UNIVERSIDAD VERACRUZANA FACULTAD DE FILOSOFÍA LA POSIBILIDAD ÉTICA CONTEMPORÁNEA: TRANSICIÓN DE LA ÉTICA A LA POLÍTICA, AL DERECHO Y A LA ESTÉTICA TESIS Que para obtener el título de LICENCIADO EN FILOSOFÍA Presenta: CHRISTIAN LÓPEZ DOMÍNGUEZ Director: LIC. EMMANUEL ÁLVAREZ HERNÁNDEZ XALAPA-ENRÍQUEZ, VER. JUNIO 2014 Agradecimientos y dedicatorias Con toda seguridad, debo escribir, esta es una de las partes que más me han costado redactar, puesto que agradecer y dedicar es cosa verdaderamente difícil, sin embargo, es algo que considero necesario hacer. Agradezco por el apoyo, amistad y formación que todos en forma alguna han contribuido. Y dedico algo que poco hace para su honor. Esta sección posiblemente sea la más consultada, en la medida en que satisface al morbo y curiosidad de quien hojea entre los trabajos recepcionales; así que haré lo propio; por si no presento intuiciones claras, por lo menos presente agradecimientos y dedicatorias claras. A Aldo Wigberto, quien fue uno de los primeros con quien entablé buena y sólida amistad, de principio a fin de la carrera, pelado que siempre ve el lado burlesco de las cosas; desde posturas contrarias, por lo general, siempre debatiendo y acabando en risas, desde su dolencia por lo metafísico hasta su idea no nacionalista, según él, por defender la identidad mexicana frente a occidente. A Ana Zavala, que aunque andamos por distintos caminos nunca perdimos la pista, terca, medio loca y bien sincerota, algo que siempre me gustó en ella. A Cristopher Reyes (Cristóbal), que con su método arielitico es capaz de encontrar una falacia o pseudoproblema hasta en el modus ponens, puntual en sus correcciones, no así en sus horas de llegada; junto conmigo, intento de deportista, que más que ir a jugar era ir romper la rutina, todo lo demás era ganancia. A Danica Ivanka (Juana) por ser la más cruel y buena onda conmigo, al mismo tiempo, siempre dispuesta a brindar su ayuda, incluso en la recta final de este trabajo, algo que agradezco sinceramente. Redefinió la asociación del olor del Glade, después de eso no ha vuelto ni volverá a ser lo mismo. A Grecia López, quien en un casual y afortunado momento la conocí a principio de la carrera, buena amiga, que con buenas pláticas la fui conociendo poco a poco y ella a mí, para después de dos años de buena amistad y esporádicas conversaciones llegar a ser lo que somos; servicial, modesta y leal que ha sabido soportarme y apoyarme en momentos difíciles. Muchas Gracias por todo, mujer. A Martin Oswaldo, que con su particular manera de hablar redefinió la manera en que nos comunicamos, ¡literaaaal!, compañero de casa y amigo que siempre amenizaba la convivencia, cuando no le iba en gana hacerlo le daba por dar caminatas nocturnas y solitarias. A Sergio López (Xhecko MC), compositor y cantante de profesión, de postura dionisiaca ante la vida, de la misma ciudad que yo, amigo siempre dispuesto a compartir penas y festejos; que la técnica siga por buen camino. A Josefina que desde que comencé me empecé a llevar con ella y hasta la fecha, a Saraí por las facilidades que me dio. Aprovecho, también, al profesor Marcelino Arias y al profesor Luis Antonio Romero por aceptar ser lectores de este trabajo, y al profesor Emmanuel Álvarez por aceptar asesorar mi trabajo y por aquellas largas conversaciones para llegar al tema de este trabajo. Por último, como base de todo lo que hago está mi familia: a mi padre, Miriam, Andy, Dany, Silvia y madre, qué más puedo decir que no sepan, como digo al principio, les dedico este trabajo que poco merece su consideración. . Índice Introducción ............................................................................................................. 1 Capítulo 1. Los criterios epistemológicos que fundamentan la teoría del conocimiento y la moral kantiana ............................................................................ 5 1.1 Primera parte: La teoría kantiana del conocimiento .......................................... 8 1.1.1 El “Giro copernicano”...................................................................................... 8 1.1.2 Nóumeno y Fenómeno ................................................................................. 10 1.1.3 Juicios sintéticos a priori ............................................................................... 11 1.1.4 Estética trascendental .................................................................................. 12 1.1.5 Analítica trascendental ................................................................................. 15 1.2 Relación entre la razón pura y la razón práctica ............................................. 20 1.3 Segunda parte: ética kantiana ......................................................................... 22 1.3.2 Implicación del Giro copernicano en la ética ................................................ 22 1.3.3 Contra el naturalismo ................................................................................... 24 1.3.4 Ética formal frente a la ética material ........................................................... 24 1.3.5 Formalismo ético kantiano............................................................................ 25 1.3.6 La función del deber ..................................................................................... 27 1.3.7 Imperativo hipotético .................................................................................... 28 1.3.8 Imperativo categórico ................................................................................... 29 1.3.9 Las formas del Imperativo categórico ........................................................... 30 1.4 Conclusiones del primer capítulo .................................................................... 31 Capítulo 2. El desencanto de la modernidad y su repercusión al momento de plantear una ética .................................................................................................. 33 2.1 Identificación de la metafísica kantiana como onto-teo-logía .......................... 34 2.1.1 Onto-logía en la teoría del conocimiento kantiana ....................................... 35 2.1.2 Teo-logía en la ética kantiana ...................................................................... 35 2.2 El pensamiento postmetafísico ........................................................................ 37 2.3 Uso performativo del lenguaje para proponer un comportamiento ético. ........ 39 2.4 Una ética sin metafísica .................................................................................. 43 2.4.1 Tendencia a la preservación del ambiente ................................................... 44 2.5 Características de una ética sin metafísica ..................................................... 45 2.6 Conclusiones del segundo capítulo ................................................................. 46 Capítulo 3. Transición de la ética a la política, al derecho y a la estética .............. 48 3.1 Función performativa del lenguaje que posibilita el comportamiento en el presente ................................................................................................................ 48 3.2 La esfera pública y la transición de la ética a la política y al derecho ............. 49 3.2.1 La eficiencia como criterio valorativo en la esfera pública frente a la prescripción del deber ........................................................................................... 50 3.2.2 Una ética como toma de decisiones ............................................................. 52 3.2.3 Estado mínimo.............................................................................................. 53 3.3.4 La ciudadanía en el Estado mínimo ............................................................. 54 3.4 Transición de la ética en el derecho ................................................................ 55 3.4.1 Tratamiento ético del multiculturalismo para la aceptación de la diversidad 57 3.4.2 La sostenibilidad como el cuidado del presente ........................................... 59 3.4.3 Racionalidad reflexiva .................................................................................. 59 3.5 Transición a la estética: esfera privada ........................................................... 62 3.5.1 La exaltación del individuo en el postdeber .................................................. 63 3.5.2 Hedonismo ................................................................................................... 65 3.5.6 Consumismo ................................................................................................ 66 3.5.7 El gusto como criterio valorativo en el postdeber ......................................... 67 3.6 Conclusiones del tercer capítulo ..................................................................... 69 Conclusiones ......................................................................................................... 73 Bibliografía ............................................................................................................ 78 Introducción El presente trabajo pretende mostrar el contexto actual, que es considerado postmoderno, mostrar que los criterios que sustentaban el deber, son superados ante un panorama de desencanto de lo moderno. La ética también ha dado esa transición, del deber -típicamente moderno- al postdeber. Una vez explicados los motivos por los cuales la ética ha transitado al contexto postmoderno, ha menester, mencionar los ámbitos a los cuales se circunscribe la ética para reglamentar las acciones: política, derecho y estética; de esta manera, se logra plantear la ética bajo criterios específicos, lo que permite situar a la ética en problemáticas que requieren atención, como la discriminación y el deterioro ambiental. La ética es indispensable, en la sociedad moderna ayuda a dirigir el comportamiento mediante el uso de la razón. La ética es un estudio racional que pretende concretizarse en las acciones, por lo tanto, en ellas es observable una conducta ética. En general, la utilidad del estudio de la ética, en la modernidad, se dirige al análisis de las conductas morales. Cuyo propósito consiste en definir conceptos, juicios y valores. Entre los conceptos por excelencia se encuentran las ideas acerca de “lo bueno” y “lo malo”; los juicios casi siempre anteponen esos conceptos y finalmente los valores se construyen buscando siempre lo que es “bueno”. El valor de las acciones influye directamente en la conducta dentro de una sociedad, pues al ponderar lo “bueno” y lo “malo” se puede discernir ante diversas situaciones, además, los estudios éticos señalan el tipo de conducta que será tolerado, lo intolerable y lo que debe ser castigado. La objeción que a menudo enfrentan las éticas, consiste en la limitación que pudieran representar los sentidos, limitación que consiste en rechazar el comportamiento basado en lo teórico, al no encontrar justificación física que limite nuestra conducta, la tensión entre el deber y la voluntad. Esta crítica se encuentra 1 en diferentes sistemas filosóficos: en Platón, Aristóteles y en filósofos modernos, como Kant, por ejemplo. La epistemología que Kant plantea en la Crítica de la razón pura (CRP) es el fundamento para la segunda de sus críticas la Crítica de la razón práctica (CRPr), al responder a la pregunta de ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? está dictando la pauta bajo la cual se tiene que regir el comportamiento del hombre, poniéndole límites a la razón y limitando, aún más, la función que tienen los sentidos; éstos se encargarán exclusivamente como receptores de la materia del fenómeno que pasa a convertirse en intuición, es decir, la forma del fenómeno. De esta manera logra establecer la constitución trascendental del hombre. Durante la historia moderna la ética tuvo la herramienta y la tarea para su realización en el deber, éste dictaba la forma en que las personas se habían de comportar, por encima del contexto de la persona, lo que realmente importaba era la buena voluntad que encaminaba no ya al cumplimiento del deber, sino a la intención con la cual hubiera de realizarse el acto, es decir, cumplir el deber por el deber para poder ser considerado bueno y en caso contrario malo. El deber es aquello que nos dicta cómo, atendiendo a una máxima universal, hemos de actuar; el deber es prescriptivo, porque son normas que forzosamente hay que seguir. Ahora bien, con la llegada del pensamiento contemporáneo surgen diversos problemas -como es bien sabido-; sucede que hay una crítica a las teorías desarrolladas durante la modernidad, esto se torna entonces, en un problema complejo en la ética, pues si bien la ética es una forma de dirigir la conducta, someter la ética a juicios y críticas tiene consecuencias directas en la sociedad; el problema podría ser grave si estos juicios y críticas, no se hacen cuidadosamente. Comienza a surgir el prefijo post que hace referencia al abandono y crítica de una tradición instaurada por Descartes y que busca alejarse de ésta por lo que ha producido en la medida de la racionalidad como un instrumento de 2 transformación de la naturaleza –lo que conduce el problema actual en el ambiente- y pensamiento identitario que conlleva a la exclusión de las diferencias. La postmodernidad se plantea como un punto de inflexión que se conduce reflexivamente y tiene en cuenta las consecuencias de la modernidad, remite a un pensamiento que atiende los puntos en que la modernidad se ha visto limitada, tales como el daño ambiental y el multiculturalismo o la convivencia en un marco plural. Teniendo en cuenta los juegos del lenguaje se puede establecer que la legitimación no se da de manera trascendental, sino de manera situada o contextual y que, para nada, tienen que ser juicios que se tengan que universalizar. El problema del postdeber, impulsado por el contexto político global, emerge en el área ética contemporánea. El postdeber es una ruptura con la tradición del deber que Kant había instaurado, y se enfoca para poder lograr la libertad y la democracia cultural debido a la aceptación de la diversidad e interculturalidad, desarrollando el individualismo y el interés personal, es un movimiento que se opone completamente al deber, porque ya no cree que el deber sea lo que conduzca a la felicidad, sino todo lo contrario, son cadenas que impiden el desarrollo personal. Hay que decir que vivir en el mundo actual es todo un reto, las circunstancias que nos rodean son mucho más complejas que hace medio siglo; las situaciones en las que vivimos rebasan fácilmente cualquier sistema ético no actualizado, orillando a las personas a utilizar otros criterios para determinar su conducta en el mundo. Hay conflicto entre actuar pragmáticamente y el deber ser. De cualquier forma, aún en el postdeber sigue existiendo un espacio que necesariamente debe ser controlado, a saber, el espacio público, y esta función le corresponde específicamente a las instituciones; en él, las personas son vistas como ciudadanos, estudiantes, académicos, contribuyentes, entre otras. Cada ciudadano está sujeto a varios roles, bajo distintas instituciones, y por lo tanto no 3 están regulados por una ética para la valorización de sus actos, están regulados por las leyes (derecho) y la política. En el ámbito privado, tanto las leyes como el tipo de gobierno (sólo lo tratará en los sistemas de gobierno que sean democráticos) no tienen incidencia, y aun así la ética o moral no será la que se encargue de determinar nuestros actos, lo que va a determinar nuestros actos será el gusto. Una ética de carácter universal, como la de Kant, está centrada en una argumentación de orden trascendental, que requiere el sacrificio de la voluntad en nombre de enaltecer al hombre y colocarlo en un estatus casi de la santidad, para que pueda alcanzar la felicidad, si no en este mundo en el otro, llegando a una santidad eterna. Pues bien, en la medida en que los grandes relatos han caído en descrédito y, por lo tanto, el sistema kantiano, se afirma en este trabajo que: para que la ética sea posible tiene que estar, en todo momento, circunscrita a lo político y a lo jurídico en la esfera pública, y a la estética en la esfera privada. 4 Capítulo 1. Los criterios epistemológicos que fundamentan la teoría del conocimiento y la moral kantiana Dos cosas colman el ánimo con una admiración y una veneración siempre renovadas y crecientes, cuanto más frecuente y continuadamente reflexionamos sobre ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí Immanuel Kant La pertinencia de tomar a Kant como referente de la modernidad, consiste en encontrar en el Esquematismo Trascendental, la síntesis de todo el conocimiento filosófico que engloba a una época iniciada con Descartes; además de la preocupación por la forma en que conocemos, al igual que a sus antecesores, principalmente. La actitud que Kant mantiene frente a las principales posturas de la modernidad, racionalismo y empirismo, es sostener que ambas posturas no son contrarias, sino complementarias. Por una parte, los racionalistas se habían encargado de limitar todo conocimiento posible a la razón, aludiendo que la única manera de conocer clara y distintamente es a través de la idea que de algo se tenga, todo lo que procede de los sentidos no es más que mera apariencia y, en consecuencia, debe ser desechado; por la otra, los empiristas, especialmente Hume, habían llegado a la conclusión de que no podemos fiarnos de conocimientos que no vengan ni puedan ser comprobados a través de la experiencia, que es la que suministra todo el material, por así decirlo, del cual es posible decir algo, entonces, la impresión juega el papel preponderante a la hora de tener conocimiento de manera fidedigna. Además de racionalismo y empirismo, Kant ve en la física de Newton las leyes aplicables a todos los hechos en el espacio y en el tiempo. De acuerdo con la mecánica newtoniana, la causalidad está contenida en la naturaleza, pues explica su comportamiento a través de hechos, los cuales guardan una relación de causa y efecto. Para el Idealismo Trascendental que Kant funda, los conceptos de 5 Idea e Intuición no son suficientes, en tanto que una lleva a especular con cosas que no se pueden comprobar, Dios, Alma y Mundo, y la otra lleva al olvido definitivo de toda generalidad, el cual se tiene que asumir, a juicio de Kant, como una tendencia ineludible, pero jamás científica. Kant está de acuerdo con Newton al aceptar que en el espacio y tiempo se encuentran inmersas todas las cosas y acontecimientos, pero discrepa al sostener que ambos son absolutos y propios de la naturaleza. Según la filosofía kantiana, estas cualidades son internas al sujeto cognoscente, son las que dan orden al mar de intuiciones sensibles que tiene. Una vez que realiza esta vuelta en la manera de conocer, Kant afirma que tanto la idea del racionalismo y la impresión del empirismo resultan insuficientes, puesto que la Idea para que sea considerada conocimiento tiene que ser innata, principalmente en Descartes; el empirismo también tiene un uso de idea, pero a diferencia del racionalismo, no se le considera fuente de conocimiento, pues éste se encuentra en la impresión. En el lugar de ambas, Kant recurre a la representación “una representación puede referirse al objeto desde el punto de vista de la concordancia o de la conformidad (…) define la facultad de conocer (…) la representación puede entrar en relación de causalidad con su objeto” (Deleuze 2008: 14-15). Si bien las impresiones son catalizadores en el conocimiento de las cosas, es menester que, después de tener la afectividad, el psiquismo, mediante la forma pura del entendimiento (categorías), formule juicios, que, al provenir de la experiencia son verdaderos, estos juicios tienen una relación directa con la afección de la sensibilidad, pues éstas ponen en marcha la estructura a priori del sujeto que se encarga de representarse al fenómeno como algo que le aparece; en este sentido, la materia del fenómeno es el porqué de las representaciones. Kant parte de un empirismo, pero no se queda únicamente con los datos que proporcionan los sentidos. Reconoce el acierto empirista del comienzo de todo conocimiento, reconoce, también, que los sentidos por sí solos no tienen la posibilidad de pensar y en consecuencia no pueden formular juicios, por ésta 6 razón, decide tomar la vía racionalista; junto con los sentidos, hay algo que posibilita nuestra facultad de tener pensamientos: el entendimiento. La manera en que Kant logra hacer la síntesis entre racionalismo, empirismo y la mecánica newtoniana se puede apreciar en la CRP, al sostener que toda nuestra experiencia está regida por reglas, no por principios; éstas tienen el mismo carácter que las leyes newtonianas, a saber, establecen la explicación de los fenómenos naturales de manera causal, pues son necesarias en tanto que a priori y no innatas; al tener esto claro, se puede afirmar que es verdad que de la experiencia viene nuestro conocimiento, más la condición de posibilidad de la experiencia es un conjunto de reglas a priori, esto es, la causalidad no se da en las cosas mismas, la causalidad posibilita el establecimiento de reglas de carácter racional, que permea su teoría del conocimiento. De acuerdo con Macintyre (1971), la relevancia de considerar el edificio epistemológico de Kant para su planteamiento ético se establece en dos sentidos, en primer lugar, dado que las relaciones causales sólo están contenidas unicamente en el sujeto, más por su carácter trascendental, es posible que las halle fuera, en la experiencia, al aplicar las categorías a esta última, entonces, no es posible afirmar que las leyes son naturales; en segundo lugar, se implica de la primera, que no podemos afirmar el carácter de lo nouménico, puesto que es completamente ajeno a la psiqué, entonces la teoría ética tiene que indagarse bajo otros principios y no en la naturaleza. La comprensión del su planteamiento ético kantiano, depende, necesariamente del planteamiento epistemológico, puesto que el fundamento último de su ética, es decir, del Imperativo categórico se encuentra en la razón. Tanto Aristóteles como Kant reconocen que los sentidos son una parte vital para conocer el mundo y, precisamente, esa es su función principal; la cognitiva. Lo anterior es específicamente recuperado en la estética trascendental, que nos dicta la forma en la que tenemos acceso a la realidad, recubriéndola de nuestra subjetividad para poder tener acceso a ella, entonces no podemos conocer a la cosa en sí, sino su particular modo de darse, fenómeno (phenomena: apariencia, 7 manifestación); espacio y tiempo serán la hechura del velo con que ha de hacerse perceptible la realidad en cuanto fenómeno. Al igual que el estagirita, Kant parte de los sentidos como una condición básica y fundamental para nuestro conocimiento, que le permite sintetizar racionalismo y empirismo La CRP dicta cómo es la forma de conocer, mientras que la CRPr dicta cómo debe ser el uso de la razón en el terreno práctico. En la CRPr toca el turno a la moral de pasar al estrado de la razón para dictar las normas hacia la correcta conducción, dado que se da cuenta que el hombre no es pura razón, pues está en constante vaivén entre el deber y el querer, dicho de otra manera, está dividido en dos, entre su sensibilidad y su racionalidad, la capacidad de elegir entre ambas es lo que lo convierte en un ser moral En la CRP se plantea la forma en la que obtenemos conocimiento, así como las características necesarias y suficientes para que se considere como tal, a saber, universal, neutral y objetivo, de modo que para que algo sea conocimiento tiene que ser un razonamiento lógico universal, dicho formalismo es transportado a la CRPr con el fin de establecer una norma de acuerdo con la razón pura, atendiendo al orden o ámbito práctico, que son los mismos dados por la Ilustración: igualdad, fraternidad y libertad, así Kant logra plantear una ética racional cuya máxima expresión del deber la dicta el Imperativo categórico. 1.1 Primera parte: La teoría kantiana del conocimiento 1.1.1 El “Giro copernicano” Kant explica el cambio que supone su filosofía en la concepción del conocimiento basándose en una analogía de la "revolución copernicana". En astronomía, Copérnico comprendió que no se podía entender el movimiento de los objetos celestes con la tesis según la cual la Tierra se hallaba en el centro del universo y el Sol y el resto de los objetos celestes giraban a su alrededor, acertó que para entender el movimiento de los objetos celestes era necesario cambiar la relación 8 poniendo al Sol en el centro y suponiendo que era la Tierra la que giraba a su alrededor. Kant considera que en filosofía es menester una revolución semejante a la de Copérnico: en filosofía el problema consiste en explicar el conocimiento sintético a priori; la filosofía anterior a Kant afirma que en el conocimiento, el sujeto cognoscente es pasivo, que el objeto conocido influye en el sujeto y provoca en él una representación tal cual, es decir, que la idea de la cosa mentada es igual a la cosa. Con esta explicación se entiende el conocimiento empírico, pero no así, el conocimiento a priori, pues lo interesante de este último es que con él se puede saber algo de las cosas sin necesidad de experimentarlas, es decir, antes de que puedan influir en nuestra mente. Kant propone darle la vuelta a la relación y aceptar que en la experiencia el sujeto cognoscente es activo, que el sujeto modifica o reviste la realidad para ser conocida. Según Kant, se puede entender el conocimiento sintético a priori, si se niega que el sujeto se somete a las cosas, dado que para conocer un objeto antes ha de someterse a las condiciones de posibilidad de toda experiencia posible, es decir a las condiciones formales a priori impuestas por la estructura de las facultades cognoscitivas, es posible saber a priori alguno de los rasgos que ha de tener cuando esté presente ante nosotros, precisamente los rasgos que dependen de dichas condiciones. En resumen, el Giro copernicano enuncia que sólo podemos comprender el conocimiento sintético a priori si admitimos que sólo conocemos los fenómenos y no las cosas en sí mismas –noúmenos-, y para eso hay que admitir el Idealismo Trascendental propuesto por Kant. El resultado final del Giro copernicano en el plano epistemológico es la diferencia entre lo que podemos conocer y lo que no, la forma final de interacción con las cosas se hallará limitada y posibilitada por la forma pura de la sensibilidad, siendo así que aquello que puede ser conocido será el fenómeno, mientras que la cosa en sí, aquello que no podemos llegar a conocer será el noúmeno. 9 1.1.2 Nóumeno y Fenómeno Cuando se hace referencia a esta diferenciación se tiene la reminiscencia de la distinción platónica entre el mundo sensible e inteligible, como se sabe, el mundo sensible es el que proporciona la apariencia, lo contingente, lo que cambia, la diversidad, y que al hacer caso únicamente al mundo sensible lleva a conocimiento de la doxa; en cambio el conocimiento inteligible es aquel que está apartado de toda experiencia posible y cuyo acceso está privilegiado a aquel que hace el esfuerzo inteligible de llevar a cabo la dialéctica platónica. Kant acepta que hay algo fuera del sujeto, pues es lo único que puede afectar el psiquismo, pero también afirma que esas cosas no se pueden conocer en sí mismas, pues, cree firmemente que subyacen dos cosas que hacen posible toda experiencia, uno ajeno al sujeto y otro dependiente del sujeto (estética trascendental). El sustrato externo de los fenómenos ha de ser algo en sí, que tiene realidad por sí misma y que para el sujeto no podrá significar algo, pues la forma de la sensibilidad permea la realidad transformándola en lo que aparece. El sustrato incognosible es denominado como noúmeno. La definición de noúmeno tiene dos sentidos, uno positivo y otro negativo: Si entendemos por noúmeno una cosa que no sea objeto de la intuición sensible, este noúmeno está tomado en sentido negativo, ya que la abstracción de nuestro modo de intuir la cosa. Si, por el contrario, entendemos por noúmeno el objeto de una intuición no sensible, entonces suponemos una clase especial de intuición, a saber, la intelectual (…) este sería el noúmeno en su sentido positivo. (Kant 2006: 270) De entre ambas definiciones Kant se inclina por la negativa, así que siempre que enuncie la cualidad de noúmeno debe ser entendida como algo que no compete a la sensibilidad, está ajena a ella, el noúmeno es algo problemático, pues no se puede estar nunca seguro de que sea la cosa en sí, al no haber una intuición que pueda referirlo como un objeto, en consecuencia, no puede usarse de manera asertórica, es decir, que se afirma o se niega como verdadero de hecho. De esta forma la sensibilidad alcanza su límite, pues únicamente los 10 fenómenos son lo que competen a ella, ya que sólo se puede pensar bajo esta constitución subjetiva. El término Fenómeno es la contraposición al concepto de noúmeno. Los fenómenos constituyen el mundo tal como lo percibimos, en oposición al mundo tal como existe independientemente de nuestra experiencia. En la estética trascendental, se verán los esquemas que hacen que la experiencia sea posible, y tiene que haber cierta concordancia del entendimiento con la realidad, en este sentido la experiencia es "conjunto de todo conocimiento en el que se nos puedan dar los objetos" (Kant 2006: 60). 1.1.3 Juicios sintéticos a priori El objetivo de la CRP es responder a la pregunta: ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori?, además de afirmar la posibilidad del conocimiento –enunciado obvio para Kant, pues presenció el nacimiento de la física-, la importancia de la pregunta por la posibilidad de los juicios sintéticos a priori radica en el modo de darse de éstos y en sus alcances, pues, aunque lo proveniente de los sentidos es conocimiento, no es el tipo de conocimiento sobre el que se basa la ciencia debido a su cercanía con la experiencia, relación carente de necesidad y universalidad, características primordiales en el conocimiento científico; su preocupación estriba en la manera en que se da y cuáles son los alcances del mismo, ya que, aunque lo que proviene de los sentidos es conocimiento, no es el conocimiento bajo el cual se basa la ciencia, a ésta le interesa más aquel conocimiento que sea ajeno a la experiencia, pues al no depender de la experiencia tiene el carácter de necesidad y universalidad. En este sentido le interesa más lo que el entendimiento y la razón produzcan sin la sensibilidad, pero bajo la restricción de que el tipo de conocimiento que producen tiene que ser necesariamente aplicable a la experiencia, como las leyes que explican lo que en ella sucede. Para llegar al planteamiento de los juicios sintéticos a priori, Kant analiza dos tipos de juicios: el analítico y el sintético. Los juicios analíticos son aquellos 11 que se encuentran libres de toda experiencia –por ello, a priori, son del tipo A=A, estos juicios cumplen el carácter de universalidad y necesidad, sin embargo, al ser una relación de ideas en el que el predicado está contenido en el sujeto no aportan ningún conocimiento sólo sirven para explicar una cualidad. Los juicios sintéticos son aquellos que se obtienen a través de la experiencia, son del tipo A=B, estos juicios contingentes y particulares, a diferencia de los analíticos, añaden conocimiento al no estar contenido en el sujeto el predicado, en este sentido, este tipo de juicio es extensivo y a posteriori. Para Kant, la distinción entre juicios presentaba un problema: El nulo aporte epistémico de los juicios analíticos al conocimiento científico y la falta de universalidad y necesidad de los juicios sintéticos. Los juicios sintéticos a priori son, para Kant, el medio por el cual ha de darse todo el conocimiento científico; sintético porque es extensivo, es decir, dice algo que no está contenido en el sujeto, pero, además, a priori –libres de toda experiencia-, libre de toda experiencia, lo que quiere decir que, la afirmación de esta clase de juicios es necesaria y universal; pero bajo ningún caso -si se quiere considerar conocimiento- tienen que ir más allá de los objetos (fenómenos) que la sensación proporciona y, así mismo, sólo se pueden aplicar a dichos objetos. 1.1.4 Estética trascendental "No hay duda alguna de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia (...) ningún conocimiento precede a la experiencia y todo conocimiento comienza con ella" (Kant, 2006: 41- 42). Con esto Kant se propone el estudio sobre la posibilidad del conocimiento, por ello, no es de sorprender que el comienzo de su investigación sea sobre la posibilidad que la experiencia sea el inicio del conocimiento. No obstante, menciona inmediatamente que, aunque todo conocimiento venga de la experiencia no todo se origina en la experiencia “Pero, aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso procede todo de él de la experiencia” (Kant. 2006: 42). Pues, de ser así, no habría conocimiento 12 científico, ya que toda afirmación que se llegara a hacer carecería de condición para todo juicio de la ciencia, a saber, la necesidad y la universalidad. Kant intenta mostrar la imposibilidad del innatismo, la nulidad de conocimientos y conceptos venidos al mundo con nosotros, excluyendo, por ende, la intervención divina en el conocimiento. Mientras que lo a priori, es algo que se dice en el plano formal en el caso de Kant, algo de orden trascendental, es decir, que es posibilidad de otros conocimientos, y cuya necesidad y posibilidad es incuestionable. Lo a priori posibilita la estructura trascendental, además de tener la cualidad de ser por sí misma y no puesta por una entidad externa a nosotros. De esta manera Kant deja el racionalismo para poder dar paso a su Idealismo trascendental, logrando desechar todo innatismo posible. Para Kant el conocimiento es una síntesis de las impresiones sensibles y de lo que la facultad de pensar en ellos agrega por sí misma, es por ello que al hacer el estudio sistemático de todo el edificio del conocimiento, aborda en primer lugar el aspecto que posibilita todo conocimiento, conocimiento: las intuiciones y la forma en que nos son dadas. No es fortuito que la primera parte de la CRP sea la Estética trascendental. La finalidad de la estética es separar aquellos componentes que hacen que la experiencia sea posible de aquellos que son percibidos a través de los sentidos, pues de tomar en cuenta estos últimos, no será posible por la falta de universalidad y necesidad que imposibilitarían su posición para otorgar conocimiento científico; para afirmar que se tiene conocimiento de algo hay que tener en cuenta que las facultades que permiten toda experiencia están limitando su alcance. A la afección que nuestro psiquismo tenga recibe el nombre de intuición “Lo que puede preceder, como representación, a todo acto de pensar algo” (Kant 2006: 87)., sea cual fuere el objeto que proporciona la afección, el conocimiento siempre hará referencia a intuiciones; la capacidad de recibir intuiciones es la 13 sensibilidad y es ella la única capaz de proporcionar intuiciones; la sensibilidad, es la receptividad que nos da la sensación de lo externo, que va a ser llamado Fenómeno “todo lo que es representado por un sentido” (Kant. 2006: 87- 88). Las sensaciones son llamadas materia del fenómeno y siempre se obtendrán a posteriori, en tanto que intuiciones; se le llama materia del fenómeno porque es algo indeterminado, pues los sentidos no son capaces de pensar acerca de tal materia, posterior a la intuición de la sensación, tal objeto es representado, es decir, la materia pasa a ser forma del fenómeno pues se le ha dado un orden a partir del psiquismo (categorías) y que sólo el sujeto puede proporcionar, las cualidades que dan la forma son la extensión y la figura, que a su vez se representan como espacio y tiempo. Espacio y tiempo, son las condiciones que posibilitan toda intuición -por así llamarla- sensible, en que un objeto es percibido por la sensibilidad, éstas, en tanto que posibilitan la afección de la psiqué también son intuiciones, las condiciones sin las cuales no es posible ninguna experiencia de ningún objeto, pero de otro tipo, en la medida en que no son a posteriori, están libres de toda experiencia, Kant las denomina intuiciones puras, puras porque es trascendental1, porque forman parte del aparato que el sujeto cognoscente posee. Nada de lo que conocemos está fuera de las intuiciones puras de la sensibilidad. Kant sostiene, a diferencia de Newton, que espacio y tiempo no son absolutos, ni son reales en tanto, que no son algo nouménico que están fuera del sujeto y cuya representación está dada en las relaciones entre las cosas; en cambio, sostiene que son cualidades del sujeto y la condición de posibilidad de la experiencia. En la primera parte de la CRP se dedicará a la exposición de espacio y tiempo de dos maneras, la exposición metafísica y la exposición trascendental. 1 Al respecto Kant define trascendental de la siguiente manera: «todo conocimiento que se ocupa, no tanto de los objetos, cuanto de nuestro modo de conocerlos, en cuanto que tal modo ha de ser posible a priori» (ibid.:58). 14 La exposición metafísica muestra que espacio y tiempo son formas a priori de la sensibilidad y, no así, conceptos que el entendimiento o la razón forman; toda la experiencia tiene que estar sometida a estas intuiciones, pues condicionan la manera en que se da la experiencia, en tanto que no puede imaginarse algún tipo de experiencia fuera de estas intuiciones puras. Pueden pensarse, tanto tiempo y espacio, como vacíos, en el que no hay objetos y que no ocurren hechos, pero de ninguna manera a la inversa. No se pueden pensar objetos fuera del espacio ni hechos fuera del tiempo. Tanto espacio como tiempo son uno solo, no hay espacios ni hay tiempos, no son generalidades que se extraen de la experiencia y que, con base en ello, se determine como uno solo el espacio y el tiempo, sino que espacios y tiempos son la segmentación de una sola magnitud. En la exposición trascendental muestra la “explicación de un concepto como principio a partir del cual puede entenderse la posibilidad de otros conocimientos sintéticos a priori” (Kant, 2006: 70). Lo que en este caso quiere decir, que es una explicación de espacio y tiempo que hace posible el conocimiento de la ciencia pura, física y matemática, y que éstas son intuiciones puras en tanto posibilitan toda intuición sensible y son una cualidad formal del sujeto cognoscente, así mismo, posibilitan que la materia del fenómeno cobre forma. 1.1.5 Analítica trascendental Como se mencionó anteriormente, la CRP busca dar respuesta a la posibilidad de los juicios sintéticos a priori, es decir, a aquel conocimiento que sea aplicable a la experiencia pero que no nace de ella. La “Estética trascendental” se ocupa de las formas a priori que hacen posible tener la afección de un objeto, la “Analítica trascendental” se ocupa de las condiciones a priori que hacen posible pensar un objeto, pues de la sensibilidad es propio intuir al objeto, pero para poder ser pensado es necesario el entendimiento, pues aunque en Kant el sujeto cognoscente es activo (giro copernicano) la sensibilidad no lo es, en cambio, el entendimiento posee espontaneidad y creatividad “Si llamamos sensibilidad a la 15 receptividad que nuestro psiquismo posee, siempre que sea afectado de alguna manera, en orden a recibir representaciones, llamaremos entendimiento a la capacidad de producirlas por sí mismo, es decir, a la espontaneidad del conocimiento.” (Kant. 2006: 93). De ahí que posteriormente afirme que “los pensamientos sin contenidos son vacíos; las intuiciones sin conceptos son ciegas” (Kant. 2006: 93) Al igual que lo hiciera con la “Estética trascendental” Kant busca los elementos a priori del entendimiento, encontrar la forma del entendimiento para que junto con la forma de la sensibilidad sea posible emitir juicios. El entendimiento elabora juicios, que a su vez están constituidos por conceptos, dichos conceptos son síntesis de una multiplicidad de representaciones que intervienen en la elaboración de un solo conocimiento, “La síntesis es un mero efecto de la imaginación, una función anímica ciega, pero indispensable, sin la cual no tendríamos conocimiento alguno (…) Reducir tal síntesis a conceptos es una función que corresponde al entendimiento” (Kant. 2006: 112). El sujeto cognoscente piensa a través de la síntesis de representaciones empíricas (multiplicidad de fenómenos) que hacen posibles conceptos, que se hacen posibles al aplicar la forma del entendimiento a dichas representaciones empíricas, la forma del entendimiento es la de las categorías, que posibilitan los juicios. La manera en que el sujeto cognoscente piensa se ve reflejada en los tipos de juicios que hay, Kant toma de Aristóteles la tabla de categorías aunque menciona que su desarrollo se aparte considerablemente de él, está dividido en cuatro clases: de calidad, de cualidad, de relación y de modalidad. A la explicación de qué son las categorías y cuántas son. Las categorías son conceptos puros y no tienen, por lo tanto, nada empírico en ellas, la diferencia entre una categoría y un concepto empírico puede ser considerada como regla para conocer, reconocer e imaginar el tipo de cosas u objetos de lo que es concepto, una categoría no tiene esa función. El concepto empírico se usa en aserciones acerca de los fenómenos, 16 mientras que la categoría se usa en las reglas para hacer aserciones con uso empírico La deducción metafísica de las categorías es la demostración de que las categorías son condiciones necesarias para la comprensión de los fenómenos o de la experiencia (del mismo modo que la exposición metafísica del espacio y del tiempo) de que la única posibilidad que tiene el sujeto cognoscente de pensar es de acuerdo a las categorías y que sin ellas la experiencia no tiene sentido o su comprensión sería imposible. La deducción trascendental de las categorías muestra la objetividad de éstas y el uso que de ellas ha de hacerse; de modo que, sin las categorías no puede haber experiencia y, por lo tanto, el objeto no puede ser dado, luego, el conocimiento no es posible, pues de no hacer uso de las categorías no se puede llegar a los conceptos y en consecuencia no se pueden formular juicios. El conocimiento tiene que estar mediado por formas a priori, ya que únicamente se puede conocer de las cosas lo que el sujeto ha de poner en ellas En un primer momento son las formas puras de la intuición, y en un segundo las categorías que el sujeto pone en ellas para dar orden al caos de impresiones, y en tanto estas categorías son a priori y contenidas en todo sujeto, se puede afirmar que los juicios que se hagan con respecto de las categorías son universales y necesarios. La deducción trascendental de las categorías tiene como objeto salvar la objetividad de las categorías, y de este modo salvar la objetividad del conocimiento (sensibilidad y entendimiento). Todo conocimiento de un objeto, la síntesis de representaciones empíricas, es llevada a cabo en un sujeto. Nada es objeto conocido sin la conciencia que, percibiéndolo, unifica el conjunto diversificado de representaciones que un fenómeno tiene. También cuando se trata, no del conocimiento empírico de algo, sino de la mera posibilidad de que algo exista como objeto de experiencia, hay que presuponer una conciencia que ha de ser anterior al objeto. Condición previa 17 a todo objeto posible de la experiencia es, por tanto, la existencia de una conciencia que sea razón y origen de la unidad y de la síntesis. El Yo pienso tiene que poder acompañar todas mis representaciones. De lo contrario, sería representado en mí algo que no podría ser pensado, lo que equivale a decir que la representación, o bien sería imposible o, al menos, no sería nada para mí. La representación que puede darse con anterioridad a todo pensar recibe el nombre de intuición. (…) La llamo apercepción pura para distinguirla de la empírica, o también apercepción originaria, ya que es una autoconciencia que, al dar lugar a la representación Yo pienso (que ha de poder acompañar a todas las demás y que es la misma en toda conciencia), no puede estar acompañada por ninguna representación. Igualmente, llamo a la unidad de apercepción la unidad trascendental de la autoconciencia, a fin de señalar la posibilidad de conocer a priori partiendo de ella. (Kant. 2006: 153-154). Ninguna experiencia de conocimiento es posible sin la existencia de este yo trascendental, punto hacia donde convergen, a través de sucesivas síntesis, la multiplicidad y dispersión de la experiencia. Así, pues, el primer conocimiento puro del entendimiento, aquel que sirve de base a todos sus restantes usos y que es, a la vez, enteramente independiente de todas las condiciones de la intuición sensible, es el principio de la originaria unidad sintética de la apercepción. Así, el espacio, mera forma de la intuición sensible externa, no constituye aún conocimiento alguno. Se limita a suministrar a un conocimiento posible lo vario de la intuición a priori. Para conocer algo en el espacio, una línea, por ejemplo, hay que trazarla y, por consiguiente, efectuar sintéticamente una determinada combinación de la variedad dada, de forma que la unidad de este acto es, a la vez, la unidad de conciencia (en el concepto de línea), y es a través de ella como se conoce un objeto (un espacio determinado). La unidad sintética de la conciencia es, pues, una condición objetiva de todo conocimiento. No es simplemente una condición necesaria para conocer un objeto, sino una condición a la que debe someterse toda intuición para convertirse en objeto para mí. De otro modo, sin esta síntesis, no se verificaría la variedad en una conciencia. (Kant. 2006: 157-158). Las categorías o los conceptos puros del entendimiento son el medio por el que el yo realiza tal síntesis, entendiendo que el entendimiento es la facultad de los conocimientos. Por eso mismo, no hay objeto posible de la experiencia si no es por el uso de las categorías y, en general, no hay objeto posible alguno sin un posible sujeto: su unidad originaria es, en definitiva, el responsable último de la posibilidad de que sean posibles los juicios sintéticos a priori. Éste es el origen de la objetividad o del conocimiento objetivo: todo lo que es objeto de conocimiento lo es porque es algo susceptible de ser pensado según las categorías del entendimiento. 18 De esta manera el entendimiento se convierte en el que rige la naturaleza: porque impone las reglas o leyes (a priori) a las que está sometida la experiencia. No a la manera de las leyes empíricas de Newton, sino las trascendentales, que hacen posibles aquéllas. Así como el conocimiento es objetivo porque las categorías son objetivamente válidas, así también las categorías sólo pueden utilizarse para construir la realidad objetiva. La deducción trascendental de las mismas -a saber, que sean necesariamente constitutivas del conocimientodelimita el campo en que pueden utilizarse. El conocimiento se compone de dos elementos: el concepto con que se piensa un objeto y la intuición por la que recibimos dicho objeto. El conocimiento que proporcionan las categorías constituye la experiencia, pero no puede aplicarse más allá de ella misma. Ir más allá de la experiencia es aventurarse y perderse en los conceptos en los que la metafísica se ha perdido, y por lo que no puede considerarse una ciencia, pues no es posible aplicar un conocimiento metafísico a la experiencia, pero sí hay que reconocerlo como tendencia. La segunda parte de la Analítica trascendental aborda cómo se aplican las categorías a los fenómenos, es decir, de cómo a partir de las categorías del entendimiento pueden formularse juicios sintéticos a priori sobre la experiencia. Ocurre en dos etapas: con la doctrina del esquematismo y, finalmente, con el sistema de los principios del entendimiento. El psiquismo recurre a la imaginación para formular un esquema que sirva de hilo conductor entre el concepto y el objeto dado (fenómeno), esto posibilita a aplicar un buen uso de las categorías, el intermediario entre fenómeno y categoría, para poder tender un puente entre un fenómeno y la categoría, el puente tiene que ser, al mismo tiempo, puro y sensible, Kant lo llama esquema trascendental “Esta representación mediadora tiene que ser pura (libre de todo elemento empírico) y, a pesar de ello, deber ser intelectual, por un lado, y sensible, por el otro” (Kant. Ibíd.: 183). Los esquemas no sólo permiten la aplicación de las categorías a los fenómenos, haciéndolos objetivos, sino que, además, limitan el uso de las categorías a los fenómenos. 19 Los esquemas de los conceptos puros del entendimiento constituyen las verdaderas y únicas condiciones que hacen que tales conceptos se refieran a objetos y, consiguientemente, que posean una significación. En definitiva, las categorías no tienen, pues, otro uso posible que el empírico, ya que sirven tan sólo para someter los fenómenos a unas reglas universales de síntesis tomando como base una unidad necesaria a priori (...) y para adecuar así tales fenómenos a una completa conexión en una experiencia. (Kant. 2006: 188). Sobre la tabla de las categorías se constituye el sistema de todos los principios del entendimiento: Axiomas de la intuición, Anticipaciones de la percepción, Analogías de la experiencia y Postulados del pensar empírico general. En ellos se apoyan los principios generales que el entendimiento aplica a la naturaleza para hacerla comprensible a través de la necesidad y la universalidad. Los primeros son principios constitutivos de experiencia; todo lo que cae dentro de la experiencia posee magnitud e intensidad, y tales principios son dos juicios sintéticos a priori que suministran lo primero que podemos saber acerca de cualquier objeto de la experiencia. Los segundos a la relación dinámica existente entre los fenómenos y significan que lo inmediatamente sucesivo que podemos saber sobre la naturaleza en general es que todo cuanto acontece en ella ha de ser o un fenómeno que se relaciona con la permanencia en el tiempo, una sucesión según una regla, o una simultaneidad o acción recíproca. Los principios del entendimiento que, según Kant, “no son otra cosa que principios a priori de la posibilidad de la experiencia y que a ésta se refieren todas las proposiciones sintéticas a priori” (Kant. 2006: 258). 1.2 Relación entre la razón pura y la razón práctica En la CRP Kant pone de manifiesto cómo es el conocimiento científico, los límites que la razón encuentra en su camino epistemológico, pero ,además, distingue otro uso, el uso práctico, de este modo, la razón no sólo es capaz de conocer, sino también de determinar la acción moral. La ética kantiana es formal, al igual que la razón pura, desecha todo lo empírico y se funda en la razón, a partir de esto, la tarea de la ética consiste en 20 fundamentar la moral en la razón a través de normas o imperativos que serán análogos a los juicios. La razón práctica, no puede expresarse ni por medio de los juicios analíticos o explicativos ni por medio de los juicios sintéticos, puesto que no dice lo que acontece en la experiencia, sino lo que debe ocurrir en ella. Así, la forma de conocimiento práctico, no es un juicio, sino un imperativo. Lo que persigue Kant es fundamentar una ética racional basada en leyes que determinan la voluntad, que no puede estar sustentada en la pluralidad de fines, puesto que éstos varían y son contingentes. Cognitivamente no tenemos acceso al mundo exterior o noúmeno, pero en nuestra condición de seres morales, sí. Esto sólo tiene sentido sobre la suposición de que tenemos una voluntad libre. Kant afirma que la libre voluntad y la causalidad natural son compatibles, siempre que no se considere la libertad humana como un aspecto del mundo natural. El conocimiento se limita a la causalidad y la moralidad a la libertad, por tanto, se dan en ámbitos diferentes. Al igual que un juicio sintético a priori, el imperativo también cumple con el criterio de necesidad en tanto que es a priori al ser un principio de la razón, el bien y el mal no están en las cosas, son determinados a priori. En tanto que el yo es lo que acompaña a todas las representaciones, el yo también tiene un papel fundamental en la moral, pues sobre él recae todo acto moral, pues es personalista, el sujeto, a través del yo está obligado a respetar la ley que se impone, así conserva su dignidad como persona y honra a la humanidad mediante él (Colomer. 1986). Kant sostiene que el Imperativo categórico como proposición sintética a priori se nos impone como un factum, como un hecho de la razón. El factum consiste aquí en que la razón tiene a priori tal conciencia de la ley y con ella el factum de esa ley misma, que es por tanto también a priori. 21 Para cerrar este punto, es lícito suponer que como la ley moral no se limita al hombre sino que versa sobre todos los seres que tienen razón, ella tiene que ser a priori para que pueda valer como ley general, pues si no, sería subjetiva y por tanto carecería de legitimidad la construcción de un sistema moral con pretensiones de validez objetiva. 1.3 Segunda parte: ética kantiana Hasta ahora se ha descrito uno de los ámbitos del sistema kantiano, a continuación se describirá otro de los tres campos del estudio kantiano, la moral. En la CRP se encuentra lo concerniente al conocimiento de la naturaleza y cómo ha de conocérsele; en la CRPr se adentra al ámbito de la moral, pues la razón abarca -como ya lo mencionó Platón- lo bueno (Crítica de la razón práctica), lo bello (Crítica del juicio) y lo verdadero (Crítica de la razón pura). Así, pues, Kant sostiene que el ejercicio racional no se agota en el conocimiento, pues esta búsqueda únicamente responde a ¿qué se puede conocer?, pero en el ejercicio de la razón, en su uso práctico, es decir, en las relaciones con otros sujetos, la pregunta es: ¿cómo se debe hacer? A través de esta pregunta busca responder, teniendo como cimiento a la razón, cómo son los deberes morales que han de regir la conducta del hombre; son de carácter formal, al igual que su teoría del conocimiento, pero ahora la razón se encuentra en el ámbito práctico. Como se vio en el apartado de la teoría del conocimiento, la razón en su uso puro teórico formula juicios a través de las categorías, en cambio, la razón en su uso práctico formula Imperativo o Mandatos. 1.3.2 Implicación del Giro copernicano en la ética A partir del "Giro copernicano" se pueden establecer procesos específicos de la racionalidad de acuerdo con diferentes ámbitos, en este caso referiremos 22 exclusivamente al práctico-moral. Antiguamente la metafísica establecía una racionalidad general y especulativa extendida a todos los ámbitos. La revolución emprendida por Kant en el terreno epistemológico, tiene también su paralelo respecto de los juicios acerca del actuar humano, es decir, respecto de la ética. Si respecto de los juicios sintéticos a priori, Kant no considera legítimo sostener que estos alcancen a extraer la verdad de las cosas en sí mismas; respecto de los juicios morales o éticos tampoco seguirá siendo acertado considerar que los predicados morales son propiedades naturales de las acciones. El giro copernicano respecto de la manera como el hombre conoce el mundo, tiene la misma importancia que la manera en la que el hombre elabora juicios acerca de cómo actuar. El giro copernicano en el mundo moral es la segunda revolución. La validación moral del comportamiento humano no podrá seguir consistiendo en la obediencia a leyes externas o naturales. Ninguna acción humana podrá seguir siendo considerada como moralmente buena o mala si no se asume la perspectiva del legislador moral, autoimponerse la ley moral. En adelante esta perspectiva será la única instancia legitimadora de contenidos morales. Para resaltar el significado y alcance de esta revolución en el plano práctico se tiene que entender de la siguiente manera: en el naturalismo previo a Kant, se entendía que había acciones que moralmente eran buenas o malas por el contenido moral implicado en las mismas, semejante a una cualidad en sí dentro de la acción; había acciones cuyo contenido moral provenía de un orden de legitimidad externo al hombre. Si el conocimiento de la naturaleza no es posible a partir de la sensibilidad y el entendimiento, el conocimiento del orden moral del mundo y de las leyes que le son propias tampoco es posible si no se asume la perspectiva del legislador moral. El orden moral del mundo es el orden moral de los hombres. En este sentido, ninguna ley moral es dictada por dios o una entidad completamente ajena al sujeto de la moral y que además constituye algo de lo cual no se puede hablar, por no poder tener conocimiento asertórico de él. En su 23 lugar, las leyes morales sólo pueden y tienen que nacer de una autoimposición de cierta ley dictada por la razón, y más aún, estar dispuesto a someterse a ella a través del deber. 1.3.3 Contra el naturalismo La tesis central del naturalismo sostiene que hay leyes que anteceden y están por encima del hombre, que no dependen de él. El hombre está sujeto por el simple hecho de ser hombre, basa su cumplimiento bajo la premisa de que todo los hombres son buenos, lo que asegura es la convivencia pacífica para que perdure la justicia; sin embargo, basar la ley en el derecho divino, no es suficiente para Kant, puesto que no le permite crear al hombre a partir de la razón, las leyes que determinen su conducta; fundar la ley en la naturaleza no constituye materia para un fenómeno posible, es sólo una ley, en ese sentido no puede ser percibido de ninguna manera como fenómeno. 1.3.4 Ética formal frente a la ética material Hasta antes de Kant toda la ética que se desarrollaba era de corte material, es decir, tenían un objeto que está entronizado como un Bien supremo, ya sea el placer, la felicidad, la contemplación, entre otras. Además de esto, los actos eran considerados en relación con la realización del Bien supremo. Las críticas realizadas por Kant a las éticas materiales son debido a su carácter empírico, considera que esta ética además de ser heterónoma, no cumple con el carácter para ser universal y necesaria, es decir, que obedecen a una voluntad externa y limitan el desarrollo del hombre para imponerse las leyes morales de carácter natural, sapere aude. Estas características impiden que se pueda explicar la demanda de la razón para formular Imperativos Categóricos y coartan la existencia de la libertad. La propuesta ética de Kant conlleva un carácter formal. 24 Para Kant, la moralidad está determinada por condiciones a priori, independientes a la experiencia y la manera de realizarse se encuentra en un imperativo moral que dicta al hombre una manera de obrar, que se da a través del deber sin esperar algún tipo de beneficio, deber por el deber. De esta forma el Imperativo Categórico ordena sin objeción alguna su cumplimiento. 1.3.5 Formalismo ético kantiano La propuesta de Kant está sustentada en la razón y en el formalismo de su uso puro, que no se base ni dependa de la experiencia, que se base en Imperativos y no, como la ética material, en condiciones y, sobre todo, que sea autónoma; que el sujeto determine su voluntad propia. Al ser formal, la ética kantiana se encuentra vacía de contenido, al igual que el formalismo epistemológico de la razón pura; la razón pura sólo demuestra la posibilidad de los juicios sintéticos a priori en las matemáticas y en la física, mientras que el formalismo ético muestra la postura moral que hay que tomar, la del deber determinando la voluntad; pues no establece bien material, sino, meramente su cumplimiento, cuyo fin supremo siempre ha de ser el hombre, de este modo se evita la colación de elementos empíricos. Otra característica de este formalismo es que no dicta lo que hay que hacer, no va a lo concreto, sino todo lo contrario, dicta un postulado que goza el carácter de universal en cuanto esquema y toda acción caerá dentro de este esquema, este formalismo no establece lo que debemos hacer, su función es el esquema o estructura a la que se tiene (deber) que someter el comportamiento, libre de toda experiencia. De esta manera, una acción será buena siempre y cuando esté supeditada a la forma del Imperativo, de la adecuación de los actos a la forma, sin buscar algún tipo de beneficio personal, el punto de interacción entre la forma y el acto ha de hacerse mediante un intermediario, el deber –de corte prescriptivo-. 25 Para Kant, la ley moral se encuentra dentro del hombre, en su razón, esto supone un Giro copernicano -al igual que en su teoría del conocimiento-, en el campo ético; mediante este giro la razón en su uso práctico determina la voluntad, y quita de la naturaleza las nociones de bueno y malo contenidas en los sistemas éticos materiales, para colocarlos dentro en el campo racional. La voluntad para Kant no es algún tipo de deseo o inclinación, pues no actúa en función de objetos o inclinaciones “desde luego, no un mero deseo, o algo así, sino como el acopio de todos los medios que están en nuestro poder” (Kant, 1996: 119), la buena voluntad reside en la razón práctica, y es algo bueno en sí misma. El entendimiento, el ingenio, la facultad de juzgar y como quieran que se llamen los talentos del espíritu; o el buen ánimo, la decisión, la perseverancia en las intenciones, como propiedades del temperamento, son, sin duda, en diversos respectos buenos y deseables, pero también pueden llegar a ser en extremo malos y nocivos si la voluntad que ha de hacer uso de estos dones naturales, y cuya peculiar constitución se llama por eso carácter, no es buena. Con los dones de la fortuna pasa precisamente lo mismo. El poder, la riqueza, la honra, y aún la salud y el entero bienestar y satisfacción con el propio estado bajo el nombre de la felicidad, dan aliento y a través de ello frecuentemente también la arrogancia, si no está presente una buena voluntad que rectifique y haga universalmente conforme a fines el influjo de los mismos sobre el ánimo, y por tanto también el entero principio de obrar; sin mencionar que un espectador imparcial racional no puede nunca, jamás, tener complacencia ni siquiera a la vista de una ininterrumpida bienandanza de un ser al que no adorna ningún rasgo de una voluntad pura y buena y así la buena voluntad parece constituir la indispensable condición aun de la dignidad de ser feliz. (Kant. 1999:117). Así como la voluntad es en sí misma, también se determina a sí misma, libre de cualquier objeto y de cualquier experiencia, se determina a obrar bajo el estándar de leyes o principios. Éstas, en tanto que la voluntad es la razón en la práctica, la representan; En la CRP se buscan las condiciones o principios a priori de la manera de conocer, en la CRPr se buscan los principios a priori, pero esta vez prácticos, condiciones formales, que determinen el valor moral. Dichos principios prácticos pueden ser: a. Principios subjetivos o máximas: “si la condición es considerada por el sujeto como válida sólo para su voluntad” (Kant. 2005: 20) y que sólo sea aplicable a él. También reciben el nombre de máximas, sólo son válidas 26 para aquel que las sostiene y bajo ninguna circunstancia se puede imponer a los demás. b. Principios objetivos: es lo contrario a la primera, la regla práctica es en todo momento un producto de la razón, habida cuenta de que prescribe una acción, los también llamados imperativos, son mandatos o deberes que llevan consigo la necesidad para su cumplimiento. De los principios objetivos emana la ley moral según la cual el individuo debe obrar, mediante el Imperativo categórico. 1.3.6 La función del deber Antes de plantear lo que es el Imperativo categórico -parte medular de la ética kantiana-, conviene esclarecer qué es el ‘deber’, pues es el mecanismo por el cual el Imperativo tiene su uso práctico. Para que el cumplimiento de una ley moral de carácter prescriptivo se lleve a cabo, es preciso que ésta se halle anclada a algo que le dé el carácter de obligatoriedad, que dicte su cumplimiento y en caso de no hacerlo mostrar que se ha actuado mal. El deber brinda el carácter de obligatoriedad a la moral. En el deber se encuentra el fundamento de la ética de corte prescriptivo, y cuya forma de valorar los actos únicamente se da en dos modos, el bien y el mal; el deber es la ley que se impone de manera objetiva, nunca para el interés propio, el deber tiene que cumplirse por el deber mismo, deber por el deber, esto hace que su cumplimiento sea el medio para ser considerado bueno y en caso de no cumplirlo sea considerado malo. Dado que el hombre no es únicamente racional, sino también volitivo, Kant se da cuenta que las acciones del sujeto están determinadas por dos factores, la racionalidad y las inclinaciones de los sentimientos, entre ellas la buena voluntad, tiene que inclinarse por la primera, porque es el deber como ha de manifestarse la buena voluntad. 27 No hay hombre que se libre de este conflicto -así como acción puramente buena, lo único bueno por sí mismo es la buena voluntad- pues de haberlo, sería una voluntad santa -perfectamente buena- que haría que la ley moral se llevara a cabo inmediatamente, es decir, que no llevar implícita la obligación que el ‘deber’ supone, pues para la voluntad santa el deber sería, en todo caso, querer, pero, en tanto que no hay voluntad santa el hombre siempre estará en conflicto con la ley moral y sus deseos. Por esta razón el deber será: ¡Deber!, nombre sublime y grande, tú que no contienes nada bienquisto que implique lisonja, que exiges sumisión, pero sin amenazas que hagan nacer en el ánimo repugnancia natural y miedo para mover la voluntad, sino que sólo sientas una ley que por sí misma encuentra entrada en el ánimo y conquista veneración, aún contra su voluntad (si bien no siempre observancia), y frente a la cual enmudecen todas las inclinaciones aún si obran secretamente contra ella, ¿qué origen es digno de ti y dónde se encuentra la raíz de tu nombre linaje que rechaza orgullosamente todo parentesco con las inclinaciones, raíz de la cual provenir es la condición indispensable de ese valor que sólo los hombres pueden darse a sí mismo? No puede ser nada menos que aquello que eleva al hombre por encima de sí mismo (como parte del mundo de los sentidos) lo que lo enlaza con un orden de cosas que sólo el entendimiento puede pensar, al cual está sometido, al mismo tiempo, todo el mundo de los sentidos, y con él la existencia empíricamente determinable del hombre en el tiempo y el conjunto de todos los fines (que es lo único adecuado a las leyes prácticas incondicionadas tales como la ley moral). No es otra cosa que la personalidad, es decir la libertad e independencia del mecanismo de toda la naturaleza, pero considerada, al mismo tiempo, como facultad de un ser sometido a leyes puras prácticas que le son propias, es decir, dictadas por su propia razón, la persona, pues, en tanto que pertenece al mundo de los sentidos, sometida a su propia personalidad, en tanto que pertenece al mismo tiempo al mundo inteligible; por lo tanto, no es de sorprenderse que el hombre, como perteneciente a los dos mundos, tenga que considerar su porpia esencia, en relación con su segunda y suprema determinación, sólo con veneración, y las leyes de esta determinación con el más grande respeto (Kant. 2005: 103) De esta manera queda asentado que el deber será el mecanismo de acción, o el puente que tienda lazos entre la acción y la formalidad racional del Imperativo categórico, el deber es prescriptivo, pues es el que, una vez optado por actuar en consecuencia, determina el curso de la acción. 1.3.7 Imperativo hipotético El Imperativo categórico exige incondicionalmente, se encuentra en el lado contrario al Imperativo hipotético, el cual exige condicionadamente, es decir que se realice alguna acción bajo una condición. Tanto categórico como hipotético son 28 imperativos, en tanto que dictan lo que se debe hacer, ya sea actuar subjetivamente o conforme con la ley universal. El imperativo hipotético hace una exigencia para que se tomen medios bajo el supuesto de conseguir un fin, es decir, prescribe un curso de acción bajo la excusa de un fin, se puede renunciar al fin y por lo tanto ya no tengo la prescripción de los medios. Es un fin cuyo propósito es sólo posible, es decir, no es un fin al que los hombres tiendan por naturaleza, sino que se puede querer o no querer; para conseguir ‘Y’ debes conseguir ‘X’, bajo esta forma, según Kant, se presenta toda la ética anterior a él, pues de alguna manera condiciona lo bueno en algún acto. Esta clase de imperativo proviene de la racionalidad en su uso práctico porque dicta racionalmente en cómo actuar para conseguir un fin, aunque carezca de toda universalidad y necesidad, es decir, aunque sea particular y contingente que determina la voluntad es encaminada a objetivos precisos que requieran como reglas de habilidad que tienen que ver la adquisición de capacidades en el plano fáctico pero que nada tienen que ver con acciones morales, buscan la consecución de fines mediatos. 1.3.8 Imperativo categórico Cuando el imperativo está encaminado no a obtener consecuencias determinadas, sino únicamente como voluntad, sin tener en cuenta los efectos que pueda contener es cuando el imperativo se torna categórico, su fórmula no está en los términos de que para obtener ‘Y’ se debe conseguir ‘X’, en cambio, se encuentra bajo el término del deber por el deber, es una ley que resulta valida sin condición alguna, necesaria y universal para la racionalidad; gracias a él “juzga que puede hacer algo porque tiene conciencia de deber hacerlo y reconoce en sí mismo la libertad que de otro modo, sin la ley moral, le habría permanecido desconocida” (Kant. 2005: 35). Sólo lo imperativos categóricos son leyes morales. Como se ha mencionado anteriormente, la ley moral kantiana no se basa en contenidos, sino en estructuras o formalismos, de esta manera se puede afirmar que la esencia del Imperativo categórico es su forma, forma de ley, que está 29 dictada, en todo caso por la razón, y, como también se ha mencionado, tiene su mecanismo de acción a través de la prescripción del deber. Pero como esta ley es solamente formal (es decir, sólo requiere la forma de la máxima como universalmente legislativa), ella hace abstracción, en tanto que fundamento determinante, de toda materia, y, por lo tanto, de todo objeto del querer. Por consiguiente, aunque el bien supremo sea siempre todo el objeto de una razón pura práctica, i.e., de una voluntad pura, no por ello debe ser tomado como fundamento determinante de esa voluntad, y sólo la ley moral debe ser considerada como el fundamento que la determina a proponerse como objeto aquel bien supremo y su realización (Kant, 2005: 130-131). De esta manera se da paso a la libertad, pues toda ley moral, aunque necesaria y universal, tiene que elegirse, precisamente por esta tensión entre razón y pasiones; hay quien puede optar por no seguir la ley moral que el imperativo dicta, la función del Imperativo categórico menciona, formalmente, cómo debe actuar y ceñir la voluntad del sujeto, y no determinar lo que el sujeto ha de querer, es decir, el imperativo dicta la intención con la que se realice un acto y no acotarse a la mera realización del acto, lo primordial es la buena voluntad con que se disponga el acto. 1.3.9 Las formas del Imperativo categórico Kant ofrece tres formulaciones del Imperativo categórico, todas ellas equivalentes. La primera formulación es la ley universal “obra según una máxima que contenga en sí misma su validez universal para todo ser racional”; la segunda es la formulación de la humanidad, “obra de tal modo que te relaciones con la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin, y nunca sólo como un medio” el modo de tratar con los demás; la tercera, la formulación de la autonomía “obra como si la máxima de tu acción debiera convertirse, por tu voluntad, en ley universal de la naturaleza”. Solamente hay un imperativo categórico, pues no contiene otra cosa más que la necesidad de que la máxima se adecue a la universalidad de la ley. Esta adecuación es lo único que representa el imperativo categórico. De esta manera se puede pensar que el imperativo categórico tiene un valor incondicionalmente cierto y práctico, por declarar a la acción como objetivamente necesaria. 30 Con el imperativo categórico, Kant fundamenta su propuesta moral. Dado que en el hombre no hay acuerdo entre voluntad y razón ya que muchas veces chocan las inclinaciones de la voluntad o de la sensibilidad con las de la razón. La moralidad, en este caso, no se encuentra ni en la pura sensibilidad ni en la pura razón, sino que, teniendo el sujeto las dos cosas al mismo tiempo (sensibilidad y razón) se encuentra en la posibilidad de inclinarse por alguna de las dos, en esta posibilidad de elección consiste la libertad y por esta de decisión el hombre se vuelve moral. Esta condición del hombre de elegir por las inclinaciones sensibles o por las racionales está guiada por el imperativo categórico. Cada concepto moral está asentado y tiene un origen a priori en la razón. Cuando el hombre actúa por el sentimiento del deber es cuando se tiene el mérito moral. La esencia de la moralidad se deriva del concepto de ley ya que todo ser racional puede obrar de acuerdo con la idea de ley, es decir, por voluntad. El imperativo categórico es, entonces, el principio objetivo, dado que compete a la voluntad, de la ética kantiana. 1.4 Conclusiones del primer capítulo Con este esfuerzo monográfico por rastrear la relación que hay entre la CRP y la CRPr con el fin de hacer ver la concepción de sujeto trascendental que fundamenta la teoría ética kantiana, pues el hombre posee un aparato trascendental que es el mismo para todo hombre y por lo tanto capaz de generalizar el Imperativo Categórico que se expresa en la prescripción del deber, que es una esquema sin contenido pero que situándolo a la acción logra realizarse o predisponer la voluntad para su realización. Kant aborda su reflexión desde la crítica de la razón pura que da pauta al ejercicio crítico en el ámbito práctico de la razón, con este recorrido logra fundamentar una moral compuesta por conocimientos a priori pero que se hace efectiva por medio de la legislación de los seres racionales en consecuencia a 31 esos conocimientos a priori. A esto es a lo que lleva el camino que hace Kant desde su crítica al conocimiento de la razón pura. El imperativo categórico es el resultado del trabajo a priori de la razón, pues la razón debe gobernar a la voluntad eliminando las tendencias y buscando a la acción como buena en sí misma y no como medio. Del mismo modo, el imperativo categórico debe de ser practicado en el reino de los fines, esto es, en el reino de los racionales, en el reino de los hombres donde el hombre es un fin en sí mismo, fundando así, la dignidad. Entonces, es válido decir que las acciones humanas son, además de predecibles, determinables a través de la forma universal del imperativo categórico. Por otro lado, la universalidad del deber, permite enjuiciar las acciones a partir de una racionalidad universal. El hombre es libre en cuanto tiene la capacidad de dominar su voluntad. 32 Capítulo 2. El desencanto de la modernidad y su repercusión al momento de plantear una ética Esos «post» no son sólo denominaciones oportunistas cortadas al uso de quienes a toda costa quieren mantenerse a la última: como sismógrafos del espíritu de la época hay que tomarlos también en serio. Jürgen Habermas Después del gran esfuerzo kantiano por demostrar su sistema ético, el cual se encuentra fundamentado en lo a priori, y que tiene la necesidad de llevarse a cabo para ser moral, se topa con un tiempo, dentro del cual la metafísica que la sostiene no puede llevarse a cabo por diversos motivos, sin mencionar los excesos en el uso de la razón que provocan momentos de tensión histórica tienen que ver con la imposición de unos sobre los otros o en su defecto, su aniquilación. La situación actual de la cultura es desfavorable para sistemas filosóficos como el de Kant o cualquier otro que encuentre sustento en la metafísica; ya que impera un desencanto o escepticismo del esplendor de una época reflejada en la ilustración, este desencanto nos muestra dos cosas, en principio a no creer en la posibilidad y segundo, la posibilidad de asumir la verdad como una sola o de la esencia que se halla contenida en las cosas o en el hombre mismo. Este recelo tiene un impacto directo sobre la cultura; después de grandes barbaries por mor de una razón instrumental, ante todo, se muestra como un aplastamiento de las diferencias y de minorías, los cuales provocan apatía e indiferencia. Lejos de preguntarse filosóficamente por la realidad o por aquellas cuestiones que invoquen actitudes de profundidad es preciso asumir una actitud de satisfacción inmediata. Explicar de qué manera el Proyecto de la Modernidad está cimentado bajo un pensamiento de la identidad, cuya característica general consiste en un pensamiento onto-teo-lógico, es de suma importancia; una vez identificada la característica se puede situar puntualmente una crítica a través de la cual se 33 puedan establecer los motivos de un pensamiento que distancie de ella e indique el desencanto que ha generado, trayendo consigo puntos de inflexión, los cuales son la pauta para el establecimiento un pensamiento postmoderno, en este caso que conlleven a una ética. En el presente capítulo se plantean los puntos que establecen la fundamentación metafísica de la ética; posteriormente se prosigue en la explicación del cambio de los criterios que constituyen la actividad filosófica como fundamentadora, y se consideran puntos de un pensamiento postmetafísico que traen por consecuencia una condición postmoderna. 2.1 Identificación de la metafísica kantiana como onto-teología Heidegger ha identificado la historia de la filosofía con la historia de la metafísica, en la medida en la cual se ha comprendido a sí misma a lo largo del tiempo como el intento por alcanzar ese saber originario, universal, necesario y con carácter de ultimidad; así se plantea no sólo la pregunta fundamental, sino, también, la pregunta fundacional de la metafísica. Para Heidegger, la estructura fundamental de la metafísica está dada en la unión onto-teo-lógica. Ontología quiere decir la unidad en el fondo de cada ente, es decir, aquella que investiga la generalidad del ente en su aparición. Teología significa la unidad fundamentadora de todo ente, esto es, aquella totalidad que es fundamentadora sobre un ente supremo. Para darle un mejor sustento a esta afirmación recurre a las significaciones fundamentales de ontología y teología, y las divide en onto-logía y teo-logía pues el sufijo logía denota fundamentación y justificación “son «logias» en la medida en que profundizan en lo ente como tal y lo fundamentan en el todo. Dan cuenta del ser en tanto que fundamento de lo ente, (…) son la lógica del λόγος” (Heidegger. 2008: 129). En este sentido, la metafísica es la unidad de ambos modos de fundamentar, en onto-teo-logía, la cual es la reducción del ser al fundamento de lo 34 ente, que siempre ha de ser pensado como idea, sustancia, primer fundamento o subjetividad trascendental. El sentido de logía lo adquiere al estar encaminado, tanto lo onto como lo teo, al esfuerzo del logos, al fundamento del ente y a tener un uso lógico de la razón para conformar una coherencia dentro del sistema. 2.1.1 Onto-logía en la teoría del conocimiento kantiana Para dar cuenta del sentido onto-teo-lógico de la filosofía kantiana hay que recordar lo dicho en el primer capítulo de este trabajo. La onto-logía en Kant se encuentra inmersa en su teoría del conocimiento, en ella se dictan observaciones referentes a las cualidades que posee la realidad, que en un primer momento es inaccesible al sujeto cognoscente -entendido como hombre- pero bajo la forma del sujeto trascendental. Esa realidad queda dividida en dos, primero como algo que es en sí, lo cual resulta inaccesible al hombre; pues éste se encuentra incapacitado para conocer las cosas en sí, la segunda parte ocurre cuando a la materia del fenómeno se le aplican las cualidades que hacen que algo sea conocido como fenómeno, así queda constituida la realidad para Kant, con la presentación de la dicotomía entre noúmeno y fenómeno. Ahora bien, es onto-logía en el sentido heideggeriano, porque presenta a la realidad como ente, con características generales y con base en la identidad que valen para todo lo que se presenta y que únicamente mediante la condición trascendental del sujeto se pueden identificar como cosas particulares con características propias pero con un sustrato idéntico. De este modo, se sustenta la fundamentación de la realidad en el sistema kantiano. 2.1.2 Teo-logía en la ética kantiana La teo-logía en la ética kantiana establece que si el hombre es fiel a su determinación y en esta fidelidad quiere ser coherente con su razón; si el hombre debe realizar el soberano bien en el mundo, tal como se lo prescribe la ley moral, 35 tiene que aceptar, conforme le muestra su razón la posibilidad de la existencia de Dios. Luego la necesidad de este postulado es sólo subjetiva. Si debe realizar el bien supremo es necesario aceptar que existe un Dios. La fundamentación de la existencia de Dios no se apoya en la evidencia, no hay conocimiento, pero en cuanto su fundamentación se basa en la razón práctica, Dios es creído. La creencia no ilumina propiamente el objeto -Dios- sino el sujeto mismo en cuanto posibilita su relación con el bien supremo. Es un modo de pensar, que no es prescrito propiamente por la ley moral, pero que surge de la actitud moral del hombre. La creencia de la razón consiste en aceptar lo que es necesario para la realización del deber. Ahora, la intromisión de Dios en el sistema kantiano que lo hace ser teo en la esencialidad de la metafísica, aunque el sistema kantiano se proponga como una filosofía laica dentro de la razón pura, en la razón en su uso práctico se propone un carácter de Dios, pues hay que admitirlo como un presupuesto para la moralidad. Esta moralidad absolutamente necesaria de las acciones emana de la idea de un ser racional que obra libremente y de la naturaleza de sus propias acciones no hay nada más cierto ni más firme que la obligación de actuar moralmente bien. Las acciones se rigen todas y están determinadas por su naturaleza para el hombre. El hombre, cuando es consciente de cumplirlas se sabe cómo un eslabón en la cadena de todos los fines, digno de felicidad con la esperanza de constituir con los otros un todo en el reino de la moralidad. Dentro de la teoría de conocimiento kantiana la idea de Dios le es dada al sujeto como una idea trascendental, como un concepto de la razón especulativa, pero que no puede ser conocida debido a que, aunque se puede hablar de Dios no se basa en el principio de ser un juicio sintético a priori, pues de ninguna forma puede comprobarse en el mundo de la sensibilidad que aquello que se diga acerca de él sea verdad; ésta es la limitante al querer plantear dentro del conocimiento la idea de Dios. Dentro del mundo moral ocurre lo contrario, pues en éste se tiene un acceso a entidades que bien pudieran ser noúmenos, pero que tienen una repercusión directa dentro del obrar con fines morales, en un primer momento se 36 reconoce que no hay acto en sí mismo bueno, pero hay algo que puede ser bueno en sí mismo y cuya realización sea un fin. Así queda demostrada la justificación del obrar moral en Kant, por su relación directa al momento de plantear su ética. 2.2 El pensamiento postmetafísico El proyecto moderno permanece fiel a las características metafísicas, éste partía de que la razón se encuentra en un mundo que ha sido estructurado por sí misma, dotando de orden, racional, a aquello que es exterior mediante una fundamentación trascendental que guía a la razón del interior del sujeto a su exterior. La metafísica es, según Habermas, “esa tradición de idealismo filosófico, que se remonta a Platón, y que a través de Plotino y el neoplatonismo, de S. Agustín y Santo Tomás, del Cusano y Pico della Mirándola, de Descartes, Spinoza y Leibniz, alcanza hasta Kant; Fichte, Schelling y Hegel” (Habermas. 1990: 39) que a pesar de sus diferencias poseen algo en común que permite encuadrarlos en esta tradición. Es un pensamiento identitario, es decir que se refiere siempre a lo Uno, que ha de ser el fundamento y origen, logrando disolver la pluralidad; es idealista, hay en la metafísica una inevitable equiparación entre ser y pensamiento y esto sirve de fundamento de las apariencias mudables y de la opinión; es filosofía de la conciencia en la cual el sujeto constituye las representaciones de los objetos; por último toda teoría metafísica encierra un concepto de teoría, como un hacer teorético que remite a la contemplación que sólo unos pocos tienen acceso a ella, sacando del modo natural de vida este modo de hacer para posibilitar un acceso inteligible a estructuras superiores del pensamiento, más bien, a condiciones que posibilitan dicho pensamiento (Habermas, 1990). El carácter que la filosofía gozaba, aun en la modernidad, es trastocado; la razón instrumental, como guía del comportamiento en la moral, es dejada de lado por un cambio en el uso de la razón y que las ciencias dieron lugar a este cambio: pasa a ser procedimental. Este uso, en tanto razón procedimental, basado en la ciencia, busca resolver problemas de todo tipo, ya sea empírico o teórico sin 37 importar la materia sobre la cual se trate. En este sentido, la razón pasa a ser formal, pero no formal en el sentido kantiano en la cual dicta un canon sobre el cual ha de basarse la moral o el conocimiento, sino formal en el sentido en que su único campo de acción será reducido a las reglas formales de la lógica. Con la división de las ciencias en naturales y del espíritu, la razón se ve confrontada en su mecanismo procedimental, pues de ninguna manera puede establecer mecanismos o métodos que sean afines a ambos tipos de saberes, en su lugar cada una tiene que establecer procedimientos que, desde luego, se ocupan de parcelas diferentes del conocimiento, contrario a lo que pretende la filosofía moderna. Así, la filosofía que pretende ocuparse de la totalidad del conocimiento como uno solo no puede tener acceso privilegiado a la verdad ni poseer un método propio, entonces la filosofía tiene que realizar una apertura hacia el intercambio de conocimientos entre disciplinas para poder aportar su "insistencia en planteamientos, universalistas y un procedimiento de reconstrucción racional que parte del saber intuitivo, preteórico de sujetos que hablan, actúan y juzgan competentemente” (Habermas, 1990: 48-49). Frente al dogmatismo, la racionalidad procedimental, piensa Habermas, se manifiesta como algo mucho más débil porque presenta sus contenidos como contingentes, aunque con la pretensión de universalidad. Así, no se puede pensar que se tiene el punto de vista extramundano de un sujeto desmundanizado, sujeto trascendental, que se sirve de un lenguaje ideal, libre de contexto, para hacer enunciados infalibles y exhaustivos, enunciados definitivos ahistóricos. Se trata, de una razón “situada”, que depende del contexto, a la vez que pretende valer para todos y que se posibilita gracias al giro lingüístico. El giro lingüístico de la filosofía, con todo y lo desafiante que es para la razón, ha ofrecido los insumos conceptuales que permiten plantear este nuevo paradigma del entendimiento, de la racionalidad comunicativa y dialógica, situada lingüísticamente. El lenguaje se constituye a través del uso, está determinado por un conjunto de reglas o principios no naturales sino convencionales o pragmáticos que le dan su reconocimiento. 38 Una vez planteadas las condiciones del pensamiento postmetafísico se puede ver claramente que, posturas como la de Kant -ya sea su teoría del conocimiento o el planteamiento de su ética- pierden validez debido a que el papel que ostentaba la filosofía ha cambiado radicalmente de ser juez y acomodadora a ser vigilante e intérprete, en este sentido, tiene que mediar entre los dos ámbitos en que se desarrolla el conocimiento; con las características antes mencionadas se da paso a una nueva condición que es generada por el punto de inflexión de la época moderna que lleva a pensar que se dan intentos por generar un pensamiento postmetafísico que se adecua a la condición postmoderna. Mencionadas las características de la modernidad y de los motivos del pensamiento postmetafísico, queda claro que el pensamiento moderno es incompatible con la situación contemporánea o postmoderna; ante esto, surgen una serie de movimientos que llevan a pensar en una condición postmoderna. 2.3 Uso performativo del lenguaje para proponer un comportamiento ético. La postmodernidad se define como el estado de la cultura después de ciertas transformaciones que han modificado el modo de actuar en la ciencia, el arte, la política, la moral y otras áreas del conocimiento y quehacer humano a partir del siglo XIX. Gran parte de esas transformaciones se deben a la crisis que los relatos de la modernidad han sufrido en el pensamiento postmetafísico. Se ve cómo en la ciencia unos criterios de verdad expuestos bajo sus propias condiciones. La ciencia, por ejemplo, aun siendo una vía de investigación objetiva, legitima al final- su propia veracidad por medio de recursos discursivos, algo comúnmente llamado filosofía. El recurso discursivo es llamado, también, metadiscurso, un recurso que implica la referencia a un gran relato por medio del cual la verdad es valorada a partir de ciertas condiciones en las que los sujetos, a partir de un proceso de validez social, legitiman ese gran relato y construyen a través de él. La constitución del conocimiento no sólo versa sobre el saber científico, pues éste es una apenas una parte de todo el conocimiento, que está conformado 39 por saberes que poseen un carácter discursivo que conforma otros juegos del lenguaje que poca relación mantienen en la postmodernidad, por ejemplo, la relación que en la modernidad y antes, se creía entre lo verdadero y lo justo, pues si algo es bueno es, necesariamente justo, pero al identificar lo verdadero y lo justo como diferentes juegos del lenguaje esta noción se hace inconmensurable, pues no hay una relación que se pueda plantear entre ambos, en la medida en que lo verdadero no siempre es justo y viceversa, no hay relación de necesidad en términos lógicos. Lo que se encuentra en juego es la legitimación que el conocimiento tiene, ya sea el científico o el ético, pues esa la relación sistemaobjeto, sino del sujeto concreto que desenvuelve en el sistema y que encuentra su legitimación en el uso que al conocimiento le pueda dar, “el saber no encuentra su validez en sí mismo (…) sino en un sujeto práctico que es la humanidad (…) la libertad en su autofundación o, si se prefiere, en su autogestión” (Lyotard. 1998: 79). La condición postmoderna se define mediante la emancipación de aquellos grandes metarrelatos, “por metarrelato o gran relato, entiendo precisamente las narraciones que tienen función legitimante o legitimatoria” (Lyotard. 1992: 31) y al desuso de grandes legitimaciones discursivas, tuvo que aparecer por ende, la crisis de la metafísica, los elementos lingüísticos, necesarios para cualquier tipo de recurso de legitimación, pierden también su credibilidad y fuerza. Ahora los sujetos se mueven por medio de sus propios recursos lingüísticos, juegos del lenguaje, para darle coherencia a sus actos. El conocimiento en la posmodernidad se ha vuelto la fuerza de producción más valiosa, de tal suerte que no sólo representa una vía de desarrollo entre las naciones, sino también supone el camino hacia el poder. Pero existe algo más que no ha sido tomado en cuenta, el saber está determinado por un discurso de legitimación y que posee a un sujeto o sujetos que delimitan el conocimiento, síntoma que ha sido utilizado en los juegos de poder en la política. El despliegue económico ha dado como resultado un desarrollo tecnológico sin precedentes, algo que lleva a revisar cómo es que estas tecnologías impactan 40 en la sociedad; hay que prestar atención a cuáles son las alternativas de desarrollo planteadas en ésta y que llevan a una individuación del sujeto. En consecuencia, la disolución de los lazos sociales y la desaparición de metarrelatos obligan a los colectivos sociales a disgregarse, pasan a ser una masa compuesta de entes individuales, separados unos de otros separados unos de otros, ensimismados. Es por medio del lenguaje que se organizan los ámbitos en los que el sujeto se mueve. El lenguaje tiene muchos juegos, al momento de entablar conversaciones y discusiones se está llevando a cabo un juego de lenguaje. El lenguaje forma parte fundamental de la vida en la medida en que se hace uso de él de manera constante y cambiante. Podría decirse que no existen límites en los recursos lingüísticos, los sentidos tan sólo en una conversación son muchos y muy variados, lo mismo que las reglas que siguen. La legitimación entonces “no puede venir de otra parte que de su práctica lingüística y de su interacción comunicacional. (Lyotard. 1998: 88). La narración obedece a leyes que fijan la pragmática, es decir, que en los múltiples tejidos y relaciones de los sujetos del lenguaje yace un uso que responde a necesidades que fijan al mismo tiempo la forma en que se usa la narración en el habla cotidiana. Por esto no debe pensarse que las condiciones que hacen del lenguaje una estructura específica sean dadas por el uso, y más bien, podríamos pensar que los indicios de un modo específico de comunicar el saber responden a cualidades que se encuentran intrínsecas en el lenguaje y crean de cierta forma y con cierto sentido específico el modo de articulación, que provoca una interconexión entre hablantes, oyentes y sujetos/objetos denotados. “Lo que se transmite con los relatos es el grupo de reglas pragmáticas que constituyen el lazo social” (Lyotard, 1998; 48). Si atendemos entonces a que el lenguaje no está constreñido y es más bien cambiante, precisamente por sus características mismas, podríamos pensar que a partir de él podemos crear modificaciones en la operatividad del sistema en el cual nos encontramos. Las consecuencias del giro lingüístico dentro del terreno del conocimiento, científico y 41 ético, es el punto de inflexión que lleva a éstas a preguntarse si su legitimación es aquella que se relaciona con lo bello, justo y verdadero, llegando a la conclusión que son juegos de lenguaje no relacionados y que la legitimación está dada de acuerdo con: La primera es que sus reglas no tienen su legitimación en ellas mismas, sino que forman parte de un contrato explícito o no entre los jugadores (lo que no quiere decir que éstos las inventen). La segunda es que a falta de reglas no hay juego, que una modificación incluso mínima de una regla modifica la naturaleza del juego, y que una «jugada» o un enunciado que no satisfaga las reglas no pertenece al juego (Lyotard. 1998: 29). Para Lyotard no es posible entonces hablar un saber único. Las pretensiones de la ciencia en este sentido han tenido la idea de que su saber es unívoco; un rasgo característico de la postmodernidad es no sólo ofrecer un saberconocer, sino también un saber-escuchar, saber-ver. Todo discurso ofrece su teoría, o mejor dicho, su modo de actuar dentro de su propio discurso narrativo. Bajo esta lógica, la narración aparece como un impulso necesario de cualquier estructuración del conocimiento, a partir del cual se establecen, además, la narración misma puede adquirir dentro de su variedad de discursos otros saberes que le ayudan a complementarse y conocer de forma diversa los fenómenos. Cada cultura adquiere en el uso mismo las condiciones bajo las cuales funcionarán sus discursos, es decir, estas condiciones responden de manera inherente a las necesidades de la cultura en cuestión y se verán operando en la pluralidad de narraciones. No se puede pensar entonces la existencia y el valor de la narración a partir de la ciencia, pues la diversidad de clases discursivas no permite la completa unificación. Esto es justamente lo que Lyotard quiere mostrar, La condición postmoderna ha mostrado que la ciencia y su discurso de legitimación no es el único; los grandes metarrelatos que ofrecía del progreso se han visto en decadencia, la historia ha volcado las teorías. La imaginación dentro de la narración ha dado cuenta de sí misma y responde siempre a sus exigencias de legitimación, donde la pertinencia adquiere dentro de los juegos del lenguaje un uso performativo. 42 Bajo esta perspectiva se puede entablar una discusión acerca de la función de lo Justo como un metarrelato que Platón asocia con lo Bello y Verdadero; para comenzar, esta noción tripartita del bien supremo es inconsistente con los juegos del lenguaje, cada uno de ellos es inconmensurable con los otros dos, en la medida en que son juegos de lenguaje diferente y su legitimación ya no pertenece a sentidos extramundanos, sino todo lo contrario, cada uno de ellos es algo que tampoco puede sostenerse por sí mismo. La justicia en el ámbito postmoderno es tecnológico y mercadológico, en el que la noción de justicia es contextual y fragmentado y conviene, para evitar confusiones, llamarlo legalidad, que es el apego a las leyes para así establecer una noción de justicia. Teniendo esto en cuenta, la legalidad no va encaminada a un fin último que seguir, sino a una toma de decisiones que tenga presente el carácter reglamentario de la constitución jurídica en cada estado o nación. 2.4 Una ética sin metafísica Después del análisis anterior se puede observar que el planteamiento de sistemas éticos a partir de argumentos trascendentales o metarrelatos no es pertinente, debido al desencanto que éstos han provocado; con la puesta en crisis de la moralidad y el conocimiento, en general de la modernidad, en la segunda mitad del siglo XX surgen nuevas interrogantes acerca de cómo plantear, en este caso, una ética que sea pertinente y aplicable a un entorno global en el cual haya una aceptación de la diversidad, pero que a la vez haya un punto para que todas estas voces de la diversidad puedan entablar un diálogo abierto para establecer normas o “valores” para una sana convivencia. Haciendo uso de los juegos del lenguaje se puede establecer una demarcación que posibilite la convivencia de las diversas pluralidades cuya legitimidad sea “servir a los fines a que aspira el sujeto práctico, que es la colectividad autónoma” (Lyotard, 1998:70). Que se vea reflejada en la convivencia consigo mismo, así como con lo demás, este asunto se tratará con detenimiento 43 en el siguiente capítulo, ahora basta con apuntar el camino posible para que la ética pueda llevarse a cabo. El perfil de la pragmática parece apto para repensar la concepción ética mediante el establecimiento de juegos bien definidos que tengan por base el establecimiento contractual para que pueda darse un apego a las normas convenidas y que, a medida que se noten discrepancias e incompletudes puedan ser subsanadas; esto deja fuera a criterios de legitimación trascendental, pues se admite que no sólo algo inamovible es lo que dicta las reglas que han de tomarse ni que tengan que seguirse porque sí, es decir obedecerse, sino es algo que se conviene, no con carácter prescriptivo en una norma sino con carácter regulativo, gracias al criterio performativo que el lenguaje posee y que permite una mejor relación directa entre la emisión de normas y su aplicación, pues atienden al contexto directamente; de esta forma se reemplaza La idea de algo no humano que nos arrastra en un sentido determinado por la idea de que es preciso que cada vez haya más y más gente que se una a nuestra comunidad: la idea de tener en cuenta las necesidades, intereses y concepciones de más y más seres humanos distintos (Rorty, 2000: 214). Logrando, de este modo, que no haya olvidos ni anulamientos de las diferencias, sino la creación de un ambiente de tolerancia y unión con la finalidad de causas comunes. 2.4.1 Tendencia a la preservación del ambiente Hablar de los usos de la razón instrumental y sus consecuencias en el ámbito del mundo social y por lo cual existe una inclinación a no creer en ella, remite principalmente a dos cosas, en primer lugar al deterioro ambiental que el consumo desmedido de recursos naturales ha creado con la justificación de que la razón o inteligencia humana tiene como propósito la trasformación y dominio de la naturaleza; en segundo lugar se encuentra la consecuencia de la primera y que, desde ya algunos años, se ha vuelto uno de los principales motivos para cambiar la orientación en la manera en que se utilizan los recursos, es referente al conocimiento que se tiene de que los recursos que impulsan la industria, a saber, 44 el petróleo e hidrocarburos por un lado, y los gases y minerales por el otro, agotables o no renovables. Se hace imperativo el planteamiento de una reflexividad con respecto a la preservación y cuidado hacia el medio ambiente, pues de lo contrario, la vida se tornará cada vez más difícil. El daño que ha causado la razón instrumental, a través del uso de la técnica o tecnología, al medio ambiente es considerable y constituye un verdadero problema, al igual que la reparación del mismo y no es algo que puede dejar de hacerse esperando a que la naturaleza se restituya a sí misma, sino mediante el acopio de la misma técnica transformadora pero ahora al servicio de la preservación. Es ahí donde se aterrizan propuestas éticas como la de Hans Jonas, por ejemplo. 2.5 Características de una ética sin metafísica Una vez que se ha dejado atrás el pensamiento moderno por las razones expuestas en los apartados anteriores es de vital importancia un acuerdo que regule el comportamiento para poder establecer un suelo común entre las diferencias, llámense minorías, de diferencia étnica, etcétera, con los que, visto desde la perspectiva moderna (Kwiatkowska 1999), son los que dominan y que tienen dentro de su estatus la voz determinante y absoluta, por un lado; por el otro que lleve a la reflexividad respecto al medio ambiente, toca el turno de nombrar las características que tiene que tener dicha regulación de carácter ético. Dentro de las características que debe tener dicha ética se encuentran con apego al pensamiento postmetafísico y cuyo desarrollo parece vislumbrado por Villoro en filosofía para un fin de época (Villoro 1993) con las siguientes características: renuncia a lo universal, relativo y contextual. En primer lugar tiene que dejar de lado toda pretensión por ser una ética de carácter totalizante, además, que este tipo de pensamiento está planteado con miras a fines utópicos o ideales, en este sentido, el modelo para la reglamentación ética tiene que plantearse atendiendo a su aplicabilidad dentro de una esfera determinada, no hay que buscar razones en la historia, pues también es un 45 metarrelato, en su lugar hay que partir del presente y lo que acontece para que haya un mejor apego entre la reglas morales y los individuos a los que se les aplica dicha regla. Otro punto a considerar al momento de plantear una reglamentación ética es atendiendo al relativismo, no como un relativismo ético del todo vale, más bien como la aceptación de la pérdida de centro y de fundamentos, clásicos en la modernidad; esto es de gran ayuda para poder plantear reglas pertinentes ante las necesidades específicas de cada grupo social, además que permite que la tolerancia se lleve a cabo al aceptarla con el mismo nivel que cualquier otro en lo tocante a la pretensión de validez que puedan tener diferentes grupos, dejando de lado cualquier demanda, por lo general, propio del pensamiento onto-teo-lógico. El contextualismo es una consecuencia del relativismo, atiende a contextos particulares que atienden a la noción del uso de los juegos del lenguaje y su calidad performativa en los que el significado depende de un contexto específico. 2.6 Conclusiones del segundo capítulo El objetivo de este capítulo ha sido demostrar en qué medida se ha dado un viraje en la concepción que se tiene de la ética pues debido etapa de decadencia que proviene de aquellas concepciones típicamente modernas, y en especial las que se dicen kantianas que ya he especificado en el primer capítulo de esta tesis. La ética del sacrificio (el deber sobre todas las cosas, incluso la vida) representada en un escenario de crisis, por una serie hechos que han causado una profunda mirada de desconfianza; toda la metafísica que se ha planteado en Kant, específicamente, ha sido caracterizada por Heidegger como onto-teo-logía, es decir, como una manera de plantear la realidad y fundamentarla en un fin primigenio que ha de ser dios, de esta manera queda representado el pensamiento trascendental. El papel de la filosofía en este tipo de pensamiento es el juez y acomodador de disciplinas, dándose su lugar a sí misma y a las demás ciencias, quedando 46 siempre en primer lugar el pensamiento especulativo que tiene como base el pensamiento de la identidad y de renuncia a lo sensible. Habermas da las pautas para pensar de una manera diferente a la filosofía, una manera que se adecua a la decadencia de la metafísica, en la que se tenga plena conciencia de las implicaciones de giro lingüístico y el uso pragmático que tiene, de esta manera caracteriza lo que Lyotard llama la condición postmoderna, en la que coincide con Habermas en que hay una deflación de lo universal quedando lo convencional y universalizable; las consecuencias que se derivan de lo anterior son severas, pues la noción de deber pierde su fundamento, pierde su fuerza, aquello por lo cual ha podido o intentado hacer buenos a los hombres. 47 Capítulo 3. Transición de la ética a la política, al derecho y a la estética Creo que los filósofos pueden hacer cosas similares a los científicos teóricos en el que, después de haber leído sobre los datos empíricos, ellos también pueden pensar en qué hipótesis y teorías pueden explicar estos datos. Robert Nozick Es posible plantear una ética o éticas que tengan propósitos específicos. Dentro de estos planteamientos se encuentran las éticas profesionales, las éticas orientadas a ejes políticos y éticas orientadas a la preservación del ambiente que promuevan fines sostenibles. En la actualidad son imperativas ciertas temáticas en el terreno ético, pues estos tiempos en entornos democráticos liberales están marcados por el capitalismo, que hace que progresivamente se vayan difuminando las fronteras nacionales, dando como resultado la globalización en términos económicos, tecnológicos y culturales; lo que provoca que cada vez más personas de un lugar determinado se vean confrontadas con modos y prácticas distintas de vivir. Por lo que se les presenta un marco de aceptación o de rechazo de dichas prácticas. 3.1 Función performativa del lenguaje que posibilita el comportamiento en el presente Dentro de las características que se manifiestan para pensar en términos éticos, se mencionó al contextualismo y la relación directa que tiene con los juegos del lenguaje, pues bien, en el terreno de la reglamentación ética también ha de existir un juego del lenguaje que debe ser performativo, de esta manera: Excluye, en principio, la adhesión a un discurso metafísico, requiere el abandono de las fábulas, exige mentes claras y voluntades frías, sitúa al cálculo de las interacciones en el puesto de la definición de las esencias, hace asumir a los «jugadores» la responsabilidad, no sólo de los enunciados, sino también de las reglas a las que los someten para hacerlos aceptables. Saca a plena luz las funciones pragmáticas del saber puesto que ellas parecen colocarse bajo el criterio de eficiencia: pragmáticas de la argumentación, de la administración de la prueba, de la transmisión de lo conocido, del aprendizaje a imaginar. (Lyotard, 1998: 112) 48 La legitimación ética se encuentra inscrita en este uso performativo, pues ya no se puede juzgar un acto como bueno o malo en términos kantianos, en el que el ejercicio de la moral atiende a principios universales, sino en términos de eficiencia, lo que remite inmediatamente a la acción, es decir, con llevar a cabo o no dicha acción; al tener en cuenta a la acción también se tiene en cuenta al contexto que ha de ser descrito e interpretado lingüísticamente y así determinar el contexto de acción, es decir su performatividad. De esta manera. también se atiende la inversión del primado de la teoría sobre la praxis, en la medida en que se le da primacía al contexto en que se realiza la acción sobre una valoración formal que va sobre los hechos. En la esfera privada también es visible la función performativa de los juegos del lenguaje reflejada en el postdeber, pues en la medida en que ya no se cree en los valores universales y con fines últimos es la propia persona la que los genera, es en este momento en el que la persona se fija un fin inmediato que puede realizar en un lapso de tiempo determinado con el que se verá reconfortada dicha acción que ocasionó el móvil, ya sea para hacerlo sentir bien, para conseguir un placer o, simplemente, para lograr lo que guste. 3.2 La esfera pública y la transición de la ética a la política y al derecho Dentro del entorno social existen dos ámbitos bajo los cuales se desarrolla la vida de todo ciudadano, ya sea que pertenezca a dicha sociedad o esté inmerso de alguna forma contingente, la esfera pública y la esfera privada. La esfera pública es la que conforma la vida social del individuo, está conformada por las instituciones gubernamentales, con fines económicos o altruistas, entre otros, en ella tienen la posibilidad de actuar todas las personas que conforman la sociedad para hacer uso de lo que ellos consideren necesario, siempre y cuando esté apegado a una legalidad de modo que, en caso de infringirla, estará sujeto a una sanción que pueda acarrear consecuencias como la privación de la esfera pública así como a la privada. 49 Dentro de esta esfera cada ciudadano tiene la posibilidad de participar políticamente, ya sea eligiendo o postulándose, refiriéndose a políticas democráticas, es así como se genera la opinión pública, pues es algo que se refleja en la elección de representantes, ya sean alcaldes, gobernadores o presidentes. Puede entenderse también como la relación que hay entre el estado y la sociedad, pues el estado determina los procesos bajo los cuales será modificada la reglamentación de dicha esfera, ya sea implementando o derogando leyes o el tipo de sanción que tendrá quien caiga en ilegalidad. 3.2.1 La eficiencia como criterio valorativo en la esfera pública frente a la prescripción del deber Hasta la modernidad lo ético era entendido en términos de bueno y malo, en la actualidad ese criterio valorativo tiene que ser sustituido por algo además de no ser abstracto, repercute de manera significativa en la vida pública social, así como en el ámbito privado. Dicho pensamiento moderno tiene como base un sistema normativo que se refleja en el deber; el deber se manifiesta como prescriptivo por su carácter de obligatoriedad, en el que no merece la pena una reflexión sostenida en el marco contextual por ser de carácter abstracto-universal. Para tal efecto, la noción valorativa con respecto a la eficiencia no tiene concordancia alguna con el deber, su mecanismo de acción de ningún modo puede prescribir el comportamiento moral, en cambio, el criterio de eficiencia es dictar regulaciones para su cumplimiento. La noción de eficiencia es comúnmente empleada en entornos de producción, ahora bien, lo que hay que hacer es traspasar el término a otros ámbitos, a saber, el político y educativo que son de los campos en los que ética tiene mayor acción contemporánea, y remite a una relación entre medios y fines 50 que es la consecución de alcanzar objetivos con el menor costo posible, en términos monetarios o de reducción de tiempo, por ejemplo. La eficiencia como el grado en que se cumplen los objetivos de una iniciativa al menor costo posible. El no cumplir cabalmente los objetivos y el desperdicio de recursos o insumos hacen que la iniciativa resulte ineficiente. Dentro de esta terminología no hay que entender ‘costo’ exclusivamente como monetario, sino como la utilización de un recurso, sea del tipo que sea, para la realización de un proceso. En el campo de la política, entendida como aquella que fomente y regule la convivencia entre sus integrantes; la eficiencia tiene que ser notable, pues al ser depositaria de privilegios a los que renuncia la ciudadanía tiene que optimizar su uso para la preservación de reglas que recaen en mejores leyes que se aplican a través del aparato del derecho. Para fines de este trabajo se abordará únicamente el entorno democrático, especialmente el liberalismo, que considera la individualidad como uno de sus objetivos. En política social, la eficiencia recae en la medición de logros alcanzados por el costo, que en este caso es la implementación de programas para el mejoramiento de las condiciones sociales, ya sean de salud, de vivienda, entre otros. Dentro del ámbito educativo tiene una repercusión seria enseñar con fines de eficiencia el actuar de las personas, pues ahora los principales ejes educativos giran en torno a la generación de competencias, que fomentan y generan habilidades para un mejor desempeño como ciudadanos dentro de la sociedad que cada vez más tiene un especialización mayor. En cualquier sentido, lo ético lleva a pensar la idea de colectividad y aquello que es moralmente aceptable por la colectividad. Lo anterior expuesto siempre va a ir ligado a la existencia de normas sin las cuales lo colectivo no podría convivir. Estas normas regulan los modos de convivencia y establecen reglas y pautas para una convivencia inclusiva con bienes de mejora. 51 3.2.2 Una ética como toma de decisiones Las instituciones públicas, al momento de tomar decisiones, tienen que sopesar diversos factores para que opten por aquella que tenga mayor eficiencia y así, mejorar las condiciones de la ciudadanía. Las decisiones que se tomen son aquellas que tengan que ver con la promulgación de leyes, la implementación de políticas públicas o crear estrategias para incursionar en un sector determinado. Ante la figura pasada de una ética gubernamental basada en el deber, surgen diversos conflictos que aparentemente no tienen una solución satisfactoria en el campo social, así se plantean dilemas éticos, en los que ante una disyuntiva se plantea una situación límite que ofrece dos o más soluciones pero que, ante la toma de una, se afecta a otros. Algo que ejemplifica claramente esto es la preservación del ambiente, en la que los términos monetarios juegan un papel, a veces contrario a la de preservación del ambiente. Si se tiene en cuenta que las decisiones se toman mediante una deliberación hecha con detenimiento en la que la mayor cantidad de factores que impliquen se tienen cuenta, entonces se puede afirmar que la decisión se tomó con apego y responsabilidad; de esta forma se puede afirmar que acarreará resultados correctos a un mayor número de ciudadanos. “Podemos también basar las decisiones en un deseo y/o en la creencia de que haremos lo mejor.” (Kwiatkowska, 1999: 71) por ejemplo, desalojar un lugar público tomado por un grupo que protesta por un asunto, es una decisión considerable, puesto que en ello se juega la vida y salud de quien protesta y de quien se resiste a ser desalojado, teniendo en cuenta las variables, se ha de optar por una salida con base en el diálogo, al fracasar éste usar la fuerza también necesita una decisión para no causar daños a ambos bandos. El ejemplo anterior pudiera parecer banal, pero no lo es, muestra cómo una decisión influye y hasta determina el desenlace de cualquier evento, ya sea 52 público o privado. La toma de decisiones es menester contemplar los escenarios posibles y elegir el más conveniente, no momentáneamente sino a largo plazo, así parezca en un principio que se tomó el camino errado “cuando se llega a situaciones difíciles en las que los deseos humanos se pueden satisfacer sólo mediante la frustración de otros, entonces habrá que establecer la prioridad” (Kwiatkowska, 1999: 79). Sobre esta clase de planteamientos se basa, también, la política ambiental, pues atiende al criterios de eficiencia de dichos planteamientos. 3.2.3 Estado mínimo Para apoyar la idea de plantear una ética de mínimos, se encuentra la del Estado mínimo, puesto que los derechos que de la ley emanan son individuales que siempre recaen en un sola persona, y posteriormente sobre un grupo que reclama cierto derecho (el de la igualdad, por ejemplo), siendo así, el estado únicamente estará encargado de legislar sobre estos derechos. El estado mínimo está limitado a: Las estrechas funciones de protección contra la violencia, el robo y el fraude, de cumplimiento de contratos, etcétera, se justifica (…) Dos implicaciones notables son que el Estado no puede usar su aparato coactivo con el propósito de hacer que algunos ciudadanos ayuden a otros o para prohibirle a la gente actividades para su propio bien o protección (Nozick, 1988:7). De esta forma limita el terreno del Estado para coaccionar para contribuir o incentivar con causas que no tengan fines que beneficien a otros, donaciones, redondeos, cooperaciones, entre otros; ese pertenece al ámbito de la esfera privada, si causa bienestar, felicidad o realización, atendiendo a la individualidad respectiva, el ciudadano podrá realizarlo; dentro del contexto individualista es totalmente válido que se den este tipo de prácticas "una moral, que busca, experimenta, que vincula lo que parece excluirse: realización personal y asistencia a los otros, realización personal como asistencia a los otros" (Beck. 1999: 14), en este sentido hay un individualismo altruista. 53 El Estado está obligado a preservar el ambiente propicio para que el ciudadano se encuentre en la capacidad de tener bienes y que su integridad no se vea violentada, ya sea en sus creencias o físicamente. En caso de alguna denuncia de mal comportamiento ético o transgresión a las leyes se le solicita al Estado que intervenga para sancionar o que lo haga de oficio, pues sólo el estado tiene la capacidad del uso de la fuerza para castigar a quien transgreda las leyes; bajo los términos de una ética mínima, quien las transgreda ya no espera castigo bajo su conciencia o quizás en otro mundo, en su lugar, quien transgreda lo hace a sabiendas que recibirá un castigo que va Desde dar una remuneración económica hasta la pérdida de su libertad; en este sentido se vuelve más claro el uso de la ética y se le da importancia a su cumplimiento, pues su castigo es mediato. 3.3.4 La ciudadanía en el Estado mínimo En ¿Qué es la ilustración? Kant menciona: “No tengo necesidad de pensar, si puedo pagar; otros se encargarán por mí de la enojosa tarea” (Kant, 2006: 63). Con esto resalta que es preciso tener la capacidad de pensar por uno mismo, de lo contrario alguien lo hará por nosotros. Esta afirmación es válida si se tiene en cuenta el tipo de sociedad a la que perteneció; en la cual el Estado se concebía como aquel que proporciona los medios para un estado de bienestar, siendo benefactor para dar respuesta a las necesidades de una población y una sociedad en crecimiento . En el Estado mínimo no ocurre lo anterior, el Estado no provee, así que si no se piensa por uno mismo, nadie más lo hará y entonces no se podrá gozar de las facilidades que otorga el Estado para la realización de la individualidad, que requiere de recursos, además de talento, para explotarla, pues el Estado únicamente regula las prácticas sociales. La intromisión del Estado es nula, sólo se contempla en los casos mencionados, esto permite que el ciudadano esté en condiciones de desarrollar su 54 individualidad de la manera en que pueda o quiera, de esta forma puede decidir entre ser un trabajador con un salario o explotar algún talento que posea sin que el estado se lo prohíba y sin que se vea obligado a contribuir más que un trabajador ordinario, para así beneficiarse del uso de sus habilidades sin que se vean afectados sus derechos, contribuyendo a una causa social por la fuerza. El Estado no puede hacer nada que afecte los derechos de los individuos, el hecho de que alguien se beneficie de la sociedad, como actores, poetas, deportistas o cantantes, “no crea en nosotros una deuda pública la que la sociedad presente pueda cobrarnos y usarla como quiera.” (Nozick. 1988:101). Pues los ciudadanos no están obligados a pagar un cuota o boleto por verlos, es una decisión individual, pues cada quien hace uso de su dinero como lo cree conveniente, así también el artista hará uso de las ganancias de la manera que considere conveniente. 3.4 Transición de la ética en el derecho El modelo en el cual se basa el desarrollo de la esfera pública es el liberalismo, pues a través de él la individuación de los ciudadanos tiene lugar en la esfera privada que es la oposición de lo público y posibilita que el estado de derecho, en este caso democrático, se lleve a cabo, pues cada individuo goza de libertad para la elección, ya sea de representantes o para trastocar lo establecido en las leyes. De esta manera se funda el Estado de derecho, pues en una jerarquización de las leyes, la principal es la Constitución, de ella emanan todas las demás leyes para cada uno de los rubros que atiende la ciencia jurídica, de esta forma toda acción social (ciudadanos), institucional y del Estado está sujeta al marco que las leyes dictan, asegurando la igualdad ante las leyes. Lo que posibilita que haya esfera privada es tener un espacio en cual se refleja la individualidad, es la propiedad privada que contempla ley. La finalidad de todo lo anterior es dejar en claro, cuál es el sitio que le corresponde a la ética en la contemporaneidad, pues como se ha venido mencionando ya no puede prescribir deberes ni valores. Pero en tanto que se 55 ocupa de cuestiones como el buen vivir; que no es otra cosa que el gozar de la individualidad en lo público y en lo privado con el mayor apego a las leyes para que éstas no impidan el buen vivir, también implica la aceptación de lo diferente, pues las leyes son laicas y dentro de ese sistema jurídico y político todos tienen el mismo rango como ciudadanos. Lo que quiere decir que la ética que se aplica en la actualidad es una ética mínima, una ética hecha ley, que atiende a los derechos fundamentales, dicho marco legal, ahora ético atiende ya a inquietudes planteadas desde el pensamiento postmetafísico o la postmodernidad, pues las leyes en el entorno democrático ya contemplan la pluralidad cultural, religiosa o de cualquier otro tipo como expresión privada a que el ciudadano tiene derecho, siempre y cuando no quiera ser impuesta como una transgresión de lo privado sobre lo público. Bajo la forma de ética mínima, se tiene que aceptar que para cada contexto y situación pública haya que generar una propia ética, éticas profesionales, o código ético, que establezca el mecanismo bajo el cual ha de operar dicha práctica, tal es el caso de la medicina, el derecho o el deporte. Es mínima en el sentido en que no toma en consideración las prácticas privadas que profesen los que acuden a dichas instancias, sino a criterios convenidos que preserven su lado positivo. A través de las éticas se pueden convenir leyes que rebasen y limiten el establecimiento de la Constitución, son los organismos internacionales que, ante la aceptación de pertenecer a dichos organismos los estados se comprometen a respetar los acuerdos que en la institución internacional se acuerden, tales organizaciones tienen el propósito de preservar los derechos fundamentales de las personas, ya sea de salud (OMS), de derechos humanos y preservación de la paz (ONU) o el cuidado de los menores de edad (UNICEF), por ejemplo. Puede haber quien objete que las organizaciones internacionales antes mencionadas tienen una fundamentación metafísica y que ello representa una falta de coherencia ante los planteamientos que se están presentando, pues 56 muestran la noción de algo contra lo cual no se puede presentar una ley, dicho de otra manera, se plantea como un motor inmóvil en la que todo tiene que estar dentro de sus parámetros, es un metarrelato al que todo tiene que estar supeditado; pero también hay otra perspectiva bajo la cual puede ver, esta manera de verlos es la pragmática, pues sin atender a su procedencia y fundamento (en tanto que no es la finalidad de este trabajo) ofrecen una utilidad. Los pragmatistas proponen abandonar, simplemente, el intento de hallar unos rasgos comunes. Creen que si nos concentramos en nuestra capacidad para hacer que las pequeñas cosas que nos separan parezcan insignificantes —comparándolas no con aquella gran cosa que nos une sino con otras pequeñas cosas— entonces podremos acelerar el progreso moral (Rorty. 2000, 221). Hay que aceptar los derechos humanos, otros decretos internacionales y no rechazarlos por su fundamentación, ya que eso es algo por demostrar, pues la utilidad que ofrecen en la práctica impide que se cometan atropellos, son convenciones que posibilitan la comunidad. 3.4.1 Tratamiento ético del multiculturalismo para la aceptación de la diversidad El multiculturalismo es un tema que recurrentemente pone en apuros a los intentos por plantear un sistema ético, pues obedecen a costumbres que, en algunos casos, transgreden el sistema de leyes; pero que, bajo el planteamiento que este trabajo sigue, no tiene por qué crear conflicto y, aun así, seguir conservando esos rasgos característicos que hacen que se constituya bajo una cultura propia o auténtica, en cuanto diferente. La palabra multiculturalismo atiende a diversas cuestiones, en primer término, atiende a la lucha que se ha llevado a cabo por el intento de liberar de la discriminación a los que son diferentes, llámese género, religión, nacionalidad o pertenencia étnica. La lucha contra la discriminación sucede para formar parte de la esfera pública sin distinciones, para ser tratado como un ciudadano más que, pese a sus diferencias, tenga reconocimiento social como tal, es decir, que verse sobre él una participación política y jurídica en el marco reglamentario para la 57 ciudadanía y que en caso de no ser así, sea posible demandar el reconocimiento como algo perteneciente por el sólo hecho de formar parte de un estado nación. Los grupos que forman a los citados en el párrafo anterior forman colectividades que también, como comunidad, tienen la necesidad de reclamar un trato igualitario por parte de las leyes y de los que conforman la esfera pública, en otras palabras, lo que buscan es el recogimiento frente aquellos a los cuales se es diferente y para eso es necesario que pase por ellos el ojo del derecho, para que mediante la emisión de decretos u otros mecanismos se les otorgue el reconocimiento que reclaman. Este reconocimiento facilita que se dé un trato igualitario a esas diferencias, que siempre son minorías, pues al tener un modelo de ética mínima a través de la ley, se tiene contemplado su respeto, lo que posibilita una inclusión dentro de la mayoría para poder llevar a cabo su realización como ciudadanos. Estas colectividades, una vez que tienen reconocimiento público, están sujetas también, a cumplir reglas que ayuden a conservar: en primer lugar, la práctica de su credo, sus preferencias u otro tipo de prácticas en lo que concierne al dominio privado y; en segundo lugar, no tratar de imponer sus usos y costumbres a otros por la fuerza, porque, en la medida en que ya tiene reconocimiento su diferencia y se le está respetando tienen que preservar dicho principio. Aunque el multiculturalismo sea la convivencia en un mismo espacio de personas identificadas con culturas variadas y su objetivo sea el respeto hacia las diversas identidades culturales se puede prestar como un mecanismo que lleva a la marginación social, pero bajo el modelo que se plantea no puede ser el caso, puesto que como las prácticas se llevan en el plano privado no tienen por qué exteriorizarse y si se hace, es bajo la limitación que está planteada y será mínima esta muestra. 58 3.4.2 La sostenibilidad como el cuidado del presente Dentro de los programas ambientalistas, la sostenibilidad es el criterio que está en auge desde mediados del siglo XX y que tiene que ver con la armonización entre el crecimiento y desarrollo social y tecnológico con la preservación del ámbito físico biológico. La sostenibilidad tiene una significación ambigua, por lo general remite a la relación que hay entre una especie con los recursos que necesita para subsistir, la sostenibilidad en este sentido tiene que ver con el nivel de explotación de un recurso y la capacidad de renovación de dicho recurso, si es que es renovable. Pero la noción más aceptada es aquella que afirma la búsqueda de la satisfacción de necesidades de los que actualmente habitan el entorno sin sacrificar a las generaciones venideras para satisfacer sus propias necesidades. Esta es una variable que tiene que contemplar cualquier intento de política ambientalista en la toma de decisiones, es por ello que cuando se formulen estas políticas o planes de sostenibilidad se tiene que contar con el apoyo de especialistas en la materia (biólogos, geólogos, científicos y estadistas) para la aportación de datos que ayuden a un buen desarrollo y proporcionen suficiente información para una correcta toma de decisión, ya sea para limitar recursos o para crear planes mediante el uso de tecnología para subsanar cierto ecosistema. 3.4.3 Racionalidad reflexiva La razón por la que la sustentabilidad tiene un despunte dentro de los debates públicos y privados es el hecho de que la manera en que se ha desarrollado la sociedad industrial ha tenido grandes riesgos, al grado de convertirla en una sociedad de riesgo, al aumentar el desarrollo de tecnologías que, inevitablemente aumentan la probabilidad de que ocurran grandes catástrofes ambientales, por ejemplo: Hiroshima, Chernóbil, Fukushima o el derrame de petróleo en el Golfo de México por la British Petroleum, además, el desarrollo tecnológico lleva a que un error o avería repercuta significativamente, a macro niveles, pues los 59 componentes que maneja son altamente dañinos para el ambiente, ya sean combustibles fósiles o energía nuclear. Por lo que se observa en las poblaciones desarrolladas y en vías de desarrollo, se puede afirmar que el desarrollo industrial acarrea crisis ecológicas que ponen en entredicho el avance que la técnica tiene para mejorar el bienestar de la población, pues la producción se lleva a cabo sin medidas. Este desarrollo industrial tiene como base la idea de progreso, alcanzar la utopía del bienestar absoluto en el que se anule cualquier tipo de malestar, aunque, en pos del progreso, se deje una estela de terreno árido como efecto colateral que dificulta la realización de la utopía. En la actualidad se presenta una inversión entre el desarrollo industrial y de servicios con el riesgo que conlleva, ahora se mide el impacto futuro de ese desarrollo para, con base en eso, llevarlo a cabo mediante la toma de decisiones, “Las fuerzas productivas han perdido su inocencia en la reflexividad de los procesos de modernización. La ganancia de poder del «progreso» técnicoeconómico se ve eclipsada cada vez más por la producción de riesgos” (Beck. 1998: 19). Porque no sólo afecta a quienes hacen uso de los mecanismos de producción, también afecta al entorno natural y, con ello, a los que no hacen uso de los mecanismos de producción. Se entiende entonces, que todo riego es, invariablemente, global. Para evitar estos riegos, Ulrich Beck afirma que entablarse en debates acerca de la lucha entre el paso de lo moderno (industrialización) a lo postmoderno es una cuestión que no debe ser tomada en cuenta, pues la situación está dada y para llevarla de la manera más armónica posible, propone el término de modernización reflexiva que significa “autoconfrontación con aquellos efectos de la sociedad del riesgo que no pueden ser tratados y asimilados dentro del sistema de la sociedad industrial, en tanto que medidos por los estándares institucionalizados de esta última” (Beck. 1997: 19). 60 No debe tomarse lo reflexivo como reflexión, la modernidad reflexiva representa un periodo de autoresistencia y autoconfrontación con los efectos y riesgos de los efectos del proceso de modernización, o sea, la sociedad de riego es reflexiva y en la medida en que reconoce estos riegos y su imprevisibilidad, La sostenibilidad únicamente podrá tornarse operativa en los sistemas humanos cuando el hombre posmoderno sea capaz de reflexionar y darse cuenta de los riesgos y peligros de sus actitudes y empezar a reformular sus planteamientos acerca de la idea de progreso. El ‘hábitat’ que el hombre moderno ha creado con la industrialización tiene que ser rediseñado por él mismo reflexivamente, mediante el cálculo de variables que el desarrollo tecno-científico implica. Entonces, al hablar de eficiencia que conlleva a la elección de la toma de decisiones, se ha de tener en cuenta la reflexividad, es decir, que dentro de las variables a considerar no sólo se consideran variables monetarias, también se tienen que confrontar con las repercusiones ambientales que pueda llegar a tener, la implementación de tecnologías a diversos sectores, la salida al mercado de productos de consumo o la implantación de programas de desarrollo. Así, la sostenibilidad será un parámetro de suma importancia a considerar en la toma de decisiones. Un cambio de visión de la sostenibilidad es acercarse al desarrollo científico y tecnológico para tomar elementos que ayuden disminuir el consumo de combustibles tradicionales, pues utilizar fuentes energéticas que no generen contaminantes o que lo hagan con repercusión mínima es lo que se pretende; de esta forma se redirige la mirada hacia las energías alternativas o renovables, que se encuentran presentes en la naturaleza y que se renuevan de forma natural natural y en, relativamente, poco tiempo; éstas producen un impacto ambiental mínimo o nulo, como la energía eólica, solar o hidroeléctrica. El reciclaje también es parte importante dentro del proceso de sostenibilidad pues consiste en convertir desechos en nuevos productos para evitar que 61 materiales útiles pasen a ser desechos definitivos, así se utilizan como materia prima para un nuevo proceso de transformación, lo cual reduce la cantidad de contaminantes; y cuando el proceso de reciclaje no se pueda llevar a cabo, porque no es posible reutilizar los desechos, surgen productos biodegradables que son amables con el medio ambiente y cuya degradación para incorporación a la naturaleza se realiza en poco tiempo. 3.5 Transición a la estética: esfera privada La esfera privada es aquella que se antepone a lo público y se halla posibilitada materialmente por el derecho a tener una propiedad privada; en ella la persona goza de cierto grado de autoridad, ya que no hay una intervención directa del aparato jurídico o político. Lo privado está conformado básicamente por la familia y el hogar, y en ella cada una de las personas que la conforman tendrá un nicho en el cual puedan llevar al máximo su individualidad, dicho en otras palabras, dentro de la esfera privada cada quien puede ser auténticamente. Lo que posibilita esto es el pensamiento liberal, pues limita la intervención del estado creado condiciones favorables para la convivencia de criterios diferentes y no estar así, enjuiciados bajo criterios morales tradicionales, siempre y cuando no transgreda las leyes. Lo privado está íntimamente ligado con lo público, pues para que haya un desarrollo de lo privado hay que, forzosamente, tener participación pública para que ella posibilite los medios necesarios para el sostenimiento de lo privado. También es importante señalar que la realización individual en la esfera de lo privado no depende directamente de lo ético basado en la ley, pues, en este caso, la ley determina hasta dónde puede hacerse uso de lo privado, pero no de lo que tiene que ocuparse. Como se mencionó, la ley no será la que se encargue del comportamiento privado, en su lugar hay otro tipo de reglamentación y no depende de acatar leyes o instancias públicas, sino de resaltar la individualidad 62 para que, a través de ella, se puedan generar una serie de valores de realización inmediata y no trascendental. Es aquí donde tiene su mayor expresión el individualismo. El individualismo adquiere una nueva forma, como expresión del ego, en la postmodernidad que ha de reflejarse directamente en la relación que tiene por la búsqueda del placer momentáneo, así que se guía no por el deber, sino por el resultado del ocaso del mismo, es decir, el postdeber; que sólo se lleva a cabo dentro de la esfera privada de la sociedad. 3.5.1 La exaltación del individuo en el postdeber Al carecer de esencia y fin último, el individuo se sabe vacío y sin sentido, entonces opta por llenar este vacío y darse sentido a sí mismo a través de lo que mejor le convenga y la satisfacción de diversos apetitos; esto implica un llevar a cabo permanente de definición, siempre y cuando esté apegado al marco jurídico, de lo contrario, el entorno en el que se desenvuelve sería caótico en el que constantemente se violentaría el derecho de hacerse a sí mismo y la vida en sociedad se tornaría imposible. Con los valores pasa lo mismo, no se opta por un aniquilamiento de los viejos valores modernos, en su lugar, son dejados de lado; pues si los términos éticos han de ser aquellos que están apegados a la ley y a la toma de decisiones no queda espacio para una ética moderna. En la esfera privada pasa lo mismo, si la privacidad es el único espacio donde la persona puede tener una realización lo más apegada a sus pretensiones, elige no llevar a cabo la serie de valores llevando al “máximo de depuración el ideal ético, profesando el culto de las virtudes laicas, magnificando la obligación del sacrificio de la persona en el altar de la familia, la patria o la historia” (Lipovetsky, 1994: 11). Ante esta situación, derivada del olvido del deber, el individuo se encuentra de cara ante un panorama completamente distinto, algo que en la historia no había ocurrido antes, pues en épocas anteriores, ante la decadencia ética se optaba por 63 una renovación ética, ya fuera secularizando el sacrificio que la religión demandaba o renovando el antiguo sistema de creencias éticas, ahora no, ahora se encuentra ante el postdeber en el que la sociedad “desvaloriza el ideal de la abnegación estimulando sistemáticamente los deseos inmediatos, la pasión del ego, la felicidad intimista y materialista” (Lipovetsky, 1994:12). En el postdeber existe una exaltación individualista, egocéntrica y materialista que no le da el mismo valor a actos que antes se podían ser considerados como de sacrificio, tal es el caso del altruismo, cuando éste se lleva a cabo ya no se tiene la creencia de que quien lo realiza se está ganando un espacio en el paraíso, ni que lo hizo por ser una buena persona, tal acto lo realiza porque le proporciona un bienestar o goce, en este sentido, el postdeber se despide de todo dolor de autosacrificio, es decir, renuncia a la obligación y da paso al sentimiento, aquello que no cause una aflicción no hay por qué tomarlo en cuenta, pero aquello que vaya a parar a un malestar sentimental tiene que ser atendido para que ese malestar desaparezca, así se busca la anulación de dolor, por eso se afirma que el postdeber es indoloro, dando paso al surgimiento a criterios postmoralistas, “la era posmoralista es conjuntiva, reconcilia el oropel y el corazón, los decibelios y el ideal, el placer y la buena intención. Ya no se trata de inspirar el sentido austero y exigente del deber, sino de sensibilizar, distraer, movilizar al público a través del rock y las estrellas” (Lipovetsky, 1994: 135). El postdeber, es una ruptura entre lo tradicional para poder lograr la libertad y la democracia cultural, desarrollando el individualismo, que es visto en la postura del deber como algo incorrecto, dando paso a la pluralidad, pues de ninguna manera se puede coartar a alguien en sus creencias en la esfera privada. La libertad está relacionada con la democracia, formas de expresión e identificación de diversidad cultural, sin embargo, existen personas incapaces de reconocer las transformaciones de los valores satanizando el conflicto de los valores en el cual se encuentra la sociedad postmoderna y a las personas que están dentro de esta nueva era. Pero tampoco hay movimientos que intenten su 64 aniquilamiento, en su lugar, se les evita, aludiendo a que quien tenga un estilo de vida apegado al sacrificio es parte del gran repertorio social. De esta forma aparecen los hijos de la libertad (1999) que representan el quiebre de los valores, ya que se encuentran alejados de la educación ejemplar, que carecen de una estructura moral, y que lo único que buscan es la libertad como parte de la individualización siendo parte de la globalización. Estos hijos de la libertad destruyeron los recursos morales para poder entrar a una sociedad fundamentada en la era del postdeber, para así mismo, lograr la libertad como parte de la individualización y globalización, rompiendo con la sociedad del deber que sustenta lo tradicional, y que ve a la modernidad como una sanción en la medida en que tiene dos limitantes, en primer lugar se encuentra la esfera pública que limita su individualidad y en segundo el deber que también limita la realización de la individualidad, de esta manera, la libertad se ve trastocada de dos maneras, a saber, de la libertad moral y de la libertad política. En un campo en el que el individuo tiene preminencia y que no basa su actuar en el deber, algo tiene que reglamentar la manera en que ha de comportarse en el trato cotidiano, ha de ser la libertad política, que le da autonomía pública y a la vez establece los mecanismo permisivos y de censura, así encuentra un mayor espacio para el gusto o la imposición de reglas propias para la consecución de resultados "la cultura democrática de un individualismo para todos, jurídicamente sancionado" (Beck. 1999: 9) Dentro de esta sociedad existe la libertad y la democracia participativa, en la que todos los sujetos son iguales, desarrollando el individualismo de acuerdo a los intereses, necesidades y propósitos para experimentar nuevas formas de vida. 3.5.2 Hedonismo En la postmodernidad hay una relación más fuerte con la liberación y satisfacción de deseos, hay un apego hacia el rechazo a las prohibiciones comúnmente aceptadas y que están basadas en las tradiciones, no se permite que instituciones 65 que dependen de la elección privada, tal como la religión, se impongan para intentar coaccionar la expresión individual del gusto o deseo. El hedonismo contemporáneo es aquella búsqueda en la que se apegue no tanto al cumplimiento del placer, sino, en la medida de lo posible, al cumplimiento del gusto como parte del proceso individualista característico de la actualidad. 3.5.6 Consumismo El consumismo es el medio por el cual el hedonismo actúa, también es una forma de mantenerse a la vanguardia en cuanto a gadgets que lleven a la autopreservación del cuerpo, para que lo mantengan en forma y saludable para llevar una vida cómoda. Ya sea que se opte por lo último en tecnología para adelgazar o por darle mayor longevidad a la vida. La sociedad de consumo no puede reducirse a la estimulación de las necesidades y al hedonismo, es inseparable de la profusión de informaciones, de la cultura massmediática, de la solicitud comunicacional. Se consume a elevadas dosis y a modo de flash, los telediarios, las emisiones médicas, históricas o tecnológicas, la música clásica o pop, los consejos turísticos, culinarios o psi, las confesiones privadas, las películas: la hipertrofia, la aceleración de los mensajes, de la cultura, de la comunicación están al mismo nivel que la abundancia de mercancías, parte integrante de la sociedad de consumo. El hedonismo por una parte, la información por otra. La sociedad de consumo es fundamentalmente un sistema de abertura y atención, un medio de instrucción flexible, «digest» sin duda, pero permanente. (Lipovetsky, 2007:110) Todo esto como consecuencia del liberalismo que tiene la esfera privada y la capacidad del individuo a definirse constantemente, aunque estas transformaciones pudieran parecer contradictorias no lo son, en la medida a que obedecen al gusto individual. La manera en que el consumo determina el actuar se puede apreciar claramente en eventos como el Black Friday2, en el cual miles de personas estadounidenses derrochan millones de dólares para generar en ellos una realización personal. Algo similar ocurre en México con el Buen Fin, en la que las grandes cadenas comerciales se unen para ofrecer ofertas, remates y 2 Día que inaugura la temporada de compras navideñas con significativas rebajas en muchas tiendas minoristas y grandes almacenes. 66 bonificaciones en artículos que no suelen ser de primera necesidad para otorgar al consumidor la opción de ser partícipe de la vanguardia tecnológica con la que cuenta el mercado y así generar la satisfacción de actualización en contraposición a la obsolescencia que los artículos de su hogar poseen. El consumo está destinado a satisfacer ya no el ansia de distinción o superioridad de clase, más bien las necesidades emocionales, afectivas y corporales de los individuos. La publicidad tiene un efecto determinante en el consumismo, pues mediante ella, se dicta el estándar de lo que está de moda o de aquello que se muestra como paradigmático dentro de la cultura a la que pertenece y a la que aspira, que básicamente es promover un hedonismo sin consecuencias graves, por ejemplo, comer en exceso y adelgazar sin ejercicio. 3.5.7 El gusto como criterio valorativo en el postdeber La estética ligada con la esfera privada tiene su pertinencia debido a que a través de ella la persona tiene la posibilidad de crearse a sí misma, en la medida de factores como nivel socioeconómico, familia, amigos, entre otros. Este crearse a sí mismo tiene que ver al cuerpo como una obra artística que continuamente se está recreando a sí misma para convertirlo en un ‘así lo quise’ que en el yo la vía por la cual hacerse dotar de sentido mediante una continua construcción del cuerpo y sin importar que parezca contradictoria su opinión en los tópicos en los que participe, de esto se trata el movimiento. Individualización significa centramiento en el yo -increpan, sobre todo, los apóstoles del status quo, y con ello dicen más acerca de sí mismos que de aquello que creen criticar-. Mientras que en el antiguo sistema de valores el yo debía ser siempre subordinado a las pautas del nosotros (Beck. 1999: 18-19). Como se ha estado reiterando, el hombre es una categoría vacía y sin un sustento último, por lo cual, al admitir la contingencia en el conocimiento y en la ética, sólo le queda el proceso de creación a través del cual reformula su actitud ante el mundo mediante el hedonismo, narcisismo y el consumismo. Pero también la estética se aleja del metarrelato de lo sublime. 67 La creación estética de sí mismo tiene como finalidad cumplir el gusto de cada quien, pues dentro de su privacidad puede ser quien quiera ser y desempeñar la función que más le convenga al gusto; de acuerdo con Lipovetsky (2007) frente a una enorme gama de posibilidades, el consumidor vive a la carta, tiene cientos de canales de televisión, múltiples medios de comunicación, hipermercados inmensos para seleccionar sus productos, una ola de marcas de ropa de todo tipo, de todos los estilos, un sinfín de restaurantes especializados o exóticos, de esta forma se asume la propia singularidad como original y propia. Con el fin de promover un ambiente de diálogo y tolerancia con usos y costumbres diferentes se opta por una ética que haga pequeñas las diferencias culturales para abogar por la aceptación de éstas como parte de la sociedad, incluso a la que se pertenece, y aunque particularmente no se lleven a cabo esas prácticas lo mejor es respetarlas y aceptarlas, además de entender que si se entra a su cultura deberá seguirse cierta normatividad propia de ese entorno, para así respetar la diferencia. Otra línea de investigación ética relevante es la preservación y disminución de daños al medio ambiente, desde el comienzo de la modernidad se vio a la naturaleza como algo que había que dominar y transformar, especialmente a principios del siglo XX cuando el proceso industrial comenzó como una producción cada vez menos artesanal y más como producción en serie. Mediante el uso de combustibles fósiles como el carbón mineral y el petróleo hasta la utilización de energía atómica para producir energía. Todo esto coloca a la sociedad industrial como aquella que explota los recursos no renovables de manera irresponsable; pero con el paso del tiempo esta sociedad cayo en cuenta de que los recursos fósiles está limitados y que terminarán escaseando, por lo que se tiene que desarrollar paulatinamente formas que disminuyan ese consumo y optimicen su eficiencia. Cuando surge la alarma por parte de los especialistas, que la industrialización tiene una consecuencia negativa con el medio ambiente, surgen los intentos por salvaguardar los ecosistemas; ante tal planteamiento, antes de incorporar cierta tecnología al sector 68 industrial se miden los riesgos que implican, así la sociedad pasa a ser de riesgo, pues representa un riesgo que se mide a través de la toma de decisiones, es así como surge el concepto reflexivo como contraposición al sistema industrial. Otra cuestión a considerar dentro de la sostenibilidad es orientación a la creación e implementación de fuentes de energía alternas a las ya conocidas, tales como la energía solar o eólica que contribuyan a una mejor calidad para las generaciones futuras. Ante un panorama en el cual el estado ya no se ocupa del bienestar de los ciudadanos, éstos se encuentran en posición de formarse a sí mismos, para desarrollar, en la medida de lo posible su individualidad y autonomía respetando las leyes que del estado emanan, así que tienen que hacerse a sí mismos para beneficio de su individualidad. Así también se delimita el actuar en su esfera privada, pues pueden realizar sus gustos, pero siempre estarán delimitados por la esfera pública, ya que el mercado proporciona las posibilidades de producción para el consumo, la cantidad que le es remunerada por sus trabajos o reduciendo sus prácticas a través de las leyes. 3.6 Conclusiones del tercer capítulo Entonces, ¿Cuáles son las condiciones bajo las cuales plantear la ética? La respuesta es, si se pretende la posibilidad ética hay que dejar de lado todo intento metafísico que fundamente las obligaciones morales, ya no tiene que ser algo que carezca de bases empíricas, que sea universal e inmutable, en su lugar se plantea que la ética se haga ley, para que, de este modo, regule las reglas del juego de la sociedad y que tienda hacia una preservación del ambiente, tema fundamental que no tiene que ser dejado de lado al tener en cuenta una propuesta ética. De esta forma se concluye que hay tres modos de regulación ética 1. Político, porque con base en un sistema democrático liberal se fomenta la aceptación de la diversidad y da paso al reconocimiento 69 de la esfera pública y privada, además de implementar políticas, además mediante sus tres niveles de gobierno (en casos como México por ejemplo, que divide sus poderes en tres) tomar decisiones sin caer en “dilemas éticos” pues atienden a la eficiencia, el cual es criterio ético, más con menos. 2. Jurídico, porque a través de él se establecen los mecanismos por los cuales el sector público y privado (económico) tienen que realizar sus prácticas, además de regular el comportamiento en espacio público para así no violentar los derechos de los demás. 3. Estético, porque mediante un constante hacerse a sí mismo, como un hedonista, narcisista y consumidor, o guiarse por el gusto, así su gusto sea el del deber, la persona logra su realización personal, sin atender a los demás. Uno y dos conforman la esfera pública, aquel espacio de apertura y de obligaciones ciudadanas, en la que se está gobernado por leyes que hay que respetar para no sufrir reprimenda, dejar de lado el término ‘justicia’ cambiándolo por el de legalidad. Tres es la que está conformado por la esfera privada, en la que el individuo tiene autonomía de ser quien desee siempre y cuando esté apegado a la legalidad, la forma de definirse es el gusto, a través del postdeber que lo lleva a plantearse máximas que lleven a su pronta consecución. Y que tienen como meta generar bienestar evitando el dolor o sufrimiento. Con el fin de promover un ambiente de diálogo y tolerancia con usos y costumbres diferentes se opta por una ética que haga pequeñas las diferencias culturales para mejor aceptar que son parte de la sociedad, incluso a la que se pertenece, y aunque particularmente no se lleven a cabo esas prácticas lo mejor es respetarlas y aceptarlas, además de entender que si se entra a su cultura se van a tener que seguir cierta normatividad propia de ese entorno, así se respeta esa diferencia. 70 Otra línea de investigación ética relevante es la preservación y disminución de daños al medio ambiente, desde comienzo de la modernidad se vio a esta última como algo que había que dominar y transformar, especialmente a principios del siglo XX cuando el proceso industrial comenzó como una producción cada vez menos artesanal y más como producción en serie. Mediante el uso de combustibles fósiles como el carbón mineral y el petróleo hasta la utilización de energía atómica para producir energía. Todo esto coloca a la sociedad industrial como aquella que explota los recursos no renovables de manera irresponsable. Pero con el paso del tiempo esta sociedad cayó en cuenta que los recursos fósiles está limitados y que terminarán escaseando por lo que se tiene que desarrollar con el paso del tiempo formas que disminuyan ese consumo y optimicen su eficiencia. Cuando surge la alarma por parte de los especialistas que la industrialización tiene una consecuencia negativa con el medio ambiente surgen los intentos por salvaguardar los ecosistemas, ante el planteamiento, antes de incorporar cierta tecnología al sector industrial se miden los riesgos que implican, así la sociedad pasa a ser de riesgo, pues representa un riesgo que se mide a través de la toma de decisiones, es así como surge el concepto reflexivo como contraposición al sistema industrial. Otra cuestión a considerar dentro de la sostenibilidad es orientación a la creación e implementación de fuentes de energía alternas a las ya conocidas, tales como la energía solar o eólica que contribuyan a una mejor calidad para las generaciones futuras. Ante un panorama en el cual el estado ya no se ocupa de bienestar de los ciudadanos, éstos se encuentran en posición de formarse a sí mismo, para desarrollar, en la medida de lo posible su individualidad y autonomía respetando las leyes que del estado emanan, así que tienen que hacerse a sí mismos para beneficio de su individualidad. Así también se delimita el actuar en su esfera privada, pues pueden realizar sus gustos, pero siempre estarán delimitados por la esfera pública, ya sea cuando 71 el mercado proporciona los productos para su consumo, la cantidad que les es remunerada por sus trabajos o reduciendo sus prácticas a través de las leyes. 72 Conclusiones A través de este recorrido se han intentado demostrar las afirmaciones que se hacen en la introducción, en primer lugar demostrar la noción trascendental del hombre para poder fundamentar la ética también trascendentalmente. Para Kant, el sujeto trascendental a todo conocimiento surge de estructuras a priori, no va de los objetos, sino de los conceptos, representaciones o juicios a priori de los objetos. Trascendental es el conjunto de las leyes internas del espíritu que son condición de la experiencia. Aunque Kant acepta las determinaciones de espacio y tiempo como elementos que posibilitan la experiencia para pasar después al entendimiento y formar, mediante las categorías y el esquematismo, los conceptos universales aplicables a la experiencia y que podrán ser llamados conocimiento científico. Sin embargo, para el mundo de la vida y el trato con los demás esto resulta insuficiente, puesto que el conocimiento que de la razón pura emerge, es incapaz de dar las pautas para la convivencia, en su lugar y de manera análoga, Kant, en la razón práctica analiza cómo tiene que ser el trato con lo demás, pues al parecer considera que la moralidad es el mayor acto de dignificación de la condición humana, pues a través de él logra acercarse a la condición divina y felicidad eterna. De la mano del deber, prescribe lo que es realizable no contextualmente, sino lo que puede ser universalizable en toda acción, nace el imperativo categórico, es el resultado del trabajo a priori de la razón, pues la razón debe de gobernar a la voluntad eliminando las tendencias y buscando a la acción como buena en sí misma y no como medio. Preservando la dignidad del hombre como algo supremo que tiene que regise por la buena voluntad, de esta manera se asegura la felicidad, si no en el plano vivencial sí en el plano de la eternidad. 73 La libertad del hombre consiste entre seguir la prescripción del deber o no seguirla, de esto depende la felicidad, de la elección, con el imperativo categórico se determina que, sin atender a la situación del contexto, se puede universalizar un modo de actuar, a saber, uno que sea tan objetivo que cualquier hombre en ese escenario actué de la manera en que todo hombre actuaría. Desde finales del siglo XIX y principios del XX se da una crítica a los sistemas totalizadores, en este caso con el sistema kantiano del conocimiento y ético, más específico aún, con el sistema ético kantiano el cual tiene como base la afinidad con la identidad, es decir, que es aplicable para un contexto determinado y para los que no sean así se tiene que imponer, pues pensar de otra manera no es algo correcto; el pensamiento moderno acarrea consecuencias negativas, puesto que atiende a abusos y anulamientos de lo diverso. Pues básicamente el pensamiento moderno, y de toda la tradición filosófica según Heidegger, está anclado a la identidad, como pensamiento onto-teo-lógico Tanto Heidegger como Habermas identifican el pensamiento moderno como aquel que da origen a las grandes ideologías y tiene en mente alcanzar una utopía en la que todo sea armónico, Lyotard considera que la idea utopía son metarrelatos y que es necesario terminar con ellos, pues únicamente han llevado a excesos en el uso de la razón, tanto en el trato con los demás como en el trato con el ambiente. Lo quiere decir, en el terreno ético específicamente, que la justificación trascendental entra en crisis al ser un metarrelato sostenido en la identidad y que no tiene en cuenta la diferencia, lo que genera malestar para todos aquellos que no son partícipes de estas ideas, había que ser cosmopolita al estilo en todo se pensará bajo un marco hegemónico, en el que perdura una sola ideología a cumplir. Con la llegada de la industrialización, el triunfo de la producción en serie, y los medios de comunicación, la situación ética se enfrenta a un nuevo panorama, aquel en que una sola perspectiva no alcanza para reglamentar el comportamiento con los otros. Pero para lograrlo hay que tener en cuenta lo situado del contexto para llevar a cabo una reglamentación, no ya una que haga posible que el trato 74 con los demás, sin importar de quién se trate, sea posible, para lograr esto tiene que tener en cuenta los juegos del lenguaje y su uso performativo, de este modo se logra establecer la pauta para una convivencia armónica. Para lograr esto se propone instaurar el cumplimiento ético en el cumplimiento de la ley, así se evita tener una ley ética por un lado y una ley jurídica por el otro; reduciéndola a una sola, la ética hecha ley en la cual ya no se juzga en términos de bueno o malo, sino en términos de legalidad, es decir, cumplir lo ético actuando de manera cívica con apego a la ley y cuyo castigo está estipulado, así, quien las infrinja lo hará consciente que va a recibir una penalización. Así es como se plantea en este modelo una ética mínima reflejada en las leyes. Para que esto se lleve a cabo de manera satisfactoria hay que tener en cuenta el modelo político con que un estado cuenta, ya que este trabajo sólo se ocupa de aquel que cuenta con un modelo político democrático y con un modelo económico liberal o neoliberal, México, por ejemplo. En el cual dicho liberalismo permite la división de la sociedad en dos: lo público y lo privado. En el ámbito público se encuentra mencionado en el párrafo anterior, que va a estar gobernado por las leyes, también el ámbito privado va a estar limitado por este ámbito pero de manera indirecta. Lo público es aquel espacio que es común para todos los integrantes de un estado, en el que la convivencia es uno de los retos a cumplir, por este motivo, la ley se plantea con imparcialidad en el cual las creencias y el grupo cultural al que pertenezca se ve reservado al ámbito privado, sin embargo la ley contempla el respeto a la cultura. Así se establece que dentro de credo o cultura hay un código moral interno el cual tiene que ser respetado, pero este código privado en ningún caso supondrá alguna violación de la ley, por ejemplo, si dentro de un templo su código moral particular (juego de lenguaje dentro de su religión, específico) contempla el descalzarse, quien entre en ese lugar tiene la obligación de respetar dicho mandato, debido a que lo está realizando de manera consensuada y no viola alguna ley emitida por el estado, así logra respetar algo que no pertenece a él y que no vulnera su integridad. 75 Para los abusos de ley que intenten limitar de más a la sociedad, cayendo en censura exagerada, manipulación mediática o la expresión de ideas existen organizaciones mundiales que intervienen haciendo ver que eso no tiene que pasar, pues acarrea un autoritarismo. Otro punto es la conservación ambiental, la industrialización trajo Como consecuencia el abuso de recursos y la disminución de las áreas verdes, tener en cuenta esto, es propio de una sociedad reflexiva que dé la cara a esos problemas, para pensar sosteniblemente y ver por el futuro con base en el presente, no como una utopía, pero sí para permitir que las generaciones futuras no se encuentren confrontadas con un entorno dañado en que poco o nada se puede hacer al respecto, para eso, las políticas ambientalistas tienen que poner en marcha programas de energías alternativas, porque bajo el modelo de estado mínimo se contempla que cuando un solo recurso para todos se debe gestionar el cuidado a organizaciones que lo preserven y distribuyan, tal es el caso de los entornos naturales. La función del estado ya no es un estado de bienestar, sino un estado mínimo que únicamente otorga las reglas del juego y que permite el desarrollo de la individualidad como mecanismo para la obtención de recursos, aprovechar una cualidad física para un deporte o para ser artista, etc., sin que los demás se vean obligados a remunerarlo, pero si a los demás les causa gusto entonces verá de esa manera asegurados sus ingresos. Lo privado es lo que permite la realización de la individualidad, para hacer del yo una obra de arte a través del hedonismo y consumismo, aceptar que somos hijos de la libertad y que cuando se opte por iniciativas que formen parte del estado, como Greenpeace, PETA u otras organizaciones civiles que parecen tener más repercusión que el estado, no se puede negar que el acato a las leyes del estado permiten que se lleven a cabo tales elecciones, porque mientras el estado reglamente el trato con los otros habrá espacio para poder hacer estas u otras elecciones. Dentro de este uso privado, la realización del yo se puede llevar a la carta, al gusto, tener un interés propio que en algunos casos lleve a la solidaridad 76 no como un sacrificio, Sino como generador de un estado de bienestar al actuar de dicha manera. Por último, como se puede observar en este recorrido se ha intentado mostrar que la posibilidad ética contemporánea no tiene que estar anclada a una argumentación trascendental e independiente del derecho, la política y la estética, sino que debe estar expresada en estos últimos; actuar éticamente quiere decir respeto a la autoridad, actuar con legalidad y guiarse por el gusto para ser plenamente parte de una sociedad en la que continuamente se menciona que se vive un derrumbe de valores, cuestión Inadmisible, pues lo que hay es una reorientación ética, si se ve de esta forma, posiblemente los que escriban acerca de ética contemporánea se alejen de una visión pesimista y sentimentalista y se pongan a trabajar con lo que está dado para seguir el curso de esta orientación presente 77 Bibliografía Beck, Ulrich. Hijos de la libertad. Buenos Aires: Fondo de cultura económica de Argentina, 1999. —. La sociedad del riesgo: hacia una nueva modernidad. 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