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BALTHUS ( Balthasar Klossowsky de Rola) (Biografía)
Balthus nació en París, el 29 de febrero de 1908, en el seno de una familia
aristocrática de origen ruso-polaco, vinculada al mundo del arte y asidua a los más
prestigiosos círculos intelectuales y artísticos parisinos de comienzos de siglo. Su
verdadero nombre era Balthasar Klossowski de Rola y murió en el año 2001. Su vida
transcurrió fundamentalmente entre Francia, Suiza e Italia y se decantó por la vida en
el campo. Su formación fue completamente autodidacta, se consideraba artesano
antes que artista y desarrolló su técnica y estilo siguiendo los consejos de Pierre
Bonnard de copiar a los grandes maestros (Giotto, Masaccio, Piero della Francesca,
Nicolas Poussin, Géricault, Ingres, etc.) tanto en los museos como en sus
ubicaciones originales en el transcurso de sus múltiples viajes. De los primitivos
italianos aprendió las nociones de volumen, geometría, perspectiva, luz y color.
BALTHUS (Balthasar Klossowsky de
Rola)
La partida de naipes, 1948-1950
Óleo sobre lienzo. 140 x 194 cm
Museo Thyssen-Bornemisza Publicó su primer libro como ilustrador en 1919, Mitsou, cuyo prólogo escribió el
poeta Rainer Maria Rilke, amigo de la familia. Balthus vivió en Berlín tras la Primera
Guerra Mudial y estuvo en contacto directo con la cultura artística del expresionismo
alemán. En 1924, ya de vuelta en París, empezó a pintar sus primeros cuadros; se
trataba en su mayoría de vistas de la ciudad donde aún había reminiscencias de
soluciones características de la pintura impresionista. La obra de Balthus se ha
resistido a ser clasificada; desarrolló su estilo en medio de las corrientes surrealistas
y abstractas que dominaron el panorama mundial antes y después de la Segunda
Guerra Mundial. Aunque figurativo, también se distanció de la corriente de la Nueva
Objetividad centroeuropea y de la pintura metafísica italiana de las décadas de 19201930.
Progresivamente la pintura de Balthus se concentró en escenas de interiores
domésticos poco ornamentados que contaban con la presencia de dos o tres
personajes. Desde el punto de vista formal y a partir de la década de 1930, Balthus
sometió a los protagonistas de sus lienzos a una progresiva abstracción anatómica
de tipo geométrico.
En 1934 celebró su primera exposición individual en París y, pese a la fría acogida
que tuvo por parte de la crítica dado el tipo de figuración y los temas que empleaba,
inició una exitosa carrera desde ese momento. Balthus entabló una estrecha amistad
con los más destacados artistas y escritores del momento, desde el surrealismo
hasta el existencialismo de los años cincuenta, como el escultor Alberto Giacometti,
el pintor André Derain y con los escritores Antonin Artaud, André Gide y Albert
Camus. André Malraux, en calidad de Ministro de Cultura, lo nombró director de la
Academia de Francia en Roma, cargo que Balthus desempeñó entre 1961 y 1977.
Durante ese período su pintura se aclaró y pretendió alcanzar el acabado mate propio
de los frescos italianos del Renacimiento, también en ese momento retomó la
práctica del dibujo. Balthus logró mantener su estilo y sus temas a lo largo de su
trayectoria, de más de sesenta años. Además de pintor e ilustrador, trabajó como
diseñador de escenografías para ballet, ópera y teatro y fue dibujante de caricaturas,
sin olvidar que al comienzo de su carrera artística realizó esculturas en madera.
En 1962 viajó por primera vez a Japón; Balthus estaba impresionado por la cultura y
el exquisito concepto de belleza oriental. Allí conoció a su segunda mujer, Setsuko,
quien se convirtió en modelo de sus obras. Cabe señalar que Balthus también
practicó el género del paisaje, y para ellos estudió las soluciones y las composiciones
de la pintura de paisaje y de montañas tradicional china.
Balthus desarrolló una iconografía propia y en sus cuadros los niños, los gatos y los
espejos son asuntos recurrentes. Se le conoce como pintor de escenas de interior
con niñas en su toilette, que juegan a las cartas, leen o están dormidas, pintadas con
una paleta dominada por colores terrosos y por emplear una particular luz dorada que
modela las figuras y confiere una particular atmósfera a los interiores. Estas escenas,
que al pintor le resultaban sumamente familiares y le remitían a su propia infancia, al
público le resultaban tocadas de cierto halo mágico e incluso inquietante, sobre todo
por el silencio, el ensimismamiento y el estatismo en el que se encuentran los
personajes ahí representados.
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