lecturas inesperadas para viajes cortos

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LECTURAS INESPERADAS
PARA
VIAJES CORTOS
Número 4
¡ A mover el cuerpo !
Javier Iraola
¡ A mover el cuerpo !
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Javier Iraola
DATOS DEL AUTOR
[email protected]
www.vida-consciente.es
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EL MOVIMIENTO DEL CUERPO
La verdadera razón
La auténtica razón para tratar de mantener el mejor
estado de la condición personal ―mental, físico, emocional
y espiritual― llega mucho más lejos de lo que en
apariencia comprendemos a primera vista.
Lo que llamamos «el cuerpo humano» es el vehículo
más preciso, complejo y maravilloso que puede encontrar
el alma ―el espíritu, la esencia, la energía universal e
imperecedera― para seguir haciendo su camino de
progreso, hasta alcanzar su nivel de perfección absoluto.
Curiosamente el alma pertenece al espacio infinito
de la energía universal, pero en ese estado no tiene la
capacidad para «verse» ni para «reconocerse» y hasta que
no encuentra un cuerpo físico, unos ojos, unas emociones,
una mente analítica y observadora que le sirvan de
referencia, el alma no tiene la oportunidad para reflexionar
sobre sí misma. Y para ello es imprescindible ese
reencuentro con un cuerpo material, pues de lo contrario
permanece como está en el plano energético puro sin tener
la posibilidad de progresar ni de retroceder.
Es decir que la energía universal se materializa en
un cuerpo físico, mental, emocional y espiritual, para
poder tener un reconocimiento consciente de su existencia
a través de una mente que utiliza, como un espejo, para
verse y para reconocerse. De tal manera que el trabajo
personal a realizar ―que a su vez está animado por la
propia alma― consistirá en crear, mantener y facilitar las
mejores condiciones posibles de sus equilibrios básicos.
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En ese escenario el alma no encontrará impedimentos
para hacer su correcta progresión.
¿Por qué la energía pura ―el alma― necesita autoreconocerse, necesita disponer de una referencia
consciente de sí misma a través de la materia?
Porque no tiene otra posibilidad para crecer. Y no
crece la persona sino que la que crece y se desarrolla es el
alma, la cual toma un cuerpo y una materialidad como
vehículo para la satisfacción de sus necesidades, vehículo
que desaparecerá una vez que haya cumplido su finalidad.
De hecho, los cuerpos físicos, mentales, espirituales y
emocionales son efímeros y temporales. Esta es una
verdad que el ser humano, desde su baja vibración
corporal, no ha estado nunca dispuesto a aceptar y por
ello ha tratado de buscar, desde sus primeros pasos en la
tierra, una inexistente continuidad, un deseo permanente
de vivir la inmortalidad. Pero tiene que aceptar que la
reencarnación de su alma será hecha (si es que se
produce) desde su total ignorancia y reconocimiento, es
decir «sin acordarse de nada».
¿Por qué
constante?
necesita
el
alma
crecer de
manera
Porque el alma nace a imagen y semejanza de su
creador y no parará hasta alcanzar todos los atributos que
le corresponden por ello, tratando de conseguir total
semejanza y total fusión con la energía y la esencia que la
creó. Cada vez que el alma abandona el plano energético
ilimitado para conectar con una materialidad corporal
concreta, podrá progresar o retroceder en el camino hacia
su perfección, dependiendo de cómo sea la experiencia.
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Los pilares para el logro de los equilibrios personales:
mentales, emocionales, físicos y espirituales.
Por lo dicho, en la tarea de ofrecer al alma el mejor
vehículo para realizar el camino de crecimiento más
fructífero, la persona puede ―y debe― de trabajar enfocada
en todos y cada uno de los pilares que aseguran ese mejor
y más óptimo estado de los equilibrios personales, entre
los cuales el movimiento del cuerpo se considera una pieza
esencial:
El modelo de alimentación
La respiración correcta
El contacto con la naturaleza
El movimiento del cuerpo
La gestión eficaz del dolor
El cuidado de los chakras
En lo que respecta al movimiento del cuerpo es
esencial mantenerlo flexible y ágil a lo largo de toda la
vida, con una buena circulación de energía, sin bloqueos,
con una buena oxigenación, equilibrado, con un buen
peso, etcétera, cosas todas ellas vitales para un estado de
salud completo.
Concretamente, la contribución del movimiento del
cuerpo al mantenimiento de los equilibrios básicos se
traduce en efectos como:
Cuerpo Mental:
Oxigenación. Claridad de discernimiento.
Independencia de visión. Libertad.
Cuerpo
Emocional:
Coherencia y proporcionalidad en las
respuestas emocionales
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Cuerpo físico:
Peso adecuado. Energía y vitalidad.
Funcionalidad óptima. Flexibilidad.
Cuerpo
espiritual:
Limpieza centros energéticos. Equilibrio.
Niveles
de
consciencia
superiores.
Contacto consciente con su alma.
Resulta evidente que si realizamos un buen esfuerzo
en la práctica de la alimentación adecuada, en la práctica
de la respiración correcta, en mantener contacto con la
naturaleza, en hacer la mejor gestión del dolor y del
sufrimiento o en mantener nuestros centros energéticos
limpios y vibrantes, pero descuidamos a nuestro cuerpo
físico (que al fin y al cabo es el vehículo en el que iremos
toda nuestra vida de un lado para otro), reduciremos de
manera muy importante los beneficiosos efectos de todos
esos esfuerzos. Aunque también hay que reconocer que
eso será bastante improbable que ocurra, por la sencilla
razón de que tal desatención no va a corresponder con un
nivel de desarrollo personal elevado.
Pero en cualquier caso “cuanto mejor nos movamos,
mejor viviremos”, y esa es razón suficiente para considerar
el movimiento del cuerpo como uno de los pilares que
pueden facilitar la armonización y el equilibrio integral de
la persona, lo cual no hará otra cosa que facilitar su
crecimiento personal y el desarrollo de su alma.
Como es lógico no hay un único modelo para lograr
resultados en cada una de esas áreas ―alimentación,
dolor, respiración, naturaleza, movimiento― y son muchas
las técnicas, los modelos, las herramientas, las escuelas
que proveen de soluciones ―con frecuencia exclusivas―
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para tener éxito en cada una de las áreas. En lo que
respecta al movimiento del cuerpo no iba a ser de otra
manera.
Lo primero de todo convendría clarificar que «mover
el cuerpo» no es lo mismo que «hacer ejercicio». La
diferencia esencial se encuentra en el consumo de la
energía personal. Mientras que «el movimiento del cuerpo»
persigue mantener a todos sus órganos, sistemas y
funciones en el mejor estado operativo para que la energía
circule libre y sin bloqueos por cada átomo del organismo,
«el ejercicio corporal» ―que puede tener intensidades muy
diferentes― pretende que el cuerpo sea capaz de mantener
un nivel adecuado de actividad física con el objetivo de
conseguir un logro concreto, que puede ser simplemente
estético o mantenerse estimulado y activo. En cualquier
caso, la práctica del ejercicio demasiado intensivamente
puede provocar el consumo de elevadas cantidades de
energía vital. Y no hay que perder de vista que la energía
que tiene el riñón ―y que es recibida en el inicio de la
vida― es limitada y cerrada y marca los años que vivirá la
persona.
Se podría llenar la hoja con una larga lista de las mil
maneras de mover el cuerpo, con sus ventajas y con sus
inconvenientes, pero eso no serviría más que para dejar a
la persona que está leyendo sumergida en el estrés de no
saber a qué atenerse y por cuál de ellas optar para sus
prácticas.
Por ejemplo, para practicar el movimiento del
cuerpo, algunas personas prefieren el Yoga, otras el
Chikung, otras el Taichi, otras el Judo. Las hay que
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prefiere el footing suave o el paseo vigoroso o la danza.
Otras la gimnasia suave tradicional. Y muchas más que no
se van a citar en este espacio. Es decir, que hay un sinfín
de innumerables posibilidades para mover el cuerpo de
arriba a abajo. Para realizar la elección personal adecuada
se tiene que recurrir al modelo tradicional de aprendizaje
en todas sus fases, a saber información, experimentación,
observación de resultados, validación o corrección y volver
a la experimentación. Cada persona adoptará el modelo
que piense que le va a funcionar y en lo que confía,
aceptando que tiene un cuerpo para toda la vida y que no
hay que desgastar su energía con excesos, aunque sea con
buenas intenciones.
¿Por qué razón escoger el ejercicio de los ocho
brocados de seda de Chikung para cumplir con la
necesidad de mover el cuerpo?
La selección del ejercicio de las Ocho Joyas o los
Ocho Brocados de Seda del Chikung como práctica ideal
para el movimiento del cuerpo, se explica por sus
extraordinarias cualidades y su fantástica sencillez. Desde
el primer instante en que se practica la persona se
convierte en un experto, pero al mismo tiempo mantiene
su condición de principiante y así lo será toda su vida. Lo
que desde luego es cierto es que con la práctica de este
ejercicio se facilita la tarea de asegurar el movimiento del
cuerpo, en cualquier circunstancia, con la máxima
sencillez y extensión.
El ejercicio de las Ocho Joyas de Chikung
La herramienta seleccionada para practicar y
fomentar el movimiento del cuerpo es el ejercicio de Las
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Ocho Joyas o Los Ocho Brocados (aunque también recibe
otros nombres diferentes) del Chikung. Se trata de una
serie de ocho ejercicios que fueron desarrollados por la
escuela médico daoista en el siglo XII para la activación y
el incremento de la Energía Vital, y que pueden ser
realizados a cualquier edad y por cualquier persona.
Su finalidad esencial era (y es) la de ayudar a
armonizar y a equilibrar el estado físico, el mental y el
emocional del ser humano. Se trata de una serie de
movimientos secuenciales que deben de ser realizados en
orden y con una intención mental y de conciencia
determinados, lo que se logra poniendo una gran atención
y una gran concentración en cada movimiento.
Son guiados e iniciados por la respiración natural de
la persona a la que los movimientos siguen dócilmente, y
se repiten ocho veces cada uno.
Parece ser que en el siglo XII se practicaron éstos
sencillos movimientos o ejercicios, pero de manera sentada
puesto que fueron diseñados para personas que no podían
moverse con normalidad. Se tiene conocimiento de que es
a finales del siglo XVII cuando lo recogen los monjes
budistas y lo incorporan en sus monasterios. Después de
la Primera Guerra Mundial (hacia 1920) recibió el
espaldarazo popular en Shangai, cosechando un gran éxito
y seguimiento a través de unas publicaciones periódicas
cotidianas, y desde entonces no ha dejado de practicarse
de manera continuada.
No es el momento de contrastar sus fundamentos
científicos ni las causas por las que activan la energía vital
y logran el equilibrado de los cuerpos mental, emocional,
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físico y espiritual en las personas. No obstante es
recomendable creer en más cosas de las que se
comprenden científicamente y hacer más caso a la
intuición interior. Como decía Herman Hesse (autor del
libro Shidarta): He sido un hombre que busca y aún lo sigo
siendo, pero ya no busco en las estrellas o en los libros sino
que empiezo a buscar las enseñanzas que me comunica la
sangre.
Son ejercicios ideales por la sencillez y simplicidad
de su ejecución. Muy apropiados por la autonomía e
independencia de la persona pues se pueden realizar en
cualquier momento y en cualquier lugar. Y finalmente son
ideales por la bondad de sus efectos. Por ello son escogidos
como la práctica ideal para asegurar la movilidad del
cuerpo y que de esa manera se produzca una circulación
de la energía sin bloqueos, llegando intensa y fluida a
todos los órganos y sistemas.
Las recomendaciones para una buena práctica son:
Desde luego hacer los ejercicios y movimientos con
precisión, concentración y corrección.
Tener una actitud mental inicial clara, que decide y
declara hacer los ejercicios para obtener unos resultados,
Seleccionar un lugar adecuado, tranquilo, ventilado (si
puede ser al aire libre mejor todavía).
Llevar ropa cómoda que no apriete, sin pasar frío ni calor.
Escoger el momento del día adecuado, evitando las horas
después de comer y priorizando la primera hora matinal.
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Conceder una gran importancia a la respiración y seguir
un ritmo natural propio, tanto para las inspiraciones
como para las expiraciones.
Ensayar las posturas lo más fielmente que se pueda con
relación a las que se describen en los ejercicios.
Mantener el orden y la secuencia de los ejercicios.
Durante los tres segundos que se mantiene cada figura,
no aflojar la tensión de los movimientos.
Mantener constante la atención en los movimientos.
También es frecuente que se inicien los movimientos de
las series de los ejercicios con unas posturas comunes de
partida. La más conocida de ellas es la denominada Ping
Xing Bu.
Como se puede observar en el dibujo es una posición
muy sencilla que admite dos variantes. O bien con los
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brazos ubicados a la altura del pecho o bien una segunda
en la que los brazos descansan en los costados.
A la posición que se muestra en el dibujo se le otorga
un valor más meditativo. De hecho hay una práctica muy
interesante que consiste en el mantenimiento de ésta
posición durante 20 o 30 minutos seguidos. En cualquier
caso, tanto para la una como para la otra, las
recomendaciones para hacer una buena práctica son:
Los pies se mantienen paralelos separados a la misma
altura que marcan la distancia de los hombros.
La lengua presionando ligeramente el paladar.
Ojos cerrados y respiración abdominal POR LA NARIZ.
Las rodillas ligeramente flexionadas.
La pelvis ligeramente hacia delante.
La columna vertebral se mantiene recta.
La cabeza como suspendida de un hilo superior.
El peso del cuerpo repartido sobre muslos y pies.
EN LA POSTURA MEDITATIVA: Brazos a la altura del
pecho como sosteniendo un imaginario balón de aire.
Dedos enfrentados y pulgares que miran hacia al cielo.
Manos separadas a unos diez centímetros.
EN LA POSTURA NO MEDITATIVA: Brazos ligeramente
arqueados y curvados. Hombros y codos relajados.
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EXPLICACIÓN DETALLADA DE LOS OCHO
MOVIMIENTOS DEL EJERCICIO DE LAS OCHO JOYAS
EJERCICIO PRIMERO. Sostener el cielo con las manos.
1º. Las manos, con los dedos entrelazados se suben
lentamente por delante del pecho. A esa altura se giran las
muñecas 360 º y se suben hasta encima de la cabeza, con
los brazos estirados, y quedando las palmas de las manos
mirando hacia el cielo. El movimiento se hace tomando
aire por la nariz (inspirando).
2º. Con los brazos, las piernas y la espalda estirados
se mantiene la tensión de la postura durante 3 segundos
(que podemos contar interiormente despacio: 1,2,3), al
tiempo que se levantan los talones.
3º. Se inicia ahora el descenso de los brazos con
una expiración (sacando el aire de los pulmones hasta
“vaciarlos”). Cuando los brazos están ya horizontales se
vuelven a apoyar los talones en el suelo.
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4º. Se relajan las piernas, que vuelven a la posición
inicial, es decir ligeramente flexionadas. Se finaliza la
expiración y se comienza de nuevo.
El ejercicio se realiza con las recomendaciones que
se han explicado de carácter general, pues no debemos de
olvidar que cada movimiento tiene una finalidad, tiene una
intención. Los efectos que se logran con el primer ejercicio
son el aumento de la capacidad de concentración, la
obtención de calma y de tranquilidad. En el plano físico
tiene excelentes efectos equilibradores pues fortalece las
articulaciones (hombros, muñecas, tobillos, rodillas,
espalda, lumbares).
Es un ejercicio muy energético y mueve la energía
vital de manera vertical. Actúa también sobre la mejora del
sistema linfático y de los movimientos de los líquidos por el
cuerpo.
Los cuatro movimientos del ejercicio se repiten ocho
veces.
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EJERCICIO SEGUNDO. Tensar el arco y disparar
1º. Partir de una situación de cruce de ambos brazos
por delante del pecho. El brazo derecho por encima del
izquierdo y las manos con los dedos juntos. Se toma el aire
y se inspira con lentitud y concentración.
2º. Manteniendo las piernas hacia el frente, el brazo
izquierdo se estira manteniendo la horizontal con el
hombro, y con los dedos pulgar e índice de la mano
izquierda hacia arriba, mientras que el resto quedan
doblados. La mirada se dirige hacia la punta del dedo
índice “como apuntando hacia un blanco”.
En este movimiento el codo derecho entonces se
estira hacia atrás, hacia el lado contrario (en éste caso el
derecho) a la altura del hombro derecho y con el puño
cerrado (como sujetando la cuerda de un arco). Se
mantiene la tensión de la postura y se retiene el aire
durante 3 segundos.
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3º. Se inicia la expiración (soltar el aire despacio)
para volver a la situación de partida, pero ésta vez es el
brazo izquierdo el que está sobre el derecho. Las piernas
ligeramente flexionadas por las rodillas y la columna
vertical.
4º. Volvemos a inspirar al tiempo que hacemos el
movimiento hacia el otro lado del cuerpo (el derecho). Se
mira al dedo índice del brazo derecho que es el que ahora
está estirado. El brazo izquierdo es el que se flexiona y tira
hacia atrás. Las piernas se mantienen flexionadas mirando
hacia el frente (las piernas siempre miran hacia el frente).
Se aguanta la tensión del movimiento y la respiración
durante 3 segundos y se vuelve lentamente a la posición
de partida mientras que se suelta todo el aire de los
pulmones.
En éste movimiento se moviliza la energía vital en el
sentido horizontal. Energéticamente es bueno para la zona
de los pulmones, corazón, del timo y de los intestinos.
Provoca alegría y ganas de vivir por lo que es adecuado
para combatir la tristeza y para los estados personales de
apatía y de melancolía.
Es un ejercicio muy bueno para soltar los músculos
y articulaciones del tercio superior corporal y es
especialmente indicado para ayudar en los problemas
respiratorios e intestinales. Los cuatro movimientos se
repiten ocho veces.
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EJERCICIO TERCERO. Separar el cielo y la tierra
1º. Un poco por debajo del ombligo se colocan las
manos con los brazos y los codos ligeramente flexionados.
La palma de la mano izquierda se pone hacia arriba
apoyada en la mano derecha que se pone debajo con la
palma mirando hacia el suelo. Esta es la posición inicial.
2º. Iniciamos la inspiración (la toma de aire) al
tiempo que se va levantando el brazo izquierdo, y cuando
se está a la altura del pecho se gira la mano 360 º y se
lleva el brazo hasta encima de la cabeza y queda la palma
de la mano mirando hacia el cielo. En movimiento
simultáneo, se estira al brazo contrario (es decir el
derecho) y se empuja la mano derecha hacia abajo, pero
ojo que la mano permanece horizontal con respecto al
suelo y los dedos miran hacia delante. Como referencia, la
mano queda a la altura de la cadera (más o menos). Se
mantiene la tensión de la postura y se retiene la
respiración durante 3 segundos.
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3º. Soltando el aire (expirando) despacio se vuelve de
forma suave a la posición inicial, solo que ésta vez es la
palma derecha la que apunta hacia arriba (encima) y la
palma de la mano izquierda está hacia abajo (debajo).
4º. Nuevamente se inicia la inspiración (la toma de
aire) y repetimos el segundo movimiento del ejercicio, solo
que ésta vez es el brazo derecho es el que está arriba y el
izquierdo abajo en el lateral del cuerpo. Mantenemos la
tensión los 3 segundos y cuando se ha finalizado se vuelve
a la posición de partida suavemente y manteniendo la
concentración y la calma. Los cuatro movimientos del
ejercicio se repiten ocho veces.
En éste ejercicio la energía vital se mueve en la línea
diagonal. En realidad no tiene demasiada importancia en
qué dirección se mueva la energía (hacia arriba, hacia
abajo, en diagonal, en horizontal) puesto que lo importante
es que al final la energía movida, renovada e intensificada,
nos vuelve al Hara o punto del Dantien (punto que se
encuentra entre el ombligo y el sexo a unos 10 centímetros
de la piel) y allí queda para nuestra disponibilidad.
Éste movimiento se centra y actúa sobre los órganos
centrales, dando un suave masaje a órganos como
estómago, bazo, páncreas. Se dice que éste ejercicio
produce una serie de beneficios emocionales en relación
con la interacción y la aceptación de las demás personas.
Físicamente actúa sobre el tronco superior, estimulando
los músculos y las articulaciones de la zona del cuello y de
la nuca.
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EJERCICIO CUARTO. Girar la cabeza mirando hacia
atrás
1º. Se adopta la posición de partida, donde los
brazos caen de manera relajada (y ligeramente abiertos)
sobre los costados del cuerpo. Los brazos y las piernas se
mantienen ligeramente flexionados y arqueados, aunque
se mantiene la verticalidad del cuerpo y la alineación de la
columna.
2º. Tomando el aire (inspirando) se realiza una
torsión de 3 fases. La primera, que se hace hacia el lado
izquierdo, se inicia en la cintura por donde se comienza la
torsión con un movimiento suave. Se continua por los
hombros, en la segunda fase, y ya en la tercera se gira la
cabeza (que lógicamente tiene que seguir al tronco) que
trata de mirar con naturalidad e intención hacia atrás (es
decir que ha girado 180 º). Las piernas siguen mirando
hacia el frente y no se han movido. En ésta posición se
retiene la tensión y la respiración por 3 segundos.
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3º. Soltando el aire despacio hasta vaciar los
pulmones se vuelve hacia la posición inicial. Se deshace el
giro de la cabeza, luego el de los hombros, luego el de la
cintura. Se recupera de ésta manera la posición inicial
para poder seguir con el ejercicio.
4º. Se inspira lentamente y se inicia la serie de
movimientos que componen el segundo movimiento (los
giros), pero así como en el primero el sentido de giro ha
sido hacia la izquierda ahora el giro se realiza hacia la
derecha. Se completa el mantenimiento de la tensión los 3
segundos y se vuelve a la posición inicial.
El efecto de éste ejercicio se concentra en la zona de
las cervicales y del bulbo raquídeo por lo que está muy
indicado para actuar, de manera directa, sobre el sistema
nervioso, tranquilizando, dando calma y con el tiempo
“dulcificando” el carácter.
Suaviza la tendencia hacia la irritabilidad y hacia la
liberación de ira acumulada. Favorece también a los
músculos de cara y cervicales.
Repetir ocho veces el ciclo de cuatro movimientos.
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EJERCICIO QUINTO. Liberar el fuego del corazón
1º. Se inclina el tronco hacia delante colocando las
manos sobre los muslos (entre las ingles y las rodillas) y
con los dedos pulgares por detrás de la parte del muslo.
Con éste movimiento preparamos el comienzo del ejercicio.
2º. Tomamos aire (inspiramos) despacio al tiempo
que vamos moviendo (desplazando) el tronco lateralmente
hacia la izquierda en un ángulo de unos 45 grados,
manteniendo la mirada hacia al frente y la cabeza alineada
con el tronco (vigilemos de forma especial éste punto). El
peso del cuerpo queda apoyado sobre la pierna izquierda.
En el movimiento el brazo derecho queda totalmente
estirado. La mirada se dirige (como de soslayo) hacia la
punta del pié derecho. Se aguanta la tensión del
movimiento y la respiración durante los 3 segundos.
3º. Expulsando el aire suavemente hasta vaciar el
contenido de los pulmones se vuelve “amablemente” hacia
la posición inicial de flexión de rodillas y manos apoyadas
sobre muslos.
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4º. Se toma aire y se repite el paso segundo,
solamente que en esta ocasión el sentido del movimiento
del tronco es hacia la derecha. Entonces la mirada se
dirige hacia la punta del pie izquierdo y el peso del cuerpo
queda cargado sobre la pierna derecha. Tensamos 3
segundos, retenemos la respiración y volvemos a la
posición inicial.
Se repite el ciclo de los cuatro movimientos por ocho
veces.
La movilización de las energías se produce en éste
caso desde el hara hacia la izquierda y hacia la derecha
(como el movimiento de un acordeón), para que finalmente
se concentre potenciado en el hara nuevamente.
Armoniza y equilibra el corazón y los intestinos, al
tiempo que se estimula el buen funcionamiento de los
pulmones por la acción del movimiento lateral de la
energía vital. Es muy adecuado para producir calma y
tranquilidad y combatir el estrés y la tensión interna.
Muy útil para estabilizar (con continuidad en su
aplicación) los cambios de humor y para llevar alegría al
corazón. Ayuda a dormir mejor. Su acción muscular se
centra en fortalecimiento de piernas y cintura.
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EJERCICIO SEXTO. Fortalecer los riñones
1º. La posición inicial de partida es la tradicional.
Brazos colgando y descansando sobre el lateral del cuerpo.
Piernas ligeramente flexionadas y pelvis ligeramente hacia
adelante. Columna recta y alineada con la cabeza que
“pende” de un hilo del cielo. El peso del cuerpo
descansando sobre las piernas. Con la relajación y la
calma previa al estado de concentración mental que
requiere la ejecución de los movimientos.
2º. Inspirando (tomando el aire por la nariz) se
apoyan las manos en las lumbares por la parte de atrás y,
con los dedos gordos hacia delante, se empuja y flexiona el
tronco hacia atrás junto con la cabeza, al tiempo que la
mirada se dirige hacia el cielo. Se mantiene la tensión de la
postura y la respiración durante 3 segundos.
3º. Exhalando de manera lenta y suave, se inclina el
tronco hacia delante al tiempo que se estiran las piernas,
se baja la cabeza y los brazos rectos hasta alcanzar con la
mano la punta de los dedos de los pies, los cuales
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(importante) están ligeramente levantados por la punta. En
el caso de no llegar hasta los pies con las piernas
estiradas, vale con atraparse los tobillos o la parte trasera
de la pantorrilla, pero no doblar las piernas. Mirando hacia
el suelo mantener postura y respiración 3 segundos.
4º. Nos levantamos con una ligera flexión de rodillas
con la que ayudamos a recuperar la verticalidad del
cuerpo y volver a la posición inicial y preparar el inicio del
ciclo otra vez.
Se repite
movimientos.
ocho
veces
el
ciclo
de
los
cuatro
El movimiento de la energía vital en éste caso se
produce de atrás hacia delante y masajea la zona de los
riñones (los cuales debemos de mantener, especialmente
en el otoño y el invierno, siempre calientes y secos como
un principio elemental de salud). El masaje se aplica
también para la zona de la vejiga.
Interviene en la generación de seguridad personal y
de la necesaria auto-confianza para la vida. Fortalece la
voluntad y ayuda a mantener las decisiones. Nos hace
personas más activas y más vigorosas, confiadas en
nuestras propias capacidades. Es estupendo para mejorar
la circulación de la sangre y la linfática de las
extremidades (manos y pies).
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EJERCICIO SÉPTIMO. Apretando con rabia los puños
1º. En la posición de arranque se flexionan
ligeramente las piernas, las cuales están algo abiertas, y se
apoyan o descansan sobre los muslos las palmas mirando
hacia arriba. También se puede hacer otra alternativa
como es la de la figura: flexionar los brazos a la altura del
pecho con los puños cerrados mirando hacia arriba.
2º. Tomando aire (inspiración) se extiende
frontalmente el brazo izquierdo hasta colocarlo en la
horizontal. En la figura parece estar de lado pero es para
mostrar la forma de la figura. El puño permanece alineado
con el antebrazo, los dedos cerrados y el pulgar por fuera
de todos ellos mirando hacia el índice y “cerrando” el
puño. Los ojos se fijan con rabia en el puño que está
apretado fuertemente. Se mantiene la tensión de la
postura por 3 segundos.
3º. Expirando (soltando el aire) se vuelve a la
posición de partida mientras que se sigue manteniendo la
concentración en el ejercicio.
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4º. Inspirando (tomando aire) se inicia el movimiento
segundo, pero en el sentido de la derecha. Los ojos miran
fijamente al puño derecho con rabia y tensión. Se
mantiene la alineación entre puño, antebrazo y hombro.
Volvemos a mantener la tensión durante 3 segundos. Se
expira volviendo suavemente a la posición de partida y
relajando la mirada.
Se repiten los cuatro movimientos ocho veces.
Este ejercicio trabaja sobre el hígado y la vesícula.
Sobre la vista, sobre los hombros y en general la parte alta
del cuerpo. Son movimientos estupendos para las piernas.
Al actuar y beneficiar al hígado es positivo para calmar y
para apaciguar. También aporta auto-confianza y
seguridad en la persona misma. Fortalece la capacidad
para tomar decisiones y el interés por las demás personas.
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EJERCICIO OCTAVO. Botando sobre puntas de los pies
1º. Inspirando (tomando aire) se eleva el cuerpo
manteniéndolo derecho, los brazos descansando en el
lateral y levantando los talones y quedando sobre la punta
de los dedos de los pies. Se concentra durante 3 segundos
la atención y la tensión sobre la punta de la cabeza,
imaginando que un hilo nos sostiene.
2º. Expirando, se rebota sobre la punta de los pies
siete veces y después se recupera la posición de los talones
apoyados sobre el suelo.
Ahora se repite el ciclo de movimientos ocho veces.
Este ejercicio resume y sintetiza a todos los
anteriores y cierra el proceso de acumulación de la energía
en el hara. También se encarga de repartir toda ésta
energía sobre la totalidad de los órganos, a los que
masajea y “agita”, alcanzando en su efecto a todo el
organismo. Muy bueno para fortalecer piernas, mejorar
equilibrio y aumentar la capacidad de la concentración.
27
RESUMEN DE LOS OCHO
MOVIMIENTOS DEL EJERCICIO DE
LOS OCHO BROCADOS DE SEDA
28
1º
2º
3º
4º
5º
6º
7º
8º
29
30
31
El cuerpo físico, mental, emocional y espiritual es
la morada del alma que, de esa manera, tiene la
posibilidad de reconocerse y de crecer. Cuanto más se
mueva el cuerpo la energía llegará más limpia y vibrante
hasta el último rincón del organismo. En esa morada
tan sana y armoniosa, el alma podrá alcanzar su
perfección y su destino.
32
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