Informe al Comandante Che Guevara. NUESTRA LINEA Y SUS

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Informe al Comandante Che Guevara.
NUESTRA LINEA Y SUS TAREAS DE CONSTRUCCIÓN POLÍTICA
Daniel De Santis
16 de septiembre de 2007
Los compañeros de Marabunta IR nos pidieron una contribución para homenajear al
Comandante Che Guevara en el cuarenta aniversario de su caída en combate. Nos pareció que
era buena oportunidad para escribir sobre lo que estamos haciendo bajo su inspiración y por
nuestra experiencia como militantes guevaristas, o del PRT, como nos sentimos.
La Rebelión de 2001-2002 modificó favorablemente la situación política para el campo
popular. Una manifestación de ello, entre otras, es que hemos recuperado el lenguaje marxista,
otra, y que va junto con ella, que recomenzamos a discutir tácticas y estrategias de
acumulación de fuerzas. Cómo muchas grupos de izquierda han desgastado nuestro
vocabulario, somos un poco reacios a usar expresiones grandilocuentes por lo que preferimos
explicar lo que pensamos y hacemos. Pero nos ha ocurrido que algunos compañeros, al no
encontrar esas expresiones, piensan que es un subterfugio para deslizarnos hacia el reformismo,
el populismo o el pacifismo. Para nada es así. Estuvimos tentados en titular este trabajo como:
Nuestra estrategia de construcción revolucionaria, por lo anterior no lo hicimos, pero si a
algún compañero le parece más claro nos hacemos cargo. Queremos dejar aclarado que en
ningún caso estamos hablando de una estrategia de poder. Cuestión, ésta, que dejamos para
más adelante, el motivo quedará esclarecido por el propio informe. Sobre la evolución de la
estrategia de poder en el marxismo hicimos una extensa exposición, el año 2005, la que se
puede leer en www.catedracheguevara.com.ar
Este escrito es la actualización de otro que titulábamos grandilocuentemente: La tarea central
en la lucha por el por hoy, pero la grandilocuencia no se inscribía en lo que criticamos antes,
sino que buscaba torear a los que nos criticaban por intentar incorporar en nuestro arsenal
político a la lucha electoral. El texto partía de cuestiones de orden general pero centraba su
conclusión en un tema muy importante pero parcial. Han pasado tres años y como los debates
han subido de nivel queremos ponernos a tono.
Decíamos, vamos a partir del mismo enfoque que llevó al PRT a definir su estrategia de guerra
revolucionaria. Éste, en febrero de 1968, iniciaba las resoluciones de su IV Congreso aplicado
una cuestión metodológica, se formulaba preguntas de orden general para luego pasar a
considerar lo particular:
“Comencemos por el principio: ¿cuáles son los requisitos generales que todo marxista
revolucionario debe exigir cuando se consideran los problemas de la estrategia de poder y de
lucha armada?
1) En primer lugar debemos hacer un análisis de la situación económica capitalista mundial y
de la lucha revolucionaria internacional... Debemos pasar luego a efectuar un análisis de la
situación económica y de la lucha revolucionaria en la región y el país, tomando en cuenta el
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desarrollo de las fuerzas productivas que nos permitirá tener un primer criterio para establecer
las posibilidades de una “verdadera” revolución (si el capitalismo aún puede desarrollar o no
las fuerzas productivas), la existencia o no de clases revolucionarias, la relación entre la
superestructura política y la estructura social, el desarrollo desigual de la economía y las
fuerzas revolucionarias país a país, región a región, etc. Este análisis nos permite establecer: a)
las posibilidades de desarrollo de la revolución y su ritmo desigual en las distintas regiones del
mundo y en el país, b) cuál es la clase revolucionaria y sus posibles aliados, c) cuál es la
combinación específica de tareas y consignas de la revolución en sus distintas etapas (tareas
democráticas, socialistas, nacionalistas, etc.) para cada región y país.
2) En segundo lugar debemos hacer un análisis de la relación de fuerzas entre las clases.
Debemos ver el grado de organización y cohesión de las fuerzas sociales
contrarrevolucionarias, la complejidad y nivel de su Estado, el desarrollo de la técnica militar y
el ejército, sus contradicciones internas, tanto en el orden nacional como internacional.
Debemos ver también el grado de organización y fuerza de las clases revolucionarias, su
experiencia y conciencia revolucionaria, si han logrado construir un sólido partido
revolucionario, si han logrado desarrollar una fuerza militar y las características de esta fuerza
(si es poderosa o débil, etc.). Este segundo aspecto, en combinación con el primero nos
permitirá establecer: a) la dinámica futura de la lucha revolucionaria (si será corta o
prolongada, si será una guerra nacional o civil o una combinación de ambas, las características
que adquirirá la lucha en cada período de acuerdo a las formas específicas de lucha de cada
clase y a la relación de fuerzas existente). Es muy importante este análisis ya que de él
dependen las tareas y la política que nos demos en cada etapa y nos permite establecer las
características de ésta y su estrategia (defensiva u ofensiva, de lucha armada parcial o
generalizada, etc.) teniendo en cuenta no sólo las necesidades de la etapa actual, sino la
preparación de nuestras fuerzas para la que le sigue; b) las condiciones concretas para la
victoria de la revolución que varían de país a país y difieren en cada época histórica”.
Recordemos que el capitalismo a nivel mundial vivía una etapa de agotamiento de la onda
larga expansiva de la económica iniciada por el keynesianismo y el new deal (mal llamados del
estado benefactor), de la explosión de las fuerzas productivas de la segunda pos guerra y de los
dorados años 50. El campo socialista se había ampliado y consolidado luego de la segunda
guerra, se había completado el proceso de descolonización del África, en Vietnam el Partido de
los Trabajadores y el Ejército del Pueblo realizaban la gran ofensiva del año nuevo lunar
acorralando a las tropas yanquis invasoras. En América Latina la Revolución Cubana había
sacudido las conciencias de nuestros pueblos y estos daban nacimiento a un nuevo movimiento
revolucionario en todo el Continente. En nuestro país el capitalismo soportaba una crisis
coyuntural montado sobre una ya crisis crónica, en el plano político se vivía bajo una dictadura
militar que se mantenía, de hecho, desde 1955 con el resultado de una marcada ilegalidad e
ilegitimidad del sistema de dominación. Esta situación se extendía a los partidos burgueses. En
cuanto a las masas, entre ellas, en particular en la clase obrera industrial de las grandes
fábricas, se estaba gestando un nuevo auge con características distintas a todos los anteriores, el
nuevo auge tendría un contenido que avanzaría hacia la revolución y el socialismo. Estos
análisis, que realizaba el PRT, fueron confirmados por el surgimiento de la CGT de los
Argentinos y su programa del 1 de mayo de 1968 y por las gestas de características
insurreccionales de 1969 conocidas como el Cordobazo y el Rosariazo.
El hechos distintivo era que se conjugaban, tanto en el orden internacional, como continental y
nacional, una crisis económica con una crisis política, junto al fortalecimiento de la conciencia
y de la organización del movimiento de masas. Toda esta situación se expresaba en un estado
de ánimo de ofensiva y las conciencias estaban listas para que la vanguardia iniciara la lucha
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armada revolucionaria, es más, quienes no lo hicieron quedaron al margen del movimiento de
masas.
A partir de mediados de la década de 1970 la situación comenzó a cambiar, el imperialismo
encontró respuesta al estancamiento de las fuerzas productivas vía el neo liberalismo, este auge
económico propulsado por el capital financiero, principalmente especulativo, logró desdibujar
el papel de la clase obrera, la revolución retrocedió en todo el mundo, en nuestra América
había caído el Comandante Guevara y, salvo algunos éxitos parciales y limitados en el tiempo
como en Chile, Nicaragua y Grenada, la revolución fue derrotada, se instauraron sangrientas
dictaduras militares y, como culminación de este retroceso, a nivel mundial se produjo la caída
del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética. En nuestro país este período tuvo
el rostro sangriento de la dictadura terrorista, un breve paréntesis en el primer año y medio del
gobierno de Alfonsín, para retomar el rumbo siniestro de los 10 años de entrega económica y
política de Ménem con su componente más difícil de revertir: los cinco millones de
trabajadores empujados al desempleo. Política continuada dos años más por De la Rúa y
Álvarez hasta los históricos combates de masas del 19 y 20 de diciembre de 2001. En el plano
económico internacional a partir de la crisis del tequila la economía mundial comenzó a tener
problemas y en la Argentina se vivió entre 1997 y 2003 la mayor crisis de nuestra historia,
superando en duración y en profundidad a la iniciada en 1929.
La Rebelión popular del 19 y 20 de diciembre de 2001.
A diferencia del período antes analizado no se conjugaron la crisis económica y la política con
el fortalecimiento ideológico y organizativo del movimiento de masas y revolucionario. Éste
todavía sufría la devastación de la derrota de fines de los 70. La crisis económica más grave no
trajo como consecuencia la revolución social como en un enfoque economicista hubiese sido
previsible. En ningún momento la lucha armada revolucionaria fue una tarea que tuviera
vigencia política. Esta afirmación quedó demostrada, entre otros muchos hechos, por que todos
aquellos compañeros que la llevaron adelante y fueron detectados sufrieron el mayor
aislamiento político. ¿Quién puede dudar de la justicia del intento de ajusticiamiento del
médico torturador Vergés? Pero justicia y política, aún la revolucionaria, no son lo mismo. Más
adelante criticamos duramente a los que empuñaron demagógicamente el discurso armado. A
los compañeros que fueron consecuentes con sus análisis los respetamos y valoramos, aunque
no podemos dejar de indicar que no era la tarea de la etapa.
Un análisis similar al que ahora estamos haciendo nos llevó, sólo dos días después de
producida la Rebelión del 19 y 20 de diciembre, a caracterizar la situación política de la
siguiente forma:
“Una primera conclusión, o mejor dicho acercamiento intuitivo, es que los hechos de esta
última semana van a significar una mutación en la conciencia de nuestro pueblo. Dentro de
algunos meses y con más claridad dentro de algunos años seguramente hablaremos de un antes
y un después del 19 y 20 de diciembre de 2001. En esos días quedó en claro que, pese al
retroceso en la conciencia verificado en los últimos 25 años, en el pueblo ha comenzado a
renacer la dignidad”.
Y unos días después precisábamos que:
“No fue ni un febrero de 1917, ni un nuevo Cordobazo. Las conciencias de los sectores más
avanzados de las masas no estaban pensando en el socialismo como en aquellas gestas. La
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vanguardia social comenzaba a sacudirse el tremendo peso del individualismo burgués, el
temor por el telegrama de despido, la apatía por la sucesión de frustraciones producto de seguir
a dirigentes burgueses como Alfonsín y Ménem, y pequeño burgueses como Álvarez. La
persistencia de la crisis económica y estas frustraciones, llevó a amplios sectores de nuestro
pueblo a renegar de la democracia burguesa, pero no a suplantarla en su conciencia por la
necesidad de una revolución social; sino que continuó moviéndose dentro de los marcos de las
reivindicaciones democráticas. Pero su democratismo era un democratismo consecuente
expresado en la consigna “que se vayan todos y que no quede ni uno solo”. De allí su
importancia y su potencialidad. Para poder sintetizar el contenido de estas jornadas tuvimos la
necesidad de crear una nueva categoría. Dijimos: fue un movimiento democrático en contra
de la democracia burguesa. La izquierda, principalmente trotskysta, no comprendió esto y
creyó estar a las puertas de una revolución socialista. Otros, como el PCR, inicialmente no le
dieron toda la importancia que merecía. Estos errores contribuyeron a que el movimiento no
desplegara toda su potencialidad”.
Desde esos días hasta el 26 de junio de 2002 el pueblo movilizado, y en particular los sectores
nucleados en las organizaciones piqueteras y en las asambleas populares, mantuvieron la
iniciativa política. La burguesía no encontraba la forma de encausar la situación dentro de los
marcos institucionales. Recordemos que hasta políticos reformistas y burgueses mantenían una
posición beligerante al promover elecciones en forma inmediata. Tuvieron que montar la
provocación del 26 de junio en el puente Pueyrredón, en la que reprimieron y balearon a los
manifestantes con el trágico saldo de dos muertos en las filas populares: Allí ofrendaron sus
vidas, heroicamente, Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. No fue una circunstancia
desgraciada ni casual, fue una acción pensada y planificada por el Gobierno de Duhalde, en
connivencia con el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires encabezado por Solá. Este hecho
modificó la situación política.
El objetivo de máxima del Gobierno Duhalde era desalojar al pueblo de las calles y canalizar la
situación hacia una salida electoral totalmente controlada por el PJ. La inmediata, masiva y
contundente respuesta a la contraofensiva derechista frenó en seco el intento de desalojar al
pueblo de las calles del país1 pero no alcanzó, debido al declive posterior de las movilizaciones
y a la división en las organizaciones piqueteras y asamblearias, a neutralizar el segundo
objetivo que logró consumarlo.
La izquierda, tanto la reformista como la revolucionarista, que ya estaba profundamente
confundida pensando, aunque con matices, que se encontraba ante un auge revolucionario por
el socialismo, perdió completamente el rumbo al no aceptar los resultados de la maniobra
burguesa. Ésta a partir del 26 de junio consolidó el control de la situación y delineó el terreno
de la lucha de clases.
Era correcto exigir elecciones libres y democráticas antes del 26 porque hubiese permitido un
gran avance de la organización y la conciencia de las masas. Hubiese permitido el surgimiento,
con fuerza, de una nueva identidad política de masas. Pero aún en el nuevo contexto era
correcto y necesario la presentación de candidaturas populares y de izquierda: teníamos el
candidato que llegó a estar primero en las encuestas, miles de militantes y no militantes nos
acercamos a Zamora para que encabezara un amplio espacio de unidad popular. Este renunció
a ser candidato presidencial profundizando mucho más el retroceso logrado por la maniobra
1 Salvando la diferencia en las dimensiones, encontramos una similitud de este hecho con la masacre de Ezeiza
de 1973, en el intento de retomar la iniciativa política por parte de la reacción burguesa. La gran diferencia fue,
precisamente, la contundente respuesta de masas que se dio en julio de 2002 y la ausencia de ella en aquel
momento.
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represiva de la burguesía. Las Asambleas Populares hubiesen encontrado como un objetivo
natural discutir el programa de gobierno de ese enorme espacio popular y democrático.
Otro aspecto, y no menor, que se puede leer con claridad en toda la etapa abierta con el fin de
la dictadura es que las masas repudian la violencia venga de dónde viniere. Durante el gobierno
de Alfonsín las movilizaciones contra las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y otras
marchas por los Derechos Humanos fueron tan masivas como las grandes concentraciones de
la CGT. El detonante de las movilizaciones del 19 y 20 de diciembre de 2001 no fue el
corralito, como a veces se indica, sino el discurso de De la Rúa anunciando el Estado de Sitio.
Posteriormente fue muy evidente cómo la propaganda burguesa logró enfrentar a la población
con los piqueteros, “causantes de la violencia”, inmediatamente después de los hechos del 26
de junio de 2002. Y cuando la mentira propagandística quedó al descubierto y la población
comprendió que los causantes de la violencia y los asesinos estaban del lado de las fuerzas
represivas, la opinión pública modificó inmediata y masivamente sus opiniones. En ambos
casos repudiaban a los violentos, primero engañada, a los piqueteros, luego, al saber la verdad,
a los represores.
La lucha por el poder.
Aquí me voy a permitir hacer un largo paréntesis para explicar lo que entiendo como la tarea
central del movimiento revolucionario en esta etapa. Apelo para ello a la segunda parte de mi
intervención en el acto del 23 de diciembre de 2003 en homenaje a los compañeros del
Batallón General San Martín, del ERP, que libraron la Batalla de Monte Chingolo (en la
primera se reivindicaba el intento de copamiento de batallón de arsenales y a los compañeros
que allí lucharon heroicamente):
“Compañeros, ¿Yo les estoy proponiendo que vayamos a tomar un cuartel? ¿Yo les estoy
proponiendo que es la hora de tomar las armas? No. Yo les estoy diciendo que es la hora de
organizarnos, de prepararnos para reiniciar la lucha por el poder con la misma determinación
que lo hicieron nuestros hermanos hace 28 años. Pero para lograr nuestros objetivos tenemos
que ser millones, no alcanza con la bronca de algunos cientos o de varios miles.
Entonces, a todas las tareas de organización tenemos que agregarle una muy importante,
aprender a disputarle la conciencia de los hombres y mujeres del pueblo a la burguesía, esa es
la lucha fundamental en este momento. Hoy aquí somos trescientos compañeros, cada uno de
nosotros debe acercarse a su vecino, a su compañero de trabajo o de estudio, a su amigo y
convencerlo de lo que nosotros ya estamos convencidos, y para lograrlo tenemos que partir de
su nivel de conciencia y no de nuestro estado de ánimo, porque nosotros ya estamos
convencidos y si vamos con toda la bronca que tenemos por todas las injusticias quizás el
compañero no nos comprenda y no nos acompañe. Entonces tenemos que aprender a ser
maestros de nuestros compañeros, y para eso es bueno no olvidarse de cómo pensábamos
nosotros antes de estar concientizados de la necesidad de la revolución. Así encontraremos la
paciencia necesaria, las palabras adecuadas, las propuestas justas y mañana seremos miles y
esos miles serán nuevos educadores de su pueblo para pasar a ser cientos de miles y, luego,
millones. Nuestras propuestas, nuestras ideas deben lograr enderezar la voluntad del 75 o
quizás del 80 % de la población detrás del objetivo revolucionario.
Nuestra lucha no debe ser sólo por objetivos aislados: un bolsón de comida, un plan trabajar,
un puesto de trabajo, un salario justo, una salita y una calle de asfalto, o agua potable y cloacas
para el barrio. Tenemos que pelear por eso y por mucho más. Pero además nos tenemos que
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preparar para ser poder, para saber y poder gobernar este país. Tenemos que prepararnos para
dirigir la economía, la salud y la educación, para organizar al pueblo en su participación en una
democracia directa, tenemos que aprender a defender ese poder conquistado. En síntesis,
tenemos que prepararnos para sustituir el poder de la burguesía y el imperialismo por el poder
del pueblo revolucionario.
La disputa de la conciencia de las masas es una lucha ideológica, pero en cierto punto
comienza a ser una lucha política, es parte de la lucha política. Entonces tenemos que aprender
a hacer política, de la buena, la nuestra, una política revolucionaria. En la izquierda argentina
no sabemos hacer política, pasamos de la lucha reivindicativa a la lucha ideológica y nos
salteamos, porque no sabemos y porque no tenemos fuerza suficiente, la lucha política.
Y, ¿qué es la lucha política2? Es saber valorar las relaciones de fuerza entre las clases
enfrentadas y de acuerdo a esas relaciones de fuerza dirigir nuestras acciones para que después
de cada una de ellas nuestras fuerzas sean mayores y las del enemigo de clase menores. Pero
para hacer política es necesario tener fuerza, si no tenemos fuerza lo que hacemos es ideología,
que está bien que la hagamos porque es parte de nuestra lucha, pero no alcanza. Es por esto que
la política es lo que más nos cuesta aprender a las fuerzas revolucionarias porque para hacerla
hay que tener fuerza, es como el problema del huevo y la gallina y en resolverlo radica, hoy, la
sabiduría de los militantes revolucionarios. Debemos resolver este “misterio”, ¿cómo
comenzar, con las pocas fuerzas que contamos, a hacer política revolucionaria?
Nuestros compañeros, a quiénes hoy estamos recordando, estaban aprendiendo a hacer política
a disputarles espacios de poder a la burguesía. Eso también hemos perdido en estos años y
tenemos que recuperarlo. Y la política no se hace siempre en el terreno que nosotros elijamos.
El terreno de la lucha política, las más de las veces, lo elige el que tiene más poder, en este
caso la burguesía, si no aceptamos esta parte de la verdad no aprenderemos a desarrollar la
lucha política de la clase obrera y del pueblo. A veces podremos, con inteligencia y audacia,
determinar el terreno de esa lucha, pero, repito, las más de las veces el más fuerte elige el
terreno de la lucha, es por ello que las fuerzas revolucionarias deben desarrollar la astucia.
Nos han arrebatado la idea de que nosotros, el pueblo, los que trabajamos con nuestras manos,
los que hacemos todos los bienes que se ven sobre la tierra, los que hemos sido empujados a la
pobreza, a todos nosotros nos han arrebatado la idea de que tenemos derecho al disfrute de los
avances de la técnica, a la idea de ser feliz en nuestra vida cotidiana. Compañeros, nosotros
también tenemos derechos, nuestros chicos también tienen derecho a jugar en libertad, a tener
algo más que un plato de comida, tenemos que soñar con un mundo en el que el pueblo alcance
la felicidad colectiva y ese mundo hasta ahora se llamó un mundo socialista, un mundo
constituido y construido por hombres y mujeres con una nueva consciencia solidaria y
socialista. Ese mundo es por el que lucharon y murieron nuestros compañeros”.
Luego del Cordobazo, que posibilitó que las masas y las fuerzas populares tomaran la ofensiva
política, la lucha armada se puso a la orden del día como la tarea central en la estrategia de
poder revolucionaria. ¿Qué significaba esto? Que había que desarrollar todas las formas de
lucha y las más variadas formas de organización pero que, en última instancia, la actividad
2 Para ser más explícito, sobre lo que entendemos por lucha política, la podemos comparar con el juego de
ajedrez. Cuando uno mueve una pieza está obligando al otro a contestar de alguna manera. Y no jugaremos la
misma defensa si las blancas mueven peón-4-rey, que si su jugada fuera peón-dama-dos-caballo, salvo que
tengamos limitados recursos. En cambio si hablamos de las virtudes de la india del rey o de la conveniencia de la
variante Najdorf, estamos en el plano de la teoría, de la misma forma que cuando discutimos el papel mayor,
menor, ninguno o negativo de la burguesía nacional en la lucha contra del imperialismo, nos encontramos en el
plano de la ideología.
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rectora de la estrategia, la que permitía la síntesis de todas las demás era, sin lugar a dudas, la
lucha armada revolucionaria con carácter ofensivo.
La izquierda reformista calificó sin fundamento alguno, por supuesto, a la lucha revolucionaria
como foquismo, mesianismo, y a los militantes que la desarrollaban como pequeños burgueses
desesperados, agentes del imperialismo, etc., etc.
Si hoy no está planteada la lucha armada revolucionaria con carácter ofensivo como en los 70,
nos debemos preguntar: ¿En qué momento las fuerzas populares confrontan su proyecto con el
de la burguesía? ¿Cuándo le dicen al pueblo cuál es su programa? Antes de contestarnos estas
preguntas veamos por donde estamos avanzando.
Con un poco de humor.
Leímos a Lenin: de El Estado y la revolución aprendimos como se vale la clase dominante para
dominarnos y explotarnos, de las enseñanzas de la revolución de 1905 que de las derrotas se
sacan enseñanzas y no arrepentimientos, de la Guerra de Guerrillas que Lenin no se quedó en
1905 con sólo la insurrección, de El izquierdismo enfermedad infantil en el comunismo
dedujimos que es la enfermedad que más aqueja a la izquierda argentina, más de allí también
sacamos lo que es el reformismo. Del viejo Marx y de su amigo Engels las líneas generales de
cómo salir de la explotación del hombre por el hombre, que el capitalismo tiene
contradicciones y es por eso que allí debemos meter la estaca para hacer palanca.
De Mario Roberto aprendimos a jugar con la cabeza levantada para poder ver toda la cancha.
Él nos dijo que con Lenin y Trotsky no se terminaban los revolucionarios, que debíamos
aprender de Mao y su larga marcha; del bueno del Tío Ho que se puede combatir y escribir
poesías; de Giap, el triunfador de Dien Bien Phu, a tomar cuarteles; del teórico de la revolución
en épocas de reflujo Gramsci que en la mala también debe haber combate. De Antonio tenemos
mucho que sacar ya que esta situación se parece, aunque es mucho más grave, a la que siguió a
la derrota de la revolución en Europa. Que en Alemania había luchado y escrito Luxemburg,
una polaquita “más grande que no se que”, que se llamaba Rosa y que Georg Lukács anduvo
haciendo sus cosas en Hungría. Que aquí cerquita, en Perú, apareció un tal José Carlos En
defensa del marxismo de apellido Mariátegui.
A Fidel lo conocimos de primera mano, sabíamos que la barba le creció cuando andaba por la
Sierra Maestra pero que antes habló a cara descubierta en un Hotel de Nueva York alertando a
propios y enemigos que en el año 1956 serían libres o serían mártires. Allí no se tapó la cara
porque violando las reglas de la clandestinidad nos estaba enseñando que primero es la política
y luego es la conspiración; y en aparente contradicción el Subco Marcos se la tapó, para hacer
política, porque los que la muestran por televisión lo hacen desde la hipocresía.
A esta altura del partido Simplicio, que se escapó de un libro de Galileo, nos pregunta ¿y el
partido de cuadros?¿y el programa marxista-leninista? ¿y la bandera roja con la hoz y el
martillo? El Che serio sale al ruedo y nos advierte: ojo con los ladrillos soviéticos y Fidel,
cómplice, le guiña el otro y le comenta: la hicimos tan bien como Maradona, le quebramos la
cintura a los yanquis y con el amague algunos todavía no se dieron cuenta que teníamos el
partido pero no se lo contamos a nadie, simplemente lo hicimos en las montañas disfrazado de
verde olivo.
Terminado el humor les queremos decir que los revolucionarios debemos abrir la cabeza todo
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lo que nos sea posible, aprender no sólo de los grande revolucionarios, también debemos
conocer a los intelectuales del capitalismo por lo del viejo proverbio chino. Eso es lo que
intentamos en todas las construcciones que estamos encarando. El partido revolucionario
llegará antes o después, lo importante hoy es construir la identidad revolucionaria que creemos
es el guevarismo.
¿Se puede construir una organización revolucionaria sin una situación revolucionaria?
Nuestro gran dilema, desde hace varios años, es: ¿cómo se construye una organización
revolucionaria sin una situación revolucionaria? Estamos ensayando algunas respuestas:
El primer punto es reconocer que partimos de una extrema debilidad. En los 15 años anteriores
a diciembre de 2001 realizamos varios intentos de reagrupamiento revolucionario, los cuales
fracasaron. De allí sólo se mantuvo un núcleo de obreros. Con ellos recurrimos a nuestro mejor
militante: Ernesto Guevara. Su pensamiento fue el más agudo del último medio siglo y su
práctica lo convalidó. Nuestra línea de trabajo fue dirigirnos a la juventud, nuestra experiencia
nos decía que, aunque dispersa, existía una numerosa juventud guevarista. Con un puñado de
éstos jóvenes iniciamos en el segundo semestre de 2003 las clases de la Cátedra Ernesto Che
Guevara. Durante más de ochenta encuentros estudiamos el pensamiento de Guevara y leímos
a los clásicos del marxismo. Recorrimos las revoluciones en América Latina desde Tupac
Amarú hasta la actualidad. Repasamos aspectos de la historia argentina. En el quinto año nos
metimos con la historia del Partido Revolucionario de los Trabajadores y del Ejército
Revolucionario del Pueblo que estamos concluyendo. Del nutrido grupo de “alumnos” fueron
saliendo los militantes de la actual Juventud Guevarista fundada el 17 de agosto de 2004 en
homenaje al Libertador José de San Martín. El núcleo obrero inicial se mantiene y forman el
primer escalón de cuadros. Los compañeros que se han ido sumando provienen de diversas
clases populares siendo en su mayoría estudiantes universitarios. Estamos orgullosos de que
sean nuestros compañeros.
No quisimos recorrer el camino trillado de agruparnos en un partido de cuadros. Porque la
mayoría de los esfuerzos recientes caen en la formalidad de ponerse un nombre, elegir un
comité central y editar un periódico. Rechazamos el concepto de partido de cuadros porque
somos leninistas. Lo que el revolucionario ruso definió en el artículo uno de los estatutos y
luego construyó fue un partido de militantes. Intuimos que aquella denominación proviene del
stalinismo, habría que investigarlo. También lo rechazamos porque nos huele a elitismo, para
nosotros todos los militantes tienen un voto. ¿Quiere decir esto que estamos en contra de que
los militantes se eleven al nivel de cuadros revolucionarios? De ninguna manera, son muy
necesarios, los tenemos que formar. En esto no hay novedades, se deben formar en la lucha de
clases, en particular de masas y en el marco de la organización revolucionaria. Como decía
Gramsci son los capitanes del ejército revolucionario, pero el partido es y debe ser de todos los
militantes. Por lo tanto, lo que aspiramos a construir es un partido de militantes pero, como
interpretamos que no hay condiciones para ello lo ponemos como un objetivo, a mediano
plazo.
La Juventud Guevarista
Estos razonamientos nos llevaron a definir a la Juventud Guevarista como una organización
política de masas en varios sentidos. Entonces no es una organización de cuadros pero tampoco
es una organización de militantes, para ser de la JG alcanza con querer serlo y adherir a
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lineamientos muy generales del guevarismo. Nos valemos para ello de la definición de
guevarismo del cubano Fernando Martínez Heredia y un llamamiento A la juventud guevarista
el que recorre a grandes trazos la historia argentina y evoca a la revolución cubana.
Pero hay una cuestión de honor: hay que ser buenas personas, honestas, trabajadoras o
estudiosas o ambas cosas; alejadas de los vicios, de la corrupción, de las agachadas, del
patoterismo, de las barras bravas. Aspiramos a ser la barra buena. ¿Puede ser de la JG alguien
que no tenga trabajo o que no estudie? Por supuesto que sí, porque somos solidarios. No somos
elitistas, creemos que todos podemos mejorar. Somos selectivos en el sentido de que no
dejamos librado al azar la introducción de vicios que distraigan a los jóvenes de las
preocupaciones políticas y revolucionarias.
Nos podrán preguntar ¿y los militantes? Les respondemos que nos queremos formar como
militantes entregados de cuerpo y alma a las tareas de la militancia, pero en la JG pueden estar
los que contribuyan con la cuota que cada uno tenga para dar.
Ha estado muy de moda la consigna de la organización horizontal. La rechazamos porque esa
formulación ha encubierto el más exacerbado de los elitismos. Nosotros no somos
horizontalistas, somos democráticos. ¿Quién elije a los dirigentes? Por ahora los selecciona las
mismas tareas, pero nos está llegando el momento de elegirlos y así será. Un compañero/a un
voto y quizás sea secreto (en los partidos de cuadros el voto era cantado lo que muchas veces
significaba el control de la nomenclatura sobre la militancia), lo tenemos que discutir
evaluando los pro y los contra de los distintos sistemas y formas de votación.
Llamativamente la JG se ha visto rodeada de varios artistas populares, algunos de ellos de
incorporación plena, ellos han introducido la idea de organizar un frente de la cultura. Las
actividades culturales y recreativas son de nuestro interés, las apoyamos e impulsamos. No
renegamos porque la burguesía ha convertido al Che en una camiseta, la llenamos de
contenido.
En los barrios populares estamos encontrando nueva presencia, usamos los medios de
comunicación alternativos al servicio del pueblo y de la construcción política. Formamos
nuestros propios equipos de comunicación y organización.
Los trabajos sociales con los más desprotegidos no nos son ajenos, allí encontramos
extraordinarios compañeros con los que hemos transitado, por años, caminos paralelos, y
muchos jóvenes guevaristas. Nos despiertan un hervidero de nuevas ideas y nos brindan una
enorme potencialidad política.
En el debate de ideas tenemos claro que el primero y principal es con las ideas que siembran
los capitalistas e imperialistas a través de sus medios de comunicación de masas. Los usamos
pero no creemos que los podamos cooptar, construimos los nuestros: Además de los equipos
radiales editamos la revista En la senda del Che, fundamos A formar filas, editora guevarista,
y una Editorial formal. Son sólo un principio.
En la Universidad junto a los problemas económicos y académicos llevamos el mensaje de la
política de los guevaristas, el debate teórico nos encuentra con sólidos principios. Estamos
revolucionando los conceptos de la política universitaria. En los colegios secundarios los más
jóvenes también dicen presente.
Desde el núcleo obrero hemos participado en el surgimiento y seguimos trabajando en las
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fábricas recuperadas y, por otro lado, estamos iniciando la construcción de una corriente
sindical en el marco del Movimiento Intersindical Clasista. Para nosotros clasista no es
sinónimo de socialista, sino mucho más amplio. Se es clasista cuando se reconoce
perteneciente a una clase, diferenciada de la de los patrones o capitalistas, con intereses
económicos y políticos propios. Apelamos al protagonismo de las bases y a la resolución
democrática de los diferentes puntos de vista proletarios. Agustín Tosco y Leandro Fote son
nuestros ejemplos. Leímos a Lenin cuando nos recomienda trabajar en los sindicatos
reaccionarios, lo aplicamos, pero no hacemos un dogma de ello. Trabajamos donde están las
masas.
Aspiramos a la progresiva fusión de nuestros pequeños grupos, el primero de ellos nos vincula
sólidamente con el movimiento sindical y avanzamos hacia la unidad construyendo juntos en la
base. No es fácil pero persistimos.
¿Cómo vamos conformando una identidad política de la cual el pueblo pueda sentirse
parte?
La gran tarea de la Juventud Guevarista es el desarrollo en el pueblo de una identidad política
de masas. Su carencia quizás haya sido el punto que faltó madurar en el movimiento
revolucionario de los 70. No somos dogmáticos, aprendemos de la historia, pero no nos
golpeamos el pecho por haber luchado, es lo mejor que tenemos. Pero la identidad de masas no
es suficiente, debe ser revolucionaria. En la Alemania de los años 20 todos los obreros eran
socialistas o comunistas y la revolución no triunfó.
Cuando los capitalistas quieren relegitimar su dominación llaman a las elecciones y como nos
enseñó Marx, la ideología dominante en la sociedad es la ideología de la clase dominante,
entonces ante su llamado el pueblo va y vota y antes habla de política más que nunca. En ese
período los revolucionarios no podemos ni debemos estar ausentes, sería un contrasentido que
no hablemos con el pueblo cuando el pueblo está dispuesto a hablar con nosotros. Nosotros lo
hemos experimentado en las tres elecciones en las que participamos. Lenin enseña mucho
sobre esto y Santucho también. El aprovechamiento revolucionario de la lucha electoral es la
táctica que nos permitirá masificar nuestra política.
El tema más conflictivo, la lucha electoral.
Este es el tema más controvertido en la izquierda pretendidamente revolucionaria de nuestro
país. Es por eso que nos vamos a extender en este punto. Primeramente recordaremos unas
pocas citas de los clásicos en relación a la importancia de la participación de las fuerzas
revolucionarias en los parlamentos burgueses.
En El izquierdismo enfermedad infantil en el comunismo, Lenin escribe: “Mientras no tengan
fuerza para disolver el parlamento burgués y todas las otras institución reaccionarias, están
obligados a actuar en el interior de dichas instituciones, precisamente porque hay todavía en
ellas obreros embrutecidos por el clero y por la vida... De lo contrario, corren el riesgo de
convertirse en simples charlatanes”. Más adelante afirma: “Los bolcheviques hemos actuado en
los parlamentos más contrarrevolucionarios, y la experiencia ha demostrado que semejante
participación ha sido, no sólo útil, sino necesaria para el partido del proletariado
revolucionario, precisamente después de la primera revolución burguesa en Rusia (1905)
para preparar la segunda revolución burguesa (febrero de 1917) y luego la revolución
socialista (octubre de 1917). No nos queda más que pedirle a nuestros izquierdistas que no se
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ensañen con nosotros y tengan el coraje de discutir con Lenin.
No tenía palabras más moderadas para criticar a los izquierdistas Mario Roberto Santucho:
“Rechazar en principio la elección y adoptar el boicot antes de que estén definidas las
situaciones concretas es un punto de vista anarquista, ultra izquierdista, típicamente pequeñoburgués, que nuestro Partido en este momento está expuesto a sufrir”. Santucho le dice esto a
quienes consideran en forma apresurada la táctica del boicot, imaginémonos lo que les diría
ante la propuesta de la abstención pasiva. No nos extenderemos en estos argumentos ya que
son para otras etapas políticas, de ofensiva general revolucionaria.
Nosotros tenemos muy claro que las elecciones periódicas son la principal arma de dominación
de la clase dominante y la república parlamentaria la mejor envoltura de la dictadura de la
burguesía. A través de ellas se re-legitiman sus representantes cada dos años. Si acordamos que
es su principal arma de dominación no nos podemos hacer los desentendidos, no podemos
ignorarlas. Tenemos que destruirla o, al menos, meterle un palo en la rueda. La actitud de
muchos grupos pretendidamente revolucionarios se nos presenta como si ante un enemigo que
nos dispara desde un nido de ametralladoras nosotros, en forma displicente, nos damos la
vuelta. No vacilarán en matarnos por la espalda. Eso es lo que ocurre en nuestra realidad, y no
es un simple juego simbólico sino que, luego de cada elección el movimiento de masas decae
hasta que la realidad erosiona la confianza lograda por el recambio de sus representantes.
Como en toda actividad política revolucionaria lo importante es fijar en forma muy concreta
los objetivos que nos proponemos:
En primer lugar nos permitirá llegar con nuestro mensaje a amplios sectores populares. Es el
momento de expresar ante el pueblo cual es nuestra concepción de sociedad a la que aspiramos,
mucho más ampliamente que en un conflicto económico o sectorial (antes hemos aclarado que
hacemos propaganda todo el tiempo y no sólo en la elecciones). Además vemos que la simple
denuncia de las iniquidades y atropellos del capitalismo muchas veces caen en el vacío por el
mal uso que de ellas hacen los grupos de izquierda, ni que decir de algunas consignas de
lucha3. Por nuestra experiencia en la base social podemos afirmar que a las masas le interesa
escuchar y debatir sobre política y sobre qué pretendemos los revolucionarios si llegamos al
gobierno (el tema de la toma del poder no es tratado en este trabajo, sólo estamos tratando de
su construcción en este período histórico).
Nosotros tenemos trabajo en algunas ciudades, allí el juego electoral nos permitirá “peinar”,
recorrer, conocer la realidad política de cada una de esas ciudades. Pero no la realidad
superestructural, sino la realidad política en los barrios, en la base. Ese conocimiento nos
ayudará a afinar nuestra política, bajarla de lo abstracto a lo concreto, de las generalidades a la
acción de masas. Pero además “descubriremos” a muchos compañeros que están
desilusionados o descreídos de los partidos burgueses, en primer lugar del peronismo, y con
ellos comenzar a trabajar juntos. La existencia de estos compañeros la intuimos. Intuición
fortalecida porque ya tenemos algunas muestras y con algunos de ellos estamos trabajando.
Por nuestra experiencia sabemos que el PJ se adueña de los lugares de votación, imprime un
control policiaco sobre los votantes. Fiscalizar una elección no es un tema reformista, es una
acción de feroz confrontación política, en el que los fiscales de una política revolucionaria se
deben preparar para un combate en la primera línea de fuego del capitalismo. No es una arenga
es la realidad, la hemos y la seguimos comprobando. Nos acordamos de Lenin cuando les dice
3 Por ejemplo, a la importante y muy seria consigna de huelga general la han rebajado hasta el ridículo las
organizaciones trotskystas que la repiten sin ton ni son y, para colmo de males, con tono festivo.
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a estas gentes, que se oponen a participar, que no saben de lo que están hablando. Una muestra
reducida de ello es el caso de las recientes elecciones en la provincia de Córdoba, en la que el
Frente Cívico y Social es sólo una variante no deseada, lo que nos permite imaginar el grado de
confrontación que usaran contra fuerzas revolucionarias.
Nos podrán decir que justamente por esto no vale la pena. Enorme error. Ellos, los capitalistas,
pelearán denodadamente porque saben mejor que nuestros izquierdistas que por allí pasa uno
de los frentes de disputa de la conciencia de las masas. Tan es así que por nuestros estudios de
las revoluciones en América latina podemos afirmar que todas las del siglo XX, están
asociadas a una elección burguesa
Curiosa ideología la de algunos grupos de izquierda que se oponen a que el pueblo vote,
cuando el sufragio universal ha sido una conquista de la izquierda. Curiosa ideología la de esta
izquierda que vocifera clamando por la violencia cuando el pueblo la repudia y los burgueses
son los que la utilizan. Los que violan la propia legalidad burguesa, impidiendo votar, son los
burgueses. Los que violan sistemáticamente el discurso demagógico de la paz social y utilizan
masivamente la violencia y el terrorismo contra el pueblo son los burgueses y los imperialistas.
Nosotros estamos por la democracia y cuanto más profunda mejor y somos pacíficos, el pueblo
es democrático y pacífico.
Curiosa ideología la de esa izquierda que clama por no votar y por la violencia. Más que
socialistas parecen fascistas. ¡Cómo los va a querer el pueblo! Pero nosotros comprendemos
que en realidad, estos compañeros, confunden el doctrinarismo con la política. Por la doctrina
nosotros sabemos que la burguesía es insaciable, y que en su afán de ganancia no repara en
medios para aumentarla. Entonces, enceguecida por el signo dólar, ante el peligro de no poder
aumentarla, en las crisis, violan sistemáticamente su democracia y utilizan masivamente la
violencia contra el pueblo. Es en ese momento cuando el pueblo toma conciencia que no le
queda otro camino que armarse para resistir y es en esas coyunturas políticas en las que los
revolucionarios nos ponemos al frente de esas tareas, para que además de resistir logremos
vencer.
Se puede argumentar que la participación en la lucha electoral ejerce una presión reformista
sobre la organización, sobre los militantes y sobre las masas. ¡Pues tienen razón! Pero, acaso,
la lucha política revolucionaria es un paseo por un campo de rosas. También el reformismo
argumentaba en los 60 y 70 que si entrabas a la lucha armada te podían herir, encarcelar o
matar (desaparecer no se conocía). Era el riesgo de aquel momento, hoy el riesgo que se corre
es caer en el reformismo. Ante esta dificultad tenemos que tener la misma actitud que los
jóvenes de hace tres décadas y aceptar el desafío que nos impone la lucha de clases y
prepararnos lo mejor posible para salir victoriosos.
En conclusión, si hoy las fuerzas revolucionarias no se preparan para ser una alternativa en el
plano electoral están desertando de la lucha por el poder, se ubican en el terreno del
reformismo verborrágicamente armado. No debemos prestar oídos a aquellos que en forma más
que oportunista, durante 20 años ¡veinte años es mucho tiempo!, han justificado su existencia
corriendo por izquierda, con mucho tiroteo de palabra y ninguna acción práctica, a los
verdaderos revolucionarios.
Vamos a hacer una aclaración que ayude a disipar falsas y mal interesadas interpretaciones.
Los que hacen demagogia con la lucha armada confunden a esta con la autodefensa de masas,
en algunos casos por desconocimiento y en otros deliberadamente. La autodefensa de masas, al
contrario que la lucha armada, no necesita para tener vigencia de una situación de auge y de la
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existencia de una dictadura militar para llevarla adelante sino que, debe hacerse, en principio,
siempre. ¿Para que sirve la autodefensa de masas? Justamente para lo que su nombre indica.
Hasta hace un año la represión se restringía a varias provincias y regiones de una provincia, en
los últimos meses esa represión se ha extendido a todo el país de la mano del gobierno
nacional. En todos los casos en que la clase dominante se muestre agresiva con las
movilizaciones populares hay que responderles, con efectividad, en el terreno que ellos creen
que es de su exclusividad. Pero lo que no debe ser la autodefensa es un discurso para esgrimir
dialécticamente en una discusión, para melonear militantes. Por el contrario se debe organizar
con todas las medidas de conspiratividad y también de efectividad para que, llegado el
momento, actúe con eficacia.
En el año 1996 comenzamos la lucha contra la autocrítica, que era más un levantar la bandera
blanca de rendición ante el enemigo de clase, un arrepentimiento y reconocimiento cristiano de
la culpa que un verdadero balance. En un principio estábamos casi solos. Nos atacaron y nos
calumniaron por reivindicar la lucha revolucionaria. Fuimos criticados incluso por muchos que
ahora se subieron al carro del izquierdismo. Hoy consideramos que esa batalla la hemos
ganado, hay varias expresiones de ello. Pero para alcanzar ese triunfo no estuvimos solos,
encontramos como principal aliado a las masas con su Rebelión del 19 y 20 de diciembre de
2001. Comprobado esto, desde hace unos meses, pasamos a primer plano, en los debates
teóricos, la lucha contra el izquierdismo, enfermedad infantil, producto del vaciamiento de la
experiencia revolucionaria, pero también abonado por una concepción fundamentalista, en
nuestro país, de raíz cristiana4, no marxista. Ahora también estamos casi solos, pero ya no en
un sentido individual sino como organización política. La batalla será dura pero estamos
preparados anímica y teóricamente. Nuestra tarea es sólo poner un mojón de conciencia entre
las masas a donde volcamos nuestro esfuerzo. El verdadero triunfo de las posiciones
revolucionarias lo alcanzaremos cuando nuestro pueblo y en particular la clase obrera re-tome
el papel de vanguardia en la lucha contra la explotación capitalista y contra la dominación
imperialista.
Con nuestra clase y nuestro pueblo. Con los nombres y las enseñanzas de nuestros dirigentes
como bandera: Santucho y el Negrito. Tosco y Fote. Pujals, Gorriarán, Bonet y Germán.
Urteaga, Menna. Ledesma, Carrizo y Castello. Con los Héroes de Trelew y Los chicos de la
noche de los lápices. Con las nuevas legiones de militantes revolucionarios le rendimos nuestro
apasionado informe al Comandante de la revolución latinoamericana: antiimperialista y
socialista, Ernesto Che Guevara. Y le mandamos un abrazo a la fuente de nuestra inspiración,
el eterno Fidel.
4 Estamos hablando de una cuestión teórica que nada quiere decir de los miles de militantes cristianos
revolucionarios que son nuestros compañeros y a quiénes siempre hemos reivindicado y lo seguimos haciendo.
En el PRT llegó a haber un cura y un miembro de las comunidades eclesiales de base en la dirección de la
Regional Córdoba. En la actual JG hay varios compañeros cristianos.
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