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TANCHIS ALCERRO-CASTRO
MIS DOS
MUNDOS
Volumen II
1
Published by Rocknowledge LLC
SAN: 257-1854
Copyright © 2012 by TANCHIS ALCERRO-CASTRO
Derechos reservados. Este libro y ninguna de sus partes,
incluyendo el diseño de la portada, no pueden ser reproducidas de ninguna
manera sin el permiso por escrito de la autora. El escaneo, la carga y distribución
de este libro de manera electrónica o vía Internet o por cualquier otro medio
sin el permiso de la autora es ilegal y es punible por la ley.
Editor: Carlos Cerecedo
Carlos Cerecedo Inc.
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E-mail: [email protected]
Website: www.cerecedotranslations.com
Nota del editor: tratamos con mucha paciencia y dedicación corregir
y escribir correctamente los nombres de las personas y los lugares, pero debido
a que son tan numerosos y variados en deletreo e idiomas es posible que
hayan algunos errores. Nos disculpamos de antemano
y sepan que pusimos gran esfuerzo.
Gracias
Rocknowledge LLC
Paperback 1st edition: June, 2012
Rocknowledge LLC Paperback ISBN: 978-0-9772736-9-0
Library of Congress Control Number: 2010907698
Printed in the USA.
2
A MI RAMÓN
3
TANCHIS
Esta Hondureña de activa pequeña figura y alto, suave, cautivador espíritu que le
vinieron de padre y madre con ascendencia española, llegada vía Guatemala y El
Salvador, que se enlazan en Honduras y donde sus descendientes se asientan en una
sierra encantada en la pequeña ciudad de Marcala del suroeste patrio. Poblada
mayormente por indígenas y mestizos y en donde cercanos a los altos pinos están los
predios cultivados de cafetales, cuyas flores aroman el ambiente y son protegidos por
árboles que filtran los rayos solares que vivifican el café. Se mezcla ahí el perfume de
naranjos en flor que se combina con el de flores multicolores de semi-trópico y rodeando
cantarinos arroyos y con trinos de variadas aves que invaden y alegran el pequeño
poblado. Así es ese lindo lugar, donde entre la extensa red familiar, rodeada de gran
amor, nace y crece ese espíritu de Tanchis, manifiesto en armoniosa presencia hacia
sus semejantes y con un destino que también la dona de brillante mente con habilidad
narrativa que se amarra al crecer el hábito paterno de contar la historia familiar y del
país, en la que él siempre participó con papel protagónico.
Cuando yo conocí a Tanchis en sus veintitrés años de edad, ya se había hecho de
buen nombre en lo local y regional de la sierra y derredores y también del resto de
occidente del país; en lo que le ha tocado hacer en su centro norte y además en la
república del Salvador. Tenía grado de maestra de educación primaria y había cursado
con altas notas las materias del bachillerato, todo lo cual le permitiría, ya en el futuro, ya
sabiendo inglés, ser admitida a la Universidad de Boston, Massachussets, EUA, e iniciar
su especialización de trabajo social en el campo de la psiquiatría.
Sin olvidar la tradición narrativa de su padre, Tanchis publica en 1989, su bien
recibido libro “MIS DOS MUNDOS” exaltando los valores de sus padres.
De muchas valiosas criticas de escritores hondureños, yo aparto aquí unas cortas
frases de la periodista Elvia Castañeda de Machado, quien mujer también y viviendo en
Honduras, aprecia mucho esa ruralidad amada con que Tanchis se identifica con orgullo
y la convierte en “Ciudadana Universal”, viviendo con seguridad y luz propia en el
planeta tierra, saliendo de su primer mundo y viviendo este compartido con su vivir en
Boston, Los Ángeles, Pittsburg, Madrid o visitando San Francisco en California o Tel
Aviv, parte de Haifa, Cairo; Estambul, Rabat, varias ciudades de Europa, Quito, Mar de
Plata, Buenos Aires, Asunción, etc, etc, todo su segundo mundo.
A mediados del 2012, celebrando sus 88 años se imprime este libro “Mis Dos
Mundos”, volumen II, en Santa Bárbara California, con revisión editorial del reputado
Carlos Cerecedo, quien mientras tanto está traduciendo al inglés el volumen I, que
estará saliendo a la impresora para presentárselo yo a Tanchis, el 28 de septiembre al
celebrar 65 años de nuestro matrimonio, tema central del volumen II.
A ustedes nuestros familiares, amigos y otros lectores, entregamos con amor esta
conexión con nuestras vidas.
Ramón Alcerro-Castro
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PROLOGO
Hace muchos años concebí la idea de hacer una secuencia de mi libro titulado "Mis
dos Mundos". Me animaron los amigos que lo leyeron y me ha tomado más de 20 años
realizarla. Mi obra original será ahora “MIS DOS MUNDOS”, Volumen I; y el nuevo será
"MIS DOS MUNDOS", Volumen II.
Creo que mi resistencia a escribir esta segunda parte se debió a mi espíritu de
Poliana, aquella niña que quiere ver el mundo armonioso y color de rosa. Como digo, mi
espíritu se resistía a escribir las subsecuentes realidades de la vida, porque al
describirlas tenía que vivirlas y casi volver a vivir sus dolores. Pero esos dolores me
hicieron crecer, convertirme en una persona más completa.
Cuando escribí “MIS DOS MUNDOS” la familia estaba casi intacta, ¡la vida era dulce
y buena! Por dicha, ganó en la lucha mi deseo de hacer un recuento de la vida tan rica,
tan útil, tan variada de Ramón. Y él no se opuso a la idea pero ha sido un biografiado
algo reluctante y ocupado, no tenía mucho tiempo para decirme sobre los años y los
detalles de su vida que yo no conocía. Al fin aquí está nuestra historia conjunta; la vida
de él antes de conocerme, mi vida antes de conocernos y luego, esa vida feliz de los
casi 64 años que hemos pasado juntos. Hablo de nuestros hijos, de nuestras
experiencias, de nuestros trabajos, de nuestros proyectos, de nuestros viajes y de ese
acomodarnos a tantos cambios, en eso que yo llamo a ratos, nuestras aventuras.
He escrito parte de lo que leerán en nuestras casas de La Granja en TegucigalpaComayagüela, Honduras; en Los Ángeles, California; en Cathedral City, California; en
Houston, Texas; en Ventura, California; en Santa Bárbara, California, y de nuevo en
Tegucigalpa, en ésta casa acogedora de nuestros amigos, los Andonie-FernándezRibas. Trabajando, dictando, etc. por varias semanas, pude avanzar mucho en esta
historia que hoy presento a ustedes: nuestros hijos, nuestros nietos y a nuestros amigos
y parientes que se interesen por leerla. Encontrarán repeticiones, pues son pasajes
escritos en distintos años y lugares y en distintas épocas de nuestras vidas. Además
muchísimas cosas las habrán leído en el primer volumen de ‘MIS DOS MUNDOS”. Por
estas repeticiones yo les pido su indulgencia.
Tanchis Alcerro-Castro
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AGRADECIMIENTOS
Mis agradecimientos, en primer lugar, a mi esposo quien siempre me ha apoyado en
mis proyectos. Dejó de hacer sus ocupaciones para contestar a mis preguntas y a
muchas las contestó por escrito a pesar de estar muy ocupado.
Al doctor Rodrigo Estrada Canales, quien bondadoso caballero se entusiasmó con mi
proyecto y se dedicó con ahínco a facilitar su ejecución, poniendo a mi disposición un
computador para trabajar en la casa de los amigos Andonie Ribas y poniendo también a
mis órdenes una Secretaria. Esta venía a esta residencia, en donde yo le dictaba y ella
escribía en disquetes. Creíamos que todo estaría terminado en el año 2007 cuando
estábamos en Honduras y el mismo doctor Estrada se había ofrecido a imprimirlo.
Agradecimientos a nuestra amiga doctora Helen Gordon, psicóloga, escritora,
experta en computación, quien logró pasar un disco supuestamente sólo para leer y que
no admitía correcciones, a otro en el cual se podía trabajar corrigiéndolo, aumentándolo
y luego imprimiéndolo.
Mis agradecimientos a San Geli, Consejero, Pastor Evangélico, otro amigo que goza
en servir. Él fue quien al contarle Ramón nuestras dificultades se ofreció a pasar el CD
preparado por la Dra. Gordon a papel. Y sobre esas largas páginas he podido ir
trabajando poco a poco, palabra por palabra, frase por frase y aumentando material que
por muchos años vengo preparando.
Mis agradecimientos al Sr. Carlos Cerecedo quien editó mi libro y lo preparó para su
impresión conjuntamente con Ana Lucia Giraudo y con Laura Gil. Además le agradezco
al señor Brett Smith por su compaginación, forma e impresión.
A las dos Secretarias que me facilitó el Sr. Carlos Cerecedo y que con ellas he podido
dar fin a esta obra. Sus nombres son: Lucia Tapia y Patricia Salcedo.
Y luego mis agradecimientos a los sobrinos y demás parientes que contestaron mis
ruegos de darme datos sobre la familia en el presente para completar el último capítulo.
Créanme todos que sin su ayuda esta historia no se hubiese podido escribir. Mi
gratitud a todos.
La Autora
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ÍNDICE
CAPITULOS
PRIMERA PARTE
1 - Mis Dos Mundos 2 - Honduras: El Ambiente Mayor 3 - Honduras: El Ambiente Cercano 4 - Nace mi Estrella: Sus primeros años5 - Traslado a La Ceiba y luego a Tegucigalpa 6 - La Revolución del 24 y la Nueva constitución 7 - Traslado a Puerto Cortés 8 - El Dr. Alcerro y familia a San Pedro Sula. Hada Marina
y muerte de Doña Basilia Castro de Alcerro 9 - Muerte de doña Anita de Alcerro Castro 10 - Segundo matrimonio del Dr. Alcerro Castro
Ramón empieza su Secundaria 11 - Efectos de la política en 1932 Regreso a Tegucigalpa
Instituto Normal Central de Varones 12 - Ramón entra a la Universidad Su Graduación 13 - Primer trabajo al graduarse de Médico Viaje a
Washington, DC y luego a España 14 - Otros quehaceres en Honduras y fuera de Honduras.
Ramón hace un resumen de otros acontecimientos
y viajes SEGUNDA PARTE
15 - Tanchis 16 - Mis Tíos y Mis Padres 17 - Cooperativa de Instrucción Primaria. Mi escuela 18 - La Tiranía. Santa Rosa de Copán 19 - Regreso a Marcala y viaje para El Salvador 20 - La Esperanza, mi Secundaria 21 - Regreso al Instituto. Graduación en Tegucigalpa 22 - Mis Ocupaciones en Marcala 23 - San Pedro Sula -
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TERCERA PARTE
24 - Llegó Ramón a mi vida 25 - La Paz, Quinta San Jorge y viaje a España 26 - París y regreso a Honduras 27 - Las sorpresas de Ramón. Nuestra vida en El Hatillo 28 - Historia del hospital psiquiátrico “Alcerro Castro” 29 - Viaje a Occidente de Honduras en 1951 30 - Viaje a Boston, Washington, DC y Nueva York 31 - Vino nuestro REY al mundo. Ramón como
Sub-Secretario de Salud. Viaje a Pittsburg, JUL 32 - Viaje a Boston y a Harvard University 33 - Regreso a Honduras 34 - De Nuevo a Boston, Ring Sanatorium. Tanchis en
Boston University. Traslado a Worcester,
Massachusetts CUARTA PARTE
35 - California: Los Ángeles 36 - Nuestra casa en Woodruff Avenue 37 - Viajes de Ramón alrededor del mundo a Sur América,
viaje al Canadá, y a San Francisco, CA 38 - Viajes a Escandinavia, Rusia, Hungría, y Francia 39 - Terremotos 40 - Viajes a Marcala el 71 y el 72 41 - La Iglesia Unitaria. Conferencias psiquiátricas
en Hawái y México City 42 - Viaje a Honduras en 1973. Dolores Inesperados.
Viaje a Honduras el 74 43 - Graduación de Oscar en Oregón, 1975.Viaje
a Europa en 1976 44 - Viaje de Papaíto a Los Ángeles. Despedida de
Los Ángeles 45 - Trabajos de Ramón en Los Ángeles Instituto
Neuro-psiquiátrico de UCLA. Clínicas de Psiquiatría
Infantil de las Escuelas del Distrito Unificado de
Los Ángeles, Otras Clínicas, etcétera 46 - Trabajos de Tanchis en Los Ángeles -
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Página - 242
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Página - 263
Página - 269
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QUINTA PARTE
47 - Regreso a Honduras 48 - Tragedia Familiar 49 - Nuestra nueva casa. Ocupaciones de
Ramón y Tanchis 50 - El Hospital Centro Médico Hondureño 51 - Ramón como Cafetalero 52 - Ramón como Rotario 53 - Grupo de Comunicación Interdisciplinaria.
Casamiento de Oscar. Crisis en Honduras en 1988 54 - Se nos apagó Nuestro Sol. Viaje a Estados Unidos,
Houston, y otras ciudades 55 - Resumen de algunas actividades sociales en
Honduras. Otros viajes 56 - Nuestro último año en Honduras 57 - Viajes diversos durante nuestra permanencia en
Honduras 58 - Viaje a Sur América 59 - Viaje a Israel, Egipto y Turquía 60 - Viaje a Cartagena, Colombia SEXTA PARTE
61 - Segundo regreso a Estados Unidos.Casamiento de
Rey. Primer aniversario en el Desierto de Coachella 62 - Terremotos. La Lección de los Kogies.
Ramona. Mi roce con la muerte 63 - Sangre y otros Poemas por Hernán Alcerro Castro 64 - El Valle de Coachella. Siguen las aventuras 65 - Viaje a Alaska. Trabajo en Indio. Siguen las
Aventuras 66 - Santa Bárbara, 1996. Vista del Monte. Nuestras
Bodas de Oro, 1997. Sorpresas agradables 67 - El Milenio; Año 2000. Viaje a Honduras. Cumpleaños
de Ramón 68 - Viaje a Puerto Vallarta, México. Viaje a Honduras y
visita a Occidente en 2003. El Cañón de El Colorado.
Perdimos a Corita, mi hermana -
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Página - 447
Página - 460
Página - 464
69 - Los trabajos de Ramón en Santa Bárbara 70 - Viaje a Honduras el 2007. Celebración de los 90 años
de Ramón y nuestro 60 Aniversario 71 - Viaje a Washington, DC en 2008. Navidad ese
mismo año 72 - Crisis en Honduras. Los 91 años de Ramón.
Alegrías y tristezas que nos trajo ese año 73 - Nuestras familias en el presente 2010.
Familia Alcerro-Castro 74 - Familia Bonilla Arellano. Final del Libro -
Página - 472
Página - 474
Página - 483
Página - 487
Página - 502
Página - 521
Micro Curriculum Vitae De Ramon Alcerro-Castro -
Página - 540
Micro Curriculum Vitae De Tanchis B.C – Alcerro-Castro -
Página - 542
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PRIMERA PARTE
CAPITULO
I
MIS DOS MUNDOS
Mis Dos Mundos, así llamé un librito terminado en agosto de 1972. Al revisar las
historias contadas por mi padre no pude sustraerme a la tentación de incorporar mis
recuerdos y luego hacer unos capítulos para completar la historia familiar. Así fue como
salió de la máquina después de que mis sobrinos Orlando Hernández Alcerro, y más
tarde, Marito Alcerro Perdomo, quienes vivieron con nosotros en Los Ángeles, me
ayudaron a pasarlo a máquina cuando yo ya no tenía tiempo de hacerlo. Así, sin revisar
siquiera, lo mandamos a empastar con una cubierta dura y le pusimos sobre un color
verde en letras doradas el nombre: “Mis Dos Mundos”. El apuro de hacerlo así fue que
yo quería entregarlo a mi padre para que lo leyera y corrigiera. Mi padre cumpliría 90
años el 29 de junio de 1974 y ese sería uno de nuestros regalos. Él lo tuvo a tiempo en
sus manos, lo saboreó y le hizo algunas correcciones.
Cuando alguien de la familia o amigos lo leían me decían que les gustaba tanto que
no podían dejar de leerlo sino hasta terminarlo: "Está interesante, hay que arreglarlo
para que se publique". Me animaban mucho.
Una vez llegó desde Tegucigalpa el amigo Pedro Arturo Zúñiga a visitar a Papaíto en
Marcala, y encontró el libro en la mesa de noche del cuarto que le prepararon. Cuando
él me vio algún tiempo después me dijo: “Tanchis, apagué la luz a las cuatro de la
mañana leyendo su libro y me encantó". Me animó a que lo revisara y publicara, pero
pasaron muchísimos años hasta que me animé a hacerlo. No fue sino hasta febrero de
1985, cuando mi amiga Jean Evans quien estaba a cargo de la Sección de Educación
Continua de la Embajada de los Estados Unidos en Honduras, me invitó a participar en
un seminario llamado en inglés “The Turning Point” (El punto de cambio). La maestra
traída de California era Margarita Cochendirfers, quién nos condujo en un viaje
maravilloso por los senderos del mejoramiento y el crecimiento individual y de grupo.
Nos enseñó cómo escoger nuestras metas y los pasos necesarios para realizarlas. Al
tener que escoger una meta en la que trabajaríamos en la primera línea yo escribí ese
día: “Realizar la publicación de mi libro” Ya comprometida conmigo misma, seguí paso a
paso cada una de las etapas: Revisé, corregí, agregué capítulos y el resultado fue la
historia sencilla de nuestra familia que tuvo lugar en un pueblecito de quietud y belleza
casi bucólica, mezclada con hechos históricos vividos muchos de ellos por mi padre.
Además hablé de nuestras experiencias viviendo en Estados Unidos y por eso lo llamé
“Mis Dos Mundos". El libro estuvo terminado, editado y puesto en computadora sólo
tres meses después de la fecha que yo me había dado para septiembre de 1986.
No sé cómo el Abogado Pedro Pineda Madrid supo de mi libro, me lo pidió prestado
para ver si mi Papaíto me había hablado del problema de límites con El Salvador y si
había algo que él podía utilizar en el estudio que él estaba haciendo. Papá no tocó ese
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punto, pero Pedrito leyó el libro y después me llamó para pedirme permiso para que lo
leyera Licha, su esposa, ya que él estaba seguro que le encantaría. De ella yo hablo
ligeramente en el libro pues es la misma Licha Cobos que cuando vivíamos en Santa
Rosa de Copán llegaba con su hermana Yoyita a pasar cortas vacaciones y que fue mi
amiga en esos cortos viajes. El Abogado me dijo después, "Tanchis, de ahí puede salir
una buena novela". Todavía me tardé dos años en animarme a darle el libro al doctor
Alfredo León Gómez, uno de nuestros mejores críticos literarios y un escritor reconocido.
Ahí empezaron las agonías de esta novel autora, a veces recriminándome por estar
quitándole el tiempo con su lectura a tan ocupado médico y literato y preguntándome
que diría él de ese librito tan modesto que empezó sin la pretensión de ser un libro sino
una historia para nuestra familia.
Unas semanas después sonó el teléfono y al oír la voz del Doctor León Gómez me
quedé en suspenso, esperando su fallo. Él me dijo después de los saludos corrientes
"Doña Tanchis ya leí su libro dígame si lo va a publicar". Yo le dije sorprendida: “eso
depende de lo que usted me diga doctor”. Él agregó que estaba muy bueno y que lo
encontró muy útil. "Si usted lo publica, yo escribiré una crónica sobre él muy pronto". Le
aseguré que si él creía que valía la pena ya me pondría a investigar en qué imprenta
podrían imprimirlo. El corazón me cantaba pero también creía que él estaba siendo
inmensamente bondadoso.
El 4 de mayo 1989 salió publicado en “Diario el Tiempo” de Tegucigalpa su
comentario sobre mi libro, estaba en la sección “OPINIÓN” y dice así:
*MIS DOS MIUNDOS*
HEMOS TENIDO LA OPORTUNIDAD POR CIERTO MUY HONROSA DE LEER EL
MANUSCRITO INÉDITO DEL LIBRO MIS DOS MUNDOS QUE ESTÁ A PUNTO DE
PUBLICAR SU AUTORA DOÑA TANCHIS ALCERRO CASTRO, ESPOSA DEL
DOCTOR ALCERRO CASTRO Y QUIEN RECOGE EN ESTA OBRA LAS “MEMORIAS"
DE SU PADRE EL DOCTOR ADÁN BONILLA CONTRERAS, FALLECIDO YA
CENTENARIO, MÉDICO, POLÍTICO Y EMPRESARIO QUE SE DISTINGUIÓ POR SU
PATRIOTISMO Y AMOR A HONDURAS.
En *Mis Dos Mundos* debemos apreciar la existencia de dos vertientes: las
memorias del Doctor Bonilla Contreras tal como se las narró a su hija, que encierran en
sí mismas un enorme caudal de conocimientos históricos así como de información
anecdótica muy poco conocida y que enriquece nuestro pretérito pasado; y otra una
crónica autobiográfica de la autora en que hace recuerdos de su vida, desde su niñez
en Marcala hasta sus estudios y permanencia en los Estados Unidos, todo ello matizado
con el tul de nostalgia, de remembranzas sazonadas al recuerdo de tiempos idos y en la
melancolía del sabor a la tierra que la vio nacer. Obra escrita en castizo romance al
calor de la tradición familiar, es el resultado según la autora: de la historia sencilla de la
familia mezclada con hechos históricos de la época.
Estas memorias están llenas de apreciación histórica de gran trascendencia, dado el
conocimiento que el doctor Bonilla Contreras tuvo de esos sucesos. La guerra de 1903,
tras la cual llegó al poder el General Manuel Bonilla; la revolución de 1924, causada por
la miopía del “Arísmo" y el “Policarpismo”, que le negaron el acceso al poder al General
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Carías quien había ganado legítimamente las elecciones; el Doctor Bonilla Contreras
participó personalmente en algunos hechos de armas en los cuales prestó servicios en
hospitales de sangre; apreciaciones sobre los jefes revolucionarios: Tosta, Ferrera y
Carías, a quienes conoció y trató personalmente; su participación como diputado al
Congreso Nacional de Honduras durante los gobiernos de Paz Barahona y Mejía
Colindres y posteriormente su actuación parlamentaria en el gobierno del Doctor Gálvez.
El doctor Bonilla tuvo una muy activa vida, rica en sucesos, muchos de ellos de valor
histórico y siempre con una actuación a favor de los intereses de su pueblo Marcala, y
de su patria, Honduras.
En estos escritos de Doña Tanchis hay tres aspectos de inestimable valor: el
histórico que se transparenta en la vida del doctor Bonilla Contreras; el costumbrismo
criollo, inapreciable por el hecho de que nos narra infinidad de situaciones propias de la
Honduras de comienzos del siglo en que se puede apreciar las tradiciones, las
costumbres, las interrelaciones familiares, la vida del campo, el apego telúrico que nos
liga a los hondureños a la vida rural y las viejas tradiciones arraigadas en nuestro
pueblo; y el aspecto autobiográfico de la autora en donde revela sus estudios en los
Estados Unidos en el campo de la psicología, la carrera profesional del doctor Alcerro
Castro, tan exitoso en todos los campos y la relación que liga el hondureño con la patria
como un nexo imposible de borrar.
Celebramos la acuciosidad de Tanchis Bonilla de Alcerro- Castro, quien en “Mis Dos
Mundos” hace un importante servicio a la historia y a la literatura nacional al dejar
plasmados en esta obra una serie de sucesos que de otra manera se perderían en la
oscuridad del pretérito.
(Firmado) Doctor Alfredo León Gómez.
Más confiada, después de leer lo escrito por el doctor León Gómez y animada por
Ramón, quien me dijo que nosotros costearíamos su publicación, empecé a recorrer
imprentas. Me decidí por Graficentros- Editores que hasta entonces sólo había hecho
libros de textos pero donde encontré al señor Colindres, amable y deseoso de
ayudarme. Me dijeron que tardaría dos meses, se tardó cuatro. Me lo entregaron el
primero de octubre de 1989, 17 años después de haberlo terminado en agosto de 1972.
Unos tres capítulos son de 1986, cuando me decidí a revisarlo y completarlo.
Que mezcla de emociones al tenerlo en mis manos: satisfacción grande y al mismo
tiempo algo de susto de pensar que este libro lanzaba al mundo mi alma desnuda, pues
no quité nada del original y no lo modifiqué, se fue con mi espontaneidad, mi corazón
abierto.
Quedó bonito, pequeño, humilde. En la carátula en color sepia tiene en la mitad un
retrato mío con Marcala al fondo, tomado en el Cerro de Santa María, mi cerro. En la
otra mitad se ven edificios de una urbe como Los Ángeles. Esta combinación fue mi idea
aceptada y diseñada por el artista encargado de las carátulas de Graficentros. El señor
Colindres había ofrecido hacer la presentación al mismo tiempo que la de su Gran
Enciclopedia Histórica. Pero no lo volvió a mencionar ni me interesé en ello ya que
desde el principio creí que no se veía bien un librito sencillo con una obra de la
envergadura que él mencionó.
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Ya no me quedó tiempo ni de presentarlo a nuestro mensual Grupo Interdisciplinario,
pues en esos días de noviembre tuvimos que viajar a Houston, Texas y luego a Los
Ángeles, California.
Repartí el libro entre parientes y amigos cercanos y pusimos algunos para la venta
en la librería de La Colonia y en otras librerías también importantes.
Poco a poco la gente lo fue leyendo y comentando. Cuando estuvimos de vacaciones
en Honduras en 1991 en la cena del Club Rotario Tegucigalpa, me preguntó el gran
economista Arturo Corleto, ex Ministro de Economía, si podía sentarse con nosotros. Me
dijo que había leído mi libro y que le había encantado y que quería hacerme unas
preguntas sobre algunas de las personas de las que escribí en el libro. Me preguntó por
mi tía Tatito, por algunos miembros de las familias marcalinas y sobre cosas que le
interesaron de la vida de Papá. Me sentí yo agradecida y complacida con sus
comentarios.
He recibido muchas cartas de gente marcalina, de Santa Rosa de Copán, de
Tegucigalpa, de Comayagua y de algunos que lo leyeron en Los Ángeles, California.
Muy especial para mí fue la del Abogado José María Palacios Mejía, nuestro querido
pariente. Él me escribió una carta larga muy sentida y donde vívidamente me cuenta el
impacto emocional que le causó mi libro. La prosa de su carta es sencilla pero elegante
cuando describe cómo su lectura le llegó al alma. En mi contestación, después de
agradecerle tanto su bondad, lo animaba yo a que él también escribiera sus memorias.
Él viene de una familia conocida, honorable y que ha hecho historia en Honduras:
sobrino nieto del doctor Mejía Colindres, ex- Presidente de Honduras; nieto de don José
Mejía Colindres y mi querida tía abuela Isabel Arellano, sobrino de José Mejía Arellano y
de Oscar Mejía Arellano, el primero, Vice-Presidente de Honduras y el segundo,
Candidato a la Presidencia, Chemita es además hijo del abogado José María Palacios
hombre de gran talento y de un humor maravilloso, y de la gran Chabelita Mejía
Arellano, mujer de grandes virtudes y de una simpatía cautivadora que atraía a su
alrededor a gente de todas las edades y a todos nos hacía sentir muy especiales. El
mismo Chemita en su brillante carrera como Abogado llegó a ser miembro de la Corte
Suprema de Justicia. Creo que su historia sería muy interesante.
También me impresionó mucho la carta del gran pintor y artista hondureño de San
Marcos de Ocotepeque Enrique Rodezno. Él bondadosamente compara mi librito a uno
de los famosos de Argentina Díaz Lozano llamado: “Peregrinaje”.
El tema común de todas las cartas es el agradecimiento por haberles hecho revivir
parte de sus vidas; esto me llena de satisfacción como si ya no hubiera sido suficiente el
haber concluido “mi obra inconclusa” y el sentirme feliz de haber honrado en Mis Dos
Mundos la memoria de mis padres y mi Marcala. Una carta que quiero compartir con
ustedes como un homenaje póstumo a mí querida prima Delia Melghem de Navarrete
decía así:
Sigamani, 18 de abril de 1990. (Sigamani es un barrio de Marcala).
Querida Tanchito:
La lectura de tu libro Mis Dos Mundos me ha llenado de honda alegría y gran
satisfacción, las páginas dedicadas al inolvidable doctor Bonilla que fue un hijo
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predilecto de Marcala, él que tanto amó este rinconcito acogedor con perfume de
naranjas y cafetos en flor.
También me emocionaron tus remembranzas de tu vida infantil al calor de tu familia,
luego tu vida de estudiante y tus viajes de estudio a los Estados Unidos, donde supiste
aprovechar el tiempo sin dejar de comentar que has sido excelente y gran esposa. Te
felicito y gracias a Dios que te dio ese don de amar la vida, ser feliz por el caminar dulce
y sin abrojos, el caminar entre rosas y jazmines perfumados. Con amor, Delia. (Cuando
Delia escribió esta carta ya tenía cerca de 90 años).
Hasta hoy, julio 26 de 1993, me he puesto a revisar lo que he escrito para este nuevo
libro con la esperanza de completar las historias de Mis Dos Mundos. Otras veces lo he
intentado y lo que he hecho es releer lo escrito y perderme en mis recuerdos. Siento que
me gusta más vivirlos o revivirlos que escribirlos. Si así sigo, esta nueva historia tardará
más que la primera, pero ya no puedo darme el lujo de perder el tiempo. Ya cumplí 69
años, así que me pondré la meta de seguir mi cuento. ¿Cómo? Miembros de la familia y
varios amigos me han dicho que tienen curiosidad en cómo enlazar las historias, yo
también. No tengo ni idea ya que hasta hoy sólo he escrito páginas sueltas o relatos
sobre cosas no relacionadas con la familia y cuando en Houston, Texas, en noviembre
de 1989 escribí sobre los aniversarios de mis viejitos y de Marina, casi me muero de
dolor. Tal vez por cobardía evito escribir. Ya no será el final como a mí me gusta “y
todos vivieron felices para siempre”. Se nos han ido tres hermanos y nuestros padres,
ha habido tantos cambios, tantos dolores, no sé ni cómo llamaré a la que ya no será la
nueva, sino la vieja historia, tal vez Mis Dos Mundos, Número Dos, ya que esto está muy
de moda. Creo que me gustaría escribir la vida de Ramón. Sería ésta una historia larga,
movida como nuestra vida, ocupada, dedicada al servicio; por lo que yo creo que sería
muy útil.
Aquí los comentarios de dos literatos hondureños sobre “Mis Dos Mundos”:
“Una Hondureña y Sus Dichosos Mundos”
Diario “El Heraldo”, Tegucigalpa, sábado 12 de enero de 1991. Sección “En
Sociedad”:
Desbordando jovialidad, simpatía y cultura con su proverbial sonrisa a flor de labio,
Tanchis Alcerro Castro nos entrega con fina dedicatoria su libro intitulado “MIS DOS
MUNDOS’ impreso en Graficentro Editores, Tegucigalpa. Honduras, 1989. La
encontramos todavía en el Centro Médico Hondureño, cuando prepara muy afanada su
viaje de residencia a Estados Unidos de América, hacia donde partirá en breve con su
esposo, el eminente Científico Hondureño Dr. Ramón Alcerro-Castro, “ Premio Nacional
de Ciencias José Cecilio del Valle, 1989”.
Sus páginas, a las que se pueden adjudicar los mismos rasgos característicos de la
personalidad de Tanchis, están estructuradas con un modo de ser muy original, poco
común entre quienes publican obras en nuestro medio: son síntesis de los momentos de
una vida feliz, plena de emotividad, que se desenvuelve armoniosa y activa tanto en
comunidades provincianas de nuestro patrio lar, como en grandes urbes del mundo; la
autora ha disfrutado, con la misma alegría de un despertar en mañanas de aves
cantoras de su hondureñísima ciudad de Marcala, tanto como una noche de desvelos al
par de sus pacientes de Madrid o California, o de días turísticos en Tánger en África del
Norte.
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A diferencia del “Desaprensivo o amargo” Mundo Feliz del Filósofo Aldous Huxley,
esta hondureña, orgullosa de su ruralidad simple pero motivadora, nos presenta Dos
Mundos plenos de vitalidad, convivir fraterno y optimismo. Regocijándose en presentarlo
sin afectación ni rebuscamiento. Mundos de adaptación, o mejor dicho de acomodo, sin
altibajos, a una realidad que por su esencia la convierte en ciudadana del mundo. Su
lenguaje narrativo surge con la facilidad con que el arroyo baja por las laderas, saltarín y
cristalino, para refrescar el alma de este trópico abundante en prodigalidad o trágicas
carencias. Pero lo más importante de la obra de Tanchis es que, en el afán de
reverenciar la sabiduría de su amado padre, el notable hondureño Dr. Adán Bonilla
Contreras, crea un escrito emparentado con la historia y la genealogía, el cual es
además crónica social de varias décadas y también una novela vivida e interpretada por
una mente que se recrea con exactitud devota en sucesos alimentados por el espíritu de
lucha del amor en el más amplio sentido del vocablo, porque es prolongación del ser, al
igual que de optimismo y afán de servicio a sus semejantes.
“Mis Dos Mundos” es un mensaje para el profesional, el estudiante, el ama de casa
que permanece marginada del quehacer social y al escritor (empeñado solamente en
magnificar su neurosis) que da salida a hechos que reviven y dejan constancia a toda su
amargura. Como antítesis, Tanchis pregona el afán de “ser” disfrutando la existencia
hasta con aquellos sucesos generadores de tristeza por ser inherentes al hecho de
‘‘vivir”.
El escritor Alfredo León Gómez ha catalogado con mucha precisión los motivos que
traducen la razón de la obra y así dice:
“En “Mis dos Mundos” debemos apreciar la existencia de dos vertientes, una, las
memorias del Dr. Bonilla Contreras tal como se las narró a su hija, que encierran en sí
mismas un enorme caudal de conocimientos históricos, así como de información
anecdótica muy poco conocida y que enriquece nuestro pretérito pasado; y otra, una
crónica autobiográfica de la autora en que hace recuerdos de su vida, desde su niñez en
Marcala hasta sus estudios, su permanencia en Estados Unidos, todo ello matizado en
un tul de nostalgia, de remembranzas sazonadas a los recuerdos en tiempos idos y
melancolía de la tierra que la vio nacer.
“Obra escrita en castizo romance al calor de la tradición familiar...Estas ‘memorias’
están llenas de apreciaciones históricas de gran trascendencia, dado el conocimiento
que el Dr. Bonilla Contreras tuvo de todos sucesos. La Guerra de 1903, tras la cual llegó
al poder el Gral. Manuel Bonilla; la Revolución de 1924, causada por la miopía del
‘Arismo’ y el ‘Policarpismo’ que le negaron el acceso al poder al Gral. Carías.
Apreciaciones sobre los jefes revolucionarios: Tosta, Ferrera y Carías, a quienes trató
personalmente. Su participación como Diputado del Congreso Nacional durante los
Gobiernos de Paz Barahona y Mejía Colindres, posteriormente su actuación
parlamentaria en el gobierno del Dr. Gálvez.
“En estos escritos de Doña Tanchis hay tres aspectos de inestimable valor, el
histórico, que se transparenta en la vida del Dr. Bonilla Contreras; el costumbrismo
criollo, inapreciable por el hecho de que nos narra infinidad de situaciones propias de la
Honduras de comienzo de siglo, en que se pueden apreciar las tradiciones, las
costumbres, las interrelaciones familiares, la vida del campo, el apego telúrico que nos
liga a los hondureños a la vida rural y las viejas tradiciones arraigadas en nuestro
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pueblo, y el aspecto autobiográfico de la autora en donde revela sus estudios en los
Estados Unidos en el campo de la psicología, la carrera profesional del Dr. AlcerroCastro, tan exitosa en todos los campos, y la relación que liga al hondureño con la patria
como un nexo imposible de borrar”.
Tanchis Alcerro-Castro nos dice en la relación de sus “Dos Mundos” que lo
importante es sentir que cada uno de nosotros es un hito vital de la existencia y que
todos, absolutamente todos podemos contar algo, decir mucho, ya que como seres
pensantes somos una luz, aunque microscópica que deja huella en los caminos de la
Historia. Elvia Castañeda de Machado Valle.
En enero de 1992 nuestro laureado Poeta, Escritor y gran amigo, Eliseo Pérez
Cadalzo escribió en “El Heraldo” un diario hondureño, sobre “Los Mundos de Doña
Tanchis”.
En la fecha de su publicación ya residíamos en Estados Unidos. Él dice así:
Una distinguida dama Tanchis Bonilla Arellano, señora de Alcerro, ha dado a la
estampa un libro de sabor autobiográfico a través del cual desfilaron episodios de todo
orden: familiares, nacionales, artísticos, demográficos, políticos y sociales, gratamente
entrelazados, formando un todo armonioso con el toque de los soles y los aires
marcalinos. Porque la autora del libro es oriunda de Marcala, esa preciosa comarca que
le diera inspiración al Poeta Jaime Fontana, elementos narrativos a Ruma Bueso
Peñalba y hospitalidad sin límites a los visitantes que llegan con procedencia de la patria
y también de extra fronteras.
Mis Dos Mundos dio en llamarle Doña Tanchis a su referido libro que si bien puede
leerse de un tirón por su estilo fluido y grácil, preferible es degustarlo sorbo a sorbo
como una copa de coñac, o comerlo a pedacitos y si es posible a escondidas, para
evitar compartirlo, como hacemos con el dulce lugareño, ese que sólo preparan nuestras
abuelas de antaño y cuya receta mágica es un secreto dinástico que le sigue hasta el
sepulcro. La figura principal ‘léase el protagonista’ de ese ameno relatorio es un
Exponente Cívico de vida ejemplarizante, Adán Bonilla Contreras, progenitor de la
autora, médico de profesión y más que todo un apóstol por su espíritu de entrega, quien
trató con igual abnegación los pequeños intereses de su pueblo y los grandes
problemas de la patria.
Adán Bonilla Contreras relata a través de Tanchis, toda una serie de hechos, por
demás interesantes, en los que él participó bien como agente directo o bien como
observador, y que tienen relación con la historia del país y el inquieto devenir de su
tierra marcalina.
A mí me tocó en fortuna conocerle muy de cerca cuando fuimos diputados al
Congreso Nacional en el período 1949-1954, vale decir en aquel gobierno prócer del Dr.
Juan Manuel Gálvez.
No obstante ser oponentes en cuanto a credo político “pues él era Liberal y yo
Nacionalista” siempre luchamos juntos desde la misma trinchera, igualmente
involucrados en las causas supremas de la Patria, por encima de lemas banderizos e
intereses de parroquia.
Una de esas campañas históricas en la que iniciamos desde 1949 con miras a
reformar la Constitución vigente en aquel entonces, para poder otorgarle a la mujer
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hondureña sus derechos ciudadanos, ejercicio del sufragio y opción a los cargos
públicos.
“El Patriarca sin Otoños”, le solía yo llamar a éste ilustre compatriota por su espíritu
jovial y su amor a la cultura.
Por la forma en que le supo dar vida, amor y honor a su querida familia era un
genuino patriarca. Un patriarca del siglo XX. “Dios lo ha de tener en la Gloria”.
Otra persona importante que aparece de perfil, con una imagen difusa, como
negativo de fotografía, es el Dr. Ramón Alcerro Castro, esposo de Doña Tanchis, un
Científico Hondureño que ha conseguido triunfar en los medios extranjeros, trofeo éste
solo asequible a los espíritus superiores.
En las doscientas y pico de páginas que se compone el libro hay cantidad de
episodios, situaciones, fechas, datos y otros aspectos valiosos para los historiadores, los
políticos y los investigadores de problemas nacionales narrados de viva voz por el Dr.
Bonilla Contreras a través de su hija Tanchis, como un aporte al riguroso
esclarecimiento de los hechos. Toda vez que la conducta de aquel extinto patriarca fue
de amor a la justicia y de apego a la verdad.
La escritora ha llamado “Mis Dos Mundos” a su mencionado libro, refiriéndose de un
lado a su nativa comarca, que es tierra de leche y miel, cual la de los textos bíblicos, del
otro a su tierra de adopción, Estados Unidos de América y manera concreta, a la ciudad
de Los Ángeles en el estado de California, donde ella y su familia gustan de permanecer
la mayor parte del tiempo.
Pero bueno es aclarar que esos mundos Geo-psíquicos han surgido o son producto
de otro mundo iluminado, que es el alma sensitiva de la autora. Exquisita alma la suya,
generosa y de cristiana transparencias como hecho expresamente para el alto ministerio
de servir, de emprender, de comprender y de amar.
Al final de estos renglones, creo justo y oportuno traer a cuentas un párrafo del
escritor nacional Alfredo León Gómez quien en una nota de presentación ha dicho cosas
como esta: “En estos escritos de Doña Tanchis hay tres aspectos de inestimable valor:
el histórico, que se transparenta en la vida del Dr. Bonilla Contreras, el costumbrismo
criollo, inapreciable por el hecho de que nos narra infinidad de situaciones propias de la
Honduras de comienzo del siglo, y que pueden apreciar las tradiciones, las costumbres,
las interrelaciones familiares, la vida del campo, el apego telúrico que nos liga a los
hondureños con la vida rural y las viejas tradiciones arraigadas en nuestro pueblo, y el
aspecto autobiográfico donde revela sus estudios en los Estados Unidos en el campo de
la psicología, la carrera profesional del Dr. Alcerro Castro, tan exitosa en todos los
campos y la relación que liga al hondureño con la patria como un nexo imposible de
borrar.
En suma, el libro que comentamos es un grato itinerario de emociones dulcemente
manejadas y felizmente comunicadas.
Eliseo Pérez Cadalzo.
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CAPITULO II
HONDURAS: EL AMBIENTE MAYOR
“Ved esos campos en que parece que la naturaleza ha querido ostentar su poder.
Ved nuestras montañas que parecen creadas para mitigar los ardores del sol. Ellas son
el depósito de todos los minerales. El oro y la plata son, respectivamente entre nosotros
los más abundantes que en el Perú y México. Nuestras inmensas masas de hierro.
Nuestro cobre tiene mayor precio en los mercados por la cantidad de oro con que está
mezclado, y llegará el tiempo en que el sexo hermoso de Europa se adorne con
nuestros diamantes y piedras preciosas”. Frases extraídas del escrito Tierra de Tesoros,
por Dionisio de Herrera, Primer Jefe de Estado de Honduras cuando cesó la Anexión a
México, en 1823. Antes de convertirse en Estado, Honduras era una de las cinco
Provincias de la Capitanía General de Guatemala que en 1821 se convirtieron de
Provincias Unidas de Centro América.
Estas delimitadas tierras e islas y mar que llegaron a ser “Estado” legalmente en el
mundo moderno, no había sido conceptualizado antes por sus habitantes ni como un
Multi-estado, ni como un conjunto armonioso o no de tribus y reinos, ni como una región,
a pesar que algunos de ellos tenían contacto o eran parte de grandes antiguas
civilizaciones como la Maya, la Azteca y otras de las del Altiplano o de las Tierra Bajas
de México. No se hablaba en la futura Honduras el idioma en que escribió Don Dionisio,
y no se podía tener en ese tiempo la idea de percepción general de “Continentes”, ni en
sus subdivisiones.
Las tribus que habitaban nuestra amada Honduras también vinieron del Sur – para
mencionar solo una recordemos a los Chibchas. Con los milenios todas esas tribus
fueron cambiando de nómada a la vida sedentaria y el comienzo del desarrollo de la
agricultura. Probablemente la más numerosa y extendida fue la de los Lencas, que con
las de Payaqui y Hueytlato, las de las zonas de las Higueras y otras, poblaban sobre
todo lo que ahora son, sobre todo, el Norte, el Centro y el Oriente del presente país. Los
Chorotegas y otros poblaron el Sur. Pero lo que más dio y continúa dando fama a la
Honduras de ahora fue la gente que se asentó en lo que ahora es el extremo Occidental,
donde había llegado la cultura de la después llamada Meso-América, que comienza en
Yucatán, y se extiende, desarrolla y llega a niveles muy altos de civilización en ésta
Honduras de hoy, dentro de la cual quedó comprendida la Capital del Antiguo Imperio
MAYA: ¡COPAN!!, gran centro de las ciencias y artes, que por mucho tiempo extendió
activamente su ciencia y efecto cultural civilizador.
Comenzó el desarrollo de la agricultura. Probablemente la más numerosa fue la de
Los Lenca, que con las de Payaquí y Hueytlato, y las de la zona de las Higueras
poblaban lo que ahora son el Norte, el Centro y el Oriente. Estaban también los indios
Caribes, las tribus de Cerquín y de los Pipiles, estos últimos ya en lo que ahora es El
Salvador. Tribus menos extensas eran las de los Xicaques, Tolupanes, los Payas y los
Zumos. Los Chortí se cree que son los únicos descendientes de los Mayas.
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Todo esto sucedió antes del llamado “Descubrimiento” del continente ya habitado
antes de la llegada de las naves de España. Colón arribó en su cuarto viaje en 1492 al
territorio que después se llamó Honduras.
Casi trescientos años después del “Descubrimiento” llegaron a Honduras los
Garífunas o negros Caribes, procedentes de las Antillas menores. Descendían de
esclavos negros importados de África, que se mezclaron con los indios Caribe-Arawak
(de origen Sur Americano) que poblaban la isla de San Vicente. Se establecieron en la
isla hondureña de Roatán, y progresivamente se extendieron por toda la costa atlántica
de Honduras y por otros países. En la parte oriental de nuestra zona fronteriza con
Nicaragua se establecieron también los Mizquitos (mezcla de ascendencia Caribechibcha, indios y negros y de Baawincas, Taweakas y Europeos). También existen hoy
en día los indios de Santa Bárbara y El Paraíso, de orígenes no determinados. A fines
del siglo XX se contaban así los grupos de mayor pureza: 100.000 Lencas; 19.300
Tolupanes; 98.000 Garífunas; 28.000 Mizquitos; 22.586 Péchs; 700 Tarawaks. No
hemos mencionado cifras sobre otros grupos que hemos nombrado.
Colón descubrió es su cuarto viaje el territorio que se llamó después Honduras,
desembarcó a su hermano Bartolomé en Punta Caxinas, en donde se dijo la primera
misa Católica en la tierra continental, la que el Gran Almirante creía que era parte del
Asia. Al seguir hacia el Este se encontró con una costa profunda que no le permitió
desembarcar mientras dominaba un tiempo intensamente borrascoso y sólo al doblar
hacia el Sur, después de un gran cabo, calmó la tormenta y se encontró donde echar
anclas, exclamando Colón: “Gracias a Dios que hemos salido de estas honduras”.
Bautizó el cabo como “Cabo Gracias a Dios” y al territorio por cuyas costas navegó le
llamó “Honduras”. Nombres anteriores para la región incluyen el de Higueras,
supuestamente dado por los navegantes Europeos en el año 1497 y cinco años después
de la llegada de Colón a Caxinas. Los europeos habían recorrido la costa cercana a
Guatemala en lo que ahora es Honduras, y habiendo encontrado abundantes jícaras en
el área del río Motagua le dieron a esas tierras el nombre de Higueras que era el
nombre con que se conocían en las Antillas, y en Honduras de hoy se conocen como
“morros”. Se dio al Golfo por el que navegaban, el nombre de El Golfo de Higueras o de
Ahigueras y de Higueras a la tierra firme. Por otra parte Fray Bartolomé de Las Casas se
refirió a un Reino de Guaymuras, floreciente y grande, refiriéndose a uno localizado por
la bahía de Trujillo. También estaba en la región Nor-oriental el Reino de Payaqui o
Hueytlato que comprende el área donde se encuentra la ahora llamada Ciudad Blanca
que en publicaciones recientes se ha considerado de cultura diferente de otras regiones
antiguas de Honduras. Otros piensan que el primer nombre de una parte de Honduras
fue Huetlapalán o Tlaplallán o Tlaplalán, que fue fundada por Quetzatcoatl por
recomendación que le hicieran los Toltecas, para que en el Occidente de esa costa
hubiese una Tula como la que existía en su extremo oriental. Éstas no son las únicas
teorías sobre los nombres de este territorio.
Los españoles tuvieron gran interés en Honduras no sólo por sus minas sino también
por sus tierras feraces. Tres mil españoles llegaron para dominar Centro América
poblada por unos cuatrocientos mil nativos; de los cuales muchos fueron muertos, y
otros sacados a Santo Domingo, Cuba, Puerto Rico y Jamaica y aun a Perú, llevados
por Pedro de Alvarado.
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Muchos de los Conquistadores se peleaban por el dominio de Honduras: desde
México, Cortés quería extender sus dominios; Diego de Velásquez desde Puerto
Caballos en el Norte; Francisco Hernández desde Nicaragua. Además guerras intestinas
persisten de siglo en siglo luchando por el poder, la minería, los cultivos y ganaderías,
las posiciones militares y eclesiásticas. Pero mientras los Españoles desarrollaron la
minería, en este Guanajuato de Honduras, según dijo después José Cecilio del Valle, se
explotaban como cuatrocientas minas, al principio en los ríos, y después en tierras ricas
en minerales, cuyo producto se exportaba, dejando a la población pobrísima en tiempos
en que disminuía la producción minera. La agricultura y la ganadería lograron buen
desarrollo, pero no se desarrolló el comercio externo en medida suficiente para
estabilizar la economía de Honduras, que además políticamente perdió la localización
de ella en la Audiencia de la Monarquía Española, que estuvo en Gracias y se trató de
pasar a Comayagua, trasladándose en cambio a Guatemala, así quedamos sometidos a
la representación Monárquica en Guatemala, perdiendo la que ya teníamos en
Honduras.
Llegada la Independencia en 1921, el poder en Honduras quedó dividido entre
muchos que peleaban por su hegemonía. Luchan terratenientes, militares, diplomáticos
y aventureros. Los cerebros luminosos de los hondureños Morazán y Valle presentan los
caminos hacia soluciones para toda Centro América, pero el primero es inmolado en
Costa Rica, mientras que Valle muere repentinamente en Guatemala, aún joven,
posiblemente por enfermedad cardiaca coronaria.
Separada en cinco repúblicas en las que fuera Centro América Única, que trató de
mantenerse como tal con el liderazgo del pensador y militar hondureño Francisco
Morazán, busca cada una su supervivencia y progreso. Honduras camina y hace
esfuerzos por su organización. Llega después la reforma de los años ochenta del siglo
XIX, con la guía de los Grandes Soto y Rosa, misma que aún se continúa tratando de
entender e implementar, aún en el presente. Se quiere siempre la libertad, la paz, la
educación, la protección de la salud, la lucha contra la enfermedad, la emisión de leyes
apropiadas, pero se falla frecuentemente en la práctica, estorbadas las ideas y las
acciones. Se han incrustado en la vida nacional la tiranía y las autocracias, como si la
conquista y la colonia no hubiesen terminado y se mantuviera la imposición contra el
indio y pobre, y contra todos los que se oponen al que tiene un poder mayor. Se forman
dos partidos principales, Liberales y Conservadores, sin consistencia ninguno de los dos
con su supuesta filosofía política. Cuando O’Henry, quien llegó a ser un connotado
escritor en los Estados Unidos vino a Honduras, la encontró contradictoria: “una
republica volátil” la llamó, y el historiador Padre Vallejo la veía como “el país de las
viceversa” y en donde a veces los autócratas y tiranos actúan como liberales y los
Liberales, a veces, como Conservadores. En la corriente Liberal, dice el escritor Ramón
Cristóbal Oquelí, que “aunque han existido hombres de sentimientos liberales, este
liberalismo no se ha convertido en sistema consecuente”. Y continúa: “y tampoco aquí
hay grandes tradiciones, no hay un clero rico y poderoso, ni familias nobles con fuertes
capitales, ni muchas masas abiertas que justifiquen un partido conservador”.
Pero tal vez por la acumulación y persistencia de tantos problemas por tantos siglos
se mantiene la necesidad de poner empeño para que el bienestar de los hondureños se
manifieste y se mantenga, en busca de posibilidades y sin perder la cabeza en que se
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movilizan las mentes visionarias pero pragmáticas de los líderes hondureños y un
ejemplo de esos líderes es el padre de Ramón, el Dr. Ramón Alcerro Castro, a quien
nos referiremos en los siguientes capítulos.
Cuando nació su primer hijo varón, quién llegó a ser mi Ramón, el Dr. Alcerro Castro
vivía en la antigua Capital de Honduras: Comayagua.
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CAPITULO III
HONDURAS: EL AMBIENTE CERCANO
COMAYAGUA, LA CUNA DE RAMÓN
Esta ciudad tan antigua como venerada fue fundada en 1537 por el capitán Alonso
de Cáceres quien la bautizó con el nombre de “Villa de Santa María de Comayagua”.
Felipe Segundo le otorgó el título de ciudad el 20 de diciembre de 1957 y le cambió el
nombre a “La Nueva Valladolid de Comayagua”. Alonso de Cáceres al llegar a este valle
en 1536 se encantó de él. Lo encontró equidistante de los dos océanos y la feracidad de
su suelo como el estar regado y cruzado por hermosos ríos, daba a su vegetación
exuberancia y belleza.
La ciudad fue trazada con gran esmero de modo que tuviera calles rectas y amplias y
poco a poco los indispensables edificios de gobierno, sus iglesias y catedrales, fueron
surgiendo, dándole a la ciudad una sobria elegancia. Su clima caluroso pero sano hizo
que la ciudad creciera con alguna rapidez y su hermosa catedral sigue siendo una de las
obras coloniales más admiradas y que ha dado fama a la ciudad.
Comayagua ha sido conocida como la ciudad de los obispos, catedrales, conventos y
también por sus misterios y apariciones.
Por muchos años fue la capital de la Provincia de Honduras, pues a Don Diego de
Herrera se le ocurrió trasladarla desde Trujillo a la Nueva Valladolid. Escribió al
Presidente de la Audiencia, más comunicándole que pidiéndole permiso, pues sin
esperar contestación hizo el traslado a Comayagua con lo cual según los Oficiales
Reales estaba trasladando La Caja y la Fundición. Él argüía como motivos poderosos
para el traslado: la gran riqueza minera de la región, lo agradable de su clima, la
feracidad de la tierra, los bellos paisajes, la abundancia del agua para cultivo y
sobretodo que ahí estaba la Silla Episcopal. Le toca a él, Don Diego de Herrera, ser el
primer Representante de la Monarquía con el rango de Gobernador y Alcalde Mayor y
asentó sus sedes en la atractiva Valladolid.
Comayagua fue también la capital de la Republica de Honduras hasta que el
Presidente Marco Aurelio Soto la trasladó a Tegucigalpa.
LA CATEDRAL DE COMAYAGUA
Según el historiador José Reina Valenzuela, fue el Prelado Vargas y Abarca quien
empezó a soñar con una ciudad completa y contempló el proyecto de construir una
catedral que fuera más hermosa y más amplia que la antigua de La Merced. Este
prelado hizo todos los trámites, llenó todos los requisitos y una vez aprobados, principió
la construcción de lo que sería una catedral admirada por su belleza y por el arte que
contuviera.
El Padre Prelado Vargas y Abarca por desgracia no vio realizado su sueño. Él murió
cuando los cimientos ya se habían levantado pero no se sabe a qué altura quedaron a
su muerte.
José Reina Valenzuela continúa diciendo que hay que hacer justicia a tres prelados:
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1 - Al Señor Vargas y Abarca, quien utilizó el predio cedido por el Gobernador Don
Jorge de Alvarado en 1602; cuando se hizo el nuevo trazo de la ciudad, él fue quien
concibió la idea de construir la catedral y empezó a levantar los cimientos.
2 - Al Señor Pérez Carpintero, quien la continuó en 1715.
3 - Al Señor López de Guadalupe, quien dio los últimos toques, terminó el Sagrario,
construyó retablos y altares y decoró la Catedral con bellos cuadros e imágenes.
Pareciera, dice Reina Valenzuela, que Monseñor Lunardi Nuncio Apostólico adjudicó el
crédito total al Señor Carpintero. La fachada de la Catedral es considerada de gran
belleza arquitectónica. Adentro de la Catedral tiene 3 naves sostenidas por columnas
rectangulares de gran sobriedad que contrastan con la muy elaborada y adornada
fachada. Al fondo de la nave central está el Altar Mayor con su retablo de cedro y sobre
dorado. Es difícil imaginar la construcción de semejante joya colonial ya que no se
hubiera podido llevar a cabo sin el esfuerzo y deseo de los habitantes de la región en su
mayoría de bajos recursos. Pero ellos pusieron su energía, su alma y corazón para
construirla. Muchos trabajaban largas horas sin ganar ni un centavo y haciendo toda
clase de labores desde las más sencillas como halando materiales a las más
complicadas en su construcción. Otros recaudaban fondos y los que podían daban
dinero según sus posibilidades. Algunos de los trabajos repujados en plata fueron
hechos en Guatemala. Algunas imágenes y adornos vinieron de España, muchos de
ellos como regalos o recompensas de parte de Los Reyes y de Sacerdotes. La Catedral
cuenta con un coro, varias capillas, un museo y cuantas cosas más que le dieron gran
importancia, por la que es considera una reliquia histórica.
Esta preciosa Catedral engalana uno de los costados del Parque Central que está
rodeado de amplias calles y casas comerciales.
Dolorosamente la Historia también nos informa que durante la Federación y durante
la Presidencia de Arce, las Fuerzas Federales invadieron Honduras al mando del
hondureño Coronel José Justo Milla, quien salió de Guatemala el 19 de enero del 1827,
y después de ocupaciones y resistencia en Occidente llegó a Comayagua el 4 de Abril,
la asedió treinta y seis días, y como los sitiados continuaban la lucha, incendió los
barrios de La Caridad, Dolores, Mejicapa y San Blas. Milla entró a la plaza el 10 de
Mayo. Después de ganar otras batallas en el centro de Honduras, los ejércitos que
comandaba Milla fueron derrotados por los del Gral. Morazán, en La Batalla de La
Trinidad, el 11 de Noviembre, todo en 1827. Milla huyó a Guatemala. Comayagua fue
reconstruida.
Cuatro siglos después, Comayagua en el tiempo que fue la cuna de Ramón, era ya
una vetusta y señorial ciudad con casas comerciales fuertes, con escuelas, parques,
hospitales, médicos, farmacéuticos, seminarios, catedrales, muchas iglesias como
hemos dicho y de gente orgullosa de su abolengo, amantes de la tradición pero alegres
y llenos de simpatía y bondad.
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CAPITULO IV
NACE MI ESTRELLA: SUS PRIMEROS AÑOS
La antigua capital de Honduras, la antañona Comayagua está de fiesta. Es el 15 de
septiembre de 1918, ya los cañonazos han anunciado las celebraciones del Día de la
Independencia. Hay gran expectación en los mayores y gran alborozo en los escueleros
preparándose para los desfiles y los festejos.
LOS PADRES DE RAMÓN
RAMÓN ALCERRO CASTRO y ANITA MATUTE DE ALCERRO CASTRO
En el hogar de los Alcerro Castro Avilés Matute también hay gran expectación y
ansiedad, Doña Anita está para dar a luz un segundo hijo y el padre, el Doctor Ramón
Alcerro Castro nombrado orador para la ocasión, está dando los toques finales al
discurso que pronunciará esa tarde. Él era en ese tiempo el Director del Colegio León
Alvarado y ha sido comisionado por la Alcaldía para el discurso de esa tarde. Él está
preocupado ya que tiene que dejar la casa en momentos tan difíciles y tan importantes
para la familia, pero sus deberes cívicos lo reclaman. El punto de reunión de las
autoridades civiles, militares y religiosas, como de las escuelas y de los vecinos de la
ciudad, es en el parque central enfrente de la importante catedral. La banda del pueblo
ha tocado los himnos y marchas de rigor y las escuelas han cantado el Himno Nacional.
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El Doctor Alcerro Castro se apresta a subir al quiosco donde pronunciará su discurso. Él
es un reconocido y elocuente orador, muy respetado por su don de gente, su simpatía y
su talento y está ya él para terminar su discurso cuando un mensajero llega jadeante y
jalándole la punta del saco para llamar su atención le dice: “Doña Anita le manda a decir
que ya nació el niño”. Nos imaginamos la emoción del padre en ese momento, que
noticia más dulce: un varón nacido en el día de la patria, un hijo que perpetuará su
nombre. ¡Y cómo hubiera querido volar al lado de su amada y bella Anita! Como dijimos,
éste era el segundo vástago, los Alcerro Castro ya tenían una niña, por cierto una niña
muy hermosa llamada Argentina.
Tan pronto como puede, el doctor regresa a su casa y tiene su primer encuentro con
su hijo, quien llevará el nombre del padre, Ramón, quien con los años se convirtió en
Doctor Ramón Alcerro Castro hijo, conservando así el nombre completo del padre por
quien siempre ha tenido inmensa devoción y admiración.
NACE MI ESTRELLA - RAMÓN DE 9 MESES
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El 10 de enero de 1919 la familia se prepara para otro gran acontecimiento, el
bautismo del pequeño Ramón, que se llevó a cabo en la Iglesia de la Inmaculada
Concepción. Sus padrinos fueron su Tío Ángel Matute, el Doctor Próspero Romero, El
Abogado Don Rafael Murillo y el Coronel Joaquín Medina Planas. Todos estos
caballeros eran amigos muy cercanos al matrimonio Alcerro Castro y fueron con los
años también grandes amigos de Ramón, tanto ellos como sus familias. Con alguno de
los hijos de estos padrinos, ya casados, Ramón y yo llegamos a sentirnos tan cerca,
como hermanos.
¿Cómo habrá influido en el carácter y personalidad del pequeño Ramón el haber
nacido el Día de la Independencia? Maminca, una vecina y amiga, insistía en que se le
debía dar el nombre de Francisco Morazán, nuestro héroe y Mártir de la unión
Centroamericana, que fue fusilado en Costa Rica un 15 de Septiembre.
SE FORMA LA FAMILIA ALCERRO CASTRO AVILÉS MATUTE
Comayagua en ese tiempo era todavía el asiento de varias familias conspicuas,
sobre todo por ser de ascendencia directa de los españoles que llegaron a conquistar y
a colonizar Honduras. Una de esas familias fue la Avilés Matute y Anita era una de las
hijas, quien en su juventud fue una de las tres mujeres más bellas de Comayagua y
muchas personas decían que era como una reina de belleza y era también dulce,
simpática e inteligente. Todos esos encantos no podían pasar desapercibidos al joven
Licenciado en Leyes, que al graduarse llegó a hacer su práctica en 1912 en
Comayagua. No sabemos cómo se conocieron ni cómo ni cuándo comenzó en romance,
solo sabemos que se casaron el 11 de enero 1916 en una ceremonia civil y que la
religiosa fuel el 19 quizás en la noche y que la velación que era cuando oían misa y
comulgaban los novios, fue hasta el 20 de enero. El novio tenía 35 años y la bella novia
24 años.
Se establecieron en Comayagua y vivieron en una casa hermosa, una casa de
esquina en la tercera avenida. Durante la permanencia en esta ciudad nacieron 3 de sus
hijos: Argentina, Ramón y Hernán.
Parece que Honduras seguía con sus perpetuos problemas de inestabilidad y
zozobra. El Doctor no queriendo verse involucrado en una Guerra Civil tuvo que dejar la
patria y el hogar y en febrero se marchó a El Salvador. En ese tiempo Doña Anita estaba
esperando a Hernán.
El Doctor se estableció en Usulután, donde pronto fue nombrado Director de la
escuela de segunda enseñanza. Cuando regresó en 1920, ya encontró al nuevo
miembro de la familia, el 19 de marzo había nacido Hernán durante su ausencia.
Cuando embarazadas, las mujeres necesitamos más quietud, más estabilidad y más
cariño, así que no es difícil imaginarse la desolación y tristeza de la esposa al tener una
separación forzada y no tener al esposo cerca a la hora en que nació su tercer hijo,
aunque Doña Anita quedó en casa de su madre, Mama Nila y en compañía de sus
hermanas Amelia, Nila y Rosita, la preocupación por el esposo ausente y su falta deben
haber sido inmensas. Que sufrimientos los del pequeño Ramón que solo tenía año y
medio, al sentir la tristeza de la madre y la ausencia del padre, esa tristeza se enquistó
en su alma.
27
RAMÓN CON SUS HERMANOS Y PRIMOS. SU MADRE EN LA VENTANA
En 1920 tomó posesión como Presidente de Honduras Rafael López Gutiérrez, el
país seguía intranquilo y en completa zozobra. El Doctor quiere llevar a la familia y
situarse él mismo, en un lugar tranquilo donde pudiera establecerse independiente
mente como profesional del derecho. Me parece que ya no quería ser empleado público
ni participar en política.
28
CAPITULO V
TRASLADO A LA CEIBA Y LUEGO A TEGUCIGALPA.
La Ceiba era en ese tiempo uno de los lugares más bellos de Honduras, además con
la presencia de la Standard Fruit Company había auge y más oportunidades para tener
una práctica privada.
Donde el Doctor Alcerro Castro llegaba, pronto se destacaba como buen profesional,
buen ciudadano y periodista.
Dirigiendo el periódico local, atacaba las injusticias de los que abusaban del poder. Y
así empieza de nuevo a involucrarse en política. Pronto fue electo Director de la
Campaña Electoral del Partido Nacional, en el que ya se vislumbraba como candidato el
General Tiburcio Carías Andino.
Aquí en la Ceiba, ciudad porteña de playas blancas y soleadas y de gente gentil y
amable, vivían muchos parientes y amigos de los Alcerro Castro: Doña Soledad de
Hinostroza (Mama Sola) casada con el conocido Abogado Don Francisco Hinostroza,
también originario de Comayagua. Mamá Sola era la hermana mayor de Doña Anita y
tenía ya 3 hijos: Armando, Mina y Ruby. También vivían en la Ceiba Doña Adela de
Castillo, otra hermana de Doña Anita y ella tenía 5 hijos: Toño, Rafael, Camila, Virginia y
Miguel. Así que el pequeño Ramón encontró tíos cariñosos y primitos para sus juegos y
correrías. Con casi todos estos primos Ramón siguió sintiéndose muy cerca de ellos y
cuando nos casamos yo conocí a muchos y nos seguimos tratando con cariño.
En esta bella ciudad empieza el pequeño Ramón su Kinder Garden. Me lo imagino
luciendo su nuevo uniforme y muy ansioso por aprender cosas nuevas. Ya en ese
tiempo quizás se manifestaba esa curiosidad por averiguar detalles y significados, que lo
hacen tener diccionarios por toda la casa y esa dedicación y su gran disciplina que con
los años lo han hecho destacarse como excelente profesional y como empresario.
Como hubiera gozado yo, oyendo de labios del Doctor y de Doña Anita la manera en
que mi Ramón se iba desarrollando y como iba creciendo. No alcancé a conocerles y
eso me duele tanto pero he aprendido a amarlos y a admirarlos.
La estatura política del Doctor Alcerro Castro va en aumento acelerado. En 1923, el 3
de Enero para ser exactos, recibe sus credenciales como Diputado por el Departamento
de Atlántida y las de Diputado Suplente por el Departamento de La Paz, de donde él era
oriundo.
Este año la familia tiene otro regalo, les llega su segunda niña a quien llaman Hada
Marina.
La casa se ve envuelta en un remolino de actividades arreglando el traslado a la
capital. Que de quehacer para Doña Anita, que tenía una recién nacida y tres hijos más.
En esto ya principiaba a ayudarla su prima Leonor Avilés, a quien Don Ramón y Doña
Anita habían aceptado como hija, pues su madre había muerto. Y en el tiempo de los
preparativos del viaje a Tegucigalpa, el Doctor también estaba ocupadísimo en sus
nuevas tareas y terminando sus casos para cerrar su oficina. La madre haciendo
maletas y ordenando todo para el próximo viaje.
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Con este nuevo traslado los niños tienen que dejar sus escuelas, sus amigos, sus
primos y a los tíos cariñosos. Me imagino a Doña Anita con sus sentimientos
contradictorios, unos de alegría y orgullo por el triunfo del esposo y los otros tristes, al
dejar a sus hermanas y amigos y también por dejar ese lugar que ella encontró tan
apacible. Me imagino su cansancio, pues aun teniendo ayuda de trabajadoras y
parientes las obligaciones de madre y sus responsabilidades preparándolo todo para el
viaje eran sólo de ella. Todo esto debió haber sido agotador y extenuante, sobre todo
acabando de tener una bebé. Por dicha era muy joven y de seguro muy fuerte.
Para este tiempo ya se había confirmado en la nueva familia el tono de vida con que
la iniciaron Don Ramón y Doña Anita: “trabajo duro y constante, dedicación, estoicismo,
productividad, anhelo de superación y servicio a los demás”. En la Ceiba, la familia vivía
en una casa bonita y cómoda en el barrio Mazapán, donde vivían muchas familias
americanas. Ramón recuerda que había una señora española llamada Doña Pepa. Ella
tenía un hermoso árbol de mango y muchos mangos caían al suelo, pero había un cerco
que evitaba entrar a recogerlos. Por muchos años Ramón tuvo un sueño en que se
pasaba a comer de esos mangos deliciosos pero ahí estaba Doña Pepa y lo evitaba.
¡Cuánta desesperanza!
LA CEIBA.
La ciudad de la Ceiba, cuando el Doctor Alcerro Castro la escogió para llevar a su
familia, era como ya hemos dicho una de las mejores del país y se estaba desarrollando
aceleradamente. En los principios de los años 30, la habitaban como 15 mil personas y
tenían además de bellas playas, dos bonitos parques. Contaba con agua potable
excelente y luz eléctrica, 10 escuelas públicas y varias privadas, también un Colegio de
educación superior. Había varios comerciantes, muchas casas fuertes y también
ganaderos y agricultores prominentes, había varias fábricas: de cerveza, de calzado, de
puros y cigarrillos, un molino de harina, fábrica de dulces y lavandería a vapor, así que
había trabajo y esperanzas de mejora.
La Ceiba se unía con Tela y con otros puertos costeros por medio de la vía férrea
construida por la Compañía Frutera Americana, que se había establecido desde muchos
años atrás. Siendo puerto importante, había vapores semanales para Nueva York y
Nueva Orleáns. Fue en ese tiempo un puerto de incesante actividad, no sólo marítima si
no también terrestre, pues tenía comercio activo con Centroamérica y los embarques de
bananos iban no sólo a Los Estados Unidos sino también a Europa.
La Ceiba tenía también una vida social muy activa y tenía 2 clubes importantes: el
Internacional y el Americano. Esta linda ciudad era famosa tanto por su belleza natural
como sus playas de arenas blancas bordeadas de cocoteros, maravillosos celajes como
por los que el hombre había hecho para engalanarla con preciosos y pintorescos
edificios, con razón ha sido llamada la novia de Honduras y también Ceibita la Bella. Sus
habitantes procuraban mantener limpia su ciudad, sus calles bien cuidadas y ponían
gran atención a la salubridad e higiene. Además de todo esto, para la familia Alcerro
Castro también estaba ahí el atractivo de amigos y una numerosa familia. De los hijos
de Doña Adela, Rafael vivió con nosotros por muchos años y con Camila y Virginia el
cariño no cambia a través de los años y de las distancias.
30
Recuerdos de Ramón:
En la Ceiba le compraron un triciclo y recuerda que a él le encantaba usarlo, pero le
pedían que llevara a su hermano Hernán y eso le disgustaba muchísimo; aunque
Ramón era de una índole muy dulce y suave, no debe haber escapado a la rivalidad
entre hermanos y menos con el que vino después de él, lo que en general despierta
hostilidad en el mayor. Ramón recuerda vívidamente como le molestaban las bromas y
burlas de una trabajadora llamada Mercedes. Los niños en Kinder usaban una gabachita
y ella le decía que parecía muchachita y también le mortificaba el que le bromeaba
cuando él cantaba el canto “tengo una gatita vestida de azul con su sombrerito y su
canesú, la llevé a paseos, se me constipó esta mañanita, me dijo el doctor que le diera
jarabe con un tenedor”. Esta trabajadora parece que trabajó mucho tiempo o que volvía
a visitarlos porque más tarde le hacía burla como adolescente. Los mangos de Doña
Pepa reaparecieron en la adolescencia en sus sueños posiblemente por varios años.
En su análisis de Psiquiatra, parece que esto sucedió cuando su mamá estaba
embarazada de Marina y el muchachito Ramón estaba más necesitado de la dulzura de
la madre y él la sentía lejana. Además, meses más tarde, Doña Anita estaba
amamantando a su hijita Hada Marina.
LLEGA LA FAMILIA A TEGUCIGALPA EN 1923
Como se ve, los viajes siguen de Comayagua a la Ceiba y de la Ceiba de nuevo a
Tegucigalpa.
Al llegar a Tegucigalpa, una casa alquilada en los altos de La Hoya los esperaba. La
actividad de la familia fue todo lo contrario de lo que les ocupó en la Ceiba. Aquí era
limpiarlo todo, desempacar, arreglar la casa, lo más urgente eran los cuartos de los
niños y la cocina. Doña Anita y sus ayudantes se esmeraron en tener una casa
acogedora pero no lujosa, así me lo ha dicho Ramón. Parece que otra cualidad de la
familia era la sencillez. Pronto estuvo la casa lista y apropiada para el importante político
recién llegado a tomar posesión de su cargo como Diputado al Congreso Nacional.
No sabemos cuando empezaron a buscar escuelas, los niños estaban todavía muy
pequeños, Ramón apenas tenía 5 años y Argentina tenía 6, tal vez hubo que esperar el
principio del nuevo año escolar. Ramón tiene idea de que pronto fueron a la escuela de
las Señoritas Saravia y recuerda a Julita Saravia como su profesora. Dice Ramón que
era linda y buena y que todos los alumnos como los adultos la querían.
En 1924 empezó Ramón su Primaria en la Escuela Francisco Morazán, tenía 6 años
y pico, su profesor fue Don Octaviano Valerio. El pequeño escuelero todavía recuerda a
3 de sus compañeritos: Chiroro Soto, Ramón Romero y Abraham Gúnera.
31
CAPITULO VI
LA REVOLUCIÓN DEL 24 Y LA NUEVA CONSTITUCIÓN
El origen de esta guerra fratricida fue la insaciable sed de poder de los políticos. Se
llevaron a cabo las elecciones y dicen los historiadores que el legítimo ganador fue el
General Carías Andino, pero que los liberales con maniobras políticas no muy
respetables, le quitaron la mayoría absoluta al candidato del Partido Nacional, General
Carías. Al no haber mayoría absoluta tocaba al legislativo hacer la elección, parece que
eso ya estaba calculado y arreglado, el Congreso no lo hizo en el tiempo estipulado y “ni
corto ni perezoso” el saliente presidente López Gutiérrez se negó a dejar el poder y se
convirtió en Dictador. El General Carías viendo que era una afrenta a la dignidad y
democracia del país, se convirtió en defensor de la opinión del electorado y se levantó
en armas poniéndose él mismo a la cabeza del ejército y así, la fatídica guerra empezó
oscureciendo el cielo límpido de Honduras y bañando en sangre su fecunda tierra.
Hubo reñidos combates en distintos sitios del país, los muertos fueron muchos, tanto en
los bandos del gobierno como en los de los revolucionarios. Tegucigalpa, la capital,
estuvo sitiada por 45 días antes de ser tomada el 28 de abril por las fuerzas
revolucionarias que lograron sacar al usurpador. El dictador ya había muerto pero la
guerra siguió.
El Doctor Alcerro Castro presenció el sitio de Tegucigalpa y con inmensa tristeza oyó
los relatos de los saqueos a los mercados y los abusos a la población civil de parte de
los ferreristas, que dejaron vacías las surtidas casas comerciales. Fue en esa guerra
cuando por primera vez en la América, se dejó caer desde un avión una bomba sobre la
capital. Era muy raro ver aviones de guerra en ese tiempo. También presenció la
inmensa indignación a la entrada de 200 marinos americanos a la ciudad pisoteando la
soberanía nacional. El motivo de ese atropello, según el decir de entonces, fue debido a
que el Embajador Frank Morales pidió ayuda para proteger los intereses americanos. El
28 de marzo, los dos ejércitos enemigos se enfrentaron en Tegucigalpa peleando
furiosamente y la victoria, como ya dijimos, fue de los revolucionarios después de una
cruenta batalla. Esta batalla es considerada por algunos escritores uno de los más
gloriosos triunfos, uno de los más heroicos en los anales de la historia militar de
Honduras. ¿Pero gloria a qué costo?: al precio de derramar la sangre de hermanos.
Froylan Turcios, laureado poeta y escritor, congresista y también diplomático, habla de
este sitio que presenció “como un salvaje encuentro +++++entre aguerridos
contendientes que no les importaba morir, ya que la guerra los enardecía e incitaba a
matar”. Él describe la masacre, horrorizado de su brutalidad, así:
“Que anecdotario tan grafico y palpitante podría yo exponer en estas páginas de
aquellas calcinantes semanas de guerra en que la atmósfera olía a sangre y a pólvora y
en que se escuchaba minuto a minuto el retumbar del cañón o el ruido siniestro de las
ametralladoras. Humaredas azuladas cubrían los horizontes. Lejanos estruendos,
resonantes clarines en los cerros, repique de campanas anunciando hiperbólicas
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derrotas, confusas griterías, banderas flotando en las alturas, estrépito de los grandes
camiones repletos de soldados conduciendo parque; camilleros transportando a los
heridos. Todo dentro de un marco de metal reverberante, polvoriento, árido, con aspecto
de desolación y tragedia”.
Este mismo patriota, como famoso escritor, trató de evitar por medio de su pluma una
guerra fratricida. Además, en unión del Doctor Vicente Mejía Colindres y otros hombres
de paz trabajaron por evitarle a Honduras el dolor y la vergüenza de una guerra civil,
“trabajando juntos en el comité Pro Paz”.
La guerra no se pudo evitar como ya hemos visto y la hecatombe dejó dolor en los
hogares y los valientes de ambos lados dejaron su sangre regada por el suelo sagrado
de Honduras. Froylan Turcios, como testigo ocular, dice que unos cuantos facinerosos
llenaron de terror a la población con sus atrocidades, y que es una lástima que las
fuerzas que defendían la capital hayan sido señaladas como si todos hubieran
participado en el horror provocado por unos cuantos maleantes. Dice que lo que sí
tenían en común los maleantes y los soldados de los dos bandos, era el odio contra el
invasor, o sea los 200 marinos yanquis. Sigue contando del pavor de los Marinos que
casi no sabían y se escondían, y que esto fue lo que evitó confrontaciones sino dice:
“Los valientes hondureños no hubieran dejado ni un yanqui vivo incluyendo el odiado
Embajador Frank Morales”
SUFRIMIENTOS COMUNES. Nuestras dos familias sufrieron con este desastre que
se vino sobre Honduras. Los Alcerro Castro en Tegucigalpa y los Bonillas Arellano en
Marcala. El Doctor Alcerro Castro militaba en el Partido Nacional, mi padre, el Doctor
Adán Bonilla Contreras en el Partido Liberal. Cuando la capital fue sitiada por los
revolucionarios se temía por la vida del Doctor Alcerro Castro, ya que era hombre muy
importante y los que defendían la plaza, se rumoraba que querían barrer a todos los
contrarios.
Ramón tenía 6 años apenas y recuerda que ellos vivían en el callejón de la Hoya, sus
vecinos eran las Cascos, Berta y Zoila, amigos de siempre de su familia. Este callejón
daba una salida lateral de la casa del doctor Carlos Romero y su esposa Doña
Clementina Lozano. Doña Titina, así le decíamos a Doña Clementina, le contó a Ramón
después que se suponía que los liberales iban a apresar al Doctor Ramón Alcerro
Castro y a su familia, que con gran sigilo se salieron de la casa y fueron a refugiarse
donde ellos, los Romero Lozano.
Por todo esto, el doctor y Doña Anita decidieron mandar a los niños donde su
abuelita, Mama Nila, que vivía en Comayagua, donde creyeron estarían más seguros.
Pero ahí tan poco había paz y tuvieron que dejar la casa e irse a huir a la casa de una
amiga de apellido Meza, cerca de la catedral. Lo que oían los niños era que si Ferrera
tomaba la plaza, los soldados subirían al campanario y de ahí apuntarían con sus rifles a
la casa donde estaban protegiéndolos. Los niños, no comprendiendo el peligro y como
niños, buscaban donde jugar y encontraron una pared externa muy inclinada que tenía
esa casa y que daba para el exterior. Ellos se agarraban de los barrotes de una ventana
y se deslizaban por la pared, los adultos encontraron ese juego muy peligroso, pues
estaban expuestos a ser blancos del enemigo, por eso, en un muro interior hicieron un
agujero grande para que la familia se pasara a la casa vecina menos expuesta al
peligro.
33
Ramón cree que fue esta vez en Comayagua, ya viviendo en la casa de la abuela, no
sabe si antes o después de salirse de la casa huyendo, que llegaron unos soldados a
buscar aperos para los caballos, los de la casa estaban muy bien escondidos en un
cuarto pequeño interior, previniendo seguramente el saqueo que vendría. Cuando
llegaron los hombres a pedir los aperos, los adultos los llevaron a los cuartos donde no
estaban. Ya se iban los hombres, cuando el pequeño Ramón salió diciendo “Pero no
buscaron en el cuarto chiquito”. Por dicha los hombres no lo oyeron o no lo entendieron
pero de todos modos se sacó una buena regañada, no entendía el allanamiento que
tenía lugar en ese instante.
Qué de confusión para los inocentes niños y qué de temores abrigarían tanto por sus
padres como por ellos mismos. ¿Y cómo podían entender ellos los subterfugios usados
por los adultos para protegerse?
Mientras tanto nuestra casa en Marcala era testigo de un histórico pacto: cuando el
General Carías salió de Tegucigalpa a la cabeza de su ejército, los generales Gregorio
Ferrera y Vicente Tosta también se levantaron en armas y tomaron la Plaza de La
Esperanza y marcharon después sobre Marcala, la que también tomaron. Traían divisa
tricolor simbolizando que todas las facciones iban unidas, liberales y nacionalistas, rojo y
azul, en marcha hacia la reconquista de la libertad y la confraternidad. Los dos
generales buscaron a mi padre, el doctor Adán Bonilla Contreras, quien era amigo de los
dos. Ahí le expusieron su plan y le dijeron que no apoyaban a ningún caudillo, que lo
que querían era quitar al dictador, dar elecciones libres y garantizarlas. Papá
entusiasmado le dijo que con algo tan hermoso, él los apoyaría. Este pacto fue firmado
por los dos generales enfrente de mi padre y como testigo el Doctor Camilo Girón,
colega y amigo de mi Papá quien viajaba con ellos. Mi padre les advirtió que si no
cumplían esa promesa llevarían el país a un gran descalabro. Pero los dos generales
creían en ese momento lo que estaban prometiendo. Al irse, dejaron a Papá como
Comandante de Armas pero sin un cinco y él se las ingenió recogiendo las armas que
andaban volando y organizó un pequeño ejército de 100 soldados, que ya equipados
fueron enviados a pelear contra los aristas que querían imponerse, los soldados se
unieron a Ferrera en Zambrano.
Los dos grandes amigos de mi padre y socios en el pacto salieron unidos de Marcala
y muchos muchachos idealistas que querían justicia se fueron con ellos y también se le
unió el General Juan Castellanos. Al llegar a La Esperanza se dividieron en dos
columnas, Ferrera avanzó hacia Comayagua y la tomó después de un sangriento
combate y Tosta siguió sobre Gracias y Copan, pero al llegar a Santa Rosa se encontró
con Filiberto Díaz Zelaya, quien lo convenció que él debería seguir como Nacionalista.
Por desgracia, para Honduras, pronto se olvidaron de la firmada promesa. Ferrera
también ya había botado la banda tricolor por la rojo y blanco.
Después de miles de maniobras de los políticos hondureños y del gobierno
americano de los que hablaremos después, Tosta fue elegido como Presidente
Provisional y Ferrera como su Ministro de Guerra. Papá sospechaba que las cosas no
iban bien y decidió ir a Tegucigalpa para averiguar que estaba ocurriendo. No se
equivocó, en efecto, Tosta se quejaba de Ferrera y le pedía a Papá que le llevara
mensajes. Ferrera también decía que él se sentía amenazado y también le pedía a mi
padre que interviniera con Tosta, a quien también le mandaba mensajes. La hostilidad
34
era tremenda y Papá sentía que todo reventaría en cualquier momento. No queriendo ir
ni con uno ni con el otro de sus amigos, le pidió al General Tosta un salvo conducto para
salir del país y aprovechó a decirles a los dos, Tosta y Ferrera, que estaban llevando al
país al desastre y que él no quería ser partícipe de semejante desgracia. Tosta le dio la
salida y Papá se fue a El Salvador; estuvo un tiempo ausente y al regresar encontró con
que Ferrera se había levantado y se vino otra Guerra, a la que mi padre tuvo que ir al
campo de batalla como Cirujano Militar. Mi familia también sufrió la tristeza de su
ausencia y la aprensión y ansiedad al saberlo en el Campo de Batalla.
Las guerras son funestas y los miembros de los partidos políticos se turnan en ser
víctimas o victimarios.
Mario Argueta dice: “La lucha por el poder cada día se ponía peor y la coalición de
generales que habían triunfado en la revolución, empezaron a disputar entre ellos
mismos sobre quien debería ser el Presidente. Cada fracción trató de obtener el apoyo
de los líderes gubernamentales derrotados.
El Departamento de Estado envió al Diplomático Summer Wells, en ese entonces en
Santo Domingo, a fin de que negociara un acuerdo entre las dos partes contendientes
del gobierno y de la oposición. Las reuniones se llevaron a cabo a bordo del navío
Milwaekee de la Marina de Guerra Americana, fondeado en el Golfo de Fonseca,
además contando como delegados a otros representantes Centroamericanos. En estas
negociaciones, al fin los delegados aristas se dieron cuenta de su derrota. En esas
pláticas se convino formar un gobierno de coalición precedido por el General Vicente
Tosta. Dávila era el otro fuerte candidato apoyado aun por Tosta, Carías y Ferrera pero
los americanos no lo aceptaron. Ese trío había emitido una proclamación declarando
Presidente Profesional a Fausto Dávila y convocaban a una constituyente. La Cuyamel
Fruit Company también estaba con ellos, pero la presión americana ejercida por Wells
los hizo respetar el acuerdo alcanzado, así que Tosta toma posesión de su cargo el 30
de abril”. “La ambición de los liberales representada por el trío Lagos, Arias y Zuñiga
Huete impidió la llegada al poder del General Carías y desde ese tiempo empezó la gran
pugna y el gran odio entre dos contendientes inflexibles, autoritarios y testarudos el uno
como el otro, estos eran Carías y Zúñiga Huete”. Sigue diciendo Argueta que para
ambos sólo cabían la victoria y el poder, o la derrota y el exilio. No admitían términos
medios y sus partidos fueron moldeados por ellos por lo menos por un cuarto de siglo y
esos conflictos estallaron en 1932, llenando de nuevo de sangre y oprobio a nuestra
pobre Honduras”. Sigue diciendo Argueta: “A bordo del Milwakee se celebró el llamado
Pacto de Amapala y se decidió que, al concluir el 5 de mayo, una Asamblea
Constituyente iniciará la redacción de un nuevo Estatuto Fundamental para poder
celebrar elecciones presidenciales. Tosta quedaría excluido de estos comicios”.
Tosta, al elegir su gabinete, nombró a Carías como Ministro de Gobernación y al
Doctor Alcerro Castro como Ministro de Educación. Nombró a tres más muy cercanos a
él y esto trajo problemas y recelos de los liberales y de Ferrera y de Martínez Funes,
quienes decían que se estaba violando el acuerdo que contemplaba el reparto equitativo
de puestos públicos entre las partes contendientes.
Como Ministro de Educación, el Doctor Alcerro Castro estuvo muy poco pero lo
suficiente para abrir las escuelas y dejarlas funcionando normalmente.
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Tuvo que dejar este Ministerio al convocar el Presidente a una Constituyente y el
doctor pasó a ser el Presidente de la misma, el 31 de julio de 1924. Él redactó la
mayoría de los artículos de la Constitución y por eso fue llamado por algunos amigos:
“El tata de la ley”. Al terminar este trabajo fue nombrado Ministro de Hacienda y Crédito
Público, tocándole parte de la administración del doctor Miguel Paz Barahona. En ese
tiempo el Congreso autorizó al Ejecutivo para que procediera a pagar la deuda externa
que tenía el país con Londres y París, fue al doctor Ramón Alcerro Castro en su carácter
de Ministro de Hacienda y Crédito Público, a quien le tocó salir a Washington a cumplir
esa misión. Esta vez lo acompañó Doña Anita y los niños se quedaron en la Escuela de
la Señorita Sarabia que tenían internado para unos pocos niños; como vemos los niños
sufren otra separación y esta vez los dos padres están ausentes, por dicha sólo por
pocos días.
Cuando Ramón estuvo en Washington tuvo una depresión severa y los analistas que
lo atendieron años después explicaron como causa el haber llegado a Washington con
la fantasía de encontrar a su madre.
El 9 de octubre de 1925 se firmó en Washington el tratado Alcerro-King y Honduras
empezó a pagar su deuda externa y a recobrar su buen nombre y su crédito.
COYUNTURAS POLÍTICAS:
Las coyunturas políticas de ese tiempo influyeron enormemente en la escolaridad de
Ramón, ya que era hijo de un político importante.
Al ser escogido Vicente Tosta como Presidente de Honduras se había convenido que
una vez firmada la nueva Constitución se convocaría a elecciones. Pronto empezaron
las tensiones cuando Tosta abiertamente apoyaba la candidatura del. Gral. Carías
Andino, candidatura repudiada por el Departamento de Estado de Los Estados Unidos,
por haber sido Carías Andino el primero que se levantó en armas. Carías insistía en su
candidatura, sabiendo bien que la mayoría del pueblo estaba con él, ya que él había
ganado las elecciones pasadas, pero la presión de los Estados Unidos sobre Tosta,
pidiendo que fuera imparcial, que no apoyara a nadie, más la presión hacia Carías
diciéndole que aunque ganara no le reconocerían, hizo al fin que el insistente candidato
renunciara.
Por todo esto, de nuevo se interrumpe la escolaridad del pequeño Ramón quien
había empezado su segundo grado en la escuela Álvaro Contreras, pero tuvo que salir a
medio año cuando la familia se vio obligada a trasladarse a Puerto Cortés. Ramón
recuerda que su maestra la Señorita Blanca lloró cuando él le dijo adiós. Yo me imagino
que el niño inteligente, estudioso y disciplinado también era respetuoso y amable con su
maestra, y a ella le dolió perderlo. Ya médico y especialista en Psiquiatría, Ramón la
volvió a ver, todavía soltera. Ella vivía cerca del Hospital Centro Médico Hondureño
cuando en un tiempo estaba ese hospital en Comayagüela, alquilando una casa grande
de dos pisos que había sido un hotel en la primera avenida y cuarta calle.
Los caudillos victoriosos en la revolución, incluyendo a Tosta, presentaron una
candidatura nacionalista de conciliación: José María Casco como Presidente y Ramón
Alcerro Castro como Vicepresidente, pero como Tosta los apoyaba no contó con la
aprobación Americana que le repetía a Tosta que si no garantizaba las elecciones libres
le quitaría su apoyo moral.
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Las tensiones entre Tosta, Presidente y Ferrera, su Ministro de Guerra, llegaron al
extremo y se acentuaron al ver que Tosta apoyaba a Carías. Ferrera renunció a su
cargo y el 6 de agosto vino la ruptura completa entre los dos caudillos que también
encabezaron la revolución y quienes contribuyeron significativamente a su triunfo contra
las fuerzas de Arias Zuñiga Huete y Lagos.
Ferrera salió con sus seguidores, la mayoría de Intibuca y de Gracias, acusando a
Tosta de querer asesinarlo y así empezó otra guerra civil.
Ferrera tomo Comayagua en una batalla muy sangrienta. Tosta dejo la Presidencia y
salió a pelear contra Ferrera. Se peleó en varios sitios y Tosta atrajo a Ferrera a
Ajuterique y éste en contra de los consejos de sus generales se fue a meter ahí y fue
desecho en una emboscada horrible. Ferrera huyó por Puringla y La Esperanza y Tosta
lo persiguió hasta Copan Ruinas, Ferrera tuvo que emigrar a Guatemala.
Al llegar el tiempo de las elecciones, surgió como un candidato de compromiso entre
los dirigentes del Partido Nacional, un hombre que se creía podía unir al partido: Carías,
Tosta y Martínez Funes lo apoyaban, también creían que podía ser aceptado por los
liberales, este candidato fue el Doctor Miguel Paz Barahona. El General Carías y otros
de sus seguidores se dice que obstaculizaron su gobierno y que un grupo de seguidores
de Carías se vio obligado a renunciar de sus puestos debido a la presión de la otra
facción que apoyaba al Presidente, quien había tomado posesión el 1 de Febrero de
1925.
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CAPITULO VII
TRASLADO A PUERTO CORTÉS.
El Doctor Alcerro Castro era amigo y seguidor del General Carías y tuvo que dejar
sus puestos de importancia y lo mandaron a Puerto Cortés como Administrador de
Rentas y Aduanas. Aquí pronto el doctor se dio a conocer como un ilustre ciudadano,
tomó parte activa en la comunidad, fue organizador del Casino Porteño y fue uno de los
Sub-directores. Desde el periódico El Marino, su pluma siguió luchando por los derechos
humanos.
Este puerto ya se consideraba como una comunidad importante además de bella.
Aquí terminó el pequeño Ramón su segundo grado; él recuerda que su maestro fue el
famoso profesor Alfonso Martínez, padre de Práxedes Martínez, conocido economista
quien llegó a ser Presidente del Banco de Honduras.
Como vemos, los traslados de la familia se hacían más frecuentes, ya dijimos que el
doctor, quizás temido por los políticos capitalinos, fue mandado a desempeñar cargos
menos importantes para su estatura profesional y política. En este ebulliciente y cálido
puerto se quedó la familia hasta 1927. En este año el doctor recibió orden de trasladarse
a Tela, otro pintoresco y precioso puerto. Lo mandaban a desempeñar el mismo cargo
de Administrador de Rentas y Aduanas que tenía en Puerto Cortés.
Tal vez ya cansado de las intrigas políticas y de tener que estar trasladando a la
familia según el capricho político, el Doctor Alcerro Castro no acepto ese nombramiento
y decidió irse a San Pedro Sula.
En los años 30, Puerto Cortés estaba habitado por más de 5000 personas. Como
ciudad costera atraía muchos trabajadores ya que ahí estaban las oficinas principales de
los ferrocarriles, los muelles y también las oficinas de los ejecutivos de la “Cuyamel Fruit
Company”.
En ese tiempo la ciudad era una faja extendida y paralela al mar, como de 3
kilómetros, con los edificios construidos a lo largo de la costa; ya entonces sus
habitantes estaban trabajando en el proyecto de rellenar y drenar el terreno para
expandir la ciudad con calles pavimentadas, parques y muchas cosas más. La ciudad
estaba formada por cinco zonas: 1) Americana o Campo Rojo, donde estaban las
oficinas, el hospital, la estación inalámbrica, el hotel y la residencia de los empleados del
Cuyamel Fruit Company. 2) El Distrito Portuario, con los muelles, aduanas, almacenes
de materiales y talleres de los ferrocarriles etc. 3) El Distrito Comercial con sus
almacenes, tiendas, cafés, hoteles, edificios municipales, escuelas, etc. 4) La Sección
llamada “La Curva”, que era la parte residencial. 5) Y por último, la Sección llamada “La
Laguna”, donde estaba la ciudad militar y los grandes talleres de las compañías de los
ferrocarriles. Un tren hacía el servicio entre la aduana y la laguna cobrando diez
centavos. El transporte de la Curva y del sector comercial estaba a cargo de
automóviles y un ómnibus.
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La industria principal era el embarque y desembarque de vapores trayendo toda
clase de mercancías y llevando bananos y otros productos del país.
La Escuela República de Chile había sido fundada unos 30 años antes de que los
Alcerro Castro llegaran a este puerto, su Director o Administrador era el Profesor Don
Alfonso Martínez.
RECUERDOS DE RAMÓN.- PUERTO CORTÉS
En Puerto Cortés la familia vivió en una de las casas que posiblemente estaba al final
de la zona comercial pero en la zona de la Curva. El Club Vida, dice Ramón, principal
centro social y de deportes de la ciudad, quedaba al atravesar la calle y la línea del
ferrocarril frente a su casa y desde ella los niños podían ver las fiestas y oír la música
del club. La casa estaba contigua a la farmacia Molina, propiedad de la Doctora Zoila
Molina de Espinosa.
Las casas en la parte que daban al mar estaban sobre polines, la que ellos ocupaban
tenía además de los dormitorios, sala, comedor y una plataforma de madera en vez de
patio, al final hacia la derecha había una casita en la que estaban los servicios
sanitarios, los que se mantenían siempre limpios pues todo lo que caía al agua era
devorado inmediatamente por bagres. La casa tenía atrás el mar y enfrente la calle y en
medio de ésta, la vía férrea, así que había bulla de trenes, de tranvías y de gente etc.
Ramón recuerda que un día estando él en la calle pasó un “trolley” (carro de ferrocarril
movido por hombres), donde iban unos hombres. El les pidió que lo llevaran, uno de los
hombres decía que no, pero otro decía “pero si él quiere ir y además ya vamos a
regresar”. Así que lo llevaron, el niño no sabía ni para donde iban. Llegaron al
cementerio y ahí dejaron el cuerpo de un hombre muerto que llevaban en el trolley, y en
realidad regresaron inmediatamente y bajaron a Ramón enfrente de su casa. Nadie se
enteró de su ausencia. Ramón dice que había unos soldados siempre cuidando de la
casa, pues su papá era el Administrador de Rentas y de Aduanas. Yo me imagino que
los papás tal vez se confiaban en que de estos soldados algunos cuidarían de los niños.
Ramón dice que una vez unos muchachos ya mayores le dijeron: “venga a ver lo que
hace su hermanito” y lo llevaron a él y a Hernán a su casa, ahí le dieron a Hernán un
vasito de licor y Hernán se lo tomó de una vez como lo habría hecho antes. A ellos les
extrañaba mucho eso. A Ramón le parece que no lo volvieron a hacer. En ese tiempo
Ramón hizo un amigo a un muchacho tal vez de unos dieciséis o dieciocho años; él le
enseñó a nadar cuando Ramón se lo pidió y una vez le regaló una estrella de mar que a
Ramón le gustó mucho, pero al llevarla a la casa Doña Anita le dijo que esas estrellas
traían mala suerte y le dijo que la tirara de nuevo al mar. Como le dolería al niño el verse
privado de su linda estrella, este amigo también le regaló a Ramón un cayuco, yo me
imagino que también lo instruyó en cómo manejarlo pues un buen día él y Hernán
salieron remando el cayuco y se alejaron mucho mar adentro, los tuvieron que ir a traer
con el guardacostas. Parece que ellos habían oído hablar de Belice de que era muy
lindo y que se ganaba mucho dinero, por eso algunos de los adultos creían que para allá
se dirigían. Ramón no recuerda nada de este incidente. Elías Zamra quien era como de
la edad de Ramón y en aquel tiempo vivía también en Puerto Cortés, al encontrar a
Ramón, ya los dos adultos en Tegucigalpa, le decía haciendo el gesto con la mano
como de regaño “¿Te acuerdas cuando te querías escapar a Belice?” Pero Ramón no
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recuerda ningún comentario ni consecuencia en la casa, por lo que yo me imagino que
los padres lo tomaron como una aventura infantil. Ninguno de los padres era severo y
los niños gozaban de sus juegos y escapadas sin temores y con mucha libertad, sobre
todo aquí en este puerto. El amigo de Ramón desapareció pronto y cuando ya vivían en
San Pedro Sula, Hernán llegó un día diciendo que había visto al amigo de Ramón
limpiando el empedrado de la calle. Ésta era tarea de los que caían presos.
Dice Ramón que la imagen de sus hermanas y la de Oscar en este tiempo es algo
borrosa. Argentina parece que era muy quieta, solo recuerda Ramón que tenía una
amiguita de apellido Jaquier de la que decía era sofisticada y algo dramática, Marinita
debe haber tenido más de 4 años y Oscar más de 2. El pequeño Ramón hacía lo que
era normal a sus 8 años, buscaba amigos y aventuras fuera de la casa. Sin embargo las
enseñanzas del padre sobre honradez, honestidad, integridad ya estaban internalizados
en su hijo. Ramón recuerda la rifa de un piano de esta manera: parece que cuando la
familia se iba a trasladar a San Pedro Sula, Doña Anita decidió donar un piano que era
de Argentina para que lo rifaran y que el producto de la venta de boletos ayudara a una
escuela católica o a un convento o algo así por este estilo. A la hora de la rifa pusieron a
Ramón a sacar los papelitos con los números de una canasta o de una caja, con las
instrucciones secretas dadas por la Mamá y la tía Amelia de que no sacara hasta el final
uno ya marcado, pues ese marcado era el de las monjas a quienes ellas querían que les
quedara el piano. Ramón fue sacando los papelitos uno por uno y alguien leía el papelito
en voz alta y al oír su número los dueños desilusionados se ponían muy tristes. ¡Llego el
momento culminante, sólo faltaban dos números, había expectación y suspenso! Las
monjas sin saber lo del secreto tenían esperanzas de ser las ganadoras, lo mismo el
dueño del otro número. Ramón saca el último número, el ganador; y el piano fue a dar a
manos del señor Molina, hermano de Zoelita. Ramón dice que su conciencia no le
permitió hacer algo que él creía malo e injusto, igual que lo hubiera creído su padre. La
tía Amelia estaba de visita donde los Alcerro Castro. Ramón cree que en ese tiempo ya
estaba viuda de Don Antonio Silva, quien era un buen fotógrafo de profesión y como
ellos no tuvieron hijos les enseñaron a los niños a llamarlo Papaíto Toño. Papaíto Toño
había muerto en Tegucigalpa y las fotos que Ramón vio de la tía Amelia cuando estaba
de duelo le impresionaron, pues ella estaba vestida de negro con medias negras,
sombrero negro con velo que le cubría la cara. En el tiempo en que vino a visitarles a
Puerto Cortés, Ramón recuerda que la tía era además de muy linda, alegre, muy social
y emprendedora. En esos días tomó parte en la organización de una kermés para
recaudar fondos para alguna buena obra, esta es la primera vez que Ramón oyó la
palabra kermés. La hicieron en el parque y había música, juegos, también rifas,
refrescos y también multas para colectar más dinero.
Mientras en Puerto Cortés, Ramón también recuerda que a veces el tren iba cargado
de racimos de bananos y los ayudantes regalaban los racimos pequeños descartables a
los muchachos que estaban en la calle. A Ramón le encantaba recoger bananos. A
propósito de regalos, el doctor había dado órdenes estrictas en su casa de que no se
debían recibir manzanas, peras o cualquier otra cosa que mandaran los oficiales o
empleados de la compañía frutera. El era un empleado muy recto y no permitía que
nadie creyera que estaban comprando favores. A los niños, claro les hubiera encantado
todas esas frutas.
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A Ramón desde pequeñito le han encantado los libros y una vez que le dieron un
dinero se fue a la “Librería Celano” del señor Carmelo Celano. Esta librería era
magnífica y tenía un buen surtido de libros. Me imagino a Ramón ojeando, viendo,
leyendo hasta que encontró lo que quería, un libro sobre Cristóbal Colón, el que releyó y
guardó por muchísimos años. Ramón me cuenta que Rosinda, su media hermana, vivía
no muy lejos de ellos y que su familia con frecuencia se cambiaba de lugar buscando
estar cerca de los Alcerro Castro.
De las familias de Puerto Cortés, Ramón recuerda la familia de Don Chando Rosales,
a Jacobo Cerrato y su hija Molly, a don Juan Cáceres, hermano de Don Julián R.
Cáceres, quien fue Embajador de Honduras en Washington. Años más tarde Don Julián
y su familia fueron muy amigos de Ramón y después también míos. Recuerda a los
Culotta, a Joaquín Mendoza, al doctor Mejía Lobo, a José María Castillo, a Don
Alejandro Banegas, también recuerda a los dueños de algunas tiendas y hoteles como a
los Estape, Coindet, Cosenza, a Don Ramón González, quien tenía una fábrica de
gaseosas y un señor Appenzeller, quien vendía materiales de construcción, madera y
láminas de zinc.
Una vez su papá lo mandó a comprar estampillas, al regresar del mandado su papá
no estaba en la casa, entonces Ramón le dejó una nota diciéndole que le dejaba el
vuelto y la “estampias”.
Al regresar el doctor, complacido notó el mensaje y con gran tacto le enseñó a
escribir la palabra correctamente. Una vez su maestro llamó a su mamá para decirle que
el alumno iba bien en todo pero que tenía mala letra, la madre contesto que así era la
letra del papá. Todas esas experiencias y aventuras en Puerto Cortés serían muy pronto
solo un recuerdo, pues de nuevo tenían que dejar este otro lugar donde los niños parece
que tenían más libertad, donde la vida porteña era más informal y donde hay más
aventuras cerca del mar. Así que vienen más cambios, más despedidas, más tristezas al
dejar escuelas y amigos. Y para Doña Anita otra temporada de mucho que hacer.
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CAPITULO VIII
EL DR. ALCERRO Y FAMILIA A SAN PEDRO SULA.
HADA MARINA Y MUERTE DE DOÑA BASILIA CASTRO DE ALCERRO.
En el año 1927, la familia de nuevo tiene que empacar y prepararse para el traslado
a San Pedro Sula, donde consiguieron una casa en el centro de la ciudad. Ya San Pedro
Sula era una ciudad de gran desarrollo. El doctor Alcerro Castro tenía la decisión de
dedicarse a su profesión y a su familia. Abrió su práctica privada y logró que la familia se
estabilizara por unos años. Aquí Ramón continuó su escuela primaria sin interrupciones.
Hizo su tercer grado en la escuela Ramón Rosa, él recuerda a muchos de sus maestros:
a don Enrique Medina y a Don Abrahán Mejía Z., éste era hermano de don Benjamín
Mejía Z., quien era gran amigo de la familia, don Benjamín fue el padre de dos grandes
amigos de Ramón, Gabriel A. Mejía y Héctor Mejía López. Don Mincho casado con
Doña Maruca Colindres, quiso que Ramón fuera el padrino de su hijo menor Rodolfo.
Para este tiempo ya Ramón era un profesional; también recuerda Ramón que Lico Bude
fue su compañero en tercer grado, no sabe porque se pelearon y Lico le araño la cara
que se le infectó y la molestia le duró por muchos días. Este Lico fue el padre del
famoso Lico, futbolista del que enviudó mi sobrina Emma Bonilla.
En cuarto grado su maestro fue don Enrique Pineda y en el quinto don Abrahán Mejía
Z. Ramón tuvo la suerte de terminar la primaria en la misma Escuela Ramón Rosa
donde estuvo por 3 años consecutivos. Él dice que no recuerda muchos detalles de este
tiempo, yo atribuyo esto a las muchas tragedias que se vinieron sobre la familia. Fue
una suerte que en esta ciudad también encontraban muchos amigos y parientes que los
acogieron con cariño. En San Pedro Sula vivía su tío y padrino don Ángel Matute, con su
esposa Doña Emma y sus hijas Yolany, Ondina, Gaby y Emmita. Todavía no había
nacido Andy y parte de esta familia era Luís Dominich Puig, hijo natural del tío Ángel.
Con estas primas Ramón sigue teniendo buena relación. También llegaron a San Pedro
Sula el tío José, y sus hijos Víctor y José y sus hijas Olga y Leda; el tío Leonidas
también vivía allí, le parece a Ramón que ellos venían a trabajar con el tío Ángel en una
carnicería. Los tíos Raúl Matute y Abrahán Romero Matute también estaban en San
Pedro Sula así como Doña Enriqueta de Valenzuela y sus siete hijos, Florinda, Lila,
Olga, Quetia, Enriqueta, Corina, Marina y Chito. Doña Queta era prima de Doña Anita.
Hermanas de Doña Queta eran Pancha y Nanda a quienes mencionamos en La Ceiba.
A todos los seis hijos de Doña Queta los conocí yo en Los Ángeles cuando al llegar a
esa ciudad en 1961 las reencontró Ramón, las visitábamos y ellas venían a nuestras
reuniones. Chito vivía en Tegucigalpa y hasta nuestro regreso en el año 77 lo conocí,
Chito es médico y tiene una esposa muy linda llamada Gloria María Urquía y unos hijos
que son muy estudiosos. En San Pedro Sula estaba también Rosinda, media hermana
de Ramón, hija del doctor muchos años antes de casarse. Ella, su madre Doña Eulogia
Martínez y una hermana de ésta son las que siempre hemos dicho que han estado
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cerca de la familia. También encontraron ahí otra prima de Doña Anita, Doña Otilia de
Spilbury.
El Comandante de Armas era su tío el General Arturo G. Matute, él, su esposa
Juanita McLiberty y sus dos hermanas vivían también ahí, eran parte de la extendida
familia. Por el lado Matute, Ramón tenía varios tíos generales y políticos que militaban
en el partido liberal. El abuelo don Andrés Matute Vallecillo también era General de los
muy cercanos al Presidente Luís Bográn. El General Andrés Matute como militar no
participaba en ningún partido. Ramón guarda un retrato tomado en 1892 después del
cuartelazo del General Longino Sánchez. En esa foto está: 1. el Presidente Bográn, 2.
Eduardo Salignac, 3. Vicente Williams, 4. Carlos F. Alvarado, 5. José María Reina, 6.
Horacio Villavicencio, 7. General Andrés Matute (“El Pando”) 8. Ramón Zelaya Vigil, 9.
Santos Bardales, en ese tiempo Comandante de Armas en Amapala. Así que por un
lado, Ramón tenía a sus tíos Matute, generales muchos de ellos, guerreros y grandes
liberales y por el otro lado, Ramón tenía a su papá, hombre de paz y de letras y también
muy importante en el partido nacional. Cómo influiría en el pequeño Ramón vivir en
medio de generales y hombres de armas y por otro lado el padre en el partido opuesto.
Oscar y Mario, sus hermanos, se hicieron liberales identificándose con los Matute del
lado de la madre. Ramón como en otras cosas, se identificó con el padre que era
nacionalista, pero Ramón fue pasivo, nunca participó en nada y mucho después fue uno
de los fundadores del Movimiento Nacional Reformista, que buscaba los mejores
caminos para Honduras, incluyendo la conciliación y la apertura de la mente hacia la
unidad, en su bandera incluyó el color rojo siendo por tanto una bandera azul, roja y
blanca. Después de eso no volvió a participar en política hondureña.
Hasta que surgió el Partido de Innovación y Unidad, bajo el liderazgo de su gran
amigo el Dr. Miguel Andonie Fernández.
La abuela Mama Nila llegó a San Pedro Sula a acompañarlos y a ayudarlos. Así que
el pequeño Ramón siguió encontrando como en los otros sitios, parientes adultos que
les dieron mucho cariño y muchos primos con los que posiblemente jugaba y se divertía.
Al principio la familia vivió en una casa en el centro donde tenían como vecino a don
José R. López, y este tenía un hijo llamado Salomón y que fue muy amigo de Ramón y
de Argentina. También no estaba lejos la casa de don Toño Bográn. Con el tiempo,
Doña Anita pensó que ya era tiempo de comprar una casa y con lo que ella había
economizado de los gastos, más un préstamo que le hizo la señora Bustamante,
compraron la casa cerca del Boulevard Morazán y de donde está hoy la estatua de Paz
Barahona. Aquí tenían de vecina a la señora Bustamante. En esta casa vivió la familia
hasta que dejo San Pedro Sula en 1932, pero la familia ya estaba incompleta. Al lado de
esta casa había una casita de madera que el doctor empezó a pagar para que Ramón
tuviera su clínica en el futuro, pero no acabó de pagarla quizás porque pronto tuvo que
moverse a otro lugar.
SAN PEDRO SULA
Aún en los años 30, San Pedro Sula se consideraba como una ciudad pujante. Fue
fundada por El Adelantado don Pedro de Alvarado el 26 de junio de 1526. Es la segunda
ciudad del país y es llamada la Capital Industrial. En los años 30, cuando la familia
Alcerro Castro vivió ahí, ya había elegantes edificios y era también famosa por la
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hospitalidad de sus habitantes. En el presente sigue creciendo y se ha convertido en el
imperio industrial de la costa norte. Como fue fundada en un precioso valle, sus calles
son anchas y rectas y muchas pavimentadas desde los años 30. Tiene un comercio
activo y sus tiendas y almacenes están bien surtidos. Las zonas residenciales tienen
una arquitectura variada y atrayente y sus casas tienen todas las comodidades. Había
desde entonces hermosos parques, famosos por la frondosidad de sus árboles y la
variedad de pájaros que alegraban a toda hora.
San Pedro Sula tenía buenas comunicaciones con sus vecinos pues sus carreteras
eran buenas. Su agua potable era de buena calidad y hasta había un hipódromo amplio
donde los mejores caballos nacionales y extranjeros competían en las carreras.
También tenía un exclusivo centro social donde las mejores familias sampedranas
celebraban sus variadas y distinguidas fiestas. Ya entonces tenía muchas escuelas
primarias y varios centros educativos de enseñanza secundaria. Contaba con un campo
de aterrizaje y con una pista para juegos atléticos. San Pedro Sula ha sido también
famosa por sus alrededores y sus grandes arboledas aun en medio de la ciudad. Ha
sido cantada como la ciudad de los laureles y como la ciudad de los zorzales. Aquí el
doctor Alcerro Castro contribuyó de muchas maneras al bienestar de sus habitantes y a
la belleza de la ciudad.
HADA MARINA Y MUERTE DE DOÑA BASILIA ALCERRO
Hada Marina nació en la Ceiba el 14 de febrero de 1923, fue una niña muy precoz y
muy dulce como su madre, tenía facciones finas, ojos grandes y la tez morena, era llena
de alegría y simpatía. Por ser tan deseosa de aprender fue a la escuela desde los cinco
años, pronto aprendió a leer y a gozar en su escuela. Como las niñas en general, ella
fue muy pegada y mimosa con su papá. En ese tiempo había muchos parásitos
intestinales y cada cierto tiempo se les daban a los niños medicina para limpiarlos de
lombrices. Esto lo hacían por lo menos una vez al año. Era tiempo de que a Marinita le
dieran su medicina, mandaron a la farmacia a comprar tal medicina, que contenía
Santonina. Todas las medicinas y sobre todo ésta, iban seguida de una dieta estricta, ya
que se consideraba peligrosa, hacía dos días que Marinita lo había tomado y pensaban
mandarla a la escuela al día siguiente.
Me imagino yo a Doña Anita yendo a acostar a la niña, arreglándole la ropa que se
pondría al día siguiente y dándole los besos de buenas noches y diciéndole que tenía
que levantarse algo temprano para ir a su escuela. Se creía que ya estaba bien, pero a
la mañana siguiente lo horriblemente inesperado ocurre, cuando Leonor va a despertar
a la niña, la encuentra que no se mueve. Ya no se despertaría jamás. La niña murió en
la noche, se quedó en su sueño con la tranquilidad y la dulzura de un ángel, voló al cielo
el 7 junio de 1928. Me duele el alma y se me ruedan las lágrimas al imaginarme el dolor
de sus padres, su desesperación, su impotencia. Yo creo que sí no hay dolor que se
compare a la muerte de un hijo y más en esa edad en que solo ha habido dulzura y
ternura, un amor sin ambivalencias, el alma se desgarra de dolor. ¿Y los hermanitos?
Me imagino su dolor y su confusión al ver a los padres trastornados por el sufrimiento y
sus penas. Por dicha, el temple estoico del doctor debe haber ayudado a calmar las
angustias de Doña Anita y de los niños.
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A calmar la desesperación de Doña Anita, sobre todo al especular sobre lo que hizo
daño a la niña ¿Fue algo que comió? El Santonino era peligroso si se ingerían grasas,
¿o fue que la medicina estaba mala o arruinada? Y cuantas más torturadoras preguntas.
Los periódicos y los radios de San Pedro Sula dieron la infausta noticia y pronto la
casa se llenó de parientes, de amigos y de flores.
En las fotografías que yo he visto de Marinita muerta, la tuvieron arreglada en su
camita cubierta de velos blancos y rodeada de flores y con una diadema en su frente, se
miraba como un angelito dormido. A la hora del entierro la pusieron en su cajita blanca.
La niña tenía apenas 5 años y 3 meses y medio. Al sacarla de la casa sus compañeritas
de escuelas compungidas y tristes estaban haciendo valla en la calle.
Ésta fue la primera vez que el pequeño Ramón se enfrentó con la muerte, tenía solo
nueve años cuando perdió a su hermanita alegre y juguetona.
Un año después de su partida, su padre escribe en el periódico local al publicar una
foto de la niña:
“Pon, adorada hijita, el hueco de tus manecitas para recoger el copioso llanto de tus
tan angustiados padres, para quienes el tiempo de tu partida, no hace menguar su dolor
y esta fecha sirve para darte un beso espiritual, volcando sobre tu loza que cubre tus
materiales despojos, lágrimas y flores y anhelos de volverte a tener en nuestros brazos y
recibir tus besos y caricias con tus hermanitos. Nuestro buen Dios te retiene con los
demás angelitos a su lado y algún día remediará el mal del utilitarismo que logró
arrancarte de entre nosotros. San Pedro Sula 7 junio de 1929”.
Aquí el doctor nos hace ver que según él, la medicina vendida en la farmacia estaba
mala. Si yo siento furia al escribir, no es difícil imaginarse la indignación que debe haber
embargado a los padres y al resto de la familia. Otra vez Ramón tiene que ser testigo
del sufrimiento de la madre y esta vez también presencia el dolor del padre, agregado a
su propio dolor al perder a su hermanita.
El 8 de junio de 1929, casi al año exacto de la muerte de la niña, viene Mario al
mundo, él sería el consuelo de los acongojados padres quienes buscaron el nombre
más cercano a Marina para bautizarlo, si hubiera sido mujercita le hubieran puesto
Marina. Les pareció que el nombre escogido era más conveniente que Marino.
Muere Doña Basilia Castro de Alcerro.
Doña Basilia se casó con don Jerónimo Alcerro, quien murió muchísimos años antes
y ellos tuvieron varios hijos; el doctor Alcerro Castro era el menor y tenía sólo 7 años
cuando su papá murió. Poco después de eso también murió su hermano Atanasio.
Desde niño el Dr. vivió la experiencia de los duelos seguidos. Parece que la parca
quiere probar la fortaleza espiritual del doctor Alcerro Castro y en abril de 1930, le
avisan de La Paz que su madre está muy grave. Vuela a su lado y permanece con ella
varias semanas hasta que expira el 10 de mayo de ese año.
¡Qué de dolores y angustias! Pero su gran fortaleza le ayuda a seguir con sus
obligaciones y el cuidado de su familia. La muerte de su adorada madre lo anonada,
pero tal vez lo prepara para otro dolor que se avecina.
El Diario “El Marino” de Mayo 16, reportó así la muerte de Doña Basilia Alcerro:
“Sensible fallecimiento”. En la ciudad de La Paz, falleció la estimable señora Doña
Basilia Castro, viuda de Alcerro, madre de nuestro distinguido amigo el licenciado
Ramón Alcerro Castro. Tal acontecimiento que ha venido a enlutar un hogar por todos
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conceptos honorabilísimo, nos ha producido intenso dolor como si fuera nuestro, dados
los vínculos de amistad que nos unen con el licenciado Alcerro Castro, a quien de
manera muy especial le hacemos presente nuestra condolencia, deseándole cristiana
resignación”.
El pequeño Ramón no tuvo mucho contacto con su abuelita de La Paz, pero sufrió la
tristeza de su padre y la separación por algunas semanas cuando estuvo allá cuidando
de ella y dándole sepultura.
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CAPITULO IX
MUERTE DE DOÑA ANITA DE ALCERRO CASTRO.
Otra tragedia también inesperada sacude la familia en 1930, apenas dos años
después de la muerte de Hada Marina y unos meses después de la muerte de la
abuelita en La Paz, Doña Basilia, sufre Doña Anita una enfermedad violenta que la
arranca cruelmente de los brazos de su esposo y de sus cinco hijos.
Así es como escribe el esposo sus últimos días: “Ligeros detalles”.
“Minutos antes de las 10 de la noche del 25 de octubre de 1930, Anita fue atacada de
violenta enfermedad y fueron llamados los Doctores Jacinto Alfaro y Román Bográn
pero sólo se pudo obtener la llegada del doctor Alfaro a la interrupción del teléfono del
doctor Bográn.
Alfaro inmediatamente empezó a trabajar cuidadosamente logrando una ligera calma,
por lo cual se ausentó como a las doce y media de la noche. La enferma continuó mal y
a la mañana siguiente concurrió el doctor Bográn y de acuerdo con el Dr. Alfaro se llamó
al doctor Presentación Centeno. Seguían los tres médicos luchando. Dispusieron
consultar con el eminente clínico de esta ciudad el doctor Miguel Paz Barahona, quien
practicó examen de la enferma y recogió datos que los otros médicos le suministraron.
Se le insinuó la idea de llevarla al hospital de la Tela Railroad Company, pero por
tratarse de un caso de tratamiento médico resolvieron que por el momento no era
preciso.
El martes 28 de octubre indicado, aprobaron el traslado a Tela, el cual se hizo en
aeroplano por la gravedad del caso y el estado de postración de la enferma.
Internada en el hospital que dirige el notable doctor R.V. Nutter, después de 5 días
empezó a obtenerse mejoría y a tenerse esperanzas de salvarla.
Continúa así en alternativas y aunque la enfermedad principal se dominó, su
organismo había sido cruelmente minado y una anemia intensa se fue acentuando hasta
el grado de hacer imposible regresarla a San Pedro Sula.
De manera repentina el mal se aumentó y el lunes 24 de noviembre, a las nueve
menos cinco minutos de la mañana exhaló su postrer aliento la que en vida fuera
bondad y simpatía. Su rostro con su palidez mantuvo sus perfiles de belleza y simpatía.
Descanse en paz”.
La enfermedad fue una infección que se le fue a los riñones y se los paralizó. Cuando
hubo que llevarla a Tela, nos imaginamos la angustia de la familia, la desesperación del
esposo y el temor de los hijos mayores, Argentina tenía 13 años y nuestro Ramón solo
12 años. Ramón recuerda que se sentía desolado e inmensamente triste. Recuerda que
la preocupación de la madre eran sus hijos y que cuando la llevaban al aeropuerto hacia
Tela repetía angustiada “Mis hijos, mis hijos, cuiden a mis hijos”. Mario apenas tenía 1
año de edad, Hernán 10 y Oscar 5 años.
Al llegar la noticia de la muerte de Doña Anita, los diarios y los radios divulgaron la
noticia y la casa empezó a llenarse de nuevo de parientes, amigos y de flores.
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Dice Ramón que en la casa se quedó con ellos la Mama Nila, madre de Doña Anita,
y que ella lloraba en silencio. Entre todos se pusieron a arreglar la casa para recibirla.
A mí se me deshace el alma de dolor al imaginarme el inmenso dolor callado de mi
Ramón. Me lo imagino tratando de ser valiente para no asustar a los pequeños y no
agravar más la inmensa pena del padre.
Doña Anita tenía apenas 39 años estaba en lo mejor de su juventud y belleza
femenina. Los diarios de todo el país sobre todo los de Comayagua donde ella nació, los
de La Paz, Puerto Cortés, La Ceiba, San Pedro Sula y Tegucigalpa reportaron su
enfermedad, su viaje a Tela y el desdichado desenlace el 24 de noviembre. Y luego de
su funeral que conmovió a la nación entera, siguieron por muchos días lamentando la
partida de tan preciosa y querida dama, los telegramas, las cartas, tarjetas y flores que
seguían llegando.
Un año después, para el primer aniversario de su muerte, el doctor mandó a publicar
un folleto “In Memorian”, tenía la fotografía de Doña Anita, una ligera historia de su
enfermedad (la que yo copié al principio), con todos los mensajes recibidos, con la
publicación de los radios y revistas etc., donde se nota la consternación que causó su
muerte.
La familia era muy estimada y respetada y Doña Anita fue admirada y querida por su
bondad, simpatía y por su belleza.
He leído los cientos de mensajes de todos los rumbos del país, Centro América, de
Cuba, de Belice, de Nueva Orleáns, Washington, de Miami, de Nueva York. Mensajes
de Presidentes, ex Presidentes, candidatos a la presidencia, altos oficiales políticos y
religiosos, así como de desolados parientes y amigos que al unísono claman su dolor,
de tantos conocidos, de sus hermanos masones, etc. Fue un duelo grande y
consternación general. Entre los muchos mensajes de condolencia en los diarios del
país, copio los siguientes:
(1.) “El Marino” de Puerto Cortés, 26 de noviembre de 1930.
“Doña Anita de Alcerro Castro muere en el hospital de Tela. No fue posible que la
ciencia salvara la existencia de la que en vida fuera Doña Anita de Alcerro Castro.
Cuando la esperanza se había prendido como una flor milagrosa en el corazón de los
suyos, la eterna segadora de vidas se acercó y de un solo soplo apagó la luz magnífica
de sus ojos. Dormida se quedó entre la angustia y el dolor de su esposo amantísimo y
los caros pedazos de su alma, que hoy se interrogan y profundizan lo inescrutable de la
vida ante lo inexorable de la muerte.
Ella fue en la vida la radiante alegría de un hogar formado al calor de sus virtudes,
amparado por el cariño de su esposo y de sus hijos.
Fue luz esplendorosa llama viva y perenne que ardió como el sagrado fuego de las
Vestales, purificado y modelado por su ternura y con la gracia divina, sentimientos y
afectos hogareños. Ánfora espiritual, llena de exquisita simpatía para todos los que la
admiraron y supieron apreciar los raros tesoros que anidaba en su alma bondadosa. Así
paso Doña Anita en la vida, regando por doquiera las rosas blancas de la amistad y las
rosas benditas de la sinceridad. Dormida se quedó. Su cuerpo yaciente en el túmulo
funerario, era una flor despetalada en una mañana de invierno. Una media sonrisa
desleía en sus labios violáceos que antes fueron una pincelada de vida, nos dijeron su
postrer pensamiento, pensamiento recogido para su esposo, para sus hijos, para su
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madre, para sus hermanos y para todos los que tuvimos la dicha de llamarnos sus
amigos.
Descansa ya en la fosa recién abierta. Lágrimas, dolores, pesares y amargura en el
lugar desolado, es lo único que queda y el recuerdo imperecedero de todos los
elementos sociales que hoy sienten el desaparecimiento de la buena amiga, de la mujer
y de la madre que fue modelo de virtudes.
Consuelo para el amigo y para el hermano Alcerro Castro. Sea fuerte, que su espíritu
sólo tenga bendiciones para ella que fue su compañera en la vida y que seguirá siendo
desde lo alto donde ha de estar sentada a la diestra de Dios Padre”. Escrito por
Heriberto Castillo.
(2.) ‘El Norte’ de San Pedro Sula, 25 de noviembre de 1930.
“Nota dolorosa de la Sociedad Sampedrana. Muerte de Doña Anita de Alcerro
Castro. Informábamos constantemente desde que enferma cayera la que se llamó Doña
Anita de Alcerro Castro, “El Norte” registró en sus columnas con la constancia debida, el
informe de su estado. Hemos consignado ayer la frase de que la ciencia médica había
pronunciado su fallo adverso al reducto de esperanzas que jamás abandona el ánimo de
los miembros de quien cae en quebrantamientos de salud. Era aquella una especie de
adiós en vida que dábamos a la dama gentil que fuera en su trato social.
Definitiva despedida: Trasladada que fue al hospital de Tela, Doña Anita, bastante se
hizo dentro de las órbitas factibles a las capacidades humanas para darle un algo más
de existencia. Continuó su enfermedad con alternativas de atenuaciones. Pero ayer a
los 8:55 A.M. en su tallo describía una parábola la flor, parece besar la tierra mientras de
la corola escapaba en olas de garza nacarada el perfume que Varo encierra en vasos
primorosos Paráclito, emperador de las blancuras.
Hora de arribo: Fue embalsamado en Tela el cadáver de la recordada señora Alcerro
Castro, los amigos y la familia, rodearon inmediatamente a los dolientes para serles
útiles de alguna manera. Acto seguido de terminar los trabajos de cirugía en un carromotor se trajeron los mortales despojos, llegando a esta ciudad a las 3:00 P.M. Vidal
Leopoldo Mejía.
(3). “El Diario Nacional” de San Pedro Sula, el 26 de noviembre de 1930:
Inhumación “Ayer a las 4 de la tarde fueron inhumados los restos mortales de Doña
Anita Matute de Alcerro Castro en el Cementerio General de esta ciudad. El cortejo
fúnebre fue numeroso, formando parte las personas de todas las clases sociales de esta
población. Para la procesión fúnebre al Cementerio General circularon varias
invitaciones entre ellas la del Comité Departamental Nacionalista, otra de la Logia
Masónica Eureka, número Dos. Una de la Directiva del Colegio José Trinidad Reyes y
otra de la Sociedad de Abogados”.
Una de las oraciones fúnebres en el Cementerio General a la hora del entierro fue
hecha por don Antonio B. Raquel y dijo así: “Señores vengo aquí con el corazón
adolorido a acompañar en su duelo al amigo, triste misión de llegar al recinto de los
muertos a despedir al que se va para no volver. Vengo a dar la despedida eterna a la
que ayer nomás se adormeció en sueños de juventud, a la que ayer nomás era una
esperanza; a la que en la vida brindó su amor a su amante compañero siguiéndole por
la vida en mutua protección. Ya las células de su cerebro no se agitan; ya su cuerpo no
siente frío ni calor porque duerme el sueño tranquilo de la muerte, dulce y sosegado.
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¿Quién de nosotros señores no ha sentido esta pena? ¿Quién de nosotros no
volverá al punto de partida a pagar el tributo a la madre tierra de donde originamos?
Dicen que en el Gran Todo nada se pierde. Si eso es verdad; nada se muere, ¿Si es
verdad si nada se muere?, si solamente se sufre transformación en el gran laboratorio
Universal; si es cierto que a las almas les es permitido revestirse de nueva forma, tal vez
la de ella la veamos revolotear en mariposa o volar como ave del paraíso o quetzal.
Mientras suena nuestra hora, deposito sobre tu fosa, Anita, este puñado de tierra en
donde crecerán las blancas margaritas del recuerdo, regadas con el llanto de tus
deudos, desecho el corazón. He dicho”. Antonio B. Raquel.
Yo creo que hay tres momentos que son los más duros y dolorosos en un duelo,
primero es cuando la vida se escapa y sentimos como que la nuestra se quiere ir detrás,
el segundo es cuando se saca el féretro de la casa y el tercer angustioso momento
horroroso, es cuando tenemos que dejarlos solos en el cementerio y regresar a la casa
ya sin ellos pero llenos de recuerdos.
Ramón recuerda cuando rezaron los nueve días en la casa, me cuenta también que
por un año usaron la banda negra en la manga de la camisa o del saco y una foto de su
madre en la solapa del saco indicando dolor y pérdida. Mi Ramón se quedó sin madre.
Por dicha la fortaleza ya demostrada de su padre hizo que la familia siguiera unida,
Mama Nila también se quedó con ellos por mucho tiempo. Los humanos somos
maravillosos, nos reponemos de los golpes más duros y fatales y estos dolores nos
enseñan a tener más compasión y amor hacia nuestros semejantes, esto lo demostró el
Doctor Alcerro Castro a través de su vida y yo creo que Ramón heredó de su padre esa
compasión, esa bondad y su amor a la humanidad.
Yo he visitado la tumba en San Pedro Sula. La de Marinita tiene un ángel de mármol
y en la de Doña Anita la lápida tiene la cara de ella también en mármol, hecha en Italia
por un artista.
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CAPITULO X
SEGUNDO MATRIMONIO DEL DOCTOR ALCERRO CASTRO
RAMÓN EMPIEZA SU SECUNDARIA.
En 1931 un año después de la muerte de Doña Anita, el doctor alentado por su
suegra Mama Nila, empezó a pensar en buscar una nueva esposa que también fuera
una buena madre para sus hijos, Mario tenía apenas año y medio cuando murió su
madre. ¿Y quién mejor? le sugiere Mama Nila ¿que la tía Amelia? Ella estaba viuda por
varios años y sin hijos. ¿Quería a los hijos de su hermana Anita como si fueren suyos?
Es Doña Amelia la escogida, quien se convierte en la nueva esposa y madre de sus
hijos.
Ya hemos dicho en otro lugar que la tía Amelia además de ser muy guapa era muy
agradable. Ramón me dice que fue muy dulce y muy buena con él. Le ayuda en sus
proyectos de escuela y el lugar volvió a ser más normal y más alegre. En este tiempo
Ramón ya era un jovencito de trece años, Argentina era la mayor. Los otros tres eran
muy niños.
Con los nuevos cambios políticos la familia de nuevo vuelve a la capital a
establecerse. Con la tía Amelia, el doctor tiene otro hijo a quien bautizaron con el
nombre de Milcíades Ángel; pero el bebé se enfermó y no pudieron salvarlo. Cuando
apenas tenía seis meses murió. Fue otra dura pena para la familia. A esa edad los niños
ya son más activos y empiezan a jugar, él debe haber traído mucha alegría al hogar y
por lo tanto fue muy duro perderlo. Un bebé es algo tan especial y nos hace ser más
tiernos y amorosos, me imagino el gran dolor de sus padres y de sus hermanos.
Me dice Ramón que la tía Amelia era la sexta hija de su abuela Mama Nila y que la
mayor era la tía Rosita de las mujeres y el mayor de todos era el tío Andrés, heredero
del nombre del Abuelo Andrés Matute, después de él fue que nació la tía Rosa y
después Doña Anita. Luego nació el tío Ángel y le siguió la tía Amelia. La tía Nila fue la
última. La tía Amelia, me repite Ramón, era bonita, también pequeña como sus
hermanas, delgada. En contraste con su hermana Doña Anita que tenía facciones finas
clásicas, la cara de la tía Amelia era más bien redondeada, quizás más Matute que
Avilés. Recuerda Ramón que la tía Amelia era vivaz, rápida y ágil, su voz era de tono
más fuerte y más notorio que el suave y asedado de su madre. Ramón dice que él
encontró a la tía Amelia siempre muy dedicada a su nuevo hogar, a su esposo y a los
niños. Mientras tanto Mama Nila seguía viviendo en la casa y con Doña Amelia los niños
tenían dos mamás. No se le había ocurrido, dice Ramón, el porqué no la llamaban
Mamá o Mamá Amelia, tal vez dice que era el hogar muy apegado a las cosas claras y a
mantener el status-quo. Dice Ramón que, “mi mamá había sido mi mamá y mi tía era mi
“Coco Mela”. Ya era eso, yo no la sentí nunca como el estereotipó de la madrastra. He
venido a saber no hace mucho tiempo que como que Oscar y Argentina no la sentían
tan cerca como yo. Tal vez yo estaba más cercano a la posibilidad de una mamá amiga.
No tengo idea ahora de qué pasó con su relación con Hernán. No se me viene nada que
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me haga pensar que Hernán cambió cuando vino mi Tía Amelia poco tiempo después
de la muerte de mi mamá. Había sido Hernán, el hijo que había tenido actitud menos
sumisa que los dos mayores, Oscar y Marina. Esta falta de sumisión de Hernán parece
que fue más notoria allá por sus tres o cinco años. Ya en San Pedro Sula era el buen
estudiante, era citado como muy capaz, mis papás estaban muy orgullosos de él. Mario
era un bebé cuando murió mi mamá y mi tía Amelia se dedicó a él con cariño y
atención”. Ramón dice: “Argentina y yo fuimos muy sumisos, muy callados posiblemente
retraídos en la casa. Éramos buenos estudiantes y dedicados pero no andábamos
haciendo demostraciones de nuestras emociones. En cambio Hernán era más abierto,
más expresivo, más exigente en su individualidad y un tanto rebelde. Marina en su corto
paso por la vida fue activa, alegre, simpática, participativa, era el deleite de mi padre.
Durante la vida de mi mamá, Oscar debe haber sido bien portado, le tocó muy cerca la
muerte de Marina, el embarazo de mi mamá y luego el nacimiento de Mario. Año y
medio después de la muerte de nuestra madre, no había tensiones que yo recuerde en
la casa y Oscar se relacionaba con los vecinos y parientes, adultos y niños.
Hernán en su tristeza de adolescente y de adulto y tal vez sin que lo supiéramos
también de niño era el portavoz de la emoción de la familia que según la época
expresaba en formas diversas. En unos versos escritos en 1950 y que a mí me gustan
mucho, sobretodo porque nos hacen saber del lazo seguramente silencioso y mustio
que nos unía y que él hace parecer tan significativo como de seguro era en el fondo, él
nos recuerda también la muerte de nuestros padres. Se llama el poema:
“Epístola Fraternal”:
HERMANOS:
HOY LA RUEDA NO ES COMO ERA ANTES;
FALTAN USTEDES CUATRO, Y NUESTROS PADRES MUERTOS.
¡QUÉ SOLA ESTÁ LA MESA!- SIN USAR LOS CUBIERTOS
SEMEJAN COSAS VIEJAS SERVIDAS A FANTASMAS
QUE VIAJAN EN EL ÉTER, BUSCANDO SIN REPOSO
EL HILO DESVAÍDO DE PLÁTICAS PASADAS,
TEJIDAS EN LA AMABLE QUIETUD DE LA CASONA.
HERMANOS, HOY LA RUEDA NO ES COMO FUERA ANTES
¿RECUERDAN A LA MADRE SONRIENDO BONDADOSA
CON LA SONRISA CLARA DE SU BELLEZA PURA?
¿Y AL PADRE FUERTE Y SERIO, ZURCIENDO LOS CONSEJOS
EN LOS PAÑALES BLANCOS DE NUESTRAS VIDAS NUEVAS?
YO SIENTO LA NOSTALGIA QUE EN BRUJA FANTASÍA
ME TRAEN AQUELLAS HORAS DE GARRULLA ALEGRÍA:
DEL ARCO CORRETEANDO BAJO SOLES DE FUEGO,
DE LA MUÑECA GRANDE DE YESO Y PORCELANA
QUE UN DIA SE ROMPIERA LOS BRAZOS, DE LA HERMANA LLORANDO POR
TAL FIN;
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PARA ACORDARME LUEGO
DEL CIRCO QUE FORMAMOS HACIENDO DE PAYASOS,
DEL COLEGIO QUE GUIARA NUESTROS PRIMEROS PASOS
HACIA LA RUTA DENSA DE ABIERTO PORVENIR.
Y SIENTE O LA AMARGURA DE LAS SEPARACIONES:
PRIMERO FUE LA MADRE, SIEMPRE BUENA;
LA ANGÉLICA, LA HURAÑA, LA DULCE NAZARENA,
LA QUE TUVO FULGENCIAS DE LUCERO FUGAZ,
Y SE PARTIÓ TEMPRANO PARA NO DESPERTARNOS
Y SE MARCHO SINTIENDO LA ANSIEDAD DE DEJARNOS
PARA SIEMPRE JAMÁS.
Y DESPUÉS MURIÓ EL PADRE, COMPRENSIVO Y SERENO,
SE FUE PAUSADAMENTE, ALTO Y GRANDE; MÁS LLENO DE UNA HUMILDAD
PROFUNDA Y JOCUNDO PENSAR.
Y SE ROMPIÓ LA LIGA. QUIZÁS EN ALGUNA HORA,
PASAJERA Y CONSPICUA VOLVERÁ AQUELLA AURORA
DE ESTAR LOS CINCO HERMANOS ABRAZADOS EN HAZ;
PERO HABRÁ CINCO CIELOS DE DISTINTOS FULGORES,
CINCO HORIZONTES LLENOS DE PASIÓN Y DE AMORES
QUE NO SERÁN LOS MISMOS DE LOS DÍAS DE ATRÁS.
POR ESO OS HE ESCRITO TRAYENDO LOS RECUERDOS
ASIDOS DE LA MANO;
PARA QUE ESTEMOS JUNTOS SI QUISIERA EN EL ESPACIO,
PORQUE LA RUEDA AHORA NO ES COMO ERA ANTES,
Y FALTAN VUESTRAS RISAS PERDIDAS O DISTANTES
JUGANDO CON LAS BRISAS SOLEADAS DEL AYER”.
(Escrito el primero de abril de 1950,- Hernán murió el 14 de Enero de 1952, en
Tegucigalpa.)
RAMÓN EMPIEZA SU SECUNDARIA
Como la familia siguió viviendo en San Pedro Sula por otros años, aquí empezó
Ramón su secundaria cuando apenas tenía 12 años en el Colegio de Secundaria el
José Trinidad Reyes, cuyo Director era el Profesor Justo R. Spilbury. Ramón recuerda
entre sus muchos compañeros y compañeras a Sara Nuila, Sara Austin, América Riera,
Eugenia Fernández, Moisés Handal, Bienvenido Miselen, quien era el mejor estudiante,
recuerda a Héctor Torres, José Antonio Bobadilla, Gustavo Adolfo Paredes “Fofo”, Toño
Guillén, Alcides Vega, Rodrigo Barahona, Miguel Ángel Rivera y José Antonio Núñez.
Con algunos de estos compañeros siguieron hasta el tercer curso.
Tuvo algunos compañeros de colegio, no de curso, que fueron sus amigos, algunos
para toda la vida, como Abrahán Riera y José Jacinto Moreno. Los dos se hicieron
médicos y se establecieron en Tegucigalpa como lo hizo Ramón. Otros amigos del José
Trinidad Reyes fueron: Manuel Castillo (Memón), más tarde doctor de mucha fama en
California y donde Ramón y él reanudaron su amistad, Queco Inestroza, Ramón Y
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Gustavo Carías Donaire, María Joaquina González, Blanca Canahuaty y cuantos más
que también fueron sus amigos.
Dice Ramón que cuando estaban en tercer curso aparecieron los Milla Bermúdez,
Paco y Juanillo. Yo creo que llegaron de Gracias, los dos fueron famosos por guapos;
también llegó Pepe Navas de la Ceiba. De sus maestros Ramón recuerda que Don
Perfecto H. Bobadilla le enseñaba gramática y raíces griegas y latinas del castellano.
Conrado Bonilla era el Profesor de Inglés. Don Julián R. Cáceres quien fue más tarde
Embajador de Honduras en Washington y siempre distinguió a Ramón con su amistad,
fue Profesor de Moral e Instrucción Cívica. Francés les enseñaba el señor Lubbe. En
Gimnasia e Instrucción Militar su maestro fue el Capitán Bennett. La clase de Dibujo la
daba don León Aragón. Anatomía, Fisiología e Higiene el Doctor Cecilio Funes. Profesor
de Matemáticas fue primero el Alférez Don Herlindo Reyes y después don Jorge Pinto
en Álgebra. En Geografía de Honduras La Profa. Manuela (Melita) Suazo. Don Perfecto
H. Bobadilla les daba en tercer curso Geografía Universal y Comercial.
Ramón fue siempre un estudiante aventajado ya que su mayor ocupación fueron
siempre los libros. Por ser estudioso y disciplinado se ganó el respeto y aprecio de sus
maestros y de muchos de sus compañeros.
San Pedro Sula fue el lugar donde la familia Alcerro Castro se quedó por unos años
aún después de la muerte de Doña Anita. Como hemos visto, en este lugar la familia
tuvo grandes pesares pero también tuvo alegrías. Ramón terminó el tercer curso en el
Instituto José Trinidad Reyes. En este tiempo además de los compañeros de curso y
compañeros de colegio tuvo muchos otros amigos y este grupo siguió expandiéndose
durante las vacaciones cuando ya estudiante de medicina venía a San Pedro Sula a
veces acompañado de su gran amigo Ramiro Andino. También volvieron los dos otras
veces ya graduados de médicos. Los amigos de este tiempo que recuerda Ramón son:
Las hermanas Cabus Eliza y Cármen, Tulita Bográn, Gracielita Bermúdez, Reneé Corty,
Diana Pérez Estrada. Recuerda también a la Nena del Río, a Amy Panting, a Liana
Alfaro, a Elenita Solís y sus hermanas, a Toño Bográn, a Salomón López, a Abrahancito
Bueso y a Edwin, Gustavo Panting y a Elsi Panting, a Mito y a Toña Collier, a Oscar y a
Iris Ulargui, a Teodoro y Lito Rodríguez Banegas.
Cuando Ramón vivía en la casa que compró su mamá, una vecina de apellido McKay
fue una de sus amigos.
Había otra familia Talbott Aguiluz, que era muy cercana a la familia Alcerro Castro, ya
que la madre era de Comayagua. De sus hijas con la que más relación tuvo Ramón fue
con Cata. Yo la conocí. ¡Tan simpática!
A muchos de los compañeros y amigos de Ramón yo los conocí en San Pedro Sula
en una corta temporada invitada por los López Rodezno, los Girbal y los Cobos. Conocí
a Carmencita Cabús, fui amiga de Doris Nuila, de los Guillén, de Lina Sunseri, amiga de
los Bográn, de Don Toño, de los Paz, hijos de Doña Titina. Elsi Panting llegaba a
Marcala cuando era esposa de Chema Urbizo, su hijo Delmer tendría unos 8 años
entonces.
Chema le decía tía a mi madre pues el parentesco era muy cercano por el Urbizo;
con Delmer y su linda María del Cármen hemos sido amigos en Tegucigalpa.
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San Pedro Sula es una ciudad encantadora, de gente amable, gentil, hospitalaria y
muy alegre. Mientras en San Pedro Sula, además de sus muchas ocupaciones, el doctor
Alcerro Castro fue nombrado como Magistrado de La Corte de Apelaciones. En 1930
llegaron ahí dos primos por el lado Alcerro, Don Adán Suazo Alcerro y don Policarpo
Castillo Alcerro, dos maestros que encontraron trabajo durante la famosa depresión de
esos años, ya que en esta ciudad la crisis era mucho menor que en otras ciudades.
También llego la niña Adelina, maestra y hermana de Policarpo. Ella también consiguió
trabajo en la oficina de telégrafo de la que era Jefe don Rubén Bulnes, gran liberal. Esto
era en tiempo de Mejía Colindres. En esta ciudad terminó Ramón su tercer curso de
secundaria pero luego tuvo que trasladarse con la familia a Tegucigalpa, por razones
que pronto explicaremos.
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CAPITULO XI
EFECTOS DE LA POLÍTICA EN 1932
REGRESO A TEGUCIGALPA
INSTITUTO NORMAL CENTRAL DE VARONES
A principios de 1932, el General Carías Andino quien desde que se retiró en 1924,
estaba viviendo en su casa de campo en medio de los frondosos bosques de Zambrano,
empezó a ser visitado por sus fieles correligionarios, que le recuerdan, cuanta gente
arrastró en las elecciones que le escatimaron sus contrarios y tratan de convencerlo,
(digo yo, como si necesitaba ser convencido) de que él es el candidato ideal para llevar
de nuevo al poder a su gran partido nacional.
El General Carías aceptó la candidatura en la convención del partido y escogió como
su Vicepresidente al Ingeniero Abraham Williams Calderón.
El doctor Alcerro Castro desde San Pedro Sula, apoyó la candidatura de Carías y con
el Profesor Vicente Cáceres empezaron una efectiva campaña por toda la costa norte.
También Heriberto Castillo, muy amigo del Doctor Alcerro Castro, hace campaña por el
General Carías en la costa norte.
El partido liberal lleva como candidato al “León de liberalismo”, Ángel Zúñiga Huete, y
así los viejos contrincantes vuelven a medir sus fuerzas. Muchos creyeron que
“Changel” como le decían en la campaña, sería el candidato ganador pues el partido en
el poder era el Partido Liberal con el Dr. Mejías Colindres, como Presidente saliente.
La campaña se desarrolló y fue dura pero en las elecciones del mes de octubre del 32,
el candidato por el Partido Nacional, el General Carías Andino y el General Williams
Calderón ganaron las elecciones.
De nuevo los liberales inconformes se levantaron en armas y este acto fue llamado
en la historia como “la revuelta de las traiciones”.
Mi padre en ese tiempo era Diputado al Congreso Nacional y me contaba como sus
mismos correligionarios, sus generales, amenazaron la seguridad del Presidente
saliente doctor Mejía Colindres, quien por supuesto se oponía a la revuelta y mi padre
me contó también como él, Bonilla Contreras y el profesor y Coronel Toribio López
Vásquez acompañaron al Presidente hasta que tomó el avión para Puerto Cortés; ellos
querían cuidarlo para que no sufriera daños, ya que se rumoraba que querían
asesinarlo.
En esta elección el doctor Alcerro Castro salió electo como Diputado por el
Departamento de Cortés, al igual su gran amigo y correligionario Heriberto Castillo.
De nuevo el Doctor tendrá que regresar a la capital
Mi padre me contó también que él fue uno de los comisionados para ir a la casa del
General Carías a entregarle el decreto de la elección. En este tiempo, como dijimos, el
General vivía en Zambrano. Después de que recibió el decreto invitó a la Comisión del
Congreso para una copa de champán al día siguiente en la casa de don Tomás Alonso,
padre del doctor Edgardo Alonso. Papá dice: “ahí nos reunimos y cuando el General
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Carías tomó su copa se sentó a mi lado y me dijo que yo sabía que él era mí adversario
político, pero que era mi amigo personal y agregó algo como esto: ‘Vea Bonilla, yo
deseaba que el triunfo de mis partidarios no fuera motivo de dificultades para el país. Mi
deseo era que marcháramos en armonía, hasta pedí a mis amigos que se abstuvieran
de hacer manifestaciones que molestaran a los adversarios, pero ya ve usted los
militares del liberalismo se levantaron en armas y entonces he tenido que echar manos
de ciertos hombres y ya la cosa no será como yo había pensado’”, esto, dice mi papá,
era como disculpándose por lo que vendría.
Para la gente de la que echó mano el General Carías, no valía el que mi padre fuera
su amigo. Mi padre pensó entonces llevar nuestra familia a Santa Rosa de Copán y
luego a El Salvador.
Los emigrados a los países vecinos se turnaban según el partido que estuviera en el
poder, era horrible.
A pesar de los esbirros de los que se valió el General Carías, él puso orden en el
país y desterró las montoneras en las montañas llamadas “revoluciones”.
REGRESO A TEGUCIGALPA
Ya hemos dicho que el doctor Alcerro Casto salió de nuevo electo por el partido
nacional en las elecciones que llevó al poder al General Tiburcio Carías Andino, ésta
vez el Doctor representaría al Departamento de Cortés.
La familia tuvo de nuevo que ser trasladada a la capital. Quizás éste es el momento
apropiado de que hable de Tegucigalpa en ese tiempo y algo de su historia.
TEGUCIGALPA
La Capital de Honduras fue fundada en 1578, como un campo minero, la fama de sus
minas de oro y plata atrajo a los colonizadores, siempre interesados en los preciosos
metales. Hay quienes insisten que Tegucigalpa quiere decir cerro de plata en el lenguaje
indígena. Su primer alcalde, Don Juan de la Cueva, fue nombrado en 1579, y el poblado
fue designado como “Reales Minas de Tegucigalpa”.
En 1762 obtuvo el título de “San Miguel de Heredia”; en 1821 fue elevada al
distinguido rango de ciudad.
El primer Congreso de la República de Honduras estableció en decreto de 1824, que
las dos ciudades principales, Comayagüela y Tegucigalpa, alternarían como Capital del
Estado. No fue hasta en la administración del Presidente Marco Aurelio Soto en 1854,
que la capital fue trasladada definitivamente a Tegucigalpa. En ese tiempo Tegucigalpa
era considerada la ciudad más pintoresca de Centro América con un magnífico clima,
con una topografía irregular con subidas y bajadas, rodeada de montañas con unos
pinares maravillosos, regada por dos ríos de regular caudal, el Río Grande que lo
separa de su ciudad gemela Comayagüela y con la que se comunica por un puente de
mampostería tan magníficamente construido que ha resistido las frecuentes embestidas
de las grandes corrientes enfurecidas. En 1898 se dispuso que la Capital fuera formada
por estas dos ciudades, manteniendo cada una su nombre y sus municipalidades.
La Capital se enorgullece de haber sido la cuna de grandes estadistas y notables
patriotas como: Dionisio de Herrera, El Canónigo José Trinidad Reyes, José Trinidad
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Cabañas, José Santos Guardiola, Marco Aurelio Soto y muchos más; además fue cuna
de hombres ilustres de las letras y de las artes.
A esta bella ciudad llegó de nuevo la familia Alcerro Castro en 1933.
Yo no conocí la Capital hasta en 1942, en que fui a hacer mis dos últimos años al
Colegio María Auxiliadora. Creo que todavía entonces poseía los encantos de los años
treinta. Era una ciudad preciosa, limpia con muchas calles adoquinadas y algunas
todavía empedradas. Encantadora con sus callejuelas y pasajes angostos. El doctor
Walter había construido casas muy lindas en el cerro de La Leona con portales de hierro
y altos balcones, a mí me parecía que estaba en otras tierras. Al finalizar las empinadas
gradas que salen de la Calle la Fuente, vivía Doña Chelina Bonilla y su familia, allí vine
yo por esos dos años cuando estaba estudiando y tenía que subir y bajar esas gradas
que me parecían inmensas, yo las subía por lo menos dos veces al día. En la cima
estaba el bello parque La Leona tan elevado que era un mirador perfecto, había ahí,
muchas palmeras exóticas y una gran pista para patinar. El Barrio Buenos Aires era otro
cerro poblado con hermosas casas y tenía grandes arboledas. La vida social y comercial
se desarrollaba alrededor del Parque Central, donde había un kiosco para conciertos y
muchísimos árboles frondosos que atraían muchos pájaros, sobre todo en las horas del
atardecer. El centro de la ciudad era algo encantador, con la imponente Catedral a un
costado del Parque Central, el Hotel Honduras con sus acogedores corredores al otro
costado, el Banco de Honduras, La Casa Soto y otros atractivos edificios que
enmarcaban esa parte y eran admirados por la elegante arquitectura colonial.
Del Parque Central salían las llamadas Calles del Comercio que se extendían hasta
el Puente Mayol. Ahí se podían admirar los edificios de las oficinas de Santo Soto y
otras hermosas casas comerciales, que ahora, restauradas, albergan las farmacias
Torres Fiallos los laboratorios Unión, Agurcia y Mendoza y al otro lado de la calle la
Plaza de la Merced, que por muchos años albergó la Universidad Nacional y también el
Instituto Normal Central de Varones, donde terminó Ramón su bachillerato.
Había en la Capital otras iglesias y además varios centros sociales, ya que siendo la
sede del Gobierno y de las Embajadas Internacionales, su actividad política y social han
sido intensas. Además de las reuniones y fiestas familiares, hay recepciones,
conferencias etc. Dicen que a principios del siglo, para celebrar la Independencia, la
Capital se engalanaba desplegando inmenso fervor patriótico. Se colgaban gallardetes y
banderas en los balcones. El pabellón nacional ondeaba en parques, terrazas y azoteas.
La Banda Municipal después llamada Banda de los Supremos Poderes, recorría la
ciudad tocando música marcial. Los primeros directores de la banda fueron Don Carlos
Hartling, el Profesor Leonidas Rodríguez y Don Francisco R. Zelaya. El tradicional
concierto de fin de semana tenía lugar en el kiosco del parque central, donde las familias
y autoridades se reunían a deleitarse con la música que les traía recuerdos o con
música de moda que gustaba a los jóvenes. Yo recuerdo que en los años cincuenta
todavía había conciertos que entonces eran en El Picacho, donde la música se
mezclaba con el rumor de los pinos. A Ramón y a mí nos encantaba llevar a los niños a
este lugar donde era como trasladarse a un mundo maravilloso.
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La población de Tegucigalpa, en el tiempo que la familia Alcerro Castro regresó, era
como de 65 mil habitantes y cuando nosotros vivimos ahí, ya casados, había subido a
más de 75.000.
Los hombres de negocios y de letras tenían varios sitios de reunión, unos en el
parque, otros en el Hotel Honduras y los políticos platicaban y conspiraban en el Hotel
París en Tegucigalpa y en La Magnolia en Comayagüela.
Había variedad de hoteles, restaurantes y por lo menos cuatros cines, varios
colegios, universidades, tiendas y almacenes de variados productos. Había por lo
menos cuatro mercados, varios bancos y los edificios del gobierno, entre los que
sobresalía la casa presidencial, una verdadera joya arquitectónica con su fachada estilo
morisco que le daba especial atractivo a la Capital. Dicen los entendidos que el encanto
urbanístico a principio de siglo consistía en la uniformidad de sus techos entejados que
daban la monocromía agradable. Parece que fue en los años 50, que vino la ola
modernizante que sin considerar la tradición cultural empezó a cambiar la cara de
Tegucigalpa. ¿En dónde se quedó la joyita enclavada entre montañas y pinares? ¿Qué
se hicieron los pinares? Aún antes de que el huracán Mitch casi destruya la ciudad, ya
miraban muchos a nuestra capital como una ciudad agonizante. ¡Qué de destrozos hace
el llamado progreso!
INSTITUTO NORMAL CENTRAL DE VARONES
Cuando Ramón llegó a Tegucigalpa en 1933, la familia se estableció en una casa
cómoda en el centro de la ciudad y a cuadra y media de la Casa Presidencial y del
parque Central. Vivían al lado los Medina Planas y al otro lado estaba el edificio de la
Administración de Rentas y eran también vecinos don Toño Rosa y su esposa Maruca.
Ramón describe así: “En este entonces no había primos Matute, pero pronto llegó a
estudiar Armando Inestroza Matute, hijo de Mama Sola, él venía de Tela y se quedó en
nuestra casa, ahí llegó a estudiar Chandito Rosales Abella que vivió también con
nosotros, él era hijo de los grandes amigos de nuestra familia Don Lisandro y Doña
Cinthya, quienes vivían en Puerto Cortés. Yo no creo que estos estaban allí al mismo
tiempo pues la casa no era tan grande para acomodar a mucha gente. También llegaron
en algún tiempo y por pocos días mi tío Arturo y su esposa Juanita McLiberty. El tío
Arturo como muchos de los tíos Matute, era del partido liberal y además era General.
El gobierno estaba interesado en hacer llegar a Honduras una época de paz y se
sospechaba toda actividad que, como en el pasado, pudiera servir para organizar
grupos revoltosos. Sospechando que el tío Arturo pudiese estar entre esos líderes de
grupo, lo reconcentraban a la capital y quizás lo tenían algunos días en el Cuartel San
Francisco. Posiblemente había sucedido algo parecido cuando la familia vivió en La
Ceiba, me parece que el tío Arturo estuvo con nosotros en alguna ocasión cuando le
ponían al tío la ciudad por cárcel. Creo que algunas veces pudo haberse quedado en
casa de la tía Adela, quien era su hermana de padre y madre”.
De todas maneras, en la vida de Tegucigalpa todos estos contactos eran ventajosos
para la vida de Ramón, como lo fueron también las visitas donde Judith Alcerro Bonilla.
Judith y Clemencita eran hijas naturales del famoso Abogado y Diplomático Pedro H.
Bonilla con la señora Clemencia Alcerro. Don Pedro era tío de mi padre y Doña
Clemencia era tía de Ramón, resultando que Judith era prima de Ramón y de mi Papá.
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Judith ya casada con el apreciable señor Elías H. Suazo, quien era el Telegrafista de la
Casa Presidencial, vivía ahí con sus dos hijos, Gustavo y Jerónimo, más tarde médicos.
A la casa de Judith llegaron a estudiar Oscar Melghem y Evenor Bonilla Arellano. Mi
hermano, ahí los conoció a los dos, Ramón después de un tiempo.
Ramón me dice: “la salvación al aislamiento estaba en la educación, en el colegio de
San Pedro, en el Instituto Normal de Varones, en Tegucigalpa, aún cuando se
respiraban ya en ese entonces los nuevos aires del control puesto por el nuevo
gobierno. El Presidente, el General Carías, había estado él mismo en muchas revueltas
y sabía cómo se organizaban. Ahora su estrategia era no permitirlas. Prevención e
intervención rápida y decisiva. En los colegios la disciplina era rígida. Se exigieron
uniformes y después arreos a lo militar, sobre todo para la banda y en los desfiles, el
Director del Instituto era Don Vicente Cáceres, quien estaba en todo detalle de la vida
del colegio. Este tenía un anexo pequeño para estudiantes de magisterio, y muchos
padres preferían tener internos a sus hijos si ellos vivían en otros pueblos o porque
querían un control disciplinario que no se podía tener en sus casas”.
La Esperanza. En los años 1937 a 1940, cuando yo estudié en el Instituto Normal de
Occidente de la Esperanza, mi experiencia fue muy similar a la que estaba teniendo
Ramón. Las niñas usábamos uniformes blancos y los de los varones eran iguales a los
del Instituto Normal de Varones en Tegucigalpa. Don Rodolfo Z. Velásquez era copia
exacta de Don Vicente Cáceres, sólo que tal vez más exagerado. Nos tenían a todos los
alumnos como si estuviéramos en un internado, tenía espías por todos lados y si un
varón pasaba un libro o un lápiz a una de las alumnas era motivo de expulsión.
Recuerdo que a una magnífica alumna en uno de los cursos superiores, la expulsaron
porque Mario Mejía Arellano, en ese tiempo su enamorado, le regaló un perfume para la
Pascua, pero a Mario no lo castigaron. Tuvimos una disciplina militar, el portón se
cerraba a las siete de la mañana y muchas más reglas severas, pero haciendo cuenta
de los alumnos de ese tiempo, todos crecimos a ser seres disciplinados, buenos
estudiantes y casi todos triunfamos en nuestras vidas. Gracias Don Rodolfo.
Me imagino que lo mismo ocurrió con los compañeros de Ramón.
Continúa Ramón contándome:
“...y se llegó el día en que principiaron las clases. Se asignaron los grupos de
alumnos a los diferentes salones de clases. Se dieron explicaciones sobre los edificios y
sobre la conducta que se esperaba de los alumnos. En cuarto curso, había tres alumnas
también uniformadas, estas eran, Zulema Canales Zúñiga, Olga Rivas Montes y Ritza
Weitnawer. Es posible que Ritza haya llegado cuando yo ya estaba en quinto curso.
El alumno Ricardo Alduvín, muy brillante y de fuerte personalidad, excelente en
matemáticas, se notaba que era el líder de la clase anterior y ahora pasaban al cuarto
curso. Ricardo había padecido severa infección de poliomielitis en su niñez temprana,
tenía grandes dificultades para caminar pero se desplazaba a todas partes, a veces
apoyándose en otros y había aprendido a nadar”. Sin proponérselo, parece que Ramón
se fue haciendo notable en las clases, se formó un grupo como de oposición a que el
pasado siguiera sin modificaciones. Había un grupo de buenos estudiantes que se
hicieron mis amigos.
Sigue Ramón:
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“No declarada como tal, fue una bancadita solidaria sobre todo con Abrahán y
Jacobo Riera de Omoa, César Cabrera de la Esperanza y de Gracias Jesús Octavio
Cáceres Lara. ¡Éste era ya maestro de escuela y ya había trabajado en su profesión,
pero al triunfar el Partido Nacional se vino a pie, portando un rifle y llegó a Tegucigalpa!
Quería hacerse Bachiller y seguir la carrera de leyes pero parece que necesitaba dos
cursos más en el Instituto y aquí hizo sus cuarto y quinto cursos. Octavio era gran
admirador de mi padre, a quien iba a escuchar en las sesiones de Congreso Nacional. Y
al conocerme a mí, le agradó mi compañía y se hizo del grupo de mis amigos que se
reunía a estudiar en nuestra casa”. Ramón sigue diciendo “Teniendo estos amigos e
inmerso en mis estudios, ya no me importaba que viviéramos en una ciudad cerrada con
casas pegadas unas a las otra con una pared común entre las dos por un lado y por el
otro. Encontrada mi nueva ruta y su estructura ya no se interrumpió y hoy a las once de
la noche del 31 de mayo del 2003, ya llevo varias horas respondiendo a Tanchis sus
preguntas sobre mis años de pubertad y adolescencia. Sigo entre papeles y libros
tratando de mantener una parcial práctica médica a los casi 85 años.
No aprendí a jugar. En San Pedro Sula me inicié en el fútbol y por unos días me
incentivé y me inicié en la segunda fuerza del Maratón. Muchachitos acercándonos al
deporte, creo que iba con José Bobadilla y me iban a adiestrar en la posición de
defensa. Pero este fue un fugaz sueño, nada de esto en Tegucigalpa ni después, mi
cuerpo sin estímulo de todos modos se estiró y no me quedé un hombre chiquito, sin
llegar a la estatura física de mi padre. Estudiar y descansar y después estudiar, trabajar
y descansar. Los cursos cuarto y quinto pasaron en esa forma y éramos unos
veintinueve o treinta en la clase, Antonino Contreras Melara era uno de ellos. He
platicado con él recientemente y dice que tiene la lista completa de los del quinto curso.
La obtendré pronto. Me dicen que la salud de Nino ha deteriorado mucho últimamente,
cuando estuve en Tegucigalpa en Enero del 2003 hablé con él y por mis carreras no
pude ir a verlo ni a recoger la lista. De todas maneras aquí están los que yo recuerdo:
Ya he hablado de las alumnas: Zulema Canales, Ritza Witnawer y Olga Ribas, también
he mencionado a César Cabrera, Abrahán Riera y Octavio Cáceres Lara, a Ricardo
Alduvín, también recuerdo a Armando Valenzuela, Federico (Lico Garay), Francisco
Mejía M., Carlos Alvarado, Simón Molina. Entre los profesores: Blanquita García nos
daba Inglés, Raymond de Thuin, Francés, Justo Gómez Osorio nos daba clases de
Castellano y en esta clase despertó en mí gran interés la etimología, con sus
enseñanzas sobre raíces mayas, azteca y toltecas del hablar hondureño, incluidas en el
Español. Contabilidad la daba Don Alfredo León Gómez, Química, el doctor Eduardo R.
Coello, Profesor de Física Don Luís Landa, Geometría y Trigonometría el Ingeniero
Miguel A. Ramos, de Educación Física el Teniente Esquivel, Filosofía el Profesor
Esteban Guardiola y en Historia don Félix Salgado. En el quinto curso, don Chilo
Colindres nos dio clase de Literatura, y los muchachos hicieron un verso que decía
‘Barquichuelos son del Nilo, Los zapatos de Don Chilo’, como muestra de
endecasílabos”.
Septiembre 02-03
Nino Contreras murió hace tres semanas. Todavía el día antes de morir preguntó a
su sobrina Gloria Bonilla de Sánchez, quien es también mi sobrina, pues Munda,
hermana de Nino y Eve, hermano mío, se casaron y Glorita es hija de ellos. Como
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decía...le preguntó a su sobrina si había mandado a Ramón la lista que le dio a ella para
que se la mandara. Nino fue un miembro muy querido de mi familia y un compañero de
Ramón con quien siempre que se encontraban hacían bromas de ese tiempo sobre los
compañeros de curso. Aquí está la lista que Nino mandó: Ramón Alcerro Castro,
Antonino Contreras Melara (Marcalino). Zulema Canales, Olga Rivas, Ritza Weitnawer,
Abrahán Riera Hota, Jacobo Riera, Armando Valenzuela Strever, Andrés Fortín, Víctor
López, Mario Valenzuela, Evaristo Zúñiga, Ricardo Alduvin, Fausto Varela, Doroteo
Varela, Carlos Alvarado, Raúl Garay, Víctor Padilla, Ángel Porfirio Sánchez G.,
Francisco Mejía M., César Cabrera. Ramón tiene en la lista también a Federico Garay,
Simón Molina, Joaquín Bustillo, alguien de apellido Girón, Valery Valenzuela. Ramón
tenía la lista sólo de los compañeros de curso, pero Nino agregó también otros
compañeros y amigos de otros cursos.
Se acabó el Bachillerato, ahora hay que alistarse para la Universidad.
Según el titulo del “Departamento de Instrucción Pública de Honduras, C.A. se
confirió el Título de Bachiller en Ciencias y Letras a Don Ramón Alcerro M. Eso sucedió
el 23 de febrero de 1935, habiendo hecho los estudios de Ley y obteniendo la
aprobación en el Examen General que sustentó ese día”. Ese departamento de
instrucción pública es ahora llamado Secretaria de Educación y es parte del despacho
de instrucción pública de la República.
Ramón recuerda que los examinadores fueron el Doctor en Farmacia Enrique Vivas
Monjil, el Ingeniero Medardo Zuñiga y posiblemente el Profesor Ramón Montoya. Dice
Ramón: “No tengo idea de cuánto miedo tenía al examinarme. Posiblemente esa mezcla
era tan grande para no querer darme cuenta de ello; o tan recubierto con la idea o la
experiencia de que siempre me había ido bien y que yo tenía mucha suerte.
El que fuera considerado como uno de los mejores estudiantes del Instituto no
contaba, porque tomar un examen, es siempre tomar un examen. Mi memoria es muy
extraña, ya a algunos se les había metido que era muy buena y esa fama aumentó en
los años siguientes. Lo que sí yo sabía era que podía entender rápidamente y
comprender conceptos o repetirlos bien al principio o cuando otros lo discutían y se me
hacían más claros los significados. Sí sé yo, y lo recuerdo bien, que nunca he podido
aprender versos, poemas o canciones y eso no ha cambiado. Para el examen del Himno
Nacional al graduarme, el Profesor Vicente Cáceres, Director de mi Instituto, quien me
respetaba y admiraba mucho, era el Examinador sobre el Himno y cuando me puso a
cantar alguna estrofa me temblaba la voz. ¡Qué sabía yo de cantar! De todos modos,
quien andaba tomando el examen era el muchachito uniformado como todos los demás,
medio famoso, algo juguetón a quien le gustaba divertir a los demás, muy tranquilos y a
Soto Voce que se estaba graduando el menor de la clase.
Al llegar a la casa creo que mi tía Amelia pensó hacer una manifestación de alegría y
felicitación por el ‘Bachillerarse’. No sé si fue en la tarde o alguna cena, no recuerdo
mucho si llegaron los vecinos, no tengo mucha memoria de esto, es más como
imaginación. Al lado de nuestra casa vivía mi padrino Joaquín Mediana Planas y mi
madrina María, de seguro llegaron su hija Maruca y su esposo o tal vez Toño Rosa y
Doña Maruca, quienes eran también nuestros vecinos. Mucho más claro es que más
tarde de ese día, o al día siguiente mi papá estaba en su oficina y me llamó ‘Ramón’, si
señor contesté, y él dijo ‘¿Has pensado que vas a estudiar en la Universidad?’, le
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contesté ‘yo creo que Medicina’ y dijo mi papá ‘pues en ese caso ve a la librería del otro
lado de la calle, la Librería Cultura, el señor Lainez tiene cuatro tomos de la Anatomía
por Testut, que te la entregue, te vas a ir a La Paz de vacaciones donde la tía Fidelia. Te
llevas el primer tomo y empiezas a estudiar, así cuando principies las clases te va a ser
más fácil’. Pues muy bien, unos pocos pasos al otro lado de la calle, el señor Lainez
dice ‘si señor aquí están los cuatro tomos de la octava edición. ¡Lindísimos!
Probablemente yo sería de los pocos, si no el único, que tendría todos los tomos de una
vez de la última edición recién llegada a Tegucigalpa.’ El camino seguía trazado. Los
siguientes siete años estaban ahí para caminarlos. Ramón va a estudiar Medicina.
Dentro de siete años presentará su tesis para ser Doctor en Medicina y Cirugía. Ramón,
el mayor de los hijos varones del doctor Alcerro Castro. Argentina la mayor de todos ya
se había graduado de Perito Mercantil y Contador Público y estaba trabajando. Un año
después el que se graduaría sería Hernán, quien posiblemente querría estudiar Leyes.
Más allá vendrán Oscar y Mario”.
“Tanchis”, me dice Ramón “A usted se le hace difícil entender porque Argentina y yo
hayamos sido tan callados. La vida estaba ahí para vivirla en acciones preestablecidas,
sin tener nosotros mucho que decir, todo era dirigido y aparentemente inapelable.
Poníamos en acción capacidades presupuestas y demostradas para tener un sitio bien
determinado en la sociedad de la clase media profesional, con la visión de llegar a ser
personas profesionales, independientes, con capacidad para ganar lo suficiente para las
necesidades básicas de esa clase, sin nada de sobra, sin lujo, sin celebraciones,
austeramente. No hay mucho más de que hablar, respeto, honestidad, dedicación. De
ese Bachiller se sabe que había cumplido con los requisitos para el título y la seguridad
de la admisión a la Universidad. Un rol definido quien sabe desde cuándo. Quizá desde
que se casaron mi mamá y mi papá. Dada la constitución de la familia puedo
imaginarme que la abuela Mamá Nila lo celebraría. Militares en ese tiempo ya estaban
ahí. Sus dos hijos militares, grandes generales a tierna edad. Uno ya muerto, dicen que
una mujer celosa lo mató en el dormitorio. El otro, siempre en ascendencia. El General,
padre de sus hijos, muerto en un combate defendiendo su Gobierno. Ninguna de sus
hijas se casó con militares. Mi mamá se casó con un abogado, mi tía Nila con un
farmacéutico, mi tía Amelia con un artista en fotografía, mi tía Rosa con un profesor de
instrucción primaria. Ramón, que sea médico. Viviendo aún mi mamá, posiblemente
unos días antes de su enfermedad y muerte, los hijos y ella jugábamos en un “porch”
enfrente de la casa. Ella se mecía en el “swing” del porche. En el juego se hacían
preguntas y se disparaba una flecha que daba vuelta en el círculo de una pequeña
ruleta. La flecha se detenía en una respuesta. La pregunta de mi mamá fue ¿Me harán
feliz mis hijos? Y la respuesta fue: Sí, sobretodo el mayor. La mayor era Argentina, pero
yo era el mayor de los varones, posición importante en las jerarquías familiares de ese
entonces en nuestra cultura. Creo que a mi mamá y a mí nos alegró la respuesta que
nos dio la ruleta. En alguna misteriosa manera como que sabíamos que sería
haciéndome Médico. Nada hablado que yo tenga claro, comunicación no verbal.
Tanchis, como ya se lo he dicho muchas veces y lo repito por todos lados, yo creo
que nunca tuve una idea clara de mí mismo. Mucho más claro fue como me comporté al
ir viviendo y eso siempre me dio buenos resultados sociales y familiares: ser una buena
persona, bien portada, decente, honesta, dedicada, con una misión, con un trabajo
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definido, qué hacer para ser útil a la comunidad, con un liderazgo a aquello a lo que me
dedicara y sin ninguna mengua notable, y por otra parte, todas las de ganar en la familia
y la sociedad que crecía.
Dentro de ese papel, el motorcito capaz de hacer lo esperado y desde la juventud en
busca de quién soy y cómo soy. ¿Y cómo lograr encontrar eso donde está dentro de lo
anímico ese remedio contra el dolor interno, inexplicable y resistente? Hasta hace poco
es que he logrado sintetizar e integrar algo de lo que he ido encontrando a través de las
décadas de búsqueda, poniendo todo esfuerzo concebible.
¡Así pues va el nuevo cipote de 16 años, camino a La Paz, a meterse en la testa la
Osteología de Testut! ¿Estaban por ahí en La Paz los compañeros de cuarto y quinto
curso de Bachillerato, Fausto y Doroteo Varela? También llegó a La Paz, en las
vacaciones de marzo y abril, el también compañero Gustavo Adolfo Zuñiga, con quien
estudiamos en mi libro y continuamos su estudio en Tegucigalpa. La mamá de Gustavo
se llamaba Josefina y siempre fue muy cariñosa conmigo.
Las semanas en La Paz pasaron, posiblemente visité a las tías Lola de Castillo y
Margarita de Suaso y a las primas que vivían ahí, pero no por largos ratos.
Posiblemente esa vez vi más parientes y no sé si fue en estas vacaciones que conocí a
Napoleón Alcerro, pues yo esa vez visité a sus papás, Don Joaquín y Doña Laura
Alcerro. No sé tampoco cuando fue que Napoleón encontró unos huesos en el solar de
la casa donde vivían, posiblemente de algún muerto en las revoluciones de muchos
años atrás, él andaba feliz pues se acababa de graduar en Comayagua y empezaría
Medicina, con esos huesos él podía estudiar en su casa. Yo compré después unos
“buenos” huesos, buenos porque esos eran preparados para el caso en Tegucigalpa.
Tanchis: a su Ramón no le ha tocado ser gente corriente siempre las dos partes, la
exterior de los éxitos y la conocida del motorcito en busca de su alma. Besos de su
Ramón, el completo con su ayuda constante”.
La mayoría de estas notas Ramón las escribió y he preferido ponerlas así como él
me las entregó. Así como él se describe, conmigo ha sido siempre tan especial y yo
sentí su alma noble y llena de amor y por eso no me costó amarlo ni casarme con él al
mes de conocernos.
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CAPITULO XII
RAMÓN ENTRA A LA UNIVERSIDAD. SU GRADUACIÓN
Dice Ramón: “Y así fue que en mayo de 1935 los dos Alcerro: Napoleón y Ramón,
más otros treinta y tres alumnos estaban matriculados en la Escuela de Medicina y listos
para atacar las tres difíciles clases del primer año de Anatomía, Fisiología y
Parasitología.
De regreso de La Paz a Tegucigalpa seguí viviendo bajo la protección paterna y con la
dedicación de la aceptada tarea de ser buen estudiante de Medicina.
RAMÓN CON SUS COMPAÑEROS NAPOLEON ALCERRO Y EFRAIN OCHOA
En cursos superiores encontré otros compañeros, a Eugenio Matute Canisales,
Plutarco Castellanos, Antonio Rush, Jerónimo Suazo Alcerro, Octavio y Gaspar
Vallecillos, Carlos Portillo, Víctor Herrera Arrevillaga, Hernández (Picio), Carlos
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Vásquez. Tal vez ya habían terminado Napoleón Bográn y Odilón Renderos. Por ahí
andaba también Ramón Galeas. Ya en el segundo curso, encontré a Manuelón Castillo
(Memón), Benjamín Rodríguez, José Ramón Pereira, Manuel Bueso, Efraín Ochoa
Reina, Darío Coello, Juan Coello, Juan Montoya, Antonio Alduvín y Ramón Larios
Contreras.
Los que empezamos primer año creo que éramos treinta y cinco, destinados al
recorte a medida que subíamos a otro curso, la gran poda era en el primer año y la
segunda grande en el segundo curso. No era frecuente que los alumnos se retiraran
después del tercer año, pero muchos se quedaban retrasados llevando clases que
habían perdido hasta tener créditos suficientes para pasar al curso siguiente.
Recuerdo algunos de mis compañeros de primer año: A Gustavo Zuñiga, a Juan
Ramón Collart, a uno de apellido Gherhard, a Carlos y a Guillermo Bendaña, a Doroteo
y Fausto y Cecilio Varela, a los Alvarado Lozano, a un Martínez Augustinus, a Zulema
Canales Zuñiga, a Napoleón Alcerro, Abrahán Riera Hotta, a Ramón Nolasco, Daniel R.
Gómez, Rogelio Canelo y Ángel D. Vargas. Ahí por el tercer curso se nos unió Juan
Lara Zepeda quien había pasado los primeros años en México, y sin asistir a clases
decidió quedarse allá unos años más “aprendiendo costumbres” y después regresar a
Honduras y meterse en serio en la Escuela de Medicina en Tegucigalpa, en donde Juan
fue un excelente alumno.
De los aquí mencionado como mis compañeros de primer año, Collart se fue a seguir
sus estudios a México. Le volví a ver como cincuenta 50 años más tardes, vivía con su
esposa Consuelo Alvarado en Siguatepeque. (Consuelo Alvarado era una de las
muchachas preciosas que Tanchis recuerda de Santa Rosa de Copán. No supe más de
Gerhart. Chilo Varela se cambió a Leyes, lo mismo que Martínez Augustinus y los dos
Alvarado Romero. Zulema Canales se fue a México a terminar su carrera, allá se casó y
vivió por muchos años, regresando después a Honduras para ejercer su profesión.
Seguimos juntos hasta el final: los Alcerro, los Bendaña, Canelo, Gómez, Lara, Riera,
Vargas y Zuñiga y terminamos el ultimo año en marzo de 1942.
Juan Lara Zepeda y yo hicimos nuestra lectura de tesis y recibimos el título de Doctor
en Medicina y Cirugía el 12 de junio de 1942. Solo tres meses después de terminar el
séptimo curso que era el último. El presentar la tesis en tan corto tiempo nunca se había
visto en los anales de la Escuela de Medicina. Juan Lara y Ramón habían preparado
sus tesis a lo largo del séptimo año de estudios. Hubo un poco de problema en su
aceptación porque en los prólogos de ambos, cada uno se atrevía a hacer algunas
críticas sobre la enseñanza recibida. El Decano Doctor Romualdo Zepeda nos aconsejó
expresarnos en otra forma, ya que con la redacción usada, lo que decíamos podía
interpretarse como viniendo de comunistas. Y así lo hicimos, aceptamos su consejo.
La tesis mía fue sobre Transmisión de la Sífilis de los padres a los hijos, la antes
llamada ‘Heredo-Sífilis.’ Era un trabajo más voluminoso que lo acostumbrado, con mejor
bibliografía y conceptos; con alguna estadística y con casos ilustrativos. Como se
presentaba la tesis a un Tribunal Examinador y en presencia del público generalmente
compuesto de estudiantes, médicos, otros profesionales, parientes y amigos invitados,
era un acto muy solemne, tenía lugar en el Paraninfo de la Universidad, frente al parque
José Trinidad Reyes. El tribunal discutía la tesis con los candidatos al doctorado y se
ponían a hacer preguntas sobre cualquier asunto, sobre los estudios de Medicina.
66
Generalmente, la discusión final era corta y después de un corto intercambio entre
miembros del tribunal se aceptaban las tesis. Después firmaban las actas preparadas
por el Secretario de la Universidad. El Rector de la misma generalmente estaba
presente. En el caso de la presentación de la tesis de Juan Lara Zepeda, que fue el
mismo día que la mía, el paraninfo de la Universidad estaba lleno. En el curso de la
presentación yo había explicado que la Sífilis infantil se transmitía directamente de la
madre al hijo por vía placentaria y había citado las palabras del profesor alemán que
había sido enfático en decir: ‘Das ist nicht keine sífilis das kinder ohne sífilis die mutter’.
Al terminar los actos formales los asistentes me felicitaron muy efusivamente y uno de
ellos, Médico que se había graduado poco antes, al darme la mano me dijo: ‘Que bien
hombre, te tiraste un latinazo.’ Juan Lara y yo quebramos la costumbre de que para la
graduación se usara levita y sombrero alto. Se nos permitió llegar con pantalón media
etiqueta y saco negro con corbata y sin sombrero ni bastón.
Mi papá que había regresado a Tegucigalpa desde San Pedro Sula, debido a una
grave enfermedad de la que logró salvarse con bastante recuperación que le permita
hacer su trabajo como Fiscal del Distrito Central, estaba muy feliz con el doctoramiento
en Medicina de su querido hijo e hizo una gran fiesta de graduación en el Hotel
Honduras, propiedad de su gran amiga de muchas décadas Doña Lupe Marín de
Membreño”.
Este es un resumen que hace Ramón de sus ocupaciones mientras estudiaba en la
Escuela de Medicina y unos años después:
a) Del Instituto Central de Varones le pidieron que diera la clase de Zoología y
después fue también Profesor de Anatomía, Fisiología e Higiene en el mismo instituto.
b) También por un año como Practicante Interno de Las Salas de Operaciones del
Hospital General San Felipe de Tegucigalpa, el Jefe era el Doctor Juan. Mejía.
c) Fue también por seis meses Interno de la Sala de Cirugía de Mujeres, el Jefe era
el Doctor y Profesor Salvador Paredes.
d) Fue Practicante Interno de la Sala de Medicina Interna y la de Tuberculosis
también por seis meses y el Jefe era el Doctor, Profesor Humberto Díaz Banegas.
e) Después, por un año del 1941 al 1942, fue Practicante Interno del Asilo de
Indigentes, Anexo al Hospital General San Felipe, en Tegucigalpa, con gran población
de pacientes psicóticos, de neurológicos crónicos y droga adictos, en donde el Jefe era
el Dr. Juan A. Mejía.
Una vez ya graduado fue nombrado Médico Jefe del Asilo de Indigentes y trabajó ahí
por poco tiempo esa vez.
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CAPITULO XIII
PRIMER TRABAJO AL GRADUARSE DE MÉDICO,
VIAJE A WASHINGTON, D.C. Y LUEGO A ESPAÑA.
El segundo trabajo de Ramón fue en Salud Pública, como Director del Hospital de
Choluteca en 1942, donde trabajó solo unos meses, pues se le presentó la oportunidad
de irse a Washington D.C. a especializarse en Neurología, Neurocirugía y Psiquiatría.
Cuando Ramón estuvo trabajando en Choluteca conoció a una señorita muy guapa y
de familia muy distinguida, Esther Sánchez Williams. Ella fue su novia, y cuando él fue a
Washington, D.C. a estudiar Neurología y Psiquiatría, Ramón tuvo una depresión
severa, su novia y su bondadosa madre viajaron a Washington y allá se efectuó el
matrimonio. Una de las cosas por las que yo admiro a Ramón desde que lo conocí, fue
que noté el respeto y agradecimiento por su ex esposa y su suegra, no fue hasta
muchos años después, platicando Ramón conmigo de la depresión que tuvo, se refirió a
las Damas como Ángeles que le ayudaron mucho en su recuperación. Yo conocí a
Ramón ya divorciado y comprometido con una enfermera Americana.
A los 24 años es el traslado a Washington D.C en Estados Unidos, en abril de 1943.
Había sido nombrado “Fellow en Neurología” en el Departamento de Medicina de la
Universidad George Washington y su Profesor, mentor y protector Jefe del
Departamento, fue el eminente Neurólogo y Neuropatólogo Dr. Walter Freeman, el
Profesor de Neurocirugía era el Dr. James W. Watts. Luego, Ramón fue nombrado
Instructor de Neurología del mismo Departamento. Después entró como Residente de
Neurología y Neurocirugía en el Gallinger Hospital, ahora Hospital General del Distrito
de Colombia. De ahí pasó a ser Médico Asistente en el Hospital Psiquiátrico Saint
Elizabeth, en el cercano estado de Virginia, con el Profesor Winfred Overholzer, y al
mismo tiempo tomaba cursos de Psicoanálisis en el Instituto Psicoanalítico Allison White
de Maryland, con los Profesores Harry Stack Sullivan, Dexter Bullard y otros.
Al terminar los dos años de estudios y adiestramiento, se le abrió la posibilidad de
trabajar en Baltimore, Maryland, como Psiquiatra. Pero decidió regresar a Honduras ya
que su padre seguía muy delicado, mientras continuaba el tratamiento de un cáncer.
Al regresar a Honduras empezó una labor muy ardua: ¿Cómo organizar el
Departamento de Neuropsiquiatría del Hospital General de Tegucigalpa?
Le dieron el nombramiento de primer Psiquiatra del Departamento. También abrió su
práctica privada en la especialidad de Neuropsiquiatría en el Centro Médico Hondureño
en Tegucigalpa. Era también consultor en los hospitales La Policlínica y El Cármen. En
esos años introdujo en Honduras, entre los tratamientos biológicos, el electroshock, y en
Centro América, las lobotomía pre-frontales según las técnicas de Freeman y Watts, que
Ramón practicó en Honduras, El Salvador y Costa Rica. Después introdujo el uso de
Antabus y los neurolépticos.
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RAMÓN EN WASHINGTON
Mientras tanto su padre iba poniéndose más enfermo y falleció el 11 de noviembre de
1945 dejando a sus hijos desolados y a sus amigos, parientes y correligionarios
sintiendo la desaparición de ese hombre maravilloso, bondadoso, brillante y muy
humilde. Su muerte causó un duelo nacional y se le hicieron muchas honras fúnebres en
la Universidad, Logia Masónica de Tegucigalpa, Palacio del Distrito Central, etc. En el
día de su entierro y ante su fosa se leyeron discursos por eminentes personalidades.
Entre otros, en representación de La Universidad Nacional, el Abogado Periodista Dr.
Julián López Pineda, representando a los alumnos de la Escuela de Derecho, Eliseo
Pérez Cadalzo; representando la Logia Masónica el Hermano Agapito Fiallos, por el
Distrito Central de la Capital el Abogado Florentino Álvarez, por el Partido Nacional el
Profesor José Zerón, H. La noche había entrado ya.
Ramón ha sentido una inmensa veneración por su padre y todos sus triunfos y logros
se los ha dedicado a él.
Yo siento que llegué muy tarde a la vida de Ramón y siento que hubiéramos sido
buenos amigos con sus papás. Yo los bendigo todos los días a él y a Doña Anita por
haber tenido un hijo tan cariñoso, bondadoso y tan brillante y trabajador como su padre.
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En 1946 Ramón trasladó su práctica a La Paz, donde trataba enfermos mentales y
también hacía Medicina General y Cirugía. Ahí empezó la organización de un pequeño
hospital Psiquiátrico y este fue el primer hospital privado de Psiquiatría de Centro
América, le llamó “Hospital Alcerro Castro”.
Voy a poner aquí lo que Ramón escribió como secuencia en su vida:
“Llega el 28 de septiembre de 1947, mi matrimonio civil con la Señorita Tanchis
Bonilla Arellano, en Marcala, en el Departamento de La Paz.
Una sola nueva persona, una sola visión, una sola misión, un solo intento, un trabajo
conjunto, viviendo en el mismo rayo de luz que co-creamos de amor confundidos y
llenos de fe en nosotros mismos, dentro de los soles familiares, elaborando el presente y
el futuro, sin diseños, sin mapas, siempre en movimiento”.
A los pocos meses de casados acepta el nombramiento de Psicocirujano y
Neuropsiquiatra en el Hospital Nacional de Psiquiatría de San Salvador, República de El
Salvador y cierra el Hospital Alcerro Castro en La Paz, ya que la mayoría de los
pacientes viajarían a El Salvador con nosotros, donde seguirían su tratamiento bajo sus
cuidados en el otro hospital. Eso era parte del contrato de su empleo. Nos trasladamos
Ramón y yo para San Salvador para que él se presentara a su trabajo y después
regresaríamos a llevar a los pacientes. Al presentarse Ramón a su trabajo, el Director
Doctor Velasco, muy apenado se disculpa y le dice que si él toma posesión de su cargo
todos los Psiquiatras de ese hospital renunciarían en masa, si se le daba a Ramón el
cargo y privilegios de vivienda, etc. contemplados en el contrato. Que no aceptaban el
Tratado de Reciprocidad en Licencias para practicar la Medicina en cualquier país de
Centro Americano, en el cual también se basaba la seguridad del permiso de Ramón
para ejercer en El Salvador. Sólo sería posible, alegaron, si se sometía a nuevos
exámenes requeridos por el nuevo Colegio Médico de El Salvador.
Regresamos inmediatamente a Honduras y Ramón abrió de nuevo el Hospital
Alcerro Castro pero no en La Paz, sino en Tegucigalpa, en la Quinta San Jorge de
Comayagüela en la que funcionó por un año. Se cierra de nuevo el hospital cuando se
nos presentó la oportunidad de viajar a España, con una amplia Beca de Estudios que
brindó a Ramón el Instituto de Cultura Hispánica, para seguir más estudios en su cada
vez más amplia especialidad.
El 13 de diciembre de 1948 Ramón recibió la copia de la carta enviada por el
Encargado de Negocios de España en Honduras al señor Ministro de Educación en
Honduras diciéndole “Me apresuró a poner en conocimiento de vuestra Excelencia que
el Instituto de Cultura Hispánica en Madrid ha aceptado la designación efectuada por la
Rectoría de la Universidad de Honduras, del Doctor Ramón Alcerro Castro” Después de
los saludos de rigor se firmaba F.Vidal Saura. Encargado de Negocios en España.
Hay otra carta del mismo señor para el Encargado de Negocios de España, con
fecha de 3 de enero de 1949, diciéndole: En contestación del oficio número 685 que ha
emitido por su conducto la Secretaria de Estado del Ministerio de Educación Pública,
tengo el gusto de manifestarle que el becario Ramón Alcerro Castro se encuentra en
España, ya habiendo iniciado sus trabajos de Psiquiatría con el Doctor López Ibor. De
esta forma puede comunicarlo a la Secretaria de Relaciones Exteriores de ese País”.
Habíamos llegado a España el 30 de Diciembre de 1948 y el 2 de Enero ya Ramón
estaba aceptado para su trabajo con el doctor López Ibor, luego ampliaría su
70
entrenamiento a otras áreas como él describe en el informe que envió ya de Honduras al
Excelentísimo señor Sánchez Bella, Director del Instituto de Cultura Hispánica en
Madrid.
27 DE MAYO DE 1949
Exmo. Sr. Sánchez Bella
Director del Instituto de Cultura Hispánica
Alcalá 95 Madrid,
Muy distinguido Sr. Sánchez Bella:
Permítame en primer lugar presentar a usted, desde esta tierra que es suya, en
nombre de mi esposa y mío el más cordial saludo. En los últimos días de nuestra
permanencia en Madrid traté en repetidas ocasiones de verle para despedirme, pero mi
suerte fue desfavorable y no le encontré en el Instituto las veces que fui.
No hubiera podido expresarle entonces, ni puedo hacerlo ahora, cuan grande es
nuestro agradecimiento por las innumerables bondades y finezas de usted.
Personalmente, de los amigos Erueta y Caño, y demás miembros del Instituto que tanto
me honró al tenerme como su becario y al conceder iguales privilegios a mi esposa. No
sería posible tener mejor recuerdo de gente alguna que el que nosotros conservamos de
la que conocimos en Madrid. El favorable estado espiritual que ese ambiente mantuvo
en nosotros fue poderoso factor para que nuestra misión de estudios tuviese mejores
resultados. Por haber asistido al Hospital Provincial hasta un día antes de nuestra
partida de Madrid, no nos fue posible presentarle como era mi deber, mi informe de
trabajo. Espero nuevamente que la benevolencia de usted acepte mis disculpas y me
permita ofrecérselo desde aquí:
Principié a asistir al Hospital Provincial al regularizarse las tareas del Departamento
de Psiquiatría a cargo del Profesor Juan José López Ibor, después de las vacaciones de
pascua y año nuevo, el 10 de enero de 1949.
Previamente presentado por el Instituto de Cultura Hispánica, había visitado al
Profesor López Ibor y él con toda amplitud nos había abierto las puertas de su
Departamento en el hospital mencionado y en sus sanatorios privados “Villa Aurora” y
“Doctor Esquerdo”. También a través del Instituto me había puesto en contacto con el
Profesor A. Vallejo Nájera quien me hizo gentil invitación para asistir a su Cátedra de la
Carrera de Licenciatura en Medicina. Por estar mis intereses más ligados a la
investigación de Post-graduados, tuve escaso contacto con la mencionada Cátedra y
mucho más en cambio con la Clínica del Profesor López Ibor. En esta última, al día
siguiente de mi llegada, conocí al doctor Sixto Obrador Alcalde, eminente Neurocirujano
de Madrid y Director del Instituto del Neurocirugía de esa ciudad. Por su invitación me
puse en contacto desde ese día con el mencionado Instituto y en él pude aprender en
meses sucesivos, del propio doctor Obrador y del Doctor Emilio Ley, muchas
enseñanzas en el campo Neuroquirúrgico.
71
Sorprenderá aquí que no haya mencionado todavía el psicoanálisis, motivo
fundamental de mi viaje de estudios a España. La explicación es sencilla pues se debe
al hecho de que esta disciplina no se práctica mucho en España como en otras
naciones, y no hay una enseñanza de ella en ningún sitio del estado Español. Por eso,
al ver fallida mi intención, dividí mi tiempo entre el estudio de la posición Psiquiátrica
española y la observación de la neurocirugía. En estos centros mencionados a que
asistí se estudiaron y trataron las enfermedades que detallo a continuación con el
número de casos observados:
Personalidad Psicopática dos, Psicosis Tóxicas alcohólicas uno, Esquizofrenias seis,
Latirismo dos, Diencefalosis funcional una, Angustia del sueño una, Cataplejía uno,
Enfermedad de los Ticks una, Enfermedad de Parkinson dos, Oligofrenia dos, Estado
Crepuscular uno, Timopatía una, Ataques Psicógenos dos, Neurosis Obsesiva uno,
Arterio-esclerosis cerebral uno, Reacción psicógena cuatro, Histeria Episódica una,
Ataque Vegetativo una, Depresión presenil una, Delirio Hipocondríaco uno, Tetania
paratireopriva una, Epilepsia tres, Esclerosis Múltiple dos.
CASOS QUIRURGICOS
Médulo Blastomas tres, Tumor del Lóbulo frontal uno, Cisticercosis cerebral uno,
Hidatidosis vertebral uno, Siringomielia uno, Cráneo plastia uno, Craneotomía tres,
Meningiomas dos, Glioblastomas Temporales dos, Absceso cerebral dos, Epilepsia Postraumática uno, Rizotomía posterior cervical uno, Hematomas múltiples supra y
subdurales uno, Neurotomía del trigémino una, Quiste Aracnoideo de cisterna magna
uno, tumor de hipófisis dos, Lobotomía Prefrontal uno, Aneurisma intracraniano uno,
Laminectomía una.
Asistí a las siguientes conferencias con el Profesor López Ibor:
Hipocondría, Síndrome de Korsakoff, Síndrome de Korsakoff segunda conferencia,
Picnolexia, la Psiquiatría Francesa, Ideas Delirantes, Algias de la Cara, Enfermedades
de Friedreich, Influencia de Nietzsche en la Psicopatología Freudiana, Concepción
Psicoanalítica del hombre como hombre natural. Timopatías.
CONFERENCIAS DE ADJUNTOS E INVITADOS
A LA CLINICA DEL PROFESOR LOPEZ IBOR:
Wera: tratamiento conservador de la parálisis cerebral infantil.
Castilla: Psicopatología de las ideas delirantes según Master.
Coullanlt: Tratamiento de los cefaleas.
Klopis: Ideas delirantes
Querol: Narco-diagnósticos
Alcerro Castro: Las concepciones psiquiátricas H. S. Sullivan.
P. Peralta: Síndrome de los meningiomas de la tercera frontal
Castilla: Encefalomielitis desnielimisantes
Varela: Efectos Tóxicos del Parpanin.
Gonzáles: Hemiplejía de Rudoviey
Guera: Psicoterapia según la antropología existencial
Guera: Los Tests de Zondyn
Guillén: Electro Choques
72
Granda: Metabolismo del Cerebro
Campos: La higiene mental en México
Coullanlt: Antiabuse en el tratamiento del alcoholismo
Durand: El eco del pensamiento
CATEDRA DE PSIQUIATRÍA DEL PROFESOR VALLEJO NAJERA
Sicosis sintomáticas, sicosis tóxicas, trastornos Psiquiátricos del ciclo genital de la
mujer, sífilis del sistema nervioso.
TRES CONFERENCIAS DEL CURSILLO DE NEUROFISIOLOGÍA ORGANIZADO
POR LA FACULTAD DE MEDICINA CON MOTIVO DEL PASO POR ESPAÑA DEL
DOCTOR MORETE DENO
ASISTENCIA AL CURSO DE HIGIENE MENTAL
ORGANIZADO POR LA CÁTEDRA DE PSIQUIATRÍA
Entre otras, las siguientes conferencias:
Eugenesia, higiene mental rural, consejo prenupcial, sicoterapia de grupo,
propaganda, alimentación, aporto-terapéutico, el escolar, trabajo mental, Educación
sexual, el suicidio y conferencias del adjunto de la cátedra de Psiquiatría de la ciudad de
Buenos Aires sobre:
Electrochoque y del catedrático de medicina legal de la Universidad Central de
Madrid sobre el existencialismo, las cuales incluyeron en el cursillo de Higiene Mental.
Hice además visitas de estudio a los sanatorios Villa Aurora, Doctor Esquerdo, y al
Manicomio Nacional de Leganés.
Mi esposa asistió al cursillo de Enfermería Psiquiátrica organizado por la Clínica
Psiquiátrica del Hospital Provincial en relación con la hermandad Sallus Infirmorum, y al
cursillo de Puericultura de esta misma hermandad. Hizo además las prácticas de
Enfermería Psiquiátrica en el Departamento de Psiquiatría del Hospital Provincial y
algunas prácticas de Psicotecnias en el Instituto de Psicotecnias del Niño, bajo la
dirección del Doctor Carlos Vásquez y del doctor García Moreno, además el doctor
López Ibor la aceptó en sus conferencias y enseñanzas en el mismo Hospital Provincial.
Réstame informar mis estudios en el Departamento de Electro-encefalografía del
instituto de investigaciones médicas del profesor Gregorio Marañón, asistencia a la
conferencia del señor Sánchez Bella, sobre nacionalismo en Hispanoamérica en la postguerra y a la conferencia del Doctor Julio Icaza Tiberino sobre introducción a la Política
Hispano-Americana.
De esa manera con una asistencia a varias clínicas y cursos pudimos aprovechar
ampliamente de la enseñanza Española y tomar varias orientaciones para nuestros
trabajos en Honduras. Motivos imprevistos nos hicieron volver a esta antes del tiempo
previamente calculado. Nos consuela pensar que solo mayo nos quedaba de actividad
universitaria ya que en junio las vacaciones interrumpen esas actividades. Aunque
ningún tiempo es bastante para aprender lo mucho que nuestros maestros españoles
tenían que enseñarnos, regresamos satisfechos de haber recogido muchas simientes
que esperamos que cultivada en nuestra patria darán frutos de beneficio general.
73
Termino agradeciendo al Instituto de Cultura Hispánica la magnífica oportunidad que
se me brindó para ampliar mis estudios profesionales y ligar más a Honduras al
movimiento Psiquiátrico Castellanos.
En espera de tener el honor de recibir las amables órdenes del Excelentísimo señor
Sánchez Bella y colaboradores, me suscribo su atte y S.S, Ramón Alcerro-Castro.
Fue un semestre de frenética actividad e inmenso aprendizaje para los dos. Además
hicimos un par de amigos para toda la vida y nos compenetramos más el uno con el
otro. También hicimos un viaje lleno de aventuras y magias a Marruecos. Al regresar a
Honduras pronto se terminó la construcción del Hospital Alcerro-Castro en El Hatillo. (La
historia del hospital se hará después).
74
CAPITULO XIV
OTROS QUEHACERES EN HONDURAS Y FUERA DE HONDURAS.
RAMÓN HACE UN RESUMÉN DE OTROS ACONTECIMIENTOS Y VIAJES
1. Comienzo de la enseñanza de la Psiquiatría en la Escuela de Medicina en la
Universidad Central, hoy llamada Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
2. Se hace primero miembro del Club Leones y después del Club Rotario
Tegucigalpa
3. Organización de la Escuela de Enseñanza Especial de la que fue nombrado
Director.
4. Reorganización del Departamento de Neuropsiquiatría del Hospital General de
Tegucigalpa
5. Trabajó como Director y Psiquiatra en el Hospital Alcerro-Castro
6. Abre su oficina en el Centro Médico Hondureño.
7. En 1951, viaje a México a la “Segunda Sesión de la Sociedad Psiquiátrica de la
América Latina (APCAP)”. Aquí se encuentra con los Psiquiatras Ricardo Ponce
Ramírez, José Campo y a José Aguilera, quien era un Psiquiatra infantil todos de
Guatemala. De Panamá, conoció al español Mariano Gorriz.
8. JUNIO de 1953, viaje a Boston, Ramón describe así este viaje: ‘Viaje familiar a
Boston, viajé en carro de Nueva Orleáns a Boston en compañía de la hermana de
Tanchis, Marina Bonilla de Barrios y de su cuñada Coca Suazo Córdova de Bonilla.
Tanchis se marea mucho en el viaje, más de lo que es corriente. Ayuda de un amigo al
pasar por Washington D.C ya que Tanchis va debilitada. Le pone solución salina
endovenosa. Seguimos hacia Boston y las náuseas siguen. La llevamos a cita urgente a
la Clínica Lahey. Va al examen y el médico que la ve me llama y me dice que no
encuentra nada grave y que se trata solamente de náuseas del comienzo de embarazo
uterino. Ni Tanchis, ni Coca, ni Marina ni yo habíamos pensado en eso: Náuseas de
comienzo de embarazo. ¡Qué vergüenza para el Psiquiatra médico! ¡Qué inconcebible
emoción! Habíamos estado casados por seis años ya sabedores desde antes de
casarnos de la posibilidad de no tener hijos. Lo que al correr de nuestra vida sucedió
estaba prenupcialmente aceptado, y con el embarazo se aumentaba ya la existente
alegría. Habíamos traído a nuestro hogar sin pre elección a dos hijos y a una hija. Ahora
tendríamos a nuestro primogénito. Nació el 8 de Febrero de 1954 en el Hospital Centro
Médico Hondureño en La Granja, Comayagüela, Tegucigalpa. El obstetra fue el médico
Marcalino especializado en Ginecología, Obstetricia y Pediatría doctor Gilberto Osorio
Contreras. Estábamos listos a contemplar y adorar al tercer Ramón Alcerro Castro,
inscrito inicialmente en la Alcaldía como Ramón Alcerro-Bonilla. Retrocediendo en la
historia de la humanidad le dimos para uso y práctica diaria, la calidad de ser nuestro
“Soberano”, al que siempre llamaríamos “Rey”. Pasados los cincuenta años sus
pacientes lo llaman “Doctor Rey” posiblemente con más frecuencia que doctor Alcerro.
Él siguió siendo no sólo primogénito sino que unigénito. Algunos meses después de su
75
nacimiento, Tanchis tuvo un sangrado prolongado que el Ginecólogo Doctor Ramiro
Figueroa Rodezmo diagnosticó como aborto espontáneo. Tanchis tenía ya más de 40
años, cuando ya viviendo en Westwood en el Oeste de Los Ángeles, le pregunté que si
quería que fuéramos donde los expertos para ver si podíamos tener otro hijo o hija. A
Tanchis no le pareció y lo olvidamos; posiblemente fue lo más sabio. La familia se ha
prolongado en la sangre Alcerro Bonilla, porque Rey tiene con Julia su esposa, dos
hijos, nuestros nietos: Patrick Adam y Elena.
De los otros dos hijos tenemos tres de Frank y Maggie, sus nombres son: Frank
Anthony, Adrianne Marie y Kristopher Andrew; y de parte de Oscar Hernán y Cindy
tenemos un nieto: Zachary. Seis nietos en total. De Sandra Deifilia, muerta de 52 años,
no hubo descendientes.
Sigamos con las ocupaciones de Ramón
9. En el año de 1955 fue nombrado Sub-secretario de Salud, colaboró por algunos
meses con el doctor Cáceres Vigil quien era el Ministro. En ese muy poco tiempo hizo
muchas cosas importantes y logró que se pasaran algunas leyes sobre Salud Pública y
Salud Mental. También logró muchas becas para que profesionales hondureños fueran
a estudiar especialidades a otros países.
BECAS OBTENIDAS POR NUEVO MINISTERIO DE SALUD Y BENEFICIENCIA PARA
VARIOS ESTUDIOS EN CAMPO DE SALUD PÚBLICA Y HOSPITALES
Colaboración con entidades de Estados vecinos:
1. Doctor Juan Delgado, Malariología en Venezuela
2. Licenciado Juan Francisco J. Blanco, en Costa Rica
3. Señor Carlton Padget, en Costa Rica
4. Bachiller Gustavo Suazo, Anestesiología en México
5. Doctora Zulema Canales Zuñiga, Anestesiología en México
6. Enfermera Norma Galeas, Enfermería en Costa Rica
7. Enfermera Telma Bustillo, Enfermería en Costa Rica
8. Enfermera Margarita Ávila, Enfermería en Costa Rica
9. Dr. Jorge Rivera, Radiología en Estados Unidos
10. Jorge Villanueva, Fisiatría en México
11. Dr. Alberto Guzmán, Tisiología
12. Dr. José Aníbal Montes. Tisiología
13. Doctor Erasmo Valladares, en Tisiología
14. Dr. Julio González, Administración en Salud Pública, en Puerto Rico.
15. Dr. Armando Castillo, Higiene Materno Infantil
16. Enfermera Margarita Pavón en Enfermería Sanitaria
17. Enfermera Cruz de Gonzáles en Enfermería Sanitaria
18. Dr. Gustavo Barahona en Laboratorios de Salud Pública en Puerto Rico
19. Dr. Luis Barahona, Administración en Salud Pública. Campañas BCG
20. Dr. José Jacinto Moreno, Organización Estatal de Hospitales
21. Sr. Eliseo Bados, en Inspectoría Sanitaria
22. Sr. Constantino Sauceda, Inspectoría Sanitaria
23. Sr. Ambrosio Santos en Inspectoría Sanitaria.
76
10. También estando como Sub-Secretario de Salud le recomendaron que hiciera un
estudio del personal del Hospital General San Felipe y encontró muchas anomalías,
personas con nombres cambiados recibiendo cheques por trabajo en otras
dependencias, Ramón recomendó que mejoraran los sueldos para que eso no ocurriera;
también había personas en planilla que no llegaban al hospital. Trató también de cortar
los ofrecimientos de dinero o regalos a empleados encargados de dar licitaciones. Hubo
quien se atreviera a hacerle a él ofrecimientos de regalos si les garantizaba la compra
de equipos.
Ramón pensó que si iba a trabajar con el Gobierno, le convenía prepararse mejor y
solicitó una beca a la PAHO u Organización Panamericana de la Salud para ir a estudiar
Administración de Hospitales y Salud Pública mental a los Estados Unidos. Hay una
carta que escribió el Señor Ministro de Sanidad y Beneficencia, Dr. Cáceres Vigil, al
señor L. Hummel, Jefe de la Administración de Operaciones Exteriores de los Estados
Unidos en Honduras y dice así:
“Con el objeto de dar cumplimiento al punto trece de la vista de documentos
necesarios para la solicitud de entrenamiento a través de los programas de la PAHO, le
escribo la presente para hacer oficial la solicitud presentada por el Doctor Ramón
Alcerro Castro, para una beca de estudios en Administración de Hospitales y de Salud
Pública. A su regreso al país, el doctor Alcerro Castro trabajará con el Gobierno de
Honduras dentro de los ramos de su entrenamiento o volviendo a la Sub-Secretaria de
Sanidad y Beneficencia que actualmente desempeña. El Gobierno de Honduras
contribuirá al entrenamiento del Doctor R. Alcerro Castro, para sus gastos de viaje y
continuará pagándole su sueldo como Jefe del Departamento de Neuropsiquiatría del
Hospital General y hará todas las facilidades a su alcance para ayudar al Becado”.
11. A fines de Junio dejó Ramón el Ministerio y volamos a Washington para una
semana de orientación y luego a Pittsburgh donde Ramón ya había sido aceptado en la
Escuela de Graduados de La Universidad de Pittsburgh, en la Escuela de Salud Pública
donde sacó su Maestría en esa especialidad.
12. De allí nos fuimos a Boston para seguir estudios en Salud Pública Mental en la
Universidad de Harvard en Cambridge, Massachussets. Cuando estábamos en
Pittsburgh, Ramón buscó psicoterapia y luego en Boston con el Doctor Moriarty entra a
Psicoanálisis.
13. Renuncia al tercer año de la beca del Departamento de Hospitales. Renuncia a
visitar Puerto Rico. El Gobierno de Honduras había sido derrocado, se habían nombrado
nuevos Ministro y Vice Ministro de Salud y le parecía a Ramón que la nueva
administración difícilmente podría cumplir los programas para los que él se seguiría
preparando el siguiente año de estudios.
14. Regresamos, pues, a Honduras en donde nos quedamos un año.
15. Regresó a Estados Unidos, a trabajar con un contrato como Psiquiatra en
Arlington, en el Boston Metropolitano, en un Hospital Psiquiátrico privado llamado “Ring
Sanatorium” del que era dueño y Director el Dr. Ben Simon, de mucho prestigio. El Dr.
Simon era muy activo en la “Asociación Psiquiátrica Americana” Nos tenían lista una
casa inmensa y cómoda, acondicionada con todo lo necesario. No tuve que comprar ni
un plato. Allí Ramón practica de nuevo Psiquiatría Hospitalaria, esta vez usando el
inglés y ya no como estudiante.
77
16. El Gobierno de Honduras compró el Hospital Alcerro-Castro y nos pagaron parte
de la deuda. Con ese dinero casi compra Ramón un Hospital Psiquiátrico en Jamaica
Plains en Boston. Pero decide por algo más seguro, seguir estudiando.
17. Quiere hacer estudios de Psiquiatría Infantil y nos trasladamos a Worcester, MA,
donde ha sido aceptado para un programa de dos años en la clínica “Worcester Youth
Guidance Center”. Mientras tanto yo seguía en Boston University en La Escuela de
Trabajo Social. Terminamos los dos en junio de 1961.
18. Nos trasladamos a Los Ángeles, Ramón había asistido a la reunión anual de la
Asociación Americana de Psiquiatría en Nueva York y ahí le ofrecieron trabajos, uno
para ir a Kentucky, otro para la Universidad de California en Los Ángeles, acepta este
último y viajamos todos por tierra en nuestra nueva aventura hacia el Oeste.
19. Instalados en Los Ángeles trabaja en el Instituto Neuropsiquiátrico de la
Universidad de California, donde acababan de abrir un ala para adolescentes. Llega a
ser Profesor Asistente en la Universidad de California. Al tercer año renuncia de su
trabajo en el Neuropsiquiátrico pero continua como profesor.
20. Acepta ser el Director de las Clínicas de Psiquiatría Infantil de la P.T.A. en cinco
localidades de la ciudad muy distantes unas de las otras y pronto lo ascienden a Director
de Salud Mental en las Escuelas Unificadas del Condado de Los Ángeles. Le ofrecen y
acepta otras direcciones: Director de Psiquiatría infantil en la Clínica Kedren, Director
Clínico del Valley Child Guidance Center, con dos clínicas de Salud Mental. Una en Van
Nuys y otra en Pacoima.
21. Es aceptado como candidato a Psicoanalista en el Instituto de Psicoanálisis de
California del Sur. Termina su entrenamiento con otro Doctorado, esta vez en Filosofía.
Sigue estudiando Psicoanálisis para niños. 17 años exitosos en Los Ángeles pero
Ramón dice “Basta. Presiona más mi frustración, sigue mi sueño de ser agricultor y
ganadero. Creo que ya no quiero nada de estudiar nada de responsabilidades médicas”.
22. Al regresar a Honduras compra Centro Médico Hondureño, lo remodela, lo
reconstruye y le agrega. Llega hacer un pequeño gran hospital ¡Pero qué de esfuerzos!
Sigue Ramón “se quiebra el plan, el sueño, al regresar a Honduras”.
23. “Vuelvo a la medicina, nuevos éxitos. Pero ni las acciones ya altamente
mayoritarias, ni la gerencia y dirección Médico-administrativa de un hospital de
especialidades médicas llegan a satisfacerme. Ni Rotary Club, ni la Presidencia del
programa Polio Plus. ¿Nuevos éxitos para quién? Sigo riendo, bailando, contando
chistes, más bien haciendo yo mi supuesto buen humor y capacidad de hacer reír a los
demás y de reír yo mismo. Pero sigue el vacío, falta de significado en lo de afuera
continúa, ni éxito en caficultora, la administración y nuevas fama médica, ni las
propiedades, ni los ingresos, ni los servicios a las comodidades, ni las amistades, ni
relaciones con el Partido del Gobierno al que no pertenecí ni pertenezco; ni la relación
social con el Cuerpo Diplomático, ni nuevos viajes por el mundo me satisfacen. Volver a
estudiar sigue siendo mi refugio.
24. A Israel, tres meses en el Instituto Tecnológico de Israel, cerca de Haifa. Revisión
de Administración de Salud Pública y de Hospitales. Va a visitarme Tanchis, conoce
algo de Israel, viajamos a Egipto y Turquía, a ella le encantó Estambul.
25. Regreso a Honduras, Tanchis sigue siendo feliz en todas partes, su gozo es
interior y lo atrae en lo externo. Trabaja intensamente al mismo tiempo en práctica
78
privada haciendo Psicoterapias para familias, adultos y niños, pero buscamos estar
cerca de nuestro hijo Rey y de los otros hijos, todos viven en el área de Los Ángeles.
26. Estaríamos cerca si vivimos en Palms Springs. Compramos un condominio,
dejamos Honduras el 18 de enero 1991, llegamos a nuestra nueva casa en un Country
Club que tiene partes en Palm Springs y en Cathedral City. La propiedad nuestra está
en Cathedral City, la gozamos por cinco años.
27. Rey y su familia se trasladan a Santa Bárbara.
Desgracia en Cathedral City: Tanchis tuvo cáncer. Vamos a buscar a Rey y nos
trasladamos nosotros también a Santa Bárbara, California.
28. Trabajo en el Condado de Ventura, trabajo temporal en Santa Bárbara,
nuevamente en mi carrera como Director en Psiquiatría. Aumenta la práctica privada. Se
termina el contrato con el Hospital Cottage. La vejez se me mete más, disminución de
horas de trabajo en práctica privada hasta cesar en junio del 2004. Continúa trabajo
voluntario en servicios de familia y niños, por ahí voy.
29. Al fin: Éxito de la perseverancia del auto-análisis. Liberación de los misterios.
Llega la dicha, acepto la vejez y el retiro”.
Estamos ahora en marzo del 2007 y Ramón empezó a trabajar más días y más
horas, desde hace 2 años sigue lleno de energía con magnifica salud, con mejor buen
humor que antes. En marzo del 2007 estamos en Honduras, somos huéspedes de los
queridos amigos Yolanda y Juan Andonie Fernández, hemos trabajado mucho
terminando esta historia y también tratando de terminar ciertos asuntos que han
quedado pendientes por muchos años, pero qué difícil se está poniendo Honduras y su
gente, estamos ya casi al final de nuestro viaje y no hemos logrado terminar lo que
deseábamos. Estamos pensando que nos obligarían a prolongar nuestro viaje. En la
historia que yo cuento hablaré de otras muchas actividades y honores que ha recibido
Ramón en su vida.
79
SEGUNDA PARTE
CAPITULO XV
TANCHIS
Siempre bendigo la suerte mía. Bendigo a mi familia y bendigo a mi Marcala. Mi
familia me recibió con amor y me trató con amor siempre y Marcala en ese tiempo me
nutrió con su belleza, su tranquilidad, su pureza de aire, la pureza en el agua y sobre
todo con la bondad de sus gentes.
Cuando yo nací en Marcala, un nidito escondido en las montañas de la Sierra, era un
vergel serpenteado por varias quebradas y dos ríos. Era famosa por la cordialidad y
calor con que recibían a sus visitantes.
Mi Marcala era limpia, de calles empedradas y relucientes. Era tranquila, casi
somnolienta la mayor parte del tiempo pero despertaba en los días de fiesta y de
comercio, que eran los jueves y los domingos, cuando llegaban las gentes de la
montaña y de otros pueblos a hacer sus compras y sus transacciones comerciales.
Sus principales medios de vida eran la agricultura y el comercio, había un mercado
grande y ordenado por secciones y llegaban productos hasta de El Salvador. Para la
cuaresma traían desde San Miguel cargas de hielo. Eran por lo menos tres días de viaje,
pero el hielo al lomo de mula y empacado en cajones con aserrín y envuelto en
bramantes no se derretía y podíamos gozar en los días de calor con las deliciosas
minutas como llamábamos al hielo raspado con jarabes de distintos sabores.
En ese tiempo de Semana Santa también llevaban de alguna costa pescado seco y
“chacalines”, estos últimos son unos camaroncitos rojos miniatura pasados con sal, y
tanto el pescado seco como los camarones daban un olor que para mí era muy
desagradable, pero ya en la sopa hecha de pescado seco enhuevado era muy sabrosa
como la hacía Tatito.
Marcala era un centro comercial muy importante y a pesar de su reducida población,
había unas tiendas fuertes, muy bien surtidas y atendidas por muchos empleados.
Había dos farmacias grandes, la de Don Antonino Contreras y la Farmacia “la Salud” de
mi papá.
Había tres negocios fuertes de alemanes: la casa Rossner, la casa Sierke y la casa
Drawer, todas en edificios grandes y elegantes. Traían la mercadería de Alemania y
había cosas finas y de muy buen gusto.
La casa Drawer estaba enfrente de la casa nuestra y recuerdo que cuando
empezaron a construirla traían lo que para mí eran volcanes de arena, donde
jugábamos haciendo cuevas cuando se iban los trabajadores. Fue la primera casa de
dos pisos construida en escuadra y con tiendas que daban a dos calles. Cuando la
abrieron y estaba ya en operaciones había más de 6 “dependientes”, así llamaban a los
empleados. A mí me sorprendía que contaban el dinero que llevaban en grandes
palanganas o pailas.
80
También había dos tiendas bonitas de hondureños, la de don Felipe García,
separada por la Drawer por el mercado, también estaba enfrente de nosotros, del lado
izquierdo hacia el río; y la de don Carlos del Cid, llamada “la Veneciana”, estaba
construida a la orilla del agua y los corredores interiores estaban suspendidos en polines
dentro del río. La tienda tenía acceso al interior del mercado. En esta parte del mercado
había ventas pequeñas de ropa, de zapatos, etc. en cuartos pequeños.
Yo no me explico por qué ahora que hay más gente y más dinero, las tiendas
elegantes se perdieron, tal vez fue que las alemanas al desatarse la segunda guerra
mundial fueron intervenidas. Solo la de don Max Drawer no sufrió, pero ya no podía traer
productos alemanes y se redujo mucho.
El Marcala de hoy ya no es mi pueblito encantador de antes, los marcalinos
sembraban sobre todo cafetales y el clima agradable producía un café suave que mi
abuelo, don Jesús Arellano, empezó a exportar a Alemania desde principios del siglo
ante pasado.
Yo recuerdo que cuando papaíto exportaba su café a El Salvador era a precios
ridículos, creo que la libra era a 10 centavos, tal vez menos. Pero se cultivaba a la
antigua, no era caro, lo abonaban con abonos naturales de plantas, no lo envenenaban
con productos caros.
En uno de mis últimos viajes a Marcala nos contaron que como el precio del café
había bajado mucho, los cafetaleros no tenían dinero para pagar el alto costo del
mantenimiento de las fincas y muchos de ellos optaron por destruirlas y utilizar la tierra
para otros cultivos.
Antes, los campesinos cultivaban cañales y otras muchas cosas en menor escala.
Uno de los paseos favoritos cuando éramos niños y jóvenes era ir a las moliendas
donde chupábamos caña, comíamos pusunga –llamada cachaza en otros lados-y
cuando ya estaba el dulce nos daban pedacitos para tomar agua en guacalitos. Las
moliendas ya no se encuentran.
Las naranjas se producían en abundancia por la gracia de Dios, pues nadie que yo
sepa sembró naranjales y el resultado es que ahora casi no se encuentran.
El clima de Marcala era agradabilísimo, sin extremos, con un promedio de 75 grados
Fahrenheit. Los ríos principales que serpenteando la cruzaban, el Guaralape y el Perea,
eran de aguas abundantes y muy limpias y en sus bordes había mucha vegetación y
árboles, sobre todo bambúes y unas flores como lirios que eran blancas y olorosas
llamadas mariposas en nuestra área. Había en los ríos muchos sitios apropiados para
nadar; la más famosa y concurrida sobre todo por los varones era la poza de La Dalia,
era honda y a mí no me gustaba mucho porque era muy sombreada y el agua se miraba
oscura, casi negra. Donde yo me di gusto nadando fue en una poza arriba de la casa de
los Melghen en una finca de ellos y otra donde los Fiallos. Lila y Estela eran un poquito
mayores que nosotros pero nos invitaban y pasábamos contentos con ellos.
Sobre estos ríos había dos puentes, uno en la ciudad y el otro llamado puente de
casa por estar cubierto con una galera por la salida para el Campo Colón, también hay
en la orilla del pueblo algunas quebradas que en el tiempo en que yo iba creciendo
tenían abundante agua, la más grande era en ese tiempo la que está antes de llegar al
Cerro de Santa María, el centinela de Marcala. En este tiempo el cerro estaba tupido de
vegetación sobre todo de pinares y en los años en que estuvo en Marcala el Gral. Meza
81
Cáliz, creo que de Comandante de Armas, mandó hacer en la cima una gran terraza
para paseos y se llamó desde entonces Meza Cáliz, lugar preferido de los Marcalinos en
las tardes, ya que la vista desde allí es panorámica. Ese cerro lo consideramos un
pulmón para Marcala cuando ya todos los alrededores estaban quedando desnudos.
Ramón lo compró y me lo regaló, la intención fue conservarlo y mejorar el parque, pero
mi Marcala se ha hecho muy difícil y siguen botando los pinos y robándose la madera.
Un famoso alcalde no permitió que hiciéramos el parque porque dijo que ya era zona
urbana, ¿era esa una razón?
La población de Marcala cuando yo nací era tal vez de 3000 habitantes, en su
mayoría Ladinos, o sea mezcla de la raza blanca con la indígena, y había pocas familias
de raza blanca y algunos extranjeros de otras razas.
Las casas en su mayoría eran hechas de adobe y eran grandes y cómodas, casi
todas con corredores hacia el interior y de ellas se salía al jardín o huertos que en su
mayoría tenían fincas con plátanos, naranjas, cafetos y para proteger estos últimos
sembraban árboles que se habían hecho muy grandes tanto que cuando se llegaba al
pueblo en avión solo se miraban las casas ya cuando estábamos encima de ellas. Por
eso yo siempre he dicho que Marcala me parecía un jardín poblado.
Sus habitantes, además de hospitalarios, eran muy interesados en la educación;
desde que papá era un niño mandaron a la ciudad de Gracias un grupo de jóvenes a
formarse como bachilleres y maestros. También traían educadores a enseñar a las
escuelas. Costearon a don Alberto Galeano, que fue profesor de papá. Este gran
maestro también era de Gracias. Los vecinos de Marcala eran cooperadores, no solo
con dinero y materiales sino que también donaban su tiempo. Cuando construyeron la
iglesia, cuando hicieron las escuelas, los parques etc., todo era con esfuerzo de la
comunidad. Cuando organizaron el Colegio de Segunda Enseñanza todos los maestros
donaban su tiempo. Todavía era así cuando mi hermano Pelayo fue Alcalde, la
comunidad reconstruyó las escuelas y construyó el colegio, fue después de este
esfuerzo que el Gobierno empezó a ayudar.
Los marcalinos se enorgullecían con su eficacia y dedicación, al construir la iglesia
pidieron un reloj a Alemania con contribuciones personales y lo colocaron en la torre
derecha. Todavía funciona muy bien y yo creo que ya va a tener un siglo.
Ahora Marcala está llena de gente de afuera, las familias promotoras de la educación
y cultura se han ido terminando y según un alcalde, las nuevas gentes no quieren
cooperar porque “para eso pagamos impuestos”.
Las fiestas de Marcala fueron famosas. Se celebraba la despedida del año con una
fiesta de gala, un baile bonito y alegre. Para la pascua, cada familia celebraba yendo a
la iglesia, comiendo tamales y pasteles en la cena de la noche buena y muchas familias
hacían nacimientos que abrían al público; en muchos tenían música, con conjuntos del
pueblo y hasta se bailaba en las calles.
La Semana Santa se celebraba con procesiones fervorosas y solemnes, con ángeles
en andas (nosotros) y con dramatizaciones de los acontecimientos durante la pasión y
muerte de Jesús. Salían las procesiones de la Iglesia en el Barrio de Concepción y
llegaban a la plaza del Barrio San Miguel y después regresaban a la Iglesia. Estos dos
eran los barrios principales en el pueblo. El Sábado de Gloria había otra fiesta también
de gala.
82
El Día de la Independencia, el 15 de septiembre, se celebraba con desfiles, discursos
y las escuelas participaban activamente con programas especiales. A esta celebración
seguía la Gran Feria Patronal el día de San Miguel, el 29 de septiembre; se celebraba
por varios días con carrera de cintas, juegos de fútbol y el 28 en la noche era la Gran
Fiesta de gala a la que llegaban amigos de los pueblos vecinos o de la capital.
Las fiestas de gala se arreglaban en salones grandes, conseguían espejos también
grandes, maceteras, ponían cortinas y en el piso que era de ladrillo de barro se extendía
“la rusia”, ésta era una manta blanca enorme que se ponía bien templada. No sé qué le
pondrían de colchón porque se sentía delicioso bailar en ella, le ponían esperma y no sé
que otra cosa para que los pies se deslizaran. Hoy me admiro yo al pensar como sería
de fuerte esa tela “la rusia” ya que las muchachas usábamos tacones altos para esas
fiestas. Se arreglaban las sillas a lo largo de las paredes alrededor del salón y debajo de
las sillas donde se clavaba “la rusia” se ponía pino picado que daba olor a fiesta, las
muchachas se engalanaban con vestidos largos y vaporosos y los hombres iban de traje
formal y algunos hasta sacaban sus trajes de etiqueta. ¿La música? era la dulce
marimba. A media noche se servía la cena y se seguía bailando hasta las 2:00 y 3:00 de
la mañana. ¡Qué bailes tan elegantes y alegres! Las muchachas llegaban con sus
familias y tanto los mayores como los jóvenes se divertían.
Cuando después de graduada a mí me dieron permiso de ir a esas fiestas, me sentía
honrada cuando don Vicente Osorio ya en sus 80 años o Don Irene, su hermano, no
muy detrás en edad, me sacaban a bailar. En algunas fiestas papá y mamá también
daban su bailadita, ellos en ese tiempo eran mucho más jóvenes de lo que somos
Ramón y yo ahora y nosotros somos bailadorísimos.
Los bailes elegantes se acabaron desde que llegaron los militares al pueblo, hoy hay
bailes populares que no son con marimba sino que con conjuntos escandalosos y caros.
En aquel entonces durante los bailes algunos de los asistentes mostraban sus
habilidades recitando, cantando o diciendo discursos cortos a pedido de los asistentes, a
mí me fascinaba oír las recitaciones; recuerdo cuando Adán, mi hermano, con su voz
sonora recitaba El Día Que Me Quieras, o Evenor con su voz suave y cadenciosa
recitaba Palemón el Estilita. Munda- su esposa- también recitaba muy bonito.
Los varones en su mayoría eran gentiles y trataban de que todas las muchachas
bailaran. Ninguno de los invitados faltaba a pesar de la lluvia y el lodo de las calles pues
era a pleno invierno en el mes de septiembre.
Cuando yo nací, Marcala era todo aroma y flores.
Los naranjales se llenaban de azahares, los cafetales se vestían de floreritas blancas
y olorosas, en todos los jardines los jazmines del cabo esparcían su delicioso aroma.
Como no habían carros, no había ruido, ni sucio, ni olores raros, no teníamos ni radios.
La naturaleza y las personas constituían nuestro mundo.
Nací el 30 de junio de 1924 temprano de la mañana. Mi padre, el doctor Adán Bonilla
Contreras, mi madre, Rosario Arellano Calvillo de Bonilla. Encontré la casa con muchos
hermanos, Adán el mayor tenía 11 años- Marina, quien llego solo un año después, tenía
10 años, los demás nacimos cada dos años, seguía Evenor de 8 años, Nilito habría
tenido 6 años. Él murió a los 2 años dejando a mis papás anonadados, siempre
hablaban de él y llegamos a quererlo como si lo hubiéramos conocido. Dicen que era un
niño además de precioso muy dulce. Coralia llegó, vino después y les vino de consuelo,
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ella tenía 4 años y Pompeyo tenía 2. Después llegué yo, la penúltima pues mis papás
cerraron con broche de oro teniendo gemelitos: Pelayo Benjamín y Salvador. Salvita
murió como de 7 meses dando otro dolor a todos. Llegué pues a una casa con 6
hermanos, una casa alegre. Fuimos 9 y crecimos 7.
Papaíto asistió a mamá en todos sus partos y cuando me recibió a mí, me dicen que
dijo “otra Marinita”. Llegué un día después del cumpleaños de papá y me daba gusto
oírlo decir que yo era su regalo retrasado.
Mi primera china o nana fue Lucía Molina. Yo la quise mucho y ella me visitaba hasta
que murió. Todos tuvimos una china hasta los 4 años, esto libraba a mamaíta para
atender a papá y a los mayores y le daba tiempo de atender también sus muchos otros
quehaceres. Ella nos enseñó a que el hermano mayor cuidaba al que le seguía, ya de 8
años yo pasaba pendiente de que la ropita de Pelayo estuviera ordenada y ya como de
10 años podía zurcirle sus calcetines.
Sólo conocí a una de mis cuatro abuelos, los padres de mamá don Jesús Arellano
García y Doña Carlota Calvillo de Arellano murieron muy jóvenes, la abuelita Carlota
cuando mamá apenas tenía 10 años y el abuelo Jesús cuando ella tenía como 20 años.
Los que los conocieron dicen que hacían una pareja preciosa. Él era alto, elegante,
culto, con una voz sonora, agradable y un bigote bien cuidado. El abuelito Jesús nació
en Santa Rosa de Copán en Honduras. Su padre, don Nicolás Arellano, era un español
que había emigrado de España a Guatemala con sus hermanos, y decidió irse a Santa
Rosa en donde se casó con la señorita Luisa García. Mi abuelo fue el mayor de nueve
hijos, se casó en Chiquimula con Carlota Calvillo. Los tres hijos varones vinieron a
Honduras. Mi tío abuelo Daniel Arellano, Médico y Cirujano, se estableció en La
Esperanza, Intibucá. Se había casado en Guatemala con la señorita Tina Rojas. Él
construyó varias casas importantes en la Esperanza, dicen que también construyó los
famosos baños de esa ciudad. Se regresó a Guatemala después de pocos años. El otro
hermano, Don Eduardo, se casó en la Esperanza con la señorita Florita Mejía Colindres,
hermana del Ex presidente de Honduras, Don Vicente. Mi abuelo Don Jesús, después
de La Esperanza, se trasladó a Marcala con su familia. Se dedicó al cultivo del café, lo
beneficiaba, y exportaba a Alemania. No sé en qué tiempo el abuelo principió a
participar en política, fue Diputado al Congreso Nacional en tiempos del Presidente
General Sierra. Fue uno de los Constituyentes y celebraron la última sesión de esa
Asamblea el 31 de Mayo de 1904. En esa Constituyente mi abuelo representaba a
Gracias, junto con el Lic. Audato Muñoz y el Lic. José Mercedes Santos.
Durante su vida en Marcala, participó activamente en el desarrollo de esa
comunidad; muy conocido fue su interés en la educación. Desgraciadamente murió
cuando apenas tenía 45 años.
De la abuelita Carlota, dicen que era bella, distinguida, y elegante además de muy
dulce. Don Vicente Osorio me contaba que era tan linda que la gente decía, a esa
señora quitándole los pecados es una virgen. Don Vicente también me contaba que mi
abuelita usaba guantes y unos parasoles preciosos.
Murió en Marcala después de que nació la tía Cármen.
Don Antonio Contreras, padre de papá, murió ya muy mayor cuando papá era
todavía un niño. A la madre de papá, Doña Tránsito Bonilla, la describía papá como muy
guapa, menuda, rosada, con pelo color de miel y él no se cansaba de bendecirla porque
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decía que había hecho de madre y de padre para él. Papá siempre tuvo una inmensa
devoción para ella. Ésta fue, como digo, la única abuela que conocí y ya estaba o se
miraba muy mayor. Murió de una neumonía fulminante cuando yo tenía 4 años pero la
recuerdo aun mucho antes. Cuando íbamos a estarnos con ella a San Antonio, su casa
de campo, recuerdo que allí sacaban la crema fresca todos los días y nos la servían con
unas tortillitas recién salidas del comal. Estando en San Antonio, mi abuelita me peinaba
y me hacía trenzas, ella se sentaba en una sillita baja y mi cabeza a penas le llegaba a
las rodillas, tendría quizás dos o tres años. Al terminar de peinarme siempre me daba
alguna cosita y lo que más me gustaba eran unos chivitos de cartón forrados con lana;
en San Antonio había un rebaño de chivos y de ahí sacaban la lana. También la tengo
muy presente cuando nos visitaba en Marcala, usaba un pañalón morado oscuro,
asedado y con barbas muy largas.
Y no me olvido del día en que ella murió. Mamá, apremiada, me puso en la cabeza lo
primero que encontró y me llevó de la mano para darle el último adiós. Recuerdo que la
besé en la frente y que estaba tendida en una cama entre flores y tules. Así arreglaban
los muertos mientras les hacían el ataúd. Me sentí muy triste pero cuando ya iba para la
casa me sentía incómoda porque encontré que el tapado de mi cabeza era de una tela
que me parecía muy fea. Era de una tela negra y muy gruesa, ¡qué vanidad!
A falta de abuelos por dichas siempre estuvimos rodeados de tías y tíos.
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CAPITULO XVI
MIS TIOS Y MIS PADRES
Mis tíos más cercanos fueron los hermanos de papá: Tanchito, mi Tatito y Raquel,
llamada Queque. Tatito enviudó muy joven de don Pedro Castro (sin relación con el otro
Pedro Castro y su familia). No tuvieron hijos pero ella crió a Consuelo y a Tinita como
sus hijas.
Tatito es mi personaje inolvidable: chiquita no gorda, de carita redonda con ojos
negros muy vivos, una naricita media chatita y una boca llena de pucheros. Se vestía
como Mary Poppins con faldas largas, blusas manga larga y para estar en la casa unos
delantales de boca cuadrada que más parecían jumpers y usaba unas botitas tacón
cubano amarradas hasta arriba en la pantorrilla. Tatito era gran cocinera y tenía
comensales importantes en la casa, por lo general el Juez de Letras y algunos
Directores de Escuela que no eran del pueblo. Siempre hacía tiempo para paseos a
buscar sitios donde nos llevaba a nadar, a los potreros a tomar leche, a las fincas de los
parientes a comer frutas según la estación, como naranjas, mangos, limas etc. Ya
cuando se acercaba diciembre íbamos a buscar arcilla para los muñecos y figuras que
ella misma hacía y pintaba para los nacimientos, también traíamos el musgo que se
ocupaba para las distintas escenas de los nacimientos. Para el día de difuntos íbamos a
buscar bejucos para hacer los aros para las coronas. Nos llevaba a la iglesia a cantar en
el coro donde ella tocaba el armonio. Sabía tocar piano, guitarra y cantar. Nos llevaba a
la iglesia a ver los nacimientos en la Noche Buena. Nos enseñó a bailar las cuadrillas,
nos sacaba de ángeles en las procesiones y nos ensayaba para las veladas que ella
misma dirigía y también nos enseñó a leer y escribir y tantas, pero tantas cosas más.
Todos los sobrinos la seguíamos, pero creo que Olde, la hija de Queque, Pelayo y yo la
gozamos más que los otros sobrinos, yo la visitaba siempre. Ella también pintaba y en la
casa se miraban mesas, sillas, azafates con diseños lindos pintados por ella ¡qué
bendición fue Tatito en nuestra vida! Pero que hermanas tan opuestas: Queque se casó
con Juan Calderón, quién era hijo natural de un tío de ellas, Queque y tío Juan tuvieron
sólo una hija: Oldeilda, mi compañera de juegos, pues por la finca llegábamos a su casa
o ella venía a la nuestra.
Queque era más alta que Tato, de pelo negro, medio crespo, cara aguileña, de tez
blanca pero pálida y parecía triste, cuando se ponía un pañolón desde la cabeza me
recordaba a la dolorosa. Ella siempre fue cariñosa y muy buena con nosotros.
De los tíos, el que estuvo cerca de papá y de nosotros fue el tío Salvador, quien era
tío de mi papá. Se vestía con saco y pantalón de caqui, siempre usaba corbata y llegaba
todos los domingos montado en una mula a pasar el día con nosotros. El tío Salva fue
muy respetado y querido en Marcala, lo eligieron como alcalde más de tres veces. Él era
uno de los jóvenes que mandaron a Gracias para que estudiara bachillerato.
Tío Salva cumplía años el 6 de agosto y ya era costumbre de varios años que en ese
día Marcala quedara desierto, porque se iba la gente al Rincón, su casa de campo,
donde él vivía. Iban a celebrar su cumpleaños, hacían ramadas en los llanos, llevaban
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almuerzos y música, por todos lados se oían las guitarras y los cantos, algunas gentes
llevaban sus Victrolas y tocaban discos alegres. Los sobrinos nos íbamos con otros
primos desde el día anterior o nos quedábamos ese noche a dormir ¡Qué fiesta más
linda y celebrada por casi todo el pueblo! Este recuerdo está tan vivo en mi memoria y
ahora entiendo y admiro al tío que atraía y reunía a todas las clases sociales y políticas
del pueblo. ¡Qué confraternidad más hermosa! Creo que esto se siguió celebrando hasta
que el tío murió, lo que ocurrió estando nosotros en Santa Rosa de Copán. A papaíto le
avisaron y él llegó en avión para tratar de salvarlo pero ya llegó muy tarde, una
neumonía nos lo llevó.
El otro hermano de papá era el tío Chilaño, muy huraño, casi no lo veíamos aunque
bajaba de San Antonio a caballo todos los domingos pero se quedaba donde mi madrina
Antonina Osorio.
Una vez cuando su esposa Chayito estaba viva fuimos a San Antonio a su casa de
campo a celebrar el Día de San Antonio. Nos llevó Tatito. Chayito era una señora
morena de una sonrisa muy dulce y nos recibió con gran cariño. Ella murió joven y sus
hijos Rebeca, Chilanito y Coca quedaron muy pequeños y fueron siempre también algo
esquivos, pero ésta vez gozamos con ellos correteando en los potreros, después o
antes de los rezos. En sus fincas había muchas naranjas y nos dimos gusto
comiéndolas y lo mismo mangos verdes con pimienta y sal y fue un milagro que no nos
enfermamos.
Para el día de San Antonio, el 13 de junio, hicieron nacatamales, hojuelas, chilate,
torrejas y no sé que más ricuras. Nos divertimos mucho y fue una de las pocas veces
que jugamos con estos primos huraños cuando ellos eran también niños.
De los hermanos de mamá, el tío Jesús Arellano Calvillo, se estableció en Puerto
Cortés, él era un hombre alto, agradable, guapo y dicen que muy buena persona,
además con mucha suerte pues se sacó la lotería mayor de España, la de Honduras y la
de Guatemala. Se había casado con una señorita Española, Gloria Pagés y tuvieron
unos hijos muy lindos, a toda la familia yo la conocí solo por las fotografías grandes y
por cierto muy bonitas que le mandaba el tío a mamá.
Cuando yo tenía como 6 años, mamaíta hizo un viaje a Puerto Cortés a visitar al tío
Jesús. Ese viaje era a caballo hasta que llegaban a Pito Solo, creo que de ahí cruzaban
el lago en un “Ferry Boat”. Nosotros nos quedamos con la tía Carlota que hizo menos
triste la separación.
Después de que el tío murió, la tía Gloria vino a Marcala con toda la familia. Cuando
yo regresé de vacaciones ya ellos se habían ido de Marcala. Al tío Jesús no lo conocí,
me dio mucho pesar, cuando él murió, sabiendo la tristeza de mamá, yo le guardé 6
meses de luto. Fui a La Esperanza en las vacaciones y como siempre hubo muchas
fiestas informales pero yo no sentí el menor deseo de bailar.
La tía Carlota Arellano Calvillo era una mujer muy elegante, muy distinguida y muy
guapa, se caso con el señor Enrique López cuando él era Comandante de Armas en
Marcala, se trasladaron después a El Paraíso donde también fue Comandante de
Armas. Tuvieron 4 hijos; Enrique, el mayor, fue un hombre alegre, simpático, bailador. Él
nació en Marcala, se caso con Auristela Contreras, se establecieron en Marcala y
formaron una familia numerosa, los dos fueron muy trabajadores y su matrimonio fue
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modelo por muchos años. Tenían una casa alegre y era el punto de reunión durante las
vacaciones.
Perla López Arellano fue la segunda hija de mi tía Carlota y ha sido y sigue siendo
una morena guapísima muy dulce, trabajadora y simpática. Se casó con un primo
segundo, Milton Abadie Arellano, hijo de la tía Rosa Arellano de Abadie. Milton y Perla
se establecieron en San Pedro Sula y todas sus hijas mujeres, que son tres, son muy
guapas y distinguidas y casadas con hombres buenos e importantes; y el varón John
Milton es un abogado que ejerce su profesión en San Pedro Sula, sigue soltero y vive
con su madre. Viuda desde hace muchos años.
Oswaldo López Arellano es el tercero de los hijos, un moreno simpatiquísimo que se
metió desde muy joven a la Escuela de Aviación de la Fuerza Aérea Hondureña e hizo
una brillante carrera militar: fue Jefe de las Fuerzas Armadas, Ministro de Defensa, Jefe
de Estado y Presidente de la República. Oswaldo se casó con una preciosa muchacha,
Gloria Figueroa. Ella cumplió con su papel de Primera Dama con toda dignidad y se
ganó el respeto hasta de los estudiantes. Gloria ha sido un miembro muy querido en
nuestra familia y ha sido una madre y esposa excelente. Oswaldo es unos años mayor
que yo pero cumplimos el mismo día y muchas veces hemos celebrado el cumpleaños
de papaíto, el de Oswaldo y el mío juntos. Oswaldo y Gloria tuvieron cinco varones y
una niña llamada Gloria Carolina.
Hernán López Arellano fue el menor de los hijos de la tía con el tío Enrique. Hernán
fue un muchachón guapo, con unos ojos grandes de pestañas largas y de muy dulce
mirada, lo mismo que su manera de ser, fue muy suave y dulce. Se casó con la única
hija de la tía Queque y el tío Juan, Oldeilda y con ella tuvo varios hijos. En Marcala
hicieron una casa muy hermosa en la que cobijaron y cuidaron a la tía Queque hasta
que murió.
Después de viuda, la tía Carlota se casó con don Adrián Pinel Guillén y con él tuvo a
Carlotía que murió muy tierna en Marcala y después nació Daisy Yolanda que se
convirtió en una muchachona alta, hermosa, muy alegre y paseadora. Daisy se casó con
Armando Argueta, otro muchacho de Marcala y con él tuvo a Daisy Carlota quién ya es
abuela y está establecida en Pasadena C.A.
Al quedar viudo, mi hermano Pompeyo Hormidas se casó con Daisy, quien ya estaba
divorciada. Tuvieron dos hijos más, Perla Johanna y Policarpo. Perla vive en Pasadera,
ha tenido dos matrimonios y cuatro hijas mujeres. Poli se casó con Judith Flores y tuvo
una hija llamada Estephany.
Los hijos de la tía Coca (como le decíamos a la tía Carlota) fueron los que crecieron
más cerca de nosotros, pues la tía pasaba temporadas con ellos en Marcala, a veces en
nuestra casa. En los últimos años, tanto la tía Coca como la tía Cármen se establecieron
en Marcala. Con los hijos de mi tía Carlota nos hemos querido como hermanos.
La tía Cármen fue la menor de la familia Arellano Calvillo, ella era alta, pelirroja, algo
narizona y de risa muy alegre, la tía se casó con Pepe Gross, hijo de la tía Mercedes
con el comerciante don José Gross. La tía Mercedes Arellano era otra tía de mamá así
que ellos eran primos. Como se ve, en la familia ha habido muchos casamientos entre
primos. Casada con Pepe, la tía Cármen tuvo a Merceditas, una muchacha muy guapa y
muy buena que se casó con Guillermo Reinhart y formaron una familia muy linda. Al
divorciarse de Pepe la tía Cármen tuvo dos hijos, María Antonieta y Rolando, María
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Antonieta es una muchacha muy estudiosa, se graduó como Trabajadora Social y se
casó con un militar de alto rango llamado Reynaldo Flores Andino.
A Rolando casi no lo conozco ni sé mucho de él, solo que se casó y que algunos de
sus hijos están establecidos en Miami.
Las tres hermanas Arellano Calvillo eran completamente distintas tanto en el tipo
como en su carácter.
La tía Carlota era muy circunspecta, muy refinada y como ya dije muy distinguida.
Era alta y delgada, de un temperamento muy tranquilo y suave. Siempre se vistió con
una elegancia discreta, se tiñó el pelo de negro cuando le salieron canas y se
maquillaba con discreción.
La tía Cármen también era alta, pero no muy delgada, sin llegar a ser gorda, ella era
alegre, bulliciosa y fiestera.
MIS PADRES
Mi Madre.
Mamaíta era completamente distinta a sus dos hermanas, era gordita, de tez blanca
sonrosada, papá decía que cuando jovencita tenía unas mejillas arreboladas como él
nunca había visto ni vio después, ni en sus hijas. Marina y yo fuimos muy rosadas.
La piel de mi madre parecía de porcelana sin manchas, ni arrugas aún en sus ochenta.
Sus manos eran gorditas como de una muchachita. Tenía unos ojos grandes café claro,
su pelo oscuro medio rizado, nunca se pintó la cara ni se tiñó el pelo y se vistió siempre
con gran sencillez. Yo no la vi usar ni un prendedor ni un anillo, a pesar que guardaba
joyas buenas que habían sido de su madre. A mamá le encantaba estar en la casa,
siempre ocupada en sus muchas actividades. Ayudaba a papá en su clínica y además
supervisaba la farmacia y cuando ésta se convirtió en botiquín, ella lo manejaba.
Además de comprar las cosas y la comida para la casa, se encargaba también de
comprar lo que les mandarían a los trabajadores en las fincas de café, a quienes se les
mandaba “la mochila” todos los fines de semana. Le encantaba estar arreglando su
jardín y lo mantenía muy bonito. Iba a la cocina siempre a dar el último toque, con sus
salsas convertía cualquier comida en deliciosa. Le gustaba cantar muy suavecito y silbar
sobre todo cuando trabajaba en el jardín. Era conversadora y los hijos bromeaban
mucho con ella. También costuraba, remendaba, hacia ropita para los que llegaban a
pedir limosna y cuando tuvo nietos tenía hospital para las muñecas rotas y
descabezadas. Cuando los nietos ya no querían los juguetes ella los arreglaba y se los
daba a los niños pobres que llegaban a la puerta de nuestra casa. Al salir de la escuela
hambrientos de chuchería, nos tenía panes ricos recién hechos y jaleas y cuando ya
crecimos siguió haciendo cosas para mandar a regalar. ¿Cómo le quedaba tiempo para
leer novelas románticas? Siempre tenía una debajo de la almohada y leía en el día
cuando podía y en la noche por lo menos dos horas antes de apagar la luz. Los hijos le
bromeaban cuando ya tenía radio y le decían que oía una novela al mismo tiempo que
leía otra. Yo casi creo que esto era cierto. Era muy romántica y casamentera, pobrecita,
ya estaba alarmada porque yo no tenía novio y le parecía que acabaría en un convento.
Con papá fue siempre atenta y amorosa y con los hijos a pesar de que éramos tantos
siempre fue maravillosa. Para mí fue la madrecita perfecta.
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Ella y sus hermanos perdieron a su madre muy temprano, pero el abuelo hizo de
madre y de padre, vio que se educaran y cuando pequeñitas les puso institutrices.
Mamá recordaba con cariño a una chilena muy buena. Cuando crecieron, las mando al
colegio de niñas de Jesusita Medina en Tegucigalpa.
Varios años después de viudo, el abuelo Jesús Arellano se caso con la señorita
Marcelina Bonilla, hija del tío de papá, Pedro H. Bonilla, jurisconsulto y diplomático. Ella
venía regresando de un internado para señoritas en un Liceo Francés en León,
Nicaragua. Con Doña Marcelina, el abuelo tuvo dos hijos, Roberto y Raúl Arellano
Bonilla, que fueron otros dos hermanos de mamá y tíos nuestros muy queridos. El tío
Roberto fue a hacerse Ingeniero en Chile, terminó la carrera en dos años, mientras que
el tío Raúl se fue a la “Universidad del Mundo” viajando por Europa y por Estados
Unidos, los dos hablaban inglés muy bien y recuerdo que eran muy amigos de los
Walter y de los Agurcia en Tegucigalpa.
Los dos se casaron ya mayorcitos, el tío Roberto con una educadora Guatemalteca,
Elsa Rabasó y el tío Raúl con una muchacha muy guapa y mucho más joven que él,
Isolina Donaire. Tío Roberto y tía Elsa no tuvieron hijos pero adoptaron uno ya algo
grande y él heredó el Colegio que fundó la tía Elsa. Los hijos del tío Raúl con Isolina
fueron tres: Martha Inés casada en Guatemala con Julio Marroquín, un hombre de
negocios. Los dos varones Javier y Roberto, profesionales y casados y tienen varios
hijos.
Una vez que el abuelo y Doña Marcelina se casaron toda la familia vivió junta por
algún tiempo.
MI PADRE
Papaíto también era muy blanco y rosado había quienes dijeran que papá y mamá
parecían hermanos. Papá era de mediana estatura y fornido. Tenía ojos muy negros,
algo encapotados y de mirada intensa pero suave, su nariz mediana que se le hizo algo
grande con el correr de los años, sus labios finos y sonrientes. Cuando joven tenía
abundante pelo negro, yo ya lo conocí calvo y aún así era muy guapo y su linda calva
recibía muchos besos de todos, empezando con los de mamá. Papá era un ameno
conversador, “platicadorísimo” dice Ramón. Tenía una gran memoria, casi fotográfica,
se acordaba de todo lo que leía y lo que veía, por lo que era muy ilustrado y un gran
educador. Era de carácter suave, manso y hacia bromas a mamá, que ella se ponía
“como agua para chocolate”, algunas cosas sulfuraban a mamá pero por lo general era
tranquila, con nosotros no fue regañona ni castigadora. Papaíto era muy galante y gran
admirador del sexo femenino. Fue un hombre honesto, honrado, buen amigo y padre
inmensamente tierno. Era desinteresado y así como mamá, era también sencillo en su
manera de ser y en todo. Era caritativo y muy interesado por el bienestar del prójimo. En
el Congreso le decían “la balanza del Congreso” ya que era muy justo y también muy
humilde. Siempre luchó por el bienestar de los hondureños. Tenía amigos verdaderos en
los dos partidos y era respetado. No dejó de atender enfermos hasta ya entrado en los
90 años. Tenía un “ojo clínico” maravilloso. Siempre estaba ocupado atendiendo
enfermos, estudiando, recetando gratis en la farmacia, etc. Sembró cafetales para no
vivir de la profesión y poder ayudar a la gente.
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Como era gran educador, todos los jueves y domingos y días de fiesta se paraba en
la acera enfrente de la puerta de la farmacia rodeado de gente a las que les hablaba del
estado del país, de las necesidades del pueblo, pero sobre todo, les daba instrucciones
de higiene y salud y hacía hincapié en lo necesario que es lavarse las manos, hervir el
agua, cocinar bien las carnes, etc. Yo creo que él fue quizá el primer salubrista de
Honduras, pues se graduó el 28 de noviembre de 1907 y se estableció como médico en
Marcala en marzo de 1908 y desde entonces empezó su tarea educativa. Fue Diputado
del Congreso Nacional en 14 legislaciones y es el único diputado que ha sido electo por
unanimidad como Vice Presidente del Congreso Nacional, según el historiador Rubén
Antúnes.
Nuestra casa era alegre, nuestra mesa divertida, pues se bromeaba mucho, pero
también interesante, ya que se discutían las noticias mundiales y papá nos hablaba de
literatura, de filosofía y sobre todo de historia. Pero a mí lo que me fascinaba oír eran
sus historia de cuando era estudiante, de cuando estuvo en las campañas y de cuando
fue Diputado al Congreso. Tuve la suerte de que me las contara y están escritas en mi
librito “Mis Dos Mundos”.
Papá nos enseñó a no ser fanáticos ni en política ni en religión. Nuestros dos padres
fueron muy liberales y aceptaban y respetaban el derecho de los demás a pensar y a
sentir. Mamaíta les rezaba a sus santos, pero no iba a la iglesia. Nuestra casa fue
abierta para quien llegara y nuestra mesa también. Papá y mamá recibían con igual
alegría y deferencia a los compadres con caites que bajaban de la montaña como a los
personajes políticos que nos visitaban. Generalmente nos sentábamos a la mesa los 9
miembros de la familia, pero a menudo teníamos visitantes que eran invitados a
compartir nuestra mesa. Los primos y parientes podían llegar sin avisar o sin
invitaciones. Papaíto era muy afectuoso y por lo tanto muy abrazador. Mamá también
era muy cariñosa y afectuosa. Ellos formaron su hogar cuando se casaron el 21 de
marzo de 1912 y celebraron 62 años juntos, que solo pudieron interrumpirlos por la
repentina y dolorosísima muerte de ella.
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CAPITULO XVII
COOPERATIVA DE INSTRUCCIÓN PRIMARIA MI ESCUELA
Este fondo empezado por las bisabuelas siempre llamó mi atención y para “Mis Dos
Mundos” yo rogué a mi padre que me dijera algo de su historia, aquí está lo que él me
contó: “las matronas marcalinas de aquella era, encabezadas por Doña Guadalupe
Contreras, tuvieron una luminosa idea, la de formar una cooperativa.
El dinero recogido se lo prestaban a sus maridos a un alto interés y con eso
ayudaban a pagar las maestras de las escuelas. Me contaba don Vicente Osorio, que
cada primero de enero, al inaugurarse la nueva municipalidad debían de pagar el
préstamo ese día y así se fue aumentando el fondo. Más adelante lo manejaba una
Junta: tres vocales y un tesorero. En 1909 llegó a la Alcaldía Adolfo Fiallos y por su
propia iniciativa dispuso dar distinta organización al Fondo y en sesión pública se
resolvió nombrar una comisión para redactar la ley a la que debiera someterse el Fondo.
Los miembros de esa comisión fueron: don Jesús Arellano (mi abuelo), don José
Membreño y don Vicente M. Osorio. Las leyes presentadas fueron aprobadas por el
Consejo Departamental y se mandó a imprimir el reglamento. (yo tengo una copia y le di
otra a Popito Bonilla Reyes).
Según la ley, el Fondo debería constar de un Presidente o un Gerente, dos Vocales y
un Tesorero. Se podría prestar el máximo de 300 pesos con garantía hipotecaria y hasta
100 pesos con dos firmas responsables, al interés de 2% anual.
Mira que cuando yo recibí eran como 6,000 lempiras y cuando entregué hace no
muchos años era ya por lo menos 33,000 Lempiras. Temo que ese dinero se pierda,
aunque hoy está sujeto a intervención por el Consejo Central… Quién sabe si lo hacen.
Cuando se organizaron los bancos, vino a Marcala el señor Alfonso Rochac, un gran
economista. Él dijo que según sus investigaciones, la cooperativa más antigua, quizás
de América de la que él tenía noticias era la de Marcala. Hoy así se llama “Cooperativa
de Fondos de Educación”.
Papá fue reelecto varias veces como Gerente de este Fondo. Él no recuerda cuantos
años de existencia tenía cuando se hizo el reglamento, creía que tal vez lo organizaron
en los 1800.
MI ESCUELA
Mi padre muy sabiamente creía que los niños están listos para dejar la casa y
empezar su escolaridad a los 7 años. Aún en este tiempo sigue la polémica sobre esto,
pero muchos educadores creen que 7 es la edad apropiada para empezar la escuela.
Todos mis hermanos fueron a la escuela a los 7 años y a esa edad empecé yo mi
primer grado. Ya estaba preparada y lista para esa tarea, me sentía feliz y me creía muy
importante al salir con mi valijita hacia la Escuela de Niñas Petronila Barrios de
Cabañas, esta escuela estaba en la misma calle de mi casa y a menos de una cuadra
de distancia. Me gustó siempre aprender y estudiar y con Ramón somos empedernidos
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estudiantes. No me doy abasto con tanto libro y artículo interesante que Ramón me da
para leer diciéndome “cuando termine me da el resumen”.
Entré confiada y alegre iba a mi escuela ¿y cómo no? La directora era Doña Chelina
Bonilla, querida tía mía y casi mi abuela pues fue esposa de mi abuelo Arellano. Mi
profesora de grado fue la querida tía Tato. Algunas de mis compañeras eran mis primas:
Gera Melghen y Lygia Bonilla, recuerdo también a Aída Pérez Melara.
Tatito nos enseñaba cantos y poesías y en una velada casi todo el primer grado salió
como semillitas de caña, estábamos acurrucaditas cuando levantaron el telón, teníamos
vestidos amarillos y cantábamos “somos semillas de caña que el campesino sembró,
que Dios bendiga la mano que su cuidado nos dio”. Después que nosotros
terminábamos este canto que era largo salía la lluvia y empezaban a cantar “yo soy la
alegre lluvia…” no recuerdo el resto del canto pero nosotras, las semillitas, empezamos
a echar unas hojas verdes largas y nos estirábamos un poquito. Al terminar la lluvia,
salía el sol cantando “yo soy el sol brillante que vengo a darles calor…” seguía cantando
y al terminar nosotras nos parábamos y las hojas verdes eran más grandes pues nos
habíamos convertido en matas de caña. Me gustó mucho esta transformación de
semillitas a matas más grandes. El año se fue muy rápido y terminé el grado con buenas
notas, aprendí a leer y casi a escribir y muchas otras cosas. Me encantaron las veladas
y salir en ellas. Decían mis padres que desde que pude hablar me subía al mostrador de
la farmacia y que empezaba a improvisar y en mis peroratas; siempre hablaba de la
señora Coronada, no sé de dónde ni porqué saqué ese nombre. Se me ha ocurrido que
quizás oí el nombre coronada cuando los clientes iban a buscar esencia coronada a la
farmacia y me debo haber encantado de ese nombre. Lo importante ha sido que esos
ensayos en el mostrador me sirvieron para actuar sin miedo en los escenarios.
Ya no pude hacer mi segundo grado en Marcala, por circunstancias políticas papaíto
decidió alejarse del pueblo que ya se estaba convirtiéndose en un lugar de gran peligro
para los que no fueran cariístas. Aunque papá era amigo de Carías, eso no valía con los
Cupertinos y Rosalios que eran los mandamás del pueblo.
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CAPITULO XVIII
LA TIRANIA. SANTA ROSA DE COPÁN
En el mes de mayo el país aun seguía en estado de gran desorden y los
correligionarios de Carías lo convencieron que la tiranía era necesaria.
Papá nos contaba que el día en que el Congreso Nacional reconoció la elección del
General Carías como Presidente Constitucional se nombró una comisión para que fuera
a entregarle el decreto a donde él vivía, Papaíto fue Miembro de esa Comisión.
Al llegar y después de entregarle el Decreto al General Carías, Antonio C. Rivera se
le acercó y parece que le sugirió al General que invitara a la Comisión a una copa de
champán, así lo hizo, diciéndoles que les esperaba al día siguiente para una reunión en
casa del Doctor Tomás Alonzo. Cuando ya estaban en la reunión, el General Carías
tomó su copa y se sentó al lado de papá, le dijo que eran adversarios políticos pero que
él era su amigo personal y continuó diciéndole algo como esto: “vea Bonilla, yo
esperaba que el triunfo de mi partido no fuera motivo de dificultades para el país, mi
deseo era que marcháramos en armonía, hasta les pedí a mis amigos que se
abstuvieran de hacer manifestaciones que molestaran al adversario, pero ya usted ve
los militares liberales se levantaron en armas y entonces he tenido que echar manos de
“ciertos hombres” y la cosa ya no será como yo lo había pensado”. Papá se lamentaba
que los militares liberales causaran tanto daño al país. En esos días hasta se rumoraba
que el Presidente Saliente, doctor Vicente Mejía Colindres, corría el riego de ser
asesinado por sus correligionarios y el General Torilio López Vásquez y papaíto lo
acompañaron hasta que tomo un avión para Puerto Cortés.
Mejía Colindres era un hombre muy civilizado y papá sabía que lo que él decía que él
entregaría el poder a quien el pueblo eligiera, era la verdad, y así lo hizo. Pero Justo
Umaña y otros militares liberales se levantaron en armas y no querían entregar el poder
al legítimo ganador, General Carías, quien era opuesto a Zúñiga Huete, el perdedor del
liberalismo. Yo recuerdo que cuando la campaña Zúñiga Huete vino a Marcala. Era un
hombre grandote y fuerte y de una mandíbula un poco saliente. No sé si en este
entonces fue que yo conocí también a Justo Umaña, pero tengo un recuerdo muy claro
de los dos.
SANTA ROSA DE COPÁN
El país seguía en gran desorden y a nuestro Marcala mandaron “ciertos hombres”
que empezaron a aterrorizar el pueblo. Papaíto creyó prudente alejarse por un tiempo y
llevar a la familia a un lugar seguro, escogió Santa Rosa de Copán, algo distante pero
con un clima similar al de Marcala. Con premura se arreglo el viaje y se decidió el día de
la partida, tan pronto como los escueleros terminamos el año. Fueron muchos los
amigos y parientes que fueron a encaminarnos a caballo. Ésta era una costumbre muy
Marcalina, el ir a encaminar y a encontrar a los amigos, se iba a caballo. Ésta fue la
última vez que vimos al querido tío Salva que con gran tristeza nos despidió. Entre los
amigos iba Filadelfo Ventura, a quien mis padres suplicaron hasta el último momento
94
que se fuera con nosotros, él no creyó que el peligro era tanto y se quedó, muy pronto
después de eso cuando iba pasando por uno de los puentes, lo deshicieron a
machetazos.
El viaje a Santa Rosa fue de lo más emocionante, salimos a caballo en una caravana
como de 20 personas, éramos 9 de la familia pero se nos había agregado José García
para ir a estudiar a Santa Rosa. Llevábamos a Linda y a Antonieta, las trabajadoras. El
tío Juan Calderón iba a dejarnos y regresaría con los mozos que no eran menos de diez
ya que llevábamos mucho equipaje y ellos cuidarían de las cargas y de las
cabalgaduras.
El primer día paramos en La Esperanza para despedirnos de la familia, sobre todo de
la tía Chabela, el tío José Mejía Colindres y de sus hijos, ese día conocí yo a Juanitia,
¡qué niña más linda, era de mi edad y muy simpática y esa noche yo dormí con ella y
nos hicimos amigas desde entonces y al casarse con Popo, mi hermano, se convirtió en
mi hermanita del alma.
Llegamos a Gracias y nos quedamos otro día para visitar algunos amigos, sobre todo
a los Galeano y a los Milla Cisneros.
Viajábamos temprano de la mañana y acampábamos temprano de la tarde ya que
empezaba la época lluviosa.
Como éramos tantas las gentes que íbamos, en las casas del camino recelaban,
pero nos permitían dormir en los corredores o en galeras. Los mozos ponían las cargas
y las monturas como pared para protegernos del frío o de la lluvia. No recuerdo si fue
después de pasar Gracias que encontramos muchos árboles llenos de mangos, estaban
en plena cosecha y eran deliciosos. La gente de por ahí no los tocaba porque creían que
daban calenturas; a veces después de la lluvia encontrábamos en el suelo los más
maduros y papaíto nos dejaba que comiéramos tantos como quisiéramos con tal de que
estuvieran bien pelados. Eran de muchísimas clases y a cuál más delicioso.
Bajando al Mejocote nos cayó una tormenta muy fuerte, en un momento se puso
muy oscuro y empezó a “caer el agua a cántaros” como dicen en Marcala. Las bestias
casi no podían caminar y los jinetes íbamos bien agarrados de las monturas para no
caer en el lodo. Por dicha, todos llevábamos capotes y para las cargas tapa cargas. No
sé si ese día o el siguiente, en el río Higuito, nos dimos cuenta con alarma que no había
puente y el río estaba rebalsado, “estaba hasta los montes”. No muy lejos vimos un
puente de hamaca. Ese puente colgante estaba en muy mal estado y por dicha resistió
el peso y no fuimos a dar al río que bramaba abajo con toda la furia, llevándose árboles
y cuanto encontraba a su paso. La hamaca sólo tenía unos lazos a los lados de donde
agarrarse y le faltaban algunas tablas y había que saltar los agujeros. A los pequeños,
Pelayo y a mí, nos pasaron a tuto, o a cucuche como dicen en otros lados. A mí me
paso el pobre Eve, por dicha no he de haber sido muy pesada. Yo no me atrevía ni a
abrir los ojos pues me imaginaba abajo no sólo al río enfurecido sino que también fieras
horribles como lagartos o cocodrilos. Cuando saltaban para alcanzar las tablas, la
hamaca se movía peligrosamente, por ella pasamos todos y se paso la carga. Para
pasar las bestias, Adán, quien era el mayor de los hijos, se fue con el tío Juan y los
mozos a buscar una parte angosta por donde pudieran pasarlas a nado. No tengo idea
lo que duró la operación por dicha no era de noche ni estaba lloviendo. Al fin nos
reunimos todos del otro lado, yo daba gracias de que a Eve le alcanzaban las piernas
95
para saltar las tablas donde no había tabla, Ya todos juntos empezaron las bromas
sobre el miedo de algunos y las muchas peripecias ocurridas a otros, era una manera de
manejar el nerviosismo vivido.
Cada día nos acercábamos más a la ciudad deseada. Yo me la imaginaba como las
grandes urbes que había visto en revistas y tarjetas de lejanas ciudades. ¡Qué alivio al
entrar a la ciudad que era grande pero no extraña, ya que sus calles eran empedradas
como las de Marcala y sus casas la mayoría de una sola planta!. Papaíto había
arreglado con anticipación todos los detalles y nos recibió una casa que yo encontré
inmensa, de piezas grandísimas, cielos muy altos y de dos niveles, en la parte de abajo
estaban los baños, las bodegas y cuartos para la servidumbre. Con el alivio de haber
llegado y el cansancio de como 8 días de viaje, no sé ni donde caí dormida, no sé si
había camas, no recuerdo casi nada de eso.
El tío Juan y los mozos, llevándose las bestias, regresaron a Marcala después de
ayudar a desempacar y poner la casa habitable. Habíamos llevado el juego de sala,
cuatro sillas mecedoras, un sofá y como seis sillas corrientes, eran negras con respaldar
y asiento de junco, nunca he sabido como se llama ese estilo. Eran livianas y de seguro
las desarmaron para ponerlas en la carga, lo que no me imagino como hicieron fue para
acomodarlo en el lomo de la mula es la ortofónica ya que era muy grande y de madera
muy delicada. La mesa de la clínica y sus instrumentos se acomodaron en la pieza que
se creyó más conveniente y que daba al frente de la calle.
Pronto nos dimos cuenta de que enfrente vivía la familia Alvarado, Violeta era una
niña tal vez como de unos 13 años, de ojos color azul oscuro y casi verdes a ratos, ahí
vivía también Consuelo y algunos adultos más. Consuelo también era de ojos azules y
muy guapa. Todos ellos fueron unos vecinos muy agradables.
Santa Rosa nos recibió con brazos abiertos. Los correligionarios de papá quizás
habían oído de su fama de hombre honrado y con madera de líder ya que acabando de
llegar lo invitaron a una sesión política porque se estaban organizando y le pidieron a
papá que aceptara la Presidencia del Consejo Liberal. No recuerdo dónde fue la sesión,
si en casa del doctor Arturo Rendón Pineda o en la del Licenciado Federico Canales.
Papá agradeció el honor y les contó lo que estaba ocurriendo en Marcala, ya víctima de
atropellos y de asesinatos. Les dijo “señores se nos está viniendo encima una dictadura
y yo les aconsejo que paren estas actividades”. No le creyeron o pensaron que en Santa
Rosa no ocurriría eso. Al día siguiente, papá le preguntó a Arturo Rendón que qué
habían dicho sus compañeros y él le contestó que él tenía miedo, papá le dijo: “Sí, tengo
mucho miedo por ustedes”. Muy pronto fueron acusados de “cusureros” (fabricantes
ilegales de licor), para tener pretextos de meterlos a la cárcel y allá fueron a parar don
Arturo Rendón, don Cristóbal Canales y Armando Castejón Fiallos, este último vivió
desterrado desde entonces en Guatemala.
A papá quisieron molestarlo y un día lo mandó a llamar el comandante de armas don
Vicente Ayala. No de muy buen modo le dijo a papá que el Mayor de Plaza lo acusaba
de estar conspirando contra el gobierno. Papá se sintió agraviado y habló de su
inocencia y al ver que no le creían, le dijo a don Vicente que hiciera una circular
preguntando quien era el doctor Adán Bonilla Contreras. “Mande una a Juan Manuel
Gálvez, otra a Jesús María Rodríguez, otra a Salvador Aguirre y la otra nada menos que
al General Tiburcio Carías Andino, Presidente Constitucional”.
96
Nunca volvieron a molestarlo y él pudo seguir trabajando tranquilamente en su
profesión.
Pronto se abrieron las clases y nos matricularon para el siguiente año escolar.
Pelayo, Corita y yo iríamos al colegio María Auxiliadora, Popo iría a la escuela pública,
Marina y Evenor al Colegio León Alvarado y Adán viajo a Santa Bárbara a terminar su
bachillerato.
Desde el primer día me gustó mi escuela. Recuerdo muy bien el aula del segundo
grado, recuerdo algunas de mis compañeras: a María Aída Rodríguez, a Olga Fajardo, a
Berta y a Hilda Mejía, Juan y la Nena Villeda, a Carmelina Ruiz, a Blanca Orellaño y a
otras niñas en otros grados como las hermanas San Martín que fueron mis amigas. Mis
dos amiguitas predilectas fuera de la escuela eran Merceditas Leiva y Alma Luz Bueso.
Recuerdo también a tres muchachitas con las que nos reuníamos cuando llegaban
de vacaciones, Licha y Yoyita Cobos y Tulita Alvarado, quienes eran amigas de
Merceditas.
Con Merceditas y Alma Luz nos reuníamos a jugar después de la escuela.
Merceditas era una niña alegre, simpática y buena inventora de actividades en las que
nos divertíamos mucho. Alma Luz era mucho menor, pero nos gustaba jugar con ella.
Alma Luz era una niña de piel algo morena, ojazos negros muy lindos y de un carácter
tranquilo y dulce, tenía juguetes lindísimos como cocinitas con estufa y todo lo necesario
para cocinar y también muñecas. Nos turnábamos en nuestros juegos y con Merceditas
comíamos o ella en mi casa o yo en la de ella. Doña Lastenia de Bueso, madre de Alma
Luz también me invitaba a comer y la invitación que más me gustaba era para ir a recibir
a San Nicolás en la Navidad. Una vez me invitaron para ir a acampar a las playas del río
Higuito, creo que fueron más de dos días y la pase feliz; los hermanos de Alma Luz,
Héctor y Jorge ya eran grandes, Luis debe haber tenido unos 14 años, Enrique más o
menos 11 o 12 años y el lindo Rodolfo tenía menos de 6 años, todos ellos eran gentiles
y respetuosos con las niñas pequeñas y a Rodolfo le gustaba jugar con nosotros.
Don Melo, el padre de Alma Luz, fue siempre amable y bondadoso; Alma Luz nos
invitaba ciertos domingos para ir con ella al cine y nos sentábamos juntas, ella,
Merceditas y yo; el cine era de don Melo.
Doña Lolita Leiva y don Jesús, su esposo, así como sus hijos fueron muy amables y
bondadosos conmigo. Marinita ya era una señorita preciosa, a mí me parecía como una
muñeca pues su cutis era blanco con rosadas mejillas y tenía ojos claros, grandes y
lindos y su cara enmarcada en un pelo café claro.
Guillermo sólo llegaba de vacaciones, Raúl y Jesucito ya eran adolescentes. En la
casa de los Leiva Bueso vivían dos muchachas muy guapas Lastenia y Mina García,
que resultaron ser nuestras parientes.
Yo encontré a la gente de Santa Rosa con la que yo me asociaba muy amigable y
muy cariñosa.
En el Colegio María Auxiliadora hice también mi tercero y cuarto grado de primaria y
durante estos años yo seguí contenta y aprovechando mucho. Sor Blanca Lara era una
monjita dulce y competente maestra, Sor Mercedes Pacheco, que había sido amiga de
papá en San Salvador antes de hacerse monja, me trataba con especial cariño, todas
las maestras fueron buenas maestras. Había veladas y yo participaba en ellas.
Merceditas de Rendón, esposa del doctor dentista Arturo Rendón, el político, nos
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ensayaba cantos a Merceditas y a mí cuando teníamos que participar en las veladas.
Meches tenía una voz maravillosa que heredó su hija María Luisa de Lozano. En Santa
Rosa mamá encontró varios parientes: Doña Rosita García de Fuentes, que vivía
esquina opuesta a la casa donde llegamos, resultó ser prima lejana de mamá, tenía
como tres hijas y la menor, Finita, jugaba conmigo y nos visitábamos. Chico Fiallos
también resultó pariente y muchos más. Con mamá visitamos de vez en cuando a
Blanquita Rodríguez, recién viuda, también a Elisita y a don Federico Canales, Elicita
era experta en hacer unos deliciosos pastelitos de piña, los vendía y a las visitas se los
obsequiaba.
Sin todas las tareas de Marcala, mamá podía descansar más y pasear de vez en
cuando.
Como al año de vivir en Santa Rosa nos cambiamos a la casa de Doña Mirtala
Pineda, en la misma calle y sólo a unas tres cuadras de donde vivíamos y cerca de El
Calvario. Esta casa era muy acogedora y tenía donde poner la clínica de papá más
independiente del resto de la casa. Tenía un jardín precioso y a mí me encantó
encontrar que el comedor salía del corredor hacia el jardín y estaba como en polines,
que tenía grandes ventanas de vidrio de donde se miraban las enredaderas y el jardín.
Era parecido al comedor de la casa de los Bueso Arias donde yo comí varias veces con
Alma Luz y la familia. La parte más maravillosa de esa casa es que al fondo, después
del jardín, tenía una galera grande forrada las paredes en la parte inferior con tabla y de
alambre hasta el techo, esto la hacía muy clara y ésa fue nuestra sala de juegos,
también sirvió de dormitorio a toda la familia y algunos vecinos cuando hubo unos
grandes temblores y esa parte era la más segura de la casa, aquí había sido la purería,
es decir, donde la familia tuvo su fábrica de puros.
La casa de Santa Rosa siguió el mismo ritmo que la de Marcala, todos nos
reuníamos a las horas de comer y como allá, nuestros amigos eran bien recibidos.
Marina y Cora ya señoritas, por cierto muy lindas, las dos tenían muchos amigos y los
varones no digamos.
Había tantas muchachas preciosas. En la casa siempre hubo música desde que
papá trajo la ortofónica a Marcala, llevó también una colección de discos con música
clásica y nos despertaba en la mañana con música linda. En esta casa, la sala se pudo
arreglar más bonita, pues como he dicho, las piezas eran más pequeñas y más
acogedoras. Para este tiempo, ya habíamos terminado una alfombra redonda muy
grande que todos tejimos con una aguja gruesa y unos cordones también gruesos de
géneros de distintos colores y en la sala lució mucho.
A mis padres les gustaba mucho llevarnos a todos a paseos, salíamos todos juntos a
caballo, pues cuando despacharon las bestias dejaron los caballos de silla. Cada uno
tenía el suyo. Más de una vez visitamos amigos en pueblos vecinos como Dulce
Nombre, donde vivían don Santos y Doña Silvia Alvarado, los padres de Sarita, la
esposa de Chentio Osorio, Marcalino como nosotros. También papaíto fue alguna vez a
El Rosario a ver a sus amigos Álvarez, padre de las Veras, nuestras amiguitas a las que
tratamos como sobrinas.
En el colegio jugábamos bola en los recreos, el juego se llamaba Can, es un bonito
juego en el que se hace mucho ejercicio. Se formaban dos bandos como de 10 o 15
niñas cada uno, las Capitanas escogían entre las mejores jugadoras, se rifaba quien iba
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a tirar primero la bola y el objeto era traerse tantas niñas del bando contrario. Cuando
una niña de uno de los bandos agarraba la bola se iba al lado contrario y las del bando
enemigo no permitían que ella tomara la bola cuando era tirada, pero las buenas
jugadoras se las ingeniaban y así podían traer otra del bando de ellas al bando
contrario. Ganaba el bando que lograba pasar más miembros al lado contrario. Nunca
he vuelto a ver que se juegue en ninguna parte. Yo debo de haber sido buena jugadora
pues las capitanas procuraban tenerme en su bando.
En Santa Rosa de Copán hice yo Mi Primera Comunión, éramos un grupo como de
15 niñas todas vestidas de blanco con unos velitos blancos en la cabeza y zapatos
blancos. A todas nos festejaron en el Colegio con un café y pastelería. En cambio en
Marcala se celebraban las primeras comuniones en la casa de las niñas que hacían la
primera comunión, invitando a un chocolate caliente con distintos panecillos y en esa
forma se celebraban también los casamientos obsequiando chocolate caliente. Cuando
mamá oía de una pareja que estaba comprometida les preguntaba “¿y cuándo vamos a
tomar ese chocolate?”
La hermana Directora del Colegio era Sor Clementina Gonella, era una mujer muy
alta, bien delgada, pálida pero con unos ojos azules llenos de ternura, ella, como la de
Tegucigalpa, fue muy especial conmigo, me invitaba a que me quedara con las internas
cuando había funciones religiosas de noche o cuando había ejercicios espirituales, ahí
almorzaba, cenaba y también dormía, a pesar de que yo era externa.
En Santa Rosa una de mis visitas favoritas era ir a estarnos con Laurita Contreras,
también Marcalina y pariente de papá. La acompañaba cuando su esposo, el abogado
don Ramón Larios, se iba a la hacienda los fines de semana. Su casa era grande y muy
hermosa, con corredores llenos de helechos, muchas otras plantas y jaulas con pájaros.
Laurita me dio las primeras lecciones de cómo costurar un vestido de muñeca en su
máquina de coser. Ella era una mujer alta, delgada, muy agradable, había sido
profesora y tenía una gran paciencia y dulzura. La recuerdo siempre con gran gratitud.
En realidad, en Santa Rosa llegamos a sentirnos todos como que si allí hubiéramos
vivido toda la vida.
Yo seguía gozando mucho en mi escuela y con mis amigas; con Merceditas Leiva
nuestro juego favorito era el de hacer veladas y mis padres siempre estaban en primera
fila aplaudiéndonos. Es maravilloso como nos apoyaban en todo y al mismo tiempo nos
hacían sentir libres. Todos teníamos obligaciones en la casa, pero desde muy chica
aprendí que si hacía mis tareas temprano y pronto nadie me estorbaba en mis juegos ni
en mis paseos.
A los 3 años de estar en Santa Rosa papá sintió que la crisis se estaba acentuando,
la gente o mejor dicho sus pacientes ya no podían pagar sus honorarios por muy bajos
que fueran, así que pensó en el regreso mientras el todavía tuviera fondos. Sucedía que
el tabaco, mayor medio de vida de los habitantes seguía bajando de precio
escandalosamente.
Así que de nuevo a preparar la familia para el regreso a Marcala. A todos nos dolió
mucho dejar esa ciudad de gente tan acogedora, tan amable que nos aceptaron desde
nuestra llegada. Para mí fue muy importante esa época que recuerdo con gratitud,
recuerdo a toda la gente que conocí, me acuerdo hasta de las piedras de las calles y no
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olvido ni a Felipe, el ciego sabio que nos conocía los pasos y a quien nunca pudimos
engañar ni aunque fingiéramos la voz.
Recuerdo a las preciosa mujeres Copánecas, algunas las volví a ver ya casada yo y
ya casadas ellas, como a Lidia Rodríguez de García, a María Gaugel, a Consuelo
Alvarado de Collart, a Bertita Cueva de Luna, a María Aída Rodríguez de Estrada mi
querida compañera de grado y a muchas más; y a los muchachos guapos de aquel
tiempo también los volví a ver muchos años después. Entre ellos José Ramón Villeda
Morales, Manuel Antonio Cáceres, quien en ese tiempo tenía como 12 años, Manuel
Luna, Miguel y Rafael Villamil, a Jorge Bueso Arias, a Tulio Bueso, a algunos de los
Alvarado Lozano y a otros más.
Fue para mí doloroso decir adiós a Alma Luz y a Merceditas y también otras amigas,
me dolió dejar a mis monjitas queridas, pero esta experiencia me ha servido para
sentirme bien con los muchos cambios que he tenido en mi vida, cambios a lugares
distantes, cambios a culturas distintas, y he podido afrontarlos con confianza y valentía.
Gracias Santa Rosa de Copán, gracias gentecitas tan queridas.
100
CAPITULO XIX
REGRESO A MARCALA Y VIAJE PARA EL SALVADOR
De nuevo se empacó todo, ya habíamos terminado el año escolar y en cuanto llegó
el tío Juan con las bestias y los mozos, se arregló el viaje de regreso. Las atrocidades
seguían en Marcala y papaíto ya tenía dispuesto que nos iríamos casi de paso para El
Salvador. Él nos contaba más tarde que, durante los tres años que estuvimos ausentes
de Marcala, habían ocurrido muchas desgracias y que ya estaba en su apogeo “el
encierro, el destierro, y el entierro”; llegaron al colmo esos esbirros de ir a sacar de sus
casas a ciudadanos inocentes, para asesinarlos. Nos dolió mucho a todos la muerte de
un estimado miembro de la familia lejana de papá, don Adolfo Fiallos. Por eso se estaba
acelerando la salida hacia el Salvador. Nos quedamos sólo un mes en Marcala “un mes
de completa intranquilidad” me decía papá muchos años después. Y yo me pregunto
¿Cómo hicieron ellos para mantenerse aparentemente tranquilos y para que el ritmo de
la casa fuera lo más normal posible? ¿Y para no transmitir esa angustia a los niños?
Nosotros seguíamos en nuestros juegos en compañía de los primos y amiguitos que
dejamos.
Ya grande supe que papá encabeza la lista negra y que los asesinos esperaban
cerca de sus propiedades a que él saliera de la casa a ver sus trabajos y que en la
noche se apostaban, con rifles en los árboles grandes de nuestra finca, papá no podía
salir al corredor de nuestra casa por temor a que lo tiraran. Que papaíto fuese amigo del
general Carías y de otros miembros de su gobierno no importaba a los Cupertinos ni a
los Rosalios como dije al principio.
EL SALVADOR
Esta vez nuestra comitiva era más grande que cuando salimos para Santa Rosa. Se
fueron con nosotros toda la familia Melghen, tan numerosa como la nuestra y otros
amigos de Marcala, entre ellos Pablito del Cid y de la Esperanza, los Mejía Arellano y
Salvador Larios. Ya se pueden imaginar cómo eran de numerosas las cargas de los
Melghen y las nuestras. La familia Contreras Melara también numerosa salió de Marcala
hacia Ocicala, otro pueblo de El Salvador. Marcala iba quedándose desierta y se fue al
destierro. Sabanetas es una montaña de gran altura que está a medio camino para
Jocoaitique. La montaña tenía en ese entonces unos árboles inmensos, cubiertos con
barba de viejo o paste de montaña que colgaba graciosamente, dándoles a los árboles
durante el día una apariencia bonita, pero en la noche o cuando estaba nublado se
convertían en figuras fantasmagóricas. Ésta vez, cuando pasamos hacia un viento
terrible, parecía que iba a arrancar a los jinetes de las monturas. Por dicha fuimos a
dormir algo más abajo del otro lado de la montaña. Cuando pasábamos por Sabanetas
durante el verano, la montaña estaba bañada de sol y el horizonte tan claro que se
podía ver hasta el Golfo de Fonseca, además se oían los zorzales y los
guardabarrancos cantando y dándonos un concierto a lo largo de esa parte del camino.
101
Cuando nos tocaba pasar en los días de llovizna y niebla, el frío nos calaba hasta los
huesos y casi no se podía mirar el camino.
Llegamos a Jocoaitique, que era nuestro destino. ¡Y cómo nos abrieron los brazos
nuestros amigos! Ahí vivía desde hacía muchísimos años Natividad Jirón, casado con
Mirtala Molina, los dos marcalinos. A él le decían el Colocho, pues siempre tuvo una
melena llena de rizos. La casa del Colocho era como el consulado hondureño, donde
llegaban todos los emigrados o no emigrados hondureños y él les resolvía los problemas
que tuvieran. Con papá habían sido compañeros en la primaria y siempre se quisieron
mucho. El Colocho tenía otra casa de campo donde se hacían paseos muy alegres. Con
ellos vivía Estercita, una muchachita como de mi edad muy bonita, con ojos muy vivos,
de pestañas muy largas; ella permanecía en la casa de campo la mayoría del tiempo y
se hizo mi compañera de exploraciones alrededor de la propiedad cuando salíamos a
buscar frutas silvestres. El Colocho y Mirtala nos trataban como si hubiéramos sido de
su familia. El Colocho era un hombre algo grande, algo gordo, ya hemos dicho que con
una melena abundante y también tenía un gran bigote, era simpático y ocurrente.
Nos acomodamos en una casa a la orilla del pueblo, tenía solo tres piezas y al
principio los Melghen también se acomodaron ahí, pero pronto alquilaron otra casa
cerca de la nuestra. La casa era como una cabañita en el bosque, pues estaba a la orilla
del pueblo y rodeada de un bosque que los chicos recorrimos muchas veces y nunca
encontramos un cerco.
A nuestra casa llegaban todos los marcalinos desterrados y también los
esperanzanos. En la parte extrema de un corredor estaba la cocina con hornilla de leña
y ahí cerca estaba una mesa no muy grande con bancos donde nos sentábamos para
comer, por dicha en el patio, a la orilla del corredor, había unos troncos de árboles muy
grandes y gruesos que se habían caído y ahí se sentaban los visitantes a platicar, sobre
todo a politiquear y a comentar las noticias de Honduras que nunca parecían buenas y
también se quedaban a comer. De dónde sacaban mamá y Corita tanta comida, yo no
me explico pero había suficiente para todo el que llegara. El ambiente era como de un
paseo de campo, muy alegre, había muchas bromas y risas y para los pequeños, el
bosque era nuestra gloria. Con Gera, Miriam y Pelayo salíamos en excursiones todos
los días, nos creíamos exploradores en una selva sin límites. Un día que habíamos
caminado bastante, encontramos una vaca a punto de dar a luz a un ternerito, no
pudimos esperar a que naciera del todo pues nos sonaron la campana con que nos
llamaban, era la hora de clase que nos daba Pablito del Cid, sobre todo de instrucción
cívica, moral y urbanidad e historia. En las noches de luna salíamos a cantar a la placita
del pueblo y los grandes siempre andaban haciendo bromas a Salvador Larios (ya de
grande, supe que lo molestaban porque Sabino, “un maricón” también emigrado de
Marcala, era muy atento con don Salvita).
Las familias de Jocoaitique eran muy cariñosas con los niños. Visitamos a don
Mariano Juárez que vivía con su hija Trinita. A los Ramos, Eloy tenía una farmacia muy
surtida y su esposa Nilda era muy guapa y tenían niños pequeñitos con los que nosotros
jugábamos. Graciela Posada era una muchacha soltera muy alegre que tenía una casa
muy bonita y siempre nos recibía con gran amabilidad y Doré Castro y su esposa Lucy
tenían un niño morenito, precioso, llamado Pepito, a quien vi yo en Tegucigalpa cuando
102
era Cónsul de El Salvador en Honduras. Todas estas familias nos recibían con cariño,
nos obsequiaban con refrescos y galletas y a veces hasta nos daban algún regalito.
En Jocoaitite pasamos una ardiente Semana Santa y las excursiones de grandes y
chicos eran para buscar ríos y quebradas para refrescarnos, que por cierto eran muy
escasas. Casi todos los pueblos de la frontera del lado de El Salvador son muy
calientes.
En Jocoaitite no había médico y papá pasaba muy ocupado tratando toda clase de
males, pronto se convirtió en el médico de los pobres.
Las vacaciones se acabaron pronto y Pelayo y yo regresaríamos a Marcala con los
Melghen, quienes creyeron que la situación había mejorado. El viaje se hacía en dos
días y la primera noche dormimos en un lugar llamado la Cueva del Ratón y que mala
suerte, amanecí yo con gran dolor en el cuello, eran paperas. Para que no me doliera
mucho el cuello, me montaron en el burrito de Miriam llamado Coqueto que era muy
suave. Al pasar por Sabanetas no había frío ni viento y pudimos gozar admirando la
belleza de los árboles y oyendo los trinos maravillosos de los zorzales y otros pájaros.
Como con Miriam y con Gera siempre nos divertíamos todavía no nos había llegado la
tristeza de dejar la familia. En Marcala viviríamos con la tía Tatito, sus dos hijas de
crianza Tinita y Consuelo, quienes siempre nos habían consentido.
Papá nos había dicho mucho antes del viaje que toda la familia se trasladaría a San
Francisco Gotera donde él podría abrir su práctica y así, pocos días después de nuestro
regreso, la familia se trasladó a esa otra amable ciudad con fama de localista. La familia,
sin embargo, fue recibida con gran cariño y respeto y para las fiestas patronales
eligieron a Marina como Reina de la Feria aunque estaba recién llegada.
En Marcala me matricularon a mí en el quinto grado de la Escuela Petronila Barrios
de Cabañas. ¡Iría al quinto grado! Tato vivía muy cerca de la escuela, sólo había que
atravesar la plaza. Ya el parque lindo no existía, en el tiempo que estuvo de
Comandante Rosalío Benítez y de Mayor de Plaza Cupertino González, deshicieron el
parque para hacer “un momotrete”, como decía la gente a lo que habían diseñado y
construido como una Plaza de Armas. Ya esos señores se habían ido del pueblo gracias
a Dios, pero lo dejaron sangrante.
En el quinto grado, el último de la primaria, recibía clases en la Escuela de Varones
Marco Aurelio Soto. Éramos muy pocos alumnos, cinco niñas y como cuatro varones, el
Profesor era Don Gustavo González, quien era también el Director. Mis compañeros
fueron María Ángela Oliva, Gera Melghen, mi prima y compañera de aventuras en
Jocoaitique y en El Pastal, Etelina Bautista quien era ya mayor, tendría tal vez sus 18
años y ya fumaba en escondidas y la menor de todas Thelmita Martínez Guillén quien
fue una excelente alumna y desde entonces nos hicimos muy amigas. Ella y sus padres
vivían en la casa Sierke que después compraron. Thelmita se casó con Pelayo, mi
hermano menor y ha sido siempre una hermanita muy querida. Los compañeros varones
eran Gustavo López, ya muchacho como de 15 años, Ricardo Martínez, ya empezaba a
echar bigote, Heribrando Domínguez, más o menos de nuestra edad y se me queda
alguno que no recuerdo.
La vida en casa de Tatito fue algo triste, su comida era deliciosa, sus cuidados
excelentes, pero no estaban papá y mamá en la mesa, ni los hermanos bulliciosos. La
tristeza se hacía casi dolorosa a la hora del crepúsculo y Pelayo y yo a veces
103
llorábamos juntos. Pero en la escuela pasábamos muy ocupados y teníamos que
estudiar mucho, sobre todo yo, porque Don Gustavo, era exigente y muy estricto pero
excelente profesor y aprendimos mucho. También nos divertíamos, en la escuela había
programas bonitos, hacíamos excursiones, paseos de campo etc. Una vez que fuimos al
Manzanar yo estuve más de la cuenta en el sol y en el agua y regrese enferma. Llegué a
la casa con dolor de cabeza, roja como un tomate y tenía fiebre. Tatito supo de
inmediato que estaba sufriendo de insolación y me hizo los tratamientos que ella sabía y
que fueron muy efectivos porque amanecí mejor.
En la escuela había veladas en las que participamos. Una vez, las de quinto grado
decidimos hacer una velada y no sé como logramos convencer a Pelayo, como de 10
años, para que se dejara vestir y maquillar como mujercita. Se miraba lindo con el
maquillaje y su pelo rubio asomado a una ventana donde Aníbal Pérez, de su mismo
grado y de su misma edad, que tenía bonita voz, le cantaba desde abajo “muñequita
linda”; el canto decía: “muñequita linda, de cabellos de oro, de dientes de perla, labios
de rubí, dime si me quieres, como yo te adoro si de mí te acuerdas como yo de ti”. Fue
un éxito ese punto del programa. Las de quinto organizamos también un paseo para
honrar a los maestros en su día, el 17 de Septiembre, pero cayó una gran tormenta
desde muy temprano y acabamos haciendo la celebración en el salón de actos, el que
todavía estaba empinado y arreglado por la celebración del 15, Día de la Independencia,
así que en ruedas sentados en el en el suelo almorzamos y desarrollamos los puntos.
Quizás nos salió mejor de esa manera. Cantamos los Himnos Nacional y del Maestro,
los saludamos con discursos y poesías, etc. Yo creo que los profesores se complacieron
con su fiesta y don Gustavo dio el agradecimiento y hasta cantó acompañado con una
guitarra la canción “enamorada” ¡qué escondidos tenía esos talentos, tanto como su
sonrisa, pues siempre andaba muy serio!
El año terminó, llegó la hora de los exámenes. Nos examinaba una terna de
maestros de otros grados o de afuera de la escuela. Nos hacían muchas preguntas a los
alumnos, nos mandaban a la pizarra a resolver problemas, etc. Cada uno de los
examinadores se tomaba su tiempo para ver lo que habíamos aprendido, los exámenes
duraban todo el día. Pelayo y yo sacamos muy buenas notas y ya me sentía lista para ir
a la secundaria.
En ese tiempo, en quinto grado se llevaban muchas clases importantes como,
historia y geografía universal, aritmética, ya más complicada con quebrados, raíz
cuadrada. Llevábamos castellano, instrucción cívica, ciencias, canto, agricultura,
ejercicios físicos y juegos educativos, trabajos manuales, caligrafía, moral y urbanidad y
creo que se me queda más de alguna. Ojalá me acordara de todo de lo que aprendí
entonces, pues era muchísima información en muchas materias. Las clases empezaban
a las 7:00 de la mañana, salíamos a las 12:00 para el almuerzo por una hora y
regresábamos a clases a la 1:00 y terminábamos a las 5:00 y a veces después.
La Directora de la Escuela de Niñas era Clemencita Alcerro Bonilla prima de Ramón
y también de mi papá. Ella vivía donde Tato con su hijo Vidal. La Subdirectora era Doña
Albertina de González, la esposa de don Gustavo, nuestro profesor.
No recuerdo qué celebración hubo en la escuela, tal vez fue para la Feria de Marcala
o sería celebrando las Fiestas Patrias, cuando las maestras decidieron hacer un reinado
en la escuela. Las candidatas fuertes que quedamos por último fuimos Emma Benítez,
104
una alumna de Clemencita y a quien ella favorecía en el reinado, y la otra candidata fui
yo. No sé ni quien me propuso. Mi sorpresa fue muy grande cuando yo saqué gran
mayoría de votos, pero no sentí ninguna alegría, yo hubiera preferido que ganara
Emmita que era una muchacha humilde muy bonita y una excelente alumna, además
era la favorita de Clemencita. Quizás porque no me entusiasmé con ese reinado no
recuerdo nada más que el resultado del certamen.
A medio año, para nuestra alegría, había regresado mamaíta y con ella nos fuimos a
nuestra casa. Se vino ella dejando al resto de la familia en El Salvador para ver que todo
estuviera listo para la cosecha de café, así que ella volvió a sus viejas ocupaciones y a
nosotros se nos acabó la tristeza del crepúsculo y de la noche.
Cuando terminamos el año, mamá nos llevo de vacaciones a Gotera donde pudimos
gozar con toda la familia y conocimos el pueblo e hicimos amigos; para este entonces ya
papá estaba pensando trasladarse a Chinameca, una ciudad más grande y menos
caliente.
Al terminar las vacaciones regresamos a Marcala con mamá, quien empezó a
arreglarnos a Popo y a mí el viaje a La Esperanza donde había un colegio de segunda
enseñanza muy bueno.
Creo que fue cuando yo estaba terminando el quinto grado que llegó a establecerse
en Marcala don Arturo Salomón con toda su familia. Don Arturo era un hombre algo alto,
delgado, con unos ojos verdosos profundos, con cejas muy tupidas y un bigote grande,
era guapo. Su esposa Doña Chila parece que ya llegó algo enferma, tenía problemas
para caminar pues se le habían hecho las caderas y las piernas muy gruesas. Su cara
era pálida, de ojos muy grandes y tristes. Pasaba tejiendo y yo la visitaba mucho para
hacerle compañía. Ella y don Arturo tenían cuatro varones, Arturito, el mayor, debe
haber tenido unos 16 años, era algo bajo y muy parecido a su padre; le seguía
Constantino tal vez de unos 14 años, él era medio rubio de pelo algo rizado con ojos
verdes casi azules muy grandes y era algo tímido; Fausto no se parecía a ninguno de
sus hermanos, él debe haber sido como de mi edad, era narizón, usaba anteojos y era
más abierto y simpático, le gustaba jugar con nosotros sobre todo cuando jugábamos de
guerra en la finca; Kamal era el más pequeño con una carita muy dulce y a veces
también jugaba con nosotros, él debe haber tenido unos 8 años. Don Arturo trajo con él
a un hijo natural o puede haber sido de alguna esposa antes de Doña Chila. Alfonso era
guapísimo y muy fuerte, no muy alto, estaba casado con Clarita, que era quien
manejaba la casa y cocinaba muy rico, Clarita era muy simpática y tenían tres preciosas
niñas. Thelma, como de 4 años, con una carita fina, con un pelo medio rubio rizado y
con los ojos del papá y del abuelo; Elenita debe haber tenido 3 años y era una
muchachita gordita que se miraba muy fuerte, de pelo rizado muy negro y también de
ojos negros; y Suad nació en Marcala, cuando era bebé se parecía a su madre. Toda la
familia se acomodó en la casa llamada La Glorieta porque, a saber en qué año, unos
chinos tuvieron un negocio de refresquería llamado así en esa casa que quedaba
contigua a la nuestra y en ese tiempo pertenecía a la familia Melghen. Con el tiempo,
Coca y Adán, mi hermano, la compraron y ahí vivieron, cerca de nosotros.
Don Arturo puso una tienda sobre todo, de géneros de toda clase, pues en esa casa
había una pieza hermosa, apropiada para negocio ya que tenía dos puertas que daban
a la sección comercial de esa área.
105
Con don Arturo y su familia llegó un profesor muy simpático, un moreno galán, Toño
Castañeda de Santa Rosa de Copán. Me imagino que era muy amigo de Alfonso y
quizás andaba paseando durante las vacaciones. Cuando se conocieron con Corita se
encantaron los dos y fueron novios, pero poco tiempo después llego al pueblo el famoso
y guapo licenciado José Herrera Bustamante, que sería el Juez de Letras de Marcala, y
él también se encantó de Corita.
Parece que un día Toño Castañeda se enfermó y tuvo un desmayo y de ahí sacaron
que era epiléptico y le hicieron la guerra a Corita prohibiéndole que lo viera.
Cuando Toño se fue y escribía, le confiscaban las cartas a Corita y las que en
escondidas lograba recibir las leía cuando íbamos a caminar por Campo Colón. Cómo
sufrió Corita con esa separación. José Herrera Bustamante empezó a visitarla y ella le
contó su tristeza que él trató de disipar hasta que lo consiguió y como un año después
se casaron. Cuando Corita era novia de Toño no había cumplido ni los 16 años y
cuando se casó con José apenas tenía algo más de 17 años.
Yo creo que los Salomón vivieron en Marcala de 6 a 8 años. Una de las veces que yo
regresé de vacaciones me encontré con que Doña Chila había muerto, la sentí mucho,
pues yo me consideraba su amiga y muchas veces me invitaron a su casa a cenar. Me
dio mucho pesar cuando se fueron y lo mismo al resto de la familia pues ya los
considerábamos como parte de ella. Vivieron en San Pedro Sula muchos años y ahí mis
padres y Popo, mi hermano, los visitaron y ellos siempre fueron atentos y cariñosos
sobre todo cuando Popo también se trasladó a San Pedro Sula.
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CAPITULO XX
LA ESPERANZA. MI SECUNDARIA
El viaje a La Esperanza se hacía a caballo y duraba todo un día. El camino era casi
todo malo para las pobres bestias pero con bellísimos parajes en sus alrededores que
los jinetes admirábamos. A medio día nos detuvimos a almorzar a mitad del camino a la
orilla de una cristalina quebrada de agua fresca y abundante y a la sombra de árboles
de pino. Qué apacible lugar, descansamos un rato y seguimos el camino, mamá venía
con nosotros para dejarnos instalados. Pasamos por unos llanos preciosos donde los
caballos podían echar un trotecito y en la tarde llegamos a la preciosa ciudad. La
Esperanza es muy plano y sus calles son rectas y en ese tiempo estaban adoquinadas
con un material que les daba un color casi rosado pálido. Habían hecho buenas cunetas
y todo el pueblo se miraba muy lindo rodeado de bellos pinares. La Esperanza es más
fresco que Marcala y en los días de frío, los llanos amanecían roseados con escarcha.
En La Esperanza vivía la tía de mamá, Doña Isabel Arellano de Mejía Colindres
casada con don José y los dos tenían una familia numerosa y muy distinguida. La tía
Chabela siempre me recordaba a mamaíta, es decir que les encontraba parecido. Los
hijos mayores ya estaban casados y casi todos ellos vivían en La Esperanza. En la casa
de los tíos quedaban Georgina, Oscar, Mario y Juanitia, que era de mi edad y fue mi
amiga desde que la conocí cuando iba a Santa Rosa y quien al casarse con Popo, mi
hermano, se convirtió en mi hermanita del alma. También cerca, vivía Florita, hermana
del tío José y ella fue casada con don Eduardo Arellano otro tío de mi mamá, ellos
tuvieron una hija llamada Luisita Arellano, quien se casó con el profesor Ramón Medina,
un hombre guapo de ojos verdes, muy agradable y profesor como Luisita. Tuvieron solo
una niña, en ese tiempo tenía 2 años, llamada Aracely.
Yo viviría con Luisita y Popo donde Doña Dorila de Sorto, esposa de don Salomón,
quien era un magnífico maestro.
Nos matriculamos en el Instituto Normal de Occidente, yo entré a primer curso y
Popo a segundo, Pelayo se quedó en Marcala donde seguiría en su primaria.
Yo me acomodé muy rápido al estilo de la casa de Luisita y cuando no estaba
estudiando o jugando con mis amigas, entretenía y cuidaba a Aracely.
El Instituto tenía muy pocos alumnos entonces, entre varones y niñas tal vez no
llegábamos ni a 60. Su Director, don Rodolfo Z. Velásquez, era un hombre muy duro,
muy estricto y exigía mucho de los estudiantes. Para él, un cinco, que era la nota
superior que se daba, sólo se le podía dar a un alumno que supiera tanto como el
maestro. Regía el Instituto como un cuartel militar, no digo como una escuela militar
porque eso sería muy suave.
Todo era prohibido, comunicarse con el sexo opuesto, la prestada de un lápiz o de un
libro era motivo de castigo o de suspensión. Por un tiempo hasta era prohibido ponerse
suéter y abrigo, aun en los días de intenso frío, porque decían que se arruinaba el
uniforme, por dicha esto no duró por mucho tiempo, hasta que un alma caritativa llegó a
salvarnos. Era prohibido llevar comida y era motivo de castigo severo si encontraban
107
siquiera un confite en la bolsa. Era prohibido bailar. Era prohibido salir del pueblo, aun
en vacaciones cortas. Nos revisaban de pies a cabeza todas las mañanas y exigían que
llegáramos bañados. En ese tiempo los baños estaban afuera de las casas y el agua
amanecía casi congelada. En el parque, en los días de concierto los varones caminaban
para un lado y las muchachas para el opuesto, así solo se encontraban por un segundo.
Había espías por todos lados y más tardaba algo en pasar que el Director y los
Subdirectores lo supieran. Dos alumnas fueron expulsadas, una porque recibió una
loción como regalo de pascua de uno de los alumnos y la otra, que ya estaba para
graduarse y que era una excelente alumna, no supimos porque la expulsaron. Las dos
se fueron a graduarse en el Colegio de Gracias. Don Rodolfo no quería quedarse atrás
de don Vicente Cáceres, quien era el Director del Instituto Normal Central de Varones de
Tegucigalpa. Don Rodolfo exigía a los varones que a las 5:00 de la mañana fueran a
hacer ejercicios militares con rifles de madera a una de las plazas.
Me divierte recordar que para un día del estudiante estaba tocando la marimba y
empezó a llover. Don Rodolfo quería ser benévolo y dijo: pueden ir a bailar. Claro que
no se imaginó nunca el número de parejas que salimos a bailar al patio, bien
refrescados por la lluvia.
Manejaba toda la ciudad como un internado, uno de los castigos que dolía más era
no ir al parque por tres meses, pues en ese tiempo no había otra cosa en que divertirse.
Un punto importante en todas las celebraciones era la lectura de calificaciones en frente
del público, creo que gozaban humillando a los alumnos.
Yo estudiaba mucho y seguía todas las reglas, una vez en una de esas fiestas
estaban leyendo las calificaciones, todas las mías eran muy buenas pero la última
calificación leída era la de trabajo manual y me habían puesto un dos que era como
decir malo, porque no acabé a tiempo un tapete de crochet. Se quedaron con las manos
listas para aplaudir y Chema Palacios se tiró una carcajada y dijo ‘esto es ridículo’.
Llegó el día de la clausura y por su puesto había lectura de calificaciones. Yo había
seguido estudiando mucho para los exámenes y terminé el famoso tapete de crochet e
hice otros trabajos, así que entre confiada a todos los exámenes.
Juanitia me mandó razón diciendo que por favor me fuera temprano y pasara para
irnos juntas, no vivíamos ni a media cuadra de distancia. Ella estaba todavía en quinto
grado. Cuando yo llegué a su casa, ella llamó a la tía Georgina, la querida tía Orgi como
le digo yo, para que me peinara bonito. Yo no entendía porque quería un peinado
especial y pronto nos fuimos a los actos de la clausura. Cuando empezaron a leer las
calificaciones me llamaron a mí al escenario, casi no podía ni caminar del miedo pues
no sabía para qué me querían, si para expulsarme o para castigarme. Al llegar al
escenario, encontré que ya estaba ahí mi compañero desde el quinto grado Ricardo
Martínez, después subió un Inspector al escenario y empezó a leer un decreto en el que
decía que me otorgaban el premio José Trinidad Reyes por haber sacado las mejores
notas en las clases, en conducta y en aprovechamiento. Nos dieron un libro rojo
precioso con una bonita historia y le dieron otro libro a Ricardo. Cómo costó que me
volviera el alma al cuerpo, me costó calmarme pues primero fue el miedo por ignorar
para qué me querían y luego la emoción de haber sacado un premio por tener las
mejores calificaciones. Lo que no me explico hasta hoy es cómo Juanitia pudo saberlo
pues todo era un secreto. ¿Por qué un secreto? Nunca lo entendí.
108
Habíamos empezado como cuatro niñas en el primer curso y terminamos sólo María
Ángela y yo y como cuatro varones.
Mis maestros fueron todos excelentes, podíamos entender sus clases, nos
estimulaban y como éramos tan pocos, había mucha participación. El que recuerdo
como excepcional maestro, casi un mago, fue Don Salomón Sorto, era un hombre ya
mayor, quizás en sus 60 años, explicaba las matemáticas en una forma
maravillosamente fácil. El programa era nutrido y pesado, llevábamos no menos de
catorce materias con distintos maestros. Las horas eran muy largas, entrábamos a las
7:00 de la mañana y a esa hora cerraban el portón. Inmediatamente tocaban una
campana para reunirnos a todos los alumnos y maestros para la hora cívica que
consistía en cantar el Himno Nacional y hacer el saludo a la bandera. A mí me gustaba
mucho esa costumbre. Después de la hora cívica se iba cada grado a sus aulas de
clases. Salíamos a almorzar por una hora y regresábamos a la 1:00 de la tarde y
terminábamos a las 5:00 o a las 6:00 según donde nos llevaran para la clase de
ejercicios o juegos. Llevábamos clases para magisterio y para bachillerato al mismo
tiempo, por eso las horas eran largas y los programas muy intensos.
Los uniformes de las niñas eran blancos, manga larga, medias blancas y zapatos
negros. El de los varones era de un color gris, hecho de un dril grueso y el saco era
como de militar con camisa blanca y corbata negra. La Inspectora de la Sección de
Niñas en esta Escuela Mixta era la señorita Adelina Castillo Alcerro, prima de Ramón,
era muy buena y muy suave, la Subdirectora era Doña Eva Cabrera tan disciplinaria y
dura como don Rodolfo.
Para Navidad papaíto mandó a recogernos pues teníamos varios días de vacaciones,
pero don Rodolfo dio la orden de que nadie podía salir del pueblo, así que las bestias
regresaron vacías, “que pesar”, por dicha había parientes queridos y en la casa de los
tíos con Juanitia pasamos la Navidad.
Ese primer año yo lo pasé contenta, ocupada y entretenida. Donde Luisita, me sentía
cómoda y todavía recuerdo las deliciosas embutidas con queso del Pelón con las que
desayunaba. Como me gustaba tanto jugar, conquisté a Juanitia, a Michela y a Arely
Pineda que ya andaban algo interesadas en los muchachos, para que jugaran conmigo,
saltábamos cuerda, jugábamos rayuelo, jugábamos bola y alguna vez hasta las hice
jugar de comiditas. Yo tenía como 12 años y medio cuando llegué a La Esperanza.
Salíamos a caminar y a comer duraznos. Los más deliciosos eran los del patio de
Florita, pero no nos dejaban cortarlos, a ella les gustaba verlos madurarse en el árbol y
entonces los repartía. La tía Chabela nos llevaba los sábados o los domingos a los
baños famosos de La Esperanza. ¡Qué abundancia de agua y qué deliciosos esos
chorros!
VACACIONES EN CHINAMECA
Al acabarse el año, nos fuimos a Marcala y después con mamá nos reunimos con la
familia en Chinameca ¡qué dicha abrazar a papaíto y a los hermanos!
Chinameca era una ciudad preciosa en ese tiempo, fue mucho antes de que un
terremoto casi la destruyera.
Vivíamos en frente de la familia Rosales, ellos tenían una farmacia muy fuerte y
surtida y mi familia se trataba con ellos con gran confianza, así que Tinita, aunque me
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llevaba muchos años, fue mi gran amiga. Conocí al jefe de la familia, don Chico
Rosales, que ya era un señor de más de 85 años y a sus nietos Jorge y Galo Rosales,
que después vivieron en Tegucigalpa.
Con Tinita íbamos a pasear al parque y ahí había una refresquería donde hacían
unos deliciosos tistes como nunca los he vuelto a probar.
Chinameca, como Gotera, también tenía fama de localista porque no permitían llegar
a ningún comerciante de fuera, ya que nadie le compraba y le hacían el vacío, tenía
fama de que no eran amables con la gente de otros lugares que llegaban a su pueblo,
pero a mi familia la recibieron con gran cariño y aceptación, tanto, que recién llegados
en una Asamblea General Preparatoria para la celebración de La Feria Patronal,
eligieron a papá como Presidente del Comité de Festejos. Cuando papá me contaba
esto muy emocionado, me dijo cuando yo estaba recogiendo sus historias “mira hijita,
donde quiera que hemos ido, hemos encontrado personas excepcionalmente gentiles y
bondadosas”.
Las muchachas de Chinameca me impresionaron por guapas y muy amables. Mis
hermanos varones se dieron gusto atendiéndolas y bailando con ellas.
En Chinameca fue también donde papaíto encontró solución a un problema que lo
estaba preocupando mucho, él me decía “fíjate hijita que yo me había convertido en
fiador universal, así que cuando Juan Flores necesitaba un dinero yo lo conseguí con
Armando Mejía, pero como tuve que estar lejos del país casi 6 años no pude pagar el
compromiso ajeno cuando Juan no lo cumplió. Nunca pagó Juan ni los intereses y don
Armando ya estaba urgido por su dinero y por medio de su abogado me estaba
amenazando con subastar mi casa en Marcala”. Por dicha papá había platicado del
problema y de la amenaza con Chusita Rosales, su amiga y vecina, ella le aconsejó que
como él tenía café en Honduras, podría proponérselo a los comerciantes locales. La
oportunidad se presentó pronto, hubo una fiesta y a papá le presentaron a un señor que
trabajaba con café, así que cuando platicaron, papá le preguntó “qué diría usted si le
propusiera venderle un café”, el señor le dijo “venga a mi oficina mañana”, cuando papá
llegó a verle, el señor le preguntó cuánto quería comprometer de su cosecha y papá le
dijo “usted dígame cuánto puedo venderle” y él puso en sus manos 11 mil colones.
Papaíto se emocionaba cada vez que contaba esto y me decía “ni siquiera me preguntó
dónde están sus fincas, nada, no preguntó nada”. Ese señor comerciante era nada
menos que Israel Barrios Castro que trabajaba con la Curacao. Mucho tiempo después,
al conocer a mi hermana Marina, se enamoró de ella y se casaron.
Ya con el dinero en sus manos, papaíto regresó a Marcala y le dijo a Salvador Larios,
el abogado de Armando Mejía Arellano: “aquí están sus mil pesos y ya no se dieron el
gusto de quitarme mi casa”.
Papito empezó a trabajar en sus fincas y después de estar lejos casi 6 años, empezó
a trabajar como exportador de café y siguió trabajando con la Curacao por muchos
años. Pero a pesar de los sustos y los golpes por andar fiando gente, nunca cambió y
tuvo que pagar deudas de otros. Yo nunca lo vi amargado y siguió ayudando a quien
necesitaba. Aún ya en sus 90, estando yo en Marcala, ocurrió esto: en Marcala, los
sábados son días de apuros para los cafetaleros, es el día de pagar las planillas a los
trabajadores y a veces los dueños de fincas se ven cortos de dinero. Un día, un
comerciante vecino vino a pedirle a papá que por favor le prestara 500 lempiras que le
110
hacían falta para terminar de pagar la planilla y ya los bancos estaban cerrados. Papá le
dijo que él no tenía pero que lo esperara que iba a ir a conseguírselos. Se fue donde
don Andrés Martínez a la vuelta de la esquina y al regresar le dio el dinero al vecino. En
esos días, yo estaba acompañando a papá, allá por 1978 y admirada y sorprendida le
pregunté “papaíto ¿no fue ese el señor que el otro día que usted necesitaba que le
prestara algo no quiso prestárselo?” Creo que era una balanza o algo así que papá
necesitaba y él me dijo: “si hijita es el mismo señor, por eso se lo conseguí, pues nunca
hay que pagar un mal con otro mal si no que con un bien”; así era él de generoso, de
perdonador.
Con papaíto había regresado el resto de la familia con excepción de Marina, mi
hermana, que estaba trabajando como educadora en un Colegio de Chinameca. Antes
de que papá regresara, habíamos ido con mamá, Pelayo, Popo y yo a El Salvador;
regresamos, como ya dije, todos juntos y en el tiempo de la escuela, Pelayo seguiría
haciendo su primaria en Marcala y Popo y yo volveríamos a La Esperanza. Esta vez
estaríamos los dos donde Florita, la mamá de Luisita, que vivía muy cerca y se
comunicaban por el jardín. No recuerdo por qué motivos ni por cuánto tiempo vivió ahí
también con Florita la bella María López, quien tendría tal vez 15 o 16 años. Yo entré al
segundo curso y Popo al Tercero.
Siguió siendo mi compañera María Ángela Oliva y ella vivía en la Casa Evangélica en
la misma cuadra y pasaba por mí todos los días; a veces estudiábamos juntas. María
Ángela era la compañera ideal: estudiosa, ordenada, tranquila, siempre nos quisimos
mucho. Un día nos llevaron a jugar básquetbol como parte de la clase de ejercicios. Ya
estábamos quizá en una tercera parte del año. Estábamos jugando muy contentas
cuando empezó a llover y tuvimos que regresar casi corriendo al colegio; al llegar,
alguien dijo que se había quedado la bola en el campo. Era ya la última clase y puede
ser que por la lluvia, aunque eran más de las 5:00 de la tarde, se había puesto muy
oscuro y muy frío. Doña Eva Cabrera, la Subdirectora, cuando oyó que se había
quedado la bola dijo ‘Vaya Bonilla a traerla’. Yo era de las menores y no había tenido
que hacer con la bola pues no era mi obligación ni de llevarla ni recogerla, pero ni modo,
toda asustada tuve que obedecer. Recuerdo con inmensa gratitud que Marciana
Palacios oyó lo que dijo Doña Eva y me dijo “yo la acompaño”. Marciana era una
muchachota alta, mucho mayor que yo y en cursos superiores, así que las dos salimos
debajo de la lluvia. Del colegio al campo había más de 10 cuadras de distancia y era en
las afueras de la ciudad. Por dicha encontramos la bola y la llevamos de regreso al
colegio, por supuesto íbamos empapadas. Llegué a la casa tarde completamente
mojada y me enfermé. Cuando papaíto supo lo ocurrido se enojó mucho, sobre todo por
la injusticia. Él llegó personalmente a llevarme para la casa, no recuerdo si él fue al
colegio a quejarse o sólo les escribió, pero yo tuve que perder ese año.
Yo quise regresar a La Esperanza en vez de ir a otro sitio lejos y desconocido, así
que me matriculé para el siguiente año. Cuando Doña Eva me vio, me dijo algo burlona
“ya ve que tuvo que volver”, yo la saludé y le dije “si, yo quise volver”. Regresé a vivir
donde Florita y terminé mi año sin contratiempos. Ese año hubo veladas y a mí me
dieron los papeles más importantes, pero a mí lo que más me gustaba era recitar.
María Ángela ya estaba en tercer curso y mis nuevas compañeras en el segundo
fueron Lola Matute y dos niñas que llegaron de la frontera, no sé por qué no recuerdo
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los nombres en este momento; y de los varones sólo recuerdo a Eloy Arriaga que ya era
un muchacho mayor y a Rubén Villanueva, un muchachito moreno muy simpático que
con los años se hizo militar y era hermano del doctor Jorge Villanueva, quien también
fue a un curso superior ese año.
Una de las cosas que más me gustaba era las presentaciones para el 15 de
Septiembre y la de ese año fue excepcionalmente buena. Mi papel era largo, pues yo
hacía de Francia hablándole a todas las naciones, cada una de ellas contestaba y al
final yo recuerdo que terminaba diciendo “Francia os llama, acudid”. En una velada hubo
un drama llamado “La Eutanasia” y yo también tuve el papel más largo e importante, se
trataba de algo muy triste y complicado. Por dicha, en la misma velada salí en algo más
alegre cantando con Mario Mejía la “Chaparrita” vestidos los dos de campesinos y Mario
cantaba acompañándose con una guitarra. Los ensayos para los desfiles del 15 de
Septiembre con la banda del colegio tocando las marchas me encantaban y salíamos
por lo menos una o dos horas todos los días durante el mes de agosto y parte del de
septiembre.
En los exámenes saqué buenas notas pero este año no hubo premio en la clausura.
Estando en el segundo curso, nos dieron permiso de ir a Marcala al casamiento de Cora
con el abogado José Herrera Bustamante. Llegaron de Tegucigalpa algunos parientes,
entre ellos el tío Raúl Arellano que convenció a mis papás que me mandaran a casa de
ellos en Tegucigalpa a terminar mi carrera. Ellos le prometieron que me dejarían ir allá a
terminar el cuarto y quinto curso.
VACACIONES EN EL PASTAL
Ya con la familia reintegrada al pueblo, en vez de ir a El Salvador durante las
vacaciones, nos fuimos Pelayo y yo con Miriam y Gera a su casa campestre El Pastal.
Esta propiedad de la familia Melghen estaba a pocos kilómetros de Marcala y fue el
lugar ideal donde pasamos dos o tres vacaciones. Había una casa inmensa con un gran
corredor en frente que daba a los patios enladrillados donde se secaba el café. Yo
encontré la casa acogedora y cómoda. Por la propiedad pasaban varios ríos y
quebradas con abundante agua. Una pasaba al lado de la casa y en ella había patos.
Nos gustaba jugar ahí cuando ya era tarde para ir al río, en esa quebrada llenábamos
las regaderas para regar el jardín pues los patios estaban bordeados de jazmines del
cabo, que en la tarde esparcían su delicioso aroma.
En El Pastal vivía don Pablo Melghen, padre de Miriam y de Gera. Él supervisaba
nuestros juegos y todo lo que hacíamos. Él pasaba entretenido jugando solitario o en su
cuarto o en la mesa del comedor y manejaba los mozos y los sirvientes que limpiaban
la casa y preparaban la comida. Don Pablo nos daba permiso de corretear y jugar por
largas horas. El primer año que llegamos había molienda, pues habían quedado algunos
cañales y unas grandes galeras del tiempo en que don Pablo tuvo destilería y hacían
licores. Nos gustaba mucho el jugo de caña, “las pusungas”, éstas son las espumas que
salen al lado de la canoa cuando comienza a hervir el jugo que con el fuego se
transforma en miel, también nos gustaba mucho esa miel y el último producto, las tapas
de dulce. La primera vez que fuimos a El Pastal yo debo haber tenido unos 12 años,
Gera era de la misma edad y Miriam y Pelayo tenían unos 10 años.
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Gera y Pelayo eran atrevidos, se subían en pelo a los caballos es decir sin monturas,
se tiraban a las pozas de unos pinos en los que estaban encaramados. De milagro no se
quebraron pues la poza más honda no era muy grande y estaba hundida en medio de
las rocas. Miriam y yo éramos más tranquilas y más miedosas. Cuando en las noches
hacíamos concurso de valor, Miriam y yo apenas llegábamos a la orilla de los patios
hasta donde estaban las matas de jazmines ya que habíamos oído cuentos de coyotes y
de otros animales que decían llegaban muy cerca de la casa. Pelayo iba un poquito más
lejos pero Gera se perdía y a penas le oíamos los gritos, de lo lejos que se iba.
La mañana empezaba con un buen desayuno y a mí me encantaba cuando había
embutidas de mantequilla dura derretidas en el comal.
Terminábamos temprano las tareas: arreglar las camas, regar las plantas del
corredor; y luego a jugar, a veces cerca de la casa otras veces nos íbamos muy lejos.
En las fincas de café habían árboles inmensos, buscábamos los que eran fáciles de
subirse porque allá arriba nos poníamos a jugar casino. Una vez vimos un precioso árbol
con ramas gruesas algo bajas y otras arriba donde pensábamos que estaríamos muy
cómodos, a mi me costó subirme, Pelayo me halaba de arriba y Gera me empujaba
desde abajo, al fin nos acomodamos los cuatro para jugar, pero para la bajada fue
imposible que yo pudiera hacerlo, Gera y Pelayo tuvieron que ir a buscar una escalera.
Don Pablo era muy comprensivo y nos daba libertad pero había puesto dos reglas,
una era no jugar al sube y baja en la cerca del corral ya que las trancas eran muy largas
y uno se elevaba mucho, la otra regla era ir al río solo en la mañana y no ir después del
almuerzo. Yo siempre fui muy obediente, pero un día al ver que los otros estaban
entusiasmados e iban a jugar sube y baja en las trancas del corral, se me despertó el
deseo de probar, así que cuando don Pablo salió en su mula a su baño matutino yo
estaba jugando con Miriam. Yo estaba abajo en ese instante cuando vi que don Pablo
se regresó, me bajé pero Miriam estaba bien alto y se vino abajo, por dicha había grama
grande y húmeda y no se golpeó. A don Pablo se le había olvidado el jabón y por eso
regresó cuando no lo esperábamos. Nunca más volví a desobedecer.
Íbamos al río todos los días, nadábamos en una poza honda y angosta y rodeada de
rocas, y era a la que Gera y Pelayo se tiraban subidos en los pinos. También salíamos a
pescar con un guacal y un balde, íbamos de pocita en pocita río abajo recogiendo
renacuajos o tunguros como les dicen en Marcala, en Tegucigalpa les llaman bubulones.
Cada uno de nosotros tenía un pocito donde los echábamos y los contábamos, ganaba
el que tenía más y después los devolvíamos a las pozas grandes. También salíamos a
buscar moras silvestres o a los platanales a buscar racimos maduros.
A veces en la noche cuando no teníamos sueño hacíamos rueda con los
trabajadores y cocineras que estaban contando cuentos en la cocina alrededor de la
hornilla. Cuando contaban cuentos de brujas o desaparecidos Miriam y yo nos
moríamos de miedo y dormíamos juntas.
Recuerdo que una vez que regresábamos al pueblo a caballo ya para llegar, oíamos
un gran ruido como de metal y de chicharras, al fin nos dimos cuenta de que los vecinos
del pueblo estaban en las calles con cacerolas o con todo lo que podía hacer ruidos
espantando el chapulín que estaba haciendo de las suyas en las milpas y sembrados.
Creo que seguimos yendo a El Pastal unas dos veces más y para la última ya éramos
adolescentes pero las actividades no cambiaban, Gera ya había estado en Tegucigalpa
113
y quizá dejado novio porque escribía su nombre en las grandes hojas de maguey,
Miriam y yo para no quedarnos atrás escribíamos nombres de muchachos inventados
por nosotros ya que todavía no teníamos esos intereses.
Seguíamos usando nuestros idiomas y nuestras claves. A veces Miriam y yo
hablábamos de modo que Pelayo y Gera no entendieran y ellos hacían lo mismo cuando
no querían que los siguiéramos a sitios de aventuras que consideraban peligrosos para
nosotros.
Hablábamos en ‘Malespín’ o sea introduciendo una sílaba entre las sílabas de una
palabra. Durante unas vacaciones mandaron con nosotros una sobrinita de los Melghen,
Armida Navarrete, ahora una doctora en farmacia, entonces tendría unos 6 años. Ya
habíamos ido a nadar en la mañana pero Gera y Pelayo querían ir también en la tarde y
nos estaban instando a Miriam y a mí para que nos fuéramos con ellos y nos decían que
habíamos dejado los trajes de baño escondidos. Bueno, Armida entendió todo y le dijo a
don Pablo “abuelito están diciendo que se van al río a nadar y que dejaron escondidos
los trajes de baño” hasta don Pablo se rió y nosotros nunca nos hubiéramos imaginado
que la niña entendía todo. Por supuesto ya no hubo segunda nadada ese día.
Como nos divertíamos, correteábamos, leíamos, cantábamos, nadábamos,
jugábamos damero y cartas sobre todo casino, casi nunca nos peleábamos; era la única
parte que yo me olvidaba de mis muñecas.
A veces Tonita, la mamá de Gera y de Miriam, llegaba todo un día, o los muchachos
grandes, sus hermanos, venían por lo regular por pocas horas, así que ese mundo del
cuento y de magia nos pertenecía solo a nosotros cuatro.
114
CAPÍTULO XXI
REGRESO AL INSTITUTO. GRADUACIÓN EN TEGUCIGALPA
Cuando nos tocó regresar a La Esperanza, José Herrera Bustamante, el esposo de
Corita había sido nombrado Juez de Letras de esa ciudad. Ellos se habían trasladado a
ese precioso pueblo hacía unos cuantos meses y le dijeron a mamá que ellos nos
podrían tener en su casa así que nos fuimos a vivir con ellos, Popo y yo al regresar al
Instituto.
Corita y José vivían en la casa contigua a la de la tía Chabela y en frente de donde
vivía Chabelita de Palacios a quien yo llegué a querer inmensamente; ella era tan, pero
tan simpática que no daban deseos de dejarla. Su esposo era el Licenciado José María
Palacios y ya tenían a dos de sus hijos Chemita, como de unos 4 años y Tomasito,
como de unos 2 años. Yo quise mucho a esos niños y he tenido para Chemita, aunque
no lo he visto mucho, un cariño muy especial y he gozado con sus éxitos.
Este año fue muy pesado el estudio, se hacía más duro en los cursos superiores,
llevábamos muchísimas clases, por lo menos catorce, castellano, geografía e historia de
América; el año anterior habíamos llevado aritmética razonada con don Salomón Sorto y
este año él nos daba geometría, con él se hacía tan fácil. Llevábamos botánica,
zoología, inglés desde el primer curso y el tercer año empezamos con francés,
llevábamos música, pedagogía, agricultura, moral y urbanidad e instrucción cívica,
ejercicios y juegos educativos, también trabajos manuales, etc. En botánica yo me
aprendí todos los nombres científicos del libro de Cenderos y también en zoología. Ese
año los examinadores estuvieron más estrictos que nunca y dicen que hicieron
aplazancina, yo entré al examen de botánica y uno de los puntos que me tocó
desarrollar fue sobre las raíces. Yo las enumeré y las dibujé en el pizarrón pero cuando
quise decir el nombre de rizomas, se me escabulló de la mente y dije todos los
parecidos empezando por rizo. Todos los demás puntos los desarrollé sin tropiezo, pero
Doña Fidelina de Mejía Paz me bajó la nota por no acordarme del nombre completo de
una raíz, por dicha el profesor casi desobedeciendo me había entrado con
sobresaliente, así que salí con un muy bueno.
Como yo no volví al año siguiente, me contó María Ángela que de las niñas sólo yo
había salido sin aplazados y a ella que sabía solfa y cantar le bajaron la nota en música.
Yo recuerdo que cuando mi curso se estaba examinando en música, don Camilo estaba
muy angustiado y salía a cada rato de la sala de examen a secarse el sudor de la frente,
pues decía que estaba muy molesto porque todo se les había olvidado a los alumnos al
entrar al examen. Yo bromeando le dije “no se preocupe don Camilito ya voy a entrar yo”
y que suerte la que tuve, pude hasta cantar la solfa, yo creo que un angelito se
compadeció de Don Camilo pues hasta me subieron la nota. Ese año sí hubo
premiación pero yo ya no estaba y le dieron el premio a María Ángela Oliva que lo
merecía mucho más que yo, pues le bajaron su nota en música por pura mala suerte
porque ella podía leer solfa, tocar el armonio y sabía toda la teoría.
115
Ese año, mientras yo estuve en La Esperanza, fue de inmensa alegría para la familia
pues nació la primera nieta de mis padres y mi primera sobrina, Corita dio a luz una
preciosa niña a quien pusieron Francisca como la madre de José, pero todos le decimos
Francis. Yo goce mucho chineándola y cantándole para dormirla.
La Esperanza, a pesar del frío, de las levantadas temprano, de lo mucho que tenía
que estudiar y de lo estricto de las reglas que teníamos que seguir, fue una época muy
feliz para mí. Con Juanitia y las demás familias me sentí muy bien y con Corita como
madrecita buena me sentía consentida, la tía Georgina sobre todo me enseñó
recitaciones y cantos, ella tenía una voz muy suave y muy cadenciosa y desde que
llegué el primer año, nos enseñó a Juanitia y a mí a bailar.
En el colegio aprendí mucho, sobre todo a ser disciplinada. Con el tiempo agradecí a
Don Rodolfo y a Doña Eva que nos enseñaran dedicación para el estudio. Creo sin
equivocarme que casi la mayoría de los alumnos de ese tiempo triunfaron en la vida.
Con los años Doña Eva fue muy amable conmigo.
Se me olvidaba contar que ese último año llegó de Inspectora una maestra muy
joven y muy guapa llamada Alejandrina Destephen Matute, quien también resultó ser
prima de Ramón, eso no lo supe hasta que estuve casada. Pero desde el quinto grado
me ha revoloteado el Alcerro y el Matute en las escuelas.
En las vacaciones nos fuimos a Marcala y nos invitaron de nuevo para ir a El Pastal,
ya he contado de nuestras actividades y nuestra manera de divertirnos en ese lindo
lugar. También fui una semana a La Esperanza y pasaba encantada con Francis y
Corita. En las vacaciones llegaban muchos visitantes a La Esperanza como a Marcala.
La Esperanza, la casa de don Octavio Pineda y de Doña Sara Pineda, su esposa, era
como el club donde los grandes jugaban póquer y los jóvenes jugábamos casino o
damero y también bailábamos. En Marcala, las reuniones eran donde Quique López y
Auristela y cuando llegaban los Osorio era en la casa de don Vicente donde se hacia las
tertulias.
TEGUCIGALPA
Llegó el día de aceptar la invitación del tío Raúl Arellano quien quería que yo
terminara mi secundaria en Tegucigalpa. Mis papás estuvieron muy de acuerdo y a mí
no me disgusto la idea.
Viví en casa de Doña Chelina Bonilla y de nuevo iba a estar con una familia muy
querida e iría al colegio con Ligita, mi prima, a quien siempre he querido como a una
hermana. Me matricularon en el Colegio María Auxiliadora. El primer día que llegué me
recordó mucho mi llegada al María Auxiliadora de Santa Rosa de Copán cuando llegué
a hacer mi segundo grado de primaria. Se respiraba el mismo aire de tranquilidad, casi
de santidad. Ahí encontré a sor Blanca Lara, mi profesora de segundo grado, quien me
recibió con alegría y también encontré a Sor Mercedes Pacheco que pronto se fue a
Managua. Los cursos aquí eran más grandes, yo creo que éramos como 14 alumnas.
Recuerdo a Gloria Zepeda y a Margarita Sequeiros, con ellas estudiábamos juntas sobre
todo en los quince días antes de los exámenes cuando no había clases porque eran
días de repaso por nuestra cuenta. Recuerdo a la Nena Larach que parecía mayor que
nosotros porque era muy desarrollada, y ella fue la mejor alumna en los años que yo
estuve en el María Auxiliadora; Adriana Rodríguez era una gordita muy alegre y andaba
116
con las bolsas llenas de galletas y de confites; también recuerdo a Violeta Leiva, a
Blanca Isabela Díaz, a Victoria Asfura, que fue especialmente amable conmigo; a Evita
Rivera, alta, delgada y siempre se miraba como que le acababan de planchar el
uniforme, ni lo paletones de atrás se le arrugaban; Gera Melghem y Ligia mis dos primas
fueron mis compañeras este año pero ya no estuvieron en el colegio para mi último año;
Amparo Aguilar, Ligia Rodríguez y Ondina Aguilar también fueron mis amigas y buenas
compañeras. La mayoría de las maestras eran monjas, Sor Ester Alfaro era una monja
alta, esbelta y tenía una cara preciosa. Ella nos dio álgebra en el cuarto curso y
trigonometría en el quinto, me recordaba a don Salomón Sorto porque en estas clases
tan difíciles no le aplazaron a ninguna alumna. Sor Agustina era gordita y grande y nos
daba química, ésta es la única clase que yo no sé como pude pasar con buenas notas,
pues yo creo que sólo aprendí la fórmula del agua H2O. Sor Ester nos daba también
biología y mineralogía. Francés nos daba Monsieur Ereaux, un francés veterano de la
Segunda Guerra Mundial. En la casa, Doña Chelina nos daba a Ligia y a mí clases de
francés, cuando ella tenía tiempo. Así que algo aprendí y en una clase el profesor nos
puso a traducir algo del español al francés y dijo que daría un premio a quien hiciera la
traducción igual o casi como la de él, yo me gané el premio, era una cajita como con tres
pasteles. Cuando fui a París la primera vez entendía casi todo, en cambio la última vez
cuando ya hablaba inglés ya no entendí casi nada y hoy sólo se decir “oui, oui”, cravate
y chapeau.
La clase de inglés nos la daba Chabelita Sequeiros, hermana de Margarita, y en su
casa bondadosamente nos daba clases a su hermana, a Gloria Zepeda y a mí. Esto me
sirvió mucho para mi trasplante a los Estados Unidos.
Llevábamos también historia universal y geografía universal, también física y
metodología. Y teníamos clases de religión y yo creo que todavía otras más y en quinto
curso practicábamos dando clases a los grados inferiores, ya que saldríamos con títulos
de maestras y de bachilleres.
Fue gran alivio para mí estar en un colegio donde se disciplinaba sin maltratarnos.
También se premiaba el esfuerzo del estudiante con notas altas y con sobresalientes.
Los dos años yo saqué muy buenas notas aunque el examen general era muy largo y
nos preguntaban cosas de los cinco años. El acto de la graduación fue muy solemne y el
vestido que era igual para todas, era muy lindo, blanco, largo, estilo princesa y de un
tapetán muy fino.
Mis 2 años en el María Auxiliadora fueron muy provechosos en todas formas.
También me hice algo mística y me confesaba y comulgaba seguido, no faltaba a los
retiros espirituales y, como en Santa Rosa, las hermanas me invitaban a quedarme con
las internas y me habían convencido de que yo era escogida por el señor para hacerme
religiosa. Yo ya me sentía santificada. La Hermana Directora del Colegio Sor María
Rabacia era alta, delgada, pálida y de ojos azules y me recordaba mucho a la de Santa
Rosa de Copán, como aquella, ésta fue también inmensamente bondadosa conmigo, y
así fueron todas mis maestras. A papaíto no le gustaba la idea de que yo me hiciera
monja y ya al salir del colegio a mí se me olvido la vocación que quizás nunca tuve.
Ramón dice que yo hubiera sido una buena monja y me bromea diciendo que soy media
monja sin ser religiosa, pues cuando crecí emocionalmente no me gustaron las
religiones organizadas, las encontré muy discriminadoras y divisionistas e intolerantes.
117
En la casa de Doña Chelina me sentí siempre muy bien con ella y con todos sus hijos:
con Esperanzita dábamos grandes platicadas. Lempira, mi querida Ligia, mi tío Raúl y
cuando llegaba el tío Roberto, todos hacían una casa alegre y yo me sentía parte de
ella.
Doña Chelina, una educadora y escritora conocida como Carolina del Valle, era una
mujer excepcional, suave y dulce, la mayor alegría para ella era su nietecita Regina, hija
de Esperancita. Reginita parecía una muñeca de porcelana con su cutis blanco rosado,
algo pecoso y unos rizos preciosos. Estilo Shirley Temple.
Mamá y papá llegaron a mi graduación. Ligia se había enfermado y no pudo
graduarse conmigo, en la casa se celebró con una copa de champaña que yo no bebí,
nunca aprendí a tomar alcohol, ni entonces ni después.
La familia Membreño Marín había sido amiga de mis padres muchos años atrás y se
reanudó la amistad cuando Blanca Rosa con Tico Medina y Julita Tosta llegaron a
Marcala a pasar unas vacaciones con las Osorio. Pasamos muy felices con ellas.
Doña Lupe nos dio una cena el segundo día de mi graduación. Ella era dueña del
prestigiado Hotel Honduras, y en hotel vivía su familia.
Recuerdo que el primer día que yo llegué a Tegucigalpa, a la casa de Doña Chelina,
llegaron a verme Tico Medina y Blanca Rosa Membreño a pesar de que la casa estaba
en alto en la Colonia Walter, y sólo se llegaba a ella subiendo las famosas gradas que
salían de la Calle de La Fuente, en ascensión hacia la Walter. Las gradas eran casi del
ancho de una calle, como de media cuadra de largo y muy empinadas.
Me dio gran alegría verlas y las consideré desde entonces mis dulces y buenas
amigas para toda mi vida.
Tico murió ya hace varios años, dejando a su esposo, el Dr. Miguel Andonie
Fernández, y sus cinco hijos en la más inmensa tristeza y para Ramón y para mí ha
dejado un vacío inmenso, pues nuestra amistad se estrechó ya casadas y los dos han
sido para nosotros otros hermanos especiales.
Bueno, ya era yo una maestra y casi una bachiller, pues sólo me faltó hacer el
examen general de bachillerato. No lo hice porque era muchos días después y a papá
no le gustaba la idea de que yo siguiera estudiando y tomara la carrera de leyes, como
era mi inclinación. Si no iría a la Universidad, entonces no había objeto en hacer tal
examen.
El viaje de regreso a Marcala fue de nuevo de otros tres días de camino, se llegaba
hasta la Villa de San Antonio en una baronesa y allí nos esperaban los caballos. Se
dormía en Tutule y hasta el día siguiente se llegaba a Marcala. Una gran cabalgata de
parientes y amigos vinieron a encontrarnos. Que bello fue regresar a casa sintiéndome
tan querida. Los amigos y parientes habían llenada de flores nuestra casa.
Recién graduada, llegó a Marcala Gonzalo Carías, uno de los hijos del Gral. Carías
Andino. Almorzó en nuestra casa y quería convencer a mis padres que me dejaran ir a
continuar mis estudios a los Estados Unidos de América, diciendo que él me conseguiría
una beca. Yo no me entusiasmé para nada. Y Papaíto agradeciéndole le dijo que su
hijita había estado fuera por cinco años y que mis padres querían tenerme un tiempo en
nuestra casa. ¡Qué descanso el mío! Qué lindo oír a mis papás decir que querían
tenerme con ellos.
118
Esas vacaciones las gocé mucho. Ya no tenía que pensar en dejar nuestra casa por
otro largo año. Unas semanas después de mi regreso de Tegucigalpa llegaron a
Marcala Margarita y Marina, mis dos hermanas que residían en El Salvador. Llegaron
también mucho otros vacacionistas y toda la familia Osorio Contreras se había reunido
para esperar al hermano menor, el médico que llegaba de Francia graduado
especializado en Pediatría. Él estuvo largos años, quizá más de doce, fuera del país y
estaba en Francia cuando se desató la Segunda Guerra Mundial. ¡Qué bienvenida la
que tuvo! Fueron muchos días de fiestas, de almuerzos, de paseos de campo. Todos los
sobrinos lo llamaron Tío Gil, y con ese nombre le bautizamos todos. Cuando regresó
andaba ya en los treinta años. Se estableció en San Pedro Sula, en donde abrió su
práctica privada de medicina, obstetricia y pediatría.
MI FAMILIA EN MARCALA 1944 - TANCHIS CON SUS PADRES,
SUS TRES HERMANAS Y SUS CUATRO HERMANOS
SAN MIGUEL, El SALVADOR
Cuando Marina regresó a El Salvador en los meses después de mi graduación, me
invitó a que me fuese con ella. Hacía muchos meses que se habían establecido en San
Miguel, en donde Israel Barrios, su esposo, seguía trabajando en la empresa La
Curacao. San Miguel es el pueblo de la gente acogedora y simpática. A los pocos días
de haber llegado hubo una fiesta de Gala en El Casino. Yo tenía un poco de temor de ir,
pues todavía no tenía amigos, y acostumbrada a ser atendida, tenía miedo de que no
me sacaran a bailar. Israel me animó diciéndome “No te preocupes. Una cara nueva y
fresca siempre llama la atención”. Así fue, bailé toda la noche e hice amigos. Era mi
119
debut. Me puse por primera vez un vestido largo de fiesta y hasta un poquito de lápiz de
labios que en realidad no ocupaba, pues tanto mis labios y mis mejillas eran como los de
una campesina holandesa. En el Colegio María Auxiliadora, cuando yo tenía poco
tiempo de haber llegado, Sor Elisa, una Inspectora, me quería quitar el color con un
pañuelo y sólo conseguía que me pusiera más roja, de la vergüenza. Mis amigas me
decían manzanita.
Pasé contenta en San Miguel y me dio pesar dejar tantas amigas, sobre todo a las
del Cid, Lucita y Margot, quienes fueron muy especiales conmigo.
Recién llegada a San Miguel tuve una experiencia algo rara. Mis amigas me invitaron
para ir una tarde al Casino, así llamaban en aquel tiempo en Centro América al club
social exclusivo de los poblados y ciudades. Cuando íbamos llegando, venía un grupo
de muchachas, entre ellas Armida Arguello, a quien ese día conocí. Era hija del Dr.
Arguello, médico importante de San Miguel. El verla fue una experiencia rara, porque fue
como estar frente a un espejo reflejándome a mí misma. A ella le pasó igual. Nos
parecíamos mucho. Y andábamos vestidas del mismo color. Nos presentaron y nos
sentamos en una mesa a tomar refrescos. Armida se levantó por unos minutos y en ese
momento pasó un hombrón, casi un gigante para mí, y me dijo “te andaba buscando”. Y
me dio una fuerte palmada en la espalda. Al verme de cerca se disculpó y dijo “creí que
eras mi hermana”. Armida era en realidad más alta que yo y yo la miraba muy guapa.
En frente de la casa de mis amigas del Cid, vivía la familia Fernández Guzmán, tíos
de Margarita y de Mario, nuestros hermanos. Yo había conocido a los Fernández
cuando en unas vacaciones, Mary e Isra me llevaron a La Unión y fue entonces que
conocí el mar, esa inmensa masa azul llena de majestad y de misterio.
Con los Fernández fuimos a un paseo en lancha, habíamos estado nadando y nos
fuimos en traje de baño y me di una quemada de sol horrible, pero esta vez no me
enfermé. Los Fernández, don Lucio y Angelita, fueron siempre excelentes amigos,
cuando supimos que Margarita tenía a su mamá enferma en esa casa y que se había
puesto muy grave, Marina y yo acompañamos a nuestros hermanos, Margarita y Mario,
hasta que su mamá murió. Carmencita se llamaba ella y nosotros aprendimos a
quererla, era una señora muy suave y muy dulce. Margarita y Mario son hijos de papá
pero mamaíta los quería muchísimo, Mario vivió en nuestra casa por muchos años y
Margarita llegaba de vacaciones y en nuestra casa se casó con el profesor Luis
Aparicio, los dos han sido maestros y Luis con el tiempo llegó a ser catedrático
universitario y sacó un doctorado en educación. Él fundó una Universidad Privada y
ahora todos los hijos, que son maravillosos trabajan en ella. Al retirarse Luis, hace unos
2 años, el Rector de la Universidad es su hijo, Luis Mario.
120
CAPITULO XXII
MIS OCUPACIONES EN MARCALA
Al regresar de San Miguel, me ocupé mucho de las cosas de la casa, en ayudar a
papá con sus quehaceres, como hervir las jeringas, a veces a preparar medicinas y a
mamá le ayudaba en el jardín y me hice cargo del manejo de la casa. Unos meses antes
habíamos reorganizado la Sociedad Cultural Alberto Galeano, teníamos sesiones y
presentábamos charlas. Una vez me pidieron que hablara del “hombre como ser social”.
Revisé muchos libros, leí a Augusto Compte y otros autores y me salió una charla muy
interesante según me dijeron. También hacíamos veladas para recaudar fondos. Era
costumbre en Marcala que las veladas se abrieran con un cuadro vivo: se buscaba un
tema y se representaba con muchachos y muchachas y el escenario se arreglaba según
el tema. A mí me gustaba mucho ver estos cuadros vivos donde se desplegaba un
verdadero arte.
Creo que fue en el año 1944 que Adán, mi hermano, decidió hacer una fiesta típica
para todos los trabajadores de las fincas de café y beneficio en ‘El Caracol’. En uno de
los patios más grandes para secar café se arregló la fiesta. Como era tiempo de
vacaciones, llegaron muchos amigos y por supuesto las familias Osorio y los amigos
que habían traído ellos de San Pedro Sula. Yo no recuerdo cuántos éramos pero salió
una cabalgata de Marcala hacia ‘El Caracol’ con no menos de 40 personas. En la fiesta
había un conjunto de música y de cena había nacatamales, pasteles, café y por
supuesto no podría faltar en ponche infernal. Poco a poco fueron llegando las cortadoras
con sus compañeros, ellas luciendo sus vestidos domingueros como enaguas de
colores, anchas y largas y el pelo arreglado con trenzas y con flores y cintas. Los
varones vestidos de manta color blanco. Todos empezaron a bailar, tanto los
trabajadores como los visitantes, pues la música era muy alegre, creo que la fiesta duró
desde las 7:00 de la noche hasta cerca de la 1:00 de la mañana, todos pasamos alegres
y bailamos mucho, fue una fiesta típica, encantadora. ¿Y dónde durmió tanta gente?
Nada menos que en las trojas llenas de café lavado, oloroso y suave, solo había cama
para los mayores que eran varios empezando por papá y mamá. Al día siguiente todos
nos fuimos juntos en otra gran cabalgata de regreso a Marcala.
Ese año me pidieron que trabajara en la Escuela de Niñas ‘Petronila Barrios de
Cabañas’ como Subdirectora y Profesora del segundo grado. Acepté. Mi sueldo era de
32 Lempiras por mes. Trabajé pocos meses, pero trabajé muchísimo, casi todas las
alumnas no habían aprendido a leer y había por lo menos dos que eran retrasadas
mentales. Héctor Argueta, nuestro querido Picho, era el Director de la Escuela de
Varones. Él les daba dibujo a mis alumnas y me animaba mucho pues yo no sabía que
hacer, ya que tenía que desarrollar el programa de segundo grado y estaba yo
enseñándoles lo que no aprendieron en el primero.
Marina y su esposo Israel se habían trasladado a San Salvador y ella le escribió a
papaíto pidiéndole que me prestara por unos meses para estarme con ella ya que se
sentía muy sola, no tenía ayuda con los niños y creía que yo podía ayudarla. Papaíto me
121
convenció de que era lo mejor, que me fuera a ayudar a mi hermana. Así que me fui a
San Salvador. Marinela tenía unos 3 años y era una niña preciosa, muy dulce y muy
precoz, Adán estaba como de un año y medio. Marinela fue linda desde que nació,
recuerdo que en marzo de 1942 estábamos de vacaciones en Chinameca, habíamos ido
con papá y mamá porque se acercaba el día del parto de Marina. El 23 de marzo en la
noche, después de cena, nos mandaron a pasear al parque y cuando regresamos como
a las 9:00 de la noche nos encontramos con que ya teníamos una sobrinita. Entramos
ansiosos a conocerla y qué muñeca más preciosa la que encontramos, tenía pelo negro
abundante, su carita redonda rosadita no parecía de recién nacida, tenía cejas negras y
ojos grandes con pestañas largas y una boquita que parecía un botón rojo. Con qué
amor la tomé en mis brazos, ella sigue siendo como una hijita buena para mí.
En San Salvador, además de ayudarle a Mary con los niños, tomé clases de
mecanografía, había una escuela como a dos cuadras de la casa, también paseé con
Miriam Melghen que estaba visitando a Delia de Navarrete su hermana. Conocí a los
Lahud, en esa familia había unas tres muchachas muy lindas y simpáticas, Godo, el
hermano, era ya abogado y nos visitaba mucho. También llegó a pasear Margot del Cid,
la amiguita querida de San Miguel. Me encantaba entretener a los niños y una vez que
se fue la cocinera me desempeñé bien pues ya sabía lo que les gustaba comer. En un
paseo de campo al que me invitaron las Lahud y Miriam Melghen conocí a un estudiante
de medicina también hondureño, me visitó mucho por unos dos meses y decía que
quería casarse conmigo. Él regresó a Honduras pronto para sus vacaciones y después
de unas pocas cartas no volvimos a comunicarnos. Yo también tenía que regresar
pronto a casa y me embarqué al llegar a Marcala con un torbellino de actividades y
celebraciones. Yo me alegré de que esa relación no hubiera seguido pues no me sentía
muy a gusto con él ya que era muy celoso y desde que me conoció me dijo que no
quería que saliera sola con nadie, con él tampoco, las veces que salimos a caminar
alrededor de la manzana, él invitaba a Pelayo, mi hermano, que estaba terminando sus
estudios en San Salvador y también vivía donde nuestra hermana Marina. Le agradezco
mucho a este amigo que fuera atento y muy respetuoso.
Ya en la casa, de regreso de San Salvador, de nuevo me dediqué a ayudar a mis
padres, le ayudaba a papaíto en la oficina que en ese tiempo estaba a cargo de Evenor
y de Mario Guzmán, pero siempre había papeles que buscar y cosas que apuntar.
También le ayudaba cuando ponía inyecciones o curaba algún herido y a mamaíta le
ayudé haciéndome cargo de nuevo de los asuntos de la casa y supervisando la cocina,
a veces trabajábamos juntas en el jardín. Este jardín me traía mis recuerdos de niña
cuando me sentaba en las gradas del corredor a ver a mamaíta sembrar y oírla silbar o
cantar. Cuando miraba las violetas, y había muchísimas bordeando los arriates, me
acordaba de mi periquito “Pilis” que se escondía en las hojas cuando yo regresaba de la
escuela y yo muy asustada casi lloraba creyendo que lo había perdido, cuando al fin
salía el muy pícaro chiqueándose y de seguro riéndose de mí y diciendo Pilis, Pilis.
Me entretenía también ver las mariposas de colores brillantes y de todos los tamaños
que se confundían con las flores y cuando volaban me parecía que las flores también las
seguían. Cuando empezaron a usar D.D.T se perdieron las mariposas, se perdieron los
pájaros y por un tiempo no había ni zopilotes.
122
En esos días seguíamos muy activos en la Sociedad Alberto Galeano. Esta sociedad
había sido fundada muchísimos años antes, tenía un edificio propio con una sala grande
donde todavía quedaban muchos libros de lo que había sido la biblioteca en aquel
tiempo. Se le dio el nombre de sociedad Alberto Galeano honrando la memoria del gran
educador Graciano que trabajó en Marcala algunos años. No sé porque la descuidaron y
la tuvieron inactiva por muchos años, pero en este período de actividad intelectual,
social y cultural del pueblo de Marcala, la revivimos.
Mi primo, Quique López Arellano, era el Alcalde en ese tiempo y nos trasmitía a
todos su energía y su creatividad.
Cuando se llegó la fecha de las Bodas de Oro de don Vicente Osorio y de Doña
Soledad Contreras de Osorio en 1944, se celebró como el gran acontecimiento que en
realidad era y toda su distinguida familia y muchos amigos de Santa Rosa de Copán, de
San Pedro Sula, de Tegucigalpa y de La Esperanza vinieron a la celebración. La familia
planeó una celebración espléndida y el pueblo Marcalino por medio de la Sociedad
Alberto Galeano les ofreció un suntuoso baile en el salón que don Max Drawer tenía en
el segundo piso de su casa. Se decoró precioso y resultó el más distinguido baile de
gala y el más concurrido. En realidad fue elegantísimo. No sé a quién se le ocurrió elegir
Reina del Baile, recuerdo que habíamos quedado en la final como contrincantes Haidee
Molina y yo. Me sorprendí mucho cuando anunciaron que yo era la ganadora, mi
sorpresa se debió a que había muchachas preciosas de distintos lados del país.
Los hijos de don Vicente y Doña Solita eran: Chentío, el mayor, casado con Sarita
Alvarado, vivían en Dulce Nombre de Copán. Solita se casó con el distinguido
empresario don Manuel Girbal, vivían en San Pedro Sula, donde también vivían,
Alejandrina, casada con el abogado Guillermo López Rodezno, Chelina (mi mamá
Chelina) casada con don Rubén Cobos, otro empresario. Ricardo, un Doctor en
Dentistería, se casó con Tina Mata y se establecieron en El Salvador, y Gilberto, el
querido tío Gil, acababa de regresar de Francia hecho todo un doctor en pediatría. Él
también, como sus hermanas, se estableció en San Pedro Sula. Todos estos hijos con
sus hijos que eran muchos vinieron a la celebración y cada uno trajo muchos amigos.
Doña Solita fue una mujer muy suave, muy humilde y muy dedicada a cuidar de los
pobres y papá Chente, como le decíamos a don Vicente, fue siempre el perfecto
caballero, vivió hasta cerca de los 100 años y manejó sus asuntos de fincas y de otros
negocios hasta el final. Cuando don Vicente murió, Marcala se iba quedando sin sus
patriarcas pues no mucho tiempo después se murió también don Irene, su hermano.
La Sociedad Alberto Galeano seguía con sus programas de mejoramiento y en 1946
se constituyó en Comité para celebrar las fiestas septembrinas: primero las de la
Independencia y luego las de la Feria Patronal. Se hizo un programa muy rico en
actividades culturales y sociales y la elección de la reina de las fiestas fue uno de los
puntos novedoso. Salimos tres candidatas: Miriam Melghen, Aída Pérez y yo. En ese
tiempo los torneos eran del pueblo, mi familia no compró ni un voto para mí, pero de La
Paz hubo gente que mandó dinero para mi candidatura y en Tegucigalpa se organizó un
Comité Pro Reina de Marcala que trabajó también por mi candidatura. La Directiva de
este Comité estaba formada así: Presidente: Profesora María Trinidad del Cid, una
conocida intelectual y educadora; secretario: el abogado y poeta Jaime Fontana; fiscal:
123
el abogado y poeta Eliseo Pérez Cadalso; y tesorera: la señorita Thelma Contreras, ¡qué
amables y bondadosos todos!
Al final del torneo habíamos quedado Aída Pérez Melara y yo como candidatas y
alguien fue a decirle a mi hermano Adán que estaban queriendo hacer el certamen
político, mi familia era Liberal y la de Aída, Nacionalista. Ella era hija del General Pérez,
Comandante de Armas de Marcala. Adán llegó muy incomodo de la finca de ‘Caracol’, y
dijo ‘si así va a ser la cosa, vengo dispuesto a comprar votos’. Por dicha, el escrutinio
final había sido la noche anterior y yo gané con gran mayoría, así que le dije que no
había necesidad de que la familia comprara votos y que yo me alegraba de que fuera el
pueblo quien me eligió.
El Comité de Festejos me preguntó donde quería yo que fuera la coronación y les
dije que, ya que el pueblo me había elegido, yo quería que fuera en el Mercado para que
toda la gente que quisiera ir tuviera mucho sitio. Arreglaron el trono en una plataforma
alta y lo arreglaron precioso, a la hora, el Mercado se llenó con la sociedad de Marcala,
la gente del pueblo y los amigos de los pueblos vecinos que llegaron a mi coronación y
yo tuve un séquito de lo más distinguido.
La salutación la hizo mi gran amigo y poeta Jaime Fontana y decía así:
A Tanchis I, Reina de las Fiestas Marcalinas en el minuto excelso de su coronación.
Perdona Majestad si indisciplina
Comete al no traer mi verso inquieto:
Ni néctares pedidos al Imeto
Ni pedrería de extranjera mina.
Hermano móvil de la orquídea andina.
Abeja de esta “Sierra” es mi soneto;
Para ti trae: aromas de cafetos
Y sabor de naranja Marcalina.
Que al imperio solar de tu mirada,
Broten huertos de amor en la rosada
y temblorosa piel de la emoción,
Reviente a cataratas la alegría
Y estalle en universos de armonía
La energía nuclear del corazón.
Jaime Fontana
Marcala, septiembre 29 de 1946
Oswaldo López Arellano, mi primo hermano, se veía guapísimo en su uniforme
militar, él era uno de los caballeros acompañando a Georgina Antúnez quien fue una de
las damas de honor, no nos imaginamos entonces que él llegaría a Presidente de
Honduras.
En ese tiempo venía Oswaldo con frecuencia a Marcala piloteando un avión y bajaba
tanto haciendo piruetas que casi tocaba los naranjales.
124
Para la coronación yo me puse el vestido blanco con que me gradué y el Comité
consiguió un manto de terciopelo rojo y una corona, los dos preciosos.
Al terminar los actos de la coronación, nos fuimos al Baile de Gala que fue en la casa
del General Pérez, quien tenía una sala muy hermosa que el Comité se había
encargado de engalanar. El baile estuvo muy alegre y como siempre elegante.
Celebramos la feria, hubo muchos otros eventos que a mí me toco presidir, entre
otros, una carrera de cintas, un desafío de fútbol, donde me tocó sacar la pelota. La
casa estaba llena de flores y de amigos. En ese tiempo de la elección para el reinado
fue cuando recibí el primer telegrama de Ramón, que sin conocerme escribió “para mi
usted ya es reina”, recuerdo que estábamos en una práctica de básquetbol cuando llegó
el mensajero con el telegrama.
En cartas para papá sobre pacientes que se referían, Ramón a veces terminaba
diciendo “saludos a la gentil Tanchis”. Como yo recibía en ese tiempo muchos saludos,
flores y libros de amigos que no conocía, el telegrama no me extrañó, pero nunca olvidé
su contenido. Con amigos de La Paz que llegaron a mi coronación, Ramón me mandó a
decir que hubiera querido venir a saludarme, pero que tenía enfermos muy delicados en
su hospital, así que no fue hasta casi un año después que lo conocí.
125
CAPITULO XXIII
SAN PEDRO SULA
San Pedro Sula ha sido la segunda ciudad del país pero ahora se ha convertido en la
capital industrial, ha crecido muchísimo en población y en riqueza y también por
desgracia en problemas sociales.
A la clase afluente nativa se ha incorporado una muy afluente e influyente clase
árabe. Desde el principio del siglo pasado llegaron a Honduras desde Palestina, Líbano,
Siria, etc., muchas familias árabes católicas que se dedicaron al comercio tanto en
Tegucigalpa como en San Pedro Sula y se convirtieron con los años en poderosos
empresarios y son ahora parte de la clase alta en la sociedad de las dos ciudades,
influyentes, económica y políticamente.
Pero cuando yo visité por primera vez esta encantadora ciudad era todavía llamada
la ciudad de los Laures o la ciudad de los Zorzales, era tranquila, su población no era
muy grande y tenía arboledas preciosas pobladas de pájaros cantores.
A principios de 1947, San Pedro Sula fue la sede de la Gran Convención Rotaria de
Centroamérica y Panamá y su Gobernador era Guillermo López Rodezno, nuestro
querido Memo, esposo de Nina Osorio. Los Girbal, los Cobos y los López Rodezno me
invitaron para que fuera a San Pedro Sula en los días de las festividades rotarias.
Me hospedaron en la casa de los Cobos con mama Chelina, don Rubén y sus hijos;
Irma era entonces una jovencita todavía en secundaria y Mario era menor, todos me
acogieron con gran cariño.
En los últimos años, cuando mis vacaciones coincidían con la permanencia de las
familias Osorio en Marcala, nos habíamos hecho muy amigos y yo me había encariñado
mucho con Solita de Girbal, así que las tres familias fueron exquisitas. Goce mucho
durante la convención, el baile en las fiestas formales e hice muchos amigos. Recuerdo
con gratitud y cariño a los Guillén, a Toño, Héctor y sus hermanas Chinda y Consuelito,
a los Bográn, don Toño y Doña Panchita me abrieron su casa como viejos amigos de
papá. Goce mucho con Paquita y con Chally que acababa de regresar de Estados
Unidos y era novio de Doris Nuila, quien también fue mi amiga, Totó Bográn fue muy
atento conmigo. Las hijas mayores ya se habían casado, así que hasta muchos años
después conocí a Tulita de Guell. Faustina tenía entonces unos 14 años y era una
preciosa niña y Roberto apenas un muchachito en la primaria. Visité mucho también a
los Paz y paseé mucho con Estela, fui amiga de Cobito y de Nancy, la bella Georgina ya
se había casado con Carlos Ferrera. Me gustaba mucho estar con Doña Titina, su
madre, y dábamos grandes platicadas, ella fue una señora muy amable. No sé por qué
motivo no aceptaba que Estela fuera novia de Arnold Bueso pero en sus pláticas
conmigo Doña Titina se dio cuenta de que no tenía en realidad ninguna razón válida
para oponerse a esa relación y acabo dando su permiso. Yo ya no estuve para la boda,
pero muchos años después que vi a Consuelito Guillén me preguntó que qué había
hecho yo para hacer ese milagro. Estela y Arnold siguen siendo muy felices.
126
Prolongué mi estadía casi por un mes y mis anfitriones querían que me quedara a
trabajar en San Pedro Sula. Cómo goce esa temporada, las muchachas sampedranas,
empezando con Irma y sus amiguitas jóvenes como Lina Sunseri, Cármen Cabus y
otras, me aceptaron en sus paseos. Con las Guillén y Estela y Doris iba a jugar
básquetbol y hasta me tocó jugar en un desafío y según la crónica de los periodistas que
me dedicaron frases muy elogiosas, dicen que ayudé al club a ganar esa vez. Los
muchachos fueron todos amables, atentos, grandes camaradas, ¡qué de impresiones
agradables! Nunca olvidaré tanta gentileza.
Al regresar a Marcala seguí activa en la Sociedad Alberto Galeano y con mis
prácticas en Básquetbol. El nombre del club que organizamos el año anterior era ‘Club
Gema’, que quería decir Gran Equipo Marcalino Atlético.
Nos invitaron de La Esperanza para que fuéramos a jugar contra el club de ellos y en
el desafío nuestro club se lució, fue un éxito rotundo. Yo estoy segura de que ese triunfo
se debió a que nuestro campo no tenía las medidas apropiadas, los parales con sus
canastas estaban muy lejos uno de otro y los aros eran tan angostos que a duras penas
pasaba la bola y también estaban muy altos, en esas condiciones nos entrenábamos
todos los días. No sabemos quién los diseñó ni quién lo hizo así y no teníamos idea de
que las medidas no fueran las correctas. No es de extrañarse que al llegar al campo de
La Esperanza que sí tenía las medidas correctas, nos pareció como un campo de
juguete y Gera Melghen y yo, que éramos buenas para meter canastas, las metíamos
de donde tiráramos la bola.
En la noche nos ofrecieron un baile muy bonito y elegante, las muchachas
esperanzanas eran todas preciosas, sobre todo Rina Mejía Rodezno, quien andaba con
un vestido verde, largo, un poquito escotado y un peinado alto, se miraba como una
reina.
Recuerdo que algunos de mis parientes en La Esperanza, que también se
preocupaban porque yo no tenía apuro en casarme, me creyeron algo dunda cuando un
señor copaneco muy guapo que estaba de Juez de Letras en La Esperanza quería
abonarse conmigo y yo no lo permití. Yo quería bailar y divertirme, no pescar novio ni
coquetear.
127
TERCERA PARTE
CAPITULO XXIV
LLEGO RAMÓN A MI VIDA
LA PAZ
Paso casi un año sin conocer a Ramón después de que recibí sus felicitaciones por
el reinado.
En agosto de 1947, yo tuve que ir a La Paz donde el dentista amigo Chico
Velásquez, me urgía un trabajo y ni en Marcala ni en La Esperanza había dentista en
ese tiempo. Arreglé mi viaje y el día que salía, ya en el campo de aviación, el aviador
dijo que habían cancelado el viaje a La Paz. Yo me acerqué a él y cuando había
terminado de hablar con el agente y parecía que se alistaba para irse, me acerqué a él y
después de saludarlo le pregunté, “¿le costaría mucho dar una bajadita y dejarme en La
Paz?” Miré y le enseñé las flores, “se me van a marchitar las flores”. Él no encontró una
excusa válida y me dijo “bueno, súbase, la pasaré dejando”. Como en La Paz había
cancelado el avión, nadie fue a esperarme, por dicha Francis Suazo de Varela, al oír el
avión, consiguió el único carro en La Paz, un camión de una fábrica de licor, y ellos
fueron los que me recogieron. En la tarde cuando vi a Chico Velásquez me dijo: “A
Ramón no le va a gustar que usted llegó y él no fue a esperarla, tenía preparado el
coche para ir a recogerla”. El coche de Ramón era tirado por un caballo. Chico fue el
amigo que siempre le decía a Ramón “la muchacha para usted está en Marcala”, y le
hablaba de mí.
Pocos momentos después de haber llegado, recibí un bello ramo de rosas con una
tarjeta grande que decía “Bienvenida a la gentil Tanchis” y firmaba Ramón Alcerro
Castro. El mensajero era un muchacho muy limpio, muy bien peinado, era uno de los
trabajadores de Ramón.
Como era temprano en la tarde, le pregunté a Francis y a Doña Matilde de Suazo, en
casa de quienes estaba hospedada, si podía salir con Michella Pineda y María Teresa
Cervantes que habían llegado a saludarme, yo quería ir a visitar a Laurita y a la niña
Clementina Alcerro. Cuando llegamos a su casa, estábamos sentadas en el corredor
cuando apareció Ramón por el jardín, lo vi primero de lejos, iba llevando un caballo a la
caballeriza, usaba una camisa y pantalón caqui y un casco del mismo color, parecía más
un explorador que un médico. Al acercarse al grupo, saludó con una gran sonrisa y la
niña Clementina le preguntó si ya nos conocíamos, él contestó con otra gran sonrisa
algo traviesa “no pero hoy empieza lo bueno”. Se acercó a darme la mano y yo agradecí
sus flores y sus saludos. Él tenía que irse y quedamos de vernos en la noche en el Club
Social que él había organizado.
Cené con Francis y la invité a ir conmigo al club que era como a una cuadra de la
casa. Ella no pudo ir, pero me habían ofrecido pasar a recogerme Michella y María
Teresa.
128
RAMÓN Y TANCHIS RECIEN CASADOS - LA PAZ 1947
Llegamos nosotros primero que Ramón al club, yo estaba jugando una partida de
damero con alguien cuando él llegó, se paró detrás de mi silla y cuando terminé me
tomó del brazo y me invitó a sentarme con él por otro lado, recuerdo que el recostó la
silla en la pared y me dijo “Hoy cuénteme de usted”. No sé ni de qué hablamos pero
pronto se hizo hora de irme a la casa, él se ofreció para ir a dejarme y en el camino me
dijo “me habían hablado tantas cosas de usted y tenía miedo de que no fueran ciertas y
sentirme decepcionado, bueno no ha sido así”, agradecí el piropo y al llegar a la casa
nos despedimos en la puerta. Al entrar estuve platicando con Doña Matilde y con
Francis hasta que fue hora de irnos a dormir. Yo dormiría en el dormitorio de Francis,
ella estaba recién casada, pero Doroteo, su esposo, estaba exilado en El Salvador y ella
estaba viviendo donde sus padres, Don Julián Suazo y Doña Matilde.
Yo me sentía muy contenta de haber conocido a Ramón y tenía la sensación de que
lo había conocido de siempre. Como a las 3:00 de la madrugada nos despertó el dulce
sonar de una marimba, ¡serenata! Estaban tocando la bella música del vals el poder del
amor, Francis saltó de la cama y fue a la ventana a ver quien era y me dijo “es el doctor
Alcerro Castro”. La serenata duró más de una hora, se terminaba El Poder del Amor y lo
129
volvían a empezar, no cambiaron de pieza, sólo tocaron El Poder del Amor una y otra
vez.
En la mañana siguiente, cuando estaba desayunando, llegó Ramón con Franky de la
mano a darme los buenos días. Que muchachón más dulce era Franky. Me miraba con
aquellos ojazos negros algo tristes y se veía algo penoso, él tenía apenas 3 años, logré
que medio me sonriera. Agradecí a Ramón el dulce despertar y dijo que llegaría en la
tarde a visitarme.
Cuando regresó, platicamos un rato; siguió visitándome todos los días, me traía libros
de psiquiatría, me leía algo en ellos y quería saber mi opinión, me contaba de sus
enfermos, etc. Me invitó a cenar a su casa varias veces, sus primas Adelina Castillo, mi
inspectora en primer curso, y su hermana América, vivían con Ramón y manejaban su
casa y supervisaban el hospital. Conocí que Ramón era bromista, pues me botaba el
cuchillo del plato a manera de juego, pero su manera de conducirse en la mesa, sus
modales finos y sus atenciones me impresionaron bien, pues eso era muy importante en
la etiqueta sencilla de nuestra casa. Me gustó que me tratara con naturalidad, no me
echaba flores ni piropos que me aburrían. Lo único que me dijo cuando me andaba
enseñando su casa fue “si hay alguien que no le guste siéntase libre de cambiarlo”, esa
misma noche me contó que estaba comprometido y que se casaría pronto.
Seguimos viéndonos como dos buenos amigos, leíamos sus libros de psiquiatría y
seguía preguntándome mis opiniones, me trataba con igualdad, me invitó para ir con él a
ver unos enfermos, íbamos en el coche recitando o cantando en el camino y yo me
sentía muy a gusto y muy segura con él. Esos enfermos no eran psiquiátricos, pues él
hacia también medicina general en La Paz. Como a las dos semanas, al darme las
buenas noches me besó, fue un beso algo tímido que yo esquivé y fue cuando me dijo
“Tanchis casémonos y llegamos a Marcala ya casados”. Yo le recordé su compromiso y
que yo no quería interponerme en nada. Al día siguiente me escribió un papelito que
decía “es que no tengo derecho ni a soñar”.
Desde que conocí a Ramón, yo escribía a la casa y les contaba que yo no me
casaría hasta encontrar a alguien con quien me sintiera que podía casarme con mis ojos
cerrados, ya no podía decir eso, pero era imposible porque Ramón estaba
comprometido y se casaría pronto.
Ya había terminado el dentista mi trabajo y yo me iría la siguiente semana. Ramón
estaba ocupadísimo organizando una semana para recaudar fondos para el agua y la
luz de La Paz. Me pidió que me quedara ayudándole, le dije que preguntaría a mi casa
si podría quedarme. Me dieron el permiso y empezamos a trabajar juntos organizando
una kermés, una velada, un baile, rifas, etc. Durante los festejos, adonde llegábamos
juntos, los marimbistas paraban de tocar lo que estaban tocando y empezaban El Poder
del Amor, parecía una conspiración del pueblo. A mí me encanta bailar y que a Ramón
también le gustara y que fuera un gran bailarín me encantó. Como El Poder del Amor es
un vals se podía bailar con elegancia y a Ramón le encantaba darme muchas vueltas a
ver si me quejaba, pero yo me sentía muy segura en sus brazos y parecía como si
hubiéramos bailado juntos toda la vida. En la fiesta que tuvimos para celebrar nuestros
50 años, bailamos como cuando éramos jóvenes nuestra pieza favorita El Poder del
Amor y lo celebramos con 225 amigos, y 6 parejas que vinieron de Los Ángeles
estuvieron celebrando con nosotros los 25 años. Cuando yo cumplí 80 años celebramos
130
los 86 años de Ramón y los 57 años de casados y dimos una gran bailada hasta con
mariachis. Nos faltan solo unos meses para celebrar los 60 años y todavía no sabemos
como lo celebraremos, pero estoy segura que bailaremos El Poder del Amor juntos.
Me imagino que la gente de La Paz creía en aquel entonces que éramos novios, pero
aunque andábamos juntos, bailábamos y platicábamos, los dos sabíamos que nos
tendríamos que separar. Así fue al terminar la semana de agua y luz, que por suerte fue
un éxito no sólo social, sino también económico, que llegó el día de despedirnos. Ramón
dijo que iría a dejarme en el avión y regresaría cuando el avión saliera de Marcala y así
fue. Al despedirnos, me dio una fotografía grande que decía “A Tanchis para que le
guarde compañía en mis ausencias”.
Mi familia estaba esperándome y me extrañó no ver a papaíto en el campo de
aviación. Me dijeron que Munda, mi cuñada había tenido una niña y que estaba muy mal
y mi papá estaba atendiéndola. Papaíto no apareció en la casa hasta como a las 2:00 de
la tarde, estaba cansado y muy preocupado. Después de darme la bienvenida me
preguntó si el doctor Alcerro Castro tenía enfermos delicados, le dije yo que en ese
momento no, puesto que había venido hasta el campo de Marcala a despedirme esa
mañana. Papaíto me dijo “yo lo necesito, ¿crees que pueda venir?”, y yo le aseguré que
si podía vendría inmediatamente. Papá se fue él personalmente al telégrafo a ponerle un
triple en el que le explicaba lo que pasaba y le decía que él mismo pidiera la avioneta.
Así fue como a las 4:00 de la tarde, Ramón aterrizaba por segunda vez en ese día en
Marcala. Un caballo y acompañante esperaba a Ramón a su llegada y se fue
directamente a atender a Munda, quien era la paciente. Papaíto sabía que la enferma no
se podía mover por la hemorragia, que necesitaba cierta operación que él no podía
hacer porque en ese tiempo ya él no trabajaba en eso y no tenía instrumentos, así que
Ramón, ya con todo listo en su maletín, llegó a tiempo de salvarle la vida a Munda.
Llegaron los dos doctores bien cansados a la hora de cenar. Con mamaíta habíamos
preparado un cuarto para que Ramón durmiera. No pudimos platicar esa noche pero en
una esquela le di las gracias por haber atendido el llamado de papá y le decía que
descansara y se sintiera en su casa.
Después del desayuno, los doctores se fueron a ver a la enferma y regresaron casi a
la hora de almorzar, al preguntarle papá a Ramón si regresaría ese día a La Paz, él le
dijo que no pediría una avioneta para regresar, que esperaría el avión regular del día
siguiente. En la tarde me pidió que le enseñara mi pueblo. Salimos como a las 2:00 de la
tarde, no había llovido pero estaba todo limpio y fresco, llegamos al parque que está en
la plaza San Miguel, el parque estaba recién remozado desde el tiempo en que Quique
López Arellano fue alcalde del pueblo, había muchos jazmines florecidos. Nos sentamos
en el banquito abajo del que yo llamaba “mi naranjito”. Yo cuidé mucho este arbolito y
Picho, mi buen amigo, me lo había podado y estaba su copa redondeada, todos me
bromeaban preguntándome que había pasado bajo ese naranjo, entonces no me
imaginé nunca que ahí decidiría mi vida. Después de platicar un rato sobre el parque y
sobre el pueblo, Ramón se puso muy serio y me pidió “Tanchis casémonos el domingo”.
Al principio yo creí que estaba bromeando y le pregunté si estaba loco ya que él tenía un
compromiso y que lo iba a cumplir. Él contestó “es que no me voy a casar” y me dijo
entonces más serio “Tanchis el domingo o nunca”, yo le pregunté si en realidad hablaba
en serio y él me dijo “es que yo no me puedo casar, no quiero ser infeliz, ni hacerla
131
infeliz a ella además sufriríamos los tres”. Yo le dije que estaba segura de que no nos
dejarían casarnos así a la ligera pero que si él quería, podíamos probar. Convenimos en
que él hablaría primero con Adán, mi hermano, para que Adán preparara a papaíto
antes de que Ramón hablara con él. Al regresar a la casa, yo llame a Adán y le dije que
Ramón quería hablar con él. Con Adán llegamos al cuarto donde lo esperaba Ramón y
cuando Ramón le dijo que quería casarse conmigo, la reacción de Adán fue tremenda,
primero se puso pálido y luego se puso rojo, rojo y le dijo a Ramón “¿y cuándo se van a
divorciar?” Esto se debió a que Ramón se había casado muy joven y se había
divorciado apenas unos días o semanas antes de que yo lo conociera, es decir, el
divorcio había finalizado apenas hacía unos días. Ramón muy sereno le contestó
“espero que no sea necesario”. Mientras ellos seguían hablando, yo me fui al jardín
donde mamaíta estaba atendiendo sus rosas y le dije “mamaíta, Ramón quiere casarse
conmigo”, y ella dijo “que alegría, no dices que lo quieres mucho” y yo le dije “pero
mamá él quiere casarse este domingo, es decir, dentro de cuatro días”, “y eso qué tiene
que ver” dijo mi madre. Ahí me acordé que cuando ella se casó, papaíto llegó por la
ventana y le dijo: “Rosarito nos casamos ahorita” y ella quitándose el delantal le dijo
“estoy lista”. Ahí nomás papá se fue al cabildo que era en frente de la casa y llevó al
alcalde y los testigos aprovechando que Doña Chelina, que había sido esposa del padre
de mamá, andaba con los niños en el baño tibio. Así que cuando ella regresó ya los
encontró casados.
Doña Chelina era prima hermana de papá, quien nunca nos contó porqué vino una
desavenencia entre ellos y por eso papá decidió casarse de esa manera, ellos ya tenían
como 4 años de estar comprometidos y en tiempo del abuelo había permitido que papá
la visitara. Papá decía que los amigos, al saber que se habían casado, llevaron música y
hasta bailaron en esa noche y después de esto, él se llevó a su novia a su casa.
Así que, después que Ramón habló con Adán y éste fue a preparar a papaíto,
cuando llegamos él nos recibió con abrazos. Ramón le dijo a papá: “doctor andamos
dándoles sorpresas”, y papaíto le dijo: “vea doctor, yo sé que usted es un hombre serio y
con experiencia y Tanchito ha sido siempre una niña muy seria, muy cuerda y con sus
pies en la tierra y no soy yo quien se oponga a sus deseos”. Nos fuimos todos a celebrar
adonde Quique López y Auristela, que entonces tenían una refresquería. La fecha
estaba ya decidida el 28 de septiembre, día domingo.
Ramón se fue al día siguiente, jueves, y regresó el sábado con sus papeles listos, los
anillos, el vestido y hasta uno de los padrinos: Don Julián Suazo, Napoleón y Bibi de La
Paz y el avión ya venía lleno de familiares de Tegucigalpa y otros amigos de La Paz.
Mientras tanto, desde el miércoles, el trabajo en la casa era frenético arreglando la sala
con la consabida campana con guirnaldas de flores, poniendo cortinas, arreglando
dormitorios y la comida en la cocina. Nuestra cocinera, llamada Geña, se sintió
envidiosa de la patroncita y decidió irse con su amante el sábado en la noche, por dicha
mamá tenía gentes para echar manos en el momento de crisis.
El sábado, la casa se llenó de gente y de flores y el domingo llegaron más flores y
regalos. La ceremonia fue en la sala de la casa a las 7:00 de la noche, ahí llegaron el
alcalde y los testigos y empezó la ceremonia que fue muy corta, después celebramos
con una copa de champaña y todos nos fuimos al gran baile de gala, por ser la víspera
de la feria de San Miguel Arcángel. En esa fiesta me tocó entregar la corona a la reina
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entrante ya convertida yo en señora Alcerro Castro. Bailamos hasta muy tarde y no faltó
nuestra pieza favorita, El Poder del Amor.
Habíamos nombrado a otros padrinos por telegrama triples y pronto empezaron a
llegar regalos y felicitaciones de don Toño Bográn y familia, de los Buesos de Santa
Rosa y de San Pedro Sula, de los Osorio, de los Gilbal, de los Cobos y cuantos amigos
más. El martes, que era día de avión, nos fuimos todos para La Paz y también los
visitantes que vinieron de Tegucigalpa, sólo Esperancita y Lygia se quedaron otros días.
Se le había arreglado una cama a don Julián Suazo en el cuarto en que durmió Ramón,
quien siempre bromeaba diciendo que pasó su noche de bodas con don Julián Suazo.
Corita vivía en Santa Bárbara y no pudo venir, pues tenía un niño tierno, Marina vivía en
El Salvador y allá estaba también mi hermano Pelayo, quien puso un telegrama
“Sorprendido bomba atómica felicidades”. Así que el martes llegamos a la que sería
nuestra primera casa. Como Ramón vivía ahí en La Paz, la casa estaba acondicionada
con todo lo necesario y Franky de 3 años era nuestro primer hijito. Ya hacía más de un
año que Ramón se lo había pedido a la mamá para cuidarlo ya que él tenía un problema
en los intestinos y necesitaba una dieta muy supervisada que su mamá no podía darle.
Franky mejoró mucho, pero necesitó la dieta casi un año más, pronto se puso sanito, él
siempre fue de índole muy dulce. La mamá nos lo dio para que siguiera creciendo con
nosotros, pero siempre estaba al cuidado de él y preguntando como estaba.
LA PAZ
¡Nuestra primera casa! Nunca me imaginé que tendríamos muchas. Por dicha yo he
considerado nuestras casas como buenas madres, o buenas amigas, que nos han
abierto sus brazos con amor y nos han brindado abrigo, confort y alegría.
No ha importado el tamaño ni el país, a todas las recordamos con gratitud. Yo llamo
nuestras casas a los hogares donde hemos vivido por largo o corto tiempo, aun a los
apartamentos de estudiantes donde nos sentimos muy a gusto. Tal vez por sentir ese
calor y bienvenida, yo he podido moverme de casa en casa o de país a país sin
problemas ni molestias, sólo las que ocasionan las despedidas. El decir adiós a gentes
queridas, a lugares queridos, a nuestras casas queridas me ha dolido mucho. El
arrancar ha sido más difícil que el acomodarme a lo nuevo. Al llegar a un nuevo sitio, yo
lo acojo y me siento acogida por él, protegida. Ha sido una suerte sentirme así, pues los
cambios han sido muchos, los adioses han sido muchos y los cambios a otras culturas
también han sido muchos. Ramón se acomoda también muy pronto, él se acostumbró a
moverse de un lado a otro desde que era muy pequeño. Yo en cambio, aunque
salíamos temporalmente, siempre estaba en la casa de Marcala, esa era mi base, viví
ahí por 23 años y siguió siendo mi base y sustentándome aun algunos años después de
que murieron mis padres. Debo de agregar que todos los cambios que hemos hecho
con Ramón en nuestras vidas han sido voluntarios. Digo esto, porque otras gentes
tienen que abandonar sus casas, sus trabajos, su país, forzados por circunstancias
políticas o económicas. Cada cambio que hemos hecho puedo decir que ha sido en la
cima de nuestros éxitos profesionales y sociales, y los hemos hecho de común acuerdo
con el objeto de ir a buscar nuevos rumbos, nuevos retos en el área profesional y
siempre encontramos progreso y triunfo y se nos han abierto horizontes y canales para
seguir sirviendo a los demás.
133
Recuerdo que la primera vez que dejamos Honduras para venirnos a Estados
Unidos, una pariente muy querida le dijo a Ramón “recuerde Ramón es mejor ser
cabeza de ratón que cola de león”. Pero Ramón nunca ha sido cola de león, donde ha
ido se ha dado a conocer por sus esfuerzos, su capacidad, su entrenamiento poco
común, por su integridad y se le han abierto las puertas y las oportunidades y se ha
ganado el respeto de sus colegas y de sus amigos. En nuestra peregrinación solo
hemos encontrado buena voluntad, buenos trabajos y amigos para toda la vida.
Después de este largo paréntesis seguiré describiendo nuestra primera casa y
nuestra vida en ella.
Cuando nos casamos, Ramón tenía más de un año de estar establecido en La Paz.
Compró a sus hermanos sus acciones de la casa paterna. Esta casa que había sido de
los abuelos fue la única casa que tuvo el padre de Ramón y la dejó a los cinco
hermanos. Al comprarla, Ramón la acondicionó para vivir él y ahí organizó el primer
hospital Alcerro Castro para pacientes en psiquiatría y fue el primer hospital psiquiátrico
privado en Centroamérica. Sus dos primas, la niña Adelina Castillo, y su hermana
América le ayudaron a Ramón con la administración de la casa y del hospital.
Yo ya había conocido la casa cuando mi Ramón me había invitado a cenar y a
conocer su hospital. En esos días que me invitó, todavía estaba haciendo algunas
remodelaciones. No me imaginé entonces que ésta sería mi casa, pues ese día después
de cena fue cuando Ramón me contó que estaba comprometido con una enfermera
psiquiátrica americana y que se casaría pronto.
La casa constaba de dos piezas al frente. Una era la sala de espera y la otra era su
clínica donde ejercía, además de psiquiatría, medicina general. Detrás de esas dos
piezas había otra muy larga y angosta donde estaba el botiquín y archivadores para
expedientes y correspondencia. Por una puerta grande se bajaban dos gradas a un
corredor ancho, cerrado a los extremos, en el lado derecho estaban los baños y al lado
izquierdo, una pared. En ese corredor estaba la salita. Al bajar del corredor por unas tres
gradas había un pasillo y en frente dos piezas nuevas, una fue nuestro dormitorio y la
otra, nuestro vestidor, donde había un estante grande, un closet y ahí arreglé mi
tocador. A la derecha de ese angosto pasillo que era abierto de arriba se llegaba a un
pasillo ancho y largo que comunicaba con la cocina, al fondo el cuarto de trabajadores y
lavanderos y también la caballeriza. A ese pasillo largo y ancho se entraba por el lado
de la calle, por un portón muy grande y era la entrada del servicio. A la izquierda del
pasillo angosto y abierto, es decir sin techo, había una puerta alta por la que se entraba
al hospital, donde había cuartos para doce pacientes, acondicionados con sus baños. El
comedor estaba en el corredor que era más grande que el de la parte nuestra. Había
también un patio grande y jardín con una glorieta donde había maceteras y asientos. La
cocina era la misma para la casa y los pacientes comían lo mismo que nosotros.
Inmediatamente de pasar la puerta para el hospital había un cuarto de madera mediano
y esa era la oficina y estudio de Ramón.
Teníamos suficiente personal para atender la casa, el hospital y los caballos.
Los pacientes llegaban de distintos lugares del país.
Para mí fue muy fácil seguir la rutina de Ramón, en muy poco se diferenciaba de la
de papá en sus años de práctica: recibir pacientes, visitar a los que no podían llegar a la
clínica. La diferencia era el hospital en el que yo no me involucré al principio.
134
El carácter de Ramón, parejo, alegre, atento, juguetón, me hacía muy feliz y pronto
empezaron a visitarnos los parientes que querían consultas con Ramón, también
empezaron a llegar mis cuñados, los hermanos de Ramón con los que verdaderamente
me hermané. A Coca, mi cuñada, la atendimos en nuestra casa después de que perdió
un niño, Marina, mi hermana, llegó con Tony que tenía un problema en el estómago y
así muchos otros.
También podíamos salir cuando Ramón no tenía enfermos delicados. Fuimos a pasar
nuestra primera navidad a Marcala, también fuimos a Comayagua en nuestro coche a
visitar a los hermanos Argentina y Julio Hernández López, también recién casados. Una
vez, cuando regresábamos de Comayagua, se nos puso que el caballo estaba cansado
y caminamos casi la mitad del camino, nos bañamos en el río, cantamos y nos
divertimos con todo lo que hacíamos.
En esos meses, le llegó a Ramón una invitación del Doctor Arguello, entonces
Director del hospital Neuropsiquiátrico de San Salvador. El doctor le proponía a Ramón
ir a enseñar las técnicas de Psicocirugía a los médicos, él podía llevar sus pacientes al
hospital para seguir tratándolos allá, también le ofrecían una vivienda cómoda. Ramón
aceptó y cuando llegó el plazo, Ramón y yo nos fuimos primero para ver las
instalaciones donde nuestros pacientes estarían. Ya los habíamos preparado para el
cambio, después de hablar con sus familiares, vendríamos nosotros a recogerlos un fin
de semana para el traslado. Llegamos Ramón y yo donde mis hermanos Marina e Israel
Barrios en San Salvador. Al día siguiente, Ramón iría a hablar con el Director y a tomar
posesión de su cargo.
Cuando Ramón regresó a la hora del almuerzo, al preguntarle cómo le había ido me
dijo que el Director del hospital, el Doctor Arguello, muy avergonzado y compungido le
había dicho que todos los médicos que trabajaban en el hospital renunciarían en masa
si él empleaba a Ramón. No le dieron razones. Yo me imagino que les dio enojo que un
jovencito galeno extranjero llegara como maestro a enseñarles. Como digo, es mi
especulación. Ramón no se puso a pedir explicaciones. A mí me dio gran enojo el que
esperaran a que él llegara para hacer eso y le dije a Ramón “por dicha no hemos
desempacado nada, así que regresémonos inmediatamente”. Fue una suerte que
Oscar, su hermano, y unos trabajadores que habían hecho el viaje a dejarnos, se habían
quedado descansando y no se habían regresado. Así que después de cargar todo
regresamos. Como pueden ver, la política de brazos abiertos y ayuda que encontró
papaíto cuando fue a estudiar medicina ya no tenía vigencia con la nueva generación. Ni
siquiera la cortesía entre colegas. Pero yo soy una creyente empedernida en que aquel
dicho que dice “no hay mal que por bien no venga”, no me fallo esta vez tampoco.
Al regresar, Ramón pensó que era tiempo de mover el hospital a la capital, ya que
gentes de otros países empezaban a preguntar si podían traer a sus pacientes. Pues, ya
dijimos que no había otro hospital privado en Centroamérica. Si llegaban pacientes con
complicaciones y enfermedades físicas, tendría Ramón los hospitales y colegas con
quien consultar, no estaría científicamente aislado. Ramón hizo un viaje a buscar un sitio
apropiado y encontró uno ideal para nuestras necesidades.
Empezamos a preparar los pacientes y a prepararnos nosotros para la despedida de
este querido lugar donde nos conocimos, donde fuimos muy felices y en el que
dejábamos muchísimos amigos.
135
Ésta fue la primera de muchas despedidas, pues yo no supe antes que, entre las
muchas cualidades de Ramón, está la de conquistar nuevos mundos. No sabía que me
había casado con un trotamundos, “Gitano” le decía Clementiana de Raudales. A mí
siempre me maravillaba Ramón con ese espíritu inquisitivo, esa sed de conocer el
porqué de las cosas, su curiosidad por ver nuevos mundos, por esa versatilidad de
adaptarse a distintas culturas. Así que viajar, conocer otras tierras, descubrir, preguntar,
leer enciclopedias, diccionarios, etc., ha sido su hobby. Ya pueden imaginarse el mundo
que se le ha abierto con el Internet, todavía hoy a sus 89 años, está hasta pasada la
medianoche buscando artículos, diversas informaciones, etc. No es extraño pues, que la
lista de lugares donde hemos vivido, donde hemos paseado o estudiado se agrande con
los años. Yo he sido más apegada a los lugares. Me gusta vivir en un solo sitio, si viajo,
gozo, pero no soy la iniciadora, más que ver mundos nuevos, me gusta revisitar lugares
donde he dejado cariños, de donde tengo recuerdos, pero cuando he ido con Ramón a
muchos sitios, los he gozado inmensamente. Yo también me siento a gusto en distintas
culturas y más que todo me gusta andar con él y verlo como se desenvuelve y se orienta
tan rápido en lugares extraños.
136
CAPITULO XXV
LA PAZ, QUINTA SAN JORGE Y VIAJE A ESPAÑA
Como ya dije, Ramón encontró el lugar ideal a las orillas de Comayagüela. Éste fue
en otro tiempo un aserradero y la propietaria era Toñita Velásquez, una reconocida
lideresa del partido liberal. Toñita nos alquiló este precioso lugar, ahora es parte de La
Primavera.
La propiedad tenía potreros, árboles frutales y estaba cruzada por un río con agua
abundante, pudimos tener vacas y caballos. La casa tenía tres hermosas piezas que se
dividieron, solo teníamos entonces seis pacientes. Se agregaron servicios sanitarios y
se construyeron tres piezas de madera en la parte de atrás, como media agua, para
dormitorios del médico interno y de los ayudantes de enfermería. La casa también tenía
un corredor largo y ancho y al terminar éste, había un cuarto pequeño y ahí dormía
Franky y lo cuidaba Chilito. Después estaba nuestro comedor, cocina, bodegas y
servicios para las trabajadoras. Enfrente del comedor, había una construcción pequeña
en forma de torre, abajo había bodegas y al subir las gradas del lado del corredor, había
un dormitorio grande con su baño privado y un corredorcito en forma de media luna con
una bonita baranda y con vista hacia el río. En ese dormitorio nos acomodamos
nosotros y en el corredorcito pusimos mesas y sillas de descanso, como dije, la vista
hacia el río y la arboleda daban una sensación de paz. Para entrar a la propiedad, había
un portón grande y dos piezas pequeñas completamente separadas de la casa. En una
se arregló una oficinita y recepción y en la otra, bien enllavada la puerta, sirvió para
poner ahí el botiquín.
A los pacientes y sus familias les gustó mucho el cambio, el clima era agradable, se
sentían más libres pues salían a caminar y a cortar mangos que eran muy dulces.
Veían cuando ordeñaban y estas vacas nos daban leche suficiente y hasta hacíamos
queso y cuajada. Teníamos perros y había una cabra que creía era uno de ellos y
seguía a la trabajadora cuando salía para ir a la pulpería.
A todos nos cayó muy bien el ambiente casi bucólico que repetiríamos unos años
más tarde en El Hatillo.
Ramón abrió su clínica privada para tratamientos psiquiátricos en El Centro Médico
Hondureño y trabajaba también en San Felipe. Teníamos médicos internos que se
turnaban y buen servicio para atender los pacientes y la casa. Aquí empecé yo a
entenderme más en el cuidado de los pacientes hospitalizados, teníamos una magnifica
cocinera y todos comíamos el mismo menú.
Aquí también tuvimos muchos visitantes, parece que por el año 1948, se rumoreaban
muchos disturbios, sobre todo entre los políticos, así que todos nuestros hermanos y mis
padres se vinieron una temporada a estar con nosotros. Con frecuencia teníamos
visitantes amigos que vivían en la capital y venían a pasar el domingo con nosotros. De
nuevo nos tocó prepararnos para otro cambio. No habíamos recibido nuevos pacientes
desde que supimos que tendríamos que cerrar el hospital temporalmente. A los
pacientes que quedaban, como ya estaban mejor, se les daría el alta.
137
En San Jorge funcionó el hospital Alcerro Castro casi un año. Se cerró porque pronto
viajaríamos a España a seguir nuestros estudios y a prepararnos mejor para la siguiente
etapa. Frank se quedaría con los abuelitos en Marcala, fue muy duro dejarlo, aunque lo
sabíamos en buenas manos y fue dura la despedida del resto de la familia y de los
amigos.
ESPAÑA
El Instituto de Cultura Hispánica le otorgó a Ramón una beca para que continuara
sus estudios en psiquiatría. Lo que Ramón buscaba en este viaje era el estudio de
psicoanálisis, pero en España ya eso había pasado a la historia y el único profesor de
psicoanálisis estaba en Barcelona, el Doctor Sarro.
La beca de Ramón era para Madrid, donde se hablaba más de existencialismo y
otras teorías que, hasta allá por los años 60, llegaron a Estados Unidos donde
empezaba a popularizarse.
Salimos de Tegucigalpa el 29 de diciembre de 1948. Llegamos a un Madrid opaco y
frío. Por dicha, don José Pérez, un señor español que tenía un negocio de embutidas y
carnes en Comayagüela, nos recomendó que fuéramos a la pensión Orence de un
pariente suyo y ahí teníamos un cuarto esperándonos. El dueño de la pensión resultó
ser un señor blanco, rosado, regordito y muy amable. Era la despedida del año y el
Instituto de Cultura Hispánica nos invito a una fiesta. La invitación era para las 12:00 de
la noche del 31 de diciembre. Qué problema más grande tuvimos para llegar, ya a esa
hora no habían taxis, ni buses, pues todos estaban en sus casas esperando el año
nuevo, al fin, pasó un taxista que iba muy apurado por llegar a su casa y se compadeció
de los recién llegados y nos llevó a la fiesta, eran ya las 12:30 de la noche, el nuevo año
ya había entrado. Como íbamos tarde creímos que seríamos los últimos en llegar pero
apenas iban apareciendo los primeros invitados.
En la ida a la fiesta, pasamos por la famosa Puerta del Sol y el compadecido dueño
del taxi nos explicó el rito de las doce uvas que se traga con cada campanada que da el
reloj a los 12:00 de la noche. Nos explicó también que son las uvas de la buena suerte.
El amable señor de la pensión Orense nos dio ideas de cómo buscar alojamiento
como el que deseábamos y no nos costó encontrarlo. Doña Pepita era la viuda del
chofer del Rey y era dueña de un piso precioso en La Flor Blanca, que en ese tiempo
era una buena vecindad. Su casa había quedado vacía al morir su esposo y después, al
perder dos hijos en la guerra civil.
Nos alquiló una recamara amplia con camas y ropa de cama confortable, y muebles
adecuados. Tenía una ventana grande que daba a la calle pero estábamos en un
segundo piso. Ahí cerca de la ventana, había una mesa y cuatro sillas para comedor y
en medio del salón grande del dormitorio había un sofá y sillas formando una salita. A la
salida de nuestro dormitorio había un corredor muy amplio con maceteras y muebles
muy cómodos y en frente estaba el baño, que era muy moderno, como toda la casa.
Tenía mármol blanco, la bañera tenía puertas de vidrio, lo mismo que la ducha que
estaba separada, así estaba también el inodoro completamente separado, era una pieza
muy grande y con espejo del tamaño de la pared donde había dos lavamanos
empotrados en mármol y con llaves y adornos dorados.
138
Doña Pepita nos daba cuarto, comida y ropa limpia, así quedamos instalados en este
cómodo aposento que fue nuestra tercera vivienda.
La casa tenía tres dormitorios más. En uno vecino al nuestro, estaba una pareja de
recién casados, ella era Francesa, maestra en el Liceo Francés, su nombre Pierrette y
don Pepe Barerno, un español que era el contabilista en una empresa muy importante.
Los dos eran jóvenes y guapos y nos hermanamos mucho con ellos.
El otro dormitorio lo habitaba Goyita, una española como de 45 años, alegre,
coquetona, “muy maja” y como salida de una de las pinturas de la época en que las
modelos eran regorditas y estaban requetepintadas. Ella tenía un amigo coronel que
llegaba de vez en cuando de otra provincia y nos invitaba a todos a restaurantes caros.
Yo no supe porque don Pepe y Ramón lo llamaban “Pichirilo”, era grande, gordo, tenía
bigote y anteojos muy gruesos. El otro dormitorio era el de la dueña de casa y tenía su
baño privado y también una salita privada. En el piso también había un cuarto de
trabajadoras y una cocina amplia y más servicios al fondo. Doña Pepita era muy alta,
algo gorda, pero muy erguida, tenía pelo rubio cano y lo usaba en un gran moño que le
lucía mucho. Ella, como Goyita, deben haber sido muy guapas cuando jóvenes. La
muchachita que limpiaba y hacía los mandados se llamaba Inés, tendría unos 16 años,
de cara bonita con ojos azules y de tez sonrosada, cantaba cuando limpiaba y tenía voz
como de un ángel.
Esta casa, como dije, era elegante, cómoda, tenía también un jardincito y una terraza
y estaba muy bien ubicada. Podíamos tomar el metro que nos quedaba muy cerca y nos
desplazábamos a nuestras ocupaciones.
Ramón fue aceptado en el hospital Provincial de Madrid entonces a cargo del gran
Profesor José López Ibor, hombre de gran humildad y de gran sapiencia.
El trabajo empezaba a las 10:00 de la mañana y terminaba a las 2:00 de la tarde,
éste era el período de enseñanza. Ramón y yo nos íbamos juntos al hospital ya que yo
tuve la inmensa suerte de que el Doctor López Ibor me aceptara como si fuera uno de
sus residentes. Me enseñaron a tomar historias de los pacientes, asistía a las
presentaciones de casos y a las conferencias y cuando, por algún motivo, Ramón no
podía asistir, yo tomaba notas para él. En la tarde, de las tres en adelante, Ramón se
ocupaba de muchas cosas en el hospital y yo pasaba a las salas de pacientes internos
donde me enseñaban lo que una enfermera psiquiátrica tiene que hacer en un hospital
psiquiátrico. Y en la noche, mientras Ramón se iba al instituto de neurocirugía a
aprender nuevas técnicas con los profesores, el doctor Obrador Alcalde y el doctor Ley,
yo me iba al instituto psicométrico a aprender medidas de la inteligencia y pruebas
proyectivas. Fue un entrenamiento intenso para los dos, pues al regreso a Honduras
reabriríamos el hospital Alcerro Castro que ya estaba construyéndose en El Hatillo, en el
área de Tegucigalpa.
Encontramos a la bella ciudad de Madrid todavía con las cicatrices de la gran guerra
civil. La economía tardó mucho en recuperarse, había racionamiento en muchas cosas y
otras no se conseguían ni con mucho dinero. La dieta era a base de pescado, merluza
frita, que se servía a menudo en la cena. En el almuerzo era frecuente que nos pusieran
un plato de judías, o sea un plato de frijoles blancos grandes, con una salsa. Y el
desayuno consistía en un gran tazón de café con leche y punto. El pan estaba
racionado, no había harina blanca ni azúcar, pero descubrimos los deliciosos churros
139
que vendían no muy lejos y eran comprados por la gente pobre. Así que Inés, la
muchachita que cantaba como jilguero y limpiaba los pisos como máquina, nos los traía
muy temprano, a tiempo para el desayuno. Recuerdo que en el primer almuerzo, Doña
Pepita nos puso un bollito de pan negro, algo alargado, era tan chiquito que nos lo
comimos todo y cuando en la cena pedimos pan nos dijeron que disculpáramos, que se
les había olvidado decirnos que el pan era para el almuerzo y para la cena, pero Doña
Pepita nos dijo “no se preocupen, lo podemos conseguir de "extraperlo”. Preguntamos
qué era eso y nos explicaron que era conseguirlo de contrabando. Pobrecita yo, siendo
de Marcala, en el interior de Honduras y crecida en el tiempo que no había carros para
transporte, no estaba acostumbrada a comer pescado, además me hacían falta los
frijolitos fritos con queso pero más que nada mi café con pan dulce en la mañana. No
fue raro pues, que de mis usuales 120 libras baje a 109 libras.
Además de racionamiento de la comida, había racionamiento de agua y de luz
eléctrica. No había nevado ni llovido lo suficiente, todo esto agregado a los males
dejados por la guerra. Vimos el bello Lago del Retiro agrietado. Por el problema de luz,
en los hospitales tenían que hacer las operaciones después de media noche, Ramón
llegaba muy tarde y muy cansado, pues las psicocirugías son por lo general larguísimas.
Como Ramón les explicaba a los neurocirujanos que yo sería su ayudante en todo, ellos
me aceptaron más de una vez como espectadora en la sala de cirugía y por supuesto
lavada y vestida para la ocasión. Una noche en que el doctor Ley realizaba una
operación muy delicada, larga y complicada, exclamaba a cada rato unas palabrotas
tremendas tan comunes para los españoles, cada vez se disculpaba conmigo, pero al
minuto, las decía de nuevo. He agradecido a Ramón que siempre ha querido incluirme
en sus actividades y experiencias médicas. Recién casados en La Paz, le ayudaba a
ciertos tratamientos y una vez, le ayudé a asistir un parto. Cuando fuimos a visitar al
maestro de Ramón, el gran neurocirujano Walter Freeman, en Washington D.C., tuve la
oportunidad de verlo en acción cuando practicaba una operación.
La experiencia en Madrid fue inmensamente valiosa para Ramón y para mí, ya que
me preparaba a hacer su ayudante. En ese tiempo, Ramón era el único psiquiatra en
Honduras, no había psicólogos y mucho menos enfermeras especializadas en
psiquiatría.
Así como pasamos de ocupados, también pasamos contentos en Madrid, era la
primera vez desde que nos casamos que estábamos solos y sin responsabilidades de
casa, tranquilos porque la familia de Honduras estaba bien y nuestro hijito Frank estaba
bien cuidado. Así que gozamos nuestra vida de estudiantes.
Los planes iniciales eran estudiar por nueve meses y luego dedicarnos a conocer
Madrid, España y viajar a otros países vecinos en los siguientes tres meses, pero
tuvimos que regresar después de seis meses, ya que el hospital que se estaba
construyendo en El Hatillo no tenía techo todavía y el dinero se estaba terminando, así
que decidimos regresar antes de que se agudizaran las lluvias.
Por dicha, algo conocimos de Madrid. Nuestros grandes amigos, Solita Osorio y su
esposo Manuel Girval nos había recomendado con su primo, don Fernando Freije, que
vivía en Madrid ya viudo con su hija soltera llamada Maruja. Don Fernando era quizá de
unos 60 años muy distinguido y muy agradable, su casa, a la que nos invitaron algunas
veces, era muy elegante, acogedora y cómoda, y ahí saboreábamos galletitas y
140
confituras a lo mejor americanas. Maruja era muy platicadora y nos contó de lo raro y
especial que era su cuerpo, pues según ella tenía todos los órganos que son del lado
izquierdo, en el lado derecho. Yo no he vuelto a oír nada ni parecido con ese fenómeno.
Maruja también hablaba en tercera persona cuando se refería a ella misma, me decía
“Maruja tiene muchas amigas porque si llega a visitarlas y están costurando, planchando
o haciendo otro trabajo, Maruja no le cuenta a nadie”. Con esto nos hacía ver que
todavía había ciertos resabios de la nobleza que creía que ocuparse en cosas de la
casa o hacer cosas con las manos era denigrante.
Hay cosas que por interesantes o por raras se pegan en nuestra memoria, yo casi
oigo a Maruja diciéndome lo que les acabo de contar y esto ocurrió en 1950. Pero
volvamos al buen don Fernando, su padre, él tomó muy en serio las recomendaciones
de sus parientes y nos recogía todos los domingos muy temprano para ir a conocer
cosas interesantes en la ciudad y gracias a él, vimos mucho y aprendimos mucho, pues
además de ser muy ameno, era un excelente guía. Nos llevó a la Ciudad Lineal, a
muchos museos e iglesias y fue siempre muy agradable. Dejamos en Madrid este
excelente amigo y mentor.
En Semana Santa, en vez de irnos a Sevilla, como muchísimos turistas, nos fuimos a
África del Norte. Nuestros amigos, los Barreno, nos invitaron. El Instituto Francés, en
donde trabajaba Pierrette, iba a un desafío de fútbol. Nos consiguieron visas como parte
del grupo, ya que Franco no permitía mucho la salida del país en el peor de los casos, si
los dejaban salir no los dejaban regresar.
Fue un viaje de lo más lindo. Lleno de aventuras y de encantamientos. La aventura
empezó cuando se vino un período de mal tiempo, y el mar estaba encrespado y muy
picado con olas fuertes y muy altas. Los barcos no podían salir de Algeciras, donde
deberíamos tomar uno para atravesar el Estrecho Gibraltar. Los marineros decían que
era muy peligroso salir en esas condiciones y en un barco pequeño, aunque el trayecto
era corto, ellos no se atrevían. Pero siempre hay un valiente y valentones que lo siguen,
como pasó con nuestro grupo. Así pues, nos subimos al único que se atrevió a zarpar.
La mar seguía encrespada y picada y el vaivén se intensificaba a medida que nos
metíamos en ellas. Las expresiones de los pasajeros a lo que antes parecía divertido
fueron muriendo. Siguió un silencio y luego los ruidos propios de la gente mareada,
ocupando los baldes que habían puesto para que no ensuciáramos el bote. Pronto ese
contratiempo paso, pero nos siguió una ola de frío, así que al bajar en Tetuan, corrimos
a refugiarnos y a buscar café con que calentarnos. Y que decepción, era café con leche
de cabra. El sabor era desagradable para nosotros. Pero pronto empezamos a
experimentar el encanto de esa región exótica, llena de magia, de misterio.
Marrakesh, Rabat, Tánger, Casablanca son ciudades cautivadoras donde se
encuentran los contrastes de las culturas europeas y la marroquí. Rabat, sobre todo, nos
fascinó tanto a Ramón como a mí. La encontramos más bella que otras ciudades.
Todavía cuando pienso en ella, se mezclan los recuerdos de esa arquitectura exótica de
Marruecos. Se me antojaba que veía bellos encajes mezclados con la exuberante
vegetación cuajada de flores maravillosas.
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CRUZANDO EL ESTRECHO DE GIBRALTAR
REGRESANDO DE MARRUECOS
Cuando trabajaba en Cedros de Líbano en Los Ángeles, yo les contaba a mis
colegas de las impresiones mías durante ese viaje.
Muchísimos años después de nuestro viaje, Cele Cooper y otra compañera de
trabajo, fueron en un viaje por aquellas tierras. Cuando Cele regresó, me dijo “Tanchis
me hice loca buscando los encajes mezclados con flores pero no los encontré”. Puede
ser que ya todo estaba cambiado, pues habían transcurrido muchos años desde los 50
en que nosotros fuimos a los 70 y pico que ellas fueron o puede ser que cada persona
percibe las cosas distintas de los demás. Ramón y yo gozamos inmensamente ese país
tan lleno de misterios, donde nos sentimos vivir algunos de los pasajes de las Mil y Una
Noche. Regresamos a Madrid contentos de haber visitado tierras y gentes tan distintas
a las nuestras.
En Madrid salimos con los Barrenos algunas veces, a Don Pepe le encantaba ir
antes de cena a comer calamares en su tinta que yo nunca quise probar. A veces
íbamos a la Gran Vía y mientras saboreábamos un café, admirábamos el desfile de
gentes, unas ricamente ataviadas y otras sobriamente elegantes. Encontramos a la
mayoría de las mujeres Españolas muy lindas y a los hombres muy guapos, todos
alegres, conversadores y amigables.
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Para un aniversario de La Revolución, presenciamos el desfile celebrando esa
ocasión. ¡Qué colorido!
Lo encabezaba el Generalísimo Franco en una cabalgadura imponente y con su traje
vistoso y reluciente de las muchas medallas que llevaba. Toda la caballería montaba
animales de pura raza, con monturas llenas de adornos, con sus uniformes de lo más
vistoso y con sus cascos con grandes penachos de pluma blanca. Los moros iban no
menos engalanados con sus exóticos trajes. Para mí fue como ver un cuadro de la
época de los Sultanes. Las bandas musicales también lucían uniformes llenos de dorado
y rojo y hacían resonar los aires con su música y sus tambores.
España, en tiempo de Franco, estaba todavía pobre, pero había orden y tranquilidad.
Hasta la etiqueta de cómo vestirse estaba regulada, no se permitían escotes ni faldas
cortas aun en los trajes de baño. Había que obedecer las leyes o atenerse a las
consecuencias.
En los años 80 volvimos a visitar a nuestros amigos Barrenos y ellos nos contaban
cómo, después de Franco, todo se deterioró y se fue al extremo opuesto, nos decían
que las calles ya no eran seguras, que había crímenes de toda clase, sobre todo asaltos
y robos.
Yo siempre me he preguntado ¿Por qué los humanos necesitamos de una bota que
nos aplaste para portarnos bien? ¿Por qué es que sólo los tiranos pueden imponer el
orden?
Cuando estuvimos en Tegucigalpa de 1977 al 1990, mis amigas diplomáticas
siempre hablaban sobre el lugar ideal para que mandaran a sus esposos como
embajadores y decían que era Paraguay, en ese tiempo con una dictadura horrenda, y
otros sitios con dictadores, decían ellas “podríamos sentirnos seguras, usar nuestras
joyas y salir a la calle sin temor”. A mí me daba tristeza oírlas, pero entendía sus
razones.
Con los amigos Barreno hicimos muchas excursiones a lugares vecinos y de mucha
historia. Fuimos a Segovia y admiramos mucho el famoso acueducto y oímos la leyenda
de que fue construido por el diablo en 24 horas. Siendo Segovia un lugar turístico, tenía
muchos restaurantes y el plato típico famoso eran los lechoncitos tiernos horneados. Los
servían abiertos por la mitad y cabían en el plato. Los que lo han comido dicen que es
de sabor delicioso y delicado, yo no me atreví ni a probarlo, sólo el pensar que matan a
los bebés me daba disgusto.
Durante el invierno, los Barreno nos invitaron para que fuéramos a la Sierra del
Guadarrama a esquiar en un lugar especial y muy concurrido. Quisimos probar el
famoso deporte pero no pudimos, apenas nos detuvimos por unos momentos en los
esquís para que nos tomaran unas fotografías. Nos quedamos dos noches en unas
cabañas preciosas con una vista maravillosa. También visitamos Toledo, cuna de
expertos y delicados orfebres y artesanos que hacen maravillosos diseños en color oro y
en negro, usando no sé qué clase de metales. Compramos algunas cosas pequeñas
para recuerdos, sobre todo unas navajitas muy bonitas y algunos prendedores que
todavía luzco en la solapa de mis sacos.
Los alrededores de Madrid y de otras partes de España nos asombraron por la falta
de vegetación y de tierra fértil. Cuando vimos naranjales y otras plantas sembradas,
éstas estaban en terrazas donde para plantarlas, se traía tierra de otro lado.
143
Muy pronto llegó la hora del regreso y de decir adiós a nuestros amigos y a la bella
acogedora ciudad donde estudiamos y aprendimos mucho.
Regresaríamos por Francia, iríamos a París y a visitar al Dr. Vidal, como se lo
habíamos prometido cuando por casualidad nos encontramos en Madrid. Resulta que un
día en que Ramón y yo estábamos en una esquina esperando para cruzar la calle,
vimos venir un carro americano, cosa rara en el Madrid de entonces. Nos quedamos
viendo el carro y cual sería nuestra sorpresa cuando se paró en frente de nosotros y
oímos decir “Hola Ramón”, y salió a saludarnos el embajador de Honduras en Francia,
el Dr. Antonio Vidal, quien andaba visitando Madrid. Nos llevó en su carro y pasamos
momentos muy agradables con él. El Dr. Vidal fue maestro de Ramón en la escuela de
medicina y era muy amigo de la familia Alcerro Castro desde muchos años atrás y hasta
estuvo emparentado con ellos del lado de la familia Matute, ya que la segunda esposa
era sobrina de mama Nila, la abuela materna de Ramón. Le contamos al doctor que ya
estábamos alistándonos para regresar a Honduras, él nos invitó a que fuéramos antes a
París y nos prometió mandarnos a recoger a la estación con su chofer. Aceptamos la
invitación y el día planeado salimos en tren de Madrid hacia París para no regresarnos
sin conocer algo de la famosa ciudad de las luces.
Yo encontré el tren cómodo, casi no hacía ruido y corría suavemente. Nos
acomodamos en un compartimiento para ocho personas, cuatro en cada asiento y los
otros cuatro en frente. Como casi todos hablábamos español, íbamos platicando
animadamente. Un portugués quiso participar, ya que él entendía todo lo que decíamos,
pero cuando él hablaba, no le entendimos nada por más que se ayudó con las manos
para explicar lo que él quería decir, tal vez él no se sintió tan frustrado como nosotros.
Ramón y yo descansamos mucho durante este trayecto, platicamos y más que todo
admiramos el paisaje que al entrar a la campiña Francesa era precioso.
144
CAPITULO XXVI
PARÍS Y REGRESO A HONDURAS
Al llegar, no pudimos apreciar mucho la belleza de la ciudad, pues llegamos de
noche. Buscamos por todos lados al motorista de la embajada pero no lo pudimos
encontrar, él explicó después que él tampoco nos pudo localizar. Había mucha gente,
era de noche, ya como las 6:00 de la tarde, casi no nos conocíamos pues sólo nos
habíamos visto un momento cuando el manejaba el carro del doctor en Madrid.
Ramón averiguó donde tomar un bus y llegamos a la embajada. El doctor se admiró
al vernos llegar sin el motorista que regresó mucho después. Fuimos huéspedes en la
embajada por 3 días y 4 noches. Durante la cena del primer día, ellos nos guiaron para
decidir las excursiones que debíamos tomar. Al día siguiente empezamos nuestra
exploración de la increíble ciudad. Fuimos a la famosa plaza de La Estrella, Notre Dame
y al Sagrado Corazón, lleno de historia y de reliquias. En el museo del Louvre,
admiramos la Mona Lisa con su sonrisa llena de misterio y cuantas obras más, llenas de
color y sentimiento. Fuimos a la Torre Eiffel y nos subimos hasta la punta. Cuando
estábamos ahí, yo sentía que se mecía algo, tal vez había viento muy fuerte. La vista de
Paris desde esa altura fue espectacular y sus jardines con sus bellas fuentes eran como
de ensueño. La gran novedad sobre la torre ese día era que el día anterior habían
subido a un elefante pintado de rosado para anunciar un circo que acababa de llegar a
la ciudad. Otro día recorrimos las orillas del Sena y nos encantamos observando la
gente ojeando libros en las ventas al aire libre. Vimos grandes palacios, bellos jardines,
tiendas etc. Los dos admiramos esta ciudad tan hermosa y señorial.
Dejamos para el último día de nuestra visita a Versalles, visita tan anticipada como
malograda. Me pasó algo tan inesperado como ridículo. Saldríamos en la excursión que
nos llevaría al bello palacio después de cambiar nuestros pasajes, para eso nos fuimos
las oficinas de Air France, pero ya cuando íbamos llegando empecé a sentirme muy
mareada y esta condición se fue empeorando a medida que nos acercábamos a la
oficina y me puse más mal al ver el dibujo del avión en la puerta. Ya no pude entrar a la
oficina. Ramón cambió los pasajes y de ahí en vez de ir a la excursión nos fuimos a
buscar una farmacia para comprar una medicina para esta pobre y avergonzada
paciente. Creo que fue Von Amin o algo parecido el nombre de la medicina que me
ayudó mucho pero ya no pudimos ir a Versalles. Ramón siempre tan bueno me dijo “ya
volveremos no se preocupe”. No fue tan ya, pero volvimos.
La medicina fue tan efectiva que pude volar al día siguiente sin problemas y gozar el
vuelo a pesar de que fue riesgoso y largo. Acabábamos de salir de París cuando
anunciaron que tendríamos que regresar pues el avión tenía un desperfecto. No se nos
ocurrió cancelar ni cambiar el vuelo, esperamos una hora o más y al volar de nuevo y
llegar a Las Islas Azores fue una hora o más de espera. Dijeron que era para poner
gasolina pero yo creo que era otro problema y al llegar a Boston tuvimos de nuevo que
esperar más de dos horas para otra reparación. “¿Ignorancia, inconsecuencia?
145
¿Omnipotencia nuestra?” En todo esto no se nos ocurrió cambiar de avión. Al fin
llegamos a Tegucigalpa después de más de 35 horas de viaje.
Dos meses después, este mismo avión, pues yo chequeé el número de vuelo,
fracasó haciendo el mismo trayecto y no hubo sobrevivientes. Al leer la noticia me
asusté mucho y di gracias de que cuando veníamos no ocurrió el desastre.
La vista a vuelo de pájaro de París nos dejó maravillados por su gran belleza, por su
historia y por sus leyendas.
REGRESO A HONDURAS
Mis padres habían venido de Marcala a esperarnos. Ellos y los amigos y parientes
estaban en el aeropuerto para darnos la bienvenida. Nos invitaron a quedarnos donde
Doña Marcelina Bonilla, la querida tía con quien viví cuando estudiaba. Ahora vivían en
Comayagüela y ahí estaban mis papás también. Hoy que veo mucha gente sufrir por el
cambio de hora cuando hacen viajes tan largos, yo no recuerdo que Ramón y yo
hayamos sufrido en todo los viajes que hemos hecho exceptuando cuando fuimos a
Israel. Al día siguiente de haber regresado, Ramón y yo decidimos irnos lo más pronto
posible a El Hatillo, donde se estaba construyendo nuestra casa y el hospital, así que
después de descansar dos días nos fuimos. Había una casita rústica, no tenía ni pisos
de ladrillo. Nuestros muebles habían quedado guardados en la hermosa casa que
nuestros amigos Roberto y Carmencita Gómez Robelo nos habían ofrecido para
tenerlos en una bodega, en su casa de campo, precisamente en frente de la casita
rústica. Así que fue fácil pasar camas, ropa y utensilios de cocina. Echamos pino picado
en el suelo, así que olía a bienvenida su deliciosa alfombra y pronto nos acomodamos y
nos sentimos muy felices en nuestra casa. Estando ya en el lugar, era muy fácil para
Ramón supervisar la construcción que ya estaba para terminarse. El tío Raúl Arellano
nos dijo cuando supo que nos íbamos para El Hatillo “ustedes, o son locos de remate o
son más cuerdos que todos nosotros, pero la verdad es que ustedes nunca se van a
aburrir”. Esas fueron palabras de profeta pues así ha sido nuestra vida, llena de
aventuras y no sabemos lo que es aburrimiento. Vivimos en nuestro palacio rústico tal
vez dos semanas, con la alfombra de pino y las ramas de flores silvestres por todos
lados, era como si tuviéramos fiesta diariamente. En corto tiempo como digo, nuestra
nueva casa ya estaba habitable y pudimos pasarnos a ella e irnos acomodando. Pronto
también el hospital se fue terminando y otra etapa de nuestra vida empezó con más
trabajos y más responsabilidades.
146
CAPITULO XXVII
LAS SORPRESAS DE RAMÓN. NUESTRA VIDA EN El HATILLO
Ya cuando estábamos acomodados y la casa estaba más cómoda, trajimos a Franky,
que en ese tiempo estaba con la tía Corita y seguimos acondicionando la casa y el
hospital, conseguimos cocineras, limpiadoras y el personal para el hospital.
Teníamos más de 17 manzanas de bellos pinares a nuestro alrededor. Nuestra casa
fue construida en la parte de atrás del hospital, dando al bosque, pero teníamos una
cocina común de manera que los pacientes comieran lo mismo que nosotros.
La casa quedó cómoda y espaciosa, cuando las plantas crecieron, la encontré muy
linda. Tenía a la entrada un jardincito y se bajaba por una grada a la sala grande con
ventanales de vidrio, mejor dicho con pared de vidrio, con vista hacia los pinares.
Después de la sala estaba el dormitorio de los niños pequeños y después el cuarto
nuestro que tenía ventanas muy grandes que se unían en la esquina dando también al
bosque. Nos daban mucha claridad y sol. Para llegar de nuestro cuarto al de los niños
había como un pasillo pequeño y a cada lado en nuestro cuarto había un closet grande
para Ramón y otro para mí, a los lados del pasillo estaban, de un lado, el baño y al otro
lado del pasillo, el servicio sanitario y los lavamanos. El cuarto de los niños también
tenía ventanas muy grandes. De la sala, se entraba a la sala de estar y al comedor por
una entrada sin puerta. Esta parte también era espaciosa y con mucha luz. A un
extremo de la sala de estar había otro dormitorio y en frente, otro baño completo. Detrás
de este dormitorio estaba el garaje. Se entraba a la cocina del lado del comedor y en
esa pared construyeron un bar con estantes y en frente una mesa muy alta como parte
del bar. La cocina tenía suficientes estantes y una mesa grande para trabajar. Tenía
también una ventana por la que se pasaba la comida para los pacientes, al fondo de la
cocina estaba el dormitorio de las cocineras con su baño. La construcción del hospital
era un hexágono y en uno de los lados del hexágono que formaba el hospital había una
pieza grande del lado de la cocina y ésta se utilizaba como comedor de los empleados
(del hospital hablaré después, en el capítulo que sigue).
Con los años, el garaje se convirtió en otro dormitorio y los carros se pusieron en un
gran galerón separado de la casa donde había también bodegas, caballeriza y cuarto
para los trabajadores del campo. También con el tiempo, después de nuestro jardincito
privado, se construyó un cerco de piedra con puerta bonita de hierro y también se
construyeron unos bancos de cemento en la parte de la entrada del lado de la casa. En
la parte que daba al ventanal de la sala, se construyó una pequeña piscina o alberca
para los niños, pero los adultos también nos metíamos para cuidarlos y jugar con ellos.
Los jardines de enfrente del hospital los diseñó y los sembró un primo muy querido
de Ramón llamado Rafael Castillo, graduado del Zamorano. Él vivió con nosotros y
estuvo soltero por muchos meses, hasta que se casó con Nanette, una muchacha muy
guapa, rubia y de ojos azules que hablaba el español con acento a pesar de ser
hondureña, pues en Las Islas de la Bahía entonces se hablaba más inglés que español.
Ella nos contó que muchas familias de las islas se habían quedado hablando el inglés
147
antiguo. Los dos, Nanette y Rafael, vivieron muchos otros meses con nosotros, hasta
que a él lo encargaron del parque de las Naciones Unidas en el Picacho y se fueron a
vivir a una casa muy hermosa que había en ese lugar. En nuestro jardín de enfrente,
Rafael trasplantó e injertó más de 400 rosas, hizo pérgolas con buganvillas y sembró
muchísimas otras flores. El cerco que daba a la carretera y era del largo de la propiedad,
en la parte de enfrente, se hizo una base con cemento y ladrillo. Tenía una base como
de un metro y luego de troncos gruesos verticales como de dos metros de alto y
amarrados arriba con hierro y cemento y adentro del cerco se sembró una cortina de
eucaliptos que daba un aroma delicioso.
NUESTRA CASA EN EL HATILLO
La casita rústica de ladrillo se acondicionó y ahí vivía don Nilo, el jardinero, quien
sembró hortalizas y un fresal hermosísimo. Las fresas eran dulces, grandes y jugosas. A
veces había mucha producción de verduras y fresas y Ramón las llevaba al hospital San
Felipe.
Nuestros pacientes y nosotros comíamos frutas y verduras frescas todos los días.
Cerca de la casita hicieron una laguna para patos, era para adorno, no para comerlos,
también tuvimos profusión peligrosa de conejos y palomas pero nunca se nos ocurrió
cocinarlos.
Tuvimos también vacas que producían algo de leche, tuvimos caballos, dos monos,
una lora, también gatos y perros y una vez, Ramón trajo un ocelote cachorrito pero no
supimos quien le dio un pedazo de carne y se ahogó.
Pasábamos ocupados, Ramón bajaba a la ciudad después de pasar visita y hacer
tratamientos. En el Centro Médico Hondureño tenía su práctica privada, también
148
trabajaba en el neuropsiquiátrico entonces llamado Asilo de Indigentes. Ramón le
cambió el nombre. También daba clases de psiquiatría en la universidad y era
consultante en los demás hospitales privados.
RAMÓN CON NUESTRA HIJITA SANDRA EN EL HATILLO
LAS SORPRESAS DE RAMÓN
Las sorpresas que Ramón me ha dado han sido muchas y siguen siendo muchas, su
bondad, su cariño, el pensar en hacer cosas lindas para mí siempre me emociona.
En 1951, cuando teníamos cuatro años de casados y para mi cumpleaños, hizo la
siguiente invitación que venía en papel membreteado de nuestro hospital, como notarán,
completamente informal y en la forma que antes se usaba. Llevaba la lista un mensajero
especial. La invitación decía:
Queridos amigos
“El domingo próximo 1 de julio de las 11:00 de la mañana en adelante tendremos
para ustedes una reunioncita en la que habrá coca colas, naranjitas, uvas, banano,
galletas y algo para comer. También habrá “jaiboles”.
149
A quienes habíamos dicho que la reunión sería a las 5:00 de la tarde, les rogamos
disculparnos y les explicamos que el cambio se debe a que esa tarde habrá una fiesta
en Rotary a la que parece irán todos nuestros invitados” Ramón Alcerro-Castro.
La lista no tenía apellidos, yo se los he puesto para que se sepa quiénes eran
LISTA
Julio y Argentina (Hernández) muchas gracias con gusto asistiremos
Napoleón y Bibi (Alcerro) muchas gracias con gusto iremos
Gilberto y Marina (Osorio) iremos encantados por la compañía.
Toño Rosa y Maruca. Encantados gracias.
Rubén y Marina Clare Vega. Con mucho gusto asistiremos.
Juancito Álvarez y Telita. Muchas gracias.
Roberto y Carmencita (Gómez Robelo). Allá llegaremos gracias.
Gabriel y Angelina (Mejía). Gracias mil.
Guillermo y Nina López Rodezno. Con gusto gracias.
Urbaño y Esperanza Quezada. Muy agradecidos.
José y Delia Valle. Muchas gracias.
Roque y Lolita Rivera. Con mucho gusto.
Geño y Olimpia Molina. Muy agradecidos allá llegaremos.
Ramón y Mina Villena Morales. Felicidades Tanchis, agradecidos, Rey
Manuel y Ligia Cantor. Muy agradecidos
Raúl y Carmela Cardona. Muy agradecidos
Miguel y Tico Andonie. Muchas gracias
Milton y Perla Abadid. Muy agradecidos
Don Pancho y Lolita Antúnez. Muy agradecidos
Dr. José Jorge Callejas y Señora. Gracias, allá llegaremos
Carlitos y Cayita Gálvez. Siento mucho no poder asistir por ausencia de la ciudad, mil
gracias.
Tiburcio y Lili Calderón. Lamentamos no asistir por ausencia de la Culta.
Agradecidos.
Mike y Maruca Díaz Gomes. No nos encontraron.
Luis y Georgina Ulloa. Muy agradecidos
Chiroro y Pimpa Soto. Con todo gusto iremos.
SOLTEROS:
Riera, agradecido.
Jorge Zepeda. Haré todo lo posible, felicidades.
El almuerzo resultó precioso y alegre. Otra gran sorpresa fue cuando cumplimos 5
años de casados. Habíamos estado juntos en Tegucigalpa y al regresar, él venía muy
despacio en el carro y de repente se paró en un sitio donde había bonita vista y me dijo
“mire que bonito está el paisaje”, a mí me extrañó, pues ese viaje lo hacíamos por lo
menos una vez por semana juntos. Estuvimos fuera del carro un rato y el
distrayéndome, luego seguimos y llegamos a la casa. Nos sirvieron la cena y
empezábamos a cenar cuando oí “El Poder del Amor”. Sentí gran emoción pues era
150
nuestro aniversario y le pregunté donde encontró ese disco tan lindo y él me dijo “vaya a
verlo” y me señaló la puerta de la cocina, me fui a la ventana de la cocina que daba al
interior del hospital y vi la orquesta de Toño Medina tocando nuestro vals. El objeto de
distraerme a medio camino fue para dejar que el camioncito con la orquesta que llevaba
los instrumentos tuviera tiempo de pasar sin que yo lo viera.
Otra vez, estando también en El Hatillo, para mi cumpleaños llegó con un carrito
precioso. Era color azul claro con asientos color rojo de cuero, un convertible marca
Hilman.
En ese tiempo ya me estaban dando clases para aprender a manejar y mi emoción
fue indescriptible. Pero en ese carrito, tan delicado para una carretera tan mala, en el
primer viaje que hicimos a la ciudad parecía que se iba a desintegrar, así que lo
cambiamos por otro que no fuera convertible.
Otra de las muchas sorpresas fue cuando fuimos a Europa en 1976.
Estando en Florencia, Ramón me dijo que lo primero que teníamos que hacer era ir a
American Express a recoger un paquetito.
El día siguiente era nuestro aniversario y en el paquetito lo que venía era una
grabación con “El Poder del Amor” que le dejó grabando con instrucciones a nuestro hijo
para que lo mandara a Florencia donde estaríamos ese día. Como ven, mi Ramón es un
romántico empedernido y yo no me quedo atrás. Son muchas y variadas las sorpresas a
través de estos casi 60 años y una de las últimas fue cuando cumplí 73 años y yo no
pensaba hacer ninguna celebración y en unas cuantas horas con la complicidad de la
gente que trabaja en el comedor y en la cocina de la residencia organizó una recepción
de dos a cuatro que fue una gran sorpresa para mí y resultó muy linda y hasta consiguió
el coro de Vista del Monte para que me cantaran.
INAUGURACIÓN ESCUELA DE ENSEÑANZA ESPECIAL.RAMÓN FUE SU
PRIMER DIRECTOR, EN EL CENTRO EL DOCTOR CARLOS M. GALVEZ,
MINISTRO DE SALUD
151
ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA DE AMÉRICA LATINA EN JALAPA MEXICO EN 1957
ORGANIZADORES DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA DE
CENTROAMÉRICA Y PANAMÁ. EN JALAPA MEXICO 1950
152
CAPÍTULO XXVIII
HISTORIA DEL HOSPITAL PSIQUIÁTRICO “ALCERRO CASTRO”
HONDURAS
Corta Historia
Por Tanchis Alcerro-Castro. *1959 Traducida al español en 1999. Escrita bajo
nombre Tanchis Alcerro, como estudiante de la Maestría en Trabajo Social, en la
Escuela de Trabajo Social en la Universidad de Boston, MA
*Bonilla Arellano de Alcerro-Castro
1. Contexto histórico de la institución
El Hospital Psiquiátrico “Alcerro-Castro” se desarrolló en Honduras, América Central,
a mediados de los 1900 D.C.
Guatemala, la América Central, formaba una de las Capitanías de los territorios
coloniales de España que después de su conquista del Nuevo Mundo se extendieron
desde lo que es ahora el Sur y Sur Oeste de los Estados Unidos de América, hasta la
vecindad del Polo Sur. Las Provincias de Centro América eran Guatemala, EL Salvador,
HONDURAS, Nicaragua y Costa Rica.
HONDURAS, al igual que las otras provincias mencionadas, se independizó de
España en 1821 y continuó como una confederación hasta 1838. Después de esa
fecha, HONDURAS ha sido un estado separado e independiente. Tiene
aproximadamente el tamaño del estado norteamericano de Luisiana y en 1959, una
población de como un millón y medio de habitantes. Es extremadamente montañoso,
con una larga área costanera hacia el norte (su costa Atlántica), y algunas tierras bajas
hacia el sur. Las fronteras de Honduras le hacen aparecer hoscamente como un cono
truncado con su parte estrecha hacia el sur, su costa en El Pacífico. Su población ha
sido muy dispersa en su territorio y es, en su mayoría, rural. La ciudad de mayor tamaño
es Tegucigalpa, con una población cerca de los 100.000 habitantes. Hay unas doce
poblaciones con entre cinco y diez mil habitantes.
Los servicios médicos de tipo occidental casi sólo se han prestado en estas
poblaciones de mayor concentración. Los médicos generales han dado servicios a los
pacientes mentales y los familiares de los mismos les han cuidado en casa como parte
de su unidad familiar. Cuando los pacientes no se han recuperado con los tratamientos
médicos corrientes, se ha recurrido a los “inteligentes”, “curanderos”, magos, etc.
Cuando transcurría la segunda década del Siglo XX, se estableció en el Hospital
General “San Felipe” de Tegucigalpa, una sección a la que se llamó “Asilo de
Indigentes” y allí, entre otros indigentes, se admitió a unos cuantos epilépticos,
dementes y adultos con retraso mental. Fueron médicos con adiestramiento en Europa y
con conocimientos y práctica en neurología y psiquiatría, quienes atendieron estos
pacientes. Posteriormente, un psiquiatra de origen judío, nacido en Alemania y quien
153
huía del terror antisemítico de Hitler, se estableció en Honduras por pocos años (fin de
los años 30 y principio de los 40), pero pronto emigró a Estados Unidos de América.
Al final de sus estudios de medicina, mi esposo, el Dr. Ramón Alcerro-Castro, fue
encargado de los cuidados médicos de la población del “Asilo”, misma que en 1941
había alcanzado ya más de los 150 pacientes. Después de eso, vino a estudiar a los
Estados Unidos por un período de dos años, regresando a Tegucigalpa en 1945 como
Jefe del Asilo, que se cambió a Departamento de Neuropsiquiatría del Hospital General.
Se introdujeron cambios que mejoraron la atención de los pacientes, pero ella aún se
mantenía a niveles primitivos a pesar de algunos avances.
Los pacientes psiquiátricos privados continuaban viajando al exterior. Los pacientes y
sus familias siempre se sentían mal con ésta situación, no solo por el castigo económico
que sufrían, sino por la separación familiar. Era raro que siquiera un pariente pudiese
trasladarse al exterior con el paciente y quedarse allá durante el tratamiento. Por otro
lado, la práctica privada de mi esposo se veía enlentecida por la falta de facilidades
hospitalarias para sus pacientes psiquiátricos privados. Después de considerar la
factibilidad de ello, el Dr. Alcerro-Castro decidió establecer un hospital. Esto nunca se
había hecho en Centro América. Los otros cuatro países tenían mejores facilidades
públicas estatales que las de Honduras y en sus hospitales públicos había Anexos
Privados, llamados también “pensionados”.
Así es que el cuidado privado para pacientes psiquiátricos internos comenzó en
Centro América en 1946. Mi esposo se trasladó de Tegucigalpa a la ciudad de “La Paz”,
que contaba con unos siete u ocho mil habitantes, situada como a cincuenta millas de
Tegucigalpa desde donde se llegaba por una carretera relativamente buena para las
condiciones del país. A La Paz se podría llegar también del norte, sur y este del país y
tenía conexión aérea tres veces por semana con Tegucigalpa y con Occidente. La razón
principal para iniciar el experimento de hospitalización en La Paz fue económica. El Dr. y
sus hermanos habían perdido a su padre en 1945 y heredaron en La Paz una casa algo
grande. Los hermanos no objetaron al uso de la casa para el propósito mencionado; y
posteriormente vendieron sus partes a su hermano psiquiatra.
La casa se dividió en cinco secciones. En una se hicieron arreglos para la
vivienda del médico psiquiatra, para exámenes y tratamiento, sala de espera para
consulta externa, y una pequeña farmacia. Adyacente a esta sección, había un portóngaraje para un carricoche tirado por una bestia. Tenía también el establecimiento, dos
áreas para pacientes, cinco en sección para hombres y cinco para mujeres. Cada
sección tenía una pequeña área para comedor, así como para terapia ocupacional y
recreativa. La cuarta sección tenía las cocinas, un comedor para el psiquiatra y familia,
área para bodega y lavandería y no muy lejos una caballeriza para dos caballos, uno de
silla, y el otro, o bien de silla o para tirar del carricoche.
El pequeño hospital llevaba ya un año de trabajo cuando yo llegué a La Paz, me
casé con el Dr. Alcerro-Castro y me hice parte de la vida de la institución de cuidados
psiquiátricos privados residenciales que entonces existía en Honduras. Por los
siguientes continuos seis años, este trabajo fue parte de mi vida. Quizá demasiada parte
de ella. Tuve mi adiestramiento sobre la marcha en servicios de enfermería psiquiátrica,
terapéutica ocupacional, administración y algo de trabajo social auxiliar. Además, en
1949, fuimos a Madrid, España, en donde por un semestre tuve adiestramiento
154
psiquiátrico en el Hospital Provincial de Madrid, como alumna del Prof. J.J. López-Ibor y
su personal. También tuve adiestramiento en el Instituto Psicopedagógico (aprendiendo
psicometría), y tuve clases de Enfermería en la institución Salus Infirmorum.
Antes de haber salido para España, mi esposo había comprado unas diecisiete
acres de tierra en los alrededores de Tegucigalpa, en un área muy linda llamada “El
Hatillo”. Diez acres se dedicaron al nuevo hospital planificado por mi esposo y por
arquitectos adiestrados en las Américas, Europa y Estados Unidos de Norteamérica. Al
regresar de España la construcción estaba un tanto avanzada y a finales de 1949 nos
atrevimos a cuidar los primeros pacientes. Consideramos el hospital ya funcional en
1950 (ver recortes de periódicos sobre su apertura. Ver fotografías).
2. Me referiré ahora a sus Propósitos y Servicios durante la operación del Hospital
Alcerro-Castro de 1950 a 1955.
INAUGURACIÓN DEL HOSPITAL ALCERRO CASTRO NOV 11, 1950
La capacidad hospitalaria subió a 30 pacientes. Fue raro el tiempo en que hubo
más de ese número. El propósito seguía siendo el inicial: dar el mejor servicio obtenible
para los enfermos mentales que necesitaban hospitalización y cuyo estado financiero
permitiera un pago moderado por su tratamiento. Después se aceptaron pacientes
alcohólicos, llegando a ser estos el 50% de las admisiones. Los servicios se proveían en
una atmósfera campestre. El edificio cubría un mil doscientos metros cuadrados, con
155
alas laterales que emergían de un cuerpo central. Esta área central era una unidad de
convalecencia, en la que podían acomodarse diez pacientes en habitaciones
individuales, unas con baños privados; y otras semi-privados. Para este máximo de diez
pacientes había tres áreas recreativas/ocupacionales, dos de ellas bajo techo y paredes;
y otra protegida contra el viento, la lluvia y el frío. En la altura semi-tropical de 5000 pies
sobre el nivel del mar, el clima y el tiempo eran placenteros la mayor parte del tiempo.
Eran pocos los días del año cuando los pacientes no podían salir de los edificios. Las
laterales se ocupaban para pacientes agudos o aquellos cuyos hábitos sociales
necesitaban más supervisión y re-adiestramiento. Una de las secciones tenía
dormitorios para siete pacientes, cuatro de ellos en cuartos privados. La otra sección
podía aceptar hasta trece pacientes, la mayor parte en cuartos privados. El censo
cuando el hospital llegó a su desarrollo total, era de 20 pacientes por día. Les
cuidábamos veintidós personas: El Director Clínico/Administrativo, la Administradora
Asistente, un médico Residente. Un médico interno, una supervisora de enfermería,
ocho ayudantes de enfermería, un ama de casa, un contador, un jardinero, un cocinero,
dos ayudantes de cocina, dos lavanderas y un chofer.
Los pacientes recibían tratamientos medicamentosos, milieuterapia activa,
psicoterapia, tratamiento electo convulsivo, y terapia recreativa. Algunos tuvieron
psicocirugía, misma que era hecha por nuestro director en hospitales de Tegucigalpa.
3. Evolución de los patrones de servicio: ya fue relatada en los antecedentes
históricos.
4. Relación de la institución con otras agencias privadas y públicas.
El Hospital Alcerro-Castro mantuvo una buena relación con las sociedades médicas del
país y con la Asociación Psiquiátrica de Centro América y Panamá. También tuvo
buenas relaciones con los hospitales privados de Honduras, con el Hospital General de
Tegucigalpa (en donde el Departamento de Neuropsiquiatría era dirigido por nuestro
Director); buena relación con la Escuela de Medicina de la Universidad Estatal (en
donde nuestro Director era el Profesor de Psiquiatría); con la Escuela de Enseñanza
Especial para sordos, ciegos y retrasados mentales, etc.
5. Servicios complementarios del Hospital dados por otras agencias.
Los servicios que más necesitábamos de otras instituciones eran consultas médicas
y quirúrgicas, servicios de laboratorio clínico y de rayos X, y servicios de cirugía. Se les
obtenía de otros hospitales, privados o públicos de Tegucigalpa.
La principal y constante relación era con los pacientes, sus parientes y sus amigos.
Se aceptaban visitantes todos los días. Pero se hacían excepciones cuando ello lo
exigía el beneficio para el paciente. A veces se permitía que los parientes de pacientes
vivieran en el hospital; a veces por varios meses.
La decisión de interrumpir los servicios del hospital fue resultado del creciente interés
de nuestro Director en asuntos del Estado y la necesidad de disminuir el paso en sus
múltiples actividades. Además, un período de recesión se había iniciado y está presente
en 1958. Viajamos a Estados Unidos de 1955 a 1957. En 1956 mi esposo obtuvo una
Maestría en Administración de Salud Pública, en la Escuela de Postgraduados de Salud
Pública de la Universidad de Pittsburgh, PA. Y en 1957 terminó en la Escuela de Salud
Pública de la Universidad de Harvard, un año de estudios especiales en Salud Pública
Mental, y fue Fellow en Clínica e Investigación Psiquiátrica en el Massachussets
156
General Hospital, todos en Boston, MA. Cuando regresamos a Honduras, las
autoridades de Salud Pública estaban interesadas en comprar nuestro hospital y se les
vendió. El Ministerio de Salud ha estado reacondicionando el hospital para que sirva
para iniciar un servicio especial separado del hospital general San Felipe. Se tiene
pensado desarrollar en el futuro el Hospital Psiquiátrico Nacional en El Hatillo, pero
teniendo una pequeña unidad psiquiátrica de servicio y educación en el Hospital
General.
EN LA ENTRADA, RAMÓN CON MI PADRE EL DOCTOR ADAN BONILLA
CONTRERAS Y EL DR. NAPOLEON ALCERRO OLIVA. 1954
6. Mi Trabajo
Éste fue, ciertamente, múltiple. Un aspecto muy importante fue el del contacto con
los pacientes, con sus parientes y con sus amigos. El hospital se consideró siempre
como un hogar temporal para el paciente. Yo conversaba con los parientes y les
ayudaba a entender la naturaleza de la enfermedad mental. Les daba apoyo y
tranquilidad y aliento. Les escuchaba en sus dolores y sus problemas. Les decia
siempre que venían de visita y cuando era permitido les daba información telefónica.
Uno de mis adiestramientos en España había sido en la entrevista individual de salud
mental y la investigación de la historia familiar. Cuando los residentes e internos estaban
157
muy ocupados, yo misma hacía las historias y entrevistas. Tuve además diversas
actividades con el resto del personal del hospital. Funcionaba como Asistente
Administrativa del Director y estaba siempre lista para consultas (y a veces
intervenciones) con las amas de casa, enfermeras, personal médico y otro personal. A
veces no teníamos una terapeuta ocupacional y yo llevaba a cabo las acciones que en
este campo me encargaba el director. Tenía un trabajo muy delicado en mis manos por
la relación que debía mantener con las enfermeras y médicos. A veces yo había tenido
más adiestramiento que ellos en el campo psiquiátrico, y yo tenía que hacer que mi
opinión se les sugiriera a ellos cuando mi esposo no podía encontrarse en los otros
hospitales u ocupaciones en la ciudad. Este no era lo ideal, pero era en ese tiempo la
mejor solución obtenible.
SESIÓN ALMUERZO PARA LA SOCIEDAD DE CENTROAMÉRICA Y PANAMÁ EN
EL HOSPITAL ALCERRO CASTRO EN EL HATILLO - ENERO DE 1954
158
Me dio mucha tristeza ver que se cerrara nuestro hospital. Yo no sé hasta qué punto
esté prejuiciado mi esposo, pero él cree que hicimos un buen trabajo, comparando
nuestra actividad con la de hospitales privados o públicos del Noreste de los Estados
Unidos. Él cree que guardamos estándares tan altos como los de los sanatorios
privados de Nueva Inglaterra.
Agrego algunas ilustraciones de la planta física y vida en el hospital.
Respetuosamente,
Tanchis Alcerro-Castro
Es importante mencionar que recuerdo entre los médicos que trabajaron en el
Hospital Alcerro-Castro, a más del Dr. Ramón Alcerro-Castro, los siguientes doctores
Manuel Sosa h., Rodolfo Dubón, Olga Reyes, Renato Bendaña, Carlos Muñoz, Carlos
Delgado, Fernando Hilsaca, Mario Alcerro-Castro y Carlos Martínez. Buscaré en mis
notas y mi memoria por si he dejado a alguien sin mencionar. T.A.C.
Cuando Mario Alcerro-Castro tenía turno en el hospital, venían a quedarse los fines
de semanas algunos estudiantes de último año de medicina. Quique Aguilar Paz, ahora
famoso medico en Tegucigalpa, y otros amigos que querían aprender algo sobre
tratamientos psiquiátricos.
159
CAPITULO XXIX
VIAJE A OCCIDENTE DE HONDURAS EN 1951
Desde que regresamos de España, Ramón me había dicho que íbamos a hacer
tiempo para conocer Honduras. El primer viaje y el último que pudimos hacer en esa
época fue a Occidente. Después fue muy difícil salir, pues teníamos tres niños
pequeños, luego vino mi embarazo y muy pronto después nos fuimos a Estados Unidos.
Empezamos por Occidente, Ramón no conocía Santa Rosa de Copán y yo siempre
le hablaba de mis lindas experiencias y quería que el conociera los lugares de mis
infantiles recuerdos. Como en ese tiempo La SAHSA viajaba a distintos lugares de
Honduras. Nos fuimos en avión, llegamos primero a Santa Rosa de Copán, llamada la
Sultana de Occidente. Nos hospedamos en el hotel de los Gaugel, Ramón quería ver a
José Eduardo, quien era ya médico, pero él estaba en San Pedro Sula y Doña Angelina
la dueña del hotel ya no vivía en Copán, la bella Cleutilde, la de la voz angelical, creo
que vivía en Italia y Edith, la muchachita que estaba en kinder cuando yo la conocí,
tampoco estaba en Santa Rosa, se había ido a vivir a San Pedro Sula también.
Visitamos a Doña Lastenia de Bueso, la gentil señora distinguida y buena, ya el
querido don Melo había muerto, los varones ya no vivían en la casona hermosa y
muchos se habían ido de Santa Rosa y Alma Luz, mi recordada y dulce amiguita
compañera de mis juegos, tampoco estaba en Santa Rosa. No pude volver a verla hasta
como 1989 cuando llegó a nuestra casa, a una de las sesiones de nuestro Grupo
Interdisciplinario. Cuando pasamos por La Ceiba, hacia una jornada Rotaria que tuvo
lugar en Olanchito, yo tenía esperanzas de verla pero sólo estaba su esposo y ella había
ido a Santa Rosa por unos días.
Santa Rosa dejo una impresión indescriptible en la niñita escuelera, durante los tres
años que vivimos ahí, yo recuerdo hasta las piedras de la calle y no digamos a su gente
amable. A mí me dio mucho gusto enseñarle a Ramón el lugar donde mi familia
encontró calor y bienvenida. A él también le gustó mucho la ciudad. Lo llevé a comprar
leche de burra a la esquina de las Navarro, pero estaba cerrada la casa. Después nos
fuimos a las Ruinas de Copán y admiramos los vestigios de aquella civilización tan
avanzada cuya desaparición sigue siendo un misterio. De las Ruina nos fuimos a Nueva
Ocotepeque, donde reanudó Ramón su amistad con el doctor Rogelio Canelo, gran
copaneco que tenía una floreciente práctica en esa ciudad. Conocimos a su amable
esposa Estela, una enfermera que él conoció cuando hizo su especialidad en
Dermatología en Estados Unidos. Ya tenían un hijito, que fue el único de nombre Peter,
quien tendría unos 3 años. Ellos vivían en una casa muy linda, nos invitaron a almorzar.
Rogelio fue compañero de Ramón en la escuela de medicina y se graduaron el mismo
año. Cuando nosotros nos fuimos de Massachussets a California en el 1961, ellos se
portaron no como amigos sino que como hermanos. Nueva Ocotepeque fue construida
después de la inundación que destruyó a Ocotepeque. Así que fue diseñada como una
ciudad moderna de calles anchas, y edificios bonitos. Su clima ha sido siempre muy
agradable.
160
El recuerdo de la ciudad lo tengo algo borroso después de más de 50 años, pero la
reunión con los Canelos está clara en mi memoria y todavía me emociona su bondad.
VOLVAMOS A NUESTRA HISTORIA DE NUESTRA VIDA EN EL HATILLO
La familia se aumenta
Teníamos suficiente ayuda para el hospital y para la casa. Al principio solo Franky
era nuestro hijito, pero en 1951 Ramón hizo un viaje a Costa Rica y visitando agencias y
hospitales encontró en El Patronato Nacional de la Infancia una niña en pésimas
condiciones de salud. Preguntó porqué sólo ella estaba ahí y le dijeron que nadie la
quería, que ya la habían puesto una vez con una familia y la tuvieron que recoger
porque la maltrataban. Ramón vio que si alguien no cuidaba de esa niña moriría muy
pronto y pidió que se la dieran y para expeditar el proceso, se la dieron en depósito, (eso
quería decir que podría regresarla en cualquier tiempo). Ramón me puso un telegrama
diciéndome que me llevaba una muchachita. Sandra llegó en un estado de desnutrición
avanzado, no tenía mucho pelo y su carita tenía arrugas como de viejita. Yo creía que
tendría de edad unos 6 meses, pues ni siquiera se sentaba, pero cuando logré que se
riera la vi que ya tenía todos los dientes, Sandra tenía ya dos añitos. Al principio no le
tomé fotografías pero pronto se fue llenando y poniéndose rosadita y era muy linda con
ojos grandes, dulces, de pestañas muy largas y resultó ser muy cariñosita y consentida,
pero se asustaba con cualquier ruido y lloraba. Ramón le notó desde el principio que
tenía un retraso mental pero yo me negaba a verlo. Con el tiempo sobre todo con los
celos de la llegada de Oscar Hernán se le empezaron a notar los problemas de
conducta y estos se agravaron cuando empezó a ir al kinder. Fue maravilloso cómo mis
papás y el resto de la familia aceptaron a Sandra y la acogieron con mucho amor.
En 1952, Ramón decidió ir a tomar un curso de Electroencefalografía y aprender
otras cosas en Houston, Texas.
Yo me quedé supervisando y administrando todo. Teníamos buenos médicos
internos y buen personal de enfermería y además yo pasaba todo el día viendo que todo
marchara bien en el hospital. Mamaíta vino a quedarse conmigo, pero para mí fue muy
triste quedarme sin Ramón y por mala suerte en esos días que él estaba ausente, se
murió su hermano Hernán. Con Hernán habíamos tenido una lucha larga desde 1949
cuando contrajo tuberculosis, Ramón lo empezó a cuidar desde que estábamos en La
Paz y cuando nos fuimos a España lo dejamos en Marcala al cuidado médico de papá.
Se alquiló una casa donde lo cuidaba Chilito (nuestro Chilito merece un capítulo aparte).
Cuando regresamos de España y una vez que nosotros nos instalamos en nuestra casa,
Hernán vivía en la casita rústica de El Hatillo y lo cuidaba otro ayudante de enfermería,
pues Chilito empezó sus clases de mecánica y de motorista. Cuando Hernán estaba
mejor, ya pudo ser aceptado en el Hospital del Tórax donde estuvo mucho tiempo y salió
curado. Vivía entonces en una pieza del hospital y ahí se enamoró de Mina Altamirano,
una de las ayudantes de enfermera. Los dos se fueron a vivir juntos a la ciudad. Pero
Hernán volvió a beber y el 14 de enero de 1952, cuando lo traían muy enfermo en la
madrugada a nuestro hospital, murió en el camino. Lo tuvimos que enterrar el mismo día
en la tarde y no hubo tiempo de que Ramón viniera. Su hijo, Oscar Hernán, había nacido
solo cuatro semanas antes de que él muriera. Yo le ofrecí a Mina su anterior trabajo y le
dije que le ayudaría a cuidar del bebé. Así me llegó nuestro tercer hijito, pues a los
161
pocos meses, Mina vio lo feliz que pasaba yo con el bebé y como se iba poniendo su
bebe de sanito y lindo ya que lo puse al cuidado del gran pediatra, el querido tío Gil,
quien subía al Hatillo a vérmelo. Un día, Mina me preguntó si me gustaría seguir criando
al bebé, yo encantada le dije que con mucho gusto cuidaría del niño y ella me dijo, “yo
quiero decirle que si le gustaría criarlo como hijo de ustedes”, claro que yo le dije que si,
cuando Ramón llegó ya tenía un tercer hijo. Él llamo a Mina para hablar con ella y
mandó a traer a los abuelos maternos, quienes ratificaron el deseo de todos de que el
niño creciera con nosotros. Por dicha, podíamos conseguir buenas niñeras, pues
necesitábamos una para Sandra y otra para Oscar, y Franky estaba más grande y con
su índole dulce y su buen corazón aceptó a sus hermanos y era muy cuidadoso con
ellos. Ninguno fue adoptado pues no había ley de adopción en ese tiempo pero eran
nuestros hijos queridos.
INAUGURACIÓN DE LA ESCUELA DE ENSEÑANZA ESPECIAL,
RAMÓN FUE SU PRIMER DIRECTOR
En El Hatillo fuimos muy felices, yo llevaba una vida muy ocupada cuidando de
pacientes y de niños y gozando de los pinares y de nuestra vida casi bucólica. Y todavía
nos esperaba más felicidad. La llegada de nuestro Rey, nuestro cuarto hijo.
OCUPACIONES Y VIAJES CON RAMÓN
Ya de regreso de Houston, Ramón empezó de nuevo con sus muchas actividades.
Además de nuestro hospital, tenía su clínica de pacientes externos en El Centro Médico
Hondureño, trabajaba en El Hospital San Felipe con los pacientes psiquiátricos, era
consultante en otros hospitales privados, daba la clase de psiquiatría en la universidad,
era director de las escuelas de enseñanza especial, además seguía muy activo en la
Asociación Psiquiátrica de la América Latina y empezó a trabajar por La Fundación de la
Asociación Psiquiátrica de Centro América y de Panamá. También era un miembro
162
activo del Club Rotario Tegucigalpa y juntos fuimos a las Convención Rotaria en El
Salvador que se celebró en Santa Tecla, el programa fue interesante y los paseos muy
lindos. Recuerdo un almuerzo en el lago de ILOPANGO, donde vimos de nuevo a Julio
Bueso, a quien conocí en Santa Rosa cuando tendría él unos 16 años, ya era médico y
estaba casado con Evita Rodríguez, otra Copaneca, hermana de mi compañera de
segundo grado María Aída. Hubo un baile de gala muy elegante e hicimos muchos
amigos.
También en el 1952, fuimos a ciudad Guatemala a la segunda jornada de la
Asociación Psiquiátrica de Centro América y Panamá.
La primera jornada había sido el año anterior en Panamá, yo no pude ir pero Ramón
fue ya que era uno de los fundadores.
Este viaje a Guatemala fue mi primero a esa tan hermosa ciudad, tan llena de historia
pues fue la capital de Centro América con el nombre de Capitanilla General.
Esta vez conocí a los psiquiatras Ricardo Ponce Ramírez y a su esposa Amparo y al
doctor José Campos casado con María, los dos doctores muy guapos y jóvenes y
Amparo y María, preciosa mujeres.
Guatemala se lució con programas científicos interesantes, con paseos a los lagos,
con una sesión que se llevó a cabo en la Antigua donde nos ofrecieron un delicioso
almuerzo. También organizaron un suntuoso baile de gala ofrecido por el Gobierno a los
congresales. Y éste fue en el bellísimo Palacio Presidencial de maravillosa arquitectura
colonial Española. El anfitrión fue el presidente Jacobo Arbens, un hombrón guapo y
fornido, quien andaba muy alegre bailando y atendiendo gente. En este tiempo fue que
empezó nuestra amistad con los psiquiatras Guatemaltecos y de los otros países Centro
Americanos.
En noviembre de 1953, la sede de la jornada de la asociación de psiquiatría de
Centro América fue en Honduras, en Tegucigalpa. En esta ocasión, también se organizó
un programa con temas interesantes y actividades sociales varias como paseos, baile
de gala etc.
Ramón y yo fuimos los anfitriones de un coctel ofrecido en nuestra casa y un
almuerzo en el hospital Alcerro-Castro, que seguía siendo el único hospital psiquiátrico
privado en Centro América.
Después del almuerzo, algunos doctores Guatemaltecos y de Costa Rica, a quien
Ramón les andaba enseñando su hospital, le preguntaron cómo cobraba sus honorarios,
si por día o por mes. Ramón se quedó callado por un rato y les dijo “¿Honorarios? No se
me había ocurrido cobrar honorarios”. Lo único que los pacientes pagaban era el hotel.
Nada por los cuidados de enfermería ni médicos. Los colegas empezaron a bromearle y
decirle “Podemos ver el halo de santo que tiene arriba de tu cabeza”, así ha sido
Ramón, siempre lo he admirado por su desinterés en dinero por su generosidad, por su
desprendimiento. Cuando trabajaba en San Felipe, usaba su salario para arreglar los
patios lodosos donde estaban los enfermos mentales y para mejorarles los cuartos, con
razón las monjitas del hospital lo llamaban San Ramón.
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CAPITULO XXX
VIAJE A BOSTON, WASHINGTON D.C. Y NUEVA YORK
Ramón me dijo que iríamos a celebrar mi cumpleaños, el 30 de junio, a Washington,
que él quería que conociera donde él había vivido y estudiado. Al saber del viaje, mi
hermana Marina preguntó si ella podía venir con nosotros, ya que ella necesitaba hacer
unas consultas médicas con un especialista. También mi cuñada, Coca Suazo de
Bonilla, la esposa de mi hermano Adán, deseaba consultar con un buen médico, ya que
no podía lograr que sus embarazos terminaran, perdía los niños a los pocos meses de
embarazo. Así que ella también preguntó si podía hacer el viaje con nosotros, por
supuesto les dijimos que si a las dos y Ramón pensó que para consultas médicas era
mejor llegar hasta Boston, a la famosa Lahey Clinic.
Fuimos a San Salvador para coordinar el viaje con mi hermana, íbamos estrenando
un carro muy lindo que acabábamos de comprar pero no lo habíamos usado en la
noche, salimos tarde y se nos hizo de noche y no pudimos encontrar como prenderle las
luces. ¿Qué hacer? No hubo más remedio que quedarnos a dormir en Nacaome, un
pueblo muy caliente y entonces sin hoteles. No conocíamos a nadie pero nos dijeron
que había una pensión y haya nos fuimos. Nos dieron una pieza inmensa con dos
camas angostas, una puesta en una esquina y la otra en la esquina opuesta, no había
cielo raso y se miraban las tejas y las vigas por donde muy tranquilamente viajaban las
lagartijas y los ratones. Ramón, en el otro extremo del cuarto, ya cansado se durmió. Yo
lo despertaba casi llorando, diciéndole que tenía mucho miedo, pero no me creyó, yo no
dormí toda la noche, pues me imaginaba que también bajarían culebras. Que noche
más espantosa. Me extrañaba a mí misma la causa de mi nerviosidad. El porqué, lo
supe al llegar a Boston.
Regresamos a Tegucigalpa después de coordinar el itinerario con Marina. Ella se nos
uniría en el aeropuerto de San Salvador. Así que a principios de junio, ya íbamos
volando y todo resulto como lo habíamos convenido, Mary se nos unió en San Salvador
y llegamos a Nuevo Orleáns. Esta era nuestra segunda visita a la ciudad del Jazz.
Recuerdo que en la primera visita, en diciembre del 49, hacía muchísimo frío cuando
íbamos para España encontramos a Tiburcio Calderón, amigo de Tegucigalpa y fuimos
a cenar juntos. Esta vez el clima estaba tibio y nos quedamos dos días para conocer la
ciudad. Ramón nos preguntó si nos gustaría irnos en carro conociendo sitios de interés,
como a las tres nos encantó la idea, compramos un carro. Ramón hizo el itinerario, nos
detendríamos a dormir en hoteles y moteles.
El lugar que yo recuerdo más, pues llegamos ahí en los primeros días antes de que
yo me pusiera enferma, fue un parque fascinante llamado “Rock City And Fairyland
Caverns”, eso quiere decir cuevas en la tierra de las hadas. Que de maravillas vimos,
una roca de mil toneladas balanceándose en otra que era muy alta, ¿cuántos siglos
llevaría ya sin que ni los vientos ni los temblores la votaran? Vimos también una
cascada desprendiéndose de una enorme altura, un puente colgante y al entrar en las
enormes cavernas con estalactitas y estalagmitas, yo sentía que caminábamos entre
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diamantes chorreando luz. Los senderos adentro de las cuevas eran angostos y había
en las paredes unas vitrinas iluminadas con representaciones de los cuentos infantiles:
en una, ricitos de oro; en otra, la Cenicienta; en otra, Blancanieve, y muchas más, era
como un sueño. Al salir de las cavernas, caminamos por el inmenso parque admirando
la vegetación, los inmensos árboles y muchas otras curiosidades. Al día siguiente, yo
noté que cada vez que me subía al carro me sentía muy mareada y con náuseas y ya no
podía comer ni beber, a pesar de que en el camino había venta de refrescos y frutas
deliciosas. Creíamos que era un simple mareo. Al fin llegamos a Nueva York, la ciudad
que impacta por sus gigantescos edificios y sus calles llenas de gente. Al llegar al hotel,
Ramón consiguió que me pusieran suero y ya encamada y confortable, me sentí mejor,
pero solo quería dormir, les supliqué que me dejaran descansar y que se fueran ellos a
conocer. Regresaron encantados del paseo a la Estatua de la Libertad, que yo no
conocí hasta quizás en mi cuarto viaje a esa gigantesca metrópoli vertical. Estuvimos en
Nueva York tres días y seguimos para Boston. Al llegar, la primera cita en la clínica que
era, no recuerdo si para Marina o para Coca, me la cedieron a mí. Las citas se habían
hecho al llegar a Nueva Orleáns.
En Lahey Clinic, me atendió un doctor que nunca olvidaré, era un internista joven
muy apuesto de ojos azules sonrientes y llenos de bondad. Al describirle mis síntomas
me dijo sonriente “yo creo que usted está embarazada, pero para estar seguro ordenaré
unas pruebas que nos lo confirmaran”. Las pruebas salieron positivas por embarazo
¡maravilla de maravillas, Ramón y yo íbamos a tener un bebé! Me dieron medicina para
las náuseas y ya pudimos gozar y celebrar la buena nueva.
A Coca le hicieron sus exámenes y le dieron un tratamiento y con el tiempo ella pudo
lograr tener sus dos hijos.
A Marina la tuvieron que operar en el Hospital Diacones, le hicieron histerectomía y
yo pude acompañarla y cuidarla.
Yo creo que Ramón todavía no creía que tendría un hijo, pero el día que se confirmó
el embarazo, llamó a Honduras y dio la feliz noticia. Cuando ya Mary pudo viajar, nos
fuimos para Washington, el lugar original de nuestro viaje y llegamos en una tarde tibia y
agradable. En la bella capital, celebraríamos mi cumpleaños. Ramón me llevó un día
antes a una tienda muy linda para que comprara un vestido de coctel, pues iríamos a
cenar al elegante Hotel May Flower, nos acompañaron Doña Marianita de Cáceres,
esposa del ex embajador don Julián R. Cáceres, ya fallecido entonces y también su hijo
César Augusto, los dos vivían en aquella ciudad en ese tiempo. Marina no fue porque
todavía estaba convaleciente y Coca prefirió quedarse haciéndole compañía. Con ellas
ya habíamos celebrado a la hora del desayuno y del almuerzo, yo estaba cumpliendo 29
años.
Nos quedamos conociendo esta bella capital cuatro días. Mary se sentía muy bien
pero quiso quedarse y no nos acompañaba a las excursiones muy prolongadas. Vimos
las cosas de rigor, los bellos monumentos, museos, el Capitolio, etc, etc. A mí me
encantaron los bellos parques y ver con que tranquilidad se movían las ardillas y los
conejos bien seguros de que nadie los molestaría.
Durante todo el viaje, a mí me hacía mucha gracia oír a Coca, mi cuñada, decir
“Ojitos miren bien y no olviden tanta cosa linda”.
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Fuera de mis molestias que terminaron con la mejor noticia del mundo que yo pude
tener, las vacaciones fueron preciosas ¿y cómo podía dar yo suficiente gracias al cielo
que aumentaba de esa manera mi felicidad?
Tomamos el avión en Washington, donde se vendió el carro, y llegamos a Nuevo
Orleáns a tomar el avión para Honduras. Nos quedamos en esta ciudad dos días y en
un restaurante Latino di mi primera comida sintiendo hambre, comí guacamole, frijolitos
fritos con queso y tortillas, comí rico y de ahí en adelante se acabaron las náuseas y el
embarazo siguió su curso normal. Ahí en Nueva Orleáns fue una de las únicas veces en
mi vida que he ido a un salón a que me arreglen el pelo y cuando Ramón y Marina
llegaron a recogerme, les dijeron que su hija los estaba esperando, lo que nos hizo
mucha gracia a todos. Antes de tomar el avión, Ramón me obsequió un par de aritos
preciosos, cuando me los pongo son muy admirados, son zafiros rodeados con
diamantitos.
En todas estas andanzas atravesamos Estados Unidos de sureste a noreste. Ramón
manejaba con toda seguridad y nos enseñó el país en esa parte, siempre me ha
admirado su gran sentido de orientación y me sigue admirando hoy que ya tiene 88
años. Yo le digo que tiene una nariz que lo lleva a donde quiere ir, pues a veces hemos
olvidado las direcciones en la casa adónde vamos y el encuentra los sitios adonde
queremos llegar.
REGRESO AL HATILLO
Llegamos a Tegucigalpa temprano de la mañana, no subimos a El Hatillo hasta tarde
porque ese día por coincidencia, estaban inaugurando el edificio del Hospital Centro
Médico Hondureño en la Granja. Con que júbilo fuimos recibidos por los amigos y
colegas que ya se sentían tíos. El doctor Ramón Larios Contreras, nuestro querido
Moncho, que por lo general era muy parco en sus demostraciones, al abrazarme me
suspendió en el aire y me dio tres vueltas, él era un gigantón y yo tan chiquitita. Ramón
recibió emocionado las felicitaciones de los que estaban presentes en esa celebración.
Al fin, ya tarde, llegamos a nuestro hogar, nuestro paraíso en El Hatillo, a esperar el
advenimiento de nuestro Rey quien nació el 8 de febrero de 1954.
Ramón había traído a la familia Portillo a trabajar con nosotros en el hospital.
Consuelo y Toño, su esposo, se ocuparían más de la vigilancia y supervisión, así me
liberaron a mí de esa tarea. Ramón me dijo “hoy su única obligación es la de cuidarse y
prepararse para ser madre”. Quería que estuviera tranquila y no preocupada por los
enfermos. Consuelo era la hija de crianza de Tatito, nuestra tía, y era muy activa y
también excelente cocinera, así que podría también ayudarme a dirigir la cocina.
Cuando meses después nació Rey, Consuelo me ayudó mucho con sus biberones y a
cuidar de los niños pequeños. La familia Portillo se acomodó en una casita que se había
construido en una esquina de la propiedad, para el lado de la calle y era para el
hermano de Ramón, Oscar, que nunca la ocupó. Quedó la casa completamente
independiente, es decir, fuera del cerco del hospital, la familia Portillo consistía de los
padres y cinco hijos de edad escolar que iban a la escuela de El Hatillo.
Nuestra casa fue siempre muy visitada y como era en el campo y abierta a todos
nuestros amigos y parientes, todos los fines de semana teníamos huéspedes a almorzar
o a cenar. Hacíamos excursiones al bosque y a veces llevábamos meriendas y guitarras
166
y todos cantábamos. Mi familia de Marcala y de San Salvador se turnaban para ir a
temporar con nosotros. Tinita, la otra hija de crianza de Tato, vivió con nosotros muchos
meses, esperábamos que se mejorara de un asma severa que le atacó cuando ya era
muy mayor. Tatito, la tía, también se quedó con nosotros unos meses cuando
caminando parte del camino vino en peregrinación a Suyapa y nosotros la fuimos a
recoger.
Ramón era el director de la escuela de enseñanza especial y a dos niños, uno de
Managua, Nicaragua y una niña de La Ceiba, los trajeron a la escuela de enseñanza
especial. Como los padres no tenían idea donde ponerlos, los acomodamos en nuestra
casa. Frank tendría unos 11 años, era gordito, muy rosado, alegre, muy cariñoso y era
sordo mudo y Ana, de La Ceiba, era una niña como de 10 años, delgaducha, rubia,
tranquila, muy dulce y también era sordo muda. Los dos se integraron muy bien como
parte de nuestra familia. Y todos los días el motorista los llevaba a su escuela ubicada
en el Club Rotario de Tegucigalpa. Ana sólo estuvo un año, pero Frank se quedó hasta
que nos bajamos a Tegucigalpa, cuando Ramón fue nombrado sub secretario de salud y
cuando cerramos el hospital. Los padres o parientes de los pacientes de otros países se
quedaban también como huéspedes de la familia, sobre todo una señora Guatemalteca,
Doña Alicia de González, esposa del Doctor Humberto González, experto en medicina,
venía todos los años a ver a su hijo y se quedaba con nosotros hasta un mes, nos
hicimos muy amigos, también con su esposo.
Los amigos muy cercanos que necesitaban los servicios del hospital debido a
problemas de alcoholismo o depresión comían en nuestra mesa como miembros de
nuestra familia. Como el hospital tenía buen personal, podíamos viajar juntos a
conferencias psiquiátricas en Centro América y México.
En 1951, viajó Ramón solo a una conferencia en Xalapa, México, iba invitado como
miembro que era de la segunda reunión de la Asociación Psiquiátrica de la América
Latina.
Al finalizar la jornada, el 10 diciembre, recibió el diploma que dice “el ayuntamiento
de Xalapa, Vera Cruz, en sesión de cabildo celebrado en esta fecha, acordó declarar
Huésped de Honor, otorgándole este diploma, al doctor Ramón Alcerro-Castro,
distinguido y prominente miembro activo de la Asociación de Psiquiatría de la América
Latina en ocasión de la segunda reunión celebrada en la capital de La Entidad y Capital
Veracruzana.
Xalapa Enríquez. Vera Cruz, 10 de diciembre de 1951”.
En esta reunión, Ramón conoció a un doctor especialista en Electroencefalografía y
como en Honduras no había nadie que hiciera este examen tan crucial, Ramón decidió
que iría a tomar ese curso en Houston, Texas. Regresó de la conferencia para dejar
todo organizado en la casa y en el hospital. Por dicha, en esos días no había recibido
pacientes agudos y los que estaban eran casi crónicos. Así que en enero, salió a
Houston por tres meses. En ese tiempo, él me decía “yo puedo salir pues los médicos
internos saben que hacer pero usted no puede ya que lleva la parte administrativa, la
supervisión y la dirección de todo”. En esos días, cuando yo tenía que costurar, ponía la
maquina en el corredor del hospital para estar atenta a todo lo que sucediera.
Fue en estos días que tuve que manejar una crisis muy delicada. El médico a cargo
de los pacientes, era un excelente médico, pero muy tirado a una izquierda
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irresponsable. Me imagino que por las fiestas que se celebraban en la ciudad, era el día
de Suyapa, y el doctor les dijo a los empleados que se podían ir al pueblo todos, que
tendrían asueto y que él también se iría. Por dicha, uno de los empleados se reportó
conmigo diciendo que no estaría el día siguiente, le pregunté si era su turno de salida y
él me dijo que no, pero que el doctor a cargo les había dicho que podían irse todos, sólo
iba a quedar un ayudante de enfermería. Teníamos ese día, seis pacientes crónicos y
dos casi restablecidos. Tuve que llamar a todo el personal a una sesión de emergencia.
Ya todos reunidos, le pregunté al doctor encargado que con qué autorización había
dado asueto a todo el personal. Tuve que recordarles a todos su responsabilidad con los
pacientes y les recordé que los turnos de salida ya estaban establecidos y que habían
sido hechos de acuerdo con todos ellos. Les pregunté que si por un día de fiesta
estaban decididos a aceptar las consecuencias de dejar a los pacientes sin supervisión
y si estaban dispuestos a aceptar la responsabilidad de lo que pudiera ocurrirles y si
estaban listos para perder su trabajo. El doctor argumentó mucho sobre los derechos de
los trabajadores, pero tuvo que aceptar que para tener derechos hay que tener
responsabilidades y cumplirlas, que saldrían sólo los empleados a quienes les tocaba
salir. Desde esa vez, el doctor no volvió a dar problemas y yo me alegré, pues era buen
médico, como dije antes. Creo también que él se acordó de la orientación que yo daba a
los empleados cuando empezaban su trabajo, pues yo había elaborado un reglamento y
también una descripción de los trabajos que cada uno desempeñaría, haciendo énfasis
en el cuidado y bienestar de los pacientes, creo también, que él se acordó que el doctor
Alcerro-Castro había confiado en él al dejarlo a cargo de los servicios médicos, porque
le tenía confianza, sobre todo en sus juicios y buena fe. Qué alivio y qué alegría al tener
a Ramón de regreso como dije antes. A mí sola me tocó recibir a Hernán ya muerto y
eso fue muy duro sin estar Ramón.
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CAPITULO XXXI
VINO NUESTRO REY AL MUNDO.
RAMÓN COMO SUB-SECRETARIO DE SALUD
VIAJE A PITTSBURGH
1954 fue el año en que ocurrió lo que yo llamo “MI MILAGRO”, nuestro hijito nació
con toda felicidad el 8 de febrero a las 6:00 de la mañana en El Centro Médico
Hondureño. ¡Qué bienvenida al mundo tuvo Rey! Sus papás, sus hermanitos, sus
abuelos, tíos, parientes y amigos lo recibieron con gran amor. Y qué de regalos y visitas.
Las enfermeras me llamaban por intercomunicador y me decían “Doña Tanchis aliste el
camión, viene otro regalo”.
TANCHIS CON SUS HIJOS: FRANK, SANDRA, OSCAR Y REY
Ramón estuvo conmigo desde el primer día que nos bajamos al Hospital (por cierto,
una semana antes). Resulta que un día, yo sentí que el niño quería venirse y al llegar al
hospital el doctor Gilberto Osorio, nuestro tío Gil, dijo que todavía faltaba mucho, pero
Ramón pensó que era más seguro estar en el hospital, ya que El Hatillo, con tan mala
carretera, quedaba un poco más de media hora, así que mamá, Ramón y yo nos
quedamos hospitalizados.
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El día 7 empecé yo con los dolores, como a las 11:00 de la noche, y Rey nació a las
6:00 de la mañana del día siguiente. Mamá y Ramón estuvieron conmigo todo el tiempo.
Ramón se leyó una novela de Hemingway esa noche. Qué momento más sublime fue
cuando oí el grito de mi niño, se llamaría como su padre y como su abuelo, Ramón, y le
diríamos Rey.
Rey se parece mucho a su papá, pero tiene el cuerpo de sus tíos Bonilla. Fue un
bebé precioso, blanco, rosado, con ojos negros-grises, y pestañas largas rizadas. En los
primeros meses era calvo y luego le salió el pelo rubio con un bucle en medio de la
cabeza, fue un bebé contento, tranquilo, dulce y así creció. Mis compañeras de trabajo
en Cedars-Sinai me decían “espérese que sea adolescente”, pero él nunca cambió, fue
buen estudiante, le gustaban los deportes, tenía muchos amigos de los dos sexos y
siempre fue respetuoso y cariñoso con nosotros, sus padres.
Su primera visita en Tegucigalpa fue cuando fuimos a darle la bienvenida al mundo a
Leonardo Villeda Bermúdez, hijo del doctor Villeda Morales y mi dulce amiga Minita,
Leonardo nació unos meses después de Rey.
El primer viaje que hizo Rey fue en avión a Marcala cuando tenía cuatro meses,
llegamos para el 29 de junio que era el cumpleaños de mi papá. Estaba toda la familia
reunida y llegaron parientes de todos lados, nunca se sabía cuántos llegarían. Los
almuerzos eran alegres, servidos en tres mesas largas y grandes, poniéndolas juntas
hacían una mesa grandísima y aun así a veces teníamos que comer en dos tandas.
Esta vez tomamos fotos en el jardín y todas salieron preciosas. Papaíto estaba
cumpliendo sus 70 años.
No sé cómo se las arreglaba mamá para darle de comer a tanta gente, pues además
de los que llegábamos de afuera, se invitaba a parientes y amigos que vivían en
Marcala. Esas fiestas se repetían todos los años. Los cumpleaños de mamá también se
celebraban pero con menos visitantes porque era tiempo de escuela, no de vacaciones.
En los cumpleaños de papá, él y yo soplábamos las candelas del pastel, pues yo
cumplía el día siguiente. Oswaldo López Arellano cumplía el 30 conmigo y en los últimos
años de papá, a veces celebrábamos los tres cumpleaños haya en la casa de Las
Tapias, de los López Arellano. La casa de Marcala había crecido mucho y en los últimos
años de mamaíta ya tenía 9 dormitorios, donde se podía acomodar mucha gente. Había
un dormitorio grande después de la sala y en él cabían hasta 7 y 8 camas donde se
ponían a todas las primas juntas. Cuando no cabíamos en la casa, algunos se
acomodaban donde Thelmita y Pelayo y otras donde Coca y Adán, pues no había
hoteles en ese entonces. Esta vez que vino Rey en su primera visita, grandes y chicos lo
recibieron con gran regocijo y sus primos se peleaban por chiniarlo y consentirlo.
Pasamos tres días muy felices.
RAMÓN SUB SECRETARIO DE SALUD
Viaje a Pittsburgh
En enero de 1955, don Julio Lozano tomó posesión como gobernante de Honduras.
Al organizar su gabinete, don Julio nombró al doctor Marcial Cáceres Vigil como
Ministro de Salud, quien había sido profesor de Ramón y lo estimaba mucho, así que le
pidió que fuera su sub secretario. Ramón aceptó, pero para poder dar tiempo al nuevo
trabajo, tuvo que cerrar el hospital Alcerro-Castro. Quedó su hermano Mario, ya médico,
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al cuidado de unos pocos pacientes crónicos, esperando a que sus parientes hicieran
otros planes. También redujo su práctica privada, y decidió que nos bajáramos a vivir a
la ciudad. Vivimos en El Hatillo, nuestro paraíso, apenas cinco años.
REUNIÓN DE ADMINISTRADORES SANITARIOS - 1954
En la ciudad alquilamos una casa en Comayagüela, en el barrio de la granja, a unos
pocos pasos del Centro Médico Hondureño y no lejos del Ministerio, los dos lugares
donde Ramón trabajaría. La casa en que vivimos pertenecía a los Maradiaga, Irma
Cobos y Paco, nuestros grandes amigos que entonces vivían en la casa contigua a la
que nosotros alquilábamos. La casa era cómoda, con tres dormitorios, sala, comedor,
cocina y detrás, los cuartos y servicios para las trabajadoras. Tenían un jardín enfrente
con un cerco bonito de piedra y en este jardín había arbolitos y muchas flores. Ahí
jugaban los niños sin peligro y ésta fue nuestra quinta casa. Aquí nos tocó celebrar el
primer año de Rey, pero no le hicimos más que un quequito, pues acabábamos de
perder, apenas el 31 de enero, a nuestro querido cuñado, el licenciado José Herrera
Bustamante, esposo de Corita, mi hermana. Él murió de un ataque al corazón,
dejándonos a todos con un vacío inmenso y muchísimo dolor. Aquí tuvimos, como
siempre, algunas visitas y pasábamos tranquilos hasta que nuestro papaíto se nos
enfermó de gravedad. Vino para una operación de la vesícula y por desgracia tuvo
grandes complicaciones, todos los hermanos vinieron y por supuesto, mamaíta estuvo
con él todo el tiempo. Aunque la casa en que vivíamos estaba muy cerca del hospital,
alquilamos dos cuartos contiguos al que estaba papá y todos tomábamos turnos cada
dos horas, día y noche, pues aunque teníamos enfermeras especiales no queríamos
dejarlo solo. Después de días de inmensa angustia, él se recuperó y decía que el amor
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lo había curado. Sus médicos, el doctor Ramón Larios y mi Ramón, no se separaron de
su cama, lo mismo Roberto Suazo Córdova, recién graduado de médico, pasaba al
cuidado de papá y no digamos mamaíta y nosotros, que como digo, no lo dejábamos ni
un momento. Qué bendición fue verlo salir del hospital. Mientras tanto, Ramón había
decidido que si iba a ser servidor del gobierno, él quería prepararse mejor, así que puso
su renuncia en el Ministerio cuando consiguió una beca con el Departamento de Estado
para salir a Estados Unidos a estudiar Salud Pública. El doctor Cáceres le dio su
bendición y le dijo que su posición lo estaría esperando cuando regresara. Yo creo que
en realidad, Ramón nunca quiso ser político ni empleado público.
Estuvimos en esta casa de la granja unos 8 meses, pues las clases empezarían en
septiembre, así que arreglamos el viaje con destino a Pittsburgh a la Universidad de
Salud Pública.
Los niños dijeron adiós a sus amiguitos, a un lado tenían los hijos de los Maradiaga y
enfrente a los Ochoa Reina, Ana tenía entonces de dos a tres años y Rey se encariñó
mucho con ella.
Así que fue de decir adiós a la familia y a los niños mayores, viajaría con nosotros
solo Rey que apenas tenía un año y medio. Vendría con nosotros la hija mayor de
Corita, Francis, entonces con casi 15 años y dejaríamos con Corita a Franky, a Sandra y
a Oscar Hernán. Corita era como una madrecita para ellos. Francis vendría a aprender
inglés y a recuperarse después de la muerte repentina de su padre. Habíamos acordado
que papaíto iría a convalecer a San Salvador con mi hermana Marina, que viajaría con
nosotros y lo dejaríamos en el aeropuerto de San Salvador donde Mary lo esperaría,
donde tendríamos otra amarga despedida de papá y de mamá que viajaba con él. A
principios de agosto ya estábamos en el avión, después de San Salvador, volamos a
Cuba, queríamos conocer ese país y ahí encontramos a Orestila Díaz, ya casada con
José Raúl Alemán, y desde que nos conocimos nos hicimos muy amigas.
Cuba estaba en su apogeo, tanto de belleza física como en su estado económico,
con razón era llamada “la perla del Caribe”. Con los Alemán paseamos mucho y Rey
jugó mucho con Maritza, la hijita de ellos que ya tenía unos cinco años, jugaron juntos
sobre todo cuando fuimos al zoológico. Una noche, Ramón me llevó al famoso Night
Club Tropicana, nos impresionó mucho ese lugar y recuerdo la gran bóveda de vidrio
que era su techo, donde se asomaban las estrellas y la luna. Adentro, había unos
hermosos e inmensos árboles de los cuales se desprendían gajos de exóticas
orquídeas. Me imagino que las presentaciones de la noche fueron magníficas pero yo
estaba fascinada con las estrellas y con las orquídeas.
Con los Alemán estrechamos nuestra amistad desde que ellos viven en Virginia,
cerca de Washington D.C., nos hemos visto algunas veces y nos hablamos por teléfono
a menudo. Yo encontré a Orestila muy bonita, muy graciosa y muy agradable, con razón
a Ramón le gustó mucho y fueron novios cuando Ramón estuvo estudiando medicina en
la universidad. Gozamos mucho en Cuba y encontramos lugares muy bonitos. Nuestra
nueva aventura nos estaba saliendo muy agradable. De Cuba, volamos a Washington
D.C., donde Ramón tenía como cinco días de orientación antes de volar a Pittsburgh.
Encontré a Washington, en mi segunda visita, bellísimo y nos dimos gusto
conociendo monumentos, museos, parques, etc., que no habíamos visto la primera vez
que lo visitamos. A Rey le gustaba caminar o correr, así que por seguridad le
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compramos una correíta que se le ponía debajo de los brazos para detenerlo, pero no le
gustaba y cada vez que se lo ponía nos decía: “No gua gua”, nos quería decir que él no
era perrito. No tengo idea donde los había visto. En cuanto Ramón salía de su
entrenamiento, nos llevaba a pasear y pasábamos muchas horas felices los cuatro. A
Francis le gustó mucho la ciudad y todo lo que veía y yo, como en mi primera visita,
seguía admirando los árboles y gozando con las ardillas que hacían maromas en sus
ramas y a pesar de ser verano, también había profusión de flores en los jardines. En
cuanto Ramón terminó sus cursos de orientación, nos fuimos para nuestro nuevo
destino.
RAMÓN ORGANIZO EL PRIMER CONGRESO DE PSIQUIATRÍA,
CENTROAMÉRICA Y PANAMÁ EN TEGUCIGALPA – 1954
PITTSBURGH
Nuestra vivienda número seis fue un apartamento para estudiantes ya amueblado
que resultó ser bastante cómodo y grande en un segundo piso. Teníamos dos
dormitorios grandes con dos baños, una sala grande con sofás y sillas. En todos los
cuartos había ventanas grandes viendo hacía la calle donde pasaba el tranvía, con el
que aprendimos a movilizarnos para todos lados. La cocina era chica, pero tenía todo lo
necesario y cerca estaba el comedor con una mesa y ocho sillas. La lavandería de ese
piso nos quedaba casi en frente. Al empezar Ramón sus clases, conoció a una
compañera y le preguntó si sabía de alguna familia donde Francis podía vivir para que
aprendiera inglés más rápido, ella le dijo que a ellos les encantaría tenerla, que sólo
tenían dos niños pequeños y necesitaba algunas horas de ayuda y que ella la mandaría
a la escuela y que los fines de semana podría pasarlos con nosotros, así fue como
Francis se fue a vivir con la doctora Merilu y su esposo, Richard Brenneman, ella
173
médica, él, ingeniero del Espacio. Él daba conferencias por radio como parte de su
interesante trabajo. Los dos fueron espléndidos y Francis empezó a aprender inglés y
venía todos los viernes en la tarde o sábados en la mañana a estarse con nosotros y a
ayudarme a cuidar a Rey.
Ramón salía todos los días muy temprano. Yo me levantaba a darle su desayuno y a
despedirlo y como todavía estaba oscuro y frío, me volvía a acostar después de darle
desayuno, y Rey también se dormía otras dos horas conmigo. Rey nunca me molestó, si
se despertaba primero, se quedaba quietecito hasta que yo me levantara. Fue un niño
excepcional.
Poco después de nuestra llegada, llegaron los Avelar de México a otro apartamento
en el mismo edificio. Alfredo, médico, iría también a la escuela de salud pública, lo
mismo el doctor Iman Iman, que venía de Egipto con su esposa Nadia y se acomodaron
ellos en el edificio contiguo. Tenían una muchachita llamada Noha como de tres años.
Muy precoz y manejaba tres idiomas muy bien, el francés, el árabe y el inglés. A Noha le
gustó siempre jugar con Rey. Con el doctor Avelar y Carmencita, que estaban recién
casados, y con los Iman, nos hermanamos mucho y pasábamos mucho tiempo juntos.
En ese tiempo, mi inglés no era muy bueno, pero con Nadia nos entendíamos con su
inglés y con su francés. Después de que Ramón empezó la universidad me contó que
tenía tres o cuatro compañeros sudamericanos y después nos reuníamos con ellos
también.
Con Nadia le enseñamos a cocinar y arreglar la casa a Carmencita Avelard, que no
sabía nada de esos quehaceres y Alfredo, su esposo, era igual, nos contaron que
cuando estuvieron en Washington para la orientación, cuando iban al supermercado
compraban sopas y creían que ya estaban listas para tomárselas. Carmencita fue una
excelente alumna, a los pocos meses nos invitaba a deliciosas cenas, las tres nos
juntábamos para ir de compras y a conocer parques para llevar a los niños, en los fines
de semana se nos unían los esposos que también se hicieron muy amigos. Muchas
veces comíamos todos juntos y nos turnábamos de casa y de cocinera.
Nadia y Carmencita eran mujeres muy buenas, muy guapas y muy simpáticas. A los
Avelard los vimos en Guadalajara muchísimos años después y ya estaban mayores y
tenían hijos casados.
En Pittsburgh, tuvieron Francis y Rey su primer encuentro con la nieve. Yo había
visto, pero poco, en Nueva Orleáns y en España cuando fuimos a las montañas, pero
cuando abrimos las ventanas en la mañana, el espectáculo fue maravilloso, amaneció el
jardín como en los cuentos de hadas. Todo se había transformado como con dos
pulgadas de nieve, era la primera nevada de la temporada, había una silla vieja tirada en
el jardín y amaneció como una joya blanca y reluciente y para darle vida a ese cuadro
en blanco y de diamantes, un cardenal, enfundado en rojo, revoloteó un rato y se fue,
dejándonos tristes. En esta oportunidad, también tuvimos muchas visitas. Llegó Elita
Mejía López a estarse con nosotros unos días. Qué niña más suave y más linda en su
manera de ser. Era hija de Ela y Héctor Mejía López, el gran amigo de Ramón desde
que estaban en secundaria. Con Héctor y con Gabriel y Angelina siempre nos quisimos
mucho, don Benjamín Mejía Z., el padre de ellos, cuando se volvió a casar con Doña
Maruca tuvo un hijo y quiso que Ramón fuera su padrino. Este niño se llama Rodolfo y a
estas alturas debe ser todo un hombre.
174
En Pittsburgh encontramos sólo gente amable. Yo fui miembro de la Asociación de
Esposas Universitarias, me hice de muchas amigas y con algunas de ellas nos
escribimos por muchos años.
Pittsburgh, a pesar del gran frío de invierno, nos gustó muchísimo, empezaban a
limpiar el humo de sus fábricas y a modernizar el centro de la ciudad, ya tenía edificios
de vidrio y metal como los que estaban construyendo en Los Ángeles muchos años
después, tenía la ciudad bellos parques, museos, universidades, tenía un zoológico para
niños que era una preciosidad, con animalitos con quienes los niños podían meterse a
jugar, también habían muchos jardines pero lo mejor de todo era su gente.
Recién llegados, estábamos en una recepción que dio la universidad para los
estudiantes internacionales cuando se me acercó una señora y al presentarse como
Betty Puttman y después de platicar un poquito, me dijo que ella quería ser nuestra
amiga, yo le dije que estaríamos encantados y ella respondió, “estoy hablando de una
amiga muy especial, quiero que me llamen nana” y llamó a su esposo y nos lo presentó
diciendo “este es Papa Sam”. Yo llamé a Ramón para que los conociera y desde ese
momento fuimos sus hijos adoptivos. Nos invitaban a su hermosa casa decorada con
muchas piezas de arte traídos de varias partes del mundo, nos llevaron algunos fines de
semana a su casa de campo en Hope Well, donde vivía su prima Daisy, una viejita que
parecía y se vestía como personajes de cuentos. Nos llevaron a las cataratas del
Niagara, nos dejaban en su casa cuando viajaban, nos invitaban a sus fiestas y
reuniones y con ellos pasamos la navidad. Una vez nos llevaron a un pueblecito vecino
y a todos nos hospedaron, ellos con nosotros, en la casa de un pastor que tenía una
familia muy linda y muy amorosa. Para la graduación de Ramón, nana arregló en su
casa una fiesta muy linda.
GRADUACIÓN DE RAMÓN EN SALUD PÚBLICA EN LA
UNIVERSIDAD DE PITTSBURG, PENSYLVANIA
175
Adoraban a Rey, ellos le regalaron la cuna, sobretodo y sombrero muy elegante, nos
dolió mucho decirles adiós, pero ellos vinieron a Boston para mi graduación y se
quedaron por un atraso, sin poder llegar a Los Ángeles para nuestras bodas de plata.
Cuando regresamos a Honduras y muchísimos años después, seguimos nuestra
correspondencia con ellos.
Estuvimos en este apartamento que describí todo el año escolar, después de la
clausura de las clases y de la graduación en la universidad, nuestros amigos Aberlard y
los Iman se fueron a sus respectivos países y nosotros nos trasladamos a Boston.
La escuela de salud pública en Pittsburgh estaba dirigida por el doctor Thomas
Parran, dice Ramón que las todas clases eran dadas por excelentes maestros.
176
CAPITULO XXXII
VIAJE A BOSTON Y A HARVARD UNIVERSITY
Boston, la ciudad cultural por excelencia, nos gustó siempre. Ésta era la segunda
visita que hacíamos. Esta vez la vimos despaciosamente ya que estuvimos un año y
Ramón iba a la Universidad de Harvard. Sus plazas enormes y señoriales, las
admiramos. Más tarde en nuestro tercer viaje vimos algunos cambios y, para mi gusto,
no para mejorarlo, pues lo original, lo antiguo era más señorial en su arquitectura. En
esta vez que tuvimos mucho más tiempos visitamos sus plazas, sus conciertos, sus
bellos parques, etc., donde los niños se divirtieron tanto en verano como invierno.
Al terminar Ramón el curso de Salud Pública y con su maestría, siguió su
entrenamiento en Salud Pública Mental en la prestigiosa Universidad de Harvard en
Cambridge, MA.
Encontramos un apartamento bonito, chiquito, soleado en un segundo piso, teníamos
un dormitorio, sala comedor, cocina y baño, no recuerdo el número ni la calle en que
estaba, pero esta fue nuestra séptima vivienda en la que creo estuvimos pocos meses,
pues pronto viaje con Rey a Honduras a ver a los otros niños y a mis padres. Ramón se
pasó a vivir a un apartamento que compartió con un amigo llamado George Curier,
quien era de Jamaica. George siguió siendo un buen amigo por el tiempo que estuvimos
en Boston, pero al irse él a Jamaica y nosotros a Honduras, perdimos el contacto.
En estas vacaciones que fuimos con Rey a Honduras, nos fuimos directamente a
Marcala y pasamos contentos en la casa de mis padres y reuní a todos nuestros hijos.
Rey sobre todo, como había estado tan solo, gozó mucho la compañía de sus hermanos
y primitos que lo consentían, en ese tiempo tomé muchas fotografías de ellos.
Cuando regresamos a Boston, me traje a Oscar Hernán. Ya Rey estaba más grande
y no necesitaba tanto de mi tiempo y el apartamento en que viviríamos era más grande,
con dos dormitorios, sala grande con dos sofás cama, comedor y cocinita pequeña pero
completa. Teníamos dos baños y para mí los mejor era que estaba en la primera planta,
409 Beacon St. fue nuestra octava vivienda, estaba en una calle con muchos árboles y
cerca del río Charles donde salíamos a caminar en los parques de sus orillas y nos
divertíamos viendo las regatas y tirando barquitos de papel. A este apartamento llegó
mamaíta en verano y se quedó con nosotros hasta el invierno y parte del verano. Tico
de Andonie también llegó cuando el frío era más intenso, pero aun así nos paseamos y
nos divertimos. Salíamos con Carlos y Josefina Matute que ya tenían dos niños, Eunice
y Nelson.
Mamaíta gozaba contándonos que como ella llegó tarde al apartamento, pues el
avión había llegado tarde, cuando regresamos del aeropuerto ya Rey estaba dormido.
Ella se levantó primero que nosotros y Rey salió a la sala también antes de nosotros y
cuando vio a su abuelita no sabía cómo hablarle, si en inglés o en español, entonces
empezó a hablar con señas, mi mamá decía “creyó que yo era muda” pero cuando
mamá le habló en español, ya pudieron comunicarse y después cuando mamá veía
177
novelas en inglés, ya que en ese tiempo no había canales en español, Rey era su
traductor diciéndole en español lo que él entendía que estaba pasando.
PERSONAL DEL DEPARTAMENTO DE PSIQUIATRÍA DEL HOSPITAL
GENERAL EN BOSTON, MASSACHUSETS – 1957
En la Universidad de Harvard, Ramón conoció desde el principio a un profesor
llamado Dr. Paul Hare, “Pablo Conejo” decía él. Paul es un sociólogo y escritor. Sus
libros sobre “small groups” o sea pequeños grupos, fueron uno de los primeros en su
género. Paul, como los Puttman en Pittsburgh, adoptó a toda nuestra familia. Nos
invitaba a pasar fines de semana en su linda casa que quedaba casi en el campo, nos
enseñó muchas partes interesantes de Nueva Inglaterra. Fuimos hasta Maine con ellos.
Su esposa Rachael era una psicóloga muy agradable y buena amiga y espléndida
cocinera. En ese tiempo, Sharon, la mayor, tenía como seis años, Dianne cuatro años y
Kristopher era un bebezón como de nueve meses que gateaba sobre las piedrecitas de
las calles del jardín sin lastimarse las rodillas. Cuando nos quedábamos a dormir en su
casa, al día siguiente nos llevaban a su iglesia de los Quaqueros. Los servicios eran en
completo silencio, eran momentos de meditación. De vez en cuando alguien se paraba
por unos momentos para compartir algún pensamiento o sentimiento. Yo sentía gran
paz y tranquilidad y cuando no tenía cerrado los ojos, admiraba el jardín que tenía
muchísimos árboles y donde llegaban muchos pájaros y jugueteaban las ardillas durante
de primavera y el otoño.
Con Paul sigue nuestra amistad, él y Rachael se divorciaron y ahora está en Israel en
una universidad. Su nueva esposa June es psicoterapeuta especializada en PsicoDrama. Vemos a Paul y a Sharon, su hija, casi todos los años cuando él viene a Estados
Unidos a dar conferencias en distintas universidades. Sharon vive en los Ángeles y los
dos vienen a vernos estemos donde estemos. Cuando vivíamos en Honduras, antes de
nuestro primer regreso a los Estados Unidos, Paul y Rachael llegaron a vernos, en ese
tiempo nosotros vivíamos en El Hatillo.
También en la universidad de Harvard, estaban Carlos H. Matute y Ramiro Cabañas,
los dos Hondureños estudiantes en la escuela de economía y finanzas. Carlos estaba ya
178
casado con Josefina y tenían dos niños, Ramiro estaba soltero. Los dos se hicieron
nuestros grandes amigos, Ramiro murió hace mucho tiempo, pero Carlos y Josefina
siguieron viviendo mucho tiempo en Suiza, en el trabajo con las Naciones Unidas, ahora
están retirados en Costa Rica, donde vive su hija Eunice, casada con un magnífico
hombre de negocios alemán llamado Guillermo Michell. Eunice era la compañerita de
juegos de Rey y de Oscar cuando vivíamos en Boston y el año pasado, nos invitaron
para que fuéramos al casamiento de su hija Nicole, que tuvo lugar en Costa Rica, por
tener pendiente este viaje a Honduras que ya se va prolongando por tres meses no
pudimos estar con ellos.
También vivían en Boston otros hondureños amigos muy queridos, el Dr. Carlos
Delgado estaba haciendo su especialidad en pediatría y estaba en Boston con su linda
esposa Gloria Paredes y ya había nacido su primogénito, llamado Carlitos, a quien Rey
llamaba Tarlitos. El Dr. Jorge Rivera también estaba haciendo su especialidad y lo
acompañaba Evita, su esposa. El Dr. Alberto Smith y su esposa Rosita Rivera estaban
viviendo en Boston en ese tiempo y también estrechamos nuestra amistad con ellos y
con la simpática Katty de Agurcia, a quien nunca volvimos a ver. El Dr. Ignacio Midence,
ya casado con la encantadora y bondadosa enfermera bostoniana Mary Midence, hacía
su especialidad en neurología y también era el Cónsul de Honduras, con ellos estaba la
hermana de él, Esperanza, una muchacha muy guapa y muy agradable.
Los compañeros sudamericanos de Ramón eran el doctor Augusto Buen Día, recién
casado con María, estaban esperando su primer bebé. También conocimos al doctor
Barrera Moncada, de Venezuela. Y en este tiempo tuvimos la dicha de encontrarnos con
los que han sido desde entonces nuestros entrañables amigos, el Doctor Hugo del
Bosque y su esposa Godelieve, una mujer belga encantadora. Ellos se vinieron a
California antes que nosotros y vivían en Sausalito, donde los visitábamos cuando
nosotros vivíamos en Los Ángeles. Ellos también vinieron a Honduras a visitarnos en los
años 80. De California, ellos se fueron a Bélgica y allá fuimos nosotros a visitarlos.
Ahora viven en Suiza y hasta hace dos años venían a San Diego, California, a pasar los
crudos inviernos Europeos, ahí nos reunimos varias veces.
Cuando estábamos en Boston, teníamos un grupo muy agradable con otros
latinoamericanos y nos reuníamos en la casa de los del Bosque a cenar y a bailar y ellos
nos llevaron a muchas excursiones como a Riviera, una playa donde el verano era un
eterno carnaval.
RAMÓN EN HARVARD
Dice Ramón:
“La Selección de la Sección de Salud Pública Mental de La Escuela de Salud Pública
de la Universidad de Harvard fue un gran acierto para el estudio de esta especialidad,
después de mi educación básica y maestría en Salud Pública en Pittsburgh.
A los grandes maestros, Parran y Crabtree, y asistentes seguían ahora las luminarias
en Salud Mental, profesores: Erik Lindeman y Gerald Kaplan, entre los colaboradores de
Kaplan estaban Paul Hare, PhD en psicología, con aplicación a la Salud Pública,
Bárbara Ayers, antropóloga, los psiquiatras, Peter Sifneos, Ed Mason y otros de quienes
en este momento no recuerdo los nombres. Habiendo ya obtenido una maestría en
Pittsburgh, no traté de obtener otra en Harvard. Aprender en las conferencias, estudios y
179
discusiones con los grupos de Gerald Kaplan y seguir al profesor Lindeman, como
profesor también de psiquiatría en el Massachussets General Hospital de Boston al cual
me afilié, interesándome por una parte en la Novel Unidad de Adolescentes, y en la
Sección de Consulta Externa con la guía y supervisión de otros expertos.
PERSONAL Y ESTUDIANTES EN HARVARD SCHOOL OF MENTAL HEALTH
Por otro lado, con la interacción del Profesor Kaplan y buena voluntad del ente
educativo que coordinaba mis estudios desde Honduras, pude continuar mi psicoanálisis
personal. Agregado a todo lo profesional, gozamos de la amistad de los profesores y
colaboradores, también encontramos allí a Carlos H. Matute, quien hacía un doctorado
en Economía en Harvard, al igual que Ramiro Cabañas, quien siguió esa misma carrera.
Con Carlos Matute estaba su esposa Josefina, su hija Eunice y su hijo Nelson, de pocos
meses de nacido. En ese tiempo, también se inició nuestra amistad con el psiquiatra de
origen mexicano Hugo del Bosque con especialidad en psiquiatría infantil. Con Hugo y
su esposa Belga Godelieve, continuamos una cálida y comunicativa amistad hasta el
presente.
Tuvimos también una amistad de calor nunca disminuido desde su comienzo con
Augusto Buendía, médico de Bogotá, Colombia, y su linda esposa María. Un año en
plenitud y con frutos de gran utilidad para mis futuros trabajos en Honduras, Centro
América y Estados Unidos”.
180
RAMÓN Y TANCHIS CON SU HIJO REY EN LOS ÁNGELES EN 1965
181
CAPITULO XXXIII
REGRESO A HONDURAS
Permanencia en Estados Unidos
A fines de junio de 1957, regresé yo con los dos niños, Oscar y Rey, y nos fuimos
directamente a La Esperanza. Celebraríamos el 29 de junio el cumpleaños de papá y el
mismo día, el casamiento de Francis, la sobrinita que viajó a Pittsburgh con nosotros.
Francis aprovechó mucho los meses que estuvo estudiando inglés y lo recuerda muy
bien aún ahora, después de 50 años. Francis se casó muy joven, casi de 17 años y creo
que ni cumplidos. A mí me dio mucho pesar pues era todavía una niña inocente y según
mi parecer, a esa edad todavía no saben lo que en realidad quieren, sin embargo,
acabamos de celebrar sus 50 años de casados en San Pedro Sula con una fiesta de lo
más linda y ella, ya abuela de varios niños, se miraba joven y linda.
En ese regreso, yo me sentí muy feliz de tener a todos los niños conmigo, pues
Frank y Sandra estaban en La Esperanza y habían crecido mucho, además ahí estaban
mis papás y todos mis hermanos bajo el mismo techo pues habían venido para la boda.
Corita, mi hermana, tenía una casa muy grande adyacente al hotel de ella, así que no
tuvo problemas de acomodar a tanta gente, pues la familia del novio, Eduardo Dacosta
Gómez, también había llegado. El único que hacía falta para completar mi dicha era
Ramón.
Los niños nuestros estaban emocionados con los preparativos del casamiento.
Sandra, Oscar y Rey formaron parte del cortejo. Ramón se había quedado en Boston ya
que tenía que completar el programa y le faltaba un viaje a Puerto Rico y a Nueva York
a visitar ciertos programas. No sé cómo se las arregló y nos sorprendió llegando a La
Esperanza la mañana del día de la boda. ¡Qué felicidad! Ya tenía a todos mis amores
reunidos.
La ceremonia fue en la iglesia de La Esperanza. Francis, con su vestido de novia,
parecía una muchachita el día de su primera comunión. El novio, Eduardo Dacosta
Gómez, era unos 10 o 15 años mayor que Francis, perito agrónomo graduado de El
Zamorano, era buen mozo, fuerte y curtido por el sol. Papaíto entregó a la novia y toda
la ceremonia fue muy linda. La recepción fue en casa de Corita, con una comilona
fenomenal, habían hecho ricuras y el pastel de bodas, hecho especialmente por la
mamá de la novia, era grandísimo y delicioso. Los pasteles de cumpleaños que hacia
Corita eran famosos y ya pueden imaginarse el esmero que puso para hacer el pastel de
bodas de su hijita. La familia de Eduardo era muy agradable y yo platiqué mucho con
sus tres hermanas, todas simpatiquísimas.
Dejamos a Francis convertida en la señora de Dacosta Gómez y al día siguiente nos
fuimos directamente a nuestra casa de El Hatillo.
Nuestra casa estaba muy bien cuidada, pues se había quedado en ella Laura de
Hernández, una prima de Ramón que vivía en la parte del hospital y cuidaba la parte
nuestra.
182
Gozamos de nuestro viejo paraíso en El Hatiilo como tres meses, los niños, felices
correteando libremente y recorriendo los bellos pinares. Yo disfruté mucho de estos tres
meses sin mayores obligaciones más que cuidar de la familia y saborear el estar todos
juntos.
El hospital no se volvió a abrir, Ramón abrió su práctica privada, como siempre, en el
Centro Médico Hondureño. El ofrecimiento de que su puesto como Sub Secretario de
Salud lo estaría esperando ya no era válido, pues el gobierno había cambiado y el
nuevo presidente, el doctor Ramón Villeda Morales, quien era amigo de muchos años
atrás de Ramón y también mío y que sobre todo sabía de las especialidades de Ramón
en salud pública, lo propuso como Ministro de Salud, pero su argolla no lo dejó, aunque
Ramón no militaba en ningún partido, su padre había sido gran nacionalista. Recuerdo
muy bien que un día yo andaba en el aeropuerto despidiendo o encontrando a alguien,
cuando se me acercó nuestro amigo, Paco Milla y me felicitó por el nombramiento de
Ramón como Ministro de Salud. Paco era primo hermano de Minita, la Primera Dama, y
uno de los hombres importantes en el nuevo gobierno.
El doctor Villeda Morales, además de ser colega y amigo y de saber los estudios
especializados de Ramón en Salud Pública, creo yo que recordó, que fue Ramón quien
le sugirió sus entrevistas con Oswaldo López Arellano, mi querido primo, quien era
entonces jefe de las Fuerzas Armadas o Ministro de Guerra. Cuando el doctor Villeda
Morales estaba de Embajador de Honduras en Washington, nosotros andábamos
visitando esa ciudad y el doctor y Minita nos invitaron para ir a un paseo de campo a uno
de los bellos parques. Los Ramones conversaron muchísimo mientras caminaban por el
parque, entre otras cosas, hablaron sobre las condiciones de regresar a Honduras a la
constitucionalidad del gobierno que debía seguir a la junta militar, la cual había
convocado a elecciones. El doctor Ramón Villeda Morales le dijo a Ramón: “¿Colega
qué cree usted sobre la libertad que dicen que habrá sobre la organización de los
partidos y la del voto en las elecciones? Yo creo que el partido liberal es mayoritario,
pero con la oposición de las Fuerzas Armadas, se cree que el partido liberal no va a
llegar al poder”. Ramón le dijo: “Doctor Villeda Morales, yo no he sabido que las Fuerzas
Armadas se opongan a la libertad de elecciones, ni a la llegada del Partido Liberal al
poder, pero parece que hay quienes creen que las Fuerzas Armadas se ha tomado
atribuciones mayores de las que le permite la Constitución. Como lo que se elegirá será
un Congreso Nacional Constituyente, me parece que se podrían establecer pláticas
entre el Jefe de las Fuerzas Armadas, Oswaldo López Arellano y Ud. y sus respectivos
cuadros de liderazgo. A mí me parece que las Fuerzas Armadas han estado buscando
su propia superación y su profesionalización progresiva para poder así ser una
institución de mejor calidad al servicio del estado, comprendiendo mejor su
responsabilidad. Todo esto podría quedar mejor establecido en la nueva Constitución y
Leyes Constitutivas, regulando claramente la organización y funciones de las Fuerzas
Armadas dentro del Estado Republicano. Si los partidos actuales o los que surjan están
de acuerdo, la Constitución sería clara y ninguno de los partidos trataría por ahora de
suprimir las Fuerzas Armadas”. El doctor Villeda Morales le dijo entonces: “Dígame
colega, ¿cómo cree usted que se podrían establecer esas conversaciones con el
General López Arellano?” y Ramón le sugirió: “Podría intentarse a través de personas
que sean amigas entre sí, aun cuando correspondan a diferentes partidos. Paco Milla y
183
yo fuimos a los mismos cursos en el colegio José Cecilio del Valle de San Pedro Sula.
Abrahan Riera H. también estaba en ese colegio, yo tengo amistad muy íntima con
Abrahan y sé que Paco y Abrahan se llevan muy bien. Tal vez Paco quisiera hablar con
Abrahan y explicarle las ideas que Ud. vaya desarrollando. Abrahan, a su vez, es muy
amigo del Coronel López Arellano y otros miembros de las Fuerzas Armadas, él mismo
es Médico Militar de las Fuerzas Armadas Hondureñas. Yo creo que, sabiendo las
intenciones de Paz, prosperidad y armonía entre civiles y las Fuerzas Armadas, seguiría
preparando las bases para las reuniones entre Ud. y López Arellano”.
Ramón me dice: “Yo no volví a tener ninguna reunión, pero sí supe que mis
sugerencias fueron aceptadas por todos. Los otros partidos, como creía yo, fueron de la
misma opinión y llegaría al poder el partido que ganara las elecciones.
Si como me dijo el doctor Villeda Morales, el partido liberal tenía suficiente mayoría
para derrotar a los otros partidos, él podría ser el ganador.
En la Asamblea Nacional Constituyente, el Partido Liberal tenía más diputados que
todos los otros partidos y supe que todos apoyaban la nueva ley que se llamó “Estatuto
de las Fuerzas Armadas”, donde se le concedía alguna autonomía. También oí decir
que la constituyente vio que no era conveniente convocar inmediatamente a elecciones
populares de los Poderes del Estado, que restablecía la nueva Constitución. Tales
elecciones se pensaban que serían muy costosas, tan cercanas a las elecciones de la
Asamblea Nacional Constituyente que acababa de pasar. No se descartaba que los
descontentos con la nueva constitución y las consideraciones que en ella se daban,
pudieran llegar a acciones violentas perturbando el bienestar público y llegando tal vez a
una guerra civil.
La Constitución decidió hacer una elección de segundo grado y ella misma eligió los
jefes de los tres Poderes del Estado y declaró al doctor Villeda Morales como Presidente
Constitucional de la Republica”.
El doctor Villeda Morales, cuando estaba formando su gabinete de gobierno y sin
consultar con Ramón, lo propuso como sub Ministro de Salud Pública, basado en su
estatura profesional y con específicos años de estudio en Administración de Salud
Pública y Salud Mental. Fue entonces cuando Paco Milla se encontró conmigo y me
felicitó por el nombramiento.
Me contó Ramón que al día siguiente o quizá ese mismo día, el coronel José Matute,
gran Liberal y tío de Ramón, llegó a visitarlo a su clínica en el Centro Médico y le dijo:
“sobrino, el doctor Villeda Morales quería que tú fueras Sub Ministro de Salud y de
Sanidad, pero los altos cuadros se negaron y nombraron al doctor Valenzuela y a Xavier
como Sub Secretario”.
Ramón estuvo interesado en que dos amigos de su juventud, Paco Milla y Adrián
Riera H. escribieran juntos con él estos importantes datos históricos. El proyecto se fue
dejando para después, Paco y Abrahan murieron.
En una de nuestras visitas a Tegucigalpa, Ramón contó esta anécdota al doctor en
dentistería, el doctor Manuel Cantor, casado con mi querida prima Ligia Bonilla. Los
Cantor han sido íntimos amigos de los López Arellano. Ramón le dijo al doctor Cantor
que en otra oportunidad, cuando estuviéramos todos juntos, Ramón platicaría con
Oswaldo sobre estos sucesos.
184
La oportunidad llegó cuando nosotros estábamos visitando a los López Arellano en
su casa de las Tapias para alguna celebración y ahí estaban también Manuel y Ligia. En
esta ocasión, Ramón platicaba con el entonces ya general López Arellano y la
conversación cayó sobre los hechos históricos y como ahí estaba el doctor Cantor, él
pudo constatar la veracidad de lo que Ramón le había contado. Al tocar ese tema,
Ramón le dijo a Oswaldo: “Oiga general, ya el doctor Cantor ha oído lo que hemos
conversado y yo quería dejar atestiguado como mis recomendaciones a Villeda Morales
para que conversara con Ud. sobre aquellas elecciones de Constituyente que se
llevaron a cabo, y ya se me murieron dos testigos, Abrahan y Paco Milla ahora sólo me
queda usted”. Oswaldo le dijo “no se preocupe por eso doctor Alcerro, todo eso está
escrito en los archivos históricos de las Fuerzas Armadas”. Desgraciadamente ya el
doctor Cantor murió también y Ramón no ha hecho esfuerzo o tenido tiempo por
conocer esos archivos de las Fuerzas Armadas. Ramón no ha vuelto a conversar sobre
esto con mi primo Oswaldo y yo no sé si Oswaldo ha escrito sus memorias, le
preguntaré si en ellas deja escrito los recuerdos de lo que yo conozco. Procuraré
preguntarle cuando lo vea la próxima vez, tal vez durante estas vacaciones, nuestro
trabajo se nos está haciendo más largo de lo pensado.
Claro que el otro testigo era el doctor Villeda Morales, pero ya él tampoco vive, un
mes antes de terminar su período Constitucional, las mismas Fuerzas Armadas que le
abrieron el camino a la presidencia lo derrocaron del poder, supuestamente para evitar
que llegara a la presidencia Modesto Rodas Alvarado, otro miembro del partido liberal,
antiguo opositor de las conductas de las Fuerzas Armadas.
El doctor Villeda Morales fue enviado de nuevo a Washington, esta vez como
Embajador de las Naciones Unidas, desgraciadamente pocos meses después murió a
consecuencias de un ataque cardíaco.
¡Qué duelo para el liberalismo y para todos sus amigos! Ramón y yo lo sentimos
inmensamente, y lo seguimos sintiendo.
Sigamos con nuestro regreso a Honduras. Esta vez que regresamos, después de
estar en El Hatillo unos tres meses, bajamos a Tegucigalpa y nos instalamos en lo que
sería nuestra nueva casa número nueve, en La Granja en Comayagüela. Esta casa la
habíamos comprado para alquiler cuando Ramón vendió la propiedad de El Hatillo, que
fue comprada por el gobierno para instalar allá a los enfermos mentales de San Felipe.
El doctor Alberto Lazarus, en ese tiempo Ministro de Salud, lo había ya acondicionado y
estaba listo para mover los pacientes a él. Cuando el gobierno cambió y el nuevo ya no
pudo hacer esos gastos, pusieron un cuidador que empezó vendiendo las rosas y las
flores y terminó hasta con las piedras de los cimientos. Con lo que el gobierno pagó a
Ramón de las ventas del hospital y gran parte de la propiedad de El Hatillo, Ramón
invirtió casi todo el dinero en bienes raíces. Compró un terreno precioso en las Minitas y
entró en sociedad con unos amigos soñadores para hacer lotes y vender las casas
hechas. “La Aurora” se llamó el proyecto. Los otros socios solo habían puesto la idea y
cuando quebró la compañía, Ramón perdió la mayoría del terreno, por dicha, Miguel
Andoni le salvó algunos lotes y esos le sirvieron muchos años después para ayudar a
comprar el Hospital Centro Médico Hondureño. Entre los bienes raíces que compró en
aquella oportunidad, estaba una propiedad enfrente de la Asociación China, era una
casa muy grande de dos plantas y se extendía hasta el fondo y tenía varias habitaciones
185
independientes que se alquilaron, pero nunca nos pagaron los alquileres a pesar de que
los inquilinos parecían honorables y algunos tenían buenos trabajos. Hubo que venderla,
por supuesto perdiéndole, ahí construyeron una hermosa casa los Farah, el doctor y
Yamileth la compraron, la reconstruyeron y remodelaron. Lo mismo paso con las casitas
de la granja que eran tres, en una vivimos por unos meses al bajar de El Hatillo, y
recuerdo que en la casa de al lado de nosotros vivían el licenciado Hubodoro Arriaga y
su linda esposa Concha Aída cuando estaban recién casados. Cuando nos tocó
regresar a Estados Unidos, en esta casita en que nosotros estuvimos viviendo quedó el
doctor Raúl Duron, honorable y cumplidor, y su familia, quienes al construir su propia
casa se fueron a ella. Resultó que los siguientes inquilinos tampoco nos pagaron ni un
centavo. Uno de ellos era una persona importante del gobierno. La casa en frente de la
Asociación China casi la perdemos, pues mi dulce Ramón hizo una cosa típica del
doctor Bonilla Contreras, su suegro, tres señorones de los importantes políticos y
catedráticos amigos nuestros, querían poner un negocio de licores, le pidieron a Ramón
que les prestara la casa para hipotecarla con el banco de Londres, como recompensa le
ofrecieron ser socio de la empresa. Ésta nunca se materializó y nosotros ya estábamos
lejos del país. En un viaje a Tegucigalpa, a Ramón alguien le dijo que algo estaba
pasando con la casa y averiguó que el banco de Londres estaba a punto de rematar la
propiedad por falta de pago. Ramón llegó justo a tiempo de pagar la deuda y liberar la
casa, y ahí empezó su calvario. Buscaba a los honorables señores y no los encontraba
ni contestaban sus llamadas. Después de muchos intentos no sé cómo los acorraló y
firmaron pagarés de que cada uno pagaría la tercera parte. Dos cumplieron, el tercero
que fue el mismo del descalabro de la lotificadora Aurora nunca pagó ni un centavo, sin
embargo, Ramón sigue siguiendo las huellas del doctor Bonilla, Ramón sigue siendo su
gran amigo.
Volvamos a nuestra vivienda en esta casita de la granja, era angosta en la parte de
en frente pero se extendía hacia atrás. Para el lado de enfrente tenía una sala pequeñita
con una ventana algo grande, después había un pasillo donde estaban las puertas de
entrada y al otro lado del pasillo había un dormitorio algo grande con su baño, ahí nos
acomodamos los papás. Seguían para dentro otros dos dormitorios, uno al lado del
pasillo y otro detrás del nuestro, ahí se acomodaron los niños. Seguía un patio pequeño
y enladrillado y al lado estaban el comedorcito, la cocina, los cuartos del servicio y la
lavandería. Fue aquí que en enero recibimos la dolorosísima noticia de la repentina
muerte de Juanitia, la primera esposa de Popo, mi hermano. Volamos a Marcala y para
mí, el sufrimiento fue doble, pues sentía la pérdida de mi mejor amiga y mi hermanita
querida y también me partía el alma ver que sus niños tan pequeños quedaban sin su
dulce madrecita. Pues Juani fue una madre excepcional. Me dolía también ver que Popo
que quedaba solo.
Como acababa de pasar la pascua, todavía teníamos el arbolito de Navidad en la
sala y yo estaba con todos los niños haciendo rueda tomados de las manos cantando y
bailando con la música de la Navidad, cuando por la ventana vi a nuestra querida
Chabelita Mejía Arellano de Palacios, como ya era oscuro, casi las 7:00 de la noche, me
extrañó que viniera sola, salí a encontrarla llena de alegría cuando noté su cara de dolor
y que se retorcía las manos. Le pregunté qué pasaba y me imaginé que algo le había
ocurrido a su hermana Georgina, que hacía un día o dos había tenido gemelos y por eso
186
Chabelita estaba acompañándola para cuidarla, ella me dijo: “no, no, no es Giña, es
Juanitia” y no me pudo decir más porque se puso a llorar, al fin me dijo que Juanitia
había muerto. Entramos las dos a la casa abrazadas, llenas de dolor y llorando. Ella me
dijo que había venido para poder llorar, pues no podía hacerlo en frente de Giña quien
estaba muy delicada y no querían decirle tan pronto de la tragedia. ¡Qué angustia! Al
llegar Ramón, quien también sintió inmensamente lo que estaba pasando, arreglamos el
viaje y nos fuimos en el avión de la mañana donde también iban otros parientes, entre
ellos Mireya Mejía Rodezno de Batres que estaba muy joven y recién casada y en medio
de mi angustia, yo iba admirando su belleza, parecía una muñeca de las más preciosas
que yo había visto. El avión, como dije, iba lleno de Bonillas y de Mejía Arellano. En
medio de mi tristeza, yo daba gracias de que estábamos en Honduras para poder
compartir con la familia ese dolor.
En esta casita también tuvimos otro dolor indescriptible, el accidente en que José
Luis, el primer hijito de 2 años de los López Arellano, acababa de morir, fue una de las
cosas más dolorosas que yo he sufrido al ver a Gloria, la madre, desecha en su dolor,
nos partía el alma a todos.
Fue un accidente horrible, montaron al niño en un caballito de lo más manso, lo
amarraron a la silla y un mozo iba halando al caballo, cuando algo le ocurrió, alguna
gente opinaba que algún animal mordió al caballito porque se soltó de la mano del mozo
en una carrera desesperada dándole vuelta al niño con toda y montura quedando él con
la cabecita cerca del suelo donde había muchas rocas que lo golpearon y de eso perdió
la vida. Fue algo increíblemente doloroso para todos.
En esta casa le toco a Rey cumplir sus 4 años y como sólo hacía un mes de la
muerte de Juani, le hicimos una piñata que le habíamos ofrecido y los invitados fueron
sólo los amiguitos vecinos, también llegaron los tíos que se acordaron que era su
cumpleaños y vinieron a visitarlo, entre ellos, llegó el tío Eve y la tía Carlota Arellano.
Papá y mamá vinieron unos días a estarse con nosotros y a celebrar el advenimiento del
primer hijo de Adán y Coca, quien nació en el Centro Médico y ella vino a restablecerse
después del parto a nuestra casa.
A principios de abril de 1958, Ramón recibió un cablegrama del doctor Ben Simon de
Arlington Heights en el Boston Metropolitano. Le ofrecía a Ramón trabajo en su hospital
privado Ring Sanatorium, pero decía que le urgía que llegara en Mayo. Con tan corto
tiempo, empezamos a arreglar pasaportes y visas para nosotros y los hijos, sólo Sandra
no vendría porque estaba desde hacía varios meses en una escuela de monjas en
Comayagua, pues había demostrado muchas hostilidad hacia Oscar Hernán y un día se
evitó por puro milagro que lo lastimara gravemente. Esta vez nos llevaríamos a Quina, a
quien habíamos prometido llevarla cuando toda la familia regresara, ella había estado
con nosotros en El Hatillo cuando toda su familia trabajaba en distintas ocupaciones
cuando teníamos el hospital, cuando llegó Quina tendría quizá unos 15 años y me
ayudaba a cuidar a Rey que era el más chiquito. Otilia, su madre, era pariente lejana de
mi abuelita y ella la crió desde muy joven; Rosa, su hermana, era la cocinera y salió
excelente. Venilda, otra hermana, se entrenó para ayudar a servir la comida en el
hospital, José ayudaba al jardinero, sólo Pascual de 8 años se dedicaba a jugar con
Frank y con los otros hijos. Cuando nosotros regresamos de Estados Unidos, yo nunca
llamé a Quina para que se viniera con nosotros porque ella trabajaba con Doña Olimpia
187
de Molina, quien era nuestra gran amiga, pero esta vez, después de hablar con Olimpia
y decirle que le preguntara a Quina si quería ir a Estados Unidos con nosotros, Quina
por supuesto aceptó, entonces le arreglamos el viaje. Pasábamos solo en la Embajada
arreglando visas de residentes para toda la familia y logramos arreglar todo en menos
de un mes, y el 17 de Mayo de 1958, la familia casi entera regresó a Boston.
188
CAPITULO XXXIV
DE NUEVO A BOSTON, - RING SANATORIUM.
TANCHIS EN BOSTON UNIVERSITY. TRASLADO A WORCESTER, MA
Esta vez ya entramos todos como residentes a los Estados Unidos pues Ramón
tenía un trabajo que hacer.
¡Qué sorpresa más agradable llegar a una casa hermosísima, esperándonos, lista
con todo lo necesario! Las camas estaban hechas con ropa de cama confortable,
almohadas de pluma, colchas de pura lana, cameras bien lindas, la cocina con todo lo
que se ocupaba hasta secadores de platos y la refrigeradora llena de comida y con
postres ya hechos, el chinero del comedor lleno de loza fina y cubiertos y manteles, la
sala amueblada hasta con cojines y cortinas, no tuvimos que comprar nada. Seis
dormitorios completamente listos. El nuestro, en la planta baja, y cinco en el segundo
piso para los niños, para huéspedes y para Quina. Esta vez Quina ya tendría 17 años y
sería mi ayudante.
Esta casa en Park Ave. fue nuestra décima casa y tenía un jardín en frente y como 8
gradas para subir a un largo y angosto corredor. A continuación de las gradas, estaba
un pasillo que tenía puerta para la entrada a la sala y terminaba en el ancho corredor de
atrás que estaba casi al nivel del jardín de atrás. Este corredor era del tamaño de la
casa y estaba lleno de enredaderas que venían del jardín, que se continuaba con un
prado engramado con árboles grandes y unas rocas inmensas muy parecidas a las que
había en nuestro potrero de Campo Colón en Marcala y los niños jugaban ahí de indios
y vaqueros. El terreno en que estaba la casa era más de una manzana. Nuestro cuarto
era grande con un gran ventanal y puerta hacia el corredor y había también un portón
grande y pasillo que era para el servicio. El cuarto de lavandería estaba provisto de
lavadora de ropa y secadora. El comedor estaba a un extremo del corredor donde
estaba el chinero y tenía una mesa y sillas para diez personas. Los jardines estaban
bien cuidados y todos los días pasaban recogiendo la basura. Además de los seis
dormitorios y de los dos pisos que ocupábamos, había un sótano grande que se usaba
para bodega y había muchísimos muebles sin usar y también la casa tenía un ático
enorme, con razón los niños Andonie cuando llegaban le decían el castillo. Era una casa
hermosa, anidada como ya dije, en más de una manzana de bosques y quedaba a solo
pasar la calle del hospital donde Ramón trabajaba y ahí cerca también vivían los dueños
de la gran propiedad y del hospital, el doctor Ben Simon, su esposa Sally y sus hijos.
Esta familia fue muy amable con nosotros y nos invitaron a su casa más de una vez y
nosotros también los invitábamos a la nuestra. Yo visitaba a Sally de vez en cuando,
pues debido a una artritis severa, estaba en una silla de ruedas.
Una vez que los Ulloa, la tía Georgina y Luis, su esposo, andaban dejando a José
Luis, invitamos a una cena a los Simons, donde los dos de los hijos tocaban guitarra y
cantaban y la tía Georgina pasó encantada y me dijo cuando se fueron ¿Por qué dicen
que los gringos no son románticos? Estos muchachos son muy románticos.
189
Parte del salario de Ramón incluía, además de la casa, la comida, me mandaban del
hospital los menús, muchas de las cosas que yo pedía ya venían hechas, sobre todo los
postres y si pedía jamón o camarones, me mandaban hasta cinco libras de una vez. Yo
iba al mercado a comprar los antojitos hondureños, tortillas, frijoles negros, aguacates y
quesos blancos, etc.
Antes de José Luis, llegó Nena Ulloa, su hermana, para que le encontráramos una
escuela y salía los fines de semana o feriados a estar con nosotros. Nena se hizo
profesora de piano. También nos visitaron el doctor César Meza, único psicoanalista
guatemalteco, viejo amigo de Ramón y sus dos hijas, las Marías. Recuerdo también que
llegaron César Zúñiga y otros médicos hondureños y se quedaron en la casa tres días.
También los Andonie Miguel y sus hijos llegaban a visitarnos. Enfrente de nuestra casa
encontramos una amiga muy agradable, Hilda Commel, estaba casada con un
paleontólogo y ella hacía la broma de que no se afligía si se hacía vieja y que entre más
vieja más estimada por su esposo. Ella era peruana, algo salerosa, tenía un hijo muy
desarrollado llamado Alex. Ella se unía a los grupos cuando bailábamos o cantábamos.
Con los del Bosque siguió la amistad y salíamos a bailar o bailábamos en las casas de
ellos o en la nuestra, también los Fernández Rivas se hicieron muy amigos. Un día
coincidimos con Perla a la hora de pagar la cuenta en el supermercado, ella me oyó
hablar y me preguntó que de donde era ya que hablaba con un acento igual al de su
esposo Luis. Yo le dije que era de Honduras, ella me contó que el esposo era de
Argentina y que ella era Americana. Nos pusimos a platicar y a la hora de venirnos a la
casa, andaba yo a pie, pues eran solo tres cuadras, pero ella insistió en traerme en su
carro, seguimos platicando y serví té y pasteles y así se fue haciendo muy estrecha
nuestra amistad con Perla y con su esposo. Con los años, cuando ya no vivíamos
nosotros en Arlington, ella se especializó en baile flamenco, me mandaba fotografías y
con el pelo teñido de negro se miraba como pura sevillana. Por desgracia no la volví a
ver pues murió muy joven.
Cuando el verano terminó, los niños entraron a sus escuelas, Rey fue a un kinder
privado cerca de la casa y Oscar y Franky a la escuela pública que en ese tiempo era
magnifica y que también estaba muy cerca. Yo ya me había matriculado en la
Universidad de Boston.
Desde que Ramón empezó a trabajar en el sanatorio conoció a las trabajadoras
sociales y llegó un día a contarme que ellas hacían lo que yo había hecho por tanto
tiempo en nuestro hospital y continuó diciéndome: “si quiere puede formalizar sus
estudios y matricularse en la Universidad”. Me entusiasmó la idea y lo primero que hice
fue pedir mis papeles a Honduras, los del María Auxiliadora, me llegaron muy rápido,
pues Minita de Villeda Morales, mi dulce amiga, fue personalmente donde las monjas,
en ese tiempo ella era la primera dama. Así que con los niños en la escuela y Quina
manejando la casa muy bien, me metí a la escuela de Servicio Social en Boston
University, empecé a medio tiempo para no dejar la casa muchos días, tenía clases dos
veces a la semana y tuve que tomar la clase de Sociología y de Antropología que eran
las únicas que me hacían falta para tener mi candidatura a la maestría. Estas dos clases
las tomaba en la misma universidad durante la noche. Mientras duraba el verano Ramón
puso una tutora para que enseñara inglés a los niños y a la nena Ulloa. Miss Macgimsey
era ya mayor y una excelente maestra, los niños progresaron mucho.
190
En 1959 y 1960, estudié a medio tiempo pero el tercer año tuve que hacerlo a tiempo
completo, para entonces ya vivíamos en Worcester y los niños estaban más grandes.
Como la casa era tan cerca del hospital, Ramón salía a su trabajo en la mañana y
venía a almorzar y ver a los niños antes de que ellos entraran a la escuela, regresando a
su trabajo hasta las 5:00 de la tarde.
Cuando pienso en esta casa y en este tiempo que pasamos en ella, me parece como
un lindo sueño. No es para menos llegar a un lugar lejos del terruño, trasladados con
toda la familia a una ciudad americana desconocida como era Arlington Heights, pues
aunque parte del Boston Metropolitano, nunca habíamos estado en ella, y encontrar una
bella y cómoda casa esperándonos con todas las comodidades que se pueden pensar
hasta con comida, refrescos y postres en la refrigeradora, ¡qué suerte hemos tenido!
Pasamos aquí un año de lo más agradable, había vecinitos para que los niños
jugaran y era completamente seguro. Ramón venía a almorzar todos los días y así lo
podíamos gozar y los fines de semana salíamos a la playa sólo la familia o con amigos y
a conocer parques de diversiones. Teníamos amigos de Latinoamérica con los que nos
reuníamos a cenar y a bailar y otro grupo de amigos americanos, entre ellos Paul Hare y
su familia que siguieron siendo maravillosos con nosotros. Conocimos en este tiempo a
Gregory y Marianita Wolfe, ellos habían estado en Honduras y él fue consejero de Don
Julio Lozano Díaz, presidente de Honduras. Ésta era una pareja maravillosa con la que
seguimos en contacto y a quienes siempre queremos mucho.
Después de un año de trabajo en el Ring Sanatorium, Ramón llegó contando que lo
iban a cerrar porque el hospital estaba quebrado. Yo pensé ¿y cómo no? Tenían
personal más que suficiente y la atención que daban era como en un hotel de lujo. Yo
también creía que el doctor Simon ya quería trabajar menos y como dueño del hospital
eso era imposible.
No sé yo cuantos años dio de servicio ese sanatorio tan bien atendido y tan
lindamente ubicado en un lugar ideal, casi en el campo, pues estaba rodeado de
bosques. Ramón dichosamente ya había hecho aplicaciones para ir a seguir su
entrenamiento en psiquiatría infantil, había sido aceptado y debería de empezar en el
Worcester Guidance Center.
Desde varios meses atrás, Ramón había decidido quedarse en Estados Unidos y el
13 de junio había salido de Boston a California a tomar su examen para obtener la
licencia médica en un estado con clima más agradable y, además, en ese tiempo,
California era el único estado donde podría tener licencia sin ser ciudadano. Al regresar
de California empezó a buscar casa en Worcester.
Como el hospital quebró, la casa donde vivíamos, “el castillo”, iba a ser demolida
para hacer una lotificacion en toda esa área y nos vendieron todo lo que había por $500.
Hasta en eso tuvimos suerte, así que dejamos lo que no ocupábamos y nos llevamos lo
que necesitaríamos para amueblar la casa de Worcester. Y llegó el día de despedirnos
de nuestros amigos y de nuestra encantadora mansión y salimos para Worcester el 1 de
Julio de 1959.
Ramón encontró muy de su gusto el trabajo en Ring Sanatorium aunque era un
trabajo con pacientes hospitalizados, pero él encontró que la calidad de los médicos y
los tratamientos que se daban era de lo mejor en el campo además de que los cuidados
de enfermería y de todo lo demás eran excelentes.
191
WORCESTER
Cuando llegamos en el 59, Worcester era una ciudad relativamente pequeña con
unos 300 mil habitantes. Como típica ciudad de Massachussets, tenía avenidas y
bulevares con grandes árboles y jardines por todos lados. También era famosa por sus
instituciones de enseñanza, varias universidades, colegios, hospitales, clínicas, etc. Y
encontramos sus habitantes de lo más amable y bondadosos.
Siete Beechmont Street es una dirección recordada y querida. Ésta fue la primera
casa que compramos en Estados Unidos y fue nuestra vivienda número once. ¡Pero
cómo nos costó adquirirla! Nos preguntaron si debíamos algo en alguna parte y
contestamos: “no, no tenemos deudas de ninguna clase”. “¿Qué tarjetas de crédito
tienen?” “No, no tenemos tarjetas, cuando ocupamos algo lo pagamos”. “No, entonces,
no podemos venderles la casa a menos que vayan a alguna tienda a solicitar tarjetas de
crédito y compren algo a plazos”. Así lo hicimos, pero qué difícil entender esa clase de
finanzas: el que no tiene deuda no es confiable.
La casa era de madera, típica en su estilo de las muchas de esa zona, estaba
pintada de un gris azulado con franjas blancas alrededor de las ventanas y de las
puertas, era de dos plantas al frente y de tres en el interior pues tenía un sótano muy
grande. Viéndola de enfrente, parecía una casa de muñecas, angosta, pero tenía cuatro
dormitorios en el segundo piso y otro en el sótano. En frente, la casa estaba un poquito
en alto y había que subir unas gradas de piedra, quizás seis con baranda a los lados.
Estaba ubicada en una zona residencial y la calle estaba cortada y empezaba como dos
casas debajo de la nuestra, así que casi no había cruce de carros y los niños de la
vecindad jugaban en la calle sin mayor peligro. En el primer piso estaba el pasillo de
entrada, la sala, el comedor y la cocina y había un área de donde salían las gradas al
segundo piso, que era suficientemente grande, y cabía un escritorio con su silla cerca de
una ventana. La sala tenía un ventanal muy hermoso y se comunicaba con el comedor
por un gran arco sin puertas. Para amueblar el comedor encontramos en el sótano de la
casa de Arlington un juego precioso con una mesa redonda para ocho personas con sus
sillas, un buffet y un chinero, todo de una madera oscura y con un labrado interesante, el
comedor también tenía una ventana grande hacia el jardín y aunque no era muy grande,
quedó bonito ya que también tenía tapizadas de papel de lindos colores en las paredes.
A la izquierda del comedor quedaba la cocina, muy cómoda y espaciosa completa con
lavadora de platos, también es sus paredes había un papel bonito y en el piso un linóleo
que quizá no era linóleo pues era algo como un hule grueso color gris veteado de blanco
que se sentía delicioso caminar en él y que no cansaban los pies al estar parado
cocinando. De la cocina, por unas gradas, se bajaba al jardín que se comunicaba con un
bosque y de ese lado estaba la entrada para los carros; teníamos una camioneta roja
para seis personas que Ramón compró al llegar a Arlington. El jardín era engramado y
alrededor tenía flores, no había cercos y la propiedad nuestra se continuaba con la de
los vecinos, los Frost, que tenían cuatro varones y dos niñas y todos se convirtieron en
compañeros de juego de nuestros hijos y los otros vecinos que se congregaban para
jugar. Como ya dije, el jardín se continuaba con un bosque pues nuestras casas eran las
únicas de este lado de la calle, así que todos los niños nuestros y vecinos tenían un
campo de juegos donde jugaban de que eran tarzanes y de otras muchas cosas durante
el verano y en el invierno cuando había nieve llevaban toboganes y hasta esquís.
192
Cuando llegamos a esta ciudad, los vecinos vinieron a darnos la bienvenida y pronto
nos convertimos en parte de una comunidad cooperadora y de grandes amigos.
Después de estar con nosotros dos años, Quina quiso probar a vivir con otra familia,
esta vez americana, porque quería aprender inglés y entonces llevamos a Brígida quien
trabajaba y vivía en un convento de monjas en Comayagua. Brígida trabajaba con las
monjas en la cocina cortando las verduras y no sabía hacer otras cosas pero aprendió.
Unos meses después de llegados, arreglamos mejor el sótano con un cuarto más
espacioso para dormir y le pusimos servicios sanitarios porque iba a llegar a estarse con
nosotros Miguelito Andonie. Miguel, su padre, nos ayudó en el arreglo para que cupieran
dos camas, la de Franky y la de Miguelito y se separaron del cuarto de juegos.
Las escuelas de los hijos eran excelentes y muy cerca, así que podían llegar a
almorzar, lo mismo su papá, ya que la clínica quedaba como a cinco minutos en carro.
Yo seguía en la universidad todavía a medio tiempo pero ese año ya me tocaba
practicar y tuve la suerte de que mi primera clínica donde me mandaron fue el Youth
Guidance Center, donde Ramón trabajaba, así que los días en que me tocaba práctica
veníamos juntos a almorzar con los niños. También mi segundo año de práctica lo hice
en la ciudad, en una clínica de los veteranos y también podía venir a almorzar.
Todos los niños de la calle Beechmont, que tenía unas dos cuadras, jugaban juntos.
En frente llegó una pareja que parecían artistas de cine, así eran de guapos, y tenían
dos niños lindos, tenían un nombre difícil que olvidé pues llegaron ya en los últimos
meses antes de que nosotros regresáramos, ya dije que nuestros vecinos eran los Frost
y en frente, como dos casas arriba vivían los Callahan que tenían dos niñas. En la
siguiente casa los Redrow, padres de Mike quien solo tenía hermanas ya mayores, él
era de la edad de Rey y Mike se convirtió en otro niño nuestro, pasaba en nuestra casa
más que en su casa, era un pelirrojo, pecosito, precioso y además muy dulce. Al doblar
la esquina vivían el Pediatra el doctor Duggan y su familia. Mary Kay, su hija, era algo
penosita y venía a jugar con los otros niños. Los papás se turnaban para llevar a los
niños a nadar o a pescar en un lago que había muy cerca y el papá de Mike, Allan
Redrow tenía un bote donde los niños gozaban mucho cuando los llevaba a recorrer el
lago.
En mi tercer año en la universidad, yo tuve que ir a tiempo completo, iba dos días
enteros a clases a la universidad y dos días de práctica en la clínica que no era lejos de
la casa. Para ir a la universidad, teníamos lo que en inglés se llama “Carpool”, es decir,
al dueño del carro se le pagaba por el viaje, éramos cinco, dos muchachas que iban al
Conservatorio de Música, dos muchachos que iban a otra universidad y yo que iba a
Boston University. Tomaba como máximo 45 minutos de viaje, salíamos a las 7:00 de la
mañana y a las 9:00 cada uno de nosotros estaba en sus aulas de clases. Cuantas
aventuras pasamos en ese trayecto en los días de ventisca y de nieve, pero lo peor
ocurrió un día que cuando salí yo a buscar el carro a las 7:00 de la mañana, ya que yo
era la última que recogían, al salir de la casa me llegó la nieve hasta arriba de la rodilla.
No se me ocurrió regresarme a mi camita caliente sino que caminé a la esquina
creyendo que por la nieve no podían subir una cuesta que había de la esquina a nuestra
casa. A los pocos minutos llegó el carro con los demás y emprendimos el viaje. No
habíamos salido de Worcester cuando en el radio anunciaron que Boston University
estaría cerrada por la tormenta de nieve. ¿Pero qué hacer? No había como regresarme,
193
los buses y los taxis de la ciudad estaban parados así que me fui con los demás.
Pasaron otros diez minutos cuando oímos que el Conservatorio de Música estaba
cerrado también por la tormenta, pero tuvimos que seguir nuestro camino ya que el
dueño no quiso regresarse, como a las 11:00 y pico de la mañana nos comimos los
sandwiches que llevamos y no habíamos recorrido ni la mitad del camino. Seguían
nuestras suplicas al dueño del carro para que regresáramos pero fueron en vano, él
explicaba que al día siguiente tendría exámenes y que tal vez no podría llegar porque
los caminos estarían llenos de hielo. “Ustedes –dijo– váyanse a un hotel”, seguimos el
viaje y llegamos a Boston a las 2:00 de la tarde y no se miraba ni el nombre de la calle,
ni nada, los carros estacionados a lo largo se miraban como bolas de algodón. Nuestro
motorista no encontró ni un sitio donde estacionarse, ni entrada a los estacionamientos
de su universidad, así que hasta entonces decidió regresar. Fue una suerte que su carro
tenía suficiente gasolina y un buen sistema de calefacción si no hubiéramos quedado a
medio camino hechos popsicles. Llegué a la casa cansada y hambrienta. Ramón no se
había alarmado pues yo regresaba en bus desde Boston y éste, cuando nevaba, se
tardaba mucho. Cuando entré y nos saludamos le pregunté: “¿dónde cree que he
estado?” y él me dijo: “en sus clases por supuesto”. “Pues no señor, le dije, no nos
bajamos del carro desde las 7:00 de la mañana” y le conté la historia. Él estuvo en su
trabajo todo el día pero a los niños sí les cancelaron la escuela.
Boston University fue una linda experiencia para mí, algunos maestros, sabiendo la
experiencia de todo lo que yo había hecho, me preguntaban si no me aburría, pues
como digo sabían de nuestro hospital y de nuestros trabajos en España. Yo les decía
que al contrario, para mí fue muy útil poner lo que sabía en una forma metódica, además
aprendí muchas cosas nuevas y estudié más a fondo la psicopatología.
Solo dos alumnas extranjeras sacamos la maestría, Greta Young, una panameña
que había hecho su college en Estados Unidos y yo. A las demás alumnas extranjeras
les dieron un certificado de asistencia a los cursos. El día de la graduación fue un día de
gran gozo para mí y para mi familia. La ceremonia general fue en el Boston Commons y
la particular de la escuela de trabajo social en uno de los auditorios. Mis compañeros me
decían que yo parecía una novia feliz. Mi vestido era blanco, en un algodón suizo
bordado y el único adorno era una faja ancha de satín color rosa y una flor del mismo
color. Ramón como regalo me tenía un viaje a Honduras por diez días. En verdad que
no sé cómo hice para prepararme para los exámenes finales y empacar todo, pues
pronto saldríamos para California. Dejé a Rey con su papá y me fui a ver a mi familia.
Desde que vivimos en Estados Unidos he ido a Honduras todos los años llevando a
Rey, pero esta vez era muy cortito el viaje. Al regresar seguí desmantelando la casa.
Regalamos todos los muebles, me acuerdo que la cama de Frank era una cama doble
de caoba con unas patas torneadas preciosas que subían como dos o tres varas del
colchón y terminaban en unas bolas con dibujos labrados. Las he visto en tiendas y son
carísimas y ésta era de seguro una antigüedad, lo que aumentaba su valor. El cuarto de
Rey era de una madera preciosa, se la llevó entera mi supervisor en la clínica de los
veteranos que no podía creer que se la estábamos regalando y así lo dimos todo.
Trajimos a California sólo los libros, ropa y ropa de cama. Para el viaje compramos
tiendas de campaña, dos muy grandes, ya que íbamos a venir paseando durante la
194
travesía a California. Trajimos cosas para acampar, como cocina, trastes de cocina y
lámparas.
Los vecinos hicieron una despedida para los niños y otra para nosotros. Estuvimos
dos años maravillosos rodeados de cariño y durante los cuales Ramón terminó su
entrenamiento como psiquiatra infantil y yo saqué mi maestría en trabajo social. Los
niños adelantaron dos años en sus escuelas. Frank ya tenía 17 años, era un gran
trabajador y como era muy fuerte, limpiaba la nieve en los pasillos y aceras nuestras y
les ayudaba a los vecinos. A esa edad le encantaba ir a bailes los sábados, siempre fue
un muchacho suave y muy dulce.
En el último verano que pasamos en Worcester, los papás de los niños vecinos me
pidieron que les diera clases de español. Reunimos como 10 contando los nuestros y
fue espectacular como aprendieron jugando. Para aprender nuevas palabras hacíamos
la acción, también por ejemplo “vamos a correr” y salíamos todos corriendo repitiendo
“vamos a correr, vamos a correr”, lo mismo con cantar, gozaban cuando practicábamos
el verbo reír pues todos acababan riéndose de verdad y lo mismo para marchar, para
nadar, etc. Y decían adiós y repitiendo la palabra “adiós, adiós”. Aprendieron cantos y
poesías chiquititas y al final del verano hicimos una presentación. Arreglamos el sótano
de la casa que era grande y los papás como invitados no podían creer lo que sus hijos
aprendieron. Los Duggan no salían de su asombro que la vergonzosa Mary Kay actuara
con toda soltura. Yo creo que los actores gozaron tanto como los espectadores. Lástima
que como ya nos íbamos no lo pudimos hacer el siguiente verano.
Estuvimos dos encantadores años viviendo como una familia grande, cariñosa,
cooperativa y bondadosa. Creo que es uno de los lugares que nos ha dolido más dejar,
tanto a nosotros como a los niños. Ramón pasaba como estudiante sin mayores
obligaciones fuera de su trabajo. Yo tenía que viajar a la universidad, estudiar mucho y
escribir tareas que nos dejaban pero tenía ayuda en la casa y también con la
supervisión de los niños que ya iban más grandes. Frank, el mayor, siempre ayudó a
cuidarlos cuando jugaban afuera y todos ellos gozaron mucho con sus amigos y sus
paseos.
Como en los otros sitios, aquí también tuvimos muchas visitas, vino Marinela y se
quedó con nosotros como tres meses, la Nena Ulloa seguía viniendo los fines de
semana y los feriados a estarse con nosotros. Miguelito Andonie vivió con nosotros
algunos meses y su papá también vino a visitarnos. Los amigos de Boston venían
cuando teníamos alguna celebración. Papa y Nana Putman desde Pittsburgh vinieron a
mi graduación. También nos visitaron Alejo Lara, el gran pintor, y su cuñado César
Clamer, los dos hondureños. Vino también el doctor Chan Peña a visitar a Marinela.
Trajimos a Sandra por algunos meses, aquí estuvo en tratamiento psiquiátrico pero su
tendencia a irse no disminuyó y la tuvimos que regresar a Honduras. Con nuestros
vecinos pasamos momentos inolvidables, pero así fueron de amargos los adioses, con
ellos y con algunos de mis supervisores tuvimos correspondencia por muchos años,
sobre todo con mi supervisora de cuando hice mi entrenamiento en el Youth Guidance
Center. Marjorie Hayden era una mujer dulce y excelente maestra, era inglesa y también
trabajadora social, con ella discutía yo los casos que me asignaban como parte de mi
entrenamiento. Yo seguí escribiéndole hasta que murió hace unos tres años y sigo
guardando sus cartas que son llenas de amor y de inspiración para mí. Después de que
195
ella perdió a su esposo repentinamente, los dos eran ingleses, su salud empezó a
deteriorarse ya en los últimos tiempos cuando ella no podía escribir, le leía mis cartas su
enfermera y ella me escribía notitas teniéndome al tanto de su salud. Cuando murió, una
de las hijas que sabía de nuestro cariño me escribió dándome la triste noticia.
Solo vi a los Hayden una vez más en una conferencia de psiquiatría en Los Ángeles,
ella y su esposo llegaron a nuestra casa. Fue el mismo año que vimos al doctor
Lindeman y al doctor Kaplan de la Universidad de Harvard, profesores de Ramón, y al
doctor Ben Simon de Arlington. Recuerdo que estábamos almorzando con este último
cuando se disculpó porque tenía una cita a las 2:00 de la tarde en los estudios de
Hollywood, nos dijo: “voy a darle el visto bueno al actor que será el doctor Ben Simon en
la película “Encuentro del tercer mundo” o algo así. El doctor Simon fue el terapeuta de
una pareja que secuestraron por varias horas en un platillo volador. La historia salió por
capítulos en la revista “Look” hace muchos años y sobre esa historia verídica estaban
filmando la película.
Como dije antes, con gran pesar dijimos adiós a Worcester y a su bella gente y
empezamos nuestra aventura hacia el Oeste, no a buscar oro pero sí a trabajar en
nuestras especialidades. El 16 de junio de 1961 salimos para Los Ángeles.
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CUARTA PARTE
CAPITULO XXXV
CALIFORNIA: LOS ÁNGELES
Cuando Ramón vino a California a hacer sus exámenes en Julio de 1958, dos meses
después le notificaron que los había pasado y desde entonces empezó a hacer
solicitudes de trabajo en Los Ángeles y en San Francisco. Ya estaba por terminar el
entrenamiento de psiquiatría infantil cuando le llegó el ofrecimiento de la Universidad de
California en Los Ángeles para un trabajo en el instituto de Neuro-Psiquiatría donde iban
a abrir el ala de niños y querían que Ramón viniera a trabajar como uno de los dos
psiquiatras de la unidad de psiquiatría para niños y después cuando abrieron el ala de
adolescentes.
Pusimos todas las cosas en el carrito rojo y los seis pasajeros. Sandra, que estuvo
unos meses en Worcester, tuvo que regresar a Honduras así que éramos los dos papás,
los tres varones y Brígida nuestra ayudante. Tomaríamos dos semanas para llegar pues
iríamos a varias partes conociendo o revisitando. El primer sitio en que nos detuvimos
fue Pittsburgh para decir adiós a nuestros papas Sam y Nana Putnam. Ellos nos
esperaban en su casa y pasamos muy contentos esta visita. Fuimos a enseñarles a los
hijos la universidad llamada La Catedral del Saber, donde estuvo su papá por un año y
muchos otros sitios importantes de la ciudad. Al decirles adiós a nuestros amigos nos
detuvimos en Nueva York para que conociéramos con los hijos antes de venirnos a la
otra costa. Estábamos visitando el Empire State Building cuando Frank dijo: “Pero si
este edificio no es tan alto como habían dicho”, pero en eso pasó un avioncito debajo de
donde estábamos y él, abriendo los ojos asustado, dijo: “si es cierto que es altísimo”.
En Nueva York estuvimos en un motel y después de tres días nos fuimos para
Washington D.C. Allí encontramos un campo para tiendas de campaña en un parque
detrás del Lincoln Memorian. La calle que nos tocó se llamaba Tennessee Ave. Y Frank
hizo amistad con una muchacha vecina de otra tienda con la que se escribió por un
tiempo. De este parque podíamos caminar a conocer todos los monumentos cercanos.
Después fuimos a Filadelfia adonde se habían trasladado los Hare y los Fernández
Rivas. Los Hare hacía poco habían regresado de Algeria donde estuvieron en el Cuerpo
de Paz, estuvieron ahí con toda la familia. Mientras estuvieron lejos les hicieron una
casa que apenas la estaban estrenando, era una casa moderna y muy vistosa.
Los Fernández Rivas, Luis y Perla habían dejado Boston hacía dos años ya que Luis,
que era ingeniero con una compañía petrolera, estaba trasladado ahí. Ellos compraron
una casa antigua muy grande pero muy cómoda y nos contaron la historia del gato
fantasma que aparecía en cualquier parte de la casa y desaparecía aunque las puertas
estuvieran cerradas, nos decían que ya se habían acostumbrado a convivir en compañía
del inesperado huésped, lo mismo los amigos de los hijos que al principio estaban
aprensivos pronto se acostumbraron a verlo aparecer y desaparecer.
197
Fuimos también a la Tierra de los Mormones. En el Lago Salado nos metimos sin
zapatos al agua y salimos con las piernas blancas llenas de sal. Fuimos a visitar el
famoso templo mormón y para nuestra suerte el coro estaba ensayando así que oímos
las tan famosas voces. Después fuimos a la tierra de Lincoln y a la tierra de Buffalo Bill y
pasamos por muchísimos sitios de interés. Cuando pasamos por el medio oeste donde
los maizales parecen mares de un lado a otro de la carretera su vista me impresionó
muchísimo, pues cuando hacía viento o aire las hojas se movían como se mueven las
olas del mar.
Pusimos las tiendas de campaña en lugares pintorescos y donde había campos para
acampar. Las facilidades son maravillosas, tenían baños y hasta donde lavar la ropa,
además de mesas, y cocinitas para hacer la comida. Ese tiempo era bendito, no se oían
de ataques a turistas así que no había miedos, todo era muy seguro y confortable.
El carrito rojo iba comportándose maravillosamente hasta que empezamos a subir la
Sierra Nevada, ya no podía en las cuestas así que en el primer pueblo que
encontramos, nos detuvimos a mandar lo más pesado por tren hasta Los Ángeles, sólo
dejamos lo indispensable para el viaje.
Al fin entramos a California y sus pintorescos pinares nos recordaron a los nuestros
hondureños. En el treceavo día de viaje nos paramos en el lago Tahoe, había sol y
estaba agradable, pusimos las tiendas, cenamos, pero cuando ya se hizo de noche
empezó el frío que se fue haciendo inaguantable, así que bajamos las tiendas,
empacamos todo y nos fuimos a dormir a Sacramento.
Al día siguiente llegamos a San Francisco donde nos esperaban nuestros amigos del
Bosque en su preciosa casa estilo español en el exclusivo barrio de Sausalito. Nos
acomodaron a todos. Ellos se habían venido a California como dos años antes, que
alegría tuvimos al volver a verlos. Nos quedamos dos días y conocimos algo de este
pueblo tan hermoso y tan distinto, a mí me parecía más europeo que americano.
Salimos temprano de San Francisco para llegar a Los Ángeles antes de oscurecer, ahí
terminaría nuestra gran paseada que duró dos semanas atravesando el país de este a
oeste y admirando su riqueza y su belleza.
Ramón había estado en contacto con el doctor Rogelio Canelo desde que vino a
tomar sus exámenes en California. Rogelio, su compañero y amigo en la escuela de
medicina, había hecho su especialidad en dermatología, se había casado con la dulce
Estela, una enfermera, regresaron a Honduras por unos años y fue donde los visitamos
en Nueva Ocotepeque, pero regresaron a Estados Unidos y se establecieron en el Valle
de San Fernando, en la ciudad de Sepúlveda y en su casa nos estaban esperando. Nos
acomodó a todos mientras alquilábamos una casa, gesto tan generoso que nos ha
llenado de gratitud. Llegamos el 2 de julio de 1961, al día siguiente Rey amaneció con
paperas pero por dicha ya no tendríamos que viajar. No sufrió mucho y pudo nadar
antes de que nosotros nos fuéramos a la casa que encontramos. La casa de los Canelo
tenía una alberca y con los tres hijos nuestros, Peter, el hijo de ellos, y otros sobrinos
gozaron mucho. Mientras ellos nadaban y se divertían, Ramón y yo salimos a buscar
casa, antes Ramón había ido a la Universidad de California para avisar que ya había
llegado. Al final de la tarde del segundo día de andar buscando casa, tuvimos la suerte
de encontrar una en Westwood, cerca de la Universidad donde Ramón trabajaría y
también muy cerca de las escuelas para los niños.
198
No habíamos entrado para ver cómo era la casa de adentro cuando yo le dije a
Ramón que ojala cupiéramos en ella ya que yo quería vivir en esa casa, pues en el
jardín había una mata de jazmines del cabo florecida dándonos la bienvenida, éste era
el olor a Marcala, reminiscente de horas felices y me atrajo como un imán. La casa era
hermosa, con una sala grande, comedor separado y tres dormitorios grandes y dos
baños, tenía jardín en frente y otro patio bonito atrás, la alquilamos y al día siguiente nos
despedimos de los maravillosos amigos Canelo. Estela tenía dos hermanas muy alegres
y buenas, Pía, casada con un señor Dupree, tenía dos hijos y Cármen, casada con
Johnny Espinoza, a quien confundían con el galán de la pantalla César Romero, tenía
cuatro hijos. Todos llegaron a saludarnos y un día almorzamos todos juntos, así que
hicimos nuevos amigos al solo llegar a Los Ángeles. Al día siguiente nos fuimos a la que
sería nuestra casa número 12 y empezamos a buscar muebles para equiparla. Por dicha
la cocina tenía estufa y todo lo necesario, sólo tuvimos que comprar cacerolas y platos.
Empezamos también a buscar escuelas para los hijos y encontramos las de Westwood
para Oscar y Rey y Emerson para Frank.
10463 Tennessee Ave. era una casa con una fachada elegante y ya amueblada
quedó muy cómoda. Cuando ya estaba arreglada, nuestros primeros invitados fueron los
Canelo y las hermanas de Estela, unos días después Ramón tuvo una reunión con sus
colegas de su trabajo y como dos meses después hicimos otra reunión con los Conway
y otros amigos hondureños. Nos gustó mucho la casa y la vecindad y queríamos
comprarla, pero ya al final de la negociación salieron con que no vendían los
“easement”, o sea, el derecho del aceite que pasaba por debajo y no sé que otra cosa
querían excluir que no habían dicho hasta el momento de firmar los documentos. A
Ramón no le gustó eso para nada y ya no hubo compra, buscamos otra y encontramos
una muy cómoda y bonita en Prosser Ave, sólo unas cuantas cuadras de distancia así
que los niños no cambiarían de escuela.
En agosto de 1961, empecé yo a buscar trabajo, me ofrecían en casi todo lugar que
solicite pero yo prefería una clínica psiquiátrica y en Cedars of Lebanon había una
posición y la acepté aunque no era a medio tiempo, me ofrecieron darme una a medio
tiempo en cuanto tuviera una vacante y en unos cuantos meses ya pude trabajar sólo de
lunes a jueves. Mi primer día de trabajo fue el 18 de septiembre de 1961. Los niños ya
pasaban todo el día en su escuela y Brígida tenía la casa en orden. Ramón llegaba más
temprano que yo pues trabajaba a unos cuantos minutos de la casa, en cambio mi
trabajo era muy lejos y regresar por el nutrido tráfico se tomaba hasta 45 minutos.
Los Ángeles, con su clima templado, sus casas estilo español, sus árboles y flores de
las mismas clases que tenemos en Honduras, nos hizo sentirnos en casa desde el
principio.
En junio de 1962 nos pasamos a la casa número 2251 en Prosser Ave. Siempre en el
área de Westwood, ésta fue nuestra treceava casa. No era muy grande pero era muy
bonita, teníamos una sala de mediano tamaño, con un comedor separado por el que se
pasaba a la sala por un arco abierto, en el comedor siempre teníamos una mesa para 8
o 10 personas, en el fondo había un desayunador seguido por la cocina que era
alargada y tenía una pared de vidrio hacia el jardín, esa pared abarcaba también el
desayunador, lo que les daba mucha luz y había mucho sol. Detrás de la sala estaba
nuestro dormitorio pintado de un color lila muy suave y con un ventanón dando también
199
al jardín, tenía baño privado. Había otros dos dormitorios con un baño en medio para los
niños y el otro para Brígida. Había una sala separada de la casa donde había sido
cuarto de juegos también. Ahí arreglamos un dormitorio para Frank y adentro de la casa
había una salita de estar que se podía arreglar para dormitorio de huéspedes pues tenía
un sofá cama.
Cuando Frank cumplió sus 18 años nos dio la sorpresa cuando nos dijo que había
ido a registrarse al ejército como voluntario. Cuando se fue quedamos muy preocupados
pero por dicha lo mandaron a Corea y a Alaska haciendo trabajos en los que no tenía
que andar como soldado. Como voluntario se quedó tres años. Se acababa de ir Franky
cuando llegó a estudiar nuestro sobrino Adán Herrera, quien empezó sus clases para
aprender inglés. También estando en esta casa vino Marina, mi hermana, a estarse con
nosotros más de 2 meses, pasamos muy felices con ella. Tuvimos la alegría de que
cuando pasaban por Los Ángeles Minita de Villeda Morales y Queta de Guerrero en un
viaje que hicieron a Nueva York, pudieron venir a almorzar con nosotros y Minita le
hacia la broma a Queta que lo que más le había gustado de Nueva York eran los
guapos policías montados en grandísimos caballos. Mirna Larios, quien supo que
nosotros estábamos en Los Ángeles, nos llamó y la fuimos a buscar a la casa de
Betania, un internado de señoritas donde vivía mientras aprendía inglés. Mirna siguió
visitándonos todo el tiempo que duró su permanencia en Los Ángeles.
De Massachussets, llegaron una compañera de Ramón en el Youth Guidance Center
y una amiga y se quedaron con nosotros dos días mientras conseguían apartamento.
También en esa casa tuvimos algunas reuniones, hicimos una especial para mis
amigas, colegas y compañeras de trabajo y otra reunión para la gente de la universidad
y por supuesto para nuestros amigos hondureños: los Carranza, los Conway, los
Álvarez, los Castillo, los Rodríguez. Wil e Irma Hernández todavía no habían llegado de
Boston. Desde que llegamos a Los Ángeles, el doctor Arnoldo Rodríguez nos invitaba a
reuniones que tenía en su casa y ahí fue que recién llegada conocí a la que se
convertiría en mi gran amiga, hermana del alma: Dina Rodezno de Conway, con quien
teníamos muchas cosas en común, ella también era hondureña, trabajadora social,
como yo y en ese tiempo directora del Instituto Internacional, ella es Rodezno de San
Marcos de Ocotepeque y hermana de Julita y del gran artista Quique Rodezno. También
teníamos parientes en común, los Mejía Arellano Rodezno de La Esperanza.
Los vecinos fueron muy amables después de abrirse las clases y cuando se dieron
cuenta que no éramos vacacionista, se ofrecieron hasta a llevar a los niños a la escuela
con los hijos de ellos.
Pero durante el verano, cuando nos pasamos a esta casa, parecía un pueblo
fantasma, no se veían niños en la calle, ni gente adulta tampoco, quizá andaban de
vacaciones o en campo de verano pero al empezar la escuela, cobró vida y los niños y
tuvieron amigos y los vecinos se acercaron a saludarlos.
En este verano, nuestros dos hijos pequeños, Oscar y Rey fueron a un campo de
verano durante el día que se llamaba Cotton Wood, su papá venía temprano a jugar con
ellos y en fines de semana seguíamos haciendo excursiones para conocer la bella
ciudad de Los Ángeles y sus alrededores.
200
En septiembre, los dos hijos empezaron su escuela llamada Westwood que tenía
fama de ser muy buena y nos quedaba muy cerca. Se hicieron de muchos amigos,
algunos de ellos para toda la vida.
En esta casa tuvimos la alegría de que Sandra pudiera venir a estar con nosotros
unos meses. La matriculamos en una escuela de monjas sólo a dos cuadras de la casa,
se llamaba San Timothy, pero seguía Sandra con su agresividad, sobre todo hacia
Oscar Hernán. Además, cada vez que algo la molestaba se salía de la escuela y las
pobres monjas tenían que ir a buscarla hasta que la encontraban. No creo que la
hubieran recibido el siguiente año. Un día nos dio Sandra un inmenso susto, se fue sin
permiso después de la escuela a visitar una amiguita que vivía a corta distancia de la
escuela pero había que atravesar un boulevard muy traficado con muchas cuestas y
curvas. Cuando llegó a la casa de la amiga, la mamá le dijo que no la podían atender
porque en ese momento iban para donde el dentista, que se subiera en el carro para ir a
dejarla a su casa, pero Sandra se enojó y salió a la carrera y al atravesar el boulevard
Beverly Glen, un carro la tiró como a 20 pies de distancia. Cuando me avisaron al
trabajo no se sabía si estaba viva o muerta. Por dicha, Ramón, que trabajaba en otra
sección del hospital, llegó pronto, ella tuvo una contusión pero no tenía nada quebrado,
ni nada lastimado internamente, fue como un milagro de milagros. Después de dos días
de estar en el hospital, la mandaron a la casa, pero entonces fue que nos acabamos de
convencer que la niña necesitaba un lugar seguro para vivir donde también pudiera
estar protegida y tuviera más control, tuvimos que mandarla a una escuela de monjas de
Honduras en Comayagua de donde se salió y tuvimos que mandarla a otra escuela de
monjas, siempre para niños con problemas, en la República de Costa Rica. Nunca
supimos que hizo, pero las monjas la pusieron en un avión y la mandaron como un
paquete donde el doctor Andonie Fernández en Tegucigalpa. Las famosas monjas con
fama de cultas, como dicen que son todos los costarricenses, nunca contestaron
nuestras cartas, nunca se comunicaron con nosotros ni con los recomendados en Costa
Rica donde teníamos nuestro abogado, precisamente para las cosas de Sandra, y el
doctor Centeno Well, quienes nos ayudaron a ponerla en esa escuela y quienes
quedaron como sus recomendados. Como Sandra se estaba poniendo más difícil y
necesitaba tratamiento, este abogado nos ayudó a que la aceptaran en el Chapui, un
hospital psiquiátrico, por cierto que costó muchísimo que la aceptaran a pesar de ser
Sandra una costarricense, a nosotros nos la habían dado en depósito y nunca hubo
adopción. Así que de nuevo nos quedamos con la tristeza de que ella no podía vivir con
la familia en una ciudad tan compleja como es Los Ángeles. Yo seguía yendo a
Honduras todos los años a ver a mis padres y desde que Sandra estaba en Costa Rica,
me iba directamente a verla y luego iba a Honduras. En mis visitas, Sandra se portaba
como una niña normal, a veces aniñada y consentida, pero a eso había ido yo a visitarla.
Hacíamos lo que ella quería. Visitábamos sus sobrinos que vivían en la pobreza más
extrema que yo he podido presenciar en ningún otro lado. Me sorprendió mucho ya que
Costa Rica se jacta de no tener esos extremos y dicen que cuidan mucho de los niños,
había por lo menos cuatro en esa familia y hasta los alrededores de su vivienda eran
completamente insanos, pues parece que las autoridades no llegaban hasta el barrio
Desamparado, bien le habían puesto el nombre. Sandra se quedaba conmigo en el hotel
por el tiempo que duraran mis visitas, me estaba esperando en el aeropuerto con una
201
acompañante que la dejaba en mi poder y yo la iba a entregar en el hospital la tarde
antes de mi regreso. Cuando viajábamos con Ramón y los niños también pasábamos
por Costa Rica para ver a Sandra antes de llegar a Honduras.
Estando en nuestra casa de Prosser tuvimos una noticia que casi me enloquece a mí
de dolor, nos avisaron que Tony, el hijo menor de Marina mi hermana, había muerto en
las manos de un energúmeno. La familia venía de Tegucigalpa, donde Marina era la
directora de la Normal de Señoritas, para El Salvador donde Marinela, su hija, sería
coronada por uno de los clubes, me parece que era el Club de Leones, como Reina del
Café. Venían en un carro pequeño y ya en El Salvador en una curva, el carro trató de
evitar el choque con una yunta de bueyes, lo logró, nadie de los que iban a pie sufrieron
ningún daño pero un hombre a caballo que se había quedado atrás, creyó que el carro
había dañado la carreta y le tiró al carro por detrás, matando a Tony de 16 años
inmediatamente e hiriendo a mi hermana, por dicha no de gravedad. Volé ese mismo día
a San Salvador donde encontré a toda la familia de Marcala y de otros lados
compartiendo el dolor tan horroroso por inesperado, por injusto. Esto ocurrió el 22 de
marzo de 1962.
Una de las sorpresas agradables que tuvimos mientras vivimos en esa casa y no
soñábamos que era tan extraordinaria, nos la dio uno de nuestros vecinos que vivía
enfrente de nuestra casa, una pareja muy joven con un bebé precioso llamado Adán,
como mi padre, y de los cuales nos habíamos hecho muy amigos. Thomas Stanford, el
padre, trabajaba en los estudios de Hollywood y fue el editor a la película “West Side
Story” que creo que en Honduras se exhibió con el nombre de “María”, este vecino ganó
ese año el Oscar por editar esa película y nos invitó a la recepción que se celebraba en
su casa celebrando el honor. Así que yo estuve chineando el pesado Oscar
examinándolo y admirándolo. Al día siguiente en el trabajo, comentando los Oscares, yo
le dije “pero esos Oscares pesan mucho”. Se volvieron hacia mí con los ojos llenos de
sorpresas y me dijeron que cómo lo sabía, que porqué decía que eran pesados, yo les
dije: “Porque anoche tuve en mis manos uno” y les conté lo de la recepción, todavía
admirados me dijeron: “como es que usted acaba de venir y ya ha tenido un Oscar en
sus manos, y nosotros que hemos vivido aquí y a veces hemos ido a las ceremonias
sólo los hemos visto de lejos y no tenemos esperanzas ni de tocarlos”. Les repetí que
fue una invitación y que yo no tenía ni idea, nunca me imaginé que era una cosa tan
especial y extraordinaria. Así nos han sucedido muchas cosas a Ramón y a mí, sin
buscarlas.
El doctor J.B. Smith fue mi consultante cuando en mi oficina me animaron a trabajar
con grupos. No me decidía, pues mis pacientes me informaban de grupos donde ellos
habían estado y a mí me parecía que no eran éticos. Los pacientes no mejoraban, los
terapeutas eran muy jóvenes. Estaba de gran moda la terapia de bañarse todos juntos
desnudos y otras muchas terapias así como esa, para mí algo raras.
Le di muchas excusas al doctor diciendo porque yo no podría ser una buena
terapeuta de grupo y él me decía: “¿por qué, pero por qué?” Y le explicaba que si
alguien dejaba de ir al grupo por algo interesante de él en vez de considerarlo una
defensa a explorar sus conflictos, yo lo felicitaría. Él me decía: “Que interesante, usted
los animaría a vivir y a gozar. Eso en vez de ser problema me parece muy sabio, ya que
usted no los animaría a ser dependiente de usted ni del grupo”. Para él, cada razón que
202
yo le daba la consideraba como algo positivo para el individuo, y así me decidí a probar
y me encantó trabajar con grupos de toda clase. Al supervisarme el trabajo y ver como
yo manejaba los grupos, no sólo me elogiaba sino que me hizo el honor de invitarme a
que empezáramos un grupo juntos y al final de su vida, me hizo todavía un honor más
grande: repartiendo sus pacientes entre dos profesores psicoanalistas y yo. Además me
dejó el grupo que habíamos empezado juntos en su oficina. Este mismo doctor, desde el
principio, llegó a ser un gran amigo nuestro, nos invitó un día para asistir a un grupo de
poesía del que mi jefe en ese tiempo, el doctor Marmor, y otro amigo nuestro, el doctor
Rogauski, eran miembros desde hacía mucho tiempo.
Cuatro señoras habían empezado el grupo que ya llevaba 32 años. El grupo lo
guiaba el reconocido literato Roberto Deutsche. Fuimos la primera vez y nos encantó y
para mi sorpresa, cuando fui para la consulta sobre mis grupos me dijo el doctor Smith
que el grupo nos invitaba a ser miembros. Que honor más grande, sobre todo cuando él
agregó que a pesar de que han tenido muchos participantes era la primera vez que se
invitaba a alguien para ser miembro. Porqué sigue siendo mi pregunta.
Después de dos años de vivir en nuestra casa de Prosser, donde tuvimos muchos
amigos y muchas alegrías pero también tristezas, pensó Ramón que ya sería tiempo de
que Frank regresara del ejército y con Adán, nuestro sobrino, viviendo con nosotros,
necesitábamos una casa más grande.
Ya dije los motivos por los que necesitábamos una casa más grande, además
Ramón, que hacía poco había renunciado a su trabajo en la sala de adolescentes del
neuropsiquiátrico en la Universidad de California, había aceptado otro trabajo muy
importante y donde él podría usar todas las áreas de su especialidad: psiquiatría infantil,
psiquiatría de la comunidad, salud pública y administración. Él necesitaba un estudio en
la casa donde pudiera también ver algún paciente privado. Buscando lo que
necesitábamos, encontramos una hermosa casa en la avenida Woodruff. Así que a
hacer maletas de nuevo y decir adiós a los vecinos quienes vinieron a despedirnos, una
pareja mayor que no pudo venir nos llamó por teléfono el último día y nos dijo: “no se
preocupen por la cena ya les llegará hecha”. Y en realidad a las 6:00 de la tarde llegó
una cena ricamente condimentada con el mejor ingrediente: el amor, y nuestra gratitud
fue inmensa. Así hemos sido siempre de dichosos, hemos encontrado gente amable y
generosa estemos donde estemos, así decía mi papaíto, pues lo mismo les pasó a ellos.
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CAPITULO XXXVI
NUESTRA CASA EN WOODRUFF AVENUE
Cuando estuvimos buscando casa por muchos lados, vimos casas preciosas en las
montañas de Brentwood, otras en algunos cañones, pero a mí no me parecían muy
seguras, pues acabábamos de llegar a Los Ángeles cuando ocurrió el horrible incendio
en Bel Air que se extendió a cañones y demás comunidades. Además no me parecían
apropiadas esas casas para nosotros ya que los dos trabajábamos y no podíamos andar
llevando a los hijos a sus clases, deportes, dentista, etc., o no podíamos ir a recoger y a
dejar a las trabajadoras a donde hubiera transporte, ya había oído yo a mis amigas que
vivían en esos lugares, quejarse de que ellas se habían convertido en chóferes a tiempo
completo de sus hijos y de sus trabajadoras. Por dicha encontramos una casa muy
cerca de Wilshire Boulevard por donde pasaban los buses para todos lados. Las
escuelas de los niños quedarían tan cerca que podrían irse caminando como se iban los
vecinos. El dentista y el pediatra también estaban a distancia de llegar caminando pues
en ese tiempo, los dos, Oscar y Rey tenían frenillos en los dientes y una de las ventajas
mayores era que al no cambiar de escuela tendrían sus mismos amigos.
Nos movimos al 1263 Woodruff Ave., nuestra casa número 14, el 17 de agosto de
1964.
¡Qué maravillosa bienvenida tuvimos! Hillary Markman, entonces de unos 10 años,
vino como embajadora de buena voluntad y de amor a saludarnos. Desde ese momento
nos robó el corazón y ella adoptó a Rey y a Oscar como sus hermanos, ahora, en el
2006, Hillary es una señora casada con un hombre muy bueno y dueño de joyerías, Don
Guenbeurg, los dos tienen dos muchachos ya universitarios.
Hillary nos dice cuando nos habla que los mejores días de su infancia los pasó en
nuestra casa y que nunca ha probado tacos de pollo tan deliciosos como los que comía
en nuestra mesa. Siempre recuerda nuestras navidades en las que ella y su familia eran
invitados a nuestra casa. Hillary vive ahora en Beverley Hills en la casa que era de
George Burns, el actor famoso.
Hillary fue el símbolo de la cordialidad y de la amabilidad que encontramos en
Woodruff.
Ahí recreamos lo que encontramos en Beechmont St. en Worcester, un ambiente de
hermandad, cooperación y amistad.
Yo encontré esta casa hermosa y me sentía muy a gusto en ella. Estilo español, de
dos plantas, amplia, cómoda, ubicada en una sección muy estable, siempre en el área
de Westwood , las familias habían vivido ahí por muchos años y algunas estaban
conectadas con la Universidad de California que quedaba a poca distancia.
La casa quedaba bastante alta de la calle y tenía un jardín al frente, también con
bastante desnivel y en frente había un gigantesco pino como nuestro guardián, que nos
hacía recordar los pinares de Honduras. Del lado de la entrada para los carros, había
tres gradas al lado izquierdo que subían a una terracita protegida por un muro bajo del
lado del jardín y a la derecha estaba la puerta principal que daba a un pequeño pasillo
204
por donde se entraba a la sala que era espaciosa y tenía una ventana grande para la
calle, una chimenea bonita. Al lado de la entrada en el pasillo había un baño para visitas
y al entrar a la sala del lado izquierdo, había una doble puerta ancha que daba a la
oficina-biblioteca. Al fondo de la pared había una entrada grande sin puertas
comunicando con la sala de estar y el comedor.
La sala quedó muy agradable cuando la arreglamos con dos sofás grandes al lado de
la mesa diseñada por el consagrado artista Arturo López Rodezno, quien se especializó
en Italia en dibujo y en pintura, y diseño. La mesa fue dirigida por él, en Caoba,
suficientemente grande 41x63 pulgadas y labrada con figuras mayas y jeroglíficas en los
lados y en las patas, es considerada una verdadera obra de arte; enfrente de la mesa,
opuesto a la chimenea se puso un sofá pequeño. La mesa está protegida con un vidrio
grueso para evitar que el relieve de las figuras mayas se lastime y al ponerle en el
centro “Mi Niña de las Uvas”, como llamo yo a una porcelana francesa, regalo del Doctor
Urbano Quezada y nuestra prima Esperancita Bonilla de Quezada cuando estrenamos
la casa de El Hatillo, hizo sentirnos ya en nuestra casa, que arreglada con cuadros
hondureños, lámparas y maceteras quedó muy bonita. También el estudio donde había
estanterías para libros nos quedó muy cómodo y muy útil ya con los muebles de
escritorio, sofás y sillas y quedó tan privado que podía Ramón en la noche ver pacientes
y con el tiempo, yo también la usé para lo mismo. La sala de estar y comedor quedó
grandísima al aumentarle dos varas hacia la entrada de los carros y quedó completa
cuando para navidad, Ramón nos regaló una consola grande con toca discos y
televisión con una pantalla grande. También en esta sala de estar había una pared con
estantes llena de libros y del lado del comedor, había un chinero empotrado en la pared
del tamaño de esa pared, es decir muy grande y muy cómodo, en la parte de abajo tenía
hasta donde guardar mantelería y utensilios grandes. Un arco sin puerta comunicaba
con la cocina y de la cocina se entraba a un cuartito angosto de madera con ventanas
de vidrio que fue bautizado por el Doctor Miguel Andonie como el camarote, del otro
lado de la cocina estaba el cuarto de lavandería y de ahí se bajaba por seis gradas al
jardín. En la primera planta estaba nuestro dormitorio, se llegaba de la sala de estar por
un pasillo pequeño donde también estaban las gradas para el segundo piso. Nuestro
dormitorio era grande con un closet también muy grande y su baño con su regadera y
tina con puertas de vidrio y dos lavabos. Una vez, una amiga nuestra hondureña estaba
bañándose en nuestro baño y se vio a través del vidrio en un espejo grande que había
en la pared y nos hizo reír cuando nos dijo: “cuando me vi en el espejo pensé ¿y qué
hace esta negra en vitrina?”
En el segundo piso había tres dormitorios y dos baños, el de Rey era de buen
tamaño con ventanas grandes y siempre lo mantenía muy bonito con plantas colgando y
con una cama grandísima de agua, también le cabían su escritorio y sus libreros y un
baño que era común para otro dormitorio muy pequeño que ocupó Rosi, el otro cuarto,
que era el de Oscar, era inmenso, con dos camas, dos sofás camas y el billar que su
papá les regaló para que entretuvieran a sus amigos. El baño de este cuarto era
también grande.
La parte más linda para mí era el jardín, se bajaba como dije por unas gradas a un
patio enladrillado con ladrillos rojos grandes y en medio había un árbol que se había
hecho como una gran ramada y daba una sombra magnifica y a su alrededor tenía una
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jardinera también de ladrillo rojo donde nos podíamos sentar. Nunca supe el nombre de
este árbol cuyas ramas flexibles eran muy graciosas, siempre lo cuidé de que no le
cortaran las ramas, como estaban arriba no molestaban ni a las personas muy altas.
Alrededor del jardín había arriates con flores y en la parte que daba al garaje había una
enredadera cubriendo la pared en la que había dos nichos donde había dos estatuas de
cerámica blanca de mujeres bellas vestidas como vestales griegas. También teníamos
un arbolito de mandarina, otro de higo y también un limón que nos daban muchas frutas.
En la esquina opuesta a la entrada, había un B.B.Q. de ladrillo rojo con tres parrillas
para cocinar, pues era muy grande teniendo también lugares para poner los utensilios
que se necesitaban. El camarote estaba bien alto del jardín y esa pared sirvió para
hacer el sitio protegido para los dos samoyes, dos perros blancos bellísimos. Boris, el
macho, cuando era cachorrito se comió la madera que rodeaba la cerradura de una
puerta roja muy bonita que salía del jardín al garaje y al patio y por donde entraban los
carros. Desde chiquitito su cerebro solo trabajaba para salirse. Cambiamos el portón por
uno de hierro y también el alambre de ciclón de la perrera había que subirlo cada vez
más alto y aun así lo saltaba. Sasha, la perrita, era más tranquila y nunca se salió más
que cuando Boris la incitaba a ella. Como decía, el patio era la parte predilecta mía,
desde que trabajé medio tiempo, los viernes eran mis días libres, Ramón estaba en su
oficina y los niños en la escuela, yo podía irme al jardín con un libro y naranjas para
pelar y bajo la sombra del árbol y de un cielo azul inmaculado me hacía sentirme en
Marcala, sobre todo cuando el limonero se cubría de azahares y esparcía su olor por el
jardín. En este patio celebramos muchas fiestas, muchos cumpleaños, muchas
despedidas de soltera, nuestras bodas de plata, para la que tuvimos 60 invitados y
también ahí se celebró el casamiento de Rosy.
La sociedad hondureña de Los Ángeles celebraba anualmente en este jardín la toma
de posesión de las directivas con una cena anual. Teníamos unas reuniones con
nuestro grupo cubano, con nuestro grupo de psiquiatras y trabajadores sociales, etc.
Cabían hasta diez mesas redondas para 8 o 10 personas y teníamos otras mesas largas
en las que se servía la comida. En verano aquí recibíamos las visitas. Nuestros amigos,
el doctor Elvis Coda y su esposa Rosa María, tenían doce hijos y dos cuidadoras. En
uno de los veranos invitamos a todos para una tarde en el jardín. Pasamos de lo más
agradable y los niños se portaron a la altura. Nos contaba Rosemary que los niños no
podían creer que irían todos juntos a una reunión. Yo los admiré mucho siempre que
visitábamos su casa, pues los niños más grandes ayudaban a atender a las visitas y los
pequeños, después de saludar, se retiraban y nunca se oyó ni un ruido ni una pelea,
eran una familia lindísima. En nuestra casa también tuvimos noches muy agradables
con el grupo hondureño ya que los Hernández-Gálvez se habían establecido en Los
Ángeles y también se unieron al grupo. También venían los Stevenson, los Macis, los
Castillo, los Carranza y los otros que hemos mencionado antes.
Una vez que vino el doctor Miguel Andonie Fernández a visitarnos, el día de su
llegada hicimos una reunión y cena con el grupo hondureño, por supuesto no faltaron los
Carranza, Corita y René quien desde que llegó me dijo: “doñita de aquí no me saca
hasta después del almuerzo mañana”, yo creí que estaba bromeando y no me preocupé
por arreglarles donde durmieran él y Corita. Los otros invitados se retiraron después de
las 12:00, pero los Carranza se quedaron en la sala con Miguel y con Ramón. Yo me fui
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a acostar como a las dos de la mañana, nunca he bebido, así que me fui a dormir. Como
a las 3:00 de la mañana, los Carranza dijeron: “bueno es hora de dormir ¿dónde nos van
a acomodar?” Miguel y Ramón decidieron darles el cuarto de Rey que por bonito lo
había cedido Rey para su tío Miguel. Como yo ya estaba en el dormitorio dormida, no
pudo Ramón acomodar a Miguel ahí y que nosotros nos fuéramos a otro sitio, así que
no hubo más que acomodar a Miguel en el cuartito de madera que también tenía su
baño y que estaba desocupado desde hacía muchos meses, pues yo sólo tenía una
muchacha que llegaba desde las siete hasta las cinco de la tarde. Por dicha esa cama
yo siempre la tenía con ropa limpia pues siempre había muchachos que llegaban los
fines de semana, o Edgardo Cáceres Lara o Adán, el sobrino. Ahí se acomodó Miguel y
cuando se despertó, según decía el de goma en la mañana, no sabía a que hora se
había metido en un barco porque este, decía él, es un camarote, así se siguió llamando
ese cuarto. Todos desayunamos tarde, era domingo y almorzamos ya como a las dos de
la tarde y así como me lo había dicho el doctor Carranza: “bueno hoy si ya es hora de
que nosotros nos marchemos”. Así era el grupo de amigos, nos tratábamos con mucha
familiaridad y con confianza. Nos queríamos mucho y de lejos nos seguíamos
queriendo.
¡Cuántas visitas agradables, cuántas celebraciones y cuántos huéspedes! Todos los
amigos de los hijos y de los sobrinos eran bienvenidos. Rosy, que se vino con nosotros
después de que mamaíta murió, era muy popular y halaba muchachas lindas y
simpáticas que venían a comer o a dormir en la casa. El vecinito Ken Barker, amiguito
de Rey, me llamaba “mamá dos”. Los sobrinos que vivieron con nosotros por pocos días
o por muchos meses fueron: Marito Alcerro, Orlando y Jorge Ramón Hernández Alcerro,
Omar y Roberto Andonie, Graciela y Miguelito Andonie por dos meses; en visitas cortas
vinieron Julita Medina y sus dos sobrinas Liliana y Magda Andonie. Pasó Gladis de
Bonilla cuando iba a Australia, Luis Fernández Rivas, el amigo de Arlington, también
vino, Edgardo Cáceres Lara estudiaba en Pomona y venía con frecuencia a vernos.
Adán Herrera, nuestro sobrino, que llegó a la casa de Prosser, ya no vivió en esta casa
porque cuando estaba en el City College dejó unas clases para ponerse a trabajar y ni
tarde ni perezoso, el Tío Sam se lo llevó al ejército, lo tuvieron en Alemania y por dicha
él como a Franky no los mandaron a ningún frente de batalla. Al regresar, Adán se fue a
estudiar a Pomona, donde se hizo ingeniero agrónomo, pero mientras se fue a la
universidad y mientras estudiaba allá siempre venía a la casa los fines de semana o en
las fiestas. Marinela, mi sobrina, también vino a estar con nosotros y en otro tiempo vino
Carmesa Aparicio. Tico y Miguel Andonie, nuestros grandes amigos, también nos
visitaron, mi hermana Marina, vino varias veces por dos o tres meses mientras vivía en
Chicago con Marinela. Una monja hondureña, Sor Gema Valenzuela, que vivía en un
convento en el Valle de San Fernando, como que se había disgustado con sus
hermanas monjas y se vino a vivir con nosotros como por tres meses. Estando en esta
casa también llegaron Juan Andonie Fernández y nuestra querida Yolanda, ellos venían
de San Francisco y se quedaron unos pocos días en nuestra casa con nosotros.
Un día llegó Rosy muy preocupada diciéndonos que a una amiga y compañera de
ella la acababan de operar y estaba sola en su apartamento, que era chilena y que no
tenía a nadie en Los Ángeles. Ramón siempre con su gran corazón ni siquiera lo pensó
y le dijo a Rosy: “¿dónde vive? vamos a traerla”, y así llegó Isabel González a ser otro
207
miembro de nuestra familia por lo menos dos años. Nunca se nos ocurrió que si los
padres la habían mandado a estudiar tan lejos era porque tenían medios y que podría
contribuir en algo. No, nuestra casa no era pensión era un hogar donde se le daba la
bienvenida a todo el que llegaba. Nuestra mesa, como las de nuestros padres, también
era abierta para los que llegasen, a veces teníamos hasta ocho varones comiendo y
otras veces eran las amigas de Rosy, sobre todo Pilar, la española Saleroza, y Patricia,
la Colombiana y otras compañeras más de escuela.
Siempre me ha gustado celebrar los cumpleaños, para mí cada persona es un regalo
y no digamos mi Ramón y mis hijos.
Hicimos una celebración especial cuando Rey cumplió 18 años, le dimos una fiesta
sorpresa y dice él que fue en realidad eso, sorpresa. Creo que fue Peter Anderson el
que nos ayudó con nuestro plan, él invitó a Rey para ir a cenar y lo recogió bien
temprano, así nos dio tiempo de arreglarlo todo, no la hicimos en el jardín porque era
febrero y todavía estaba muy frío en las noches. Arreglamos la sala, y la sala de estar y
el comedor y a las 7:00 no sé con qué pretexto, Peter le dijo a Rey que tenían que llegar
a nuestra casa antes de irse ellos dos a cenar, cuando llegaron ya estaban todos los
invitados y la comida esperándolos y Rey oyó el coro de voces diciéndole sorpresa.
Gozamos mucho, sobre todo Rey que no se cansaba de preguntarme cómo habíamos
hecho para esconderlo tanto. Le teníamos un precioso pastel y todos le cantamos.
Cuando Oscar terminó su secundaria mandamos a él y a Rey a Europa con una
compañía llamada “Teen Tours” que quiere decir excursiones para adolescentes, fue un
mes de conocer distintos países donde aprendieron mucho y en el viaje hicieron muchos
amigos.
Con lo ocupado que pasaba, Ramón siempre hizo tiempo a llevar a la familia a
diversas excursiones. Cuando estuvimos en Massachussets fuimos a muchos sitios
históricos y hacíamos viajes durante el otoño para ver el cambio de los árboles de verde
a amarillo y rojo intenso, se convertían en una maravillosa visión.
Ya en California nos llevó a Sequoia, ¡qué milagro se operó en esos bellos,
gigantescos y milenarios árboles, sobrecogía su belleza! Yosemite es igual de grandioso
y que suerte tuvimos que todavía estaba el gigantesco árbol que tenía un túnel por
donde pasaban los carros y que yo admiraba en un libro cuando era una niña, ni soñar
entonces que pasaría por él.
Parece que al poco tiempo después de nuestra visita el árbol se cayó. En Yosemite
me fascinó la exuberancia gigantesca de los bosques haciendo contraste el King
Canyon con su bella desnudez de granito.
También llevamos a los niños al zoológico de San Diego, al de Los Ángeles, a
Disneylandia y a otros parques cercanos muchísimas veces.
Un día fuimos al desierto Anza-Borrego, durante el camino hubo un momento en que
pasamos por una región muy elevada y me sorprendió ver lo que a mis ojos parecía un
paisaje lunar, como yo me lo imagino por su puesto. Hasta donde me alcanzaba la vista
delante, a los lados y atrás, el carro estaba rodeado de unas piedras chatas, redondas,
pequeñas y de un rojo brillante. Desperté a los demás para que presenciaran ese
espectáculo tan raro como bello, pero a los dormilones no les pareció que los despertara
y no les impresionó como a mí, quizá su cerebro estaba todavía dormido. Iban con
nosotros Adán, mi sobrino, que siempre se dormía cuando no manejaba él y también
208
Rosy, Rey y su amiguita María Eugenia, también iba Oscar. Fue un viaje interesante,
llevamos almuerzo y no me acuerdo si dormimos allá o si regresamos ya tarde.
Una vez nos pusimos de acuerdo con nuestros amigos del Bosque quienes vivían en
San Francisco para reunirnos en Monterrey en un hotel donde llegarían ellos y nosotros
desde Los Ángeles. Ahí dormimos en el Hotel Monterrey y al siguiente día iríamos todos
a conocer el famoso “Castillo Hearst” en San Simeón. Este castillo fue diseñado por una
mujer arquitecta y no se hizo todo al mismo tiempo, el dueño mandaba exploradores a
buscar antigüedades en Europa y las conseguían a veces comprándolas por supuesto,
la fachada completa era de un templo que era trasladada y según esa fachada se
construía lo demás. Hay piscinas con los azulejos y adornos de piscinas italianas o
griegas. Hay tapices del tamaño de la pared y se hacía esa pared para acomodar esos
tapices. Es maravilloso todo, una colección de muy buen gusto confirmado por los del
Bosque que conocían los Castillos Europeos. El señor Hearst tenía hasta un campo de
aterrizaje privado, su cinema, etc, etc. Tomamos una de las excursiones más grandes y
más largas, sin embargo no se puede ver todo en tan poco tiempo.
Mi sobrino Michell Bonilla Reyes dicen que nació en día de la dicha y esta vez así
fue, pues llegó a visitarnos a Los Ángeles sin avisarnos precisamente el día antes de
que saliéramos en esta preciosa excursión, así que se vino con nosotros y pasamos
encantados con él, pero si llega un día después se hubiera encontrado una casa solo
con la trabajadora, que en ese tiempo era Queta, una Guatemalteca muy buena.
El viaje de regreso lo hicimos por la costa, por lo que llaman la Ruta Escénica, nos
detuvimos en Carmel que es una joyita costera y seguimos de regreso hasta llegar a Los
Ángeles.
Nos encantaba ir a la nieve, a sitios cercanos a Los Ángeles donde no era muy frío,
los samoyes Boris y Sacha gozaban tanto como sus dueños. Ellos fueron por mucho
tiempo la atracción de la familia, no faltaban en las fotografías de la navidad y de
cumpleaños, lástima que crecieron tan pronto. Cuando llegó nuestra amiga y compañera
de trabajo de Ramón, Betty Hayden, con dos bolitas de algodón en sus brazos todos
nos pusimos felices a jugar con ellos y a chiniarlos. Betty le había contado a Ramón
que ella tenía cría de estos perritos de raza y Ramón le dijo que le gustaría verlos,
después de un rato de que nosotros estábamos encantados con los perritos, pues eran
una preciosidad blanca con ojitos negros, Betty le pregunto a Ramón: “bueno doctor
¿con cuál se queda?”, sin titubear Ramón le dijo: “con los dos, uno para Rey, Boris, y
Sasha para Oscar, eran caritos pues los de pura raza siempre lo son, pero como los
gozamos.
Otras veces fuimos toda la familia en el verano o en el invierno hasta los preciosos
lagos, Arrowhead y Big Bear. Ramón y yo estuvimos también muchas veces en esos
bellos lugares en conferencia de psiquiatría o de psicoanálisis.
Como he dicho, en Los Ángeles gozamos tanto en nuestra casa como en nuestras
excursiones.
209
RAMÓN CON OCTAVIO R. COSTA - 1970
210
CAPITULO XXXVII
VIAJES DE RAMÓN ALREDEDOR DEL MUNDO,
A SUDAMÉRICA, VIAJE A CANADÁ Y A SAN FRANCISCO, CA
En 1965, Ramón hizo un viaje alrededor del mundo, él me invitó pero yo le dije que
mientras mis padres vivieran yo necesitaba ir a verlos, que me encantaría ir con él, pero
que ya habría otra oportunidad. Él siempre entendió que yo necesitaba usar mis
vacaciones para ir a Marcala y me agradeció el que yo lo animara a que viajara sin mí.
El motivo del viaje era asistir a la 18° reunión de la organización Mundial de la Salud en
Tailandia.
Ramón salió de Los Ángeles a Seattle el 4 de noviembre de 1965, donde se reuniría
con la excursión que venía de Nueva York.
Toda la excursión tomó el avión en Seattle hacia Japón el 5 de noviembre a las 2:30
de la tarde. Cruzaron la línea internacional y el viernes se convirtió en sábado llegando
el 6 a las 4:00 de la tarde a Tokio. Ramón y parte del grupo se hospedaron en el Hotel
Imperial. El 7 les dieron libre para descansar y recuperarse del largo viaje. En la tarde
visitaron los jardines del Palacio Imperial, la Galería de Arte Meiji y sus parques, también
el Parque Weno, un parque de diversiones Asakusa, La Guisa y otras atracciones.
Ramón tomó una excursión el 8 para visitar Mikko. Tomaron un tren para ir al Puente
Sagrado y a Tashoga Shrine y vieron todos los tesoros en esa capilla. Después subieron
al lago Chuzenji a cuatro mil pies sobre el nivel del mar y vieron las Cataratas de Kegon
y muchas cosas más. El 9 salieron para Osaka y ahí tomaron el avión a Kyoto y se
quedaron en el Hotel Mikayo. Esa misma tarde salieron a visitar Heian Shrine y sus
jardines interiores. Vieron el viejo palacio imperial, el templo de San Jusangendo que
tiene mil y un Kamnon Budas. El 10 en la mañana siguieron turisteando y vieron el
pabellón de oro con sus magníficos jardines, vieron también el Castillo Nijo y muchas
más cosas y en la tarde descansaron. El 11 de noviembre viajaron por tierra a Nara, la
antigua capital de Japón. Y aquí visitaron templos, el gigantesco buda hecho de bronce
en el templo de Toarji, una capilla de Kasuga y el parque de los venados, regresando en
la tarde a Osaka después de un delicioso almuerzo en el Hotel Nara. En la tarde
llegaron por carro al aeropuerto de Osaka y tomaron Kathay Pacific Aerolíneas, hacia
Hong Kong donde llegaron en la noche y se hospedaron en el Hotel Península. El día
siguiente, viernes 12 de noviembre, hicieron una excursión a la Isla de Hong Kong y en
un tren funicular subieron al Pico Victoria de donde la Bahía de Hong Kong tiene una
vista maravillosa, también se ve de ahí el distrito Kowloon. Visitaron el jardín llamado el
Tigre Balm que quiere decir Embalsamado. Visitaron Averdeen, famoso por sus casasbote y muchas cosas más.
211
FEDERACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD EN KYOTO, JAPON EN 1965
En la tarde, a las 2:30, dejaron Hong Kong por Air France hacia Bangkok, la capital
de Tailandia y sede de la 18° reunión anual de la federación mundial para la salud
mental, del 15 al 19 de noviembre de 1965.
Las sesiones del congreso, dice Ramón que fueron muy interesantes y que los
atendieron muy bien. Una de las invitaciones fue la del Rey de Siamo quien les dio un té
en los jardines del palacio. Fue todo espléndido y Ramón tomó muchas fotografías, no
se había fijado que algo andaba mal con su cámara que por cierto era muy cara y
complicada. De todas las fotos que tomó, lo único que salió fue una franjita larga y lo
demás todo oscuro, (con pesar no pude ver nada de esta recepción real, ni de los otros
interesantes sitios. Desde que esto pasó yo tengo una camarita barata que no me falla).
Dice Ramón que tuvieron tiempo de visitar Bangkok y ver la belleza de su arquitectura y
de sus parques y jardines.
En el itinerario que conservó solo están los temas de la conferencia durante los
cuatro días que duró y ya no tengo el álbum que hice de ese viaje. El viejo itinerario
abarcaba la India, pero lo cambiaron y lo dividieron entre Cambodia e Irán y aumentaron
un día en Beirut. Salieron de Bangkok en una aerolínea vietnamita y llegaron a Pnom
Pen sólo para cambiar a una compañía de Cambodia. El 19 llegaron a Sien Reap a las
5:30 de la tarde y se quedaron dos días admirando las ruinas de Angkar que mantienen
muy bien preservadas aunque datan del siglo XIII. Ahí mismo se encuentra el complejo
de templos con muchas esculturas, el templo más renombrado es Angkur Wat.
El 22 salieron temprano en la mañana en Royal Air Cambodia hacia Teherán
pasando de regreso por Pnom Pen donde llegaron a las 8:00 y les quedó todo el día
para conocer esa ciudad de arquitectura exótica donde la cocina francesa es muy
apreciada. Les quedó tiempo de visitar el museo donde se encuentra la colección de
esculturas de Khmer. El 23 de noviembre en Ruta a Teherán por la aerolínea Vietnamita
212
pasaron de regreso por Bangkok por un día que aprovecharon para ver sitios que no
pudieron ver la primera vez. El 23 llegaron por Air France a Teherán a las 11:00 de la
noche. El 24 de noviembre llegaron a Irán. Recorrieron la capital de uno de los más
antiguos imperios, Teherán. Vieron el gran palacio Golestan. Compraron en los bazares,
visitaron el museo arqueológico y otros museos, también la Escuela de Bellas Artes, las
joyas de la corona y la Mezquita Sepahselar.
RAMÓN EN IRAN – 1965
El 25 a las 7:00 de la mañana dejaron Teherán en la aerolínea Iranesa y una hora
después llegaron a Isfahan. Tomaron una excursión a Meidan Shah Luftfullah y a la
Mezquita Juma Hall de 40 columnas. Vieron las viviendas de los armenios con antiguas
iglesias cristianas, aquí visitaron algunos puentes importantes y otros edificios que eran
maravillas arquitectónicas. El viernes 26 de noviembre tomaron la aerolínea de Irán y
llegaron una hora después a Chiratz donde en una visita rápida estuvieron en la
mezquita construida en el año 893 antes de Cristo. También vieron la que llaman
mezquita nueva del siglo XIII y visitaron otra capilla del siglo XIV, las tumbas de muchos
213
famosos, etc. Después viajaron por tierra hasta Persópolis y pasaron casi todo el día
admirando la maravillosa arquitectura y escultura. Persópolis fue construido mucho
antes que la acrópolis. Dejaron Chiraz a las 4:30, siempre por aerolíneas de Irán y
regresaron a Teherán a tomar el avión hacia Beirut en Líbano. Llegaron a Beirut a las
6:50 de la mañana y tomaron una excursión de todo el día a Baal Bek.
El domingo 28 dejaron Beirut en la mañana y se detuvieron en Roma por una hora y
a las 12:20 salieron de regreso a Nueva York en un viaje directo llegando a las 4:45 de
la tarde después de darle la vuelta al mundo.
Ramón regresó a Los Ángeles al día siguiente donde todos lo esperábamos llenos de
alegría después de casi un mes de ausencia. Venía cargado de regalos para los niños,
para los sobrinos y para mí trajo cosas lindas de cada lugar que visitó y todo lo guardo y
lo tengo como si ayer me lo hubiera regalado y ya hace casi 40 años. Durante esa larga
ausencia nos escribíamos todos los días y hablamos por teléfono una vez por semana.
Aunque de lejos él siempre estaba ahí presente y en sus cartas él se preguntaba ¿cómo
puedo andar aquí tan lejos sin ustedes? En las cartas que me escribió de Cambodia me
decía que la gente se parecía mucho a la de Marcala.
Había hecho yo como un diario de todos sus viajes, pero al regresar a lo que se
suponía era un retiro, decidimos que no podíamos traer tantas cajas y decidimos romper
muchas cosas cuando fuimos a desocupar la casa de Marcala. Dejamos solo unas
pocas cosas y la carta en que Ramón me hablaba de Rusia se la presté para que me
enumerara las páginas pero se ha extraviado en el mar de papeles de su oficina y no la
podemos encontrar.
VIAJE A SUDAMERICA DEL 16 NOVIEMBRE AL 14 DICIEMBRE DE 1967
Ramón fue invitado a asistir en una conferencia de la Asociación Médica
Panamericana que tendría lugar en Buenos Aires del 26 al 30 de noviembre de 1967.
Salió de Los Ángeles el 16 de noviembre vía Miami y llegó a Puerto Rico, a San
Juan, su capital a las 8:30 de la noche, se quedó en el hotel Condado Beach. El 17 fue
de descanso en la mañana y de conocer la ciudad en la tarde. El 18 fue a conocer
Instituciones de Servicio Social y otras cosas interesantes y esa noche a las 10:45 de la
noche salió de San Juan vía Panamericana y llegó a Venezuela, a su capital Caracas, a
las 11:30 de la mañana del día siguiente, 19, se quedó en el Hotel Tamanaco, ese día
después de descansar fueron a visitar la ciudad, que Ramón encontró muy hermosa.
El 20 siguieron las excursiones de interés, museos, iglesias, hospitales e
instituciones de Servicio Social. En Caracas, Ramón visitó a los Barrera Moncada,
amigos que conocimos como compañeros cuando estaban en Harvard en
Massachussets. Salió de Caracas casi a la medianoche vía Panamericana y llegó a
Chile y después de visitar Chile partió para Río de Janeiro el 21 a las 7:25 de la
mañana. Descansó en el Hotel Gloria y salió sólo a dar unas vueltas para conocer la
ciudad.
El 22 fueron las excursiones a lugares famosos de Río de Janeiro, tan bellos por su
belleza natural, como por lo que el hombre ha hecho, visitaron el terrón de azúcar y la
Montaña del Corcovado donde está la gigantesca estatua de Jesús.
El 23, más excursiones y salen a las 7:00 de la noche para San Pablo, la gran Capital
Industrial y llegan una hora después y se hospedan en el Hotel Jaragua.
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El 24 se dedican a conocer San Pablo, uno de los pueblos que va creciendo más
vertiginosamente en el mundo.
El 25 salen de San Pablo a las 4:00 de la tarde y llegan después de las 7:00 de la
noche a Buenos Aires, al Hotel Alvear Palace. Del 26 al 30 de noviembre, Ramón
atendió a la conferencia anual de la Asociación Médica Panamericana y aquí presentó
un trabajo sobre: Psiquiatría Educacional y Salud Mental Educacional.
Después de cinco días de interesantes trabajos asistiendo a las presentaciones de
sus colegas termina la conferencia.
El viernes, diciembre 1, pasean en Buenos Aires medio día y salen a la 1:15 para
Chile, llegaron a las 5:00 de la tarde a Santiago y se quedó en el Hotel Carrera Hilton, el
día siguiente fue de conocer la ciudad, el 3 hubo una excursión de todo el día a Viña del
Mar donde les sirvieron un delicioso almuerzo.
El 4 dejó Santiago a las 6:30 de la tarde y llegó a Lima, Perú, al Hotel Savoy. El 5,
excursiones en la ciudad de Bogotá. El 6 de diciembre tiene otra excursión en
Pachacamac. El 7 salen de Lima, en Perú, a las 8:00 de la mañana y llegan a Colombia
donde descansa unas horas en el Hotel Tequendama y pasean toda la tarde viendo la
famosa plaza, la iglesia de oro y algunos museos. El día siguiente continúan tomando
excursiones a lugares históricos y de interés. Aquí en Bogotá, se reunió con su amigo y
colega el doctor Agusto Buen Día. Vio a su familia y pasaron recordando de sus vidas
de estudiantes en Harvard.
El 9 sale de Bogotá a las 10:00 de la mañana y llega a la ciudad de Panamá a las
11:15, se hospeda en el Hotel Panamá Hilton y en la tarde se dedica a conocer las
ciudades a vista de pájaro y llega al aeropuerto el 10 de diciembre dirigiéndose a
Tegucigalpa donde llega a las 9:00 de la mañana. Se dedica a ocuparse de sus asuntos
y a ver parientes y el 12 a las 8:25 sale para Marcala. Quiere ver a mis papás, al resto
de la familia para traerme noticias de ellos, siempre está pendiente de ellos y esas
atenciones me llenan a mí de inmensa gratitud. Se quedó en Marcala solo un día y
regresa a Tegucigalpa donde se queda dos días más, el 15 y el 16, y sale de regreso a
Panamá donde toma la Panamericana hacia Los Ángeles donde todos estábamos
ansiosos por abrazarlo, a las 10:30 llegó después de un largo mes de gratas
impresiones para él, pero a nosotros nos hizo inmensa falta.
En 1968 tuvimos dos acontecimientos, uno que nos dio inmensa tristeza y el otro que
nos llenó de alegría y satisfacción.
El 31 de enero de 1968, nos avisaron de San Salvador que Isra, el esposo de mi
hermana Marina, había muerto repentinamente de un ataque al corazón. En cuanto
pude, volé para estar con ellos pero ya no llegué hasta después de la hora del entierro,
tal vez es mejor así, me quedó la imagen de un Israel sonriente y cariñoso.
Fue muy triste para mí perder este hermano querido y muy doloroso ser testigo de la
gran pena de Marina y sus dos hijos ya que sólo hacía un año que habían perdido a
Tony en el accidente ingrato que ya relaté. Me quedé en San Salvador como cuatro días
y tuve que regresar porque tenía mi trabajo esperándome.
En este año tuvimos la satisfacción de ver a Frank, el hijo mayor, recibir su diploma
de Los Ángeles Trade Technical College, con el título de Técnico Asociado en Aire
Acondicionado y Calefacción. Frank hizo dos años de especialización y como Junior
Engineer, o sea ingeniero, obtuvo su trabajo con el templo Sinai, de donde le faltan solo
215
dos años para retirarse y donde se ha convertido en el empleado de confianza y de
grandes responsabilidades. Él está a cargo de que todas las funciones religiosas y
sociales del templo marchen sin problemas y lo han puesto hasta de supervisor de las
construcciones que han agregado y él es jefe de todo el personal de mantenimiento.
Frank ha sido siempre muy especial, en un tiempo usó sus vacaciones para ir a
ponerle luz y aislar las paredes de un orfelinato en uno de los pueblos fronterizos en
México. De esta manera los niños no sentirían frío.
Frank también construyó su casa empezando desde los cimientos, sólo contrató
ayuda para poner las vigas y cosas muy pesadas que él solo no podía mover. Le quedó
una casa hermosa con cuatro dormitorios, con una sala grande y una cocina y comedor
también suficientemente grandes y cómodos.
Siempre es el hijo atento y cariñoso para nuestros cumpleaños y para el día de la
madre llega a darnos desayuno desde Alhambra, que está a dos horas y media de
Santa Bárbara.
Ya conté cuando estuvo en el ejército como voluntario por tres años, se fue casi un
niño pues acababa de cumplir los 18 años y regresó ya hecho un hombre con los 21
años cumplidos.
VIAJE A CANADA Y NUEVA ORLEÁNS
1969
Ninguno de nosotros conocía Canadá. Cuando estando en Pittsburgh los amigos
Puttnam nos llevaron a las Cataratas del Niágara, íbamos a ir a almorzar del lado de
Canadá que quedaba al sólo cruzar el puente, pero Ramón y yo no andábamos con los
pasaportes y los hondureños necesitábamos visa, esa vez llegamos a la mitad del
puente la otra mitad era el Canadá y yo sólo puse un pie del otro lado.
14 años después, Ramón había arreglado un viaje con toda la familia. Pudimos
conocer hasta entonces un país tan interesante. Salimos el 21 de junio de 1969 de Los
Ángeles por Western Airlines. Íbamos en el viaje Ramón, Rey, Oscar y yo.
Llegamos a Vancouver a las 9:30 de la noche y nos hospedamos en el Hotel Castle
donde estuvimos por dos noches.
El 22 tomamos una excursión en Gray Line hacia Capiland Canyon y subimos la
montaña Grouse en sillas sostenidas por un cable hasta llegar a la cima, todo esto fue
espectacular.
El 23 a las 8:00 de la mañana salimos a Victoria, primero por bus y luego tomamos
un vapor y llegamos al Hotel Cherry Bank en Victoria, ésta es una ciudad preciosa.
Tomamos una excursión a los famosos jardines Buchard que estaban divinos con una
explosión de flores maravillosas. Caminamos bastante, pasamos por una hamaca
colgante que a los niños les encantó a pesar de que se movía mucho y yo recordé mi
experiencia cuando atravesamos el río Higuito por hamaca a la que le faltaba tablas en
muchas partes, cuando tenía yo entonces 8 años, en nuestro viaje para Santa Rosa.
También fuimos a la Península Sacmich.
Victoria nos encantó y en ese tiempo de vacaciones estaba muy visitada por turistas
que encontramos por todos lados.
El 25 tomamos una excursión al monte Rainier y ésta fue otra espectacular
experiencia y fue la culminación de estos días en que pasamos los cuatro juntos y que
216
gozamos mucho. Ese mismo día salimos por barco para Seattle donde conocimos algo
de la ciudad, sobre todo donde había estado la Feria Mundial.
El 26 salimos vía Western Airlines y llegamos a Portland a las 4:30 de la tarde, nos
hospedamos en el Hotel Royal Inn Portland. Cuando andábamos conociendo la ciudad,
Ramón me sorprendió de nuevo con su generosidad y su bondad. Sabía que yo andaba
preocupada porque mi hermano menor Pelayo, quien había tenido un accidente en
Marcala y había peligro de que perdiera su pierna, lo habían traído a Nueva Orleáns
donde estaba hospitalizado, y lo acompañaba su esposa Thelmita. Ramón me dijo: “ya
le tengo el pasaje para Nuevo Orleáns y usted se puede quedar el tiempo que necesite
viendo a su hermano. Cuando nosotros salgamos para Los Ángeles, usted vuela a
Nueva Orleáns”. Así ha sido mi Ramón, yo no tengo que expresar mis deseos, él los
adivina. Ya he contado como, al terminar la universidad o para felicitarme por pascua o
para mis cumpleaños, me regalaba los pasajes para ir a Honduras a visitar a mis
padres.
Así que cuando ellos volaron a casita, yo tuve que atravesar el país de noroeste a
sureste a ver a mi hermano. Cuando llegué ya lo habían operado y por desgracia no
pudieron salvarle su pierna, fue un inmenso dolor el que sentí al verlo y a pensar en la
inmensa pérdida que él estaba sufriendo. Por la bondad de Ramón, pude estar con ellos
y acompañarlos. Thelmita estaba en la pensión que tenía Aidé Molina Castellanos, una
amiga marcalina, y ahí me iba yo con ella ya tarde en la noche. No pude quedarme más
que cuatro días, pues eran lo que me quedaban del permiso que me dieron en el
hospital para ir a la excursión de Canadá. Con el corazón desecho les dije adiós.
Después, Pelayo aceptó la invitación de venirse a recuperar a nuestra casa después
de dejar el hospital, pues en Los Ángeles podía además de recuperarse, empezar su
rehabilitación y quedarse con nosotros lo que fuera necesario.
Se quedó sólo dos meses porque el doctor que los vio en el Instituto de
Rehabilitación del hospital donde yo trabajaba, Cedars of Lebanon, había estado en
Honduras y visitado el nuevo Instituto de Rehabilitación en Tegucigalpa y nos dijo que
era excelente y que él se había impresionado con el trabajo que hacían. Recomendó la
conveniencia que mi hermano hiciera su rehabilitación estando cerca de su esposa y de
sus hijos, ya que según su experiencia, los pacientes se rehabilitaban mejor en esas
condiciones. Thelmita había tenido que regresar a Marcala, pues tenía un trabajo de
mucha responsabilidad en el Banco Banadesa, así que Pelayo regresó a Honduras
cuando ya nos habíamos acostumbrado a su dulce presencia.
El accidente de Pelayo fue en los días de la infame guerra de El Salvador con
Honduras, pero no relacionado con ella. Cuando él llegó a estar con nosotros, ya había
pasado nuestra inmensa e intensa ocupación recogiendo ropa y medicinas para enviar a
los damnificados.
Suzy Martínez Fuentes de Stevenson nos convocó a los hondureños para que nos
reuniéramos en la Iglesia Unitaria de Pasadena y que cada uno llevara lo que había
recogido, que nos ocuparíamos de seleccionar los artículos y empacarlos. Como los
hondureños estábamos organizados por medio de la Sociedad Hondureña en Los
Ángeles, acudió muchísima gente. Nunca olvidaré el primer día que nos reunimos,
éramos más de 60 personas trabajando silenciosamente, sólo se oían suspiros, era
217
como estar en los velorios de hace muchísimos años atrás, y es que el duelo era
profundo y general.
Hubo un momento en que a alguien se le ocurrió que cantáramos el himno nacional
de Honduras, nuestro himno, la voz nos salía mezclada de sollozos y las lágrimas nos
corrían por las mejillas.
Nunca logré entender yo como un país hermano hiciera tanto daño a otro, que
sintiera tanto odio, pues las cosas que se reportaban eran crueles y hasta
espeluznantes. Mucho tiempo después supe yo del papel sucio que jugaron los
periodistas azuzando a los dos lados a la violencia, al odio y a la venganza.
Mi pobre pueblo de Marcala era el más amenazado pues ahí vivía la familia del
presidente López Arellano.
Había gran temor, pues Marcala queda a solo 25 millas de la frontera con El
Salvador. Dicen que el pueblo quedó desierto. Toda la familia Bonilla-Arellano y sus
allegados se refugiaron en la casa grande que mi hermano Adán tenía en El Caracol,
donde estaban las fincas de café. Mucha gente del pueblo también se vino al mismo
lugar y se refugiaron en las casitas de las cortadoras que por no ser tiempo de cosecha
estaban desocupadas.
Dicen que eran más de 25 niños sólo de la familia y para ellos fueron días de juegos
y de alegría ya que no entendían la gravedad de lo que ocurría. Tenían donde corretear
por el campo y donde jugar en los grandes patios enladrillados donde se secaba el café
que en ese tiempo estaban vacías.
Por dicha la organización de Estados Americanos intervino, aunque yo creo que muy
tarde y El Salvador tuvo que retirarse de los pueblos y campos que había tomado. Pero
nunca lo declararon agresor.
Mi hermano Adán nos contaba de su horror, de su indignación e impotencia cuando
al poner el televisor vio la bandera de El Salvador izada en Ocotepeque y cuando
empezó a oír los detalles de cómo iban destruyendo con tanques los pueblos vecinos.
En Marcala, tan vecina a El Salvador, teníamos gente salvadoreña que se había
establecido ahí por muchísimos años, era gente buena, trabajadora, honesta y muy
amigos de todos, pero cuando vino la guerra de la noche a la mañana, se convirtieron
en enemigos y los odios desatados en su contra los obligó a huir dejando sus negocios,
sus trabajos, sus casas y todo lo que tenían en el pueblo. Popo, mi hermano, y mi
papaíto les ayudaron a salir antes que los lincharan y la mancha brava organizada en
esos días se atrevió a manchar las paredes de mis viejitos diciéndoles traidores ¡qué
injusticia, qué impertinencia y falta de respeto!
En El Salvador vivía mi hermana Marina de Barrios, viuda de Israel Barrios,
salvadoreño, con sus hijos y también vivía ahí Margarita de Aparicio, nuestra otra
hermana, con su esposo y sus hijos.
A Margarita no la molestaron pero a mi pobre hermana Marina la declararon enemiga
de El Salvador y en Honduras también le levantaron miles de historias y mentiras
llegando hasta romper sus retratos que estaban en la normal de Señoritas donde ella
fue directora por varios años en el tiempo del doctor Villeda Morales. Marina tuvo que
volar a Chicago donde vivía su hija Marinela y después llegó a estarse temporadas con
nosotros en Los Ángeles. Israel ya había muerto, cómo hubiera sufrido él al ver que su
esposa fue desterrada de su adoptiva patria y también de la patria donde nació.
218
Las guerras sólo traen dolores y odios. No sé si algún día el género humano
aprenderá a resolver conflictos de una manera civilizada sin violencia.
Tardó muchísimos años la firmada de la Paz entre Honduras y El Salvador. Costó
mucho resolver los problemas de los bolsones y otros muchos más. Al fin se firmó la paz
en los años 80, pero siempre quedaron los residuos de desconfianza, temor y algo de
odio. Cuando se firmó la paz con El Salvador, nosotros ya vivíamos en la casa que
hicimos en La Granja en Tegucigalpa, papaíto estuvo con nosotros en esos días.
Nuestro corredor nos sirvió como palco de donde mirábamos el estacionamiento del club
del Banco Central, donde fue la sede de las pláticas y de la firma del Tratado de Paz,
desde nuestro corredor vimos la llegada de todos los dignatarios en cuenta nuestro
Presidente de la República.
En 1969, muy cercano al impacto que tuvo la guerra en nosotros, contemplamos otro
impactante acontecimiento pero de resultado completamente opuesto: este nos produjo
por un lado admiración y por otro casi incredulidad de que fuera posible algo hasta
entonces considerado inalcanzable. ¡El hombre conquistó el espacio, el hombre llegó a
la luna! Qué maravilloso acontecimiento pero a mí, en medio de la admiración, me dio
algo de tristeza al ver que hemos adelantado mucho en las ciencias y muy poco en las
relaciones humanas. El hombre es capaz de conquistar el espacio, maravilloso logro,
pero no ha logrado erradicar las destructivas guerras que pueden acabar con nuestro
planeta.
Viajes a San Francisco, California.
En 1970 fuimos al 123° congreso anual de la Asociación de Psiquiatría Americana
que tuvo lugar en la ciudad de San Francisco, del 11 al 14 de mayo de ese año.
Fuimos huéspedes de nuestros entrañables amigos Hugo y Godelieve del Bosque,
ya habíamos estado en su bella casa estilo Español en Sausalito, más de una vez.
Nos inscribimos para el congreso más de 12,000 personas, el día de la inauguración,
el auditorio masónico Nov Gill estaba repleto, ese día Ramón recibió uno de los altos
honores con que la sociedad distingue a miembros que ha hecho contribuciones
meritorias a la psiquiatría. Fue electo “Fellow” de la Sociedad Psiquiátrica Americana.
Qué emoción la mía cuando él recibió su medalla.
Esa noche, el doctor Hugo del Bosque y su esposa dieron una recepción en su casa
para los colegas latinoamericanos y algunos de los profesores. Godelieve me pidió que
le ayudara a servir el vino. Estaba en esto cuando me sorprendió el pensamiento de que
soy muy dichosa al sentirme en este ambiente como si fuera mi mundo. Y pensé, no
hace ni cinco días que estaba en un ambiente casi rural en mi Marcala, otro de mis
mundos donde nací y crecí. Soy feliz EN MIS DOS MUNDOS pensé. Así que cuando me
tocó ponerle el título a mi librito lo bauticé con “Mis dos mundos”.
Acompañé a Ramón a todas las sesiones científicas. No me tentaban los variados
programas sociales para entretener a las damas, como yo trabajaba en una clínica
psiquiátrica como psicoterapeuta, todos los tópicos me interesaban y el estar con
Ramón era el mejor aliciente.
Regresamos a San Francisco del 28 al 31 de octubre de 1971, cuando me pidieron
que presentara un trabajo en el Congreso de Trabajadoras Sociales de California, el
tema era “Feminidad, feminismo y psicoterapia”. Lo recibieron con mucho interés e
hicieron muchas preguntas. El congreso tuvo lugar en el hotel Sheraton Palace.
219
Antes de ir a este congreso me pasó algo muy interesante, la misma amiga que nos
vendió los perros samoyeds, nos pasaba invitando para que asistiéramos a una sesión
con psíquicos que ella creía eran excelente, al fin una noche Ramón se decidió e hizo
tiempo para que fuéramos, mi hermana Marina, que había llegado de Chicago el día
anterior, nos acompañó, encontramos a Betty que nos esperaba en el lugar. Yo no tenía
idea de cómo sería el programa, me lo imaginaba más como una demostración de esas
que hacen en público. En cuanto llegamos, dijo Betty: “que entre Tanchis primero”. “¿A
dónde, con quién?” pregunté yo algo alarmada y me señalaron una puerta. Así que entré
en un cuarto en penumbra donde un hombre estaba sentado en una silla, al verme me
pidió en una voz muy baja que me sentara enfrente de él en un sofá. Se quedó quieto un
momento y luego me dijo: “Veo atrás de usted a una señora parecida a usted que tiene
el pelo muy cortito ¿conoce usted quién es?” Yo le dije que era mi hermana Marina
recién llegada y que se había cortado el pelo bien corto, animada yo con eso cuando él
preguntó: ¿Quiere hacerme alguna pregunta? Entonces yo le dije: “tengo que ir muy
pronto a San Francisco a leer un trabajo en una conferencia, ¿Cómo saldré de ese
compromiso?” Él me dijo: “no, algo va a suceder y usted no podrá leer su trabajo”, algo
me asustó, y luego él dijo: “usted va a tener un dolor muy grande en estos días, un
señor al que usted quiere mucho va a morir”. Yo le pregunté: “¿Quién?” Él dijo: “no sé el
nombre pero es mayor, algo alto no muy gordo y usa lentes de aro grueso negro”. Con
eso respiré mejor, ni mi papá ni Ramón usan lentes así. El señor también me dijo que
esa persona moriría lejos de su casa y muy solo. El día de la conferencia yo estaba en
San Francisco lista para leer mi trabajo y pensando si algo ocurriría para impedirlo. En
eso el psíquico falló, pero no en lo segundo, antes de los ocho días, recibimos la triste
noticia que el Doctor Ramón Villeda Morales había muerto en Nueva York, él era el
Embajador de las Naciones Unidas. Murió lejos de su familia y murió solo. Minita estaba
arreglando el viaje para irse pronto donde él y el día de su cumpleaños estaba
esperando ansiosa su llamada de felicitación pero la llamada que le llegó fue el aviso de
que su amado Ramón había muerto, solo en su cuarto del hotel, un ataque cardíaco se
lo llevó. La noticia conmovió la sociedad hondureña, fue un duelo nacional y causó un
dolor profundo en nosotros, sus amigos, yo pensaba mucho en Minita, ese día yo
siempre la he llamado para su cumpleaños y esta vez tuve que llamarla para decirle que
estábamos llorando con ella.
Visitamos San Francisco tal vez unas cinco veces cuando estuvimos en Los Ángeles
y mientras nuestros amigos del Bosque vivieron en tan bello lugar.
Ellos fueron a probar a vivir en México ya que él era mexicano, pero se sintió extraño
en su tierra. Ya su madre había muerto. Regresaron a San Francisco, después vivieron
en Bélgica y hoy están establecidos en Suiza.
220
CAPITULO XXXVIII
VIAJES A ESCANDINAVIA, RUSIA, HUNGRIA Y FRANCIA
(Re-escrito en sumario para mi Tanchis, quien por años me ha pedido un recuerdo
escrito de este viaje que tuve que hacer sin su compañía. Tengo otras descripciones
muy largas de este viaje. Lo hago finalmente bien corto, pero con gran lentitud por mi
handicap visual motor en julio 2011).
Este viaje fue preparado cuidadosamente de tal manera que en su itinerario, de
Noruega, del 25 al 30 de junio de 1973, seguiría Dinamarca, del 1 al 4 de julio, Suecia,
del 5 al 8 de julio, del 9 al 10 de julio en Finlandia, luego en la Unión Soviética del 11 al
17 de julio con visitas a Moscú, Leningrado (San Petersburgo) y a Kiev. Al salir de la
Unión Soviética pararía en Hungría, 18 al 20, para visitar Budapest y seguir hacia París
donde se celebraría el vigésimo-octavo Congreso de la Asociación Internacional de
Psicoanálisis del 22 al 27 de julio, todos del año 1973, y luego regresar a Los Ángeles.
Imagínense mis grandes emociones y actividad de mi llegada por avión a Noruega,
mi entrada a Oslo, a la dirección del Hotel donde me esperaban para el día siguiente ir a
inscribirme al Congreso Internacional de Psicoterapia, e iniciar mis intensas tareas.
Después visitar la ciudad y en días siguientes viajar por tren hacia los espectaculares
fiordos y la importante ciudad de Bergen, tan llena de historia, de importancias
culturales, artísticas, comerciales, de intercomunicaciones marítimas y terrestres. La
música de Grieg me ha gustado, él nació en Bergen, y me ha quedado la honda
memoria de haber tenido el honor de haber celebrado su gloria al visitar su tumba y
escuchar más sobre su vida.
En Noruega, las sesiones del Congreso y las visitas al país fueron excelentemente
preparadas y ejecutadas. Sería muy largo siquiera enumerarlas aquí.
Logré salir temprano de Oslo a Copenhague, y aquí en Dinamarca, encontré esta
ciudad, muy bonita, mucho más grande, mucho más elegante, mucho más turística de lo
que me imaginé, llena de grandísimas y muy lindas avenidas, de muchísimos palacios y
de tantas anécdotas. Estos daneses eran en realidad los agresivos y atrevidos
comerciantes de esta parte nórdica. Conquistaron a Noruega y la tuvieron sometida por
muchos siglos hasta 1905. Originalmente eran de Dinamarca territorios de Inglaterra y
Alemania, Islandia, Groenlandia y las Islas Feroë. Entiendo que actualmente aún le
quedan a Dinamarca las últimas dos.
La carta hablada que envié a Tanchis y los niños con detalles de mi visita a
Copenhague me quedó de ejemplo de las descripciones de mis ocupadas visitas por
esos países, contándoles además de lo relacionado a psiquiatría y salud mental, lo
turístico y otras ocupaciones, como buscar como reparar mis aparatos para grabar
cintas magnetofónicas, radio, etc., y el lavado y secado de ropas en noches que no
había servicios abiertos.
Veamos brevemente la suerte que me tocó en cuanto al motivo primario profesional
del viaje a Copenhague, cuando a la mañana siguiente a mi llegada venía a buscarme al
221
hotel el Profesor de Psiquiatría Dr. Juergensen, a quien había conocido en Oslo. Al
recibirme en su país tenía en su mente como me presentaría el panorama más
completo, en dos o tres, días de las teorías y prácticas en Noruega en esos días,
mostrándome las redes de enseñanza básica, más la teoría y práctica de psiquiatría y
salud mental, en Centros Universitarios, estatales, de condado, municipales y de
organización comunitaria, los sistemas de seguros de salud, los antecedentes histórico –
culturales, el sentido de identidad, los extranjeros como fuente y estímulo a formas
anormales para el país, de conductas sociales. Me presentó a muchos líderes en las
diferentes ramas del quehacer, y más con unos que con otros, pude ver lo que estaba
pasando en ese país y compartir con ellos sobre temas varios, a diversos niveles.
Fueron días llenos de estimulación y alegría.
RAMÓN EN FINLANDIA, VA HACIA RUSIA
El Prof. Juergensen, de unos 75 años de edad, es persona vigorosa, de carácter
afable, expansivo, abierto, asertivo, fuerte en sus posiciones, clara y sonora expresión
verbal y no verbal. Duerme pocas horas al día, tiene práctica en servicios oficiales hasta
después del mediodía, y cuando se jubiló, debió abrir en la tarde y noche su práctica
privada.
El primer día, vino a buscarme a las ocho de la mañana, después de llevarme a una
visita por la Plaza de los Reyes, en donde viven estos con algunos de sus familiares;
visité la Guardia Real y los Jardines Reales. Después, por fuera, algunos de los
222
Hospitales Municipales, explicándome las diferencias con los del Condado y los
Hospitales Universitarios. Llegamos finalmente al Departamento Universitario de
Psiquiatría Infantil. Queríamos visitar al Jefe de Consulta Externa en Psiquiatría Infantil,
pero estaba muy ocupado. Ya antes había conocido ahí, en el mismo Departamento
Universitario, a una psiquiatra infantil, la Dra. Thompsen, y los tres continuamos
nuestras discusiones sobre nuestro tema, Jurguensen, Thompsen y yo. Posteriormente
se retiró el primero porque tenía que atender su práctica privada.
Por su interés y estudios en la anorexia nerviosa y en la enfermedad maníaco
depresiva con presentación en la infancia.
223
Me pareció entender claramente y de varias fuentes que las terapias con
consideraciones psicosomáticas de tipo psicodinámico no eran de uso regular ni en
adultos ni en niños. El psicoanálisis y las terapias psicoanalíticas no eran propiciados, ni
siquiera en su forma existencial. Esto creía el Dr. Juergensen que se debía a que la
mente danesa se inclinaba hacia lo materialista y no a lo psicológico o filosófico. En
discusiones conjuntas con la Dra. Thompsen, para ejemplo se citó a lo que en los niños
se clasifican como desórdenes psicóticos en cuyo caso que se dejan de lado las
terapias dinámicas, y las intervenciones que guía o ejecuta el terapeuta-pedagogo van
hacia la modificación de la conducta y actividades dirigidas a ese fin, en una estructura
autoritaria y dominante, de instrucción con propósito educacional. Se usan poco las
drogas y cuando se hace su manejo es responsabilidad del Departamento de
Psicoquímica. En los casos de enfermedad maníaco-depresiva se estudiaba el uso del
litio, y se dijo que en Suecia se informaba de similares experiencias. También usaban
las anfetaminas en los síndromes de niños hipercinéticos.
Fui informado que, para casos muy necesarios, había disponible unas 26 camas en
Copenhague y como 160 en toda Dinamarca. Se calculaba que para iguales
circunstancias se necesitarían 500 camas. Creo que al hacer nuevo y sostenido el
avance en el cuidado de tales niños, identificándoles en edad más temprana e
instituyendo desde entonces servicios domiciliarios, a los que se agreguen otras ayudas
de los servicios comunitarios de la localidad de los sectores donde habiten, se esperaba
que en algunos años la demanda de hospitalización disminuyera.
Al final de la entrevista de la Dra. Thompsen, me presentó a su hijo de 17 años quien
había estado en EE.UU. un año estudiando con el Programa American Field Service. En
ese programa los menores viven como parte de una familia que en forma voluntaria les
acogen, dan cuidados y promueven su integración al país mientras ellos asisten a
programas escolares. Como intercambio, estudiantes estadounidenses vienen a un
programa similar a Escandinavia, pero sólo por dos meses, “porque no hay aquí una
familia que tolere en su casa a otra persona por más de dos meses”.
Después del día de trabajo, tomé una excursión en autobús y en barco por la bahía y
ya en tierra de nuevo, me fui caminando, paseando hacia mi hotel, andando por una
peatonal de la que salía una calle que me llevaba finalmente al hotel y pasaba cerca del
Ayuntamiento y frente al ‘Tívoli’, mundialmente famoso parque de diversiones que visité
en otra ocasión.
En la propia peatonal, con límites establecidos, había muchas tiendas con venta de
pornografías como las que una vez vimos en un viaje con Tanchis en Hawaii, en otro
momento turístico después de unas sesiones de la Asociación Psiquiátrica Americana.
Volviendo a lo de esa noche en Copenhague, pasé por un negocio en el que se
mostraban mujeres del mundo cuyo trabajo podría contratarse escogiendo el cliente
entre las de las vitrinas u otras del interior. El Prof. Jurguensen me explicó que más que
eso, el negocio de prostitución más frecuente en la ciudad era el callejero, en que las
damas iban a calles en áreas también visitadas por drogadictos, incluyendo alcohólicos
consuetudinarios.
La otra vez en que dije que fui a ‘turistear’ al parque Tivoli, no sé si para satisfacer
mis deseos de subirme a dar vueltas en ‘Los Caballitos’, yendo hacia la calle sentí que
me seguían. Así era, corría hacia mí un drogadicto gritando ¡dólar! ¡dólar! Yo corrí más
224
rápido que él y llegué a la calle, en donde afortunadamente prontamente me subí a un
taxi. ¿Intento de ‘mugging’?
A la mañana siguiente, a las ocho y media me recogió el mismo Prof. Juergensen
para llevarme a un Hospital del Condado en el cual él fue Director del Departamento de
Psiquiatría por 20 años. Esos Hospitales de Condado son de muchas especialidades; él
dirigió el de Psiquiatría, el cual visitamos. No había servicios hospitalarios para niños,
pero sí algunos adolescentes. No sabía si habrían agregado servicios de consulta
externa para niños de poca edad o en su adolescencia. En el plan, después de las
primeras visitas, el Prof. me había invitado a almorzar, pero no me permitía pagar a mí
nuestro almuerzo. Terminamos la siguiente sesión de trabajo a las seis. Después me
uniría a un grupo de excursión a sitios de alguna fama, en donde nos dicen los
organizadores que podremos observar la alegría de los participantes. Mientras llevan
unos sándwichitos los turistas observan unas presentaciones en vivo de sexualidad,
espectaculares, y se les ofrece café que no tomé, y cerveza que no he probado ni
probaré dados los malos resultados que en mí causan. Después al hotel donde se
originó la excursión y de ahí mi caminata hacia el mío.
Al día siguiente, a las 8:02, ya estaba ahí mi anfitrión. Yo aún desayunaba en el
comedor. El primer hospital a visitar después de un corto recorrido por bellos sitios
cercanos de la ciudad sería un hospital psiquiátrico para ancianos. Me presentaría a su
Directora, la Psiquiatra (dejé su nombre en el hotel y no lo pude recuperar). El nombre
del Hospital era “RING BO”. BO significa vida o vivir y el nombre del hospital significaba
“viviendas en anillo” porque los edificios están diseñados para construirse en círculo,
lado a lado, los dos edificios de dirección y administración y los doce servicios que
alojan los pacientes, como 20 camas por servicio. Todo el hospital era muy moderno, los
edificios elegantes, los servicios y equivalentes y el personal bien seleccionado. Los
predios amplios fuera de la ciudad, todo pagado por ella, cercano, en la provincia, sin
tener que destruir el bello parque y monumentos, ni edificios que daban otros servicios.
Durante el almuerzo, obsequié a la Directora un estuchito compacto que me regaló
Tanchis para el viaje con quita chapa de botella y un anillito para colgar llaves. A la
Doctora le gustó mucho pero le apenaba que me desprendiera de él. Le expliqué que
para mi Tanchis sería un placer que se quedara en sus manos.
Los ancianos de ese hospital tienen varios grados de deterioro mental, en edad, la
mediana es de 86 años y medio, y se admiten después de los 75 cuando ya no hay
camas para atenderlos en los hospitales citadinos. Por ley, el hospital Ring Bo debe
admitirlos.
Después visitamos el Hospital Psiquiátrico para Adultos que dirigía en ese tiempo el
Dr. Michelzki, Príncipe de Hungría, refugiado político cuando los soviéticos invadieron su
país. Ese hospital es sólo para pacientes agudos, con máxima permanencia de siete
días, después de lo cual se refieren a hospitales de área con servicios de mayor
duración, en caso necesario.
La tercera visita de ese día fue a un Servicio Psiquiátrico para Adolescentes, a nivel
municipal, el primero en Dinamarca, fundado cinco años antes. Ahí conocí a la Dra.
Aarkroll. En ese servicio se acepta más la psiquiatría dinámica y de interacción familiar;
se tiene contacto con las familias, con las escuelas que los jóvenes atienden y los
servicios para adolescentes con problemas mayores pero que aun no necesitan
225
hospitalización. Le cuento por ser muy interesante que cuando visité ese hospital había
pocos adolescentes. ¿Y cómo así? Me explicaron que la hospitalización fue indicada por
la explosión de afectos, de las tensiones entre adolescentes y padres, debido al
decaimiento en el rendimiento escolar.
Al terminar el año escolar y cerrar las escuelas, disminuían las transgresiones
afectivas y los adolescentes ya podían vivir nuevamente con sus padres temporalmente.
Y otro dato que puede interesarle es que en ese tiempo los tratamientos a todos los
niveles se hacen por psiquiatras y enfermeras. Ahí no trabajaban psicólogos. ¿Por qué?
¡Es que ganaban mejor en sus prácticas privadas, aparentemente sin las regulaciones
de las otras dos disciplinas mencionadas!
En un departamento universitario de los que vi ayer, me enteré de la existencia en
ese servicio de una Sección de Estudios, para observación, diagnóstico y algún
tratamiento. Si se encuentran criterios que apuntan hacia lesiones orgánicas, se admiten
para hospitalizaciones de mayor tiempo. No pude ver entonces la Consulta Externa de
Menores de la Clínica Psiquiátrica. Pero hoy se me informó que un Dr. con nombre que
me parece ser Klebebenhoerter está interesado en estudios de sexualidad de la infancia
y niñez, los problemas que en esa edad se manifiesten y en la educación sexual. En ese
campo recientemente ha escrito un libro. En lo clínico eso se considera como una súper
especialización, mientras que en las escuelas de medicina y para maestros de
enseñanza superior ya existen las cátedras de sexología.
Mi segunda visita de ese día fue al Departamento de Psiquiatría Infantil del Hospital
Municipal en donde me recibió la Dra. Gudrun Brun, Directora Médica y Administradora
del Departamento, una señora muy agradable, a quién estimé, que había llegado a sus
sesenta años, y quien trabajaría en esta clínica un par años más para dedicarse del todo
a su práctica privada de psiquiatría geriátrica. Supe por alguien más que a sus pacientes
mayores les gustaba mucho su presencia y su estilo tranquilo y reposado. Esta doctora,
en colaboración con una colega, fueron las iniciadoras de la Psiquiatría de la Niñez en
Dinamarca. En los años de la Gran Guerra Mundial, ella trabajaba en el Servicio para
adultos al cual a veces se referían menores con trastornos de la impulsividad y menor
control que el esperado como socialmente adecuado para adultos. Los menores
llegaban al hospital municipal referidos por los de Bienestar Social. Crecía el interés de
la Dra. Brun, prosiguió estudios, tuvo su psicoanálisis personal con la Dra. Nick Wahl,
buscó más saber, fue a Suiza, después por largo tiempo con la Dra. Mahler, a quien
aprecia altamente y a quien considera una fuerza poderosa de lo que la Dra. Brun ha
llegado a saber en teoría y la forma en que practica la especialidad. Fue después a
Filadelfia y la Clínica Menninger, en Minnesota. Tuvo contacto también con Anna Freud.
Ya de regreso a Dinamarca, fue cofundadora de la Psiquiatría Infantil, se interesó en las
necesidades de los niños con retardo mental y trastornos cerebrales acompañados de
desórdenes de la conducta y de la mente, todo en el contexto de la psiquiatría danesa
que ella influencia con su conocimiento psicoanalítico y dinámico, su influencia parece
extenderse fuera de la psiquiatría infantil a la de adultos en el Hospital Municipal. En
1972 irá a Filadelfia, EE.UU., en donde se celebrará el Congreso Internacional de
Psicoanálisis y de Psiquiatría Infantil y presentará un escrito sobre las recomendaciones
del psiquiatra infantil sobre la colocación de niños separados de sus padres en casos de
divorcio, en Dinamarca. En agradable discusión con la Dra. Gudrun sobre temas teórico
226
prácticos en psicoanálisis, y su significado para el analista en su práctica comunitaria y
administrativa termina mi peripatético estudio de la psiquiatría de esos años en el bello
y, para mí, extraordinariamente hospitalario país danés a través de sus psiquiatras de
habla inglesa. Se lo he relatado aquí con alguna extensión para “Mis Dos Mundos”
porque he podido capturar en esa carta hablada un aspecto interior de mi recorrer el
mundo teniendo al enfermo mental al que he atendido, siempre en mi mente, y pudiendo
encontrar en países lejanos para los hondureños, colegas con igual pasión que la mía,
en vidas que encontraba tan paralelas y sin estorbos para compartirse, afectivamente
también, en casi íntimo coloquio transcontinental, encontrando una lengua en la que
habláramos, sin ser ni el Danés ni el Español a la Hondureña, una lengua: transracial,
transcultural, como si viniera del alma humana.
Todo esto quita importancia al resto de este viaje que sería necio querer vivirlo de
nuevo para su libro con este sabor especial.
Básteme para tal propósito, pues, mi amada Tanchis que siguió mi trazada ruta de
Copenhague, volé a Suecia, aterrizando en Estocolmo. Para los que nos lean dejo a su
propio recuerdo y conocimiento este divino mundo de Estocolmo. A la punta de sus
dedos están además las visualizaciones por medio de Internet, Estocolmo, la ciudad
construida en catorce islas en la desembocadura del Lago Mailaren en el Mar Báltico.
Mi visita no fue tan intensa. Para decir algo después de estos párrafos, imagínese mi
embeleso al recorrer en visitas a museos, zonas, a pie, en autobuses o barcos algunos
tan alabados, con razón, pedacitos de Estocolmo. Me maravillé de veras de la extensión
de la ciudad subterránea, sus grandes zonas comerciales y los rascacielos que las
contienen. Y qué pesar al no poder comprarle más que una pequeña joya con sabor de
artistas suecos.
En psiquiatría, pude visitar un moderno Departamento de Psiquiatría de la
Adolescencia. La bella y elegante doctora que me atendió había regresado hacía poco
tiempo de un largo adiestramiento en las Estados Unidos. Conversamos sobre áreas
comunes de teoría y práctica en Suecia y EE.UU. No recuerdo en este momento que me
haya mencionado ninguna de las seguramente múltiples contribuciones específicas de
su gran país.
Al final de la entrevista le pregunté si podría extenderme una constancia de mi visita
a su Departamento y el propósito y logro de la misma. Me contestó que inmediatamente
lo dictaría en inglés desde luego y prontamente estaría impreso. Me dijo que se
imaginaba que lo querría hacer enmarcar y que lo pondría en la sala de espera u otro
sitio en mi oficina de Los Ángeles, en donde vivíamos en aquel tiempo. ¡Buena
imaginación! Ese debería ser un destino elegante para el certificado y placer para mí.
Pero lo que tenía yo en mente era agregarlo a mis comprobantes del tiempo dedicado
en este viaje a la psiquiatría, como para ayudar a que el Impuesto sobre la Renta me
diera deducción por días de estudio.
Me despedí con tristeza de Suecia. Tal vez el destino que ayudó a confirmar que
podría volver a verla. En mi excursión nocturna por su costa, en el barquito para turista
en que viajábamos, hubo un súbito pequeño sobresalto y no sé en qué forma perdí mis
anteojos. Al día siguiente ya sin ellos volé hacia Finlandia por un día. En Moscú trataría
de reemplazarles. ¿Cómo es que no llevaba yo unos anteojos de emergencia?
227
Finlandia... por mucho tiempo he prometido a Tanchis una corta información sobre mi
día en Finlandia, en su capital Helsinki, tan deseado por mí. Sin notas de 1973, y mi
memoria en gran descanso, tengo el pasaporte con que entré y salí, y una idea general
del país y su hermosa capital, y profundo recuerdo de su gente, su deseo de ayudar al
turista. Al vagar yo por sus calles, con los nombres de sitios que quería visitar, siempre
hubo personas que quisieron ayudarme. Podía yo no entender en que dirección, ya en la
calle, me decían que siguiera y me iba en la opuesta hasta reorientarme más allá.
Tengo también en mis manos un sobre que envió Tanchis desde Woodruff Ave. en
Westwood, Los Ángeles a ese Hotel. Le fue devuelta porque yo ya había salido de ahí.
Buscándolo ahora en Internet, no encuentro uno con ese nombre, me parece que es
ahora el Radisson Blue de Helsinki, que substituyó al Helsinki SAS, que está situado
centralmente, cerca del distrito comercial, de la estación ferroviaria y terminal de
ferrocarriles y una terminal de autobuses del aeropuerto. Internet me permite ver fotos
de la Catedral, la Plaza del Senado, otro monumento cercano y de una playa local de
fama.
Los primeros habitantes fueron los Sami o Lapps. Estos fueron obligados a retirarse
a zonas más cerca del Polo Norte desplazados por los que hablaban el finlandés.
Sucedía esto hacía el comienzo de la era cristiana. Allá por 1550 fueron sometidos los
Finlandeses al Cristianismo y formaron parte de Alemania a veces y de Rusia otras.
Obtuvieron su independencia en 1948. País marítimo, industrial y comercial, tiene una
alta posición presente como Premio Internacional de La Paz Mundial, en desarrollo de
comunicaciones a nivel de alta tecnología electrónica. Su creación de Nokia significó un
gran progreso mundialmente.
Además del sobre de la carta que regresaron a Tanchis, he logrado conservar una
página en finlandés del Helsinkin Kaupingin museo, el Museo Municipal, y
específicamente del Helsingin Tulo Paakaupungiksi, en lo que aparece la lista de 30
pintores de Finlandia cerca de los 1800 a 1840. Debo haber visitado algunas salas. En
Internet leo ahora corta información, con ilustraciones de ese famoso Museo Municipal
con fotografías. Tiene tres pisos, toda la historia de la ciudad, etc.
De Helsinki volé a Moscú, con un grupo turístico. Yo llevaba para el Profesor Dr.
Gilyssheva, creo, conectado con el Departamento de Psiquiatría de la Adolescencia, del
Instituto V.M, Bechterev de Leningrado, un libro que de ahí habían solicitado a un
psicoanalista de Los Ángeles, a quien yo conocí por medio de otro amigo colega, Dr.
Larry Pomer. Se trataba del Dr. Izadore Zafferstein, quien en los últimos años había
hecho varios viajes a la Unión Soviética y publicaba sobre sus viajes repetidos. Yo visité
al Dr. quien conversó conmigo sobre esos viajes y se alegró de la oportunidad del envió
por mi medio de ese libro para el Departamento de Psicología. El nombre del libro en
inglés creo que era “The World Test of Lowenfeld” que había sido publicado por Ruth
Boyer. Esta circunstancia me hacía diferente de los grupos turísticos con pasaporte de
EE.UU. que viajábamos juntos, y esto les asustaba porque ellos creían más bien que yo
estaba en peligro. Pasamos los trámites de rigor. El tour estaba listo, creo que la
elegante guía era una señora Levy o Levin. En aquellos tiempos, gracias a mi habilidad
para aprender elementos de conversación en varios idiomas unas semanas antes con
cintas magnetofónicas y libretos, ya hablaba yo algo y leía algunas letras en ruso, por lo
menos los carteles, estatuas, etc., con el nombre de Lenin. Eso me ayudó a tener mejor
228
contacto con la guía, que desde luego se dirigía a nosotros en inglés. Entre nuestro
grupo llegaron a decirme “el que entiende ruso”, y me buscaban en las tiendas para que
les ayudara. Aún cuando era escaso el idioma, mi pronunciación no parecía mala.
Tiempos aquellos.
En Moscú y Kiev no pensé en contacto con psiquiatras, no tenía nexos. Dejo a sus
conocimientos, bibliotecas, Internet, revisar la historia y belleza de esas ciudades. Vi
tanto en tan poco tiempo. En vez de docto siempre puedo pasar a un par de anécdotas.
Cuando visitamos unas oficinas en la Universidad Lumumba de Moscú, el encargado de
saludarnos era un universitario elegante, ciudadano de algún país africano. Reunido el
grupo y luego de la introducción, nos preguntó expectante: ¿Y qué les ha parecido
Moscú? Yo salté primero y le dije: ‘muy caliente’ para romper la tensión (las
temperaturas por otro lado eran muy altas y todos sudábamos mucho). El
Representante Universitario se rió mucho, igual que otros. Pero como que algunos de mi
grupo no aprobaban mi estilo de intercomunicación emocional, jocosa no
pretenciosamente cognitiva. Quizás esperaron que ya que había sido yo quien se atrevió
a ser el primero, yo dijera algo como maravillosa, increíblemente bella y sabia,
monumental, histórica, en vía de acelerada transformación, revolucionaria, con
ciudadanos felices, abriéndonos un nuevo y noble camino en la historia del hombre
como hombre del mismo material que el resto del universo, etc., etc. Y esta otra
anécdota bien simple: buscando en zona comercial encontré una oficina de optometría,
y fui a ver que hacía para que me proveyeran con nuevos lentes. Yo explicaba como
podía lo que yo quería y mis dificultades para ver. Muchos curiosos se reunían a mí
alrededor al lado del mostrador. Una señora que me pareció de mayor estatura quiso
ayudarme y me sugirió que se trataba de cataratas. Cuando indiqué que no era eso, se
irguió, subió las manos, echo atrás los hombros y dijo sonriendo: “¿No son cataratas?
¿Y...?” (Quería decir ¿qué más puedo hacer?) y se retiró. Los empleados me
atendieron, hicieron algunas medidas y más tarde volví a recoger unos lentes que para
algo me sirvieron.
Llegué por fin a Leningrado, ciudad que parece que se ha vuelto a llamar San
Petersburgo. Los compañeros turistas se fueron a sus asuntos, pero a mí me esperaban
para mis visitas al Instituto V.M Bechterev, en el Departamento de Psiquiatría para
Adolescentes, como ya he mencionado. Me dolía no hacer con el ‘tour’ la visita prevista
al Museo del Hermitage. Pero los colegas del Bechterev hicieron arreglos para que yo
pudiera visitarlo después, en horas extraordinarias.
Entregué el regalo que les enviaba el Dr. Zifferstein. Las psicólogas del
Departamento me atendieron mucho y agradecieron la oportunidad de estudiar esos
libros y hacer su conocimiento de utilidad en sus trabajos con niños soviéticos. A mí, por
otro lado, me daba entrada al Departamento de Psiquiatría, tuve entrevistas con su
Director. En una de ellas me preguntó cual creía yo que podría ser en su país una
característica psicológica de la adolescencia que ponía a los jóvenes en conflicto con su
sociedad y llevaba a su referencia para ayuda diagnóstica y terapéutica por la
psiquiatría. Notó que mis poderes de reflexión no estaban llegando a nada y me dijo que
era la necesidad propelente hacia la pronta separación de los adultos y a buscar sus
propios territorios, lo cual les llevaba al robo de automóviles para salir de la constricción
y gozar del viajar tan lejos como pudieran, quebrando esperanzas, reglamentos, leyes,
229
etc. Al psiquiatra en los servicios requeridos, le tocaba seguir buscando formas de
comprensión y diseño terapéutico para colaborar con sus equipos a disminuir la
impulsividad, a propiciar la integración, entrevistar padres, familiares, etc., etc.
De despedida del Director, una pequeña anécdota: le manifesté mi interés por saber
más sobre informaciones que llegaban a las Américas sobre el tratamiento del insomnio
en URSS con aparatos diseñados para producir en la noche en forma adecuada y
continua la sucesión de ondas eléctricas cerebrales que conducían al sueño de tipo
normal y el beneficioso resultado de una actividad optima en el día. Me contestó que sí,
que eso se había hecho en su país, pero se había descartado en el Instituto en donde
hubo algunas de esas máquinas, y que se habían desechado. Le dije que yo tenía
interés en adquirir una con sus protocolos para mi propia investigación con controles
adecuados. Me dijo que podría haber sido su deseo complacerme, pero que otros se
habían adelantado a mi petición y ya estaban en otras partes de Rusia continuando su
estudio.
Dos de mis anfitrionas psicólogas me llevaron a conocer Leningrado, en extensos
paseos a pie, a los que yo no estaba acostumbrado. Por el contrario, opuestos a mi
genética de pobre energía muscular. De menos presión fue una visita a su puente sobre
el río que cruza la ciudad, de donde tradicionalmente se tira una moneda al río,
asegurando así que se volvería a visitar Leningrado. Otras visitas eran exhaustivas,
caminatas para mi interminables. A ellas les parecían divertidos los esfuerzos de este
americano sólo acostumbrado a ser llevado por automóvil. “¡Oh!” decían ellas “esos
pobres millonarios del sistema capitalista”. Días después cuando llegué a Paris, con
recargo adicional del viaje a Budapest, estaba realmente cansado. Aún las
mademoiselles parisinas no lograban que mantuviera mis ojos abiertos la primera noche
de mi llegada. Me dormí temprano.
De regreso en Los Ángeles escribí al Departamento una carta de aprecio y
agradecimiento. Ya en 1974, el 25 de marzo, recibí de Leningrado una carta aérea:
“Caro Dr. Alcerro: En primer lugar debo pedir perdón por no escribirle antes. Pudiera
imaginarse que fue a mí a quien se designó para traducir la carta que usted envió al Dr.
Gilesyeva, y en cierta manera me sentí que era yo quien se la mandaba. Por favor no se
avergüence de haber extraviado mi nombre temporalmente. No creo que lo hubiese oído
nunca, desde luego que no es su culpa; es enteramente nuestra. Le agradezco tanto la
fotografía que me envió, y sus delicados saludos de Año Nuevo. Espero que aun cuando
ya a esta fecha no es tan nuevo, que sea para Ud. de mucha utilidad y de éxitos para
Ud. también. Ahora estoy trabajando en la traducción y modificación del Test MMPI, lo
cual espero que me sirva para mejorar mi inglés. El invierno este año fue tibio y se fue
rápidamente. No puedo creer que ya volverá el verano. ¿Tiene planes para venir a
Leningrado de nuevo? Será la única forma de demostrarnos que no está enojado con
nosotros por nuestras interminables caminatas. Lo mejor es volver para que las
repitamos. En realidad me gustaría verle de nuevo aquí.
Sinceramente
Tatiana L. Levitas.
My address in English: URSS - Leningrad, 193019 – ul - Bekhereva, 3 - V.M.
Bekherevev Institute - Dept. of Clinical Psychology - Tatiana L. Levitas.
Adiós Tatiana. Adiós URSS.
230
Llego a Hungría. En el Congreso de Oslo nos conocimos el Dr. Balint Fuzeki y yo.
Joven psiquiatra y psicoterapeuta de Budapest interesado en progresar en estudios en
psicoterapia familiar. Claro que le dije que trataría de asistirle en su intento. Y creo que
no sólo por ayudar a otro colega no hondureño pero quizás por motivación personal
porque yo ya me había graduado del Centro de Psicoterapia Analítica de Grupo en Los
Ángeles, CA. y fui su Director Clínico por dos años. Valentín, cuando llegué a Budapest,
me atendió finamente, probablemente vi brevemente a su familia, me habló sobre la
psiquiatría en Hungría, visitamos alguna oficina y me llevó al Hospital Psiquiátrico, muy
pobre en aquel tiempo en cuanto a sus instalaciones y servicios. Médicamente se hacía
lo indicado, con lo que pudiera ofrecer el país a esos hospitalizados. Balint me llevó a
almorzar y a que probara el plato popular Goulash Húngaro, mezcla de carne y
vegetales sazonados con páprika de varias clases picosas. El servido ahí era rico, pero
para mí más picoso, o picante que los chiles picantes de México. Traté de ayudar al
colega a que obtuviera una beca para venir a EE.UU., me envió recorte de un sumario
sobre un artículo con contribuciones iniciales al tema de la psicoterapia familiar en
Hungría. Me decía que tenía otro en prensa, y que en el del sumario no se refirieron a
sus hallazgos originales. En otra carta me contaba que mi referencia se había ido como
una de las cinco requeridas por la Fundación que proveía las becas. Todo parecía ir en
buen camino. Había expresado su deseo de pasar unos meses en el Instituto en Los
Ángeles. Por otro lado me contaba de su hijo mayor de cinco años, quien principiaba a ir
a la escuela, y de la hermana menor Ester, quien estaba un poco celosa porque Adán ya
iba a la escuela.
Su última carta respecto a esto aun revuelve mi alma. Me agradecía mucho por todas
las molestias que el cría que me había tomado en apoyo de su solicitud. Al final la
Fundación le dijo que cuando llegaron al examen de su solicitud ya no podían
concederle una beca por dificultades presupuestarias.
Al estar revisando este viaje pienso más y más en buscar por Internet a mis
colegas... ¡1773 a 2011!
Por medio de tours y caminando, visité la bella Budapest, crucé algún puente sobre
el Danubio. Mi visita era corta pero reafirmó una amistad que había nacido
recientemente en el país nórdico.
Seguía Paris. Como mencioné antes, llegué bastante cansado, probablemente el 21
de junio. Semanas antes había recibido del Dr. René Major la confirmación de haber
recibido mis formas de inscripción al SABIH Congreso de la Asociación Internacional de
Psicoanálisis a reunirse en París del 22 al 27 de julio, 1973. Deberíamos presentarnos al
Palacio de la UNESCO, en 125, Calle Sufren. Y ahí llegué. El Presidente del Congreso
ese año fue el Dr. Leo Rangel de Los Ángeles a quien admirábamos mucho en aquella
ciudad. La Flor y Nata del Psicoanálisis estaban como Vice Presidentes (Anna Freud
entre ellos), entre los miembros del comité de programas, allí de Francia, Italia,
Noruega, Inglaterra, Argentina, Alemania, Suiza, Suecia, Brasil, Venezuela. La gran
mayoría era de los Estados Unidos.
En París, con comunicaciones de varios temas, que Ud. ha oído constantemente por
su trabajo en Cedars of Lebanon/Cedars Sinai Medical Center y los Institutos
Psicoanalíticos y Universidades en Los Ángeles. Discutidos aquí con analistas del
231
mundo, desde luego cien cosas más. Para un ejemplo: J. Mason, de Toronto presentó
sobre ‘India y el Inconsciente.’ Lo que dice Erikson sobre Ghandi principiaría su
discusión T. Sinha, de Calcuta.
El programa de excursiones que salían de UNESCO era abundante. Veo que me
inscribí para el miércoles 25 para ir a Versailles.
¡Hay, hay, hay! Se acabó el congreso.
Hacía mucho que sentía que ya era tiempo de regresar a Woodruff Avenue a recoger
sus besos.
De Woodruff Avenue Ud. me había escrito una nota el 28 de junio anterior: 6:00 p.m.
Mi amor: ¡qué sola y triste la casa sin Ud.! Nos quedamos en el aeropuerto hasta que el
avión se levantó, como a las 7:08. Los muchachos se vinieron a la casa y todos
cenamos de lo que sobró del almuerzo. Frank y Lucy me llevaron a cenar el domingo
para celebrar mi cumpleaños, dicen que también vendrán el sábado en la tarde. Rey
vino temprano anoche. Por dicha la pastillita siguió haciéndome efecto y dormí casi bien.
¿Y Ud. pudo descansar? ¿Me lo han tratado bien esas tierras?
Cuídese para mí, lo beso con todo mi amor. Su Tanchis.
La vuelvo a leer y suspiro. ¡Qué ternura!
Y esta noche Ud. igual de amorosa al casi cumplir nuestros dichosos treinta y cuatro
años espirituales de nuestra vida conjunta, en continua creación.
Mi pasaporte indica que salí de Budapest y llegué a París el 22. Sigue un número 29.
¿Día de mí salida hacia Los Ángeles? Pero no tengo sello de llegada a ese aeropuerto.
¿Usé otro pasaporte al llegar? En el mismo pasaporte tengo una renovación del
Consulado de Honduras y un ingreso a ese país en junio del año 1974, después viajes a
Costa Rica, etc. Misteriosa vida siempre.
Tanchis: y Colorín Colorado que este cuento se ha acabado. 21 de julio de 2011 a la
una y treinta de la mañana. Buenas noches, Buenos Días. Besos de su Ramón.
232
CAPITULO XXXIX
TERREMOTOS
El 9 de febrero de 1971 a las 6:00 a.m. fuimos sacudidos por un temblor registrado
de una gran magnitud, seis en la escala de Richter.
Me encontré la carta que yo escribí a mis padres ese día a las 8:30 de la noche y les
digo: “Todavía temblando de miedo le escribo”. Les contaba que fue el terremoto peor
en el área de Los Ángeles en esos últimos treinta años. La parte más afectada fue el
Valle de San Fernando. En el área donde vivíamos nosotros, en Westwood, se sintió
muy fuerte pero sólo botó adornos y chimeneas en algunas casas. En la casa nuestra se
movió todo pero no se cayó nada. Cerraron las escuelas de los niños y yo no fui a
trabajar, mi oficina estaba en un séptimo de un edificio algo viejo y el trayecto era largo,
a veces 40 minutos en la mañana y yo no sabía si las calles estaban en peligro. Ramón
también trabajaba en un séptimo piso de un edificio muy nuevo y cerca de la casa y yo
les digo en la carta que a Ramón no lo detienen ni lo terremotos. También les contaba
que la biblioteca pública estaba pidiendo voluntarios para que ayudaran a poner en su
sitio más de 150,000 mil libros que se cayeron de los estantes, le decía que han pasado
prediciendo que habría un terremoto devastador y que yo esperaba que éste haya sido.
El peligro mayor era una presa en el valle de San Fernando que contiene según los
estimados 4 billones de galones de agua y amenazaba con romperse, si esto ocurría
destruiría por lo menos cuatro ciudades. Tuvieron que evacuar más de 100 mil
personas, el mayor desastre ocurrió en dos hospitales que se cayeron aplastando por lo
menos a 100 enfermos, cuando escribí esta carta solo habían sacado 20 cadáveres, por
otro lado 9 personas murieron de ataque al corazón por el susto.
En el Valle de San Fernando vivía entonces Marina, mi hermana, que estaba
ayudando a una pareja amiga. Oscar, nuestro hijo, estaba estudiando allí también,
Adán, el sobrino, y Frank, el hijo mayor, todos vivían en el área afectada pero por dicha
en los lugares que estaban no ocurrió nada. Yo volví al trabajo a los dos días porque de
todas maneras no llegaban los pacientes, no me atrevía a subir en el elevador así que
aprendí a subir por las gradas hasta llegar al séptimo piso, estoy segura que eso ayudó
mucho a mi salud. Este terremoto fue para muchos algo parecido al terremoto emocional
que sufrimos la mayoría de las personas cuando asesinaron al Presidente Kennedy el
22 de noviembre de 1962. No se sabría entonces si era una conspiración, si seguirían
los ataques contra personas del gobierno, había mucho miedo, desconfianza,
incertidumbre, además fue un duelo nacional y mundial. Yo recuerdo donde estaba y lo
que estaba haciendo cuando dieron la noticia y dicen que lo mismo reportan muchísimas
otras personas. Yo estaba en la oficina pidiéndole a la secretaria un expediente de un
paciente.
Con alguno de mis pacientes pasó algo interesante, tenía por lo menos cuatro
pacientes con depresiones después de perder personas cercanas muy queridas, tenían
lo que llamábamos reacción de duelo retrasado, no habían podido llorar ni expresar su
dolor en ninguna forma. Cuando supieron del asesinato del presidente Kennedy no
233
podían dejar de llorar, en nuestras pláticas decían que quizás lloraban por el Presiente,
pero también lloraban por su esposa o su hijo o por otro miembro de la familia que ellos
hubieran perdido. Después de pasar unos días llorando y llorando mucho, entendieron lo
que les estaba pasando y poco a poco iban mejorando y con el tiempo, la depresión
desapareció y pudieron seguir viviendo normalmente. También fue interesante para mí
la reacción de algunos de los hombres psiquiatras y psicólogos y como respondieron al
que una mujer joven y linda se quedara sola, tuvimos discusiones cuando yo lo oí decir
que desperdicio, les pregunté si ellos daban valor a una mujer sólo porque tiene un
hombre, creo que se dieron cuenta de su posición machista y algo despiadada. El
presidente no tenía ni 4 días de ¡muerto!
A mí me dolió inmensamente ver la vida de un hombre joven, útil y querido truncada
en esa forma. Pensaba en el dolor de su esposa y sus niños tan pequeños. Cuando
John le hizo el saludo militar cuando iba pasando el féretro, ese niño de 4 años se metió
en nuestro corazón pero también lo rompió de dolor.
Qué de dolores pasamos también con el asesinato del mártir de los derechos civiles,
Martin Luther King y muchos meses después, el infame asesinato de aquel joven líder
que lucho por los mismos ideales de su hermano y de Martin Luther King. Sí, para mí
era una conspiración del mal tratando de destruir a personas que trataban de hacer de
nuestro mundo, un mundo mejor y más justo.
La última noche de Bob Kennedy en Los Ángeles, nosotros oímos su último discurso
lleno de ilusiones y promesas. Cuando salió por la puerta de atrás, Ramón apagó la
televisión pues ya era muy tarde. Ya no vimos cuando lo hirieron.
En la mañana cuando Ramón puso las noticias en el baño mientras se arreglaba
para ir al trabajo, al oír la voz fúnebre de Walter Kronkite yo salté de la cama a
preguntarle que ocurría, yo no podía distinguir las palabras pero el tono de la voz me
decía que algo terrible estaba ocurriendo. Ramón me dijo que habían disparado a Bobby
al salir creo que por la puerta de la cocina y que estaba debatiéndose entre la vida y la
muerte. Al poner la televisión vi la vigilia durante el resto de la noche y seguía en la
mañana, mares de gente joven en la calle del hospital con candelas y cantando Bobby,
Bobby, God Save Bobby, la mayoría estaban llorando todavía. Cuando escribo esto yo
siento el dolor inmenso y la incredulidad de lo que estaba ocurriendo.
¿Cómo puede existir en el país de la libertad y del respeto a los demás tanto
fanatismo, tanto odio?
Recuerdo que cuando nos vinimos a vivir a Estados Unidos yo creía firmemente que
nuestros hijos crecerían en un país de libertad, de la paz y del respeto, pero cuando
llegamos a Pittsburgh me di cuenta de cómo se trataba a los judíos y me dio tristeza y
duda. En nuestro edificio había una familia judía, yo fui a saludarlos y su niñita de seis
años venía a jugar con Rey cuantas veces ella quería. Al llegar a Boston supe que la
discriminación contra la raza negra seguía lo mismo, también discriminaban a los
Irlandeses, Italianos, Mexicanos y cuando la campaña de Kennedy, hasta contra los
católicos, lo que ocurría en el sur con el Ku Klux Klan era horroroso. Asesinaban,
quemaban sus casas, ultrajaban a las personas de color, no dejándolas entrar a
restaurantes o a sentarse en los buses donde se sentaban los blancos y yo me
preguntaba: ¿Dónde está el gobierno? ¿Por qué nadie es capaz de parar semejantes
crímenes? Todo esto me sacudía el alma hasta lo más profundo.
234
Yo admiré a los niños de las flores, “Flower Children”, vestidos con togas blancas,
con coronas de flores y su cabello largo, dando flores y amor a los extraños, parecían
angelitos. Querían cambiar la manera de pensar y sentir discriminadora de lo que ellos
llamaban “Mundo establecido”. Ellos fueron los propulsores de los Hipies que también
protestaban contra la hipocresía de los adultos, querían cambiar el mundo de opulencia
y riqueza por uno de sencillez y amor al prójimo. Lástima que el movimiento se
degeneró al introducir un elemento destructivo: las drogas.
Se especuló mucho sobre los motivos que tuvo Jackie Kennedy, viuda del presidente
Kennedy, para buscar protección para ella y para sus niños casándose con uno de los
hombres más poderosos del mundo, Onasis, quien se la llevaría lejos del peligro que
ella deslumbraba después de que asesinaron no sólo a su esposo sino también a su
predilecto cuñado.
Sí, yo he visto este país que amo tanto, debatiéndose entre los extremos: la virtud y
el mal. Esta es la lucha universal del hombre y de sus naciones.
De los terremotos emocionales quizás nunca nos recuperamos. Mi cerebro lo sigue
repudiando y mi corazón todavía llora, pues no se acaban las injusticias sociales, más
bien se multiplican y hoy se han extendido esos dolores al llorar por lo que pasa en el
globo entero. Sigue la carnicería, sigue la injusticia, nuestra madre tierra se está
bañando en sangre y los que tienen el poder de pararlo pareciera que son los más
sedientos de sangre y de venganza. Su pensamiento es retorcido, pelean por imponer
democracia a los pueblos que no la quieren y con eso están castigando a pueblos
enteros donde la mayoría son inocentes víctimas. El medio que ellos creen efectivo es
sembrando más violencia, derramando más sangre. Que difícil aprender que violencia
multiplica la violencia. ¡Qué pronto se han olvidado de las enseñanzas del Rabino de
Galilea que vino a enseñarnos perdón y amor al prójimo!
235
CAPITULO XL
VIAJES A MARCALA 1971-1972
En 1971 fuimos con Ramón, Oscar y Rey a Marcala y un amiguito invitado por Rey
llamado Richard Brosse. A Rey le gustaba llevar amiguitos en sus vacaciones, la
primera vez cuando estaba en la primaria trajo a Jimmy Pullman, Ramón los llevó a
conocer varios sitios de Honduras y al regreso lugares de México. Cuando Rey tenía 14
años llevó a las vacaciones a Ken Barker quien me llamaba mamá número dos. Ken es
el más recordado de todos por simpático y amoroso. Esta vez, como digo, vino Richard
con nosotros, salimos de Los Ángeles el 22 de junio y nos fuimos directamente a Costa
Rica a ver a Sandra. Nos quedamos con ella tres días, paseamos mucho y regresamos
a Marcala a tiempo del cumpleaños del abuelito el 29 de junio.
Cumplía papá 87 años y él decía: “tengo 15 años porque 8 más 7 son quince”. Tanto
mamá como él se mantenían siempre ocupados y contentos. Fue de nuevo reunión al
centro de todos los hermanos de sus familias y de muchos amigos que llegaron. Solo
nos faltaron Marina y Margarita para estar todos los hermanos juntos. Desde el 1968 no
hemos podido estar juntos. A los viejitos les encanta ver las mesas llenas, son tres
mesas largas unidas, en las que todavía hay que comer en tandas. Israel Barrios solía
decir que en la mesa de mamá se operaba todos los días el milagro de la multiplicación
de los panes. Yo siempre me maravillé de eso desde que era chica, pues podían llegar
diez personas no esperadas y había suficiente comida para todos y el milagro sigue.
Richard estaba asombrado cuando veía carros y más carros que iban llegando y
cuando preguntaba cuantos más vienen yo le decía que nunca se sabía.
Pasamos felices con Ramón y los niños, caminamos por los alrededores, subimos el
cerro de Santa María y descubrimos un bello chorro y lindo pinares. Ramón decidió
comprarlo para conservarlo así como estaba. Después de las celebraciones, Ramón
regresó por Guatemala, quería visitar las Ruinas del Tikal. Rey y Richard se fueron en
avión a pasear por la Costa Norte donde fueron lindamente atendidos por los tíos
Abadie y los amigos Salomón en San Pedro Sula, tía Nila en Tela, los Mejía López en la
Ceiba. Llegaron hasta las Islas de la Bahía y al salir de ahí se reunieron conmigo en
Tegucigalpa donde teníamos una invitación de los Villeda Morales para almorzar con
ellos en San Antonio. A Richard, nuestro huésped, le impresionaron tanto su gentileza y
simpatía, tanto de Minita como del Doctor y hasta el final se dio cuenta de que estaba
almorzando con un ex presidente de Honduras. Esta vez me contó el doctor que todavía
no sabía si aceptaría el nombramiento de embajador de las Naciones Unidas en
Washington. Ésta fue la última vez que lo vi.
En Tegucigalpa hice mis consabidos viajes al cementerio a ponerle flores al papá de
Ramón y a visitar a las tías viejitas, tía Sola, tía Clara y otras. Como siempre los amigos
y parientes nos invitaron a almorzar, a cenar y hasta a desayunar.
El dejar Marcala y despedirme de mis viejitos y de mis hermanos siempre es
doloroso pero sabiendo que el año se pasa pronto y que regresaré me ayuda a aceptar
los adioses.
236
En todos los años que hemos vivido fuera de Honduras, Ramón está pendiente de
que yo vaya a verlos y mientras él visita otros mundos, yo encuentro paz en mi casa de
siempre. Yo le digo a Ramón que lo más lindo de las separaciones es regresar a él, o
que él regrese a mí. En realidad, él siempre está ahí, nunca lo siento lejos y él es tan
bueno que escribe todos los días y habla por teléfono cuando puede.
MARCALA 1972
Como hago siempre antes de llegar a Honduras, me fui directamente a ver a Sandra,
gozamos mucho juntas y la vi muy bien, va madurando y creciendo.
Al llegar a Marcala sentí un gran alivio de ver que nada había cambiado en el hogar,
todo seguía igual. Gozaba antes de levantarme oyendo los ruidos familiares, las voces
en el corredor eran voces alegres y luego oía a papá sonar el plato con el tenedor, era
su manera de decir, es hora del desayuno. Muchas campanitas andan por ahí pero no, a
él lo que le gusta era sonar su plato. Yo saboreaba por unos instantes ese mundo de
amor y alegría y luego saltaba de la cama para ir a desayunar con ellos. Me recibían
cada mañana como si no me hubieran visto en muchos meses, a veces encontraba
flores sobre mi plato, era el regalo de papaíto, encontré la casa con mucha gente,
Munda, mi cuñada, llegó a ayudar a manejar el botiquín y a Consuelo, la misma que
llegó a El Hatillo, la contratamos ya viuda para que viviera en la casa y cuidara a los
viejitos, con ella estaban sus hijas, Martha, ya maestra y Lourdes, de 10 años, que
entretenían mucho a papá. Él seguía con su furor de construcción, haciendo
apartamentos para alquilar y mamaíta sigue en su favorita ocupación de hacer panes,
encurtido, chilate, ojuelas, dulces, etc. Para repartir a los hijos y a los amigos cercanos,
a veces lo repartía todo y no dejaba para la casa, también repartía frutas de las que
llegaban de las fincas.
Papito muy contento me contó que convenció al tío Chilano para que se viniera al
pueblo y que viniera a comer con él el almuerzo. Tío Chilano siempre fue muy huraño,
vivía solo en San Antonio pero ya no estaba de andar solo a caballo. Papá me dijo: “Mi
hermanito viene a comer conmigo todos los días”. Durante estas vacaciones el clima
estaba delicioso, parecía verano pero en realidad se necesitaba mucho de la lluvia.
Todos los días caminaba, subí de nuevo el cerro de Santa María y lo recorrimos por
dos horas sin parar. También fui a ver a Corita y su familia y a los Mejía Arellano en la
Esperanza, fui a Comayagua por un día a ver a los cuñados Hernández López y llegué
hasta La Paz con Coca, mi cuñada, donde no iba desde hacía 10 años. Qué emoción
llegar al pueblo donde conocí a Ramón y donde bailé con él, el poder del amor. Todo
estaba igual, los amigos no envejecen y siempre son tan cariñosos, visité los parientes
de Ramón y recordé, recordé, recordé.
Noté que Marcala estaba cambiando, mucha gente extraña, nuevas construcciones
habían pavimentado algunas calles, el nuevo mercado quedó amplio y muy hermoso. Se
ven militares por todos lados y maestros de otros sitios. Se ve mucha actividad
comercial diaria.
Descansé mucho, gocé con mis viejitos y hermanos y aquí puse punto final a mi
librito “Mis dos Mundos” donde lo empecé. Que dichosa me siento, dejo amores aquí y
encuentro más amores en Los Ángeles: mi Ramón, mis hijos, muchos amigos y mi
trabajo que me da grandes satisfacciones. Todo esto me hace sentir inmensa gratitud.
237
CAPITULO XLI
LA IGLESIA UNITARIA
CONFERENCIAS PSIQUIÁTRICAS EN HAWAII Y MEXICO CITY
La Iglesia Unitaria
Al poco tiempo de estar en Los Ángeles decidimos llevar a los hijos a una iglesia
donde todo el que llegaba se sentía bienvenido, donde no había dogma que seguir,
donde se respetaban todas las religiones, así como se respetaban las personas y sus
creencias. Ramón y yo queríamos que los hijos crecieran sin prejuicios religiosos o de
ninguna clase, abiertos sus brazos y sus corazones a todo ser humano.
Ramón, hasta los 12 años cuando perdió a su mamá, vivía en un ambiente católico a
pesar de que su papá era masón de alto grado, pero después no participó en ninguna
religión y se hizo agnóstico.
Yo crecí católica, fui a escuelas de monjas por 3 años en la primaria y por 2 años en
la secundaria, por un tiempo fui hasta medio mística y me hubiera gustado en ese
tiempo hacerme monja, sin embargo aún en el colegio María Auxiliadora en la
secundaria recuerdo que una vez que me confesé, le dije al padre Morales, después
llegó a ser arzobispo de Tegucigalpa, que a mí no me gustaba rezar, él me preguntó:
“¿y qué le gusta hacer?” Yo le contesté: “platicar con Dios”, él me animó diciéndome:
“eso debe gustarle a él mucho más”.
Ya fuera del colegio, empecé a notar en mi pueblo la discriminación hacia otras
religiones y me di cuenta que las religiones en vez de unir, separaban a las personas, no
entre católicos y protestantes, sino en que los católicos son buenos y los protestantes
son malos, así que poco a poco me separé de las religiones organizadas y me quedé
con mis creencias de que mi Dios es benevolente, que perdona y que es misericordioso,
pero por esto mismo repudiaba la idea de que él es castigador y repudiaba por esto la
idea del infierno. Así que la iglesia unitaria fue un lugar confortante para mí, donde no
pedían que renunciara a nada o que creyera en nada nuevo.
Escogimos la iglesia unitaria de Santa Mónica, en ese tiempo la congregación era
pequeña, pero el ministro Ernest Pipe con sus sermones se fue haciendo famoso y
después ya no cabíamos y tenían que poner sillas pegadas a la pared y dejaban las
puerta abiertas para poner más sillas afuera, sus sermones eran humanistas muy
morales e instructivos sobre como somos los humanos. Había clases para los niños
sobre comparación de las religiones, recuerdo que una vez en 1968, fuimos a una
conferencia por ocho días a Bennaville Pinnes. El tema era “Sacudiendo sus
Fundaciones”. Ahí me di cuenta de que mis fundaciones están bien cimentadas y
aunque sacudidas no se cayeron.
Pasamos unos días muy lindos en este campo, hubo conferencias muy interesantes,
juegos, paseos y pláticas y grupos pequeños, con temas muy importantes. Como era
una conferencia para familias, los niños tuvieron compañeros para hablar de cosas
apropiadas para ellos y también para divertirse en distintos juegos. Dormíamos en unas
238
casitas rústicas de madera, con camas como tapesco pero con buenos colchones. La
comida era abundante y la sentíamos deliciosa. Fue una semana de vida sencilla y llena
de espiritualidad.
Yo creo que asistimos a esta iglesia más de 14 años, hicimos muchos amigos y
logramos que los hijos crecieran sin prejuicios. El mayor, Frank, se casó con Maggie
Martínez que es México-Americana Católica y ellos son católicos, pero él tiene más de
23 años de trabajar en un templo judío, Mount Sinnai, como ingeniero y como comodín
ya que lo ponen a todo, hasta de inspector de construcciones. El segundo hijo, Oscar
Hernán, se casó con Cindy Zallens, quien es judía.
Celebran la pascua y Hannuka. Tienen un hijo de nombre Zacharias y no sabemos si
él seguirá el judaísmo, y Rey, el hijo menor, se casó con Julia Mohr, de familia
protestante, los dos son de ideas moderadas y siguen buscando una iglesia que sea
como ellos, son abiertos y aceptadores. Si hubiéramos tenido un cuarto hijo varón tal
vez sería budista o mahometano. Sandra creció más con monjas y era católica. A mí me
encanta la filosofía Budista de sentir reverencia por todo ser viviente sea planta, animal
o personas. Predican el amor incondicional.
Ramón y yo nunca hemos tenido problemas por religión, yo acepto lo que él cree y
como él es y aunque tal vez quisiera que mis creencias fueran como las de él, acepta lo
que yo creo y hasta me ha dado libros de ángeles y de María Magdalena.
VIAJE A HAWAII
En 1973 fuimos a otra reunión de la Sociedad Americana de Psiquiatría que tuvo
lugar en Honolulu, del 7 al 11 de Mayo.
Llegar a Hawaii es como llegar al paraíso. Honolulu está rodeada de bellas montañas
de un lado y por otro, de sus cálidas playas de arena blanca festoneadas por el encaje
de las olas y el azul intenso del mar. Tiene muchísimos jardines y es bendecida por un
clima y plantas tropicales. Encontramos enredaderas de denso follaje verde oscuro y por
todos lados explosión de artes y explosión de colores.
Nos hospedamos en el Hotel Sheraton, sede de la conferencia, en un marco de
cómodo pero elegante ambiente. Nuestro dormitorio tenía doble puerta de vidrio con
salida a la playa. Cada minuto que yo tenía, me zambullía en el mar azul y me asoleaba
en esas playas tan divinas que más parecen hechas de azúcar. Cuando tendida en la
tibia arena, me refrescaba a ratos una llovizna pasajera. Ramón me acompañaba a
ratos y tengo unas fotos que me tomó estando yo desprevenida. A él le gusto también
meterse en el mar ya tarde del día cuando no había mucho sol.
No asistí a todas las conferencias, el mar ejerció un imán desconocido y a él me
escapaba cuando podía.
Todos los temas eran fascinantes y encontramos amigos de cuantos sitios. Los
programas sociales fueron muchos y muy alegres. Me encantó el Luau, para ese noche
me puse un vestido hawaiano precioso que me regaló Ramón dos días antes, el
programa que siguió a la comida fue variado y lindo, tenemos una fotografía en otra de
las cenas con el doctor Alex Rogauski y otros psiquiatras amigos. Las representaciones
fueron de lo más interesante con sus bailes tan cadenciosos, sus lindos trajes típicos y
su música tan suave. Sus mujeres son llenitas, bien proporcionadas y muy lindas. Me
encantó la sonrisa de los hawaianos, una sonrisa muy generosa, llena de simpatía y con
239
unos dientes muy sanos. Nos llevaron a varios sitios donde pudimos admirar como sus
habitantes vivían muchísimos años atrás. Sus lindas viviendas y sus culturas primitivas.
Ramón encontró las conferencias, además de interesantes, útiles. Lo vi contento,
relajado, me hacía feliz el verlo así, esas salidas juntos a mí me sabían a gloria, pues
disfrutaba casi todo el día en la compañía de Ramón; en Los Ángeles los dos trabajando
y ocupados, nos despedíamos en la mañana y nos reuníamos en la tardecita y a veces
en la nochecita.
RAMÓN Y TNACHIS EN UN LUAU DURANTE LA CONFERENCIA. HAWAII 1972
Siempre quisimos volver a Hawaii, a mí me gustó su gente y también su comida,
resulta que a la salida del hotel había muchas champas donde vendían comida típica,
las descubrimos en la mañana del segundo día y casi sólo éramos unas cuatro personas
comiendo en las mesas al aire libre, para el tercer día había que hacer cola, los
congresales las descubrieron también.
Hawaii tiene una gran variedad de orquídeas y lo mismo de frutas, yo gocé mucho
admirando las primeras y comiendo de las segundas. La sonrisa de su gente demuestra
que son gentes contentas, agradables, que dan la bienvenida a los visitantes
poniéndoles collares de flores frescas alrededor del cuello, las que ellos llaman “lei”.
No hemos vuelto a ese paraíso donde pasamos muy felices y ya estamos en el 2006.
240
CONFERENCIA MUNDIAL DE PSIQUIATRÍA EN MEXICO 1973
Esta importantísima conferencia se llevó a cabo en la ciudad de México y su marco
fue el recién construido Museo de Antropología, de una arquitectura de impresionante
belleza. En él se guardan muchísimos tesoros tanto antiguos como modernos.
En mis recuerdos todavía puedo oír las cantarinas fuentes y puedo ver mecerse
graciosamente los preciosos árboles.
Qué belleza tan distinta a la de Hawaii, la que me hace recordar su tibieza, su
colorido, su música y todo en un ambiente sencillo casi informal. En cambio, los
recuerdos de este museo me traen frescura, sobriedad, elegancia. La misma diferencia
en los discursos de bienvenida en México, el lenguaje florido pero elegante y formal.
Las conferencias fueron de gran riqueza en su variedad y manera de presentarlas,
pues los expositores representaban al mundo psiquiátrico. Todas de lo más
interesantes. Vinieron personalidades mundiales. Tuvimos la suerte de ver en acción al
tan admirado y conocido Erick Fromm. Fue impresionante el impacto que su conferencia
causó sobre todo en los jóvenes, quienes al final de la presentación subieron al podio a
saludarlo y a llenarlo de preguntas.
Tuvimos el inmenso placer de ver después de muchos años a nuestro maestro de
España, el Doctor Juan José López Ibor, quien llegó como Presidente de la Asociación
Mundial de Psiquiatría, saludó a Ramón con gran cordialidad y luego se volvió hacia a
mí y al darme la mano me dijo: “¿Y cómo está mi colega?” Yo aproveché para darle de
nuevo las gracias por haberme tomado como uno de sus residentes cuando estuvimos
en Madrid. Encontramos también a muchos amigos Latinoamericanos, colegas de
Ramón. Renovamos nuestra amistad con el doctor César Meza, otro psicoanalista
centroamericano, él es guatemalteco y ha estado exilado en México desde hace muchos
años. Lo encontramos casado por segunda vez con Matilde, una mujer muy inteligente y
simpática, nos invitaron a cenar a su casa. En ese tiempo César estaba aprendiendo a
tocar violón y nos dio una demostración, antes de eso habíamos visto a César en
Guatemala unos años atrás y después, él y sus dos hijas nos visitaron cuando vivíamos
en Boston. César es además de médico psiquiatra, psicoanalista, escritor y político
perseguido.
A Ramón lo vi como siempre muy interesado en la parte científica de las conferencias
y muy platicador con sus colegas, tuvo especial placer de compartir con los psiquiatras
amigos hondureños, el doctor Espinoza Murra y nuestro viejo y querido amigo el doctor
Aldrubal Raudales Alvarado. En los paseos revisitamos Xochimilco, el Palacio de
Chapultepeque, las Plazas de las Tres Culturas. Asistimos a una preciosa presentación
especial del Ballet Folklórico en uno de los bellos teatros y fue de maravilla. Qué gracia
y qué colorido el de sus trajes y plumas. Los banquetes fueron tan deliciosos como
elegantísimos. Nos atendieron a cuerpo de rey y regresamos más que satisfechos y
contentos de haber estado con viejos y queridos amigos en lugares tan hermosos.
241
CAPITULO XLII
VIAJE A HONDURAS EN 1973, - DOLORES INESPERADOS
VIAJE A HONDURAS EN 1974
Como todos los años, yo viajé en mis vacaciones a Honduras para ver a mis padres,
esto era como una gran necesidad mía y Ramón, que lo comprendía, me compraba los
pasajes y me ayudaba a cuidar a los hijos cuando eran pequeños y no podían ir
conmigo. Muchas veces viajábamos todos juntos para mis visitas anuales. En todos mis
viajes yo tenía tres cosas que cumplir que eran de gran importancia para mí, primero
que todo era estar con mis padres, segundo, visitar los cementerios y llevarles aunque
fuera una flor a cada uno de nuestros muertos y tercero, visitar las tías y tías viejitas que
vivían en Tegucigalpa, Comayagua, La Paz y Marcala. Ramón fue siempre cuidadoso y
amoroso con sus viejitos y con los míos, desde que nos casamos, los de él y los míos
eran nuestros. Ramón siempre hizo tiempo de visitar a parientes necesitados y les
ayudaba en lo que podía.
Fue amoroso y con mis padres fue mejor que un hijo bueno. En mi primer viaje de
este año a Marcala, yo llegué a mediados de octubre y regresé el 17 de noviembre. Ya
mamaíta estaba en sus afanes para el día de difuntos, tomé una foto de ella con Tonita
Melgen que había llegado a visitarla y se puso a hacer flores de papel con mamá. Había
como cinco mujeres haciendo coronas de ciprés y gravillea, las que mamá arreglaba
después poniéndole las flores hechas, ya que era difícil encontrar flores naturales. Se
ponía como con tres semanas de anticipación y para el 2 de noviembre mandaba los
mozos que en palancas, o sea dos hombres llevando una tranca larga cada uno en el
extremo de ella puesta en los hombros, metían las coronas y cabían muchas y eran por
supuesto muy pesadas. Mamaíta dejaba todas las tumbas cubiertas de coronas y flores
cuando ella ya no podía subir las gradas tan empinadas al cementerio, los hijos e hijas
supervisaban esa tarea.
Ya he contado lo que yo gozaba quedándome en la cama un ratito más gozando de
los ruidos y las voces familiares, gozando la voz de mamaíta mandando a barrer, a regar
las flores, etc., todo me sonaba a gloria. Después me apuraba para llegar a la mesa a
tiempo y como he dicho, me recibían como si no me hubieran visto en años con abrazos
y besos y frases amorosa: “como amaneció mi niña” y encontraba flores, gentilezas de
papaíto. Llegaban los hermanos o para el almuerzo o a la cena, lo mismo los parientes,
siempre teníamos visitas, muchos se quedaban a comer otros venían a la hora del
cafecito con pan a las tres de la tarde, otras veces me mandaban a llamar a mis
cuñadas Coca o Thelmita para que fuera a tomar el café con ellas, ésta es una
costumbre arraigada en Marcala, y siempre acompañado el café con panecillos ricos.
La hora del regreso siempre era difícil y ellos me animaban diciendo que el año
pronto pasaría y que ellos estaban sanos y enérgicos, pero esta vez no fue así, yo
estaba en el dormitorio terminando de empacar cuando llegó mamá, me abrazó y les
mandó su amor a Ramón y a los hijos y luego me dijo: “Acuérdese mi hijita que estemos
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donde estemos o pase lo que pase siempre estaremos juntitas”. Yo trataba de no llorar
al despedirme pero esta vez no pude y la abracé llorando largamente, ella quería tener
una despedida especial conmigo, ya cuando era hora de irme, ella y papaíto me dijeron
adiós como me decían siempre. Ésta fue la última vez que vi a mi madre viva.
Yo regresé a Los Ángeles a mis otros amores, pero adentro de mí sentía algo, como
que mamá sabía algo, sentía muy pesado mi corazón. El 30 en la noche yo estaba
descansando en un sofá en frente de la televisión pero con ésta apagada. Cada vez que
Ramón se acercaba yo sentía como que me iba a decir algo muy triste, estaba muy
aprehensiva ese día. Al irnos a la cama yo le conté a Ramón lo que me pasaba, él trató
de tranquilizarme, a la medianoche oímos tres golpecitos en la mesa de noche. Esos
golpecitos son temidos en la familia pues se oyen sólo cuando alguien va a morir.
En la madrugada, a las 5:00 de la madrugada sonó el teléfono, al oírlo yo me puse a
llorar y no quise levantarlo, la voz de Popito, nuestro sobrino, llegó al oído de Ramón
diciéndole que mamaíta había muerto de un ataque al corazón a las 9:00 de la noche.
Qué dolor más indescriptible, sin embargo me levanté y mientras Ramón buscaba
pasajes, yo me puse a arreglar la valija y a las 6:00 de la mañana desperté a los niños
para decirles lo que ocurría. Todos querían consolarme pero para esos dolores no hay
consuelo, yo sentía ya la falta de mamá y me dolía el alma pensar en papaíto, estando
en Houston, el 30 de noviembre de 1989, para el dieciseisavo aniversario de mamá, al
fin me atreví a revivir ese inmenso dolor. Aquí copio lo que escribí en Houston porque si
me pongo a revivirla ya no podría hacer nada en todo el día.
DOLORES INESPERADOS
¡Cómo puede cambiar nuestra vida en unos pocos días! El 17 de noviembre de 1993
regresé yo a mi casa en Los Ángeles dejando todo igual así como había estado por
años, ¿Pero puede una dicha durar toda una vida? Aun sabiendo que eso es imposible y
recordando cómo mamaíta me había despedido de una manera muy diferente y el que
yo me puse muy aprensiva y sabiendo cómo al despedirnos los otros años yo sentía
inmensa tristeza al decirles adiós y porque no decirlo también miedo de que algo les
pasara a mis viejitos en mi ausencia, pero cuando ocurrió estaba desprevenida, nunca
se está listo para esos dolores, como ya dije, limitaré este doloroso relato a lo que
escribí en Houston el 30 de noviembre del 1989.
No había tenido valor de revivirlo tan completo. Lo hice pero sintiendo que ya no
podía más, era como si lo estaba viviendo en ese instante. Puede ser que el haber
pasado casi un mes en exámenes médicos de Ramón y míos y con muchos sustos a
que nos sometieron sobre todo por los exámenes para Ramón mientras querían estar
seguros de que no tenía cáncer de la sangre y esperando por días los resultados de las
biopsias, estaba yo quizás más vulnerable y algo agotada emocionalmente, más
preocupada, más sensible y cuando escribí esto lloraba como si en ese momento
estuviera ocurriendo la desgracia de perder a mamita. Esto es lo que escribí:
Houston, 30 de noviembre de 1989, hace 16 años de la muerte de mamaíta. Cuando
en septiembre de 1973 llegué a Marcala en mis anuales vacaciones todo estaba igual,
papaíto sano y ocupado, aunque ya tenía casi 90 años y mamaíta como siempre, a sus
84 años, activa, llena de vida, rosada y linda en sus actividades de costumbre, yendo a
la cocina a la hora de servir para dar el último toque a la comida, arreglando su jardín,
243
en fin, para ella no había un momento vacío, los dos se alegraron mucho con mi visita y
yo estaba feliz gozando de sus mimos y consentimientos. Cada día mamaíta me hacía
algunos de mis bocadillos favoritos, ella siempre bromeaba diciendo que yo era difícil de
complacerme a no ser por las cosas más comunes y corrientes como el ayote sazón en
miel servido con leche, como un sartén, plato muy especial de Marcala que se hace con
crema, chiles verdes, huevos batidos y queso o cuajada, o con embutidas con
mantequilla escurridas. Todos estos platitos sencillos me sabían a gloria en su
compañía. Pasaba con ellos casi todo el día con excepción de las visitas a Pelayo, el
hermano menor, quien desde el accidente que perdiera su pierna, no salía mucho. Llegó
a la casa en los días próximos a mi regreso y tomé unas fotos lindas de los cuatro
hermanos solos y otras con papá y mamá, fueron las últimas fotos de ellos juntos.
Mamaíta tenía tradición de arreglar lindas todas las tumbas de la familia para el día de
finados y desde mediados de octubre mandaba a preparar los aros, conseguía las
mujeres expertas para ayudarle en los últimos días a hacer coronas y aunque todos
cooperábamos en lo que no eran menos de 125 coronas. El propio día, los trabajadores
los llevaban en palancas por lo menos de 20 coronas cada una y eran pesaditas sobre
todo las de ciprés. Más tarde cuando hubo carros, los hermanos hacían el transporte.
Sólo la tumba de los abuelitos Arellano se cubría con no menos de 25 coronas. Las
flores se ponían la noche anterior ya fueran naturales o de papel. En esas vacaciones, a
mediados de octubre, cuando yo tenía que regresar a Los Ángeles, ya mamaíta estaba
en plena actividad haciendo flores en una mesa grande en el comedor. Me enseñó a
hacer margaritas en papel crepé unas y en papel blanco parafinado, otras y todas
quedaban muy lindas, había como cinco señoras más ayudándole y el 16 llegó Tonita
Melghem a visitarnos, ya en sus 90 años, fuerte, lúcida, ella también hizo unas cuantas
flores, yo les tomé fotografías y fueron las últimas de mamá. En la noche llegaron los
parientes y amigos a despedirme, fue muy duro para mí el día siguiente, el momento de
decir adiós y ya como he dicho antes completamente diferente. Esa fue la última vez en
que su regazo maternal, tibio y amoroso me dio su calor.
(No voy a repetir aquí aunque esté escrito lo que ya conté sobre esa noche del 30 en
mi casa de Los Ángeles)
Recuerdo que cuando Popito llamó yo ya estaba llorando sin saber quién era el
muerto, al principio creí que sería Adán, mi hermano, o que sería mi papaíto, lo menos
que se me ocurrió es que era ella. ¡Qué dolor tan desgarrador, parece que se me hace
añicos el alma!
Empezamos a arreglar el viaje, Ramón dijo que el iría conmigo y recordamos que mi
pasaporte se había vencido y que estaba en el consulado. Rina Moncada, amiga
nuestra en ese tiempo, llegó temprano al Consulado para entregárselo a quien podría ir
a recogerlo y a las 9:00 de la mañana ya estaba en el aeropuerto.
Los niños no sabían como consolarme cuando los despertamos para darles la
noticia. ¡Qué viaje más horrible! No se podía llegar el mismo día a Tegucigalpa y
tuvimos que dormir en Guatemala y salir en la mañana sin reservaciones ni nada.
Dormimos la noche anterior donde nuestros amigos Cáceres Lara. Por dicha, Gloria de
López Arellano había recomendado al piloto y a la compañía SAHSA que no salieran sin
nosotros. En el Aeropuerto de Tegucigalpa nos esperaban nuestros queridos amigos los
Raudales y Miguel y Tico Andonie, también estaba Julita Medina. Pronto tomamos una
244
avioneta que nos llevaría a Marcala, a ratos me parecía irreal, que no podía ser yo que
iba a darle la despedida a mi madrecita. A ratos ya no podía ni llorar.
Hasta aquí llegué en Houston ya no podía más.
AGOSTO 3 DE 1993
Continúo con la triste historia interrumpida. (Escrita en Houston)
Casi inmediatamente tomamos el avión taxi que nos llevaría a Marcala. Llegamos
temprano en la tarde, los hermanos nos esperaban en el pequeño campo de aterrizaje.
¡Qué horrible verlos con sus caras de desvelo y de dolor! Llegamos a la casa, a la
entrada en vez de fiesta y flores esperándome estaba el féretro de mamaíta en la sala,
rodeada de flores y de gente, el olor de los cirios y de los jazmines era confirmación de
que ella estaba ahí adentro de esa casa. Qué de fuerzas encontradas, quería verla,
besarla, pero no quería convencerme de que ella no me respondería. La vi, no se
parecía a mi mamá, la señora seria, pálida, sin expresión al verme no podía ser mi dulce
y tierna madrecita que se deshacía en besos y caricias cuando llegábamos. No, ya ella
no se movía.
Otra noche de vela, no había regresado Marina, ella iba camino a San Salvador y en
un restaurante oyó a unos señores hablando que la tía del Presidente López Arellano
había muerto el día anterior. Ella sabía que la única tía era mi mamá y se alarmó mucho
y ahí no más averiguó y se regresó ese día llena de dolor como estábamos todos. Había
que esperarla, así que el pobre papaíto tuvo el dolor de tenerla dos días en la sala. A mí
hasta cierto punto me daba consuelo saberla ahí. No quería ni pensar en el momento en
que saldría de la casa para el viaje sin retorno, desde que yo he sufrido esos dolores, he
observado mucho la forma en que expresamos el sufrimiento. El dolor viene en olas y si
lloramos y nos desahogamos vienen después momentos de calma en los que podemos
funcionar y hasta reír. Sería terrible si el dolor no tuviera tregua. ¿Quién lo soportaría?
Llegó el momento peor, el de llevarla al cementerio y de dejarla ahí solita, encerrada,
sin poder darle calor ni amor. Qué soledad la de ella y la nuestra, mientras estuve en
Marcala fuimos todos los días con Corita, Mary y los hermanos al cementerio. Un día
papaíto sorprendió a los trabajadores que estaban haciendo la tumba de mamá. Llegó él
solo, y esa subida al cementerio es horrible. Les dijo a los trabajadores que él quería
que hicieran su tumba entre mamaíta y su madre, que estaba abajo en otro nivel y les
pidió que empezaran pronto. Me imagino que él temía no durar mucho, entonces tenía él
90 años, pero llegó casi a los 100 años. La muerte de mamaíta fue de repente. Marina
había salido ese día para El Salvador y ese viaje a ella le preocupaba mucho. Consuelo
Portillo, que vivía en la casa, dice que los días anteriores mamaíta estuvo muy activa,
haciendo jaleas de varias clases y envasándolas para regalos de Navidad, ya tenía
muchos botes hasta con el nombre de los favorecidos. Dicen que el 30 dijo que se
sentía muy cansada y que Consuelo la vio caminar con esfuerzo en el corredor, pero no
le dieron importancia, ni le dijeron a papá. Se acostaron y como a las 9:00 de la noche
mamaíta llamó a papá y le dijo que tenía dolor en el pecho. Él se levantó rápido y fue a
apoyar su oído sobre el pecho de mamá. Pobre mi viejito, nos contaba: “yo oí una
tormenta”. Voló al botiquín a buscar una inyección y mientras la buscaba con ayuda de
Consuelo, Martha se quedó con mamá, alguien había ya ido a buscar al médico Ramiro
245
Coello. Cuando papaíto llegó con la inyección, mamaíta ya estaba muerta, lo que
confirmó Ramiro en ese momento.
Así de rápido se nos fue mamá. Dicha para ella que no sufrió pero que dolor para los
que quedamos, sobre todo para papaíto, sin embargo, él fue el más fuerte, él guardó el
orden en la casa, a las horas de comida como siempre, él estaba a la cabecera de la
mesa y todos lo seguíamos, a la hora de dormir, él siguió su rutina y nos hizo a nosotros
seguir como si mamaíta siguiera ahí. Papaíto, cuando nos miraba que estábamos
desesperados llorando, nos calmaba con su voz llena de amor y de sabiduría y nos
decía: “?Porqué no damos gracias por todos los años largos y felices que hemos tenido
todos juntos?.No seamos avaros, no pidamos más, todos hemos sido muy felices”.
Y aprendimos a sentirla cerca, aprendimos a dar gracias porque no sufrió y a dar
gracias por tener a papá tan valiente en medio de su dolor, “que enseñanza más
maravillosa, lograr encontrar gozos en medio de la tristeza, aprender a dar gracias en
medio de la desesperación”.
Qué bien dicho “bienvenido mal si vienes solo” es un dicho tan viejo como sabio.
Regresé yo de Marcala a Los Ángeles el 17 de diciembre, Ramón había regresado
antes por su trabajo.
En Los Ángeles, por todos lados se oía y se sentía la Navidad. En mi tristeza yo no
quería hacer nada para la Navidad pero Rey, el menor de los hijos, me dijo: “mami yo le
voy hacer su arbolito” y lo compró, lo decoró y quedó precioso, mi espíritu de niña
empezó a entusiasmarse un poquito, pensando las enseñanzas de papá y que los niños
necesitaban sentir el espíritu navideño. Tradición ya en nuestra familia, ya había
decidido yo hacer una cenita sencilla y poner los regalos bajo el árbol pero el 23 de
diciembre, el teléfono sonaba y sonaba, ¿qué hora era? Las 5:00 de la mañana, casi la
misma hora de aquella otra fatídica llamada. Yo empecé a llorar, casi a gritar y Ramón
tuvo que recibir la noticia, ¿quién era esta vez? ¿Papaíto? No podía yo formular la
pregunta, los dientes me castañeteaban y yo temblaba como una hoja. La voz de Popito
de nuevo, esta vez dando la noticia que el 23 de diciembre en la noche había muerto de
una embolia pulmonar Pelayo, mi hermanito menor. Cómo pueden ocurrir tantas
desgracias, también dijo Popito que hacía dos días con horas de distancia, habían
muerto en La Esperanza, Federico Mejía Rodezno y Hernán López Arellano, los dos
casi contemporáneos y además primos y amigos muy queridos de Pelayo.
Las familias Bonilla Arellano y Mejía Arellano, ya no hacían más que viajar más de un
lado a otro de Marcala a la Esperanza para acompañarse mutuamente. Fue un final de
año de inmensos dolores. Al recibir la noticia de la muerte de Pelayo, Ramón me
preguntó si yo quería volver a Honduras. Claro que quería con toda mi alma, pero mi
cuerpo no me lo permitió. No dejaba de temblar y me metieron en la cama. El menor de
nosotros, nuestro Chachito consentido, nos dejó también, por dicha sus dos niñas
estaban ya casadas y Pilo ya estaba grandecito, los dejó a ellos y a su dulce
compañera, nuestra Chachita, no se consoló nunca.
VIAJE A MARCALA EN 1974
Ramón siempre estaba pendiente de papaíto y de mis deseos, arregló un viaje a
Honduras. Viajaría con nosotros Rey y su invitado, su gran amigo Pitter Anderson,
246
también Annette y Norm Barsh con quienes nos tratábamos como hermanos, también
querían conocer Honduras y nuestra familia.
Llegamos a Tegucigalpa a mediados de junio y nos fuimos todos los viajeros a las
Ruinas de Copán, llovió mucho ese día pero con capotes y chapoteando agua ya que la
grama estaba empapada, pudimos admirar las interesantes ruinas. Ramón y yo
regresamos después a Tegucigalpa donde él tenía muchos asuntos pendientes. Los
Barsh, Rey y Peter se fueron a visitar la Costa Norte y las Islas de la Bahía. Regresaron
a Marcala el 28 de junio. En cuanto pudimos, Ramón y yo nos fuimos a Marcala,
llegamos solo cinco meses después de la muerte de mamá.
El objeto primordial del viaje era estar en Marcala el 29 de junio, fecha en que
papaíto cumpliría sus 90 años.
Era nuestra primera visita a la casa después de que mamaíta se nos fue ¡Qué
horrible sensación de dolor y de soledad! Hace unos pocos meses puse estos
sentimientos en unas cuantas líneas.
PARA DÓNDE SE FUE MAMÁ
El recuerdo del mes y del día
Se borró con mis lágrimas
Como se borró mi alegría.
Regresamos a Marcala
Por primera vez desde que ella,
Mi madre, ya no estaba en la casa
Era ya de noche, la calle estaba oscura
Como mi alma de triste
Como el cielo sin estrellas
La puerta estaba cerrada, tocamos una, dos, tres veces
Qué triste la espera triste
Ya no saldría ella con sus brazos abiertos
Con sus labios sonrientes llenos de besos
Con su bienvenida amorosa
¡Qué triste estaba la casa!
¡Qué soledad tan obscura!
¡Qué inmensa mi tristeza!
Desde el fondo se oyó una voz
Ya voy, era mi hermana Marina
Que salía a recibirnos
Las dos nos confundimos con abrazos de dolor
En besos mojados de lágrimas
De amargura, mezclando nuestra soledad.
Adentro de su cuarto, muy solo,
Estaba nuestro amado padre, siempre amoroso, siempre tierno
Solo él podía mitigar con sus besos nuestra inmensa soledad
Dándonos su amor, transmitiéndonos su fe
Que recuerdos más sombríos
Que añoranzas tan amargas
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Anidadas en mi pobre corazón.
¿Para dónde se fue mamá?
Santa Bárbara, 18 de enero del 2005, cerca del día del cumpleaños de mamá quien
murió hace 33 años.
VOLVAMOS A MARCALA-1974
Desde el 28 de junio empezó el desfile, llegó gente de Tegucigalpa, de la Esperanza,
de San Pedro Sula, de La Paz, de Tutule, parecía una romería, venían todos a saludar y
a celebrar los 90 años de papá. La casa se llenó de flores y de gente. Tratamos de estar
alegres sintiendo la presencia de mamá, el almuerzo fue delicioso, preparado por Corita
y por Mary y el pastel de cumpleaños estaba exquisito y era enorme. Corita armaba los
pasteles con capas de delicioso pan, separados con dulce de pina, dulce de leche y de
chocolate y a veces de mora. Comimos en tres mesas largas y grandes pegadas y aun
así hubo que comer en dos tandas, pues además de los viajeros llegaron también los
parientes y amigos marcalinos. En la mañana del 29, día del cumpleaños de papá,
durante el desayuno le dimos nuestros regalos y uno de ellos fue la entrega de “Mis dos
Mundos”, el libro con sus historias, como me las dijo él a mí. Le pedí que cuando lo
leyera le fuera haciendo las correcciones, pues estaba casi como lo copiamos en
máquina con mis ayudantes: Marito Alcerro y Orlando Hernández. No estaba corregido
ni revisado. Lo mandamos a encuadernar y a empastar con tapa dura color verde oscuro
y con letras doradas. Papaíto se emocionó al recibirlo y yo mucho más, hasta entonces
me di cuenta que pedacitos de mi alma andarían ahora flotando por ahí.
Pero todo lo agradable se acaba, pronto dentro de dos días, diríamos de nuevo adiós
a nuestro adorado viejito, que por dicha quedaba cuidado y mimado por dos de sus
hijas, Marina que vivía ahí en la casa y con Corita que llegaba casi todas las semanas
de La Esperanza.
Cuando Ramón y yo estuvimos en Marcala para la muerte de mamá, platicamos con
Popo, mi hermano, de lo bien que le caería a Rosibel, su única niña, en medio de varios
varones que tuvo él con Juanitia su primera esposa, venirse a Los Ángeles a aprender
inglés. Rosy ya se había graduado como maestra, yo tenía muchas dudas de que Popo
la dejara venir, pero parece que Rosy tenía un pretendiente no bien visto por su celoso
padre, así que esta vez, él estuvo de acuerdo y se le arregló el viaje para que viniera
con nosotros a Los Ángeles. Qué feliz estaba yo, ya tendría una muchachita conmigo.
Yo quiero a Rosy como a una hijita. Ella, Adán, Marinela y Francis son nuestros sobrinos
hijos tan buenos como queridos. Ramón llama a Rosy “Rosy la milagrosa” porque tiene
un carácter alegre, es estudiosa, trabajadora, constante, paciente, inteligente,
bondadosa, amorosa. La trajimos como visitante pero pronto se le consiguió una visa de
estudiante, la que aprovechó mucho aprendiendo inglés, pronto consiguió un trabajo en
la Casa Internacional de Estudiante en la Universidad de California y ahí hizo más
amigas. Conoció a Bill, el hijo de Teolinda y Bill Jonhson. Teolinda, marcalina y pariente,
hija de Don Antonino Contreras con su primera esposa. Teolinda fue una mujer
hermosa, amable, para mí exquisita. Nos invitaban a su linda casa y ella cocinaba
delicioso, así conoció Rosy a Bill y pronto se hicieron novios, con el beneplácito de los
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Johnson y el nuestro. Rosy siguió estudiando después de casada y ahora es una
enfermera graduada con ya varios años de experiencia.
En nuestro viaje a Marcala, encontramos a papaíto acomodándose a su nueva vida,
estaba saludable y siguiendo su rutina de siempre, seguía optimista a pesar de las
pérdidas tan seguidas de su esposa y de su hijo menor, Pelayo. La filosofía de él era
maravilla de “encontrar gozo aun en medio del dolor, gozar y agradecer lo que se tiene”.
Las horas de comer y de dormir son sagradas y tenía la bendición de que comía bien y a
sus horas, se dormía en cuanto ponía la cabeza en su almohada a las 8:00 de la noche,
después de una hora de que se le leía, se despertaba a las 7:00 de la mañana.
Siempre estaba con visitas, él era gran conversador. También se entretenía en el
botiquín, recetando sin cobrar y dando consejos cuando se los pedían.
Su ojo clínico seguía siendo increíblemente agudo. Recuerdo que cuando ya tenía
quizás sus 97 años y estaba visitándonos por muchos meses en Tegucigalpa, llegó una
tarde a vernos Sandrita Casco, la entonces esposa de Popito y le dijo: “abuelito, los
médicos no encuentran lo que yo tengo y me siento muy mal”, él le preguntó por los
síntomas y cuando ella se los enumeró él le dijo: “Mire nana, dígale a esos, sus
doctorcitos, que le busquen por hepatitis”. Sandrita lo llamó después y le dijo: “me
encontraron que tengo hepatitis y ya estoy tomando medicina, gracias abuelito”.
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CAPITULO XLIII
GRADUACIÓN DE OSCAR EN OREGON, 1975
Y VIAJE A EUROPA EN 1976.
Viaje a la graduación de Oscar.
A tristezas le siguen alegrías, en junio del 1975, Ramón arregló el viaje para que
fuéramos él y yo a la graduación de Oscar Hernán, quien tenía ya dos años de estar en
la Universidad de Oregon en Eugene. Oscar fue siempre un buen estudiante y también
le gustaba trabajar, tanto como pasear y divertirse. Tiene una personalidad muy
atractiva para el sexo femenino y pasaba rodeado de lindas muchachas. Cuando estaba
en la secundaria trabajaba durante el verano en los campos para niños adolescentes y
era muy bueno para ayudar a esos muchachos, así que cuando le tocó escoger carrera
se matriculó en la escuela de psicología. En junio de ese año recibió su B.A. en
psicología. Fue una graduación muy linda y conocimos a muchos de sus amigos, los
llevamos a cenar esa noche celebrando el acontecimiento y al día siguiente, él nos llevó
a conocer algo de la ciudad y a un paseo de campo en un sitio precioso con un río y una
cascada, no recuerdo el nombre del sitio.
Regresamos a Los Ángeles el día siguiente y Oscar quedó arreglándose para venirse
a la casa donde estuvo unos pocos días. Un grupo de sus compañeros y él decidieron
irse a Arizona. Ya estando allá, decidió no seguir los estudios de post graduado en
psicología porque en ese tiempo se vino un gran cambio en los sistemas de salud
mental. Cerraron hospitales, clínicas etc. y él y sus compañeros creyeron que no iban a
encontrar trabajo una vez graduados. Desde entonces se puso a trabajar en
restaurantes como jefe de comedor (manager). Eso le sigue gustando mucho y su
personalidad lo hace atractivo para sus clientes.
Oregon es un estado de lo más exuberante, por donde uno va, la vegetación es
frondosa. Dicen que llueve trece meses al año. La ciudad nos gustó mucho pero me
despidió con un ataque de “Spring Fever” o fiebre de la primavera, empecé a estornudar
sin parar por dos horas por lo menos, por dicha era el día en que tomaríamos el avión
de regreso a Los Ángeles y esto sucedió ya cerca del tiempo de regresar.
VIAJE A EUROPA
Del 8 de agosto al 3 de octubre de 1976.
Ya he dicho varias veces que Ramón me invitó siempre a sus viajes por el mundo.
Yo le acompañaba a viajes cortos, por lo general con toda la familia, pero para viajes
largos y a lugares distantes no podía, pues yo quería dedicar mis vacaciones a visitar a
mis padres. Mis argumentos y sentimientos eran que mis padres ya estaban muy
mayores y que para mí era como una necesidad ir a verlos mientras yo pudiera, que el
mundo seguiría ahí cuando ellos no estuvieran y así es ahora, el mundo sigue ahí pero
mis viejitos adorados se me fueron. Ramón siempre entendió y respetó mis deseos, es
más, ya he dicho como él me daba los pasajes de regalo cuando terminaba mis cursos o
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los agregaba a los regalos de Pascuas, día de la madre o de cumpleaños, pero siempre
me decía que quería visitar de nuevo Europa y ver conmigo por lo menos ocho países
más que él no conocía.
En mayo del 1976 yo tomé mis vacaciones como siempre y me fui a ver a papaíto, ya
mamá no estaba. Él cumpliría 93 años ese junio. Cuando esto ocurrió, ya habíamos
decidido regresar a Honduras en cuanto Rey se graduara en la Universidad de California
donde hizo su carrera y ese día llegó en junio de 1977. En mayo del 1976 como ya dije,
Ramón me ayudó a arreglar mi viaje a Honduras y me quedé allá por cuatro semanas
gozando la cercanía de la familia y la ternura de mi papá, regresé renovada, vacunada
por un año. Sentía la tristeza de dejarlos y como siempre la muy feliz de regresar a mi
otro mundo donde me esperaban Ramón, mis hijos y mi trabajo.
Estábamos platicando con Ramón al siguiente día de mi regreso y yo estaba
comentándole los pormenores de mi viaje, cuando Ramón me dijo: “bueno, ya fue a ver
a su papaíto, a la familia y a descansar, ahora hagamos los planes del viaje a Europa”.
Asustada yo le pregunté: “¿cuál viaje?”, y él me dijo: “el que vamos a hacer usted y
yo a Europa”. Más preocupada yo le dije: “pero yo acabo de tomar mis vacaciones y no
tendré otras hasta el próximo año”. Él, gozando de mi susto lleno de travesura en los
ojos, me dijo: “bueno ese es un problemita que usted resolverá, yo no he visitado la
parte sur de Europa ni otros países cercanos, así que alístese que el viaje será a fines
de junio, ya me están arreglando el itinerario”.
¿Se imaginan mi dilema? ¿Cómo podría hacer ese viaje sin renunciar a mi trabajo?
Ramón seguía convenciéndome que ya el otro año regresaríamos a Honduras y ya
retirados no podríamos estar viajando y terminó diciendo: “así que esta vez nos vamos
juntos”.
Al llegar el lunes a mi trabajo, mis colegas y amigos al saludarme me preguntaron por
mi viaje, por mi familia y por cómo estaba yo, después de contestar las primeras
preguntas les dije, yo tengo un problema enorme, se asustaron al oírme decir eso pues
no me habían oído hablar nunca de problemas, mis compañeras casi al unísono me
preguntaron: “¿Qué pasa Tanchis?”, y yo les contesté: “es que Ramón me quiere llevar
a Europa”. Mis compañeras Cele, Cooper, Muriel, Kessler se rieron mucho y me dijeron:
“si ese es su problema ya lo quisiéramos tener nosotros”. Yo les recordé que yo venía
llegando después de un mes de vacaciones y que no sabía que hacer, siguieron
bromeando y repitiendo “ya quisiéramos nosotros que ese fuera nuestro problema”. Ya
más serias y viendo mi preocupación me dijeron que no me preocupara, que estaban
seguras que eso se podía arreglar. Como Muirier actuaba como jefe en ese tiempo algo
me tranquilizó. El miércoles cuando fuimos a la Sesión General llamada “Grand Rounds”
con todo el personal de psiquiatría, el doctor Saul Brown, quien era mi amigo de mucho
tiempo antes de que fuera mi jefe, era el director de la Clínica Psiquiátrica. Saul se
acercó a mí para saludarme y para preguntarme por mi papá y me preguntó cómo
estaba yo. Ahí nomás le dije: “Saul tengo un gran problema”, también él se sorprendió y
quiso saber que pasaba y me dijo que si había algo que él podía hacer, le di las gracias
y le dije: “no sé qué hacer, el problema es que Ramón me quiere llevar a Europa”. Saul
contuvo la risa y con una gran sonrisa me tocó el hombro y me dijo: “Tanchis, ese no es
problema”. Yo le recordé que ya había tomado mis vacaciones, y muy serio me dijo:
“Tanchis, tome un papel y un lápiz y su calendario y sume todas las horas extras que
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usted tiene”, y yo le respondí: “pero si yo nunca he cobrado por horas extras”, “por eso
mismo, hágalo y me avisa”, dijo él. Hice lo que él me dijo y me salieron tres semanas
extras y me dieron una o dos semanas de permiso sin pago. Así que ese año tuve casi
nueve semanas de vacaciones.
Arreglamos el viaje y nos fuimos a Europa. Salimos vía Chicago donde vivía nuestra
sobrina Marinela Barrios, casada entonces con el psiquiatra Tito Chan Peña. Ellos nos
esperaban en el aeropuerto y nos llevaron a su linda casa en Olimpia Fields, nos
quedamos con ellos desde el 28 de agosto hasta el 1 de septiembre, cuando volamos
en la noche hacia Londres.
LONDRES
Llegamos a las 9:00 de la mañana, la ciudad nos recibió con su habitual vestido de
tul, neblina y llovizna agregada. Hacía mucho frío a pesar de ser verano todavía, así que
el caminar como se camina en Europa no nos molestó tanto.
Londres es bellísimo en su clásica belleza, además de misteriosa. Nos hospedamos
en el Hotel Ruben, situado en Buckingham Palace Road, de donde podíamos caminar a
ver el palacio y ver el cambio de guardia que es una atracción diaria.
El hotel, aunque hermoso en su antigüedad, no tenía las comodidades de Estados
Unidos. En los baños sobre todo, había que saber o imaginarse como funcionaban y
averiguar que unas cadenas que colgaban eran para jalarlas y lavar los servicios. No
había regaderas, solo pilas o bañeras, pero éstas eran altas y hondas. Yo tuve que
poner una silla para meterme pero no hubiera podido salir sin pedir el auxilio de Ramón
quien se rió mucho de mi predicamento. El hotel como ya dije era antiguo pero lo
mantenían muy bien cuidado. Mi imaginación volaba a los tiempos en que fue teatro de
muchas cosas y me preguntaba ¿filmarían aquí algunas escenas de las películas de
Sherlock Holmes? Visitamos lo que es de rigor: el palacio y el cambio de guardia con el
bello colorido de sus antiquísimos uniformes, fue una de las cosas más vistosas que nos
hizo pensar en los esplendores pasados.
En cada esquina, Londres nos recuerda que es una ciudad de reyes y como tal,
despliega o esconde muchos de los tesoros guardados con gran celo a través de los
siglos.
La torre de Londres nos recordó también la crueldad de algunos de sus monarcas y a
mí casi me disgustó la actitud del guía, cuando nos enseñaron los lugares en que fueron
ejecutadas las esposas de Enrique octavo.
Tal vez el contar la historia todos los días lo ha desensibilizado. A mí hasta me daba
friíto en la espalda cuando el guía narraba esas crueldades.
Después nos llevaron a ver el esplendor y riquezas de otros tiempos, las joyas de la
corona son exquisitamente bellas y representan una fabulosa fortuna.
Desde ahí admiramos el majestuoso Támesis, este río que más parece la vía principal
de Londres, ya que en sus orillas hay monumentos bellísimos que le dan a Londres una
belleza espectacular, nos recomendaron ver el Támesis desde la Catedral de San
Pablo.
Aunque no me gusta perder tiempo precioso en las tiendas, tuvimos que ir de
compras ya que siguió la ola fría y tuvimos que comprar abrigos. Muchas de las tiendas
han estado ahí por siglos y muchas de ellas siguen teniendo como clientes predilectos a
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miembros de la familia real. Las mercaderías de Londres dicen que son famosas no
tanto por su belleza como por ser muy durables. Hay una tienda de artículos de cuero en
Picadilly y ha estado en operación desde 1750. Los londinenses son también famosos
por gustarles mucho las plantas y sus jardines son fabulosos. La gente que sirve en los
restaurantes y tiendas es atenta pero muy circunspecta y en la calle se ven los
caballeros con bastón y sombreros de bombín. Seguimos conociendo y vimos muchas
cosas en los días que estuvimos en Londres, de donde volamos a Francia.
PARIS
París, la Ciudad Luz, descrita por muchos escritores, pintada y fotografiada por
artistas y cantada por poetas como una ciudad de encanto, de sorpresas y de ensueños,
tiene la cualidad de dejarnos maravillados por su eterno romance y esplendor.
Revisitada después de 25 años, nos sorprendió encontrarla igual, tal vez embellecida
por el tiempo. Yo encuentro en cada esquina que cruzo, en cada rincón descubro esa
hermosura que se quedó ahí grabada presenciando el paso de los siglos. Esta vez
notamos menos elegancia en el vestir de la gente que circulaba por las calles y lo que
fuimos notando tanto en Londres como en París, es que la mayoría de los turistas son
japoneses.
RAMÓN EN PARIS, SEDE DEL CONGRESO DE PSICOSOMATICA EN 1976
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A París nos trajo esta vez el Congreso Mundial de Medicina Psicosomática, que tuvo
lugar del 9 al 12 de septiembre de 1976. Así que mezclamos trabajo profesional con
placer.
Las conferencias fueron en la Universidad René Descarte, 45 Rue des Saints Peres.
Yo asistí a varias presentaciones científicas pero también aproveché algunas de las
visitas programadas para las esposas de médicos asistentes y tuve oportunidad de ir a
muchos sitios preciosos, pero lo culminante fue ver el desfile de modas de otoño por el
famoso diseñador Ives Saint Laurents en su exclusiva tienda. Acabábamos de ver en
Los Ángeles una exposición bellísima de Matise, una explosión de color y cuando yo le
explicaba a Ramón el desfile de modas, le decía que era como ver a Matise en
movimiento. Los vestidos eran al estilo campesino, con blusas de un color, las mangas
abombadas grandes de otro color, unas faldas como de tafetanes en capas también de
otro color y en los corpiños, unas fajas anchas negras con ojales, amarradas enfrente,
los sombreros eran de piel casi tapándoles los ojos. Yo me preguntaba ¿Quién se
atrevería a ponerse esos trajes, no sólo por el precio que era de $3000 para arriba sino
también por la explosión de diferentes colores y por ser su estilo tan exagerado?
Los banquetes como las representaciones teatrales fueron de maravilla. Los trabajos
científicos también fueron de excelente calidad, Ramón pasó muy ocupado e interesado
en todo lo que oía. Recuerdo que al regresar a Los Ángeles, dando el reporte de las
conferencias a mis colegas, les contaba cómo toda una tarde fue dedicada a hablar de
los beneficios de la relajación y que nos habían puesto a practicarlas acostadas en un
colchón en un gimnasio. Mis compañeras me dijeron: “Tanchis, usted ha estado
adelantada en eso por lo menos unos 15 años, pues desde que recordamos usted ha
estado enseñando a sus pacientes a hacer relajación”, esto era cierto, cuando yo estuve
en España en 1950 se hablaba mucho de los doctores alemanes y se estudiaba también
cómo ellos recomendaban la relajación por los beneficios que produce en el cuerpo y en
el espíritu. Al principio yo les daba copias de algunos ejercicios, que siguiéndolos con
regularidad y constancia, se logra la mejoría de dolores y se alcanza la calma del
espíritu. Con el tiempo, empecé a hacer copias grabadas para oírlas y seguir las
instrucciones y un tiempo después, empezaron a salir una gran variedad de ellas que se
vendían en las librerías médicas.
En París, vimos de nuevo el famoso museo del Louvre, con gran pesar oímos la
odisea de la Mona Lisa que ahora está presa en vitrinas gruesas de vidrio, ya que esta
maravillosa pintura de Da Vinci ha sido mutilada más de una vez. También, la bellísima
Pieta de Miguel Ángel está resguardada. Las dos maravillas están guardadas en
grandes cajas de vidrio y protegidas por cadenas para que los visitantes no se acerquen
mucho.
La Pieta fue asaltada y maltratada con un martillo por un energúmeno hacía ya como
12 años.
Esta vez teníamos más tiempo y podíamos detenernos a admirar las pinturas y las
esculturas de famosos maestros.
Paseamos por la Torre de Eiffel y las bellas fuentes de su alrededor y recordamos
que la primera vez que estuvimos ahí, nos contaron que el año anterior habían subido a
un elefantito rosado como anuncio de un circo que acababa de llegar a la ciudad.
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Revisitamos las iglesias de Nuestra Señora y del Sagrado Corazón. Recorrimos las
orillas del Sena, donde los artistas muestran sus pinturas y esculturas y donde hay
ventas de libros usados en gran cantidad. Paseamos en un bote sobre las aguas
verdosas del Sena. El río constituye el más grande boulevard de París que se ha
extendido a sus orillas. Mucha gente habla de París como la ciudad de los comilones y
su cocina es famosa en el mundo entero. Dos restaurantes que nos recomendaron
estaban tan llenos que nos sentaban apretados como sardinas en unas mesas largas,
pero la comida era exquisita según decían.
En ese viaje conocimos a una hija de Sonia Canales de Mendieta, vieja amiga de la
familia, su hija es Sonia María, casada con Cristian, un hombre muy agradable. Fueron
atentísimos con nosotros y su hijito nos adoptó como sus tíos. Sonia María ha trabajado
con la Embajada de Honduras por mucho tiempo y, en los últimos años, es Embajadora
de la UNESCO. Cuando le conté que había ido a ver la colección de otoño de Saint
Laurens, me dijo admirada que yo era muy dichosa ya que ella ha querido comprar
boletos cuando llegan las primeras damas y nunca ha podido conseguirlos ya que es
algo inmensamente exclusivo y caro.
Nos volvió a impresionar la belleza de la Plaza La Estrella y el imponente e histórico
Arco del Triunfo.
En fin, como ya he dicho, no hubo un sitio en que no encontrara la belleza señorial
por la que esta ciudad es tan gustada y admirada. Me fascinó el contraste de sus
hermosos y vetustos edificios, muchos ennegrecidos por los siglos, con la vitalidad de
sus habitantes y el colorido de sus jardines. Esta vez sí fuimos a Versalles, indescriptible
por su belleza y su historia.
En París estuvimos en el hotel Pinta. Dejamos París vía KLM en la noche del 12 de
septiembre en que salimos hacia Holanda.
HOLANDA
Su capital es Ámsterdam.
Qué sorpresa me llevé en esta ciudad donde muchas de sus calles son canales. La
luz reflejada en las aguas da más claridad y color a esta bella ciudad, donde también
hay callecitas empedradas, sombreadas por lindos árboles. Sus casas son altas, hechas
de ladrillo, algunas grises, otras azules, otras violeta y algunas casi rosadas, pero la
mayoría son de un color café oscuro casi rojizo, con ventanas angostas, alargadas y en
sus vidrios se refleja el pálido sol del norte. Vimos a Ámsterdam con mucha vida, botes
en sus canales, bicicletas a centenares en sus calles, muchos autobuses y carros
particulares, pero me parecía que la mayoría de su gente se movía entonces en
bicicleta.
Durante el mes de abril y mayo hay una explosión de color, es el tiempo de las flores
que han inspirado a tantos poetas. Nosotros fuimos en agosto y aun las había en
abundancia, los tulipanes se ven por todas partes. La ciudad tiene muchísimos puentes,
cientos de ellos e invitan a cruzarlos cuando se vaga por la ciudad. Ramón arregló que
tomáramos un paseo en bote por algunas horas y nos llevó a través de encantadores
pueblecitos y de una campiña casi de fantasía. Nos cruzamos con otro bote que llevaba
una pareja de novios y su cortejo, todos con trajes de aldeanos y una orquesta de
pueblo, qué cuadro más romántico y encantador.
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Otro día visitamos el Museo de Van Gohg, donde sin querer nos sumergimos en su
bello arte, a ratos casi crudo en la expresión de sus sentimientos, que hace meterse en
los laberintos de su mente y de su psiquis, en los que a rato expresa gozo o intenso
dolor ya que él dejaba plasmados en el lienzo los cambios de su alma.
Ramón y yo habíamos leído el Diario de Anna Frank hacía muchos años, y yo había
oído la historia del holocausto narrada por las víctimas que yo traté cuando trabajaba en
Cedros de Líbano, más tarde en Cedars-Sinai - Medical Center en Los Ángeles. El
visitar la casa y museo de Anna Frank fue como revivir su historia. La casa se conserva
igual que cuando la familia Frank vivió ahí escondida por casi 2 años, hasta que alguien
los delató y fueron aniquilados con otros millares de judíos y no judíos. Empezando por
la aristocracia y los religiosos. El mensaje a la salida es “no dejemos que esta felonía se
repita”.
Entre los muchos edificios que admiramos en Ámsterdam, está el monumental
Palacio Nacional y muchos otros que en realidad son señoriales y bellos. Nos
hospedamos en el hotel Pulictzeer, precioso y cómodo, que daba a uno de los
principales canales. Teníamos refrigeradora con refrescos y frutas, en el baño jabones y
cremas deliciosas, clínex y papel inodoro suave, estos lujos no los habíamos encontrado
en ninguno de los otros hoteles en que estuvimos.
Conociendo la ciudad, una tarde nos encontramos un lugar no muy retirado del hotel
donde hacían unas crepas enormes y ahí nos íbamos en la tarde a tomar café con esas
delicias.
Hicimos una excursión a través de verdes campos donde vimos las vacas famosas,
son inmensas y se ven muy graciosas con sus campanitas en el pecho. Llegamos a la
ciudad medieval Monalickendan, donde las calles son tan angostas que no entran
carros, los que se dejan afuera del pueblo y esto da al pueblo un aspecto de jardín,
como era mi Marcala cuando yo era niña y no había carreteras. Nos llevaron a conocer
una casita de habitación que dicen es típica de la región. La encontramos bella en su
sencillez. Se entra a lo que es la sala grande y adornada con platos de cerámica en las
paredes y en sus mesas, jarrones de cerámica, industria del pueblecito. En una esquina
de la casa, sin división, estaba la cocina con todo lo necesario y muy cerca, la mesa del
comedor y en otra esquina, un closet grande, al correr una cortina bonita se ven tres
camas como literas construidas una encima de la otra y con una escalerita para subirse,
los servicios y pilas de lavar estaban en una casita afuera. Ésta era una habitación de
gente pobre pero arreglada, con gran gusto e ingenio para hacerla agradable y
confortable.
No podíamos dejar de visitar las fábricas de quesos. Papaíto nos llevaba un queso
holandés delicioso, le llamaban en Marcala queso de bola, pues era redondo protegido
por una lata, las que se abrían en el centro como se abren las sardinas, el queso era de
un color amarillo oscuro con un parafinado rojo afuera y luego la lata. Buscamos y
preguntamos por el famoso queso y dicen que ya no lo hacen, el más parecidos era un
edam que Ramón insistió en comprar y lo mandaron por correo a Honduras.
A mí me fascinó Holanda y sus bellos campos, donde volvíamos la vista
encontrábamos paisajes bucólicos que llegaban al alma de esta trasplantada
campesina.
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De Ámsterdam volamos a Alemania.
Miunich. El viaje fue de escasa una hora, salimos después de la medianoche y
llegamos a las 2:00 de la mañana. Teníamos reservaciones en el Hotel Eden Wolf, tan
cómodo como el de Ámsterdam. Era mediados de septiembre y se estaba poniendo muy
frío, y yo ya había pescado un catarro. Fuimos a una opereta, linda música, bellos
artistas, pero todo en alemán, así que nunca supimos de qué se trataba. El teatro era
precioso y la audiencia de lo más elegante y sofisticada. Estábamos celebrando la
víspera del cumpleaños de Ramón.
Munich es la capital industrial de Alemania según nos dijeron en 1976, pero también
es conocida por su cultura y su arte que es exquisito en todas las formas. Visitamos el
famoso museo de la industria y también vimos las varias plazas y comercios de la
ciudad. Yo admiré los bellos abrigos de lana, los sombreros y sombrillas en las vitrinas,
todo de exquisito gusto y estilo y, contrario de lo que ocurre en otras ciudades al ver
pasar a la gente por la acera y las plazas, iban vestidas con las prendas admiradas en
las vitrinas. El frío creo que se presta más a la elegancia y la gente que vimos vestía
elegantemente, también se veían rebosantes de salud, de actividad, muy rosados y
sonrientes. ¡Lo que hace la prosperidad!
Mi resfriado empeoró y el día que seguiríamos celebrando el cumpleaños de Ramón,
tuve que quedarme en la cama en vez de llevarlo a bailar y a cenar. Por dicha, el resto
del viaje fue maravilloso.
De Miunich tomamos excursiones y nos llevaron un día al sitio donde Hitler tenía su
búnker, lugar de escondite y de seguridad, parece que la juventud alemana ya no
recuerda esa época de oprobio y de crueldad.
AUSTRIA
El 18 de septiembre salimos para Austria, Viena. El vuelo duró casi una hora,
llegando a Viena a las 9:00 de la noche. Viena es una ciudad también saturada de
historia y además, de música. Encontramos la ciudad apasible, casi tranquila, con
muchas plazas y edificios magníficos y bellos palacios que nos recuerda la permanencia
de los Habsburgo ahí. Fuimos a cenar y a ver bailar los famosos valses de Viena, pero
como que todos los turistas coincidimos ahí al mismo tiempo, casi no nos podíamos
mover, nos sentaron en unas grandes mesas, largas, sin siquiera mantel, puestas
alrededor de la pista del baile, donde por media hora, artistas bailaban con una
indumentaria como para ballet. No era lo que esperábamos, yo por lo menos me
imaginé que estaríamos en un elegante salón con espejos y candelabros y que los
bailarines lucirían vestidos de la época de Strause. Vals es nuestro baile favorito y a mí
me encanta bailarlos por su elegancia, distinción y su cadencia.
Nos interesaba visitar la casa de Freud, donde él tenía además su estudio y oficina.
Todo está como si él regresara en cualquier momento, a Ramón y a mí nos emocionó
conocer dónde el gran maestro y fundador del psicoanálisis hizo sus investigaciones,
tratamientos y escritos.
Fuimos a los legendarios bosques de Viena donde Strause se inspiró para hacer el
vals, los “Bosques de Viena”. De lejos pudimos ver la cabaña donde ocurrió la tragedia
de Meyerlen, que cambió el curso de la historia.
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Vimos deslizarse perezosamente el tan cantado Danubio Azul, ya no tuvimos tiempo
de recorrerlo en bote. En otra excursión llegamos a un famoso lago subterráneo donde
los alemanes armaban aviones de guerra y los sacaban a los barcos por una cueva que
da al mar. Este lago parecía de cal, el fondo es blanquísimo. Llegamos a él por unas
escalinatas también subterráneas.
Viena es también famoso por ser la cuna de grandes compositores, aquí hicieron sus
grandes obras clásicas, Mozart, Beethoven y Hayden y muchos otros más. Vimos
algunos de sus museos.
Encontramos la gente de Viena muy amable y con deseos de servir. Al preguntar por
la dirección de la casa de Freud a un muchacho que resultó ser universitario, dijo que él
nos llevaría, caminó con nosotros hasta la puerta del museo y se despidió muy
amablemente.
Traíamos la dirección de un Hotel Grande, el Savoy, pero en Francia, Sonia María
nos dio la tarjeta de un hotelito muy céntrico manejado por su dueña, resultó excelente y
su dueña, una señora de mediana edad muy amable y competente, la comida era muy
buena. De todos los sitios en que estuvimos, el tiempo de comida que yo disfruté más
fue el desayuno, ya que servían panecillos calientes de varias clases con mantequillas y
mermeladas, también servían quesos y un buen café con leche.
Fuimos al bellísimo palacio de Chembrue y oímos historias sobre sus reyes.
Visitamos el convento e iglesia de las Ursulinas y otros museos. Recuerdo a Viena por
su belleza serena, de aquí volamos a Suiza.
SUIZA
Ginebra: el 21 de septiembre, a medianoche, llegamos al Hotel Amat Carlston. Suiza,
el maravilloso país de montañas y lagos, de gente pacífica y trabajadora, es el país que
se ha convertido en la “Alcancía del mundo”. El llegar a este país y sentirse rodeado por
los picos nevados de los Alpes es una experiencia maravillosa.
Llegamos a Ginebra, la capital intelectual, cultural y económica de la Suiza Francesa.
Fue en un tiempo la sede de la Liga de las Naciones, ahora de las Naciones Unidas,
donde por muchos años ha trabajado nuestro gran amigo Carlos H. Matute. Él y
Josefina nos enseñaron esta linda ciudad. Ya soplaban los aires anunciando el otoño y
en el campo de la universidad ya crujían las hojas caídas al ser estrujadas por nuestros
pies. Este crujir me recuerda nuestras correrías de niños en las fincas de café en
Marcala, también cuando vivíamos en Los Ángeles tuve una amiga muy querida, la
trabajadora social y excelente Psicoterapeuta, Sonia Stangle, con ella íbamos de vez en
cuando a un parquecito en Beverly Hills donde hacíamos crujir las hojas al caminar, esto
le gustaba tanto a ella como a mí.
El lago Ginebra besa por muchos lados la ciudad y desde ésta, se contempla el
Monte Blanco y sus alrededores, donde están los sitios para esquiar. Visitamos el
edificio de las Naciones Unidas y conocimos a algunos de los colaboradores de Carlos.
Fuimos con Josefina a un pueblecito francés donde a ella le gusta hacer sus compras, y
Carlos nos llevó a la frontera italiana después de atravesar un inmenso túnel. También
fuimos a Lucern y a otros pueblos en la región de los lagos, Interlaken, qué maravilloso
paseo.
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Vimos muchos castillos y catedrales pero lo mejor de todo para mí fue estar con
nuestros amigos y sus hijos en su casa, donde nos invitaron a cenar y también en los
muchos sitios que anduvimos con ellos. Del hotel a Marcaltoln no recuerdo mucho, creo
que los alrededores me deslumbraron tanto que el hotel quedó en el olvido. La campiña
de Suiza es preciosa, sus chalet rebalsando de flores por sus ventanas parecen como
de cuento.
El 23 de septiembre ya de noche, dejamos Ginebra y volamos hacia Italia.
ITALIA
Roma, la ciudad eterna. La gloria de Roma no disminuye con los siglos, la ciudad
permanece como una sucesión de escenarios listos para las representaciones más
exigentes. Sus magníficas bóvedas, sus grandes plazas y paseos, sus dorados palacios
y la maravilla de sus fuentes. La de Trevi es magnífica en su belleza cantarina. Si, Roma
es una ciudad de historia, de ensueño, de fantasía y romance y también de
espiritualidad. Recorrimos los monumentos históricos como el Foro Romano, el Coliseo,
el Panteón, varias de sus plazas. Estuvimos mucho rato disfrutando de quietud bajo una
pérgola en la plaza de España. De todas las plazas, la más emocionante para mí fue la
plaza de San Pedro y nuestra visita al Vaticano. Qué recogimiento y al mismo tiempo
qué gloria y qué emoción sentí, sin darme cuenta las lágrimas me rodaban por las
mejillas, lágrimas de admiración, lágrimas de gratitud por tanta belleza. ¿Lágrimas tal
vez causadas por mi fe de niña? Lágrimas de reverencia. Fue una de las cosas que más
me ha impresionado y no fue algo en particular sino la grandiosidad del conjunto, la
santidad del momento, el estar ahí.
La admiración en la Capilla Sixtina fue otra clase de emoción, admirando las bellas
pinturas, reconociendo las grandezas y talentos de Miguel Ángel. Al salir de regreso a la
plaza, era la hora de recibir la bendición papal. Imposible describir la inmensa
muchedumbre esperándolo, el recogimiento que se sentía al verlo, mejor dicho
vislumbrarlo a lo lejos en su ventana, instantáneamente la muchedumbre se dispersó al
retirarse el Papa, todo fue tan fugaz.
Fuimos al centro de la ciudad y almorzamos en Vía Veneto, en uno de los muchos
café al aire libre.
Encontramos a la gente alegre, desenfadada, por lo general tranquila. Nadie anda en
apuros ni corriendo.
Al regreso, les contaba a mis compañeras que los italianos o me encontraron muy
fea o muy seria o tal vez yo no les parecía extranjera, pues yo no tuve ninguna de la
experiencias que ellas contaban que les decían cosas, que las tocaban o las invitaban o
se las querían robar y eso que yo estuve sentada por mucho rato en una balaustrada,
mientras Ramón cambiaba unos pasajes adentro. Ellas me decían: “es que tal vez ellos
creyeron que usted era italiana”.
En Roma, nos hospedamos en el hotel de la Vía Sextina, como todo lo de Roma,
precioso y lleno de historia. En Roma se encuentran los vestigios de su grandeza y de
su historia en cada rincón.
De Roma, volamos a Florencia, donde nos quedamos dos días, el 28 de septiembre
era nuestro aniversario. Muy temprano, Ramón me dijo que lo primero era ir a American
Express. Ahí recogió un paquetito ya que había dejado a nuestro hijo Rey el encargo de
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que copiara en un cassette la música de “El poder del amor”, nuestra pieza, y le
recomendó que la pusiera al correo de modo que estuviera en Florencia cuando
nosotros llegáramos. Así que allá, tan lejos, oímos la dulce marimba y nuestra música.
Esos detalles de Ramón, tan amorosos y tan románticos desde que nos casamos, me
llegan al corazón, esa noche celebramos en un lugar precioso nuestros 29 años de
casados.
Estábamos en Florencia, la cuna del renacimiento. La ciudad es una exhibición
completa de arte. Así como se observa en los museos y templos, las obras maestras,
aquí están distribuidos por toda la ciudad y sigue siendo un lugar, uno de los pocos
lugares donde además, se observan los artesanos en acción. Y cuántos de los maestros
fueron artesanos, como Butesely y Celeine, que fueron expertos trabajadores de
metales antes de convertirse en famosos pintores. Los cuadros de Rafael nos
impresionaron, él murió tan joven. Fuimos también a visitar su tumba.
Florencia debe su riqueza artística a la acumulación de pinturas de Tiziano, Tintorero,
Rafael, Rubens, Van Dick y cuantos más y en su escultura el sin igual Miguel Ángel.
Admiramos en la galería De La Academia, su famoso David.
Imposible apreciar a Florencia en tan poco tiempo, pero lo que vimos nos arroyó con
su encanto. De Florencia nos fuimos a Venecia.
VENECIA
Venecia, por más películas o fotografías que habíamos visto, la realidad de Venecia
fue increíble. Yo me imaginaba los canales como los que vimos en Ámsterdam y otros
tal vez más grandes y algunos son así, los más conocidos y los más románticos con sus
góndolas y sus típicos gondoleros no son tan grandes, pero la mayoría de los canales
son más masas inmensas de agua separando o uniendo islas, poblados algunos de
ellos, no se puede ver donde terminan. Uno de los mayores encantos es que no hay
carros en la ciudad y que el tráfico es en botes de motor, algunos tan grandes como
autobuses. En el centro de la ciudad, hay algunas calles y se camina sin peligros, sin
apuros, es maravillosamente pintoresco. Aquí también vimos muchos artesanos
trabajando fuera de sus estudios. En la Plaza de San Marcos, nos parecía que
estábamos en un mundo completamente irreal, alado con sus miles de palomas y otros
pájaros que se paran en los brazos, en la cabeza y revolotean como saludando a viejos
amigos, son cientos de palomas que compiten con las reliquias históricas y la belleza del
paisaje. En nuestras andancias, fuimos al palacio de los Dagues y recorrimos sus
secretos pasajes, uno de estos lleva a los cuartos de tortura y cruzamos el Puente de
Los Suspiros. Qué equivocada estaba yo cuando oí hablar del Puente de los Suspiros,
me imaginaba que por ahí pasaban las parejas de enamorados tal vez despidiéndose y
suspirando, estaba lejos de pensar en la cruel realidad, se llama Puente de los Suspiros
porque por ahí pasaban los condenados a muerte diciéndole adiós al mundo.
Para mí, Venecia fue una sorpresa, un mundo de fantasía y belleza, hasta las vitrinas
de las tiendas estaban arregladas con exquisito gusto y la variedad de artículos eran
excepcionalmente bellos, vimos variedad de máscaras, las cuales eran delicadas y
lindas y me dijeron que cada año celebraban en Venecia un carnaval. Vimos muchos
restaurantes y mucha actividad nocturna en teatros y conciertos. Lo más inolvidable fue
nuestro paseo en la noche en una góndola, en un ambiente casi fantasmagórico donde
260
el juego de luces y la oscuridad producían figuras irreales pero bellas. Nuestro
gondolero no cantaba, ¿pero qué más música que la que producían los remos cuando
golpeaban el agua y el susurro del silencio? Nuestro hotel era muy cómodo, el Bonacetti
en 30100 Venecia, al día siguiente fuimos a la Isla de Murano, famosa por sus trabajos
en vidrio que compiten con el cristal. Hacen cosas delicadísimas y se pueden observar
los artesanos en acción. El viaje era de más de 15 minutos y a ese trecho de agua
también le llaman canal.
Venecia ha estado ahí por siglos y se ve tan frágil, y es que en realidad es
vulnerable, mucha agua la inunda y puede arrastrarla y poca agua expone sus
arranques y le quita solidez, así que a través de los siglos dicen que está protegida por
su propia magia. Una de las cosas que me parece irreal, es verla hacia arriba y luego
hacia abajo, reflejando en el agua sus magníficos edificios.
Encontramos esplendor, magia, ensueño, romance y también paz en esta histórica
Venecia que dio a conocer al mundo Marco Polo con sus fascinantes descripciones.
De Venecia regresamos a Roma, de paso para Grecia.
GRECIA
Grecia, la cuna de sabios y guerreros.
Atenas. Llegamos a la medianoche al hotel King Minos, casi en la plaza principal de
Atenas, la legendaria, la favorita de los Dioses del Olimpo.
Encontramos la ciudad moderna, como cualquier otra, sólo se destacaba el viejo
Palacio Real, no recuerdo haber visto en el centro de la ciudad otros edificios antiguos e
históricos. Las ruinas de su grandeza están fuera de la cuidad y son impresionantes, la
Sagrada Roca del Acrópolis, la cuna de la conciencia humana, es una maravilla, que
vista más extraordinaria cuando se ve desde la ciudad en la noche, cuando está
iluminado su bellísimo templo, El Partenón, en la cima. Este templo fue dedicado a
Atenas, la diosa y patrona de la ciudad, y fue construido en su totalidad de mármol
blanco, creo que de este monumento es del que se dice que aun en ruinas es de una
perfección arquitectónica sin igual. Vimos también la tumba del Soldado Desconocido, el
teatro de Dionisio, el Arco de Adrián, el templo de Zeus y de Júpiter, el Palacio Real, etc.
Un día en que Ramón se fue a visitar a unos médicos que lo llevaron a un hospital
psiquiátrico, yo me fui a una excursión y llegamos hasta Seunion, donde está el templo
de Poseidón y otras ruinas maravillosas a la orilla del mar Egeo, qué de bellos paisajes
entrelazados con la blancura de las columnas griegas de antiguos monumentos
destruidos y al fondo, el azul turquesa clarísimo del mar.
En Atenas acabamos de comprar regalitos para la familia y como broche de oro a
estas semanas de conocer y admirar tantos históricos lugares, asistimos la última noche
a la representación teatral “Sonidos y Luces”. La Sagrada Roca del Acrópolis fue el
escenario del drama de esa noche; reviviendo la edad dorada de Atenas, oímos la voz
de Theseus, de Pericles, las voces y los atenienses, la voz de Herodoto, la voz de
magistrados y de los guerreros del maratón relatando los planes de guerra contra los
persas comandados por Jerges. Al final, Payas vino en su ayuda y pudieron salir
victoriosos, sus héroes fueron: Milsias y Aristides. La diosa Atenas habla por último y
dice: “Yo soy Atenas Paleas”. La Atenas que destruyó las fuerzas eternas del mal. Yo
traeré orden, ley y claridad. Durante los siglos que vienen, yo seré eterna fuente del
261
pensamiento, del amor y de la razón que protegerán contra el orgullo y el fanatismo”. Y
para terminar dice Atenas: “Venid a esta consagrada roca donde el gran valor, virtud e
infinita belleza se han mezclado para hacer nacer la conciencia del hombre”.
Fue una noche inolvidable, un drama de gran belleza e inspiración.
Regresamos a Roma por tercera vez el 3 de octubre para tomar el avión a nuestra
casa en Los Ángeles, California.
Qué viaje más lindo. ¡Qué de maravillosas experiencias! Gracias mi Ramón por
insistir en darme semejante regalo, más de un mes de estar a su lado conociendo otros
mundos y otras gentes. El álbum de este viaje me recordará siempre estos momentos
vividos a su lado y yo me pregunto ¿Por qué soy tan dichosa?
262
CAPITULO XLIV
VIAJE DE PAPAITO A LOS ÁNGELES
DESPEDIDA DE LOS ÁNGELES
Graduación de Rey.
Rey se graduó en la universidad de California en junio de 1977, sacó dos grados uno
en antropología y otro en economía, fue la graduación una ceremonia imponente. Rey
fue siempre buen estudiante y desde la secundaria trabajó, cuando iba a empezar la
universidad escogió UCLA a pesar de que fue aceptado en otras, su papá le preguntó si
quería vivir en los campos de la universidad, pero Rey dijo que se sentía bien en la
casa. Ya solo había quedado él en el piso de arriba y él siempre se llevó bien con
nosotros, así que se quedó en la casa y nosotros felices de tenerlo cerca. Sus novias
venían a visitarlo y eran bienvenidas a nuestra casa como lo eran todos sus amigos. Su
graduación nos llenó de gozo y la celebramos con una cena. Pero yo ya sentía la
tristeza de que pronto tendría que dejarlo.
Habíamos hablado que al terminar él la universidad, nosotros volveríamos a
Honduras por algunos años. Así que empezamos a empacar.
Rosy había decidido casarse en julio, antes de nuestro viaje y habíamos pensado
que la recepción sería en nuestra casa, era el sitio más conveniente, en nuestro jardín,
porque quedaba nuestra casa a pocas cuadras de la iglesia donde se casaría.
Papaíto, que nunca había aceptado venir a Boston ni a Los Ángeles, había tenido un
pequeño derrame cerebral y dijo que quería venir donde Ramón para que él lo llevara a
ver un buen neurólogo y también a un doctor para sus ojos. Así que, cuando ya nosotros
estábamos haciendo maletas, él decidió hacer el viaje. Con él se vinieron Corita y
Gloria, su niña, entonces como de 7 años, Corita venía a cuidar a papá. Con ellos se
vino también Daisy, la esposa de Popo, mi hermano y papá de Rosy, ella venía al
casamiento y trajo a su hijo Poli. Adán, mi hermano, y su esposa Coca estaban en
Houston en un chequeo y decidieron venirse al casamiento y, como con ellos andaba
Roberto Suazo Córdova, él también se vino. Marinela, nuestra sobrina, llegó de Chicago
para estar en el casamiento de Rosy. Con la casa casi desmantelada, pues la recepción
de Rosy sería en el jardín, tuve que empezar a abrir cajas para sacar ropa de cama
como para nueve personas más. A papaíto, Cora y Gloria los acomodamos en nuestro
dormitorio y nosotros nos fuimos al “Camarote”. Los demás se arreglaron en los
dormitorios de arriba, la sala y en todos los sofás camas que teníamos. Llegaban a
comer Adán, Carmenza, Vera y otros amigos. Yo no sé como hicimos, pues todavía yo
no había terminado mi trabajo y por mala suerte me había herido un dedo y terminé en
sala de operaciones, menos mal que era de la mano izquierda, pero lo andaba vendado
y tieso y así tuve que seguir empacando libros y otras barbaridades de cajas. Sin
embargo teníamos comilonas y grandes champaniadas a la hora de la cena.
263
Llevamos a papá a sus citas médicas, le operaron los párpados inferiores en la
Universidad de California y tuvimos un gran susto, tuvo hemorragia ya que a los
famosos cirujanos se les olvidó quitarle con anticipación la aspirina que él tomaba.
Por dicha, para el día de la boda ya estaba listo para entregar a Rosy en la iglesia, y
contestó con gran aplomo y en inglés cuando le preguntaron “¿Quién entrega esta
novia?” Papaíto respondió clara y fuertemente: “I do”, esto quiere decir “yo la entrego”.
La iglesia estaba arreglada muy bonita y la novia, preciosa, parecía una menuda
muñeca a la par de Bill, tan grandote pero muy guapo. El jardín estaba lindamente
decorado, todas las amigas de Rosy, que serían sus damas, ayudaron y lo decoraron
con campanas de flores blancas y gallardetes. Las mesas eran como diez para ocho o
diez personas, cada una de ellas tenía manteles y flores bonitas. Ese día hizo
muchísimo calor y alguien tuvo que correr a traer más hielo, pues los ponches y otras
bebidas se consumieron en grandes cantidades.
Habíamos mandado a hacer suficiente bocadillos y platos de comida, pues después
de la recepción de Rosy, que fue de dos a cuatro, seguía una recepción nuestra para
decir adiós a nuestro grupo cubano, a los vecinos y a los amigos cercanos. Cuantas
emociones en un día, casamiento, recepciones y adioses. Los cubanos nos regalaron
dos poemas maravillosos, el doctor Francisco Morales Maceo, después de leer el
poema de despedida, nos entregó un estuche con la bandera cubana “para que fuera a
flotar al suelo libre de Honduras”. Este gesto nos sacó lágrimas de emoción. El otro
poema fue hecho por nuestro gran amigo, el literato y poeta Octavio R. Costa y era una
despedida muy sentida.
MI BANDERA
Por Francisco F. Morales Maceo, al doctor Ramón Alcerro
Reciba doctor Alcerro,
Nuestra mambisa bandera
Empinándose altanera
Con sus grilletes de hierro.
Se nos muere en el destierro
Y añora un paisaje hermano,
Si usted le tiende la mano
Podrá realizar su empeño
Porque decir Hondureño
Es como decir cubano
II
Deje que allá en Comayagua
Cual si estuviera en Bayamo,
Responda al fiero reclamo,
De la nueva Demajagua.
Pues al cabo una es la fragua
Y uno es el patrio frenesí:
Que hasta Dios lo quiso así
Fundiendo en un mismo afán
La sangre de Morazán
264
Y el corazón de Martí.
III
Y cuando bandera mía,
Ya bajo el sol tropical,
Sueñes con la hora final
De la horrenda tiranía,
Cuando en plena rebeldía
Y ondeando otra vez galana
La brisa te bese ufana
Que este grito hasta ti suba:
¡Tu mástil te espera en Cuba
en el morro de la Habana!
IV
En tanto ve a nuestra América
Y se desde sus alturas
Una antorcha hemisférica
Bien pronto otro gesto homérico
Redimirá tu destierro:
Ve Con el doctor Alcerro
Ve, gallarda, mi bandera
¡Empinándote altanera,
Con tus grilletes de hierro!
REGRESO A HONDURAS
A Ramón Alcerro Castro. Por Octavio R. Costa
Te vas Ramón a tus nativos lares
Y te llevas a Tanchis de tu mano
Cuánta gloria: Marcala. Comayagua.
¡Los verdes pinos del pasaje basto!
Te vas Alcerro en busca de tus cerros,
En pos de tus raíces verdaderas,
Que un árbol triste con raíz al aire
Has ido tu muriendo en estas tierras.
Honduras es tu asiento y tu destino,
Hondureño es tu afán de cada día
Y tú quieres vivir contigo mismo.
Por eso has decidido la partida
A recobrar el corazón perdido
¡Y el auténtico aliento de tu vida!
265
Ramón presentó a papaíto a los invitados y él respondió con su voz sonora, después
estuvo haciendo recuerdos con Quetia Fuentes de Martínez, la madre de Susy
Stevenson. Quetia estuvo como maestra en Marcala en 1903. Otro día después de la
recepción Octavio Costa entrevistó a papá para su columna: “Instantáneas”, del
periódico La Opinión de Los Ángeles.
Ramón también presentó esa tarde a Roberto Suazo Córdova y en un momento dijo:
“Les presento al futuro presidente de Honduras”. Todo esto ocurría en 1977 y Roberto
no era candidato entonces pero si llegó a ser presidente en 1982 a 1986.
Siguieron muchos discursos, muchas despedidas, fue una tarde muy larga pues se
prolongó hasta después de las 7:00 de la noche, por dicha teníamos suficiente comida y
bebida.
A Ramón le dieron despedida en sus distintos trabajos, a mí me despidieron los
distintos grupos con los que yo trabajaba y el personal de la clínica me despidió en el
auditorio con dolidas frases y me dieron lindos regalos.
Los amigos cubanos nos dieron una cena, lo mismo la Sociedad Hondureña de Los
Ángeles nos dio una linda y sentida despedida en un bonito restaurante, también otros
grupos de amigos nos despidieron. Todavía no sé y me admiro yo misma de cómo pude
empacar lo que había ya sacado y empacar el resto de la casa escogiendo lo que
dejaría a los hijos, las cosas que ellos necesitaban. Rey nos dijo un día, viendo que
sucedía algo al revés de lo que se acostumbra, que son los hijos los que empiezan a
dejar la casa: “recuerden ustedes son los que se van y nos dejan a nosotros”.
RAMÓN RECIBIENDO UNA PLACA DE AGRADECIMIENTO DE LA SOCIEDAD
HONDUREÑA DE LOS ÁNGELES DE MANOS DE EFRAIN ROMERO
266
Para mí fue muy duro dejar la casa, se me rompía el corazón al dejar a los hijos, me
dolía dejar nuestros bellos perros, dejar mi trabajo, mis compañeros, mis amigos, mis
vecinos, dejar a Hillary, recuerdo que ella, Annete Barsh y Rachel Moodie estaban en la
casa despidiéndonos cuando ya salíamos para el aeropuerto y al abrazarme lloraban
tanto o igual que yo. Para empeorar las cosas, Ramón no viajó conmigo, se tuvo que
quedar dos semanas más, él tenía asuntos que terminar y arreglar toda la carga con
muebles y despacharlos en un inmenso furgón que compró. Ramón pensó que era
mejor que yo viajara con papaíto, ya que él seguía delicado y Cora, mi hermana, se
regresaría a La Esperanza. Marina ya se había casado unos meses antes y no vivía en
Marcala. Había dos profesoras en la casa de Marcala para cuidar a papá y manejar el
botiquín, también estaba la servidumbre, pero él estaba delicado y era mejor que una de
las hijas estuviera con él. Así fue Ramón con mis padres, siempre estaba al cuidado de
ellos y por eso me pidió que regresara con él, es más, el viaje de regreso lo aceleró
después que supimos del casamiento de Marina ya que papá se quedaría solo. Cuando
Marina regresó a Marcala de Estados Unidos se hizo cargo del botiquín después de que
murió mamá y se quedó acompañando a papá. Un agente de viajes que colocaba
medicinas vivía en Choluteca, Aguileras era el nombre y trabajaba con las droguerías y
él fue el que promovió el romance. Él conocía al doctor Humberto Guillén Pinel, quien
tenía una fuerte farmacia en Choluteca. ¿Cómo supo Mary de Humberto y Humberto de
Mary? Fue a través de este señor Aguilera que llevaba saludos de uno y de otro y luego
cartas.
Humberto vivió en Gotera, en El Salvador, cuando Mary empezó a trabajar en esa
ciudad fueron novios y estuvieron comprometidos por cinco años. Humberto regresó a
Choluteca diciendo que se casaría cuando tuviera dinero. Cuando apareció Israel
Barrios enamorando a Mary, ella le escribió a Humberto diciéndole que lo necesitaba,
que quería verlo y hablar con él, pero Humberto le dijo que él estaba muy ocupado,
Marina quebró con él y aceptó a Israel Barrios Castro y se casó con él. De esto hacía
muchas décadas, pero el amor de su juventud renació y vino Humberto a casarse en
Marcala.
Recuerdo que Ramón y yo estábamos hablando de buscar una casa más pequeña
pues nos habíamos quedado sólo con Rey y al estar éste ya graduado, no sabíamos lo
que haría ni a donde iría. Así que empezamos a buscar una casa y ya habíamos
encontrado una, una casa linda en una buena zona. Ya nos habíamos decidido a poner
nuestra casa a la venta cuando ese día habló Popito para decir que Marina se iba a
casar. Ramón me dijo: “ya no hay trato, nos iremos a Honduras antes de lo pensado
para ir a cuidar a tu papá y con la venida de papaíto a Los Ángeles, el regreso mío se
aceleró.
Tenía yo entonces 53 años, con razón tenía la energía para hacer tanto:
completando mi trabajo o refiriendo por lo menos 100 expedientes, atendiendo por lo
menos a 18 gentes diariamente en la casa por más de una semana, arreglando el
casamiento de Rosy, su recepción y la nuestra, desempacando y volviendo a empacar,
asistiendo a muchas despedidas y cuantas cosas más y sólo podía usar mi mano
derecha. El día que terminé en sala de operaciones, me había lastimado el ligamento de
la mano como a las 8:00 de la mañana, cuando estaba arreglándome para salir a mi
trabajo, me fui a la emergencia del hospital a las 11:00 de la mañana y porque tenía que
267
esperar a que el doctor experto en remendar ligamentos de la mano llegara, él no lo hizo
hasta la 5:00 de la tarde y yo salí del hospital a las 6:00 p.m. Yo estaba muy preocupada
y contrariada porque desde las 4:00 de la tarde tenía la última sesión de despedida con
uno de mis grupos de psicoterapia, se les avisó lo que pasaba y ellos dijeron que
esperarían hasta que yo llegara porque querían decirme adiós. Ya se imaginan como
era de grande mi angustia al ver que las horas pasaban y el especialista no llegaba. Fue
muy triste la despedida cuando yo me disculpé no sólo por llegar tarde, sino también por
tener que terminar el grupo sin darles mucho aviso, uno de los miembros me dijo:
“Señora Alcerro, usted tiene más de un año de estarnos preparando, dándonos tantas
pautas para hacer posible la separación”. Yo creo que desde que Rey entró al último
año a estudiar y empezamos a hablar del regreso a Honduras, mi inconsciente empezó
el trabajo de mi propia preparación y la de mis pacientes, pues muchos de ellos que
miraba individualmente o en grupos me dijeron lo mismo.
Ramón también pasó por similar proceso de preparar pacientes y cerrar los casos o
referirlos a otros terapeutas. Y a él le tocó desmantelar la casa de muebles y ver que
todos se fueran en el furgón con las cientos de cajas ya listas. Lo más grande y pesado
era una mesa de billar que estaba en el segundo piso y que Ramón regaló a los hijos
unos años antes para que entretuvieran a sus amigos, como era tan pesada, la íbamos
a vender, pero a mi hermano Adán cuando la vio se le antojo comprarla y hubo que
llevarla a Honduras. No me explico como la bajaron del segundo piso pues las gradas
no eran muy anchas. Tuvimos mucha suerte porque de ciento de cajas, sólo una
rotulada con ropa de niño y que contenía mis tesoros ya que eran los vestiditos y
zapatititos de cuando los niños eran bebés, fue lo único que se robaron.
Esos más de 16 años en Los Ángeles nos dejaron gratas experiencias y serían
inolvidables. Ramón tuvo muchos trabajos importantes e hizo inmensas contribuciones
en el campo de salud mental, y además siguió su entrenamiento en muchas cosas más.
Cuando se abrió el centro de psicoterapia de grupo, él fue de los primeros en graduarse
y de alumno pasó a ser director clínico del centro, también hizo 8 años entrenamiento
psicoanalítico y sacó su título como doctor en filosofía y psicoanálisis.
Hizo maravillosos amigos, tanto entre sus colegas como entre el grupo hondureño, el
grupo cubano, los vecinos en la iglesia unitaria, etc.
Lo maravilloso de Ramón fue que estando tan ocupado, pues al mismo tiempo que
era jefe de la sección mental y director de las clínicas del sistema escolar en el Condado
de Los Ángeles más su práctica privada y de los otros trabajos que ya hemos
enumerado antes, siempre hizo tiempo para la familia y nunca dejó de ser atento,
considerado, amoroso conmigo y con los niños.
Para mí, Ramón ha sido un súper hombre en actividad y bondad.
268
CAPITULO XLV
TRABAJOS DE RAMÓN EN LOS ÁNGELES INSTITUTO
NEURO-PSIQUIÁTRICO DE UCLA. CLÍNICAS DE PSIQUIATRÍA
INFANTIL DE LAS ESCUELAS DEL DISTRITO UNIFICADO DE
LOS ÁNGELES, OTRAS CLÍNICAS, ETCÉTERA
Ramón nos cuenta: “Al terminar mi adiestramiento en psiquiatría infantil en
Worcester, Massachussets, asistí a una reunión de la Asociación Psiquiátrica Americana
que tuvo lugar en Nueva York. Ahí había una oficina para reclutamiento y yo me inscribí
en ella. Varios estados estuvieron interesados en mi currículo y yo consideré California
decidiéndome por el trabajo ofrecido por el Instituto Neuropsiquiátrico del Centro Médico
de la Universidad de California en Los Ángeles, UCLA, el cual estaba iniciando los
servicios hospitalarios de psiquiatría infantil. Serían dos, tales servicios, uno para
adolescentes y el otro para niños menores.
Principié a trabajar ahí el 1 de julio de 1961. Sólo estaba habilitado el servicio de
niños menores y éramos dos psiquiatras: Tom Mintz, y yo, los que principiamos ese
mes. Con Tom desarrollamos una íntima amistad, ambos trabajábamos en el mismo
servicio. Fui nombrado además instructor de psiquiatría infantil y de adolescentes en la
facultad de medicina. Supervisaba a los residentes que habían iniciado su primer año en
la especialidad. Los casos admitidos eran los usuales para ese tipo de servicio en
Estados Unidos. Cada uno de los psiquiatras Jefe de Servicio teníamos nuestro propio
consultor y casi todos estaban en adiestramiento en alguno de los institutos
psicoanalíticos de Los Ángeles. Siendo un hospital universitario, las posibilidades de
educación médica continua eran amplias. Al cabo de casi un año se tuvo lista para su
habitación el servicio para adolescentes que, al igual que el de niños, era para ambos
sexos. Yo opté por ser trasladado al servicio de adolescentes, Tom Mintz se quedó en el
de menores. De nuevo, la más variada patología de la vida de la adolescencia.
Estudiaba además para pasar mis exámenes de especialización de psiquiatría en el
American Board de Neurología y Psiquiatría, los mismos que pasé en esos años. No
recuerdo en que tiempo exacto fue cuando fui propuesto y aceptado como Fellow en la
academia de psiquiatría infantil de Estados Unidos. Fui ascendido de instructor a
profesor asistente de psiquiatría en la escuela de medicina en UCLA.
TRABAJO CONJUNTO EN ADMINISTRACIÓN DE SALUD
MENTAL INFANTIL Y CLINICAS DE PSIQUIATRIA INFANTIL
Se presentó la oportunidad para ir a trabajar como director de psiquiatría de la
sección Médica del Sistema Escolar Unificado de la ciudad de Los Ángeles. Esa era una
oportunidad de ejercer al mismo tiempo y en forma conjunta, usando mis conocimientos
en psiquiatría, administración, y salud pública. Esa posición se transformó en una más
amplia, como fue la de Director de Salud Pública Mental Escolar de las escuelas
mencionadas. La asociación de padres y maestros conjuntamente con el sistema
269
escolar tenían organizada desde hacía muchos años cinco clínicas para psiquiatría
infantil, distribuidas en el amplio territorio de la extensa ciudad de Los Ángeles. La
Clínica Central estaba en la avenida Grand de la propia ciudad de Los Ángeles. Las
clínicas satélites estaban en la ciudad de San Pedro, Venice, North Holliwood y Reseda,
todas ellas funcionaban con el modelo usual de diagnóstico y tratamiento llevado a cabo
por psiquiatras, psicólogos y trabajadoras sociales psiquiátricas y se empezaba a
expandir un sistema de consulta para el personal didáctico y administrativo del sistema
escolar.
Otro sistema germinal era el de tratamiento de grupos, para niños, para adolescentes
y para profesores administradores. Fue en todos estos campos donde pude desarrollar
programas creativos de consulta para el personal de las escuelas, que incluía talleres
educativos y grupos de consulta de varias semanas de extensión. Tal vez valga la pena
incluir aquí mi informe anual de las operaciones entre la dirección en el año tal y también
un cuadro que demuestra mi concepción de la forma de los trabajos de servicio de salud
mental del sistema escolar. Trabajé con las escuelas por 9 años, dedicándole 30 horas
semanales y que incluyen siete meses de sabática durante los cuales me fui a trabajar
como psiquiatra infantil, con la clínicas Kedren, ésta era una clínica privada sin objetivo
de lucro que había nacido recientemente en el sector de los afro americanos llamada
Watts, famosa más tarde por los disturbios ocasionados por la violenta explosión de
protesta contra la segregación racial.
La clínica Kedran era significativa como una de las esperanzas para mejorar la
atención en salud mental en comunidades pobres y racialmente segregadas.
En estos años comenzó también el hospital Centro Médico Drew en el que creo se
agregó una escuela de medicina. Fue muy triste que cuando yo trabajaba en Kedran
muriese súbitamente por un ataque cardíaco su joven director Jim Young.
Su muerte me hizo pensar en la mía propia y escribí un pequeño poema para
Tanchis titulado “Después que yo muera”. Creo que fue durante el tiempo que trabajaba
en Kedren que fui presidente del novedoso programa “Head Start” o sea avance
temprano que promovía la educación pre-escolar con los niños en áreas de desventajas
por pobreza y hacinamiento y que ayudaría a prevenir el desajuste de esos niños al
ingresar a los sistemas de educación pública. Desde luego que los programas estaban
dirigidos no sólo a los niños sino también a sus padres y maestros y al mejoramiento
comunitario en las áreas de residencia de los niños.
El barrio de Watts es también famoso por sus torres llamadas “las torres de Watts”
construidas a través de 34 años por un inmigrante italiano llamado Simón Radia,
descrito como un hombre impaciente, casado dos veces, moviéndose de estado en
estado, de Pennsylvania, a Seattle, a Oakland, a Texas y a Long Beach, después se
casó otra vez en 1921, compró una pequeña casa en el área de Watts en Los Ángeles y
se embarcó en la segunda y más paciente mitad de su vida.
Después de trabajar largas horas enladrillando casas, al llegar de la casa construía
torres, su esposa aburrida y cansada de eso lo dejó, desde el principio de este afán.
Para la construcción usó hierro, alambres, cemento y millones de pedazos de cualquier
material como botellas, platos, espejos, conchas de mar, pedazos de zapatos.
Construyó 17 torres y la más alta es de 99 pies.
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Cuando le preguntaron por qué lo hizo, él contestó: “siempre había pensado hacer
algo más grande y lo logré”, cuando las terminó en 1965, ya tenía 76 años ¿y qué hizo?
Entregar las llaves de su casa y la escritura a un vecino y se fue para Martínez,
California a gozar de su retiro.
Las amadas torres no fueron tocadas ni durante los famosos disturbios en 1965, y
ahora están abiertas al público para exhibiciones de arte, conferencias y festividades de
jazz, etc. Las torres de Watts son un legado de la creatividad, persistencia, gran
paciencia e inventiva de un hombre”.
SAN FERNANDO CHILD GUIDANCE CLINIC
Ramón dice:
“Yo considero muy probable que no había muchos médico-psiquiatras en Los
Ángeles durante el tiempo que yo practiqué ahí que no tuvieran predilección por la
práctica privada, psicoanalíticamente orientada era la más frecuente, y que por el
contrario tuvieran especialidad de psiquiatría administrativa y salud pública mental. Sin
embargo, yo tenía la preparación y el interés de servir en estas dos ramas, además de
la psiquiatría general, psiquiatría de niños, de adolescentes y familias, y además mi
participación en psicoanálisis, más psiquiatría del trabajo y en las cortes. Repito que
probablemente por eso se me ofrecieron posiciones directivas y posiblemente contribuyó
a ello también mi movilidad y desempeño como director del Departamento de Salud
Mental del Distrito Escolar de la Ciudad de Los Ángeles, agréguese el hecho de que mi
primer idioma haya sido el español y que aparecían en números crecientes escolares y
sus padres de habla hispana y pacientes también de habla hispana en las clínicas,
hospitales y centros relacionados con la psiquiatría y la psiquiatría legal, ninguna de las
cuales yo rechazaba. No es de extrañarse pues, el que trabajando aún en el sistema
escolar, se me ofreciera convertirme también en el director clínico en psiquiatría infantil
del Valle de San Fernando. El director general de esos servicios era mi amigo y
compañero en el Instituto de Psicoanálisis Hyman Weiland, de gran creatividad,
competencia y un conspicuo innovador en la organización de servicios, manejo de
personal, relaciones con profesores no médicos de las mismas clínicas, relaciones
públicas, etc. Mi posición, como su nombre lo indica, estaba relacionada únicamente con
los aspectos médicos-psiquiátricos de la institución, en esto solamente. Al principio
cuando yo empecé el trabajo, había clínica en la ciudad de Van Nuys, aceptando
pacientes de todo el Valle, pero poco después de mi arribo, se abrió otra clínica en el
remoto sector de Pacoima, en el extremo norte del Valle mencionado. Este sector era
menos afluente y tenía más dificultades de transporte hacia el centro de Van Nuys.
En su aspecto básico, San Fernando Valle Child Guidance Clinic tenía el patrón de
las clínicas de ese tiempo, reuniendo especialistas en salud mental infantil, en las ramas
de psiquiatría, psicología, trabajo social y asistentes en psicología y trabajo social. No
estoy seguro si estaba aceptada la posición de consejeros matrimoniales, de la infancia
y de la familia entre las personas que se empleaban como psicoterapeutas. Llegaron a
existir también personas de trabajo voluntario, escogidas por medio de entrevistas y
éstas trabajaban bajo la supervisión de los profesionales.
Entre las innovaciones que hacía resaltar el trabajo de esa clínica era la admisión
rápida para personas que llegaban sin previo contacto telefónico y proceso escrito de
271
admisión. El doctor Weiland había diseñado la admisión directa de los padres a grupos
de diagnósticos terapéuticos. El principal programa diferenciado que yo inicié, fue el
ensayo de tratamiento supervisado de niños y adolescentes llevado a cabo por
voluntarios. Este tratamiento estaba basado en el desarrollo de una amistad dirigida
hacia la promoción de salud mental con aspectos terapéuticos que ya otros habían
llamado “Amica-therapy”. Recuerdo que escribí un artículo sobre esto titulado “Aspectos
Salutíferos de la Amistad Supervisada en el Cuidado de Niños con Desórdenes
Mentales”. Lo presenté en la Asociación Psiquiátrica, en el auditorio de Los Ángeles en
el Cedars-Sinai, después Medical Center. Trabajé en esta posición por dos años, esto
afirmaría más mis trabajos y estudios por dos años en esas áreas”.
LOS ÁNGELES CENTER FOR PSICO-ANALITIC GROUP PSICOTHERAPY
Ramón me dice:
“Cuando esta institución se abrió quizás ya había terminado mis cursos en el Instituto
Psicoanalítico de California del Sur, tenía además familias tratadas es grupos. Quise
extender estos conocimientos y práctica y me inscribí como alumno en las clases para
ser graduado en Psicoterapia Analítica para grupos. Cumpliendo con el requisito de ser
yo mismo participante en un grupo de psicoanálisis grupal. Terminé todos los requisitos
y me convertí en director de la clínica de ese instituto y también en instructor de algunos
cursos. El que recuerdo más es el de las entrevistas psiquiátricas del grupo familiar en el
que usaba los principios de mi viejo profesor Harry Stack Sullivan. Yo entrevistaba a la
familia en una cámara Gessell (detrás de un vidrio con sólo vista a un lado). Yo hacía la
entrevista y los alumnos observaban y después discutíamos el proceso y contenido. Los
alumnos venían de diferentes profesiones incluyendo médicos, trabajadores sociales,
maestros, ministros protestantes, sacerdotes católicos y rabinos interesados en salud
mental. Posteriormente en mi clínica privada, fui llamado en consultas por mis ex
alumnos. Este centro fue fundado por Andy Olstein y Charles McCarthy. El doctor
Olstein era el director general de la institución”
PRÁCTICA PRIVADA
“Mi primera práctica privada fue en Tarzana después de mi primer trabajo con
U.C.L.A y M.P.I, estando ya establecida la familia, los niños en sus escuelas, comprada
la casa de Prosser y Tanchis sintiéndose a gusto en su trabajo de Cedars of Lebanon.
Decidí hacer lo que otros en posiciones similares y empezar a establecer una práctica
privada. Un área muy prometedora era la amplia extensión del Valle de San Fernando
con sus múltiples ciudades. Yo elegí un edificio muy elegante para médicos y dentistas
que se estaba terminando de construir en la intersección de las calles Victory y Tampa,
se llamaba edificio Victory Tampa Medical Building en la ciudad de Reseda, un poco al
norte de la ciudad de Tarsana. Ofrecí mis servicios psiquiátricos para niños y
adolescentes. Desde luego que el consultorio era a tiempo muy parcial, compartía la
oficina conmigo nuestro amigo y colega del instituto neuropsiquiátrico de la universidad,
este era el trabajador psiquiátrico especialista en niños Perry Lessin. No sé cuantos
años estuve ahí, probablemente hasta que mis intereses se refocalizaron en las áreas
de Los Ángeles, cuando me pasé al edificio Dohenny donde estaba situado el Instituto
llamado Los Ángeles Center For Group Psicotherapy, en la intersección de Dohenny y
272
Sunset Bld. en Hollywood. Ésta era una localización excelente en un edificio bellísimo.
Para ese tiempo ya estaba autorizado por el instituto psicoanalítico para principiar a ver
pacientes en psicoanálisis. Para psicoterapia, yo tenía un sofá muy largo, este me sirvió
para un paciente de psicoanálisis que tenía una gran estatura a quien en un sofá de
tamaño normal le hubieran quedado al aire los tobillos y los pies. Agregando a todo lo
contado, ya nos habíamos cambiado desde 1964 a nuestra casa de Woodruff en donde
acomodé una oficina completa para práctica psiquiátrica. Lo que usted Tanchis trata
siempre de explicarse es cómo yo lograba distribuir el tiempo entre tantas actividades
sin dejar de estar todo el tiempo involucrado con usted, nuestros hijos y las familias que
nos visitaban o vivían con nosotros y sin dejar el contacto con muchos amigos y atender
a conferencias locales, nacionales e internacionales. Entre otros muchos capítulos de
estas memorias, ya usted ha mencionado sobre conferencias, congresos y viajes”
273
CAPITULO XLVI
TRABAJOS DE TANCHIS EN LOS ÁNGELES
En cuanto organizamos la primera casa en Tennesse Avenue en Los Ángeles, yo
empecé a buscar trabajo. Los niños pasaban la mayor parte del día en la escuela, y la
muchacha que tenía entonces manejaba bien la casa y cuidaba de ellos al llegar de la
escuela. Era mi primera experiencia en buscar trabajo, los meses que trabajé en
Marcala como maestra de segundo grado y sub-directora de la escuela, me habían
ofrecido el trabajo.
Tuve la suerte que en todos los sitios que busqué, me ofrecían darme trabajo, pero
mi preferencia era una clínica psiquiátrica a medio tiempo. Tuve cuatro trabajos que me
ofrecieron y que a mí me gustaban, pero cuando me llamaron de Cedars of Lebanon y
había trabajo en la clínica psiquiátrica aunque no era a medio tiempo, lo acepté, me
prometieron darme uno a medio tiempo en cuanto tuvieran. ¿Y por qué no me costó
encontrar trabajo? Yo creo que es porque además de mi entrenamiento yo hablaba
español y en ese tiempo no había mucho profesional bilingüe. Recuerdo cuando fui a la
entrevista, Ramón me prestó su carro y me costó llegar. Nosotros vivíamos en
Westwood y la clínica estaba lejos, en Fountain Avenue, cercas de Sunset y Vermont.
Nunca había manejado con tanto tráfico, iba con mucho miedo de perderme y tener un
accidente o de llegar tarde, por dicha, la persona que me entrevistó, Miss Kenna, era
una amable persona y parecía contenta, hasta admirada con mi experiencia. Ella era
una de las muchas víctimas de polio, era chiquitita con una joroba en la espalda, usaba
muletas y yo la admiré desde el primer instante y llegué a quererla mucho. Era la
directora de todos los servicios de Trabajo Social de la clínica psiquiátrica. Le conté que
necesitaba comprar un carro y ella me dijo que ella tenía uno que no usaba porque el
que usaba tenía pedales especiales y otras muchas cosas que le permitían manejarlo, el
que ella no ocupaba, me dijo que estaba en muy buenas condiciones y que los vendía
por $75. Al día siguiente, fuimos Ramón y yo a comprarlo y me sirvió por más de un año.
Ramón y yo siempre fuimos humildes en eso, él tuvo muchos carros usados al principio,
después porque viajaba a muchos trabajos muy distantes, yo insistí en que comprara
uno nuevo.
Empecé a trabajar el 18 de septiembre de 1961 y trabajé hasta finales de junio de
1977. Mi trabajo era en la Clínica de Pacientes Externos haciendo psicoterapia
individual, de grupo y como era sitio de entrenamiento para psiquiatras, psicólogos, etc,
participé en los equipos entrenándolos. Fue una gran experiencia, aprendí mucho y
crecí mucho en mi profesión. La otra trabajadora social psiquiátrica era Cele Cooper,
trabajamos juntas por 16 años, ella era nueva en el campo de trabajo social psiquiátrico
así que juntas crecimos en nuestra profesión y nos hicimos grandes amigas y
compañeras, ese cariño sigue aún en el 2006. Me ha preocupado mucho que ella ha
estado muy enferma, Cele es alta, rubia, ojos azules, guapísima y muy agradable.
Me encantó mi trabajo, nunca me cansaba y llegué a tener un número de pacientes
ridículamente grande, pues una vez que me aventuré a trabajar con grupos, llegué a
274
tener varios: grupo de adolescentes, grupo de gente mayor, grupo de matrimonios,
grupo de jóvenes adultos, grupo en español y mi grupo tan especial llamado al principio
grupo de “medicamentos” pero que pronto fue conocido con el nombre del “Grupo
Grande de Tanchis”. Yo le puse el nombre “grupo para problemas del vivir”. Este grupo
nació de la siguiente manera: cada residente tenía asignado un número de 8 a 10
pacientes para administrarles medicinas y eran de 6 a 8 residentes. Estábamos en la
conferencia llamada “Grand Rounds” donde todo el personal de la Clínica Psiquiátrica se
reunía a discutir las admisiones para asignarlas a los distintos terapeutas y tratar otros
problemas. Ese día llegó a la conferencia uno de los residentes muy frustrado diciendo:
“yo tengo diez pacientes que tratar en 45 minutos, ellos quieren hablar de sus problemas
y yo no tengo tiempo para oírlos, no sé qué hacer”. Yo le dije: “¿por qué no formamos un
grupo?” El director de servicios externos en esos días era León Sones y me dijo lleno de
entusiasmo: “¿de veras Tanchis? ¿y cómo le gustaría hacerlo?” Pensé por un ratito, ya
hacía días que venía yo preocupada por los pacientes que se asignaban al grupo de
medicamentos y de los que se decía que no podían beneficiarse de psicoterapia por ser
o muy mayores o muy enfermos. Ese no me satisfacía, mis maestros nos enseñaron
que un buen psicoterapeuta modifica sus técnicas y empieza al nivel donde está el
paciente. Así que deseosa de ayudarles a todos, contesté al director: “me gustaría
probar con el total de los pacientes en el programa de medicamentos”, después puse
mis condiciones:
1. No quería saber nada de los pacientes a menos que hubieran estado
hospitalizados por problemas psiquiátricos.
2. No quería diagnóstico para no empezar con prejuicios mi relación con ellos.
3. Pedía que los médicos, residentes a cuyo grupo pertenecían los pacientes me
oyeran cuando yo creía que se ameritaba la evaluación de sus medicamentos”.
Todos los presentes se entusiasmaron, la directora del departamento de psicología,
una mujer ya mayor y de mucha experiencia, se ofreció a ser mi co-terapeuta. Con ella y
con una voluntaria empezamos nuestro proyecto que llegó a ser de gran éxito. De todos
los grupos que tuve, este fue el que me dio más satisfacciones y del que aprendí más.
Fue un grupo disciplinado y puntual. De los 40 o 60 pacientes asignados a
medicamentos llegaban de 25 a 30 todas las semanas. No llegaban todos porque
muchos tenían enfermedades limitantes además de los problemas emocionales. Cuando
había celebraciones, aun los muy enfermos trataban de asistir y llegábamos a tener
hasta 50 y entonces usábamos el auditorio. Estos pacientes trabajaron muy bien en la
exploración de sus problemas y trataban de ayudar a los demás. Nunca hubo pleitos ni
molestias, fue un grupo lleno de bondad. Los residentes estaban contentos pues el
número de hospitalizaciones por enfermedades físicas y problemas psiquiátricos
disminuyó inmensamente, así como las visitas a las consultas externas. La mayoría de
estos pacientes fueron víctimas del Holocausto.
Con los años, el director de la clínica pidió a los residentes como requisito para
terminar su residencia que se sentaran a observar el grupo de Tanchis por lo menos uno
o dos meses.
Cuando la comunidad empezó a oír de este grupo, los alumnos de trabajo social de
la Universidad de California en Los Ángeles nos visitaron algunas veces, así como
profesionales de otras agencias.
275
El director siempre me decía que escribiera la historia del grupo, ¿pero cuándo
tendría yo tiempo? No quería descuidar a mis pacientes. El grupo duro muchos años.
Recuerdo que una de las cosas que yo pedí a la doctora Knapp cuando habló de
voluntarias y me preguntó qué pensaba yo, le respondí que con tal de que no estuvieran
escribiendo en el grupo y que fueran participantes, yo las aceptaba con mucho gusto.
Ruby Winkelman fue la voluntaria que estuvo conmigo muchos años y se quedó
cuando yo me fui. Yo trabajé con ese grupo por lo menos 10 años, al irme yo, el grupo
naturalmente cambió pues también cambiaron sus líderes; dice Ruby que poco a poco
fue haciéndose más pequeño y que por último, ya en 1999, la trabajadora social que lo
manejaba decidió cerrarlo. Ruby quiere escribir la historia de este grupo pues ella cree
que fue el primer grupo que trabajo en psicoterapia con víctimas del Holocausto.
Recuerdo que ya en los días en que se sabía que yo regresaría a Honduras estaba
como co- terapeuta Muriel Kessler, ya que ella y Ruby seguirían con el grupo. También
estaba asistiendo por varios meses una psicóloga en entrenamiento de grupo y uno de
los residentes. Después del grupo siempre nos reuníamos a discutir las dinámicas y lo
que ocurría con cada paciente y en las semanas antes de mi viaje me decían: “Tanchis
no les dijo que usted se va”. Yo les decía que no había encontrado una oportunidad
apropiada, que no sentía que podía cortar lo que estaban hablando para decirles “yo ya
me voy”. Les aseguraba que ya encontraría esa oportunidad y así fue: una de las
pacientes llegó muy triste porque una de sus hijas se había ido a una ciudad muy
distante. Después de que habló de su tristeza y de la separación, yo la felicité, al
preguntarme ella porque la felicitaba yo le dije: “porque su hija se siente segura de estar
lejos y eso quiere decir que usted la preparó con amor para alzar el vuelo”. Seguimos
hablando de las separaciones y entonces fue cuando yo les dije que yo también estaba
sintiendo la tristeza de tener que dejarlas pero que tenía la esperanza que ellas, como
los pajaritos, podrían también emprender el vuelo y sentirse libres; entonces muchas de
ellas me dijeron: “ya habíamos sentido que usted nos estaba preparando para seguir sin
usted”.
En la discusión que siguió después del grupo estaban todos aliviados de lo bien que
lo habían tomado, yo aproveché para recordarles que en psicoterapia es importantísimo
saber a qué tiempo decir lo que vamos a decir, “time” decían los profesores. Tuvimos
oportunidad de seguir discutiendo mi partida en otras pocas sesiones, y yo sentía que el
grupo estaba listo para decirme adiós sin sentirse que yo las abandonaba.
Otra parte importante de mi trabajo fue que en las conferencias, sobre todo en
aquellas en que se asignaban los pacientes, yo siempre luché porque se les diera lo que
ellos necesitaban. Al principio yo oía mucho que decían: “pero este paciente no puede
beneficiarse de psicoterapia, o no es buen caso para enseñanza”, entonces yo
preguntaba: “¿será que no sabemos cómo tratarlo?” y les decía: “yo creo que es un
excelente caso para enseñanza, ya que quien lo tome aprenderá paciencia y a empezar
donde el paciente está”. El doctor Turkel a veces me decía que yo era la conciencia del
grupo.
Por querer ayudar a los que nadie tenía tiempo de ver o porque creían que tenían
muchos problemas y que estaban muy enfermos, yo tenía a veces hasta cinco
pacientes suicidas, tuve la suerte de que ninguno de ellos se suicidó y que casi todos
recobraron la esperanza de vivir.
276
Otro médico gastroenterólogo, el doctor Asher, me refería todos sus pacientes con
colitis-ulcerativa, llegué a tratar tantos que el doctor Sones, el director, me pidió si podía
ir a decirle a los residentes en gastroenterología lo que yo hacía para que esos
pacientes se mejoraran. Por supuesto que fui y lo que hacía yo era darles la atención
que necesitaban, reunirme con la familia o cualquier otra persona en sus vidas, tratar de
que entendieran sus problemas, los que generalmente estaban ligados a una relación
muy dependiente de la madre y por supuesto animarlos a que fueran más
independientes. Enseñarles a aceptar sus limitaciones y a gozar las cosas y gentes de
su alrededor. A propósito de ver a miembros de la familia, cuando estaba recién llegada
a la clínica, los pacientes se trataban más en el estilo psicoanalítico de Freud: un
terapeuta veía al paciente, otro veía a la familia. Yo desde el principio invitaba a la
familia y una vez el director me preguntó: “¿Tanchis es cierto que usted ve a las familias
de sus pacientes?” Y yo le dije: “si claro, yo podría ver hasta el perro si eso va a
ayudarles”. El director sólo se rió y un año después, la terapia de familia era la
modalidad en la que insistían.
Yo creo que esos años fueron la época dorada de la psiquiatría y yo tuve la suerte de
ver a grandes maestros en acción, los pioneros de nuevas modalidades de tratamientos,
etc.
Algunos de mis jefes fueron los famosos escritores y maestros de la psiquiatría
moderna. Primero Franz Alexander, el padre de la psicosomática; Judd Marmor, escritor
del libro de psiquiatría y en un tiempo, presidente de la Asociación Psiquiátrica
Americana; después Saul Brown, también reconocido como psicoterapeuta de niños.
Con Alex Roguskin y otros también famosos psicoanalistas, también tuve contacto
profesional y personal, con los maestros de UCLA: Henry Work, Ed Ornitz, Ed Ritdbo,
Larry Pommer. Lo mismo que muchos psicoanalistas compañeros o maestros de Ramón
en el instituto. Yo tomé por varios años cursos para trabajadoras sociales en los dos
institutos psicoanalíticos y continué yendo con Ramón a las conferencias locales,
nacionales y a veces internacionales. Un año, la doctora Louis Schwartz organizó en el
Instituto Psicoanalítico un cursillo sobre la mujer, dado a trabajadoras sociales y ella me
pidió que presentara un trabajo sobre las diferencias culturales de las mujeres en
Estados Unidos y Latinoamérica.
Con el tiempo, el hospital Cedros del Líbano se unió con el hospital Sinai y el
resultado de esa unión fue el famoso e inmenso hospital Cedars-Sinai Medical Center o
Centro Médico. Ahí fue donde yo trabajé los últimos 7 años, con la ventaja de que
estaba muy cerca de nuestra casa en el área colindante con Beverly Hills.
Mi trabajo me dio grandes satisfacciones y aunque trabajaba mucho no me cansaba,
mis pacientes me daban energía y fueron mis grandes maestros.
Ya les he contado del gran número de pacientes que yo miraba tanto que el director
Saul Brown decía: “cuando Tanchis se va de vacaciones se nos bajan las estadísticas”.
Las evaluaciones anuales de mi trabajo desde los tiempos del doctor John Gossen, mi
primer jefe y de Miss Kenna, como las de Saul Brown, De León Sone, de la doctora
Schwartz o de las directoras de trabajo social, fueron evaluaciones muy elogiosas de mi
trabajo y me describían como una dedicada y buena psicoterapeuta con gran empatía y
sólida teoría y práctica en psicoterapia.
277
Cuando yo iba a empezar a trabajar con grupos, tenía un consultor y supervisor que
llegó a ser nuestro amigo muy querido. El padecía de una depresión profunda
enmascarada y se suicidó, pero antes me dio una sorpresa, me dijo que él conocía la
teoría de grupos, pero que nunca había tenido un grupo y que quería tener una
experiencia si yo era su co-terapeuta. También me dejó una carta de despedida
repitiendo que admiraba mi trabajo y que deseaba que continuara con el grupo que
habíamos empezado juntos hacía algunos meses, decía también en la carta que
deseaba repartir sus pacientes privados entre el doctor Ragauskin, gran psicoanalista, y
otro profesor en el Instituto, el doctor Meilan, otro conocido profesor de la Universidad de
California y yo. Éramos muy amigos con el doctor Rogauskin y nos reunimos algunas
veces para hablar sobre el impacto que nos causó su muerte. En el memorial leyeron
muchos de sus poemas y se notaba su enamoramiento con la muerte. Leyeron también
varias poesías llenas de ternura y de amor para su esposa Pat. Yo me acerqué mucho
más a Pat después de la muerte del doctor Smith y seguimos siendo muy amigas en el
presente.
Podría escribir páginas y páginas de mis experiencias por más de 16 años pero me
contento con decir que fue para mí una época de grandes satisfacciones, gran actividad
intelectual, cultural y espiritual.
En la oficina de nuestra casa vi a ciertos pacientes privados que me mandaban
algunos de mis supervisores.
También algunas veces me invitaron para dar pláticas en algunas de las instituciones
de servicio. La que más recuerdo fue cuando me pidieron que hablara a dueños y
empleados de ciertas casas de enfermerías donde la mayoría de los empleados eran
latinoamericanos. En algunas de esas casas de enfermería como parte de mi trabajo en
la clínica psiquiátrica teníamos grupos ayudando a los residentes o pacientes de la
institución.
Tanto Ramón como yo dejamos entrañables amigos, unos colegas, otros no,
dejamos parte de nuestra familia por sangre: hijos, sobrinos, y hermanos del alma como
los Barsh, los Moody, los Markman, los cubanos, los hondureños muy cercanos,
nuestros colegas. Los adioses, como he dicho antes, fueron dolorosos.
278
PARTE V
CAPITULO XLVII
REGRESO A HONDURAS
Del 1977 al 1991.
Cuando yo regresé a Honduras acompañando a mi papá, nos esperaban en el
aeropuerto para llevarnos directamente a Marcala ese mismo día. Yo venía a
acompañar a papá mientras nuestra casa fuera construida en Tegucigalpa, y entonces
me lo podría llevar a estarse con nosotros el tiempo que él quisiera. Mientras tanto, yo
volví a mi casa solariega, a mi casa de siempre. Llegué yo a esa casa la primera vez
cuando apenas tenía tres meses y ahí viví hasta los 23 años cuando me casé. La casa
me recibió como siempre, llena de amor, pero también con gran tristeza, ya no estaba
mi mamaíta esperándome con sus besos.
Marina estuvo acompañando a papá por casi 2 años hasta que se casó y Humberto
se la llevó a Choluteca. Ella dejó la casa muy bien organizada, Alba Pineda, una
maestra, era como ama de llaves, además manejaba el botiquín y miraba que papá
estuviese bien cuidado. Lupita, una joven muchacha que había trabajado en la casa por
muchos años, lo acompañaba siempre y le leía y otra maestra sobrina de papá se
quedaba en la casa cuando Albita salía a donde su mamá, así que encontré la casa
marchando muy bien, había una buena cocinera y muchachos que cuidaban del jardín y
de la finca. Yo no tuve que entenderme con nadie ni con nada, sólo acompañar a papá y
descansar después del que hacer tan grande, y de mi remolino emocional antes de
tomar el avión.
La casa siempre ha sido muy cómoda, pero con el aumento hacia el interior hecho
algunos años atrás, quedó preciosa con dos grandes corredores dando al jardín, con 8
dormitorios adentro más uno que construyó papá detrás del jardín ya eran nueve
dormitorios, pues paradójicamente la casa crecía a medida que los viejitos se quedaban
más solos, pero cuando llegaban los hijos y los nietos y familias enteras a temporar para
los cumpleaños sobre todo de papá por caer en vacaciones, se llenaba toda la casa.
Había también bodegas, cuarto para trabajadoras, una cocina hermosa con una hornilla
grande y también estufa de hierro y fuera de la cocina había una galera con otra hornilla
para hacer las tortillas y cocinar los frijoles.
Recuerdo que cuando yo estaba de vacaciones, viniendo de La Esperanza, un año
había hecho muchísimo frío y pasaron el comedor a la cocina, a todos les gustó tanto
estar ahí que la dejaron como tres meses después de que ya no hacía frío.
La casa tenía un jardín grande, mamaíta decía en los últimos años que el jardín se
había convertido en un jungla porque papá no quería que podaran los napoleones, como
les decimos en Marcala a las buganvillas que eran como de tres colores y se habían
hecho una ramada muy linda que papá llamaba sus pajareras pues había otra
enredadera llamada paragüitas que atraía muchos pájaros. Papaíto se ponía a silbar
con ellos. Nunca le gustaron los pájaros cautivos y nunca permitió que hubiera en la
279
casa jaulas. Debajo de esa enredadera tenía papá una hamaca donde en las tardes
cálidas de verano descansaba y jugaba con los nietos que salían y entraban de la casa,
cómo gozaba él de la serenata de los pájaros.
A mamaíta le encantaba estar en el jardín y cuidaba mucho de sus flores. Me
encantaba oírla silbar y cantar cuando trabajaba en él. También tuvo muchísimas
maceteras sobre la baranda de los corredores. Después del jardín, estaba la finca de
café donde también había árboles antiguos gigantescos para darle sombra al café, entre
ellos había árboles de zapote, cómo jugábamos con sus trompitos (la fruta pequeñita
que caía al suelo). La finca fue nuestro jardín de juegos cuando niños y la mantenían
limpia y bien cuidada. Un año, al regresar de La Esperanza donde estudiábamos,
encontramos el jardín transformado, todas las callecitas estaban llenas de arena y se
veía lindo.
Había llovido copiosamente y el río había rebalsado y llegado al jardín y a la finca,
por dicha la casa estaba a un nivel más alto pero el agua no subió al corredor.
Naturalmente, la familia se alarmó y creyeron que tenían que irse a un lugar más seguro
pero papaíto les dijo que no pasaría nada y que no lo sacarían de la casa hasta que el
agua le llegara al cuello y se acostó muy tranquilo.
En el tiempo cuando mis papás ya estaban muy mayores, Ramón mandó a forrar con
vidrios los corredores para que no les diera frío ni entrara la lluvia. También, en cuanto
hubo alcantarillas en el pueblo, les mandó a poner un baño y servicios al lado del
dormitorio.
En los últimos años, había 6 baños dentro de la casa, dos a cada extremo de los
corredores, el de los viejitos cerca de sus cuartos y en el cuarto llamado “El Palomar”
había otro y otro en la casa de jardín ¡cuántos recuerdos gratos en esta casa donde
crecimos todos y donde había tanta alegría!
Al regresar nosotros en el 77, el cuartito al extremo del corredor llamado “el Palomar”
lo arreglamos para nuestro apartamentito, ya que tenía su baño privado, pusimos una
cama doble, mandamos a hacer un closet y un estante grande del alto y ancho de la
pared para libros y adornos y construimos un corredorcito que quedó en alto del lado del
jardín, cuando yo quería hacer este corredor, al principio papá me decía: “¿para qué
mamita?” Pero al fin nos dio el permiso de hacerlo y pusimos ahí una hamaca que él
disfrutó mucho cuando se animaba a subir las cinco gradas al palomar, que quedaba en
alto. A veces también dormía la siesta en nuestra cama mientras yo le leía.
En El Palomar teníamos el dormitorio dividido de la salita por una cortina grande.
Durante las visitas de Ramón, que eran más o menos cada dos semanas, ahí
dormíamos los dos. Y ahí lo recibí cuando él regresó de Los Ángeles, se quedó con
nosotros ocho días, qué alegría fue verlo, me parecía que habíamos estado separados
muchos años, en realidad fue menos de un mes. Ramón regresó a Tegucigalpa a
buscar quien nos hiciera la casa y al poco tiempo de estar en Tegucigalpa fue cuando
Miguel Andonie, dueño en ese tiempo del Hospital Centro Médico, se lo ofreció a Ramón
en venta, y a él, que le encanta tener hospitales, le cayó como de perlas. Cuando
estábamos en Massachussets casi compra uno en Jamaica Plains. Así que mi dulce
esposo, que venía a retirarse y que no pudo ser finquero y ganadero, se metió a ser
dueño de un hospital que necesitaba reorganización, remodelación, expansión y 48
280
horas de trabajo al día. Buscó arquitecto para nuestra casa y otro para la remodelación
del hospital.
Como ya dije, él iba a vernos a Marcala cada 15 días y yo lo visitaba también cada
15 días así que nos mirábamos seguido.
Ramón, ya dueño del hospital, acomodó una pieza grande y muy hermosa donde
pensaba poner una farmacia y la arregló con los muebles de sala que trajimos de Los
Ángeles, mandó a hacer en una pared un estante inmenso para acomodar sus libros y
puso un escritorio grande y lámparas, le quedó cómodo y hasta elegante pues también
puso cuadros y fotografías. En una pieza pequeña con puerta a esta sala y que tenía un
baño privado, acomodó su dormitorio. Ahí lo acompañaba yo cuando lo visitaba. La ropa
se lavaba en el hospital y ahí también le daban la comida que siempre ha tenido fama
de ser deliciosa.
Tenemos que agradecer a Popito Bonilla Reyes, nuestro sobrino, que nos dio sitio
para poner los muebles y cajas que trajimos de Los Ángeles en una pieza que él no
ocupaba cuando vivía en Vía Gloria, propiedad de los López Arellano. Allá iba Ramón a
sacar lo que iba necesitando para acomodarse en el Centro Médico.
Yo me acomodé en Marcala acompañando a papá, dormía en una camita en el
cuarto de él cuando no estaba Ramón, cuando él llegaba, Lupita se quedaba con papá y
Alba dormía en una pieza siguiente.
Ésta fue nuestra casa número quince por dos años y el Centro Médico Hondureño
nuestra casa número 16 por los mismos dos años.
Cuando Ramón ya estaba bien organizado en el centro médico, yo me llevaba a
papá y a Lupita a estarnos en el centro médico por 8 días o más, a ellos los
acomodábamos en un cuarto del hospital muy cerca de nosotros y así estuvimos por
dos años. Ramón compró un carro para que yo tuviera en Marcala y pudiera sacar a
pasear a papaíto, lo llevé a su adorado Guayabal, la primera finca que él compró en
1903 y gozaba cuando veía las fincas de las que había sido su querido caracol. Lo
llevaba a San Raymundo en las tardes y se le puso a hacer una casita en la parte que él
decía que iba a ser mía. Lo convencí de que si iba a ser mía, nos dejara a nosotros
hacer ese gasto, el chofer llevó el material en el carro nuestro y Miguel Alfonso Urquía,
quien era nuestro administrador, buscó quien la construyera, cómo gozaba papá viendo
el adelanto de la casita, creo que era sólo de una pieza, una cocina, y un corredorcito.
A él siempre le gustó salir y como admiraba una buena siembra o una casa nueva,
decía “vamos progresando, vamos progresando”. El Zarco que era nuestro chofer nos
llevaba también a Tegucigalpa. Fuimos a varios paseos y cuántos libros interesantes le
leí en ese tiempo, le encantaba comer en el campo y le encantaba comentar y discutir lo
que leíamos.
Corita, nuestra hermana, venía cuando podía de la Esperanza y lo mismo Popo de
San Pedro Sula, Eve de Tegucigalpa y Mary de Choluteca, así que nos juntábamos a
veces todos los hermanos y a veces venían a distinto tiempos. También nos visitaban
los amigos y parientes y muchas tardes tomábamos cafecito con pan en la casa o me
mandaban a avisar Thelmita o Coca, mis cuñadas que vivían a pocos pasos de
nosotros, que ya el cafecito estaba listo. Esa es una costumbre muy Marcalina, tomar
café con pan a las 3:00 de la tarde, cuando lo tomábamos en la casa, papaíto nos
acompañaba, más por la plática que por el café.
281
Mis horas en Marcala se deslizaban perezosamente, tranquilamente. Cuando Ramón
venía era una fiesta para mí y venía cargado con cosas ricas para papaíto y para mí.
Recuerdo que una tarde apacible sentados en el corredor, me platicaba papá sobre
sus problemas para caminar: “fíjate hijita ya necesito quien me ayude a ponerme de pie,
yo creo que deberían hacer un artefacto liviano donde yo me pueda sostener y luego
caminar con esa ayuda”, yo me reí y le dije: “usted acaba de inventar el andador, pero
alguien se le adelantó y ya lo venden por todos lados”. Casi terminando la frase estaba
yo cuando entró Ramón con el andador en la mano. Papaíto sorprendido le dijo:
“Ramoncito y yo nos comunicamos con el pensamiento, él siempre adivina mis
necesidades”. Con el andador, él se sintió más independiente. Lo mismo sucedió pocos
años después cuando papá nos visitaba en la casa de La Granja, caminando del
dormitorio al comedor por un pasillo algo largo, papá le dijo a Corita que en ese tiempo
estaba con él: “ vieras nana que ya me cuesta llegar del dormitorio al comedor”, ya
tenía entonces más de 96 años, Ramón lo oyó y le dijo: “¿cómo le gustaría venir
sentado en una silla de ruedas?” y papaíto le contesto: “como que ya va siendo tiempo”,
Ramón salió del comedor y regresó con una silla de ruedas, ya la tenía lista, con Popito
consiguieron una y estaban esperando el momento apropiado. De nuevo papaíto
agradecido le dijo: “Ramoncito usted es mi adivino”. Otra vez, cuando estábamos en
Marcala, llegó Ramón y encontró a papá acostado y enfermo, le preguntó que le pasaba
y papá le dijo: “tengo una infección urinaria rebelde, no ha cedido con lo que he
tomado”, Ramón le dijo: “no se preocupe doctor, aquí está la última medicina para ese
mal, es la más nueva y la conseguí ayer”. De nuevo papá sorprendido le dijo:
“Ramoncito mi doctorcito adivino”. Así fue Ramón con mi familia, con mi papá, con mi
mamá, fue como el hijo más bueno. Los dos lo adoraron. Siempre ha sido así Ramón
bondadoso, noble, generoso, con razón mi admiración, mi gratitud y amor siguen
creciendo.
En Marcala, la falta de Ramón y de los hijos y la inmensa falta de mamaíta se
mitigaba con la ternura de papá, yo me sentía en mi casa protegida y consentida. No me
imaginaba que la tragedia estaba atisbando debajo de nuestra puerta.
282
CAPITULO XLVIII
TRAGEDIA FAMILIAR
Apenas tenía yo cinco meses de estar en Marcala cuando llegó noviembre, el 30
sería el aniversario de mamaíta, ya tendría 4 años de habérsenos ido.
Estábamos muy ocupados desde el día anterior, el 28 porque llegarían todos los
hermanos con sus familias, todavía el 29 en la mañana seguíamos afanados pues
pronto empezarían a llegar. Yo acababa de ir a arreglar el cuartito del jardín que Mary
decía era el de ella, había arreglado con ropa de cama limpia y toallas en el baño y subí
al palomar para llevar un espejo y otras cosas de tocador, en eso estaba cuando llegó
Albita corriendo y asustada a decirme que el radio decía que Mary y Humberto habían
tenido un accidente fatal en la salida de Choluteca que Humberto había muerto
instantáneamente. Después de que yo lloré mucho, me calmé un poco para ir a darle la
noticia a papaíto que estaba sentado en el corredor. Fui corriendo y le dije que Mary y
Humberto habían tenido un accidente, que decían que Humberto había muerto pero que
a Mary la habían llevado a un hospital en Choluteca. Yo salí a averiguar más pues
papaíto tenía su radio en otra estación, saliendo de la puerta iba cuando encontré a
Gera Melghen llorando, acababan de decir que Mary también había muerto, corrí donde
papá para llegar antes de que alguien más le dijera, pero él acababa de oírlo en el radio,
nos abrazamos y yo le dije: “llore, grite haga lo que quiera”, esto es horrible, él sólo dijo:
“sea por Dios hijita” levantando sus manitas al cielo, después me abrazaba sollozando.
Dicen que el chofer que, manejaba el carro donde venían quiso pasarle a un carro y
no pudo pues venía un camión en el lado opuesto, el choque fue mortal y como no iban
amarrados, los dos volaron al pavimento. Dicen que las coronas que Mary traía para
llevarlas a mamá se las pusieron a Humberto ahí donde cayó, Mary quedó casi muerta
pero un señor en un carro que pasó la recogió, iba consiente y le dio ella la dirección de
la familia para que avisara, pero antes de llegar al hospital ella también murió, Corita
venía llegando a Marcala de la Esperanza y Popo iba saliendo de San Pedro Sula
cuando oyó la noticia y ahí nomás se fue a Choluteca.
Ramón venía con uno de los sobrinos de hacer unos mandados en Siguatepeque y
dice que medio dormido tuvo un anuncio de que pasaría una tragedia en la familia. Ya él
venía medio preparado para la terrible noticia. Corita se quedó con papaíto y Ramón y
yo pedimos un taxi aéreo y nos fuimos a Choluteca. Qué horas más tristes, su hija
Marinela llegó de Chicago, su otro hijo, Adán ya estaba ahí. Qué desgracia, otras veces
había manejado Humberto y todos temblábamos de miedo porque él ya estaba muy
mayor y el carro algo viejo. ¡Qué ironía! Esta vez venían estrenando un carro acabado
de comprar y venían con un chofer altamente recomendado, que salió ileso y se fue
huyendo.
Nos costó mucho, pero poco a poco nos llegó el consuelo y la aceptación y de nuevo
fue papaíto con su ejemplo y fortaleza nuestro maestro y guía.
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Qué horrible fue dejar a Mary allá lejos y regresar a Marcala. Tuvimos novenario de
misas y los rezos acostumbrados, Corita era todavía católica. Después se hizo
evangélica.
Como digo, con papaíto de guía pronto seguimos en nuestras rutinas pero el dolor
nunca se acaba.
Yo me dediqué a acompañar a papaíto, los dos nos acompañábamos y nos
consolábamos, después de eso yo trataba de distraerlo y fue cuando Ramón nos dio el
carro y el chofer y yo lo sacaba a los paseos que a él tanto le gustaban. Una vez fuimos
a la finca de Olde, su sobrina, y allá ella tenía un almuerzo muy rico. Olde fue muy fina
con papá, siempre le mandaba bocaditos buenos y lo visitaba. Mario, su hijo, también
fue una visita constante y a veces nos acompañaba a almorzar.
A papaíto le encantaba el chilate con ojuelas o con torrejas, también naranjas en
pedacitos con sal y chile, Albita era finísima con él y también conmigo, por eso me dolió
más su actitud al final. Resulta que una noche me dijo que quería platicar conmigo, lo
que quería decirme era que ya no podía seguir trabajando en la casa porque Carlos
Martínez, el novio, había decidió que se casaran. Yo me entusiasmé mucho pues sabía
que papá también se pondría contento ya que varias veces me había dicho que ese
noviazgo no avanzaba, temía papá que el novio no se casara con ella. En mi
entusiasmo yo le ofrecí que le íbamos hacer su fiesta en la casa, que papaíto podía
entregarla, que Corita le haría un lindo pastel y no sé qué más y por lo del trabajo le dije
que después de unas semanas de vacaciones después del casamiento, podía volver a
su trabajo unas hora, un día, medio día o lo que ella quisiera, pero ella muy seria dijo
que no podía, me extrañó que ni siquiera me dio las gracias por todo lo que le ofrecía.
Desde esa noche ella cambió conmigo y también con papá, se puso hostil, tiraba las
puertas y le dijo a Popo, mi hermano, no sé qué de mentiras, tanto que cuando yo le
pregunté a Popo cuando llegó si había conseguido en San Pedro Sula a alguien que se
ocupara de la botica y de la casa, él furioso gritándome me dijo que yo tenía la culpa
que Alba se fuera. Yo no lo podía creer, a ella yo la quería tanto, admiraba lo bien que
manejaba la casa, ya que ella estaba en todos los detalles, atendía bien a la gente, con
papá era exquisita, estaba pendiente de su ropa, medicamento, etc. También le leía, con
las otras maestras bromeaban, le habían puesto el conejito por travieso pues les pasaba
haciendo preguntas que ellas no podían contestar. Todas las noches le leía por lo
menos una hora a papá y yo, que dormía en el mismo cuarto, me sentía como una niñita
oyendo los cuentos de mamá. Para mí todo era paz y armonía, yo nunca interferí ni en
la cocina ni en el botiquín, era como una contenta huésped bienvenida en mi propia
casa. Lo que me dijo Popo me dolió mucho y así se lo dije yo muy dolida y enojada y le
levanté la voz diciéndole que me sentía en medio de criminales. Papaíto oyó las voces y
yo le conté de lo que me acusaban, el moviendo su cabecita de un lado a otro me dijo:
“que injusticia mi hijita, que injusticia”. Él sabía todo lo que yo le había ofrecido a Albita y
cómo había sido mi relación con ella, yo le dije a papá en ese momento que yo me iría al
día siguiente para Tegucigalpa y que me gustaría que él se viniese conmigo, así que él
decidió diciendo: “claro que me voy mi niña” y nos fuimos por unos días y regresamos
cuando había paz en la casa. Todos los visitantes se habían ido. Después supe yo por
alguien que trabajaba con transportes Lila que me dijo, cuando ya Alba se había ido,
que él y otra gente se habían alegrado mucho cuando yo llegué a la casa a estarme con
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papá, pues antes la casa, decía, era un solo desorden, después que papá se dormía.
Cuando papaíto supo que Alba se había casado, me mandó a comprar un regalo que
yo le llevé. Aunque hay gente que dice que nunca se casó. Yo la perdoné y entiendo su
enojo por lo que parece que cuando yo le ofrecía boda y ella quizá ya sabía que no
habría tal. Conmigo fue que ella se sacó el enojo aunque en realidad me parece más
que tal vez yo llegué a estropearle algo de su romance, así que ella sólo pretendía que
éramos amigas, sin embargo yo sigo agradeciéndole como fue de buena con papá y el
haber manejado la casa y el negocio con honradez y eficiencia, lo que yo nunca entendí
pero también está perdonado aunque me costó muchas lágrimas fue la actitud de mi
hermano, ¿pero por qué escribo esto que me suena a mí misma como chisme?” Porque
esas experiencia dolorosas me ayudaron a crecer, a madurar, a aprender a sufrir y lo
que es más grande de todo, a aprender a perdonar.
En ese tiempo, la paciencia y comprensión de Ramón que también tiene gran
capacidad de perdón me ayudó inmensamente. Él me recordaba que cuando las
familias se desintegran a la muerte de uno de los padres, nacen rivalidades y enojos
escondidos desde la infancia y que no fueron expresados entonces y me recordaba que
problemas existen en las familias grandes donde hay tantos caracteres distintos. Me
recordaba que los enojos entre hermanos no desvanecen los lazos de amor. También
me recordaba que la vida de ilusiones y de felicidad de la infancia no puede repetirse
cuando los miembros han cambiado tanto. Mis dos pilares de fortaleza, Ramón y mi
papá, me devolvieron la serenidad. Pero mi alma de Poliana sufrió un desencanto pues
yo seguía creyendo que mi vida seguiría siendo sólo de bendiciones.
Por dicha este problema llegó o me di cuenta de él cuando ya nuestra casa en
Tegucigalpa estaba terminándose de construir.
Uno de esos días antes de irme a Tegucigalpa estaba yo en el botiquín cuando llegó
el Alcalde Luis Sorto y nos pusimos a platicar y hubo un momento en que yo le
pregunté: “¿Luis por qué no limpiamos Marcala para dejarlo como era antes de limpio,
como un jardín?” Él me dijo muy triste: “Doña Tanchis, nadie quiere ayudar ni hacer
nada, dicen que para eso pagan impuestos”, yo le pregunté: “¿quiere que yo trate de
llevarle gente a una sesión de cabildo abierto para tratar de los asuntos de Marcala?”
Algo dudoso él me dijo: “si lo logra se lo agradeceré”. Le conté a papaíto lo que había
prometido hacer, le dije que mi plan era ir casa por casa en el casco de la ciudad para
invitar a la gente a la sesión. Él me apoyó entusiasmado y me dijo que la gente es
buena y ayudadora. Pronto empecé mi tarea, el pueblo es pequeño, unas siete calles a
lo largo y unas cinco a lo ancho. No iría a los barrios nuevos más alejados. Llevé un
cuaderno y lápiz para hacer la lista y apuntar las respuestas. A muchos de los que visité
no los conocía, otros eran conocidos, otros eran parientes o amigos. Mis visitas fueron
bien cortas tal vez unos 5 minutos entre saludos y la invitación a la sesión explicándoles
el propósito que era el mejorar Marcala. Todos me recibieron con amabilidad y
mostraron entusiasmo, terminé como en cinco días pues sólo salí por unas dos o tres
horas al día. Llevé la lista al alcalde con nombres y direcciones, en casi todas decía “con
gusto asistiremos”. Se invitó a la sesión de cabildo abierto para una noche a las 7:00 de
la noche, pero por mala suerte cayó una tormenta muy larga y muy fuerte para esa
fecha, las calles estaban como ríos, pero al calmarse un poco el agua aun con el mal
285
tiempo, llegaron como cincuenta personas. El alcalde dio las gracias por llegar en
semejante noche y yo expliqué el proyecto de la reunión.
Se organizó una directiva y querían que yo fuera la presidenta, pero tuve que
declinar porque yo me iría del pueblo muy pronto. Se nombró la directiva y muchos
comités encargados: uno del mejoramiento del agua, otro para el mejoramiento de la
luz, otro para limpieza de las calles, otro para limpieza de ríos y quebradas y otros
comités más. Todos salimos contentos y esperanzados pero después supe que la
directiva nunca convocó para otra sesión y cuando yo regresé a Marcala por unos pocos
días, me dijo el alcalde: “ya ve nuestros sueños no se realizaron”, y yo le dije: “pero por
lo menos tratamos, hicimos nuestra parte”.
Papaíto se fue conmigo a Tegucigalpa y pasaba grandes temporadas con nosotros y
pronto llegó Corita, que se estaba divorciando, a quedarse con él y a cuidarlo. Así que
papaíto tuvo a sus tres hijas cuidándolo casi por 10 años, los años que él sobrevivió a
mamaíta. Yo seguía regresando a la casa de Marcala muchas veces al año, era no sólo
la casa donde crecí, pero mucho antes de que mamá muriera, Ramón se las había
comprado para que ellos disfrutaran de ese dinero y para que yo la mantuviera y la
cuidara después.
Ya he dicho que papaíto seguía siendo el dueño y señor de la casa, para lo que
hiciéramos en el palomar siempre se le pidió permiso y Ramón hacía los gastos de lo
que había de reparar adentro de la casa, sus aceras, etc. Después que papaíto murió
hubo que casi reconstruirla, pues las paredes y techos estaban muy malos. Le hicimos
algunas modificaciones, en la parte de enfrente hacia el portón se construyeron dos
piezas grandes con sus corredores y servicios para alquilarlas para negocio. El botiquín,
que era de Evenor, mi hermano, se pasó a la casita de ellos y en esa parte tuvo que
cambiar paredes y techo y ahí arreglamos lo que sería una sala grande y una entrada de
la calle con una puerta hermosa de hierro y una jardinera a la entrada. A la izquierda de
la sala hicimos el garaje, después de la sala hacia el centro se arregló el comedor,
mandamos hacer un chinero casi del tamaño de la pared y una mesa ovalada para diez
personas, pero podíamos sentarnos hasta catorce, el comedor se separaba de la cocina
por un mueble o gabinete alto que servía de buffet, después de la cocina seguían los
cuartos de los viejitos y su baño y eso aun reconstruido quedó exactamente igual con
sus camas y muebles como cuando ellos lo dejaron. Procurábamos que el jardín se
mantuviera cuidado.
Así mantuvimos la casa por 16 años después de que papá murió, Popo y sus hijos y
otros parientes llegaban de vacaciones, pero poco a poco dejaron de llegar. Ellos
arreglaron El Rosario fuera de la ciudad y les quedó preciosa la casa vieja, las nuevas
construcciones y su jardín. Cada día se nos hacía más difícil encontrar quien la cuidara
y nosotros ya no estábamos en Honduras. Una vez que llegamos de vacaciones vimos
que la calle ya se había convertido en mercado, no podíamos salir de la casa sin pedir
permiso a las vendedores ambulantes que se habían adueñado de las aceras. En estas
vacaciones había alguien que quería comprarla y yo no me decidí, pero la última vez
que estuvimos en ella el problema de entrar y salir se había agravado, además el
muchacho que la cuidaba había tenido problemas y ya no podía estar en la casa, él y su
familia vivían en otra parte de la casa y usaban el garaje viejo o portón para una
pulpería, con dolor en el alma yo vi que si no encontrábamos gente responsable la casa
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se deterioraría más y que en el jardín ya casi no había nada, el muchacho que la
cuidaba tenía pollos y gallinas y no la cuidaba de que arruinaran el jardín.
Cada vez que llegábamos a Marcala de vacaciones, Corita, mi hermana, llegaba
unos días antes a ver que todo estuviera limpio y ordenado. Nos tenía flores, comidas
deliciosas y sobre todo su presencia nos hacía menos dura la llegada a la casa cuando
ya no estaban nuestros padres adorados. Corita siempre fue un ángel para todos los
hermanos. Esta última vez fue cuando decidimos más a vender la casa ya que era
imposible mantenerla en buenas condiciones. Primero se la ofrecimos a miembros de la
familia, nadie estuvo interesado, ni siquiera preguntaron las condiciones en que se
vendería, lo mismo fue cuando les ofrecimos la finca.
Cuando regresamos a Santa Bárbara, California, la pusimos a la venta y la compró
un muchachito que creció en la casa trabajando y él, ya hombre, honrado y trabajador
se hizo todo un señor cafetalero de mucho dinero, Napoleón Zelaya la compró y pagó lo
que se le pidió “contante y sonante” como dicen en Marcala por un trato en efectivo.
Esta casa había sido por 16 años y pico nuestro hogar cuando llegábamos a Marcala y
como decíamos, antes también en ella llegaban por algún tiempo de vacaciones los
hermanos y sobrinos, y ahí se siguieron velando muchos de los muertos de la familia.
Me dolió inmensamente hacer la decisión y venderla pero ya era imposible para
nosotros estando tan lejos seguir manteniéndola y ya más viejos casi no íbamos a
Marcala, además no queríamos dejarle a Rey ese dolor de cabeza cuando nosotros
faltáramos. Se cerró otro capítulo de nuestra movida vida. Se acabó la alegría de
nuestra casa solariega que nos cobijó por tantos años, esa época pasó a la historia y
ahora se graduaba la casa a servir a la comunidad, pues han puesto escuelas de
computación y otros servicios en ella.
Fue duro decir adiós a ese marco de toda una vida de recuerdos, la mayoría dulces y
lindos.
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CAPITULO XLIX
NUESTRA NUEVA CASA.
OCUPACIONES DE RAMÓN Y TANCHIS
Desde que estábamos en Los Ángeles y hablando del regreso a Honduras, Ramón
había estado estudiando revistas con planos y tenía muy claro lo que deseaba en
nuestra casa. Juntos habíamos hecho planes y planos, a él todas las casas le salían
modernas, mientras que a mí me salían más estilo de rancho californiano con jardín en
el centro y cuatro lados de edificio alrededor con grandes corredores hacia el jardín y
fuentes. Al escoger entre los terrenos que teníamos en Tegucigalpa, el lote más
pequeño era el de La Granja, así que yo renuncié a mis planes nada prácticos y con
Ramón acordamos que el escogería el plano y él me dijo: “ya usted se encargará de
amueblarla”, y así lo hicimos.
El arquitecto Chepito Molina, hijo de nuestro gran amigo Miguel Molina de
Comayagua, hizo el diseño siguiendo las ideas de Ramón que siempre me contaba lo
que estaban haciendo, resultó un diseño precioso utilizando bien el lote pequeño, la
casa quedó grande y hermosa. Miguelito, su hermano, ingeniero constructor, se encargó
de hacerla.
Escogimos ese lote porque la alternativa era El Hatillo donde teníamos un terreno
lindo y grande que quedó libre al venderse el hospital Alcerro Castro. Yo no quería
quedarme sola allá todo el día, ya que conociendo a Ramón, sabía que él pasaría
trabajando en la ciudad. Cuando yo era joven, El Hatillo fue ideal para mí, tenía los niños
pequeños, un hospital que atender, y mucha gente alrededor. El otro terreno era en la
minitas, uno de los lotes salvados de la malograda lotificacion La Aurora, como yo
estaba acostumbrada a vivir en La Granja, las veces que bajamos del Hatillo me parecía
lejos y extraño. Y que suerte que este lote escogido estaba en las inmediaciones del
Centro Médico Hondureño y cuando Ramón compró el hospital, le quedó a poquísimos
pasos. Nuestra casa estaba al fondo de un redondel en la segunda calle de
Comayagüela, en el barrio la granja, teníamos de vecino a nuestro sobrino Joaquín
Alcerro Díaz y su familia. Y al doctor Hernán Corrales y su familia, quienes eran
queridos y viejos amigos y además colegas de Ramón. Hernán tenía su clínica en el
Centro Médico Hondureño. Después de los Corrales estaba un portón negro para entrar
al hospital, era el portón de servicio. Así que a las cualidades que yo encontré en ese
lote, el de ser muy seguro por estar al fondo de un redondel y a la derecha tener a
Joaquín y detrás estaba el estacionamiento del club de El Banco Central pero a un
desnivel como de 6 metros de altura y en esa parte de atrás iba a quedar el corredor de
nuestra casa bien en alto y protegido, así que, agregado a esas cualidades, que Ramón
estuviera a un minuto del hospital, lo hacía ideal.
Pocos meses después compramos un solar baldío a la izquierda y ahí plantamos
muchos árboles ornamentales que no progresaban, el terreno era pésimo, Ramón trajo
expertos y con sus consejos se compraron nutrientes que les ayudaron a crecer.
288
Alrededor de un árbol grande de “llama del bosque”, Ramón mandó hacer un
estacionamiento como para ocho carros. Decía Ramón que al fondo iba a construir una
casita para cuando él se retirara y entonces ya estaría el parque precioso. Así está hoy
en el 2006, bellísimo pero la casa ya no es nuestra y el parque también se vendió.
Pero cómo estoy hablando de que lo vendimos sin decir como era de linda y de
cómoda, de alegre, de soleada nuestra casa. Tenemos un gran álbum con su
construcción desde que abrieron las primeras zanjas y los cimientos hasta que se
terminó y luego las fotografías de las reuniones y muchas fiestas que tuvimos en ella,
quien lo vea, creerá que nuestra vida era solo de fiestas pues no tenemos fotos de las
largas horas de trabajo.
Lo primero que se miraba de la calle era una baranda alta a todo lo largo de la
propiedad, de color azul pálido. A la derecha estaba el portoncito para entrar al atrio de
la casa, esa baranda también se abría en dos puertas grandes de entrada, el garaje era
para dos carros. El frente de la casa, en el patio enladrillado cabían dos carros más, al
fondo del garaje había una bodega de regular tamaño. El atrio estaba separado del área
de los garajes por una reja cubierta de enredaderas, la entrada a la casa quedo
sombreada y bonita, había una terracita del lado derecho de la puerta principal y ahí
pusimos un juego de sofá y dos sillas de hierro con cojines, también unas maceteras
con plantas. En cuanto se entraba al atrio, a la derecha había una puerta pequeña
protegida con hierro hasta el techo y era la entrada a la salita de espera donde había un
medio baño, de esta salita se entraba a la biblioteca o estudio por una puerta pequeña.
La biblioteca era larga y algo angosta con unos techos muy altos, tenía ventanas
también angostas a todo el largo de la pared a la altura del cielo raso y otra cuadrada
grande que daba a la terraza de nuestro dormitorio. Los estantes de la biblioteca cubrían
tres paredes y daban hasta el techo pero tenían una parte angosta con baranda para
caminar y buscar los libros en la parte más alta, para subir a esta parte angosta había
una escalera movible. El mismo mueble de los libros tenía abajo un gabinete con
puertas para poner cuadernos y otras cosas, ese gabinete estaba solo en la pared de la
izquierda. En la pared opuesta a este gabinete y estantes, los libros llegaban a la altura
de la parte donde se caminaba y abajo quedaba libre para poner un sofá grande y
cuadros. Enfrente a la ventana de la terraza se puso un escritorio pequeño para la
máquina de escribir y haciendo escuadra, pegado a la pared, un escritorio grande para
trabajar en él. Con sillas enfrente del sofá y una mesa de centro angosta y larga, quedó
todo muy cómodo. Ahí vi mis grupos y pacientes privados, Ramón tenía su oficina en el
Centro Médico. La puerta principal o entrada a la casa después del atrio era grandísima,
con paneles de madera grabados y vidrios eran en realidad hermosa. Se entraba por un
pasillo ancho en el que a un lado estaba el baño de las visitas y a la izquierda el bar.
Este pasillo llevaba al pasillo largo que a la derecha llevaba a los dormitorios y a la
izquierda al comedor, pero este pasillo estaba separado de la sala con cuatro columnas,
lo que daba a la sala más espacio, estas columnas sostenían una jardinera altísima a lo
largo de la sala y de ahí se desprendían las enredaderas, tanto la entrada a la sala
como los pasillos y todo el piso de la sala era con ladrillos de mármol, los techos tan
altos, que por fuera parecía que la casa tenía dos pisos, arriba de la jardinera cerca del
cielo de madera había una ventana de vidrio larga y angosta que daba a la sala mucha
claridad y cuando el sol salía, la bañaba con su dorada luz, en la noche podíamos ver la
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luna y las estrellas sentados en la sala, el cielo tenía vigas expuestas y eran de color
natural, esta sala era muy, muy grande, tenía 37 pies de largo por 35 de ancho, las dos
paredes de los extremos eran altísimas y la pared al fondo que daba al corredor era de
vidrio con puertas dobles de vidrio corredizo, el corredor o porche era angosto del largo
de la sala y tenía una baranda igual y del mismo color a la de enfrente, puesta sobre una
pared como de 1 metro y pico de alto y con vista al estacionamiento del Banco Central,
desde ahí podíamos ver el estacionamiento y además las montañas y algunas de las
casas en las montañas o algunas de las colonias vecinas. Entrando a la sala, por el
pasillo yendo a la izquierda se llegaba al desayunador que fue el comedor original, era
pequeño con una ventana grande hacia la calle. Teníamos una mesa para 8 personas y
el buffet y una mesa chiquita en una esquina para poner distintas cosas que
ocupábamos en la mesa. Sobre el buffet estaban dos teléfonos, el directo al hospital y la
línea regular. Nuestra casa, estemos donde estemos, tiene muchos teléfonos, en el
dormitorio, en el comedor, en la oficina, en la sala y aún aquí en el retiro, a eso
aumentemos los celulares, somos una familia de comunicadores. Pues siempre están
ahí pacientes que atender además de los amigos y parientes.
De la sala salía la puerta a la cocina, ésta era grande, muy cómoda y bonita con
mosaico italiano, tenía una mesa grande para trabajar en el centro y le pusimos todas
las comodidades, hasta lavadora de platos y moledor de desperdicios.
Del comedorcito se salía al patio de servicio donde estaba el lavandero, la cisterna,
los tanques de agua caliente y los filtros y además la lavadora y la secadora de ropa. A
la izquierda estaba un portoncito al garaje y al fondo, el cuarto y baño de las
trabajadoras. Después de la cocina había un patio con un deck de madera con techo de
paja, ahí pusimos bancos rústicos y hamacas, pero como al año de estar en nuestra
casa, en ese lugar hicimos el comedor formal con pisos de mármol negro una lámpara
que mandamos hacer para el techo que era más o menos como el de la sala, quedó
este comedor muy grande y cabían 40 personas o más sentadas, en dos lados de las
paredes había jardineras en el piso y ventanales hacia el Banco Central, recuerdo que
para una reunión vino Delmer Urbizo y cuando entró al comedor dijo: “esto no es un
comedor, es una casa de té”. Entre la cocina y el nuevo comedor quedó un pasillo
pequeño con un mueble para poner cosas del comedor y en la pared más grande de la
entrada mandamos hacer un chinero casi del tamaño de la pared que consistía de un
gabinete grande y sobre él, dos armarios casi hasta el techo con separados como metro
y medio para poner ahí un cuadro grande, la mesa del comedor era de la misma madera
fina del chinero con diez sillas pero podíamos comer doce o catorce personas, la pared
quedaba al lado de la cocina, estaba separada de la pared de la cocina por un jardincito
donde íbamos a poner una fuente, esa pared del comedor era de vidrio. La mesa grande
la pusimos paralela al chinero y quedaba sitio para por lo menos cuatro mesas redondas
para ocho personas cada una. En el porche de atrás de la casa era la entrada al
comedor grande y en ese porche teníamos tres mesas de hierro y vidrio con cuatro sillas
del mismo material, las mesas y las sillas eran blancas y pusimos maceteras preciosas
en ese porche. Volvamos a nuestros dormitorios, entrando por la entrada principal y
girando a la derecha del pasillo se llegaba a una doble puerta que separaba la parte de
los huéspedes, ahí había un pasillo grande que tenía una salida a la terraza nuestra,
llegaba a los baños y a los dos dormitorios que tenían closet del alto de la pared y uno
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de los dormitorios un ventanal grande y el otro tenía pared y puerta de vidrio corrediza
que daba a un jardincito donde también había unas gradas espirales a la terraza, donde
teníamos sillas, una hamaca y se gozaba de una vista linda, parte de la terraza tenía
techo. Antes de llegar a la puerta que separaba la parte de huéspedes, a la derecha
estaba la puerta que daba a nuestro dormitorio que era no muy grande con pared y
puerta corrediza de vidrio hacia la terraza, teníamos una cama de tamaño King, que
enfrente tenía un gabinete para la televisión, en una esquina una mesita redonda con
dos sillas y a la cabecera de la cama un estante hasta el techo y las mesitas de noche
en el mismo mueble. Ahí teníamos nuestros libros favoritos y adornos. Siguiendo recto
después de la entrada al dormitorio estaba el baño del lado izquierdo y el vestidor al
lado derecho, el baño era grande cubierto de azulejo italiano hasta la mitad con tina y
regadera con puertas de vidrio y entre esta tina y la pared había un espacio donde yo
puse el sauna portátil que trajimos de Los Ángeles, había también un aparato para hacer
ejercicios era un baño grande y cómodo, a la derecha estaba la entrada al vestidor que
tenía dos closet del tamaño de las paredes, uno enfrente del otro, uno para Ramón y el
otro era mío con una pared grande con un ventanal alto que daba al atrio y debajo de
esa ventana estaba mi tocador y enfrente un gavetero, al extremo entre el vestidor y el
baño estaba la entrada, una puerta para entrar a la oficina, ya se imaginan mi susto
cuando entré por primera vez a la casa vacía y Ramón me dijo: “ahora es su turno,
amuéblela”. Vi aquellas paredes inmensas a los lados, la gran pared de vidrio enfrente y
las columnas del otro lado, qué podía hacer yo para convertirla en un lugar agradable,
cómodo, con calor de hogar, por dicha me recomendaron un buen ebanista joven y
formal. Para la pared de la derecha mandé hacer dos armarios estilo chinero, cada uno
sobre un gabinete con puertas y quedaron separados uno del otro para poder poner
abajo una macetera grande y las fotografías grandes del doctor Alcerro Castro padre y
Doña Anita y arriba las nuestras, una de Ramón y otra mía que mandamos hacer en Los
Ángeles cuando cada uno de nosotros tenía 50 años. En ese lado puse los sofá que
trajimos de Los Ángeles, eran color verde musgo y en medio, nuestra mesa preciosa
hecha en la escuela de bellas artes y dirigida por el artista nacional consagrado Arturo
López Rodezno, quien dibujó las figuras mayas que fueron labradas en ella, es una
mesa grande de caoba como de metro y medio de largo por uno de ancho y en el
extremo de la mesa pusimos el sofá pequeño, quedó un pasillo para entrar de la puerta
principal al porche como de unos tres metros y al otro extremo de la pared, mandé hacer
un gabinete largo y los dos armarios puestos encima y eran exactamente del tamaño de
los armarios de la otra pared y entre los dos armarios y sobre el gabinete quedó sitio
para mi cuadro de Marcala en el que se ve la calle y nuestra casa y mi mamá en la
puerta y Poli chiquito a un lado, enfrente de esto puse la otra sala para la que compré un
juego de sala también color verde que consistía en un sofá grande, dos sillas del mismo
color del sofá, poltronas y la mesa del centro, puse ahí cuatro sillas de madera hechas
en España, labradas también y el asiento y respaldar de cuero, pusimos varias
maceteras en la sala y enfrente de esta sala, a la izquierda del pasillo, Ramón mandó
hacer un museíto para estantes para poner revistas y libros y guardar nuestras reliquias
antiguas, ahí también pusimos un gabinete grande que tenía televisión y toca discos,
para mí la casa quedó hermosa y acogedora y el mayor piropo que recibí fue cuando
Popo, mi hermano, entró y me dijo: “¿cómo hiciste para que te quedara la sala tan
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bonita y acogedora?” Se me olvidó decir que sobre la mesa de caoba grande a la que le
habíamos puesto vidrio para proteger sus lindos dibujos, coloqué mi niña de las uvas,
así le llamo yo a una porcelana francesa de un desnudo artístico donde la muchacha
está como hincada y sostenida en un brazo y con el otro comiéndose un gajo de uvas,
éste fue un regalo del doctor Urbaño Quezada y su esposa Esperancita cuando vinieron
a vernos a nuestra nueva casa de El Hatillo y esta porcelana ha andado con nosotros en
casi todos los sitios que hemos estado.
NUESTRA CASA EN LA GRANJA, TEGUCIGALPA 1979-1990
Yo estaba segura que la madera, las plantas colgando de la jardinera y las
maceteras le darían tibieza a nuestra casa. Rosita Guillén de Martínez decía que las
plantas colgantes eran como los jardines colgantes de Babilonia.
Cómo gozamos esta casa, tuvimos muchísimos huéspedes sin contar a Corita y a
papaíto que eran parte de la casa, venían con frecuencia y se quedaban muchas
semanas. Llegaron los del Bosque desde Bélgica, Octavio Cáceres Lara venía de
Guatemala y se quedaba con nosotros en sus visitas anuales, Popo, Daisy y su familia
llegaban de San Pedro Sula para nuestras celebraciones, Marinela llegó dos veces de
Chicago, nuestro hijo Rey llegó tal vez algunas veces y la última con Julia, su futura
esposa, también llegó Oscar, nuestro hijo, y la novia que tenía entonces llamada Lucy.
Frank, el hijo mayor, llegó antes de que termináramos la casa y estuvo con nosotros en
el Centro Médico. Llegaban todos los años dos amigos americanos, que se quedaban
con nosotros, también venía de Los Ángeles Mariano Castillo, quien estuvo unas dos o
tres veces, la última vez que vino Mariano le hicimos una cena y le pedimos que nos
diera los nombres de sus amigos, resultó que entre sus compañeros de San Pedro Sula
y Tegucigalpa estaban Delmer Urbizo que era el Presidente del Banco Municipal en
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Tegucigalpa, estaba Reginaldo Panting y su esposa, él era en ese tiempo ministro de
Hacienda, Mario Rietti y su esposa Sandra, Guillermo Cáceres Pinena, sub-secretario
de Relaciones Exteriores y su esposa, Mariano Castillo, el Licenciado Marcio Sánchez.
En ese mismo año que llegó Rosy, mi sobrina, de Los Ángeles reunimos a las
familias Mejía Arellano y Bonilla Arellano para una recepción, qué gentío se reunió, uno
de los últimos en llegar fue César Batres y Mireya, y César dijo que le costó entrar a la
casa pues había gente hasta afuera de la puerta, yo creo que no fuimos menos de 150
personas.
Con la ingeniero Irma Acosta de Fortín, Presidenta de la Universidad Privado José
Cecilio del Valle, vinieron a visitarnos dos ilustres personas, el Presidente Jonh Silver
acompañado del vice-presidente de Boston University, mi alma matter. Ellos cenaron
con nosotros.
También celebrábamos los cumpleaños de papaíto, los nuestros y dábamos
despedidas a los amigos que se iban, sobre todo recuerdo la de los Paz Barnica y a
algunos embajadores amigos nuestros que dejaban este terruño. Nuestra casa era el
sitio de reunión de toda la familia y con el grupo interdisciplinario teníamos por lo menos
de 20 a 60 amigos cada vez, también en ella celebrábamos reuniones de las damas
rotarias y de las esposas de médicos U.D.E.M.T. Cuando yo fui presidenta de la
U.D.E.M.T., las sesiones de Directiva eran en nuestra casa y yo les ofrecía almuerzo.
Ramón tuvo muchos grupos de Rotarac y de Rotarios y más de una fiesta se celebró en
nuestra casa para los congresos médicos. Donald, que era nuestro chofer, sabía de
cocina y de atender el bar, era nuestra mano derecha en todos estos eventos. Cuando
Rey y Julia vinieron a visitarnos y viajaron a la Costa Norte y a las Ruinas de Copán,
Donald los acompañó manejando el carro en que iban y como hablaba inglés, ya que
era negro de las islas, Julia lo recuerda mucho. La U.D.E.M.T en nuestra casa dio el té
de despedida a las socias Marina de Osorio que viajaba a Francia con su esposo recién
nombrado Embajador de aquel país y a Olga de Argueta que iba para Panamá con su
esposo nombrado Embajador de aquel país.
Correspondimos cenas formales a las que habíamos sido invitados y el embajador de
Estados Unidos vino a almorzar con nosotros antes de su viaje, el embajador Briel y
Sally, su esposa, fueron una pareja muy estimada por nosotros. Recuerdo que cuando
ellos se fueron, yo recibí una llamada de Gloria Marina Corrales de Banegas quien
estaba visitando a sus papás esa mañana y me preguntó: “tía Tanchis ¿a quién tuvo en
su casa que hubo gran movimiento de carros y de radios en la calle de su casa?” Yo le
contesté muy inocentemente que los Embajadores Briel habían venido a almorzar con
nosotros, ella asombrada me dijo: “¿los embajadores de Estados Unidos en su casa?”
Yo le dije: “si ellos se van pronto y son nuestros amigos”. Para Ramón y para mí,
nuestros amigos embajadores eran como cualquier otro amigo que agradecían ser
invitados por personas hondureñas. Cuando Edgardo Paz Barnica se iba para
Venezuela como embajador, le hicimos otra recepción en nuestra casa y le pedimos una
lista de las personas que deseaba que invitáramos. Nos dio, además de ciertos amigos
personales, la lista de todos los embajadores y hasta el Nuncio Apostólico mandó su
representante.
A propósito dejé sin mencionar antes la visita de un amigo que reapareció después
de 50 años.
293
BEN MUNSON
Resulta que una noche, como a las 10:00, recibió Ramón una llamada telefónica de
Managua, Nicaragua, era en tiempo de los famosos coroneles sandinistas. Habló
alguien en inglés: “Ramón soy Ben Munson, ¿te acuerdas de mí? soy médico, nos
conocimos en Washington D.C. en 1943”. Ramón se alegró de oírlo y le preguntó dónde
estaba, él le contestó que estaba en Nicaragua pero que antes de dejar su casa en
Dakota había buscado su dirección en Honduras. “Me imaginé que eras una persona
importante y que estarías en la capital, así que llamé a la telefónica y me dieron tu
dirección y teléfono, ya que quiero pasar a verte”, al preguntarle Ramón cuándo, él
contestó: “mañana mismo”, Ramón le dijo que lo esperaría en el aeropuerto y le daría
gusto verlo y que lo traería a nuestra casa. Ramón dice que Ben desapareció de
Washington y que nunca volvió a saber de él, ya creía que lo habían matado durante la
guerra y ahora resultaba que Ben estaba vivito y coleando y vendría a vernos.
En la mañana siguiente, Ramón llamó al Embajador de México, el señor Correa, ya
que para esa noche estábamos invitados a cenar con ellos, Ramón les contó que con
pena tenía que cancelar la cena pero que un amigo a quien no veía desde hacía
muchos, muchos años venía de Nicaragua a vernos. El Embajador le dijo: “nos
encantaría conocer a su amigo, tráigalo por favor”. Al día siguiente apareció Ben
Munson barbudo con ropa como de hippie y con una mochila al hombro. Se le miraba la
alegría de encontrarse con Ramón. Después de que almorzamos le contamos lo de la
invitación a la Embajada de México y él dijo: “pero yo no tengo ropa apropiada”. Esta
vez fue Ramón el que vistió a Ben con un traje, corbata y hasta zapatos.
La cena fue un éxito, había sólo otras dos parejas de Embajadores, los anfitriones y
nosotros tres. Todos hicieron muchos comentarios y preguntas a Ben sobre el
Comunismo en Nicaragua y al despedirnos nos agradecieron por haberlo llevado. Él fue
la estrella de la noche.
A mí me sorprendió mucho la memoria de Ben para las ocurrencias de Ramón y los
cantos que cantaban casi 50 años atrás. Ben se puso a cantar “que bonito es mi Tarzan”
y Ramón lo acompañó en el canto. Que impresionado quedó Ben en aquel tiempo por
todas las cosas que Ramón hacía.
Unos meses después, los Embajadores de México dejaron Tegucigalpa pero los
vimos antes de irse en algunas recepciones y yo vi la última vez a Celia en un té de
despedida que le dio Martita de Valladares en su casa, adornadas con las pinturas
bellísimas que ella hacía. Yo los recuerdo como a una pareja joven, enérgica y muy
simpática.
Ramón llevó a Ben a conocer Tegucigalpa y regresó Ben sorprendido de no
encontrar rastros de Invasión Americana en las calles, las que se imaginaba llena de
tanques y soldados americanos, esa era la propaganda en Nicaragua. Ramón también
lo llevó a un campo de refugiados nicaragüenses que estaba cerca de Danli y Ben se
sorprendió de lo ordenado y el buen trato que se les daba a sus ocupantes. Ben regresó
a su pueblo después de cuatro días muy agradables para nosotros y para él, durante los
cuales hicieron muchísimos recuerdos con Ramón de la época en que estuvieron juntos
en la Casa Internacional del Estudiante en Washington D.C. y Ben le contó de su vida
294
como médico y de los problemas a que se había metido por sus creencias liberales,
marchaba en pro del aborto, de los homosexuales, etc.
Siguió comunicándose con nosotros por algunos años, nos mandaba reportes de
periódico donde salía como abanderado de las Causas Liberales, consideradas de
extrema. Nos mandó fotos de él y de su familia y hace ya como cinco años, así como
apareció, desapareció. Le escribimos varias veces, en alguna carta él hablo de
dolencias que no parecían graves.
Nos imaginamos que murió y nadie se tomó el trabajo de avisarnos ni de regresarnos
las cartas. Así acabó la historia del viejo y querido amigo Filo-comunista que llegó a
Honduras a visitar a Ramón después de más de 50 años.
OCUPACIONES DE RAMÓN Y TANCHIS
Ramón desde que llegamos a Tegucigalpa se dedicó a hacer del Centro Médico lo
que había sido en sus principios un pequeño gran hospital. Y éste llegó a ser una joyita
como le decía el doctor Manuel Octavio Suazo Urquía. En un currículum narrado por
Ramón para algo importante donde se necesitaba saber de sus actividades, resumió así
su trabajo en Honduras de 1978 a 1991.
RAMÓN Y TANCHIS EN LA PARTE NORTE DE LA SALA EN LA GRANJA, 1981
“Mi nueva contribución en Honduras y la satisfacción de la inclinación de mi
liderazgo: El hospital psiquiátrico privado del principio de los años 50, Hospital Alcerro
Castro, se había transferido al Gobierno Nacional para la iniciación de un nuevo camino
en los servicios públicos para los enfermos mentales y los adictos a alcohol y a drogas.
295
En las postrimerías del año 1940, un grupo de médicos especialistas recientemente
entrenados, empezaron un grupo de clínicas para consulta externa. Un hospital se
agregó más tarde.
Se inició rentando un edifico. ¿Cuál fue mi contribución en mi nueva aventura? Yo fui
el Neuropsiquiatra del grupo. Mi familia compró acciones. Pronto la construcción del
hospital se empezó en la sección de la ciudad llamada “La Granja”. Yo sugerí que se
llamara “Clínicas y Hospital Centro Médico Hondureño”. Cuando regresé a Honduras en
1977, compré el Centro Médico Hondureño, lo remodelé, renté las oficinas, y como
Director General Médico y Administrador Único, transformé la escritura del hospital para
abrirlo a médicos de la comunidad y cambiar la forma de atención al paciente y sus
familiares. Trabajé ahí por 13 años y fui capaz de convertir este hospitalito en un gran
hospital de gran carácter y reputación. El número de médicos con oficinas o clínicas
médicas aumentó de algunos once en 1978 a más de 60 cuando yo dejé el hospital al
final de 1990. También logré abrir la oportunidad de que otros médicos que no tenían
oficinas en el edificio pudieran traer a sus enfermos.
Yo no vi pacientes al principio y sólo muy pocos al final. Mi esposa sí desarrolló una
muy ocupada práctica privada como psicoterapeuta y agregó niños a su trabajo de
familias y adultos que atendía en Los Ángeles. También fue nombrada psicoterapeuta
del Cuerpo de Paz. Ella tenía una oficina en nuestra casa que estaba sólo a pocos
pasos del hospital. Con su ayuda organicé un Grupo Interdisciplinario que se reunía una
vez al mes en nuestra casa a discutir asuntos y también teníamos programas de interés
local y nacional. Evitando temas políticos y religiosos, fue muy bien atendido y
apreciado. Tuvimos expositores de otros países además de algunos diplomáticos que
vivían en Tegucigalpa. Este grupo se terminó al regresar nosotros a Estados Unidos.
Otras oportunidades para servicio al público las encontramos a través de Rotary
Internacional, donde los dos fuimos muy activos y con la Unión de Esposas de Médicos
de Tegucigalpa.
Tuve la suerte de ser aceptado nuevamente al Club Rotario de Tegucigalpa y
eventualmente fui nombrado jefe de la Avenida Internacional y serví con mi
acostumbrada dedicación como líder de la organización del Club Rotario de Tegucigalpa
para la vacunación contra la Polio y otras enfermedades transmisibles: “Polio Plus”. Me
convertí en el Representante Nacional de Honduras de Rotary Internacional. Felizmente
tuve una buena relación no sólo dentro del Club Rotario sino que también con el
Ministerio de Salud Pública, las oficinas de la PAHO y la comunidad médica. Tuvimos
mucha suerte con la educación y movilización para la vacunación contra la poliomielitis.
Me tocó viajar al resto de Centro América, México y Sudamérica para la coordinación de
nuestra labor común en 1990, el último año de nuestra permanencia en Honduras, el
país fue declarado como el país que tenía “Polio Al Cero”, un compañero médico
americano y Rotario me bromeaba diciendo que yo trataba de ponerle mi nombre “Polio
Alcerro”, él en realidad no podía pronunciar la R y decía Alcero a mi nombre.
Un par de años antes de regresar a Estados Unidos, Israel me había dado una beca
de tres meses al Technion Instituto cerca de Haifa. Con otros compañeros de
Latinoamérica, África y Europa tuvimos un repaso intenso de Salud Pública y
Administración de Hospitales. El gobierno de Israel proveyó las becas para todos los
que tomamos el curso, mi único gasto fue la compra de mis pasajes.
296
Otra actividad antes de 1990 fue mi trabajo con programas para la tercera edad.
También organizamos como actividad de nuestra fundación A.D.A.R.A.C. Adarac,
tres bibliotecas, una en La Paz, otra en San Antonio de Oriente y otra en Marcala.
Con toda esta actividad, mi seudo sueño de retiro, del trabajo fuera del campo
médico dedicándome a la agricultura y a la ganadería exclusivamente, se desvaneció.
Mi esposa fue siempre mi colaboradora en mis proyectos, estuvo a mi lado en mi
lucha contra la Polio y los esfuerzos de vacunación y al mismo tiempo seguía activa en
el Centro Nutricional que ella fundó. Sus actividades sociales incluían una relación
grande con Rotarios, Esposas de Médicos, Damas Diplomáticas y además su
voluntariado en el Asilo de Inválidos.
Además de las damas diplomáticas, ella se relacionaba con gente americana y nos
gustaba invitarlas a nuestra casa.
En 1990 fue cuando me hicieron el honor de que el Presidente de Honduras me
pusiera la medalla del “Premio José Cecilio del Valle” como ganador del Premio
Nacional de Ciencias de ese año.
Y para sentirme y meterme más en la cultura hondureña, cultivé como 70 acres,
manzanas de café que se exportaba a Europa y a Estados Unidos por medio de la
Cooperativa de Margalpa. Fui miembro también de la Asociación de Cafetaleros
Hondureños”.
Como se puede ver por ese resumen, por cierto incompleto, nuestras actividades en
Honduras fueron muchísimas y variadas. Además viajamos mucho.
297
CAPITULO L
HOSPITAL CENTRO MEDICO HONDUREÑO
Al llegar a Honduras en 1977, después de 19 años de ausencia habiendo llenado
todas mis expectativas de desarrollo profesional con mis especialidades en Neurología,
Psiquiatría Infantil, Psiquiatría de Grupos, Salud Pública, Salud Pública Mental, Práctica
en Medicina General, el Psicoanálisis de Adultos, más un año de Psicoanálisis de Niños,
quería verme en Honduras haciendo de hombre de campo y campesino. Se podía
interpretar tal sueño de la decisión de llegar, del niño y adolescente, a su emancipación
diciéndole obedientemente a sus padres: ya he sido por 55 años lo que ustedes querían,
ahora voy a principiar a sentir que puedo hacer lo que yo quiera, recobrando el pasado
de usted y volviendo hacer lo que eran sus padres, campesinos de La Paz y de Umuya:
Alcerro Castro y Avilés.
En algún sitio de la memoria que escribe usted Tanchis habrá mencionado mis
planes de volver a la tierra primicia, después de escolaridad y profesionalismo, yo había
hecho un arreglo con mi cuñado Pompeyo Bonilla Arellano que entraría de todo dentro
del campesinado. Cuando este plan falló me vine de Estados Unidos a caer en
Tegucigalpa con una cantidad no despreciable de dólares y sin rumbo, comencé a
platicar con amigos, entre ellos Miguel Andonie Fernández, líder del Desarrollo
Empresarial en Honduras, entre esas empresas estaba la del Hospital y Clínica Centro
Médico Hondureño de la que él era accionista mayoritario, me dijo que el tiempo que
tendría que dedicar para continuar salvando esa institución del deterioro le impediría dar
la atención necesaria a sus otras empresas, algo de esto me había ya conversado
anteriormente en nuestras entrevistas en Estados Unidos, a propósito de la ayuda que él
estaba prestando para la Organización de mi compañía Margalpa, otro signo de mi
planificación para regresar a Honduras y dedicarme al campo. Ya estando yo en
Tegucigalpa y conversando nuevamente con él sobre mi vacío laboral creado por la
situación arriba mencionada, me propuso resolverla volviendo a mi carrera
administrativa en relación con la medicina, aun cuando yo no deseaba practicar ésta
directamente. Me decía que yo tenía la ventaja de que tal oportunidad me salía a un
paso, con la decisión de él de retirarse del Centro Médico Hondureño. Yo le compraría
sus acciones y le cedería mi parte en otra empresa: Viviendas, Sociedad Anónima, que
incluía como antecedentes la compra de tres viviendas después de que vendí el Hospital
Alcerro Castro, aun cuando al tiempo de mi aventura en Viviendas, Sociedad Anónima
ya habían sido vendidas al Doctor Elías Farah y a Doña Adela V. de Callejas, dos casas
en el barrio La Granja. Por su parte, el doctor Andonie Fernández me traspasaba sus
acciones como Socio Mayoritario del Centro Médico Hondureño. Mi sociedad Viviendas,
Sociedad Anónima tenía los terrenos de Las Minitas que estaba desarrollando como
lotificación La Aurora.
Así fue como en la siguiente Asamblea General del Centro Médico Hondureño,
Sociedad Anónima, asistimos Miguel y yo. Miguel para participarles que me había
vendido sus acciones y que el socio participante en la asamblea era Ramón Alcerro
298
Castro quien se transformaba en Administrador General, que tomaba la Dirección
Administrativa continuando en su lugar al director médico Virgilio Banegas Montes y a
todos los demás médicos con nombramientos dentro de la sociedad. De ahí en
adelante, el Centro Médico Hondureño quedó funcionando bajo mi liderazgo. Algún
tiempo después murió el doctor Banegas Montes y yo me hice cargo de la Dirección
Médica en adición de lo administrativo. Sufrimos en el Centro Médico otra perdida como
la del eminente Urólogo Ignacio Midence, quien prefirió trasladar su clínica a La
Policlínica.
Conservé en sus posiciones a los Administradores, Peritos Mercantiles, etc. del
hospital y clínica y continué los contratos con el Laboratorio Clínico del Doctor Tomás
Martínez Ponce que funcionaba dentro del Centro Médico Hondureño y del Doctor
Ruben Villeda Bermúdez como nuestro Radiólogo. Anuncié a los otros accionistas, entre
los que se encontraba Don Salvador Schaher, de comprar sus acciones del
económicamente improductivo negocio de la Sociedad Anónima. Compramos las
acciones de todos los socios sin excepción. Ya la propiedad y responsabilidad del
Centro Médico Hondureño era totalmente mía.
Tanchis me apoyaba en esto e intervenía poco en los asuntos administrativos ya que
a ella nunca le han gustado. Por su parte, ella desarrolló independientemente su
práctica de psicoterapia de alta calidad, que también le producía satisfacción personal e
ingresos. Ella describe en otros capítulos sus propios proyectos y los cambios ocurridos
en el Centro Médico Hondureño durante mi administración. Como cuatro años después
del inicio de mis labores principié aceptar el cuidado de algún paciente psiquiátrico.
Mantuve el Centro Médico Hondureño desde 1977 hasta 1990, es decir por 13 años, al
final de esto, Tanchis y yo terminamos este período tan rico en experiencias en
Honduras y volvimos a nuestras aventura en California”.
MIS OCUPACIONES EN HONDURAS
Yo también creí cuando regresamos que venía a retirarme en Honduras, por dicha no
fue así.
Recuerdo que una pareja joven muy amiga, me pidió que los orientara porque
estaban teniendo muchos problemas, me reuní con ellos en nuestra biblioteca-estudio y
parece que sintieron que les ayudé mucho.
Ella tenía una gran amiga en Tela que estaba contemplando llevar a su hijita a Nuevo
Orleáns en Estados Unidos para tratamiento, y ella les dijo: “¿Por qué no la llevas donde
Tía Tanchis primero?” La madre me llamó y yo ofrecí verla para una evaluación.
Vinieron desde Tela y después de hablar con ellas, pensé que podría ayudarlas.
Recomendé unas pruebas psicológicas con la Doctora Aída Ramírez Mota y empecé a
verla una vez por semana. Yo creo que más de lo que yo pude hacer por la niña, el
amor demostrado por su madre le ayudó más, pues salían de Tela en la madrugada
para estar aquí en la hora de su cita a las 11 de la mañana, nunca fallaron. También
tuve otra niña de San Pedro Sula que venía todas las semanas con su madre y así se
fue extendiendo la noticia de mi trabajo y cuando sentí, ya estaba trabajando varias
horas al día. Dos psiquiatras empezaron a mandarme clientes, lo mismo la psicóloga. Y
cuando me nombraron psicoterapeuta del Cuerpo de Paz, pasaba muy ocupada, pues
299
también daba mucho tiempo a mis voluntariados y a las Sociedades a las que
pertenecía.
MI GRUPO EN EL ASILO DE INVÁLIDOS
(Escrito agosto 20 de 1989)
En agosto de 1984 recibí una llamada del doctor Mario Medal, entonces Director del
Hospital San Felipe, me invitaba para una sesión en la que se trataría de rehabilitar a los
pacientes del asilo, me dijo que como yo era “Terapeuta Ocupacional” podría
interesarme el proyecto. Le agradecí la invitación y yo le aclaré que yo trabajaba en otra
área, la de ayudar a la gente con problemas, y que yo era psicoterapeuta pero que me
interesaba mucho lo que me decía y que por favor no me retirara la invitación ya que la
rehabilitación del inválido era importantísima.
Me dijo que me esperaba y me dio los detalles, así que el día y a la hora en punto yo
estaba en su oficina esperando a los demás. Doña Rosa de Cauteruche llegó primero y
luego los representantes de Puerto Rico, Santo Domingo y de algún otro país. Ellos
presentaron sus ideas y la principal era construir un Centro de Entrenamiento para
trabajos: Carpintería, Floristería, Sastrería, etc., para eso ya contaban con una fuerte
suma como de doscientos mil lempiras del A.I.D. Se discutió dónde, cómo y cuándo se
empezaría el Centro. Al final el doctor Medal, me pidió que les dijera lo que yo pensaba.
Empecé por felicitarlos por las buenas ideas que tenían y dije lo que me alegraba, el que
pronto se podría contar con un Centro de Rehabilitación de esa clase, pero que yo creía
que si los pacientes no estaban preparados, ni motivados para el cambio, sería difícil
que respondieran, ya que es difícil la adaptación de personas activas y ocupadas al
retiro y con mayor razón sería la de personas que por años han sido inválidas y se han
creído incapaces de hacer cosas por sus limitaciones físicas, a una actividad como la
que proponían. Me preguntaron que se podía hacer para prepararlas y motivarlas, yo les
dije que tal vez trabajando con ellas en un grupo. Me preguntaron si estaría yo dispuesta
a hacerlo y cuando empezaría. “Claro que sí”, les dije, “y puedo empezar la otra
semana”, todos aplaudieron y dijeron entonces: “podemos decir que nuestro proyecto
entrará la semana entrante en acción”.
El siguiente paso para mí fue reunirme con los pacientes del asilo, llegaron como 30
a la primera reunión y fueron más que receptivos a la idea de tener grupos todas las
semanas. Unos me agradecieron mi interés, otros al terminar la sesión me preguntaron
algo dudosos si en realidad llegaríamos el siguiente martes pues convenimos que ese
era un día apropiado para nuestras reuniones.
El 16 de agosto de 1989, acabo de cumplir cinco años de que empecé mi trabajo en
el asilo y nunca volví a oír hablar del centro de trabajo para rehabilitación, pero a mí me
sirvió para involucrarme en una de las actividades que me ha dado grandes
satisfacciones.
Recuerdo que al salir de mi primer encuentro con los pacientes, la felicidad me salía
por los poros. Hacía años, sin quizás saberlo, que deseaba una oportunidad así, el de
hermanarme con gente como ellos, unos desesperados, otros indiferentes, otros
anhelantes. Fue un encuentro maravilloso y me ha enseñado tanto, pero tanto a través
de los años.
300
Las actividades son variadas, llevo música y eso les hace sentirse jóvenes y quizás
sanos, los animo a que se muevan, a los que pueden pararse y andar, los animo a que
bailen, la mayoría que están en silla de ruedas han aprendido a mover el tronco y las
manos o por lo menos las partes que ellos pueden mover. También cantamos, al
principio yo les enseñaba canciones de Kinder Garden y a la semana siguiente ya las
habían olvidado, sin embargo ahora cantan canciones largas y variadas, también
aprenden versos y algunos que sabían versos han aprendido a recitarlos, al ejercitar su
memoria van recordando. Desde el principio les he leído cuentos, fábulas, versos,
lecturas vivificantes o historias variadas y es maravilloso como escuchan y como las
gozan. Al principio se peleaban unos con otros y estaban irritables, pero hoy es raro que
haya molestias. Desde hace tres años tengo una ayudante primorosa: Emita de Fiallos
es una maestra retirada que llegó un día y se quedó con el grupo, ella me cubre cuando
yo viajo y es sólo cuando no estoy en la ciudad o si me enfermo que yo dejo de ir.
Aprovechamos las fiestas importantes para hablar de esos temas. Celebramos cuatro
fiestas en el año: el Día de la Amistad, el Día de la Madre, el Día de la Independencia y
la Navidad. Conseguimos y les llevamos ropa para esos días y los hombres se ponen
bien guapos con sus sacos y corbatas y las mujeres lucen muy bien con sus vestidos
bonitos para esas fiestas. Para estas celebraciones tenemos invitados y repartimos
refrescos, bocadillos y pasteles, también confites. También les celebramos los
cumpleaños a los que saben y recuerdan cuando nacieron. Les llevamos pastel, les
cantamos y les tomamos fotografías. Tuvimos en este grupo a Don Félix, era un señor
de más de 90 años, era un gran recitador y no me pasará nunca el pesar de no haber
grabado dos poesías que él sabía sobre Justo Rufino Barrios que eran muy fuertes y
bien largas. Un día don Félix me dijo: “la próxima semana cumplo años”, así que el
martes siguiente le llevé su pastel y le tomé fotografías. Como siempre los pongo a
platicar y a que nos cuenten sus recuerdos, al rogarle que nos contaran de sus
cumpleaños, cuando estaba en su casa él me dijo: “no me lo va a creer señora pero es
la primera vez que alguien me celebra mi cumpleaños y ya llevo más de 90 años
cumplidos”. No sé como hice para disimular el nudo que se me hizo en la garganta al
notar sus ojos llenos de lágrimas. Don Félix murió de un fallo cardíaco pocas semanas
después. Ya el grupo ha tenido que sufrir la muerte de varios de sus miembros. Tinita
fue la primera, era ciega desde hacía muchos años a consecuencia de unos
malhechores que al robarle le tiraron ácido en la cara, ya tendría cuando murió unos 65
años. En el grupo no hablo de esto, pero alguno de los compañeros con los que platico
nos contaron después que ella sabía que se iba a morir pronto, que una gitana le había
dicho que cuando le empezaran los dolores de estómago serían señal de su fin. Ella
empezó con dolores y con vómitos y no duró ni tres semanas. No sé si en parte fue el
miedo que la mató y nunca pude averiguar su diagnóstico. Tinita era bailadora y le
gustaba improvisar. La siguió Josefina de un cáncer del pulmón, también era bailadora y
rezadora, nos hace falta para Navidad pues sabía muchos villancicos. Después se nos
fue Adriana, una gordita que no hablaba pero si bailaba mucho, tendría unos 60 años,
duró más de un año después de una mastectomía. Luego murió Carlos como de 55
años, hombre de una cara muy dura que después de un tiempo se suavizó y cuando lo
hizo nos cantaba canciones rancheras. Carlos tenía una pierna amputada y parece que
murió de algo cardíaco. Después murió Adela ya viejita, muy flacucha y muy débil pero
301
en el grupo se animaba y hasta bailaba. Tuvo una complicación seria de pulmones y de
riñones según me dijeron. Juanita murió de algo cerebral, era muy coqueta, se ponía
peluca de colores y le gustaba decirme unas frases de saludo en inglés, tendría ya cerca
de 70 años y todavía recitaba cantos a la bandera hechos por ella y eran muy lindos.
Hace dos semanas murió Daniel, un recién llegado al asilo, se incorporó al grupo, era
alto y delgado pero los síntomas de Parkinson se agravaron y se retiró del grupo hace
como un año, tendría Daniel unos 50 gastados años. Así que hemos sufrido muchas
pérdidas, hablamos de la muerte en estas oportunidades y del miedo y del dolor
causado por ella, yo noto que poco a poco van aprendiendo a ver la muerte como algo
natural y tal vez sea necesario ya que viene a liberar a los enfermos de sus sufrimientos.
Noto también que están aprendiendo más de la vida y a gozar de ella. Ya me tocará
pedirles permiso para unas vacaciones más grandes que las anteriores, pensamos ir a
fines de este año, en octubre de 1989, por unos tres meses a los Estados Unidos. Son
divertidos cuando les digo que quiero permiso, bromean conmigo y me dicen no, no,
pero luego se ponen a hablar de que necesito descansar, de que necesito ir a gozar de
los hijos y al regresar han aprendido “Viajera” y me la cantan y me piden que les cuente
los lugares que visito. Por 6 años ha sido una asociación maravillosa tanto para ellos
como para mí.
CENTRO NUTRICIONAL Y SUS NIÑOS
En 1986 tuve el honor de ser electa Presidente de la Unión de Esposas de Médicos
de Tegucigalpa, ahora yo podía realizar el deseo que tenía desde que me incorporé
como miembro a esta Sociedad.
Observé que trabajábamos mucho y que ayudábamos mucho a personas anónimas y
a algunas Instituciones sobre todo atendiendo pedidos de distintas áreas del hospital
San Felipe. Mi deseo era que nos envolviéramos en algo o mejor dicho en una actividad
donde no sólo pusiéramos el dinero sino también el corazón.
Lo primero que hice fue ir donde el director del hospital, el Doctor Mario Vidal, y le
conté mi deseo de que nuestra sociedad pudiera ayudar en una de las salas que más
necesitaban. Me agradeció ese deseo y me mencionó las salas que no tenían
“madrinas” en cuenta La Sala de Desnutridos. Me invitó a que visitara una de ellas y le
dijera por cual me decidía y estaba interesado también en saber si la Asamblea
aceptaba el proyecto. Al salir de su oficina me fui directamente a la Sala de Desnutridos.
¡Esos niños me robaron el corazón! Parecían liliputienses con sus batas largas y su
cabecita rapada, tenían unos ojos tristes con pestañas muy largas (producto de la
desnutrición me explicaron después) y esa mirada se me metió en el alma. El Director
de la sala se llenó de esperanzas cuando le dije que quería presentar a mis compañeras
el proyecto de trabajo para ayudar a esos niños, al preguntarle las necesidades más
urgentes me dijo que era el arreglo de las ventanas rotas y un tanque para agua ya que
en el verano sufrían por la falta de esto y en el invierno les entraba el frío por las
ventanas rotas.
La toma de posesión de mi presidencia fue en un paseo muy lindo a Valle de Ángeles
y yo llevé dos invitadas especiales: Minita de Villeda Morales y su nuera Rina. La
directiva quedó integrada así: Presidenta: Tanchis Alcerro Castro, Vice presidenta:
Diana de Castellanos, Secretaria de Actas: Loli de Álvarez, Secretaria de
302
Correspondencia: Martha de Navarrete, Tesorera: Mariita de Vásquez, Fiscal: Reina
María de Valenzuela, Vocal primero: Eva de Rivera, vocal segundo: María Luisa de
Membreño, Vocal tercero: Reinita León Gómez; el Comité de Vigilancia estaba integrado
por Merceditas de Zelaya, Olga de Rivera, Yolanda de Figueroa, Juanita de Matute y
Nery de Núñez y suplentes Meneca de Mencilla y Ana María de Fortín.
La primera sesión de trabajo fue en mi casa, yo ya tenía listo el proyecto y se los
presenté diciéndoles que ya tenía la venia del Director del hospital y del Director de la
Sala de Desnutridos. Lo recibieron con gran entusiasmo y yo empecé a trabajar en el
reglamento, decidimos en la sesión que al principio nos turnaríamos visitando la sala,
ayudando a darles de comer a los niñitos, a entretenerlos, a chinearlos y a ayudar en lo
que pudiéramos. Lo más urgente sería conseguir quien arreglara las ventanas y pusiera
el tanque para agua y eso se hizo en la primera semana. También presenté la segunda
parte del proyecto que consistía en organizar un Centro Nutricional donde se haría
seguimiento de los niños dados de alta de la Sala de Pediatría. Les conté que el doctor
me había dicho en la primera visita que hice a la sala que la reincidencia, o re
hospitalización era un gran problema ya que a los pocos días regresaban muchos de los
niños en peores condiciones. Nosotros los seguiríamos por unos 6 meses, pesándolos y
dándole vitaminas si así lo decía el doctor, además dando alimentos a las madres que
vendrían cada dos semanas y al llegar a recoger la canasta familiar, organizaríamos
pláticas con expertos para ir educándolas a ser mejores madres y enseñándoles a
preparar alimentos sencillos pero nutritivos.
El Centro Nutricional se inauguró como uno de los puntos para celebrar los 30 años
de la fundación de la Unión de Esposas de Médicos de Tegucigalpa. Como invitados
llegaron el médico de la sala, el Director del Hospital, el Ministro de Salud, muchos de
nuestros esposos y varios invitados. A mí me tocó como presidente hacer la
presentación de nuestro programa.
Ya tiene este centro más de 20 años de funcionar, se siguen por lo menos 60 niños
todos referidos por la Sala de Pediatría al ser dados de alta. Se siguen dando las
charlas educativas cada dos semanas y se les celebran a los niños la Navidad y el Día
del Niño, y a las madres, el Día de la Mujer.
El Centro funciona desde su organización en la parte del hospital donde antes estaba
el Banco de Leche que era otra actividad de las Esposas de Médicos.
En 1994, estando Ramón y yo de vacaciones en Tegucigalpa, visitamos el Centro
Nutricional y Olga Argueta, la encargada, nos enseñó las mejoras. Estaba recién pintada
y remodelada la parte de ventas, pues se venden a precios módicos leches y otros
productos para los niños. Vimos las bodegas bien abastecidas de granos y leche y una
parte con mucha ropa donada para venderla y obtener fondos para el programa.
Estando en Estados Unidos, siendo Ramón y yo Rotarios en Cathedral City,
interesamos al Club que, como actividad de la Avenida Internacional, enviaran ayuda a
nuestro centro y el Club Rotario de Bishop también en California ayudó por muchos
años con contribuciones así como una fundación organizada por el Rotario, también de
Bishop, Bob Tomka.
Donde hemos estado, yo consigo donaciones de hondureños cada vez que voy a
venir a Tegucigalpa y en esta vez del 2007, el lunes 5 de febrero durante la sesión
303
mensual, entregue más de $1000 que traje como contribuciones de nuestros de amigos
y de parientes en California.
Ramón ha estado desde el principio muy interesado en este programa. Mi sueño no
se realizó del todo pues yo quería un programa permanente para los padres de esos
niños donde ellos aprendieran a ser mejores padres y a cultivar parte de sus alimentos.
El Club Rotario de Cathedral City consiguió fondos de la fundación rotaria y con la ayuda
del Club Kaputzihil empezaron un programa muy prometedor para enseñar cultivos de
alimentos a un grupo de hombres, pero parece que por problemas de personal en
Honduras, se terminó a los pocos meses.
Para celebrar los 30 años de la U.D.E.M. preparamos un programa muy interesante y
variado con almuerzos, charlas por radio y televisión para dar a conocer nuestros
programas y la ayuda que damos a la niñez. Para recaudar fondos para el Centro
Nutricional, organizamos una preciosa velada ya que yo pensé que una Noche Cultural
en el Teatro Nacional Manuel Bonilla sería una magnifica forma de recaudar fondos
como de proyectarlos culturalmente a la comunidad. Pensamos que los artistas fueran
médicos y sus familias y es admirable con qué voluntad nos ayudaron. Tuvimos la
participación del doctor Velásquez y de Nelia de Chavarría, consagrados pianistas y
compositores. El doctor Ricardo Licona con su famoso programa Los Tres Barberos
puso la nota ligera y divertida, Ricardo Villela Vidal, como otros médicos, nos regalaron
con sus poesías y muchos otros médicos solos o con sus familias tocaron guitarra y
cantaron, fue una noche encantadora y de mucho éxito tanto económico como artístico.
Uval Valerio, entonces en el personal del Ministerio de Cultura, me ayudó en todo, nos
facilitó el Teatro Nacional y nos guió en toda la parte artística.
Al principio del programa yo hice la presentación al público de nuestro proyecto y al
final de la velada di las gracias a todos por su ayuda y por su asistencia al evento.
Después de esto tuvimos una presentación del ballet nacional también con gran éxito y
para recaudar más fondos. Al terminar mi año como presidenta, les comuniqué a mis
compañeras mi gratitud por su confianza y por su decidido apoyo a mis proyectos como
por su valiosa cooperación.
304
CAPITULO LI
RAMÓN COMO CAFETALERO
Allá por 1972, Ramón compró a Adán, mi hermano, una finca llamada La Segunda
ubicada en El Caracol, no lejos de la finca de papá y de las de Adán. Ramón consiguió
un buen administrador y la finca se agrandó comprando otros pedazos de fincas vecinos
y pronto se organizó un beneficio para lavar el café.
Se hicieron patios hermosísimos para secarlo, bodegas para guardarlo y también una
casita para los trabajadores permanentes y otra para los temporales. Se le dio mucho
cuidado al abonado, podando, haciendo viveros para resembrar, etc. Había años
cuando Miguel Alfonso Urquía, nuestro administrador y contador, le decía a Ramón:
“doctor, usted lo que tiene aquí es un servicio social ya que la finca solo da para pagar a
los trabajadores”, Ramón le contestaba: “entonces no nos va mal”. Pero muchos años
después, ya al final daba casi mil quintales en oro que después de los gastos incluyendo
impuestos nos daba para nuestras vacaciones.
La propiedad es preciosa, pasa un río, con sus lindas posas grandes y con
cascaditas bulliciosas y blancas y esa agua es llevada al beneficio para lavar el café. Mi
sueño era hacer una casita de troncos como la de Lincoln, en una montañita cerca del
beneficio, pero nunca se pudo, al principio vivíamos en California y en las semanas de
vacaciones cuando veníamos, no había tiempo y cuando regresamos a vivir a Honduras
desde 1977 hasta 1990 no hubo tiempo ni dinero, pues tuvimos que reconstruir la casa
de Marcala. En Tegucigalpa nos metimos a muchos proyectos y como papaíto nos
visitaba más y por más tiempo ya no pasábamos en Marcala más que pocos días.
Hay dos épocas del año en que las fincas del café se ponen preciosas: en tiempo de
la floración amanecen los arbolitos llenos de flores blancas y olorosas y como son tan
delicadas, cualquier viento las deshoja y caen al suelo formando una alfombra de
pétalos blancos.
A fines de octubre empieza el café a madurar y en los meses que siguen se ponen
los árboles cargados de lo que llaman café uva que es rojo, cuando ya está a punto de
ser cortado y ya para Navidad los cafetales están vestidos de fiesta con colores verde y
rojo.
Es también muy lindo observar el movimiento en los beneficios con muchos hombres
trabajando en distintas tareas y ver en las carreteras los carros, sobre todo los de paila
para llevar a los trabajadores encargados de cortar el grano y después se ven esos
mismos caminos con carretas, bestias y también camiones cargados con el café ya
lavado y seco que se llama pergamino y van camino a los beneficios en Marcala, sobre
todo a La Comarca, una cooperativa donde se convierte en café oro y donde lo
comercializan.
Para los que no conocen los árboles de café, les diré que son arbolitos pequeños con
grandes ramas de donde salen las hojas que son compuestas y distribuidas en un
flexible tallo como a cinco pulgadas de distancia, cada grupo de hojas que son de un
verde brillante ovaladas y terminan en punta, donde está el grupo de hojas salen las
305
flores. Cada tallo flexible puede tener de cinco a seis grupos de hojas y flores y parece
como un bouquet de las que llevan las novias y cuando la flor se convierte en fruta roja,
los campos se ven llenos de gracia y colorido.
RAMÓN Y TANCHIS CON LOS HERMANOS APARICIO EN NUESTRA FINCA
DE CAFE EN 1986
El café que se cultivaba antes en Marcala y el que se encuentra en las fincas viejas
es el Borbón, que dura por muchísimas décadas podándolo y abonándolo. Hace algunos
años empezaron a introducir nuevas variedades de café, el primero extraño de que yo
me acuerdo fue el “caturra” de arbolitos pequeños casi miniatura ya que no llegan ni a
un metro de altura y dan cosecha a los tres años de sembrados, pero dicen que esos
árboles no duran mucho. Si han traído y sembrado otras clases de café yo ya no me doy
cuenta.
En Marcala, cada familia tenía además de un jardín con flores, un pedazo de finca de
café y como esos árboles necesitan mucha sombra, había árboles gigantes como el
guaginiquil y otros muchos, y cuando se volaba sobre el pueblo, casi no se miraban las
casas, por eso yo he pensado siempre en mi pueblo como un jardín con gente pero ya
no es así. El progreso casi siempre mata la belleza natural. La mayoría de los habitantes
de Marcala, de Los Planes y de Tutule se ha dedicado al cultivo del café que por un
tiempo fue el principal rubro de exportación en el país.
306
Ya he dicho en otro lado que el café de Marcala fue considerado suave y por lo tanto
fue preferido en Alemania en los años en que nuestro abuelo Jesús Arellano lo introdujo
allá y se exportaba en ese lejano entonces a final del siglo antepasado. En los años 50,
los mayores cafetaleros de Marcala eran Don Andrés A. Martínez, el alemán Max
Drawert que tenía una fincas bellísimas a la orilla del pueblo, donde habían sido las
fincas de Don Jesús Arellano y Rosmer, oí a mamá decir que la rueda hidráulica que
movía las máquinas en el beneficio de don Max era la misma usada en tiempo de mi
abuelo. También eran cafetaleros de Marcala en gran escala el doctor Bonilla Contreras,
mi padre y mi hermano Adán, don Vicente M. Osorio y su hermano don Irene.
Como todas las cosas que hace Ramón, nuestra finca según los expertos era de las
mejores cultivadas y cuidadas, pero ya en los últimos tiempos, Miguel Alfonso, nuestro
administrador, tenía muchas cosas propias que atender: tiendas, mercado y fincas de
café, así que ya no podía hacerse cargo de la administración de la nuestra. Fue difícil
conseguir a alguien más así que cuando nuestro viaje de regreso a Estados Unidos se
aproximaba, Ramón decidió venderla. Les habló a los sobrinos y parientes, quizás
creyeron que era muy cara pero ni siquiera preguntaron en que condiciones podían
obtenerla. Un día llegó Chilito Calex a visitarnos, ¿se acuerdan de Chilito, el niño de
Ajuterique que vino a vivir con nosotros a La Paz y que creció en nuestra casa? Él se
hizo hombre honrado, trabajador, se casó y tuvo cuatro hijas muy buenas y talentosas.
Ramón le preguntó a Chilito si quería quedarse con nuestra finca y él sin titubear le dijo:
“dígame cómo”, y Ramón le dijo: “me la vas pagando con lo que saques de la cosecha”
y ahí nomás se hizo el trato y se formalizó después. Ya Ramón le había vendido carros
y terrenos a Chilito en la misma forma. Diana, la hija e ingeniera civil, se trasladó a
Marcala a hacerse cargo de la finca. Al principio ella vivió en nuestra casa grande de
Marcala y nos ayudaba a cuidarla. Después se casó y a los pocos años, construyó una
amplia y linda casa. Para salir pronto de la deuda, pagaban con todo lo que les quedaba
después de la cosecha ya hechos los gastos y creo que en menos de cinco años
terminaron de pagarla. Yo me alegre mucho de que quedó la finca en manos de Chilito y
su familia en vez de manos extrañas, pues a sus hijas las consideramos como nuestras
nietas. Es agradable para nosotros saber que la finca sigue produciendo y que está bien
cuidada.
Tuvimos la finca quizás por 15 años y nos daba gran placer verla crecer cuando
recorríamos todos los laberintos de subidas y bajadas tan inclinadas, los trabajadores se
admiraban que nosotros podíamos hacerlo y sin cansarnos. Para ir de un lado al otro de
la finca había una quebrada que se podía pasar en ciertas partes saltando piedras y en
otra, había un árbol caído que servía de puente y también lo cruzábamos sin caer al
agua.
Qué rica sentíamos las tortillitas acabadas de salir del comal y el café recién hecho
con que completábamos el almuerzo que nosotros llevábamos en nuestras visitas. En
los primeros años papaíto nos acompañaba. Él gozaba tanto viendo los cafetales y el
bullicio de los beneficios.
Fue para Ramón una experiencia muy linda el ser finquero, siquiera en parte llenó
aquel sueño de tener su contacto con la tierra y para mí que crecía en eso me traía
recuerdos y gozaba mis recorridos con Ramón. Recuerdo que una vez que llegamos a
307
la finca, el café todavía estaba embodegado, estaba en una gran bodega llena de sacos
de café y qué rico fue subirnos a ellos y tomar fotografías con nuestra cosecha.
Ramón siempre deseoso de enseñar y de ayudar mandó a construir en la finca una
lagunita para crianza de pescado, quería que los cuidadores aprendieran a cuidar de los
peces evitando plagas que los destruían, los peces en cambio se comían las larvas y no
habían zancudos, además pensaba Ramón que la gente de la finca y los alrededores
aprenderían a tener fuente de proteínas y se divertirían pescando tilapia.
Ramón tenía muy buenas relaciones con los vecinos y les ayudaba en lo que podía,
sobre todo dándoles recomendaciones sobre su salud. Había en la vecindad una
escuelita y llevábamos en nuestras visitas contribuciones de cosas que se necesitaban.
La clara inteligencia, su energía, disponibilidad, como capacidad de organización y
gerencia permitía a nuestro administrador, Miguel Alfonso, ser un ayudante de gran
valor en nuestras actividades como agente de cambio y de progreso. Qué experiencia
más maravillosa para el psiquiatra y la trabajadora social metidos a campesinos. En el
fondo yo sigo siendo una campesina que goza sembrando y viendo crecer las plantas,
me remiro en cada retoño y me parece algo milagroso que de una semillita que
plantamos, salga la planta que nos regala con flores o con frutos. Me transporto al
campo con el olor a monte de la grama recién cortada, con el olor a tierra mojada de las
primeras lluvias. Ramón me dice que en vez de la casita de leños en medio de los
pinares del caracol, me trajo a Santa Bárbara en California donde vivimos entre pinares
como los de El Hatillo y con un clima parecido a como era El Caracol y el que gozamos
también en El Hatillo: fresco, a veces nublado, a veces con el sol radiante. Aquí donde
vivimos, hay parte del techo de nuestro porche que es un árbol gigante de pino que nos
deleita con su rumor-aroma y con sus cantos.
Ramón también tuvo otros proyectos de agricultura en la Costa Norte en sociedad
con Mariano Cartillo, abogado y viejo amigo residente en Los Ángeles, California, pero
hacía visitas ocasionales para ver a sus padres y parientes en el Santa Bárbara de
Honduras. Ramón y Mariano habían sido ya amigos en Los Ángeles y su afecto no
disminuyó en los 13 años que estuvimos en Honduras. En una sociedad agrícola
tuvieron siembras de maíz que no resultaron porque el terreno era muy arenoso.
También creo que estuvieron con la idea de sacar madera de unos bosques que
pertenecían a la familia de Mariano, pero eso tampoco resultó, otro año sembraron
achiote que se dio en forma espectacular, dicen que era tan bello que parecía un bergel
y la producción fue magnífica pero el contenido de anato fue muy bajo para las
exigencias del mercado de Londres. Se vendió en Los Ángeles para el mercado
mexicano que sí lo aceptó.
Con el tiempo, los inversionistas Mariano Castillo y Ramón Alcerro Castro le dieron
sus acciones a Juan Hip, poderoso agricultor y comerciante de la región.
Así acabaron los sueños de Ramón de ser agricultor.
OTROS SUEÑOS DE RAMÓN Y EMPRESAS CONSECUENTES
En 1986, los negocios y actividades de Ramón parecían estar establecidos en bases
firmes y con un desarrollo bastante exitoso. Cronológica y conceptualmente nació
primero Margalpa, corporación de negocios Marcala y Tegucigalpa concebida cuando
todavía estábamos en Estados Unidos en el año 1976 y establecida jurídicamente en
308
Honduras por medio de nuestro excelente amigo, el doctor Miguel Andonie Fernández,
con la colaboración de su esposa Cristina y de nuestros hermanos.
Nuestra idea en Estados Unidos era la que Ramón se retiraría del ejercicio de la
medicina y yo del trabajo social psiquiátrico. Ramón tenía una vieja intención y deseo de
tener la experiencia sobre cómo era la vida fuera de las ciudades, de la escolaridad y
del ejercicio profesional. Un sueño de vivir en el campo y mayormente entre campesinos
con poca o ninguna asistencia a la escuela. Él mismo decía que quería sentirse
campesino y a falta de esto, ser propietario de negocios agrícolas que le permitieran el
deseado contacto con la tierra y la naturaleza. Hizo unos planes de regresar a Honduras
y de asociarse con mi hermano Pompeyo que se había establecido en la Costa Norte
donde parecía posible comprar unas quinientas o mil manzanas de terreno en las que
desarrollarían negocios agrícolas, ganaderos o quizás de trabajo forestal. Esos planes
no resultaron y Ramón pensaba hacer unas pequeñas inversiones en el área de Marcala
con la guía y colaboración de mi papá, hermanos y otros amigos de Marcala. Así fue
que principió su vida de agricultor cafetalero.
Para 1986, ya dijimos que nuestra pequeña finca de café de unas 32 o 25 manzanas
tenía una buena producción de mil quintales en “café oro” y existía la posibilidad de
expandir los cultivos y se inició un proyecto de organización de una compañía
exportadora de café hacia Escandinavia con asociación de un empresario de esa área y
del caficultor de Tutule Chepito Peñalba. La compañía se llamaría “Café Chepito” y sólo
había cierto número de compañías exportadoras que aprobaba el gobierno central. Se
presentó la ocasión del cierre de una de las exportadoras y el cupo estaba abierto para
nuevos exportadores, las negociaciones para que ese número vacante fuera asignado a
nuestra compañía en formación adelantaron mucho en ese tiempo, pero cuando casi
todo estaba listo, surgió el interés para ese cupo de la hermana de un poderoso militar
de Honduras y la autorización para exportar se le dio a esa persona.
Quedamos entonces hasta ese tiempo con la producción nuestra de café que
vendíamos localmente, sobre todo a través de la comarca.
Por otra parte, Margalpa compró en La Paz un par de terrenos cuando vio frustrados
sus deseos de comprar de nuevo, siquiera una parte de la casona que había sido del
padre de Ramón y en la cual, ya siendo propiedad de Ramón, fue aquella en que se
empezó el hospital Alcerro Castro en su etapa inicial, antes de las etapas San Jorge y El
Hatillo en Tegucigalpa.
Cuando se decidió hacer las inversiones en El Hatillo, Ramón necesitaba dinero y
vendió la casa de La Paz a un gran amigo que entendió lo que Ramón le pedía, que si el
amigo tuviese que vender la propiedad sólo sería a Ramón, pero no se consignó en la
escritura de compra y venta. Cuando el amigo necesitó venderla, se le olvidó el
convenio y se la vendió a su cuñada que la dividió en tres partes y la vendió a tres
nuevos dueños.
Ya hemos dicho que desde que llegó a Tegucigalpa, Ramón poco a poco compró la
empresa Centro Médico Hondureño, el cual, al igual que Margalpa, funcionó muy bien
desde que se adquirió en el tiempo desde que se inició en 1977 o principios del 1978.
309
AHDARAC
Fue en este tiempo cuando Ramón pensó que ya podía impulsar la formación de una
fundación sin objetivo de lucro. En aquellos tiempos, sus abogados opinaron que las
fundaciones no estaban bien reguladas en Honduras y que había que fundar la nueva
organización dentro de la categoría de asociaciones. Con su corazón siempre unido a
sus padres, la llamó: “La Asociación Hondureña de Desarrollo, Anita y Ramón AlcerroCastro”, como una entidad privada de utilidad pública sin fines de lucro, con
personalidad jurídica y patrimonio propio. Domiciliada en Tegucigalpa D.C., pero
pudiendo establecer filiales dentro y fuera del territorio nacional, su objetivo general fue
el coadyuvar en el desarrollo físico y mental del hondureño, promoviendo su adelanto
cultural, social y educativo. Podría establecer centros de salud, crear programas
específicos para prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación del epiléptico.
Podría también establecer planes de ayuda para el desarrollo de pequeñas
comunidades, crear u obtener becas para estudiantes consonantes con los fines de la
asociación; cooperar con otras organizaciones privadas o públicas nacionales o
internacionales. Se le autorizaba para crear o ayudar a desarrollar centros culturales
como bibliotecas y salas para conferencias. Se especificó su facultad para crear y
ayudar a que se crearan jardines y parques recreativos. Quedaba también facultada
para establecer relaciones con organizaciones voluntarias, nacionales e internacionales
y también con organizaciones estatales autónomas, semiautónomas o privadas, para la
promoción y desarrollo de objetivos de la asociación.
En la práctica se donaron libros para bibliotecas en La Paz, Marcala y San Antonio
del Norte, también estableció en Tegucigalpa el Grupo Interdisciplinario con objeto de
discutir temas de importancia nacional. Sobre esto ya vendrá un capítulo aparte.
Adharac donó en 1999 nuestro lote de terreno en Marcala denominado el Cerro de
Santa María, éste ya remedido tiene una extensión entre 35 o 36 manzanas de un
bosque de pinos que cubre ese pináculo que se erige en Marcala. Existen ahí otras
variedades de árboles y arbustos en su naturalmente árido terreno asentado sobre
peñascos.
Este cerro se donó con el objeto de que quedase un parque natural en toda su
extensión, que se mantenga como un monumento ecológico sobre el mismo, evitando
construcciones de vivienda como ya se venía observando como el futuro de Marcala. Ya
me he referido en otra parte sobre esta tragedia que está ocurriendo en mi pueblo.
Ramón ha tratado por varios años que ese Cerro de Santa María sea declarado zona
privilegiada para la conservación del bosque. Parecía que eso ya estaba terminado y
que COHDEFOR había terminado el trámite y que su resolución estaba escrita
legalmente, cuando en el 2007 hemos venido a visitar el parque y a saber que eso no
era una realidad y que esa potestad le pertenece ahora al Ministerio del Ambiente. El
abogado Juan Enrique Guilbert Villela, quien ya en el pasado ha donado sus servicios
profesionales con ese objeto, está dando de nuevo sus servicios para guiar a Ramón en
los pasos a tomar para lograr finalmente esta inscripción como tierra protegida para
evitar su depredación y uso indebido, respetándose la donación y sus objetivos. Por otra
parte, con la colaboración del señor Pompeyo Bonilla Arellano, primogénito de mi
hermano Pompeyo, y con la ayuda de su hermano Policarpo, se ha logrado ayudas para
varios municipios del departamento de La Paz, incluyendo su cabecera departamental,
310
con fondos obtenidos por nuestros sobrinos. Popito, en su calidad de gerente de
desarrollo, ha sido muy placentero recibir en estos días un certificado de agradecimiento
firmado y entregado personalmente por la gobernadora de La Paz, Perito Mercantil
Bessy Méndez, honrando la colaboración de Adharac. También hemos visto un informe
parcial sobre las actividades de Adharac para la ciudad de La Paz desde el 1 de julio del
2005 hasta principios del año 2007.
BIBLIOTECA ADAN BONILLA CONTRERAS EN MARCALA
El 20 de agosto de 1989, yo viajé a Marcala con el objeto de preparar la inauguración
de la biblioteca que queríamos fundar. Al regresar de ese viaje yo lo describí así:
Amaneció Marcala con su cara limpia y fresca después de la gran tormenta de ayer
que fue fuerte y larga. La lluvia cayó desde las 3:30 de la tarde hasta después de las
5:00, eso impidió que las maestras que habían prometido llegar a mi casa a las 4:00 de
la tarde, pudieran hacerlo, como yo estaba en mi casa, al asomarme a la calle la vi
convertida en río, eso me recordó los tiempos de cuando éramos niños y después de las
grandes lluvias salíamos a tirar barquitos de papel que desaparecían con gran rapidez,
ya que nuestra calle es algo inclinada, pronto tira el agua al río que está a unas cuantas
varas de nuestro portón. “Al escampar la lluvia” como dicen en mi pueblo, nuestro chofer
vino para llevarme a “la otra plaza”, Irma de Maradiaga vino conmigo de Tegucigalpa a
ver a mamá Chelina Cobos, su madre, que estaba pasando una temporada en Marcala.
Como en nuestra casa no había nadie más, me invitaron a cenar con ellas y a dormir en
su casa.
Con Irma hicimos un viaje muy agradable y platicamos mucho. Yo le relaté la obra de
teatro que habíamos visto la noche anterior, invitados a la Embajada de Francia que
estaba conmemorando el bicentenario de la Revolución Francesa. Una obra muy
original e ingeniosa adaptada para Honduras y traducida al español. Un grupo artístico
llega a Yuguaciri y les relata a los nativos lo que ocurrió en Francia en 1789, usando
marionetas además de actores e hicieron que el público participara para que nos
sintiéramos como parte de ese milagroso evento de hace dos siglos.
Lo de la revolución nos llevó con Irma a grandes expediciones intelectuales sobre la
motivación del hombre a luchar por su libertad. En el caso de Francia: hambrienta,
haraposa y maltratada, no se cumplió lo que muchos creen que si hay hambre en lo
único que se piensa es en donde sacar el pan, ellos lucharon por la libertad la igualdad y
la fraternidad. Irma me habló de sus experiencias en la China comunista de donde
acababan de regresar, diciéndome que a pesar de estar bien alimentados, sanos,
vestidos y tener todo lo necesario pero no libertad, el descontento hizo erupción cuando
acababan ellos de dejar Pekín, el descontento se convirtió en revuelta y lucha por
obtener la libertad aun a costas de sus vidas.
Cambiando de tema, hablamos de las Damas Rotarias ya que las dos pertenecíamos
a esa asociación y las dos coincidimos en que no tenemos que ser un apéndice del Club
Rotario compuesto sólo por hombres en ese entonces. Que podemos seguir cooperando
en ciertos proyectos con ellos pero que es importante trabajar independientemente,
tener nuestros propios proyectos y lograr nuestra identidad.
Ya en la tarde, a la hora de la cena, se nos unió tío Gil, doctor Gilberto Osorio
Contreras, tío de Irma que estaba en Marcala, él llegó a ver sus fincas en El Pelón y
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también cenó con nosotros. Mamá Chelina cenó en su cuarto pues seguía lloviendo.
Todos juntos seguimos charlando más sobre gentes y sobre cosas y mis recuerdos se
fueron bien atrás: cuando nuestras dos familias Osorio Contreras y Bonilla Arellano
estaban completas y tenían como cabeza, ellos al querido papá Chente y la nuestra a mi
adorado papaíto ¡qué tiempos tan felices aquellos!
Las sobre mesas en Marcala siempre son largas y tan especiales. Esta noche, el olor
a humo de la hornilla de donde salieron las tortillas calientitas se mezclaba al olor a
flores del jardín y como volvió a llover con más intensidad que temprano, se mezclaba
también al olor de la tierra mojada. Las gotas tintineaban sobre el tejado y era para mí
como música del cielo, por ser música tan familiar y me llenaba el alma de recuerdos.
Nos fuimos a la cama, se había puesto muy frío por la lluvia así que muy arropaditas
nos dormimos después de un rato de seguir platicando ya acostadas.
Nos levantamos muy temprano, a las 6:00 de la mañana, mamá Chelina desayunó
en su cuarto y nosotras nos fuimos al comedor. Nuestro compañero de la noche
anterior, tío Gil, no apareció, estaba muy fresco y además era domingo así que podía
dormir tarde, yo en cambio tenía que estar en mi casa, pues a las 8:00 de la mañana
habían quedado de llegar las maestras, que no pudieron llegar la tarde anterior, para
hacer los preparativos de la inauguración de la biblioteca.
En un viaje anterior habíamos decidido ponerla en la Escuela Nocturna Soledad de
Osorio, el terreno había sido donado por la familia Osorio Contreras, quien también
contribuyó a su construcción.
Cuando el chofer llegó a recogerme en la mañana para llevarme a la casa, me contó
que el río casi hace desastres, pasó sobre el puente que hay a pocos pasos de nosotros
y casi rompió otro puente más abajo, que a mi cuñada Munda de Bonilla se le metió el
agua a la bodeguita de abajo, pues parte de su casa está casi sobre el río, y arrastró
unas cajas. El agua del río casi llega a los cuartos donde duermen los cuidadores en
nuestra casa. Siempre me divierten las expresiones que las gentes usan para describir
una tormenta, dicen: “parece que se abrió el cielo”, me decían unos; “llovía a cántaros”,
dijeron otros; “se vino una gran tempestad”, dijeron muchos; “fue un vendaval”, “el río
subió hasta los montes” dijeron muchos. Ramón siempre me bromea cuando yo digo
“que tormenta”, ya que para él eso significa casi un ciclón pero para nosotros es lluvia
fuerte.
Parece que hacía muchos años que el río no subía tanto hasta tapar el puente y la
gente estaba muy alarmada.
Esperancita Urquía es una excelente maestra retirada quien usa su tiempo ahora en
proyectos de la comunidad. Fuimos a visitarla hace unos dos meses Ramón y yo para
dejarle una caja de libros que Lempira Bonilla enviaba para la biblioteca Marcelina
Bonilla de la Escuela Petronila Barrios de Cabañas, platicando en esa ocasión con
Esperancita sobre nuestro deseo de encontrar un lugar apropiado para la Biblioteca
Doctor Adán Bonilla Contreras, ella nos dijo que la Escuela Soledad Contreras de
Osorio, una escuela nocturna, tenía un local para biblioteca pero no tenían libros, nos
sugirió que habláramos con la directora de esa escuela, la señora Conchita Ventura de
Pérez. Nosotros teníamos ya muchas cajas de libros y parecíamos que pronto les
encontraríamos un hogar, pues Conchita y un voluntario del Cuerpo de Paz Chetz y
otros maestros querían organizar una biblioteca para esa escuela. Pensamos ir a buscar
312
a Conchita tan pronto nos despidiéramos de Esperancita y quiso la casualidad que en
ese momento ella pasara enfrente de la puerta. Se detuvo y entramos de nuevo a la
casa y platicamos de nuestros mutuos proyectos. Ella se sintió muy feliz y nosotros
mucho más. Al fin nuestra saboteada biblioteca tendría un hogar. Digo saboteada
porque desde hacía tres años queríamos construir un edificio y jardín para ponerla, en
una fajita de terreno que yo tenía a la orilla del río cerca de nuestra casa pero para que
nos doliera más, fue el Alcalde del Pueblo quien nos lo impidió. Recibí un telegrama en
donde él me hacía saber que la Municipalidad había “usurpado” el terreno para poner
ahí las pesas, y vender carne. En vez de tener libros y flores para los vecinos de
Marcala. No oyeron mal, usurpar fue la palabra que él usó, quizás no sabía que eso es
un crimen. Tuve que poner un abogado y pelear lo que era mío, pues no quería ventas
de carne en mi terrenito. Ganamos el pleito que me costó más de lo que yo pagué por la
propiedad.
También quisimos poner la biblioteca en la esquina de una casa nuestra cerca del
colegio, de las escuelas y de las iglesias, pero la inquilina se negó a entregar esa
esquina a pesar de estar desocupada y como era pariente yo no quise pelear. Así que
por haber tenido tanto problema ya estaba yo desanimándome y perdiendo la esperanza
y hasta mi motivación de hacer algo en Marcala. Por eso fue mi gran alegría y la de
Ramón también el encontrar donde poner la biblioteca. Esa misma noche, a las 7:00,
nos reunimos en la casa nuestra doce personas: varios maestros, Munda de Bonilla mi
cuñada, Miguel Alfonso Urquía, Esperancita, Mario Guzmán, mi hermano, el doctor
Gilberto Osorio Contreras y yo. Tío Gil donó la madera para unos estantes, nosotros
donamos otras, harían dos estantes en el taller que tiene la escuela Soledad de Osorio.
Se decidió el día de la inauguración para el 2 de septiembre. Nos hubiera gustado
hacerlo para el 31 de agosto, cumpleaños del doctor Alcerro Castro, padre de Ramón,
ya que la Asociación Hondureña para el Desarrollo Anita y Ramón Alcerro Castro,
Adharc, ha planificado la fundación y la inauguración de un Salón Cultural doctor Adán
Bonilla Contreras en Marcala, pero era a media semana el 31, así que lo pusimos en un
sábado. En este viaje, después de una reunión con las maestras, con Esperancita,
Conchita y Munda hicimos la lista de los últimos detalles. Yo dejé dinero para los
pasteles y al regreso traería servilletas, platos, vasos etc. La ampliación del retrato de
papá estaba ya listo, así también el rótulo para la puerta. Munda se ofreció a hacer un
ponche de frutas y las maestras otros bocadillos. Ramón y yo regresaríamos el 1 de
septiembre con el resto de los libros y para hacer los últimos arreglos. Teníamos unas
cajas con libros donados por Hope y otros por nosotros, los Aparicio Guzmán y el Rector
de la Universidad Omar Cassco me ofreció más libros cuando lo conocí en un
cumpleaños de Eduardo Paz Barnica en El Hatillo. Yo estaba tan contenta ya que
siempre me ha gustado terminar los proyectos que empezamos.
Habíamos organizado ya otras dos bibliotecas, una en la Paz y otra en San Antonio
de oriente. Nuestro sueño de hacer una plaza cultural Alcerro Castro en La Paz para
honrar al padre de Ramón, gran estadista e hijo ilustrísimo de La Paz, ya iba en camino.
Ya compró Ramón el terreno, no sabemos cuándo ni cómo se cumplirá este sueño. En
este viaje a Marcala saludé a varias gentes amigas y parientes y cuando estaba donde
Rosita Martínez llegó Chunga Medina y me contó de la preciosa biblioteca que Gloria de
López Arellano organizó en el Centro Comunal cuando ella fue Primera Dama. Tenía
313
varias enciclopedias, libros y álbumes con fotografías de Marcala antigua y moderna, las
gentes que aparecían en las fotos se llevaron las que quisieron al terminar el período de
López Arellano y los libros también desaparecieron. Así que siempre existe el peligro de
que personas ignorantes destruyan en vez de construir o por lo menos respetar.
Irma se quedó con mamá Chelina y yo regresé con el chofer, pero a la salida en el
retén había un oficial del ejército a quien le urgía estar en Tegucigalpa ese día y nos
pidió si lo podíamos llevar. Así que yo iba bien custodiada, nos detendríamos por un
momento en La Paz para saludar a Roberto Suazo Córdoba y almorzar con su hermana
Francis Suazo Córdoba de Varela.
Este oficial me refirió muchas cosas y casos que me perturbaron inmensamente y
que tal vez las relaté en otra ocasión.
INAUGURACIÓN BIBLIOTECA DOCTOR ADAN BONILLA CONTRERAS
Uno de nuestros sueños se estaba haciendo realidad. El 1 de septiembre de 1989,
así como lo habíamos prometido, llegamos a Marcala para hacer los últimos
preparativos para la inauguración al día siguiente. Llevábamos muchos libros
entregados a última hora por Martha Bonilla de Zuñiga, nuestras sobrina, por José
Manuel Erazo, dos paquetes grandes donados por la biblioteca nacional, otros por el
licenciado Ubal Valerio, una caja grande con una colección de revistas Visión que trajo
nuestro querido pariente Juancito Ferrera; con esos y otros más que trajimos nosotros
aumentamos los que llevamos hacía dos semanas. Al sólo llegar, nos fuimos a buscar a
Conchita de Pérez, la directora de la escuela nocturna y que susto nos llevamos cuando
preguntamos por ella y nos dijeron que no estaba y las demás maestras no sabían nada.
Lo que pasó fue que Conchita tuvo que salir pero dejó dos profesoras encargadas y
éstas no les comunicaron a las demás, Conchita regresaría el sábado muy temprano si
no podía regresar la noche del viernes, nos dijeron que ya las invitaciones estaban
repartidas y el programa elaborado y que en la noche del viernes limpiarían todo el
salón. En la tarde del día que llegamos, estábamos todos trabajando, pasando los
estantes, terminamos de seleccionar los libros y hacer el inventario. Con los libro
donados por Hope desde meses atrás, más los recogidos por el voluntario del Cuerpo
de Paz, más los llevados a última hora quedaron los estantes casi llenos. Más de 600
libros, revistas y panfletos quedaron arreglados. Nosotros y otras cuatro personas
habíamos inventariado y pusimos el sello a los libros antes de entregarlos a la biblioteca.
Corita, mi hermana, había llegado de la Esperanza para esperarnos y ayudarnos en
todo. Como ya dijimos, en la escuela habían hecho los estantes y también hicieron 2
mesas medianas con 8 sillas cada una. Los muebles estaban muy bien hechos y se
miraban bonitos ya puestos en la biblioteca. Como a las 9:00 de la noche estábamos
colocando el retrato de papá y la placa que se revelaría al día siguiente. Las maestras
terminaron de poner adornos y nos fuimos todos a descansar a las 10:00 de la noche
dejando todo limpio y listo.
A las 10:00 de la mañana del día siguiente que yo llegué, ya estaba ahí la directora
Conchita y tenía listo el auditorio para unas cien personas. Ahí serían los actos, se invitó
para las dos de la tarde.
De Tegucigalpa llegaron Tío Gil, Mario Maradiaga, el doctor Chito Valenzuela, sus
hijos y una pareja linda que llegó con ellos, el licenciado Marcio Sánchez con Glorita y
314
sus hijos y una pareja amiga de ellos. Quique Guzmán y su padre Mario llegaron de Los
Planes, de San Pedro Sula llegó nuestra sobrina Francis Dacosta Gómez y su suegro,
don Ángel Sánchez. Corita había llegado de La Esperanza tres días antes para tener
como siempre la casa arreglada, la tenía alegre y linda, llena de maceteras y lo mejor de
todo era su presencia dándonos la bienvenida.
No pudimos estar todos los hermanos. Popo, que vivía en San Pedro, tuvo atrasos,
Even se enfermó, estuvimos Adán, Corita, Mario y yo, y las cuñadas Thelmita y Munda y
por supuesto mi Ramón que fue el iniciador del proyecto. La invitación fue conjunta de
Adharac y el Comité de Bibliotecas. El programa a continuación:
Programa especial para la inauguración de la Biblioteca Pública Doctor Adán Bonilla
Contreras.
1. Entrada del pabellón nacional.
2. Himno nacional de Honduras cantado por la concurrencia.
3. Minuto de silencio en memoria del doctor Adán Bonilla Contreras, doctor Ramón
Alcerro Castro P., Doña Soledad de Osorio Contreras de Osorio y Doña Anita Alcerro
Castro.
4. Palabras alusivas al acto por la profesora Concepción de Pérez, directora de la
institución.
5. Participación del alumno Darwin Sánchez.
6. Poesía por una alumna.
7. Participación del cuadro de danzas.
8. Palabras sobre la vida del doctor Adán Bonilla Contreras y explicación de lo que
es la Asociación para el Desarrollo Anita y Ramón Alcerro Castro por el doctor Ramón
Alcerro Castro.
9. Palabras sobre la figura del doctor Ramón Alcerro Castro padre por Tanchis
Alcerro Castro.
10. Entrega de un ramo de flores a Doña Tanchis Alcerro Castro.
11. Tribuna libre.
12. Develación de la placa de la biblioteca por el doctor Ramón Alcerro Castro.
13. Corte de la cinta por Doña Tanchis Alcerro Castro y Doña Concepción de Pérez
14. Refrigerio.
Darwin Sánchez es un niño de 9 años recitador de voz sonora y modulada como la
de un gran artista que hizo estremecer al público que lo aplaudió calurosamente.
Es un sentimiento exultante el que produce ver realizado un sueño. Me sentí cerca
de papá y de mis suegros y también de mamaíta. Fue como cumplir con sus mandatos y
deseos de hacer algo por los demás. Ese día, Ramón y yo sembramos una semillita
para el pueblo de Marcala. Ojalá que sus habitantes la cultiven, la cosechen y se nutran
con su fruto.
Gracias mi Ramón por iniciar algo tan noble y lleno de amor hacia la memoria de mi
padre y al favor de mi amado pueblo en Marcala.
315
CAPÍTULO LII
RAMÓN COMO ROTARIO
En los años 50 Ramón fue un miembro muy activo del Club Rotario de Tegucigalpa.
Yo también participé como Dama Rotaria en los programas inspirados por Ivonne
Siegens, entonces Presidenta de las Damas Rotarias. Teníamos un programa muy
interesante y muy útil para ayudar a una comunidad llamada Tierra Colorada.
Recuerdo que en ese tiempo, los rotarios inauguraron un monumento a la madre y yo
fui la encargada de dar un saludo por radio a las madres hondureñas. También en ese
tiempo de actividad rotaria, fue cuando Alejandrina de Villena Morales me pidió que
hiciera un trabajo sobre aptitud y pruebas vocacionales, que leí en la radio.
Después de esta época, Ramón y yo viajamos a Pittsburgh en 1956 y luego a
Boston. Durante este tiempo más el que estuvimos en Los Ángeles, Ramón estuvo tan
ocupado trabajando y estudiando que no pudo participar en Rotary Internacional.
Al volver en 1977, nuestro gran amigo Paco Maradiaga, gran rotario quien llegó a ser
gobernador de este Distrito Rotario, invitó a Ramón a que volviera al club, y presentó
propuestas a tal fin. Ya Ramón había cumplido 60 años y muchos de los miembros
jóvenes parece que objetaron diciendo que alguien tan viejo no tendría mucho que
ofrecer al club. Por dicha, Paco y otros muchos de los socios mayores conocían la
vitalidad, energía, y capacidad de organización y del trabajo de que es capaz Ramón y
lo invitaron por segunda vez a ser miembro de ese club del que teníamos tan buenas
memorias. La gente joven pronto se dio cuenta de lo equivocado que estaba, pues
Ramón pronto se dio a conocer por su trabajo como coordinador de la Avenida
Internacional. Su tesón de éxito los llenó de admiración y respeto.
Cuando en junio de 1988 estuvo fuera tres meses en Israel, el Boletín Rotario reporta
el 28 de septiembre de ese año “retorno después de siete semanas (en realidad fueron
doce porque viajamos después del curso) de intenso estudio sobre administración de
hospitales en Israel, ha regresado Ramón Alcerro Castro, quien inmediatamente
reasumió la conducción de la Avenida Internacional”. En el boletín con esa noticia
pusieron la fotografía de Ramón que siempre anda bromeando con un tapado en la
cabeza de los que usan los Árabes Israelitas.
En otro boletín Rotario también de julio de 1988 dice entre sus noticias: “Servicio
internacional: con el profesionalismo al que nos tiene acostumbrados, Ramón AlcerroCastro se posesionó del micrófono paras exponer lo que se propone hacer en su
avenida, en refuerzo de lo cual recurrió a los presidentes de comités”.
El 19 de abril de 1989 reportó otro boletín “Moncho Alcerro informó de un lote de
libros sobre medicina enviados desde California, los cuales ya están en la aduana. La
entrega será hecha en conjunto con el ‘Club Rotario San Miguel de Heredia’”.
316
EL PRESIDENTE DEL CLUB, PACO MARADIAGA, RE-INCORPORANDO A
RAMÓN AL CLUB ROTARIO DE TEGUCIGALPA EN 1978
Después, en el boletín de enero de 1990 dice: “Ramón Alcerro Castro entrega 20
banderas de los diferentes club rotarios que él visitó en Estados Unidos”.
Con membrete de Rotary Internacional, Ramón recibió una carta de las oficinas del
presidente fechada el 12 de abril de 1990, cuyo texto del primer párrafo decía: “estimado
doctor Alcerro:
Me es grato dirigirme a usted para invitarlo a desempeñar el cargo de presidente de
la comisión nacional de inmunización Polio Plus de Honduras. En vista de su amplia
experiencia en asuntos rotarios y de su activa participación en este programa, estoy
convencido de que cumplirá una excelente labor, la cual contribuirá significativamente el
logro de las metas y objetivos de Rotary y sobre todo beneficiará a la niñez de su país”.
Seguía hablando de responsabilidades, etc. Y pidiendo que le notificara su aceptación y
317
le decía que el nombramiento entraría en rigor inmediatamente. Se despedía y firmaba:
“con sincero aprecio, Hugo Archer, Presidente”.
En otro boletín del 16 de mayo de 1990 de las noticias rotarias, esto es lo que dice
sobre Ramón: “Grandioso. En el espacio radial del sábado 5 de mayo a las 9:00 de la
mañana por HRN, Ramón Alcerro Castro con otro médico realizaron uno de los más
impresionantes programas Socio-Científico, instando a los hondureños a llevar a sus
hijos a vacunarse contra la polio. Moncho se encumbró explicando la intensidad del
esfuerzo mundial del Rotary llamado Polio Plus”. En ese mismo boletín hablan de mí en
esta forma: “Tanchis. Nuestra incansable y muy querida Tanchis de Alcerro Castro ha
sido elegida madre de la Unión de Esposas de Médicos de Tegucigalpa. La propulsora
de la fundación hondureña para la tercera edad, escribió un libro ‘Mis Dos Mundos’ en
1989. Tanchis es sobresaliente donde quiera que esté”.
En las noticias rotarias del 4 de julio de 1990 hay dos menciones de Ramón, una
decía: “Ratificado por macanudo: Ramón Alcerro Castro fue nombrado por el presidente
de Rotary Internacional como presidente de la Comisión de Inmunización Polio Plus de
Honduras, cargo que ha venido desarrollando brillantemente durante varios años.
Felicitaciones querido Moncho”.
En el mismo boletín habla de los perfectos. “Recibieron el correspondiente diploma
por asistencia perfecta los rotarios, entre ellos Ramón Alcerro Castro por 5 años”.
En el mismo boletín Rotario hablan de “Beau de gente” “el doctor Miguel Andonie
Fernández al ceder el privilegio de un Paul Harris al doctor Ramón Alcerro Castro”. En
otro boletín rotario del 22 de agosto también se habla de Ramón: “Moncho Alcerro:
representantes de Polio Plus de los cuatro clubs capitalinos y dos Rotarac se reunieron
en el Ministerio de Salud y proyectaron la revacunación de los niños perdidos que
quedaban en caseríos donde no llegaron las brigadas. Moncho pidió a los rotarios que le
ayudaran a llamar a los alcaldes y gobernadores como colaboradores de la campaña”.
318
El mismo boletín sigue informando: “U.S. $35,000: Moncho Alcerro informó de un fax
de la fundación rotaria por el cual le anuncian una subvención por una cantidad para
continuar las actividades contra epidemias inmuno-prevenibles que preside este
incansable servidor rotario”. En las noticias rotarias del 29 de septiembre de 1990 dice:
“Ramón Alcerro Castro recibió cheques de la fundación rotaria por el equivalente en
lempiras de 150,000.00 que le mandó Polio Plus para los gastos que incurra la
vacunación de los “niños perdidos” a aquellos que viven en lugares inaccesibles por
carreteras.
RAMÓN RECIBE LA MEDALLA “PAUL HARRIS”
DEL CLUB ROTARIO INTERNACIONAL
319
Moncho ha logrado convencer a ONUCA (Organización Nacional de las Naciones
Unidas para Centro América) para que en sus helicópteros lleven las vacunas a esas
remotas zonas”.
En el boletín Rotario del 26 de septiembre de 1990 dice: “Ramón Alcerro Castro,
ofreció por cuenta de Polio Plus un viaje totalmente gratis a la República Africana de
Ghana partiendo el 26 de septiembre con regreso el 7 de octubre. Para participar en
este intenso programa de difusión, dijo Moncho hay que hablar inglés y tener mucha
gana”.
El 21 de noviembre de 1990 dicen: “U.S. $1.075.000 más. Moncho Alcerro recibió fax
de Evanston notificándole que Polio Plus le ha asignado a Honduras una cuota adicional
por la cifra mencionada sumado a los primeros $230,000 y los segundos $433,000. Gran
baja va a sufrir el club cuando en enero Moncho y Tanchis dejan tantos amigos e
intereses en Honduras para irse a radicar definitivamente a California”.
Mientras Ramón seguía su carrera luminosa como rotario, yo era miembro activo del
Club de Damas Rotarias, grupo encantador de mujeres, preparadas, cultas y sobre todo
con un gran sentido humanitario. Teníamos muchos proyectos apoyando el club de
nuestros esposos, fue interesante para mí que en un té rotario nos sentamos juntas en
la misma mesa por casualidad varias marcalinas: estábamos Nina de López Rodezno,
Coca de Sandoval, Irma de Cobos, Olimpia de Molina y yo. Al saber que yo me iba, las
damas rotarias me hicieron una linda despedidas el 5 de enero de 1991, Magali de
Molina, una mujer exquisita en toda forma, literata y artista, fue la encargada de las
palabras de despedida y leyó algo muy lindo, me dieron de regalo un mapita de
Honduras en oro con un prendedor y tenía una chispita de diamante donde está
Tegucigalpa. Para mí fue una tarde inolvidable de gratitud y de tristeza al tener que
despedirme de un grupo tan maravilloso de amigas. Magali leyó, después de un bello
poema para mí, siguió diciendo: “acepté gustosa presentar este homenaje por dos
motivos: mi admiración y respeto a la autora de Mis Dos Mundos, escrito en castizo
romance y porque considero a Tanchis Alcerro Castro valor moral, intelectual y cultural,
orgullo de la mujer centro americana.
Ir por los caminos hogareños y profesionales requiere muchas dotes de carácter.
Requiere coraje, requiere aplomo frente a las adversidades y los contratiempos.
Requiere imaginación de concebir posibilidades. Requiere la inmutable determinación de
perseverar a través de los desengaños y las vicisitudes. Requiere inteligencia experta.
Todas esas cualidades las posee Tanchis Alcerro Castro en una vasta medida”.
La bondadosa amiga sigue haciendo un retrato mío que es muy difícil de alcanzar y
al final dice ella: “pues bien ¿cuál es la labor rotaria desarrollada por Tanchis?
Inmensamente grande y sencilla, le llaman: todo lo que es humilde bajo el cielo;
El dolor de los ancianos;
La inocencia de los huérfanos;
La mirada de los enfermos;
El ruego de los discapacitados;
La angustia de la madre sola;
La desesperación de los prisioneros;
Y en fin….toda labor humanitaria.
Quiere vivir para hacer vivir,
320
Se desprende de su vida su pan
Su tranquilidad, su sueño
Para ponerlo al servicio de todos.
Realiza su vida en función de amor:
Esa es su labor rotaria. Honra en demasía aquello de ‘dar de sí antes de pensar en
sí’, ‘se beneficia más quien mejor sirve’. Compañeras: al despedir hoy emocionadas a la
querida amiga y compañera, a nombre del comité auxiliar de Damas del Club Rotario de
Tegucigalpa, el humanismo clama…..” y termina Magali con otro bello poema, gracias
Magali.
Yo di las gracias muy emocionada y como ya dije, con gran tristeza les dije adiós.
El club rotario de Tegucigalpa nos hizo una bella y sentida despedida, el boletín
relatando esa noche fue muy especial y en la portada decía “Despedida a los Alcerro
Castro” y tenía la foto nuestra que tomaron esa noche y también una foto mía dándoles
las gracias, pues al final Ramón se volvió hacia mí y les dijo: “Tanchis les dará las
gracias”. No era la primera vez que él delegaba en mí tan dedicada misión. Yo les hablé
con mi corazón agradecido.
Aquí la despedida en el boletín rotario:
Palabras del rotario y literato Chente Machado Valle: “Moncho escogió como
compañera de hogar a una mujer extraordinaria, igualmente preocupada como él por el
bienestar de sus semejantes. Tanchis, como cariñosamente la llamamos, forma con él
una pareja maravillosa como escogida de Dios, porque solamente así se puede explicar
que hayan sido unidos para poder proyectarse a servir a los demás y como verdaderos
rotarios.
Como hombre grande regresa a California al llamado de su familia, pero en sus
valijas, se lleva exceso de peso, porque dentro de ellas lleva el cariño de todos sus
compañeros que hemos tenido la oportunidad de compartir con él estos años y que le
hemos reconocido como un hombre extraordinario.
Moncho regresa hoy con esa maravillosa mujer que como buen psiquiatra supo
escoger y quien tanto le ha ayudado en su vida.
No hemos leído su hoja de vida porque si quisieran escucharla se prolongaría desde
esta noche y quien sabe la podríamos terminar hasta mañana. Por eso sólo hemos
hablado de su participación como compañero rotario donde se ha ganado nuestro
afecto, nuestra admiración y que difícilmente podemos corresponder en este corto pero
sentido homenaje, pero para dejar constancia física de este momento, nuestro
presidente le hará entrega de una placa que graba este momento y pueda recordarle el
cariño y aprecio de sus compañeros que siempre lo tendrán presente”.
El boletín habla de esto: “Ramiro Zuñiga hizo entrega a Moncho de la placa honor al
merito, la máxima condecoración que el club rotario de Tegucigalpa da. Chente también
recordó a los rotarios la trayectoria humanitaria de Ramón diciendo ‘Moncho Alcerro dio
de sí antes de pensar en sí, antes de que las damas aquí presentes hubieran nacido y
cuando aun muchos de los compañeros rotarios eran muy jóvenes, dando ejemplo de
iniciativa y de gran visión al haber brindado la oportunidad de tratamiento de un mal para
el cual no había facilidades, o al que se tenía temor, al haber fundado el primer hospital
neuro-psiquiatrico para beneficio de nuestro país”. Al terminar la sesión se sirvió una
321
deliciosa cena y luego fueron nuestros adioses tristes y nuestras promesas de volver
pronto a visitarlos.
Ramón como presidente de la Comisión Nacional de Inmunización Polio Plus de
Honduras viajo a México, Colombia y a Centro América y en Honduras estuvo en
constante contacto con todos los clubes del país, con las autoridades encargadas de
Salud Pública, con los Ministros de Salud, en un tiempo Ramón Villeda Bermúdez y
después el doctor César Castellanos, y otras autoridades de organizaciones
internacionales. Organizó muchos talleres sobre todo para los Rotarac, muchos de ellos
fueron en nuestra casa, donde les ofrecíamos almuerzos o meriendas.
En realidad Ramón se ganó el cariño de sus compañeros no sólo por su capacidad
de trabajo, sino también por su calidad humana y la clase de amigo que fue, también
gozaron mucho de sus bromas y su buen humor. Su especialidad en salud pública le
sirvió muchísimo para su trabajo con Rotary.
Ya estando en Cathedral City en el 91, regresamos a Honduras y trajimos
donaciones de instrumentos para hospitales y otras muchas cosas, el boletín de
entonces reportó: “Los Alcerro Castro ayudan en donde estén” y tenían las fotografías
nuestras.
Regresamos también en 1992 y para entonces yo también era rotaria. Fuimos juntos
a una sesión del club rotario Tegucigalpa y el boletín informó lo siguiente: “Moncho y
Tanchis, llegaron al club mucho antes que empezara la sesión, con el cariñoso
entusiasmo de espíritu que llevan dentro de sí. Dieron y recibieron abrazos y apretones
de mano que fueron un gusto. La asistencia esa noche fue de 80 socios, significando
una mejoría en cuanto al record de la sesión anterior.
Los Alcerro Castro no llegaron con las manos vacías, traían mensajes y presentes.
Cada uno en su turno tomó el micrófono y se dirigió a la concurrencia. Moncho
encargado de la Avenida Internacional en Cathedral City en California, se refirió al
equipo médico que consiguieron para Honduras de cuyo destino hablaremos adelante y
también entregó $892.00 que logró en una colecta para programas de servicios del club.
Tanchis, cuya bondad no podía quedarse desapercibida, trajo para nuestro presidente
una preciosa corbata. Suerte de Mike. Los aplausos nutridos de la asamblea fueron la
elocuente muestra de nuestro agradecimiento a los Alcerro Castro por su oportuna
ayuda y cooperación. ¡Obras son amores amigos!”
Cuando en 1991 llegamos al desierto de Coachella en al área de Palm Springs, ya
habíamos comprado un condominio precioso en el Cathedral Canyon Country Club, hoy
más conocido como el Lawrence Wells Resort en Cathedral City. No conocíamos a
nadie pero la primera semana, Ramón fue al Club Rotario de esa ciudad y ya teníamos
la familia rotaria. Desde ese momento encontramos nuestra primera familia en esa
ciudad, la familia Rotaria. A los pocos meses yo también me hice rotaria y aquí empezó
otra era de gran actividad y pudimos con esta asociación y otros clubes hermanos del
área seguir ayudando a nuestros proyectos en Honduras.
De 1994 a 1995, Ramón fue electo presidente del Club Rotario de Cathedral City. De
este club también guardamos grandes y gratos recuerdos y muchas placas otorgadas a
Ramón. Durante la presidencia de Ramón también hubo una activa campaña de
vacunación contra el polio y Ramón de nuevo estuvo en contacto con las Autoridades de
Salud y tuvo excelentes relaciones con los otros clubes rotarios del Valle de Coachella,
322
cuatro de estos clubes tenían presidentes latinos. En más de uno de los otros clubes
hicieron a Ramón Socio Honorario, los presidentes latinos eran, del Desert Hot Springs,
Doris Haftermiyers, el de Palm Desert era Gustavo Gonzáles, casado con Magda
Pagues de San Pedro Sula, Honduras, el de Cathedral City era Ramón y el de la quinta
no recuerdo el nombre. Gustavo Gonzáles ha sido el rotario por excelencia, ha llevado a
Honduras ambulancias para enfermos, carro para bomberos y muchas otras cosas para
Siguatepeque donde tiene una casa donde pasa sus vacaciones. Seguimos en contacto
con Doris que ahora vive en el Valle de San Fernando y con Gustavo y Magda quienes
continúan viviendo en Palm Desert.
Ese año en que Ramón fue Presidente, para el día de la amistad organizó una
Asamblea General con todos los clubes de la región y todos mandaron sus presidentes
o representantes, fue muy grato para nosotros que el Gobernador del Distrito Milton
Levinson y su esposa Sandra aceptaran nuestra invitación. Fue una noche maravillosa y
nuestro club con otros clubs vecinos fueron los anfitriones y se sirvió un precioso
banquete. El Gobernador habló muy emocionado sobre la muestra de amistad,
solidaridad y cooperación que nuestro club estaba dando.
Ramón también se interesó en reconstruir la historia de su club que se había perdido,
con sus contactos en Evanston logró que le mandaran todos esos datos desde que fue
fundado en marzo de 1956.
Ramón logró que varios clubes del área se unieran para sus proyectos, lo que hizo
que su año como presidente fuera muy exitoso. En esos años la Avenida de Servicio
Vocacional estaba sin programas hasta que yo empecé a enseñar Inglés a personas
mayores en el Centro Comunitario de la Tercera Edad y luego cuando la Iglesia Católica
San Luis supo de mi trabajo y me pidió que también organizara un programa. En la
iglesia me agradecieron tanto mis servicios que un año me dieron el maravilloso “Premio
del Padre Damián”, un sacerdote santo que se fue a Hawaii a cuidar de los leprosos y
contagiado murió allá. El Club Rotario me otorgó un premio. Como digo, trabajamos
mucho con Ramón para cumplir en todas las avenidas lo que en un club debe hacerse y
el resultado fue que ganamos todas las “menciones de honor” que Rotary otorga cuando
eso sucede.
En el boletín de nuestro club escribió su editor, el doctor Avans, algo serio y a la vez
jocoso cuando describió lo que hicimos. Lástima que olvidé el boletín en Santa Bárbara
pues no lo encuentro aquí.
Pero él hablaba de “los presidentes del club quienes habían logrado, sin esfuerzo de
los socios”. Decía él recibir todas las menciones de honor del club y explicaba después:
“no es error que hablo de los presidentes Alcerro” y hablaba de nuestra labor conjunta.
Fue un año de mucho esfuerzo y de grandes éxitos y de nuevo Ramón fue
reconocido por su tesón y su insuperable espíritu rotario. También había vuelto a su
práctica privada de psiquiatría infantil y comunitaria.
En 1996 dejamos el desierto después de 5 años muy ocupados y muy felices pues
aun cuando yo tuve cáncer en 1993, no dejamos que se obscureciera nuestro cielo.
Derroté al cáncer con ayuda de magníficos y oportunos tratamientos.
Al llegar a Santa Bárbara fuimos juntos unas cuantas veces al Club Rotario al que
pertenecía nuestro hijo Rey, pero pronto nos metimos en ocupaciones y no queríamos
ser miembros decorativos de un club. Creo que todavía estábamos muy cansados
323
después de nuestro ajetreado año en que Ramón fue presidente del club rotario de
Catedral City. Así que nuestra membresía terminó pero no nuestro espíritu rotario.
Sin ser miembro de ningún Club Rotario, Ramón vino a Tegucigalpa con el Club
Rotario de Bishop, nuestros buenos amigos que ayudaron por varios años a mi proyecto
del Centro Nutricional UDEM. En este viaje fueron ellos a inaugurar una pequeña clínica
de salud en uno de los barrios marginales de Tegucigalpa, también Ramón los llevó al
Hospital Psiquiátrico Santa Rosita donde también dieron su ayuda. Seguimos siempre
ayudando mi proyecto de los niños desnutridos. En otras ocasiones en que fuimos a
Tegucigalpa, Ramón hizo una colecta que se llamó “Operación Frazadas” y todos
nuestros amigos y nosotros mismos conseguimos no menos de 40 frazadas para los
pacientes del Hospital Psiquiatra Santa Rosita.
A propósito del espíritu rotario de Ramón, estoy recordando que cuando vivíamos en
Tegucigalpa y Ramón era miembro activo del Club Rotario Tegucigalpa, estábamos
celebrando en el año 1988 una convención rotaria en el Country Club, cuando Ramón
oyó alguno de los organizadores diciendo que tenían un gran problema pues no tenían
donde alojar a unas de sus becadas que acababan de llegar de Costa Rica y llegó
directamente a la reunión. Ramón se acercó y les preguntó que cuál era el problema y si
él podía ayudar, ellos le explicaron que no tenían alojamiento para una becada, Ramón
les dijo que ese no era problema y les dijo: “Tanchis y yo la tendremos en nuestra casa”.
El motivo de la preocupación era una americanita muy joven y algo tímida. Cuando
salimos del country club nos sentimos como que llevábamos con nosotros a una hijita. Al
llegar a nuestra casa la acomodamos en uno de los cuartos de huéspedes que estaba
desocupado, ella me dijo al día siguiente que había un programa para jóvenes pero
debían de ir en traje típico, nuestra protegida sólo andaba con una mochila o maletín ya
que el equipaje se lo dejó la compañía área en San José. Esa misma noche le llevé el
traje típico que yo tenía y le quedó como si hubiera sido hecho para ella, también había
una fiesta formal en la noche así que la puse a escoger qué vestido quería y escogió el
que le pareció más apropiado para ella. Arreglamos quien la llevara y trajera de los
eventos, los Maradiaga jóvenes nos ayudaron en eso.
Resulta que ella tenía que quedarse en Tegucigalpa otros días y nosotros teníamos
pasajes para salir a Los Ángeles al día siguiente. La trabajadora quedó encargada de
atenderla y por dicha Corita y papá estaban con nosotros y ocupaban el otro cuarto de
huéspedes, así que ellos serían sus acompañantes. Cuando regresamos del viaje,
encontramos una carta muy linda de la madre de Deann, así se llamaba nuestra
protegida, y otra carta de ella, muy lindas las dos. La madre, Doña Martha Tucker Alford
decía: “ella fue seguramente bendecida al encontrar gente tan maravillosa como ustedes
en su camino cuando estaba trabajando y estudiando en Centro América como becada
de Rotary Club”, agradecía muchísimo en la carta lo que hicimos por su hijita y decía
que cada gente que escucha la historia, goza oyéndola y ellos dicen que hay gente de
Dios por todas partes; también dice Deann: “ustedes dos fueron como angelitos que
confortaron a una niña extranjera que necesitaba un lugar donde ir” y continuaba
diciendo: “yo creo en Ángeles y siento profundamente en mi corazón que ustedes dos
fueron mandados como los Ángeles de Deann”. Yo también creo que Ramón es un
Ángel y eso ha sido para mí siempre.
324
Hay una carta que a mí me ha emocionado mucho, es la que escribió el supervisor
de monitores y evaluación en Programas de Polio Plus en Evanston. En ella describe lo
que Ramón logró en el Programa Polio Plus pero que también hizo trabajos en otras
avenidas. La carta viene con membrete de Rotary Internacional de Rotary Foundation:
One Rotary Center
1560 German Avenue
Evanston, Ill. 60201 U.S.
2 de mayo de 1991
Doctor Ramón Alcerro Castro
68-288 Cathedral Canyon
Country Club Condominiums
Cathedral City, California 92234
Estimado Ramón:
Hasta ahora no te he dado ninguna respuesta a tu amable carta del 9 de noviembre
de 1990. Perdóname.
Podría decir que hubo muchas cosas por hacer que es la verdad, pero la razón
verdadera es que pensaba yo que pronto te aburrirías allí en California y te regresarías
para tomar la batuta de Polio Plus en Honduras otra vez, pero veo que me equivoqué,
obviamente tu con Tanchis están finalmente gozando la vida tranquila que tanto se
merecen. Por eso estoy muy contento.
RAMÓN COMO PRESIDENTE DE CATHEDRAL CITY ROTARY CLUB, 1994
También estoy muy complacido al poder decir que nos has dejado un proyecto Polio
Plus muy sano y vital, y que bajo tu mando hemos logrado unas relaciones amistosas y
325
operativas con los Clubs Rotarios Hondureños y el Ministerio de Salud y las demás
agencias donatrices. Eso en sí es un logro que francamente, no todos los países lo han
podido lograr. Tu sucesor “interino”, el distinguido rotario Marcio Sánchez quien trabajó
con nosotros recientemente en la evaluación rápida Polio Plus en Guatemala, manifestó
el mismo entusiasmo y mística por el trabajo que vos, o sea, el buen profesor y gran
maestro dejó a sus estudiantes: toda una bella labor completamente organizada y unos
alumnos muy bien preparados para poder seguir la obra que dejaste. Otra bella cualidad
tuya que no se encuentra en cada caso.
Como tú sabes, Honduras fue el primer país donde intentamos descentralizar el
proyecto Polio Plus de tal manera que cada club manejara una asignación de los fondos
para la movilización social. ¿Por qué hicimos en Honduras esa innovación? Porque
pudimos contar con tu liderazgo por un lado, y porque tu habías convencido a los clubes
previamente a doblar nuestros fondos con los suyos. El famoso “efecto multiplicador” lo
tomaste en serio, cosa que, luego, ayudó a justificar la nueva subvención que Polio Plus
otorgaba a Honduras, la cual aumentó nuestra inversión a $1,765,000 de dólares
americanos.
También vale la pena recordar la forma como tú, con esa segunda solicitud Polio
Plus en mano, le convenciste al Ministerio de Salud de pagar su cuenta al fondo
rotatorio de la OPS como condición de nuestro aporte continuado. Para mí fue un
ejemplo extraordinario de la “Abogacía rotaria en pro del PAI, y de la niñez”.
Creo que fuiste vos el que vendió el plan “del niño perdido” a los rotarios hondureños,
plan que concebiste conjuntamente con la licenciada Duron del Ministerio de Salud.
Siempre recuerdo nuestra discusión a este respecto en México, sobre todo sentía la
plena confianza entre ustedes dos y ahí también yo vi otras de tus virtudes, don Ramón:
el de ser un buen entrenador y defensor de alguien con ideas buenas pero poco formal.
Claro, que hay más experiencias, vivencias y momentos que recuerdo de ti durante
estos años que hemos trabajado hombro a hombro, levantando el programa Polio Plus
en nuestra región. Prefiero pensar que nos ayudarás otra vez, como voluntario Polio
Plus quizás, y que cada oportunidad que tengas de visitar a tu hermosa patria puedas
seguir inspirando a todos los demás que han sido privilegiados al conocerte y de trabajar
contigo en nuestra noble lucha.
No olvides, Ramón, por favor eres uno de los “Inmortales” de Polio Plus.
Saludos afectuosos para Tanchis de quien siempre guardo un bello recuerdo y tú,
amigo, un estrecho abrazo y los deseos de verte pronto
Sinceramente,
Mike McQuestion
Supervisor, Monitoreo y Evaluación
Programa Polio Plus
326
CAPITULO LIII
GRUPO DE COMUNICACIÓN INTERDISCIPLINARIA
CASAMIENTO DE OSCAR Y CRISIS EN HONDURAS EN 1988
GRUPO DE COMUNICACIÓN INTERDESCIPLINARIA:
Ramón y nuestro gran amigo Joaquín Medina Oviedo, en sus muchas e interesantes
pláticas, habían hablado de la importancia de la comunicación entre los profesionales de
diversas disciplinas o formación, de tal manera de hacer planteamientos que pudieran
discutirse entre los representantes de las diferentes disciplinas, llegando a formar una
proyección interdisciplinaria sobre el pensamiento y los problemas más urgentes de
Honduras.
Al principio de 1984, después de una reunión en nuestra casa no recuerdo con que
motivo, al despedirse la mayoría de los invitados quedó un núcleo con el que discutieron
las ideas de Ramón y de Joaquín. Entre los que se quedaron esa noche recuerdo al
doctor Ruben Villeda Bermúdez, al doctor Gilberto Osorio Contreras, al doctor Hernán
Corrales Padilla, al doctor Juan Almendarez Bonilla, al abogado Pedrito Pineda Madrid,
al abogado Marcio Sánchez Chirino, al licenciado Joaquín Medina Oviedo y Ramón y yo
como anfitriones y por supuesto, muy interesados en el tema y sedientos de estímulo
intelectual, nos ofrecimos a organizar el grupo. Se acordó que serían las sesiones una
vez al mes durando de 8:00 a 10:00 de la noche y que serían en nuestra casa. Ya para
el 26 de octubre de 1984 tuvimos nuestra primera presentación hecha por el abogado
Pedrito Pineda Madrid, con el tema “La personalidad del Padre Vallejo”, esa noche nació
el Grupo de Comunicación Interdisciplinaria.
Para las noches en que teníamos esas sesiones se convertía nuestra sala en un
pequeño auditorio. Y al crecer el grupo, llegamos a tener hasta 65 asistentes en una
noche, la mayoría de la veces la asistencia variaba entre 15 y 32 personas.
No hubo invitaciones de socios pero a medida que se iba sabiendo de su existencia,
los interesados preguntaban si podían asistir y todos fueron bienvenidos, así llegó el
número del grupo en los últimos días a una lista de casi 120 miembros y muchos
invitados por los asistentes para una o dos noches ya que eran visitantes que no vivían
en Tegucigalpa. Hablo de una lista de 120 pero la mayoría eran parejas de casados y
muchas veces sus hijos también participaban, por lo que el número se duplica, pero
como ya dije, no llegaban todos a un tiempo sino no hubiéramos cabido en nuestra sala.
El día de la sesión teníamos en el bar una ponchera grande donde cada uno se servía
cuando iba entrando. Al empezar la sesión, se sentaban en la mesa del podio los
disertantes a quienes Ramón presentaba leyendo sus currículos. La mesa era larga y
angosta con un mantel hasta el suelo y pronto alguno de los asistentes empezaron a
mandar o llevar arreglos florales preciosos, sobre todo Nando Villar. La conferencia
duraba 45 minutos y luego había un descanso en el que se servía una bebida caliente o
fría según la estación y bocadillos como pasteles o sándwiches. Después de 20 minutos
se continuaba con la discusión, Ramón era el moderador y al principio había también
327
hecho un saludo de bienvenida a los miembros y a los visitantes a quienes presentaba
con sus nombres.
En nuestra casa no se servía licor en estas reuniones y no se fumaba en ninguna
ocasión. Al reanudarse la discusión, las preguntas y respuestas hacían más interesante
los temas presentados, siempre hubo mucha participación y con algunos temas había
que prolongar las sesiones por una media hora y a veces más. Había un grupito que se
quedaba siempre hasta las 11:00 de la noche ya que seguían con las discusiones y
pláticas que para mí eran fascinantes. Además de charlas científicas tuvimos varias
presentaciones artísticas con danzas, poesía, política, canciones o música.
Ramón describe así nuestro grupo en su contestación a una carta del doctor Juan
Almendarez, quien quería escribir algo sobre esta experiencia en el año 1994. Aquí la
carta de Ramón para el doctor Almendares:
Querido Doctor Almendarez:
Doña Tanchis encontró ayer la lista que yo prometí a usted y va con los títulos de las
presentaciones y los nombres correspondientes de los conferencistas de las reuniones
del Grupo de Comunicación Interdisciplinaria auspiciado por Adharac. Logramos
mantener ese grupo por 6 años desde el 26 de octubre del 1984 hasta el 30 de agosto
de 1990. Nosotros, Doña Tanchis y yo, nos regresamos a California, EUA, en enero de
1991 e hicimos arreglos para la venta de la casa en noviembre. Fue, pues, imposible
seguir las reuniones después del 30 de agosto. Nuestro placer en iniciar el proyecto,
motivar la asistencia al mismo, entusiasmar a los conferencistas, hacer la coordinación,
moderar los programas, poner a las secretarias por lo menos dos veces por semana
cada mes para llamar a los asistentes regulares y nuevos invitados, y ofrecer algún
bocadillo y chocolate (del Nahuatl Xocoatl, nos recordarían los doctores Aguilar Paz
palabra compuesta de XoCop que quiere decir amargo, picante, y ATL quiere decir
bebida o agua) y ser sus anfitriones; nuestro placer decía en hacer todo esto era
fomentado por la esperada satisfacción de tenerlos en casa y el enriquecer nuestro
espíritu y nuestra mente con la sapiencia y elegante presentación de los conferencistas
e interlocutores gozosos que se entrelazaban en el compartimiento social y amistoso de
todos los asistentes. ¡Cuán lleno de estrellas del firmamento intelectual de Tegucigalpa
estuvo en nuestro pedazo de cielo hogareño las noches de las reuniones durante esos 6
años!
No puedo medir los resultados de la espléndida contribución de todos ustedes hacia
el desarrollo de la idea de formación de un grupo de iniciativa privada, de asistencia
voluntaria, con personas de todas las disciplinas con la única regla de no discutir
asuntos sobre religiones formales ni políticas de grupos. Grupo donde se presentaron
temas sobre la problemática hondureña, su historia (personalidad del padre Vallejo
enigma de las estelas de Copán), su ecología, su calidad de nación, su arte, su
literatura, su agricultura, sus relaciones interdisciplinarias de otro tiempo y del presente,
aspectos de su universidad, arquitectura, salud pública, especialidades médicas,
turismo, sociología más allá de Honduras: la sobrevivencia sobre el planeta tierra,
cambios estructurales de la economía, recursos hídricos, y así hubiésemos seguido
hasta el infinito… Me parecía que en las reuniones estimulábamos lo espiritual y anímico
328
en el sentido que los entienden Ortega y Gasset. El espíritu como capa de la mente en
la personalidad, movilizador de nuestros actos íntimos por medio de la voluntad y el
pensamiento, pensando y queriendo. Pero agitándonos también el alma en sus sentidos
de sentimientos, de emociones y deseos, de conocimiento de nuestros impulsos y
apetitos (presentación de la nación que yo quiero) y todo imbuido en la entraña
hondureñista encendiendo fuegos para atizar nuestra autoestima nacional, su continuo
desarrollo, la educación hacia el bien, la vida armoniosa, el bienestar personal y el
mantenimiento de los valores familiares como lo querría ADHARAC, nuestra acogedora
cúpula.
Su sensibilidad, doctor Almendarez, le hará sentir cuánto agradecemos los recuerdos
que usted hace de este pequeño logro, del correr con esta pequeña Tea.
Nos dio mucho pesar que ninguno de los muchos socios pudiera seguir esta
actividad que yo creo llenó para muchos un vacío intelectual y en lo que se formó
también un lazo afectivo entre los asiduos miembros. A nosotros nos dio gusto notar que
en nuestra casa y en este grupo, acérrimos enemigos políticos, podían tratarse con toda
civilidad y caballerosidad.
A continuación es la lista de los temas desarrollados y al final, una lista de los
miembros a quienes se les avisaba cada mes el tema, la hora y la fecha de la reunión.
1984
Octubre 26
1. “La personalidad del padre Vallejo” por el licenciado Pineda Madrid.
Noviembre 2
2. “Ecología” por el doctor Juan Almendarez Bonilla.
Diciembre 3
3. “Educación” por la ingeniera Irma Acosta de Fortín.
AÑO 1985
En enero: “Historia del nombre de Honduras” por el doctor Enrique Aguilar Paz.
Febrero: “Historia de Honduras” por el licenciado Marcos Carías Zapata. Marzo: “¿Es
Honduras una nación?” por los hermanos César A. Batres y Sidalia Batez de Fonseca.
Abril: “Cultura” por los doctores Kamisnki y su esposa Rina. Mayo: “Noche de arte” por
los cantantes doctor Boquin y profesor Héctor Gálvez, recitaciones por Juan Antonio
Vásquez y doctor Ayestas. Junio: “Enigmas de las estelas de Copán” por el doctor J.
Adán Cueva. Julio: “Literatura” por los poetas Miguel R. Ortega y Manuel Luna Mejía.
Agosto: “Corrientes políticas contemporáneas” por el doctor Humberto López Villamil.
Septiembre: “Arbitraje comercial internacional” por El Perito Mercantil Fernando Villar.
En octubre y noviembre estábamos viajando por Sudamérica. Diciembre: “La vida de
Froilan Turcios” por el doctor Alfredo León Gómez.
329
RAMÓN PRESENTANDO LOS CONFERENCISTAS, LOS ABOGADOS,
HERMANOS CESAR Y SIDALIA BATRES
AÑO 1986
Enero: “Nuevas enfermedades y nuevas defensas”, doctor Tito Alvarado. Febrero:
“Honduras en Contadora”, doctor J. Ramón Hernández Alcerro. Marzo: “Danza neoclásica” por Lesly Bryan. Abril: Madrugón, “Madrugada” por el doctor Enrique Aguilar
Paz. En mayo no estuvimos. Junio: “La formación del abogado y su independencia” por
el licenciado Leonardo Matute Murillo. En Julio hubo dos: “Islas de la Bahía” por Joaquín
Medina Oviedo e “Historia de la música de piano” por el profesor Héctor Gálvez.
Agosto: nos fuimos a Los Ángeles. Septiembre 4: “Acupuntura y medicina natural”
por doctor Manuel Echeverría. Septiembre 25: “La nación que yo quiero” por el capitán
Luis Alonzo Fiallos. Octubre 9: “La evolución del hombre” por el paleontólogo doctor
Peter Spresman. El 30 de octubre: “Alfarería” por el profesor Mario Ardon. Noviembre
12: “50 años de Tegucigalpa” por el ingeniero Paco Prats. En diciembre no hubo.
AÑO 1987
Enero 22: “Regionalización de la agricultura en Honduras”, ingeniero Manuel Cáceres
P. Febrero 19: “Humanismo, amistad” por Nahun Valladares, periodista. Marzo 20:
“Relaciones recientes entre Honduras y México”, por el embajador de México Francisco
Correa. En abril no hubo. Mayo: “Salud pública en Honduras” por los doctores Rigoberto
Alvarado y Alberto Guzmán. Junio 25: “La vida de Salvador Paredes y la vida de Ricardo
Alduvín” por el doctor Eugenio Matute Canizales. Julio: “Ayuda a Honduras de las
organizaciones voluntarias del desarrollo” por el licenciado Villamil. Agosto 27: “Síntesis
histórica del Uruguay” por el embajador de Uruguay Alfredo Menine Terra. Septiembre
24: “Honduras: una ventana al mundo”, por el licenciado Salvador Rodezno, licenciado
Leo Valladares y licenciado Roberto Flores Bermúdez. Octubre 29: “Arte en Honduras:
una película sobre el mural del Banco Atlántida” por Ruiz Matute y música folklórica por
330
Rafael Manzanares, Varela y Zepeda. Noviembre: “Las generaciones en Honduras” por
el historiador Licenciado Ramón Oqueli. Diciembre 26: “Historia de la música” por el
profesor Héctor Gálvez y celebramos la fiesta de navidad.
AÑO 1988
El 28 de enero: “Arquitectura, Cultura y Liderazgo”, por el Arquitecto Castillo.
Febrero: “Derechos de autor” por Jubal Valerio. Marzo: “William Walker” por el licenciado
Donato Fortín. Abril no hubo, andábamos de viaje. Mayo no hubo. Junio 30: “Vivencia
sobre el planeta tierra” por el doctor Enrique Aguilar Paz y celebración del cumpleaños
de Tanchis. Julio 26: “Preocupación por los problemas agrícolas de Honduras” por el
doctor Juan Antonio Aguirre. Agosto 25: “Ayudas técnicas a Honduras” por la ingeniera
Irma Acosta de Fortín. Septiembre no hubo. Octubre: UNICEF. Noviembre 10:
“Honduras en tiempo de la monarquía, la federación y la republica” por Rafael Leiva
Vivas. Noviembre 24: “Tres novelas Hondureñas” por el doctor Alfredo León Gómez.
Diciembre no hubo.
AÑO 1989
Enero: “la importancia de un buen sistema judicial” por el abogado Adolfo León
Gómez. Febrero no hubo. Marzo: “Parasitología investigación, enseñanza y práctica” por
la doctora Rina Kamiski. Abril: el conferencista canceló. Mayo no hubo, estábamos
ausentes. Junio: “La salud en tiempos bíblicos” por el doctor Rigoberto Alvarado. Julio
no hubo, andábamos en Colombia. Agosto 2: “historia del arte colonial, parte primera”,
por el historiador Mario Felipe Martínez. Agosto 24: “Historia del arte colonial, segunda
parte”, por el historiador Mario Felipe Martínez. Septiembre 12: “Cambio Empresarial por
el licenciado Mario Rietty. Septiembre 28: “Las azucareras en Honduras” por el abogado
René Cruz. Octubre 19: “Recursos Hídricos” por el ingeniero Irias Robelo. Noviembre y
Diciembre no hubo, estábamos en Houston y en Los Ángeles.
AÑO 1990
Sexto año del grupo.
Enero: estábamos ausentes. Febrero, marzo, abril y mayo no hubo. Junio: “El mapa de
Honduras” por el doctor Enrique Aguilar Paz. Julio: “Cirugía del corazón” por el doctor
Bridel Miranda. Agosto 30: “El mundo del Tribuno” por el doctor Rafael Leiva Vivas y con
este gran orador cerramos con broche de oro nuestro grupo.
Ya estábamos en preparativos de vender la casa y arreglar viaje de regreso para
Estados Unidos.
Hubo algunos escritos en los periódicos sobre nuestro grupo, uno de los más
importantes fue por el escritor y poeta Héctor Bermúdez Milla y otro por Mario Riete.
Otros dieron en llamar al grupo “el ateneo”. A continuación la lista de los miembros que
creció de una docena a más de un centenar:
1. Abogado Donato Fortín y su esposa, ingeniera Irma Acosta de Fortín. 2. Doctor
Aguilar Paz y señora. 3. Licenciado Joaquín Alcerro y señora. 4. Doctor Mario Alcerro
Castro y señora. 5. Doctor Juan Almendares Bonilla y Familia. 6. Capitán Luis Alonzo
Fuallos y señora. 7. Doctor Tito Alvarado y señora. 8. Señora Yolanda de Andonie. 9.
Licenciado Ubodoro Arriaga, señora e hijas. 10. Doctor Bernardo Ávila y señora. 11.
Doctor Darío Ayestas. 12. Doctor Rigoberto Alvarado. 13. Licenciado Mario Ardón y
señora. 14. Licenciada Ana María Argueta. 15. Doctor Juan Antonio Aguirre. 16.
Ingeniero Claudio Alcerro y señora. 17. Señora Marie Agurcia. 18. Magda Andonie. 19.
331
Licenciado César Batres y señora. 20. Ingeniero Marco Tulio Bonilla. 21. Ingeniero
Miguel Ángel Bonilla. 22. Doctor Ramón Boquin. 23. Ingeniero Zacarías Bendek y
señora. 24. Licenciado Héctor Bermúdez. 25. Sonia Canales. 26. Doctora Zulema
Canales Zuñiga. 27. Licenciado Guillermo Cáceres P. 28. Licenciado Virgilio Cáceres.
29. Ingeniero Manuel Cáceres Pineda. 30. Doctor Hernán Corrales Padilla. 31.
Licenciado René Cruz y señora. 32. Nicolás Cruz Torres. 33. Doctor Adán Cuevas. 34.
Mario Cobos y Yoyita. 35. Cónsul General de El Salvador José Castro. 36. Arquitecto
Raúl Castillo. 37. Doctora Thelma de Castillo. 38. Doctor Luis Andino. 39. Joaquín y
Astrid Dickman. 40. Doctora Flora Duarte. 41. Doctora Lucila Dickerman. 42. Doctora
Edan Díaz. 43. Señores Embajadores de Uruguay Alfredo y señora Eva Menina. 44. Dr.
Dagoberto Espinoza Mourra y señora. 45. Dr. Manuel Echeverría y señora. 46. Señores
embajadores de Alemania Erickhoff. 47. Embajador de Italia y la señora Teresa de
Mosetti. 48. El Embajador de Francia Pierre y su esposa Beatriz Dumon. 49.
Embajadores de Inglaterra Margarita y Setter. 50. Lic. Roberto Flores Bermúdez y
señora. 51. Dr. Miguel y Emita Fiallos. 52. Carmencita Fiallos. 53. Capitán Luis Alonzo
Fiallos. 54. Licenciado Gautama Fonseca y Sidalia. 55. Florencia García. 56. Profesor
Héctor Gálvez y señora. 57. Ing. Roberto Gálvez Barnes y señora. 58. Dr. Carlos A.
Godoy Mejía. 59. Alberto Galeano y Ana Cristina. 60. Adán Herrera y señora. 61. Dr.
Carlos Herrera y Martha Estela. 62. Cristóbal Irias Robelo. 63. Doctor Donald Kaminski y
Rina. 64. Lic. Guillermo López Rodesmo y señora. 65. Dr. Alfredo León Gómez. 66. Dr.
Adolfo León Gómez. 67. Lavernne Odile. 68. Arq. Francisco Maradiaga y señora. 69. Dr.
Eugenio Matute Canizales y señora. 70. Lic. Leonardo Matute Murillo. 71. Julio Mendoza
y Doña Margarita. 72. Rafael Manzanares. 73. Sr. Motz y Constanza. 74. Abog. Juan
Antonio Martel. 75. Dra. Miriam Luz Martínez. 76. Mario Roberto Martínez Castillo. 77.
Dr. Nieto y Doña Gloria. 78. Lic. Ramón Oquelio y señora. 79. Raúl Arturo Paguada. 80.
Pedro Pineda Madrid y señora. 81. José Mario Ponce y María Cristina. 82. Edgardo Paz
Barnica y Sandra. 83. Rodezno Saldivar. 84. Dr. José Antonio Ramos. 85. Gonzalo
Rodríguez Soto. 86. Abog. Irma Violeta Rosa Bautista. 87. Lic. Humberto Rodezno. 88.
Lic. Mario Rietti y Sandra. 89. Lic. Alma Ramírez. 90. Abog. Marcio Sánchez y señora.
90. Dr. Manuel Octavio Suazo Urquía y señora. 91. Dra. Olga Salgado. 92. Antonio Toro
y Doña Judith. 93. Ricardo Tichaguer y señora. 94. Lic. Delmer Urbizo y señora. 95. Ing.
José Luis Ulloa y señora. 96. Lic Javier Valladares y señora. 97. Ing. Fernando Villar. 98.
Dr. Ramón Villeda Bermúdez. 99. Dr. Rúben Villeda Bermúdez. 100. Doña Alejandrina
de Villeda Morales. 101. El Dr. Ricardo Villela y señora. 102. Lic. Manuel Villamil
(EDUCSA). 103. Lic Jubal Valerio. 104. Licenciado Leo Valladares y señora. 105. Dr.
Rodolfo Valenzuela y señora. 106 Lic Alejandro Valladares y señora. 107. Estela de
Zelaya. 108. Olga de Zapata. 109. Lic. Ramiro Zuñiga y Leda Zuñiga Rodezno.
CASAMIENTO DE OSCAR
En el mes de junio de 1988, viajamos a Los Ángeles al casamiento de Oscar, nos
estuvimos unos cuatro días en Miami visitando unos amigos y haciendo compras para la
ocasión.
Fue una boda preciosa en un yate, la parte de arriba estaba arreglada como una
capilla para la ceremonia judía, ya que su esposa, Cindy Zallem, es judía. Invitaron a
nuestros amigos más íntimos, a los amigos de ellos y de la familia. Éramos como 100
332
personas en el yate. La ceremonia religiosa fue como ya he dicho, judía, oficiada por un
Rabino y todos los ritos que se acostumbran en esa religión, la parte de abajo del yate
estaba arreglada para la cena con mesas y ahí estaba la música, al terminar la cena ya
tenían la parte de arriba convertida en salón de baile y la orquesta se fue para arriba.
Bailamos mucho, Oscar se veía muy guapo con su traje de etiqueta y también sus
hermanos quienes eran sus padrinos. Mientras tanto, el barco se movía despacio
alrededor de la bahía, como la hora de embarque fue a las 6:00 de la tarde, el barco no
se movió hasta que se prendieron todas las luces de la ciudad y el espectáculo fue
maravilloso ya que también la luz se reflejaba en el agua y cuando el barco empezó a
moverse, el agua también bailaba. Muchos parientes de Cindy llegaron de Nueva York y
de otros lados y lo espectacular para mí fue que todas las novias de Oscar llegaron al
casamiento y solo Lucy, la que él trajo a Honduras cuando era su novia, se bajó en la
primera vuelta. Todos los compañeros de Oscar estaban también acompañándolo y
unos 5 ó 6 de ellos eran compañeros desde la primaria. A mí me dio mucho gusto verlos
pues no los había vuelto a ver desde 1977 en que regresamos a Honduras. Cindy
Zallem, la novia, se veía muy linda a pesar de estar bien avanzado el embarazo.
Cuando Rey hizo el brindis, además dijo que quería presentar al huésped invisible de la
fiesta, Zachary Alcerro. Ya sabían que sería varón. Fue una noche de encanto y
pasamos contentos con nuestros grandes amigos que no veíamos desde hace muchos
años y también conocimos a la familia de Cindy, a sus padres, a su hermano y otros
parientes que llegaron de fuera. Toda gente encantadora.
RAMÓN Y TANCHIS CON SU HIJO OSCAR HERNAN EL DIA DE SU BODA – 1986
333
CRISIS EN HONDURAS 1988
Ya estábamos acostumbrados a una vida tranquila, en medio del torbellino político
que nos rodeaba. Honduras seguía siendo como un oasis de paz.
El Salvador estaba pasando momentos de terror, lo mismo Guatemala y Nicaragua,
todo era un caos.
Pero la mañana del 7 de abril de 1988, despertamos oyendo las noticias de los
desórdenes en las calles, gritos insultantes, carros quemados, casi incendian el
Consulado Americano en Honduras, muchos heridos, y creo que también muertos. Esa
era la protesta a la que los estudiantes y muchos sectores de la población consideraron
un insulto a nuestra soberanía.
No sabemos al llamado de quien o con permiso de quien, un pelotón del ejército
americano vino a sacar de su casa a un ciudadano que ya había sido juzgado y
castigado según entiendo por las autoridades hondureñas, por delitos cometidos en este
país. Pero Estados Unidos lo requería por delitos conectados con drogas en aquel país.
Sacaron a Mata y se lo llevaron vía Santo Domingo a Estados Unidos donde permanece
en celdas de alta seguridad creo que en Los Ángeles.
Recuerdo que el día del desorden, en la mañana cuando estaban dando las noticias
por HRN, alguien en la estación puso al aire la marcha de los marinos americanos. Yo
llamé inmediatamente, les dije lo que esa marcha era y lo que significaba y les supliqué
que por favor la quitaran del aire sino querían enardecer más los ánimos, por dicha me
oyeron.
Las escuelas americanas no tuvieron clases por algunos días y las familias
americanas tenían miedo de que se agravara el conflicto. A los voluntarios del Cuerpo
de Paz los reconcentraron en Tegucigalpa. Esos días fueron momentos de verdadera
crisis nacional.
Unos días después yo recibí una carta de la Embajada Americana pidiéndome si
podría ir a hablarle a los niños que estaban en crisis y así lo hice el 7 de mayo, un mes
después, ya que las escuelas americanas seguían recibiendo amenazas de bombas y
los niños fueron evacuados varias veces.
Parece que lo que pretendían era hacer una demostración pacífica y se transformó
en una banda de gente llena de furia y sin control. El humo de las quemas obscureció
nuestro cielo y también nuestras almas, pues más parecían actos de vandalismo que de
protesta. Por dicha no siguió el desorden y yo nunca supe si encontraron los culpables
que transformaron la protesta en caos ni a los que amenazaban a niños inocentes en las
escuelas.
No sé cuanto ayudaría mi charla para ese grupo de niños y padres de familia que
estaban pasando momentos de terror, pero sí recibí una carta de la misma embajada
llena de agradecimientos.
334
CAPITULO LIV
SE NOS APAGO NUESTRO SOL
VIAJE A ESTADOS UNIDOS, HOUSTON Y OTRAS CIUDADES
Muerte de Papaíto
En 1980 tuvimos grandes preocupaciones por la salud de nuestros hermanos: a
Corita le hicieron una operación de la vesícula y estuvo gravemente enferma, tuvieron
que hacerle una segunda operación. Ella vino a recuperarse a nuestra casa. Casi al
mismo tiempo, Evenor, mi hermano, tuvo un ataque al corazón del que dichosamente
sobrevivió, él también al salir del Centro Médico se vino a recuperar a nuestra casa y
aquí los tuvimos a los dos cuidándolos con todo el amor. Ramón siempre al cuidado de
todos ellos y viendo que su recuperación fuera completa. En esos días mi hermano
Adán tuvo también una hemorragia debido a una úlcera y estuvo en el Centro Médico
pero fue a recuperarse a la casa de su esposa. Corita, cuando ya estaba bien, regresó a
La Esperanza pero luego se separó del esposo y se fue a Marcala a cuidar a papaíto.
Desde entonces los dos podían pasar temporadas más grandes con nosotros. En
noviembre de 1983 yo tuve que hacer un viaje a Los Ángeles, papaíto y Cora se
quedaron con Ramón en la casa. Papaíto quedó bien fuera de un problemita que tenía
hacía varios meses en la garganta y parecía que le costaba mucho tragar. Todo lo
demás estaba como siempre, así que yo me fui tranquila.
Hablábamos seguido con Ramón y no me decía que hubiera algo cambiado, pero
como a los diez días de estar yo en Los Ángeles, llegó una llamada donde los Barsh,
donde yo me hospedaba. Yo había salido y me habían llevado a almorzar dos amigas
muy queridas, Madeline de Antonio y Frankie Spielberg, casada en ese tiempo con
Arnold Spielberg, padre de Steven Spielberg, el famoso director de cine. Por dicha,
Annette Barsh sabía dónde estábamos almorzando y me llamó para decirme que
Ramón me había llamado avisándome que papaíto se había puesto muy mal. Como ya
habíamos terminado de almorzar, mis amigas me llevaron inmediatamente a la casa.
¡Qué angustia! Yo hubiera querido volar pero no pude irme hasta el día siguiente.
Cuando llegué, papaíto estaba en la casa pero con oxígeno, había tenido neumonía y
parecía que estaba recuperándose, al abrazarme y besarme me dijo: “ahora que mi
palomita viajera está de regreso ya me pondré bien”, pero la palomita viajera no tenía
ninguna magia, a pesar de los cuidados médicos y nuestro amor, salía de una neumonía
para caer en otra. Hubo que hospitalizarlo dos veces, la segunda vez cuando lo
mandaron a la casa, papaíto le dijo a Corita: “¿Sabes? mis colegas están muy
equivocados, yo estoy muy mal”, en realidad hubo que hospitalizarlo de nuevo el mismo
día. Qué bendición que el hospital era de Ramón y estaba sólo a unos pasos de
distancia de la casa, ya no salió más. Siguió sufriendo por dos meses más después de
mi regreso.
335
Aun cuando papá estaba muy delicado, no perdía ni su buen humor ni su curiosidad.
Cada vez que le ponían aparatos nuevos, él le decía a Ramón: “Ramoncito explíqueme
cómo trabaja esto”, Ramón le explicaba con toda paciencia.
Llegaron muchísimas visitas a verlo, una vez llegó Doña Laurita de Gálvez, viuda del
ex presidente Juan Manuel Gálvez, la trajo uno de sus hijos, Roberto. Con qué ternura le
besó papá sus manos a Doña Laurita y le dijo de su gran cariño y admiración por su
esposo, Juan Manuel Gálvez. Papá tenía más de 99 años pero conocía a toda la gente y
tenía una palabra de cariño para todos.
Papaíto no tenía miedo a la muerte desde hacía muchos años que él decía: “estoy
listo como un buen soldado al llamado”.
Cuando ya estaba muy grave, Corita le preguntó si quería hablar con un sacerdote o
con un pastor, él le dijo señalando hacia el cielo: “yo sólo tengo cuentas con el que está
allá arriba y somos muy buenos amigos”.
El 26 de noviembre, después de unas horas en coma, dejó de respirar a las 11:00 de
la noche. Se nos fue nuestro sol, nuestro sostén espiritual. Nuestro adorado viejito se
nos fue para siempre.
Aunque la casa nuestra estaba a sólo unos cuantos pasos del hospital, Ramón y yo
nos trasladamos para estar más cerca en las últimas tres semanas, poníamos colchones
en el suelo de la oficina y ahí descansábamos por ratitos. Nuestra casa estaba llena de
gente de la familia de Marcala, de San Pedro Sula, de San Salvador y además teníamos
un cuarto extra vecino al de mi papá en el hospital para que los que se turnaban
pudieran descansar. Todos nos turnábamos cada dos horas de dos en dos durante todo
el día y toda la noche a pesar de que había enfermeras especiales que no lo dejaban
solo ni un minuto. Magie de Zelaya, una de las enfermeras, fue como un ángel para él y
para nosotros. El Centro Médico pasaba lleno de amigos y parientes, Ramón habilitó
unos cuartos a medio terminar para que ahí estuviera parte de la familia y parientes sin
molestar a los demás enfermos.
En el momento triste en que se nos fue nuestro papaíto estaba rodeado de los hijos,
los nietos y amigos cercanos. Cada uno de nosotros quería darle vida tocándolo,
sobándole su cabecita, sus manos, sus pies. Qué noche más horrible, aunque ya no
queríamos verlo sufrir, en el momento que dejó de respirar nos enloquecimos de dolor,
hombres y mujeres nos abrazamos llorando y dando rienda suelta a nuestro inmenso
dolor, eran las 8:00 de la noche cuando nuestro sol se apagó. Después de que lo
arreglaron, lo llevaron a ser velado ya casi a las 2:00 de la mañana, lo velamos en
nuestra casa. Sólo llamamos a los amigos y parientes que habían estado con nosotros
hasta las 10:00 de la noche. Qué noche más horrible con él inmóvil, ya no respondía a
nuestras caricias ni a nuestro amor.
A las 9:00 de la mañana lo sacaron de la casa para llevarlo en un helicóptero a
Marcala, su pueblo amado. Sería su última corta visita. Ramón puso una marcha
fúnebre a la hora en que lo iban sacando y sus notas gritaban nuestro dolor. Nos fuimos
con él en el helicóptero Eve, Corita y yo. Ramón se fue con los López Arellano por carro
y los siguió una enorme caravana de amigos y parientes. Estuvo por un momento en la
sala de Marcala, después lo llevaron al colegio donde lo tuvieron por media hora,
después se le llevó a la iglesia y luego a hacerle compañía a mamaíta. Quedó entre sus
336
dos amores, entre su madre y su esposa de 62 años y por supuesto, quedó para
siempre en nuestro corazón.
Yo no quería dejarlo, me senté en una roca cerca de donde lo depositaron y me
quedé por largo rato haciéndole compañía con un dolor indescriptible.
Papaíto murió como vivió, rodeado del amor que él dio hasta en el último momento
de su vida consciente. Nunca se quejó y se fue suavemente al dejar de respirar. Yo lo
sigo sintiendo muy cerca, recordándole a cada instante y dándole gracias por su amor y
por sus sabias enseñanzas.
Pocas semanas después tuvimos un memorial en nuestra casa, en una mesa grande
pusimos su sombrero, su bastón, uno de sus vestidos, sus decoraciones, algunas
fotografías y otras cosas que habían sido de él. Cada uno de los hijos y de los amigos
habló de sus recuerdos y de su amor por él. Recuerdo que Ramón a medio hablar tuvo
que dejar de hacerlo por el llanto lleno de dolor que sintió, ya que para Ramón, mi padre
era algo muy especial, lo amó como un buen hijo ama a su padre y su muerte fue muy
dolorosa para él que no sólo perdía a un padre, a un amigo, a un colega sino que
también a un hombre que él admiró siempre. Ramón se refería a él como una preciosa
reliquia e invitaba a los médicos jóvenes a que fueran a hablar con él, que no
desperdiciaran su experiencia.
Con papá, “el abuelito universal”, “el patriarca sin otoño de Eliseo Pérez Cadalso”,
con él como digo, se acabó una era, no sólo para Marcala sino para su familia. Él era el
sol alrededor de quien la familia entera se movía. Ya nada sería igual sin él. Murió el 26
de noviembre de 1983. Solo faltaban seis días para el aniversario de mamaíta, el 30 de
noviembre.
VACACIONES A ESTADOS UNIDOS
Jueves, noviembre 1 de 1989
Llegó al fin, el pospuesto día del viaje. Lo habíamos planeado desde el principio del
año pero tuvimos mucho que hacer y luego vino un viaje de Ramón a México y luego
fuimos los dos a Colombia en julio, viajes relacionados con su puesto en el Rotary
Internacional. Esto atrasó mucho los quehaceres de Ramón en el hospital. Yo sentía
que a menudo, por estar haciendo su trabajo voluntario en Rotary como coordinador del
programa de Polio Plus, más los muchos meses que sirvió como presidente de la
Avenida Internacional, no le quedaba a Ramón mucho tiempo de atender sus propios
asuntos y nuestro viaje se posponía.
Habíamos decidido ir a Orlando a visitar a nuestros amigos Héctor Mejía López y su
familia, visita retrasada por muchos años. Luego nos detendríamos en Houston para un
chequeo médico general y seguiríamos para Los Ángeles.
Como unas cinco semanas antes de nuestro viaje, Marinela, nuestra sobrina que vive
en Chicago, nos llamó para comunicarnos que su hijita mayor María Elisa se casaría en
diciembre, como el 27 y nos invitaba. Le conté que estaríamos en Los Ángeles y que si
podíamos trataríamos de estar con ellas, así que aumentamos Chicago al itinerario.
Unos días después, Ramón habló con Jorge Ramón quien entonces estaba en
Washington D.C y Jorge le contó que ellos estarían en Los Ángeles para navidad, que
ojalá nos juntáramos para celebrarla juntos y que nos invitaban para ir a pasar el 31 de
diciembre a Washington, así que se aumentó otra visita a esa ciudad. Sabía que estaría
337
friísimo, sobre todo Chicago donde aun en septiembre el viento casi corta la cara; pero
si tenemos calor y amor en el corazón, el frío de fuera no nos importa mucho.
Qué alivio sentimos al subirnos al avión SAHSA después de esperar más de una
hora y media pues nos llevó al aeropuerto nuestro sobrino Adán Herrera, quien entonces
vivía en Honduras. Salimos de la casa a las 6:30 de la mañana ya que no queríamos
andar en carreras, tomamos el avión casi a las 9:00 y después de un vuelo apacible, vi
con sorpresa que aterrizábamos en San Pedro Sula y que estaríamos ahí desde las 9:30
hasta las 2:00 de la tarde. Después cambiaríamos a Continental con dirección a
Houston. El clima estaba agradable, esperamos una media hora hasta que abrieron la
oficina y no habíamos terminado de hacerlo cuando yo sentí que alguien me tapaba los
ojos por detrás. Yo estaba sentada con la espalda hacia la entrada viendo a Ramón
dirigirse a la oficina. No me fue difícil averiguar quién era al tocarle los brazos bien
velludos, era Eduardo Da Costa Gómez, nuestro sobrino, él y su nuevo yerno, Luis
Fernando Sánchez, andaban sacando un carro de la aduana y ya se iban de regreso a
San Pedro Sula cuando nos vieron. Como ya habíamos chequeado el equipaje, nos
llevaron a darle una sorpresa a Francis, quien dice que cuando oyó el avión estaba
pensando que nosotros íbamos volando hacia Estados Unidos. Este era nuestro tercer
viaje a San Pedro Sula en los últimos tres meses, las otras dos habíamos ido a los
casamientos de las hijas Linda con Luis Fernando el 29 de julio y el de Ivonn y Nery el
16 de agosto, las dos son nuestras sobrinas nietas. Nos abrazamos, con las sobrinas
platicamos y descansamos y después del almuerzo, Luis Fernando nos regresó al
aeropuerto. ¡Qué inesperada sorpresa a nuestra sobrina hija Francis!
El vuelo a Houston fue tan calmo y agradable, yo había empezado a leer mi libro
desde que nos subimos al avión y me sumergí en él. Agatha Cristi es mi compañera de
viajes, sus libros me distraen. Por la calidad de nuestros pasajes, volamos ese día de
Houston a Orlando, parece que todo el día leímos y comimos, tal vez a ratos nos
dormimos. Llovió un rato pero pasó pronto y llegamos a Orlando ya casi a las 10:00 de
la noche donde nos esperaban Héctor Mejía López y su esposa Verónica. Nos llevaron
a su casa en Silver Springs, muy agradable con cuatro dormitorios, sala, comedor y
cocina y cuarto de estar. Los niños ya estaban dormidos, no los vimos hasta en la
mañana y me recordaron a nuestros tres varones, todos son atletas y buenos
estudiantes, Cármen, la hija de 20 años, se estaba comprometiendo en los días que
estuvimos ahí, ellos querían que los acompañáramos en este acto.
El viernes decidimos visitar Epcot-center, me habían hablado de él los niños que veo
en psicoterapia y que viajan a Orlando casi todos los años, tenía gran curiosidad por
hacer ese viaje al increíble mundo de fantasía que nos lleva al pasado enseñándonos
los orígenes de cuantas cosas y nos hace testigos de la evolución y del progreso en casi
todas las ramas de la ciencia, también nos hacen visitar el futuro con los dramáticos
cambios en viviendas, modernización, etc. Encontré los espectáculos maravillosos,
llenos de emoción y de aventuras y sobre todo inmensamente instructivos. Nos damos
cuenta que la imaginación mágica que tenemos dormida adentro de nosotros puede
llegar a producir grandes cosas si la chispa de creatividad se enciende y no se deja
apagar. Yo llegué a sentirme como “Alicia en país de las maravillas” y Ramón gozó
mucho también. Lo único que tal vez nos molestó a los dos por igual es el subido
338
volumen de músicas y explicaciones, etc. Era demasiado alto para nuestros oídos
todavía no sordos.
El sábado en la mañana anduvimos de compras y conocimos algunos barrios
residenciales. Orlando no es muy caro y está dentro de las opciones que tenemos para
retirarnos.
El sábado en la noche fue la recepción del compromiso de Cármen, llegaron los
parientes del nuevo novio puertorriqueño, todo les resultó muy lindo y nos dimos gran
gusto comiendo platos hondureños preparados por Verónica y puertorriqueños
preparados por los parientes del novio.
Descansamos el domingo en la mañana y en la tarde paseamos un poco y salimos
para Houston. Llegamos a Residency Inn, donde estuvimos 3 años antes. Así me
gustaría vivir a mí, en una ciudadela, donde en las callecitas no entran carros y donde
me siento segura y rodeada de gente. El apartamento es muy cómodo, al entrar está la
salita que tiene una chimenea, un sofá y una televisión que se puede mover para verla si
uno está en la sala o en el dormitorio, tenía también en la sala dos sillones y una mesita
de centro, a la izquierda, en una especie de bar con asientos altos, estaba la cocina
separada por ésta, una cocinita completa con refrigeradora, estufa de tamaño estándar,
lavadora de platos, gabinetes para losa y comestibles y también hay un horno
microondas. Los servicios de la mesa con sus servilletas rosadas y vasos y copas del
mismo color estaban puestos sobre la mesa-bar después de la sala, sin división está el
dormitorio con una cama King Size, sus mesas de noche y un gran baúl a los pies de la
cama, un closet grande a la izquierda y un pasillo que conduce al baño con lavamanos
dobles y un gran espejo enfrente y es del tamaño de la pared. Los baños al extremo
izquierdo, todo limpio, cómodo y bonito, vienen a limpiar el apartamento y a cambiar
ropa por lo menos tres o cuatro veces por semana y hasta lavan los platos.
Cuántos días nos quedaremos aquí depende de las citas con los doctores y, como
estamos sanos, creemos que en una semana ya iremos llegando a Los Ángeles, pero si
me tocaría quedarme viviendo aquí, creo que pasaría tranquila y feliz. No me hace falta
mi casa inmensa de Tegucigalpa ni me hace falta mi trabajo. Yo siempre he dicho que
soy feliz trabajando como haraganeando, pero me siento mucho mejor desde que leí a
Krishnamurti que en uno de sus libros dice algo como esto: “el meditar es trabajo, el
pensar es trabajo, el concentrarse también es trabajo, el tiempo de estar con uno mismo
también es trabajo, todas éstas son actividades indispensables para la paz o para
encontrarla”. Sé de mucha gente que no puede estar quieta o sola, se sienten culpables
si su actividad no se ve en entradas de dinero y me da tristeza pensar que quizás nunca
tienen tiempo de estar en compañía de ellos mismos, de pensar en sí mismos, o de
dejarse ir con la imaginación o con sus recuerdos.
Hay personas que no resisten la inactividad cuando están en una cama, si están
enfermos se desesperan, yo en cambio gozo cuando tengo gripe y tengo el pretexto de
acurrucarme a leer, así como cuando hace frío y el día está opaco, a veces me
acomodo y puedo leer o pensar todo el día. En otra cosa que encuentro yo gran placer,
aunque a veces es placer amargo, es viendo mis álbumes de fotografías, digo amargo
porque al gozo de revivir eventos se unen las lágrimas al recordar a los amados ya idos,
pero es una forma de sentirme cerca de ellos y de casi darles vida, yo no huyo de ese
dolor que me aproxima a ellos.
339
LUNES 13 DE NOVIEMRE DE 1989 EN HOUSTON
Nuestra cita era a las 4:30 con la doctora Riggs, una hematóloga preocupada por un
examen de sangre en el que a Ramón le salió anemia, quien decidió hacer una
investigación más a fondo. La sala de espera es agradable, no muy grande, caben unas
6 personas. Alfombra verde pálido y sillones cómodos de felpa verde oscuro en un estilo
francés provincial. Ramón y yo estamos sentados juntos en un sofá para dos personas,
él está leyendo, yo lo hice hasta un momento pero ya no podía concentrarme, me volví
hacia él y le dije: “que se apure esa señora antes de que se me pare el alma”. Él me
sonríe y me conforta diciéndome: “no piense en eso”. La realidad es que estaba muy
asustada, desde el miércoles que nos vio y nos dio otra cita para hoy en la tarde, han
sido días de angustia en parte por Ramón y en parte por mis exámenes, a mí me
hicieron de rutina un electrocardiograma y algo andaba raro, así que me pidieron la
prueba de estrés: sentada en una silla inclinada y alta y con los pies en unos pedales
me pidieron que pedaleara fuerte por muchos minutos y muy rápido mientras una
máquina redonda tocando apenas mi cuerpo estaba retratando el comportamiento de mi
corazón. Cada ciertos minutos aumentaba la resistencia de los pedales y me pedían no
disminuir, sino que aumentara la velocidad, antes de ese procedimiento me pusieron
dos inyecciones espaciadas 15 minutos cada una para facilitarle a la máquina la toma
de las fotografías, al mismo tiempo que me estaban tomando un electrocardiograma y
monitoreando la presión cada dos minutos. Había firmado el consentimiento y había
leído que podía sentir dolor en el pecho, falta de respiración, o que me podía dar un
ataque al corazón. Al final yo sólo sentía dolor en las piernas ya que a medida que me
iba cansando se requería más velocidad y también más esfuerzo pues la resistencia de
los pedales aumentaba. Yo no podía imaginarme que estaba enferma del corazón,
nunca he fumado, no aprendí a beber ni vino, como muy poco y aunque mi trabajo es
sedentario, trato de hacer gimnasia y me gusta mucho bailar, en cuanto oigo música
bailo sola y me muevo. No he tenido mayores dolores fuera de los pesares de las
muertes en las familias y algún malentendido con algunos miembros de ella, yo he vivido
siempre tranquila, soy optimista, y siempre veo la parte buena de las cosas. Me di
cuenta de nuevo que yo no le temo a la muerte, digo de nuevo porque hace unos dos
años tuve un vuelo terriblemente malo, regresaba a Los Ángeles por San Pedro Sula a
Tegucigalpa, era en mayo y casi de noche, las 5:30, llovía mucho, había neblina y
también mucho humo, visibilidad cero. Ya habían cancelado el viaje de San Pedro a
Tegucigalpa y Ramón, que me esperaba, había llamado a amigos en San Pedro Sula y
en la Ceiba esperándome. Al fin decidieron que saldríamos para Tegucigalpa, yo no
sabía que habían cancelado el viaje ni que era peligroso volar, sino hubiera decidido
quedarme en San Pedro Sula, habíamos llegado de Miami a San Pedro Sula. Desde
que el avión se elevó en San Pedro Sula, empezó a traquetear y a moverse en una
forma espantosa, volamos varios minutos así y en vez de mejorar se ponía peor, llovía
mucho y no se veía nada. El avión se movía como si cambiara de rumbo a cada
instante. Me recordó una de las atracciones en Disneylandia que odié mucho y me
arrepentí de haberme subido en ella pero me sirvió para entrenamiento de este viaje, yo
cerré los ojos y me agarré bien de los brazos del asiento, no sentía miedo ni pánico a
pesar de que todos hablaban y lloraban como si ya hubiésemos chocado. Yo sólo
340
pensaba en Ramón y me decía pobrecito mi amor. Lo mismo con la posible enfermedad
del corazón, yo pensaba no puedo darle este dolor a Ramón, tengo que estar bien y la
prueba salió como yo esperaba ¡qué alivio! Pero me faltaba otro susto, al llegar a ver al
internista, el doctor de Castro me dio la buena nueva sobre lo del corazón y me dijo:
“señora Alcerro, en la mamografía del lado izquierdo se advierte algo muy chiquitito y
puede ser nada pero no podemos tomar ese chance, le tengo para hoy en la tarde una
cita con el cirujano Michael Appel. De nuevo sentí que el corazón dejaba de funcionar,
fue por un instante y pensé de nuevo en Ramón y me dije, sea lo que sea y está a
tiempo, ya que sólo un experto lo puede ver, todo saldrá bien. Al día siguiente me
hicieron la biopsia, acabé en sala de operaciones y con anestesia general. Hoy hacen
esos procedimientos en hospital de día, yo no sentía miedo por mí, sólo pensaba en
Ramón, hemos estado viviendo solos los dos desde que regresamos a Honduras hace
12 años. Los hijos, cada uno tiene su vida arreglada y aunque sé que les haría falta,
ellos no sentirían la soledad como Ramón, mi gran amor, mi amigo, mi compañero de
todos los días. Todo pasó rápido, Ramón estuvo conmigo hasta que desaparecí para ir a
la sala de operaciones y me estaba esperando en recuperación. El cirujano dijo que
había un tejido sospechoso pero mandaron a hacer la biopsia y dijeron que tendríamos
el resultado pronto. Ramón me tenía regalos al llegar a la casa, siempre tan especial y
siempre tan ahí conmigo, tanto en las tristezas como en las alegrías.
Me puse a escribir todo esto con detalle en la sala de espera para calmar mi
angustia, Ramón está allá adentro, no me han llamado, si se tardan más, tocaré la
puerta. Él ha sido siempre sano, todos sus exámenes años tras años admiran a los
doctores, pues todo sale normal. Yo digo como explicación que como Ramón pasa
contento, no se enferma, él bromea desde que se levanta, cuando habla por teléfono
con sus amigos me da gusto oír su risa, es juguetón, bromista, cantador, aun en estos
días bromea como siempre. Pero porque esa anemia no es muy vieja, pero si la
descubrieron en Honduras y tomó hierro y ácido fólico por unos días pero no quiso
hacerse más exámenes allá para ver si había mejorado. Él ha cambiado algo sus
hábitos de comida, come menos carne y por quitarse libritas del estómago, a veces se
pone a dieta, pero sobre todo de panes y de dulces y eso sólo le puede beneficiar.
Ya Ramón tiene una media hora de estar adentro, mi ansiedad a ratos aumenta, a
ratos me distraigo viendo los lindos cuadros, hay uno enfrente en los colores sepia y
café, se ven troncos de árboles, como en un bosque muy tupido, a ratos se me antoja
que ando entre ellos perdida buscando a Ramón pero cuando veo del lado izquierdo,
hay otro cuadro que no es de tristeza sino de esperanza, es un pedazo de montaña con
diferentes tonalidades de verde sobre puestos, según la perspectiva de las plantas y
según la luz del sol. Hay flores silvestres como guirnaldas rojas desprendidas hacia
abajo y desde la parte de arriba de la montaña, se desprende una cascada altísima y
cae con fuerza levantando como nubes con tules de humedad. “¿Mist?” me imagino que
Ramón y yo estamos sentados por ahí abajo contemplando casi en éxtasis la bella
naturaleza y dando gracias por sentir no sólo la frescura, sino también la esperanza de
la vida. Eso me ayuda a pensar en que hemos sido tan felices y que nos queremos tanto
que podemos enfrentar juntos cualquier cosa que se venga sin perder el gozo de vivir.
Esta es otra de las enseñanzas de papaíto, no perder el gozo de vivir aun cuando
experimentemos dolor.
341
Ramón salió a decirme que la doctora no lo había visto todavía, estaba muy
retrasada. Yo había salido un ratito a estirar las piernas y al entrar, toque la ventanita
para pedir que me dejaran estar con Ramón, al llegar, me dijo Ramón que hacía poco
había regresado de buscarme porque estaría preocupada sin saber lo que pasaba. Me
quedé con él y juntos leímos un artículo interesante de una familia que va camino de
Kentucky a California, van por carreta imitando a los pioneros. Me da gusto leer de
gentes que se aventuran a cosas que han soñado hacer. Salieron con la carreta tirada
por caballos pero después de un percance, los cambió el esposo por un tractor viejo y
ya no tuvo que preocuparse por buscar posadas, ni descanso, ni comida para los
caballos. En la carreta vienen los dos esposos y sus 4 hijos y también los enceres de
cocina y lo más necesario para el viaje. La esposa confeccionó ropa apropiada con los
tiempos en que se hacían esos viajes por carretas a la tierra de promisión: California.
El nuestro de Boston a Los Ángeles no fue en carreta, pero traíamos equipo de
acampar y una carmelita roja cargada con 6 pasajeros: los hijos Frank, Oscar y Rey,
Brígida la trabajadora, Ramón y yo, más lo necesario para un viaje largo. El pobre carro
con semejante carga casi no podía subir las Montañas Rocosas y al llegar al primer
pueblo, pusimos parte de la carga por tren.
Nosotros también tenemos ese espíritu aventurero y nosotros también íbamos en
viaje a California con todas nuestras esperanzas puestas en esa tierra de oportunidad. Y
no nos defraudó, ahí Ramón encontró trabajos muy importantes. Venía a tomar
posesión de su trabajo que ya estaba listo con la Universidad de Los Ángeles en
California, el doctor Henry Work era su director. Yo trabajé por 17 años en una Clínica
Psiquiátrica y los hijos progresaron en todo. Después de 12 años de vivir en Honduras,
California, todavía nos llama, quizá para la última aventura de nuestra vida. Este viaje
que hacemos esta vez es sobre todo para explorar posibilidades de un regreso. ¿Dónde
será? California se ha hecho inmensamente caro, con lo que vendimos nuestra linda
casa en Westwood, que es una de las localidades mejores del oeste de Los Ángeles,
hoy no encontraríamos ni un condominio de un dormitorio. A mí me gusta mucho
Houston, no es ciudad inmensa y es tranquila y mucho más barata, como todavía no
sacude una depresión que la ha azotado en los últimos años, las casas están a precios
accesibles para nosotros y la vida es menos cara. Todas esas son cualidades deseadas,
pero como Ramón de seguro quiere seguir trabajando, él no tiene licencia en Texas.
Todas esas incógnitas de dónde viviremos en los siguientes años, espero que se
despejen de aquí a enero. Yo le digo a Ramón que donde él esté contento, yo estoy
contenta, pues para mí es muy fácil adaptarme y sobre todo, hacerme de amigos en
cualquier sitio que esté. La atracción principal de Los Ángeles después de que ahí están
los hijos y los nietos, son los amigos de tantos años, como los Barsh, los Conway,
Mariano, Will e Irma Hernández; todos ellos son como nuestra familia escogida, no
nacidos en ella y además están los que sí son parientes, como los sobrinos, Rosy
Carlota, los Jonshon, etc. Cele Cooper es mi amiga de siempre, lo mismo que Madeline
de Antonio, Fania, los Lambros, Ruby, los Buttler, Pat Smith y cuantos otros cariños
como los cubanos, con los que nos hemos hermanado tanto, Octavio y Caruca Costa,
con Don Juan y Lolo Mora, con los López Meza y cuantos más.
Como notarán, me he divagado hablando de tantas cosas. No quiero volver al tema
del examen de Ramón, ya que cuando llegó la doctora y nos habló que no podía
342
esclarecer mucho del cuadro todavía, ya que hierro tiene más que suficiente, pero no lo
está usando, por eso la hemoglobina está muy baja. Los folatos están altos según los
exámenes de la química sanguínea. Todo lo demás está normal así que para mayor
seguridad, dice la doctora, repetirán el examen de tiroides y harán una biopsia de la
medula del hueso. Ella no parece alarmada, Ramón tampoco, así que yo de hoy en
adelante usaré mi pensamiento positivo, todo saldrá bien, no hay por qué alarmarse y
luego…me asalta la duda ¿y si hay algo? Bueno, por eso estamos en uno de los centros
de consulta y tratamiento mejores del mundo.
Nos despedimos de la doctora con un hasta mañana. Yo había ofrecido a Ramón
que si todo salía bien, lo llevaría a cenar esa noche para celebrar. Al salir me dice
Ramón: “ya no me gané la cena” pero yo le dije que sólo estaba pospuesta.
Llegamos al hotel a la hora de los cócteles. En el Residency Inn dan desayuno
delicioso y abundante “americano” con panes, huevos duros, queso, mantequilla,
algunos días panqueques, cereales, siempre donas y pasteles daneses, jugos, frutas,
bebidas calientes, etc., y durante la hora de los cócteles, sirven vino o cerveza y también
sirven un plato caliente como pizza, pedacitos de pollo, chorizos y además verduras,
también papas fritas, palomitas etc.
Otra ventaja de este hotel es que nos traen en un lindo autobús a todas las citas
médicas. Los apartamentos, como ya dije, son muy cómodos. Es una pequeña ciudad
como con 84 casas, hay campo de tenis, de básquetbol, piscina, jacuzzi y un cuarto de
lavandería y plancha, el supermercado y una tienda grande, así como la farmacia y
restaurantes están al cruzar la calle. Los jardines son bonitos y muy bien cuidados,
encontré unas parras de jazmín del cabo florecidas y ellas tienen la magia de hacerme
sentir en casa cuando las descubro. Las rosas están en su esplendor a pesar de ser
noviembre, vi una roja en ramas con tantas flores que las ramas estaban dobladas, hay
muchísimas clases o variedades, todas hermosas y olorosas. En el Residen Inn. yo me
siento en casa. Me detengo a pensar, ¿hay algún sitio donde yo me sienta extraña? Soy
muy dichosa al sentirme en el mundo entero muy a gusto.
NOVIEMBRE 17 DE 1989
Son las doce del mediodía, seguimos en el Hospital San Lucas dónde venimos para
que le hagan más pruebas a Ramón, incluyendo una de medicina nuclear. Venimos aquí
el miércoles para hacerle pruebas que duran 24 horas.
Ramón se acaba de dormir, después de leerme un poco sobre la historia de Bossuet.
Yo estoy sentada en un sillón de esos reclinables y con descanso para los pies, a la
izquierda tengo a Ramón en su cama y a la derecha, una gran ventana del ancho de la
pared del dormitorio, desde la posición en que estoy, veo la punta del Hotel Marriot que
tiene como 7 pisos, también veo la parte de otro edificio y otros más grandes que el
Marriot bien a la derecha y el resto, un cielo gris con algunos parches de gris más
obscuros, el día esta como tristón y frío, más tarde iré al hotel a traer algo, pero yo he
amanecido igual que el día, destemplada. Tengo varias historias a medio leer pero tengo
más sueño que otra cosa, noto que si leo en voz alta a ciertas horas para Ramón, me da
mucho sueño y cuando él me lee también, sin embargo anoche le leí más de dos horas
del libro de Julio Verne y hubiera podido leer más, para variar de lecturas, conseguí en
la biblioteca de voluntarias el libro de Bossuet y ahí encontré el de Julio Verne.
343
HOUSTON NOVIEMBRE 23 DE 1989 DIA DE DAR GRACIAS
Este es uno de los días de fiesta que más me ha emocionado desde que llegamos a
este país. Desde el primer año en Pittsburgh, Pennsylvania, los Puttnam compartieron
su mesa con nosotros y con otros estudiantes extranjeros, ya he contado antes como
ellos se convirtieron en nuestra familia adoptiva, papá y nana los llamamos desde
entonces.
El ver que las familias se reúnen a dar gracias por lo que tienen y el compartirlo con
los demás es uno de los actos de amor y de bondad que me hacen admirar más a los
americanos. En estos días parece que la festividad se está haciendo más importante
que la navidad. Me imagino que al no estar relacionada con la religión todos los que
pueden se movilizan, unos a estar con sus familias y los otros por ser invitados por sus
amigos al compartir su mesa.
Nuestro día de dar gracias en Houston fue apacible, sereno, feliz. Yo tengo tantas
pero tantas cosas de qué estar agradecida, lo primero de todo es por estar juntos y
saludables.
Por llevarnos tan bien y querernos tanto.
Porque nuestros hijos van cada uno según sus capacidades e intereses, manejando
sus vidas independientes y tratando de ser útiles.
Gracias por la familia que tuve cuando iba creciendo.
Gracias por las alternativas a nuestro futuro.
Gracias por los bellos lugares que hemos visitado y por los que seguimos
disfrutando.
Gracias por los amigos que hemos encontrado en cada sitio que hemos estado y por
los que seguiremos encontrando.
Gracias por las oportunidades que hemos tenido de ayudar y de servir a los demás.
Gracias por el sol, la luna, las estrellas, por la lluvia, por el mar y en fin por todo lo
que es dulce y bueno que hay en el mundo.
Gracias también por hacernos ver las cosas que necesitamos mejorar, arreglar y por
el deseo y el esfuerzo que hemos puesto y que seguiremos poniendo para hacer de este
mundo, un mundo más justo.
Gracias infinitas porque al fin nos declararon sanos.
A Ramón le encontraron que tiene anemia perniciosa pero esto se controla con una
inyección de vitamina B 12 una vez al mes ¡qué bendición!
25 DE NOVIEMBRE DE 1989, EN HOUSTON TODAVIA
No se acaba noviembre y ya huele a navidad por todos lados. A las decoraciones del
Día de Dar Gracias siguen las de diciembre. Los juguetes han estado en exhibición
durante todo el mes de noviembre.
Seguimos en Houston por otra semana. Debido al día de fiesta, los doctores no
pudieron despacharnos esta semana, le dieron a Ramón otras dos citas, una para el
martes y otra para el miércoles, así que una semana más en Houston no nos disgusta
para nada. Hemos tenido la oportunidad muy rara de estar solitos los dos sin
quehaceres y sin compromisos. Hemos hablado mucho sobre nuestro futuro y hemos
sentido esa emoción única que se tiene al sentirnos en completa intimidad espiritual con
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la persona que está más cerca de nuestro corazón. Los días se nos deslizan demasiado
rápido y no porque nos levantemos tarde o nos acostemos temprano, no, al contrario,
por lo regular, antes de las ocho de la mañana ya estamos vestidos y no nos dormimos
hasta ya cerca de la medianoche. Hoy sábado fui al supermercado para hacer una cena
buena y noté que ya están en venta enfrente del súper, los primeros pinos naturales y el
olor es delicioso. Me fui cerca para olerlos y saborear el revivir aquellos momentos
cuando salíamos con los niños el 23 de diciembre a buscar nuestro árbol de navidad, lo
escogíamos y los encontrábamos ya muy rebajados ya que para el 23 diciembre casi
todas las familias han puesto sus árboles desde el primero, noto que aquí también los
estuvieron vendiendo muy temprano, puede ser que haya algunas familias que los
ponen desde noviembre. A mí me gustaba ir a buscar el árbol hasta el 23 en la noche y
empezar a decorarlo al llegar a la casa, hacíamos chocolate caliente y cada uno de los
niños con sus amiguitos ayudaba a decorarlo y así empezábamos la celebración la
víspera de Noche Buena. Mientras que en Estados Unidos la mayor parte de la gente
celebra el 25 de diciembre, nosotros celebrábamos la noche buena o sea el 24 de
diciembre. Mientras vivimos en Boston, en Worcester teníamos una blanca navidad y
como el frío era intenso, la bebida caliente, ya fuera chocolate o ponche de piña al estilo
de Marcala era bienvenido. Como la vida ya pasa tan de prisa, los nietos mayores tienen
casi la edad de que nuestros hijos tenían en ese tiempo cuando llegamos a Boston. De
esto ya van siendo 31 años. Hablo de llegar a Boston la segunda vez ya con toda la
familia.
Tenemos esperanzas, como digo, de ir a pasar la navidad en Los Ángeles con los
hijos y nietos, llegaremos donde nuestros queridos amigos los Barsh y visitaremos a los
hijos los fines de semana. Jorge Ramón y su familia, como anunciaron, vendrán a Los
Ángeles, pero nuestro viaje a Washington y a Chicago ya no será posible porque en vez
de quedarnos en Houston una semana, tuvimos que quedarnos un mes. Dice Ramón
que buscaremos la casa para regresar a vivir a los Estados Unidos si es posible este
año.
LOS ÁNGELES, DICIEMBRE DE 1989
Después de un mes en Houston, volamos a Los Ángeles para pasar navidad con la
familia. No nos quedamos con los Barsh porque Julia, la prometida de Rey, nos pidió
que nos quedáramos en su casa. Con ellos y los otros hijos celebramos la navidad.
Nuestros amigos hicieron reuniones para invitarnos a cenar o almorzar y cuando
Jorge y Mariza llegaron y estaban con su hermano Wil Hernández, fuimos a pasar con
ellos una noche que fue encantadora.
El 26 de diciembre nos invitó Julia a que fuéramos con Rey y ella al desierto de
Coachella, donde su papá tenía un derecho comprado a ciertos días en el Cathedral
Canyon Country Club. Estando ahí, Ramón vio un periódico en que anunciaban una
casa con tres dormitorios con piscina y con jardín que costaba como $300.000.00
dólares, precio que estaba dentro de nuestros límites económicos. En Los Ángeles algo
así costaría tal vez el doble o mucho más, pero cuando Ramón llamó, le dijeron que se
había vendido el día anterior. Julia le preguntó si en realidad estaba interesado en vivir
en el desierto, que entonces podría ir a ver las casas que estaban construyendo en ese
mismo Country Club. Así que fuimos a la oficina y en unos carritos de golf nos llevaron a
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ver las casas. Había casas modelos que eran preciosas alrededor del campo de golf.
Nos enseñaron los planos y nos dijeron que la que nosotros escogiéramos, la podrían
construir en unos 6 y 8 meses y nos enseñaron las localidades donde estarían las
nuevas construcciones. A todos nos gustó un plano de los más grandes y cómodos, así
que Ramón decidió comprar una ahí mismo. Tenía la casa dos dormitorios, una sala de
estar, una sala con un bar a otro nivel, un comedor amplio, una cocina preciosa, y un
sitio para desayunar con una vista maravillosa. Quedaron en que la construirían y
estaría lista en unos 7 u 8 meses. Cuando regresamos a Los Ángeles de esa vacación,
ya habíamos comprado casa en el desierto y podíamos gozar nuestras vacaciones en
Los Ángeles sin andar viendo casas para comprar.
Nos dimos un año para desenrollarnos de la maraña de actividades en Honduras. Ya
estaba decidido, regresaríamos a fines de 1990 o a principios de 1991.
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CAPITULO LV
RESUMEN DE ALGUNAS ACTIVIDADES SOCIALES EN HONDURAS
OTROS VIAJES
Como ya hemos dicho, nuestra vida en Tegucigalpa de 1977 a 1990 no sólo fue de
trabajos de nuestra profesión, Ramón en el Centro Médico, Rotary y sus negocios
agrícolas y yo con mi práctica privada y mis voluntariados, también participamos
socialmente en muchos eventos importantes.
En diciembre de 1978, tuvo lugar en Honduras el Congreso Médico Centro
Americano y en nuestra casa, recién estrenada, fue la recepción para los psiquiatras
visitantes.
Para este congreso hubo un cursillo organizado por las esposas de médicos y me
pidieron que participara con un trabajo sobre el desarrollo de la mujer.
En junio de 1979 nuestros exquisitos amigos, los Embajadores de España, José
Antonio Cuadra Echandi y Maruja, su esposa, nos invitaron a la recepción para recibir al
Conde de Barcelona, Don Juan de Borbón, recuerdo que el general Paz García lució su
uniforme de gala y muchísimas medallas.
Tuvimos la suerte de que Rey, nuestro hijo, estaba visitándonos y a él lo incluyeron
en la invitación, así que le alquilamos un traje de etiqueta y nos acompañó a una
recepción muy elegante.
Don Juan había venido a entregar una estatua del Rey Alfonso según recuerdo. Él
estaba ya algo mayor, pero su prestancia y simpatía nos impresionó a todos.
En 1979, la junta militar de gobierno compuesta por el general Paz García, Álvarez
Cruz y Rodríguez nos invitaron al Baile de Gala de la Cruz Roja Hondureña. Un evento
en el que el gobierno participa e invita. El año anterior fuimos al que dio Juan Alberto
Melgar Castro cuando era jefe de estado. El general Melgar nació en Marcala y era
nuestro amigo.
En 1980, en septiembre, el Ministro de Salud, el Doctor Juan Andonie Fernández, fue
invitado por el Bureau Panamericano de Salud a una conferencia que tuvo lugar en
Washington D.C, y él invitó a Ramón para que lo acompañara como su asesor. Parece
que los correligionarios de Juan se molestaron porque según ellos, había llevado a un
nacionalista, aunque Ramón nunca militó en ninguno de los partidos tradicionales.
El 20 de enero de 1982 fue la transmisión del mando presidencial y Roberto Suazo
Córdova fue electo presidente. Roberto ha sido parte de nuestra familia, ya que su
hermana Coca se casó con Adán Bonilla Arellano, mi hermano.
Para esta ocasión recibimos una carta de la cancillería en que nos pidieron a Ramón
y a mí ser Edecanes: nos tocó atender a los delegados de la nunciatura apostólica. En la
siguiente toma de posesión, 4 años después, el presidente electo fue José Azcona del
Hoyo, otro liberal. Nos pidieron de nuevo ser Edecanes y nos tocó atender a los
Embajadores de Noruega, una pareja encantadora, quienes al regresar a su país, nos
escribieron una carta de agradecimiento y nos enviaron de regalo un bello osito de
347
cristal. Las tareas como Edecanes eran atender a los huéspedes especiales, llevarlos a
los actos de toma de posesión y acompañarlos a otras festividades, como el gran Baile
de Gala. Durante estas dos administraciones, como la siguiente de José Leonardo
Callejas, fuimos invitados varias veces por las cancillerías a las recepciones, cuando
condecoraban a embajadores que dejaban nuestro país. En 1982, nuestra familia
celebró un gran acontecimiento: el gobierno, por medio del Ministro de Relaciones
Exteriores, Edgardo Paz Barnica, y el Ministro de Salud, Doctor Gonzalo Rodríguez
Soto, otorgó a nuestro padre, el doctor Adán Bonilla Contreras, la condecoración “José
Cecilio del Valle” al cumplir sus bodas de diamante profesionales, 75 años de ser
médico. Edgardo Paz Barnica pronunció un elocuente discurso como sólo él era capaz
de hacerlo y Ramón dio las gracias en nombre de mi padre. Esto tuvo lugar en el salón
de recepciones del Teatro Nacional.
Este mismo año, el sábado 27 de noviembre, el Colegio Médico de Honduras
también homenajeó a papá en el Paraninfo de la Universidad y esta vez, papaíto, de
casi 99 años, agradeció con su voz sonora el homenaje. Para estos dos eventos, todos
los hijos y nietos que estábamos en el país pudimos estar en la ceremonia y nos
sentimos llenos de orgullo y de gratitud.
No recuerdo si fue en 1980 o 1981 cuando tuvo lugar un gran homenaje a Rafael
Heliodoro Valle con motivo de los 25 años de su muerte. Recuerdo que León Paredes,
nuestro gran recitador rotario, se lució recitando bellos poemas.
En 1983 yo hice un viaje a Los Ángeles, a Pittsburgh y a Miami, en ese tiempo
vendían unos pasajes llamados “Conozca a América” y por $25 dólares extra, por cada
ciudad que visitábamos, se podían visitar tres ciudades, creo que así era. Volé primeo a
Pittsburgh para visitar a nuestros amigos, nuestro papá Sam y nana Puttnam. Ellos me
esperaban en el aeropuerto y me llevaron a su casa que yo no visitaba hacía más de 20
años. Me emocionó ver que en el mantel de la chimenea tenían un carrito que había
sido de Rey. Papá Sam había hecho un pastel delicioso. Ya estaban muy mayores, pero
me llevaron a pasear y a reconocer Pittsburgh que yo encontré siempre como una
atractiva ciudad.
Nana me pidió que escogiera entre todos sus adornos lo que quisiera llevarme,
agradecí su bondad pero no escogí ninguno. Cuando me recibieron en el aeropuerto,
me preguntaron a qué conferencia venía y cuando les dije que era un viaje
exclusivamente para verlos a ellos, se emocionaron muchísimo. Me estuve con ellos
cuatro días y fue como una despedida, pues nunca los volví a ver. Pocos años después
ellos murieron.
Después me fui a Los Ángeles a ver a los hijos, a los amigos Barsh y a otros, esta
vez me quedé en al apartamento de Rey, que se dedicó a enseñarme las cosas nuevas
en Los Ángeles y me llevó a Disneyland. Después volé a Miami, donde visité a los
amigos García, unos cubanos muy amigos y padres de Peter, un psiquiatra que yo
conocí cuando trabajaba en Cedars-Sinai, él era uno de nuestros residentes. De Miami,
volé a casita, donde Ramón me esperaba con el amor de siempre.
En 1985, en noviembre, el Ministro de Relaciones Exteriores, Paz Barnica, les otorgó
la condecoración con el Grado Gran Cruz de Plata a dos sobrinos nuestros: a Jorge
Ramón Hernández Alcerro y a Carlos López Contreras, también le dieron este honor a
Poli Callejas, fue una recepción muy bonita y muy concurrida.
348
En 1986, hicimos un viaje, primero a Washington D.C, para la Conferencia de
Psiquiatría de la Sociedad Americana que tuvo lugar el 10 de mayo. Jorge Ramón era
entonces el Embajador de Honduras en Washington, su madre Argentina, hermana de
Ramón, lo andaba visitando y celebramos con ella el cumpleaños que era el 18 de
mayo.
Las conferencias como siempre fueron interesantísimas y la Sociedad Americana de
Psiquiatría confirió a Ramón otro honor, la medalla como “Life Fellow”. En esa
conferencia, nos encontramos con el doctor Rafael Delgado y su esposa Doris, amigos
nuestros de Worcester, Massachussets. Ahora ellos residen en Washington D.C.,
también tuvimos el inmenso placer de encontrarnos con el viejo amigo argentino, el
doctor Abraham Mosovish y con nuestro director en la Clínica Infantil Worcester Child
Guidance Center, doctor Wainrev y otros muchos amigos. No salimos mucho a pasear,
estábamos muy interesados en las conferencias, sólo visitamos a Jorge Ramón y Mariza
y por supuesto a la hermana de Ramón que estaba con ellos. Este era por lo menos
nuestro quinto viaje a esa bella capital, que en mayo estaba esplendorosa.
En 1987, Ramón me llevó con él a Nueva York donde se celebraba la Conferencia de
la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y de la Asociación Americana de
Psiquiatría. Acompañé a Ramón a las sesiones científicas y él me llevó a visitar la
famosa estatua de la libertad, que si ustedes recuerdan, yo no pude visitar en el 1953.
Al fin pude yo conocer a esta Gran Señora, que da la bienvenida a los viajeros, “Miss
Liberty” es un elegante y cómodo barco con tres divisiones, al salir del embarcadero a la
bahía, la vista es soberbia, con el sol, el mar brilla y se mueve como plata derretida, y la
vista de la silueta de los rascacielos que rodean al barco al reflejarse sobre el agua es
maravillosa. Íbamos acercándonos cada vez más a esa belleza colosal, vestida de verde
que representa y da la bienvenida a la libertad. A medida que nos acercábamos, la bella
señora se iba agigantando y no fue hasta que pasó un helicóptero debajo de su cabeza,
que nos dimos cuenta de su gran tamaño, pues mide 151 pies de altura y se eleva sobre
un pedestal de 155 pies. Fue diseñada en 1884 por Augusto Bartoldi y fue obsequiada a
los Estados Unidos por los habitantes de Francia como un símbolo de amistad entre los
dos países. El brazo derecho de esta estatua mide 42 pies de largo. La estatua pesa
450.000 libras. 14 personas se pueden parar sobre su cabeza. En la antorcha pueden
estar doce personas. El verla de cerca es una experiencia única, cada dedo es
gigantesco y su simbolismo emociona tanto como su nombre: “La estatua de la libertad”.
Construida en Francia, fue traída a Estados Unidos en barco y en varias piezas, fue
auspiciado por Edward Renee de la Boulargelia, un profesor y político.
En Nueva York todo es gigantesco, sus rascacielos, sus torres, sus calles, la multitud
de gente que polula de un lado al otro. Esta vez, Jorge Ramón, que estaba de
Embajador de las Naciones Unidas, nos invitó a cenar y nos llevó al teatro a ver “Los
Miserables”, una obra maravillosa que sacude el alma. Con Ramón casi no perdimos
sesiones de la conferencia ya que, como siempre, se discutían cosas interesantísimas.
Entre las cosas que yo guardo, y guardo casi todas las cosas, encontré un papelito
que yo le puse a Ramón el domingo 13 de septiembre en que le decía: “Buffet de 12:00
a 01:00, Panic Disorder Simposium de la 01:00 a las 04:00 en el Nueva York Hilton
Grand Ball Room, sexto piso. Amor ahí estaré, si quiere viene a comer conmigo y luego
se regresa al suyo. Besos, su Tanchis”.
349
Con frecuencia, durante algunas conferencias, nos separábamos para tener más
variedad en los programas y después, él me daba un resumen de lo que oía y yo le
daba un resumen de la conferencia a la que yo asistía.
OTROS VIAJES Y CONFERENCIAS
Del 12 al 17 de mayo de 1990, tuvo lugar en Nueva York, la 143° Convención Anual
de la Asociación Psiquiátrica Americana y Ramón me invitó como otras veces a
acompañarlo. La convención tuvo lugar en el Jocobo K. Javits Centro de Convenciones.
Como todo lo de Nueva York es inimaginablemente gigantesco, cubre 1, 000,000.00
pies cuadrados y acomodan 85,000 personas, tiene 100 salas para reuniones, y hay un
salón que acomoda más de 2000 personas para cenas y almuerzos.
Pasamos muy ocupados y caminamos miles de millas moviéndonos de un salón a
otro donde eran las conferencias que queríamos oír. Estábamos en un hotel cercano y
Ramón compró algunos libros. Un día, como programas para las damas, nos llevaron de
compras, yo encontré dos trajecitos sastres para invierno pues pronto regresaríamos a
los Estados Unidos, las compras fueron en un barrio judío y aquí vimos a los ortodoxos
judíos con abrigos negros largos, algunos con barbas también muy largas, y algunos
con dos colochitos más bien rizos también largos que les caían desde arriba de las
orejas. Estos son usados sólo por los hombres. También nos llevaron esa tarde a hacer
un recorrido por el Empire State y otros monumentos igualmente fabulosos.
Durante estas conferencias siempre hay muchos programas sociales, banquetes,
almuerzos, etc. Siempre se esmeran en atender a los convencionales y sus esposas.
Regresamos encantados de las conferencias, de los programas científicos y las
visitas a Nueva York que son siempre una gran experiencia.
BOSTON REVISITADO
Mayo 18 de 1990
Después de Nueva York nos fuimos a Boston.
Boston es una mezcla de muchos mundos. Ciudad activa y moderna donde se
encuentran la amistad y el encanto antes encontrado sólo en las villas de Nueva
Inglaterra.
Combinación de vidrio y cemento en las altas torres que quieren arañar el
firmamento, pero todavía se encuentran las encantadoras casas en marcos de madera
en algunas de sus angostas y retorcidas callecitas que nos recuerdan el pasado. Dicen
que es mezcla de muchos mundos pues aquí también hay muchísimos de los antiguos
edificios y monumentos de la Boston pasada.
En el mundo de la educación, la medicina, ciencia e industria, Boston ocupa el primer
lugar. Ésta es en realidad una ciudad extraordinaria que ha dado a Norte América 6
presidentes y algunos de los líderes más notables.
Fue el lugar donde nació la libertad americana. La casa de Paul Revere y la Plaza de
Luxemburgo con sus luces de gas y calles de piedra, en el Hall de las Banderas se
guardan las banderas llevadas por los soldados de Massachussets durante la guerra de
la independencia. Todos estos son monumentos recordando la lucha por alcanzarla.
En nuestro recorrido por la ciudad nos detuvimos en muchos sitios, como en la vieja
Iglesia del Norte. Nos detuvimos en las famosas universidades: Harvard, donde estuvo
350
Ramón y Boston University, mi alma matter. Vimos miles de estudiantes yendo y
viniendo. También fuimos al Boston Gardens, bellísimo jardín como de 25 acres. Los
famosos jardines públicos Boston Public Garden con sus bellísimas flores. Vimos el
Sheraton Boston con sus 29 pisos y es uno de los más populares centros de
convenciones que tiene capacidad para miles de asientos.
Fue una gran experiencia revisitar la Biblioteca Pública de Boston que fue la primera
Biblioteca Municipal más grande establecida en América, en ella y sus ramas se
encuentran más de dos millones de volúmenes. Nos detuvimos a admirar las pinturas
más antiguas instaladas desde el año 1895, con sus leyendas sobre temas sagrados
como el Santo Cáliz donde José de Arimatea y otros discípulos recogieron la sagrada
sangre de Jesús. Son más de 10 pinturas ilustrando las leyendas de ese entonces.
La biblioteca nos pareció como una gigantesca catedral, de arquitectura bellísima y
con sus centenares de arte y libros maravillosos.
Que experiencia la mía al volver después de más de 30 años. Fue como retroceder el
reloj de mi existencia a aquel tiempo en que fui tan feliz como madre, como esposa,
como amiga y como estudiante. De nuestros antiguos amigos, ninguno vivía en Boston.
Los del Bosque están en Suiza, los Fernández Rivas en Filadelfia, los Hare andaban en
ese tiempo por Algeria. Pero la ciudad amiga estaba ahí, acogedora y casi sin haber
cambiado. Pasamos y nos detuvimos por los lugares familiares: 409 Beacon Street,
donde vivimos casi un año, estaba igual, sólo más carros estacionados en la calle. Mi
admirado Río Charles me hizo recordar cuando en las tarde de verano, íbamos con Rey
primero y luego también con él y su hermano Oscar a ver las regatas y a jugar en sus
orillas. Otro día fuimos al Boston Commons y al parque donde están los Barcos Cisnes o
los Cisnes Barcos y aquí mis recuerdos se hicieron más vívidos, ya que lo frecuentamos
mucho cuando mamá nos visitaba y Rey estaba muy chiquito, llevábamos a Rey en los
cisnes y gozábamos también viéndolo corretear en los jardines durante el verano y jugar
en la nieve en el invierno, una vez, una ardillita vino a posar con él mientras le
tomábamos una fotografía. Cerré los ojos como para recapturar el pasado, las lágrimas
me rodaban por las mejillas mientras miraba la maravillosa película de mi pasado. A
donde posaba la vista, todo estaba igual, los tulipanes en el mismo sitio, todo, todo
exactamente igual, sólo yo había cambiado, y sin embargo era la misma, las mismas
emociones, los mismos pensamientos y sentimientos. Dicen que recordar es volver a
vivir, así que Boston nos revivió. Ramón también gozó en nuestro recorrido y él fue
quien escogió los lugares que nos traerían dulces recuerdos. Cuando regresamos a
Tegucigalpa, encontré en una recepción a nuestra amiga Joselina Coello y al saludarme
me dijo: “Tanchis, tú nos traicionaste”, no sabía yo a lo que se refería y le dije: “pero que
hice yo si ni siquiera he estado aquí”, y ella me dijo: “precisamente eso fue lo que
hiciste, te fuiste y tú eras nuestra candidata para madre de Honduras”. Cuando fui
escogida como madre de la Unión de Esposas de Médicos ese mayo, no se me cruzó
por la mente que podría llegar a ser madre de Honduras.
351
CAPITULO LVI
NUESTRO ÚLTIMO AÑO EN HONDURAS
Nuestro último año en Honduras fue uno de los más satisfactorios e inolvidables que
hemos tenido. Pareciera que nos querían despedir llenándonos de honores.
En 1990, la Unión de Esposas de Médicos en Tegucigalpa me eligió madre de la
UDMT y otros grupos, según me dijo Joselina, querían hacerme la madre de Honduras
profesional, pero yo estaba en Nueva York donde acompañé a Ramón y luego nos
fuimos a Boston.
En septiembre de ese mismo año, una asociación pequeña de mi pueblo me escogió
como Hija Predilecta de Marcala, además de eso, ya he relatado como fueron de
sentidas y de lindas las despedidas que me hicieron las damas rotarias y las esposas de
médicos. Todas estas muestras de cariño me llenaron de emoción y de gratitud.
Ramón fue aceptado como miembro de la Academia de Geografía e Historia de
Honduras. En noviembre le otorgaron el premio en Ciencias y fue honrado con la
condecoración “José Cecilio del Valle”, puesta por el presidente José Leonardo Callejas
en el Palacio Presidencial.
RAMÓN ES INCORPORADO A LA ACADEMIA DE CIENCIAS DE HONDURAS
Para la gente amiga y parientes que no podían asistir al acto por ser el salón muy
pequeño, habíamos arreglado en nuestra casa una recepción. Así que cuando
entramos, la casa estaba llena de gente y de felicitaciones. Habíamos contratado un
352
camarógrafo además del oficial, pues queríamos un video completo. El tal señor llegó
muy tarde, pero tenemos el video de la recepción en nuestra casa que resultó muy
alegre y como dije muy concurrida. En una de las tomas en el video, hay un grupo
formado por Oswaldo López Arellano, Napoleón Alcerro, Hernán Corrales Padilla y
Ramón Alcerro Castro riéndose mucho, de seguro de los chistes que se estaban
contando.
Este es el decreto comunicándole a Ramón que había ganado el premio en ciencias
y decía:
Acuerdo No. 6476-EP-90 Comayagüela D.C. 6 de noviembre de 1990. –El Presidente
de la República,
Considerando: Que el Congreso Nacional por decreto No. 100 de fecha 11 de
octubre de 1967 creó los premios Nacionales de Ciencias “José Cecilio del Valle”, de
literatura “Ramón Rosa” y de arte “Pablo Zelaya Cierra”, que se otorgan anualmente a
Hondureños cuyas sobresalientes ejecutorias en sus respectivos campos gozan del
reconocimiento general, transcienden nacional e internacionalmente y enaltecen el
nombre de la Patria.
Considerando: Que el jurado calificador integrado al efecto, después de realizar un
riguroso análisis de la labor desarrollada por la personas propuestas para este premio,
de acuerdo a los criterios de evaluación establecidos para su adjudicación; acordó
otorgar al ciudadano RAMÓN ALCERRO CASTRO el premio nacional de ciencias
“JOSE CECILIO DEL VALLE” en vista de las evidencias presentadas consistentes en
trabajo de Investigación Científica en el Campo de la Psiquiatría, Historia de la Medicina,
Salud Mental y Salud Pública, las que han sido publicadas en libros y revistas a nivel
nacional e internacional.
POR TANTO: En uso de las facultades que la ley le confiera
ACUERDA
1. Entregar en Ceremonia Especial el Premio Nacional de Ciencias “JOSE CECILIO
DEL VALLE 1990” consistente en medalla de oro, pergamino de honor y 2000.00
lempiras en efectivo al ciudadano Ramón Alcerro Castro.
2. El gasto se imputará al programa 105, sub-programa, será una Actividad 04,
Fondo 01, renglón 007, clave PAD 07470, Objeto 714. COMUNÍQUESE (F) RAFAEL
LEONARDO CALLEJAS ROMERO.- EL SECRETARIO DE ESTADO EN EL
DESPACHO DE EDUCACION PUBLICA, (F) JAIME MARTINEZ GUZMAN.
Atentamente,
OSCAR ALFONZO MEJIA URQUÍA
OFICIAL MAYOR
Los rotarios también nos dieron a los dos una especial y sentida despedida.
En esos días también fue invitado Ramón a ser miembro de la Sociedad de
Intelectuales Americanos llamada: “Los Cóndores de América”.
Unos meses antes, en 1989, yo me decidí a publicar mi librito “Mis Dos Mundos” y
tuve muchos elogios.
353
354
RAMÓN FUE INCORPORADO A LA UNIÓN DE CONDORES DE LAS AMERICAS
Todo esto fue la culminación de nuestra permanencia en Honduras por 13 años que
sentimos fue maravillosa y nos llenó de gran gozo. Nos envolvimos en muchas cosas y
con gentes muy interesantes. Todo iba bien con nosotros como siempre, nuestra casa
para nosotros bella, nuestro hospital había alcanzado un alto grado de cuidados y
servicios que Ramón con arduo trabajo logró alcanzar.
Nuestra finca de café iba creciendo como muchos de nuestros proyectos, pero los
hijos y los nietos iban creciendo lejos de nosotros y ellos fueron un imán que nos atraía
de nuevo a California.
Así que vendimos casa, hospital, y otros terrenos y nos fuimos a ese otro mundo
nuestro.
355
RAMÓN RECIBÍO DE MANOS DEL PRESIDENTE DE HONDURAS EL
PREMIO NACIONAL DE CIENCIAS, 1990 “JOSE CECILIO DEL VALLE”
EL PRESIDENTE DE HONDURAS, CONDECONRANDO A RAMÓN CON EL
PREMIO “JOSE CECILIO DEL VALLE”
356
En la narrativa que antes mencionamos, Ramón habla de nuestro traslado así: “pero
nuestros tres hijos habían decidido no regresar a Honduras. El menor de ellos, Rey, ha
vivido en Estados Unidos desde que tenía un año y medio. Tenemos una buena excusa
para seguir siendo humildes renunciando a la dulce vida de independencia y trabajo
agradable en Honduras. Yo siempre mantuve mi licencia para practicar medicina en
California, la he tenido desde 1960. Vendimos nuestra preciosa casa en Honduras,
compramos un condominio en el Lawrence Wells Country Club en Cathedral City. Ya he
dicho el resto de la historia al principio de esta narrativa hasta el 2005, pero dejé afuera
la felicidad que experimentamos al vivir cerca de nuestros tres muchachos, nuestras tres
nueras, y nuestros 6 nietos. Por otro lado, todavía sentimos el dolor de haber perdido a
Sandra, nuestra hija; ella vivía en Costa Rica”. Todo eso dice Ramón. Digo yo: tal vez
queríamos tomar un respiro de la vida tan ocupada durante estos 13 años, tal vez
creemos que vamos a tomar un paso más despacioso ya que hemos aumentado en
años. Yo digo que así como papaíto nos haló a Honduras cuando ya tenía 93 años,
ahora que él no está, sentimos que los nietos nos halan a que regresemos a California.
Mis sentimientos los expreso en esas reflexiones que siguen.
REFLEXIONES
Escritas el 15 de octubre de 1990, en nuestra casa de la Granja, en Comayagüela.
Estoy evaluando estos días en que mis sentimientos son tan encontrados, sólo me
ayuda el apoyarme en mis experiencias de que a donde yo he ido antes, sea donde sea,
357
he encontrado inmensas satisfacciones y nuevos retos. A veces pienso: pero ahora ya
tengo 66 años, sin embargo, fuera de los dolorcitos del cuerpo que se sienten a veces y
que deben tener la misión de recordarme que los años pasan, yo me siento joven, creo
que no me miro vieja y Ramón con sus bromas presentándome como su nieta, no deja
de halagarme; pero la realidad es que muchos años han pasado desde que fui niña. A
ratos bendigo partes mías que siguen siendo de niña: gozo con las cosas sencillas,
como recoger piedritas, conchas, con admirar las gotas de agua convertirse en
diamantes con la luz del sol, gozo metiendo los pies en una quebrada, gozo también con
las películas de niños, no de muñequitos pero si las otras y las de Tarzán siempre me
han gustado, me encantan mis muñecas y cuantas otras cosas más.
Pero hay tiempos, o mejor dicho ratitos, en que me he sentido abrumada de que
hacer y pienso que ya no es tiempo de pasar tan atareada. ¿Adivinen quién es entonces
mi inspiración? Recuerdo en esos momentos que Mr. Bush padre, Presidente de
Estados Unidos, es de mi edad y lleva uno de los trabajos más complicados y con mayor
responsabilidades, quizá del mundo entero y eso me hace pensar que todavía hay
mucho por hacer sobre todo, mucho que hacer por los demás.
Veo que todavía no he dicho la razón de estas cavilaciones. Desde que regresamos
de Estados Unidos en 1977, pensábamos que veníamos a Honduras por unos 6 u 8
años y ya van 13 años. Queríamos entonces venir a ver que más podíamos hacer por
nuestro Honduras. ¿Cuáles eran las razones que tuvimos para regresar a Honduras en
1977? Ramón ya no quería estar detrás de un escritorio promoviendo programas de
salud mental, dando consultoría o simplemente viendo pacientes con problemas
emocionales. Habíamos dicho siempre que, al terminar el último de los hijos su
universidad, regresaríamos al Terruño. En parte sería un retiro del trabajo de allá y en
parte en busca de nuevas ocupaciones, sobre todo, Ramón soñaba con envolverse en
la vida del campo y de los campesinos.
Nuestro hijo Rey se graduó en junio de 1977 en la Universidad de California en Los
Ángeles, la misma donde su papá llegó a trabajar al venirnos de Massachussets. Rey se
graduó en Economía y en Antropología. Trabajó 10 años en gerencia y en
administración de empresas pero ahora ya está por terminar otra carrera tan disímil a lo
que estudio, pero más a tono con los intereses de su padre y los míos: “medicina natural
o quiropráctica”, en menos de un año ya estará recibiendo su título de doctor.
Pero siempre me disgrego de las razones de mis cavilaciones presentes: al fin, el
tiempo de regresar está llegando, pero nos hemos metido en tantas y tantas inversiones
que el desenrollarse ha costado. Hicimos una casa, para mí, bellísima, que hemos
gozado mucho en compañía de nuestros amigos, compró Ramón el Centro Médico
Hondureño, también compró una finca en Marcala y, como todo lo que él hace, está
preciosa y ya nos daba como 1000 quintales de café oro, también la vendimos.
El hospital se está vendiendo, ya sólo nos falta vender la casa y un terreno de al
lado, éste último no nos estorbaría. Hay dos personas más interesadas en la casa, por
dicha yo sabía desde que la hicimos que no sería mi casa para siempre. Tengo la suerte
de que Ramón compró hace muchos años la casa de mis padres en Marcala y me la
regaló, esa será mi base y donde dejaré mis tesoros que no podré, ni quiero vender y
que no puedo llevarme. Mi consuelo al pensar en irme es que podremos venir a la casa
358
solariega que me da a mí tanta paz al sólo entrar en ella y a la que yo considero como
mi caja de bellos recuerdos.
Ya empecé a empacar ciertas cosas, pero qué difícil para mí, todo tiene una historia,
un recuerdo, con decirles que guardo el vestido con que fui a la graduación de Ramón
en Pittsburgh en 1956 y que guardo 6 copas de champagne de cuando me gradué en
1943. En este momento que escribo, detengo mis ojos en una esquina de la sala, sobre
una hoja grande que encontré en Roatan hace por lo menos 6 años y sobre las que
tengo caracoles y piedritas que coleccioné en ese lugar, y lo que más me maravilla es
que las hojas están firmes y completas y se han tornado como de una consistencia
parecida al papiro. A donde vuelvo mis ojos encuentro tesoros, en una vitrina, en la sala,
veo dos platos bellos de porcelana enmarcados en mimbre y pintados con motivos
chinos, estos dos platos fueron regalo del doctor José Jorge Callejas y de Doña Adela,
su esposa, en 1950. Por otro lado veo una muñeca, una campesina irlandesa, por su
traje y sus mejillas rosadas, yo la llamo así, está cargando en su espalda un canasto de
flores y fue un regalo de Tico Andonie en 1949. Y veo la bella porcelana francesa en la
mesa del centro, es un desnudo artístico de una mujer comiéndose un gajo de uvas,
este fue un regalo del doctor Urbaño Quezada y de su esposa Esperancita, allá por el
año1951. Casi todos estos adornos han ido conmigo a todos lados, Boston, Worcester,
Los Ángeles y luego, de regreso a Honduras ¿y ahora cuántos me podré llevar? Por
dicha, en la casa de Marcala dejaré muchas cosas. Sé que tendré que vender algunas y
para mí, esto es muy difícil, nunca he podido vender para mi beneficio ni un par de
medias, hago esta aclaración porque para caridad he vendido tarjetas, tiquetes,
números para rifas, etc. y para eso si soy buena vendedora, ya que esas actividades
han sido para caridad. Pero vender mis cosas, aunque ya no las ocupe, me parece una
deslealtad hacia ellas, que me han servido tanto y que han sido mis compañeras. Yo
adoro mis mesas, mis sillas, todo lo que tengo y tengo que hacer el gran trabajo de
convencer a mi conciencia mientras hago la primera venta. Todas las veces que nos
hemos ido de un sitio a otro, he tenido el placer de dejar con mis amigas o con mi familia
mis cosas, regalarlas, pero ahora necesitaré dólares para comprar todo en nuestra
nueva casa…dinero, dinero… tan bello y puro que era el mundo cuando no lo había.
Así pues tengo sentimientos encontrados.
Me gusta Honduras, he sido muy feliz aquí y creo que he contribuido por lo menos
con un granito de arena a aliviar el dolor de los que sufren y dar alegría a otros grupos.
He gozado mi familia, mis amigos, pero el seguir posponiendo el viaje es muy estresante
para mí que tengo que desmantelar la casa y en este proceso, pensar en lo que cada
objeto representa para mí. Yo sé que se me hace muy difícil decir adiós aunque no se
me hagan difíciles los nuevos encuentros y las nuevas experiencias. Me duele hasta
cuando una flor se marchita o se me muere una planta, pero también sé que tengo
inmensos poderes de recuperación, ya bien probados al haber perdido a mis padres y a
algunos de mis hermanos y el tener que dejar mi familia, amigos, trabajos, cada vez que
me he tenido que mover de un lugar al otro.
Estos 13 años en Honduras han sido de actividad frenética con todos nuestros
trabajos y voluntariados, Ramón sobre todo ha puesto años enteros en su lucha contra
el polio y yo he tenido mis propios proyectos además de los que hago con las
sociedades a que pertenezco. Yo he ido por 7 años al asilo de inválidos y ellos
359
consideran que yo soy su familia así que me dolerá inmensamente despedirme de ellos,
también he visitado la sala de desnutridos por lo menos tres años y medio y el dejar
nuestro Grupo Interdisciplinario, será una gran pérdida y dolor para nosotros. Será muy
duro decir adiós a mis compañeras rotarias, a las esposas de médicos, y a mis grandes
y viejos amigos de toda la vida como Minita de Villeda, Julita Medina, los Raudales,
Asdrubal y Clementina, los López Arellano, Gloria y Oswaldo, los Alcerro Díaz, los
Andonie Fernández y sus familias, Miguel y familia, Juan y familia y no digamos mis
cuñados, mis primos, mis tíos, mis sobrinos y sobre todo mis hermanos, algunos ya muy
mayores y no muy sanos y mis clientes, niños y adultos, a todos tendré que decirles
adiós. Será muy duro el despegue como esperanzador el regreso a tierras que
aprendimos a amar, regresar a amigos de tantos años y sobre todo, estar cerca de los
hijos, sus compañeras y nuestros nietos que han ido creciendo lejos de nosotros. Como
digo, al final habrá compensaciones, tenemos que aprender que el dolor y la alegría no
se pueden separar.
Cada día me convenzo más de que Ramón y yo, además de aventureros, somos
muy atrevidos, hacemos cambios, nos desarraigamos, pero nos adaptamos
maravillosamente a lo nuevo, al trasplante, gozamos el cambio.
Mis sobrinas se ríen de mí cuando les digo que uno de los alicientes de irme es que
allá no necesitaré trabajadora y que no quiero hacerme viejita inútil en Honduras, les
recuerdo que todos los hijos están en Los Ángeles, además hace mucho tiempo que yo
mantengo la idea de que es preferible estar en una casa de viejos o de enfermos si
estamos enfermos, que pasar solos en una casa sin encontrar alguien confiable que la
maneje y que cuide de gente enferma o desvalida, yo siempre pienso que, aunque se
encontrara una buena trabajadora, sería una vida triste y solitaria cuando las personas
tienen que estar recluidas en su casa. Mi trabajo en Los Ángeles me llevó a conducir
grupos en unas casas de retirados y de convalecientes y vi siempre el ambiente de
alegría. Los comedores eran llenos de luz, los dormitorios son muy cómodos y había
muchas actividades, esto que eran casas para gente sin recursos. Así que mi futuro, si
vivo mucho, será de ir a una casa agradable de retirados, Ramón siempre me hace la
broma de que pasaré de los 100 años, ya que en mi familia ha habido muchos que casi
llegan al siglo, empezando por el abuelo de mi papá que murió de viejito y no saben ni
de cuantos años, pues no habían registros entonces. Yo espero y ruego que yo no
llegue a muy vieja, no sería igual la vida sin mi Ramón si él se me va primero.
Los dos hablamos de la muerte con naturalidad y de lo que queremos que se haga y
a donde queremos quedar. Yo le digo que no quiero velorio, nunca le he encontrado la
gracia que gente que nunca tiene tiempo para visitarnos cuando estamos vivos se
vengan de lugares lejanos a vernos cuando estamos muertos. Para mí, la muerte es
algo muy íntimo que se puede convertir en una experiencia muy bella si estamos con la
gente que amamos y en la intimidad. No quiero ataúd caro ni entierro caro, cuatro tablas
de pino serían suficientes para mí, el problema es que ya no hay pinos, le pido a Ramón
que, lo que economice en lujos de entierro caro, se los de mejor a mis desnutridos.
Quiero que me entierren con nuestra pieza “El Poder del Amor”. No es broma, estoy
segura que lo oiré y que querré bailar con Ramón y abrazarlo. Bromeamos, pero
también hablamos en serio de la muerte, como la vida ha sido dulce y llena, no le
tememos y yo quiero seguir viéndola como una amiga, yo creo que si no peleamos
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contra ella, tal vez la transición es más suave. El doctor Vicente Mejía Colindrez solía
decir: “¿qué haríamos si no hubiera muerte? Ella viene a liberarnos del dolor o de una
vejez, o de una enfermedad muy larga y penosa”.
361
CAPITULO LVII
VIAJES DIVERSOS DURANTE NUESTRA PERMANENCIA EN
HONDURAS
Viaje a Islas de la Bahía
Estábamos recién llegados a Tegucigalpa cuando la encantadora y entusiasta pareja
que forman Irma Cobos y Paco Maradiaga nos invitaron para ir a pasar una semana
santa a Roatan. Ramón ya estaba mejor organizado en el Centro Médico y aceptó
encantado la oportunidad de visitar esa sección tan bella del país donde no habíamos
estado. Íbamos en este viaje Irma, Paco y su familia, Auristela Contreras, mamá
Chelina, Mario y Yoyita Cobos y sus hijos y nosotros dos. Estaba listo el Yatch Club
esperándonos, ahí habían varias piezas para alquilar y también restaurante, nos
acomodamos muy bien y alquilamos un bus para que nos llevara a todas las
excursiones que tomaríamos, a buscar playas para pasar el día.
A cada familia le tocaba arreglar un día a la semana, almuerzo los que comíamos en
las excursiones y todos los días teníamos paseos, el desayuno y la cena lo hacíamos en
el restaurante del Yatch Club, fuimos a conocer Guanaja, y todos los días buscábamos
playas apropiadas para pasar el día y meternos al mar. Otros días queríamos aprender
a bucear, yo nunca pude hacerlo, pues me hundía y tragaba agua, pero me divertía de
otro modo, colectando una variedad de conchitas y también piedritas, los que se metían
al fondo nos regalaban con cosas que sacaban de adentro y a mí me regalaron dos
caracoles grandes de los rosados que tienen una forma bonita. Pasábamos felices,
parecíamos contentos escueleros en el bus cantando y bromeando, fueron 8 días
deliciosos, gozando de la camaradería, del agua tibia y clara, de las playas blancas, del
tibio sol y de los paisajes tropicales embellecidos por las puestas de sol que nos
bañaban de colores.
VIAJE A BELGICA Y A ESPAÑA
En 1981
En el año 1976, cuando viajamos a Europa ya no llegamos a Bélgica. El doctor Hugo
del Bosque y su esposa Godelieve, son los amigos nuestros de Sausalito, California, y
vinieron a vernos a Honduras. Unos años antes, ya ellos estaban viviendo en Bélgica,
en esa oportunidad ellos nos invitaron a que fuéramos a verlos.
En 1981, pensó Ramón que era tiempo de aceptar su invitación y también queríamos
ver de nuevo a don Pepe y a Pierrette Barreno en Madrid, nuestros amigos desde 1950,
así que Ramón arregló un viaje precioso para los dos países, viajaríamos por aire y por
tierra.
Volamos de Tegucigalpa a Bruselas el 31 de agosto de 1981, los amigos del Bosque
nos esperaban en el aeropuerto y nos llevaron a su linda casa en 43 Rue Pare
Edbroyed, una casa de esquina enorme de dos plantas, con unos jardines muy bien
cultivados. La casa era muy cómoda y estaba arreglada con un gusto exquisito por sus
362
dueños. Recuerdo la casa linda que ellos tenían en Sausalito, California, en Spencer
Court, era estilo español con grandes terrazas y arboledas y la vista más completa de la
Bahía y del Golden Gate Bridge, ellos dejaron California y se fueron a Europa ahí por
1970.
En Bélgica, nos acomodaron en la planta de arriba, donde nadie más vivía y desde el
día siguiente nos llevaron a conocer la interesante ciudad de Bruselas. Almorzamos en
la plaza principal rodeada de elegantes edificios y con mucho movimiento de carros, de
bicicletas y muchos turistas tomando fotografías. Visitamos el Palacio Real, la iglesia de
San Nicolás, el Museo Principal y otros muchos interesantes y lindos lugares. Al tercer
día nos llevaron a Brugges (Brujas), donde el tiempo se ha detenido desde la época
medieval. Vimos el famoso Beguinage, así eran llamadas las niñas jóvenes dedicadas a
lavar ropa. Después se cambió el nombre, aunque se usó para niñas de clase muy alta
durante el renacimiento, residían ahí las viudas aristócratas y volvieron a ponerle el
nombre Beguinage. Las viudas se refugiaban y llevaban una vida casi monástica. Vimos
los bellos lagos donde los cisnes se deslizan llenos de gracia, fuimos a La Plaza y luego
al Monasterio de la Viña, al Town House con su esplendoroso Gothic Hall o pasillo
gótico. Vimos aquí también bellas esculturas, nos encantó la Madona y el niño de Miguel
Ángel y cuantas pero cuantas cosas más. Brujas es en realidad un lugar embrujado y
encantado.
Paseamos al día siguiente viendo algo de la campiña Belga y por todos lados vimos
flores y jardines, en todas estas excursiones, mientras Godelieve y yo platicábamos,
Hugo y Ramón platicaron mucho sobre psiquiatría, política europea y sucesos en
Estados Unidos. Al cuarto día tomamos el avión para España.
BELGICA
Es un país pequeño situado al noroccidente de Europa. Sus fronteras con Francia,
Holanda y Alemania han sido de gran utilidad para su comercio, pero de gran peligro
cuando lo han convertido en campo de batalla durante las guerras. Está separado de
Inglaterra por una pequeña faja de mar del norte, este canal apenas tiene 30 kilómetros
y pico de extensión. La población del país es de 10 millones, es considerado uno de los
países más poblados del mundo. Su gente y su idioma están divididos en dos grupos:
los que viven en el norte son flamencos y hablan en danés. La sección del sur habla en
francés. Los dos grupos son muy diferentes y pasan en constante fricción. Estos dos
grupos ocupan parte de Bruselas que es la capital.
El país ha sufrido grandes destrucciones durante las dos guerras mundiales, pero
después de la segunda guerra mundial, Bélgica se convirtió en un centro internacional
tanto económico como político, tanto, que la organización de las comunidades europeas
y NATO tienen su asiento en Bélgica.
Bélgica ha sido poblada desde tiempos antiguos-prehistóricos.
Durante los 100 años A.C., Tribus Celtas se establecieron en su territorio. Cuando los
romanos tomaron Bélgica 50 años A.C. llamaron Galia a esta sección. El 90% de sus
habitantes son católicos.
363
BRUSELAS.
La capital de Bélgica es una ciudad muy extensa, con casi un millón de habitantes.
Está considerada como la quinta ciudad más grande del país, pero son los suburbios lo
que hacen de la ciudad una metrópoli grande y extendida. Es un centro de gran
actividad económica y política. La ciudad tiene dos lenguajes oficiales el holandés y el
francés. La Gran Plaza es la principal de la ciudad y está bordeada por muy elaborados
y adornados edificios construidos durante los años 1600 y son ocupados por
comerciantes y asociaciones. Su cabildo también es muy antiguo y data desde el 1400,
también está en esa plaza.
La Universidad de Bruselas es actualmente dos instituciones, una para los que
hablan holandés y otra para los que hablan francés y es libre.
La ciudad está adornada por elegantes residencias, muchas iglesias y muchos
edificios gubernamentales que también son joyas arquitectónicas.
Los historiadores no saben cuando fue fundada Bruselas pero ya en el año 900 D.C.
era un importante punto para el comercio danés, francés y alemán.
ESPAÑA
BARCELONA. Llegamos a Barcelona en una tarde fresca de principio de septiembre.
Nos quedamos conociendo 3 días antes de tomar el bus hacia Madrid. Barcelona es una
ciudad elegantísima con más de 3 millones de habitantes. Es la capital de Cataluña,
bella, rica y comercial. Tiene una linda bahía y está situada en la costa del Mediterráneo,
no lejos de Tarragona.
Es la sede de la Diócesis de Tarragona y su primer Obispo fue San Teodosio, que
vivió en el tercer siglo después de Cristo.
Barcelona está envidiablemente situada y es considerada el puerto marítimo más
importante de España. Tiene una parte muy moderna con preciosos edificios que van a
dar a la playa, y la otra muy antigua descrita “como un relieve del siglo 18 con sus
siluetas góticas”. También tiene un Arco del Triunfo, catedrales majestuosas y dicen que
en Barcelona hay más árboles que en ninguna otra ciudad europea. En sus
monumentos se mezclan los estilos. Hay catedrales y murallas romanas, mansiones
estilo renacimiento y barroco que le dan un aire de esplendor desvanecido por los siglos.
Hay un barrio gótico. Vimos la Plaza del Rey y nos pareció maravillosa, lo mismo el
museo de la ciudad, la Iglesia Santa Ágata. Las famosas Ramblas son el corazón y la
actividad de la ciudad. Por todos lados se vive y se respira historia, nos llevaron a las
gradas donde fue recibido Cristóbal Colón al regresar de su viaje al nuevo mundo.
El idioma de Barcelona es el catalán, un lenguaje romántico mezcla del francés y del
español, pero mucha gente habla español y además siendo un lugar cosmopolita, se
oyen muchos otros idiomas. En estos pocos días saboreamos y conocimos algo de este
mundo histórico, ahí tomamos el bus que nos llevaría al resto de nuestra excursión. Este
bus era muy cómodo, con aire acondicionado, servicios sanitarios, asientos
confortables, estaba lleno de turistas de varios países del mundo cuando nosotros lo
abordamos. Pronto empezamos a platicar con las personas que estaban cerca y nos
hicimos amigos de dos australianas, madre e hija quienes eran muy conversadoras. Con
ellas nos escribimos por algún tiempo después. También nos gustó platicar con dos
señoras de Israel que viajaban juntas, con ellas también nos escribimos y cuando fuimos
364
a Israel las buscamos, pero ya una había muerto. Las canciones de moda eran las de
Julio Iglesias con su manera tan peculiar y suave de cantar, nos gustaron mucho y las
aprendimos, pues las oíamos todos los días. Nos deteníamos en lugares de interés y
almorzábamos en los paradores, estos son comedores para los viajeros, creo que
algunos también tenían dormitorios para pasar la noche. Las comidas eran abundantes,
variadas y eran precedidas por una serie de bocadillos servidos en platitos que yo
encontré sabrosos y por lo general ya no necesitaba de otra comida para estar
satisfecha.
VALENCIA
La primera noche paramos en Valencia. Esta ciudad está situada al este de la
Península Ibérica, a orillas del Mediterráneo. Su historia se remonta a los años 138 D.C.
cuando fue fundada. La ciudad fue motivo de disputas entre Pompeyo y Sartorio y
cuando estaba en poder del último, es decir de Sartorio, Pompeyo la destruyó. Allá por
el 1200, en tiempos de Augusto, la ciudad estaba de nuevo floreciente. Más tarde fue
ocupada por los musulmanes y por poco tiempo, estuvo bajo el dominio del Cid,
volviendo el poder de los mahometanos hasta que el Rey Jaime I de Aragón, la
conquistó definitivamente en el año 1236, cuando la convirtieron en una civilización
occidental. Muchas guerras más la envolvieron, pero al reponerse, empezó a brillar con
esplendor en el arte académico. También participó en la guerra de la independencia y
fue creciendo su importancia y riqueza, producto de la exportación de productos del
campo. Se desarrolló comercialmente y fue asiento de muchas exposiciones nacionales
y regionales.
Valencia, como todas esas ciudades antiguas, presenta la transición de su pasado
tan encantador como la parte moderna con servicios, edificios y muchos
establecimientos comerciales. Su clima y su gente hacen de la ciudad un lugar acogedor
en cualquier época del año.
En Valencia visitamos la Lonja, la Catedral, las Torres de Cuartel y Serrano y los
Jardines Infantiles Municipales, ahí compramos unas dos mineretas en metal con cuerda
y música con la canción Valencia, que yo oía cuando estaba pequeñita. A la salida para
Alicante, vimos los naranjales y otros sembrados.
ALICANTE.
Después de almorzar en otro parador, llegamos a Alicante, nos quedamos en un
hotelito con una vista maravillosa al mar. Es interesante que yo recuerde este hotel y no
los otros, estaba situado en un sitio algo agreste entre pinos y piedras grandes.
Recuerdo hasta el color del dormitorio que era lila pálido, recuerdo la posición de las
camas y una gran ventana con una vista preciosa. Había muchísimos pinos y quedaba
como aislado en medio del bosque, tal vez me hizo gran impresión porque recordé mi
Marcala o quizás El Hatillo, yo adoro los pinos. En Alicante visitamos el castillo de Santa
Bárbara, también en una montañita que subimos a pie, desde arriba la vista del
Mediterráneo es grandiosa. La ciudad está a la orilla del mar y tiene playas bonitas. No
recuerdo nada de su historia, al día siguiente dejamos Alicante pasando por Elche, la
única ciudad europea con un bosque de palmeras. Almorzamos en el puerto Lumbreras
365
y continuamos el viaje hasta Granada, donde pasaríamos la noche y la visitaríamos al
día siguiente.
GRANADA.
Esta ciudad fue fundada por los moros en los años 750 D.C. Ya en el 1200, la ciudad
era un centro de riqueza y de la cultura musulmana.
Fue por muchos años un reino Moro en el sur de España. Granada tiene una
población de 280,592 habitantes y un área cerca de 1200 millas cuadradas. Es la capital
de la provincia de Granada. Entre sus muchas reliquias históricas, está la Catedral de
Granada, adentro de ésta, la Capilla Real, donde están los restos de los grandes
monarcas españoles, Isabela y Fernando. Granada también es el asiento del palacio y
fortaleza Alhambra. Granada tiene muchas fábricas productoras de textiles, cueros,
macarrones y chocolates.
Los moros, quienes conquistaron casi toda España, conquistaron la provincia de
Granada y fundaron la ciudad que se convirtió en su centro y más tarde, en 1238, en un
reino independiente y permaneció siendo la capital de la civilización y academia
musulmana hasta el momento en que España tomo posesión del reino. Isabela y
Fernando aprovecharon los pleitos y desacuerdos entre los jefes musulmanes y
mandaron sus ejércitos venciendo a los musulmanes en 1492.
La ALHAMBRA, tan cantada por los poetas, fue el famoso palacio y fortaleza de los
moros llegados del norte de África. Ellos construyeron este famoso monumento allá por
el año 1248, la Alhambra sigue siendo el más importante y elaborado ejemplo de la
arquitectura islámica en el mundo occidental.
Una gran muralla encierra la Alhambra, que ocupa 14 hectáreas. 35 torres se
levantan de esa gran muralla, que son hechas de ladrillo rojo. Alhambra significa rojo en
árabe. Muchas paredes y cielos están cubiertos por delicados y elaborados trabajos que
a mí me parecían encajes o filigranas. Los jardines de la Alhambra son famosos por sus
cantarinas fuentes y la profusión de flores. También visitamos el Generalife y sus
jardines igualmente bellísimos, yo recuerdo los gajos de rosas cayendo de delicados
árboles, ahí tomamos fotografías, sobre todo en el Jardín de los Leones, admirado por el
labrado de sus columnas, sus biombos y sus fuentes. Este fuerte fue el último bastión
donde los moros se defendieron del ataque de los ejércitos españoles, pero el poder
islámico se derrumbó en 1492.
Nos alejamos con pesar de este mundo lleno de historia y de misterios. Fascinados
por su belleza, dejamos esta maravillosa comarca para llegar a Andalucía.
SEVILLA
Llegamos a Sevilla ya muy tarde. Esta ciudad yace en los bancos del río Guadalquivir
y es uno de los centros históricos más grande de Europa. Cenamos en un restaurante
donde se presentaron los expertos bailarines de flamenco que me hicieron recordar a la
famosa pareja Rosario y Antonio cuando los vimos en Madrid en 1950. En la mañana
fuimos a la Catedral, que es una maravilla con sus arcos y ornamentos, también fuimos
a la Giralda, al Alcázar y sus jardines y al bellísimo barrio de Santa Cruz. También
visitamos la tumba y monumentos a Colón en el panteón. Sevilla guarda los archivos de
Indias, los documentos históricos del continente americano. Los romanos dominaron
366
España por siglos y cambiaron la cara del campo y de pueblos construyendo
acueductos, caminos para unir los poblados, etc., pero los moros tuvieron mayor
impacto en la ciudad de Sevilla. En la tarde libre seguimos conociendo la parte moderna
y observando sus alegres habitantes.
Según la leyenda, Sevilla fue fundado por Hércules y sus orígenes están ligados con
la civilización griega de su era. El punto más importante de su historia fue después del
descubrimiento de América. Salimos de Sevilla a las 9:00 de la mañana.
CORDOBA
Íbamos dirigiéndonos hacia Córdoba, otra señorial y antiquísima ciudad morisca en
España, es la capital de la provincia del mismo nombre y queda 138 kilómetros al norte
de Sevilla.
Los romanos ocuparon Córdoba en el año 206 A.C. La ciudad llegó a ser de gran
importancia en el año 900 D.C. con un centro morisco del arte y de la cultura.
La Catedral de Córdoba es el monumento de mayor importancia en la ciudad, fue
construida como una mezquita en los años 700 y convertida a catedral católica y romana
en 1238. Sus arcos son sostenidos por más de mil pilares de granito y de Ónix, de
mármol y de jade (Jasper).
Córdoba produce fino y suave cuero cordobés. Y sus haciendas cercanas producen
cereales, uvas, aceitunas y variedad de vegetales, la catedral de Córdoba nos maravilló
tanto por su inmensidad como por la magnificencia de los detalles y de los vivos colores.
Fuimos al barrio judío y a la plazuela de Maimónides, donde vimos la estatua del famoso
médico y filósofo judío nacido en Córdoba y fue llamado el Aristóteles y el Santo Tomás
del Judaísmo.
Visitamos el Alcázar de los reyes cristianos y la mezquita en la Plaza de José
Antonio, también el Puente Romano, el museo de Romero de Torres y algunos barrios
típicos. Caminamos por las vetustas calles llenas de historia admirando su arquitectura.
En todas esas ciudades visitadas hasta ahora, encontramos la mayoría de la gente
guapa, saludable, activa, platicadora y muy simpática. Dejamos este otro mundo de
encantamiento histórico y salimos hacia Madrid.
MADRID
Almorzamos en Valdepeña y llegamos al atardecer a Madrid, en la estación de buses
nos esperaban nuestros amigos don Pepe y Pierrete Barreno. Qué alegría volver a
verlos después de casi 32 años y sentir como que el tiempo no había pasado. Esos son
los milagros que hace el amor. Nos llevaron a su lindo piso en General Portier y pronto
llegaron Cristina, su hija y su novio de entonces llamado Pancho. Con los años, Cristina
se casó. Nos tenía una cena deliciosa y después de que platicamos por mucho rato, nos
llevaron al Hotel del Pintor Goya que ellos nos habían reservado. Nos alegramos tanto
de haber hecho ese viaje a verlos porque hace dos años, don Pepe se enfermó y no lo
pudieron salvar.
Con los Barrenos, revisitamos Madrid. ¡Qué cambios los que encontramos! Ellos nos
dijeron que desde que Franco dejó el poder, empezó el desorden. Hay mucho crimen,
corrupción y por supuesto mucha inseguridad. Yo vuelvo a preguntarme ¿Porqué los
humanos no podemos vivir en una democracia, por qué necesitamos una bota encima
367
para portarnos bien? Recuerdo a mis amigas diplomáticas que decían que ellas rogaban
porque a sus esposos los mandaran de Embajadores a Paraguay en tiempos de un
dictador o de otros países con dictadores. Ellas explicaban que en esos lugares podían
andar confiadas, sin miedo a atracos o a ser secuestradas.
Sí, Madrid había cambiado, ya no se miraba limpio por todos lados, pues hay
sobrepoblación e inmigrantes de todas partes del mundo.
El paseo de la Gran Villa tan elegante antes y donde gozábamos tanto viendo pasar
gentes lindas y distinguidas, mujeres bellas mientras saboreábamos una taza de café en
los cafés al aire libre, ya no se miraba. Me decía Pierrette: “hoy no se distingue una
condesa de una trabajadora”. “Esto podía ser ventajoso”, digo yo, si la igualdad no
estuviera solamente en el atuendo y que todas las personas fueran tratadas con
igualdad y dignidad.
Después de la guerra civil que fue cuando nosotros llegamos el 1949, España estaba
todavía herida y débil, pero pronto Madrid se convirtió en otro centro de arte cultural y de
gran importancia comercial. Se reconstruyó lo destruido y se construyeron zonas nuevas
y modernas. Visitamos de nuevo algunos museos y monumentos y palacios grandiosos.
Fuimos a visitar a nuestro mentor y amigo, el Doctor Juan José López Ivor, nos
recibió su esposa con gran cordialidad, nos contó que los hijos manejaban el sanatorio
y clínicas privadas, las que visitamos después. Entonces nos dijo que el doctor estaba
muy delicado, ya casi no conocía a las personas, que ella estaba a cargo de contestar
sus cartas y manejar sus asuntos. La última vez que lo vimos con su acostumbrada
brillantez fue en la Convención Psiquiátrica Mundial de la que él era presidente. Nos
llevó su esposa a saludarlo, pero él ya estaba como alejado de todo. Qué pena. Y dicen
que el Alzheimer se evita usando el cerebro. Y él fue tan activo siempre y muy brillante.
SEGOVIA
Los Barrenos nos llevaron a Segovia de nuevo. Oímos de nuevo la historia folklórica
de que el diablo construyó en una noche el famoso Acueducto de Segovia.
TOLEDO
Con los Barreno fuimos también a Toledo.
Por estar situada estratégicamente, Toledo ha sido perseguida y codiciada por las
distintas civilizaciones que han ocupado a España. Fue la capital de España después de
que Alfonso VI, rey de Castilla, la reconquistó en 1985, desde entonces empezó una
época de enriquecimiento hasta alcanzar su plenitud en los siglos 15 y 16. En el siglo
15, los Reyes Católicos, que sentían predilección por Toledo, eligieron el famoso templo
de San Juan de los Reyes, que nosotros conocimos en esta visita. La mezquita del
Cristo de la Luz, del siglo 10, es la única joya que se conserva intacta.
Hay en la ciudad, infinidad de museos e iglesias reconstruidas con motivos
“cristianos y árabes” con muchísimos puentes, ermitas, etc. En realidad hay una gran
riqueza de reliquias que nos hablan de su gran pasado.
Toledo es uno de los centros más importantes de la Historia Medieval Europea. El
primero que reporto sobre Toledo fue Livius, que lo describió como un pequeño pueblo
fortificado.
368
AVILA.
Cuando llegamos a Ávila, nosotros no hubiéramos sabido que ver primero, pues
había tantas cosas, pero nuestros amigos nos llevaron a los palacios, iglesias y
conventos más importantes. Ávila de Santa Teresa. Ahí vivió ella y su convento está
construido en el solar donde estaba la casa donde ella nació y en el interior del
convento, se guardan muchas reliquias Teresianas. El pequeño jardín está donde era la
casa donde Teresa y sus hermanos jugaban cuando niños. Después vimos el museo
Teresiano que Santa Teresa fundó en 1562 y donde residió por 19 años. Qué bella la
historia de esta Santa que hizo tanto bien.
Ávila es especialmente atractiva, rodeada de elevadas cumbres casi perpetuamente
nevadas. La majestuosidad y belleza de los paisajes hace de esos pueblos, lugares
privilegiados para el verano.
EL VALLE DE LOS CAIDOS
Este maravilloso monumento consiste en una iglesia subterránea más grande que
tres campos de balompié, con una altura del techo cerca de 6 pisos. Esta iglesia es más
grande que el Vaticano y está dentro de una colina. En el interior hay unos túneles
inmensos, convergentes a las naves de una Basílica y el más grande termina en la
tumba del dictador Franco, quien ordenó su construcción. Una serie de columnas define
el arco que forma la plaza, que es grandísima con alta colinas que forman arcos a los
lados. La entrada central es inmensa. Los cronistas han dicho: “Los fascistas arquitectos
han sido criticados por su meta de disminuir al ordinario ser humano, la escala de la
arquitectura reduce a enanos a las gentes como para engrandecer al megalómano
dictador”. Adentro hay un sin número de galerías con arte religiosa.
MADRID
En los años 900 D.C. los moros, gente musulmana, construyeron una fortaleza
llamada Maguerit en el sitio donde hoy es Madrid.
Los españoles cristianos en tiempo del Rey Alfonso VI de León y Castilla liberaron
esta área en 1083.
Madrid permaneció como un pueblo sin importancia hasta 1561, cuando Felipe II la
convirtió en capital de España por estar localizada en el centro. Desde entonces, la
ciudad creció en todas formas y se convirtió en una de las más importantes de la Europa
occidental. Muchos magnates y aristócratas hicieron sus residencias en Madrid, pero el
rápido crecimiento de la población trajo muchos problemas, entre ellos, la pobreza con
sus enfermedades y calamidades. Por fortuna, en 1700, el gobierno empezó a mejorar
servicios de agua y de salubridad en general.
Las fuerzas de Napoleón ocuparon Madrid desde 1808 al 1813. Los españoles
quisieron liberarse, pero su esfuerzo fracasó, pero esto dejó la semilla de descontento y
de deseo de liberación hasta que lo lograron.
Madrid fue el campo de batalla durante la guerra civil que empezó en 1936. Se
libraron encarnizadas batallas entre los loyalistas que apoyaban el gobierno y las
fuerzas rebeldes del general Francisco Franco. Los loyalistas trasladaron la capital a
Valencia en 1936 y a Barcelona en 1937. Al ser derrotados, Franco restableció la capital
en Madrid. Madrid sigue siendo la capital de España. Es el centro geográfico de la
369
Península Ibérica, está a 650 metros sobre el nivel del mar. Sus cielos fueron
magníficamente pintados y dieron fama al mejor pintor de todos los tiempos, don Diego
de Silva Velásquez.
Sus primaveras, con olor a pinos y jaras, son famosas por sus aires y su sol claro y
los otoños con sus tonalidades son llamados “Velazqueños”. Madrid ha crecido y ha
cambiado, tiene 4 millones de habitantes y 300 kilómetros cuadrados en su término
municipal. Se mezcla lo antiguo, lleno de historia, con lo ultra moderno y cada sección
tiene el sello que le dieron sus personalidades reales, o del mundo artístico. Así es que
hay varios Madrides; el gollesco, el Madrid de los Austrias o Felipes, el de los Carlos o
Borbones, el Madrid romántico Isabelino, el de las novelas de Balzac y Dickens, el de
los toreros, de los flamencos.
En este viaje pudimos admirar el Retiro en todo su esplendor y pudimos admirar su
lago lleno y poblado de cisnes y patos, en vez de las grietas que vimos en 1950. El
Retiro es un parque inmenso de 142 hectáreas hacia el centro de la ciudad. La Gran
Plaza en forma de luna nueva es llamada la Puerta del Sol y está en el centro de la
ciudad. La famosa calle de Alcalá sale y se extiende hacia el este de la Puerta del Sol.
Al sur oeste está el Madrid viejo, que es muy pintoresco, con sus calles bien estrechas y
con muchas curvas, esta parte fue construida en 1500. Madrid tiene muchas plazas,
muchas fuentes, grandes museos, siendo el principal, el Museo del Prado. La Plaza de
España es una de las más conocidas. Sus bibliotecas y teatros son preciosos. La vidas
nocturna de Madrid es muy activa, sus restaurantes y cafés al aire libre están llenos
hasta la madrugada. La hora de cena para los madrileños es de 11:00 a la medianoche.
Su gente es bulliciosa y parlanchina. Leí una vez algo divertido acerca de Madrid, decía:
“¿cuándo es que trabajan los madrileños y cuando duermen? Se les encuentra a todas
horas del día y de la noche en grandes tertulias”.
En esta visita, sin embargo, nuestros amigos se quejaban de que ahora se vive en un
corre corre “casi a la americana”.
Después de pasar unos días encantadores que aprovechamos para revisitar y
también conocer nuevos lugares, nos despedimos de nuestros buenos amigos los
Barreno y volamos a casa en Tegucigalpa vía Panamericana.
VIAJE A GUADALAJARA, TASCO Y ACAPULCO En 1984
Guadalajara
Ramón había estado en Guadalajara con los hijos Oscar, Rey y un amiguito que
acompañaba a Rey, desde entonces quedó Ramón encantado de esta ciudad. Y me
había ofrecido que iríamos juntos la siguiente vez. Arregló un itinerario muy lindo.
Visitaríamos primero Guadalajara y ahí teníamos dos amiguitas que habían estado en
Los Ángeles tomando unos cursos en la Universidad de California y Ramón fue quien
las guiaba entonces, se llamaban Mari Cármen y Mari Luisa Gutiérrez. Ahora las dos
están casadas. Cuando estaban en Los Ángeles, nos contaba Mari Cármen que cuando
llamaba su papá, un doctor en dentistería, ella le contaba: “y ayer fui con el doctor
Alcerro”, pero a las varias veces de que el papá oyó esto le dijo: “dime, ¿y qué andas
haciendo con el doctor en ese cerro?” Ella le explicó que Alcerro era el apellido del
doctor. Esta vez conocimos al doctor Gutiérrez y a su esposa y con sus hijas formaban
una familia muy agradable. Mari Cármen ya estaba casada con el doctor Valdéz y tenían
370
dos hijitos. Todos ellos fueron muy finos y las hijas se dedicaron a enseñarnos su bello
pueblo, a mí también me gustó mucho Guadalajara, la encontré una ciudad hermosa
tranquila, con plazas grandes con sus fuentes y una combinación de lo antiguo
tradicional mexicano con partes muy modernas. Nos despedimos de nuestros amigos y
nos fuimos para Tasco.
TAXCO
Este pueblo es muy parecido en su topografía a Tegucigalpa, los dos han sido
pueblos mineros. El hotel que teníamos reservado era casi en el pico de una montaña,
tenía una vista preciosa, pero estaba lloviendo y hacía mucho frío y soplaba mucho
viento, se había venido una ola de mal tiempo y casi presagios de huracanes.
Vimos los artífices de la plata en acción, pero mi sueño de comprar un juego para
café se esfumó con los precios altísimos con que vendían todo, un cuchillito de los más
pequeños que se usan para mantequilla costaba cerca de $200, hasta la cosas
enchapadas en plata que en Los Ángeles se conseguían a precios cómodos, en Taxco,
dónde están las minas de dónde sacan la plata, eran carísimos. No pudimos caminar
mucho conociendo sus callecitas que a pesar del mal tiempo eran invitadoras, porque
hacía mucho frío y como ya he dicho había mucho viento también, después de dos días
dejamos este pueblo minero y seguimos nuestra excursión en un cómodo bus.
Tasco está localizado entre la ciudad de México y Acapulco, es una pintoresca joya
colonial fundada en 1529 por las tropas de Hernán Cortés, comandada por Rodrigo
Castañeda y Miguel Díaz de Aux, quienes llegaron al entonces llamado “Tlachco” en
busca de estaño y zinc para la fabricación de sus armas. En vez de eso, encontraron
una rica veta de plata y oro que aún ahora se siguen explotando.
En la cima de la montaña denominada “La Cantera”, está el famoso complejo
turístico “Monte – Tasco”, que se conecta con la ciudad por un teleférico, le llaman
“Monte Góndola” con vista panorámica, también tiene una carretera de teyolote y
mármol (no se cual es el teyolote). Este complejo tiene su aeropuerto privado, aerolínea
y varias canchas de juegos. También tienen caballos, baños al vapor y muchas más
lujosas conveniencias, es en realidad una “Isla en el Cielo”. Nuestro hotel estaba en su
vecindad.
ACAPULCO
Encontramos Acapulco casi inundado. Al salir de nuestro hotel, creo que era el
Palapa, a la orilla del mar. Todo estaba mojado, pues el huracán pasó durante la noche.
El mar ya estaba quieto y de un color gris, no había sol. Tomamos un taxi que nos llevó
a la parte más alta y donde hay otros hoteles preciosos. Nos quedamos visitando “El
Princess” y ahí almorzamos. En taxi conocimos algo de la ciudad y regresamos a
nuestro hotel y nos regresamos a casa el día siguiente. Aún mojado y triste, percibimos
la belleza de sus playas y el paisaje gris no dejó de ser bello. El mar parecía plata
derretida.
Acapulco ha sido uno de los lugares más de moda y más visitado por turistas. Ha
sido un marco para muchas películas, ya que sus playas tienen una belleza tropical y
son encantadoras. Lástima que el huracán nos impidió gozarlo pero tuvimos suerte de
llegar al día siguiente cuando todo estaba mojado pero en calma.
371
CAPITULO LVIII
VIAJE A SUDAMERICA
De noviembre 3 a Diciembre 1 de 1985
Este fue el segundo viaje de Ramón a Sudamérica y por segunda vez invitado por el
gran amigo y eminente Psiquiatra y Neurólogo Abrahan Mosovich de la Argentina.
Abe, como le decimos, invitó a Ramón para que participara dando una conferencia
en la celebración del 25° aniversario de la Sociedad de Neurología Argentina.
En 1967, Ramón visitó muchos países y esta vez que me llevaba a mí como invitada,
revisitaría unos y conoceríamos juntos otros.
Desde que él regresó la primera vez, ofreció que me llevaría porque el encontró
mucha belleza en esos países y ahora Abe le hacía posible la cristalización de su
ofrecimiento.
La invitación era como invitado oficial de Honduras. Los dos arreglamos como dejar
nuestros asuntos y sobre todo el hospital. Ramón habló con Edgardo Paz Barnica,
Ministro de Relaciones Exteriores en este tiempo y quien era nuestro gran amigo.
Edgardo le dijo a Ramón que le arreglaría la representación oficial y que, como Ramón
decía que él haría todos los gastos, pues ya tenía pasajes y hoteles reservados, lo mejor
que él podía hacer era recomendarlo a todos los embajadores de los países que
visitáramos con el objeto de que nos atendieran, nos dio una lista de todos ellos y dijo
que él los llamaría. Nos dieron pasaporte oficial a los dos y la representación de
Honduras.
Salimos vía Taca a San Salvador el 30 de noviembre y llegamos temprano en la
mañana, pudimos admirar el nuevo aeropuerto que quedó muy lindo y amplio. La
compañía nos mandó en un bus al Sheraton y en el trayecto, vimos la ciudad
progresando y parecía tranquila a pesar de la encarnizada guerra civil que estaba
librando. En el Sheraton nos sirvieron un delicioso almuerzo y nos encontramos con el
doctor Renato Valenzuela, hondureño, él y Ramón dieron una gran platicada. En el hotel
estuvimos hasta ya tarde y nos regresaron al aeropuerto para estar a tiempo en nuestro
vuelo, que salía a las 4:00 y pico, pero el avión se atrasó mucho y llegamos a Managua
ya de noche. No nos dejaron salir del avión, pero desde lejos pudimos apreciar el nuevo
e inmenso edificio del aeropuerto. Ya era muy tarde y anunciaron que, por falta de
visibilidad, no pararíamos en Costa Rica y seguiríamos directamente a Panamá, donde
llegamos casi a las 11:00 de la noche. Desde el avión se miraba la ciudad luciendo su
inmenso vestido de lentejuelas a lo largo del canal, yo no me la imaginaba tan grande ni
tan reluciente. Como la noche estaba muy clara, la vista era imponente. Llegamos
cansados y hambrientos pues no sirvieron cena en el avión pensando que llegaríamos a
la ciudad a las 9:00 de la noche. Encontramos un restaurantito cerca del hotel que
todavía estaba abierto y ahí nos tomamos una sopa y nos fuimos a dormir a nuestro
hotel.
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Salimos para el aeropuerto a las 4:30 de la mañana y el avión de nuevo estaba
retrasado, tomamos un avión más grande y con el cambio de hora llegamos a Quito a
las 10:00 de la mañana.
QUITO
En el aeropuerto estaban el Embajador Daniel Edgardo Milla y su linda esposa Susan
¡qué amables y qué finos los dos! Nos llevaron al Hotel Quito y al despedirse, él nos dio
el programa que él había preparado para nuestra corta visita. Al entrar al dormitorio,
encontramos dos bellos arreglos florales dándonos la bienvenida, uno era de claveles
rojos y blancos de parte de los embajadores y el otro de crisantemos blancos y amarillos
de parte de los Secretarios de la Embajada. Descansamos, comimos algo y en la tarde
pasaron Susan y Daniel a recogernos para enseñarnos algo de la ciudad. Recogimos en
la escuela a su lindo Kristopher, de 4 años, y ya con él, seguimos nuestra excursión.
Nos llevaron a la Plaza, a la Catedral de San Francisco pasando por algunos de los
mercados donde los nativos se ven con sus pintorescas ropas, ponchos y sombreros.
Después fuimos al Paracielo, una colina altísima donde está la gigantesca estatua de la
Virgen Alada de Quito. La vista desde ahí es soberbia pues hay una vista panorámica de
la ciudad rodeada de grandes picos y montañas, la topografía de Quito es algo parecido
a la de Tegucigalpa, pero en gigante. A pesar de sus 800 mil habitantes, vimos esta
ciudad tranquila, sin amontonamiento de carros ni de gente. Como está a gran altura,
hay personas que se enferman si se agitan mucho, por eso estuvimos algo tranquilos en
la noche, yendo sólo a una cena que nos dieron los embajadores en sus bella
residencia, decorada con unas piezas de arte que encontramos magnificas, las más
espectaculares por sus contrastes de negro y oro, son obras del artista hondureño
Alvarado Leiva, radicado en ese tiempo en Buenos Aires. La cena, según nuestros
anfitriones, era liviana, pero a mí me pareció como las que se dan el Día de Dar Gracias:
pavo relleno y todas las ricuras con que se sirven y además, un pastel delicioso de
postre. Los dos, Daniel y Susan, son grandes conversadores, sobre todo él, estuvo muy
interesado en saber lo que Ramón ha hecho y lo que hace, ella es una americanita
dulce y linda, antes fue voluntaria del Cuerpo de Paz. Nos llevaron al hotel a las 10:00
de la noche.
Para el día siguiente nos tenían un programa interesante, Ramón pasaría el día con
Daniel y yo fui invitada para ir a una excursión arreglada por las Damas Diplomáticas
para visitar Otavalo, un pueblo de lo más antiguo y donde más de la mayoría de la
población es autóctona. Éramos 22 señoras, el guía, y el chofer. El bus era muy grande
y despacioso, o el motorista estaría cumpliendo órdenes de ir con inmenso cuidado.
Casi todas las Embajadoras eran latinas, la presidente de la Asociación de las
Damas Diplomáticas era española, de nombre Mercedes y era la esposa del Embajador
Coreano. Iban unas tres americanas simpatiquísimas y bulliciosas. Manolo, nuestro
guía, se veía muy joven,
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