Cuando se descalifica a los jóvenes sin razón MANUEL FUENTES

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Cuando se descalifica a los jóvenes sin razón
MANUEL FUENTES
Lamentables son las palabras de Edgar Elías Azar presidente del Tribunal
Superior de Justicia del Distrito Federal refiriéndose a los jóvenes que se
manifestaron el pasado primero de diciembre calificándolos como “unas cuantas
decenas de personas que siempre están en contra todo y a favor de nada”. Sus
palabras contrastan con la tolerancia mostrada por Miguel Ángel Mancera, Jefe
de Gobierno del Distrito Federal quién ha sido más cauteloso y ha ordenado una
revisión caso por caso para evitar actos de injusticia en contra de las personas
que fueron detenidas esa tarde.
Perseguir y señalar a los jóvenes de manera general como culpables de todo,
son actos inadmisibles, mucho más cuando estas descalificaciones provienen de
una persona que representa a un órgano de justicia en el Distrito Federal.
A nadie se puede acusar, descalificar sin tener una prueba firme en su contra,
pero para algunos es una afición cotidiana usada como línea a seguir por los
jueces para impartir justicia a su manera. Eso es inadmisible.
Imponer justicia a modo en contra de los jóvenes parece ser la intención de
algunos en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Con un proyecto de
Reglamento de Alumnos que convierte a los Consejos Divisionales en juez y
parte en contra de jóvenes estudiantes a quienes se acuse de cometer una falta.
Permite hasta la expulsión de estudiantes de la Universidad por “perturbar” el
funcionamiento de los órganos colegiados o el desarrollo de las actividades
académicas o administrativas.
¿Quién definirá la palabra “perturbar”?. Es obvio que serán los propios
acusadores de los alumnos quienes la podrán interpretar a su manera.
Una definición que encuentro al azar dice que perturbar es: “trastornar el orden”.
Con esa intención no será posible que los jóvenes realicen alguna petición con
más de tres personas o más porque correrán el peligro se les considere estar
realizando tumulto o alteración, y esta “osadía” de ejercer sus derechos les
puede costar su permanencia en la Institución. Ejercer un derecho podrá ser
considerado una falta grave. ¿A dónde vamos?
Los derechos de petición, de expresión verbal y escrita, de organización son
derechos universales, incluso en las universidades, y estos no pueden
restringirse por ningún reglamento, decreto o circular.
Dice el artículo primero de la Constitución que todas las autoridades tienen la
obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos e
Instituciones como la UAM no están exentas de esta obligación.
Este proyecto de reglamento de alumnos que se pretende imponer en la UAM
también castiga “el uso o disposición de los bienes o instalaciones de la
Universidad para fines contrarios a su naturaleza u objeto”.
Yo me pregunto si los jóvenes que decidieran reunirse para discutir, analizar un
acto de gobierno que afecte a la sociedad y a los jóvenes ¿será un acto contrario
a la UAM?.
Por supuesto que no. Una universidad es y debe ser el reflejo de la sociedad y
ésta debe verse inmersa en ella.
El reunirse los estudiantes en las plazas abiertas, en los pasillos, en las aulas, en
los auditorios de la Universidad para discutir por ejemplo, que los alimentos de
una cafetería están en mal estado o son deficientes ¿será un acto de
perturbación o de disponer de las instalaciones contrarias a su naturaleza?
Por supuesto que no. Pensar lo contrario es condenar a los jóvenes al
inmovilismo. Parece que se quiere decir a los jóvenes con estos actos: ¡calla!,
¡guarda silencio!, ¡No discutas! ¡No razones!
¿En qué tiempos estamos en que se teme a los jóvenes?
Sería positivo que los redactores de ese proyecto de reglamento conocieran el
artículo noveno de la Constitución que dice:
“No se considerará ilegal, y no podrá ser disuelta una asamblea o reunión que
tenga por objeto hacer una petición o presentar una protesta por algún acto, a
una autoridad, si no se profieren injurias contra ésta, ni se hiciere uso de
violencias o amenazas para intimidarla u obligarla a resolver en el sentido que se
desee.”
La esencia de una universidad es transpirar los conocimientos más profundos de
la ciencia, la democracia y la justicia para regresarlos y tomarlos de la sociedad
para una transformación más justa.
Es obligación de todos quienes participamos en las universidades como
docentes, autoridades, incluidos los alumnos, formar jóvenes con conocimientos
científicos profundos que usen el argumento y la razón como instrumentos de
dialogo y construcción de acuerdos ante el disenso. Esa formación redundará en
una sociedad plural, tolerante y más democrática.
No puede ser la imposición y descalificación a los jóvenes como una forma de
gobernar y pretender al mismo tiempo imponerles una justicia a modo y
discrecional. Son actos injustificables que en estos tiempos y en ningún otro
podemos aceptar.
Correo: [email protected]
Twitter: @Manuel_FuentesM
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