36 EL PAÍS, jueves 20 de mayo de 2010 vida&artes sociedad Una huida de dos años con un final trágico Solo es un clon, no un semental La copia genética de animales es problemática y no garantiza la herencia de virtudes P Pero salvar a especies en extinción justifica el intento JAIME PRATS Si usted desea clonar a su pura sangre favorito, la ciencia está de su parte. Otra cosa es que obtenga un semental que le asegure potros veloces. Y si desea replicar a su gato persa favorito, también le saldrá muy caro. Aunque nadie le garantice que el fantástico pelaje sea exactamente igual. Crear un mamífero genéticamente idéntico a otro —como Got, el primer clon de un toro de lidia presentado ayer— es un acontecimiento científico espectacular, pero de momento, es una técnica experimental, con usos poco definidos y plantea un cúmulo de dudas suficientemente numeroso como para estar lejos de convertirse en algo generalizado. La opinión mayoritaria de los científicos es que replicar animales genéticamente exactos a otro del que se ha extraido el ADN puede estar justificado en especies en riesgo de extinción o animales sujetos a un coste caprichoso en los que el valor sentimental esté por encima del económico (un caballo pura sangre, un toro de lidia o una mascota muy querida por sus dueños), pero poco más. Además, la técnica es todavía demasiado reciente para estar totalmente validada. “Aún tiene que pasar más tiempo para ver si se mantienen las características en los descendientes de los animales clonados”, señalaba ayer Rita Cervera, la investigadora del Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) de Valencia responsable del proceso de clonación de Got. En la clonación animal, son muchas las cuestiones a solventar, empezando por la eficacia de la técnica. Con ejemplares bovinos, la clonación ha alcanzado tasas de éxito consideradas elevadas por los especialistas, pero apenas oscilan entre el 1% y el 4%. Es decir, en el mejor de los casos, hacen falta 25 óvulos para conseguir a un toro clonado. En el caso de la oveja Dolly, el primer mamífero en ser clonado, en el año 2006, fueron necesarios 200 óvulos (un 0,5%). Juan José Badiola, presidente La tasa de éxito para obtener un toro clonado está entre el 1% y el 4% La UE no autoriza el consumo de carne obtenida de reses replicadas del Consejo General de Colegios Veterinarios de España, considera interesante la clonación para lo que él llama usos destinados al espectáculo. Es el caso del toro de lidia, “una raza muy limitada”, lo que justificaría la aplicación de la técnica para contar con sementales con alto valor genético. O especies en riesgo de extinción. E in- cluso destaca todo lo que tenga que ver con el progreso científico: “Todos los avances en genética son importante, gusten más o menos”, comentaba ayer a este diario, mientras asistía a una reunión de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria. Cuestión distinta, y controvertida, es la relacionada con la comercialización con destino al consumo humano. Un potencial uso de esta técnica sería el de industrias ganaderas interesadas en perpetuar ejemplares óptimos como procreadores. El consumo de animales clonados (su carne o su leche) ni se contempla. El alto precio de su producción (más de 10.000 euros por ejemplar) lo desaconseja. El negocio sería clonar a aquellos genéticamente más interesantes y crear una especie de sementales eternos que estuvieran produciendo continuamente animales óptimos, estos sí, para acabar en los supermercados. “Seguramente, los clones serían igual de buenos que sus antecesores, pero eso no lo sabemos”, advierte Pere Puigdomènech, investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Barcelona, en la misma línea que Cervera, del CIPF. De momento, no ha pasado el suficiente tiempo para que haya nacido un becerro de un clon. “Tampoco se sabe si estos animales tienen una vida más corta frente a los 30 años de media que suele vivir una vaca”, comenta este biólogo molecular. La archifamo- sa Dolly murió a los seis años, cuando la expectativa de vida de una oveja de su especie puede rondar los 11 o 12 años. “Fue por una infección pulmonar, pero sobre la mesa está la posibilidad que pudiera sufrir un envejecimiento precoz”, apunta Puigdomènech. Distintos informes revelaron tras su autopsia que sufría enfermedades propias de ejemplares de mayor edad. Ante estas dudas, y la falta de regulación sobre la cuestión, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA es el acrónimo en inglés) decidió en 2008 no autorizar la comercialización de filetes de cerdo o vaca procedentes de la crianza de ejemplares po científico la ha llamado Ángela. Got estará tres meses en el establo para mamar, ahora calostro, luego la leche propiamente dicha, que le proporcionará inmunidad. Después se irá para Cádiz, con los suyos. En realidad, elegir Palencia para el implante de los embriones se debe al veterinario del proyecto, Julio César Díez, que es de la tierra y conoce a los ganaderos. En conferencia de prensa, Torrent, Díez y la bióloga Rita Cervera presentaron a Got casi como si se tratara de una infanta recién nacida. La hora del alumbramiento, los kilos del ternero y de la placenta, las dudas sobre si inducir o no el parto... Pero cuando Got nació, no estaban allí, a pesar de los desvelos hora tras hora en el establo. Una leve ausencia bastó para que Leonís expulsara al torito sin dificultad ninguna a las seis de la mañana del martes. Las frisonas paren terneros dos veces más grandes que este guardiola, razón por la que se las ha elegido. “Es un clon sano y precioso”, dijo Torrent. “Vasito no ha muerto”, concluyó. Crear uno como él ha costado tres años de trabajo y un presupuesto de 28.000 euros. El grupo trabajaba con linces ibéricos, pero surgieron dificultades. Para subir la moral del equipo bajaron el nivel técnico: para el toro de lidia había más ovarios disponibles. Y ahí está el resultado: Vasito vive, lo que ocurra con Got está por ver, que ahora no tiene ni media yerba. “Vasito’ no ha muerto” CARMEN MORÁN El ganadero abrió el portón y ahí estaba: negro zahíno, 21,7 kilos, de la ganadería Guardiola, procedencia Pedrajas, de nombre Got; la embestida, los pitones y la madre, desconocidos por ahora. El ternerito, de patas larguiruchas y andares precarios, tuvo ayer su día de gloria, más flases que los que se disparan en Las Ventas, decenas de periodistas pendientes de él, el equipo científico sin quitarle ojo y el alcalde de Melgar de Yuso (Palencia), encorbatado en el establo para la ocasión. Clavadito a su padre cuando era chico. Got es un clon de Vasito (hijo de Vasita), el primer toro de lidia salido del laboratorio para ser idéntico a su padre, un buen semental que murió de viejo. Por ese lado la estirpe es inmejorable, pero para crear a Got se recogieron los desechos de matadero de vacas destinadas al consumo humano en Valencia. De ahí se extrajeron los óvulos, que se vaciaron para introducir en ellos el núcleo genético del padre. Los embriones salidos de esa técnica se han implantado en 21 vacas, 14 frisonas y siete bravas. Solo se han conseguido tres embarazos y un parto, por ahora, el de Got, hijo de Leonís (así se llama la mujer de Vicent Torrent, el investigador jefe). Su hermano, Glass, está a punto de llegar (cuando lea esto quizá ya haya nacido). A la vaca, como ocurrió con Leonís, ya le han inducido el parto de manera química; y en agosto se prevé el alumbramiento de otra gotita de agua zahína en la finca de los Guardiola en Cádiz, en este caso de un vientre bravo. Got mira a los periodistas con cara de susto, quizá de sueño, de molestia, puede. Y las vacas frisonas de Javier Azpeleta también comisquean la paja entre la curiosidad y el desdén. Dos de ellas han prestado su vientre para gestar los clones. Leonís ya ha cumplido. ¿Y cómo se llama la otra madre de alquiler? “Seis tres cero cero”, contesta lacónico el ganadero. El equi- 37 EL PAÍS, jueves 20 de mayo de 2010 sociedad cultura deportes La UE, contra la indiscreta cámara de Google El Chacal más controvertido, de Olivier Assayas Sastre avanza en el Giro, que sufre un vuelco total Got, el primer toro de lidia clonado, de la ganadería de Guardiola, fue presentado ayer en Melgar de Yuso, en Palencia. / mabel garcía La incógnita ANÁLISIS Antonio Lorca clonados, en una decisión opuesta a la tomada por la autoridad estadounidense, la FDA, que sí lo permitió en 2008, como recuerda Badiola. Puigdoménec, que fue el ponente de un estudio elaborado por el Grupo Europeo de Ética de la Ciencia y las Nuevas Tecnologías sobre esta cuestión, recuerda que a partir de los datos disponi- bles, la agencia europea no determinó que existiera riesgo para los consumidores ni que hubiera diferencia entre los productor procedentes de animales clonados o sus descendientes que de los concebidos de forma natural. Pese a ello, “prevaleció el principio de precaución”, comenta Badiola. Junto a la cuestión de la seguri- dad alimentaria, Puigdomènech plantea otros reparos a la comercialización de esta carne, como el relacionado con el bienestar animal. Este biólogo molecular advierte del gran número de abortos y malformaciones que se producen en los procesos de clonación animal. También alude al perjuicio que puede producirse Seis clones, seis ANÁLISIS Javier Sampedro La clonación de los primeros toros de lidia no merecerá muchas objeciones éticas —“Mientras no clonen a los que sacan ahora a la plaza”, me precisaba ayer un taurino—, pero sí que suscita dos preguntas muy filosóficas: ¿Se puede clonar la bravura? Y ¿para qué? Dos clones son como dos hermanos gemelos: todos sus genes son idénticos, se parecen en muchas cosas y difieren en otras cuantas. Los efectos del ambiente empiezan en el bombo materno. Los niveles de hormonas en el útero, por ejemplo, son un de- terminante de la orientación sexual del hijo, así que ¿por qué no pueden afectar a la bravura del clon? El experimento español puede arrojar alguna luz sobre este punto. Si el clon Got (vaso), recién nacido de una vaca frisona de alquiler, o el clon Glass (vaso), que pronto hará lo mismo, son menos bravos que el clon Verre (vaso, nombre supuesto), que está siendo gestado por una vaca brava, ahí tendremos una respuesta. Si ocurre al revés, tendremos otra pregunta. Por otro lado, aunque los genes de dos clones sean idénticos, sus estados de actividad (su epigenética) siguen cursos propios en cada individuo. Un caso visto- so es la coloración de los gatos siameses. Hay variantes de un gen del color que solo funcionan en un entorno frío. Aunque todas las células del gato llevan el mismo gen, el color solo aparece en las patas, el rabo y las orejas, que están fuera del cuerpo y pasan más frío durante el desarrollo. Pero también hay trozos de material genético que se mueven solo en una célula madre cerebral, alterándola a ella y a todas sus descendientes, y generando así un trozo de cerebro que será distinto en Got y en Glass. Nada de esto, desde luego, es un argumento por la clonación masiva de toros de lidia. Bastante difícil es ya distinguir al quinto. para la diversidad genética de la especie por la homogeneización derivada de la reproducción a partir de clones. “¿Vale la pena una técnica tan cara, que provoca problemas a los animales para obtener una ventaja tan pequeña?”, se pregunta Puigdomènec. El catedrático de Genética de la Universidad Complutense y asesor de diversas ganaderías Javier Cañón sostiene que en ningún caso es adecuada la clonación para la mejora de la especie del toro bravo. “En el contexto en el que yo me muevo, el económico, no tiene sentido”, sostiene. No solo por su elevado coste. Los cruces son la base de la mejora de las reses, añade. Pero, además, existe otro factor. La bravura vendría determinada entre un 30% y un 50% por la genética. Por ello, la copia de un toro de lidia no será necesariamente tan bravo como su original. El director científico del Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia, Carlos Simón, insiste en el peso de los factores no genéticos. Al margen de la relevancia de la carga hereditaria, los investigadores están cada vez más centrados en los mecanismos epigenéticos, una dimensión superior a la genética. Los hábitos de la persona, su trabajo o el ambiente en el que se mueve actúan como reguladores de los genes, de forma que actúan como una especie de interruptores, activándolos o inhibiendo la actividad genética. Más remotas son las eventuales aplicaciones de la clonación en embriones humanos. En países como España se permite la llamada clonación terapéutica de embriones humanos (nunca con fines reproductivos). Pero ni en España ni en el mundo se ha logrado cultivar células embrionarias con fines médicos. El investigador coreano Hwang Woo-suk lo anunció en 2005, pero fue un fraude. Además, al ritmo que avanza la investigación, la clonación para obtener células madre está superado por otra técnica, la denominada reprogramación celular, como apunta el propio Simón, en la que se están volcando los investigadores. Consiste en obtener células madre a partir de células de la piel o el pelo, de forma que se evitarían los problemas éticos que supone manipular embriones. En ciencia nunca sobra la investigación. Por eso, la epigenética, la reprogramación celular o la clonación tienen cada una su sitio. Y el de esta última no tiene mucho sentido, más allá de —caprichos al margen— salvar especies en peligro. + E .com Participe ¿Cree que la clonación cambiará el mundo del toreo? Dicen que han clonado un toro bravo, y que otro está a punto de nacer. Got lleva por nombre el becerro que pronto viajará a la finca sevillana de El Toruño, de donde partió el tejido de su padre, el semental Vasito, fallecido de viejo el pasado mes de marzo, perteneciente a la ganadería de Alfonso Guardiola, depositario del prestigioso encaste Pedrajas. “Habrá que ver cómo se desarrolla su crianza”, dicen en la ganadería. Habrá que ver si es bravo o manso, fiero o descastado, si es poderoso o de salud enfermiza. Habrá que ver si, además, de una copia física exacta de su padre, hereda, también, sus cualidades y las bondades de su exquisita familia. Este y no otro es el problema no resuelto. Al menos, no verificado. La bravura, la casta y la nobleza no son condiciones innatas, sino el producto de un largo y esforzado proceso de selección que, desde principios del siglo XX, llevan a cabo unos verdaderos científicos autodidactas llamados ganaderos de reses bravas que, sin ser veterinarios ni genetistas ni médicos han conseguido que el toro de hoy sea un extraño para su propia especie. Tienen la difícil misión de seleccionar comportamientos y repartir en su justa medida las cualidades que debe tener hoy un toro: casta, bravura y nobleza. Todo comenzó cuando apareció Juan Belmonte y, con él, la revolución estética, que exigió un cambio radical. El animal grande y destartalado, áspero, brutal y rudo, se ha transformado en un toro guapo, armónico, bravo y noble que ha elevado el toreo a altas cotas artísticas. La clave de este cambio radical se llama selección, el gran misterio de la tauromaquia. ¿La clonación viene a deshacer el misterio? Esa es la clave no aclarada. Si Got es como su padre, fiel representante del encaste Pedrajas, será de pecho fuerte, badanudo, lustroso, chato y enmorrillado; bajo de agujas y de cuerna acapachada y de pelo negro. Se identifica popularmente este tipo de toro con la bravura en el primer tercio, sin duda alguna fruto de la difusión del festejo sevillano de “lunes de resaca”, donde los toros de María Luisa Domínguez, madre del actual propietario, han dado un gran espectáculo en el primer tercio. Pero nunca la selección fue matemática. De progenitores ejemplares nacen multitud de toros para el matadero. “El toro es un misterio. Yo cada vez sé menos. Cuanto más avanzo, más interrogantes se me abren”, reconoce Fernando Cuadri, ganadero que lleva toda su vida dedicada al toro bravo. Y Álvaro Domecq, famoso estudioso del toro, dejó dicho: “La selección es una lotería; y el toro, un misterio”. Ojalá todo venga a resolverlo la ciencia…