RAMÓN EL POTRERIZO Despertando por los talas, los urpilares dormidos, <silbo y lucero en la boca, va Ramón el potrerizo.> Por los largos callejones de sus quince años dolidos, <arriando sueños ajenos, va Ramón el potrerizo.> El alba le guarda adentro sus viejos sueños de niño <mientras los potros le huellan el tiempo duro del grito.> Cuando se le acabe el día, roto como un alarido, <le han de llorar los potreros por un silencio de grillos.> Ay, Ramón, qué pena tienes, cómo te duele el oficio cuando sientes sobre el pecho el trote de los potrillos. Y tras una estrella mora espina se hace tu silbo.