El sacrificio de un hermano

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El sacrificio de un hermano
Anónimo
En el siglo XVI, en una pequeña aldea de Alemania, vivió una familia con dieciocho
hijos. A pesar de una situación aparentemente desesperada, dos hermanos, compartían
el sueño de desarrollar su talento en las artes. Pero sabían que la condición económica
de la familia era demasiado apretada como para pagar sus estudios.
Los dos muchachos idearon su propia solución. Lanzarían una moneda al aire. El
perdedor trabajaría en las minas cercanas para mantener al hermano que fuese a la
academia de artes. Luego, ese hermano, cuando terminase sus estudios, mantendría al
otro hermano en la academia, ya fuese con la venta de sus obras de arte o, de ser
necesario, también trabajando en las minas.
Así que uno de los hermanos fue a la academia de arte, mientras que el otro se
internó en las peligrosas minas. Después de cuatro años, el joven artista regresó a la
aldea y a su familia. Hubo una triunfal cena de bienvenida. El artista se levantó de la
mesa para hacer un brindis por su amado hermano y a sus cuatro años de sacrificio.
-Y ahora, Albert, es tu turno. Ahora puedes ir a la academia para cumplir tu sueño, y
yo te mantendré –dijo terminando su discurso.
Albert estaba sentado allí, las lágrimas rodaban por su rostro, sacudía la agachada
cabeza mientras gemía y repetía: ¡No...no...no!
Finalmente, Albert se puso de pie y limpió las lágrimas de sus ojos. Miró a través de
la larga mesa y, extendiendo sus manos él dijo suavemente:
-No hermano, es demasiado tarde para que yo vaya, ¡Mira... mira lo que le han
hecho a mis manos cuatro años de trabajo en las minas! Los huesos de cada uno de
mis dedos han sido aplastados al menos una vez, y he sufrido de una artritis tan severa
que ni siquiera puedo sostener un vaso de vino para brindar contigo, mucho menos
para trazar las delicadas líneas sobre un lienzo con una pluma o pincel. No, no,
hermano es demasiado tarde para mí.
Entonces, un día, a fin de rendirle homenaje a Albert por todo lo que había
sacrificado, Albretch Dürer dibujó con dolor las torturadas manos de su hermano, con
las palmas juntas y los retorcidos dedos señalando al cielo. Llamó simplemente Manos
a este poderoso dibujo, pero el mundo entero abrió su corazón, casi de inmediato, a
esta obra maestra y renombró a su tributo de amor, Las manos que rezan.
1
La asertividad como consecuencia de un carácter bien formado.
La palabra asertivo, de aserto, proviene del latín assertus y quiere decir
"afirmación de la certeza de una cosa", de ahí se puede deducir que una persona
asertiva es aquella que afirma con certeza.
Como estrategia y estilo de comunicación, la asertividad se diferencia y se sitúa en
un punto intermedio entre otras dos conductas polares: la agresividad y la pasividad, o
no asertividad. Suele definirse como un comportamiento comunicacional maduro en el
cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que
manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos.
Diariamente los seres humanos se relacionan entre sí, tanto en su ámbito familiar,
como laboral y social. En estas relaciones interpersonales se pueden presentar
fundamentalmente tres tipos de conductas: no asertivas, agresivas y asertivas.
Conducta No Asertiva = personas faltos de carácter.
La persona que tiene un comportamiento no asertivo se sitúa a sí misma en un plano
inferior o carente de un buen carácter con respecto al resto de los seres humanos con
los que interactúa. No expresa sus sentimientos, pensamientos o creencias y cuando
llega a manifestarse, se muestra insegura, con disculpas, de tal manera que los demás
pueden fácilmente desatenderla.
Por otra parte, la persona no asertiva concede más valor a las opiniones, deseos y
preferencias de los demás, que a los propios. Permite que se aprovechen de ella, no
defiende sus derechos y busca complacer a los demás, incluso pasando por alto lo que
ella misma siente.
La conducta de la persona no asertiva es el reflejo de pensamientos negativos
como: “Yo no me cuento”, “No son importantes mis pensamientos, los de los demás son
los únicos que son escuchados”, “Se pueden aprovechar de mí”, “Yo no soy nadie”,
“Soy un tonto”, etc.
A su vez, esta actitud se ve proyectada en su comunicación no verbal, ya que su
tono de voz es titubeante y bajo, sin dar énfasis a los mensajes importantes. No ve a
los demás a los ojos, encorva los hombros. Al hablar se sujeta a algo o alguien y,
cuando una persona se muestra afectiva con ella, retrocede.
Actuar de una manera no asertiva lleva a que los demás puedan abusar de una
persona así, ya que es considerada “la buena gente” y termina sintiéndose explotada y
generalmente acumula una pesada carga de resentimiento.
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Algunas causas de la conducta no asertiva pueden ser:
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Miedo a perder aprobación de los demás.
Miedo a ponerse en ridículo.
Miedo a sentirse rechazado.
Ignorar los derechos y obligaciones de la persona.
Baja autoestima, es decir, creerse menos que los demás.
No valorarse a sí mismo.
Bajo auto respeto.
Conducta agresiva = personas con un carácter malformado
La principal preocupación de una persona agresiva es mantener, en todo momento,
el control absoluto de la excitación; dominando y forzando a los otros a perder. Gana
humillando y despreciando. Intimida a los demás y los hace incapaces de expresarse y
defender sus necesidades y derechos.
El agresivo considera que todo ser humano está por debajo de él, por lo que se
muestra permanentemente a la defensiva. Ante la posibilidad de no llegar a conseguir
lo que desea, de verse obligado a hacer lo que no quiere, su mejor defensa es el
ataque.
Con respeto a su conducta no verbal, la persona agresiva trata de degradar o
dominar a sus semejantes por medio de la mirada penetrante, inquisitiva. Su tono de
voz suele ser estridente o estrepitoso, sin importarle las circunstancias. Generalmente
su postura corporal es rígida y señala demasiado con el dedo al hablar.
Con estas actitudes, una persona agresiva trata de decir: “Esto es lo que yo pienso,
tú eres un tonto por pensar de manera diferente”, “Esto es lo que yo quiero, lo que tú
quieras no me interesa”, “Les voy a enseñar quién manda aquí”, etc.
Ambos estilos de comportamiento, el no asertivo y el agresivo, tienen sus raíces
contenidas en un mal carácter, por el hecho de experimentar sentimientos de amenaza
e indefinición; sentimientos que, para cambiarlos, la persona puede controlarlos a
través de sus pensamientos.
Conducta asertiva = persona con carácter bien formado
Una persona asertiva es aquella que se valora con la misma escala de valores que
valora a los demás. Acepta los riesgos que implica cada una de sus decisiones y
comprende que no hay una respuesta exacta, precisa y perfecta para cada situación.
Asertividad es: comunicar los pensamientos y sentimientos importantes de una
manera honesta, con la capacidad de tomar en cuenta los sentimientos, razones y el
respeto de las demás personas. Por lo tanto, para ser asertivos hay que conocer
los derechos de toda persona.
3
Principales Derechos de los seres humanos
·
Decidir los propios valores y estilo de vida. La persona tiene derecho a ser ella
misma según su particular definición y a sentirse bien con su estilo de conducta,
mientras no dañe a nadie.
·
Ser tratado con respeto: La persona está obligada a tratar con respeto y dignidad
humana a los demás.
·
Dar negativas sin sentirse culpables: Tener en cuenta a los demás, no significa
que sean más importantes que uno mismo. Por ello, no es sano reprimir aquello que
se quiere decir por temor a molestar a otros.
·
Sentir y expresar los sentimientos: Es mejor aceptar el derecho a experimentar
sentimientos positivos o negativos, que sentirse culpable de ellos. Asimismo, es
muy importante expresarlos, ya que, con ello, se puede obtener un cambio positivo
en la conducta de los demás o sirve para desahogarse.
·
Cambiar de opinión: Modificar el punto de vista personal puede demostrar
flexibilidad y adaptación a la realidad, negarse a cambiar, cuando es necesario, sólo
es síntoma de rigidez. Sin embargo, ello no significa romper con los compromisos
que se han adquirido como: contratos comerciales, acuerdos personales, etc.
·
Pedir lo que se necesita: Ya sea información, ayuda o el reconocimiento de los
derechos propios de la persona.
·
Cometer errores: Es imposible que el ser humano no cometa errores. Sin
embargo, es importante distinguir los sentimientos de culpabilidad derivados de los
errores involuntarios, de los que sí es responsable el sujeto directamente.
·
Sentirse bien con uno mismo: Reconocer los propios talentos y limitaciones,
aceptarse a uno mismo tal y como es y esforzarse por conseguir el ideal de
conducta que cada uno se haya fijado.
Aceptar estos derechos no implica ser una persona egoísta que piensa sólo en sí
misma, que es insensible a las necesidades de los otros, al contrario, significa
colocarse en una situación de igualdad con los demás. Cuando se actúa asertivamente
se expresa el rostro del carácter, es decir, lo que uno es en realidad, sin menospreciar a
los demás.
Características de la persona asertiva.
·
Se siente libre para manifestarse.
·
Puede comunicarse con personas de todos los niveles. Se comunica en forma
abierta, directa, franca y adecuada con amigos, compañeros, familiares y extraños.
Practica el saber escuchar activamente a los demás.
4
·
Tiene una orientación activa de la vida.
iniciativa.
·
Actúa de un modo respetable. Al comprender que no siempre puede ganar,
acepta sus limitaciones. Sin embargo, no deja de luchar para alcanzar sus
objetivos, de tal forma que pierda, gane o empate, conserva siempre su respeto
propio y su dignidad.
·
Se manifiesta emocionalmente libre para expresar sus sentimientos. Evita los
dos extremos: por un lado la represión y por el otro, la expresión agresiva y
destructiva de sus emociones. Su comunicación no verbal es congruente con sus
mensajes verbales: su tono de voz es claro y audible, su afectividad es adecuada al
estado de ánimo y a la situación.
·
Acepta o rechaza en su mundo emocional a las personas. Con delicadeza pero
con firmeza, establece quiénes van a ser sus amigos y quiénes no.
Lucha por lo que quiere, busca la
Habilidades para Ser una Persona Asertiva
·
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·
·
·
Saber decir no.
Ser oportuno.
Expresar sentimientos positivos.
Ser directo.
Saber comunicar emociones.
Asertividad en el trabajo
El propósito de ser asertivo en las relaciones personales es la franqueza, la
comunicación y el compartir los sentimientos. Sin embargo, en el ámbito laboral la
Asertividad se manifiesta primero con la actitud de la persona y después con los
sentimientos, ya que en toda empresa y organización lo importante es el logro de sus
objetivos y la productividad laboral.
Por esta razón, las relaciones interpersonales en el trabajo tienden a ser más
superficiales que íntimas. Y en la expresión de los sentimientos, se da mayor énfasis a
la adaptación de la persona al trabajo, que a la franqueza.
Una persona es asertiva en el trabajo cuando:
·
Tiene una orientación activa. Refleja el hábito de meditar bien las metas de trabajo
y los pasos que se necesitan para conseguirlas.
·
Demuestra capacidad para hacer el trabajo. Tiene dominio propio, posee buenos
hábitos laborales, disciplina y concentración.
5
·
Controla sus ansiedades y temores. Las tensiones, irritabilidad y reacciones
emocionales inadecuadas, las controla para que no interfieran en la realización de
su trabajo.
·
Mantiene buenas relaciones interpersonales. Es capaz de relacionarse con los
subordinados, superiores o personas de su mismo nivel. Sabe presentar solicitudes
y demandas, sabe pedir favores y decir no cuando es necesario.
·
Puede negociar. Sabe trabajar con el fin de conseguir las metas propias
respetando a los demás.
Los pensamientos juegan un papel fundamental en la conducta de una persona
asertiva y de buen carácter. Si se profundiza en la comprensión de cómo los
pensamientos e ideas ocasionan que se tengan sentimientos inadecuados (de ira,
ansiedad, depresión, etc) y como éstos sentimientos pueden desencadenar un tipo de
conducta no asertiva o agresiva, se podrá ser más positivo, al lograr cambiar esos
pensamientos irracionales, negativos a pensamientos racionales, positivos.
Por ejemplo: un jefe le pide a su empleado que le lleve unos papeles, pero cuando
va a entregárselos lo hace esperar 20 minutos para recibirlo.
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¿Cómo cambiar los pensamientos negativos?
Para cambiar los pensamientos negativos que obstaculizan el desarrollo personal,
se puede hacer lo siguiente:
1. Situación: Se describe el acontecimiento que motivó la emoción desagradable.
2. Emoción: Se especifica qué emoción produce.
3. Pensamiento
irracional:
Se anota el pensamiento negativo que se tiene.
4. Respuesta
racional:
Se cambia el pensamiento negativo por positivo.
5. Resultado:
Se describe el nuevo sentimiento que produce un sentimiento positivo.
Ejemplo:
1. Situación:
En una fiesta un hombre ve a su esposa platicar divertida con otro.
2. Emoción:
Celos, ira.
3. Pensamiento “A ésta mujer solo le gusta provocarme. Mira que
irracional:
ponerme los cuernos en mis narices”
4. Respuesta
racional:
“Voy a platicar con mi esposa y mi amigo, parecen muy
divertidos”.
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5. Resultado:
Sentirse mejor sin agredir.
La Asertividad implica una claridad mental y de expresión, que permite mejores
posibilidades de comunicación y entendimiento.
Para ser mejor
Después de contestar las preguntas anteriores te habrás dado cuenta de que hay
ocasiones en las que eres asertivo y otras en las que no. Para lograr un
comportamiento asertivo se recomienda lo siguiente:
1. Identifica cuáles son los derechos que niegas más a menudo a los demás
2. Proponte 3 habilidades a desarrollar durante la semana para ser más asertivo
3. Modifica tus pensamientos negativos en positivos. Para ello, te ayudarán las buenas
compañías y las buenas lecturas.
4. Proponte cambiar tres de las actitudes más agresivas o molestas que consideres
tener, reflexionando antes tomar acciones.
5. Cuando necesites cambiar tus pensamientos negativos que obstaculizan tu
desarrollo, completa la siguiente tabla:
1.Situación:
2.Emoción:
3. Pensamiento
irracional:
4. Respuesta
racional:
5.Resultado:
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Recuerda a quienes ayudan
Anónimo
Hace muchos años, dos jóvenes estaban trabajando por abrirse paso a la
Universidad de Stanford. Sus fondos eran increíblemente bajos y se les ocurrió
contratar al famoso concertista Paderewski para que diese un recital. Utilizarían las
ganancias producidas por el mismo para ayudarse a pagar sus colegiaturas y
hospedaje.
El representante del gran concertista pidió una garantía de dos mil dólares. Era
mucho dinero en aquellos días, pero los jóvenes aceptaron, y procedieron a promover
el concierto.
Después del concierto, los dos jóvenes dieron al gran artista las malas noticias. Le
dieron los mil seiscientos dólares que habían ganado, junto con un pagaré con los
cuatrocientos dólares restantes, explicando que ganarían el resto lo antes posible, y
que le enviarían el dinero. Parecía el final de sus carreras universitarias.
-No muchachos- respondió Paderewski-, eso no será suficiente –y rompiendo el
pagaré en dos les devolvió los mil seiscientos dólares-. Saquen de estos mil seiscientos
dólares los gastos que hicieron y cada uno de ustedes guarde el diez por ciento del total
de su trabajo. A mí déjenme el resto.
Pasaron los años, la Segunda Guerra Mundial comenzó y terminó. Paderewski,
ahora premier de Polonia, se esforzaba por alimentar a miles de personas hambrientas.
Había un solo hombre en el mundo que podría ayudarlo, Hervert Hoover, quien se
encontraba a cargo del Departamento de alimento y ayuda de los Estados Unidos de
América. Hoover respondió y, muy pronto, se enviaron a Polonia miles de toneladas de
alimentos.
Una vez que los hambrientos fueron alimentados, Paderewski viajó a París con el
objeto de agradecerle a Hoover la ayuda enviada a Polonia.
-No se preocupe, señor Paderewski- fue la respuesta de Hoover-. Además, quizá no
lo recuerda, pero usted me ayudó una vez cuando era estudiante universitario y estaba
en problemas.
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Aceptación de los demás
Eventos importantes han modificado la situación del hombre contemporáneo: dos
guerras mundiales, la liberación de la energía atómica, la llegada del hombre a la luna,
el avance científico y tecnológico, las redes sociales, etc. Sin embargo, estos
acontecimientos no siempre se han utilizado para el bienestar general de la sociedad.
Estos acontecimientos y otros más han llevado a la persona a conseguir un cambio
que vaya de la idea de poder y de dominio, a la idea de una sociedad que le permitan a
toda persona asumir en conciencia su realidad y responsabilizarse de su condición
humana para hacer frente a su proyecto de vida con vistas a un mejor futuro.
El hombre es un ser eminentemente social, todos sus actos lo relacionan con los
demás. Para aceptar a otra persona es necesario sentir empatía, tener la capacidad de
identificar el estado emocional del otro y responder de manera adecuada, esto,
solamente se logrará, si nuestro carácter está bien formado. Esto significa sentir como
si se estuviera dentro del otro, “ponerse en sus zapatos”.
La conciencia de que existen los demás, lleva a la persona a reconocer que es un
ser relacional y que tiene un compromiso de apertura y donación con los que le rodean.
Al dejar de verlos como “cosas”, como entes ajenos a ella, reconoce su dignidad como
seres humanos. Por lo tanto, no sólo se debe tolerar a los demás, sino aceptarlos,
escucharlos, amarlos y respetarlos. La regla de oro es “No hagas a los demás lo que
no quieres que te hagan a ti” o “Trata a los demás como te gustarían que te
trataran”.
La relación con los demás se establece cuando la persona sale de sí misma, de su
egoísmo y conoce verdaderamente a los demás. Descubre, a través de la
convivencia, lo mejor que hay en cada quien, valora sus cualidades y les ayuda a
superar sus limitaciones.
Un proyecto de vida que establece una verdadera relación personal se lleva a
cabo cuando la persona deja de fijarse en las diferencias, en lo que separa, y presta
atención a lo que la une “al otro”. En una actitud así, la persona se responsabiliza de
su relación con los otros. Capta la verdadera presencia de los demás cuando está
abierto a recibirlos con amor.
Acepta, escucha, respeta y ama a los demás
De esta forma, un acto central de la vida de toda persona es el encuentro con los
demás, sólo esta relación lo lleva a vivir en plenitud; ya que cuando el ser humano
vive a través de las cosas, termina cosificando a todos lo que le rodean. No los
siente, no los vive, no exteriorizan sus sentimientos, no se entrega a los demás.
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En muchas ocasiones se siente aprecio por los demás, pero no se exterioriza ese
sentimiento y la otra persona ignora que es apreciada. Es necesario hacer saber a los
otros que se les estima y quiere, así se sentirán amados y aceptados, tendrán
confianza en sí mismos, se aceptarán y, por tanto, crecerán, confiriéndole sentido a su
vida.
Hacer sentir a alguien que se le estima le dará confianza y crecerá
El egoísmo y la envidia hacen que la persona busque sólo los defectos o puntos
negativos de los otros para, así, elevar una autoestima baja y sobresalir como superior
a ellos. Una persona que tiene la costumbre de resaltar los errores ajenos, es
alguien que se siente inferior a los demás y la única manera que tiene de destacar
es rebajando la imagen de los que lo rodean.
Si todos buscáramos en uno mismo y en los demás las cualidades y
potencialidades, seguramente la convivencia humana sería más cordial y más sincera.
El ambiente interno de un grupo ya sea familiar, escolar o de trabajo, es importante
para el desarrollo de cada uno de sus miembros. Si éste es de colaboración y buen
trato, sus integrantes valorarán la riqueza de los demás; por lo tanto, habrá un
crecimiento grupal y personal. Si, por el contrario, sólo se ven los errores de los demás
y siempre se está criticando o regañando a los subordinados, a la pareja, a los hijos, a
los alumnos, etc, no habrá rendimiento, bajará su confianza en ellos mismos y se
volverán inseguros, torpes, tímidos y esconderán errores por miedo al castigo.
Es esencial que en todo proyecto de vida exista respeto entre las personas,
flexibilidad de trato y mente abierta para aceptar a los demás; es común que a lo
largo de la vida, la persona se encuentre con gente de diferentes ideas sociales,
políticas y religiosas. Una rigidez de pensamiento o sentimiento llevaría a la
intransigencia, enemistad y falta de comprensión hacia las demás personas a las que
se trata en el trabajo, en la familia y en la sociedad en general.
Aceptar a los demás nos permite vivir en paz y de una manera armónica
La intolerancia ha llevado a pueblos enteros a interminables luchas sangrientas.
Asimismo grandes proyectos, negocios y empresas se han venido abajo por no aceptar
las diferencias de opinión en las relaciones interpersonales. Por ello, es necesario que
la persona esté consciente que sólo en el ámbito de la aceptación de los demás es
posible vivir en paz y, que en una relación armónica y estable se le dará sentido a
nuestra vida. Pero, esto solamente se logrará con personas que quieran adjudicarse
responsablemente y con esfuerzo formar un buen carácter, a fin de actuar en la vida
conforme a él.
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El arte de criticar
Si en el mundo hay algo que sea especialísimamente difícil y para lo que, sin
embargo, nos sintamos perfectamente preparados, es el arte de criticar. Arte
endiabladamente complejo y que se convierte en injusticia noventa y nueve de cada
cien veces que lo usamos y en el que, no obstante, nos embarcamos a diario con una
frivolidad digna de mejor causa.
Es uno de nuestros deportes favoritos ¿Quién hay que no critique algo o a
alguien setenta veces siete cada día? Critican los hijos a los padres, los padres a los
hijos, los maestros a los alumnos, los alumnos a los maestros, los vecinos a los demás
vecinos, los gobernados a los gobernantes, los incrédulos a los creyentes, los creyentes
a su propia Iglesia, los mexicanos a los mexicanos, los gringos a todo el resto del
mundo, no hay persona que llegue al anochecer sin haber derramado o recibido –
sabiéndolo o sin saberlo- media docena de rociadas críticas al día.
Y lo gracioso es que esto de la crítica se suele presentar en la actualidad no sólo
como un gran derecho, sino también como un mérito. Un hombre que “vive en postura
crítica” se considera ya un privilegiado. “Mantener una actitud crítica” es algo así
como la cima de la perfección. ¡Y cuánta falsedad y mediocridad se esconde a veces
tras tan bonitas palabras! No creo que sea malo reflexionar un poco sobre este arte que
jamás nos han enseñado.
Y no vendría mal empezar por un recuerdo infantil. Yo tuve un profesor de griego
que nos explicaba que la palabra “crítica” viene del verbo “krino” o “krinein”, que
quiere decir “juzgar, medir, valorar”, y nos recordaba que de esa misma raíz, “kry”
vienen “crisol” y “acrisolar”, es decir: Filtrar impurezas y vienen también palabras tan
dispares como “crisis”, “criterio” e incluso “hipocresía”, desempeñar un papel teatral
literalmente.
Pero nuestro profesor insistía en que, por tanto, crítica no es, como suele pensarse,
sólo decir las cosas malas de lo juzgado, sino medir, valorar, cuánto tiene de
bueno y de malo. Por lo que una crítica que sólo subraya lo negativo no es ya una
crítica, sino algo muy diferente. Y entonces nuestro profesor nos explicaba que para
expresar esa idea de “decir lo negativo” tenían los griegos otras dos palabras ”aitía”,
que quiere decir acusación, y “diabolé”, que es más dura y se refiere a “la acusación
calumniosa”. De esta última palabra, viene precisamente el nombre de “diablo”, es
decir: el acusador, el calumniador.
No he olvidado nunca la explicación de mi profesor de griego: muchos que se creen
“críticos”, son simplemente “diablos”. Muchos que creen ejercer esta nobilísima tarea
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que es criticar, separar el grano de la paja, para guardar el grano, lo que en realidad
hacen es acusar, calumniar, diabolizar. Es decir: destruir.
El crítico, en cambio, es el que juzga porque ama aquello que está criticando y
porque quiere ayudar a mejorar. Critica para empujar hacia arriba. No goza criticando.
Sabe que al criticar, él también se embarca en aquello que critica: porque él también
fracasa, si lo criticado no acaba mejorando.
La persona criticona es todo lo contrario: goza subrayando los aspectos negativos.
Y el fracaso de lo criticado lo ve como un éxito propio, como una confirmación de que él
tenía razón al criticarlo.
Triste personaje el criticón, que empieza por no ser feliz ¿Conocen ustedes a alguna
persona que se pase la vida hablando mal de los demás y que sea al mismo tiempo
feliz personalmente? No, el criticón critica precisamente porque él no es feliz y proyecta
su amargura sobre el criticado. Lo que realmente no le gusta es su propio corazón. Y
todo su desencanto por sí mismo lo vuelca en cuanto mira. Si una jarra llena de vinagre
rebosa –como dice el refrán- rebosará vinagre. Si lo que rebosa es miel, es que está
llena de miel.
Por eso, porque el criticón no puede aceptar que los demás sean más felices o
mejores que él, todo el mundo le parece podrido. Y se pasa la vida vigilando los
posibles –y temibles- éxitos de los demás.
En el fondo, al criticón le disgusta el mundo que le rodea y el que tiene dentro. Pero,
como es demasiado orgulloso para reconocer que él tiene parte de culpa de ese mundo
molesto, necesita inventarse culpables: y los encuentra en todos los que le rodean.
Como él está seguro de tener la verdad absoluta, se sube en la peana o base de esa
verdad y se dedica a demostrar a todo el mundo que él tiene razón. ¿Cómo, entonces,
podrían tenerla los demás?
Pero ahora debemos aterrizar un poco más. Y señalar cuándo y cómo se debe
hacer la crítica.Y las leyes fundamentales me parecen las siguientes:
La 1ª. es que no tiene derecho a criticar, el que no elogia habitualmente. Una
persona que jamás elogia las cosas que su alumno hace bien –y todo el mundo hace
muchas cosas bien-, ¿qué derecho tendría a reñirle cuando se equivoca?. Un jefe que
jamás estimula a sus colaboradores, ¿no se despoja de razón para criticar cuando
éstos fallan? El que en política jamás encuentra nada válido en sus gobernantes, ¿no
demuestra en sus críticas que es un neurótico o tiene gafas políticas para criticarles? La
crítica verdaderamente valiosa es la de quien, estando en principio siempre dispuesto al
elogio, se ve, en algún caso, obligado a criticar.
La 2ª. ley podría ser ésta: no se debe criticar nada que no se ame. Si toda la
critica va dirigida a conseguir el bien y no a destruir, ¿no es lógico que sólo se critique
aquello cuyo bien se quiere? Criticamos con derecho a los gobernantes cuando de
hecho queremos a nuestro país, y lo demostramos a diario con nuestro trabajo.
Tenemos derecho a criticar a la Iglesia si la amamos. Y con tanta más razón criticamos
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al hijo, al esposo, al alumno cuánto más les demostremos constantemente nuestro
amor. La crítica del enemigo ni crea nada, ni nada aporta.
Lógicamente, cuando se critica lo que se ama se critica con amor, con tanta
delicadeza como la que se emplea al curar una herida. Por ello, en una crítica rebozada
de ironías o sarcasmo, puede haber un desahogo del que critica, no una esperanza de
verdadera mejoría.
La 3ª. norma podría ser ésta: Nunca se debe formular una crítica sin que, antes,
el propio crítico se haya preguntado por la parte de responsabilidad que él tiene
en lo que fustiga o critica. La verdad es que todos somos responsables de todo. Y
cuando algo marcha mal, nadie de los que rodean ese mal puede estar seguro de tener
limpias sus manos. ¿Cómo criticar a un país que produce poco, si no empezamos todos
a cumplir nuestro deber? ¿Criticar a la jerarquía por la mala marcha de la Iglesia, no
será una coartada para tapar nuestros errores? ¿Reñir a un hijo porque llega tarde a
casa no es un engaño cuando no se ha empezado por hacer vividera la convivencia
dentro?
Lógicamente se critica de manera distinta cuando uno se siente corresponsable de
lo que se discute. Y, en rigor, sólo debería criticarse “desde dentro”, comenzando por la
confesión de nuestra propia culpa. El criticado entenderá mucho mejor su error, si
empezamos a compartir con él el nuestro. Porque no entenderá la crítica como una
agresión hecha desde fuera, sino como una colaboración practicada desde dentro. Es
decir, desde dentro del corazón.
Ahora quiero concretar las pequeñas leyes que son decisivas en el arte de
criticar. Lo hago siguiendo las que señala López Caballero:
·
La crítica ha de hacerse siempre “cara a cara”. No hay nada más sucio y más
triste que la denuncia anónima. El que tira la piedra y esconde la mano, sólo
demuestra que su corazón está podrido y carece de un buen carácter y de todo
derecho a criticar.
·
La crítica ha de hacerse a la persona interesada y en privado, salvo en la crítica
pública a las cosas públicas. Una crítica a un hijo, a un amigo, o a un alumno en
público es siempre rigurosamente contraproducente.
·
Nunca se debe criticar comparando con otras personas. Ejemplo: Decirle a un
hijo o alumno: “Aprende de tu hermano o compañero” es olvidar que cada persona
es cada persona.
·
Se deben criticar los hechos, pero jamás las intenciones. El que ama debe partir
siempre de la buena voluntad de aquellos a quienes aman.
·
La crítica debe ser específica no generalizadora; objetiva, no exagerada.
Cualquier exageración en la crítica le hace perder toda su eficacia. Por ello, se
deben evitar las palabras: siempre, nunca, etc., porque nadie es siempre malo.
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·
Hay que criticar una sola cosa cada vez. Si, al criticar, soltamos todos los
rencores que hemos ido acumulando durante meses, lo que conseguiremos es
discutir y no curar.
·
No se deben, en principio, repetir las críticas una vez formuladas. Las
repeticiones y el “dale duro y duro” las vuelven ineficaces.
·
Hay que saber elegir bien el momento para criticar. En principio lo ideal es
hacerlo apenas se ha producido el hecho criticable, pero todo depende de que
nosotros estemos tranquilos para criticar y el criticado lo esté para escuchar. Si uno
de los dos está nervioso o tenso, lo más probable es que se agrande la herida en
lugar de curarla.
·
Nunca se debe criticar lo que no se ha comprobado bien. Criticar sobre rumores,
sobre sospechas, es predisponerse a ser injusto.
·
Antes de criticar hay que ponerse en las circunstancias del criticado. Como
dice un viejo proverbio: “Dios me libre de juzgar a mi hermano, sin haber calzado
durante un mes sus zapatos”.
Claro que, entonces, si nos hubiéramos colocado en el alma del otro, ya no
criticaríamos. Por ello, Graham Green decía que: “Si supiéramos el último por qué
de las cosas tendríamos compasión hasta de las estrellas”. Pero los hombres
juzgamos con una frivolidad que espanta. Si, en cambio, supiéramos cómo y porqué
camino se ha llegado al error que criticamos, noventa y nueve de cada cien veces nos
callaríamos y descubriríamos que a la hora de equivocarnos todos somos hermanos
gemelos.
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El amor bien vivido enaltece el carácter de la persona
Actualmente, los valores esenciales de la persona se han visto desplazados por
pseudo-valores como el placer, el poder y la irresponsabilidad de los actos humanos.
De esta forma, la crisis de hoy es una crisis del corazón, de la razón y de un carácter
débil.
El que se ama a sí mismo, tiene un principio de vida que es el amor, que llevará a la
persona a una vida plena y con sentido y a una felicidad duradera, quien acepta esta
principio se compromete con su proyecto de vida y con el de los demás, ya que el amor
no es un sentimiento, es una decisión y un compromiso que no es egoísta.
Los medios de comunicación propagan la búsqueda del placer a través de sus
anuncios, artículos, imágenes y programas, de forma tal que resulten muy atractivos a
la vista, el oído, al olfato y al tacto. Ante esto, la persona tiende a buscar esas
sensaciones, esas experiencias y como resultado mide su éxito en la vida de acuerdo a
esos criterios.
Un gran número de hombres y mujeres han caído en un desaliento lleno de pesar,
porque no consiguen obtener todo lo que la publicidad les ofrece. Nada les satisface y,
cada día que pasa, crece en ellos un sin sentido o vacío imposible de llenar. Así se
llega a la dependencia del ser humano hacia los objetos de consumo o a las adicciones:
drogas, alcohol, sexo, etcétera.
Por otra parte, muchas personas también se han dejado llevar por individuos que
prometen convertirlas en seres poderosos, que les venden trucos mágicos para
dominar al mundo y, para ganar intimidando a los otros. Así ven la vida como una
competencia despiadada y desleal, en la que todo se vale: el engaño, el fraude, el
oportunismo, el abuso, la cultura de la tranza, etc.
Dentro de esta filosofía de la vida está la sugerencia de que las personas deben vivir
su libertad como les plazca. Es decir, estar libres. Libre de sus promesas, de sus
obligaciones y compromisos, esto ha llevado a que muchas personas vean a sus
cónyuges, familias, alumnos, trabajadores, etc., como obstáculos de su satisfacción
personal. Es decir, muchos derechos, pocas obligaciones y, por ende un carácter light
y carencia de sentido en sus vidas.
Por todas estas razones, el amor, como principio de vida armónica y de una
existencia significativa, no ha tenido el peso y la importancia necesaria en la sociedad
contemporánea.
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Aspectos generales del amor
El amor provoca dos aspectos: por un lado, puede provocar sufrimiento por un
conflicto interno que trastorna el estado de ánimo y, roba el pensamiento y la atención
de la persona afectada. Por el otro, a través del amor se le encuentra sentido a la vida
porque:
·
Exige lo mejor de cada persona de carácter bien formado. Es una experiencia
de crecimiento y de compromiso, no es conformista. Por ejemplo, por amor se les
puede pedir a los hijos y alumnos que estudien y se desarrollen de acuerdo a su
capacidad intelectual.
·
El amor no acepta la injusticia y la desigualdad. Porque para el amor todos
somos dignos y todos cabemos. El amor de la Madre Teresa de Calcuta y Gandhi
son un ejemplo al tratar de la misma manera a todas las personas.
·
Impregna la vida de ilusiones e ideales. Cuando se ama se hacen planes para el
futuro, para el crecimiento personal y el de los demás.
·
Es un generador extraordinario de fidelidad y lealtad. Porque cuando se ama de
verdad a los demás, la vida adquiere un verdadero sentido.
·
Estabiliza el ánimo y el humor de la persona. El amor proporciona optimismo y
es generador de felicidad.
·
Produce la realización más plena de la persona, que está por encima del
dinero y del éxito. Cuando se ama, se piensa de manera positiva, hay plenitud y
felicidad internas, reflejo de un buen carácter.
·
El amor conlleva a vivir todo sacrificio, esfuerzo y entrega. Porque cuando se
ama, se entrega la persona incondicionalmente a establecer y vivir un proyecto de
vida que le dé sentido a su existencia.
·
El amor hace pequeños los obstáculos y enaltece la dignidad humana. El amor
descubre el valor y el carácter de las personas.
Así pues, el amor es una paradoja, tiene un aspecto positivo y también implica
sacrificio y negación. Depende de la persona cómo vivirlo y manejarlo; ya que el amor
es una decisión y un compromiso que da sentido a la vida.
El amor es una decisión y compromiso
Hay dos tipos de amor
1. El amor de caridad, Agape o Caritas: amor desinteresado, se relaciona con
Dios; no es emocional, es universal, es una actitud de la voluntad. Con este tipo
de amor se puede amar y respetar al prójimo.
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2. El amor, Eros que es selectivo, exclusivo y selecciona a quien amar. Implica
una decisión, fidelidad, por eso es el amor de los enamorados. Dentro de él
existen tres formas de amor:
·
·
·
El amor que se basa en actos vitales o del cuerpo, pasión. La pasión del
amor entre el varón y la mujer se relacionan con su ser biológico.
El amor que toma en cuenta los actos psíquicos puros del yo. Es el valor
del conocimiento y de lo bello. Manifestaciones de este tipo de amor son la
amistad, el matrimonio, las relaciones entre padres, hijos y hermanos.
El amor que trasciende a los actos espirituales. Es propio de la naturaleza
del ser humano y la trascendencia en el otro. Es el valor a lo sagrado y está
ligado a un gran potencial espiritual.
Hay una distinción muy clara entre estas tres formas de amor. Se puede, por
ejemplo, amar profundamente a una persona sin que infunda pasión alguna; se puede
también amarla aunque resulte repugnante su aspecto físico. A la inversa, se puede
abrigar una intensa pasión de amor por otro individuo sin amar su forma de ser y de
sentir, sus intereses espirituales y la índole u origen de su espíritu. El amor sagrado es
poco frecuente, lo encontramos intuitivamente en las figuras más nobles de la historia.
Conforme se va desarrollando el ser humano va aprendiendo a amar. Así, un bebé
responde con sonrisas o caricias cuando se siente amado, aceptado, él sólo recibe
amor y es con el paso de los años que va aprendiendo a querer a los demás. Entre los
3 y 6 años de edad, la afectividad del niño deja de ser egoísta para aprender a dar y
compartir con los que le rodean. A partir de los 7 años, se presenta un periodo
apropiado para que se despierte en el niño la tendencia natural para darse a los demás.
Sin embargo, al inicio de la pubertad y el comienzo de la adolescencia entre 12
y 15 años, nace la intimidad, el descubrimiento de sí mismo y de la independencia y,
por lo mismo, el egoísmo vuelve a ser natural como una segundo afirmación de la
persona.
Por otra parte, en la adolescencia se manifiesta la atracción física hacia el sexo
opuesto y nace el primer amor en el cual se presentan las características del amor
pasional: cartas, citas, manifestaciones de celos, etcétera. De esta forma, el
adolescente va dejando su egoísmo y va seleccionando a su grupo de amigos y
amigas.
En la etapa adulta el amor de pareja se vive en su plenitud y se toman las decisiones
y el compromiso necesario para iniciar una familia. El amor entonces, de ser exclusivo
para los enamorados, se vuelve más grande y generoso en los hijos: los cuidados
paternales que le presten al bebé, son la fuente de la ternura humana que hará que ese
niño desarrolle su afectividad y molde su carácter de una forma positiva.
El amor procede del espíritu y va siempre referido exclusivamente a la persona. El
amor es el núcleo del orden del mundo, en él se encuentra la vocación del ser humano,
a través de él se busca la bondad en las cosas y en las personas que nos rodean.
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Víctor Frankl dice que “La salvación del hombre se logra por el amor y en el
amor”.
El amor le da sentido a la vida, es un gran incentivo para que el individuo madure y
desarrolle su carácter, para que sea algo en sí mismo, es una gran demanda para
realizar grandes cosas.
El fin del amor es la felicidad a través del propio
reconocimiento, del amor a sí mismo, la autoestima y la entrega comprometida a los
demás.
El misterio del amor humano consiste en la fuerza que poseen las personas libres,
independientemente reales, como seres espirituales, para acoger la esencia individual
propia y del otro, para así afirmarlo emocionalmente en sí mismos, sin perder su
realidad independiente, sino más bien para alcanzarla plenamente.
El amor no es un sentimiento, porque si así fuera sería una realidad muy inestable.
El amor es un compromiso, eso significa promover el verdadero crecimiento y la
felicidad de la persona que se ama. Por esta razón, no se puede tener una relación real
y continua con todas las personas a las que se trata cotidianamente, porque el amor es
una decisión que debe ser cuidadosa, al elegir a quién y a qué grado de compromiso se
desea llegar al ofrecer el amor.
“Amar” implica conocimiento de la persona. “Querer” es un sentimiento
El amor como compromiso implica asumir o comprometerse con una actitud
fundamental de interés por la satisfacción, seguridad y desarrollo del carácter ser
amado. Después de elegir, se está por libre voluntad, comprometido para dar
felicidad, seguridad y bienestar a la persona que se ama.
Con frecuencia se utilizan los términos amar y querer como sinónimos. Sin
embargo, existen grandes diferencias, querer es un sentimiento de estima y cierta
admiración. Amar implica conocimiento de la persona y un compromiso profundo.
Naturaleza del amor
·
El amor no es un sentimiento, no es una emoción, es una decisión libre y
voluntaria que realiza la persona, aunque se manifieste a través de un sentimiento.
Por eso, se puede amar a un ser humano, a un proyecto, a un ideal, al trabajo... El
amor es infinito.
·
El amor es como el agua que fluye constantemente de un manantial, en entrega
total. Cuando realmente se ama a alguien, se está dispuesto a dar todo por esa
persona, sin esperar nada a cambio. El verdadero amor es incondicional, no
pone condiciones, ni busca cualidades o defectos en la persona amada. Se ama a
la persona en sí misma.
·
El amor respeta a la identidad del ser amado. No es una fusión en el otro, se
respeta la diferencia de cada uno y la promueve. Como el agua, el amor crece
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misteriosamente derramando sus bondades sobre todo lo que toca, llevando un
mensaje de vida.
·
El amor, como el agua, puede dirigirse a diferentes puntos sin perder sus
cualidades. Por eso, es posible, por ejemplo, amar con la misma intensidad a
todos los hijos que se tengan. En el amor hay admiración mutua, comprensión,
empatía, parte de la esencia del ser amado. El amor es prudente, no se precipita,
analiza, pregunta y rectifica.
·
Mientras más se da amor, más crece desbordándose en una entrega generosa
que llena profundamente. El amor es la experiencia de un “Yo y un Tú” diferentes,
unidos en las diferencias.
·
El amor exige o reclama lo mejor de aquel a quien se ama, esto implica adaptación y
aceptación. El amor no es indiferente. En ocasiones trae consigo sufrimientos y
dolor por las circunstancias que lo rodean.
La fuerza del amor elimina todos los obstáculos.
El amor sabe valorarlo todo, hasta los detalles más pequeños.
El amor es dinámico y vital, permanece siempre abierto y ansioso, es positivo y sabe
sacarle jugo a la vida.
El amor no permite humillaciones y abusos.
El amor no tiene límites y en todo momento busca la superación. El amor es
entrega con dignidad.
·
·
·
·
·
El amor como principio de vida.
Para que el amor forme parte de la vida cotidiana, se debe trabajar en los siguientes
aspectos:
·
Escuchar de manera activa y atenta. Para descubrir las necesidades del “Tú” se
debe estar atento, cuidadoso y abierto a lo que se quiere ofrecer y comunicar y a lo
que no se puede decir.
·
Ser firme en el amor. Esto significa que el amor no siempre será dulce y
consentidor. Si de verdad se ama a una persona, no se propiciará ni consentirá
aquello que le haga daño, por el contrario, se le confrontará con su realidad. Por
ejemplo: si una persona le pide a su pareja algo que va en contra de sus principios
o que es malo, con firmeza deberá decirle que no.
·
No juzgar. No hacer juicios anticipados, ni interpretar malas acciones.
·
El verdadero amor es incondicional. Es un regalo gratuito, no es una
competencia. En el amor se puede ser como uno es, expresar todos los
pensamientos y sentimientos con seguridad absoluta. No hay nada más que pueda
desarrollar el alma humana, actualizar el potencial de crecimiento o llevar a una
persona a una posesión plena de la vida, que el amor incondicional, el que da
sentido a la existencia humana.
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