c^íA ^Er^ c^sA^o n^ s^^A

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c^íA ^Er^ c^sA^o n^ s^^A
EN ESTADO DE LARVA
Aunque, desgraciadamente, aún no se han realizado las
osperanzas que abrigó el ilustre Mr. Pasteur, « de que era
posiblo el descubrimiento de los medios apropiados para
que los gusanos adquioran el vigor y robustez necesarios,
que les ponga á cubierto de las enferm©dades accidentales », los estudios verificados en los últimos veinticinco
años por los centros de experimentación establecidos en
todo el mundo, aplic^tdos según las condiciones especiales
de cada país, han conseguido crear una industria nueva,
de resultados constantes y positivos .
Pacientemente estudiada la vida del gusano de seda,
todo está previsto, desde el local más apropiado, hasta el
último de los útiles necesarios.
flel obrador.-Así como á toda clase de animales útiles se les destina su habitación especial , así también
asignamos la suya á la larva del gusano de seda, que recibe diversos nombres según las localidades, y entre nosotros ol de obrador.
.
-44-
Para obrador aprovecha cualquier habitación de la
casa de labor, siempre que, naturalmente, sea tempIada,
sin ser muy calurosa, bien soleada, seca y ventilada.
El obrador construtdo de planta tíene sus lados mayoros orientadOs á Norte y Sur, grandes ventanae á esos dos
vientos, provist^^s de vídrieras y de persianas, ventanillos
con tela metálica y puert^^ de corredera, situados en la
parte baja, para dar entrada a1 aire exterior, que sale del
local por las chiuieneas de vontilación de la parte alta del
obrador.
El mejor obrador para las primoras edades del gusano
es la cocina, por ser la habitación más caliente ó la más
fácil de calentar y la más ventilada.
^
Zarzos. -A las lejas ó estantes en que vive la larva le
damos ol nombro do zarzos; puedon construirse con materiales diversos: tablas, esteras, cañas, etc.; los más pr•ácticos son los de tela metálica.
Para el mojor ^zpr•ovechamiento del espacio disponible,
se montan los zarzos sobro pies derechos, formando castilletes, á los que damos el nombre de undanas.
La figurrz 9.x representa un^i andana desarm^iblo, muy
útil y económica, capaz para media onza de semilla. Los
pies der©chos están provistos. de aisladores de hojalata,
para impedir el acceso á los ratones. L,i subida de las
hormigas se evita poniendo cordones impregnados de
aceite de alquitrán por debajo de los aisladores.
Las andanas se sitúan separadas de las paredes para que
el áire circule bien por todas partes y las operaciones de
la crianza se hagan con toda comodidad.
La superficie útil de zarzos necesaria para la crianza de
- 46 una onza de semilla varía con el flu que perseguimos: 36
á 40 metros cuadrados cuando la arianza sea purameute
industrial, 56 á 60 metros cuando la destinamos á la reproduer^ión.
^aleiacclón del obrador.-No siempre durante la
crianza es la estación tan favorable que la tomperatura
del obrador es la que necesitamos; de aquí la neeesidad
de dotarlo do modios adecuados de calefacción para obte. nerla á voluntad.
El hogar ordinario emplazado en una de las paredes
sirve para elevar la temperatura; tiene la vontaja de ventilar fuertemente, pordiéndose mucho calor, por cuya causa su empleo es titil solart^ente en las comarcas abundantes de leña barata.
Nos da buenos resultados un hornillo construído de ladrillos en la parte exterior d©1 obrador; la chi^nen©a, también de ladrillos, atraviesa la pared, sigue por el suolo
adosada á tres paredes del obrador, continúa verticalmente on tubo de chapa d© hier•ro provisto de válvula
para regular ©1 tiro, desembocando en una de las chimeneas de ventilación del obrador. La calefacción se haee
can carbbn del gas, no Ilegando ol conáumo en las venticuatro horas á 0,50 de peseta.
Las mod©rnas estufas de corriente continua son también muy útiles y económicas; hay dos clases: en una, el
cierre es de agua y en otra de arena; estas últímas son
mejores para el obrador, porque no hay evaporación del
agua del cierre, siempre perjudicial para los gusanos.
La estufa debe instalarso de modo que el calor se distri^buya por igual á todas las andanás.
- 47 -Cuando solamente ae dosea contener el descenao de
temperatura ocasionado por el enfriamiento de la noche,
se emplean braseros disemit^ados por el obrador, siempre
que, como se Y^a dicho, tenga ventanillos y ch]monoas de
ventilación.
Termómetro.-La temperatura del obradot• se deterinina por medio d©1 term6mctro centígrado ordinario. Es
muy conv©nient© disponer d© dos termÓmetros, úno siempre fijo en la pared, que rcpresonte el término medio de
la temperatura dol local, y otro mdvil, p<artt. poder a]^reciar la de los zarzos más bajos y más altos de las andana5.
Higrómetro.-Uno de ]os mayores enemigos del gustzno de seda, particularmente en sus últinias edrades, es I^
humedad, que debemos combatir sin descanso; para conocor el grado de intansidad que tiene^ e] ambiente del obra•
dor, no basta la práctica, precis^t el emp]eo de] h;grómetro;
basta el de Saussure; la aguja debe oscilar entr© el 60
y el 90.
Deslechos.-Los lechos que forman la hoja no consumida y los excrementos de las larvas producen emanacioues peligi•osas; para evitarlas, deslechamos cada dos días,
ordenando la partida en dos grupos, deslechando un grupo
cada día.
Para deslechar, se cubren los gusanos con pliegos de
papel de ©etraza perforados; sobro los papeles se extiende
]a hoja de morera, qu© busean ]os g^sanoa atravesando los
vriñcios del papel; cuando todog lna gusanos han pasado,
tti
sc mudan l05 px^eles á ^ ,tro zarzu liml^io, se recogeii los
lechus y se c^chan fuera del obrador.
h:n vez de papel empleamos tambié ^i redes cie hilo l^rv^ni^ntc; ti ^jnen 1 ^ ^ vent^3ja d© poderso l;ivar duraute mneh^»
,^ iios.
Embojado.-- t•a eml^oj;ido 6 bos^lue en que luti gus^^uo5
d^^ s©da confeecionan su c^i^^^ullo se forma con ycrbas ú cun
r,^millas d^^ arb^ ^ ^tos, seca,, de;lg.Idsis y tleYibles; sirven l^i
^rchico^•ia a»aa-^•^a, la bola^^a, el brezo, el cuntueso, el collejór ^ ,
cl esp ^lie^o, el ro^n.ero, la jarcc, la ^r^^^^ ^Ireselva, Irt ^rabcc ^ ii-zci, I;1
lioj^i reina,, ol cclbccr^lín y otrati miich,iti pi^^nt^^5,
Marcha de la crianza. -^'olv^^ i ^^ o5 á 1:^ incubación,
<^u<^nd^^ 1 ^^ semill, ^ bl.^n ^ lne^i y ^•ur ^ r^ dr^ ^•n ]^^ 51^rimE^r^is hor^»
Fig. 10.--c^^tin^ns i«cií:^ ,wiv,^nus.
d^• la m^^ ña^ ^a se veu algunas pequeiias l^irvas sobre los
tules, qt ^^; an^l;iii dilige ^ites e ^1 busca de su alimetito.
^obro los tules ó avivadores ^onemos hojillas de morc^r;^, tiernas, am^rillentas y velludas, racién eogidas, ^í Is4
- 49 que . acuden las larvas cubriéndolas, devorándolas, haciendo de ellas, en poco tiempo, una especie d© finísimo
encaje.. .
, Elevamos la temperatura del local de incubación hasta
que, con corta diferencia, sea la misma que la del int©rior
de la incubadora; doblamos al cuarto .un pliego de papel
de estraza, y á las dos ó tres horas de iniciada la avivación
sacamos de la incubadora los zarzos cargados de semilla,
trasladamos las hoj illas con los gusanos (fig. 10) á los papeles, formando con ellos un rectángulo interior de ancha
margen por todo su contorno. Una raya de lápiz hecha en
el margen del papel indica que los gusanos pertenecen al
primer día d© saca d© la incubadora.
Terminada la saca, ponemos nuevas hojas frescas cn la
incubadora paca recoger las larvas dispersas y las más retrasadas en avivarse d©1 mismo día; á las dos ó tres horas, _
las sacamos d^ la incubadora, colocándolas en el mismo
papel.
Igualmento procedemos en los dos ó tros días siguientes
que dura el fu©rte de la avivación, ó, si conviene, hasta que
sólo queden cascarones vacíos,coucluyendo portener todos
los gusanos nacidos cada día en papeles distintos, numerados con rayas que indican los días de saca do la incubadora.
El hecho de avivarse la semilla en varios días se cumplo siempre aunqu© procedu de la postura de una sola
maripusa, obligando á llevar la crianza escalonada, lo que
ocasiona molestias y perjuicios de consid©ración quo se
©vitan igualando los gusanos para que todos á la vez hagan la subida á las bojas. La igualdad ó emparejamiento
d© los gusanos la ofectuamos durante la segunda edad,
pues ©n esta primora, que la larva está aún muy delicada,
a
- 50 la dejamos que coma cuanto quiera par^t que ^Ilcanc© cl
mayor ^rado posibl© de robustez.
EI níimeros de ceóos 6 comidas que damos á las larvas
e ^t esta primora edad es el quo buenamente COIISIIh]e[l,
siempre do la hoja más tiorna, amarillenta y peluda que
encontramos en las morer^IS, ettendid;^s sobr© las larv^+s
y por los borde5 del lecho, p,irí ql1C 50 d15tfl1](',lell L1n^iS hc
Otl'aS.
Cuando los lechos tienen l^I altur^t de uii contímotro
pró^imamente, deslechamos, aprovcch;lndo I^I subici^t dc
las l^^rva5 á las hoj, ^ s qi ^ e c^^Lt+ndemos c^ld^ ^ vez m^zs ^eli,^-
FÍg. 11.
-(il"^,ANUti LLli^idTDO :1 LA I'ItIJIIiH.A All"f^A.
rad^^ 5 en otro dc los dol^leces dcl p^^l^ul, • ouclliyc^nclu l^ur
oc,up^^r todo ell^li^+eo.
Sostenid^I la temperatnr,I entro los 2(1 y 2?", á loa sictc^
tí ocho díns d© n,^cid<I5 1;I5 l,trv^is liic^rcicn cl apc^titc^, comen nienos, mueven con frecui^nci ^ l 1a c;I}fcz. ^ , 1, ^ ^ ^ icl tic
les pone torsa, es quo se ; ^ vecin^^ l^i 1^ rimc+r^i mnd,t (tig. 11):
dnrante é5t<t las I^II•^^as clucdan i ^ unc5viles c^n l:I cr ^ bcz. ^
]c+^•<int^ ^ d;I (1i^. 12).
Iiecic+n ^^^lidas cic 1; ^ mud^ ^ 1<ts 1 ^irv; ^ 5 ticnen l;I pic^l i^iás
arrug^td ^l, d© color gri5 ceniz^i y eubiert<t de 1 ^ +^ntos 1>ri-
ll,IUtc^s quc vemos con c;l auxilio dc u ^^ a le ^^ tc do ^IUmcnt0 ^Ilfor. 1^^^.
T)urantc 1 ^i mucla, que dul,z de trei ^it: ^ a cu ^lrenta hor^^ 5,
lrlra f: ^cilitzr el desprendimi©nto de 1; ^ piel, b^ ^ j^ ^ tnos 1,^
tomperatura iinos 2°, procura ^ldo que el a^nbicnte n^ sen
muy seco.
Como teneuios cuatrc^ pliego; de gusanos, correspou-
Fig. 12. -I(at ii;^uo i.a rfunirr:^ eiuna.
clit^^nto5 á los cuati•o dí^is dc saai, 1;^ primcrri uittcl^t l;i c^Fect^í^in taiubi^ii escalon^zd^i; l^oro a}iora, quc los ^;u^;ii^os tioncn yu el vi^•or stilicicut.r, liroce^^rint„ á^u c^n^l^^^irc•j;i^iiic^iitc^ sin nii^^^u^,^ cl^c5o c^ic^ c^^nto^nt^l;ic^^it^nt^s.
Fig. 13.-Iti;rii.s s,u.ii^u ni: i..^ rttuiracn ^iri^.^.
Tcrmin,cd,^ ^^t^r cc^m^^lc^to l,i ^uucj^i ^^n c<lc^,^ ^^lir^no, e5 clr^('ÍC^ C111111(^Il Vll I10 ^'t'lllO5 Illll^.n,'lÍll
r;'Uti;Sllc) S1[1 ^l^l^)CC ('011-
cluído, d,i^i^os uii ^^rimor cul>o muy cl,tro do l^oc,t hoj.^,
dej ^u ^ do transc^trrir seis ú o ^ •lro hor<3s p:^ r^^ d^u•]e^ cl sogundo ceuu, rucuu5 claro, d^, {^rotes entcros de mor©r^ ^ ,
j^< ^ r,i deslechar c^^ ^ r cllo^, .^^1, ^ rando mucho los ^usanos.
1'or su ord ^ ^n dc^ nurner^^^^i^i ^^ srnnctemoa los plie^os do
gus. ^^ ^os á tcmlr ^^r^^turis di1'cr^•ntes, dne ^•arí^n entre sí de
`?,5 ^i ,3", : ^ umuntan^lo t•1 n ^ím ^ ^ro do ^^•l^uti cliarios ^í los
l,li ^+;•os ^^ ^ ic ur^, c,ilur r^•^•il,en. .^sí: ^ ^ li^•^r^, n ^ím. 1, á otr, ^
h ^^ Irit. ^ cihn `? <5 3° lror b^rjo; n ^íin. `l no ^c ruucve, ^lucdt^ á
]r ^ nrisnln to.nrprr^^ tirr ^^; núm. `.3 ,í otri h,ll^^il^.,i ^^i^ín 2 ó:3" nrás
alt, ^ ; n ^ínr. ^ á oti•a h, ^ I^it^ci^ín `? ^í .3° ruás , ^ lta ^ lue l;i , ^ i ^ tr^^ria•. Loa celros di,iriu^ sou: j^li ^ ^nu núm. 1, t.rc^; hlic^^r nií-
F(g. 14.-^;C^:^su5 t.^r.c.^^uu S c.^ sr:uC^.^,> >ii'ua.
me ^°o 2, cu^ ^ tro; :3, r^inco; 4, 5r+i>. l;uda ^•cr, quo d>unr ^^ ^ u ^
c^rlro, hncenws un; ^ raya dc ^•e5o _r^n cl lrlicgo corro^l^ron-
dirr ^ tc: la snm, ^ de las ra^•. ^ ti nos 5ir^•e d^+ ^;i ^ í, ^ irara c^rn^^cer apro^im^id,^mrnte lo quu f^ ^ lta á lo^ gus ^tnos de c^^da
}^lio;o 1^, ^ ra ^gu, ^ Ir^ rsu con luti d^m<í; l,líe;;u,.
^VoSicml^r^+ ^^ncoutramo^ l^rol>ici, ^ á 1, ^ \', ^ tnrv ^ lezu l,, ^ r^t
soriictur^o h r ^ u^^5t,r ^ 5 c^igc^nci, ^ s; de ;r^{ ^^ í ^ {ur^ 1.^^ rcgl; ^ ^
^^^lrue^t^^ s ^ir ^ turiormcrrte Ir ^ r^ ^^I ^^ml^ ^ su•o.Í^uuionto du I^r^
gttsanos no ^^u ^ ^dan considrrar5o con^^, ri^uro5; ^ ment^,
e^: ^ ct. ^ 5; pero c ^^ id, ^ n^io d^ ^lnc l05 celro5 5u. ^ n s ^ pro^im. ^ d^ ^ nicuto i^n ^^ les un c,uitid^ ^ d d^^ hoja, ^ u ^ iforrnemenlc di^trilruíd. ^ , bieu cons ^ rniidos por lus ^; ^^ 5, ^ no^, á lo^ q ^ ro Ics
-
J^
-
dejanios el tiempo necesario 1)^Lra su diáestió ^^ , de5lcch ^uido y aclarando con frecuencia, adela ^^ ta11f10 ^S retra5ando
cl pliogo quo lo neccsite sc^• n indi^ lu© 1.1 suma de las ra•
Fig. 15.-Il.^i^ir:.`im i.:^'.se^,^ so.^ >iunn.
yas di^ yc5o ^^ 1 sxlir dc 1;1 se^und;l muda, tod^)51os gus,lnos
do la 1)artid^i los tonc^ ulos i;u, ^ les, 1)tlclicndo llc^<^r á l,l v^^z
^L ^tl 51111Í(la ^L ^t1S 1)O ‚ 71S.
Á los Seis ^í sietc dí<i5 des^u^s d© 5;^li^ios de 1,1 prim©r,i
mu ^ 1 ^i ol ^5c^cv ^^mos ^ ln ^:, los ^115,^1ios no cousnui ^ ^n 1^>^ cel^ ^o5;
es ^ ^no sc , ^ 1 ^ rc^Yima otr;i lni ^^ 1, ^ , Irl 5e^lu^d<L, i^uo ufcctú^^^i
cou los mi^ut^is c^lr^ct^+ruti ^^nc 1,1 , ^ nt ^ ^ri^)r (li^;u ^^. ^ ti 1-1, 15
ti^ 1(i).
Fig. 16.-Itr:,^ii;^ n,u.iu^^á n:^: ^..^ Si^:^^uvnA ^icn.^.
'1'crlninad ^ l 1 ^i sc^unci,^ niud ^^ , lc^s ^1 ^ 5; ^ no5 entr,^ n cn 5u
t ^+rccr ^i ed, ^ d; ^ 11 s^ +^i ^ u ^ i ^^ c^^l ^ o 1 ^^^n^+nlo5 lo, ^), ^ ^,^^les he,rf^^r, ^ d^)s li;^r,i d^^^^l ^^^^.h^ ^ r c^)n olli ^^, y,Ll tr^^ til; ^ ^, ^^ •los á< ^tr<^s
zarzos los colocamos separados unos de otros p^ira qu© los
bitsRn05 8@ aclaren cllos mismos.
Si al lovant^lr los l,apeles encontrlmos en ]os ]cchos ;us^inos quc no han tcrininado ];1 Inlld^^, los separamos Irira
adc]^uit^^rlos; pero si son dÉa^iles y onformizos, los tir,imos
í'uera d^] ol,rador.
1.1 oiul,arcj^icíos los gtisanos, orden^imos su ^llinlentaci„n á cuatro cebo5 di^rios, 1>i•incihi^ndo de ^inco ^í
^eis dc 1^1 m.^il;in;l y concln^•cudo dc nuc^•r á dicz ^lc^ 1<t
i,oc•he
T..^ t,+nll,c,•^ltur^^ d,+l ol,r:,^íor 1<1 sostcncmos ^•ntr^• lo, `?1
Fig. 17. ^;r;nsos L^.,:an^uu ,S i.n ^rr;iccr,cn ni^'nn.
^' `^^°; tP2111SCUl'1'Id<)S lOS 1T11s1110s dl<`15 (llle ell 17l Cd^ld 2111tt'-
rior, oi,5er^•amos los síntom,ls de ]^i tcrcci•^i ^uud:i (1i^uras 17, l8 ^^ l^a).
S,llidos los ^us;^nos dc la turcora nluda, cntr,ln ^•n I,i
cuart,l ed^ld, que dura dos ó tros días más ^llw I,^s dus
ed^^des ^lntcriores.
En cad^i doslecho acl^ir^^mos más y mzti, l,uc5 los gus^u ^os aumont^ul do voluulc^n du modo notuí^lc, d^sí,i,•udu
disponer dc^ ci©rto esp<lcio Ir,ir^l nlov©rso sin molcst^lrso
unos á otros. I^a vurd^ld que muy seh,lrados los gusxnos
s^o ^ollcluyon bicn los cel^,os, l,c^rdiE^ndo^e cicrt,l c^lnti-
dad de hoj.^; pero ^^i^^en mejor, se dee^rroll<1n más robustos y están menos eipuestos á conta^ios perjudiciales, resultando que los beneficios que ói^tenemos crian-
Fig. 18.-Hncu•:^^u [.n rr.i[c[•:[[.^ n[run.
do ]os gu5^tnos muy scp;u^;idoti son n^.I,yores ctl^^^ los pe^rjuicios ocasioi^^^dos por L^I pc^rdid;l ^1^+ hoja.
l^',l crccimi^+uto notxl^li, do 1^I larva reclam;^ nucstt^a
^ttenci^,n; y^t hetnos visto ^tue el frío distninuyo su ene ^ •^í,t
vital, retrasá»dol,t; qne cl c^lor, por cl contr.^rio, l^i ^tctiva, ^tdelantándol^i; do5 uxtl•enios pcrj udiciales i^ne j^rocurnmos eviti^r, sost^,nicndo 1,1 tcmpcr^iturrl entrc los 21 y
Fig. 19.-Kicru^:R sni.[uos u[: [,n ^rba<cr.[c:^ A[CUn.
los 23". L;I htuned^^d pro^iucida por la c^^apor;tci^5n cn
l^t hoj,^ y oIt los lcc}to5, por c^h<il.ICi(Sti on la rospir.^ci(Sn y eI ^ l;i pirl do l^t l^trv^i o^ ;thor,^ cl ms^yor pc^li-
- 56 ^ro lr^ra la crianza, que evitamos renova ^^ do const ^^ ^^ temente el aire interior del ol^rador por medio do los
ventiladores de la puerta de entrad^ ^ , de las ventanas;
y ctiando á eiertas hor^^ s de un dí ^^ prim ^lver;^l, de atmósfera muy densa y enc<llmad^, los el'ectos de l;i ventilación son nulos, faltando . ^ ire á los gus^inos y sobrándoles
humedad, quemamos lui poco de alcohol, consi^uiendo
a5í est,^blecer 1;^ corricnte, renovando el < ^ ire interior del
obrador.
Como ]x te^^ il ^eratur,^ de los z^lrzos más ^Itos de l^^ s ,^ n-
Fig. 20.-I,LP;i^nNliU Á 1_A C[".^It'I'A ^IL'DA.
danas es m^^ s elev<^ da ql^ o l,l de los más lr,^jos, los ^usanos que viven en ellos se ,^dcla ^lt, ^ n, desigu ^il^í ^^ dos^^; l^ar<i
e^^it^^ rlo, c^d^t vcz quo deslech^unos, los c<^ ml,i;imos de
z a rz^.
\^nestros gus^^i^os a^^ ,ip ^•o^i ^n,in á l^t cuart^ ^ mud, ^ , la
ni^s diFícil de tod, ^ s (fi;. `?0), l, ^ <lu© rucl^^m,l nuestr^ ^ uayor , ^ tencihn; dt^r, ^ nto 1^^ n ^ uda (fio•. 21) 1^^ ^'ocur;^mos di,111lIlUlr lil tC]]lhel'iltl1r31 l•I1 U11O^ (^ll^ ^I'11CÍ1)s }' I^U('^ t'^ ^U11-
l^i^^nt© ^^ 0 5e,t e^cesi^^;3 ^u^•nte ^^ce,o. !1l s^ ^ lir dc est ^^ cu; ^ rt, ^
muda la l^irv. ^ ticno l,^ trom^r ^ m ^^ y ^^ n^•1 ^ ,^. la hicl , ^ rr ^ ih^id;^ y de color gris ; ^ m,^ i•illento (fi^. 2`?).
Como si^^mr^re, esper^mos á c^i^o todos los giis<inos 1^;^yan t^r^niu^ido l,i mudl para d^^r el primer cei^o; ul 5c^;ando ceUo d^•^lech^i^nos, ^^cl^^r^ndo mucho y selr^r.^ndo
Fig. 21.-Ifrc^ ^rrn^uu i.:^ rr.urr.^ ut'ua.
siii coutemj^l,i^i^ín tudos l^^s gus^iuos de ^^spe^^to ^tn^rm^l
qua ericoutramo^.
F,st^ ed.^c3, I,i c^iiiiit,l, ^_lu^^ c3ura tin^>s c^i^^z día^, ^^s l;i ni^ís
Fig. 22.
ItFtrn;^ s:^Lioo uc i.:^ rr,ua'r.^ ^tr.^^.
pcli^iv^s,i ^r^r^t I,^ ^^i^^,i drl ^u:^^tno; <<hur^i u^^ c^^m^^, c3^^^^^^r,^;
^u^^^l^^ inurir ^i^ inc^i^esti^in, ^.iri^in^in^l<^ ^^tifcrm^^^l,^dc^s c^^nt,^oio5^^s ^1ne^ mr^rm,^u c^onsi^icrik^lrmciit^, ^^I rrtiult,i^iu
-G8Rnal de la cos©eha. Para prevenir ese accideuto c^:dama^ de qua Ia hoja eea lo más uniforme posib'c, poco
acuosa y fresca, dándola on cebos delgados y frocuontes;
sostenemos la temperatura, activamos la ventilación,
extremamos la limpioza, procurando que al entrar en
eI obrador únicamonte percibamos el olor de la hoja
fresca.
Á los seis ú ocho dias después de terminada la cuarta
muda vemos ya algunos hiludores, es decir, gusanos maduras, con ^la hebra sedosa saliendo por la hilera, que,
abandonando el lecho, andan diligontes por los bordes
cle los zarzos on busca de sitio apropiado parn confeccionar su capullo; es que Ilogó la hora de principiar el embojado.
En uno de los lados mayores y en los dos lados cortos
do cada zarzo colocamos las bojas do modo que el tronco
se apoye en el zarzo que embojamos y la cima en el zarzo
inmediato suporior, bien sujetas, arqueadas hacia dentro,
claras, que no impidan la circulación del airo y cuidando
de dejar ]ibros los papeles en que crSen los gusanos. Del
mismo modo, en sentido transversal alineamos boj.^s en el
centro de los zarzos, formando con ellas una especi© de
pared delgada que los divido en dos partes iguales, quedando el frente libre do bojas para el servicio do los gusanos.
Para sujetar las bojas dol zárzo más alto se forma una
eot•redera do cañas fija á los extremos de los piea derechos
de las andanas.
El olor que se despronde do lás bojas atra© á los gusanos hiladores; trepan por ellas y se dedican á la couf^cción de su capullo (fig. 23). Á las veintiocho ó treinta horas próximamente, el número de hiladores . aumcr.ta de ^
FI^. 23.
^^i',.^^u:; ii:i.;s.^u sl' ^.^r^i.i.u r:^ i..^s uu.i.^s.
-somodo considerable; terminamos el embojado dividiendo cada parte libre de zarzo en otras dos á tres partes;
transversalmento ponemos bojas alineadas en las divisiones, resultando los zarzos divididos en espacios de unos
60 á 70 centímetros de anchura, quo aquí llamamos casicas.
La masa general de la partida sube con brío á las hojas,
los lechos de las casicas van quedando casi de^o ^upados;
reco,^emos los gusanos de las casicas de los estremos de
cada zarzo y los trasladamos á las del c©ntro ochando fuera los lechos; la subida contintía, los gusanos se aclaran
en las casicas del centro; los recogemos todos á una ó dos
de las más altas de la andana echando los lechos fuera;
aún quedan algunos hiladores r+emolones; los recogemo,
todos y los encerramos on cucuruchos de pap©1 en los que
terminan su obra.
Á los tros días do iniciada la gran subida do los gusanos, las andanas de nuestro obrador quedan como so ve ❑
en la figura 24.
f11 iniciarso la gran subida procuramos sostener la temperatura entre los 21 y 22° y que cada día que pasa esté
más ventilado el oF^rador. Encorrados los gusanos en sus
capullos, perdidos de nuestra vista, abrimos todos los huocos del obrador y corremos las persianas para que e] aire
circule libremento por t^das partes y la luz no sea muy
intensa.
Uesembojado.-Como todos los gusanos no hacen la
subida á las hojas en un mismo día, transcurri©ndo generalmente tres ó cuatro días, esperamós para d©sembojar á
quo todos $ayan terminado; lo conoe©mos on el ruido seco
- 62 -que produc© el capullo cuando lo agitamos cerea de nuestru oído.
Probamos varios capullos de diversos puntos de la p^rtida y conveneidps de que terminaron todos, procodemos
á desembojar, çomenzando por quitar las matas deb zarza
má^ bajo de una andana y continuando hasta el más alto.
Sacamos las matas fuera del obrador y uno por uno recogemos los capullos y sin golpearlos los depositamos en un
zarzo preparado de antemano (fig. 25), separando los capúllos anormales que encontramos.
Dol zarzo llevamos los capullos al int©rior d© la casa,
extondiéndolos en capas delgadas sobre líenzos límpios, en
local seco y ventilado. Como á los veiuto días sale la mariposA del capullo perforándolo é iuutilízándolo para la
filatura, tenemos que decidírnos pronto por vender la partida á las fábricas hiladoras ó por ahogar los capullos con•
servándolos para venderlos después, según convenga á^
nuestros intereses.
Ahogamiento.-I^l ahogamiento do los capullos en
• grandes eantidades se obtieno pronto y bicn encerrándolo en cámaras especiales ©n las que se inyecta el vapor de
agua producido por un gouerador; p©ro cuando la partida
es pequeña, la ahogamos con la caldera do colár la ropa
(figura 26).
Con unos cuatro litros de agua ponemos al fuego la caldera de colar; cuando hierve el agua, á unos diez centím©tros sobre su nivel y una sobre otra, colocamos dos cribas
formadas con aros de pleita d© esparto y fondo de tela metálica cargadas de capullos, cubrimos la cald©ra con una
tapa de tablas forrada de tela gruesa, sostenomos el her-
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---- 65 var del agua, que da una temperatura de unos 70 á 75°, y
con cinco minutos tenemos suflcionte para ahogar los capullos.
La descarga de la caldera (8g. 27) la hacemos volcando
rSipidamcsnte las cribas sobre un zarzo limpio, para que los
capullos que salen muy blandos de la caldera caigan por
su propio peso. Así los dejamos hasta que, medianamente
enjutos, ya no s© deformen al tocarlos con las manos; los
extendemos en el mismo zarzo, á la sombra, y cuando adquieren la consistencia suEiciente, los entramos á casa, extendiéndolos ©n otros zarzos limpios, en capas delgadas,
que volteamos todos los días, para que la deseeación se
of©etúe por igual.
Para quo la capa de capullos que forma la carga de las
cribas sea siempre igual, ompleamos para cada una un
canasto, que cabe un kilo de capullos, d© donde resulta
que cada cinco minutos ahogamos dos l^ilos ^ de capullos,
y en una'hora, doducido el tiempo empleado on la carga
y descarga, veintidós kilos.
,
Los capullos ahogados no tienen valor comercial hasta
que están completameute secos; ©n nuestros climas m©ridionales se adolanta la dosecación un mes, pudiendo presentarlos á la venta por todo el mes de Septiembre.
Los capullos ahogados y secos pierden, genoralmente,
dos tercoras partes de su peso.
Rumigación del obrador.-Todo terminado, con papoles y ongrudo, cubrimos las juntas de ventanas y trampillas, las chimeneas y demás huecos del obrador; entramos braseros eneendidos, en. cada uno por^emos un cucurucho con medio kilo de azufre, mezclado d© pedacitos
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-67de pap©1; cerramos la puerta y cubrimos las juntas con
trapos.
Á los dos dfas abrimos el obradar, hacamos una limpieza detallada de todo el mobilf ari^p, y todo abierto queda preparado para otrp año.
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