9 - pe-psicoanalisis

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Universidad de Costa Rica
Escuela de Psicología
PS- 0132 Historia de la Psicología
Resumen Capítulo 5 -9
Silvia Elena Valverde Coto
Carné: A96419
San Pedro, Montes de Oca
Viernes 9 de abril del 2010
En el capítulo cinco de su obra, titulado “La aparición de la ciencia moderna”, Brennan hace una síntesis
sobre las tendencias que surgieron entre el siglo XVII y XVIII; que colaboraron con el nacimiento de la psicología
empírica. Estas permitieron la elaboración de “modelos de lo que debería estudiar [la psicología] y cómo debería
hacerlo” (Brennan, 1999). El autor menciona que antes de que la psicología se reconociera como ciencia
independiente –en el siglo XIX- surgieron cambios a nivel intelectual, específicamente en las ciencias físicas, que
permitieron la formación de los modelos investigación de esta disciplina (Brennan, 1999). Estos cambios tienen que
ver con el carácter empírico, basado en las observaciones; y el valor demostrativo de las ciencias empíricas. Por otro
lado, se presentaron nuevas posturas más claras a nivel filosófico, que también llegarán a tener su impacto en la
psicología.
Con respecto a los progresos científicos, es importante mencionar que la ciencia se fundamenta en la
razón, y que se tomó como una sustituta a las doctrinas basadas en la fe (Brennan, 1999). En esa época de
progresos científicos y matemáticos, la ciencia reina era la física; y era de gran importancia en las
investigaciones. (Brennan, 1999). Brennan señala que “un movimiento similar ocurrió en el campo de la
investigación psicológica, como veremos, al grado que en el siglo XIX uno de los modelos de la psicología
estaba casi destinado a emular a la física” (Brennan, 1999). Por medio de los estudios del universo físico, los
científicos de esa época completaron la teoría copernicana, puesto que dieron fundamento observacional a la
teoría del movimiento planetario; y “mostraron el grado impresionante al que el mundo físico opera de acuerdo
con leyes específicas” (Brennan, 1999). La tendencia que fue impulsada por los científicos fue de carácter
metodológico, y permitió el éxito del empirismo (Brennan, 1999). Los científicos cuyas teorías y
descubrimientos destacaron más fueron Francis Bacon, Galileo Galilei, Johannes Kepler e Isaac Newton
(Brennan, 1999). Francis Bacon expuso que las observaciones eran el punto de partida de la investigación
científica; que no se debían aceptar postulaciones sin evidencia por observación; y que “el método de las ciencias
debe ser predominantemente inductivo” (Brennan, 1999). Así que presentaba el empirismo en “términos de un
método inductivo sistemático” (Brennan, 1999). Por otro lado, Galileo Galilei afirmo que “la ciencia es
necesariamente sinónimo de medición” (Brennan, 1999). Vio al mundo como algo mecanizado, con gente
mecanizada, cuyas actividades se veían originadas por fuerzas externas. Además propuso que el mundo contaba
con cualidades primarias -“invariables y cuantitativas”- y secundarias -“inestables y en constante flujo que
revelan los sentidos- (Brennan, 1999). Esta manera de ver la actividad humana tuvo influencia en la psicología
(Brennan, 1999).
Con respecto a los aportes de Johannes Kepler, propuso que las leyes matemáticas se manifestaban en
“el mundo psicológico del individuo” (Brennan, 1999). Defendió la diferencia “entre cualidades primarias y
secundarias del mundo”, y esta distinción permitió que surgieran discusiones en el siguiente desarrollo de los
modelos de investigación psicológica (Brennan, 1999). Además, postuló “hipótesis críticas que fueron probadas
durante el movimiento de la psicofísica en el siglo XIX” (Brennan, 1999). Por su lado, Isaac Newton, propuso
también un método basado solamente en observaciones, y expuso un “modelo mecánico del universo”, que venía
exponía un “determinismo total” (Brennan, 1999). El autor señala que la obra de Newton generó el pensamiento
de que “si el universo era tan ordenado, seguramente las actividades mentales debían regirse también por algún
conjunto de leyes” (Brennan, 1999). La contribución de otros científicos también fue importante puesto que
surgieron las sociedades ilustradas y con sus estudios la psicología se vio en una transición de la investigación
especulativa a la empírica (Brennan, 1999).
Por el lado de los adelantos filosóficos, contamos con dos importantes contribuidores, Baruch Spinoza y
René Descartes. Con respecto a Spinoza, dijo que mente y cuerpo son lo mismo y que la armonía personal se
obtiene por medio de la meditación en los deseos contrarios con los poderes más elevados del intelecto. (Brennan,
1999). Su sistema era determinista, basado en las leyes de la naturaleza; pero el hombre se diferencia del resto del
mundo natural gracias a sus capacidades intelectuales. Decía también que las emociones surgen de los deseos de
autopreservación y que deben ser controladas por la razón. Y que la capacidad de razonar es la que le permite al
individuo dirigir su vida de acuerdo a las leyes naturales. (Brennan, 1999). El aporte de René Descartes fue
indispensable también, su primer principio “pienso, luego existo” es bien conocido y cuenta con su afirmación de
la realidad de la experiencia. Por medio de esto, Descartes afirma que “el primer principio de la vida es la
conciencia del yo y que todo lo demás que sabemos procede de la introspección ” (Brennan, 1999). Descartes era
dualista con respecto a mente y cuerpo, y por medio de sus estudios sobre la mecánica de la actividad corporal, se
distinguió entre psicología y filosofía (Brennan, 1999).
Brennan concluye que las dos tendencias, científica y filosófica, fueron de gran importancia para la
psicología. La primera fue metodológica y se caracterizó por el éxito del empirismo (Brennan, 1999). Y la segunda
tuvo que ver con “intentos de elucubrar conceptos de la naturaleza de la humanidad” (Brennan, 1999). Ambas
tendencias fueron útiles y necesarias como base para el establecimiento de modelos psicológicos en los años que
vendrían.
En el capítulo siguiente, nombrado “Sensualismo y positivismo: la tradición francesa”, muestra el
proceso por el cual se redujo la concepción dual cartesiana de mente y cuerpo, “a un materialismo centrado en los
mecanismos de los procesos sensoriales para explicar toda la actividad psicológica” (Brennan, 1999). Brennan
señala que en Francia, los grandes filósofos pusieron las bases para la educación universal (1999). En el siguiente
desarrollo se expondrán los avances científicos y filosóficos que permitieron el progreso de la psicología que hoy
conocemos y estudiamos.
Con respecto a la ciencia, al contar con los impulsos de los avances en las matemáticas y las disciplinas
empíricas; esta evolucionó con prisa durante los siglos XVII y XVIII (Brennan, 1999). El autor señala sobre las
formas modernas que tomaron las ciencias físicas y las matemáticas lo siguiente:“estos adelantos fueron
importantes para la historia de la psicología porque contribuyeron a la supremacía de la ciencia decimonónica, con
la que nuestra disciplina fue modelada” (Brennan, 1999). Entre los científicos destacados en esta época están
Lagrande, Laplace y Lavoisier; que ayudaron en el progreso de las ciencias naturales y “dieron respaldo
matemático y empírico a las bases modernas de la química, la física y la biología” (Brennan, 1999). El modelo que
siguieron las ciencias fue importante puesto que, según Brennan, crearon un modelo ideal para ser seguido por la
psicología (1999).
Paralelamente, el autor nos habla sobre un movimiento filosófico que también vendría a tener sus
repercusiones en la psicología. Los pensamientos filosóficos de la época “llevaron a la reinterpretación de las
ideas de Descartes para concentrarse en las sensaciones” (Brennan, 1999). En general, los filósofos se
caracterizaron por la crítica a la Iglesia, aspecto que afectó la psicología en el sentido de que intentaron liberarla de
la influencia cristiana (escolástica) en el concepto del alma. (Brennan, 1999). Los aspectos sensoriales de la
experiencia humana fueron el centro del pensamiento psicológico francés, así la actividad mental se redujo a “los
mecanismos sensoriales” (Brennan, 1999). Condillac, Bonnet y La Mettrie fueron los propulsores del sensualismo.
Con respecto a esto, Brennan menciona que “equipararon progresivamente las operaciones mentales con la entrada
de datos de los sentidos y se esforzaron por aclarar los mecanismos fisiológicos de las sensaciones” (1999). Estos
filósofos se destacaron por su materialismo.
Condillac “definió las funciones psicológicas [memoria, imaginación, conductas de acercamiento y
evitación, y voluntad] a partir de un solo sentido al que añadió los otros cuatro”; así redujo la mente a una
receptora de sensaciones, sin iniciativa, y a un “depósito de recuerdos” (Brennan, 1999). Este filósofo propulsó la
psicología materialista. Luego, Bonnet también contribuyó de manera que estableció un fundamento más acertado
para el materialismo psicológico en sistema nervioso, a la vez que disminuyó la necesidad de una agente mental
especial” (Brennan, 1999). Por su lado, Mettrie, afirmó que “la psicología es a fin de cuentas fisiología, y
suprimió por completo el dualismo cartesiano del animal máquina”, y que el movimiento le permite al cerebro
pensar (Brennan, 1999). Además señaló que “la búsqueda del placer era la última fuerza que impulsa al individuo”
y comentó la importancia del placer sensual (Brennan, 1999). La importancia de su contribución radica en que
“colocó la psicología francesa en la dirección de las leyes mecánicas de la fisiología” (Brennan, 1999).
También hubo aportes por parte de Helvecio y Cabanis, (oponentes al materialismo extremo) que
exponían “la función mediadora de un ego central, aunque los dos se mantuvieron en la corriente de la fisiología
de los sentidos” (Brennan, 1999). Helvecio relacionó el principio sobre la búsqueda con las influencias del entrono
sobre el individuo y demostró esto de la siguiente manera: “la fisiología podía explicar los mecanismos de las
funciones psicológicas, si bien los propios mecanismos siguen dependiendo del contexto externo” (Brennan,
1999). Cabanis dijo que las sensaciones son parte de un sistema mediado por el ego central, y que hay diversos
niveles de conciencia (Brennan, 1999).
Por separado, surgieron cuestionamientos al lugar de la psicología por parte de Biran y Comte. La
psicología de Biran veló por “una psicología más completa y dinámica”. (Brennan, 1999). Según Brennan, Biran
cambió de la tendencia fisiológica de la psicología a la mística, y tras esto, “concluyó que la psicología es la
ciencia de los datos de la conciencia” y que “el ego o yo activo es el hecho central de la psicología” (1999).
Además, “ofreció una imagen totalizadora de la individualidad basada en los datos inmediatos de la conciencia
como expresión de la dinámica de la voluntad” (Brennan, 1999). Y finalmente el aporte de Comte estuvo en que
tuvo concordancia con el sensualismo e intentó “introducir un método objetivo a la psicología” (Brennan, 1999).
Por otra parte, señaló la artificialidad de la ocupación de buscar la causalidad, impuesta por el positivismo; ya que
no se daba importancia a los observable. (Brennan, 1999). También redujo la psicología a la fisiología, lo que la
alejó de su reconocimiento como disciplina formal. Sin embargo, el positivismo, le abrió campo como una
disciplina reconocida e independiente entre las ciencias, y luego impuso el conductismo como modelo dominante
(Brennan, 1999).
El autor concluye con la importancia de las tendencias francesas para la historia de la psicología y su
impacto en aquel momento sobre esta disciplina.
En el capítulo siete, nombrado “La mente pasiva: la tradición británica”, Brennan habla sobre los
avances en la ciencia y la filosofía británica. Indica que “las primeras formas de la investigación psicológica
moderna en la Gran Bretaña son de importancia especial”; y que el movimiento británico es uno de los
fundamentos del desarrollo de la psicología de los EEUU (Brennan, 1999). Estos avances se dieron por la libertad
y estabilidad política que se vivía en los s. XVII y XVII (Brennan, 1999). En la psicología, la corriente que
predominó fue el empirismo, “que sólo aceptaba el conocimiento adquirido por los sentidos” y que “la estructura
psicológica del individuo se adquiría por acumulación de experiencias” (Brennan, 1999).
Entre los primeros empiristas, basados en los principios de Descartes, está Thomas Hobbes. Este
británico inició el empirismo y su primer principio psicológico afirmaba que el conocimiento es producto de las
sensaciones, y fijó la psicología en el materialismo. Así, “las sensaciones proceden del movimiento y se convierten
en ideas siguiendo las leyes de asociación”, estas ideas son guardas en la memoria (Brennan, 1999). También veía
“la deducción a partir de la experiencia”, como “el único método válido de conocimiento” y a las asociaciones
como método para comprender el acopio de experiencias (Brennan, 1999). Mostraba al ser humano como una
máquina que trabaja en un mundo mecanizado, y definía la búsqueda del placer como el principio motivador
(Brennan, 1999). Por otro lado, Locke, “la figura del empirismo británico”, sigue con la idea de que “nada hay en
el intelecto que no haya estado antes en los sentidos” (Brennan, 1999). El autor señala que Locke “retuvo la
necesidad del constructo de la mente a la vez que descartó las implicaciones teológicas del alma” (1999). Sin
embargo, se refiere a una mente pasiva, vista como una “tábula rasa” al nacer, dependiente de los sentidos; a pesar
de esto, le otorga dos funciones: la asociación y la reflexión (Brennan, 1999). También señaló un “determinismo
ambiental” y mencionó las cualidades primarias y secundarias de los objetos físicos. Esto lo llevó a concluir que
hay dos clases de sustancias, las materiales y las mentales (Brennan, 1999).
Otro empirista trascendental fue Berkeley quien, junto con Hume y Hartley, adoptó “posturas escépticas
en cuanto a la realidad de la materia y de la mente” (Brennan, 1999). Berkeley llegó a la conclusión de que “la
mente produce la materia” (Brennan, 1999). Mencionó que “una asociación entre la sensación ocular y nuestra
experiencia genera la percepción de profundidad” (Brennan, 1999). Y demostró que Dios” es la fuente de nuestros
conocimientos, además de que provee un orden necesario para nuestras asociaciones” (Brennan, 1999).
Por su lado, Hume, quién cayó en el reduccionismo, “definía la materia en términos de sensaciones,
percepciones, ideas, emociones o deseos del individuo en determinado momento”, y rechazó la reflexión,
propuesta por Locke (Brennan, 1999). Otro aporte importante fue su insistencia en la tarea de las ideas para dar
cuenta de la actividad mental. Brennan señala que “la actividad humana sólo reaccionaba y que mostraba poca
iniciativa o control sobre los acontecimientos del entorno que incidían en sus sentidos (1999). Su posición era la
más pasiva de la psicología empírica. Se dice que fue reduccionista puesto que la equivalencia que expone entre la
mente y sus funciones ponía en duda que esta fuera necesaria (Brennan, 1999). Posteriormente, Hartley “estableció
una base fisiológica para la psicología empírica de Hume”, expuso que “la vibración de las fibras cerebrales forma
la base de las ideas” (Brennan, 1999). También señaló los mecanismos asociacionistas como la causa de todas las
actividades humanas (Brennan, 1999).
Además del pensamiento británico, surgió la llamada “escuela escocesa del sentido común” , cuya
psicología sacudió las bases del empirismo “al señalar los absurdos de la negación escéptica de la existencia de la
materia y la mente” (Brennan, 1999). Uno de sus representantes fue Thomas Reid, quien pronunció que los objetos
son percibidos directamente, y que las cualidades secundarias son “juicios mentales estimulados por los objetos”
(Brennan, 1999). Mencionó que los objetos presentes en la realidad también que las ideas necesitan una mente
contenida del yo (Brennan, 1999). Junto con Reid, encontramos a Thomas Brown, quien propuso una explicación
para la conciencia y presentó el término de química mental (Brennan, 1999). Destacó dos categorías de
sugestiones: las simples y las relativas, y que estas producen ideas (Brennan, 1999). La filosofía escocesa brindó
las bases para la psicología moderna, con la noción del sentido común.
Por último, surgieron las ideas de James Mill, John Stuart Mill y Alexander Bain, los últimos empiristas
de la época. Mill se basó de las asociaciones para explicar la determinación del entorno; y redujo los constructos
psicológicos complejos a sus componentes aditivos, a un absurdo (Brennan, 1999). Para él la mente era pasiva y
solo reaccionaba a las sensaciones. Luego su hijo, Mill, basó su psicología en la inducción, y le puso como meta
encontrar las causas de la actividad cognoscitiva y emocional de los seres humanos (Brennan, 1999). Concluyó
que “la mente generaba lo complejo a partir de lo simple” (Brennan, 1999). Y por último, Bain mostró el concepto
de paralelismo psicofísico y la reflexología. También “pensaba que la actividad psicológica podía ser
independiente de la experiencia” (Brennan, 1999).
El autor concluye que los empiristas acordaban en que “la mente está determinada por la experiencia
individual” y en que “la actividad principal de la mente es asociar sensaciones e ideas”; a la vez que veían la
psicología “como una forma de investigación científica” (Brennan, 1999).
Al llegar al capítulo ocho, titulado “La mente activa: la tradición alemana”, Brennan se refiere a los
avances tanto científicos como filosóficos que surgieron en Alemania, en los siglos XVII y XVIII,
y que
aportaron a la creación de modelos psicológicos, algunos de ellos, vigentes aún en nuestro tiempo. El autor inicia
exponiendo que en lo científico se dieron progresos en las matemáticas y la física, y que en la filosofía, los
avances se dieron guiados más que todo por las nociones de Spinoza, quien se esforzó “por colocar la
investigación filosófica fuera del determinismo teológico – al tiempo que retuvo la actividad dinámica de la
mente-” (Brennan, 1999). De modo que los avances psicológicos se enfocaron en la actividad mental.
Es principalmente obra de la filosofía la contribución por parte alemana a la psicología, sin embargo
cabe destacar un caso que se toma dentro de lo científico. Este es el caso de Franz Anton Mesmer, que según el
autor, se toma injustamente dentro de la medicina. Él abrió un consultorio para curar por medio de la fe, y fue
acusado como charlatán (Brennan, 1999). Sin embargo, es importante su obra puesto que dio importancia a las
sugestiones y a otras técnicas sanatorias que más adelante llegaron a ser objeto de estudio para diversos psicólogos
o psiquiatras, tal como Sigmund Freud (Brennan, 1999). Además, es importante otro aspecto sobre la ciencia, ya
que esta, y las favorables condiciones políticas, permitieron el dominio del sistema universitario, y en ese
“contexto apareció formalmente la psicología” (Brennan, 1999).
Con respecto a la psicología, Brennan señala que “los pensadores alemanes buscaron en la dinámica de
la mente el orden del entorno” (1999). Uno de los fundadores fue Leibniz, quien “defendió el agente activo de la
mente que moldea los datos sensoriales provistos por la experiencia” (Brennan, 1999). El autor señala dos
principios que se pueden tomar de su psicología: que “la mente está estructurada para actuar sobre el entorno”, “el
concepto de monadología... [que] brinda una explicación de la dinámica de la actividad mental” (Brennan, 1999).
Además, Brennan menciona que con la contribución de este filósofo, la psicología alemana tomó en cuenta “el
constructo de la mente y pudo explorar del todo las implicaciones de la energía mental” (Brennan, 1999).
Otro protagonista en estos adelantos es Wolff, quien destacó la independencia de las actividades mental
y orgánica (Brennan, 1999). Además, propuso la psicología racional o de facultades, en la que “afirmaba el papel
activo de la mente en la formación de ideas” y en la que “las capacidades de la actividad mental son el objeto de
estudio del entendimiento humano”(Brennan, 1999). Así, la psicología es definida como “el estudio de las
facultades mentales” (Brennan, 1999). Sin embargo, el autor señala que fue Kant quien vino a elaborar del todo el
racionalismo de Wolff. Su posición “implicaba una psicología de las operaciones mentales que no dependiera en
exclusiva de la experiencia sensorial” (Brennan, 1999). Esto, ya que veía la mente como una entidad activa que
transforma las sensaciones en ideas (Brennan, 1999). También habló sobre la causalidad, presentándolo como un
“conocimiento a priori, inherente a la estructura mental” (Brennan, 1999). También se refirió a la primacía de la
voluntad, que “junto con su racionalismo, proporcionó un tema dominante para el futuro de la psicología alemana
y sumó una dimensión crítica a la definición de actividad mental” (Brennan, 1999). De modo que lo que la obra de
Kant se resume en que “ explicaba la razón pura como la formación innata de percepciones en el tiempo y el
espacio y afirmaba una estructura elaborada de la mente en términos de categorías que imponen un orden al
mundo” (Brennan, 1999).
Posteriormente, surgió la psicología de la autoconciencia, que tenía como objeto de estudio “la premisa
de la actividad mental” (Brennan, 1999). Se presentaron diversos modelos psicológicos, y entre sus expositores se
encuentra Herbart, quien separó la psicología de las consideraciones filosóficas y del método experimental.
También, dijo que debía basarse en las matemáticas y que la dinámica de autoconservación y oposición es “una
clase de mecanismo mental análogo al físico” (Brennan, 1999). Por último, se le reconoce por su intento “por
establecer una psicología independiente de la filosofía y la fisiología” (Brennan, 1999).
También Benke se sumó a esto, sin embargo él “reconoció los componentes fisiológicos de los datos de
la experiencia en las operaciones mentales” (Brennan, 1999). Y describió la psicología como la base de la filosofía
y de otras disciplinas. Luego Lotze también cooperó con los avances psicológicos de modo que “se oponía al
materialismo y a las explicaciones totalmente mecánicas”, y que aceptó los procesos fisiológicos, pero no redujo
las actividades mentales a estos (Brennan, 1999). Además explica que “el agente central del alma se encargaba de
los procesos y las actividades mentales con una unidad esencial que preservaba la integridad del yo en la
psicología” (Brennan, 1999). Por su parte, Schopenhauer y Von Hartman, exploraron los conflictos de la voluntad
y el inconsciente presentados por Kant (Brennan, 1999).
Finalmente el autor concluye con lo siguiente: “la tradición alemana es diversa pero está unida por la
creencia de la actividad de la mente y en su control de las influencias del medio” (Brennan, 1999).
El capítulo nueve del texto se denomina “Modelos psicológicos rivales”. Esta parte del libro hace
referencia a los filósofos estudiados en los apartados anteriores y a sus posturas. Menciona que los avances
filosóficos en Francia, Gran Bretaña y Alemania se combinaron “con una fe básica en la ciencia que preparó el
camino para el siglo XIX” (Brennan, 1999). El autor también menciona que estas percepciones filosóficas,
anteriores al siglo XIX, fueron una gran influencia para los estudios posteriores de la psicología (Brennan, 1999).
Además de esto, Brennan señala el valor de la psicología en la siguiente expresión: “antes de emprender
cualquier investigación psicológica, hay que adoptar una creencia básica acerca de la naturaleza de la vida, lo que
es un ejercicio filosófico” (1999). También hace mención de esto al aceptar que las posiciones filosóficas
estudiadas fueron de gran relevancia para los fundamentos de la psicología moderna (Brennan, 1999). Algo
importante es que las diversas posturas generaron diferentes modelos; y cada modelo tiene un método diferente de
investigación psicológica (Brennan, 1999). A esto se refiere el autor cuando menciona que nos vemos en la tarea
de “escoger entre modelos rivales” (Brennan, 1999). Y para cumplir esto, explica que “nuestra confianza en un
modelo se funda en nuestra comprensión de las investigaciones actuales” (Brennan, 1999).
Al estudiar las diversas figuras y sus posturas, y los movimientos de la psicología, surgen modos de
organización según relaciones cualitativas para distinguirlos (Brennan, 1999). Entre estos se encuentran las
dimensiones prescriptivas de Watson, los factores de Coan y esquemas organizativos (Brennan, 1999). Algunas
de las dimensiones utilizadas para la organización citada anteriormente son: la actividad mental, las fuentes de
conocimiento –empíricas o racionales-, las posturas del monismo y el dualismo, y el modo de adquisición del
conocimiento (Brennan, 1999). Estos esquemas son útiles puesto que “dan posiciones cualitativas y relativas a los
principales representantes de los movimientos filosóficos” (Brennan, 1999).
Hay algunos aspectos que cabe rescatar al observar los esquemas puesto que permiten formular
relaciones entre los movimientos filosóficos. Uno de estos es que con el paso del tiempo, a inicios del siglo XIX,
las escuelas inglesa y alemana –antes bien distintas en cuanto a sus expresiones de los movimientos innatistasconcordaron en algunos puntos con respecto a la actividad mental (Brennan, 1999). Otro aspecto importante,
tomado de los esquemas observados, es que la tradición francesa redujo los procesos psicológicos a elementos
sensoriales, lo que le dificultó a la psicología separarse de la fisiología (Brennan, 1999). Además de esto, se nota
cierto acuerdo entre los británicos y los alemanes en lo que respecta a su aceptación del dualismo (Brennan, 1999).
Sin embargo, el autor previene a los lectores para que eviten “las áreas de coincidencia como puntos de
igualdad” (Brennan, 1999). Y finalmente Brennan concluye con las siguientes palabras:
“Cuando la psicología surgió en el siglo XIX, las diversas formas de la nueva disciplina
evidenciaron los modelos filosóficos básicos elaborados en los tres siglos que siguieron
al Renacimiento. En buena medida, las premisas de estos modelos siguen siendo
pertinentes en el estudio contemporáneo de la psicología” (Brennan, 1999. p 144).
Bibliografía
Brennan, James F. Historia y Sistemas de la Psicología. Editorial
Edición. México. 1999. pp. 76 -144.
Prentice Hall. Quinta
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