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SEGUNDO.- El Ministerio Fiscal en sus conclusiones
definitivas estimó que los hechos eran constitutivos de dos
faltas de imprudencia leve del artículo 621.2 del Código Penal
vigente en el momento de los hechos; consideró a los acusados
JAUME
ISERN
LLADO
y
a
ANTONI
BUJOSA
ALEÑAR
autores
responsables de cada una de las faltas; sin la concurrencia de
circunstancias modificativas de responsabilidad criminal, y en
virtud de lo establecido en la disposición transitoria cuarta
de la ley orgánica 1/2015 estimó que no procedía imponer pena
alguna a dichos acusados.
TERCERO.- En el mismo trámite, la acusación particular
consideró que los hechos eran constitutivos de un delito de
homicidio por imprudencia grave, previsto y penado en el
artículo 142.1 del Código Penal; considerando a los acusados
JAUME
ISERN
LLADO
y
a
ANTONI
BUJOSA
ALEÑAR
autores
responsables
de
dicho
delito;
sin
la
concurrencia
de
circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, y
solicitó que se impusiera a ANTONI BUJOSA ALEÑAR, la pena de
cuatro años de prisión, y la inhabilitación por periodo de
seis años para el ejercicio de su profesión electricista, y a
JAUME ISERN LLADO, la pena de tres años de prisión, y la
inhabilitación por periodo de seis años para el ejercicio de
cargo público. Dichos acusados deberán ser condenados a
indemnizar, conjunta y solidariamente, a sus representados,
Isacc Grimaldo y familiares, en la cantidad de 100.000 €, por
daños y perjuicios ocasionados, y por los daños morales
causados por la muerte de su hijo David Grimaldos González,
solicitando
que
de
dicha
cantidad
se
declare
la
responsabilidad civil subsidiaria del Ayuntamiento de Bunyola.
CUARTO.- En el mismo trámite los Letrados de los acusados
y del responsable civil subsidiario solicitaron la libre
absolución de sus defendidos.
HECHOS PROBADOS
PRIMERO.- Probado y así se declara que el día 31 de agosto
de 2014, David Grimaldos González, soltero, nacido el día 30
de octubre de 1995, hijo de Isaac Grimaldos y de Margarita
González, se encontraba en la localidad de Bunyola en la
verbena de la fiesta de los quintos. Sobre las 00.30 horas se
dirigió al paseo Antonio Estarellas, y a la altura del número
21, se encaramó a una barrera metálica sujetándose con ambas
manos con la intención de saltar al otro lado de la valla para
ir a orinar, y, en el momento en que para auparse puso los
pies en la farola que se encontraba sobre un muro, recibió una
fuerte descarga eléctrica que, tanto por su voltaje como por
su intensidad, le produjo de forma inmediata una parada
cardiorrespiratoria y, pocos minutos después, la muerte, no
obstante los intensos y continuos intentos de reanimación que
personas y personal médico le estuvieron efectuando. La causa
fundamental de la muerte fue la electrocución.
SEGUNDO.- Esa letal descarga eléctrica se produjo como
consecuencia del mal estado de la farola, dado que la
luminaria estaba rota, lo que no garantizaba la estanqueidad
de la misma; en el interior de la misma, no había fusible de
protección, se había puenteado, y en su lugar, se había
instalado un conductor que no protegía la instalación; existía
un cable suelto (conductor activo) y deteriorado que hacia
contacto con la carcasa del báculo, y que provocaba que toda
la farola tuviera tensión y al tocarla se produjo la descarga.
Tras la investigación posterior al fallecimiento, se
descubrió que, además del aludido deficiente estado de la
farola y de su cuadro eléctrico, había graves deficiencias en
la instalación del alumbrado que daba luz a las farolas del
Paseo, pues las protecciones ubicadas en el cuadro eléctrico
general (de mandos) estaban inhibidas, y por tanto no protegía
contra las descargas. Ha quedado probado que dichas farolas
se alimentaban directamente del contador, ya que el suministro
eléctrico
no
se
interrumpió
cuando
se
bajaron
los
diferenciales. Lo mismo ocurría al desarmar los interruptores
magnetotérmicos del cuadro, razón por la cual quedaron
precintados
dichos
elementos.
La
Dirección
General
de
Industria del Govern Balear acordó que
toda la zona quedara
sin servicio eléctrico hasta que se arreglara toda la
instalación.
TERCERO.- Ha resultado probado que el acusado ANTONI
BUJOSA
ALEÑAR,
era
funcionario
del
Ayuntamiento,
por
oposición, desde el año 1978, con la cualidad de electricista.
Tenía el título de Oficial industrial en la rama de
electricidad y en la modalidad de Instalador –Montador, título
expedido por el Ministerio de Educación y Ciencia en fecha 2604-1969, estando entre sus cometidos el mantenimiento de las
instalaciones eléctricas del municipio, y entre sus funciones
específicas estaba mantener en buen estado la farola, el
cuadro de la misma y el cuadro de mandos. Dicho acusado,
conocía y sabía que dicha farola daba descargas, era conocedor
del mal estado de la misma, de su cuadro interior y del cuadro
general. Pese a ello no adoptó ninguna medida para evitar o
eliminar las descargas eléctricas, no procedió a repararla (ni
la luminaria, ni el cuadro) ni colocó ningún diferencial que
protegiera la línea de las farolas.
No consta suficientemente probado que JAUME ISERN LLADO,
Alcalde de Bunyola en la fecha de los hechos, conociera el mal
estado de la farola, ni de su cuadro eléctrico, ni que la
misma producía descargas antes del accidente. Tampoco ha
quedado acreditado
estado en que se
instalación.
que tuviera conocimiento del deficiente
encontraba el cuadro general de dicha
CUARTO.- La farola y la instalación es propiedad del
Ayuntamiento de Bunyola, el cual ha abonado a la familia de
David la cantidad de 20.000 euros. La Aseguradora Generali
abonó la cantidad de 150.000 euros.
QUINTO.- Antoni Bujosa Aleñar, es mayor de edad, carece de
antecedentes penales. No estuvo privado de libertad por esta
causa.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- Es obligado comenzar la presente resolución
advirtiendo que el proceso de formación y convicción judicial
que la ha presidido en todo momento ha estado envuelto en dos
sentimientos si no enfrentados sí contradictorios, de un lado
el de pesadumbre que supone siempre enjuiciar unos hechos
fatídicos,
consecuencia
de
los
cuales
se
produjo
el
desgraciado fallecimiento de David Grimaldos, y de otro lado
el de efectuar un estudio de las circunstancias, pruebas y
hechos conforme, lógicamente, a parámetros de legalidad y de
presunción de inocencia, tratando de lograr que tan nefasto
resultado no conduzca ni incida en el proceso de formación y
convicción psicológica para el maceramiento de la presente
resolución judicial que no es sino el resultado de la
percepción, razonamiento y valoración de la prueba plasmado en
una decisión.
Dicho lo cual, el artículo 741 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal (establece que "El Tribunal, apreciando según su
conciencia las pruebas practicadas en el juicio, las razones
expuestas por la acusación y la defensa y lo manifestado por
los mismos procesados, dictará sentencia dentro del término
fijado en esta Ley". El sistema de libre valoración de la
prueba no supone que el Ordenamiento Jurídico recoja una serie
de máximas de la experiencia con arreglo a las cuales puedan
declararse unos hechos como probados con independencia del
convencimiento del juzgador respecto de los mismos, sino que
incide directamente en este conocimiento como elemento directo
de decisión. Libre valoración no significa, sin embargo que la
decisión se base en el capricho del juzgador ni tampoco que
los criterios de razón utilizados no hayan de ser motivados en
la resolución decisoria que se dicte. Como ha señalado el
Tribunal Constitucional entre otras en Sentencia 116/1997, de
23 de junio, la Sentencia 32/1995, de 6 de febrero, o bien
Sentencia 283/1994, de 24 de octubre, la práctica de la prueba
ha de estar revestida de formas que garanticen su pureza, con
respeto al principio de contradicción, en la valoración en
conciencia por el Juez existirá una libertad, cuya guía han de
ser las reglas de la sana crítica, el juez habrá de ponderar
libremente los distintos elementos de prueba, valorando su
significado y trascendencia, en orden a la fundamentación del
fallo contenido en la Sentencia. Para que dicha ponderación
pueda desvirtuar la presunción de inocencia, será preciso una
mínima
actividad
probatoria
de
cargo,
con
suficientes
garantías procesales y de las que pueda deducirse no sólo la
existencia del hecho punible sino también la culpabilidad de
los acusados, debiendo en consecuencia discriminarse, la
actuación de cada una de ellos para discernir si han cometido
el delito de homicidio involuntario causado por imprudencia
grave que la acusación particular les atribuye.
Es obligado punto de partida para el enjuiciamiento del
asunto, el establecimiento de las circunstancias y de las
causas en que se produjo el fallecimiento de David. Para ello
se han tomado en consideración las declaraciones de los
acusados, de los
testigos, la prueba documental debidamente
introducida y especialmente los informes periciales.
En cuanto a los datos puramente identificativos (fecha,
hora,
lugar,
datos
de
identidad)
son
cuestiones
no
controvertidas.
En cuanto a los datos expresivos del modo en que se
produjo
el
accidente,
que
permiten
individualizar
la
responsabilidad
de
los
acusados,
se
han
valorado
los
siguientes medios de prueba practicados en el acto del juicio
oral que a continuación se expresan:
A) Declaración de los acusados:
1.- El acusado Jaime Isern Lladó, se acogió a su derecho a
no contestar a las preguntas de la acusación particular; a las
de las demás partes contestó que fue alcalde de Bunyola desde
el mes de julio de 2007 hasta Julio 2015; que es de profesión
maestro, y no tiene nociones de electricidad; que en el
Ayuntamiento había un Regidor de infraestructuras, y que
nunca, en ningún momento, le dijeron que había problemas con
las farolas, ignorando que la farola diera calambrazos. Señaló
que el acusado Bujosa es funcionario del Ayuntamiento desde
1976 ó 1977. Que se contrató a una empresa externa para que
hiciera un estudio a fin de adecuar la instalación eléctrica
del Ayuntamiento a la normativa actual. Con exhibición del
folio 700, señaló que es el presupuesto de la empresa Cabot,
el cual se remitió al Ayuntamiento en fecha 5 de marzo de
2007, puntualizando que en esta fecha todavía no era Alcalde.
2.- El acusado Antoni Bujosa, igualmente se acogió a su
derecho constitucional a no contestar a las preguntas de la
acusación particular. A las preguntas del Ministerio fiscal
declaró que tiene el título de electricista, concretamente el
que obra al folio 132, habiendo realizado tres cursos de
electricidad. Señaló que en el año 1978 aprobó las oposiciones
y entró como funcionario en el Ayuntamiento, que los únicos
requisitos eran ser mayor de edad y menor de 45 años. Que su
tarea era el mantenimiento de las instalaciones eléctricas del
municipio, incluidas las farolas, las luces…etcétera. Que en
el año 2002, se publicó el Real Decreto electrotécnico, pero
no sabía que tenía que convalidar el título ya que nadie del
Ayuntamiento se lo dijo. Señaló igualmente que en el
Consistorio se externalizaba el servicio si había que hacer
grandes instalaciones como por ejemplo una parcelación; en
estos casos se contrataba una empresa externa autorizada. Que
el Ayuntamiento pidió presupuesto a una empresa. Con respecto
a las deficiencias en las farolas, el acusado señaló que nunca
lo habló con el Alcalde Isern. Dijo que la farola en cuestión
nunca le había dado problemas, que no se revisaban, que lo
hacían sólo cuando había un requerimiento, y que si nadie le
decía nada no iba cada día a revisar farola por farola; que
las farolas no estaba incluidas en el presupuesto 2007, que
sólo lo estaba el cuadro general que alimentaba la farola. Que
esas farolas se abren con cualquier llave tipo Allen, y que en
las fiestas la gente las abría “para hacer una gracia”.
Preguntado sobre lo ocurrido el día 31 de Agosto de 2014, dijo
que nadie, nunca, le había dicho que dicha farola diera
calambres, que de otra (farola) sí pero que de ésta nunca le
habían comentado nada, y que después del accidente no vio la
farola por dentro. Que sabía que dicha farola tenía toma de
tierra. Se le exhibieron las fotos del folio 58 (cuadro de la
farola) señalando que el fusible está para proteger la
lámpara, para que no se funda la bombilla; al folio 59 explicó
que no ve alteraciones importantes, solo un cable quemado
porque dentro hay un bicho. Al folio 60 (foto de la farola),
señaló que a simple vista no se percibe nada en particular,
explicando que es posible que la toma de tierra no absorbiera
la electricidad y que la puerta metálica ejerciera de
conductor. Que cuando se hizo la comprobación la toma de
tierra funcionaba bien. En opinión del declarante la farola
estaba bien conservada, existiendo la posibilidad de que bien
un animal o bien alguien manipulara el cable, ya que se podía
abrir el cajetín y manipularlo. Que el declarante vive en la
zona donde está ubicada la farola en cuestión, y pasa por allí
cada día. Que dicha farola tenía unos 40 ó 45 años de
antigüedad, y que las mismas no se han cambiado. Admitió que
no tenía el carnet de baja tensión, y que no es instalador
autorizado, y que nadie le dijo que tenía que convalidar el
título. Se jubiló en 2014; que en el municipio hay unas 600 ó
650 farolas, y además siete ú ocho edificios públicos, y que
de todo se encargaba el declarante, salvo cuando estaba de
baja o de vacaciones en que lo hacían otros funcionarios.
B) En cuanto a las pruebas testificales:
3.- El Guardia Civil con TIP L 11155-I, declaró que el día
31 de agosto de 2014 estaba de servicio, concretamente en
seguridad ciudadana ya que en Bunyola había una fiesta de los
quintos. Le avisaron indicándole que, a unos 50 m del lugar
donde se encontraba, había un chico que había tenido un
accidente. A llegar donde estaba, lo vio tumbado en el suelo,
seminconsciente, y con sangre en la boca. Habló con un amigo
del “chaval”, quien le explicó que éste había ido a orinar, y
que al agarrarse a la farola se había quedado pegado, que
habían intentado arrancarlo tirando de él hasta que lo
consiguieron. Rápidamente, avisó a los servicios sanitarios, y
a la ambulancia del 061; dijo que su compañero Guardia Civil
tocó la farola con el codo, y le dio un calambrazo saliendo la
linterna disparada. Explicó, que en el lugar de los hechos,
varias personas del pueblo decían que la farola daba
calambrazos, y que habían informado al ayuntamiento. Se le
exhibieron las fotos obrantes a los folios 93 y 94,
reconociendo las fotos de la farola y la barrera, señalando
que estaba tal cual se ve en dichas fotografías, tanto la
farola como la barrera metálica.
4.- El Guardia Civil E 49533 A, declaró que llevó a cabo
la inspección ocular; llamaron a los de Gesa y a los de
Industria; que dieron la orden de que por razones de seguridad
se desconectara la farola, y que se cortara la luz. Vio el
cuadro de la farola, exhibiéndole las fotos de los folios 94,
manifestando que la farola estaba cerrada, y que el cajetín
estaba tal cual se ve. Se le exhibieron las fotografías que
obran a los folios 55 a 59, afirmando que dichas fotos fueron
tomadas por su compañero y por el declarante en el mismo
momento, recordando que los operarios de Gesa realizaron las
mediciones. Se le exhibieron también las obrantes a los folios
223 a 225, manifestando que esas fotos las tomó el declarante
en el mes de octubre, cuando se realizó una nueva inspección
ocular, tratándose de fotografías relativas al exterior de la
caseta de Gesa que da luz al alumbrado público. Al igual que
su compañero, señaló que varios vecinos del pueblo dijeron que
la farola les había dado un calambrazo, y que lo habían
comunicado al ayuntamiento.
Se realizó otra inspección ocular en Diciembre 2014 en la que
estuvo presente el acusado Bujosa. En cuanto a las fotos de
los folios 222 a 224, se hizo constar que había dejado un palo
en una posición muy concreta, y que al abrir de nuevo el palo
había sido cambiado. Al folio 223, se observa que el palo
aparece hacia arriba, en el folio 224 aparece de otra manera.
Señaló que precintaron el cuadro con cinta, pero que dichas
cintas puede romperlas cualquier persona, y por eso se hizo
constar que el precinto se había roto.
Con exhibición de los folios 612 a 617 y siguientes, el
testigo señaló la diligencia de desprecinto y desmontaje del
cuadro eléctrico, redactándola el declarante.
5.- El Guardia Civil W85869-R, señaló que actuaron a
requerimiento del Juzgado de Instrucción número siete, el cual
les pidió que detallarán lo que había en el cuadro; revisaron
el cableado que había. Con exhibición de los folios 223 y 224
y siguientes, declaró que son las fotografías que tomó. Dijo
que se centró en el cuadro eléctrico, hizo las fotos
limitándose a recoger lo que decían, y preparó una serie de
preguntas. La conclusión a la que llegó dicho testigo es que
el cuadro eléctrico era un “desastre”, y que no gobernaba la
farola. Señaló que estaba presente el personal de Industria, y
que pese a que se precintó el cuadro eléctrico, este había
sido manipulado, pudiendo comprobarlo dado que el palo había
sido cambiado. También participó en la Diligencia de Diciembre
de 2014, y con exhibición del folio 630 concretamente la
fotografía 19, dijo que Bujosa estaba presente, dicho acusado
les dijo que había montado el cuadro que se ve a la izquierda
con elementos extraídos de otro sitio.
6.El
Policía
Local
de
Bunyola,
con
número
de
identificación profesional A 100004, declaró que el día 31 de
agosto de 1014 era una noche verbena, y fueron requeridos ya
que un chico había recibido una descarga eléctrica; se dirigió
al lugar, y llamó al 112, practicó maniobras de reanimación
pero no fue posible mantenerlo con vida. Señaló que en el
lugar había un hermano, y se llamó a los padres, al Alcalde y
se cortó la música de las fiestas. Hubo comentarios de que
esta farola daba descargas, pero no había ninguna queja
formal, ninguna incidencia, ni ninguna denuncia, que eran
comentarios del bar, y rumores. Que si hubiese sabido que la
farola daba descargas o hubiera tenido quejas o averías lo
hubiera informado al ayuntamiento, y que si no lo hizo fue
porque lo desconocía. Se hizo una lectura de la toma de
tierra, y daba 106 V voltios. Había una valla metálica pegada
a la farola, que colocan los vecinos para evitar que el
público acceda al camino, y se comentó que dicha valla
metálica había hecho de conductor. Explicó también, que un
Guardia Civil tocó con el codo la valla, y la farola le dio
una descarga. El declarante explicó que varios meses después
de los hechos, unos chicos le explicaron que un año antes, uno
de ellos había sufrido una descarga, que se había quemado las
manos, pero que no había dado “parte” ni había ido al médico.
Que se lo comentó a Isern (Alcalde), y le habló del rumor que
circulaba en el pueblo.
7.- Pedro Andreu Canals. Dicho testigo declaró que vive en
el Paseo Antonio Estarellas, cerca de la farola. Que días
antes de los hechos, tocó la farola varias veces y le dio un
calambre, pero no le dio importancia porque fue una descarga
muy débil. Que no lo comunicó ni al Ayuntamiento ni a Bujosa.
Que después de los hechos, oyó comentarios de diversas
personas que también habían sufrido calambrazos, pero fueron
comentarios genéricos.
8.- Pedro Cabot Quetglas, testigo visual del hecho,
manifestó que estaba en su domicilio ubicado frente a la
farola; salió a la terraza, y vio que un chico se subía a la
barrera metálica, y se agarraba con las dos manos a dicha
barrera; cuando ya tenía medio cuerpo sobre la misma, puso el
pie en la farola, para apoyarse, momento en que el chico dio
un grito. Acto seguido, vio a otro chico que lo cogía fuerte y
lo estiraba cayendo hacia atrás. Se le exhibió la fotografía
obrante al folio 93, manifestando que se trata de la barrera
que ponen en las verbenas, y que era en dicha barrera donde
puso los pies. Afirmó, que antes de este día, nunca había oído
que la barrera daba calambres, que cada día va a llevar la
basura cerca de la farola, y que nunca había pasado nada.
9.- Juan Riera Colom, declaró que la barrera metálica se
coloca para evitar que la gente entre en dicha zona que es
privada; que la atan a ambos lados, al póster de un solar y a
una señal de tráfico; que en esta ocasión no ayudó a
colocarla. Que el año anterior (2013), al retirarla, tocó la
barrera con una mano, y con el codo tocó la farola recibiendo
una pequeña descarga muy débil, que no lo comentó con nadie.
10.- Pau Amengual, declaró, que el año antes en 2013, fue
a saltar la barrera porque quería ir a orinar, y quería pasar
entre la barrera y la farola, se agarró a dicha barrera y a la
farola, recibiendo una descarga muy fuerte que le quemó las
manos, pero pudo reaccionar y despegarse de la misma. Que al
cabo de un tiempo, se lo contó a su padre pero no le dieron
importancia, no lo comunicaron al Ayuntamiento, ni tampoco fue
al médico. Unos meses después, se lo contó a un Policía Local
llamado Ricardo (el nº A100004 antes citado), que el Policía
le dijo que debía ser de la propia farola y que el voltaje no
debió ser muy alto y no le dieron importancia. Que a dicho
Policía, no le especificó cuál había sido la farola que le
había producido el calambre, le dijo que había sido una farola
que estaban el Paseo pero sin especificar.
11.- Pau Pons, amigo del anterior, declaró que Pau
Amengual le contó que había sufrió una descarga eléctrica.
Estaba presente cuando le explicó al Policía lo que había
sucedido, creyendo que su amigo le había indicado cuál era la
farola que le había dado el calambre.
12.- María Angeles Moreno Vicens, es médico de familia de
Bunyola. Señaló que, el día 31 de agosto 1014, estaba
prestando los servicios en la ambulancia ya que eran las
fiestas del pueblo. Que al llegar al lugar, se encontró al
herido que estaba siendo asistido por un Guardia Civil de
paisano; que no sabía lo que había pasado, pero el mensaje que
le habían dado por teléfono era que alguien se había
electrocutado. Llamó al 061 porque se trataba de un hecho
grave; afirmó que durante el tiempo que estuvo allí, oyó
comentarios que esa farola no era la primera vez que daba
calambres.
C) En relación a la prueba
pericial.
13.- La Médico Forense practicó la autopsia que obra a los
folios 193 a 197, señalando que la causa fundamental de la
muerte fue electrocución, y que ello desencadenó un fallo
cardíaco. Que la carga electricidad entró por el pectoral
izquierdo y salió por el pie; que no observó ni encontró
ningún otro hallazgo que justificara el fallecimiento más que
la electrocución.
14. Salvador Fonolla Corró, es ingeniero industrial
superior, habiendo realizado el dictamen obrante 655 a 677, el
cual ratificó. Manifestó que la instalación de las farolas es
del Reglamento de Baja Tensión de 1955 y del año 1973, según
el cual no había obligación de hacer revisiones, y que la
competencia la tenía la Delegación de Industria.
Con relación a la apartado C) de su informe señaló que la
farola disponía de las protecciones reglamentarias, excepto de
los fusibles; sobre el apartado D) dijo que no había
diferencial, no siendo obligatorio antes de 2002, que dichas
protecciones no subsanarían ni corregirían un fallo o avería
de contacto con riesgo de electrocución o fallo eléctrico; en
relación al apartado F) declaró que no se hizo medición, y que
para que la farola pudiera electrocutar teniendo un contacto
con un cable en tensión, se debería haber medido la diferencia
de potencial entre el báculo de la farola y la tierra, lo que
no se hizo; que lo que se midió lo fue entre el báculo y la
reja, por lo que la tensión no tenía por qué provenir de la
farola. Señaló que no duda que hubiera tensión en la farola,
pero que le asombró que no se realizara una medición de los
tres elementos elementos metálicos susceptibles de conducir la
electricidad además de la farola, concretamente una señal de
tráfico, la valla metálica y la barrera, considerando que la
electricidad podía proceder de la señal, de la rejilla
amarrada al poste que se introduce en una propiedad, o de la
barrera, no únicamente de la farola. Que la farola por si
misma sin estar conectada a estos elementos no pudo dar
electricidad, estimando más bien que procedía de la verja o de
la barrera. En su opinión se tendría que haber desconectado
estos cuatro elementos, y realizar la medición a cada uno de
ellos. Señaló que la farola reunía todas las condiciones
exigidas por el Ministerio de Industria; que la toma de tierra
era correcta, y que industria hizo una medición, y esta era
idónea. Que si una persona toca la farola y le da calambre es
que la tensión viene de dicho elemento, es decir de la farola.
Con respecto al cuadro eléctrico señaló que el mismo no
afectaba a la farola, y que no tuvo incidencia en la
electrocución. Dijo que no sabía cuál de los dos elementos que
tocó el chico (la barrera y la farola) pudo producirle la
descarga; que la toma de tierra era correcta. Se reafirmó en
su opinión de que al no haber realizado la medición de la
tensión de cada elemento, no es posible saber si la descarga
provino de la barrera o de la farola, ya que en su opinión no
se puso de manifiesto que dicho elemento estuviera en tensión
ya que no apreció ningún contacto entre un conductor activo y
la masa metálica (báculo) dado que ninguno de los cables
existentes en el interior presentaba signos de haberse fundido
ni quemado, ni había restos de humo o de hollín. La toma de
tierra era correcta, la farola tenía un buen aislamiento, no
había tensión y por tanto dicha farola no era capaz de
producir electrocución ni choque eléctrico (vid conclusiones a
los folios 675 a 677).
15.Antonio
Villalonga
Mayol,
señaló
que
es
el
responsable de explotación de media tensión de GESA en
Mallorca y Menorca. Manifestó que el día del accidente la red
estaba en servicio, y que quitó los fusibles, evitando
cualquier otro peligro, quedando sin servicio la zona. Su
actuación fue, primero, quitar la electricidad, verificar que
había desaparecido la tensión, y en tercer lugar inspeccionar
la farola y el cuadro eléctrico. Dijo que la farola tenía un
defectuoso contacto entre un conductor activo y la carcasa.
Señaló, que si una persona toca la farola y recibe un calambre
se debe al mal estado de la farola, y en su opinión, sólo
tocando la farola es perfectamente posible la electrocución.
Que se hizo medición de la toma de tierra y los valores eran
correctos, que la medición puede variar y cambiar según la
época del año y del estado del terreno. Que vio el interior de
la farola porque la Guardia Civil se lo pidió. Dijo que el
cuadro no tenía un buen funcionamiento, y que el interior de
la farola tampoco tenía un buen mantenimiento. Que el cable
que iba desde la base de la luminaria estaba tocando la masa
de la farola. Que esto lo vio en cuanto abrió la puerta de la
farola, comprobando que el estado de protección no era el
adecuado, que dicho cuadro estaba puenteado, manipulado para
que no funcionara. Con exhibición del folio 93, el declarante
manifestó que vio la farola, el poste, la señal y la barrera,
y que se desconectó la farola cuando él llegó, quedando sin
servicio toda la zona de las farolas. Que al desconectar toda
la línea de alumbrado público cayó la tensión en todos los
elementos. Que no verificaron si cada elemento tenía tensión.
Con exhibición del folio 52, manifestó que se trata de la
medición, observando la cadena, la barrera y la señal. Tras
haber visto el estado de la farola, el perito concluyó que era
la propia farola la que estaba en tensión. Que la farola tenía
un mal mantenimiento, y también el cuadro general; además las
protecciones de la línea estaban inhibidas o punteadas. En
definitiva no cumplían la función de protección. Que la
instalación de la farola era del año 1966 y que la revisión de
las mismas no era obligatoria.
16.- Francisco Marcos Gil; Ingeniero técnico Industrial,
ratificó el informe que obra los folios 818 a 832. Dijo que la
farola tenía las protecciones exigidas reglamentariamente en
la fecha en las que se instalaron, que era finales del año
1960; estando únicamente obligadas a tener fusibles, a un
aislamiento correcto, y a la puesta a tierra de la carcasa;
que la toma de tierra funcionaba correctamente. No era
obligatorio el uso de diferencial ni pasar las revisiones.
Dicho perito dijo textualmente que no sabe a qué elemento
podía atribuir el fallecimiento, no pudiendo asegurar que la
descarga provenía de la farola al no haberse realizado las
comprobaciones necesarias. En su opinión, si el chico se
hubiera apoyado sólo en la farola posiblemente no le hubiera
pasado nada porque la farola estaba bien, tenía aislamiento y
conexión a tierra, lo que aseguraba la protección adecuada.
Que las pruebas que se hicieron dieron una medición “0”. Que
el fusible protege cosas no personas, y que el diferencial
mide la diferencia entre la electricidad que entra y la que
sale. Que cuando se realizó la inspección ocular, y se puso el
fusible, se bajaron todos los diferenciales pudiendo comprobar
que la línea continuaba en marcha. Que el cuadro servía, pero
no para la línea concreta de la farola porque la electricidad
no se fue, es decir que el cuadro no servía para farola. Dijo
que los cuadros se abren con una llave tipo Allen a la que
cualquier persona puede acceder. Que Bujosa no tenía la
titulación homologada en Industria pero que ello es habitual
en los Ayuntamientos; que legalmente Bujosa no podía manipular
el cuadro. Que el cuadro es normal y corriente, que cumple la
normativa, que una cosa es la protección del cuadro y otra la
farola como elemento, manifestando que tanto el cuadro como la
farola cumplían la normativa. Las conclusiones obran a los
folios 831 y 832.
17.- Pedro Rodríguez Piqueteros, trabaja para la empresa
Applus, empresa a la que el Ayuntamiento llamó para que
realizara un informe sobre el alumbrado. Según consta acudió
después de los hechos, señalando que había una parte
precintada; que no vio el cuadro eléctrico de la farola porque
estaba precintado. Que vio el cuadro sin tensión, y a que
simple vista no podía asegurar si cumplía o no la normativa
del año 66. A los folios 239 a 241, obra el citado informe.
Se le exhibió el folio 124, manifestando que el cuadro lo vio
tal cual aparece en la foto, que vio el palo que se observa en
la parte superior izquierda, pero que no tocaron nada. Que
abrió y cerró, dado que no había tensión y no hicieron
pruebas.
18.- Se realizó la pericial conjunta de Tomás Siquier y
Lorenzo Riera. Ambos peritos Ingenieros de la Dirección
General de Industria del Govern Balear, manifestaron que
fueron
en
tres
ocasiones
al
lugar
para
realizar
las
inspecciones oculares. El día 1 de Septiembre, se lo ordenó la
Dirección General de Industria; que allí estaban la Policía
Local y la Policía Judicial; que fueron a la farola, y vieron
que la luminaria estaba abierta (foto nº 2), lo que hace que
la farola pierda estanqueidad y pueda producir descargas; la
precintaron. Luego abrieron el registro de la farola,
comprobando que no había tapa porta fusibles, que donde tenía
que haber un fusible, había un conductor que unía un extremo a
otro. Se les exhibieron los folios 116 y 118. En este último,
se observa el conductor entre dos tornillos, y se comprueba
que no hay fusible que proteja la intensidad de la
electricidad. Al folio 119, se observan los restos de un
animal quemado, y un conductor activo que toca la carcasa de
la luminaria, lo que pone en tensión todo el báculo. Que dicho
conductor activo (cable) tocaba el báculo, y es al tocarlo
cuando se produce la descarga. Con exhibición del folio 120,
señaló que la farola número dos no es la de autos sino la otra
anterior, pudiendo ver cómo en esta hay un tapa fusibles, que
si se toca no pasa nada porque no es conductor. Señalaron
dichos peritos que había tres reglamentos, el del año 1955,
que era de aplicación a las farolas de autos, el cual era muy
generalista, y no concretaba nada; después se publicó otro el
año 73, que era más específico, y finalmente el de 2002. Que
la farola en cuestión, cumplía la normativa del año 1955
porque existía un informe favorable; que las farolas de esta
época no requieren, ni se exige inspección periódica (cada
cinco años), dado que no superan los 5 Kw de potencia. Que la
normativa del año 2002, no obliga a adaptar las instalaciones
antiguas a las exigencias actuales. Que la toma de tierra
tenía un valor satisfactorio (20 amperios). Que la farola no
tenía tapa, no tenía fusible, la luminaria estaba rota,
incumpliendo la normativa de 1955. Con relación al cuadro de
mandos y con exhibición del folio 124, observaron que había un
diferencial suelto, señalando que ese cuadro de mandos está
mal y no protege ninguna farola. Con exhibición del folio 235,
señalaron, que el día 23 de Diciembre de 2014, cuando fueron a
realizar la otra inspección ocular, comprobaron que el
diferencial no cortaba la instalación eléctrica de la farola,
no actuaba, y ni tampoco el magnetotérmico. Por tanto no había
elementos de protección. Que el día 1 de septiembre de 2014,
ordenaron el cierre de la instalación, dejaron sin servicio, y
cortaron el suministro de todas las farolas del paseo. Que
había varias farolas que estaban en mal estado como por
ejemplo la del folio 121, la cual no es la farola de autos,
pero se ve que el báculo esta perforado, y que han puesto unos
focos, manifestando que ello no se puede hacer. Y con relación
a la convalidación del título, los peritos señalaron que
reglamento del año 2002 señalaba que se podía convalidar el
título, y que Bujosa pudo haber convalidado hasta 2005, pero
que no lo hizo. Que el ayuntamiento no es una empresa
habilitada, lo cual significa que no podía realizar los
trabajos, y que Bujosa tampoco. Con exhibición del folio 93
donde se observa la verja y la farola, y tras explicarles a
los peritos que David Grimaldo se estaba encaramado a la
barrera y puso los pies en la farola recibiendo la descarga,
los peritos señalaron que lo determinante era la tensión en el
báculo; que dicho báculo estaba en tensión porque el cable
suelto tocaba la carcasa, y por tanto estaba todo en tensión,
y que la toma de tierra no funcionó. Que esos cables no
deberían haber estado así. Con exhibición del folio 118 foto
número 3, señalaron que no había fusible ni tapa. Y, con
exhibición del folio 120 donde se ve la tapa de protección de
la segunda farola. Con respecto al cuadro eléctrico, y la
inspección del día 23 de diciembre de 2014, señalaron que se
examinaron todos los elementos; que GESA puso el fusible y se
encendió todo, luego bajaron los diferenciales y la línea
seguía funcionando, lo cual significa que el cuadro no servía
para nada, que la línea estaba directamente enchufada al
contador. Para los dos peritos la conclusión fue muy clara: el
motivo de la electrocución fue que el báculo estaba cargado
porque el cable estaba suelto, cuando el chico lo toco se
electrocutó.
19.- Carlos Ferrer Camps, Director de Distribución de
Endesa, declaró que no estuvo en el lugar de los hechos, y que
sólo firmó el informe obrante al folio 186, que ratifica,
contestando que mandó a un responsable del área acompañado por
operarios al lugar, quienes le comentaron que había tensión en
la farola ya que habían detectado que había cables sueltos que
ponían en tensión toda la carcasa. Desconectaron el suministro
para que dejara de pasar electricidad eliminando de este modo
el peligro. Al folio 186, se señala que previamente a la
desconexión de la instalación se verificó la existencia de
tensión entre el cuerpo metálico de la farola y la masa
metálica de una barrera de cierre próxima a dicha farola, y
que la tensión medida en estas condiciones era de 137 V, que
se comprobó que al desconectar el sector de alumbrado público
la tensión medida del grupo era de 0 V.
SEGUNDO.-Valoración de dicha prueba y conclusión fáctica.
Conviene recordar que los juicios de perceptibilidad y de
causalidad han de hacerse "ex ante", colocándose el juzgador
en la posición de un observador objetivo inmediatamente antes
de llevarse a cabo la acción o la omisión que se trata de
valorar. Este recordatorio tiene gran importancia práctica,
porque psicológicamente influye en gran medida -habitualmente,
de
forma
inconsciente,
la
más
difícil
de
detectar
y
desactivar- el conocimiento de cómo discurrieron los hechos
con
posterioridad.
Partiendo
del
dato
indiscutido
(e
indiscutible) que la causa de la muerte de David Grimaldos fue
por
electrocución,
esta
Juzgadora,
comparando
los
dos
dictámenes periciales contrapuestos, se inclina por estimar de
mayor
poder
convictivo
el
realizado
por
los
peritos
Estarellas, Riera y Villalonga, y por ello considero que el
mal estado de la farola fue lo que produjo la descarga mortal,
porque 1º) la luminaria estaba rota, lo que no garantizada la
estanqueidad; 2º) en el interior de la misma no había fusible
de protección, se había puenteado y en su lugar se había
instalado un conductor que no protegía la instalación; y 3º)
había un cable suelto (conductor activo) que hacia contacto
con la carcasa del báculo, cable que evidentemente no debían
estar de este modo y que provocaba que toda la farola tuviera
tensión. Al tocarla con los pies se produjo la descarga y la
electrocución que causó el fallecimiento. David Grimaldos
estaba aupado en la barrera a la que se sujetaba con las manos
y en el preciso instante en que tocó la farola con sus pies se
produjo la descarga eléctrica y el grito. No antes.
En cuanto a la hipótesis de si la barrera pudo hacer de
conductor, lo cierto es que si bien es posible (se puso de
ejemplo los pájaros que están posados sobre los cables de alta
tensión) dicha barrera por sí sola no pudo ocasionar la
descarga, ni tampoco la señal de tráfico o la rejilla, puesto
ninguno de estos elementos estaba unidos ni atados a la
farola, tal como claramente se aprecia en las fotos de los
folios 60, 93 y 116, entre otras, pues la farola estaba aparte
y separada de estos tres elementos. Por tanto, la conclusión
del perito Marcos Gil no se acepta puesto que parte de este
error, ya que el conjunto formado por la reja, la valla, la
señal y la farola no estaban interconectadas eléctricamente
hablando. Se rechazan también asimismo las conclusiones del
perito Sr. Fonolla, pues el perito Sr. Vilallonga manifestó
que midió la tensión de la farola y de la barrera, constando,
al folio 186, que la tensión medida era de 137 V, que se
comprobó, que al desconectar el sector de alumbrado público la
tensión medida del grupo era de 0 V, y en el interior del
cuadro de la farola había un saltamontes quemado y un cable
suelto quemado. Ergo había un conductor que hacía que la
farola estuviera en tensión. No hay que olvidar que según
testigos
presenciales,
era
la
farola
la
que
producía
descargas, no así la barrera por sí sola, pues ésta solo se
colocaba en las fiestas. Pere Andreu Canals recibió una
descarga cuando tocó la farola. El Guardia Civil también la
tocó y sufrió una descarga muy fuerte. Ergo la farola fue el
elemento que generó la tensión directamente determinante del
óbito.
El aludido deficiente estado de la farola y de su cuadro
eléctrico se observa claramente de las fotografías unidas a
los informes técnicos policiales. Más concretamente, las que
obran a los folios 58, 59, 118 a 120 (interior del cuerpo de
la farola) en la que se advierte el mal estado de las
conexiones, los cables sueltos y la ausencia de fusible; y en
las fotos de los folios 62 (de la farola), en donde de nuevo
se observan los cables sueltos. Junto a ello constan en el
informe de inspección del Sr. Rodríguez según el cual en toda
la
instalación
del
alumbrado
se
advirtieron
graves
deficiencias, también en el cuadro de baja tensión, en las
redes de alimentación, en los soportes de las luminarias, y en
la protección de los contactos directos e indirectos (folios
239 a 241).
Otras de las causas del óbito se puede atribuir al cuadro
eléctrico general (de mandos) ubicado en la caseta eléctrica,
el cual tenía un mantenimiento desastroso hasta tal punto que
no servía para nada, ya que las protecciones estaban
inhibidas, y por tanto no protegía contra las descargas. Las
farolas del alumbrado de la zona se alimentaban directamente
del contador, dato incontrovertido ya que en las pruebas que
practicaron los peritos, tras colocar de nuevo los fusibles y
volver a dar luz a las farolas, se fueron bajando los botones
diferenciales y pese a ello el suministro eléctrico no se
interrumpió, siguiendo la línea de farolas con luz. Por tanto
el diferencial protegía un circuito ajeno al de la farola de
autos. Lo mismo ocurría al desarmar los interruptores
magnetotérmicos del cuadro. De ahí que se pueda concluir, que
si el cuadro hubiera estado en condiciones correctas de
funcionamiento ante una descarga sufrida el diferencial
hubiera saltado y la farola se hubiera quedado sin tensión.
En definitiva, no hay necesidad de recurrir a la
denominada "Teoría de la navaja de Ockham" o principio de
economía en el razonamiento causal, según el cual, en igualdad
de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más
probable. Esto implica que, cuando dos teorías en igualdad de
condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más
simple tiene más probabilidades de ser correcta que la
compleja. Por ello, las causas alternativas e hipotéticas, que
manifestaron los peritos Gil y Fonolla, son sólo suposiciones
que carecen de elementos fácticos positivos en que apoyarse y
tropiezan con demasiados elementos negativos como para poder
ser tomadas en cuenta con un mínimo grado de probabilidad como
explicación alternativa al dato de que no fue la farola la
causante de la descarga -y en tal caso como exoneradoras de
responsabilidad, sino la valla, la barrera o la señal de
tráfico- frente a la causa que aparece con toda evidencia como
cierta y suficiente, cual es que dicho elemento –farola- en
unión con el deficiente estado del cuadro eléctrico general
fueron los causantes de la descarga eléctrica que directamente
y en relación de causa a efecto ocasionó el fallecimiento de
David Grimaldos.
TERCERO.- Autoría. Resuelto lo más importante, la pregunta
siguiente es si los acusados Isern y Bujosa son responsables
de la muerte. ¿Cuál es (era) el deber de garantía de dichos
acusados sobre el mantenimiento de las dos instalaciones
precedentemente citadas, la farola y el cuadro eléctrico?
Pongamos, ahora, la atención en las relaciones jurídicas y
personales de los acusados. Sobre la comisión del delito de
homicidio, en la modalidad de comisión por omisión, cabe
indicar lo siguiente: El artículo 11 del CP establece que:
"Los delitos o faltas que consistan en la producción de un
resultado sólo se entenderán cometidos por omisión cuando la
no evitación del mismo, al infringir un especial deber
jurídico del autor, equivalga, según el sentido del texto de
la Ley, a su causación. A tal efecto se equiparará la omisión
a la acción: a) Cuando exista una específica obligación legal
o contractual de actuar. b) Cuando el omitente haya creado una
ocasión de riesgo para el bien jurídicamente protegido
mediante una acción u omisión precedente".
Según dice la STS 459/2013, de 28 de mayo: "Tiene
declarado esta Sala, como son exponentes las Sentencias
64/2012, de 27 de enero
y de 28 de enero de 1994, que la
estructura del delito de comisión por omisión se integra por
los tres elementos que comparte con la omisión pura o propia
como son: a) una situación típica; b) ausencia de la acción
determinada que le era exigida; y c) capacidad de realizarla;
así como otros tres que le son propio y necesarios para que
pueda afirmarse la imputación objetiva: la posición de
garante, la producción del resultado y la posibilidad de
evitarlo. Se añade que en los delitos de omisión el dolo se
debe
apreciar
cuando
el
omitente,
a
pesar
de
tener
conocimiento de la situación de hecho que genera el deber de
actuar y de su capacidad de realizar la acción no actúa. En el
caso de los delitos de comisión por omisión o delitos
impropios de omisión, el conocimiento del omitente se debe
referir también a las circunstancias que fundamentan su
obligación de impedir la producción del resultado. Por el
contrario, no forma parte del dolo la conciencia del deber de
actuar que surge de la posición de garante. En consecuencia,
habrá que apreciar culpa respecto de la omisión cuando el
omitente, por negligencia, es decir, por no emplear el cuidado
debido, no tuvo conocimiento de la situación de hecho que
genera el deber de actuar o de su capacidad para realizar la
acción jurídicamente debida. Y en la Sentencia 363/2007, de 28
de marzo, se declara que los elementos fácticos que permiten
la aplicación del artículo 11 del Código Penal
son los
siguientes: a) Que se haya producido un resultado, de lesión o
de riesgo, propio de un tipo penal descrito en términos
activos por la ley b) Que se haya omitido una acción que se
encuentre en relación de causalidad hipotética con la
evitación de dicho resultado, lo que se expresa en el art. 11
CP. exigiendo que la evitación del resultado equivalga a su
causación, c) Que el omitente esté calificado para ser autor
del tipo activo que se trate, d) Que el omitente hubiese
estado en condiciones de realizar voluntariamente la acción
que habría evitado o dificultado el resultado, e) Que la
omisión suponga la infracción de un deber jurídico de actuar,
bien como consecuencia de una específica obligación legal o
contractual, bien porque el omitente haya creado una ocasión
de riesgo para el bien jurídicamente protegido mediante una
acción u omisión precedente".
Así pues, la jurisprudencia, de conformidad con lo
dispuesto en dicho precepto y lo precedentemente expuesto, ha
admitido la participación omisiva en los delitos de resultado
respecto de aquellas personas que teniendo un deber normativo,
un deber jurídico, de actuar y posibilidad de hacerlo, nada
hacen para impedir un delito que se va a cometer o para
impedir o limitar sus consecuencias.
En el mismo sentido, la Sentencia de la Sala Segunda del
Tribunal Supremo n° 379/2011 dijo que al tipo del delito de
comisión por omisión pertenece en primer lugar la llamada
situación típica, que estará constituida por el peligro para
el bien jurídico protegido. En segundo lugar se precisa la no
realización de la acción de impedir el resultado. Es
necesario, en tercer lugar, que el sujeto tuviera posibilidad
de realizar la acción y por último, se precisa como en el tipo
de acción, la producción del resultado del delito (STS n°
37/2006 de 25 de enero). Que resulta necesario que el sujeto
activo tenga conocimiento del hecho delictivo y capacidad para
realizar una acción que permita impedir la comisión del mismo,
es un requisito indispensable para poder atribuir a una
persona la comisión de un delito por comisión por omisión. Así
se desprende del art. 11 del Código Penal (LA LEY 3996/1995) y
del art. 176 del mismo cuerpo legal (referido al delito de
torturas y contra la integridad moral), que, equiparando ex
lege la omisión a la acción, decide imponer las mismas penas
establecidas para los delitos antes mencionados "a la
autoridad o funcionario público que, faltando a los deberes de
su cargo, permitiere que otras personas ejecuten los hechos
previstos en ellos".
De todo ello, se colige que para aplicar la modalidad
delictiva de la comisión por omisión no es suficiente con que
el sujeto activo ostente una posición de garante, sino que es
necesario e imprescindible que tenga noticia del hecho
delictivo y que, estando en condiciones de evitarlo o
impedido, omita toda conducta tendente a la obstaculización
del hecho delictivo.
Aplicando la anterior jurisprudencia al caso enjuiciado,
no concurren los requisitos expuestos que permitan apreciar la
comisión por omisión de un delito de homicidio en el acusado
Jaume Isern, por cuanto de la prueba practicada ha quedado
probado que el mismo en calidad de Alcalde de Bunyola nunca
conoció, ni supo del deficiente (mal) estado de la farola,
pues ninguna queja, ni ninguna denuncia le llegó a él
personalmente
antes
de
los
hechos.
No
había
ninguna
incidencia, ni “parte” en el Ayuntamiento. Al folio 147,
existe
un
certificado
emitido
por
el
Secretario
del
Ayuntamiento en el que se señala que en los años 2012, 2013 y
2014, según el cual no hay ninguna instancia, incidencia,
reclamación, ni ninguna otra documentación relativa a la
farola ubicada en el Paseo Antonio Estarellas a la altura del
nº 21. Al folio 148, el jefe de la Policía Local comunicó al
Juzgado que durante los mismos años, en las hojas de ruta, no
había ninguna reclamación o incidencia en relación a la
farola. Es cierto, que el coacusado Lujosa dijo en el Juzgado
de Instrucción que le había dado al Alcalde un listado de
desperfectos en los que había incluido el cuadro eléctrico,
pero lo cierto es, que en el juicio declaró que nunca le dijo
nada del deficiente estado del alumbrado; no consta en autos
la lista que supuestamente le dio, y además nada le dijo del
lamentable estado de la farola, puesto que, según dicho
acusado, la misma funcionaba correctamente, y no había tenido
ninguna queja. Ninguno de los testigos que comparecieron a
declarar y que sufrieron una descarga lo comunicó al
Ayuntamiento. Pau Amengual, únicamente le contó al Policía
Local (después de los hechos) lo que le había sucedido un año
antes, sin que le dieran importancia, y sin que presentara
ningún tipo de denuncia o queja en el consistorio, y el Sr.
Canals, manifestó que la descarga fue tan débil que no se lo
dijo a nadie, ni siquiera al Sr. Bujosa, al igual que el Sr.
Riera que tampoco se lo comunicó a nadie. Por otro lado, Isern
tomó posesión en calidad de Alcalde en el mes de Julio de
2007, y el fax al que aludió la acusación particular (un
presupuesto de Cabot para cambiar un armario del alumbrado
publico obrante al folio 325) para acreditar el conocimiento
que tenia, se remitió al fax del Ayuntamiento en fecha 5 de
Marzo de 2007, cuando Isern todavía no era Alcalde.
Por tanto de la prueba practicada, se concluye que Isern
desconocía el mal estado de la farola y del cuadro eléctrico
de la misma, y por tanto ignoraba el riesgo que para las
persona suponían dichos elementos. Y siendo ello así es
evidente que en tales circunstancias de desconocimiento y de
ausencia de conciencia del riesgo, no estaba en condiciones de
evitar la realización de la conducta imprudente causante del
óbito, no concurriendo por tanto el deber jurídico de actuar,
que viniera determinado por la ley o por un contrato.
Parece pues meridianamente claro que del solo hecho de ser
Alcalde, aún cuando fuera lo fuera en exclusiva, no se deriva
ninguna responsabilidad penal por el óbito de autos. Podrá
existir una responsabilidad política, en la vía civil o la vía
contencioso administrativa, pero no en la jurisdicción penal.
La condición alcalde, y por ello cabeza orgánicamente rectora
y formalmente representativa del municipio, no se puede
confundir con la responsabilidad última de cualquiera de las
actuaciones ejecutadas por cada una de las personas que
desempeñan una tarea administrativa o laboral dentro de ese
órgano
administrativo.
Estimar
lo
contrario
supone
una
imputación puramente objetiva ajena a los más básicos cánones
de culpabilidad exigidos por el derecho penal.
En conclusión, no ostentando dicho acusado una posición de
garante desde el punto de vista del Derecho Penal, y no
habiendo incumplido ningún deber legal de actuar, no puede
apreciarse que haya cometido el delito que se le imputan en la
modalidad de comisión por omisión al no haber quedado
acreditado la concurrencia de las circunstancias exigidas por
el art. 11 del Código Penal para poder atribuir a Jaume Isern
la comisión de un delito de homicidio imprudente. La
consecuencia es la absolución de dicho acusado.
CUARTO.- Cuestión muy distinta es la que acontece con el
otro acusado Antoni Bujosa. Acreditado que era el funcionario
municipal encargado del mantenimiento de las instalaciones
eléctricas del municipio, entre sus funciones específicas
estaba mantener en buen estado la farola, el cuadro de la
misma, y el cuadro de mandos. Resulta innecesario repetir cual
fue el origen y la causa de la electrocución, y detallar de
nuevo el muy deficiente estado de estos tres elementos. A lo
expuesto anteriormente me remito. Al acusado le correspondía
por disposición legal, el deber de cuidado de dichos
elementos, siendo indiferente que no tuviera más que el título
de oficial industrial en la especialidad de instalador y
montador (folio 133), y que no lo hubiera convalidado
oportunamente, pues era el funcionario encargado. Tenia el
dominio de la acción para eludir el riesgo cierto. Dicho
acusado no puede alegar desconocimiento ni ignorancia, ya le
constaba el deficiente funcionamiento de la farola, y que la
misma provocada descargas pues concretamente la Sra. Riera
Payeras se lo dijo. Se procedió a la lectura de la declaración
de dicha testigo, a petición de la acusación particular, y con
la aquiescencia de las demás partes, dado que se prestó
sumarialmente con contradicción de las partes, no pudiendo
acudir al plenario dada su avanzada edad y estado de salud. Y
en esa declaración obrante a los folios 262 y 263, consta que
la Sra. Riera, tras las fiestas del 2013, le dijo a Bujosa
(nadie más del Ayuntamieto) que la farola “enrampaba”, y
además le indicó la farola concreta que daba las descargas,
contestando Bujosa que ya la había arreglado.
Por otro lado, dicho acusado no podía ser ajeno al mal
estado general del cuadro eléctrico, ya que solo él lo
manipulaba, y se encargaba del mismo. De hecho, el mismo lo
había montado, según le dijo al Guarda Civil W-85869-R. A la
vista del informe obrante al folio 575 y ss, era prácticamente
imposible distinguir los circuitos, existía una total falta de
rigor en el color del cableado, observándose que un mismo
borne de conexión se conecta a tipo de cableado. Contra lo que
dijo este acusado, el mismo estaba presente en el desprecinto
y desmontaje de dicho cuadro, ya que fue quien explicó hacia
donde iban las líneas. Se colocaron los fusibles y se fueron
bajando los diferenciales, comprobándose que el alumbrado de
las farolas no se interrumpía, y por tanto las mismas no
tenían ningún tipo de protección sino que iban directamente al
contador. Dicho acusado les dijo, que en el mes de Febrero de
2014, había realizado una reparación en dicha instalación.
Ergo, sabía y conocía el mal estado del mismo, y que no
existía ningún elemento de seguridad que protegiera la farola,
sabía que ésta producía descargas eléctricas y, si como dijo,
pasaba todos los días por allí, resulta totalmente imposible
que no se percatara de que faltaba la luminaria. Pese a todo
ello no hizo nada para reparar el cuadro, ni para colocar un
diferencial que protegiera la línea de las farolas. No hizo
nada para eliminar las descargas eléctricas de la farola, ni
para reparar la luminaria que estaba rota. Aunque la
instalación de las farolas datara de los años 60, y no existía
la obligación de colocar un diferencial, al haber efectuado el
acusado una reparación en el año 2014, debió haber adecuado y
haber dotado de los elementos de protección necesarios para
garantizar la seguridad de las personas. Item más en el cuadro
general había diferenciales para otras líneas y uno de ellos
estaba suelto. En esa previsión se podría haber evitado el
fatal
accidente
o
cuando
menos
atenuado
los
efectos
producidos
por
la
electrocución.
Esta
exigibilidad era
superior en razón al riesgo que existía. En todo caso era una
conducta exigible de previsión y cuidado. En definitiva, tenía
el deber de actuar, debiendo poner todo lo que estaba en sus
manos para garantizar la seguridad de la instalación, y no lo
hizo. Por tanto debe responder en calidad de autor.
A diferencia del caso resuelto por la SAP de Granada de
27-10-2006, citada por la defensa de Bujosa, éste, antes de
ocurrir el siniestro, tenía total y cabal conocimiento de
todas las deficiencias y del mal estado de las instalaciones
del alumbrado y de los elementos causantes del suceso. Lo
sabía por razón de su cargo y su trabajo, y además tenía la
obligación de saberlo, pues sus funciones eran de técnico
funcionario encargado del mantenimiento de las instalaciones
eléctricas,
incluidas
las
farolas,
y
para
ello
tenía
cualificación profesional (Oficial de 1ª) aunque no hubiera
convalidado el título.
En definitiva, la imputación del resultado de muerte se
realiza a través del art. 11, es decir, es un homicidio
imprudente en comisión por omisión, pues Bujosa -en posición
de garante- controlaba una fuente de peligro que se encontraba
en su ámbito de dominio, y la acción que debían realizar era
previa al momento en el que se produjo la muerte. Era una
acción que el ordenamiento jurídico le exigía precisamente
para evitar este tipo de resultados, presuponiéndose su
capacidad de acción.
QUINTO.- Calificación jurídica. Descartado a tenor de lo
razonado precedentemente, la absolución de Antonio Bujosa,
seguidamente se debe proceder a analizar la tipificación de la
imprudente
conducta,
y
ver
si
nos
hallamos
ante
una
imprudencia grave, menos grave o leve. La LO 1/2015, de 30 de
marzo de reforma del Código Penal ha introducido importantes
modificaciones en la regulación de la imprudencia punible en
el ámbito de los delitos de homicidio y lesiones, con especial
repercusión en el tráfico viario: elimina, de un lado, la
imprudencia leve e introduce, de otro, una nueva categoría de
imprudencia, la menos grave, que a lo largo de todo el
articulado del Código solo es utilizada como título de
imputación en relación con los expresados delitos. Con
anterioridad a la última reforma del CP por la LO 1/2015, eran
constitutivos de delito el homicidio (art. 142 CP) y las
lesiones graves cometidos por imprudencia grave (art. 152 CP)
mientras que eran tipificados como falta el homicidio y las
lesiones constitutivas de de-lito cometidos por imprudencia
leve (art. 621) y excepcionalmente también como falta las
lesiones atenuadas del art. 147.2 CP cometidas por imprudencia
grave. Tras la citada reforma se mantiene el homicidio y las
lesiones causadas por imprudencia grave, se introduce una
nueva categoría de imprudencia, la menos grave, para los
resultados de muerte y lesiones de los arts. 149 y 150 y se
despenalizan
las
faltas
de
homicidio
y
lesiones
por
imprudencia leve así como las lesiones atenuadas (art. 147.2º)
causadas por imprudencia grave tipificadas en el art. 621 que
son suprimidas al derogar el Libro III del CP la Disposición
Derogatoria Única, párrafo 1º de la LO 1/2015. La imprudencia
menos grave sería una imprudencia de grado medio (ni grave ni
leve) pero que permitiría abarcar tanto supuestos antes
considerados como leves como algunos otros que fueron
calificados de graves. Y a su vez autorizaría a excluir del
ámbito represivo otros casos que antes de la reforma fueron
castigados como faltas de imprudencia leve (con exclusión en
todo caso de las faltas por imprudencia grave con resultado de
lesiones del art. 147,2º). Por tanto, para concretar su
contenido y determinar el alcance del nuevo concepto habrá que
valorar, en el supuesto concreto, la relevancia del deber de
cuidado infringido, como hasta ahora venía haciéndose para
diferenciar la imprudencia grave o temeraria de la simple o
leve. La grave vendría referida a la omisión de elementales
normas de cautela cuya observancia es exigible a cualquier
persona,
el
olvido
de
las
medidas
de
previsión
más
elementales; la menos grave se nutriría de la idea de la
diligencia media y se definiría en negativo o por exclusión
(todas las conductas negligentes que no puedan estimarse como
graves o leves) y la leve que se identificaría con el simple
descuido o con la infracción de un deber de escasa relevancia,
que caería ya, tras la reforma de 2015, en el ámbito civil.
Expuesto el nuevo sistema, para que se de la imprudencia
como forma de imputación es necesaria la concurrencia de los
siguientes elementos: 1º) realización de una acción u omisión
sin la diligencia debida; 2º) para el caso de tratarse de una
omisión (equiparable a la acción), infracción de un especial
deber jurídico del autor, a través de existencia de una
específica obligación legal o contractual de actuar, o bien
mediante la creación de una ocasión de riesgo para el bien
jurídicamente
protegido
(posición
de
garante);
3º)
previsibilidad, objetiva y subjetiva de la muerte; 4º)
producción de un resultado de muerte en conexión causal con la
acción u omisión imprudentemente realizada (STS 186/2009, de
27-2).
Procede ya recordar la doctrina jurisprudencial tal y como
aparece concisa pero exhaustivamente reseñada en la STS 27-102009:
El
delito
imprudente
aparece
estructuralmente
configurado, de una parte, por la infracción de un deber de
cuidado interno (deber subjetivo de cuidado o deber de
previsión), que obliga a advertir la presencia de un peligro
cognoscible y el índice de su gravedad; y, de otra, por la
vulneración de un deber de cuidado externo (deber objetivo de
cuidado), que obliga a comportarse externamente de forma que
no se generen riesgos no permitidos, o, en su caso, a actuar
de modo que se controlen o neutralicen los riesgos no
permitidos creados por terceras personas o por factores ajenos
al autor, siempre que el deber de garante de éste le obligue a
controlar
o
neutralizar
el
riesgo
ilícito
que
se
ha
desencadenado. A estos requisitos ha de sumarse, en los
comportamientos activos, el nexo causal entre la acción
imprudente
y
el
resultado
(vínculo
naturalístico
u
ontológico), y la imputación objetiva del resultado a la
conducta imprudente, de forma que el riesgo no permitido
generado por éste sea el que se materialice en el resultado
(vínculo normativo o axiológico). Y en los comportamientos
omisivos habrá de operarse con el criterio hipotético de
imputación centrado en dilucidar si la conducta omitida habría
evitado, con una probabilidad rayana en la certeza, la lesión
o el menoscabo del bien jurídico que tutela la norma penal
(STS 88/2010, de 19-1).
El criterio fundamental para distinguir entre ambas clases
de imprudencia (grave y leve) ha de estar en la mayor o menor
intensidad o importancia del deber de cuidado infringido, ya
que la infracción de tal deber constituye el núcleo central
acerca del cual gira todo el concepto de imprudencia punible
(S. 665/2004, de 30-6).La diferencia entre la imprudencia
grave y la leve se encuentra en la importancia del deber
omitido en función de las circunstancias del caso, debiendo
tener en cuenta a estos efectos el valor de los bienes
afectados y las posibilidades mayores o menores de que se
produzca el resultado, por un lado y, por otro, la valoración
social del riesgo, pues el ámbito concreto de actuación puede
autorizar algunos particulares niveles de riesgo (S. 282/2005,
de 4-3). En la STS 211/2007, citando la STS 2235/2001, se
decía que "la gravedad de la imprudencia está directamente en
relación con la jerarquía de los bienes jurídicos que se ponen
en peligro y con la posibilidad concreta de la producción del
resultado lesivo. En otros términos: cuando la acción del
autor genera un peligro para un bien jurídico importante en
condiciones en las que la posibilidad de producción del
resultado
son
considerables,
la
imprudencia
debe
ser
calificada de grave". En otros casos, sin embargo, se ha
atendido más directamente a la entidad de la infracción del
deber de cuidado. En la STS 1111/2004, se afirmaba que "la
imprudencia será grave, y por ello constitutiva de delito, o
leve, siendo una falta, en función de la calificación que
merezca la entidad de la infracción del deber objetivo de
cuidado". En la STS 186/2009 señala, con cita de la STS 665,
de 30-6 “que el criterio fundamental para distinguir ambas
clase de imprudencia ha de estar en la mayor o menor
intensidad o importancia del deber de cuidado infringido" (STS
26/2010, de 25-1).
Expuesto lo anterior,
redacción dispone:
el Art. 142 del CP en su nueva
“1. El que por imprudencia grave causare la muerte de
otro, será castigado, como reo de homicidio imprudente, con la
pena de prisión de uno a cuatro años.
Si el homicidio imprudente se hubiera cometido utilizando un
vehículo a motor o un ciclomotor, se impondrá asimismo la pena
de privación del derecho a conducir vehículos a motor y
ciclomotores de uno a seis años.
Si el homicidio imprudente se hubiera cometido utilizando un
arma de fuego, se impondrá también la pena de privación del
derecho al porte o tenencia de armas por tiempo de uno a seis
años.
Si
el
homicidio
se
hubiera
cometido
por
imprudencia
profesional, se impondrá además la pena de inhabilitación
especial para el ejercicio de la profesión, oficio o cargo por
un período de tres a seis años.
2. El que por imprudencia menos grave causare la muerte de
otro, será castigado con la pena de multa de tres meses a
dieciocho meses.
Si el homicidio se hubiera cometido utilizando un vehículo a
motor o un ciclomotor, se podrá imponer también la pena de
privación del derecho a conducir vehículos a motor y
ciclomotores de tres a dieciocho meses.
Si el homicidio se hubiera cometido utilizando un arma de
fuego, se podrá imponer también la pena de privación del
derecho al porte o tenencia de armas por tiempo de tres a
dieciocho meses.
El delito previsto en este apartado sólo será perseguible
mediante
denuncia
de
la
persona
agraviada
o
de
su
representante legal”.
En este caso, concurren los elementos que configuran este
tipo
penal,
ya
que
junto
al
elemento
objetivo
del
fallecimiento de David Grimaldos, está también presente el
elemento consistente en la ausencia de la debida realización
del acto, lo que originó una actuación negligente por falta de
previsión relevante, que constituye el denominado factor
psicológico y subjetivo, así como una transgresión de una
norma que demanda de las personas la actuación en una forma
determinada, lo que integra la infracción del deber objetivo
de cuidado como factor normativo o externo. Finalmente, existe
también una evidente relación de causalidad (causa-efecto)
entre aquella conducta y el citado resultado.
Aplicando la jurisprudencia citada, la conducta del
acusado Bujosa merece la calificación de imprudencia grave, y
no meramente menos grave o leve, al existir diversos factores
ya analizados que evidencian la grave desatención a sus
obligaciones. El grado de riesgo era muy elevado ante la
probabilidad de nuevas electrocuciones, aunque fueran débiles,
ya que se venían repitiendo, con lo que cualquier persona que
la tocara podía resultar lesionada gravemente. Como se ha
dicho, el acusado Bujosa tenían la cualificación técnica
suficiente para identificar los riesgos, y planificar las
medidas
de
prevención
adecuadas,
podía
proceder
a
la
reparación de la farola evitando la tensión en la misma,
reparando los cables que había sueltos, poniendo un fusible
como tenía la otra anterior del Paseo; había un diferencial
suelto en el cuadro que no se conectó, estando la línea de
farola sin elementos protectores. Su trabajo era precisamente
dedicarse a esa tarea por lo que conocía el modo de solucionar
estos graves problemas que eran fuente de riesgos ya que como
electricista no podía ignorarlos ni desconocerlos. Podía
advertir los riesgos que implicaba mantener el deficiente
estado, riesgo que potencialmente afectaba a la generalidad de
las personas que pasaban por la zona, y que accidentalmente
podían tocar la farola. Cualquier observador de los elementos
causantes, sin necesidad de contar con conocimientos en
electricidad, que no es el caso de Bujosa, podía advertir el
riesgo de peligro que suponía mantenerlo en el deficiente
estado en el que se encontraban, y poner remedio a ello. A
pesar de advertir ese peligro, y poder neutralizarlo, no
realizó ninguna actuación. Esos datos sirven para afirmar una
mayor previsibilidad del suceso. No hizo nada (ejemplo
precintando la farola), ni desplegó ninguna diligencia. Su
infracción a la norma objetiva de cuidado fue grosera,
expresiva de una grave desidia, razón por la cual estimo que
se le puede imputar a título de imprudencia grave el resultado
causado, porque concurre un plus de imprudencia en su
conducta. En definitiva, la imprudencia debe calificarse de
grave, al haber omitido el acusado una serie de deberes y
obligaciones relevantes, de las que dependía la seguridad de
las personas. La vida y la integridad física de las personas
son bienes jurídicos de especial protección en nuestro derecho
penal. Este conjunto de circunstancias permiten calificar la
imprudencia como grave, y no como menos grave o leve, y
considerar los hechos como constitutivos del delito del
artículo 142 del Código Penal, y no la falta del artículo
621.2 del Código Penal (ya derogada).
SEXTO.- Del citado delito es responsable, en concepto de
autor, el acusado Antonio Bujosa, conforme a los artículos 27
y 28 del Código Penal, por su participación directa y personal
en los hechos, como se ha expuesto.
SEPTIMO.Circunstancias
y
Penalidad.
No
concurren
circunstancias modificativas de la responsabilidad penal. En
cuanto a la individualización de las penas a imponer, el
artículo 142.1 del CP (tanto en la actual redacción como en la
derogada por la LO 1/2015) establece la pena de 1 a 4 años de
prisión. El artículo 66.2 del CP señala que "En los delitos
imprudentes, los Jueces o Tribunales aplicarán las penas a su
prudente arbitrio, sin sujetarse a las reglas prescritas en el
apartado anterior".
La acusación particular solicita la pena de 4 años de
prisión, sin que haya motivado dicha petición, aunque puede
entender que lo hace en atención al fallecimiento de un joven
que tenía toda una vida por delante. Lamentando profundamente
la muerte de David, hay que hacer constar que la gravedad de
ello, no hace inclinar la balanza hacia el delito en lugar de
hacia la falta, sino que es la mayor intensidad e importancia
del deber de cuidado infringido lo que determina una u otra
calificación. Ya se ha explicado cual fue deber de cuidado
omitido, y considero innecesario repetirlo. Entiende esta
juzgadora que no se justifica la procedencia de la imposición
al acusado de la pena máxima de 4 años de prisión, dado que no
concurre circunstancia agravante alguna. Se ha tratado de un
acontecimiento puntual en la dilatada carrera profesional del
acusado aún cuando ha causado un dolor irreparable a los
familiares de David. Pues bien, no concurriendo circunstancias
agravantes ni atenuantes, y en atención a las circunstancias
concretas del caso que se han dejado expresadas, a las
deficiencias apreciadas, permiten calificar la conducta como
grave y merecedora de un reproche penal superior a la
imposición de la pena mínima prevista por el Código Penal,
estimo que la pena de DOS AÑOS de prisión es ajustada y
pondera a los hechos, pena que en cualquier caso se encuentra
en la mitad del rango legal, y que podrá ser en su caso
suspendida.
Dicha pena de prisión conllevará la accesoria
inhabilitación especial para el ejercicio del derecho
sufragio pasivo durante el tiempo de la condena (artículo
del Código Penal). Del mismo modo, en base a lo establecido
el apartado 3 del mismo artículo 142 del CP, conllevará
accesoria de inhabilitación especial para el ejercicio de
profesión de electricista por tiempo de TRES AÑOS.
de
de
56
en
la
la
OCTAVO.- Responsabilidad civil. Señala el artículo 116 del
Código Penal que toda persona responsable de un delito o falta
lo es también civilmente si del hecho de derivan daños o
perjuicios.
No existe una medida del dolor producido por la muerte de
un
ser
querido.
Por
esa
razón,
en
la
bibliografía
especializada se prefiere, a efectos resarcitorios, aludir a
su compensación más que a su indemnización. El afecto no se
puede contar, pesar ni medir; el dolor, tampoco. No son
mercancías que se intercambien en el libre mercado, y, por
eso, carecen de equivalente económico fijado con arreglo a las
pautas de la formación objetiva de los precios. El dolor no se
indemniza, se compensa. Se procura contrapesar facilitando
satisfacciones que puedan mitigarlo; y, para ello, se asigna
una cantidad variable de dinero; porque el dinero es el bien
fungible por excelencia, y puede ser cambiado por los bienes o
servicios que prefiera la persona perjudicada. Mas, como no es
posible encontrar una medida objetiva, se viene acudiendo,
desde hace años, a un baremo, construido para indemnizar el
daño corporal causado por siniestros ocurridos en el contexto
del manejo de vehículos de motor. Se incorpora, como «anexo» a
la Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación
de Vehículos a Motor, redactada con arreglo a lo establecido
por la Disposición Adicional Octava de la Ley 30/1995, de 8
Nov y más recientemente al sistema introducido por la Ley
35/2015 de 22 de septiembre, de reforma del sistema para la
valoración de daños y perjuicios causados a las personas en
accidentes de circulación, que modifica el Texto Refundido de
la Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación
de Vehículos a Motor aprobado por Real Decreto Legislativo
8/2004 de 29 de octubre. Discutido y discutible, tiene a su
favor haber sido aprobado por las Cámaras Parlamentarias que
representan institucional mente al Pueblo Español, si bien en
el presente caso no procede efectuar pronunciamiento alguno
habida cuenta que los familiares de David han percibido en
total la cantidad de 170.000 euros (150.000 de la Aseguradora
Generali que lo es del Ayuntamiento y de éste mismo la de
20.000 euros), cantidad superior a la prevista en el Baremo
para los casos de fallecimientos en accidente de circulación.
NOVENO.- Costas. En virtud de lo dispuestos en los arts.
123 del CP y 240.2 de la Lecrim, las costas se entienden
impuestas por ministerio de la Ley a los culpables de los
delitos y faltas, por lo que procede condenar a Antoni Bujosa,
al abono de las costas procesales que se hubieran causado en
esta instancia en las que se incluirán las de la acusación
particular. Las costas de los acusados absueltos se declaran
de oficio.
Vistos los preceptos legales
general y pertinente aplicación,
citados
y
los
demás
de
FALLO
1. DEBO ABSOLVER Y ABSUELVO a JAUME ISERN LLADO del delito
de homicidio imprudente que se le imputaba, con todos los
pronunciamientos favorables. Costas de oficio.
2. DEBO CONDENAR Y CONDENO A ANTONI BUJOSA ALEÑAR como
responsable criminalmente en concepto de autor de un delito de
HOMICIDIO
POR
IMPRUDENCIA
GRAVE,
ya
definido,
sin
la
concurrencia
de
circunstancias
modificativas
de
la
responsabilidad criminal, y le impongo la pena de DOS AÑOS DE
PRISION, la inhabilitación especial para el derecho de
sufragio
pasivo
durante
el
tiempo
de
la
condena,
e
inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión de
electricista por tiempo de TRES AÑOS. Todo ello con imposición
de las costas en las que se incluirán las de la acusación
particular.
3. DEBO ABSOLVER Y ABSUELVO al Ayuntamiento de Bunyola de
la responsabilidad civil solicitada en su contra. Costas de
oficio.
Notifíquese esta resolución a las partes y al Ministerio
Fiscal haciéndoles saber que la presente resolución no es
firme y contra la misma podrá interponerse ante este mismo
Juzgado, para su sustanciación ante la Ilma. Audiencia
Provincial, RECURSO DE APELACIÓN en el plazo de los diez días
siguientes a su notificación.
Así por esta mi Sentencia, de la que se llevará testimonio
a los autos originales, juzgando en esta instancia, lo
pronuncio, mando y firmo.
PUBLICACIÓN.- La anterior sentencia ha sido dada, leída y
publicada por la Ilma. Sra. Magistrado-Juez que la ha dictado.
Doy fe.
Conforme a la Ley Orgánica 15-1999 de 13 de diciembre, de protección de datos de carácter personal, los datos
contenidos en esta comunicación y la documentación adjunta son confidenciales, estando prohibida su
transmisión o comunicación por cualquier medio o procedimiento y debiendo ser tratados exclusivamente para
los fines propios de la Administración de Justicia.
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