Visiones sobre “el otro” en una historiografía provincial

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Maringá - 2004
ISBN 85-903587-1-2
Anais Eletrônicos do VI Encontro da ANPHLAC
Visiones sobre “el otro” en una historiografía provincial:
Brasil, Uruguay y Paraguay en la historiografía correntina
María Silvia Leoni1
La implementación del Mercosur cultural nos lleva a preguntarnos por las
peculiaridades que han ido manifestando los procesos de integración en distintos espacios y,
particularmente, en las áreas de frontera. El análisis de esta cuestión en el ámbito de la
provincia de Corrientes nos resulta particularmente significativo, ya que la misma ha estado
fuertemente marcada en su desarrollo histórico por sus vinculaciones con tres países
limítrofes.
Nos interesa en esta oportunidad determinar la construcción de la imagen del “otro”
entendido como extranjero (“brasileños”, “paraguayos” y uruguayos”) en la producción
historiográfica correntina, desde sus inicios a fines del siglo XIX hasta la actualidad, así como
los distintos intentos por articular la historia provincial con la nacional y la regional, en un
camino de definición del “nosotros” que no resulta nada simple.
Las otras actuales provincias del nordeste argentino (Formosa, Chaco y Misiones)
tuvieron un desarrollo historiográfico tardío
e inicialmente subsidiario del correntino,
marcado por las características de su particular organización institucional y posterior
provincialización, ya en la década de 1950.
Presenciamos aquí la construcción de un relato identitario alterno al del país central, con
sus modos específicos de integración y diferenciación respecto de la nación y del extranjero.
En esta construcción de otredades, se definen, coexisten y se superponen en un complejo
proceso fronteras duras, que transforman a los extranjeros en enemigos y usurpadores, y
fronteras flexibles, con un discurso que favorece la hermandad entre los vecinos y la
integración de los pueblos2.
A través del análisis de la conformación del campo historiográfico correntino y del
contenido de la producción generada en el mismo, buscamos determinar el camino trazado
por los historiadores correntinos en la definición de la identidad provincial.
1
UNNE (Argentina).
Héctor Eduardo Jacquet. Los historiadores y la producción de fronteras. El caso de la provincia de Misiones
(Argentina). URL: www.unesco.org/most.
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La conformación del campo historiográfico correntino
En la segunda mitad del
siglo
XIX se inició el desarrollo de la historiografía
argentina, con las primeras historias nacionales, edificadas desde la perspectiva de Buenos
Aires: la “historia nacional” era la historia escrita con un enfoque centralista,
homogeneizador, en la cual estaba presente el “mito de los orígenes” de la nación argentina,
que contribuía a la legitimación del estado nacional3.
Frente a este panorama, en las distintas provincias comenzó a elaborarse una
historiografía dirigida a revalorizar sus respectivos aportes a dicha historia nacional, que los
había desconocido. A fines del siglo XIX y principios del XX, encontramos en Corrientes los
primeros trabajos historiográficos, que buscaban insertar la contribución de la provincia en
ese marco nacional. A partir de allí, se produjo un importante desarrollo a lo largo de la
primera mitad del siglo XX, para decaer posteriormente.
Desde la esfera estatal se apeló a la promoción y difusión de los estudios sobre la
historia local, la publicación de obras históricas, la creación de la infraestructura necesaria
(archivo, museos, instituciones vinculadas con los estudios históricos,
recopilaciones documentales), que revelan
edición de
los estrechos lazos existentes entre el poder
político y un campo historiográfico aún con límites difusos.
Los gobernantes correntinos se preocuparon por fortalecer una memoria colectiva que
exaltaba el heroísmo de Corrientes en las luchas por la construcción de una Argentina
democrática y federal. Para ello, recurrieron a la realización de grandes homenajes públicos
en conmemoración de las gestas de héroes locales, de acontecimientos político-institucionales
y de las batallas de la “Cruzada Libertadora” contra Juan Manuel de Rosas.
No obstante el apoyo oficial a la tarea historiográfica en la provincia, hasta las últimas
décadas del siglo XX, no advertimos la presencia de todos los elementos considerados
necesarios para hablar de la constitución de un campo científico y de la profesionalización de
los historiadores en un sentido estricto. No hubo inicialmente centros de estudios superiores
en el área, sino que el interés por la historia local se fomentó en los colegios secundarios,
especialmente el Colegio Nacional, en el cual se formaba la elite gobernante, y la Escuela
Normal de Profesores, ambos de la ciudad capital.
La “juventud estudiosa” formó distintas agrupaciones culturales que contaron con el
apoyo de las autoridades educativas; desde 1910, el Centro de Estudiantes Secundarios del
Colegio Nacional lideró las actividades vinculadas con el fortalecimiento de la conciencia
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histórica (homenajes, procesiones cívicas, conferencias, concursos, publicaciones)4. Los
maestros primarios también fueron incentivados por el gobierno provincial, a través de la
realización de concursos monográficos, para investigar sobre temas de historia de sus
respectivas localidades. La enseñanza de la historia recibió especial atención y, a partir de
1928, se contó con obras destinadas a ese fin.
El desarrollo historiográfico correntino tuvo como eje fundamental la labor de figuras
como Manuel Florencio Mantilla5 (1853-1909), Manuel Vicente Figuerero (1864-1938) y
Hernán Félix Gómez (1884-1945). Estos tres historiadores se caracterizaron por sus intentos
por brindar una explicación integral y “científica” de la historia correntina, aunque desde
posturas políticas diferentes. A ellos deben sumarse otros nombres como los de Valerio
Bonastre (1881-1949), Francisco Manzi (1883-1954), Esteban Bajac (1874-1947) y Ángel
Acuña (1885-1956), que hicieron que la actividad historiográfica fuera prolífica en la primera
mitad del siglo XX. En la década de 1940 comienza la producción de dos historiadores que
marcarían con su labor la segunda mitad del siglo: Federico Palma (1912-1985) y Wenceslao
N. Domínguez (1898-1984).
Todos ellos pertenecían a la elite intelectual de Corrientes; algunos estaban vinculados
con las familias tradicionales; otros, de orígenes más modestos, alcanzaron un alto prestigio
social por su trabajo intelectual. Se habían educado en el Colegio Nacional y continuado sus
estudios, en algunos casos, en centros de Buenos Aires. Ocuparon cargos judiciales,
educativos y en instituciones culturales de Corrientes. Sus ideas y acciones se difundieron en
periódicos de la provincia, de Resistencia y Buenos Aires. Ya fuera enrolados
fundamentalmente en las filas del liberalismo o del autonomismo, los dos partidos
tradicionales, su actuación política en el siglo XX no fue central, aunque estuvo
estrechamente ligada con su labor historiográfica.
El primer grupo adscribió al nacionalismo cultural argentino de principios de siglo,
caracterizado por buscar y rescatar las raíces de la nacionalidad en el pasado, frente al avance
del cosmopolitismo. Quienes participaron de este nacionalismo, insistieron sobre la necesidad
de construir, recuperar o inventar una tradición en la cual los nuevos argentinos pudieran
reconocerse: la historia era el instrumento privilegiado de la educación patriótica. Así, un
3
Cfr. CHIARAMONTE, José C.. El mito de los orígenes en la historiografía latinoamericana, Buenos Aires,
Cuadernos del Instituto Ravignani, 1991.
4
Cfr. QUIÑÓNEZ, María Gabriela. “La juventud en la escena pública. Los estudiantes y su protagonismo en la
vida cívica y social de Corrientes”. En: Decimoctavo Encuentro de Geohistoria Regional, Resistencia, IIGHICONICET, 1999.
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conjunto de intelectuales combinó la tarea del historiador con la de vocero de este
nacionalismo6. Este clima intelectual imperante en Buenos Aires, también es observable en
Corrientes, donde se asignó un papel imprescindible a la historia en la formación no sólo de
la conciencia nacional, sino también de la provincial.
Las transformaciones políticas, sociales y culturales del siglo XX, en gran medida
atribuidas a la inmigración, produjeron la aparición del "hombre nuevo", al cual vieron
caracterizado por su desconexión con el pasado y por la persecución de fines meramente
económicos. Frente a esta tendencia que, amonestaban, crecía en las provincias más ricas,
Corrientes, pobre y olvidada por el gobierno central,
se presentaba como el muro de
contención y defensa de lo nacional. Desde esta perspectiva, se consideraba que la enseñanza
de la historia debía ser algo más que impartir una crónica regional, de por sí necesaria para
afirmar el vínculo del niño con su medio, pero insuficiente para cumplir con los altos fines
reservados al conocimiento histórico; dichos fines eran el rescate de la tradición, el respeto a
las instituciones establecidas y a los grupos dirigentes, el fortalecimiento de la personalidad
provincial y el desarrollo económico regional, todas cuestiones centrales en el pensamiento de
la elite correntina de las primeras décadas.
Fue Hernán Gómez quien formuló más orgánicamente los postulados compartidos por
todos. Este autor, también político, educador y periodista, llegó a convertirse, merced a su
vinculación con las grandes figuras del autonomismo, en el “historiador oficial” de Corrientes
en las décadas de 1920 y 1930. Bajo el gobierno autonomista de Benjamín González (19251929), que corresponde con la etapa más prolífica de su labor, tuvo en sus manos el manejo de
las publicaciones oficiales. Su acercamiento a Juan Ramón Vidal -líder indiscutido del partido
autonomista hasta su muerte, en 1940-, le permitió mantener una posición privilegiada en el
campo intelectual.
Los historiadores correntinos lograron insertarse en ámbitos historiográficos
prestigiosos de Buenos Aires de la primera mitad del siglo, como la Junta de Historia y
Numismática Americana, luego Academia Nacional de la Historia, a la que se incorporaron
como miembros de número, Manuel Florencio Mantilla Mantilla7 (desde 1897) y Manuel V.
Figuerero (desde 1923); el director del Archivo de la provincia, Ismael Grosso, fue miembro
5
Si bien Mantilla fallece en 1909, su obra más trascendente, que marcó la historiografía correntina, la Crónica
Histórica de la Provincia de Corrientes, fue publicada recién en 1928.
6
DEVOTO, Fernando. “Entre ciencia, pedagogía patriótica y mito de los orígenes. El momento de surgimiento
de la historiografía profesional argentina”. En: Estudios de historiografía argentina II. Bs.As., Biblos. 1999,
p.13.
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Mantilla fue un destacado participante de las tertulias que darían origen a la Junta; también trabajó por la
4
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correspondiente desde 1925. Hernán Gómez, por su parte, llegó a presidir la Sociedad de
Historia Argentina en la década de 1930. Estas instituciones, junto con el Instituto de
Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos
Aires, dieron cabida en sus reconocidas publicaciones a trabajos de los autores mencionados,
así como de Ángel Acuña y Wenceslao N. Domínguez.
Autores y movimientos historiográficos iniciales prevalecientes en
Buenos Aires
tuvieron su proyección en la provincia. Esta influencia, que llegara a Corrientes en las
últimas décadas del siglo XIX, se observa particularmente en el interés por exhumar
documentos y someterlos a crítica. Bartolomé Mitre fue un referente obligado, tanto en lo
metodológico como en su interpretación de la historia correntina de la época de Rosas,
expuesta en Una provincia guaraní (1878). En este texto, que fuera reeditado en 1921 por la
Imprenta del Estado de Corrientes, aparece la interpretación que harán los historiadores
correntinos sobre dicho período8.
El aporte de la Nueva Escuela Histórica Argentina, desde la década de 1910, se centró
en su proyecto de relevar los archivos provinciales, como paso preliminar de toda
investigación histórica; la propuesta de lograr una historia científica, basada en la estricta
aplicación de los principios metodológicos expuestos sistemáticamente por Bernheim y
Langlois y Seignobos; la decisión de revisar todo lo escrito hasta entonces sobre la base de
estos postulados; el propósito de abarcar la historia nacional en toda su dimensión temporal y
geográfica9.
Para alcanzar esta última finalidad, hombres de la Nueva Escuela procuraron vincular
los hechos históricos producidos en el interior con los que se desarrollaron en Buenos Aires.
Emilio Ravignani, una de las figuras centrales de la Nueva Escuela, se preocupó por los
problemas relativos al origen de las autonomías y de las instituciones provinciales, así como
la génesis y el desarrollo del federalismo en el Río de la Plata. Se había propuesto incentivar
la revalorización del aporte de las provincias y sus caudillos al proceso de construcción del
orden institucional argentino. En aquellos encontraba los orígenes del sistema plasmado en la
Constitución de 1853, con su contenido federal y democrático. Señalaba el desarrollo dentro
del partido federal de una corriente constitucionalista, uno de cuyos principales apoyos se
organización de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
8
Como ejemplo, véase el trabajo de Acuña sobre Corrientes de 1941, en el cual se limita a transcribir a Mitre al
abordar aquel tema (Ángel Acuña. “Corrientes (1810-1862)”. En: Academia Nacional de la Historia, Historia de
la Nación Argentina. BsAs., El Ateneo, 1941, vol. IX).
9
Cfr. VALENZUELA, María Cristina De Pompert de. “La Nueva Escuela Histórica Argentina: su proyección e
influencias (1906-1945)”. En: Folia Histórica del Nordeste, Resistencia, Nº 10, 1991.
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localizaba en la provincia de Corrientes10. De allí las vinculaciones que tejieran Gómez y
Domínguez con Ravignani.
Los postulados metodológicos de la Nueva Escuela se manifestaron en la obra de los
historiadores correntinos más destacados del siglo XX, como Gómez, Figuerero, Bonastre y,
más adelante, Federico Palma. Así, se observa en ellos la importancia otorgada a la búsqueda
de documentos inéditos en repositorios públicos y privados, no sólo de la provincia, sino
también de Buenos Aires y de países limítrofes, para luego editarlos; la pretensión de
objetividad a través del análisis de los documentos, para superar lo que Gómez denominó
“la historia instintiva de Corrientes”, consistente en la crónica local de los sucesos, que cultiva
el odio y la disolución.
En la etapa peronista se produjo un hiato en la producción historiográfica correntina.
La muerte de los historiadores más destacados y un ambiente político adverso para la
intelectualidad correntina marcaron esta declinación. Paralelamente, en los otros espacios de
la región nordeste, que serían provincializados en la década de 1950, había comenzado desde
el decenio anterior a desarrollarse una historiografía local que cuestionaba las interpretaciones
correntinas en lo atinente a sus respectivos pasados.
La escena de la historiografía correntina en la segunda mitad del siglo XX está
dominada por Federico Palma11, el cual ocupó el lugar que en la primera mitad de siglo
correspondiera a Gómez; no obstante, Palma presentaba un perfil totalmente diferente, al
rechazar toda relación con el campo político. Tras la muerte de Palma, la historiografía
correntina no encontró nuevos referentes locales. Domínguez, radicado en Buenos Aires,
cumplió un papel marginal; esta marginalidad no fue sólo espacial, como el mismo se
encargara de denunciar, pues la atribuía más bien a sus esfuerzos por revisar la historia de
Corrientes.
Si bien continuaron los intentos por crear ámbitos institucionales para el desarrollo
historiográfico, tarea en la que Federico Palma desempeñó un papel fundamental, aquellos no
alcanzaron continuidad. Por otro lado, en la segunda mitad del siglo XX, la historiografía
correntina quedó anclada en las interpretaciones y perspectivas elaboradas en la primera mitad
del mismo. Las influencias de nuevos autores y corrientes surgidos en Buenos Aires no
10
BUCHBINDER, Pablo. “Emilio Ravignani: La historia, la nación y las provincias”. En: Fernando Devoto
(comp.) La historiografía argentina en el siglo XX. Bs.As., Centro Editor de América Latina, 1993, t. I, p.p.
85, 90 y 96 y “La historiografía académica ante la irrupción del primer peronismo: una perspectiva a partir de la
obra de Emilio Ravignani”. En: Investigaciones y Ensayos, Nº 51, Buenos Aires, 2001, pp. 143, 145 y 160.
11
Fue miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia desde 1970. En 1980, la Universidad
Nacional del Nordeste le otorgó el Doctorado Honoris Causa.
6
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llegaron a este ámbito, que permaneció con su mirada puesta en una “edad de oro”
historiográfica. Se siguió dialogando con los autores clásicos12,
citándolos y hasta
parafraseándolos repetidamente. Si bien se discutió la objetividad de algunas de las
afirmaciones de los “clásicos”, no se ha producido renovación temática, ni de enfoques.
Advertimos así que el intento de revisar la historiografía se realiza dentro del marco de una
historia tradicional, por lo que sus aportes son limitados. Los temas siguen siendo
acontecimientos políticos, batallas, grandes personajes (a veces, antepasados de los autores).
Se busca completar detalles, antes que proponer nuevos acercamientos.
Los trabajos, centrados en una historia narrativa y descriptiva, no revelan tampoco
ningún adelanto metodológico introducido con posterioridad a la nueva escuela. Hay un
sobredimensionamiento del papel de la historia local, de la contribución correntina al acervo
cultural argentino y una descontextualización de los procesos locales.
La profesionalización del ámbito historiográfico se inició con la creación de la
Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste, en 1958, aunque ésta se
instaló en Resistencia.
La definición de un campo profesional de la historia brindaría
cimientos más sólidos para los estudios históricos y la determinación de líneas de trabajo, en
un intento por encarar esfuerzos sistemáticos. Pero, los resultados de esta labor metódica, se
difundieron solamente en un estrecho círculo. El aporte de la Universidad en el campo
historiográfico se reflejó a partir de 1975 en la Folia Histórica del Nordeste, publicación
especializada, editada conjuntamente con el Instituto de Investigaciones Geohistóricas,
dependiente del CONICET. Este último se convirtió en un importante centro de
investigaciones. Pero un repaso por las publicaciones realizadas, permite observar que la
historia de Corrientes ocupó un lugar secundario en la agenda de las investigaciones.
Ernesto Maeder, figura
nuclear en la orientación, dirección y desarrollo de las
actividades historiográficas en la universidad y el mencionado instituto, contribuyó con un
importante trabajo sobre la Historia económica de Corrientes en el período virreinal (17761810), obra considerada por Tulio Halperín Dongui como una de las principales
contribuciones historiográficas aparecidas entre 1973-198313.
12
En 1984, el historiador correntino Emilio Castello señala a Gómez como el más importante de los
historiadores correntinos.
13
HALPERÍN DONGHI, Tulio. “Un cuarto de siglo de historiografía argentina”. En: Desarrollo Económico,
v.25, Nº100, 1986.
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Sólo en estos últimos años, un pequeño grupo de investigadores formados en la
universidad, aunque marginal al campo cultural correntino, ha venido estudiando distintos
aspectos de la historia de Corrientes del siglo XIX y XX con una perspectiva renovada.
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La historia nacional y la historia provincial: entre la integración y la diferenciación
Los historiadores correntinos de la primera mitad del siglo XX pueden incluirse entre
los denominados autores “provincialistas”, caracterizados por su revisionismo moderado,
consistente en brindar una visión de la historia argentina desde la perspectiva de las
provincias, con el fin de demostrar la contribución de éstas al desarrollo nacional. Esta
tendencia no fue privativa de Corrientes, sino que se manifestó en
distintos ámbitos
provinciales.
La historiografía correntina partió de un diagnóstico desfavorable sobre el lugar
asignado a la elite correntina al producirse la integración al estado nacional. Por ello, la
problemática central planteada fue la determinación de la importancia de la defensa de las
autonomías provinciales para el fortalecimiento de la Nación. Los historiadores propusieron
recuperar el lugar que consideraban le correspondía a la provincia en el contexto nacional, a
través de la reivindicación de su aporte al proceso de construcción del orden institucional
argentino. Reclamaba Domínguez: “los correntinos obstinémonos en el ideal de que
Corrientes sea, como ayer, al frente de los pueblos, índice rector en el Río de la Plata”14.
Apelaron al pasado para fundamentar su reclamo de una mayor participación de Corrientes en
una realidad nacional que denunciaron avanzaba hacia la centralización. El lema “Hacer la
Nación en la provincia”, formulado por Gómez, con algunas variantes, aparece en todos ellos.
Gómez subraya que la historia argentina es una, indivisa, pero puede ser vista desde la
plataforma de las catorce provincias, que actuaron con ideas y sentimientos propios en el
devenir de los sucesos. Sobre esta base, critica la historia escrita en Buenos Aires. Señala que
la clave en el proceso histórico nacional no está ni en la emancipación ni en el sentimiento
patrio, sino en el sentimiento de individualidad. Para este autor, en la historia argentina se
dieron paralelamente dos procesos: uno que iba dando forma a la existencia común de los
pueblos y otro que, lentamente, manifestaba la existencia de cada provincia.
Sostiene este historiador que las raíces de la Revolución de Mayo pueden hallarse en
Corrientes, no sólo en el movimiento comunero, sino también en los debates que sobre
cuestiones de interés general (agricultura, ganadería y comercio) se realizaron a principios del
siglo XIX. Tras considerar a la revolución como "un movimiento comunal con tendencia a un
cambio político en todo el Virreinato, que debía llevarse por las armas", subraya el carácter
centralista de la política seguida por la Junta, que sacrificaba los intereses de las provincias a
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los de Buenos Aires. Esta política sería continuada por todos los gobiernos siguientes, con la
consecuencia lógica de que los pueblos del interior levantaran su propia bandera.
Acordes con la historiografía liberal de Buenos Aires en la valoración de la línea MayoCaseros, las principales diferencias de los historiadores correntinos con aquella se
manifestaron a la hora de evaluar el papel jugado por Corrientes en dicho proceso, al otorgarle
centralidad en la defensa de la libertad, el federalismo y la organización nacional. De allí sus
constantes reclamos ante lo que denunciaban como el injusto silencio sobre su contribución.
Su perspectiva se enfrentaría con el revisionismo rosista, que se desarrolló a partir de la
década de 1930. En coincidencia con la historiografía liberal, los historiadores correntinos se
presentaron como defensores de las ideas democráticas y juzgaron a Rosas como un tirano
que cercenó la autonomía provincial e impidió la definitiva organización del país. Aquí radica
incluso la divergencia con la interpretación propuesta por Ravignani, quien consideraba al
gobierno de Rosas como una etapa necesaria para la consolidación del federalismo y el
fortalecimiento del sentimiento nacional. Los historiadores correntinos, en cambio,
rechazaron cualquier evaluación positiva de la acción de Rosas.
Se propusieron demostrar el papel central, prácticamente exclusivo, jugado por
Corrientes en la lucha contra la tiranía y en favor de la instauración de un orden
constitucional. En esta epopeya, destacaron el espíritu de abnegación y sacrificio de los
correntinos: “El recuerdo es grato al sentimiento nacional, y sobre todo al pueblo de
Corrientes, cuyos hijos, dicho sea sin hipérbole, fueron los únicos que en el transcurso de la
ominosa tiranía no cejaron jamás en sus arraigados amores de libertad, fiel tributo que
ocasionó su martirio y la devastación de las mejores fuentes de su economía”15. Las ideas
federales se habían concretado en Berón de Astrada, cuya derrota en Pago Largo costó a la
nación doce años de tiranía16. De allí el lugar central que la conmemoración de esta batalla
adquirió dentro del calendario cívico provincial.
La inserción regional de Corrientes
Un problema que debió afrontar la historiografía correntina fue el de explicar las
distintas alianzas que la provincia tejió con los países limítrofes para enfrentarse con otras
provincias
14
argentinas.
Se
fundamentaría
entonces,
frente
a
las
acusaciones
de
DOMÍNGUEZ, Wenceslao. La revolución de 1868. En : Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas,
Bs.As., t.XXIX, 1947, p. 7
15
BONASTRE, Valerio. Corrientes en la cruzada de Caseros. Bs.As., 1930, p. 111.
16
GÓMEZ, H.F.. “Posición de Berón de Astrada en los sucesos del Plata (1838-1839)”. En: Academia Nacional
de la Historia. III Congreso Internacional de Historia de América. Bs.As., 1937, p. 253.
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comportamientos “antiargentinos”, que en realidad se buscaba defender los intereses del país
ante un centralismo porteño que no dejaba otras alternativas en la lucha por la autonomía. Así,
Mantilla se ve obligado a justificar la alianza de Corrientes con el Uruguay para enfrentarse a
Rosas:
La alianza... se imponía fatalmente en aquella situación inerme, aislada y
amenazada... La suprema necesidad de salvación pública, el derecho a la vida, en
peligro inminente de enemigos hambrientos de matanza... justificaban ante el juicio
social y el criterio político buscar al entonces indispensable Rivera... Los
acontecimientos crean a veces torturas que el estadista debe suprimir optando por la
mayor ventaja del momento para el bien público”17
Por otro lado, Corrientes también es constantemente presentada como la defensora de
la soberanía nacional, antemural con el que chocan las ansias expansionistas del extranjero.
Sobre ello insistirá constantemente Mantilla, si bien Gómez, ya en un tono menos exaltado,
coincidirá con estos juicios. Este último autor distingue en el período independiente cuatro
aspectos básicos de la contribución de Corrientes a la defensa territorial de la nación: 1. La
campaña al Paraguay, por Belgrano: Corrientes contribuye en la lucha contra el centro
españolista de Asunción y siembra las semillas de la independencia paraguaya. 2. La
definición de los sentimientos localistas en formas políticas federales: la gestión de García de
Cossio juega un papel fundamental en este campo. 3. La contribución al fin del poderío
peninsular en Montevideo. 4. La resistencia y la lucha enérgica contra el poder de Portugal,
primero y Brasil, luego, “período virgen de crónica alguna que explica nuestra solidaridad
artiguista a raíz del armisticio que las autoridades de Buenos Aires celebraron con los
ejércitos portugueses que ocupaban la Banda Oriental”18.
En la década de 1920, y fundamentalmente a través de Gómez, se advierte el esfuerzo
por superar el localismo de la historiografía correntina. Gómez postuló la necesidad de la
integración sudamericana como requisito para que América pudiera ocupar el lugar
hegemónico al que estaba destinada. Para ello, propuso volver a las tradiciones de solidaridad,
establecer una ciudadanía americana y un marco económico continental. Destacaba entonces
la importancia del estudio de la historia americana, para lograr “la posesión completa de los
elementos particulares que están influyendo en nuestro destino. El hombre americano no debe
marchar a ciegas; debe conocerse y conocer el continente”. Dentro de este contexto, adjudicó
a la Argentina el derecho de ocupar un lugar central en la escena continental. Un esfuerzo
paralelo al que haría por vincular la historia provincial con la nacional y reivindicar el lugar
de Corrientes en este escenario. Esta posición lo llevó a tratar de integrar la historia provincial
17
18
MANTILLA, M.F., Crónica... op. cit; t.II, p. 49
GÓMEZ, H.F.. Páginas de historia. Corrientes, Imp del Estado, 1928, p 49.
11
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y nacional con la regional, buscando limar asperezas con la memoria histórica de Brasil y
Uruguay.
Uno de los elementos aglutinantes sería la raíz hispano-guaraní o sólo guaraní, según
el caso. Esta perspectiva se manifiesta más claramente en Domínguez, quien rescata este
último elemento, al que considera que la historiografía anterior no había ponderado
suficientemente. Al hacer hincapié en que Corrientes había estado marcada desde su origen
por la idea de autonomía, determinó que fue la conjunción hispano-guaraní la que fundamentó
y desarrolló el carácter democrático y federal de las incipientes instituciones: “El estallido de
la Revolución de Mayo hizo renovar en Corrientes el recuerdo de los tiempos comuneros con
los principios de una patria americana; el derecho de sostener la libertad por las armas y
constituir libremente sus propias autoridades”19.
Propuso desde la Academia Correntina del Idioma Guaraní, que creara en Buenos
Aires en 1940, la recuperación del idioma. En su obra El idioma guaraní. Filosofía-razalengua (1971), señala la necesidad de adentrarse en la historia para conocer la evolución
social y política de las generaciones autóctonas, para rescatar la participación del indígena en
nuestra nacionalidad: “En la zona guaranítica esta raza también ofrece al estudioso la
evidencia de un factor positivo e intensamente influyente en la formación de la sociedad que
el conquistador europeo impuso con fuerza inmoderada”20. Critica que la historia y la lengua
se estudiaron desde afuera, con criterio europeo y propone analizarlas desde adentro, desde la
singularidad de esta cultura. Demuestra cómo una política oficial, destinada a terminar con el
mundo guaraní a través de la supresión de su lengua, puede ser revertida:
Desde los siglos del coloniaje, el idioma guaraní -desalojado de la vida oficial- se
amparó en el hogar patrio. Nuestra madre y nuestro idioma eran la unidad. Vivió en
él su pureza y contribuyó como el mejor, en las luchas por la independencia. Nuestro
pueblo llevó una vida de heroicidad -desde la colonia hasta la organización nacionalsólo igualada por grandes pueblos del orbe. Mantuvo encendida la antorcha de la
libertad frente a todas las agresiones de la tiranía, en todas sus generaciones, y el
idioma ocupó constante lugar de privilegio en la vida espiritual de sus hijos21.
La recuperación del idioma significa también la de todo un legado espiritual que debe
enorgullecer a sus beneficiarios.
Una de las cuestiones centrales presente en toda la historiografía correntina, es el
supuesto de que un enorme espacio, “la provincia guaraní”, organizado en torno al
predominio de la ciudad capital, estaba llamado a ocupar un lugar hegemónico en la historia
nacional, pero que, tanto los avances extranjeros (paraguayos y portugueses primero y
19
DOMÍNGUEZ, W.. Corrientes en las luchas por la democracia. El artiguismo en Corrientes. Bs.As., Imp. La
Gráfica, 1973, p. 14.
20
DOMÍNGUEZ, W. El idioma guaraní. Filosofía-raza-lengua. Bs.As., Imp. La Gráfica, 1971, p. 7.
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brasileños después) como la despreocupación de los gobiernos españoles y porteños, fueron
reduciendo y marginando.
Como ejemplo de esta promisoria situación inicial, constantemente se ha esgrimido el
acta de fundación de la ciudad de Corrientes, suscripta por el adelantado Juan Torres de Vera
y Aragón el 3 de abril de 1588, que constituye la pieza principal que asigna a la ciudad de
Vera sus límites y términos22. Estos fueron entendidos por todos los historiadores correntinos
como la jurisdicción que se atribuía definitivamente a la ciudad.
Mantilla lamentaba que, con el tiempo, estos límites originales fueran sucesivamente
restringidos por desmembraciones territoriales abusivas, hasta quedar reducidos a los de la
contemporánea provincia de Corrientes. Gómez creía que Corrientes “situada a las puertas del
Alto Paraná, que se introduce como una cuña en el seno de la referida provincia de Vera,
estaba llamada a sustituir a la Asunción, y así el Adelantado fundador asignole la más amplia
de las jurisdicciones, y adornó a su primer gobernante con el título de Capitán General de las
provincias del Uruguay, Paraná y Mbiazá, sobre el mar.”23
La conquista y colonización hispana revelan, para Gómez, un desarrollo armónico y
complementario, que originó las situaciones que explican la mayoría de los hechos de nuestra
historia. Encuentra en las diversas corrientes colonizadoras la piedra inicial del federalismo y,
en el ordenamiento adoptado por la corriente de la Mesopotamia, la razón de existir de cuatro
provincias (Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes) y de la República del Paraguay.
Corrientes nació como broche de oro de la gestión del Adelantado Juan Torres de Vera y
Aragón, para ser el corazón de la conquista en la zona oriental, hasta el Atlántico. Pero, “¿por
qué Corrientes no heredó a Asunción en la hegemonía política y, en cambio, fue perdiendo su
importancia y reduciendo su jurisdicción?” Encuentra causas inmediatas, como la renuncia
del Adelantado Juan Torres de Vera y Aragón, que restó el cerebro de quien concibiera este
plan de gobierno, y la sustitución de Alonso de Vera y Aragón, cuyos sucesores no estuvieron
a la altura de sus deberes. Más allá de esto, la causa fundamental fue que España cambió el
orden económico-administrativo de la zona oriental, con el establecimiento de las misiones
jesuíticas. Fueron ellas las que impidieron que Corrientes cumpliera con el papel que le había
21
Ibid., p. 58.
“Fundo y asiento y pueblo la ciudad de Vera en el sitio que llaman de las siete Corrientes, provincia del Paraná
y el Tape, con los límites e términos siguientes: de las ciudades de Asunción, Concepción de la Buena
Esperanza, Santa Fe y San Salvador, Ciudad Real, Villa Rica del Espíritu Santo, San Francisco y Biazá, en la
costa del mar del norte, para agora y siempre jamás, en el entretanto que Su Majestad o por mi otra cosa no sea
mandado en su real nombre...”
13
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sido asignado. De allí que la visión de Gómez ( y de la mayoría de los historiadores
correntinos) sobre las misiones fuera totalmente negativa, ya que ellas, con las regalías
instituidas en su beneficio, redujeron la jurisdicción territorial de Corrientes. Contra la
opresión del poder jesuita se produjo el movimiento comunero de Corrientes, que es
como el primer grito de soberanía popular en la noche de la vieja colonia que hoy
forma la Patria argentina. Allí, en sus hombres, en sus comuneros que se enfrentan
al representante del Rey para pedir garantías y negar su ayuda al jesuita opresor que
la esquilma y busca absorberla, está la clave de la herencia valiente de la estirpe
que forja a través de los años la maravilla de una epopeya y los cimientos
fundamentales del estado nacional.24
La afirmación de Raúl de Labougle, un historiador porteño que se dedicó a la historia
de Corrientes, resume la perspectiva correntina:
Esa jurisdicción, ambiciosamente fijada por el Adelantado fue, andando el tiempo,
unas veces por inercia y otras por la incomprensión de los gobernantes de la lejana
metrópoli, sumadas a las usurpaciones de los jesuitas, bandeirantes y paraguayos,
reduciéndose paulatinamente, reducción que remató desacertadamente el gobierno
nacional al crear, a fines del pasado siglo, el Territorio de Misiones, que hoy
constituye la provincia de ese nombre.25
Así, el corolario de este proceso de desmembración de la gran provincia correntina
habría sido la separación de Misiones, convertida en territorio nacional en 1881, bajo directa
administración de las autoridades centrales. Y fue precisamente la llamada “cuestión
Misiones” la que dio inicio a la tarea historiográfica correntina en la década de 1870. Se
publicaron trabajos históricos, principalmente entre 1877 y 1881, cuando Corrientes buscó
probar sus derechos sobre esos territorios; tal es el caso de la Colección de datos y
documentos referentes a Misiones como parte integrante del territorio de la provincia de
Corrientes (1877), en tres tomos, debida a Ramón Contreras, Lisandro Segovia, Juan
Valenzuela y José Alsina. Gómez señalaría, ya en la década de 1920, que el país requirió de
Corrientes el mayor de los sacrificios para evitar el derramamiento de sangre con Brasil. De
allí la dura aceptación de la separación de Misiones.
Palma, por su parte, en el artículo “Un momento en la Historia de Misiones (18321882)” se ocupó del problema de la organización de los territorios de las Misiones bajo la
hegemonía de los correntinos y la defensa que éstos hicieron de él frente a los intereses de
paraguayos y brasileños. Se propuso destacar el lugar que le tocó a Corrientes en la historia de
23
Cfr. MAEDER, Ernesto. “La historiografía correntina. Algunas observaciones sobre su visión de la época
colonial en esa provincia”. En: Ernesto Maeder, María Silvia Leoni, María Gabriela Quiñonez y María del Mar
Solís Carnicer. Visiones del pasado. Estudios de historiografía de Corrientes. Corrientes, Moglia, 2004.
24
GÓMEZ, H.F.. Historia de la Provincia de Corrientes. Corrientes, 1928, t.I, p.115.
25
LABOUGLE, Raúl de. Historia de San Juan de Vera de las Siete Corrientes (1588-1814) Bs.As., Platero,
1978, pp. 13-14.
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Misiones hasta 1882, fecha que define como del “cercenamiento territorial”26. Se refiere no
solo al aspecto político, sino también la educación y la cultura, poniendo énfasis en los
aportes brindados por Corrientes en esas cuestiones para llevar la “civilización” a esas zonas
salvajes. Como ha sido señalado en un trabajo referido a Misiones, “al difuminarse las
fronteras por el desconocimiento del territorio, tampoco aparecían demasiado claro los
enemigos; la verdadera frontera estaba marcada por la falta de civilización.27 En torno a esta
cuestión, se marcaría una frontera con los historiadores misioneros, que en la década de 1930
comenzaron a abogar por la provincialización del territorio, en oposición a la postura
correntina de reintegración del mismo a la provincia.
Corrientes y los “otros”
Producto de una política de acercamiento con Brasil, en la década de 1920, Corrientes
también se preocupó por estrechar lazos a través de la memoria. El 9 de septiembre de 1922,
centenario de la independencia de Brasil, el Colegio Nacional de Corrientes organizó un acto
de homenaje en Yapeyú, al que adhirió el gobierno provincial y asistieron delegaciones de
Uruguayana e Itaquí. San Martín fue recordado en esa oportunidad como símbolo de la unión
americana.
Al cumplirse el centenario de la Convención Preliminar de Paz firmada con Brasil, en
1928, el gobierno provincial decidió realizar festejos conmemorativos, basado en que la
Convención “importó para las provincias litorales de la República, y especialmente la de
Corrientes, un suceso trascendental que abre días serenos de acción fecunda, especializada por
razones geográficas en la cooperación económica y afectiva de las zonas limítrofes. En este
sentido, las poblaciones del Brasil sobre la frontera correntina fueron hermanas en las luchas
por el progreso y el ideal, solidarizadas en las formas contemporáneas de una acción integral
que honra nuestra cultura28.
Se encargó a Gómez la reunión y publicación de los documentos relativos a dicha
convención, conservados en el archivo provincial. Como resultado de esta tarea, se publicó
Corrientes en la guerra del Brasil. En el trabajo introductorio, Gómez proporciona una
explicación determinista de la guerra con el Brasil: “Cuando sucesivas generaciones se
educan bajo la presión de ideas idénticas, créanse en la personalidad social del pueblo
26
PALMA, Federico. “Un momento en la Historia de Misiones (1832-1882)”. En : Boletín de la Academia
Nacional de la Historia, vol. XXXVIII, Buenos Aires, 1965, p. 223.
27
Jaquet, op. cit.
28
Reprod. en H.F. Gómez. Corrientes en la guerra del Brasil. Corrientes, 1928; p.p.7-8.
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sentimientos considerados como vitales que obligan el destino en las acciones instintivas de la
colectividad. Y el Plata y el Brasil, sucesores de España y Portugal, sienten el fatalismo de
esas reacciones liquidando la cuestión secular por medio de las armas29. Se justifica así el
comportamiento de los dos actores apelando al fatalismo histórico, para evitar toda referencia
a posibles culpas.
Las cuestiones relacionadas con Uruguay se centraron en la acción de José Artigas,
que obligó a los historiadores correntinos a explicar el por qué de la adhesión de la provincia
al caudillo oriental, al mismo tiempo que demostrar la voluntad permanente de Corrientes de
permanecer unida a la “nación argentina”.
Las vinculaciones con la historiografía uruguaya fueron tempranas. Ello se observa en
la discusión entre Francisco Bauzá, historiador uruguayo, y el correntino Ramón Contreras, en
1870, a través de las páginas de El Siglo. Bauzá, en “José Artigas (Estudio histórico)”, buscó
reivindicar la figura del caudillo frente a los crímenes que se le atribuían. Reconocía el
fusilamiento de Genaro Perugorría, pero lo atenuaba al calificarlo de traidor. Contreras, en
“Cuestión histórica”, responde que, si bien Corrientes se inclinaba a la unión con la Banda
Oriental, Perugorría entendió que “no podía adherirse a esa unión a trueque de renunciar a los
sentimientos que la ligaban con las otras provincias del Virreinato con carácter no menos
importante”.30
Para Mantilla, la política siempre egoísta de los gobiernos centrales, que solo atendía
los intereses inmediatos de la ciudad-puerto, arrastró a las provincias como Corrientes a
reiterados sacrificios, que derivaron en la tendencia a la autonomía, que en el Litoral facilitó
el camino a la dominación de Artigas, frente al que se levantó una elite civilizada de
sentimientos nacionalistas que pretendía defender su autonomía tanto frente al artiguismo
como a las pretensiones dominantes de los gobiernos centrales.
Mantilla proporciona una imagen negativa del período
de la expansión de la
influencia de Artigas, propia de la historiografía decimonónica argentina. Lo caracterizó como
una etapa de opresión, en la que los hombres de Artigas usurparon las instituciones de la
provincia y la sustrajeron del cuerpo de la nación. Y si bien advierte una continuidad entre
esta etapa y la república entrerriana, considera al poder ejercido por Francisco Ramírez como
un “mal menor” y le reconoce “ciertos ímpetus de bien público que hicieron más llevadera su
omnipotencia.” Luego de este período anómalo, la elite correntina que retomó el poder,
encauzó a la provincia por la vía institucional.
29
Ibid.; p. 10.
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En Estudios Biográficos de patriotas correntinos (1884) aparecen las acciones del
“réprobo” Artigas y sus “caudillejos”, Esta caracterización negativa de los caudillos que
aflora en su obra le impide asociar el origen de las ideas federales con el caudillismo, como lo
harían otros historiadores del Litoral, más bien tenderá a exaltar la figura de jurista de José
Simón García de Cossio y la de estadista de Pedro Ferré31.
Con la historiografía uruguaya se produjo recién un acercamiento en la década de
1920, al revalorizarse la acción de Artigas en la historiografía argentina. Gómez lo rescata
como legítimo defensor de los derechos provinciales: en el Litoral, un grupo de hombres,
entre los que se destaca Artigas, se hizo intérprete de la libertad autonómica de las provincias.
Busca un juicio ponderado de la figura del caudillo, en el que se propone justificar lo que
considera sus errores, acudiendo al determinismo del medio social:
El acervo de sus errores, de sus excesos, si es que ellos han de reputarse probados
frente a tanto noble y humanamente correcto, no pueden ensombrecer las altas
cualidades de su espíritu, ni el leal principismo de sus convicciones federales. Los
caudillos no son los estadistas tranquilos de las sociabilidades cultas. Nacidos y
actuando en el medio difícil de la colonia revolucionada, han debido usar de los
hombres que el medio ponía a su alcance, con sus vicios y sus instintos, y Artigas no
escapó a esta ley fatal. ¿Cómo, pues, complicarlo culpable de las modalidades
primarias de su pueblo, cuando ese pueblo no podía hacer sino aquello que estaba en
la medida de su conciencia elemental?32
La valoración positiva de Artigas se realiza en función de la adecuación de sus
acciones a los ideales correntinos:
Corrientes le debe las prácticas representativas de su democracia, definida por
primera vez en el litoral y en el país todo... Corrientes le debe la definición
auspiciosa de los sentimientos federalistas de su pueblo dentro de las bases de
coordinación general, no en el sentido dogmático de “declaraciones”, sino en el
orden de los sucesos y de las leyes... como ese respeto inquebrantable de la
autonomía correntina, que contribuye a exaltar en la conciencia pública, la misma
que Ramírez iría a destruir33.
Encuentra la clave para la comprensión de este proceso en el vínculo estrecho que unía
a la Banda Oriental con Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe; esta articulación económica,
existente desde la época colonial, explica la preeminencia de Artigas. La clase comercial
correntina apoyó el pensamiento económico artiguista, mientras que el pueblo sustentó el
régimen democrático que implantara. Pero, cuando Artigas dejó de defender los intereses
correntinos, para concentrarse exclusivamente en la guerra contra los portugueses, el
aislamiento económico en el que se vio envuelta la provincia produjo su distanciamiento con
el caudillo. Si bien la posterior República Entrerriana también garantizó el comercio, su caída
30
La polémica en El Siglo, Montevideo, 4 y 7 de septiembre de 1870.
Cfr. QUIÑOÑEZ, María Gabriela. “Manuel Florencio Mantilla y la historiografía decimonónica argentina”.
En: Maeder, Leoni, Quiñónez y Solís Carnicer, op. cit.
32
GÓMEZ, H.F. Historia...; op.cit; t. II, p. 303.
33
Ibid.; t. II, p. 304.
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no fue motivada por la renuncia a esta política, sino por la reconquista correntina de su
dignidad estadoal y de su unidad territorial.
Los trabajos de Gómez merecieron elogiosas críticas de Plácido Abad, aparecidas en
La Mañana, de Montevideo, en 1927. Abad lo considera “uno de los más fuertes
investigadores argentinos” con “una singular personalidad de historiador por la originalidad e
independencia de sus juicios basados en la convicción profunda que emerge de lo que ha visto
a través de la tesonera, ardua y patriótica labor en medio de archivos inexplorados todavía”.
Concluye haciendo votos para que tenga continuadores que logren “una verdadera vinculación
nacida del respeto y la admiración al esfuerzo mutuo realizado por los hombres del pasado a
favor de la libertad”34.
Ante el aplauso con que fuera recibido el tercer tomo de su Historia y el pedido de
documentos realizado por historiadores argentinos y uruguayos, se le encargó a Gómez la
selección y ordenación de documentos del archivo relativos a las actuaciones de José Artigas
y Francisco Ramírez, que aparecieron en dos obras, El general Artigas y los hombres de
Corrientes y Corrientes y la República Entrerriana (1929). La primera de ellas fue elogiada
por el Ministro de Instrucción Pública de Uruguay, Alberto Demicheli, quien propuso realizar
una edición local de la misma.
Por su parte, Luis Alberto de Herrera, en 1943, en El Debate, al referirse a sus estudios
sobre Artigas, juzga que “escribe la historia de su provincia con alto y sereno criterio... No se
trata de un ditirambo, sino de la nueva y verdadera historia, a base de auténticos papeles”35.
Gómez, por su parte, catalogaba a Luis Alberto de Herrera como continuador de la línea
política de Artigas.
La perspectiva de Gómez –a la que se opone Acuña que retoma la visión totalmente
negativa de la acción del caudillo, propia de Mantilla- sería continuada por Domínguez. En
una obra muy posterior, El artiguismo en Corrientes (1973), Domínguez se propone
popularizar la obra de los federales, demostrar su fidelidad a los principios originales de la
Revolución de Mayo y explicar su derrota frente a “quienes supieron aprovechar el apoyo
interesado de las nuevas tendencias de la “iniciación del preimperialismo europeo”. En la
línea interpretativa trazada por Ravignani, niega los propósitos separatistas atribuidos a
Artigas y a la dirigencia correntina: entre 1810 y 1814, los gobernadores impuestos por
Buenos Aires habían respondido a su política monopolista, por lo que comenzó entonces a
34
ABAD, Plácido. “Caudillos federales. La obra del doctor Hernán Félix Gómez”. En: La Mañana, Montevideo,
3 de abril de 1927.
35
“Carta de Luis Alberto de Herrera a D. Antonio P. Castro”. En: El Debate, Montevideo, 18 de mayo de 1943.
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insinuarse la corriente de reclamos del artiguismo para sostener la autonomía y libertad de los
pueblos.
Por otro lado, a pesar de las estrechas vinculaciones del pasado correntino con el del
Paraguay, y quizá por eso, no existió contacto entre sus historiadores. La Guerra de la Triple
Alianza fue un tema de conflictivo tratamiento para la historiografía correntina, que mantuvo
en general un cauteloso silencio sobre el mismo, o lo trató superficialmente, para evitar la
revisión del papel jugado por los políticos y las familias patricias correntinos en esos
acontecimientos. Considerándose heredera de Mitre, buscó evitar confrontar perspectivas con
este historiador. Así, Mantilla dirá que la provincia comenzaba a reponerse de las luchas
contra Rosas, cuando “cayó sobre ella, de sorpresa, en plena paz y con violación de la fe de
las naciones, la invasión de dos poderosos ejércitos paraguayos acto continuo de haber sido
traidoramente tomados a mano armada por la escuadra del mismo país”36. Sobre la
complicidad de dirigentes correntinos con el Paraguay, se limita a señalar que “ciegos
miembros del partido federal (recordemos que Mantilla era liberal) se plegaron al enemigo
extranjero”; destaca el “oprobio estéril” de la Junta paraguayista establecida en Corrientes,
“mero aparato de ostentación, sin voluntad propia, sin influjo, sin autoridad”, mientras que la
provincia debió soportar el terror, con saqueos y ultrajes, el despotismo, la miseria. Resalta el
heroísmo de Corrientes en la defensa del territorio, así como en el aprovisionamiento de las
tropas al avanzar sobre territorio paraguayo. Cabe señalar que esta perspectiva de Mantilla es
coetánea de una visión de la historiografía paraguaya que responsabilizaba exclusivamente a
Carlos Solano López por la guerra37.
La participación correntina en favor del Paraguay, minimizada y ocultada, será objeto
de un análisis, aunque aislado, posterior. Al cumplirse el centenario de la ocupación de
Corrientes por las tropas paraguayas, Domínguez publica La toma de Corrientes. El 25 de
mayo de 1865, por considerarlo“un asunto ignorado en muchos aspectos por cuanto el
acontecimiento histórico fue contemplado únicamente desde afuera y los hechos que
ocurrieron en el escenario de Corrientes, han quedado sin que llamaran la atención de los
estudiosos” 38. ¿Por qué ese silencio?: “por inconfesables razones”.Al aporte interpretativo
proporcionado por la obra, une el aporte documental, con la reproducción del diario de Pedro
Igarzábal y de la correspondencia del general Paunero.
36
M. Mantilla Crónica...; op cit; t.II, p. 275.
Cfr. BREZZO, Liliana. “La guerra de la Triple Alianza en los límites de la ortodoxia: mitos y tabúes”. En:
Universum, Universidad de Talca, Nº 19, 2004, pp. 15-17.
38
DOMÍNGUEZ, W. La toma de Corrientes. El 25 de mayo de 1865. Homenaje a su centenario 1865-1965.
Bs.As., Imp. López, 1965, p. 16.
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Ya en este siglo, se ha comenzado a retomar la cuestión, a través de la recuperación de
fuentes tales como los expedientes judiciales y los periódicos de la época, que permiten tener
una visión más acabada del tema, pero que no se han introducido aún en el análisis de las
relaciones entre Corrientes y Paraguay.
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Consideraciones finales
En las reuniones de ministros del Mercosur realizadas en los últimos años, se acordó la
importancia de utilizar los textos de enseñanza de historia y geografía para favorecer desde
ellos la integración regional latinoamericana. En marzo de 2003, los ministros de educación
del nordeste argentino acordaron la elaboración de un manual de historia regional para los
alumnos del tercer ciclo de la EGB, que integrara la historia de las provincias comprendidas
en este espacio con la de los países limítrofes, revisando las visiones del “otro” vigentes; a
través de este proyecto de “educación para la integración”, se propuso invitar a las autoridades
educativas de los países limítrofes asociados al Mercosur para que aportaran lo que
consideraran importante.
Ante este panorama, es preciso entonces reflexionar críticamente sobre las imágenes
del nosotros y del otro erigidas por la historiografía provincial de Corrientes, así como sobre
las visiones predominantes sobre la cuestión regional y nacional.
Los historiadores correntinos han ido construyendo, a lo largo de más de un siglo, una
visión de la provincia como una avanzada de la nacionalidad, hacia adentro de los límites del
país, por su defensa de la tradición y de los principios que se consideran rectores de la historia
argentina: federalismo, democracia; hacia afuera, como valla de las penetraciones del
extranjero, ante la desidia de los gobiernos centrales.
Afirman que esta contribución no ha sido justipreciada, sino que el país con centro en
Buenos Aires la ha olvidado y marginado, sentimiento que ha favorecido su proyección sobre
la región y el acercamiento hacia sus vecinos, que en la historiografía se advierte a partir de
las primeras décadas del siglo XX, en una mirada en la que coexisten el descubrimiento de
elementos y problemas comunes, que permiten una proximidad mayor con el “otro”
extranjero, al mismo tiempo que trazan las distancias con Buenos Aires, pero buscando
siempre resaltar su inclusión en un marco nacional que, sin embargo, la ha dejado abandonada
a su suerte.
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