UN ANÁLISIS DEL PROBLEMA DE LA RESTRICCIÓN EXTERNA Y SU VINCULACIÓN CON LAS ESTRATEGIAS DE LAS EMPRESAS INDUSTRIALES Este trabajo fue realizado en el marco del proyecto de investigación “La post convertibilidad y un nuevo modelo de desarrollo. Desafíos y perspectivas” de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Equipo de investigación: Dr. Germán Diego Pinazo Mag. Juan Pablo Fal Lic. Sonia Marina Filipetto Centro de Estudios Políticos Económicos y Sociales Junio de 2015 Resumen Desde mediados del siglo XX la Argentina comienza a realizar esfuerzos en pos de llevar adelante un proceso de industrialización. En este contexto, el problema de cómo conseguir las divisas necesarias para la importación de los bienes de capital e intermedios necesarios para dicho proceso ha sido un tema recurrente en la agenda económico-política nacional y ha revitalizado el debate sobre la restricción externa. En este marco, el propósito del presente trabajo es analizar cuáles son las novedades del actual proceso de restricción externa en relación al lugar de las empresas que operan en el sector industrial de nuestro país, con especial énfasis en los sectores Automotriz y Químico. En particular, durante el período de la post-convertibilidad, la restricción externa está “aparentemente” desligada del saldo de la balanza comercial y se asocia más bien al peso de las utilidades y dividendos remitidos al exterior por las filiales de empresas transnacionales radicadas en el país. No obstante, cuando se observa con un poco más de detenimiento el comercio de mercancías, especialmente en lo que tiene que ver con el sector industrial, existen algunos elementos que han sido poco problematizados. Principalmente, porque no sólo ha crecido significativamente el déficit comercial del sector industrial en el período que le siguió a la devaluación, sino que, contrario a lo que se podría suponer -luego de un episodio devaluatoriotambién aumentó el peso de los productos importados en el consumo nacional de productos industriales, ya sea de productos de consumo final, como de bienes y equipos o accesorios. Ahora bien, entendemos que tanto el problema de la remisión de utilidades y dividendos como la cuestión del déficit comercial de algunas ramas del sector industrial, están vinculadas con lo que podemos definir como las estrategias globales de las empresas transnacionales que operan a través de sus filiales en la Argentina. En relación a las actividades de tales filiales, a diferencia de lo que ocurría hace medio siglo en épocas de la industrialización por sustitución de importaciones, en la actualidad la explicación de su fuerte propensión a la importación de bienes no parece ser ni un problema de productividad, ni un problema de retraso tecnológico sino más bien de una redefinición radical en los modos de producir manufacturas a nivel global. Esta empresas, con capacidad de operar a escala transnacional, han pasado de una estrategia basada en la sobre-amortización de capital en los mercados periféricos, a una estrategia que combina una tendencia a la homogeneización global de la fuerza de trabajo y su producto, con el aprovechamiento de ciertas ventajas en países de bajos ingresos -fundamentalmente los costos diferenciales de la mano de obra, pero también acceso a recursos naturales, y cercanías con determinado tipo de demanda. Esta nueva configuración presenta ciertas novedades en la división internacional del trabajo y en el lugar de los países periféricos, que redefinen tanto lo que históricamente se ha discutido localmente sobre el problema de la restricción externa como los márgenes y los límites de la política pública. En este sentido, este trabajo pretende ser un aporte a la discusión sobre qué actores y qué tipo de producción incentivar, y cuáles decididamente limitar. 1 Introducción Las recientes dificultades del sector externo que ha experimentado la economía argentina -cuyo síntoma más agudo ha sido la pérdida de más de 20 millones de dólares de reservas internacionales entre 2011 y 20141-, no solo ha forzado al Gobierno Nacional a modificar una buena parte de su política económica, sino que ha revitalizado la discusión sobre el problema de la restricción externa (RE) que hasta hace poco parecía ser cosa del pasado. Este trabajo pretende realizar dos cuestiones vinculadas. En primer lugar, describir brevemente de qué hablamos cuando nos referimos al problema de la RE y porqué este es un problema recurrente de la economía argentina. En segundo lugar, analizar esquemáticamente cuáles son las novedades del actual proceso de RE, haciendo hincapié en el lugar de las empresas que operan en el sector industrial de nuestro país. La restricción externa en la Argentina contemporánea: las novedades históricas de un problema recurrente. Desde que a mediados del siglo XX la Argentina comenzase a intentar llevar adelante un proceso de industrialización que exceda el procesamiento de sus recursos naturales, el problema de cómo conseguir las divisas necesarias para la importación de los bienes de capital e intermedios necesarios para dicho proceso ha sido un tema recurrente en la agenda económico-política nacional. En línea con lo anterior, se suele hablar de RE en la literatura económica para referirse “a las dificultades para financiar importaciones de bienes de capital y de partes y piezas necesarias para el crecimiento del sector industrial, a la falta de dinamismo en la oferta de sectores exportadores de materias primas, así como a la remisión de utilidades al exterior efectuada por las empresas multinacionales radicadas en la región; que en muchos casos, incluido el argentino, se constituyeron como actores gravitantes (de la industrialización)” (Abeles y otros 2013, p. 28)2. La primer particularidad del período reciente de nuestra historia económica, el que comienza con la devaluación de 2002 y que se caracteriza por haber registrado niveles inéditos de crecimiento económico, es que si bien continúa existiendo una fuerte correlación entre el crecimiento del 1 Esta cifra representa un poco menos de la mitad de la totalidad de reservas internacionales que disponía Argentina a principios de 2011. 2 A lo anterior habría que sumarle el problema del pago de la deuda externa, que desde principios de los ´80 ha sido un problema recurrente para todos los gobiernos nacionales. 2 producto y la necesidad de importar (Ver Gráfico n°1), éste último hecho no ha estrangulado al crecimiento económico. Tanto es así que en 2007 se mencionaba desde agencias gubernamentales de análisis industrial que “la restricción externa parecía cosa del pasado” (CEP, 2007). Gráfico n°1: Evolución del Producto Bruto Interno de Argentina a precios de 2004 e Importaciones, en miles de pesos, 2004-2014 Importacione s, en miles de pesos 230.000.000 PBI, en miles de pesos Producto Interno Bruto a precios del año 2004 900.000.000 210.000.000 190.000.000 800.000.000 170.000.000 150.000.000 700.000.000 130.000.000 600.000.000 110.000.000 90.000.000 500.000.000 2014 I 50.000.000 2013 I 2012 I 2011 I 2010 I 2009 I 2008 I 2007 I 2006 I 2005 I 400.000.000 2004 I 70.000.000 Fuente: Elaboración propia en base a datos de INDEC. Siguiendo al argumento anterior, cuando se observan las principales cuentas agregadas del balance de pagos en la Argentina, efectivamente puede apreciarse que los principales factores que explican la caída en las reservas internacionales (Ver Gráfico n°2), este resultado tiene dos características: a) no tienen que ver con el saldo de la balanza comercial (Ver Gráfico n°3); de hecho el período 2011-2013 donde se acelera la salida de divisas, es un momento de fuerte superávit en términos del comercio de mercancías; y b) se evidencia un mayor peso de las utilidades y dividendos remitidas al exterior por las filiales de empresas transnacionales radicadas en el país (Ver Gráfico n°4). Respecto a este último hecho, Amico et. al. (2012) han señalado “… desde el 2002, a medida que la economía se recupera vigorosamente de la crisis, se reactiva la remisión de utilidades con la recuperación del nivel de actividad, las empresas extranjeras vuelven a girar utilidades a sus casas matrices. En cambio, los intereses se reducen por la política de desendeudamiento adoptada. A causa de ello, por primera vez la remisión neta de utilidades y dividendos (descontada la reinversión de utilidades) supera al pago neto por intereses”. 3 Gráfico n°2: Evolución de los saldos de las principales cuentas del Balance de Pagos de Argentina, en millones de dólares corrientes, 2002-2013. Cuenta corriente 15000 10000 8.857 5000 3.581 0 -5000 Cuenta Capital y Financiera Variación de Reservas 4.157 13.098 5.319 3.530 9 1.346 -3.304 -4.516 -6.108 -10000 -11.824 -15000 Fuente: Elaboración propia en base a datos de INDEC. Gráfico n°3: Evolución del saldo de los componentes de la Cuenta Corriente del Balance de Pagos de Argentina, en millones de dólares corrientes, 2002-2013. 4 25000 Saldo Mercancías 20000 Saldo Servicios Saldo Rentas 15000 10000 17.178 16.805 5000 0 -5000 -1.460 -7.491 -1.193 -7.975 15.423 13.265 13.087 13.958 13.456 -1.331 -9.282 -992 -7.305 -501 -513 -6.150 -5.941 18.526 -1.284 -1.285 -7.552 -8.955 -10000 14.266 12.925 15.371 -1.160 -11.341 -2.134 -3.366 11.120 -4.104 -12.400 -11.503 -11.011 -15000 -20000 Fuente: Elaboración propia en base a datos de INDEC. Gráfico n°4: Evolución del saldo de intereses y utilidades y dividendos para la economía argentina en millones de dólares corrientes, 2000-2013. 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 0 -2.000 -4.000 -6.000 -8.000 Intereses Utilidades y Dividendos -10.000 Fuente: Elaboración propia en base a datos de INDEC. 5 Ahora bien, es importante mencionar que la condición de posibilidad para esta situación de holgura en el comercio de mercancías hay que buscarla en el “novedoso” lugar de la Argentina (y de América Latina) como proveedor de materias primas de la industrialización China; y este no es un dato menor, ni en términos económicos, ni políticos. Para ilustrar el lugar de los precios internacionales en esta situación, en el Gráfico n° 5 mostramos tanto la evolución real del saldo del comercio exterior de mercancías como su evolución hipotética “congelando” los precios tanto de importaciones como exportaciones en el año 2004 (es importante tener en cuenta que los precios de 2004 son un 15% superiores en promedio al período 1986-2004). Como vemos, con los términos de intercambio de 2004 (que no obstante son históricamente elevados) parecería que el problema de la RE se hubiese producido un tiempo antes de 2013. También decíamos que está situación no es neutra ni en términos económicos ni políticos por varios motivos. En primer lugar, porque la estructura de propiedad sobre la que se asienta el sector productor de alimentos (particularmente de soja) exhibe una alta concentración (que va desde los establecimientos agropecuarios hasta las manufacturas y las exportaciones) que, entre otras cosas, promueve una limitada distribución de la riqueza (ver empleo). Efectivamente, “el 2% de las empresas agropecuarias controla el 50% de la tierra en el país, en tanto que el 57% de las explotaciones agropecuarias controlan el 3% de la tierra” (Silli y otros, 2011: 52) 3. 3 Sobre los problemas de concentración en las etapas de producción y comercialización, se puede consultar a CANPO (2011). 6 Gráfico n° 5: Comercio de mercancías a precios corrientes y a precios de 2004. 2002-2012. 30.000 Comercio de Mercancías a precios corrientes Comercio de Mercancías a precios de 2004 25.000 20.000 15.000 Mill. de U$S 12.925 10.000 Los términos de intercambio en 2004 son en promedio un 15% superiores a los imperantes en el período 1986-2003. 5.000 0 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 -5.000 -7.515 -10.000 Fuente: Elaboración propia sobre los datos del Mecon. En segundo lugar, porque la altísima rentabilidad histórica y relativa (en relación a otras producciones agrícolas) de la soja (Santarcángelo y Fal, 2008) está derivando tanto en una reducción de otro tipo de producciones agropecuarias que pone en cuestión lo que comúnmente denominamos como soberanía alimentaria, como en una ampliación de la frontera agrícola que está lejos de estar exenta de conflictos sociales y ambientales4. ¿Por qué nos parece importante mencionar esta particular coyuntura del sector agropecuario? Básicamente porque entendemos que esta inédita holgura del sector exportador nos ha llevado a que por largos años pasemos por alto importantes discusiones sobre las continuidades estructurales de la economía argentina que son cruciales y que exceden a lo que tiene que ver al problema de la RE. En línea con lo anterior, cuando se observa con un poco más de detenimiento el comercio de mercancías, especialmente en lo que tiene que ver con el sector industrial, existen algunos elementos que han sido poco problematizados y que, al menos, llaman la atención. En primer lugar, es interesante observar que no solo ha crecido significativamente el déficit comercial del sector industrial en el período que le siguió a la devaluación, sino que, contrario a lo que se podría suponer intuitivamente (dada la magnitud con la que se elevó el tipo de cambio 4 Según un informe de la Subsecretaría de Agricultura Familiar, en 2011 hubo conflictos por la tierra en más de 9.2 millones de hectáreas en el país, afectando a casi 64 mil familias (PROINDER, 2013). 7 luego de 2002), también aumentó significativamente el peso de los productos importados en el consumo nacional de productos industriales, ya sea de productos de consumo final, como de bienes y equipos o accesorios. En el cuadro y en el gráfico que presentamos a continuación están detalladas las variaciones tanto de los saldos comerciales de las principales ramas industriales (en términos de su participación en las importaciones totales) como del peso de los productos importados en el consumo nacional de dichos productos. Gráfico n° 6: Saldo Comercial de las principales ramas deficitarias del comercio exterior de productos industriales. 1991-2012. Automotriz Acum. 2008-2012 Acum. 2003-2007 Acum. 1996-2002 Electrónica Maquinaria y equipo Metales y minerales Industrias quimicas Industrias “tradicionales” intensivas en m/o -40000 -30000 -20000 -10000 0 10000 Fuente: Elaboración propia sobre la base del CEP. Como decíamos, llama la atención tanto la magnitud con la que crecieron los déficits sectoriales (especialmente entre 2008 y 2012) como el modo en que aumentó el peso de los insumos importados. Particularmente, este trabajo prestará particular atención al Automotriz y Químico, esta elección se debe a que: a) El conjunto de ambos sectores representa, para el año 2008, el 22% del producto industrial medido a precios constantes, esta proporción se equipara al peso de la rama más importante Alimentos y Bebidas que tiene una participación del 24, 5% para el mismo año. b) La industria Automotriz y Química no sólo concentran alrededor del 20% de las importaciones industriales totales entre dichos años, sino que además son insumos 8 fundamentales del aparato industrial argentino5 donde el peso de los productos importados en el consumo se ha elevado considerablemente entre 1997 y 2012 (Ver Cuadro n°1). Pero estos dos sectores no son los únicos que denotan lo comentado en el punto b). Como se observa, en insumos industriales básicos como las maquinarias y equipos, o en componentes de la industria electrónica, suceden cuestiones similares. Estas son cuestiones sumamente relevantes porque, pese a que la situación extraordinaria de las manufacturas de origen agropecuario ha permitido por largos años financiar estos déficits, no es posible observar una tendencia a la sustitución de importaciones, sino más bien todo lo contrario; con magnitudes de demanda de divisas que son sumamente elevadas en términos históricos. Cuadro n° 1: Peso de los productos importados en el consumo aparente6 de ramas industriales seleccionadas. Nivel General de la Industria Fabricación de maquinaria de uso general. Fabricación de maquinaria de uso especial. Fabricación de tubos, válvulas y otros componentes electrónicos, y transmisores de radio y televisión y aparatos de telefonía. Fabricación de vehículos automotores. Fabricación de partes, piezas y accesorios para vehículos automotores y sus motores. Fabricación de sustancias químicas básicas, excepto abonos. Fabricación de productos químicos. Fabricación de abonos y compuestos de nitrógeno; plaguicidas y otros productos químicos de uso agropecuario. 1997 18,69 52,46 49,93 2003 17,04 41,38 43,97 2007 26,52 55,44 51,96 2012 24,07 62,05 64,74 78,07 41,25 91,97 42,30 98,46 52,43 97,09 56,87 40,70 38,58 52,41 56,34 41,67 15,32 41,84 22,93 45,33 28,44 46,63 25,69 29,48 19,90 36,68 33,60 Fuente: Elaboración propia sobre la base del CEP. En segundo lugar, lo interesante de esta brevísima desagregación es que pone en evidencia que este proceso de sustitución de producción nacional por importada no sólo se producen en momentos teóricamente más favorables para que se observe lo contrario, sino que lo hace en ramas que son controladas casi de manera excluyente por un selecto grupo de grandes empresas (mayoritariamente transnacionales) que por diversas cuestiones se diferencian del grueso del sistema industrial argentino. 5 O bien porque, como en el caso de químicos básicos, sirven como insumos de una gran variedad de industrias, o bien porque, como en el sector autopartista, son el insumo básicos del gran motor industrial de los últimos años. 6 El consumo aparente se calcula como el resultado de la suma entre las importaciones y la producción doméstica, menos las exportaciones. 9 Cuadro n° 2: Indicadores de grandes empresas industriales según facturación. 500 más grandes Actividad % del total Cantidad de de empresas empresas 100 más grandes % de la % de la % de la Facturación Facturación del Cantidad de Facturación del total de la rama total de la rama empresas del total de la (industria)* (industria)* cúpula (200) Alimentos, Bebidas y Tabaco 155,0 31,5 72,0 30 19,4 46,8 Industria Química (Básicos, fertilizantes y fitosanitarios, laboratorios) 96,0 19,5 55,5 26 7,5 40,7 Extracción de energía 32,0 6,5 4 3,4 24,3 Automotriz 47,0 9,6 127,3 13 11,9 99,2 Metalúrgica 25,0 5,1 45,7 6 3,9 94,6 Maquinaria Agrícola Resto de maquinaria y Equipo Resto de industria 8,0 1,6 11,0 2,2 3 1,1 8,1 118,0 24,0 18 3,8 Algunas de las Principales Empresas Cargill, Aceitera General Deheza, Bunge Argentina, Louis Dreyfus. Dow Argentina, Bayer Argentina, Profertil, Basf Argentina, Syngenta Participación en Participación en las las exportaciones importaciones totales del país industriales (%) totales (%) 65 27,4 Ford, Volkswagen Aluar, Acindar, Siderar Fuente: Elaboración propia sobre la base de la Revista Mercado y Schorr y otros (2012) *La participación en la facturación se realizó utilizando los datos del CEP. Ahora bien, esta segunda cuestión también es central por varios motivos vinculados. En primer lugar permite comenzar a vincular el problema de la remisión de utilidades y dividendos con la cuestión del déficit comercial de algunas ramas del sector industrial. Entendemos que tanto una cuestión como la otra, como veremos a continuación, están vinculadas con lo que podemos definir como las estrategias globales de las empresas transnacionales que operan en la Argentina. En segundo lugar, y vinculado a lo anterior, nos obliga a complejizar el debate sobre puntual sobre la RE y la cuestión más general del problema de la industrialización en un país periférico como el Argentino. Como decíamos a inicios de este trabajo, el problema de la RE ha estado históricamente vinculado al problema de la industrialización en Argentina; más específicamente, al problema que algunos autores engloban bajo el rótulo de la estructura productiva desequilibrada de la Argentina (Diamand, 1973). Es decir, al problema de una estructura productiva donde, básicamente, el sector industrial (por cuestiones históricas fundamentalmente vinculadas a su retraso relativo con respecto a los centros capitalistas) exhibe (por cuestiones tecnológicos, de organización del trabajo, de productividad) escasas posibilidades de competir en los espacios internacionales, y por lo tanto es un demandante neto de divisas. Entendemos que en gran medida, muchos intelectuales, tanto promotores como detractores de lo que se denomina como industrialización por sustitución de importaciones, comparten un diagnóstico donde 10 “la base estructural de los problemas típicos que enfrenta la Argentina –y cualquier otro país subdesarrollado– es el rezago productivo, (…) su baja productividad en términos internacionales”. Para superar ese condicionante sostiene que “debemos tener empresas nacionales líderes en el mundo en términos de productividad e innovación, de manera que no necesiten deteriorar las condiciones de empleo y salario para poder ingresar en el mercado mundial”. 7 Lo interesante, y en línea con lo que señalábamos en relación a las estrategias globales de las empresas transnacionales que operan en la Argentina, es que cuando observamos qué empresas operan (y en qué condiciones lo hacen) en los sectores que, como veíamos, son los principales motores de la demanda de divisas, encontramos que, paradójicamente en relación a este tipo de caracterizaciones, estamos hablando de filiales locales de empresas transnacionales que son líderes mundiales en sus respectivas actividades. Y, a diferencia de lo que ocurría hace medio siglo, en épocas de la industrialización por sustitución de importaciones, no parece ser ni un problema de productividad, ni un problema de retraso tecnológico el que explica su fuerte propensión a la importación de bienes. En los casos puntuales de los sectores Automotriz y Químicos, algunos trabajos recientes dan cuenta de estos hechos8: “La industria automotriz merece una mención especial, dado que redujo parcialmente la brecha de productividad durante los noventa como corolario de la implementación de un régimen de intercambio comercial compensado, que brindaba la posibilidad a las terminales exportadoras de importar vehículos y partes libres de aranceles provenientes de otras filiales y/o de sus casas matrices” Katz y Bernat (2011) “El complejo automotriz y las ramas intensivas en ingeniería (donde se ubica el sector Químico 9) presentan niveles de productividad que podrían considerarse como “medio-altos”, situándose en el promedio del período 1996-2012 entre un 20 y un 25% por encima de la media industrial” Porta et. al. (2014) A continuación, intentaremos introducir brevemente el problema de lo que denominaremos como nueva división del trabajo industrial, para luego volver (intentando complejizarlo) sobre el problema de la RE local. 7 Juan Graña, citado por Marcelo Zlogtowiazda en su artículo “lo urgente y lo importante”, publicado en la Revista veintitrés el 18-12-2013. 8 Los aspectos resaltados de las citas son nuestros. 9 Agregado nuestro 11 Un comentario esquemático sobre las transformaciones en la división internacional del trabajo y su impacto sobre la Argentina. Un análisis exhaustivo de las transformaciones en los procesos de división internacional de la producción manufacturera, exceden holgadamente los límites de estas páginas. No obstante, nos interesa señalar aquí algunos rasgos de lo que denominaremos como nueva división internacional del trabajo industrial (NDIT), que entendemos son importantes para abordar el problema de la RE en argentina. Cuando hablamos de una NDIT nos referimos esquemáticamente a una nueva etapa en términos de internacionalización de producción de bienes industriales, que ha redefinido el perfil productivo de los países tanto del centro como de la periferia capitalista. Una etapa en la historia del capitalismo que se distingue, entre otras cosas pero centralmente, por la ampliación en las escalas geográficas de diseño, producción y comercialización de bienes y servicios; y que tiene en el desarrollo de la tecnología en las industrias de las comunicaciones y el transporte sus condiciones materiales de posibilidad. Como señala Arceo (2005, p. 28), el desarrollo en la informática ha permitido disociar de un modo eficaz los lugares geográficos desde donde se planifican y dirigen los procesos productivos, de aquellos desde donde se realizan las tareas rutinarias de ensamble. A su vez, el abaratamiento en los costos de transporte es lo que hace rentable (a partir de la distancia que se establece entre el precio final de la mercancía y el costo de su traslado), no sólo el traslado de industrias de ensamble enteras entre países, sino el traslado de las piezas que sirven de insumo. Ahora entonces es posible dirigir, desde países históricamente industrializados, procesos de producción de mercancías de un alto contenido tecnológico que tienen lugar físicamente (en parte) en distintos países históricamente no industrializados, utilizando insumos fabricados en un tercer país, para luego exportar las mercancías a distintos mercados. En línea con lo anterior, si a mediados del siglo XX la Inversión Extranjera Directa buscaba mercados internos importantes donde sobre-amortizar el capital (como agudamente señalara Marini), desde la década del ´70/principios de los ´80 comienza a buscarse lo contrario. Como señalara Froebel et al (1980) en su clásico trabajo sobre la nueva división internacional del trabajo, lo que busca la nueva inversión productiva es una fuerza de trabajo que se pueda movilizar durante todo el año, que pueda alcanzar niveles de productividad elevados con escaso entrenamiento, y que esté poco organizada y sea abundante, a partir de lo cual puedan ser seleccionadas habilidades específicas según sea la inversión (por ejemplo, mujeres jóvenes para tareas rutinarias (Froebel et al, 1980, p. 34). En pocas palabras, uno de los principales objetivo de 12 esta nueva inversión productiva crecientemente transnacionalizada tiene que ver con un abaratamiento en los costos de la mano de obra10. En línea con lo anterior, es posible observar en las últimas largas décadas una serie de indicadores que nos hablan de una redefinición radical en los modos de producir manufacturas mundialmente. Lo primero que podemos observar es el fenomenal crecimiento que exhiben los flujos de IED. Medidas a precios corrientes, las entradas de las mismas son, en promedio, un 7000% mayores en el último lustro de la primera década de los 2000, que lo que eran en el primero de la década del ´70 del siglo pasado, y un 2500% mayores en relación al primero de la década del ´80. Paralelamente, y también a precios corrientes, los activos de las filiales extranjeras de las empresas transnacionales alrededor del mundo han crecido un 1300% en los últimos 20 años, su producto bruto lo ha hecho en casi un 400%, y así han llegado a explicar más del 50% del producto interno bruto mundial y más del 30% de las exportaciones. Esto, lógicamente, no ha sido neutro en términos de los sistemas industriales de la periferia. Por un lado, es posible dar cuenta de un achicamiento de las brechas de productividad laboral entre una parte importante de la periferia y los denominados países centrales, y, por el otro, un aumento extraordinario de la participación de la periferia en la exportación de manufacturas de origen industrial, incluso de alto contenido tecnológico. Ahora bien, ¿por qué es tan importante esta discusión sobre la NDIT? Fundamentalmente porque lleva el problema de la industrialización y la RE a otra escala. Para decirlo esquemática pero ilustrativamente, el problema de qué producir y qué y cómo importar pasa a ser un problema mucho más geopolítico que técnico. En línea con lo anterior, si observamos por ejemplo no ya el comercio de bienes finales, sino el comercio de bienes industriales de uso intermedio, veremos grandes cambios en los últimos 20 años en lo que tiene que ver con el lugar de los países centrales y periféricos. En industrias estratégicas como la química, y particularmente la química básica, China pasó de ser un productor marginal en 1995, a ser el segundo proveedor mundial de químicos para uso industrial en 2011, desplazando a países “desarrollados” como Estados Unidos o Francia, y ubicándose muy cerca de Alemania en términos de ventas. Esta cambio tiene que ver tanto con, como decíamos, las estrategias de las principales empresas del sector, que por cuestiones de escala, de acceso a recursos naturales, de costos de mano de obra y de otros costos de producción, han decidido trasladar a China gran parte de su producción, pero también con una decisión del gobierno Chino de negociar, sobre la base del atractivo que 10 Al respecto, la UNCTAD también señalaba en 2006 que: “los crecientes costos de producción en el centro son potencialmente el mayor efecto de expulsión de la IED [inversión extranjera directa] hacia países en desarrollo. Consecuentemente, caeteris paribus, los países receptores con menores costos laborales u otros recursos requeridos son propensos a recibir IED”. 13 supone para estas empresas el traslado, el libre uso de patentes y tecnología para sus nuevas empresas nacionales, en pos de una estrategia de autoabastecimiento y posicionamiento global. Así las cosas, la gran empresa China de químicos básicos, Sinopec, se ha transformado en 2012 en la cuarta empresa mundial en el rubro, sólo después de BASF, Dow Chemichal y Exxon. Volviendo a la cuestión de la sustitución de importaciones, no es casual que exista una tendencia global al aumento de los insumos importados en la producción de bienes industriales, salvo para un reducido número de países centrales o semi-periféricos (como Brasil o India) que, por cuestiones de escala y de estrategias de Estado (que se construyen a su vez sobre esas ventajas de escala), se han transformado en las últimas décadas en centros de abastecimiento regional de países periféricos de ensamble industrial En resumidas cuentas, entendemos que en lo que respecta a la producción de bienes industriales de consumo intermedio o final, podemos decir esquemáticamente que las empresas con capacidad de operar a escala transnacional han pasado de una estrategia basada en la sobreamortización de capital en los mercados periféricos, a una estrategia que combina una tendencia a la homogeneización global de la fuerza de trabajo y su producto, con el aprovechamiento de ciertas ventajas en países de bajos ingresos (fundamentalmente los costos diferenciales de la mano de obra, pero también acceso a recursos naturales, cercanías con determinado tipo de demanda, etc). Dicho en otros términos, a diferencia de lo que sucedía cuando fue pensada la estrategia de industrialización por sustitución de importaciones, las empresas transnacionales pueden ensamblar en la periferia productos denominados de alta tecnología, con un rendimiento de frontera de la fuerza de trabajo. Ahora bien, a diferencia de lo ocurrido a mediados del siglo pasado, el capital dedicado a la actividad industrial (independientemente de cuál sea su origen geográfico) que localiza alguna de sus actividades productivas en un país no industrializado, no tiene la necesidad ni de desarrollar allí toda su estructura de proveedores, ni de vender el grueso de sus productos en el mercado interno. Es más, en un escenario donde es posible pensar en estructuras de proveedores que funcionen a escala regional (y en algunos casos global), el desarrollo de sistemas industriales integrados en países periféricos de pequeña escala parece convertirse en una irracionalidad económica. Las empresas transnacionales y la restricción externa en la Argentina. Volviendo al análisis del problema actual argentino, entendemos que esta discusión sobre las estrategias del capital transnacional industrial es central no sólo porque hace a una correcta caracterización de la RE, sino porque contribuye a pensar mejor las alternativas para una posible 14 solución. Aldo Ferrer, economista de trayectoria y referente de sector importante del pensamiento heterodoxo argentino, resumía hace poco una parte de su visión sobre el problema de la RE en estos términos: “Si hicimos reactores nucleares, ¿cómo no vamos a poder hacer motores de autos? La estrategia de desarrollo debe concentrarse en la integración de la industria, para desplazar la restricción externa” La cita es contundente. ¿Cómo no vamos a poder hacer motores para autos? A nuestro modo de ver, un principio para empezar a responder a esta importante pregunta está en lo que empezamos a discutir en el apartado anterior y que intentamos resumir diciendo que el problema era más geopolítico que técnico. Porque efectivamente, con seguridad existan en la argentina (o puedan desarrollarse en un plazo no muy lejano) los capacidades técnicas para producir un motor para automóviles; el problema es cuál es el sujeto interesado en hacerlo. O, dicho en los términos en los que planteábamos el apartado anterior, cómo se articulan las necesidades de desarrollo industrial argentino con los intereses y estrategias globales de las empresas transnacionales que dirigen la producción automotriz en argentina y en el mundo, en un contexto donde la novedad histórica parece ser la búsqueda de ampliación de escalas y racionalización en las estructuras de proveedores. La elección de la actividad automotriz para referirnos al problema de la sustitución de importaciones, y en términos más generales, al problema de la industrialización, no es casual. La importación de automóviles y autopartes es, como vimos, significativa a la hora de hablar de la salida de dólares en la economía argentina. Pero además, y lo que la convierte en una pieza importante para hablar del problema de la industrialización, la industria automotriz ha sido tanto el motor casi excluyente del crecimiento industrial durante los últimos diez años, como la actividad que históricamente funcionó como un pilar (también de un modo casi excluyente) del proyecto desarrollista en nuestro país (Pinazo, 2013). En este sentido, hablar brevemente de la producción de automóviles no es sólo un modo de aproximarnos al grueso de la nueva producción industrial argentina, sino un modo de, como veremos, comenzar a indagar sobre esa articulación de la que hablábamos entre estrategias del capital transnacional, y la especificidad de la argentina en lo que denominamos como NDIT. En la Argentina, a mediados del siglo XX la producción de automóviles fue la base material de un proyecto económico político más amplio. En gran parte del pensamiento latinoamericano, se señalaba que la alianza con el capital transnacional constituía la única alternativa realmente existente para continuar con la estrategia de industrialización por sustitución de importaciones11. 11 Por en “Dependencia y Desarrollo en América Latina” los autores señalan que “salvo que se acepte la hipótesis de una revolución socialista”, la alianza con el capital extranjero 15 En nuestro país específicamente, esa alianza articuló sobre la base de las siguientes características: mientras las empresas transnacionales contaban con un mercado altamente protegido donde se diagnosticaba que existía una fuerte demanda insatisfecha donde sobreamortizar inversiones realizadas en su país de origen, el Estado Argentino se beneficiaba de las divisas y la tecnología necesarias para producir un bien de consumo durable que entendía no hubiera podido producir de otro modo. Un bien de consumo durable cuya importancia, como hemos mostrado en otros trabajos, excedía lo estrictamente técnico. En otros trabajos decíamos lo siguiente al respecto: “Los requisitos de integración local de la producción, y los múltiples eslabonamientos productivos que de ellos se derivaban, hacían del segmento terminal el destino final de prácticamente todos los sectores productivos en los que se podía dividir la estructura económica. Por otra parte, la orientación mercado internista de la producción, hacía del salario y el empleo elementos centrales de la demanda y, en este sentido, en condición de posibilidad de realización de la ganancia. Por tal motivo es que insistimos en afirmar que la industria en cuestión era algo más que una actividad productiva; era, a nuestro modo de ver y como ya señalamos, el núcleo económico de un proyecto económico-político”. 12 Vinculado a lo que señalábamos en el primer apartado de este trabajo en relación a los cambios en las estrategias de las empresas transnacionales a ciertos cambios en el lugar que ocupan en las mismas los países periféricos del sistema, las empresas automotrices que operan en la Argentina han comenzado, desde aproximadamente mediados de la década de los ´90, una nueva estrategia productiva en el país. A diferencia de lo ocurrido durante el desarrollismo, y producto de uno serie de transformaciones tecnológicas de envergadura, la periferia ya no es más un lugar de sobre-amortización de tecnología (cuasi) obsoleta, si no que es un lugar donde se ensamblan (o fabrican, según sea el caso y los distintos tipos de incentivos) modelos nuevos o de última generación, con parámetros tecnológicos y de productividad similares a los imperantes en países con una escala más amplia y una mayor historia en el segmento13. Esto ha derivado tanto en records en materia de producción (lo que, como vimos ha motorizado gran parte del crecimiento industrial en su conjunto), como en una novedosa tendencia exportadora de la industria. Pero, paralelamente, se ha roto ese vínculo con la industria doméstica (fundamentalmente a partir de la desvinculación entre el segmento terminal y el segmento autopartista local) que hacía de la actividad, como decíamos, el núcleo económico de un proyecto político más amplio. Fundamentalmente porque parte del nuevo negocio consiste en la racionalización de las aparecía por aquel entonces como la única alternativa para continuar con la industrialización. (Cardoso et al, 1969, p. 135). 12 Pinazo, 2013, p. 187. 13 En Pinazo, 2013, p. 156 mostrábamos que, con una escala 6 y 2 y medias veces menor a la industria alemana y francesa respectivamente, la industria argentina había alcanzado en 2008 parámetros de vehículos producidos por obrero ocupado por año superiores a los de ambas. 16 estructuras de proveedores. Dicho con un poco más de detalle: las empresas terminales han dejado la idea de una producción integrada, y han relegado un número cada vez más importante (tanto en número como en complejidad) de actividades a empresas autopartistas, muchas de las cuales, han comenzado a operar a escala transnacional14. Las primeras buscan reducir su accionar a actividades de diseño, ensamble y comercialización, y las autopartistas han pasado a ocuparse de la fabricación (y a veces también el diseño) de módulos o subensambles enteros, como ser el armado de motores, sistemas de aceleración, frenos o dirección (Gereffi, 2001; Motta, 1999). Esto ha permitido a las terminales reducir significativamente costos y riesgos, que se delegan a los empresarios y trabajadores del segmento autopartista. Ahora bien, las nuevas autopartistas globales, que, no obstante, piensan su estrategia a escala regional, utilizan generalmente al país cuyo mercado interno es más importante como centro de operaciones, e instalando filiales “anémicas”15, o de escaso valor agregado, en el resto de las locaciones donde deben abastecer a la empresa terminal. En palabras de la OIT (2005, p. 71): “un proveedor opera con una estructura «radial» a través de la cual realiza operaciones comerciales transfronterizas con sus propios proveedores y filiales”. Estas nuevas dinámicas, muy esquemáticamente descritas aquí, permiten comenzar a comprender porque, en paralelo a estos records en materia de producción, productividad laboral y comercio exterior, la industria automotriz registre en el período que nos ocupa los menores niveles de integración local de la producción, con sus consecuentes impactos sobre el sector externo, sobre los empresarios del sector autopartista, y desde allí, sobre la generación de empleo. Efectivamente, según cálculos basados en distintas matrices de insumo-producto, si en 1986 la relación entre valor agregado y valor bruto de producción (VBP) era del 26,7%, en 2007 había descendido al 18%; mientras, paralelamente, la relación entre insumos importados y VBP pasaba del 17% al 45%. Esto ha derivado en una dinámica en donde, por cada peso que se agregaba de valor localmente, se debieran demandar (también para 2007) 2,6 en concepto de autopartes 14 “Dado que se emplean componentes comunes para producir diferentes modelos y que los proveedores se transforman en actores clave en la producción de automóviles, las terminales automotrices prefieren usualmente comprar a los mismos proveedores, independientemente del lugar donde se lleve a cabo la producción. Esto plantea a los proveedores (sobre todo a los megaproveedores y a otros proveedores en el primer anillo) la necesidad de globalizar su actividad (esta tendencia no alcanza a los proveedores de componentes básicos del segundo y tercer anillo). Asimismo, dadas las tecnologías de producción y demanda sincronizadas (just-in-time), los proveedores globales a veces también necesitan seguir a las terminales automotrices a sus lugares de producción, estrategia que en la jerga se denomina “seguir abasteciendo” (follow sourcing)” (Arza 2011, p. 142). 15 Otro término utilizado es terminales de ensamblaje. “Al invertir en nuevos mercados suelen adoptar una organización de tipo radial en el esquema de fabricación, en donde se define un centro regional de fabricación integrada de mayor escala y otras plantas que son principalmente de ensamblaje pero que operan con ventajas logísticas para el servicio a los clientes” (Cantarella et al 2008, p. 31). 17 importadas, con el consecuente impacto sobre el sector externo. Y es importante tener en cuenta que esto no es sólo producto de importaciones directas hechas por las empresas terminales, sino que aquí también opera la estrategia de las propias autopartistas transnacionales que importan desde propias filiales ubicadas en el extranjero los insumos necesarios para abastecer a la industria local16. Esta disociación entre ensamble y producción local, es la que explica, por último, la escasa participación de la industria terminal (como se desprende del cuadro xx) en la nueva dinámica del mercado laboral. De hecho, si observamos la generación de empleo en el conjunto de la trama (suma del empleo directo e indirecto vinculado a la producción terminal y autopartista) veremos que la misma es, en promedio y en los años de crecimiento que transcurren entre 2006 y 2010, un 44% inferior al promedio que registraba entre los años 1991 y 1994, en contextos de la producción final de automóviles era un 49% superior. Volviendo a la pregunta que abrió este breve apartado, sobre porqué no se podrían producir motores en el país, lo primero que hay que decir es que en principio no van a ser las empresas transnacionales líderes en el segmento las que van a asumir la tarea. Los siguientes comentarios de gerentes de grandes empresas autopartistas globales, recopilados en el trabajo reciente de Sturgeon et al (2009, p. 18, énfasis propio) son elocuentes en relación a esta nueva realidad de los productores autopartistas: 1. La industria comenzó a cambiar hace cinco o diez años. Hoy el proveer a plataformas globales es un requerimiento, es parte de la puja. Si los proveedores no tienen una estrategia global, no pueden competir. Nuevos proyectos no son vistos como una oportunidad para expandirse globalmente, al contrario, los proveedores deben tener una base global para recién empezar a competir. Esto fuerza a los proveedores para desarrollar un sistema global 2. Los proveedores deben actual junto a las terminales como una única fuente global para lograr la `estandarizaciòn´. Debemos proveer la misma parte, con la misma calidad y el mismo precio en todas las locaciones. Si [las terminales] dicen que debemos ir a Argentina, debemos ir o perder el negocio, no un nuevo negocio, sino el existente. La logística se está transformando en una clave en la competitividad, debemos tener la habilidad de mover la producción allí donde están las instalaciones de las terminales.” 3. Queremos que nuestras plantas estén presentes donde los vehículos son producidos. A veces nuestros clientes nos piden que nos localicemos en plantas en otros países para proveer 16 Sobre los detalles sobre cómo se hicieron los cálculos, se puede consultar a Pinazo, 2013. 18 contenido local… Nosotros seguiremos a nuestros clientes estableciendo nuestras plantas solamente en economías emergentes que poseen grandes mercados, tal como Korea del Sur, México o Brasil. En resumidas cuentas, la fabricación de grandes autopartes se ha globalizado/regionalizado; esto es, antes que todo, una estrategia de supervivencia, y las plantas de fabricación se encuentran solamente en grandes mercados emergentes. Esto dificulta de sobremanera la posibilidad de países periféricos como la Argentina de desarrollar una estrategia de industrialización en este tipo de actividades. No sólo porque los empresarios privados no están interesados o están seriamente condicionados para hacerlo (como puede ser el caso de empresarios nacionales que tienen que competir con grandes firmas transnacionalizadas17), sino porque los márgenes para imaginar un Estado empresario también se achican. Si para las grandes empresas transnacionales la globalización es una estrategia de supervivencia, ¿en qué condiciones competiría una empresa estatal? En una industria que ha estandarizado global/regionalmente los modelos, ¿cuáles son las posibilidades para que una empresa estatal de motores abastezca globalmente a las terminales en los tiempos y condiciones que éstas establecen? Volviendo entonces a lo que decíamos anteriormente (y aunque visto aquí superficialmente) de lo que se trata no es de un problema “técnico” sino de un problema de compatibilidad (o no) entre las estrategias del capital (mayoritariamente) transnacionalizado que lidera la producción industrial, y las estrategias de desarrollo y los problemas vinculados a las mismas de los países periféricos. En este sentido, claramente la industria automotriz no es una excepción. En la industria química por ejemplo, que como veíamos es uno de los principales rubros deficitarios del país en materia de comercio exterior18, por cuestiones de escala y capacidad de intervención del Estado (asociada al problema de la escala) la Argentina ocupa un lugar marginal en las estrategias de los grandes productores del rubro. En químicos básicos específicamente (que no sólo es central en materia de RE sino que es el sector con mayores eslabonamientos “hacia adelante” de la cualquier sistema industrial y por lo tanto un sector signficativo en términos de competitividad y autoabastecimiento), y hablando en términos esquemáticos, las grandes empresas transnacionales líderes en la materia (que también 17 El caso de la empresa nacional Paraná Metal es paradigmático de lo anterior. Siendo una de las 10 empresas más grandes de la Argentina para 2007, debió enfrentar un proceso de quiebra en 2010 cuando Ford decidió cambiar su línea de motores. Para más detalles, se puede consultar a Pinazo (2012). 18 El principal déficit comercial de la industria química se encuentra en el segmento de químicos básicos. Entre 2008 y 2012 el déficit comercial del segmento fue de alrededor de 15 mil millones de dólares. Más de dos veces el déficit acumulado entre los años 2003 y 2007 y significativamente mayor al del sector autopartista (11 mil millones de dólares entre 2008 y 2012). 19 explican el grueso de la producción química en la Argentina) vienen hace tiempo llevando adelante una estrategia de deslocalización de la producción desde sus casas matrices a países “emergentes”, tanto por razones de escala como de acceso a recursos naturales (petróleo y gas) y de costos salariales19 (Pollak y otros, 2012). Esto permite comenzar a comprender porqué, por ejemplo, China pasó de exportar 2 mil millones de dólares de productos químicos para consumo intermedio de otros países en 1995 a 114 millones en 2011, transformándose en el segundo exportador para consumo intermedio de este tipo de productos, apenas por detrás de Alemania. Como señalaba Benedicto Vazques en un artículo reciente denominado “cambio en el balance químico”: “La industria química se está desarrollando en los mercados emergentes, pero el voraz crecimiento de China, India, y en parte Brasil, significa una reordenación global, que plantea unos pocos problemas para los productores tradicionales en EE.UU. y Europa (…)Se espera que para el año 2015, China supere a Estados Unidos como el productor de químicos más grande del mundo. El crecimiento promedio de las ventas anuales de la industria en China fue del 16,5% entre 1997 y 2007, de acuerdo al informe de KPMG del año 2010”. Efectivamente, aprovechando la estrategia de los históricos grandes fabricantes químicos (Dow Chemichal, Exxon) de trasladar instalaciones a la periferia, los países periféricos anteriormente mencionados han comenzado una estrategia de autoabastecimiento y desarrollo (que incluye desde la negociación de patentes, la formación de recursos humanos, la creación de empresas estatales, entre otros instrumentos) que los ha posicionado a ellos y a sus nuevas empresas como los nuevos grandes jugadores de la industria. En este sentido no llama la atención la agresividad con la que compañías Chinas, Brasileras e Indias se encuentran en la actualidad comprando activos de históricas compañías químicas y petroquímicas. En los últimos años, y entre muchos otros movimientos, es posible observar que el Grupo Industrial Wanhua obtuvo el control del productor químico húngaro Borsod- Chem por la suma de US$1,7 billones, que Reliance Industries (India) hizo una oferta de US$14,5 billones por el grupo Lyondell-Basell (el tercer grupo independiente de químicos más grande del mundo), que China Petroleum and Chemical hizo de activos de la española Repsol por la suma de US$7,1 billones, que Sinopec ha invertido US$7,24 billones en la exploradora de petróleo radicada en Suiza, Addax Petroleum Corp, con activos en Kurdistán y África Occidental, que Braskem (Brasil), el productor de petroquímicos más grande de América Latina, proporcionó al grupo una plataforma internacional con la adquisición por US$350 millones de la división de polipropileno de la estadounidense Sunoco Chemicals20. De hecho, se 19 En menor medida también incentivos por cuestiones vinculadas cierta “laxitud” en los requisitos legales asociados a la instalación de plantas en esos países emergentes. 20 Información tomada del artículo de Benedicto Vazques anteriormente citado. 20 estima que mientras en 2008 cuatro de los diez productores más grandes se encontraban en Europa, es probable que sólo haya 1 de ellos en 2015 (Pollak y otros, 2012). Entendemos aquí que el análisis de este tipo de cuestiones es fundamental, no sólo a la hora de pensar en los síntomas más agudos de la RE, sino más bien en cuestiones estratégicas vinculadas a la planificación de qué producir y cómo. Las importantes limitaciones de escala de una economía periférica como la Argentina, la estrategia de otros Estados (centrales y periféricos) y, fundamentalmente, las novedosas estrategias del capital transnacional, son centrales a la hora de pensar en las reales posibilidades productivas de la Argentina y, en este sentido, en las prioridades de la política pública. Algunas palabras finales a modo de cierre. El problema de la RE en Argentina es un problema vinculado a múltiples cuestiones íntimamente asociadas; desde temas que tienen que ver con su estructura económica local, sus actores sociales, sus intereses y su historia, hasta cuestiones vinculadas con su inserción en la división internacional del trabajo capitalista. En este trabajo hemos intentado, luego de un breve diagnóstico sobre las novedades del problema de la RE, focalizarnos en lo que definimos como las novedosas estrategias del capital transnacional y su incidencia sobre el problema en cuestión. Fundamentalmente porque, como decíamos, entendemos que hay ciertas novedades en sus estrategias (en la Argentina y en el mundo), y ciertas novedades en la división internacional del trabajo y en el lugar de los países periféricos, que redefinen tanto lo que históricamente se ha discutido localmente sobre el problema de la RE como los márgenes y los límites de la política pública. Ahora bien, que nos hayamos focalizado en esta cuestión entonces, no quiere decir que no existan otras que afecten la disponibilidad de divisas en la Argentina. Por ejemplo, y esta cuestión sí es un problema histórico, hay una parte significativa de la industria argentina que efectivamente presenta grandes dificultades para competir internacionalmente, vinculado a no menos significativos problemas de productividad (que se agravan en contextos inflacionarios como el actual). De hecho, si excluimos de nuestra mirada sobre la industria las empresas pertenecientes a la cúpula21, encontraremos que en 2011 el producto por obrero ocupado se encontraba también en dicho año en los mismos niveles de 2003 (Pinazo, 2014). Si bien un análisis en profundidad de 21 Definidas en términos de facturación como las empresas industriales que participan de las 500 empresas más grandes del país. Sobre esta cuestión y las variaciones en el número por año se puede consultar los datos del INDEC. Los gráficos aquí presentados fueron construidos sobre 21 estos temas excede los límites de este trabajo, este breve comentario es clave para empezar a comprender porqué las Pymes comienzan a exhibir en 2008 serias dificultades para competir frente a la producción importada (tras años donde el salario nominal viene creciendo en porcentajes cercanos al 20%)22, porqué desde ese año son importantes expulsoras de empleo, y también porqué, a diferencia de lo que sucede con las grandes empresas del país, sólo un reducido número de las mismas exporta una parte significativa de su producción. Estas últimas cuestiones entonces, efectivamente están vinculadas a un problema que podemos denominar “histórico” de competitividad de la industria argentina, fundamentalmente de su pequeño y mediano empresariado. Que se agudizó sin dudas durante los años de neoliberalismo y que seguramente es importante para entender los también históricos déficits de sectores como los de bienes de capital. Sin embargo, lo que hemos intentado mostrar es que la novedad de los actuales rasgos salientes del problema de RE hay que buscarlo en ciertas cuestiones inéditas del lugar de la Argentina en la división internacional del trabajo. Inéditas tanto en términos de su lugar como proveedora de materias primas de la reciente industrialización China, como en términos de su lugar en las novedosas estrategias de capital transnacional industrial. La cuestión de las estrategias del capital transnacional se vincula de múltiples modos a la RE. Por un lado, el lugar secundario como locación productiva de una parte importante de las grandes empresas industriales está directamente asociado a una propensión importadora que, como vimos, es sumamente significativa en términos de demanda local de divisas. Por otro lado, la progresiva extranjerización de la economía argentina se ha producido en paralelo a un aumento igualmente progresivo de la remisión de utilidades de dichas empresas que, como vimos también, demanda actualmente una porción importante de las divisas que ingresan al país. Por último, y no menos importante, el control de las divisas por un grupo sumamente reducido de empresas transnacionales es un factor de presión central a la hora de pensar en los márgenes de maniobra de la política pública en términos de planificación. A modo de cierre, y en línea con lo dicho hasta aquí, quizás valga la pena repetir lo ya señalado en el sentido de que el problema de la RE parece ser mucho más político que técnico. La situación histórica en la que parece encontrarse la Argentina en estos momentos (de la cual la RE podría ser vista como un síntoma) es similar en cierto sentido a la que se planteó hace poco más de medio siglo con el proyecto de industrialización por sustitución de importaciones, y que Cardoso y Faletto han sintetizado tan claramente en su famoso texto ´Dependencia y Desarrollo en América Latina´: (1969, p. 134-138, énfasis propio): 22 Ver al respecto los distintos informes anuales de la Fundación Observatorio Pyme. 22 “El proceso sustitutivo provoca una especie de efecto bola de nieve, ya que cada producto terminado que se empieza a fabricar estimula la sustitución progresiva de partes y componentes, hasta llegar a un punto en que, de hecho, sólo se requiere la importación de productos que ya implican de tecnología muy desarrollada o materias primas inexistentes en el país (…) Existe, pues, una coincidencia transitoria entre los intereses políticos y económicos que permite conciliar los intereses proteccionistas, la presión de las masas y las inversiones extranjeras, estas últimas aparentemente son la condición misma de de la continuidad del desarrollo dentro del esquema político señalado (…) las alternativas que se presentarían, descartando la apertura del mercado interno hacia fuera, es decir, hacia los capitales extranjeros, serían todas inconsistentes, como lo son en realidad, salvo si se admite la hipótesis de un cambio político radical hacia el socialismo.” La diferencia sustantiva con aquel entonces, es que parece haberse roto esa coincidencia transitoria entre los intereses políticos y económicos del capital transnacional que dirige la producción en Argentina y los intereses del grueso de la población. Básicamente porque, como se ha mostrado en otros trabajos y aquí, por el cambio en las estrategias de estos actores ha roto el vínculo que las unía con el resto de la estructura económica y con la generación de empleo (el caso paradigmático es el de la industria automotriz), cuya contracara, como hemos visto aquí, se encuentra en su novedoso rol en el problema de la RE. En este sentido, plantear un proyecto político-económico hoy en día, que no sólo intente dar solución al problema de la RE, sino que a su vez incorpore los intereses de las grandes mayorías populares, parece requerir de una novedosa radicalidad política. Por eso último mismo, resulta muy difícil ensayar en estas páginas una respuesta específica al problema de la RE. Básicamente porque las consecuencias y particularidades de esta radicalidad son imposibles de precisar con exactitud. No obstante, lo que sí podemos decir aquí es que, de no mediar una discusión sobre el lugar de la Argentina en la división internacional del trabajo (lo cual parece lo más posible, habida cuenta que está discusión no se ha dado ni en las experiencias políticas más radicalizadas del continente), la condición de posibilidad de cualquier política de planificación alternativa requeriría urgentemente de una avance sobre la discusión acerca del control estatal de recursos naturales (y de infraestructura) estratégicos. Eso supondría otro margen de maniobra sobre la cuestión de la divisas para poder pensar efectivamente qué actores y qué tipo de producción incentivar, y cuáles (que hoy son motores del crecimiento) decididamente limitar. Bibliografía 23 Abeles, M., Lavarello, P. J. y Montagu, H. (2013). Heterogeneidad estructural y restricción externa en la economía argentina. En: Hacia un desarrollo inclusivo: el caso de la Argentina. Santiago: CEPAL; OIT, 2013. LC/L. 3569. p. 23-95. 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