35668 - Supremo Tribunal Federal

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CASACIÓN 35668
Diego Mauricio Alvis Candia
República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN PENAL
Magistrado Ponente:
JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO
Aprobado acta Nº 171
Bogotá, D.C., dieciocho (18) de mayo de dos mil once (2011)
VISTOS
La Corte resuelve el recurso de casación interpuesto por la Fiscal Treinta
Delegada ante los Jueces Penales del Circuito de Bogotá contra la sentencia
del 29 de octubre de 2010, por medio de la cual el Tribunal Superior de la
misma ciudad revocó la dictada por el Juzgado Veintiuno Penal del Circuito
con funciones de conocimiento, y absolvió a Diego Mauricio Alvis Candia
del delito de acceso carnal abusivo con incapaz de resistir atribuido en el
escrito de acusación.
HECHOS
Fueron sintetizados por el Tribunal de la siguiente manera:
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Diego Mauricio Alvis Candia
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“El 26 de julio de 2008, el señor Mauricio Joya formuló denuncia en la
cual señala que su hija… de 12 años de edad, se encuentra en el
Hospital San José y según valoración médica se tiene conocimiento
que fue drogada y violada. En entrevista practicada a Yuri Marcela
Rodríguez de 16 años de edad y hermana de…., manifestó que el día
25 de julio de 2008 llegó el señor Diego Mauricio Alvis Candia,
solicitando que fuera a recoger a su hermana a su casa porque se
encontraba ebria y como intoxicada. Acudió y en el segundo piso de la
edificación, en una habitación, encontró a su hermana desmayada,
sobre un colchón con la ropa interior por debajo de las rodillas, la falda
y la camisa subida, con un olor fétido, manchas de sangre en la ropa
interior y las piernas, por lo que avisó a la Policía, y fue trasladada al
Hospital San José. Cuando reaccionó, por comentario de la menor
víctima, se enteró de que la tarde de los hechos se había ido a tomar
ron con Diego, como a la tres se tomó una pastilla que éste le dio para
el dolor de cabeza, se sintió mareada y únicamente recuerda que le
decía a Diego que no la penetrara más ”.
ACTUACIÓN PROCESAL
El 4 de octubre de 2008, ante el Juzgado Veintitrés Penal Municipal con
funciones de control de garantías de Bogotá, se celebró audiencia
preliminar donde se legalizó la captura del aprehendido, se imputó el delito
de acceso carnal con incapaz de resistir y se profirió medida de
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aseguramiento de detención preventiva contra Diego Mauricio Alvis
Candia.
Presentado el escrito de acusación, celebradas las audiencias de
formulación de la misma, preparatoria y del juicio oral, el Juzgado
Veintiuno Penal del Circuito con función de conocimiento de Bogotá, el 3
de junio de 2010, dictó sentencia de primera instancia en la que condenó a
Diego Mauricio Alvis Candia a la pena principal de 195 meses de prisión
y a la accesoria de inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones
públicas por el mismo término de la sanción privativa de la libertad, como
autor del delito de acceso carnal abusivo con incapaz de resistir.
Apelado el fallo por la defensa de Alvis Candia, el Tribunal Superior de
Bogotá, el 29 de octubre de 2010, lo revocó y, en su lugar, lo absolvió del
cargo atribuido en el escrito de acusación.
LA DEMANDA DE CASACIÓN
La Delegada del Fiscal General de la Nación, inicialmente manifiesta que
la finalidad del recurso es proteger las garantías de los intervinientes, las
cuales fueron avasalladas por el sentenciador de segundo grado, pues el
delito cometido no debe quedar en la impunidad, máxime cuando se trata
de una víctima tan sólo de 12 años de edad para la época en que ocurrió el
acontecer fáctico.
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Es decir, a la víctima se le vulneraron sus derechos en cuanto a la verdad,
justicia y reparación, no obstante que la prueba recaudada en el juicio oral
es indicativa de la responsabilidad del señor Alvis Candia frente al cargo
imputado en el escrito de acusación.
Así mismo, argumenta que con el recurso pretende que la Corte unifique la
jurisprudencia respecto al método de apreciación de los elementos de
convicción que rige y con relación al principio de libertad probatoria. En
este caso, el sentenciador de segundo grado puso en duda el estado de
indefensión de la víctima, contrariando la prueba incorporada en el juicio.
Único cargo
Bajo la nomenclatura de la causal tercera de casación, la Fiscal Treinta
Delegado ante los Jueces Penales del Circuito de Bogotá acusa al Tribunal
de haber violado, de manera indirecta, la ley sustancial, en tanto el
sentenciador al momento de apreciar la unidad probatoria incurrió en un
error de derecho por falso juicio de convicción, en la medida en que exigió
en orden al juicio de tipicidad la valoración médico legal sexológica
practicada a la víctima por el Instituto de Medicina Legal y Ciencias
Forenses, lo cual, en su criterio, constituye una tarifa legal de pruebas,
contrariándose lo preceptuado en los artículos 210 y 211.4 del Código
Penal y 372, 373 y 380 del Código de Procedimiento Penal.
Argumenta que también pretende con la impugnación que en sede de
casación se reconozcan los siguientes aspectos:
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1. Que el delito de acceso carnal con incapaz de resistir se demostró con
el testimonio de la menor, puesto que fue corroborado con el de la sicóloga
del Cuerpo Técnico de Investigación, los peritos profesionales del Instituto
de Medicina Legal y Ciencias Forenses y por Yuri Marcela Joya, hermana
de la víctima, quien estuvo con posterioridad a la comisión de la conducta
delictual en el lugar de los hechos y auxilió a la menor.
2. Que la sentencia impugnada exigió para demostrar el delito de acceso
carnal con incapaz de resistir y para efectos de la estricta tipicidad, el
dictamen médico legal que así lo indicara, sin que la ley contemplara esa
probanza para demostrar ese hecho.
3. Que como consecuencia de lo anteriormente expuesto, el sentenciador
infringió el principio de libertad probatoria, pues el citado acceso se podía
demostrar con cualquier elemento de juicio y no solamente con el dictamen
pericial.
Luego de referirse al método de apreciación de la sana crítica y de
transcribir un fragmento del fallo impugnado, critica al Tribunal por haber
puesto en duda la versión de la víctima y de la sicóloga que practicó la
entrevista a la menor y que presentó en la audiencia pública sus
conclusiones como experta.
De manera similar asevera que el Juzgador desconoció las reglas de
valoración de las pruebas al sostener que no obstante que la fiscalía
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contaba con un dictamen médico legal, no lo allegó en el correspondiente
juicio oral.
En su criterio, el testimonio de la menor que rindió en el juicio oral fue
creíble, máxime cuando fue corroborado con el de la sicóloga, en tanto fue
claro y espontáneo “en referir las circunstancias de tiempo, modo y lugar
en que ocurrieron los hechos, como también el autor de los mismos…”,
señalando en forma inequívoca al hoy procesado.
Con otras palabras, dice que el testimonio de la menor evocó de manera
detallada el acontecer fáctico.
Con relación al punto central de la censura, esto es, que no obra prueba
técnica que demuestre la tipicidad de la conducta atribuida al acusado,
sostiene que, como lo adujo el sentenciador de primera instancia, la menor
ofendida fue a casa de su agresor y libó alcohol sin tener en cuenta la
cantidad. Por tanto, el Tribunal incurrió en el denunciado error de derecho,
“al concluir que es necesario constituir una prueba idónea aparte de la
versión de la menor para probar su dicho como era el dictamen médico y
físico del mismo con el cual se probaría la ingesta de alcohol…”.
Así mismo requirió para el juicio de tipicidad el mencionado dictamen
médico legal, máxime cuando, insiste, el testimonio de la víctima es creíble
“porque narró y describió una vivencia real como haber sido objeto de
abuso sexual por parte de Alvis Candia y, que además esa declaración
tiene respaldo con el dicho de Yuri Marcela Joya Rodríguez, hermana de la
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menor ofendida, quien tuvo conocimiento de los hechos, puesto que fue el
mismo acusado Diego Mauricio Alvis Candia quien acudió a su casa a
dar a conocer que la víctima se encontraba en su habitación como
intoxicada y por ende salió en busca de ella. Pese a que esa testigo es
digna de credibilidad y enfáticamente manifestó en el juicio lo que pudo
percibir en la escena de los hechos, el H. Tribunal exige que para
demostrar esa ingesta de alcohol se debió incorporar el dictamen médico
legal sexológico, con lo cual se ha desnaturalizado el principio de libertad
probatoria”.
Acota que la fiscalía demostró su teoría del caso con testigo directo, el que
encontró respaldo en otros testimonios de personas que percibieron el
estado deplorable de la menor.
A continuación se pregunta “si se entiende que existe la penetración del
miembro viril en la cavidad oral, anal o vaginal de la víctima, según la tesis
del H. Tribunal entonces ¿Cómo se demuestra el acceso carnal por vía
oral?, ¿para ello se debe incorporar también el examen sexológico que se
echa de menos?. Claro está que el exigir esa prueba pericial no es
adecuado, razonable y legal, y es allí donde se concreta el error in
iudicando más aún cuando, repito, el mismo juez colegiado dice que la
menor libó alcohol”.
Después de insistir en el yerro en que incurrió el Tribunal, depreca a la
Corte casar la sentencia impugnada y, consecuentemente, dejar vigente el
fallo de primer grado que condenó a Alvis Candia.
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AUDIENCIA DE SUSTENTACIÓN
La Delegada del Fiscal General de la Nación
La funcionaria asignada para el acto y con el fin de reiterar los argumentos
expuestos en la demanda, luego de destacar los hechos objeto del debate,
anota que la sentencia recurrida vulneró los derechos de la víctima, en la
medida en que la prueba recaudada en el juicio oral evidencia el acceso
carnal y el estado de alicoramiento en que ésta se encontraba.
Argumenta que el artículo 373 de la Ley 906 de 2004 estipula el principio
de libertad probatoria, en tanto el juez puede arribar a su convicción
basado en cualquier elemento de juicio siempre y cuando no vulnere
derechos fundamentales.
Acota que el estado de beodez de la adolescente encuentra
correspondencia con los elementos de juicio incorporados al juicio oral.
De tal manera, califica como no acertado el fallo absolutorio del Tribunal,
toda vez que la sentencia de primera instancia se halla debidamente
fundamentada y sustentada desde el punto de vista fáctico y jurídico,
máxime cuando esa Corporación exige una tarifa legal, la cual se
encuentra abolida en nuestra legislación procesal.
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La representante del Ministerio Público
La Procuradora Delegada considera que el fallo del Tribunal no es atinado,
toda vez que desconoce que en nuestro sistema procesal y en lo atinente a
la apreciación de las pruebas, no rige el método de la tarifa legal.
Frente al punto en discusión, advierte que la jurisprudencia de la Corte ha
sido pacífica y reiterada, en torno a que el funcionario puede arribar a su
conocimiento basado en cualquier elemento de juicio siempre y cuando no
vulnere derechos fundamentales.
Así las cosas, estima que en el proceso obra la prueba suficiente para
demostrar los elementos de la conducta punible de acceso carnal abusivo
con incapaz de resistir, entre ellas, el testimonio de la víctima, de su
hermana y la perito sicóloga.
Reconoce que si bien es cierto el registro del testimonio de ésta última no
es el más adecuado, también lo es que el juez de primera instancia que
participó en la inmediación, constató la veracidad del contenido de la
prueba. Además, se debe presumir la buena fe.
Por tanto, advierte que requerir la prueba técnica en el aspecto plasmado
por el sentenciador de segundo grado, resulta desatinado con relación a la
libertad probatoria que rige nuestro sistema procesal.
En consecuencia, solicita a la Corte casar la sentencia impugnada y, por lo
mismo, que cobre vigencia la proferida en primera instancia.
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La representante de la víctima
Manifiesta que constituye un contrasentido que el Tribunal en el fallo
acepte que la menor no tenía capacidad de discernir sobre su sexualidad,
así como que ingirió bebidas alcohólicas y, no obstante, afirme que no obra
prueba técnica respecto de los anteriores supuestos.
Asevera que la víctima tiene derecho a la verdad, justicia y reparación,
presupuestos que encuentran correspondencia con los medios de
convicción allegados al juicio oral.
En consecuencia, solicita casar la sentencia tal como se pidió en la
demanda presentada por la fiscalía.
La defensora del procesado
Aduce que el fallo cuestionado no vulneró ningún derecho fundamental de
la víctima.
Es más, dice que el juzgador simplemente exigió para demostrar un hecho
condicionante del tipo estar fundado en una prueba técnica y, por ende, la
fiscalía no demostró la teoría del caso.
En consecuencia, depreca a la Corte no casar la sentencia impugnada.
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CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1.
La Delegada del Fiscal General de la Nación, basada en la causal
tercera de casación, acusa al Tribunal de haber violado, de manera
indirecta, la ley sustancial por error de derecho por falso juicio de
convicción, en tanto exigió para demostrar la estricta tipicidad con relación
al punible de acceso carnal con incapaz de resistir la valoración médico
legal sexológica.
2.
En orden a establecer si el sentenciador incurrió en el aludido yerro
en la actividad probatoria, resulta oportuno realizar una breve síntesis
respecto de las consideraciones del fallo recurrido:
a) De entrada considera que razón asiste a la defensa técnica en el motivo
de inconformidad contra el fallo de primera instancia, en cuanto a que en el
juicio oral no se demostró la ingesta de alcohol y la pastilla que produjo la
incapacidad de resistir en la víctima.
En efecto, sostiene la citada Corporación que la decisión de libar alcohol
con el procesado fue un acto voluntario de la menor, supuesto que
encuentra confirmación con el testimonio de la hermana que la halló en el
estado deplorable tantas veces mencionado en esta sentencia.
b) También la Corporación advirtió que cuando la adolescente se sintió
mareada, el acto sexual estaba en curso, puesto que le decía al acusado
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que no la penetrara más, afirmación que igualmente encuentra
demostración con el testimonio de la hermana.
c) Que no se puede precisar la cantidad de alcohol que ingirió la menor,
máxime cuando hay contradicciones entre los deponentes con relación a
éste tópico.
d) Igualmente, califica que no se logró evidenciar la composición química
de la pastilla que presuntamente tomó la víctima.
En consecuencia, estima que era imperioso que al juicio oral, público y
concentrado, se allegara el dictamen técnico científico con el objeto de
aclarar este punto.
e) Estima que la actividad probatoria desplegada por el ente acusador fue
escasa o nula, toda vez que si la menor fue hospitalizada por el plazo de
cinco días y examinada por el experto de Medicina Legal, de todas formas
esa situación no fue demostrada en el juicio.
f) Agrega que la construcción del fallo de primer grado es desacertado y
caprichosa, en torno a que no se necesita prueba de carácter científico en
orden a demostrar el grado de alicoramiento de la víctima y la identificación
del medicamento que presuntamente le suministró el acusado, en la
medida en que este acontecer fue establecido con el testimonio de la
menor.
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Frente a este punto, el juzgador de segundo grado se cuestiona sobre la
cantidad de alcohol que ingirió la adolescente, puesto que la perito
sicóloga que la valoró, informó que se había tomado una botella de ron,
después ésta indicó que fueron ocho tragos y luego anotó que fue media
botella. Por tanto, desatinadamente el Tribunal concluyó que de la
evidencia física incorporada al juicio no se puede construir un argumento
de incapacidad de resistir, al punto que censura al fallador de primera
instancia por haber inferido dicho elemento integrante del tipo sin
información científica y especializada.
Argumenta que del testimonio de la menor no se deduce que el acusado la
haya obligado a tomar licor y a ingerir la pastilla; de ahí que manifieste que
no está clara la intención del acusado de aprovechar la condición de
inferioridad de la menor para el momento de la relación sexual, puesto que
fue voluntariamente que la agredida concurrió a la casa de su presunto
victimario, no sin antes comprar éstos una botella de licor.
Sin embargo, reconoce que la víctima tenía para la fecha de los hechos
doce años de edad, pero “ello no implica que el procesado tuviese la
necesidad de superar o doblegar la voluntad de la joven, sino sólo que
debió tener mayor dominio y conocimiento de las condiciones en que la ley
permite que el deseo sexual se cristalice sin sanción penal”.
Resalta que la adolescente sabía que el acusado se encontraba sólo en su
casa y que éste tenía dudosa reputación por ser consumidor de
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marihuana, aspectos que llevan a concluir al Tribunal que entre ellos había
una cierta cercanía y que la presunta víctima decidió voluntariamente ir al
encuentro sexual, razón por la cual pone en duda que aquél quería
aprovecharse de una circunstancia de indefensión.
De otro lado, destaca que no se puede inferir la condición física de la
joven, puesto que la narración que hizo su hermana en el juicio oral no es
idónea en orden a sentar una premisa de ese particular asunto.
Al fallador de segunda instancia le llama la atención que el acusado
hubiese ido a la casa de la adolescente a informar que se había quedado
dormida por razón de la ingesta de licor, motivo por el cual infiere que no
es lógico que un agresor sexual acuda a casa de la víctima a informar esa
condición.
Anota que el proceso adolece de vacíos probatorios, los cuales pudieron
suplirse con un adecuado trabajo metodológico de investigación.
Asevera que el titular del juzgado motivó la condena basado en un
proscrito conocimiento privado o en simples conjeturas, las cuales, en su
sentir, no son válidas dentro de la ley procesal.
Insiste en que al proceso no se allegó prueba de carácter técnico científico
que demuestre el grado de ingesta de alcohol y el medicamento que
presuntamente el acusado suministró, además de que como quiera que las
declaraciones de los peritos no cuentan con un buen audio, no resulta
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atinado inferir que los hechos se probaron con los testimonios de los
médicos expertos en el área de sicología, genética forense y biología, de
ahí que califique el ad quem que se trata de pruebas de referencia.
A continuación sostiene que por razón de la edad de la víctima ella no
tenía capacidad para autodeterminarse sexualmente; sin embargo,
conforme a la jurisprudencia de la Corte, no se puede variar la calificación
jurídica dada a los hechos, sin olvidar que la menor se negó a rendir
testimonio frente a la cámara Gessell, lo que fue permitido de manera
irregular por el a quo en detrimento de los derechos del acusado, según lo
preceptuado en el artículo 404 del Código de Procedimiento Penal, pues
dicho aspecto habría podido dilucidar si la joven representaba los años que
tenía.
En tales condiciones, el juzgador de segundo grado revocó el fallo
condenatorio y absolvió al sentenciado.
3.
De acuerdo con las anteriores consideraciones del Tribunal, la Sala
advierte que incurrió en la infracción indirecta de la ley sustancial por error
de derecho por falso juicio de convicción, al exigir que en el presente
asunto se debía demostrar con prueba técnico científica el elemento
integrante del tipo, esto es, con incapaz de resistir, que en el presente caso
sería la ingesta de alcohol y el medicamento que suministró el acusado a
la adolescente.
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Recuérdese que el error de derecho por falso juicio de convicción consiste
en que el juzgador, al apreciar los medios de convicción incorporados a la
actuación, niega el valor que la ley le asigna o, contrario sensu, se inventa
uno que no estatuye la norma procesal, como sucedió en este evento.
En el supuesto que ocupa la atención de la Corte, el sentenciador de
segundo grado está reclamando una prueba determinada, en orden a dar
por demostrado que la víctima fue puesta en incapacidad de resistir por el
consumo de alcohol y un medicamento, lo que, en su criterio, no se
encuentra probado, puesto que no se allegó la correspondiente experticia
para evidenciar ese puntual aspecto.
El yerro del Tribunal radica en la concepción que tiene de los principios de
libertad e idoneidad de los medios de prueba.
En efecto, respecto a la libertad probatoria, el artículo 373 de la Ley 906 de
2004 estatuye ese postulado, indicando que “los hechos y circunstancias
de interés para la solución correcta del caso, se podrán probar por
cualquiera de los medios establecidos en este código o por cualquier otro
medio técnico o científico, que no viole los derechos humanos”.
Así, entonces, el mencionado principio de libertad probatoria debe
estudiarse bajo una doble perspectiva, a saber:
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a) Que ley no impone la demostración de un hecho con un determinado
elemento de juicio, y
b) Que el funcionario judicial goza de liberalidad de arribar a un
conocimiento con cualquier elemento de convicción, sin que le sea dable
exigir uno determinado para cumplir con la obligación de apreciar los
medios de prueba, con respeto a los principios que rigen la sana crítica.
A su vez, el postulado de idoneidad de la prueba está referido a que una
vez valorados los conceptos de pertinencia y utilidad, conforme a la
actividad probatoria desplegada en el trámite del proceso, la probanza
debe tener capacidad suficiente para demostrar el acontecer que interesa
al objeto del debate en procura de arribar al conocimiento más allá de toda
duda, con relación a la existencia del hecho y la responsabilidad del
acusado en orden a proferir un fallo de carácter condenatorio.
La sentencia de segundo grado, como lo postula la casacionista, está
fundada bajo la noción de la ausencia de prueba técnica que demuestre
que la víctima fue puesta en incapacidad de resistir, situación que resulta
contradictoria con la actividad probatoria desplegada en el trámite del juicio
oral, público y concentrado.
4.
Reconocida la existencia del vicio del sentenciador, la Corte procede
a verificar si el mismo es trascendente y, por ende, conlleva al
quebrantamiento del fallo dictado en segunda instancia.
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Es verdad que, como lo indicó el Tribunal y lo destacó la Delegada del
Ministerio Público, algunos de los registros técnicos del trámite del juicio
oral, público y concentrado no cuentan con un buen audio. Sin embargo,
esa situación por sí sola no es suficiente para desechar los medios de
convicción que desfilaron en ese acto, puesto que no puede perderse de
vista que el juzgador de primera instancia, en ejercicio de los principios de
inmediación y concentración, intervino en su producción y aducción, dando
fe de lo allí ocurrido, máxime cuando ningún interviniente ha puesto en
duda esa situación, como lo hizo el ad quem en orden a absolver al
acusado.
Según la evidencia probatoria que obra en el diligenciamiento, se conoce
que, conforme al análisis realizado por una experta del Grupo de Genética
Forense del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, se
detectó un perfil genético masculino que coincide con el del acusado; de
ahí que no se puede excluir que el origen de los espermatozoides
recuperados en el cuerpo de la víctima son de Diego Mauricio Alvis
Candia, pericia que ingresó al juicio oral con el testimonio de la Doctora
Ginna Margoriek, profesional especializada forense.
Con relación al estado de inconsciencia de la adolescente, lo cual se
traduce en una incapacidad de resistir, el juzgador de primera instancia fue
claro y atinado en inferir que ese hecho se hallaba acreditado en el
proceso con base en los testimonios de la víctima y de su hermana, estado
que provino de la ingesta de bebidas alcohólicas y del consumo de una
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pastilla, situación que, por demás, no fue objetada por la defensa, llevando
a la joven a esa condición, lo que permitió al procesado accederla
carnalmente, pues no tenía la voluntad de entender lo que sucedía.
Conforme a la evidencia allegada se cuenta con las versiones de la
adolescente y la sicóloga, las cuales confirmaron que los hechos
ocurrieron en la forma anteriormente narrada.
Además, contrario a lo afirmado por el Tribunal y que es resaltado por el
Juzgador de primer grado, en el debate oral “se escuchó el testimonio de la
menor en cámara de Gessell a través de sicóloga y con la presencia del
defensor de Familia del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar,
respetando sus derechos prevalentes con fundamento en lo previsto en el
artículo 150 de la Ley 1098 de 2006, y allí L.Y.J.R. relató que el día de los
hechos a eso de las 12:30 se dirigía al colegio, se encontró con Diego,
quien la invitó a comer algo, ella aceptó, sin embargo él compró una botella
de ron viejo de Caldas. Fueron a la casa de éste, se tomó algunas copas
de licor y cuenta que a las 3:00 de la tarde aproximadamente, se sintió
con sueño y dolor de cabeza, ante lo cual le dijo al acusado que se
marcharía hacía su casa, pero éste le hizo tomar una pastilla y desde
entonces se sintió mareada. Veía borroso y sólo recuerda que entre
dormida sentía que Diego la accedía carnalmente vía vaginal, y a eso de
las siete de la noche despertó en el Hospital San José”.
Recálquese que la anterior narración igualmente encuentra sustento en el
testimonio que rindió la hermana de la víctima, la cual relató que el
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acusado Diego Mauricio Alvis Candia le avisó sobre las tres de la tarde
de ese 25 de julio de 2008, que su consanguínea se hallaba en estado alto
de alicoramiento, siendo ese el motivo por el que fue hasta la casa del
acusado, “donde la encontró inconsciente, con la falda arriba y la ropa
interior abajo, no reaccionaba, tenía sangre, mal olor. Y varias mujeres que
se encontraban allí se burlaban de su hermana y seguidamente llamó a la
Policía y a las 4:30 la llevó al Hospital y allí permaneció como cinco días,
que cuando reaccionó lloraba mucho y contó lo sucedido”.
La anterior narración cuenta con el respaldo del padre de la menor, Señor
Mauricio Joya, quien de manera similar informó a la justicia el lugar donde
fue hallada su hija y en el estado en que se encontraba, esto es, de
inconsciencia con la ropa manchada de sangre y abusada sexualmente,
motivo por el cual fue llevada al Hospital.
Asimismo, se escuchó en testimonio a la Doctora Carolina Pineda
Fernández, sicóloga de la Dirección Seccional, Cuerpo Técnico de
Investigación, “a través de quien se ingresó como prueba la entrevista
sicológica judicial que se realizó a L.Y.J.R., profesional que concluyó que
la menor evoca y manifiesta el acontecimiento, reproduciendo
conversaciones bajo el criterio de reversibilidad, especificando tiempo,
modo y lugar de la situación hasta el momento en que pierde el
conocimiento y reconoce que hasta ese momento estaba en compañía de
Diego Mauricio Alvis Candia”.
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De tal manera, si bien es cierto que al diligenciamiento no se incorporaron
dictámenes periciales que informaran el estado de alicoramiento y la
pérdida de voluntad de la víctima, de todas formas la prueba testimonial
allegada al juicio oral, público y concentrado, es evidente en demostrar que
la menor contaba con 12 años, fue hallada inconsciente en la cama que
pertenecía al acusado, estaba semidesnuda y vertida en sangre, puesto
que había sido accedida carnalmente por Alvis Candia, como así se
demostró con el examen de genética que concluyó que el perfil genético
correspondía a éste.
Por tanto, la Corte se aparta de las conclusiones del Tribunal cuando
desatinadamente infiere que los argumentos de la sentencia de primer
grado son desacertados y caprichosos, toda vez que la prueba que desfiló
en el juicio oral, es indicativa de que la menor fue puesta en incapacidad
de resistir bajo sustancias alcohólicas y el suministro de una pastilla y,
consecuentemente, accedida carnalmente, hechos que encajan en la
descripción típica de la conducta punible de acceso carnal con incapaz de
resistir, según lo reglado en el artículo 210 de la Ley 599 de 2000.
Por manera que la Sala tampoco comparte la supuesta hipótesis del
sentenciador, consistente en que no se demostró cuál fue la cantidad de
alcohol que ingirió la menor, puesto que los testimonios fueron claros en
indicar que la sustancia consumida por la adolescente fue suficiente para
conducirla a un estado de inconsciencia.
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Ahora bien, desatinado, por decirlo menos, resulta la conclusión del
Tribunal en torno a que no está claro si la víctima compareció de manera
voluntaria al lugar a libar alcohol y a tener relaciones sexuales con Alvis
Candia, pues ésta era una persona tan sólo con doce años de edad,
hecho que constituye una presunción de derecho respecto a que ella no
tenía libertad de discernimiento con su sexualidad, mientras que su
agresor era un adulto que para la época de los hechos contaba con veinte
años.
En esas condiciones, el razonamiento utilizado por el sentenciador de
segunda instancia en orden a absolver al procesado, relacionado con que
la víctima sabía que su agresor se hallaba sólo en su habitación, que tenía
dudosa reputación porque era conocido como consumidor de marihuana,
que entre ellos había una cercanía y que la adolescente decidió ir
voluntariamente al encuentro sexual, son hipótesis que carecen del debido
respaldo probatorio, en tanto que el ad quem pierde su rumbo cuando
desconoce la edad de la niña y el estado en que fue encontrada por sus
familiares, circunstancias que no le permitían resolver esos absurdos
cuestionamientos.
Ilógica es igualmente la conclusión del juzgador, en cuanto a que el
testimonio de la hermana de la agredida no es idóneo para demostrar esa
incapacidad de resistir y que no entiende cómo un agresor sexual va hasta
la casa de la víctima a informar lo que estaba sucediendo, habida cuenta
que la evidencia procesal indica que éste se asustó al ver a la joven en el
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estado en que se encontraba, no quedándole otro remedio que acudir ante
sus familiares para que la socorrieran, situación que ameritó que fuera
llevada al hospital y estuviera recluida por cinco días.
En síntesis, no resulta cierto que la sentencia de primera instancia se haya
fundado en un conocimiento privado del juzgador, sino que la misma se
apoyó en la prueba que desfiló en el juicio oral, público y concentrado.
Así, el hecho de que no se hubiese incorporado al juicio oral prueba
técnica que indicará el grado de alcoholemia en que se encontraba la
agredida sexual y, consecuentemente, su estado de inconsciencia, no lleva
a colegir que el mencionado hecho no existió, dado que dentro del principio
de libertad probatoria el expediente contaba con los medios de convicción
suficientes para concluir que la joven fue accedida carnalmente en tanto
había sido puesta en incapacidad de resistir, al habérsele suministrado de
manera simultánea, licor y un medicamento.
5.
Por lo anteriormente expuesto, la Corte casará la sentencia de
segunda instancia y como Tribunal de Casación, condenará al acusado en
los términos indicados en el fallo de primera instancia, esto es, a la pena
principal de 195 meses de prisión y a la accesoria de inhabilitación para el
ejercicio de derechos y funciones públicas por un periodo igual al de la
sanción privativa de la libertad, como autor de la conducta punible de
acceso carnal con incapaz de resistir, conforme a lo establecido en el
artículo 210 del Código Penal.
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Asimismo, como lo dedujo el Juzgador de primera instancia, se condena a
Diego Mauricio Alvis Candia a cancelar como perjuicios morales
derivados de la conducta punible anteriormente enunciada, al pago de 70
salarios mínimos mensuales legales vigentes, en los términos indicados en
el fallo de primer grado.
En mérito de lo expuesto, la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, SALA DE
CASACIÓN PENAL, administrando justicia en nombre de la República y
por autoridad de la ley,
RESUELVE
1. Casar la sentencia impugnada por prosperar el único cargo de la
demanda de casación presentada por la Fiscal Treinta Delegada ante los
Jueces Penales del Circuito de Bogotá.
En consecuencia, se condena a Diego Mauricio Alvis Candia a la pena
principal de 195 meses de prisión y a la accesoria de inhabilitación para el
ejercicio de derechos y funciones públicas por el mismo término de la
sanción principal, como autor de la conducta punible de acceso carnal con
incapaz de resistir.
También se condena a Alvis Candia al pago de 70 salarios mínimos
mensuales legales vigentes como perjuicios morales derivados de la
comisión de la conducta punible antes enunciada.
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2. Por Secretaría, expídase la orden de captura contra Diego Mauricio Alvis
Candia para que purgue la pena descrita anteriormente.
3. Contra esta decisión no procede recurso alguno.
Cópiese, comuníquese y cúmplase. Devuélvase al Tribunal de origen.
JAVIER ZAPATA ORTIZ
JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO
EXCUSA JUSTIFICADA
JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ
FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO
SIGIFREDO ESPINOSA PÉREZ
ALFREDO GÓMEZ QUINTERO
MARIA DEL ROSARIO GONZÁLEZ DE LEMOS
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AUGUSTO J. IBAÑEZ GUZMÁN
JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA
NUBIA YOLANDA NOVA GARCIA
Secretaria
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