Obligaciones Civiles y Comerciales

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La inconstitucionalidad en el régimen federal. Acción. Recurso. Vía directa.
Evolución jurisprudencial. Estado actual
Autores
Coria, Facundo Máximo
Muro, Federico
Rossi, Bruno
Estudiantes UBA
2. Introducción.
2.1 Federalismo y control de Constitucionalidad
El Federalismo es aquella forma de Estado en la cual el poder se
descentraliza
territorialmente
en
entidades
políticas
autónomas
e
independientes una de otra, pero le delegan la soberanía a un gobierno central.
Un Estado federal esta compuesto por un gobierno central que ejerce su
poder en todo el territorio nacional, y se ocupa de los asuntos que le interesan
a la Nación y de gobiernos provinciales (o locales) que ejercen su poder sobre
el territorio correspondiente a sus respectivas provincias y se ocupan de los
asuntos de interés local.
Entre las primeras manifestaciones de Federalismo en la Argentina,
podemos mencionar el Pacto de Pilar (1820), el Tratado del Cuadrilátero
(1822), el Pacto Federal (1831) y el Acuerdo de San Nicolás en 1852.
Finalmente en 1853 las provincias adoptan el régimen federal con la sanción de
la Constitución Nacional, tomando como modelo la Constitución de los Estados
Unidos de 1787, aunque con algunas modificaciones.
El Art.1° de la Constitución nacional dice que la Nación Argentina adopta
para su gobierno la forma representativa republicana federal.
El Art. 121° establece que: “Las provincias conservan todo el poder no
delegado por esta Constitución al Gobierno Federal, y el que expresamente se
hayan reservado por actos especiales al tiempo de su incorporación”.
1
De este artículo proviene el concepto de que toda competencia que no
es atribuida por la Constitución Nacional al gobierno federal, se considera
reservada para las provincias.
El control de constitucionalidad constituye la columna vertebral del
mundo del derecho constitucional y de aquellos países que están constituidos
bajo el régimen federal. Este carece de previsión constitucional explícita,
legislación exclusiva y se encuentra librado a la casuística judicial. El
ordenamiento jurídico debe ser pensado en forma jerárquica, con una ley que
se constituya en punta de partida y meta de todo ordenamiento, lo anterior
podría considerarse como una aproximación a la supremacía de la
Constitución. Este carácter fundamental de la Constitución se manifiesta desde
varios puntos de vista. En primer lugar desde uno sociológico ya que formula
los valores que tienen vigencia para una comunidad. En segundo lugar desde
un punto de vista político puesto que contiene el mínimo de elementos para
que el Estado pueda existir; y finalmente desde un punto de vista jurídico
observamos que constituye la base sobre la cual descansa el resto del
ordenamiento. El objetivo principal es que la supremacía constitucional no sea
solo una expresión de deseo; se evidencia aquí la necesidad de contar con un
sistema efectivo de control de constitucionalidad.
2.2 Génesis del control de constitucionalidad
El control de constitucionalidad tiene sus orígenes en los Estados Unidos
de América con el leading case “Marbury vs. Madison”. Dicho fallo marcó un
hito decisivo en las instituciones judiciales norteamericanas y por ende en las
nuestras. Constituye el origen del control de constitucionalidad y permite
consolidar el Poder Judicial ya que en la Constitución Norteamericana de 1787
dicho poder no estaba equiparado con los demás, y de esa forma la Corte
Suprema de Justicia fue adquiriendo prestigio poco a poco.
Sin embargo encontramos antecedentes de control previos a Marbury
vs. Madison. Uno de ellos son los debates de la Convención de 1787, en el
cual reinaba la necesidad de crear un cuerpo encargado de control de los actos
de la Legislatura y del Poder Ejecutivo. El último antecedente se configura con
2
los artículos de Hamilton Nº 78 y 82 del Federalista, en los cuales se resaltaba
la idea de que ningún acto legislativo contrario a la Constitución Nacional podía
ser válido, y se establecía la posibilidad de que las sentencias locales sean
revisadas por la Justicia Federal.
Marbury vs. Madison se da en el siguiente contexto: en 1801, el
presidente estadounidense Adams designó a Marshall como presidente de la
Suprema Corte. Junto a esta designación designó a varios jueces entre los que
se encontraba Marbury.
Al finalizar su mandato Adams, es sucedido por el presidente Jefferson,
quien designó a Madison como secretario de Estado. La mayoría de los jueces
nombrados durante el gobierno de Adams, recibieron la notificación en la que
constaba que tenían acceso a sus cargos de jueces. Pero otros, entre ellos
Marbury, no recibieron dicha notificación y decidieron solicitar a Madison,
secretario de Estado, que el nombramiento le fuera notificado para poder
acceder al cargo. Ante el silencio de Madison, Marbury pidió a la Corte que
emitiera un mandamiento por medio del cual se le ordenara a Madison que
cumpliera con la notificación. Marbury se basó para ello en la Sección 13 del
Acta Judicial que acordaba a la Corte Suprema competencia originaria para
expedir el “mandamus”. Sin embargo la Constitución de los Estados Unidos
establece en su artículo III que la competencia de la Corte es solo por
apelación y solo en algunos casos su competencia es originaria: pero en esos
casos excepcionales no se encontraba el caso del “mandamus”, esto trajo
aparejado un conflicto entre una ley de jerarquía inferior a la Constitución (Acta
Judicial sección 13) y la Constitución (Artículo III).
Marshall, presidente de la Suprema Corte, resolución en su sentencia
declarar la inconstitucionalidad de la Sección 13 del Acta Judicial por
considerar que ampliaba la competencia de la Corte y por lo tanto contradecía
la Constitución1. Dicha sentencia de 1803 estableció el poder de los jueces
para revisar la constitucionalidad de las leyes federales y pocos años después
de los estaduales. Con el fallo anterior quedó claro que son los jueces los
encargados de ejercer el control de constitucionalidad y que no existís un
tribunal específico encargado de realizar dicha tarea, la realizaban los jueces y
su ejercicio final la Corte.
1
Fallo “Marbury, William vs. Madison, James” 24 de Febrero de 1803
3
3. Sistemas de Control de Constitucionalidad.
3.1 Método Común o Difuso:
Como se puntualizó, en los Estados Unidos de América, a partir del
caso "Marbury v. Madison", quedó consagrado junto con el principio de la
supremacía constitucional, el reconocimiento de la
facultad de los jueces
comunes para declarar la inconstitucionalidad de las leyes y de otros actos de
los poderes políticos, esto es el sistema de garantía
algunos "común" o "difuso". Ese ha
judicial llamado por
sido el más puro modelo de sistema
judicial, adoptado por la República Argentina.
Si nos atenemos a los órganos a los cuales se atribuye el poder de
control, corresponde distinguir en primer término
el sistema que otorga la
facultad al órgano judicial difuso ( es decir a todos los jueces sin importar su
fuero o jerarquía ) para resolver las cuestiones de constitucionalidad de las
disposiciones legislativas siempre que sean planteadas por las partes y aún de
oficio por el juez que conozca en el asunto, en una controversia concreta. El
juez se pronuncia sobre el particular en el acto de dictar sentencia y cuando
declara la inconstitucionalidad de
la norma impugnada, el efecto de tal
declaración se reduce a la no aplicación de aquella al caso de que se trata.
En consecuencia, la declaración de
inconstitucionalidad no significa la
derogación de la norma afectada por ella. Por otra parte, en todos los casos
en que está en juego la constitucionalidad - o inconstitucionalidad - de una
norma, se puede llegar por vía de apelación, tanto en los Estados Unidos de
América como en la República Argentina, hasta la Corte Suprema de Justicia
de la Nación, a la cual le corresponde decidir en definitiva. En la Argentina, el
medio procesal para llevar hasta la Corte una cuestión constitucional recibe el
nombre de recurso extraordinario, el cual será desarrollado in extenso más
adelante.
3.2 Método especial o concentrado:
4
Contrariamente al método difuso, el método concentrado de control de
la constitucionalidad se
caracteriza por el hecho de que el ordenamiento
constitucional confiere a un solo órgano estatal el poder de actuar como juez
constitucional, generalmente respecto de ciertos actos estatales ( leyes o
actos de similar rango dictados en ejecución directa de la Constitución ), en
general con potestad para anularlos.
Este método concentrado de control puede
ser: 1) Exclusivamente
concentrado 2) Estar establecido en forma combinada con el método difuso
de control.
El órgano estatal facultado para ser el único juez constitucional de las
leyes en el sistema concentrado de control de constitucionalidad, puede ser la
Corte Suprema de Justicia ubicada en la cúspide de la jerarquía judicial de un
país o una
Corte o Tribunal
Constitucional creado especialmente por la
Constitución, dentro o fuera de la jerarquía judicial para actuar como único juez
constitucional. En ambos casos, estos órganos tienen en común el ejercicio de
una actividad jurisdiccional, como jueces constitucionales.
Por ello, el sistema concentrado de control de la constitucionalidad, aún
cuando sea generalmente
similar al "modelo europeo" de Tribunales
constitucionales especiales, no implica necesariamente
Tribunal Constitucional especial,
la existencia de un
concebido fuera del Poder Judicial. La
experiencia latinoamericana de control concentrado de la constitucionalidad
así lo demuestra, pues en general han sido las Cortes Supremas de Justicia
las que lo han
ejercido y en los casos en los cuales se han atribuido
Tribunales Constitucionales el ejercicio del control,
a
éstos están dentro del
Poder Judicial
4. Argentina: casos fundadores
La mayoría de los países americanos han adoptado por el sistema
concentrado, salvo Estados Unidos, Canadá y la Argentina. Nuestro sistema
fue tomado literalmente del modelo norteamericano, y tuvo su nacimiento en
nuestro país con el célebre caso “Eduardo Sojo”, en el cual nuestra Corte
repitió lo que la Corte norteamericana había dicho en Marbury vs. Madison.
Eduardo Sojo fue arrestado e interpuso directamente a la Corte Suprema un
5
habeas corpus, fundándose en la ley 48 que por entonces preveía la posibilidad
de interponer la acción en forma originaria a la Corte. Esta última se declaró
incompetente para entender en la cuestión ya que si lo hacía implicaría
extender su jurisdicción originaria fuera de los límites del hoy 117 de la CN. En
la resolución no dijo que la 48 era inconstitucional sino que era inaplicable. En
el caso “Municipalidad de la Capital con Elortondo” fue el primer precedente en
que la Corte declaró la inconstitucionalidad de una ley del Congreso.
5. Legitimidad del control a cargo de los jueces.
Siguiendo a Gargarella, constitucionalistas y politólogos contemporáneos
reconocen la tensión existente entre la organización democrática de la
sociedad y la función judicial de revisión de leyes. Aquí encontramos al
argumento contra mayoritario que establece ¿Por qué un Poder como el
Judicial, cuyos magistrados no son elegidos por el pueblo directamente, y por
ende aparenta ser el menos democrático de los tres, tiene la potestad de
controlar a los poderes que sí son elegidos por vía de sufragio, máxime cuando
es una potestad que no nace expresamente de la Constitución?
En Estados Unidos se debatió bastante acerca de la legitimación de los
jueces, pero en Argentina el debate no fue tan fuerte sino que se importó así.
En cuanto a la doctrina la mayoría de los autores, salvo Oyhanarte y
Gargarella, encuentran plausible el control judicial de constitucionalidad. El
primero de ellos sostiene que “la tesis de que la esencia de la democracia y el
destino inmediato de la comunidad deben ser confiados a la omnisciencia de 3
superdotados no tiene muchos adeptos por suerte. “ Gargarella por su parte
sugiere posibles reformas al mecanismo de control de constitucionalidad con el
objeto de despojarle de la capacidad para decir la última palabra en materia
constitucional. Finalmente Nino reacciona en contra del carácter contra
mayoritario al sostener que los jueces no solo deben controlar el proceso
democrático, sino que deben controlar y resguardar también la autonomía
individual y la continuidad de la práctica constitucional.
6. Sistema vigente en la República Argentina.
6
En nuestro país, desde que la Corte
oficialmente hizo suyos los
principios establecidos en "Marbury v. Madison" y decidió asumir el ejercicio
del control de constitucionalidad, aún cuando la Constitución no le adjudica
esta tarea específicamente, ni hay ley alguna que lo regule2, rige el sistema de
control de constitucionalidad difuso. O sea que esta función, como se explicó
anteriormente, compete a cualquier juez de cualquier fuero o instancia, tiene
lugar en principio a petición de parte, respecto de un caso concreto y para
producir efectos "interpartes"; en oposición con el sistema concentrado de los
países europeos y de algunos
sistemas latinoamericanos que como sé
puntualizó, el control de constitucionalidad funciona en abstracto, con efecto "
erga omnes " y derogatorio de la norma.
Ha reiterado la Corte Suprema de
Justicia de la Nación que el
control de la constitucionalidad es función suprema y fundamental del Poder
Judicial. Ello, por cuanto los jueces, en los
casos que se llevan a su
conocimiento deben constatar si las leyes (o actos administrativos), guardan o
no conformidad con los preceptos constitucionales y abstenerse de aplicarlos
en su caso, pues es una manera de garantizar la supremacía del derecho de la
Constitución, ante posibles abusos de los demás poderes del Estado.
Cabe mencionar además, que el derecho judicial o sea la jurisprudencia
de la Corte, que
también integra el bloque de constitucionalidad, es de
aplicación obligatoria, en la medida en que constituya una interpretación de
las normas constitucionales.
Según Alberto B. Bianchi, quien propone
para el análisis la
insubsistencia de la división entre el "common law" y el " civil law " para luego
aplicar el "stare decisis" o sea fuerza obligatoria a las decisiones de la Corte,
limita
ésta a: los casos que
Suprema como
son de competencia específica de la Corte
intérprete final de la Constitución, esto es dentro de
la
competencia que le asigna el art., 14 de la ley 48 y las materias comprendidas
dentro del derecho federal
Por último, en cuanto a las vías
constitucionalidad, es
idóneas para el control de la
relevante señalar la evolución jurisprudencial de la
Corte toda vez que partiendo de la primitiva vía incidental, indirecta o de
excepción, en relación al objeto principal del juicio, admite hoy bajo el art., 322
2
Caso "Eduardo Sojo", Fallos, 32-120, 1887
7
del Código Procesal, dos tipos diferentes de acciones declarativas: a) la acción
declarativa de certeza, dentro de la cual puede ejercerse control constitucional
y b) la acción declarativa de inconstitucionalidad, siempre que se trate de un
caso judicial, para precaver las consecuencia de un acto en ciernes y siempre
que el actor tenga legitimación procesal
Existe una especie de auto restricción que hace el Poder Judicial en
nuestro país con la cuestión de las cuestiones políticas no justiciables; estas
cuestiones no constituyen un grupo cerrado y homogéneo de decisiones, sino
que integran un listado donde constantemente se produce altas y bajas.
Podríamos enumerar algunas cuestiones en las cuales el Poder Judicial no
dicta inconstitucionalidades, tales como: declaración del Estado de Sitio, el
juicio político, reforma constitucional, el proceso de formación y sanción de
leyes, veto presidencial, el poder del perdón (indulto y amnistía), la intervención
federal, expropiación, entre otras. Con respecto a este tema existen diversas
posturas doctrinarias. En un primer lugar citamos a Bofia Boggero el cual
sostiene que “el juez no debe impresionarse porque el contenido sea político”,
basándose en el artículo 116 CN que establece que debe decidirse en todas
las causas, y como sostiene Bidart Campos la abstención de las políticas ni
justiciables implica disminuir la competencia de la Corte. Sin embargo, en los
últimos 30 años se observa un claro retroceso en las cuestiones políticas, ya
que existe una tendencia a una mayor justiciabilidad.
7. La Acción de inconstitucionalidad. Régimen de Ciudad y
Provincia de Buenos Aires.
En el orden nacional no existe acción declarativa de inconstitucionalidad,
aunque su deducción a través o como una suerte de acción meramente
declarativa ha sido admitida por la Corte, en tanto la cuestión no tenga un
carácter simplemente consultivo ni importe una indagación meramente
especulativa sino que responda a un caso, buscando precaver los efectos de
un acto en ciernes al que se atribuye ilegitimidad y lesión al régimen
constitucional federal.
Se trata de una acción o pretensión de derecho común contra la otra
parte sustancial de la relación jurídica y no contra el Estado o la autoridad
8
pública, respecto del cual juegan empero las normas comunes sobre
competencia, sobre actos de impugnación y medidas cautelares.
7.1 Requisitos.
El interesado en la declaración de inconstitucionalidad de una norma
debe demostrar claramente de qué manera ésta contraría la Constitución
Nacional, causándole de esa manera gravamen, y debe probar, además, que
ello ocurre en el caso concreto3. Es procedente la acción declarativa de
inconstitucionalidad en la medida en que la cuestión no tenga carácter
simplemente consultivo ni importe una indagación meramente especulativa,
sino que responda a un caso y busque precaver los efectos de un acto en
ciernes al que se atribuye ilegitimidad y lesión constitucional federal4.
La mayoría de las Constituciones provinciales y la de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires les conceden competencia a los tribunales para
entablar acciones directas de inconstitucionalidad Cabe destacar que ambos
regímenes parten de una distinción fundamental, los tribunales locales tienen
que controlar dos clases de leyes: las que emanan del Congreso Nacional y las
que producen las legislaturas locales. Es para ello que la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires ha previsto la Acción declarativa de inconstitucionalidad ante el
Tribunal Superior de Justicia, dicha acción está prevista en la Constitución de la
Ciudad en el Artículo 113.2
En el artículo anterior, se presentan las siguientes reglas: este control
concentrado lo ejerce originariamente el Tribunal Superior de Justicia por
medio de dicha acción, la cual puede ser entablada contra la validez de leyes,
decretos y cualquier norma general emanada de las autoridades de la Ciudad
que resulten contrarias a la Constitución Nacional o a la de la Ciudad. La
declaración de inconstitucionalidad hace perder vigencia a la norma, salvo que
la Legislatura de la Ciudad ratifique la norma dentro de los 3 meses de la
sentencia declarativa con 2/3 de votos. Sin embargo dicha ratificación no
impide el posterior control difuso de constitucionalidad ejercido por los jueces y
por el Tribunal Superior de Justicia.
Pueden
entablar
dicha
acción
las
personas físicas, jurídicas, la Defensoría del Pueblo y los titulares de cada uno
3
CSJN, 6/2/1996,”Caja Complementaria de la Actividad Docente v. Provincia
de La Rioja”
4
CSJN, 7/2/1995,” Central Neuquén SA y otra v Provincia de Buenos Aires y
otra”
9
de los 3 organismos que componen el Ministerio Público de la Ciudad; la
pretensión debe contener el ofrecimiento de prueba que considere necesario
producir y acompañar la documental que haga a dicha pretensión.
Cabe destacar también el régimen vigente en la Provincia de Buenos
Aires, el cual es un sistema de tipo difuso, es decir que como se explicó
anteriormente cualquier juez de la provincia puede y debe declarar la
inconstitucionalidad de las normas inferiores cuando encuentre que este en
pugna con los contenidos de la Constitución provincial. Dicha tarea será
realizada mediante resoluciones judiciales dictadas en el marco de las
instancias ordinarias, y luego podrá ser precisada por vía de apelación hasta
legar al nivel máximo de contralor en la esfera local: el recurso extraordinario
ante la Suprema Corte. La anterior ha dicho que la acción originaria de
inconstitucionalidad reglamentada en el Capítulo I del Título IX del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación tiene por objeto aquellos
ordenamientos jurídicos generales, abstractos e impersonales, esto es, que
constituyan reglas de derecho, quedando excluidos los actos dictados en
atención a una situación individual cuya impugnación debe efectuarse por otro
cauce procesal.
El actor deberá fundar debidamente su pretensión indicando que artículo
colisionan contra qué artículo de la Constitución Provincial y argumentar en
torno al vicio demostrándolo con nitidez y evidenciando las lesiones que al
mismo le produce. La demanda se interpondrá ante la Suprema Corte de
Justicia dentro del plazo de 30 días desde que el precepto impugnado afecte
concretamente los derechos patrimoniales del actor, vencido este plazo se
considerará extinguida la competencia originaria de dicha Suprema Corte. El
alcance de la resolución de inconstitucionalidad es declarativo, se dará solo
para el caso particular, es decir que los efectos son inter partes y no
derogatorio. Lo anterior implica que la norma no pierde validez y operatividad
por lo que puede ser aplicada en otros supuestos.
8. Recurso Extraordinario
El recurso extraordinario ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación
está previsto en el art. 14 de la ley 48, en los siguientes términos:
"Una vez radicado un juicio ante los tribunales de provincia, será sentenciado y
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fenecido en la jurisdicción provincial, y sólo podrá apelarse a la Corte Suprema
las sentencias definitivas pronunciadas por los tribunales superiores de
provincia
en
los
casos
siguientes:
1) cuando en el pleito se haya puesto en cuestión la validez de un tratado, de
una ley del Congreso, o de una autoridad ejercida en nombre de la Nación, y la
decisión
haya
sido
contra
su
validez;
2) cuando la validez de una ley, decreto o autoridad de provincia se haya
puesto en cuestión bajo la pretensión de ser repugnante a la Constitución
Nacional, a los tratados o leyes del Congreso, y la decisión haya sido en favor
de
la
validez
de
la
ley
o
autoridad
de
provincia;
3) cuando la inteligencia de alguna cláusula de la Constitución, o de un tratado
o ley del Congreso, o una comisión ejercida en nombre de la autoridad nacional
haya sido cuestionada y la decisión sea contra la validez del título, derecho,
privilegio o exención que se funda en dicha cláusula y sea materia de litigio".
Por su parte, los Art. 15 y 16 de la misma ley completan la regulación del
recurso
estableciendo
lo
siguiente:
"Cuando se entable el recurso de apelación que autoriza el artículo anterior,
deberá deducirse la queja con arreglo a lo prescripto en él, de tal modo que su
fundamento aparezca de los autos y tenga una relación directa e inmediata a
las cuestiones de validez de los artículos de la Constitución, leyes, tratados o
comisiones en disputa, quedando entendido que la interpretación o aplicación
que los tribunales de provincia hicieren de los Códigos Civil, Penal, Comercial y
de Minería, no dará ocasión a este recurso por el hecho de ser leyes del
Congreso, en virtud de lo dispuesto en el inc. 11, art. 67 de la Constitución".
(art.15)
"En los recursos de que tratan los dos artículos anteriores, cuando la
Corte Suprema revoque, hará una declaratoria sobre el punto disputado, y
devolverá la causa para que sea nuevamente juzgada; o bien resolverá sobre
el fondo, y aun podrá ordenar la ejecución especialmente si la causa hubiese
sido una vez devuelta por idéntica razón". (Art. 16)
8.1 Requisitos Comunes
11
Son aquellos que deben existir para la procedencia, en general, de
cualquier recurso judicial.
En primer término, se requiere que haya existido la actuación previa de
un tribunal judicial. Es decir que la sentencia que se impugna debe emanar de
un órgano del Poder Judicial, sea nacional o provincial.
La sentencia impugnada debe haber sido dictada como culminación de
un juicio o proceso. Es decir, "debe ser consecuencia de una actividad
jurisdiccional, producto de un pleito; cuestión instruida y decidida de
conformidad con las normas procesales.
Debe tratarse de una cuestión justiciable, es decir aquélla que en el
orden normal de las instituciones corresponde decidir a los jueces en el
ejercicio de su específica función judicial.
La sentencia que se impugna debe causar gravamen al apelante y el
mismo debe ser actual, no siendo suficiente la alegación de un perjuicio
hipotético o potencial.
Finalmente, todos estos recaudos deben persistir al momento en que la
Corte debe dictar sentencia.
8.2 Requisitos Propios
El primer requisito para la procedencia del recurso es que en el caso se
encuentre en debate una cuestión federal. Se considera cuestión federal
aquella que versa sobre la interpretación de la Constitución, leyes federales,
tratados o actos federales de autoridades nacionales, así como también los
conflictos que puedan surgir entre la Constitución Nacional y leyes nacionales o
provinciales, o conflictos entre normas nacionales o locales con respecto a otra
norma federal preeminente. Excepcionalmente, puede entrarse en el análisis
de los hechos de la causa, cuando éstos están íntimamente vinculados a la
cuestión federal y la misma no puede ser resuelta en forma independiente.
El segundo de los requisitos propios del recurso extraordinario exige que
la cuestión federal planteada tenga relación directa e inmediata con el tema
debatido en la causa. Es decir, que la misma no pueda fallarse sin resolver
dicha cuestión federal. Por lo tanto, no basta la mera invocación de cláusulas
constitucionales o normas federales, si la decisión del caso no depende
12
específicamente de la interpretación que se les dé a las mismas, pudiendo ser
resuelto conforme normas de derecho común o local.
El tercer requisito dispone que la resolución cuestionada haya sido
contraria al derecho federal invocado. Es decir, que se haya declarado la
invalidez de un tratado, o de una ley o autoridad nacional en la que el
peticionante fundaba su derecho (art. 14, inc. 1º). O que la interpretación dada
a alguna cláusula de la Constitución o de un tratado o ley federal haya sido
contraria a la validez del título, derecho, privilegio o exención fundada en dicha
cláusula (art. 14, inc. 3º). Por último, en los casos de conflictos entre una ley o
autoridad provincial y la Constitución o la legislación federal, será procedente el
recurso si la decisión fuera a favor de la validez de la ley o autoridad provincial
(art. 14, inc. 2º), pero no en el caso contrario.
La resolución cuestionada debe ser una sentencia definitiva. Se
consideran tales aquellas que ponen fin a la litis o las que impiden su
continuación. También las que causan agravios de imposible o insuficiente
reparación ulterior. No encuadran en esta categoría aquellas resoluciones que
sólo tienen carácter de cosa juzgada formal. Tampoco habilitan la instancia
extraordinaria las sentencias referentes a medidas cautelares, o las que
resuelven incidentes o las que declaran la caducidad de la instancia.
Por último y siguiendo los lineamientos de Palacio, que la decisión
recurrida haya sido dictada por el superior tribunal de la causa, entendiéndose
por tal a aquél cuyo fallo es insusceptible de ser revisado por otro tribunal en el
orden local.
8.3 Interposición del Recurso: Procedimiento
El art. 257 del Código Procesal Nacional establece que del escrito en
que se interpuso el recurso extraordinario se dará traslado a las partes
interesadas por diez días. Dicho traslado debe ser notificado personalmente o
por cédula. Es decir, que la sustanciación del recurso se efectúa ante el mismo
tribunal que dictó la sentencia recurrida.
Dicho tribunal, una vez contestado el traslado o vencido el plazo para
hacerlo deberá expedirse sobre la admisibilidad del recurso. Si lo concede, la
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resolución respectiva debe notificarse a las partes por cédula o personalmente
y, dentro de los cinco días de la última notificación, debe remitir los
antecedentes a la Corte Suprema (art. 257, Cód. Proc.).
La recepción del expediente por la Corte implicará el llamamiento de
autos (art. 280, Cód. Proc.).
Una vez analizada por la Corte la admisibilidad del recurso, corresponde
expedirse sobre el fondo del recurso. Si estima que el mismo no es procedente,
confirmará la sentencia recurrida. En aquellos casos en que su decisión
revoque el fallo impugnado, puede la Corte efectuar una declaración sobre la
forma de resolver el punto cuestionado y devolver la causa a fin de que se
pronuncie
nueva
sentencia,
o
puede
directamente
dictar
el
fallo
correspondiente, expidiéndose sobre el fondo de las cuestiones planteadas
(art. 16, ley 48). Obviamente, en este último supuesto no hay reenvío de la
causa.
La ley 23.774 introdujo una modificación en el art. 280 del Código
Procesal, en virtud de la cual la Corte podrá, según su sana discreción, y con la
sola invocación de dicha norma, rechazar el recurso extraordinario por falta de
agravio federal suficiente o cuando las cuestiones planteadas resultaren
insustanciales o carentes de trascendencia.
9. Amparo
Los autores no se han puesto de acuerdo acerca de la naturaleza
jurídica del amparo constitucional. Algunos consideran que el amparo es un
recurso; otros por el contrario, estiman que es un juicio. La Ley Orgánica de
Amparo señala que el amparo es una acción o solicitud, y su tramitación la
califica de un procedimiento que termina en una sentencia.
El amparo no es un recurso, pues éste, por su esencia, supone la
existencia de un acto o sentencia que es objeto de impugnación para su
revisión y modificación. En materia administrativa, los recursos se proponen
directamente al órgano autor de la decisión (recurso de revisión) o al superior
(recurso jerárquico), a objeto de que revisen el acto administrativo y procedan a
su anulación o modificación. En materia judicial, los recursos ordinarios
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(apelación, consulta, invalidación y de casación), persiguen que el Juez anule,
revoque o modifique la sentencia, providencia, orden o resolución dictada por
otro órgano judicial. El amparo no persigue la revisión de un acto, sino la
inmediata restitución de los derechos y garantías constitucionales violados o
amenazados de violación por el acto, hecho u omisión proveniente de un
órgano del Estado o de un particular.
10. Conclusiones
El contar con un sistema de control de constitucionalidad bien
constituido, regular y eficaz es de una excesiva importancia para el buen
funcionamiento de un país democrático. Para ello es necesario contar con un
Poder Judicial imparcial, independiente y capaz, a través del cual sea posible
ejercer un efectivo control.
El hecho de controlar a los demás poderes del Estado es necesario para
que las decisiones que se tomen sean de alguna forma “repensadas” o
“reevaluadas” y de esa forma se haga un buen análisis de las cuestiones
importantes. El objetivo de lo anterior es que no se tomen decisiones
apresuradas y sin previa consideración, y en el caso de que hayan sido
tomadas de esa forma puedan ser revocadas.
El control puede ser pensado también como una especie de advertencia
para los dos poderes estatales restantes, es decir que al saber que están
siendo controlados por el Poder Judicial deberían pensar bien las cuestiones,
analizar las ventajas y desventajas de cada decisión que se tome y de esa
forma, como se dijo anteriormente, evitar acciones apresuradas y sin un previo
análisis.
Es necesario también, un Poder Judicial compuesto por personas e
instituciones responsables, efectivas, rápidas e imparciales. Las anteriores
características hacen a un control eficaz. Los jueces deben ser imparciales y no
simpatizar con los demás poderes para que puedan desempeñar sus funciones
y sean independientes, puedan revocar o tildar de inconstitucional cualquier
decreto, norma o ley surgida de otro Poder sin miedo a ser destituidos o
sancionados.
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Finalmente consideramos que un efectivo control de constitucionalidad
para nuestro país se constituiría gracias a la mezcla de los controles
concentrado y difuso. Sería bueno contar con un Tribunal Constitucional creado
al efecto de controlar la constitucionalidad de las leyes y de esa forma evitar
que se promulguen y publiquen normas que estén en pugna con la Constitución
Nacional o demás tratados con el objetivo de evitar posteriores conflictos y el
debilitamiento de la supremacía constitucional. Por el otro lado también es
necesario el control difuso, para que dicho Tribunal no esté sobrepasado de
causas y que exista la posibilidad de que todos los jueces puedan ejercer dicho
control.
Sería
necesario
unificar
los
efectos
del
dictamen
de
inconstitucionalidad de normas o leyes ya que ambos modelos de control
presentan efectos distintos.
En conclusión, consideramos que sería ventajoso para un efectivo
control de constitucionalidad, además de todas las cuestiones anteriormente
señaladas, tomar las cosas positivas y efectivas de cada control y dejar de lado
las cuestiones negativas, las que hacen a la pérdida de tiempo y las que
muchas veces nos hacen perder la confianza en nuestro Poder Judicial.
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