Bioética RECOMENDACIONES DE LA COMISIÓN INTERSECTORIAL

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Bioética
Recomendaciones
de la Comisión
Intersectorial
por ANTONIO COPELLO FACCINI
ocas disciplinas tienen hoy, frente a los
más recientes descubrimientos de la
ciencia, incluidos –pero sin carácter
exclusivo– el mapa y la secuencia del
genoma humano, la importancia de la
bioética, que puede definirse, según
W. T. Reich, como “el estudio sistemático de la conducta humana en el campo de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, en cuanto que esta
conducta es examinada a la luz de los
valores y principios morales”.1 Otro tratadista aclara que el “objeto de esta
disciplina es la conducta humana en
dos terrenos específicos: las ciencias
de la vida (biología) y los cuidados de
la salud”.2
No ha sido Colombia ajena a los
desarrollos de esta ciencia. A continuación presento las recomendaciones entregadas al
Gobierno Nacional, en desarrollo de los trabajos de la
Comisión Intersectorial de Bioética, creada por el
Decreto 1101 de 2001 y la cual, bajo la orientación de
la entonces ministra de Salud Pública, Sara Ordóñez,
no sólo estudió diversos documentos internacionales
sobre el tema, como la decisión adoptada por el Consejo Ejecutivo de la Unesco en su 154ª reunión, los Estatutos del Comité Internacional de Bioética, la Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial,
la Declaración Mundial de la Unesco sobre el genoma humano y los derechos humanos, la Declaración
de Caracas sobre bioética del año 2001 y la declaración de Mónaco, resultado del Coloquio Internacional de Bioética y Derechos del Niño, entre otros; sino
también la problemática actual en el país.
La norma citada creó en su artículo primero “la
Comisión Intersectorial de Bioética como órgano consultivo y asesor del Gobierno Nacional adscrito al Ministerio de Salud, para el estudio, análisis y formulación de políticas públicas en temas relacionados con
la protección del ser humano, frente a la investigación,
desarrollo y aplicación de los conocimientos científicos y tecnológicos”, dictaminó en su artículo segundo
que la conformasen el ministro de Justicia y del Derecho o su representante, el ministro de Salud o su representante, el ministro de Educación o su representante, dispuso quiénes serían sus invitados permanen-
1
2
W.T. Reich, Encyclopedia of Bioethics, XIX, New York, The Free Press, 1978.
Francisco Javier Elizarri, Bioética, pág. 16.
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Casi un decenio ha transcurrido desde la expedición de la Resolución 8430 del 4
de octubre de 1993 “por la cual se establecen las normas científicas, técnicas y
administrativas para la investigación en salud”, y es obvio que una actualización de esta
legislación debe ser tarea prioritaria de la comisión permanente que en el futuro se cree.
tes en su artículo tercero,3 y finalmente en su artículo
cuarto estableció las funciones de la misma:
1. Formular y presentar al Gobierno Nacional un documento que aborde de manera amplia el análisis sobre los interrogantes éticos que plantean los avances
científicos y tecnológicos cuando involucran a seres
humanos y formule recomendaciones que concilien
la libertad de investigación con el respeto a la dignidad humana. Así mismo, el documento analizará la legislación vigente sobre la materia y propondrá un
marco normativo que desarrolle los principios éticos
que deben orientar la investigación en seres humanos, así como la conveniencia de crear un Consejo
Asesor en Bioética con decisiones vinculativas para la
comunidad científica y la sociedad en general.
2. Ser órgano asesor del Gobierno Nacional en lo que
tenga que ver directa o indirectamente con los asuntos éticos derivados de la investigación científica.
3. Ofrecer consejo y formular recomendaciones al Gobierno Nacional en asuntos relacionados con las
implicaciones éticas de la intervención e investigación
en el genoma humano; clonación, investigación biomédica; fertilización in vitro; extracción y trasplante de órganos y tejidos, y xenotrasplantes, con individuos y comunidades, en especial las que se realicen o pretendan realizarse en minorías étnicas o raciales, menores
de edad, discapacitados, cadáveres y animales.
4. Estudiar y elaborar informes o dictámenes sobre los
problemas éticos que surjan en la actividad de los
Comités Bioéticos Clínicos de Investigación y Asistenciales de las instituciones hospitalarias del país y que
sean de interés o ámbito nacional.
Después de muchas deliberaciones, del análisis de
diversos documentos de procedencia nacional y extranjera, de escuchar a varios expertos, los invitados permanentes de la Comisión acordaron la división de su trabajo en dos subcomisiones: una relacionada con las
implicaciones del genoma humano y otra sobre el medio ambiente. En el anexo de este escrito se transcriben
las recomendaciones de ambas subcomisiones.
Ojalá este trabajo no resulte estéril y la nueva administración y el Congreso, en lo que sea de su competencia, establezcan con carácter permanente una
Comisión Nacional de Bioética, como existe en mu-
chos países, y se realice el estudio de la legislación
vigente en el país, que por las limitaciones de tiempo
y de recursos esta comisión no pudo efectuar, para
actualizarla frente a los desarrollos científicos en este
campo, que para algunos será el gran hallazgo científico de este siglo, así como lo fue la electricidad en el
pasado y la energía de vapor en el siglo XIX.4
Casi un decenio ha transcurrido desde la expedición de la resolución 8430 del 4 de octubre de 1993
“por la cual se establecen las normas científicas, técnicas y administrativas para la investigación en salud”,
y es obvio que una actualización de esta legislación
debe ser tarea prioritaria de la comisión permanente
que en el futuro se cree. Difieren sustancialmente la
organización, poderes y ámbito legal de las distintas
comisiones creadas en muchos países; se puede afirmar, sí, que los Estados Unidos, con el informe de la
comisión creada para analizar los aspectos legales y
éticos en la medicina y en la investigación biomédica,
que se entregó al presidente Reagan en marzo de
1983, dio un paso transcendental en la evolución de
esta disciplina frente a la acción estatal. Tuvo ella, inter
alia, tres propósitos claramente indicados en dicho
informe:
1. Arrojar luz sobre aquellos problemas y situaciones
que aparecen como los más importantes para quienes
deben tomar decisiones.
2. Recomendar modificaciones de política pública en
diversos niveles de la administración y no exclusivamente del poder legislativo.
3. Ofrecer asesoría a quienes deben tomar decisiones
en la materia.
A raíz de los últimos desarrollos, y particularmente
del transcendental anuncio que a mediados del año
2000 hicieron el presidente Clinton y el primer ministro Tony Blair sobre los descubrimientos del proyecto
angloamericano ‘The Human Genome Project’, tomó
fuerza la idea de una nueva comisión presidencial en
Estados Unidos, que concretó hace algunos meses el
presidente Bush al designar al profesor Leon R. Kass,
especialista en bioética y otras disciplinas filosóficas
de la Universidad de Chicago y profesor visitante de
la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma en el
año jubilar de 2000.
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En la Unión Europea no ha sido menor el avance
en este campo y la reflexión de tres autores así lo confirma:
Estas nuevas instituciones públicas, que
son los comités de ética, merecen en su
conjunto una atención particular: su existencia misma indica en efecto la importancia que ha cobrado la bioética, con los
problemas que esta disciplina profundiza tanto en el campo de la investigación
como el de la asistencia e incluso en la
vida y cultura de las poblaciones: los comités constituirán cada vez más una especie de eje entre el mundo de la investi-
3
4
5
gación científica y la sociedad civil. En
las sociedades democráticas cualquier
gran decisión deberá ser el fruto de una
sinergia y una confrontación entre los
científicos, legislados y el asentimiento de
la población.5
ANTONIO COPELLO FACCINI
Licenciado en Derecho Canónico de la Universidad
Javeriana y master en Economía y Administración Pública
de Syracuse University, especializado en Derecho Comercial y Gerencia Internacional en Italia y en Suiza. Presidente del Consejo Directivo, UJTL. Fue miembro de la
Comisión Intersectorial de Bioética.
Eduardo Posada Flores, Beatriz Restrepo Gallego, Jesús Ferro Bayona, Alfonso Llano Escobar S.J., Manuel Elkin Patarroyo, Luis Alejandro Barrera, José
Felix Patiño, Fernando Sánchez Torres, Carlos Alberto Gómez, Jaime Escobar Triana, Gladis León Salcedo, Emilio José Yunis, Elkin Lucena Quevedo, Helena
Groot de Restrepo, José Fernando Isaza, Antonio Copello Faccini y Guillermo León Escobar.
“Survey of the Human Genome”, en The Economist, July 1, 2000.
“Los comités de ética entre los lineamientos de la Unión Europea”, Medicina y ética, 1999, pág. 425.
ANEXO 1
Pronunciamiento de la subcomisión de genoma humano y reproducción asistida sobre la Declaración
Universal de la Unesco sobre el genoma humano y los derechos humanos
A. La dignidad humana y el genoma humano
Artículo 1. La dignidad de la persona humana es el criterio para establecer los derechos y deberes de todo ser humano con
respecto a su genoma. El genoma humano es la base del reconocimiento de la unidad fundamental y diversidad de todos los
miembros de la familia humana. En sentido simbólico, el genoma humano es patrimonio de la humanidad.
Artículo 2.
a) Cada individuo tiene derecho al respeto de su dignidad y de sus derechos, cualesquiera que sean sus características
genéticas.
b) Esta dignidad impone que no se reduzca a los individuos a sus características genéticas y que se respete el carácter
único de cada uno y su diversidad.
Artículo 3. El genoma humano, por naturaleza evolutivo, está sometido a mutaciones. Entraña posibilidades que se expresan
de distintos modos en función del entorno natural y social de cada persona, que comprende su estado de salud individual, sus
condiciones de vida, su alimentación y su educación.
Artículo 4. El genoma humano no puede dar lugar a beneficios pecuniarios.
B. Derechos de las personas involucradas
Artículo 5.
a) Una investigación, un tratamiento o un diagnóstico en relación con el genoma de un individuo, sólo podrá efectuarse
previa evaluación rigurosa de los riesgos y las ventajas que entrañe y de conformidad con cualquier otra exigencia de la
legislación nacional.
b) En todos los casos, se recabará el consentimiento previo, libre e informado de la persona interesada. Si ésta no está en
condiciones de manifestarlo, el consentimiento o autorización habrán de obtenerse de conformidad con lo que estipule la
ley, teniendo en cuenta el interés superior del interesado.
c) Se debe respetar el derecho de toda persona a decidir que se le informe o no de los resultados de un examen genético
y de sus consecuencias.
d) En el caso de la investigación, los protocolos de investigaciones deberán someterse, además, a una evaluación previa, de
conformidad con las normas o directrices nacionales e internacionales aplicables en la materia.
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La bioética, integrando la ciencia y los valores humanos,
tiene como finalidad práctica asegurar la supervivencia del hombre,
en una biósfera sostenible, en condiciones de dignidad, salubridad, paz y justicia social.
e) Si en conformidad con la ley una persona no estuviese en condiciones de expresar su consentimiento, sólo se podrá
efectuar una investigación sobre su genoma a condición de que represente un beneficio directo para su salud, y teniendo
en cuenta las autorizaciones y medidas de protección estipuladas por la ley.
Una investigación que no represente un beneficio directo previsible para la salud del interesado, sólo podrá efectuarse a título
excepcional, con la mayor prudencia y procurando no exponerlo sino a un riesgo y a una coerción mínimos. Además, la investigación debe estar encaminada a redundar en beneficio de la salud de otras personas pertenecientes al mismo grupo de edad o que
se encuentren en las mismas condiciones genéticas.
Artículo 6. Nadie podrá ser objeto de discriminaciones fundadas en sus características genéticas, lo cual atentaría contra sus
derechos humanos y libertades fundamentales y el reconocimiento de su dignidad.
Artículo 7. Se deberá proteger en las condiciones estipuladas por la ley la confidencialidad de los datos genéticos asociados
con una persona identificable, conservados o tratados con fines de investigación o cualquier otra finalidad.
Artículo 8. Toda persona, de conformidad con el derecho internacional y el derecho nacional, tendrá derecho a una compensación equitativa del daño del que pueda haber sido víctima, por una intervención en su genoma.
Artículo 9. Para proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales (con respecto a su genoma), sólo la legislación
podrá limitar los principios de consentimiento y confidencialidad, de haber razones imperiosas para ello, quedando a salvo el
estricto respeto del derecho internacional público y del derecho internacional relativo a los derechos humanos.
C. Investigaciones sobre el genoma humano
Artículo 10. Ninguna investigación relativa al genoma humano ni ninguna de sus aplicaciones, en particular en las esferas de
la biología, la genética y la medicina, podrá prevalecer sobre el respeto de los derechos humanos, de las libertades fundamentales
y de la dignidad humana de los individuos o, si procede, de grupos de individuos.
Artículo 11. No deben permitirse las prácticas que sean contrarias a la dignidad humana, como la clonación con fines de
reproducción de seres humanos.
La Comisión hace referencia aquí a los artículos 132, 133 y 134 del Código Penal colombiano.
Artículo 12.
a) Toda persona debe tener acceso a los progresos de la biología, la genética y la medicina en materia de genoma humano,
respetándose su dignidad y derechos.
b) La libertad de investigación, que es necesaria para el progreso del saber, procede de la libertad de pensamiento. Las
aplicaciones de la investigación sobre el genoma humano, sobre todo en el campo de la biología, la genética y la medicina,
deben orientarse a aliviar el sufrimiento y mejorar la salud del individuo y de toda la humanidad.
D. Condiciones de ejercicio de la actividad científica
Artículo 13. Las consecuencias éticas y sociales de las investigaciones sobre el genoma humano imponen a los investigadores
responsabilidades especiales de rigor, prudencia, probidad intelectual e integridad, tanto en la realización de sus investigaciones
como en la presentación y utilización de los resultados de éstas. Los responsables de la formulación de políticas científicas públicas y privadas tienen también responsabilidades especiales al respecto.
Artículo 14. El Estado tomará las medidas apropiadas para favorecer las condiciones intelectuales y materiales propicias para
el libre ejercicio de las actividades de investigación sobre el genoma humano y para tener en cuenta las consecuencias éticas,
legales, sociales y económicas de dicha investigación, basándose en los principios establecidos en la Declaración Universal de la
Unesco sobre el genoma humano y los derechos humanos.
Artículo 15. El Estado y la comunidad científica y académica fijarán el marco del libre ejercicio de las actividades de investigación sobre el genoma humano respetando los principios establecidos en la presente Declaración, a fin de garantizar el respeto de
los derechos humanos, las libertades fundamentales y la dignidad humana y proteger la salud pública. Velarán por que los resultados de estas investigaciones no puedan utilizarse con fines no pacíficos.
Artículo 16. El Estado estimulará y fortalecerá, en los distintos niveles apropiados, la creación y funcionamiento de comités de
ética independientes, pluridisciplinarios y pluralistas, encargados de apreciar las cuestiones éticas, jurídicas y sociales planteadas
por las investigaciones sobre el genoma humano y sus aplicaciones.
E. Solidaridad y cooperación internacional
Artículo 17. El Estado respetará y promoverá la solidaridad con los individuos, familias o poblaciones particularmente expuestos a enfermedades o discapacitados de índole genética o afectados por éstas. Deberá fomentar las investigaciones encaminadas
a identificar, prevenir y tratar las enfermedades genéticas o aquéllas en las que interviene la genética, sobre todo las enfermedades poco frecuentes y las enfermedades endémicas que afectan a una parte considerable de la población.
Artículo 18. El Estado deberá –en el marco de la Declaración Universal de la Unesco sobre el genoma humano y los derechos
humanos–, fomentar la difusión de los conocimientos científicos sobre el genoma humano y sobre la diversidad humana y la
investigación genética y a este respecto favorecerá la cooperación científica y cultural.
Artículo 19. En desarrollo del marco de la cooperación internacional, el Estado debe fomentar medidas destinadas a:
I. Evaluar los riesgos y ventajas de la investigación sobre el genoma humano y prevenir los abusos;
II. Desarrollar y fortalecer la capacidad del país para realizar investigaciones sobre biología y genética humanas, tomando en
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consideración sus problemas específicos;
III. Permitir al país sacar provecho de los resultados de las investigaciones científicas y tecnológicas a fin de que su utilización
en pro del progreso económico y social pueda redundar en beneficio de todos;
IV. Fomentar el libre intercambio de conocimientos e información científicas en los campos de la biología, la genética y la
medicina.
a) El Estado solicitará a las organizaciones internacionales competentes apoyo y promoción a las iniciativas que tome con los
fines enumerados arriba.
F. Fomento de los principios de la Declaración
Artículo 20. El Estado tomará las medidas adecuadas para fomentar los principios establecidos en la Declaración Universal de
la Unesco sobre el genoma humano y los derechos humanos, a través de la educación y otros medios pertinentes y en particular,
entre otras cosas, la investigación y formación en campos interdisciplinarios y el fomento de la educación en materia de bioética,
en todos los niveles, particularmente para los responsables de las políticas científicas.
Artículo 21. El Estado tomará las medidas adecuadas para fomentar la difusión de la información que permita a la sociedad
cobrar mayor conciencia de sus responsabilidades ante las cuestiones fundamentales relacionadas con la defensa de la dignidad
humana que puedan plantear la investigación en biología, genética y medicina y las correspondientes aplicaciones. Se debe
comprometer, además, a favorecer al respecto un debate abierto en el plano nacional que garantice la libre expresión de las
distintas corrientes de pensamiento socioculturales, religiosas y filosóficas, en relación con estos temas.
G. Aplicación de la Declaración
Artículo 22. El Estado garantizará el respeto de los principios enunciados en la Declaración Universal de la Unesco sobre el
genoma humano y los derechos humanos y facilitará su aplicación por cuantas medidas resulten apropiadas.
Artículo 23. El Estado tomará las medidas adecuadas para fomentar mediante la educación, la formación y la información, el
respeto de los principios antes enunciados y favorecer su reconocimiento y su aplicación efectiva. Fomentará también los intercambios y las redes entre comités de ética independientes, según se establezcan, para favorecer su plena colaboración.
ANEXO 2
Comisión Intersectorial de Bioética
Subcomisión de Medio Ambiente
—Recomendaciones, última versión a diciembre 12, 2001—
Introducción
La Comisión Intersectorial de Bioética fue creada por el
Gobierno Nacional mediante Decreto 1101 del 7 de junio del
2001, con el fin de asesorar al Gobierno Nacional y ofrecer
herramientas conceptuales desde la perspectiva ético-filosófica para reflexionar, analizar y orientar la toma de decisiones
que plantean los avances científicos y tecnológicos cuando
involucran a seres humanos y en general a los seres vivos.
Muchos temas habrían de ocupar nuestra tarea, tales como utilización de organismos transgénicos, patentes, calentamiento
global, destrucción de la capa de ozono, pero ante la imposibilidad de definir cuestiones tan importantes en un corto lapso,
hemos optado por un tema que consideramos imperativo, el
tema de las fumigaciones.
Consideraciones generales
La bioética, integrando la ciencia y los valores humanos,
tiene como finalidad práctica asegurar la supervivencia del
hombre, en una biósfera sostenible, en condiciones de dignidad, salubridad, paz y justicia social.
En este sentido, la acción de los científicos y en general
de los pueblos está comprometida con la contribución a la protección del ecosistema, como una obligación hacia las generaciones presentes y futuras, teniendo como propósito el aseguramiento de los derechos de tercera generación.
Se requiere la construcción de un ethos que arraigue culturalmente en gobernantes y gobernados, actitudes y hábitos
coherentes con una conciencia ecológica y ambiental, que tenga como fin primordial el cuidado de la salud del hombre, la
prevención de enfermedades, el perfeccionamiento de la especie humana, el mejoramiento de los patrones de vida de la
colectividad y el respeto a la biodiversidad.
La conservación y aprovechamiento sostenible de la diversidad biológica es una de las tareas más importantes de la humanidad, sirviéndose de algunos principios y prácticas de aplicación general. La conservación se hace más necesaria en los trópicos, porque es allí donde existe mayor cantidad de especies y
de presión sobre los recursos naturales para cubrir necesidades
de los humanos. La preservación y aprovechamiento sostenible
de la diversidad biológica exige un conocimiento científico mayor, tanto para tener una idea acertada de actuar como para
demostrar el sentido y la importancia de lo que se hace.
Igual hay que preservar la diversidad cultural presente
desde hace miles de años, y en especial lo relacionado con los
pueblos indígenas; estas comunidades están mejor relacionadas con el ambiente y la naturaleza, y de ahí la importancia de
los chamanes y de quienes conocen las propiedades de las
plantas. La diversidad de religiones, lenguas, mitos, debe
preservarse como diversidad cultural. El reto de la humanidad
es conciliar factores como ciencia, tecnología y racionalización.
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El medio ambiente determina a plenitud las condiciones estructuralmente interactivas
de todos los procesos cíclicos de la naturaleza, con un enfoque de ecología profunda
que trasciende al ser humano, el cual, tenido en cuenta como parte de la naturaleza,
reconoce el valor intrínseco de todos los seres vivos.
La preocupación por preservar la diversidad biológica está
unida a la preocupación por el futuro del conjunto de la biósfera,
el cual está ligado al futuro de la humanidad. Se debe buscar
un modo más sostenible, entendido esto no como estancamiento
y referido solamente a cuestiones económicas o medioambientales, sino con miras a lograr una mayor calidad e vida, la
supervivencia de cierto grado de diversidad cultural y comunidades ecológicas. La bioética debe ser una empresa de reconocimiento, de explicación, de elaboración, y de resolución
no violenta de los conflictos en el seno de una civilización en
vía de mundialización potencialmente muy conflictiva, debido
a las complejidades e inequidades, de las numerosas y constantes interacciones, de las contingencias y de las evoluciones
que necesariamente se dan.
Consideraciones metodológicas
La Comisión de Bioética, en cumplimiento de su misión
de información y análisis de los dilemas éticos y de guía de las
posturas morales que surgen de la capacidad del hombre de
transformar su entorno y con el fin de efectuar recomendaciones a las instancias democráticamente constituidas: parlamento, gobierno y sociedad civil, y en respuesta a la invitación del
Gobierno Nacional, ha optado por la metodología del consenso, habiéndose situado expresamente en el seno de un proceso de decisión cuya finalidad última ha sido la recomendación
a pueblos y gobernantes sobre los valores que deben acompañar la producción de leyes y las conductas de los hombres
sobre los hechos que impactan la naturaleza, el ecosistema, la
biodiversidad y en una palabra, la vida como un todo.
Este consenso ha sido producto de discusiones, de acuerdos y distensiones, en los cuales cada uno de los miembros de
esta comisión ha defendido sus propios valores, sus representaciones sobre la naturaleza y la sociedad, dejando de lado
divergencias personales para llegar a las recomendaciones que
plasman en el presente documento.
Consideraciones en bioética
La bioética como ética de la vida se preocupa del medio
ambiente, y la Comisión considera indispensable su pronunciamiento frente a la crisis ambiental que vive nuestro país y a
la necesidad del mejoramiento humano, cultural, socioeconómico e integral en el marco del desarrollo sostenible definido
en la convención de las Naciones Unidas reunida en Río de
Janeiro en 1992, como aquél que considera el medio ambiente
parte integrante del proceso evolutivo y que ordena a los estados “aplicar ampliamente el criterio de precaución conforme a
sus capacidades. Cuando hay peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse
como razón para postergar la adopción de medidas eficaces
en función de los costos para impedir la degradación del medio ambiente”. 1
El medio ambiente determina a plenitud las condiciones
estructuralmente interactivas de todos los procesos cíclicos de la
naturaleza, con un enfoque de ecología profunda que trasciende
al ser humano, el cual, tenido en cuenta como parte de la naturaleza, reconoce el valor intrínseco de todos los seres vivos.
1
Principio 15, Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, reunida en Río de Janeiro del 3 al 14 de junio de 1992.
Los avances de la ciencia y la tecnología a la vez que han
mejorado las condiciones de vida de los pueblos han generado un impacto y han creado dilemas que necesariamente tienen que ser resueltos mediante la toma de decisiones éticas
racionales basadas en la aplicación de los principios o referentes morales de no-maleficencia, precaución, vulnerabilidad y
la ética del cuidado.
Existen, fuera de los ya tradicionales principios de bioética, otras nociones de la ética médica y la bioética contemporáneas que se articulan mejor con la sociedad postmoderna, como
expresiones muy fuertes del valor acordado a la vida humana y
a la vida en general. Se trata de la ética del cuidado y del estado de vulnerabilidad.
La ética del cuidado se inspira en la asistencia o en la ayuda al pleno desarrollo de un ser todavía frágil o vulnerable. Se
afirma contra el reino de la técnica y de la tecnociencia, precedido de una actitud de dominación y de interacción arbitraria
y violenta que no tiene en cuenta el porvenir y los límites propios de los seres involucrados y que no los respeta. Pero un
exceso del cuidado es el paternalismo, susceptible de ignorar
al otro en su diferencia y de reintroducir en forma sutil y poco
aparente, pero también perniciosa para el completo desarrollo
del otro, la coacción y dominación que la ética del cuidado
denuncia. La ética del cuidado tiene por objetivo aportar una
ayuda activa, respetuosa de la autonomía y de la alteridad, y en
este sentido parece apropiada para el mundo plural y complejo de la postmodernidad.
El estado de vulnerabilidad, aplicable a la vida en general, se dirige inicialmente a la vida humana, considerada fundamentalmente frágil, y especialmente a las personas o grupos de personas que se encuentran permanente o transitoriamente en una situación o un estado de dependencia o de precariedad. Esa vulnerabilidad es multiforme: física, psicológica,
económica, social, cultural, etc. Concierne a la dignidad, la
integridad y la autonomía. La vulnerabilidad es evidentemente
la situación dramática de personas y de poblaciones involucradas en un conflicto armado o en luchas de poder cuyas
posturas las sobrepasan completamente. El imperativo ético
fundamental expresado es que entre más vulnerable es un ser,
más merece la atención y la asistencia de los que tienen poder
y medios para ayudarlo.
Este postulado está de acuerdo con el pluralismo y la sociedad multicultural sin discriminación. El principio de respeto a la vida, interpretado en forma no fundamentalista, la ética
del cuidado y de la preocupación por los vivos y la protección
a la vulnerabilidad, responde en forma adecuada a la precariedad que caracteriza al mundo postmoderno, teniendo en cuenta
la contingencia y la complejidad frágil de las estructuras y de
los procesos vivientes que lo componen.
Con respecto a las agresiones de que suelen ser objeto el
hombre y su entorno, la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre el Medio Humano reunida en Estocolmo en junio de 1972,
se manifestó en los términos siguientes:
El hombre debe hacer constantemente recapitulación de
su experiencia y continuar descubriendo, inventando, creando y progresando. Hoy en día, la capacidad del hombre de
transformar lo que le rodea, utilizada con discernimiento, puede llevar a todos los pueblos los beneficios del desarrollo y
ofrecerles la oportunidad de ennoblecer su existencia. Aplica-
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do errónea o imprudentemente, al mismo poder puede causar
daños incalculables al ser humano y a su medio. A nuestro alrededor vemos multiplicarse pruebas del daño causado por el
hombre en muchas regiones de la Tierra: niveles peligrosos de
contaminación del agua, el aire, la tierra y los seres vivos; grandes trastornos del equilibrio ecológico de la biosfera; destrucción y agotamiento de recursos sustituibles y graves deficiencias, nocivas para la salud física, mental y social del hombre,
en el medio por él creado, especialmente en aquel en que
vive y trabaja.
El caso de las fumigaciones
En 1961 se firmó la Convención Única de Estupefacientes
de Naciones Unidas. En ella son calificadas como ilegales muchas plantas que contienen sustancias psicoactivas. El documento es la base para el marco legal multilateral que se usa
como referencia para políticas de erradicación. Los firmantes
se comprometen a “en la medida de lo posible, procurar la
eliminación de todos los arbustos de coca silvestre, y destruir
los que son cultivados ilegalmente”.
La Convención de Viena (Convención de Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Sustancias Narcóticas y Psicotrópicas, 19 de diciembre de 1988, artículo 14-2) se refiere al rol
facilitador que tiene la ONU en la investigación herbicida y biológica, pero la convención no especifica métodos de erradicación para cultivos ilícitos (art. 14). El mismo artículo incluye:
“las medidas adoptadas deberán respetar los derechos humanos fundamentales y tener en cuenta los usos tradicionales lícitos, en donde hay evidencia histórica de tal uso, así como la
protección del medio ambiente”.
Las inquietudes acerca del uso masivo de herbicidas químicos y agentes biológicos están claramente expresadas resolución de febrero del año 2001 del Parlamento europeo, en la
que se advierte que “el Plan Colombia contiene aspectos que
se oponen a los proyectos y estrategias de cooperación con los
cuales la Unión Europea ya se ha comprometido poniendo en
peligro los programas de cooperación”. La resolución es particularmente cristalina en lo referente a las fumigaciones químicas y a la amenaza de una guerra biológica al declarar que la
unión europea “debe dar los pasos necesarios para garantizar
el fin del uso masivo de herbicidas químicos y prevenir la introducción de agentes biológicos como el Fusarium Oxysporum
debido a sus riesgos para la salud humana y el medio ambiente”. Esta resolución fue aprobada por una votación de 474 votos
contra 1.
Una de las amenazas a la salud del hombre y al ecosistema
la constituyen las drogas no prescritas médicamente que actúan sobre el sistema nervioso central, produciendo dependencia o efectos neuropsicofisiológicos, utilizados con fines distintos a la prevención, diagnóstico, tratamiento, curación o rehabilitación de las enfermedades, así como el uso de sustancias
llamadas ‘precursores’, a partir de las cuales se producen, sintetizan u obtienen drogas que pueden producir dependencia.
Para alcanzar el desarrollo sostenible, los Estados deberán reducir y eliminar las modalidades de producción y consumo insostenibles y fomentar políticas apropiadas para cooperar con espíritu de solidaridad en la erradicación de la adicción
y drogadicción en todas sus etapas, que abarcan no solamente
su cultivo y producción sino su consumo.
Las autoridades de cada país tienen la responsabilidad de
velar por que las actividades tendientes a eliminar este flagelo de
la humanidad, dentro de su jurisdicción o bajo su control, no causen daños a la salud de la comunidad y se preserven los recursos
agrícolas, pecuarios y naturales renovables y no renovables.
Cuando en desenvolvimiento de campañas encaminadas
a la erradicación de los cultivos de plantas de las que pueden
extraerse sustancias estupefacientes se haga necesario el uso
y manejo de medios plaguicidas y coadyuvantes, es imperativo
aplicar los principios de no-maleficencia, protección a la vulnerabilidad, precaución y la ética del cuidado con el objeto de
evitar que afecten la salud de la comunidad, la sanidad animal
y vegetal en bosques o cultivos para el alimento del hombre o
causen deterioro del medio ambiente.
Frente al perjuicio para la salud y el comportamiento de
los sujetos adictos a las sustancias estupefacientes, es justificable la política estatal de erradicar los cultivos de éstas, a condición de que sean tenidas en cuenta las recomendaciones señaladas por la Comisión.
Recomendaciones
En desarrollo de estos principios, la Comisión recomienda la no utilización de estos medios en los siguientes casos:
– Cuando hay peligro de daño grave o irreversible a la
salud de la comunidad, la sanidad animal y vegetal en bosques
o cultivos para el alimento del hombre o causen deterioro del
medio ambiente o cuando exista falta de certeza científica sobre los daños que puedan producir.
– Cuando en el producto o en uno de sus componentes o
en los coadyuvantes que se utilicen se observen o demuestren
efectos cancerígenos, mutagénicos o teratogénicos ocasionados en dos o más especies animales con metabolismo similar,
una de ellas la mamífera.
– Cuando no haya demostrado efectividad o eficacia para
el uso que se propone.
– Cuando se clasifiquen como extremada o altamente tóxicos.
– Cuando se trate de plaguicidas en experimentación, o
de aquellos que por razones de protección para la salud de las
personas o de los animales, o del medio ambiente, hayan sido
prohibidos en cualquier país desarrollado.
– Cuando se apliquen excediendo la franja de seguridad
prevista para su aspersión y haya peligro de contaminar zonas
pobladas, acueductos, escuelas, cursos o fuentes de agua y áreas
de manejo especial para protección de recursos naturales.
Mientras no haya estudios sistemáticos sobre los posibles
efectos negativos sobre el ambiente, ni estudios epidemiológicos sobre la población expuesta, ante la incertidumbre, la
decisión ética razonable sería evitar el uso de productos tóxicos o de control biológico, teniendo en cuenta los referentes o
principios morales de no-maleficencia, precaución, protección
a la vulnerabilidad y de ética del cuidado.
La Comisión recomienda además un cuidadoso análisis y
evaluación de los riesgos y potenciales beneficios del tema de
las fumigaciones precedido de estudios que ofrezcan credibilidad científica sobre los siguientes hechos:
– Propiedades físicas y químicas del plaguicida, de las
mezclas y adherentes o surfactantes.
– Clasificación toxicológica y evaluación del riesgo de toxi-
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La Comisión indica a nuestro gobierno identificar criterios y procesos que permitan
implementar políticas responsables, leyes y programas educativos tendientes
a determinar las mejores conductas frente a los dilemas éticos planteados,
en un esfuerzo por lograr un desarrollo sostenible en la armonía del hombre con
sus semejantes y con la naturaleza.
cidad de los productos; acción tóxica, aguda, subaguda y crónica en humanos y animales; toxicidad ambiental.
– Estudios de efectos en la reproducción, acción mutagénica, teratogénica o carcinogénica.
– Estudios de metabolismo incluyendo vía de administración, absorción, distribución, almacenamiento y eliminación del
producto, vías y formas de eliminación del producto.
– Estudios epidemiológicos disponibles, en poblaciones
ambientales u ocupacionalmente expuestas.
– Persistencia y degradabilidad.
– Metabolismo del plaguicida.
– Efectos ambientales previsibles.
Una vez realizados los estudios mencionados, con el fin de
asegurar la protección de la salud del hombre y de su entorno
y en desarrollo de los principios bioéticos propuestos, la comisión recomienda que si se opta por la fumigación, se ciña estrictamente a protocolos previamente establecidos, aprobados
y revisados por personas científica y técnicamente competentes, sobre las siguientes materias:
– Sistema de vigilancia, control y medidas preventivas para
la comunidad, en el manejo y uso de los plaguicidas;
– Realización y evaluación de estudios de carácter
epidemiológico que permitan establecer periódicamente la tendencia de la acción del plaguicida en la salud de las personas,
sanidad animal, vegetal y ambiental.
– Prevención de riesgos a la salud de las personas o deterioro del ambiente.
– Medidas para evitar la contaminación de cursos o fuentes de agua y ambientes aledaños.
– Detección y cualificación de residuos de plaguicidas en
alimentos.
– Medidas precautelativas del almacenamiento, transporte, manipulación, cargue y descargue, aplicación, mantenimiento o conservación de los equipos usados para la aplicación de
plaguicidas, tratamiento de desechos y remanentes de plaguicidas, evacuación de desechos, sistemas de captación de contaminación atmosférica, espacial o residual, con el fin de evitar
contaminación.
– Capacitación, entrenamiento y protección del personal
que ha de participar en la actividad de fumigación.
– Condiciones de aplicación teniendo en cuenta condiciones de velocidad del viento, temperatura y humedad relativa, velocidad y altura de vuelo, técnicas de aspersión y fumigación. Establecimiento de franjas de seguridad mínima para
aplicación terrestre y aérea y mecanismos de control que aseguren la no contaminación de las fuentes de agua, carreteras,
personas, animales y cultivos para alimento humano.
– Controles médicos requeridos para las diferentes actividades relacionadas con plaguicidas, con el fin de conocer los
efectos en salud del hombre y confrontarlos.
La Comisión recomienda la creación de mecanismos que
permitan a la comunidad tener acceso adecuado a la informa-
ción sobre el medio ambiente, los materiales y actividades que
presentan peligro en sus comunidades; participar en los procesos de adopción de decisiones y ejercer el derecho a intervenir en las actuacaUúes administrativas iniciadas para la expedición, modificación o cancelación de permisos o licencias
de actividades que afecten o puedan afectar el medio ambiente o para la imposición o revocación de sanciones por el incumplimiento de las normas y regulaciones ambientales y en
las decisiones que pongan término la correspondiente actuación administrativa. 2
Se recomienda orientar las investigaciones para facilitar el
establecimiento de parámetros de referencia para el control
de los efectos de estas sustancias en la salud de las personas,
sanidad animal, vegetal y conservación del ambiente.
De otro lado, y en concordancia con lo establecido por la
Constitución Política, en materia de acciones y recursos que
posee el ciudadano para garantizar la protección del medio
ambiente (acción de tutela, acción de cumplimiento, acciones
populares y de grupo, acción penal, acción civil en proceso
penal, acción de nulidad, derecho de petición), recomienda la
Comisión la adopción de mecanismos adecuados de enseñanza de éstos, para su adecuada utilización por parte de las comunidades que puedan presentar eventual peligro o riesgo
ambiental.
Igualmente ve con preocupación esta Comisión, la problemática que se presenta con posterioridad a la erradicación
de cultivos ilícitos por medios químicos o biológicos, toda vez,
que en el fondo pretende establecerse el programa de sustitución de cultivos que, en algunos casos puede ser tan riesgoso
para el medio ambiente y los ecosistemas, como la misma aplicación de los herbicidas o agentes biológicos, ya que existen
zonas de una alta fragilidad ambiental, como las selvas de la
Amazonía, el Chocó y algunas zonas de Putumayo, Caquetá y
el pie de monte llanero. Debe entonces pensarse no en una
sustitución vegetal, sino en la utilización racional de los recursos del subsuelo.
En este mismo sentido deberá el Estado velar por el cumplimiento de las aplicaciones de uso del suelo en las diferentes
regiones del país, pues es éste uno de los principales factores
de deterioro ambiental, toda vez que su inapropiada destinación ocasiona irremediables y devastadores procesos en contra del medio ambiente.
Finalmente, la Comisión indica a nuestro gobierno identificar criterios y procesos que permitan implementar políticas
responsables, leyes y programas educativos tendientes a determinar las mejores conductas frente a los dilemas éticos planteados, en un esfuerzo por lograr un desarrollo sostenible en
la armonía del hombre con sus semejantes y con la naturaleza.
Bogotá, diciembre de 2001.
2
Ver artículos 69, 70 y 71 de la Ley 99 de 1993.
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