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EL PAÍS, jueves 20 de mayo de 2010
vida&artes
sociedad
Una huida
de dos años con
un final trágico
Solo es un clon,
no un semental
La copia genética de animales es problemática
y no garantiza la herencia de virtudes P Pero
salvar a especies en extinción justifica el intento
JAIME PRATS
Si usted desea clonar a su pura
sangre favorito, la ciencia está de
su parte. Otra cosa es que obtenga un semental que le asegure potros veloces. Y si desea replicar a
su gato persa favorito, también le
saldrá muy caro. Aunque nadie le
garantice que el fantástico pelaje
sea exactamente igual. Crear un
mamífero genéticamente idéntico a otro —como Got, el primer
clon de un toro de lidia presentado ayer— es un acontecimiento
científico espectacular, pero de
momento, es una técnica experimental, con usos poco definidos y
plantea un cúmulo de dudas suficientemente numeroso como para estar lejos de convertirse en
algo generalizado.
La opinión mayoritaria de los
científicos es que replicar animales genéticamente exactos a otro
del que se ha extraido el ADN puede estar justificado en especies en
riesgo de extinción o animales sujetos a un coste caprichoso en los
que el valor sentimental esté por
encima del económico (un caballo pura sangre, un toro de lidia o
una mascota muy querida por
sus dueños), pero poco más. Además, la técnica es todavía demasiado reciente para estar totalmente validada. “Aún tiene que
pasar más tiempo para ver si se
mantienen las características en
los descendientes de los animales
clonados”, señalaba ayer Rita Cervera, la investigadora del Centro
de Investigación Príncipe Felipe
(CIPF) de Valencia responsable
del proceso de clonación de Got.
En la clonación animal, son
muchas las cuestiones a solventar, empezando por la eficacia de
la técnica. Con ejemplares bovinos, la clonación ha alcanzado tasas de éxito consideradas elevadas por los especialistas, pero apenas oscilan entre el 1% y el 4%. Es
decir, en el mejor de los casos,
hacen falta 25 óvulos para conseguir a un toro clonado. En el caso
de la oveja Dolly, el primer mamífero en ser clonado, en el año
2006, fueron necesarios 200
óvulos (un 0,5%).
Juan José Badiola, presidente
La tasa de éxito
para obtener un
toro clonado está
entre el 1% y el 4%
La UE no autoriza
el consumo de
carne obtenida
de reses replicadas
del Consejo General de Colegios
Veterinarios de España, considera interesante la clonación para
lo que él llama usos destinados al
espectáculo. Es el caso del toro de
lidia, “una raza muy limitada”, lo
que justificaría la aplicación de la
técnica para contar con sementales con alto valor genético. O especies en riesgo de extinción. E in-
cluso destaca todo lo que tenga
que ver con el progreso científico:
“Todos los avances en genética
son importante, gusten más o menos”, comentaba ayer a este diario, mientras asistía a una reunión de la Agencia Española de
Seguridad Alimentaria.
Cuestión distinta, y controvertida, es la relacionada con la comercialización con destino al
consumo humano. Un potencial
uso de esta técnica sería el de industrias ganaderas interesadas
en perpetuar ejemplares óptimos como procreadores. El consumo de animales clonados (su
carne o su leche) ni se contempla. El alto precio de su producción (más de 10.000 euros por
ejemplar) lo desaconseja. El negocio sería clonar a aquellos genéticamente más interesantes y
crear una especie de sementales
eternos que estuvieran produciendo continuamente animales
óptimos, estos sí, para acabar en
los supermercados. “Seguramente, los clones serían igual de buenos que sus antecesores, pero eso
no lo sabemos”, advierte Pere
Puigdomènech, investigador del
Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Barcelona, en la misma línea que Cervera, del CIPF.
De momento, no ha pasado el
suficiente tiempo para que haya
nacido un becerro de un clon.
“Tampoco se sabe si estos animales tienen una vida más corta frente a los 30 años de media que suele vivir una vaca”, comenta este
biólogo molecular. La archifamo-
sa Dolly murió a los seis años,
cuando la expectativa de vida de
una oveja de su especie puede
rondar los 11 o 12 años. “Fue por
una infección pulmonar, pero sobre la mesa está la posibilidad
que pudiera sufrir un envejecimiento precoz”, apunta Puigdomènech. Distintos informes revelaron tras su autopsia que sufría
enfermedades propias de ejemplares de mayor edad.
Ante estas dudas, y la falta de
regulación sobre la cuestión, la
Agencia Europea de Seguridad
Alimentaria (EFSA es el acrónimo en inglés) decidió en 2008 no
autorizar la comercialización de
filetes de cerdo o vaca procedentes de la crianza de ejemplares
po científico la ha llamado Ángela.
Got estará tres meses en el establo para mamar, ahora calostro,
luego la leche propiamente dicha, que le proporcionará inmunidad. Después se irá para Cádiz, con los suyos. En realidad,
elegir Palencia para el implante
de los embriones se debe al veterinario del proyecto, Julio César
Díez, que es de la tierra y conoce
a los ganaderos.
En conferencia de prensa, Torrent, Díez y la bióloga Rita Cervera presentaron a Got casi como si se tratara de una infanta
recién nacida. La hora del alumbramiento, los kilos del ternero
y de la placenta, las dudas sobre
si inducir o no el parto... Pero
cuando Got nació, no estaban
allí, a pesar de los desvelos hora
tras hora en el establo. Una leve
ausencia bastó para que Leonís
expulsara al torito sin dificultad
ninguna a las seis de la mañana
del martes. Las frisonas paren
terneros dos veces más grandes
que este guardiola, razón por la
que se las ha elegido.
“Es un clon sano y precioso”,
dijo Torrent. “Vasito no ha muerto”, concluyó. Crear uno como él
ha costado tres años de trabajo y
un presupuesto de 28.000 euros.
El grupo trabajaba con linces
ibéricos, pero surgieron dificultades. Para subir la moral del
equipo bajaron el nivel técnico:
para el toro de lidia había más
ovarios disponibles. Y ahí está el
resultado: Vasito vive, lo que ocurra con Got está por ver, que ahora no tiene ni media yerba.
“Vasito’ no ha muerto”
CARMEN MORÁN
El ganadero abrió el portón y ahí
estaba: negro zahíno, 21,7 kilos,
de la ganadería Guardiola, procedencia Pedrajas, de nombre Got;
la embestida, los pitones y la madre, desconocidos por ahora. El
ternerito, de patas larguiruchas y
andares precarios, tuvo ayer su
día de gloria, más flases que los
que se disparan en Las Ventas,
decenas de periodistas pendientes de él, el equipo científico sin
quitarle ojo y el alcalde de Melgar
de Yuso (Palencia), encorbatado
en el establo para la ocasión.
Clavadito a su padre cuando
era chico. Got es un clon de Vasito
(hijo de Vasita), el primer toro de
lidia salido del laboratorio para
ser idéntico a su padre, un buen
semental que murió de viejo. Por
ese lado la estirpe es inmejorable, pero para crear a Got se recogieron los desechos de matadero
de vacas destinadas al consumo
humano en Valencia. De ahí se
extrajeron los óvulos, que se vaciaron para introducir en ellos el
núcleo genético del padre. Los
embriones salidos de esa técnica
se han implantado en 21 vacas, 14
frisonas y siete bravas. Solo se
han conseguido tres embarazos y
un parto, por ahora, el de Got, hijo de Leonís (así se llama la mujer
de Vicent Torrent, el investigador
jefe). Su hermano, Glass, está a
punto de llegar (cuando lea esto
quizá ya haya nacido). A la vaca,
como ocurrió con Leonís, ya le
han inducido el parto de manera
química; y en agosto se prevé el
alumbramiento de otra gotita de
agua zahína en la finca de los
Guardiola en Cádiz, en este caso
de un vientre bravo.
Got mira a los periodistas
con cara de susto, quizá de sueño, de molestia, puede. Y las vacas frisonas de Javier Azpeleta
también comisquean la paja entre la curiosidad y el desdén.
Dos de ellas han prestado su
vientre para gestar los clones.
Leonís ya ha cumplido. ¿Y cómo
se llama la otra madre de alquiler? “Seis tres cero cero”, contesta lacónico el ganadero. El equi-
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EL PAÍS, jueves 20 de mayo de 2010
sociedad
cultura
deportes
La UE, contra la
indiscreta cámara
de Google
El Chacal más
controvertido,
de Olivier Assayas
Sastre avanza en
el Giro, que sufre
un vuelco total
Got, el primer toro de lidia
clonado, de la ganadería de
Guardiola, fue presentado
ayer en Melgar de Yuso,
en Palencia. / mabel garcía
La incógnita
ANÁLISIS
Antonio Lorca
clonados, en una decisión opuesta a la tomada por la autoridad
estadounidense, la FDA, que sí lo
permitió en 2008, como recuerda
Badiola. Puigdoménec, que fue el
ponente de un estudio elaborado
por el Grupo Europeo de Ética de
la Ciencia y las Nuevas Tecnologías sobre esta cuestión, recuerda
que a partir de los datos disponi-
bles, la agencia europea no determinó que existiera riesgo para los
consumidores ni que hubiera diferencia entre los productor procedentes de animales clonados o
sus descendientes que de los concebidos de forma natural. Pese a
ello, “prevaleció el principio de
precaución”, comenta Badiola.
Junto a la cuestión de la seguri-
dad alimentaria, Puigdomènech
plantea otros reparos a la comercialización de esta carne, como el
relacionado con el bienestar animal. Este biólogo molecular advierte del gran número de abortos y malformaciones que se producen en los procesos de clonación animal. También alude al
perjuicio que puede producirse
Seis clones, seis
ANÁLISIS
Javier Sampedro
La clonación de los primeros toros de lidia no merecerá muchas
objeciones éticas —“Mientras no
clonen a los que sacan ahora a la
plaza”, me precisaba ayer un taurino—, pero sí que suscita dos preguntas muy filosóficas: ¿Se puede
clonar la bravura? Y ¿para qué?
Dos clones son como dos hermanos gemelos: todos sus genes
son idénticos, se parecen en muchas cosas y difieren en otras
cuantas. Los efectos del ambiente empiezan en el bombo materno. Los niveles de hormonas en
el útero, por ejemplo, son un de-
terminante de la orientación
sexual del hijo, así que ¿por qué
no pueden afectar a la bravura
del clon? El experimento español
puede arrojar alguna luz sobre
este punto. Si el clon Got (vaso),
recién nacido de una vaca frisona
de alquiler, o el clon Glass (vaso),
que pronto hará lo mismo, son
menos bravos que el clon Verre
(vaso, nombre supuesto), que está siendo gestado por una vaca
brava, ahí tendremos una respuesta. Si ocurre al revés, tendremos otra pregunta.
Por otro lado, aunque los genes de dos clones sean idénticos,
sus estados de actividad (su epigenética) siguen cursos propios
en cada individuo. Un caso visto-
so es la coloración de los gatos
siameses. Hay variantes de un
gen del color que solo funcionan
en un entorno frío. Aunque todas
las células del gato llevan el mismo gen, el color solo aparece en
las patas, el rabo y las orejas, que
están fuera del cuerpo y pasan
más frío durante el desarrollo. Pero también hay trozos de material genético que se mueven solo
en una célula madre cerebral, alterándola a ella y a todas sus descendientes, y generando así un
trozo de cerebro que será distinto en Got y en Glass.
Nada de esto, desde luego, es
un argumento por la clonación
masiva de toros de lidia. Bastante
difícil es ya distinguir al quinto.
para la diversidad genética de la
especie por la homogeneización
derivada de la reproducción a partir de clones. “¿Vale la pena una
técnica tan cara, que provoca problemas a los animales para obtener una ventaja tan pequeña?”, se
pregunta Puigdomènec.
El catedrático de Genética de
la Universidad Complutense y
asesor de diversas ganaderías Javier Cañón sostiene que en ningún caso es adecuada la clonación para la mejora de la especie
del toro bravo. “En el contexto en
el que yo me muevo, el económico, no tiene sentido”, sostiene. No
solo por su elevado coste. Los cruces son la base de la mejora de las
reses, añade. Pero, además, existe
otro factor. La bravura vendría determinada entre un 30% y un 50%
por la genética. Por ello, la copia
de un toro de lidia no será necesariamente tan bravo como su original.
El director científico del Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia, Carlos Simón, insiste en el peso de los factores no
genéticos. Al margen de la relevancia de la carga hereditaria, los
investigadores están cada vez
más centrados en los mecanismos epigenéticos, una dimensión
superior a la genética. Los hábitos de la persona, su trabajo o el
ambiente en el que se mueve actúan como reguladores de los genes, de forma que actúan como
una especie de interruptores, activándolos o inhibiendo la actividad genética.
Más remotas son las eventuales aplicaciones de la clonación en
embriones humanos. En países como España se permite la llamada
clonación terapéutica de embriones humanos (nunca con fines reproductivos). Pero ni en España
ni en el mundo se ha logrado cultivar células embrionarias con fines médicos. El investigador coreano Hwang Woo-suk lo anunció en 2005, pero fue un fraude.
Además, al ritmo que avanza la
investigación, la clonación para
obtener células madre está superado por otra técnica, la denominada reprogramación celular, como apunta el propio Simón, en la
que se están volcando los investigadores. Consiste en obtener células madre a partir de células de la
piel o el pelo, de forma que se evitarían los problemas éticos que supone manipular embriones.
En ciencia nunca sobra la investigación. Por eso, la epigenética, la reprogramación celular o la
clonación tienen cada una su sitio. Y el de esta última no tiene
mucho sentido, más allá de —caprichos al margen— salvar especies en peligro.
+
E
.com
Participe
¿Cree que la clonación cambiará
el mundo del toreo?
Dicen que han clonado un toro
bravo, y que otro está a punto de
nacer. Got lleva por nombre el becerro que pronto viajará a la finca
sevillana de El Toruño, de donde
partió el tejido de su padre, el semental Vasito, fallecido de viejo el
pasado mes de marzo, perteneciente a la ganadería de Alfonso
Guardiola, depositario del prestigioso encaste Pedrajas. “Habrá
que ver cómo se desarrolla su
crianza”, dicen en la ganadería.
Habrá que ver si es bravo o manso, fiero o descastado, si es poderoso o de salud enfermiza. Habrá
que ver si, además, de una copia
física exacta de su padre, hereda,
también, sus cualidades y las bondades de su exquisita familia.
Este y no otro es el problema
no resuelto. Al menos, no verificado. La bravura, la casta y la nobleza no son condiciones innatas, sino el producto de un largo y esforzado proceso de selección que,
desde principios del siglo XX, llevan a cabo unos verdaderos científicos autodidactas llamados ganaderos de reses bravas que, sin ser
veterinarios ni genetistas ni médicos han conseguido que el toro de
hoy sea un extraño para su propia
especie. Tienen la difícil misión
de seleccionar comportamientos
y repartir en su justa medida las
cualidades que debe tener hoy un
toro: casta, bravura y nobleza.
Todo comenzó cuando apareció Juan Belmonte y, con él, la revolución estética, que exigió un
cambio radical. El animal grande
y destartalado, áspero, brutal y rudo, se ha transformado en un toro
guapo, armónico, bravo y noble
que ha elevado el toreo a altas cotas artísticas. La clave de este
cambio radical se llama selección, el gran misterio de la tauromaquia.
¿La clonación viene a deshacer el misterio? Esa es la clave no
aclarada. Si Got es como su padre,
fiel representante del encaste Pedrajas, será de pecho fuerte, badanudo, lustroso, chato y enmorrillado; bajo de agujas y de cuerna acapachada y de pelo negro. Se
identifica popularmente este tipo
de toro con la bravura en el primer tercio, sin duda alguna fruto
de la difusión del festejo sevillano
de “lunes de resaca”, donde los
toros de María Luisa Domínguez,
madre del actual propietario, han
dado un gran espectáculo en el
primer tercio. Pero nunca la selección fue matemática. De progenitores ejemplares nacen multitud
de toros para el matadero. “El toro es un misterio. Yo cada vez sé
menos. Cuanto más avanzo, más
interrogantes se me abren”, reconoce Fernando Cuadri, ganadero
que lleva toda su vida dedicada al
toro bravo. Y Álvaro Domecq, famoso estudioso del toro, dejó dicho: “La selección es una lotería;
y el toro, un misterio”. Ojalá todo
venga a resolverlo la ciencia…
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