Cuestionario orígenes control de convencionalidad Gracias de nueva cuenta a todos y todas por su participación activa. Aquí los comentarios a las preguntas formuladas. Parece que prácticamente a la mayoría nos queda claro en qué consiste el control de convencionalidad. Se trata básicamente de un análisis de compatibilidad de los actos de un Estado, sean estos, legislativos, administrativos o jurisdiccionales con los instrumentos interamericanos y la jurisprudencia interamericana. Me referí en el cuestionario exclusivamente a la jurisprudencia interamericana, porque nos encontramos analizando el desarrollo jurisprudencial en dicha región, pero ello no quiere decir que, a partir del artículo 1º constitucional, este análisis de compatibilidad no deba ejercerse respecto de los instrumentos internacionales que se enmarcan en el sistema de universal de protección de Naciones Unidas, pues conforme a dicho artículo, el parámetro de regularidad está conformado por derechos humanos de origen constitucional y los previstos en los tratados internacionales de los que México forma parte, esto es, incluye a TODOS los tratados internacionales de los que México forma parte. Si bien, como parte del ejercicio de un control de convencionalidad se encuentra la utilización de jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos para definir el marco jurídico aplicable al caso concreto, el control de convencionalidad, como lo veremos en otra unidad, no se agota en ello. En cuanto a quién ejerce el control concentrado de convencionalidad, la Corte Interamericana de Derechos Humanos es, en principio, la respuesta correcta, pues ella es quien tiene la última palabra en materia de interpretación de los instrumentos interamericanos. Sin embargo, en lo personal me queda la duda de si la Comisión Interamericana también realiza una control concentrado de convencionalidad, cuando conoce de casos contenciosos, pues finalmente realiza un análisis de conformidad de los actos de un Estado con los instrumentos interamericanos y puede declarar una norma como inconvencional y, en consecuencia, solicitar a los Estados, la modificación de su legislación interna e incluso de sus normas constitucionales. Es claro que se trata de un órgano cuasi jurisdiccional, pero cuando los casos de los que conoce no son sometidos a la Corte Interamericana, sino que finalizan en la etapa ante la propia Comisión Interamericana, se convierte en el único órgano garante de los derechos humanos en el sistema interamericano. En ese sentido, ni la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ni el Poder Judicial de la Federación en su conjunto, son instituciones que tengan la última palabra ni la posibilidad de invalidar actos de otros Estados por considerar que son contrarios los estándares interamericanos. En todo caso, podrán considerar inconvencional una norma o acto de autoridades mexicanas, pero por virtud de la estructura constitucional prevista en nuestro artículo 1º, es decir, por el parámetro de constitucionalidad. El reactivo número 3 fue uno de los que más confusión causó, lo cual es absolutamente entendible porque no existe aún una definición clara sobre los alcances del control difuso de convencionalidad. Lo anterior debido a que desde el desarrollo jurisprudencial interamericano, la obligación de ejercer dicho control recae en toda autoridad pública, pero de acuerdo a la definición de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sólo las y los impartidores de justicia pertenecientes a los Poderes Judiciales. Desde un análisis de los orígenes y desarrollo de la jurisprudencia interamericana, la respuesta correcta es que debe ser ejercido por toda autoridad pública. Este tema seguirá siendo parte de la discusión en esta semana. Respecto a los fundamentos de la obligación de ejercer el control difuso de convencionalidad, son todos los que se mencionan en el reactivo 4, que junto con el 3 fue otro que causó gran confusión. Si bien el fundamento principal se encuentra en las obligaciones de adoptar disposiciones de derecho interno que sean compatibles con los estándares interamericanos y de garantizar los derechos humanos (artículos 1.1 y 2 de la Convención Americana), lo cierto es que la obligación también deriva del compromiso que asumen los Estados, al ratificar tratados internacionales, de cumplir de buena fe con lo que ellos establecen, de no frustra su objeto ni fin, y a no invocar violación de su derecho interno para justificar el incumplimiento de dichos compromisos asumidos (artículos 26, 27, 31 y 46 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados). Y en el ámbito interno, la SCJN, a través de la resolución del Varios 912/2010, fundamenta la obligación de ejercer un control difuso de convencionalidad en la interpretación sistemática que hace del 1 y 133 constitucionales. El artículo 15, por su parte, al prohibir la celebración de tratados que sean contrarios al parámetro de constitucionalidad en materia de derechos humanos, se convierte también en fundamento de la obligación. Por lo que toca a los actos de un Estado que son objeto de control de convencionalidad, desde la jurisprudencia interamericana, se trata de todo acto de autoridad pública, se trate de normas secundarias o constitucionales, actos administrativos o jurisdiccionales. Como saben este es uno de los temas que se encuentra bajo análisis de la SCJN en esta semana y quizá mañana tengamos otras definiciones. Respecto a cuándo debe ejercerse el control difuso de convencionalidad, parece quedar claro que es siempre, en todo momento. Ya analizaremos los alcances de este en la unidad en la que pondremos en práctica una propuesta de método. Otro reactivo que causó confusión y que mereció comentario especial por parte de ustedes fue el número 7. Desde cuándo nace la obligación de ejercerlo. La respuesta correcta es desde que México forma parte de la Convención Americana. Si bien, la figura se desarrolla como tal hasta 2006 por la Corte Interamericana en Pleno, aunque antes, a través de votos particulares, lo cierto es que la obligación de realizar un análisis de compatibilidad de las normas y actos de los Estados en relación con los estándares interamericanos deriva de los artículos 2 y 1.1 de la Convención, a los que se obligó México desde que se adhirió a la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Finalmente, el reactivo 8 mereció también un cuestionamiento particular, pues se presta a confusión. Si bien en origen, realizar un control difuso de convencionalidad es distinto a ejercer un control difuso de constitucional, pues el análisis de compatibilidad se realiza respecto de la Constitución y de los instrumentos interamericanos, lo cierto es que en México, a partir del parámetro de regularidad constitucional, ejercer uno significa ejercer el otro, pues para establecer el contenido del parámetro en un caso concreto se requiere un análisis conjunto de las disposiciones de derechos humanos de origen constitucional e internacional. Veremos también que resuelve la SCJN sobre este tema el día de mañana. 8. Ejercer un control difuso de convencionalidad en México significa: a) b) c) d) realizar al mismo tiempo un control difuso de constitucionalidad otra cosa que el control difuso de constitucionalidad Ninguna de las anteriores Todas las anteriores