REVISIÓN dades responden de manera variable a las diferentes alternativas terapéuticas. Conclusiones. Es importante que el neuropediatra conozca estas entidades como un grupo de enfermedades neurometabólicas tratables. Su detección, además, permitiría la realización de un diagnóstico prenatal en la gran mayoría de los casos. [REV NEUROL 2005; 41: 99-108] Palabras clave. Aminas biógenas. Distonía dopasensible. Enfermedades neurometabólicas. GABA. Líquido cefalorraquídeo. Neurotransmisor. dades respondem de forma variável às diferentes alternativas terapêuticas. Conclusões. É importante que o neuropediatra conheça estas entidades como grupo de doenças neurometabólicas tratáveis. A sua detecção, além disso, permitirá a realização de um diagnóstico pré-natal na grande maioria dos casos. [REV NEUROL 2005; 41: 99-108] Palavras chave. Aminas biógenas. Distonia sensível dupla. Doenças neurometabólicas. GABA. Líquido cefalorraquidiano. Neurotransmissor. 3,4-metilenodioximetanfetamina (‘éxtasis’): efectos emocionales y cognitivos a largo plazo y depleción serotoninérgica A. Molero-Chamizo 3,4-METHYLENEDIOXYMETHAMPHETAMINE (‘ECSTASY’): ITS LONG-TERM EMOTIONAL AND COGNITIVE EFFECTS, AND SEROTONIN DEPLETION Summary. Aims. The main objective of this study is to describe the different neuropsychological deficits associated to the consumption of 3,4-methylenedioxymethamphetamine (MDMA or ‘ecstasy’), as well as the growing evidence that attributes these deficits to the selective axonal damage to serotoninergic cells brought about by this substance. Development. MDMA is an amphetamine derivative that, like its precursor, has properties as a stimulant. Part of its chemical structure is similar to that of the hallucinogen mescaline with which it shares the capacity to alter perception. Nevertheless, the primary pharmacological effect of this substance, which is what usually leads to its use and abuse, is chiefly linked to an intense positive emotional state. This effect on the individual’s mood is also usually accompanied by numerous feelings of empathy, sociability and closeness, which turn this drug into a powerful entactogenic agent (a term used in psychotherapy to describe a state of wellbeing, closeness and emotional self-awareness produced by certain compounds). The antidepressant and entactogenic effects induced by an acute dose of MDMA can be accounted for by the notable increase in serotonin bioavailability triggered by the drug. Repeated consumption of MDMA, however, ends up affecting many functions that have been related to the serotoninergic systems, such as sleep, appetite, attention and memory, or one’s emotional state. Conclusions. Most of the neuropsychological disorders found in individuals who take ecstasy on a regular basis can be explained by the selective neurodegeneration processes that the drug appears to produce in the serotonin terminals of the brain in the long run. [REV NEUROL 2005; 41: 108-14] Key words. Degenerative axonal damage. Depression. Dopamine. Ecstasy. MDMA. Serotonin. Uptake inhibition. INTRODUCCIÓN El uso recreativo del ‘éxtasis’ (MDMA) como una nueva droga de síntesis apareció en España a finales de los años ochenta [1]. Este compuesto forma parte de un grupo farmacológicamente común de sustancias derivadas de la anfetamina y que se conocen como feniletilaminas. Las propiedades farmacológicas de esta droga, así como sus consecuencias funcionales y neurotóxicas se investigan intensamente en la actualidad [2]. La MDMA está relacionada estructuralmente con el estimulante mayor anfetamina y con el alucinógeno mescalina. Aunque comparte ambas propiedades, lo cierto es que la principal acción de esta sustancia recae sobre el estado emocional. De Aceptado: 02.12.04. Departamento de Psicología Experimental y Fisiología del Comportamiento. Universidad de Granada. Granada, España. Correspondencia: Dr. Andrés Molero Chamizo. Departamento de Psicología Experimental y Fisiología del Comportamiento. Facultad de Psicología. Universidad de Granada. Campus de Cartuja, s/n. E-18071 Granada. Fax: +34 958 246 239. E-mail: [email protected] © 2005, REVISTA DE NEUROLOGÍA 108 entre los efectos fisiológicos y neuropsicológicos que induce la MDMA cabe destacar su capacidad simpaticomimética (aumenta la presión sanguínea y la tasa cardíaca), estimulante, y de alteración de la percepción, así como la inducción de un estado emocional positivo acompañado de sentimientos de proximidad, empatía y sensualidad [3-5]. El incremento en la presión sanguínea y en la actividad cardiovascular puede ser letal en personas que presentan alguna alteración mórbida previa de este sistema. Además de este efecto, la MDMA produce un intenso aumento en la temperatura corporal [5,6] y cambios en la homeostasis del sodio (hiponatremia) [5], que pueden provocar un golpe de calor y/o una deshidratación. Cuando el consumo se produce, como es habitual, en ambientes cálidos y ante una intensa actividad física, este aumento de temperatura y la deshidratación pueden poner en peligro la vida del consumidor. Por otro lado, el incremento de la temperatura asociado a la MDMA parece resultar especialmente tóxico para los sistemas renal y hepático. Cuando aumenta la temperatura, pueden producirse serias alteraciones complejas, como una rabdomiólisis (pequeñas rupturas fibrilares que liberan en la sangre sustancias tóxicas como la mioglobina) [5]. REV NEUROL 2005; 41 (2): 108-114 ‘ÉXTASIS’Y TOXICIDAD SEROTONINÉRGICA Además, las alteraciones vasculares y el aumento de la temperatura pueden producir una coagulación intravascular diseminada con riesgo de fatales hemorragias cerebrales. Y, finalmente, numerosos estudios han demostrado que el consumo de MDMA suprime la actividad de determinadas células del sistema inmunológico y reduce la capacidad de protección contra las infecciones [7-9]. Si bien suelen emplearse como términos equivalentes [3,5, 10-12], no siempre lo que se encuentra en una pastilla de éxtasis es realmente MDMA. Dado que es una droga ilegal, los laboratorios clandestinos que la sintetizan pueden fácilmente producir cualquier sustancia y venderla como éxtasis. Los estudios hechos en España muestran que una gran proporción de las pastillas de éxtasis contiene MDMA; pero, en algunos casos también se han encontrado moléculas de anfetamina, metilenodioxianfetamina (MDA) y otros derivados anfetamínicos, cafeína y otros estimulantes, e incluso alguna clase de antidepresivo, ansiolítico o antibiótico [13,14]. El objetivo de esta revisión es describir los principales síntomas cognitivos y emocionales asociados al consumo de MDMA en usuarios habituales de éxtasis, que parecen derivar del daño axonal degenerativo inducido por esta sustancia. Se pretende con ello aportar información resumida, útil y accesible, tanto para el profesional relacionado con el abuso de drogas como para los estudiantes de cualquier disciplina relacionada con la neurociencia. Para este fin, se describirán brevemente los mecanismos farmacológicos de la MDMA y sus efectos sobre el sistema nervioso central (SNC), y se hará hincapié en las numerosas evidencias que sugieren una acción neurodegenerativa selectiva tras el uso continuado de esta droga. FARMACOLOGÍA DE LA MDMA La MDMA se absorbe con facilidad por todas las vías de administración y atraviesa rápidamente la barrera hematoencefálica, para distribuirse por todo el SNC [15]. La dosis oral psicoactiva se sitúa entre los 75 y los 150 mg. Los primeros síntomas pueden aparecer a la media hora, y los efectos más intensos suelen manifestarse una hora u hora y media después de su administración [2,15]. Después, diversas enzimas hepáticas y cerebrales degradan este compuesto en varios metabolitos. Uno de estos metabolitos, obtenido por N-demetilación, es la MDA, cuya neurotoxicidad serotoninérgica ha sido ampliamente demostrada en modelos animales [16,17]. En el SNC se sabe que la MDMA induce una hiperactividad dopaminérgica y, sobre todo, serotoninérgica [5,15,18-20]. Las acciones dopaminérgicas se están estudiando mucho actualmente, aunque todavía se desconoce el mecanismo preciso de actuación sobre este neurotransmisor. Las propiedades psicoestimulantes de la MDMA parecen mediadas por el efecto sobre la neurotransmisión dopaminérgica [19] y, al parecer, existe una relación entre este incremento en la actividad de la dopamina (DA) y la degeneración axonal serotoninérgica que induce esta droga a largo plazo [17,19]. Respecto al sistema serotoninérgico, se sabe que la MDMA actúa sobre las proteínas recaptadoras de serotonina (5-HT) e impide el transporte neuronal presináptico de este neurotransmisor [5,15,21]. Además, secundariamente, estimula la liberación de 5-HT, lo que, a su vez, parece incrementar la actividad del neurotransmisor dopamina [5,15,20]. No se conoce exactamente el mecanismo farmacológico de la MDMA por el cual se REV NEUROL 2005; 41 (2): 108-114 produce esta aguda hiperactividad serotoninérgica y dopaminérgica. Algunos datos sugieren que la propia inhibición de la recaptación presináptica de 5-HT invierte la actividad de las proteínas encargadas de este proceso, de modo que, en lugar de su recaptación, se produce una notable liberación de 5-HT [15]. Este bloqueo de la recaptación de 5-HT y el incremento en la liberación de este neurotransmisor que induce una dosis de MDMA provocan un notable cambio en los mecanismos emocionales y cognitivos del cerebro [22,23]. No obstante, como se observará más adelante, los axones que liberan 5-HT pueden resultar dañados con el consumo prolongado de esta sustancia, y pueden aparecer diversos déficit emocionales y cognitivos como consecuencia de estas alteraciones en la neurotransmisión de 5-HT [12,24-29]. Otras posibles acciones serotoninérgicas de la MDMA, como la propia estimulación de los receptores de 5-HT y su efecto sobre la percepción, también se están investigando actualmente [15]. El rápido e intenso incremento en la neurotransmisión serotoninérgica que sobreviene con una dosis aguda de MDMA provoca un sorprendente estado emocional positivo y diversas sensaciones de empatía, intimidad y cercanía [30]. Sin embargo, cuando la droga se degrada, y dado que la síntesis de nueva 5-HT requiere un período de tiempo considerable –de incluso varios días–, el déficit serotoninérgico consecuente con la sobrestimulación hunde al consumidor en una notable disminución del ánimo [5,12,15,18,22-24]. Por todo ello, el nuevo consumo de MDMA podría en algunos casos estar más relacionado con la búsqueda del anterior estado emocional que con el posible efecto reforzante-adictivo de esta sustancia. La investigación en seres humanos de los efectos de la MDMA está limitada por las lógicas restricciones legales y éticas de su administración. Así, la mayor parte de los estudios se refiere a usuarios abstinentes o a sujetos no consumidores a los que se les administra la droga por primera vez. Aunque no es éste, en general, el perfil de consumo de esta droga, sí es cierto que los estudios con humanos aportan valiosa información respecto a los efectos farmacológicos y neuropsicológicos de la MDMA. Por ejemplo, numerosas evidencias muestran que el consumo prolongado de esta droga en los seres humanos reduce la actividad del sistema serotoninérgico, de modo similar a lo que ocurre en modelos animales [3,15,17, 20,21,30]. Los sorprendentes avances tecnológicos, tales como las técnicas de imagen, permiten desvelar algunos de los efectos de la MDMA en los humanos que ya se han demostrado en animales de experimentación. En este sentido, se ha demostrado que el tratamiento crónico en animales de experimentación reduce la capacidad de respuesta de las células serotoninérgicas [31], y este efecto también parece presentarse en humanos [15,17]. Además de este déficit neuroquímico, la MDMA provoca a largo plazo en los animales (roedores y primates) una degeneración selectiva de los terminales serotoninérgicos en zonas como la corteza, el estriado, el hipocampo, el hipotálamo y la amígdala [21,32,33], y, al parecer, también de los axones dopaminérgicos [19]. De igual modo, la investigación en humanos sugiere que la MDMA induce a largo plazo neurodegeneración en los axones de las células que sintetizan 5-HT [11,12,26,29,34-37]. Como se observará en los siguientes apartados, este daño sobre la neurotransmisión serotoninérgica parece estar relacionado con los numerosos síntomas neuropsicológicos hallados en los consumidores habituales de éxtasis [22,23,27,28,38-41]. 109 A. MOLERO-CHAMIZO EFECTOS FISIOLÓGICOS Y PSICOACTIVOS DE LA MDMA En la tabla se resumen los principales efectos físicos y psíquicos que provoca en humanos el consumo de MDMA. Esta sustancia es capaz de producir diversos síntomas simpaticomiméticos similares a los que induce la anfetamina [42,43]. Algunos de los efectos de la estimulación simpática del sistema nervioso autónomo que suele provocar la MDMA son el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea, arritmias, asistolias, midriasis, diaforesis y sequedad de boca. Además, es común la aparición de otros síntomas neurológicos, como trismos, bruxismo, parestesias, pérdida de apetito, temblores o insomnio. Las alteraciones cardiovasculares y los efectos tóxicos de la hipertermia en el hígado y los riñones suelen ser las causas más comunes de fallecimiento asociado al consumo de MDMA. No obstante, es difícil determinar este dato en los consumidores habituales de éxtasis, puesto que, por lo general, en ellos es común el policonsumo de distintas sustancias [14,44]. Otros síntomas menos probables, y que se asocian a altas dosis de MDMA, son las convulsiones, la desorientación, las náuseas, los vómitos y la diarrea [2,15,43]. Además de estos efectos fisiológicos, la MDMA asocia tres propiedades psicoactivas características [5,15,21-23,42,43]. Si bien no es un psicoestimulante puro, como la anfetamina o la cocaína, sí es cierto que parece ejercer cierta actividad estimulante. Este efecto parece mediado por el moderado incremento dopaminérgico que induce la MDMA en diversas regiones del cerebro [19,20,45,46]. Aunque este aumento en la neurotransmisión de dopamina puede explicar algunos de los efectos reforzantes hallados en modelos animales, los estudios clínicos sugieren que esta droga no presenta el perfil típico de las drogas adictivas, puesto que no induce síndrome de abstinencia ni dependencia psíquica [5]. Otro efecto psicoactivo menor de la MDMA es su capacidad de alterar la percepción visual y temporal (comparte algunas de las propiedades farmacológicas de la mescalina) [3]. Sin embargo, comparadas con las acciones de algunos potentes agentes alucinógenos, como la LSD (dietilamida del ácido lisérgico) o el DOM (dimetoximetilanfetamina, otro derivado anfetamínico), estas alteraciones perceptivas no se consideran realmente de tipo alucinatorio. Por último, la principal propiedad psicoactiva que caracteriza a la MDMA es su capacidad entactógena y su facilidad para inducir un rápido estado emocional positivo [1,13-15]. Tal vez el efecto más particular de esta droga sea su capacidad para inducir empatía, es decir, una sensación de cercanía afectiva hacia los sentimientos y comportamientos de los demás. Si a esta sensación se une una leve euforia y un aumento de la sensualidad, puede comprenderse por qué esta droga es especialmente deseada entre la juventud. Estos síntomas emocionales dependen de la dosis y la frecuencia de uso, y, dado que son una consecuencia del incremento en la neurotransmisión serotoninérgica [15,18,20, 21,32,43], es difícil obtener un mayor efecto al incrementar la dosis, toda vez que llegará un momento en que la biodisponibilidad de este neurotransmisor será mínima. Por este motivo, se han descrito casos en los que el deseo por conseguir los efectos positivos logrados con las primeras dosis de éxtasis ha llevado a un abuso tóxico en el que los efectos adversos han puesto en peligro la vida del consumidor [14]. Además de estas sensaciones subjetivas de empatía, intimidad y sensualidad, la MDMA también provoca un estado de autoconciencia emocional y de autoaceptación que la convierte en el prototipo de sustancia 110 Tabla. Principales efectos fisiológicos y neuropsicológicos inducidos por el consumo de MDMA. Síntomas físicos Agudos Contracciones de la mandíbula (trismos) Incremento de la frecuencia cardíaca y de la presión sanguínea Bruxismo Pérdida de apetito Hipertermia, diaforesis y deshidratación Midriasis Mareos, náuseas o vómitos (poco frecuentes) Demorados Astenia Cansancio Somnolencia Debilidad muscular Tensión mandibular Sequedad de boca Cefaleas (poco frecuentes) Síntomas psíquicos Agudos Sensación subjetiva de bienestar Empatía Incremento de la intimidad y de la comunicación con los demás Euforia y arousal incrementado Conciencia emocional aumentada Autoaceptación Incremento de la sensación de sensualidad Alteración de la memoria anterógrada y retrógrada Dificultades en el lenguaje, la atención y la concentración (poco frecuentes) Ideas paranoides (poco frecuentes) Demorados Despersonalización Sensaciones de proximidad y cercanía Depresión Humor alterado Trastornos afectivos y de memoria Insomnio y reducción del período REM de sueño Síntomas psicóticos-paranoides (poco frecuentes) REV NEUROL 2005; 41 (2): 108-114 ‘ÉXTASIS’Y TOXICIDAD SEROTONINÉRGICA con propiedades entactógenas [5]. Este término se emplea en psicoterapia para hacer alusión a aquellas sustancias que facilitan el acceso a la conciencia y, por tanto, ayudan a resolver los conflictos emocionales. Puesto que permite un intenso control emocional ante el recuerdo de experiencias traumáticas, esta droga se ha utilizado en algunos casos en terapias psicoanalíticas. Junto a esta capacidad entactógena, la MDMA se caracteriza por su alto potencial en la elevación del humor. Este efecto antidepresivo también depende de la capacidad que tiene esta droga para incrementar intensamente, y de manera aguda, la actividad serotoninérgica en áreas del cerebro relacionadas con las emociones [3,15,20,21]. No obstante, y como se observará en el siguiente apartado, estos efectos serotoninérgicos acaban afectando en dichas áreas a la neurotransmisión normal y, en consecuencia, pueden dar lugar a medio o largo plazo a diversos síntomas de depresión y ansiedad [21-23]. Y, todavía más, muchos síntomas neuropsicológicos hallados a largo plazo en consumidores habituales de éxtasis parecen estar relacionados con el potencial daño neurodegenerativo que induce esta sustancia en los axones de las células que sintetizan y liberan 5-HT [47,48]. NEURODEGENERACIÓN Y EFECTOS A LARGO PLAZO DE LA MDMA En experimentación animal, se ha demostrado que ciertos derivados anfetamínicos son tóxicos en determinadas células del cerebro [49-51]. Algunos, incluso, presentan un claro perfil neurotóxico en animales y en seres humanos, como es el caso de la MDA [16,50] o la metilenodioxietilanfetamina (MDEA) [49]. Respecto a la MDMA, hace tiempo que los estudios farmacológicos en animales demostraron que este derivado sintético de la anfetamina dañaba selectivamente los axones de las células que fabrican 5-HT [10,17,21,32,33,51-53]. Sin embargo, y a pesar de la evidencia clínica en los consumidores habituales de éxtasis, los potenciales efectos neurotóxicos de esta droga no se habían demostrado todavía en los seres humanos [3,11,17,47]. Hoy día existen cada vez más evidencias acerca de las acciones neurotóxicas de esta sustancia sobre los terminales serotoninérgicos del cerebro humano [3,11,26,34-36,41, 54-56]. Por ejemplo, se ha observado que la densidad cortical del transportador de 5-HT es significativamente menor en los usuarios de MDMA que en los sujetos controles [26,41]. La disfunción serotoninérgica en los usuarios de éxtasis se ha evaluado de diferentes maneras. Mediante un paradigma de dependencia de intensidad, en el cual se mide mediante EEG la atenuación de la respuesta neuronal a estímulos auditivos asociada a la 5-HT, se ha obtenido una evidencia electrofisiológica de la actividad deficitaria de este neurotransmisor que induce la MDMA [34]. Todavía no se conoce el mecanismo exacto por el cual la MDMA daña la neurotransmisión serotoninérgica. Dado que algunos metabolitos de esta sustancia han demostrado ser neurotóxicos, como, por ejemplo la MDA, una de las primeras hipótesis aludía a la posibilidad de que las acciones tóxicas de la MDMA estuvieran mediadas por procesos metabólicos [16, 47]. Sin embargo, en humanos, los metabolitos activos de la MDMA no parecen ser los responsables, ni de la disfunción serotoninérgica, ni de los déficit neurológicos a largo plazo asociados a los consumidores habituales de éxtasis. También se ha tratado de explicar el mecanismo neurotóxico de la MDMA REV NEUROL 2005; 41 (2): 108-114 mediante procesos oxidativos ligados a la hiperactividad de la 5-HT y la DA. Puesto que esta sustancia provoca un exceso de neurotransmisión monoaminérgica, que se potencia por la inhibición de la enzima MAO, la oxidación de estas altas concentraciones podría acabar dañando selectivamente a las células serotoninérgicas [30,51]. Por último, el papel de la dopamina y los transportadores de serotonina en la neurotoxicidad de la MDMA se investiga también en la actualidad. Existe una relación entre el incremento dopaminérgico inducido por esta sustancia y su neurotoxicidad [17,19]. La capacidad de la MDMA para alterar la estructura y la función de los recaptadores de 5-HT parece favorecer una acción dopaminérgica neurotóxica en las células que fabrican 5-HT [53]. Algunos datos parecen confirmar esta acción tóxica de la dopamina en las neuronas serotoninérgicas: cuando se administra un agonista dopaminérgico, o un precursor de la dopamina como la levodopa, se observa un incremento significativo de la neurotoxicidad serotoninérgica inducida por la MDMA [3,5,15]. La hipótesis de que la MDMA daña las neuronas serotoninérgicas al alterar la estructura de las proteínas recaptadoras de 5-HT está apoyada por la evidencia de que algunos inhibidores selectivos de la recaptación de 5-HT, como la fluoxetina, reducen notablemente los efectos neurodegenerativos de esta sustancia al impedir su acción sobre estos transportadores [3, 10,11,17,33,45]. Cualquiera que sea el mecanismo neurotóxico asociado al consumo prolongado de MDMA, muchas de las alteraciones neuropsicológicas presentes en los consumidores habituales de éxtasis parecen relacionadas con el potencial daño selectivo en la neurotransmisión serotoninérgica. No obstante, no todos los efectos a largo plazo de esta droga pueden atribuirse a un déficit en la actividad de este neurotransmisor. Por ejemplo, se ha observado que una buena parte de los efectos neurotóxicos de la MDMA puede ser reversible, aunque algunos síntomas neuropsicológicos persistan [26,41]. A pesar de ello, los déficit neuropsicológicos más importantes que persisten en los consumidores de éxtasis parecen ser una consecuencia del daño axonal serotoninérgico [22-24]. Concretamente, los déficit de memoria y aprendizaje, así como los notables cambios emocionales que aparecen a largo plazo tras el consumo prolongado de éxtasis, parecen deberse a una alteración en la actividad de la 5-HT [12,24,27,29,36,57]. Muchos sujetos que han consumido éxtasis durante años se hallan en un estado crónico de depresión. Los síntomas depresivos se intensifican en los casos en los que la frecuencia de consumo es mayor, y existe una relación entre la gravedad del trastorno emocional y el patrón de consumo [14,15,23]. Además de los episodios depresivos recurrentes, y en algunos casos con ideación suicida, otros trastornos psiquiátricos descritos en los consumidores habituales de éxtasis, aunque menos comunes, son despersonalización, manías, flashbacks, ataques de pánico, alucinaciones, delirios y otros síntomas psicóticos [4,5,14]. La evidencia sugiere que estas manifestaciones clínicas son el resultado de una neurotransmisión serotoninérgica, y tal vez dopaminérgica, alterada debido a la continua exposición a los efectos de esta droga sintética [23,55,57]. En general, se acepta que los trastornos neuropsicológicos a largo plazo inducidos por la MDMA dependen de la dosis empleada y del uso repetido y continuado de esta droga [57-63]. No obstante, un patrón de consumo recreativo esporádico puede también asociarse a otros síntomas menos evidentes y, quizá, no tan persistentes en el tiempo [59,60]. 111 A. MOLERO-CHAMIZO La magnitud del daño neuronal inducido por el patrón de consumo de esta droga probablemente pueda explicar por sí misma la gravedad del deterioro neuropsicológico [64-67]. Otras funciones, como el sueño, el apetito, la actividad sexual y los cambios de personalidad, también guardan una relación directa con la actuación de esta sustancia sobre las neuronas serotoninérgicas [11,28,68,69], al igual que ocurre con diversas funciones ejecutivas [25] y psicomotoras, estas últimas, tanto en animales de experimentación [70] como en seres humanos [71]. Finalmente, cabe mencionar el papel de la hipertermia inducida por MDMA en los propios déficit neuropsicológicos. El deterioro cognitivo y emocional de los consumidores habituales de éxtasis también parece guardar relación con el aumento de la temperatura corporal que provoca esta sustancia [72]. En numerosas ocasiones, el consumo recreativo de éxtasis tiene lugar en espacios cerrados donde existe una alta actividad física y a elevadas temperaturas (p. ej., en discotecas o locales similares), lo cual favorece el estado de hipertermia que, de por sí, induce esta droga. Estas condiciones exacerban, en consecuencia, el riesgo de daño cerebral y la probabilidad de manifestar en el futuro serios trastornos cognitivos y emocionales [72-74]. Actualmente, se piensa que el incremento añadido en la temperatura corporal que producen tales condiciones ambientales favorece la toxicidad neuronal responsable de los efectos neuropsicológicos aso- ciados al éxtasis [72-75]. En resumen, el consumo continuado de MDMA supone un serio riesgo de neurodegeneración selectiva y una más que probable alteración crónica de las funciones psicológicas asociadas a los sistemas cerebrales dañados. CONCLUSIONES Si bien algunos de los efectos agudos de la MDMA –principal componente de las pastillas de éxtasis– producen un intenso estado emocional positivo, que se ha aprovechado incluso en diversas psicoterapias, sus acciones simpaticomiméticas y neurotóxicas suponen un grave peligro para la salud física y psíquica ante el consumo prolongado. Numerosos síntomas neuropsicológicos aparecen inevitablemente tras la exposición continuada a esta droga. La mayor parte de estos síntomas se debe al daño selectivo en la neurotransmisión serotoninérgica que parece inducir a largo plazo la MDMA. La gravedad de los trastornos emocionales y cognitivos recurrentes en los consumidores de éxtasis está relacionada con la frecuencia de uso de esta sustancia. Aunque el éxtasis no es una droga adictiva, la búsqueda del estado de empatía y bienestar que provoca suele llevar a un consumo continuado y al consiguiente riesgo para la normal actividad de las células que fabrican y liberan serotonina y para los procesos neuropsicológicos asociados. BIBLIOGRAFÍA 1. Camí J, Farré M. Éxtasis, la droga de la ruta del bacalao. Med Clin (Barc) 1996; 106: 711-6. 2. Farré M, de la Torre R, Mathúna BO, Roset PN, Peiró AM, Torrens M, et al. Repeated doses administration of MDMA in humans: pharmacological effects and pharmacokinetics. Psychopharmacology (Berl) 2004; 173: 364-75. 3. Kalant H. The pharmacology and toxicology of ‘ectaxy’ (MDMA) and related drugs. CMAJ 2001; 165: 917-28. 4. Bobes J. Éxtasis: aspectos farmacológicos, psiquiátricos y médico-legales. Barcelona: Ediciones en Neurociencias; 1995. 5. Bobes J, Lorenzo P, Sáiz PA. Éxtasis (MDMA): un abordaje comprehensivo. Barcelona: Masson; 1997. 6. Pedersen NP, Blessing WW. 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Parte de su estructura química es similar a la del alucinógeno mescalina, con el que comparte, además, la capacidad de alterar la percepción. No obstante, el efecto farmacológico primario de esta sustancia, el cual suele inducir su uso y abuso, se relaciona principalmente con un intenso estado emocional positivo. Esta acción sobre el estado anímico suele acompañarse, además, por numerosas sensaciones de empatía, sociabilidad y cercanía que convierten a esta droga en un potente agente entactógeno (término empleado en psicoterapia para describir el estado de bienestar, de proximidad y de autoconciencia emocional que inducen algunos compuestos). Los efectos antidepresivos y entactógenos que provoca una dosis aguda de MDMA se deben al notable incremento en la biodisponibilidad de serotonina que provoca esta droga. Sin embargo, el consumo repetido de MDMA acaba afectando a numerosas funciones que se han asociado a los sistemas serotoninérgicos, como el sueño, el apetito, la atención y memoria, o el estado emocional. Conclusiones. La mayor parte de las alteraciones neuropsicológicas halladas en los consumidores habituales de éxtasis puede explicarse por los procesos de neurodegeneración selectiva que parece producir esta droga a largo plazo en los terminales serotoninérgicos del cerebro. [REV NEUROL 2005; 41: 108-14] Palabras clave. Daño axonal degenerativo. Depresión. Dopamina. Éxtasis. Inhibición de la recaptación. MDMA. Serotonina. 114 3,4-METILENODIOXIMETANFETAMINA (‘ECSTASY’): EFEITOS EMOCIONAIS E COGNITIVOS A LONGO PRAZO E DEPLEÇÃO SEROTONINÉRGICA Resumo. Objectivo. O principal objectivo deste estudo é descrever os diferentes défices neuropsicológicos associados ao consumo de 3,4-metilenodioximetanfentamina (MDMA ou ‘ecstasy’), assim como as numerosas evidências que atribuem estes défices ao dano axonal selectivo das células serotoninérgicas, induzido por esta substância. Desenvolvimento. A MDMA é um derivado da anfetamina que possui, tal como esta, propriedades estimulantes. Parte da sua estrutura química é similar à do alucinógeno mescalina, com o qual partilha também a capacidade de alterar a percepção. Não obstante, o efeito farmacológico primário desta substância, o qual pode induzir à sua utilização e abuso, relaciona-se principalmente com um intenso estado emocional positivo. Esta acção sobre o estado anímico pode ser acompanhada, além disso, por numerosas sensações de empatia, sociabilidade e proximidade que convertem esta droga num forte agente entactógeno (expressão empregue em psicoterapia para descrever o estado de bem-estar, de proximidade e de auto-consciência emocional induzido por alguns compostos). Os efeitos antidepressivos e entactógenos causados por uma dose aguda de MDMA devem-se ao notável incremento na biodisponibilidade da serotonina que esta droga provoca. Sem dúvida, o consumo repetido de MDMA acaba por afectar numerosas funções que se associam aos sistemas serotoninérgicos, como o sono, o apetite, a atenção e memória, ou o estado emocional. Conclusões. A maior parte das alterações neuropsicológicas detectadas nos consumidores habituais de ecstasy podem explicar-se pelos processos de neurodegeneração selectiva que esta droga parece produzir a longo prazo nos terminais serotoninérgicos do cérebro. [REV NEUROL 2005; 41: 108-14] Palavras chave. Depressão. Dopamina. Ecstasy. Inibição da recaptação. Lesão axonal degenerativa. MDMA. Serotonina. REV NEUROL 2005; 41 (2): 108-114