado Federal en lo Civil, Comercial y Contencioso Administrativo de San Martín Nº 2, 12/10/2011 251
V. Amparo como vía apta para reclamar 255
“Asociación Benghalensis y otros c. Estado nacional”, Corte Suprema de Justicia de la
Nación, Fallos: 323:1339, 01/06/2000 255
“Orlando, Susana Beatriz”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 328:1708,
24/05/2005 257
“Sánchez, Norma Rosa c/Estado Nacional y otro s/acción de amparo”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 324:3578, 20/12/2005 259
“Floreancig, Andrea C.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 329:2552,
11/07/2006 261
“María, Flavia Judith”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 330:4647,
30/10/2007 263
“Rivero, Gladys Elizabeth”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 332:1394,
09/06/2009 265
VI. Grupos en situación de vulnerabilidad 267
1. Niñas, niños y adolescentes 269
“Campodónico de Beviacqua”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
323:3229, 24/10/2000 269
“M., M. c M. S. y A. S.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 324:3569,
16/10/2001 271
“Rodríguez, Karina Verónica c/Estado Nacional y otros s/acción de amparo”, Corte
Suprema de Justicia de la Nación, R. 1148. XLI., 07/03/2006 273
“Floreancig, Andrea. C.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 329:2552,
11/07/2006 277
“Cambiaso Péres de Nealón”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
330:3725, 28/08/2007 279
“Rivero, Gladys Elizabeth”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 332:1394,
09/06/2009 281
“M., E. A. v. Estado Nacional ”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso
Administrativo Federal, Sala 5ª, 17/02/2011 283
“L., M. B. c/E.N.”, Juzgado Federal en lo Civil, Comercial y Contencioso Administrativo Nº 2 de San Martín, 12/10/2011 285
2. Personas con discapacidad (ley 24901) 287
“Campodónico de Beviacqua”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
323:3229, 24/10/2000 287
“M., M. c M. S. y A. S.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 324:3569,
16/10/2001 289
“Floreancig, Andrea. C.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 329:2552,
11/07/2006 291
“Cambiaso Péres de Nealón”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
330:3725, 28/08/2007 293
“R., A. D. c/Estado Nacional”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, R. 350.XLI,
04/09/2007 295
“María, Flavia Judith”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 330:4647,
30/10/2007 297
“Rivero, Gladys Elizabeth”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos 332:1394,
09/06/2009 299
“Alegre Vergara, Nancy Elsa”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta,
17/03/2011 301
“Fabersani, Ana Irma”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta, 07/04/2011 303
“Guiglietti, María Ángela Antonia”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, Sala I, 07/06/2011 305
“Navamuel, Elena”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta, 26/09/2011 307
3. Personas adultas mayores 309
“Reynoso, Nilda Noemí”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 329:1638,
16/05/2006 309
“Mosqueda, Sergio c/INSSJP”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
329:4918, 07/11/2006 321
“Gatica, M. E. c/INSSJP”, Corte Suprema de Justicia de la Nación”, G. 588. XLVI,
27/12/2011 323
“M. de B. R. c/Medicus”, Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal,
31/03/2011 329
4. Pueblos originarios 333
“Defensor del Pueblo de la Nación c/Estado Nacional y otra (Provincia del Chaco) s/
proceso de conocimiento”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 330:4134,
18/09/2007 333
“Sánchez, Juan - Comunidad de Monteveoceboyos c. Estado Nacional”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta, 02/07/2009 341
5. Salud pública 351
“Viceconte, Mariela C.”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, Sala IV, 02/06/1998 351
6. Obesidad mórbida (cirugía bariátrica) 359
“Rodríguez, J. E. c/INSSJP (Pami)”, Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, Sala
2, 18/05/2006 359
“C., M. J. v Unión Personal Civil de la Nación s/amparo”, Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, Sala 3, 04/12/2007 361
“Lo Presti, Lorena Natalia s/OSMECON s/amparo”, Cámara Federal de Apelaciones
de La Plata, 24/08/2010 367
“Gazanea, Walter c/EMEDIC S.A s/amparo”, Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, 10/05/2011 369
7. Tratamientos específicos 371
Ligadura de Trompas: “Yapura, Gloria”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Expte. Y.112.XL, 06/06/2006 371
Preservación de espermas: “Viciconte c/Htal. Italiano de La Plata”, Cámara Federal de
Apelaciones de La Plata, 31/08/2009 377
Células Progenitores Hematopoyéticas: “A., M. y otro”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, Sala II, 02/12/2010 379
Celíacos: “S. , M. A y otros”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial
Federal, Sala II, 15/10/2010 389
Glucemia (estricto control de la enfermedad): “Braguinsky c/OSPJN s/amparo”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, Sala I, 07/06/2011 393
Fertilización asistida: “Arce Blanco, Lorena Angélica María- Mazzaferri, Germán Diego c/OSPJN”, Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, Sala III,
13/12/2011 397
Prólogo
En mi carácter de Secretaria General de Capacitación y Jurisprudencia de la
Defensoría General de la Nación, con gran satisfacción me permito presentarles este primer Boletín de Jurisprudencia en materia Civil y Procesal Civil,
relativo a la protección del derecho a la vida y el derecho a la salud; temáticas
que revisten especial trascendencia en miras de fortalecer y optimizar la labor
de la defensa pública.
La experiencia recogida en el ejercicio de las funciones encomendadas a esta
Institución permite advertir que las problemáticas relativas al ejercicio de derechos fundamentales, como lo son los aquí tratados, se verifican principalmente
en casos de personas que atraviesan situaciones de vulnerabilidad y que, asiduamente, acuden al servicio de defensa pública.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sostenido que el derecho a
la vida es un derecho humano fundamental, cuyo goce pleno es un prerrequisito
para el disfrute de los demás derechos humanos; al respecto, el citado órgano de
justicia internacional tuvo oportunidad de afirmar que “en esencia, este derecho
comprende no sólo el derecho de todo ser humano de no ser privado de la vida arbitrariamente, sino también el derecho a que no se generen condiciones que le impidan
o dificulten el acceso a una existencia digna. Una de las obligaciones que ineludiblemente debe asumir el Estado en su posición de garante, con el objetivo de proteger
y garantizar el derecho a la vida, es la de generar las condiciones de vida mínimas
compatibles con la dignidad de la persona humana y a no producir condiciones que la
dificulten o impidan. En este sentido, el Estado tiene el deber de adoptar medidas positivas, concretas y orientadas a la satisfacción del derecho a una vida digna, en especial
cuando se trata de personas en situación de vulnerabilidad y riesgo, cuya atención se
vuelve prioritaria” (cf. Corte IDH, Caso de la Comunidad Indígena Yake Axa Vs.
Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 17 de junio de 2005. Serie
C N° 125, párrs. 161 y 162 y sus citas).
Por su parte, deviene oportuno mencionar que el Preámbulo de la Constitución
de la Organización Mundial de la Salud establece que “el grado máximo de salud
que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano”; derecho que se encuentra enunciado en numerosos instrumentos internacionales de
10
Prólogo
derechos humanos que desde el año 1994 gozan de jerarquía constitucional, tales como la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (art.
11), la Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 25), el Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales (art. 12) y la Convención
sobre los Derechos del Niño (art. 24).
A la luz de las consideraciones expuestas, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha reconocido la íntima relación existente entre el derecho a la salud y el derecho a la vida, así como la obligación en cabeza del Estado de “proteger la salud
pública” mediante acciones positivas, pues el derecho a la salud está comprendido dentro del derecho a la vida (“Asociación Benghalensis y otros c. Estado nacional”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos 323:1339, 01/06/2000).
El análisis del material recopilado en esta presentación, pretende profundizar la
discusión de estas ideas.
La presente obra responde a un trabajo de investigación, centrado en la selección de diversos pronunciamientos jurisdiccionales de nuestro país que, en razón
de su relevancia en la materia, permiten reflejar el desarrollo jurisprudencial en
orden a la protección de los derechos a la vida y a la salud, en clave de los estándares sentados en el sistema internacional de protección de los derechos humanos.
Se trata así de aportar una herramienta de trabajo que coadyuve a la inestimable
labor que diariamente llevan adelante los representantes de este Ministerio Público de la Defensa Pública frente a instancias judiciales y extrajudiciales. En este
punto, no puedo dejar de destacar que muchos de los precedentes destacados en
este volumen resultan consecuencia de su propia actuación.
Para una mejor sistematización y utilización de la obra, los pronunciamientos
se encuentran agrupados en los siguientes subtítulos: Derecho a la vida, a su preservación y a la salud; Responsabilidad del Estado; Obligaciones positivas y negativas
del Estado; Medida cautelar: verosimilitud del derecho, peligro en la demora; Amparo
como vía apta para reclamar; Grupos en situación de vulnerabilidad: niñas, niños y
adolescentes, personas con discapacidad (Ley 24901), personas adultas mayores, pueblos originarios, salud pública (vacuna contra la fiebre hemorrágica), obesidad mórbida (cirugía bariátrica), tratamientos específicos (ligadura de trompas, preservación de
espermas, células progenitores hematopoyéticas, celíacos, glucemia, fertilización asistida). Asimismo, y a efectos de facilitar la búsqueda del material en cuestión, cada
fallo está precedido de un “abstract”.
Quiero agradecer especialmente a la Dra. Rosana Feliciotti –Secretaria Letrada
de la Defensoría General de la Nación e integrante del Programa sobre temáticas
de Salud, Discapacidad y Adultos Mayores recientemente creado en la órbita de
la Secretaría General de Política Institucional de esta Defensoría General de la
Nación– por su aporte inestimable en la elaboración del presente.
Prólogo
Tampoco quiero soslayar el satisfactorio trabajo realizado por mis colaboradoras/es, quienes me han acompañado en esta iniciativa, aportando su conocimiento y esfuerzo para que esta publicación se hiciera realidad.
Por último, agradecimiento especial a la Dra. Stella Maris Martínez, Defensora
General de la Nación, impulsora de la generación permanente de ámbitos de desarrollo y optimización de las capacidades de la defensa pública.
Sandra E. Yapur
Secretaria General de Capacitación y Jurisprudencia
Defensoría General de la Nación
11
Derecho a la vida, a su preservación
y a la salud
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
I
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
“Asociación Benghalensis y otros c. Estado nacional”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 323:1339, 01/06/2000
“…la vida de los individuos y su protección –en especial el derecho
a la salud- constituyen un bien fundamental en sí mismo que, a su vez,
resulta imprescindible para el ejercicio de la autonomía personal (art. 19
de la Constitución Nacional). El derecho a la vida, más que un derecho
no enumerado en los términos del art. 33 de la Constitución Nacional,
es un derecho implícito, ya que el ejercicio de los derechos reconocidos
expresamente requiere necesariamente de él. A su vez, el derecho a la
salud, máxime cuando se trata de enfermedades graves, está íntimamente
relacionado con el primero y con el principio de la autonomía personal
(art. 19 de la Constitución Nacional), toda vez que un individuo gravemente enfermo no está en condiciones de optar libremente por su propio plan
de vida -principio de autonomía-.
A mayor abundamiento, el derecho a la salud, desde el punto de vista normativo, está reconocido en los tratados internacionales con rango
constitucional (art. 75 inc. 22 de la Constitución Nacional), entre ellos, el
art. 12 inc. c del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales; inc. 1 arts. 4 y 5 de la Convención sobre Derechos Humanos
-Pacto de San José de Costa Rica- e inc. 1 del art. 6 del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos, extensivo no sólo a la salud individual sino
también a la salud colectiva” (considerando X. del dictamen fiscal).
“…esta Corte desde sus inicios entendió que el Estado Nacional está
obligado a “proteger la salud pública” (Fallos: 31:273) pues el derecho a
la salud está comprendido dentro del derecho a la vida que es “el primer derecho natural de la persona humana preexistente a toda legisla-
15
16
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
ción positiva que, obviamente, resulta reconocido y garantizado por la
Constitución Nacional.” (Fallos: 302:1284; 310:112). Así entendió que en
el Preámbulo de la Constitución Nacional “ya se encuentran expresiones
referidas al bienestar general, objetivo preeminente en el que, por cierto,
ha de computarse con prioridad indiscutible, la preservación de la salud”
(Fallos: 278:313, considerando 15) (…)
“…a partir de la reforma constitucional de 1994, el derecho a la salud
se encuentra expresamente reconocido con jerarquía constitucional en el
art. 75 inc. 22. En este sentido, el art. XI de la Declaración Americana de
los Derechos y Deberes del Hombre establece que toda persona tiene
derecho a que su salud sea preservada por medidas sanitarias y sociales,
relativas a la alimentación, el vestido, la vivienda y la asistencia médica,
correspondientes al nivel que permitan los recursos públicos y los de la
comunidad. El art. 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos
dispone que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que
le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la
asistencia médica y los servicios sociales necesarios. El art. 12 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales estableció
que entre las medidas que los estados partes deberían adoptar a fin de
asegurar la plena efectividad del derecho de toda persona al disfrute del
más alto nivel posible de salud física y mental, deberían figurar la prevención y el tratamiento de las enfermedades epidémicas, endémicas, profesionales y de otra índole, y la lucha contra ellas (inc. c) y la creación de
condiciones que aseguren a todos asistencia médica y servicios médicos
en caso de enfermedad” (considerandos 9 y 10 del voto de los doctores
Moliné O’Connor y Boggiano).
“…el derecho a la salud contemplado en nuestra Carta Magna en virtud de la incorporación de los tratados internacionales mencionados en
el art. 75, inc. 22, tales como la Declaración Americana de los Derechos
y Deberes del Hombre que establece que toda persona tiene derecho a
que su salud sea preservada por medidas sanitarias y sociales, relativas a la
alimentación el vestido, la vivienda y la asistencia médica, correspondientes
al nivel que permitan los recursos públicos y los de la comunidad; la Declaración Universal de Derechos Humanos que en el art. 25, dispone que
toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así
como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el
vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios
y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
en su art. 12, prescribe que entre las medidas que los estados parte deberían adoptar a fin de asegurar la plena efectividad del derecho de toda per-
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
sona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental deberían
figurar “...la prevención y el tratamiento de las enfermedades epidémicas,
endémicas, profesionales y de otra índole, y la lucha contra ellas; “(inc. c)
y, “la creación de condiciones que aseguren a todos asistencia médica y
servicios médicos en caso de enfermedad” (inc. d).
Cuadra agregar a esta lista, la afectación de la calidad de vida de la población infectada por el virus VIH, dado que la falta de respeto del derecho
a la salud (equilibrio físico psíquico y emocional) acarrea inexorablemente
esta consecuencia” (considerando 7º del voto del doctor Vázquez).
“…el derecho a la salud si bien es autónomo, deriva del derecho a la
vida y no se reduce a la abstención de daño sino que trae aparejado la
exigencia de prestaciones de dar y hacer, las que fueron delimitadas a los
diferentes niveles de gobierno en el texto legal, por ser la lucha contra
el SIDA un tema -común de todos ellos-, que requiere un tratamiento
adecuado y eficaz a fin de proyectar los principios de la seguridad social,
a la que el art. 14 nuevo de la Constitución Nacional confiere un carácter
integral así como también, asegurar el debido respeto de los derechos humanos y la libertades fundamentales -elementos imprescindibles de toda
democracia-.” (Considerando 19º del voto del doctor Vázquez).
Procuracion General de la Nación
titución Nacional, la ley 23.798 y su decreto
reglamentario 1244/91.
Suprema Corte:
I.
A fs. 2/17 la Asociación Benghalensis y
otras, en su carácter de entidades no gubernamentales que desarrollan actividades contra la epidemia del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, promovieron acción de
amparo a fin de que se obligue al Estado Nacional -Ministerio de Salud y Acción Social
de la Nación- a cumplir con la asistencia, tratamiento y rehabilitación de los enfermos del
S.I.D.A. y, en especial, con el suministro de
medicamentos, de acuerdo con lo dispuesto
por los arts. 14, 20, 43 y 75 inc. 22 de la Cons-
Adujeron que la ley 23.798 declaró de interés
nacional la lucha contra el S.I.D.A., y estableció
que el Ministerio de Salud y Acción Social, por
intermedio de la Subsecretaría de la Salud, es su
Autoridad de Aplicación y está obligado a proveer los medicamentos y reactivos necesarios.
Afirmaron que, según los estudios nacionales e
internacionales, la interrupción de los tratamientos resta efectividad a la droga ya suministrada a
los pacientes y, por último, solicitaron que se disponga, como medida cautelar, la entrega de los
medicamentos y reactivos que le hubieren sido
requeridos por los programas provinciales y municipales y por cualquier persona física.
17
18
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
II.
A fs. 207/210, el juez de primera instancia
concedió la medida cautelar, e hizo saber al
Ministerio de Salud y Acción Social (Secretaría de Recursos y Programas de Salud y
del Programa de Lucha contra los Retrovirus
Humanos -SIDE/ ETS-) que debía adquirir y
entregar, a cada uno de los efectores sanitarios
del país, los reactivos y medicamentos incluidos en el Vademecum Básico del 13 de mayo
de 1994 y los aprobados por la ANMAT durante 1995 y 1996.
que el presupuesto es un acto institucional no
sujeto al control de los jueces.
IV.
A fs. 554/559, la jueza de primera instancia
hizo lugar al amparo y condenó al Estado Nacional (Ministerio de Salud y Acción Social)
a dar acabado cumplimiento a su obligación
de asistencia, tratamiento y, en especial, al suministro de medicamentos -en forma regular,
oportuna y continua- a los enfermos que se
encuentren registrados en los hospitales y efectores sanitarios del país.
III.
El Estado Nacional, a fs. 238/252, al contestar el informe requerido, en los términos del
art. 8 de la ley 16.986, solicitó el rechazo de la
acción de amparo, toda vez que, conforme aseguró, el Ministerio cumplió con la ley 23.798,
en la medida en que ésta sólo le obliga a administrar un programa central del cual son parte
importante otros similares que se desarrollan
en los órdenes locales.
Expresó que los actores no se encuentran legitimados, pues no invocaron lesión a un derecho concreto y, con respecto al suministro de
medicamentos, el Programa Nacional de Sida
prevé un mecanismo de distribución a través
de efectores externos -máximas autoridades
sanitarias de las provincias y de la Ciudad de
Buenos Aires-. Por lo tanto, el Ministerio no
es el único responsable, ya que aquéllas deben
actuar exclusivamente ante el pedido de los
pacientes, en la medida de sus posibilidades
presupuestarias, y que, además, la Autoridad de
Aplicación siempre entregó, a través del Programa Nacional, los medicamentos requeridos por
las distintas jurisdicciones.
Por último, dijo que gestionó los fondos necesarios para el financiamiento del Programa y
Para así resolver, sostuvo que el art. 43 de la
Constitución Nacional reconoce legitimación
a las asociaciones en lo relativo a los derechos
de incidencia colectiva en general, máxime en
el sub examine, donde es necesario, por mandato legal - ley 23.798-, preservar la privacidad de
los afectados a fin de evitar cualquier marginación o humillación.
Agregó que dicha ley declaró de interés nacional la detección, investigación, diagnóstico y
tratamiento del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida y que la Autoridad de Aplicación
de la ley es el Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación, por intermedio de la Subsecretaría de Salud, de tal forma que el Estado es
responsable por la provisión de medicamentos,
drogas y reactivos, ya que la problemática que
plantea el S.I.D.A. no se agota en la persona de
quien lo padece sino que sus consecuencias se
trasladan a toda la sociedad por vía de contagio.
Sostuvo que, en el sub lite, el Estado no cumplió con el suministro de la totalidad de los medicamentos -entre ellos las drogas aprobadas por el
ANMAT en 1996 (SAQUIVIR, RITONAVIR
e INDINAVIR)- y que, si bien es cierto que la
entrega de aquéllos se realiza a través de los centros efectores de la jurisdicción del paciente, en
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
virtud de los convenios suscriptos, ello no puede
interpretarse como un traslado de la responsabilidad del Ministerio a las otras jurisdicciones.
De tal forma, el comportamiento que se espera del Ministerio, en su carácter de responsable primario de la atención de los enfermos,
es que prevea esa necesidad y envíe, en tiempo
oportuno, la nueva partida de la medicación al
efector de la jurisdicción respectiva, para que
éste pueda entregarla al paciente a su primer
requerimiento, de forma tal que no se produzca
interrupción del tratamiento.
Expresó que los argumentos de la demandada
son contradictorios ya que, por un lado, dice que
cumple debidamente con sus obligaciones y, por
el otro, intenta minimizarlas al afirmar que sólo
administra el Programa Nacional, del que son
parte también todas las jurisdicciones sanitarias
provinciales y la Ciudad de Buenos Aires que, a
su vez, contribuyen a soportar los costos y la responsabilidad de las distintas acciones.
nal de Pediatría “Prof. Dr. Juan P. Garrahan”
(fs. 212/213), la Coordinadora del Programa
SIDA de la Secretaría de Salud de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (fs. 314/333,
en especial fs. 314 y fs. 331/333), el Hospital
General de Agudos “Juan A. Fernández” (fs.
423/424), el Hospital de Clínicas “José de San
Martín” (fs. 394), el Hospital Nacional “Prof.
A. Posadas (fs. 342/390), y el Ministerio de
Salud de la Provincia de Buenos Aires, por intermedio del Coordinador del Programa ETS
y SIDA de ese Ministerio (fs. 505/548), surge
que el demandado no cumplió su obligación,
como Autoridad de Aplicación en el ámbito
nacional, sobre diagnóstico, asistencia y tratamiento de los afectados por la enfermedad, incluyendo sus patologías derivadas, en violación
del art. 1 de la ley 23.798 y colocando en grave
riesgo no sólo a los pacientes afectados sino a la
toda la comunidad.
V.
Con respecto a los fondos que tiene asignado el programa de lucha contra el S.I.D.A., dijo
que no fue informado, con lo cual no puede
saberse el monto que el Ministerio estimó en
los ejercicios 1996, 1997 y 1998, pero que, de
la transcripción de las manifestaciones del Secretario de Recursos y Programas de Salud en
el informe de la demandada, resultaría que los
programas no se desarrollan normalmente, en
especial en lo atinente a la compra de medicamentos. Además, el Ministerio no acreditó
hecho alguno que permita concluir que los
efectores que recibieron la provisión de medicamentos en las cantidades requeridas no
cumplieron con las demandas de los pacientes
y que, aún en tal hipótesis, el Ministerio no se
exime de responsabilidad.
A fs. 586/588, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo
Federal (Sala I) confirmó el fallo de primera
instancia. Para así resolver, sostuvieron sus integrantes que los actores están debidamente
legitimados, toda vez que la acción de amparo
puede ser interpuesta contra “cualquier forma
de discriminación” por el “afectado, el defensor
del pueblo y las asociaciones que propendan a
esos fines”, en la medida en que estén registradas y autorizadas para funcionar. Con relación
al agotamiento de otros medios procesales, advirtieron que, en el sub examine, se constataron
los reclamos al Ministerio de Salud y Acción
Social (conf. fs. 132 a 136) tendientes a que se
procediera a regularizar y garantizar el suministro de medicamentos y reactivos necesarios
para la asistencia y tratamiento de los pacientes.
A mayor abundamiento sostuvo que, de los
informes suministrados por el Hospital Nacio-
Manifestó que, en virtud de la manda constitucional de proteger la vida y la salud (cf.
19
20
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Preámbulo, arts. 14, 14 nuevo, 18, 19 y 33), del
cumplimiento de los pactos con jerarquía constitucional y de la ley 23.798, surge que el Estado
Nacional tiene la obligación específica de luchar contra el síndrome de inmunodeficiencia
adquirida, a través de programas que persigan
la detección, investigación, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, así como su prevención, asistencia y rehabilitación; máxime
cuando, como sucede en el caso, se encuentra
potencialmente en peligro toda la comunidad.
En síntesis, el accionar del Estado de incumplir
o cumplir mal con su deber de proveer los medicamentos constituye una omisión que roza la
violación de los derechos humanos reconocidos
en la Constitución Nacional, ante la cual este remedio excepcional del amparo asume, en principio, el perfil del remedio judicial adecuado.
VI.
A fs. 591/607, el Estado Nacional interpuso
recurso extraordinario, al considerar que lo decidido resulta violatorio del derecho de propiedad
y de los principios de la defensa en juicio, de división de poderes y de la supremacía de las leyes
formales (arts. 17, 18 y 31 de la Constitución Nacional). Expresó que el primero de esos principios fue lesionado a través de una interpretación
errónea de la ley 23.798 y que, en el sub lite, existe
una relación directa e inmediata con el derecho
constitucional a la salud de toda la población.
Sostuvo que existe gravedad institucional,
toda vez que la decisión cuestionada excede
el mero interés individual de las partes y afecta de modo directo a la comunidad, pues el a
quo omitió tratar los reales alcances de la ley
23.798 y su juego armónico con la ley de presupuesto, y que afecta la política de salud que
compete al Ministerio en el marco de la ley
específica y en la organización de la distribución del crédito asignado por el Presupuesto
Nacional. Máxime, por las proyecciones que
para el futuro pueda tener la decisión que en
definitiva recaiga y su incidencia en los legítimos intereses de la economía nacional.
Adujo, también, arbitrariedad de sentencia,
ya los jueces omitieron tratar cuestiones traídas a su conocimiento, interpretaron arbitrariamente el derecho aplicable y se apartaron de
las constancias de la causa y de la normativa vigente, toda vez que no examinaron el contenido de las normas invocadas como fundamento
de las defensas planteadas, y condenaron exclusivamente al Ministerio a proveer medicación, a través de carriles institucionales que no
dependen de él.
Dijo que los amparistas no están legitimados,
ya que no acreditaron cuál es el interés que defienden o cuáles son los pacientes afectados y
que no existe un caso judicial, pues no se produjo lesión, restricción, alteración o amenaza a
derecho constitucional alguno.
Afirmó que, por un lado, el art. 1 de la ley
23.798 contempla el tratamiento, detección,
investigación, diagnóstico, tratamiento, prevención, asistencia y rehabilitación de la enfermedad y de sus patologías derivadas y, por el otro,
el art. 4 prevé que las autoridades sanitarias
deben desarrollar los programas destinados al
cumplimiento de los cometidos descriptos por
el art. 1 y gestionar los recursos necesarios para
su ejecución. De tales disposiciones normativas
el a quo infiere, erróneamente, que el Ministerio está obligado, de manera exclusiva, a proveer los medicamentos, con exclusión del resto
de las jurisdicciones sanitarias, sin advertir que
ejecutarlo en cada una de ellas estará a cargo de
las respectivas autoridades sanitarias. A mayor
abundamiento, la responsabilidad es compartida por los Estados locales, toda vez que la
Constitución Nacional y las Constituciones
Provinciales prevén el derecho a la salud.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Expresó que el sistema de salud tiene en nuestro país una organización de tipo federal, ya que
la responsabilidad de los Estados provinciales
no ha sido delegada a la Nación y, en tal sentido,
las propias constituciones provinciales han reafirmado su carácter local. Por ello, los efectores
sanitarios dependen de las provincias y municipios. En el caso particular, si las provincias no
envían en tiempo y forma la información necesaria, dificultan o imposibilitan el cumplimiento del Programa del SIDA, no existe responsabilidad del Estado Nacional.
En tal sentido, el fallo del a quo liberó injustificadamente a las provincias de su obligación
primaria de asistencia, ya que sólo condenó a
la Autoridad Nacional de Aplicación al cumplimiento de la ley. El art. 21 refuerza dicha interpretación al fijar que los gastos que demande el
cumplimiento de lo dispuesto en el art. 4 serán
solventados por la Nación y por los respectivos
presupuestos de cada jurisdicción. Además,
el Ministerio siempre cumplió acabadamente
con las disposiciones de la ley 23.798 “dentro
del presupuesto asignado, con disponibilidad y
aplicación al Programa” y todas las jurisdicciones sanitarias del país deben arbitrar los medios
para propender a su ejecución y gestionar los
recursos para su financiación y ejecución, sin
perjuicio del cometido del Ministerio de administración, asistencia técnica y coordinación.
El Programa Nacional de SIDA, con respecto a las pruebas de laboratorio y a la entrega
de medicamentos, estableció un mecanismo
que se realiza a través de efectores externos -no
dependientes del Estado Nacional- constituidos por las máximas autoridades sanitarias de
las provincias y de la Ciudad de Buenos Aires.
Sobre esa base, efectúan sus requerimientos al
Programa y satisfacen, a través de los hospitales
y centros sanitarios de cada jurisdicción, las necesidades de los enfermos.
En síntesis, el a quo, al condenar únicamente al demandado a la provisión de las drogas a
todos los enfermos inscriptos, desconoció la
ley 23.798, que obliga a los efectores a entregar
los medicamentos; la ley 24.455 que impone la
cobertura a las obras sociales y, por último, la
ley 24.754 que hace extensiva dicha obligación
a los sistemas de medicina prepagos.
Sostuvo, por último, que el presupuesto es un
acto institucional no sujeto a control judicial,
toda vez que lo contrario importaría contradecir
el principio de división de poderes y, además,
porque aquél es insusceptible de afectar en forma directa e inmediata derechos de terceros.
VII.
A fs. 614, la Sala I de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Contencioso Administrativo
Federal concedió el recurso extraordinario, por
encontrarse debatido el alcance e interpretación de una norma federal y lo denegó por arbitrariedad, debido a lo cual el Ministerio interpuso recurso de queja ante V.E.
VIII.
Así planteadas las cosas, corresponde expedirse, en primer término, sobre la legitimación
de los actores para deducir la presente acción
de amparo en defensa de sus intereses y el de
sus representados. En tal sentido, el art. 43 de la
Constitución Nacional reconoce expresamente
legitimación para interponer la acción expedita
y rápida de amparo a sujetos potencialmente
diferentes de los afectados en forma directa,
entre ellos, las asociaciones, por el acto u omisión que, en forma actual o inminente, lesione,
restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad
o ilegalidad manifiesta, derechos reconocidos
por la Constitución, un tratado o una ley, entre
otros, los de incidencia colectiva.
21
22
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Al respecto, este Ministerio Público ha sostenido que la Constitución Nacional, en virtud de
la reforma introducida en 1994, contempla nuevos mecanismos tendientes a proteger a usuarios
y consumidores y, para ello, amplió el espectro
de los sujetos legitimados para accionar, que
tradicionalmente se limitó a aquéllos que fueran titulares de un derecho subjetivo individual
(in re S.C.A.95 L.XXX “Asociación de Grandes
Usuarios de Energía Eléctrica de la República
Argentina c/Buenos Aires, Pcia. de y otro s/acción declarativa”, del 29 de agosto de 1996) y, de
acuerdo con ello, en tales autos, se ha expedido
V.E., al rechazar la excepción de falta de legitimación, mediante sentencia del 22 de abril de 1997.
Estimo oportuno aclarar que, conforme surge
de los estatutos de los amparistas, Asociación
Benghalensis, Fundación Descida, Fundación
para estudio e investigación de la Mujer (FEIM),
Asociación Civil Intilla, Fundación R.E.D.,
Fundación CEDOSEX (Centro de documentación en sexualidad), Fundación Argentina pro
ayuda al niño con SIDA, y la Asociación Civil
S.I.G.L.A., tienen por objeto la lucha contra el
SIDA y, en consecuencia, están legitimadas para
interponer acción de amparo contra las omisiones del Estado, por presunto incumplimiento de
la ley 23.798 y de su decreto reglamentario.
Así lo pienso, toda vez que fundan su legitimación para accionar, no sólo en el interés difuso
en que se cumplan la Constitución y las leyes,
sino en su carácter de titulares de un derecho de
incidencia colectiva a la protección de la salud,
cuyo contenido es la prevención, asistencia y
rehabilitación de los enfermos que padecen el
Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida y
sus patologías derivadas, además del derecho
que les asiste para accionar para el cumplimiento de una de las finalidades de su creación que,
en el caso, es la de luchar contra el SIDA.
Sin perjuicio de lo expuesto, y tal como lo
ha sostenido V.E. in re “Consumidores Libres
Cooperativa Limitada de Provisión de Servicios de Acción Comunitaria s/amparo”, en sentencia del 7 de mayo de 1998, la incorporación
de intereses generales o difusos a la protección
constitucional, en nada enerva la exigencia de
exponer cómo tales derechos se ven lesionados por un acto ilegítimo o por qué existe seria
amenaza de que ello suceda, a los efectos de
viabilizar la acción de amparo. En efecto, según
aclaró la Corte, “no ha sido objeto de reforma,
en tal sentido, la exigencia de que el Poder Judicial intervenga en el conocimiento y decisión
de ‘causas’ (art. 116 de la Constitución Nacional), con el alcance que este Tribunal reiteradamente otorgó a dicha expresión. Así, desde
antiguo señaló que dichas ‘causas’ son aquéllas
en las en las que se persigue en concreto la determinación del derecho debatido entre partes
adversas”. Más aún, agregó V.E. que “desde otro
ángulo, ha de puntualizarse que la protección
que el nuevo texto constitucional otorga a los
intereses generales, no impide verificar si éstos,
no obstante su compleja definición, han sido
lesionados por un acto ilegítimo, o existe amenaza de que lo sean”.
En este sentido, es necesario recordar que el
Tribunal ha declarado que, siempre que la petición no tenga un carácter simplemente consultivo, no importe una indagación meramente
especulativa, sino que responda a un caso que
busque precaver los efectos de un acto en ciernes al que se atribuya ilegitimidad y lesión al
régimen constitucional federal, constituye una
causa en los términos de la Ley Fundamental
(conf., entre otros, 310:606, 977 y 2812).
Según mi parecer, es dable concluir que, en
el sub examine, se configura un caso contencioso, en los términos del art. 116 de la Constitución Nacional y del art. 2 de la ley 27, para
suscitar el ejercicio de la jurisdicción, toda vez
que existe un perjuicio concreto, actual e in-
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
minente, por la falta de provisión de los reactivos o medicamentos, diferenciado de la situación en que se hallan las demás personas y, en
especial, con relación a las consecuencias por
la no detección y asistencia a los portadores,
infectados y enfermos o por la interrupción de
su tratamiento.
ción Nacional), entre ellos, el art. 12 inc. c del
Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales; inc. 1 arts. 4 y 5 de la
Convención sobre Derechos Humanos -Pacto
de San José de Costa Rica- e inc. 1 del art. 6 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, extensivo no sólo a la salud individual
sino también a la salud colectiva.
IX.
Por otra parte, opino que el recurso extraordinario es formalmente admisible, toda vez
que, por su intermedio, se ha puesto en tela de
juicio la interpretación de normas federales y la
decisión definitiva del a quo ha sido contraria al
derecho que los apelantes fundan en ellas.
X.
En cuanto al fondo del asunto, cabe señalar,
en mi concepto, que la vida de los individuos
y su protección -en especial el derecho a la
salud- constituyen un bien fundamental en sí
mismo que, a su vez, resulta imprescindible
para el ejercicio de la autonomía personal (art.
19 de la Constitución Nacional). El derecho
a la vida, más que un derecho no enumerado
en los términos del art. 33 de la Constitución
Nacional, es un derecho implícito, ya que el
ejercicio de los derechos reconocidos expresamente requiere necesariamente de él. A su
vez, el derecho a la salud, máxime cuando se
trata de enfermedades graves, está íntimamente
relacionado con el primero y con el principio
de la autonomía personal (art. 19 de la Constitución Nacional), toda vez que un individuo
gravemente enfermo no está en condiciones
de optar libremente por su propio plan de vida
-principio de autonomía-.
A mayor abundamiento, el derecho a la salud,
desde el punto de vista normativo, está reconocido en los tratados internacionales con rango
constitucional (art. 75 inc. 22 de la Constitu-
El Estado no sólo debe abstenerse de interferir
en el ejercicio de los derechos individuales sino
que tiene, además, el deber de realizar prestaciones positivas, de manera tal que el ejercicio
de aquéllos no se torne ilusorio. En tal sentido,
el legislador sancionó la ley 23.798, cuyo art.
1 declara de interés nacional a la lucha contra
el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida,
entendiéndose por tal a la detección e investigación de sus agentes causales, el diagnóstico y
tratamiento de la enfermedad, su prevención,
asistencia y rehabilitación, incluyendo la de sus
patologías derivadas, como así también las medidas tendientes a evitar su propagación, y su
art. 4 impone obligaciones de hacer al Estado,
entre ellas, la de desarrollar programas destinados al cumplimiento de las acciones descriptas
en el art. 1, gestionando los recursos para su
financiación y ejecución. Además, el deber de
promover la capacitación de los recursos humanos, propender al desarrollo de las actividades
de investigación, aplicar métodos que aseguren
la efectividad de los requisitos de máxima calidad y seguridad, cumplir con el sistema de información que se establezca y la detección del
virus y de sus anticuerpos en la sangre humana
destinada a transfusión, elaboración de plasma
u otros derivados sanguíneos de origen humano para cualquier uso terapéutico.
Dichos principios llevan a concluir que el Estado tiene la obligación de suministrar los reactivos y medicamentos necesarios para el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad. Más
aún, el art. 8 de la ley reconoce expresamente el
23
24
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
derecho de las personas portadoras, infectadas
o enfermas a recibir asistencia adecuada.
XI.
Por ende, corresponde analizar si la ley
23.798 impone tales obligaciones con exclusividad al Estado Nacional, o en concurrencia
con los Estados locales.
De un lado, el Ministerio de Salud y Acción
Social de la Nación, a través de la Secretaría
de Salud, es la Autoridad de Aplicación de la
ley 23.798 y, por el otro, el mismo art. 3 dispone que “su ejecución en cada jurisdicción
estará a cargo de las respectivas autoridades
sanitarias a cuyos fines podrán dictar las normas complementarias que consideren necesarias para el mejor cumplimiento de la misma
y su reglamentación”. Además, la ley reconoce
expresamente, a las autoridades locales, entre otras, las siguientes facultades: establecer y mantener actualizada la información
de sus áreas de influencia correspondiente
a la prevalencia e incidencia de portadores,
infectados y enfermos (art. 11); aplicar las
sanciones -actos u omisiones que impliquen
transgresión a las normas de profilaxis de esta
ley y a las reglamentaciones que se dicten en
su consecuencia- (art. 17) y, por último, verificar su cumplimiento mediante inspecciones
o pedidos de informes, a cuyo efecto podrán
requerir el auxilio de la fuerza pública o solicitar orden de allanamiento ante los jueces
competentes (art. 20).
Por su parte, el art. 3 del decreto reglamentario de la ley (decreto 1244/91), establece
que el Ministerio de Salud y Acción Social
procurará la colaboración de las autoridades
sanitarias de las provincias, como asimismo
que las disposiciones complementarias que
dicten tengan concordancia y uniformidad de
criterios. Por último, agrega que se consideran
autoridades sanitarias de aplicación del presente al Ministerio de Salud y Acción Social,
por medio de la Subsecretaría de Salud, y a las
autoridades de mayor jerarquía en esa área en
las provincias y en la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
Con respecto a los gastos que demande el
cumplimiento de la ley, el art. 21 dice expresamente que ellos “serán solventados por la
Nación, imputados a rentas generales y por los
respectivos presupuestos de cada jurisdicción”.
Ahora bien, tal como ha sostenido V.E., es
misión del intérprete indagar el verdadero
sentido y alcance de la ley, mediante un examen atento y profundo de sus términos, que
consulte la realidad del precepto y la voluntad
del legislador, pues sea cual fuere la naturaleza
de la norma, no hay método de interpretación
mejor que el que tiene en cuenta la finalidad
de aquélla (Fallos: 308:1861). En efecto, tiene dicho la Corte que la sustancia de la norma es el espíritu y el fin de la ley (Fallos 312:
1614; 313:1293, entre otros) y que la primera
fuente para determinar esa voluntad, es su letra (Fallos: 308:1745; 312:1098; 313:254).
Por último, cabe recordar que “por encima
de lo que las leyes parecen decir literalmente,
es propio de la interpretación indagar lo que
ellas dicen jurídicamente, o sea, en conexión
con las demás normas que integran el ordenamiento general del país, de modo de obtener
su armonización y concordancia entre sí y, especialmente, con los principios y garantías de
la Constitución Nacional (Fallos: 308:1118).
El art. 3 de la ley es claro en cuanto establece
que su Autoridad de Aplicación es el Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación, sin
perjuicio de que la ejecución en cada jurisdicción estará a cargo de las respectivas autoridades sanitarias, en concordancia con su art. 11,
que declara de interés nacional la lucha contra
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
el SIDA. En mi opinión, es necesario distinguir entre dos niveles de ejecución de la ley
cuestionada: por un lado, el de la Autoridad de
Aplicación, responsable primario del cumplimiento de la ley cuyo fin es el de la prevención,
asistencia y rehabilitación de la enfermedad.
A tal efecto, el legislador nacional creó un régimen único que declaró de interés nacional
y cuyo cumplimiento, en consecuencia, le corresponde al Estado Nacional. Por el otro, el de
las autoridades locales que, en ejercicio de las
competencias que les reconoce la ley, pueden
incluso dictar normas complementarias pero
que, aún en tales supuestos, es responsabilidad de la Autoridad de Aplicación Nacional
-Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación- procurar que aquéllas tengan concordancia y uniformidad de criterios (conf. art. 3 del
decreto reglamentario). Más aún, cuando el
Poder Ejecutivo, a través del decreto reglamentario de la ley, afirma que las autoridades sanitarias de aplicación son el Ministerio de Salud
y Acción Social de la Nación y las autoridades
de mayor jerarquía en esa área en las provincias
y en la Municipalidad de la Ciudad de Buenos
Aires se refiere expresamente al cumplimiento
del decreto. En efecto “se consideran autoridades sanitarias de aplicación del presente...”.
Ello es razonable toda vez que el decreto prevé
cuestiones no incluidas en la ley, tal como por
ejemplo, la incorporación de la prevención del
SIDA en los programas de enseñanza de los niveles primario, secundario y terciario de educación (cf. art. 1 del decreto reglamentario).
Si bien es cierto que los gastos que demande
el cumplimiento de la ley deberán ser solventados por la Nación y por los respectivos presupuestos de cada jurisdicción, ello no supone
que el Estado Federal haya delegado, en los Estados locales, la responsabilidad, en su carácter
de Autoridad de Aplicación Nacional, del cumplimiento del régimen de lucha contra el SIDA
declarado expresamente de interés nacional.
Por ello, aún cuando los reactivos o medicamentos se distribuyan a través de los efectores
locales, el Estado Nacional es el responsable
del cumplimiento de la ley ante terceros, sin
perjuicio de la responsabilidad que, ante aquél,
le cabe a las jurisdicciones provinciales o instituciones privadas -obras sociales o sistemas de
medicina prepagos-.
Así lo pienso, ya que la responsabilidad del
Estado, en su condición de Autoridad de Aplicación que diseña el plan de distribución de los
medicamentos, no se agota con las entregas,
sino que debe velar por su correcto cumplimiento, asegurando la continuidad y regularidad del tratamiento médico. Es por lo que
surge del art. 3 de la ley, que reconoce que el
Ministerio de Salud y Acción Social podrá concurrir a cualquier parte del país para contribuir
al cumplimiento de la ley.
XII.
En lo atinente al argumento sobre el control judicial respecto del presupuesto del Ministerio y su ejecución, en mi opinión no se
configura en el sub lite, como erróneamente
sostiene la apelante, ya que los jueces se limitaron a exigir -al Estado Nacional- el debido
cumplimiento de la ley 23.798 y de su decreto
reglamentario, de conformidad con los derechos consagrados por la Constitución Nacional, más allá del acierto o error de los medios
empleados por el legislador o por el Ministerio de Salud y Acción Social.
XIII.
En virtud de los fundamentos expuestos, opino que debe confirmarse la sentencia recurrida
en cuanto fue materia de recurso extraordinario.
Buenos Aires, 22 de febrero de 1999.
25
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
ES COPIA
NICOLAS EDUARDO BECERRA
A. 186. XXXIV.
Asociación Benghalensis y otros c/Ministerio
de Salud y Acción Social – Estado Nacional s/
amparo ley 16.986.
Buenos Aires, 1° de junio de 2000.
Vistos los autos: “Asociación Benghalensis y
otros c/Ministerio de Salud y Acción Social Estado Nacional s/amparo ley 16.986”.
Considerando:
Que las cuestiones debatidas en el recurso
extraordinario presentado por el Ministerio de
Salud y Acción Social han sido adecuadamente
resueltas en el dictamen del señor Procurador
General de la Nación (fs. 618/623 vta.), a cuyos términos corresponde remitirse por razones de brevedad.
Por ello, se declara formalmente admisible el
recurso extraordinario parcialmente concedido
a fs. 614, y se confirma la sentencia apelada.
Con costas. Notifíquese y devuélvase.
JULIO S. NAZARENO (en disidencia) EDUARDO MOLINE O’CONNOR (según
su voto) - CARLOS S. FAYT (en disidencia)
- AUGUSTO CESAR BELLUSCIO - ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI (en disidencia) - ANTONIO BOGGIANO (según
su voto) - GUILLERMO A. F. LOPEZ - GUSTAVO A. BOSSERT - ADOLFO ROBERTO
VAZQUEZ (según su voto).
ES COPIA
VOTO DEL SEÑOR VICEPRESIDENTE DOCTOR DON EDUARDO MOLINE
O’CONNOR Y DEL SEÑOR MINISTRO
DOCTOR DON ANTONIO BOGGIANO
Considerando:
1°) Que la Sala I de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Contencioso Administrativo
Federal confirmó la sentencia de primera instancia, que al hacer lugar a la acción de amparo
interpuesta por la Asociación Benghalensis y
otras entidades no gubernamentales que desarrollan actividades contra el virus del SIDA,
condenó al Estado Nacional –Ministerio de Salud y Acción Social- a dar acabado cumplimiento a su obligación de asistencia, tratamiento y
en especial suministro de medicamentos -en
forma regular, oportuna y continua- a los enfermos de ese mal registrados en los hospitales
públicos y efectores sanitarios del país.
2°) Que, para así decidir, juzgó que los actores tenían legitimación suficiente para interponer la presente acción con fundamento en los
arts. 5° de la ley 16.986 y 43 de la Constitución
Nacional en cuanto establece que podrán interponer acción de amparo contra cualquier
forma de discriminación las asociaciones que
propendan a esos fines y en la medida en que
estén registradas y autorizadas para funcionar.
Agregó que la ley 23.798, que declaró de interés nacional la lucha contra el SIDA, dispuso
que las autoridades sanitarias debían desarrollar programas destinados a detectar, diagnosticar y tratar la enfermedad y gestionar los recursos necesarios para financiarlos, los cuales,
serían solventados por la Nación y por los respectivos presupuestos de cada jurisdicción.
Entendió que el accionar del Estado de incumplir o cumplir mal con la obligación de suministrar medicamentos para el tratamiento de
la enfermedad constituía una omisión que violaba los derechos a la vida y a la salud reconoci-
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
dos por la Constitución Nacional y por los tratados de derechos humanos (art. 75, inc. 22).
3°) Que contra esta decisión el demandado
interpuso el recurso extraordinario que fue
concedido parcialmente en lo relativo a la
interpretación de las disposiciones de la ley
23.798 y denegado respecto del planteamiento de arbitrariedad de sentencia, lo cual dio
lugar a la queja pertinente.
4°) Que el remedio federal es procedente en
cuanto se ha puesto en tela de juicio la inteligencia y aplicación de una norma de naturaleza federal -ley 23.798- y la decisión recaída en la causa
ha sido adversa a las pretensiones del recurrente.
5°) Que el Ministerio de Salud y Acción Social se agravia por considerar que las asociaciones que dedujeron esta acción de amparo carecen de legitimación activa para interponerla.
Afirma que el a quo interpreta erróneamente
la ley 23.798 al condenar al Estado Nacional
exclusivamente a proveer medicamentos, desconociendo de ese modo, lo dispuesto por los
arts. 3° y 21° de la norma cuestionada que ponen también a cargo de las provincias la ejecución y los gastos que demande el cumplimiento
del programa de lucha contra el SIDA.
Agrega que el sistema de salud tiene en
nuestro país una organización de tipo federal y compartida, y que existe en esta materia
una responsabilidad conjunta de la Nación,
las provincias y los municipios. Destaca que el
Estado Nacional cumple acabadamente con las
disposiciones de la ley dentro del presupuesto
asignado. Señala que la cámara se inmiscuye en
una cuestión que afecta el ámbito de reserva del
Poder Ejecutivo, pues la ley autoriza a este último a arbitrar las medidas que crea oportunas
y convenientes para implementar el programa
discutido en autos. En síntesis, sostiene que el
a quo, al condenar únicamente al demandado a
proveer drogas a todos los enfermos inscriptos,
desconoce la ley 23.798, que obliga a los efectores sanitarios a entregar los medicamentos; la
ley 24.455 que impone la cobertura a las obras
sociales y, por último, la ley 24.754 que hace
extensiva dicha obligación a los sistemas de
medicina prepagos. Finalmente, sostiene que el
decisorio afecta la organización de la distribución del crédito para la política de salud pública
asignado por el presupuesto que es un acto institucional no sujeto a control judicial.
6°) Que cuando se encuentra en juego el alcance que cabe asignar a una norma de derecho
federal, el Tribunal no se encuentra limitado
en su decisión por los argumentos de las partes sino que le incumbe realizar una declaratoria sobre el punto en debate (Fallos: 308:647;
314:1834; 318:1269, entre otros).
7°) Que los amparistas tienen legitimación
para interponer la presente acción pues, queda
probado en autos, que existen pacientes necesitados de los medicamentos cuya provisión se
requiere (fs. 338) y asimismo, el objeto de la
pretensión -suministro de medicamentos- queda comprendido dentro de los fines de sus estatutos. En tales condiciones, se configuran los
requisitos señalados por el art. 43 de la Constitución Nacional en cuanto reconoce legitimación
a sujetos potencialmente distintos de los directamente afectados (Fallos: 320:690; 321:1352)
y el conflicto planteado constituye un “caso o
controversia” en los términos señalados por la
jurisprudencia de esta Corte que requiere que
se persiga en concreto la determinación del derecho debatido entre partes adversas (Fallos:
275:282; 308:1489; 313:863, entre otros).
8°) Que el propósito preeminente que inspiró
el dictado de la ley 23.798 fue la protección de
la salud pública.
En efecto, la intención del legislador fue cla-
27
28
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
ramente manifestada en ocasión del debate
parlamentario (doctrina de Fallos: 182:486;
296:253; 306:1047) en el cual se expresó: “...
el crecimiento del número de casos en relación
al tiempo, parece señalar para la Argentina el
establecimiento de una epidemia de características similares a la de los países del hemisferio
norte...Por ello deben adoptarse medidas profilácticas tendientes a controlar la expansión del
mal en nuestro medio” (Diario de Sesiones de
la Cámara de Senadores, 1° de junio de 1988,
pág. 861) (Fallos: 319:3040).
9°) Que esta Corte desde sus inicios entendió
que el Estado Nacional está obligado a “proteger la salud pública” (Fallos: 31:273) pues el
derecho a la salud está comprendido dentro del
derecho a la vida que es “el primer derecho natural de la persona humana preexistente a toda
legislación positiva que, obviamente, resulta
reconocido y garantizado por la Constitución
Nacional.” (Fallos: 302:1284; 310:112). Así
entendió que en el Preámbulo de la Constitución Nacional “ya se encuentran expresiones
referidas al bienestar general, objetivo preeminente en el que, por cierto, ha de computarse
con prioridad indiscutible, la preservación de la
salud” (Fallos: 278:313, considerando 15).
10) Que, a partir de la reforma constitucional de 1994, el derecho a la salud se encuentra
expresamente reconocido con jerarquía constitucional en el art. 75 inc. 22. En este sentido,
el art. XI de la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre establece que
toda persona tiene derecho a que su salud sea
preservada por medidas sanitarias y sociales,
relativas a la alimentación, el vestido, la vivienda y la asistencia médica, correspondientes al
nivel que permitan los recursos públicos y los
de la comunidad. El art. 25 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos dispone que
toda persona tiene derecho a un nivel de vida
adecuado que le asegure, así como a su familia,
la salud y el bienestar, y en especial la asistencia médica y los servicios sociales necesarios.
El art. 12 del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales estableció
que entre las medidas que los estados partes
deberían adoptar a fin de asegurar la plena
efectividad del derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física
y mental, deberían figurar la prevención y el
tratamiento de las enfermedades epidémicas,
endémicas, profesionales y de otra índole, y la
lucha contra ellas (inc. c) y la creación de condiciones que aseguren a todos asistencia médica y servicios médicos en caso de enfermedad.
11) Que, en un reciente pronunciamiento,
este Tribunal condenó a la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires a suministrar a una menor el
servicio de internación en terapia intensiva
-por un período superior al contemplado en el
contrato de adhesión suscripto con el servicio
de medicina prepaga- en un nosocomio público. Juzgó aplicable el art. 20 de la Constitución
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que
garantiza el derecho a la salud integral y que
establece que el gasto público en salud es una
inversión social prioritaria (Fallos: 321:1684).
En tales condiciones, se infiere que la protección del derecho a la salud, según esta Corte,
es una obligación impostergable del Estado Nacional de inversión prioritaria.
12) Que, en este contexto, y previo a interpretar cómo deben distribuirse las competencias
entre el Estado Nacional y las provincias a los
fines de la aplicación de la ley 23.798, es necesario analizar cuál es el standard de tratamiento
que establece la norma cuestionada, pues mal
puede atribuirse responsabilidad a aquéllas sin
antes establecer cuál es el nivel exigible por dicho régimen legal para cumplir apropiadamente con las personas afectadas por el síndrome de
inmunodeficiencia adquirida.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
13) Que, en este sentido, si bien el art. 4° de
la ley 23.798 se limita a disponer genéricamente que las autoridades sanitarias de la Nación,
aplicando métodos que aseguren la máxima
calidad y seguridad, deben desarrollar programas destinados a la detección, investigación,
diagnóstico, tratamiento, prevención y rehabilitación gestionando los recursos para su financiación y ejecución, el art. 8° establece el verdadero alcance de estos tratamientos, al señalar
que las personas infectadas tienen el derecho a
“recibir asistencia adecuada”.
del señor Procurador General de la Nación, -a
cuyos fundamentos cabe remitirse en razón de
brevedad- en cuanto concluye, al hacer mérito del art. 1° de la ley que declara de interés
nacional la lucha contra el SIDA, que es el
Estado Nacional en su carácter de autoridad
de aplicación de la ley (art. 3°) el responsable
del cumplimiento de dicha norma en todo el
territorio de la República, sin perjuicio de que
los gastos que demande tal cumplimiento sean
solventados por la Nación y los respectivos
presupuestos de cada jurisdicción (art. 21).
14) Que de ello es dable concluir razonablemente que para que el tratamiento sea adecuado
debe suministrarse en forma continua y regular,
máxime si se tiene en cuenta los riesgos que
comporta la interrupción del suministro de medicamentos para la salud de los enfermos que
padecen las consecuencias del virus VIH/SIDA.
17) Que, por ello, carece de razonabilidad
que el recurrente pretenda desligar su responsabilidad afirmando que las provincias imposibilitaban el cumplimiento del programa de
lucha contra el SIDA, al no enviar en tiempo
y forma la información necesaria para brindar
adecuada atención a los enfermos de ese mal,
cuando es el Estado Nacional el encargado de
velar para que la continuidad y regularidad del
tratamiento médico sea asegurada.
15) Que, en tales condiciones, resulta fundado el reproche que el a quo imputa al Estado Nacional al señalar que incurrió en una
conducta omisiva, consistente precisamente
en no dar acabado cumplimiento a su obligación de asistencia, tratamiento y suministro
de medicamentos -en forma regular, oportuna y continua- a aquellos enfermos que padecen las consecuencias de este mal que se
encuentren registrados en los hospitales y
efectores sanitarios del país. En este sentido,
los agravios del apelante no logran desvirtuar
la prueba informativa aportada en autos de la
cual hicieron mérito los jueces de la causa y
de la que surge que el recurrente incumplió
con el deber impuesto por la ley 23.798 de
brindar un tratamiento adecuado.
16) Que respecto a si esta obligación se
encuentra exclusivamente a cargo del Estado
Nacional o en concurrencia con las provincias, este Tribunal comparte las argumentaciones señaladas en el punto XI del dictamen
18) Que, por lo demás, aun cuando se aceptara la tesis del recurrente, no demuestra de
qué modo las obligaciones que la sentencia le
impone exceden de aquellas a las cuales estaría
obligado si se interpretara la ley 23.798 en el
sentido que propugna. En efecto, el recurrente
no acredita que el pronunciamiento impugnado lo obligue a suministrar medicamentos en
mayor cantidad o con más frecuencia que las
que la propia autoridad de aplicación, en cumplimiento de las disposiciones de la ley y ateniéndose a las limitaciones presupuestarias ha
programado, ni que el criterio que propicia se
traduzca en menores erogaciones para su parte.
19) Que, en este sentido, en el recurso extraordinario no refiere siquiera mínimamente
qué cantidad de pacientes se hallaba en tratamiento al momento de la interposición de la
demanda de amparo, cuántos de ellos preveía
29
30
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
atender el Ministerio de Salud mediante sus
programas, ni qué cantidad de enfermos se hallaba registrada en los distintos efectores sanitarios de cada jurisdicción.
20) Que, por último, cabe señalar que las críticas del recurrente respecto a que la sentencia
recurrida desconoció lo dispuesto por las leyes
24.455 y 24.754, carecen de mínima fundamentación pues del pronunciamiento apelado
no surge ni explícita, ni implícitamente que el
demandado esté obligado a hacerse cargo de las
prestaciones que imponen dichas normas.
Por ello, y lo concordantemente dictaminado
por el señor Procurador General de la Nación,
se confirma la sentencia apelada. Con costas.
Notifíquese y devuélvanse.
EDUARDO MOLINE O’CONNOR - ANTONIO BOGGIANO.
ES COPIA
VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ
Considerando:
1°) Que la sentencia de la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso
Administrativo Federal confirmó el fallo de
primera instancia que hizo lugar a la acción de
amparo deducida por la Asociación Benghalensis y otras y condenó al Ministerio de Salud y
Acción Social a dar asistencia y tratamiento a
aquellos enfermos que padecen las consecuencias del virus VIH/SIDA, así como también al
suministro de la medicación -en forma regular,
oportuna y continua-.
2°) Que para decidir de tal modo, el a quo
consideró -en primer término- que los amparistas estaban legitimados para accionar por la
vía que intentaron, pues el art. 43 de la Cons-
titución Nacional prevé una acción que puede
ser interpuesta contra “cualquier forma de discriminación” por el “afectado, el defensor del
pueblo y las asociaciones que propendan a esos
fines”, en la medida en que estén registradas y
autorizadas para funcionar.
3°) Que consideró asimismo, que asistía razón a las actoras en relación al reclamo efectuado al Estado Nacional para que cumpla en
forma correcta su función de acuerdo a la normativa vigente, dado que sus obligaciones surgían claramente de la ley 23.798.
Citó al respecto, el art. 1°, que declara de
interés nacional a la lucha contra el síndrome
de inmunodeficiencia adquirida, tendiente al
cuidado de la salud pública, a través de programas que persigan la detección, investigación, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, así como su prevención, asistencia y
rehabilitación; y el art. 4°, que establece que
las autoridades sanitarias deberán desarrollar
programas destinados al cumplimiento de las
acciones descriptas en el art. 1°, gestionando
los recursos para su financiación y ejecución,
que serán “solventados por la Nación, imputados a “rentas generales”, y por los respectivos
presupuestos de cada jurisdicción”.
Añadió por otra parte, que la obligación del
Estado de proteger la salud pública era consecuencia de un imperativo constitucional
(Preámbulo, arts. 14, 14 nuevo, 18, 19 y 33)
y del cumplimiento de los pactos con jerarquía constitucional (Constitución Nacional,
art. 75, inc. 22, Declaración Universal de Derechos Humanos, arts. 3 y 25; Convención
Americana sobre Derechos Humanos -Pacto
de San José de Costa Rica-, art. 4°; Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, art. 12).
4°) Que contra esta decisión, el Estado
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Nacional -Ministerio de Salud y Acción Social-, interpuso un recurso extraordinario (fs.
591/607), que fue concedido parcialmente
por la cámara (fs. 614).
zación de tipo federal y compartida, por lo que
los efectores sanitarios (hospitales y centros de
salud) no dependen del Estado Nacional sino
de las provincias y municipios.
5°) Que el recurso extraordinario es formalmente procedente pues está en tela de juicio
la inteligencia y aplicación de una norma de
contenido federal y la decisión recaída en el
sub lite ha sido adversa a las pretensiones que el
recurrente fundó en ella. Cabe recordar la doctrina que sostiene que, en la tarea de esclarecer
normas del carácter señalado, este Tribunal no
está limitado por las posiciones de la cámara ni
del apelante, sino que le incumbe realizar una
declaratoria sobre el punto disputado (art. 16,
ley 48), según la interpretación que rectamente
le otorga (Fallos: 310:2682).
Argumentó luego, que de la ley 23.798, se
extrae que la Nación no puede controlar el desenvolvimiento de las redes hospitalarias ajenas
a su competencia y que no existe un sistema
asistencial adecuado que permita cumplir con
lo decidido por el a quo.
6°) Que el Ministerio de Salud y Acción
Social manifestó que no dedujo su remedio
federal con el fin de dejar de proveer medicamentos, sino para que este máximo Tribunal
clarifique los verdaderos alcances de la ley en
cuanto a la responsabilidad que le compete a
cada una de las distintas jurisdicciones.
7°) Que previo a todo examen, es menester
analizar la viabilidad de la acción de amparo en
el sub lite y si las asociaciones presentantes tienen legitimación para deducirla.
Añadió, que las provincias son parte integrante del sistema y resultan indispensables
para una eficiente implementación de la normativa vigente. A la vez que destacó, que el
derecho a la salud no sólo se encuentra contemplado en la Constitución Nacional sino
también en las provinciales, por lo que cabía
inferir que las acciones destinadas a su protección constituían una responsabilidad compartida con las provincias -incluyendo la obligación de llevar a la práctica la implementación
de la lucha contra el VIH/S.I.D.A-.
Asimismo, sostuvo que la responsabilidad
de los estados provinciales en materia de salud
no fue delegada a la Nación y que el sistema de
salud pública en nuestro país tiene una organi-
En otro orden de ideas, el recurrente sostuvo
que el caso reviste gravedad institucional, pues
el decisorio afecta la política de salud que lleva
a cabo en el marco de la ley específica así como
también la organización de la distribución del
crédito asignado por el Presupuesto Nacional.
Resulta oportuno mencionar, que el amparo
es el procedimiento judicial más simple y breve
para tutelar real y verdaderamente los derechos
consagrados en la Carta Magna. En tal sentido,
esta Corte ha dicho en reiteradas oportunidades que “tiene por objeto una efectiva protección de derechos” (Fallos: 321:2823).
En la especie, el hecho denunciado (falta de
provisión oportuna de la medicación requerida
por los enfermos de SIDA) no fue negado por
el Ministerio de Salud, aunque sí que esta omisión pudiera serle imputada.
Cabe traer a la memoria, que los derechos que
las asociaciones accionantes consideraron menoscabados son: el derecho a la vida, a la dignidad, seguridad e integridad de las personas.
Asimismo, el derecho a la salud contemplado
31
32
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
en nuestra Carta Magna en virtud de la incorporación de los tratados internacionales mencionados en el art. 75, inc. 22, tales como la Declaración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre que establece que toda persona
tiene derecho a que su salud sea preservada por
medidas sanitarias y sociales, relativas a la alimentación el vestido, la vivienda y la asistencia
médica, correspondientes al nivel que permitan
los recursos públicos y los de la comunidad; la
Declaración Universal de Derechos Humanos
que en el art. 25, dispone que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le
asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido,
la vivienda, la asistencia médica y los servicios
sociales necesarios y el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
en su art. 12, prescribe que entre las medidas
que los estados parte deberían adoptar a fin de
asegurar la plena efectividad del derecho de
toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental deberían figurar
...la prevención y el tratamiento de las enfermedades epidémicas, endémicas, profesionales y
de otra índole, y la lucha contra ellas; “(inc. c)
y, “la creación de condiciones que aseguren a
todos asistencia médica y servicios médicos en
caso de enfermedad” (inc. d).
Cuadra agregar a esta lista, la afectación de la calidad de vida de la población infectada por el virus VIH, dado que la falta de respeto del derecho
a la salud (equilibrio físico psíquico y emocional)
acarrea inexorablemente esta consecuencia.
De todo lo dicho, se extrae que la vía del amparo aparece como apta para la tutela inmediata
que se debe deparar.
8°) Que en punto a la legitimación activa de
las amparistas, es menester señalar que este
Tribunal en Fallos: 321:1352, sostuvo que la
Constitución Nacional -arts. 42, 43 y 86-, re-
conoce legitimación para promover la acción
de amparo a sujetos potencialmente diferentes de los afectados en forma directa.
En tal sentido, el 2º párrafo del art. 43 de la
Constitución Nacional -añadido en la reforma
del año 1994-, determina que “podrán interponer esta acción contra cualquier forma de
discriminación y en lo relativo a los derechos
que protegen el ambiente, a la competencia,
al usuario y al consumidor, así como a los derechos de incidencia colectiva en general, el
afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines, registradas
conforme a la ley, la que determinará los requisitos y formas de su organización”.
9°) Que surge con nitidez entonces, que una
de las situaciones que el constituyente consideró, es aquella en que la afectación de los derechos
comprometidos -por su naturaleza-, trae aparejadas consecuencias que repercuten en todos los
que se encuentran en una misma categoría.
Resulta menester puntualizar, que los agravios a los que hace referencia el art. 43 de la
Constitución Nacional tienen un efecto expansivo, de ahí que baste con que se conculquen o
desconozcan ciertos derechos de uno solo de
los del grupo para que ello incida categóricamente en el resto.
Lo manifestado, no implica negar capacidad
procesal a cada uno de los enfermos, sino posibilitar -en atención a la peculiar naturaleza de
los derechos afectados-, a una o varias asociaciones el ejercicio monopólico de la acción.
En el sub lite, existe un grupo de personas inevitablemente ligadas al estar infectadas por el
virus del VIH.
La falta de medicación en forma y tiempo
oportuno, aparece como un agravio susceptible
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
de lesionar sus sentimientos más profundos,
convicciones etc., además de implicar la violación de derechos esenciales -depende del caso
de cada enfermo- en forma mediata o inmediata.
13) Que el título de la normativa es: “Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida
(S.I.D.A.). Declaración de interés nacional, la
lucha contra el mismo”.
10) Que sentado lo expuesto y teniendo en
cuenta que aún no se ha dictado ley alguna que
determine los requisitos de registración y formas de organización de las asociaciones, cuadra admitir a las demandantes para la promoción del amparo, dado que según surge de los
objetivos establecidos en sus estatutos y actas
inscriptas ante la Inspección General de Justicia
de la Nación, protegen a quienes padecen SIDA
al resguardar derechos tales como a la vida, la
salud y a la dignidad, así como también la satisfacción del bien común.
El art. 1° por su parte, declara “de interés
nacional a la lucha contra el Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida, entendiendo
por tal a la detección e investigación de sus
agentes causales, el diagnóstico y tratamiento
de la enfermedad, su prevención, asistencia
y rehabilitación, incluyendo la de sus patologías derivadas, como así también las medidas
tendientes a evitar su propagación, en primer
lugar la educación de la población”.
11) Que en el contexto indicado y antes
de abordar el siguiente thema decidendum,
corresponde señalar que la Constitución Nacional encarga al gobierno federal proveer lo
conducente a la prosperidad del país, el adelanto y el bienestar de todas las provincias, en
consonancia con el elevado propósito contenido en el Preámbulo de promover el bienestar general, encargo que está dado a la Nación
(Fallos: 321:1052) y que el legislador nacional puede dictar normas sobre aspectos de las
actividades interiores de los estados provinciales con el objeto de fomentar el bienestar
general por encima de esos límites y en la
medida en que a tales fines fuera necesario
(Fallos: 239:343; 257:159; 270:11).
12) Que lo dicho, resulta relevante dado que
el propósito preeminente que inspiró el dictado
de la ley 23.798 fue la protección de la salud pública (Fallos: 319:3040).
No hay que olvidar, que la problemática del
SIDA no se circunscribe a una provincia en
particular o a varias de ellas sino que afecta a la
vasta extensión territorial de nuestro país.
14) Que la reseña efectuada, pone de manifiesto la intención del legislador de dar a la lucha contra el VIH el carácter de orden público
así como también de resguardar ciertos valores
básicos para asegurar la solidaridad social.
La doctrina de este Tribunal -sentada en Fallos: 306:1047- conduce al análisis del debate
parlamentario de la ley 23.798, donde se expresó que “Dadas las propiedades del virus, agente
causal de la enfermedad, su largo período de incubación, y la gran cantidad de mutaciones a las
cuales está sujeto, se hace difícil prever a corto
plazo el desarrollo de sistemas de prevención
adecuados. Por ello, deben adoptarse medidas
profilácticas tendientes a controlar la expansión
del mal en nuestro medio” (Diario de Sesiones
de la Cámara de Senadores, 1/6/88, pág. 861).
15) Que por su parte, el art. 3° de la normativa en estudio, prescribe que “Las disposiciones de la presente ley serán de aplicación en
todo el territorio de la República. La autoridad de aplicación será el Ministerio de Salud y
Acción Social de la Nación, a través de la Subsecretaría de Salud...”.
Cuadra indicar, que esta decisión de dejar en
33
34
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
manos del Ministerio de Salud y Acción Social
-en ejercicio del poder de policía- la fiscalización
y control de la aplicación de la norma, recalca el
objetivo que inspiró su dictado, cual es afianzar
la salubridad en todo el territorio nacional.
16) Que lo afirmado no implica desconocer
que la ejecución de la ley “en cada jurisdicción
estará a cargo de las respectivas autoridades sanitarias a cuyos fines podrán dictar las normas
complementarias que consideren necesarias
para el mejor cumplimiento de la misma y su
reglamentación” (última parte del art. 3°). Criterio, que es reforzado por el art. 20, dado que
allí se faculta a todas las autoridades sanitarias
provinciales “para verificar su cumplimiento y
el de sus disposiciones reglamentarias mediante inspecciones y/o pedidos de informes según
estime pertinente etc. y el art. 4, que les ordena
desarrollar programas destinados a su cumplimiento, promover la capacitación de recursos
humanos, propender al desarrollo de las actividades descriptas en el art. 1, etc.”.
17) Que para comprender el rol asignado a las
provincias por la ley 23.798, debe recordarse
que el funcionamiento institucional de nuestro
Estado federal requiere de una estructura orgánica (Estado central y estados miembros), los
que en muchos casos tienen intereses comunes
sobre un mismo tópico por lo que resulta necesaria una adecuada coordinación de funciones.
En tal sentido, esta Corte ha dicho que las
provincias pueden sancionar leyes adjetivas
que instrumenten las fundamentales dictadas
por la Nación (Fallos: 320:89), así como también que frente a la forma federal adoptada por
la Constitución, la regla -y no la excepción- es la
existencia de jurisdicciones compartidas entre
la Nación y las provincias (Fallos: 310:2733).
18) Que los arts. de la ley 23.798 deben interpretarse teniendo en cuenta que en principio
cabe inclinarse por aquel sentido que concilie
a todas las disposiciones entre sí y las armonice
con el resto del ordenamiento jurídico (Fallos:
300:1080 -entre otros-).
De acuerdo a ello y lo expresado en los considerandos anteriores, cuadra concluir que los
responsables directos y primarios en la adopción de las medidas dispuestas en los arts. 3°,
4° y 20° (indispensables para que los enfermos
de SIDA puedan recibir una atención digna, lo
cual implica la provisión oportuna de las drogas
que necesitan), son los gobiernos locales.
El Estado Nacional por su parte, si bien
no aseguró la erradicación de la enfermedad
-dado que cuando está en juego la ciencia
médica el “resultado” tiene un valor relativo-,
sentó las bases para luchar contra ella y se
comprometió a organizar los esfuerzos para
lograrlo. Es decir, que asumió una tarea de
coordinación en la implementación del Programa Nacional de Lucha contra el SIDA.
Se deduce en consecuencia, que en los casos en que exista un incumplimiento concreto y probado de los gobiernos locales
(vgr. falta de entrega en tiempo y forma de
la medicación), el Gobierno Nacional debe
responder frente a los damnificados.
Ahora bien, su obligación en tales supuestos
es subsidiaria de la que les compete a las provincias, por lo que no existe óbice alguno para
que luego de cumplida les efectúe el reclamo
pertinente a éstas.
19) Que el razonamiento expuesto, guarda
concordancia con el objeto que persigue la ley
23.798 que es establecer un sistema eficiente
que garantice la protección y recuperación de
los enfermos de SIDA.
Ello así, porque reafirma que el derecho a la
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
salud si bien es autónomo, deriva del derecho
a la vida y no se reduce a la abstención de daño
sino que trae aparejado la exigencia de prestaciones de dar y hacer, las que fueron delimitadas a los diferentes niveles de gobierno en el
texto legal, por ser la lucha contra el SIDA un
tema -común de todos ellos-, que requiere un
tratamiento adecuado y eficaz a fin de proyectar los principios de la seguridad social, a la que
el art. 14 nuevo de la Constitución Nacional
confiere un carácter integral así como también,
asegurar el debido respeto de los derechos humanos y la libertades fundamentales -elementos imprescindibles de toda democracia-.
20) Que como puede notarse, esta Corte debió arrojar luz respecto a la normativa en juego
y determinar el papel del Estado Nacional para
el logro de fines tales como el afianzamiento de
la salubridad en consonancia con los más altos
principios fijados en la Carta Magna y los tratados internacionales. Tarea que no fue sencilla,
pues la ley 23.798 versa sobre una cuestión de
múltiples aristas, que ofrece las más variadas
interpretaciones -entre otras razones- por la
posibilidad de participación directa y efectiva
de los estados provinciales en las decisiones de
alcance nacional en la materia.
21) Que de acuerdo a este orden de pensamiento, se observa que los argumentos del
Ministerio de Salud y Acción Social fueron el
resultado de una hermenéutica de la norma
que resultaba previsible, dada la amplitud de
sus disposiciones y las variadas formas que
puede presentar el poder de policía cuando es
ejercido de manera concurrente (arts. 104 y
107 de la Constitución Nacional).
22) Que lo expresado ut supra, conduce a sostener liminarmente -como obiter-, que no pue-
de en principio afirmarse que los funcionarios
del Estado Nacional hayan actuado con dolo o
culpa en el cumplimiento de sus funciones, vale
decir con falta de preocupación, descuido o
desidia o bien intencionalidad delictiva ya que
no prescindieron de la ley como si no existiera
o retardaron indebidamente su cumplimiento,
sino que la interpretaron de un modo -que es
opinable pero no arbitrario o infundado.
Por ello, y lo dictaminado en sentido concordante por el señor Procurador General de la
Nación, se declara admisible el recurso extraordinario y se confirma la sentencia apelada con
los alcances indicados. Con costas. Notifíquese
y, oportunamente, remítase.
ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ.
ES COPIA
DISIDENCIA DEL SEÑOR PRESIDENTE
DOCTOR DON JULIO S. NAZARENO Y
DE LOS SEÑORES MINISTROS DOCTORES DON CARLOS S. FAYT Y DON ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI
Considerando:
Que el recurso extraordinario, parcialmente concedido a fs. 614, es inadmisible (art.
280 del Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación).
Por ello, oído el señor Procurador General, se
lo desestima.
Con costas. Notifíquese y remítanse.
JULIO S. NAZARENO - CARLOS S. FAYT
- ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI.
ES COPIA
35
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Campodónico de Beviacqua”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 323:3229, 24/10/2000
“…el tribunal ha considerado que el derecho a la vida es el primer
derecho de la persona humana que resulta reconocido y garantizado por
la Constitución Nacional (Fallos: 302:1284; 310:112).También ha dicho que
el hombre es eje y centro de todo el sistema jurídico y en tanto fin en sí
mismo -más allá de su naturaleza trascendente- su persona es inviolable
y constituye valor fundamental con respecto al cual los restantes valores
tienen siempre carácter instrumental (Fallos: 316:479, votos concurrentes)” (considerando 15º).
Buenos Aires, octubre 24 de 2000.
Considerando:
1. Que el niño A. S. B. nació el 26 de junio de
1996 con un padecimiento grave en su médula
ósea que disminuye sus defensas inmunológicas -enfermedad de Kostman o neutropenia
severa congénita-, cuyo tratamiento depende de una medicación especial (de nombre
comercial “Neutromax 300”) que le fue suministrada sin cargo por el Banco Nacional
de Drogas Antineoplásicas, dependiente del
Ministerio de Salud y Acción Social, hasta el
2 de diciembre de 1998, fecha en que ese organismo puso de manifiesto a sus padres que
entregaba el fármaco “por última vez”.
2. Que frente al peligro inminente de interrupción de dicho tratamiento, la madre del
menor -con el patrocinio letrado del defensor
público oficial ante el Juzgado Federal de Río
Cuarto- dedujo acción de amparo contra el
Ministerio de Salud y Acción Social, la Secretaría de Programas de Salud y el referido Banco de Drogas Antineoplásicas, con el fin de
hacer cesar el acto lesivo que privó de la prestación necesaria para el niño con menoscabo
de los derechos a la vida y a la salud garantizados por la Constitución Nacional y los tratados internacionales sobre derechos humanos.
3. Que al contestar el informe previsto en
el art. 8° de la ley 16.986, el procurador fiscal ante la Cámara Federal de Apelaciones de
Córdoba -en representación de la demandada- sostuvo que el hijo de la actora sufría una
enfermedad no oncológica, por lo que no era
obligación del Banco de Drogas Antineoplásicas proveer el medicamento requerido; que su
entrega había obedecido a razones exclusivamente humanitarias, y que la interesada debía
acudir a los servicios de su obra social, a cargo
del Programa Médico Obligatorio para la pro-
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38
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
tección de las personas que dependen del uso
de estupefacientes, según lo dispuesto en la
ley 24.455 y la res. 247/96 MS y AS, o bien
solicitar un subsidio en la Secretaría de Desarrollo Social pues el Estado nacional sólo tenía
responsabilidad subsidiaria en esa materia.
4. Que el magistrado hizo lugar al amparo y
condenó al Ministerio de Salud y Acción Social a entregar las dosis necesarias del remedio
prescripto, sin perjuicio de las gestiones que
pudiera realizar para que su provisión se efectuara mediante los organismos a que había
hecho referencia la demandada. A tal efecto,
ponderó los informes oficiales acerca de las
características de la enfermedad y la imposibilidad económica de la familia de pagar el elevado costo del medicamento, el certificado de
discapacidad expedido por el Centro Nacional
de Reconocimientos Médicos y el diagnóstico
de los especialistas en hematología y oncología del Hospital Regional de Río Cuarto y del
Hospital Italiano de Córdoba, que demostraban tanto la gravedad de la patología, como la
urgencia de mantener el tratamiento del niño
en forma permanente e ininterrumpida (fs.
3/10, 13/14, 16/19, 42 y 51/57).
5. Que el juez concluyó que las razones dadas para suspender la asistencia al paciente y
hacer recaer esa responsabilidad en la obra
social o en la autoridad pública local, resultaban incompatibles con las obligaciones
primarias puestas a cargo del Estado nacional como garante del sistema de salud y que
el acto atacado lesionaba los derechos a la
vida, a la dignidad personal y al bienestar general protegidos por el preámbulo y por los
arts. 33 y 42 de la Constitución Nacional, la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales de las
Naciones Unidas y el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos.
6. Que dicho pronunciamiento fue confirmado por la sala B de la cámara federal ya mencionada. A los fundamentos dados en la instancia
anterior, la alzada agregó que:
a) Los derechos a la vida y a la preservación de
la salud reconocidos por los arts. 14, 14 bis, 18,
19 y 33 de la Ley Fundamental y los tratados internacionales de jerarquía constitucional, conllevan deberes correlativos que el Estado debe
asumir en la organización del servicio sanitario.
b) El principio de actuación subsidiaria que
rige en esta materia se articula con la regla de
solidaridad social, pues el Estado debe garantizar una cobertura asistencial a todos los ciudadanos, sin discriminación social, económica,
cultural o geográfica (art. 1°, ley 23.661), y ello
impone su intervención cuando se encuentra
superada la capacidad de previsión de los individuos o pequeñas comunidades.
c) La obra social para el Personal de Entidades
Deportivas y Civiles (OSPEDYC) a que pertenece la actora, no está en condiciones de asumir
la regular cobertura de la medicación necesaria
para el tratamiento del niño, habida cuenta de
que la Asociación de Clínicas y Sanatorios del
Sur de Córdoba (ACLISA) ha suspendido el
convenio con dicha obra social por falta de
pago de las prestaciones y la entidad “Córdoba
Farmacéutica Coop. Ltda.” ha rescindido el contrato a partir del 11 de marzo de 1999, por lo
que los afiliados de aquélla se encuentran sin la
debida cobertura médica y asistencial.
ch) Frente a la actuación deficiente de la entidad médica sindical, la situación de precariedad
laboral y económica de la familia y el estado de
extrema urgencia que reviste el suministro del
remedio requerido, es el Estado nacional -mediante el ministerio demandado- el que debe
intervenir subsidiariamente para dar adecuada
tutela a los derechos del menor, sin perjuicio de
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
que efectúe los trámites necesarios para lograr
que esa asistencia sea realizada de modo regular
y efectivo por los organismos que correspondan.
7. Que contra esa decisión, la vencida interpuso el recurso extraordinario cuyo rechazo
dio lugar a la presente queja. Funda su agravio
principal en que el fallo ha trasladado indebidamente a la Nación la responsabilidad de
atender la dolencia del menor y ha liberado a
la obra social y a la autoridad local de las obligaciones legales que pesaban a su cargo, lo que
contradice el principio de actuación subsidiaria
del Estado, los derechos de propiedad y defensa
en juicio y las facultades reservadas de las provincias en materia de salud (arts. 17, 18 y 121,
Constitución Nacional; fs. 85/90 vta.).
8. Que, en tal sentido, la recurrente aduce
que en la condena se ha soslayado considerar
la vigencia de la ley federal 24.455 y el deber
de la obra social de cumplir el Programa Médico Obligatorio (res. 247/96 MS y AS); que
no existe sustento legal para obligar a actuar al
Estado nacional en defecto de esa entidad, y
que la carga impuesta por el a quo compromete los recursos económicos disponibles para
organizar los planes de salud, de acuerdo con
lo previsto en la ley 24.156 -de administración
financiera- en detrimento de la población desprovista de cobertura médica que el ministerio tiene que proteger.
9. Que la apelante solicita también la descalificación de la sentencia por falta de fundamento normativo y arbitrariedad en la consideración de aspectos conducentes, pues no
ha valorado adecuadamente que la atención
del niño había sido prestada sólo por razones
humanitarias, no legales, y que la obra social
había expresado su disposición a entregar el
medicamento, lo que implicaba haber regularizado su relación con la actora.
10. Que los agravios que se refieren a la arbitrariedad en la apreciación de las constancias
de la causa sólo reflejan meras discrepancias
con el criterio de la Cámara basado en el examen de cuestiones de hecho y prueba que son
ajenas -como regla y por su naturaleza- a la
instancia del art. 14 de la ley 48, aparte de que
no logran desvirtuar el juicio del a quo relativo al estado de desamparo asistencial en que
dejaba al menor la decisión de interrumpir la
medicación en razón de no contar con efectiva
cobertura de su obra social.
11. Que más allá de los reparos que suscitan
las afirmaciones formuladas respecto a que la
mencionada entidad sindical habría asumido
su responsabilidad en la entrega del medicamento (conf. fs. 36/41, 65/67, 70/71 y 87), las
cuales aparecen en contradicción con la postura asumida por la propia apelante, que pretende
desligarse de sus obligaciones frente al incumplimiento de dichas entregas, lo resuelto sobre
ese tema se basó en la prueba documental que
daba cuenta de la falta de atención médica y
farmacológica en que se encontraba el menor
a raíz de haber sido suspendidos o rescindidos
-desde el año 1999- los convenios que vinculaban a la obra social con las asociaciones sanitarias locales, tema que la demandada ha pasado
por alto en su crítica al fallo pues se ha limitado
a negar el estado deficitario de aquella organización sin hacerse cargo, como es debido, de los
resultados de la referida prueba.
12. Que, por otra parte, no es plausible considerar que mediaran razones de “comodidad”
en el procedimiento que siguió la actora en
resguardo de la salud de su hijo, pues si hubiese tenido asegurada la asistencia que requería
-como supone la demandada- no habría debido
acudir a un amparo judicial para lograr la entrega del medicamento que podía obtener regularmente de su propia obra social.
39
40
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
13. Que tampoco resultan admisibles las
objeciones relativas a la omisión de la alzada
de considerar la ley federal 24.455, que incorporó entre las prestaciones que deben dar
las obras sociales a sus afiliados, la cobertura
para los tratamientos médicos, psicológicos
y farmacológicos derivados del síndrome de
inmunodeficiencia adquirida (sida) y la drogadicción. El medicamento indicado para tratar la
deficiencia del sistema inmunológico del niño
nada tiene que ver con los aspectos a que hace
referencia esa legislación cuando incluye -en el
programa obligatorio- la rehabilitación de las
personas que dependan física o psíquicamente
del uso de estupefacientes (art. 1° incs. b y c),
por lo que el ámbito de aplicación de la norma
invocada es ajeno al caso.
14. Que, en cambio, es formalmente procedente el recurso extraordinario con relación a
los agravios de la parte que cuestionan la responsabilidad asignada al Estado nacional frente
a la situación que compromete la vida y la salud
del niño, lo cual involucra la interpretación de
normas federales y la decisión ha sido contraria
a los derechos que en ellas ha fundado la apelante. Corresponde señalar que esta Corte, en
la tarea de esclarecer la inteligencia de las disposiciones superiores en juego, no se encuentra
limitada por las posiciones de la cámara ni del
recurrente, sino que le incumbe realizar una
declaración sobre el punto en debate (Fallos:
308:647; 314:1834; 318:1269, entre otros).
15. Que el tribunal ha considerado que el
derecho a la vida es el primer derecho de la
persona humana que resulta reconocido y garantizado por la Constitución Nacional (Fallos: 302:1284; 310:112). También ha dicho
que el hombre es eje y centro de todo el sistema jurídico y en tanto fin en sí mismo -más
allá de su naturaleza trascendente- su persona
es inviolable y constituye valor fundamental
con respecto al cual los restantes valores tie-
nen siempre carácter instrumental (Fallos:
316:479, votos concurrentes).
16. Que a partir de lo dispuesto en los tratados
internacionales que tienen jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22, Ley Suprema), ha reafirmado en recientes pronunciamientos el derecho a la preservación de la salud -comprendido
dentro del derecho a la vida- y ha destacado la
obligación impostergable que tiene la autoridad
pública de garantizar ese derecho con acciones
positivas, sin perjuicio de las obligaciones que
deban asumir en su cumplimiento las jurisdicciones locales, las obras sociales o las entidades de la llamada medicina prepaga (Fallos:
321:1684 y causa A.186 XXXIV “Asociación
Benghalensis y otros c. Ministerio de Salud y
Acción Social - Estado nacional s/amparo ley
16.986” del 1° de junio de 2000, mayoría y votos
concurrentes y dictamen del procurador general
de la Nación a cuyos fundamentos se remiten).
17. Que los aludidos pactos internacionales
contienen cláusulas específicas que resguardan
la vida y la salud de los niños, según surge del
art. VII de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, del art. 25 inc.
2° de la Declaración Universal de Derechos
Humanos, de los arts. 4° inc. 1° y 19 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
-Pacto de San José de Costa Rica-, del art. 24
inc. 1°, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y del art. 10 inc. 3°, del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, vinculados con la asistencia y
cuidados especiales que se les deben asegurar.
18. Que ese último tratado reconoce, asimismo, el derecho de todas las personas a disfrutar del más alto nivel posible de salud física y
mental, así como el deber de los estados partes
de procurar su satisfacción. Entre las medidas
que deben ser adoptadas a fin de garantizar ese
derecho se halla la de desarrollar un plan de ac-
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
ción para reducir la mortalidad infantil, lograr
el sano desarrollo de los niños y facilitarles ayuda y servicios médicos en caso de enfermedad
(art. 12, Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales).
19. Que los estados partes se han obligado
“hasta el máximo de los recursos” de que dispongan para lograr progresivamente la plena
efectividad de los derechos reconocidos en
dicho tratado (art. 2° inc. 1°). En lo que concierne al modo de realización en estados de
estructura federal, el propio Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de
las Naciones Unidas ha reconocido que dicha
estructura exige que los cantones sean los responsables de ciertos derechos, pero también
ha reafirmado que el gobierno federal tiene la
responsabilidad legal de garantizar la aplicación del pacto (conf. Naciones Unidas. Consejo Económico Social. Aplicación del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Informes iniciales presentados por los estados parte con arreglo a los
arts. 16 y 17 del Pacto. Observaciones. Suiza
-E/1990/5/Add.33-, 20 y 23 noviembre de
1998, publicado por la Secretaría de Investigación de Derecho Comparado de esta Corte
en “investigaciones” 1 (1999), ps. 180 y 181).
20. Que, asimismo, la “cláusula federal” prevista en la Convención Americana sobre Derechos
Humanos impone al gobierno nacional el cumplimiento de todas las obligaciones relacionadas
con las materias sobre las que ejerce jurisdicción
legislativa y judicial, y el deber de tomar “de inmediato” las medidas pertinentes, conforme a
su constitución y sus leyes, para que las autoridades componentes del Estado federal puedan
cumplir con las disposiciones de ese tratado
(art. 28 incs. 1° y 2°). La Convención sobre los
Derechos del Niño incluye, además, la obligación de los estados de alentar y garantizar a los
menores con impedimentos físicos o mentales
el acceso efectivo a los servicios sanitarios y de
rehabilitación, de esforzarse para que no sean
privados de esos servicios y de lograr cabal realización del derecho a beneficiarse de la seguridad social, para lo cual se debe tener en cuenta
la legislación nacional, los recursos y la situación
de cada infante y de las personas responsables
de su mantenimiento (arts. 23, 24 y 26).
21. Que el Estado nacional ha asumido,
pues, compromisos internacionales explícitos
encaminados a promover y facilitar las prestaciones de salud que requiera la minoridad y no
puede desligarse válidamente de esos deberes
so pretexto de la inactividad de otras entidades públicas o privadas, máxime cuando ellas
participan de un mismo sistema sanitario y lo
que se halla en juego es el interés superior del
niño, que debe ser tutelado por sobre otras
consideraciones por todos los departamentos
gubernamentales (art. 3°, Convención sobre
los Derechos del Niño, ya citada).
22. Que, al respecto, la ley 23.661 instituyó el
sistema nacional de salud, con los alcances de
un seguro social, “a efectos de procurar el pleno goce del derecho a la salud para todos los
habitantes del país sin discriminación social,
económica, cultural o geográfica”. Con tal finalidad, dicho seguro ha sido organizado dentro
del marco de una concepción “integradora” del
sector sanitario, en el que la autoridad pública
reafirme su papel de conducción general del
sistema y las sociedades intermedias consoliden “su participación en la gestión directa de
las acciones” (art. 1°). Su objetivo fundamental es “proveer al otorgamiento de prestaciones
de salud igualitarias, integrales y humanizadas,
tendientes a la promoción, protección, recuperación y rehabilitación de la salud, que respondan al mejor nivel de calidad disponible y
garanticen a los beneficiarios la obtención del
mismo tipo y nivel de prestaciones eliminando
toda forma de discriminación...” (art. 2°).
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42
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
23. Que el Ministerio de Salud y Acción Social, mediante la Secretaría de Salud, es la autoridad de aplicación que fija las políticas sanitarias del seguro y es también el organismo
designado en la ley 23.661 para llevar a cabo
la política de medicamentos. En tal carácter,
le corresponde “articular y coordinar” los
servicios asistenciales que prestan las obras
sociales comprendidas en la ley 23.660, los
establecimientos públicos y los prestadores
privados “en un sistema de cobertura universal, estructura pluralista y participativa y administración descentralizada que responda a
la organización federal de nuestro país” (arts.
3°, 4°, 7°, 15°, 28° y 36°).
24. Que la misma ley establece que las prestaciones serán otorgadas de acuerdo con los
planes nacionales de salud, los que deben asegurar “la plena utilización de los servicios y capacidad instalada existente”. El Fondo Solidario
de Redistribución es el instrumento destinado
a dar apoyo a los agentes y jurisdicciones adheridas, equiparar niveles de cobertura obligatoria y asegurar la financiación de programas en
favor de sus beneficiarios (arts. 24 y 25).
25. Que la Obra Social del Personal de Entidades Deportivas y Civiles -a que pertenece
la actora-, está comprendida entre los agentes
sindicales que integran el referido Sistema Nacional del Seguro de Salud y, en tal carácter, su
actividad se encuentra sujeta a la fiscalización
de la actual Superintendencia de Servicios de
Salud de la Nación, bajo la órbita del ministerio
demandado, que debe disponer medidas concretas para garantizar la continuidad y normalización de las prestaciones sanitarias a cargo de
las obras sociales y, en especial, el cumplimiento del Programa Médico Obligatorio (conf.
arts. 1° inc. a, 3°, 15, 27 y 28, ley 23.660; 2°, 9°,
15, 19, 21, 28 y 40, “in fine”2, ley 23.661; decs.
492/95 -arts. 1°, 2° y 4° y 1615/96 -arts. 1°, 2° y
5°-; res. 247/96 MS y AS).
26. Que, por otra parte, la Constitución de la
Provincia de Córdoba garantiza para todos sus
habitantes el derecho a la vida, atribuye al gobierno local facultades para regular y fiscalizar
el sistema de salud, integrar todos los recursos
y concertar la política sanitaria con el gobierno
federal, las provincias, sus municipios y demás
instituciones sociales públicas y privadas, y conserva la potestad del poder de policía provincial
en materia de legislación y administración atinente a dicho sistema (arts. 19 inc. 1°, y 59).
27. Que lo expresado pone en evidencia la
función rectora que ejerce el Estado nacional
en este campo y la labor que compete al Ministerio de Salud y Acción Social, como autoridad
de aplicación, para garantizar la regularidad de
los tratamientos sanitarios coordinando sus
acciones con las obras sociales y los estados
provinciales, sin mengua de la organización
federal y descentralizada que corresponda para
llevar a cabo tales servicios (véanse, asimismo,
en este sentido, las “Políticas Sustantivas e Instrumentales” de la Secretaría de Salud, aprobadas por decreto 1269/92).
28. Que la decisión de prestar asistencia al
menor, adoptada oportunamente por la autoridad nacional hasta que resolvió interrumpir
la entrega de la medicación, había atendido a la
situación de urgencia y extrema necesidad que
tenía el tratamiento prescripto para salvaguardar
la vida y la salud del niño, lo que se ajustaba a
los principios constitucionales que rigen en esta
materia y a las leyes dictadas en su consecuencia, según han sido examinadas anteriormente.
29 Que las constancias del expediente indican que el suministro del fármaco fue realizado
por el Banco Nacional de Drogas Antineoplásicas a solicitud de la Secretaría de Desarrollo
Social de la Presidencia de la Nación -Coordinación Córdoba-, que hizo mérito de la gravedad del caso y de la falta de protección en que
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
se hallaba la familia del menor, lo que dio lugar
a la resolución de su cobertura hasta que se regularizara la asistencia de la afiliada mediante la
obra social a la que pertenecía (fs. 10/12, 42,
46/46 vta. y 67).
social a los que esté afiliado (conf. certificado de
fs. 6; arts. 1°, 3° y 4°, ley 22.431 y ley provincial
7008), lo cual corrobora la sinrazón del acto de
la autoridad pública que amenazó con grave riesgo sus derechos a la vida y la salud.
30. Que la prolongación de ese estado -puesto
de manifiesto en las actuaciones que llevaron al
a quo a concluir que la afiliada no había recibido
tratamiento sanitario efectivo por aquella entidad- priva de sustento a los planteos de la parte
que pretenden negar una obligación de ayuda
al menor en defecto de la obra social, toda vez
que subsisten al presente las razones “exclusivamente” humanitarias que dieron lugar a la
entrega del remedio, las cuales, por otra parte,
no pueden ser entendidas sino como reconocimiento de la responsabilidad de la demandada
de resguardar la vida del niño.
33. Que por ley 24.901 se ha creado un sistema de prestaciones básicas “de atención integral a favor de las personas con discapacidad” y
se ha dejado a cargo de las obras sociales comprendidas en la ley 23.660 la obligatoriedad de
su cobertura (arts. 1° y 2°). Empero, frente al
énfasis puesto en los tratados internacionales
para preservar la vida de los niños, el Estado no
puede desentenderse de sus deberes haciendo
recaer el mayor peso en la realización del servicio de salud en entidades que, como en el caso,
no han dado siempre adecuada tutela asistencial, conclusión que lleva en el sub examine a
dar preferente atención a las necesidades derivadas de la minusvalía del menor y revaloriza
la labor que debe desarrollar con tal finalidad
la autoridad de aplicación.
31. Que la existencia de una obra social que
deba cumplir el Programa Médico Obligatorio
-res. 247/96, MS y AS, ya citada-, no puede
redundar en perjuicio de la afiliada y menos
aún del niño, pues si se aceptara el criterio de
la recurrente que pretende justificar la interrupción de su asistencia en razón de las obligaciones puestas a cargo de aquella entidad,
se establecería un supuesto de discriminación
inversa respecto de la madre del menor que,
amén de no contar con prestaciones oportunas del organismo al que está asociada, carecería absolutamente del derecho a la atención
sanitaria pública, lo que colocaría al Estado
nacional en flagrante violación de los compromisos asumidos en el cuidado de la salud.
32. Que, además, el niño se halla amparado por
las disposiciones de la ley 22.431, de “protección
integral de las personas discapacitadas” -a que
adhirió la Provincia de Córdoba- y ello obliga
también a asegurarle los tratamientos médicos
en la medida en que no puedan afrontarlos las
personas de quienes dependa o los entes de obra
34. Que la resolución de la alzada ha sido suficientemente explícita en cuanto ha asignado
a la demandada responsabilidad subsidiaria y
ha dejado a salvo sus atribuciones para encauzar la entrega del medicamento con la urgencia
y oportunidad que el caso exige, sin liberar al
gobierno provincial o la obra social de sus obligaciones legales, y es inconcebible que puedan
invocarse perjuicios derivados de las gestiones
encomendadas en la sentencia, cuando es el Estado nacional el encargado de velar por el fiel
cumplimiento de los derechos constitucionales
que amparan la vida y la salud del niño y de asegurar la continuidad de su tratamiento.
35. Que, finalmente, en cuanto a la objeción basada en el art. 121 de la Constitución
Nacional, aparte de que ese planteo importa
invocar agravios de terceros, la apelante no ha
demostrado que la decisión de mantener el
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44
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
tratamiento afecte el principio de federalismo
o ponga en crisis las facultades reservadas por
los gobiernos locales en la organización de su
sistema de salud. No obstante ello, este pronunciamiento ha dejado establecida la responsabilidad que cabe también en esta materia a
las jurisdicciones provinciales.
no. - Guillermo A. F. López. - Adolfo R. Vázquez.
Por ello, oídos el defensor público oficial y el
procurador fiscal, se declara procedente el recurso extraordinario con el alcance fijado en los considerandos que anteceden y se confirma la sentencia apelada. Agréguese la queja al principal.
Por ello, y habiendo dictaminado el procurador fiscal, se desestima esta presentación
directa. Intímese al recurrente para que, en
el ejercicio financiero correspondiente, haga
efectivo el depósito previsto en el art. 286 del
Código citado, de conformidad con lo prescripto en la ac. 47/91. –
Julio S. Nazareno. - Eduardo Moliné O’Connor.
- Carlos S. Fayt. - Augusto C. Belluscio (en disidencia). - Enrique S. Petracchi. - Antonio Boggia-
Disidencia del doctor Belluscio:
Considerando: Que el recurso extraordinario,
cuya denegación origina la presente queja, es
inadmisible (art. 280, Cód. Procesal).
Augusto C. Belluscio.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“M., M. c M. S. y A. S.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
324:3569, 16/10/2001
“…en autos se encuentra comprometido el derecho a la vida que, más
que un derecho no enumerado en los términos del art. 33 de la Constitución Nacional, es un derecho implícito, ya que el ejercicio de los restantes
reconocidos expresamente requiere necesariamente de él (conf. dictamen
del suscripto en la causa “Asociación Benghalensis”, a cuyos fundamentos y
conclusiones se remitió V.E. en su sentencia publicada en Fallos: 323:1339).
En igual sentido, el tribunal enfáticamente ha recordado que aquél es el
primer derecho de la persona humana que resulta reconocido y garantizado por la Constitución Nacional, y que el hombre es el eje y el centro de
todo el sistema jurídico y en tanto fin en sí mismo -más allá de su naturaleza trascendente- su persona es inviolable y constituye valor fundamental
con respecto al cual los restantes valores tienen siempre carácter instrumental (C.823.XXXV. “Campodónico de Beviacqua, Ana Carina c. Ministerio de Salud y Acción Social. Secretaría de Programas de Salud y Banco
de Drogas Neoplásicas”, resuelta el 24 de octubre de 2000, con sus citas).
Precisamente, en la causa recién citada, que guarda sustancial analogía
con la de autos, la Corte también recordó que a partir de lo dispuesto en
los tratados internacionales que tienen jerarquía constitucional (art. 75 inc.
22, Constitución Nacional), se ha reafirmado el derecho a la preservación
de la salud -comprendido dentro del derecho a la vida- y se ha destacado
la obligación impostergable que tiene la autoridad pública de garantizar
ese derecho con acciones positivas, sin perjuicio de las obligaciones que
deban asumir en su cumplimiento las jurisdicciones locales (conf. considerando 16 del voto de la mayoría)” (considerando VII. del dictamen fiscal).
Dictamen del Procurador General de la Nación:
I. A fs. 13/15, M. O. M., en representación de
su hijo N. S., promovió acción de amparo con-
tra el Estado nacional, a fin de que se le ordene
dar cumplimiento a la previsión contenida en
los arts. 3°, párrafo segundo; 4° y concordantes
de la ley 24.901 y 23 sobre la Convención sobre
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46
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
los Derechos del Niño, incorporada a la Constitución Nacional y que se disponga la afiliación
del menor a la obra social que corresponda, a
fin de que pueda recibir todos los beneficios
que prevé la legislación vigente.
Según relató, en 1993 adoptó al menor, que
padece parálisis cerebral con compromiso psicomotriz y retardo cerebral y actualmente su
situación patrimonial es sumamente comprometida, debido a que carece de trabajo y a que
su esposa es ama de casa.
A partir de la sanción de la ley 24.901, efectuó gestiones ante las autoridades municipales,
provinciales y nacionales, a efectos de acceder a
sus beneficios, sin obtener respuesta positiva y,
en tales condiciones, se veía obligado a recurrir
a la justicia para reclamar lo que legítimamente
le corresponde a su hijo, pues su salud e integridad no admiten más dilaciones.
Fundó su pretensión, en concreto, en las disposiciones de la citada ley y de su decreto reglamentario (1193/98) que, a su entender, ponen
en cabeza del Estado nacional la obligación de
prestar los servicios previstos en la ley 22.431
a las personas con discapacidad no incluidas
dentro del sistema de las obras sociales, en la
medida que aquéllas o las personas de quienes
dependan no puedan afrontarlas.
II. A fs. 119/120, la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario (sala B, Civil), confirmó la
sentencia de la instancia anterior, que admitió la
acción de amparo y ordenó al Servicio Nacional de Rehabilitación y Promoción de la Persona con Discapacidad, que otorgue la atención
integral prevista en la ley 24.901 y el decreto
1193/98, no sólo con relación a las prestaciones básicas allí enumeradas, sino a los servicios
específicos, alternativos del grupo familiar o
prestaciones complementarias que la situación
a relevar requiera, después de efectuar la evalua-
ción que prevé el art. 10 de la reglamentación y
desestimó el reclamo con respecto al Ministerio
de Salud y Acción Social, sin perjuicio de su participación obligatoria en lo previsto legalmente
(v. fs. 95/99). Para así resolver, en primer término, consideraron sus integrantes que el amparo
era la vía idónea para solucionar el acuciante
problema que padece el menor, ante la inexplicable conducta asumida por los representantes
de los distintos organismos del Estado nacional.
En cuanto al fondo del asunto, compartieron
los fundamentos de la sentencia de primera
instancia y estimaron que el caso era análogo a
otro que habían resuelto con anterioridad, en
el que examinaron las leyes 23.661, que regula el Sistema Nacional del Seguro de Salud y
24.901, que instituyó el sistema de prestaciones básicas de rehabilitación integral a favor
de personas discapacitadas. Sobre tales bases,
señalaron que la letra y el espíritu de la ley son
claros en determinar que las prestaciones del
sistema único para personas sin cobertura de
obra social se financiarán con los fondos que
el Estado nacional asigne, para tal fin, al Servicio Nacional de Rehabilitación y Promoción
de la Persona con Discapacidad.
III. Contra tal pronunciamiento, dicho servicio nacional dedujo el recurso extraordinario
obrante a fs. 125/138, cuya denegación a fs.
145, dio origen a la presente queja.
Sostiene que existe cuestión federal, por estar en juego la interpretación de una norma
de ese carácter, así como por las cuestiones
debatidas que exceden el interés de las partes y se proyectan al de toda la comunidad y
porque la sentencia es arbitraria, al contener
afirmaciones dogmáticas.
Sus principales agravios son:
a) La cámara lo condenó a realizar acciones
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
que no están a su cargo y para cuya ejecución carece de partida presupuestaria, pese a que había
puesto en conocimiento que el ente obligado a
brindar la asistencia es el Directorio del Sistema
de Prestaciones Básicas de Atención Integral a
favor de las Personas con Discapacidad.
b) Los fundamentos del fallo padecen de
vaguedad y de falta de referencia a las constancias de la causa, pues no se ha probado la calidad invocada por el actor para alegar la lesión
a sus derechos, ni que el interesado cuente con
el certificado previsto por el art. 3° de la ley
22.431, requisito necesario para delimitar la
obligación del Estado de prestar atención en la
rehabilitación a los beneficiarios del sistema.
En efecto, dicho certificado determina tanto la
calidad de discapacitado como la orientación
prestacional que el caso requiera, y en autos,
pese a que el actor ni siquiera lo solicitó, el a
quo igualmente le ordenó la asistencia contemplada en la ley 24.091.
c) El a quo también omitió considerar otros
elementos determinantes para la correcta solución del caso, como es la res. 3, del 5 de octubre de 1999, del presidente del directorio del
sistema único creado por la ley 24.901, que
pone a cargo de dicho órgano la ejecución del
Programa de Cobertura para las Personas con
Discapacidad Carenciadas, así como la conformación del Registro Nacional de Prestadores
de Servicios de Atención a Personas con Discapacidad, hasta tanto se constituyan las Juntas
Evaluadoras de Servicios en cada jurisdicción
-el que provisoriamente estará constituido por
las instituciones ya categorizadas por el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados-.
d) La sentencia ni siquiera acierta a invocar correctamente el derecho en que funda su decisión,
porque cita erróneamente al decreto 762/92
como 792/97 y, además, porque lo califica de
“reglamentario” de la ley 24.901, cuando fue dictado con anterioridad a la sanción de la norma
legal. En este sentido, afirma que, por la similitud
entre sus disposiciones y por ser jerárquicamente inferior a la ley, aquél fue tácitamente derogado. Sostiene, también, que el decreto 1193/98 es
el reglamentario de la citada ley.
IV. El recurso extraordinario es formalmente
admisible, toda vez que, por su intermedio, se
ha puesto en tela de juicio el alcance e interpretación de una norma federal (ley 24.901)
y la decisión definitiva del a quo ha sido contraria al derecho que el apelante funda en ella
(art. 14 inc. 3°, ley 48).
V. En cuanto al fondo del asunto, cabe recordar, ante todo que, por discutirse el contenido
y alcance de una norma de derecho federal, el
tribunal no se encuentra limitado por los argumentos de las partes o del a quo, sino que
le incumbe realizar una declaratoria sobre el
punto disputado (Fallos: 319:2886; 320:1602;
323:1406, 1460 y 1656, entre muchos otros).
A la luz de tal principio, debe señalarse que la
ley 24.901 instituye un sistema de prestaciones
básicas de atención integral a favor de las personas con discapacidad, que contempla acciones
de prevención, asistencia, promoción y protección, con el objeto de brindarles una cobertura
integral a sus necesidades y requerimientos (art.
1°) y dispone que las obras sociales tendrán a su
cargo, con carácter obligatorio, la cobertura de
tales prestaciones. Producto de esta obligación,
al modificar el primer párrafo del art. 4° de la ley
22.431, aclara que el Estado, a través de sus organismos, prestará los beneficios del sistema a las
personas con discapacidad no incluidas dentro
del sistema de obras sociales, en la medida que
aquéllas o las personas de quienes dependan
no puedan afrontarlas (art. 3°) y, con mayor
precisión aún, prescribe: “Las personas con discapacidad que carecieren de cobertura de obra
47
48
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
social tendrán derecho al acceso a la totalidad
de las prestaciones básicas comprendidas en la
presente norma, a través de los organismos dependientes del Estado” (art. 4°).
Por su parte, el art. 7° establece cómo se
financiarán las prestaciones que prevé la ley
y, en lo que aquí interesa, dispone: “...inc. e)
Personas beneficiarias de pensiones no contributivas y/o graciables por invalidez, excombatientes ley 24.310 y demás personas
con discapacidad no comprendidas en los
incisos precedentes que no tuvieren cobertura de obra social, en la medida en que las
mismas o las personas de quienes dependan
no puedan afrontarlas, con los fondos que
anualmente determine el presupuesto general
de la Nación para tal fin”.
A su turno, la reglamentación de la ley
24.901, aprobada por decreto 1193/98, determina que las personas con discapacidad que
carecieren de cobertura social y, además, no
contaran con recursos económicos suficientes
y adecuados podrán obtener las prestaciones
básicas a través de los organismos del Estado
nacional, provincial o municipal, y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, según corresponda, que adhieran al sistema, así como que
las autoridades competentes de las provincias,
municipios o de la citada ciudad, podrán celebrar convenios de asistencia técnica, científica
y financiera con la autoridad competente en
el orden nacional, a fin de implementar y financiar las prestaciones básicas previstas en la
norma legal (art. 4°, del anexo I).
VI. En mi concepto, la mera descripción de
cómo está regulado legalmente el sistema conduce a desestimar los agravios esgrimidos por el
Estado nacional, tanto en su recurso extraordinario como en su presentación directa, porque
la ley contempla que la atención de las personas
con discapacidad estará a cargo de las obras so-
ciales o, en supuestos como los del “sub lite”, del
propio Estado, a través de sus organismos.
Así lo pienso, porque se encuentra fuera de
discusión que el menor padece una discapacidad (parálisis cerebral), que no cuenta con cobertura de obra social y que su grupo familiar
carece de recursos económicos para afrontar
su tratamiento, en la medida que la apreciación
de todas esas cuestiones -de hecho y prueba- es
privativa de los jueces de la causa y, por ende,
irrevisable en esta instancia, máxime cuando,
por otra parte, no se advierte que hayan sido
resueltas con arbitrariedad.
Pero, además, la propia conducta desplegada
por el Estado demandado también confirma
tales conclusiones, toda vez que negó su obligación de prestar la asistencia requerida. En
efecto, aun cuando el menor sufriera alguna
discapacidad que lo habilitara a solicitar los
beneficios legales, aquél mantuvo una posición
contraria, alegando que no tenía obligación de
asistirlo, ya sea porque ello estaba a cargo de
otro órgano o de las autoridades provinciales, o
inclusive, en una actitud ciertamente contradictoria, porque el actor no acreditó, mediante el
certificado pertinente que determina la ley y su
reglamentación, padecer de discapacidad.
Así, desde esta perspectiva, carece de relevancia qué órgano del Estado nacional es el responsable de brindar la asistencia requerida por el
actor para su hijo menor, pues lo fundamental
es, en el régimen legal, que aquél debe asistirlo
y, para ello, la ley determina la forma de financiar tales actividades (en el caso, la prevista en
el art. 7° inc. e), sin que pueda servir de excusa
para incumplir con el mandato legal, la pretendida alegación -no demostrada, por otra parte-,
de falta de partida presupuestaria.
Lo expuesto, claro está, en modo alguno impide
que el Estado nacional, si corresponde, recupere
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
los costos que le insuma la atención del menor,
por las vías pertinentes de quien, en definitiva, resulte obligado a afrontarlas financieramente.
VII. Finalmente, estimo necesario señalar que
en autos se encuentra comprometido el derecho a la vida que, más que un derecho no enumerado en los términos del art. 33 de la Constitución Nacional, es un derecho implícito, ya
que el ejercicio de los restantes reconocidos
expresamente requiere necesariamente de él
(conf. dictamen del suscripto en la causa “Asociación Benghalensis”, a cuyos fundamentos y
conclusiones se remitió V.E. en su sentencia
publicada en Fallos: 323:1339).
En igual sentido, el tribunal enfáticamente
ha recordado que aquél es el primer derecho
de la persona humana que resulta reconocido
y garantizado por la Constitución Nacional,
y que el hombre es el eje y el centro de todo
el sistema jurídico y en tanto fin en sí mismo
-más allá de su naturaleza trascendente- su
persona es inviolable y constituye valor fundamental con respecto al cual los restantes
valores tienen siempre carácter instrumental
(C.823.XXXV. “Campodónico de Beviacqua,
Ana Carina c. Ministerio de Salud y Acción
Social. Secretaría de Programas de Salud y
Banco de Drogas Neoplásicas”, resuelta el 24
de octubre de 2000, con sus citas).
Precisamente, en la causa recién citada, que
guarda sustancial analogía con la de autos,
la Corte también recordó que a partir de lo
dispuesto en los tratados internacionales que
tienen jerarquía constitucional (art. 75 inc.
22, Constitución Nacional), se ha reafirmado
el derecho a la preservación de la salud -comprendido dentro del derecho a la vida- y se ha
destacado la obligación impostergable que
tiene la autoridad pública de garantizar ese
derecho con acciones positivas, sin perjuicio
de las obligaciones que deban asumir en su
cumplimiento las jurisdicciones locales (conf.
considerando 16 del voto de la mayoría).
Así, después de enumerar los distintos pactos internacionales que se relacionan con la
cuestión debatida, entre los que destaco a la
Convención sobre los Derechos del Niño, que
incluye el deber de los Estados de alentar y garantizar a los menores con impedimentos físicos o mentales el acceso efectivo a los servicios
sanitarios y de rehabilitación, de esforzarse para
que no sean privados de esos servicios y de lograr cabal realización del derecho a beneficiarse
de la seguridad social, para lo cual se debe tener
en cuenta la legislación nacional, los recursos
y la situación de cada infante y de las personas
responsables de su mantenimiento (arts. 23, 24
y 26), concluyó que el Estado nacional asumió
compromisos internacionales explícitos encaminados a promover y facilitar las prestaciones
de salud que requiera la minoridad y no puede
desligarse válidamente de esos deberes so pretexto de la inactividad de otras entidades públicas o privadas, máxime cuando ellas participan
de un mismo sistema sanitario y lo que se halla
en juego es el interés superior del niño, que
debe ser tutelado por sobre otras consideraciones por todos los departamentos gubernamentales (art. 3°, convención ya citada).
VIII. Por lo expuesto, opino que corresponde
declarar formalmente admisible el recurso extraordinario interpuesto por el Estado nacional
y confirmar la sentencia en cuanto fue materia
de aquél. - Marzo 30 de 2001. –
Nicolás E. Becerra.
RECURSO DE HECHO
Buenos Aires, 16 de octubre de 2001.
Vistos los autos: “Recurso de hecho deducido por el Servicio Nacional de Rehabilitación
49
50
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
y Promoción de la Persona con Discapacidad
en la causa Monteserin, Marcelino c/Estado
Nacional - Ministerio de Salud y Acción Social - Comisión Nacional Asesora para la Integración de Personas Discapacitadas - Servicio
Nacional de Rehabilitación y Promoción de
la Persona con Discapacidad”, para decidir sobre su procedencia.
Considerando:
1°) Que el padre adoptivo de un menor afectado por parálisis cerebral, residente en la Provincia de Santa Fe, solicitó -con el patrocinio
letrado del defensor público oficial ante los
tribunales federales de Rosario- que se exhortara al Poder Ejecutivo Nacional y a sus organismos dependientes a cumplir con lo establecido
en los arts. 3°, segundo párrafo, y 4° de la ley
24.901, y 23 de la Convención Internacional
sobre los Derechos del Niño y a prestar los servicios básicos de rehabilitación dispuestos en
dicha ley en favor de las personas discapacitadas, carentes de cobertura de obra social y de
recursos económicos suficientes (fs. 13/15 vta.
del expediente principal).
2°) Que después de haber dado a la petición
trámite de amparo, de celebrarse una audiencia
en la que un funcionario de la demandada ofreció los servicios del PAMI para asistir al niño,
propuesta que finalmente fracasó por haber
sido desautorizada por la representante del Estado Nacional (fs. 33/33 vta. y 37/39), y contestado el informe dispuesto en el art. 8°, de la
ley 16.986, el magistrado de primera instancia
hizo lugar a lo solicitado y ordenó que el Servicio Nacional de Rehabilitación y Promoción de
la Persona con Discapacidad acordara al menor
las prestaciones de salud que requiriera su estado, a cuyo fin dispuso que se efectuara la correspondiente evaluación de incapacidad (conf.
ley 24.901 y art. 10° del decreto reglamentario
1193/98; fs. 95/99).
3°) Que el juez consideró que las leyes
22.431, 23.661, 24.452, 24.901 y el decreto
1193/98 asignaban al organismo mencionado
la responsabilidad y los recursos económicos
para hacer operativos en todo el ámbito nacional los servicios médicos y de rehabilitación
reconocidos a las personas incapacitadas, carentes de medios propios y de la protección de
obras sociales, con independencia de la actuación concurrente que pudieran ejercer en esa
materia las jurisdicciones provinciales. Sobre
esa base, estimó que las pruebas ponían de
manifiesto la minusvalía del niño, el perjuicio
ocasionado a sus derechos y la arbitrariedad de
la negativa de la autoridad pública a otorgar los
beneficios necesarios para mejorar la vida del
menor, que no podía ser justificada con la mera
invocación de ausencia de partidas fiscales.
4°) Que dicho pronunciamiento fue confirmado por la Sala B de la Cámara Federal de
Apelaciones de Rosario, que hizo mérito de
las especiales circunstancias del caso y reprochó la postura inexplicable asumida por los
distintos organismos dependientes del Estado Nacional frente al problema que acuciaba
al niño (fs. 33 y 37), cuando la asistencia requerida, que debía ser prestada, contaba con
financiación específica de fondos asignados
para tal finalidad en el presupuesto del Servicio Nacional de Rehabilitación y Promoción
de la Persona con Discapacidad (conf. art. 11,
decreto 762/97; fs. 119/120 vta.).
5°) Que respecto de esa decisión, la parte
vencida dedujo el recurso extraordinario cuyo
rechazo origina la presente queja. Sostiene que
el a quo ha efectuado una interpretación incorrecta de las normas federales en juego pues ha
impuesto obligaciones de ayuda al menor que
no se hallan a cargo del referido servicio nacional y que deben ser exigidas al Directorio del
Sistema de Prestaciones Básicas de Atención
Integral a favor de las Personas con Discapaci-
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
dad, según lo dispuesto en la resolución 3/99,
dictada por la presidencia de ese organismo,
cuya consideración fue omitida en el fallo a pesar de haber sido invocada expresamente ante
la cámara (fs. 132/138).
6°) Que la apelante afirma, además, que es
arbitraria la aplicación de la ley 24.901 sin
exigir el certificado requerido en el art. 3° de
la ley 22.431 para acreditar la existencia de
incapacidad y la necesidad de recibir los beneficios reclamados al Estado Nacional; que
la condena es de cumplimiento imposible
porque la demandada carece de partidas presupuestarias para satisfacer la cobertura solicitada; y que la mención en la sentencia de
las disposiciones del decreto 762/97 -citado
erróneamente por el tribunal como reglamentario de la ley 24.901- desconoce que esa norma ha quedado tácitamente derogada con la
sanción del nuevo régimen legal de prestaciones básicas de atención a la salud (ley 24.901
y decreto reglamentario 1193/98).
7°) Que del modo en que han quedado planteadas las cuestiones, corresponde señalar en
primer lugar que durante el trámite de la queja
ante este Tribunal, el aludido Servicio Nacional
de Rehabilitación y Promoción de las Personas
con Discapacidad constituyó una junta médica
que ratificó el diagnóstico de parálisis cerebral
que padece el niño y expidió el certificado de
discapacidad requerido en las leyes 22.431 y
24.901 -arts. 3° y 10, respectivamente-, lo que lo
habilita a recibir atención sanitaria y los servicios específicos allí detallados que deben prestarse para su recuperación (fs. 156, 159/160).
8°) Que dichas circunstancias tornan improcedente el agravio de arbitrariedad fundado
en la ausencia de pruebas válidas respecto de
la minusvalía alegada y de legitimación para
solicitar el amparo sin contar con el certificado médico de la autoridad competente, plan-
teo sobre el cual insiste la recurrente aun después de haber acompañado a las actuaciones
la constancia -proveniente de esa misma parte- que admitió oficialmente la discapacidad
del menor, la necesidad de su tratamiento y las
posibilidades de rehabilitación mediante las
terapias previstas en la ley 24.901, lo que revela manifiesta desaprensión en la defensa y un
injustificado desinterés por el esclarecimiento
de la situación que compromete la salud del
niño (fs. 63/66 vta. de la queja).
9°) Que sentado ello, las críticas atinentes a
la responsabilidad asignada a la apelante para
hacer efectivas las prestaciones requeridas, se
vinculan con la aplicación e interpretación de
normas federales que tutelan los derechos a la
vida y a la salud de los menores, por lo que -con
ese alcance- resulta formalmente procedente
el recurso extraordinario (Fallos: 323:3229).
Cabe recordar que en la tarea de establecer la
inteligencia de las disposiciones superiores en
juego, la Corte no se encuentra limitada por las
posiciones de la cámara ni del recurrente, sino
que le incumbe realizar una declaración sobre
el punto en debate (Fallos: 308:647; 310:2682;
314:1834; 318:1269, entre otros).
10) Que este Tribunal ya ha expresado que
el derecho a la vida es el primer derecho de la
persona humana que resulta reconocido y garantizado por la Constitución Nacional (Fallos:
302:1284; 310:112). También ha dicho que el
hombre es el eje y centro de todo el sistema jurídico y en tanto fin en sí mismo -más allá de su
naturaleza trascendente- su persona es inviolable y constituye el valor fundamental con respecto al cual los restantes valores tienen siempre carácter instrumental (Fallos: 316:479,
votos concurrentes).
11) Que a partir de lo dispuesto en los tratados internacionales que tienen jerarquía constitucional (nominados en el art. 75, inc. 22, de
51
52
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
la Ley Suprema), esta Corte ha reafirmado en
posteriores pronunciamientos el derecho a la
preservación de la salud -comprendido en el
derecho a la vida y ha destacado la obligación
impostergable que tiene la autoridad pública
de garantizar ese derecho con acciones positivas, sin perjuicio de las obligaciones que
deban asumir en su cumplimiento las jurisdicciones locales, las obras sociales o las entidades de la llamada medicina prepaga (Fallos:
321:1684 y 323:1339).
12) Que en el citado Fallos: 323:3229, el
Tribunal condenó al Estado Nacional a asegurar la entrega regular de los medicamentos
que necesitaba un niño incapacitado –residente en la Provincia de Córdoba- desprovisto de
la protección de su obra social. A tal efecto,
enfatizó los compromisos explícitos tomados
por el gobierno ante la comunidad internacional encaminados a promover y facilitar el
acceso efectivo a los servicios médicos y de
rehabilitación que requieran los infantes, en
especial los que presenten impedimentos físicos o mentales; a esforzarse para que no sean
privados de esos servicios y a procurar una
cabal realización del derecho a beneficiarse de
la seguridad social (conf. arts. 23, 24 y 26 de
la Convención sobre los Derechos del Niño,
entre otros pactos internacionales examinados
en los considerandos 17, 18, 19, 20 y 21 del
referido fallo).
13) Que la Corte recalcó en dicho antecedente que el Estado Nacional no puede desentenderse de aquellas obligaciones so pretexto de la
inactividad de otras entidades –públicas o privadas- pues es el encargado de velar por el fiel
cumplimiento de los derechos constitucionales
que amparan la vida y la salud de los niños y de
asegurar la continuidad de los tratamientos que
necesiten, habida cuenta de la función rectora
que también le atribuye la legislación nacional
en ese campo y de las facultades que debe ejer-
cer para coordinar e integrar sus acciones con
las autoridades provinciales y los diferentes
organismos que conforman el sistema sanitario
en el país, en miras de lograr la plena realización
del derecho a la salud (conf. considerandos 22,
23, 24, 27, 32, 33 y 34).
14) Que en este caso, el Servicio Nacional
de Rehabilitación y Promoción de la Persona
con Discapacidad, dependiente del Ministerio
de Salud de la Nación, pretende liberarse de su
deber de asistencia al niño alegando la insuficiencia de partidas presupuestarias y haciendo
recaer la responsabilidad de atenderlo en otro
departamento perteneciente al mismo ámbito
administrativo -el llamado “Directorio del Sistema de Prestaciones Básicas de Atención Integral a favor de las Personas con Discapacidad”-,
con el que ejerce funciones concurrentes y del
cual forma parte integrante junto con otras
entidades de atención de la salud, por lo que
resultan de aplicación al respecto las consideraciones del precedente de Fallos: 323:3229, a las
que cabe remitir por razón de brevedad.
15) Que ello es así pues la ley 24.901 encomendó al Estado Nacional y a sus organismos
dependientes la atención del sistema de prestaciones básicas de salud dispuestas en ella
en favor de las personas discapacitadas que
no cuenten con cobertura de obras sociales
y carezcan de medios propios para afrontar
sus necesidades (conf. arts. 1°, 2°, 3° y 4°, ley
cit.), condiciones que han sido acreditadas en
el presente caso. El Servicio Nacional de Rehabilitación y Promoción de la Persona con
Discapacidad -condenado en estas actuaciones
integra el directorio creado, precisamente, para
administrar el referido sistema de prestaciones, garantizar la universalidad de su atención
y coordinar los recursos institucionales y económicos afectados a ese campo (conf. decreto
reglamentario 1193/98, arts. 1° y 6°, del anexo
1 y arts. 1° y 5°, del anexo A).
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
16) Que el mencionado directorio del sistema
de prestaciones básicas, al que -como quedó dicho- pertenece el organismo recurrente, tiene
a su cargo no sólo la obligación de ejecutar el
programa de protección sanitaria dispuesto en la
ley 24.901, sino también la de tomar las medidas
necesarias para la inmediata puesta en marcha de
ese programa en las jurisdicciones provinciales,
según resulta de la documentación acompañada
por la propia apelante (fs. 101/107). En tal sentido, carece de sustento válido el argumento basado en la invocada resolución 3/99, dictada por
la presidencia de ese directorio con arreglo a las
atribuciones conferidas en el decreto 1193/99
-art. 5°, del anexo A-, pues sus disposiciones no
eximen a la demandada de su obligación de asistencia al niño discapacitado conforme al sistema
legal instituido y la mencionada reglamentación.
17) Que, por lo demás, los beneficios establecidos en favor de las personas incapacitadas
no incluidas en el régimen de obras sociales
cuentan con el financiamiento de las partidas
asignadas en el presupuesto general de la Nación para tal finalidad (art. 7°, inc. e, in fine, ley
24.901) y del fondo instituido especialmente
para programas de similar naturaleza en la ley
24.452 (conf. art. 7°, segundo párrafo y anexo
II, especialmente puntos 23 y 24). Sin perjuicio
de ello, las provincias y la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires pueden optar por su incorporación al sistema mediante los correspondientes
convenios de adhesión, lo que no ha acontecido aún en lo relativo a la Provincia de Santa Fe
(conf. fs. 8 y 32, del expediente principal).
18) Que en tales condiciones, resulta fundado el reproche que el a quo formuló a la
conducta de la apelante, habida cuenta de la
responsabilidad que debe asumir el Estado Nacional en la asistencia y atención del niño discapacitado, de la que no cabe sustraerse en razón
de demoras contingentes en la puesta en funcionamiento del respectivo sistema sanitario en
las provincias; por lo que debe mantenerse el
fallo que condenó al referido Servicio Nacional
de Rehabilitación a proveer las prestaciones de
salud solicitadas, más allá de la actividad que
le corresponda ejercer, en su caso, para lograr
la adecuada participación de la autoridad local
en esa materia (conf. leyes 9325 y 11.518, especialmente art. 4°, incs. a y e, de la Provincia
de Santa Fe).
Por ello, y de acuerdo con los fundamentos
concordes del dictamen del señor Procurador
General de la Nación, se declara procedente el
recurso extraordinario con el alcance fijado en
los considerandos que anteceden y se confirma
la sentencia apelada. Agréguese la queja al principal, practíquese la comunicación a la Procuración del Tesoro a los fines del art. 6° de la ley
25.344. Notifíquese y devuélvase.
JULIO S. NAZARENO - EDUARDO MOLINE O’CONNOR - CARLOS S. FAYT - AUGUSTO CESAR BELLUSCIO - ENRIQUE
SANTIAGO PETRACCHI - ANTONIO
BOGGIANO - GUILLERMO A. F. LOPEZ ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ.
ES COPIA
53
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Sánchez, Norma Rosa c/Estado Nacional y otro s/acción de amparo”, Corte
Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 324: 3578, 20/12/2005
“…el derecho a la salud, máxime cuando se trata de enfermedades
graves, se encuentra íntimamente relacionado con el derecho a la vida que
está reconocido por la Constitución y por los tratados internacionales
que tienen jerarquía constitucional (art. 75, inc. 22 de la Ley Suprema)”
(considerando 4º).
S. 730. XL. ORIGINARIO
Buenos Aires, 20 de diciembre de 2005.
Vistos los autos: “Sánchez, Norma Rosa c/
Estado Nacional y otro s/acción de amparo”,
de los que
Resulta:
I. A fs. 293/300 se presenta Norma Rosa Sánchez e inicia acción de amparo contra la Provincia de Buenos Aires -Ministerio de Salud y
Acción Social- y el Estado Nacional -Ministerio
de Salud y Acción Social- a fin de que cese la
omisión en que incurrieron los demandados,
le brinden protección a su derecho a la salud
y se les ordene poner los medios, elementos y
fondos necesarios para realizar la intervención
quirúrgica de alta complejidad e internación
dispuesta por los profesionales del Hospital
General de Agudos Dr. Cosme Argerich, con
el objeto de evitar una inminente parálisis permanente e irreversible de miembros inferiores
y esfínteres, así como para realizar el proceso de
rehabilitación sobreviniente.
Manifiesta que tiene 51 años y que a edad
temprana -11 años aproximadamente- padeció
una enfermedad de columna vertebral, por la
que debió ser operada y como consecuencia
de la cual su vértebra n° 10 quedó afectada en
forma permanente.
Agrega que desde su divorcio -hace ya varios
años- vive junto con sus tres hijos -que se encuentran a su cargo- y uno de los cuales padece
una seria enfermedad, causa por la cual se vio
impedida de atender su salud con anterioridad.
Dice que ello le generó un desgaste en su columna, en especial las vértebras 9 y 10, y que
esta última tiene en la actualidad un grosor de
pocos milímetros, por lo cual padece un estrangulamiento y aprisionamiento de la médula espinal, que le produce un adormecimiento casi
permanente de los miembros inferiores y fuertes e incisivos dolores de pecho y espalda. Expresa que lo más grave es que ante la ruptura de
las vértebras comprometidas se produciría una
parálisis de miembros inferiores y esfínteres
permanente e irreversible, por lo que la única
manera de evitar ese desenlace es someterse a la
intervención quirúrgica recomendada por los
55
56
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
especialistas del Hospital Dr. Cosme Argerich,
para lo cual necesita una serie de elementos que
describe, como así también que se le otorguen
los medios necesarios para costear los gastos de
intervención, insumos descartables, realización
de estudios para el tratamiento de rehabilitación y medicamentos. Agrega que no cuenta
con cobertura de obra social ni de medicina
prepaga, por lo que ante la falta de medios suficientes para hacer frente a la intervención inició
los correspondientes trámites ante la Municipalidad de Morón y ante el Ministerio de Salud y
Acción Social de la Provincia de Buenos Aires.
Funda en derecho su pretensión, solicita el dictado de una medida cautelar, ofrece prueba y
pide que se haga lugar a la demanda.
II. A fs. 306 la actora, acompaña las constancias documentales con las cuales persigue acreditar los trámites efectuados ante el Ministerio
de Salud y Acción Social de la Nación.
III. A fs. 332 la peticionaria amplía la demanda y pide que se ordene a los demandados que
le provean los medicamentos psiquiátricos que
le han prescripto como consecuencia del estado depresivo en que se encuentra, originado
por la falta de cumplimiento de la Provincia de
Buenos Aires y del Estado Nacional.
presenta su informe y manifiesta que la prótesis
requerida por la actora fue entregada al Hospital Dr. Cosme Argerich a sus efectos, por lo
que al haber sido notificada la amparista del
cumplimiento de la prestación y no observar lo
actuado corresponde declarar abstracta la cuestión y distribuir las costas por su orden. Expresa
que respecto de la petición contenida en la ampliación de la demanda, el Ministerio de Salud
de ese Estado local ha manifestado que no existe inconveniente para la entrega de los medicamentos, siempre y cuando la actora presente la
receta original de la prescripción médica con
indicación del tratamiento y demás requisitos
indicados en el informe que acompaña.
VI. A fs. 372 la amparista reconoce que ya fue
intervenida quirúrgicamente y que le fue colocada la prótesis entregada por la codemandada
Provincia de Buenos Aires al Hospital Dr. Cosme Argerich; dice que todavía no se ha recuperado totalmente y se opone a que las costas sean
distribuidas en el orden causado. Agrega que
teniendo en cuenta el allanamiento que implica
la manifestación efectuada por el Ministerio de
Salud a fs. 356/357 respecto a los medicamentos psiquiátricos, corresponde hacer lugar a la
acción contra el Estado provincial.
Considerando:
IV. A fs. 343 el Estado Nacional presenta el
informe del art. 8 de la ley 16.986 y solicita el
rechazo del amparo impetrado por considerar
que, en este caso, no se observan los requisitos
de admisibilidad de la vía elegida pues la actora
no ha iniciado trámite administrativo alguno
y no existen derechos constitucionales conculcados por su parte. Destaca además que la
amparista tiene su domicilio en la Provincia de
Buenos Aires, la cual es, a su juicio, la obligada
primaria, por lo que opone también la excepción de falta de legitimación pasiva.
V. A fs. 354/358 la Provincia de Buenos Aires
1°) Que este juicio es de la competencia originaria de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
(arts. 116 y 117 de la Constitución Nacional).
2°) Que este Tribunal ha señalado reiteradamente que el amparo es un proceso excepcional, utilizable en delicadas y extremas
situaciones en las que, por carencia de otras
vías más aptas, peligra la salvaguarda de derechos fundamentales; y que para su apertura
exige circunstancias muy particulares, caracterizadas por la presencia de arbitrariedad o
ilegalidad manifiestas que ante la ineficacia
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
de los procedimientos ordinarios originan un
daño concreto y grave, sólo eventualmente
reparable por esta vía urgente y expedita (Fallos: 310:576 y 2740; 311:612, 1974 y 2319;
317:1128; 323:1825 y 2097; 325:396 y causa
O.59.XXXVIII “Orlando, Susana Beatriz c/
Buenos Aires, Provincia de y otro s/amparo”,
pronunciamiento del 24 de mayo de 2005).
También ha dicho que el objeto de la acción
de amparo es la preservación de la vigencia de
los derechos tutelados por la Ley Fundamental (conf. art. 43 de la Constitución Nacional
y la doctrina de Fallos: 259:196; 263:296;
267:165; 324:3602, entre otros).
3°) Que si bien en las presentes actuaciones
la actora peticionó la tutela de sus derechos
ante el Estado Nacional -Ministerio de Salud
y Acción Social- con posterioridad a la iniciación de la demanda, lo decisivo es que éste no
le dio respuesta alguna a su problema de salud
hasta una vez dictada la medida cautelar, por
lo que la acción intentada en su contra resulta
procedente al igual que la interpuesta contra la
Provincia de Buenos Aires. En efecto, tanto de
los términos de la demanda como de la documentación acompañada se desprende la gravedad del caso y se acredita la falta de protección
en que se hallaba la amparista.
4°) Que el derecho a la salud, máxime cuando se trata de enfermedades graves, se encuentra íntimamente relacionado con el derecho a
la vida que está reconocido por la Constitución y por los tratados internacionales que
tienen jerarquía constitucional (art. 75, inc.
22 de la Ley Suprema).
Así, el Tribunal ha destacado la obligación impostergable que tiene la autoridad pública de garantizar ese derecho con acciones positivas, sin
perjuicio de las obligaciones que deban asumir
en su cumplimiento las jurisdicciones locales,
las obras sociales o las entidades de la llamada
medicina prepaga (Fallos: 321:1684; 323:1339,
3229; 324:3578; y causa O.59, ya citada).
5°) Que el Estado Nacional ha asumido compromisos internacionales explícitos orientados
a promover y facilitar las prestaciones de salud
y que dicha obligación se extiende a sus subdivisiones políticas y otras entidades públicas
que participan de un mismo sistema sanitario.
En tal sentido, la ley 23.661 creó un sistema
nacional de salud, con los alcances de un seguro social, “a efectos de procurar el pleno goce
del derecho a la salud para todos los habitantes del país sin discriminación social, económica, cultural o geográfica”. Con tal propósito,
ese seguro ha sido organizado en el marco de
una concepción “integradora” del sector sanitario, en el que la autoridad pública reafirme
su papel de conducción general del sistema
y las sociedades intermedias consoliden “su
participación en la gestión directa de las acciones” (art. 1°). Su objetivo fundamental es
“proveer al otorgamiento de prestaciones de
salud igualitarias, integrales y humanizadas,
tendientes a la promoción, protección, recuperación y rehabilitación de la salud, que respondan al mejor nivel de calidad disponible y
garanticen a los beneficiarios la obtención del
mismo tipo y nivel de prestaciones eliminando toda forma de discriminación...” (art. 2). El
Ministerio de Salud, mediante la Secretaría de
Salud, es la autoridad de aplicación que fija las
políticas sanitarias del seguro y lleva a cabo la
política de medicamentos.
En tal carácter, le corresponde “articular y
coordinar” los servicios comprendidos en la ley
23.660, los establecimientos públicos y los prestadores privados “en un sistema de cobertura
universal, estructura pluralista y participativa y
administración descentralizada que responda a
la organización federal de nuestro país (arts. 3,
4, 7, 15, 28 y 36) (causa O.59, ya citada).
57
58
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
6°) Que, asimismo, en Fallos: 323:3229 este
Tribunal ha dejado bien establecida la responsabilidad que cabe en esta materia a las jurisdicciones provinciales.
En este sentido cabe señalar que la Constitución de la Provincia de Buenos Aires garantiza
para todos los habitantes el derecho a la vida,
desde la concepción hasta la muerte natural
(art. 12, inc. 1°) y reconoce el derecho a la salud, sosteniendo que: “La provincia garantiza a
todos sus habitantes el acceso a la salud en los
aspectos preventivos, asistenciales y terapéuticos...” y, asimismo, declara que: “El medicamento por su condición de bien social integra
el derecho a la salud” (art. 36, inc. 8°).
7°) Que resulta evidente que las obligaciones
emergentes del marco normativo examinado
imponen a las autoridades locales el deber de
articular un mecanismo eficaz para encauzar
la entrega de los medicamentos que le fueran
recetados a la actora como consecuencia de su
enfermedad psiquiátrica, sin que ello implique
desconocer el deber de coordinación con el Estado Nacional -mediante el Ministerio de Saludel que debe acudir en forma subsidiaria, de manera de no frustrar los derechos de la amparista.
De no ser así, las leyes sancionadas en la materia no dejarían de ser sino enfáticas enumeraciones programáticas vacías de operatividad.
En este contexto, no puede soslayarse la función rectora que ejerce en este campo a través
del ministerio demandado, para garantizar el
cumplimiento del tratamiento sanitario, coordinando sus acciones con los estados provinciales,
sin mengua de la organización federal y descentralizada que corresponda para llevar a cabo tales
servicios (Fallos: 323:3229, considerando 27).
8°) Que conocida jurisprudencia de este
Tribunal ha señalado que las sentencias deben
atender a la situación existente en el momento de la decisión (Fallos: 243:146; 244:298;
267:499; 308:1087; 313:701, entre otros), por
lo que en atención a lo que resulta del informe
de fs. 334/337, de lo manifestado por el Estado
local a fs. 358 y del reconocimiento efectuado
por la actora a fs. 372, corresponde declarar que
la acción de amparo respecto de la entrega de
los elementos necesarios para proceder a la intervención quirúrgica carece de objeto actual,
lo que torna inoficioso su tratamiento.
Si bien es cierto que la prótesis correspondiente así como los demás insumos, ya fueron
suministrados por el Ministerio de Salud de la
Provincia de Buenos Aires al Hospital Dr. Cosme Argerich para que Norma Rosa Sánchez pudiera ser operada, no lo es menos que el cumplimiento de esa obligación no fue espontánea
sino como consecuencia de la medida cautelar
decretada en autos a fs. 307/308, por lo que no
se verifica razón alguna para eximir de costas a
los demandados en la medida en que la peticionaria se vio obligada a promover y continuar
con el proceso a fin de obtener la tutela de los
derechos constitucionales conculcados por la
conducta omisiva de las autoridades públicas
demandadas (art. 14, ley 16.986, art. 68 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).
9°) Que frente al compromiso asumido por el
Ministerio de Salud de la provincia en el informe de fs. 356/357 de suministrar a la amparista
los medicamentos necesarios para su tratamiento psiquiátrico, solicitados en la ampliación de
la demanda, corresponde establecer que ellos
deberán ser entregados -previo cumplimiento
de las medidas requeridas- dentro del plazo de
cinco días contados a partir de la presentación
de la documentación pertinente.
Por ello, se decide: 1) Declarar abstracta la
cuestión en lo que se refiere a la entrega de los
elementos necesarios para la intervención qui-
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
rúrgica. 2) Hacer lugar a la acción de amparo
deducida contra la Provincia de Buenos Aires
y el Estado Nacional con el alcance establecido
en el considerando 9°. Con costas (art. 68 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Notifíquese y, oportunamente, archívese.
ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI ELENA I. HIGHTON de NOLASCO (en disidencia parcial) - CARLOS S. FAYT - JUAN
CARLOS MAQUEDA - E. RAUL ZAFFARONI (según su voto)- RICARDO LUIS LORENZETTI (según su voto) - CARMEN M.
ARGIBAY (según su voto).
ES COPIA
VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON E. RAUL ZAFFARONI
Considerando:
Que el infrascripto coincide con el voto de la
mayoría con exclusión del considerando 2°, el
que se redacta en los siguientes términos:
2°) Que la acción intentada en el sub examine
resulta procedente toda vez que de los términos de la demanda como de la documentación
acompañada se desprende que se encuentran
acreditadas la gravedad del caso y la falta de
protección en que se hallaba la amparista, lo
que revela la inacción de las demandadas.
Por ello, se decide: 1) Declarar abstracta la
cuestión en lo que se refiere a la entrega de los
elementos necesarios para la intervención quirúrgica. 2) Hacer lugar a la acción de amparo
deducida contra la Provincia de Buenos Aires
y el Estado Nacional con el alcance establecido
en el considerando 9°. Con costas (art. 68 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Notifíquese y, oportunamente, archívese.
E. RAUL ZAFFARONI.
VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON RICARDO LUIS LORENZETTI
Considerando:
Que el infrascripto coincide con el voto de la
mayoría con exclusión del considerando 3°, el
que se redacta en los siguientes términos:
3°) Que la acción de amparo -cuyas características generales han sido reseñadas en el
considerando anterior- es particularmente pertinente en materias como las que trata el sub lite
relacionadas con la preservación de la salud y la
integridad física. Y frente a un grave problema
como el planteado en autos, no cabe extremar
la aplicación del principio según el cual el amparo no procede cuando el afectado tiene a su
alcance una vía administrativa a la cual acudir,
pues los propios valores en juego y la normalmente presente urgencia del caso, se contraponen al ejercicio de soluciones de esa índole.
Desde tal perspectiva, cabe rechazar la argumentación defensiva intentada por el Estado
Nacional con fundamento en el art. 2°, inc. a,
de la ley 16.986 (fs. 343).
Igualmente, corresponde desestimar la defensa de falta de legitimación pasiva opuesta por
esa parte, pues más allá de que la intervención
quirúrgica realizada en el Hospital Dr. Cosme
Argerich fuera el resultado de la medida cautelar dictada en autos, lo cierto es que la legitimación del Estado Nacional resulta de la normativa
constitucional y legal directamente aplicable a
la especie -que se reseña en los considerandos
que siguen- y que hace procedente la acción intentada en su contra. Otro tanto cabe decir, por
cierto, respecto de la Provincia de Buenos Aires.
Por ello, se decide: 1) Declarar abstracta la
cuestión en lo que se refiere a la entrega de los
elementos necesarios para la intervención qui-
59
60
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
rúrgica. 2) Hacer lugar a la acción de amparo
deducida contra la Provincia de Buenos Aires
y el Estado Nacional con el alcance establecido
en el considerando 9°. Con costas (art. 68 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Notifíquese y, oportunamente, archívese.
RICARDO LUIS LORENZETTI.
ES COPIA
VOTO DE LA SEÑORA MINISTRA DOCTORA DOÑA CARMEN M. ARGIBAY
Considerando:
Que la infrascripta coincide con los considerandos 1° a 3° del voto de la mayoría.
4°) Que conocida jurisprudencia de este
Tribunal ha señalado que las sentencias deben
atender a la situación existente en el momento de la decisión (Fallos: 243:146; 244:298;
267:499; 308:1087; 313:701, entre otros), por
lo que en atención a lo que resulta del informe
de fs. 334/337, de lo manifestado por el Estado
local a fs. 358 y del reconocimiento efectuado
por la actora a fs. 372, corresponde declarar que
la acción de amparo respecto de la entrega de
los elementos necesarios para proceder a la intervención quirúrgica carece de objeto actual,
lo que torna inoficioso su tratamiento.
Si bien es cierto que la prótesis correspondiente, así como los demás insumos, ya fueron
suministrados por el Ministerio de Salud de la
Provincia de Buenos Aires al Hospital Dr. Cosme Argerich para que Norma Rosa Sánchez pudiera ser operada, no lo es menos que el cumplimiento de esa obligación no fue espontánea
sino como consecuencia de la medida cautelar
decretada en autos a fs. 307/308, por lo que no
se verifica razón alguna para eximir de costas a
los demandados en la medida en que la peticionaria se vio obligada a promover y continuar
con el proceso a fin de obtener la tutela de los
derechos constitucionales conculcados por la
conducta omisiva de las autoridades públicas
demandadas (art. 14, ley 16.986, art. 68 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).
5°) Que frente al compromiso asumido por el
Ministerio de Salud de la provincia en el informe de fs. 356/357 de suministrar a la amparista
los medicamentos necesarios para su tratamiento psiquiátrico, solicitados en la ampliación de
la demanda, corresponde establecer que ellos
deberán ser entregados -previo cumplimiento
de las medidas requeridas- dentro del plazo de
cinco días contados a partir de la presentación
de la documentación pertinente.
Por ello, se decide: 1) Declarar abstracta la
cuestión en lo que se refiere a la entrega de los
elementos necesarios para la intervención quirúrgica. 2) Hacer lugar a la acción de amparo
deducida contra la Provincia de Buenos Aires
y el Estado Nacional con el alcance establecido
en el considerando 5°. Con costas (art. 68 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Notifíquese y, oportunamente, archívese.
CARMEN M. ARGIBAY.
ES COPIA
DISIDENCIA PARCIAL DE LA SEÑORA
VICEPRESIDENTA DOCTORA DOÑA
ELENA I. HIGHTON de NOLASCO
Considerando:
Que la infrascripta coincide con los considerandos 1° a 6° del voto de la mayoría.
7°) Que conocida jurisprudencia de este
Tribunal ha señalado que las sentencias deben
atender a la situación existente en el momento de la decisión (Fallos: 243:146; 244:298;
267:499; 308:1087; 313:701, entre otros), por
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
lo que en atención a lo que resulta del informe
de fs. 334/337, de lo manifestado por el Estado
local a fs. 358 y del reconocimiento efectuado
por la actora a fs. 372, corresponde declarar que
la acción de amparo respecto de la entrega de
los elementos necesarios para proceder a la intervención quirúrgica carece de objeto actual,
lo que torna inoficioso su tratamiento.
Si bien es cierto que la prótesis correspondiente, así como los demás insumos, ya fueron
suministrados por el Ministerio de Salud de la
Provincia de Buenos Aires al Hospital Dr. Cosme Argerich para que Norma Rosa Sánchez
pudiera ser operada, no lo es menos que el
cumplimiento de esa obligación no fue espontánea sino como consecuencia de la medida
cautelar decretada en autos a fs. 307/308, por
lo que no se verifica razón alguna para eximir
de costas a los demandados en la medida en
que la peticionaria se vio obligada a promover
y continuar con el proceso a fin de obtener la
tutela de los derechos constitucionales conculcados por la conducta omisiva de las autoridades públicas demandadas (art. 14, ley 16.986,
art. 68 del Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación).
8°) Que en relación a la ampliación de demanda de fs. 332, donde la actora denunció
el agravamiento de su cuadro depresivo a raíz
de la demora en la provisión del material quirúrgico y reclamó la entrega de la medicación
psiquiátrica prescripta para su tratamiento, corresponde destacar que dicha situación perso-
nal ya había sido puesta de manifiesto en el escrito de inicio (fs. 295 vta./296), sin que fuese
reclamada en esa oportunidad la provisión del
tratamiento psicofarmacológico.
Por lo demás, no existe constancia de que
haya mediado un requerimiento previo con
ese objeto ante las autoridades sanitarias nacionales o provinciales. En esas condiciones,
no se advierte omisión alguna por parte de las
demandadas que justifique la vía intentada. En
este sentido, cabe recordar que la arbitrariedad
o ilegalidad manifiesta requiere que la lesión de
los derechos o garantías reconocidos resulte en
forma clara e inequívoca de un acto u omisión
de la autoridad pública (Fallos: 325:2583), que
no se configura en la especie.
Ello sin perjuicio de que, atento a la conformidad expresada por la Provincia de Buenos
Aires en su presentación de fs. 358, la accionante pueda tramitar la entrega de los medicamentos ante el Ministerio de Salud local, previa
acreditación de los recaudos exigidos en la reglamentación pertinente (fs. 356/357).
Por ello, se decide: Declarar abstracta la cuestión en lo que se refiere a la entrega de los elementos necesarios para la intervención quirúrgica. Con costas (art. 68 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación). Notifíquese y,
oportunamente, archívese.
ELENA I. HIGHTON de NOLASCO.
ES COPIA
61
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Floreancig, Andrea C.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
329:2552, 11/07/2006
“…la Corte ha dicho que “...el derecho a la vida es el primer derecho natural de la persona humana preexistente a toda legislación positiva
que resulta garantizado por la Constitución Nacional (Fallos: 302:1284;
310:112; 323:1339).” Asimismo, ha entendido que la vida de los individuos
y su protección -en especial el derecho a la salud- constituyen un bien
fundamental en sí mismo, que, a su vez, resulta imprescindible para el ejercicio de la autonomía personal. El derecho a la vida, más que un derecho
no enumerado en los términos del art. 33 de la Ley Fundamental, es un
derecho implícito, ya que el ejercicio de los derechos reconocidos expresamente requiere necesariamente de él y, a su vez, el derecho a la salud
-especialmente cuando se trata de enfermedades graves- está íntimamente relacionado con el primero y con el principio de autonomía personal,
toda vez que un individuo gravemente enfermo no está en condiciones de
optar libremente por su propio plan de vida. A mayor abundamiento, sostuvo también que el derecho a la salud, desde el punto de vista normativo,
está reconocido en los tratados internacionales con rango constitucional
(art. 75, inc. 22) entre ellos, el art. 12 inc. c del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; inc. 1 arts. 4 y 5 de la Convención sobre Derechos Humanos -Pacto de San José de Costa Rica- e inc. 1
del art. 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, extensivo
no solo a la salud individual sino también a la salud colectiva (conf. Fallos:
323:1339)” (considerando V del dictamen fiscal).
Dictamen del Procurador Fiscal de la Nación:
Suprema Corte:
I. A fs. 25/37, Andrea Cristina Floreancig y
Cristián Alejandro Heyla, en nombre propio y
en representación de su hijo L. E., promovieron
acción de amparo contra el Estado Nacional, a
fin de que se le ordene, en su carácter de garante subsidiario de la salud del menor, proceda a
brindarle al niño la prestación de los servicios
médicos que éste requiere, dada la enfermedad
de fibrosis quística que padece y la omisión de
cobertura por parte de la Asistencia Mutual
63
64
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Integral (A.M.I.) de la Asociación Mutual Supervisores Ferroviarios, a la que está afiliado en
su condición de beneficiario adherente, mutual
que se encuentra en concurso preventivo.
Fundaron su pretensión en las normas constitucionales del derecho a la salud; en los compromisos internacionales asumidos por el Estado
Nacional e incorporados a la Ley Fundamental
por los Tratados Internacionales de Derechos
Humanos y, en especial, de protección integral a
la niñez; en la ley 24.901, sobre sistema de prestaciones básicas en rehabilitación integral a favor de las personas con discapacidad; en el Plan
Médico Obligatorio aprobado por el Ministerio
de Salud de la Nación y en los antecedentes jurisprudenciales del Alto Tribunal.
II. La Cámara Federal de Apelaciones de Paraná revocó la resolución de fs. 79/82 e hizo
lugar al amparo deducido. Así, condenó al Estado Nacional “...a efectos de que arbitre la prestación de cobertura de salud del menor de edad
L. E. H. por su dolencia fibrosis quística (mucoviscidosis) sin perjuicio de la oportuna delegación de tales obligaciones legales a la asociación
mutual a la cual está asociado el amparista y a
los organismos competentes”(fs. 95/98).
Para así decidir, los integrantes del tribunal
consideraron que el amparo era la vía idónea
en tanto se encontraba gravemente comprometido el derecho del menor a la protección
integral de su salud y a una adecuada calidad
de vida, toda vez que la asociación mutual a
la que está asociado solicitó la homologación
judicial de un acuerdo preventivo extrajudicial, circunstancia que motivó el retaceo de la
cobertura en la medicación.
Sostuvieron que, en este caso “absolutamente excepcional”, el Estado Nacional no puede
desentenderse de las necesidades del menor
sino que debe cumplir con su responsabilidad
de garantizar el pleno goce del derecho a la
salud y a una vida digna (arts. 14, 14 bis, 18,
19 y 33 de la Constitución Nacional y tratados
internacionales de derechos humanos con jerarquía constitucional).
Asimismo, afirmaron -con remisión a la jurisprudencia propia y de V.E.- que frente al derecho a la vida, los restantes valores tienen carácter instrumental y que la preservación de la
salud no necesita de una rigurosa justificación.
III. Contra dicho pronunciamiento, la demandada dedujo el recurso extraordinario obrante
a fs. 99/104, que fue concedido en cuanto a la
cuestión federal planteada y denegada en punto a la invocación de razones de arbitrariedad y
gravedad institucional (fs. 110/111).
El recurrente estima que existe cuestión federal porque están en juego normas de tal carácter, así como que las cuestiones debatidas exceden el interés de las partes y se proyectan a la
comunidad toda. Reprocha, también la índole
arbitraria de la decisión.
Los agravios del Estado Nacional, en síntesis, son: a) que no se observan los requisitos
de admisibilidad de la vía porque la actora no
inició trámite administrativo alguno y no existen derechos constitucionales conculcados
por su parte; b) que el fallo traslada indebidamente al Estado Nacional la responsabilidad
de atender al menor y libera a la mutual y a la
autoridad local de las obligaciones que pesan
sobre ellas; c) que la materia salud es facultad
reservada por las provincias, no delegada a la
Nación; d) que se contradice el carácter subsidiario de la actividad del Estado Nacional en
cuestiones sanitarias y así, viola los derechos
de propiedad y defensa en juicio.
IV. Ante todo, cabe señalar que, al pronunciarse sobre la admisibilidad del recurso, la
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
alzada lo concedió sólo en lo que respecta a
la interpretación de las normas federales y no
así en lo que atañe a la arbitrariedad y gravedad institucional. De ello sigue que, dado que
la demandada no dedujo recurso de hecho,
la jurisdicción queda expedita en la medida
de la concesión por el tribunal (conf. Fallos:
318:1246, entre muchos).
Sentado ello, el recurso extraordinario interpuesto por el Estado Nacional es, en mi
concepto, formalmente admisible, pues se
encuentran discutidos el alcance e interpretación de normas de carácter federal -las previsiones federales que tutelan los derechos a la
vida y la salud de los menores- y la decisión
definitiva del superior tribunal de la causa es
contraria al derecho que el apelante funda en
ellas (art. 14, inc. 3° ley 48).
V. Respecto de la viabilidad de la acción elegida en el sub lite, resulta oportuno mencionar
que el amparo es el procedimiento judicial más
simple y breve para tutelar real y verdaderamente los derechos consagrados en la Ley Fundamental. En este sentido, la Corte ha dicho
reiteradamente que tiene por objeto una efectiva protección de derechos (Fallos: 321:2823)
y ha explicitado la imprescindible necesidad de
ejercer esa vía excepcional para la salvaguarda
del derecho fundamental de la vida y de la salud
(Fallos: 325:292 y sus citas).
En efecto, en el último precedente citado, la
Corte ha dicho que “...el derecho a la vida es el
primer derecho natural de la persona humana
preexistente a toda legislación positiva que resulta garantizado por la Constitución Nacional
(Fallos: 302:1284; 310:112; 323:1339).” Asimismo, ha entendido que la vida de los individuos y su protección -en especial el derecho a
la salud- constituyen un bien fundamental en
sí mismo, que, a su vez, resulta imprescindible
para el ejercicio de la autonomía personal. El
derecho a la vida, más que un derecho no enumerado en los términos del art. 33 de la Ley
Fundamental, es un derecho implícito, ya que el
ejercicio de los derechos reconocidos expresamente requiere necesariamente de él y, a su vez,
el derecho a la salud -especialmente cuando se
trata de enfermedades graves- está íntimamente
relacionado con el primero y con el principio de
autonomía personal, toda vez que un individuo
gravemente enfermo no está en condiciones de
optar libremente por su propio plan de vida. A
mayor abundamiento, sostuvo también que el
derecho a la salud, desde el punto de vista normativo, está reconocido en los tratados internacionales con rango constitucional (art. 75, inc.
22) entre ellos, el art. 12 inc. c del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales; inc. 1 arts. 4 y 5 de la Convención
sobre Derechos Humanos -Pacto de San José de
Costa Rica- e inc. 1 del art. 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, extensivo
no solo a la salud individual sino también a la
salud colectiva (conf. Fallos: 323:1339).
VI. Resulta prudente destacar que se encuentra fuera de discusión que el menor padece una
enfermedad de suma gravedad, que no cuenta
con la cobertura de la obra social a la que es afiliado por estar la mutual en concurso preventivo, que el grupo familiar no tiene los recursos
necesarios para afrontar el tratamiento y que
detenta el certificado que lo acredita como persona con discapacidad conforme dispone la ley
24.901, en la medida en que la apreciación de
esas cuestiones, de hecho y prueba, es privativa
de los jueces de la causa e irrevisables, por ende,
en esta instancia, máxime cuando no sólo no
se advierte arbitrariedad en su resolución sino
que no han sido rebatidas por la demandada.
Lo discutido es, pues, si corresponde al Estado
Nacional la obligación de cubrir en forma integral las prestaciones que los actores reclaman.
VII. La cuestión de autos ha sido amplia y
65
66
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
reiteradamente analizada por V.E. en Fallos:
323:3229, 324:3569, 327:2127 -y sus citas- y
en las causas O.59.XXXVIII “Orlando, Susana
Beatriz c. Buenos Aires, Provincia de y otro s/
amparo, pronunciamiento del 24 de mayo de
2005, y S.730.XL “Sánchez, Norma Rosa c.
Estado Nacional y otro s/acción de amparo”,
fallo del 20 de diciembre de 2005, a los que
cabe remitir en su totalidad.
A fin de no abundar, transcribo lo expuesto en
el último de los precedentes antes citados: “4°)
Que el derecho a la salud, máxime cuando se
trata de enfermedades graves, se encuentra íntimamente relacionado con el derecho a la vida
que está reconocido por la Constitución y por
los tratados internacionales que tienen jerarquía
constitucional (art. 75, inc. 22 de la Ley Suprema). Así, el Tribunal ha destacado la obligación
impostergable que tiene la autoridad pública
de garantizar ese derecho con acciones positivas, sin perjuicio de las obligaciones que deban
asumir en su cumplimiento las jurisdicciones
locales, las obras sociales o las entidades de la
llamada medicina prepaga (Fallos: 321:1684;
323:1339, 3229; 324:3578; y causa O.59, ya
citada). 5°) Que el Estado Nacional ha asumido
compromisos internacionales explícitos orientados a promover y facilitar las prestaciones de
salud y que dicha obligación se extiende a sus
subdivisiones políticas y otras entidades públicas que participan de un mismo sistema sanitario. En tal sentido, la ley 23.661 creó un sistema
nacional de salud, con los alcances de un seguro
social, a ‘efectos de procurar el pleno goce del
derecho a la salud para todos los habitantes
del país sin discriminación social, económica,
cultural o geográfica’. Con tal propósito, ese
seguro ha sido organizado en el marco de una
concepción ‘integradora’ del sector sanitario, en
el que la autoridad pública reafirme su papel de
conducción general del sistema y las sociedades
intermedias consoliden ‘su participación en la
gestión directa de las acciones’ (art. 1°). Su ob-
jetivo fundamental es ‘proveer al otorgamiento
de prestaciones de salud igualitarias, integrales y humanizadas, tendientes a la promoción,
protección, recuperación y rehabilitación de la
salud, que respondan al mejor nivel de calidad
disponible y garanticen a los beneficiarios la
obtención del mismo tipo y nivel de prestaciones eliminando toda forma de discriminación...’
(art. 2). El Ministerio de Salud, mediante la
Secretaría de Salud, es la autoridad de aplicación que fija las políticas sanitarias del seguro y
lleva a cabo la política de medicamentos. En tal
carácter, le corresponde ‘articular y coordinar’
los servicios comprendidos en la ley 23.660,
los establecimientos públicos y los prestadores
privados ‘en un sistema de cobertura universal,
estructura pluralista y participativa y administración descentralizada que responda a la organización federal de nuestro país (arts. 3, 4, 7,
15, 28 y 36) (causa O.59, ya citada). 6°) Que,
asimismo, en Fallos: 323: 3229 este Tribunal
ha dejado bien establecida la responsabilidad
que cabe en esta materia a las jurisdicciones
provinciales...”. Las obligaciones sanitarias de
la autoridad local no implican “...desconocer el
deber de coordinación con el Estado Nacional
-mediante el Ministerio de Salud- el que debe
acudir en forma subsidiaria, de manera de no
frustrar los derechos de la amparista. De no
ser así, las leyes sancionadas en la materia no
dejarían de ser sino enfáticas enumeraciones
programáticas vacías de operatividad. En este
contexto, no puede soslayarse la función rectora
que ejerce en este campo a través del ministerio
demandado, para garantizar el cumplimiento
del tratamiento sanitario, coordinando sus acciones con los estados provinciales, sin mengua
de la organización federal y descentralizada que
corresponda para llevar a cabo tales servicios
(Fallos: 323:3229, considerando 27).”
También ha dicho V.E. que “...la existencia de
una obra social que deba cumplir el Programa
Médico Obligatorio -resolución 247/96, MS y
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
AS, ya citada-, no puede redundar en perjuicio
de la afiliada y menos aún del niño, pues si se
aceptara el criterio de la recurrente que pretende justificar la interrupción de su asistencia
en razón de las obligaciones puestas a cargo de
aquella entidad, se establecería un supuesto de
discriminación inversa respecto de la madre
del menor que, amén de no contar con prestaciones oportunas del organismo al que está
asociada, carecería absolutamente del derecho
a la atención sanitaria pública, lo que colocaría
al Estado Nacional en flagrante violación de los
compromisos asumidos en el cuidado de la salud” (Fallos: 323: 3229, ya citado).
Debe tenerse en cuenta, además, la condición
de persona con discapacidad del menor, acreditado en autos con el certificado pertinente.
En su mérito, halla amparo en las disposiciones de la ley 24.901 de protección integral de
las personas con discapacidad en tanto, como
expresó el Tribunal “...ello obliga también a
asegurarle los tratamientos médicos en la medida en que no puedan afrontarlos las personas
de quienes dependa o los entes de la obra social a los que esté afiliado... lo cual corrobora
la sinrazón del acto de la autoridad pública
que amenazó con grave riesgo sus derechos a
la vida y la salud. 33) Que por ley 24.901 se
ha creado un sistema de prestaciones básicas
‘de atención integral a favor de las personas
con discapacidad’ y se ha dejado a cargo de las
obras sociales comprendidas en la ley 23.660
la obligatoriedad de su cobertura (arts. 1 y 2).
Empero, frente al énfasis puesto en los tratados
internacionales para preservar la vida de los
niños, el Estado no puede desentenderse de
sus deberes haciendo recaer el mayor peso en
la realización del servicio de la salud en entidades que, como en el caso, no han dado siempre
adecuada tutela asistencial, conclusión que lleva en el sub examine a dar preferente atención a
las necesidades derivadas de la minusvalía del
menor y revaloriza la labor que debe desarro-
llar con tal finalidad la autoridad de aplicación”
(Fallos: 323:3229, en cita).
En este entendimiento, carece de sentido
la alegación del Estado Nacional en punto a
su falta de responsabilidad en la atención del
menor por corresponderle a otro órgano o jurisdicción porque lo fundamental es que, conforme al régimen legal éste debe asistirlo. Ello
es así, sin perjuicio de que recupere los costos
por las vías pertinentes, de quien, en definitiva resulte obligado a afrontarlas o que ejerza
la actividad que crea necesaria para lograr la
adecuada participación de la autoridad local.
Sobre ello, la alzada fue absolutamente clara
en su pronunciamiento al dejar a salvo las atribuciones del Estado Nacional para encauzar la
obligación legal tanto a la obra social como a
los organismos competentes provinciales.
Cabe, a esta altura reiterar los términos del
dictamen de este Ministerio Público, que
fuera compartido por V.E. en el fallo del 8 de
junio de 2004, reseñado en Fallos: 327:2127,
con relación a un tema análogo al presente, en
cuanto a que “...si bien a propósito de un reclamo vinculado con prestaciones alimentarias a
favor de un menor, V.E. interpretó que atañe
a los jueces buscar soluciones que se avengan
con la urgencia que conlleva este tipo de pretensiones, para lo cual deben encauzar los trámites por vías expeditivas y evitar que el rigor
de las formas pueda conducir a la frustración
de derechos que cuentan con tutela de orden
constitucional, lo cual se produciría si el reclamo de la actora tuviese que aguardar al inicio
de un nuevo proceso dirigido contra los organismos a que se hizo referencia ... y en ese lapso quedaran desprotegidos los intereses cuya
satisfacción se requiere (v. Fallos: 324:122,
etc.); la suspensión de los cuales, como recuerdan con cita de preceptos de la Convención Americana sobre Derechos Humanos los
ministros López y Moliné O’Connor, no pue-
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68
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
de ser admitida bajo ninguna circunstancia
(conforme. Fallos: 324:975).”
VIII. Por lo expuesto, opino que corresponde
declarar la procedencia formal del recurso extraordinario intentado por el Estado Nacional y
confirmar la sentencia en cuanto fue materia de
aquél. - Febrero 28 de 2006. Ricardo O. Bausset.
Buenos Aires, julio 11 de 2006.
Considerando: Que esta Corte comparte los
fundamentos y conclusiones del dictamen del
señor Procurador Fiscal, al cual se remite por
razones de brevedad.
Por ello, de conformidad con el referido
dictamen, se declara procedente el recurso ex-
traordinario y se confirma la sentencia apelada
en cuanto fue materia de recurso. Notifíquese y,
oportunamente, devuélvase.
Enrique S. Petracchi. - Elena I. Highton de
Nolasco.- Carlos S. Fayt. - Juan C. Maqueda. Eugenio R. Zaffaroni.- Ricardo L. Lorenzetti.
- Carmen M. Argibay (en disidencia).
Voto en disidencia de la doctora Argibay
Considerando: Que el recurso extraordinario
resulta inadmisible (artículo 280 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación).
Por ello, y oído el señor Procurador Fiscal, se
resuelve rechazar el recurso extraordinario. Notifíquese y devuélvase.
Carmen M. Argibay.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Mosqueda, Sergio c. INSSJP”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 329:4918, 07/11/2006
“…el derecho a la salud, máxime cuando se trata de enfermedades
graves, está íntimamente relacionado con el derecho a la vida, siendo éste
el primer derecho de la persona humana que resulta reconocido y garantizado por la Constitución Nacional. El hombre es el eje y centro de todo
el sistema jurídico y en tanto fin en sí mismo -más allá de su naturaleza
trascendente- su persona es inviolable y constituye un valor fundamental,
con respecto al cual los restantes valores tienen siempre carácter instrumental (v. doctrina de Fallos: 323:3229)” (…)
“…el derecho a la vida, más que un derecho no enumerado en los términos del artículo 33 de la Ley Fundamental, es una prerrogativa implícita,
ya que el ejercicio de los derechos reconocidos expresamente requiere
necesariamente de él y, a su vez, el derecho a la salud está íntimamente
relacionado con el primero y con el principio de autonomía personal, desde que un individuo gravemente enfermo no está en condiciones de optar
libremente por su propio plan de vida (v. doctrina de Fallos: 323:1339)”
(considerando III del dictamen fiscal).
Dictamen del Procurador General Subrogante de la Nación:
100% a favor del amparista y cumplir con la
resolución 134/04 de la Superintendencia de
Servicios de Salud (v. fs. 25 y vta.).
Suprema Corte:
I. La Sala “2”, de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, confirmó la resolución del juez de grado que había rechazado la acción de amparo interpuesta
por el actor contra el Instituto Nacional de
Servicios Sociales Para Jubilados y Pensionados (PAMI), con el objeto de que se ordenara brindar la inmediata cobertura médica del
El actor reclama diversas prácticas kinesiológicas, necesarias para tratar la discapacidad que
padece a raíz de una hemiplejía derecha con secuela de A.C.V. que le impide la libre deambulación debiendo movilizarse en silla de ruedas.
Para decidir como lo hizo, la Sala consideró
que la presente acción de amparo fue iniciada
en forma extemporánea.
69
70
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Dijo que el plazo de quince días hábiles que
establece el artículo 2°, inciso “e”, de la ley
16.986, “se computará a partir de la fecha en
que el afectado tomó conocimiento cierto del
hecho, acto u omisión que repute violatorio de
sus derechos”, conforme lo estableció el plenario de esa Cámara, en la causa “Capizzano de
Galdi, Concepción c/ IOS s/amparo”.
Sobre esa base, ponderó que el propio accionante manifestó que el INSSJP respondió “sin
dar cumplimiento efectivo a la intimación cursada” por la Superintendencia de Servicios de
Salud, con fecha 11 de marzo de 2004, y que la
demanda de autos fue presentada recién el 31
de agosto de ese año.
II. Contra este pronunciamiento, el actor interpuso el recurso extraordinario de fs. 28/31
vta., cuya denegatoria de fs. 43 y vta., motiva
la presente queja.
Relata que en el año 1999 comenzó el tratamiento de rehabilitación ambulatoria en la
Unidad de Gestión San Martín del PAMI, y
que desde hace dos años se ha interrumpido la
prestación por parte de la obra social con fundamento en la gran cantidad de pacientes en
la misma condición. Por tales motivos -prosigue- inició un expediente administrativo ante
la Superintendencia de Servicios de Salud y, a
raíz de que la obra social no remitió los informes solicitados por este organismo, ni se presentó a formular descargo alguno, la Gerencia
de Asuntos Jurídicos, por resolución 134/04,
estimó que la obra social debía brindar la
cobertura integral de las prestaciones que se
relacionan directamente con la discapacidad,
con fundamento en la ley 24.091, e intimó
al INSSJP a prestar la cobertura del 100% en
rehabilitación kinesiológica necesaria para el
tratamiento de la discapacidad que padece.
Alega que se valora erróneamente la fecha en
que la omisión que se ataca debió producirse,
ya que si bien el 11 de marzo de 2004 la demandada contestó la intimación antes referida, no dio cumplimiento a la pretensión solicitada, motivo por el cual continuó reclamando
por la vía administrativa. Sostiene, invocando
jurisprudencia del Tribunal, que el artículo 2°
inciso “e” de la Ley de Amparo no es un escollo insalvable cuando con la acción incoada
se enjuicia una ilegalidad continuada originada tiempo antes de recurrir a la justicia, pero
mantenida en el tiempo de accionar y también
en el tiempo siguiente.
Aduce que no se ha valorado correctamente
la diligencia con la que obró el actor, ya que el
expediente administrativo sigue su curso habiendo efectuado diversos reclamos que motivaron que la Superintendencia realizara nuevas
intimaciones a la demandada bajo apercibimiento de sustanciar el procedimiento sancionatorio previsto por la ley 23.661, todo lo cual
surgiría del expediente administrativo ofrecido
en su oportunidad como prueba informativa.
Conforme a ello, considera que se han cumplido los requisitos exigidos para la procedencia del amparo, esto es, la sumaria acreditación
de la inexistencia de una vía judicial más idónea; la existencia de actos u omisiones de autoridades públicas o de particulares que en forma
actual o inminente lesionen, restrinjan, alteren
o amenacen derechos o garantías reconocidos
por la constitución; y arbitrariedad o ilegalidad
manifiesta en el acto u omisión.
III Corresponde recordar en primer término,
que V.E. tiene dicho que el derecho a la salud,
máxime cuando se trata de enfermedades graves,
está íntimamente relacionado con el derecho a la
vida, siendo éste el primer derecho de la persona
humana que resulta reconocido y garantizado
por la Constitución Nacional. El hombre es el
eje y centro de todo el sistema jurídico y en tanto
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
fin en sí mismo -más allá de su naturaleza trascendente- su persona es inviolable y constituye
un valor fundamental, con respecto al cual los
restantes valores tienen siempre carácter instrumental (v. doctrina de Fallos: 323:3229).
A partir de esta premisa, es inevitable tener
en cuenta que el actor -según constancias de
autos- es un anciano que hoy tiene 74 años
(v. fs. 1), con discapacidad motora como consecuencia de un accidente cerebro vascular
(A.C.V.) de nueve años de evolución, que lo
obliga a desplazarse en silla de ruedas, y que,
según sus manifestaciones, a la fecha de interposición del amparo, ya hacía dos años que se
había interrumpido la rehabilitación brindada
a su persona por la demandada. Con tal motivo, inició ante la Superintendencia de Servicios
de Salud el reclamo administrativo pertinente,
organismo que habría dictado la resolución
134/04 (v. fs. 13) disponiendo la cobertura total de la rehabilitación solicitada, decisión que
no habría sido cumplida por el INSSJP, ante lo
cual -según afirma el actor- continuó efectuando requerimientos administrativos.
En tales condiciones, estimo ajustado al caso de
autos lo que el Procurador General Subrogante,
si bien en el contexto de otros supuestos fácticos,
expusiera en su dictamen de Fallos: 307:2174,
en orden a que “el escollo que se deduce de la
prescripción del artículo 2°, inciso “e”, de la ley
16.986, no es insalvable en la medida en que con
la acción incoada se enjuicia una arbitrariedad o
ilegalidad continuada, sin solución de continuidad, originada, es verdad, tiempo antes de recurrir a la justicia, pero mantenida al momento de
accionar y también en el tiempo siguiente. No es
un hecho único, ya pasado -prosiguió-, ni un hecho consentido tácitamente, ni de aquellos que
en virtud de su índole deben plantearse en acciones ordinarias (...). Pensamos que en la especie
la lesión es a la vez, inescindiblemente, actual y
pasada” (el subrayado me pertenece).
La solución que propicio encuentra justificación en precedentes del Tribunal, que ha
establecido que el derecho a la vida, más que
un derecho no enumerado en los términos del
artículo 33 de la Ley Fundamental, es una prerrogativa implícita, ya que el ejercicio de los
derechos reconocidos expresamente requiere
necesariamente de él y, a su vez, el derecho a
la salud está íntimamente relacionado con el
primero y con el principio de autonomía personal, desde que un individuo gravemente enfermo no está en condiciones de optar libremente por su propio plan de vida (v. doctrina
de Fallos: 323:1339).
Más en conexión con el reclamo planteado
en el sub lite y el rechazo de la vía del amparo,
procede recordar que en el precedente de Fallos: 327:2127, esta Procuración señaló -también en el marco supuestos fácticos diferentes,
pero vinculados con la cobertura integral de las
prestaciones básicas por discapacidad- que el
Tribunal ha interpretado que atañe a los jueces
buscar soluciones que se avengan con la urgencia que conlleva este tipo de pretensiones, para
lo cual deben encauzar los trámites por vías expeditivas y evitar que el rigor de las formas pueda conducir a la frustración de derechos que
cuentan con tutela de orden constitucional, lo
cual se produciría si el reclamo del actor tuviese
que aguardar al inicio de un nuevo proceso (v.
doctrina de Fallos: 324:122).
IV En virtud de todo lo expuesto, y dado que
la solución del caso, atento a las condiciones
precedentemente referidas, no admite mayores
dilaciones, opino que se debe declarar procedente el recurso extraordinario y revocar la sentencia apelada. - Febrero 13 de 2006.Marta A. Beiró de Gonçalvez.
Buenos Aires, noviembre 7 de 2006.
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72
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Considerando: Que esta Corte comparte los
fundamentos y conclusiones del dictamen de
la señora Procuradora Fiscal subrogante al que
remite en razón de brevedad.
Por ello, se hace lugar a la queja y al recurso
extraordinario deducido y se deja sin efecto
la sentencia. Con costas. Vuelvan los autos al
tribunal de origen a fin de que, por medio de
quien corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo al presente. Acumúlese
la queja al principal.
-Enrique S. Petracchi.-Elena I. Highton de
Nolasco (según su voto). -Carlos S. Fayt. -Juan
C. Maqueda (según su voto). -E. Raúl Zaffaroni
(según su voto).-Ricardo L. Lorenzetti.
Voto de los doctores Highton de Nolasco,
Maqueda y Zaffaroni:
Considerando: Que esta Corte comparte los
fundamentos y conclusiones del dictamen de
la señora Procuradora Fiscal subrogante al que
remite en razón de brevedad.
Que en cuanto al derecho a la vida, cabe agregar que después de la reforma constitucional de
1994 este derecho se encuentra explícitamente
garantizado en nuestra Constitución Nacional,
a través de su reconocimiento y protección en
tratados de derechos humanos que gozan de jerarquía constitucional (Declaración Americana
de los Derechos y Deberes del Hombre, art. I;
Convención Americana sobre Derechos Humanos, art. 4.1; Declaración Universal de Derechos Humanos, art. 3°; Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, art. 6°; Convención sobre los Derechos del Niño, art. 6°).
Por ello, se hace lugar a la queja y al recurso
extraordinario deducido y se deja sin efecto
la sentencia. Con costas. Vuelvan los autos al
tribunal de origen a fin de que, por medio de
quien corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo al presente. Acumúlese la
queja al principal.
-Elena I. Highton de Nolasco. -Juan C. Maqueda. -E. Raúl Zaffaroni.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“R., A. D. c/Estado Nacional”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, R.
350.XLI, 04/09/2007
“…según lo tiene juzgado la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en “razón del carácter fundamental del derecho a la vida, no son
admisibles enfoques restrictivos del mismo. En esencia, el derecho fundamental a la vida comprende, no sólo el derecho de todo ser humano de
no ser privado de la vida arbitrariamente, sino también el derecho a que
no se le impida el acceso a las condiciones que le garanticen una existencia digna. Los Estados tienen la obligación de garantizar la creación de las
condiciones que se requieran para que no se produzcan violaciones de
ese derecho básico” (Caso de los “Niños de la Calle” [Villagrán Morales y
otros], sentencia del 19 de noviembre de 1999, Serie C N° 63, párr. 144).
Las necesidades de protección de los “más débiles” -acotaron los jueces
A. A. Cançado Trindade y A. Abreu Burelli en su voto concurrente conjunto- “requieren en definitiva una interpretación del derecho a la vida de
modo que comprenda las condiciones mínimas de una vida digna” (párr.
7)” (considerando 8º del dictamen fiscal).
“…el derecho a la vida es un derecho humano fundamental, cuyo
goce es un prerrequisito para el disfrute de todos los demás derechos
humanos. De no ser respetado, todos los derechos carecen de sentido”
(cit., párr. 144).
En suma, el recaudo de residencia establecido en el art. 1.e del decreto
432/97 (texto originario) resulta inaplicable, por inconstitucional, en los
casos en que se encuentren reunidos todos y cada uno de los restantes
requisitos para acceder a la prestación por invalidez exigidos por dicho
cuerpo legal” (considerando 9º del dictamen fiscal).
R. 350. XLI.
RECURSO DE HECHO
Buenos Aires, 4 de septiembre de 2007
Vistos los autos: “Recurso de hecho deducido por Luisa Aguilera Mariaca y Antonio
73
74
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Reyes Barja en representación de D. R. A. en
la causa R. A., D. c/Estado Nacional”, para decidir sobre su procedencia.
Considerando:
1°) Que la actora, de nacionalidad boliviana,
nacida el 8 de agosto de 1989, y que obtuvo su
radicación en Argentina con posterioridad a su
ingreso en 1999, padece de una incapacidad del
ciento por ciento de carácter congénito, desde
su nacimiento. En tales condiciones, ante la negativa de las autoridades administrativas a concederle la pensión por invalidez prevista en el
art. 9 de la ley 13.478 (y sus modificatorias), por
no contar con la residencia mínima de 20 años
requerida para los extranjeros por el art. 1.e del
anexo I del decreto 432/97 (texto originario),
reglamentario de aquél, inició la presente acción
de amparo invocando la inconstitucionalidad de
este último precepto, con base en violentar diversos derechos protegidos por la Constitución
Nacional y por instrumentos internacionales
mencionados en el art. 75.22 de ésta. El fallo adverso de primera instancia fue confirmado por
la Sala I de la Cámara Federal de la Seguridad
Social, al desestimar el planteo señalado. Sostuvo el a quo, que la facultad de otorgar pensiones
que concede al Congreso de la Nación el art.
75.20 de la Constitución Nacional está sometida a la total prudencia y discreción de aquél,
resultando los requisitos que establezca un acto
de política legislativa no justiciable.
Agregó, que la norma impugnada, al contemplar distintos requisitos según se trate de
argentinos o extranjeros, no implicaba una discriminación en razón de la nacionalidad, pues
no viola el art. 16 de la Constitución Nacional
que el legislador contemple en forma distinta
situaciones que considere diferentes, en tanto
no incurra en arbitrariedad o en una ilegítima
persecución de personas o grupos.
Ello dio lugar al recurso extraordinario de la
actora, cuya denegación motiva esta queja, y
que resulta admisible por cuanto pone en cuestión la constitucionalidad antedicha (art. 14.1
de la ley 48) y reúne los restantes recaudos para
habilitar esta instancia.
2°) Que, en primer término, corresponde
advertir que el beneficio en juego no deriva,
contrariamente a lo afirmado por el a quo, de
la atribución del Poder Legislativo de “dar pensiones” -tradicionalmente llamadas pensiones
graciables- contenida en el citado art. 75.20 de
la Constitución Nacional (anterior art. 67.17).
Es significativo, en tal sentido, que ya el art. 3
de la ley 13.478 hizo referencia a “las pensiones graciables acordadas o a otorgarse y las
pensiones a la vejez creadas por esta ley”
(énfasis agregado), vale decir, distinguió las
primeras de las que contempló en su art. 9, el
cual, por vía de la ley 18.910, de 1970, incluyó a las personas imposibilitadas para trabajar.
Más aún; el propio legislador, cuando hizo expresa mención de las prestaciones del citado
art. 9 en la ley 24.241, las denominó “prestaciones no contributivas” (art. 183).
El beneficio instituido por el recordado precepto de la ley 13.478 y sus modificatorias, no
es un “mero favor”, tal como caracterizó esta
Corte a las pensiones graciables en el caso
Ramos Mejía c. Nación Argentina (Fallos:
192:260, 262).
Antes bien, cabe inscribirlo, con arreglo a lo
que se expondrá en el considerando siguiente,
en el ámbito de la legislación relativa a la seguridad social, que la reforma constitucional de
1957 destacó en el art. 67.11, hoy 75.12.
Luego, sea cual fuere su consistencia, la no
justiciabilidad predicada por el juzgador se
vuelve ajena al sub discussio.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
3°) Que habida cuenta de los distintos agravios constitucionales formulados por la actora,
la Corte juzga conveniente esclarecer el litigio,
de conformidad con el art. 75.22 de la Constitución Nacional, a la luz de los arts. XVI de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (“Toda persona tiene derecho a la seguridad social que le proteja contra
las consecuencias [...] de la incapacidad que,
proveniente de cualquier otra causa ajena a su
voluntad, la imposibilite física o mentalmente para obtener los medios de subsistencia”),
25.1 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos (“Toda persona [...] tiene asimismo
derecho a los seguros en caso de [...] invalidez
[...] y otros casos de pérdida de sus medios
de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad”) y 9 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (“Los Estados Partes [...] reconocen el derecho de toda persona a la seguridad
social, incluso al seguro social”), todo ello en
estrecha combinación con el derecho a la vida,
según quedará expuesto en adelante.
4°) Que el decreto 432/97 exige para acceder
a la prestación por invalidez del art. 9 de la ley
13.478, que el solicitante cumpla los siguientes
requisitos, salvedad hecha del aquí discutido:
a. encontrarse incapacitado en forma total y
permanente; b. no estar amparado (tampoco,
eventualmente, su cónyuge) por un régimen de
previsión, retiro o prestación no contributiva alguna; c. no tener parientes que estén obligados
legalmente a proporcionarle alimentos o que teniéndolos, se encuentren impedidos para poder
hacerlo, ni vivir con otros familiares bajo el amparo de entidades públicas o privadas en condiciones de asistirlo, y d. no encontrarse detenido
a disposición de la justicia (art. 1, incs. b, f, g e i).
Añádese a ello, “no poseer bienes, ingresos ni
recursos que permitan su subsistencia” (ídem,
inc. h). La Secretaría de Desarrollo Social, a su
turno y respecto de los mentados incs. g y h,
tendrá en cuenta la actividad e ingresos de los
parientes obligados y su núcleo familiar, como
así también cualquier otro elemento de juicio
que permita saber si el peticionante “cuenta con
recursos o amparo” (ídem, último párrafo).
5°) Que súmanse a lo expresado precedentemente cuatro datos significativos que exhibe el
régimen del decreto.
Primeramente (art. 5), el órgano encargado
de la tramitación de la solicitud debe desarrollar una serie detallada y minuciosa de diligencias para la comprobación de las condiciones a
las que está supeditado el otorgamiento, v.gr.:
1. Encuesta socio económica con el objeto
de establecer el estado de necesidad del peticionante, la existencia de parientes obligados
legalmente a la prestación de alimentos, de
otros familiares que puedan asistirlo y el tipo,
condiciones y características de la vivienda
que ocupa y demás requisitos exigidos por la
reglamentación (la encuesta tendrá carácter
de declaración jurada, con relación al cumplimiento de requisitos para el otorgamiento de
la prestación, y deberá realizarse en el domicilio del solicitante, con el objeto de determinar
en forma clara y objetiva la realidad socio económica del caso, así como el medio ambiente
en el que vive) (inc. a); 2. Requerimiento de
informes, por un lado, al Registro de la Propiedad Inmueble (inc. b), y, por el otro, a los
organismos de previsión y retiro y de los que
otorguen pensiones no contributivas -nacionales, provinciales y municipales- sobre la
percepción de prestaciones por parte del peticionante y sus familiares obligados (inc. c),
y 3. Solicitud de certificados de remuneraciones, prestaciones de la seguridad social u otros
ingresos, y de salud, con el fin de evaluar la
situación de los familiares (inc. d).
En segundo término, la continuidad de la pres-
75
76
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
tación se encuentra sometida a los supuestos de
suspensión y de caducidad.
Entre los primeros, en número de cuatro (art.
19), se destaca la toma de conocimiento de la
ocurrencia de alguna de las circunstancias que
dan lugar a la caducidad de la prestación (inc.
c), mientras que, en cuanto a las siete hipótesis
de caducidad (art. 20), cuadra relevar: el abandono del país, la incompatibilidad con otras
prestaciones o la desaparición de las causas que
motivaron el reconocimiento (incs. c, e y f).
En tercer lugar, pesan sobre los beneficiarios
determinadas obligaciones, v. gr., la de comunicar toda circunstancia que pueda afectar el
derecho a la prestación (art. 18.b).
Finalmente, es de puntualizar el celo que deben ejercer las autoridades por cuanto, como las
pensiones “se mantienen mientras subsistan las
causas que las originaron” (art. 24.d), aquéllas
están llamadas a una permanente actividad de
control para verificar la situación de los beneficiarios, así como la persistencia de los requisitos
para el goce de la prestación (arts. 25 a 27).
6°) Que los recaudos para acceder al beneficio que han sido puestos de manifiesto, son
muestra más que elocuente de que éste fue previsto para cubrir contingencias sociales absolutamente extremas, vale decir, situaciones que
ponen en juego, de manera palpable y potente,
la “subsistencia” misma de la persona humana,
de una persona carente de “recursos o amparo”,
por usar vocablos del propio decreto 432/97,
y que, en cuanto al primero, también emplean
las memoradas Declaración Americana y Universal. El art. 9 del Pacto Internacional supra
aludido resulta, asimismo, de aplicación a la
causa, tal como lo ha puntualizado el Comité
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: “[l]os regímenes de seguridad social y de
mantenimiento de los ingresos revisten impor-
tancia particular para las personas con discapacidad. Como se indica en las Normas Uniformes ‘Los Estados deben velar por asegurar la
prestación de apoyo adecuado en materia de
ingresos a las personas con discapacidad que,
debido a la discapacidad o a factores relacionados con ésta, hayan perdido temporalmente
sus ingresos, reciban un ingreso reducido o se
hayan visto privadas de oportunidades de empleo” (Observación General N° 5. Las personas
con discapacidad, HRI/GEN/1/Rev.6, págs.
34/35, párr. 28. La referencia es a las Normas
Uniformes sobre la igualdad de oportunidades
para las personas con discapacidad - anexo de
la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas 48/96, 20-XII-1993).
A su vez, el ya descripto régimen de tramitación para el otorgamiento de la prestación avala
por entero la naturaleza de ésta que se acaba de
afirmar, así como también lo hacen las indicadas modalidades de suspensión, de caducidad
y de control, al tiempo que subrayan el carácter
fuertemente condicionado al que se encuentra
sujeto su posterior goce.
7°) Que, en este orden de ideas, por mayor
que fuese el margen de apreciación que corresponda dispensar al legislador o reglamentador
en la presente materia, no cabe duda alguna
que sumar a dichos críticos requerimientos un
lapso de residencia, en el caso, de 20 años -aun
cuando también rigiera en igual medida para
los argentinos, incluso nativos-, implica, puesto
que la subsistencia no puede esperar, un liso y
llano desconocimiento del derecho a la seguridad social, en los términos de los citados textos
internacionales de jerarquía constitucional, en
grado tal que compromete el derecho a la vida,
primer derecho de la persona humana que resulta reconocido y garantizado por la Constitución Nacional (Campodónico de Beviacqua
c. Ministerio de Salud, Fallos: 323:3229, 3239,
considerando 15, sus citas y otros), y cuya ga-
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
rantía, mediante “acciones positivas”, resulta
una “obligación impostergable” de las autoridades públicas (ídem, p. 3239, considerando 16).
8°) Que el resultado que acaba de enunciarse
se impone con mayor necesidad a poco que se
repare en dos circunstancias.
Por un lado, la relativa a que, según lo tiene
juzgado la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, en “razón del carácter fundamental
del derecho a la vida, no son admisibles enfoques restrictivos del mismo. En esencia, el
derecho fundamental a la vida comprende, no
sólo el derecho de todo ser humano de no ser
privado de la vida arbitrariamente, sino también el derecho a que no se le impida el acceso
a las condiciones que le garanticen una existencia digna. Los Estados tienen la obligación de
garantizar la creación de las condiciones que se
requieran para que no se produzcan violaciones
de ese derecho básico” (Caso de los “Niños de
la Calle” [Villagrán Morales y otros], sentencia del 19 de noviembre de 1999, Serie C N°
63, párr. 144). Las necesidades de protección
de los “más débiles” -acotaron los jueces A.
A. Cançado Trindade y A. Abreu Burelli en su
voto concurrente conjunto- “requieren en definitiva una interpretación del derecho a la vida
de modo que comprenda las condiciones mínimas de una vida digna” (párr. 7).
Por el otro, la vinculada con la doctrina
enunciada por el Tribunal en la sentencia
Vizzotti: la Constitución Nacional, en cuanto reconoce derechos, lo hace para que éstos
resulten efectivos y no ilusorios, sobre todo
si se encuentra en debate un derecho humano. Por ende, al reglamentar derechos de este
tipo, el llamado a hacerlo no puede obrar con
otra finalidad que no sea la de darles toda la
plenitud que le reconoce la Constitución Nacional, o sea, el texto supremo que los enunció
y que manda a asegurarlos. “Es asunto de le-
gislar, sí, pero para garantizar ‘el pleno goce y
ejercicio de los derechos reconocidos por esta
Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos” (Constitución Nacional, art. 75, inc. 23)” (Fallos:
327:3677, 3688, considerando 8).
9°) Que, de consiguiente, se torna inoficioso el estudio del eventual menoscabo que la
norma cuestionada podría producir a otros
derechos humanos argüidos por la apelante
ya que, tal como también lo advierte el recordado precedente internacional, “el derecho a
la vida es un derecho humano fundamental,
cuyo goce es un prerrequisito para el disfrute
de todos los demás derechos humanos. De no
ser respetado, todos los derechos carecen de
sentido” (cit., párr. 144).
En suma, el recaudo de residencia establecido
en el art. 1.e del decreto 432/97 (texto originario) resulta inaplicable, por inconstitucional, en
los casos en que se encuentren reunidos todos
y cada uno de los restantes requisitos para acceder a la prestación por invalidez exigidos por
dicho cuerpo legal.
Por ello, oída la señora Procuradora Fiscal
subrogante, se declara admisible la queja, procedente el recurso extraordinario, y se revoca
la sentencia apelada en cuanto fue objeto del
agravio tratado, con costas (art. 68 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación), de
manera que la causa deberá ser devuelta a fin
que, por quien corresponda, se dicte un nuevo
pronunciamiento con arreglo al presente. Hágase saber, acumúlese la queja al principal y,
oportunamente, remítase.
RICARDO LUIS LORENZETTI (en disidencia)- ELENA I. HIGHTON de NOLASCO (en disidencia)- CARLOS S. FAYT - ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI (según
su voto)- JUAN CARLOS MAQUEDA (se-
77
78
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
gún su voto)- E. RAUL ZAFFARONI - CARMEN M. ARGIBAY (según su voto).
VOTO DE LOS SEÑORES MINISTROS
DOCTORES DON ENRIQUE SANTIAGO
PETRACCHI Y DOÑA CARMEN M. ARGIBAY
Considerando:
1°) Que Luisa Aguilera Mariaca y Antonio
Reyes Barja, en representación de su hija D. R.
A., interpusieron demanda de amparo contra
el Ministerio de Desarrollo Social y Medio
Ambiente de la Nación (Comisión Nacional de Pensiones Asistenciales -en adelante,
CNPAC), ante la negativa de este organismo
de iniciar el expediente administrativo para
que la niña pudiese acceder a la pensión por
invalidez prevista en el artículo 9° de la ley
13.478 -y sus modificatorias- (fs. 2/26).
Señalaron los actores que su hija es de nacionalidad boliviana y obtuvo la radicación definitiva en la República Argentina en julio del
año 2001 (v. copia del D.N.I. agregada a fs. 49),
que padece de tetraplejía espástica y ausencia
de lenguaje verbal (v. copia del certificado de
discapacidad expedido por el Ministerio de
Salud a fs. 50). Indicaron, asimismo, que la
negativa estatal a iniciar el trámite se debió a
que la menor no cumplía con uno de los requisitos que el artículo 1°, inciso “e”, del decreto
432/97 (reglamentario de la ley 13.478 y sus
modificatorias) exigía para el otorgamiento de
pensiones por invalidez, esto es, que en el caso
de ser extranjera la persona solicitante, debía
acreditar una residencia mínima continuada
en el país de veinte (20) años.
A partir de las circunstancias relatadas, los
demandantes solicitaron la declaración de inconstitucionalidad del artículo 1, inciso “e”, del
decreto nacional 432/1997, en tanto vulneraba
las garantías de igualdad ante la ley y prohibición de discriminación en razón del origen nacional y los derechos a la vida, salud y seguridad
social. Con respecto a la igualdad, indicaron
que el requisito de veinte años de residencia no
está previsto para los nacionales (para quienes
el decreto sólo exige la residencia en el país; art.
1 inc. “d”) y que, respecto de las personas naturalizadas, presupone un lapso de residencia
sensiblemente menor -cinco (5) años, conforme el citado art. 1 inc. “d”-.
Los actores requirieron, finalmente, el dictado de una medida cautelar, a fin de que se
dé inicio al expediente administrativo de referencia, petición que fue admitida por la jueza
federal (fs. 65/68).
2°) Que corrido el traslado respectivo, la demandada presentó el informe previsto por el
artículo 8° de la ley 16.986 (fs. 90/94 vta.), en
el que afirmó que no obstante haberse dado
inicio al expediente administrativo en virtud
de la orden judicial, éste no iba a prosperar, en
tanto la requirente no cumplía con el requisito
de residencia en el país por veinte años o más
(v. fs. 90 vta./91). Puntualizó, además, que
más allá del obstáculo que constituía el requisito mencionado, la concesión de la pensión
estaba supeditada al presupuesto destinado a
tales fines.
3°) Que la jueza federal dictó sentencia a fs.
108/121, y decidió admitir la demanda sólo en
lo referente a ordenar a la CNPA que dé inicio al
expediente administrativo relativo a la solicitud
de pensión de la menor R. A., disposición que
entendió ya cumplida en virtud de la medida
cautelar oportunamente resuelta (v. puntos 1 y
2 del fallo). Respecto de las demás pretensiones,
entre ellas, la declaración de inconstitucionalidad del art. 1 inciso “e” del decreto 432/97, el
amparo fue rechazado (punto 3 del fallo).
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Para fundar tal decisión, la magistrada afirmó
que, en lo relativo a la negativa de la administración a dar inicio al expediente, el agravio de la actora debía ser admitido por comportar la actitud
del Estado una afectación del derecho de peticionar ante las autoridades. En cuanto a los aspectos de la demanda de amparo que fueron rechazados, consideró que la pensión que se estaba
reclamando era de aquellas calificadas como “no
contributivas” y no resultaba una obligación impuesta legislativamente al Poder Ejecutivo sino
una facultad que éste ejerce fijando las condiciones para su concesión y evaluando, además, si las
condiciones presupuestarias permiten otorgarla.
Seguidamente, indicó que “el cuestionamiento de cualquiera de los recaudos exigidos
por la reglamentación (uno de cuyos incisos
se ataca por inconstitucional en forma expresa), que pudiera efectuar (sic) a cualquier
persona -nacional o extranjera- no importa de
por sí la procedencia del control de constitucionalidad en la medida que la reglamentación
de la referida atribución constituye una facultad propia del Poder Ejecutivo Nacional” (fs.
116). No obstante tal afirmación, en la sentencia se indica más adelante que el recaudo de
veinte años de residencia para los extranjeros
no resulta arbitrario (fs. 119/120).
4°) Que esta decisión fue apelada por la parte
actora (fs. 123/143), que, en lo esencial, indicó que en la sentencia se había confundido el
objeto de la demanda -esto es, la declaración
de inconstitucionalidad del artículo 1, inciso
“e” del decreto 432/97- con el de la medida
cautelar y que, más allá de los argumentos presupuestarios brindados por la demandada, lo
cierto era que la negativa estatal había estado
fundada exclusivamente en el incumplimiento
del requisito de veinte años de residencia fijado
por el decreto.
5°) Que la Sala I de la Cámara Federal de la
Seguridad Social resolvió confirmar la sentencia recurrida (fs. 168/169), fundando tal decisión en que la pensión reclamada era graciable
y, por ello, la determinación de los requisitos
para su otorgamiento constituía “un acto de
política legislativa del Congreso Nacional no
justiciable” (fs. 168 vta., punto “II”, segundo
párrafo). Señaló, además, que la exigencia de
veinte años de residencia para extranjeros no
implicaba una discriminación en razón de la
nacionalidad, aunque no acompañó ningún
fundamento para sostener tal afirmación.
6°) Que contra esta sentencia, la parte actora interpuso recurso extraordinario federal (fs.
176/199 vta.), insistiendo con el planteo de
inconstitucionalidad del artículo 1, inc. “e”, del
decreto 432/97, el que, sostuvo, no había sido
debidamente tratado por el tribunal a quo.
7°) Que del recurso federal deducido contestó traslado el Estado Nacional (fs. 204/211
vta.), indicando que la exigencia de residencia mínima que prevé el decreto 432/97 para
otorgar pensiones a los extranjeros no resulta
arbitraria “ya que las pensiones por invalidez
asistenciales o no contributivas dependen de
fondos dispuestos por las distintas leyes de presupuesto, que no son ilimitados” (fs. 206 vta.).
Afirmó además que tal regla no implicaba
una discriminación “toda vez que no se toma
como base de comparación la circunstancia
de la incapacidad en sí misma” (fs. 209), a lo
que agregó, a modo de ejemplo: “Es así que
si un niño discapacitado argentino incumple
con uno de los requisitos exigidos por la legislación vigente, tampoco podrá acceder a la
pensión no contributiva por invalidez, aunque
tenga la calidad de discapacitado y aunque sea
argentino, por ejemplo, si los padres trabajan y
como consecuencia le brindan los servicios de
salud y sociales” (ídem). Finalmente, dentro
de los argumentos acompañados para defen-
79
80
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
der la razonabilidad de la norma atacada, se
señala párrafos más adelante lo siguiente: “Es
decir que tanto a los extranjeros como a los
ciudadanos nacionales se les exigen determinados requisitos para acceder a la Pensión No
Contributiva, según la condición que les sea
inherente a cada uno, deberán cumplir con los
requisitos que les exige el Decreto. Si las condiciones son las mismas, se les exige lo mismo,
si las condiciones difieren, entonces, ciertos
requisitos serán disímiles. Esta situación no es
representativa de ningún tipo de discriminación y se adecua a los principios establecidos
por nuestra Constitución” (fs. 210).
8°) Que el tribunal a quo decidió denegar el
recurso extraordinario, indicando que éste remitía al examen de cuestiones de hecho y prueba (fs. 212). Tal rechazo motivó que la actora
dedujese la correspondiente queja, en la que
cuestionó la resolución denegatoria por basarse en fórmulas generales y omitir toda consideración respecto de la cuestión federal alegada.
9°) Que la presentación directa debe ser admitida, en tanto realiza una crítica concreta y
acertada del auto denegatorio del recurso extraordinario. En tal sentido, debe tenerse en
cuenta que la actora ha cuestionado un decreto por entenderlo repugnante a la Constitución Nacional y la decisión del tribunal a quo
ha sido favorable a la validez de la norma inferior (artículo 14, inciso 3° de la ley 48). Esta
circunstancia demuestra que se ha planteado
en el caso una cuestión federal que debe ser
tratada por esta Corte, extremo que la cámara
no ha tenido siquiera en cuenta.
10) Que el artículo 9° de la ley 13.478
(conforme la sustitución introducida por la
ley 18.910), prevé lo siguiente: “Facúltese al
Poder Ejecutivo a otorgar, en las condiciones
que fije la reglamentación, una pensión inembargable a toda persona sin suficientes recur-
sos propios, no amparada por un régimen de
previsión, de 60 o más años de edad o imposibilitada para trabajar” (destacado agregado).
La reglamentación de la norma citada, en lo
que al caso se refiere, está regida por el decreto
432/1997, que en su artículo 1° contiene una
serie de exigencias que el peticionante debe
cumplir para solicitar la prestación asistencial.
Entre tales requisitos, se demanda un plazo
de residencia en el país, que difiere conforme el
solicitante sea argentino nativo, naturalizado o
extranjero. Así, respecto del primer grupo, sólo
se exige ser residente en el país, mientras que los
naturalizados deben contar con una residencia
continuada de por lo menos cinco años (inciso
“d”). En el caso de los extranjeros, previsto en el
inciso “e”, la regla indica que “deberán acreditar
una residencia mínima continuada en el país de
veinte (20) años”.
11) Que conforme puede apreciarse, la norma antes citada prevé un trato diferenciado
entre nacionales y extranjeros, imponiendo
a estos últimos mayores exigencias para acceder a un beneficio otorgado por el Estado.
Esta circunstancia determina que -ya en su
sentido literal- el artículo 1°, inciso “e”, del decreto 432/97 está directamente contrapuesto
con las reglas constitucionales que prohíben
un trato discriminatorio en razón del origen
nacional (artículo 20 de la Constitución Nacional, artículo 1.1 del Pacto de San José de
Costa Rica, artículo 2.2 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, y, especialmente, artículo 26 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que establece, en lo pertinente: “Todas
las personas son iguales ante la ley y tienen
derecho sin discriminación a igual protección de la ley. A este respecto, la ley prohibirá
toda discriminación y garantizará a todas las
personas protección igual y efectiva contra
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
cualquier discriminación por motivos de (y)
origen nacional”).
Esa contradicción directa con el texto constitucional obliga a considerar a la categorización
realizada por el decreto como sospechosa de
discriminación y hace pesar sobre dicha norma
una presunción de inconstitucionalidad (Fallos: 311:2272, considerando 4° del voto de los
ministros Caballero y Belluscio y considerandos 4° y 7° del voto de los ministros Petracchi
y Bacqué; Fallos: 327:5118, considerando 4°; y
G.835/841.XXXVI “Gottschau, Evelyn Patricia
c/Consejo de la Magistratura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires s/amparo” -sentencia
del 8 de agosto de 2006-, considerando 5°).
A partir de tal premisa, el juicio de razonabilidad de la norma (artículos 14 y 28 de la
Constitución Nacional), estará guiado por
un escrutinio estricto, evaluación que implica una inversión en la carga de la prueba, de
modo tal que es la parte que defiende la constitucionalidad de la norma (en este caso, el
Estado Nacional) la que deberá realizar “una
cuidadosa prueba sobre los fines que había
intentado resguardar y sobre los medios que
había utilizado a tal efecto.
432/97 -ya detallados en el relato de los antecedentes- permite apreciar que éstos resultan
ineficaces para revertir la presunción de inconstitucionalidad de la norma en cuestión.
Analizando tales explicaciones, tenemos,
por un lado, aquella referida a los límites presupuestarios que condicionarían la concesión
de las pensiones. Al respecto, debe decirse que
un argumento de tal clase no puede en modo
alguno justificar una clasificación por el origen nacional como la que el decreto contiene,
ya que si bien es cierto que el Estado debe, en
principio, atenerse al presupuesto que se destina a una cierta actividad o prestación pública, resulta evidente que no puede pretender
alcanzar tales fines haciendo destinatarios
exclusivos de los costos de tal restricción a los
extranjeros radicados en el país, a quienes la
Constitución ha invitado para que habiten en
nuestro territorio (Preámbulo; artículo 25).
En otras palabras: las dificultades presupuestarias, si existieren, no pueden discriminar
entre nacionales y extranjeros y afectar sólo a
estos últimos.
En cuanto a los primeros, deben ser sustanciales y no bastará que sean meramente
convenientes. En cuanto a los segundos, será
insuficiente una genérica “adecuación” a los fines, sino que deberá juzgarse si los promueven
efectivamente y, además, si no existen otras alternativas menos restrictivas para los derechos
en juego que las impuestas por la regulación
cuestionada” (Fallo “Gottschau”, considerando 5°; Fallos: 327:5118, considerando 6°.
Destacados contenidos en el original).
Las restantes explicaciones que ha brindado la demandada discurren entre meras
afirmaciones dogmáticas que, justamente
por tal condición, no deben ser siquiera consideradas (Fallos: 321:194, considerando
9°. Así, si quien debe probar la razonabilidad
de la norma se limita simplemente a afirmar
que “la distinción no es arbitraria”, sin apoyar ese aserto en argumento alguno, sólo está
manifestando una opinión personal) y otras
que son circulares, confusas o, directamente,
imposibles de entender (ver, por ejemplo, las
referencias a fs. 206 vta., 209 y 210 efectuadas
en el considerando séptimo de este voto).
12) Que la sola lectura de los argumentos que
ha aportado la parte demandada para intentar
sostener la validez del artículo 1° del decreto
Como puede apreciarse, las argumentaciones ensayadas por la administración lejos están de poder explicar qué fines estatales esen-
81
82
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
ciales tiende a preservar la norma impugnada
y por qué el medio escogido es, a la vez que
efectivo, el menos lesivo posible.
13) Que los jueces de la causa, por su parte, tampoco han realizado un correcto análisis
constitucional de la norma impugnada, en
tanto han seguido un camino inverso al que,
para casos como éste, ha fijado la jurisprudencia de esta Corte. En efecto, tanto la jueza de
primera instancia como la Cámara de Apelaciones han partido de la presunción de constitucionalidad de la norma y la han sometido
a un test de mera razonabilidad, que, como ya
se explicó, resulta insuficiente -sino incorrecto- para evaluar la constitucionalidad de una
categorización prima facie discriminatoria.
14) Que las consideraciones precedentes
permiten afirmar, entonces, que el artículo 1°,
inciso “e”, del decreto 432/97 es inconstitucional, en tanto discrimina a las personas según su nacionalidad. Tal declaración implica,
entonces, que la Comisión Nacional de Pensiones Asistenciales no podrá oponer el requisito de veinte años de residencia como impedimento para otorgar la pensión solicitada.
Por ello, oída la señora Procuradora Fiscal,
se hace lugar a la queja, se declara procedente
el recurso extraordinario y se revoca la sentencia apelada, con costas. Devuélvanse los autos
a la Sala I de la Cámara Federal de la Seguridad
Social para que se dicte un nuevo fallo conforme lo aquí dispuesto. Notifíquese.
ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI CARMEN M.ARGIBAY.
ES COPIA
VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON JUAN CARLOS MAQUEDA
Considerando:
1°) Que los actores iniciaron, en representación de su hija, demanda de amparo contra el
Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente de la Nación, ante la negativa de este
organismo de dar curso al expediente administrativo por el cual se solicitaba la pensión por
invalidez para su hija discapacitada prevista en
el art. 9° de la ley 13.478 y sus modificatorias
y plantearon la inconstitucionalidad del art. 1°,
inc. e del decreto 432/97, reglamentario de la
ley 13.478 y sus modificatorias, según el cual
para el otorgamiento del beneficio pretendido
los extranjeros debían acreditar una residencia
mínima continuada en el país de veinte años.
Fundamento este último invocado en la negativa estatal a dar curso al expediente administrativo por el que se solicitaba la pensión.
Los actores señalaron que su hija es de nacionalidad boliviana, que obtuvo su radicación
definitiva en la República Argentina en julio del
año 2001 -ello como consecuencia de la radicación definitiva lograda por su padre- y que
padece de tetraplejía espástica y ausencia de
lenguaje verbal.
2°) Que el fallo adverso de primera instancia
fue confirmado por la Sala I de la Cámara Federal de la Seguridad Social. Para ello, el a quo
sostuvo que la facultad de otorgar pensiones,
reconocida al Congreso de la Nación en el art.
75 inc. 20 de la Constitución Nacional, es de
absoluta discrecionalidad de aquél y que, en
consecuencia, los requisitos que a tales fines
se establezcan configuran un acto de política
legislativa no justiciable. Agregó que los requisitos exigidos por la norma, según se trate de
nacionales o extranjeros, no constituyen discriminación en razón de la nacionalidad, pues
no viola el art. 16 de la Constitución Nacional
que el legislador contemple en forma distinta
situaciones que considere diferentes, en tanto
no incurra en arbitrariedad o en una ilegítima
persecución de personas o grupos.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Contra tal pronunciamiento los actores interpusieron recurso extraordinario federal,
cuya denegación motivó esta queja, y que
resulta admisible por cuanto el planteo de inconstitucionalidad del decreto reglamentario
de la ley 13.478 y sus modificatorias encuadra
en las disposiciones del art. 14 de la ley 48
(incs. 1° y 3°), cuestión que no ha merecido
ponderación alguna por el a quo.
3º) Por su parte, la señora Procuradora Fiscal,
en el dictamen de fs. 160/163, sostuvo que la
pensión pretendida es de naturaleza no contributiva y, por lo tanto, participa de una naturaleza disímil a la de los beneficios provisionales,
circunstancia que hace variar el grado de exigibilidad. Sostuvo que tal tipo de beneficios tiene su raíz en la facultad otorgada al Congreso
de la Nación en el art. 75 inc. 20 de la norma
fundamental, que son prestaciones de pago periódico, gratuitas, otorgadas a “quienes hayan
realizado acciones que merezcan la gratuidad
de la Nación, como también puede concedérselas a ancianos o minusválidos”. Entendió que
se trata de beneficios que vota el Congreso en
forma espontánea como favor o amparo y que
pertenecen al ámbito de las facultades discrecionales. Sin perjuicio de lo cual, al analizar el
decreto reglamentario motivo de impugnación,
sostuvo que no parece arbitraria la distinción
entre nacionales y extranjeros, máxime cuando
lo que se pretende es una prestación en dinero. Asimismo, consideró razonable el plazo de
veinte años y resaltó que en el caso de autos, el
Estado otorga a la menor asistencia médica y
educación (punto III del dictamen).
4°) Que, en atención al encuadre jurídico de
la pretensión, realizado tanto en la sentencia de
grado como en el dictamen de la Procuración,
en primer término corresponde analizar la naturaleza de la pensión requerida. En tal sentido,
cabe señalar que el art. 3 de la ley 13.478 creó
el Fondo Estabilizador de Previsión Social para
atender los déficit de los organismos de previsión social, el pago del suplemento variable, las
“pensiones graciables acordadas o a otorgarse y
las pensiones a la vejez creadas por esta ley”. El
texto no deja dudas acerca de la diferenciación
que formuló el legislador en la letra de la norma entre las pensiones denominadas graciables
y aquellas destinadas a la vejez. El art. 9° de la
ley de referencia reglaba el sistema de pensión
inembargable a la vejez para personas de sesenta años o más, no amparada por un régimen de
previsión y con exigencia de otros requisitos.
La ley 18.910 incorpora como un supuesto
diferenciado para acceder a la pensión la alternativa que la persona se encuentre “imposibilitada de trabajar”.
A su vez la ley 20.267 sustituyó el art. 9° de la
ley 13.478 y sus modificatorias, y dispuso “Facúltase al Poder Ejecutivo a otorgar en las condiciones que fije la reglamentación una pensión
inembargable a toda persona sin suficientes recursos propios, no amparada por un régimen
de previsión, de sesenta y cinco o más años de
edad o imposibilitada de trabajar”.
La primera conclusión a la que se arriba, en
virtud de la exégesis normativa efectuada, es
que las pensiones a la vejez y a la invalidez -tal
como la denomina el decreto reglamentariono son identificables con las pensiones graciables ni en cuanto a su naturaleza ni en cuanto
al régimen de concesión.
De ello se deriva que el beneficio instituido
no responde al concepto de pensiones graciables, cuyo reconocimiento pertenece a la órbita de discrecionalidad del órgano legislativo, y
que, por el contrario, cabe considerarlo encuadrado en el ámbito de la legislación relativa a
la seguridad social, conforme el art. 75 inc. 12.
5°) Que, precisada la naturaleza de la pensión
83
84
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
que se pretende, corresponde revisar, en el marco del art. 9° ya citado, si el Poder Ejecutivo de
la Nación ha excedido su facultad reglamentaria al imponer requisitos diferenciados entre
nacionales y extranjeros y, en el caso de sortear
constitucionalmente esta primera cuestión si,
en lo que hace al caso concreto, resulta razonable exigir a los extranjeros el requisito de residencia continua y, en su caso, disponer que tal
residencia debe satisfacer el plazo de 20 años.
Lo manifestado permite concluir que los fines
perseguidos por la norma apuntan a reconocer
el acceso al beneficio a aquellos que se encuentran en contingencias sociales absolutamente
extremas, vale decir, situaciones que ponen en
juego de manera manifiesta la subsistencia misma de la persona y, con ello, la vigencia efectiva
de derechos fundamentales básicos. Todo ello
en el marco de los arts. 14 bis y 75 incs. 18, 19,
22, 23 de la Constitución Nacional.
6°) Que el decreto 432/97, reglamentario de
la ley 13.478 y sus modificatorias, dispone en
su art. 1°, y en lo que aquí interesa por ser motivo de debate, que podrán acceder a las prestaciones instituidas por el art. 9° de las leyes de
referencia, las personas que cumplan con los
siguientes requisitos: a) Tener setenta años en
el caso de vejez; b) Encontrarse incapacitado
en forma total o permanente, en el caso de pensión por invalidez (disminución de la capacidad laborativa del 76% según segundo párrafo
del inc. b del art. 1°), c) Acreditar la identidad,
edad y nacionalidad, d) Ser argentino nativo o
naturalizado, residente en el país. Los naturalizados deberán contar con una residencia mínima continuada de cinco años anteriores al pedido del beneficio; e) Los extranjeros deberán
acreditar una residencia mínima continuada en
el país de veinte años.
7°) Que, tal como se enunció en el considerando 5°, corresponde en primer término decidir si
es constitucionalmente sustentable reconocer al
legislador la facultad de establecer diferencias
entre nacionales y extranjeros en el contexto de
los fines que persigue la norma cuestionada y en
relación con la naturaleza de los derechos y garantías que se pretenden proteger.
En los incisos restantes del art. 1°, así como
en el resto de las normas, se consignan una
serie de condiciones que demuestran acabadamente la gravedad de las situaciones que
han sido consideradas a los efectos de otorgar
este tipo de pensiones, lo que se traduce en un
régimen de tramitación y otorgamiento que
pone a cargo del órgano de aplicación, la Secretaría de Desarrollo Social de la Presidencia
de la Nación, una serie de diligencias tendientes a verificar las circunstancias socio económicas de los solicitantes (incs. f, g, h, i del art.
1°; arts. 2° y 3° y cap. II).
En tal sentido cabe destacar que las reglamentaciones que distinguen entre nacional y extranjero no son en principio inconstitucionales
en los términos de los arts. 16, 20 y 75 inc. 22 de
la Constitución Nacional, razón por la cual el
legislador se encuentra habilitado a emplearla
con la exigencia de que tal decisión responda
a intereses que involucran el bienestar general
y que responden a una justificación razonable
y proporcional en relación con los propósitos
que se persiguen. En la materia rige el principio
de ejercicio relativo de los derechos conforme
lo dispuesto en la primera parte del art. 14 de la
Constitución Nacional no enervado por el texto del art. 20 de la norma fundamental, la que al
disponer que los extranjeros gozan en el territorio de la Nación de todos los derechos civiles
del ciudadano no excluye la posibilidad de establecer determinadas diferencias en relación con
la naturaleza de los derechos de que se trate y
siempre que las mismas estén suficientemente
justificadas. La norma constitucional no avala
una interpretación del principio de igualdad en
términos absolutos.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
8°) Que el art. 16 de la Constitución Nacional
consagra una cláusula general de igualdad para
todos los habitantes, que exige que los supuestos de hecho iguales sean tratados idénticamente en sus consecuencias jurídicas, de modo
que para introducir diferencias entre ellos debe
existir una suficiente justificación que aparezca
objetiva, fundada y razonable y que sus consecuencias no resulten desproporcionadas respecto de la finalidad perseguida, de manera de
evitar resultados excesivamente gravosos. En
tal sentido, el principio de igualdad no implica
en todos los casos un tratamiento legal igual
con abstracción de cualquier elemento diferenciador de relevancia jurídica. En consecuencia,
la diferencia de trato debe sustentarse en la relación entre la medida adoptada, el resultado
producido y la finalidad perseguida.
Sin embargo el principio de igualdad del
art. 16 no se agota con el alcance indicado ya
que por aplicación del art. 75 inc. 22 la operatividad sustantiva de aquel principio se integra con la expresa prohibición de supuestos
o motivos concretos de discriminación que
tienden a impedir diferenciaciones que afectan
a colectivos determinados. En tales supuestos
la inconstitucionalidad de aquéllas se funda
en que el tratamiento diferenciado aparece
sustentado exclusivamente en los motivos o
razones o factores de discriminación que la
norma fundamental prohíbe, al tratarse de características expresamente excluidas. Por ello,
las prohibiciones de discriminación implican
un análisis y un juicio de irrazonabilidad de la
diferenciación en sí misma, la que habrá violado el límite constitucional cuando se verifique
que el factor o supuesto prohibido es el único fundamento de aquélla y que conlleva un
criterio de desvalorización o prejuicio (conf.
doctrina Tribunal Constitucional Español,
sentencias 340/1993 y 154/2006, entre otras;
Corte Interamericana de Derechos Humanos,
Caso Yatama v Nicaragua, 23 de junio de 2005
entre otras y Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, Sentencias C-224/00 y
C-17/05, entre otras).
9°) Que, con el alcance indicado, en la configuración legal de los derechos y libertades
reconocidos a los extranjeros y ponderando
la diversa naturaleza de aquéllos, el legislador
puede introducir la nacionalidad como elemento para la definición de un supuesto de hecho
al que le ligará la consecuencia jurídica establecida ponderando la concurrencia de otros
factores, dentro de los cuales sin duda considerará determinados parámetros de comparación
respecto de la situación de los nacionales. Las
cuestiones de titularidad y ejercicio de los derechos y, más precisamente, el problema de la
igualdad en el ejercicio de aquéllos, depende
del derecho afectado y de los intereses sociales
que aparezcan como imperativos para el Estado
en la materia sujeta a reglamentación.
En tales supuestos es constitucionalmente válido formular condiciones de trato diferenciado.
10) Que según la doctrina de la Corte Interamericana de Derechos Humanos corresponde efectuar una diferenciación entre los
términos “distinción” y “discriminación”. El
término distinción “se empleará para lo admisible, en virtud de ser razonable, proporcional
y objetivo. La discriminación se utilizará...para
hacer referencia a toda exclusión, restricción o
privilegio que no sea objetivo y razonable...La
existencia de tal justificación debe evaluarse
en relación con el propósito y los efectos de la
medida en consideración, tomando en cuenta
los principios que normalmente prevalecen en
las sociedades democráticas...una diferencia
de trato en el ejercicio de un derecho...no sólo
debe buscar un fin legítimo... el art. 14 se viola igualmente cuando se establece de manera
clara que no hay relación razonable de proporcionalidad entre los medios utilizados y el
85
86
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
fin que se busca llevar a cabo...no habrá, pues,
discriminación si una distinción de tratamiento está orientada legítimamente...De ahí que
no pueda afirmarse que exista discriminación
en toda diferencia de tratamiento del Estado
frente al individuo siempre que esa distinción
parta de supuestos de hecho sustancialmente
diferentes y que expresen de modo proporcionado una fundamentada conexión entre esas
diferencias y los objetivos de las normas, los
cuales no pueden apartarse de la justicia o de
la razón, vale decir, no pueden perseguir fines
arbitrarios, caprichosos, despóticos o que de
alguna manera repugnen a la esencial unidad y
dignidad de la naturaleza humana...”(Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión
Consultiva OC-18/03 del 17 de septiembre de
2003 -Condición Jurídica y Derechos de los
Migrantes Indocumentados- Puntos 82 al 96).
11) Que, en este orden de ideas, y a la luz de
lo dispuesto en el art. 75 inc. 22 de la Constitución Nacional, el principio de igualdad formal
y sustantiva y el principio de no discriminación
debe ser interpretado teniendo presente que,
en el caso de autos, se trata de la concesión de
una prestación que integra la categoría de derechos económicos, sociales y culturales. En
efecto, las pensiones por invalidez, asistenciales
o no contributivas, dependen de fondos dispuestos por las distintas leyes de presupuesto,
lo que determina que los recursos no son ilimitados y que la administración y asignación de
los mismos requiere ponderar el equilibrio de
las prestaciones entre nacionales y extranjeros,
para asegurar que las que se acuerden mantengan una relación de equidad en la satisfacción
de los derechos fundamentales de los distintos
colectivos que intenta proteger, en aras de los
cuales el legislador puede imponer determinados requisitos no sólo de fondo sino de forma a
los efectos de percibir el beneficio.
12) Que, en tal sentido, cabe precisar que la
Convención Americana sobre Derechos Humanos en el art. 26, referido a la plena efectividad de las normas económicas, sociales
y culturales sienta el principio de desarrollo
progresivo en la medida de los recursos disponibles por vía legislativa u otros medios
apropiados. Asimismo, el art. 30, al regular el
principio acerca del alcance de las restricciones introduce el criterio de ponderación del
interés general y de acuerdo con el propósito
para el cual fueron establecidas. A su vez, el art.
32 enuncia, en su inc. 2, el principio de ejercicio relativo de los derechos de conformidad
con los de los demás, con la seguridad de todos
y por las justas exigencias del bien común, en
una sociedad democrática. Por su parte, el Protocolo Adicional a la Convención Americana
sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales “Protocolo de San Salvador”, dispone la obligación
de los estados parte de adoptar las medidas
necesarias “...hasta el máximo de los recursos
disponibles y tomando en cuenta su grado de
desarrollo, a fin de logar progresivamente, y
de conformidad con la legislación interna, la
plena efectividad de los derechos que se reconocen en el presente protocolo” (arts. 1 y 5).
En línea con lo expuesto, y en relación directa con la materia sub examine, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (resolución 2200 A (XXI), Asamblea General de las Naciones Unidas, del 16
de diciembre de 1966, aprobado por la ley
23.313) en la parte 2, art. 2, establece, por
un lado, el criterio de desarrollo progresivo
para los derechos que protege el pacto, hasta
el máximo de los recursos de que disponga el
Estado (inc. 1°), por otro, sienta el principio
de no discriminación en cuanto al goce de los
derechos a que refiere (inc. 2°) y, finalmente,
consagra que “Los países en desarrollo, teniendo debidamente en cuenta los derechos
humanos y su economía nacional, podrán
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
determinar en qué medida garantizarán los
derechos económicos reconocidos por el presente Pacto a personas que no sean nacionales
suyos” (inc. 3°).
13) Que, de conformidad con los criterios
enunciados, el trato diferenciado entre nacionales y extranjeros no importa un supuesto de
discriminación en los términos de los arts. 16 y
75 inc. 22 de la Constitución Nacional, ello sin
perjuicio de analizar el grado de razonabilidad
y proporcionalidad de las consecuencias jurídicas que se deriven de tal configuración normativa en relación con la finalidad de la norma, de
manera de evitar resultados disvaliosos o excesivamente gravosos.
14) Que, a tales efectos, cabe considerar que
el requisito de residencia continua en el país
-tanto para naturalizados como extranjerosconstituye un presupuesto mínimo de exigencia en atención al derecho involucrado y constituye un requisito constitucionalmente válido
para garantir en términos de igualdad formal
y sustantiva el acceso a la prestación asistencial. Tal exigencia hace, a su vez, a mantener
una relación de equilibrio entre la situación de
los nacionales y de los extranjeros. El requisito de residencia en el país aparece ligado a la
necesidad de un cierto grado de integración y
permanencia que resulta de relevancia jurídica
al tiempo de organizar un sistema de asistencia
social que, sin desatender los principios constitucionales en la materia, vele porque tales
beneficios no se conviertan en una carga de tal
magnitud que pueda afectar el nivel global de
otras prestaciones y obligaciones que le corresponden al Estado (conf. doctrina en similar
tema Tribunal de Justicia de las Comunidades
Europeas (Gran Sala) Asunto C-209/03, sentencia del 15 de marzo de 2005).
15) Que otro es el análisis y otra la conclusión a la que se arriba al verificar el grado de
razonabilidad que tiene imponer a los extranjeros que la residencia continua lo sea por un
plazo de 20 años. En efecto, teniendo en consideración los fines perseguidos por las normas que conceden el beneficio y la naturaleza
de los derechos fundamentales que se encuentran involucrados -dignidad, subsistencia mínima, salud, protección a la familia, situación
socio económica de gravedad extrema- y las
obligaciones estaduales en la materia, respecto de las cuales el art. 75 inc. 23 impone un
mandato constitucional de acciones positivas
que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los
derechos reconocidos por la Constitución y
por los tratados internacionales vigentes sobre
derechos humanos, en particular respecto, entre otros, de las personas con discapacidad, el
plazo de 20 años exigido a los extranjeros para
poder gozar de los beneficios de la pensión
luce manifiestamente irrazonable en los términos del art. 28 de la Constitución Nacional.
Desde antiguo este Tribunal ha sostenido
que “el objetivo preeminente de la Constitución, según expresa su preámbulo, es lograr
el bienestar general, lo cual significa decir la
justicia en su más alta expresión, esto es, la
justicia social, cuyo contenido actual consiste
en ordenar la actividad intersubjetiva de los
miembros de la comunidad y los recursos con
que ésta cuenta con vistas a lograr que todos
y cada uno de sus miembros participen de los
bienes materiales y espirituales de la civilización. Por tanto, tiene categoría constitucional
el siguiente principio de hermenéutica jurídica: in dubio pro justitia socialis. Las leyes, pues,
deben ser interpretadas a favor de quienes al
serles aplicadas con este sentido consiguen
o tienden a alcanzar el “bienestar”, esto es,
las condiciones de vida mediante las cuales
es posible a la persona humana desarrollarse conforme a su excelsa dignidad” (Fallos:
289:430).
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88
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
En efecto, la exorbitancia del plazo convierte
en ilusorio el derecho a la pensión en un tiempo oportuno y adecuado.
No reúne los requisitos mínimos de idoneidad, necesidad y proporcionalidad ni con
la justificación en que es posible sustentar la
diferencia entre naturalizados y extranjeros,
conforme criterios y conceptos democráticamente aceptados, ni respecto a los fines que
se persiguen al establecer el reconocimiento
al derecho asistencial. La habilitación constitucional para establecer diferencias entre nacionales y extranjeros no releva al legislador
de establecer requisitos razonables para unos
y para otros de manera de no alterar el derecho que se pretende reconocer, para ello debe
ponderar adecuadamente el sentido que da
origen a las categorías y la relación sustancial
entre ellas y los medios que elige para no desconocer el principio constitucional de igualdad. No está en discusión el criterio según el
cual es constitucionalmente válido establecer
no sólo el requisito de la residencia sino de
que ésta cumpla un plazo determinado. Es la
desproporcionalidad de la extensión del plazo
lo que es inconstitucional.
La irrazonabilidad del plazo consignado importa en los hechos que la aplicación de tal norma se traduzca en una discriminación indirecta
ya que por las consecuencias que irroga, en la
práctica, el beneficio de la pensión por invalidez estaría vedado para los extranjeros con
residencia acreditada en el territorio argentino
(conf. doctrina del Tribunal de Justicia de las
Comunidades Europeas, sentencias del 30 de
junio de 2005 en C-28/04; del 18 de enero de
2007 en C-332/05, entre otras).
16) Que, por las consideraciones precedentes, se declara la inconstitucionalidad del art.
1°, inc. e, del decreto 432/97 respecto del plazo de veinte años exigido a la residencia continua de un extranjero a los efectos de acceder a
la pensión por invalidez que dispone la norma.
Por ello, oída la señora Procuradora Fiscal,
se hace lugar a la queja, se declara procedente
el recurso extraordinario y se revoca la sentencia apelada, con costas (art. 68 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación). Devuélvanse los autos al tribunal de origen para
que, por quien corresponda, se dicte un nuevo
pronunciamiento con arreglo al presente. Hágase saber, acumúlese la queja al principal y,
oportunamente, remítase.
JUAN CARLOS MAQUEDA.
ES COPIA
DISIDENCIA DEL SEÑOR PRESIDENTE DOCTOR DON RICARDO LUIS LORENZETTI Y DE LA SEÑORA VICEPRESIDENTA DOCTORA DOÑA ELENA I.
HIGHTON de NOLASCO
Considerando:
Que esta Corte comparte y hace suyos los argumentos y conclusiones del dictamen de la señora Procuradora Fiscal a cuyos fundamentos y
conclusiones cabe remitirse.
Por ello, se hace lugar a la queja, se declara
procedente el recurso extraordinario y se confirma la decisión recurrida.
Acumúlese la queja al principal y vuelvan los autos al tribunal de origen. Notifíquese y remítase.
RICARDO LUIS LORENZETTI- ELENA I.
HIGHTON de NOLASCO.
ES COPIA
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“V., D. N. c/OSDE s/amparo”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y
Comercial Federal, Sala II, 12/07/2011
“…es bueno no perder de vista los fines que hacen a la existencia y
funcionamiento de las obras sociales. Así, el Sistema Nacional del Seguro
de Salud fue creado “a efectos de procurar el pleno goce del derecho a
la salud para todos los habitantes del país sin discriminación social, económica, cultural o geográfica ...” (art. 1° de la ley 23.661) y tiene como
objetivo fundamental “proveer el otorgamiento de prestaciones de salud
igualitarias, integrales y humanizadas, tendientes a la promoción, protección, recuperación y rehabilitación de la salud ... ” (art. 2° de la ley 23.661
-el subrayado, en ambos casos, es de la Sala-).
En esta línea, el Congreso Nacional diseñó específicamente un sistema
de prestaciones básicas de atención a cargo de las obras sociales (arts. 1 °
y 3° de la ley 23.660) y a favor de sus beneficiarios con el objeto de procurar el pleno goce del derecho a la salud sin discriminación alguna y de
brindarles una cobertura integral a sus necesidades y requerimientos (arts. 1 y
2 de la ley 23.661 -el subrayado también es de la Sala-).
En las condiciones enunciadas, los agravios expresados resultan inatendibles, ponderando (…) que la persona humana es eje y centro de
todo el sistema jurídico y, en tanto fin en sí misma -más allá de su naturaleza trascendente-, es inviolable, constituyendo el derecho a la vida
un valor fundamental a cuyo respecto los restantes valores siempre tienen carácter instrumental (Corte Suprema, Fallos: 316: 479 y 323:1339)”
(considerando 5º).
CAUSA 2.303/11
Buenos Aires, 12 de julio de 2011.
VISTO: el recurso de apelación interpuesto a
fs. 62, fundado a fs. 63/40 vta. y contestado a fs.
72/75 vta., contra la decisión de fs. 59/60 vta.;
Y CONSIDERANDO:
1. Que, ante todo, es pertinente recordar que
las medidas cautelares, más que a hacer justi-
89
90
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
cia, están destinadas a dar tiempo a la Justicia
para cumplir eficazmente su obra (conf. Di Iorio, J., “Nociones sobre la teoría general de las
medidas cautelares”, LL-1978-B-826; esta Sala,
causa 9.334 del 26.6.92). De allí que para decretarlas no se requiera una prueba acabada de
la procedencia del derecho invocado -extremo
sólo definible en la sentencia final- (esta Sala,
causa 1.934/01 del 5.4.01 -y sus citas-), ni el estudio exhaustivo de las relaciones que vinculan
a las partes -cuya índole habrá de ser dilucidada
con posterioridad-, sino tan sólo un examen
prudente por medio del cual sea dado percibir
en el peticionario un fumus boni iuris.
Lo expuesto, desde que la verosimilitud del
derecho equivale, más que a una incontestable realidad, a la probabilidad del derecho en
cuestión (esta Sala, causa 1.934/01 indicada
-y sus citas-).
2. Que, sentado lo anterior, cabe señalar que,
si bien las medidas cautelares innovativas justifican una mayor prudencia en la apreciación de
los recaudos que hacen a su admisión, por alterar el estado de hecho o de derecho existente al
tiempo de su dictado y configurar un anticipo
de jurisdicción favorable respecto del fallo final
de la causa (Fallos 316:1833 y 319:1069, entre
otros), la Corte Suprema ha sostenido que no
se puede descartar el dictado de una medida
cautelar por temor a incurrir en prejuzgamiento cuando existen fundamentos que imponen
expedirse provisionalmente sobre la índole
de la petición formulada, añadiendo que estos
institutos procesales enfocan sus proyecciones
sobre el fondo del litigio, porque su objetivo es
evitar la producción de perjuicios que podrían
producirse en caso de inactividad del órgano
jurisdiccional y tornarse de muy dificultosa o
imposible reparación al tiempo de dictarse la
sentencia definitiva (Fallos 320:1633).
Desde esta perspectiva, la identidad entre el
objeto de la medida precautoria y el de la acción no es, en sí misma, un obstáculo a su procedencia en tanto se encuentren reunidas las
exigencias que hacen a su admisibilidad (esta
Sala, causa 7.802/07 del 20.11.07, entre otras),
de manera que el agravio fundado en esa circunstancia es inatendible.
3. Que, en el caso, se advierte que la naturaleza de la patología de D. N. V., que tiene 46
años de edad y que padece diabetes mellitas
tipo I -insulina requirente- (ver informe de fs.
8/9), justifica la toma de medidas rápidas que
tiendan a asegurar la efectiva recepción de una
atención médica apropiada, como sería la que
consiste en contar con una bomba de insulina
modelo “Paradigma Veo 554/754”, que le fue
prescripta por la doctora Claudia E. Lamela,
médica del servicio de nutrición del Hospital
Durand y miembro titular de la Sociedad Argentina de diabetes y de la Asociación Europea
de diabetes, en el marco del tratamiento que le
fue indicado (ver instrumento de fs. 6/7 vta.).
Por lo demás, el juzgamiento actual de la pretensión es posible sólo mediante una limitada
aproximación al tema planteado, dado los estrechos márgenes cognitivos del ámbito cautelar
(esta Sala, causa 3.912/02 del 20.8.02)
4. Que, por cierto, la invocación realizada por
la obra social en el sentido de que la bomba de
insulina que ofreció -modelo “Paradigma 715”“satisface los requerimientos” de la peticionaria
“conforme a la evaluación de la Auditoría Médica” de su parte (primer párrafo de fs. 67 vta.) no
alcanza prima facie para obstaculizar el derecho
de la actora a contar con el equipamiento indicado para su situación, teniendo en cuenta que
-como quedó expuesto- fue prescripto por una
médica especializada en la materia como consecuencia de la patología que aquí se trata y en
función de los resultados obtenidos en los estudios que le fueron realizados (esta Sala, causa
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
9.396/06 del 22.9.06); por cierto, los argumentos ensayados por la recurrente sobre el punto
-consistentes, en definitiva, en que el modelo
solicitado por su afiliada no es el adecuado
para atender las dolencias que la aquejan- no
fueron siquiera mínimamente respaldados con
elemento convictivo alguno (esta Sala, causa
3.374/10 del 12.11.10).
5. Que, para finalizar, es bueno no perder de
vista los fines que hacen a la existencia y funcionamiento de las obras sociales.
Así, el Sistema Nacional del Seguro de Salud
fue creado “a efectos de procurar el pleno goce
del derecho a la salud para todos los habitantes
del país sin discriminación social, económica,
cultural o geográfica ...” (art. 1° de la ley 23.661)
y tiene como objetivo fundamental “proveer el
otorgamiento de prestaciones de salud igualitarias, integrales y humanizadas, tendientes a la
promoción, protección, recuperación y rehabilitación de la salud ... “ (art. 2° de la ley 23.661
-el subrayado, en ambos casos, es de la Sala-).
En esta línea, el Congreso Nacional diseñó
específicamente un sistema de prestaciones básicas de atención a cargo de las obras sociales
(arts. 1 ° y 3° de la ley 23.660) y a favor de sus
beneficiarios con el objeto de procurar el pleno
goce del derecho a la salud sin discriminación
alguna y de brindarles una cobertura integral a
sus necesidades y requerimientos (arts. 1 y 2 de la
ley 23.661 -el subrayado también es de la Sala-).
En las condiciones enunciadas, los agravios
expresados resultan inatendibles, ponderando:
a) que la persona humana es eje y centro de
todo el sistema jurídico y, en tanto fin en sí
misma -más allá de su naturaleza trascendente-, es inviolable, constituyendo el derecho a la
vida un valor fundamental a cuyo respecto los
restantes valores siempre tienen carácter instrumental (Corte Suprema, Fallos: 316: 479 y
323:1339); y
b) que el peligro en la demora es evidente en
la especie, en tanto se encuentra en serio riesgo el derecho a la salud de D. N. V., y que las
circunstancias que especifican la presente causa exigen una solución particular, que asegure
fundamentalmente la valiosidad del resultado
de la intervención judicial, priorizando -por
sobre intereses de orden patrimonial colectivos- derechos de mayor rango, como son el
derecho a la vida y a la preservación de la integridad psíquico-física (arts. 42 de la Constitución Nacional y 12 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
ONU, ratificado por ley 23.313 -de jerarquía
superior a las leyes internas, según el artículo
75, inc. 22, de aquélla).
Por ello, SE RESUELVE: confirmar la decisión apelada; impónese las costas a la vencida
(arts. 68 y 69 del Código Procesal).
El doctor Santiago B. Kiernan se encuentra de
licencia (art. 109 del RJN).
Regístrese, notifíquese y devuélvase.
91
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Alegre Vergara, Nancy Elsa”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta,
17/03/2011
“…al tener la demandada como finalidad la cobertura de prestaciones
médico asistenciales a favor de sus afiliados está obligada a brindar las
prestaciones que la ley pone a cargo de las entidades adheridas al sistema,
ya que el principio que debe tenerse como rector es aquél que impone
que si se halla en juego la subsistencia de un derecho fundamental como
es el derecho a la salud, de principal rango tanto en el texto constitucional
como en los tratados internacionales incorporados con esa jerarquía en el
art. 75 inc. 22, y ante la interposición del mecanismo también consagrado
constitucionalmente en el art. 43 con el objeto de garantizar de un modo
expedito y eficaz su plena vigencia y protección, procede exigir de los
órganos judiciales una interpretación extensiva y no restrictiva sobre su
procedencia a fin de no tornar utópica su aplicación (conf. este Tribunal
en “Pucheta Luis A. en representación de su hija P.E. c/IOSE s/Acción de
Amparo”, sentencia del 3 de setiembre de 2009)” (considerando V.).
EXPTE. N° 452/10, JUZGADO FEDERAL
DE SALTA N° 2
///ta, 17 de marzo de 2011.
Y VISTO:
El recurso de apelación interpuesto por el
apoderado legal del INSSJP-PAMI- UGL XIISalta, a fs. 30/31; y
tubre de 2010 (fs.19/21) por el cual el Juez de
la instancia anterior resolvió hacer lugar a la medida cautelar innovativa peticionada por Nancy
Elsa Alegre Vergara (en representación de su
hija menor J, G. A) y en consecuencia ordenó
prestar la cobertura médica asistencial integral
permanente, autorizando la internación de la
menor en la Clínica Privada de Rehabilitación
Neurológica Rita Bianchi de la Provincia de
Córdoba, conforme lo solicitado por lo facultativos tratantes en la Ciudad de Salta (fs. 30/31).
CONSIDERANDO:
II. Agravios:
I. Que vienen las presentes actuaciones en
virtud del recurso de apelación interpuesto en
contra del pronunciamiento de fecha 28 de oc-
La recurrente, expresó agravios, mediante escrito que obra a fs. 30/31.
93
94
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Dijo que el a quo resolvió sin considerar que
no es tal el peligro en la demora invocado, ya
que la afiliada se encuentra actualmente contenida con la prestación médica que se le brinda
en HIRPACE de esta ciudad y que, conforme
lo solicitado por el médico que atiende a la menor, es un tratamiento de rehabilitación integral -adjuntando copias del mismo- solo que en
clínicas diferentes a la determinada por el Dr.
Arias, dado que la denominada Rita Bianchi no
es prestadora del INSSJP, pero que son específicas a la patología que padece la afiliada.
Añadió que ya ha pasado más de un año del
ofrecimiento de su parte sin que la madre decida dentro de sus prestadores a cual derivarla,
dilatando ella misma el cuidado y tratamiento
adecuado conforme lo indica su médico, por
el solo hecho de pretender concurrir a una
clínica no prestadora. Dijo que no existen razones que acrediten la falta de idoneidad de
sus clínicas con relación a la patología y tratamiento solicitado.
En definitiva, afirma que uno de los motivos
en que se funda la resolución que hace lugar a la
medida cautelar expresa ‘peligro en la salud del
presentante de no lograrse una rápida atención
a la problemática presente’, explicando que ello
no es así porque: 1) el instituto ofreció la atención solicitada por el médico desde hace más
de un año y la dilación es exclusivamente por
motivos de la madre y que ellos desconocen y
2) que la menor no se encuentra desamparada
dado que es atendida en HIRPACE, que es una
prestigiosa entidad del medio.
Concluyó la fundamentación del recurso
interpuesto diciendo que conforme surge del
dictamen emitido por el Departamento de
Prestaciones Médicas del Instituto, la provincia de Salta no cuenta con un centro de Rehabilitación Integral y es por ello que se ofrece el
traslado a la provincia de Córdoba a los cen-
tros de rehabilitación que son prestadores del
instituto de forma inmediata previo consentimiento de la madre.
Como parte de su expresión de agravios
acompañó expediente interno de la afiliada
(fs. 24/29).
III. Postura de la amparista y constancias de
su parte:
En cuanto a los hechos, J. A., de 12 años de
edad, sufre de parálisis cerebral, retraso psicomotriz y epilepsia focal sintomática, retraso de
lenguaje, cuadriparesia hipotónica, crisis convulsivas esporádicas, discapacidad permanente
con dependencia total en actividades de la vida
diaria, por lo que se le indicó un tratamiento
rehabilitatorio integral, por el plazo de 3 meses, en la clínica Rita Bianchi de rehabilitación
neurológica (ver fs. 24). El presupuesto acompañado a fs. 26 (31/7/09) ascendía a $ 25.350.
Dijo que si bien el PAMI manifiesta la existencia de esos dos centros de rehabilitación
prestadores del instituto en la provincia de
Córdoba se desatiende que la niña ha venido
realizando diversos tratamientos de rehabilitación en HIRPACE y que, en atención a su caso
específico, los médicos que la tratan -Benavent
y Arias- en el mes de abril de 2009 vieron como
mejor opción para el avance general de la situación de la paciente que realice un tratamiento
intensivo de ocho horas diarias de trabajo durante 3 meses y así lo elevaron al PAMI.
Añade que la respuesta se hizo esperar desde
abril hasta agosto de 2009 y en ella se propuso
clínicas prestadoras que, conforme sostuviera,
no tienen nada ver con la especialidad requerida para la niña.
Afirma que lo solicitado por los médicos tratantes tiene su razón de ser en que Rita Bianchi
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
es una institución de tratamiento de rehabilitación intensivo, en el cual los niños, luego de
permanecer el tiempo solicitado por los profesionales tratantes, logran movilizarse por sus
propios medios, o con apoyo, por el tratamiento
de fisioterapia y kinesioterapia y también logran
avanzar notablemente en su expresión oral, ya
que cuentan con un completo tratamiento psicológico, neurológico y fonoaudiológico.
Explicaron que esta solicitud fue reiterada
el 22/09/10 por los médicos tratantes según
consta a fs. 5.
La parte actora acompaña historia clínica,
presupuesto de la Clínica Rita Bianchi en la localidad de Tanti-Córdoba, memos internos del
PAMI y certificado de discapacidad.
Finalmente, el defensor de la menor afirmó
que las prestaciones solicitadas se encuentran
expresamente avaladas por la ley 24.901 de
Sistema de Prestaciones Básicas de Atención
Integral a favor de las Personas con Discapacidad y por los diferentes tratados internacionales sobre los derechos del niño incorporados a
nuestra Constitución Nacional. Mencionó los
derechos constitucionales afectados y precedentes jurisprudenciales.
IV. Fundamentos y decisión del Tribunal:
Que en primer lugar se advierte que la Corte
Suprema de Justicia de la Nación ha considerado que el derecho a la vida es el primer derecho
de la persona humana que resulta reconocido
y garantizado por la Constitución Nacional
(Fallos: 302:1284; 324:3569). Ha sostenido
también que el hombre es eje y centro de todo
el sistema jurídico y en tanto fin en sí mismo
-más allá de su naturaleza trascendente- su persona es inviolable y constituye el valor fundamental con respecto al cual los restantes valores
tienen siempre carácter instrumental (Fallos:
316:479) (CN Apel. Civil Comercial Federal,
sentencia del 03/01/08, “Da Silva Natalia Beatriz c/Obra Social de la Unión del Personal Civil de la Nación s/Amparo”, entre otros).
A partir de lo dispuesto en los tratados internacionales que tienen jerarquía constitucional
(art 75, inc 22) ha reafirmado el Alto Tribunal
en recientes pronunciamientos el derecho a la
preservación de la salud –comprendido dentro
del derecho a la vida- y ha destacado la obligación impostergable que tiene la autoridad pública de garantizar ese derecho con acciones
positivas, sin perjuicio de las obligaciones que
deban asumir en su cumplimiento las jurisdicciones locales, las obras sociales y las entidades de la llamada medicina prepaga (Fallos:
321:1684; 323: 1339, 324:3569).
Bajo ese encuadre legal surge que el instituto
demandado -en el trámite en primera instancia
ni al momento de expresar los agravios que la
manda judicial le ocasionan- no aportó elementos suficientes para formar opinión de este
Tribunal contraria a la de la instancia anterior,
limitándose casi en exclusiva a discutir la ausencia de peligro en la demora sin preocuparse por
acreditar la idoneidad de sus clínicas con relación a la patología y tratamiento solicitado ni en
desvirtuar que los institutos solicitados por los
médicos tratantes son dedicados exclusivamente a rehabilitación, preparados para el tratamiento de casos corno el de la paciente (ver fs. 44).
Contrariamente, la parte actora desde el escrito inicial (fs. 14/17) hizo saber la especialidad
de la Clínica Rita Bianchi (ver fs. 14 vta. y oficio
del señor Defensor Oficial al PAMI el 6/10/10
de fs. 7), y aclarando que se trataba de una institución especializada según surge de la nota
recibida por el PAMI el 17/04/09 que obra
agregada a fs. 11/13.
Más aún, sobre la base de los nombres que se
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96
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
dieron -Clínica Privada Colombo SRL (provincia de Córdoba), Sanatorio Privado Noroeste
(provincia de Córdoba), Juan XXIII Clínica
Privada de Rehabilitación, Junín Clínica Privada, HIRPACE, más ALPI, más Neuróloga (en
Salta)-, efectuó las averiguaciones pertinentes
obteniendo información específica de cada una
a instancia suya y del defensor (ver fs. 68).
En otras palabras, en febrero de 2011 y por
su propia gestión tomó conocimiento de estas
circunstancias, las que no fueron negadas por
la contraria (ver fs. 68). También es la actora
quien explica que ALPI no es un centro especializado ya que allí se trata enfermos de polio
melitis y no de parálisis cerebral; o que la fisioterapeuta a la que se la derivó se encuentra jubilada. Ninguno de estos puntos fueron debidamente explicados por PAMI en las audiencias
llevadas a cabo, ni negados en su caso.
Y en cuanto a que la derivación objeto del
presente proceso sea solicitada por profesionales de HIRPACE -aunque actuando a título
particular (confr. fs. 70/72)-, se coincide con el
PAMI (ver fs. 31), que se trata de una institución que goza de prestigio y solvencia profesional, no siendo un detalle menor que desde un
lugar con amplia experiencia y reconocimiento
en el país (ver a modo de ejemplo nota de la Sociedad Argentina de Neuroortopedia publicada
en www.caneo.com.ar/hirpace.htm) se recomiende como alternativa de vital importancia
en el progreso de una niña discapacitada, con
una patología sumamente compleja, el tratamiento en cuestión y en especial, en la Clínica
Rita Bianchi de la provincia de Córdoba o en el
Instituto Fleni de la provincia de Buenos Aires,
lo que en ningún caso se contradice con la solvencia de dicha institución para tratar la discapacidad, ni con la decisión del PAMI de tenerlo
entre sus prestadores. Es que, en todo caso, se
trata de un caso muy particular con una madre
-también discapacitada- que avocada totalmen-
te a su hija obtiene óptimos resultados en los
procesos de rehabilitación manteniendo así la
menor una mejor calidad de vida que el promedio de los niños con iguales patologías.
Así es que más que una derivación antojadiza, lo aquí solicitado parece el corolario necesario de los esfuerzos de profesionales esmerados de una institución seria y prestigiosa que
luchan por los mejores resultados posibles
para sus pacientes.
Dicho lo anterior, y siguiendo con el análisis
de los planteos del recurrente se advierte que,
avanzadas las actuaciones y luego que este Tribunal celebrara tres audiencias en las que se
puso especial énfasis en la necesidad de que la
demandada acreditara las prestaciones específicas que podían darle sus institutos y en particular si se asimilaban a las que ofrecía en el
caso la Fundación Rita Bianchi, sus informes
no fueron precisos ni especializados, sino meramente generales sin aportar los datos necesarios, a pesar que estaba en mejores condiciones de hacerlo al tratarse de información que
debía requerir a sus propios prestadores. Debe
tenerse en cuenta que el principio de la carga
dinámica de la prueba exige en determinados
supuestos que pese sobre quien se encuentre
en mejores condiciones la carga de aportar
la prueba respectiva, lo que resulta de mayor
aplicación en el caso, en que expresamente el
Tribunal requirió de la demandada la acreditación de las circunstancias señaladas.
Así surge, por ejemplo, del punto III del escrito de fs. 63, donde a raíz de la audiencia del 5 de
enero de 2011, se limitó a adjuntar “fichas de
prestadores de discapacidad del Instituto todos
ellos idóneos para la cobertura de la prestación
requerida dado que todos los ofrecidos tienen
rehabilitación integral intensiva”, precisando
que solo dos tienen internación -ambos en la
provincia de Buenos Aires, Junín-, destacando
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
que la necesidad de internación sólo se debe a
la discapacidad visual de la madre, no siendo indispensable para la rehabilitación de la afiliada.
Este extremo, sin embargo, queda desvirtuado
con el informe del médico tratante de fs. 44,
cuando dice que, teniendo en cuenta la discapacidad visual de la madre (acompañante), debe
pensarse en un instituto que tenga plazas para
que se internen ambas juntas. En otras palabras,
la internación de la afiliada está requerida por
el médico, pero como la mamá es discapacitada
visual, debería quedarse con ella y no trasladarse, como una ventaja adicional. Lo expuesto, no
es lo mismo que sostener que la internación de
la niña no es indispensable para la rehabilitación de la afiliada como lo hace el PAMI. Y de
ser así, tampoco lo argumentó acabadamente
como para probar tal extremo.
Tampoco se detuvo a analizar el presupuesto
alcanzado por la amparista en su oportunidad,
ni efectuó ejercicios numéricos que permitieran
concluir que lo peticionado es de difícil o imposible cumplimiento para el Instituto. Por el contrario; no se advierte que sea una suma excesiva
por las prestaciones que se brindarán a madre e
hija durante el período del tratamiento intensivo.
Y en este orden de ideas, las obras sociales no
pueden actuar en forma omisiva o reticente,
porque su actividad involucra el derecho a la
salud y a la vida, objeto especial de protección
de nuestro ordenamiento jurídico. De las constancias obrantes en autos surge que la terapia
requerida tiene varias ventajas, entre ellas la de
ser intensiva, específica, limitada en el tiempo,
interdisciplinaria, y encaminada a ser el punto
de partida para posteriores tratamientos que,
por otra parte, deberán seguirse de por vida ya
que se trata de cuestiones incurables.
Y la realidad es que del informe de fs. 70/71
se puede advertir que la menor necesita un tratamiento que no se ha acreditado que lo pueda
brindar un instituto de Salta, es decir, donde
con un equipo interdisciplinario compuesto por
pediatra, neuroortopedista, fisiatra, neurólogo,
nutricionista, terapistas fonoaudiológicos, kinesiólogos, psicólogos, terapista ocupacional, asistente
social y psicopedagogía, quienes en trabajo en
conjunto establecen el programa personalizado
efectúen un corte evaluativo en un tratamiento habitual para tener una visión integral de la
niña, con un trabajo interdisciplinario, que en
forma breve (que puede abarcar entre 15 días
y 3 meses) busque detectar todos los problemas
específicos del paciente y establecer un programa
de trabajo en el que introducirlo, controlando
su evolución y resultados y establecer la guía de
tratamiento a seguir en el lugar de origen.
En síntesis la demandada se limitó a manifestar
que tiene prestadores en discapacidad en otros
lugares del país, pero no puntualizó si satisfacen
lo que se describió en el párrafo precedente y, en
su caso, cuáles serían las posibles diferencias positivas o negativas. Es decir, el Instituto, que no
ha negado la discapacidad de la afiliada, tampoco ha desvirtuado la eficacia de la terapia de rehabilitación intensiva propuestas para la actora
y así, la equivalencia o superioridad de la rehabilitación que ofrece en los centros prestadores
ya sea en Córdoba o en otro punto del país. Y lo
expuesto, concreta y específicamente aplicado a
la paciente y a su patología.
Es que entidades como la aquí demandada
deben efectuar una efectiva vigilancia de sus
prestadores y su responsabilidad debe ser juzgada con criterio estricto (Conf. Cam.Nac.
Apel. en lo Comercial en autos “Zarini, Graciela c/OSPLAD s/Ordinario” en sentencia del
7/03/08). En este sentido el PAMI debe obrar
dentro de los parámetros que su función le impone y no hay constancias en el expediente que
acrediten con suficiencia que las propuestas
ofrecidas son equiparables con las peticionadas
por los médicos tratantes de la menor.
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98
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Más aún, a fs. 74/83 acompañó una serie
de documentos (confeccionados con fechas
varias del mes de febrero de este año) en los
que, en lo esencial, inicia una serie de investigaciones a fin de determinar si pueden otorgar
la prestación requerida (ver especialmente
fs. 74), cuando, en rigor, dichos trámites debieron ser efectuados diligentemente ante el
primer requerimiento que data de principios
del año 2009, actuando conjuntamente PAMI
Salta y todas sus delegaciones, asesorías, madre y médicos tratantes, lo que, empero, no
ocurrió y continúa sin conseguirse aún luego
de la intervención de este Tribunal.
V. Conclusión:
Sobre la base de las consideraciones precedente al tener la demandada como finalidad la
cobertura de prestaciones médico asistenciales
a favor de sus afiliados está obligada a brindar
las prestaciones que la ley pone a cargo de las
entidades adheridas al sistema, ya que el principio que debe tenerse como rector es aquél
que impone que si se halla en juego la subsistencia de un derecho fundamental como es el
derecho a la salud, de principal rango tanto en
el texto constitucional como en los tratados
internacionales incorporados con esa jerarquía
en el art. 75 inc. 22, y ante la interposición del
mecanismo también consagrado constitucionalmente en el art. 43 con el objeto de garantizar de un modo expedito y eficaz su plena
vigencia y protección, procede exigir de los órganos judiciales una interpretación extensiva y
no restrictiva sobre su procedencia a fin de no
tornar utópica su aplicación (conf. este Tribunal en “Pucheta Luis A. en representación de
su hija P.E. c/IOSE s/Acción de Amparo”, sentencia del 3 de setiembre de 2009).
Por otra parte, no cabe silenciar que el certificado de discapacidad es el instrumento que
requiere la ley para gozar de los beneficios que
de ella derivan, acreditándose en el caso concreto con el certificado de fs. 4. En efecto, así
lo establece concretamente la Ley Nacional
24.901 (Sistema de prestaciones básicas en
habilitación y rehabilitación integral a favor de
las personas con discapacidad), cuyo art. 10 expresa que: “A los efectos de la presente ley, la
discapacidad deberá acreditarse conforme lo
establecido por el art. 3 de la ley 22.431 y por
leyes provinciales análogas”. Y en el caso de la
Ley de la Provincia de Salta N° 6.036 (Sistema
de Protección Integral de las personas discapacitadas), en su art. 3° dice que “el Ministerio de
Bienestar Social de la Provincia certificará en
cada caso la existencia de la discapacidad, su
naturaleza y su grado, así como las posibilidades de rehabilitación del afectado. Dicho ministerio indicará también, teniendo en cuenta
la personalidad y los antecedentes del afectado, que tipo de actividad laboral o profesional
puede desempeñar. El certificado que se expida
acreditará plenamente la discapacidad en todos
los supuestos en que sea necesario invocarla”.
Así las cosas, certificada la discapacidad por
la Junta Evaluadora de la Provincia de Salta, la
cobertura integral es obligatoria conforme a
la ley 24.901 y normas reglamentarias y pueden serle opuestas al PAMI quien debe dar
cumplimiento acabado a sus disposiciones, de
modo que no siendo suficientes las defensas
opuestas y las constancias arrimadas por la
demandada como para desvirtuar la necesidad
de llevar a cabo lo propuesto por los especialistas, cabe destacar la procedencia de la acción para obligar a cubrir las prestaciones específicas requeridas a favor de la menor J.G.A.
Por lo demás, debe tenerse en cuenta que
esta Cámara convocó a tres audiencias para
tratar de alcanzar la solución menos gravosa para ambas partes, lo que en la práctica
significó la ordinarización del proceso por
lo que, aún cuando lo venido en recurso fue
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
la concesión de una medida cautelar, lo aquí
dispuesto se traduce en una solución de fondo, luego de haber escuchado directamente y
en tres oportunidades a ambas partes; confirmándose en ese sentido la internación, como
fuera resuelto en primera instancia, por el
período de tres meses, en la Clínica Rita
Bianchi de Córdoba, que es lo que aconseja
la protección y tratamiento de la menor discapacitada cuya salud no tolera más demoras
en la realización del tratamiento que puede
permitirle desarrollar por sí misma funciones
esenciales de la vida.
VI. Costas: Corresponde imponer las costas
al demandado por el principio objetivo de la
derrota (art. 68 primer párrafo del CPCCN)
y toda vez que la amparista actúa representada
por el defensor oficial.
En mérito a lo expuesto, se
RESUELVE:
I) RECHAZAR el recurso de apelación interpuesto por el PAMI, y CONFIRMAR, por los
fundamentos expuestos, la resolución apelada.
CON COSTAS.
II) REGISTRESE, notifíquese y devuélvase
la causa al Juzgado de origen a sus efectos.
No firma el Dr. Jorge Luis Villada por encontrarse fuera del asiento del Tribunal.
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Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Fabersani, Ana Irma”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta, 07/04/2011
“…La salud está comprendida dentro del derecho a la vida, que es el
primer derecho natural de la persona humana pre-existente a toda legislación positiva, entendiendo la Corte Suprema de Justicia de la Nación que
en el preámbulo de la Constitución ya se encuentran expresiones referidas al bienestar general, objetivo preeminente en el que, por cierto, ha
de computarse con prioridad indiscutible la preservación de la salud (cfr.
CSJN, Fallos: 302:1284; 324:754; 325:292; 326:4931; 329:2552; 330:2340,
entre otros) (…)
El derecho a la inviolabilidad de la vida implica necesariamente el referido a una buena calidad de vida y, por consiguiente, a una adecuada atención
médica. Juega un papel central en la sistemática de los derechos humanos,
ya que tiene por contenido un bien humano más básico que todo el resto,
pues resulta ser la condición necesaria, primera y fundamental. La contracara de este derecho es una obligación activa, que no consiste en una
abstención y omisión, sino en un dar o en un hacer positivo y universal,
porque la misma obligación activa existe ante o frente a toda la sociedad
(cfr. Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata, “Fernández; Mónica
Patricia y otros c/ SUMA s/amparo”, interlocutorio del 31/5/07, www.saij.
jus.gov.ar, Sumario BM000257)” (considerando 2º).
///ta, 7 abril de 2011.
VISTO:
El recurso de apelación interpuesto por la
demandada en contra de la sentencia de fs.
97/100vta.; y
CONSIDERANDO:
Antecedentes:
1.1. Se inician estos autos con motivo de la
demanda de amparo iniciada por Ana María
Fabersani, con patrocinio letrado de Defensor
Público Oficial, a fin de que el Instituto de la
Obra Social del Ejército (en adelante, IOSE)
provea a su hija atención médica real e integral,
le provea una silla de ruedas ultraliviana con
101
102
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
asiento postural según especificaciones de la
kinesióloga y fisioterapeuta tratante (Lic. Hidalgo) y autorice los traslados necesarios para
el tratamiento de rehabilitación, por cuanto
Estefanía, de 22 años de edad, padece hidrocefalia congénita, lo que trajo aparejado retraso
mental leve, retraso motriz, lingüístico y visual.
Asimismo, solicitó se reintegren todos los gastos generados por la cirugía de colocación de
válvula realizada el 18 de octubre de 2009 por
los Dres. Pantaleón Saladino y Pablo Lucatti,
así como otros gastos derivados de su atención
como medicación, consultas, colchón de agua,
nebulizador y leche medicamentosa.
1.2. A fs. 80/86 vta. la demandada presentó
el informe del art. 8 de la ley 16.986 negando
que haya mediado arbitrariedad pues su parte
cumplió con la autorización del tratamiento
de rehabilitación y la provisión de la silla, resultando abstracto el planteo respectivo. Puntualizó que la amparista presentó su solicitud
ante el IOSE el 16 de noviembre, de modo que
ni siquiera esperó tiempo razonable para obtener respuesta, acudiendo directamente a la
acción de amparo. Puntualizó que lo concerniente al reintegro de gastos no puede articularse por la vía intentada.
1.3. Que la sentencia de primera instancia
liminarmente declaró abstracta la cuestión
referida al requerimiento de la silla de ruedas
ultraliviana con asiento postural según especificaciones y la autorización de traslados para
rehabilitación; todo lo cual fuera expresamente conferido por la obra social demandada. En
segundo término, admitió la acción de amparo
promovida en cuanto al reintegro solicitado,
ordenándolo a la demandada en el plazo de 48
horas respecto de los gastos arriba referidos,
acreditados mediante las copias de recibos de
fs. 26/31, 33/45 y 47/51, como así también
se autorice la internación domiciliaria por 12
horas diarias conforme lo solicitado.
1.4. A fs. 103/105 la demandada funda la
apelación, sosteniendo que el fallo la agravia
por cuanto no existió desamparo, prueba de
lo cual fue el cumplimiento de las prestaciones
admitido por la propia demandada. Critica que
se haya resuelto disponer el reintegro por esta
vía, dado que no es procesalmente procedente,
máxime si el IOSE ha efectuado numerosos
reintegros de prácticas y evacuaciones solicitadas por la amparista, de modo que sería necesario un análisis exhaustivo de cada una de las
prestaciones solicitadas, lo que excede el marco
de la presente acción. Cita jurisprudencia en la
cual se imprimió el trámite correspondiente al
juicio ordinario a un reclamo de reintegro de
erogaciones efectuado al IOSE.
1.5. A fs. 109/112 la actora contesta los agravios, solicitando su desestimación en base a
consideraciones que consisten fundamentalmente en la reiteración de argumentos vertidos
en la anterior instancia.
2) La salud está comprendida dentro del derecho a la vida, que es el primer derecho natural
de la persona humana pre-existente a toda legislación positiva, entendiendo la Corte Suprema
de Justicia de la Nación que en el preámbulo de
la Constitución ya se encuentran expresiones
referidas al bienestar general, objetivo preeminente en el que, por cierto, ha de computarse
con prioridad indiscutible la preservación de
la salud (cfr. CSJN, Fallos: 302:1284; 324:754;
325:292; 326:4931; 329:2552; 330:2340, entre otros). Asimismo, por estar involucrada una
persona con discapacidad, le torna aplicable
el art. 75 inc. 23, en tanto estatuye “legislar y
promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y
de trato (…) -en particular respecto de (...) las
personas con discapacidad”.
El derecho a la inviolabilidad de la vida implica necesariamente el referido a una buena
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
calidad de vida y, por consiguiente, a una adecuada atención médica. Juega un papel central
en la sistemática de los derechos humanos, ya
que tiene por contenido un bien humano más
básico que todo el resto, pues resulta ser la condición necesaria, primera y fundamental. La
contracara de este derecho es una obligación
activa, que no consiste en una abstención y
omisión, sino en un dar o en un hacer positivo
y universal, porque la misma obligación activa
existe ante o frente a toda la sociedad (cfr. Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata,
“Fernández; Mónica Patricia y otros c/SUMA
s/amparo”, interlocutorio del 31/5/07, www.
saij.jus.gov.ar, Sumario BM000257).
Sentado lo anterior, cabe señalar que se encuentra acreditado en la causa que Estefanía
Ruth Priscila Jurado padece de hidrocefalia
congénita postrante (hipotonía de los cuatro
miembros), con retraso mental y visual, dislexia y episodios de obstrucción valvular que
afecta la deglución (fs. 6, 7, 9, 10, 11/14, 22).
También se comprobó el reconocimiento, por
parte de la demandada, de los reclamos concernientes a la silla de ruedas y traslado para el
tratamiento de fisioterapia.
Lo que en cambio sigue discutiéndose es lo
relativo al reintegro de gastos efectuados por
la demandante, aspecto que -como se dijo en
el relato de los hechos- la obra social se niega
a debatir con el sólo argumento de que el amparo no es la vía indicada a tal fin y que sería
necesario un profundo análisis de las prestaciones solicitadas.
Pues bien, esta postura es equivocada porque
no se advierte complejidad alguna en el análisis
de los gastos que se reclaman; más aún si se tiene
en cuenta que el reintegro viene siendo solicitado desde bastante tiempo atrás, por lo que pudo
el Instituto demandado analizar la legitimidad
de los mismos, cuyas facturas se acompañan.
En efecto, no sólo surge palmario que el grave
estado de salud de la paciente amerita sin rodeos las erogaciones que se detallan a fs. 24/25,
que lucen de toda lógica y coherencia con el
diagnóstico y tratamiento de la enfermedad que
aquélla padece, sino que, además, las mismas se
encuentran acreditadas de modo puntilloso.
Todos y cada uno de los gastos en farmacia
(por leche, medicamentos, sonda, cánula y nebulizador), consultas a médico nutricionista,
neurólogo e infectólogo, compra de colchón
de agua y honorarios e internación 9 por intervención quirúrgica (en total, 36 pagos) encuentran respaldo en tickets y facturas cuyas copias
obran desde fs. 26 hasta fs. 51 y que han sido
objeto de análisis por esta Cámara.
Así las cosas, resultando clara la procedencia del reintegro, negar la posibilidad de hacer
efectiva la obligación del IOSE con el sólo argumento de la excepcionalidad de la vía, constituye un excesivo rigor formal e implica en los
hechos imponer una carga más a la madre de
la paciente discapacitada, que ha obrado con
diligencia y previsión más allá del dolor que
evidentemente le genera la situación.
Al respecto, la Corte Suprema de Justicia de
la Nación ha aconsejado que se debe evitar el
excesivo rigor formal (casos “Colalillo”, Fallos:
247:176, “Cabrés”, Fallos 240:99 y JA 195811238). La garantía del debido proceso demanda
evitar el “exceso ritual” que da prioridad a las
formas en desmedro de su finalidad, que es
buscar y realizar la justicia (Bidart Campos,
“Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino”, Ediar, Buenos Aires 1989,
tomo 1, p. 467). Las formas procesales, ha dicho también nuestro tribunal cimero, “tienden
a proteger a los litigantes a fin de asegurar la
mayor eficiencia y celeridad de las decisiones
judiciales; y si para ello es indispensable remover los obstáculos que puedan encontrar
103
104
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
los jueces para desempeñar eficazmente sus
funciones, no caben interpretaciones que sólo
conducen a atribuir más importancia a los
medios que se instrumentan para alcanzar dicha finalidad, que ésta en sí misma (Morello,
“El Proceso Justo”, La Plata 1994, Lib. Editora
Platense, p. 228, y “El Proceso Justo”, LL 1990C-808, CApe1CC Salta, Sala III, 3-3-05, “Vallejo c. Eckart”, Tomo año 2005, p. 156; esta
Cámara 11-08 in re “Sureda, Ricardo José c.
PEN- Estado Nacional, Banco Francés y otros
s/ amparo- medida cautelar”).
Por tal motivo entonces, frente al planteo de
reintegro de gastos realizado por la actora para
la atención de la salud de su hija discapacitada,
no es válido que el Instituto demandado niegue
su procedencia oponiendo una cuestión eminentemente formal (como es que el amparo no
es la vía adecuada para ello), siendo que en el
trámite procesal tuvo la posibilidad de ejercitar
adecuadamente su derecho de defensa. Por el
contrario, en lugar de buscar dar respuesta y
soluciones a los pedidos de la afiliada, se limitó
a insistir en lo inadecuado del trámite utilizado
para tal reclamo.
Es asimismo inaceptable que se postergue
el reconocimiento de la internación domiciliaria por doce horas, cuando es obvio que la
paciente requiere de asistencia permanente
por su estado de postración, ceguera, afasia
motora y la dificultad en alimentarse; a lo que
se suma nuevamente la buena voluntad de la
madre que se ofrece a cubrir las horas de la
noche (cfr. fs. 63 vta).
Por último, y a mayor abundamiento, cabe
puntualizar la falencia que presenta la expresión de agravios (art. 265 del CPCCN), ya que
la negativa genérica allí efectuada resulta estéril
frente a la contundencia del mandato constitucional de protección integral de la salud,
respecto a la prueba aportada por la actora y
dada la extrema emergencia de la situación que
motiva esta acción.
Por todo ello, se
RESUELVE:
I) RECHAZAR el recurso de apelación interpuesto por la demandada, con costas (art.
68 CPCCN).
II) REGÍSTRESE, notifíquese y oportunamente devuélvanse las actuaciones al Juzgado
Federal de Salta N° 1.
No suscribe la presente el Dr. Jorge Luis
Villada por encontrarse ausente del lugar de
asiento del Tribunal.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Gazanea, Walter c/EMEDIC S.A. s/Amparo”, Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, 10/05/2011
“…Antes de la reforma constitucional, con fundamento en el art. 14
bis C.N. y actualmente en virtud del art. 75, inc. 22, con la incorporación
de los tratados internacionales, el derecho a la salud posee expresamente
jerarquía constitucional (v. Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, art. 12, ap. 1 y 2, incs. a), b), c) y d); Declaración Universal de los Derechos Humanos, art. 25.1 y la Declaración Americana
de los Derechos y Deberes del Hombre, art. XI) (v. “Constitución de la
Nación Argentina”, comentada por Néstor Sagüés, págs. 139, 149 y 133),
(arg. Acuerdos de esta Sala “B” nº 242/2000 y 954/2001, entre otros)”
(considerando 5º).
N° 219 /11- Civil/Int.
Rosario, 10 de mayo de 2011.
Visto, en Acuerdo de la Sala “B”, el expediente
nº 7096-C caratulado “Pieza separada en autos:
GAZANEA, Walter c/EMEDIC S.A. s/Amparo – Sumarísimo”, (nº 87.142 del Juzgado Federal N° 1 de Rosario), de los que resulta que:
Vienen los autos a la Alzada a raíz del recurso
de apelación -en subsidio del de revocatoriainterpuesto por la actora (fs. 56/59) contra
la resolución n° 58 del 18 de marzo de 2011,
mediante la cual no se hizo lugar a la medida
cautelar solicitada (fs. 50/52).
Rechazada la revocatoria y concedido el recurso de apelación (fs. 60), son elevados los
autos a esta Alzada (fs. 65).
Recibidos en esta Sala “B”, mediante Acuerdo n° 144/11 se aceptó la excusación de la
Vocal Dra. Elida Isabel Vidal para intervenir
en la presente causa, quedando la misma en
condiciones de resolver por los allí suscriptos
(fs. 67).
Y Considerando:
1°) El actor -luego de exponer los antecedentes de la causa- expresa que el a quo rechazó la
cautelar solicitada al considerar que no existe
verosimilitud en el derecho y peligro en la demora, agregándose que no se dan los requisitos
de la resolución n° 742/2009 de Salud Pública
de la Nación, toda vez que no se ha acreditado
que el actor haya sido asistido por un equipo
multidisciplinario y por veinticuatro meses
haya intentado otros métodos no quirúrgicos
para tratar la obesidad.
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Se agravia del fallo en cuanto considera que
el mismo carece de motivación en los hechos y
fundamento en derecho; y en cuanto se ha incurrido -dice- en un exceso ritual en cuanto a la
valoración de los hechos y pruebas, circunstancia que hace que deba ser revocada al carecer de
la debida fundamentación.
Manifiesta que se ha acompañado en los presentes documentación médica otorgada por
diversos profesionales que dan cuenta de la
gravedad y necesidad urgente del tratamiento
quirúrgico postulado. Afirma que no sólo existe
la indicación por un equipo médico multidisciplinario especializado en cirugía bariátrica del
“Sanatorio Británico”, sino que también se estableció el carácter perentorio de la misma por
parte de diversos profesionales cuya documental médica obra agregada a la causa.
Se queja de que sin elementos probatorios de
origen médico se afirme que no existe verosimilitud en el derecho. Agrega que se contraría
dogmáticamente la indicación de cirugía suscripta por un equipo médico especializado en
la materia de la “Unidad de Cirugía Bariátrica y
Metabólica del Servicio de Cirugía General del
Sanatorio Británico”, ratificado por la psicóloga
Adriana M. Antinori.
Transcribe la historia clínica del actor, mencionando que la resolución impugnada desconoce que el actor desde la infancia padece
obesidad y que ha fracasado en diversos tratamientos por lo cual un equipo interdisciplinario le diagnosticó como única solución posible
la cirugía propuesta, que considera debe prestar
la obra social accionada.
Estima que no se puede afirmar en autos con
mínima seriedad que “no existe peligro en la
demora” pues la actora tiene indicación de cirugía por graves patologías asociadas a su obesidad que le confieren el carácter de mórbida e
hiperobesidad según el médico cardiólogo Dr.
Hugo Gutiérrez.
Aduce que el fallo, al afirmar que el criterio 5°
de la resolución del Ministerio de Salud no se
cumple, dado que fija como condición que el
paciente haya intentado otros métodos no quirúrgicos para control de obesidad bajo supervisión médica por lo menos durante 24 meses,
deviene claramente arbitrario al fallar en contra
de concretas pruebas allegadas a la causa.
Se agravia así también que el tribunal desconozca dictámenes coincidentes allegados a la
causa de endocrinólogos, cirujanos, psicólogos y
psiquiatras y que el derecho a la salud es un derecho humano de rango supralegal, que no puede
ser condicionado en su ejercicio hasta desconocerlo por una resolución de un Ministerio.
Se queja en cuanto el fallo desinterpreta derechos humanos básicos contemplados en la
Constitución Nacional y en Pactos Internacionales, priorizando una resolución ministerial
meramente orientativa por sobre las normas
de rango supralegal contenidas en normas de
jerarquía constitucional.
Estima que del cúmulo probatorio obrante
en los presentes surge con absoluta claridad
que el único tratamiento posible para el actor es la cirugía ordenada, señalando además
que no cabe oponer opciones meramente
dilatorias para tratar la patología que ya han
fracasado y que el equipo médico tratante ha
desaconsejado por ser inútiles.
Cita jurisprudencia y doctrina en cuanto a la
vía del amparo en materia de salud y finaliza
la exposición de sus argumentos sosteniendo
que la autocontradicción del fallo radica en
reconocer que la propia ley de obesidad reconoce el interés nacional en la prevención y control de trastornos alimentarios, más prioriza el
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
interés económico de la obra social por sobre
la salud del afiliado, negándosele por parte de
ésta la única solución posible a criterio de sus
médicos tratantes.
2°) El actor inicia la presente acción de amparo contra la prestadora de su Obra Social
EMEDIC S.A. a fin de que se ordene a la misma
cubrir las siguientes prácticas médicas: cirugía
bariátrica (by-pass gástrico laparoscópica) a
cargo del equipo médico del “Sanatorio Británico”, con más los gastos médicos, aparatología,
medicamentos, internación y todo tratamiento
conducente a corregir el diagnóstico.
Solicitó el dictado de medida cautelar. (fs.
45/47).
3°) Del examen de estas actuaciones, surge que
el actor Walter Gazanea, es afiliado EMEDIC
S.A., presentando un cuadro de obesidad mórbida evidenciada y objetivada entre otros aspectos
por su índice de masa corporal (fs. 35 y 41), habiéndosele prescripto cirugía bariátrica (fs. 41).
Según el “resumen médico de historia clínica”,
tiene 32 años de edad, con una altura de 1,80 metros y 195 kilogramos de peso, con un Índice de
Masa Corporal 60.49 Kg./m2 (fs. 35). En primer
término se destaca que la ley n° 26.396 -que declara de interés nacional la prevención y control
de los trastornos alimentarios, entre otros, la obesidad-, en su art. 15 dispone que: “Quedan incorporadas en el Programa Médico Obligatorio la
cobertura del tratamiento integral de los trastornos alimentarios según las especificaciones que a
tal efecto dicte la autoridad de aplicación”; y en su
art. 16 dispone que: “La cobertura que deberán
brindar todas las obras sociales y asociaciones de
obras sociales del Sistema Nacional incluidas en
la Ley Nº 23.660, recipiendarias del fondo de redistribución de la Ley Nº 23.661, las demás obras
sociales y organismos que hagan sus veces creadas o regidas por leyes nacionales, y las empresas
o entidades que presten servicios de medicina
prepaga, conforme a lo establecido en la Ley Nº
24.754, incluirá los tratamientos médicos necesarios, incluyendo los nutricionales, psicológicos,
clínicos, quirúrgicos, farmacológicos y todas las
prácticas médicas necesarias para una atención
multidisciplinaria e integral de las enfermedades.”
Y mediante Resolución n° 742/09, el Ministerio de Salud Pública de la Nación aprobó e
incorporó al Programa Médico Obligatorio
el conjunto de prestaciones básicas esenciales
para la cobertura de la obesidad, entre las cuales
se incluye el tratamiento quirúrgico de by-pass
gástrico para pacientes con índice de masa corporal igual o mayor a 40 kg/m2, estableciendo
criterios de inclusión y exclusión.
4°) El art. 230 del Código de Procedimientos en lo Civil y Comercial de la Nación contiene los requisitos que deben reunirse para el
dictado de la medida cautelar.
El primero está configurado por la verosimilitud del derecho o humo de buen derecho o
“fumus bonis iuris”; éste se refiere a la posibilidad de que ese derecho exista, no una incontestable realidad, que sólo se logrará determinar al agotarse el trámite de la acción incoada
y se dicte sentencia, lo cual propugna una amplitud de criterio a su respecto, sobre todo en
materia de salud física y/o mental.
En este sentido, ha señalado la Corte Suprema
de Justicia de la Nación que “…como resulta de
la naturaleza de las medidas cautelares, ellas no
exigen de los magistrados el examen de certeza
sobre la existencia del derecho pretendido, sino
sólo de su verosimilitud, desde que el juicio de
verdad en esta materia se encuentra en oposición a la finalidad del instituto cautelar, que no
es otra cosa que atender a aquello que no exceda
del marco de lo hipotético, dentro del cual, asimismo, agota su virtualidad.” (Fallos 306:2060).
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Otro de los presupuestos indispensables es la
existencia de peligro en la demora. Esto significa que debe existir un temor grave y fundado
en el sentido de que el derecho que se va a reclamar se pierda, se deteriore o sufra un menoscabo durante la sustanciación del proceso (conf.
Falcón, Enrique M. “Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación”, T. II, pág. 235, edit.
Abeledo Perrot, 1983).
actual. Realizó múltiples tratamientos con profesionales nutricionistas, apuntando al cambio de
hábitos y dietas, éstos han fracasado en el tiempo
y el paciente no ha logrado mantener un peso
adecuado”; en el 4°) “riesgo quirúrgico aceptable, es decir tener controladas las comorbilidades antes de la cirugía según escala ASA…”.
Y que la cautela no pudiera obtenerse por medio de otra medida precautoria.
En este punto conviene poner de resalto
que la propia ley refiere al término “aceptable” como regla de inclusión y “elevado”
como de exclusión.
5°) Definidos conceptualmente los recaudos
exigidos, corresponde establecer si en el caso en
estudio se encuentran configurados los mismos,
concluyendo este Tribunal que dentro del estrecho marco cognoscitivo de la medida precautoria requerida, el derecho invocado en el presente
proceso cautelar luce en principio verosímil.
En relación al examen cardiológico, el mismo da cuenta de “riesgo quirúrgico habitual”
(fs. 24); por su parte el examen neumológico
establece un “riesgo quirúrgico aumentado por
su hiperobesidad” (fs. 28), lo que permitiría
considerarse que el mismo resulta inherente a
la patología que sufre.
En efecto, acreditada la enfermedad que padece el accionante, y la prescripción quirúrgica
indicada por los médicos tratantes, habremos
de remitirnos a la normativa aplicable al caso
en estudio.
Finalmente, en el 5°) “haber intentado otros
métodos no quirúrgicos para control de la obesidad bajo supervisión médica, por lo menos
por VEINTICUATRO (24) meses, sin éxito
o con éxito inicial, pero volviendo a recuperar
el peso perdido, estableciéndose como tratamiento a contactos de al menos UNA (1) vez
por mes con equipo multidisciplinario durante los dos años previos en forma ininterrumpida”. En este sentido surge que el actor ha sido
evaluado por profesionales médicos en la especialidad de la “Unidad de Cirugía Bariátrica
y Metabólica. Servicio de Cirugía General”
del “Sanatorio Británico” (según los informes
de fs. 35/41), los que se encuentran firmados
por cirujanos bariátricos, médicos clínicos,
nutricionista y psicóloga, lo que alcanzaría a
cubrir, en este estado procesal, la exigencia de
la reglamentación aplicable al caso en trato.
El punto 4 del anexo 1 de la resolución n°
742/09 dispone que “podrán acceder al tratamiento quirúrgico los pacientes que cumplan
los siguientes criterios de inclusión”.
En el 1°) establece la edad de 21 a 65 años. En
el caso, el actor tiene 32 años de edad; en el 2°)
estipula el índice de masa corporal mayor de
cuarenta (40) kg/m2, el actor presenta un cuadro de 60.49% de IMC (fs. 35); en el 3°) “más de
CINCO (5) años de padecimiento de obesidad
no reductible demostrado mediante resumen
de Historia Clínica de Centros donde haya sido
evaluado en los últimos CINCO (5) años”. En
este punto surge de la historia clínica obrante a
fs. 35/40 que “…La enfermedad data desde la
infancia y ha sido progresiva hasta el momento
Todas las circunstancias expuestas precedentemente, hacen que el derecho invocado luzca
verosímil, teniéndose presente que cuando está
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
en juego la vida y la salud de la persona, no hay
justificación suficiente para dilaciones, salvo que
se acreditare científica o técnicamente su inconveniencia, lo que no consta documentadamente
haya acontecido en el caso en estudio.
Walter siente dolores de pies, incomodidad para
movilizarse y desplazarse. Manifiesta “me siento
restringido” tanto en lo laboral como en el resto
de sus actividades cotidianas… Pueden observarse signos de ansiedad e impulsividad.
Antes de la reforma constitucional, con fundamento en el art. 14 bis C.N. y actualmente en virtud del art. 75, inc. 22, con la incorporación de
los tratados internacionales, el derecho a la salud
posee expresamente jerarquía constitucional (v.
Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, art. 12, ap. 1 y 2, incs. a),
b), c) y d); Declaración Universal de los Derechos Humanos, art. 25.1 y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre,
art. XI) (v. “Constitución de la Nación Argentina”, comentada por Néstor Sagüés, págs. 139,
149 y 133), (arg. Acuerdos de esta Sala “B” nº
242/2000 y 954/2001, entre otros).
Actualmente, no se registran indicadores de
L.C. ni de patología psicológica severa, por lo
que se recomienda el abordaje quirúrgico…”.
6°) En cuanto al peligro en la demora aparece suficientemente acreditado, habida cuenta
el informe médico acompañado a fs. 38 por los
Dres. Carrillo, Awruch, Grigaites y Marcolini, en
el cual se expresa que “…Luego de evaluar al paciente y evidenciando que ha fracasado en sus intentos previos para descender de peso, consideramos que está indicada la Cirugía Bariátrica…
El Sr. Gazanea Walter reúne los requisitos necesarios para ser sometido a dicho procedimiento,
por lo tanto se propone Cirugía Gastrectomía
Vertical o By-Pass Gástrico como tratamiento
efectivo a su problemática, considerando que
este tratamiento le va a otorgar el descenso de
peso adecuado para mejorar su calidad de vida,
tanto desde lo físico, como desde lo psíquico…”
y el informe psicológico de Adriana M. Antinori
(fs. 33) que da cuenta que “…desde la culminación de sus estudios secundarios se instala en el
sedentarismo, que acentúa aún más su sobrepeso, intentando rebajar a partir de allí, por medio de dietas, sin obtener resultados favorables.
7°) En relación a la exigencia de la contracautela , en atención a la naturaleza de la medida
acordada -limitada a la realización de la operación de by-pass gástrico laparoscópico- se fija
en caución juratoria a prestarse por el actor.
8°) En consecuencia, corresponde revocar la
resolución n° 58/11 y hacer lugar a la medida
cautelar solicitada por el actor, ordenándose a
EMEDIC S.A. que cubra en el plazo de treinta
(30) días hábiles, la intervención quirúrgica de
by-pass gástrico a realizarse con el equipo médico tratante del actor Walter Gazanea, previo
cumplimiento de la contracautela ordenada.
Por todo lo expuesto,
SE RESUELVE:
Revocar la resolución recurrida n° 58/11 y
hacer lugar a la medida cautelar solicitada por
el actor, ordenándose a EMEDIC S.A. que cubra en el plazo de treinta (30) días hábiles, la
intervención quirúrgica de bypass gástrico a
realizarse con el equipo médico tratante del actor Walter Gazanea, previo cumplimiento de la
contracautela ordenada. Insértese, hágase saber
y devuélvanse los autos al Juzgado de origen. No
participa del Acuerdo la Dra. Vidal por encontrarse excusada (expte. n° 7096-C).
Fdo.: Toledo. Bello.
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Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Navamuel, Elena”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta, 26/09/2011
“…el derecho a la salud, desde, el punto de vista normativo, ya estaba
implícitamente comprendido en el Preámbulo y en el art. 33 de la Constitución Nacional. En el primero, en efecto, se encuentran expresiones
referidas al bienestar general objetivo preeminente en el que, por cierto,
ha de computarse con prioridad indiscutible la preservación de la salud
(esta Cámara, causa “Pojaghi Emilia Ricardo en representación de su hija
P. M. B. c/Asociación Mutual del Personal Jerárquico de Bancos Oficiales
s/amparo”, sent. del 10/06/2010 y “Agüero Blanca en representación de
su nieta L. M. B. c/Obra Social Bancaria Argentina s/Amparo”, sent. del
17/01/2011, a partir de conocida jurisprudencia de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación allí citada) (…)
“…tiene reconocimiento explícito a partir de la incorporación en 1994
de los tratados internacionales con rango constitucional (art. 75, inc. 22)
entre ellos, el art. 12, inc. “c” del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; art. 4, Inc. 1 art. 5 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos -Pacto de San José de Costa Rica-; art. 6, inc.
1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles Políticos; el art. 11 de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes el Hombre y el art. 25
de la Declaración Universal de Derechos Humanos (esta Cámara, causa
“Sáenz Muñoz, Natalia Silvina c/Swiss Medical S.A. s/ amparo” sent. del
29/03/2011)” (VII. a. Fundamentos, 1.).
///ta, 26 de setiembre de 2011.
Y VISTO:
El recurso de apelación interpuesto por el
apoderado legal de la ACA Salud Cooperativa
de Prestación de Servicios Médicos Asistenciales Limitada, de fs. 48/55; y
CONSIDERANDO:
I. Que viene las presentes actuaciones en
virtud del recurso de apelación interpuesto en
contra del pronunciamiento de fecha 5 de abril
de 2011 por el cual el Juez de la instancia anterior resolvió hacer lugar a la medida cautelar
innovativa peticionada por Elena Aurelia Na-
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
vamuel en representación de su hijo discapacitado (…) y, en consecuencia, ordenó hacer
saber a la accionada que a partir de la notificación deber prestar la asistencia médica necesaria, es decir, atender la cobertura de gastos que
demandan la atención de la enfermedad, costos
de pañales, materiales descartables, prácticas
médicas y honorarios médicos, como la provisión de leche Sancor Bio, único alimento que
recibe vía sonda nasogástrica, y todo otro rubro
que sea necesario para atender en forma integral la salud del actor, bajo apercibimiento de
desobediencia judicial (43/45 y vta.).
II. Agravios:
La recurrente, expresó agravios mediante escrito que obra a fs. 48/55.
Comenzó manifestando que siendo ACA
Salud “tan solo un tercero contratado por dicha asociación (Mutual de Productores Tabacaleros de Salta) para brindar las prestaciones
médico asistenciales de acuerdo a lo oportunamente convenido entre ambas instituciones”
corresponde dilucidar quién es realmente demandado en autos.
Asimismo, tras plantear la incompetencia de
la justicia federal, se agravió de que el a quo resolvió sin considerar la falta de verosimilitud del
derecho invocada por la actora como requisito
ineludible para la procedencia de la cautelar.
Dijo que el Sr. González López ha prácticas médicas que su estado de salud requiere.
Explicó que padece de esclerosis múltiple en
forma progresiva secundaria y que desde 2008
permanece en su domicilio bajo el sistema de
internación domiciliaria con tratamiento de
neuro rehabilitación motora y kinesioterapia
respiratoria intensiva. Detalló que en el último,
tiempo el servicio ha consistido en:
-Enfermería diurna total 4 hs. a $1.750
-Enfermería nocturna total 8 hs a $ 3.000
(dos enfermeros 1 por la semana otro los fines
de semana)
-Rehabilitación neurológica: 5 sesiones semanales.
-Kinesio respiratoria: 3 sesiones semanales.
-Fonoaudiología: 3 sesiones semanales.
-Neurología: se autorizaron 2 consultas mensuales por el Dr. Di Pascuo que no integra la red
de prestadores de ACA Salud con cobertura
por reintegro.
-Medicación otorgada al 100% de acuerdo a
los requerimientos del médico (detalla las medicinas fs. 52).
-Descartables: de acuerdo a los requerimientos médicos (detalla los mismos fs. 52).
Por todo lo que manifiesta entiende que
ACA Salud ha dado cumplimiento a los requerimientos necesarios para llevar adelante
el tratamiento del paciente y que en definitiva
es exigido por la actora, salvo tres cuestiones:
1) pañales; 2) alimentación y 3) enfermería
durante las 24 hs.
En relación a estos aspectos, dijo que las
respuestas puntuales fueron brindadas por
carta documento remitida por ACA Salud a
la actora cuyas partes pertinentes transcribe
(fs. 53), entendiendo que las mismas exceden
holgadamente el ámbito prestacional o médico
asistencial al cual está obligada, por lo que con
las pretensiones de la actora (que a su criterio
involucran expectativas de corte meramente
social) se abre una brecha interminable de posibilidades de demandas para aquello.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
También se refirió a la ausencia de peligro
en la demora, no acreditado en autos ya que
el actor siempre ha estado en tratamiento, recibiéndolas prestaciones necesarias, habiendo
dado ya cobertura a los pañales. Añade que la
alimentación que solicita es una leche de venta
libre en supermercados y que las 12 horas no
cubiertas no han sido solicitadas por un médico
justificando su petición.
III. Contestación de agravios:
El Señor Martínez Gallardo, Defensor Público
Oficial, contestó los agravios mediante escrito
que obra a fs. 58/61. Allí dijo que las manifestaciones de la demandada son inexactas. Explicó
cómo se fue desarrollando la enfermedad desde
el año 2000 a esta fecha y los requerimientos específicos del paciente a partir de esta paulatina y
progresiva desmejoría, hallándose en la actualidad imposibilitado de asistir a un consultorio, de
manera que las consultas son siempre domiciliarias con el costo que ello implica.
Desmintió las manifestaciones relacionadas
al Dr. Di Pascuo especialista en neurología, ya
que la demandada sólo le reintegró luego de infinidad de reclamos la suma de $ 63 en junio y
lo mismo en julio, no alcanzando dicho monto
a cubrir ni la cuarta parte del valor de la consulta que es de $ 300.
Expuso que tampoco es cierto que, la actora no presenta las facturas para el reintegro tal
como afirma la demandada.
Dijo también que la Sra. Nalfamue abona los
gastos en forma particular desde el año 2008
en que se inició la internación domiciliaria peticionando la cobertura desde la interposición
de la presente acción (abril de 2011) y desde el
mes de enero de este año y para el futuro.
Que en relación a los servicios de enfermería,
la cobertura tal corno explicara el demandado,
es de 12 horas diarias cuando en realidad el médico requirió 24 hs. tal como surge de fs. 6.
Agregó que no puede dejarse de lado la condición de discapacidad del paciente, acreditada
con el correspondiente carnet y que la obra social no cubre los honorarios del médico clínico
ni del especialista en urología, encargado este
último de cambiar la sonda gástrica y vesical
cada 20 días (ver fs. 59 vta.). También especificó todos aquellos medicamentos y descartables que no están cubiertos y que, por ende,
son abonados por la actora, de manera que
desmiente que la cobertura sea del 100% como
alegara la demandada.
Pidió que también se considere la edad de la
madre del paciente así como las condiciones
particulares y especiales de subsistencia (fs. 60
último párrafo) y, por último, sostuvo que una
decisión contraria a la adoptada por el a quo dejaría al azar la vida del Sr. González López. Citó
doctrina y jurisprudencia.
IV. Postura de la amparista y constancias de
su parte:
En cuanto a las constancias, se acompañaron
al expediente documentos de identidad, tarjeta de afiliación, solicitudes médicas, comprobantes de gastos de farmacias, recetas médicas,
historias clínicas, presupuestos, certificado de
discapacidad, facturas por honorarios y por medicinas (ver fs. 1 a 33) así como la carta remitida
en marzo de 2011 manifestando la imposibilidad de seguir haciéndose cargo en forma particular de los gastos que allí menciona y, por ende,
peticionando su cobertura. La misma fue recepcionada el 16/03/2011 por ACA Salud (fs. 34).
Al interponer la acción de amparo y peticionar
la presente cautelar, el defensor oficial relató los
hechos y expuso que la enfermedad fue detecta-
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
da en el hijo de la actora, afiliado desde hace más
de 20 años, en el año 2000. Que la esclerosis
múltiple luego de 10 años de desarrollo, llevó a
una serie de consecuencias físicas e impedimentos (descriptos a fs. 36 y vta.), entre ellos, alimentación por sonda, incontinencia y muchas
más. Relató quienes han venido atendiendo al
actor desde aquel momento (equipó médico)
así como refirió a la agresividad del avance de la
enfermedad, al punto que hoy se encuentra imposibilitado de hablar y comunicarse, de manera que las personas que lo atienden deben tener
condiciones especiales (sensibilidad, sentido de
percepción para detectar las dolencias del paciente, transmisión de confianza, afecto).
bertura a sus beneficiarios. Es decir, que ACA
Salud es, tan sólo un contratado por dicha asociación para brindar las prestaciones médico
asistenciales de acuerdo a lo oportunamente
convenido entre ambas instituciones”.
Explicó que los gastos son cubiertos parcialmente por la obra social desde aquel entonces,
pero que la madre del paciente ya no puede seguir afrontando como antes la parte que asumía,
motivo por el cual solicita la cobertura integral.
Radicado los autos ante este Tribunal, y en
atención a la naturaleza de las cuestiones planteadas por las partes en uso de las facultades
instructorias y ordenatorias de los jueces, se
citó a las mismas a una audiencia (fs. 65), la
que tuvo lugar estableciéndose un plazo- 6 de
setiembre- para que arriben a un acuerdo a
presentar al Tribunal. Caso contrario, se procedería a resolver el recurso (fs. 71).
Finalmente, el defensor afirmó que las prestaciones solicitadas se encuentran expresamente
avaladas por la ley 24.901 de Sistema de Prestaciones Básicas de Atención Integral a favor de
las Personas con Discapacidad y por los diferentes tratados internacionales sobre los derechos
del niño incorporados a nuestra Constitución
Nacional. Mencionó los derechos constitucionales afectados y precedentes jurisprudenciales.
V. Consideraciones previas:
En relación a la manifestación del representante de Aca Salud en cuanto a que corresponde dilucidar quién es realmente demandado en
autos, se considera que surge de sus propias
manifestaciones que es ella la obra social vinculada contractualmente con la Asociación
Mutual de Productores Tabacaleros de Salta. A
fs. 48 literalmente expresó “es sencillamente el
efector a través del cual la Asociación Mutual
de Productores Tabacaleros de Salta brinda co-
Y es éste mismo argumento el que refrenda
la competencia de la justicia federal -también
puesta en duda (confr. fs. 49 punto II.)- ya que
de lo que se trata es precisamente de prestaciones médico asistenciales expresamente incluidas en el fuero de excepción por razón de
la materia.
VI. Audiencia:
Vencido el plazo y no existiendo acuerdo, se
procede a resolver.
VII. a. Fundamentos:
1. Ante todo cabe tener presente que el derecho a la salud, desde, el punto de vista normativo, ya estaba implícitamente comprendido en
el Preámbulo y en el art. 33 de la Constitución
Nacional. En el primero, en efecto, se encuentran expresiones referidas al bienestar general
objetivo preeminente en el que, por cierto, ha
de computarse con prioridad indiscutible la
preservación de la salud (esta Cámara, causa
“Pojaghi Emilia Ricardo en representación de
su hija P. M. B. c/Asociación Mutual del Personal Jerárquico de Bancos Oficiales s/amparo”, sent. del 10/06/2010 y “Agüero Blanca
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
en representación de su nieta L. M. B. c/Obra
Social Bancaria Argentina s/Amparo”, sent.
del 17/01/2011, a partir de conocida jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación allí citada). A su vez, el segundo, con
sustento en las diáfanas expresiones de seis
mentores, tal el caso de Sarmiento, quien en su
carácter de miembro informante del artículo
señaló que “todas las constituciones han repetido esta cláusula como indispensable para
comprender en ella todas aquellas omisiones
de los derechos naturales que se hubiese podido hacer, porque el catálogo de los derechos
naturales es inmenso”. En la misma línea, Vélez Sarsfield, refiriéndose a los derechos individuales, apuntó que “son superiores a toda
Constitución, superiores a toda ley y a todo
C.L. y tan extensos que no pueden ser escritos
en la Constitución, (...) no se pueden enumerar
todos los derechos que nacen de la naturaleza
del hombre y del fin y objeto de la sociedad y
la soberanía del pueblo. (...) Los Hombres no
sólo tienen los derechos que dice la Constitución sino todos los derechos naturales aunque
no se hallen consignados en la Constitución”.
Tal el espíritu que trasunta el dictamen de la
Comisión, en el que se destaca su condición
de “anteriores”, “reservados”, “intransmisibles”
e “irrenunciables” (Ravignani, Emilo, “Asambleas Constituyentes Argentinas”, IV, Instituto
de Investigacionel Históicas, Buenos Aires,
1937, págs. 841-2 843-4 y 771-2).
Por otra parte, tiene reconocimiento explícito
a partir de la incorporación en 1994 de los tratados internacionales con rango constitucional
(art. 75, inc. 22) entre ellos, el art. 12, inc. “c”
del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; art. 4, Inc. 1 art.
5 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos -Pacto de San José de Costa Rica-;
art. 6, inc. 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles Políticos; el art. 11 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes el
Hombre y el art. 25 de la Declaración Universal
de Derechos Humanos (esta Cámara, causa
“Saenz Muñoz, Natalia Silvina c/Swiss Medical
S.A. s/amparo” sent. del 29/03/2011).
Ahora bien: la incorporación de este derecho a nuestra Carta Magna no se limita a la
abstención de actos que puedan producir un
daño, sino que exige prestaciones de dar y de
hacer (esta Cámara, causa “Meregaglia, Carlos
Antonio c/Obra Social del Personal de Bancos Oficiales Nacionales s/acción de amparo
- medida cautelar”) sent. del 09/03/2011).
En este sentido se considera que la contracara
del derecho a la salud es una obligación activa que existe ante o frente a toda la sociedad
(este Tribunal, causa “Pojaghi Emilia Ricardo
en representación de su hija P. M. B. c/Asociación Mutual del Personal Jerárquico de
Bancos Oficiales s/amparo”, precedentemente citado), destacándose el carácter de impostergable que tiene para la autoridad pública,
sin perjuicio de las obligaciones que deban
asumir en su cumplimiento las jurisdicciones
locales, las obras sociales, o las entidades de
la llamada medicina prepaga (esta Cámara,
causa “Cardozo Verónica -en representación
de su hijo A. S. S. C. c/Obra Social del PE s/
acción de amparo - medida cautelar”, sent. del
06/04/2010).
2. A su vez, en cuanto a su trascendencia nuestro Máximo Tribunal tiene dicho que “el derecho a la salud, (...) está íntimamente relacionado con el derecho a la vida, siendo éste el primer
derecho natural de la persona humana, preexistente a toda legislación positiva y que resulta
reconocido y garantizado por la Constitución
nacional y las leyes” (Fallos: 324:754; 325:292;
326:4931; 329:2552, entre muchos otros).
De igual modo, se ha dicho que el derecho a
la inviolabilidad de la vida es de carácter absoluto e implica el referido una buena calidad de
115
116
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
vida y por consiguiente, a una adecuada atención médica (esta Cámara en “Meregaglia,
Carlos Antonio c/Obra Social del personal
de Bancos Oficiales Nacionales s/acción de
amparo -medida cautelar”, precedentemente
citado), de suerte que la salud juega un papel
central en la sistemática de los derechos humanos, ya que tiene por contenido un bien
humano más básico que todo el resto, pues resulta ser la condición necesaria, primera y fundamental para el ejercicio de los demás (este
Tribunal en la aludida causa “Agüero Blanca
en representación de su nieta L.M.B. c/Obra
Social Bancaria Argentina s/Amparo”).
3. Asimismo procede puntualizar que dentro
del Sistema de Prestaciones Básicas en Habilitación y Rehabilitación integral a favor de
personas con Discapacidad establecido por la
ley 24.901, se les adjudica a las prestaciones
asistenciales el siguiente alcance “se entiende por prestaciones asistenciales a aquellas
que tienen por finalidad la cobertura de los
requerimientos básicos de la persona con discapacidad (hábitat - alimentación - atención
especializada) a los que se accede de acuerdo
con el tipo de discapacidad y situación socio
familiar que posea el demandante” (Cámara de
Apelaciones en lo Civil, Comercial y Contencioso administrativo de 2da. Nominación, Río
Cuarto, en autos “Oviedo, Rosana del Valle y
Ariel Guillermo Meinero (en representación
de E.D.M.) c/Adm. Provincial de Seguro de
Salud (A.P.R.O.S.S.) de fecha 22/03/2010 -Publicado en La Ley on line - Cita Online: AR/
JUR/18622/2010).
VII. b. Decisión del Tribunal:
Sentado lo anterior, no se advierte que la demandada -ni en el trámite en primera instancia ni
al momento de expresar los agravios que la manda judicial le ocasiona- haya aportado elementos
suficientes para formar opinión de este Tribunal
contraria a la de la instancia anterior, limitándose
casi en exclusiva a discutir la ausencia de peligro
en la demora sin preocuparse por acreditar efectivamente la prestación integral de cobertura a
su afiliado discapacitado considerando especialmente la gravosa situación del paciente y la obligatoriedad que surge de la propia ley específica.
Tampoco se detuvo a desarrollar ejercicios
numéricos que permitieran concluir que lo
peticionado es de difícil o imposible cumplimiento para la demandada. Por el contrario,
no se advierte que sea una suma excesiva la
que requieren las prestaciones que se brindarán conforme la sentencia en recurso. Es más,
para el caso de ser ciertas sus propias afirmaciones, la diferencia entre la cobertura brindada y la faltante es -en semejante cuadro de
situación- ínfima como para causar un agravio
de carácter sustancial.
Y en este orden de ideas, las obras sociales no
pueden actuar en forma omisiva o reticente,
porque su actividad involucra el derecho a la salud y a la vida, objeto especial de protección de
nuestro ordenamiento jurídico. Así las cosas, de
las constancias obrantes en autos surge que la
atención requerida es indispensable, al tiempo
que deberá seguirse de por vida ya que se trata
de una patología de carácter incurable.
De igual modo, el peligro en la demora que la
demandada dice ausente, este Tribunal, por el
contrario, lo considera inminente si se pondera
la edad de la madre (persona a cargo del paciente) y, por tanto, sus intrínsecas limitaciones, las
que deben ponerse en correspondencia con la
situación del afiliado -discapacitado- todo lo
cual lleva necesariamente a pensar en la gravedad que implicaría tener que suspender el tratamiento y la atención domiciliaria y permanente
de quien se encuentra en un estado de total dependencia y absoluta indefensión con apenas
41 años de edad.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Y en este sentido se ha dicho que en los
casos en que se cuestionan decisiones relacionadas con la salud de las personas, resulta
suficiente para tener por acreditado el peligro
en la demora la incertidumbre y la preocupación que aquella genera por lo que la solución
propiciada es la que mejor se corresponde
con la naturaleza del derecho cuya protección
cautelar se pretende en tanto compromete
la salud e integridad física de las personas
(Fallos:302:1284) (Cam. Apel en lo Civil
Comercial Federal, Capital Federal, Sala 1,
“Asociación Mutual del personal de dirección
de subterráneos 1 diciembre/Grupo Galeno
S.A. s/Amparo”, Sentencia del 13/03/2007).
Sobre tales bases el desarrollo y las consideraciones que surgen de la presente resolución
refutan suficientemente las afirmaciones de
la demandada en el sentido de que las peticiones son “expectativas de corte meramente
social que no deben ser asumidas por su parte”, así como la negativa a proveer la alimentación “leche de venta libre que se adquiere
en supermercados” (ver fs. 54), ya que es el
único alimento (Sancor Bio Nutricional -15
unidades por mes-) prescripto por el médico
tratante (ver fs. 59 vta y 60), máxime si “cuando el cumplimiento de las prestaciones obligatorias a cargo de una empresa de medicina
prepaga contratada resulta insuficiente para
garantizar el derecho a la salud e integridad
psicofísica de una persona discapacitada -en
el caso, un menor con una patología grave
causante de su discapacidad-, corresponde
extender la cobertura a su cargo a efecto de
que el afiliado acceda al total de la medicación prescripta, por cuanto la incidencia del
mayor costo que pudiera pesar sobre la entidad privada no puede primar ante el derecho
a la salud que tiene supremacía constitucional” (Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Civil, Capital Federal, Sala “M” “G., A.D. c/
Hospital Italiano Plan de Salud s/Amparo”
sentencia del 20/04/2007).
VIII. Conclusión:
Sobre la base de las consideraciones precedentes, apareciendo suficientemente acreditado el peligro en la demora en razón de la grave
afección que padece el afiliado, resultando ostensible, como se dijo, el riesgo si se suspendiera, interrumpiera o resintiera su atención médica hasta la conclusión final de este proceso de
amparo, pudiendo generar daño no solo en la
salud sino en la propia vida del hijo de la actora,
por lo que debe confirmarse el anticipo de tutela jurisdiccional otorgado por el a quo a fin de
evitar que los derechos en juego pierdan virtualidad y eficacia hasta el momento de la sentencia definitiva, debiendo remarcarse nuevamente que el derecho cuya protección peticiona la
actora, en razón de la especial relevancia del
los de hechos fundamentales en juego (en
igual sentido, Camara Federal de Apelaciones
de Córdoba, Sala “A”, en autos “A.M.A. y otra
c/O.S.B.A.-Amparo”, Sentencia N° 409-2011,
sentencia del 14-06-2011).
Por otra parte, no cabe soslayar que el certificado de discapacidad es el instrumento que
requiere la ley para gozar de los beneficios que
de ella derivan, acreditándose en el caso concreto con el certificado de fs. 7. En efecto, así
lo establece concretamente la Ley Nacional
24.901 (Sistema de prestaciones básicas en
habilitación y rehabilitación integral a favor
de las personas con discapacidad), cuyo art.
10 expresa que: “A los efectos de la presente
ley, la discapacidad deberá acreditarse conforme lo establecido por el art. 3 de la ley 22.431
y por leyes provinciales análogas”. Y en el caso
de la ley de la Provincia de Salta N° 6.036 (Sistema de Protección Integral de las personas
discapacitadas), su art. 3° dice que Ministerio
de Bienestar Social de la Provincia certificará
en cada caso la existencia de la discapacidad,
su naturaleza y su grado, así como las posibilidades de rehabilitación del afectado. Dicho
117
118
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
ministerio indicará también, teniendo en
cuenta la personalidad y los antecedentes del
afectado, que tipo de actividad laboral o profesional puede desempeñar. El certificado que
se expida acreditará plenamente la discapacidad en todos los supuestos en que sea necesario invocarla”.
IX. Costas: Corresponde imponer las costas a
la vencida por el principio objetivo de la derrota (art. 68 del CPCCN), máxime cuando no ha
brindado argumentos que permitan dispensarlas.
En mérito a lo expuesto, se
RESUELVE:
Así las cosas, certificada a la discapacidad por
la Junta Evaluadora de la Provincia de Salta, la
cobertura integral es obligatoria conforme a la
ley 24.901 y normas reglamentarias y pueden
serle opuestas a ACA Salud quien debe dar
cumplimiento acabado a sus disposiciones, de
modo que no siendo, suficientes las defensas
opuestas y las constancias animadas por la demandada como para desvirtuar la necesidad
de ampliar las prestaciones a medida que el
progreso de la enfermedad lo requiera, cabe
confirmar la medida en orden a obligar a la demandada a cubrir las prestaciones específicas
requeridas a favor del actor.
I. RECHAZAR el recurso de apelación interpuesto por ACA, Salud, Obra social de la
Asociación Mutual de Productores Tabacaleros
de Salta y CONFIRMAR, por los fundamentos
expuestos, la resolución apelada. Costas a la
vencida.
II. REGISTRESE, notifíquese y devuélvase la
causa al Juzgado de origen a sus efectos.
No suscribe el Dr. Roberto G. Loutayf Ranea
por encontrarse en uso de licencia.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
II
Responsabilidad del estado
“Asociación Benghalensis y otros c. Estado nacional”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 323:1339, 01/06/2000
“Si bien es cierto que los gastos que demande el cumplimiento de la ley
deberán ser solventados por la Nación y por los respectivos presupuestos
de cada jurisdicción, ello no supone que el Estado Federal haya delegado, en los Estados locales, la responsabilidad, en su carácter de Autoridad
de Aplicación Nacional, del cumplimiento del régimen de lucha contra el
SIDA declarado expresamente de interés nacional. Por ello, aún cuando
los reactivos o medicamentos se distribuyan a través de los efectores
locales, el Estado Nacional es el responsable del cumplimiento de la ley
ante terceros, sin perjuicio de la responsabilidad que, ante aquél, le cabe
a las jurisdicciones provinciales o instituciones privadas -obras sociales o
sistemas de medicina prepagos-.”
Así lo pienso, ya que la responsabilidad del Estado, en su condición de
Autoridad de Aplicación que diseña el plan de distribución de los medicamentos, no se agota con las entregas, sino que debe velar por su correcto
cumplimiento, asegurando la continuidad y regularidad del tratamiento médico. Es por lo que surge del art. 3 de la ley, que reconoce que el Ministerio
de Salud y Acción Social podrá concurrir a cualquier parte del país para
contribuir al cumplimiento de la ley” (considerando XI. del dictamen fiscal).
“…respecto a si esta obligación se encuentra exclusivamente a cargo
del Estado Nacional o en concurrencia con las provincias, este Tribunal
comparte las argumentaciones señaladas en el punto XI del dictamen del
señor Procurador General de la Nación, -a cuyos fundamentos cabe remitirse en razón de brevedad- en cuanto concluye, al hacer mérito del art.
1° de la ley que declara de interés nacional la lucha contra el SIDA, que es
119
120
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
el Estado Nacional en su carácter de autoridad de aplicación de la ley (art.
3°) el responsable del cumplimiento de dicha norma en todo el territorio
de la República, sin perjuicio de que los gastos que demande tal cumplimiento sean solventados por la Nación y los respectivos presupuestos
de cada jurisdicción (art. 21) (considerando 16º del voto de los doctores
Moliné O’Connor y Boggiano).
“…es el Estado Nacional el encargado de velar para que la continuidad
y regularidad del tratamiento médico sea asegurada” (considerando 17º
del voto de los doctores Moliné O’Connor y Boggiano).
“…en los casos en que exista un incumplimiento concreto y probado
de los gobiernos locales (vgr. falta de entrega en tiempo y forma de la
medicación), el Gobierno Nacional debe responder frente a los damnificados” (considerando 18º del voto del doctor Vázquez).
Véase fallo completo en la página 15
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Campodónico de Beviacqua”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 323:3229, 24/10/2000
“…es formalmente procedente el recurso extraordinario con relación a los agravios de la parte que cuestionan la responsabilidad asignada
al Estado nacional frente a la situación que compromete la vida y la salud
del niño, lo cual involucra la interpretación de normas federales y la decisión ha sido contraria a los derechos que en ellas ha fundado la apelante”
(considerando 14º).
“…la existencia de una obra social que deba cumplir el Programa Médico Obligatorio -res. 247/96, MS y AS, ya citada-, no puede redundar en
perjuicio de la afiliada y menos aún del niño, pues si se aceptara el criterio
de la recurrente que pretende justificar la interrupción de su asistencia en
razón de las obligaciones puestas a cargo de aquella entidad, se establecería un supuesto de discriminación inversa respecto de la madre del menor
que, amén de no contar con prestaciones oportunas del organismo al que
está asociada, carecería absolutamente del derecho a la atención sanitaria
pública, lo que colocaría al Estado nacional en flagrante violación de los
compromisos asumidos en el cuidado de la salud” (considerando 31º).
Véase fallo completo en la página 37
121
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“M., M. c M. S. y A. S.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
324:3569, 16/10/2001
“…el Estado Nacional no puede desentenderse de aquellas obligaciones so pretexto de la inactividad de otras entidades –públicas o privadaspues es el encargado de velar por el fiel cumplimiento de los derechos
constitucionales que amparan la vida y la salud de los niños y de asegurar
la continuidad de los tratamientos que necesiten, habida cuenta de la función rectora que también le atribuye la legislación nacional en ese campo
y de las facultades que debe ejercer para coordinar e integrar sus acciones
con las autoridades provinciales y los diferentes organismos que conforman el sistema sanitario en el país, en miras de lograr la plena realización
del derecho a la salud (conf. considerandos 22, 23, 24, 27, 32, 33 y 34)”
(considerando 13º).
Véase fallo completo en la página 45
123
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Sánchez, Norma Rosa c/Estado Nacional y otro s/acción de amparo”, Corte
Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 324: 3578, 20/12/2005
“Si bien es cierto que la prótesis correspondiente, así como los demás
insumos, ya fueron suministrados por el Ministerio de Salud de la Provincia
de Buenos Aires al Hospital Dr. Cosme Argerich para que Norma Rosa
Sánchez pudiera ser operada, no lo es menos que el cumplimiento de
esa obligación no fue espontánea sino como consecuencia de la medida
cautelar decretada en autos a fs. 307/308, por lo que no se verifica razón
alguna para eximir de costas a los demandados en la medida en que la
peticionaria se vio obligada a promover y continuar con el proceso a fin
de obtener la tutela de los derechos constitucionales conculcados por
la conducta omisiva de las autoridades públicas demandadas (art. 14, ley
16.986, art. 68 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación)” (voto
en disidencia parcial de la doctora Highton de Nolasco considerando 7º).
Véase fallo completo en la página 55
125
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Rodríguez, J.E. c/INSSJP (Pami)”, Cámara Federal de Apelaciones de La
Plata, Sala 2, 18/05/2006
“…el derecho a la salud no forma parte simplemente de una declaración de derechos como principios de mera voluntad, sino que debe interpretarse como el compromiso del propio Estado a su tutela, dictando las
normas necesarias y velando por su cumplimiento a fin de asegurar la real
existencia de este derecho.
En otras palabras, el Estado Nacional ha asumido compromisos internacionales explícitos orientados a promover y facilitar las prestaciones
de salud y que dicha obligación se extiende a sus subdivisiones políticas y
a otras entidades públicas que participan de un mismo sistema sanitario
(leyes 23660 y 23661).
En este sentido, la declaración de derechos efectuada en nuestra Constitución no puede quedar en mera retórica, sino que es deber de la judicatura ejercer plenamente su función que no se agota en la letra de la
ley, sino que debe velar por la efectiva y eficaz realización del derecho.”
(considerando VI del voto del doctor Schiffrin).
//Plata, 18 de mayo de 2.006.//
AUTOS Y VISTOS: este expte. n°12531/06
caratulado “R., J. E. c/ I.N.S.S.J.P. (PAMI) s/
amparo” proveniente del Juzgado Federal de
Primera Instancia n°4 de esta ciudad.
Y CONSIDERANDO QUE:
EL DOCTOR SCHIFFRIN DIJO:
I. Llega este expediente a la Alzada en virtud
del recurso de apelación interpuesto por la demandada, a fs.121/123 contra la resolución de
primera instancia de fs.114/116 vta. que hizo lugar a la acción de amparo interpuesta, ordenando a la demandada la cobertura, en forma inmediata, de la internación del actor en una clínica
especializada en tratamientos para la obesidad.
II. Cabe señalar que el señor R. promovió
acción de amparo contra el Instituto Nacional
de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados -PAMI- a fin que se dicte sentencia
condenando a éste a que provea el 100% de
cobertura respecto del tratamiento de descenso de peso por hiperobesidad en la Institución
Clínica de Nutrición y Salud del Doctor Cor-
127
128
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
millot de la ciudad de Buenos Aires, indispensable para la preparación y posterior intervención quirúrgica de colocación de prótesis de
cadera según diagnóstico específico de los
especialistas intervinientes.
Expresó que su obesidad constituye una patología que ha descompensado su salud, por
cuanto debido a la imposibilidad de desplazarse y de realizar actividad física acrecentó aún
más su peso (129 Kg.), lo cual, asociado a otros
trastornos, lo ha dejado prácticamente postrado, sin posibilidad de desarrollar ninguna tarea,
ya sea en su hogar o fuera de él, provocando un
estado de sedentarismo prácticamente irreversible. Manifiesta, también, que padece insuficiencia cardíaca descompensada, cavidades
derechas dilatadas con hipertensión pulmonar
moderada y aurículo interno dilatado. Además,
ambas piernas eritematosas con aumentos de
temperatura local, Edema Godet y, por último,
artrosis bilateral de cadera no operable por obesidad y riesgo cardiovascular.
III. La sentencia en examen otorgó el amparo
solicitado dando por probado que el actor es afiliado al PAMI y que padece las patologías denunciadas, requiriendo en forma urgente respuestas
médicas y terapéuticas para tratar su sobrepeso,
en virtud de que es el único camino posible de
recuperación para poder, luego, ser sometido a
una intervención quirúrgica de cadera con implante de prótesis por artrosis bilateral.
Con estos elementos y con los informes médicos agregados a la causa, que certifican la inconveniencia de tratamientos ambulatorios, el
sentenciante resolvió que la Obra Social PAMI
se encuentra obligada a la cobertura necesaria
de la internación del actor en una clínica especializada, con lo cual, en un plazo máximo de 48
horas, debía el organismo presentar la nómina
de las clínicas alternativas que se especialicen en
estos tratamientos y cumplan con los requisitos
que esta patología requiere, a los fines de determinar el lugar más apropiado para el actor.
IV. Cabe precisar que, luego de la interposición del recurso de apelación por la demandada, ambas partes informan el cumplimiento de
la sentencia (v.fs.133/134 y fs.135/138) por
medio de la disposición nº 60 del I.N.S.S.J.P., del
11/01/2006, en la que se decide la internación
-que se está realizando desde el 12 de enero de
2006- en la Clínica ITEBA (Instituto de Terapias Especializadas de Buenos Aires) - Q ASSISTANCE GROUP S.A., sita en la calle Terrada n°
550 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
V. Ahora bien, entrando a analizar los agravios de la Obra Social traídos a la alzada, éstos
se sintetizan de la siguiente manera:
1) es imposible cumplir con la cobertura de la
internación del actor, ya que el tratamiento de
los beneficiarios que padecen obesidad mórbida
no () se encuentra incluido en el nomenclador
(“capitado”), correspondiendo su tratamiento
por los médicos especialistas en los diferentes
rubros de atención, de forma ambulatoria;
2) el Instituto apelante debe necesariamente tramitar esta cuestión por vía de excepción,
examinando la viabilidad del pedido y, al avalar la necesidad del tratamiento por un equipo
técnico, es la gerenciadora, en este caso UGP
FECLIBA, a través de su red de prestadores, la
que lo otorga, trámite administrativo que lleva
necesariamente un tiempo;
3) no es exacto que no le respondiera al reclamo del actor, toda vez que obtuvo la cobertura
requerida, más allá del resultado, en la clínica
Mater Dei -de esta ciudad- y, agrega, que el informe de la profesional de ese sanatorio (donde
indica que el tratamiento para la obesidad debía
realizarse con dedicación particularizada, porque su sobrepeso se había tornado irreductible,
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
vs.109/110) no le fue notificado a su parte y sí
a la UGP FECLIBA, criticando la decisión de
la actora de no reclamar administrativamente la
reconsideración de la nueva documentación y
sí recurrir a la justicia;
4) también se queja porque el sentenciante
considera que hubo inacción o excesiva demora
de su parte para solucionar el planteo del actor.
sarias y velando por su cumplimiento a fin de
asegurar la real existencia de este derecho.
En otras palabras, el Estado Nacional ha asumido compromisos internacionales explícitos
orientados a promover y facilitar las prestaciones de salud y que dicha obligación se extiende
a sus subdivisiones políticas y a otras entidades
públicas que participan de un mismo sistema
sanitario (leyes 23660 y 23661).
VI.
1. Para dar mi opinión sobre los agravios de
la demandada resulta esencial, en primer lugar,
establecer el marco constitucional adecuado de
la cuestión debatida.
El derecho a la salud es reconocido en documentos internacionales ratificados por nuestro
país (art.75 inc.22 de la Constitución Nacional
y Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre, art. XI; Declaración Universal
de Derechos Humanos, art.25.1; Convención
Americana de Derechos Humanos, art.29.c;
Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, art.12.1 y 12.2.d). Además es doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación: Fallos 323:3229, consid.16 y
sus citas (321:1684 y 323:1339) y 324:3569,
consid.11 y sus citas, entre otros.
En este sentido, la declaración de derechos
efectuada en nuestra Constitución no puede
quedar en mera retórica, sino que es deber de
la judicatura ejercer plenamente su función
que no se agota en la letra de la ley, sino que
debe velar por la efectiva y eficaz realización
del derecho.
Significa -mínimamente-la preservación de la
vida en condiciones de equilibrio psicológico
y biológico y requiere la acción positiva de los
órganos del Estado -también del Departamento
Judicial- en procura de que las personas en riesgo reciban las prestaciones necesarias.
Desde esta perspectiva, quiero citar a Luigi
Ferrajoli, quien expresó en “Derechos y garantías. La ley del más débil”, p.26, Ed. Trotta,
Madrid, 2001: “La incorporación de los derechos fundamentales, en el nivel constitucional, cambian la relación entre el juez y la
ley y asignan a la jurisdicción una función de
garantía del ciudadano frente a las violaciones
de cualquier nivel de la legalidad por parte de
los poderes públicos. En efecto, la sujeción del
juez ya no es, como en viejo paradigma positivista, sujeción a la letra de la ley, cualquiera
que fuere su significado, sino sujeción a la ley
en cuanto válida, es decir coherente con la
Constitución” (cita extraída del trabajo de Celia Weingarten, “Los nuevos temas en salud.
Obesidad y desafíos jurídicos, Rev. La Ley,
actualidad, del 23/02/2006).
Fundado en estos argumentos, entiendo que
el derecho a la salud no forma parte simplemente de una declaración de derechos como
principios de mera voluntad, sino que debe
interpretarse como el compromiso del propio
Estado a su tutela, dictando las normas nece-
2. Dentro de este marco, con la mirada puesta
en la cuestión de autos y atendiendo a la prueba
reunida, resulta que el amparista R. padece obesidad que, sin lugar a dudas, es una enfermedad
que incrementa el riesgo de enfermedades graves y de muerte prematura. En su apelación, la
129
130
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
demandada la califica de mórbida, que es el tipo
de obesidad de mayor riesgo (v. fs.121 vta., también fs.59), que afecta a quienes tienen índices
de masa corporal muy superior a la normal.
protegidos. Por lo tanto, el tratamiento especial
que requiere para su superación -internación en
una clínica especializada- aparece como la opción más efectiva para lograrlo.
Según la Revista del Hospital General de
Agudos J.M. Ramos Mejía. Edición electrónica,
volumen VIII, n°1, 2003, http: www.ramosmejía.org.ar, esta patología implica un serio riesgo
para la salud por las enfermedades asociadas
que presenta: enfermedades hepáticas, cardiológicas, osteoarticulares, metabólicas (diabetes), colesterol alto, irritabilidad emocional,
pérdida de la autoestima, depresión, etc.
3. Ahora bien, la conclusión a la que arribo
permite rechazar los agravios traídos a la alzada.
En el caso del actor, el informe médico de
fs.109/110 confirma el diagnóstico denunciado por la parte, determinando, entre otras dolencias, que padece artrosis bilateral de cadera
con pinzamiento articular, asociado con gran
dolor y rigidez, estableciendo que la opción
quirúrgica para la resolución de su patología
traumatológica por el momento se descarta, especificando que el mayor inconveniente para su
resolución es el sobrepeso.
En este sentido, luego de la reforma de 1994,
el art.43 de la Constitución Nacional ha ampliado el campo de acción del amparo, superando
sus antecesores creados por vía jurisdiccional y
por la ley 16.986.
Es decir, el actor se encuentra en una especie
de “círculo vicioso”. Es sabido que el cuerpo
humano no está preparado para soportar tanto
peso, lo que coadyuva al incremento de afecciones óseas que, a su vez, limitan la actividad
física y obligan al sedentarismo. Con lo cual
aparece como razonable que para poder resolver su problema artrósico con la intervención
quirúrgica para la colocación de prótesis de cadera, deba, primero, tratar su sobrepeso.
Concluyo, entonces, que la enfermedad que
padece el actor, compleja y de riesgo altísimo,
que lo afecta tanto en el aspecto físico, como
en el psíquico y en el social, exige la tutela de
la jurisdicción, toda vez que se encuentran vulnerados los derechos constitucionales señalados anteriormente y, por ende, jurídicamente
Los argumentos intentados por la apelante resultan insustanciales, frente a las urgencias padecidas por el actor, las que requieren soluciones rápidas y eficaces para preservar su derecho
a la salud, ante el cual no cabe oponer trámite
administrativo ninguno.
De acuerdo con ello, he mencionado -entre
otros argumentos- en la sentencia de este tribunal en la causa “La Pequeña Plan de Salud
S.R.L. v. Estado Nacional”, del 25/11/1999
-publicado en JA 2000-IV-333, con nota de
María A. Gelli- que: “...el sentido básico del
art. 43 es consagrar explícitamente en su texto
los medios directos de impugnación constitucional que estaban implícitos en su estructura
desde 1853, pero que sólo comenzaron a tener
desarrollo efectivo a partir de 1958”.
En el reciente fallo de la Sala I de este tribunal, in re: “Distribuidora Berisso SRL c/AFIP
- DGI s/acción meramente declarativa de inconstitucionalidad”, del 08/03/2006, el distinguido colega, doctor Compaired, expresó:
“...cabe destacar obiter dictum que el requisito
de “ausencia de recursos o remedios administrativos que permitan obtener la protección
del derecho o garantía constitucional de que
se trate”, previsto en el inciso a) del artículo
2° de la Ley de Amparo n°16.983 -en el que
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
se sustenta la resolución apelada- ha quedado derogado implícitamente por el texto del
artículo 43 de la Constitución Nacional, el
cual sólo exige para desestimar esta vía rápida
y expedita la existencia de “otro medio judicial más idóneo”, convirtiéndose el amparo,
en reiteradas ocasiones, en la vía alternativa y
principal para procurar la defensa de los derechos fundamentales de los habitantes (confs.
Morello, Augusto M., El amparo régimen legal, Editorial Platense, La Plata, 2000; Bidart
Campos, Germán J., Tratado elemental de
Derecho Constitucional argentino, p. 296, Ed.
Ediar, Bs. As., 2002-2003)”.
En el presente caso, la acción está destinada
a obtener una respuesta eficaz para la preservación de la salud, lo que concuerda con el espíritu y letra del art. 43 citado. Esta exigencia de
acción rápida y expedita se satisface utilizando
dicha vía, que ha dejado de ser excepcional,
para proteger la garantía constitucional cuya
lesión directa reclama.
En efecto, si analizamos la actitud de la demandada, tanto el ofrecimiento de un tratamiento ambulatorio a través de médicos especialistas en los diferentes rubros de atención,
imposible de realizar por la situación personal
del amparista -que presenta incapacidad para
la movilización y deambulación por sus propios medios y debe descender de peso para
la colocación de prótesis de cadera- como la
internación en un establecimiento no especializado, que no se encuentra preparado para
abarcar tratamientos específicos y multidisciplinarios que la obesidad requiere, resultan ser
actitudes dilatorias que se oponen a la rápida
respuesta que el actor necesita, que procuró y
obtuvo en este proceso.
Si bien es cierto que el Instituto a través de
su gerenciadora Fecliba -por medio de la cual
brinda sus prestaciones, conforme lo expresa
en el informe circunstanciado, a fs. 97- otorgó
una cobertura alternativa de internación para
chequeo general en la Clínica Mater Dei, v.fs.
63 y 81, que el actor aceptó, el resultado de los
estudios ratificó la urgente situación de salud
que padece y así lo informó la médica auditora,
a fs.109/110: “...el mayor inconveniente para la
resolución de las patologías descriptas radica
en un sobrepeso que hasta la fecha se ha tornado irreductible, imposibilitando la atención,
sobretodo de la patología articular (artrosis bilateral de cadera). Por lo antedicho, solo cabe
sugerir la realización de un tratamiento para la
obesidad con una dedicación particularizada,
puesto que las recomendaciones habituales
para estos casos no han dado resultado...”, que
determinó el criterio a seguir, siendo inexacto
que no le fuera notificado a la demandada, de
acuerdo a lo que surge de fs.111.
Por ello, cabe rechazar las argumentaciones
intentadas por la apelante.
VII. En fin, en mérito de todo lo expuesto,
entiendo que se hallan configurados los requisitos de procedencia de esta vía de amparo en
cuanto a la cobertura total, continua e ininterrumpida del tratamiento del actor indicado
para superar su hiperobesidad a través de la
internación en un establecimiento especializado, único camino posible para que, una
vez lograda su recuperación, pueda realizarse
la intervención quirúrgica indicada. Es una
obligación de prestación indispensable que
debe otorgarle su Obra Social para procurar
el pleno goce de la salud, derecho constitucionalmente protegido, con lo cual el I.N.S.S.J.P.
se halla comprometido a su tutela inmediata
a fin de evitar la frustración de este derecho.
Por tanto, soy de opinión que debe confirmarse la sentencia apelada, con costas de toda
instancia a la demandada vencida (art.68 del
CPCC.).
131
132
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
EL DOCTOR COMPAIRED DIJO:
I. En primer término debo señalar que de la
lectura de las constancias glosadas inmediatamente antes a la elevación de estos actuados
a esta Alzada, el letrado apoderado de la demandada hace saber el cumplimiento de la
sentencia dictada en la instancia anterior en
el sub-lite, acompañando a tal fin constancias
de la adjudicación del tratamiento por hiperobesidad requerido por el afiliado (vid. fs.
133/134) lo que es corroborado por el actor
mediante escrito de fs. 138, donde manifiesta
que se le está efectuando el tratamiento oportunamente solicitado en el escrito de demanda desde el día 12 de enero del corriente año
(vid. también fs. 136/137).
Que si bien tal tratamiento en desarrollo
constituía el objeto de la presente acción en
tanto perseguía el suministro de atención médica, no resta virtualidad a su calidad de medio judicial idóneo para obtener la más rápida
y eficaz protección del derecho a la vida y a la
preservación de la salud, articulado en tiempo
y forma para conseguir ese objetivo.
Que la Corte Suprema de Justicia de la
Nación ha admitido la virtualidad de dictar
pronunciamiento en circunstancias en que
el cambio del marco fáctico o jurídico determina la ausencia de utilidad del fallo hacia el
futuro, siempre que subsiste al interés de las
partes por los efectos jurídicos producidos durante el lapso anterior a esa variación (Fallos:
325:3243 y 326:1138, punto III del dictamen
del procurador general, al que remite el fallo).
Que tal es lo que acontece en el sub-lite, ya que
entiendo que el amparista mantiene interés en
la definición legal de su situación por lo que aparece legítimo que el proceso judicial concluya su
trámite mediante el dictado de un pronunciamiento útil por este tribunal, máxime cuando el
tratamiento médico autorizado se encuentra en
vías de ejecución (vid. escrito de fs. 138).
II. Formulada esta aclaración es menester recordar que el art. 33 de la Carta Magna, al igual
que los tratados internacionales que integran el
llamado bloque de constitucionalidad federal
a tenor del art. 75, inc. 22 de la Constitución
Nacional (conf. arts. 25 inc. 1 de la Declaración Universal de derechos Humanos, 11 de
la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre y 12 incs. 1 y 2 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales) no tolera que no se protejan
derechos fundamentales como el derecho a la
salud y, en consecuencia, en función de una
pretensión que está destinada a obtener la cobertura de tratamiento por hiperobesidad en
instituto de medicina privada, protegiendo así
la salud del causante -de rango constitucional
como sostengo-, cabe adelantar la confirmatoria del decisorio arribado por el a quo.
Entrando al tratamiento de los agravios traídos por la demandada, entiendo que resultan
conducentes para la solución del caso el primero de ellos referido a que el tratamiento a los
beneficiarios que padecen obesidad mórbida
no se encuentra capitado, correspondiendo su
atención en forma ambulatoria a través de médicos especialistas sin que implique la derivación
a determinada institución; como así también el
segundo agravio cuando señala que ante la circunstancia de no tener capitado el tratamiento
debe tramitar la cuestión por vía de excepción.
Es así que cabe destacar que frente a una cuestión particularmente sensible que afecta a una
persona en situación de vulnerabilidad a su salud por la obesidad que presenta, no basta con
que la obra social se ampare en la parcial cobertura en cuanto a brindar la prestación de que se
trata, cuasi negativa que, a todas luces, deviene
contraria a los derechos del causante.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
III. Que no obstante la ausencia de un reconocimiento expreso en nuestra Constitución
Nacional ha sostenido la Corte Suprema de Justicia de la Nación (LA LEY, 1987-B, 311), que:
“el derecho a la vida es el primer derecho de la
persona humana que resulta conocido y garantizado por la Constitución Nacional...”. Ese derecho por otra parte se vincula estrechamente
con el derecho a la preservación de la salud, que
de un modo particular ha adquirido mayor relevancia en el plano normativo a partir del advenimiento del denominado constitucionalismo
social (ver Bidart Campos Germán J. “Estudios
nacionales sobre la constitución y el derecho a
la salud”, Argentina, en “El derecho a la salud
en las Américas -Estudio Constitucional comparado-” Organización Panamericana de la
Salud, Editores Hernán L. Fuezalida- Puelma y
Susan Sccholle Connor, publicación científica
núm. 509, año 1989; Padilla Miguel A. “Lecciones sobre derechos humanos y garantías”, t.
II, págs. 13 y 24, Ed. Abeledo Perrot, Buenos
Aires, 1988). Como bien señala nuestro constitucionalista Bidart Campos “el derecho a la
salud, es un corolario del derecho a la vida” y se
halla reconocido implícitamente dentro de los
derechos y garantías innominados del art. 33
de la Constitución Nacional. Ello significa que
toda violación al mismo queda descalificado
como inconstitucional y “merece defensa por
aplicación del mecanismo de revisión judicial o
control judicial de constitucionalidad...” Bidart
Campos, op. cit., p. 30; Rivas, Adolfo A. “La
Constitución y el Poder Judicial”, La Ley, 1991B, 808. Surge entonces con meridiana claridad
el “derecho a la salud y a la vida digna”, lo que
implica en el caso que nos ocupa, la medida terapéutica de internación en un lugar acorde a la
patología que presenta el actor y bajo las condiciones médicas prescriptas.
IV. En este mismo sentido, luego de la reforma de la Constitución nacional en 1994 y
como antes dijera, se concreta una suprana-
cionalización de la protección de derechos
y garantías. Con el factum traído a decisión,
advierto que, conforme con el art. 75 inc. 22
de premención en este considerando, se estaría vulnerando con relación al paciente la protección a: 1) su persona (arts. 6 Declaración
Universal de Derechos Humanos, 16 Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos
y 3 Convención Americana de Derechos Humanos); 2) su dignidad, honra, libertad (art.
II inc. I Convención Americana de Derechos
Humanos); 3) su vida (arts. 3 Declaración
Universal de Derechos Humanos, 6 incs. 1, 2,
3 y 4 Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, y 4 incs. 1 y 2 Convención Americana sobre Derechos Humanos); 4) su libertad y
seguridad personal (arts. 3, 9 y 11 Declaración
Universal de Derechos Humanos, y 7 incs. 1,
2, 3, 4, 5 y 6 Pacto Internacional de Derechos
Humanos); 5) su integridad como persona y
el obvio trato humano que merece (arts. 3 y 5
Declaración Universal de Derechos Humanos,
7 y 10 inc. 1 Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, y 1 y 2 Convención Americana sobre Derechos Humanos); 6) no ser
discriminado (art. 7 Declaración Universal
de Derechos Humanos); y 7) su derecho a la
salud (La Declaración Universal de Derechos
Humanos en su art. 25 ordena: “Todo ser humano tiene derecho a un nivel de vida que le
permita a él mismo y a su familia gozar de salud y bienestar que incluyan la alimentación, el
vestido, la vivienda, la asistencia médica y los
servicios sociales necesarios; tiene, asimismo,
derecho a seguridad en caso de desempleo, enfermedad, discapacidad, viudez, vejez u otros
casos de pérdida de sus medios de subsistencia
por circunstancias ajenas a su voluntad”).
V. Nuestro máximo tribunal ha sostenido
que, como pauta interpretativa, debe configurarse como criterio rector el “objeto social”
de las obras sociales, priorizando su “compromiso social” y en tal sentido, el derecho a la
133
134
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
salud admite dos aspectos diferentes: según el
primero, la salud es un bien jurídico privado
que integra la esfera íntima del sujeto; como
tal, el derecho a la salud constituye un derecho negativo, en el sentido de que impide que
alguien pueda avasallarlo, salvo con el consentimiento de su titular o una causa legitimada
por el ordenamiento jurídico, la violación a
ese derecho da lugar a la tutela preventiva y
resarcitoria. Según el segundo, el derecho que
tienen los individuos a obtener “prestaciones
de salud” a diferencia del anterior, es una pretensión positiva contra el estado o aquellos a
quienes éste como garante ha encomendado
el cumplimiento (Lorenzetti, Ricardo Luis
“Responsabilidad Civil de los Médicos”, Bs.
As., Rubinzal-Culzoni, t. 1, pág. 131).
Este último aspecto es el que aquí nos interesa, ya que conforme a nuestro sistema
normativo el Estado está obligado a proveer
prestaciones de salud integrales, igualitarias y
humanizadas a efectos de procurar para todos
los habitantes del país y sin discriminación alguna “el pleno goce del derecho a la salud”.
La ley 23.661 creó el Sistema Nacional Integrado del Seguro de Salud, con los alcances de
un seguro social, a los efectos de procurar para
todos los habitantes del país y sin discriminación alguna ese “pleno goce del derecho a la salud”, y en cuanto a los organismos que actuaran
como agentes del seguro, la norma establece
que tendrán tal carácter las obras sociales nacionales... entre las que se encuentra el Instituto
Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y
Pensionados -legitimado pasivamente en autos- que lo integra en su doble carácter de agente del sistema y de obra social nacional.
Esta obra social considerada como la mayor
de América Latina y una de las más grandes en
el mundo con más de tres millones de afiliados
tiene por objeto otorgar -por sí o por terceros-
a los jubilados y pensionados del régimen nacional de previsión y del Sistema Integrado de
Jubilaciones y Pensiones y a su grupo familiar
primario, las prestaciones sanitarias y sociales
integrales, integradas y equitativas, tendientes a
la promoción, prevención, protección, recuperación y rehabilitación de la salud, organizadas
en un modelo que se base en criterios de solidaridad, eficacia y eficiencia, que respondan al
mayor nivel de calidad disponible para todos
los beneficiarios del Instituto.
Volviendo entonces al reclamo impetrado
mediante esta acción y atendiendo a las probanzas arrimadas y su valoración conforme
las pautas señaladas más arriba, corresponde
el rechazo de los argumentos ensayados por la
demandada apelante y viéndome en la obligación de no poder dejar de advertir que periódicamente la población debe acudir a distintos
órganos judiciales -en todo el país- en procura
que se brinde, continúe o restablezca la prestación de los servicios de salud que en el sentido
amplio del término que la propia Carta Magna
pone a cargo del Estado, de las obras sociales,
de los centros asistenciales y de las empresas
de medicina prepaga, doy mi voto por la confirmatoria de la sentencia recurrida, con costas
en ambas instancias a la demandada vencida
(conf. art. 68, CPCCN).
EL DOCTOR FRONDIZI DIJO.
Que adhiere al voto del Dr. Schiffrin.
Por ello, a mérito de lo que resulta del Acuerdo que precede, se RESUELVE: Confirmar la
sentencia apelada, con costas de toda instancia
a la demandada vencida (art.68 del CPCC).
Regístrese, notifíquese y oportunamente devuélvase.
Fdo. Dres. Román Julio Frondizi
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Floreancig, Andrea C.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
329:2552, 11/07/2006
“…carece de sentido la alegación del Estado Nacional en punto a su
falta de responsabilidad en la atención del menor por corresponderle a
otro órgano o jurisdicción porque lo fundamental es que, conforme al
régimen legal éste debe asistirlo. Ello es así, sin perjuicio de que recupere
los costos por las vías pertinentes, de quien, en definitiva resulte obligado a afrontarlas o que ejerza la actividad que crea necesaria para lograr
la adecuada participación de la autoridad local. Sobre ello, la alzada fue
absolutamente clara en su pronunciamiento al dejar a salvo las atribuciones del Estado Nacional para encauzar la obligación legal tanto a la obra
social como a los organismos competentes provinciales” (considerando
VII. del dictamen fiscal).
Véase fallo completo en la página 63
135
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Cambiaso Péres de Nealón”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
330:3725, 28/08/2007
“…en cuanto a la aseveración de la apelante en el sentido de que el
Estado es el único obligado a preservar la salud de la población y adoptar
las medidas tendientes a ello, no puede escapar a este examen, en primer
término, que la protección y la asistencia integral a la discapacidad constituye una política pública de nuestro país (…)
“…ante la iniciativa personal del particular que se abona a un sistema
de medicina prepaga o afilia a una obra social, le corresponde al Estado
no satisfacer la prestación en forma directa, sino vigilar y controlar que las
prestadoras cumplan su obligación (v. doctrina de Fallos: 324:754, voto del
Dr. Adolfo Roberto Vázquez)” (considerando III del dictamen fiscal).
“…Una garantía consagrada en la Constitución y una legislación que
promete una atención integral y oportuna deben ser interpretadas de
modo que el resultado promueva el goce efectivo por parte de los ciudadanos.Toda otra interpretación transformaría al derecho en una parodia y
quebraría la confianza que ellos deben tener en las leyes” (considerando
4º del voto en disidencia del doctor Lorenzetti).
“…es absolutamente claro que es el Estado quien debe dar satisfacción
plena al derecho del actor a prestaciones constitucionales” (considerando
7º del voto en disidencia del doctor Lorenzetti).
“…resta examinar los efectos de la decisión sobre la situación del actor, que padece de parálisis cerebral y ha sido declarado discapacitado por
la Secretaría de Salud, en los términos del art. 3 de la ley 22.341, con fecha
15 de febrero de 1993 (fs. 31). El actor no puede quedar sin atención médica y es el Estado el que debería prestarla, aunque no ha sido demandado
en la causa.
De lo dicho surge que una revocación de la sentencia produciría una
inmediata cesación de la asistencia médica que actualmente recibe el actor
y ese hecho constituirá una amenaza cierta de daño inminente a su salud e
integridad física. Por lo tanto, deberá darse un plazo razonable, no menor
a un año, para el cumplimiento de la revocación de la sentencia, durante
137
138
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
el cual la empresa de medicina prepaga estará obligada a dar asistencia
médica al paciente. Dicho plazo cierto podrá cesar antes si el Estado sustituye a la empresa en dicha prestación. Asimismo, los gastos derivados de
la atención médica prestada sin causa contractual constituirán un crédito
de la empresa contra el Estado que ésta, eventualmente, podrá recuperar”
(considerando 8º del voto en disidencia del doctor Lorenzetti).
“…la solución dispuesta en el considerando anterior es concordante
con un análisis consecuencialista y con la naturaleza del contrato celebrado.
El costo de los cuidados médicos solicitados puede ser soportado por
el Estado o por la empresa de medicina privada, pero nunca por el enfermo. Este último no tiene ninguna posibilidad de absorber ese costo, y ello
conduciría a una frustración de su derecho fundamental a las prestaciones
adecuadas de salud. En cambio, la empresa puede absorber los gastos de
modo transitorio, puede difundirlos convenientemente y, finalmente, puede recuperarlos de las finanzas públicas.
La imposición transitoria de cargas públicas es, en este caso, compatible
con el contrato celebrado que se caracteriza porque su objeto y su causa
están relacionados directamente con derechos fundamentales vinculados
a la protección del estatuto de la persona. La conexión con el mentado
estatuto es evidente, ya que su inejecución total afectaría gravemente la integridad física del beneficiario. Si bien la lógica económica de los contratos
admite que el incumplidor sea excluido del mercado, ello encuentra una
barrera cuando se trata de las personas y sus derechos fundamentales”
(considerando 9º del voto en disidencia del doctor Lorenzetti).
Dictamen de la Procuradora Fiscal Subrogante de la Nación:
Suprema Corte:
I. La Sala “E”, de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, confirmó la resolución
de la juez de grado de fs. 299/232, que había
admitido la demanda de amparo y, en consecuencia, había condenado al Centro de Educación e Investigaciones Médicas (CEMIC)
a otorgar al menor en cuya representación se
promovió la acción, en su condición de afiliado, sin topes ni límites, la medicación psiquiátrica solicitada en autos, 120 pañales descartables mensuales, silla de ruedas con arnés de
tronco, apoya pies y sostén cefálico, con chasis
ultraliviano y plegable (v. fs. 278/281).
Para así decidir, señaló que la ley 24.754 prescribe que las empresas o entidades que prestan
servicios de medicina prepaga deberán cubrir,
como mínimo, las mismas prestaciones obligatorias dispuestas para las obras sociales, confor-
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
me lo establecido por las leyes 23.660, 23.661 y
24.445 y sus respectivas reglamentaciones. Por
otra parte -prosiguió- la ley 24.431, establece
un régimen de protección integral de las personas discapacitadas, y la ley 24.901, instituye
un sistema de prestaciones básicas de atención
a favor de estas personas, disponiendo que las
obras sociales tendrán a su cargo con carácter
obligatorio la cobertura total de las prestaciones enunciadas en la ley.
Destacó que, en el caso, no está discutido
que el menor, que ahora tiene 17 años, padezca de una parálisis cerebral severa, la que está
debidamente acreditada con el certificado de
fs. 30/31, expedido de conformidad con lo dispuesto por el artículo 3° de la ley 22.431. Puntualizó que se encuentra explicado en la causa
que la afección que reviste el menor se expresa como cuadripresia espástica, retraso global
del neurodesarrollo y epilepsia. Tras referirse
a diversas constancias de autos, expresó que
la demandada no pudo pretender que la parte
acudiera a otra vía cuando ya había agotado la
instancia administrativa con resultado negativo
y la urgencia del requerimiento así lo amerita.
Coincidió con la juez de grado en que las
prestaciones requeridas se encuentran contempladas en los artículos 15, 18, 19, 27 y concordantes de la ley 24.901. Dijo que, asimismo, la ley 25.404, de protección y garantías
para personas que padezcan epilepsia, prescribe que las prestaciones médico asistenciales a
que hace referencia quedan incorporadas de
pleno derecho al Programa Médico Obligatorio del Ministerio de Salud.
Juzgó que si la demandada aceptó la aplicación de la ley 24.754, no puede alegar que la
ley 24.901 no le es aplicable, y ello por cuanto las prestaciones que reconoce el Programa
Mínimo Obligatorio no constituye un elenco
cerrado e insusceptible de ser modificado con
el tiempo en beneficio de los afiliados. Sostuvo
que la interpretación que propugna la demandada importaría en los hechos excluir aquellos
que precisamente optaron por adherir a un sistema con la expectativa de contar con la mejor y
más amplia cobertura a la que sus posibilidades
económicas les permita acceder.
II. Contra este pronunciamiento la parte demandada interpuso el recurso extraordinario
de fs. 284/302 vta., cuya denegatoria de fs. 314,
motiva la presente queja.
Tacha de arbitraria a la sentencia y reprocha, en primer lugar, que no se tuvieron en
cuenta las cláusulas contenidas en el contrato
celebrado entre las partes, ni las disposiciones
que contienen el Reglamento General y el plan
al que se afiliaron los amparistas. En especial
-prosigue- omitió analizar la incorporación al
Reglamento General del CEMIC de prestaciones dispuestas por el Programa Médico Obligatorio aplicable a las entidades de medicina
prepaga, aprobado por Resolución 247/96
del Ministerio de Salud. Expone que tampoco consideró que la ley 24.754, no menciona
a las leyes 22.431, 24.901 y 25.404, ni otorgó
facultad alguna al Ministerio de Salud ni a la
Superintendencia de Servicios de Salud para
crear, ampliar, modificar o incorporar en el futuro prestaciones médicas obligatorias para las
entidades de medicina prepaga, ni las designó
como autoridades de aplicación de dicha ley, ni
las facultó para ejercer el control de su cumplimiento por parte de éstas. Esta es la razón por
la cual todas las resoluciones y normas que se
dictaron con posterioridad a la ley 24.754 para
las Obras Sociales no le resultan aplicables.
Sostiene que esta ley no se refiere a las prestaciones sociales (como pañales y sillas de ruedas), con lo cual es evidente que la Alzada realizó una actividad legislativa vedada a los jueces
por la Constitución Nacional.
139
140
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Reitera que el Ministerio de Salud y la Superintendencia de Servicios de Salud, no constituyen autoridades de aplicación de la ley 24.754,
y alega que, para el caso hipotético que así se entendiere, deberá considerarse lo prescripto por
el punto 7.5 del Anexo I del Programa Medico
Obligatorio de Emergencia (PMOE), resolución N° 201/2002 del Ministerio de Salud, que
reemplaza -según la recurrente- a la Resolución
N° 939/00. La citada disposición establece que
tendrán cobertura del 100% ‘con financiamiento del Fondo Solidario de Redistribución’ los
Programas Especiales de la Administración de
Programas Especiales (APE) y los programas
comprendidos en leyes de protección de grupos vulnerables (las comillas simples son de la
recurrente). De ello infiere que resulta injusto
obligar a las entidades de medicina prepaga a
otorgar por sí solas una cobertura que hoy sólo
prestan Obras Sociales con subsidios estatales,
a los que CEMIC no puede acceder.
Con respecto a los fundamentos del fallo en
torno a lo dispuesto por la Constitución Nacional y en tratados internacionales en cuanto a la
vida y la salud, afirma que es el Estado el único
obligado a preservar la salud de la población
y adoptar las medidas necesarias tendientes a
ello, y que el incumplimiento de deberes a su
cargo, no puede ser fuente de obligaciones civiles para los particulares.
III. Cabe tener presente, en primer lugar,
que en virtud de la ley 24.754, cuya constitucionalidad no ataca la recurrente, las empresas
o entidades que presten servicios de medicina prepaga deberán cubrir, como mínimo, en
sus planes de cobertura médico asistencial las
mismas prestaciones obligatorias dispuestas
para las obras sociales, prestaciones entre las
que se encuentran las establecidas en el Programa Médico Obligatorio (PMO). Dicho
PMO fue aprobado mediante la Resolución
General 247/96 del Ministerio de Salud (e
incorporado al Reglamento General del CEMIC, según lo reconoce la apelante), entendiéndose por tal, el régimen de Asistencia
Obligatorio para todas las Obras Sociales del
sistema de las Leyes 23.660 y 23.661.
Precisamente esta última ley, en su artículo
28, establece que los agentes de seguro deberán desarrollar un programa de prestaciones
de salud, a cuyo efecto la autoridad de aplicación establecerá y actualizará periódicamente,
de acuerdo a lo normado por la Secretaría de
Salud de la Nación, las prestaciones que deberán otorgarse obligatoriamente, “dentro de
las cuales deberán incluirse todas aquéllas que
requieran la rehabilitación de las personas discapacitadas”. En este marco, resulta inaceptable
la impugnación de la recurrente en orden a
desconocer la facultad del Ministerio de Salud
y Acción Social para disponer prestaciones
médicas obligatorias, del mismo modo que deviene inconducente la circunstancia de que las
prestaciones en cuestión fueran impuestas con
posterioridad a la asimilación de las entidades
de medicina prepaga a las obras sociales.
Corresponde señalar, además, que el artículo 2° de la ley 24.901, prescribe que las obras
sociales, comprendiendo en tal concepto las
entidades enunciadas en el artículo 1° de la ley
23.660, tendrán a su cargo con carácter obligatorio, la cobertura total de las prestaciones
básicas enunciadas en la presente ley, que necesiten las personas discapacitadas afiliadas a las
mismas. Al tener presente que el inciso “h”, del
artículo 1°, de la ley 23.660, menciona a “toda
otra entidad creada o a crearse que, no encuadrándose en la enumeración precedente, tenga
como fin lo establecido en la presente ley”, y
que la ley 24.754 impone a las entidades de medicina prepaga cubrir las mismas prestaciones
obligatorias que las obras sociales, no cabe sino
concluir que estas entidades deben cubrir todas
las prestaciones de la ley 24.901.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Cabe agregar, a todo evento, la Resolución
939/00 del Ministerio de Salud (del mismo carácter que la 247/96 cuyos beneficios, como se
ha visto, la apelante reconoce haber incorporado al Reglamento General de la Institución),
en su Anexo I, bajo los subtítulos “Programa
Médico Obligatorio” - “Definición”, estableció
que: “Es el Programa de Salud de cumplimiento obligatorio para todos los Agentes del Sistema Nacional del Seguro de Salud y aquellos
que en el futuro adhieran al mismo. Se desarrolla sobre la base de estrategias de Atención
Primaria de la Salud, privilegiando las acciones
de prevención. ‘Se encuentra alcanzado por lo
establecido en las leyes 24.455 y 24.901’, en
los Decretos 1424/97 y 1193/98 y en las Resoluciones MSYAS 625/97, 301/99, 542/99
y 791/99...”. No dejo de advertir que la Resolución 201/2002 del Ministerio aludido, en
su artículo 5°, suspendió los efectos de la resolución 939/00, mas ello no altera el aspecto
conceptual del Programa Médico Obligatorio
definido en esa norma y transcripto precedentemente. En efecto, en los considerandos de la
citada Resolución 201/2002, segundo párrafo,
se expresa que el decreto 486/2002 (que declaró la Emergencia Sanitaria en todo el país)
faculta al Ministerio de Salud para definir en
un plazo de treinta días, ‘en el marco del Programa Médico Obligatorio (P.M.O.) aprobado
por resolución 939/2000 del citado Ministerio’ y sus modificaciones, las prestaciones básicas esenciales que comprende la emergencia
sanitaria. Y más adelante, en el Anexo II, de la
Resolución 201/2000, bajo el título “Catálogo
de Prestaciones”, en el último párrafo se establece que “Las prácticas aquí normatizadas son
‘aquellas que fueron definidas en la resolución
939/2000 MS’ y fueron evaluadas por el Equipo de Evaluación de Tecnología Sanitaria que
sobre la base de la metodología de Medicina
Basada en la Evidencia ha analizado la literatura nacional e internacional, comparando con
Agencias de Evaluación de Tecnología y las po-
líticas de cobertura de otros países del mundo
(...). (las comillas simples me pertenecen).
En conclusión, sobre la base del plexo normativo precedentemente examinado, no cabe sino
razonar que las personas afectadas con discapacidad se encuentran incluidas en las prestaciones básicas de habilitación y rehabilitación
incorporadas por el Programa Médico Obligatorio, cuyas prestaciones resultan imperativas
para las entidades de medicina prepaga.
Con relación a los agravios relativos a la
omisión de tener en cuenta las cláusulas contractuales, y a que las entidades de medicina
prepaga deben cubrir las prestaciones médicas, y no las sociales, procede recordar que el
Tribunal tiene establecido que, si bien la actividad que asumen las empresas de medicina
prepaga presenta rasgos mercantiles (arts. 7 y
8, inc. 5 del Código de Comercio), en tanto
ellas tienden a proteger las garantías a la vida,
salud, seguridad e integridad de las personas,
adquieren también un compromiso social con
sus usuarios, que obsta a que puedan desconocer un contrato, o, como ocurre en el sub-lite,
invocar sus cláusulas para apartarse de obligaciones impuestas por la ley (v. doctrina de Fallos:325:676), so consecuencia de contrariar
su propio objeto que debe efectivamente asegurar a los beneficiarios las coberturas tanto
pactadas como legalmente establecidas (v. doctrina de Fallos: 324:677). Ha dicho, asimismo,
que la ley 24.754 representa un instrumento
al que recurre el derecho a fin de equilibrar la
medicina y la economía, puesto que pondera
los delicados intereses en juego, integridad psicofísica, salud y vida de las personas, así como
también que más allá de su constitución como
empresas los entes de medicina prepaga tienen
a su cargo una trascendental función social que
está por encima de toda cuestión comercial (v.
doctrina de Fallos: 324:754, voto del Dr. Adolfo Roberto Vázquez).
141
142
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Finalmente, en cuanto a la aseveración de
la apelante en el sentido de que el Estado es
el único obligado a preservar la salud de la
población y adoptar las medidas tendientes a
ello, no puede escapar a este examen, en primer término, que la protección y la asistencia
integral a la discapacidad constituye una política pública de nuestro país; y, en segundo,
que lo decidido en el sub lite compromete el
“interés superior” de un menor, cuya tutela
encarece, elevándolo al rango de principio, la
Convención Sobre los Derechos del Niño (v.
Fallos: 318:1269; 322:2701; 323:854, 2021;
2388; 3229; 324:122, 908, 1672) de jerarquía
constitucional con arreglo al artículo 75, inciso 22, de la Constitución Nacional (v. Fallos:
318:1269; 319:3370; 320:1292; 322:328;
323:854; 325.292). A este respecto, conviene
recordar que los menores, máxime en circunstancias en que se encuentra comprometida su
salud y normal desarrollo, a más de la especial
atención que necesitan de quienes están directamente obligados a su cuidado, requieren
también la de los jueces y de la sociedad toda.
De allí que la consideración primordial del
interés del niño viene, por una parte, tanto a
orientar como a condicionar la decisión de los
jueces llamados al juzgamiento en estos casos
(v. doctrina de Fallos: 322:2701 y 324:122,
entre otros), y por otra, no admite que pueda
ser dejada de lado por una entidad de medicina
prepaga, so pretexto de atenerse estrictamente
a cláusulas contractuales y sostener que el Estado es el único obligado a resguardar la salud
de la población. Ello es así, pues, ante la iniciativa personal del particular que se abona a un
sistema de medicina prepaga o afilia a una obra
social, le corresponde al Estado no satisfacer
la prestación en forma directa, sino vigilar y
controlar que las prestadoras cumplan su obligación (v. doctrina de Fallos: 324:754, voto
del Dr. Adolfo Roberto Vázquez). Asimismo, a
partir de lo dicho por V.E., particularmente, en
Fallos: 321:1684 y 323:1339, ha quedado en
claro el derecho a la preservación de la salud
-comprendido dentro del derecho a la vida- y
la obligación impostergable que tiene la autoridad pública de garantizar ese derecho con acciones positivas, pero que ello es sin perjuicio
de las obligaciones que corresponden a las jurisdicciones locales, obras sociales y entidades
de medicina prepaga sobre el tema.
Por ello, y demás razones expuestas al dictaminar en el día de la fecha “in re” A. 804, L.
XLI, “Recurso de hecho deducido por Giselle
M. Arvilly por sí y por su hija menor J. C. en los
autos “Arvilly, Giselle Marina c/ Swiss Medical
S.A.”, opino que debe desestimarse la presente
queja. — Febrero 14 de 2006.
Marta A. Beiró de Gonçalvez.
Buenos Aires, 28 de agosto de 2007
Considerando:
1°) Que contra la sentencia de la Sala E de
la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Civil que, al confirmar la de primera instancia, declaró admisible la acción de amparo y,
asimismo, condenó al Centro de Educación
Médica e Investigaciones Clínicas Norberto
Quirno (CEMIC) a otorgar al menor P. N.,
en su condición de afiliado, sin topes ni límites, la medicación psiquiátrica solicitada en
autos, 120 pañales descartables mensuales, y
una silla de ruedas con arnés de tronco, apoya
pies y sostén cefálico, con chasis ultraliviano
y plegable, la demandada interpuso el recurso
extraordinario cuya denegación dio lugar a la
presente queja.
2°) Que respecto de los agravios relativos a la
admisibilidad de la acción de amparo, el recurso
extraordinario es inadmisible (art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
3°) Que una conclusión opuesta se impone en
cuanto la recurrente cuestiona los alcances de
sus obligaciones legales respecto de las personas con discapacidad, pues ello pone en juego la
inteligencia y aplicación de normas de carácter
federal, en las que aquélla sustenta los derechos
que, según lo entiende, le fueron desconocidos
(art. 14.3 de la ley 48). Cabe recordar, con todo,
que en el tratamiento de las cuestiones federales, la Corte no se encuentra limitada por las
argumentaciones de las partes ni por las del a
quo, sino que le incumbe efectuar una declaración sobre el punto (Fallos: 308:647; 312:2254;
323:1406 y 325:860, entre muchos otros).
4°) Que, en tal sentido, el art. 1 de la ley
24.754 establece que “las empresas o entidades que presten servicios de medicina prepaga
deberán cubrir, como mínimo, en sus planes
de cobertura médico asistencial las mismas
‘prestaciones obligatorias’ dispuestas para las
obras sociales, conforme lo establecido por las
leyes 23.660, 23.661 y 24.455 y sus respectivas reglamentaciones”. A su turno, el art. 28 de
la citada ley 23.661, inserto en el Capítulo VI
“De las prestaciones del seguro”, dispone que
“los agentes del seguro deberán desarrollar
un programa de prestaciones de salud, a cuyo
efecto la ANSSAL establecerá y actualizará periódicamente, de acuerdo a lo normado por la
Secretaría de Salud de la Nación, las prestaciones que deberán otorgarse obligatoriamente,
dentro de las cuales deberán incluirse todas
aquellas que requieran la rehabilitación de las
personas discapacitadas. Asimismo, deberán
asegurar la cobertura de medicamentos que
las aludidas prestaciones requieran”.
5°) Que las dos normas transcriptas esclarecen la presente cuestión. En efecto, la demandada reconoce que se encuentra compelida a
satisfacer las prestaciones obligatorias previstas
en el Programa Médico Obligatorio. Empero,
sostiene que por dicho programa sólo debe en-
tenderse el aprobado por la resolución 247/96
del Ministerio de Salud y Acción Social, vigente
al momento de la sanción de la ley 24.754, en
1996, y no sus modificaciones posteriores. Sin
embargo, resulta claro que el recordado art. 28
de la ley 23.661 descalifica esta defensa, toda
vez que previó expressis verbis que el programa
de prestaciones obligatorias se “actualizará periódicamente”. Esta modalidad, por lo demás,
encuentra explicación, entre muchas otras razones, en que el sistema de la ley 23.661 tiene
como “...objetivo fundamental proveer al otorgamiento de prestaciones de salud igualitarias,
integrales y humanizadas, tendientes a la promoción, protección, recuperación y rehabilitación de la salud, que respondan al mejor nivel
de calidad disponible” (art. 2), con lo cual, en
buena medida, este cuerpo legal, al que remite la ley 24.754, se comunica con los derechos
de toda persona “al disfrute del más alto nivel
posible de salud...” y “...a una mejora continua
de las condiciones de existencia...”, enunciados
en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (arts. 12.1 y 11.1),
en vigor desde 1986 (ley 23.313), y que cuenta
con jerarquía constitucional a partir de 1994
(Constitución Nacional, art. 75.22).
6°) Que esta actualización de las prestaciones
obligatorias para las obras sociales y que, por
intermedio de la ley 24.754, alcanza a las entidades de medicina prepaga, no por haber sido
confiada por el legislador al impulso de la autoridad de aplicación excluye la que aquél mismo
pueda producir. Esto es lo ocurrido, precisamente, con la ley 24.901 que establece el Sistema de Prestaciones Básicas en Habilitación y
Rehabilitación Integral a favor de las Personas
con Discapacidad, y, a la par, retoma, en orden
a estas últimas, lo preceptuado en el transcripto art. 28. Luego, la ley 24.901, al no introducir
salvedad alguna que la separe del marco de ley
24.754, debe ser interpretada en el sentido que,
en cuanto determina prestaciones del carácter
143
144
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
aludido respecto de las obras sociales, comprende a las mentadas entidades a la luz del
concepto amplio “médico asistencial” a que se
refiere el art. 1° de la ley 24.754. La interpretación armónica del plexo normativo enunciado
es la que mejor representa la voluntad del legislador respecto a la protección del derecho a la
salud, conforme lo dispuesto por el art. 75 incs.
22 y 23 de la Constitución Nacional.
7°) Que en el presente juicio de amparo al
igual que fue destacado en el precedente de
Fallos: 324:677, la parte actora, situada como
consumidora en una posición de subordinación estructural y urgida ciertamente de tutela,
acude por esta vía sumaria ante los tribunales
de justicia postulando, en definitiva, que so
pretexto de un argumento de autonomía contractual, la demandada le ha negado la cobertura médico asistencial requerida. Y reclama,
por este medio, la protección de su derecho a la
salud anudados a situaciones de subordinación
negocial determinadas tanto por el hecho de la
“adhesión” como del “consumo”.
Esta última circunstancia -la adhesión a cláusulas predispuestas de una empresa y la existencia de un servicio prestado para un consumidor
final- indica que debe darse tanto a la ley cuya
interpretación se discute como al contrato que
vincula a las partes, entre todos los sentidos
posibles, el que favorezca al consumidor de
conformidad con el art. 42 de la Constitución
Nacional y los arts. 3 y 37 de la ley 24.240 de
Defensa del Consumidor (v. Fallos: 324:677).
8°) Que, en suma, para lo que interesa a la solución del aspecto sub examine, cabe concluir
en que, por imperio del art. 1 de la ley 24.754,
las empresas o entidades que presten servicios
de medicina prepaga deben cubrir, como mínimo, las mismas prestaciones que resulten
obligatorias para las obras sociales. Esto último
comprende las prestaciones que, con dicho ca-
rácter obligatorio, establezca y actualice periódicamente la autoridad de aplicación en ejercicio
de la facultad que le confiere el art. 28 de la ley
23.661. Y también, en lo que atañe a las personas con discapacidad, todas las que requiera su
rehabilitación (art. 28 cit.), así como, en la medida en que conciernan al campo médico asistencial enunciado en el art. 1 de la ley 24.754, las
demás previstas en la ley 24.901. Todo ello, sin
perjuicio de la obligación de asegurar la cobertura de medicamentos que requieran las prestaciones obligatorias, contemplada en la última
parte del reiteradamente citado art. 28.
9°) Que, en este orden de ideas, es oportuno
recordar que les corresponde a las mencionadas
empresas o entidades “efectivamente asegurar a
los beneficiarios las coberturas tanto pactadas
como legalmente establecidas (v. art. 1, ley
24.754)”, máxime cuando no debe olvidarse que si bien la actividad que asumen pueda
representar determinados rasgos mercantiles
“en tanto ellas tienden a proteger las garantías
constitucionales a la vida, salud, seguridad e integridad de las personas (v. arts. 3, Declaración
Universal de Derechos Humanos; 4 y 5, Convención Americana sobre Derechos Humanos
y 42 y 75, inc. 22, de la Ley Fundamental), también adquieren un compromiso social con sus
usuarios”, que obsta a que puedan desconocer
un contrato, o, como ocurre en el sub-lite, invocar sus cláusulas para apartarse de obligaciones impuestas por la ley (v. doctrina de Fallos:
324:677), so consecuencia de contrariar su
propio objeto que debe efectivamente asegurar
a los beneficiarios las coberturas tanto pactadas
como legalmente establecidas (v. doctrina de
Fallos: 324: 677). Ha dicho, asimismo, que la
ley 24.754 representa un instrumento al que recurre el derecho a fin de equilibrar la medicina
y la economía, puesto que pondera los delicados intereses en juego, integridad psicofísica,
salud y vida de las personas, así como también
que más allá de su constitución como empresas
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
los entes de medicina prepaga tienen a su cargo
una trascendental función social que está por
encima de toda cuestión comercial (“Sartori”
Fallos: 328:4747, disidencia de los jueces Fayt
y Maqueda).
descartables mensuales, y una silla de ruedas
con arnés de tronco, apoya pies y sostén cefálico, con chasis ultraliviano y plegable, la demandada interpuso el recurso extraordinario cuya
denegación dio lugar a la presente queja.
10) Que, resuelta la cuestión federal en juego, cabe señalar que la determinación de si las
prestaciones reclamadas en el presente caso se
adecuan al marco legal indicado, es tema de hecho y prueba relativo a la relación entre aquéllas
y las circunstancias que rodean a la persona con
discapacidad reclamante, que ha sido juzgado
en términos no susceptibles del calificativo de
arbitrarios, lo cual pone a la cuestión fuera de
los alcances de esta instancia extraordinaria.
2°) Que respecto de los agravios relativos a la
admisibilidad de la acción de amparo, el recurso
extraordinario es inadmisible (art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).
Por ello, y lo concordemente dictaminado
por la señora Procuradora Fiscal subrogante, se
hace lugar parcialmente a la queja y al recurso
extraordinario, y se confirma la sentencia apelada con los alcances indicados, con costas (art.
68 del código citado). Devuélvase el depósito
(fs. 1), agréguese la queja al principal, hágase
saber y, oportunamente, remítase. Ricardo L.
Lorenzetti (en disidencia). -Elena I. Highton
de Nolasco (en disidencia). -Carlos S. Fayt.
-Enrique S. Petracchi (según su voto). -Juan C.
Maqueda. -E. Raúl Zaffaroni (según su voto).
-Carmen M. Argibay (en disidencia).
Voto de los doctores Petracchi y Zaffaroni:
Considerando:
1°) Que contra la sentencia de la Sala E de la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil
que, al confirmar la de primera instancia, declaró admisible la acción de amparo y, asimismo,
condenó al Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas Norberto Quirno (CEMIC) a otorgar al menor P. N., en su condición
de afiliado, sin topes ni límites, la medicación
psiquiátrica solicitada en autos, 120 pañales
3°) Que una conclusión opuesta se impone
en cuanto la recurrente cuestiona los alcances de sus obligaciones legales respecto de las
personas con discapacidad, pues ello pone en
juego la inteligencia y aplicación de normas de
carácter federal, en las que aquélla sustenta los
derechos que, según lo entiende, le fueron desconocidos (art. 14.3 de la ley 48).
Cabe recordar, con todo, que en el tratamiento de las cuestiones federales, la Corte no
se encuentra limitada por las argumentaciones
de las partes ni por las del a quo, sino que le
incumbe efectuar una declaración sobre el
punto (Fallos: 308:647; 312:2254; 323:1406
y 325:860, entre muchos otros).
4°) Que, en tal sentido, el art. 1 de la ley 24.754
establece que “las empresas o entidades que
presten servicios de medicina prepaga deberán
cubrir, como mínimo, en sus planes de cobertura
médico asistencial las mismas ‘prestaciones obligatorias’ dispuestas para las obras sociales, conforme lo establecido por las leyes 23.660, 23.661
y 24.455 y sus respectivas reglamentaciones”.
A su turno, el art. 28 de la citada ley 23.661, inserto en el Capítulo VI “De las prestaciones del
seguro”, dispone que “los agentes del seguro deberán desarrollar un programa de prestaciones
de salud, a cuyo efecto la ANSSAL establecerá y
actualizará periódicamente, de acuerdo a lo normado por la Secretaría de Salud de la Nación,
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
las prestaciones que deberán otorgarse obligatoriamente, dentro de las cuales deberán incluirse
todas aquellas que requieran la rehabilitación de
las personas discapacitadas. Asimismo, deberán
asegurar la cobertura de medicamentos que las
aludidas prestaciones requieran”.
5°) Que las dos normas transcriptas esclarecen la presente cuestión. En efecto, la demandada reconoce que se encuentra compelida a
satisfacer las prestaciones obligatorias previstas en el Programa Médico Obligatorio. Empero, sostiene que por dicho programa sólo
debe entenderse el aprobado por la resolución
247/96 del Ministerio de Salud y Acción Social, vigente al momento de la sanción de la
ley 24.754, en 1996, y no sus modificaciones
posteriores. Sin embargo, resulta claro que el
recordado art. 28 de la ley 23.661 descalifica
esta defensa, toda vez que previó expressis verbis que el programa de prestaciones obligatorias se “actualizará periódicamente”.
Esta modalidad, por lo demás, encuentra
explicación, entre muchas otras razones, en
que el sistema de la ley 23.661 tiene como “...
objetivo fundamental proveer al otorgamiento
de prestaciones de salud igualitarias, integrales y humanizadas, tendientes a la promoción,
protección, recuperación y rehabilitación de
la salud, que respondan al mejor nivel de calidad disponible” (art. 2), con lo cual, en buena
medida, este cuerpo legal, al que remite la ley
24.754, se comunica con los derechos de toda
persona “al disfrute del más alto nivel posible
de salud...” y “... a una mejora continua de las
condiciones de existencia...”, enunciados en el
Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales (arts. 12.1 y 11.1), en
vigor desde 1986 (ley 23.313), y que cuenta
con jerarquía constitucional a partir de 1994
(Constitución Nacional, art. 75.22).
6°) Que esta actualización de las prestacio-
nes obligatorias para las obras sociales y que,
por intermedio de la ley 24.754, alcanza a las
entidades de medicina prepaga, no por haber
sido confiada por el legislador al impulso de la
autoridad de aplicación, excluye la que aquél
mismo pueda producir. Esto es lo ocurrido,
precisamente, con la ley 24.901 que establece
el Sistema de Prestaciones Básicas en Habilitación y Rehabilitación Integral a favor de las
Personas con Discapacidad, y, a la par, retoma,
en orden a estas últimas, lo preceptuado en el
transcripto art. 28. Luego, la ley 24.901, al no
introducir salvedad alguna que la separe del
marco de la ley 24.754, debe ser interpretada en
el sentido que, en cuanto determina prestaciones del carácter aludido respecto de las obras
sociales, comprende a las mentadas entidades
en la medida, por cierto, en que dichas prestaciones se vinculen con la cobertura médico
asistencial que mienta el art. 1 de la ley 24.754.
Conviene acentuar esta última precisión, dado
que ha sido sólo en dicho campo, esto es, en el
de las prestaciones médico asistenciales, en el
que el legislador ha previsto proyectar las que
resulten obligatorias para las obras sociales a las
entidades de medicina prepaga.
7°) Que, en suma, para lo que interesa a la solución del aspecto sub examine, cabe concluir
en que, por imperio del art. 1 de la ley 24.754,
las empresas o entidades que presten servicios
de medicina prepaga deben cubrir, como mínimo, las mismas prestaciones que resulten
obligatorias para las obras sociales. Esto último
comprende las prestaciones que, con dicho carácter obligatorio, establezca y actualice periódicamente la autoridad de aplicación en ejercicio
de la facultad que le confiere el art. 28 de la ley
23.661. Y también, en lo que atañe a las personas con discapacidad, todas las que requiera su
rehabilitación (art. 28 cit.), así como, en la medida en que conciernan al campo médico asistencial enunciado en el art. 1 de la ley 24.754, las
demás previstas en la ley 24.901. Todo ello, sin
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
perjuicio de la obligación de asegurar la cobertura de medicamentos que requieran las prestaciones obligatorias, contemplada en la última
parte del reiteradamente citado art. 28.
Disidencia de las doctoras Highton de Nolasco
y Argibay:
8°) Que, en este orden de ideas, es oportuno recordar que les corresponde a las
mencionadas empresas o entidades “efectivamente asegurar a los beneficiarios las
coberturas tanto pactadas como legalmente
establecidas (v. art. 1, ley 24.754)”, máxime cuando no debe olvidarse que si bien
la actividad que asumen pueda presentar
determinados rasgos mercantiles, “en tanto
ellas tienden a proteger las garantías constitucionales a la vida, salud, seguridad e
integridad de las personas (v. arts. 3, Declaración Universal de Derechos Humanos; 4 y
5, Convención Americana sobre Derechos
Humanos y 42 y 75, inc. 22, de la Ley Fundamental), también adquieren un compromiso social con sus usuarios” (“Etcheverry,
Roberto Eduardo” Fallos: 324:677).
1°) P. N. es un joven de veinte años que padece una encefalopatía crónica no evolutiva, es
decir, parálisis cerebral. Cuenta con el correspondiente Certificado de Discapacidad permanente, emitido por la Secretaría de Salud, en los
términos del art. 3° de la ley 22.341, con fecha
15 de febrero de 1993 (fojas 31).
9°) Que, resuelta la cuestión federal en juego,
cabe señalar que la determinación de si las prestaciones reclamadas en el presente caso se adecuan al marco legal indicado, es tema de hecho
y prueba relativo a la relación entre aquéllas y
las circunstancias que rodean a la persona con
discapacidad reclamante, que ha sido juzgado
en términos no susceptibles del calificativo de
arbitrarios, lo cual pone a la cuestión fuera de
los alcances de esta instancia extraordinaria.
Por ello, y lo concordemente dictaminado
por la señora Procuradora Fiscal subrogante, se
hace lugar parcialmente a la queja y al recurso
extraordinario, y se confirma la sentencia apelada con los alcances indicados, con costas (art.
68 del código citado). Devuélvase el depósito
(fs. 1), agréguese la queja al principal, hágase
saber y, oportunamente, remítase. Enrique S.
Petracchi. -E. Raúl Zaffaroni.
Considerando:
La enfermedad que padece P. N. requiere
múltiples prestaciones asistenciales. Entre ellas,
son relevantes para el presente caso las siguientes: 1) Oxcarbacepina (Trileptal), 600 mg; 2)
Omeprasec, 20 mg; 3) silla postural adaptable;
4) pañales descartables, 120 por mes.
Sus padres están afiliados a uno de los programas médicos que ofrece CEMIC, que recibe
el nombre de “sistema cerrado”. De las cuatro
necesidades antes enunciadas, CEMIC cubrió,
hasta la iniciación de la demanda, el cuarenta
por ciento de los medicamentos señalados con
los números 1 y 2.
Hacia el año 2002, según dice la demanda, los
padres de P. tomaron conciencia de la obligación legal que pesaba sobre CEMIC y, resultándoles imposible afrontar los gastos, decidieron
intimar a la prestadora para que financie el cien
por ciento de las cuatro prestaciones (fojas 40
vta.). Así lo plasmaron en la nota que dirigieron a CEMIC, fechada el 21 de agosto de 2002.
El reclamo se apoyó en que el art. 1° de la ley
24.754 determinaba sin más la obligación de la
empresa de cubrir las prestaciones por discapacidad descriptas en la ley 24.901. (Nota glosada
a fojas 32 y transcripta a fojas 41 y carta documento de fojas 36).
Artículo. 1° - A partir del plazo de 90 días de
147
148
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
promulgada la presente ley, las empresas o entidades que presten servicios de medicina prepaga deberán cubrir, como mínimo, en sus planes
de cobertura médico-asistencial las mismas
“prestaciones obligatorias” dispuestas para las
obras sociales, conforme lo establecido por las
leyes 23.660, 23.661 y 24.455, y sus respectivas
reglamentaciones. [Ley 24.754, promulgada de
hecho el 23 de Diciembre de 1996].
La pretensión de los Nealón fue resistida por
CEMIC.
En la respuesta a la carta documento que recibiera envió otra (fojas 37) en los siguientes términos: 1) La ley 24.754 obligó a las empresas
de medicina prepaga a incluir las prestaciones
que a la fecha de su sanción estaban incluidas
en el Programa Médico Obligatorio (PMO),
aprobado por la Resolución 247/96. La ley
24.901 es posterior (BO 5/12/97). 2) La ley
24.901 está dirigida al Estado y a las Obras Sociales, pero no a las empresas privadas. 3) La ley
24.901 (a diferencia de la 24.754) no sólo establece obligaciones médico asistenciales, sino
otras prestaciones no médicas (“sociales”). 4)
El PMO aplicable a las empresas de medicina
prepaga no incluye la cobertura de ayuda técnica, pañales ni gastos educativos, aunque sí el
40% de los medicamentos.
La controversia que tuvo lugar en el proceso
judicial de amparo (fs. 40 y sgtes.) se construyó sobre las mismas bases. A los argumentos
ya expuestos en las cartas documento, basados
en las leyes 24.754 y 24.901, se añadió la invocación de lo previsto en la ley 25.404 (BO
03/04/2001). Esta última ley establece un
sistema especial de protección de las personas que padecen epilepsia. Fueron citados sus
arts. 4° y 6°: Artículo 4° - El paciente epiléptico tiene derecho a recibir asistencia médica
integral y oportuna. Artículo 6° - Las prestaciones médico-asistenciales a que hace refe-
rencia la presente ley quedan incorporadas de
pleno derecho al Programa Médico Obligatorio aprobado por resolución N° 939/00 del
Ministerio de Salud, sin perjuicio de aplicar,
cuando correspondiere, lo dispuesto por las
leyes N° 22.431 y N° 24.901 y sus normas reglamentarias y complementarias.
Inmediatamente después, la jueza de primera
instancia dictó una medida cautelar mediante
la cual ordenó la inmediata entrega de las cuatro prestaciones solicitadas en la demanda (los
dos medicamentos, los pañales y la silla) “hasta
tanto haya recaído sentencia firme” (fojas 51).
La sentencia de primera instancia hizo lugar a
la acción de amparo y ordenó a CEMIC proporcionar el financiamiento total de las prestaciones que solicitaba la parte actora. La Sala “E” de
la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil
rechazó el recurso de apelación interpuesto por
la demandada y confirmó la sentencia sobre la
base del siguiente argumento: si la demandada,
por vía de la ley 24.754, acepta la aplicación de
la ley 23.661 que establece la asistencia integral
a las personas discapacitadas, no puede alegar
que la ley 24.901 no le es aplicable, puesto que
esta última no es más que una adaptación de la
ley 23.661 al cambio constante y natural de la
medicina y de la noción de “calidad de vida”.
El recurso extraordinario interpuesto contra
dicho fallo y posterior queja de la parte demandada se apoya en dos líneas de argumentación.
Por un lado, sostiene que la ley 24.901 no es
aplicable a las empresas de medicina privada
porque dicha ley no se refiere específicamente a las prestaciones médico-asistenciales que
son objeto de la ley 24.754 (que extendió a la
medicina privada las prestaciones obligatorias
establecidas para las obras sociales). Por otra
parte, menciona que las empresas de medicina
privada no fueron mencionadas por la ley entre
los sujetos obligados.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
2°) A nuestro modo de ver, el recurso extraordinario es procedente y debe dar lugar a un fallo
de esta Corte, puesto que la parte demandada
ha fundado su derecho en una interpretación
de la legislación federal, de acuerdo con la cual
la ley 24.901 no genera obligaciones a cargo de
las empresas de medicina privada, y la sentencia dictada, como hemos referido, ha sido contraria tanto a esa interpretación de la ley como
al derecho que en ella apoyara la recurrente
(art. 14.3 de la ley 48).
Debe dejarse aclarado que no se trata el
caso de una controversia sobre el alcance del
contrato celebrado entre las partes, sino de
otra acerca de la procedencia de extender las
obligaciones legales contempladas en la ley
24.901, para incluirlas entre las prestaciones
que deben asegurar las empresas de medicina
privada a sus beneficiarios.
3°) Sobre el fondo de la cuestión planteada
hemos llegado a la conclusión de que corresponde resolver en sentido favorable a la parte
recurrente, puesto que la legislación federal
que utiliza el fallo apelado no tiene el alcance
que se le ha dado.
El primer obstáculo que encuentra una tesis
como la acogida en la sentencia apelada es que
la sanción de la ley 24.901 no estuvo dirigida a
regular el funcionamiento de las empresas de
medicina privada, en particular los contratos de
seguro médico que celebran para la cobertura
de prestaciones médicas. Tal discernimiento se
impone luego de comprobar que ni en el texto
de la ley, ni en las deliberaciones que precedieron a su sanción hay referencia o mención alguna a: las empresas de medicina prepaga; las personas aseguradas mediante contratos de seguro
médico privado; las fuentes de recursos que las
empresas privadas estarían autorizadas a utilizar
para financiar el cumplimiento de la ley; la inclusión de las prestaciones descriptas en el régi-
men de la ley dentro de las prestaciones médico
asistenciales que fueron objeto de la ley 24.754;
cualquier referencia a la misma ley 24.754, al
Programa Médico Obligatorio o a cualquiera de
las reglamentaciones vinculadas con él.
Otro indicio de que las empresas de medicina
prepaga están fuera del campo que el Congreso
cubrió con la ley 24.901, es su fallido intento de
incluirlas posteriormente mediante el proyecto
de ley 25.683, vetado por el Presidente mediante el Decreto 2684/2002. El proyecto aprobado
por las Cámaras, extendía el régimen de la ley
24.901 con el fin de abarcar a nuevos sujetos
obligados, entre ellos las empresas de medicina
prepaga y cualquier otro organismo que ofrezca
cobertura social (así surge al menos de algunos
dictámenes de comisión; Cámara de Diputados
de la Nación, Sesiones Ordinarias 2001, Orden
del Día N° 3530). El fundamento exclusivo del
veto dispuesto por el Presidente fue que, pese
a “la noble finalidad de la norma, respecto de
las entidades que busca incorporar, no resulta,
con claridad, del articulado del Proyecto de
Ley, cuáles serían las alcanzadas ni cómo se
financiarían las prestaciones”. El Congreso no
insistió en su proyecto, en los términos del art.
83 de la Constitución Nacional.
En resumidas cuentas, ni el debate legislativo ni su producto, la ley 24.901, han tratado
de las empresas de medicina prepaga ni de las
prestaciones médico asistenciales que ellas deben proporcionar a sus asegurados en cumplimiento de los contratos respectivos o de la ley
24.754. Más aún, la ley 24.901 no se concentra
exclusiva ni principalmente en prestaciones
que podrían clasificarse con propiedad como
de carácter médico.
En efecto, la ley 24.901 crea el “Sistema de
prestaciones básicas en habilitación y rehabilitación integral a favor de las personas con
discapacidad”. El art. 1° describe tales presta-
149
150
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
ciones como “acciones de prevención, asistencia, promoción y protección, con el objeto de
brindarles una cobertura integral de sus necesidades y requerimientos”. Los arts. 2° y 4°
señalan a las obras sociales y a los organismos
del Estado, respectivamente, como los sujetos
obligados a proporcionar la cobertura de las
prestaciones. El art. 7° establece las fuentes de
financiamiento del sistema, según se trate de
beneficiarios del Sistema Nacional de Salud
(obras sociales), jubilados, beneficiarios de
la ley de accidentes de trabajo y personas sin
recursos. Las prestaciones cubren un espectro
bastante amplio, puesto que están orientadas
no tanto a los problemas médicos, sino a la calidad de vida en general de las personas con
discapacidad. La ley clasifica las prestaciones
en: preventivas (art. 14), de rehabilitación
(art. 15), terapéuticas educativas (art. 16),
educativas (art. 17) y asistenciales (art. 18). A
ello se suman una lista de “servicios específicos”, tales como estimulación temprana (art.
20), educación inicial (art. 21), educación
general básica (art. 22), formación laboral
(art. 23), centros de día (art. 24), centros educativos terapéuticos (art. 25), rehabilitación
psicofísica y motora (arts. 26 y 27). Además
crea la ley los denominados “sistemas alternativos al grupo familiar” para los casos en que
el discapacitado no pudiese permanecer con
su familia de origen (arts. 29 a 32). Por último, la ley contiene una lista de “prestaciones
complementarias” que incluyen: ayuda económica (art. 33), orientación especializada a
domicilio para mejorar su autovalimiento (art.
34), iniciación laboral (art. 36), atención psiquiátrica (art. 37), medicamentos importados
(art. 38), atención por especialistas externos,
financiamiento de estudios no alcanzados por
la cobertura, diagnóstico a familiares en caso
de trastornos genéticos (art. 39).
4°) Sin perjuicio de que, según lo expuesto,
la inclusión de los contratos privados de se-
guro médico en la ley 24.901 no formó parte
-explícita o implícitamente- de la decisión legislativa, cabe examinar si es correcto, como se
hace en la sentencia apelada, atribuir ese efecto
a la ley 24.754 o, dicho de otro modo, sostener
que la aplicabilidad de la ley 24.901 se sigue
necesariamente de la ley 24.754. Aquí es donde la interpretación seguida por la Cámara de
Apelaciones merece, a nuestro entender, una
segunda objeción.
Debe recordarse que el art. 1° de la ley 24.754
otorgó un plazo de noventa días, contados a
partir de la promulgación de la ley, para que las
empresas de medicina prepaga cubrieran en sus
planes médico-asistenciales las prestaciones
obligatorias, que eran tales para las obras sociales de acuerdo con las leyes 23.660, 23.661
y 24.455. No tenía ningún sentido otorgar ese
plazo de noventa días, ni mencionar la normativa de la que surgen las nuevas prestaciones
obligatorias, si la idea era disponer que toda
obligación que en el futuro se impusiese a las
obras sociales se tradujese automáticamente
y sin necesidad de declaración expresa en una
obligación de las prestadoras privadas.
En efecto, si bien el Congreso cuenta con atribuciones para extender el alcance de las prestaciones mínimas que deben garantizar las empresas de medicina prepaga, ello es perfectamente
compatible con la afirmación de que también
tiene atribuciones para no hacerlo, o para establecer reglas aplicables solamente a las obras sociales. Por lo visto en el considerando anterior,
este último ha sido el caso de la ley 24.901.
5°) Como ha quedado dicho, la ausencia de
toda referencia a las empresas de medicina
prepaga en el texto de la ley 24.901 o en la deliberación que precedió a su sanción no es una
omisión accidental, sino el fruto de una decisión legislativa que lisa y llanamente no estuvo
dirigida a ellas.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Es también indicativo de esta voluntad que,
al incluirse en el Senado una minuciosa discriminación de los recursos que cada uno de los
agentes alcanzados por la ley deberían afectar
al cumplimiento de las prestaciones, se justificó esa modificación del proyecto aprobado por
la Cámara de Diputados en la conveniencia de
evitar que las obras sociales ajusten su ecuación
económico financiera tomando recursos destinados a sostener otras prestaciones que ya ofrecían a sus afiliados. Ninguna consideración se
hizo sobre un similar impacto en el caso de las
empresas privadas. En este sentido, el miembro
informante del proyecto de revisión, el senador
Martínez Almudevar, expresó:
“Sí nos ha parecido imprescindible modificar
un artículo de la propuesta de la Cámara de Diputados. Es el referido a la cuestión del financiamiento de las prestaciones. De este modo
evitamos que la norma se convierta en una
mera expresión de buenas intenciones. “También hemos querido cuidar -y hemos tenido en
cuenta- que los costos de estas prestaciones no
den como resultado un desfinanciamiento del
Sistema de Obras Sociales”.
Más adelante, al referirse a las obligaciones a
cargo de los organismos del Estado, expresó:
“Demás está decir que entre los fondos que
contempla el presupuesto nacional están los
establecidos por la ley 24.452, más conocida
como ley del cheque, para cuya administración
el Poder Ejecutivo Nacional ya ha dispuesto la
integración de una comisión administradora”.
(Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores
de la Nación, Reunión 71°, 3 de septiembre de
1997, págs. 4614/4615).
6°) Es en función de todo lo expuesto hasta
aquí que debe decidir esta Corte si las empresas de medicina privada habrán de ser alcanzadas por las obligaciones que la ley 24.901
pone en cabeza de las obras sociales y los organismos gubernamentales.
Hemos señalado particularmente el contexto
normativo en el que se inserta la presente decisión y las consecuencias que pueden seguirse,
puesto que ello pone en duda si un fallo como el
dictado por la Cámara de Apelaciones se apoya
en una regulación que el Congreso ha estimado
conveniente y buena para la salud pública o si,
en cambio, viene a suplir su ausencia. En efecto,
si no ha habido decisión legislativa o ejecutiva
dirigida a extender las obligaciones de la ley
24.901 a todo un sector del sistema -en este
caso las empresas de medicina prepaga- tampoco puede afirmarse que haya habido por parte
de alguna de las otras dos ramas del gobierno un
examen sobre los beneficios que se derivarían
de dicha medida para la salud de las personas
que, de uno u otro modo, resultarán afectadas.
Sin embargo, esta circunstancia es a nuestro
entender crucial: cuando los jueces hacemos
apreciaciones generales sobre la aplicación y
alcance de las leyes, no podemos desentendernos de que decisiones como la tomada en autos
avanzan más allá de la medicina individual y se
internan en el terreno de la salud pública.
En este sentido, si se observa el proceso legislativo previo y posterior a su sanción, el hecho
de que la ley 24.901 no se encuentre dirigida
a los contratos de seguro médico ofrecidos
por las empresas de medicina prepaga puede
corresponder a que el Congreso omitió todo
examen al respecto, o incluso a un juicio de los
legisladores sobre su inconveniencia. Por lo
tanto, extender judicialmente la aplicación de
la ley 24.901 a estos contratos, implicaría que
el Tribunal ha llegado, contrariamente, a la opinión de que dicha extensión es beneficiosa para
la salud pública, sea para suplir la omisión del
Congreso, sea para revertir su juicio negativo.
Ahora bien, en ésta como en otras materias
151
152
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
la intervención del Estado conlleva un examen
que cabe presumir serio y responsable, de los
beneficios esperados para un determinado bien
o derecho y de los costos que para ese mismo
bien o derecho, o incluso para otros, se seguirá
de la ejecución del programa público en cuestión. En nuestra opinión, si el Tribunal resolviese ahora, por vía de una aplicación extensiva
o analógica de los textos legales involucrados,
ampliar el alcance de la ley 24.901 a los contratos de medicina prepaga, estaría tomando una
delicada decisión concerniente a la salud pública, pese a que no se dispone en esta causa de
elementos para juzgar plausiblemente sobre la
conveniencia de una regulación semejante.
7°) Esta Corte en los más diversos temas y
desde sus primeros tiempos ha otorgado la
máxima deferencia a las apreciaciones sobre
la bondad de las leyes que están implícitas en
las decisiones del Congreso (Fallos: 10:427,
436; 21:27, 30; 22:450, 459; 199:483, 530;
207:238, 249; 210:211), incluso en materia penal y tratándose de leyes duras (Fallos:
306:655), debiéndoselas aplicar tal como
fueron concebidas (Fallos: 258:20). Por otra
parte, ha admitido el Tribunal efectuar una interpretación extensiva de las palabras de la ley
cuando su alcance semántico es excesivamente
estrecho y deja fuera casos que caen dentro de
la finalidad a que responde la norma (Fallos:
182:486; 200:165; 327:4241). Consideramos
que en ambos casos se trata de preservar la decisión del Congreso, sea porque el texto legal
refleja claramente la decisión legislativa, en el
primer supuesto, sea porque la decisión es clara, pero el texto es oscuro, en el segundo.
En el tema que nos ocupa, el texto de la ley
24.901 no se refiere a los contratos de medicina privada, ni dicha ausencia puede ser interpretada como una defectuosa expresión de la
voluntad legislativa; tampoco se ha planteado
que la ley 24.901 resulte por esta razón incons-
titucional. No encontramos entonces ningún
otro camino que concluir en la improcedencia,
conforme con el derecho vigente, de condenar
a las empresas de medicina prepaga a cumplir
con la referida ley.
Por ello, y oída la señora Procuradora Fiscal,
se hace lugar al recurso de queja, se declara
procedente el recurso extraordinario y se revoca la sentencia apelada. Vuelvan los autos al
tribunal de origen a fin de que, por medio de
quien corresponda, proceda a dictar un nuevo
fallo con arreglo a lo expresado. Reintégrese el
depósito y agréguese la queja al principal. Elena
I. Highton de Nolasco. -Carmen M. Argibay.
Disidencia del doctor Lorenzetti:
Considerando:
1°) Que la Sala E de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Civil, al confirmar la sentencia de primera instancia, declaró admisible
la acción de amparo y condenó al “Centro de
Educación Médica e Investigaciones Clínicas
Norberto Quirno” (CEMIC) a proveer al actor
las prestaciones médicas que necesita y que no
están cubiertas por el contrato celebrado con
dicha entidad. Contra esta decisión, la demandada interpuso el recurso extraordinario cuya
denegación dio lugar a la presente queja.
2°) Que el recurso extraordinario es formalmente admisible, toda vez que en el caso está
en juego la inteligencia de las leyes 23.661 y
24.754 -y de las reglamentaciones dictadas en
su consecuencia por el Ministerio de Salud- de
carácter federal (Fallos: 312:985 y 326:3535,
entre otros), y la decisión final del pleito ha sido
adversa a los derechos que la apelante funda en
ellas (art. 14, inc. 3, de la ley 48).
3°) Que el conflicto constitucional surge al
contraponer el derecho de la actora a gozar de
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
prestaciones de salud integrales y el de la demandada, que sostiene que se afectaría su posición contractual y el derecho de propiedad si se
le ordenara cumplir obligaciones cuya causa no
se halla en el contrato, sino en una ley posterior
a su celebración, y cuyo cumplimiento afectaría
el sistema de medicina prepaga.
Los hechos probados en la causa muestran
claramente la referida controversia. En efecto,
P. N., de veinte años de edad, sufre una encefalopatía crónica no evolutiva (parálisis cerebral), cuyo tratamiento requiere tres prestaciones básicas: medicación antiepiléptica indicada
en la de manda (Oxcarbacepina, Omerprasec),
120 pañales descartables por mes y una silla de
ruedas con arnés de tronco, apoya pies y sostén
cefálico, con chasis ultraliviano y plegable. Sus
padres están afiliados a uno de los programas
médicos que ofrece el CEMIC, denominado
“sistema cerrado”, que cubre aproximadamente
un cuarenta por ciento de los medicamentos
señalados. Ante la imposibilidad de afrontar los
gastos necesarios para la atención de su hijo, los
actores intimaron al CEMIC para que financie
el cien por ciento de las prestaciones anteriormente mencionadas, con fundamento en las
leyes 24.754 y 24.901, lo que fue rechazado por
la demandada y admitido en sede judicial, tanto en primera como en segunda instancia. Cabe
agregar que existe una medida cautelar decretada en la instancia de grado que ordenó el inmediato cumplimiento de las prestaciones solicitadas hasta que se dicte sentencia definitiva.
La decisión debe fundarse, entonces, en una
razonable ponderación de los principios constitucionales en juego y en una adecuada consideración de las consecuencias económicas y
sociales de la resolución que se adopte.
4°) Que corresponde afirmar claramente que
los derechos vinculados al acceso a prestaciones de salud integrales no pueden ser mera-
mente declarativos, porque su goce efectivo es
lo que permite a una persona desplegar plenamente su valor eminente como agente moral
autónomo, base de la dignidad humana que
esta Corte debe proteger.
La protección de los ciudadanos es un asunto
fundamental para el funcionamiento del estado
de derecho, y ella está estrechamente relacionada con el goce de bienes primarios con un contenido mínimo. Llamar ciudadano a quien no
tiene trabajo, vivienda o prestaciones básicas de
salud constituye una afrenta, ya que quien se ve
privado de ellos queda excluido, condenado al
ostracismo social.
Esta garantía incumbe al Estado, quien debe
ocuparse de la efectividad de ese derecho con
acciones positivas, “sin perjuicio de las obligaciones que deban asumir en su cumplimiento
las jurisdicciones locales, las obras sociales o
las entidades de la llamada medicina prepaga”
(Fallos: 323: 3229).
La legislación infraconstitucional desarrolla
esta garantía de contenido mínimo. El Sistema
Nacional Integrado de Salud ha sido creado “a
efectos de procurar el pleno goce del derecho
a la salud para todos los habitantes del país”
(art. 1°, ley 23.661). Su objeto es “proveer prestaciones de salud tendientes a la promoción,
protección, recuperación y rehabilitación de la
salud que respondan al mejor nivel de calidad
disponible, y que garanticen a los beneficiarios
la obtención del mismo tipo de nivel de prestación eliminando toda forma de discriminación
en base a un criterio de justicia distributiva”
(art. 2, de la ley 23.661). Por otra parte, las leyes 24.754 y 24.901 tienen la misma finalidad y,
para el caso que nos ocupa, la ley 25.404 establece en su art. 4 que “el paciente epiléptico tiene derecho a recibir asistencia médica integral
y oportuna”. Y, en virtud de lo dispuesto en el
art. 6 de esta última ley, las prestaciones médi-
153
154
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
co-asistenciales a las que se hace referencia en
ella, quedan incorporadas al Programa Médico
Obligatorio aprobado por la resolución 939/00
del Ministerio de Salud.
Una garantía consagrada en la Constitución
y una legislación que promete una atención
integral y oportuna deben ser interpretadas
de modo que el resultado promueva el goce
efectivo por parte de los ciudadanos. Toda otra
interpretación transformaría al derecho en una
parodia y quebraría la confianza que ellos deben tener en las leyes.
5°) Que, en el caso, se trata de determinar si la
garantía descripta puede ser exigida a quien ha
celebrado un contrato cuyas obligaciones recíprocas no la contemplan.
La regla general en los contratos es que no
puede presumirse una obligación que no surja
claramente de la voluntad de las partes, lo que
no ocurre en el caso.
Esta regla debe ser reafirmada, toda vez que
el contrato y la propiedad tienen protección
constitucional en el derecho argentino y, en
consecuencia, toda limitación que se disponga es de interpretación restrictiva. Esta tutela
comprende diferentes derechos y libertades
consagrados en la Constitución Nacional,
como lo son la libertad de contratar, que es
un aspecto de la autonomía personal a la que
todo ciudadano tiene derecho (art. 19), la de
configurar el contenido del contrato, que es
un supuesto del derecho a ejercer una industria lícita (art. 14) y de la libertad económica
dentro de las relaciones de competencia (art.
43). La libertad de contratar, de competir y de
configurar el contenido de un contrato constituye una posición jurídica que esta Corte debe
proteger como tribunal de las garantías constitucionales. Es en este sentido que debe ser
interpretado el término “propiedad” desde la
perspectiva constitucional (art. 17). Esta es la
interpretación consolidada por los precedentes de este Tribunal al sostener “que el vocablo
propiedad”, empleado por la Constitución,
comprende todos los intereses apreciables que
un ser humano puede poseer fuera de sí mismo,
fuera de su vida y de su libertad. Todo derecho
que tenga un valor reconocido como tal por la
ley, sea que se origine en las relaciones privadas
sea que nazca de actos administrativos, integra
el concepto constitucional de propiedad a condición de que su titular disponga de una acción
contra cualquiera que intente interrumpirlo en
el goce del mismo” (Fallos: 145: 307 y 172:21,
disidencia del juez Repetto).
En el sub lite, existe, además, otro centro de
interés que debe ser tutelado: el de los demás
participantes del sistema de medicina prepaga,
quienes verían afectada su posición si la empresa debiera pagar por prestaciones no pactadas.
Imponer obligaciones de este tipo afectaría la
causa sistemática -es decir, el equilibrio económico que sustenta al sistema- fundada en la
relación entre el aporte de muchas personas
sanas frente al cálculo de probabilidades de que
sólo algunas se enferman a un costo que puede
difundirse razonablemente. La índole del sistema es la de un seguro, con una delimitación
del riesgo que debe ser respetada, porque de lo
contrario desaparecería totalmente.
6°) Que los principios constitucionales a partir de los cuales se puede afirmar que el actor
tiene derecho a prestaciones integrales, a cargo
del Estado y que no pueden imponerse a un
contratante que no las ha previsto, son desarrollados de modo coherente por la legislación
aplicable al caso.
El art. 1° de la ley 24.754 establece que “las
empresas o entidades que presten servicios
de medicina prepaga deberán cubrir, como
mínimo en sus planes de cobertura médico
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
asistencial las mismas prestaciones obligatorias dispuestas para las obras sociales, conforme lo establecido en las leyes 23.660, 23.661
y 24.455 y sus respectivas reglamentaciones”.
Por su parte, el art. 28 de la ley 23.661 dispone
que “los agentes del seguro deberán desarrollar
un programa de prestaciones de salud, a cuyo
efecto la ANSSAL establecerá y actualizará periódicamente, de acuerdo con lo normado por
la Secretaría de Salud de la Nación, las prestaciones que deberán otorgarse obligatoriamente, dentro de las cuales deberán incluirse todas
aquellas que requiera la rehabilitación de las
personas discapacitadas. Asimismo, deberán
asegurar la cobertura de los medicamentos que
las aludidas prestaciones requieran”.
La demandada reconoce que se encuentra
obligada a satisfacer las prestaciones previstas
en el Programa Médico Obligatorio aprobado por la resolución 247/96 del Ministerio
de Salud (es decir, las vigentes al tiempo de la
sanción de la ley 24.754), pero no las contempladas en las modificaciones posteriores de ese
programa. Sostiene que no se encuentra obligada a otorgar las prestaciones previstas en el
Programa Médico Obligatorio aprobado por la
resolución del Ministerio de Salud de la Nación
939/2000, cuyo anexo I alude expresamente a
la ley 24.901, y cuyo cumplimiento se le reclama en autos. Señala que en el Programa Médico Obligatorio de Emergencia aprobado por la
resolución del Ministerio de Salud 201/2002,
que suspendió los efectos de aquélla y dispuso
que en un plazo de treinta días el ministerio definiría nuevamente las prestaciones a las que se
refiere la resolución 939/2000, establece que
los programas comprendidos en las leyes de
protección de grupos vulnerables se financiarán en un 100% con recursos provenientes del
Fondo Solidario de Redistribución a que se refiere el art. 7 de la ley 24.901.
Sobre el particular, el art. 7 de la ley 24.901,
al establecer quiénes son los sujetos obligados
a financiar las prestaciones a las que ella se refiere, no menciona a las empresas o servicios
privados de medicina prepaga. Coincidentemente, el decreto 2684/2002 vetó el proyecto
de ley sancionado bajo el número 25.683, en
el que se proponían modificaciones a la ley
24.901 al incorporar como sujetos obligados
para brindar las prestaciones previstas en dicha
normativa a “todos aquellos agentes de salud
que presten servicios médico asistenciales a
sus afiliados”; el ejercicio del veto se fundó en
que en el referido proyecto de ley no constaba
de qué modo se habrían de financiar las nuevas
prestaciones que la norma ponía a cargo de los
servicios privados. Asimismo, el art. 4 de la ley
24.901 establece que “las personas con discapacidad que carecieren de cobertura de obra
social tendrán derecho al acceso a la totalidad
de las prestaciones básicas comprendidas en la
presente norma, a través de los organismos dependientes del Estado”.
Es decir que la legislación aplicable al momento de la petición es clara al no incluir en el
programa médico obligatorio las prestaciones
previstas en la ley 24.901, que son las que solicita el actor. Además, la ya mencionada resolución 939/2000, que las incluía, fue suspendida
y luego derogada por las resoluciones 201/2002
y 1991/2005, respectivamente. De ese modo,
en virtud de que los servicios de medicina prepaga se encuentran excluidos del alcance de la
ley 24.901, los derechos de las personas menos
favorecidas como ocurre en el caso, deben ser
atendidos por el Fondo Solidario de Redistribución previsto en el art. 7 de la ley 24.901.
7°) Que, como conclusión, el caso está
contemplado en una legislación consistente
con los principios constitucionales según los
cuales la demandada no está alcanzada subjetivamente por ninguna obligación de causa
contractual o legal que obligue a satisfacer las
155
156
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
prestaciones solicitadas. En cambio, es absolutamente claro que es el Estado quien debe
dar satisfacción plena al derecho del actor a
prestaciones constitucionales.
8°) Que resta examinar los efectos de la decisión sobre la situación del actor, que padece
de parálisis cerebral y ha sido declarado discapacitado por la Secretaría de Salud, en los términos del art. 3 de la ley 22.341, con fecha 15
de febrero de 1993 (fs. 31). El actor no puede
quedar sin atención médica y es el Estado el
que debería prestarla, aunque no ha sido demandado en la causa.
De lo dicho surge que una revocación de la
sentencia produciría una inmediata cesación de
la asistencia médica que actualmente recibe el
actor y ese hecho constituirá una amenaza cierta de daño inminente a su salud e integridad
física. Por lo tanto, deberá darse un plazo razonable, no menor a un año, para el cumplimiento
de la revocación de la sentencia, durante el cual
la empresa de medicina prepaga estará obligada
a dar asistencia médica al paciente. Dicho plazo
cierto podrá cesar antes si el Estado sustituye a
la empresa en dicha prestación. Asimismo, los
gastos derivados de la atención médica prestada sin causa contractual constituirán un crédito
de la empresa contra el Estado que ésta, eventualmente, podrá recuperar.
9°) Que la solución dispuesta en el considerando anterior es concordante con un análisis
consecuencialista y con la naturaleza del contrato celebrado.
El costo de los cuidados médicos solicitados
puede ser soportado por el Estado o por la empresa de medicina privada, pero nunca por el
enfermo. Este último no tiene ninguna posibilidad de absorber ese costo, y ello conduciría
a una frustración de su derecho fundamental a
las prestaciones adecuadas de salud. En cambio, la empresa puede absorber los gastos de
modo transitorio, puede difundirlos convenientemente y, finalmente, puede recuperarlos de las finanzas públicas.
La imposición transitoria de cargas públicas
es, en este caso, compatible con el contrato
celebrado que se caracteriza porque su objeto y su causa están relacionados directamente
con derechos fundamentales vinculados a la
protección del estatuto de la persona. La conexión con el mentado estatuto es evidente, ya
que su inejecución total afectaría gravemente
la integridad física del beneficiario. Si bien la
lógica económica de los contratos admite que
el incumplidor sea excluido del mercado, ello
encuentra una barrera cuando se trata de las
personas y sus derechos fundamentales.
Por ello, oído la señora Procuradora Fiscal
subrogante, se resuelve: Declarar admisible la
queja, hacer lugar al recurso extraordinario y
dejar sin efecto la sentencia apelada, en los términos del considerando 8°. Costas por su orden,
en atención al carácter novedoso de la cuestión
planteada. Vuelvan los autos al tribunal de origen a fin de que, por medio de quien corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento con
arreglo a lo dispuesto en el presente. Reintégrese el depósito y agréguese la queja al principal.
Ricardo L. Lorenzetti.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Passero de Barriera”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
330:4160, 18/09/2007
“…resulta evidente la función rectora que ejerce el Estado Nacional
en el campo de la salud y la labor que compete al Ministerio de Salud y
Acción Social, como autoridad de aplicación, para garantizar la regularidad de los tratamientos sanitarios coordinando sus acciones con las
obras sociales y los estados provinciales, sin mengua de la organización
federal y descentralizada que corresponda para llevar a cabo tales servicios (v. doctrina de Fallos: 323: 3229, cons. 27). Subrayo la expresión
“función rectora”, porque coincide con la que –como se ha visto-empleó
el juzgador para fundamentar la obligación del Estado de vigilar el cumplimiento de las normas que aseguran la continuidad de los tratamientos
requeridos por las personas discapacitadas. Esta expresión resulta similar, asimismo, a la utilizada por el apelante, cuando, no obstante oponerse
a lo resuelto en la sentencia, reconoce en el Estado Nacional el rol de
“rectoría” y garante en subsidio de las prestaciones que hoy brindan a la
incapaz los organismos pertinentes de la Provincia de Santa Fe (v. fs. 475
in fine y vta)” (considerando IV. del dictamen fiscal).
“…a pesar de que el recurrente se agravia de la responsabilidad que
se le endilga en la sentencia, sus fundamentos no demuestran estar en
desacuerdo con ella ya que reconoce el rol de “rectoría” y garante en
subsidio de las prestaciones que hoy brindan a la incapaz los organismos
pertinentes de la Provincia de Santa Fe (fs. 475 in fine y vta.). Basta recordar, los propios términos del fallo en cuanto a que corresponde al Estado
Nacional velar por el fiel cumplimiento de los tratamientos requeridos,
a partir de la función rectora que le atribuye la legislación nacional y de
facultades que debe ejercer para coordinar e integrar sus acciones con las
autoridades provinciales (ver fs. 468, último párrafo)” (considerando 6º del
voto de la doctora Argibay).
157
158
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Dictamen de la Procuradora Fiscal Subrogante de la Nación:
Suprema Corte:
I. En autos, el Conjuez Federal de Primera
Instancia a cargo del Juzgado Federal N° 1 de
la ciudad de Rosario, hizo lugar a la demanda
de amparo y ordenó al Estado Nacional (Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente y Ministerio de Salud y Ambiente, Servicio Nacional de Rehabilitación y Promoción
de la Persona con Discapacidad) que garantice
la cobertura total y completa, y efectúe el contralor por los organismos correspondientes de
la continuidad y permanencia en la prestación
del tratamiento de rehabilitación multidisciplinario que en forma gratuita se le brinda a
la incapaz en internación domiciliaria a través
del “PROFE” (Programa Federal de Salud),
debiéndose cumplimentar con el suministro
de los servicios médicos de neurología y fisiatría, el suministro de las férulas y la cama ortopédica de bipedestación, como así también
con toda otra prestación médica y suministros
médicos que sean requeridos en cumplimiento de lo dispuesto por la ley 24.901, todo ello
sin trámite administrativo alguno que lo impida o lo trabe (v. fs. 405/407).
Apelada esta sentencia por los organismos demandados, los jueces integrantes de la Sala “A”,
de la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, confirmaron la sentencia del juez de grado,
sin perjuicio de las obligaciones asumidas por
las autoridades sanitarias de la Provincia de
Santa Fe (v. fs. 467/468 vta.).
Para así decidir, señalaron que consta en
autos que por ley 11.814 de la Provincia de
Santa Fe, se aprobó el convenio por el cual, su
gobierno, optó por la incorporación gradual
al Sistema Único de Prestaciones Básicas para
Personas con Discapacidad y que es la autori-
dad que al presente brinda la cobertura médica a la incapaz, que se financia -de conformidad con lo previsto por el artículo 7° de la ley
24.901 y normas complementarias- a través
del PROFE, programa que cubre las prestaciones médicas a los beneficiarios de pensiones
no contributivas por invalidez y cuya gestión
se encuentra a cargo del Ministerio de Salud y
Ambiente (decreto 1606/2002).
Manifestaron que, si bien el Estado Nacional
se encuentra adoptando los recaudos necesarios para que la persona con discapacidad reciba las prestaciones de salud requeridas, ello
no implica el cese de su responsabilidad, ya
que a él corresponde velar por el fiel cumplimiento de las normas que aseguran la continuidad de los tratamientos requeridos. En ese
sentido –prosiguieron- la sentencia de grado
es explícita en cuanto a la responsabilidad del
Estado Nacional, a través de sus distintos órganos, en el control y garantía de la cobertura
médica de las personas con discapacidad, por
lo que corresponde confirmar el decisorio, sin
perjuicio de las obligaciones asumidas por las
autoridades de la Provincia.
II. Contra este pronunciamiento, el Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación, interpuso el recurso extraordinario de fs. 471/477 vta.,
que fue concedido a fs. 493 y vta.
Alega, en lo sustancial, que el Programa Federal de Salud, se trata de un programa consensuado con la máxima autoridad sanitaria de las
distintas jurisdicciones, las que, en definitiva,
son las responsables primarias de la atención
sanitaria y asistencial de la población que reside
dentro de sus límites territoriales, es decir, de
la gestión del programa, a través de la Unidad
de Gestión Provincial (UGP). El PROFE, en
tanto, tiene a su cargo la asistencia financiera y
velar por el cumplimiento de las obligaciones
comprometidas por las provincias. Por ello –
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
prosigue- es la Provincia de Santa Fe, en definitiva, la obligada a otorgar la cobertura integral a
la hija de la actora. Añade que, según lo dispone
la Constitución Nacional y la jurisprudencia de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el
obligado primigenio de toda prestación de salud es la jurisdicción provincial, revistiendo el
Estado Nacional el rol de rectoría y garante en
subsidio de tales prestaciones.
Afirma que, en materia de derechos económicos, sociales y culturales, como es el derecho de obtener del Estado una prestación de
tratamiento médico, éste se ha comprometido
a adoptar las providencias para lograr la plena
efectividad de los mismos, en la medida de sus
recursos disponibles (conforme surge de los
tratados internacionales que allí cita), pero sólo
para los verdaderos destinatarios de su responsabilidad subsidiaria, que son los carenciados y
los enfermos sin cobertura, y no para los enfermos con obra social, como es la actora de autos.
III. Corresponde señalar, en primer término, que existe cuestión federal por cuanto se
cuestiona la interpretación de leyes nacionales
(ley 24.901, decreto 1606/02) y la decisión ha
sido contra la validez del derecho que es materia de litigio y se funda en dichas normas (art.
14, inc. 3°, de la ley 48).
IV. Ahora bien, examinados los términos de
la sentencia, y los agravios que se expresan en el
escrito de impugnación, estimo que las conclusiones del a quo no son refutadas mediante argumentos conducentes, en tanto el apelante sólo
alega disconformidad con el criterio interpretativo del juzgador, a través de razonamientos que
resultan, sin embargo, contradictorios, en la medida que reconocen el deber de garantía y contralor del Estado Nacional (Ministerio de Salud
y Ambiente de la Nación) sobre las prestaciones
que actualmente brinda la Provincia de Santa Fe
a través de la Unidad de Gestión Provincial.
En efecto, es el propio recurrente quien admite que el Programa Federal de Salud (PROFE), tiene a su cargo la asistencia financiera y
velar por el cumplimiento de las obligaciones
comprometidas por las provincias (v. fs. 475,
quinto párrafo), añadiendo, más adelante, que
el Estado Nacional reviste el rol de rectoría y
garante en subsidio de las prestaciones de salud de jurisdicción provincial (v. fs. 475, último párrafo/475 vta.).
Por otra parte, frente a la alegación de que el
compromiso del Estado de adoptar providencias para prestaciones de tratamiento médico, lo
es en la medida de sus posibilidades y sólo para
los destinatarios de su responsabilidad subsidiaria, que son los carenciados y los enfermos sin
cobertura (v. fs. 476 vta. in fine /477), corresponde destacar que, tal como lo expuso el a quo
a fs. 468, el Programa Federal de Salud, cubre
las prestaciones médicas a los beneficiarios de
pensiones no contributivas por invalidez -como
es el caso de autos-, encontrándose su gestión
a cargo del Ministerio de Salud y Ambiente,
conforme al Decreto 1606/2002. Sobre el particular, no está de más señalar que, en las consideraciones de dicho Decreto (por el que, en
su art. 1°, se transfiere al Ministerio de Salud la
gestión de la cobertura médica de los beneficiarios de pensiones no contributivas otorgadas y a
otorgarse con intervención de la Comisión Nacional de Pensiones Asistenciales, dependiente
del Ministerio de Desarrollo Social), se expresa:
“...Que compete al Ministerio de Salud entender
en la planificación global del sector salud y en
la coordinación con las autoridades sanitarias
de las jurisdicciones provinciales y el Gobierno
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con el
fin de implementar un Sistema Federal de Salud
consensuado, que cuente con suficiente viabilidad social. /Que en virtud de las competencias
del Ministerio de Salud, resulta conveniente
centralizar la función de cobertura médica de
los beneficiarios de pensiones no contributivas
159
160
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
en el mencionado organismo. /Que entre las
funciones encomendadas a la Subsecretaría de
Políticas, Regulación y Fiscalización, dependiente de la Secretaría de Políticas, Regulación
y Relaciones Sanitarias del Ministerio de Salud,
se enuncian las de asistir en la planificación sanitaria y global, la de realizar el control de gestión
de planes, programas y proyectos, evaluado los
resultados e impacto social de los mismos, por
lo que corresponde asignarle en particular la
función aludida...”.
En tales condiciones, resulta razonable la conclusión del a quo en orden a que corresponde al
Estado Nacional velar por el fiel cumplimiento
de los tratamientos requeridos, habida cuenta
de la función rectora que le atribuye la legislación nacional y de las facultades que debe ejercer para coordinar e integrar sus acciones con las
autoridades provinciales y diferentes organismos que conforman el sistema sanitario del país
en miras a lograr la plena realización del derecho
a la salud (v. fs. 468, último párrafo).
A mayor abundamiento, corresponde recordar
que V.E. tiene dicho en conexidad con lo expresado -si bien en el marco de otros presupuestos
fácticos- que lo dispuesto en los tratados internacionales que tienen jerarquía constitucional (art.
75, inc. 22, de la Ley Suprema) reafirma el derecho a la preservación de la salud -comprendido
dentro del derecho a la vida- y destaca la obligación impostergable de la autoridad pública de
garantizar ese derecho con acciones positivas, sin
perjuicio de las obligaciones que deben asumir
en su cumplimiento las jurisdicciones locales, las
obras sociales o las entidades de la llamada medicina prepaga (v. doctrina de Fallos 321:1684;
323:1339, 3229, entre otros). Dijo, asimismo,
que resulta evidente la función rectora que ejerce el Estado Nacional en el campo de la salud y la
labor que compete al Ministerio de Salud y Acción Social, como autoridad de aplicación, para
garantizar la regularidad de los tratamientos sa-
nitarios coordinando sus acciones con las obras
sociales y los estados provinciales, sin mengua
de la organización federal y descentralizada que
corresponda para llevar a cabo tales servicios
(v. doctrina de Fallos: 323: 3229, cons. 27).
Subrayo la expresión “función rectora”, porque
coincide con la que -como se ha visto- empleó
el juzgador para fundamentar la obligación del
Estado de vigilar el cumplimiento de las normas
que aseguran la continuidad de los tratamientos
requeridos por las personas discapacitadas. Esta
expresión resulta similar, asimismo, a la utilizada
por el apelante, cuando, no obstante oponerse a
lo resuelto en la sentencia, reconoce en el Estado
Nacional el rol de “rectoría” y garante en subsidio
de las prestaciones que hoy brindan a la incapaz
los organismos pertinentes de la Provincia de
Santa Fe (v. fs. 475 in fine y vta).
Por todo lo expuesto, opino que se debe declarar procedente el recurso extraordinario
interpuesto y confirmar la sentencia apelada. Abril 11 de 2006-.
MARTA A. BEIRO DE GONÇALVEZ.
Buenos Aires, septiembre 18 de 2007.
Considerando: Que esta Corte comparte y
hace suyos los fundamentos del dictamen de la
señora Procuradora Fiscal subrogante, a cuyos
términos se remite en razón de brevedad.
Por ello, y lo concordemente dictaminado por
la señora Procuradora Fiscal subrogante, se declara procedente el recurso extraordinario y se
confirma la sentencia apelada. Con costas (art. 68
del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Notifíquese y, oportunamente, remítase.
RICARDO LUIS LORENZETTI. - ELENA
I. HIGHTON de NOLASCO. - CARLOS S.
FAYT. - ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI. - JUAN CARLOS MAQUEDA. -E.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
RAUL ZAFFARONI. -CARMEN M. ARGIBAY (según su voto).
VOTO DE LA SEÑORA MINISTRA DOCTORA DOÑA CARMEN M. ARGIBAY
Considerando:
1°) Graciela Noemí Passero de Barriera inició
una acción de amparo como curadora de su hija
mayor de edad M. S. B. que quedó totalmente
incapacitada a raíz de un accidente automovilístico. La demanda fue dirigida contra el Estado
Nacional para que adoptara todos los recaudos
necesarios para la prestación del servicio médico
asistencial integral que exige la situación de su
hija. En el curso del proceso se citó a la Provincia
de Santa Fe en los términos del artículo 94 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación
porque aquella provincia había adherido al programa marco del Sistema Único de Prestaciones
Básicas para Personas con Discapacidad.
2°) El juez de primera instancia tuvo en cuenta la existencia de un convenio celebrado entre
la Provincia de Santa Fe y el Directorio del
Sistema Único de Prestaciones Básicas para las
Personas con Discapacidad por el cual están a
cargo del programa Federal de Salud (PROFE)
las prestaciones requeridas por la actora. Sin
embargo, consideró, al mismo tiempo, que ello
no exime al Estado Nacional de garantizar el
suministro de todo lo requerido por el demandante en forma continua y permanente, toda
vez que es éste quien solventa el sistema y tiene
a su cargo el contralor del mismo. Por consiguiente, concluyó que aunque el PROFE es el
obligado directo también subyace la obligación
del Estado Nacional -y en particular del Poder
Ejecutivo Nacional- de la concreción efectiva
de la protección integral de las personas discapacitadas según las leyes 24.901 y 22.431.
A raíz de estas consideraciones, el juez hizo
lugar a la demanda y ordenó al Estado Nacional
(Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente y Ministerio de Salud y Ambiente, Servicio Nacional de Rehabilitación y Promoción
de la persona con Discapacidad) que garantizara la cobertura total y completa y efectuara el
contralor de los organismos correspondientes
de la prestación del tratamiento de rehabilitación en internación domiciliaria a través del
PROFE, debiendo cumplir con toda prestación que sea requerida en cumplimiento de lo
dispuesto por la ley 24.901.
3°) La Cámara Federal de Apelaciones de la
ciudad de Rosario confirmó dicha decisión.
El a quo señaló que la actora tiene una pensión vitalicia por invalidez que posibilitó su
incorporación al PROFE con lo que recibe la
cobertura de salud a través de los organismos
designados por la autoridad provincial en coordinación con el Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación. A pesar de ello, estimó que es
el Estado Nacional quien tiene la impostergable
obligación de garantizar con acciones positivas
el derecho a la preservación de la salud, sin perjuicio de las obligaciones que deban asumir en
su cumplimiento las jurisdicciones locales.
4°) Contra esta decisión, el Estado Nacional
deduce un recurso extraordinario porque considera que se encuentra en juego la inteligencia
y aplicación de normas federales relacionadas
con las obras sociales, con la emergencia sanitaria nacional, declarada por decreto 486/012
y las que instauran el Sistema Único de Prestaciones Básicas a favor de las personas con
discapacidad ley 24.901 y decreto 1193/98 y
1606/2002 (conf. fs. 475 vta.).
El recurrente básicamente afirma, que la adhesión de la Provincia de Santa Fe al tipo de convenio previsto por el artículo 8 de la ley 24.901
implica que es dicha jurisdicción la primera obligada al cumplimiento y no el Estado Nacional ya
161
162
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
que por tratarse de un programa consensuado
con las autoridades sanitarias de las distintas jurisdicciones corresponde a ésta la responsabilidad primaria de la atención sanitaria y asistencial.
Agrega que es la Provincia de Santa Fe, en definitiva, la obligada a otorgar la cobertura integral a la hija de la actora y que, según lo dispone
la Constitución Nacional y esta Corte, el obligado primigenio de toda prestación de salud es la
jurisdicción provincial, mientras que el Estado
Nacional tiene el rol de rectoría y garante en
subsidio de tales prestaciones.
Afirma por último, que en materia de derechos económicos, sociales y culturales, como es
el derecho de obtener del Estado una prestación
de tratamiento médico, éste se ha comprometido a adoptar las providencias para lograr la plena efectividad de los mismos, en la medida de
los recursos disponibles (conforme surge de los
tratados internacionales que allí cita), pero sólo
para los verdaderos destinatarios de su responsabilidad subsidiaria, que son los carenciados y
los enfermos sin cobertura, y no para los enfermos con obra social, como es la actora de autos.
5°) El remedio federal del Estado Nacional
debe ser declarado inadmisible. Ello por cuanto el
apelante pretende cuestionar la interpretación de
leyes nacionales (ley 24.901, decreto 1606/02)
con fundamentos concordantes con los utilizados por el a quo para avalar tal hermenéutica.
En consecuencia, no se extrae con claridad
cuál es el gravamen concreto que la sentencia
provoca al recurrente, en cuanto coincide con
ella en punto a su deber de garantía y contralor
sobre las prestaciones que actualmente brinda la
Provincia de Santa Fe a través de la Unidad de
Gestión Provincial, que el PROFE tiene a su cargo la asistencia financiera y velar por el cumplimiento de las obligaciones comprometidas por
las provincias (v. fs. 475, quinto párrafo) y que,
en definitiva reviste el rol de rectoría y garante en
subsidio de las prestaciones de jurisdicción provincial (fs. 475, último párrafo/475 vta.).
Asimismo, cabe destacar que la afirmación del
apelante respecto de que el compromiso del Estado “de adoptar providencias para prestaciones
de tratamiento médico, lo es en la medida de sus
posibilidades y sólo para los destinatarios de su
responsabilidad subsidiaria, que son los carenciados y los enfermos sin cobertura” (v. fs. 476
vta. in fine/ 477), es concordante con la línea seguida por el a quo a fs. 468 en cuanto señaló que
el Programa Federal de Salud, cubre las prestaciones médicas a los beneficiarios de pensiones
no contributivas por invalidez, encontrándose
su gestión a cargo del Ministerio de Salud y Ambiente, conforme al Decreto 1606/2002.
6°) En síntesis, a pesar de que el recurrente se
agravia de la responsabilidad que se le endilga en
la sentencia, sus fundamentos no demuestran
estar en desacuerdo con ella ya que reconoce el
rol de “rectoría” y garante en subsidio de las prestaciones que hoy brindan a la incapaz los organismos pertinentes de la Provincia de Santa Fe
(fs. 475 in fine y vta.). Basta recordar, los propios
términos del fallo en cuanto a que corresponde
al Estado Nacional velar por el fiel cumplimiento de los tratamientos requeridos, a partir de la
función rectora que le atribuye la legislación nacional y de facultades que debe ejercer para coordinar e integrar sus acciones con las autoridades
provinciales (ver fs. 468, último párrafo).
Por ello, y lo concordemente dictaminado
por la señora Procuradora Fiscal subrogante,
se declara procedente el recurso extraordinario
y se confirma la sentencia apelada. Con costas
(artículo 68 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Notifíquese y oportunamente, remítase.
CARMEN M. ARGIBAY.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Lo Presti, Lorena Natalia”, Cámara Federal de Apelaciones de La Plata,
24/08/2010
“…el Estado Nacional asumió compromisos internacionales explícitos
encaminados a promover y facilitar las prestaciones de salud que requieran sus habitantes, con mayor necesidad en los casos de minoridad y ancianidad por la lógica situación de desamparo en que se encuentran, por
lo que no puede desligarse válidamente de esos deberes so pretexto de
la inactividad de otras entidades públicas o privadas, máxime cuando ellas
participan de un mismo sistema sanitario” (considerando IV).
//Plata, 24 de agosto de 2010.
AUTOS Y VISTOS: Este expediente
N°16896/10 (Registro de Cámara), caratulado:
“LO PRESTI, Lorena Natalia c/ OSMECON
Salud – Circulo Médico de Lomas de Zamora
s/ Amparo”, proveniente del Juzgado Federal de
Primera Instancia N° 3 de Lomas de Zamora.
Y CONSIDERANDO QUE:
I. Llegan las presentes actuaciones a conocimiento de este Tribunal de Alzada en virtud del recurso de apelación interpuesto por
la amparista contra la resolución del juez de
primera instancia que denegó la medida cautelar solicitada tendiente a que se ordene a la
empresa de medicina prepaga demandada que
provea el 100 % de cobertura respecto de la
cirugía bariátrica que debe realizarse y los materiales descartables necesarios para ello (v. fs.
208/210 vta. y 203/204).
II. La presente demanda de amparo se dirige
contra OSMECON Salud- CIRCULO MEDICO DE LOMAS DE ZAMORA.
La accionante sostiene la necesidad del dictado de la medida innovativa solicitada, cuyo
objeto coincide con la pretensión principal de
autos, toda vez que sufre de obesidad mórbida de más de 5 años de evolución, llegando a
ascender su índice de masa corporal a 43 Kg.
por metro cuadrado, y como consecuencia de
la misma padece de hipertensión arterial, insuficiencias venosa bilateral crónica, úlceras
varicosas, R.G.E. con hernia hiatal y esofagitis
Grado I, hipercolesterolemia, hipotiroidismo
dislipemia, síndrome metabólico con resistencia a la insulina, hígado graso, dificultades en la
marcha, intensos dolores de columna lumbosacra y ambas rodillas a nivel rotuliano y diabetes
tipo II, según constancias de fojas 105 y vta.
Señala que es afiliada a OSMECON 7600047095-01, y que en oportunidad de hacer autorizar la orden de operación se le informó que
la prepaga no cubriría la misma, motivo por el
163
164
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
cual en fecha 28 de mayo del corriente decidió
enviar una carta documento de la cual no obtuvo respuesta alguna (v. fs. 178/179 vta.).
III. Sentado ello, el sub examine exige de la
magistratura una solución expedita y efectiva
frente a la magnitud de los derechos constitucionales conculcados y la eventual concreción
de una daño irreparable; en el caso se encuentra afectada la salud y la integridad psico-física
del accionante (conf. doctrina de la CSJN en
Fallos: 324: 2042; 325:3542; 326:970, 1400 y
4981; 327:1444; P. 1425. XL. “Poggi, Santiago
Omar y otra c/Estado Nacional y otra s/acción
de amparo”, fallo del 7/12/04; L. 1566. XXXIX.
“López, Miguel Enrique Ricardo c/Buenos Aires, Provincia de y otro (Estado Nacional) s/acción de amparo”, fallo del 15/03/05; A. 1530.
XL. Albarracín, Esther Eulalia c/Buenos Aires,
Provincia de (Minist. de Salud) y otro (Poder
Ejecutivo Nacional s/acción de amparo”, fallo
del 14/12/04, E.D. 24-05-05 (supl.), nro. 248.;
entre muchos otros).
Como resulta de la naturaleza de las medidas
cautelares, ellas no exigen el examen de la certeza sobre la existencia del derecho pretendido,
sino sólo de su verosimilitud. Es más, el juicio
de verdad en esta materia se encuentra en oposición a la finalidad del instituto cautelar, que
no es otra que atender a aquello que no excede
el marco de lo hipotético, dentro del cual, asimismo, agota su virtualidad (Fallos: 315:2956;
316:2855 y 2860; 317:243 y 581; 318:30 y
532; 323:1877 y 324:2042).
Por otro lado, los recaudos para la procedencia genérica de las medidas precautorias previstos por el artículo 230 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación se hallan de
tal modo relacionados que a mayor verosimilitud del derecho cabe no ser tan exigentes en
la gravedad e inminencia del daño, y viceversa,
cuando existe el riesgo de un daño de extrema
gravedad e irreparable -como en el caso-, el rigor acerca del fumus se puede atenuar. Dentro
de aquéllas, la innovativa es una decisión excepcional porque altera el estado de hecho o
de derecho existente al tiempo de su dictado,
habida cuenta de que configura un anticipo de
jurisdicción favorable respecto del fallo final de
la causa, lo que justifica una mayor prudencia
al apreciar los recaudos que hacen a su admisibilidad (Fallos: 325:2347; E. 366. XXXVIII.
“Energía Mendoza S.E. c/AFIP- DGI y Ots. s/
Acción declarativa de inconstitucionalidad”, fallo del 30/09/03).
En tal sentido, es de la esencia de la medida
cautelar innovativa enfocar sus proyecciones en
tanto dure el litigio sobre el fondo mismo de la
controversia, ya sea para impedir un acto o para
llevarlo a cabo, porque dichas medidas precautorias se encuentran enderezadas a evitar la
producción de situaciones que podrían tornarse de muy dificultosa o imposible reparación
en la oportunidad del dictado de la sentencia
definitiva (Fallos: 325:2367).
IV. Sentado lo expuesto, corresponde analizar
la procedencia de la medida precautoria denegada en autos. En tal sentido, el derecho a la
vida ha sido considerado reiteradamente por la
Corte Suprema de Justicia de la Nación como
el primer derecho de la persona humana que
resulta reconocido y garantizado por la Constitución Nacional (Fallos: 302:1284, 310:112,
y recientemente en autos R.638.XL., 16/05/06
- “R., N.N. c/INSSJP s/ amparo”). También ha
dicho que el hombre es eje y centro de todo el
sistema jurídico y en tanto fin en sí mismo más
allá de su naturaleza trascendente, su persona
es inviolable y constituye valor fundamental
con respecto al cual los restantes valores tienen siempre carácter instrumental (Fallos:
316:479, votos concurrentes).
A partir de lo dispuesto en los tratados inter-
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
nacionales que tienen jerarquía constitucional
(art. 75, inc. 22, de la Ley Suprema), la Corte
ha reafirmado el derecho a la preservación de
la salud comprendido dentro del derecho a la
vida y ha destacado la obligación impostergable
que tiene la autoridad pública de garantizar ese
derecho con acciones positivas, sin perjuicio de
las obligaciones que deban asumir en su cumplimiento las jurisdicciones locales, las obras
sociales o las entidades de la llamada medicina
prepaga (Fallos: 321:1684 y 323:1339).
El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales reconoce el derecho de todas las personas a disfrutar del más
alto nivel posible de salud física y mental, así
como el deber de los estados partes de procurar su satisfacción. Entre las medidas que
deben ser adoptadas a fin de garantizar ese derecho se halla la creación de condiciones que
aseguren a todos asistencia médica y servicios
médicos en caso de enfermedad (art. 12, inc. d,
del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales).
Los estados partes se han obligado “hasta
el máximo de los recursos” de que dispongan
para lograr progresivamente la plena efectividad de los derechos reconocidos en dicho
tratado (art. 2, inc. 1). En lo que concierne al
modo de realización en estados de estructura
federal, el propio Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones
Unidas ha reconocido que dicha estructura
exige que los cantones sean los responsables
de ciertos derechos, pero también ha reafirmado que el gobierno federal tiene la responsabilidad legal de garantizar la aplicación del pacto
(conf. Naciones Unidas. Consejo Económico
Social. Aplicación del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Informes iniciales presentados por los estados
parte con arreglo a los arts. 16 y 17 del Pacto. Observaciones. Suiza E/1990/5/Add.33,
20 y 23 noviembre de 1998, publicado por la
Secretaría de Investigación de Derecho Comparado de esta Corte en “investigaciones” 1
(1999), págs. 180 y 181).
Asimismo, la “cláusula federal” prevista en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos impone al gobierno nacional el cumplimiento de todas las obligaciones relacionadas
con las materias sobre las que ejerce jurisdicción legislativa y judicial, y el deber de tomar
“de inmediato” las medidas pertinentes, conforme a su constitución y sus leyes, para que las
autoridades componentes del Estado federal
puedan cumplir con las disposiciones de ese
tratado (art. 28, incs. 1 y 2).
En tales condiciones, el Estado Nacional asumió compromisos internacionales explícitos
encaminados a promover y facilitar las prestaciones de salud que requieran sus habitantes,
con mayor necesidad en los casos de minoridad
y ancianidad por la lógica situación de desamparo en que se encuentran, por lo que no puede
desligarse válidamente de esos deberes so pretexto de la inactividad de otras entidades públicas o privadas, máxime cuando ellas participan
de un mismo sistema sanitario.
V. En ese marco, la Ley N° 23.661 instituyó el
sistema nacional de salud, con los alcances de
un seguro social, a efectos de asegurar el pleno goce del derecho a la salud para todos los
habitantes del país sin discriminación social,
económica, cultural o geográfica. Con tal finalidad, dicho seguro ha sido organizado dentro
del marco de una concepción “integradora” del
sector sanitario, en el que la autoridad pública
reafirme su papel de conducción general del
sistema y las sociedades intermedias consoliden “su participación en la gestión directa de
las acciones” (art. 1). Su objetivo fundamental
es “proveer al otorgamiento de prestaciones de
salud igualitarias, integrales y humanizadas,
165
166
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
tendientes a la promoción, protección, recuperación y rehabilitación de la salud, que respondan al mejor nivel de calidad disponible y
garanticen a los beneficiarios la obtención del
mismo tipo y nivel de prestaciones eliminando
toda forma de discriminación...”.
Asimismo, “se consideran agentes del seguro
a las obras sociales nacionales, cualquiera sea su
naturaleza o denominación, las obras sociales
de otras jurisdicciones y demás entidades que
adhieran al sistema que se constituye...” (art. 2).
VI. Asimismo, la Ley Nº 26.396 declaró de
interés nacional la prevención y control de los
trastornos alimentarios, entendiendo los mismos como la bulimia, la anorexia, y en el caso
particular, a la obesidad; comprendiendo no
sólo el diagnóstico y tratamiento de las mismas,
sino también la asistencia integral y rehabilitación de sus patologías derivadas.
Con tal finalidad, dicha cobertura quedó incorporada en el Programa Médico Obligatorio
por la Resolución 742/2009 del Ministerio
de Salud, y por tanto todas las obras sociales
y asociaciones de obras sociales del Sistema
Nacional incluidas en la Ley N° 23.660 y las
empresas o entidades que presten servicios
de medicina prepaga, deberán incluir los tratamientos médicos necesarios, incluyendo los
nutricionales, psicológicos, clínicos, quirúrgicos, farmacológicos y todas las prácticas necesarias para una atención multidisciplinaria e
integral de dichas enfermedades. En ese marco,
se creó por Resolución 11/2009 del Ministerio de Salud, el Registro de Establecimientos
de Cirugía Bariátrica.
VII. En tal sentido, resulta comprobado que
la amparista es afiliada a OSMECON Salud, así
como el padecimiento de la dolencia denunciada y la necesidad de la cirugía bariátrica a la que
debe someterse (v. fs. 105/202).
En particular, del informe clínico-nutricional
expedido por el Grupo Bariátrico Argerich
obrante a fojas 105, surge que el IMC (índice de
masa corporal) de la señora Lo Presti es de 43
Kg./m2, y padece hipertensión arterial, insuficiencias venosa bilateral crónica, úlceras varicosas, R.G.E. con hernia hiatal y esofagitis Grado I,
hipercolesterolemia, hipotiroidismo dislipemia,
síndrome metabólico con resistencia a la insulina, hígado graso, dificultades en la marcha, intensos dolores de columna lumbosacra y ambas
rodillas a nivel rotuliano y diabetes tipo II.
Asimismo, también se indica que “…habiendo sido evaluada por el Equipo se considera
que las expectativas, el compromiso y la comprensión que demuestra son positivas para
afrontar con éxito la intervención y el tratamiento posterior, presentando buena relación
con el equipo, habiendo realizado todos los
estudios previos que se la han requerido” y que
“Desde el punto de vista Psicológico presenta
estabilidad y no tiene ni ha tenido adicciones”.
Por otro lado, el informe nutricional de fojas 109 señala que a pesar de los diversos tratamientos nutricionales que fueron llevados a
cabo durante los últimos 5 años, la amparista
no logró alcanzar los objetivos esperados y ha
llegado al límite de sus posibilidades con los
tratamientos nutricionales convencionales “…
por lo que se indica tratamiento quirúrgico de
su obesidad mórbida, con el objetivo de mejorar la calidad y expectativa de vida…”.
Del mismo modo, el informe de cirugía obrante a fojas 108 también indica como tratamiento
de su obesidad mórbida a la cirugía bariátrica.
VIII. La Organización Mundial de la Salud
(OMS) define el sobrepeso como un IMC
igual o superior a 25, y la obesidad como un
IMC igual o superior a 30. Estos umbrales
sirven de referencia para las evaluaciones indi-
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
viduales, pero hay pruebas de que el riesgo de
enfermedades crónicas en la población aumenta progresivamente a partir de un IMC de 21
(confr. Nota Descriptiva N° 311 - Septiembre
de 2006- Obesidad y Sobrepeso). Recordemos:
la amparista tiene un IMC del 43 Kg./m2.
IX. Por eso, y en concordancia con lo resuelto
por esta Sala I en otro caso similar, corresponde
hacer lugar al recurso interpuesto y, por ende,
revocar lo decidido por el juez a quo (conf. esta
Sala, expte. Nº 13.678, caratulado “Rodríguez,
Mariel Anahí c/MEDICUS S.A. s/Amparo” fallado el 9 de agosto de 2007).
X. Por ello, en orden a las consideraciones
que anteceden, el Tribunal
RESUELVE:
REVOCAR la resolución apelada y, por tanto,
ordenar a OSMECON SALUD que brinde la
cobertura integral de los gastos en que deban
incurrirse a fin de practicar la cirugía bariátrica a la amparista, de conformidad con la reglamentación vigente en la materia, debiendo
adoptar las medidas conducentes en el término
de 72 horas.
Regístrese, notifíquese y devuélvase.
Fdo.: Julio Víctor Reboredo – Carlos Román
Compaired.
Jueces de Cámara.
167
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“M., E. A. v. Estado Nacional”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, Sala 5ª, 17/02/2011
“…corresponde señalar que el objeto de las presentes actuaciones
es garantizar el derecho a la salud de la niña E. A. M., quien padecería la
patología denominada “pubertad precoz”. Al respecto, corresponde poner
de resalto que garantizar el derecho a la salud constituye una obligación
ineludible para el Estado, dada su íntima conexión con el derecho a la vida,
para lo cual las autoridades administrativas deben extremar los medios
que aseguren su protección efectiva” (considerando V.1.).
2ª INSTANCIA.- Buenos Aires, febrero 17 de
2011.
Considerando:
I. A fs. 44/46 el juez de la instancia anterior
resolvió hacer lugar a la medida cautelar solicitada por los padres de la niña E. A. M. y, en
consecuencia, ordenó al Ministerio de Salud de
la Nación y al Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires a que reanude la efectiva
entrega de ampollas de acetato de triptorelina
(375 mg), una cada veintiocho días, hasta tanto
se dicte sentencia en este proceso.
Para así decidir sostuvo que en sub lite se encuentra probado el problema de salud de la actora y la necesidad de seguir con el tratamiento
que le prescribieran en el Hospital de Niños Dr.
Ricardo Gutiérrez.
II. Contra lo decidido por la a quo, el Estado
nacional -Ministerio de Salud- interpone a fs.
54/57 recurso de apelación y expresa agravios.
En su memorial manifiesta que la medida
cautelar concedida no cumple con ninguno de
los requisitos previstos en el art. 230, CPCCN,
habida cuenta de que para su concesión se tomaron en cuenta simple manifestaciones de la
amparista, lo cual fue aceptado sin ningún asidero científico. Asimismo, sostiene que la medicación debe ser entregada por los efectores
de salud del lugar donde se ubica su domicilio
(Municipalidad de Malvinas Argentinas) o por
la jurisdicción a la que pertenece el médico
tratante de la actora (Ciudad Autónoma de
Buenos Aires). Al respecto, afirma que el Ministerio de Salud de la Nación actúa en forma
subsidiaria y a fin de cubrir a la población sin
cobertura médico-social y en el marco de los
programas nacionales ya instituidos como son
el de Sida, Oncológico y Remediar, razón por
la cual la prestación ordenada resulta de cumplimiento imposible por no existir en el presupuesto de esa cartera partida presupuestaria
alguna concebida para esos fines.
III. Corrido que fuera el traslado de las expre-
169
170
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
siones de agravios indicadas precedentemente
(ver fs. 70), a fs. 73/77 la parte actora lo responde. Allí manifiesta que el Ministerio de Salud de la Nación ya hizo entrega de la droga en
varias ocasiones, razón por la cual ahora puede desobligarse argumentando cuestiones de
jurisdicción, de subsidiariedad o de supuestos
“programas instituidos”.
IV. Así planteada la cuestión, cabe indicar
ante todo que la Corte Suprema de Justicia
de la Nación tiene dicho que siempre que se
pretenda la tutela anticipada proveniente de
una medida precautoria se debe acreditar la
existencia de verosimilitud en el derecho invocado y el peligro irreparable en la demora,
ya que resulta exigible que se evidencien fehacientemente las razones que justifican resoluciones de esa naturaleza (in re “Orbis Mertig
San Luis S.A.I.C v. Provincia de Buenos Aires
s/acción declarativa de inconstitucionalidad”,
del 19/9/2006, Fallos 329:3890).
Asimismo, también debe considerarse que la
finalidad de las medidas cautelares, en general,
radica en evitar que se tornen ilusorios los derechos de quien las solicita, ante la eventualidad de que se dicte una sentencia favorable. Es
decir, se trata de sortear la posible frustración
de los derechos de las partes a fin de que no resulten insustanciales los pronunciamientos que
den término al litigio.
En el mismo orden de ideas, no debe olvidarse que en el reducido marco cognoscitivo de los
procesos cautelares, en los que el juzgador carece de elementos de juicio que justifiquen con
certeza la existencia del derecho pretendido,
el juicio de verdad se encuentra en oposición
con la finalidad del instituto, que no es otra que
atender a aquello que no excede el marco de lo
hipotético, dentro del cual asimismo agota su
virtualidad (doctrina de Fallos 306:2060).
V. Así las cosas, corresponde verificar si los requisitos mencionados se encuentran reunidos
en el sub lite.
V.1. A tal fin, en primer lugar, corresponde señalar que el objeto de las presentes actuaciones
es garantizar el derecho a la salud de la niña E.
A. M., quien padecería la patología denominada “pubertad precoz”. Al respecto, corresponde
poner de resalto que garantizar el derecho a la
salud constituye una obligación ineludible para
el Estado, dada su íntima conexión con el derecho a la vida, para lo cual las autoridades administrativas deben extremar los medios que aseguren su protección efectiva. En efecto, la Corte
Suprema de Justicia de la Nación ha expresado
“...que el derecho a la vida es el primer derecho
de la persona humana que resulta reconocido y
garantizado por la Constitución Nacional” (Fallos: 302:1284; 310:112 ) y que “...el hombre
es eje y centro de todo el sistema jurídico y en
tanto fin en sí mismo -más allá de su naturaleza
trascendente- su persona es inviolable y constituye un valor fundamental con respecto al cual
los restantes valores tienen siempre carácter
instrumental” (Fallos: 316:479, votos concurrentes) (in re “Campodónico de Beviacqua,
Ana C. v. Estado Nacional -Ministerio de Salud
y Acción Social - Secretaría de Programas de
Salud y Banco de Drogas Neoplásicas s/amparo-”, Fallos: 323:3229).
En este orden de consideraciones, una interpretación guiada por el principio pro homine,
que debe regir la interpretación y aplicación
de las normas sobre derechos humanos, exige
entender el derecho a la salud como una derivación del derecho básico a la vida, consagrado
en forma implícita en la Constitución Nacional
y expresamente en los instrumentos internacionales de derechos humanos con jerarquía
constitucional (arts. 1, DADDH, 4, CADH, 6,
PIDCyP, y 3, DUDH).
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Cabe añadir que el derecho a la salud se encuentra protegido por normas expresas tanto
en el orden nacional como internacional. Al
respecto, debe tenerse especialmente en cuenta
a partir de la reforma de 1994, diversos instrumentos internacionales de derechos humanos
con jerarquía constitucional (art. 75, inc. 22)
reconocen como derecho fundamental de las
personas el derecho a la salud. El art. 12, PIDESyC, se refiere al “derecho al disfrute del
más alto nivel posible de salud física y mental”,
e impone a los Estados parte la obligación de
adoptar para su plena efectividad una serie de
medidas positivas, especificadas en la norma.
Asimismo, el art. 11, DADDH, establece que
toda persona tiene derecho a que su salud sea
preservada por medidas sanitarias y sociales,
relativas a la alimentación, el vestido, la vivienda y la asistencia médica, correspondientes al
nivel que permitan los recursos públicos y los
de la comunidad.
Además, en este caso debe tenerse especialmente en cuenta que se trata de resguardar el
derecho a la salud de una persona menor de
edad (ver fs. 18), que en tanto sujeto de derechos merece una protección especial, tanto
en virtud de lo dispuesto por la Constitución
Nacional como por la Convención de los Derechos del Niño, la cual posee jerarquía constitucional. En este sentido, es menester destacar
que el art. 75, inc. 23, CN, contiene un mandato
específico dirigido al legislador a fin de que éste
tome medidas de acción positiva tendientes a
garantizar la igualdad real de oportunidades y
de trato y, en particular, el pleno goce y ejercicio de los derechos constitucionalmente reconocidos, en especial respecto de grupos que se
consideran más vulnerables, como es el caso de
los niños. Por su parte, la Convención sobre los
Derechos del Niño, en referencia al derecho a
la salud, reconoce, en su art. 24, el derecho del
niño al disfrute del más alto nivel posible de
salud y de servicios para el tratamiento de las
enfermedades y la rehabilitación de la salud. La
norma obliga a los Estados parte a asegurar que
ningún niño se vea privado de su derecho a recibir servicios sanitarios, y a garantizar la plena
aplicación del derecho de que se trata, mediante diversas medidas que allí se enuncian.
Dichas obligaciones estatales, entre otras que
protegen a las personas menores de edad, han
sido además explicitadas en la ley 26061 de
Protección Integral de los Derechos de Niñas,
Niños y Adolescentes, que establece, en su art.
14, la obligación del Estado de garantizar el
derecho de aquellos a la atención integral de
la salud y a recibir asistencia médica necesaria.
Por su parte, el art. 29 dispone que se deberán
adoptar todas las medidas administrativas,
legislativas y judiciales y de otra índole, para
garantizar el efectivo cumplimiento de los derechos y garantías reconocidos en la citada ley.
V.2. Reseñado en líneas generales el marco
normativo, corresponde analizar si prima facie
el derecho invocado aparece como vulnerado
en el caso.
Al respecto, resulta necesario tener en consideración el informe médico acompañado por
la actora, que se encuentra agregado a fs. 33.
Allí, la Dra. Rosa E. Enacan, médica pediatra
tratante de E. A. M., pone de manifiesto que la
niña presenta diagnóstico de pubertad precoz
central ideopática y que la droga de primera
elección para su patología es acetato de triptorelina 3,75 mg. Asimismo, del mencionado certificado médico surge que, por no contar con
esa droga, recibió medioxiprogesterona, la cual
le produjo efectos adversos. Por otra parte, del
informe glosado a fs. 31 resulta que, debido a
la enfermedad que padece, la niña debe recibir
tratamiento hormonal para inhibir la pubertad.
Asimismo, allí se explica que la finalidad del
tratamiento es evitar la menstruación precoz,
171
172
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
favorecer la inserción social y preservar la talla final. En cuanto al tiempo de duración del
tratamiento, del informe de la División de Endocrinología del Hospital de Niños Dr. Ricardo
Gutiérrez, agregado a fs. 21 surge que el tiempo
estimado es de dos años.
Con lo expuesto puede considerarse prima
facie acreditado el estado de salud de la niña
E. A. M., quien padece de “pubertad precoz”,
y la necesidad de que reciba tratamiento con
análogo de LH-RH: acetato de triptorelina
3,75 mg (ver fs. 21 y 22). Se encuentra también acreditado, de conformidad con las constancias de la causa antes señaladas, que dicha
medicación no le es provista a la paciente desde, por lo menos, el mes de octubre de 2010
(ver fs. 33).
En consecuencia, y de conformidad con las
normas mencionadas en los considerandos
precedentes, aparece suficientemente acreditada la verosimilitud del derecho invocado por la
amparista, en cuanto a la necesidad de asegurar
las prestaciones que exige el tratamiento de la
afección de salud que padece.
Ello, dentro del limitado marco cognoscitivo
con que el juzgador debe resolver este tipo de
medidas, ya que como la ha señalado la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, la pretensión
que constituye el objeto de la cautelar no depende de un conocimiento exhaustivo y profundo de la materia controvertida en el proceso
principal sino de un análisis de mera probabilidad acerca de la existencia del derecho discutido (in re “Universidad Nacional de Mar del
Plata v. Estado Nacional s/acción declarativa de
inconstitucionalidad”, Fallos: 320:1027).
V.3. En cuanto al peligro en la demora, resulta suficiente para tenerlo por acreditado lo
manifestado por la médica tratante de la amparista en el informe de fs. 21. Allí se pone de
resalto que el tratamiento debe ser recibido
en forma ininterrumpida con una aplicación
intramuscular cada veintiocho días y por un
período de dos años.
En el caso, el peligro irreparable en la demora se presenta frente a la posibilidad cierta que,
en caso de no accederse a la medida cautelar
en estudio, se produciría una interrupción
en el tratamiento, la cual, dadas las especiales
características de la dolencia que aqueja a la
niña, acarrearía desmejora en su situación y
una falta de progreso que no podría subsanarse en el futuro.
Conforme lo manifestado por la profesional
tratante, la interrupción del tratamiento tiene
efectos altamente negativos en el estado de salud de la niña, por lo que el riesgo aparece en
forma nítida y obliga a adoptar judicialmente
las medidas necesarias para el restablecimiento
de su salud.
VI. Si bien las consideraciones que anteceden
resultan suficientes a los fines de conceder la
tutela cautelar, cabe destacar que, conforme
se desprende de la documental obrante a fs.
36/38, el Ministerio de Salud de la Nación, por
intermedio del Programa de Drogas para Tratamientos Prolongados, entregó la medicación
triptorelina, acetato 3,75 amp para que fuera
suministrada a la amparista. Atento a ello, no
puede utilizar la recurrente como argumento
para cuestionar el decisorio impugnado, la insuficiencia presupuestaria (ver fs. 57), debido a
que al encontrarse demostrado que hizo entrega de la medicación requerida, esta afirmación
deviene meramente dogmática, máxime cuando no hace referencia al valor del medicamento
ni al costo que ello implicaría en la afectación
de una partida presupuestaria. Por otra parte,
conforme surge de fs. 39, la droga requerida
por la actora se encuentra dentro de las que se
suministraron por el programa mencionado.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Por último, y en referencia al agravio relativo
a la jurisdicción a la que correspondería brindar
la asistencia requerida por los accionantes, debe
recordarse que la Corte Suprema de Justicia de
la Nación, tiene dicho que “lo dispuesto en los
tratados internacionales que tienen jerarquía
constitucional (art. 75, inc. 22, Ley Suprema)
reafirma el derecho a la preservación de la salud
-comprendido dentro del derecho a la vida- y
destaca la obligación impostergable que tiene
la autoridad pública de garantizar ese derecho
con acciones positivas, sin perjuicio de las obligaciones que deban asumir en su cumplimiento
las jurisdicciones locales, las obras sociales o las
entidades de la llamada medicina prepaga” y que
“el Estado nacional asumió compromisos internacionales explícitos encaminados a promover
y facilitar las prestaciones de salud que requiera
la minoridad y no puede desligarse válidamente de esos deberes so pretexto de la inactividad
de otras entidades públicas o privadas, máxime
cuando ellas participan de un mismo sistema
sanitario y lo que se halla en juego es el interés
superior del niño, que debe ser tutelado por
sobre otras consideraciones por todos los departamentos gubernamentales” (in re “Campodónico de Beviacqua, Ana C. v. Estado Nacional
-Ministerio de Salud y Acción Social - Secretaría
de Programas de Salud y Banco de Drogas Neoplásicas s/amparo-”, cit.).
En virtud de lo expuesto, los agravios esgrimidos por la parte demandada no pueden tener
favorable acogida, por lo que corresponde confirmar el decisorio recurrido.
En atención a lo expuesto se resuelve:
Confirmar la resolución apelada. Las costas
se fijan a la parte demandada, vencida (art. 68,
CPCCN).
Regístrese, notifíquese con habilitación de
días y horas inhábiles y, oportunamente, devuélvanse.Guillermo Treacy.- Pablo Gallegos Fedriani.Jorge F. Alemany.
173
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
III
Obligaciones positivas y negativas del estado
“Asociación Benghalensis y otros c. Estado nacional”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 323:1339, 01/06/2000
“…El Estado no sólo debe abstenerse de interferir en el ejercicio de
los derechos individuales sino que tiene, además, el deber de realizar prestaciones positivas, de manera tal que el ejercicio de aquéllos no se torne
ilusorio. En tal sentido, el legislador sancionó la ley 23.798, cuyo art. 1
declara de interés nacional a la lucha contra el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, entendiéndose por tal a la detección e investigación de
sus agentes causales, el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, su
prevención, asistencia y rehabilitación, incluyendo la de sus patologías derivadas, como así también las medidas tendientes a evitar su propagación, y
su art. 4 impone obligaciones de hacer al Estado, entre ellas, la de desarrollar programas destinados al cumplimiento de las acciones descriptas en el
art. 1, gestionando los recursos para su financiación y ejecución. Además,
el deber de promover la capacitación de los recursos humanos, propender al desarrollo de las actividades de investigación, aplicar métodos que
aseguren la efectividad de los requisitos de máxima calidad y seguridad,
cumplir con el sistema de información que se establezca y la detección
del virus y de sus anticuerpos en la sangre humana destinada a transfusión,
elaboración de plasma u otros derivados sanguíneos de origen humano
para cualquier uso terapéutico.
Dichos principios llevan a concluir que el Estado tiene la obligación de
suministrar los reactivos y medicamentos necesarios para el diagnóstico y
tratamiento de la enfermedad. Más aún, el art. 8 de la ley reconoce expresamente el derecho de las personas portadoras, infectadas o enfermas a
recibir asistencia adecuada” (considerando X. del dictamen fiscal).
175
176
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
“…la protección del derecho a la salud, según esta Corte, es una obligación impostergable del Estado Nacional de inversión prioritaria” (considerando 11º del voto de los doctores Moliné O’Connor y Boggiano).
“…resulta fundado el reproche que el a quo imputa al Estado Nacional
al señalar que incurrió en una conducta omisiva, consistente precisamente
en no dar acabado cumplimiento a su obligación de asistencia, tratamiento
y suministro de medicamentos -en forma regular, oportuna y continuaa aquellos enfermos que padecen las consecuencias de este mal que se
encuentren registrados en los hospitales y efectores sanitarios del país.
En este sentido, los agravios del apelante no logran desvirtuar la prueba
informativa aportada en autos de la cual hicieron mérito los jueces de la
causa y de la que surge que el recurrente incumplió con el deber impuesto
por la ley 23.798 de brindar un tratamiento adecuado” (considerando 15º
del voto de los doctores Moliné O’Connor y Boggiano).
“…El Estado Nacional por su parte, si bien no aseguró la erradicación
de la enfermedad -dado que cuando está en juego la ciencia médica el “resultado” tiene un valor relativo-, sentó las bases para luchar contra ella y se
comprometió a organizar los esfuerzos para lograrlo. Es decir, que asumió
una tarea de coordinación en la implementación del Programa Nacional
de Lucha contra el SIDA” (considerando 18º del voto del doctor Vázquez).
Véase fallo completo en la página 15
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Campodónico de Beviacqua”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 323:3229, 24/10/2000
“…a partir de lo dispuesto en los tratados internacionales que tienen
jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22, Ley Suprema), ha reafirmado en
recientes pronunciamientos el derecho a la preservación de la salud -comprendido dentro del derecho a la vida- y ha destacado la obligación impostergable que tiene la autoridad pública de garantizar ese derecho con
acciones positivas, sin perjuicio de las obligaciones que deban asumir en su
cumplimiento las jurisdicciones locales, las obras sociales o las entidades
de la llamada medicina prepaga (Fallos: 321:1684 y causa A.186 XXXIV
“Asociación Benghalensis y otros c. Ministerio de Salud y Acción Social
- Estado nacional s/amparo ley 16.986” del 1° de junio de 2000, mayoría
y votos concurrentes y dictamen del procurador general de la Nación a
cuyos fundamentos se remiten)” (considerando 16º).
“…[el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales] (…) reconoce, asimismo, el derecho de todas las personas a disfrutar del más alto nivel posible de salud física y mental, así como el deber
de los estados partes de procurar su satisfacción. Entre las medidas que
deben ser adoptadas a fin de garantizar ese derecho se halla la de desarrollar un plan de acción para reducir la mortalidad infantil, lograr el sano
desarrollo de los niños y facilitarles ayuda y servicios médicos en caso de
enfermedad (art. 12, Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales)” (considerando 18º).
“…los estados partes se han obligado “hasta el máximo de los recursos” de que dispongan para lograr progresivamente la plena efectividad de
los derechos reconocidos en dicho tratado (art. 2° inc. 1°). En lo que concierne al modo de realización en estados de estructura federal, el propio
Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones
Unidas ha reconocido que dicha estructura exige que los cantones sean
los responsables de ciertos derechos, pero también ha reafirmado que el
gobierno federal tiene la responsabilidad legal de garantizar la aplicación
del pacto (conf. Naciones Unidas. Consejo Económico Social. Aplicación
del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Informes iniciales presentados por los estados parte con arreglo a los arts.
16 y 17 del Pacto. Observaciones. Suiza -E/1990/5/Add.33-, 20 y 23 no-
177
178
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
viembre de 1998, publicado por la Secretaría de Investigación de Derecho
Comparado de esta Corte en “investigaciones” 1 (1999), ps. 180 y 181)”
(considerando 19).
“…la “cláusula federal” prevista en la Convención Americana sobre
Derechos Humanos impone al gobierno nacional el cumplimiento de todas las obligaciones relacionadas con las materias sobre las que ejerce
jurisdicción legislativa y judicial, y el deber de tomar “de inmediato” las
medidas pertinentes, conforme a su constitución y sus leyes, para que las
autoridades componentes del Estado federal puedan cumplir con las disposiciones de ese tratado (art. 28 incs. 1° y 2°)” (considerando 20º).
Véase fallo completo en la página 37
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Sánchez, Norma Rosa c/ Estado Nacional y otro s/acción de amparo”, Corte
Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 324: 3578, 20/12/2005
“…el Tribunal ha destacado la obligación impostergable que tiene la
autoridad pública de garantizar ese derecho con acciones positivas, sin
perjuicio de las obligaciones que deban asumir en su cumplimiento las
jurisdicciones locales, las obras sociales o las entidades de la llamada medicina prepaga (Fallos: 321:1684; 323:1339, 3229; 324:3578; y causa O.59,
ya citada)” (considerando 4º).
Véase fallo completo en la página 55
179
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Rodríguez, J. E. c/INSSJP (Pami)”, Cámara Federal de Apelaciones de La
Plata, Sala 2, 18/05/2006
“…El derecho a la salud es reconocido en documentos internacionales
ratificados por nuestro país (art. 75 inc. 22 de la Constitución Nacional y
Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre, art. XI; Declaración Universal de Derechos Humanos, art. 25.1; Convención Americana
de Derechos Humanos, art. 29. c; Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, art. 12.1 y 12.2.d). Además es doctrina de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación: Fallos: 323:3229, consid.16 y sus
citas (321:1684 y 323:1339) y 324:3569, consid.11 y sus citas, entre otros.
Significa -mínimamente- la preservación de la vida en condiciones de
equilibrio psicológico y biológico y requiere la acción positiva de los órganos del Estado -también del Departamento Judicial- en procura de que las
personas en riesgo reciban las prestaciones necesarias.-” (considerando VI
del voto del doctor Schiffrin).
Véase fallo completo en la página 127
181
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Floreancig, Andrea. C.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
329:2552, 11/07/2006
“…el derecho a la salud, máxime cuando se trata de enfermedades
graves, se encuentra íntimamente relacionado con el derecho a la vida que
está reconocido por la Constitución y por los tratados internacionales
que tienen jerarquía constitucional (art. 75, inc. 22 de la Ley Suprema). Así,
el Tribunal ha destacado la obligación impostergable que tiene la autoridad
pública de garantizar ese derecho con acciones positivas, sin perjuicio de
las obligaciones que deban asumir en su cumplimiento las jurisdicciones
locales, las obras sociales o las entidades de la llamada medicina prepaga
(Fallos: 321:1684; 323:1339, 3229; 324:3578; y causa O.59, ya citada)” (considerando VII. del dictamen fiscal).
Véase fallo completo en la página 63
183
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“R., A. D. c/Estado Nacional”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, R.
350.XLI, 04/09/2007
“…por mayor que fuese el margen de apreciación que corresponda
dispensar al legislador o reglamentador (…) no cabe duda alguna que sumar a dichos críticos requerimientos un lapso de residencia (…) implica
(…) un liso y llano desconocimiento del derecho a la seguridad social, en
los términos de los citados textos internacionales de jerarquía constitucional, en grado tal que compromete el derecho a la vida, primer derecho
de la persona humana que resulta reconocido y garantizado por la Constitución Nacional (Campodónico de Beviacqua c. Ministerio de Salud, Fallos:
323:3229, 3239, considerando 15, sus citas y otros), y cuya garantía, mediante “acciones positivas”, resulta una “obligación impostergable” de las
autoridades públicas (ídem, p. 3239, considerando 16)” (considerando 7º).
“…teniendo en consideración los fines perseguidos por las normas que
conceden el beneficio y la naturaleza de los derechos fundamentales que se
encuentran involucrados -dignidad, subsistencia mínima, salud, protección a
la familia, situación socio económica de gravedad extrema- y las obligaciones estaduales en la materia, respecto de las cuales el art. 75 inc. 23 impone
un mandato constitucional de acciones positivas que garanticen la igualdad
real de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por la Constitución y por los tratados internacionales
vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto, entre otros, de
las personas con discapacidad, el plazo de 20 años exigido a los extranjeros
para poder gozar de los beneficios de la pensión luce manifiestamente irrazonable en los términos del art. 28 de la Constitución Nacional.
Desde antiguo este Tribunal ha sostenido que “el objetivo preeminente
de la Constitución, según expresa su preámbulo, es lograr el bienestar
general, lo cual significa decir la justicia en su más alta expresión, esto es,
la justicia social, cuyo contenido actual consiste en ordenar la actividad
intersubjetiva de los miembros de la comunidad y los recursos con que
ésta cuenta con vistas a lograr que todos y cada uno de sus miembros
participen de los bienes materiales y espirituales de la civilización. Por
tanto, tiene categoría constitucional el siguiente principio de hermenéutica
jurídica: in dubio pro justitia socialis. Las leyes, pues, deben ser interpretadas
a favor de quienes al serles aplicadas con este sentido consiguen o tien-
185
186
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
den a alcanzar el “bienestar”, esto es, las condiciones de vida mediante las
cuales es posible a la persona humana desarrollarse conforme a su excelsa
dignidad” (Fallos: 289:430)” (considerando 15º voto del doctor Maqueda).
Véase fallo completo en la página 73
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Cambiaso Péres de Nealón”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
330:3725, 28/08/2007
“…a partir de lo dicho por V.E., particularmente, en Fallos: 321:1684
y 323:1339, ha quedado en claro el derecho a la preservación de la salud
-comprendido dentro del derecho a la vida- y la obligación impostergable
que tiene la autoridad pública de garantizar ese derecho con acciones positivas, pero que ello es sin perjuicio de las obligaciones que corresponden
a las jurisdicciones locales, obras sociales y entidades de medicina prepaga
sobre el tema” (considerando III del dictamen fiscal).
Véase fallo completo en la página 137
187
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Passero de Barriera”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
330:4160, 18/09/2007
“…corresponde recordar que V.E. tiene dicho en conexidad con lo expresado -si bien en el marco de otros presupuestos fácticos- que lo dispuesto en los tratados internacionales que tienen jerarquía constitucional
(art. 75, inc. 22, de la Ley Suprema) reafirma el derecho a la preservación
de la salud -comprendido dentro del derecho a la vida- y destaca la obligación impostergable de la autoridad pública de garantizar ese derecho con
acciones positivas, sin perjuicio de las obligaciones que deben asumir en su
cumplimiento las jurisdicciones locales, las obras sociales o las entidades
de la llamada medicina prepaga (v. doctrina de Fallos: 321:1684; 323:1339,
3229, entre otros). Dijo, asimismo, que resulta evidente la función rectora
que ejerce el Estado Nacional en el campo de la salud y la labor que compete al Ministerio de Salud y Acción Social, como autoridad de aplicación,
para garantizar la regularidad de los tratamientos sanitarios coordinando
sus acciones con las obras sociales y los estados provinciales, sin mengua
de la organización federal y descentralizada que corresponda para llevar
a cabo tales servicios (v. doctrina de Fallos: 323: 3229, cons. 27). Subrayo
la expresión “función rectora”, porque coincide con la que –como se ha
visto- empleó el juzgador para fundamentar la obligación del Estado de
vigilar el cumplimiento de las normas que aseguran la continuidad de los
tratamientos requeridos por las personas discapacitadas. Esta expresión
resulta similar, asimismo, a la utilizada por el apelante, cuando, no obstante
oponerse a lo resuelto en la sentencia, reconoce en el Estado Nacional el
rol de “rectoría” y garante en subsidio de las prestaciones que hoy brindan
a la incapaz los organismos pertinentes de la Provincia de Santa Fe (v. fs.
475 in fine y vta)” (considerando IV. del dictamen fiscal).
Véase fallo completo en la página 157
189
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“M., E. A. v. Estado Nacional”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, Sala 5ª, 17/02/2011
“…en este caso debe tenerse especialmente en cuenta que se trata de
resguardar el derecho a la salud de una persona menor de edad (ver fs. 18),
que en tanto sujeto de derechos merece una protección especial, tanto en
virtud de lo dispuesto por la Constitución Nacional como por la Convención de los Derechos del Niño, la cual posee jerarquía constitucional. En
este sentido, es menester destacar que el art. 75, inc. 23, CN, contiene un
mandato específico dirigido al legislador a fin de que éste tome medidas
de acción positiva tendientes a garantizar la igualdad real de oportunidades
y de trato y, en particular, el pleno goce y ejercicio de los derechos constitucionalmente reconocidos, en especial respecto de grupos que se consideran más vulnerables, como es el caso de los niños” (considerando V.1).
Véase fallo completo en la página 169
191
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Navamuel, Elena”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta, 26/09/2011
“…la incorporación de este derecho (a la salud) a nuestra Carta
Magna no se limita a la abstención de actos que puedan producir un daño,
sino que exige prestaciones de dar y de hacer (esta Cámara, causa “Meregaglia, Carlos Antonio c/Obra Social del Personal de Bancos Oficiales Nacionales s/acción de amparo-medida cautelar”, sentencia del 09/03/2011).
En este sentido se considera que la contracara del derecho a la salud es
una obligación activa que existe ante o frente a toda la sociedad (este
Tribunal, causa “Pojaghi Emilia Ricardo en representación de su hija P. M. B.
c/Asociación Mutual del Personal Jerárquico de Bancos Oficiales s/amparo”, precedentemente citado), destacándose el carácter de impostergable
que tiene para la autoridad pública, sin perjuicio de las obligaciones que
deban asumir en su cumplimiento las jurisdicciones locales, las obras sociales, o las entidades de la llamada medicina prepaga (esta Cámara, causa
“Cardozo Verónica -en representación de su hijo A. S. S. C. c/Obra Social
del PE s/acción de amparo- medida cautelar”, sentencia del 06/04/2010)”
(considerando VII. a. Fundamentos: 1).
Véase fallo completo en la página 111
193
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
IV
Medida cautelar: Verosimilitud del derecho, peligro en la
demora
“Asociación Benghalensis y otros c. Estado nacional”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 323:1339, 01/06/2000
“Según mi parecer, es dable concluir que, en el sub examine, se configura
un caso contencioso, en los términos del art. 116 de la Constitución Nacional y del art. 2 de la ley 27, para suscitar el ejercicio de la jurisdicción,
toda vez que existe un perjuicio concreto, actual e inminente, por la falta
de provisión de los reactivos o medicamentos, diferenciado de la situación
en que se hallan las demás personas y, en especial, con relación a las consecuencias por la no detección y asistencia a los portadores, infectados
y enfermos o por la interrupción de su tratamiento” (considerandoVIII).
Véase fallo completo en la página 15
195
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Campodónico de Beviacqua”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 323:3229, 24/10/2000
“…la decisión de prestar asistencia al menor, adoptada oportunamente
por la autoridad nacional hasta que resolvió interrumpir la entrega de la
medicación, había atendido a la situación de urgencia y extrema necesidad
que tenía el tratamiento prescripto para salvaguardar la vida y la salud del
niño, lo que se ajustaba a los principios constitucionales que rigen en esta
materia y a las leyes dictadas en su consecuencia” (considerando 28).
Véase fallo completo en la página 37
197
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“B., V. L. y otro”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 326:1400,
24/04/2003
“…en el presente caso se verifica la verosimilitud en el derecho y el
peligro en la demora necesarios para conceder la medida pedida pero no
con relación a la totalidad de los medicamentos indicados en el escrito
de demanda (art. 232, Cód. Procesal Civil y Comercial de la Nación; conf.
causa D.2031.XXXVIII. “Díaz, Brígida c. Provincia de Buenos Aires y otro
- Estado Nacional - Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación s/
amparo”, sentencia del 25 de marzo de 2003), toda vez que de la documentación acompañada no surge que el producto llamado “Migral” haya
sido recetado como parte del tratamiento (considerando 3).
(…) Por ello se resuelve: (…) Hacer lugar a la medida cautelar y ordenar a los demandados que provean a la menor D.Y.V., en el plazo de cinco
días y bajo apercibimiento de “astreintes”, los siguientes medicamentos:
desmopresina 0,2, hidrotisona 10 mg, acetato de leuprolide 7,5 mg, levotiroxina 100 mcg. Una vez obtenidos se deberá denunciar en el expediente
a fin de evitar la superposición del cumplimiento de la decisión por parte
de ambas codemandadas” (punto II de la parte resolutoria).
Dictamen del Procurador General de la Nación:
La cuestión sometida a conocimiento del Tribunal en la presente acción de amparo, resulta
sustancialmente análoga a la que fuera objeto
de tratamiento por este Ministerio Público,
el 12 de marzo de 2002, al expedirse “in re”
D.181.XXXVIII. “Orlando, Susana Beatriz c.
Provincia de Buenos Aires y otros s/amparo”,
que fue compartida por V.E. en su sentencia del
4 de abril de ese año.
Por ello, en atención a lo expuesto en di-
cho dictamen y sus citas (Fallos: 323:3873;
324:2042) y en las sentencias posteriores de la
Corte en las causas Competencia N° 418.XXXVIII. “Pizzi, Marcelo Daniel c. Ministerio de
Salud de la Nación y otros s/amparo” y Competencia N° 357.XXXVIII. “Ortiz, Ana María
c. Ministerio de Salud de la Nación y otros s/
amparo”, ambas del 11 de julio de 2002), que
doy aquí por reproducido “brevitatis causae”,
opino que el pleito corresponde a la competencia originaria de la Corte “ratione personae”, al
ser demandados la Provincia de Buenos Aires y
el Estado Nacional.
199
200
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Febrero 5 de 2003.
Nicolás E. Becerra.
Buenos Aires, abril 24 de 2003.
pacidad de conformidad con lo previsto por ley
22.431. Fundan su derecho en los arts. 42 y 75
de la Constitución Nacional, en la ley nacional
23.661 que creó el sistema Nacional del Seguro
Social, en las leyes nacionales 24.901 y 22.431 y
en la Constitución provincial.
Considerando:
1. Que a fs. 14/19 se presentan V. L. B. y A.
C. V. e inician acción de amparo contra el Estado Nacional y la Provincia de Buenos Aires por
considerar vulnerado el derecho a la salud de
su hija D. Y. En concreto reclaman que los codemandados les entreguen los medicamentos
necesarios para el tratamiento de la enfermedad
que padece la menor y que les han sido negados.
Dicen que su hija, nacida el 29 de diciembre
de 1990, tiene un delicado estado de salud y
que en el año 1999 fue operada en el Hospital
Garrahan como consecuencia de un cuadro de
craneofaringioma, quedándole un panhipopituitarismo post quirúrgico, por lo que debe
recibir tratamiento con desmopresina 0,2, hidrositona 10 mg, acetato de leuprolide 7,5 mg
levotiroxina 100 mcg y “Migral”.
Puntualizan que la medicación prescripta
debe ser suministrada en forma permanente e
ininterrumpida bajo riesgo de vida por lo que
procedieron a solicitarla, en agosto de 2002 por
intermedio del Hospital Garrahan, en septiembre del mismo año ante la Unidad Area de Asistencia Social Directa-Area Emergencia-Salud
de la Provincia de Buenos Aires y en el mes de
noviembre ante el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, donde se formó el expediente
que lleva el N° 116162 sin que hasta la fecha
hayan obtenido resultado positivo alguno. Ello
a pesar de la carta documento enviada a esta
última repartición en enero del corriente año.
Asimismo, manifiestan que el Ministerio de
Salud expidió a la niña un certificado de disca-
Asimismo solicitan una medida cautelar a fin
de que se ordene a los demandados que les provean los medicamentos en cuestión por resultar
imprescindibles para la menor ya que de lo contrario quedaría sometida a un nuevo brote de su
enfermedad, que además es progresiva.
2. Que en virtud de lo dispuesto por el art.
117 de la Constitución Nacional y de conformidad con lo dictaminado precedentemente
por el procurador general, esta causa es de la
competencia originaria de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación.
3. Que en el presente caso se verifica la verosimilitud en el derecho y el peligro en la demora necesarios para conceder la medida pedida
pero no con relación a la totalidad de los medicamentos indicados en el escrito de demanda (art. 232, Cód. Procesal Civil y Comercial
de la Nación; conf. causa D.2031.XXXVIII.
“Díaz, Brígida c. Provincia de Buenos Aires y
otro - Estado Nacional - Ministerio de Salud y
Acción Social de la Nación s/amparo”, sentencia del 25 de marzo de 2003), toda vez que de
la documentación acompañada no surge que el
producto llamado “Migral” haya sido recetado
como parte del tratamiento.
Por ello, se resuelve:
I. En mérito a lo previsto por el art. 43 de la
Constitución Nacional y de conformidad con la
previsión contenida en el art. 8° de la ley 16.986
requerir al Ministerio de Salud de la Provincia
de Buenos Aires y al Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación un informe circuns-
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
tanciado acerca de los antecedentes y medidas
impugnadas, el que deberá ser contestado en el
plazo de diez días. A esos fines líbrense oficios.
II. Hacer lugar a la medida cautelar y ordenar
a los demandados que provean a la menor D. Y.
V., en el plazo de cinco días y bajo apercibimiento de “astreintes”, los siguientes medicamentos:
desmopresina 0,2, hidrotisona 10 mg, acetato
de leuprolide 7,5 mg, levotiroxina 100 mcg.
Una vez obtenidos se deberá denunciar en el
expediente a fin de evitar la superposición del
cumplimiento de la decisión por parte de ambas
codemandadas. Notifíquese con habilitación de
días y horas inhábiles. Notifíquese a la actora.
- Eduardo Moliné O’Connor. - Carlos S. Fayt.
- Augusto C. Belluscio. - Enrique S. Petracchi.
- Guillermo A. F. López. - Adolfo R. Vázquez. Juan C. Maqueda.
201
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Orlando, Susana Beatriz”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
328:1708, 24/05/2005
“…en el presente caso se verifica la verosimilitud en el derecho y el peligro
en la demora necesarios para conceder la medida pedida (considerando 3).
Por ello, se resuelve: (…) Hacer lugar a la medida cautelar y ordenar a
las demandadas que provean a la actora en forma urgente el medicamento Acetato de Glatiramer, Copolimero (Copaxone). Una vez obtenido se
deberá denunciar en el expediente a fin de evitar la superposición del
cumplimiento por parte de ambas codemandadas de la decisión adoptada”. (Punto resolutivo II)
O. 59. XXXVIII.
para enfrentar el mal que sufre, por carecer de
recursos económicos para ello.
ORIGINARIO
Procuración General de la Nación
Suprema Corte:
I.
Susana Beatriz Orlando -quien denuncia tener 55 años de edad, domiciliarse en Ezeiza,
Provincia de Buenos Aires y ser discapacitada
visual y motora por padecer esclerosis múltiple,
enfermedad de carácter grave y progresiva que
ataca el sistema nervioso central- promovió la
presente acción de amparo ante el Juzgado Nacional en lo Civil y Comercial Federal Nº 10 de
la Capital, contra la Provincia de Buenos Aires
(Ministerio de Salud) y contra el Estado Nacional (Ministerio de Salud y Desarrollo Social),
a fin de obtener la cobertura médica necesaria
Asimismo, solicitó que se decrete una medida
cautelar por la cual se ordene a los demandados
que arbitren los medios necesarios para la provisión del medicamento denominado Acetato
de Glatiramer, Copolinero (Copaxone), que
resulta imprescindible para su vida, ya que debe
serle administrado sin interrupción para evitar
los brotes de la enfermedad.
Manifiesta que dirige su pretensión contra
actos y omisiones de los demandados, en tanto
demanda a la Provincia de Buenos Aires porque la esclerosis múltiple no es una patología
cubierta por la dirección de Política del Medicamento y el medicamento requerido para
tratarla no figura en el Vademecum, lo cual es
gravísimo, si se tiene presente que dicho fármaco revista en el Programa Médico Obligatorio
(PMO), norma de política sanitaria que, por lo
203
204
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
demás, tiene un altísimo costo pecuniario. Indica que demanda al Estado Nacional, en tanto
el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación
solamente le entregó seis cajas del medicamento solicitado en agosto de 2001, cantidad que
resulta insuficiente para paliar la enfermedad.
rían sin protección los derechos de las partes
en los supuestos contemplados por el art. 43
de la Constitución Nacional y por la ley 16.986
(doctrina de Fallos: 307:1379; 311:489, 810
y 2154; 312:640; 313:127 y 1062; 322:1514,
entre muchos otros).
Fundó su pretensión en los arts. 42 y 75 (inc.
22) de la Constitución Nacional, en la ley nacional 23.661 que creó el Sistema Nacional del
Seguro de Salud, en la resolución del Ministerio
de Salud 939/2000, modificada por la 1/2001,
en las leyes 24.901 y 22.431 y en la Constitución de la Provincia de Buenos Aires.
Sentado lo expuesto, entiendo que la cuestión
radica en determinar si en autos se dan los requisitos que habilitan la sustanciación de este
proceso en la instancia originaria del Tribunal.
Por último, ante la posibilidad de que los
demandados requieran la aplicación del art.
14 de la ley nacional 25.453, que modifica el
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación -art. 195- que imposibilita el dictado de
medidas cautelares que afecten los recursos del
Estado, solicitó su declaración de inconstitucionalidad, con fundamento en que vulnera el
principio de división de poderes y, en este caso
específico, el derecho a la salud.
A fs. 28, el juez federal interviniente, de conformidad con el dictamen, de fs. 27, de la fiscal del
fuero, se declaró incompetente para entender en
el proceso por corresponder a la competencia
originaria de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación en razón de las personas demandadas.
En ese contexto, V.E. corre vista a este Ministerio Público, por la competencia, a fs. 35 vta.
II.
Cabe recordar, en principio, que V.E. ha reconocido la posibilidad de que la acción de
amparo, de manera general, tramite en esta instancia, siempre que se verifiquen las hipótesis
que surtan la competencia originaria, toda vez
que, de otro modo, en tales ocasiones queda-
A mi modo de ver, tal circunstancia se presenta en el sub lite, toda vez que la actora demanda a una provincia y al Estado Nacional,
por lo que, prima facie y dentro del limitado
marco cognoscitivo propio de la cuestión de
competencia en examen, entiendo que la única
forma de conciliar lo preceptuado por el art.
117 de la Constitución Nacional respecto de
las provincias, con la prerrogativa jurisdiccional que le asiste a la Nación -o a una entidad
nacional- al fuero federal, sobre la base de lo
dispuesto en el art. 116 de la Ley Fundamental, es sustanciando la acción en esta instancia
(confr. doctrina de Fallos: 323:3873 y sentencia del 12 de julio de 2001 in re A.304.XXXVII.
Originario “Álvarez, Oscar Juan c/Buenos Aires, Provincia de s/acción de amparo”).
En tales condiciones, opinión que la presente
acción de amparo corresponde a la competencia originaria de la Corte ratione personae.
Buenos Aires, 12 de marzo de 2002.
NICOLAS EDUARDO BECERRA
ES COPIA
Buenos Aires, 4 de abril de 2002.
Autos y Vistos; Considerando:
1º) Que a fs. 19/25 Susana Beatriz Orlando,
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
quien denuncia tener 55 años de edad y sufrir
discapacidad visual y motora por padecer de
esclerosis múltiple, promovió ante la justicia
federal la presente acción de amparo contra la
Provincia de Buenos Aires y el Estado Nacional, a fin de obtener la medicación necesaria
para enfrentar el mal que sufre por carecer de
recursos económicos para ello.
juicio, a la competencia originaria del Tribunal.
Manifiesta que dirige su pretensión contra
actos y omisiones de los demandados, en tanto
demanda al Estado provincial pues la esclerosis
múltiple no resulta ser una patología cubierta
por la Dirección de Política del Medicamento
(ver fs. 10, expediente 2946-2607/01), y, por
consiguiente, no es provisto por las autoridades locales; por su parte, el Estado Nacional,
por intermedio del Ministerio de Desarrollo
Social de la Nación, solamente le entregó seis
cajas del medicamento en cuestión, Acetato de
Glatiramer -Copolimero (Copaxone), en agosto de 2001, cantidad que resulta insuficiente
para paliar la enfermedad, y cuyo pedido de renovación no ha sido contestado hasta la fecha
(ver fs. 3).
3º) Que en el presente caso se verifica la verosimilitud en el derecho y el peligro en la demora
necesarios para conceder la medida pedida.
Funda su pretensión en los arts. 42 y 75 de
la Constitución Nacional, en la ley nacional
23.661 que creó el Sistema Nacional del Seguro de Salud, en la resolución del Ministerio de
Salud 939/2000, modificada por la 1/2001,
en las leyes 24.901 y 22.431 y en la constitución provincial.
II. Hacer lugar a la medida cautelar y ordenar a las demandadas que provean a la actora
en forma urgente el medicamento Acetato de
Glatiramer, Copolimero (Copaxone). Una vez
obtenido se deberá denunciar en el expediente a fin de evitar la superposición del cumplimiento por parte de ambas codemandadas de
la decisión adoptada. Notifíquese con habilitación de días y horas inhábiles. Notifíquese
a la actora.
Asimismo solicita una medida cautelar a fin
de que se ordene a los demandados que arbitren los medios necesarios para la provisión
del medicamento en cuestión, que resulta imprescindible para su vida, ya que debe serle administrado sin interrupción para evitar así los
brotes de la enfermedad.
A fs. 28 el juez federal interviniente se declaró
incompetente por corresponder el proceso, a su
2º) Que este expediente corresponde a la
competencia establecida en el art. 117 de la
Constitución Nacional, y ello sobre la base de
lo expresado por el Procurador General en el
dictamen que antecede, al que cabe remitirse
brevitatis causa.
Por ello, se resuelve:
I. En mérito a lo previsto en el art. 43 de la
Constitución Nacional y de conformidad con
la previsión contenida en el art. 8º de la ley
16.986, requerir al Ministerio de Salud de la
Provincia de Buenos Aires y al Ministerio de
Salud y Desarrollo Social de la Nación un informe circunstanciado acerca de los antecedentes
y fundamentos de las medidas impugnadas, el
que deberá ser contestado en el plazo de diez
días. A esos fines líbrense oficios.
EDUARDO MOLINE O’CONNOR - CARLOS S. FAYT - AUGUSTO CESAR BELLUSCIO – ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI
- ANTONIO BOGGIANO - GUSTAVO A.
BOSSERT - ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ.
ES COPIA
205
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Sánchez, Norma Rosa c/Estado Nacional y otro s/acción de amparo”, Corte
Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 324:3578, 20/12/2005
“…frente a un grave problema como el planteado en autos, no cabe
extremar la aplicación del principio según el cual el amparo no procede
cuando el afectado tiene a su alcance una vía administrativa a la cual acudir,
pues los propios valores en juego y la normalmente presente urgencia del
caso, se contraponen al ejercicio de soluciones de esa índole” (voto del
doctor Lorenzetti considerando 3º).
Véase fallo completo en la página 55
207
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Floreancig, Andrea. C.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
329:2552, 11/07/2006
“…atañe a los jueces buscar soluciones que se avengan con la urgencia
que conlleva este tipo de pretensiones, para lo cual deben encauzar los
trámites por vías expeditivas y evitar que el rigor de las formas pueda
conducir a la frustración de derechos que cuentan con tutela de orden
constitucional, lo cual se produciría si el reclamo de la actora tuviese que
aguardar al inicio de un nuevo proceso dirigido contra los organismos a
que se hizo referencia ... y en ese lapso quedaran desprotegidos los intereses cuya satisfacción se requiere (v. Fallos: 324:122, etc.); la suspensión de
los cuales, como recuerdan con cita de preceptos de la Convención Americana sobre Derechos Humanos los ministros López y Moliné O’Connor,
no puede ser admitida bajo ninguna circunstancia (cfe. Fallos: 324:975)”
(considerando VII. del dictamen fiscal).
Véase fallo completo en la página 63
209
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Mosqueda, Sergio c/INSSJP”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 329:4918, 07/11/2006
“…el Tribunal ha interpretado que atañe a los jueces buscar soluciones
que se avengan con la urgencia que conlleva este tipo de pretensiones,
para lo cual deben encauzar los trámites por vías expeditivas y evitar
que el rigor de las formas pueda conducir a la frustración de derechos
que cuentan con tutela de orden constitucional, lo cual se produciría si el
reclamo del actor tuviese que aguardar al inicio de un nuevo proceso (v.
doctrina de Fallos: 324:122)” (considerando III del dictamen fiscal).
Véase fallo completo en la página 69
211
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“María, Flavia Judith”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
330:4647, 30/10/2007
“Corresponde reflexionar, al respecto, que ni la actora, ni profesional
médico alguno, puede determinar “específicamente” y “con claridad de
contenido” las prestaciones de salud que necesitará la discapacitada “a futuro”. Atento a ello, vuelvo a remitir a lo manifestado por el juez de grado,
pues resultan juiciosas sus conclusiones en orden a que “...nos encontramos frente a un acto de autoridad -la Resolución referida- que lesiona de
manera manifiestamente ilegítima el derecho a la vida y a la salud de la actora, surgiendo la ilegitimidad en grado de evidencia dentro del margen de
apreciación que permite la naturaleza sumaria del amparo, no existiendo
otras vías alternativas para la protección de los derechos constitucionales
vulnerados...” (v. fs. 157), máxime -cabe agregar- frente a la urgencia que el
caso requiere, dado el estancamiento y hasta la posible regresión que, en
el proceso de rehabilitación de la paciente, podría provocar la demora en
arribar a una solución, atento la complejidad y dilación que la realización
de nuevos trámites, sean administrativos o judiciales, traerían eventualmente aparejadas” (considerando III del dictamen fiscal).
“La alegada urgencia en la satisfacción de las prestaciones solicitadas
y el hecho -no cuestionado- de que el instituto demandado no hubiera
admitido el reclamo de la actora, ponen de manifiesto que el decisorio
irroga a la interesada agravios de imposible reparación ulterior, situación
que se muestra reñida con el criterio de esta Corte según el cual, siempre
que se amerite el daño grave e irreparable que se causaría remitiendo el
examen de la cuestión a los procedimientos ordinarios, deben los jueces
habilitar las vías del amparo (v. Fallos: 299:358; 305:307 y 327:2413), ya que
la existencia de otras vías procesales que puedan obstar a su procedencia
no puede formularse en abstracto sino que depende -en cada caso- de la
situación concreta a examinar” (considerando 3º).
213
214
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Dictamen de la Procuradora Fiscal Subrogante de la Nación:
Suprema Corte:
I. En autos, la apoderada de la actora interpuso acción de amparo, ejecución y prohibición, y
medida cautelar innovativa, contra el Instituto
de Obra Social de la Provincia de Entre Ríos
(IOSPER) y el Estado Provincial, reprochándoles actuar omisivo y contrario a las normas
vigentes sobre personas con discapacidad respecto de la accionante, quien padece -según se
expresa en la demanda- de serias secuelas posttraumáticas, conforme lo acredita con el Certificado de Discapacidad respectivo, historias clínicas, informes de estudios y de tratamientos,
y que, como consecuencia de ello, necesita imperiosamente de los servicios que por ley debe
brindarle la obra social.
Los magistrados integrantes de Sala de Procedimientos Constitucionales y Penal, del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Entre
Ríos, en lo que interesa a los fines de este dictamen, hicieron lugar a los recursos articulados
por los demandados contra la sentencia del Juez
Correccional N° 1, obrante a fs. 155/162 vta.,
revocando dicho pronunciamiento en cuanto
había hecho lugar parcialmente a la acción de
amparo antes referida, y dejaron sin efecto la
medida cautelar dispuesta a fs. 78. Rechazaron,
en consecuencia, la acción deducida por la discapacitada contra la obra social y el Estado Provincial, impusieron las costas a la parte actora, y
regularon los honorarios de ambas instancias a
los letrados intervinientes (v. fs. 222/226).
Para así decidir, los jueces del Máximo Tribunal Provincial, destacaron que la actora, a través
del expediente N° 23395 caratulado “María,
Flavia Judith c/Instituto Obra Social de Entre
Ríos s/acción de ejecución y prohibición”, que
tramitó ante el Juzgado Civil y Comercial N° 3,
de la ciudad de Paraná, agregado por cuerda a
estos actuados, articuló una acción de similares
características a la presente, que fue declarada
improcedente e inadmisible (fs. 287/290) por
encontrarse afectada de la causal de inadmisibilidad prevista por el artículo 3°, inciso “b”, de la
ley provincial 8369, ya que se había reclamado
en sede administrativa casi la totalidad de los
ítems que se peticionaban en aquella acción,
sentencia que fue confirmada por esa Sala, el
31 de enero de 2005 (fs. 308/311). De la mera
lectura de pretensiones reclamadas en los presentes obrados -prosiguieron- surge que las
mismas coinciden con las de la primera causa,
y que son, en lo sustancial, iguales a las solicitadas en sede administrativa, lo que bastaría para
rechazar la demanda conforme a la causal de
inadmisibilidad antes referida.
Recordaron que el propio tribunal local, a
través de reiterados pronunciamientos, acuñó
la doctrina de que la norma citada impide el
deambular simultáneo y sucesivo por la vía administrativa y este remedio, cuando el escogimiento voluntario por la actora de aquel ámbito,
importa el reconocimiento de que el mismo es
apto para obtener la reparación intentada, sin necesidad de ocurrir a esta garantía extraordinaria.
Señalaron que el ente accionado dictó la Resolución N° 073, de mayo de 2005, juzgando,
en consecuencia, que el iter administrativo continuó y se verificó decisión al respecto. De ahí
que -concluyeron- al haber optado la amparista
por ese camino debió continuar en el mismo,
no siendo posible mutar el procedimiento cuyo
tránsito se principió cuando las respuestas obtenidas en tal sede, a la que accedió voluntariamente la solicitante, no le resultan satisfactorias.
II. Contra este pronunciamiento, la actora interpuso el recurso extraordinario de fs.
230/236, cuya denegatoria de fs. 250/252, motiva la presente queja.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Al relatar los antecedentes de la causa, refiere
el rechazo del primer amparo, circunstancia que
-afirma- la forzó en ese momento a continuar el
trámite administrativo. Narra que se interpuso
queja ante el señor Gobernador, amparo por
mora debido al persistente silencio y que, ante la
amenaza de realizar una denuncia penal por violación de los deberes de funcionario público, se
expidió la obra social (IOSPER), lo que se puede comprobar de las copias agregadas en autos.
Expresa que la resolución del mes de mayo de
2005, no dio cobertura alguna a la afiliada de las
prestaciones que necesitaba, a sabiendas que su
tratamiento había sido interrumpido en febrero
de 2005. Añade que en mayo del mismo año, el
conflicto requería en forma urgente de la intervención de la justicia, y así fue que se interpuso
esta acción de amparo ante el Juez Correccional
N° 1, que hizo lugar al pedido de la medida cautelar, posibilitándole reanudar su rehabilitación
en la forma prescripta por sus médicos.
Se queja de que en la sentencia se haya afirmado su voluntaria y libre elección de la vía administrativa y que ello entrañaba una renuncia
al amparo, lo cual no es una derivación razonada de los hechos de la causa, significa negar el
servicio de justicia y no atender a la cuestión de
fondo planteada, condenando a la amparista a
peregrinar por años antes de poder llegar a una
solución judicial, todo ello prescindiendo de
que tal decisión implicó dejar nuevamente a la
discapacitada en situación de abandono.
Afirma que es una interpretación exagerada
y contraria a derecho, entender que, por una
mera nota de solicitud se elige la vía administrativa y se renuncia al amparo hasta agotar la
misma. Dicha exégesis -prosigue- implicaría
desvirtuar la esencia misma del amparo, porque se estarían requiriendo los mismos requisitos que para el resto de los procedimientos, en
los cuales no impera la urgencia ni se vulneran
derechos fundamentales.
Manifiesta que no sólo se condena al amparista a agotar una vía administrativa, sino que, a
su término, la está obligando a continuar con el
procedimiento contencioso administrativo, ya
que se desprende que la presente inadmisibilidad también se funda en que las pretensiones
de este amparo coinciden con las del anterior.
Reprocha, asimismo, excesivo rigor formal
y desconocimiento de la reiterada doctrina de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que
entiende que debe ceder el rigorismo ante la
necesidad de no desnaturalizar el fin esencial
de las normas.
Tacha también de arbitraria, por elevada, la
regulación de los honorarios a los profesionales
representantes de los demandados, sin considerar que ellos están cumpliendo con su tarea que
ya es retribuida de otra forma. Manifiesta que
tampoco considera la falta de recursos de su
familia para poder afrontar gastos no cubiertos
por los demandados.
III. Corresponde recordar en primer término, que V.E. tiene dicho que el derecho a la
salud, máxime cuando se trata de enfermedades graves, está íntimamente relacionado
con el derecho a la vida, siendo éste el primer
derecho de la persona humana que resulta reconocido y garantizado por la Constitución
Nacional. El hombre es el eje y centro de todo
el sistema jurídico y en tanto fin en sí mismo
-más allá de su naturaleza trascendente- su
persona es inviolable y constituye un valor
fundamental, con respecto al cual, los restantes valores tienen siempre carácter instrumental (v. doctrina de Fallos: 323:3229).
A partir de esta premisa, es inevitable tener
en cuenta que la actora -según constancias de
autos- es una mujer que hoy tiene 25 años, con
discapacidad motora, mental, visceral y sensorial, con un estado de mínima conciencia por
215
216
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
traumatismo craneoencefálico severo -secuela de un accidente automovilístico en el año
2002-, que la obliga a desplazarse con andador
con asistencia parcial (v. Cuadro Clínico de fs. 3
y fotocopia autenticada del Certificado Nacional de Discapacidad de fs. 58). Está probado,
además, como lo señaló el Juez Correccional
a fs. 158, punto “e”, que es adherente a la obra
social de su madre docente, que ésta recibe haberes mensuales magros y que de los mismos se
le descuenta en carácter de coseguro el 30% de
las prestaciones de rehabilitación.
Con tal motivo, como se ha visto en la reseña del ítem I, inició ante el Juzgado Civil y Comercial N° 3, de la ciudad de Paraná, acción de
amparo, ejecución y prohibición, en diciembre
del año 2004 (v. fs. 54/74 del expediente respectivo que corre por cuerda), y ante su rechazo
por el Juez de Primera Instancia, fundado en lo
establecido por el artículo 3°, inciso “b”, de la ley
provincial 8369, y confirmado por el Superior
Tribunal Provincial, prosiguió con el trámite administrativo, ámbito en el cual se dictó la antes
citada Resolución D - N°073 - IOSPER, del 9 de
mayo de 2005. En lo que interesa a los fines de
este dictamen, la referida resolución dispuso, “...
en lo que respecta la cobertura de las eventuales
prestaciones que pudieran ordenar sus médicos
y especialistas tratantes, las mismas no están determinadas ni individualizadas por su condición
de ‘a futuro’, debiendo ser específicas y establecer con claridad su contenido...”.
Corresponde reflexionar, al respecto, que ni la
actora, ni profesional médico alguno, puede determinar “específicamente” y “con claridad de
contenido” las prestaciones de salud que necesitará la discapacitada “a futuro”. Atento a ello,
vuelvo a remitir a lo manifestado por el juez de
grado, pues resultan juiciosas sus conclusiones
en orden a que “...nos encontramos frente a un
acto de autoridad -la Resolución referida- que
lesiona de manera manifiestamente ilegítima el
derecho a la vida y a la salud de la actora, surgiendo la ilegitimidad en grado de evidencia
dentro del margen de apreciación que permite
la naturaleza sumaria del amparo, no existiendo
otras vías alternativas para la protección de los
derechos constitucionales vulnerados...” (v. fs.
157), máxime -cabe agregar- frente a la urgencia que el caso requiere, dado el estancamiento
y hasta la posible regresión que, en el proceso
de rehabilitación de la paciente, podría provocar la demora en arribar a una solución, atento
la complejidad y dilación que la realización de
nuevos trámites, sean administrativos o judiciales, traerían eventualmente aparejadas.
Corresponde recordar, por otra parte que, tal
como lo expresa el artículo 1° y el mensaje de
elevación, la ley 22.431 instituyó un sistema de
protección integral de las personas discapacitadas tendientes a abarcar todos los aspectos
relativos a su situación dentro de la sociedad,
tratando de establecer un régimen particular
en relación con los derechos de los discapacitados, así como respecto de las obligaciones
que se imponen a los órganos del Estado. El
objetivo de la ley se dirige fundamentalmente
a tratar de conceder a quienes se encontraren
en esas condiciones, franquicias y estímulos
que le permitan -en lo posible-neutralizar la
desventaja que la discapacidad les provoca (v.
doctrina de Fallos: 313:579).
En tales condiciones, situados siempre en el
marco de particular urgencia antes destacado,
parece irrazonable imponer a la aquí actora que
continúe con el trámite administrativo, cuando
por esa vía ya ha recibido una respuesta desfavorable, calificada de ilegítima por el juez de
grado, y que, a mi entender -como lo he manifestado ut supra- podría causar un gravamen
irreparable para la accionante, sin desdeñar
que, por el camino del amparo ya lleva un año y
medio litigando. En este contexto, si bien a propósito de un reclamo de alimentos a favor de
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
un menor, V.E. interpretó que atañe a los jueces
buscar soluciones que se avengan con la urgencia que conlleva este tipo de pretensiones, para
lo cual deben encauzar los trámites por vías
expeditivas y evitar que el rigor de las formas
pueda conducir a la frustración de derechos
que cuentan con tutela de orden constitucional
(v. doctrina Fallos: 324:122 y sus citas).
No está de más señalar que el Juez Correccional también expresó que, aun ante la falta
de adhesión de la provincia de Entre Ríos a la
ley 24.901, el carácter operativo de las normas
de la Constitución Nacional y de los tratados
con rango constitucional, tornan tales disposiciones aplicables al caso por la jerarquía del
derecho a la vida y la salud (v. fs. 159 vta., punto V. h.). Sobre el particular, corresponde recordar que, coincidentemente, el Tribunal ha
dicho que la no adhesión por parte de la demandada al sistema de las leyes 23.660, 23.661
y 24.901 no determina que le resulte ajena la
carga de adoptar las medidas razonables a su
alcance para lograr la realización plena de los
derechos de la discapacitada a los beneficios
de la seguridad social, con el alcance integral
que estatuye la normativa tutelar en la materia
(v. doctrina de Fallos 327:2127).
A modo de colofón, cabe enfatizar que la
solución que propicio, encuentra justificación en precedentes del Tribunal, que ha establecido que el derecho a la vida, más que un
derecho no enumerado en los términos del
artículo 33 de la Ley Fundamental, es una prerrogativa implícita, ya que el ejercicio de los
derechos reconocidos expresamente requiere
necesariamente de él y, a su vez, el derecho
a la salud -especialmente cuando se trata de
enfermedades graves- está íntimamente relacionado con el primero y con el principio de
autonomía personal, ya que un individuo gravemente enfermo no está en condiciones de
optar libremente por su propio plan de vida
(v. doctrina de Fallos: 323:1339). También
ha dicho que el derecho a la salud, desde el
punto de vista normativo, está reconocido en
los tratados internacionales con rango constitucional (art. 75, inc. 22) entre ellos, el art.
12 inc. c del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales; inc. 1 arts.
4 y 5 de la Convención sobre Derechos Humanos -Pacto de San José de Costa Rica- e inc. 1
del art. 6 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, extensivo no solo a la salud
individual sino también a la salud colectiva (v.
doctrina de Fallos 326:4931).
Dada la solución que propicio, no corresponde que me pronuncie sobre el agravio relativo a
los honorarios regulados.
IV. En virtud de lo expuesto, y toda vez que la
solución del caso, atento a las consideraciones
precedentes, no admite mayores dilaciones,
opino que se debe hacer lugar a la queja, declarar procedente el recurso extraordinario y revocar la sentencia apelada, en el entendimiento de que no se ha de modificar la decisión del
Juez Correccional en cuanto rechazó de la acción respecto a la cobertura de las prestaciones
indicadas en el punto II de la parte resolutiva
de su sentencia (v. fs. 162 vta.), toda vez que el
reclamo de las mismas no ha sido mantenido
en el recurso extraordinario. - Buenos Aires,
mayo 16 de 2006. –
Marta A. Beiró de Gonçalvez.
Buenos Aires, octubre 30 de 2007.
Considerando:
1°) Que contra la sentencia del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Entre Ríos
que revocó la de primera instancia que había
hecho lugar parcialmente a las medidas cautelares solicitadas en la demanda y, en definitiva,
217
218
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
rechazó la acción de amparo promovida contra el Instituto de Obra Social de la Provincia
de Entre Ríos y dicho Estado local en procura
de obtener la cobertura integral de los gastos
para la atención de la salud de la demandante,
la vencida dedujo recurso extraordinario cuya
denegación dio lugar a la interposición del
presente recurso de hecho.
2°) Que para así resolver el a quo consideró
que la pretensión de la actora coincidía con
otra acción de amparo anterior que había sido
declarada inadmisible por el tribunal pues la
demandante, a la sazón, se hallaba efectuando
un pedido similar en sede administrativa ante
el instituto demandado, y expresó que el art. 3°,
inc. b de la Ley de Procedimientos Constitucionales local 8369 impedía el deambular simultáneo o sucesivo por la vía administrativa y por la
del amparo ya que ello importaba el reconocimiento de que la primera era apta para obtener
lo reclamado sin recurrir a la que denominó
“garantía extraordinaria, heroica y residual”.
3°) Que en relación con la procedencia del
presente recurso, corresponde, en principio,
señalar que tiene dicho este Tribunal que la
sentencia que rechaza el amparo es asimilable
a definitiva cuando se demuestra que produce
agravios de imposible o dificultosa reparación
ulterior, por la presencia de arbitrariedad manifiesta, al incurrir en un injustificado rigor
formal; o no se exhibiese como derivación
razonable del derecho aplicable, dado que,
entonces, resultan vulneradas las garantías de
defensa en juicio y debido proceso (v. Fallos:
310:576, entre otros).
La alegada urgencia en la satisfacción de las
prestaciones solicitadas y el hecho -no cuestionado- de que el instituto demandado no
hubiera admitido el reclamo de la actora, ponen de manifiesto que el decisorio irroga a la
interesada agravios de imposible reparación
ulterior, situación que se muestra reñida con
el criterio de esta Corte según el cual, siempre
que se amerite el daño grave e irreparable que
se causaría remitiendo el examen de la cuestión a los procedimientos ordinarios, deben
los jueces habilitar las vías del amparo (v. Fallos: 299:358; 305:307 y 327:2413), ya que la
existencia de otras vías procesales que puedan
obstar a su procedencia no puede formularse
en abstracto sino que depende -en cada casode la situación concreta a examinar.
4°) Que la acción de amparo es particularmente pertinente en materias como las que
trata el sub lite relacionadas con la preservación
de la salud y la integridad física. Y frente a un
grave problema como el planteado en autos, no
cabe extremar la aplicación del principio según
el cual el amparo no procede cuando el afectado tiene a su alcance una vía administrativa a la
cual acudir, pues los propios valores en juego y
la normalmente presente urgencia del caso, se
contraponen al ejercicio de soluciones de esa
índole (Fallos: 328:4640, voto del juez Lorenzetti). Este Tribunal ha afirmado que el derecho a la salud -especialmente cuando se trata de
enfermedades graves (y en el caso se ha acompañado un certificado nacional en el que consta
que la actora padece discapacidad de naturaleza
motora, mental, visceral y sensorial grave)- está
íntimamente relacionado con el derecho a la
vida y con el principio de autonomía personal,
toda vez que un individuo gravemente enfermo
no está en condiciones de optar libremente por
su propio plan de vida. A mayor abundamiento,
sostuvo también que el derecho a la salud, desde el punto de vista normativo, está reconocido
en los tratados internacionales con rango constitucional (art. 75, inc. 22) entre ellos, el art. 12,
inc. c del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; inc. 1, arts. 4 y
5 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos -Pacto de San José de Costa Rica-;
inc. 1, del art. 6 del Pacto Internacional de De-
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
rechos Civiles y Políticos; como así también el
art. 11 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y el art. 25 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos
(conf. Fallos: 323:1339; 326:4931).
5°) Que si bien la acción de amparo no está
destinada a reemplazar medios ordinarios instituidos para la solución de las controversias
(Fallos: 300:1033) y quien solicita tal protección judicial ha de acreditar en debida forma
la inoperancia de las vías procesales ordinarias
a fin de reparar el perjuicio invocado (conf.
Fallos: 274:13, considerando 3°; 283:335;
300:1231; disidencia del juez Belluscio en
Fallos: 313:1513 y disidencia del juez Maqueda en Fallos: 326: 2637), su exclusión por la
existencia de otros recursos no puede fundarse
en una apreciación meramente ritual, toda vez
que la institución tiene por objeto una efectiva
protección de derechos, más que una ordenación o resguardo de competencias (Fallos:
299:358, 417; 305:307; 307:444; 327:2920).
Las particulares circunstancias que rodean al
caso, por encontrarse, en definitiva, comprometidas prerrogativas constitucionales que hacen al derecho a la salud y a la vida indican que
no resultaba razonable ni fundado impedir la
continuidad de un procedimiento cuyo objeto
es lograr soluciones que se avengan con la urgencia que conlleva este tipo de pretensiones,
para lo cual cabe encauzarlas por vías expeditivas -entre las cuales era razonable incluir al
juicio de amparo contemplado en el art. 43 de
la Constitución Nacional y en la ley 8369 de la
Provincia de Entre Ríos-, y evitar que el rigor
de las formas pueda conducir a la frustración
de derechos que cuentan con especial resguardo constitucional (conf. Fallos: 329:2179).
Sobremanera cuando el nuevo art. 43 de la
Constitución Nacional reformada en 1994
establece que toda persona puede interponer
acción expedita y rápida de amparo, siempre
que no exista otro medio judicial más idóneo.
Por ello y lo concordemente dictaminado por
la señora Procuradora Fiscal Subrogante, se resuelve: Declarar procedente el recurso extraordinario y dejar sin efecto la sentencia apelada.
Con costas (art. 68 del Código Procesal Civil
y Comercial de la Nación). Devuélvase el depósito (fs. 1), agréguese la queja al principal,
vuelvan los autos al tribunal de origen para que,
por quien corresponda, se dicte un nuevo fallo
con arreglo al presente. Notifíquese y remítase.
Ricardo Luis Lorenzetti. -Elena I. Highton de
Nolasco (según su voto). -Carlos S. Fayt. -Enrique Santiago Petracchi (en disidencia). -Juan
Carlos Maqueda. -E. Raúl Zaffaroni (según su
voto). -Carmen M. Argibay (en disidencia).
VOTO DE LA SEÑORA VICEPRESIDENTA DOCTORA DOÑA Elena I. Highton de
Nolasco:
CONSIDERANDO:
1°) Que contra la sentencia del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Entre Ríos
que revocó la de primera instancia que había
hecho lugar parcialmente a las medidas cautelares solicitadas en la demanda y, en definitiva,
rechazó la acción de amparo promovida contra
el Instituto de Obra Social de la Provincia de
Entre Ríos y dicho Estado local en procura de
obtener la cobertura integral de los gastos para
la atención de la salud de la demandante, la vencida dedujo recurso extraordinario cuya denegación dio lugar a la interposición del presente
recurso de hecho.
2°) Que para así resolver el a quo consideró
que la pretensión de la actora coincidía con
otra acción de amparo anterior que había sido
declarada inadmisible por el tribunal pues la
demandante, a la sazón, se hallaba efectuando
un pedido similar en sede administrativa ante
el instituto demandado, y expresó que el art. 3°
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
inc. b de la Ley de Procedimientos Constitucionales local 8369 impedía el deambular simultáneo o sucesivo por la vía administrativa y por la
del amparo ya que ello importaba el reconocimiento de que la primera era apta para obtener
lo reclamado sin recurrir a la que denominó
“garantía extraordinaria, heroica y residual”.
3°) Que en relación con la procedencia del
presente recurso, corresponde, en principio,
señalar que tiene dicho este Tribunal que la
sentencia que rechaza el amparo es asimilable
a definitiva cuando se demuestra que produce
agravios de imposible o dificultosa reparación
ulterior, por la presencia de arbitrariedad manifiesta, al incurrir en un injustificado rigor
formal; o no se exhibiese como derivación
razonable del derecho aplicable, dado que,
entonces, resultan vulneradas las garantías de
defensa en juicio y debido proceso (v. Fallos:
310:576, entre otros).
La alegada urgencia en la satisfacción de
las prestaciones solicitadas y el hecho -no
cuestionado- de que el instituto demandado
no hubiera admitido el reclamo de la actora,
ponen de manifiesto que el decisorio irroga a
la interesada agravios de imposible reparación
ulterior, situación que se muestra reñida con
el criterio de esta Corte según el cual, siempre
que se amerite el daño grave e irreparable que
se causaría remitiendo el examen de la cuestión a los procedimientos ordinarios, deben
los jueces habilitar las vías del amparo (v. Fallos: 299:358; 305:307 y 327:2413), ya que la
existencia de otras vías procesales que puedan
obstar a su procedencia no puede formularse
en abstracto sino que depende -en cada casode la situación concreta a examinar.
4°) Que la acción de amparo es particularmente pertinente en materias como las que
trata el sub lite relacionadas con la preservación
de la salud y la integridad física. Y frente a un
grave problema como el planteado en autos, no
cabe extremar la aplicación del principio según
el cual el amparo no procede cuando el afectado tiene a su alcance una vía administrativa a la
cual acudir, pues los propios valores en juego y
la normalmente presente urgencia del caso, se
contraponen al ejercicio de soluciones de esa
índole. Este Tribunal ha afirmado que el derecho a la salud -especialmente cuando se trata de
enfermedades graves (y en el caso se ha acompañado un certificado nacional en el que consta
que la actora padece discapacidad de naturaleza
motora, mental, visceral y sensorial grave)- está
íntimamente relacionado con el derecho a la
vida y con el principio de autonomía personal,
toda vez que un individuo gravemente enfermo
no está en condiciones de optar libremente por
su propio plan de vida. A mayor abundamiento,
sostuvo también que el derecho a la salud, desde el punto de vista normativo, está reconocido
en los tratados internacionales con rango constitucional (art. 75, inc. 22) entre ellos, el art. 12,
inc. c del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; inc. 1, arts. 4 y
5 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos -Pacto de San José de Costa Rica-;
inc. 1, del art. 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; como así también el
art. 11 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y el art. 25 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos
(conf. Fallos: 323:1339; 326:4931).
5°) Que si bien la acción de amparo no está
destinada a reemplazar medios ordinarios instituidos para la solución de las controversias
(Fallos: 300:1033) y quien solicita tal protección judicial ha de acreditar en debida forma
la inoperancia de las vías procesales ordinarias
a fin de reparar el perjuicio invocado (conf.
Fallos: 274:13, considerando 3°; 283:335;
300:1231; disidencia del juez Belluscio en Fallos: 313:1513 y disidencia del juez Maqueda
en Fallos: 326: 2637), su exclusión por la exis-
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
tencia de otros recursos no puede fundarse en
una apreciación meramente ritual, toda vez que
la institución tiene por objeto una efectiva protección de derechos, más que una ordenación
o resguardo de competencias (Fallos: 299:358,
417; 305:307; 307:444; 327:2920).
Las particulares circunstancias que rodean al
caso, por encontrarse, en definitiva, comprometidas prerrogativas constitucionales que hacen al derecho a la salud y a la vida indican que
no resultaba razonable ni fundado impedir la
continuidad de un procedimiento cuyo objeto
es lograr soluciones que se avengan con la urgencia que conlleva este tipo de pretensiones,
para lo cual cabe encauzarlas por vías expeditivas -entre las cuales era razonable incluir al
juicio de amparo contemplado en el art. 43 de
la Constitución Nacional y en la ley 8369 de la
Provincia de Entre Ríos-, y evitar que el rigor
de las formas pueda conducir a la frustración de
derechos que cuentan con especial resguardo
constitucional (conf. Fallos: 329:2179). Sobremanera cuando el nuevo art. 43 de la Constitución Nacional reformada en 1994 establece que
toda persona puede interponer acción expedita
y rápida de amparo, siempre que no exista otro
medio judicial más idóneo.
Por ello y lo concordemente dictaminado por
la señora Procuradora Fiscal subrogante, se resuelve: Declarar procedente el recurso extraordinario y dejar sin efecto la sentencia apelada.
Con costas (art. 68 del Código Procesal Civil
y Comercial de la Nación). Devuélvase el depósito (fs. 1), agréguese la queja al principal,
vuelvan los autos al tribunal de origen para que,
por quien corresponda, se dicte un nuevo fallo
con arreglo al presente. Notifíquese y remítase.
Elena I. Highton de Nolasco.
VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON E. Raúl Zaffaroni:
CONSIDERANDO:
1°) Que contra la sentencia del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Entre Ríos
que revocó la de primera instancia que había
hecho lugar parcialmente a las medidas cautelares solicitadas en la demanda y, en definitiva,
rechazó la acción de amparo promovida contra el Instituto de Obra Social de la Provincia
de Entre Ríos y dicho Estado local en procura
de obtener la cobertura integral de los gastos
para la atención de la salud de la demandante,
la vencida dedujo recurso extraordinario cuya
denegación dio lugar a la interposición del
presente recurso de hecho.
2°) Que para así resolver el a quo consideró
que la pretensión de la actora coincidía con
otra acción de amparo anterior que había sido
declarada inadmisible por el tribunal pues la
demandante, a la sazón, se hallaba efectuando
un pedido similar en sede administrativa ante
el instituto demandado, y expresó que el art. 3°
inc. b de la Ley de Procedimientos Constitucionales local 8369 impedía el deambular simultáneo o sucesivo por la vía administrativa y por la
del amparo ya que ello importaba el reconocimiento de que la primera era apta para obtener
lo reclamado sin recurrir a la que denominó
“garantía extraordinaria, heroica y residual”.
3°) Que en relación con la procedencia del
presente recurso, corresponde, en principio,
señalar que tiene dicho este Tribunal que la
sentencia que rechaza el amparo es asimilable
a definitiva cuando se demuestra que produce
agravios de imposible o dificultosa reparación
ulterior, por la presencia de arbitrariedad manifiesta, al incurrir en un injustificado rigor
formal; o no se exhibiese como derivación
razonable del derecho aplicable, dado que,
entonces, resultan vulneradas las garantías de
defensa en juicio y debido proceso (v. Fallos:
310:576, entre otros).
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
La alegada urgencia en la satisfacción de las
prestaciones solicitadas y el hecho -no cuestionado- de que el instituto demandado no
hubiera admitido el reclamo de la actora, ponen de manifiesto que el decisorio irroga a la
interesada agravios de imposible reparación
ulterior, situación que se muestra reñida con
el criterio de esta Corte según el cual, siempre
que se amerite el daño grave e irreparable que
se causaría remitiendo el examen de la cuestión a los procedimientos ordinarios, deben
los jueces habilitar las vías del amparo (v. Fallos: 299:358; 305:307 y 327:2413), ya que la
existencia de otras vías procesales que puedan
obstar a su procedencia no puede formularse
en abstracto sino que depende -en cada casode la situación concreta a examinar.
4°) Que la acción de amparo es particularmente pertinente en materias como las que
trata el sub lite relacionadas con la preservación de la salud y la integridad física, máxime
cuando de los términos de la demanda como
la documentación acompañada se desprende
que se encuentran acreditadas la gravedad del
caso y la falta de protección en que se hallaba
la amparista, lo que revela la inacción de las
demandadas (conf. Fallos: 328:4640, voto del
juez Zaffaroni).
Este Tribunal ha afirmado que el derecho a la
salud -especialmente cuando se trata de enfermedades graves (y en el caso se ha acompañado
un certificado nacional en el que consta que la
actora padece discapacidad de naturaleza motora, mental, visceral y sensorial grave)- está
íntimamente relacionado con el derecho a la
vida y con el principio de autonomía personal,
toda vez que el individuo gravemente enfermo
no está en condiciones de optar libremente por
su propio plan de vida. A mayor abundamiento, sostuvo también que el derecho a la salud,
desde el punto de vista normativo, está reconocido en los tratados internacionales con rango
constitucional (art. 75, inc. 22) entre ellos, el
art. 12, inc. c del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; inc.
1, arts. 4 y 5 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos -Pacto de San José de
Costa Rica-; como así también el art. 11 de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y el art. 25 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos (conf. Fallos:
323:1339; 326:4931).
5°) Que si bien la acción de amparo no está
destinada a reemplazar medios ordinarios instituidos para la solución de las controversias
(Fallos: 300:1033) y quien solicita tal protección judicial ha de acreditar en debida forma
la inoperancia de las vías procesales ordinarias
a fin de reparar el perjuicio invocado (conf.
Fallos: 274:13, considerando 3°; 283:335;
300:1231; disidencia del juez Belluscio en Fallos: 313:1513 y disidencia del juez Maqueda
en Fallos: 326: 2637), su exclusión por la existencia de otros recursos no puede fundarse en
una apreciación meramente ritual, toda vez que
la institución tiene por objeto una efectiva protección de derechos, más que una ordenación
o resguardo de competencias (Fallos: 299:358,
417; 305:307; 307:444; 327:2920).
Las particulares circunstancias que rodean al
caso, por encontrarse, en definitiva, comprometidas prerrogativas constitucionales que hacen al derecho a la salud y a la vida indican que
no resultaba razonable ni fundado impedir la
continuidad de un procedimiento cuyo objeto
es lograr soluciones que se avengan con la urgencia que conlleva este tipo de pretensiones,
para lo cual cabe encauzarlas por vías expeditivas -entre las cuales era razonable incluir al
juicio de amparo contemplado en el art. 43 de
la Constitución Nacional y en la ley 8369 de la
Provincia de Entre Ríos-, y evitar que el rigor
de las formas pueda conducir a la frustración de
derechos que cuentan con especial resguardo
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
constitucional (conf. Fallos: 329:2179). Sobremanera cuando el nuevo art. 43 de la Constitución Nacional reformada en 1994 establece que
toda persona puede interponer acción expedita
y rápida de amparo, siempre que no exista otro
medio judicial más idóneo.
Por ello y lo concordemente dictaminado por
la señora Procuradora Fiscal subrogante, se resuelve: Declarar procedente el recurso extraordinario y dejar sin efecto la sentencia apelada.
Con costas (art. 68 del Código Procesal Civil
y Comercial de la Nación). Devuélvase el depósito (fs. 1), agréguese la queja al principal,
vuelvan los autos al tribunal de origen para que,
por quien corresponda, se dicte un nuevo fallo
con arreglo al presente. Notifíquese y remítase.
E. Raúl Zaffaroni-.
DISIDENCIA DE LOS SEÑORES MINISTROS DOCTORES DON Enrique Santiago
Petracchi Y DOÑA Carmen M. Argibay:
CONSIDERANDO:
Que el recurso extraordinario, cuya denegación dio origen a la presente queja, es inadmisible (art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).
Por ello, se desestima la queja y se da por perdido el depósito (fs. 1). Notifíquese y, previa
devolución de los autos principales, archívese.
Enrique Santiago Petracchi. -Carmen M.
Argibay.
223
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Rivero, Gladys Elizabeth”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
332:1394, 09/06/2009
“En definitiva, creo que lo actuado en esta causa ha venido a frustrar en
los hechos, la claridad y sensatez de un régimen perentorio, destinado no
sólo a atender las dolencias de estas personas, sino a promover activamente su calidad de vida. En ese sentido, frente a la urgencia inaplazable -ínsita
en la problemática de la niñez discapacitada, donde también se juegan los
compromisos internacionales asumidos por la República, en materia de derechos humanos-, es el I.PRO.SS el que deberá asumir en forma inmediata
la cobertura que se reclama; sin perjuicio de que ese organismo -y no su
afiliada-, se encargue de implementar las gestiones económico-financieras a
las que, eventualmente, hubiere lugar” (considerando VI del dictamen fiscal).
Dictamen de la Procuración General
Suprema Corte:
I.
Contra la sentencia dictada por el titular del
Juzgado Civil, Comercial y de Minería Nº 5
de General Roca, Provincia de Río Negro, que
acogió parcialmente la demanda instaurada, la
actora -en representación de su hija menor de
edad y discapacitada mental- dedujo apelación
para ante la Corte local.
Los integrantes de ese Superior Tribunal de
Justicia, desestimaron dicho recurso, sobre la
base de que -cuando se trata de prestaciones de
excepción, por legítimas que estas puedan ser-,
el reclamo debe sujetarse a un juicio de conoci-
miento, donde se ventile ampliamente la pretensión, con audiencia de los organismos de aplicación y del jefe de la administración; dado que la
obra social -que atiende a los intereses grupales
de sus afiliados-, opera con parámetros de tipo
económico que comprometen a otros niveles
funcionales, que no fueron traídos al proceso.
Ante ese rechazo, la Sra. Rivero interpuso recurso extraordinario federal, cuya denegación
da origen a la presente queja.
II.
Con relación a la procedencia formal de la
impugnación efectuada, ésta gira en torno a la
inteligencia de previsiones federales atinentes
al derecho a la salud de las personas menores
de edad y discapacitadas; con lo cual, el recur-
225
226
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
so extraordinario resulta admisible (Fallos:
323:3229; 324:3569). Por lo tanto, V.E. no se
encuentra limitada por las alegaciones de las
partes o por los fundamentos del a quo, sino
que le incumbe realizar una declaración sobre el punto debatido (ver Fallos: 320:1602;
323:1656, entre muchos otros).
Es cierto que el tribunal superior de la causa, ha señalado a otras agencias públicas como
eventuales responsables, reenviando el conflicto al procedimiento ordinario; y, al mismo
tiempo, ha encomendado a la demandada una
gestión que, en principio, podría entenderse
como un cauce alternativo, que privaría a la
sentencia del carácter definitivo requerido para
la apertura de esta instancia. Sin embargo, dada
la índole vital de los intereses comprometidos,
y el perjuicio de muy dificultosa o imposible
reparación ulterior que -como se verá más
abajo- irrogaría la dilación, estimo que la cuestión debe dilucidarse en este estado (Fallos:
329:4741; 327:2413).
lo II); c) la prerrogativa que le asiste a esta niña,
en orden a la cobertura integral de las necesidades propias de su cuadro; d) la jerarquía superior de las garantías implicadas, consagradas
por normas de fuente internacional y por las
leyes fundamentales nacional y provincial (v.
arts. 36 y 59 de esta última); e) la obligación de
efectividad que el ordenamiento jurídico pone
explícitamente en cabeza de las autoridades, en
esta particular área de los derechos humanos;
f) la aplicabilidad al caso del estatuto diseñado
por la Ley Nº 24.901, en virtud de la adhesión
hecha a través de la Ley local Nº 3467; g) que
esa norma impone a las obras sociales la cobertura total de las denominadas prestaciones
básicas, que requieran los afiliados con discapacidad; h) que en ese concepto, están comprendidas expresamente las prestaciones preventivas, de rehabilitación, terapéutico educativas,
educativas y asistenciales; i) que a través de la
Ley provincial Nº 2055, se reafirman los imperativos de atención privilegiada y promoción
especial de las personas con discapacidad.
En esa tarea, por encontrarse estrechamente
vinculados, trataré en forma conjunta la arbitrariedad y los aspectos de naturaleza estrictamente federal.
De tal suerte, el punto conflictivo se reduce a
la vía por la que debe canalizarse la cobertura
total de la prestación educativa que recibe V.B.,
en la escuela cooperativa “Casaverde”.
III.
Se persigue aquí la cobertura integral de la
escolaridad que viene cursando en el instituto
especializado “Casaverde”, V. B. B., quien hoy
día cuenta con doce años de edad y padece de
una discapacidad mental (Síndrome de Down),
asociada a otras dolencias de tipo físico.
Dicha patología, no está en discusión. Tampoco fueron puestos en tela de juicio, ni por la
demandada, ni por el fallo que se examina: a) la
relación que une a las partes; b) el aporte parcial que brinda I.PRO.SS, a través del mecanismo previsto por la Resolución 457/04 (módu-
IV.
Esa somera descripción, ubica el problema sobre el que se me pide opinión en un plano que
me permite adelantar, desde ya, mi postura favorable al progreso de lo peticionado por la actora.
En primer lugar, desde el punto de vista de la
construcción argumental, observo que la sentencia comienza por reconocer que el derecho
afectado en autos, es el de la salud. La cuestión
debe resolverse, dice el a quo, conforme al principio rector que sienta en la materia el art. 59 de
la carta magna provincial, precepto que entiende a la salud -completo bienestar psicofísico y
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
espiritual-, como un bien social esencial, constitutivo de la dignidad humana.
Dentro de esas reglas básicas, incluye la idea
de que el sistema de salud debe basarse en la
universalidad de la cobertura, con acciones
integrales de promoción, prevención, recuperación y rehabilitación.
En sintonía con ello, reobra sobre la jurisprudencia de ese mismo tribunal, donde -con cita
del art. 50 de la Constitución provincial-, se
estableció la responsabilidad y obligación del
Estado rionegrino en la garantía de las prestaciones médico-asistenciales, y se descalificó a
las postergaciones en la atención de los enfermos, por ser modos inadecuados de sobrellevar
la crisis que los afecta.
Recuerda también, que no es el derecho a la
salud lo que debe justificare, sino las restricciones que de él se hagan. Afirma, asimismo, que
aquel derecho, emerge de tratados internacionales con rango constitucional; de la Ley local
Nº 2055 y de las leyes nacionales Nº 24.901 y
Nº 23.660, que defieren a las obras sociales, la
carga de solventar totalmente las prestaciones
por discapacidad, con el carácter abarcativo
que les acuerda el texto positivo.
Tras ese introito, donde establece las pautas
para el abordaje del tema, el a quo vira en la línea argumentativa, para terminar sustentando la
decisión en un supuesto organigrama administrativo que derivaría de las leyes Nº 3467 y Nº
3280, y según el cual las agencias de aplicación
serían el Consejo del Discapacitado y el Consejo de Salud Pública (luego indica al Consejo de
Educación), ninguna convocada al juicio, como
tampoco lo fue el Gobernador de la Provincia.
Conecta esa consideración con el carácter
público del I.PRO.SS, que funciona -afirma-,
con una ecuación financiera, respecto de
cuyo desenvolvimiento equilibrado le caben
responsabilidades a funcionarios no oídos en
tiempo oportuno. Sujeta, entonces, la procedencia del amparo a las necesidades propias
del manejo de los intereses colectivos de los
afiliados, por lo que entiende que estos asuntos deben ventilarse por una vía ordinaria, que
asegure objetivamente la razonabilidad, procedencia y factibilidad.
V.
Y bien: Frente a ese peculiar desarrollo discursivo, creo oportuno poner de resalto que,
como bien indica la recurrente, la sentencia
implica una operación de adjudicación jurídica, requisito éste que, por cierto, no se circunscribe a la cita de uno o varios textos positivos
aislados; antes bien, la idea de ordenamiento
normativo, lleva en sí misma una visión integradora de fuentes diversas, atravesada siempre por los principios fundamentales del derecho, y las garantías constitucionales; y, con
ellos, por la producción jurídica internacional
en el campo de los derechos fundamentales.
En un mismo nivel, han de concurrir los hechos sustanciales componentes de la situación
concreta sometida a juzgamiento; y el enlace
entre ambas variables, en una valoración conjunta que conduzca a una conclusión razonable (doct. Fallos: 302:1284).
A mi modo de ver, la sentencia en revisión no
se adecua a ninguno de esos tres momentos lógicos. Veamos:
1º) Por un lado, desatiende abiertamente
los principios rectores propios de este campo
y omite los textos positivos que rigen expresamente el caso. Luego, culmina dando prevalencia a normas de rango inferior, que no
regulan específicamente el problema (consistente, repito, en la cobertura de una prestación
básica de salud).
227
228
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
En lo atinente a esta faceta, estimo que de la
lectura de las leyes en que el a quo apoya finalmente su decisión (Nros. 3467 y 3280), no
surge ningún enunciado incompatible con la
designación contenida en el art. 2º de la Ley
Nº 24.901. Al contrario, la primera de ellas
tiene como finalidad explícita, la implementación del sistema de prestaciones básicas que
establece la ley federal.
A mi modo de ver, los jueces confieren injustificadamente a dichos preceptos, alcances que
no tienen y que entran en pugna no sólo con
la letra de las Leyes Nº 23.660 (arts. 1º y 14º
a 18º) y 24.901 (art. 2º), sino con el objetivo
mismo de todo el régimen. Digo esto porque,
tal como lo señala su artículo 1º, la ley provincial Nº 2055 (que emula a la ley nacional Nº
22.431), instituye un esquema de protección
integral de las personas discapacitadas, tendiente a abarcar todos los aspectos relativos a
su situación dentro de la sociedad. Traza así,
un estatuto particular respecto del reconocimiento de los derechos de los discapacitados,
y de las obligaciones que se imponen a todos
los órganos estatales. Como se ha dicho reiteradamente respecto de la ley Nº 22.431 -y puede
predicarse perfectamente de su correlato local-,
su propósito apunta, fundamentalmente, a habilitar franquicias y estímulos que permitan
neutralizar, de algún modo, la desventaja que la
discapacidad provoca, mediante una estructura
de protección fuerte, global e inmediata (arg.
Fallos: 313:579; y 327:2413, que remite al dictamen de esta Procuración).
Luego, no resulta coherente que -a través de
la interpretación de normas que propenden a la
reafirmación de las directivas federales y constitucionales-, se termine restringiendo y entorpeciendo su cabal puesta en marcha.
2º) Por otro lado, los jueces pasan por alto
una serie de alegaciones realmente sustancio-
sas, que la actora presentó detalladamente a su
consideración (v. fs. 32/37). Entre otras cosas,
allí se puso de manifiesto la irrazonabilidad de
la doctrina legal acuñada por la Corte local, y
la ausencia de fundamentos jurídicos, que apoyaran su interpretación restrictiva de la red de
tutela diferencial que acabamos de describir.
Asimismo, se tachó de inconstitucional cualquier regulación contraria a esos objetivos protectorios. Como puede verse en esta apretada
síntesis, la seriedad y relevancia de los agravios
propuestos, exigían una respuesta específica
que no fue provista.
3º) Por último, las conclusiones a las que
llega al a quo, son contradictorias con las premisas que él mismo propició. Así, el tribunal
se explaya en aclarar cuáles son los criterios de
los que debe partirse, e indica correctamente el
conjunto normativo aplicable; mas se decanta
por dejar de lado todo ese andamiaje de grado
superior, en favor de supuestas competencias
genéricas, y de eventualidades financieras,
igualmente teóricas.
Para decidir así, aporta dos aparentes fundamentos, a saber: que la problemática “...viene
mereciendo un criterio amplio de interpretación... pero siempre en orden a preservar y
restablecer el orden jurídico vigente y comprometido ante específicas circunstancia del
caso...” (v. fs. 51); y que “No se desconoce ni la
Convención Internacional de los Derechos del
Niño, ni el derecho a la salud, ni a la asistencia
a las personas con capacidades diferentes... sino
que se trata de un encaminamiento lógico que
es natural de cualquier organización que atiende a la administración de los intereses colectivos de sus afiliados...” (v. fs. 52).
El dogmatismo de estas afirmaciones me parece evidente, puesto que -de una parte y como
ya dijimos-, ninguno de los principios o normas
de fuente internacional o interna, conduce a la
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
conclusión mantenida en el fallo. Y, de otra -tal
como sostiene la progenitora-, la claridad de las
disposiciones que identifican al sujeto pasivo
primario es tal, que las modalidades presupuestarias -además de no haber sido invocadas por
la interesada-, son ajenas a los discapacitados;
con lo cual, no pueden utilizarse para retardar
el cumplimiento de un imperativo innegable,
liberando a la obra social, en perjuicio de sus
más altos beneficiarios.
Es claro, pues, que aquella interpretación no
hace sino subvertir el funcionamiento de una
estructura que -repito-, tiene por única finalidad
la equiparación -a través de prerrogativas especiales y excepcionales-, de quienes están sustancialmente disminuidos en sus posibilidades, a
raíz de las patologías crónicas que los afectan.
Por lo dicho, estimo que la cualidad de los defectos interpretativos y estructurales mencionados hasta aquí, basta para aconsejar -como
lo haré- que se haga lugar a la queja interpuesta
y se revoque el fallo impugnado (arg. Fallos:
328:3869 y 4497; 327:2678; 326:2135 y 4541;
323:2314; 322:1325; 319:604; 316:1873;
313:1296; 312:246, 1150 y 1831; 311:786;
310:1707; 301:908; 281:35 consid. 5º y 6º;
278:185; 267:354, entre muchos otros).
Empero, formularé a continuación algunas otras
precisiones, en refuerzo de lo que llevo dicho.
acabadamente el mandato constitucional de
tutela eficaz.
Creo, en efecto, que la perspectiva que aportan las consecuencias prácticas de la sentencia
que examinamos, será en esta emergencia, una
herramienta útil para develar más acabadamente el grado de razonabilidad de esa decisión. Recordemos que este último parámetro
-que constituye un elemento connatural de la
actuación jurisdiccional-, postula incluir en el
proceso valorativo, el análisis de la realidad y
la evaluación prospectiva; tal como ese máximo Tribunal procede, sobre todo, cuando los
destinatarios de sus resoluciones son los niños
(Fallos: 302:1284; arg. fallo dictado in re S.C.
A. Nº 418, L. XLI del 13/3/2007, con cita de
Fallos: 312:371). Entonces, si bien se trata de
aportes unilaterales y en parte se han introducido con posterioridad a la interposición del
recurso extraordinario, encuentro conveniente
atender a lo que allí se denuncia (v. asimismo
doctrina de Fallos: 330:5, 240, 640 y 642;
329:5023, 4925, 4717, 4309 y 4007; 328:4448,
1122 y 339; 327:4199; 301:947; 298:33, entre
muchos otros).
No se me escapa que la interesada pudo promover la ejecución de la manda judicial, e intimar al I.PRO.SS a brindar un informe explícito,
en orden al cumplimiento de lo dispuesto por
el Superior Tribunal de Justicia provincial, a fs.
148 del principal.
VI.
Primeramente, me parece necesario rescatar
los datos incorporados al expediente como
resultado de las aclaraciones que esa Corte
requirió a la actora (v. fs. 150, 152/160, 162
y 164/172). Así lo pienso porque -en el contexto reseñado-, contribuirán a confirmar cuál
es la mejor solución que puede extraerse del
ordenamiento jurídico para este caso concreto; o sea, cuál es la medida que llena más
Lo cierto es, sin embargo, que -transcurrido
más de un año y medio desde que la sentencia
le fue notificada a la obra social (v. fs. 151 vta.
del principal)-, ésta no ha dado cuenta en el expediente, de las gestiones efectuadas para implementar una derivación de la que nada sabemos.
Este hecho, suma verosimilitud al relato de la
Sra. Rivero, en cuanto al laberinto institucional
existente, cuyos vericuetos posponen indefini-
229
230
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
damente las respuestas consistentes, integrales
e inmediatas que la discapacidad requiere y la
Constitución Nacional impone.
Así, uno de los organismos que los jueces
señalan como directos responsables de la
prestación (Consejo de Educación), estaría
orientando a las familias a dirigirse al Consejo
para las Personas con Discapacidad; mientras
que este último, las encaminaría por el canal
que eligió la madre de V. B., con suerte adversa, esto es, la obra social (v. fs. 165 y 167/169
de este cuadernillo).
Tengo para mí que esos elementos, no hacen
sino avalar la dirección interpretativa propuesta
en los acápites anteriores.
Es que, en esta causa, ni siquiera se ha invocado que la pretensión sea caprichosa o exorbitante; al contrario, el pedido aparece como prudente, a la luz de las circunstancias expuestas
en el escrito inicial, reforzadas con los informes
técnicos allí acompañados. La patología que
padece esta niña (Síndrome de Down), lleva de
suyo la necesidad de iniciar y mantener su tratamiento en un establecimiento especializado,
lo cual -insisto- resulta un correlato propio de
su estado de salud y de los progresos logrados,
que podrían desvanecerse, de no continuar el
proceso en curso. En ese marco y en la economía del régimen asistencial, los servicios educativos son, indudablemente, prestaciones de
salud que no tienen por qué escapar al ámbito
de responsabilidad de I.PRO.SS.
Así las cosas, entiendo que el a quo no ha
hecho sino relegar el problema, a través de un
emplazamiento genérico abierto, que no se
hace cargo de la situación particular que le toca
juzgar, ni de un adecuado resguardo a fin de la
consagración efectiva de los derechos fundamentales en juego. Es que, a mi modo de ver,
dentro del vasto y consistente marco jurídico
que regula la tutela de la infancia y de la persona
discapacitada, en la especie no existe ninguna
justificación para eludir, a través de reenvíos administrativos inespecíficos, la cobertura eficaz,
que -a despecho, incluso, de lo que marcan las
normas citadas repetidamente durante el juicio-, se le ha negado a esta niña.
A esta altura, parece oportuno traer a colación,
una vez más, la enseñanza de V.E. en el sentido
de que la protección y la asistencia universal de
la infancia discapacitada, constituye una política pública, en tanto consagra ese mejor interés,
cuya tutela encarece -elevándolo al rango de
principio-, la Convención sobre los Derechos
del Niño (arts. 3, 24 y 24 de dicho pacto y 75
inc. 22 y 23 de la Constitución Nacional).
Esa doctrina es particularmente esclarecedora en cuanto a que la niñez, además de la
especial atención por parte de quienes están
directamente encargados de su cuidado, requiere también la de los jueces y de la sociedad
toda; con lo cual, la consideración primordial
de aquel interés viene tanto a orientar como
a condicionar la decisión jurisdiccional; con
singular énfasis en aquellos menores aquejados por impedimentos físicos o mentales,
cuyo interés debe ser custodiado, con acciones positivas y por sobre otras consideraciones, por todos los departamentos gubernamentales (conf. esp. desarrollo efectuado por
esta Procuración en el dictamen emitido con
fecha 14/2/2006, in re “Arvilly, Giselle Marina c/Swiss Medical S.A.” -S.C. A. Nº 804, L.
XLI-, doctrina de Fallos: 327:2413, con remisión a la opinión de este Ministerio; y criterios
vertidos en torno al tema en Fallos: 321:1684;
323:1339 y 3229; 324:754 y 3569; 326:4931;
327:2127 y 2413; 328:1708; 329:2552 y
“Cambiaso Péres de Nealón, Celia María Ana
y otros c/CEMIC” del 28/8/2007 -S.C. C. Nº
595, L. XLI-, entre muchos otros; ver asimismo “Normas Uniformes sobre la equiparación
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
de oportunidades de las personas con discapacidad” ONU; Resolución CD 47.R1 sobre derechos humanos y discapacidad, OPS/OMS,
25/9/2006). De cualquier modo, y como ya
lo he dicho en ocasiones análogas, tampoco
parece razonable colocar a la aquí actora ante
la única alternativa de acudir a un juicio ordinario, para obtener una prestación de la que
su hija es clara acreedora, cuando por la vía
del amparo ya lleva más de dos años litigando, con el sujeto pasivo señalado por la ley
aplicable (que, por lo demás, venía haciendo
-aunque parcial y tardíamente- aportes destinados al rubro cuestionado). En este orden
de ideas, V.E. encarga a los jueces buscar soluciones que se avengan a la índole de este tipo
de pretensiones, para lo cual deben encauzar
los trámites por vías expeditivas y evitar que
la incorrecta utilización de las formas, pueda
conducir a la frustración de estos derechos
fundamentales, cuya suspensión -a las resultas
de nuevos trámites- resulta inadmisible (v. Fallos: 324:122 y sus citas; 327:2127).
En dicho contexto, pienso que la aproximación al complejo proceso constitucional que
es el amparo -instrumento y, a la vez, garantía-,
tiene que llevarse a cabo en una línea de equilibrado balance que no desvirtúe su especificidad, pero que tampoco coarte con rigorismos
antifuncionales el acceso a una pronta intervención jurisdiccional. Como lo ha marcado
V.E., si bien este valioso mecanismo no está
destinado a reemplazar los medios necesarios
para solucionar todo tipo de controversias, su
exclusión no puede fundarse en una apreciación meramente ritual (Fallos: 330:1076), en
tanto el objeto del amparo, más que una ordenación o aseguramiento de competencias, es
el efectivo resguardo de derechos fundamentales (Fallos: 329:4741; 320:1339; 308:155 y
sus citas). En definitiva, creo que lo actuado en
esta causa ha venido a frustrar en los hechos, la
claridad y sensatez de un régimen perentorio,
destinado no sólo a atender las dolencias de
estas personas, sino a promover activamente
su calidad de vida. En ese sentido, frente a la
urgencia inaplazable -ínsita en la problemática de la niñez discapacitada, donde también
se juegan los compromisos internacionales
asumidos por la República, en materia de derechos humanos-, es el I.PRO.SS el que deberá
asumir en forma inmediata la cobertura que se
reclama; sin perjuicio de que ese organismo
-y no su afiliada-, se encargue de implementar
las gestiones económico-financieras a las que,
eventualmente, hubiere lugar.
VII.
En virtud de lo expuesto, y toda vez que la
solución del caso, conforme a las consideraciones precedentes, no admite mayores dilaciones, opino que se debe hacer lugar a la queja,
declarar procedente el recurso extraordinario
y revocar la sentencia apelada. Buenos Aires, 5
de mayo de 2008.
Marta A. Beiró de Gonçalvez.
Buenos Aires, 9 de junio de 2009.
Vistos los autos: “Recurso de hecho deducido
por Gladys Elizabeth Rivero por sí y en representación de su hija V. B. B. en la causa Rivero,
Gladys Elizabeth s/amparo - apelación”, para
decidir sobre su procedencia.
Considerando:
Que el Superior Tribunal de Justicia de Río
Negro hizo lugar parcialmente a la apelación
interpuesta por la actora “fijando excepcionalmente un plazo de 60 días desde la notificación
de la presente durante el cual se deberá continuar por parte de la Obra Social con la prestación correspondiente al rubro educación,
plazo asimismo en el que la Obra Social deberá
231
232
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
encuadrar a la niña dentro de los alcances de la
operatividad de los derechos de los arts. 36, 59
y cc. de la Constitución Provincial, las leyes Nacional 24.901 y Provincial 3467, dando participación o derivando en cuanto así corresponda
a otros organismos del Estado vinculados a la
casuística, sea Consejo Provincial del Discapacitado o el Consejo Provincial de Educación,
para que se garanticen en plenitud y complementen tales derechos conforme las Leyes Nº
2055 -Régimen de promoción integral de las
personas discapacitadas- y Nº 3467 -adhesión a
la Ley Nº 24.091, sistema de prestaciones básicas-”. Contra esa decisión la recurrente interpuso el recurso extraordinario, cuya denegación
dio origen a la presente queja.
Que, a fin de dar solución a las cuestiones
planteadas en esta causa, cabe remitir a las conclusiones del dictamen que antecede en razón
de brevedad y, a lo concordemente resuelto por
esta Corte en la causa I.248.XLI “I., C. F. c/Provincia de Buenos Aires s/amparo”, sentencia del
30 de septiembre de 2008 (Fallos: 331:2135).
Considerando:
Que esta Corte comparte y hace suyos los
fundamentos y conclusiones del dictamen de la
señora Procuradora Fiscal -con excepción del
7º párrafo del apartado VI-, a cuyos términos se
remite en razón de brevedad.
Por ello, y de conformidad con el dictamen
de la señora Procuradora Fiscal, se declara
admisible la queja y procedente el recurso extraordinario, y se revoca la sentencia apelada
con el alcance señalado. Con costas (art. 68
del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación). Agréguese la queja al principal. Notifíquese y devuélvase.
ELENA I. HIGHTON DE NOLASCO.
DISIDENCIA DE LOS SEÑORES MINISTROS DOCTORES DON ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI Y DOÑA CARMEN
M. ARGIBAY
Considerando:
Por ello, de conformidad con lo dictaminado
por la señora Procuradora Fiscal, corresponde
hacer lugar a la queja, declarar procedente el recurso extraordinario y revocar la sentencia apelada. Costas por su orden en atención a la índole
de la materia apelada. Notifíquese, agréguese la
queja al principal y oportunamente, devuélvase.
RICARDO LUIS LORENZETTI - ELENA
I. HIGHTON DE NOLASCO (según su voto)
- CARLOS S. FAYT - ENRIQUE SANTIAGO
PETRACCHI (en disidencia) - JUAN CARLOS MAQUEDA - E. RAÚL ZAFFARONI CARMEN M. ARGIBAY (en disidencia).
VOTO DE LA SEÑORA VICEPRESIDENTA DOCTORA DOÑA ELENA I.
HIGHTON DE NOLASCO
Que el recurso extraordinario, cuya denegación motiva la presente queja, es inadmisible
(art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación).
Por ello, oída la señora Procuradora Fiscal,
se desestima la queja. Hágase saber y, oportunamente, archívese, previa devolución del
expediente principal.
ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI CARMEN M. ARGIBAY.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“M., E. A. v. Estado Nacional”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, Sala 5ª, 17/02/2011
“En cuanto al peligro en la demora, resulta suficiente para tenerlo por
acreditado lo manifestado por la médica tratante de la amparista en el
informe de fs. 21. Allí se pone de resalto que el tratamiento debe ser
recibido en forma ininterrumpida con una aplicación intramuscular cada
veintiocho días y por un período de dos años.
En el caso, el peligro irreparable en la demora se presenta frente a la
posibilidad cierta que, en caso de no accederse a la medida cautelar en
estudio, se produciría una interrupción en el tratamiento, la cual, dadas
las especiales características de la dolencia que aqueja a la niña, acarrearía desmejora en su situación y una falta de progreso que no podría
subsanarse en el futuro.
Conforme lo manifestado por la profesional tratante, la interrupción
del tratamiento tiene efectos altamente negativos en el estado de salud
de la niña, por lo que el riesgo aparece en forma nítida y obliga a adoptar
judicialmente las medidas necesarias para el restablecimiento de su salud”
(considerando V.3).
Véase fallo completo en la página 169
233
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Alegre Vergara, Nancy Elsa”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta,
17/03/2011
“…debe tenerse en cuenta que esta Cámara convocó a tres audiencias
para tratar de alcanzar la solución menos gravosa para ambas partes, lo
que en la práctica significó la ordinarización del proceso por lo que, aún
cuando lo venido en recurso fue la concesión de una medida cautelar, lo
aquí dispuesto se traduce en una solución de fondo, luego de haber escuchado directamente y en tres oportunidades a ambas partes; confirmándose en ese sentido la internación, como fuera resuelto en primera instancia,
por el período de tres meses, en la Clínica Rita Bianchi de Córdoba, que
es lo que aconseja la protección y tratamiento de la menor discapacitada
cuya salud no tolera más demoras en la realización del tratamiento que
puede permitirle desarrollar por sí misma funciones esenciales de la vida”
(considerando V).
Véase fallo completo en la página 93
235
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Fabersani, Ana Irma”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta, 07/04/2011
“Por último, y a mayor abundamiento, cabe puntualizar la falencia que
presenta la expresión de agravios (art. 265 del CPCCN), ya que la negativa
genérica allí efectuada resulta estéril frente a la contundencia del mandato constitucional de protección integral de la salud, respecto a la prueba
aportada por la actora y dada la extrema emergencia de la situación que
motiva esta acción” (considerando 2).
Véase fallo completo en la página 101
237
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Gazanea, Walter c/EMEDIC S.A. s/Amparo”, Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, 10/05/2011
“Todas las circunstancias expuestas precedentemente, hacen que el derecho invocado luzca verosímil, teniéndose presente que cuando está en
juego la vida y la salud de la persona, no hay justificación suficiente para
dilaciones, salvo que se acreditare científica o técnicamente su inconveniencia, lo que no consta documentadamente haya acontecido en el caso
en estudio” (considerando 5º).
“En cuanto al peligro en la demora aparece suficientemente acreditado, habida cuenta el informe médico acompañado a fs. 38 (…) en el cual
se expresa que “…Luego de evaluar al paciente y evidenciando que ha
fracasado en sus intentos previos para descender de peso, consideramos
que está indicada la Cirugía Bariátrica… El Sr. Gazanea Walter reúne los
requisitos necesarios para ser sometido a dicho procedimiento, por lo
tanto se propone Cirugía Gastrectomía Vertical o By-Pass Gástrico como
tratamiento efectivo a su problemática, considerando que este tratamiento le va a otorgar el descenso de peso adecuado para mejorar su calidad
de vida, tanto desde lo físico, como desde lo psíquico…” y el informe psicológico de (…) (fs. 33) que da cuenta que “…desde la culminación de sus
estudios secundarios se instala en el sedentarismo, que acentúa aún más
su sobrepeso, intentando rebajar a partir de allí, por medio de dietas, sin
obtener resultados favorables.Walter siente dolores de pies, incomodidad
para movilizarse y desplazarse. Manifiesta “me siento restringido” tanto
en lo laboral como en el resto de sus actividades cotidianas… Pueden
observarse signos de ansiedad e impulsividad. Actualmente, no se registran
indicadores de L.C. ni de patología psicológica severa, por lo que se recomienda el abordaje quirúrgico…” (considerando 6º).
Véase fallo completo en la página 105
239
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Guiglietti, María Ángela Antonia”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Civil y Comercial Federal, Sala I, 07/06/2011
“…considerando los específicos términos de la prescripción del médico tratante (conf. fs. 34/35) y teniendo en cuenta que el juzgamiento de la
pretensión cautelar sólo es posible mediante una limitada aproximación a
la cuestión de fondo sin que implique avanzar sobre la decisión final de la
controversia, cabe concluir que el mantenimiento de la medida precautoria decretada no ocasiona un grave perjuicio a la demandada, pero evita,
en cambio, el agravamiento de las condiciones de vida de la actora discapacitada” (considerando 6).
Buenos Aires, Junio 7 de 2011.
Considerando:
1. El señor Juez, interpretando que se hallaban
reunidos los recaudos inherentes al dictado de
las medidas cautelares, ordenó a la obra social
demandada arbitrar las medidas del caso para
que la actora reciba la cobertura de las prestaciones requeridas en el escrito de inicio, esto es:
a) internación en institución de tercer nivel con
atención médica y psiquiátrica permanente en
el Instituto de Geriatría y Rehabilitación, donde se encuentra internada desde hace tiempo;
b) medicación y c) 120 pañales por mes, en la
forma prescripta por su médico tratante, hasta
tanto se resuelva, en definitiva, el derecho reivindicado por la accionante. Esta decisión fue
apelada por la destinataria de la medida (ver fs.
69/79). Posteriormente, la accionante planteó
la caducidad de la segunda instancia, atento
el tiempo transcurrido desde la concesión del
recurso sin que la recurrente activara el trámite
de su apelación. Allí manifestó que, en la misma
providencia, se ordenó el traslado del memorial
y que la demandada jamás confeccionó la cédula, por lo que -entiende- se ha operado la caducidad de esta instancia. En subsidio, respondió
los agravios de su contraria (ver fs. 117/121).
Corrido el traslado de dicho planteo, la apelante contestó que la caducidad de la instancia
debe interpretarse con criterio restrictivo y
que no se producirá cuando la demora fuera
imputable al tribunal, conforme lo dispone el
art. 313, inc. 3º, del Código Procesal. Asimismo, afirmó que la actora solicitó fotocopias el
28.12.10 a fin de responder los traslados dispuestos en la causa (ver fs. 124/125).
2. En los términos en los cuales la cuestión
se encuentra planteada, se debe comenzar recordando que es principio unánime en jurisprudencia y doctrina que la segunda instancia
241
242
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
se abre con la concesión del recurso (conf. Fenochietto-Arazi, “Código Procesal Civil y Comercial, Comentado y Anotado, T. II, pág. 35;
Fassi, S.C.”Código Civil y Comercial, Comentado, Anotado y Concordado”, T. I, pág. 774;
esta Sala, causas 16.793/03 del 6.2.07, 3869/00
del 13.3.08, 10.427/01 del 19.6.08, 2158/93
del 23.12.08, 4490/08 del 17.3.09, 10.938/07
del 21.5.09, 5811/06 del 30.6.09, 10.868/07
del 25.2.10, 9390/08 del 6.3.11; Sala 3, causas
14.590/96 del 14.5.96; 17.339/95 del 13.12.95
y 21.218/96 del 22.4.04, entre otras).
Es decir, que desde ese momento -en estas
actuaciones desde el 29.9.10 (ver fs. 114)- corre el plazo para la caducidad de la alzada (conf.
Fassi - Yáñez, “Código Procesal Civil y Comercial “, t. II, pág. 632 y jurisprudencia citada en
nota 35, Editorial Astrea, 1989).
Ello sentado, se debe señalar que el plazo de
perención se computa a partir del día siguiente al del acto de impulso, ya se trate de un día
hábil o inhábil, vale decir que no requiere estar
consentido. Asimismo, tratándose de un plazo
de meses, su cómputo debe hacerse de acuerdo a lo prescripto en el art. 25 del Código Civil
(conf. Loutayf Ranea, Roberto G. - Ovejero
López, Julio C., “Caducidad de la Instancia”,
1º reimpresión, Ed. Astrea, 1991, págs. 75/76,
esta Sala, causas 5027/05 del 20.2.07, 7279/05
del 3.7.07, 11.278/02 del 2.10.08), según el
cual los plazos de mes o meses terminarán el
día que los respectivos meses tengan el mismo
número de días de su fecha, de modo tal que un
plazo que principie el 15 de un mes, terminará
el 15 del mes correspondiente, cualquiera sea el
número de días que tengan los meses o el año
(conf. esta Sala, causas 10.702/94 del 24.9.98,
5950/03 del 12.9.06, 6923/08 del 15.2.11).
En consecuencia, computando desde el
30.9.10 -por ser el día siguiente al de la providencia que concedió el recurso y ordenó el
traslado por cédula a la contraria (ver fs. 114)-,
se advierte que el plazo de tres meses (conf. art.
310, inc. 2º del Código Procesal) finalizaba -en
principio- el 30.12.10. Además, se debe tener
en cuenta que -conforme lo establece el art.
311 del Código Procesal-, los plazos de caducidad correrán durante los días inhábiles, salvo
los que correspondan a las ferias judiciales. En
consecuencia, y toda vez que la Corte Suprema de Justicia de la Nación dispuso feriado
judicial los días 24 y 31 del año 2010 (Acordada 27/10), es obvio que éstos no deben ser
incluidos en el cómputo de la perención en el
sub examen, por lo que el plazo culminaba -entonces- el 1º de febrero de 2011.
Por ello, se advierte que el acuse de caducidad
formulado por la parte actora el 30.12.10 (ver
cargo obrante a fs. 121) fue efectuado en forma
prematura, lo que conduce a desestimar el pedido de caducidad de esta instancia.
3. En virtud de lo expuesto, corresponde
tratar el recurso de apelación interpuesto a fs.
69/79. En sus agravios, la recurrente -en lo
sustancial- señala que la actora se encuentra
alojada desde hace tres años en una institución
que no es un prestador convenido y que, por
ende, se encuentra fuera del sistema de salud
de DAS. Por ello, afirma que la accionante no
puede sostener su conducta -por resultarle una
prestación excesivamente onerosa- y que ahora
pretenda utilizar a la Administración de Justicia
para colocarse en una situación de privilegio
frente al resto de afiliados que respetan su Sistema Prestacional de Salud.
Asimismo, menciona cuáles son los servicios
de tercer nivel con los que cuenta para satisfacer la patología de la paciente y, finalmente -en
lo que aquí interesa-, considera una “jocosa ridiculez” la pretensión de 120 pañales por día.
4. En atención al alcance de los agravios, cabe
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
destacar que se encuentra acreditado en el “sub
lite” la condición de afiliada de la actora (fs.
32), su condición de discapacitada (ver certificado obrante a fs. 9), como así también las enfermedades que padece (trastorno depresivo y
parkinson), la necesidad de que reciba la prestación de internación, considerándose adecuado -además- el instituto en el que se encuentra
y contraindicado su traslado a otra institución
(ver fs. 34/35).
Está en debate, en cambio, la obligación de la
demandada de otorgar cautelarmente la cobertura del 100% del costo de la internación -en un
centro de atención que no es prestador de la demandada- y de los pañales. En tales condiciones,
debe recordarse que el art. 28 de la ley 23.661
establece que los agentes del seguro deberán desarrollar obligatoriamente un programa de prestaciones de salud (conf. esta Sala, doctr. causa
7841 del 7.22001, entre muchas otras).
Asimismo, es importante puntualizar que la
ley 24.901 instituye un sistema de prestaciones básicas de atención integral a favor de las
personas con discapacidad, contemplando acciones de prevención, asistencia, promoción
y protección, con el objeto de brindarles una
cobertura integral a sus necesidades y requerimientos (art. 1).
En lo concerniente a las obras sociales, dispone que tendrán a su cargo, con carácter obligatorio, la cobertura total de las prestaciones
básicas enunciadas en la ley, que necesiten los
afiliados con discapacidad (art. 2).
Entre estas prestaciones se encuentran las
asistenciales, que tienen la finalidad de cubrir
requerimientos básicos esenciales de la persona con discapacidad (art. 18). Además, la ley
24.901 contempla la prestación de servicios
específicos, enumerados al sólo efecto enunciativo en el capítulo V, que integrarán las pres-
taciones básicas que deben brindarse a las personas con discapacidad, en concordancia con
criterios de patología (tipo y grado), edad y situación socio-familiar, pudiendo ser ampliados
y modificados por la reglamentación (art. 19).
También establece prestaciones complementarias (cap. VII) de: cobertura económica
(arts. 33 y 34); apoyo para facilitar o permitir
la adquisición de elementos y/o instrumentos
para acceder a la rehabilitación, educación,
capacitación o inserción social, inherente a las
necesidades de las personas con discapacidad
(art. 35); atención psiquiátrica y tratamientos
psicofarmacológicos (art. 37); cobertura total
por los medicamentos indicados en el art. 38;
estudios de diagnóstico y de control que no
estén contemplados dentro de los servicios
que brinden los entes obligados por esta ley
(art. 39, inc. b).
La amplitud de las prestaciones previstas en la
ley 24.901 resulta ajustada a su finalidad, que es
la de lograr la integración social de las personas
con discapacidad (ver arg. arts. 11, 15, 23 y 33).
Por lo demás, la ley 23.661 dispone que los
agentes del seguro de salud deberán incluir,
obligatoriamente, entre sus prestaciones las que
requieran la rehabilitación de las personas discapacitadas (cfr. esta Sala, causa 7841 del 7/2/01).
5. Por otra parte, cabe recordar que a partir de
la reforma constitucional de 1994 el derecho a
la salud se encuentra expresamente reconocido
con jerarquía constitucional por el art. 75 inc 22
de la Carta Magna, que asigna tal calidad a los
tratados que enumera. Entre ellos, el art. 25 de
la Declaración Universal de Derechos Humanos
dispone que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como
a su familia, la salud y bienestar y en especial la
asistencia médica y los servicios sociales necesarios (esta Sala, causa 798/05 del 27.12.05).
243
244
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
En el mismo sentido, el art. XI de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre establece que toda persona tiene derecho a que su salud sea preservada por medidas
sanitarias y sociales, relativas a la alimentación,
el vestido, la vivienda y la asistencia médica
correspondiente al nivel que permitan los recursos públicos y los de la comunidad (causa
798/05 antes citada).
A su vez, el art. 12 del Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales estableció que entre las medidas que los
Estados partes deberían adoptar a fin de asegurar la plena efectividad del derecho de toda
persona al disfrute del más alto nivel posible
de salud física y mental, deberían figurar la
prevención y el tratamiento de las enfermedades epidémicas, endémicas, profesionales y de
otra índole, y la lucha contra ellas y la creación
de condiciones que aseguren a todos asistencia médica y servicios médicos en caso de enfermedad (causa 798/05 cit.).
En procura de la consecución de los mismos
fines, el art. 75 inc. 23 de la Constitución Nacional, establece -en cuanto aquí resulta pertinente- entre las atribuciones del Congreso,
legislar y promover medidas de acción positiva
que garanticen la igualdad de oportunidades y
de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por la Constitución y por los
tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de los niños, las mujeres, los ancianos y las personas con
discapacidad, situación en la que se encuentra
la afiliada de la demandada, en tanto padece
una enfermedad que determina la necesidad de
procurar su asistencia.
En este mismo orden de ideas, no es ocioso
recordar que el Alto Tribunal ha sostenido que
el derecho a la vida es el primer derecho de la
persona humana, respecto de la cual los restan-
tes valores tienen siempre carácter instrumental (conf. Corte Suprema, Fallos: 323:3229 y
esta Sala, causa 798/05 antes citada).
6. En consecuencia, considerando los específicos términos de la prescripción del médico
tratante (conf. fs. 34/35) y teniendo en cuenta
que el juzgamiento de la pretensión cautelar
sólo es posible mediante una limitada aproximación a la cuestión de fondo sin que implique
avanzar sobre la decisión final de la controversia, cabe concluir que el mantenimiento de la
medida precautoria decretada no ocasiona un
grave perjuicio a la demandada, pero evita, en
cambio, el agravamiento de las condiciones de
vida de la actora discapacitada.
Asimismo, es la solución que, de acuerdo
con lo indicado por el médico tratante, mejor
se corresponde con la naturaleza del derecho
cuya protección cautelar se pretende -que
compromete la salud e integridad física de las
personas (Corte Suprema de la Nación, Fallos:
302:1284)-, reconocido por los pactos internacionales (art. 25, inc. 1, de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos y el art.
12, inc. 2, ap. d, del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales),
de jerarquía constitucional (art. 75, inc. 22,
de la Constitución Nacional; conf. esta Sala,
causas 22.354/95 del 2.6.95, 53.078/95 del
18.4.96, 1251/97 del 18.12.97, 436/99 del
8.6.99, 7208/98 del 4.11.99, 53/01 del 15.2.01
y 2038/03 del 10.7.03, entre otras; en igual
sentido, C.S. Mendoza, Sala I, del 1/3/93 y
C. Fed. La Plata, Sala 3, del 8/5/200, ED del
5/9/2000); por lo menos, hasta el dictado de
la sentencia definitiva.
7. Por lo demás, no es ocioso recordar que el
Alto Tribunal ha sostenido que “...los discapacitados, a más de la especial atención que merecen de quienes están directamente obligados a
su cuidado, requieren también la de los jueces
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
y de la sociedad toda, siendo que la consideración primordial del interés del incapaz, viene
tanto a orientar como a condicionar la decisión
de los jueces llamados al juzgamiento de estos
casos” (conf. Corte Suprema, in re “Lifschitz,
Graciela Beatriz y otros c/Estado Nacional”,
del 15-6-04; en igual sentido, doctrina de Fallos
322:2701 y 324:122).
ción requerida en el escrito de inicio, ni con los
términos de su concesión (ver fs. 16, 19 y 31).
8. Finalmente, y en lo que respecta al cuestionamiento formulado por la cobertura de
pañales, solo cabe señalar que la recurrente
cuestiona la provisión de “ciento veinte pañales por día” (ver fs. 73), objeción que no guarda
relación cuantitativa con el alcance de la presta-
La Dra. María S. Najurieta no interviene por
hallarse en uso de licencia por compensación
de feria (art. 109 del R.J.N.).
Por lo expuesto, el tribunal resuelve: confirmar la resolución apelada. Las costas de Alzada
se distribuyen en el orden causado atendiendo
a las particularidades que presenta la cuestión
(arts. 68 y 69 del Código Procesal).
Regístrese, notifíquese y devuélvase.- Martín
D. Farrell - Francisco de las Carreras.
245
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“V., D. N. c/OSDE s/amparo”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y
Comercial Federal, Sala II, 12/07/2011
“…el peligro en la demora es evidente en la especie, en tanto se encuentra en serio riesgo el derecho a la salud de D. N.V., y que las circunstancias que especifican la presente causa exigen una solución particular,
que asegure fundamentalmente la valiosidad del resultado de la intervención judicial, priorizando -por sobre intereses de orden patrimonial colectivos- derechos de mayor rango, como son el derecho a la vida y a la
preservación de la integridad psíquico-física (arts. 42 de la Constitución
Nacional y 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales, ONU, ratificado por ley 23.313 -de jerarquía superior a las
leyes internas, según el artículo 75, inc. 22, de aquélla)” (considerando 5).
Véase fallo completo en la página 89
247
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Navamuel, Elena”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta, 26/09/2011
“De igual modo, el peligro en la demora que la demandada dice ausente, este Tribunal, por el contrario, lo considera inminente si se pondera
la edad de la madre (persona a cargo del paciente) y, por tanto, sus intrínsecas limitaciones, las que deben ponerse en correspondencia con la
situación del afiliado -discapacitado- todo lo cual lleva necesariamente a
pensar en la gravedad que implicaría tener que suspender el tratamiento y
la atención domiciliaria y permanente de quien se encuentra en un estado
de total dependencia y absoluta indefensión con apenas 41 años de edad.
Y en este sentido se ha dicho que en los casos en que se cuestionan
decisiones relacionadas con la salud de las personas, resulta suficiente
para tener por acreditado el peligro en la demora la incertidumbre y la
preocupación que aquella genera por lo que la solución propiciada es la
que mejor se corresponde con la naturaleza del derecho cuya protección cautelar se pretende en tanto compromete la salud e integridad
física de las personas (Fallos: 302:1284) (Cam. Apel en lo Civil Comercial Federal, Capital Federal, Sala 1, “Asociación Mutual del personal de
dirección de subterráneos 1 diciembre/Grupo Galeno S.A. s/Amparo”,
Sentencia del 13/03/2007)” (considerando VII).
“Sobre la base de las consideraciones precedentes, apareciendo suficientemente acreditado el peligro en la demora en razón de la grave afección
que padece el afiliado, resultando ostensible, como se dijo, el riesgo si se
suspendiera, interrumpiera o resintiera su atención médica hasta la conclusión final de este proceso de amparo, pudiendo generar daño no solo en la
salud sino en la propia vida del hijo de la actora, por lo que debe confirmarse
el anticipo de tutela jurisdiccional otorgado por el a quo a fin de evitar que
los derechos en juego pierdan virtualidad y eficacia hasta el momento de la
sentencia definitiva, debiendo remarcarse nuevamente que el derecho cuya
protección peticiona la actora, en razón de la especial relevancia del los de
hechos fundamentales en juego (en igual sentido, Camara Federal de Apelaciones de Córdoba, Sala “A”, en autos “A.M.A. y otra c/O.S.B.A.-Amparo”,
Sentencia N° 409-2011, sentencia del 14-06-2011)” (considerando VIII).
Véase fallo completo en la página 111
249
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“L., M. B. c/E.N.-”, Juzgado Federal en lo Civil, Comercial y Contencioso Administrativo de San Martín Nº 2, 12/10/2011
“…la cuestión habrá de subordinarse a la configuración de dos extremos insoslayables; la verosimilitud del derecho invocado “fumus bonis iuris” y el peligro en la demora “periculum in mora” a la que debe agregarse
la prestación de la contracautela pertinente. Y si bien el primero de los
requisitos debe entenderse como la posibilidad de que este exista y no
como una incontestable realidad que sólo se logrará al agotarse el trámite,
ello no implica que el peticionante de la medida quede relevado en forma
absoluta, del deber de comprobación del principio de bondad del derecho que invoca, para lo cual deberá arrimar los elementos idóneos a fin
de producir la convicción en el ánimo del Tribunal sobre la apariencia de
certeza o credibilidad, máximo cuando la sustancia coincide con el objeto
del pleito, excediendo los límites fijados a medidas de esta naturaleza para
producir los efectos propios de una sentencia definitiva en el proceso
principal (Fallos 326:1400, entre muchos otros).
En especial, se ha sostenido que en materia de medidas cautelares
debe primar un “espíritu amplio”, máxime cuando -como en el caso- se
trata de una “prestación esencial para la atención de la salud (Fallos
327:5556)” (considerando II).
///San Martín,
AUTOS Y VISTOS: Para resolver en las presentes actuaciones caratuladas: “L., M. B. c/
E.N.-MINISTERIO DE SALUD Y OTROS s/
Amparo”, Expte. n° 80.979/10 del registro de
esta Secretaría n° 1 y,
I. y G. D. L., por derecho propio, ambos en representación de su hija menor de edad M. B. L., con
el patrocinio letrado de la Dra. Gabriela E. Soprano a plantear acción de amparo por entender que
una decisión arbitraria, intempestiva e irrazonada
del PROFE lesiona uno de sus derechos constitucionales, cual es el derecho a la vida garantizado
en el Art. 14 bis de la Constitución Nacional.
CONSIDERANDO:
I. Que a fojas 35/43 se presentan los Sres. A. V.
Dirige la acción contra el Estado Nacional,
Ministerio de Salud de la Nación, Dirección
251
252
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Nacional de Prestaciones Médicas PROFE –
Programa Federal de Salud-.
Manifiesta que su hija tiene 2 años de edad y
que el Ministerio de Salud de la Nación le ha
extendido un certificado de discapacidad. Al
relatar los hechos, dice que su hija tiene 2 años
de edad, nació con 32 semanas de gestación y
sufrió una infección viral congénita, citomegalovirus, que le produjo lesiones a nivel visual,
auditivo y neurológico, debiendo ser sometida
a una intervención quirúrgica de su ojo izquierdo antes de alcanzar los dos meses de edad.
Asimismo, manifiesta que actualmente padece de una discapacidad motora, visual, auditiva, además de sufrir de un retraso madurativo,
motivo por el cual el Ministerio de Salud de la
Nación le ha expedido el certificado de discapacidad respectivo, y se le ha otorgado beneficio del Programa Federal de Salud (PROFE)
Nro. 405-84496070-0.
Resalta que su hija M. ha recibido desde los
tres meses de edad estimulación temprana y ha
utilizado audífonos desde hace más de nueve
meses, sin obtener resultados positivos.
Señala que, conforme surge del informe
expedido por el médico que asiste a la menor, Dr. Daniel Pérez Gramajo -Especialista
en Otorrinolaringología- y fonoaudiológico
acompañado en autos, su hija padece de hipoacusia sensorial bilateral profunda, siendo
la única solución a su problema la inmediata
implementación de dos implantes cocleares
Multicanales HiRes 90K HiResolution con
procesador Harmony con electrodos 1J de
Advance Bionic, por ser éste el único instrumento auditivo para lograr el mejor resultado
en la percepción del habla, mayor ganancia auditiva y mejores resultados generales.
Aclara que dada la edad de su hija, la cirugía
para la implementación de los implantes cocleares prescriptos debe realizarse en la mayor
brevedad posible de manera que la menor pueda comenzar con el habla y pueda desarrollarse
normalmente, efectuando las actividades propias de los niños de esa edad.
Manifiesta que a los efectos de conseguir
la provisión de los implantes indicados por el
médico especialista, con fecha 27/04/10 han
solicitado a la demandada la prestación de la
cual su hija es beneficiaria, adjuntando toda la
documentación pertinente ante la Unidad de
Gestión Provincial del Programa Federal de Salud-PROFE- del Partido de San Martín, dando
lugar al expediente Nro. 64962/10.
Dice que, ante la falta de respuesta por parte
de la demandada a pesar de los múltiples y diarios reclamos efectuados, se vieron en la necesidad de presentar en fecha 16/09/10 una nota
requiriendo la prestación solicitada en un plazo
perentorio de 72 hrs., bajo apercibimiento de
promover la pertinente acción judicial, la cual
hasta el día de la fecha no ha sido contestada,
motivando el inicio de la presente causa.
Entiende que la actitud adoptada por la demandada, consiste en impedir a su hija en forma
arbitraria, injustificada y contraria a derecho a
realizar la operación de la cual es beneficiaria
y así también imposibilita lograr la obtención
de su audición, motivo por el cual se ven en la
necesidad de recurrir ante la justicia.
Considera que el incumplimiento de las obligaciones legales por parte de la demandada importa en la actualidad un grave perjuicio para
su hija, causándole un daño irreparable en caso
que no se revierta la situación en un corto plazo, ya que cada día que pasa, afecta a sus posibilidades de adquirir el leguaje como así también
sus condiciones intelectuales y emocionales,
aislándola del medio sonoro social y familiar.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Asimismo, agrega que al padecer M. una discapacidad visual, sus problemas de comunicación y relación con el mundo exterior se ven
aún más agravados.
Afirma que conforme se desprende del informe médico, psicológico y fonoaudiológico que
se acompaña, surge claramente que sin el implante coclear no podrá solucionarse la afección
sufrida por su hija, quedando totalmente aislada
del mundo e inserta en su propio silencio.
Por otra parte, manifiesta que de acuerdo a
numerosos estudios de investigación que se
efectuaron, se sabe que durante los primeros
doce meses de vida el cerebro es más sensible
a la estimulación auditiva y al aprendizaje del
lenguaje, por eso se recomienda la precocidad
en el implante y en la terapia, siendo importantísimo hacer el implante médico dentro de los
dos años de vida de manera que niños con patologías como la de M. puedan lograr desarrollar
el habla y adquirir el mismo nivel de lenguaje y
académico que aquellos con audición normal.
Por otra parte, resalta que el caso de M.
debe analizarse a la luz de lo dispuesto por la
Ley 24.901, máxime tratándose de una nena
de dos años de edad con discapacidad, protegido por la Convención Internacional de los
Derechos del Niño de jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22 de la CN).
Entiende que el planteo de esta acción constituye la única forma de poner remedio al manifiesto
obrar arbitrario de la que resulta víctima su hija,
vulnerando el derecho al disfrute del más alto nivel de salud física y mental, toda vez que la intervención indicada es imprescindible para su salud.
Ofrece prueba, funda su derecho y ofrece caución juratoria.
Por las razones expuestas, solicita como me-
dida cautelar en los términos del Art. 230 del
CPCC la inmediata provisión de los implantes
cocleares de acuerdo a las características técnicas detalladas por el especialista, y la cobertura
integral de la intervención e internación pediátrica correspondiente.
Corrida la pertinente vista al Asesor de Menores –Dr. Aníbal J. L. Gilardenghi-, éste se presenta a fojas 55 y asume la representación de la
menor conforme lo establecido en el art. 59 del
C.C., adhiriendo a los fundamentos vertidos
por la actora en su presentación.
A fs. 56 se pasan los autos a despacho para
resolver.
II. Que en lo que respecta a la prohibición
de innovar, corresponde estar a la abundante
jurisprudencia de los Tribunales Federales
que, en principio, justifica su procedencia
ante la necesidad de mantener la igualdad de
las partes y evitar que se convierta en ilusoria
la sentencia en un proceso determinado. Es
que se trata de una medida cautelar dirigida a
preservar, durante la sustanciación del proceso
principal, la inalterabilidad de determinada situación de hecho o de derecho.
Asimismo, y por otra parte, la cuestión habrá de subordinarse a la configuración de dos
extremos insoslayables; la verosimilitud del
derecho invocado “fumus bonis iuris” y el peligro en la demora “periculum in mora” a la que
debe agregarse la prestación de la contracautela
pertinente. Y si bien el primero de los requisitos debe entenderse como la posibilidad de que
este exista y no como una incontestable realidad que sólo se logrará al agotarse el trámite,
ello no implica que el peticionante de la medida quede relevado en forma absoluta, del deber
de comprobación del principio de bondad del
derecho que invoca, para lo cual deberá arrimar
los elementos idóneos a fin de producir la con-
253
254
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
vicción en el ánimo del Tribunal sobre la apariencia de certeza o credibilidad, máximo cuando la sustancia coincide con el objeto del pleito,
excediendo los límites fijados a medidas de esta
naturaleza para producir los efectos propios de
una sentencia definitiva en el proceso principal
(Fallos 326:1400, entre muchos otros).
En especial, se ha sostenido que en materia
de medidas cautelares debe primar un “espíritu
amplio”, máxime cuando -como en el caso- se
trata de una “prestación esencial para la atención de la salud (Fallos 327:5556).
Hallándose en juego la subsistencia de un
derecho personalísimo como el derecho a la
salud de un niño, de principal rango en el texto
de la Constitución Nacional y en los tratados
internacionales de jerarquía constitucional –
art. 75 inc. 22-, ante la interposición de la acción con el fin de garantizar su plena vigencia
y protección cabe adoptar una interpretación
extensiva y no restrictiva sobre la procedencia
de la medida cautelar incoada, a fin de evitar
un eventual daño al menor, si en el momento
de ejecutar la sentencia dicha ejecución se convierte en ineficaz o imposible.
En el sub examine considero que los argumentos invocados por la actora cumplen prima facie con los requisitos mencionados, surgiendo
claramente de la copia del resumen de historia
clínica agregada a la causa y demás documental
médica acompañada, que habiéndose realizado
la mejor solución para la menor es la colocación
de los implantes cocleares indicados por el facultativo, con el fin que la menor pueda conectarse con los sonidos ambientales para facilitar-
le la comunicación a través de la discriminación
de la palabra, permitiendo su estabilidad emocional y social, circunstancia ésta que habilita a
la suscripta a disponer en el sentido pretendido.
Tal decisión está sustentada en la situación
invocada, y basándome en las resoluciones de
este Tribunal y del Superior in re “Lago, José c/
Instituto de Servicios Sociales para Jubilados y
Pensionados s/amparo”, causa 1656, Sala II, del
10/12/98, entre muchos otros.
En atención a lo expuesto,
RESUELVO:
1) Hacer lugar a la medida cautelar solicitada
y en consecuencia ordenar al PROFE –Programa Federal de Salud- a la inmediata provisión
de los dos implantes cocleares Multicanales
HiRes 90K HiResolution con procesador Harmony con electrodos 1J de Advance Bionic, de
acuerdo a las características técnicas detalladas
por el especialista que asiste a la menor, y la
cobertura integral de la intervención e internación pediátrica correspondiente.
2) Hágase saber a la actora que deberá prestar
caución juratoria en los términos y con el alcance previsto en el Art. 199 del CPCCN.
Regístrese y notifíquese mediante oficio con
copia de la presente resolución, junto al cual deberá acompañarse copia de la documentación
personal y médica agregada con el escrito de
inicio de la presente acción.
Fdo.: Dra. Martina Forns.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
V
Amparo como vía apta para reclamar
“Asociación Benghalensis y otros c. Estado nacional”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 323:1339, 01/06/2000
“…corresponde expedirse, en primer término, sobre la legitimación de
los actores para deducir la presente acción de amparo en defensa de sus
intereses y el de sus representados. En tal sentido, el art. 43 de la Constitución Nacional reconoce expresamente legitimación para interponer la
acción expedita y rápida de amparo a sujetos potencialmente diferentes
de los afectados en forma directa, entre ellos, las asociaciones, por el acto
u omisión que, en forma actual o inminente, lesione, restrinja, altere o
amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos reconocidos
por la Constitución, un tratado o una ley, entre otros, los de incidencia
colectiva” (…)
“Estimo oportuno aclarar que, conforme surge de los estatutos de los
amparistas, Asociación Benghalensis, Fundación Descida, Fundación para
estudio e investigación de la Mujer (FEIM), Asociación Civil Intilla, Fundación R.E.D., Fundación CEDOSEX (Centro de documentación en sexualidad), Fundación Argentina pro ayuda al niño con SIDA, y la Asociación Civil
S.I.G.L.A., tienen por objeto la lucha contra el SIDA y, en consecuencia,
están legitimadas para interponer acción de amparo contra las omisiones
del Estado, por presunto incumplimiento de la ley 23.798 y de su decreto
reglamentario.
Así lo pienso, toda vez que fundan su legitimación para accionar, no sólo
en el interés difuso en que se cumplan la Constitución y las leyes, sino en su
carácter de titulares de un derecho de incidencia colectiva a la protección
de la salud, cuyo contenido es la prevención, asistencia y rehabilitación de
los enfermos que padecen el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida y
255
256
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
sus patologías derivadas, además del derecho que les asiste para accionar
para el cumplimiento de una de las finalidades de su creación que, en el
caso, es la de luchar contra el SIDA” (considerando VIII del dictamen fiscal).
“…el amparo es el procedimiento judicial más simple y breve para tutelar real y verdaderamente los derechos consagrados en la Carta Magna.
En tal sentido, esta Corte ha dicho en reiteradas oportunidades que “tiene
por objeto una efectiva protección de derechos” (Fallos: 321:2823)” (…)
“…la vía del amparo aparece como apta para la tutela inmediata que se
debe deparar” (considerando 7º del voto del doctor Vázquez).
Véase fallo completo en la página 15
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Orlando, Susana Beatriz”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
328:1708, 24/05/2005
“…Cabe recordar, en principio, que V.E. ha reconocido la posibilidad
de que la acción de amparo, de manera general, tramite en esta instancia,
siempre que se verifiquen las hipótesis que surtan la competencia originaria, toda vez que, de otro modo, en tales ocasiones quedarían sin protección los derechos de las partes en los supuestos contemplados por el
art. 43 de la Constitución Nacional y por la ley 16.986 (doctrina de Fallos:
307:1379; 311:489, 810 y 2154; 312:640; 313:127 y 1062; 322:1514, entre
muchos otros)” (considerando II. del dictamen fiscal).
Véase fallo completo en la página 203
257
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Sánchez, Norma Rosa c/Estado Nacional y otro s/acción de amparo”, Corte
Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 324:3578, 20/12/2005
“…este Tribunal ha señalado reiteradamente que el amparo es un proceso excepcional, utilizable en delicadas y extremas situaciones en las que,
por carencia de otras vías más aptas, peligra la salvaguarda de derechos fundamentales; y que para su apertura exige circunstancias muy particulares,
caracterizadas por la presencia de arbitrariedad o ilegalidad manifiestas que
ante la ineficacia de los procedimientos ordinarios originan un daño concreto y grave, sólo eventualmente reparable por esta vía urgente y expedita
(Fallos: 310:576 y 2740; 311:612, 1974 y 2319; 317:1128; 323:1825 y 2097;
325:396 y causa O.59.XXXVIII “Orlando, Susana Beatriz c/Buenos Aires,
Provincia de y otro s/amparo”, pronunciamiento del 24 de mayo de 2005).
También ha dicho que el objeto de la acción de amparo es la preservación
de la vigencia de los derechos tutelados por la Ley Fundamental (conf. art.
43 de la Constitución Nacional y la doctrina de Fallos: 259:196; 263:296;
267:165; 324:3602, entre otros)” (Punto VI, considerando 2º).
Véase fallo completo en la página 55
259
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Floreancig, Andrea C.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
329:2552, 11/07/2006
“…el amparo es el procedimiento judicial más simple y breve para
tutelar real y verdaderamente los derechos consagrados en la Ley Fundamental. En este sentido, la Corte ha dicho reiteradamente que tiene
por objeto una efectiva protección de derechos (Fallos: 321:2823) y ha
explicitado la imprescindible necesidad de ejercer esa vía excepcional para
la salvaguarda del derecho fundamental de la vida y de la salud (Fallos:
325:292 y sus citas)” (considerando V. del dictamen fiscal).
Véase fallo completo en la página 63
261
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“María, Flavia Judith”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
330:4647, 30/10/2007
“…es inevitable tener en cuenta que la actora -según constancias de autos- es una mujer que hoy tiene 25 años, con discapacidad motora, mental,
visceral y sensorial, con un estado de mínima conciencia por traumatismo
craneoencefálico severo -secuela de un accidente automovilístico en el año
2002-, que la obliga a desplazarse con andador con asistencia parcial” (…)
“En tales condiciones, situados siempre en el marco de particular urgencia antes destacado, parece irrazonable imponer a la aquí actora que continúe con el trámite administrativo, cuando por esa vía ya ha recibido una
respuesta desfavorable, calificada de ilegítima por el juez de grado, y que, a
mi entender -como lo he manifestado ut supra- podría causar un gravamen
irreparable para la accionante, sin desdeñar que, por el camino del amparo
ya lleva un año y medio litigando” (considerando III del dictamen fiscal).
“…tiene dicho este Tribunal que la sentencia que rechaza el amparo es
asimilable a definitiva cuando se demuestra que produce agravios de imposible o dificultosa reparación ulterior, por la presencia de arbitrariedad
manifiesta, al incurrir en un injustificado rigor formal; o no se exhibiese
como derivación razonable del derecho aplicable, dado que, entonces, resultan vulneradas las garantías de defensa en juicio y debido proceso (v.
Fallos: 310:576, entre otros)” (considerando 3º).
“…la acción de amparo es particularmente pertinente en materias
como las que trata el sub lite relacionadas con la preservación de la salud
y la integridad física. Y frente a un grave problema como el planteado en
autos, no cabe extremar la aplicación del principio según el cual el amparo
no procede cuando el afectado tiene a su alcance una vía administrativa a
la cual acudir, pues los propios valores en juego y la normalmente presente
urgencia del caso, se contraponen al ejercicio de soluciones de esa índole”
(considerando 4º).
“…si bien la acción de amparo no está destinada a reemplazar medios ordinarios instituidos para la solución de las controversias (Fallos:
300:1033) y quien solicita tal protección judicial ha de acreditar en debida forma la inoperancia de las vías procesales ordinarias a fin de reparar el perjuicio invocado (conf. Fallos: 274:13, considerando 3°; 283:335;
263
264
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
300:1231; disidencia del juez Belluscio en Fallos: 313:1513 y disidencia del
juez Maqueda en Fallos: 326: 2637), su exclusión por la existencia de otros
recursos no puede fundarse en una apreciación meramente ritual, toda
vez que la institución tiene por objeto una efectiva protección de derechos, más que una ordenación o resguardo de competencias (Fallos:
299:358, 417; 305:307; 307:444; 327:2920). Las particulares circunstancias
que rodean al caso, por encontrarse, en definitiva, comprometidas prerrogativas constitucionales que hacen al derecho a la salud y a la vida indican
que no resultaba razonable ni fundado impedir la continuidad de un procedimiento cuyo objeto es lograr soluciones que se avengan con la urgencia
que conlleva este tipo de pretensiones, para lo cual cabe encauzarlas por
vías expeditivas -entre las cuales era razonable incluir al juicio de amparo
contemplado en el art. 43 de la Constitución Nacional y en la ley 8369
de la Provincia de Entre Ríos-, y evitar que el rigor de las formas pueda
conducir a la frustración de derechos que cuentan con especial resguardo
constitucional (conf. Fallos: 329:2179). Sobremanera cuando el nuevo art.
43 de la Constitución Nacional reformada en 1994 establece que toda
persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre
que no exista otro medio judicial más idóneo” (considerando 5º).
Véase fallo completo en la página 213.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Rivero, Gladys Elizabeth”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
332:1394, 09/06/2009
“…la aproximación al complejo proceso constitucional que es el amparo -instrumento y, a la vez, garantía-, tiene que llevarse a cabo en una
línea de equilibrado balance que no desvirtúe su especificidad, pero que
tampoco coarte con rigorismos antifuncionales el acceso a una pronta
intervención jurisdiccional. Como lo ha marcado V.E., si bien este valioso
mecanismo no está destinado a reemplazar los medios necesarios para
solucionar todo tipo de controversias, su exclusión no puede fundarse en
una apreciación meramente ritual (Fallos: 330:1076), en tanto el objeto del
amparo, más que una ordenación o aseguramiento de competencias, es el
efectivo resguardo de derechos fundamentales (Fallos: 329:4741; 320:1339;
308:155 y sus citas)” (considerando VI del dictamen fiscal).
Véase fallo completo en la página 225
265
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
VI
Grupos en situación de vulnerabilidad
1. Niñas, Niños y Adolescentes
2. Personas con discapacidad (Ley 24901)
3. Personas adultas mayores
4. Pueblos originarios
5. Salud pública
6. Obesidad mórbida (cirugía bariátrica)
7. Tratamientos específicos
267
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
1. Niñas, niños y adolescentes
“Campodónico de Beviacqua”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 323:3229, 24/10/2000
“…los aludidos pactos internacionales contienen cláusulas específicas
que resguardan la vida y la salud de los niños, según surge del art.VII de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, del art. 25
inc. 2° de la Declaración Universal de Derechos Humanos, de los arts. 4°
inc. 1° y 19 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos -Pacto
de San José de Costa Rica-, del art. 24 inc. 1°, del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y del art. 10 inc. 3°, del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, vinculados con la asistencia y
cuidados especiales que se les deben asegurar” (considerando 17º).
“…La Convención sobre los Derechos del Niño incluye, además, la
obligación de los estados de alentar y garantizar a los menores con impedimentos físicos o mentales el acceso efectivo a los servicios sanitarios y
de rehabilitación, de esforzarse para que no sean privados de esos servicios y de lograr cabal realización del derecho a beneficiarse de la seguridad social, para lo cual se debe tener en cuenta la legislación nacional, los
recursos y la situación de cada infante y de las personas responsables de
su mantenimiento (arts. 23, 24 y 26)” (considerando 20º).
“…el Estado nacional ha asumido, pues, compromisos internacionales
explícitos encaminados a promover y facilitar las prestaciones de salud
que requiera la minoridad y no puede desligarse válidamente de esos deberes so pretexto de la inactividad de otras entidades públicas o privadas,
máxime cuando ellas participan de un mismo sistema sanitario y lo que
se halla en juego es el interés superior del niño, que debe ser tutelado
por sobre otras consideraciones por todos los departamentos guberna-
269
270
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
mentales (art. 3°, Convención sobre los Derechos del Niño, ya citada)”
(considerando 21º).
“…el niño se halla amparado por las disposiciones de la ley 22.431, de
“protección integral de las personas discapacitadas” -a que adhirió la Provincia de Córdoba- y ello obliga también a asegurarle los tratamientos médicos en la medida en que no puedan afrontarlos las personas de quienes
dependa o los entes de obra social a los que esté afiliado (conf. certificado
de fs. 6; arts. 1°, 3° y 4°, ley 22.431 y ley provincial 7008), lo cual corrobora
la sinrazón del acto de la autoridad pública que amenazó con grave riesgo
sus derechos a la vida y la salud” (considerando 32).
“… por ley 24.901 se ha creado un sistema de prestaciones básicas “de
atención integral a favor de las personas con discapacidad” y se ha dejado
a cargo de las obras sociales comprendidas en la ley 23.660 la obligatoriedad de su cobertura (arts. 1° y 2°). Empero, frente al énfasis puesto en
los tratados internacionales para preservar la vida de los niños, el Estado
no puede desentenderse de sus deberes haciendo recaer el mayor peso
en la realización del servicio de salud en entidades que, como en el caso,
no han dado siempre adecuada tutela asistencial, conclusión que lleva en
el sub examine a dar preferente atención a las necesidades derivadas de
la minusvalía del menor y revaloriza la labor que debe desarrollar con tal
finalidad la autoridad de aplicación” (considerando 33).
Véase fallo completo en la página 37
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“M., M. c M. S. y A. S.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
324:3569, 16/10/2001
“…la Corte (…) después de enumerar los distintos pactos internacionales que se relacionan con la cuestión debatida, entre los que destacó a
la Convención sobre los Derechos del Niño, que incluye el deber de los
Estados de alentar y garantizar a los menores con impedimentos físicos o
mentales el acceso efectivo a los servicios sanitarios y de rehabilitación, de
esforzarse para que no sean privados de esos servicios y de lograr cabal
realización del derecho a beneficiarse de la seguridad social, para lo cual se
debe tener en cuenta la legislación nacional, los recursos y la situación de
cada infante y de las personas responsables de su mantenimiento (arts. 23,
24 y 26), concluyó que el Estado nacional asumió compromisos internacionales explícitos encaminados a promover y facilitar las prestaciones de
salud que requiera la minoridad y no puede desligarse válidamente de esos
deberes so pretexto de la inactividad de otras entidades públicas o privadas, máxime cuando ellas participan de un mismo sistema sanitario y lo que
se halla en juego es el interés superior del niño, que debe ser tutelado por
sobre otras consideraciones por todos los departamentos gubernamentales (art. 3°, convención ya citada)” (considerando VII. del dictamen fiscal).
Véase fallo completo en la página 45
271
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Rodríguez, Karina Verónica c/Estado Nacional y otros s/acción de amparo”,
Corte Suprema de Justicia de la Nación, R. 1148. XLI., 07/03/2006
“…la ley 25.724 y su decreto reglamentario fueron dictados por el
Estado Nacional en el marco de lo dispuesto en los arts. 75, inc. 22 y 23
y concordantes de la Constitución Nacional, y en los términos que ha
quedado redactada la norma y por aplicación de los principios que hacen
a la organización federal, la ejecución del Programa de Nutrición y Alimentación Nacional se ha puesto en cabeza de cada una de las provincias,
con indicación de acciones precisas a cargo de los respectivos municipios.
En tal sentido, el art. 7, inc. e de la ley dispone que las comisiones
provinciales tienen, entre otras funciones, la de impulsar la generación
de políticas de abastecimiento alimentario en los niveles locales a fin de
garantizar la accesibilidad de toda la población, especialmente a los grupos
vulnerables (niños hasta los 14 años, embarazadas, discapacitados y ancianos desde los 70 años en situación de pobreza) y promover la creación de
centros de provisión y compra regionales” (considerando 3º).
R. 1148. XLI.ORIGINARIO
Buenos Aires, 7 de marzo de 2006.
Autos y Vistos: Considerando:
1°) Que a fs. 13/20 se presenta Karina Verónica Rodríguez, en representación de sus hijos
menores R. R, y K. L.H., de 5 y 2 años de edad,
respectivamente, e inicia acción de amparo,
con fundamento en la ley 25.724 -que creó el
Programa Nacional de Nutrición y Alimentación- ante el Juzgado Federal N° 4 de La Plata,
contra el Estado Nacional -Ministerio de Salud
y Acción Social-, la Provincia de Buenos Aires
y la Municipalidad de Quilmes, a fin de que se
disponga el cese de las acciones y omisiones de
dichas agencias estatales que hacen que sus hijos padezcan un grave estado de desnutrición, y
que se lleven a cabo las acciones necesarias para
superarlo, bajo el control directo y efectivo de
las autoridades competentes.
Afirma que su grupo familiar subsiste con la
ayuda que le otorga el Estado a través de un
plan de asistencia social y, hasta hace poco, con
la que le prestaban tres comedores que funcionaban en su barrio y que actualmente han
sido cerrados. Solicita, asimismo, que se dicte
una medida cautelar por la cual se ordene a los
demandados a proveer en forma inmediata los
elementos necesarios para asegurar una dieta
273
274
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
alimentaria y se realicen controles de la evolución de la salud de los menores.
indicación de acciones precisas a cargo de los
respectivos municipios.
2°) Que a fs. 24 el juzgado interviniente se
declara incompetente para entender en estas actuaciones por ser partes el Estado Nacional y la
Provincia de Buenos Aires y ordena su remisión
a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
En tal sentido, el art. 7, inc. e de la ley dispone que las comisiones provinciales tienen,
entre otras funciones, la de impulsar la generación de políticas de abastecimiento alimentario en los niveles locales a fin de garantizar
la accesibilidad de toda la población, especialmente a los grupos vulnerables (niños hasta
los 14 años, embarazadas, discapacitados y
ancianos desde los 70 años en situación de
pobreza) y promover la creación de centros de
provisión y compra regionales. Y el art. 8, de
dicha ley por su parte, establece que los municipios, entre otras funciones, tienen las de
inscripción de los destinatarios del programa
en un Registro Único de Beneficiarios (inc. a)
y las de implementar una red de distribución
de los recursos, promoviendo la comensalidad
familiar, siempre que ello sea posible, o a los
distintos comedores comunitarios donde se
brinde el servicio alimentario, a fin de garantizar el objetivo de la presente ley (inc. c).
3°) Que a pesar que el Tribunal ha decidido
en reiteradas oportunidades que cuando se demanda al Estado Nacional y a otro provincial,
la única forma de conciliar lo preceptuado por
el art. 117 de la Constitución Nacional respecto de las provincias con las prerrogativas que
le asisten a la Nación al fuero federal, sobre la
base de lo dispuesto por el art. 116 de la Ley
Fundamental, es sustanciar la acción en la instancia originaria de la Corte Suprema (Fallos:
320:2567; 322:190; 323:1110, entre otros),
este principio no puede ser aplicado en autos.
En efecto, teniendo en cuenta lo expresado en
el escrito de inicio y las funciones que de acuerdo a lo establecido en la ley 25.724 de creación
del programa de nutrición y alimentación nacional -invocada por la demandante como fundamento de su reclamo- competen al Estado
Nacional, por una parte, y a la provincia y al municipio por la otra (arts. 7 y 8 de la citada ley), en
el presente caso no media incumplimiento del
primero como para justificar la promoción de
este amparo en esta instancia originaria.
Ello es así pues la ley 25.724 y su decreto reglamentario fueron dictados por el Estado Nacional en el marco de lo dispuesto en los arts.
75, inc. 22 y 23 y concordantes de la Constitución Nacional, y en los términos que ha
quedado redactada la norma y por aplicación
de los principios que hacen a la organización
federal, la ejecución del Programa de Nutrición y Alimentación Nacional se ha puesto
en cabeza de cada una de las provincias, con
4°) Que en atención a lo expuesto, a que la
demandante tiene su domicilio en la localidad
de Quilmes, Provincia de Buenos Aires, y de
conformidad con la conclusión del dictamen
del señor Procurador Fiscal subrogante de fs.
30/31, corresponde declarar que el Tribunal
no resulta competente para entender en las
presentes actuaciones. Sin perjuicio de ello
y toda vez que en este caso media suficiente
verosimilitud en el derecho y en particular
peligro en la demora, de conformidad con lo
establecido en el art. 230 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación corresponde
hacer lugar a la medida cautelar solicitada, la
que deberá ser cumplida de acuerdo con lo
previsto por el art. 196 cód. cit. (conf. P.1425.
XL “Poggi, Santiago Omar y otra c/Estado
Nacional y otra s/acción de amparo”, sentencia del 7 de diciembre de 2004).
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Por ello, se resuelve: 1) Hacer lugar a la medida cautelar y, en consecuencia, ordenar a la
Provincia de Buenos Aires y a la Municipalidad
de Quilmes que le provea a K. L. H. y R. R. de
los alimentos necesarios para asegurar una dieta que cubra las necesidades nutricionales básicas y se realicen controles sobre la evolución de
su salud, en un plazo de cinco días. Notifíquese
con habilitación de días y horas inhábiles. 2)
Declarar la incompetencia de esta Corte para
entender en las presentes actuaciones. Notifíquese. ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI
- ELENA I. HIGHTON de NOLASCO (en
disidencia)- CARLOS S. FAYT – JUAN CARLOS MAQUEDA - E. RAUL ZAFFARONI RICARDO LUIS LORENZETTI - CARMEN
M. ARGIBAY (en disidencia).
ES COPIA
DISIDENCIA DE LA SEÑORA VICEPRESIDENTA DOCTORA DOÑA ELENA I.
HIGHTON de NOLASCO Y DE LA SEÑORA MINISTRA DOCTORA DOÑA CARMEN M. ARGIBAY
Considerando:
1°) Que a fs. 13/20 se presenta Karina Verónica Rodríguez, en representación de sus hijos
menores R. R. y K. L. H., de 5 y 2 años de edad,
respectivamente, e inicia acción de amparo,
con fundamento en la ley 25.724 -que creó el
Programa Nacional de Nutrición y Alimentación- ante el Juzgado Federal N° 4 de La Plata,
contra el Estado Nacional -Ministerio de Salud
y Acción Social-, la Provincia de Buenos Aires
y la Municipalidad de Quilmes, a fin de que se
disponga el cese de las acciones y omisiones de
dichas agencias estatales que hacen que sus hijos padezcan un grave estado de desnutrición, y
que se lleven a cabo las acciones necesarias para
superarlo, bajo el control directo y efectivo de
las autoridades competentes.
Afirma que su grupo familiar subsiste con la
ayuda que le otorga el Estado a través de un
plan de asistencia social y, hasta hace poco, con
la que le prestaban tres comedores que funcionaban en su barrio y que actualmente han
sido cerrados. Solicita, asimismo, que se dicte
una medida cautelar por la cual se ordene a los
demandados a proveer en forma inmediata los
elementos necesarios para asegurar una dieta
balanceada y se realicen controles de la evolución de la salud de los menores.
2°) Que a fs. 24 el juzgado interviniente se
declara incompetente para entender en estas actuaciones por ser partes el Estado Nacional y la
Provincia de Buenos Aires y ordena su remisión
a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
3°) Que más allá de lo expresado por el señor
Procurador Fiscal subrogante acerca de la competencia, cabe destacar que del relato efectuado por la actora y de la documentación por ella
acompañada no surge que ningún organismo
público haya negado a los hijos de la peticionaria el acceso a las prestaciones requeridas.
4°) Que de acuerdo a las circunstancias expuestas, no se advierte la existencia de actos u
omisiones que con arbitrariedad o ilegalidad
manifiesta afecten o amenacen los derechos invocados (arts. 43 de la Constitución Nacional
y 1° de la ley 16.986). Corresponde entonces
rechazar la demanda sin sustanciación (art. 3°
de la ley citada en último término).
5°) Que en tales condiciones, cabe agregar
que el desamparo que expone la actora y en el
que funda su presentación, si bien revelador de
un dramático cuadro social, no puede ser considerado ni resuelto por esta Corte toda vez que
no es de su competencia valorar o emitir juicios
generales de las situaciones cuyo gobierno no
le está encomendado toda vez que la naturaleza
específica de sus funciones en el marco de las
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
instituciones fundamentales se lo impide (Fallos: 300:1282 y 301:771).
Por ello, y de conformidad en lo pertinente
con lo dictaminado por el señor Procurador
Fiscal subrogante, se decide: Rechazar in limine la demanda de amparo seguida por Karina
Verónica Rodríguez, en representación de sus
hijos menores R. R. y K. L. H., contra el Estado
Nacional -Ministerio de Salud y Acción Social-,
la Provincia de Buenos Aires y la Municipalidad
de Quilmes (art. 3°, ley 16.986). Notifíquese.
ELENA I. HIGHTON de NOLASCO CARMEN M. ARGIBAY.
ES COPIA
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Floreancig, Andrea. C.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
329:2552, 11/07/2006
“...la existencia de una obra social que deba cumplir el Programa Médico
Obligatorio -resolución 247/96, MS y AS, ya citada-, no puede redundar en
perjuicio de la afiliada y menos aún del niño, pues si se aceptara el criterio
de la recurrente que pretende justificar la interrupción de su asistencia en
razón de las obligaciones puestas a cargo de aquella entidad, se establecería
un supuesto de discriminación inversa respecto de la madre del menor que,
amén de no contar con prestaciones oportunas del organismo al que está
asociada, carecería absolutamente del derecho a la atención sanitaria pública, lo que colocaría al Estado Nacional en flagrante violación de los compromisos asumidos en el cuidado de la salud” (Fallos: 323: 3229, ya citado).
Debe tenerse en cuenta, además, la condición de persona con discapacidad del menor, acreditado en autos con el certificado pertinente. En su
mérito, halla amparo en las disposiciones de la ley 24.901 de protección integral de las personas con discapacidad en tanto, como expresó el Tribunal
“...ello obliga también a asegurarle los tratamientos médicos en la medida
en que no puedan afrontarlos las personas de quienes dependa o los entes
de la obra social a los que esté afiliado... lo cual corrobora la sinrazón del
acto de la autoridad pública que amenazó con grave riesgo sus derechos
a la vida y la salud. 33) Que por ley 24.901 se ha creado un sistema de
prestaciones básicas ‘de atención integral a favor de las personas con discapacidad’ y se ha dejado a cargo de las obras sociales comprendidas en la
ley 23.660 la obligatoriedad de su cobertura (arts. 1 y 2). Empero, frente al
énfasis puesto en los tratados internacionales para preservar la vida de los
niños, el Estado no puede desentenderse de sus deberes haciendo recaer
el mayor peso en la realización del servicio de la salud en entidades que,
como en el caso, no han dado siempre adecuada tutela asistencial, conclusión que lleva en el sub examine a dar preferente atención a las necesidades derivadas de la minusvalía del menor y revaloriza la labor que debe
desarrollar con tal finalidad la autoridad de aplicación” (Fallos: 323:3229,
en cita)” (considerando VII. del dictamen fiscal).
Véase fallo completo en la página 63
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Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Cambiaso Péres de Nealón”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
330:3725, 28/08/2007
“…lo decidido en el sub lite compromete el “interés superior” de un
menor, cuya tutela encarece, elevándolo al rango de principio, la Convención Sobre los Derechos del Niño (v. Fallos: 318:1269; 322:2701; 323:854,
2021; 2388; 3229; 324:122, 908, 1672) de jerarquía constitucional con
arreglo al artículo 75, inciso 22, de la Constitución Nacional (v. Fallos:
318:1269; 319:3370; 320:1292; 322:328; 323:854; 325.292). A este respecto,
conviene recordar que los menores, máxime en circunstancias en que se
encuentra comprometida su salud y normal desarrollo, a más de la especial atención que necesitan de quienes están directamente obligados a su
cuidado, requieren también la de los jueces y de la sociedad toda. De allí
que la consideración primordial del interés del niño viene, por una parte,
tanto a orientar como a condicionar la decisión de los jueces llamados
al juzgamiento en estos casos (v. doctrina de Fallos: 322:2701 y 324:122,
entre otros), y por otra, no admite que pueda ser dejada de lado por una
entidad de medicina prepaga, so pretexto de atenerse estrictamente a
cláusulas contractuales y sostener que el Estado es el único obligado a
resguardar la salud de la población” (considerando III del dictamen fiscal).
Véase fallo completo en la página 137
279
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Rivero, Gladys Elizabeth”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
332:1394, 09/06/2009
“…a mi modo de ver, dentro del vasto y consistente marco jurídico
que regula la tutela de la infancia y de la persona discapacitada, en la especie no existe ninguna justificación para eludir, a través de reenvíos administrativos inespecíficos, la cobertura eficaz, que -a despecho, incluso, de lo
que marcan las normas citadas repetidamente durante el juicio-, se le ha
negado a esta niña” (considerando VI del dictamen fiscal).
Véase fallo completo en la página 225
281
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“M., E. A. v. Estado Nacional ”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, Sala 5ª, 17/02/2011
“…en este caso debe tenerse especialmente en cuenta que se trata
de resguardar el derecho a la salud de una persona menor de edad (ver
fs. 18), que en tanto sujeto de derechos merece una protección especial,
tanto en virtud de lo dispuesto por la Constitución Nacional como por
la Convención de los Derechos del Niño, la cual posee jerarquía constitucional. En este sentido, es menester destacar que el art. 75, inc. 23, CN,
contiene un mandato específico dirigido al legislador a fin de que éste
tome medidas de acción positiva tendientes a garantizar la igualdad real
de oportunidades y de trato y, en particular, el pleno goce y ejercicio de
los derechos constitucionalmente reconocidos, en especial respecto de
grupos que se consideran más vulnerables, como es el caso de los niños.
Por su parte, la Convención sobre los Derechos del Niño, en referencia al
derecho a la salud, reconoce, en su art. 24, el derecho del niño al disfrute
del más alto nivel posible de salud y de servicios para el tratamiento de las
enfermedades y la rehabilitación de la salud. La norma obliga a los Estados
parte a asegurar que ningún niño se vea privado de su derecho a recibir
servicios sanitarios, y a garantizar la plena aplicación del derecho de que
se trata, mediante diversas medidas que allí se enuncian.
Dichas obligaciones estatales, entre otras que protegen a las personas
menores de edad, han sido además explicitadas en la ley 26061 de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, que
establece, en su art. 14, la obligación del Estado de garantizar el derecho
de aquellos a la atención integral de la salud y a recibir asistencia médica
necesaria. Por su parte, el art. 29 dispone que se deberán adoptar todas
las medidas administrativas, legislativas y judiciales y de otra índole, para
garantizar el efectivo cumplimiento de los derechos y garantías reconocidos en la citada ley” (considerando V.1.).
“…el Estado nacional asumió compromisos internacionales explícitos
encaminados a promover y facilitar las prestaciones de salud que requiera la minoridad y no puede desligarse válidamente de esos deberes so
pretexto de la inactividad de otras entidades públicas o privadas, máxime
cuando ellas participan de un mismo sistema sanitario y lo que se halla
en juego es el interés superior del niño, que debe ser tutelado por sobre
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
otras consideraciones por todos los departamentos gubernamentales (in
re “Campodónico de Beviacqua, Ana C. v. Estado Nacional -Ministerio de
Salud y Acción Social - Secretaría de Programas de Salud y Banco de Drogas Neoplásicas s/amparo-”)” (considerando VI).
Véase fallo completo en la página 169
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“L., M. B. c/E.N.”, Juzgado Federal en lo Civil, Comercial y Contencioso Administrativo Nº 2 de San Martín, 12/10/2011
“Hallándose en juego la subsistencia de un derecho personalísimo
como el derecho a la salud de un niño, de principal rango en el texto de
la Constitución Nacional y en los tratados internacionales de jerarquía
constitucional –art. 75 inc. 22-, ante la interposición de la acción con el fin
de garantizar su plena vigencia y protección cabe adoptar una interpretación extensiva y no restrictiva sobre la procedencia de la medida cautelar
incoada, a fin de evitar un eventual daño al menor, si en el momento de
ejecutar la sentencia dicha ejecución se convierte en ineficaz o imposible.
En el sub examine considero que los argumentos invocados por la actora
cumplen prima facie con los requisitos mencionados, surgiendo claramente
de la copia del resumen de historia clínica agregada a la causa y demás documental médica acompañada, que habiéndose realizado la mejor solución
para la menor es la colocación de los implantes cocleares indicados por
el facultativo, con el fin que la menor pueda conectarse con los sonidos
ambientales para facilitarle la comunicación a través de la discriminación
de la palabra, permitiendo su estabilidad emocional y social, circunstancia
ésta que habilita a la suscripta a disponer en el sentido pretendido.
Tal decisión está sustentada en la situación invocada, y basándome en
las resoluciones de este Tribunal y del Superior in re “Lago, José c/Instituto
de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados s/amparo”, causa 1656,
Sala II, del 10/12/98, entre muchos otros” (considerando II).
Véase fallo completo en la página 251
285
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
2. Personas con discapacidad (ley 24901)
“Campodónico de Beviacqua”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 323:3229, 24/10/2000
“…el niño se halla amparado por las disposiciones de la ley 22.431, de
“protección integral de las personas discapacitadas” -a que adhirió la Provincia de Córdoba- y ello obliga también a asegurarle los tratamientos médicos en la medida en que no puedan afrontarlos las personas de quienes
dependa o los entes de obra social a los que esté afiliado (conf. certificado
de fs. 6; arts. 1°, 3° y 4°, ley 22.431 y ley provincial 7008), lo cual corrobora
la sinrazón del acto de la autoridad pública que amenazó con grave riesgo
sus derechos a la vida y la salud” (considerando 32).
“Que por ley 24.901 se ha creado un sistema de prestaciones básicas
“de atención integral a favor de las personas con discapacidad” y se ha dejado a cargo de las obras sociales comprendidas en la ley 23.660 la obligatoriedad de su cobertura (arts. 1° y 2°). Empero, frente al énfasis puesto en
los tratados internacionales para preservar la vida de los niños, el Estado
no puede desentenderse de sus deberes haciendo recaer el mayor peso
en la realización del servicio de salud en entidades que, como en el caso,
no han dado siempre adecuada tutela asistencial, conclusión que lleva en
el sub examine a dar preferente atención a las necesidades derivadas de
la minusvalía del menor y revaloriza la labor que debe desarrollar con tal
finalidad la autoridad de aplicación” (considerando 33).
Véase fallo completo en la página 37
287
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“M., M. c M. S. y A. S.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
324:3569, 16/10/2001
“…debe señalarse que la ley 24.901 instituye un sistema de prestaciones básicas de atención integral a favor de las personas con discapacidad,
que contempla acciones de prevención, asistencia, promoción y protección, con el objeto de brindarles una cobertura integral a sus necesidades
y requerimientos (art. 1°) y dispone que las obras sociales tendrán a su
cargo, con carácter obligatorio, la cobertura de tales prestaciones. Producto de esta obligación, al modificar el primer párrafo del art. 4° de la
ley 22.431, aclara que el Estado, a través de sus organismos, prestará los
beneficios del sistema a las personas con discapacidad no incluidas dentro
del sistema de obras sociales, en la medida que aquéllas o las personas
de quienes dependan no puedan afrontarlas (art. 3°) y, con mayor precisión aún, prescribe: “Las personas con discapacidad que carecieren de
cobertura de obra social tendrán derecho al acceso a la totalidad de las
prestaciones básicas comprendidas en la presente norma, a través de los
organismos dependientes del Estado” (art. 4°)” (considerando V).
Véase fallo completo en la página 45
289
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Floreancig, Andrea. C.”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
329:2552, 11/07/2006
“...la existencia de una obra social que deba cumplir el Programa Médico
Obligatorio -resolución 247/96, MS y AS, ya citada-, no puede redundar en
perjuicio de la afiliada y menos aún del niño, pues si se aceptara el criterio
de la recurrente que pretende justificar la interrupción de su asistencia en
razón de las obligaciones puestas a cargo de aquella entidad, se establecería
un supuesto de discriminación inversa respecto de la madre del menor que,
amén de no contar con prestaciones oportunas del organismo al que está
asociada, carecería absolutamente del derecho a la atención sanitaria pública, lo que colocaría al Estado Nacional en flagrante violación de los compromisos asumidos en el cuidado de la salud” (Fallos: 323: 3229, ya citado).
Debe tenerse en cuenta, además, la condición de persona con discapacidad del menor, acreditado en autos con el certificado pertinente. En su
mérito, halla amparo en las disposiciones de la ley 24.901 de protección
integral de las personas con discapacidad en tanto, como expresó el Tribunal “...ello obliga también a asegurarle los tratamientos médicos en la
medida en que no puedan afrontarlos las personas de quienes dependa
o los entes de la obra social a los que esté afiliado... lo cual corrobora la
sinrazón del acto de la autoridad pública que amenazó con grave riesgo
sus derechos a la vida y la salud. 33) Que por ley 24.901 se ha creado
un sistema de prestaciones básicas ‘de atención integral a favor de las
personas con discapacidad’ y se ha dejado a cargo de las obras sociales
comprendidas en la ley 23.660 la obligatoriedad de su cobertura (arts. 1
y 2). Empero, frente al énfasis puesto en los tratados internacionales para
preservar la vida de los niños, el Estado no puede desentenderse de sus
deberes haciendo recaer el mayor peso en la realización del servicio de la
salud en entidades que, como en el caso, no han dado siempre adecuada
tutela asistencial, conclusión que lleva en el sub examine a dar preferente
atención a las necesidades derivadas de la minusvalía del menor y revaloriza la labor que debe desarrollar con tal finalidad la autoridad de aplicación” (Fallos: 323:3229, en cita)” (considerando VII. del dictamen fiscal).
Véase fallo completo en la página 63
291
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Cambiaso Péres de Nealón”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
330:3725, 28/08/2007
“…por imperio del art. 1 de la ley 24.754, las empresas o entidades
que presten servicios de medicina prepaga deben cubrir, como mínimo,
las mismas prestaciones que resulten obligatorias para las obras sociales.
Esto último comprende las prestaciones que, con dicho carácter obligatorio, establezca y actualice periódicamente la autoridad de aplicación en
ejercicio de la facultad que le confiere el art. 28 de la ley 23.661.Y también,
en lo que atañe a las personas con discapacidad, todas las que requiera
su rehabilitación (art. 28 cit.), así como, en la medida en que conciernan
al campo médico asistencial enunciado en el art. 1 de la ley 24.754, las
demás previstas en la ley 24.901. Todo ello, sin perjuicio de la obligación
de asegurar la cobertura de medicamentos que requieran las prestaciones
obligatorias, contemplada en la última parte del reiteradamente citado art.
28” (considerando 8ª del voto mayoritario).
“…es oportuno recordar que les corresponde a las mencionadas empresas o entidades “efectivamente asegurar a los beneficiarios las coberturas tanto pactadas como legalmente establecidas (v. art. 1, ley 24.754)”,
máxime cuando no debe olvidarse que si bien la actividad que asumen
pueda representar determinados rasgos mercantiles “en tanto ellas tienden a proteger las garantías constitucionales a la vida, salud, seguridad e
integridad de las personas (v. arts. 3, Declaración Universal de Derechos
Humanos; 4 y 5, Convención Americana sobre Derechos Humanos y 42 y
75, inc. 22, de la Ley Fundamental), también adquieren un compromiso social con sus usuarios”, que obsta a que puedan desconocer un contrato, o,
como ocurre en el sub-lite, invocar sus cláusulas para apartarse de obligaciones impuestas por la ley (v. doctrina de Fallos: 324:677)” (considerando
9º del voto mayoritario).
Véase fallo completo en la página 137
293
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“R., A. D. c/Estado Nacional”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, R.
350.XLI, 04/09/2007
“…habida cuenta de los distintos agravios constitucionales formulados
por la actora, la Corte juzga conveniente esclarecer el litigio, de conformidad con el art. 75.22 de la Constitución Nacional, a la luz de los arts.
XVI de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
(“Toda persona tiene derecho a la seguridad social que le proteja contra
las consecuencias [...] de la incapacidad que, proveniente de cualquier otra
causa ajena a su voluntad, la imposibilite física o mentalmente para obtener
los medios de subsistencia”), 25.1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (“Toda persona [...] tiene asimismo derecho a los seguros
en caso de [...] invalidez [...] y otros casos de pérdida de sus medios de
subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad”) y 9 del
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (“Los
Estados Partes [...] reconocen el derecho de toda persona a la seguridad
social, incluso al seguro social”), todo ello en estrecha combinación con el
derecho a la vida” (considerando 3º).
“…los recaudos para acceder al beneficio que han sido puestos de
manifiesto, son muestra más que elocuente de que éste fue previsto para
cubrir contingencias sociales absolutamente extremas, vale decir, situaciones que ponen en juego, de manera palpable y potente, la “subsistencia”
misma de la persona humana, de una persona carente de “recursos o amparo”, por usar vocablos del propio decreto 432/97, y que, en cuanto al
primero, también emplean las memoradas Declaración Americana y Universal. El art. 9 del Pacto Internacional supra aludido resulta, asimismo, de
aplicación a la causa, tal como lo ha puntualizado el Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales: “[l]os regímenes de seguridad social y
de mantenimiento de los ingresos revisten importancia particular para las
personas con discapacidad. Como se indica en las Normas Uniformes ‘Los
Estados deben velar por asegurar la prestación de apoyo adecuado en
materia de ingresos a las personas con discapacidad que, debido a la discapacidad o a factores relacionados con ésta, hayan perdido temporalmente
sus ingresos, reciban un ingreso reducido o se hayan visto privadas de
oportunidades de empleo” (Observación General N° 5. Las personas con
discapacidad, HRI/GEN/1/Rev.6, págs. 34/35, párr. 28. La referencia es a las
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Normas Uniformes sobre la igualdad de oportunidades para las personas
con discapacidad - anexo de la resolución de la Asamblea General de las
Naciones Unidas 48/96, 20-XII-1993).
A su vez, el ya descripto régimen de tramitación para el otorgamiento de la prestación avala por entero la naturaleza de ésta que se acaba
de afirmar, así como también lo hacen las indicadas modalidades de suspensión, de caducidad y de control, al tiempo que subrayan el carácter
fuertemente condicionado al que se encuentra sujeto su posterior goce”
(considerando 6º).
Véase fallo completo en la página 73
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“María, Flavia Judith”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
330:4647, 30/10/2007
“Corresponde recordar, por otra parte que, tal como lo expresa el
artículo 1° y el mensaje de elevación, la ley 22.431 instituyó un sistema
de protección integral de las personas discapacitadas tendientes a abarcar
todos los aspectos relativos a su situación dentro de la sociedad, tratando
de establecer un régimen particular en relación con los derechos de los
discapacitados, así como respecto de las obligaciones que se imponen a los
órganos del Estado. El objetivo de la ley se dirige fundamentalmente a tratar de conceder a quienes se encontraren en esas condiciones, franquicias
y estímulos que le permitan -en lo posible-neutralizar la desventaja que la
discapacidad les provoca (v. doctrina de Fallos: 313:579)” (considerando IV
del dictamen fiscal).
“Este Tribunal ha afirmado que el derecho a la salud -especialmente
cuando se trata de enfermedades graves (y en el caso se ha acompañado
un certificado nacional en el que consta que la actora padece discapacidad
de naturaleza motora, mental, visceral y sensorial grave)- está íntimamente relacionado con el derecho a la vida y con el principio de autonomía personal, toda vez que un individuo gravemente enfermo no está en
condiciones de optar libremente por su propio plan de vida. A mayor
abundamiento, sostuvo también que el derecho a la salud, desde el punto
de vista normativo, está reconocido en los tratados internacionales con
rango constitucional (art. 75, inc. 22) entre ellos, el art. 12, inc. c del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; inc. 1, arts. 4
y 5 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos -Pacto de San
José de Costa Rica-; inc. 1, del art. 6 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos; como así también el art. 11 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y el art. 25 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos (conf. Fallos: 323:1339; 326:4931)” (voto
de la doctora Highton de Nolasco considerando 4º).
Véase fallo completo en la página 213
297
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Rivero, Gladys Elizabeth”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos
332:1394, 09/06/2009
“…tal como lo señala su artículo 1º, la ley provincial Nº 2055 (que
emula a la ley nacional Nº 22.431), instituye un esquema de protección
integral de las personas discapacitadas, tendiente a abarcar todos los aspectos relativos a su situación dentro de la sociedad. Traza así, un estatuto particular respecto del reconocimiento de los derechos de los
discapacitados, y de las obligaciones que se imponen a todos los órganos
estatales. Como se ha dicho reiteradamente respecto de la ley Nº 22.431
-y puede predicarse perfectamente de su correlato local-, su propósito
apunta, fundamentalmente, a habilitar franquicias y estímulos que permitan neutralizar, de algún modo, la desventaja que la discapacidad provoca,
mediante una estructura de protección fuerte, global e inmediata (arg.
Fallos: 313:579; y 327:2413, que remite al dictamen de esta Procuración)”
(considerando V. 1º del dictamen fiscal).
“A esta altura, parece oportuno traer a colación, una vez más, la enseñanza de V.E. en el sentido de que la protección y la asistencia universal de
la infancia discapacitada, constituye una política pública, en tanto consagra
ese mejor interés, cuya tutela encarece -elevándolo al rango de principio-,
la Convención sobre los Derechos del Niño (arts. 3, 4 y 24 de dicho pacto
y 75 inc. 22 y 23 de la Constitución Nacional).
Esa doctrina es particularmente esclarecedora en cuanto a que la niñez, además de la especial atención por parte de quienes están directamente encargados de su cuidado, requiere también la de los jueces y de
la sociedad toda; con lo cual, la consideración primordial de aquel interés
viene tanto a orientar como a condicionar la decisión jurisdiccional; con
singular énfasis en aquellos menores aquejados por impedimentos físicos
o mentales, cuyo interés debe ser custodiado, con acciones positivas y por
sobre otras consideraciones, por todos los departamentos gubernamentales (conf. esp. desarrollo efectuado por esta Procuración en el dictamen
emitido con fecha 14/2/2006, in re “Arvilly, Giselle Marina c/Swiss Medical
S.A.” -S.C. A. Nº 804, L. XLI-, doctrina de Fallos: 327:2413, con remisión
a la opinión de este Ministerio; y criterios vertidos en torno al tema en
Fallos: 321:1684; 323:1339 y 3229; 324:754 y 3569; 326:4931; 327:2127
y 2413; 328:1708; 329:2552 y “Cambiaso Péres de Nealón, Celia María
299
300
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Ana y otros c/CEMIC” del 28/8/2007 -S.C. C. Nº 595, L. XLI-, entre muchos otros; ver asimismo “Normas Uniformes sobre la equiparación de
oportunidades de las personas con discapacidad” ONU; Resolución CD
47.R1 sobre derechos humanos y discapacidad, OPS/OMS, 25/9/2006)”
(considerando VI del dictamen fiscal).
Véase fallo completo en la página 225
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Alegre Vergara, Nancy Elsa”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta,
17/03/2011
“…debe tenerse en cuenta que esta Cámara convocó a tres audiencias para tratar de alcanzar la solución menos gravosa para ambas partes, lo que en la práctica significó la ordinarización del proceso por lo
que, aún cuando lo venido en recurso fue la concesión de una medida
cautelar, lo aquí dispuesto se traduce en una solución de fondo, luego de
haber escuchado directamente y en tres oportunidades a ambas partes;
confirmándose en ese sentido la internación, como fuera resuelto en
primera instancia, por el período de tres meses, en la Clínica Rita Bianchi
de Córdoba, que es lo que aconseja la protección y tratamiento de la
menor discapacitada cuya salud no tolera más demoras en la realización
del tratamiento que puede permitirle desarrollar por sí misma funciones
esenciales de la vida” (considerando V).
“…certificada la discapacidad por la Junta Evaluadora de la Provincia
de Salta, la cobertura integral es obligatoria conforme a la ley 24.901
y normas reglamentarias y pueden serle opuestas al PAMI quien debe
dar cumplimiento acabado a sus disposiciones, de modo que no siendo suficientes las defensas opuestas y las constancias arrimadas por la
demandada como para desvirtuar la necesidad de llevar a cabo lo propuesto por los especialistas, cabe destacar la procedencia de la acción
para obligar a cubrir las prestaciones específicas requeridas a favor de la
menor J.G.A.” (considerando V).
Véase fallo completo en la página 93
301
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Fabersani, Ana Irma”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta, 07/04/2011
“…debe tenerse en cuenta que esta Cámara convocó a tres audiencias para tratar de alcanzar la solución menos gravosa para ambas partes,
lo que en la práctica significó la ordinarización del proceso por lo que,
aún cuando lo venido en recurso fue la concesión de una medida cautelar, lo aquí dispuesto se traduce en una solución de fondo, luego de
haber escuchado directamente y en tres oportunidades a ambas partes;
confirmándose en ese sentido la internación, como fuera resuelto en
primera instancia, por el período de tres meses, en la Clínica Rita Bianchi
de Córdoba, que es lo que aconseja la protección y tratamiento de la
menor discapacitada cuya salud no tolera más demoras en la realización
del tratamiento que puede permitirle desarrollar por sí misma funciones
esenciales de la vida” (considerando V).
“…frente al planteo de reintegro de gastos realizado por la actora para
la atención de la salud de su hija discapacitada, no es válido que el Instituto
demandado niegue su procedencia oponiendo una cuestión eminentemente formal (como es que el amparo no es la vía adecuada para ello), siendo
que en el trámite procesal tuvo la posibilidad de ejercitar adecuadamente
su derecho de defensa. Por el contrario, en lugar de buscar dar respuesta y
soluciones a los pedidos de la afiliada, se limitó a insistir en lo inadecuado
del trámite utilizado para tal reclamo.
Es asimismo inaceptable que se postergue el reconocimiento de la internación domiciliaria por doce horas, cuando es obvio que la paciente
requiere de asistencia permanente por su estado de postración, ceguera,
afasia motora y la dificultad en alimentarse; a lo que se suma nuevamente
la buena voluntad de la madre que se ofrece a cubrir las horas de la noche(cfr. fs. 63 vta)” (considerando 2).
Véase fallo completo en la página 101
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Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Guiglietti, María Ángela Antonia”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Civil y Comercial Federal, Sala I, 07/06/2011
“…se encuentra acreditado en el “sub lite” la condición de afiliada de
la actora (fs. 32), su condición de discapacitada (ver certificado obrante a
fs. 9), como así también las enfermedades que padece (trastorno depresivo y parkinson), la necesidad de que reciba la prestación de internación,
considerándose adecuado -además- el instituto en el que se encuentra y
contraindicado su traslado a otra institución” (…)
“La amplitud de las prestaciones previstas en la ley 24.901 resulta ajustada a su finalidad, que es la de lograr la integración social de las personas
con discapacidad (ver arg. arts. 11, 15, 23 y 33)” (considerando 4).
“…considerando los específicos términos de la prescripción del médico tratante (conf. fs. 34/35) y teniendo en cuenta que el juzgamiento
de la pretensión cautelar sólo es posible mediante una limitada aproximación a la cuestión de fondo sin que implique avanzar sobre la decisión
final de la controversia, cabe concluir que el mantenimiento de la medida
precautoria decretada no ocasiona un grave perjuicio a la demandada,
pero evita, en cambio, el agravamiento de las condiciones de vida de la
actora discapacitada.
Asimismo, es la solución que, de acuerdo con lo indicado por el médico tratante, mejor se corresponde con la naturaleza del derecho cuya
protección cautelar se pretende -que compromete la salud e integridad
física de las personas (Corte Suprema de la Nación, Fallos: 302:1284)-, reconocido por los pactos internacionales (art. 25, inc. 1, de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos y el art. 12, inc. 2, ap. d, del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales), de jerarquía
constitucional (art. 75, inc. 22, de la Constitución Nacional; conf. esta Sala,
causas 22.354/95 del 2.6.95, 53.078/95 del 18.4.96, 1251/97 del 18.12.97,
436/99 del 8.6.99, 7208/98 del 4.11.99, 53/01 del 15.2.01 y 2038/03 del
10.7.03, entre otras; en igual sentido, C.S. Mendoza, Sala I, del 1/3/93 y C.
Fed. La Plata, Sala 3, del 8/5/200, ED del 5/9/2000); por lo menos, hasta el
dictado de la sentencia definitiva” (considerando 6).
“Por lo demás, no es ocioso recordar que el Alto Tribunal ha sostenido
que “...los discapacitados, a más de la especial atención que merecen de
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
quienes están directamente obligados a su cuidado, requieren también la de
los jueces y de la sociedad toda, siendo que la consideración primordial del
interés del incapaz, viene tanto a orientar como a condicionar la decisión
de los jueces llamados al juzgamiento de estos casos” (conf. Corte Suprema, in re “Lifschitz, Graciela Beatriz y otros c/ Estado Nacional”, del 15-6-04;
en igual sentido, doctrina de Fallos 322:2701 y 324:122)” (considerando 7).
Véase fallo completo en la página 241
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Navamuel, Elena”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta, 26/09/2011
“…procede puntualizar que dentro del Sistema de Prestaciones Básicas en Habilitación y Rehabilitación integral a favor de personas con Discapacidad establecido por la ley 24.901, se les adjudica a las prestaciones
asistenciales el siguiente alcance “se entiende por prestaciones asistenciales a aquellas que tienen por finalidad la cobertura de los requerimientos
básicos de la persona con discapacidad (hábitat-alimentación-atención especializada) a los que se accede de acuerdo con el tipo de discapacidad y
situación socio familiar que posea el demandante” (Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial y Contencioso administrativo de 2da. Nominación, Río Cuarto, en autos “Oviedo, Rosana del Valle y Ariel Guillermo
Meinero (en representación de E.D.M.) c/Adm. Provincial de Seguro de
Salud (A.P.R.O.S.S.) de fecha 22/03/2010 -Publicado en La Ley on line Cita Online: AR/JUR/18622/2010)” (considerando V.3º).
Véase fallo completo en la página 111
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Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
3. Personas adultas mayores
“Reynoso, Nilda Noemí”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos:
329:1638, 16/05/2006
“...el derecho a la salud, máxime cuando se trata de enfermedades graves, está íntimamente relacionado con el derecho a la vida, siendo éste el
primer derecho de la persona humana que resulta reconocido y garantizado por la Constitución Nacional. El hombre es el eje y centro de todo
el sistema jurídico y en tanto fin en sí mismo -más allá de su naturaleza
trascendente- su persona es inviolable y constituye un valor fundamental,
con respecto al cual los restantes valores tienen siempre carácter instrumental (v. doctrina de Fallos: 323:3229) (…)
“…si bien los anexos del PMO establecen la cobertura de sólo el 40%
del Ampliactil, y no contemplan la provisión de pañales descartables, lo
cierto es que tales especificaciones resultan complementarias y subsidiarias y, por lo tanto, deben interpretarse en razonable armonía con el principio general que emana del artículo 1° del Decreto 486/2002 en cuanto
(…) garantiza a la población el acceso a los bienes y servicios básicos
para la conservación de la salud. Además, en el inciso “d”, puntualiza que
el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados se
encuentra obligado a asegurar a sus beneficiarios el acceso a las prestaciones médicas esenciales (…)
“…es inevitable tener en cuenta que la actora (…) es una anciana de
75 años, que se desplaza en silla de ruedas, que presenta demencia senil
e incontinencia de esfínteres como complicaciones directas del estado
avanzado de la diabetes tipo 1, y a cuyo respecto tramita un juicio por
insania y curatela (…)
Conforme a los certificados médicos agregados en autos (…), los
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
medicamentos le son absolutamente indispensables, así como los pañales descartables por carecer de autosuficiencia y como única forma de
continuar con una vida mínimamente digna, dada su senilidad y la incontinencia que padece.
También está probado que no tiene ninguna posibilidad de acceso a dichos fármacos e insumos, debido a sus escasos ingresos que consisten en
una mínima pensión de $241,30 (…), y la ayuda de su hija que sólo percibe
$150 del Programa Jefe de Hogar (. . .).
Por las razones expuestas, estimo que el I.N.S.S.J.P. debe proporcionar a la actora el 100 % de Ampliactil y los pañales descartables que
necesite, sin que ello importe anticipar opinión para otros supuestos en
que no concurran las circunstancias de extrema necesidad que se dan en
el presente caso (…).
Por último, a partir de la crítica situación antes descripta en la que se
encuentra la amparista, no dejo de advertir la gravedad de la imposición
de las costas de la alzada en un 20 % a su cargo, máxime en una cuestión
de las características apuntadas, lo que, de hacerse efectivo, conduciría a
frustrar el objeto integral de su pretensión ya que significaría una quita a
sus magros ingresos, por lo que propicio que las costas sean soportadas
íntegramente por la demandada (punto III del dictamen fiscal).
“…cuando se trata del INSSJP, que recibe el financiamiento público
dispuesto en el artículo 8.k de la ley 19.032, la capacidad adquisitiva del
afiliado debe ser un dato a tomar en cuenta. Como este deber del INSSJP
tiene carácter jurídico y, concretamente, apoyo en el derecho federal (régimen de la ley 19.032), me inclinaré por aceptar la pretensión de la actora
y la opinión coincidente del Procurador Fiscal en cuanto a que la situación
de carencia económica debe ser tomada en cuenta por el INSSJP a efectos
de otorgar cobertura sanitaria a sus afiliados (…).
“…si bien toda obra social debe aplicar sus recursos con algún efecto
distributivo (artículo 3° de la ley 23.660, in fine), el INSSJP, por recibir
fondos estatales, debe incluir en esa regla de distribución el dato referido a la carencia total de recursos propios e imposibilidad de trabajar
de sus afiliados.
Le corresponde financiar un porcentaje tal que permita el acceso efectivo de todos los afiliados a las mismas prestaciones incluidas en la cobertura
y, en caso de que, por razones presupuestarias, esa cobertura no pueda ser
igual para todos, es decir el mismo porcentaje del costo final, entonces deberá ser diferencial hasta alcanzar las posibilidades económicas del afiliado,
y si, finalmente, estas son nulas, entonces deberá financiar el cien por ciento
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
del medicamento, pese a que otros afiliados tengan sólo una cobertura parcial” (considerando 10 del voto en disidencia parcial de la doctora Argibay).
Dictamen del Procurador Fiscal de la Nación:
Suprema Corte:
I. La Sala Civil, de la Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata, en lo que aquí interesa, confirmó la sentencia del juez de grado
en cuanto ordena al I.N.S.S.J.P. proveer al amparista de insulina humana 100V, cintas reactivas y jeringas descartables. En cambio, revocó
parcialmente el pronunciamiento aludido en
orden a la cobertura total de “Ampliactil” por
corresponder le sea suministrado a la actora en
un 40 %, y pañales descartables por no corresponderle (v. fs. 106/112).
Para así decidir, señaló que la accionante
manifestó en el escrito de inicio que, a consecuencia de su enfermedad (diabetes) debe
suministrársele Insulina Humana 100V en dos
dosis diarias, necesitando contar con una jeringa para cada aplicación, y que, para el control de
la glucemia le es imprescindible el uso de cintas
reactivas. Esta alegación de la amparista –prosiguió- no fue contradicha por el I.N.S.S.J.P. y por
ende a ello debe estarse (art. 17 de la ley de amparo y arts. 356, inc. 1°, y concordantes del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).
Dijo que la Insulina Humana 100V corresponde sea suministrada con cobertura total,
según lo dispuesto en el Anexo I, punto 7.5.,
apartado tercero, de la Resolución 201/2002
del Ministerio de Salud que regula el Programa
Médico Obligatorio de Emergencia. Respecto
a la solicitud de cintas reactivas –añadió- también es aplicable el PMO, que en su parte per-
tinente establece que para pacientes diabéticos
insulinodependientes se duplicará la provisión
de tirillas para medición de glucemia.
En cuanto al “Ampliactil” consideró ajustado
estarse a lo resuelto por el PMO, es decir hacer
lugar a la cobertura de sólo el 40%, según lo establece el Anexo I, punto 7.1.
En lo que hace a la entrega de pañales, manifestó que, si bien existe un sistema nacional
denominado “Programa de Provisión de Higiénicos Absorbentes Descartables”, aprobado por
Resolución 235/01, éste no se encuentra vigente a la fecha atento al estado de emergencia sanitaria nacional declarado por Decreto 486/02
y no existir normativa alguna en el PMO.
II. Contra este pronunciamiento, la parte actora, representada desde el comienzo del juicio
por el Ministerio Público de la Defensa, interpuso el recurso extraordinario de fs. 115/123,
que fue concedido a fs. 131.
Critica a la sentencia por arbitraria manifestando que si bien es cierto que la demandada
dio cumplimiento a lo específicamente regulado en el Programa Médico Obligatorio de
Emergencia, no es menos cierto que este Programa contempla situaciones generales que no
pueden nunca ser atribuidas a una situación
particular como la que se plantea en el caso.
Alega que el derecho a la vida y su correlativo
derecho a la salud y a la integridad personal se
encuentran constitucionalmente plasmados en
distintas cláusulas normativas. Invoca la Decla-
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312
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
ración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre, la Declaración Universal de los
Derechos Humanos y el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Expresa que el Estado creó el I.N.S.S.J.P., siendo posteriormente reconocido como agente del
seguro de salud instituido por las leyes 23.660 y
23.661, dictadas con la finalidad de procurar el
pleno goce del derecho a la salud para todos los
habitantes del país.
Aduce que no es solamente el PMOE lo que
determina la cobertura por parte de la Obra Social, sino también las normas constitucionales e
internacionales, la ley 23.661, la ley 23.753, el
decreto 1271/98 y el Decreto 486/02 que determina la emergencia sanitaria nacional en el
marco del cual luego se dictó el PMOE.
Manifiesta que en el sub-lite desoyendo lo
estatuido por las normas superiores mencionadas, se establece que el Instituto debe cubrir
solo un 40 % de la medicación y no hacerse cargo de la provisión de pañales, debiendo tenerse
en cuenta que el accionante carece de recursos
mínimos para su subsistencia por lo que mal
podría pagar la medicación y los insumos le resultan indispensables.
Reprocha que los sentenciadores, si bien invocan como aplicable al caso la Resolución
201/2002 del Ministerio de Salud Pública de la
Nación, no lo hacen en correlación con las demás normas que rigen la materia, como la Ley
del Sistema Nacional de Seguro de Salud, la ley
específica sobre diabetes, su decreto reglamentario y el propio decreto en virtud del cual se
dispuso la resolución mencionada. Sostiene
que mediante la aplicación de una norma inferior (una resolución ministerial) se está desconociendo lo establecido en dos decretos del
Poder Ejecutivo y en dos leyes nacionales, cuya
correcta interpretación impone adoptar una so-
lución diametralmente distinta y conceder las
medicinas e insumos requeridos.
III. Corresponde recordar en primer término, que V.E. tiene dicho que el derecho a la salud, máxime cuando se trata de enfermedades
graves, está íntimamente relacionado con el
derecho a la vida, siendo éste el primer derecho
de la persona humana que resulta reconocido y
garantizado por la Constitución Nacional. El
hombre es el eje y centro de todo el sistema
jurídico y en tanto fin en sí mismo -más allá
de su naturaleza trascendente- su persona es
inviolable y constituye un valor fundamental,
con respecto al cual los restantes valores tienen
siempre carácter instrumental (v. doctrina de
Fallos: 323:3229).
Partiendo de esta premisa, cabe señalar que, si
bien los anexos del PMO establecen la cobertura
de sólo el 40% del Ampliactil, y no contemplan
la provisión de pañales descartables, lo cierto es
que tales especificaciones resultan complementarias y subsidiarias y, por lo tanto, deben interpretarse en razonable armonía con el principio
general que emana del artículo 1° del Decreto
486/2002 en cuanto -aun en el marco de la
emergencia sanitaria-, garantiza a la población
el acceso a los bienes y servicios básicos para la
conservación de la salud. Además, en el inciso
“d”, puntualiza que el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados se
encuentra obligado a asegurar a sus beneficiarios
el acceso a las prestaciones médicas esenciales.
En este contexto, es inevitable tener en cuenta que la actora -según constancias de autos no
controvertidas por la demandada- es una anciana de 75 años, que se desplaza en silla de
ruedas, que presenta demencia senil e incontinencia de esfínteres como complicaciones
directas del estado avanzado de la diabetes
tipo 1, y a cuyo respecto tramita un juicio por
insania y curatela (v. certificados fs. 19 y 20).
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Conforme a los certificados médicos agregados en autos (fs. 5/14), los medicamentos le
son absolutamente indispensables, así como
los pañales descartables por carecer de autosuficiencia y como única forma de continuar con
una vida mínimamente digna, dada su senilidad
y la incontinencia que padece.
También está probado que no tiene ninguna
posibilidad de acceso a dichos fármacos e insumos, debido a sus escasos ingresos que consisten en una mínima pensión de $241,30 (v. fs.
15/16), y la ayuda de su hija que sólo percibe
$150 del Programa Jefe de Hogar (v. fs. 17/18).
Estos ingresos no han sido discutidos por el
organismo demandado, ni tampoco se ha probado que la actora cuente con otros recursos.
Por las razones expuestas, estimo que el
I.N.S.S.J.P. debe proporcionar a la actora el 100
% de Ampliactil y los pañales descartables que
necesite, sin que ello importe anticipar opinión
para otros supuestos en que no concurran las
circunstancias de extrema necesidad que se dan
en el presente caso.
No está de más agregar que, en cuanto al Ampliactil, el organismo demandado tampoco ha
intentado demostrar la existencia de otros medicamentos alternativos o genéricos de menor
costo e igual calidad que produzcan los mismos
efectos que el específico solicitado.
La solución que propicio, encuentra justificación en precedentes del Tribunal, que ha
establecido que el derecho a la vida, más que
un derecho no enumerado en los términos del
artículo 33 de la Ley Fundamental, es una prerrogativa implícita, ya que el ejercicio de los
derechos reconocidos expresamente requiere
necesariamente de él y, a su vez, el derecho a la
salud -especialmente cuando se trata de enfermedades graves- está íntimamente relacionado
con el primero y con el principio de autono-
mía personal, ya que un individuo gravemente
enfermo no está en condiciones de optar libremente por su propio plan de vida (v. doctrina
de Fallos: 323:1339). También ha dicho que el
derecho a la salud, desde el punto de vista normativo, está reconocido en los tratados internacionales con rango constitucional (art. 75, inc.
22) entre ellos, el art. 12 inc. c del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales; inc. 1 arts. 4 y 5 de la Convención
sobre Derechos Humanos -Pacto de San José de
Costa Rica- e inc. 1 del art. 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, extensivo
no solo a la salud individual sino también a la
salud colectiva (Del dictamen de la Procuración
General, al que remitió la Corte Suprema en su
sentencia del 18 de diciembre de 2003, dictada
en los autos: A.891, L.XXXVIII, caratulados
“Asociación de Esclerosis Múltiple de Salta c.
Ministerio de Salud - Estado Nacional s/acción
de amparo - medida cautelar”).
Por último, a partir de la crítica situación
antes descripta en la que se encuentra la amparista, no dejo de advertir la gravedad de la
imposición de las costas de la alzada en un 20
% a su cargo, máxime en una cuestión de las
características apuntadas, lo que, de hacerse
efectivo, conduciría a frustrar el objeto integral de su pretensión ya que significaría una
quita a sus magros ingresos, por lo que propicio que las costas sean soportadas íntegramente por la demandada.
En virtud de todo lo expuesto, y dado que
la solución del caso, atento a las condiciones
precedentemente referidas, no admite mayores
dilaciones, opino que se debe declarar procedente el recurso extraordinario y revocar la sentencia apelada. - Septiembre 30 de 2004.
Felipe D. Obarrio.
Buenos Aires, mayo 16 de 2006.
313
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Considerando:
Que las cuestiones planteadas han sido adecuadamente tratadas en el dictamen del señor
Procurador Fiscal, cuyos fundamentos son compartidos por esta Corte, y a los que corresponde
remitirse a fin de evitar reiteraciones innecesarias.
Por ello, de conformidad con lo dictaminado
por el señor Procurador Fiscal, se declara procedente el recurso extraordinario, se revoca la
sentencia apelada con el alcance señalado y, en
consecuencia, se hace lugar a la demanda (art.
16, ley 48). Con costas. Notifíquese a las partes
y, oportunamente, devuélvase.
Enrique S. Petracchi. -Elena I. Highton de
Nolasco. -Carlos S. Fayt. -Juan C. Maqueda. -E.
Raúl Zaffaroni. -Ricardo L. Lorenzetti. -Carmen M. Argibay (en disidencia parcial).
Disidencia parcial de la doctora Argibay
Considerando:
1°) La señora R., afiliada al I.N.S.S.J.P. promovió la presente acción de amparo a fin de
que la obra social le provea el medicamento
Ampliactil, cintas reactivas, jeringas y pañales
descartables. Argumentó, que tales elementos
resultan indispensables para el tratamiento de
la diabetes que padece y que no puede procurárselos por sus propios medios, dado que recibe $241,30 en concepto de jubilación y su hija
$150 del “Programa Jefe de Hogar”.
Señaló, que la urgencia del pedido radica en el
riesgo que corre, ya que la correcta aplicación
de la insulina es fundamental para su salud, y
afirmó que en numerosas oportunidades concurrió al organismo demandado sin encontrar
solución, lo que la condujo a pedir ayuda a la
Defensoría Pública Oficial donde se elaboró
una nota que tampoco obtuvo respuesta.
En concreto, invocó afectación de su derecho
a la vida, a la salud, dignidad e integridad personal garantizados en los artículos 33 y 77 inciso
22 de la Constitución Nacional, XI y XVII de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, 25.1 de la Declaración Universal
de Derechos Humanos, 2, 5.1, 11.1, 19, 26 y 29
c. de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, 2.1, 2.2 y 12 del Pacto Internacional
de Derechos Económicos Sociales y Culturales.
En el ámbito legal infraconstitucional, consideró lesionado el artículo 2° de la ley 19.032,
modificada por la ley 25.615, que dispone que:
“El instituto tendrá como objeto otorgar -por
sí o por terceros- a los jubilados y pensionados
del régimen nacional de previsión y del Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones y a su
grupo familiar primario, las prestaciones sanitarias y sociales, integrales, integradas y equitativas, tendientes a la promoción, prevención,
protección, recuperación y rehabilitación de la
salud, organizadas en un modelo prestacional
que se base en criterios de solidaridad, eficacia
y eficiencia, que respondan al mayor nivel de
calidad disponible para todos los beneficiarios
del Instituto, atendiendo a las particularidades
e idiosincrasia propias de las diversas jurisdicciones provinciales y de las regiones del país.
Las prestaciones así establecidas se considerarán servicios de interés público, siendo intangibles los recursos destinados a su financiamiento.
El Instituto no podrá delegar, ceder o de algún modo transferir a terceros las funciones
de su conducción, administración, planificación, evaluación y control que le asigna la
presente ley. Todo acto, disposición u omisión
por parte de sus autoridades que infrinja este
enunciado será declarado nulo de nulidad absoluta” (fojas 29/34 vta.).
2°) La Sala Civil de la Cámara Federal de
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Apelaciones de Mar del Plata confirmó la sentencia del juez de primera instancia en cuanto
ordenó al I.N.S.S.J.P. proveer las cintas reactivas
y jeringas descartables a la amparista. Respecto
del “Ampliactil”, el a quo revocó parcialmente
el pronunciamiento en orden a su cobertura
total, pues entendió que debía correr a cargo
del demandado sólo el 40 % de conformidad
con el Anexo I, punto 7.5 del Programa Médico
Obligatorio (Resolución 201/2002 del Ministerio de Salud). Seguidamente, dio favorable
acogida al otro agravio del PAMI consistente en
que no correspondía la entrega de pañales descartables, con sustento en que el “Programa de
Provisión de Higiénicos Absorbentes Descartables”, aprobado por la Resolución 235/01, no se
encontraba vigente a la fecha (fojas 106/111).
3°) Contra esta decisión, la parte actora ha
interpuesto recurso extraordinario federal
que resulta formalmente admisible, pues la
sentencia dictada por la Cámara Federal de
Apelaciones de Mar del Plata ha sido contraria al derecho que esa parte fundara en normas
de carácter federal, concretamente en la ley
19.032 (artículo 14.3 de la ley 48).
En efecto, la demanda había alegado el derecho de la actora a obtener un trato especial y
recibir una cobertura total de sus gastos médicos, en razón de carecer de recursos económicos
para afrontar siquiera parcialmente el costo de
los elementos que, de acuerdo con prescripción
médica, eran necesarios para preservar su salud
(Escrito de demanda, foja 29 vta., punto que fue
mantenido en la contestación de agravios, fojas
100 vta./101 y recurso extraordinario fojas 118
vta./119). La sentencia de primera instancia
hizo lugar a la pretensión en todos sus términos.
Sin embargo, la sentencia dictada por la Cámara Federal denegó ese tratamiento especial
y resolvió el caso conforme el régimen general
según el cual el INSSJP sólo está obligado a
otorgar el financiamiento establecido en la cobertura con que cuentan la generalidad de los
afiliados. Sobre esa base rechazó la petición relativa al suministro de pañales descartables y reconoció el derecho de la actora al cuarenta por
ciento (40%) del medicamento “Ampliactil”,
pero no al cien por ciento fijado en la sentencia
de primera instancia.
Esa decisión implicó negar, como lo pretendía la actora, que el derecho al trato especial
invocado encontrase respaldo en los decretos
486/02, 1271/98, ley 19.032 y más genéricamente en las diversas cláusulas de las Convenciones sobre derechos humanos incorporadas a
la Constitución Nacional.
4°) Como quedó dicho, la parte actora interpuso recurso extraordinario sobre la base de
que “si bien es cierto que la demandada dio
cumplimiento a lo específicamente regulado
en el Programa Médico Obligatorio de Emergencia (Resolución 201/2002), no es menos
cierto que este Programa contempla situaciones generales que no pueden nunca ser atribuidas a una situación particular como la que
se plantea en el caso sub examine”. Para respaldar esta consideración particular, hizo referencia al artículo XI de la Declaración Americana
de los Derechos y Deberes del Hombre; 25.1
de la Declaración Universal de Derechos Humanos; 12.d. del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; 2 y
26 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En el plano legal se apoyó en
el artículo 2° de la ley 19.032 que organiza y
regula el funcionamiento del INSSJP.
El INSSJP mantuvo, al contestar el recurso
extraordinario, el rechazo de la pretensión antes
descripta sobre la base de que, “los argumentos
relacionados con la ‘falta de medios económicos’ vertida por la accionante, si bien resulta de
digna consideración, no es circunstancia de la
315
316
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
que pueda hacerse cargo el Instituto demandado, cuya actuación se rige por prescripciones de
la ley 23.660, el vigente Plan Médico Obligatorio y la normativa de Emergencia Sanitaria, cuya
violación por la obra social, no ha sido ni discutida y por supuesto, tampoco puesta en evidencia, e incluso cumple con las mismas el Instituto,
más allá de sus obligaciones...” (fojas 128 vta.).
También explicó la demandada que de acuerdo con la ley que rige su actividad, el Instituto
es un “ente público no estatal” (leyes 19.032,
23.660 y 23.661) normativa que no admite la
interpretación que propone su contraparte,
porque “de aplicarse el criterio sustentado por
la amparista, que el Instituto debe hacerse cargo de la situación económico-financieros [sic]
que padece un amplio porcentaje, el que con
seguridad supera el 70% de la población laboralmente pasiva de este país, dejaría de ser un
Agente de Salud, desvirtuándose el objetivo de
su creación” (fojas 128 vta.).
5°) Las circunstancias de hecho y prueba, tales como el ínfimo ingreso y consiguiente nula
capacidad adquisitiva de la actora han quedado
definitivamente establecidas en las instancias
de grado y no son materia revisable por esta
Corte. Por otra parte, tampoco hay diferencias
entre los litigantes acerca de que los elementos
cuyo suministro requiere la actora forman parte
de lo que el artículo 2° de la ley 19.032 denomina “prestaciones sanitarias”. Lo mismo sucede
con respecto al alcance de la cobertura general
del INSSJP y de la competencia de las autoridades sanitarias para fijar esa cobertura general en
función de los recursos disponibles.
Por lo tanto, el punto a resolver por esta Corte
es si un caso como el de la actora debe ser tratado de un modo diferente al establecido en la cobertura general o no, es decir, si esa regla general
puede justificar la posición asumida por el INSSJP y admitida por la sentencia de la Cámara.
6°) La solución que propondré es parcialmente acorde con lo solicitado por el señor Procurador Fiscal, en la medida que considera relevante
la falta de recursos económicos de la actora (que
se limitan a la jubilación mínima) para solicitar
que se condene al Instituto a otorgar una cobertura más amplia de los gastos médicos que
le son reclamados, sin que ello implique propiciar la misma solución respecto de afiliados que
se encuentren en mejor situación económica.
(Apartado III, párrafos quinto y sexto del dictamen de fojas 137). Citó en su apoyo el precedente “Asociación de Esclerosis Múltiple de
Salta” de esta Corte (Fallos: 326:4931).
De este modo, la solución que propone
implica que, o bien el Instituto a otorgar una
cobertura más amplia de los gastos debe proporcionar a todos sus afiliados un porcentaje,
a mi modo de ver igual al que necesita el que
menos recursos propios tenga, o bien que el
Instituto debe ofrecer coberturas diferenciales
según sea la condición económica del afiliado.
Los términos del dictamen parecieran seguir
este segundo camino.
Una decisión como la propiciada daría por
sentado que el Instituto tiene facultades para
tomar decisiones de efecto redistributivo en la
aplicación de los fondos que administra y que
ante requerimientos similares debe entregar más
dinero a un cierto grupo de afiliados (los que
cobran la jubilación mínima, por ejemplo) que a
los demás. Creo que tanto en uno como en otro
caso, y ante la expresa negativa de la demandada
en este sentido, se impone expresar cuáles son las
razones en que se apoya esta competencia para
redistribuir, es decir, transferir dinero de unos a
otros, en función de su condición económica.
Otra razón por la cual reputo insuficiente
remitir al dictamen del señor Procurador Fiscal radica en el diferente tratamiento que, a mi
modo de ver, merece el reclamo vinculado con
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
aquellas prestaciones alcanzadas por la cobertura, aunque sea parcialmente, y el relacionado
con aquellas prestaciones que están lisa y llanamente fuera de la cobertura que ofrece el Instituto a sus afiliados. Tengo para mí, por las razones que más adelante expondré (considerandos
11 y 12), que los deberes del Instituto en uno y
otro caso tienen raíz y alcance distintos.
Por último, el intento de justificar la decisión
en el precedente “Asociación de Esclerosis Múltiple de Salta”, es a mi entender, desafortunado,
pues ambos casos no guardan una analogía tal
que autorice a trasladar sin restricciones la regla
de aquella decisión a la presente. En efecto, el
precedente citado se trataba de una demanda
dirigida contra el Estado Nacional y no contra
una obra social como es el INSSJP (aunque,
como se verá, una obra social con características que justifican un tratamiento singular).
En segundo término, la razón determinante de
ese fallo no fue la condición económica de los
afiliados a las obras sociales, sino la fundamentación contradictoria e insuficiente del acto
administrativo por el cual se recortó la cobertura que las obras sociales deben asegurar a las
patologías vinculadas con la esclerosis múltiple. Y, en tercer lugar, lo que allí se decidió fue
restablecer la cobertura total y universal de los
enfermos con esclerosis múltiple y síndrome de
desmielinización, sin distinciones. Por lo tanto,
mal puede ese precedente servir como justificación de una decisión, como la postulada en el
dictamen del Procurador, que ordenaría otorgar a la actora una cobertura diferencial en relación con la que corresponde a otros afiliados.
7°) La Constitución Nacional, a través de la
incorporación de diversos instrumentos internacionales, trata como un derecho humano el
de las personas a acceder a la más amplia atención de su salud que sea posible de acuerdo con
los recursos disponibles (Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre,
“XI. Toda persona tiene derecho a que su salud
sea preservada por medidas sanitarias y sociales, relativas a la alimentación, el vestido, la vivienda y la asistencia médica, correspondientes
al nivel que permitan los recursos económicos
de la comunidad”; Declaración Universal de
Derechos Humanos “Artículo 25. Derecho a
un nivel de vida adecuado que le asegure... la
salud”; Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. “Artículo 12.1.
Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al disfrute del
más alto nivel posible de salud física y mental.”
y “12.2. Entre las medidas que deberán adoptar
los Estados Partes en el Pacto a fin de asegurar
la plena efectividad de este derecho, figurarán
las necesarias para: ...d) La creación de condiciones que aseguren a todos asistencia médica y
servicios médicos en caso de enfermedad”.
8°) El sistema mediante el cual la República
Argentina procura satisfacer el derecho a la salud de sus habitantes está organizado sobre la
base de un esquema de seguridad social (obras
sociales), otro de asistencia social (prestaciones en dinero y especie directamente otorgadas por el gobierno) y un tercer esquema de seguros privados contratados entre empresas de
medicina privada y particulares. La norma más
abarcativa que se ha dictado es la ley 23.661,
cuyo artículo 5° hace referencia a la seguridad
social (incisos a y b) y, menos claramente, a la
asistencia (inciso c). Por su parte, las empresas de medicina prepaga tienen, en principio,
al contrato con el afiliado como base, aunque
con una importante restricción introducida
por la ley 24.754 que las obliga a garantizar el
programa mínimo obligatorio.
La diferencia más relevante entre los sistemas
que he mencionado como seguridad y asistencia social es que el primero tiene la forma de
un seguro que se financia mediante cuotas que
deben pagar los beneficiarios, mientras que el
317
318
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
segundo es solventado íntegramente por el dinero público y, en general, estaría previsto para
las personas carentes de recursos económicos
(Reglamentación del artículo 5.c. de la ley
23.661, dispuesta por el decreto 576/1993).
9°) El régimen legal general de las obras sociales fue introducido mediante la sanción de
la ley 23.660, aunque algunas obras sociales
tienen una regulación legal especial, como es el
caso del INSSJP que se encuentra organizado y
regulado por la ley 19.032.
Si bien las obras sociales se financian (principal, pero no exclusivamente) mediante el pago
de cuotas por sus afiliados y esto la diferencia
de la pura asistencia social, la relación entre la
cuota y la cobertura no tiene una correlación
actuarial entre riesgo y prima, como sucede en
general con los contratos de seguro. La cuota está fijada como un porcentaje del salario
que percibe el afiliado (artículo 16.b de la ley
23.660), es decir, los aportes son diferenciales
aunque la cobertura es, en principio, la misma
para todo el universo de afiliados.
Por lo tanto, las obras sociales tienen, parcialmente, una función distributiva o asistencial en favor de los afiliados que pagan cuotas
más bajas y de los que presentan un mayor
riesgo de enfermedad, pues son tratados igual
que quienes pagan cuotas más elevadas y que
quienes, por ser más sanos, demandan menos
recursos de la obra social. Este efecto distributivo encuentra respaldo en el artículo 2°, in
fine, de la ley 23.661 (que se refiere a la “justicia distributiva” en general, pero no alude de
manera expresa a criterios de distribución que
tengan en cuenta, por ejemplo, la situación
económica de los afiliados).
10) Sin perjuicio de lo señalado en el párrafo precedente, creo que, cuando se trata del
INSSJP, que recibe el financiamiento público
dispuesto en el artículo 8.k de la ley 19.032,
la capacidad adquisitiva del afiliado debe ser
un dato a tomar en cuenta. Como este deber
del INSSJP tiene carácter jurídico y, concretamente, apoyo en el derecho federal (régimen
de la ley 19.032), me inclinaré por aceptar la
pretensión de la actora y la opinión coincidente
del Procurador Fiscal en cuanto a que la situación de carencia económica debe ser tomada
en cuenta por el INSSJP a efectos de otorgar
cobertura sanitaria a sus afiliados.
El aporte de dinero público al INSSJP le
obliga a seguir una lógica distributiva más intensa, en el sentido indicado, pues lo contrario
implica concentrar la ayuda en el sector de beneficiarios con capacidad económica bastante
para soportar el porcentaje del costo sanitario
no alcanzado por la cobertura, pero no llegaría a los sectores cuya posibilidad de acceder
a dicha asistencia depende completamente del
financiamiento del INSSJP. En efecto, aquellos
jubilados que, por su carencia o severa limitación de recursos propios, se ven impedidos
de afrontar el tramo no cubierto de sus gastos
sanitarios lisa y llanamente no demandarán el
medicamento o prestación médica de que se
trate y, por ende, el INSSJP tampoco tendrá
necesidad de aportar el porcentaje que le corresponde. De este modo, el INSSJP concentrará financiamiento en los jubilados con cierta
capacidad económica propia y, silenciosamente, abandonará a los que carecen de ella y tampoco están ya en condiciones de trabajar para
procurársela. El caudal de fondos que el INSSJP destina a las coberturas parciales de gastos
sanitarios estaría dirigido en mayor medida al
grupo de jubilados que cuentan con medios
económicos suficientes para autofinanciarse,
pero excluiría a quienes, como la actora, carecen de recursos propios. Creo que semejante
clasificación entre jubilados con recursos y
sin ellos, constituye un doble fracaso en cumplir con el artículo 2° de la ley 19.032: no es
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“equitativa” en sus efectos, pues introduce una
discriminación vinculada a la condición económica, y no es “eficaz” porque no asegura un
acceso efectivo.
En suma: si bien toda obra social debe aplicar sus recursos con algún efecto distributivo
(artículo 3° de la ley 23.660, in fine), el INSSJP,
por recibir fondos estatales, debe incluir en esa
regla de distribución el dato referido a la carencia total de recursos propios e imposibilidad de
trabajar de sus afiliados.
Le corresponde financiar un porcentaje tal
que permita el acceso efectivo de todos los
afiliados a las mismas prestaciones incluidas
en la cobertura y, en caso de que, por razones
presupuestarias, esa cobertura no pueda ser
igual para todos, es decir el mismo porcentaje
del costo final, entonces deberá ser diferencial
hasta alcanzar las posibilidades económicas del
afiliado, y si, finalmente, estas son nulas, entonces deberá financiar el cien por ciento del medicamento, pese a que otros afiliados tengan sólo
una cobertura parcial.
Sobre la base de lo expuesto y en lo que se
refiere al medicamento “Ampliactil” (o su equivalente genérico), no es suficiente, entonces,
para tener por justificada la posición asumida
en esta causa por el INSSJP, el que se apoye
en el Plan Médico Obligatorio de Emergencia
(Resolución N° 201/2002, dictada por el Ministro de Salud, en cumplimiento del Decreto
N° 486/02) que reconoce un porcentaje inva-
riable para cualquier afiliado (40%), cualquiera
sea su posibilidad de financiar el saldo (60%).
11) Sin embargo, este razonamiento no alcanza a aquellas prestaciones que están fuera
de la cobertura que ofrece el INSSJP. En efecto, en esta segunda situación, de acuerdo con
el régimen general, ningún afiliado recibirá del
INSSJP financiamiento alguno, cualquiera sea
su condición económica y, por ende, no produce con su conducta ninguna fractura a las
reglas básicas sobre las que debe funcionar el
INSSJP, de acuerdo con el marco de la ley federal 19.032. En este aspecto he de apartarme del
dictamen del señor Procurador Fiscal y del voto
de mis colegas, pues no encuentro cuál puede
ser la base legal o constitucional para doblegar
la decisión que ha tomado el INSSJP al aplicar
sus recursos y fijar qué prestaciones está en
condiciones de incluir en su cobertura.
Por todo lo expuesto, se declara procedente el
recurso extraordinario interpuesto, y, en ejercicio de la facultad otorgada a esta Corte por el
artículo 16 de la ley 48, se revoca la sentencia
apelada en lo que se refiere al medicamento
“Ampliactil” o su equivalente, cuyo costo deberá ser cubierto en un 100% por la demandada
(considerando 10). En lo concerniente a los
higiénicos descartables, no alcanzados por la
cobertura que ofrece el INSSJP, se confirma la
sentencia de la alzada (considerando 11); costas por su orden. Notifíquese y remítase.
Carmen M. Argibay.
319
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Mosqueda, Sergio c/INSSJP”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos: 329:4918, 07/11/2006
“…es inevitable tener en cuenta que el actor -según constancias de
autos- es un anciano que hoy tiene 74 años (…), con discapacidad motora como consecuencia de un accidente cerebro vascular (A.C.V.) de
nueve años de evolución, que lo obliga a desplazarse en silla de ruedas, y
que, según sus manifestaciones, a la fecha de interposición del amparo, ya
hacía dos años que se había interrumpido la rehabilitación brindada a su
persona por la demandada (…)
La solución que propicio encuentra justificación en precedentes del
Tribunal, que ha establecido que el derecho a la vida, más que un derecho
no enumerado en los términos del artículo 33 de la Ley Fundamental, es
una prerrogativa implícita, ya que el ejercicio de los derechos reconocidos expresamente requiere necesariamente de él y, a su vez, el derecho
a la salud está íntimamente relacionado con el primero y con el principio
de autonomía personal, desde que un individuo gravemente enfermo no
está en condiciones de optar libremente por su propio plan de vida (v.
doctrina de Fallos: 323:1339).
Más en conexión con el reclamo planteado en el sub lite y el rechazo de la
vía del amparo, procede recordar que en el precedente de Fallos 327:2127,
esta Procuración señaló -también en el marco supuestos fácticos diferentes,
pero vinculados con la cobertura integral de las prestaciones básicas por
discapacidad- que el Tribunal ha interpretado que atañe a los jueces buscar
soluciones que se avengan con la urgencia que conlleva este tipo de pretensiones, para lo cual deben encauzar los trámites por vías expeditivas y evitar
que el rigor de las formas pueda conducir a la frustración de derechos que
cuentan con tutela de orden constitucional, lo cual se produciría si el reclamo del actor tuviese que aguardar al inicio de un nuevo proceso (v. doctrina
de Fallos: 324:122)” (considerando III del dictamen fiscal).
Véase fallo completo en la página 69
321
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Gatica, M. E. c/INSSJP”, Corte Suprema de Justicia de la Nación”, G. 588.
XLVI, 27/12/2011
“…En tales condiciones, soy de opinión, que ante la claridad del plexo
normativo conformado por las Leyes 24.431, 24.901 y 26.378, y atento,
además, a la jerarquía de los intereses en juego y la gravedad de la situación, considerando no solo la discapacidad de la actora sino su avanzada
edad -92 años-, no resulta razonable ni justificada, -a partir de los elementos de juicio existentes en autos-, la decisión de la Cámara de revocar el
beneficio otorgado al discapacitado por el Juez de Primera Instancia (…)
“…la finalidad de la ley; antes señalada, y el derecho que le asiste a las
personas con discapacidad y de edad avanzada a gozar del nivel más elevado
posible de salud física y mental, sin discriminación basada en la edad o en el
ingreso económico, y la urgencia en encontrar una solución acorde con la
situación planteada, no parece razonable ser tan rigurosos con la exigencia
indefectible de una prueba negativa que resulta de muy difícil producción
-y que en todo caso debió ser aportada por la entidad obligada-, máxime
si se tiene presente, que es incuestionable que la atención de una patología como la que padece la incapaz, -reconocida expresamente por la
demandada-, requiere de gastos relevantes, ineludibles e impostergables
de diversa índole” (considerando III del dictamen fiscal).
G., M. E. c/Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados s/amparo.
sobre su procedencia.
Considerando:
G. 588. XLVI.RECURSO DE HECHO
Buenos Aires, 27 de diciembre de 2011
Vistos los autos: “Recurso de hecho deducido por la actora en la causa G., M. E. c/Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados s/amparo”, para decidir
Que los agravios de la apelante han sido objeto de adecuado tratamiento en el dictamen
de la señora Procuradora Fiscal, cuyos fundamentos esta Corte comparte y hace suyos por
razón de brevedad.
Por ello, se declara procedente el recurso ex-
323
324
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
traordinario y se revoca la sentencia apelada.
Con costas. Agréguese la queja al principal.
Notifíquese y devuélvase. RICARDO LUIS
LORENZETTI - ELENA I. HIGHTON de
NOLASCO - ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI – JUAN CARLOS MAQUEDA E. RAÚL ZAFFARONI.
ES COPIA
http://www.mpf.gov.ar/dictamenes/2011/
MBeiro/nov iembre/Gatica_Maria_
Emilia_G_588_L_XLVI.pdf
h t t p : / / w w w. m p f . g o v. a r / d i c t a m e nes/2011/beiro/5-mayo/gatica_maria_
emilia_g_588_46.pdf
Gatica Maria Emilia el Instituto Nacional de
Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados.
S.C. G N° 588, L. XLVI
Suprema Corte:
I.
La Sala B de la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, Provincia de Santa Fe, revocó la
sentencia del juez de grado que en su oportunidad hizo lugar a la acción de amparo deducida
por la parte actora ordenando a la demandada
-P.A.M.I.- a entregar mensualmente a la accionante la suma de pesos un mil trescientos tres
($1.303.-), para la cobertura de auxiliar domiciliario por 12 horas diarias de lunes a viernes
-v. fs. 206/207,183-.
Para así decidir, la Alzada sostuvo que la actora persona con discapacidad no se encontraba en un estado de “vulnerabilidad social”, que
hiciera viable exigir al PAMI hacerse cargo de
la totalidad del gasto demandado, al no encontrarse acreditado que sus descendientes no
se encontraran en condiciones de afrontar el
pago de la asistencia domiciliaria peticionada
-v. fs. 207-.
Contra dicho pronunciamiento la actora
dedujo recurso extraordinario federal, el que
contestado por la demandada, fue denegado
por la alzada lo que dio lugar a la interposición
de la presente queja -v. fs. 212/219,221/224,
226,23/27 de este cuaderno-.
Recepcionadas las actuaciones por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, tomó intervención por la representación promiscua que
le corresponde respecto de los intereses de la
incapaz el Defensor Oficial ante ese Tribunal,
y solicitó se declare procedente el remedio extraordinario interpuesto, se revoque la sentencia apelada y se mande dictar nuevo pronunciamiento -v. fs. 32/36-.
Corrido el pertinente traslado a ésta Procuración, peticionó y V. E. dispuso el dictado de
medidas de carácter previo a dictaminar, las
que obran agregadas al respectivo cuaderno de
queja -v. fs. 39/51-.
II.
En lo que aquí interesa, corresponde señalar
que la actora representada en las actuaciones
por su hijo y curador, interpuso la presente
acción de amparo y pedido de medidas cautelares, contra el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados
(PAMI), del que es afiliada, bajo el número
13054100270600, a fin de que se le brinde la
cobertura integral de un auxiliar domiciliario
de lunes a viernes, de 8.00 a 20.00 horas, en
razón de ser una persona con discapacidad
mental y motriz, asistencia por la que reclamó la suma de pesos dos mil ochocientos -$
2.800-, acreditando su incapacidad total con el
Certificado Único de Discapacidad. Fundó su
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
reclamo en lo normado por los artículos 14, 17,
18, 28, 31, 42, 43 y 75 inciso 22) de la Constitución Nacional; en la Declaración Universal
de los Derechos Humanos; Convención sobre
Derechos de las Personas con Discapacidad,
Ley 26.378 y Convención Americana sobre
Derechos Humanos; Ley 24.901 -arts. 1. 2, 6,
18, 19 y 39-; Decreto 762/97 y 1193/98; Ley
26.480; Ley 23.660 -art. 1 y concordantes-; Ley
23.661 –art. 1, 2 Y 28-; Convención Interamericana para la Eliminación de Todas las Formas
de Discriminación contra las Personas con
Discapacidad. Ley 25.280; Ley 22.431 –art. 1
y concordantes-, Decreto 498/83, doctrina y
jurisprudencia aplicables al caso -v. fs. 9/13-.
A fojas 19 el magistrado interviniente hizo
lugar a la medida cautelar peticionada y ordenó
al Instituto Nacional de Servicios Sociales para
Jubilados y Pensionados (PAMI) que brinde
cobertura económica a la actora, mediante el
otorgamiento de un subsidio de un mil trescientos tres pesos mensuales ($ 1.303.-), correspondiente a la categoría segunda, de la escala salarial
de la Asociación de Trabajadores Auxiliares de
Casas Particulares, que acompañara la demandada a la audiencia de conciliación -v. fs. 17/18-.
La demandada, a su turno, reconoció la discapacidad de la accionante y la procedencia de un
subsidio por asistencia domiciliaria por la suma
de pesos setecientos ($ 700.-), pero rechazó tener que cubrir el 100% de lo reclamado por la
actora, por entender que lo peticionado debía
ser solventado en forma conjunta con el grupo
familiar de la incapaz -v. fs. 81/83-.
El juez de primera instancia hizo lugar a la
acción de amparo deducida por el representante de la actora y ordenó al PAMI a brindar
la cobertura de asistencia domiciliaria por el
monto de $ 1.303.- por mes, en carácter de
subsidio -v. fs. 183-.
Contra dicha resolución apeló la demandada.
La alzada resolvió revocar el fallo del juez de grado, conforme se señaló ab initio -v. fs. 206/207-.
III.
Sostiene la aclara que la decisión impugnada
resulta equiparable a definitiva a los efectos del
articulo 14 de la Ley 48. En cuanto al fondo
refiere que existe cuestión federal para su tratamiento por la vía intentada en la medida en
que se encuentran en tela de juicio normativas
de carácter federal-arts. 14, 17, 18, 28, 31, 42,
43, 75 inc. 22) de la Constitución Nacional;
arts. 1, 2, 18, 19, 39 inc. d) de la Ley 24.901;
Ley 26.378 que aprueba la Convención sobre
los Derechos de las Personas con Discapacidad
arts. 1, 4, 5, 10, 17, 19, 25, 28 y Ley 22.431- y
la decisión del superior tribunal de la causa
ha sido contraria a los derechos en que la accionante fundó su reclamo, lo que le ocasionó
graves perjuicios en la salud, calidad de vida,
integridad física y en su patrimonio, por lo que
requirió tutela inmediata respectos de los derechos federales vulnerados.
Se agravia expresamente de que la sentencia
cuestionada omitiera la aplicación de los artículos 1, 2, 19, 39 inc. d) de la Ley 24.901 de
expresa aplicación al caso, circunscribiendo el
fallo a lo normado por el articulo 18 del citado
plexo normativo.
En dicho marco sostiene que el fallo es arbitrario al haberse omitido el tratamiento integral
de las normas federales señaladas, y denegado
el remedio extraordinario deducido por su
parte por entender que éste se fundó en una
“discrepancia de criterio” con lo decidido por
el a quo, cuando el fundamento del recurso fue
la errónea interpretación de las leyes federales
vigentes en la materia.
Concluye señalando, que el decisorio ignoró
325
326
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
la supremacía constitucional de los derechos a
la salud, integridad física y calidad de vida de
las personas con discapacidad, por sobre una
normativa interna de una obra social.
IV.
Corresponde señalar, en primer término, que
existe cuestión federal por cuanto se cuestiona
la interpretación de leyes nacionales -Leyes
24.431, 24.901 y 26.378- y la decisión ha sido
contra la validez del derecho que es materia de
litigio y que se funda en dichas normas –art. 14,
inc. 3”, de la Ley 48-.
V.
Resulta menester recordar que, tal como lo expresa el artículo 1” y el mensaje de elevación, la
Ley 24,901 instituyó un sistema de protección
integral para las personas con discapacidad tendientes a abarcar todos los aspectos relativos a
su situación dentro de la sociedad, tratando de
establecer un régimen particular en relación con
los derechos de los discapacitados, así como de
las obligaciones que se imponen a los órganos
del Estado. El objetivo de la ley se dirige fundamentalmente a tratar de conceder a quienes se
encontraren en esas condiciones, franquicias y
estímulos que le permitan -en lo posible- neutralizar la desventaja que la discapacidad les provoca -v. doctrina de Fallos: 313:579-.
En dicho contexto, y conforme señalamos
precedentemente, en autos, la Alzada resolvió
dejar sin efecto los beneficios que, de conformidad con el artículo 39, inciso d), de la norma
citada -24.901-, le había acordado el juez de
grado a la incapaz, al otorgarle en concepto de
subsidio la suma de $ 1.303, para afrontar los
gastos de un asistente domiciliario que concurra de lunes a viernes, de 8.00 a 20,00 horas
conforme lo peticionado, en razón del grado de
incapacidad física y mental de la actora.
Sostuvo el a quo que no se acreditó en la causa la imposibilidad de la familia de pagar esta
asistencia prescripta por el médico que la asiste,
por lo que concluyó señalando que la accionante no se encontraba en un estado de “vulnerabilidad social” que obligue a la demandada
a abonar un importe superior a los $ 700 que
prescribe la normativa interna de la obra social
demandada para cubrir las necesidades reclamadas en este amparo, por lo que rechazó que
ésta se encuentre obligada a abonar el 100% de
la atención domiciliaria, conforme entiende lo
hiciera el juez de grado.
En primer término cabe señalar, que si bien es
cierto que el magistrado de primera instancia
hizo lugar al 100% de la prestación peticionada,
ello no implica que hiciera lugar al 100% del
importe total reclamado en autos que ascendía
a la suma de $2.800. Muy por el contrario, la
demanda prosperó solamente por el importe
de $1.303 pesos que se fijara como medida cautelar para cubrir la asistencia domiciliaria de la
actora de conformidad con la escala salarial de la
Asociación de Trabajadores Auxiliares de Casas
Particulares, segunda categoría, que acompañara a fojas 17 la demandada. Dicho decisorio fue
consentido por la accionante, quien no apeló
aceptando hacerse cargo de la diferencia entre
lo reclamado y el monto de condena -$1.497-.
Asimismo y a pedido de esta Procuración
General de la Nación surge acreditado en autos
que la accionante percibe de la ANSES dos haberes mínimos uno de jubilación y otro de pensión, por las sumas de $1.227,78 y de $1.320,33
respectivamente cada uno de ellos, percibiendo
el último de los citados a partir del 10 de septiembre de 2009, y que la demandada PAMI
dejó de abonar el subsidio de $1.303 a partir del
mes de agosto de 2009 fecha en que la alzada
revocó el pronunciamiento de primera instancia, no abonando en su reemplazo la suma de
$ 700 -Resolución 1490/08 Subsidios Progra-
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
mados- que le fuera concedido por Disposición
1807/09 -v. fs. 39, 43/51 y siguientes hojas sin
foliar del cuaderno de queja-.
En tales condiciones, soy de opinión, que
ante la claridad del plexo normativo conformado por las Leyes 24.431, 24.901 y 26.378, y
atento, además, a la jerarquía de los intereses en
juego y la gravedad de la situación, considerando no solo la discapacidad de la actora sino su
avanzada edad -92 años-, no resulta razonable
ni justificada, -a partir de los elementos de juicio existentes en autos-, la decisión de la Cámara de revocar el beneficio otorgado al discapacitado por el Juez de Primera Instancia.
Así lo considero ya que lo decidido compromete el interés superior de una persona con
discapacidad, cuya necesidad de atención y
asistencia integral se ha explicitado en las leyes
antes referidas y en reiterada jurisprudencia del
Tribunal en esta materia -v. doctrina de Fallos:
318:1269; 322:2701; 323:2388; 324:112, entre muchos otros-.
Al respecto y teniendo en consideración la finalidad de la ley; antes señalada, y el derecho que
le asiste a las personas con discapacidad y de edad
avanzada a gozar del nivel más elevado posible de
salud física y mental, sin discriminación basada en
la edad o en el ingreso económico, y la urgencia en
encontrar una solución acorde con la situación
planteada, no parece razonable ser tan rigurosos
con la exigencia indefectible de una prueba negativa que resulta de muy difícil producción -y
que en todo caso debió ser aportada por la entidad obligada-, máxime si se tiene presente, que
es incuestionable que la atención de una patología como la que padece la incapaz, -reconocida
expresamente por la demandada-, requiere de
gastos relevantes, ineludibles e impostergables
de diversa índole. Ello no importa desconocer
la obligación alimentaria que pesa sobre los parientes en el marco de los artículos 367, 372 y
concordantes del Código Civil, cuya situación
patrimonial y rango obligacional deberían ser
demostradas por la entidad que pretende desligarse de las obligaciones que le competen.
VI.
Cabe señalar, también, que las personas con
discapacidad además de la especial atención
que merecen de quienes están directamente
obligados a su cuidado, requieren también la
de los jueces y de la sociedad toda, siendo que
la consideración primordial de su conveniencia,
viene tanto a orientar como a condicionar la decisión de los jueces llamados al juzgamiento de
estos casos -v. doctrina de Fallos: 322:2701:
324:122; 327:2413-.
En autos, reitero, la Alzada dejó sin efecto el
beneficio que el juez de grado le había otorgado
a la actora de conformidad con lo normado por
el articulo 39 inciso d) de la Ley 24.901, sobre
la base de considerar no acreditada la imposibilidad de la familia de pagar el costo de la asistencia domiciliaria prescripta a la accionante,
invocando el articulo 18 de la citada normativa.
Por lo expuesto, opino que corresponde
hacer lugar a la queja, declarar procedente el
recurso extraordinario interpuesto y revocar la
sentencia apelada.
Buenos Aires, 15 de noviembre de 2011.
Gatica María Emilia c/Instituto Nacional de
Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados.
S.C. G. Nº 588; L. XLVI
Suprema Corte:
I.
La Sala B de la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, Provincia de Santa Fe, revocó la
327
328
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
sentencia del juez de grado que en su oportunidad hizo lugar a la acción de amparo deducida
por la parte actora ordenando a la demandada
-PA.M.I.- a entregar mensualmente a la accionante la suma de pesos un mil trescientos tres
($1.303.-), para la cobertura de auxiliar domiciliario por 12 horas diarias de lunes a viernes.
Contra -dicho pronunciamiento la accionante dedujo recurso extraordinario federal, el
que denegado dio lugar a la interposición de la
presente queja -v. fs. 206/207, 183, 212/219,
221/224, 226,23/27 de este cuaderno-.
Para así decidir, la Alzada sostuvo que la actora discapacitada no se encontraba en un estado
de “vulnerabilidad social”, que hiciera viable
exigir al PAMI hacerse cargo de la totalidad del
gasto demandado, al no encontrarse acreditado que sus descendientes no se encuentran en
condiciones de afrontar el pago de asistencia
domiciliaria peticionado -v. fs. 207-.
Recepcionadas las actuaciones por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, el Defensor
Oficial Nacional tomó intervención conforme
se desprende de fojas 32/36, por la representación promiscua que le corresponde respecto
de los intereses de la incapaz, y solicitó se declare procedente el remedio extraordinario interpuesto, se revoque la sentencia apelada y se
mande dictar nuevo pronunciamiento.
Corrido el pertinente traslado a ésta Procuración, soy de opinión que con carácter previo a
dictaminar, disponga V.E. se sirva oficiar CON
CARÁCTER DE MUY URGENTE:
A.- A la ANSES a los efectos de que informe:
1. -Importe mensual al que asciende la jubila-
ción que percibe la actora discapacitada, y si la
misma corresponde a los haberes mínimos que
presta el sistema, remitiendo la copia respectiva;
2. -Si se le hizo efectivo el pago de la pensión
que le corresponde percibir por el fallecimiento de su cónyuge cuya alta habría acaecido en
el mes de septiembre de 2009, conforme surge
de fojas 124. En caso afirmativo indicar a que
monto asciende, a partir de cuándo lo percibe y
si el mismo corresponde a la categoría mínima,
remitiendo la constancia respectiva; y
B.- Al Instituto Nacional de Servicios Sociales
para Jubilados y Pensionados -PAMI-, aquí demandado, a fin de que informe:
1.- Si como consecuencia del fallo de la
Cámara Federal de Rosario de fecha 20 de
mayo de 2010, que revocó el decisorio del
juez de grado que condenó a la demandada
a pagar en concepto de atención domiciliaria la suma de $ 1.303.- (Un mil trescientos
tres pesos) desde el mes de agosto de 2009
en que se declarara procedente la medida
cautelar interpuesta, la accionada comenzó a
abonarle en su reemplazo el subsidio mensual
normativizado por el PAMI de $700.- -Resolución 1490/08 PRO$AR - SUBSIDIOS
PROGRAMADOS-, concedidos mediante
Disposición 1807/09 dictada en el expediente N° 520090737180000, correspondiente al
beneficiario N° 13054100270600 -v. fs. 73-.
En caso afirmativo indicar a partir de qué mes
se abona, si el importe asignado ha sido modificado a la fecha del informe, indicando en
su caso la suma que percibe en la actualidad,
acompañando en su caso copia de la respectiva constancia.
Buenos Aires, 27 de mayo de 2011.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“M. de B. R. c/Medicus”, Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, 31/03/2011
“…cabe destacar que no está discutida en el “sub lite” la condición
de discapacitada de la actora –cfr. copia del certificado de discapacidad
obrante a fs. 10 que da cuenta de que padece demencia vascular–, ni su
condición de afiliada a Medicus SA (cfr. fs. 8) ni la necesidad de permanecer
internada en una institución geriátrica” (considerando 2.-).
“…el art. 75 inc. 23 de la Constitución Nacional, establece -en cuanto aquí resulta pertinente- entre las atribuciones del Congreso, legislar y
promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por la Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre
derechos humanos, en particular respecto de los niños, las mujeres, los
ancianos y las personas con discapacidad, situación en la que se encuentra
la afiliada de la demandada, en tanto padece demencia vascular con ideas
delirantes” (considerando 3.-).
“…la demandada no puede –como principio– desatender las necesidades de su afiliada, en tanto padece demencia vascular (fs. 10) y la permanencia en la institución geriátrica fue recomendada por el médico tratante.
En este contexto, esta Sala también hace mérito de que la solución
propiciada es la que mejor se corresponde con la naturaleza del derecho
cuya protección se pretende -que compromete la salud e integridad física
de las personas (Corte Suprema de Justicia de la Nación, Fallos 302:1284)-,
reconocido por los pactos internacionales (art. 25, inc. 1, de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos y art. 12, inc. 2, ap. d, del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales), de jerarquía
constitucional (art. 75, inc. 22, de la Constitución Nacional; cfr. esta Cámara, Sala 1, causas 22.354/95 del 2.6.95, 53.078/95 del 18.4.96, 1251/97 del
18.12.97, 436/99 del 8.6.99 y 53/01 del 15.2.01; en igual sentido, ver Corte
Superior de Mendoza, Sala 1, del 1.3.93; Cámara Federal de Apelaciones de
La Plata, Sala 3, del 8.5.00, ED del 5.9.00)” (considerando 4.-).
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330
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Causa 4983/08
Buenos Aires, 31 de marzo de 2011.
VISTO:
El recurso de apelación interpuesto por la
demandada Medicus SA a fs. 169/180 -que
fue fundado en ese mismo acto y no tuvo respuesta de la actora-, contra la resolución de fs.
164/166; y
CONSIDERANDO:
1.- La resolución apelada hizo lugar a la acción de amparo entablada a favor de Rosalía
Marantz de Berger y, en consecuencia, ordenó a Medicus SA que brinde servicio de internación geriátrica con cobertura del 100%.
Con costas.
La demandada se agravió porque, sostiene, ni el PMO ni el contrato celebrado con
la actora prevé la cobertura de la internación geriátrica. Afirmó que la internación
geriátrica es una prestación de tipo social y
no de salud. Negó que la ley 24.901 se aplique al caso de autos porque sólo rige para
las obras sociales.
2.- En primer lugar, cabe destacar que no
está discutida en el “sub lite” la condición de
discapacitada de la actora –cfr. copia del certificado de discapacidad obrante a fs. 10 que da
cuenta de que padece demencia vascular–, ni
su condición de afiliada a Medicus SA (cfr. fs.
8) ni la necesidad de permanecer internada en
una institución geriátrica (según indicación
médica de fs. 1/6).
Se encuentra controvertido, en cambio, la
obligación de la obra social demandada de otorgar la cobertura total del costo de la internación
geriátrica indicada por el médico tratante.
3.- Conviene comenzar poniendo de manifiesto que a partir de la reforma constitucional
de 1994 el derecho a la salud se encuentra expresamente reconocido con jerarquía constitucional por el art. 75 inc. 22 de la Carta Magna,
que asigna tal calidad a los tratados que enumera. Entre ellos, el art. 25 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos dispone que
toda persona tiene derecho a un nivel de vida
adecuado que le asegure, así como a su familia,
la salud y bienestar y en especial la asistencia
médica y los servicios sociales necesarios (esta
Sala, causa 798/05 del 27.12.05).
En el mismo sentido, el art. XI de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre establece que toda persona tiene derecho a que su salud sea preservada por medidas
sanitarias y sociales, relativas a la alimentación,
el vestido, la vivienda y la asistencia médica
correspondiente al nivel que permitan los recursos públicos y los de la comunidad (causa
798/05 antes citada).
A su vez, el art. 12 del Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales estableció que entre las medidas que los
Estados partes deberían adoptar a fin de asegurar la plena efectividad del derecho de toda
persona al disfrute del más alto nivel posible
de salud física y mental, deberían figurar la
prevención y el tratamiento de las enfermedades epidémicas, endémicas, profesionales y de
otra índole, y la lucha contra ellas y la creación
de condiciones que aseguren a todos asistencia médica y servicios médicos en caso de enfermedad (causa 798/05 antes citada).
En procura de la consecución de los mismos
fines, el art. 75 inc. 23 de la Constitución Nacional, establece -en cuanto aquí resulta pertinente- entre las atribuciones del Congreso, legislar y
promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad de oportunidades y de trato, y
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por la Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos,
en particular respecto de los niños, las mujeres,
los ancianos y las personas con discapacidad,
situación en la que se encuentra la afiliada de la
demandada, en tanto padece demencia vascular
con ideas delirantes (confr. fs. 10).
En este mismo orden de ideas, no es ocioso
recordar que el Alto Tribunal ha sostenido que
el derecho a la vida es el primer derecho de la
persona humana, respecto de la cual los restantes valores tienen siempre carácter instrumental (confr. Corte Suprema, Fallos: 323:3229 y
esta Sala, causa 798/05 antes citada).
Además, el art. 28 de la ley 23.661 establece
que los agentes del seguro deberán desarrollar
obligatoriamente un programa de prestaciones de salud (confr. fs. 1; esta Sala, doctr. causa
7841 del 7-2-2001, entre muchas otras).
Por su parte, la ley 24.754 determina en su
único artículo que las empresas de medicina prepaga se encuentran obligadas a dar la
misma cobertura que las obras sociales (confr. esta Sala, causas 5475/03 del 14-8-03 y
15.768/03 del 5-8-04).
4.- Ahora bien, en el caso debe decidirse si la
demandada Medicus SA se encuentra obligada
a otorgar la cobertura de la prestación objeto
de reclamo. Al respecto se debe señalar que la
ley 24.901 instituye un sistema de prestaciones
básicas de atención a favor de las personas discapacitadas (confr. esta Sala, causas 2228/02,
6511/03 y 16.233/03 citadas; esta Cámara,
Sala 2, causa 2837/03 del 8-8-03).
En ese contexto, la demandada no puede
–como principio– desatender las necesidades de su afiliada, en tanto padece demencia
vascular (fs. 10) y la permanencia en la insti-
tución geriátrica fue recomendada por el médico tratante.
En este contexto, esta Sala también hace
mérito de que la solución propiciada es la que
mejor se corresponde con la naturaleza del derecho cuya protección se pretende -que compromete la salud e integridad física de las personas (Corte Suprema de Justicia de la Nación,
Fallos 302:1284)-, reconocido por los pactos
internacionales (art. 25, inc. 1, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y
art. 12, inc. 2, ap. d, del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales),
de jerarquía constitucional (art. 75, inc. 22, de
la Constitución Nacional; cfr. esta Cámara,
Sala 1, causas 22.354/95 del 2.6.95, 53.078/95
del 18.4.96, 1251/97 del 18.12.97, 436/99 del
8.6.99 y 53/01 del 15.2.01; en igual sentido,
ver Corte Superior de Mendoza, Sala 1, del
1.3.93; Cámara Federal de Apelaciones de La
Plata, Sala 3, del 8.5.00, ED del 5.9.00).
5.- Por otra parte, cabe recordar que el Programa Médico Obligatorio (PMO) fue concebido
como un régimen mínimo de prestaciones que
las obras sociales deben garantizar (Resolución
201/02 y 1991/05 del Ministerio de Salud).
Es que, como sostuvo este Tribunal en casos
que guardan cierta similitud con el presente,
el PMO no constituye una limitación para los
agentes del seguro de salud, sino que consiste
en una enumeración no taxativa de la cobertura mínima que los beneficiarios están en
condiciones de exigir a las obras sociales (cfr.
esta Sala, doctr. Causas 630/03 del 15-4-03 y
14/2006 del 27-4-06, entre otras), y el mismo
contiene un conjunto de servicios de carácter
obligatorio como piso prestacional por debajo
del cual ninguna persona debería ubicarse en
ningún contexto (cfr. esta Sala, causas 8545
del 6-11-01, 630/03 del 15-4-03 y 14/2006
del 27-4-06).
331
332
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Por todo lo expuesto, el Tribunal RESUELVE: confirmar la resolución de fs. 164/166. Sin
costas de Alzada por no haber mediado contradicción (arts. 68 y 69 del Código Procesal).
Regístrese, notifíquese -a la señora Defensora
Oficial en su despacho- y posteriormente devuélvase.
Martín Diego Farrell - Francisco de las Carreras - María Susana Najurieta.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
4. Pueblos originarios
“Defensor del Pueblo de la Nación c/Estado Nacional y otra (Provincia del
Chaco) s/proceso de conocimiento”, Corte Suprema de Justicia de la Nación,
Fallos: 330:4134, 18/09/2007
“…la gravedad y urgencia de los hechos que se denuncian exigen de
esta Corte el ejercicio del control encomendado a la justicia sobre las actividades de los otros poderes del Estado y, en ese marco, la adopción de
las medidas conducentes que, sin menoscabar las atribuciones de estos últimos, tiendan a sostener la observancia de la Constitución Nacional, más
allá de la decisión que pueda recaer en el momento que se expida sobre
su competencia para entender en el caso por vía de la instancia prevista
en el art. 117 de la Constitución Nacional (conf. causa L.733.XLII “Lavado,
Diego Jorge y otros c/Mendoza, Provincia de y otro s/acción declarativa de
certeza”, pronunciamiento del 13 de febrero de 2007).
Ello es así, pues le corresponde al Poder Judicial de la Nación buscar los
caminos que permitan garantizar la eficacia de los derechos, y evitar que
estos sean vulnerados, como objetivo fundamental y rector a la hora de
administrar justicia y de tomar decisiones en los procesos que se someten
a su conocimiento, sobre todo cuando está en juego el derecho a la vida y
a la integridad física de las personas. No debe verse en ello una intromisión
indebida del Poder Judicial cuando lo único que se hace es tender a tutelar
derechos, o suplir omisiones en la medida en que dichos derechos puedan
estar lesionados (conf. causa citada precedentemente; Fallos: 328:1146).
De tal manera, el Tribunal como custodio que es de las garantías
constitucionales, habrá de requerir a la demandada las explicaciones que
estima necesarias al objeto del pleito, y dispondrá la comparecencia de
las partes a una audiencia.
333
334
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Asimismo, y toda vez que en el caso media suficiente verosimilitud en
el derecho y en particular la posibilidad de perjuicio inminente o irreparable, de conformidad con lo establecido en el art. 232 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación, corresponde hacer lugar a la medida cautelar solicitada, con los alcances que se dispondrán a continuación (arg. causa
D.251.XLIII. “Defensor del Pueblo de la Nación c/Buenos Aires, Provincia
de y otro (Estado Nacional) s/amparo”, sentencia del 24 de abril de 2007,
entre otros)” (considerando 3º)
“Por ello (…) se resuelve:
I. Requerir al Estado Nacional y a la Provincia del Chaco para que en
el plazo de treinta días informen al Tribunal, con relación a las medidas de
protección de la comunidad indígena que habita en la región sudeste del
Departamento General Güemes y noroeste del Departamento Libertador General San Martín de esa provincia: 1) Comunidades que pueblan
esos territorios y cantidad de habitantes que las integran. 2) Presupuesto
para la atención de los asuntos indígenas y destino de los recursos fijados
en las leyes respectivas. 3) Ejecución de programas de salud, alimentarios
y de asistencia sanitaria. 4) Ejecución de programas de provisión de agua
potable, fumigación y desinfección. 5) Ejecución de planes de educación. 6)
Ejecución de programas habitacionales.
II. Convocar a una audiencia a realizarse en la sede de esta Corte el
6 de noviembre de 2007 a las 11,00 horas, en la cual las partes deberán
expedirse en forma oral y pública ante el Tribunal sobre el contenido del
informe presentado. Para su comunicación al Estado Nacional, líbrese oficio al Ministerio de Desarrollo Social (arg. art. 91, ley 25.344), y respecto
del señor gobernador de la Provincia del Chaco, líbrese oficio al señor juez
federal en turno de la ciudad de Resistencia.
III. Hacer lugar a la medida cautelar solicitada y, en consecuencia,
ordenar al Estado Nacional y a la Provincia del Chaco el suministro de
agua potable y alimentos a las comunidades indígenas que habitan en la
región sudeste del Departamento General Güemes y noroeste del Departamento Libertador General San Martín de esa provincia, como así
también de un medio de transporte y comunicación adecuados, a cada
uno de los puestos sanitarios”.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Dictamen de la Procuradora Fiscal de la Nación:
Suprema Corte:
I. El Defensor del Pueblo de la Nación deduce acción de amparo contra la Provincia del
Chaco y el Estado Nacional, a fin de que se los
condene a que adopten las medidas necesarias
para modificar las actuales condiciones de vida
de las poblaciones indígenas ubicadas en el
sudeste del Departamento General Güemes y
noroeste del Departamento Libertador General
San Martín, de ese Estado local, las que -según
dice-, debido a las reiteradas y sistemáticas omisiones en que han incurrido los demandados en
prestar la debida asistencia humanitaria y social,
se encuentran en una situación de exterminio
silencioso, progresivo, sistemático e inexorable.
Asimismo, solicita que se los condene a que
garanticen a dichas comunidades una real y
efectiva calidad de vida digna que les permita
el ejercicio de los derechos a la vida, a la salud,
a la asistencia médico-social, a la alimentación,
al agua potable, a la educación, a la vivienda, al
bienestar general, al trabajo, a la inclusión social, entre otros, y que tales derechos sean satisfechos de manera continua y permanente.
Sustenta su reclamo en los resultados obtenidos por la institución que representa en
un informe realizado en agosto de 2007, así
como también en los logrados por el Instituto
del Aborigen Chaqueño, por la Secretaría de
Derechos Humanos de la Nación y por los distintos medios periodísticos que cita, los cuales
demuestran la grave crisis sanitaria, alimentaria y socioeconómica en que se encuentran
tales poblaciones.
Funda su pretensión en los arts. 14 bis, 19, 33
y 75, incs. 17 y 19, de la Constitución Nacional y 14, 15, 35, 36, 37 y en el preámbulo de
la Constitución de la Provincia del Chaco; en
los arts. 4° y 25 del Pacto de San José de Costa
Rica; 11, 12 y 28 de la Declaración Americana
de los Derechos y Deberes del Hombre; 1°, 3°,
8° y 25 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos y 11 y 12 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales;
en la Convención sobre la Eliminación de todas
las formas de Discriminación contra la Mujer;
en la ley nacional 23.302 de Protección de las
Comunidades Aborígenes, y su decreto reglamentario 155/89; en la Asamblea General de
las Naciones Unidas, del 27 de septiembre de
2004 y en el Convenio 169 de la Organización
Nacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas
y Tribales en Países Independientes, aprobado
por la ley nacional 24.071.
A su vez, solicita que, en forma previa y con
carácter urgente, se ordene a la Provincia del
Chaco y al Estado Nacional que realicen las
acciones destinadas a cubrir las necesidades
básicas de estos pobladores. A tal fin, requiere
que se envíe: a) personal idóneo suficiente para
la asistencia médica de esas personas; b) medicamentos; c) alimentos y agua potable en las
cantidades necesarias; d) equipos para la fumigación de plagas; e) ropa, frazadas, colchones,
etc., en cantidades suficientes; y que de manera
periódica y documentada los demandados acrediten las acciones que efectivamente concreten.
Todo ello, sin perjuicio de aquellas otras medidas urgentes que V.E. considere pertinentes
para garantizar las condiciones mínimas de
ejercicio de los derechos fundamentales que se
alegan violados.
A fs. 42, se corre vista, por la competencia, a
este Ministerio Público.
II. A mi modo de ver, la cuestión que se debate en el sub lite resulta sustancialmente análoga
a la que fue objeto de tratamiento por este Ministerio Público al expedirse, el 28 de junio de
335
336
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
2006, in re R. 764, XLII, Originario, “Rebull,
Gustavo Prion c/Misiones, Provincia de y otro
s/amparo” (DJ, 2006-2-1146, 3426-S), que fue
compartido por el Tribunal en su sentencia del
18 de julio de 2006.
En virtud de lo expuesto en dicho dictamen y su cita -causa M.1569, XL, Originario,
“Mendoza, Beatriz Silvia y otros c/ Estado Nacional y otros s/daños y perjuicios”, sentencia
del 20 de junio de 2006-, cuyos fundamentos
doy aquí por reproducido brevitatis causae, a
mi juicio, la acumulación subjetiva de pretensiones que intenta efectuar el actor contra la
Provincia del Chaco y el Estado Nacional es
inadmisible a la luz de las razones expuestas
en dichos precedentes, toda vez que ninguna
de las partes que conforman el litisconsorcio
pasivo resulta aforada en forma autónoma a
esta instancia, ni existen motivos suficientes,
a mi modo de ver, para concluir que dicho litisconsorcio pasivo sea necesario, según el art.
89 del Código Procesal Civil y Comercial de
la Nación.
Ello es así, pues en el pleito se ventila un asunto que, como la tutela del derecho a la vida y a
la salud, no es exclusivamente federal sino concurrente con el derecho público local (confr.
causas P. 943. XLI, Originario, “Peralta, María
Florencia c/Buenos Aires, Provincia de s/amparo”, L.253. XLII, Originario, “Luzuriaga, Lisandro Marcelo c/Tierra del Fuego, Provincia
de s/amparo” y D. 251. XLIII, Originario, “Defensor del Pueblo de la Nación c/Buenos Aires,
Provincia de y otro -Estado Nacional s/amparo,
sentencias del 7 de julio de 2005, 20 de junio de
2006 y 8 de mayo de 2007, respectivamente),
lo cual se desprende de los propios argumentos
expuestos por el actor en su escrito de inicio, en
cuanto funda su pretensión tanto en la Constitución Nacional, en normas federales y en instrumentos internacionales, como en preceptos
de la Constitución provincial.
A mayor abundamiento, y con especial referencia a los pueblos indígenas, el art. 75, inc. 17
de la Constitución Nacional reconoce expresamente a las provincias la potestad de ejercer en
forma concurrente con la Nación las atribuciones allí enumeradas.
En tales condiciones, la Provincia del Chaco
deberá ser emplazada ante sus propios jueces
(arts. 5°, 121 y siguientes de la Constitución
Nacional), pudiendo ser demandado el Estado Nacional ante la justicia federal, donde encontrará satisfecho su privilegio (art. 116 de la
Ley Fundamental).
En razón de lo expuesto y dada la índole taxativa de la competencia prevista en el art. 117 de
la Constitución Nacional y su imposibilidad de
ser extendida, por persona o poder alguno, según el criterio adoptado por el Tribunal en el
precedente “Sojo”, publicado en Fallos: 32:120,
y reiterado en Fallos: 270:78; 285:209; 302:63;
322:1514; 323:1854; 326:3642, entre muchos
otros, opino que este proceso resulta ajeno a la
competencia originaria de la Corte.
No obstante lo expuesto, si V.E. considera que
existe peligro en la demora puede disponer la
medida cautelar solicitada, según lo previsto en
el art. 196 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. - Septiembre 11 de 2007.
Laura M. Monti.
D. 587. XLIII.
ORIGINARIO
Buenos Aires, 18 de septiembre de 2007.
Autos y Vistos; Considerando:
1°) Que a fs. 8/41 el señor defensor del pueblo de la Nación promueve demanda contra el
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Estado Nacional y la Provincia del Chaco, a fin
de que se los condene a adoptar las medidas
que resulten necesarias para modificar la actual
condición de vida de los habitantes de la región
sudeste del Departamento General Güemes y
noroeste del Departamento Libertador General
San Martín de esa provincia, en su gran mayoría pertenecientes a la etnia Toba, quienes, según sostiene, se encuentran en una situación de
emergencia extrema, con sus necesidades más
básicas y elementales insatisfechas, como consecuencia de la inacción del Estado Nacional y
provincial, y del incumplimiento, por parte de
ambos, de las obligaciones que emanan de las leyes vigentes, de la Constitución Nacional, de los
Tratados Internacionales y de la Constitución
de la Provincia del Chaco.
Asimismo, solicita que se los condene a que
garanticen a dichas comunidades una real y
efectiva calidad de vida digna, que les permita
el ejercicio de los derechos a la vida, a la salud,
a la asistencia medico-social, a la alimentación,
al agua potable, a la educación, a la vivienda,
al bienestar general, al trabajo, a la inclusión
social, entre otros, y que tales derechos sean
satisfechos de manera continua y permanente,
con la mutua intervención por parte del Estado
Nacional y la Provincia del Chaco.
Señala que, según el relevamiento llevado a
cabo en agosto del corriente año por esa Defensoría, como así también de los informes elaborados por el Instituto del Aborigen Chaqueño, la
Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y
los medios periodísticos que cita y ofrece como
prueba, los aborígenes que habitan esa porción
del territorio provincial se hallan afectados por
una grave situación socioeconómica, a consecuencia de la cual la mayoría de la población
padece de enfermedades endémicas que son
producto de la extrema pobreza (desnutrición,
chagas, tuberculosis, donovaniosis, broncopatías, parasitosis, sarnas, etc.), carece de alimenta-
ción, de acceso al agua potable, de vivienda, de
atención médica necesaria, y que los demandados han omitido llevar a cabo las acciones necesarias, tendientes a revertir esa grave situación.
Destaca que, a causa de esa crisis sanitaria y
alimentaria, en el último mes se han registrado
11 muertes en esa región, circunstancia que,
según señala, también habría sido corroborada por el Instituto del Aborigen Chaqueño y la
Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.
Indica que la firma y ratificación de los tratados internacionales de derechos humanos, los
mandatos explícitos e implícitos de la Constitución Nacional y de la provincial, y las numerosas leyes nacionales y provinciales vigentes
relacionadas con los derechos fundamentales
de las personas, ubican claramente a ambos estados como sujetos pasivos de la acción.
En ese sentido, afirma que el Estado Nacional
se encuentra obligado a garantizar los derechos
esenciales de los habitantes y, por lo tanto, a satisfacer, de forma concurrente con los estados
provinciales o municipales, las necesidades
básicas de la población, como lo son la vida y
la salud, y que, en particular, las disposiciones
de la ley 23.302 y su decreto reglamentario
155/1989 lo ubican como responsable principal de la vigencia efectiva de los derechos de
los pueblos originarios, estableciendo acciones
concretas cuya ejecución encomienda a la Nación a través del Instituto Nacional de Asuntos
Indígenas, actualmente dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
Sostiene que, indudablemente, el Estado Nacional no ha cumplido cabalmente con el mandato legal, porque de lo contrario no se verificaría el extremo grado de abandono y miseria que
padecen los pobladores de las zonas referidas.
A su vez, afirma que la Provincia del Chaco ha
337
338
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
incumplido las normas de su propia Constitución, que le imponen el deber de garantizar los
derechos humanos de sus habitantes.
Asimismo, solicita que, con carácter cautelar,
se ordene a la Provincia del Chaco y al Estado
Nacional que realicen las acciones destinadas a
cubrir las necesidades básicas de estos pobladores, para lo cual requiere que se envíe personal
idóneo y suficiente para la asistencia médica,
medicamentos, alimentos y agua potable en
cantidades necesarias, equipos para la fumigación de plagas, ropa, frazadas, colchones, etc. en
cantidades suficientes, y que de manera periódica y documentada los demandados acrediten
las acciones que efectivamente concreten.
2°) Que a fs. 49 se presenta el señor Fiscal de
Estado de la Provincia del Chaco y solicita autorización para tomar inmediata intervención en
el expediente en representación de ese Estado,
en virtud de la expresa instrucción recibida por
el gobernador a través del decreto 1688/2007.
3°) Que la gravedad y urgencia de los hechos
que se denuncian exigen de esta Corte el ejercicio del control encomendado a la justicia sobre
las actividades de los otros poderes del Estado y,
en ese marco, la adopción de las medidas conducentes que, sin menoscabar las atribuciones de
estos últimos, tiendan a sostener la observancia
de la Constitución Nacional, más allá de la decisión que pueda recaer en el momento que se
expida sobre su competencia para entender en el
caso por vía de la instancia prevista en el art. 117
de la Constitución Nacional (conf. causa L.733.
XLII “Lavado, Diego Jorge y otros c/ Mendoza,
Provincia de y otro s/acción declarativa de certeza”, pronunciamiento del 13 de febrero de 2007).
Ello es así, pues le corresponde al Poder Judicial de la Nación buscar los caminos que permitan garantizar la eficacia de los derechos, y evitar
que estos sean vulnerados, como objetivo fun-
damental y rector a la hora de administrar justicia y de tomar decisiones en los procesos que se
someten a su conocimiento, sobre todo cuando
está en juego el derecho a la vida y a la integridad
física de las personas. No debe verse en ello una
intromisión indebida del Poder Judicial cuando
lo único que se hace es tender a tutelar derechos,
o suplir omisiones en la medida en que dichos
derechos puedan estar lesionados (conf. causa
citada precedentemente; Fallos: 328:1146).
De tal manera, el Tribunal como custodio que
es de las garantías constitucionales, habrá de requerir a la demandada las explicaciones que estima necesarias al objeto del pleito, y dispondrá
la comparecencia de las partes a una audiencia.
Asimismo, y toda vez que en el caso media
suficiente verosimilitud en el derecho y en particular la posibilidad de perjuicio inminente o
irreparable, de conformidad con lo establecido
en el art. 232 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, corresponde hacer lugar
a la medida cautelar solicitada, con los alcances
que se dispondrán a continuación (arg. causa
D.251.XLIII. “Defensor del Pueblo de la Nación c/Buenos Aires, Provincia de y otro (Estado Nacional) s/amparo”, sentencia del 24 de
abril de 2007, entre otros).
Por ello y oída en esta instancia la señora Procuradora Fiscal, y sin perjuicio de lo que en definitiva se decida, se resuelve:
I. Requerir al Estado Nacional y a la Provincia
del Chaco para que en el plazo de treinta días
informen al Tribunal, con relación a las medidas de protección de la comunidad indígena
que habita en la región sudeste del Departamento General Güemes y noroeste del Departamento Libertador General San Martín de esa
provincia: 1) Comunidades que pueblan esos
territorios y cantidad de habitantes que las integran. 2) Presupuesto para la atención de los
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
asuntos indígenas y destino de los recursos
fijados en las leyes respectivas. 3) Ejecución
de programas de salud, alimentarios y de asistencia sanitaria. 4) Ejecución de programas de
provisión de agua potable, fumigación y desinfección. 5) Ejecución de planes de educación.
6) Ejecución de programas habitacionales.
II. Convocar a una audiencia a realizarse
en la sede de esta Corte el 6 de noviembre
de 2007 a las 11,00 horas, en la cual las partes deberán expedirse en forma oral y pública
ante el Tribunal sobre el contenido del informe presentado. Para su comunicación al Estado Nacional, líbrese oficio al Ministerio de
Desarrollo Social (arg. art. 91, ley 25.344), y
respecto del señor gobernador de la Provincia
del Chaco, líbrese oficio al señor juez federal
en turno de la ciudad de Resistencia.
Notifíquese.
III. Hacer lugar a la medida cautelar solicitada y, en consecuencia, ordenar al Estado Nacional y a la Provincia del Chaco el suministro
de agua potable y alimentos a las comunidades
indígenas que habitan en la región sudeste del
Departamento General Güemes y noroeste del
Departamento Libertador General San Martín
de esa provincia, como así también de un medio de transporte y comunicación adecuados, a
cada uno de los puestos sanitarios. Notifíquese
con habilitación de días y horas inhábiles.
HIGHTON de NOLASCO Y DE LA SEÑORA MINISTRA DOCTORA DOÑA CARMEN M. ARGIBAY
Considerando:
1) Que las infrascriptas comparten los argumentos y la conclusión expuestos en el dictamen de la señora Procuradora Fiscal que
antecede, a los que se remiten a fin de evitar
repeticiones innecesarias.
2) Que, sin perjuicio de ello, toda vez que en
el caso media suficiente verosimilitud en el derecho y en particular la posibilidad de perjuicio
inminente o irreparable, de conformidad con lo
establecido en el art. 232 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación, corresponde
hacer lugar a la medida cautelar solicitada, con
los alcances que se dispondrán a continuación
(arg. causa D.251.XLIII. “Defensor del Pueblo
de la Nación c/Buenos Aires, Provincia de y
otro (Estado Nacional) s/amparo”, sentencia
del 24 de abril de 2007, entre otros), y que deberá ser cumplida de acuerdo con lo previsto
por el art. 196 del código citado.
RICARDO LUIS LORENZETTI - ELENA
I. HIGHTON de NOLASCO (en disidencia) CARLOS S. FAYT – ENRIQUE SANTIAGO
PETRACCHI - JUAN CARLOS MAQUEDA
- E. RAUL ZAFFARONI - CARMEN M. ARGIBAY (en disidencia).
ES COPIA
Por ello, se resuelve: I. Hacer lugar a la medida cautelar solicitada y, en consecuencia, ordenar al Estado Nacional y a la Provincia del
Chaco el suministro de agua potable y alimentos a las comunidades indígenas que habitan
en la región sudeste del Departamento General Güemes y noroeste del Departamento Libertador General San Martín de esa provincia,
como así también de un medio de trasporte y
comunicación adecuados, a cada uno de los
puestos sanitarios. Notifíquese con habilitación de días y horas inhábiles. II. Declarar la
incompetencia de esta Corte para entender en
las presentes actuaciones. Notifíquese.
DISIDENCIA DE LA SEÑORA VICEPRESIDENTA DOCTORA DOÑA ELENA I.
ELENA I. HIGHTON de NOLASCO –
CARMEN M. ARGIBAY.
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Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Sánchez, Juan - Comunidad de Monteveoceboyos c. Estado Nacional”, Cámara Federal de Apelaciones de Salta, 02/07/2009
“El amparo fue iniciado por el cacique de dicha comunidad (MonteveoCeboyo), expresando en su escrito inicial que el objetivo era proteger la
supervivencia de sus integrantes en atención a sus actividades tradicionales.
Explicó que carecen de agua y los problemas que de ello se derivan. Dijo
que su comunidad pertenece a la etnia Wichi, y habita desde tiempos inmemoriales en el Noroeste del Departamento de San Martín; también que el
acceso al paraje es muy difícil y los caminos extremadamente malos. Agregó
que carecen de todo tipo de servicio (transporte, luz, gas, agua) y que sus
viviendas son precarias, construidas en tierras propias” (considerando II).
“…se advierte que el juez de la instancia anterior consideró que los
derechos en juego en las presentes actuaciones son de jerarquía constitucional, y supralegal, y que no puede haber ley alguna que vaya en contra de
esos derechos así reconocidos.
Refirió a la Declaración Universal de Derechos Humanos; al Pacto de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales; al Pacto de Derechos Civiles
y Políticos; a la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la mujer; La convención sobre los Derechos del
Niño; y dijo que en todos ellos, el derecho a acceder al recurso natural
agua es de una claridad absoluta indiscutible.
Agregó, que también surgió con claridad de las constancias del expediente, que la comunidad reclamante no tiene acceso a este elemento
básico, natural y esencial para la vida en todas sus formas.
Así, concluyó, que el amparo era formalmente procedente siendo que
no se puede dilatar el asunto, y que es al magistrado a quien le corresponde buscar los caminos que permitan garantizar la eficacia de los derechos
y evitar que estos sean vulnerados” (considerando VI).
“…este Tribunal advierte que se está ante un reclamo concreto de
una Comunidad cuyas características históricas, socio culturales y socio
económicas han sido suficientemente descriptas en autos, dentro de un
ámbito geográfico también analizado y puntualizado por profesionales
idóneos, pero que en lo que aquí interesa, se pueden resumir en que no
hablan idioma nacional (requieren intérprete para que traduzca sus ex-
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
presiones, y no es sencillo dar con uno); no saben leer ni escribir -en su
gran mayoría-, no tienen vías de egreso y acceso desde y hacia el paraje
en donde viven sin agua, así como tampoco medios de transporte, salvo
algún tractor de manera esporádica” (…)
“…El mero rechazo de la demanda de amparo por la simple razón de
existir acciones judiciales o administrativas no basta. Lo que debe determinarse es si tales caminos son efectivamente útiles para lograr la protección
del derecho o garantía constitucional de que se trate. En tal contexto debe
considerarse la trascendencia de los derechos a la vida, a la salud…que se
encuentran comprometidos… prerrogativas que constituyen postulados
básicos que corresponden a todo individuo por su mera condición de ser
humano. La doctrina ha llamado a las mencionadas facultades “derechos
humanos”, recogidos por nuestra Constitución Nacional, que son intrínsecamente universales y corresponden a todos sin discriminación; esto último como corolario del principio de igualdad. La protección y promoción
de estos derechos concierne tanto al ámbito nacional como provincial
(Conf. Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata, en autos “Fernández, Mónica Patricia y Otros c. SUMA s/Amparo” del 31/05/07) (…)
“La Corte Interamericana de Derechos Humanos en el fallo recaído
en la causa “Comunidad Indígena Yakye Axa vs. Paraguay” (17/06/05) ha
dicho que las afectaciones especiales del derecho a la salud e íntimamente vinculadas con él, las del derecho a la alimentación y el acceso al
agua limpia impactan de manera aguda el derecho a un existencia digna
y las condiciones básicas para el ejercicio de otros derechos humanos,
como el derecho a la educación o el derecho a la identidad cultural. En
el caso de los pueblos indígenas el acceso a sus tierras ancestrales y al
uso y disfrute de los recursos naturales que en ellas se encuentran están
directamente vinculados con la obtención de alimento y el acceso a agua
limpia” (párr. 167) (Ver García, Lila: “Panorama de Jurisprudencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos (2005-2006)” J.A. 2007-I967, específicamente pág. 984)” (considerando VII).
2ª Instancia. — Salta, julio 2 de 2009.
Visto: El recurso de apelación interpuesto por
el Estado Nacional a fs. 272/276, en contra de
la resolución de fs. 262/265 de fecha 9 de febrero de 2009 y;
Considerando:
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
I. Que vienen las presentes actuaciones en
virtud del recurso de apelación deducido a fs.
272/276 en contra de la sentencia de fecha
09/02/09 (fs. 262/265) por la que el Juez
de primera instancia hizo lugar a la acción de
amparo interpuesta por el Sr. Juan Sánchez en
su carácter de Cacique de la Comunidad de
Monteveo-Ceboyo y en su representación (fs.
7/16), ordenando al Estado Nacional a que
en el plazo de 60 días y conforme las posibilidades fácticas y técnicas, proceda a realizar la
construcción de un pozo para la extracción de
agua y la provisión de los elementos necesarios
a tales fines (motores, combustible, etc.) en la
comunidad Monteveo-Ceboyo situada en el
Departamento San Martín, Provincia de Salta.
II. El amparo fue iniciado por el cacique de
dicha comunidad, expresando en su escrito
inicial que el objetivo era proteger la supervivencia de sus integrantes en atención a sus
actividades tradicionales. Explicó que carecen
de agua y los problemas que de ello se derivan.
Dijo que su comunidad pertenece a la etnia Wichi, y habita desde tiempos inmemoriales en
el Noroeste del Departamento de San Martín;
también que el acceso al paraje es muy difícil
y los caminos extremadamente malos. Agregó
que carecen de todo tipo de servicio (transporte, luz, gas, agua) y que sus viviendas son precarias, construidas en tierras propias.
Fundamentalmente explicó que siempre han
tomado agua del río, utilizándola tanto para
uso personal como para sus actividades productivas, caza, recolección de frutos de monte
y siembra; pero que sin embargo, a partir de
las sequías todo ha cambiado, por lo que hoy
deben competir con los animales (vacas, chanchos, cabras) peleando por el acceso al agua, y
que ello genera transmisión de enfermedades.
También dijo que forzados por la situación
muchos integrantes de la comunidad han debi-
do abandonar el paraje, en especial quienes tienen niños y ancianos en sus grupos familiares.
Manifestó además, que en el mes de julio del
2006 peticionaron -mediante un acta comunitaria al INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas)- la construcción de pozos de agua y que
como respuesta se les notificó que debían hacer
un proyecto para elevarlo a su consideración.
Al respecto expresó que además de no tener
las capacidades para efectuar este proyecto (lo
que de alguna manera entendió podía subsanarse a través de un pedido de ayuda a alguna
ONG), básicamente no tenían tiempo para esperar trámites burocráticos por la apremiante y
urgente situación vivida por su comunidad.
Aclaró las ventajas y desventajas existentes
entre la construcción de pozos de agua y la de
envío de camiones cisternas; se refirió a la procedencia del amparo y a los derechos constitucionales afectados: al agua, a la vida y a la salud,
y a la integridad cultural.
Solicitó se cite al Defensor del Pueblo de la
Nación como tercero interesado y se corra vista al Defensor de menores y ausentes. Ofreció
prueba e hizo reserva del caso federal.
III. El apoderado del Estado Nacional, Ministerio de Desarrollo Social de la Nación – INAI,
contestó informe del art. 8° de la ley 16.986 (fs.
35/ 42) en el cual definió al instituto como el
organismo del Estado Nacional -creado por
Ley Nro. 23.302- para diseñar y llevar a cabo las
políticas con los pueblos indígenas argentinos,
cuyos derechos como pueblos originarios han
sido oficialmente reconocidos y sancionados
por la Constitución Nacional.
Enumeró las funciones del INAI, los derechos constitucionales de los pueblos originarios y los ejes o líneas de acción fijados al
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Instituto que resumió en tres: 1) Participación
Indígena; 2) Reconocimiento de la posesión y
la propiedad y 3) Diseño y ejecución de programas con base regional para un desarrollo
sustentable con identidad.
Puntualizó que en el caso en examen y “luego
de una intensa búsqueda en mesas de entradas
no se ha registrado el ingreso en el mes de julio
de 2006 de ninguna petición por parte de los
accionantes”. Y agregó que “la situación de las
poblaciones pertenecientes al Pueblo Wichi
en la Provincia de Salta resulta conocida por lo
público y notorio de la misma, lo cierto es que
de esta comunidad en particular no se registra
pedido alguno tendiente a recibir ayuda en la
construcción de un pozo de agua”.
IV. A fs. 84/89 obra Informe Técnico emitido
el 22 de enero de 2007 por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.
A fs. 90/91 se agrega informe del 18 de enero de 2007 del Instituto Nacional de Asuntos
Indígenas (INAI).
A fs. 117/122 toma intervención el Defensor
del Pueblo de la Nación, adhiriéndose en un
todo a la acción judicial promovida por la Comunidad Monteveo-Ceboyo.
A fs. 130/131 contesta vista el representante
del INAI reiterando lo dicho al presentar el informe del art. 8° de la ley 16.986 en el sentido de
la falta de requerimiento administrativo previo.
A fs. 207/213 lucen la designación de intérprete y las declaraciones de testigos.
A fs. 237/249 obra pericia de antropóloga a
la que nos remitimos por su claridad conceptual y gráfica.
A fs. 256/258 obra la contestación de vista
del Fiscal Federal de Orán en la que concluye
que el amparo debe ser rechazado.
V. En el recurso bajo examen, la demandada
se agravió por considerar que el a quo tuvo por
procedente la vía del amparo omitiendo que la
actora nunca formuló reclamo administrativo
previo, lo que constituye un trámite obligatorio.
Se agravió además porque en la resolución
se prescinde de las defensas oportunamente
opuestas por su parte. Dijo que el INAI no es
un organismo proveedor de agua potable ni
está técnicamente capacitado para ello; que
tiene a su cargo la entrega de subsidios para
financiar los proyectos presentados por las comunidades; que en el caso, no se le presentó
proyecto alguno; y que las construcciones de
pozos están a cargo de organismos provinciales
con facultades específicas en el tema.
Remarcó que hubiese sido más beneficioso
para la comunidad plantear el pedido en sede
administrativa y así percibir el subsidio para
la ejecución de la obra que reclama, en vez de
efectuar el reclamo judicial sin sustento fáctico formal -omisión del pedido administrativo
previo- lo que conlleva una pérdida de tiempo
incomprensible a la luz de la situación denunciada, por lo que siendo la vía administrativa
plenamente idónea, la acción judicial resulta a
su entender arbitraria.
VI. Que entrando al análisis de la sentencia
apelada se advierte que el juez de la instancia
anterior consideró que los derechos en juego
en las presentes actuaciones son de jerarquía
constitucional, y supralegal, y que no puede
haber ley alguna que vaya en contra de esos derechos así reconocidos.
Refirió a la Declaración Universal de Derechos Humanos; al Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; al Pacto de Dere-
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
chos Civiles y Políticos; a la Convención sobre
la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la mujer; La convención sobre los Derechos del Niño; y dijo que en todos
ellos, el derecho a acceder al recurso natural
agua es de una claridad absoluta indiscutible.
Agregó, que también surgió con claridad de
las constancias del expediente, que la comunidad reclamante no tiene acceso a este elemento básico, natural y esencial para la vida
en todas sus formas.
Así, concluyó, que el amparo era formalmente procedente siendo que no se puede dilatar
el asunto, y que es al magistrado a quien le corresponde buscar los caminos que permitan garantizar la eficacia de los derechos y evitar que
estos sean vulnerados.
Por su parte a fs. 301/304 el Defensor del
Pueblo de la Nación contestó el traslado conferido de los agravios de la contraria, considerándolos de neto corte formal, ya sea en cuanto a la
admisión de la vía intentada como en cuanto a
la supuesta omisión del juez de 1° instancia de
tratar sus defensas.
Expresó que el apelante en realidad intentó
evadirse de responsabilidades como organismo
perteneciente al Estado Nacional.
A fs. 318/319 hizo lo propio el Sr. Fiscal
General ante este Tribunal, expidiéndose en
igual sentido.
VII. Como corolario del análisis efectuado, este Tribunal advierte que se está ante un
reclamo concreto de una Comunidad cuyas
características históricas, socio culturales y
socio económicas han sido suficientemente
descriptas en autos, dentro de un ámbito geográfico también analizado y puntualizado por
profesionales idóneos, pero que en lo que aquí
interesa, se pueden resumir en que no hablan
idioma nacional (requieren intérprete para
que traduzca sus expresiones, y no es sencillo
dar con uno); no saben leer ni escribir -en su
gran mayoría-, no tienen vías de egreso y acceso
desde y hacia el paraje en donde viven sin agua,
así como tampoco medios de transporte, salvo
algún tractor de manera esporádica.
Por su parte por la demandada asumió la representación un organismo del Estado Nacional,
dependiente de la Secretaría de Políticas Sociales
y Desarrollo Humano del Ministerio de Desarrollo Social, denominado Instituto Nacional de
Asuntos Indígenas. La estructura organizativa de
dicho Instituto fue aprobada a partir del Decreto
Nacional 410/2006, publicado en el B.O. del 17
de abril de 2006. El 27 de noviembre de ese mismo año, la Comunidad de Monteveo-Ceboyos
presentó su acción de amparo en sede judicial
exponiendo su dura realidad, y consecuente necesidad de contar con un pozo de agua.
Ahora bien, el Decreto referido pone entre
las competencias del INAI la de elaborar, ejecutar y fiscalizar las acciones del área, tendientes a lograr la protección y la defensa de las
comunidades aborígenes y su plena inclusión
en la sociedad.
Entre sus objetivos enuncia la atención y apoyo a los aborígenes y a las comunidades indígenas existentes en el país, asegurar su defensa y
desarrollo, su plena participación en el proceso
socioeconómico… la preservación de sus pautas culturales en los planes de enseñanza… y
como responsabilidad primaria del INAI consigna, entre muchas otras, la de “Asistir a las Comunidades Indígenas en los procesos de mediación por conflictos suscitados entre ellas y en su
relación con los demás actores de la sociedad,
especialmente en aquellos que obstaculicen su
acceso y el uso racional de los recursos naturales de las tierras en las que habitan”… “Diseñar
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346
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
e implementar por sí o conjuntamente con organismos nacionales, provinciales o municipales, programas de corto, mediano y largo plazo,
destinados al desarrollo integral de las comunidades indígenas, incluyendo planes de salud, de
educación, de vivienda, de uso y explotación
de tierras, de promoción agropecuaria, forestal,
minera, industrial y artesanal, de desarrollo de
la comercialización de sus producciones, especialmente de la autóctona, tanto en mercados
nacionales como externos, de previsión social y
ayuda social a personas”.
Y dentro de las acciones que tiene a su cargo, se enuncian las siguientes: “2.- Formular,
en coordinación con las autoridades nacionales, provinciales y municipales competentes,
planes de explotación de tierras y de fomento
del desarrollo sustentable; 3.- Realizar estudios
y censos que permitan analizar y diagnosticar
los problemas socio económicos, sanitarios y
culturales que afecten a las comunidades indígenas y generar proyectos participativos para
resolverlos; 4.- Asistir técnicamente a las Comunidades Indígenas para apoyar e impulsar
el desarrollo de emprendimientos productivos
sobre la base del óptimo aprovechamiento de
sus recursos, capacidades y condiciones, respetando sus tradiciones culturales; 17.- Analizar
actuaciones, evaluar, emitir informes técnicos
y proponer el otorgamiento de subsidios e
implementar acciones de control de ejecución
relacionadas a la ejecución de proyectos financiados en el área de su competencia”.
En el caso bajo análisis, el organismo que
debe velar por las comunidades indígenas exige
un procedimiento previo a su entender omitido, pero que la comunidad en cuestión se hallaba en serias dificultades de llevar adelante por
imposibilidades elementales: de escritura, de
idioma, de conocimientos, de movilidad y accesibilidad a oficinas, teléfonos, correos, computadoras y profesionales.
Pero además de ello, el INAI tiene como responsabilidad como se ha dicho entre sus áreas
de trabajo la de efectuar censos, realizar estudios
y diagnósticos, evaluar situaciones, formular
planes, asistir técnicamente, e incluso, mediar
ante conflictos. Ninguna de estas circunstancias
se verificaron en el caso en análisis. En enero de
2007 (fs. 92/93), el instituto contestó que tiene
entre sus responsabilidades la de implementar
conjuntamente con los organismos específicos -conforme la especialidad en la materia- ya
sean nacionales, provinciales y municipales, los
programas y proyectos destinados al desarrollo
integral de las comunidades indígenas. Y que
una de las líneas de acción en el área de Desarrollo Comunitario de ese instituto es el mejoramiento habitacional y ambiental, destinada
entre otras tantas actividades, a pequeñas obras
de captación almacenamiento y distribución de
agua. Y por último dijo que actúa a solicitud y
demanda de las comunidades indígenas y que
la formulación, administración y ejecución del
proyecto es responsabilidad de sus solicitantes.
Sin embargo, debe recordarse que el mismo
organismo expuso -al contestar el informe circunstanciado- “si bien la situación de las poblaciones pertenecientes al Pueblo Wichi en
la Provincia de Salta resulta conocida por lo
público y notorio de la misma, lo cierto es que
de esta comunidad en particular no se registra
pedido alguno tendiente a recibir ayuda en la
construcción de un pozo de agua” (fs. 38), lo
que es reiterado a fs. 92/93.
En consecuencia se trasluce que a pesar de
conocer la situación por pública y notoria, o
bien por el amparo interpuesto, el INAI como
organismo responsable de entender en cuestiones vinculadas con las poblaciones originarias, no buscó la manera de asistir en este
problema a la accionada, no formuló plan alguno, solicitó o tramitó subsidio, sino que se
amparó en la falta de presentación por parte de
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
la comunidad de su reclamo formal administrativamente encausado. En este punto, al analizar la guía para la elaboración y presentación
de proyectos (fs. 24 a 34) se concluye en que
-aun cuando pudiera eventualmente coincidirse en que se omitió la vía administrativa previa- el INAI una vez que tomó conocimiento
del reclamo debió ayudar a la comunidad de
Monteveo Ceboyos, asistiéndola, acompañándola, asesorándola, gestionando por sí (o por
quienes corresponda) soluciones provisorias y
urgentes hasta tanto el proyecto fuera evaluado
y obtenida la financiación pertinente para dar
la respuesta definitiva y sustentable que el caso
en análisis requiere. Debe tenerse en cuenta
que en el caso se está reclamando nada más y
nada menos que la construcción de un pozo
para proveer de agua potable a la comunidad
actora, que tiene dificultades para proveerse de
ese elemento tan esencial para la vida.
Esta dificultad (cultural o de conocimientos)
del pueblo Wichí para hacer lo que el INAI insiste que debió hacer, es manifestada a fs. 156
por los Licenciados Emiliana Buliubasich y
Héctor Eduardo Rodríguez (docentes de antropología de la Facultad de Humanidades,
Universidad Nacional de Salta) al producir su
informe. Y las dificultades prácticas se evidencian a lo largo de todo el expediente, y si así no
fuera, podrían igualmente imaginarse a partir
del objeto del amparo, cual es el reclamo de
algo tan elemental como contar con agua en el
paraje en el que habitan.
Es también relevante lo informado por la titular de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo
Sustentable de la Nación a fs. 84/89.
Pero además, este Tribunal tiene presente,
que a fs. 278/290 obra denunciado como hecho nuevo un convenio suscrito entre el INAI
y la Secretaría de Recursos Hídricos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable
de Salta, de fecha 13 de diciembre de 2008,
por el que se destinan fondos para un programa para obras técnicas de agua, beneficiando
a 1.115 personas de las comunidades Wichi,
Toba y Tapiete de la Provincia de Salta, para lo
cual, en su art. 3° (fs. 289) se establece que los
fondos “deberán ser depositados en la Cuenta
Corriente N° 3-100-0940139818/5 del Banco
Macro S.A., Sucursal Salta, Provincia de Salta”,
y en la nota adjunta a fs. 278 específicamente se
refiere a que “fueron girados por el Ministerio
de Desarrollo Social de la Nación a la Secretaría
de Recursos Hídricos de Salta el 30/12/08, correspondiendo a las obras previstas en Monteveo la suma de $ 136.000”. En el último párrafo
de la nota del INAI (16/02/09) se lee que “en
este momento la Secretaría está procediendo a
la compra de los insumos de las obras previstas
a fin de instalarlas en las comunidades”.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, ya
dijo en el recordado caso “Kot”, que “siempre
que aparezca, en consecuencia, de modo claro
y manifiesto, la ilegitimidad de una restricción
cualquiera, alguno de los derechos esenciales de
las personas así como el daño grave e irreparable que se causaría remitiendo el examen de la
cuestión a los procedimientos ordinarios, administrativos o judiciales, corresponderá que los
jueces restablezcan de inmediato el derecho restringido por la vía rápida del recurso de amparo.
Todo lo que puede añadirse es que, en tales
hipótesis, los jueces deben extremar la ponderación y la prudencia a fin de no decidir por
el sumarísimo procedimiento de esta garantía constitucional, cuestiones susceptibles de
mayor debate y que corresponda resolver de
acuerdo con los procedimientos ordinarios.
Pero, guardadas la ponderación y la prudencia debidas, ningún obstáculo de hecho o de
derecho debe impedir o retardar el amparo
constitucional” (CSJN, Fallos: 241302).
347
348
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Y en el caso, el recurrente no negó la necesidad
concreta del reclamante de contar con agua en el
paraje Monteveo-Ceboyos; tampoco desvirtuó
suficientemente y en lo sustancial lo apropiado
del reclamo del actor; ni demostró que el pueblo
Wichi hubiera podido completar debidamente
la guía que acompañó y que estima debió ser el
camino adecuado de su petición.
Tampoco especificó cómo o en qué medida
el haber transitado por esa vía de reclamación
previa al amparo hubiera mejorado la posición del pueblo Wichi. Contrariamente, desde
el 27 de noviembre de 2006 -fecha en que se
interpuso el amparo -a la actualidad, el INAI
ha mantenido su postura en el sentido que el
amparo debe ser rechazado por cuestiones formales. Más aún, desde el 16 de febrero de 2009
(según surge de lo manifestado a fs. 278 por el
referido instituto) existen fondos girados a la
Secretaría de Recursos Hídricos de Salta, sin
que se hubiese dado explicación alguna en el
expediente desde aquel momento en relación
a las obras para la que fueron destinados, no
habiendo constancia de que se esté trabajando
en su construcción, o que se tiene todo previsto
para su urgente inicio.
No basta pues que haya una vía procesal, de
cualquier índole, para desestimar un pedido
de amparo; hay que considerar si tal trámite
es auténticamente operativo para enfrentar
el acto lesivo en el caso particular sometido a
tratamiento. El mero rechazo de la demanda
de amparo por la simple razón de existir acciones judiciales o administrativas no basta. Lo
que debe determinarse es si tales caminos son
efectivamente útiles para lograr la protección
del derecho o garantía constitucional de que se
trate. En tal contexto debe considerarse la trascendencia de los derechos a la vida, a la salud…
que se encuentran comprometidos… prerrogativas que constituyen postulados básicos que
corresponden a todo individuo por su mera
condición de ser humano. La doctrina ha llamado a las mencionadas facultades “derechos
humanos”, recogidos por nuestra Constitución
Nacional, que son intrínsecamente universales
y corresponden a todos sin discriminación;
esto último como corolario del principio de
igualdad. La protección y promoción de estos
derechos concierne tanto al ámbito nacional
como provincial (Conf. Cámara Federal de
Apelaciones de Mar del Plata, en autos “Fernández, Mónica Patricia y Otros c. SUMA s/
Amparo” del 31 /05/07).
Sin perjuicio de todo lo dicho, y a mayor
abundamiento se remarca especialmente lo
manifestado en el “Convenio Específico de
Cooperación Técnica entre el INAI del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y la Secretaría de Recursos Hídricos del Ministerio
de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Salta” -agregado a fs. 279/289- en cuyos considerandos se estipula que: “Existe un Convenio
Marco de actuación articulada entre el INAI
y la Secretaría en actividades de cooperación
técnica firmado el 25/08/08 cuya finalidad
es promover el desarrollo de las comunidades
aborígenes sustentado en el diálogo intercultural, a fin de posibilitar la adecuación de
estrategias a su diversidad cultural, particularmente en la promoción de las actividades
que mejoren la infraestructura básica de las
comunidades en lo que hace al abastecimiento
de agua apta para el consumo humano”; “Que
la Secretaría es el organismo provincial con
una vasta experiencia en la identificación de
alternativas para la provisión de agua en las
áreas rurales y en la ejecución de proyectos
sustentables de abastecimiento de agua en las
comunidades indígenas de la Provincia”; “Que
la Secretaría dispone de cobertura territorial
técnica e infraestructura para atender a los distintos Pueblos dispersos en el territorio provincial”; “Que el INAI y la Secretaría tienen
vasto conocimiento de las causas que generan
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
el actual deterioro de las condiciones de vida
de las comunidades aborígenes y amplia experiencia en el diseño y gestión de proyectos
abordados desde una perspectiva intercultural” y así al definir la “Finalidad del Convenio”
en el artículo primero “acuerdan trabajar en
forma conjunta para apoyar a las comunidades indígenas de Salta en la formulación y ejecución de proyectos destinados a dotar de un
abastecimiento sustentable de agua apta para
bebida humana a las comunidades”.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos en el fallo recaído en la causa “Comunidad
Indígena Yakye Axa vs. Paraguay” (17/06/05)
ha dicho que las afectaciones especiales del derecho a la salud e íntimamente vinculadas con
él, las del derecho a la alimentación y el acceso al
agua limpia impactan de manera aguda el derecho a un existencia digna y las condiciones básicas para el ejercicio de otros derechos humanos,
como el derecho a la educación o el derecho a la
identidad cultural. En el caso de los pueblos indígenas el acceso a sus tierras ancestrales y al uso
y disfrute de los recursos naturales que en ellas
se encuentran están directamente vinculados
con la obtención de alimento y el acceso a agua
limpia” (párr. 167) (Ver García, Lila: “Panorama de Jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (2005-2006)” J.A.
2007-I-967, específicamente pág. 984).
Por todo lo expuesto, la sentencia venida en
recurso debe ser confirmada.
VIII. Por las particularidades que presenta
el caso, las costas en esta instancia se imponen
por su orden (en igual sentido ver fallo “Sainz
de José Magdalena y José Víctor c. Banco de la
Nación Argentina s/Acción de Amparo” del 30
de julio de 2002).
Por todo lo expuesto se Resuelve: I. Rechazar el recurso de apelación interpuesto por el
Instituto Nacional de Asuntos Indígenas a fs.
272/276, Confirmando la sentencia de primera instancia de fecha 9 de febrero de 2009 (fs.
262/265). II. Imponer las costas por su orden
(Artículo 68 CPr. segundo párrafo).
Jorge Luis Villada. - Roberto G. Loutayf Ranea. - Miguel A. Medina.
349
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
5. Salud pública
“Viceconte, Mariela C.”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso
Administrativo Federal, Sala IV, 02/06/1998
“…la función judicial no se agota en la letra de la ley con olvido de la
efectiva y eficaz realización del derecho (Fallos: 248:291; 249;37) y para
ello debe atenderse antes que a un criterio formalista, a la vigencia de los
principios que ampara la Constitución Nacional y que surgen de la necesidad de proveer al bien común, considerando éste como el conjunto de las
condiciones de la vida social que hacen posible tanto a la comunidad como
a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de su propia
perfección (Fallos: 296:65)” (considerando VI).
“…el objetivo preeminente de la Constitución Nacional, según se expresa en su preámbulo, es lograr el bienestar general, lo cual significa decir
la justicia en su más alta expresión, esto es, la justicia social, cuyo contenido actual consiste en ordenar la actividad intersubjetiva de los miembros
de la comunidad y los recursos con que ésta cuenta con vistas a lograr que
todos y cada uno de sus miembros participen de los bienes materiales y
espirituales de la civilización” (considerando VII).
“…la declaración de derechos efectuada en nuestra Constitución Nacional no sólo es una declaración de voluntad del Estado que así reconoce
la existencia de los derechos individuales, sino que también es un compromiso por el cual el propio Estado se obliga a dictar las normas necesarias
y a cumplirlas, es decir, que asumió un compromiso de organizar los servicios y prestaciones allí previstas” (…)
“Los llamados “derechos sociales” establecidos en el art. 14 bis de
nuestra Carta Magna y señalados en las declaraciones y pactos supra referidos tienen un carácter muy diferente al de las libertades tradicionales.
351
352
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
Estos “derechos sociales” -entre los que indudablemente se encuentra el
derecho a la salud- no constituyen ya para los individuos un derecho de
actuar, sino facultades de reclamar determinadas prestaciones de parte del
Estado -cuando éste hubiera organizado el servicio-” (considerando VIII).
“…cuando en un caso determinado no está previsto -por razones de
conveniencia económica o interés comercial- que las personas o instituciones privadas atiendan la salud de la población, no cabe sino concluir que
incumbe al Estado, en calidad de garante, brindar los recursos necesarios
para hacer frente a la enfermedad (esta sala, arg. “in re”: “Alcalá, Cristina
Beatriz c. Mº de Salud y Acción Social”, 9 de marzo de 1998), de manera
eficaz y oportuna” (considerando X).
2ª Instancia. - Buenos Aires, junio 2 de 1998.
Considerando:
I. Que la actora inició su demanda de amparo
a fin de que se ordenase al Estado nacional que:
a) ejecutase la totalidad de las medidas necesarias para completar la unidad de producción de
la vacuna Candid 1 -contra la fiebre hemorrágica argentina- en el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas doctor Julio Maiztegui, asegurando su inmediato suministro a la
totalidad de la población potencialmente afectada por el Virus Junín; y b) implementase, en
coordinación con las áreas públicas competentes, una campaña para restablecer el ecosistema.
II. Que la juez de primera instancia, rechazó la acción impetrada e impuso las costas
por su orden.
Para así resolver entendió:
a) que, de acuerdo a lo que surgía del informe
de fs. 97/125, la demandada daba cuenta de las
previsiones que se estaban tomando a fin de
producir en el país la vacuna Candid 1 y que,
en consecuencia, no se advertía que el tribunal
pudiera atender este aspecto del reclamo de la
actora, pues se estaría ante una decisión judicial
carente de sustento fáctico que la avalase;
b) que la vacuna cuya provisión se solicitaba
se encontraba en una etapa de investigación y,
por ello, la facultad para autorizar el suministro
era ajena a la competencia de los tribunales judiciales, puesto que dicha facultad era privativa
de la autoridad administrativa;
c) que de acuerdo con lo dispuesto en la ley
16.463, en el caso, no podía hablarse de medicamento, por tratarse de una sustancia en
experimentación en proceso muy incipiente y
que, por tal razón, ordenar al Poder Ejecutivo
el suministro inmediato de la mencionada vacuna Candid 1 sería imponerle una conducta
contraria a la ley; y
d) que, en lo atinente a la implementación de
una campaña para restablecer el ecosistema, la
vía del amparo era improcedente ya que requería, necesariamente, la realización de pruebas
cuya complejidad excedía el limitado marco de
este proceso abreviado.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
III. Que contra dicha decisión interpusieron y
fundaron sus recursos de apelación el Defensor
del Pueblo de la Nación y la actora.
A fs. 291/294 vta., 296/299 vta., 300/304
vta. y 309/vta., fueron contestados los traslados conferidos.
A fs. 311/vta. obra el dictamen del Procurador Fiscal de Cámara.
A fs. 346/361 se agregó el acta y la documentación recabada en ocasión del reconocimiento
judicial dispuesto en la providencia de fs. 313.
IV. Que no puede dejar de tomarse en cuenta,
que en el art. 43 del nuevo texto de la Constitución Nacional se dispone que toda persona
puede interponer acción expedita y rápida de
amparo, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo, “contra todo acto u omisión
de autoridades públicas o de particulares, que
en forma actual o inminente, lesione, restrinja,
altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad
manifiesta, derechos y garantías reconocidos
por esta Constitución, un tratado o una ley”.
V. Que en el art. XI de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
-cuya jerarquía constitucional le fue acordada
en el art. 75, inc. 22 del nuevo texto de la Carta
Magna- se prevé que toda persona tiene derecho a que su salud sea reservada por medidas
sanitarias y sociales, relativas a la alimentación,
el vestido, la vivienda y la asistencia médica, correspondientes al nivel que permitan los recursos públicos y los de la comunidad.
En el art. 25 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos -también con jerarquía
constitucional- se dispone que toda persona
tiene derecho a un nivel de vida adecuado que
le asegure, así como a su familia, la salud y el
bienestar, y en especial la alimentación, el vesti-
do, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios.
En el art. 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales -cuya
jerarquía constitucional también se reconoce
en la Carta Magna- se estableció que entre las
medidas que los Estados Partes deberían adoptar a fin de asegurar la plena efectividad del derecho de toda persona al disfrute del más alto
nivel posible de salud física y mental deberían
figurar: el mejoramiento en todos sus aspectos
de la higiene del trabajo y del medio ambiente
(inc. b), la prevención y el tratamiento de las
enfermedades epidémicas, endémicas, profesionales y de otra índole, y la lucha contra ellas
(inc. c) y, la creación de condiciones que aseguren a todos asistencia médica y servicios médicos en caso de enfermedad (inc. d).
VI. Que la función judicial no se agota en la
letra de la ley con olvido de la efectiva y eficaz realización del derecho (Fallos: 248:291;
249;37) y para ello debe atenderse antes que a
un criterio formalista, a la vigencia de los principios que ampara la Constitución Nacional y
que surgen de la necesidad de proveer al bien
común, considerando éste como el conjunto de
las condiciones de la vida social que hacen posible tanto a la comunidad como a cada uno de
sus miembros el logro más pleno y más fácil de
su propia perfección (Fallos: 296:65).
VII. Que la Corte Suprema de Justicia de
la Nación ha dicho que en el Preámbulo de la
Constitución Nacional “ya se encuentran expresiones referidas al bienestar general, objetivo
preeminente en el que, por cierto, ha de computarse, con prioridad indiscutible, la preservación
de la salud” (confr. Fallos: 278:313, consid. 15).
También ha declarado el Alto Tribunal que el
objetivo preeminente de la Constitución Nacional, según se expresa en su preámbulo, es lograr
353
354
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
el bienestar general, lo cual significa decir la justicia en su más alta expresión, esto es, la justicia
social, cuyo contenido actual consiste en ordenar la actividad intersubjetiva de los miembros
de la comunidad y los recursos con que ésta
cuenta con vistas a lograr que todos y cada uno
de sus miembros participen de los bienes materiales y espirituales de la civilización. Señaló
además que tiene categoría constitucional el
principio “in dubio pro justitia socialis” y que las
leyes deben ser interpretadas a favor de quienes
al serles aplicadas con este sentido consiguen o
tienden a alcanzar el bienestar, esto es, las condiciones de vida mediante las cuales es posible a
la persona humana desarrollarse conforme a su
excelsa dignidad (Fallos: 289:430).
VIII. Que la declaración de derechos efectuada en nuestra Constitución Nacional no
sólo es una declaración de voluntad del Estado
que así reconoce la existencia de los derechos
individuales, sino que también es un compromiso por el cual el propio Estado se obliga a
dictar las normas necesarias y a cumplirlas, es
decir, que asumió un compromiso de organizar los servicios y prestaciones allí previstas
(confr.: Hauriou, Maurice, “Principios de derecho público y constitucional”, 2ª ed., Instituto Editorial Reus, Madrid).
Cabe destacar, en ese sentido, que el sistema
constitucional, al consagrar los derechos, declaraciones y garantías, establece las bases generales que protegen la personalidad humana y
a través de su norma de fines, tutela el bienestar
general. De ahí que, el eje central del sistema jurídico sea la persona en cuanto tal, desde antes
de nacer hasta después de su muerte (Fallos:
316:479, voto de los doctores Barra y Fayt).
Los llamados “derechos sociales” establecidos en el art. 14 bis de nuestra Carta Magna y
señalados en las declaraciones y pactos supra
referidos tienen un carácter muy diferente al
de las libertades tradicionales. Estos “derechos
sociales” -entre los que indudablemente se encuentra el derecho a la salud- no constituyen ya
para los individuos un derecho de actuar, sino
facultades de reclamar determinadas prestaciones de parte del Estado -cuando éste hubiera
organizado el servicio- (confr.: Hauriou, André, Gicquel, Jean y Gélard, Patrice, “Derecho
constitucional e instituciones políticas”, Ed.
Ariel, Barcelona, 1980; en el mismo sentido,
Hübner Gallo, Jorge Iván, “Panorama de los
derechos humanos”, p. 18, Ed. Universitaria de
Buenos Aires, Buenos Aires, 1977).
IX. Que en el “sub examine” lo que se encuentra fundamentalmente en juego es el derecho a
la vida, primer derecho natural de la persona
humana preexistente a toda legislación positiva
y que, obviamente resulta reconocido y garantizado en nuestra Carta Magna y las leyes.
Mientras algunos derechos de la personalidad
humana tienen un régimen minuciosamente
previsto en las leyes, otros por el contrario, se
caracterizan por su imprecisión. Las dificultades son causadas por la falta de sistematización
de las normas respectivas y, desde otro punto
de vista, por los adelantos de la ciencia y de la
técnica, que suscitan riesgos y generan, al mismo tiempo, esperanzas de mejorar la salud y el
bienestar general (Fallos: 302:1284, voto de los
doctores Frías y Guastavino).
X. Que en bien común, cometido esencial de
la sociedad organizada, se logra a través de fines que sólo pueden ser alcanzados por el Estado mismo, tales como la defensa nacional, o la
justicia en sus manifestaciones más frecuentes
y comunes. Pero hay otros fines que el Estado
asimismo procura y que son concurrentes, en
tanto su alcance no corresponde en exclusividad al Estado, sino puede determinar también
la acción de los particulares o de otras sociedades (confr.: Fallos: 305:1524, voto del doctor
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Bargallo). De esa índole pueden considerarse
los fines educacionales, culturales o de prevención de la salud.
Sin embargo, cuando en un caso determinado
no está previsto -por razones de conveniencia
económica o interés comercial- que las personas o instituciones privadas atiendan la salud
de la población, no cabe sino concluir que incumbe al Estado, en calidad de garante, brindar
los recursos necesarios para hacer frente a la enfermedad (esta sala, arg. “in re”: “Alcalá, Cristina Beatriz c. Mº de Salud y Acción Social”, 9 de
marzo de 1998), de manera eficaz y oportuna.
XI. Que, según surge de la documentación
agregada a estas actuaciones y de las posiciones asumidas por las partes, no se encuentra
discutido:
a) que la fiebre hemorrágica argentina
(F.H.A.) es una enfermedad endemo-epidémica (confr.: fs. 3, 5 del folleto agregado a fs. 44;
45, entre otras);
b) que la protección más completa contra la
fiebre hemorrágica argentina o mal de los rastrojos la ofrece la aplicación de la vacuna Candid 1 (confr.: fs. 351, párr. 1º), cuya efectividad
está en el orden del 95,5 %;
c) que la Organización Mundial de la Salud
avaló su eficacia y el Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación autorizó su aplicación
en 1991, por res. 100;
d) que hasta el presente la totalidad de vacuna
Candid 1 ha sido producida por el Instituto Salk,
mediante un contrato con el Departamento de
Defensa de los EE.UU. Alrededor de 320.000
dosis de esta vacuna han sido adquiridas, habiendo un “stock” disponible de 80.000 dosis y
que esa cantidad no es suficiente para inmunizar
a los 3.500.000 habitantes de la zona endémica.
e) que considerando que es una enfermedad
exclusiva de nuestro país, que no está previsto
producir vacuna Candid 1 en el extranjero, y
que, debido al número de personas a vacunar
la producción de esta vacuna no es atractiva
desde el punto de vista comercial, la disponibilidad de dicha vacuna para la población del área
endémica está sujeta a los avances del proyecto
de producción de Candid 1 en los laboratorios
del Instituto Nacional de Enfermedades Virales
Humanas “doctor Julio Maiztegui”.
XII. Que surge claramente de autos que el
Estado nacional, a través del ministerio demandado ha asumido el compromiso de producir la
aludida vacuna a efectos de combatir la fiebre
hemorrágica argentina.
La cuestión a decidir radica entonces en determinar si la demandada ha cumplido puntualmente con sus obligaciones o si, por el
contrario, ha incurrido en omisiones lesivas del
derecho a la salud de la población potencialmente afectada por la mentada enfermedad.
XIII. Que el proyecto de producción de la vacuna Candid 1 en la Argentina fue iniciado en
1991, lográndose en el año 1997 un 80% de la
tecnología de producción y control de calidad,
restando finalizar las obras edilicias y de equipamiento del laboratorio de producción.
A pesar de lo afirmado por la demandada en
el sentido de que en el presupuesto de 1997
se contempla una partida especial destinada
“a terminar de adecuar este instituto para este
fin”, lo cierto es que, según surge del acta de fs.
346/361 y del reconocimiento judicial efectuado con fecha 12 de diciembre de ese año, lejos
estaba el citado instituto de hallarse en condiciones de producir la vacuna aludida.
Es que, aun cuando se hubieran finalizado
las obras, resta la adquisición y colocación de
355
356
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
los aparatos necesarios para efectuar la producción, requiriéndose, además, un proceso de
validación (control de funcionamiento), el que
-según el cronograma agregado a fs. 359- recién
podría completarse en el primer trimestre de
1999, estimándose que -de no existir inconvenientes- se estaría en condiciones de liberar
para su uso la vacuna Candid 1 producida en el
país para fines de dicho año.
XIV. Que es necesario aclarar que en el “sub
lite” no se trata de eludir los procedimientos legales y reglamentarios vigentes a efectos de obtener la autorización de la vacuna por parte del
organismo estatal competente, circunstancia
que sí se encontraría excluida de la jurisdicción
de los tribunales.
XV. Que del informe presentado el 2 de octubre de 1996 por la Directora del Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas “Julio I.
Maiztegui” se desprende que “no se ha realizado
ninguna inversión durante los últimos 2 años”
que permitiese la habilitación de la unidad de
producción de vacuna, la que se encontraba por
consiguiente paralizada, lo que se encuentra
corroborado por el recorte periodístico acompañado por la demandada a fs. 115, en el que se
menciona que el Ministro de Salud anunciaba
que en el presupuesto de 1997 se otorgaba una
partida para el mencionado instituto lo que permitiría la reactivación de la iniciativa.
XVI. Que, teniendo presente que -como se señaló- la preservación de la salud de la comunidad es uno de los objetivos prioritarios de la comunidad organizada como estado de Derecho,
puede arribarse a las siguientes conclusiones:
a) al haber asumido el Estado nacional el
compromiso de producir la aludida vacuna a
efectos de combatir la fiebre hemorrágica argentina, los habitantes de las zonas afectadas y,
obviamente, el Defensor del Pueblo de la Na-
ción se encuentran legitimados para reclamarle
el cumplimiento de dicho compromiso;
b) si bien en el presupuesto del año 1997 se
habían previsto partidas especiales destinadas
a la reactivación del proyecto, lo cierto es que,
con anterioridad a dicho momento, hubo lapsos en que aquél estuvo paralizado por falta de
inversiones, con la consiguiente postergación
de la meta final, esto es, la producción local de
la vacuna Candid 1;
c) la gravedad de la enfermedad, sumado a la
gran cantidad de personas con riesgo de contraerla dentro del área endémica (estimada
en 3.500.000 personas), torna absolutamente
necesario el máximo esfuerzo de las autoridades competentes a fin de finalizar, dentro del
menor tiempo posible, todas las tareas, obras y
adquisiciones pertinentes para producir la referida vacuna Candid 1 en el país;
d) toda vez que el cronograma de fs. 359 fue
realizado por el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas “Julio Maiztegui”, y teniendo en cuenta que su cumplimiento excede
las facultades del citado organismo, dependiendo, en cambio, de las decisiones políticas, presupuestarias y administrativas de las autoridades
superiores de la demandada, no es irrazonable
sostener que el planteo de autos no ha perdido
actualidad, ni puede, en consecuencia, declararse inoficioso un pronunciamiento al respecto.
XVII. Que, en tales condiciones, corresponde hacer lugar, en este aspecto, a la acción de
amparo impetrada y, en consecuencia, ordenar al Estado nacional -Ministerio de Salud
y Acción Social- que cumpla estrictamente y
sin demoras, con el cronograma cuya copia
se encuentra agregada a fs. 359, responsabilizando en forma personal a los Ministerios de
Salud y Acción Social y de Economía y Obras
y Servicios Públicos -en sus respectivas áreas
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
de competencia-, y obligando asimismo, a los
organismos a su cargo al cumplimiento de los
plazos legales y reglamentarios.
jas, en tanto que para las demandadas es menester mantener desmalezados los lugares en los
que los roedores construyen sus nidos.
XVIII. Que, desde otro ángulo, no puede ser
admitida la petición de la demandada referente
a la implementación, en coordinación con las
áreas públicas competentes, de una campaña
para restablecer el ecosistema que contemple,
en particular, la conservación y restablecimiento en las zonas afectadas de los pajonales
naturales, hábitat del felino llamado gato de las
pajas, y también de las tierras duras aptas para
la vivienda natural de lechuzas, aves de presa,
cazadores naturales de los roedores.
Ello no implica, por supuesto, pronunciamiento definitivo alguno acerca de la validez
o no de dichas medidas; es sólo que, frente a
la eficacia demostrada de la vacuna Candid 1,
y ante la falta de manifiesta procedencia de las
otras pretensiones, extenderse en este proceso
acerca de su procedencia o eficacia excede las
posibilidades de evaluación de este tribunal por
la vía intentada.
En efecto, de la documentación acompañada
por la actora no surge en forma terminante -en
el ámbito de esta acción de amparo- que aquellas medidas produzcan los efectos que allí se
pretende. Cualquier decisión al respecto, en
tanto fuese de competencia de los jueces, requeriría un mayor caudal de información y prueba
que pudiese permitir conocer en forma pormenorizada no sólo la situación actual, sino las
perspectivas de la evolución de la situación y el
impacto que pudieran tener las medidas adoptadas y aquellas propuestas.
En efecto, es de hacer notar, a modo de ejemplo, la contradicción existente entre la postura
de la actora y la de la demandada en cuanto a la
cuestión relativa a la costumbre de “arar hasta el
alambrado”. La demandante se opone porque sería la causa de la eliminación de las “tierras duras
aptas para la vivienda natural de lechuzas, aves de
presa, cazadores naturales de los roedores”, mientras que para los organismos de salud la recomendación es “arar hasta el borde de los alambrados”.
También puede señalarse que no existe coincidencia en el caso de los pajonales naturales.
Según la actora han de conservarse porque
constituyen el hábitat del felino gato de las pa-
Por todo lo expuesto, corresponde hacer lugar, en parte, a la acción de amparo impetrada
y, en consecuencia, ordenar: a) al Estado nacional -Ministerio de Salud y Acción Social- que
cumpla estrictamente y sin demoras con el
cronograma cuya copia se encuentra agregada
a fs. 359, responsabilizando en forma personal
a los Ministros de Salud y Acción Social y de
Economía y Obras y Servicios Públicos -en sus
respectivas áreas de competencia-, y obligando
asimismo, a los organismos a su cargo al cumplimiento de los plazos legales y reglamentarios;
b) poner esta sentencia en conocimiento del
Presidente de la Nación y del Jefe de Gabinete
de Ministros, mediante oficio de estilo; c) encomendar al Defensor del Pueblo de la Nación
el seguimiento y control del cumplimiento del
referido cronograma, sin que obste a ello el derecho que le asiste a la actora en tal sentido; y d)
sin perjuicio de lo precedentemente dispuesto,
la demandada deberá, dentro del plazo de 10
días de quedar notificada de la presente, informar al tribunal acerca del cumplimiento del cronograma referido en el punto a). Las costas de
ambas instancias se imponen en el orden causado en atención al resultado al que se arribó y a la
novedad de la cuestión planteada.
María del Carmen Jeanneret de Pérez Cortés.
- Alejandro J. Uslenghi. - Guillermo P. Galli.
357
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
6. Obesidad mórbida (cirugía bariátrica)
“Rodríguez, J. E. c/INSSJP (Pami)”, Cámara Federal de Apelaciones de La
Plata, Sala 2, 18/05/2006
“…el amparista R. padece obesidad que, sin lugar a dudas, es una enfermedad que incrementa el riesgo de enfermedades graves y de muerte
prematura. En su apelación, la demandada la califica de mórbida, que es el
tipo de obesidad de mayor riesgo (v. fs.121 vta., también fs.59), que afecta
a quienes tienen índices de masa corporal muy superior a la normal.- (…)
“…el actor se encuentra en una especie de “círculo vicioso”. Es sabido que el cuerpo humano no está preparado para soportar tanto peso,
lo que coadyuva al incremento de afecciones óseas que, a su vez, limitan
la actividad física y obligan al sedentarismo. Con lo cual aparece como
razonable que para poder resolver su problema artrósico con la intervención quirúrgica para la colocación de prótesis de cadera, deba, primero, tratar su sobrepeso.
Concluyo, entonces, que la enfermedad que padece el actor, compleja
y de riesgo altísimo, que lo afecta tanto en el aspecto físico, como en el
psíquico y en el social, exige la tutela de la jurisdicción, toda vez que se
encuentran vulnerados los derechos constitucionales señalados anteriormente y, por ende, jurídicamente protegidos. Por lo tanto, el tratamiento
especial que requiere para su superación -internación en una clínica especializada- aparece como la opción más efectiva para lograrlo” (considerando VI.2 del voto del doctor Schiffrin).
“…se hallan configurados los requisitos de procedencia de esta vía
de amparo en cuanto a la cobertura total, continua e ininterrumpida del
tratamiento del actor indicado para superar su hiperobesidad a través de
la internación en un establecimiento especializado, único camino posible
359
360
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
para que, una vez lograda su recuperación, pueda realizarse la intervención quirúrgica indicada. Es una obligación de prestación indispensable que
debe otorgarle su Obra Social para procurar el pleno goce de la salud,
derecho constitucionalmente protegido, con lo cual el I.N.S.S.J.P. se halla
comprometido a su tutela inmediata a fin de evitar la frustración de este
derecho” (considerando VII del voto del doctor Schiffrin).
“…es menester recordar que el art. 33 de la Carta Magna, al igual que
los tratados internacionales que integran el llamado bloque de constitucionalidad federal a tenor del art. 75, inc. 22 de la Constitución Nacional ( conf.
arts. 25 inc. 1 de la Declaración Universal de derechos Humanos, 11 de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y 12 incs. 1
y 2 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales)
no tolera que no se protejan derechos fundamentales como el derecho a la
salud y, en consecuencia, en función de una pretensión que está destinada
a obtener la cobertura de tratamiento por hiperobesidad en instituto de
medicina privada, protegiendo así la salud del causante -de rango constitucional como sostengo-, cabe adelantar la confirmatoria del decisorio
arribado por el a quo” (considerando II del voto del doctor Compaired).
“…corresponde el rechazo de los argumentos ensayados por la demandada apelante y viéndome en la obligación de no poder dejar de
advertir que periódicamente la población debe acudir a distintos órganos
judiciales -en todo el país- en procura que se brinde, continúe o restablezca la prestación de los servicios de salud que en el sentido amplio
del término que la propia Carta Magna pone a cargo del Estado, de las
obras sociales, de los centros asistenciales y de las empresas de medicina
prepaga” (considerando V del voto del doctor Compaired).
Véase fallo completo en la página 127
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“C., M. J. v Unión Personal Civil de la Nación s/amparo”, Cámara Federal de
Apelaciones de La Plata, Sala 3, 04/12/2007
“…La enfermedad de la actora lleva ocho años de evolución y durante
ese tiempo -como se dijo- ha transitado tratamientos alternativos que han
fracasado. La actora no reclama una protección judicial sumarísima para
remediar un problema estético sino que lo hace para enfrentar, quirúrgicamente, una enfermedad que le provoca severos trastornos y la puede
llevar a la muerte” (considerando 2.6. del voto del doctor Vallefín).
“La cirugía bariátrica no ha sido solicitada por la actora ni es sugerida
o impuesta por este Tribunal. Ha sido prescripta por su médico y ratificada por el informe pericial agregado en el expediente. Esta técnica si bien
difundida en el país recientemente cuenta con un sostenido desarrollo en
otras regiones como enseñan muchas instituciones especializadas (...) y la
necesidad de aplicarla se halla avalada en el sub judice por una doble prescripción médica” (considerando 2.6.1.del voto del doctor Vallefín).
“…Las consideraciones precedentes permiten sostener las siguientes
conclusiones: a) la actora sufre obesidad mórbida grado III; b) la enfermedad registra una evolución de ocho años con fracaso de los tratamientos
intentados; c) la enfermedad tiene un “alto índice de morbimortalidad”; d)
su médico personal y el informe pericial aconsejan la realización de una
cirugía bariátrica; e) el “Programa Médico Obligatorio” -a cuyo cumplimiento se halla sujeto la obra social demandada- constituye un piso básico
de prestaciones; es mutable y se nutre de las nuevas técnicas y tiene un fin
integral que supera el mero sufragio económico de la práctica médica; f)
la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha decidido que, en situaciones
excepcionales, dicho programa puede resultar insuficiente para conferir
la protección constitucional que el derecho a la salud requiere; g) la gravedad de la dolencia acreditada en la causa revela que la negativa a cubrir
los gastos de la intervención quirúrgica prescripta la deja en situación de
desamparo y ello lesiona los derechos constitucionales cuya tutela demanda y h) se encuentran reunidos los requisitos exigidos por el art. 43 de la
Constitución Nacional y 1 de la ley 16.986 para la procedencia de la acción
promovida” (considerando III del voto del doctor Vallefín).
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
En la ciudad de La Plata, a los 4 días del mes
de diciembre del año dos mil siete, reunidos
en Acuerdo los señores Jueces que integran la
Sala Tercera de esta Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, toman en consideración el
expediente n° 14.876/07 caratulado: “C., M. J.
c/U.P.C.N. s/acción de amparo”, procedente
del Juzgado Federal de Primera Instancia de la
ciudad de Junín. Practicado el pertinente sorteo el orden de votación resultó: doctores Carlos Alberto Vallefín, Antonio Pacilio y Carlos
Alberto Nogueira.//
El doctor Vallefín dijo:
I. Antecedentes
1. C. promovió una acción de amparo contra
la Obra Social de la Unión del Personal Civil de
la Nación a fin de que se deje sin efecto la decisión que le denegó una prestación médica -la
realización de una cirugía bariátrica- por considerar que no se encuentra incluida “dentro del
Programa Médico Asistencial presentado por
Unión Personal ante la Superintendencia de
Servicios de Salud de la Nación”.
Dijo que “cuento con 23 años de edad, mi peso
aproximado es de 112 kilogramos y pese a mi
juventud padezco obesidad mórbida de más de
8 años de evolución con IMC (índice de masa
corporal) 43, P=112 (peso), T (talla) 1,61;
arrojando como consecuencia de ello HTA que
requiere tratamiento con polifarmacia”.
“El IMC -continuó- es una herramienta útil
para tener una idea orientadora sobre nuestro
estado actual entre dos extremos: la delgadez
y la obesidad, con relación a un punto medio
saludable o normalidad. Dicho índice es el resultado del cociente del peso sobre la talla al
cuadrado. Su interpretación es: 18,4 o menos
delgadez; de 18,5 a 24,9 saludable; de 25 a 29,9
exceso de peso; de 30 a 34,9 obesidad grado
I; de 35 a 39,9 obesidad grado II y más de 40
obesidad grado III”. “Es decir, atento los parámetros mencionados supra, poseo un IMC de
43 (cf. certificación médica acompañada), por
lo que padezco Obesidad Mórbida Grado III”.
Señaló también que como “consecuencia directa de mi enfermedad padezco HTA (hipertensión arterial) en tratamiento polifarmacia,
dermatitis de pliegos a repetición, artrosis de
rodilla y lumbociatalgia que dificultan mi desenvolvimiento laboral, estudiantil, afectando
además mi vida privada de relación. A su vez
sufro a raíz de mi hiperobesidad, insulino resistencia lo que sumado a mis antecedentes familiares de diabetes aumenta el riesgo de padecer
la enfermedad antes señalada”.
Dijo que efectuó todas las gestiones ante la
demandada que le denegó la cobertura de la cirugía bariátrica que le fue prescripta por su médico especialista. Expresó también que carece
de recursos económicos para solventarla y que
su derecho a la salud está siendo vulnerado por
la conducta arbitraria de la demandada.
2. La demandada respondió extemporáneamente el informe circunstanciado que le fue
requerido. La causa se abrió a prueba y el a quo
dictó sentencia rechazando la demanda.
El único fundamento empleado para hacerlo surge del considerando V de la sentencia...:
“Que confrontadas las constancias de la causa,
no () se encuentra suficientemente probado en
autos la existencia de la operación bariátrica
pretendida como única posibilidad para enfrentar la enfermedad que la aqueja. Por el contrario, de la lectura del informe médico pericial
surge con claridad meridiana la característica
de ‘alternativa’ frente al fracaso de las terapias
convencionales”.
3. La actora dedujo recurso de apelación que
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fue concedido.... Sostuvo que la interpretación
del dictamen pericial es absurda y distorsiona
el sentido que le asignó el perito médico. Si “la
perito hubiera advertido otras alternativas conjuntamente con la cirugía bariátrica se supone
-dijo- con arreglo a la lógica más elemental, que
la hubiera propuesto” lo que no surge de ninguna manera del referido dictamen. Consecuentemente, solicitó la revocación de la sentencia.
II. Consideración de los agravios
1. Admisibilidad de la acción de amparo. El
derecho a la salud.
1.1. Debe señalarse en este punto que no existen impugnaciones respecto de la admisibilidad
de la vía intentada por la parte actora. Pero aún
si se entendiese que este tribunal debe proceder
a examinar la cuestión de oficio, cabe recordar
que la Corte Suprema ha resuelto que “el amparo es el procedimiento judicial más simple y
breve para tutelar real y verdaderamente los derechos consagrados en la Ley Fundamental. En
este sentido, la Corte ha dicho reiteradamente
que tiene por objeto una efectiva protección de
derechos (Fallos: 321:2823) y ha explicitado
la imprescindible necesidad de ejercer esa vía
excepcional para la salvaguarda del derecho
fundamental de la vida y de la salud (Fallos:
325:292 y sus citas)”.
1.2. En efecto, en el último precedente citado -reiterado, también, en el caso de “Fallos”
329:2552- la Corte ha dicho que “...el derecho
a la vida es el primer derecho natural de la persona humana preexistente a toda legislación
positiva que resulta garantizado por la Constitución Nacional (Fallos: 302:1284; 310:112;
323:1339)”.
Asimismo, ha entendido que “la vida de los
individuos y su protección -en especial el derecho a la salud- constituyen un bien fundamental
en sí mismo, que, a su vez, resulta imprescindible para el ejercicio de la autonomía personal.
El derecho a la vida, más que un derecho no
enumerado en los términos del art. 33 de la
Ley Fundamental, es un derecho implícito, ya
que el ejercicio de los derechos reconocidos
expresamente requiere necesariamente de él y,
a su vez, el derecho a la salud -especialmente
cuando se trata de enfermedades graves- está
íntimamente relacionado con el primero y con
el principio de autonomía personal, toda vez
que un individuo gravemente enfermo no está
en condiciones de optar libremente por su propio plan de vida. A mayor abundamiento, sostuvo también que el derecho a la salud, desde
el punto de vista normativo, está reconocido
en los tratados internacionales con rango constitucional (art. 75, inc. 22) entre ellos, el art.
12 inc. c del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales; inc. 1 arts.
4 y 5 de la Convención sobre Derechos Humanos -Pacto de San José de Costa Rica- e inc. 1
del art. 6 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, extensivo no solo a la salud
individual sino también a la salud colectiva
(conf. Fallos: 323:1339)”.
2. La denegación de la cirugía bariátrica afecta el derecho a la salud.
2.1. Despejadas eventuales observaciones de
orden formal respecto de la acción promovida y
destacado el marco constitucional del derecho
a la salud según la jurisprudencia de la Corte
Suprema y el derecho internacional de los derechos humanos, corresponde examinar si la conducta de la obra social demandada vulnera o no
en los términos del artículo 43 de la Constitución Nacional los derechos de la demandante.
2.2. La Obra Social de la Unión del Personal
Civil de la Nación es uno de los agentes del seguro de salud comprendido en el artículo 1 de la
ley 23.660 y como tal está sujeto al cumplimien-
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
to del denominado “Programa Médico Obligatorio”. Éste, en lo que aquí interesa, se encuentra
organizado por la Resolución 939/2000 del Ministerio de Salud y la subsiguiente Resolución
201/2002 del mismo organismo.
La demandada sostiene su negativa a cubrir
los costos de la prestación reclamada en que la
práctica no se halla incluida en el referido programa. Ello -a su juicio- es suficiente para eludir
el pago de la cirugía que motiva esta acción.
Pero -como se verá- las razones que siguen autorizan a sostener lo contrario.
2.3. El Estado Nacional ha definido el “Programa Médico Obligatorio” señalando que
constituye “un conjunto de servicios de carácter obligatorio como piso prestacional
por debajo del cual ninguna persona debería ubicarse en ningún contexto” (considerando 3º de la Resolución 939/2000, énfasis
añadido). Destaca, además que “debe quedar
garantizado el mecanismo para la actualización
del Programa Médico Obligatorio en virtud del
carácter dinámico del conocimiento científico,
estableciendo una metodología de análisis para
la incorporación de tecnologías que asegure la
probada eficacia de todo procedimiento diagnóstico o terapéutico a financiar por la Seguridad Social” (considerando 8º de la Resolución
939/2000, énfasis agregado). Y, por último, que
“los Agentes del Seguro son responsables de
la promoción, protección, recuperación y
rehabilitación de la salud de sus beneficiarios y no meros financiadores de las prestaciones” (considerando 9º de la Resolución
939/2000, énfasis añadido).
De este modo el propio Estado Nacional ha
caracterizado el programa implementado: a)
constituye un piso básico de prestaciones; b) es
mutable y se nutre de las nuevas técnicas y c)
tiene un fin integral que supera el mero sufragio
económico de la práctica médica.
2.4. Bajo estas pautas las circunstancias comprobadas de la causa que más abajo se detallarán justifican extender la cobertura más allá del
“Programa Médico Obligatorio”. Esta conclusión, es decir, la de proteger con mayor amplitud ha sido reconocida, con carácter excepcional, por la jurisprudencia de la Corte Suprema.
En efecto, en el caso de “Fallos” 326:4931,
“Asociación de Esclerosis Múltiple de Salta”,
consideró inconstitucional la modificación introducida al “Programa Médico Obligatorio”
que redujo a porcentajes menores la cobertura
del ciento por ciento que hasta entonces ofrecía. Y en el precedente de “Fallos” 329:1638,
“Reynoso, Nilda Noemí” extendió a un ciento
por ciento la prestación que el citado plan imponía en un cuarenta por ciento.
Es decir, la validez constitucional del programa está sujeta a que las prácticas allí previstas -aunque reservadas en su diseño y extensión a los otros poderes del Estado y no
al judicial- otorguen una efectiva protección
del derecho a la salud.
2.5. La actora, una estudiante de veinticuatro años a la fecha, se encuentra afiliada a la
obra social demandada, en su condición de
hija del señor.... Éste percibe mensualmente la
suma de 1.102 pesos.
No se discute que tiene un peso aproximado
de 112 kilogramos y que padece de obesidad
con una evolución de ocho años. Su médica
-especialista en nutrición- expresó que existía
“riesgo de vida” y que “ante el fracaso reiterado
de múltiples intentos de tratamiento médico
convencional se indica cirugía bariátrica con
colocación de banda gástrica ajustable”.
El informe pericial efectuado en la causa
-por cierto, infrecuente, en una acción de esta
naturaleza- expresa que: a) la actora padece de
hipotiroidismo y tiroiditis de Hashimoto y obe-
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sidad mórbida (BMI: 44,0); b) al examen físico
presenta signos de hiperinsulinemia: acantosis
nigricans en dorso de cuello, distribución grasa
en el centro abdominal con una circunferencia
de cintura de 116 centímetros; c) desde el año
2004 sufre un síndrome metabólico con insulino resistencia que arroja un valor HOMA de
3,44; d) pese a varios intentos de planes alimentarios se constata actualmente el fracaso
terapéutico, incrementando aún más su peso,
situación ésta que aumenta los riesgos de enfermedad cardio metabólica en forma potencial
“con un alto índice de morbimortalidad” y e)
por lo expuesto, “se sugiere cirugía bariátrica
como otra alternativa terapéutica”.
2.5.1. Destaco en este punto que la interpretación del a quo del informe pericial es extremadamente ritual. Dijo en el considerando V: “...
confrontadas las constancias de la causa, no se
encuentra suficientemente probado en autos la
existencia de la operación bariátrica pretendida
como única posibilidad para enfrentar la enfermedad que la aqueja. Por el contrario, de la lectura del informe médico pericial surge con claridad meridiana la característica de alternativa
frente al fracaso de las terapias convencionales”.
Pero el a quo omite considerar que la prueba
incorporada da cuenta del “fracaso reiterado de
múltiples intentos de tratamiento médico convencional”.... En otros términos, las alternativas
existentes fueron largamente recorridas por la
actora y la única subsistente -a juicio de los médicos- es la cirugía bariátrica.
2.6. Consideraciones adicionales me persuaden, también, respecto de la legitimidad
del reclamo.
La enfermedad de la actora lleva ocho años de
evolución y durante ese tiempo -como se dijoha transitado tratamientos alternativos que han
fracasado. La actora no reclama una protección
judicial sumarísima para remediar un problema
estético sino que lo hace para enfrentar, quirúrgicamente, una enfermedad que le provoca
severos trastornos y la puede llevar a la muerte.
2.6.1. El índice de masa corporal -BMI, Body
Mass Index su sigla en inglés- supera los cuarenta puntos y la coloca en el más alto grado de la
escala: la obesidad mórbida. No requiere mayores consideraciones destacar que la obesidad
constituye una enfermedad y que a ella, con
frecuencia, van asociados episodios de discriminación, sociales y laborales (una síntesis de
la situación en los Estados Unidos de América,
puede verse en el trabajo de Jennifer Staman,
“Obesity Discrimination and the Americans
with Disabilities Act”, Congressional Research
Service, 2007 y el análisis de unas de las sentencias en la materia en el ensayo de William C.
Taussig, “Weighing in Against Obesity Discrimination: Cook v. Rhode Island, Departament
of Mental Health, Retardation, and Hospitals
and the Recognition of Obesity as a Disability
under the Rehabilitation Act and the Americans with Disabilities Act” en “Boston College
Law Review”, volumen 35, p. 927).
La Organización Mundial de la Salud define
a la obesidad y al sobrepeso como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede
ser perjudicial para la salud. El índice de masa
corporal (IMC) -el peso en kilogramos dividido por el cuadrado de la talla en metros (kg/
m2)- es una indicación simple de la relación
entre el peso y la talla que se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos, tanto a nivel individual
como poblacional. Existe sobrepeso -indica el
citado organismo internacional- con un IMC
igual o superior a 25 y obesidad con un IMC
igual o superior a 30.
La cirugía bariátrica no ha sido solicitada por
la actora ni es sugerida o impuesta por este Tri-
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bunal. Ha sido prescripta por su médico y ratificada por el informe pericial agregado en el
expediente. Esta técnica si bien difundida en
el país recientemente cuenta con un sostenido desarrollo en otras regiones como enseñan
muchas instituciones especializadas (“International Federation for the Surgery of Obesity”,
“European Association for Study of Obesity”,
“American Society for Metabolic and Bariatric
Surgery”, entre otras) y la necesidad de aplicarla
se halla avalada en el sub judice por una doble
prescripción médica.
decisión apelada y, consecuentemente, hacer
lugar a la acción de amparo promovida y ordenar a la Obra Social de la Unión del Personal
Civil de la Nación a cubrir los gastos que demande la realización de la cirugía bariátrica
de la afiliada M. J. C.. Con costas en virtud del
principio objetivo de la derrota
Así lo voto.
Los doctores Pacilio y Nogueira dijeron:
Que adhieren al voto precedente.
III. Conclusión
Las consideraciones precedentes permiten
sostener las siguientes conclusiones: a) la actora sufre obesidad mórbida grado III; b) la enfermedad registra una evolución de ocho años
con fracaso de los tratamientos intentados; c) la
enfermedad tiene un “alto índice de morbimortalidad”; d) su médico personal y el informe pericial aconsejan la realización de una cirugía bariátrica; e) el “Programa Médico Obligatorio” -a
cuyo cumplimiento se halla sujeto la obra social
demandada- constituye un piso básico de prestaciones; es mutable y se nutre de las nuevas técnicas y tiene un fin integral que supera el mero
sufragio económico de la práctica médica; f) la
Corte Suprema de Justicia de la Nación ha decidido que, en situaciones excepcionales, dicho
programa puede resultar insuficiente para conferir la protección constitucional que el derecho
a la salud requiere; g) la gravedad de la dolencia
acreditada en la causa revela que la negativa a
cubrir los gastos de la intervención quirúrgica
prescripta la deja en situación de desamparo y
ello lesiona los derechos constitucionales cuya
tutela demanda y h) se encuentran reunidos los
requisitos exigidos por el art. 43 de la Constitución Nacional y 1 de la ley 16.986 para la procedencia de la acción promovida
Con lo que terminó el acto firmando los señores Jueces intervinientes y la Secretaria autorizante.
FDO: Carlos Alberto Nogueira - Carlos Alberto Vallefín - Antonio Pacilio
Concepción Di Piazza de fortín - Secretaria.
La Plata, 4 de diciembre de 2007.
Y VISTOS:
POR TANTO, En mérito a lo que resulta del
Acuerdo cuya copia autenticada antecede, SE
RESUELVE: Revocar la decisión apelada y,
consecuentemente, hacer lugar a la acción de
amparo promovida y ordenar a la Obra Social
de la Unión del Personal Civil de la Nación a
cubrir los gastos que demande la realización de
la cirugía bariátrica de la afiliada (...) Con costas
en virtud del principio objetivo de la derrota.
Regístrese, notifíquese y devuélvase.//
FDO: Carlos Alberto Nogueira - Carlos Alberto Vallefín - Antonio Pacilio
Concepción Di Piazza de Fortín - Secretaria
En estas condiciones corresponde revocar la
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Lo Presti, Lorena Natalia s/OSMECON s/amparo”, Cámara Federal de
Apelaciones de La Plata, 24/08/2010
“…resulta comprobado que la amparista es afiliada a OSMECON Salud, así como el padecimiento de la dolencia denunciada y la necesidad de
la cirugía bariátrica a la que debe someterse (v. fs. 105/202).”
En particular, del informe clínico-nutricional expedido por el Grupo
Bariátrico Argerich obrante a fojas 105, surge que el IMC (índice de masa
corporal) de la señora Lo Presti es de 43 Kg./m2, y padece hipertensión
arterial, insuficiencias venosa bilateral crónica, úlceras varicosas, R.G.E. con
hernia hiatal y esofagitis Grado I, hipercolesterolemia, hipotiroidismo dislipemia, síndrome metabólico con resistencia a la insulina, hígado graso, dificultades en la marcha, intensos dolores de columna lumbosacra y ambas
rodillas a nivel rotuliano y diabetes tipo II.
Asimismo, también se indica que “…habiendo sido evaluada por el
Equipo se considera que las expectativas, el compromiso y la comprensión que demuestra son positivas para afrontar con éxito la intervención
y el tratamiento posterior, presentando buena relación con el equipo,
habiendo realizado todos los estudios previos que se la han requerido” y
que “Desde el punto de vista Psicológico presenta estabilidad y no tiene
ni ha tenido adicciones”.
Por otro lado, el informe nutricional de fojas 109 señala que a pesar
de los diversos tratamientos nutricionales que fueron llevados a cabo
durante los últimos 5 años, la amparista no logró alcanzar los objetivos
esperados y ha llegado al límite de sus posibilidades con los tratamientos
nutricionales convencionales “…por lo que se indica tratamiento quirúrgico de su obesidad mórbida, con el objetivo de mejorar la calidad y
expectativa de vida…”.
Del mismo modo, el informe de cirugía obrante a fojas 108 también
indica como tratamiento de su obesidad mórbida a la cirugía bariátrica”
(considerando VII).
“La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el sobrepeso como
un IMC igual o superior a 25, y la obesidad como un IMC igual o superior
a 30. Estos umbrales sirven de referencia para las evaluaciones individuales,
pero hay pruebas de que el riesgo de enfermedades crónicas en la po-
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
blación aumenta progresivamente a partir de un IMC de 21 (confr. Nota
Descriptiva N° 311 - Septiembre de 2006- Obesidad y Sobrepeso). Recordemos: la amparista tiene un IMC del 43 Kg./m2” (considerando VIII).
Véase fallo completo en la página 163
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
“Gazanea, Walter c/EMEDIC S.A s/amparo”, Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, 10/05/2011
“…el actor Walter Gazanea, es afiliado EMEDIC S.A., presentando un
cuadro de obesidad mórbida evidenciada y objetivada entre otros aspectos por su índice de masa corporal (...) habiéndosele prescripto cirugía
bariátrica (…).
Según el “resumen médico de historia clínica”, tiene 32 años de edad,
con una altura de 1,80 metros y 195 kilogramos de peso, con un Índice
de Masa Corporal 60.49 Kg./m2 (…). En primer término se destaca que
la ley n° 26.396 –que declara de interés nacional la prevención y control
de los trastornos alimentarios, entre otros, la obesidad-, en su art. 15 dispone que: “Quedan incorporadas en el Programa Médico Obligatorio la
cobertura del tratamiento integral de los trastornos alimentarios según
las especificaciones que a tal efecto dicte la autoridad de aplicación”; y en
su art. 16 dispone que: “La cobertura que deberán brindar todas las obras
sociales y asociaciones de obras sociales del Sistema Nacional incluidas
en la Ley Nº 23.660, recipiendarias del fondo de redistribución de la Ley
Nº 23.661, las demás obras sociales y organismos que hagan sus veces
creadas o regidas por leyes nacionales, y las empresas o entidades que
presten servicios de medicina prepaga, conforme a lo establecido en la
Ley Nº 24.754, incluirá los tratamientos médicos necesarios, incluyendo
los nutricionales, psicológicos, clínicos, quirúrgicos, farmacológicos y todas las prácticas médicas necesarias para una atención multidisciplinaria e
integral de las enfermedades”.
Y mediante Resolución n° 742/09, el Ministerio de Salud Pública de la
Nación aprobó e incorporó al Programa Médico Obligatorio el conjunto
de prestaciones básicas esenciales para la cobertura de la obesidad, entre
las cuales se incluye el tratamiento quirúrgico de by-pass gástrico para
pacientes con índice de masa corporal igual o mayor a 40 kg/m2, estableciendo criterios de inclusión y exclusión” (considerando 3º).
“…El Sr. Gazanea Walter reúne los requisitos necesarios para ser sometido a dicho procedimiento, por lo tanto se propone Cirugía Gastrectomía Vertical o By-Pass Gástrico como tratamiento efectivo a su problemática, considerando que este tratamiento le va a otorgar el descenso de
peso adecuado para mejorar su calidad de vida, tanto desde lo físico, como
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desde lo psíquico…” y el informe psicológico (...) que da cuenta que “…
desde la culminación de sus estudios secundarios se instala en el sedentarismo, que acentúa aún más su sobrepeso, intentando rebajar a partir de
allí, por medio de dietas, sin obtener resultados favorables. Walter siente
dolores de pies, incomodidad para movilizarse y desplazarse. Manifiesta
“me siento restringido” tanto en lo laboral como en el resto de sus actividades cotidianas… Pueden observarse signos de ansiedad e impulsividad.
Actualmente, no se registran indicadores de L.C. ni de patología psicológica severa, por lo que se recomienda el abordaje quirúrgico…”
(considerando 6º).
Véase fallo completo en la página 105
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
7. Tratamientos específicos
Ligadura de Trompas: “Yapura, Gloria”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Expte. Y.112.XL, 06/06/2006
“…estimo le asiste razón a la apelante cuando afirma que el sentenciador al incurrir en un exceso ritual, omitió tratar cuestiones planteadas
con fundamentos y pruebas suficientes relativas a su derecho a la salud,
autodeterminación y resguardo familiar, que exigían una rápida solución
que se vio postergada a resultas de un juicio posterior en el que sólo se
reiterarían diligencias ya cumplidas en el sub-lite y que no examinó por la
supuesta extemporaneidad de su incorporación, pero de las que tuvo conocimiento, y, por ende, debió considerar cuando emitió su sentencia”(…)
“Cabe (…) señalar que, en el caso, los jueces omitieron considerar las
situaciones fácticas invocadas por la actora madre de cuatro hijos, falta
de empleo fijo de ambos esposos, un único ingreso proveniente del “Plan
Jefes de Hogar”, y adoptaron una decisión dogmática y genérica, dejando
firme el rechazo in limine de la acción sin sustento fáctico e incurriendo
en un excesivo rigor formal, al negarse a considerar la prueba que demostraba la negativa de los profesionales médicos a realizar la intervención
solicitada (…).
Es más, los jueces no pudieron dejar de tener en cuenta la fecha de
inicio de la acción, la inminente fecha de parto, y que la negativa por
parte de la clínica médica a efectuar ese tipo de intervenciones sin la debida autorización judicial, se encontraba debidamente acreditada con las
instrumentales (originadas en causas análogas) que fueron acompañadas
en la demanda, y, a posteriori en el recurso de apelación (considerando III
del dictamen fiscal).
“No puedo dejar poner de resalto a V.E. las particulares circunstancias
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
que rodean al caso, por encontrarse, en definitiva, comprometidas prerrogativas constitucionales que hacen al derecho a la salud en su más amplio
sentido, entendido como el equilibrio psicofísico y emocional de una persona, el derecho a la vida, a la libre determinación, a la intimidad, al desarrollo de la persona en la máxima medida posible y a la protección integral
de la familia (arts. 14 bis, 16, 19 y 75 inc. 22) de la Constitución Nacional
y Tratados internacionales oportunamente invocados por la demandante).
En dicho contexto no resultaba razonable ni fundado impedir la continuidad de un procedimiento cuyo objeto es lograr soluciones que se avengan
con la urgencia que conlleva este tipo de pretensiones, para lo cual cabe
encauzarlas por vías expeditivas entre las cuales era razonable incluir al
juicio de amparo contemplado en el artículo 43 de la Constitución Nacional y receptado en forma más amplia por el art. 87 de la Constitución de
Salta”, y evitar que el rigor de las formas pueda conducir a la frustración
de derechos que cuentan con especial resguardo constitucional” (considerando IV del dictamen fiscal).
Suprema Corte:
y en el derecho a la salud y autodeterminación.
I.
Además, y para justificar dicha petición, acompaño instrumental de la que surgía que las autoridades de la clínica en que tendría lugar el parto, ante situaciones similares, se habían negado
a efectuar tal tipo de intervención sin la debida
autorización judicial (v. pruebas obrantes a fs.
38/44; 45/50; 51, 63, 64, 65 y 66, del principal,
foliatura a citar, salvo indicación, en adelante). A
todo evento, y por tales razones, articuló la invalidez, desde el punto de vista constitucional, de
las normas locales y nacionales que especificó,
en cuanto pudieran prohibir a los profesionales
médicos realizar operaciones quirúrgicas como
la que pretendía se le realice.
Del contenido de estas actuaciones surge que,
en una primera etapa, su titular promovió ante
los tribunales de la provincia de Salta acción de
amparo solicitando se le autorice a ser sometida
-luego del momento de parir a su cuarto hijo- al
acto quirúrgico de ligadura de trompas.
Para basar tal pedido -relató- en principio, que
en razón de que tanto ella como su cónyuge se
encontraban sin trabajo y el único sostén económico familiar era el monto que recibían por
ser beneficiarios de un “Plan Jefes de Hogar”, su
situación social podría calificarse como de pobreza extrema hecho que ya, en ese momento,
le impedía hacer frente a las erogaciones que
implicaba la crianza de sus hijos y, por ello, también lo fundamentó en el resguardo a su familia,
Se desprende también de autos, que la pretensión fue desestimada in limine por el juez
actuante con fundamento en que existían acciones legales ordinarias mediante las cuales
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podía obtener la autorización que pretendía
(fs. 51). Ante tal rechazo, la interesada apeló
ante la Corte Suprema de Justicia local, cuyos
integrantes confirmaron la decisión recurrida,
sobre la base de que no había justificado fehacientemente el hecho de que en algún momento se le habría negado la posibilidad de realizarse el acto quirúrgico por cuya autorización
accionó y porque la documental que acompañó
en la que constaba tal circunstancia y que fuera
firmada por la dirección de un centro asistencial -que obra a fs. 92/93-, no podían tenerla
en consideración pues tal prueba fue articulada
con posterioridad al dictado del fallo que apelaba, y su recurso no fue interpuesto contra una
sentencia definitiva en proceso ordinario o sumario, ni concedido libremente.
II.
Contra lo resuelto así, dedujo la accionante
recurso extraordinario cuya denegatoria, previo traslado de ley, motivó la presente queja
que, vale señalarlo, fue sostenida por la Defensora Oficial ante la Corte Suprema de Justicia
de la Nación.
En pos de fundamentarlo y en lo medular
del caso, repite en la instancia las razones por
las cuales considera que la del amparo es la vía
idónea para defender sus derechos y señala
que ante el peso de ellas no pudieron los jueces, alegando la existencia de razones formales
que hacían a su admisibilidad dejar de examinarlas soslayando así, no sólo la amplitud de
criterio que V.E. señaló debe primar en los
jueces ante tal tipo de acciones, quienes aún
en caso de duda deben privilegiar el principio
“in dubio por actione”.
Señala igualmente, respecto a este aspecto
del recurso, que como es claro que las razones
alegadas hubieran permitido a los magistrados
encuadrar el tratamiento solicitado como tera-
péutico y, entonces, autorizar/o, su actuar demuestra un excesivo rigor ritual y, por ende, una
falta del fundamento necesario que permite tachar al’ decisorio que dictaron de arbitrario, calificación que se ve ratificada en cuanto se considere que tampoco se pronunciaron respecto de
la inconstitucionalidad de las normas que vedan
a los profesionales de la medicina llevar a cabo
dicho tratamiento sin autorización judicial.
Pone de resalto, en definitiva, y en lo que hace
a la admisibilidad formal de este recurso, que
se articula contra una sentencia definitiva pues
el pronunciamiento que recurre le genera agravios de imposible o muy dificultosa reparación
ulterior, a la vez que vuelve a destacar que debió
recurrir a la vía del amparo como único medio
disponible para el ejercicio de sus derechos en
el marco de la tutela que le autorizan respectivamente, los artículos 43 de la Constitución
Nacional y 87 de la local.
III.
En relación con la procedencia del presente
recurso, corresponde, en principio, señalar que
tiene dicho el Tribunal que la sentencia que
rechaza el amparo es asimilable a definitiva
cuando se demuestra que produce agravios
de imposible o dificultosa reparación ulterior,
por la presencia de arbitrariedad manifiesta,
al incurrir en un injustificado rigor formal; o
no se exhibiese como derivación razonable
del derecho aplicable, dado que, entonces, resultan vulneradas las garantías de defensa en
juicio y debido proceso (v. Fallos 310:576, entre otros); si bien dicha vía no está destinada a
reemplazar los medios necesarios para solucionar controversias, su exclusión por existir otros
recursos administrativos o judiciales, no puede
fundarse en una apreciación meramente ritual,
toda vez que la institución tiene por objeto una
efectiva protección de derechos más que una
ordenación o resguardo de competencia (v.
373
374
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
doctrina de Fallos: 308:155 y sus citas; 318:
1154; 320:1339 y 324:3833).
Ello establecido, no obstante que la sentencia apelada se fundamenta en cuestiones de
hecho y de derecho procesal local ajenas, por
principio, a esta instancia, estimo que tal circunstancia no resulta óbice para admitir la
apertura del recurso, en tanto estimo le asiste
razón a la apelante cuando afirma que el sentenciador al incurrir en un exceso ritual, omitió
tratar cuestiones planteadas con fundamentos
y pruebas suficientes relativas a su derecho a la
salud, autodeterminación y resguardo familiar,
que exigían una rápida solución que se vio postergada a resultas de un juicio posterior en el
que sólo se reiterarían diligencias ya cumplidas
en el sub-lite y que no examinó por la supuesta
extemporaneidad de su incorporación, pero de
las que tuvo conocimiento, y, por ende, debió
considerar cuando emitió su sentencia.
Tales circunstancias ponen claramente de
manifiesto que tal decisorio irroga a la interesada agravios de imposible reparación ulterior,
situación que se muestra reñida con el criterio
del Tribunal según la cual, siempre que se amerite el daño grave e irreparable que se causaría
remitiendo el examen de la cuestión a los procedimientos ordinarios, deben los jueces habilitar las vías del amparo (v. Fallos: 299:358;
305:307 y 327:2413), ya que la existencia de
otras vías procesales que puedan obstar a su
procedencia no puede formularse en abstracto
sino que depende -en cada caso- de la situación concreta a examinar.
Cabe, resumiendo lo expuesto, señalar que,
en el caso, los jueces omitieron considerar las
situaciones fácticas invocadas por la actora madre de cuatro hijos, falta de empleo fijo de ambos esposos, un único ingreso proveniente del
“Plan Jefes de Hogar”, y adoptaron una decisión
dogmática y genérica, dejando firme el rechazo
in limine de la acción sin sustento fáctico e incurriendo en un excesivo rigor formal, al negarse
a considerar la prueba que demostraba la negativa de los profesionales médicos a realizar la
intervención solicitada (que luce a fs. 93).
Es más, los jueces no pudieron dejar de tener
en cuenta la fecha de inicio de la acción, la inminente fecha de parto, y que la negativa por
parte de la clínica médica a efectuar ese tipo de
intervenciones sin la debida autorización judicial, se encontraba debidamente acreditada con
las instrumentales (originadas en causas análogas) que fueron acompañadas en la demanda,
y, a posteriori en el recurso de apelación (v. fs.
38/44, 45/50, 51, 63, 65, 66).
IV.
No puedo dejar poner de resalto a V.E. las
particulares circunstancias que rodean al caso,
por encontrarse, en definitiva, comprometidas prerrogativas constitucionales que hacen
al derecho a la salud en su más amplio sentido, entendido como el equilibrio psicofísico y
emocional de una persona, el derecho a la vida,
a la libre determinación, a la intimidad, al desarrollo de la persona en la máxima medida posible y a la protección integral de la familia (arts.
14 bis, 16, 19 y 75 inc. 22) de la Constitución
Nacional y Tratados internacionales oportunamente invocados por la demandante). En dicho
contexto no resultaba razonable ni fundado impedir la continuidad de un procedimiento cuyo
objeto es lograr soluciones que se avengan con
la urgencia que conlleva este tipo de pretensiones, para lo cual cabe encauzarlas por vías expeditivas entre las cuales era razonable incluir al
juicio de amparo contemplado en el artículo 43
de la Constitución Nacional y receptado en forma más amplia por el art. 87 de la Constitución
de Salta”, y evitar que el rigor de las formas pueda conducir a la frustración de derechos que
cuentan con especial resguardo constitucional.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Por ello, soy de opinión, que corresponde
hacer lugar a la queja, declarar procedente el
recurso extraordinario, revocar la sentencia y
disponer la continuación de la acción intentada
por la demandante.
Buenos Aires, 8 de febrero de 2006.
MARTA A. BEIRO DE GONÇALVEZ
ES COPIA
Y. 112. XL.
RECURSO DE HECHO
Buenos Aires, 6 de junio de 2006.
Vistos los autos: “Recurso de hecho deducido por la defensora oficial de Gloria Catalina
Yapura en la causa Yapura, Gloria Catalina c/
Nuevo Hospital El Milagro y Provincia de Salta”, para decidir sobre su procedencia.
Considerando:
Que esta Corte comparte y hace suyos los fundamentos y conclusiones expuestos en el dictamen de la señora Procuradora Fiscal subrogante, a los que cabe remitir en razón de brevedad.
Por ello, de conformidad con lo dictaminado
por aquélla, se hace lugar a la queja, se declara
procedente el recurso extraordinario inter-
puesto y se deja sin efecto la decisión apelada, con los alcances indicados en el dictamen.
Vuelvan los autos al tribunal de origen para
que, por quien corresponda, dicte un nuevo
pronunciamiento con arreglo al presente.
Notifíquese y, oportunamente, remítase.
ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI ELENA I. HIGHTON de NOLASCO - CARLOS S. FAYT -JUAN CARLOS MAQUEDA RICARDO LUIS LORENZETTI - CARMEN
M. ARGIBAY (en disidencia).
ES COPIA
DISIDENCIA LA SEÑORA MINISTRA
DOCTORA DOÑA CARMEN M. ARGIBAY
Considerando:
Que el recurso extraordinario, cuya denegación motiva esta queja, es inadmisible (art.
280 del Código Procesal Civil y Comercial de
la Nación).
Por ello, y habiendo dictaminado por la señora Procuradora Fiscal subrogante, se desestima
la queja. Hágase saber y, previa devolución de
los autos principales, archívese.
CARMEN M. ARGIBAY.
ES COPIA
375
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Preservación de espermas: “Viciconte c/Htal. Italiano de La Plata”, Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, 31/08/2009
“…el actor promovió la presente acción de amparo a fin que la Obra
Social Planes de Salud del Hospital Italiano de La Plata le brinde cobertura
integral en el tratamiento de preservación de espermas.
Relata que padece de Seminoma Clásico (OMS 186) y que, por tal motivo, debía someterse a tratamiento oncológico, consistente en estudios
de alta complejidad y quimioterapia, para evitar la evolución de la enfermedad. Frente a ello, y teniendo en cuenta que el tratamiento de quimioterapia produce, en el caso del hombre, esterilidad, se le indicó previamente
iniciar con el tratamiento de preservación de espermas, a fin de garantizar
en el futuro la posibilidad de formar una familia, atento la edad temprana
del amparista” (considerando III).
“Sentado lo expuesto, conforme surge de los hechos expuestos en la
pretensión a los que tiene que atender a fin de resolver las cuestiones
de competencia (conf. art. 5 del CPCCN), corresponde remitirse a la
doctrina sentada por la Corte Suprema en reiteradas oportunidades en
el sentido que resulta competente el fuero civil y comercial federal para
entender en cuestiones en que, como acontece en el sub lite, se hallan en
juego normas y principios institucionales y constitucionales de prioritaria trascendencia para el sistema de salud implementado por el Estado
Nacional, que involucra tanto a las obras sociales, como a las prestadoras privadas de servicios médicos (Fallos: 326:3535; 328:4095; 329:1693;
330:2494)” (considerando IV).
///Plata, 31 de agosto de 2009.
AUTOS Y VISTOS: Este expediente Nº
16.033/09, caratulado “Viciconte, Leandro
Sebastián c/Hospital Italiano de La Plata-Planes de Salud s/amparo ley 1.986”, proveniente
del Juzgado Federal de primera Instancia Nº 2
de esta ciudad.
Y CONSIDERANDO QUE:
I. Llega la causa a esta Alzada en virtud del
377
378
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
recurso de apelación interpuesto por la parte
actora la resolución del juez de primera instancia que declaró su incompetencia para seguir entendiendo en las presentes actuaciones
(v. fs. 40/41 y 32).
Para así decidir, el a quo se remitió a los fundamentos expuestos por el Sr. Fiscal Federal (v.
fs. 31 y vta.), quien se pronunció a favor de la
incompetencia de la justicia federal, atento que
en el presente, sostuvo, no puede inferirse que
se hayan afectado directa o indirectamente intereses federales o propósitos de interés público, toda vez que la entidad de la cual emanaría
el acto lesivo no se encuentra adherida al Sistema Nacional de Salud.
Sin perjuicio de lo expuesto, atento la trascendencia de los derechos comprometidos, el juez
a quo hizo lugar a la medida cautelar peticionada por el actor y, en consecuencia, ordenó a la
obra social demandada a que proceda a brindar
la cobertura integral del tratamiento de preservación de espermas, bajo caución juratoria.
II. En la expresión de agravios el recurrente
se pronunció a favor de la competencia federal,
atento que la acción entablada se ha fundado en
la Constitución Nacional y leyes federales (art.
42 y concordantes de la C.N. y leyes nacionales)
por medio de las cuales se estructuró el sistema
de servicios de salud, sistema del cual forma
parte el Programa Médico Obligatorio, el que
deberán observar las obras sociales. En tal sentido, solicitó que se revoque la decisión apelada y
se mantenga la competencia federal en el sub lite.
III. Cabe señalar que el actor promovió la presente acción de amparo a fin que la Obra Social
Planes de Salud del Hospital Italiano de La Plata le brinde cobertura integral en el tratamiento
de preservación de espermas.
Relata que padece de Seminoma Clásico
(OMS 186) y que, por tal motivo, debía someterse a tratamiento oncológico, consistente
en estudios de alta complejidad y quimioterapia, para evitar la evolución de la enfermedad. Frente a ello, y teniendo en cuenta que
el tratamiento de quimioterapia produce, en
el caso del hombre, esterilidad, se le indicó
previamente iniciar con el tratamiento de preservación de espermas, a fin de garantizar en
el futuro la posibilidad de formar una familia,
atento la edad temprana del amparista.
IV. Sentado lo expuesto, conforme surge de
los hechos expuestos en la pretensión a los que
tiene que atender a fin de resolver las cuestiones de competencia (conf. art. 5 del CPCCN),
corresponde remitirse a la doctrina sentada por
la Corte Suprema en reiteradas oportunidades
en el sentido que resulta competente el fuero
civil y comercial federal para entender en cuestiones en que, como acontece en el sub lite, se
hallan en juego normas y principios institucionales y constitucionales de prioritaria trascendencia para el sistema de salud implementado
por el Estado Nacional, que involucra tanto a
las obras sociales, como a las prestadoras privadas de servicios médicos (Fallos: 326:3535;
328:4095; 329:1693; 330:2494).
En suma, debe prosperar el recurso de apelación interpuesto por la parte actora.
Por ello, el Tribunal RESUELVE:
Revocar la resolución apelada de fojas 32, y
en consecuencia, ordenar al juez a quo que reasuma su jurisdicción, debiendo proseguir con
el trámite de las presentes actuaciones
Regístrese, notifíquese y devuélvase.
Fdo.: Carlos Román Compaired, Julio Víctor
Reboredo y Alberto Ramón Durán.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Células Progenitores Hematopoyéticas: “A., M. y otro”, Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, Sala II, 02/12/2010
“…la obtención y preservación de células progenitoras hematopoyéticas
y su posterior implante a seres humanos se encuentra regulada por la ley
de transplantes 24193, y no por la ley de sangre 22990” (considerando 9).
“…más allá de las diferencias entre las CPH que provienen de la médula ósea y las que provienen del cordón umbilical, en ambos casos se
aplica el régimen de la donación entre vivos, y consecuentemente en ninguno de ellos -y siempre respecto del material referido- la ley restringe
la libre determinación del destinatario por el donante, reconociéndole en
este orden, de manera implícita pero indiscutible, una clara prerrogativa
jurídica” (considerando 11).
“…la actividad vinculada a la conservación de CPH con destino a un
eventual transplante autólogo se rige por ley de transplante 24193, que
deja librada a la voluntad del donante vivo la determinación del destinatario de órganos, tejidos o células (naturalmente para transplante autólogo
o con destino a personas relacionadas -art. 14 ley citada-, según el caso).
Se concluye entonces que aquella limitación exige ineludiblemente la intervención del Congreso de la Nación (art. 75, inc. 12, CN).
A esta altura del análisis se debe tener especialmente en cuenta, que la
regla según la cual es inválido privar a alguien de lo que la ley no prohíbe,
ha sido consagrada en beneficio de los particulares (art. 19 de la CN) no
de los poderes públicos, los cuales, para actuar legítimamente, requieren
una norma de habilitación (CS Fallos 318:1967), resultando apropiado especificar que en materia de derechos individuales (tales los implicados en el
caso bajo análisis), los mismos pueden ser limitados o restringidos por ley
formal del Congreso de la Nación de conformidad con lo dispuesto en el
art. 14 de la Carta Magna (CS Fallos 324:4048), de tal modo que el Estado
Nacional se encuentra en estos aspectos sujeto al principio de legalidad, y
en lo que al caso interesa, ello impone la sumisión de las normas reglamentarias a la ley que habilita su dictado (art. 31 de la CN; CS Fallos 307:1083).
Y en este orden de razonamiento, ha de reconocerse que la reglamentación que se dicte debe ajustarse a los principios rectores y derechos
consagrados en la norma de habilitación, ya que lo contrario importaría
379
380
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
vulnerar los derechos reconocidos en aquella, desvirtuando el principio
de razonabilidad de la reglamentación y el art. 28 CN que proscribe la
alteración y restricción indebida a los derechos acordados, por el ejercicio de la función reglamentaria, pues en definitiva los reglamentos deben
preservar el contenido, alcances y finalidad de las prerrogativas legalmente
acordadas (CS Fallos 318:1707).
Desde esta perspectiva, la restricción a los derechos de los progenitores (ejercidos -inicialmente- en nombre y representación de su hijo por
nacer, y en la actualidad, puntualmente referidos a la menor representada
por la Sra. Defensora Pública Oficial) en punto a la disposición autóloga
de CPH, así como la imposición de su forzosa donación con fines de
empleo alogénico -establecidos en la resolución INCUCAI N 69/2009-,
configura un claro exceso en el ejercicio de las facultades reglamentarias
conferidas al referido organismo, por cuanto aparte de generar un supuesto de donación forzosa de órganos, tejidos o materiales anatómicos,
(contrariando así las previsiones contenidas en los arts. 15 y 19 de la ley
24193), altera gravemente el contenido de la ley sustancial que regula la
materia, al subvertir su espíritu y finalidad, en tanto consagra limitaciones
(respecto de la disposición con fines autólogos) que en su concreto resultado comportan una negación a los derechos reconocidos en el marco
regulatorio general (…), contrariando de tal modo la jerarquía normativa
y derogando o modificando total o parcialmente su texto, todo lo cual
determina su descalificación constitucional.
Sobre dicha base, la restricción de este derecho por parte del INCUCAI configura un exceso de las facultades reglamentarias del referido
organismo, en tanto altera la ley, subvirtiendo su espíritu y finalidad perseguidos, contrariando la jerarquía normativa y derogando o modificando
total o parcialmente el texto” (considerando 14).
2ª INSTANCIA.
Buenos Aires, diciembre 2 de 2010
Considerando:
1) Que la señora M. A. y el Dr. M. Z. A., por
derecho propio, y en representación de su hija
primogénita por nacer (octavo mes de embarazo) promovieron acción de amparo contra
el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI)
para que se declare la ilegalidad, invalidez e inconstitucionalidad de la resolución INCUCAI
69/2009 y, en su caso, de toda otra norma dictada o que se dicte en su consecuencia, o con
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
el mismo objeto, en cuanto aquélla los obliga
en contra de su voluntad a ser donantes de la
placenta y del cordón umbilical que alimentan
a su hija en el seno materno.
Solicitaron, en especial, que se declare la
inconstitucionalidad de los arts. 6, 7, 8, 9, 10,
Anexo A y B de la mencionada resolución
dado que establecen que las células progenitoras hematopoyéticas (CPH) provenientes de
la sangre de los referidos órganos pueden ser
utilizadas por y/o remitidas al INCUCAI y/o
algún otro ente público o privado, conforme
ese organismo disponga unilateralmente, sin
la previa y expresa autorización de los propietarios de las mismas.
Peticionaron que se ordene al Estado Nacional y al INCUCAI que se abstengan de alterar
las condiciones del contrato que celebraron en
forma privada con MaterCell S.A., un banco
especializado en criopreservación de células
progenitoras hematopoyéticas (CPH), y que se
dicte una medida cautelar que ordene no innovar y dejar en suspenso la entrada en vigencia
y/o aplicación de la resolución en cuestión hasta tanto recaiga sentencia definitiva y firme en
la presente causa. Todo ello, a fin de permitir
que el Banco Privado sea autorizado a colectar
las células pertenecientes a la menor para uso
exclusivo autólogo y sin dar parte al “Registro
de donantes” que mantiene el INCUCAI.
Luego de solicitar la intervención del Defensor de Menores, formularon las definiciones y aclaraciones científicas de las palabras y
expresiones utilizadas, la conveniencia del uso
de las células madre, los avances científicos y
las posibilidades de utilización de aquéllas en
el futuro. Agregaron que el padre de la hija por
nacer es diabético tipo I y padece ductopenia
idiopática del adulto -enfermedad del hígado-,
enfermedades que en el futuro su hija eventualmente podría desarrollar.
Señalaron que el contrato celebrado con MaterCell S.A. es un contrato privado y que el Estado no debería inmiscuirse respetando la autonomía de la voluntad de las partes, la libertad
para contratar, el derecho a procurarse la mejor
salud posible y el derecho del banco privado de
desarrollar una industria lícita y la investigación
científica. Todos ellos derechos y garantías de
rango constitucional.
Destacaron que la resolución impugnada es
inconstitucional porque fue dictada por el INCUCAI en exceso de sus competencias y vulnera derechos adquiridos de las personas que han
dispuesto conservar sus propias células para
uso autólogo, es decir, propio. Por el contrario,
obliga a todos los banco de células madre criopreservadas o que se criopreserven en adelante
para exclusivo uso autólogo, a permitir que las
mismas puedan ser utilizadas por el INCUCAI
para uso público (alogénico), exigiendo a partir de esta norma, la autorización/donación de
quienes detentan la propiedad de estas células
aún en contra de su expresa voluntad.
Dejaron expresamente aclarado que no desean donar dichas células madre de la sangre de
su hija por nacer.
Recalcaron la violación del derecho de propiedad y de libertad individual consagrados en
los arts. 17, 19 y 76 de la CN, la violación de la
confidencialidad de datos sensibles y la finalidad de lucro del INCUCAI.
2) Que a fs. 97/99 la señora juez de primera
instancia hizo lugar a la medida cautelar solicitada, suspendió los efectos de la resolución
69/2009 del INCUCAI (arts. 3 y 6) y autorizó a MaterCell S.A. a la captación, colecta y
almacenamiento de células progenitoras hematopoyéticas (CPH) provenientes de la sangre
ubicada en el cordón umbilical y la placenta de
la actora, previa caución juratoria. Dicho reme-
381
382
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
dio fue confirmado por esta Sala en el incidente
23.310/2010 con fecha 26-8-10.
tengan en el momento de la captación, colecta,
procesamiento y preservación para esos fines.
3) Que a fs. 112 los actores denunciaron el
nacimiento de la menor y que se realizó la recolección de las células autorizada por la cautelar.
Sostuvo que en la Primera Reunión de la
Red/Consejo Iberoamericano de Donación y
Transplantes las Ministras y Ministros de Salud de Iberoamérica -Mar del Plata, 17-11-05-,
se realizaron propuestas de recomendación
sobre bancos autólogos de células de cordón
umbilical y que en dicha reunión se consideró,
entre otros puntos: 1) que las células almacenadas en bancos autólogos se utilizan en forma
sólo excepcional, además de no haber evidencias científicas de que su conservación se pueda mantener indefinidamente; 2) en el caso de
que los niños que han guardado su cordón necesiten un transplante de progenitores hemopoyéticos durante su infancia, hay evidencias
de que en la mayor parte de las indicaciones, es
preferible el empleo de células alogénicas; 3) la
recolección de cordones umbilicales para uso
autólogo puede limitar la donación altruista,
necesaria para incrementar las posibilidades
de encontrar un donante compatible; 4) la
instalación y funcionamiento de los bancos
de las referidas células debe estar basada en la
donación altruista y voluntaria y orientada al
uso alogénico e investigación relacionada; 5)
la preservación para donación autóloga y/o intrafamiliar debe ser contemplada únicamente
en caso de indicación clínica concreta; 6) toda
publicidad debe estar controlada y autorizada
por la autoridad competente; 7) la promoción
de la donación para uso autólogo y el establecimiento de los bancos para este uso debe ser
prohibida por los países miembros.
4) Que no habiendo contestado la demandada el informe del art. 8 de la ley de amparo y
asumida la representación promiscua de la hija
de los actores por la Defensora Pública Oficial,
se llamó autos.
5) Que a fs. 133/135 la juez a quo rechazó la
acción de amparo intentada.
Para así resolver, destacó la excepcionalidad de
la vía intentada y que para resolver resultaba necesario efectuar una valoración y análisis de los
argumentos de hecho y de derecho expuestos
por los actores y las normas aplicables al caso.
Recordó las disposiciones establecidas en el
art. 6 de la resolución impugnada en cuanto
a que si no hay una indicación médica establecida para la colecta de las células para usos
autólogos eventuales, aquellas deben ser inscriptas en el Registro Nacional de Donantes
de esas células mediante el Protocolo aprobado en el Anexo III de la resolución INCUCAI
319/2004 y en las que en un futuro la reemplacen, complementen o amplíen, y estarán
disponibles para su uso alogénico, conforme
lo establecido por la ley 25392.
Agregó que de los considerandos de la norma cuestionada surge que la utilización de las
células progenitoras hematopoyéticas dieron
últimamente lugar a la creación de establecimientos entre cuyas actividades figura la
preservación de aquéllas para un eventual uso
autólogo -en la misma persona- sin que exista
indicación médica establecida, ni evidencias
científicas ni clínicas en la actualidad que la sos-
Expresó que en las Jornadas del Bicentenario
sobre las mentadas células se resaltó que “ser
donante de médula ósea y donante de células
de cordón hace al altruismo y a la posibilidad
de generar garantías de acceso para todos, no
sólo para los ciudadanos de este país sino de
todo el mundo” y que “sólo es posible construir
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
soluciones entre todos cuando se sustentan en
la solidaridad y el altruismo”.
Concluyó señalando que al encontrarse comprometido el derecho a la salud en sentido amplio, por medio de la resolución cuestionada
se fomenta la donación altruista y anónima de
cordón umbilical, ya que cuantas más personas
lo hagan mayor posibilidad habrá de encontrar
un donante adecuado cuando cualquier enfermo lo necesite, estando además garantizada la
confidencialidad de los datos por medio del
sistema público.
así también el derecho a la salud reconocido
como derecho humano en Tratados, Pactos y
Convenciones Internacionales.
Citó jurisprudencia y solicitó que se revoque
la sentencia apelada, con costas.
7) Que a fs. 158/161 apeló y fundó el recurso
el señor Fiscal Federal.
A fs. 166/175 y fs. 176/186 los actores contestaron los fundamentos de la Defensora Oficial y del Fiscal.
6) Que a fs. 150 se desestimó el recurso de
apelación de los actores por extemporáneo.
A fs. 190 la Defensora Pública subrogante adhirió a los fundamentos de los actores.
A fs. 151/154 la Defensora Pública Oficial
apeló y fundó el recurso.
A fs. 200 el señor Fiscal General decidió no
mantener la apelación deducida por el Ministerio Público Fiscal en la anterior instancia y
opinó que debería confirmarse el pronunciamiento apelado.
Destacó que la magistrada desconoció los derechos constitucionales invocados en el escrito
de inicio y que los fundamentos de la sentencia no logran desvirtuar la situación planteada
por los padres de la menor teniendo en cuenta
que el objeto de la acción de amparo incoada es
el ejercicio del derecho a la salud, que podría
eventualmente frustrarse, y recordó que su padre padece de diabetes.
Aseguró que el fallo se sustentó en propuestas de recomendación surgidas de Consejos y
Jornadas pero que se ignoró el derecho de la
niña que emana del art. 17 de la CN, como así
también de lo previsto en el art. 43 de la ley de
sangre 22990 y los arts. 13, 15, 19 y 27, inc. g,
de la ley 24193 (modif. por la ley 26066).
Sostuvo que la resolución 69/2009 del INCUCAI -dictada sin competencia para hacerlo- menoscaba el derecho a la libertad, derecho
consagrado en la Constitución Nacional desde
el mismo Preámbulo y en todos los Pactos y
Convenciones sobre Derechos Humanos como
A fs. 202/204 la demandada contestó el
memorial de la Defensora Pública Oficial y
solicitó que se confirme la sentencia recurrida, con costas.
8) Que en función del sentido y fundamentos de la sentencia apelada y el contenido de
los agravios vertidos en la apelación de la Sra.
Defensora Pública Oficial -en la representación
promiscua que ejerce respecto de la menor
D. Z. A.-, la cuestión a decidir por esta alzada
exige determinar, en primer lugar, si el INCUCAI pudo válidamente restringir el derecho de
los padres a decidir libremente el destino de
las CPH provenientes del cordón umbilical y
placenta al momento del alumbramiento; o si,
por el contrario, ello configura un exceso reglamentario, en tanto aquella limitación exige
ineludiblemente la intervención del Congreso
de la Nación (art. 75, inc. 12, CN).
383
384
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
En efecto, la sentencia rechaza el planteo de
inconstitucionalidad de la resolución 69/2009
en cuanto obliga a los padres a ser donantes de
las CPH, de modo que se trata de una cuestión
constitucional mediata, ya que la discusión se
centra en los alcances de la ley 24193 respecto
de los arts. 6, 8 y 9 de la resolución INCUCAI
69/2009 (el art. 6 establece que las CPH estarán disponibles para su uso alogénico, el art. 8
impone la exigencia de autorización previa del
INCUCAI para la liberación de las unidades
criopreservadas, y el art. 9 determina el contenido del consentimiento informado en los términos anteriores), debiendo verificarse el efectivo cumplimiento del principio de jerarquía
normativa establecido por el art. 31, de la CN.
La ley aplicable al caso
9) Que en el recurso bajo tratamiento la apelante entiende aplicable al caso -entre otros
preceptos- la ley de sangre 22990, referida a
tejidos renovables y separables del cuerpo, a la
relación jurídica que rige la captación, colecta,
procesamiento, conservación y distribución
de CPH, con fundamento en que las referidas
células se encuentran en la sangre del cordón
umbilical y placenta.
La ley 22990 autoriza la extracción de sangre
a una persona para proceder a su guarda, custodia y conservación, con el fin de serle oportunamente transfundida a la misma en caso de
necesidad. Asimismo, establece que la relación
existente entre el dador-paciente y el establecimiento o ente responsable de la guarda de su
sangre y/o componentes dentro del término de
período útil de la sangre, se regirá de acuerdo a
lo establecido en el Código Civil para la figura
del depósito regular (arts. 54 y 55).
Sin embargo, la cuestión en debate excede el
ámbito de aplicación de la ley de sangre, por
expresa indicación de la ley de transplante de
órganos y materiales anatómicos, que luego de
su modificación por la ley 26066 establece: “La
ablación de órganos y tejidos para su implantación de cadáveres humanos a seres humanos
y entre seres humanos, se rige por las disposiciones de esta ley en todo el territorio de la
República. Exceptúase de lo previsto por la presente, los tejidos naturalmente renovables o separables del cuerpo humano con salvedad de la
obtención y preservación de células progenitoras hematopoyéticas y su posterior implante a
seres humanos, que quedará regida por esta ley
(art. 1, ley 24193 modificado por la ley 26066).
En el art. 2 del anexo 1 el decreto reglamentario 512/1995 se establecen las prácticas médico quirúrgicas que serán consideradas como de
técnica corriente (ablación e implantación de
corazón, pulmón, hígado, médula ósea, etc.).
Posteriormente, se incorporó a dicha norma la
ablación e implante de Cordón Umbilical, entendiéndose como tal a las CPH existentes en
la sangre que queda en el cordón umbilical y la
placenta luego del alumbramiento (art. 1 del
decreto 1125/2000).
Por ello, la obtención y preservación de células progenitoras hematopoyéticas y su posterior
implante a seres humanos se encuentra regulada por la ley de transplantes 24193, y no por la
ley de sangre 22990.
El régimen de la ley de transplante y la distinción de los actos de disposición provenientes
de personas y de origen cadavéricos.
10) Que, sentado el régimen legal aplicable, corresponde buscar en él la respuesta a la
cuestión planteada.
La obtención, procesamiento, asignación,
distribución e implante de tales tejidos no se
rige por los principios del derecho privado invocados por la parte actora, en tanto se trata
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de una actividad intensamente regulada. En
este sentido, se encuentra prohibida toda contraprestación o beneficio por la donación (art.
27, ley 24193), circunstancia que excluye del
comercio a los órganos y tejidos. Asimismo, los
actos médicos que involucran la actividad sólo
podrá ser realizada previa habilitación especial
de la autoridad de contralor, tanto de los profesionales como de los establecimientos (arts. 4,
9 ss. y cc. de la ley 24193).
Sobre dicha base, es necesario señalar algunas
distinciones previstas normativamente, cuya
omisión implicaría un tratamiento promiscuo
de supuestos claramente diferenciables: (i) los
actos de disposición de órganos o materiales
anatómicos provenientes de personas (arts. 14
a 18 ley 24193), y (ii) los actos de disposición
de aquellos órganos y materiales anatómicos
cadavéricos (arts. 19 ss. y cc de la misma ley).
En el primer caso, el destino del material orgánico es decidido libremente por el donante, con
ciertas limitaciones, en tanto sólo se permite,
como principio, la donación de determinados
órganos a un pariente consanguíneo o por adopción hasta el cuarto grado, cónyuge o concubina
(art. 14 ley 24193); salvo el donante de médula
ósea, que no tiene límite de parentesco para elegir el destinatario (art. 15, párr. 3, ley 24193).
En el segundo caso, la distribución y asignación de órganos y tejidos cadavéricos, es determinada por el INCUCAI (art. 44, inc. n, de la
ley 24193 y 44, inc. n, del decreto 512/1995 y
conf. CSJN in re “De Filippis”, D.507.XXXVI,
del 29/4/04, consid. 5), de acuerdo a prioridades de asignación regladas por el Ministerio
de Salud (resolución 542/2005). Sobre dicha
base, el INCUCAI organiza listas de espera
(vgr. resolución INCUCAI 123/2007), ya que
en la mayoría de los casos los órganos y tejidos
cadavéricos son insuficientes para atender los
requerimientos de pacientes con tal indicación.
Por el contrario, ciertos tejidos sobrantes se
guardan a la espera de requerimientos futuros
en bancos (vgr. de tejidos musculoesqueléticos
y osteoarticular; homoinjertos valvulares, vasculares y otros tejidos cardíacos; piel y tejidos
oculares), cuya asignación también se encuentra en cabeza del INCUCAI (art. 44, inc. b, ley
24193 y resolución INCUCAI 118/2009).
En ambos supuestos la donación es un acto
voluntario, pero cuando es entre vivos el donante puede determinar -bien que bajo las estrictas
condiciones ya descriptas- el destino del material (el destinatario es el receptor), circunstancia
que obviamente no se configura respecto del
“donante cadavérico”, cuyos órganos son asignados exclusivamente por el INCUCAI, sea a
través de una lista de espera o de un banco.
En otras palabras, el régimen normativo vigente, cuya constitucionalidad no fue cuestionada
en autos, permite a un padre elegir entre donar
o no donar en vida un riñón a su hijo; en cambio
no podrá decidirlo para después de su muerte,
ya que si bien siempre podrá elegir entre donar
o no donar, en caso de que elija la primera opción no podrá destinarlo a su hijo, ya que será el
INCUCAI quien determine quién será el receptor según los criterios antes referidos.
Ubicación de las CPH en el régimen legal referido y su régimen infralegal.
11) Que debe destacarse que más allá de
las diferencias entre las CPH que provienen
de la médula ósea y las que provienen del
cordón umbilical, en ambos casos se aplica el
régimen de la donación entre vivos, y consecuentemente en ninguno de ellos -y siempre
respecto del material referido- la ley restringe
la libre determinación del destinatario por el
donante, reconociéndole en este orden, de
manera implícita pero indiscutible, una clara
prerrogativa jurídica.
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386
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
La apuntada circunstancia, esto es la ausencia
en el régimen legal descripto de todo impedimento o restricción respecto al derecho de disposición del aludido material -y consiguiente
otorgamiento de la consecuente facultad para
efectuar la mencionada disposición antólogaconstituye un aspecto que posee natural relevancia a la hora de efectuar el control de constitucionalidad de la norma cuestionada en estos autos.
12) Que de otra parte y en punto al régimen
de las CPH también debe distinguirse un banco de un registro, ya que este último sólo cuenta
con los datos identificatorios y de histocompatibilidad de potenciales donantes.
En este sentido, a fines del año 2000 la ley
25392 dispuso la creación del Registro Nacional de Donantes de Células Progenitoras
Hematopoyéticas, constituyendo su sede en el
INCUCAI, resultando este último su organismo de aplicación.
En el año 2004, el INCUCAI aprobó las normas para la habilitación de bancos de CPH
provenientes de la sangre de la vena umbilical
y de la placenta con fines de transplante, que se
obtendrían mediante la donación expresa de la
madre. Allí se estableció que los bancos debían
ingresar las características dé las unidades colectadas al Registro Nacional de Donantes (resolución INCUCAI 319/2004 modificada por
la resolución 60/2009).
Simultánea y progresivamente se fueron
creando establecimientos que, al margen de
todo control del INCUCAI, proponían a los
padres la guarda de CPH provenientes de
cordón umbilical para su eventual transplante
autólogo. No obstante, estas unidades no eran
informadas al Registro Nacional de Donantes
en la inteligencia de que no estaban disponibles para su uso alogénico; no se trataba de
donantes sino de “depositantes” de células.
A raíz de la proliferación de tal actividad el
INCUCAI dictó la resolución 69/2009 aquí
cuestionada, por la que se subordinó la captación, colecta, procesamiento, almacenamiento
y distribución de las referidas CPH al cumplimiento de dos condiciones: (i) habilitación de
conformidad con las Resoluciones INCUCAI
n° 319/2004 y 60/09; (ii) inscripción en el
Registro Nacional de Donantes, a fin de que,
en caso de existir un paciente en nuestro país
o en el exterior que necesite de un transplante
de CPH, cuya compatibilidad coincida con la
unidad preservada, la misma sea destinada para
el alotransplante del mismo, no generando ningún tipo de resarcimiento económico.
Competencia del INCUCAL
13) Que en la ley 24193 se fijan las funciones del INCUCAI y, en cuanto al caso concierne, se establece que deberá “estudiar y
proponer a la autoridad sanitaria las normas
técnicas a que deberá responder la ablación
de los órganos y materiales anatómicos para
la implantación de los mismos en seres humanos -provenientes de cadáveres humanos
y entre seres humanos- y toda otra actividad
incluida en la presente ley, así como todo
método de tratamiento y selección previa
de pacientes que requieran transplantes de
órganos, y las técnicas aplicables a su contralor” (art. 44, inc. a); y “dictar, con el asesoramiento del Consejo Federal de Salud (COSEFA), las normas para la habilitación de
establecimientos en que se practiquen actos
médicos comprendidos en la temática, autorización de profesionales que practiquen
dichos actos, habilitación de bancos de órganos y de materiales anatómicos” (inc. b).
Asimismo, en la resolución 610/2007 del Ministerio de Salud se entendió necesario formular las pertinentes aclaraciones que permitan
dejar expresamente definidos los alcances de
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las facultades atribuidas por la ley al INCUCAI, en lo que a sus incumbencias se refiere,
mediante el dictado del pertinente acto de
autoridad ministerial. Allí se sostuvo que una
adecuada interpretación de la norma dirigida a
mantener la coherencia del sistema y apoyada
en el “principio de especialidad” en materia de
competencia de los órganos y entes administrativos, indica que todo órgano cuenta con las
facultades expresas atribuidas por la ley y también con aquellas que resultan necesarias para
cumplir con sus objetivos. Por ello, resolvió que
se entendían comprendidas dentro del ámbito
de competencia del INCUCAI, a los fines de
la aplicación de la ley 24193 (t.o. ley 26066),
las actividades vinculadas con la utilización de
células de origen humano para su posterior implante en seres humanos.
Conclusión
14) Que de la reseña normativa efectuada, resulta con claridad que la actividad vinculada a la
conservación de CPH con destino a un eventual
transplante autólogo se rige por ley de transplante 24193, que deja librada a la voluntad del
donante vivo la determinación del destinatario
de órganos, tejidos o células (naturalmente para
transplante autólogo o con destino a personas
relacionadas -art. 14 ley citada-, según el caso).
Se concluye entonces que aquella limitación
exige ineludiblemente la intervención del Congreso de la Nación (art. 75, inc. 12, CN).
A esta altura del análisis se debe tener especialmente en cuenta, que la regla según la cual
es inválido privar a alguien de lo que la ley no
prohíbe, ha sido consagrada en beneficio de los
particulares (art. 19 de la CN) no de los poderes
públicos, los cuales, para actuar legítimamente,
requieren una norma de habilitación (CS Fallos
318:1967), resultando apropiado especificar
que en materia de derechos individuales (tales
los implicados en el caso bajo análisis), los mis-
mos pueden ser limitados o restringidos por ley
formal del Congreso de la Nación de conformidad con lo dispuesto en el art. 14 de la Carta
Magna (CS Fallos 324:4048), de tal modo que
el Estado Nacional se encuentra en estos aspectos sujeto al principio de legalidad, y en lo que
al caso interesa, ello impone la sumisión de las
normas reglamentarias a la ley que habilita su
dictado (art. 31 de la CN; CS Fallos 307:1083).
Y en este orden de razonamiento, ha de reconocerse que la reglamentación que se dicte debe
ajustarse a los principios rectores y derechos
consagrados en la norma de habilitación, ya que
lo contrario importaría vulnerar los derechos reconocidos en aquella, desvirtuando el principio
de razonabilidad de la reglamentación y el art.
28 CN que proscribe la alteración y restricción
indebida a los derechos acordados, por el ejercicio de la función reglamentaria, pues en definitiva los reglamentos deben preservar el contenido, alcances y finalidad de las prerrogativas
legalmente acordadas (CS Fallos 318:1707).
Desde esta perspectiva, la restricción a los
derechos de los progenitores (ejercidos -inicialmente- en nombre y representación de su hijo
por nacer, y en la actualidad, puntualmente referidos a la menor representada por la Sra. Defensora Pública Oficial) en punto a la disposición
autóloga de CPH, así como la imposición de su
forzosa donación con fines de empleo alogénico -establecidos en la resolución INCUCAI
N 69/2009-, configura un claro exceso en el
ejercicio de las facultades reglamentarias conferidas al referido organismo, por cuanto aparte
de generar un supuesto de donación forzosa de
órganos, tejidos o materiales anatómicos, (contrariando así las previsiones contenidas en los
arts. 15 y 19 de la ley 24193), altera gravemente el contenido de la ley sustancial que regula
la materia, al subvertir su espíritu y finalidad,
en tanto consagra limitaciones (respecto de
la disposición con fines autólogos) que en su
387
388
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
concreto resultado comportan una negación a
los derechos reconocidos en el marco regulatorio general (v. al respecto Consid. V de este
voto), contrariando de tal modo la jerarquía
normativa y derogando o modificando total o
parcialmente su texto, todo lo cual determina
su descalificación constitucional.
Sobre dicha base, la restricción de este derecho por parte del INCUCAI configura un exceso de las facultades reglamentarias del referido
organismo, en tanto altera la ley, subvirtiendo
su espíritu y finalidad perseguidos, contrariando la jerarquía normativa y derogando o modificando total o parcialmente el texto.
15) Que lo expuesto resulta suficiente para
hacer lugar a la inconstitucionalidad de los
arts. 6, 8 y 9 de la resolución 69/2009, siendo
inoficioso pronunciarse sobre la razonabilidad
de su contenido, aspecto que por otra parte resulta ajeno al estrecho marco de conocimiento
del amparo; máxime cuando no se ha puesto
en tela de juicio la constitucionalidad de la
política sanitaria involucrada en la obtención
y distribución de tejidos y piezas anatómicas
(ley 24193 y modificatoria).
En mérito de los fundamentos expuestos,
corresponde hacer lugar al recurso interpuesto
por la Sra. Defensora Publica Oficial en la re-
presentación promiscua ejercida respecto de la
menor D. Z. A., revocar la resolución apelada y
declarar la inconstitucionalidad de los arts. 6, 8
y 9 de la resolución INCUCAI 69/2009.
Las costas de ambas instancias se imponen a la
demandada vencida (arts. 68 y 279, CPCCN).
Por ello se resuelve:
I. Admitir el recurso interpuesto por la Sra.
Defensora Publica Oficial a fs.158/161 -en la representación promiscua ejercida respecto de la
menor D. Z. A., y revocar la resolución apelada.
II. Declarar la inconstitucionalidad de los
arts. 6, 8 y 9 de la resolución INCUCAI
69/2009 respecto de la sangre de cordón umbilical y placenta, colectada con motivo del nacimiento de la Srta. D. Z. A...
Las costas de ambas instancias se imponen a
la demandada. Se deja constancia que la Vocalía
IV de esta Sala se encuentra vacante.
Regístrese, notifíquese personalmente o por
cédula a las partes y a los Ministerios Públicos
intervinientes con remisión a los autos y oportunamente devuélvase a primera instancia.Luis M. Márquez.- José L. Castiñeira. (Sec.:
Carlos J. Massia).
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Celíacos: “S. , M. A y otros”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y
Comercial Federal, Sala II, 15/10/2010
“…como puntualizó el juzgador, las disposiciones que rigen lo relativo
a la atención de la salud de las personas por parte de las obras sociales
y -en forma similar- las entidades de medicina prepaga no contemplan la
cobertura del costo resultante de la adquisición de alimentos, más allá de
las características particulares que éstos pudieran presentar y de las necesidades que cada sujeto pueda requerir en casos concretos.
No es posible realizar la asimilación que pretenden los actores entre
ciertos alimentos y los fármacos. De acuerdo con el Código Alimentario
Argentino, los primeros comprenden a todas las substancias o mezclas de
ellas que, ingeridas por el hombre, aporten a su organismo los materiales
y la energía necesarios para el desarrollo de sus procesos biológicos, incluyendo también aquello que se ingiere por hábito, costumbres o como
coadyuvantes, tengan o no valor nutritivo. Por su parte, en el ámbito de los
fármacos se debe reputar comprendidas las sustancias que enumera el art.
1 de la ley 16.463: drogas, productos químicos, reactivos, formas farmacéuticas, medicamentos, elementos de diagnóstico y todo otro producto de
uso y aplicación en la medicina humana.
A juicio del Tribunal, el hecho de que no exista un tratamiento farmacológico para la celiaquía no basta para imponer a la demandada la obligación de solventar una parte del costo de los alimentos que debe ingerir
la menor Silva, ante la ausencia de una disposición normativa que así lo
establezca” (considerando 3).
“…si bien lo expuesto precedentemente conduciría a la confirmación
de lo decidido por el a quo, se debe tener en cuenta que el 2 de diciembre
último el Congreso Nacional sancionó la ley 26.588, promulgada de hecho
el 29 del mismo mes. El hecho de que la norma contemple su reglamentación y que ello no se haya concretado hasta la fecha no es obstáculo para
su aplicación al caso.
En tal sentido, la Corte Suprema ha puesto de relieve en numerosas
oportunidades que las sentencias deben atender a la situación existente
al momento de dictarse (Fallos: 318:1084; 327:4773; 328:4640 y 329:2949,
389
390
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
entre otros); y por otra parte, la circunstancia de que se haya previsto
la reglamentación de una norma no significa que sea inútil o totalmente
inaplicable mientras ello no suceda (…). De otro modo, en una órbita
tan sensible como el derecho a la salud, el efectivo goce de ese derecho,
plasmado en el caso en una ley formal, quedaría supeditado a una decisión
del Poder Ejecutivo. Ello no es admisible, tanto por la índole del derecho
involucrado -relacionado con el derecho a la vida, como lo sostuvo la Corte Suprema, por ejemplo en Fallos: 323:3229- como desde una perspectiva
institucional, atendiendo a la división de poderes que inspira a nuestro
régimen constitucional.
Desde esta perspectiva, deviene relevante su art. 9, en tanto se relaciona en forma directa con el objeto del litigio, al establecer obligaciones para
las obras sociales enmarcadas en las leyes 23.660 y 23.661, así como otras
entidades cuya finalidad es similar.
Al contemplar la cobertura asistencial a las personas que padecen la
enfermedad, se indica que ello “comprende la detección, el diagnóstico, el
seguimiento y el tratamiento de la misma, incluyendo las harinas y premezclas libre de gluten, cuya cobertura determinará la autoridad de aplicación” (ver art. 9 in fine de la norma).
Como se dijo, a pesar de no contarse aún con la reglamentación mencionada al final de dicho artículo, se prevé allí una prestación específica,
que consiste en la cobertura de “las harinas y premezclas” que no contienen gluten, aunque ello no se extiende a otros alimentos que sean aptos
para el consumo de quienes padecen la enfermedad.
En función de esta premisa, estima el Tribunal que la pretensión debe
admitirse con el alcance indicado, esto es, limitada a la cobertura de los
productos mencionados, de conformidad con la legislación vigente. Así, de
acuerdo con lo reclamado en el escrito inicial, donde se pidió un descuento similar al ofrecido para los medicamentos, la demandada deberá reintegrar a los actores un porcentaje idéntico al que reconoce para la compra
de medicamentos en general –lo que deberá ser determinado en la etapa
de ejecución, dada la inexistencia de pruebas al respecto en la causa- en la
compra de “harinas y premezclas libre de gluten” (considerando 4).
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Buenos Aires, 15 de marzo de 2010.
VISTO: el recurso de apelación interpuesto
a fs. 168/169, con la adhesión de fs. 187, cuyo
traslado fue contestado a fs. 184/186, contra la
sentencia de fs. 168/169; y
“cobertura de alimentación libre de gluten” podrá ser visto como una simplificación del objeto litigioso, pero en esencia no se aparta de lo
solicitado: la solicitud de “un descuento similar
al ofrecido para la adquisición de fármacos, al
momento de adquirir los productos alimenticios aptos para celíacos” (fs. 65).
CONSIDERANDO:
1) Que el señor juez rechazó la acción promovida por M. A. S., M. N. V. y P. M. S. contra Organización de Servicios Directos Empresarios
OSDE, absolviendo a ésta de la pretensión enderezada a obtener un descuento en la compra
de productos alimenticios aptos para celíacos,
similar al que se ofrece a todos sus beneficiarios
para la adquisición de medicamentos.
Tal decisión motivó el recurso de los actores,
quienes señalaron errores en el pronunciamiento, enfatizando que no existe remedio para la
enfermedad en cuestión sino un tratamiento,
que consiste en observar una dieta libre de gluten. Adujeron no haber solicitado una cobertura de las necesidades alimenticias de la menor
sino lo que consideran prestaciones de salud
igualitarias, criticando además que se hubiera
considerado la situación económica del coactor
S. como elemento de juicio.
El traslado de estos agravios fue replicado por
la demandada en los términos que surgen de la
presentación obrante a fs. 184/186.
2) Que así propuestas las cuestiones a decidir,
cabe destacar inicialmente que algunas críticas
que los actores dirigen a distintos aspectos del
fallo atacado carecen de relevancia a los efectos
que aquí corresponde examinar. Así, lo concerniente a la afirmación de que la niña “es celíaca
desde el año 2001” no tiene incidencia alguna
en la decisión adoptada por el a quo, de modo
que su acierto o error resulta intrascendente.
Por otra parte, lo dicho acerca del reclamo de
3) Que, como puntualizó el juzgador, las disposiciones que rigen lo relativo a la atención
de la salud de las personas por parte de las
obras sociales y -en forma similar- las entidades de medicina prepaga no contemplan la cobertura del costo resultante de la adquisición
de alimentos, más allá de las características
particulares que éstos pudieran presentar y de
las necesidades que cada sujeto pueda requerir en casos concretos.
No es posible realizar la asimilación que
pretenden los actores entre ciertos alimentos
y los fármacos. De acuerdo con el Código Alimentario Argentino, los primeros comprenden
a todas las substancias o mezclas de ellas que,
ingeridas por el hombre, aporten a su organismo los materiales y la energía necesarios para el
desarrollo de sus procesos biológicos, incluyendo también aquello que se ingiere por hábito,
costumbres o como coadyuvantes, tengan o no
valor nutritivo. Por su parte, en el ámbito de los
fármacos se debe reputar comprendidas las sustancias que enumera el art. 1 de la ley 16.463:
drogas, productos químicos, reactivos, formas
farmacéuticas, medicamentos, elementos de
diagnóstico y todo otro producto de uso y aplicación en la medicina humana.
A juicio del Tribunal, el hecho de que no exista un tratamiento farmacológico para la celiaquía no basta para imponer a la demandada la
obligación de solventar una parte del costo de
los alimentos que debe ingerir la menor Silva,
ante la ausencia de una disposición normativa
que así lo establezca.
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Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
4) Que si bien lo expuesto precedentemente conduciría a la confirmación de lo decidido
por el a quo, se debe tener en cuenta que el 2
de diciembre último el Congreso Nacional
sancionó la ley 26.588, promulgada de hecho
el 29 del mismo mes. El hecho de que la norma
contemple su reglamentación y que ello no se
haya concretado hasta la fecha no es obstáculo
para su aplicación al caso.
En tal sentido, la Corte Suprema ha puesto
de relieve en numerosas oportunidades que las
sentencias deben atender a la situación existente al momento de dictarse (Fallos: 318:1084;
327:4773; 328:4640 y 329:2949, entre otros); y
por otra parte, la circunstancia de que se haya previsto la reglamentación de una norma no significa
que sea inútil o totalmente inaplicable mientras
ello no suceda (confr. Bidart Campos, G.J., “Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino”, 1ª reimpr., t. I, p. 111). De otro modo,
en una órbita tan sensible como el derecho a la
salud, el efectivo goce de ese derecho, plasmado
en el caso en una ley formal, quedaría supeditado
a una decisión del Poder Ejecutivo. Ello no es admisible, tanto por la índole del derecho involucrado -relacionado con el derecho a la vida, como lo
sostuvo la Corte Suprema, por ejemplo en Fallos:
323:3229- como desde una perspectiva institucional, atendiendo a la división de poderes que
inspira a nuestro régimen constitucional.
Desde esta perspectiva, deviene relevante su
art. 9, en tanto se relaciona en forma directa con
el objeto del litigio, al establecer obligaciones
para las obras sociales enmarcadas en las leyes
23.660 y 23.661, así como otras entidades cuya
finalidad es similar.
Al contemplar la cobertura asistencial a las
personas que padecen la enfermedad, se indica
que ello “comprende la detección, el diagnóstico, el seguimiento y el tratamiento de la misma,
incluyendo las harinas y premezclas libre de glu-
ten, cuya cobertura determinará la autoridad de
aplicación” (ver art. 9 in fine de la norma).
Como se dijo, a pesar de no contarse aún con la
reglamentación mencionada al final de dicho artículo, se prevé allí una prestación específica, que
consiste en la cobertura de “las harinas y premezclas” que no contienen gluten, aunque ello no se
extiende a otros alimentos que sean aptos para
el consumo de quienes padecen la enfermedad.
En función de esta premisa, estima el Tribunal que la pretensión debe admitirse con el alcance indicado, esto es, limitada a la cobertura
de los productos mencionados, de conformidad con la legislación vigente. Así, de acuerdo
con lo reclamado en el escrito inicial, donde
se pidió un descuento similar al ofrecido para
los medicamentos, la demandada deberá reintegrar a los actores un porcentaje idéntico al
que reconoce para la compra de medicamentos
en general -lo que deberá ser determinado en
la etapa de ejecución, dada la inexistencia de
pruebas al respecto en la causa- en la compra de
“harinas y premezclas libre de gluten”.
En mérito a lo expuesto, SE RESUELVE:
revocar la sentencia apelada, admitiéndose la
acción deducida con el alcance que surge del
considerando precedente.
Teniendo en cuenta las particularidades del
caso y la incidencia que ha tenido en su resolución una ley dictada con posterioridad tanto al
dictado del fallo de fs. 168/169 como al planteo
del recurso, las costas de ambas instancias deberán ser soportadas en el orden causado, dejándose sin efecto las regulaciones practicadas por
el a quo (arts. 68, 69 y 270 del Código Procesal).
Regístrese, notifíquese y devuélvase.
Ricardo Víctor Guarinoni - Alfredo Silverio
Gusman - Santiago B. Kiernan.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Glucemia (estricto control de la enfermedad): “Braguinsky c/OSPJN s/amparo”, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, Sala I,
07/06/2011
“…el Tribunal debe ponderar que el médico tratante indicó a la paciente “control estricto Glucemia con 4 tomas diarias” (cfr. fs. 32). En ese contexto, el riguroso control de sus niveles de glucemia se relaciona de manera
directa con el tratamiento de la grave enfermedad que padece (diabetes).
Por lo demás, la limitación en la cantidad de controles de los niveles de
glucemia podría afectar la salud de la afiliada, dado que no resulta azaroso
que el médico haya indicado un control “estricto” de la enfermedad. Por
ello debe otorgarse supremacía al derecho a la salud del paciente y, en consecuencia, corresponde revocar la resolución apelada, otorgando cobertura total (100% del costo) de las tirillas reactivas para control de glucemia
indicadas por el médico tratante (4 tomas diarias)” (considerando 5).
Buenos Aires, junio 7 de 2011.
indicó como tratamiento el control glucémico
con la periodicidad de 4 veces diarias.
Considerando:
1.- La resolución apelada rechazó la demanda incoada y, por lo tanto, absolvió a la Obra
Social del Poder Judicial de la Nación de la
pretensión deducida por la Sra. María Cecilia
Braguinsky. Las costas fueron distribuidas en
el orden causado.
La parte actora se agravió porque, sostiene,
las 800 tiras reactivas que le entrega la obra social no alcanzan para cubrir los controles que
debe efectuarse y que se encuentra en riesgo su
vida en atención a la enfermedad que padece
(diabetes). Afirmó que el médico tratante le
2.- En primer lugar, cabe destacar que no
está discutida en el “sub lite” la condición de la
actora de afiliada a la obra social -fs. 199- ni la
necesidad de la provisión de las tirillas reactivas para control de glucemia -4 tomas diarias-,
según la indicación del médico tratante (cfr. fs.
32). Se cuestiona, en cambio, la obligación de
la demandada de otorgar la cobertura total del
costo de las tirillas.
3.- Así, debe recordarse -en primer términoque el art 28 de la ley 23.661 establece que los
agentes del seguro deberán desarrollar obligatoriamente un programa de prestaciones de sa-
393
394
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
lud (confr. fs. 1; esta Sala, doctr. causa 7841 del
7-2- 2001, entre muchas otras).
Por otra parte, a partir de la reforma constitucional de 1994 el derecho a la salud se encuentra expresamente reconocido con jerarquía
constitucional por el art. 75 inc 22 de la Carta
Magna, que asigna tal calidad a los tratados que
enumera. Entre ellos, el art. 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos dispone
que toda persona tiene derecho a un nivel de
vida adecuado que le asegure, así como a su
familia, la salud y bienestar y en especial la asistencia médica y los servicios sociales necesarios
(esta Sala, causa 798/05 del 27.12.05).
En el mismo sentido, el art. XI de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre establece que toda persona tiene derecho a que su salud sea preservada por medidas sanitarias y sociales, relativas a la alimentación, el vestido, la vivienda y la asistencia
médica correspondiente al nivel que permitan
los recursos públicos y los de la comunidad
(causa 798/05 antes citada). A su vez, el art.
12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales estableció
que entre las medidas que los Estados partes
deberían adoptar a fin de asegurar la plena
efectividad del derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física
y mental, deberían figurar la prevención y el
tratamiento de las enfermedades epidémicas,
endémicas, profesionales y de otra índole, y la
lucha contra ellas y la creación de condiciones
que aseguren a todos asistencia médica y servicios médicos en caso de enfermedad (causa
798/05 antes citada).
En procura de la consecución de los mismos
fines, el art. 75 inc. 23 de la Constitución Nacional, establece -en cuanto aquí resulta pertinente- entre las atribuciones del Congreso,
legislar y promover medidas de acción positiva
que garanticen la igualdad de oportunidades y
de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por la Constitución y por
los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de los
niños, las mujeres, los ancianos y las personas
con discapacidad.
En este mismo orden de ideas, no es ocioso
recordar que el Alto Tribunal ha sostenido que
el derecho a la vida es el primer derecho de la
persona humana, respecto de la cual los restantes valores tienen siempre carácter instrumental (confr. Corte Suprema, Fallos: 323:3229 y
esta Sala, causa 798/05 antes citada).
4.- Por otra parte, cabe recordar que el Programa Médico Obligatorio (PMO) fue concebido
como un régimen mínimo de prestaciones que
las obras sociales deben garantizar (Resolución
201/02 y 1991/05 del Ministerio de Salud).
Es que, como sostuvo este Tribunal en casos
que guardan cierta similitud con el presente,
el PMO no constituye una limitación para los
agentes del seguro de salud, sino que consiste
en una enumeración no taxativa de la cobertura
mínima que los beneficiarios están en condiciones de exigir a las obras sociales (cfr. esta Sala,
doctr. causas 630/03 del 15-4-03 y 14/2006
del 27-4-06, entre otras), y el mismo contiene
un conjunto de servicios de carácter obligatorio como piso prestacional por debajo del cual
ninguna persona debería ubicarse en ningún
contexto (cfr. esta Sala, causas 8545 del 6-11-01,
630/03 del 15-4-03 y 14/2006 del 27-4-06).
5.- En ese estado, el Tribunal debe ponderar que el médico tratante indicó a la paciente
“control estricto Glucemia con 4 tomas diarias”
(cfr. fs. 32). En ese contexto, el riguroso control de sus niveles de glucemia se relaciona de
manera directa con el tratamiento de la grave
enfermedad que padece (diabetes).
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Por lo demás, la limitación en la cantidad de
controles de los niveles de glucemia podría
afectar la salud de la afiliada, dado que no resulta azaroso que el médico haya indicado un control “estricto” de la enfermedad. Por ello debe
otorgarse supremacía al derecho a la salud del
paciente y, en consecuencia, corresponde revocar la resolución apelada, otorgando cobertura
total (100% del costo) de las tirillas reactivas
para control de glucemia indicadas por el médico tratante (4 tomas diarias).
Por todo lo expuesto, se resuelve:
Revocar la sentencia de fs. 210/212 y, en
consecuencia, admitir la demanda interpuesta contra la Obra Social del Poder Judicial de
la Nación. En consecuencia, se ordena a la
demandada que en el plazo de cinco días de
notificada de la presente otorgue cobertura
total (100% del costo) de las tirillas reactivas
para control de glucemia que indica el médico
tratante (4 tomas diarias).
Las costas de ambas instancias se distribuyen
en el orden causado atendiendo a las particularidades que presentó la cuestión (arts. 68 y 69
del Código Procesal).
La Dra. María Susana Najurieta no suscribe
la presente por hallarse en uso de licencia compensatoria de feria (art. 109 del R.J.N.).- Francisco de las Carreras.- Martín Diego Farrell.
395
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
Fertilización asistida: “Arce Blanco, Lorena Angélica María- Mazzaferri, Germán Diego c/OSPJN”, Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, Sala III,
13/12/2011
“Las constancias médicas incorporadas al sub judice demuestran que
a Lorena Arce Blanco se le diagnosticó “Factor tubo-peritoneal. Síndrome adherencial” y que Germán Mazzaferri padece” astenoterastospenia”,
sin presentar respuestas favorables al tratamiento médico seguido con
anterioridad. En el resumen de historia clínica expedido por “Perinat” se
prescribe a la ICSI como único procedimiento de fertilidad asistida viable
y acorde a las singulares circunstancias de la actora” (considerando 2.1.2
del voto del doctor Vallefín).
“…están comprometidos derechos esenciales consagrados en la Ley
Fundamental.Y por otro, que la cuestión a resolver no requiere de más debate o prueba para tener por acreditadas las patologías de los amparistas, el
método clínico indicado por los facultativos y las sistemáticas denegatorias
opuestas por la obra social, que al actuar como lo hizo incurrió en una conducta ilegítima y reñida con las normas constitucionales y reglamentaciones
sanitarias universales” (considerando 2.1.3 del voto del doctor Vallefín).
“…aun frente a la probabilidad de que existiera otro conducto judicial
para formular la petición de autos, ello tampoco puede erigirse como un
obstáculo para la admisibilidad de la acción de amparo si esas otras vías
son menos aptas para la protección urgente de los derechos que se deben reparar. Eso es, precisamente, lo que ocurre en el cato, ya que someter la discusión a un proceso ordinario redundaría en un claro perjuicio a
los amparistas -que hoy tienen 38 y 41 años de, edad- por la frustración
irreversible de la posibilidad de procrear” (considerando 2.1.4 del voto
del doctor Vallefín).
“…las prestaciones que reconoce el Programa Médico Obligatorio no
constituyen un elenco cerrado e insusceptible de ser modificado en el
tiempo en beneficio de los afiliados, pues semejante interpretación importaría cristalizar en un momento histórico, la evolución continua, incesante
y natural que se produce en el ámbito de la medicina y en la noción de
“calidad de vida” que es esencialmente cambiante (cfr. CNC; Sala E, junio
24-2005, ED 27/10/05).
397
398
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
En virtud de ello y a la luz del carácter flexible del Programa Médico
Obligatorio, se indicó que “no puede desconocerse el acceso -a las técnicas de fertilización como un aspecto trascendente del derecho a la salud
reproductiva y, por ende, del derecho a la procreación”, máxime-, cuando
“la implementación del método ICSI tiene un desarrollo de más de veinte
años y desde entonces ha sido un gran avance para superar las patologías
que generan infertilidad. Por caso, la Organización Mundial de la Salud, en
la primera ‘Estrategia mundial sobre salud reproductiva para acelerar el
avance hacia la consecución de los objetivos y las metas internacionales de
desarrollo’ adoptada por la 57° Asamblea Mundial de la Salud en mayo de
2004, ha señalado en su estrategia cinco (5) aspectos prioritarios, siendo
uno de ellos el de “ofrecer servicios de planificación familiar de alta calidad, incluidos servicios a personas con problemas de infertilidad” (en publicación “Aceleración del avance hacia objetivos internacionales en salud
reproductiva. Marco de aplicación de la Estrategia Mundial OMS de Salud
Reproductiva”)” (considerando 2.4.2 del voto del doctor Vallefín).
“…a) La naturaleza de los derechos involucrados, la suficiencia de las
constancias probatorias para tener por acreditadas las patologías de los
accionantes y la sostenida negativa arbitraria de la obra social para la cobertura del tratamiento de fertilización asistida ICSI hacen que estén reunidos todos los presupuestos de admisibilidad para que el conflicto sea
dirimido por la vía del amparo.
b) Atento que la obra social demandada no está alcanzada por el Sistema Nacional de Obras Sociales y que se encuentra excluida de la auditoria
y supervisión del Ministerio de Salud de la Nación, éste carece de legitimación pasiva para discutir sobre el objeto del pleito y para que le sea
impuesta una obligación que la ley no le fija.
c) El argumento de la demandada atinente a que la prestación solicitada
por los actores no está incluida en el Programa Médico Obligatorio pierde
fuerza a poco que sé lo contrasta con la circunstancia de que los derechos
en juego trascienden el orden positivo vigente y con la creciente tendencia
-por ahora provincial- a la incorporación por vía legislativa de las técnicas
de reproducción asistida como parte de las coberturas clínicas a cargo de
las obras sociales y de las empresas de medicina prepaga.
d) A la luz de la adecuada exégesis del principio constitucional de separación de poderes no hay en el caso una intromisión judicial en esferas ajenas ni una actualización del piso prestacional del sistema sanitario”
(considerando IV del voto del doctor Vallefín).
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
///la ciudad de La Plata, a los 13 días del mes
de diciembre del año dos mil once, reunidos en
Acuerdo los señores Jueces que integran la Sala
Tercera de ésta Cámara Federal de Apelaciones
de La. Plata, toman en consideración el expediente nº 18053/11, caratulado: “ARCE BLANCO, Lorena Angélica María - MAZZAFERRI,
Germán Diego c/O.S.P.J.N. Ministerio de Salud
y Ambiente de la Nación s/amparo ley 16.986”,
procedente del Juzgado Federal de Primera Instancia n° 4 de esta ciudad, Secretaria n°10. Practicado el pertinente Sorteo el orden de votación
resultó: doctores Carlos Alberto Vallefín, Carlos
Alberto Nogueira y Antonio Pacilio.
El doctor Vallefín dijo:
1. Antecedentes
Lorena Angélica Amalia Arce Blanco y Germán Diego Mazzaferri promovieron acción de
amparo contra la Obra Social del Poder Judicial
de la Nación-Corte Suprema de Justicia de la
Nación y, subsidiariamente, contra el Ministerio
de Salud y Ambiente de la Nación a fin de que se
les brinde “la cobertura integral del tratamiento
de fertilización asistida y medicación necesaria,
que se llevará a cabo a través del método de inseminación denominado ICSI (Micro inyección
intracitoplásmica de espermatozoide)”.
Según el relato que se desprende del escrito
inicial, en el año 2009 los actores comenzaron
a realizarse estudios médicos con el objetivo
de ser padres. Arce Blanco fue sometida a una
intervención quirúrgica por habérsele diagnosticado “Factor tubo peritoneal, síndrome adherencial” y su marido debió recibir medicación
por presentar astenoterastospermia.
Desde allí iniciaron sus sistemáticas presentaciones ante la obra social demandada. La primera, del mes de corriente, para que por “trámite de excepción se le autorice el tratamiento y
la entrega de los medicamentos “Puregon 600”,
“Pregnyl” y “Progest 200”, con el fin de llevar a
cabo una inseminación intrauterina. La segunda, del mes de marzo, para que la obra social
reconsidere la decisión que rechazó su petición
primigenia. Sin embargo, con posterioridad a
dichas presentaciones la actora se hizo nuevos
estudios en el Centro de Diagnóstico Obstétrico y Ginecológico “Perinat”. Sus resultados fueron concluyentes y expresados en el resumen de
historia clínica en estos términos: “Debido qué
transcurrió un año con trompas permeables y
espermogramas que no han mejorado a pesar
del tratamiento indicado, los antecedentes de
la paciente, su edad, se indica- la realización
de procedimiento de Reproducción Asistida
de alta Complejidad, FIV con técnica de ICSI”.
Finalmente, la cobertura de ese tratamiento
también le fue denegada por la obra social demandada y ello derivó en la interposición de la
acción de amparo que dio, origen a este pleito,
donde los actores sustentan su pretensión en
normas constitucionales y, en precedentes jurisprudenciales de distintos tribunales.
A fs. 68/73 el Ministerio de Salud de la Nación presentó el informe circunstanciado del
art. 8 de 14 ley 16.986. En lo sustancial, aquél
planteó su falta de legitimación pasiva sobre la
base de que la obra social no se encuentra bajo
la órbita de su competencia.
Postuló la inadmisibilidad de la vía del amparo por la ausencia de los presupuestos excepcionales que la habilitan y requirió el rechazo de
la demanda por la falta de inclusión en el Programa Médico Obligatorio del tratamiento de
fertilización peticionado.
La Obra Social del Poder Judicial de la Nación hizo lo propio: a fs. 90/97 y vta. También
adujo la inadmisibilidad de la vía, elegida y con
apoyo en diversas argumentaciones solicitó la
desestimación de la acción. En particular, re-
399
400
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
saltó que no hay plexo legal que contemple la
obligatoriedad de brindar la cobertura del tratamiento ICSI, que la temática excede el marco
de la ciencia jurídica y que está inserta en un debate bioético por las problemáticas inconclusas
que genera, como el congelamiento de embriones, el diagnóstico genético preimplantacional,
su financiamiento, etcétera.
bieron ser fijadas a los demandados vencidos
en tanto sus conductas ilegitimas y arbitrarias
fueron las que obligaron a impulsar este juicio. En su memorial el ente ministerial insiste
en su falta de legitimación pasiva, objeta que
la sentencia le impone una carga que no está
obligado a cumplir y solicita que la condena sea
revocada a su respecto.
Luego, la demandada explicó los riesgos que el
empleo de 1a técnica le traería aparejada a la actora –embarazos múltiples, hemorragias y partos prematuros, entre otros- y alegó que su negativa a la cobertura se inscribe en el marco de
la resolución 817/03, que acompañó en copia.
Por su parte, la obra social reitera la ausencia
de los presupuestos de admisibilidad de la vía
del amparo y trae a colación la existencia de aspectos éticos que no fueron ponderados por el
a quo, como ser la generación de embriones sobrantes con un destino incierto, en contradicción con la manda que tiene el Estado de velar
por los derechos de las personas desde el momento de la concepción. Por último, resalta que
la decisión apelada fractura patrimonialmente
el sistema de cobertura asistencial y sustituye
la voluntad del legislador, avanzando indebidamente sobre las facultades que la Constitución
Nacional le reconoce sólo al Poder Legislativo.
Cabe señalar, por último, que la Defensora
Oficial en representación de los actores contestó la excepción de falta de legitimación pasiva opuesta por el Ministerio de Salud de la
Nación (fs. 112/113 y vta.).
II. La sentencia recurrida
El señor juez de grado rechazó la excepción
de falta de legitimación pasiva articulada e hizo
lugar a la acción de amparo, ordenando a las
codemandadas a que otorguen la cobertura del
tratamiento de fertilización a través del, método ICSI en favor de los actores. A su vez, su orden en atención impuso las costas del proceso
por su orden en atención a la naturaleza novedosa de la cuestión (fs. 115/117 y vta.).
IV. Consideración de los agravios
1. Conceptos preliminares. El derecho a la salud y el derecho a la salud reproductiva.
1.1. Este Tribunal en numerosos precedentes
ha destacado el marco constitucional del derecho, a la salud según la jurisprudencia de la
Corte Suprema, y el derecho internacional de
los derechos humanos
III. Los agravios
Contra ese pronunciamiento dedujeron sendos recursos de apelación la parte actora (fs.
126/127), la representante del Ministerio de
Salud de la Nación (fs. 131/133 y vta.) y el
apoderado de la Obra Social del Poder Judicial de la Nación (fs. 134/139). El agravio de
los actores se circunscribe modo en que fueron
impuestas las costas, las que a su entender de-
Las pautas allí sentadas, presentadas sintéticamente, son: a) el derecho a la salud está íntimamente relacionado con el derecho a la vida y
con el principio de autonomía personal; b) los
tratados internacionales que tienen jerarquía
constitucional reafirman el derecho a la preservación de la salud y tornan imperativa la obligación impostergable que tiene la autoridad
pública de garantizar ese derecho con acciones
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
positivas, sin perjuicio de las obligaciones que
deben asumir en su cumplimiento las obras sociales o las empresas de medicina prepaga; c)
en la actividad de estas últimas ha de verse una
proyección de los principios de la seguridad
social, a la que el art. 14 bis de la Constitución
Nacional confiere carácter integral.
1.2. Siguiendo la línea de otros tantos precedentes de esta Sala análogos al sub judice, aquellos parámetros se complementan con los que
siguen: a) el derecho a la salud incluye la salud
reproductiva y la atención sanitaria pertinente,
definiéndose a aquella como un estado general de bienestar físico, mental y social y no de
mera ausencia de enfermedades o dolencias, en
todos los aspectos relacionados con el sistema
reproductivo y sus funciones y procesos; b) esa
prerrogativa está inevitablemente unida al derecho de fundar una familia y al de su protección por parte de la sociedad y el Estado, que
también gozan de jerarquía constitucional; c)
como corolario de lo anterior, la Organización
Mundial de la Salud incluyó expresamente en el
listado de enfermedades a la infertilidad, o sea,
al funcionamiento anormal del sistema reproductivo que priva a las personas de todas las razas y niveles socioeconómicos de la posibilidad
biológica de crear una familia.
2. La aplicación de las pautas precedentes al
caso de autos.
Sentadas las pautas que anteceden examinaré de manera conjunta los recursos deducidos
por las partes.
2.1. La inadmisibilidad de la vía del amparo.
2.1.1. De principio, cabe recordar que la Corte
Suprema ha resuelto que “el amparo es el procedimiento judicial más simple y breve para tutelar real y verdaderamente los derechos consagrados en la Ley Fundamental. En este sentido,
la Corte ha dicho reiteradamente que tiene por
objeto una efectiva protección de derechos (Fallos: 321:2823) y ha explicitado la imprescindible necesidad de ejercer esa vía excepcional para
la salvaguarda del derecho fundamental de la
vida y de la salud (Fallos: 325:292 y sus citas)”.
Ello debe conectarse con otra jurisprudencia
del Alto Tribunal, que señala que si es posible
inferir que se ocasionará un daño grave e irreparable remitiendo el examen de la cuestión a
otros procedimientos, los jueces han de abrir
la vía del amparo (“Fallos” 327:2413, del dictamen del Procurador General al que remitió
la mayoría), siendo que la existencia de otras
alternativas más idóneas no puede establecerse
sino con referencia a las circunstancias del caso.
(Fallos: 318:1154, consid. 5).
2.1.2. Las constancias médicas incorporadas
al sub judice demuestran que a Lorena Arce
Blanco se le diagnosticó “Factor tubo-peritoneal. Síndrome adherencial” y que Germán
Mazzaferri padece” astenoterastospenia”, sin
presentar respuestas favorables al tratamiento
médico seguido con anterioridad. En el resumen de historia clínica expedido por “Perinat”
se prescribe a la ICSI como único procedimiento de fertilidad asistida viable y acorde a las
singulares circunstancias de la actora (fs. 17 y
19/22). A su vez, no está discutido que la obra
social demandada rechazó todos los pedidos
que la pareja realizó para conseguir la cobertura
de la intervención (fs. 14/18).
2.1.3. Este singular marco fáctico demuestra,
por un lado, que están comprometidos derechos esenciales consagrados en la Ley Fundamental. Y por otro, que la cuestión a resolver
no requiere de más debate o prueba para tener
por acreditadas las patologías de los amparistas,
el método clínico indicado por los facultativos
y las sistemáticas denegatorias opuestas por la
obra social, que al actuar como lo hizo incurrió
401
402
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
en una conducta ilegítima y reñida con las normas constitucionales y reglamentaciones sanitarias universales a las que antes aludí.
2.1.4. Por último, he de señalar que aun frente
a la probabilidad de que existiera otro conducto
judicial para formular la petición de autos, ello
tampoco puede erigirse como un obstáculo
para la admisibilidad de la acción de amparo
si esas otras vías son menos aptas para la protección urgente de los derechos que se deben
reparar. Eso es, precisamente, lo que ocurre en
el caso, ya que someter la discusión a un proceso ordinario redundaría en un claro perjuicio a
los amparistas. -que hoy tienen 38 y 41 años de,
edad- por la frustración irreversible de la posibilidad de procrear.
2.3. La falta de legitimación pasiva del Ministerio de Salud de la Nación.
2.3.1. La adecuada decisión del punto aconseja repasar los fundamentos invocados tanto por
los accionantes como por el a quo para legitimar
pasivamente al ente ministerial en este proceso.
2.3.2. Los primeros dijeron: “El Estado Nacional debe responder ente la omisión de la
Obra Social, y en consecuencia, debe proveer
la prestación con la urgencia y oportunidad que
el caso exige (sin liberar a la Obra Social de sus
obligaciones), ya que es el encargado de velar
por el cumplimiento de los derecho constitucionales que amparan la vida y la salud, y de
asegurar la continuidad de su tratamiento”.
Fundaron su aserto en que “el acceso al método de fertilización motivo de este Amparo,
debe ser entendido como deber positivo reparador para remediar la violación a nuestro derecho a la salud reproductiva” (Ver fs. 43 y vta.,
énfasis original).
2.3.3. .E1 juez rechazó la excepción de falta de
legitimación opuesta por el Ministerio de Salud
de la Nación sobre la base de que “la solución
final del objeto de autos” lo alcanza por tener
“responsabilidad y/o competencia” en su cumplimiento (Ver Considerando “I”).
2.3.4. Esta Sala sostuvo en numerosos precedentes la obligación impostergable que tiene la
autoridad pública de garantizar el derecho a la
salud con acciones positivas, máxime cuando el
obligado directo -como las obras sociales y las
empresas medicina prepaga- por distintas razones ajenas al necesitado no le presta en forma
inmediata la asistencia de que se trate. En tal
sentido y con apoyo en jurisprudencia de otros
tribunales, se ha señalado que el Estado Nacional no puede desentenderse de su obligación de
preservar el derecho a la salud, pretexto de la
inactividad de otras entidades –públicas o privadas- pues es el encargado de velar por el fiel
cumplimiento de los derechos constitucionales
que amparan la vida y la salud y de asegurar la
continuidad de los tratamientos que se necesiten, habida cuenta de la función rectora que le
atribuye la legislación nacional y de las facultades que debe ejercer para coordinar e integrar
sus acciones con las autoridades provinciales y
los diferentes organismos que conforma el sistema sanitario en el país (conf. expte. N° 17.328
“Dell’Orso, Julio H. c/ P.A.M.I. y otro s/Acción
de Amparo”, del 06/09/10, y sus remisiones,
entre muchos otros).
2.3.5. Sin embargo, las singulares constancias
fácticas de la causa y la interpretación armónica de las pautas normativas vigentes conducen
-mi juicio- a una solución diferente. En efecto, la Ley de Ministerios (texto según decreto
828/2006) prescribe que compete al Ministerio de Salud -en lo que reviste interés- “entender en la elaboración, aplicación, ejecución y
fiscalización de los regímenes de mutuales y
de obras sociales comprendidas en las leyes Nros.
23.660 y 23.661.
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
La obra social demandada en el sub judice no
está alcanzada por dicho bloque legal. Su funcionamiento y contralor fueron expresamente
excluidos de la ley 23.660 a través de la reforma
producida con la ley 23.890. No se encuentra
inserta, pues, en el Sistema Nacional de Obras
Sociales, y por ende, no está abarcada por la
auditoría y supervisión del Ministerio de Salud
de 1a Nación. De hecho, el art. 1 de su estatuto
dispone que se trata de “un organismo con autonomía de gestión, individualidad administrativa y
financiera” y que “funcionará bajo la dependencia
directa de la Corte Suprema de Justicia de la Nación” (todos los resaltados me pertenecen).
2.3.6. En este esquema, resulta claro que el
ente ministerial no posee competencia material ni de control para verificar la legitimidad
de los actos de la obra social demandada ni
tiene potestad decisoria y/o ejecutiva para
encauzar su funcionamiento según las directrices impresas por las leyes. 23.660 y 23.661. Es
decir, no reviste la condición de sujeto pasivo
idóneo o habilitado por la ley para discutir sobre el objeto del pleito ni para intervenir en el
cumplimiento de la manda judicial, -ni siquiera
a título subsidiario.
Por tanto, juzgo que corresponde revocar en
este punto la sentencia apelada y hacer lugar
a la excepción de falta de legitimación pasiva
articulada por e1 Ministerio de Salud de la
Nación, con costas, de ambas instancias por su
orden atento que los actores tuvieron razones
para litigar como lo hicieron en virtud, de los
mismos lineamientos desarrollados en el considerando “IV.2.3.4.”.
2.4. La falta de inclusión en el Programa Obligatorio de la prestación solicitada.
2.4.1. Despejado lo anterior, la crítica de la
obra social encaminada a que no corresponde
achacársele una obligación prestacional que la
reglamentación de su actividad ni el Programa
Médico Obligatorio le imponen, reedita un
planteo qué este Tribunal trató en numerosos
precedentes (in re “Crestanello, María Cecilia
y otro c/OSDE, BINARIO s/Amparo”; expte. 16.938, del 30/03/10, entre otros) sin que
se aprecien en el caso razones que autoricen a
apartarse de lo allí resuelto.
2.4.2. En efecto, el Estado Nacional definió
el Programa Médico Obligatorio señalando
que constituye “un conjunto de servicios de
carácter obligatorio como piso prestacional por
debajo del cual ninguna persona debería ubicarse en ningún contexto” (considerando 31 de la.
Resolución 935/2000, énfasis añadido). Así,
“debe quedar garantizado el mecanismo para la
actualización del Programa Médico Obligatorio en virtud del carácter dinámico del conocimiento científico, estableciendo una metodología
de análisis para la incorporación de tecnologías
que asegure la probada; eficacia de todo procedimiento diagnóstico o terapéutico a financiar por
la Seguridad Social” (considerando 81 de dicha
Resolución 939/2000, énfasis agregado). Con
lo cual, que “los Agentes del Seguro son responsables de la promoción, protección, recuperación y
rehabilitación de la salud de sus beneficiarios y no
meros financiadores de las prestaciones” (considerando 91, énfasis añadido).”
De este modo el propio Estado Nacional ha
caracterizado el programa implementado: a)
constituye un piso básico de prestaciones; b) es
mutable y se nutre de las nuevas técnicas y c)
tiene un fin integral que supera el mero sufragio
económico de la práctica médica.
2.4.3. En consonancia con tal criterio se ha
indicado que las prestaciones que reconoce el
Programa Médico Obligatorio no constituyen
un elenco cerrado e insusceptible de ser modificado en el tiempo en beneficio de los afiliados, pues semejante interpretación impor-
403
404
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
taría cristalizar en un momento histórico, la
evolución continua, incesante y natural que se
produce en el ámbito de la medicina y en la noción de “calidad de vida” que es esencialmente
cambiante (cfr. CNC; Sala E, junio 24-2005,
ED 27/10/05).
En virtud de ello y a la luz del carácter flexible
del Programa Médico Obligatorio, se indicó que
“no puede desconocerse el acceso -a las técnicas
de fertilización como un aspecto trascendente
del derecho a la salud reproductiva y, por ende,
del derecho a la procreación”, máxime-, cuando
“la implementación del método ICSI tiene un
desarrollo de más de veinte años y desde entonces ha sido un gran avance para superar las
patologías que generan infertilidad. Por caso, la
Organización Mundial de la Salud, en la primera ‘Estrategia mundial sobre salud reproductiva
para acelerar el avance hacia la consecución de
los objetivos y las metas internacionales de desarrollo’ adoptada por la 57° Asamblea Mundial
de la Salud en mayo de 2004, ha señalado en su
estrategia cinco (5) aspectos prioritarios, siendo uno de ellos el de “ofrecer servicios de planificación familiar de alta calidad, incluidos servicios a personas con problemas de infertilidad”
(en publicación “Aceleración del avance hacia
objetivos internacionales en salud reproductiva.
Marco de aplicación de la Estrategia Mundial
OMS de Salud Reproductiva”).”
2.4.4. Desde esta perspectiva y siguiendo sostenido por otros tribunales del país en casos
análogos, los derechos que los amparistas estiman vulnerados trascienden el orden positivo
vigente, en tanto la indagación de su origen no
remite a la letra de los textos legales sino a necesidades y posibilidades inherentes (conf. Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata,
“B.,C. y otra c/UP”, 17/12/09, “La Ley Online”
y Cámara de Apelaciones en lo contenciosoadministrativo y Tributario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sala II, “Ayuso, Marcelo
Roberto y otros c. Obra Social de la Ciudad de
Buenos Aires”, del 26/05/2008, publicado en
“La Ley” 2009-D, 274, entre muchos otros).
2.4.5. Sólo a título ampliatorio, habré de
mencionar a la ley 14.208 de la Provincia de
Buenos Aires; como muestra meridiana de la
continua actualización del compendio de prestaciones médicas. Dicho plexo legal, si bien
ajeno a la aplicación por este fuero, revela, la
creciente tendencia a la incorporación por
vía legislativa de las técnicas de reproducción
asistida como parte de las coberturas médicoasistenciales á cargo de las obras sociales y de
las empresas de medicina prepaga, circunstancia ésta que -observada en el contexto general
desarrollado- le resta fuerza a los argumentos
esbozados por la demandada.
2.5. La sustitución de las funciones del Poder
Legislativo.
2.5.1. Análoga suerte correrán las aseveraciones referentes a una indebida invasión de poderes de parte de la justicia.
2.5.2. Siguiendo a la jurisprudencia de 1a
Corte, el principio de separación de poderes
y el necesario respeto por parte de los tribunales de 1os límites constitucionales y legales
que su competencia les impone, determina
que la función de los jueces no alcance a interferir con el ejercicio de facultades que les
son privativas a otros poderes con arreglo a lo
prescripto por la Constitución Nacional, pues
de lo contrario, se haría manifiesta la invasión
del campo de las potestades propias de las demás autoridades de 1a Nación (conf. “Fallos”
311:2580 y sus citas).
2.5.3. Ahora bien, esos parámetros debe armonizarse con otros que, desde sus inicios, la
misma Corte Señala en su exégesis constitucional. Esto es, la admisión del control encomen-
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
dado a la justicia sobre las actividades ejecutiva
y legislativa en la medida que exista “un caso”
o “controversia judicial”, potestad que debe ser
observada rigurosamente para la preservación
el principio de la división de poderes (“Fallos”
320;1556 y sus remisiones).
2.5.4. El sub examine es, precisamente, el “caso”
al que se alude en los párrafos precedentes.
Ergo, no pueden compartirse las prédicas de
que hay una vulneración al principio republicano
y/o que se está incurriendo en una actualización
indebida de las prestaciones sanitarias básicas.
Antes bien, y en cumplimiento de la función
la Ley Suprema le asigna (art. 116), el juez de
primera instancia resolvió un conflicto de derechos, ponderándolos y jerarquizándolos, con
un temperamento que tiene proyección exclusiva sobre el caso decidido, sin comprometer
ni interferir en esferas ajenas y donde la pretensión esgrimida tuvo como antecedente una
negativa u omisión de otra autoridad.
2.6. La omisión de los aspectos éticos involucrados.
2.6.1. Para resistir a la obligación que le fue
impuesta 1a obra social en su memorial invoca cuestiones bioéticas como el estatuto moral
y legal de los embriones supranumerarios, el
riesgo de su manipulación y el deber del Estado
de tutelarlos desde el momento de la concepción. Por ende -concluye- “la medida lesiona
diversos bienes jurídicos” sobre los que ninguna certidumbre se ha aportado con los escasos
elementos de convicción arrimados a la causa”.
2.6.2. Sin desconocer la relevancia de los
asuntos traídos a colación por la demandada,
su evaluación excede la potestad decisoria de
esta Cámara.
En efecto, las sentencias de los tribunales
deben ceñirse a las circunstancias existentes al
momento de ser dictadas y ninguna de las incidencias que el recurrente señala son hechos actuales y/o decididos en primera instancia como
para que ahora puedan constituir un agravio
sujeto a revisión. El pleito, como se recuerda,
se ciñó al equilibrio entre los derechos de los
amparitas y las’’ obligaciones asistenciales de la
obra social y ello demarca la cognición jurisdiccional (arts. 163 incs. 3 y 6 y 164 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación).
2.6.3. En este orden de ideas, la hipotética
generación de embriones supranumerarios, la
elucidación de su carácter moral y/o legal y la
especificación de su destino podrá ser objeto
de discusión en otros ámbitos, a la luz tanto
del derecho extranjero como de la prolífica
literatura interdisciplinaria existente (ver, por
muchos, Luna Florencia, Salles Arleen: F.;
Bioética: nuevas reflexiones sobre debates clásicos, Buenos Aires, 2008, Fondo de Cultura
Económica, capítulo VIII).
2.7. Las costas del proceso.
Dada la solución que se alcanza en cuanto al
fondo, considero que no hay razones para apartarse del principio objetivo de la derrota, y en
consecuencia, las costas de primera instancia deben ser afrontadas por la Obra Social del Poder
Judicial de la Nación-Corte Suprema de Justicia
de la Nación en tanto su conducta motivó la interposición de la demanda. En lo que atañe al
las costas dé segunda instancia, atento la falta de
réplica) de los agravios del apelante, deben ser fijadas en el orden causado (art. 68 y concordantes
del Código Procesal Civil y Comercial).
IV. Conclusión
Las consideraciones precedentes extraer las
siguientes conclusiones:
405
406
Derecho a la vida, a su preservación y a la salud
a) La naturaleza de los derechos involucrados,
la suficiencia de las constancias probatorias para
tener por acreditadas las patologías de los accionantes y la sostenida negativa arbitraria de la obra
social para la cobertura del tratamiento de fertilización asistida ICSI hacen que estén reunidos
todos los presupuestos de admisibilidad para que
el conflicto sea dirimido por la vía del amparo.
b) Atento que la obra social demandada no
está alcanzada por el Sistema Nacional de Obras
Sociales y que se encuentra excluida de la auditoria y supervisión del Ministerio de Salud de la
Nación, éste carece de legitimación pasiva para
discutir sobre el objeto del pleito y para que le
sea impuesta una obligación que la ley no le fija.
c) El argumento de la demandada atinente a
que la prestación solicitada por los actores no
está incluida en el Programa Médico Obligatorio pierde fuerza a poco que sé lo contrasta con
la circunstancia de que los derechos en juego
trascienden el orden positivo vigente y con la
creciente tendencia -por ahora provincial- a la
incorporación por vía legislativa de las técnicas
de reproducción asistida como parte de las coberturas clínicas a cargo de las obras sociales y
de las empresas de medicina prepaga.
d) A la luz de la adecuada exégesis del principio constitucional de separación de poderes no
hay en el caso una intromisión judicial en esferas ajenas ni una actualización del piso prestacional del sistema sanitario.
e) Las cuestiones referentes al estatuto moral
y legal de los embriones supranumerarios, la
determinación de su destino y el riesgo de su
manipulación no son hechos actuales y/o existentes sino sólo hipotéticos, y por ende, no pueden ser revisados como agravio por esta Alzada.
V. Por todo lo expuesto, propicio al Acuerdo.
a) Revocar el punto “1” de la sentencia de fs.
115/117 y vta. apelada y hacer lugar a la excepción de falta de legitimación pasiva opuesta por
el Ministerio de Salud de la Nación, con costas
por su orden atento que los actores tuvieron razones para litigar como lo hicieron.
b) Confirmar el punto “2” de dicho fallo en
cuanto hizo lugar a la acción de amparo y ordenó a la Obra Social del Poder Judicial de la
Nación-Corte Suprema de Justicia de la Nación
a la cobertura integral del tratamiento de fertilización asistida a través del método ICSI en
favor de los actores.
c) Revocar el punto “3” del pronunciamiento
de origen imponer las costas de primera instancia a la obra social vencida.
d) Fijar las costas de Alzada por su orden atento
la falta de réplica de los agravios del recurrente.
Así lo voto.
LOS DOCTORES NOGUEIRA Y PACILIO
DIJERON:
Que adhieren al voto precedente.
Con lo que terminó el acto, firmando los señores
Jueces intervinientes y la Secretaria autorizante.
Expte. Nº 18.053/11 “Arce Blanco, L. y otro
c/OSPJ y otro s/amparo”.
///Plata, diciembre 13 de 2011.
Y VISTOS: En mérito a lo que resulta del
Acuerdo cuya copia autenticada antecede, SE
RESUELVE:
a) Revocar el punto “1” de la sentencia de fs.
115/117 y vta. apelada y hacer lugar a la excepción de falta de legitimación pasiva opuesta por
Boletín de jurisprudencia en materia civil y procesal civil Nº 1
el Ministerio de Salud de la Nación, con costas
por su orden atento que los actores tuvieron razones para litigar como lo hicieron.
c) Revocar el punto “3” del pronunciamiento
de origen e imponer las costas de primera instancia a la obra social vencida.
b) Confirmar el punto “2” de dicho fallo en
cuanto hizo lugar a la acción de amparo y ordenó a la Obra Social del Poder Judicial de la
Nación-Corte Suprema de Justicia de la Nación
a la cobertura integral del tratamiento de fertilización asistida a través del método ICSI en
favor de los actores.
d) Fijar las costas de Alzada por su orden
atento la falta de réplica de los agravios del
recurrente.
e) Regístrese, notifíquese y devuélvase.
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