Carta del Ex Capitán de Fragata ALFREDO IGNACIO ASTIZ

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Carta del Ex Capitán de Fragata ALFREDO IGNACIO ASTIZ
33er aniversario del hundimiento del Crucero ARA General
Belgrano
SACRIFICIO
Un buque está compuesto del noble material con que fue
construido y de su tripulación, configurándose como resultado
una fuerte aleación.
En el caso de los buques de guerra, esta aleación es de vital
importancia para la más importante misión que ellos deben
cumplir: COMBATIR.
Desde ese punto de vista, el Crucero A.R.A. General Belgrano fue
un buque afortunado. Siempre tuvo, a lo largo de su existencia
buenos tripulantes, que hicieron que el Crucero cumpliera
dignamente su tarea en todos los mares en que le tocó navegar,
no importando el pabellón que ondeara en el tope de su pico o en
su popa.
En el momento de su final, el Crucero se encontraba cumpliendo
con el deber de defender una parte de nuestra Patria del ataque
de una potencia extranjera. Un buque de guerra con esa
trayectoria tuvo un final doloroso, pero acorde con la dignidad de
su existencia. Se hundió en combate, con nuestra Bandera de
Guerra ondeando al tope, evocando las enseñanzas de Brown,
Espora, Rosales y tantos otros héroes que defendieron nuestra
Nación, por lo que continuará navegando eternamente por las
páginas de nuestra historia.
A pesar de estar herido de muerte por dos torpedos, el noble
buque, hizo los esfuerzos necesarios para retrasar su
hundimiento, permitiendo que la mayor parte de la tripulación
pudiera abandonarlo, a pesar de la tormenta y de las condiciones
gélidas de temperatura en que se encontraba.
Sin embargo, lamentablemente con él se hundieron muchos de
sus tripulantes. En esos marinos, que dieron todo por la defensa
de la Patria, están simbolizados todos los argentinos, tanto civiles
como militares, de cualquier Fuerza o Servicio que dieron su vida
durante el Conflicto del Atlántico Sur.
Se podrá discutir indefinidamente sobre si era el momento
conveniente para la recuperación de nuestros territorios
usurpados. Lo que es indiscutible es la validez de nuestros
derechos sobre esos territorios y el respeto que se merecen los
que perdieron su vida en su recuperación y su posterior defensa.
Más allá de estas consideraciones, los muertos que padecimos en
esas acciones son un hecho irremediable. Para comprender la
magnitud e importancia del sacrificio de todos esos Argentinos,
debemos recordar que a lo largo de la historia del mundo, los
países más trascendentes a menudo tuvieron que aceptar la gran
pérdida que significaba para ellos la vida de sus hijos, para lograr
su supervivencia y su éxito como nación. Lo que nunca se
permitieron esas naciones era la dilapidación de ese magno
sacrificio.
Esa cuota de sangre era considerada como el tributo más grande
y doloroso que un país tenía para ofrendar.
Lamentablemente, parece que en nuestra Nación, algunos
personajes se han olvidado de esos santos valores, manifestando
que nuestros combatientes pelearon como héroes. A estas
personas no les importa el daño que su conducta le puede
producir a los intereses de la Patria con tal de satisfacer sus
propias ambiciones políticas personales, y lo más penoso e
Inaceptable, a causa de su desmesurado egoísmo, permitiendo el
olvido de nuestros héroes y transformando su muerte en un acto
inútil.
Es más, a veces esos argentinos tienen hasta el descaro de
afirmar que las acciones en el Atlántico Sur fueron un retroceso
para la recuperación de nuestros territorios, convirtiéndose en
aliados, voluntaria o involuntaria de la potencia usurpadora que,
por su propia historia, conoce perfectamente el inmenso valor de
la sangre derramada por sus soldados, a la cual siempre
respetaron y nunca olvidaron. Por eso están deseosos de que
nosotros menospreciemos la sangre de nuestros combatientes,
sacrificio supremo que es lo que le da más valor a nuestro
reclamo por la recuperación de nuestros territorios ocupados.
Yo les diría a esos oscuros personajes que habitan nuestra Patria
que le pregunten a los combatientes, de cualquier jerarquía,
incluyendo a los valerosos conscriptos y a los civiles, si lucharon
en vano. NO, ellos saben que lucharon por una causa justa y
quieren que el sacrificio de todos los que participaron de esa
gesta, tanto los que murieron como los que lograron sobrevivir
sea reconocido y valorado, no como un lamentable ejercicio de
compasión, sino por lo que fue: Un paso vital para que la potencia
colonial reconozca nuestra soberanía sobre las islas.
No hay más que recordar la llegada de los valerosos náufragos del
emblemático crucero al puerto de Ushuaia, donde gallardamente,
a pesar del trance que habían vivido, entonaron formados desde
el muelle la Marcha de la Armada.
Consecuentemente, no hacer valer la memoria de nuestros
muertos, invocando los derechos que fortalecieron con su
sacrificio, es una falta de respeto para esos civiles y militares, que
dieron todo en la defensa de nuestra Patria.
Por eso, el mejor reconocimiento que le podemos hacer a la
tripulación del Crucero A.R.A. General Belgrano, sobre todo a los
que dieron su vida, y por extensión a todos los combatientes
argentinos, es el reconocimiento de que su muerto no fue en
vano, sino que se suma al sacrificio de todos los argentinos de
bien que, a lo largo de nuestra historia, permitieron que
heredáramos nuestra Patria.
Alfredo Ignacio Astiz
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