Prodavinci

Anuncio
1
Prodavinci
Oda al espíritu olímpico; por Nelson Fredy Padilla
Nelson Fredy Padilla · Monday, August 22nd, 2016
Usain Bolt, ganador de tres Medallas de Oro en Río 2016, mira a Andre De Grasse
durante la semifinal de la carrera de 100 metros. Fotografía de Kai Pfaffenbach.
REUTERS.
Según el libro Viajeros en Grecia, al historiador de la Universidad de Oxford Richard
Chambler lo obsesionó tanto recobrar el espíritu olímpico que descubrió hace 250
años las ruinas de la antigua ciudad de Olimpia, y esa gesta llevó al barón francés
Pierre de Coubertin a rescatarlo para nuestros tiempos desde 1896. Para muchos,
venir a unos Juegos Olímpicos no pasa de un viaje de turismo, más si la sede es Río de
Janeiro. Para mí fue un viaje a entender el mito deportivo visto como el Olimpo de la
condición humana.
Hace dos años estuve aquí cubriendo el Mundial de Fútbol de Brasil y puedo decir que
Río 2016 es un evento mucho más representativo por países, disciplinas y deportistas
congregados. Más allá de las fallas que hubo, desde problemas de transporte público y
en acceso a los escenarios y deficiente atención al turista, hasta la caída de una
Prodavinci
-1/4-
22.08.2016
2
cámara aérea del Parque Olímpico sobre los espectadores, lo importante es entender
la trascendencia de que más de 200 naciones envíen sus delegaciones con el ánimo de
competir por Medallas de Oro, Plata y Bronce, con el deseo de hacer parte de la mayor
manifestación de unidad de la sociedad de hoy.
A mayor escala que en un Mundial de Fútbol, eso se siente desde el aeropuerto
cuando cada viajero, la mayoría en familia o en grupo de amigos, exhibe sin
prevenciones la bandera de su país y a cambio recibe una señal de victoria. Fue en el
Parque Olímpico, en Barra da Tijuca, donde más sentí que esa multiculturalidad
reunida genera una energía única que representa la bondad del ser humano a través
de 42 disciplinas. Es como si todos estuvieran de acuerdo en celebrar a través del
deporte estar vivos, sentirse representados por los mejores atletas, la emoción de
presenciar actos de heroísmo, grandeza, solidaridad, humanidad.
Lo oí de boca del basquetbolista argentino Manu Ginóbili: “Claro que querés ganar la
de Oro, pero lo más valioso es haber estado aquí, sentir lo que aquí se siente”. Es algo
que no se percibe desde el sillón de la casa viendo las decenas de planos que, como
nunca, ofrecieron las cadenas de televisión. Para hacerse una idea, sólo NBC superaró
las 4.500 horas de streaming de video desde Río 2016. Todas las competencias en
directo, Facebook y Twitter incluidas, esta última a través de su plataforma Amplify.
Podemos sumar todo lo que los turistas suben a las redes sociales, y siempre hay algo
que sólo se percibe en el lugar, al caminar por las arenas cariocas, al estar en una
tribuna, en un restaurante, en un bar lleno de banderitas. La caótica e interesante Río
se transformó en una Olimpia con medio millón de turistas de todas las procedencias y
lenguas.
Si a esto le añade uno el privilegio de poder estar cerca de los mejores deportistas,
resulta un viaje inolvidable. Ver correr a Usain Bolt, nadar a Michael Phelps, jugar a
Djokovic y Nadal, saltar a Caterine Ibargüen, pedalear a Mariana Pajón; ver al
saltador catarí Mutar Essa Barshim elevarse como una pluma, o al chino Ma Long, el
mejor jugador de ping pong, resulta un placer estético reconfortante.
Rescato lo que escribió el nobel de literatura J.M. Coetzee sobre el deporte en su
cruce de cartas con Paul Auster: que lo más conmovedor son “los momentos de
gracia”, esos que:
“no pueden ser objeto de planificación racional, sino que parecen descender
sobre los jugadores mortales como una especie de bendición de lo alto, esos
momentos en los que todo sale bien, en que todo se pone en su lugar, en que
los espectadores ni siquiera quieren aplaudir, sólo dar gracias en silencio por
haber estado ahí en calidad de testigos”.
Estar en medio de la exaltación de lo que puede llegar a hacer un ser humano al
imponer un récord es sentirse “a un paso de la divinidad”, lo más cerca posible de
aquel reino mitológico donde residían los héroes.
Gratificante ser testigo de momentos de nobleza, como el de la atleta que se devuelve
a levantar a su colega caída para ayudarla a pasar la meta o la compasión por el
gimnasta francés que se fracturó una pierna; acompañar desde la tribuna del estadio
Prodavinci
-2/4-
22.08.2016
3
olímpico el drama de un atleta descalificado por saltarse la partida de los 100 metros
y su llanto desconsolado por perder en milésimas de segundo cuatro años de
entrenamiento y sueños, las lágrimas de la amazona británica abrazada al cuello de su
caballo al terminar la prueba de adiestramiento que le daría el oro, un voluntario
olímpico regalando a habitantes de la calle las boletas para baloncesto que le habían
dado por su trabajo. Podría citar muchos más que vi.
Resulta igual de valioso el espíritu de los derrotados que el de los victoriosos. El
esfuerzo de Jossimar Calvo para estar entre los mejores gimnastas, el de Fernando
Gaviria y sus compañeros en el velódromo, el de los 148 deportistas colombianos que
se llevan el espíritu olímpico adentro y el ánimo de revivirlo. Así hayan perdido sus
cuatro partidos y no hayan marcado un gol, las jugadoras colombianas de rugby 7
representan el deportivismo, tan valioso como la tabla de medallería encabezada por
los estadounidenses.
Vuelvo a Coetzee porque ve en el deporte un retrato del ser humano de hoy, desde lo
estético y lo ético. Valores refundidos en la sociedad de consumo de hoy y que sólo
recobran vigencia en una Olimpiada, donde las marcas publicitarias están vetadas.
Desde los Olímpicos de Múnich 72, don Guillermo Cano, director de El Espectador,
publicó una crónica titulada “Los juegos no son juegos”, impactado por la invasión del
mercantilismo, el virus político, las guerras y el terrorismo como amenazas de “este
gran escenario de reconciliación y de amistad universal”.
Hoy puedo decir que, así tales peligros se mantengan, los Olímpicos, que algunos han
intentado desaparecer desde que el emperador Teodosio mandó destruir los estadios
de Olimpia, siguen vigentes a través del fuego que llegó desde Grecia para contagiar a
todo el mundo con el mensaje de que podemos ser mejores seres humanos. Con
seguridad, Tokio 2020 será otro regalo espiritual.
♦♦♦
Prodavinci
-3/4-
22.08.2016
4
This entry was posted
on Monday, August 22nd, 2016 at 5:15 am and is filed under Actualidad
You can follow any responses to this entry through the Comments (RSS) feed. You can
leave a response, or trackback from your own site.
Prodavinci
-4/4-
22.08.2016
Descargar