M. RUFO-CAMPOS V CURSO DE ACTUALIZACIÓN DE LAS EPILEPSIAS Mortalidad en las epilepsias M. Rufo-Campos MORTALITY IN THE EPILEPSIES Summary. Introduction. The overall mortality associated with epilepsy has been estimated to be two or three times that of the general population. Data from contemporary studies show excess mortality in the first decade of life and the first few years after diagnosis. Development. The underlying disease of which epilepsy is a symptom is the main cause of death in new cases, while the epilepsy itself is a major cause in chronic epilepsy. Sudden unexpected death in epilepsy is probably the most common category of epilepsy-related deaths and is likely to be seizure-related in the great majority of cases. The mechanisms involved in sudden unexpected death in epileptics may include autonomically mediated cardiac arrhytmia and neurogenic pulmonary edema. Other causes of death are status epilepticus, trauma, burns or drowning secondary to a seizure, severe aspiration, food bolus, and the presence of significant cardiorespiratory disease. [REV NEUROL 2000; 30 (Supl 1): S 110-4] [http://www.revneurol.com/30S1/iS10110.pdf] Key words. Epilepsy. Epileptic seizure. Mortality. Sudden unexpected death. INTRODUCCIÓN Aunque existían pocos estudios que demostraran la relación de la epilepsia con una mayor incidencia de mortalidad, trabajos recientes [1,2] han podido poner de manifiesto que el incremento del riesgo de mortalidad era un 3,2 superior al de la población normal, y ligeramente mayor en los varones que en las mujeres. Dicha tasa de mortalidad es muy superior en aquellos pacientes con una edad por debajo de los 20 años, y suele producirse durante los primeros dos años de seguimiento. Por lo tanto, y en contra de las teorías de Gowers de 1964 [3] y Livingston [4] quien manifestaba en 1963 que ‘no existe razón alguna por la que un epiléptico no pueda vivir el mismo tiempo que si no tuviera epilepsia’, actualmente ya se acepta que la mortalidad en los pacientes epilépticos es superior a la de la población en general y, en consecuencia, que la epilepsia puede acortar la vida. La disociación entre los resultados previos y los actuales quizás haya que buscarlos en la forma de obtener las diferentes muestras, en el tipo de epilepsia, de la selección de pacientes, de la duración y seguimiento del estudio, así como en la cronología del mismo. De los trabajos actuales se deduce que entre los pacientes diagnosticados de novo de epilepsia existe un exceso de mortalidad en la primera década de la vida y en los primeros años tras el diagnóstico, y que este exceso de mortalidad afecta con mayor intensidad a los pacientes con epilepsia sintomática y escasamente a aquellos pacientes afectos de epilepsia criptogénica e idiopática [5,6]. El gran problema surge cuando tenemos que ver si estos resultados están deformados porque se han obtenido de centros especializados y, sobre todo, si la mortalidad es debida a la epilepsia por sí misma o a las causas que han originado la enfermedad epiléptica. Por este motivo, deberemos seleccionar aquellos trabajos de mortalidad en epilepsia que hayan seguido una estricta metodología, cuando queramos conocer con fiabilidad sus cifras, ya que van a estar influenciadas por la enfermedad fundamental, el déficit asociado, el tipo y la frecuencia de las crisis epilépticas, así como por su tratamiento. Los problemas surgen con las defiRecibido: 13.03.00. Aceptado: 03.05.00. Sección de Neuropediatría. Hospital Infantil Universitario Virgen del Rocío. Sevilla, España. Correspondencia: Dr. Miguel Rufo Campos. Colombia, 10. E-41013 Sevilla. E-mail: [email protected] 2000, REVISTA DE NEUROLOGÍA S 110 niciones, el diagnóstico exacto, el tamaño de la muestra, la selección del corte, la exactitud al atribuir la causa de la muerte, si los datos en el seguimiento son incompletos y si los controles no son los apropiados [7]. La enfermedad subyacente de la cual la epilepsia es únicamente un síntoma es la causa principal de muerte en los pacientes de nuevo diagnóstico, mientras que la epilepsia por sí misma, y en mucho menor grado el tratamiento de la misma, son las principales causas en las epilepsias crónicas [8,9]. Por otro lado, la posibilidad de fallecimiento por cualquier otro tipo de enfermedad importante puede verse agravada con la presencia de epilepsia [10]. LA MORTALIDAD GLOBAL EN LA EPILEPSIA Por término medio se acepta que la mortalidad global asociada a la epilepsia es dos o tres veces superior a la de la población en general [11]. Actualmente, este tema es de tal importancia que los estudios sobre la mortalidad de las personas afectadas de epilepsia han llegado a situarse en la vanguardia de la investigación clínica, con una dedicación muy especial a la muerte súbita inexplicada. Pero, desgraciadamente, la información sobre la epidemiología es muy deficiente, ya que su estudio debería basarse en los certificados médicos o en el conocimiento y seguimiento de los sujetos epilépticos, algo realmente problemático e inhabitual. Así pues, es importante seleccionar la población de base a estudiar y la identificación de la causa del fallecimiento. Las cifras actuales más fiables se recogen en los trabajos de Hauser et al [12], donde en un proyecto retrospectivo basado en la comunidad de Rochester (Minnesota), con un seguimiento de 29 años, la proporción estandarizada de mortalidad (SMR, del inglés Standard Mortality Rate) se encontraba en un 2,3. Dicha proporción era mucho más elevada en los primeros años de seguimiento, en los varones y en aquellas personas que sufrían déficit neurológico desde el momento del nacimiento o padecían algún tipo de epilepsia sintomática, y moderadamente más elevada tenían una epilepsia idiopática. Curiosamente, no se incrementaba el SMR en las personas con convulsiones febriles, crisis parciales complejas, ausencias y epilepsias idiopáticas de comienzo entre 1 y 19 años de vida. Para muchos grupos, el SMR se encontraba elevado incluso pasados muchos años tras su diagnóstico inicial, lo que sería sugestivo de la importancia de las manifestaciones críticas en una potencial persistencia de causa de muerte. REV NEUROL 2000; 30 (Supl 1): S 110-S 114 V CURSO DE ACTUALIZACIÓN DE LAS EPILEPSIAS Otros trabajos de especial interés son el publicado por Cockerell et al, derivado del British National General Practice Study of Epilepsy [13]; el coordinado por el islandés Olafsson [14] y el realizado por Loiseau et al en el área de Gironde del sureste francés, sobre la mortalidad a corto plazo tras una primera crisis epiléptica [15]. Recientemente, Nilsson et al [6] han estudiado 9.061 casos ingresados con diagnóstico de epilepsia durante los años 1980 a 1989, con la intención de estudiar la mortalidad global y las distintas proporciones de las diferentes causas específicas, y compararlas con la mortalidad de la población en general; estos autores han llegado a la conclusión de que el conjunto de pacientes epilépticos constituye una población de alto riesgo de mortalidad. Cuando se aborda la mortalidad exclusivamente en la infancia, destacan los trabajos de Miyake et al [16], realizados en un centro especializado durante un período de 14 años, en el cual murieron 237 niños; más de la mitad de los fallecimientos (54%) se habían producido en niños afectados de epilepsia, y en la mayoría de los casos como complicación de otro desorden grave del sistema nervioso central (SNC). En este estudio sólo se atribuye un 14% a las crisis epilépticas o a los estados convulsivos como causa directa de muerte, y la mayor parte se atribuye a fallos respiratorios. Además, se hace una mención especial a la alta incidencia de fallecimientos en los espasmos infantiles y la epilepsia mioclónica severa. Un segundo estudio publicado en Epilepsia [17], sobre un total de 1.095 niños de entre 1 y 14 años de edad fallecidos durante un período de cuatro años, pudo demostrar que el 8,49% de los mismos (93 casos) tenían una historia de epilepsia; de ellos, el 6% había sido diagnosticados de epilepsia primaria y el 94% restante de epilepsia secundaria o sintomática. Se atribuyó la muerte a epilepsia en 20 casos, entre los cuales se incluyeron 11 pacientes con síndrome de muerte brusca inexplicada. Los autores concluyen su trabajo con la afirmación de que en la infancia el riesgo de muerte por epilepsia aumenta con relación a edades posteriores; que es superior en los diagnósticos de epilepsia secundaria y que, en los casos primarios, se encuentran con mayor frecuencia casos de fallecimientos evitables atribuibles a la epilepsia. Por último, los autores realizan una importante observación: el diagnóstico de epilepsia no aparece registrado con la frecuencia esperada en las partidas de defunción. En otros estudios, en los que se hace también referencia a la edad pediátrica, es difícil separar los datos obtenidos de los del adulto, y en muchos de ellos, los variables períodos de seguimiento convierten en problemático el cálculo de la tasa de mortalidad. Desde el punto de vista estadístico, existe una diferencia significativa entre las muertes de niños con diagnósticos de epilepsia primaria y aquellos sin epilepsia; pero, desde el punto de vista práctico, es necesario observar que en el fallecimiento de estos niños la causa, en la mayoría de ocasiones, es al menos presumiblemente evitable, puesto que la epilepsia primaria en la infancia tiene un pronóstico excelente. Muchas veces el fallecimiento se produce por una causa ajena al cuadro epiléptico (accidente de tráfico, etc.), ya que es improbable que se produzca como consecuencia de una crisis epiléptica, con lo que, además, no se recoge en el certificado de defunción. Por ese motivo, la tasa de mortalidad en los niños afectados de epilepsia primaria puede ser ligeramente superior a la estimada y es, entonces, ligeramente menor la relación entre las tasas de mortalidad de las epilepsias primarias con arreglo las secundarias. Son numerosas las causas de muerte relacionadas con la epilepsia o con la enfermedad subyacente de la misma (tumores, enferme- REV NEUROL 2000; 30 (Supl 1): S 110-S 114 dades neurodegenerativas, etc.). Entre las primeras se encuentran las secundarias a la presencia de estado epiléptico: un importante porcentaje de niños muere durante o inmediatamente después del mismo [18,19], aunque a veces es la enfermedad subyacente lo que provoca la muerte. El resto de las causas que pueden causar el fallecimiento durante una crisis epilépticas es muy diverso, y se incluyen los casos de traumatismos tras una manifestación crítica, la muerte por quemaduras, por inmersión o por enfermedad cardiorrespiratoria [20,21]. En ocasiones, la crisis puede provocar una importante aspiración o la muerte por la presencia de un bolo alimenticio, algo fácil de identificar en los estudios post mórtem. Pero la causa más frecuente e importante de fallecimiento como consecuencia de una crisis epiléptica es la muerte brusca e inexplicada en ausencia de una causa anatómica o toxicológica (SUDEP, del inglés Sudden Unexplained Death in Epilepsy) [22,23]. Trabajos muy recientes que han resumido estudios epidemiológicos [11] concluyen que, en general, el riesgo de muerte súbita inexplicada entre los epilépticos (SUDEP) se encuentra entre 1/500 y 1/1.000 personas al año, y alrededor de 1/200 para aquellos individuos que sufren una epilepsia más severa. MUERTE SÚBITA INESPERADA EN EPILEPSIA La mayoría de las muertes prematuras en personas epilépticas carecen de explicación lógica. Habitualmente, el enfermo aparece muerto, sin que nadie lo pudiera sospechar, y la autopsia, que se realiza de forma rutinaria, falla a la hora de establecer la causa de la muerte. Aunque su conocimiento se traslada a épocas muy lejanas [24,25], es a partir de la década de los 90, con el desarrollo por parte de la industria farmacéutica de nuevos fármacos antiepilépticos (FAE), cuando se pone de manifiesto su verdadera importancia en la epilepsia. Era necesario conocer si, en los ensayos clínicos con humanos, las nuevas fórmulas antiepilépticas aumentaban la incidencia de SUDEP. Se pretendía hallar el porcentaje de estas muertes súbitas, al realizar los ensayos terapéuticos de los cuadros clínicos epilépticos intratables, durante la evaluación intensiva necesaria de los nuevos FAE. Por otro lado, si el nuevo medicamento antiepiléptico produce un mejor control crítico de la epilepsia, lógicamente reducirá la incidencia de estas muertes. En 1993, la Food and Drug Administration (FDA) americana y la empresa Wellcome establecieron un comité asesor para desarrollar los criterios de SUDEP en los ensayos clínicos y el empleo compasivo de lamotrigina. Actualmente se admiten los siguientes criterios [26]: – Las víctimas deben ser epilépticos, definiendo la epilepsia como la presencia de crisis recurrentes no provocadas. – La muerte se produce inesperadamente, teniendo la persona un estado de salud razonable. – La muerte ocurre bruscamente, en minutos, cuando se conoce. – La muerte ocurre mientras el sujeto realiza una actividad normal (duerme, en casa, en el trabajo) y en circunstancias normales. – No debe encontrarse ninguna causa del fallecimiento desde el punto de vista médico. – La muerte no puede ser la causa directa de una crisis o de un estado epiléptico. Estos criterios excluyen las muertes accidentales secundarias a las crisis epilépticas, pero incluyen aquellas con o sin evidencia de una crisis cercana al tiempo de la muerte. Dependiendo de varias circunstancias, la SUDEP se clasifica en los siguientes apartados: S 111 M. RUFO-CAMPOS – Segura. Si el fallecimiento reúne todos los criterios anteriores, hay una descripción suficiente de las circunstancias de la muerte y un informe de la autopsia. – Probable. Cuando se reúnen todos los criterios, pero falta el informe necrósico. – Posible. Incluye aquellos casos en los que no se ha recogido de forma fidedigna la circunstancia de la muerte y no puede accederse a un informe post mórtem. – No SUDEP. Recoge los casos en los cuales se han establecido con claridad otras causas de muerte y, por lo tanto, es improbable una SUDEP. Uno de los primeros problemas que se plantea es que sólo el 14% de todas las muertes son sometidas a examen post mórtem [27], con lo que el porcentaje de SUDEP segura va a disminuir de forma considerable por causas no estadísticas. Otras observaciones podrán realizarse según se considere de una u otra forma la naturaleza de la documentación aportada. En 1997, Nashef [28] propone definir la SUDEP de la siguiente forma: ‘Muerte súbita, inexplicada, presenciada o no, que no esté causada por un trauma ni por ahogamiento, que ocurra en pacientes epilépticos, con o sin evidencia de una crisis (excluyendo los estados epilépticos documentados), y en cuyos exámenes post mórtem no se ponga en evidencia una causa tóxica o anatómica como motivo del fallecimiento’. Aunque desde la década de los 50 ha descendido de forma proporcional el número de SUDEP, como consecuencia del aumento paralelo de la incidencia de mortalidad en las enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, algunos estudios actuales cifran la incidencia de SUDEP entre la población de epilépticos como 23,7 veces superior a la de la población en general [29]. Si aplicamos la prevalencia de epilepsia en un 7/1.000, la incidencia de muerte súbita para los individuos epilépticos puede estimarse en 188,6/100.000, comparado con sólo el 4,6/100.000 de la población en general. Ello supone un riesgo 40,2 veces superior para los individuos con epilepsia, que para la población en general. Se ha demostrado [26] que el riesgo es mucho más alto en individuos jóvenes o con inicio del cuadro clínico en edades precoces, en el sexo masculino, en crisis generalizadas y en las epilepsias adquiridas (especialmente traumatismos craneoencefálicos o meningitis/encefalitis) que en las formas idiopáticas/criptogénicas. Este riesgo no parece guardar relación con la administración de ningún FAE en especial, aunque sí con la existencia de niveles bajos de la medicación. No obstante, investigaciones recientes [30] parecen no soportar esta hipótesis, pues se ha comprobado en estudios post mórtem de epilépticos fallecidos por otra causa y aquellos muertos por SUDEP, que no había una diferencia estadísticamente significativa entre las cifras de niveles plasmáticos de medicación de uno y otro grupo. Para probar la estrecha relación de la propia crisis epiléptica con la SUDEP, se han determinado niveles de prolactina en sujetos fallecidos por esta causa [31], pero no se ha podido obtener un incremento suficientemente significativo comparados con el grupo control. En ausencia de una explicación alternativa, la muerte súbita inexplicada podría ser el resultado de una crisis epiléptica, con lo que quedaría clara su estrecha relación con la epilepsia. El mecanismo postulado incluye la presencia de agotamiento de la reserva cardiorrespiratoria durante la crisis convulsiva, arritmia cardíaca crítica fatal, edema pulmonar neurogénico y disrupción de la función troncoencefálica por la propia descarga epiléptica [23]. Existe también la posibilidad de que una misma condición cause por una S 112 parte la epilepsia y, por otra, sea la causa de la muerte (p. ej., una alteración de la charnela puede causar cuadro epiléptico y disritmia cardíaca). En estudios animales, ha podido demostrarse que en individuos no sedados a los que se les ha producido un estado epiléptico, más de un tercio morían antes de los cinco minutos del comienzo de la crisis como consecuencia de una hipoventilación, tras el desarrollo de una apnea de origen central [32]. Signos de isquemia miocárdica aguda pudieron encontrarse en otros individuos fallecidos tras dos minutos del inicio de la crisis. Recientemente [33], ha podido comprobarse la importancia del compromiso respiratorio en las crisis producidas alrededor de la SUDEP; por ello, es recomendable para la prevención de las mismas un buen posicionamiento de las vías respiratorias durante las crisis, así como una estimulación de los mecanismos de respiración. De todas formas, la explicación más extendida de la causa de muerte inexplicada es la arritmia cardíaca como consecuencia de descargas autonómicas simpáticas síncronas y preponderantes. Y quizás dichas anomalías cardíacas conecten con alguna enfermedad cardíaca de base, como miopatías, fibrosis miocárdicas o subendocárdicas, o un sistema de conducción anómalo. El papel del edema pulmonar solo o en combinación con una disfunción cardíaca es posiblemente un factor adicional. Se ha demostrado la importancia del examen de los factores de riesgo en el posible desarrollo de SUDEP [34], entre ellos la presencia de edema pulmonar, el sueño, la posición de prono y las concentraciones séricas subterapéuticas de uno o más FAE. Muchos casos de SUDEP van precedidos de crisis epilépticas, por lo que su presencia, su frecuencia, el tipo, la etiología de las crisis, la respuesta a la medicación y el distinto empleo de FAE, van a influir en su desencadenamiento. A pesar de ello, no existe un factor de riesgo común ni único en todos los casos de SUDEP, lo que sugiere la posibilidad de numerosos mecanismos de producción, aún hoy no suficientemente determinados. LA MORTALIDAD EN EL ESTADO EPILÉPTICO Trabajos desarrollados sobre estudios neuropatológicos en animales [35] han podido demostrar que la aplicación de una actividad eléctrica prolongada sobre el SNC puede causar daño neuronal irreversible. Además, se sugiere que cuando una crisis epiléptica dura menos de una hora provoca importantes daños en las neuronas, pero son aún reversibles, mientras que si la duración supera los 60 minutos se inicia de forma constante una muerte neuronal. La elevada morbilidad y mortalidad en el estado están condicionadas por tres factores: 1. El daño en el SNC causado por el insulto inicial que desencadena el estado; 2. El estrés sistémico derivado de las convulsiones repetidas, y 3. El daño que producen directamente en el cerebro las descargas eléctricas graves y prolongadas. Después de numerosos intentos de definición, hoy se conoce al estado epiléptico como ‘una crisis que tenga una duración de al menos 30 minutos, o crisis intermitentes con una duración de 30 minutos o más, pero sin que el paciente recupere la conciencia entre ellas’. Aparte de la muerte del enfermo, el estado epiléptico puede provocar graves secuelas neurológicas, como disfunción intelectual, déficit neurológicos permanentes o crisis continuas recurrentes. El estado epiléptico está reconocido como una de las principales emergencias en medicina, entre otras razones por su relación con una alta tasa de mortalidad, actualmente cifrada en entre un 8 y un 32%. Hoy conocemos que, aunque la población de epilépticos supone un importante grupo de riesgo de padecer un estado REV NEUROL 2000; 30 (Supl 1): S 110-S 114 V CURSO DE ACTUALIZACIÓN DE LAS EPILEPSIAS epiléptico, existen otras causas mucho más importantes que lo provocan, especialmente cuando nos desenvolvemos en el contexto de enfermedades sistémicas o neurológicas de instauración brusca [36], a pesar de que la mayoría de los estudios realizados en este sentido se han elaborado en poblaciones hospitalarias. De forma clásica, se han asociado algunos parámetros al pronóstico y a la tasa de mortalidad en el estado epiléptico, pero entre ellos se ha evocado constantemente al tiempo que transcurre entre el inicio del estado y el tratamiento efectivo. Sólo recientemente [37], se ha llamado la atención sobre la importancia que tiene para el pronóstico la identificación de la causa etiológica que ha provocado el cuadro. La etiología del estado epiléptico se define como la causa inmediata y precipitante del mismo, aunque pueda ser múltiple; si la etiología no llega a definirse, se denomina como idiopático. Dentro de los factores precipitantes más habituales se encuentran el alcohol, la anoxia, la hemorragia, las enfermedades cerebrovasculares, los tumores, los trastornos metabólicos, los traumatismos, la interrupción de la medicación antiepiléptica, las sobredosificaciones de drogas y las infecciones del SNC. Cuando se han intentado realizar estudios para determinar la mortalidad real en los estado epiléptico [38], mediante la utilización del análisis de regresión uni y multivariado en 253 pacientes adultos, durante un período de cuatro años, se ha podido demostrar que entre las causas más importantes que desencadenaron los estados epilépticos se encontraban las enfermedades cerebrovasculares y la interrupción brusca de la medicación antiepiléptica, con casi el 22% en cada una de ellas. Los pacientes se dividieron en dos grupos, y fue mayor la mortalidad en el de los enfermos que habían sufrido un estado epiléptico con una duración de una hora o más (32% frente al 2,7%). La anoxia y la edad avanzada se mostraron con una relación superior de mortalidad estadísticamente significativas. En trabajos en los que se ha tenido en cuenta la edad infantil [18], ha podido observarse que los niños presentan cifras de mortalidad mucho más bajas que los adultos, quizás este hecho sea explicable por la diferencia en la etiología subyacente o por la escasa duración del seguimiento del paciente epiléptico. Para DeLorenzo [39], las etiologías específicas, la duración de la crisis y la edad, son los factores que más van a incidir en el pronóstico y en la determinación de la mortalidad en los estados epilépticos, aunque no todas las etiologías van a desempeñar un papel preponderante en el resultado final. MORTALIDAD EN EPILEPSIA Y ENFERMEDAD CARDÍACA La distinción entre epilepsia y enfermedad cardiovascular como causa de muerte es a veces bastante difícil y complicada, especialmente cuando una crisis epiléptica primaria causa de forma secundaria una parada cardíaca. Es de todos conocidos que la amígdala y el hipocampo tienen un importante papel en la regulación cardiovascular, pues ambos muestran patrones de descarga modulados por el ciclo cardíaco y que se modifican con las fluctuaciones espontáneas del ritmo cardíaco o respiratorio. En modelos experimentales con ratas [40], ha podido demostrarse que las crisis epilépticas son capaces de producir una disfunción brusca del sistema cardiovascular, al producir una elevación rápida de la presión sanguínea, junto a una intensa bradicardia. La crisis epiléptica puede causar diferentes tipos de disturbios en el ritmo cardíaco pero, de la misma forma, estos pueden provocar cuadros clínicos que nos recuerdan diferentes tipos de crisis epilépticas. Es posible que una crisis parcial simple con REV NEUROL 2000; 30 (Supl 1): S 110-S 114 semiología autonómica pueda causar una parada cardíaca, con pérdida de conciencia, y sospechemos que se ha tratado de una crisis parcial compleja [41]. Algunos trabajos [42] en un intervalo de edad de menores de 60 años demuestran que el número de fallecimientos de enfermos cardíacos es más elevado en las personas que padecen epilepsia, especialmente con un origen sintomático. Se ha podido comprobar que la presencia de una enfermedad cardíaca isquémica y/o una muerte cardíaca súbita no está relacionada con el estado de la medicación anticonvulsionante. INFLUENCIA DE LA CIRUGÍA DE LA EPILEPSIA EN LAS TASAS DE MORTALIDAD Mediante el estudio de la situación de 248 sujetos adultos durante un período de 15 años, referidos para evaluación ante la posibilidad de tratamiento quirúrgico de sus crisis epilépticas intratables, Vickrey [43] llega a la conclusión de que los pacientes intervenidos tienen una mortalidad significativamente más baja que los que no lo fueron. Estos autores consideran que posiblemente dicha mortalidad se relacione con la mejoría de las crisis, ya que, de los fallecidos, una alta proporción de los mismos continuaba con un porcentaje elevado de crisis epilépticas. CONCLUSIONES Tras la exhaustiva revisión de los trabajos actuales dedicados a estudiar las causas de muerte por epilepsia, en especial los muy escasos referidos exclusivamente a la edad infantil, lo primero que se observa es que existe una limitación de los mismos en esta etapa de la vida. Por lo tanto, es preciso promover amplios estudios multicéntricos que abarquen grandes núcleos de población en los que puedan realizarse estudios de mortalidad entre niños epilépticos, con un diagnóstico de certeza de su epilepsia y una mejor determinación de la causa de muerte. Además, es preciso aumentar los estudios que muestren el índice de mortalidad con posterioridad a la cirugía de la epilepsia, tras los alentadores datos que poseemos en la actualidad [44]. Cabe preguntarse, por otro lado, si la epilepsia es una condición médica que produce un aumento del índice de mortalidad o simplemente un efecto que se añade a una determinada causa de fallecimiento ya establecida; un claro ejemplo de ello podría ser el de los pacientes que padecen una enfermedad cardiovascular: ¿tienen más peligro de muerte precoz por su enfermedad, si padecen además una epilepsia? Algo parecido ocurre cuando se habla de estado de mal epiléptico sin especificar la causa. Por razones obvias, no es lo mismo un estado epiléptico como complicación de un proceso meníngeo, donde se encuentra una tasa de mortalidad del 82%, que cualquier otra causa de estado, cuyo índice de mortalidad se reduce entonces hasta el 33% [45]. Es necesario realizar estudios seriados de aquellos casos diagnosticados de epilepsia primaria y que, a pesar de ello, han fallecido; podría tratarse de una causa evitable de muerte no suficientemente esclarecida. Este concepto cobra una gran dimensión en los diagnósticos de SUDEP, en los que, aunque parece clara la existencia de un importante mecanismo central de alteración de la respiración que podría ser responsable de los mismos, convendría establecer qué proporción de ellos son potencialmente evitables, a través de un mejor control de sus manifestaciones críticas y/o una mejor disponibilidad de los servicios médicos que sugirieran maniobras de resucitación efectivas. S 113 M. RUFO-CAMPOS BIBLIOGRAFÍA 1. 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La enfermedad subyacente de la que la epilepsia es simplemente un síntoma es la causa principal de fallecimiento en los nuevos diagnósticos, mientras que la propia epilepsia es la causa más importante en las epilepsias crónicas. La muerte inesperada súbita en epilepsia probablemente sea la categoría más común entre los fallecimientos relacionados con esta enfermedad. Los mecanismos involucrados en la muerte inesperada súbita en epilepsia incluyen a la arritmia cardíaca provocada por trastornos autonómicos y al edema pulmonar neurogénico. Otras causas de muerte son el estado epiléptico, los traumatismos, las quemaduras o ahogamientos secundarios a crisis epiléptica, aspiración grave, bolo de comida y la presencia de una enfermedad cardiorrespiratoria importante. [REV NEUROL 2000; 30 (Supl 1): S 110-4] [http://www.revneurol.com/30S1/iS10110.pdf] Palabras clave. Crisis epiléptica. Epilepsia. Mortalidad. Muerte súbita inesperada. S 114 MORTALIDADE NAS EPILEPSIAS Resumo. Introdução. Estima-se que a mortalidade global associada à epilepsia poderá ser duas ou três vezes superior à da população em geral. Dados recentes mostram uma mortalidade excessiva na primeira década de vida e nos primeiros anos após o diagnóstico. Desenvolvimento. A doença subjacente da qual a epilepsia é simplesmente um sintoma é a principal causa de morte nos novos diagnósticos, enquanto que a própria epilepsia é a causa mais importante de morte nas epilepsias crónicas. A morte súbita inesperada na epilepsia é provavelmente a forma mais comum das mortes relacionada com esta doença. Os mecanismos envolvidos na morte súbita inesperada na epilepsia incluem, arritmia cardíaca provocada por alterações autonómicas e o edema pulmonar neurogénico. Outras causas de morte são o status epilepticus, os traumatismos, as queimaduras ou afogamentos secundários à crise epiléptica, aspiração grave, bolo alimentar e a presença de uma doença cardiorespiratória importante. [REV NEUROL 2000; 30 (Supl 1): S 110-4] [http://www.revneurol.com/30S1/iS10110.pdf] Palavras chave. Crise epiléptica. Epilepsia. Mortalidade. Morte súbita inesperada. REV NEUROL 2000; 30 (Supl 1): S 110-S 114