Galicia. Una normalidad incompleta

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GALICIA.
UNA NORMALIZACIÓN INCOMPLETA
Xosé María Dobarro
Catedrático de Filología gallega y portuguesa de la
Universidad de La Coruña
LENGUA PROPIA O MATERNA: UN CONCEPTO DE DIFÍCIL
DEFINICIÓN EN EL CASO GALLEGO
Decía, en la introducción de este Seminario, el coordinador del mismo, Xavier Pericay, que los términos “lengua propia” y “normalización lingüística” eran de raíz catalana, aunque eso no significase que otras comunidades con más de
una lengua decidiesen importar sin más el modelo catalán.
Es evidente que ya desde el siglo XIX en lo referente a lo
lingüístico y lo cultural –también en lo político– Cataluña, y
213
¿Libertad o coacción? ...
el catalanismo, sirvió como modelo o espejo en el que
mirarse para los movimientos galleguistas reivindicadores.
Tanto para los tradicionalistas y/o carlistas –como Alfredo
Brañas– como para los liberales, republicanos y/o progresistas –como Murguía–.
Indicaba, además, que el primer texto legal en el que
aparece el concepto de lengua propia fue el Estatuto Interior aprobado por Parlamento catalán el 23 de mayo de
1933. Por lo que se recogía en el artículo 3º, podía deducirse que en 1933 Cataluña, ese ente colectivo, no reconocía ya como propia otra lengua que el catalán, aun cuando
formara parte de una República española cuya lengua oficial era el castellano, pues así lo reflejaba el artículo 4º de
la Constitución de la República española, de 9 de diciembre de 1931:
«El castellano es el idioma oficial de la República.
Todo español tiene obligación de saberlo y derecho de usarlo,
sin perjuicio de los derechos que las leyes del Estado reconozcan a
las lenguas de las provincias o regiones.
Salvo lo que se disponga en leyes especiales, a nadie se le
podrá exigir el conocimiento ni el uso de ninguna lengua regional»
Y aun cuando en su territorio –en el de Cataluña, se
entiende– fueran numerosos quienes no hablaban otra
lengua que el castellano.
Pero antes, como también indica, el concepto ya existía.
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Galicia. Una normalización incompleta
Decía, así mismo, Pericay que la imposición lingüística
suele revestirse, en general, y más allá del recurso a lo que
podríamos denominar el derecho a la propiedad, con el
argumento de que la “lengua propia” es la más débil, la
que merece protección, la que debe ser discriminada positivamente.
En Galicia, o eso creo, todo el mundo está amparado
legalmente, tanto los castellanohablantes como los gallegohablantes.
Entiendo, pues, que puedo, y debo, iniciar esta comunicación hablando de mi propia vida. Preguntándome
quién soy yo idiomáticamente. Nací en Ferrol, una pequeña ciudad –o villa grande de alrededor de 75.000 habitantes, tanto en ese momento como hoy en día– con una
gran carga de población foránea, es decir, no gallega de
origen –todo lo contrario a la práctica totalidad de Galicia–, mucha de ella vinculada a la construcción naval y al
ejército, mayoritariamente de la marina. Tanto era esto
así que, en mi infancia, un alto mando militar escribía, en
una publicación municipal, que Ferrol era casi la novena
provincia andaluza. Conservo esa revista –un anuario de
finales de los cincuenta–, pero no fui capaz de localizarla para poder poner aquí la cita textual. En cualquier
caso, es rigurosamente cierto. Nací y me crié en la casa
de mis abuelos maternos, naturales, como su hija, mi
madre, de Mugardos, un municipio situado al otro lado
de la ría, a escasa media hora –tanto por mar como por
tierra–. Mis abuelos, cuando hablaban entre sí, siempre
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¿Libertad o coacción? ...
se expresaron en gallego, pero no lo escribían y lo leían
con dificultad. Su idioma educacional era el español y,
curiosamente para esa época, el nivel de mi abuela era
muy superior al de mi abuelo. No recuerdo haberle visto
una falta de ortografía, ni tan siquiera de acentuación.
Mis padres, por el contrario, solamente utilizaban el castellano, lengua, que tanto ellos como esos abuelos, utilizaban con los niños, entre los que yo me encontraba.
Curiosamente, sí lo entendían por escrito. Mi madre –que
había cursado los siete cursos del bachillerato y la prueba de acceso a la Universidad en los años cuarenta– tuvo
que convalidar sus estudios con los de Magisterio para
poder opositar a Maestra Nacional y eso motivó que yo
hubiese de pasar grandes temporadas en las diferentes
aldeas donde estuvo destinada. Allí nadie hablaba otra
cosa que no fuese gallego, idioma que yo me vi obligado
a hablar si quería comunicarme con aquella sociedad.
Me pasaba el día rodeado de gallegohablantes monolingües. En este sentido, como en tantos otros, las cosas
fueron cambiando paulatinamente. Tanto, que alguna de
las aldeas donde viví hace años ni siquiera existe. Se las
comió la vegetación.
A partir del inicio de mis estudios primarios (6 años) viví
en la pequeña ciudad o villa grande, y mi idioma de expresión fue, casi en exclusiva, el español. El gallego era la lengua de los socialmente bajos en las periferias de las ciudades y de las gentes del mundo rural. ¿Cuál es, pues, mi lengua materna? Estoy convencido desde que tengo uso de
razón de que éste es un concepto que no existe. Hay, eso
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Galicia. Una normalización incompleta
sí, una lengua de instalación que cada cual elige –y en Galicia creo que así es– libremente. Yo, y muchísima otra
gente, nos expresamos al mismo nivel en las dos y no tenemos mayores problemas en hacer uso de cualquiera de
ellas. Y no queremos que se nos imponga ninguna.
Esto explica en buena medida la especificidad de la
situación lingüística de Galicia. Legislar al respecto siempre fue difícil, porque ¿existe realmente conflicto en Galicia? Mi opinión es que no. En casi cualquier ámbito podemos presenciar conversaciones donde cada uno de los
intervinientes se expresa en la lengua que le parece más
oportuna e, incluso, cambia de una a otra sin variar de
interlocutor.
Entiendo, y reitero lo dicho, que en Galicia no hay conflicto lingüístico de ningún tipo, salvo casos puntuales y excepcionales, pero lo que no se puede negar es que los gallegohablantes –que siguen siendo mayoría según las estadísticas– tengan más dificultades para desarrollar su vida cotidiana que los castellanohablantes en todo lo concerniente
a los ámbitos administrativos: estatales, autonómicos o
municipales. Incluso en zonas, todavía, prácticamente
monolingües en gallego. La realidad, pues, tiene poco que
ver con el deseo, es decir, con lo legislado desde hace
muchos años. ¿Que habría que haberlo hecho de otra
forma? Es posible, pero, en cualquier caso, entiendo que la
situación ni daba ni da para más. Los viejos nos vamos
muriendo y la inmensa mayoría de los niños y jóvenes adolescentes no se sueñan hablando gallego en el futuro, aun217
¿Libertad o coacción? ...
que prácticamente el cien por cien sean capaces de poder
hacerlo con total normalidad. Hay, con todo, bastantes
excepciones.
Hay, así mismo, votantes de todas las opciones y de
todas las edades que utilizan diariamente el gallego en
todas las instancias. Y este hecho no necesariamente obedece a la falta de competencia lingüística en el idioma oficial del Estado. Como decía en sus versos el poeta Celso
Emilio Ferreiro, refiriéndose a la utilización de la lengua
gallega: “Eu fáloa porque si, porque me gusta, / porque me
peta e quero e dame a gana”.
Es también evidente, como en los otros territorios con
más de una lengua, que los principales defensores de las
lenguas denominadas propias fueron de siempre los grupos políticos que se proclaman nacionalistas. Ello no es
óbice para que a algunos militantes de relieve se les detecte a la mínima que utilizan un idioma aprendido, que no es
el suyo per se. En definitiva, que no es el “propio” que se
recoge en los textos legislativos. Es el adoptado porque
quien fuere así lo desea.
Entiendo que las cosas en materia lingüística no están
nada claras en mi territorio de nación. No sé si los que políticamente están muy inmersos en el tema lo verán de otro
modo, pero yo veo muy negro el futuro del gallego. Evidentemente, no estoy refiriéndome a su desaparición –tendría
que producirse un cataclismo para que esto ocurriese–,
porque, en esta misma sala, ya oímos en la, a mi entender
218
“
”
Galicia. Una normalización incompleta
excelente, ponencia sobre
En Galicia todo el
la situación en el País
Vasco, que la transmisión
mundo está amparado
del euskera estaba asegulegalmente, tanto los
rada. Y eso sí que es realmente difícil y complicado.
castellanohablantes
Un mínimo aprendizaje
como los
del idioma vasco no es en
absoluto comparable al
gallegohablantes
del gallego o al del catalán-valenciano-balear. De
verse la inmediatez de este peligro de desaparición del
gallego, estoy convencido de que incluso sus principales
detractores se movilizarían para impedir que tal cosa aconteciese. “Amiguiños sí, pero a vaquiña polo que vale”, que
se dice en mi tierra.
Pero hay otras situaciones. Me viene a la mente algo que
viví hace ya algo más de veinte años. En unas jornadas
sobre lenguas minorizadas organizadas por la Unión Europea, coincidí con un representante del catalán, que, curiosamente, era gallego, concretamente de Vigo. En ese
momento, dirigía un colegio público, del nivel de enseñanza denominado entonces EGB, radicado en Sabadell, localidad, como es sabido, con una altísima población inmigrante de zonas castellanohablantes. Nunca se me olvidará lo que me contaba acerca de las diferencias existentes
entre Galicia y Cataluña. Uno de los ejemplos que ponía era
el de una madre murciana, con muy escaso conocimiento
de catalán, que en los formularios de la matrícula de su hijo
219
¿Libertad o coacción? ...
manifestaba que este idioma era el familiar. Contrastaba
ese hecho con el que se podía producir en cualquier colegio gallego en el que una madre, balbuceando español,
adjuntaría un formulario similar donde figurase que el idioma de uso doméstico fuese ese, el español, y no el habitual
gallego. Mentiras, ambas, que dan muestra de lo diferente
de las situaciones. En Cataluña, si no indispensable, es
muy importante manejarse con cierta soltura en catalán.
En Galicia, en cualquier caso, dominar el gallego no pasa
de ser muy relativamente –por no decir poco– importante.
Casi a la altura del euskera en Bilbao, de lo que aquí se
habló, hecho que constaté en numerosos viajes y estancias. Es fácil vivir en Galicia sin conocer el gallego, excepto
en determinadas instancias y circunstancias.
LA LEGISLACIÓN
El Artículo 3º de la Constitución dice:
«1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos
los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho de usarla.
2. Las otras lenguas españolas serán también oficiales en las
respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus estatutos.
3. La riqueza de las diferentes modalidades lingüísticas de
España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.»
220
Galicia. Una normalización incompleta
Esto lo aceptaron todas las fuerzas políticas que pidieron el sí a la Constitución. Quizá por eso el texto sea muy
ambiguo.
No lo era así el correspondiente de la Constitución aprobada por el Parlamento de la Segunda República que, además y por cierto, fue la primera que dedicó un apartado de
su articulado a la cuestión idiomática. No lo habían hecho
ni la primera de 1812 ni las numerosas subsiguientes del
siglo XIX. Desde la llegada de Felipe V al reino de España
se sobrentendía que todo el territorio bajo su soberanía
tenía, o debería tener, una lengua. Así también lo entendieron los ilustrados nacidos y habitantes de diferentes territorios. Uno de los más lúcidos, Gaspar Melchor de Jovellanos,
cuando estuvo prisionero en el castillo de Bellver escribía
que, a su parecer, a los niños mallorquines habría que iniciarlos en el estudio en la lengua que utilizaban habitualmente, para, poco a poco, ir introduciéndolos en la lengua
común de todos los españoles. En esa misma línea se
expresaba el sabio fraile benedictino gallego –aunque nacido en el Bierzo– Martín Sarmiento.
En la Constitución de los Estados Unidos nada se dice
referente al idioma, pero es más que evidente que nadie
tiene la más mínima posibilidad de vivir allí con normalidad
sin conocer el inglés. En cualquier caso, y en determinadas
zonas, se puede ir tirando, dicho en términos coloquiales.
En mi comunidad de nacimiento y residencia, el Estatuto (Ley orgánica 1/1981, de 6 de abril, BOE de 28/4/81)
221
¿Libertad o coacción? ...
hace referencia a la lengua en diferentes artículos y apartados.
En el 5º:
«1. La lengua propia de Galicia es el gallego.
2. Los idiomas gallego y castellano son oficiales de Galicia y
todos tienen el derecho de conocerlos y usarlos.
3. Los poderes públicos de Galicia garantizarán el uso normal y
oficial de los dos idiomas y potenciarán el empleo del gallego en
todos los planos de la vida pública, cultural e informativa, y dispondrán los medios necesarios para facilitar su conocimiento.
4. Nadie podrá ser discriminado por causa de la lengua.»
En el 25º se dice:
«En la resolución de los concursos y oposiciones para proveer
los puestos de magistrados, jueces, secretarios judiciales, fiscales
y todos los funcionarios al servicio de la Administración de Justicia,
será mérito preferente la especialización en el derecho gallego y el
conocimiento del idioma del País.»
En el artículo 26º:
«1. Los notarios y los registradores de la propiedad y mercantiles serán nombrados por la Comunidad Autónoma, en conformidad
con las leyes del Estado. Para la provisión de notarías, los candidatos serán admitidos en igualdad de derechos, tanto si ejercen en el
territorio de Galicia como en el resto de España. En estos concursos
y oposiciones será mérito preferente la especialización en Derecho
gallego y el conocimiento del idioma del País.
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Galicia. Una normalización incompleta
No se podrá establecer, en ninguno de los casos, la excepción
de naturaleza o de vecindad.»
En el 27º:
«En el marco del presente Estatuto le corresponde a la Comunidad Autónoma gallega la competencia exclusiva de las siguientes
materias:
20. La promoción y enseñanza de la Lengua gallega.»
En el 31º:
«Son competencia plena de la Comunidad Autónoma gallega la
reglamentación y administración de la enseñanza en toda su extensión, niveles y grados, modalidades y especialidades, en el ámbito
de sus competencias, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 27
de la Constitución y en las Leyes orgánicas que, conforme al apartado V del artículo 81 de la misma, lo desarrollen, de las facultades
que le atribuye el Estado al número 30 del apartado 1 del artículo
149 de la Constitución y de la alta inspección precisa para su cumplimiento y garantía.»
LAS CIFRAS
Este último 17 de mayo –oficialmente “Día das Letras
Galegas”, desde 1963– el actual Presidente de la Xunta de
Galicia, Emilio Pérez Touriño, admitió que había “problemas de importancia” en el proceso de normalización del
gallego y se comprometió a apoyar el Plan General de Nor223
¿Libertad o coacción? ...
malización Lingüística aprobado por unanimidad en tiempos de Manuel Fraga.
En su intervención, manifestó que “el gallego es el idioma hablado habitualmente por el 57% de los gallegos frente a un 43% que habla castellano”. Dijo, también, que “el
gallego está hoy por hoy en una situación inmejorable para
su desarrollo: oficialidad, presencia cultural, mejora de su
consideración social... pero no acaba de explotar estas
posibilidades. Aunque se observa un pequeña corriente
regalleguizadora, ésta no es quien de anular la pérdida progresiva de galegofalantes”.
Entiendo que no está desencaminado. Aunque sobre
estas cuestiones se puedan decir muchas cosas sin faltar
a la verdad. O a la mentira, si se prefiere.
Explorando en internet opiniones sobre el tema me
encuentro con el siguiente texto que, en buena medida,
comparto:
«Vayamos por partes: en primer lugar, yo, como nacionalista y
gallegohablante como podéis ver no se me caen los anillos por dirigirme en castellano, simplemente porque creo que conocer dos
idiomas es mejor que uno. [...] A problema complejo no hay solución
fácil. Y la solución para introducir normalidad y respeto a un idioma
es enseñarlo desde pequeño, sobre todo cuando por primera vez en
la Historia hay más castellanohablantes que gallegohablantes en
los grupos de edad entre 16 y 21 años. Dos idiomas no cohabitan,
sino que coexisten, y si dejamos que todo fluya con normalidad
ganará evidentemente quien posee los medios para expandirse con
224
“
”
Galicia. Una normalización incompleta
En Galicia, dominar
mayor extensión, y creo que
está claro quien tiene las de
perder aquí. El concepto de
“bilingüismo armónico” no
es viable. Eso de que cada
uno se exprese en el idioma
que le venga en gana es
maravilloso, pero insostenible cuando uno de los dos
idiomas está en clara desventaja como en Galicia.
Ante esa postura, yo no
tengo por qué hablar nunca
gallego, si bien en castellano me va a entender todo el mundo. Así,
apaga y vámonos. Y esta forma de pensar es bien triste. No nos
encaminamos en general hacia el idioma único, sino hacia la multitud de lenguas en un mismo plano de respeto.»
el gallego no pasa de
ser muy relativamente
–por no decir poco–
importante
LA EDUCACIÓN
Comparto, casi plenamente, lo que dice la vigente Ley
de Normalización Lingüística en lo referente a lo educativo.
Y estamos hablando de un texto de hace casi veinticinco
años. En aquel momento a mí me parecía escasísimo, pero
el paso de los años demostró que si se hubiese cumplido
al pie de la letra habría supuesto la consolidación del gallego en casi todos los ámbitos. No sé si los responsables, a
la hora de redactarlo, tenían en mente al Lampedusa de El
Gatopardo. Me refiero a lo de los cambios y a lo de las conmociones. El día a día demostró que ese texto era de difícil
225
¿Libertad o coacción? ...
puesta en práctica. Por eso no se cumplió, pese a ser escrupulosamente respetuoso con todos1. Decía y, de momento,
dice:
«Título III
Del uso del gallego en la enseñanza
Artículo 12
1. El gallego, como lengua propia de Galicia, es también lengua
oficial en la enseñanza en todos los niveles educativos.
2. La Xunta de Galicia reglamentará la normalización del uso de
las lenguas oficiales en la enseñanza, de acuerdo con las disposiciones de la presente ley.
Artículo 13
1. Los niños tienen derecho a recibir la primera enseñanza en
su lengua materna.
El gobierno gallego arbitrará las medidas necesarias para hacer
efectivo este derecho.
1 El Gobierno presidido por Felipe González, teniendo como Delegado del mismo en Galicia a Domingo García Sabell, al mismo tiempo presidente de la Real Academia Gallega,
impugnó ante el Tribunal Constitucional que figurase en la Ley de Normalización Lingüística gallega el deber de conocer y usar la lengua gallega. El hecho motivó una fuerte polémica por esta aparente contradicción de defensas idiomáticas. Incluso el presidente de
la Xunta en ese momento, Gerardo Fernández Albor –médico, y, a mayores, socio en una
entidad hospitalaria compostelana del Dr. García Sabell–, no pudo menos que manifestar públicamente cierto estupor.
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Galicia. Una normalización incompleta
2. Las autoridades educativas de la comunidad autónoma arbitrarán las medidas encaminadas a promover el uso progresivo del
gallego en la enseñanza.
3. Los alumnos no podrán ser separados en centros diferentes
por razón de la lengua. También se evitará, a no ser que con carácter excepcional las necesidades pedagógicas así lo aconsejasen, la
separación en aulas diferentes.
Artículo 14
1. La lengua gallega es materia de estudio obligatorio en todos
los niveles educativos no universitarios.
Se garantizará el uso efectivo de este derecho en todos los centros públicos y privados.
2. El gobierno gallego regulará las circunstancias excepcionales
en que un alumno puede ser dispensado del estudio obligatorio de
la lengua gallega. Ningún alumno podrá ser dispensado de esta
obligación si hubiese cursado sin interrupción sus estudios en
Galicia.
3. Las autoridades educativas de la comunidad autónoma
garantizarán que al final de los ciclos en que la enseñanza del gallego es obligatoria, los alumnos conozcan éste, en sus niveles oral y
escrito, en igualdad con el castellano.
Artículo 15
1. Los profesores y los alumnos en el nivel universitario tienen el
derecho a emplear, oralmente y por escrito, la lengua oficial de su
preferencia.
227
¿Libertad o coacción? ...
2. El gobierno gallego y las autoridades universitarias arbitrarán
las medidas oportunas para hacer normal el uso del gallego en la
enseñanza universitaria.
3. Las autoridades educativas adoptarán las medidas oportunas a fin de que la lengua no constituya obstáculo para hacer efectivo el derecho que tienen los alumnos a recibir conocimientos.»
De acuerdo con el citado apartado 1 del artículo 13:
“Los niños tienen derecho a recibir la primera enseñanza
en su lengua materna. El gobierno gallego arbitrará las
medidas necesarias para hacer efectivo este derecho”, el
gobierno actual de la Xunta creó las galescolas, que a
muchos les suenan a ikastolas, aunque en realidad no sea
así. Empezando porque las gallegas son de iniciativa pública y las vascas, de iniciativa pública, privada o mixta.
Sucedió hace menos de un año, concretamente en
mayo de 2006, y la iniciativa, consistente en poner en marcha una red de galescolas para primar la educación infantil en gallego, partió de la Vicepresidencia de Igualdade e
Benestar –curiosamente no de la de Educación–. La paradoja radica en que lo que tiene que ver con la educación
depende del PSOE y la Vicepresidencia está en manos del
Bloque Nacionalista Galego.
El vicepresidente de la Xunta, Anxo Quintana, destacaba, en la presentación a los medios de las mismas, que
este modelo de las galescolas –escuelas infantiles para
niños de hasta tres años– viene a ser algo así como el
“buque insignia” de la “revolución tranquila” en el bienes228
Galicia. Una normalización incompleta
tar, caracterizado por “la calidad, la identidad y el compromiso de país”. Para él, las galescolas suponen una marca
“de garantía”, ya que van a disponer de una “mejor oferta
educativa y pedagógica” por educar “en la tolerancia, en el
respeto y en la imaginación”. Dijo, a mayores, que “lo harían
en gallego”. Faltaría más.
Pero, con esas declaraciones ¿pretendía manifestar que
en las escuelas de siempre no hay tolerancia, respeto e
imaginación? ¿O se trataba simplemente de hablar por
hablar?
La gestión de las galescolas corre a cargo del denominado Consorcio Gallego de Servicios de Igualdad y Bienestar
–promovido, naturalmente, desde la Vicepresidencia– y a
él se adhirieron, de momento, 126 municipios.
La Vicepresidencia convocó, además, un concurso para
que el diseño de la ropa de las galescolas tenga “identidad
propia”. Según se informaba,
«El objetivo de esta iniciativa, promovida por la Secretaría Xeral da
Igualdade, es alcanzar una “imagen común” en todos los centros que
integran la Rede de Galescolas, que les permita a los usuarios “identificar fácilmente” a las escuelas infantiles que integran esta red y crear
una “identidad propia”.
»En cuanto la temática, los diseños deberán encajar con el logo
escogido para identificar a las Galescolas y ofrecer una imagen de
estos centros como “red institucional propia de Galicia”. Las propuestas presentadas tendrán que ser originales e inéditas y cada solicitan229
¿Libertad o coacción? ...
te solo podrá presentar un diseño de cada uniforme –personal y alumnado–.»
Sobre este tema también encontramos opiniones en la
red. Tanto de quienes dan la sensación de ser nacionalistas militantes:
«1º Non comparto que unha escola infantil pública en Galiza se
teña que chamar Galescola.
2º Os mandilóns dos colexios públicos, privados e concertados
xa teñen identidade propia, os uniformes dos colexios privados e
concertados teñen identidade propia, a roupa do persoal sanitario
público e privado ten identidade propia...
Cal é o problema como di o anónimo anterior? Que non leven
frechas, aguias bordadas...?»
Como de quienes parecen de signo totalmente contrario:
«Las ikastolas, perdón, las galescolas, las montan bloqueiros y
sociatas. ¿Pero no eran partidarios éstos de que los alumnos no llevasen uniforme para que así fueran todos iguales? ¡Y ahora quieren
uniformizar a los alumnos de las galescolas!
Dentro de poco, colocarán una marca a los alumnos que no
vayan a las galescolas ni lleven fotos de Quin [nombre con el que
los amigos se dirigen al Vicepresidente de la Xunta] en la cartera.»
Concuerdo con ambas. ¿A qué se juega? ¿Cómo la Consellería de Educación e Ordenación Universitaria permite
que otra instancia se inmiscuya en sus atribuciones?
Deben de ser negociaciones de alta política de las que yo
230
“
”
Galicia. Una normalización incompleta
no entiendo nada. Simplemente veo que son muy
llamativas para el común
de los mortales.
La cruda realidad nos
dice que en la inmensa
mayoría de los centros
de primaria y de
secundaria la enseñanza
se imparte en español
Pero la cruda realidad
nos dice que en la inmensa mayoría de los centros
de primaria y de secundaria la enseñanza se imparte en español, incluso la
de las materias que por ley tendrían que impartirse en
gallego. Hace unos cuantos años –cerca ya de treinta– se
les habían abierto algunos expedientes a profesores de
Lengua y Literatura Española que explicaban estas materias en gallego. Que yo sepa, al final quedaron en nada.
Pero según mis noticias nunca se incoó un expediente a
profesores de Enseñanza Primaria, de la Secundaria Obligatoria o de Bachillerato que utilizan en sus clases el español, cuando, por ley, tendrían que emplear el gallego. Y
estoy hablando de la enseñanza pública. Ya no digamos
nada de la privada concertada y menos de la privada total,
que ya es otra cuestión. Afortunadamente, en este tema,
en Galicia la sangre nunca llegó al río. Y esperemos que no
llegue nunca. Todos los gobiernos gallegos invirtieron
importantes partidas presupuestarias para mejorar la
situación del gallego en todos los niveles de enseñanza,
tanto primaria, como secundaria y universitaria. Hay equipos de normalización lingüística por todas las esquinas.
Incluso con coordinadores zonales liberados de tareas
231
¿Libertad o coacción? ...
docentes. Pero la situación se mantiene estable o, de cambiar algo, es a favor del español. O las “políticas” son incorrectas o la mayoría de la población no está por la labor.
Mas la legislación sobre tema tan importante y decisivo
está en trámites de reforma. Y en la última semana acudimos a grandes polémicas, tantas como que, según dice la
prensa, esta reforma “está tensionando la convivencia
entre los nacionalistas y los socialistas en la Xunta bipartita. El Bloque entiende que la Consellería de Educación ha
cedido a las presiones políticas de los populares, por lo que
ha advertido de que no aceptará mantener los mínimos
fijados en la actual ley de normalización lingüística. La
polémica afecta sobre todo a la propuesta de que los niños
aprendan antes gallego que castellano”.
Incluso el portavoz de Educación del Bloque en el Parlamento exigió que tenía que producirse un claro avance en
la presencia del gallego en la enseñanza, advirtiendo de
que su grupo no va a aceptar una ley que se quede en los
mínimos del Plan de Normalización Lingüística.
Se acusa a la Consellería de Educación –como dijimos,
del PSOE– de dar marcha atrás en su proyecto de que los
niños aprendan a leer y escribir en gallego antes que en
castellano, y de rebajar al 50% las materias que se deberán impartir en gallego, cuando en una propuesta inicial
apostaba porque el aprendizaje de la lectoescritura fuese
en gallego y el porcentaje de asignaturas a dar en gallego
oscilaba entre el 56% y el 68%, según los cursos.
232
Galicia. Una normalización incompleta
El 15 de junio de 1983 (Diario Oficial de Galicia de
14/7/1983), se promulgó la Ley de Normalización Lingüística, a la que ya me he referido. Su preámbulo, lleno de
lamentos de todo tipo, creo que no tiene desperdicio:
«El proceso histórico centralista acentuado con el paso de los
siglos, ha tenido para Galicia dos consecuencias profundamente
negativas: anular la posibilidad de constituir instituciones propias e
impedir el desarrollo de nuestra cultura genuina cuando la imprenta iba a promover el gran despegue de las culturas modernas.
Sometido a esta despersonalización política y a esta marginación cultural, el pueblo gallego padeció una progresiva depauperación interna que ya en el siglo XVIII fue denunciada por los ilustrados y que, desde mediados del XIX, fue constantemente combatida
por todos los gallegos conscientes de la necesidad de evitar la desintegración de nuestra personalidad.
La Constitución de 1978, al reconocer nuestros derechos autonómicos como nacionalidad histórica, hizo posible la puesta en
marcha de un esfuerzo constructivo encaminado a la plena recuperación de nuestra personalidad colectiva y de su potencialidad
creadora.
Uno de los factores fundamentales de esa recuperación es la
lengua, por ser el núcleo vital de nuestra identidad. La lengua es la
mayor y mas original creación colectiva de los gallegos, es la verdadera fuerza espiritual que le da unidad interna a nuestra comunidad. Nos une con el pasado de nuestro pueblo, porque de él la recibimos como patrimonio vivo, y nos unirá con su futuro, porque la
recibirá de nosotros como legado de identidad común. Y en la Galicia del presente sirve de vínculo esencial entre los gallegos afincados en la tierra nativa y los gallegos emigrados por el mundo.
233
¿Libertad o coacción? ...
La presente Ley, de acuerdo con lo establecido en el artículo 3
de la Constitución y en el 5 del Estatuto de Autonomía, garantiza la
igualdad del gallego y del castellano como lenguas oficiales de Galicia y asegura la normalización del gallego como lengua propia de
nuestro pueblo.
Por dichas razones, el Parlamento de Galicia aprobó y yo, de
conformidad con el articulo 13.2 del Estatuto de Galicia y con el
articulo 24 de la ley 1/1983, de 23 de febrero, reguladora de la
junta y de su presidente, vengo en promulgar, en nombre del Rey, la
Ley de Normalización Lingüística.»
Quien promulga, y firma, es Gerardo Fernández Albor, en
ese momento presidente de la Xunta, a la que había accedido como candidato de Alianza Popular.
No es el caso reproducir el texto de la Ley entero. Sí considero pertinente indicar que del dicho al hecho, va un trecho. Una cosa es el papel y otra la cotidiana realidad. En
esta Ley de Normalización se recogen cosas que en la práctica no se cumplen –y hay que decirlo claramente– en
detrimento del gallego. En la justicia, en la toponimia o en
la educación.
LA JUSTICIA
Si nos referimos a la justicia, en la última semana aparecieron, en todos los diarios, noticias sobre denuncias a dos
jueces de Juzgados coruñeses por discriminación lingüística. O lo que es lo mismo, por incumplir lo que está en la Ley:
234
Galicia. Una normalización incompleta
«Artículo 7
1. En el ámbito territorial de Galicia, los ciudadanos podrán utilizar cualquiera de las dos lenguas oficiales en las relaciones con la
administración de justicia.
2. Las actuaciones judiciales en Galicia serán válidas y producirán sus efectos cualquiera que sea la lengua oficial empleada. En
todo caso, la parte o interesado tendrá derecho a que se le entere
o notifique en la lengua oficial que elija.»
LA TOPONIMIA
Con relación a la toponimia, un notorio ejemplo de
incumplimiento es el que protagonizó durante años Francisco Vázquez Vázquez, actual embajador ante el Estado
Vaticano, y alcalde socialista durante mucho tiempo –casi
cinco lustros– de la ciudad en la que trabajo desde hace
más de 30 años. Tuvo demandas jurídicas diversas por
destinar una buena cantidad de dinero público (no menos
de 300.000 euros) para sufragar los gastos derivados de
sus recursos en defensa a ultranza del topónimo La Coruña. Su actitud chocaba claramente contra el artículo 10 de
la Ley de Normalización Lingüística:
1. Los topónimos de Galicia tendrán como única forma oficial la
gallega.
2. Corresponde a la Xunta de Galicia la determinación de los
nombres oficiales de los municipios, de los territorios, de los nú235
¿Libertad o coacción? ...
cleos de población, de las vías de comunicación interurbanas y de
los topónimos de Galicia. El nombre de las vías urbanas será determinado por el ayuntamiento correspondiente.
Uno puede, o no, estar de acuerdo con lo enunciado en
estos textos legales, pero las leyes son las leyes y hay que
acatarlas y cumplirlas. La condición de aforado parlamentario del alcalde Vázquez –diputado primero y senador después– lo libró, más que probablemente, de actuaciones
judiciales serias e, incluso diría, razonables. Y es que los
empecinamientos pueden llevar, casi inexorablemente, a la
irreflexión.
LA ADMINISTRACIÓN
En la teoría legislativa, que no en la práctica, el conocimiento del gallego es requisito indispensable para el acceso a la función pública. En la práctica se limita a unos
someros conocimientos de carácter gramatical que permitan leerlo sin muchas dificultades, escribirlo algo peor y
hablarlo nada o casi nada.
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