Deportes - Juventud Rebelde

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juventud rebelde
VIERNES
02 DE ENERO DE 2015
DEPORTES
07
La sonrisa en bicicleta
Escogida entre las diez deportistas del año en Cuba, Marlies Mejías es una ciclista
cuyos mejores resultados están aún por venir. Talento y entrega son dos virtudes
que la acompañan en el pedaleo
por NORLAND ROSENDO
[email protected]
EL destino está escrito. Unos dicen que no,
otros que sí. Pero algo tiene que existir, sino
cómo explicar que una muchacha a la que
no le interesaba el deporte (y aún hoy le
gusta poco) sea la segunda del ranking
mundial en el omnium, una de las pruebas
más exigentes del ciclismo.
Cualquiera podría pensar que ella desde
chiquita «vivía y moría» encima de las bicicletas, tirándose por cuanta loma existía,
allá en su natal Santiago de Cuba o en su
tierra adoptiva de Güira de Melena (Artemisa). O que fue ella quien acudió a un área de
entrenamiento de ese deporte para que la
captaran. Sin embargo, la historia de Marlies Mejías no empezó así.
«Un día pasaron por mi escuela y preguntaron quiénes querían apuntarse en ciclismo.
Yo, por embullo, me inscribí. Cosas de adolescente, tenía 13 años y hacía poco que mi
mamá se había mudado para Güira. Estuve
después tres meses en la EIDE y me enviaron para el centro nacional Reinaldo Paseiro,
de La Habana», cuenta la joven de 21 años.
—¿Fue una carrera meteórica?
—Es que yo cuando hago algo me gusta
que salga bien, si me metí a ciclista, pues
quería resultados.
—Has sido medallista en ruta y en pista, ¿qué prefieres?
—Las dos. Pero la pista me encanta, es
más exigente. La ruta es más agotadora.
—¿Y por qué te has especializado en el
omnium, con lo difícil que es?
—Ahh, esa es otra historia. Yo llegué al
omnium por casualidad. Cuando era juvenil me
llevaron a un campeonato panamericano de
mayores, y las atletas experimentadas no querían participar en esa especialidad. Entonces,
me dijeron: «te toca a ti». Y yo, muy dispuesta,
acepté. Obtuve el cuarto lugar y a partir de ese
día me adueñé de esta modalidad (incluye
seis pruebas y se efectúa durante varios días).
—Pero en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz, te excediste.
Primero ganaste cuatro de oro en la pista y
casi sin descanso fuiste la reina de la ruta…
—(Ella se ríe, y con un pedalazo de humildad esquiva los elogios) Sí, fue una competencia muy exitosa para mí. Había entrenado fuerte y estaba bien psicológicamente.
Así logré el oro en la persecución individual
y por equipos, en la velocidad por equipos
con Lisandra Guerra y en el omnium. Y para
rematar, gané la ruta, que era un sueño mío
desde hace mucho tiempo.
—Las principales rivales en la ruta eran
tus mismas compañeras, incluida Arlenis
Sierra, la campeona de los Juegos Panamericanos de Guadalajara.
—Arlenis es muy buena, nosotras casi no
coincidimos en las competencias porque como yo soy de pista, apenas tengo tiempo
para correr en la carretera. Pero esta vez
yo estaba de suerte, a pesar de la
lesión, pude participar y me tocó el
título.
—¡A pesar de la lesión!,
¿cómo es eso?
—(Y vuelve a sonreír, agacha
la cabeza, sabe que lo que va a
decir la engrandece como atleta).
El primer día de competencias me
lesioné en un muslo. Me pusieron
una venda y así estuve todo el tiempo en los
Juegos. Llegaba a la meta feliz, pero con
dolor.
—Lo disimulabas muy bien.
—Es que la alegría por las medallas era
más grande. La afición que iba al velódromo
de Xalapa y los cubanos que me veían por
la televisión merecían una sonrisa.
—¿Aspirabas a tantas preseas de oro
en esa cita?
—Realmente el pronóstico era de tres.
—Quizá haya sido el incentivo de la plata que obtuviste en la primera parada de la
Copa del Mundo, unos días antes en Guadalajara.
—A lo mejor, ese segundo lugar fue un resultado que me energizó. Me había preparado
fuerte y en la prueba estaban campeonas mundiales y olímpicas. Fue una competencia
durísima.
—¿Y qué pasó en la segunda parada de
la Copa del Mundo, efectuada en diciembre en Londres?
—Había competido tres veces en un
mes en el omnium, eso es demasiado. Además, el viaje fue complejo para allá, nos demoramos para llegar al hotel, casi no pudimos descansar. Lo importante era lograr puntos para la clasificación para el Campeonato Mundial de febrero próximo y los Juegos
Olímpicos de Río de Janeiro, y lo logramos.
—Ahora en enero es la tercera parada...
—Va a ser en Cali, Colombia, ahí no hay
altura, es un viaje corto y no he descuidado el
entrenamiento en los días finales del año, porque quiero estar entre las cinco primeras.
—Después viene el Mundial, ¿podemos
esperar una sorpresa tuya?
—Soy muy joven aún, pero voy por mi medalla. Mi entrenador, Leonel Álvarez, me dijo
que lo importante no era llegar, sino mantenerse en la élite, y quiero seguir subiendo
hasta conquistar una presea olímpica, igual
que una de las dos atletas cubanas que me
sirven de guía, Yoanka González. La otra que
tengo como modelo es Yumari González.
—Antes de Río de Janeiro, están los
Juegos Panamericanos de Toronto en el verano de 2015. ¿Ya tienes previsto en qué
piensas competir allí?
—Hasta ahora la idea es
que corra en las mismas pruebas de los Centroamericanos, incluida la ruta.
—¿Cuáles deben ser tus principales rivales allí?
—En nuestro continente uno no puede
descuidarse de ninguna corredora. Aunque
las mejores son estadounidenses, canadienses, venezolanas y colombianas.
—Marlies, yo quisiera saber por qué tanta diferencia en los resultados entre las ciclistas y los ciclistas en Cuba.
—Si no fuera por ellos nosotras no tuviéramos este nivel. Dada la situación económica del país, los varones no pueden salir
tanto a certámenes en el extranjero y las
pocas veces que lo hacen no les basta para
superarse como quisieran.
«Aquí en Cuba, sin embargo, entrenamos
juntos, competimos juntos, y eso para nosotras es vital, nos exigen mucho. Las glorias
de las mujeres se deben, en gran medida,
al trabajo conjunto con los hombres».
—Este es un deporte costoso. Imagino
que les sea difícil acceder a las mejores
bicicletas.
—Ese es un asunto complejo. Las bicicletas buenas cuestan entre 3 000 y 6 000 dólares, y cada atleta necesita por lo menos dos,
una para pista y otra para ruta. Es mucho dinero.
«Ahora mismo la UCI (Unión Ciclística Internacional) nos hizo un donativo de materiales. Yo
tengo un amigo noruego que me compra las bicicletas. Gracias a él,que es como un padrino para mí, puedo montar en un equipo moderno».
—Y el velódromo Reinado Paseiro tampoco está en buenas condiciones.
—Eso también conspira contra los atletas. Parece más una pista de moto que de
ciclismo, pero es el que tenemos y donde entrenamos al máximo.
—Es verdad que no te gusta el deporte,
que no ves ni las competencias de tu especialidad.
—(Otra vez suelta la carcajada). Es cierto.
A mí el deporte me gusta para practicarlo,
no para verlo.
—¿Y los videos de tus actuaciones?
—Esos los observo, pero para analizar
qué hice bien y qué mal.
—Entonces, si no hubieras sido deportista, ¿qué serías?
Se queda pensando. Es delgada, estilizada, supongo que sin la ropa deportiva sería
difícil identificarla con el ciclismo.
—¿Hubieras sido bailarina?
—¿Bailarina, yo? Ahora la risa es más
grande, como si le hubiera hecho un chiste
de Pánfilo. No, me hubiera gustado ser maestra. Sí, eso, dar clases.
—Eso quiere decir que, cuando te retires, serás entrenadora.
—Sí, me parece que a eso me podría
dedicar en el futuro. Pero debo estudiar mucho. Ahora voy a prepararme para hacer las
pruebas de ingreso a la Universidad.
—¿Y nunca te pones brava?
—Si tú supieras, cuando me molesto me trago la risa y ahí la cosa
se pone fea. Sin
embargo, trato a los
demás con cortesía, con educación.
Para mí es una prioridad, como persona y como deportista, ser agradable.
Magnus Carlsen, desde julio de 2011, no pierde
la cima del escalafón universal. Foto: AP
Escalada
por ABDUL NASSER THABET
[email protected]
PUDIERA empezar hablando del noruego
Magnus Carlsen (2862 unidades Elo) y de
la monstruosidad que ha hecho y sigue
haciendo —porque, sí, su impronta en la
historia del ajedrez solo puede catalogarse
como una barbaridad—, pero no. El cubano
Lázaro Bruzón (2685) se ha ganado un
espacio en este lead, por su tremendo desempeño y porque el abuso del campeón
mundial ya «aburre», pues nuevamente apareció como líder indiscutible del escalafón
mundial de la FIDE.
Comenzaré por el tunero y no por Leinier
Domínguez (2726), a pesar de que el güinero sigue ostentando la condición de trebejista más destacado de Latinoamérica en
la reciente actualización del ranking del
organismo rector del juego ciencia, donde
descansa en el sitial 28.
Bruzón amaneció 2015 acomodado en el
escaño 54 del listado general, lo que supone
un ascenso de 27 puestos con respecto al
mes anterior. Además, se coronó hace 48
horas en la V Copa Latina. Allá en Guayaquil
consiguió siete victorias y dos empates,
sumándole 6,7 kilos a su coeficiente.
En la justa ecuatoriana, Isam Ortiz
(2621- siete unidades) secundó al monarca, mientras que el también cubano Víctor
Rodríguez (2358) fue quinto con idéntico
acumulado. Otra buena nueva para la
Mayor de las Antillas resultó el desempeño
de Maritza Arribas (2308), lugar 11 a base
de 6,5 puntos. Su compañera Yanira Vigoa
(2306) acumuló 5,5 y fue trigésimo cuarta.
Volviendo al ranking del orbe, les cuento
que la primera vez que Carlsen superó la barrera de los 2800 fue en noviembre de 2009, y
desde entonces no la suelta. Su escalada a lo
más alto del top 100 se produjo en enero de
2012. En esa ocasión mostró 2810 rayas,
con tan solo 19 años. Desde julio de 2011 no
pierde la cima del escalafón universal.
Ahora, iniciando 2015, el italiano Fabiano Caruana (2820) marcha segundo, seguido del ruso Alexander Grischuk (2819) y el
búlgaro Veselin Topalov (2800). Esta es la
tercera oportunidad en que cuatro hombres
destrozan los 2800. ¿Tiemblan los 2900?
En la libreta de 2015, el indio Viswanathan
Anand (2797) es quinto, Levon Aronian (Armenia-2797) sexto, el holandés Anish Giri (2784)
séptimo, Vladimir Kramnik (Rusia-2783) octavo, el estadounidense Hikaru Nakamura
(2776) noveno, y el filipino con nacionalidad
norteamericana, Wesley So (2762), décimo.
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