Nota de tapa Testimonios

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Nota de tapa Testimonios
“S
CORBIS
Gilot y Picasso brindan en
Vallauris, Francia, en un festejo
íntimo por el cumpleaños
número 70 del pintor
A Pablo Picasso le gustaba que sus
mujeres fueran devotas y sometidas. Pero
Françoise Gilot, colega suya y su amante
desde 1943 hasta 1953, rompió el molde.
A los 90 años, Gilot habla con franqueza
de su relación con el pintor malagueño
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Viernes 2 de septiembre de 2011
pág.
oy la única mujer que dejó
a Picasso, la única que no
se sacrificó al monstruo sagrado –declara Françoise Gilot, con una
sonrisa desenfadada y desafiante–. Soy
la única que aún está viva para contarlo. Después de todo, mire lo que les ocurrió a las otras –continúa, con sus cejas
circunflejas enarcadas–. Tanto MarieThérèse como Jacqueline se suicidaron
[la primera se ahorcó; la segunda se pegó un tiro], Olga se volvió histérica y casi loca. Dora Maar enloqueció.”
Françoise Gilot, la esbelta belleza
que a los 24 años Picasso inmortalizó
como La Femme-Fleur, tiene ahora casi
90. Retrepada en una silla de salón Luis
XV, en su departamento neoyorquino
lleno de obras de arte, su diminuta figura irradia fuerza. Mientras habla, con
un seductor acento francés, sus manos
–de uñas pintadas de un rosa brillante– gesticulan con elegancia. Gilot sigue siendo la mujer enérgica, de inteligencia aguda y espíritu independiente
que compartió una década apasionada
con Picasso, desde 1943 hasta 1953.
Cuando se conocieron, ella tenía 21
años y era una novata estudiante de derecho, artista y escritora. Picasso tenía
61 y era el ardiente español celebrado
como el genio modernista que reinaba
La mujer que
dejó a Picasso
POR JANE HAWLEY
The Sidney Morning Herald
en calidad del artista que más vendía
en el mundo. Gilot le dio dos hijos notables: Claude y Paloma Picasso.
“Pablo era una persona maravillosa para estar con él… era como fuegos
de artificio –recuerda Gilot–. Asombrosamente creativo, tan inteligente y seductor… Si estaba de humor para fascinar, era capaz de hechizar hasta a las
piedras. Pero también era muy cruel,
sádico y despiadado con los demás y
consigo mismo. Todo debía ser como
él decía. Una estaba allí a disposición
de él: él no estaba a disposición de nadie. Pablo creía que era Dios, pero no
era Dios… ¡y eso lo irritaba! Fue el amor
más grande de mi vida, pero había que
tomar medidas para protegerse. Yo lo
hice: me fui antes de terminar destruida. Las otras no lo hicieron, se aferraron al poderoso minotauro y pagaron
un precio muy alto.”
Cuando se marchó con sus hijos, en
1953, Picasso le advirtió: “Nadie deja a
un hombre como yo”. Gilot y sus hijos
también pagarían un precio muy alto.
En 1964, Gilot publicó La vida con Picasso, un estudio de aguda percepción
sobre cómo este artista perpetuamente inventivo metamorfoseaba las ideas
en obras de arte, y sobre su volcánica
energía, su espíritu travieso y su lado oscuro, siempre al acecho. Gilot
también describió a Picasso como un
“Barba Azul” y habló de sus constantes enredos con su sucesión de esposas/
amantes/musas/modelos. El libro enfureció tanto al reservado Picasso que
para castigar a Gilot cortó todo contacto con ella, Claude y Paloma, y se negó
a verlos o hablarles hasta que murió, a
los 91 años, en 1973.
Durante varios días, Gilot habló conmigo con sorprendente candor sobre
Picasso y sobre los demás integrantes
de “la tribu Picasso”, sus otras mujeres e hijos. “Le estoy contando cosas
que nunca antes dije abiertamente, pero ahora sólo me queda tiempo para la
verdad”, me advirtió. Sin embargo, hizo falta todo un proceso para llegar a
ese punto. El disparador fue una invitación a escribir sobre una exhibición
importante, Picasso: Masterpieces from
the Musée National Picasso, que viene a
la Art Gallery de Nuevo Gales del Sur
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