Domingo, 29 de julio de 2012 Domingo, 29 de julio de 2012 12345678910111213141516 La Nueva España ▲ 12345678910111213141516 La Nueva España ▲ Barrer para casa José Manuel Otero Novas Abogado y ex ministro «Alemania y Francia se preocuparán de España cuando el riesgo de quiebra les perjudique» «Nadie se atreve a poner sobre la mesa si las reglas de la UE y el euro son convenientes o no; salir de la moneda única mañana sería una barbaridad, pero hay que reflexionar sobre ello» ✒ Marián Martínez Asiduo a los cursos de verano de La Granda, José Manuel Otero Novas (Vigo, 1940) ha aprovechado su estancia estival para exponer su teoría sobre el euro y la Unión Europea. Este abogado y ex ministro –con Adolfo Suárez–, de habla pausada, reclama una reflexión sobre la conveniencia o no de continuar en una Unión Europea que sigue anexionando países con aspiración de convertirse en una potencia hegemónica mundial cuando no es posible que funcione, ni sea, como una nación. –El Gobierno pide apoyo y unidad, pero las medidas son duras y resulta difícil. –Cuando nos encontramos en una situación de crisis como la presente, los gobiernos tienen que solucionar problemas muy urgentes y graves. Y comprendo que el presidente del Gobierno esté pasándolo muy mal y, por consiguiente, tiene toda mi simpatía y apoyo, como también los tuvo el anterior, José Luis Rodríguez Zapatero. Hay momentos en que no puede faltar apoyo para la solución, porque lo harán bien o mal, pero quieren acertar. –La clase política pierde enteros entre los ciudadanos por momentos. –La clase política en general no está pensando en cosas fundamentales.Yo hago en mi último libro un paralelismo entre esta crisis y la de 1929, que es a la que más se parece. Una de las características de aquélla fue que las clases políticas de todas las naciones de Occidente, exactamente igual que ahora, no se atrevían a tocar los dogmas del momento. En la crisis del 29 pasó con el patrón oro. Era intocable. Se decía que era el fin de la civilización occidental, que era volver a la Revolución Francesa. Incluso Inglaterra, que no estaba en el patrón oro, volvió, porque era indiscutible. Salían todos los profesores, banqueros, economistas, empresarios... defendiendo que no se podía tocar. Al final, todas las naciones se salieron del patrón oro: Estados Unidos, Francia, Inglaterra... Churchill tuvo que confesar que había sido una barbaridad haber metido a su país en él... InclusoAlemania se salió. Naturalmente, el tiempo que tardaron en hacerlo fue un tiempo que pagaron los ciudadanos de todos los países: fue hambre, más crisis, más paro. –Y ahora es la moneda única. –En este momento, tenemos un tabú parecido, que es las reglas de la UE y el euro. Si se repasan las declaraciones de casi todos los días son en este sentido: «La solución de la crisis es más euro, porque fuera del euro hace frío, porque hay que hacer la unificación bancaria europea...». Todas son frases hechas sin explicaciones. Nadie se atreve a poner sobre la mesa si esto es conveniente o no. Yo no planteo ninguna solución simple. Las alternativas ante los problemas pueden ser del cero hasta el infinito. Que nadie me venga diciendo o todo o nada, porque hay mil posibles situaciones intermedias. Criticar el euro no significa decir que mañana salimos del euro. Hay mil situaciones posibles. Es imprescindible pararse a reflexionar sobre eso y no cerrar el debate diciendo «más euro» y «fuera del euro hace frío». Eso no es razonable. MARA VILLAMUZA José Manuel Otero Novas, en el jardín de la residencia de La Granda, en Gozón. –Paul Krugman plantea la posible desaparición del euro. –Krugman, que antes de ser premio Nobel fue premio «Príncipe deAsturias» de Ciencias Sociales, a cuyo jurado pertenezco, efectivamente también lo dijo. Pero en España eso está demonizado. Lo dijo también el Nobel Samuelson, pero, ¡ah!, aquí de eso no se puede hablar. Le voy a exponer las razones por las que tenemos que poner sobre la mesa el problema del euro: los tipos de interés, el tipo de cambio de la moneda única y la devaluación de la moneda. –De uno en uno, por favor. –Una moneda única es un tipo de interés único con un banco central único. ¿Quién manda en el Banco Central Europeo (BCE)? Las personas que designan los poderes de Europa. Y ¿quiénes los designan? Francia y sobre todo Alemania, los demás son acólitos. Vamos a suponer que el presidente del BCE es, pese a todo, muy independiente. Aun así, cuando toma una decisión lo hará pensando en lo que para él es el interés predominante de Europa y, ¡oh, casualidad!, el interés predominante de Europa es el de Francia y Alemania. Así que se ha decidido el tipo de interés que les conviene a ellos, y nos ha hecho la pascua a España y a otros países. Durante mucho tiempo nos han puesto un tipo de interés más bajo que la inflación que tienen nuestros países, con lo cual los préstamos que nos daban alemanes y franceses nos salían gratis. Y la consecuencia es que tenemos una deuda monstruosa, pero a los franceses y a los alemanes les interesaba mucho para que pudiéramos comprar sus productos de exportación. Y así han crecido. –El cambio. –La moneda única es un tipo de cambio único frente a otras monedas y es el que interesa al que nombra o al interés predominante. La explicación es la misma que con el tipo de interés. Una de las personas que con más convicción metieron a España en el euro fue el asturiano Rodrigo Rato. Y después de dejar el Gobierno le he escuchado decir que el tipo de cambio del euro nos ha estado arruinando, perjudicando gravemente nuestras exportaciones. El presidente del Parlamento alemán hace unos meses vino a Madrid y dijo «el euro es el gran negocio histórico de Alemania». –Y la devaluación. –Las naciones resuelven las grandes crisis económicas con devaluaciones de su moneda. Cuando Galbraith escribe de la crisis del 29 dice que el único acierto que tuvieron los gobernantes de EE UU fue, primero, cuando rompieron con el patrón oro, y segundo, cuando inmediatamente después el presidente devaluó un 40% el dólar. Ésas fueron las dos únicas medidas positivas contra aquella crisis. Si uno mira para atrás ve que el mayor crecimiento que España ha tenido en la edad contemporánea fue el de la década de 1960. ¿Qué ocurrió en 1959? Pues que España hizo una devaluación brutal de la peseta. –Pero no es posible devaluar la peseta, y en España de lo que se habla es de la necesidad de un gran pacto, como el de la Moncloa. –El Pacto de la Moncloa fue en octubre de 1977. Lo que nadie recuerda es que en julio de 1977 el Gobierno, en el que yo estaba, hizo una devaluación de la peseta del 24,87%. Todos recordamos que José María Aznar y Rodrigo Rato hicieron una buena gestión económica y nos sacaron de la crisis, y que a partir de 1996 hemos tenido diez años de prosperidad. Pero no se quiere recordar que en 1991, 1992 y 1993 Felipe González y el gobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo, se negaron rotundamente a devaluar la peseta en aquella crisis. Gastaron una parte del presupuesto español importantísima en mantener fija la paridad de la peseta porque era lo que nos aconsejaba Europa.Yo era diputado y portavoz de presupuestos del PP cuando Rojo compareció por primera vez en el Congreso y se rió de Gran Bretaña porque había dejado en flotación la libra. Y dijo que eso era una barbaridad y que Inglaterra se arruinaría, que España iba por el buen camino manteniendo fija la paridad de la moneda, como decía Europa. Luego tuvieron que hacer tres devaluaciones de la peseta después de aguantar numantinamente la prima de riesgo durante años, de gastar la intemerata.Y gracias a esas devaluaciones pudieron venir los años siguientes de prosperidad. José Manuel Otero Novas, en la biblioteca de La Granda, durante la entrevista. / MARA VILLAMUZA –¿Devaluar la moneda evitaría hacer recortes y ajustes tan duros? –Las devaluaciones son imprescindibles en las crisis. Primero, porque son el procedimiento para que todo el pueblo se sacrifique. No ahora un golpe a los funcionarios, otro a los parados... que es en lo que estamos. Sin devaluación tomamos medidas dolorosísimas, pero como no afectan a toda la población la gente protesta y sale a la calle. Son medidas siempre pobres, cortas y parciales. –Ahora la devaluación es interna... –Pero como no hay moneda que devaluar, se impide una solución general y que desde el día siguiente mejoremos la balanza comercial exterior. Con la devaluación, la balanza comercial exterior mejora; se incrementan las exportaciones porque nuestros productos son más baratos para los extranjeros, y disminuyen las importaciones, porque los productos de fuera nos salen más caros, y pasamos a comprar más artículos españoles. Desde el día siguiente a una devaluación empieza a cambiar todo, y el sacrificio que le has pedido a la población se recupera más rápidamente y viene la prosperidad. Que no podamos hacer esto tenemos que apuntárselo al euro.Ya publiqué en 1996 un libro en el que decía que el euro no es el camino. –¿Sin euro España no tendría una prima de riesgo tan disparada? –No hay que simplificar las cosas, la pagaríamos con euro o sin euro. Pero una gran parte, más del 50%, de la tasa que estamos sufriendo es por el euro. La discusión es si se le da a la máquina de hacer dinero sí o no. Alemania, que siempre ha tenido esa obsesión antiinflacionista, no quiere darle a la máquina, porque eso hace que suba la inflación y eso lo temen. ¿Cuándo baja la prima de riesgo? Cuando parece que Alemania le va a decir al encargado que tiene en el BCE que afloje y le dé algo a la máquina; ¿y cuándo sube?, cuando Alemania le dice que no le dé. –¿Usted cree que de verdad algún día le dará a la máquina del dinero? –Inevitablemente le van a tener que dar. Creo que ya le han dado. El asunto es que si Merkel dice que no se le da, el señor que nos presta dinero dice «cómo me va a poder pagar España, con qué». Si nosotros tuviéramos má- quina de la moneda también tendríamos alta la prima de riesgo porque nuestra economía va mal, pero los inversores sabrían que les íbamos a pagar porque le daríamos a la máquina. Tendríamos que imprimir más moneda propia para comprar divisas extranjeras, pero ése sería nuestro problema. En este momento, Rajoy dice «o Merkel me manda euros o no puedo pagar». –¿Y qué hacemos? ¿Nos salimos del euro? –Las soluciones pueden ser diversas. No se trata de decir que mañana salimos del euro. Sería una barbaridad. Hemos tardado cinco años en entrar, y una operación de salida tendría que ser también escalonada, y con medidas de respeto a los derechos adquiridos... Y hay sistemas para dejar la moneda en flotación, de dejarla en flotación relativa... Caben muchas formas. –Y después, ¿qué? –Desde 1985 que entramos en la Comunidad Económica Europea hasta 2008 nuestro déficit comercial no dejó de crecer de manera disparatada. Hemos llegado a tener un déficit comercial con los países de la UE del orden de seis-siete billones de pesetas al año, cuando el saldo neto de lo que nos daba a nosotros Europa en la mejor etapa fue de 1,1 billones de pesetas. ¿Vamos a volver a eso? Pues seguiremos teniendo cada año una deuda creciente con el exterior, por la que necesitaremos pedir más dinero prestado y seguiremos ampliando la deuda. España ya debe el doble de su PIB y cuando acabe el año, más... Hay que tocar la base del desequilibrio. Los alemanes todavía no han empezado la crisis, pero nuestra diferencia con ellos está en que nuestra estructura nos lleva a la ruina. Y eso hay que ponerlo sobre la mesa y reestudiar nuestra relación con los países europeos. Sin dogmas, ni a favor ni en contra, y que salga lo que salga, pero hay que ver... –Hay que ser más competitivos, aumentar la productividad... –No nos sigamos engañando. Ése ha sido el engaño del 85. Con unos países que nos llevan 20 años en desarrollo económico, no podemos hacer eso, porque ellos también lo hacen e incluso se sacrifican más; a nosotros nos cuesta mucho recortar un poquito de bienestar. ❜❜ Europa probablemente tendría más posibilidades de subsistir si no hubiera entrado la euforia imperialista que comenzó con Delors –¿Usted cree que Alemania y Francia acabarán ayudándonos? –No se ocuparán de España hasta que nos vean acercarnos a una quiebra que les perjudique a ellos. Es en ese momento cuando cambiarán. Y están en eso, pero piensan que si nos aprietan un poquito más aún aguantamos.Y cada día asumimos unos créditos que nos cuestan una barbaridad. El pago de intereses del año próximo, sólo del Estado, parece que es igual a todo el gasto ordinario del Presupuesto. –¿Nos tendrán que rescatar? –Al final claro que lo harán, nos rescatarán, porque ellos se lo juegan también. Eso lo dijo hace poco el presidente Obama, en la última reunión del G-20 y luego en un discurso en EE UU: «Necesitamos salvar a España para salvar a los EE UU», porque Milwaukee se hundirá si España se hunde, porque las empresas no podrán exportar allá. Merkel no habla con esa claridad. Actúa así, pero no habla así. –¿Europa acabará siendo una federación o una Europa de varias velocidades? –No me atrevo a opinar, pero el considerar que Europa va a subsistir es una posibilidad entre otras. Europa probablemente tendría muchas más posibilidades de subsistir si no hubiera entrado la euforia imperialista que comenzó con Delors. Lo dijo Hegel hablando de la evolución de las naciones: se hunden cuando la tentación imperialista las ataca por la espalda. Eso es lo que pasó a Europa con Delors. No nos engañemos, el crecimiento de Europa ha sido su voluntad de volver a recuperar su posición de potencia hegemónica en el mundo, que a mí me gustaría, pero... Hay una reflexión de Samuelson cuando se instaló el euro y lo criticó, y dijo que será causa de guerras. Y desde Europa le reprocharon que EE UU también tiene una moneda única y por qué Europa no.Y él replicó que EE UU es una nación y Europa, no.Y explicó que en EE UU cuando en un Estado la política económica va mal y cierran las fábricas, los trabajadores cogen sus ahorros, se suben a un autobús y cuando llegan a donde vayan se van a la cola del paro y empiezan a trabajar sin problema porque siguen en la misma nación, no tienen que hablar otro idioma... En Europa «ustedes no pueden recorrer 50 kilómetros sin cambiar de lengua». Y yo le añado: en EE UU, si la economía va mal, el poder federal se hace cargo de usted de alguna manera. No tienen mucho Estado de bienestar, pero lo hace. En Europa, si España cierra, a los parados españoles no les paga ni Alemania ni la UE. Ésta es una importantísima diferencia. –Entonces, ¿España hizo un mal negocio entrando en Europa? –España entró en la Comunidad Europea sin acabar de negociar, y especialmente el capítulo agrario. Margaret Thatcher relata en sus memorias que un día comió al lado de Felipe González y le encontró preocupado por la negociación...Y le dijo: «Entre usted y ya negociará desde dentro». Y en un capítulo final, Thatcher hace un balance de sus éxitos y dice que uno es haber conseguido que España entrase en la UE, porque gracias a eso nos colocaron los excedentes de automóviles que tenían, que era un grave problema para la economía inglesa. Yo pedí en el Gobierno la adhesión a la UE en 1997, porque pensaba que negociaríamos. Pero luego... A Felipe González le dieron el premio «Carlomagno», que es la mayor distinción europea. No me extraña.